PRESENTACIÓN Todos hemos recibido en nuestras manos el Documento Conclusivo de Aparecida, sabiendo que es también necesario recibirlo en el corazón y en la razón y desde allí llevarlo a la práctica pastoral de la Iglesia de Jesucristo, en las Diócesis, parroquias, movimientos, comunidades religiosas y pueblo en general, y hacerlo vida nueva en Cristo para su pueblo que peregrina en Latinoamérica y el Caribe. Van surgiendo ya por todas partes subsidios que ayudan a estudiar, comprender, difundir y, sobre todo, vivir el Espíritu de Aparecida en este tiempo difícil que nos ha tocado vivir y para afrontar los nuevos y complicados retos que nos toca hoy afrontar. La Comisión Episcopal para la Pastoral Profética ofrece a todos un primer subsidio titulado “Claves de relectura desde la Pastoral Profética” con la esperanza de colaborar a profundizar y aplicar mejor el documento de Aparecida desde el ángulo de visión de la Pastoral Profética que integra seis dimensiones: la bíblica, la catequética, la educativa, la cultural, la de doctrina de la fe y la misionera. Hemos querido abordar el documento con ojos de dimensión e identidad de Comisión, buscando ofrecer una ayuda desde las diversas perspectivas que enriquecen y complementan nuestro quehacer de Comisión Episcopal, sobre todo en las dos grandes líneas teológicas de Colegialidad y Comunión que han provocado un cambio de estructuras en la Conferencia Episcopal Mexicana. Propuse a mis colaboradores una aproximación inicial al Documento de Aparecida desde las diversas dimensiones que conforman nuestra Comisión para la Pastoral Profética. Los señores obispos: Benjamín Castillo Plascencia, Lázaro Pérez Jiménez, Francisco Clavel Gil, Juan Manuel Mancilla Sánchez, Florencio Olvera Ochoa y Alfonso Cortés Contreras, corresponsables de esta Comisión que la CEM me ha encomendado presidir, han dado su apoyo decidido y su convencimiento de la utilidad de este trabajo.
Agradecemos a nuestros colaboradores más cercanos su esfuerzo para que este subsidio fuera posible y esperamos que ayude a caminar cada vez con mayor claridad y coherencia por los caminos de la “Conversión Pastoral” y de la Misión Continental. +Mons. J. Jesús Martínez Zepeda I Obispo de Irapuato Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética México, D.F. a 01 de abril de 2008
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INTRODUCCIÓN “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn. 10,10) La vida nueva en Cristo es el núcleo fundamental de la propuesta que hacen nuestros obispos para la Nueva Evangelización en el Continente, durante los próximos años. Este nuevo impulso que ha querido ser visto por muchos como un nuevo PENTECOSTÉS, impulsa a la Iglesia de Jesucristo a una nueva época misionera. El tema central que unifica a esta V Conferencia con las anteriores es siempre la Evangelización. Las cuatro primeras conferencias muestran la unidad e integración eclesial latinoamericana, liberación cristiana y justicia social, comunión y participación en la Evangelización, inculturación del Evangelio y promoción humana en la nueva evangelización. Aparecida asume esta herencia y apunta hacia la identidad del creyente y de la Iglesia, nos ayuda a profundizar, vivir y hacer vivir la vida en Cristo por su seguimiento o discipulado y nos impulsa a ser testigos audaces en el mundo para generar su vida auténtica y anima a la entera comunidad eclesial a hacer una opción valiente y decidida por vivir en estado permanente de misión. La Comisión Episcopal para la Pastoral Profética hace una lectura de Aparecida desde su competencia evangelizadora teniendo en cuenta las seis dimensiones que la integran. Los obispos responsables de nuestra Comisión han animado esta tarea y han sostenido el proceso del trabajo. Antes que todo nos pusimos de acuerdo sobre los criterios que debían orientar nuestros aportes específicos: Nos propusimos tener en cuenta la metodología del trabajo expresado en tres momentos: Primer Momento: VISIÓN GENERAL: a) Una lectura general del documento para poder percibir con más claridad en qué contexto han sido ubicadas las referencias relacionadas con nuestra dimensión. b) Búsqueda de los números que de manera especial mencionan algún aspecto relacionado con nuestra dimensión. c) Identificación y lectura atenta: ¿qué dice? ¿cómo lo dice? ¿cuál es su aporte respecto a documentos anteriores? Segundo momento: ÉNFASIS Y DESAFÍOS (INTERPRETACIÓN): a) Nos preguntamos ¿a qué se refiere concretamente lo que menciona el Documento? ¿Con qué realidad se relaciona? b) Identificar los desafíos y énfasis. Tercer momento: ESTRATEGIAS (PROYECCIÓN): a) Constatamos e interpretamos como dimensión para proyectar nuestro trabajo como Comisión Episcopal para la Pastoral Profética, b) Nos preguntamos ¿qué estrategias 2
debemos asumir como comisión para enfrentar de manera adecuada los desafíos lanzados y los énfasis reconocidos? Nuestro intento es el de poder ofrecer, principalmente a quienes están involucrados en esta Comisión Episcopal para la Pastoral Profética (Obispos, presbíteros, consagrados y laicos) en los diversos niveles de la estructura de Colegialidad y Comunión de la CEM, a saber: nacional, provincial, diocesano y parroquial. Con este instrumento al alcance de promotores bíblicos, catequistas, educadores, misioneros, promotores y evangelizadores desde la cultura y quiénes reflexionan la fe en la teología y su doctrina, podemos tener la esperanza de entender mejor nuestra identidad, nuestra integración de comunión y organización y nuestra gran tarea misionera como Comisión Episcopal para la Pastoral Profética.
Pbro. Lic. Rubén Ponce de León M.
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LA ANIMACIÓN BÍBLICA DE LA PASTORAL RELECTURA DEL DOCUMENTO DE APARECIDA EN CLAVE DE PASTORAL BÍBLICA Pbro. Toribio Tapia Bahena 1 Todo texto es leído de manera más provechosa en la medida en que le aplicamos unos principios metodológicos. La variedad y perspectivas no sólo evidencian la riqueza del texto leído sino que además garantiza la posibilidad de acercarnos de manera más provechosa a sus contenidos. 2 El Documento Final de Aparecida (julio 2007) en sí mismo es una riqueza en contenidos. No obstante, para poder entresacar su mensaje es útil acercarnos a él desde algunas perspectivas que nos permitan verlo con diferentes ojos al mismo tiempo que con una mentalidad semejante. Los ojos equivalen a la dimensión a la que pertenecemos; la mentalidad refiere la tarea conjunta que tenemos por participar en la misma Comisión Episcopal cuya tarea es la Pastoral Profética. En este sentido, hemos leído el documento desde la dimensión bíblica tratando de buscar los beneficios y las exigencias para la Pastoral Profética. 3 Esta perspectiva deberá complementarse con los aportes que ofrezcan las otras dimensiones, a saber, misiones, educación, cultura, catequesis y doctrina de la fe. A) Constatación 4 Lo primero que debemos distinguir al leer Aparecida en clave de dimensión bíblica es precisamente que, una cosa es el uso que el Documento hace de la Sagrada Escritura y, otro, las referencias que tiene a la Pastoral Bíblica1. Nosotros, de acuerdo a la finalidad de nuestra dimensión dentro de la Comisión de Pastoral Profética, pondremos atención en el segundo aspecto. El documento de Aparecida, sin ser abundante en la mención de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, es preciso, continuador del Documento de la Iglesia en América (n. 12) y hasta novedoso, especialmente al abordar el tema de la animación bíblica de la pastoral. 5 Encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia. La Sagrada Escritura, “Palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo”, es -con la Tradición- fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora. Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo. De aquí la invitación de Benedicto XVI: “Al iniciar la nueva etapa que la Iglesia misionera de América Latina y El Caribe se dispone a emprender, a partir de esta V Conferencia General en Aparecida, es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios. Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6,63). De lo contrario, 1
Decimos que el Documento habla de Pastoral Bíblica cuando se refiere a cualquier trabajo eclesial que tenga relación con la lectura, comprensión, interpretación y actualización de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia.
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¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios” (n. 247). 6 Los énfasis principales están, por una parte, en recordar la convicción permanente en la Iglesia de que la Sagrada Escritura junto la Tradición es fuente de vida y de animación evangelizadora 2. Por otra, el Documento da un paso aparentemente sencillo pero importante por la convicción misionera que se está desarrollando en nuestro continente: a la frase clásica de san Jerónimo “desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo” dice que, además, es renunciar a anunciarlo. Desde esta convicción el Documento asume las palabras del Papa Benedicto XVI propone el conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios. De esto se sigue la educación del pueblo de Dios en la lectura y meditación de la Palabra con la finalidad de que ésta, por propia experiencia, sea su alimento. Por último, se retoma la convicción inicial pero desde otra perspectiva: el compromiso misionero y toda nuestra vida debe estar fundamentada en la Palabra de Dios. 7 Adicionalmente debemos decir que da la impresión de que, al menos este número, se utilizan ambos términos, Sagrada Escritura y Palabra de Dios, de manera indistinta. 8 “Se hace, pues, necesario proponer a los fieles la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo, camino de “auténtica conversión y de renovada comunión y solidaridad”. Esta propuesta será mediación de encuentro con el Señor si se presenta la Palabra revelada, contenida en la Escritura, como fuente de evangelización. Los discípulos de Jesús anhelan nutrirse con el Pan de la Palabra: quieren acceder a la interpretación adecuada de los textos bíblicos, a emplearlos como mediación de diálogo con Jesucristo, y a que sean alma de la propia evangelización y del anuncio de Jesús a todos. Por esto la importancia de una “pastoral bíblica”, entendida como animación bíblica de la pastoral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra, y de evangelización inculturada o de proclamación de la Palabra. Esto exige por parte de obispos, presbíteros, diáconos y ministros laicos de la Palabra un acercamiento a la Sagrada Escritura que no sea sólo intelectual e instrumental, sino con un corazón “hambriento de oír la Palabra del Señor” (Am 8, 11) (n. 248). 9 En el caso del n. 248 se retoma el Documento de Iglesia en América (n. 12) y se recuerda la finalidad principal del contacto con la Palabra de Dios: el encuentro con Jesucristo vivo3. Da la impresión de que este principio rige todo este número. Llama la atención que, a diferencia del número anterior el Documento introduzca el término discípulo que es mucho más englobante que el de pueblo; quizás es hasta más eclesial. Si esto es cierto, Aparecida reconoce (o quizás anhela) que, todos sin excepción, anhelan nutrirse de la 2
Cf. DV 21. Aparecida retoma un convencimiento muy desarrollado pero, en muchos ámbitos poco asumido: “la Palabra Revelada contenida en la Escritura como fuente de Evangelización”. Cf. DGC 127. 3
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palabra. Este anhelo se entiende como el deseo de acceder a la interpretación, al empleo de textos bíblicos para el diálogo con Jesucristo y a que sirvan para evangelización y la misión. En esta clarificación ubica un replanteamiento de la pastoral bíblica entendida ahora como animación bíblica de la pastoral. 10 Con mucha seguridad no estamos ante un cambio de terminología sino ante un cambio de mentalidad. El Documento introduce una serie de aclaraciones para comprender mejor lo que sería la animación bíblica de la pastoral: debe ponerse atención en la interpretación (conocimiento de la Palabra), en el sentido de ésta (comunión con Jesús u oración con la Palabra) y en la inculturación (proclamación de la Palabra; quizás los interlocutores). La exigencia para todos es: un acercamiento más viviencial que no elimine lo intelectual e instrumental. 11 “Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura hay una privilegiada a la que todos estamos invitados: la Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio de JesúsSeñor del universo. Con sus cuatro momentos (lectura, meditación, oración, contemplación), la lectura orante favorece el encuentro personal con Jesucristo al modo de tantos personajes del evangelio: Nicodemo y su ansia de vida eterna (cf. Jn 3, 1-21), la Samaritana y su anhelo de culto verdadero (cf. Jn 4, 1-42), el ciego de nacimiento y su deseo de luz interior (cf. Jn 9), Zaqueo y sus ganas de ser diferente (cf. Lc 19, 1-10)... Todos ellos, gracias a este encuentro, fueron iluminados y recreados porque se abrieron a la experiencia de la misericordia del Padre que se ofrece por su Palabra de verdad y vida. No abrieron su corazón a algo del Mesías, sino al mismo Mesías, camino de crecimiento en “la madurez conforme a su plenitud” (Ef 4, 13), proceso de discipulado, de comunión con los hermanos y de compromiso con la sociedad” (n. 249). 12 Este número oficializa el método de la Lectio Divina pero lo precisa e invita a estar atentos sobre la calidad de este ejercicio. Reconoce que entre los variados métodos está la Lectio Divina. Indica las consecuencias de este ejercicio: el encuentro con Jesucristo, el conocimiento, la comunión y el testimonio. Los Obispos no son ingenuos y se han dado cuenta que no siempre las Lectios que realizamos tienen calidad. Por eso quizás se han visto en la necesidad, ante el abaratamiento creciente, de señalar que la Lectio Divina tiene estos alcances si se practica bien. B) Desafíos (ojos de dimensión)4 13 Para captar mejor los desafíos de lo que el Documento de Aparecida afirma acerca de la Pastoral Bíblica, además de las precisiones anteriores, constatar que estas afirmaciones han sido puestas en el contexto del capítulo 6 al hablar “el itinerario formativo de los discípulos misioneros” (nn. 240-346) concretamente en el espacio en el que se habla de espiritualidad trinitaria del encuentro con Jesucristo (nn. 240-275). 4
Los desafíos son exigencias o provocaciones que nos ayudan u obligan a pensar de otro modo, a situarnos de mejor manera ante la realidad y actuar más adecuadamente.
