Terror en 1º ESO

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Terror en 1ยบ ESO A y B

Relatos de terror inventados por los alumnos del colegio Zola Las Rozas


La otra mano

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ra un día soleado y prometía ser un buen día. Pero en verdad no fue así, todo era un caos. Carlos estaba yendo al trabajo cuando vio que toda la M30 estaba con tráfico, así que su única opción era tener paciencia y esperar en el coche. Un señor estaba hablando por teléfono, iba distraído y sin darse cuenta se estrelló con el coche de delante, el coche de Carlos. Todo pasó muy rápido y antes de que Carlos se diera cuenta estaba en el hospital. Carlos estaba bien, excepto que se rompió su mano de tal manera que no pudieron salvársela. Se la amputaron y le trasplantaron la mano de otro. Carlos no sabía que le habían reemplazado su mano, creía que las cicatrices se debían a una reconstrucción. Estaba contento, todo estaba en perfectas condiciones, y cuando le dieron el alta del hospital, volvió a su vida normal. No sabía que el señor que se había estrellado contra él había muerto. Aunque en vida había sido un asesino, por lo que nadie iba a echarle en falta. Después de pocos días las cosas empezaron a cambiar. Carlos se sentía extraño, como si algo o alguien se hubiera apoderado de él y ya no fuera él quién decidiera sus actos. Todo lo que hacía era malo: empujó a una anciana hacia un barranco, luego robó un coche y, sin darse cuenta, asesinó a una persona, que ni siquiera conocía. Nadie sabía que era él quien hacía todas estas cosas y asustado por sus propios actos, decidió encerrarse en su casa para no cometer más locuras. Después de estar 3 días en su habitación encerrado no aguantó más y además tenía hambre. Bajó las escaleras y empezó a ver huellas de sangre por el suelo. Las siguió y le guiaron hasta la cocina. Se quedó helado al ver la cabeza de su vecino en el fregadero. No sabía qué hacer, no sabía quién lo había hecho. De repente oyó la puerta cerrarse de un portazo y vio la sombra de alguien. Sin saber que la tenía, sacó una pistola de su bolsillo. “Fuiste tú”, dijo una voz cercana. Carlos no se resistió y preguntó “¿Quién eres?”, aunque temía la respuesta. ”Soy la víctima del accidente de hace unos días”, contestó, “… y he vuelto a por lo que es mío”. Carlos pensó en lo que tenía que era suyo, pero no sabía lo que era. “Te reemplazaron la mano. ¿No es así?”. Carlos entonces entendió que todas esas cicatrices de su mano escondían algo peor, concluyó que todas las locuras que había hecho no eran él, sino esa mano maldita que no le pertenecía.

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La otra mano En un abrir y cerrar de ojos la voz se fue. Carlos miró alrededor y todo parecía de nuevo normal. Sintió algo raro en su mano y se la miró. No tenía mano, el “Espíritu” se la había llevado. Unos segundos después cayó al suelo muerto. Su casa estaba cerrada desde dentro y no se podía abrir. La gente dice que sigue allí dentro, pero sólo lo sabrá el que se atreva a entrar.

FIN

Inés Sánchez

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La mansión encantada

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l día 31 de Octubre siempre lo recordaré… ¿Cómo? ¿Que por qué? Pues… empezaré por el principio…

Era una mañana preciosa. El sol brillaba, los pájaros cantaban... y ¡solo faltaba un día para Halloween! Todos los del colegio estaban entusiasmados, ¡hasta los profesores se estaban preparando para ese día tan especial!

En la clase de lengua informaron sobre que algunos profesores iban a organizar una casa encantada fuera del colegio, con la ayuda de alumnos, en la noche de Halloween. Y que podría ir el que quisiese. Cuando acabó el colegio, mi padre me vino a recoger y le pregunté si podía ir. Él me dijo que por supuesto. Al llegar a casa, mi madre me preguntó que de que me quería a disfrazar, para ir a comprar el traje. Yo pensé que el conde Drácula sería buena idea, pero los colmillos postizos eran muy incómodos. De nuevo me imaginé como quedaría de bien un disfraz de esqueleto, pero es que ya me disfracé de él el año pasado. Mi padre me sugirió ir de zombie y me entusiasmó la idea, porque me encantan. (Sobre todo en los videojuegos) Me fui a mi habitación a hacer los deberes, estaba muy ilusionado por la noche de Halloween, pero es porque todavía no sabía lo horrible que iba a ser… El día siguiente se me paso rápido y llegó la hora de ir a la casa encantada. Me disfracé y maquillé. ¡Quedó genial! Se suponía que mi tío me iba a llevar y una vez allí quedaría con unos amigos, pero no aparecieron. Pensé que habrían tenido algún problema y que a lo mejor no iban a venir, así que me fui yo solo. Llegué a una mansión muy vieja y grande, y entré en ella para ver que tal había quedado el decorado. No había nadie. Me disponía a salir, pero de repente se cerró la puerta de golpe delante de mis narices. ¡Estaba encerrado! Se oían como una especie de llantos y gemidos. Me asusté bastante e intenté abrir la puerta, pero estaba trancada.

