Módulo de Filosofía Medieval

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CURSO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL MÓDULO

Nelly Patricia Bautista

Universidad Nacional Abierta y a Distancia – UNAD Junio -2008


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TABLA DE CONTENIDO Página PRÓLOGO

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PRIMERA UNIDAD: EL ESPÍRITU CULTURAL MEDIEVAL INTRODUCCIÓN

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CAPÍTULO 1- CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA Y SOCIAL

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Lección 1- Aproximación Histórica de la Edad Media

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Lección 2- La Sociedad Medieval

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Lección 3- Diferencia de vida entre clases sociales de la Europa

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Medieval Lección 4- El miedo como elemento subyacente en la cultura medieval

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* La Mujer de la edad Media

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Lección 5- El desarrollo intelectual

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Cuadro de la Organización Política Medieval

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CAPÍTULO 2 -FILOSOFÍA EN LOS PRIMEROS AÑOS DEL CRISTIANISMO Lección 1- La Problemática Filosófica Planteada por el Cristianismo

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Lección 2- La Patrística

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* El Gnosticismo

23

* El Neo-Platonismo

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Lección 3- Los Apologistas o Padres Latinos

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* Los Padres seguidores de San Pablo

25

Lección 4- Los Padres Griegos: Relación entre filosofía y revelación

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* Boecio

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Lección 5- San Agustín De Hipona

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* La Temporalidad

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* Presencia cognoscitiva de Dios

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* Presencia vital de Dios

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CAPÍTULO 3: DELIMITACIÓN Y PROBLEMAS FILOSÓFICOS DE LA EDAD MEDIA


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Lección 1- Los Límites Cronológicos de la Edad Media

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Lección 2- Los Principales Temas De La Edad Media

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* La Creación

35

Lección 3- Los Universales

36

Lección 4- La Razón

38

Lección 5- Las Cruzadas

39

Lecturas Complementarias: Las Confesiones, Libro 2, san Agustín

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SEGUNDA UNIDAD: FILOSOFÍA MEDIEVAL INTRODUCCIÓN

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CAPÍTULO 1: EL ESCOLASTICISMO

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Lección 1- La Escolástica

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Lección 2- Los Maestros de la Edad Media

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* Juan Escoto Eriúgena -Pre-escolástica

53

* San Anselmo de Cantorbery - El padre de la Escolástica

54

Lección 3- La escuela de Nôtre Dame de París

55

Lección 4- La escuela de San Víctor

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Lección 5- La Escuela de Chartres – Humanismo Medieval

57

* La escuela de Claraval

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* Cuadro Resumen de la Escolástica Temprana

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CAPÍTULO 2: LA INFLUENCIA DEL MUNDO ISLÁMICO Y JUDÍO

60

Lección 1- Escuela de Traductores de Toledo

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Lección 2- La Filosofía Árabe

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* Avicena (980-1037) – El Maestro del Saber

64

Lección 3- Averroes (1126-1198)

65

Lección 4- La Filosofía Judía

66

* Cábala

66

* Neoplatonismo

67

Lección 5- Aristotelismo

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CAPÍTULO 3: LA FILOSOFÍA DEL SIGLO XIII


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Lección 1- La Alta Escolástica

70

* La Situación Político Social

70

* Las Universidades

71

* Las Órdenes Mendicantes

73

Lección 2- La Incorporación del Pensamiento Aristotélico

75

Lección 3- Escuelas del siglo XIII

77

* La escuela Agustino-Franciscana

77

* La escuela Dominicana

81

Lección 4 - Santo Tomás De Aquino

83

Lección 5- La Escolástica Tardía

88

* Juan Duns Escoto

89

* Guillermo de Ockham – Nominalismo

91

* El Maestro Eckhart

92

* Cuadro Resumen de la Escolástica alta y baja

93

Lecturas Complementarias: Cartas de Abelardo y Eloisa

94

Sobre Metafísica (Antología) – Avicena

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TERCERA UNIDAD: LA TERMINACIÓN DE LA EDAD MEDIA Y

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UNA REVISIÓN DE LA CIENCIA CAPÍTULO 1: EL RENACIMIENTO

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Lección 1- Características del Renacimiento

101

Lección 2- Los temas en interés en la Filosofía Renacentista

103

* El Humanismo

103

* Marsilio Ficino

105

* Miguel de Montaigne

105

Lección 3- La renovación de la Escolástica en España

105

* Francisco de Vitoria

106

* Francisco Suárez

106

Lección 4- LA POLÍTICA RENACENTISTA

107

* Nicolás Maquiavelo

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Lección 5- Tomás Moro

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CAPÍTULO 2: LA REFORMA PROTESTANTE

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Lección 1- Generalidades

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* Concepto

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* Antecedentes de la Reforma

111

* El Humanismo en la Reforma

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Lección 2- La Reforma de Lutero

113

Lección 3- La Concepción del hombre en Lutero

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Lección 4- Pensamiento y obras de Lutero

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Lección 5- La Nueva Generación del Protestantismo

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CAPÍTULO

3:

LA

CIENCIA

DE

LA

EDAD

MEDIA

Y DEL

RENACIMIENTO Lección 1- Un panorama general de la Ciencia en la Edad Media

119

* Descenso y Revivificación de la Ciencia

120

Lección 2- Diversas Etapas de la ciencia Medieval

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* Ciencia de los primeros años del Cristianismo

124

* Ciencia de la edad Media Clásica

124

* Ciencia de la edad Media Tardía

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* Cuadro resumen del desarrollo en ciencia y metodología en Alta

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Edad Media Lección 3- Ciencia y Tecnología en el Renacimiento

129

* Nicolás de Cusa

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* Luis Vives

131

* La alquimia: Una búsqueda de la Piedra Filosofal

131

Lección 4- La Medicina En El Renacimiento

133

Lección 5- Descubrimientos Geográficos

134

Lecturas Complementarias: Bulas Papales

137

Las 95 Tesis de Martín Lutero

140

BIBLIOGRAFÍA

147


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PRÓLOGO Luego de una gran evolución del pensamiento filosófico y científico que venía de la antigua Grecia, hubo un largo período que se caracterizó por la casi inexistencia de la actividad filosófica, reduciéndose la labor de unos pocos estudiosos a la compilación y recuperación de algunas memorias antiguas con el fin de asegurar la continuidad del saber. En esta coyuntura, en los inicios de la Edad Media, el interés de la filosofía se va dirigiendo hacia la fe, pero al no poder indagar nuevos caminos que no fueran los propuestos por el pensamiento cristiano se coartaba inmensamente el desarrollo de la filosofía. El período medieval se caracterizó por el predominio de los dogmatismos con los que se pretendía reemplazar la ciencia natural por considerarla peligrosa para la preservación de la moral. Igualmente la filosofía se confunde con la teología y, en muchas ocasiones, se condenaban las hipótesis de los filósofos antiguos considerados perniciosos en orden a la salvación del alma, ya que buscaban razones del ser por los caminos del naturalismo lo cual se entendía como opuesto a lo sobrenatural. Encontramos en esta época una mezcla entre filosofía y teología que comúnmente se denomina la filosofía cristiana, cuyos problemas filosóficos más destacados fueron la creación del mundo por Dios y el tema de los universales referente a los géneros o especies que se oponen al concepto de individuo. Se sobreponía la fe para que se aceptaran sus enseñanzas sobre Dios y los hombres como verdaderas, sin aceptar las razones de tipo lógico; esa aceptación se basaba en que las fuentes eran dignas de credibilidad y no admitían duda alguna. Una fe que no admitía pruebas y se reducía al plano de lo subjetivo, era a su vez impositiva ante las amenazas de castigo eterno a quien no las aceptara, ya que Dios lo había revelado así. Sin embargo, en el avance del tiempo, la filosofía cristiana fue más allá del simple dogmatismo e intentó explicar de manera racional la existencia de Dios, la creación del mundo y el futuro del alma humana. Estos problemas que trataron de responder los filósofos medievales, se relacionaban con los interrogantes que el hombre se había planteado desde tiempos antiguos, pero nunca había encontrado una respuesta totalmente satisfactoria. Los filósofos del Medioevo, buscaron responder esa cantidad de enigmas respaldándose en la fe mediante la cual


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pudieron resolver todas las dudas, imputándole a Dios la creación y el devenir de todo cuanto existe. De esta manera, la filosofía cristiana contiene un conjunto de verdades a las cuales el hombre llegó no con el auxilio de un análisis riguroso, sino mediante la aceptación de los datos de la revelación divina. No se acepta reducir la fe al conocimiento común de todos los hombres. En la mentalidad de la época medieval no se admite contradicción ni duda alguna en lo que se refiere a Dios como máxima perfección, recordando que el conocimiento completo sobre Dios no era de dominio común entre todos los hombres, no admitía comprobación y llegaba a través de la revelación a algunos pocos escogidos, quienes se encargaban de propagar estos conocimientos y sus seguidores debían recurrir a la fe para aceptar dichas revelaciones. En la filosofía de la Edad Media, la característica principal fue la de explicar las enseñanzas cristianas; no existió una filosofía contraria que se impusiera en esta época. La única oposición la encontraron en el ámbito científico, no porque los científicos desmintieran las teorías cristianas, sino porque los teólogos consideraban que una explicación de la naturaleza diferente a las enseñanzas reveladas por Dios, eran una herejía y un atentado contra la salvación del alma humana. La casi absoluta carencia de las artes reales y la ausencia de la filosofía de la tradición griega, hace que el empeño dialéctico no tenga otro contenido que el mundo de la fe y del dogma, siempre presente, como algo dado y objetivo, en las escuelas y en la sociedad en que surgían. En relación a la investigación de la naturaleza, que renació en la Edad Media Clásica, algunos religiosos llegaron a despreciar el estudio de las ciencias por creer que muchos buscaban esos conocimientos por vanidad. No obstante, los filósofos cristianos admitieron la ciencia matemática y natural, pero mantuvieron agudo criticismo que lleva a conclusiones escépticas en el campo metafísico, lo cual quiere dejar libre para la revelación y la fe. De esta manera, la civilización medieval se destaca por su imposición de la fe tanto en el campo filosófico y científico así como en todos los ámbitos de la vida humana. Sin embargo, no es posible hablar de Edad Media como una época totalmente uniforme que permita generalizar todas sus características. En la filosofía Medieval se distinguieron dos períodos que fueron la Patrística y la Escolástica. La Patrística hace referencia a la especulación de los padres de la iglesia, en los primeros siglos de cristianismo, donde se enfrentaron a las herejías y a la intelectualidad del paganismo. De esos ataques intelectuales, la nueva religión tiene que defenderse y lo hace cristianizando los conceptos filosóficos de Platón, lo cual es obra especialmente de San Agustín.


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El período de la Escolástica se inicia llegando al siglo XII con la traducción de las obras de Aristóteles y continúa con una filosofía que sirve a la teología, pero se da inicio a la creación de universidades, acontecimiento que genera un apogeo de la época en la que se emprende una gran actividad científica que se dedica especialmente a la investigación de la naturaleza la cual fue la base del desarrollo científico que se dio en la Edad Moderna. Debido al caos provocado por la disolución del Imperio Romano en los primeros siglos de la Edad Media, mucha de la cultura clásica se perdió y fue la Iglesia quien se encargó de la estructura educativa y de la supervisión de la misma. La mayoría de las universidades en los siglos XII y XIII surgieron precisamente de escuelas ligadas a las catedrales y funcionaban bajo la jurisdicción eclesiástica. Se observa entonces como la Edad Media comenzó con grandes dificultades que socavaron la producción intelectual del continente, pero llegado el siglo XII se reavivó el interés por entender los fenómenos del universo. La ciencia que se desarrolló en este periodo hizo énfasis en la lógica y el empirismo, lo que hizo entender la naturaleza como un sistema coherente de leyes que podrían ser explicadas por medio de la razón. Fue de esta manera que los intelectuales medievales abordaron la búsqueda de explicaciones para los fenómenos del naturaleza, consiguiendo significativos avances que darían pie al desarrollo de la ciencia futura. En las universidades, el campo de la filosofía natural disponía de gran libertad intelectual, desde que restringiera sus especulaciones al mundo natural. Aunque se esperaban represalias y castigos si los filósofos naturales pasaban de ese límite. En general, había soporte religioso para la ciencia natural y el reconocimiento de que ésta era un importante factor en el aprendizaje. En China la ciencia vivió épocas de esplendor. Pero, en este texto, lo más importante es ver el impacto que tuvieron en Europa varias innovaciones prácticas de origen chino. Entre ellas estaban los procesos de fabricación del papel y la pólvora, el uso de la imprenta y el empleo de la brújula en la navegación. Igualmente, el saber de la ciencia griega fue difundido en la lengua erudita, el latín, y posteriormente se expandió por Europa. Muchos de los manuscritos leídos con más anhelo estaban relacionados con la alquimia. Después del 1500 aparecieron cada vez más trabajos académicos, así como trabajos dedicados a la tecnología. El resultado de este saber creciente se hizo más visible en el siglo XVI.


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PRIMERA UNIDAD

EL ESPÍRITU CULTURAL MEDIEVAL INTRODUCCIÓN La presente unidad ofrece un panorama descriptivo de los profundos cambios y transformaciones que en el plano político y socioeconómico afectaron al Occidente europeo durante el inicio de la edad Media y que tuvieron repercusión en el drástico giro que tomó el pensamiento filosófico con respecto al que se había desarrollado en la antigua Grecia. Así mismo, se presentan las diferentes facetas de la vida humana en la Edad Media, dando una perspectiva de lo que era la sociedad, las rutinas de los campesinos, el espacio de la mujer en el campo familiar y laboral y el desarrollo intelectual de la época. En un segundo capítulo, se aborda lo que suele considerarse como el período premedieval, en el que la filosofía se ejercita todavía en el seno de la cultura antigua y donde, a través de la Patrística, va configurándose el pensamiento medieval. Se presentan las problemáticas filosóficas de los primeros años de la era cristiana para mostrar las controversias de los pensadores cristianos que formaron diversos grupos ideológicos donde se destacaron los llamados Padres de la Iglesia cuya labor fundamental fue la de redactar obras que exponían la doctrina cristiana. Estos Padres de la Iglesia, son los verdaderos iniciadores de la filosofía cristiana al mismo tiempo que desarrollan la estructura eclesial. En el tercer capítulo se hace aproximación a los temas tratados en la filosofía Medieval. Son temas que con algunas modificaciones de concepción de acuerdo a los diversos autores, se mantienen durante este largo período.


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CAPÍTULO 1- CONTEXTUALIZACIÓN HISTÓRICA Y SOCIAL Lección 1 APROXIMACIÓN HISTÓRICA DE LA EDAD MEDIA El adjetivo "Medieval" procede del latín medium aevum, que quiere decir "la edad intermedia" y la podemos situar en un período comprendido aproximadamente entre los siglos I y finales del XV, aunque los primeros cinco siglos corresponden a la transición entre la edad antigua y la Media y se conoce con el nombre de Patrística. Cabe aclarar que el concepto Edad Media no se refiere a un período cronológico de tiempo sino a una cultura y un pensamiento dado en Europa en dicha época. En muchos aspectos, los tiempos medievales nos parecen remotos y misteriosos, poblados de caballeros y damas, reyes y obispos, monjes y peregrinos. Pero las ciudades, los Estados, los parlamentos, los sistemas bancarios y las universidades europeas tienen sus raíces en esa época, y buena parte de su paisaje está todavía dominado por los grandes castillos y las catedrales medievales. No obstante, para efectos del presente texto comenzaremos a describir algunos sucesos importantes dados antes del período mencionado entendiéndolos como la plataforma donde se edifican los principios culturales de la época. Un hecho imposible de dejar de mencionar es el Imperio de Roma caracterizado por un régimen político dominado por un emperador, que comprende desde el momento en que Octavio recibió el título de augusto en el año 27 a.C., hasta la disolución del Imperio romano de Occidente en 476 d.C. Tras un periodo de guerras civiles y luchas, la república romana se transformó en un Imperio. En los 200 años siguientes el nivel de prosperidad del Mediterráneo alcanzó un grado tal, que en muchos aspectos no pudo ser igualado hasta 1.500 años después. El Imperio romano asimiló a numerosos pueblos y, en el año 212, la mayor parte de los hombres libres nacidos dentro de los confines del Imperio se convirtieron en ciudadanos romanos. Este concepto de ciudadanía universal fue único en el mundo antiguo. Más allá de las fronteras del Imperio, ciertos elementos de la cultura grecorromana influyeron también en las sociedades europeas. La península Ibérica sufrió un profundo proceso de romanización. Se dice que era „el granero de Roma‟ y una de sus provincias más ricas. “El siglo III fue una época de quiebra de las estructuras imperiales, después de la cual el emperador Diocleciano reorganizó el Imperio. Muchas de sus reformas económicas y sociales anticiparon la edad media y sus cambios administrativos


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acabaron con la supremacía de Italia. En el siglo IV, bajo Constantino I el Grande, Constantinopla (actual Estambul) reemplazó a Roma como capital, y el cristianismo se convirtió en la religión del Estado. En el siglo V, tras la caída del Imperio romano de Occidente ante los grupos germánicos invasores, que dio lugar a la instauración de una serie de reinos germanos, la Iglesia conservó la herencia del imperio romano” (Encarta 2007). La actividad cultural durante los inicios de la edad media consistió principalmente en la conservación y sistematización de una pequeña parte del conocimiento del pasado y se copiaron y comentaron las obras de autores clásicos. En el centro de cualquier actividad docta estaba la Biblia: todo aprendizaje secular llegó a ser considerado como una mera preparación para la comprensión del Libro Sagrado (es.shvoong.com/books). Uno de los elementos arquitectónicos fundamentales de la ciudad medieval era la catedral. Situada en el centro de la villa, que constituía el punto de encuentro de la vida social de la comunidad y un importante elemento de identidad para todos sus integrantes. La alta edad media estuvo caracterizada por la consecución de la unidad institucional y una síntesis intelectual, la baja edad media estuvo marcada por los conflictos y la disolución de dicha unidad. Fue entonces cuando empezó a surgir el Estado moderno y, la lucha por la hegemonía entre la Iglesia y el Estado se convirtió en un rasgo permanente de la historia de Europa durante algunos siglos posteriores. Pueblos y ciudades continuaron creciendo en tamaño y prosperidad y comenzaron la lucha por la autonomía política. Este conflicto urbano se convirtió además en una lucha interna en la que los diversos grupos sociales quisieron imponer sus respectivos intereses (Aries y Duby, 1991)

Lección 2 LA SOCIEDAD MEDIEVAL La cultura europea, estuvo marcada por muchos movimientos políticos, económicos y religiosos y tuvo un su mayor esplendor se observa en la arquitectura, la agricultura y el comercio. De esas grandiosas creaciones, han sobrevivido las obras maestras y algunas construcciones arquitectónicas, representativas de la magnificencia de una época a la que no se puede separar de la esclavitud y la injusticia, ya que la situación social siempre fue precaria para la mayoría de las personas. Citamos a George Duby quien en su libro Europa en la Edad Media (1999) analiza el significado del arte en Europa y las relaciones que lo unían al conjunto de la sociedad y de la cultura, y sostiene que aquellas hermosas


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construcciones y aquella delicadeza artística fueron también un sutil velo bajo el que se ocultaban la brutalidad, el terror y la miseria. Este autor comienza dando una visión de la Europa del año mil, el cual es muy importante dentro de la cultura ya que se venía de sufrir una serie de guerras, enfermedades y escases de comida. La miseria y el hambre eran una constante que se venía padeciendo desde tres siglos atrás, lo cual era atribuido al castigo de Dios por los pecados que cometía la humanidad. Sin embargo, el año mil cambió considerablemente este panorama, debido inicialmente a cambios climáticos que favorecieron la agricultura, los europeos comenzaron a producir más alimentos por persona que cualquier otra cultura. La capacidad de producir alimentos permitió que los europeos desarrollaran sistemas políticos que protegían su modo de vida. La consecuencia de esto fue un aumento continuo de la población europea y de los cultivos desde el año 1000 hasta el año 1800, aunque se vieron algunos retrocesos causados por la Peste Negra. A pesar del impulso económico presente desde el año 1000, la desigualdad fue la que marcó la sociedad de Europa medieval que se organizó de acuerdo al sistema "feudal", basado en la entrega de tierras a cambio de servicios. Se impuso un sistema de estamentos que separaba la sociedad en categorías, definidas por un común estilo de vida y análoga función social. Dichos estamentos se componían de personas que tenían una importancia de acuerdo a su cercanía al rey. Así, el rey otorgaba tierras o feudos, a sus nobles más importantes y a cambio, los nobles le prometían ayudarle con soldados en tiempo de guerra. Un noble se comprometía a ser vasallo en una ceremonia específica en la que arrodillado ante el rey, le juraba fidelidad, estos nobles conformaban el estamento más elevado. A su vez, los grandes nobles solían repartir las tierras entre los nobles inferiores o caballeros, que se convertían en vasallos suyos y que reclutaban campesinos para las labores agrícolas y domésticas. De ese modo, el feudalismo abarcaba desde la cúspide hasta los sectores inferiores de la sociedad. En el estadio más bajo se hallaban los campesinos que trabajaban la tierra y estaban vinculados a ella, con pocos derechos, escasa propiedad y ningún vasallo (Basado en: www.arcobosque.com/vidamedi.htm).


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Lección 3 DIFERENCIA DE VIDA ENTRE CLASES SOCIALES DE LA EUROPA MEDIEVAL De acuerdo a las leyes europeas medievales, dice Le Goff (1990), un campesino no tenía dominio sobre los animales ni la tierra que trabajaba, tampoco podía disponer enteramente de la casa donde vivía, ni podía administrar siquiera los alimentos que ingería, ya que todo pertenecía al señor del feudo. Estos campesinos eran conocidos como siervos de la gleba, y debían trabajar para su señor a cambio de una parcela de tierra para cultivo propio la cual podía ser desalojada en cualquier momento por decisión del señor feudal. La vida del campesino estaba llena de penalidades y le estaba prohibido marcharse del feudo sin permiso, ya que la única manera de obtener la libertad era ahorrar el dinero necesario para comprar un lote de tierra, o casándose con una persona libre. En la Europa medieval, más del 90% de la población vivía del campo y trabajaba la tierra. La labranza y cría del ganado era un trabajo que absorbía toda la jornada, ya que los métodos eran poco eficaces.

En Gran Bretaña, muchos campesinos vivían en un manor, que constaba de una aldea, la casa señorial, una iglesia y las tierras circundantes. El señor del manor gobernaba la comunidad y nombraba a personas encargadas de velar porque los aldeanos cumplieran con sus obligaciones. El señor desempeñaba las funciones de juez y tenía el poder de multar a quienes quebrantaran las leyes establecidas. Como los manor solían estar aislados, los aldeanos tenían que confeccionarse todo aquello que necesitasen. Pocos productos venían de fuera, a no ser la sal para conservar la carne y el hierro para las herramientas (Southern, 1980). En cuanto al hogar de los campesinos medievales, Mercedes Borrero (1999), afirma que sus casas eran poco protegidas de las corrientes de aire, lo cual no afectaba mayormente a sus habitantes que pasaban la mayor parte del día fuera. Las ventanas de las casas permitían juzgar la categoría social de sus habitantes, pues las moradas de los siervos de la gleba sólo tenían huecos que cubrían con tablas que se cerraban de noche o cuando hacía frío. Los señores disponían de ventanas traslúcidas, de varillas cruzadas cubiertas de tela empapada en resina y sebo. Dejaban pasar la luz y evitaban las corrientes, y podían abrirse cuando llegaba el buen tiempo. Para proveerse de iluminación, pelaban un junco y lo mojaban en manteca, y eso ardía como una vela. Todo se mantenía lo más limpio posible: los suelos de tierra se solían desgastar a fuerza de barrerlos. La vida doméstica era mucho más en común que la actual, ya que las familias enteras comían, dormían y pasaban su tiempo libre juntas en su hogar de uno o dos cuartos. Las casas de los ricos eran mucho más complicadas. Hacia el siglo XIII,


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algunos nobles tenían un aposento privado para su familia y cubrían sus habitaciones con baldosas adornadas y colgaban tapices en sus muros. Otra diferencia entre las clases era la comida: los nobles podían permitirse una gran variedad de alimentos, incluyendo los frutos secos, las almendras y las especias asiáticas, que eran productos muy costosos y difíciles de adquirir. Los pobres comían pan moreno, verduras que cultivaban en la huerta y carne, en especial cerdo, de sus existencias caseras. En invierno consumían la carne y el pescado que con anterioridad habían conservado con sal. Había abundante leche debido a la cría de vacas, ovejas y cabras que a su vez facilitaba la elaboración de otros alimentos lácteos, llamados platos blancos. En cuanto al aseo personal, Emilio Mitre Fernández (2004) afirma que lo que marca la pauta en las costumbres es la aparición de las grandes epidemias. Se culpa al agua de los contagios entre los cuerpos, pues a través de los poros de la piel se puede acceder a todos los órganos. La inquietud que despierta el empleo del agua en esa época provoca la modificación de las costumbres higiénicas, centradas ahora en la limpieza en seco. El empleo del líquido se restringe a manos y boca. En estas condiciones, la proliferación de piojos y pulgas se convierte en una consecuencia inevitable de la época que, curiosamente, nunca se asoció a la falta de higiene, se creía que nacían de las secreciones de la piel. Los criterios de limpieza en la Edad Media insisten en asear lo que se ve: manos y rostro. Esta actitud explica, según Mitre, la importancia que, desde hace siglos, tiene la blancura de la ropa.

Lección 4 EL MIEDO COMO ELEMENTO SUBYACENTE EN LA CULTURA MEDIEVAL Dice Duby (1999): "de arriba abajo de la sociedad y hasta en sus más oscuras profundidades, las creencias, el temor a lo invisible, el interés en burlar las trampas insidiosas hendidas en todas partes por las potencias sobrenaturales, levantaban barreras, obligaban a realizar actos de consagración y sacrificios cuya influencia en los movimientos de la economía sería peligroso desconocer". La brujería estaba presente en todos los sectores de la sociedad, un hechicero, con solo pronunciar unas fórmulas mágicas y anudar un cordón durante la ceremonia del matrimonio, podía volver a unos esposos impotentes o estériles Fue tanto el temor por este tipo de prácticas que muchos matrimonios se realizaron durante las noches o en las aldeas vecinas.