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14 La pastoral bíblica tiene como tarea principal irrenunciable la de animar bíblicamente la pastoral 5. Esto exige un cambio de mentalidad paulatino de parte de quienes participamos en la pastoral bíblica; no se trata de hacer una super pastoral sino de fomentar, articular y sostener un servicio cualificado para que toda la pastoral sea adecuadamente bíblica. Se pretende, en otras palabras, que el papel protagónico lo tenga la Palabra y no una persona o un grupo6. Además, teniendo en cuenta que ahora la pastoral bíblica está ubicada como dimensión dentro de la Pastoral Profética, debemos entrar en un proceso interdisciplinar de tal manera que conozcamos más, valoremos adecuadamente y trabajemos mejor con las otras dimensiones, a saber, la doctrina de la fe, la catequesis, las misiones, la educación y la cultura. Este trabajo en común no podrá realizarse sin una actitud profunda de comunión eclesial y el esfuerzo por realizar acciones transversales. 15 Si pretendemos servir más en la Pastoral debemos estar mejor cualificados. Cada vez se hace más urgente la necesidad de conocer, asumir, practicar y socializar una metodología. No es suficiente con fomentar la Lectio Divina7; es indispensable hacerla de manera adecuada 8. Esto exige, más que repetir cosas que otros han dicho sobre la Biblia, realizar nuestro propio itinerario de encuentro con la Palabra. Se trata, como dicen nuestros Obispos latinoamericanos que la lectura orante realizada con calidad nos conduzca “al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios y al testimonio de Jesús-Señor del universo (…)9. Debemos ayudarnos de otras personas y libros en el momento adecuado, pero nunca caer en la tentación de hablar de la Palabra de Dios sin habernos encontrado con ella; que no cometamos el error de explicar un texto sin haberlo profundizado como personas de fe en sentido eclesial 10. 16 Estas convicciones nos ayudarán a asumir y practicar la metodología que decimos conocer. Sólo así podremos compartir (socializar), más que nuestra opinión, un itinerario de encuentro con Jesucristo vivo en su Palabra 11. De tal manera que la reacción inmediata de las personas a las que servimos no 5
D. A. n. 248). La cualidad principal de un agente de pastoral bíblica es ser facilitador para que otros se encuentren con la Palabra; se trata, en última instancia, de que la Sagrada Escritura esté en toda la pastoral no que el equipo de pastoral bíblica esté metido en todos los espacios. 7 Debemos ser conscientes de que, con mucha facilidad en ciertos ambientes eclesiales –pastorales y académicos- se ha trivializado el método de la Lectio Divina por no asumir con seriedad las exigencias metodológicas que ésta pide. 8 D. A. n. 249. La Lectio Divina realizada superficialmente puede provocar el efecto contrario en los interlocutores y conducir a una lectura espiritualista de la Biblia. Asumir la Lectura Orante como método es mucho más exigente de lo que hemos considerado hasta este momento en algunos ámbitos. El hecho de que sea un encuentro con la Palabra al alcance de todos no significa, en modo alguno, que se pueda realizar de manera superficial, haciendo caso omiso de ciertas exigencias o criterios básicos de lectura, interpretación y actualización. 9 Ibid. 10 Se trata de tener comprensión más que erudición, de leer la Biblia más que lo que dicen algunos autores sobre ella; de interesarnos primero por los textos bíblicos y sólo después por sus comentaristas. 11 En esta perspectiva cada vez es más urgente leer la Biblia no sólo para sino desde. Por ejemplo, a la lectura de la Biblia que hemos hecho para los jóvenes debemos agregarle la perspectiva desde los jóvenes. En la primera posibilidad se les toma como destinatarios de nuestras ideas, en la segunda, como sujetos de interpretación. 6
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sea el reconocimiento de una erudición devastadora que minimiza sino el convencimiento de que es posible, útil, indispensable y urgente encontrarse con la Palabra personalmente con sentido eclesial como discípulos de Jesucristo para la misión12. Con razón el Documento de Aparecida reconoce que la animación bíblica de la pastoral “exige, por parte de obispos, presbíteros, diáconos y ministros laicos de la Palabra, un acercamiento a la Sagrada Escritura que no sea sólo intelectual e instrumental, sino con un corazón ‘hambriento de oír la Palabra del Señor’”13. Desde lo anterior podríamos enfatizar los siguientes desafíos: •
No es posible evangelizar y trabajar en la misión desconociendo la Sagrada Escritura.
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Es indispensable un conocimiento más profundo y vivencial de la Sagrada Escritura con la finalidad principal de suscitar un encuentro con Jesucristo vivo.
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Debemos reconocer donde lo hay y potenciar donde no existe el deseo de encontrarse con la Palabra.
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Es importante asumir las exigencias de este encuentro: la interpretación, la Palabra Escrita como medio para el diálogo con Cristo.
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Aceptar un cambio de mentalidad: pasar de la pastoral bíblica a la animación bíblica de la pastoral.
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Los principales desafíos de este cambio son: garantizar una interpretación que ayude a la vida cristiana en los contextos en los que vivimos.
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Facilitar un acercamiento a la Sagrada Escritura que, suponiendo lo intelectual y metodológico ayude a la vivencia de la fe.
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Promover y practicar de manera adecuada la Lectio Divina.
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Garantizar que ésta ayude al encuentro con Jesucristo, acreciente el conocimiento de la Escritura, promueva la comunión y fortalezca el testimonio.
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Recordemos que “los riesgos de desviación no pueden constituir una objeción válida contra el cumplimiento de una tarea necesaria: la de hacer llegar el mensaje de la Biblia a los oídos y al corazón de nuestra generación”; así, Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia, IV, A. 3. Aquí se ubica la valiosa aportación del Papa Benedicto XVI cuando afirma en el discurso inaugural de la Conferencia en Aparecida: “Hay que educar al pueblo en la lectura y meditación de la Palabra de Dios: que ella se convierta en su alimento para que, por propia experiencia, vean que las palabras de Jesús son espíritu y vida” (Aparecida –Documento conclusivo-, CEM 2007, p. 15). Suponemos que nos incluimos en esta tarea pues para poder convencer a otros de que se alimenten de la Palabra por propia experiencia debemos haberlo hecho primero nosotros. 13 D. A. n. 248.
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C) Proyección (identidad de comisión) A nivel de actitudes: 17 La Comisión debe asumir la Pastoral Bíblica como la animación bíblica de la Pastoral. A nivel metodológico: 18 Debemos convencernos de la necesidad de la capacitación metodológica para suscitar una lectura, comprensión, interpretación y meditación de la Palabra en clave catequética, cultural, educativa, misionera… 14 Esta ejercitación metodológica nos ayudaría a la capacitación no sólo para interpretar la Biblia sino también el Magisterio; y es que todo texto guarda una dinámica semejante15; es un tejido que, en la medida en que sus elementos se relacionan, significan; existen principios comunes para la lectura de cualquier texto, independientemente de su naturaleza propia 16. Por eso, de manera semejante a la Lectio Divina, existe una variante que ha sido llamada Lectio Pastoralis; es decir, una lectura pastoral (=eclesial) de lo que expresa el Magisterio en sus diversos y riquísimos documentos. Aquí tenemos una gran tarea. Tendríamos que ir haciendo una propuesta metodológica que nos permita ir pasando de la indiferencia o lectura pasiva de los documentos eclesiales a una valoración más adecuada que se refleje en la lectura consciente, en la comprensión precisa, en la interpretación creativa y en la actualización comprometida del Magisterio de la Iglesia. A nivel de contenidos: 19 Algo tiene reservado la Palabra de Dios presente en la Sagrada Escritura para cada uno de los agentes en sus diversas pastorales.
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Hay que ir más allá de la ayuda; debemos capacitarnos mutuamente. Lo primero puede generar dependencia, lo segundo podría suscitar incluso un enriquecimiento de la interpretación. 15 Es cierto que el proceso moderno que tiene detrás un texto del Magisterio es muy diferente al que siguieron los textos de la Sagrada Escritura. Sin embargo, el resultado es semejante: un texto que fue escrito con una intencionalidad precisa de persuadir sobre algún aspecto importante de la vida de una comunidad determinada en un tiempo concreto. Esto permite, salvadas las distinciones, leer con criterios parecidos a los que se aplican a los textos bíblicos, los textos del Magisterio Eclesial. 16 La metodología que utilizamos al acercarnos a la Sagrada Escritura debe motivarnos para que leamos de mejor manera otros textos; la práctica asidua en la lectura de la Biblia nos debe ir capacitando para leer con más provecho el Magisterio de la Iglesia. Desde esta perspectiva, si queremos realmente aprovechar sus contenidos, la doctrina de la Iglesia puede –y debe- como la Biblia ser leída, comprendida, interpretada y actualizada.
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RELECTURA DEL DOCUMENTO DE APARECIDA DESDE LA DIMENSION DE LA CATEQUESIS. Pbro. Amando Salomón García Aguilar. Introducción. 20 La Evangelización y Catequesis es una dimensión primordial en la acción pastoral de la Iglesia, ya que, por medio de este ministerio acompaña a los fieles a alcanzar la madurez de la fe, y a transformar su vida según el evangelio. 21 El acontecimiento de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, viene a poner de relieve la importancia y vitalidad de la catequesis ante los grandes desafíos de la Iglesia latinoamericana, reconociendo las luces y las sombras de lo que ha sido la catequesis en la historia de la Iglesia peregrina en América, nos exige una renovada comprensión de su naturaleza y finalidad, como un eco de lo que expresaba SS. Juan Pablo II acerca de la nueva evangelización, nueva en su ardor, nueva en su expresión y nueva en sus métodos. 22 En el discurso inaugural del Papa Benedicto XVI de la V Conferencia en Aparecida los obispos tienen ante sí lo programático y la iluminación de lo que será el hilo conductor de dicha reflexión pastoral y de ahí su preocupación fundamental: “seguir impulsando la acción evangelizadora de la Iglesia, llamada a hacer de todos sus miembros discípulos y misioneros de Cristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan Vida en El” DA 1. Así también, nuestros pastores acogen con convicción la llamada del Papa, “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios”. 23 Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigado en nuestra historia, desde el encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. DA 11. Este es el desafío ante la realidad que nuestros obispos han discernido en Brasil. 24 En esta perspectiva la evangelización y la catequesis debe abrirse a la reflexión y al análisis, los obispos, secundando la visión del Papa, muestran su preocupación ante una el hecho de que “la fe católica no sea reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados”. DA 12. y que se proyecta en una dicotomía de la fe y la vida. 25 Ante esta realidad, debemos preguntarnos con seriedad, si la catequesis, que a lo largo de los siglos, ha acompañado como una de las formas importantes del ministerio de la palabra la vida de la Iglesia, hoy en nuestro tiempo actual no ha sido del todo eficiente ante los nuevos escenarios de la vida social, cultural, religiosa, etc. Y nos lleva a toparnos con lo que el
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Papa llama “gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad”. (Ratzinger J. Situación actual de la fe y la teología). 26 De ahí que se requiere, desde nuestra identidad católica, una evangelización mucho más misionera, en diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres. De lo contrario, “el rico tesoro del continente americano… su patrimonio más valioso: la fe en Dios amor… “corre el riesgo de seguir erosionándose y diluyéndose de manera creciente en diversos sectores de la población”. DA 13. 27 Esta es la actitud que se manifiesta en muchos de nuestros católicos que no han sido acompañados en su vida cristiana, o que se han dejado llevar a la indiferencia religiosa, o a no sentir su responsabilidad en la fidelidad de su fe. 28 La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales. DA 13. 29 Como dimensión de la catequesis el reto que debemos afrontar es lo mismo que los obispos expresan: “mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. 30 Esta es la opción que debemos asumir en la dimensión pastoral de la catequesis: “no tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en la Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las dificultades y resistencias. Este es el mejor servicio ¡su servicio! Que la Iglesia tiene que ofrecer a las personas y a las naciones”. DA 14. 31 La dimensión de la catequesis debe promover la experiencia de encuentro con Jesucristo, para que el discípulo y misionero encuentre la plenitud de su vida y su vocación, por eso debemos estar convencidos de que “Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo, seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a los demás es un encargo del Señor”. DA 18. La dimensión de la catequesis debe llevar al misterio de Cristo. 32 ¿Cómo conocer realmente a Cristo para poder seguirlo y vivir con El, para encontrar la vida en El, y para comunicar esta vida a los demás, a la sociedad y al mundo? 33 Esta es la pregunta que se hace el Papa y es la pregunta que debemos hacernos todos en nuestro trabajo pastoral, esta pregunta es la que debe asumir la dimensión pastoral de la catequesis que le de todo un renovado impulso en su creatividad e imaginación.
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34 El Papa nos dice que lo conocemos en la Palabra de Dios y después de ella un gran medio para introducir al pueblo de Dios en el misterio de Cristo es la catequesis. En ella se transmite de forma sencilla y substancial el mensaje de Cristo. 35 Convendrá por tanto intensificar la catequesis y la formación en la fe, tanto de los niños como de los jóvenes y adultos. La reflexión de la fe es luz para el camino de la vida y fuerza para ser testigos de Cristo. La dimensión de la catequesis debe formar a los catequistas evangelizadores como Jesús. 36 En el capítulo IV del Documento de Aparecida podemos ver con claridad cómo nos presenta un rostro nuevo de la catequesis, una catequesis profundamente evangelizadora y al mismo tiempo el estilo del catequista evangelizador, que tiene a Cristo como modelo. 37 Jesús elige a los apóstoles para que se vinculen íntimamente a su persona. Para “ser de El” y “formar parte de los suyos” y participar de su misión. DA 131. 38 El Papa Benedicto nos dice que “El discípulo, fundamentado así en la roca de la Palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la Buena Nueva de la salvación a sus hermanos. Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que solo El salva. (Hch. 4, 12) DA 146. Una catequesis de proceso. 39 Es de singular importancia que en el Documento de Aparecida haya dedicado especial atención al itinerario formativo de los discípulos misioneros, poniendo en claro las características que necesitamos implicar en la catequesis tarea primordial de nuestra dimensión. 40 Exige una catequesis de itinerario, es decir de proceso y se inspira en la manera como Cristo formó a sus discípulos. Los formó personalmente, con un método original: “Vengan y Vean” (Jn 1, 39), “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14, 6), y con una perseverante paciencia y sabiduría, los introduce en el misterio de Dios y los envía a predicar. DA 276. El seguimiento es fruto de una fascinación que responde al deseo de realización humana, al deseo de vida plena. DA 277. 41 De este proceso los obispos destacan cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino pero que se compenetran y se alimentan entre si: a) El encuentro con Jesucristo. Es decir, el kerigma que propicia el encuentro con Jesucristo; el kerigma es el hilo conductor del proceso
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b) c) d) e)
que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo… y solo desde el kerigma se da la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. La conversión que es la respuesta inicial del que ha escuchado al Señor, se decide a hacer su opción por Cristo. El discipulado. La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y seguimiento de Jesús. La comunión. Participa en la vida de la Iglesia viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna y solidaria. La misión. La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación.