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La mansión encantada Cogí una silla y golpee la cerradura, pero no pude seguir porque… ¡se fue la luz! Se escuchaban pasos acercándose a mí y noté que algo me agarraba de la pierna, algo… parecido a una mano humana. Pegué un gran chillido y vi un pequeño rayo de luz asomar por la puerta. Fui corriendo y escapé de ese horrible lugar. Al parecer esa no era la mansión encantada organizada por el colegio y mi tío se había equivocado de dirección. Pregunté a todos los que vivían en la zona pero nunca nadie había visto aquella extraña mansión donde jamás habría deseado haberme colado sin querer.

FIN... ¿O

NO?

Alba Carreras

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La noche en el colegio

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ola, la historia que os voy a contar es la de un niño llamado Rudi, tenía el pelo moreno y los ojos azules como el cielo, siempre llevaba una gorra roja, una camiseta de color y sus vaqueros favoritos. Vivía en España, Madrid, tenía 12 años y era una persona normal como las demás.

Era un lunes como otro cualquiera, Rudi cogió el autobús del colegio. Al subir al autobús, se encontró con su amigo Luis y estuvieron hablando sobre la terrorífica historia de Claudia. Trataba de una niña que se quedó encerrada en el colegio, al que iban Luis y Rudi, y ya no ha vuelto a aparecer. Rudi llegó hasta el colegio y le tocaba la primera clase, lengua. El fin de semana había estado jugando con su portátil y no le había dado tiempo a terminar los deberes. Entró en clase y por suerte la profesora no vino, así que todos los alumnos salieron al patio. Después tuvo Matemáticas e hicieron un examen, luego sociales y por último ciencias naturales. En naturales bajaron al laboratorio porque estaban estudiando las bacterias e iban a mirar por el microscopio. Según entrabas al laboratorio veías una vitrina con varios animales disecados: un ciervo, un lobo, una ardilla y unos pocos más. Cuando terminaron de hacer el experimento toda la clase se fue menos Rudi, que se había quedado a recoger unos papeles que le había encargado la profesora. Ya los había cogido y se iba, cuando se quedó observando al lobo disecado, todo estaba en silencio cuando Rudi empezó a escuchar unos susurros como los de una persona hablando diciendo “ten cuidado, no te despistes”. Rudi pensó que eran imaginaciones suyas pero estaba asustado y se fue corriendo a entregarle los papeles a la profesora. Las siguientes horas fueron normales y cuando iba a irse a su casa, recordó que estaba castigado por el profesor de sociales por no traer los deberes, tenía que quedarse en la biblioteca estudiando. Entró en la biblioteca y no vio a nadie, salvo al bibliotecario, que estaba ordenando unos libros. Rudi se sentó en la primera mesa que vio y sólo estuvo estudiando unos cinco minutos. Luego se fue a los ordenadores a jugar, y él, cuando empieza a jugar, no para. Así estuvo horas y horas hasta que se dio cuenta que no estaba el bibliotecario,