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Pero no solo la brujería imponía el miedo en la sociedad medieval, con mayor temor se veía la peste que reaparecía continuamente lo que causaba en todas las poblaciones un estado de incertidumbre y terror. La peste, junto al hambre y la guerra, fue uno de los tres males medievales que atemorizó tanto a los habitantes de las ciudades como a los campesinos que la debían sumar a su pobreza habitual. En Francia atacó, entre 1347 y 1536, al menos 24 veces. En Londres atacó en 1603, 1625 y 1665. En Milán y Venecia, en 1570 y 1630. En España, en 1596-1602, 1648-1652 y 1677-1685. Las consecuencias eran muy nefastas pues diezmó la población considerablemente, por lo que el miedo que se imponía por esta razón produjo que no fuera nombrada ya que esto atraía el mal. La peste fue pues un miedo constante que condujo a la desconfianza hacia los extranjeros quienes eran evitados y expulsados para evitar la contaminación. Por otra parte, el desarrollo de las enfermedades era favorecido por carencias alimenticias en un pueblo que aparecía siempre bajo la amenaza del hambre. También se imponía el temor a Dios. La iglesia predicaba: ¡Teme a Dios!, sin embargo, George Duby duda si el temor que tenían los campesinos era realmente a Dios, ¿No temerán más bien a la iglesia y a sus hombres? Según Duby, queda patente que la ingenuidad y tontería atribuida a los campesinos se debía más a la pedantería de las altas jerarquías que a las realidades tangibles. Más bien, aparece un miedo recíproco: el hereje teme al pueblo porque puede acusarlo nuevamente, el pueblo teme al hereje porque hablar con él significa estar, no frente a la amenaza de una contaminación de ideas, sino de una futura acusación por parte de otras personas. El pueblo y el hereje se identifican por un temor a la Inquisición, no por un miedo a las ideas del condenado. Y se temía a los guerreros e invasores. Cuando se tenían noticias de la proximidad de los hombres de guerra en muchas parroquias se impedía el acceso a personas no conocidas, al mismo tiempo que se interrumpían los trabajos de los campos y los mercados. En el peor de los casos los campesinos se atrincheraban en la iglesia, último refugio de la comunidad rural. Miedo al hambre. Varios documentos testifican situaciones cercanas al horror: cuando azotaba el hambre algunos hombres llegaron a comerse las cortezas de los árboles e incluso se ha llegado a hablar de canibalismo medieval. El hambre, otro flagelo de la época, no podía dejar de causar un gran temor entre la gente. Otra amenaza existente eran los Señores. La relación entre campesinos y señores reviste un carácter polémico, se acusa al señor de ser un explotador insensible, enemigo de los campesinos, odioso déspota, cobrador irrefrenable y ostentador del poder. A la institución fiscal se le acusa de despojar al campesino de la mayor parte de lo que producía y no consumía para su propia supervivencia, frenando el ascenso económico entre los humildes y reduciendo las diferencias entre campesinos dependientes y campesinos libres. Se dice también que el fisco agrandó la brecha que separaba la clase de trabajadores de la de los señores. En


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esta tensión con los señores, los grupos de campesinos se cohesionaron a través de la revuelta, la identificación con la amenaza y el combate de la misma. Una construcción de nosotros a través de la oposición a ellos. La Mujer de la Edad Media “De todas las cosas del diablo la mujer es la más diabólica. El diablo le presenta una mujer a San Benito, que se defendería de la tentación haciendo rodar su cuerpo desnudo sobre ortigas, venía bajo la forma insidiosa de una compañera vestida que a primera vista no tiene nada de seductora” (Saint Bernoit- Sur- Loire, Iglesia abacial, capitel de la nave) (Citado por Le Goff, pág. 254)

Un aspecto importante de la época tiene que ver con el patriarcado heredado de la sociedad romana. El hombre era considerado un "agente activo" mientras que la mujer era el "agente pasivo". Así, el hombre ocupaba un papel superior ante la mujer a pesar de que la religión cristiana predicara la igualdad de los dos sexos ante Dios. En este marco patriarcal, la vida pública, desde la política a las armas pasando por la cultura o los negocios, estaba reservada exclusivamente al hombre mientras que la mujer estaba recogida en la vida doméstica. Sin embargo, de acuerdo con Adeline Rucquoi (citada por Bertini, 1991) en las sociedades tradicionales, en las que la escritura no desempeña el papel fundamental que ahora tiene, la transmisión de la mayor parte de los conocimientos se efectuaba precisamente en el marco de la vida privada por lo que el papel de la mujer es importante aunque opacado en los textos históricos. Nos cuenta Régine Pernoud (2000) que el matrimonio se impuso como sacramento en el siglo XII tras largo tiempo de lucha por parte de la Iglesia para imponer la monogamia y controlar la exogamia. El matrimonio suponía importantes mejoras para la mujer, especialmente al prohibirse el divorcio y la repudiación, al tiempo que se necesitaba el consentimiento de la interesada para llevarse a cabo. De esta manera se consigue un cierto papel de igualdad respecto al varón. Desde el siglo XIII la Iglesia inició una importante labor al santificar a mujeres casadas, lo cual también fue productivo respecto a las condiciones de la mujer. En cuanto a las propiedades, mientras viviera, el marido era considerado el administrador de los bienes de la esposa, solo al enviudar la mujer conseguía su propia autonomía, recibiendo la tutela de los hijos menores, la libertad para volver a casarse sin consentimiento paterno y el poder de administrar sus bienes, que si eran cuantiosos, el papel de la viuda era importante en la sociedad. En el aspecto del trabajo, sostienen Ángela Fernández y Cristina Segura (1988) que según la condena bíblica, tras la expulsión del Paraíso el hombre debería sudar para ganar el pan y la mujer parir con dolor. Este reparto de roles se mantiene durante la época medieval. Al ser el trabajo una condena, era destinado a aquellos que no participaban en las guerras ni en el clero, es decir para los que se denominaban plebeyos. Por otra parte, siendo una sociedad básicamente rural, la mujer participaba en las faenas del campo con el resto de su familia. También la


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esposa del artesano colaboraba en las funciones propias del oficio, desde la recepción de la materia prima hasta la venta del producto. Algunos trabajos estaban dirigidos especialmente a mujeres como el horneado, el hilado y el tejido. A pesar del desacuerdo de la Iglesia, las mujeres también desempeñaron otras labores como mesoneras, cocineras, bordadoras, lavanderas, joyeras, fruteras. Algunas debían dirigir el negocio familiar luego del fallecimiento de su marido. El trabajo desempeñado por la mujer tenía una remuneración menor que el realizado por el hombre, por lo que generalmente iba acompañado de una situación de pobreza. Cuando la mujer debía trabajar en otro ámbito que no fuera el familiar, era considerada una criada e ingresaba en un nuevo hogar que la consideraba propiedad de la familia. Las niñas se iniciaban en el trabajo entre los 6 y los 13 años. Dentro del círculo de las criadas se establecía una distinción entre las damas de honor de la alta nobleza y las sirvientas que solían ser objetos sexuales de sus amos u objetos de diversión de pandillas de jóvenes. Estas sirvientas desempeñaban los trabajos más serviles, vestían con harapos y comían los desperdicios. Como consecuencia de la pobreza, en la Edad Media la prostitución se desarrolló de forma considerable en Europa y durante mucho tiempo las prostitutas gozaron de una condición de privilegiadas y eran reconocidas como parte útil de la sociedad. Así, se inició así una larga peregrinación de meretrices extranjeras, quienes eran rotuladas como "reforzadoras del orden sociocultural" por el 1300, creencia apoyada por una tolerancia eclesiástica "en nombre del mal menor y exclusivamente destinada a los solteros". Afirma Mercedes Borrero que los prostíbulos, en creciente número, eran construidos, mantenidos y/o regenteados por autoridades municipales o principescas, desde sus principios y hasta el auge del Derecho Canónico, a partir del cual quedaron totalmente aisladas. Las crisis del siglo XV afectaron las capas sociales más debilitadas económicamente, lo que motivó el aumento de mujeres dedicadas a la prostitución para suplir en parte las necesidades de sobrevivencia. A raíz de la Reforma protestante y la aparición de epidemias de infecciones de transmisión sexual en el siglo XVI, la prostitución se vio sometida a un riguroso control y las meretrices fueron amenazadas con el juicio público.

Lección 5 EL DESARROLLO INTELECTUAL En un principio las universidades surgieron como gremios que agrupaban a profesores y estudiantes para defender los intereses comunes de los oficios. Se iniciaron con cuatro facultades: Artes, Derecho, Medicina y Teología. La universidad de París fue una de las más importantes y sirvió de modelo a muchas otras como la de Oxford en Inglaterra y Salamanca en España. La Universidad de


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Bolonia, una de las mejores de la época, tenía una curiosa particularidad: los alumnos podían sancionar a los profesores que no cumplieran puntualmente con los programas de estudio o fueran malos docentes. En cuanto a los libros, Según Duby (1991), en la Edad Media aún no se había inventado la imprenta, así que éstos eran escasos, costosos y solo accesibles a una minoría. La mayor parte de la población era analfabeta. A partir del Siglo XIII se comenzaron a reemplazar los rollos de pergaminos por los doblados en pliegos de papel y se publicaban algunas de las clases de los profesores de las universidades. El idioma utilizado en estos libros era el latín, que se consideraba la lengua culta de la época. El la literatura predominó el tema caballeresco en los llamados "cantares de gesta", donde se contaban las hazañas de los guerreros de aquella época. Estos poemas fueron compuestos por juglares y cantores que recorrían las diferentes cortes europeas y luego se fueron transmitiendo oralmente. Algunos cantares de gesta famosos fueron "La Canción de Rolando" en Francia, "El poema de los Nibelungos" en Alemania y "El Cantar del Mío Cid" en España. También deambulaban por los caminos los trovadores músicos ambulantes que le cantaban a la mujer y al amor. Con respecto a la filosofía, los textos de San Agustín en el Siglo V fueron la base de todo el pensamiento medieval. Aristóteles fue redescubierto en Occidente y Santo Tomás de Aquino trató de conciliar su pensamiento con la doctrina cristiana aceptando la razón como forma de interpretación y un instrumento para llegar a Dios. En su obra "La Suma Teológica" describe racionalmente los dogmas cristianos. La peste, el hambre y las guerras provocaron un cambio en el pensamiento medieval tornándolo más terrenal. Como consecuencia, autores como Roger Bacon expusieron una filosofía más experimental que empezaba a diferenciarse claramente del pensamiento religioso y teológico. El arte también tuvo un importante desarrollo en esta época en Europa. En arquitectura dos estilos artísticos se sucedieron durante la Edad Media: el románico y el gótico. El románico era un estilo sobrio y austero, con paredes anchas y reducidas aberturas. En el siglo XIII comenzó a imponerse el gótico, llamado así por ser el arte derivado de los godos y fue fundamentalmente un arte urbano caracterizado por la construcción de grandes catedrales que se distinguen por su marcada verticalidad y la gran luminosidad interior debido a los ventanales adornados con hermosas cristalerías llamadas comúnmente vitrales.


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ORGANIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA EN LA EDAD MEDIA LA SOCIEDAD MEDIEVAL Tenía como la máxima autoridad al

Estaba organizada en Que estaba situado por encima de toda autoridad

Rey

Que eran Estamentos

Que otorgaba

Se distinguían

Los ciudadanos definidos por la función social

Ayudaban al Tierras (feudos)

Se dedicaban a

A

La agricultura y la ganadería Que explotaban a

Los señores Que eran ayudados por Los caballeros

Y vivían en

Los monjes

Vivían en

Vivían en

Pequeñas aldeas y granjas Los Castillos

Los Campesinos

Se dedicaban a La oración, el trabajo, y el estudio

Monasterios


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CAPÍTULO 2 - FILOSOFÍA EN LOS PRIMEROS AÑOS DEL CRISTIANISMO Lección 1 LA PROBLEMÁTICA FILOSÓFICA PLANTEADA POR EL CRISTIANISMO Antes de entrar en el tema del cristianismo es importante recordar el período clásico de la filosofía griega y también la época de la filosofía helenística. Recordamos que el problema filosófico griego era el movimiento: las cosas son problemáticas porque se mueven, porque cambian, porque llegan a ser y dejan de ser lo que son. Lo que se opone al ser es el no ser, el no ser lo que se es. Desde el cristianismo, lo que amenaza al ser es la nada. Para un griego no era cuestión la existencia de las cosas pero para el cristiano eso es lo extraño que hay que explicar. Las cosas podrían no ser; es su propia existencia lo que requiere justificación, no el qué sean. El griego se siente extraño al mundo por la variabilidad de éste; el europeo de la Era Cristiana, por su nulidad o mejor nihilidad. Para el griego el mundo es algo que varía; para el cristiano es una nada que pretende ser (Marías, J. 1940). Por otra parte, el interés observado en la filosofía helenística era predominantemente ético-práctico donde las especulaciones físicas y metafísicas estaban relegadas a un segundo plano; no interesan ya por sí mismas sino sólo en cuanto que proporcionan una base y preparación para la ética. Los nuevos sistemas filosóficos toman prestados, sin más elaboraciones propias, la física y la metafísica de los antiguos, para concentrar sus esfuerzos en la cuestión moral. A diferencia de los períodos antes mencionados, el problema general de la filosofía medieval es el de la relación entre Filosofía y Religión, que no es algo original de ambientes cristianos, se encuentra ya en Grecia, al enfrentarse el pensamiento filosófico con las creencias religiosas tradicionales del pueblo griego. No obstante, ha sido en ambientes hebraicos, cristianos e islámicos en donde esta relación adquiere su máxima precisión o concreción. Y esto porque estas tres religiones tienen como base y fundamento la revelación. Según Eladio Urbina (2005), la religión natural se entiende como una manifestación de la búsqueda de Dios donde el hombre lo capta como un enigma, y no cesa de interrogarse sobre la causa de esa inquietud, y para responder, unas veces surge la religión y otras la Filosofía. En la religión cristiana, que es revelada, su punto de partida es Dios, no el hombre. Dios busca al hombre, no el hombre a Dios. Hombre es el punto de llegada de la religión. Dios se ofrece al hombre, se manifiesta, se revela para resolver sus problemas.


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El cristianismo trae una idea totalmente nueva, que da sentido al mundo y al hombre y es la creación, que se conoce por la revelación. Es una religión de comunicación entre Dios y el hombre y toda comunicación exige que los dos interlocutores posean entidad propia, que sean diferentes, que uno y otro tengan la capacidad de manifestarse, que pueda Dios dirigirse al hombre, y el hombre a Dios y además que sea posible esa relación. En la filosofía griega y en el Cristianismo una de las características de Dios es su trascendencia. Para Aristóteles Dios es el acto puro, que está separado absolutamente del mundo, que se piensa a sí mismo, que está más allá de todo saber, de toda expresión, de toda determinación ontológica. No es un ser más entre los seres, carece de tiempo porque éste indica movimiento, carece de lugar porque tener lugar es estar limitado. Está más allá de toda categoría humana, porque las categorías son a la medida del hombre y el hombre es limitado. Es el totalmente Otro. Así mismo, en el Antiguo testamento la trascendencia divina es una de sus constantes. Dios es invisible porque todo lo que se ve está a la altura del hombre, carece de nombre porque nombrarle es determinarle y limitarle; carece de lugar porque éste limita, y un Dios limitado no es Dios. Pero no sólo la palabra no puede expresar a Dios, incluso el concepto tampoco, porque el concepto es humano. Ante Dios la única actitud es caer de rodillas y en silencio. Por eso el Antiguo Testamento busca por todos los medios ir contra la idolatría. En el nuevo testamento, el cristianismo se presenta como religión de salvación para todos los hombres. Pero anunciar el evangelio a los hombres exige presentarlo de forma comprensible y racional. Y esto porque toda aceptación por parte del hombre si es verdadera ha de ser libre y consciente, sabiendo qué y por qué se acepta. No se ofrecen hechos o doctrinas irracionales. Más aún, para el hombre vivir es estar consciente de su vida y dar razón de la propia fe que exige comunicar la revelación. Por consiguiente, ¿cómo razonar la revelación para presentarla? A la hora de solucionar los problemas de la racionabilidad de la fe y superar las contradicciones de esos términos, hay que analizar su contenido. La revelación no se nos ofrece como expresión directa e inmediata de Dios, sino que llega a través de unos autores sagrados y emplea el lenguaje correspondiente a las personas a quienes habla. Por esto en la Biblia no nos encontramos con la palabra pura de Dios, sino expresada en un lenguaje humano. Tampoco existe la racionabilidad pura y estricta. La razón humana se expresa según la época, con categorías propias. El misterio de la encarnación no afecta sólo a Cristo sino a toda manifestación de Dios y a la vez toda manifestación del hombre. Por consiguiente es imposible evadirse de la Filosofía para entrar en la Teología, porque siempre empleará categorías.


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Por consiguiente, el problema se plantea a nivel de las mediaciones, la fe y la razón son mediaciones, que son categorías humanas. No se puede pensar sin conceptos, que incluyen las categorías, en un espacio y tiempo determinados. El problema va a intentar resolverse con la filosofía Medieval. La relación entre la Revelación expresada en cultura hebrea y la Razón expresada en cultura griega, trata de encontrar una noción o una categoría común a ambas culturas. Buscar el elemento común, para poder comunicarse. Se busca el punto de unión, el elemento común entre razón y fe ya que a primera vista, en la primera la revelación no existe, toda revelación se reduce a una Filosofía. En la segunda, la fe es la que niega la razón, y admite sólo la revelación.

Lección 2 LA PATRÍSTICA Se llama Patrística a la especulación de los padres de la Iglesia, en los primeros siglos del cristianismo, instada especialmente por las herejías y por la reacción intelectual del paganismo. De los ataques intelectuales, la nueva religión tiene que defenderse y lo hace utilizando los conceptos filosóficos griegos, sirviéndose de ellos apologéticamente y formulando de esta forma sus dogmas. Se consideran fuentes filosóficas de la Patrística los elementos que los padres de la Iglesia tomaron del pensamiento helénico, en especial del neoplatonismo, aunque, en general, es el eclecticismo lo que los identifica, puesto que también acudieron a cuanto les pareció útil de las escuelas paganas; estas múltiples fuentes pueden resumirse así: a) descubrimiento de analogías con el cristianismo en las doctrinas de Platón a través del estudio de los neoplatónicos como Plotino y Porfirio; b) algunas ideas de Aristóteles; c) ideas de algunos filósofos latinos como Séneca y Cicerón (Ferrater, 1941). Los problemas capitales de la patrística son la creación, el alma, la relación de Dios con el mundo, el sentido de redención y cuestiones puramente teológicas como Dios y el misterio de la Trinidad. También se preocupó por el establecimiento de una moral cristiana, con lo cual erige una nueva ética fundada en la idea de pecado, en la gracia, en la relación Dios-hombre y en la idea de salvación. En la evolución de la Patrística se da el surgimiento de varios grupos, entre los cuales se destacan los siguientes: los gnósticos, los platónicos, los apologetas y los padres griegos, entre otros.


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El Gnosticismo

En el siglo I y primera mitad del siglo II d.C., los escritores cristianos se dirigían a los mismos cristianos tratando de profundizar las enseñanzas del Nuevo Testamento y de los Apóstoles. Suelen llamarse Padres Apostólicos porque se juzga que son sucesores inmediatos de los apóstoles. A partir de la segunda mitad del siglo II cambia el ambiente, escriben para los intelectuales paganos que despreciaban a los cristianos como ignorantes, como seguidores de una doctrina mitológica. Esto movió a los gnósticos a hacer un esfuerzo para presentar y pensar al cristianismo en categorías filosóficas de la época. Su trabajo consistió en interpretar la Biblia desde las categorías de la filosofía pagana, de tal forma que prevalecía la filosofía sobre las Escrituras. La filosofía tendrá prioridad lógica sobre los datos revelados, reducen la revelación a categorías filosóficas y la fe pierde independencia. Los Gnósticos son representantes del sincretismo de varias religiones occidentales y por eso eran consideradas como herejías cristianas. Se considera el principal de los movimientos heréticos de los primeros siglos (siglos I al III) quienes solucionan el


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problema filosófico reduciendo la fe a la razón. La gnosis es una palabra que significa conocimiento, pero saber gnóstico no es la ciencia en el sentido usual y tampoco es la revelación, sino una ciencia o iluminación especial superior que es la llamada gnosis. El problema gnóstico es el de la realidad del mundo y más concretamente del mal. La posición gnóstica es de un dualismo entre el bien (Dios) y el mal (la materia). Es una doctrina fundamentada en obtener la salvación a través del propio conocimiento. La finalidad del gnosticismo fue doble, en primer lugar acentuar la separación doctrinal del cristianismo del pensamiento judío. En segundo lugar, autorizar el cristianismo ante la filosofía pagana, otorgándole una forma sistemática, lógica y digna de ella, una especie de Teología.

El Neo-Platonismo Otra corriente contemporánea de la gnosis que reduce la revelación a filosofía, es el platonismo que consiste en una adhesión a las tesis filosóficas de Platón, adelantada principalmente por Plotino en el siglo III y se caracteriza por una visión panteísta del universo. El pensamiento de Plotino tuvo gran influencia sobre los padres de la Iglesia y la escolástica medieval. El Platonismo apareció como reacción a la llamada Academia Nueva, que se fundamentaba en el escepticismo, que no niega la verdad sino la posibilidad de conocerla (agnosis); no se puede afirmar ni negar si Dios existe. Por lo que el Platonismo Insiste en la trascendencia de Dios acentuando su acción en el mundo a través de la Providencia. Dios coloca seres intermedios llamados eones entre el mundo y el hombre. Según Marías, en el pensamiento del platonismo, el ser divino produce por emanación una serie de eones, cuya perfección va decreciendo: el mundo es una etapa intermedia entre lo divino y lo material. Esto hace que los momentos esenciales del cristianismo como la creación del mundo y la redención del hombre, adquieran un carácter natural como simples momentos de la gran lucha entre los dos elementos del dualismo lo divino y la materia. Estas ideas solo pueden conciliarse con los textos sagrados cristianos recurriendo a la interpretación alegórica muy forzada y por esto caen los gnósticos en la herejía. Sostiene tres puntos importantes: el mundo ha sido creado por Dios; es imposible conocer a Dios antes de la venida de Cristo; y Dios es incomprensible, por lo tanto imposible divulgar el hecho.


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Lección 3 LOS APOLOGISTAS O PADRES LATINOS Apologistas o Apologetas es el nombre que designa a los padres de la Iglesia que dedicaron su obra a hacer apología del cristianismo, por medio de una argumentación filosófica. Tuvieron también un objetivo político puesto que sus argumentos estaban dirigidos a afirmar los derechos de los cristianos dentro del Imperio Romano. La perfección literaria de las obras de estos filósofos se debe a que estaban dirigidas a las clases cultas del Imperio, incluido el Emperador, y eran influidas por el helenismo. Frente a las desviaciones cristianas y sobre todo frente a la polémica pagana, los apologetas hacen esforzadamente la defensa del cristianismo. Los dos más importantes son Tertuliano y Justino, éste último sufrió el martirio y fue canonizado, luego vinieron otros entre los siglos III y IV. Se encuentra en ellos una profunda oposición en su actitud ante la cultura griega, y en especial la filosofía.

Los Padres seguidores de San Pablo La segunda actitud es la negación de la filosofía a partir de la fe. Quedarse con la revelación pura, no se confía en la verdad racional. Se encuentra como reacción ante los excesos especulativos o filosóficos de la gnosis y se fundamentaron en las prédicas de San Pablo. Las ideas fundamentales son las siguientes: a) Dios hizo el mundo y todo lo que hay en él; b) Dios es el Señor del cielo y la tierra, que rige y gobierna todo; c) transciende a todas las obras y por lo mismo no cabe en los templos; e) no necesita de los hombres ni de sus dones; f) con su providencia Dios da la vida y el aliento a todas las cosas; g) Dios es quien ha creado al hombre a partir de un solo hombre; h) Dios ha fijado el curso de la historia y de los pueblos. Esta línea de pensamiento es seguida por no pocos Padres de la Iglesia especialmente por aquellos que estaban más en contacto con los excesos especulativos de los filósofos (gnosticismo, platonismo). Eladio Urbina cita a los siguientes representantes de este pensamiento: San Ireneo (126-177), obispo y mártir siríaco; es significativa la siguiente cita: “Vale mucho más el no saber absolutamente nada, incluso el desconocer las razones por las que han sido creadas todas las cosas, y creer en Dios y perseverar en su amor, que inflados de esta clase de conocimientos que carecer de ese amor” (Contra Herejes II, 26, 1). Otro autor es Taciano, en el siglo II, que tiene un discurso a los griegos en esa misma línea. Y otro posterior es Teófilo de Antioquía (siglo IV), quien dijo: “Los que se dedican al estudio son como el hijo pródigo, abandonan la casa paterna (la meditación, la oración), y buscan alimentarse con la filosofía (las bellotas para los


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cerdos).” Tertuliano (160-240), del norte de África, tiene el siguiente texto: “¿Que hay de común entre el cristiano y el filósofo? ¿Qué hay de común entre el discípulo de Grecia y el discípulo del Cielo?” (Apología 46) “¿Qué puede hacer Atenas con Jerusalén? ¿Qué acuerdo puede existir entre la Academia y la Iglesia? El Hijo de Dios murió, eso es creíble por ser absurdo. Enterrado resucitó, es cierto por ser imposible” (De carne Christi 5, 4).

Lección 4 LOS PADRES GRIEGOS: RELACIÓN ENTRE FILOSOFÍA Y REVELACIÓN La tercera posición es la de equilibrio en la relación entre revelación y filosofía. El gnosticismo fue combatido de un modo especialmente inteligente por una serie de Padres de formación y lengua griega, desde el siglo II hasta fines del siglo IV. San Ireneo, uno de los primeros fundadores de la dogmática en Oriente, opone la fe a la iluminación especial de los gnósticos. Es un momento especialmente importante la vuelta a la seguridad de la tradición revelada, a la continuidad de la Iglesia, amenazada por el movimiento gnóstico. Cabe aclarar que los Padres de la Iglesia no son ni filósofos ni teólogos, esta división es muy posterior, en realidad comienza a finales del siglo XIV. Su pensamiento no se realiza dentro del marco de las disciplinas que tenemos hoy. Para ellos el cristianismo es la verdad pura y simple, y tratan de justificar ante el mundo judeopagano la verdad cristiana. Su empresa es encarnar la fe en categorías, buscar un punto de comunión desde el cual entablar una relación de diálogo con las concepciones filosóficas griegas. Se acude a la Biblia, fuente de la revelación, para encontrar una expresión o pasaje en que las categorías sean idénticas a las del pensamiento griego. Por eso, sobre todo hay que estudiar la transformación que sufren los problemas filosóficos planteados por los griegos al entrar en contacto con la doctrina cristiana. Cuando se realiza esa transformación se plantea el problema de la relación entre el helenismo y el cristianismo. La helenización del cristianismo es un hecho histórico, es decir es un fenómeno cultural, una adaptación al mundo cultural helénico. En este aspecto es preferible hablar de cristianización del helenismo porque dan un sentido nuevo a las categorías griegas, tienen el mismo vocabulario pero el contenido es diferente. Los cristianos hacen una adaptación de determinaos valores paganos. Esto para los Padres es una ventaja porque la fe se acomoda mucho mejor con temas comunes y banales que con temas profundos; tienen que anunciar el evangelio al pueblo, y el pueblo se mueve en los temas comunes. No se encuentran con Platón y Plotino sino con la gente corriente.


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En el siglo IV, la Patrística alcanza su plena madurez, es el momento en que las herejías han alcanzado su mayor agudeza. El pensamiento cristiano adquirió profundidad y claridad y al mismo tiempo vigencia social en el Imperio romano. El mundo antiguo está en su última etapa. La presión se hace sobre el paganismo hasta que deja de existir. En este momento aparece San Agustín, la plenitud de la Patrística, que resume en una personalidad inmensa el mundo antiguo, al que todavía pertenece, y la época medieval, que anuncia, y cuyo punto de arranque es él mismo. En la obra agustiniana se cifra este paso decisivo de un mundo a otro.

Boecio (480-524) Filósofo y hombre de Estado romano. Boecio supo ganarse la estima y confianza de Teodorico I el Grande, rey de los ostrogodos, y por entonces señor también de Roma, quien en 510 le nombró cónsul. Más tarde fue acusado por sus enemigos de preparar una traición y fue encarcelado en Pavía y ejecutado. Mientras estuvo en la cárcel escribió De Consolatione Philosophiae (Sobre la consolación de la Filosofía, 523), obra filosófica que, aunque escrita por alguien que no era cristiano, contiene muchos elementos de la ética cristiana por lo que fue tenida en muy alta consideración durante toda la época medieval. Se hicieron muchas traducciones de la obra y muy célebres son las del rey Alfredo el Grande y la del poeta Geoffrey Chaucer. Boecio escribió también un tratado de lógica sobre todo influido por la terminología lógica de los medievales, y realizó diversas traducciones y comentarios de las obras de Aristóteles, que sirvieron para que los escolares de entonces se iniciaran en el conocimiento del filósofo griego; escribió también sobre música, aritmética y teología.

Lección 5 SAN AGUSTÍN DE HIPONA (354-430) “Con el fin de que se le busque para ser hallado está oculto, con el fin de que se le siga buscando está Dios en el hombre” (Confesiones, Libro X).


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Entre los Padres de la Iglesia, la síntesis de todos ellos es San Agustín, es decir no es original sino que conoce todo lo anterior y lo sintetiza y sistematiza. Pero en san Agustín lo primero que hay que tener en cuenta es que es imposible separar su obra y su vida. En su obra no hace más que reescribir su vida. La vivencia de su conversión penetra su doctrina; es preciso saber interpretar todos los tratados doctrinales a la luz de esta experiencia. Un segundo punto clave es que para San Agustín no hay otra doctrina que la fe cristiana. A los innovadores los considera como heréticos, porque se separan de la doctrina de la verdad, se separan de Cristo. La fuente principal para conocer su experiencia de conversión son Las Confesiones que es un conjunto de reflexiones teológicas, sobre algunos datos de su vida. Es hacer una Teología a partir de la experiencia vivida, una especie de lectio divina, ser sensible a los datos de Dios a través de la vida. Es el obispo que reflexiona sobre su pasado y quiere hacer reflexionar a sus fieles. La doctrina agustiniana se situaba entre los extremos del pelagianismo y el maniqueísmo. Contra la doctrina de Pelagio mantenía que la desobediencia espiritual del hombre se había producido en un estado de pecado que la naturaleza humana era incapaz de cambiar. En su teología, los hombres y las mujeres son salvados por el don de la gracia divina. Frente al maniqueísmo, defendió con energía el papel del libre albedrío en unión con la gracia. En cuanto a su pensamiento lo primero a considerar es que San Agustín vive dentro de la problemática que tenía planteada su época, el final del Imperio romano. Era vivir en un ambiente de inseguridad o desintegración del Imperio. Un mundo que está desapareciendo ante las invasiones. Ante ello se busca la seguridad en la ciudad, pero sólo se encuentra a través de la conversión del propio individuo.