42 Además señala criterios generales que deben acompañar la formación de los discípulos: • •
•
Que sea una formación integral, kerigmática y permanente. Atenta a las dimensiones diversas que deben ser integradas armoniosamente a lo largo de todo el proceso formativo; se trata de la dimensión humana, comunitaria, espiritual, intelectual, pastoral y misionera. Una formación respetuosa de los procesos, una formación que contempla el acompañamiento de los discípulos, una formación en la espiritualidad de la acción misionera y una catequesis de iniciación cristiana y permanente.
43 No podemos dejar pasar inadvertidos otros números del documento en relación a la catequesis de iniciación cristiana. En el número 294, en donde se afirma que la iniciación cristiana debe ser asumida en el contexto de una renovación de modalidad catequística de la parroquia…como la manera ordinaria e indispensable de introducir a la vida cristiana y como la catequesis básica y fundamental. En el número 297, señala que la identidad católica más personal y fundamentada debe pasar por una catequesis adecuada que promueva una adhesión personal y comunitaria a Cristo, sobre todo en los más débiles en la fe; por lo tanto, (298) la catequesis no debe ser ocasional…es necesario un proceso catequético orgánico y progresivo que se extiende por todo el arco de la vida… teniendo la catequesis de adultos como forma fundamental de la educación de la fe. 44 En los capítulos posteriores cuando sugiere acciones pastorales, continuamente señala la necesidad de ir implementando la adecuada catequesis de iniciación cristiana y la catequesis permanente. Conclusión. 45 La dimensión de la pastoral para la catequesis estrechamente relacionada con las dimensiones de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética, encuentra en el Documento de Aparecida nuevos paradigmas que la impulsan y le exigen un profundo discernimiento.
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46 Hacemos nuestra la propuesta de aplicar la creatividad e imaginación pastoral para que la catequesis responda con más eficiencia en su ministerio tan propio de la Iglesia, de acompañar y madurar la fe de nuestro pueblo. 47 Es para nosotros una bendición de Dios el Proyecto Nacional de Catequesis de Adultos, en el que hemos asumido una catequesis de proceso de inspiración catecumenal, sin descuidar su fuerza kerigmática. Siendo esta una propuesta muy oportuna para este nuevo tiempo, su estructura, su metodología y contenido son fuente inspiradora para iniciar procesos en nuestras diócesis, sin olvidar la adaptación a los diferentes niveles culturales de nuestro país. 48 El Documento de aparecida también es oportuno para el momento en que nos disponemos a dar feliz término a la renovación del Directorio Nacional de Catequesis y a la guía de la formación de los catequistas, que nos dará pistas muy acordes para que nuestros catequistas sean formados como discípulos y misioneros de Jesús. 49 Es urgente en la experiencia que hemos ido constatando, que la dimensión pastoral de la catequesis, esté bien ubicada en toda la acción pastoral de conjunto de la Iglesia, y como lo piden los Obispos y se comprometen para que la catequesis sea potenciada con todas las posibilidades y logre su eficacia. 50 Que el Dios de la vida bendiga a nuestra Iglesia de América y la Virgen María siga siendo la estrella de la evangelización de nuestros pueblos.
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REELECTURA DEL DOCUMENTO DE APARECIDA DESDE LA DIMENSIÓN DE EDUCACIÓN Pbro. Salvador Saucedo Serna Introducción 51 Aparecida se presenta como continuidad a las Conferencias Generales Episcopales de Latinoamérica utilizando el método, ver, juzgar y actuar. 52 El documento se divide en tres partes en donde se destacan al discípulo misionero de Jesucristo y la realidad del Continente, en la segunda parte se destaca la condición del discípulo – misionero desde una visión cristológica y la tercera parte delinea cuales deben ser las acciones de los discípulos – misioneros para que la vida de Cristo dé vida abundante a nuestros pueblos latinoamericanos y del Caribe. 53 La segunda parte del documento se preocupa de la confrontación objetiva de la persona que está en proceso de convertirse en discípulo – misionero de Jesucristo; anunciar a Cristo requiere de una profunda búsqueda de santidad, de una auténtica vida de comunión eclesial donde se vivencie y se canalice cada ministerio y carisma. Igualmente, ese discípulo – misionero se debe abrir a un proceso que le permita recorrer un verdadero y auténtico itinerario formativo. 54 El hilo conductor de Aparecida lo marcó el Papa Benedicto XVI y que los obispos hicieron suyo: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus caritas est, 1) 55 El cristiano surge del encuentro personal con Jesucristo de donde emerge la fe como adhesión vital a su persona, esto es lo que sucedió con los primeros discípulos de Cristo. Sin embargo ha sido en particular uno de esos encuentros de los discípulos con Jesús el que atrajo la atención de los participantes en Aparecida , se trata de la vocación de los primeros discípulos de acuerdo a la tradición de San Juan. La Educación Católica en el documento de Aparecida. 56 El tema de la educación se encuentra en dos partes del documento: a) C. 6: 6.4.6 “La educación católica”. n. 328 - 346 b) C. 10: 10.2 “La educación como bien público”: n 481 – 483 57 El documento insiste en el proceso formativo del discípulo – misionero. Para lograr esa formación deben existir los lugares de encuentro con Jesús, así tenemos la Sagrada Escritura leída en la Iglesia; la Sagrada Liturgia; la oración personal y comunitaria; la comunidad cristiana y el amor fraterno; los pobres y los afligidos; la piedad popular; María discípula y misionera; los apóstoles y los santos.
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58 Los aspectos fundamentales del proceso formativo se dan en el Encuentro con Jesucristo, la conversión, el discipulado, la comunión y la misión. 59 De forma cercana y visible los lugares de la formación de los discípulos - misioneros son: la familia, las parroquias, las pequeñas comunidades eclesiales, los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, los seminarios y casas de formación religiosa y la educación católica. La Educación Católica. 60 Se destaca la emergencia por el tipo de educación que intenta adecuarse a las exigencias de la globalización, es decir educación que se basa en la adquisición de conocimientos y habilidades para capacitar personas que se adapten a la producción y competitividad del mercado global lo cual conlleva a una reducción antropológica propiciando factores contrarios a la vida, la familia y a una sana sexualidad. 61 Se insiste en el fin de la escuela: lugar privilegiado de formación y promoción integral, mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura. Se trata de adquirir un saber, de asimilar valores y descubrir verdades. 62 La escuela debe poner de relieve la dimensión ética y religiosa de la cultura para lograr obtener una educación integral, integradora y humanizadora, para activar en cada uno de sus formandos un dinamismo espiritual y una libertad ética. Los Centros educativos Católicos. 63 El Proyecto educativo de la escuela católica debe encontrar en Jesucristo su principio que lo rija, de modo que eduque hacia un proyecto de ser humano en el que habite Jesucristo con el poder transformador de su vida nueva. Cristo ofrece la unidad y realización de todos los valores humanos. 64 Los valores y principios del evangelio han de animar las normas educativas, las motivaciones interiores y las metas de un colegio católico. 65 La Iglesia promueve una educación centrada en la persona humana, quien no es solo productor y consumidor sino un ser capaz de vivir los valores humanos y trascendentes en comunidad. 66 Se hace un llamado a una renovación de la identidad de la Escuela Católica por medio de un impulso misionero valiente y eficaz. 67 Así mismo la educación de la fe ha de ser integral e integrador en todo el currículo escolar, en donde toda la comunidad educativa forme discípulos misioneros.
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68 En este sentido, la inserción eclesial del centro educativo es fundamental como expresión de la comunión de la Iglesia. 69 Así mismo se impulsa una educación de calidad para todos, especialmente lo más pobres y vulnerables, que integre la cultura y las dimensiones religiosas y trascendentes de la vida. 70 Junto con lo anterior, se reafirma la importancia de la libertad de enseñanza, derecho que debe ser garantizado por el Estado, para que los padres escojan la educación adecuada para sus hijos. 71 Por último, no por ser menos importante, se insiste en el papel de los padres como primeros y principales educadores de sus hijos. La Educación como bien público. 72 La educación del Estado, que es muy importante no debe olvidar que la apertura a la trascendencia es una dimensión de la vida humana. 73 La Iglesia asume el compromiso de intentar la formación religiosa de los fieles que asisten a la escuela pública. 74 Se valora positivamente la labor desarrollada por loe profesores de religión en la escuela pública. Conclusiones: • • • • •
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El binomio discípulo y misionero a la vez es un gran acierto de Aparecida. La escuela católica es un lugar privilegiado para formar personas que vivan su fe como discípulos misioneros. La renovación de la identidad católica de nuestros colegios pasa por tomar en serio la formación integral de la persona, incluida la fe. Aparecida será inspirador de la acción eclesial, en la medida en que sea asimilado no sólo como un documento sino como un acontecimiento animado por el Espíritu. Si la familia es el “patrimonio de la humanidad” y constituye uno de los tesoros más valiosos de nuestros pueblos, entonces tendremos el deber de cuidarla y de proveerla de medios y espacios suficientes y adecuados para que pueda seguir cumpliendo con su misión fundamental de ser escuela de valores humanos y cristianos y el fundamento de la misma sociedad. Ante esta realidad que, sin lugar a dudas sigue produciendo grandes y positivos avances en muchos campos, descubrimos una reducción importante en el campo humanista. Lo que importa en el campo educativo es que las personas adquieran solamente las herramientas y destrezas necesarias para poder llevar adelante el trabajo requerido. No interesa tanto si aquella persona tiene y vive valores, con tal que sepa trabajar.
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Por eso mismo, la educación católica sigue teniendo un rol fundamental en la vida de las personas y de la sociedad a la cual se integran, pues ella les aporta esperanza no solamente en el futuro, sino también en el presente.
75 También cabe señalar que, todas aquellas Instituciones católicas que se dedican a la educación, deben orientarla principalmente a formar auténticas personas, que sean capaces de conocer, aceptar y vivir toda una serie de valores humanos, cristianos, sociales, morales, cívicos, que lo ayuden a crecer y a madurar como lo que realmente es: “persona”. De esta manera, se garantiza que las personas se integren gradualmente en una sociedad cada vez más justa, más equitativa, más solidaria, más responsable, democrática, participativa. 76 Otro factor importante en la escuela es el de ayudar a los alumnos a desarrollar sus propias facultades intelectuales, a desarrollar su capacidad de pensar críticamente haciendo un recto juicio de las cosas y de los acontecimientos que se van suscitando cada día en la sociedad; les ayuda a adentrarse gradualmente en el patrimonio cultural, promueve en ellos todo tipo de valores, los prepara para que puedan integrarse en el mundo laboral, les ofrece herramientas para que sepan desenvolverse en la sociedad, para que puedan crear relaciones interpersonales sanas, etc. 77 En resumen, creo que es importante seguir fomentando una educación que sea INTEGRAL E INTEGRADORA. Es decir, que abarque todas las dimensiones de la persona.
