Fanzine 24: Habitación irudilantegia

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HABITACIÓN

24



Irudilantegia



¿Qué pretendemos dar a entender cuando decimos que un lugar, el que sea, es “más que un lugar”? ¿Qué sensaciones y recuerdos asociamos de manera automática a un determinado sitio? ¿Qué papel desempeñan ciertos espacios (léase valle, río, monte, ciudad, pueblo, barrio, edificio o solar) tanto en nuestro imaginario personal, familiar, colectivo? ¿en nuestra identidad? ¿Seríamos quienes somos sin esas referencias compartidas? ¿De qué manera la proyección de esos espacios singularizados influye en el modo en que los percibimos, vivimos, recordamos, transmitimos…, es decir, en la manera en que los hacemos nuestros? ¿Seríamos capaces de identificar los elementos principales que conforman el imaginario colectivo asociado a un lugar? ¿Qué papel desempeñan la presencia en nuestra realidad cotidiana de lugares aceptados como emblemáticos? ¿Y qué ocurre si esos lugares nos resultan completamente ajenos? ¿Qué es lo que cambia, los lugares o nuestra mirada sobre ellos?





Estas y otras preguntas similares fueron el origen, en la primera década del siglo XXI, de todo un proyecto que comenzó a girar alrededor de los imaginarios colectivos y que se refleja en la denominada “teoría de la sopa”, acuñada por Gaizka Aranguren. De manera gráfica, la teoría recoge cómo el imaginario colectivo de un grupo humano se nutre de los elementos que lo configuran; igualmente, sintentiza la manera en que estos elementos permanecen más o menos inalterados en función, entre otras variables, de su grado de exposición a otros elementos que configuran otros imaginarios y cómo esta mayor o menor exposición, a su vez, se basa en la capacidad de cada imaginario tanto para irradiar y proyectar su imagen como para protegerla y preservarla. Se trataba de repensar qué es lo que convierte a un espacio en único y diferenciado, qué elementos lo componen, qué sentidos predominan cuando tratamos de traerlo al presente, qué sentimientos, recuerdos y sensaciones nos evoca y en qué medida son lugares comunes, elementos de un imaginario compartido con otras personas… o no. Cada quien podemos dar nuestra propia visión, pero es la suma de los contenidos de las respuestas individuales lo que da como resultado la experiencia colectiva, reflejada en unidades de medida que en este caso no determinan una magnitud física, sino inmaterial. Así que miramos a nuestro alrededor, a nuestro paisaje cotidiano, en busca de un espacio en el que aterrizar la idea abstracta y comenzar a acariciar la posibilidad de hacerla más tangible. Y ahí estaba el Teatro Gayarre, cerrado en plena pandemia. El escenario de tantas historias y testigo de tantas otras, de pronto vacío de todo aquello que habitualmente lo llena de vida: las personas,



las artes, las emociones, los estímulos para todos los sentidos, la coartada de ciertos encuentros. El punto en el que los mensajes vertidos desde el escenario bajo diferentes lenguajes se comparten con el público, que a su vez los interpreta de manera individual y diferenciada estaba, de repente, huérfano de espectáculos y de aplausos. Y la gente, la ciudad, huérfana de un espacio de referencia. Habíamos dado con el Lugar que estábamos buscando. Desde ese momento, nuestra función se centraría en observar ese universo para conocerlo mejor a través de la observación, la investigación y la experimentación, en procesar después esa información y en transmitirla en base a nuestras propias interpretaciones: por un lado la antropológica, analítica, racional, verbalizada literalmente en palabras que pese a todo escapan de su significado concreto para abrirse a lo infinito; por otro, la artística, libre, fluida, transmitida y percibida desde todos los sentidos como resultado de un proceso creativo que pese a todo se basa en la pura investigación. Es así como la restitución a la sociedad del resultado de la investigación y análisis del Teatro Gayarre y del universo que lo configura quedaría plasmada en una producción artística completamente nueva y original. A fin de cuentas, ¿qué es la vida, sino una performance continua? ¿Y qué sería de nuestras vidas sin los escenarios en los que transcurren, sin los decorados estables y los cambiantes por los que transitamos a lo largo de nuestra experiencia vital, sin las palabras y sin todo lo que rodea a las palabras pero igualmente dicen lo que somos? ¿Sin nuestros imaginarios? ¿Y sin la retroalimentación, la renovación, la reconfiguración de los mismos?


De nuevo un mensaje vertido bajo diferentes lenguajes sería compartido por el público, que a su vez lo interpretaría de manera individual y diferenciada. De nuevo, el ciclo del espectáculo.

The show m


must go on.


Ja La Realidad es escoria pero la realidad verdadera es un sueño Dicen que agujeros negros cosen subterfugiamente el universo ¡JA! Mis manitas tus piececitos los besos tejen, tejen, tejen —con hilo fino—






Nosotros Fuiste tan dulce que no te reconocía mi paladar Mareada por el olor a estiércol de hombre adulto ni curiosa, tan pequeña paré a oler mis cacas Mis cacas, tus cacas de fresa y limón una cabañita en lo profundo del corazón




Fanzine 24 forma parte del proyecto expositivo Habitación 24, que tuvo lugar del 4 de diciembre de 2020 al 31 de enero de 2021 en el Centro Huarte. Fanzine 24, zehazki, Habitación 24 erakusketa proiektuan sarturik dago. Erakusketa Uharte Zentroan egin zen, 2020ko abenduaren 4tik 2021ko urtarrilaren 31ra bitarte. Imágenes / Irudiak Labrit ondarea Elena Aitzkoa Textos / Testuak Labrit ondarea Elena Aitzkoa Diseño y maquetación / Maketazio eta diseinua Marisa Mantxola DL / LG NA 84-2018

Calvario, 2. 31620 Uharte Huarte | Nafarroa Navarra t. 948 361 457 | centrohuarte.es Finantziatua / Financiado por




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