El pelagianismo recibe su nombre de Pelagio y designa una herejía del siglo quinto, que niega el pecado original y la gracia de Cristo.

Maniqueísmo: Doctrina teológica y filosófica fundada por Mani (s. III). Combina elementos de religiones orientales, judaicos, gnósticos y una metafísica de carácter dualista que se basa en la existencia al principio de dos sustancias opuestas, una buena (luz) y una mala (tinieblas). Conocer el elemento del bien que cada hombre posee y vivir de acuerdo con él proporciona la salvación después de la muerte. Perduró en Oriente hasta el s. XIV, y en Occidente hasta el s. V.


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El hombre se representa como un vacío, un hueco que busca llenarse, una ausencia que busca la presencia, una inquietud que busca el sosiego. Busca algo que colme su espíritu. A esto lo llama felicidad. La búsqueda de esta felicidad (bien supremo) la llama filosofía, palabra que no tiene el sentido de hoy. La felicidad puede ser considerada desde una doble perspectiva. Primero, de aquello que buscamos, felicidad objetiva o desde el objeto, y segundo, la felicidad subjetiva, la plenitud de aquel que posee el objeto. Aquello que satisface es la felicidad objetiva, y la satisfacción es la felicidad subjetiva. Por parte del objeto: la felicidad es aquello que colma toda nuestra alma, por eso ese objeto deber de ser eterno, porque si es temporal no podría darlo porque tendría miedo a perderlo. Amar lo que se puede perder es vivir en continua zozobra. Por eso es eterno, perfecto y por eso sólo es Dios. Por parte del sujeto: recibe el nombre de sabiduría, que es la felicidad subjetiva o psicológica, lo que experimentamos cuando nuestro ser vive en plenitud. Es mucho más que un conocimiento, porque el alma es mucho más que conocimiento, es también amor, voluntad, y sabiduría es plenitud de todas las facultades del hombre. Dios es Verdad pero también es Bien y Amor. El problema para él es cómo conseguir esta sabiduría llamada filosofía. En el camino filosófico analiza ese deseo de felicidad que subyace en nuestro obrar. Para analizar el deseo de ser felices parte del hombre. Somos deseo, ansia, inquietud de felicidad, pero buscar es una operación un tanto extraña, porque en ella vamos por algo, pero ese algo que buscamos en cierto modo lo tenemos ya. En el Libro X de las Confesiones habla de esto mencionando la parábola del Evangelio de la mujer que busca la moneda perdida. Esa es la idea clave de todo el pensamiento de San Agustín, es el tema de la presencia de Dios en el hombre. Está Dios infinitamente claro o patente para que nadie pueda ignorarlo, pero está suficientemente oculto para que nadie cese en el empeño de buscarlo. Está presente y ausente. El camino para conocer a Dios es ético. La filosofía tiene por objeto ese camino: La filosofía como ética. ¿Cuál es entonces el método para pasar de esa presencia oscura a una clara? Si Dios está en cierto modo en el hombre ¿cómo descubrirlo? San Agustín Propone un método en el Libro VII de las Confesiones: conversión y ascensión. Este método para llegar a la sabiduría y conseguir la plenitud de su vida, es un análisis del hombre en cuanto búsqueda, pero no el hombre abstracto, sino el hombre concreto, que está viviendo. El hombre es sentido como un perenne descontento, como radical inquietud, como un ser interrogativo. Este método no es una cuestión de demostración de la sabiduría sino un análisis cada vez más profundo de lo que es el hombre. Pasa de lo menos conocido a lo más conocido, de la semilla al desarrollo. No parte de un punto cero: “No vayas hacia afuera, vuélvete a ti mismo, en el interior del hombre habita la Verdad, y cuando encuentres que es mudable o


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cambiante tu naturaleza transciéndete a ti mismo, vete más allá de ti, pero acuérdate al transcenderte que eres un alma que razona, dirígete pues allí donde la luz de la razón se enciende. Mira el fundamento de tu pensar.” El método no es para descubrir a Dios sino para explicitarle. La temporalidad Cuando el hombre tiene conciencia de sí, lo primero de lo que tiene conciencia es de su temporalidad. Porque el tiempo se nos presenta como cambio y alteración. No están fijos en sí mismos. El tiempo, o la temporalidad, no es más que la expresión de nuestra inseguridad en el ser o el vivir, y el hombre como todo ser creado es esencialmente temporal, caminando hacia la muerte. Nosotros no somos, no subsistimos, sino más bien existimos; subsistir es ser fijo, apoyarse en sí, y el hombre está fuera de lo que es, fuera de lo permanente. ¿Qué es el tiempo? No se lo pregunta como Aristóteles (medida del movimiento), no es algo objetivo, sino subjetivo, cómo me siento yo, no es el mismo para el joven como para el anciano. Los tres modos del tiempo, pasado, presente y futuro, sólo se experimentan en el alma en cuanto los vive a la luz del presente. Comprender el tiempo es comprender el presente o la vivencia que tenemos del presente. El presente es la presencia o fulgor de la eternidad en el hombre. El tiempo es la relación de nuestro ser finito, móvil y cambiante a la eternidad inmóvil y fija. Presencia ontológica de Dios. La Creación no es una acción que se realizó, no es algo que fue, es algo continuo, es una acción de Dios continuada, continúa creando, o manteniéndonos en el ser. Es un continuo sustentarnos en la existencia. Como estamos en Dios, sustentados en Él, religados, entonces toda criatura está tocando la eternidad. No es más que lo eterno en el tiempo o el tiempo en la eternidad. Toda esta concepción indica que el hombre está continuamente hacia Dios, eso se llama amor. Por esto, comprender en plenitud las cosas, y también al hombre es comprenderlas desde Dios, es pasar del tiempo a la eternidad, comprender la presencia de Dios en el obrar de cada criatura, pero de una forma dinámica. “Dios llama a las criaturas hacia Él.” A esa atracción la llama vocación, y el hombre es respuesta. La vocación humana es respuesta a una llamada anterior. Presencia cognoscitiva de Dios Parte de que el hombre carece de poder creativo, no puede hacer nada de la nada. El hombre solo tiene un poder constructivo o transformativo, tanto en el orden material como cognoscitivo. Si el hombre es mortal, contingente, no puede producir nada absoluto. Esas propiedades sólo las tiene Dios, sólo han sido creadas por Dios. Todo conocimiento supone un pre-conocimiento, jamás conocemos a partir de la nada. No hay un comienzo absoluto de la filosofía, diciendo “dudo de todo”. Quien duda de todo no sale de la duda, es decir que se fundamenta la filosofía en una


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pre-filosofía. Ese pre-conocimiento son los primeros principios. Todo conocer es un juzgar, la primera operación no es la simple aprehensión, sino la enunciación, y todo juzgar es emitir un juicio, sea de igualdad, de superioridad o inferioridad, pero todo juicio es una comparación. Por ello, estas ideas o primeros principios son los presupuestos de todo conocimiento. Pero este preconocimiento, o ideas básicas connaturales no son la luz del conocimiento en sí, fundamento último del conocimiento, sino expresión de la Verdad, el fulgor de la luz divina, no la luz en sí. Por eso no existe un conocimiento en sí, sino todo conocimiento está en función de Dios, pensar es pensar desde Dios. “Así como nadie puede existir por sí mismo, tampoco nadie es sabio por sí mismo sino iluminado por Dios.” Presencia vital de Dios Los seres no son para San Agustín esencias o naturalezas (no parte de Aristóteles), que están naciendo desde sí mismas sino que son criaturas. No se hace uno mismo sino que nos hacen. Algo que Dios sigue haciendo. Por esto todo cuanto existe es signo de Dios, como todas las obras hechas son manifestación del autor. Por esto todo remite a Dios, la razón última está en Dios. Pero Dios no sólo es creador, también es providencia, ordenador. Dios ordena todo desde sí mismo, en sus manos. Por eso las leyes no son naturales, sino que es la ley divina, eterna. Y la ley no es más que la mano de Dios que lleva las cosas. Bajo su acción todo es llevado a su propio fin, a la perfección. El hombre está dotado de libertad, en cuanto tal el hombre tiene la responsabilidad de dejarse ordenar, de seguir la ley de Dios. Podemos decirle no. Por esto toda la vida del hombre ha de ser una conversión, un dirigirse a Dios, darle la mano. Esta conversión se materializa en el amor, su expresión máxima. El amor es la expresión psicológica de la relación ontológica del hombre con Dios. Este ordenarse hacia Dios se llama virtud. La virtud, es decir el amor es el peso del alma, el grito, inquietud del alma; pero podemos orientarla hacia Dios (virtud) o hacia las cosas (desorden). La perfección del hombre es ser en Dios, conocer en Dios y vivir en y desde Dios. En conclusión, parte de la vivencia de Dios, y a partir de ella construye su ontología, lógica y ética. Por consiguiente el orden sería: ser que se expresa a partir de la temporalidad que nos conduce a Dios presente en el ser (Eternidad), a Dios presente en el conocer (Verdad), a Dios presente en el obrar y en el Amor.


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CAPÍTULO 3- DELIMITACIÓN Y PROBLEMAS FILOSÓFICOS DE LA EDAD MEDIA

Lección 1 LOS LÍMITES CRONOLÓGICOS DE LA EDAD MEDIA La Filosofía de los 12 primeros siglos de la era cristiana se puede dividir en dos grandes apartados: la Patrística entre los siglos I al V y la Medieval desde el siglo V hasta el XV, aclarando que toda división del tiempo es pedagógica, subjetiva, no marcada en la naturaleza. En nuestro asunto encontramos que hay diferentes criterios de división respecto al origen: unos lo ven en el año 313 con el edicto de Milán, otros con la toma de Roma en el año 410 por Alarico, otros con el fin del imperio romano en el año 476, otros con la invasión de los árabes a España en el 711 y otros con la coronación de Carlomagno en el año 800. Respecto al final de la Edad Media unos la ponen en la muerte del papa Bonifacio VIII en el año 1303, otros con la invención de la imprenta en el 1443, otros con el descubrimiento de América en el 1492, otros con la revolución protestante en 1517, y otros con la revolución industrial en el año 1740. Desde un punto de vista estrictamente filosófico, los límites suelen ponerse con el año 529 porque el emperador Justiniano ordena cerrar las escuelas paganas y en ese año San Benito funda Montecasino (se pasa de la escuela pagana a la escuela Cristino-monástica). Otros ponen el año 778 con las Cartas Capitulares de Carlomagno, que manda que se abran escuelas en todas las catedrales. Y para el final suele ponerse el año 1464 con la muerte de Nicolás de Cusa. La Edad Media suele dividirse en dos grandes períodos que son los que se conocen como Alta y Baja Edad Media. Alta Edad Media: Se denomina por convención Alta Edad Media al periodo que se extiende desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta aproximadamente el año 1000, época de resurgimiento económico y cultural. Tres imperios conviven y luchan por la supremacía: el bizantino, el árabe o islámico y el carolingio. En el Siglo III, el Imperio Romano entró en crisis política, económica y social ya que varios pueblos acosaban las fronteras del Imperio. Sin embargo, el emperador Teodosio I logró la paz, mediante un pacto de amistad con el jefe visigodo. Pero Teodosio I murió en el año 395 lo cual significó para los Visigodos la ruptura de los acuerdos realizados con el Imperio y su jefe. A la muerte de Teodosio I, lo sucedieron en el imperio sus dos hijos: Honorio en el Occidente y Arcadio en el


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Oriente. Poco después, en el 406, el Imperio Romano se vio invadido por pueblos germánicos que buscaban dónde instalarse (es.wikipedia.org/wiki). Tras caer Roma, el Imperio se disgregó en diferentes reinos, llamados Reinos Romano Germánicos. Hacia mediados del siglo XI Europa se encontraba en un periodo de evolución desconocido hasta ese momento. La época de las grandes invasiones había llegado a su fin y el continente europeo experimentaba el crecimiento dinámico de una población ya asentada. Renacieron la vida urbana y el comercio regular a gran escala y se desarrolló una sociedad y cultura que fueron complejas, dinámicas e innovadoras. Este periodo se ha convertido en centro de atención de la moderna investigación y se le ha dado en llamar el renacimiento del siglo XII. La Plenitud de la Edad Media es el nombre que algunos historiadores dan al periodo de la que ocupa los siglos XI al XIII, que para otros sería el comienzo de la Baja Edad Media. Terminaría en la crisis del siglo XIV. Este nombre se otorga teniendo en cuenta lo excepcional del desarrollo económico, demográfico, social y cultural de Europa que tiene lugar en ese periodo de tiempo, lo cual coincide con un clima benigno que permitió los mejores cultivos en Europa. El simbólico año mil no significa nada por sí mismo, pero a partir de entonces se da por terminada la Edad Oscura de las invasiones de la época anterior o Alta Edad Media. La Europa de la Plena Edad Media es expansiva también en el terreno militar: Las Cruzadas en el Próximo Oriente, la dominación angevina de Sicilia y el avance de los reinos cristianos en España amenazan con reducir el espacio islámico a la ribera sur de la cuenca del Mediterráneo y el interior de Asia El modo de producción feudas se desarrolla sin encontrar límites a su extensión. Las ciudades y la burguesía crecen con el aumento de la demanda de productos artesanales y del comercio a larga distancia, nacen y se desarrollan las ferias, las rutas comerciales terrestres y marítimas Los cruzados extienden su influencia cultural por los Balcanes y las estepas rusas. La Baja Edad Media: Comprende desde el inicio del siglo XI hasta el descubrimiento de América (1492) fecha en la que comienza la Edad Moderna. El siglo XIV es uno de los períodos que puede considerarse como de crisis secular para. Temporalmente abarcaría el tramo final de la Edad Media, hasta la recuperación de la población, el dinamismo económico y el nuevo vigor cultural que trajeron el Renacimiento y la Era de los Descubrimientos.


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Si la alta edad media estuvo caracterizada por la consecución de la unidad institucional y una síntesis intelectual, la baja edad media estuvo marcada por los conflictos y la disolución de dicha unidad. Fue entonces cuando empezó a surgir el Estado Moderno y la lucha por la hegemonía entre la Iglesia y el Estado se convirtió en un rasgo permanente de la historia de Europa durante algunos siglos posteriores. Pueblos y ciudades continuaron creciendo en tamaño y prosperidad y comenzaron la lucha por la autonomía política. Este conflicto urbano se convirtió además en una lucha interna en la que los diversos grupos sociales quisieron imponer sus respectivos intereses. La independencia del análisis político es sólo uno de los aspectos de una gran corriente del pensamiento bajomedieval y surgió como consecuencia del fracaso del gran proyecto de la filosofía altomedieval que pretendía alcanzar una síntesis de todo el conocimiento y experiencia tanto humano como divino. Igualmente, el desarrollo filosófico fue importante y la espiritualidad de la baja edad media fue el auténtico indicador de la turbulencia social y cultural de la época. Esta espiritualidad estuvo caracterizada por una intensa búsqueda de la experiencia directa con Dios, bien a través del éxtasis personal de la iluminación mística, o bien mediante el examen personal de la palabra de Dios en la Biblia. En ambos casos, la Iglesia orgánica no estuvo en disposición de combatir ni de prescindir de este fenómeno. Toda la población, laicos o clérigos, hombres o mujeres, letrados o analfabetos, podían disfrutar potencialmente una experiencia mística. Concebida ésta como un don divino de carácter personal, resultaba totalmente independiente del rango social o del nivel de educación pues era indescriptible, irracional y privada. En muchos casos estos movimientos adoptaron una postura apocalíptica o mesiánica, en particular entre los sectores más desprotegidos de las ciudades bajomedievales, que vivían en una situación muy difícil. Tras la aparición catastrófica de la peste negra, en la década de 1340, que acabó con la vida de una cuarta parte de la población europea, bandas de penitentes, flagelantes y de seguidores de nuevos mesías recorrieron toda Europa, preparándose para la llegada de la nueva época apostólica. Esta situación de agitación e innovación espiritual desembocaría en la Reforma protestante; las nuevas identidades políticas conducirían al triunfo del Estado nacional moderno y la continua expansión económica y mercantil puso las bases para la transformación revolucionaria de la economía europea. De este modo las raíces de la Edad Moderna pueden localizarse en medio de la disolución del mundo medieval, en medio de su crisis social y cultural (es.wikipedia.org/wiki).


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Lección 2 LOS PRINCIPALES TEMAS DE LA EDAD MEDIA El problema a enfrentar fue la adaptación a una nueva cultura y la tarea era apoderarse y asimilar un patrimonio acumulado en el Imperio romano, tanto cristiano como pagano. Esto debía hacerse a través de la sistematización de esa cultura por medio de textos de tipo escolar. A continuación debía darse un aprendizaje y una organización pedagógica escolar. En función de la enseñanza esas obras se escribieron y por eso recibieron el nombre de enseñanza escolástica. Los primeros filósofos fueron principalmente pedagogos que sistematizaron la doctrina, hicieron enciclopedias generales y libros de texto. Con ello se pierde la vivencia creativa. Es la gran diferencia con los Padres de la Iglesia, que hacen un esfuerzo de pasar de vivencia a conceptualizar. Aquí sólo se aprenden conceptos. Ante ello, van a realizar un pensamiento al margen de la realidad, de lo espontáneo, y sólo va a ser de tipo lógico y conceptual. Con ello tenemos que se van a adaptar al pensamiento griego, sobre todo de Platón y Aristóteles, porque van a realizar su pensamiento en la polis, y a través del hablar. Por consiguiente, se hace a través de lo que se dice, de lo cultural, no de lo natural. Falta pensar la realidad misma, su lógica es insuperable. Este es el gran problema de la Iglesia. Para realizar esta apropiación de esa lengua y cultura diferentes se imponen las traducciones. No conocen el griego, ni el latín clásico por lo que utilizan el latín vulgar. Se imponen también los comentarios para poder entenderlos. Y con ello se simplifica toda la cultura para adecuarla a su mente. Eso es lo fundamental hasta el siglo XII.

La Creación Dios es creador y el mundo es creado; un modo de ser profundamente distintos e irreductibles. La creación no se puede confundir con lo que los griegos llamaban génesis o generación. La generación es un modo de movimiento que supone un sujeto, un ente que se mueve. En la creación no hay sujeto, Dios no fabrica o hace el mundo con una materia previa, sino que lo crea, lo pone en la existencia. La creación es creación de la nada. Pero un principio de la filosofía medieval es el de que de la nada, nada se hace, esto parecería significar que la creación es imposible, que de la nada no puede resultar el ser, y sería la fórmula del panteísmo; pero el sentido en que se emplea esa frase en la Edad Media es el de que la nada, nada puede hacerse sin la intervención de Dios, es decir, justamente la creación.


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Siguiendo a Marías, la idea de creación, de origen religioso, afecta en su raíz más honda a la ontología medieval. Las opiniones de los escolásticos están divididas; es decir no tanto respecto a la verdad dogmática de que la creación ha acontecido en el tiempo, como acerca de la posibilidad de demostrarlo racionalmente. Santo Tomás considera que la creación es demostrable, pero no su temporalidad, conocida sólo por revelación; y la idea de una creación desde la eternidad no es contradictoria, pues el ser creado solo quiere decir que su ser es recibido de Dios, que es ab alio, independientemente de la relación con el tiempo. Pero se plantea una nueva cuestión que es la relación de Dios con el mundo ya creado. El mundo no se basta a sí mismo para ser, no tiene razón de ser suficiente; está sostenido por Dios en la existencia para no caer en la nada; es menester, aparte de la creación, la conservación. La acción de Dios respecto al mundo es constante; tiene que seguir haciendo que exista en cada momento, y esto equivale a una creación continuada. El mundo pues, necesita siempre a Dios y es constitutivamente menesteroso e insuficiente. Esto es lo que se piensa en la Escolástica de los primeros siglos. Pero dentro del nominalismo de los siglos XIV y XV esta convicción vacila. Se piensa entonces que no es menester la creación continuada, que el mundo no necesita ser conservado. Se cree que este ser que Dios le da al crearlo le basta para subsistir; el mundo es un ente con capacidad de seguir existiendo por sí solo; la cooperación de Dios en su existencia, después del acto creador se reduce a no aniquilarlo, a dejarlo ser. De este modo, a la idea de la creación continuada sucede la de la relativa suficiencia y autonomía del mundo como criatura. El proceso del problema de la creación en la Edad Media lleva a conferir una independencia mayor a la criatura respecto al creador y, por tanto conduce a un alejamiento de Dios. Por distintas vías, todos los grandes problemas de la metafísica medieval van a llevar al hombre, al término de esta etapa, a idéntica situación.

Lección 3 LOS UNIVERSALES Se dio el nombre de universales a los conceptos, las ideas generales, también llamadas nociones genéricas; e ideas y entidades abstractas, que se oponen a los individuos. La cuestión de los universales ha sido planteada con frecuencia en la historia de la filosofía, especialmente desde Platón y Aristóteles, pero su importancia se trasladó a la Edad Media, cuando fue muy discutida desde la publicación de la traducción del Isagoge de Porfirio, hecha por Boecio. Aristóteles distinguía cinco unidades a saber: género, especie, diferencia, propiedad y


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accidente, los cuales son los mismos acogidos por la escolástica; pero Porfirio se convirtió en el punto de partida para un examen diferente por parte de muchos otros autores medievales. Los objetos que se presentan a nuestros sentidos son individuos, en cambio, los conceptos con que pensamos esos mismos objetos son universales: el hombre el árbol. Se plantea el problema de saber si los universales son o no cosas, y en qué sentido. De la solución que se de a esta cuestión depende la idea que tengamos del ser de las cosas, por una parte, y del conocimiento, por otra. Respecto al problema de los universales, las principales posiciones adoptadas en la Edad Media fueron: a) El realismo, que está en pleno vigor hasta el siglo XII, según el cual los universales existen realmente con una existencia previa a las cosas. Afirma que los universales son res, cosas, que están presentes en todos los individuos que caen bajo ellos, y, por tanto, no hay diferencia esencial entre ellos, sino sólo por sus accidentes. La solución realista tenía una gran sencillez, y se prestaba a la interpretación de varios dogmas, por ejemplo, el del pecado original; si en esencia no hay más que un solo hombre, el pecado de Adán afecta naturalmente a la esencia humana y por tanto a todos los hombres posteriores. El realismo está representado por San Anselmo y, en forma extrema por Guillermo de Champeaux (s. XI-XII). b) El nominalismo, que aparece desde el siglo XI, principalmente con Roscelino de Compiègne, cuyo supuesto es que los universales no son reales, sino que están después de las cosas como abstracciones de la inteligencia. Lo que existe son los individuos, no hay nada en la naturaleza que sea universal. Los universales no son más que soplos de la voz. Pero esta teoría es peligrosa; pues si el realismo exagerado amenaza llevar al panteísmo, el nominalismo aplicado a la Trinidad nos conduce al triteísmo: si hay tres personas, hay tres dioses. El nominalismo se convirtió en la escuela filosófica dominante del siglo XIV, cuando la escolástica empezó a declinar. El nominalista más importante fue el filósofo inglés Guillermo de Ockham, un gran lógico que atacó todos los sistemas filosóficos de los escolásticos precedentes para mantener, en cambio, que la razón humana y la filosofía natural tenían un campo de acción mucho más limitado del que sus antecesores habían establecido. c) Realismo moderado, aportado como solución en el siglo XII, según el cual los universales existen realmente, pero como formas de las cosas particulares, es decir teniendo su fundamento en la cosa. Es decir, se reconoce que la verdadera sustancia es el individuo, pero es individuo de una especie y se obtiene de ella por individuación. Santo Tomás dice que los universales son productos del espíritu, pero están fundados en lo real extramental. Los universales son producto de la


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mente, no existen ahí sin más, son algo que la mente hace, pero tienen un fundamento en la realidad.

Lección 4 LA RAZÓN Según Julián Marías, el logos aparece como un motivo cristiano esencial desde los primeros momentos. El comienzo del evangelio de San Juan dice taxativamente que en el principio era el verbo, el logos, y que Dios era el logos. Esto quiere decir que Dios es, por lo pronto, la palabra, y además la razón. Y entonces se plantean varios problemas, especialmente importantes, sobre la posición del hombre. El hombre es un ente finito una criatura, una cosa entre las demás; es como el mundo, algo finito y contingente. Pero al mismo tiempo el hombre es logos. Mientras por una parte es un ente que participa del ser en el sentido de las criaturas, por otra, es un espíritu capaz de saber qué es el mundo, un ente que es logos. La Edad Media va a decir que es un cierto intermedio entre la nada y Dios. Para conocer la verdad hay que entrar en uno mismo, hay que interiorizarse como dijo San Agustín. Lo peor que puede hacer el hombre para conocer es ponerse a mirar las cosas del mundo, porque la verdad no está en las cosas, sino en Dios, y a Dios lo encuentra el hombre en sí mismo. Es decir que la razón está subordinada a la fe. En general durante la Edad Media se opuso el concepto de fe al de razón y hubo una primacía de la fe, que se basa en la revelación, y que se hace más evidente con la aparición de la teoría de la doble verdad, siendo el más importante argumento para combatirla el que afirma la necesaria armonía que existe entre razón y fe, puesto que cada una de ellas pertenece a un orden diferente. Es usual examinar el concepto de razón en la filosofía medieval como una noción que se compara, contrasta u opone a la de la creencia o la fe. Por eso el problema de la razón en la filosofía medieval es en gran medida el problema básico de la filosofía de esta época en tanto que posibilidad de comprensión del contenido de la fe. Puesto que la fe se da a través de la revelación, la cual es conservada en un depósito de tradiciones, es frecuente que al examen de relaciones entre razón y fe se yuxtaponga el de las relaciones entre la razón y la revelación así como entre la razón y la autoridad. Cuando la fe o la autoridad aparecen como “naturalmente” ligados a la razón no se plantean graves cuestiones acerca de su relación mutua. Pero cuando por algún motivo la separación se acentúa, los intentos de explicación de su relación mutua y en particular de su mutua integración,


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proliferan. Primando la fe sobre la razón; primando la razón sobre la fe; equilibrio entre ambas; separación de ambas; son algunas de las soluciones propuestas. Hay que advertir que durante la época medieval los citados problemas no surgen demasiado notorios. La separación entre fe y razón no se manifiesta ni siquiera cuando los textos parecen tenerla en cuenta (Ferrater, 1994).

Lección 5 LAS CRUZADAS Y LA CIVILIZACIÓN MEDIEVAL ¿Cuándo llegó el Islam a Europa y cuáles fueron las rutas de penetración? Para contestar a esta pregunta tenemos primero que refutar una falsa y extendida creencia de que las cruzadas fueron responsables de los primeros intercambios culturales entre Oriente y Occidente.