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RELECTURA DEL DOCUMENTO DE APARECIDA DESDE LA DIMENSIÓN MISIONERA Pbro. Guillermo Alberto Morales Martínez Queremos seguir impulsando la acción evangelizadora de la Iglesia, llamada a hacer de todos sus miembros discípulos y misioneros de Cristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él (D.A. 1) Introducción. 78 Toda lectura es una interpretación de lo que es leído. Leer es interpretar, sin excepción alguna. Todo lector es intérprete de lo que lee, y, además, lleva lo que ha comprendido en su lectura hacia una dirección, hacia una acción. En este sentido, la lectura constituye un acto hermenéutico que no culmina en un mero acto intelectivo o de comprensión, sino que siempre estimula la intencionalidad del lector llevándole a tomar ciertas actitudes ante la vida y ser agente de determinadas acciones. Ahora bien, el lector siempre está situado en un contexto y horizonte propios, los cuales determinan y dirigen de cierto modo su interpretación. Dicho esto, nos proponemos hacer una lectura de un texto peculiar: el Documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida (DA), y lo hacemos conscientes de nuestro horizonte propio: la Dimensión Misionera de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética. Nuestra interpretación, por ende, nos reclama una orientación hacia una acción pastoral profética decididamente misionera, esto es (como más adelante se profundizará), hacia una acción eclesial prioritariamente evangelizadora. 79 La misión de la Iglesia, así como la participación de todos sus integrantes en ella, es una de las categorías teológico-pastorales que, junto con el discipulado, articulan la columna vertebral de todo el Documento de Aparecida. En este sentido, una lectura o interpretación de este texto enmarcada en la óptica de la dimensión misionera, como la que aquí hemos ensayado, se presenta como una tarea tan urgente como ardua: viene tan exigida por los tiempos actuales una renovación misionera de toda la Iglesia latinoamericana y caribeña, que nuestros Pastores no han dudado en pensar a esta V Conferencia General como “una oportunidad para que todas nuestras parroquias[, células vivas de la Iglesia (AA 10; SD 55),] se vuelvan misioneras” (DA 173). Lo arduo de esta lectura, pues, será articular de manera breve las directrices de esta oportunidad en las siguientes pocas páginas, siendo que tal «renovación misionera» ocupa los más profundos y complejos intereses de Aparecida, estando éstos latentes a lo largo y ancho de todo el Documento. A)
VISIÓN GENERAL Y CONSTATACIÓN
80 Este primer momento de nuestra lectura exige una aclaración previa: en Aparecida, aunque el tema de la misión de la Iglesia es medular y recurrente, no por eso encontramos afirmaciones que podemos calificar de
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«misiológicas o misionológicas» en sentido estricto, sino sólo afirmaciones que constatan las profundas y ricas consecuencias de la vivencia de la acción evangelizadora de la Iglesia que se ha prolongado en nuestro Continente por cinco siglos (cf. DI 1; DA 4,5), y la cual es necesario renovar de cara a los desafíos del mundo actual. En este sentido, las líneas que conforman Aparecida están claramente escritas a partir de experiencias y vivencias pastorales, más que de principios puramente teológico-dogmáticos o, inclusive, misionológicos. 81 No obstante, esto no quiere decir que los términos de «misión» y «evangelización» sean utilizados únicamente a expensas de las experiencias y criterios personales de los participantes de la Conferencia; por el contrario, decir que ellos son escritos a partir de experiencias pastorales quiere decir, por una parte, que han sido iluminados preponderantemente por la luz emanada de las Sagradas Escrituras, de la Tradición de la Iglesia y de los Magisterios conciliar17, pontificio18 y episcopal19, y, por otra parte, que dichas experiencias pastorales constituyen también un auténtico asunto teológico. A nadie que sea un auténtico teólogo cristiano le interesa quedarse encerrado en la teoría; experimenta que el mensaje con que el que está tratando es incontenible y que lo lanza hacia el mundo y la vida en una dinámica activa, y que luego le presenta frente a sus ojos un horizonte de paz, tranquilidad y fruición en la plenitud de la felicidad. Por esta razón, los pasos obligados de toda reflexión cristiana que ni pretenda quedarse en mera erudición ni en mero sentimentalismo están marcados por estos tres momentos: principios teológicos, actividad pastoral y vivencia espiritual, como bien se constata en la estructura general del Documento de Aparecida. 82 Nuestros pastores, en continuidad con las Conferencias anteriores (cf. DA 9, 16, 19, 402, 446a), y, de modo particular con el Vaticano II (cf. DA 9), han adoptado una lente metodológica ya conocida: el método ver-juzgar-actuar, dándole un nuevo aire: Este método implica contemplar a Dios con los ojos de la fe a través de su Palabra revelada y el contacto vivificante de los Sacramentos, a fin de que, en la vida cotidiana, veamos la realidad que nos circunda a la luz de su providencia, la juzguemos según Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y actuemos desde la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo y Sacramento universal de salvación, en la propagación del Reino de Dios que se siembra en esta tierra y que fructifica plenamente en el Cielo. (…) Este método nos permite articular, de modo sistemático, la perspectiva creyente de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen de la fe y de la razón para su discernimiento y valoración con sentido crítico; y, en consecuencia, la proyección del actuar como discípulos misioneros de Jesucristo (DA 19). 17
Principalmente Ad gentes, Lumen gentium, Gaudium et spes, Apostolicam actuositatem, Nostra aetate y Unitatis redintegratio, por mencionar a los decretos y declaraciones de más interés misionero. 18 Especialmente Evangelii nuntiandi, Redemptoris missio y la exhortación apostólica Ecclesia in America. 19 Primordialmente Documento de Puebla y Documento de Santo Domingo.
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83 Este renovado método ha permitido un particular acercamiento a la experiencia latinoamericana del misterio de la misión de la Iglesia a través de un peculiar itinerario marcado por las siguientes tres etapas: 1. La vida de nuestros pueblos hoy (ver)20; 2. La vida de Jesucristo en los discípulos misioneros (juzgar)21 y; 3. La vida de Jesucristo para nuestros pueblos (actuar). Estas tres etapas se ven perfiladas en su conjunto por la meta principal de toda la V Conferencia General (como ya se ve desde el número 1 del Documento): “para que nuestros pueblos tengan vida en Él”. Así se formula la clara orientación cristocéntrica que va a dirigir todas las líneas teológico-pastorales de Aparecida. Y esto nos conduce a pensar que cualquier ocupación de la Iglesia, inclusive su misión universal, adquieren principalmente valor legítimo si y sólo si se configuran en función de esta finalidad, del anuncio y promoción de la vida nueva que hay en Jesucristo, de la apertura de caminos “que conducen a la plenitud de la vida que Cristo nos ha traído” (DA 13). 84 ¿Pero qué es o en qué consiste la misión de la Iglesia? Casi de modo unánime, nuestros Obispos levantaron la voz para responder: la misión de la Iglesia es evangelizar (cf. DA 30ss). Evangelizar es anunciar el Evangelio, la Buena Nueva de Dios que se ha hecho hombre por la salvación del mundo entero. Cuando alguien evangeliza, no habla en nombre propio ni transmite un mensaje que ha formulado por sí mismo; quien evangeliza habla en nombre de Jesucristo, el Salvador universal, el Verbo de Dios que se ha hecho carne, la Palabra del Padre (cf. Jn 1,1.14) que se ha hecho mensaje de vida eterna para toda la humanidad. De esta suerte, parece que evangelizar implica fundamentalmente hacer de la Palabra de Dios el centro y culmen de la vida de cada uno de lo seres humanos de esta tierra, pues sólo las palabras de Jesucristo son espíritu y vida. ¿Cómo evangelizar sin Evangelio, que es Cristo mismo (cf. DA 30)? Eso es imposible. ¿Cómo llevar a cabo la acción evangelizadora de la Iglesia sin una Biblia 22 en la mano, como el San Juan Diego que nos describió el Papa 23? Eso parece absurdo. No puede llevarse al 20
La mirada creyente y la confianza en la voluntad providente de Dios es la óptica de esta primera etapa. No se trata de dibujar catastróficos y alarmantes escenarios; “los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras” (DA 30). 21 El discípulo misionero, una vez que ha visto la realidad desde una óptica creyente, no puede cerrar los ojos o callarse ante aquellos signos de los tiempos que resultan contrarios al designio amoroso de Dios y de su plan salvífico, o bien, que pretendan excluir al misterio de su amor revelado en Cristo Jesús; por el contrario “«(…) el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro» (DI 3)” (DA 146). 22 No queda del todo transparente, en distintos momentos de la argumentación planteada en Aparecida, la distinción entre Biblia, Sagrada Escritura, Buena Nueva, Evangelio, Palabra de Dios, Palabra del Padre, Palabra viva y eficaz, el Verbo, etc. Pareciera que, en ciertos puntos, la ambigüedad más que un error o una falta de claridad es deliberada y tomada inclusive como recurso explicativo. Todos estos términos, en mayor o menor medida, son tomados en ocasiones indistintamente, pero esto sólo sobre una base cristocéntrica y trinitaria inspirada en la teología juanina: “Jesús nos transmitió las palabras de su Padre y es el Espíritu quien recuerda a la Iglesia las palabras de Cristo (cf. Jn 14,26)” (DA 152). Es Cristo la Palabra del Padre, que es salvífica y reveladora del misterio de Dios y de su voluntad (cf. DA 172), el Verbo de Dios hecho hombre que es fuente de vida (cf. Jn 15,5-15) porque sólo Él tiene palabras de vida eterna (cf. Jn, 6,68). En Cristo Palabra, Sabiduría de Dios (cf. 1Cor 1,30), la humanidad entera encuentra vida y alimento, porque son sus palabras Espíritu y Vida (cf. Jn 6,63.38) y porque “tan sólo en el misterio del Verbo encarnado se aclara verdaderamente el misterio del hombre” (DA 107). 23 Conclusión del DI.
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cabo la acción evangelizadora prescindiendo de la Palabra de Dios; es imposible, sería un contrasentido. 85 Éste énfasis particular en la dependencia que tiene la acción evangelizadora de la Iglesia de la Palabra de Dios viene a marcar un rasgo distintivo e innovador en Aparecida. Quizás se deba, en alguna medida, a la confusión sobre los fundamentos de la acción evangelizadora o a la falta de centralidad de la Palabra en ella, haciendo más cercano el peligro de reducirla a una mera actividad filantrópica o humanitaria. Ciertamente, la evangelización “incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y la auténtica liberación cristiana” (DA 146)24, pero el tino de Aparecida pareciera radicar en la afirmación categórica (y en esto parece indefectible) de que esto sólo resulta posible si hacemos caso de la exhortación apostólica Ecclesia in America: «Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios» (EAm 12), pues ella es, con la Tradición, fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora (cf. DA 247)25. 86 Así pues, la Palabra de Dios funge como fuente de evangelización (cf. DA 248) y lámpara que ilumina el camino de la misión de la Iglesia. La Palabra actúa como faro que ilumina todos los pueblos y a todas las culturas, y esa luz orienta a la actividad evangelizadora de la Iglesia. En este sentido, y a la luz del Concilio Vaticano II y del camino recorrido por las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, la misión de la Iglesia en la actualidad consiste en evangelizar las culturas, en cuidar y «cultivar» esas semillas del Verbo sembradas en el corazón de cada cultura (cf. DA 4, 529), ya que sólo “en Cristo Palabra, Sabiduría de Dios (cf. 1Cor 1,30), la cultura puede volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio y su dimensión adecuada” (DA 41). “La Palabra acogida es salvífica y reveladora del misterio de Dios y de su voluntad” (DA 172)26. 87 Ahora bien, esta determinante centralidad de la Palabra de Dios se debe a que ella es un medio prioritario para el encuentro con Cristo Jesús 27. La 24
“La evangelización ha ido unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana” (DI 3). 25 La radicalidad de los términos es absoluta: el fundamento de la misión de la Iglesia es la Palabra, ella es el alma de su acción evangelizadora; una misión sin Palabra de Dios es una misión sin fundamento, una evangelización sin Cristo Palabra, una acción que carece de alma, una evangelización muerta. Para Aparecida no hay marcha atrás: “Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo” (DA 247). 26 En este sentido, para que cada cultura encuentre un acceso más directo e inmediato a la Palabra de Dios, a fin de que sea iluminada por ella, el episcopado latinoamericano y caribeño ha destacado la prioridad que ocupa en la actividad misionera de la Iglesia el hacer traducciones católicas de la Biblia y de los textos litúrgicos a los idiomas propios de cada pueblo (cf. DA 94). 27 Aparecida constata otros lugares de encuentro con Jesús: la fe recibida y vivida en la Iglesia (cf. DA 246) la Sagrada Liturgia (cf. DA 250), la Eucaristía, privilegiadamente (cf. DA 251ss), el sacramento de la Reconciliación (cf. DA 254), la oración personal y comunitaria (cf. DA 255), la comunidad viva en la fe y en el amor fraterno (cf. DA 256), los pobres, afligidos y enfermos (cf. DA 257), la piedad popular (cf. DA 258-265), el ejemplo e intercesión de María, especialmente (cf. DA 266-272), y el de los Apóstoles y los Santos (cf. DA 273ss). No obstante, se deja ver en
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renovación misionera de la Iglesia es únicamente posible a partir del encuentro con Jesucristo vivo, y de ahí la importancia de la Palabra de Dios revelada en la Biblia, don del Padre para el encuentro con su Hijo (cf. DA 248), pues “encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia” (DA 247). El encuentro con Jesucristo, que es un encuentro con el Dios uno y trino (cf. DA 240-246), constituye, por tanto, el parto por el que nace un misionero suyo, pero también un discípulo suyo 28, pues no hay otra manera de evangelizar que siguiendo las huellas Cristo Jesús, es decir, siendo un discípulo suyo. “La iglesia debe cumplir su misión siguiendo los pasos de Jesús y adoptando sus actitudes (cf. Mt 9, 35-36)” (DA 31). No hay, pues otro modo de ser fiel a la auténtica misión de la Iglesia que recorriendo el camino del discipulado. 88 No obstante, “la vocación del discipulado misioneros es con-vocación a la comunión en su Iglesia. No hay discipulado sin comunión” (DA 156). Y el lugar primordial en el que los discípulos misioneros de Jesucristo pueden vivir la comunión es la Iglesia. “La Iglesia que celebra es «casa y escuela de comunión» (NMI 43), donde los discípulos comparten la misma fe, esperanza y amor al servicio de la misión evangelizadora” (DA 158). La diócesis, como auténtica comunidad eclesial, pues, “debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en el propio territorio” (DA 169). “No basta la entrega generosa del sacerdote y de las comunidades de religiosos. Se requiere que todos los laicos se sientan corresponsables en la formación de los discípulos en la misión. (…) La integración de todos ellos [de todos los servicios y ministerios] en la unidad de un único proyecto evangelizador es esencial para asegurar una comunión misionera” (DA 202). 89 Por esta razón “aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo” (DA 14). En cierto sentido, esta capacidad, que ha de ser mostrada, de promover y formar discípulos misioneros viene planeada en un complejo itinerario de formación, que comprende una espiritualidad, un proceso con criterios propios para este fin, una programación en etapas y niveles, y, finalmente unos lugares adecuados (cf. DA Cap. 6). No obstante, recurrir continuamente a lo largo de todo este camino formativo a ese encuentro con Jesucristo revivifica y alimenta al misionero, lo dota de fuerzas, de gratitud y de alegría. 90 En los inicios de un tercer milenio de vida, “la Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales” (DA 11). “Nuestro anhelo –dicen nuestros Obispos– es que esta V conferencia sea un estímulo para que muchos discípulos de nuestras Iglesias vayan y evangelicen en la «otra orilla». la exposición un carácter claramente, si no privilegiado, sí prioritario en la consideración de la Palabra de Dios revelada en la Sagrada Escritura como lugar de encuentro con Jesucristo vivo. 28 “El acontecimiento de Cristo es, por lo tanto, el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la historia y al que llamamos discípulo: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (DCE 12)” (DA 243).