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La noche en el colegio miró el reloj y… ¡Eran las ocho y media de la noche, había estado tres horas jugando al ordenador! Se levantó de la silla, cogió su mochila y ya se dirigía a la puerta de salida del colegio cuando… ¡Estaba cerrada, se había quedado encerrado en el colegio! Se puso muy nervioso y las manos le sudaban así que se fue al cuarto de baño a lavárselas. Se las estaba lavando cuando empezó a oír unos pasos dirigiéndose a él y mientras, escuchando unos susurros diciéndole lo mismo que en el laboratorio. Rudi salió corriendo al pasillo principal, y seguía escuchando los pasos pero, esta vez más fuertes, él siguió corriendo hasta los vestuarios del gimnasio y en una de las duchas vio escrito con sangre: ”Ten cuidado” y una bocanada de aire le dio en la cara. Él se dio la vuelta y vio la ventana del vestuario abierta, se extrañó mucho porque cuando entró, estaba cerrada. Rudi estaba tan asustado que se fue a toda prisa corriendo hacia alguna clase a encerrarse. Así hizo, además se quedó sentado debajo de la pizarra. Después de unos minutos Rudi miró por la pequeña ventana que había en la puerta y vio a una niña con la piel pálida. Esa niña a Rudi le recordaba a alguien… ¡Claudia! ¡Es la niña que desapareció, la de la historia! Claudia vio a Rudi con sus ojos blancos como la nieve y se acercó. Ella empezó a dar patadas a la puerta hasta que la rompió, cogió a Rudi de la camisa y le encerró en una taquilla. Al día siguiente, Rudi no apareció en el colegio, el único rastro suyo fue su gorra roja… La leyenda cuenta que cada vez que un niño se queda encerrado en el colegio, Rudi y Claudia vuelven para vengarse. Bueno, pues esta historia ya ha acabado y… ¡Ah, si! Se me ha olvidado mencionar mi nombre, me llamo Rudi.

FIN

Alicia Pinel

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El hotel de las sombras

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ra Junio, durante el viaje de fin de curso de primaria, Sebastián iba con su clase en el autobús en dirección a unas cabañas en Segovia. De repente estalló una gran tormenta, era imposible distinguir las líneas de la carretera y decidieron parar en un hotel a pasar la noche. El profesor pidió las habitaciones y todos los niños se metieron en ellas directamente en grupos. Las habitaciones no tenían luz por el apagón de la tormenta. Allí deshicieron las maletas como pudieron.

Más tarde decidieron cenar todos juntos en una habitación y comieron pizza mientras se contaban historias de miedo. Hablaron sobre qué harían al llegar a las cabañas en el campo, salir a explorar los alrededores, dormir en tiendas de campaña, hacer hogueras, barbacoas… Estaban muy ilusionados. Al llegar la 1:00 cambiaron de habitación y se pusieron el pijama para dormir. Uno de ellos se dio cuenta de que se le había olvidado el cepillo de dientes y le daba pereza dormir con los dientes sucios, pero no quería ir solo, estaba demasiado asustado debido a las historias terroríficas y uno de sus amigos le acompañó y se quedó esperando en el pasillo. Entró corriendo, muy rápido, la habitación estaba oscura, solo se veían las luces de los relámpagos y se escuchaban los ruidos ensordecedores de los truenos. De repente, el niño vio una sombra a su lado y se quedó inmóvil, paralizado por el miedo. Cuando dejó de ver la sombra salió tan rápido como le permitían sus piernas. Su amigo, sin saber lo que pasaba, se contagió del miedo y huyeron los dos hasta la habitación en la que les esperaban sus compañeros. Esa noche apenas pudieron dormir porque Sebastián les había contado su angustiosa experiencia. Al día siguiente, todavía asustado, Sebastián baja a desayunar y escucha como la policía habla con el profesor, describiendo los robos de la noche anterior en algunas habitaciones del hotel. Sebastián no dice nada, en vez de eso sube a su habitación y recoge sus cosas con prisa por salir de ese hotel. Entra por última vez en el baño y contempla horrorizado un mensaje escrito en rojo en el espejo con letras muy grandes: “QUÉ SUERTE PARA TI QUE NO HUBIERA LUZ”.

FIN

Jorge Moreno

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No temas a la oscuridad

S mí.

i estás leyendo esto solo porque te gustan las historias de miedo, te envidio, créeme, no te gustaría vivir lo que me sucedió a

Aquí empieza mi historia:

Era una fría mañana de otoño, me encontraba dispuesta a ir al colegio. Salí de mi casa con tiempo suficiente para ir andando, pero preferí utilizar el autobús.

Estaba esperando al autobús cuando de repente, escuché una caja de música sonar; la música ponía los pelos de punta. Durante unos instantes todo se volvió negro. Cuando todo volvió a la normalidad, yo tenía una respiración entrecortada. Estaba muy asustada por la experiencia vivida, así que decidí ir andando.