Para determinar con exactitud cómo influyeron las cruzadas en las relaciones entre las dos orillas del Mediterráneo, hay que distinguir entre cultura intelectual y moral, por un lado, y civilización puramente material, por otro. Aunque fue insignificante en el campo de la ciencia y de la literatura, esta influencia fue de lo más desafortunada en cuanto a las relaciones humanas e intelectuales, incitando a la cristiandad contra el Islam en una lucha implacable, creando un ambiente de intolerancia y de odio, se creó un profundo abismo entre Oriente y Occidente que durante varios siglos impidió la colaboración entre los dos mundos. Las relaciones intelectuales y morales que habían sido establecidas entre la España musulmana y Aquitana al final del siglo VIII, fueron brutalmente rotas. La brillante civilización del "Languedoc", que parecía una iniciativa tan prometedora en el acercamiento de Oriente y Occidente, fracasó bruscamente. Esta unión de


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culturas mediterráneas apenas empezó a vislumbrarse cuando ya estaba irremediablemente comprometida. Este fue el triste resultado de las cruzadas en el plano espiritual. Sin embargo, como contraste, Occidente debe mucho a las cruzadas en el campo de la civilización material. Las cruzadas pusieron a la cristiandad en contacto directo con los pueblos musulmanes en el propio suelo del Islam. Los dos siglos que duraron los reinos Francos del Levante no se ocuparon solamente de operaciones militares. Largos periodos de tregua alternaron con periodos de hostilidades. Estos intervalos de paz aparente dieron la oportunidad de que se establecieran relaciones humanas entre las fuerzas ocupantes y los musulmanes. Un número considerable de cristianos se enfrentaron con una civilización muy superior a la europea de su tiempo. Los cruzados encontraron en Oriente muchas cosas qué eran completamente nuevas para ellos, así como técnicas que todavía eran desconocidas en Occidente. La introducción a gran escala de productos orientales en los mercados europeos y la adopción de nuevas técnicas en agricultura, industria y artesanía, fueron ciertamente las consecuencias más espectaculares de las cruzadas. Efectuaron una transformación profunda en la economía de Europa Occidental. El comercio conoció un continuo progreso. Marsella se unió al círculo de las ciudades-estado italianas que hasta entonces tenían el monopolio del comercio mediterráneo. "Hablando en términos generales, Europa empezó a aprender de la civilización Oriental y la producción general se vio transformada", comenta Albert Champdor en su libro: Saladino, el héroe más noble del Islam" (1959). "Del Oriente, dice, que nuestros antepasados aprendieron a tejer los lujosos tejidos con los que, primero Venecia y luego Francia, hicieron su fortuna; del Oriente procedía el arte de brocados de raso, terciopelo, oro y plata y tejidos ligeros como la muselina. Oriente sobresalió en la producción de alfombras; grandes artesanos europeos procuran ahora conocer este arte. Si Venecia aprendió pronto a soplar el vidrio y a cortar espejos, fue debido a las técnicas empleadas en los mercados de Oriente. Occidente llegó a conocer el arte de hacer papel a través de los artesanos sirios, así como el arte de mezclar jarabes. Las consecuencias de esta invasión, tenían un continuo efecto sobre el comercio y los comienzos de la industria en Europa: la tapicería fue transformada; Europa aprendió a fabricar textiles, crecieron y se desarrollaron grandes mercados en Occidente, se amplió la producción y las técnicas mejoraron. En realidad, una revolución económica estaba barriendo a una sociedad y a un continente entero". Hay que añadir que no hay nada de sorprendente en que la ciencia, la filosofía, la literatura y el arte musulmanas, fueran conocidas en Occidente mucho antes de las cruzadas. Su influencia se percibió independientemente de las expediciones militares llevadas a cabo por la cristiandad. (tomado de: www. Nerelislam.com/civilización/occidente.html)


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LECTURAS COMPLEMENTARIAS LIBRO 2 DE “LAS CONFESIONES” Por San Agustín CAPITULO I Quiero ahora recordar las fealdades de mi vida pasada, las corrupciones carnales de mi alma; no porque en ellas me complazca, sino porque te amo a ti, mi Dios. Lo hago por amor de tu Amor, recordando en la amargura de una revivida memoria mis perversos caminos y malas andanzas. Para que me seas dulce tú, dulzura no falaz, dulzura cierta y feliz; para que me recojas de la dispersión en la que anduve como despedazado mientras lejos de ti vivía en la vanidad. Durante algún tiempo de mi adolescencia ardía en el deseo de saciar los más bajos apetitos y me hice como una selva de sombríos amores. Se marchitó mi hermosura y aparecí ante tus ojos como un ser podrido y sólo atento a complacerse a sí mismo y agradar a los demás. CAPITULO II Nada me deleitaba entonces fuera de amar y ser amado. Pero no guardábamos compostura, y pasábamos más allá de los límites luminosos de la verdadera amistad que va de un alma a la otra. De mí se exhalaban nubes de fangosa concupiscencia carnal en el hervidero de mi pubertad, y de tal manera obnubilaban y ofuscaban mi corazón que no era yo capaz de distinguir entre la serenidad del amor y el fuego de la sensualidad. Ambos ardían en confusa efervescencia y arrastraban mi debilidad por los derrumbaderos de la concupiscencia en un torbellino de pecados. Tu cólera se abatía sobre mí, pero yo lo ignoraba; me había vuelto sordo a tu voz y como encadenado, por la estridencia de mi carne mortal. Esta era la pena con que castigabas la soberbia de mi alma. Cada vez me iba más lejos de ti, y tú lo permitías; era yo empujado de aquí para allá, me derramaba y desperdiciaba en la ebullición de las pasiones y tú guardabas silencio. ¡Oh, mis pasos tardíos! Tú callabas entonces, y yo me alejaba de ti más y más, desparramado en dolores estériles, pero soberbio en mi envilecimiento y sin sosiego en mi cansancio. ¡Ojalá hubiera yo tenido entonces quien pusiera medida a mi agitación, quien me hubiera enseñado a usar con provecho la belleza fugitiva de las cosas nuevas marcándoles una meta! Si tal hubiera sido, el hervoroso ímpetu de mi juventud se habría ido moderando rumbo al matrimonio y, a falta de poder conseguir la plena serenidad, me habría contentado con procrear hijos como lo mandas tú, que eres poderoso para sacar renuevos de nuestra carne mortal, y sabes tratarnos con mano suave para templar la dureza de las espinas excluidas de tu paraíso. Porque tu providencia está siempre cerca, aun cuando nosotros andemos lejos. No tuve quien me ayudara a poner atención a tu Palabra que del cielo nos baja por la boca de tu apóstol, cuando dijo: "Estos tendrán la tribulación de la carne, pero


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yo os perdono". Y también: "Bueno es para el hombre no tocar a la mujer"; y luego: "El que no tiene mujer se preocupa de las cosas de Dios y de cómo agradarle; pero el que está unido en matrimonio se preocupa de las cosas del mundo y de cómo agradar a su mujer" (1Co 7, 28.32.33). Si hubiera yo escuchado con más atención estas voces habría yo castigado mi carne por amor del Reino de los Cielos y con más felicidad habría esperado tu abrazo. Pero, mísero de mí, te abandoné por dejarme llevar de mis impetuosos ardores; me excedí en todo más allá de lo que tú me permitías y no me escapé de tus castigos. Pues, ¿quién lo podría entre todos los mortales? Tú me estabas siempre presente con cruel misericordia y amargabas mis ilegítimas alegrías para que así aprendiera a buscar goces que no te ofendan. ¿Y dónde podía yo conseguir esto sino en ti, Señor, que finges poner dolor en tus preceptos, nos hieres para sanarnos y nos matas para que no nos muramos lejos de ti? ¿Por dónde andaba yo, lejos de las delicias de tu casa, en ese año decimosexto de mi edad carnal, cuando le concedí el cetro a la lujuria y con todas mis fuerzas me entregué a ella en una licencia que era indecorosa ante los hombres y prohibida por tu ley? Los míos para nada pensaron en frenar mi caída con el remedio del matrimonio. Lo que les importaba era solamente que yo aprendiera lo mejor posible el arte de hablar y de convencer con la palabra. CAPITULO III Aquel año se vieron interrumpidos mis estudios. Me llamaron de la vecina ciudad de Madaura a donde había ido yo para estudiar la literatura y la elocuencia, con el propósito de enviarme a la más distante ciudad de Cartago. Mi padre, ciudadano de escasos recursos en Tagaste, con más ánimo que dinero, preparaba los gastos de mi viaje. Pero, ¿a quién le cuento yo todas estas cosas? No a ti, ciertamente, Señor; sino en presencia tuya a todos mis hermanos del mundo; a aquellos, por lo menos, en cuyas manos puedan caer estas letras mías. ¿Y con qué objeto? Pues, para que yo y quienes esto leyeren meditemos en la posibilidad y la necesidad de clamar a ti desde los más hondos abismos. Porque nada puede haber que más vecino sea de tu oído que un corazón que te confiesa y una vida de fe. A mi padre no había quien no lo alabara por ir más allá de sus fuerzas para dar a su hijo cuanto había menester para ese viaje en busca de buenos estudios, cuando ciudadanos opulentos no hacían por sus hijos nada semejante. Pero este mismo padre que tanto por mí se preocupaba, no pensaba para nada en cómo podía yo crecer para ti, ni hasta dónde podía yo mantenerme casto; le bastaba con que aprendiera a disertar, aunque desertara de ti y de tus cuidados, Dios mío, tú que eres uno, verdadero y bueno y dueño de este campo tuyo que es mi corazón. En ese año decimosexto de mi vida, forzado por las necesidades familiares a abandonar la escuela, viví con mis padres, y se formó en mi cabeza un matorral de concupiscencias que nadie podía arrancar. Sucedió pues que aquel hombre que fue mi padre me vio un día en los baños, ya púber y en inquieta adolescencia. Muy orondo fue a contárselo a mi madre, feliz como si ya tuviera nietos de mí;


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embriagado con un vino invisible, el de su propia voluntad perversa e inclinada a lo más bajo; la embriaguez presuntuosa de un mundo olvidado de su Creador y todo vuelto hacia las criaturas. Pero tú ya habías empezado a echar en el pecho de mi madre los cimientos del templo santo en que ibas a habitar. Mi padre era todavía catecúmeno, y de poco tiempo; entonces, al oírlo ella se estremeció de piadoso temor; aunque yo no me contaba aún entre los fieles, ella temió que me fuera por los desviados caminos por donde van los que no te dan la cara, sino que te vuelven la espalda. ¡Ay! ¿Me atreveré a decir que tú permanecías callado mientras yo más y más me alejaba de ti? ¿Podré decir que no me hablabas? Pero, ¿de quién sino tuyas eran aquellas palabras que con voz de mi madre, fiel sierva tuya, me cantabas al oído? Ninguna de ellas, sin embargo, me llegó al corazón para ponerlas en práctica. Ella no quería que yo cometiera fornicación y recuerdo cómo me amonestó en secreto con gran vehemencia, insistiendo sobre todo en que no debía yo tocar la mujer ajena. Pero sus consejos me parecían debilidades de mujer que no podía yo tomar en cuenta sin avergonzarme. Mas sus consejos no eran suyos, sino tuyos y yo no lo sabía. Pensaba yo que tú callabas, cuando por su voz me hablabas; y al despreciarla a ella, sierva tuya, te despreciaba a ti, siendo yo también tu siervo. Pero yo nada sabía. Iba desbocado, con una ceguera tal, que no podía soportar que me superaran en malas acciones aquellos compañeros que se jactaban de sus fechorías tanto más cuanto peores eran. Con ello pecaba yo no sólo con la lujuria de los actos, sino también con la lujuria de las alabanzas. ¿Hay algo que sea realmente digno de vituperación fuera del vicio? Pero yo, para evitar el vituperio me fingía más vicioso y, cuando no tenía un pecado real con el cual pudiera competir con aquellos perdidos inventaba uno que no había hecho, no queriendo parecer menos abyecto que ellos ni ser tenido por tonto cuando era más casto. Con tales compañeros corría yo las calles y plazas de Babilonia y me revolcaba en su cieno como en perfumes y ungüentos preciosos; y un enemigo invisible me hacía presión para tenerme bien fijo en el barro; yo era seducible y él me seducía. Ni siquiera mi madre, aquella mujer que había huido ya de Babilonia pero andaba aún con lentos pasos por sus arrabales tomó providencias para hacerme conseguir aquella pureza que ella misma me aconsejaba. Lo que de mí había oído decir a su marido lo sentía peligroso y pestilente; yo necesitaba del freno de la vida conyugal si no era posible cortarme en lo vivo la concupiscencia. Y, sin embargo, ella no cuidó de esto: temía que los lazos de una mujer dieran fin a mis esperanzas. No ciertamente la esperanza de la vida futura, que mi madre ya poseía; pero sí las buenas esperanzas de aprendizaje de las letras que tanto ella como mi padre deseaban vivamente; él, porque pensaba poco en ti y formaba a mi propósito castillos en el aire; y ella, porque no veía en las letras un estorbo, sino más bien una ayuda para llegar a ti. Todo esto lo conjeturo recordando lo mejor que puedo cómo eran mis padres. Por este motivo y sin un necesario temperamento de severidad, me soltaban las riendas y yo me divertía, andaba distraído y me desintegraba en una variedad de afectos y en una ardiente


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ofuscación que me ocultaba, Señor, las serenidades de tu verdad. "Y de mi craso pecho salía la iniquidad" (Sal. 72, 7). CAPITULO IV El hurto lo condena la ley, Señor; una ley que está escrita en los corazones humanos y que ni la maldad misma puede destruir. Pues, ¿qué ladrón hay que soporte a otro ladrón? Ni siquiera un ladrón rico soporta al que roba movido por la indigencia. Pues bien, yo quise robar y robé; no por necesidad o por penuria, sino por mero fastidio de lo bueno y por sobra de maldad. Porque robé cosas que tenía ya en abundancia y otras que no eran mejores que las que poseía. Y ni siquiera disfrutaba de las cosas robadas; lo que me interesaba era el hurto en sí, el pecado. Había en la vecindad de nuestra viña un peral cargado de frutas que no eran apetecibles ni por su forma ni por su color. Fuimos, pues, rapaces perversos, a sacudir el peral a eso de la medianoche, pues hasta esa hora habíamos alargado, según nuestra mala costumbre, los juegos. Nos llevamos varias cargas grandes no para comer las peras nosotros, aunque algunas probamos, sino para echárselas a los puercos. Lo importante era hacer lo que nos estaba prohibido. Este es, pues, Dios mío, mi corazón; ese corazón al que tuviste misericordia cuando se hallaba en lo profundo del abismo. Que él te diga que era lo que andaba yo buscando cuando era gratuitamente malo; pues para mi malicia no había otro motivo que la malicia misma. Detestable era, pero la amé; amé la perdición, amé mi defecto. Lo que amé no era lo defectuoso, sino el defecto mismo. Alma llena de torpezas, que se soltaba de tu firme apoyo rumbo al exterminio, sin otra finalidad en la ignominia que la ignominia misma. CAPITULO V Porque se da ciertamente un atractivo en todo lo que es hermoso: en el oro, en la plata, en todo. En el tacto de la carne mucho tiene que ver el halago, así como los demás sentidos encuentran en las cosas corporales una peculiaridad que les responde. Belleza hay también en el honor temporal, en el poder de vencer y dominar, de donde proceden luego los deseos de la venganza. Y sin embargo, Señor, para conseguir estas cosas no es indispensable separarse de ti ni violar tus leyes. Y la vida que aquí vivimos tiene su encanto en cierto modo particular de armonía y de conveniencia con todas estas bellezas inferiores. Así como también es dulce para los hombres la amistad, que con sabroso nudo hace de muchas almas una sola. Por conseguir estas cosas y otras semejantes se admite el pecado; por cuanto una inmoderada inclinación hace que se abandonen otros bienes de mayor valía, que son realmente supremos: tú mismo, Señor, tu verdad y tu ley. Es indudable que también estas cosas ínfimas tienen su deleite; pero no es tan grande como mi Dios, creador de todas las cosas, que es deleite del justo y delicia de los corazones rectos. Por lo cual, cuando se pregunta sobre las posibles causas del pecado, se suele pensar que no está sino en el vivo deseo de alcanzar o de no perder esos bienes que he llamado ínfimos. Son, a no dudarlo, hermosos y


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agradables en sí mismos, aun cuando resultan a ras de tierra y despreciables cuando se los compara con los bienes superiores, los únicos que dan verdadera felicidad. Alguno, por ejemplo, comete un homicidio. ¿Por qué lo hizo? Lo hizo, o porque quería quedarse con la mujer o el campo de otro, o porque tal depredación lo ayudaría a vivir, o porque temía que el occiso lo desposeyera de algo, o porque había recibido de él algún agravio que encendió en su pecho el ardor de la venganza. De Catilina, hombre en exceso malo y cruel, se ha dicho que era malo gratuitamente, que hacía horrores sólo porque no se le entumecieran por la falta de ejercicio ni la mano ni el ánimo. No deja de ser una explicación. Pero esto no lo es todo. Lo cierto es que de haberse apoderado del gobierno de la ciudad mediante tal acumulación de crímenes tendría honores, poder y riquezas; se libraba, además, de temor de las leyes inducido por la conciencia de sus delitos y del mal pasar debido a la pobreza de su familia. Ni el mismo Catilina amaba sus crímenes por ellos mismos, sino por otra cosa que mediante ellos pretendía conseguir. CAPITULO VI ¿Qué fue pues, miserable de mí, lo que en ti amé, hurto mío, delito mío nocturno, en aquel decimosexto año de mi vida? No eras hermoso, pues eras un hurto. Pero, ¿eres acaso algo real, para que yo ahora hable contigo? Bonitas eran aquellas frutas que robamos, pues eran criaturas tuyas, ¡oh, tú, creador de todas ellas, sumo Bien y verdadero Bien! Hermosas eran, pero no fueron ellas lo que deseó mi alma miserable, ya que yo las tenía mejores. Si las corté fue sólo para robarlas y, prueba de ello es que apenas cortadas, las arrojé; mi banquete consistió meramente en mi fechoría, pues me gozaba en la maldad. Porque si algo de aquellas peras entró en mi boca, su condimento no fue otro que el sabor del delito. Ahora me pregunto, Dios mío, por qué motivo pude deleitarme en aquel hurto. Las peras en sí no eran muy atractivas. No había en ellas el brillo de la equidad y de la prudencia; pero ni siquiera algo que pudiera ser pasto de la memoria, de los sentidos, de la vida vegetativa. No eran hermosas como lo son las estrellas en el esplendor de sus giros; ni como lo son la tierra y el mar, llenos como están de seres vivientes que vienen a reemplazar a los que van feneciendo y, ni siquiera tenían la hermosura aparente y oscura con que nos engañan los vicios. La soberbia remeda a la excelencia, siendo así que sólo tú eres excelso y, la ambición busca los honores y la gloria, cuando sólo tú eres glorioso y merecedor de eternas alabanzas. Los poderosos de la tierra gustan de hacerse temer por el rigor; pero, ¿quién sino tú, Dios único, merece ser temido? ¿Quién, qué, cuándo y dónde pudo jamás substraerse a tu potestad? Los amantes se complacen en las delicias de la lascivia; pero, ¿qué hay más deleitable que tu amor?, ¿qué puede ser más amado que tu salvífica verdad, incomparable en su hermosura y esplendor?


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La curiosidad gusta interesarse por la ciencia, cuando tú eres el único que todo lo sabe. La ignorancia misma y la estupidez se cubren con el manto de la simplicidad y de la inocencia porque nada hay más simple ni más inocente que tú, cuyas obras son siempre enemigas del mal. La pereza pretende apetecer la quietud; pero, ¿qué quietud cierta se puede encontrar fuera de ti? La lujuria quiere pasar por abundancia y saciedad; pero eres tú la indeficiente abundancia de suavidades incorruptibles. La prodigalidad pretende hacerse pasar por desprendimiento; pero tú eres el generoso dador de todos los bienes. La avaricia ambiciona poseer muchas cosas, pero tú todo lo tienes. La envidia pleitea por la superioridad; pero, ¿qué hay que sea superior a ti? La ira busca vengarse; pero, ¿qué venganza puede ser tan justa como las tuyas? El temor es enemigo de lo nuevo y lo repentino que sobreviene con peligro de perder las cosas que se aman y se quieren conservar; pero, ¿qué cosa hay más insólita y repentina que tú; o quién podrá nunca separar de ti lo que tú amas? ¿Y dónde hay fuera de ti seguridad verdadera? La tristeza se consume en el dolor por las cosas perdidas en que se gozaba la codicia y no quería que le fueran quitadas; pero a ti nada se te puede quitar. Entonces, fornica el alma cuando se aparta de ti y busca allá afuera lo que no puede encontrar con pureza y sin mezcla sino cuando vuelve a ti. Y burdamente remedan tu soberanía los que de ti se apartan y se rebelan contra ti; pero aún en eso proclaman que tú eres el creador e la naturaleza toda y que no hay realmente manera de cortar los lazos que nos ligan a ti. ¿Qué fue pues lo que yo amé en aquel hurto en que de manera viciosa y perversa quise imitar a mi Señor? ¿Soñé que con el uso de una falaz libertad me colocaba imaginariamente por encima de una ley que en la realidad me domina, haciendo impunemente, en un remedo ridículo de tu omnipotencia lo que no me era permitido? Aquí tienes pues a ese siervo que huyó de su Señor en pos de una sombra. ¡Cuánta podredumbre, qué monstruosidad de vida y qué profundidades de muerte! ¿Cómo pudo complacerse su albedrío en lo que no le era lícito por el solo motivo de que no lo era? CAPITULO VII ¿Con qué pagarle a mi Señor el que mi memoria recuerde todo esto sin que mi alma sienta temor? Te pagaré con paga de amor y de agradecimiento. Confesaré tu Nombre, pues tantas obras malas y abominables me has perdonado. Fue obra de tu gracia y de tu misericordia el que hayas derretido como hielo la masa de mis pecados y, a tu gracia también soy deudor de no haber cometido muchos otros; pues, ¿de qué obra mala no habría sido capaz uno que pecaba por gusto? Pero todo me lo has perdonado: lo malo que hice con voluntad y lo malo que pude hacer y, por tu providencia, no hice. ¿Quién podría, conociendo su nativa debilidad atribuir su castidad y su inocencia a sus propias fuerzas? Ese te amaría menos, como si le fuera menos necesaria esa misericordia tuya con que condenas los pecados de quienes se convierten a ti.


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Ahora: si hay alguno que llamado por ti escuchó tu voz y pudo evitar los delitos que ahora recuerdo y confieso y que él puede leer aquí, no se burle de mí, que estando enfermo fui curado por el mismo médico a quien él le debe el no haberse enfermado; o por mejor decir, haberse enfermado menos que yo. Ese debe amarte tanto como yo, o más todavía; viendo que quien me libró a mí de tamañas dolencias de pecado es el mismo que lo ha librado a él de padecerlas. CAPITULO VIII ¿Qué clase de afecto era pues aquel? Ciertamente era pésimo y yo muy miserable porque lo tenía. ¿Pero qué era? Pues por algo dice la Escritura: "¿Quién entenderá los pecados?" (Sal. 18, 13). Risa nos daba; un como cosquilleo del corazón, de que así pudiéramos engañar a quienes no nos juzgaban capaces de cosas semejantes, ni querían ni querían que las hiciéramos. ¿Pero, por qué razón me gustaba hacer esas fechorías junto con otros? ¿Acaso porque no es fácil reír cuando no se tiene compañeros? Y sin embargo, en ciertas ocasiones la risa vence al hombre más solitario: cuando algo se le presenta, al sentido o a la imaginación como muy ridículo. CAPITULO IX Lo cierto es que tales cosas no las había yo hecho de estar completamente solo. Este es, Señor, el vivo recuerdo de mi memoria en tu presencia: de haber andado solo no habría cometido tal hurto, ya que no me interesaba la cosa robada sino el hurto mismo y no habría de cierto hallado gusto en ello sin una compañía. ¡Oh enemiga amistad, seducción incomprensible de la mente! ¡Avidez de dañar por burla y por juego, cuando no hay en ello ganancia alguna ni deseo de venganza de satisfacer! Es, simplemente, el momento en que se dice: "Vamos a hacerlo" y, si alguna vergüenza se tiene, es la de no hacer algo vergonzoso. CAPITULO X ¿Quién podrá desatar este nudo tan tortuoso e intrincado? Feo es y no quiero verlo, ni siquiera poner en él los ojos. Pero te quiero a ti, que eres justicia e inocencia, hermosa y decorosa luz, saciedad insaciable para los hombres honestos. En ti hay descanso y vida imperturbable. El que entra en ti entra en el gozo de su Señor (Mt 25, 21), nada temerá y se hallará muy bien en el Sumo Bien. Me derramé y vagué lejos de ti, mi Dios, muy alejado de tu estabilidad, en mi adolescencia. Me convertí para mí mismo en un desierto inculto y lleno de miseria.


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SEGUNDA UNIDAD

FILOSOFÍA MEDIEVAL INTRODUCCIÓN

En la presente unidad nos introducimos en el pensamiento ideológico durante la Edad Media para conocer cómo fueron abordados los problemas filosóficos desde las principales direcciones del pensamiento en esta época de la historia europea. Llegando a su momento de esplendor, con la filosofía escolástica cristiana, cuyo representante máximo es Santo Tomás de Aquino. Se expone de esta manera la temática propia de la filosofía del Medioevo desde el siglo V hasta el siglo XIV. Se incluye el importante movimiento filosófico que se desarrolló en el mundo islámico y judío, el cual ejercerá una notable influencia sobre el pensamiento latino a partir del siglo XII. Un lugar especial merece la consideración del siglo XIII y el apogeo de la filosofía escolástica, la cual se desarrolla con la fundación de las Universidades. Por último, se aborda el siglo XIV que abre una época de transición que caracteriza el final de la Edad media.


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CAPÍTULO 1: EL ESCOLASTICISMO

Lección 1 LA ESCOLÁSTICA “Desde el siglo IX aparecen, como consecuencia del renacimiento carolingio , las escuelas. Y un cierto saber cultivado en ellas, que se va a llamar la Escolástica” (recursos.cnice.mec.es/filoso). Este saber es principalmente teológico y filosófico a diferencia del de las siete artes liberales contempladas en el Trivium (gramática, lógica y retórica) y el Quatrivium (geometría, aritmética, astronomía y música). El movimiento escolástico intentó utilizar la razón natural humana, en particular la filosofía y la ciencia de Aristóteles, para comprender el contenido sobrenatural de la revelación cristiana. En la Escolástica existe, sobre todo del siglo IX al XV, un cuerpo unitario de doctrina que se conserva como un bien común, en el que colaboran y que utilizan los diversos pensadores individuales. En la Escolástica no se subraya demasiado la personalidad del 

El Renacimiento Carolingio es el nombre que recibe el resurgimiento de la cultura clásica latina en el seno del Imperio Carolingio a fines de los siglos VII y IX. Fue un período de renacimiento intelectual y cultural, con el pico de actividades ocurrido durante los reinados de los líderes carolingios y Ludovico Pío. El uso del término renacimiento para describir este período es disputado debido a que la mayoría de los cambios causados en este período fueron casi completamente limitados al ámbito del Clero, y debido a que el período careció de la amplia gama de movimientos sociales del posterior Renacimiento italiano. Más que un renacimiento de nuevos movimientos culturales, este período fue caracterizado por lograr recrear la cultura previa del Imperio Romano. Debido a una fuerte alianza del Estado y la Iglesia para llevar a cabo las reformas, el Renacimiento carolingio (a diferencia del italiano) no fue humanista ni antropocéntrico, sino que se centró más en el aspecto teológico y católicos.