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La fe se fortifica dándola y es preciso que entremos en nuestro Continente en una nueva primavera de la misión ad gentes. Somos Iglesias pobres, pero «debemos dar desde nuestra pobreza y desde la alegría de nuestra fe» (DP 368) y esto sin descargar en unos pocos enviados el compromiso que es de toda la comunidad cristiana. Nuestra capacidad de compartir nuestros dones espirituales, humanos y materiales, con otras Iglesias, confirmará la autenticidad de nuestra nueva apretura misionera” (DA 379). 91 La vida plena dada por Jesucristo debe ser comunicada y entregada a nuestros pueblos; esto es un requerimiento insoslayable de la actividad misionera a la cual quiere ser fiel la Iglesia que peregrina por los caminos de Latinoamérica y El Caribe: “la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión” ( DA 360). Pero cabe advertir del peligro de encerrarnos en nosotros mismos: “el mundo espera de nuestra Iglesia latinoamericana y caribeña un compromiso más significativo con la misión universal en todos los Continentes” (DA 376). Este nuevo compromiso con la misión ad gentes tiene en cuenta la confirmación del Papa Benedicto XVI de que “los verdaderos destinatarios de la actividad misionera del Pueblo de Dios no son sólo los pueblos no cristianos y las tierras lejanas sino también los ámbitos socioculturales y, sobre todo los corazones” 29. Ante la realidad vista desde la mencionada perspectiva, nuestros pastores estarán de acuerdo en que se “requiere, desde nuestra identidad católica, una evangelización mucho más misionera, en diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres” (DA 13). 92 La forma concreta que ha revestido este despertar misionero convocado por la V CELAM ha sido la de una Gran Misión Continental, “que buscará poner a la Iglesia en estado permanente de misión” (DA 551). “Hoy toda la Iglesia de América Latina y el Caribe quiere ponerse en estado de misión” (DA 213), y por eso nuestros Obispos nos han convocado a todos, sin excepción alguna, “para que, unidos, con entusiasmo realicemos la Gran Misión Continental. Será un nuevo Pentecostés que nos impulse a ir, de manera especial, en búsqueda de los católicos alejados y de los pocos que poco a poco nada conocen a Jesucristo, para que formemos con alegría la comunidad de amor de nuestro Padre Dios. Misión que debe llegar a todos, ser permanente y profunda”30. 93 No puede dejar de mencionarse la dimensión mariana que adopta la comprensión de la misión de la Iglesia universal: “Detenemos la mirada en María y reconocemos en Ella una imagen perfecta de la discípula misionera” (DA 364). “La Virgen de Nazaret tuvo una misión única en la historia de la salvación, concibiendo, educando y acompañado a su Hijo hasta su sacrificio definitivo” (DA 267). Y, en particular, para la Iglesia que peregrina en los caminos de América Latina, “la visitación de Nuestra Señora de Guadalupe fue acontecimiento decisivo para el anuncio y reconocimiento de su hijo, pedagogía y signo de inculturación de la fe, manifestación y renovado ímpetu misioneros de propagación del Evangelio (cf. SD 15)” (DA 4). 29
Discurso a los miembros del Consejo Superior de las Obras Misionales Pontificias, 5 de mayo de 2007, en: DA 375. 30 Mensaje de la V Conferencia General a los pueblos de América Latina y El Caribe, 5.
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B) INTERPRETACIÓN: ÉNFASIS Y DESAFÍOS 94 Una interpretación del Documento de Aparecida desde los ojos de la Dimensión Misionera, pensando que se trata de una empresa fácil y brevemente presentable, siempre resultará un intento inconcluso. La Dimensión Misionera, quizás como ninguna otra, está tan presente a lo largo y ancho de Aparecida que cualquier intento de brevedad en su exposición corre el grave peligro de ofrecer no una interpretación, sino una mutilación o una visión parcialmente sesgada. No obstante, y sin estar seguros de haber salvado este peligro, nos disponemos a hacer explícitos algunos de los énfasis y desafíos que se plantean en las enseñanzas de Aparecida a los ojos de la dimensión misionera: • Hacer clara y transparente a los ojos de todos que la Palabra de Dios es la luz imprescindible que orienta en todo sentido a la acción auténticamente evangelizadora de la Iglesia. • Impulsar una evangelización de las culturas desde la base de una Teología de la Palabra, de las semillas del Verbo, inspirada en la Tradición y, en este caso particular, en los Padres de la Iglesia. • Presentar mediante el testimonio que el encuentro constante con Jesucristo vivo resulta un paso obligado tanto para la Iglesia en su renovación misionera como para los seres humanos en su inicio al discipulado cristiano. • Reforzar decididamente la convicción de que la dimensión comunitaria resulta ser una característica connatural de la vocación misionera y que muestra de modo más inminente su auténtico carácter eclesial. • Involucrar integralmente tanto la promoción vocacional como el camino formativo de los discípulos misioneros de Jesucristo en el actual proceso de renovación misionera por el que atraviesa la Iglesia latinoamericana y caribeña, y redimensionarlos y actualizarlos a la luz de dicho proceso. • Repensar continuamente y de modo sistemático la misión de la Iglesia de cara a los nuevos desafíos histórico-culturales y sociales, con el fin de descubrir las nuevas formas que va revistiendo. • Afianzar la conciencia ad gentes en todos los puntos del Continente en vistas a mantener una clara fidelidad a la dinámica propia de la misión de la Iglesia. • Integrar todos los esfuerzos particulares de las Iglesias locales latinoamericanas y caribeñas en una Gran Misión Continental, entendida como un estado profundo y permanente de misión bajo la figura de un nuevo Pentecostés. • Remarcar el papel de María en la acción evangelizadora de la Iglesia como «Estrella de la evangelización» y modelo perfecto del discipulado misionero. C) ESTRATEGIAS
Y PROYECCIÓN
A nivel actitudinal: 25
95 La Comisión Episcopal para la Pastoral Profética no puede seguir pensando en una pastoral «sectorizada», en donde uno de los sectores sea el misionero, otro el bíblico, otro más el cultural, etc.; si algo nos enseña Aparecida, en el caso particular de su tratamiento de la dimensión misionera, es que la pastoral de la Iglesia, su actividad evangelizadora, es «pluridimensional». Todas las dimensiones se entre-tocan unas a otras, y deben animarse mutuamente y en conjunto. Pero lejos de dirigirse a la fusión y confusión de las diferentes dimensiones y, consecuentemente, a su disolución en un todo caótico, esta nueva forma reclama una función cada vez más transversal de todas y cada una de las dimensiones, siendo esta posible únicamente sobre la base de una consolidación de sus respectivas y específicas identidades. A nivel metodológico: 96 Después de Aparecida, la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética ha de ser consciente de la necesidad de una instrucción metodológicamente bien cuidada y profunda de la Sagrada Escritura “procurando que la Palabra divina no se reduzca sólo a nociones, sino que sea en verdad espíritu y vida que ilumine y alimente toda la existencia” (DA 323) 31 y de una enseñanza precisa y cualificada de los principios teológicos que permitan llevar a cabo una pastoral profética auténticamente evangelizadora. A nivel de contenidos: 97 Todo cristiano debe ser partícipe activo de la misión de la Iglesia. La convocatoria que Jesús ha hecho de ir y hacer discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es una convocatoria universal, dirigida a la totalidad de la Iglesia en cuanto ésta es católica, a todas y cada una de las comunidades particulares de discípulos y a todos y cada uno de los cristianos en lo personal. Es un llamado que se hace a cada uno de modo singular e irrepetible, y que por ende suscita una respuesta igualmente única, atendiendo al propio ambiente y al propio camino de vida recorrido. “Todos los miembros de la comunidad parroquial son responsables de la evangelización de los hombres y mujeres en cada ambiente” (DA 171). La tarea está en saber qué forma particular debe revestir el contenido específico de la respuesta que cada persona ha de hacer para asumir de manera propia su ser discípulo misionero, en comunión y participación con la Iglesia. Algunas consideraciones prácticas: 98 Finalmente, en el tenor de apuntar de manera práctica algunas de las orientaciones pastorales que tocan directamente a la Dimensión Misionera y que en distintos momentos han ofrecido nuestros Obispos en Aparecida, presentamos las siguientes consideraciones: “Queremos estimular a las Iglesias locales para que apoyen y organicen los Centros misioneros nacionales y actúen en estrecha colaboración con las Obras Misionales Pontificias y otras instancias eclesiales cooperantes, cuya importancia y 31
En Aparecida se destacó la importancia de la Lectio Divina como forma de acercarse a la Sagrada Escritura “privilegiada a la que todos estamos invitados” (DA 249). Necesitamos, para aprovechar semejante invitación, que la Dimensión Bíblica nos oriente para que este acercamiento sea en efecto una lectura orante, bien practicada, y que no sea sólo una lectura intelectual e instrumental, sino con un corazón «hambriento de oír la Palabra del Señor» (Am 8,11)” (cf. DA 248s).
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dinamismo para la animación y la cooperación misionera reconocemos y agradecemos de corazón” (DA 378). “Por ello, alentamos la participación en la celebración de los Congresos misioneros” (DA 379), y en el caso de la actividad pastoral de la Iglesia en el ámbito de la niñez, se recomienda “fomentar la institución de la Infancia misionera” (DA 441h). CONCLUSIÓN 99 La historia de la evangelización en América Latina ha encontrado en Aparecida un parte-aguas en los inicios de siglo XXI. En efecto, “esta V Conferencia se propone «la gran tarea de custodiar y alimentar la fe de Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo» (DI 1)” (DA 10). De cara esto, todos los integrantes de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética tenemos un nuevo punto de referencia ante nosotros. “Llevemos nuestras naves mar adentro, con el soplo potente del Espíritu Santo, sin miedo a las tormentas, seguros de que la Providencia de Dios nos deparará grandes sorpresas” (DA 551).
RELECTURA DEL DOCUMENTO DE APARECIDA DESDE LA DIMENSIÓN DE CULTURA
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Pbro. Rubén Sandoval Meneses Introducción. “El Evangelio llegó a nuestras tierras en medio de un dramático y desigual encuentro de pueblos y culturas. Las ‘semillas del Verbo’, presentes en las culturas autóctonas, facilitaron a nuestros hermanos indígenas encontrar en el Evangelio respuestas vitales a sus aspiraciones más hondas: ‘Cristo era el salvador que anhelaban silenciosamente’. La visitación de Nuestra Señora de Guadalupe fue acontecimiento decisivo para el anuncio y reconocimiento de su Hijo, pedagogía y signo de inculturación de la fe, manifestación y renovado ímpetu misionero de propagación del Evangelio” (D.A. 4). 100 El documento final de Aparecida es muy rico en contenido, exaltando los puntos de identidad común de nuestros países Latinoamericanos y del Caribe, pero reconociendo a la vez la problemática actual que se presenta en el arranque de todo proceso, caso de la inculturación de la fe a menos de 5 siglos de su propagación en nuestro continente. Aunque ya se han identificado las líneas de acción que se proponen trabajar, aún es necesario establecer la forma en que esto ocurrirá. Esta es la razón por la cual se elaboró el presente documento, que desde la Dimensión Episcopal de la Pastoral de la Cultura constata e interpreta la información recibida y que pretende aportar pistas para el trabajo de los agentes cualificados en la labor Evangelizadora. 101 Basándonos en las recomendaciones que la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética ha hecho, el trabajo se llevó a cabo en tres momentos: Constatación, interpretación y proyección y se divide en dos partes básicas: Énfasis y desafíos, cada uno con sus estrategias de acuerdo a la visión que la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética tiene. Énfasis. 102 El rasgo de identidad principal que distingue a los pueblos de Latinoamérica y el Caribe es la fe en Dios amor y la tradición católica que se manifiesta tanto en la vida como en la cultura. En la actualidad, muchos bautizados presentan una fe madura, producto de la inculturación y de la formación. Son estos pueblos quienes a estas alturas, como comunidad, muestran un rostro más humano a través de expresiones de caridad, piedad popular, conciencia de la dignidad de la persona, así como raíces católicas en el arte, lenguaje, tradiciones y estilo de vida. 103 Ya desde el siglo XVI se descubre la relevancia pedagógica que el acontecimiento Guadalupano tiene como signo de inculturación y del trabajo misionero que da a conocer el Evangelio. Y es también que a través del mosaico de belleza y diversidad cultural y personal que nuestro continente nos ofrece, que identificamos los dones con que Dios nos ha colmado, mismos que nos permiten reconocer la presencia de Jesucristo, con la dualidad de revelarnos el amor del Padre (a través de la muerte y resurrección del Hijo), dándonos un testimonio de la vocación y dignidad humana.