Durante el camino a pie hacia el colegio la experiencia vivida en la parada del autobús se repitió. Cuando todo se volvió oscuro, escuché una inspiración a lo lejos. Empecé a correr.

Durante todo el día estuve muy nerviosa, intentaba tranquilizarme diciéndome que todo habría sido producto de mi imaginación, pero era en vano.

Llegó la hora de volver a mi casa y decidí ir en autobús ya que cuanto antes llegara a mi casa mejor. Me subí al autobús y en él había un extraño individuo con capucha negra. Me senté en la parte trasera del autobús, justo detrás del extraño individuo. De repente, el individuo se giró hacia mí. Sentí como un escalofrío recorría todo mi cuerpo, de pies a cabeza, y entonces, escuché aquella música, de nuevo todo se volvió oscuro y escuché aquella inspiración, tal y como la última vez que había vivido esa experiencia, solo que esta vez, la inspiración estaba más cerca. Cuando todo volvió a la normalidad, quedaba una única parada y…

¡El extraño individuo había desaparecido! Me bajé del autobús y fui a mi casa.

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No temas a la oscuridad Esperaba encontrar a mi madre en casa, pero no estaba. Me fui a mi habitación a hacer deberes y mientras estaba estudiando sonó mi móvil, pero el tono de llamada era diferente, ¡Era la música que escuché en el autobús!

Me asusté mucho, pero a pesar de todo miré a ver quién me llamaba. Era mi madre. Decidí contestar al teléfono.

Mi madre me dijo que se había quedado en casa de una amiga suya y que llegaría tarde, así que decidí ir cenando. Me acosté pronto ya que estaba muy cansada y asustada.

Fue una noche mala, no pude dormir más de 15 minutos seguidos. Sobre las 4 de la mañana me levanté a beber agua. Encendí la luz, e inmediatamente se apagó sola. Tuve el tiempo suficiente para ver una figura negra. ¡Ahí había alguien! Le di muchas veces al interruptor de la luz, pero no se encendía. Escuché esa música de nuevo, y oí una inspiración profunda justo detrás de mí. Si alguna vez ves una figura encapuchada y todo se vuelve oscuro, recuerda, no temas a la oscuridad, témeme a mí.

FIN

Lucía Cruz

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La habitación

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n la noche de halloween, como todos los años, todos los niños se disfrazan de monstruos terroríficos y pedían chuches por todas las casas, pronunciando las famosas palabras “Truco o Trato”.

Esa misma noche, un grupo de amigos llamados Pablo, Lucía, Claudia, Laura, Tomás y Adrián pasaban por las casas pidiendo chuches, hasta que fueron a una que les pareció la más peculiar. Aquella casa estaba abandonada y tenía un aspecto terrorífico, todas las ventanas y el tejado estaban rotas. Los amigos decidieron pasar para verla más de cerca. Abrieron la verja que tenía un sonido espeluznante. Se encontraron un camino que estaba en un bosquecillo, entonces todos lo siguieron. El camino era horripilante, ya que, estaba muy oscuro y solo se veía la luna, también los árboles tenían un aspecto horrible, porque no tenían hojas y en algunos de ellos se escondían animales, probablemente eran búhos o alguna que otra ardilla. Se oía el sonido de los cuervos y eso asustaba mucho a los chicos. Llegaron al final del camino y allí se encontraba la casa. Todos tenían miedo, hasta que Tomás, que era el más valiente dijo: _ ¡Voy a entrar! Los demás asombrados le apoyaron y le siguieron. Ya dentro, se encontraron la primera sala, era enorme y con retratos de gente de hace muchos años. La sala tenía el techo muy alto y el color era rojo desgastado. También se encontraban varios ratones correteando por todos los sitios. Tenía todo tapado con sábanas blancas, y al lado se hallaban unas escaleras enormes que daban a dos direcciones, a la derecha y a la izquierda. Todos subieron las escaleras y decidieron ir por la derecha. El pasillo estaba lleno de polvo y tenía varias puertas. Pasaron por todas ellas hasta que en una se encontraron un gato. Parecía inofensivo y Laura lo cogió en brazos. Iban a la siguiente habitación pero esta no se abría. Lo intentaron varias veces con todas sus fuerzas pero no lo consiguieron. Ya habían visto todas las habitaciones menos la que no se habría. Se fueron de la casa.