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individuo, por eso el sentido moderno de la originalidad no tiene aún aplicación exacta. El término “escolástica” también se utiliza, en un sentido más amplio, para expresar el espíritu y métodos característicos de ese momento de la historia de la filosofía occidental o cualquier otro espíritu o actitud similar hacia el saber de otras épocas. En su origen “escolástico” designaba a los maestros de las escuelas monásticas o catedralicias medievales, de las que surgieron las universidades, pero acabó por aplicarse a cualquiera que enseñara filosofía o teología en dichas escuelas o universidades (Encarta 2007). En la Escolástica se piensa que la teología y la filosofía coexisten, que hay junto a la teología escolástica, una filosofía escolástica y enseguida se plantea el problema de la relación entre ambas, que se suele intentar resolver acudiendo a la idea de subordinación, con el principio de que la filosofía sería una disciplina auxiliar, subordinada, de la teología que se serviría de ella para sus fines propios. Nos recuerda Julián Marías, que los problemas de la Escolástica son ante todo, problemas teológicos, y aun simplemente dogmáticos, de formulación e interpretación del dogma, a veces de explicación racional o incluso demostración. Y estos problemas teológicos suscitan nuevas cuestiones que son filosóficas. El dogma de la creación nos fuerza a plantear el problema del ser, y no vuelve a poner en la metafísica y así en los demás casos. La escolástica trata pues, problemas filosóficos, que surgen con ocasión de cuestiones religiosas y teológicas. Así, la filosofía medieval es esencialmente distinta de la griega, ante todo, porque sus preguntas son distintas y la creación, que transforma de modo radical la cuestión ontológica, hace que la filosofía cristiana forme una etapa nueva frente a la del mundo antiguo. Los pensadores escolásticos sostuvieron una amplia variedad de ideas tanto en filosofía como en teología. La unidad de todo el movimiento provino de una serie de metas, actitudes y métodos aceptados de un modo general por todos sus miembros. La principal preocupación de los escolásticos no fue conocer nuevos hechos sino integrar el conocimiento ya adquirido de forma separada por el razonamiento de la filosofía griega y la revelación cristiana. Este interés es una de las diferencias más características entre la escolástica y el pensamiento moderno desde el renacimiento. El objetivo esencial de los escolásticos determinó algunas actitudes comunes, de las que la más importante fue su convicción de la armonía fundamental entre razón y revelación. Los escolásticos afirmaban que el mismo Dios era la fuente de ambos tipos de conocimiento y la verdad era uno de sus principales atributos. No podía contradecirse a sí mismo en estos dos caminos de expresión. Cualquier oposición aparente entre revelación y razón podía deberse o a un uso incorrecto de la razón o a una errónea interpretación de las palabras de la revelación. Como


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los escolásticos creían que la revelación era la enseñanza directa de Dios, ésta tenía para ellos un mayor grado de verdad y certeza que la razón natural. En los conflictos entre fe religiosa y razonamiento filosófico, la fe actuaba siempre como árbitro supremo y la decisión de los teólogos prevalecía sobre la de los filósofos. La postura escolástica chocó con la denominada “teoría de la doble verdad” del filósofo y físico hispanoárabe Averroes. Su teoría mantenía que la verdad era accesible tanto a la teología como a la filosofía pero que tan sólo esta última podía alcanzarla en su totalidad. Por lo tanto, las llamadas verdades de la teología servían, para la gente común, de expresiones imaginativas imperfectas de la verdad auténtica, sólo accesible por la filosofía. Averroes sostenía que la verdad filosófica podía incluso contradecir, al menos de una forma verbal, las enseñanzas de la teología. Como resultado de su creencia en la armonía entre fe y razón, los escolásticos intentaron determinar el ámbito preciso y las competencias de cada una de estas facultades. Muchos de los primeros escolásticos, como el teólogo italiano san Anselmo, no lo consiguieron y estuvieron convencidos de que la razón podía probar algunas doctrinas procedentes de la revelación divina. Más tarde, en el momento de esplendor de la escolástica, el también italiano santo Tomás de Aquino estableció un equilibrio entre razón y revelación. Sin embargo, los escolásticos posteriores a santo Tomás, empezando por el teólogo y filósofo escocés Juan Duns Escoto, limitaron cada vez más el campo de las verdades capaces de ser probadas a través de la razón e insistieron en que muchas doctrinas anteriores que se pensaba habían sido probadas por la filosofía tenían que ser aceptadas sobre la base única de la fe. Otra actitud común entre los escolásticos fue su sometimiento a las llamadas autoridades, tanto en filosofía como en teología. Esas autoridades eran los grandes maestros del pensamiento de Grecia y Roma y los primeros padres de la Iglesia. Los escolásticos medievales se impusieron a sí mismos pensar y escribir mediante el estudio único e intensivo de los autores clásicos, a cuya cultura y saber atribuían certezas inmutables. Tras alcanzar su plena madurez de pensamiento y producir los primeros trabajos originales de filosofía, siguieron citando a las autoridades para dar peso a sus propias opiniones, aunque a estas últimas llegaban en muchos casos de manera independiente. Críticas posteriores concluyeron de esta práctica que los escolásticos eran meros compiladores o repetidores de sus maestros. En realidad, los escolásticos maduros, como santo Tomás de Aquino o Juan Duns Escoto, fueron muy flexibles e independientes en su utilización de los textos de los clásicos; a menudo con el fin de armonizar los textos con sus propias posiciones, ofrecieron interpretaciones que eran difícilmente conciliables con las intenciones y motivos inspiradores en los clásicos. El recurso a la cita de éstos fue, en muchos casos, poco más que un ornamento estilístico para empezar o finalizar la exposición de las propias opiniones e intentaba demostrar que las ideas del exegeta eran continuidad del pasado y no


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simples novedades. La novedad y la originalidad de pensamiento no eran perseguidas de forma deliberada por ninguno de los escolásticos, sino más bien minimizadas lo más posible. Los escolásticos consideraron a Aristóteles la máxima autoridad filosófica, llamándole de modo habitual El Filósofo. Algunos de los más grandes escolásticos, entre ellos santo Tomás, conocieron sus obras a través de traducciones latinas realizadas en la península Ibérica. El pensamiento del teólogo cristiano san Agustín de Hipona fue su principal referente teológico, tan sólo subordinado a la Biblia y a los concilios ecuménicos de la Iglesia. Los escolásticos se adhirieron con mayor intensidad y sin ninguna crítica a las doctrinas emitidas por la jerarquía eclesiástica al admitir las opiniones de Aristóteles en materia de ciencias empíricas, como la física, la astronomía y la biología. Su aceptación sin crítica debilitó a la escolástica y fue una de las principales razones de su desdeñoso rechazo por parte de los investigadores y sabios del renacimiento y tiempos posteriores. Uno de los principales métodos de la escolástica fue enseñar un texto por medio de un comentario de alguna autoridad aceptada. En filosofía, esa autoridad era atribuida de un modo casi mecánico y procedimental a Aristóteles. En teología, los textos principales fueron la Biblia y el Sententiarum libri quatuor (Cuatro libros de sentencias) del teólogo y prelado italiano del siglo XII Pedro Lombardo, una recopilación de las opiniones de los primeros padres de la Iglesia sobre problemas de teología. Los primeros escolásticos empezaron asumiendo como ortodoxia intelectual el contenido de los textos que estaban comentando. Poco a poco, conforme la práctica de la lectura fue desarrollando su propio poder de crítica, introdujeron muchos comentarios suplementarios sobre algunos puntos que el propio texto no cubría o no había resuelto de forma adecuada. A partir del siglo XIII, esos comentarios suplementarios, que expresaban el pensamiento personal de los maestros, se convirtieron en la parte más amplia y trascendente de los textos, resultando así que la explicación literal del texto era reducida a un simple pasaje de cada exégesis. Además de los comentarios, fue importante la técnica de la discusión por medio del debate público. Cada profesor de una universidad medieval debía comparecer varias veces al año ante el cuerpo docente y los alumnos, reunidos en asamblea, en un debate para defender los puntos cruciales de sus propias enseñanzas frente a todo aquel que las pusiera en duda. Las ideas de la lógica aristotélica se empleaban tanto en la defensa como en el ataque. En el siglo XIII el debate público se convirtió en un instrumento educativo flexible para estimular, probar y comunicar el progreso del pensamiento en la filosofía y en la teología. Desde mediados del siglo XIV, sin embargo, la vitalidad del debate público decayó y se convirtió en un rígido formalismo. Los participantes se sentían menos interesados en el contenido real que en pequeños puntos de la lógica y nimias sutilezas del pensamiento. Este tipo degradado de debate influyó mucho en la ulterior mala


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reputación de la escolástica y determinó que muchos pensadores modernos lo consideraran un mero mecanismo lógico pedante y artificial. Entre los autores más representativos de la primera escolástica (siglos IX al XII) se encuentran san Anselmo; el filósofo y teólogo Pedro Abelardo; y Roscelino de Compiègne, considerado el fundador del nominalismo. Por lo que se refiere a pensadores judíos del mismo periodo, el filósofo y físico hispanojudío Maimónides intentó armonizar la filosofía aristotélica con la revelación divina del judaísmo, amparado por un espíritu similar al de los escolásticos cristianos. La alta escolástica conoció su edad de oro durante el siglo XIII, cuando aparecieron algunas de las más insignes figuras del movimiento: santo Tomás de Aquino, autor de la obra cumbre del escolasticismo, la monumental Summa Theologiae (1265-1273); el filósofo y teólogo alemán san Alberto Magno, miembro, al igual que santo Tomás, de la Orden de Predicadores; el monje y filósofo inglés Roger Bacon; el religioso y teólogo italiano san Buenaventura; Juan Duns Escoto (franciscano como los dos anteriores); y el teólogo flamenco Enrique de Gante. El escolasticismo conoció un renacer brillante (aunque breve) durante el siglo XVI, especialmente entre los dominicos y los jesuitas. Fue importante en España, donde estuvo ligado a las figuras de Francisco de Vitoria y Francisco Suárez. Un resurgir más general fue potenciado por el papa León XIII tras la publicación de la encíclica Aeterni patris (1879), en la que consideraba necesario reconsiderar, a la luz de las necesidades modernas, los grandes sistemas escolásticos del siglo XIII, sobre todo el tomismo, y reformular estas doctrinas a partir de las verdaderas contribuciones del pensamiento moderno. Este renacimiento escolástico, denominado neoescolasticismo, terminó por consolidarse como una de las principales corrientes del pensamiento contemporáneo. Los principales exponentes del neoescolasticismo fueron el cardenal belga Désiré Joseph Mercier y los franceses Jacques Maritain y Étienne Gilson.

Lección 2 LOS MAESTROS DE LA EDAD MEDIA Juan Escoto Eriúgena -Pre-escolástica (815- 877) Nacido en Irlanda, es el creador del primer gran sistema filosófico de la edad media. En el año 847 Carlos I, rey de Francia, le nombra supervisor de la escuela de la corte y le encarga que traduzca al latín las obras del neoplatónico Dionisio el Areopagita.


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Los concilios de Valence (855), Langres (859) y Vercelli (1050) condenaron el tratado De Divina Praedestinatione (Sobre la predestinación divina, 851), que defiende la creencia sobre el destino final de los individuos en el sentido de que éste no depende de Dios de una forma absoluta, ya que la voluntad también tiene algo que decir sobre la salvación o la condenación. Por otra parte, Eriúgena afirma también en sus escritos que no existe nada semejante a la condenación como se cree conforme a la tradición. Todos los seres humanos se transformarán por igual en espíritus puros. En su panteística obra De Divisione Naturae (Sobre la división de la Naturaleza, 865-870), rechaza la creencia cristiana de que el universo fuera creado de la nada. Sostiene más bien que el mundo del espacio y del tiempo es una manifestación de las ideas presentes en el pensamiento de Dios a quien describe como el punto más alto de toda la evolución. Eriúgena afirma también que la razón no necesita ser sancionada por la autoridad; más bien al contrario, la razón es en sí misma la base de la autoridad. La obra De Divisione Naturae fue condenada en 1225, en el concilio de Sens, y el papa Honorio III ordenó que se quemara. Suele creerse que Eriúgena escribió también una obra en la que negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía. Aunque algunos de los puntos de vista de Eriúgena pueden considerarse heréticos, es respetado sin embargo por el alcance de su obra y lo más frecuente es que se le considere como uno de los primeros representantes del escolasticismo. San Anselmo de Cantorbery - El padre de la Escolástica (1033-1109) Oriundo de Aosta (norte de Italia), fue Abad del monasterio de Bec (Normandía), y luego arzobispo de Canterbury. Con él comienza la Escolástica, lo que hay antes de él puede denominarse Preescolástica. Redactó Monologium (1077), en el que presentaba a Dios como el Ser más supremo e investigaba sobre sus atributos; y Proslogium (1078), donde presentaba lo que en el siglo XVIII llegó a conocerse como el argumento ontológico de la existencia de Dios. Sostenía que incluso quienes dudaban de la existencia de Dios habrían de observar cierta comprensión sobre lo que dudaban: es decir, comprenderían a Dios como un ser del que no se puede pensar algo más grande. Puesto que es más grande existir fuera de la mente que sólo en la mente, un escéptico que negara la existencia de Dios estaría incurriendo en una contradicción, ya que estaría afirmando que es posible pensar en algo más grande que en un ser del que nada más grande se puede pensar. De aquí que, por definición, Dios existe. La crítica básica al argumento de san Anselmo es que no se puede deducir la existencia fuera de la mente de nada, analizando su definición. Ya en su época, el monje Gaunilón de Marmoutier puso objeciones a su razonamiento, como más tarde lo harían santo Tomás de Aquino e Immanuel Kant.


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San Anselmo estuvo siempre enfrentado con los poderes seculares, a pesar de ello, continuó sus reflexiones teológicas, escribiendo Cur Deus Homo, un estudio sobre la encarnación y crucifixión de Jesucristo como una forma de expiación del pecado. Falleció el 2 de abril de 1109 y fue canonizado en 1163 y declarado Doctor de la Iglesia en 1720.

Lección 3 LA ESCUELA DE NÔTRE DAME DE PARÍS Tenemos en París la escuela catedralicia o escuela de Notre-Dame. París es un centro comercial e industrial. Allí se asienta la nueva corriente. Es una escuela especializada en Dialéctica. Pedro Abelardo es su representante más importante. - Pedro Abelardo - Subjetivismo Medieval (1079- 1142) Pedro Abelardo, filósofo y teólogo francés, cuya fama como profesor le convirtió en una de las figuras más célebres del siglo XII. Nació en Le Pallet (Bretaña). Afirma Hirschberger (1961) que el programa de San Anselmo de ahondar racionalmente en los contenidos de la fe recibe un impulso esencial y técnico en la obra de Pedro Abelardo, uno de los personajes más relevantes del Medioevo, tanto por su extraña personalidad y movida existencia, como por la originalidad de su pensamiento y obra. Fue de enorme influjo para el desarrollo del método escolástico, particularmente para la técnica de las diputaciones, que constituyen el andamiaje externo de las sumas. La primera obra publicada de Abelardo, un tratado sobre la Trinidad (1121), fue condenada y quemada por un concilio católico. Obligado a dejar SaintDenis-en-France, Abelardo fundó una capilla y un oratorio, llamado la Paraclete, en Nogent-sur-Seine. En 1125 fue elegido abad del monasterio de Saint-Gildasde-Rhuis, donde escribió su autobiográfica Historia Calamitatum (Historia de mis desventuras, 1132). En esa época comenzó la famosa relación epistolar con Eloísa, cartas que han llegado a ser clásicos de la correspondencia romántica. En 1140 san Bernardo de Claraval, quien consideraba que los métodos dialécticos de Abelardo eran peligrosos y poco respetuosos con los dogmas de la fe, convenció al concilio católico reunido en Sens, y al papa Inocencio II, de condenarlo por sus escritos y enseñanzas racionalistas y escépticas. Abelardo murió en un priorato cluniaciense cerca de Chalon-sur-Saône.


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Abelardo fue uno de los pensadores más destacados de la edad media. En el énfasis que puso en la discusión dialéctica, Abelardo seguía al teólogo del siglo IX Juan Escoto Eriúgena, y precedía a Tomás de Aquino. La principal tesis dialéctica de Abelardo es que la verdad debe alcanzarse sopesando con rigor todos los aspectos de una cuestión y no uno solo de ellos. Abelardo reaccionó con fuerza contra las teorías del realismo extremo, negando que los conceptos universales tengan existencia independiente fuera de la mente. Universal es una palabra funcional que expresa la imagen combinada de esas asociaciones comunes de palabras dentro de la mente. Esta posición no es nominalista, porque Abelardo subraya que las asociaciones de las cuales está formada la imagen y a las que se da un nombre universal tienen una cierta semejanza o naturaleza común. Su teoría es un paso definitivo hacia el realismo moderado de Aquino, pero carece de una explicación del proceso por el que se forman las ideas. En la evolución de la ética, la mayor contribución de Abelardo fue sostener que un acto debe ser juzgado por la intención que guía a quien lo realiza.

Lección 4 LA ESCUELA DE SAN VÍCTOR La abadía de San Víctor nació de una doble iniciativa de Guillermo de Champeaux. Primero en el año 1108 abandonó su cátedra de Nôtre Dame de París refugiándose con algunos compañeros en un eremitorio situado en las afueras de París, dedicada a san Víctor. Allí lleva una vida de clérigo regular. Sin embargo, la iniciativa hay que verla con todo un movimiento del siglo XII que busca llevar una vida de soledad y pobreza. A esto se añade una segunda iniciativa. En ese eremitorio no abandona la filosofía y enseña allí; es cierto que en un principio pensaba en vivir en soledad, pero Hildelberto, obispo de Le Mans, le movió a enseñar mediante una carta diciéndole: “¿De qué sirve la sabiduría oculta y el tesoro enterrado?... La ciencia que se comunica aumenta... La perfección cristiana no consiste sólo en la huida del mundo; la enseñanza de la verdad es una función sagrada que está en plena conformidad con el Evangelio”. Con ello Guillermo de Champeaux vuelve a la enseñanza y abre en el eremitorio una escuela, favorecida por la cercanía de París, y por el género de vida propio de los clérigos regulares. Aquí cabe aclarar que existe una diferencia radical entre estos canónigos y los monasterios. Los hijos de los caballeros solían entrar en los capítulos catedrales, los hijos de los artesanos y de los mercaderes fundamentalmente entran en estas


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abadías colegiatas de canónigos, y los hijos de los agricultores entran en los monasterios. Unos y otros, monjes y canónigos, están movidos por un mismo deseo: llevar una vida retirada pero a la vez en comunidad. La diferencia está en que los canónigos viven juntos para trabajar en la pastoral de una Iglesia; en los monjes por el contrario la Iglesia está sometida a la comunidad, es un medio de oración, por lo que no tienen pastoral. El pensamiento de la escuela de San Víctor es el propio de una época segura de sí misma y de su propia fe, de la primera mitad del siglo XII. Pero este ambiente de seguridad cambió muy pronto. De una parte la Dialéctica, sobre todo con Abelardo, se desarrolló con más fuerza, y el primer efecto fue el problematizarlo todo. De otra parte, comienzan a traducirse las obras científicas de Aristóteles, y sobre todo la llamada lógica nova, proponiendo entonces una nueva teoría de la ciencia y con ello acentuando la autonomía o sustancialidad de los seres. Para Hugo San Víctor los seres eran como las palabras en un texto, dependían de un contexto; ahora son palabras en sí. Surgen las herejías problematizando la fe en la segunda mitad del siglo XII. A finales del siglo XII, el estudio tiene ya como fin no la oración sino la discusión y la predicación. La misión de la teología es defender las verdades de fe, y enseñar al pueblo el peligro que corría frente a los errores; se hace de la Teología una Apologética. Frente a esta nueva situación la escuela de San Víctor a finales del siglo XII y principios del siglo XIII empieza a dudar sobre la actitud a tomar, surge la división: unos maestros permanecen fieles a esta apertura de espíritu y otros toman una posición violenta contra las nuevas ideas. Por su parte otros se dedicaron a la pastoral, otros ofrecieron sus reflexiones sobre los sacramentos y en concreto sobre la penitencia, y otros se dedicaron a la teología espiritual. El monasterio pierde vida hasta la Revolución Francesa en que es destruido.

Lección 5 LA ESCUELA DE CHARTRES – HUMANISMO MEDIEVAL Chartres es una ciudad situada a unos 80 kilómetros de París. Allí Fulberto fundó una escuela catedralicia hacia final del siglo X. Su período de esplendor coincide con el siglo XII, por los años de la construcción de la gran catedral de Chartres. Tocamos con esta escuela los umbrales de la Alta Escolástica, se percibe ya el rumor de cercanía de nuevas ideas. En Chartres el estudio de la ciencia obtuvo por primera vez una prioridad definitiva sobre la enseñanza de las artes liberales y los maestros buscaron la introducción de importantes reformas en la educación superior, centrando el programa de estudios en las ciencias naturales del quatrivium y no en las humanidades


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tradicionales del trivium. Además tratan de unir y coordinar a Aristóteles, Platón y al Evangelio. Los maestros de Chartres afirmaban que la naturaleza poseía poderes creativos intrínsecos que se desenvolvían de acuerdo a leyes o patrones inherentes que le eran propios y cuya investigación era una materia de estudio perfectamente digna para la mente humana. La Escuela de Chartres desafiaba así los siete siglos de enseñanzas cristianas acera del lugar de la naturaleza en el esquema divino. A los maestros de Chartres no se les ocurrió separar el universo natural del mundo de Dios. En su concepción, las leyes de la naturaleza y las percepciones de la mente, estaban comprendidas dentro del universo divino y su designio. La catedral de Chartres y su estatuaria se levantan como la manifestación visual de una concepción duradera del universo, que abarca el pasado y el porvenir, la naturaleza y la fe, la religión cristiana y el pensamiento científico, el mundo de la Biblia y el mundo antiguo de Grecia y Roma, la enseñanza de ciencia: una encarnación tangible del espíritu que impregnaba la Escuela de Chartres. No era el espíritu de la nueva ciencia el que se revelara contra la fe. El interés de Chartres por la modernización de la enseñanza académica era principalmente cuestión de adaptar la educación medieval a las necesidades de la sociedad dinámica de la Francia del siglo XII, que era el núcleo de todo lo nuevo y progresista dentro de la sociedad medieval. No solo se iniciaron allí las catedrales góticas, sino también el sistema capitalista primitivo que proporcionó el incentivo económico necesario para aquella actividad cultural espectacular. Es claro que el espíritu del humanismo asociado al Renacimiento, ya estaba muy vivo en la escuela catedralicia. En Chartres se tenía conciencia de que el Occidente bárbaro necesitaba la savia del pensamiento clásico para nutrir su propio pensamiento creativo, tanto en literatura como en ciencias. El bello ideal humanista comprendía esta clase de conciencia histórica. La cultura humanista de Chartres llegó a su mayor florecimiento en la década de 1170. (Tomado de Guía de nodo II, del programa de filosofía de la UNAD, 1998) En sus momentos de esplendor destaca (1114-1124) Bernardo de Chartres. Juan de Salisbury le llama “el primero entre los platónicos de nuestro siglo”. Pero también estima a Aristóteles y se afana por conciliar a los dos grandes filósofos. Bernardo introduce la lectura de los clásicos en la Edad Media e inaugura con ello el humanismo de la Escuela de Chartres.


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La escuela de Claraval Otra escuela es la monástica de San Bernardo. El siglo XII es un siglo de reformas en todos los campos. Bajo la iniciativa de un monje benedictino, san Roberto, crea en el año 1075 un monasterio en Molesmes formado por varios ermitaños para vivir en pobreza y soledad. En el año 1098 deja este monasterio seguido por otros monjes fundando Cîteaux, a unos 20 kilómetros de Dijon, que es donde entra San Bernardo.

San Bernardo de Claraval– La Mística de la Primera Escolástica (1090-1153) “querer saber solo por saber es vergonzosa curiosidad. Querer saber para ser conocido es vanidad. Querer saber para edificar es caridad”

Nacido cerca de Dijon. En 1113 ingresó como monje en el monasterio cisterciense de Cîteaux, y en 1115 el abad le envió a fundar la abadía de Claraval, al norte de dicha ciudad, de la que él fue el primer abad. Bajo su mandato, se convirtió en el núcleo más importante de la orden cisterciense. Entre 1130 y 1145 se fundaron más de 90 monasterios bajo los auspicios del de Claraval y la influencia de Bernardo en el seno de la Iglesia católica se difundió por todo el mundo. Es el presunto fundador de las reglas de la orden de los Caballeros Templarios, y en 1128 consiguió que dicha orden fuera reconocida por la Iglesia. En la lucha entablada entre el papa Inocencio II y el antipapa Anacleto II por la Santa Sede, Bernardo resultó decisivo para la victoria del primero. Bernardo se convirtió en enemigo irreductible de las herejías y la teología racionalista, cuyo principal representante fue Pedro Abelardo: el camino para la verdadera sabiduría no nos lo enseña la inteligencia sino la Biblia, que es la sola lámpara por el desierto de la vida. El camino de la mística tiene tres etapas: a) la meditación, que pone la inteligencia al servicio del conocimiento de Dios; b) la contemplación, que comprende con certeza la verdad eterna y en ella descansa; c) el éxtasis, que nos desprende de la actividad de nuestros sentidos y diviniza nuestro ser. Se conocen gran número de sermones, cartas e himnos escritos por Bernardo de Claraval, algunos de los cuales todavía se siguen interpretando en la Iglesia católica y en la protestante. Entre sus obras destacan De diligendo deo (1127) y De consideratione (1148).


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CUADRO RESUMEN DE LA ESCOLÁSTICA TEMPRANA

PREESCOLÁSTICA Del Siglo VI al Siglo IX

* Escoto Erígena

ESCOLÁSTICA TEMPRANA Del Siglo IX al Siglo XII * San Anselmo de Cantorbery - El padre de la Escolástica * Pedro Abelardo - La escuela de Nôtre Dame de París: Subjetivismo Medieval * Guillermo de Champeaux- La escuela de San Víctor * Maestros varios. La Escuela de Chartres – Humanismo Medieval * La escuela de Claraval - San Bernardo de Claraval– La Mística

* Se vivieron momentos de honda decadencia moral y cultural. * El imperio Carolingio intentó organizar escuelas. * Tradicionalismo, sumisión a la autoridad * Producción de recopilaciones. * Inicio del pensar dialéctico: ordenación de sentencias y aplicación del método de interrogaciones y soluciones.

* Reforma Monástica y renovación política de la Iglesia. * Las Cruzadas * Incipiente proceso de urbanización. * Fundación de las primeras universidades * Se escribieron las primeras Summas. * Se desarrollaron los conflictos entre dialécticos y antidialécticos.


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CAPÍTULO 2- LA FILOSOFÍA EN EL MUNDO ISLÁMICO Y JUDÍO Generalidades Según Francisco Beltrán (1985), hasta finales del siglo XII, la filosofía cristiana se había nutrido del pensamiento de la Patrística y de los textos clásicos transmitidos por Boecio y otros traductores, a partir de estos materiales se habían realizado diversas síntesis entre la revelación cristiana y las tradiciones neoplatónicas. Van a ser los filósofos árabes aristotélicos quienes van a provocar entre los filósofos cristianos del siglo XIII la reconsideración de la filosofía aristotélica como elemento adaptable a la revelación cristiana. Las obras de Artistóteles traducidas por los árabes y posteriormente comentadas por filósofos árabes y judíos, pasarán fundamentalmente a través de España a la Europa cristiana. El principal foco de transmisión cultural fue Toledo, donde desde los primeros años del siglo XII, se reunieron importantes eruditos formando la famosa Escuela de Traductores donde transcribieron al latín numerosas obras científicas, filosóficas y teológicas de autores antiguos, de árabes y judíos, logrando hacerlas accesibles a la escolástica. Antes de que Santo Tomás pueda disponer de traducciones directas del griego de las obras de Aristóteles, se conocerán traducciones, adaptaciones y comentarios de los filósofos árabes y judíos que suscitarán en la filosofía escolástica medieval la reconsideración del realismo aristotélico y su reducción a la nueva síntesis filosófica que elaborará el tomismo.

Lección 1 ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO Cuando se habla de la Escuela de Traductores de Toledo se podría pensar en un centro con profesores y estudiantes o lo que es lo mismo en nuestro lenguaje pedagógico de hoy: en un sistema de educación formal, una modalidad de educación situada en un lugar físico donde desarrollarían su labor estudiantes y maestros, siguiendo un programa de forma consensuada y, desarrollando un “currículo”. Es decir que se pensaría en una institución organizada de enseñanzas científico-filosóficas. Pero éste no es el caso de las escuelas árabes donde debemos pensar en un equipo de personas que trabajaron juntas y siguieron unos métodos comunes para transmitir a Europa la sabiduría Oriental, especialmente la de los antiguos griegos y árabes.


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Alfonso X con los Traductores de Toledo

Esta imagen reproduce una de las miniaturas que ilustran las Cantigas de Santa María. En ella aparece representado el monarca medieval de Castilla y León, Alfonso X el Sabio, junto a miembros de la reputada Escuela de traductores de Toledo.

Las universidades europeas se habían nutrido hasta entonces de la cultura latina, y aunque se tenía conocimiento de los grandes filósofos griegos, apenas existían traducciones y se ignoraba su contenido. Los árabes, en su expansión por las tierras de Bizancio, herederas de la antigüedad griega, tradujeron, estudiaron, comentaron y conservaron las obras clásicas y finalmente las llevaron consigo hasta la Península Ibérica. Toledo fue la primera gran ciudad musulmana conquistada por los cristianos (Alfonso VI en 1085), pero con una cantidad ingente de bibliotecas alimentadas desde Oriente, junto a esto encontramos una docta comunidad de hebreos y la llegada de intelectuales cristianos acogidos por el cabildo de su catedral, generándose así una atmósfera cultural que hará de Toledo el nexo de unión entre Oriente y Occidente. La Escuela de Toledo tuvo dos periodos separados. El primero fue el desarrollado bajo el mecenazgo del arzobispo don Raimundo, que impulsó la traducción de obras de filosofía y religión del árabe al latín. Gracias a su labor en las universidades europeas comenzó a conocerse el aristotelismo platónico. Se


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tradujeron obras de Aristóteles, de autores hispanojudíos y también se tradujeron el Corán y los Salmos del Antiguo Testamento. Es en esta fase cuando comienza a recibirse el influjo de la ciencia oriental en Europa a través de obras que sirvieron de manuales a los universitarios del siglo XVI. Otras materias como astrología, astronomía o aritmética son objeto de estudio al ser vertidas al latín. Con la llegada del rey Alfonso X, comienza la etapa de traducciones de tratados de astronomía, física, alquimia y matemáticas. Se tradujeron tratados de Azarquiel, Ptolomeo, Abu Ali al-Haitam, pero también obras lúdicas como los Libros de Ajedrez, dados y tablas y recopilaciones de cuentos. Alfonso X fue un rey culto que cultivó la interdisciplinariedad pues se interesó por la historia, el derecho y la literatura. Su labor consistió en seleccionar y dirigir a los traductores y sus obras; se rodeó de sabios musulmanes y judíos, fue mecenas de eruditos y trovadores. En esta segunda fase, las traducciones ya no se hacen al latín, sino al castellano con lo cual el romance se desarrollará y enriquecerá su léxico para ser capaz de abarcar temas científicos que hasta entonces sólo habían sido tratados en latín. La primera generación de traductores del árabe tenía exclusivamente intereses científicos con las matemáticas, astrología y astronomía como ciencias predominantes; observamos tanto interés por Aristóteles como por Ptolomeo. Ya en la segunda mitad del siglo XII Gerardo de Cremona se rodea de un equipo auxiliar, seguramente con predominio de los mozárabes como Galib, lo cual nos hace intuir estrechas relaciones entre cristianos y musulmanes, pero a pesar de disponer de un heterogéneo grupo de colaboradores que seguramente fueron elegidos por el dominio de diferentes lenguas, personajes como Gerardo de Cremona, aprendieron el árabe, en concreto Gerardo, natural de Lombardía fue nombrado canónigo de la catedral y apoyándose en sus conocimientos científicos, trabajó en la traducción de 71 obras entre las que podríamos destacar el Almagesto, realizado con la ayuda del tal Galib. Pero es razonable pensar que el gran empujón de estos traductores vino por la “abundancia” de fuentes que les permitió traducir obras de filosofía, matemáticas, astronomía, física, mecánica, óptica, medicina, de astrología, alquimia y geomancia.