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104 Los Presbíteros deben potenciar la formación inicial y permanente en las dimensiones humana comunitaria, espiritual, intelectual y pastoral misionera. Además, del testimonio de felicidad, entusiasmo y santidad que proyecten, depende el interés que generen en la sociedad para invitar a engrosar sus filas. 105 Debemos dar un lugar relevante a esos grupos a quienes conviene dirigir nuestros esfuerzos evangelizadores, ya que son los destinatarios principales al identificarlos como grupos de mayoría en la sociedad de Latinoamérica y el Caribe: • Las familias. • Los Jóvenes. 106 Dado que la familia es el valor más querido por nuestros pueblos, creemos que debe asumirse la preocupación por ella como uno de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia. En toda Diócesis se requiere una pastoral familiar “intensa y vigorosa” para proclamar el evangelio de la familia, promover la cultura de la vida, y trabajar para que los derechos de las familias sean reconocidos y respetados (Aparecida 435). 107 En el caso de los jóvenes, se requiere una mayor atención puesto que estamos viviendo una fragmentación de la personalidad que deriva en una falta de compromiso, ausencia de madurez y debilitamiento de espiritualidad que dificultan el proceso de formación de auténticos discípulos y misioneros. Actualmente, la cultura promueve “lo desechable”, lo temporal; desgraciadamente todo esto aplica incluso a nivel afectivo y sexual. Es por ello que debemos formar un frente común con las familias, donde promovamos los valores desde esta base social; dirigirnos a todos y a cada uno también, reconociendo las diferencias y asumiendo las perspectivas individuales para que, una vez que conocemos realmente a las personas, podamos a través de ello hablarles, usando una forma de comunicación que sea de fácil entendimiento. 108 Aunado a lo anterior, recordamos que la Iglesia ha ayudado a dar orientaciones prudentes y a promover la justicia, los derechos humanos y la reconciliación de los pueblos. Esto ha permitido que la Iglesia sea reconocida socialmente en muchas ocasiones como una instancia de confianza y credibilidad. 109 El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, también posee una altísima dignidad que no podemos pisotear y estamos llamados a respetar y a promover. La vida es regalo gratuito de Dios, don y tarea que debemos cuidar desde la concepción, en todas sus etapas, y hasta la muerte natural, sin relativismos (Aparecida 464). 110 Con el Santo Padre, damos gracias por el hecho de que la Iglesia, “ayudando a los fieles cristianos a vivir su fe con alegría y coherencia” ha sido, a lo largo de su historia en este continente, creadora y animadora de cultura: “La fe en Dios ha animado la vida y la cultura de estos pueblos durante más de cinco siglos”. Esta realidad se ha expresado en el arte, la música, la literatura
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y, sobre todo, en las tradiciones religiosas y en la idiosincrasia de su gente, unidas por una misma historia y por un mismo credo, y formando una gran sintonía en la diversidad de culturas y de lenguas (Aparecida 478). 111 Es importante reconocer que debido a la revolución tecnológica, en la actualidad contamos con una gran cultura mediática. Un compromiso expreso de los Obispos es el reconocer esta cultura, estar atentos y aprovechar el uso de los medios para acompañar a los comunicadores. Aunque ya existen diversos medios impresos que facilitan dar a conocer el trabajo de la Iglesia dentro de la sociedad, es importante considerar los medios “en línea”, que nos permiten estar actualizados al instante. 112 Evangelizar la cultura, lejos de abandonar la opción preferencial por los pobres y el compromiso con la realidad, nace del amor apasionado a Cristo, que acompaña al pueblo de Dios en la misión de inculturar el Evangelio en la historia, ardiente e infatigable en su caridad samaritana (Aparecida 491). De hecho, están surgiendo nuevas pastorales que promueven los valores a través de deportes, cine, etc.; tal es el caso de la Pastoral del Turismo y del entretenimiento. 113 La dualidad se vive en todos los ambientes de nuestros pueblos Latinoamericanos y Caribeños, ya que podemos decir que una característica es que en nuestra sociedad abunda el pecado, pero también sobreabunda la gracia de la victoria pascual. Nuestra Iglesia goza, por tanto, de la credibilidad del pueblo, es morada de pueblos hermanos y hogar de los pobres. El patrimonio más valioso, la fe en Dios amor, se está corrompiendo. Individualismo, narcisismo. Adicción por sensaciones, sin referencia a valores e instancias religiosas. La cultura actual exige que no exista un Dios, no queremos ser cuestionados, no aceptamos que sea Dios superior a nuestra soberbia; poder, placer, riqueza… Mal utilizados, porque incrementan el egoísmo y no ayudan a la mejora de nuestra sociedad. El gran reto del día de hoy es revitalizar nuestro modo de ser católicos, enraizar nuestra fe, tener un verdadero encuentro con Cristo. El requerimiento es claro: Una evangelización misionera. 114 La globalización bien entendida, nos permite conocer y participar en el modo de vida de una sociedad actual; sin embargo, la deformación que los medios nos presentan, donde se despierta una encarnizada competencia entre hermanos basada en su dimensión económica, lejos de presentar una diversidad de culturas de las que se puede aprender, nos muestra el individualismo que cada uno posee. Necesitamos que cada pueblo participe a modo de presentar un destino histórico común. Por eso, las distintas advocaciones de la religiosidad popular tiene un valor incalculable: han logrado fundir las historias de Latinoamérica y el Caribe en una historia compartida que nos conduce a Cristo. 115 Los esfuerzos pastorales, sin embargo, han dado frutos: La Doctrina Social de la Iglesia ha interesado a los laicos al grado de preocuparse más por su formación teológica, animando el testimonio y la acción solidaria de estos, como verdaderos misioneros de la caridad.
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116 El pueblo de Dios siente la necesidad de presbíteros-discípulos: que tengan una profunda experiencia de Dios, configurados con el corazón del Buen Pastor, dóciles a las mociones del Espíritu, que se nutran de la palabra de Dios, de la Eucaristía y de la oración; de presbíteros-misioneros movidos por la caridad pastoral: que los lleve a cuidar del rebaño a ellos confiados y a buscar a los más alejados predicando la Palabra de Dios, siempre en profunda comunión con su Obispo, los presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas y laicos; de presbíteros servidores de la vida; que estén atentos a las necesidades de los más pobres, comprometidos en la defensa de los derechos de los más débiles y promotores de la cultura de la solidaridad. También de presbíteros llenos de misericordia, disponibles para administrar el sacramento de la reconciliación (Aparecida 199). 117 La piedad popular es un imprescindible punto de partida para conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda. Cuando afirmamos que hay que evangelizarla o purificarla, no queremos decir que este privada de riqueza evangélica. Simplemente deseamos que todos los miembros del pueblo fiel, reconociendo el testimonio de María y de todos los santos, traten de imitarles cada día más. Así procurarán un contacto más directo con la Biblia y una mayor participación en los sacramentos, llegarán a disfrutar de la celebración dominical de la Eucaristía, y vivirán mejor todavía el servicio del amor solidario. Por este camino se podrá aprovechar todavía más el rico potencial de santidad y de justicia social que encierra la mística popular (Aparecida 262). Desafíos. 118 Es necesario reflexionar sobre la importancia de promover a cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo para asumir la responsabilidad de su vocación. Debemos generar conciencia sobre el hecho de que ser bautizados nos convierte en candidatos a custodiar la fe, a través del proceso de ser discípulos y misioneros. Por tanto, es importante que la gente sepa que la vocación no implica necesariamente el dejar a un lado la vida laica, sino que existen opciones; sin embargo, también debe alentarse la decisión de convertirse en sacerdotes, religiosos, etc. Que mejor manera que a través del ejemplo. 119 La buena intención no basta en la mayoría de los casos, es necesario aportar testimonios que sirvan para ejemplificar la magnitud de la obra que se desea lograr. La formación es un factor relevante para alcanzar el éxito en este proyecto y que debe mirarse desde cuatro dimensiones: • Humana comunitaria. • Espiritual. • Intelectual. • Pastoral Misionera. 120 Cabe destacar que estos aspectos aplican para todos los agentes de nuestra Iglesia. Debido a los cambios culturales que enfrentamos en la 31
actualidad y, particularmente, a los nuevos retos de la cultura urbana, necesitamos agentes que cuenten tanto con una formación básica como una específica que permita que los habitantes de los centros urbanos (creyentes y no creyentes) puedan encontrar en Cristo la plenitud de vida. Todos estamos llamados a ser discípulos y misioneros. 121 Sin embargo, los mejores esfuerzos en este nuevo milenio deben enfocarse a la convocatoria y formación de laicos misioneros. La formación de éstos debe contribuir a la transformación de la sociedad; por ello se requiere de una formación específica que permita su desarrollo en campos tales como política, economía, cultura, ciencias, artes, realidad social, vida internacional, medios y cualquier realidad abierta a la evangelización. 122 Es importante mencionar que no hay discipulado sin comunión. Por esta razón, el documento de “Aparecida” otorga un lugar preponderante al laico cualificado. Actualmente nos enfrentamos a la escasez de sacerdotes dentro de nuestra Iglesia y, sin embargo, a una necesidad mayor de dar a conocer la Buena Nueva ante la pérdida de valores que enfrentamos en esta sociedad globalizada. Buscamos nuestra vocación donde nunca la vamos a encontrar; necesitamos ser discípulos dóciles que, en Cristo Palabra, a la luz del Evangelio, encontremos el discernimiento necesario que nos permita recuperar esa cultura que antaño se trasmitía de generación en generación, pero que por el cambio de costumbres, ya no se logra con facilidad. 123 Además, es importante pensar en que los jóvenes son nuestro semillero para engrosar las filas de los seminarios, pero es más importante pensar que la selección debe ser minuciosa, ya que requerimos de sacerdotes con verdadera vocación, equilibrio psicológico, amor a Cristo… En fin, con una personalidad sana que sea testimonio y ejemplo de la comunidad; lo anterior, reforzado por una promoción que retome el orgullo de que en una familia se cuente con jóvenes que tengan vocación, dará un nuevo impulso a la idea de consagrarse. 124 La cultura, para ser educativa, debe insertarse en los problemas del tiempo en el que se desarrolla la vida del joven. De esta manera, las distintas disciplinas han de presentar no sólo un saber por adquirir, sino también valores por asimilar y verdades por descubrir (Aparecida 329). De ahí la relevancia de la Universidad católica, cuyas actividades deben vincularse con la misión evangelizadora de la Iglesia. Entre sus responsabilidades evangélicas se encuentran: el diálogo fe-razón, fe-cultura, la formación de profesores a través de la Doctrina Social y Moral de la Iglesia., para mostrar proféticamente la novedad del Cristianismo en la vida de las sociedades de nuestro continente. 125 Sin embargo, uno de los problemas que van en aumento, es la cultura de la muerte. Ya que mucha gente vive en condiciones extremas, lo cual es incompatible con el proyecto del Padre, y que nosotros parecemos no ver estas realidades, equivale a no amar al prójimo, y el que no ama permanece en la muerte. El servicio se complementa con la evangelización y la atención de las necesidades de nuestros hermanos, la cultura cristiana de la solidaridad.
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126 El mandato de Dios implica la Caridad; todo signo auténtico de verdad, bien y belleza en la aventura humana viene de Dios y clama por Dios. Sin embargo, la cultura actual tiene la tendencia de proponer estilos de vida contrarios a la naturaleza y dignidad del ser humano. Es por ello que tanto los Pastores como los constructores de la sociedad tienen que estar atentos a los cambios sobre la justicia internacional. También es importante reconocer e incentivar a los agentes que gracias a su presencia ética coherente permiten sembrar valores evangélicos en sus ambientes de desarrollo, para lo cual se requiere que el discípulo se cimiente en su seguimiento del Señor, que le de la fuerza necesaria no sólo para no sucumbir ante el materialismo y el egoísmo, sino para construir una sociedad justa. 127 La cultura, en su comprensión más extensa, representa el modo particular con el cual los hombres y los pueblos cultivan su relación con la naturaleza y con sus hermanos, con ellos mismos y con Dios, a fin de lograr una existencia plenamente humana. En cuanto tal, es patrimonio común de los pueblos, también de América Latina y de El Caribe (Aparecida 476). 128 Es fundamental que las celebraciones litúrgicas incorporen en sus manifestaciones elementos artísticos que puedan transformar preparar la asamblea para el encuentro con Cristo. La valoración de los espacios de cultura existentes, donde se incluyen los propios templos, es una tarea esencial para la evangelización por la cultura. En esa línea, también se debe incentivar la creación de centros culturales católicos, necesarios especialmente en las áreas más carentes, donde el acceso a la cultura es más urgente y reclama mejorar el sentido de lo humano (Aparecida 500). 129 Una auténtica evangelización implica asumir la radicalidad del amor; es decir, ante la violencia exacerbada que vivimos en esta época, es necesario contrarrestar con amor, un amor tan radical como la violencia que se genera. Hablamos del amor cristiano, que a veces significa padecer por Cristo a causa de la justicia. Es un amor que supera al amor humano y que participa en el amor divino, único eje cultural capaz de construir una cultura de vida. 130 En el cumplimiento de su vocación bautismal, el discípulo ha de tener en cuenta los desafíos que el mundo de hoy le presenta a la Iglesia de Jesús, entre otros: • Éxodo de fieles a otros grupos religiosos y sectas. • Corrientes culturales en contra de Cristo y la Iglesia. • Desaliento de sacerdotes ante tanto trabajo pastoral. • Escasez de sacerdotes • Cambio de paradigmas culturales • El fenómeno de la globalización y la secularización • Problemas graves de violencia, pobreza e injusticia • Creciente cultura de la muerte 131 Muchos estudiosos de nuestra época han sostenido que la realidad ha traído aparejada una crisis de sentido. Ellos no se refieren a los múltiples sentidos parciales que cada uno puede encontrar en las acciones cotidianas que realiza, sino al sentido que da unidad a todo lo que existe y nos sucede en 33
la experiencia, y que los creyentes llamamos el sentido religioso. Habitualmente, este sentido se pone a nuestra disposición a través de nuestras tradiciones culturales que representan la hipótesis de realidad con la que cada ser humano pueda mirar el mundo en que vive. Conocemos, en nuestra cultura latinoamericana y caribeña, el papel tan noble y orientador que ha jugado la religiosidad popular, especialmente la devoción Mariana, que ha contribuido a hacernos más conscientes de nuestra común condición de hijos de Dios y de nuestra común dignidad ante sus ojos, no obstante las diferencias sociales, étnicas o de cualquier otro tipo. Las tradiciones ya no se trasmiten con la misma fluidez que en el pasado entre generaciones. Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender de Él, en su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida. En Cristo palabra, Sabiduría de Dios (cf. 1 Co 1, 30), la cultura puede volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio y su dimensión adecuada. 132 Dentro de los aspectos negativos que se han hecho del conocimiento público, cabe destacar el fomento a la discriminación: aquél que no cumple con tal o cual perfil, es excluido automáticamente como persona útil a la sociedad. Esto es totalmente incompatible con la enseñanza que el evangelio nos ha dejado, ya que todo aquel seguidor de Cristo denuncia la discriminación, pues reconocemos que somos imagen y semejanza de Dios. 133 Sin embargo, dentro de este matiz de luces y sombras en que nos vemos envueltos, también debemos denunciar todo aquello que entorpece nuestro caminar. Tal es el caso del uso de un lenguaje que ha dejado de transmitir algo a las nuevas generaciones. Es por esto que se nos recomienda estar atentos al cambio de códigos de comunicación. Los cambios culturales dificultan la transmisión de la Fe por parte de la familia y de la sociedad. 134 De igual manera, la formación de los laicos y laicas debe responder a la necesidad de tener verdaderos discípulos-misioneros, que basados en el diálogo transformen a la sociedad. Se requiere que tengan una formación específica que los lleve a una participación destacada en los diversos ámbitos sociales en que se desenvuelven. Todos los cristianos con talentos deben ser creativos en sus campos de actuación. De igual manera, el discípulo y misionero no debe dejar que el medio que lo rodea influya en él de forma negativa. Estrategias. • • •
Considerar el Evangelio como punto de convergencia para la inculturación de los pueblos Latinoamericanos y del Caribe. Aprovechar las raíces católicas que tienen las comunidades para revisar y dar a conocer nuevamente los orígenes de las mismas. Adoptar técnicas pedagógicas que permitan: - Dar a conocer la presencia de Dios a través del testimonio de la vocación de todos los agentes cualificados.