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La habitación Lucía y Laura vieron repente se encendieron un fantasma! Laura la luz estaba apagada

las ventanas de la habitación que no se podía abrir, cuando de las luces de la habitación y se veía a alguien asomarse... ¡Era y Lucía se lo dijeron a los demás pero cuando todos miraron y no se veía nada de nada y no las creyeron.

Al día siguiente, todos quedaron para ir a dar un paseo por el pueblo. Laura trajo al gato para que no se quedara solo pero se le escapó y fueron tras él. El gato corrió hasta que llegó a la casa abandonada y entró en ella. Cuando entraron oyeron lloros de alguien y eso les asustaba, pensaron en irse porque tenían mucho miedo, pero Tomás como siempre era el más valiente quiso averiguar de dónde venían. De repente vieron al gato que subía las escaleras rápidamente. Siguiéndole llegaron a una habitación y les llevó hacía una caja. La abrieron y en ella había fotos y cartas de la familia que vivió aquí. Laura y Lucía reconocieron una foto, les recordaba al fantasma y en esa foto también había un gato negro igual al que se encontraron ayer en la casa. Eso significaba que el gato era un fantasma y que pertenecía al niño que había en aquella foto. Cuando se iban de la casa con la idea de no volver nunca, llegaron a la verja y se giraron dirigiendo la vista hacia una ventana, vieron al niño mirándoles con el gato.

FIN

Andrea Alonso

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He vuelto

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n una casa del sur de Canterbury vivía Amy, una joven rubia que acababa de cumplir 20 años.

Era una noche fría y había tormenta, cuando recibió una llamada de teléfono. Era su amiga Allyson. Estuvieron hablando media hora y cuando colgaron se fue la luz.

Amy estaba muy asustada, entonces empezó a recordar aquella terrible noche, en la que la habían intentado matar. Recordó aquel Halloween de hacía 5 años en el que aquel extraño estuvo a punto de matarla. Era de noche cuando sonó el timbre. Era un señor que se hacía pasar por “telepizzero”. Decía que tenía un pedido, pero Amy fue lista y le cerró la puerta. Cuando ya se iba a ir a la cama escuchó un ruido en la cocina. Cuando fue a ver lo que pasaba… se encontró con el “telepizzero” que la esperaba en la cocina con una sonrisa pícara y un cuchillo en la mano. Amy empezó a correr pero él la perseguía por toda la casa. La consiguió alcanzar y la dio un fuerte golpe en la cabeza. A la mañana siguiente cuando se despertó, estaba metida en un sótano con a penas luz. Se acordó de que llevaba una navaja en el bolsillo del pantalón y consiguió desatarse las manos. Salió corriendo, estaba en medio de un bosque hasta que llegó a la carretera y un buen hombre que la vio la recogió y la llevó a su casa. Habían pasado 5 años de eso, pero ella pensaba que el asesino volvería a por ella. En los últimos cuatro años, cuatro chicas jóvenes como ella, habían muerto asesinadas en la noche de Halloween y Amy fue la única que consiguió escapar. Sus miedos se hicieron realidad, no se lo podía creer. Empezó a oír el sonido afilado de dos cuchillos. Amy aterrorizada se dirigió hacia el ruido y allí estaba, había vuelto a por ella. Su secuestrador con una voz tranquila y la misma sonrisa pícara dijo: “He vueeeeeeltooooooo”.

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He vuelto Amy salió corriendo por las escaleras para subir a su habitación, porque allí había guardado una pistola, pero fue inútil. A mitad de las escaleras su secuestrador la enganchó por un pie y la tiró escaleras abajo. Amy gritaba con todas sus fuerzas e intentaba con patadas y golpes alejarse de él, pero no lo conseguía. La cogió en brazos y la tumbó encima de la cama, y tranquilamente con uno de sus cuchillos le fue haciendo pequeños cortes por todo el cuerpo. Su secuestrador quería una muerte dolorosa y lenta para ella. Cuando Amy estaba a punto de desmayarse sonó el timbre. Era Allyson que como la escuchó preocupada por teléfono decidió ir a verla. Según Allyson iba llamando a la puerta el secuestrador empezó a ponerse nervioso. Amy aprovechándose de esto, utilizó las pocas fuerzas que la quedaban para coger uno de los cuchillos y se lo clavó en el cuello. Por fin su pesadilla había terminado.

FIN

Nerea Sánchez

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