Lección 2 LA FILOSOFÍA ÁRABE En las conquistas de los árabes en el próximo Oriente, siglo VII y IX, encontraron en diversas ciudades restos de escuelas filosóficas y teológicas derivadas del primitivo cristianismo y ciertos núcleos de transmisión de filosofía griega. Después de asegurar su dominio político, algunos califas se preocuparon por fomentar la cultura. Por lo que se comenzó a traducir del siríaco al árabe muchos libros que


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antes habían sido traducidos del griego al siríaco. Posteriormente siguieron los comentarios y luego las obras originales. Así Al-Kindi tradujo varias obras de Aristóteles. Al-Farabi comentó a Aristóteles y a Platón tratándoles de armonizar. Los dos representantes más importantes de la filosofía árabe fueron Avicena y Averroes. Avicena (980-1037) – El Maestro del Saber Según Fischl (1980), Avicena fue el representante más importante de esta filosofía de oriente. Era oriundo de Bochara y considerado por los musulmanes como uno de los mayores filósofos islámicos, Avicena es una figura importante en el campo de la medicina y de la filosofía. Su obra El canon de la medicina fue durante mucho tiempo un texto preeminente en Oriente Próximo y Europa. Su obra más conocida es Kitab ash-Shifa (El libro de la curación), un compendio de tratados sobre lógica, metafísica, antropología aristotélica, ciencias naturales y otros temas. Canon de medicina, de Avicena

La filosofía de Avicena era una combinación de la filosofía de Aristóteles y del neoplatonismo. Por su propio conocimiento, Dios produjo la primera inteligencia, ésta a su vez la segunda, y ésta los “espíritus de las esferas”, que mueven cada cuerpo celeste y determinan hasta el último pormenor todos los procesos del mismo. Al igual que la mayoría de los filósofos medievales, negaba la inmortalidad del alma individual, del interés de Dios por los particulares y de la creación del


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mundo en el tiempo, todos ellos temas centrales de la corriente principal de la doctrina islámica. Los árabes querían zanjar la sima entre el Dios perfecto y las criaturas imperfectas y mostrar que todo es obrado por Dios. Sin embargo, la explicación filosófica de Avicena fue tenida como contraria al Corán. Avicena se convirtió en el principal blanco de los ataques de los teólogos suníes, como Algazel, quien escribió La Destrucción de los Filósofos, en que defendió enérgicamente la creación del mundo de la nada, la resurrección de la carne y el poder de hacer milagros por parte de Dios. Traslada tan radicalmente todo poder a Dios, que niega toda causalidad a las cosas creadas. No es el fuego el que quema la estopa, sino que, al acercarse el fuego, opera Dios la combustión, como opera todo lo demás en el mundo. Los filósofos no hacen sino confundir la sucesión temporal con la motivación causal. No obstante, la filosofía de Avicena fue muy influyente a lo largo de la edad media.

Lección 3 AVERROES (1126-1198) Abul Walid Muhammad ibn Rusd (su nombre en árabe), nacido en Córdoba, fue el principal representante del centro cultural que crearon los árabes en Córdoba, tras su victoriosa penetración en España. En 1182 marchó de nuevo a Marrakech y sustituyó a Abentofail como médico personal de Yusuf I. Debido a algunas de sus teorías filosóficas, especialmente la que afirmaba que la razón prima sobre la religión, Yusuf II ordenó su destierro en 1194. Refugiado en la localidad cordobesa de Lucena, todavía emprendió un nuevo viaje a Marrakech, donde falleció en 1198. Sus libros fueron recogidos y quemados. En su filosofía distinguimos tres elementos: a) Amor a Aristóteles: Averroes profesaba a Aristóteles verdadera idolatría. En él veía al consumador de la ciencia, la cúspide de la perfección humana. No quiere desarrollar filosofía propia, sino dar a conocer a los contemporáneos al gran Aristóteles. Así compuso tres clases de explicaciones: breves anotaciones, explicaciones de pormenor y comentarios mayores. Estos numerosos comentarios fueron más tarde la fuente principal del conocimiento de Aristóteles para la alta Escolástica. b) Las tres cuestiones de la época: Averroes contesta a las tres grandes cuestiones de su tiempo en sentido totalmente aristotélico. 1) El mundo es eterno, pues la materia, como pura potencia, tuvo que existir siempre y, por otra parte,


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una materia no puede existir sin forma. 2) Los milagros son imposibles, pues una acción libre de Dios no es compatible con las leyes necesarias de la naturaleza. 3) El alma individual del hombre no es inmortal, pues está ligada al cerebro y con él perece. Inmortal es solamente el entendimiento, agente único que, como inteligencia incita a pensar a todos los hombres. Ahora bien, como todos los hombres juntos solo tienen un alma, no puede hablarse de una inmortalidad personal. Estos problemas del “averroísmo” produjeron graves luchas en la Alta Escolástica. c) La doble verdad, Averroes quiere mantenerse fiel a Aristóteles y al Corán. Las contradicciones trata de resolverlas admitiendo en el Corán un doble sentido, un sentido literal para los incultos y un sentido figurado para los cultos. Sin embargo, no quiso enseñar una doble verdad, pues tiene por igualmente inspirados a Aristóteles y el Corán. Escribió contra Algacel una Destrucción de la destrucción para mostrar que religión y filosofía buscan la misma verdad, sólo que por distinto camino.

Lección 4 LA FILOSOFÍA JUDÍA Como los filósofos árabes medievales, y como los cristianos, los judíos tratan de racionalizar sus creencias religiosas justificándolas con razonamientos filosóficos. Frente a esta tendencia común no faltó la reacción contra el intento de racionalizar la fe. Sin embargo, la actitud más generalizada entre los pensadores judíos de esta época fue la de concordar Biblia y Filosofía. Entre estos tenemos como figuras preponderantes a Avicebrón y Mainmónides. Cábala Cábala designa al misticismo judío en todas sus variantes. La forma más antigua conocida del misticismo judío data de los primeros siglos y es una variante del misticismo helenístico de la era cristiana, en el cual, el adepto, a través de la meditación y la utilización de fórmulas mágicas, viajaba en éxtasis, a través y por encima de las siete esferas astrales. En la versión judía, el adepto busca una versión extática del trono de Dios, el carro conducido por Ezequiel.


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Los judíos trataron de desarrollar una filosofía independiente por el estudio especulativo de la revelación. Estas especulaciones fueron llamadas “cábalas”, pues se las daba por revelaciones divinas, que se habrían transmitido por tradición. El libro Creación contiene supuestas revelaciones de Dios a Abraham sobre el origen del mundo. La obra fue escrita hacia el año 900. Según ella, el mundo sería una irradiación de Dios sobre 32 caminos de la verdad (22 letras y 10 números). Como todo es tanto más imperfecto cuanto más de aleja de Dios, surgieron cuatro mundos: 1) el mundo de la irradiación; 2) el mundo de la creación; 3) el mundo de la formación; y 4) el actual mundo de la solidificación. Nuestra alma procede inmediatamente de Dios, existía ya antes de unirse con el cuerpo, descendió luego del cielo supremo a este mundo a fin de purificarse por constantes reencarnaciones, y volverá finalmente a Dios. Como todo descendió de Dios por los cuatro escalones de los cuatro mundos; así, a la inversa, podemos remontarnos a Dios por los mismos cuatro escalones. Tal es la idea fundamental de la mística judía. El punto culminante de toda la cábala lo forma el libro Resplandor, que remonta sus orígenes a un discípulo del famoso rabino Ben Aquiba, pero en realidad fue escrito por Moisés de León en 1305. Con él se extinguió la fuerza especulativa y se inició una mística supersticiosa de las letras, en que se identifica el nombre de Dios y de los ángeles con valores numéricos y, por el cambio de las letras a números, se pretendía lograr nuevos conocimientos, cambiar las leyes de la naturaleza y obrar milagros. Se empleaban misteriosas fórmulas de conjuro, se usaban amuletos y se buscó también refugio en la astrología (Fischl). Neoplatonismo Siguiendo a Fischl, se reconoce que en la filosofía judía, más importante que los estudios de la Cábala fueron los estudios puramente filosóficos. Saadja ben Joseph (882-942), egipcio de nacimiento, gozaba de tal prestigio como sabio que


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fue llamado para director de la academia en Sura de Babilonia, donde murió. Su obra Fe y Saber trata de demostrar la racionalidad de la fe judaica, y su obra principal: Libro de las doctrinas y opiniones filosóficas, muestra una erudición universal. Escribió un diccionario y una gramática de la lengua hebraica, y tradujo la Biblia al árabe con tal perfección, que esta traducción se emplea hasta ahora. Isaac ben Salomón Israeli (850-950) compuso un Libro de las Definiciones del que tomó santo Tomás su célebre definición de la verdad: conformidad del entendimiento con la cosa. Salomón Jehudá ibn Gabirol, al que los escolásticos tuvieron por árabe y lo llamaron Abicebrón, compuso una obra Fuente de vida, en que se explica de forma totalmente neoplatónica el origen del mundo. De dios, como fuente de vida, irradia el espíritu del mundo, que, como todo lo que se hace, consta de materia y forma. De él irradian dos series de seres: corporales y espirituales. De materia y forma constan no sólo todos los seres corporales, sino también todos los espirituales. De donde se sigue que hemos de admitir también una materia espiritual. Pero es posible que una substancia única pose a la vez varias formas, por ejemplo, una corporal y espiritual, el hombre. La materia espiritual y la pluralidad de formas substanciales condujeron posteriormente a apasionadas discusiones.

Lección 5 ARISTOTELISMO Más importante aún fue la unión con Aristóteles que llevó a cabo el máximo filósofo Maimónides (1135-1204) quien era oriundo de Córdoba y fue inicialmente perseguido por su amor a Aristóteles como traidor a la Biblia, pero rehabilitado posteriormente y tenido por la mayor autoridad judaica. Fe y Ciencia: en su obra principal Guía de Perplejos, se dirige a aquellos judíos cultos que perdieron la fe por el estudio de la filosofía griega y andan ahora errantes, perplejos, por el mundo. Aquí intentará armonizar fe y razón conciliando los dogmas del judaísmo rabínico con el racionalismo de la filosofía aristotélica en su versión árabe, que incluye elementos de neoplatonismo. Con esta obra, en la que considera la naturaleza de Dios y la creación, el libre albedrío y el problema del bien y del mal, se observa una significativa influencia en filósofos como Tomás de Aquino y Alberto Magno. El método alegórico, permeable a la interpretación bíblica minimizando cualquier clase de antropomorfismo, fue condenado durante varios siglos por rabinos ortodoxos. También redactó los trece artículos de fe: 1) Yo creo con fe completa, que el Creador (bendito su nombre), es creador y conductor de todas sus creaciones, y El solo hizo, hace y hará todas las cosas.


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2) Yo creo con fe completa, que el Creador (bendito su nombre), es uno y no hay unidad como esta. Y El solo es nuestro Dios, fue, es y será. 3) Yo creo con fe completa, que el creador (bendito su nombre), no tiene cuerpo, y las leyes de los cuerpos no lo afectan, y no tiene ninguna comparación con nada. 4) Yo creo con fe completa, que el creador (bendito su nombre), es primero y último. 5) Yo creo con fe completa, que el creador (bendito su nombre), a El solo se puede rezar, y no se puede rezar a ninguna otra cosa. 6) Yo creo con fe completa, que todas las palabras de los profetas son verdad. 7) Yo creo con fe completa, que la profecía de Moshe Rabenu (Que este en paz), es verdadera, y que él es el superior de todos los profetas, los anteriores y los posteriores a él. 8) Yo creo con fe completa, que toda la Torá que está en nuestras manos ahora, es la que le fue entregada a Moshe Rabenu (Que este en paz). 9) Yo creo con fe completa, que esta Torá, no será cambiada, y no va a haber otra Torá del Creador (bendito su nombre). 10) Yo creo con fe completa, que el creador (bendito su nombre), sabe todos los actos de las personas y todos sus pensamientos, como esta escrito "El moldeo cada corazón El que entiende todos sus actos" 11) Yo creo con fe completa, que el creador (bendito su nombre), recompensa a quienes cuidan sus mandamientos y castiga a quienes los transgreden. 12) Yo creo con fe completa, en la venida del redentor, y aunque se demore, de todas formas, espero cada día que llegue. 13) Yo creo con fe completa, que habrá vida en los muertos cuando el creador (bendito su nombre) lo decida, y su nombre será enaltecido por siempre. Las Tres cuestiones de la época: A pesar de su ilimitada estima de Aristóteles en el terreno de la ciencia. Maimónides se decide por la Biblia en las tres cuestiones de su tiempo: 1) El mundo no es eterno, sino creado por Dios en el tiempo. Un mundo eterno no puede tampoco ser demostrado científicamente. 2) La voluntad humana, a pesar de las leyes de la naturaleza, es libre; el hombre, por ende, es responsable de sus actos y según ellos será juzgado un día. 3) el alma de cada hombre es inmortal.


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CAPÍTULO 3: LA FILOSOFÍA DEL SIGLO XIII Lección 1 LA ALTA ESCOLÁSTICA La Situación Político Social Reale y Antiseri (1988) hablan del siglo XIII como el período áureo de la teología y la filosofía el cual se produce como consecuencia de numerosos factores: la creación de universidades, la fundación de las órdenes mendicantes (Franciscanos y dominicos), el contacto de los medios culturales occidentales con obras filosóficas desconocidas hasta entonces. Las universidades se convierten en centros de intensa enseñanza e investigación; las órdenes mendicantes brindan una cantidad de maestros muy cualificados; la nueva bibliografía se centra sobretodo alrededor de los escritos de metafísica y de física de Aristóteles que, conocidos gracias a los árabes, ahora son redescubiertos en su redacción originaria. a) Desde el punto de vista político-social, es la época de los municipios consolidados y de un gran desarrollo de las clases burguesas. Es la época del intento frustrado de restauración imperial por parte de Federico II, vencido por la fuerte tendencia autonomista de las ciudades; es el período de la tolerancia papal que, con Inocencio III, aspira a la plenitud del poder. Desde una perspectiva religiosa, Occidente profesa la fe católica, que penetra en todas las clases sociales. La primacía del catolicismo explica el lugar central que ocupa el papado, obligando a que todos reconozcan la función mediadora y de guía de la Iglesia. Es el período de la crisis del mundo islámico, crisis que manifiesta uno de sus momentos centrales de la toma de Constantinopla por los cruzados (1204), que llevan a cabo un intercambio cultural más intenso. b) Desde el punto de vista de las instituciones eclesiásticas, es la época de las dos órdenes religiosas más prestigiosas, los dominicos y los franciscanos. A diferencia de las órdenes monásticas surgidas en los siglos precedentes, cuyos miembros vivían en los desiertos o en el campo, vinculados en este último caso a la economía feudal, los franciscanos y los dominicos eligieron como centro de su actividad las ciudades, que se habían transformado en lugares con intensa vida


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económica, cultural y religiosa, y que con frecuencia habían sido condenadas por los ascetas, que invitaban con acentos apocalípticos al menosprecio del mundo y a la austeridad de vida. Recuérdense los Flagelantes, los Humillados y otros movimientos afines, muy pronto condenados por la Iglesia oficial. Dedicados a la predicación, estas nuevas órdenes religiosas comprendieron rápidamente la importancia de la universidad, como instrumento idóneo para la profundización doctrinal y para una eficaz labor de evangelización. En efecto, el centro intelectual de la ciudad consistía en la universidad y la emancipación intelectual corría pareja con la emancipación social. Las cátedras que de inmediato conquistaron las dos órdenes religiosas, se transformaron en los centros más autorizados, gracias a la seriedad de su enseñanza y a la profundidad de su doctrina. Puede afirmarse que el siglo XIII es el siglo de Alberto Magno y de Tomás de Aquino (dominicos), de Alejandro de Hales, Buenaventura de Bagnoregio y Juan Duns Escoto (franciscanos). Las Universidades Como se dijo en el apartado anterior, el siglo XIII está determinado filosóficamente por varios hechos muy importantes. El primero es el origen y el desarrollo de la universidad: en y desde ella se hace el pensamiento. El segundo es la fundación de las órdenes mendicantes. Y un tercero, también mencionado, es el descubrimiento de las obras tanto científicas como filosóficas de Aristóteles. En la situación escolar se aplica el decreto 18 del Concilio Letrán II del año 1179. Allí se reglamenta que cada iglesia catedral debe tener un maestro canónigo, es decir que pertenezca a la catedral y que enseñe gratuitamente a los clérigos de la Iglesia y a los alumnos pobres. Siguiendo toda la corriente del siglo XII se concentran las escuelas en las ciudades. Estos centros de las ciudades van a poseer una organización nueva en el espíritu que surge del siglo XII. En la organización tradicional el alumno busca al maestro, ahora es el maestro el que busca al alumno y esto es lo que da origen a la universidad. En lugar de ser un centro de enseñanza, la universidad es una agrupación profesional, frente a los reyes y a los obispos, para defender los intereses de los profesores y de los alumnos, y buscan tener el monopolio de sus actividades y ser autónomos. Es decir, que la universidad surge en contra de los poderes eclesiásticos aunque la enseñanza era una función eclesiástica. El obispo en el siglo XII tenía delegado el poder de enseñar en el escolástico, pero en el siglo XIII va a llamarse canciller. Es el que otorga la licencia de enseñar. En el siglo XIII la


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universidad intenta independizarse del canciller, buscando que sean los mismos maestros quienes otorguen la licencia. También se forma contra los poderes públicos, porque quieren ejercer su poder sobre las corporaciones que aportaban riqueza y fama al país, y sobre todo porque formaba a sus funcionarios. La universidad, como sindicato o asociación, lucha por la independencia, no quiere estar sometida a la justicia civil, que era más dura que la eclesiástica, y así trata de jugar con ambos poderes. Además es contra el poder del papa para mantener su independencia. Por esto, la universidad no tiene un centro, cada maestro enseña en su casa, y enseña todo desde el comienzo hasta el final. La universidad es una institución eclesiástica y civil a partir del siglo XIV. Todos se inspiran en ella de la doctrina del Evangelio y poder de la Iglesia. Posee el monopolio local de la enseñanza; es internacional en cuanto a los profesores y alumnos que pueden venir de todas partes. Cuando una universidad otorga la licencia tiene valor en toda la Iglesia. Todas las universidades tienen cuatro facultades: la de Artes, la de Derecho, la de Medicina y la de Teología. De éstas, tres son las facultades superiores, que presuponen una anterior. La facultad de Artes es el presupuesto, es como el bachiller hoy día. Están dirigidas por maestros titulares, es decir catedráticos, cuyo director es el decano, elegido por ellos. La facultad de Artes tiene una organización diferente, en función de las naciones, los maestros y los alumnos están conforme al país del que proceden y se unen y nombran un procurador delegado. El catedrático lo explica todo, se reúnen en algunas iglesias o en casa de los dominicos, franciscanos o maturinos. Sólo en la segunda mitad del siglo XIII se abren residencias para los alumnos, que se llaman colegios. La residencia más importante fue la fundada por Roberto Sorbon, que da origen a La Sorbona. Más adelante será en esos colegios donde se enseña. La universidad abarca toda la enseñanza, comenzado por la primaria de los niños. En primer lugar, está la facultad de Artes, a los dos años de la matriculación se obtiene el título de bachiller; se daba el título de maestro en Artes al cabo 6 años. Comprendía sobre todo la Gramática (el trívium, el Quatrivium), aprender a leer, hablar, escribir y a pensar. Después se entraba en las facultades mayores. Medicina y Derecho exigían seis años cada una, mientras que Teología pedía ocho años. En teología los dos primeros años es auditor y se obtiene el título de bachiller bíblico, y explicaba el alumno bajo la dirección del maestro de la Biblia durante dos años. A continuación se obtenía el título de bachiller sentenciario. Durante dos años se explicaba el libro de las Sentencias de Pedro Lombardo. Y luego de esos dos años después se obtenía el bachiller formatus, se enseña Teología durante dos años.


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Para ser maestro (equivalente a doctor de hoy), se requería dos disputas públicas sucesivas, que son reuniones que proponen un tema, se juntan los maestros y los alumnos y ponen objeciones, en segundo lugar presentaba las tesis que se iban a discutir en la universidad. Luego recibía el título de maestro. Para ello, había que tener al menos 35 años. La universidad de París se especializó sobre todo en Teología, y lo que buscaba era sistematizar los conocimientos, en la línea pues de la escuela de San Víctor, armonizar el saber, y sobre todo el tema clave es la relación filosofía-teología, o fe y Razón. Otra universidad clave es la de Bolonia, que está especializada en Derecho, va a tratar de estudiar los problemas jurídicos de las nuevas asociaciones y a recopilar todas las leyes. Sobre el modelo de la universidad de Bolonia se funda la de Salamanca. Además en Italia tenemos la universidad de Salerno, especializada en medicina. Y finalmente la universidad de Oxford en Inglaterra especializada fundamentalmente en Ciencia y Filosofía.

Las Órdenes Mendicantes Un segundo hecho importante que va a cambiar la mentalidad del siglo XIII es la fundación de las órdenes mendicantes. Tienen importancia no sólo en sí mismas sino también porque son modelo de la nueva organización social de la época, con su problemática nueva que conlleva. En el siglo XIII hay una revolución de tipo social ya que hasta ese momento, dada la estructura feudal se acentuaba la Iglesia particular (nominalismo), la Iglesia universal era algo moral o ideal. La responsabilidad administrativa la tenía el obispo o el abad, y sólo cuando había problemas se acudía al papa. Lo universal era algo convencional. Ahora surge una nueva forma de ver la realidad. Se trata de unir esfuerzos y en este caso las órdenes mendicantes no son personalistas sino comunitarias. Los miembros se unen entre sí por el oficio, por la función que desempeñan y se sienten miembros de un cuerpo. Así surgen las cofradías y las fraternidades, las relaciones entre los miembros no son de persona a persona sino en función del oficio que desempeñan ya que son comunidades en ideas o en fines. Las relaciones son siempre entre iguales, por eso es significativa la terminología, y quien lidera la organización no se llama superior sino prior (primus inter pares). La comunidad aparece como entidad o persona moral, con sus derechos e intereses. Otro hecho importante es que no están localizados o que no son territoriales porque el lugar individualiza, en cierto modo es una especie de despersonalización. La actividad pastoral la realizan al margen de las parroquias, porque no dependen de un trabajo que obligue a la permanencia, que individualice, por eso tampoco se dedican a la agricultura.


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El papa se va a servir de estas congregaciones para romper con la estructura feudal de la Iglesia o las Iglesias particulares. Ante esta situación surge entonces la oposición entre individuo y comunidad, y en la universidad va a aparecer la lucha entre seculares y mendicantes (dos concepciones diferentes: nominalismo y lo universal).

La situación socio-religiosa en la que aparecen crea un problema que reside en definir si esta organización es de derecho divino o de derecho positivo. Si es de derecho divino el papa está sometido a esta estructura, pero si es de derecho humano el papa puede cambiarla. Hay que aclarar el fundamento de la estructura de la Iglesia, así que es más un problema de eclesiología que de la universidad. Igualmente, hay que aclarar si es el individuo al servicio de la comunidad o la comunidad al servicio del individuo. Resolver este problema supone resolver el problema de los universales. De estas órdenes mendicantes la primera fue la de los franciscanos en 1210, eran hermanos laicos que buscaban la paz en medio de las dificultades sociales, tanto con la palabra como con la forma de vivir. Posteriormente el papa les encomienda la predicación, sobre todo de la penitencia; y frente a la avaricia de los mercaderes para quienes dan testimonio de pobreza. Muy posteriormente pasarán a enseñar en la universidad de París, pero mandados por el papa. La segunda congregación es la de los dominicos, en el año 1217, que funda santo Domingo de Guzmán. Posee un espíritu totalmente diferente, su finalidad era sobre todo la predicación de la fe. El estudio por ello está en la base de su formación. Viven sólo de limosnas, ya que la pobreza para ellos no es un fin, sino un medio para dar fuerza a su palabra. Poco tiempo después, en el año 1244 aparecen los agustinos, después los carmelitas y los trinitarios. Los mendicantes admiten alumnos en sus estudios generales de Teología que han hecho los estudios de Artes en sus estudios particulares. Eso no lo admite la universidad. El papa concede privilegios a los mendicantes, por ejemplo el de confesar en sus iglesias. Hasta entonces sólo el párroco lo podía hacer. Además también tienen el derecho de la mendicidad, el voto de la pobreza. Los papas estimularon a los Dominicos y Franciscanos a ingresar a la Universidad de París, lo cual hacen entre los años 1229 y 1231. Posteriormente lo harán las otras órdenes mendicantes que ejercieron una verdadera hegemonía en Paris, hecho que les acarrea muchas dificultades y conflictos con los maestros del clero


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secular. La controversia surgida en la regencia magisterial sólo terminará en 1274, cuando el Papa reconoce a cada una de las partes en litigo los derechos que les corresponde. Al ingresar los frailes a la Universidad, la teología y la filosofía se revitalizan y adquieren prestigio. Los Franciscanos, representados por Alejandro de Hales y Buenaventura, siguen la orientación platónico-agustiniana. Los Dominicos, por otra parte aportan dos figuras cumbres que son Alberto Magno y Tomás de Aquino. La línea directriz de su escuela será la encarnación del aristotelismo.