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Cumplir el ciclo de la comunicación efectiva, utilizando un lenguaje de fácil entendimiento. Conocer herramientas que ayuden en el conocimiento y el mejor desempeño de nuestro trabajo evangelizador, dando bases que permitan un discernimiento apropiado. Apreciar los valores de la religiosidad y piedad popular para una evangelización inculturada.
Establecer el trabajo con las familias como eje transversal de la acción evangelizadora. Aprovechar el reconocimiento que tiene la Iglesia dentro del ámbito social, pronunciándose a favor de la promoción de la dignidad humana. Nuestra Iglesia no debe permanecer indiferente a los cambios tecnológicos, sino reconocerlos, aceptarlos y adoptarlos de manera que faciliten la difusión del trabajo que se realiza. De igual manera, deben aprovecharse espacios de la vida cotidiana para promover valores. Esto permite la apertura de nuevas pastorales, que no deben perder de vista la misión de Evangelizar. A través de una evangelización misionera, promover el encuentro con Cristo que permita revitalizar la fe católica, tanto en su interior como hacia su exterior. Ir más allá de las palabras y dar un verdadero ejemplo de comunión a todos los niveles, compartiendo nuestra vida, conociendo nuestras necesidades y acercándonos al alejado a través del proceso misionero. Todo agente cualificado debe evangelizar hoy a través de su testimonio. Promover las vocaciones en sus diferentes ministerios. Contar con un tronco común de conocimientos para los agentes y la posibilidad de “revalidar” temas de acuerdo a la experiencia de cada uno (formación básica). Definir planes de formación de acuerdo a los perfiles requeridos en función de cada línea de pastoral (formación específica). Tomar como prioridad la formación de agentes cualificados, definiendo perfil y planes de formación (básica y específica). Promover una espiritualidad de comunión entre formadores y discípulos, que permita un trabajo conjunto que transforme la sociedad. Definir un procedimiento de selección altamente efectivo que permita contar con seminaristas de verdadera vocación. Promover los valores familiares. Conocer los cambios y la problemática cultural actual, a fin de establecer soluciones, particularmente, que ayuden a los jóvenes a encontrarse a sí mismos. Apoyarse en las instituciones educativas católicas para transmitir valores y cultura basados en el Evangelio. Dedicar tiempo y espacios para acrecentar la cultura a través de la evangelización. Identificar y dar a conocer los desafíos que el mundo presenta al discípulo. Aprovechar la devoción Mariana para impulsar el discipulado. Reconocer la igualdad que este hecho nos da y abolir la discriminación de cualquier tipo. 35
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Estar atentos a los cambios, conocer el lenguaje de las nuevas generaciones y comunicarnos de manera sencilla. Reconocer la capacidad de los laicos y su compromiso de inserción en el mundo.
Conclusión. 135 Dentro de la vorágine de cambios a que la sociedad moderna se enfrenta, el bombardeo de información, la globalización y las ganas que los individuos tienen de no ser cuestionados en su proceder, Dios se ha vuelto un obstáculo que no les permite ser “libres”. Este enfoque se debe a una pérdida de valores, a un desconocimiento de su religión, al seguir más por tradición el Evangelio que por convicción. 136 La Iglesia Católica da un gran paso al reconocer la problemática que existe tanto dentro de nuestros pueblos de Latinoamérica como los Caribeños. Y, más importante aún, después de reflexionar sobre todo esto y publicar algunas luces en el documento conclusivo de Aparecida, busca establecer las líneas de acción a seguir por todos y cada uno de los agentes cualificados con que contamos, que siendo ejemplo y testimonio, se conviertan en misioneros responsables que anuncien la Buena Nueva ya no sólo con buena voluntad, sino con una preparación profesional que los convierta en líderes respetados en el ambiente social en que se desarrollan y que participen en el cambio, inculturando el Evangelio dentro de las realidades sociales, a fin de establecer las bases de conocimiento que permitan vivir con pasión las enseñanzas de Cristo, que nos conviertan en verdaderos discípulos.
RELECTURA DEL DOCUMENTO DE APARECIDA DESDE LA DIMENSIÓN DE LA DOCTRINA Y LA FE Pbro. Dante Gabriel Jiménez Muñoz Ledo
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137 Siguiendo la dinámica de la Comisión Episcopal para la Pastoral Profética, en esta relectura, nos acercamos ahora al rico documento final de Aparecida, con una mirada de Fe y con los ojos de la dimensión teológica de nuestra Comisión. 138 Los contenidos teológicos de Aparecida y sus presupuestos, generan a cada momento en que los vamos asimilando, mensajes que nos habilitan para sentir el espíritu de la V Conferencia, y a la vez, nos permiten ver horizontes más plenos, sobre los cuales conviene detenernos y recrear los beneficios y las exigencias para nuestra Pastoral Profética. Por ello, desde la dimensión de la Doctrina y la Fe, queremos: A) CONSTATAR QUE: 139 El Documento de Aparecida, es un documento eminentemente pastoral. Por esta razón, el recurso teológico-doctrinal de su discurso, es discreto. Sin embargo, entendiendo bien el trabajo de los obispos en Brasil y el discurso inaugural del Papa, podemos gozar de una visión teológico-pastoral en Aparecida que nos puede abrir horizontes nuevos en las precisiones pastorales de la Evangelización. 140 A nivel general, resulta enriquecedor que el trabajo de Aparecida haya recuperando, en alguna manera, la teología de Ecclesia in América 32. Desde el tema de la Asamblea Especial del Sínodo para América que el Papa anunció así: “Encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América” 33 podemos rastrear en Aparecida, la Centralidad de la persona de Jesucristo resucitado, presente en la vida de nuestra Iglesia que nos llama al Encuentro, la Conversión, la Comunión y la Solidaridad. Los grandes temas de Aparecida coinciden así en: la Vida, el Encuentro, la Comunión, la Palabra, la Familia y los Derechos Humanos. 34 El Programa Evangelizador entonces, tiene como punto de partida “el Encuentro con Jesucristo vivo” un Encuentro que nos lleva a “Recomenzar desde Cristo” (DA 12) pero no a recomenzar desde Cristo “por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DA 12) 141 De este asomo que Aparecida ha tenido a Ecclesia in América, además de recuperar la teología a nivel general como hemos dicho, podemos descubrir novedades en Aparecida, porque la V Conferencia, va más allá en el desarrollo de la comprensión de algunas categorías teológicas como la Filiación divina en el hombre35 o la Eclesiología de Comunión basada en la vida íntima de Dios, en 32
Juan Pablo II “Ecclesia in América” Exhortación Apostólica Postsinodal (22 de Enero de 1999) Librería Editrice Vaticana, 1999. 33 EAm. No 3 34 Como nos presenta el Documento de Aparecida la CEM, en su Edición Mexicana. 35 La antropología de Aparecida se funda metódicamente en la visión de Hombre, Persona Humana que ha sido creada a IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS. (visión de la que se deduce la dignidad de la Persona, DA. 104; o la vida como valor supremo, DA.110; o la vinculación con Cristo, DA. 131; la unidad íntima con Jesús, vinculación, su amistad DA. 132-133; y la vocación a ser Hijos en el Hijo DA.480; vocación a la unidad en el corazón del hombre, por llevar en sí la Imagen y Semejanza del mismo Dios en su Comunión Trinitaria DA. 523, 533; ser Morada de Dios según Jn. 14,23 DA.109. llamado también a pasar de ser Imagen del primer Adán, a realizar la Imagen de Jesucristo Nuevo Adán,
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su Misterio de Comunión trinitaria. 36 También Aparecida ha precisado las posibilidades de la teología en la pastoral al presentar el horizonte del Discípulo y Misionero de Cristo como un Camino inaplazable para la Evangelización de nuestros Pueblos.37 No me detengo, de momento, en otras categorías que Aparecida presenta de manera nueva y prometedora como “Lugares de Encuentro”, el concepto de Realidad como Lugar teológico, el Proceso concientizador del sujeto teológico, el horizonte teológico de la realidad, el Realismo de la Fe, la Amistad con Dios, y otras que podríamos manejar desde una Teología de la Gracia pero en otro momento. 142 -CONSTATAMOS UNA CRISTOLOGIA del “Resucitado, el Viviente”, que completa el misterio iniciado desde la naturaleza creada con su originaria presencia como “Semilla del Verbo” 38, haciendo el Camino de la Encarnación, la Muerte y la Resurrección, para dar Vida Plena al ser humano y asociarlo al Misterio de la vida Trinitaria de Dios. 143 Una cristología además, del “Verbo Hecho Carne” que se nos da como Camino Verdad y Vida, único Liberador y Salvador que nos Revela el Amor Misericordioso del Padre y la Vocación, dignidad y destino de la persona humana. (Cf. DA 6; 242) Que en el Misterio Pascual Cristo, por el Espíritu nos hace pasar de la Muerte a la Vida y nos asocia al Amor del Padre Dios. (Cf. DA 17) 144 Una Cristología del “Dios con Rostro Humano” que nos llama a vivir en la intimidad con él, en su Amistad. Cristología que nos permite ir y venir en la Contemplación del Misterio de Dios y la Realidad Fundante que da sentido a todo… nos propone el Dios con nosotros, el Dios del Amor hasta la Cruz y solo así, podemos como Discípulos y Misioneros, responder con un amor semejante según 1Cor. 15,45 DA.27) En EAm. No.57 sobre todo referido el Hombre como Imagen y Semejanza de Dios en el contexto de los Derechos Humanos, donde a su vez cita el Documento de Puebla No.306 “todo atropello a la dignidad del Hombre, es atropello al mismo Dios de quien es Imagen” 36 DA.14 dice que lo que nos define no son las circunstancias dramáticas de la vida… sino el Amor recibido del Padre gracias a Jesucristo por la unción del Espíritu. DA. 109; DA. 155 citando LG. 1; DA. 156,157 que además cita DP.218; DA. 227 Eclesiología de Comunión para el diálogo ecuménico. DA. 268 el Sí de María artífice de Comunión…DA.434 Dios en su misterio más íntimo no es una soledad, sino una Familia, citando DP. 582; DA.524 la Iglesia como Sacramento de Comunión…que comunica el don de la inaudita Unidad de la Comunión Trinitaria; DA.547 Iglesia Misterio de Comunión con Cristo en el Espíritu. 37 Los Obispos de México, en su Mensaje al Pueblo de Dios del 19 de Noviembre del 2007, al término de la 84 Asamblea Ordinaria de la CEM, comparten en el No.3 como grandes retos: 1-la Globalización, 2-la Democracia y 3–el debilitamiento de la vida Cristiana en el conjunto de la sociedad y en la propia pertenencia a la Iglesia Católica, este último, debido a cuatro factores: -secularismo, -hedonismo, -indiferentismo, -escaso acompañamiento de los pastores a los fieles laicos. Por ello emerge tan importante esta categoría del discipulado como un horizonte de trabajo evangelizador inaplazable. 38 Teología que nos enseña cómo Cristo, ha estado presente desde el inicio de la creación en toda criatura y en toda la naturaleza creada. Esta teología utilizada de manera muy sucinta (a penas para decir que en las culturas precolombinas se encuentra la presencia de germenes y semillas del Verbo encarnado, que esperan el fecundo rocío del Espíritu), en los últimos documentos pastorales: SD. 17; DP. 401; DA. 4; 529. También la Carta Pastoral “del Encuentro con Jesucristo a la Solidaridad con Todos” CEM.Cf.No.13 Es mencionada en G.S. 57 con la reflexión de San Ireneo, en Adv.haer, sobre el Evangelio de Jn.1,9 el Verbo de Dios, antes de hacerse carne… estaba en el mundo como luz verdadera que ilumina a todo hombre. Es curioso que ninguno de estos documentos cite a San Justino en Apología II, 7 “Spèrma tou Lógou”, Semilla del Verbo, que se halla ingénita en todo el género humano.
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Lc. 9,57 (DA. DI; 107; 131; 392; 398; 535;). Es pues una Cristología que nos habilita también, para el Encuentro, para el Seguimiento, para la Comunión con Dios y con nuestros hermanos, para la corresponsabilidad con los demás en la Casa Común. Lo que nos da Cristo realmente, nos dice el Papa en su discurso inaugural, es encontrar en la comunión con El, la Vida verdadera, la Vida digna. (Cf. DA. 109; 129; 240; 535). 145 -CONSTATAMOS UNA ECLESIOLOGIA de “Comunión” 39 que nos permite ver, como dice el Papa en el Discurso Inaugural, que las culturas no están cerradas, sino que buscan alcanzar la universalidad, y esta se abre cuando el concepto de Comunión es entendido y vivido. (Cf. DA 128) 146 Además, esta Eclesiología nos permite visualizar la posibilidad de hacer vida un modelo de Iglesia más creíble, donde la Realidad de la Vida Nueva en Cristo, y la Comunidad de Amor, (Cf. DA 159) se note, por el Testimonio de la Comunión y la Participación (Cf. DA 155-157) pues la Iglesia atrae cuando vive en Comunión (Cf. DA 159) con la diversidad de Carismas, Ministerio y Servicios en el ejercicio cotidiano de la Comunión. (Cf. DA 162) y todo esto al estilo de la Primeras Comunidades Cristianas (Cf. DA 178) que convierte a la Iglesia en un verdadero Sacramento de Comunión de los Pueblos (DA 524) esta es la naturaleza de la Iglesia que en nuestro Continente han Previsto los Obispos, una Iglesia que en cuanto al Misterio de Comunión con Cristo en el Espíritu (DA 547) pueda liberar y dar Vida Nueva. 147 -CONSTATAMOS UNA ANTROPOLOGIA: el hombre es “Imagen y Semejanza de Dios” que nos permite subrayar: 148 -La centralidad de la Persona humana en el orden natural (Lc 12,22-29), en el orden social, religioso y respecto a la ley (Mc. 2,27), actualizar los derechos humanos (Jn. 8,11; Mt. 19,13-15) (DA. 27; 104; 533) 149 También, esta antropología nos abre todo el itinerario teológico del Discípulo y Misionero de Jesucristo, porque en razón de esa “Imagen de Dios” en el hombre, alcanzamos la intimidad con Dios. 150 -La categoría del Encuentro, personal y comunitario con Cristo, que suscita el discipulado y la misión. Categoría que no depende de grandes programas y estructuras sino de encarnar la Nueva Vida en Cristo, por la fuerza del Espíritu. (DA. 11; 21)
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Aunque la Eclesiología del Vat. II, define la Iglesia más como “sacramentum: LG.1,9,59; SC 5,26; GS 42; AG 5 universale sacramentum salutis: LG 48; GS 45; AG 1” y como “Misterio”, y como “Pueblo de Dios”, resulta muy gratificante encontrar en Aparecida, a la Iglesia como “Comunión”, una eclesiología que se ha ido poniendo de relieve poco a poco (LG 4,8, 13-15, 18,21,24s; DV 10; GS 32; UR 2-4, 14s, 17-19,22) y que tiene un significado básico de comunión con Dios, de la cual se participa a través de la palabra y de los sacramentos. Tal comunión lleva a la comunión de los cristianos entre sí y se realiza plenamente en la communio de las Iglesias locales fundadas mediante la Eucaristía. En la Iglesia antigua, este concepto era una realidad básica. Las Iglesias orientales también lo aprecian mucho (cf. LG-NEP n.2) también tiene un papel muy importante en el decreto sobre estas Iglesias en el Concilio (OE 13) y en el decreto sobre el ecumenismo (UR 14s) o entre Iglesias antiguas y jóvenes (AG 19, 37s)
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151 –La Amistad con Cristo, que abre las puertas a las grandes potencialidades de la condición humana. (DA. 15) en diálogo de amigo Jn. 15,14-15 (DA. 25) y por esta Amistad, el sentido más pleno de la Vinculación con Jesús, para participarles su Vida, salida de las entrañas del Padre…, Vinculación al estilo de la Vid y los sarmientos, no como a Siervos sino como Amigo y como Hermano. El amigo ingresa a su Vida haciéndola propia, escucha a Jesús y así conoce al Padre y hace fluir la Vida de Cristo en su propia existencia. Jn. 15,14 y como Hermano participa de la Vida del Resucitado, Jesús y el Discípulo comparten la misma Vida que viene del Padre. (DA. 131-132; 480 ser Hijo en el Hijo) Finalmente: 152 –La Comunión y la Unidad que se desprenden del modelo antropológico de Imagen de Dios, porque el amor de Dios hace del hombre peregrino de este mundo su Morada (DA. 109-110) Porque Jesús elige para Vivir en Comunión con El, y quiere muchas veces un encuentro a solas con quienes elige, los lleva a la Comunión con su Padre (Mc. 3,14; 6,31-32; 1Jn 1,3) (DA. 154-155) Además, porque se trata de una vocación a la Unidad en el corazón de cada hombre, por tener todos el mismo origen y Padre y por llevar en sí la Imagen y Semejanza de Dios en su Comunión Trinitaria (DA. 523) LOS ENFASIS40 como podemos casi adivinar están en: 153 -La Convicción de que Cristo es la Realidad Fundante del Discípulo y Misionero; y de esta Convicción, cada vez más Teológica y de Fe, es preciso hacer en Cristo el Camino, la Verdad y la Vida 41. Se trata de volver una y todas las veces en nuestros procesos de pastoral profética, desde cada Dimensión y en todas, al encuentro con “el Viviente”, que es de “Carne” y que tiene “Rostro Humano”. 154 -Los Discípulos y Misioneros de Cristo, en primer lugar los Sacerdotes: estamos Urgidos a vivir primero el método evangelizador de Cristo 42, y luego hacerlo vida en nuestros programas de Misión, porque las Semillas del Verbo aún nos interpelan en tantos y tantos hermanos en los que no ha germinado la Vida de Cristo. Ellos siguen teniendo sed de Dios. Ellos siguen anhelando silenciosamente a Cristo su Salvador.
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Es decir aquello en lo que hemos avanzado en Aparecida respecto a la Teología y que conviene seguir desarrollando. 41 En lenguaje de Aparecida: Recomenzar desde Cristo… 42 Como lo encontramos en el pasaje Evangélico de Emaús Lc. 24,13 ss. En el que Jesús se les aproximó, se hizo prójimo: -sale al Encuentro, -Camina con ellos, -Comparte el Pan. Y a Ellos: -se les Abren los ojos, -Descubren el Rostro del Resucitado, -Sienten en su corazón la Verdad de Dios y, -que ya ha iniciado la Redención del mundo. +aquí mismo, el método de Jesús en la Parábola del Buen Samaritano, como la presenta el Papa Benedicto XVI en su Libro “Gesù di Nazaret” I parte, Editrice Vaticana, 2007. pags. 231 ss. Cuando interpreta que el hombre que yace medio muerto al borde del Camino es imagen de la humanidad. El Sacerdote y el Levita pasan de largo: de aquello que es propio de la historia, de sus culturas y religiones, no viene salvación alguna. Si el hombre atracado es por antonomasia la imagen de la humanidad, entonces el samaritano solo puede ser la imagen de Jesucristo. Dios mismo, que para nosotros es el extranjero y el lejano, se ha puesto en camino para venir a hacerse cargo de su criatura maltratada. Dios, el lejano, en Jesucristo se convierte en Prójimo. Es el método de hacerse Prójimo de forma que el otro cuente para mí tanto como Yo mismo.
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155 -El testimonio de cada Discípulo y Misionero que Evangeliza desde la Vida de Comunión, nos permite hacer creíble la Iglesia y su Misión. Es tiempo de atraer, por medio de la Comunión y de la Vida íntima del Discípulo en Cristo por el Espíritu.43 Es tiempo de ser signo, Sacramento de Comunión, también es tiempo de gozar esa manera de Vida Nueva, porque Libera y Trasciende a quien la experimenta. 156 -El Encuentro y la Amistad con Cristo y con los hermanos es una riqueza que no podemos seguir derrochando, es preciso aprovechar este recurso que nos viene de nuestra Identidad originaria de Hijos en el Hijo, de Imagen de Dios, y de la Identidad católica de nuestro continente. 157 La nueva mentalidad de Aparecida, 44 nos provoca a intentar Caminos de Contemplación, de Reflexión y de Integración nocional 45 en la Teología y la Doctrina para nuestros procesos pastorales. 158 Los Obispos en Aparecida estaban reunidos en un ambiente de ferviente Oración, Fraternidad y Comunión tratando de dar continuidad al Concilio Vaticano II y a las anteriores Conferencias Latinoamericanas, 46 nos toca adherirnos a ese espíritu y a esa intención produciendo nuestro propio Camino en los procesos evangelizadores en México 47 B) DESAFIOS: 159 Hemos presentado algunos énfasis y desde la constatación, algunas precisiones, que de alguna manera nos aventajan desafíos a nivel general. Pero a nivel de la dimensión de la Doctrina y la Fe, precisamos los siguientes desafíos: 160 -Descubrimos como tarea principal, ofrecer subsidios que habiliten a las demás dimensiones y pastorales, para hacer más práctica y efectiva la Teología y la Doctrina. Entonces, se trata de fomentar la inclusión de la Espiritualidad y la Teología en nuestros programas pastorales para que tengan un sólido sustento. 161 -La transversalidad de nuestra acción profética nos urge a servir en cada dimensión con un aporte discreto pero firme desde las Convicciones del Encuentro, de la Comunión y de la Vida Nueva.
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Recordamos el método de Cristo en el Jordán… Una mentalidad que podríamos ir definiendo como de Conversión, de Recapitulación, de Practicidad, de Realismo, de renovar o revitalizar el modo de ser católico y de nuestras opciones. En cuanto al estilo pastoral de nuestra futura evangelización, es promisoria mientras seamos capaces de pasar a las acciones de manera siempre inmediata, especialmente desde el uso de la Teología. 45 Si podemos realizar en nuestras actividades pastorales el “Proceso Concientizador” que nos lleva a la integración gnocional a través del método Ver, Juzgar y Actuar. 46 Cf. Mensaje final de la V Conferencia General a los Pueblos de América Latina y del Caribe. 47 Como es el primer desafío que los Obispos mexicanos presentan en la Carta Pastoral “Del Encuentro con Jesucristo a la Solidaridad con Todos” del 25 de Marzo del 2000. Cf. No.94 44
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162 -El cambio de mentalidad en nuestra manera de actuar la pastoral, nos desafía a encontrar nuevas formas de hacer práctica y transversal la Teología. 163 -Con las demás dimensiones de la Pastoral Profética, entendemos como desafío inminente, el garantizar una evangelización incluyente, participativa, donde las categorías que hemos alcanzado desde Aparecida, en el Encuentro con Cristo, pasen de ser eso, “categorías”, a ser vehículos de la praxis. Así responderemos al desafío de una Evangelización más Cristológica y Vivificadora. C) PROYECCIÓN: +A NIVEL DE ACTITUDES: 164 -La Comisión puede vivenciar la dimensión de la Doctrina y la Fe, como instrumento sólido de los contenidos y procesos pastorales, especialmente cuando ayuda en aterrizar una Doctrina, clarificando o proponiendo. +A NIVEL METODOLÓGICO: 165 -Entendemos que cada dimensión y cada pastoral, requiere de la claridad doctrinal para sus programas y procesos. Hacemos una Pastoral Profética basados en la Palabra de Dios y en la Tradición Viva de la Iglesia. Los contenidos de Fe y la Teología, son un Camino que tenemos que integrar metódica y metodológicamente en cada acción. +A NIVEL DE CONTENIDOS: 166 -Es lo más sencillo para nuestra Comisión, basta habituarnos a ver los contenidos teológicos y doctrinales, no como elementos aislados o demasiado obvios, o simplemente muertos, sino como recursos insondables del Encuentro con Cristo, con los Hermanos y con la Nueva Vida que queremos tener. 167 Los diferentes agentes de pastoral, aquí llamados Discípulos y Misioneros, pueden notar la diferencia entre una evangelización superflua y una de contenidos, entre una evangelización de conceptos y una evangelización de contenidos hechos Testimonio, capaces de provocar la Vida, el Encuentro, la Comunión, la Palabra, el Derecho, la Conversión y la Caridad Pastoral, en lenguaje familiar.
CONCLUSIÓN
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Con la dimensión, desde diversos lentes hemos ido leyendo y releyendo las conclusiones de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en el Documento de sus reflexiones de fe, exhortaciones, líneas pastorales y conclusiones llamado Aparecida. En realidad el Documento de Aparecida no puede verse, leerse e interpretarse sino desde varias dimensiones o ángulos, perspectivas o puntos de vista. La tarea de la Nueva Evangelización o la realizamos en Comunión integrándonos y asumiendo en dimensiones nuestra tarea de Comisión o no será Evangelización testimonial ni será una nueva perspectiva que parta de la Palabra Profética. Que queramos formarnos en la Palabra y por ella; que sea el eje transversal no solo de nuestras tareas sino también y sobre todo de nuestra vida. La catequesis le presta la pedagogía para entregar, entender y poner en práctica la Palabra; la educación nos implica como misioneros en formación discipular constante; la cultura nos advierte los diversos escenarios y nos enseña a leer los signos de los tiempos; la reflexión teológica y la doctrina de la fe nos ayuda a profundizar, depurar y a hacerla creíble y la misión nos exige ser testigos de Ella, de Jesucristo Vivo a quién amamos, a quién seguimos, de quién hablamos y damos testimonio con nuestra vida. María de Guadalupe, discípula de Jesús y primera misionera nos ayude a entender, amar y vivir a su Hijo, Palabra hecha Carne en ella, para poder evangelizar casa por casa, familia por familia, comunidad por comunidad para que la vida de Dios en Jesucristo esté en nosotros y nuestros pueblos.
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