Lección 2 LA INCORPORACIÓN DEL PENSAMIENTO ARISTOTÉLICO El tercer hecho de gran importancia en el siglo XIII es la entrada de Aristóteles. En el siglo VI Boecio había traducido al latín las obras lógicas de Aristóteles, el llamado Órganon. En el siglo IX se fundó en Bagdad una escuela de traductores desde el griego que tradujo al árabe a Aristóteles y a algunos de sus comentaristas. No obstante, el mayor influjo del estagirita tendrá lugar a partir de la traducción en su obra directamente del griego. Ahora el nuevo comentarista más importante fue Averroes quien reaccionó contra los comentarios neoplatónicos, como los de Avicena que se hicieron a la luz del neoplatonismo. Por esto, la escuela franciscana se apoya en el Aristóteles de Avicena, mientras que la escuela dominicana lo hace en el Aristóteles de Averroes. La progresiva incorporación y asimilación del sistema aristotélico contribuye en gran medida a forjar el espíritu del siglo XIII. Esta empresa suscita agudos problemas y enfrentamientos, despierta inquietudes, abre nuevos horizontes y origina distintas posiciones. A la vez, da lugar a una crisis de rejuvenecimiento y crecimiento, caracterizada por la iniciativa del espíritu crítico y la búsqueda de un hombre nuevo en la nueva sociedad. Al leer las obras de Aristóteles se descubre un sentido nuevo en la investigación de la naturaleza que hasta ahora era estudiada a la luz de la Creación como criaturas y por ello como signos o palabras de Dios. Es así como la naturaleza se estudia de forma simbólica. Según Beltrán (1985), la asimilación de la doctrina aristotélica entra de inmediato en conflicto con la concepción cristiana existente, en particular serán la física y la metafísica las causas del choque doctrinal pues descubren el poder de la razón como medio de conocimiento. Por ello hay que estudiar las cosas no solo desde la fe sino racionalmente. Este asunto será condicionado por el papado en varias ocasiones, pero estas restricciones en


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ningún momento suprimieron el atractivo cada vez más creciente por la nueva doctrina, que introducía cambios revolucionarios. El sistema filosófico del Estagirita se considera como la última y definitiva expresión de la razón que compendia el saber clásico. Se identifica la Razón con la Ciencia de Aristóteles. Por ello la expresión máxima de la racionabilidad es la ciencia, pero ciencia como la entiende Aristóteles. Por tales motivos este pensamiento sirve como fermento de renovación. En primera instancia, la asimilación y adaptación de tal sistema se proyectará en el dogma cristiano. Tarea llevada a cabo por varias figuras pero de manera definitiva por Alberto Magno y Tomás de Aquino, quienes elaboran la síntesis entre teología cristiana y filosofía aristotélica. El encuentro con Aristóteles origina varias corrientes entres sus seguidores y conduce a la conformación de distintas escuelas. Este hecho se explica fácilmente ya que la influencia aristotélica en ningún momento se dio en forma pura. Por el contrario, se presentó mezclada con elementos platónicos. El principal problema de la filosofía en el siglo XIII tiene como interés aclarar si la Teología es ciencia. Pero ciencia en el sentido aristotélico que es la física y la demostración. El primer problema que se plantea es el de la eternidad del mundo: para Aristóteles el mundo no tenía ni origen ni fin, pero los autores medievales son cristianos y parten de la idea de Creación. ¿Cómo coordinar el mundo creado con el mundo científico o filosófico? El segundo problema es el de la providencia divina. Aristóteles parte del acto puro, y ese acto puro es Dios, pero no puede actuar como causa eficiente porque estaría sometida a ella y Dios no está sometido. Si Dios es acto puro y no hay providencia, y si hay providencia Dios no es perfección. Hay un choque entre fe y razón, pero entendiendo razón en el sentido de Aristóteles. El siguiente problema es el de la libertad. En toda la Biblia el hombre es libre, responsable porque es dueño de sus actos. Pero el hombre es un ser más de la naturaleza según Aristóteles, y por ello está sometido a las leyes de la naturaleza. La libertad no es posible si pertenece al mundo. Son problemas graves y entonces se puede caer en el fideísmo (creer sin razón alguna) o en el racionalismo estricto (la separación de la vida cristiana y la vida humana) o en el dualismo o esquizofrenia en la vida. En el año 1228 el papa Gregorio IX escribe una carta llamando la atención sobre la enseñanza que se hacía en la facultad de Teología en París. Y dice que no se lea las obras de Aristóteles, si bien hay ideas útiles en esas obras, es necesario discernirlas. El papa Inocencio IV en el año 1245 extiende esa prohibición a la universidad de Toulouse. En el año 1263 el papa Urbano IV confirma de nuevo los


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estatutos de la universidad de París, y mantiene la prohibición, es decir hasta que se discierna. Sin embargo, se sabe que estas prohibiciones no tuvieron eficacia, se seguía enseñando a Aristóteles. Además, cuando se leen las obras de Guillermo de Auxerre o Guillermo de Auvernia, maestros de París, citan a Aristóteles constantemente. Entre 1240 y 1246 san Alberto Magno enseña libremente a Aristóteles. En el año 1366 se manda obligatoriamente que se enseñe Aristóteles. Se prohíbe cuando no hay criterios para discernir, pero cuando se investiga y se discierne no hay peligro.

Lección 3 ESCUELAS DEL SIGLO XIII A comienzos del siglo XIII irrumpen con fuerza en el panorama eclesial dos órdenes religiosas nuevas de significación trascendental: los franciscanos y los dominico-s. Ante el recluimiento de los monjes, la inhibición de los obispos y la incapacidad de los clérigos seculares, los miembros de aquellas nuevas órdenes asumen el compromiso de armonizar doctrinal y prácticamente el mensaje cristiano con las situaciones vitales más novedosas y arriesgadas de la sociedad de la época. La escuela Agustino-Franciscana Esta vertiente doctrinal se inspira en San Agustín, a quien todos sus seguidores reconocen como maestro común y máxima autoridad entre la Patrística. Aunque todos los integrantes de esta tendencia se identifican con el obispo de Hipona, no existe unanimidad en las tesis tomadas de él. La escuela franciscana corresponde a tres autores claves: Alejandro de Hales, san Buenaventura y Duns Scoto. Los tres están en la línea del primer período del aristotelismo latino. Alejandro de Hales (1185-1245) Conocido como Doctor imposible de refutar, nació en Hales y estudió en París. Hacia 1237 entró en la orden de los franciscanos y llegó a ser profesor de filosofía y teología. Su obra está recogida en una amplia exposición de su doctrina, conocida como la Summa theologica, compilada después de su muerte. Alejandro de Hales introdujo los principios aristotélicos en la discusión teológica cristiana. Hace una clara distinción entre la sabiduría y la ciencia, basándose en De Trinitate de san Agustín. La sabiduría tiene por objeto a Dios, y se expresa en la


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contemplación de la oración; la ciencia tiene por objeto la razón, pero está ordenada a introducirnos a la contemplación, por eso la Filosofía es la esclava de la Teología. Un segundo punto de su pensamiento es que busca dónde radica la distinción entre Dios y las criaturas. Se apoya en Avicena: un ser es ser en cuanto es uno, la perfección máxima del ser es la unidad, Dios es Uno porque es el ser más perfecto, y las criaturas se diferencian de Dios porque no son unas, porque tienen división. La división de las criaturas viene provocada por la materia; en Dios no hay materia. Pero la materia no es cuerpo sino donde está la forma, así pues los ángeles tienen materia pero materia espiritual. En lo que respecta a la teoría del conocimiento, dice que el conocimiento científico se realiza en el entendimiento donde tenemos dos clases de conceptos, unos conceptos son adquiridos de las cosas por abstracción. Aquí forma y esencia se identifican. Otros conceptos como los de Dios, alma, los primeros principios, no los recibimos por los sentidos, están dados por Dios directamente mediante la iluminación. Estas tesis de Alejandro de Hales, pasan luego a toda la escuela. San Buenaventura (1217-1274) Célebre por sus escritos espirituales, que le convirtieron en uno de los más destacados teólogos medievales, fue declarado doctor de la Iglesia y también recibió el sobrenombre de Doctor Seráfico. Su verdadero nombre era Juan de Fidanza, nació en Bagnoregio y estudió Artes desde 1236 hasta 1242, en la Universidad de París, donde fue discípulo de Alejandro de Hales. Tras ingresar en la orden franciscana en 1243, cuando adoptó el nombre de Buenaventura, cursó estudios de Teología en la Sorbona y alcanzó el título de maestro de dicha disciplina en 1253. Durante este periodo preparó un comentario sobre las Escrituras, el Breviloquium, y, al igual que santo Tomás de Aquino, trabajó para integrar la visión aristotélica en la tradición de san Agustín. Aceptó gran parte de la filosofía científica de Aristóteles, pero rechazó lo que conocía de su metafísica por insuficiente, ya que, según Buenaventura, al filósofo griego no le guiaba la luz de la fe cristiana. La doctrina de la iluminación de la mente humana por el Divino la tomó de san Agustín. En cuanto a las obras hemos de señalar que tiene un comentario original de sus años de bachiller sentenciario a los 4 libros de las Sentencias. Lo resume en otro llamado Breviloquio, que es una especie de libro de texto para los alumnos. Su Itinerario de la mente hacia Dios (1259), obra clave de la literatura mística, y otros tratados semejantes, reflejan su preocupación por cómo el alma reconoce y se une a Dios.


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Famoso por el rigor de sus estudios y su buen juicio, Buenaventura fue elegido general de los franciscanos en 1257 y ocupó dicha dignidad hasta 1273. Su ejercicio coincidió con un periodo en que la comunidad franciscana se hallaba escindida en torno a la controversia de hasta qué punto debía, como orden, respetar el compromiso de san Francisco de Asís con la pobreza. Consiguió superar dicha división y, por ello, se le considera como el segundo fundador de la orden. En 1263 escribió una biografía teológica de san Francisco de Asís y a partir de entonces, se dedicó a viajar y a predicar el modo de vida franciscano. El papa Gregorio X le nombró cardenal obispo de Albano en mayo de 1273 y Buenaventura colaboró en los preparativos del II Concilio de Lyon, convocado para solventar el cisma con la Iglesia oriental. Falleció en dicha ciudad francesa el 15 de julio de 1274. Fue canonizado por el papa Sixto IV en 1482 Respecto a su pensamiento filosófico, decimos que piensa a la luz de san Francisco de Asís. También es un universitario en Paris y esto le llevó a entrar en la polémica entre seculares y mendicantes, sobre todo buscando encontrar la Teología de la pobreza de san Francisco. Pero en la facultad de Artes se familiariza con Aristóteles. Lo admira, e interviene para introducir una reforma del pensamiento de aristotélico que pueda adaptarse a la fe. Por otro lado, modifica totalmente a los franciscanos. San Francisco de Asís no quería que sus seguidores fuesen sacerdotes, que no predicasen con la palabras sino con el ejemplo; y como el papa se da cuenta de la fuerza de los franciscanos para la reforma de la Iglesia, entonces manda a san Buenaventura a que oriente a los franciscanos para que hagan estudios para entrar en la universidad y reformar todo lo intelectual en la universidad, porque los problemas vienen de las cabezas pensantes. Tiene que dar normas para que los conventos tengan leyes por los que regirse. Hay que señalar también que en san Buenaventura hay dos grandes períodos. En la primera parte cuando es joven expresa su pensamiento sobre todo en el Comentario al Libro de las Sentencias. En éste manifiesta un conocimiento profundo de Aristóteles, lo cita con frecuencia y le considera el más grande de los filósofos. En la segunda parte de su vida está marcado por su polémica contra el averroísmo latino, no enseña en la universidad pero está perfectamente


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informado. El averroísmo latino aceptaba a Aristóteles íntegro: la eternidad del mundo, la negación de la libertad, la negación de la inmortalidad del alma, y la negación de la providencia. San Buenaventura dice que estos errores suceden porque estos filósofos rechazan el ejemplarismo que es una doctrina que defiende que Dios crea según las ideas divinas; por eso no admiten la Creación y acentúan al máximo la independencia de los seres. Todo esto causó un terremoto intelectual en París, pues significaba que sus contrarios negaban la fe y que eran por tanto herejes, con todo lo que ello suponía para poder enseñar. Por eso, posteriormente en sus sermones, como el Sermón 6 Sobre los siete días de la Creación, habla con más moderación. El punto de partida es el siguiente: La filosofía es la búsqueda de la verdad, pero la verdad es Cristo; de otra parte, la ciencia es el conocimiento máximo que puede tener el hombre en esta vida, pero lo único necesario es Dios, entonces la única ciencia es la ciencia de Dios. San Buenaventura hace una espiritualidad del estudio. La cuestión está en cómo el estudio nos lleva a Dios. El tema es el mismo de la Edad Media, es la relación de la ciencia con la sabiduría, de cómo unir el estudio con Dios, la Teología mística con la dogmática, de la vía de la experiencia con la vía de la razón. Roger Bacon (1214-1294) Nacido en Ilchester, fue uno de los maestros más influyentes del siglo XIII. Estudió en las universidades de Oxford y París. Permaneció en París hasta completar sus estudios y durante un tiempo fue profesor en esa universidad. Regresó a Inglaterra, donde se unió en 1252 a la orden religiosa de los franciscanos y se estableció en Oxford. Realizó numerosos estudios teóricos y experimentales, sobre todo en los campos de la alquimia, la óptica y la astronomía. Bacon fue una figura fundamental para el saber de su época y a finales de la década de 1260, por petición del papa Clemente IV, escribió Opus Maius. En esta obra trataba la necesidad de reformar las ciencias por medio del estudio de las lenguas y de la naturaleza, con la ayuda de diferentes métodos. Las ideas revolucionarias de Bacon sobre el estudio de las ciencias hicieron que fuera condenado por los franciscanos. En 1278 el prior de la orden franciscana, Girolamo Masci y posteriormente el papa Nicolás IV, prohibieron la lectura de los libros de Bacon y fue arrestado. Tras diez años de cárcel, Bacon regresó a Oxford. Escribió el Compendium studii theologiae (un compendio sobre el estudio de la teología) justo antes de su muerte.


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A pesar de su elevado conocimiento, Bacon aceptaba algunas de las creencias de su época, como la existencia de la piedra filosofal y la eficacia de la astrología. Aunque se le han adjudicado numerosos inventos, muchos de ellos fueron, sin duda alguna, extraídos de sus estudios sobre los científicos árabes. Sus escritos aportaron una nueva e ingeniosa visión sobre la óptica, en concreto de fenómenos como la refracción, el tamaño aparente de los objetos y el aparente aumento de tamaño experimentado por el Sol y la Luna en el horizonte. También descubrió que con azufre, salitre y carbón vegetal, se podía producir una sustancia (pólvora) capaz de causar explosiones. Bacon consideró que las matemáticas y la experimentación eran los únicos medios de llegar al conocimiento de la naturaleza. Estudió varios idiomas y escribía en latín con elegancia y claridad. Por sus extensos conocimientos se le conocía con el nombre de Doctor Admirable. Seis de sus trabajos se imprimieron entre 1485 y 1614, y en 1733 se editó y publicó el Opus Maius.

La Escuela Dominicana La Orden de Predicadores, llena de méritos en la vida cultural de la Edad Media, fue fundada por Domingo de Guzmán. Desde el año 1217 se establecieron los Dominicos en París, donde realizaron una fecunda labor. La nueva Orden se orientó a la predicación y a la enseñanza. Esta misión exigía dedicación al estudio de la teología, la escritura y la filosofía. En consecuencia, fueron ellos los impulsadores del movimiento intelectual que realizó la síntesis filosófico-teológica. El conocimiento racional es considerado, ya no como una forma de revelación basada en la iluminación divina dentro del agustinismo, sino como una actividad humana completamente autónoma respecto de la fe. Por tanto, la filosofía y la teología son disciplinas diferentes, pero complementarias, ya que la verdad es una sola. Esta labor implicó algunos enfrentamientos. El principal se dirigió contra el averroísmo latino cuya concepción de Aristóteles iba en contra de la visión cristiana del mundo y de la vida.


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Los grandes representantes de esta escuela fueron Alberto Magno y Tomás de Aquino. Al primero le correspondió la tarea de anunciar y preparar el material y la orientación seguida por esta corriente intelectual. El segundo aportó la sistematización y estructuración de la Escuela. Alberto Magno (1200-1280) Nació en Lavingia de Suavia en 1193 o 1206, la fecha es incierta. En 1223, cuando estudiaba en Padua, ingresó en la orden de los dominicos, que por entonces contaba con menos de diez años de existencia. Ordenado sacerdote en Alemania, impartió clases antes de acudir a la Universidad de París, centro en el cual llegó a ser profesor en 1245 y luego catedrático de Teología. Entre sus primeros alumnos estuvo santo Tomás de Aquino. Viajó por toda Europa occidental en nombre de su orden, sirvió como provincial y, desde 1260 a 1262, fue obispo de Ratisbona, antes de volver a dedicarse a la enseñanza y la investigación. Según Beltrán, la obra literaria de Alberto Magno abarcó en forma enciclopédica todo el saber de su época. Los escritos son extensos y numerosos. Entre ellos se encuentran comentarios y paráfrasis a casi todos los libros de Aristóteles, y son tratados originales de filosofía y teología. Produjo nuevas obras y, de acuerdo con el filósofo inglés Roger Bacon, logró casi la misma autoridad en su tiempo que la que había gozado el mismo Aristóteles. Especial interés ofrece el Comentario a las Sentencias, la Suma de Creaturis, y la Suma Teológica la cual no terminó. La ingente obra de Alberto Magno se orienta a la construcción de la síntesis teológica-filosófica. En esta empresa contribuyó en forma decidida al descubrir, recopilar, interpretar y asimilar tal cantidad de elementos doctrinales aristotélicos, platónicos y musulmanes. En consecuencia, uno de sus grandes aportes consistió en compendiar la enorme riqueza de la ciencia y de la filosofía greco-árabes, para colocarlas al servicio de la teología cristiana. Reale y Antiseri sostienen que según Alberto Magno, las diferencias entre el conocimiento filosófico de Dios y su conocimiento teológico son por lo menos cinco: 1) la primera consiste en que en el conocimiento filosófico se avanza sólo a través de la razón, mientras que con la fe se llega más allá de la razón; 2) la filosofía parte de premisas que deben ser conocidas por sí mismas, es decir inmediatamente evidentes; en la fe en cambio existe un lumen infusum (don o flujo luminoso que Dios infunde en el alma) que incide sobre la razón y le abre perspectivas que resultarían impensables de otro modo; 3) la filosofía surge de la


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experiencia de las cosas creadas; la fe, en cambio, parte de Dios revelante; 4) la razón no nos dice qué es Dios, la fe sí, pero dentro de cierto límites; 5) la filosofía constituye un procedimiento puramente teórico, mientras que la fe implica un proceso intelectivo-afectivo, porque afecta a la existencia del hombre en el amor de Dios. En resumen, las cosas teológicas no coinciden en sus principios con las filosóficas, porque “la teología se fundamenta sobre la revelación y sobre la inspiración, no sobre la razón”. El filósofo dice todo aquello que se puede decir “con base en el razonamiento”. Y “de la Trinidad, de la encarnación y de la resurrección no cabe tener ningún conocimiento desde una perspectiva puramente natural”. Alberto Magno se ocupó también de cuestiones científicas y no sólo de problemas filosóficos y teológicos. Aunque se remite a los clásicos y en particular a Aristóteles, no se limita a sintetizar los resultados de aquellos, sino que ofrece una serie de observaciones originales acerca de los vegetales, los minerales y los animales. Alberto “fue uno de los escasísimos escritores medievales que se aproximaron a una efectiva observación de la naturaleza. En Alberto hallamos aquella concepción mágico-astrológica que a través de él ejercerá a continuación un enorme influjo. Opuesto a la magia negra, que invoca fuerzas demoniacas, y a la magia astrológica, que pretende determinar la influencia de los astros sobre el destino humano y por tanto priva al hombre de su libertad, defiende mas bien la magia natural, que nos da testimonio de la infinita fuerza de la Causa primera, que conserva unidas todas las cosas. “En la ciencia debemos investigar qué puede suceder en las cosas naturales, basándonos en las causas inherentes a la naturaleza. La ciencia no consiste en creer simplemente en lo que nos ha sido dicho, sino en indagar las causas de las cosas naturales”. Alberto Magno murió en Colonia el 15 de noviembre de 1280. Fue beatificado en 1622 y canonizado y proclamado doctor de la Iglesia en 1931 por el papa Pío XI. En 1941, el papa Pío XII lo convirtió en patrón de todos los que estudian ciencias naturales.

Lección 4 SANTO TOMÁS DE AQUINO Nació en el Castillo de Roccasecca (Italia) a finales de 1224 o principios de 1225, no se sabe con exactitud, y murió en el año 1274. Vivió junto con san Buenaventura en París y con él trabajó conjuntamente. Sus padres eran los condes de Aquino. A los 5 años es ofrecido como niño oblato en la abadía de Montecasino, porque el abad era tío suyo (Sinivaldo) y sus padres querían que se convirtiese en abad. En 1239 regresó a la casa de sus padres porque el papa


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Inocencio IV estaba en guerra contra el emperador de Alemania Enrique IV Barbarroja, el cual invadió Montecasino y expulsó a los monjes. Volvió a Nápoles y entre 1239 y 1243 hizo la facultad Artes donde conoce a los Dominicos, en 1245 entra en esa congregación. Tuvo como maestro al alemán san Alberto Magno. En 1248 viajó con él a Colonia para organizar el estudio general de los dominicos. En 1252 regresó a París. Allí es bachiller bíblico sentenciario, y en 1256 es ya maestro en Teología, pero la universidad no le reconoce el título. Una vez solucionado el conflicto entre seculares y mendicantes, en 1258 enseña en París a instancias del papa, hasta el año 1259. En 1259 el papa Alejandro IV le llama para que sea el teólogo de la curia pontifica. Residió en el convento dominico de Santa Sabina, permaneciendo en Roma hasta 1269. En ese momento estaba en auge el averroísmo latino en París y no hay maestros de categoría, por ello el papa le manda a París. En el año 1272 el averroísmo latino había desaparecido de París y se trasladó a Nápoles. Allí, el papa Gregorio X le pidió que asistiera al Concilio de Lyon, pero tuvo un accidente en el camino, con lo que tuvo que entrar en la abadía cisterciense de Fossanova, y murió el 7 de marzo de 1274, a los 49 años. En el año 1323 fue canonizado y fue proclamado doctor en el año 1567. En el año 1880 el papa León XIII le proclamó patrono de toda la enseñanza cristiana. Las obras de Santo Tomás de Aquino. Sus obras las podemos dividir en seis grupos: Comentarios, Cuestiones disputadas, Cuestiones de Quodlibet, Summas, Opúsculos y Sermones. El comentario es el género de base de la enseñanza del siglo XIII, se trabaja sobre los textos, el comentarista se atiene al texto, pero no se detiene en él, el texto pasa a ser pretexto para atacar los problemas. Tomás de Aquino, tiene comentarios a la Biblia, a la mayor parte de las obras de Aristóteles y a los teólogos como Boecio, Dionisio y Pedro Lombardo. Las Cuestiones disputadas eran ejercicios en clase dos veces por semana. El maestro mandaba a un alumno que expusiera un tema, y los otros alumnos le hacían preguntas a las que debía responder, y al final a partir de la discusión santo Tomás exponía el tema. Las cuestiones disputadas de Santo Tomás más importantes desde el punto de vista filosófico son De veritate, que son 16 cuestiones que tuvo entre 1256 y 1259, De potentia, De malo, y De anima.


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Las Cuestiones de Quodlibet, se hacían dos veces al año, por Adviento y Cuaresma; eran una especie de rueda de prensa ante la universidad, cada uno preguntaba de lo que quisiera a maestros o alumnos. Era una discusión fundamentalmente espontánea, en la cual Santo Tomás tuvo gran experiencia. Las Summas eran libros de texto para el alumno universitario; era pues algo más que un compendio. El nombre aparece en el siglo XII indicando una obra que compendiaba sistemáticamente todas las materias, todos los temas de una ciencia. Santo Tomás tiene en primer lugar la Summa Theologica, que consta de tres partes: la primera trata de Dios y de la Creación, la segunda trata de la Moral, y la tercera de la Encarnación y de los Sacramentos, pero quedó incompleta por su muerte; la parte que queda inconclusa es publicada posteriormente por su discípulo Reginaldo de Piperno basándose en las notas escritas que había dejado; a esta parte se le llama Suplemento. Los Opúsculos son obras pequeñas, como una especie de introducciones a los temas básicos. El más importante desde el punto de vista filosófico es De ente et essentia, que lo escribió hacia el año 1256. Los Sermones que son obras técnicas y abstractas, son como libros de meditación, es mediante ellos que se conoce la personalidad de Santo Tomás.

AÑO 1254 1259 12611264 12651273 1270

PRINCIPALES OBRAS DE SANTO TOMÁS DE AQUINO OBRA Scriptum super quatuor libris Sententiarum Magistri Petri Lombardi (comentario sobre los Cuatro libros de sentencias de Pedro Lombardo) De ente et essentia (sobre la distinción real entre esencia y existencia) Summa contra Gentiles (tratado de teología acerca de la verdad de la fe cristiana) Summa Theologiae (demostración de la existencia de Dios a través de las 'cinco vías') De unitate intellectus contra averroistas (contra la interpretación averroísta de Aristóteles)

Según Juan Marías, Santo Tomás realiza la adaptación de la filosofía griega de Aristóteles al pensamiento cristiano de la Escolástica. El fondo general de su pensamiento es el de la dogmática cristiana, los Padres de la Iglesia, la tradición medieval anterior y, sobre todo, Aristóteles. Tomás trabajó largamente los escritos


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peripatéticos, en especial de la traducciones directas de Guillermo de Moerbeke, y en lugar de las largas y difusas paráfrasis de Alberto Magno, imprecisas y llenas de dificultades sin resolver, Santo Tomás hace comentarios en que sigue de cerca el texto de Aristóteles e intenta aclararlo plenamente. Hay una afinidad estrecha entre la mente de Santo Tomás y la de Aristóteles. Los Temas que trató Santo Tomás de Aquino Relación entre fe y razón El problema de la relación entre fe y razón llega en Santo Tomás a su punto culminante y, para muchos, a su solución. La distinción filosofía/teología descansa en la separación entre orden natural y sobrenatural. Son dos órdenes distintos, pero no opuestos ni contradictorios sino complementarios: el orden de conocimiento natural procede de la razón humana, da lugar a la filosofía y posee leyes y métodos propios, con valor demostrativo. Por su parte el orden sobrenatural procede de la revelación y de la fe y es un conocimiento oscuro por naturaleza; algunas de sus verdades están al alcance de la razón y otras la exceden. Ambos conocimientos provienen de Dios, por lo que entre ellos no puede haber contradicción. De esta forma, Santo Tomás rechazará la teoría averroísta de la doble verdad. La existencia de Dios Tomás al abordar el problema de Dios, señala que su existencia no es evidente, por sí misma, por lo tanto hay necesidad y posibilidad de demostrarla. Para ello emplea el camino de la razón para probar la existencia de Dios, ya que de otra manera no es posible lograrlo. Es así como presenta la demostración de la existencia de Dios mediante cinco vías, como se observa en el cuadro siguiente: Movimiento

Causas Subordinadas

Seres Contingentes

↓ Motor Inmóvil

↓ Causa Incausada

↓ Ser Necesario

Seres más o menos perfectos ↓ Ser Perfecto

Orden en el mundo ↓ Inteligencia Ordenadora

Tabla tomada de Francisco Beltrán, Filosofía medieval y del renacimiento, pág. 244

Para Santo Tomás, debemos llegar a Dios a partir de lo más conocido para nosotros, es decir, la experiencia sensible. Las pruebas de Tomás de Aquino son demostraciones a posteriori: parten de los efectos de la actuación de Dios en el mundo para remontarse a El como causa última. La primera vía parte de la observación de la existencia de movimiento y termina afirmando la existencia de Dios como Motor Inmóvil; la segunda parte de la existencia de causas en el mundo y concluye en la existencia de una Causa Incausada; la cuarta de la existencia de diferencias en la perfección de los seres del mundo y termina proponiendo la existencia de un ser perfectísimo. Pero las


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más interesantes son la tercera y la quinta. La Tercera Vía comienza destacando uno de los rasgos más importantes de todos los objetos finitos, la radical insuficiencia de su ser, la contingencia: todos los seres existen pero podrían no existir, tienen los rasgos que tienen pero podrían no tenerlos. Si existen y podrían no existir es pensable un tiempo en el que no existían; y si nada más que ellos existieran en la realidad, ahora nada tendría que existir. Como, obviamente, este no es el caso, es preciso suponer que junto con los seres contingentes exista un ser necesario, un ser que tenga la razón de su existencia en sí mismo y no en otro, y ese ser es Dios. La Quinta Vía parte de la existencia de orden en el mundo natural y de la necesidad de que exista siempre una inteligencia que dirija el comportamiento de aquellos seres que tienen conducta final, conducta ordenada a un propósito. Es el caso de los seres naturales que no disponen de inteligencia, luego han tenido que ser creados por otro ser que les haya dado su disposición al comportamiento más adecuado para alcanzar los fines que les son propios. En conclusión, debe existir una Inteligencia Ordenadora a la que cabe llamar Dios. El Mundo Según Francisco Beltrán, demostrada la existencia de Dios, Tomás de Aquino expone la relaciones entre Él y el mundo. Estas relaciones son de causa a efecto. Por consiguiente, Dios es el creador del mundo a parir de la nada. El mundo es participación de Dios, al cual El conserva y gobierna bajo el signo de una inteligencia ordenadora. El mundo es un todo constituido por partes interfuncionales, estructuradas y ordenadas jerárquicamente. Sobre el problema del mal en el mundo, Tomás lo deriva de la inevitable limitación de las creaturas. Estas no reciben de su Creador plenitud de las perfecciones, sino que están constituidas de acuerdo a un orden jerárquico de perfección. La concepción del hombre El hombre, mucho más que el resto de los seres naturales, y menos que los ángeles, refleja en su ser cierta proporción con lo divino, y se sitúa entre dos mundos: se compone de cuerpo material y alma espiritual; por el cuerpo se vincula con el mundo sensible y por el alma con el mundo espiritual. Es lo más perfecto en el orden sensible y lo menos perfecto en el orden de las sustancias intelectuales. La concepción del hombre tomista se sitúa en la óptica aristotélica pero adquiere un estilo propio por la combinación con el pensamiento cristiano: a los vivientes les corresponde un conjunto de operaciones características distintas de los no vivientes, como son: nacer, nutrirse, crecer, reproducirse, moverse localmente y morir, y en los grados superiores sentir, pensar y querer. Santo Tomás define el alma como el principio de la vida y como la forma de un cuerpo físico que tiene vida en potencia. Es lo que distingue a los vivientes de los no vivientes. Santo Tomás hará mención también a las facultades: son las potencias activas del alma, aquellos principios gracias a los cuales el alma puede realizar las distintas operaciones vitales. Hay que distinguir entre facultades corpóreas y otras


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incorpóreas: las primeras requieren un órgano corporal; mientras que las segundas, como el entendimiento y la voluntad, no necesitan órganos corpóreos y radican en la esencia misma del alma. Además del intelecto, dividido en teórico y práctico, el alma humana contiene facultades mentales que son la voluntad o apetito racional, las facultades de la sensación y la sensualidad o apetito sensible. Pero aunque Santo Tomás defiende el dualismo antropológico, su posición es más moderada que la platónica al entender que la palabra "hombre" designa la unidad de cuerpo y alma, y no únicamente alma, como era el caso de Platón; y sostiene que el cuerpo no ha sido creado por un principio del mal, sino por Dios, y por eso debemos amar al cuerpo como consecuencia del amor que debemos a Dios. Ética Siguiendo Beltrán, Tomás de Aquino une la concepción ontológica con la aplicación de los principios éticos. Es así como el hombre está abierto a una serie de relaciones con Dios y con los demás hombres. La razón de estas relaciones radica en que Tomás elaboró su metafísica basada en la alteridad, por lo cual se distancia de Aristóteles cuya metafísica se mueve dentro de la totalidad. La ética es una ciencia práctica que enseña a los hombres todo cuanto requieren para lograr la perfección y la felicidad. El hombre en su condición intelectual, se inclina hacia los objetos que aprehende. Esta es la fuente de la actividad volitiva y del cual participan todos los bienes particulares. Pero resulta que la voluntad al tender al bien en cuanto tal, lo que encuentra son bienes particulares dentro de los cuales tiene que optar. La tarea de la ética consiste en señalarnos el camino más adecuado de realización.

Lección 5 LA ESCOLÁSTICA TARDÍA Francisco Beltrán dice que en el momento en que el tomismo llegaba a su plenitud con la síntesis de la teología natural y revelada, aparece en el panorama intelectual una nueva escuela filosófica de inspiración franciscana. Esta vertiente incorpora el pensamiento aristotélico, pero con marcado tinte voluntarista y nominalista. No obstante, no pueden trazarse límites rigurosos ni entre la alta escolástica y la escolástica tardía, ni entre los sistemas de las diversas escuelas. En los siglos XIII y XIV se pueden distinguir tres sistemas de escuela: el tomismo, el escotismo y el nominalismo de Ockham. Entre las escuelas se produjeron apasionados combates. La pugna se convirtió en antagonismo entre la vía antigua (en la que estaban incluidos el tomismo y el escotismo) y la vía moderna (Ockham). Aunque el sistema de Ockham fue prohibido al principio, sin embargo llegó a predominar con rapidez, especialmente en las universidades.


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El paso del siglo XIII al XIV se da no propiamente como una ruptura, ya que hay continuidad pero con grandes contrastes. El tomismo prosigue como escuela independiente a pesar de que no encuentre auténticos seguidores. El escotismo, que en rigor pertenece a la alta escolástica, sigue vigente en la elaboración de una metafísica de las esencias y de las formas, confluyendo en la teología. En la Escolástica tardía junto al aristotelismo se mantuvo también la línea neoplatónica, la cual influyó particularmente en la mística especulativa de los siglos XIV y XV. En todos los sistemas de escuela se comentó celosamente, por un lado la sagrada Escritura y, por otro, el libro de las Sentencias, de Pedro Lombardo.

Juan Duns Escoto (1266-1308)- Doctor Sutil Nacido en Duns (Escocia), fue fundador de una escuela de pensamiento denominada escotismo en su honor. Ingresó en la orden de los franciscanos y estudió en las universidades de Oxford y París. Después dictó clases en ambos centros sobre los Cuatro libros de sentencias de Pedro Lombardo. En 1303 abandonó París por negarse a apoyar al rey de Francia, Felipe IV el Hermoso, en la disputa que éste mantenía con el papa Bonifacio VIII con motivo de la bula Unam sanctam. Después de un breve exilio regresó a la capital francesa, donde enseñó hasta 1307. A finales de ese año fue enviado a Colonia, en cuya universidad profesó hasta su fallecimiento, ocurrido el 8 de noviembre de 1308. Sus escritos más importantes son las dos colecciones de Comentarios sobre las Sentencias y los tratados Cuestiones sobre metafísica y Sobre el principio primero. A causa de su intrincado pero hábil método de análisis, en concreto en su defensa de la doctrina de la Inmaculada Concepción, se le conoce como Doctor Sutil. Duns Escoto analizó con precisión los conceptos de causalidad y posibilidad en un intento de establecer una prueba rigurosa de la existencia de Dios, el ser primero e infinito. No obstante, mantenía que para conocer la verdad en toda su amplitud y cumplir con el propio destino eterno, el individuo no debe limitarse a hacer uso de las intuiciones derivadas del conocimiento natural o de la filosofía, sino que también debe intentar conocer y aceptar la revelación divina. La revelación complementa y perfecciona el conocimiento natural y, en consecuencia, no puede haber contradicción entre ellos. Para Duns Escoto, teología y filosofía son disciplinas distintas y


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separadas; sin embargo, se complementan, porque la teología recurre a la filosofía como una herramienta. En su opinión, el interés primordial de la teología es Dios, considerado desde el punto de vista de su propia naturaleza, mientras que la filosofía sólo apela a Dios en la medida en que Él es la causa primera de las cosas. Al considerar la naturaleza de la teología como una ciencia, sin embargo, se apartó de forma clara de su precursor, santo Tomás de Aquino. Mientras éste definía la teología, primero y ante todo, como una disciplina especulativa, Duns Escoto abordaba la teología como una ciencia práctica, interesada en cuestiones teóricas sólo en la medida en que éstas se plantean como fin el salvar almas a través de la revelación. Argumentó que mediante la fe una persona puede conocer con absoluta certeza que el alma es incorruptible e inmortal; la razón puede argumentar con verosimilitud la existencia de tales cualidades del alma, pero no puede probar que existan con exactitud. Al igual que santo Tomás, Duns Escoto fue un realista de la filosofía, pero se distinguía de éste en ciertas materias básicas. El principal punto de diferencia entre ellos está relacionado con sus ideas de la percepción. Duns Escoto mantenía que una comprensión directa, intuitiva, de las cosas concretas se obtiene tanto a través del intelecto como de los sentidos. Aquino, por su parte, sostenía que el intelecto no conoce por sí mismo la singularidad de las cosas materiales sino sólo las naturalezas universales abstraídas a su vez de las percepciones. Duns Escoto afirmaba que los universales no tienen una existencia separada de la mente humana, sino que cada cosa separada o “singular” posee una naturaleza distinta hacia el exterior que comparte con otras cosas de la misma clase. Este hecho suministra el fundamento objetivo de nuestro conocimiento sobre las verdades esenciales. Siguiendo la tradición franciscana establecida por san Buenaventura, recalcó la primacía de la libertad humana y de los actos de amor sobre el intelecto. Evitaba una visión arbitraria o voluntarista de los actos de Dios, aunque advertía al mismo tiempo que la existencia actual de las cosas depende de una decisión libre tomada por Dios, y sostenía que las obligaciones morales dependen de la voluntad de Dios. Esa voluntad es libre por completo y no está formada o determinada por motivos concretos. Dios ordena una acción no porque él vea que es buena, como afirmaba santo Tomás, sino que la hace buena al ordenarla. Vista en líneas generales la doctrina escotista, podemos entrever la nueva dirección que asumirá la filosofía del siglo XIV. Lo cierto es que las tendencias de este autor van a repercutir en los siglos siguientes, determinando el paso de la Edad Media al Renacimiento.


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Guillermo de Ockham – Nominalismo (1285- 1349) Considerado el mayor representante de la escuela nominalista, la más consistente y directa rival de las escuelas tomista y escotista. Nació en Surrey, Inglaterra. Entró en la orden de los franciscanos y estudió y enseñó en la Universidad de Oxford desde 1309 hasta 1319. Acusado por el papa Juan XXII de impartir enseñanzas peligrosas, permaneció en arresto domiciliario desde 1324 hasta 1328 en el palacio papal de Avignon (Francia) mientras se sometía a examen la ortodoxia de sus escritos. Se alió con los franciscanos contra el papa en una disputa sobre la pobreza de la orden y huyó a Múnich en 1328 para acogerse a la protección de Luis IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que había rechazado la autoridad pontificia en asuntos políticos. Excomulgado por el Papa, Ockham escribió contra el papado y defendió al emperador hasta que este murió en 1347. El filósofo murió en Múnich, mientras intentaba lograr una reconciliación con el papa Clemente VI. En su actitud crítica Ockham va más lejos que Juan Duns Escoto, alcanzó la fama como alguien que aplicó la lógica de forma rigurosa para mostrar que muchas creencias de los filósofos cristianos, por ejemplo que Dios es uno, omnipotente, creador de todas las cosas, y que el alma humana es inmortal, no se podían probar mediante la razón filosófica o natural, sino tan sólo a través de la revelación divina. Como punto decisivo de discusión para Ockham podría considerarse el problema de los universales. La solución dada a este problema tiene hondas consecuencias para la filosofía de la naturaleza, la metafísica y la teología. El nominalismo es una posición filosófica que se origina en Oxford como centro principal, y se inclina por lo concreto y lo particular. Ockham, lo mismo que Escoto, sostiene que los universales solo existen en la mente humana, mas no en la realidad. Por lo tanto, los universales no son reales sino simples nombres. La negación de los universales como realidades, la fundamenta en el hecho de que solo existe el individuo, por esta razón, critica la doctrina tomista y afirma que las únicas substancias son las cosas individuales y sus propiedades. Lo universal existe solamente en el alma del sujeto. En cuanto a la relación entre fe y razón, Ockham dice que si solo conociéramos mediante la intuición sensible, Dios y el alma no entrarían en este conocimiento, por lo tanto no tenemos ninguna prueba a priori que demuestre su existencia ni su naturaleza. En este punto rechaza las pruebas tradicionales, porque racionalmente


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no pueden sostenerse como verdaderas ni como falsas. Por lo tanto, solo por la fe podemos saber que existe tanto Dios como el alma. Respecto al conocimiento, Ockham acepta dos modos el intuitivo y el abstractivo, pero ambos se refieren al objeto singular, nunca al universal. Entonces para explicar el conocimiento ya sea por intuición sensible o por abstracción, solo bastan el objeto y el entendimiento. Hablando de ética, Ockham sigue la línea de Escoto en cuanto al voluntarismo divino y que extiende a cuanto no implica contradicción. No hay cosas buenas ni malas, sino que lo serán en virtud de los preceptos de la voluntad de Dios. De manera que todo, incluso el pecado, depende de la voluntad divina, tanto que incluso puede perder a los inocentes y salvar a los culpables.

El Maestro Eckhart (1260-1328) Johannes Eckhart, su verdadero nombre, nació en Hochheim e ingresó en la Orden de Predicadores a los 15 años. En 1303 comenzó a enseñar en la Universidad de París y luego fue nombrado provincial de los dominicos en Sajonia. Aunque sus tesis teológicas estaban inspiradas en Tomás de Aquino, estuvo más marcado por el neoplatonismo. Sus ideas sobre la unión del alma con Dios motivaron que fuera acusado de panteísmo. Las obras redactadas por el Maestro Eckhart pueden ser divididas en dos grupos: el que conforman las escritas en latín y el compuesto por tratados en lengua alemana. Los escritos latinos son de carácter especulativo y técnico; entre ellos destacan Tratado de la oración dominical, Comentarios sobre el libro de las Sentencias y Comentarios a la Escritura. Su obra en lengua alemana sólo incluye algunos pequeños tratados, entre los que destacan Conversaciones sobre el discernimiento espiritual y Tratado sobre el desinterés. Sostiene Beltrán que el pensamiento del maestro Eckhart es complejo. Parte del planteamiento si en Dios, ser y conocer son lo mismo, a lo cual responde que Dios no conoce porque es, sino que es porque conoce. Dios entonces tiene la característica de estar libre de todo ser, por lo cual es la causa del ser. Dios es algo superior al ser, porque todo lo contiene en su perfección y plenitud. Así que identifica a Dios con el acto de intelección, la unidad pura, ya que solo el intelecto es unidad pura. Entonces, Dios es ser porque es el Uno, y como nadie más que Dios es uno, sólo a él corresponde el ser. En cambio la creatura es en la medida en que participa del intelecto y de la vida intelectual. La concepción de Eckhart de la Creación estaba inspirada en la visión platónica. Dios conoce desde siempre, en su Verbo, las ideas de todas las criaturas posibles. Por tanto, la Creación es el paso de esos seres del Universo real al universo fenoménico de las realidades concretas.


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Así pues, el hombre es una realidad compleja: en el punto más interior del alma está presente su arquetipo eterno, mediante el cual está ligado a la esencia divina. Así, se está frente al “fondo” del alma, punto central, luz, destello de la divinidad. Unida de este modo a Dios, el alma participa de forma activa y pasiva en la divinidad. Sin embargo, si bien el alma proviene de la unidad divina, también vive en un mundo marcado por la multiplicidad. Debe apartarse de ella y renunciar a toda voluntad propia, que la separa de Dios. La sicología de Eckhart sigue la tradición de Agustín, Avicena y Alberto Magno. El alma, entonces tiene tres facultades que son entendimiento, memoria y voluntad. La unión del alma con Dios se lleva a cabo mediante aquello que en ella hay de más profundo. Por lo tanto, será en la pobreza donde el alma se despoja de todas las cosas y renuncia a todas ellas. Esta actitud le permite lograr la unión con Dios, confundiéndose con Él. ALTA ESCOLÁSTICA Siglo XIII

BAJA ESCOLÁSTICA Siglo XIV

* Santo Tomás de Aquino * San Buenaventura * Juan Duns Escoto

* Guillermo de Ockham * Johannes Eckhart

* Edad de Oro de la Escolástica * Redacción de las grandes Sumas teológicas y filosóficas * Incorporación de nuevos elementos provenientes de la filosofía árabe, judía y aristotélica

* Divorcio entre razón y fe * El debate público universitario degeneró centrando su interés en sutilezas formales y dejando el contenido en segundo plano.

Cuadro Resumen de la Escolástica alta y baja


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LECTURAS COMPLEMENTARIAS Primera Lectura CARTAS DE ELOÍSA Y ABELARDO CARTA DE ELOÍSA A ABELARDO ADIÓS El tiempo señaló nuestro camino, el viejo lo supo desde antes que tú y yo. Nos encontramos aquella tarde, él susurró a mi oído: “no es para siempre”. Y a ti te dijo “sólo podrás amarla por un instante”. Ambos aceptamos ese pacto y nos aventuramos a luchar por una causa que ya tenía fin y destino. Pero luchamos siempre...hasta que las fuerzas se diluyeron en la costumbre de tenernos, y fue quedando un vacío, un espacio sin sentido, frío y solo, del cual no pudimos escapar. Ahora veo la distancia y recorro con mi pulgar el horizonte, tu camino distante no cruza más por el mío y ya no construyo más puentes para alcanzarte. Perteneces a mi dulce pasado, mi amor de verano. ¡Más nada!

POEMA CARTA NO ENVIADA DE ELOÍSA PARA ABELARDO Dónde buscará tu mano Ahora que la mía es inútil. Eres infinito por inalcanzable. Arrebatada de ti fui desterrada de la sombra del paraíso al que no aspiro. Y sin embargo, Nada más real que el sufrimiento de estas paredes exaltadas para humillarte. Borra resueltamente el día sangriento y la claridad de mi sobrevivido dolor. Aguarde para ti el fulgurante paraíso. Para mí baste como hasta ahora tu visita en sueños.

ABELARDO Y ELOÍSA Cartas de Abelardo y Eloísa, Trad. y notas R. Santidrián y Manuela Astruga, Alianza, Madrid, 1993.

CARTA DE ABELARDO A ELOÍSA “No me escribas mas, Eloísa, no me escribas mas; que ya es tiempo de poner fin a una correspondencia que hace infructuosas nuestras mortificaciones. No nos alucinemos: mientras nos lisonjee la idea de nuestros placeres pasados nuestra vida será tormentosa, y no gustaremos de las dulzuras de la soledad. Principiemos a hacer buen uso de nuestras austeridades, y no conservemos memorias criminosas entre los rigores de la penitencia. Suceda a nuestro descarrío la


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mortificación de cuerpo y espíritu, un ayuno exacto, una soledad continua y sin intermisión, meditaciones profundas y santas, y un amor perpetuo y entrañable hacia nuestro Dios justo y misericordioso. Procuremos llevar la perfección religiosa a un punto a que no pueda llegarse sin dificultad: que es bien haya en el cristianismo algunas almas tan desprendidas de la tierra, de las criaturas, y de sí mismas, que parezcan independientes del cuerpo en que habitan, y le traten como a su esclavo. Además que nunca puede elevarse con exceso, por muchos esfuerzos que haga, quien no intenta ascender hasta el criador, a fin de aproximarse a la divinidad, a que nuestros ojos no pueden acercarse sin infinita distancia. Obremos por Dios separados de sus criaturas y de nosotros mismos: no hagamos cuenta de nuestros deseos, ni de opiniones ajenas. Si, nos hallásemos en este estado, yo iría, Eloísa, con sumo gusto a habitar el PARACLETO; en él mis cuidados eficaces en favor de una comunidad que casi he fundado, la atraerían mil singulares beneficios: la instruiría con mis palabras, y la animaría con mi ejemplo: dirigiría o mas bien celaría el método de vida de tus hermanas: os haría orar, meditar, trabajar y callar; y yo mismo oraría, meditaría, trabajaría y guardaría silencio: algunas veces hablaría, pero para levantaros de vuestras caídas, para confortar vuestra flaqueza, para disipar vuestras tinieblas, y alumbraros en la oscuridad que llegará muchas veces a confundiros: os consolaría en ciertas ceguedades muy conocidas de las personas virtuosas y distinguidas por su fervor y su celo: reprimiría también la vivacidad del vuestro y de vuestra piedad, y pondría en vuestra austeridad un prudente medio; os enseñaría los deberes a que estáis sometidas, y aclararía las dudas que ocurriesen a vuestra débil razón; sería vuestro maestro y vuestro padre; y con prudente circunspección me manifestaría activo o pausado; blando o severo, según el diferente genio de las hermanas que intentase conducir por el rígido camino de la perfección cristiana. ¿Pero adónde me arrastra mi imaginación? ¡Ah, que distantes estamos, amada Eloísa, de esta situación bienaventurada! Tu corazón da todavía pábulo a la funesta hoguera que no puedes apagar, y yo no abrigo en el mío sino inquietud y zozobra: no creas, Eloísa, que disfruto una paz profunda: preciso es que por última vez te descubra la situación de mi pecho: aún no estoy desprendido de ti; lucho en vano con sensaciones tiernas y gratas en demasía; y, a pesar de mis esfuerzos, mi ternura me hace sensible a tus pesadumbres, y partícipes de ellas: tus cartas (confiésolo) han causado una impresión vivísima en mi pecho: no he podido leer con indiferencia letras formadas por mano tan querida. Suspiro, lloro, y apenas tengo reflexión para ocultar a mis discípulos mi flaqueza. Si, desgraciada Eloísa, este es el estado en que se encuentra el infeliz Abelardo. El mundo, que comúnmente se engaña en sus juicios, me cree sosegado; y como si no hubiera amado en ti sino la satisfacción de mis sentidos, piensan que te he olvidado. ¡Qué grosero error! Sin duda creo se imaginaron las gentes cuando nos separamos que el dolor y vergüenza de verme cruelmente maltratado me hacían abandonar el


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siglo; como si mi amor, ingenioso en buscar contentamiento, no fuera capaz de inventar mil placeres tan sensibles como el que me privó Fulberto. Tú sabes que fue el justo arrepentimiento de haber ofendido a nuestro Dios la causa de retirarme. Miré aquel fatal acontecimiento como una disposición secreta del cielo que castigaba nuestros pecados, y a tu riguroso tío como ministro de las venganzas del Señor. La gracia sola me condujo a un asilo, donde hoy permanecería si mis contrarios me hubieran dejado; y he sufrido con paciencia sus persecuciones, conociendo era el mismo Dios quien las promovía para mi purificación. Cuando me ha visto sumiso a sus decretos, me ha permitido justificar mi doctrina; he hecho pública su pureza, y demostrado por último que no solamente es católica y ortodoxa mi fe, sino que aun está exenta de la más mínima novedad. ¡Cuán dichoso fuera yo si no tuviera que temer sino a mis enemigos, ni otro obstáculo a mi salud que sus calumnias! Pero tú, Eloísa, me haces temblar: tus cartas me manifiestan estar siempre sujeta a una fatal pasión; y si no triunfas de ella, bien puedes perder la esperanza de tu eterna salvación; ¿y yo qué partido quieres que tome? ¿Quieres que, rebelde al Espíritu Santo, ahogue sus inspiraciones, y vaya por complacerte a enjugar lágrimas que el demonio te hace verter? ¿Será fruto de mis meditaciones tan indigno desmán? ¡Ah! seamos mas firmes en nuestras resoluciones: no permanezcamos en la soledad sino para llorar nuestros pecados y ganar en ella la bienaventuranza. Principiemos a entregarnos a Dios de todo corazón. Bien sé que todos los principios son ásperos y difíciles; pero solo el emprender una acción heroica es glorioso, y esta gloria crece a medida de los grandes obstáculos que se superan: por eso debemos arrostrar con valor las dificultades que encontremos al abrazar la vida cristiana: en los monasterios es donde prácticamente se prueban los hombres como el oro en el crisol: nadie puede permanecer en ellos por mucho tiempo sino lleva dignamente el yugo de la penitencia. Por perfectos que seamos, nunca faltan tentaciones, y aun hay algunas provechosas. No debe causar maravilla que el hombre no pueda eximirse de caer en ellas, pues que lleva en si mismo el germen que las produce, que es la concupiscencia. Apenas nos vemos libres de una tentación cuando otra la sucede: tal es la suerte de la descendencia del primer hombre, que siempre tendrá que sufrir, pues perdió su felicidad primitiva; y ni aun puede lisonjearse de que vencerá la tentación huyendo, porque si no unimos a la fuga la paciencia y la humildad, nos atormentaremos inútilmente; y con mas seguridad se consigue este fin implorando los auxilios de la misericordia divina, que con las armas que nos suministra nuestra flaca naturaleza. Sé constante, Eloísa: pon tu confianza en Dios, y tendrás pocas tentaciones que combatir; y cuando quieran acometerte, ahógalas en sus principios, no las dejes


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tomar incremento ni posesionarse de tu corazón. POR REMEDIO AL MAL CUANDO COMIENZA, dijo un antiguo, PORQUE SI LE DEJAS CRECER NO PODRÁS ATAJARTE. En efecto, toda tentación llega por grados: es un simple pensamiento en su origen, que no nos parece peligroso: la imaginación le recibe sin precaución ni resistencia; de él se forma un deleite que nos adula, nos saboreamos, y por último consentimos. No dudo que pienses seriamente en tu salvación. Este es el único cuidado digno de ocupar tu corazón: arranca de él a Abelardo para siempre; y ve ahí el mejor consejo que puedo darte, porque la memoria de una persona a quien se ha querido criminalmente no puede dejar de ser dañosa por muy adelante que se vaya en el verdadero camino de la eterna salud. Cuando hayas destruido la funesta pasión que me tienes, te será muy fácil la práctica de las virtudes convenientes a tu estado. Tu alma dejará con alegría el miserable cuerpo en que está encerrada, y dará un vuelo rápido hacia la región de la bienaventuranza. Entonces te presentaras confiadamente al Señor, y no verás la sentencia de tu reprobación sobre el libro de la vida: antes te dirá el salvador, VEN, HIJA MÍA, VEN A TOMAR PARTE EN MI GLORIA, Y A GOZAR DE LA ETERNA RECOMPENSA DESTINADA A LAS VIRTUDES QUE HAS PRACTICADO. A Dios, Eloísa, estos son los últimos consejos de tu amado Abelardo: ¡y que no pueda yo por la última vez infundirte las máximas más santas del evangelio! Haga el cielo que tu corazón, tan sensible otras veces a mi corazón, se deje en ésta guiar por mi celo: que la imagen de Abelardo, amoroso siempre en tu espíritu, tome en lo sucesivo la forma de Abelardo penitente; y Dios quiera derrames tantas lagrimas por tu salvación como te han costado las desgracias de -Abelardo”

Segunda Lectura SOBRE METAFÍSICA (ANTOLOGÍA) - Avicena Traducción del árabe, Revista de Occidente, Madrid, 1950 LA CREACIÓN a) Analogía de la creación Toda fuerza puede ser considerada tanto en sí misma como en su relación con aquello que se sigue de ella, habiendo sido engendrado por ella. La relación de todas las cosas secundarias a la primera, en general, es una relación de creación (ibdā„); y así concretamente, la inteligencia posee propiamente la relación de creación. Después, cuando un intermediario se presenta entre ella y dos seres secundarios, se establece una relación de jerarquía en la cual ésta implicaba el alma. A esto sigue otra relación de creación (ḫalq); y las cosas elementales, en tanto que son generales y corruptibles, existen por una razón de generación (takwīn). La creación (ibdā„) es propia de la inteligencia, la jerarquía fluye desde ella hasta el alma; la creación (jalq) es propia de los seres físicos y hace subsistir


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todos dios; y la generación (takwīn) es propia de aquellos seres físicos que son engendrables y corruptible. b) Dependencia de lo creado respecto del Creador. –En la opinión vulgar la dependencia de la cosa que se llama «hecha» respecto de la cosa que se denomina «agente», es tan sólo en el sentido en que el no-filósofo llama «hecho» a lo que se hace y «agente» a quien hace. Este aspecto significa que aquello ha sido creado, fabricado y hecho y que el otro lo hace existir, lo fabrica y lo hace. Y todo esto viene a querer decir que el ser es actualizado para una cosa por otra cosa, después de no haber existido antes el primero. Pero hay algunos que llegan a afirmar que si fuese posible que el Creador no existiese, ciertamente su no-existencia no perjudicaría a la existencia del universo, ya que el universo sólo tenía necesidad del Creador para pasar del no-ser al ser, de tal modo que El sería Agente sólo por esto. Pero una vez que El ha hecho al mundo y le ha dado la existencia de la nada („an al-„adam), ¿cómo podría pasar de nuevo el mundo del no-ser al ser de modo que tuviese necesidad de un agente? Mas esto no es así de modo alguno; por ello es preciso que analicemos el sentido de nuestra expresión: ha creado, ha fabricado, ha hecho existir. Y así decimos: cuando una cosa ha sido no-existente y después existe –tras de su no existencia– por una cosa cualquiera, decimos que es hecha (maf„ūl); y la cosa que se opone a ésta y por la cual aquella otra existe, la llamamos agente (fā„il). Después, en la idea de acto entra la existencia y el no-ser; la realización de esta existencia tras el no-ser es como un atributo que se da como predicado a esta existencia. Pero el no-ser no depende en modo alguno del agente, ni a título de cosa hecha, ni positivamente, y sólo queda, por tanto, que tenga una dependencia en tanto que esta existencia es, o bien la existencia de lo que no es necesario, o bien la existencia de aquello cuya existencia debe ser precedida del no-ser. Si pudiese admitirse que aquello que viene precedido del no-ser no fuese necesario por otro –y esto puede admitirse por definición–, no existiría dicha dependencia. Por tanto, es evidente que esta dependencia está causada del otro modo; y como este atributo es predicado constante de los seres causados, no les conviene tan sólo después del principio del ser, sino que esta dependencia existe siempre y lo causado no puede jamás prescindir de su causa. c) Creación y posibilidad. –Todo lo que comienza a ser (ḥādiṯ) antes de existir ha sido posible, ya que su posibilidad no ha podido ser actualizada. Esta posibilidad es distinta de la acción efectiva del ser que tiene poder sobre lo que tiene un comienzo, y por sí misma no es una cosa inteligible cuyo ser exista fuera de un sujeto de inhesión; antes al contrario, es relativa y precisa de un sujeto. Así, todo ser que tiene un comienzo está precedido por una potencia de ser y por un sujeto. Esta precedencia no es temporal ni local, sino que es una anterioridad o posterioridad esencial que expresa el empezar a ser esencial. Así, si el agente


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existe en sí y sin embargo no es causa por esencia, la existencia del efecto dependerá de la existencia de otra disposición; si ésta está allí presente –sea una naturaleza, una voluntad decisiva o cualquier otra cosa–, será necesaria la existencia del efecto; pero si no se encuentra allí, será necesaria su no-existencia. d) Jerarquía de la creación. –En la dependencia esencial de lo creado respecto del creador hay una jerarquía. Hay creación (ibdā„) cuando de una cosa procede el ser de otra dependiendo únicamente de ella, sin intermedio alguno de materia, instrumento o tiempo; pues lo que es precedido del no-ser temporal no puede prescindir de un intermediario. La creación (ibdā„) es, por tanto, un más alto grado y que la producción por generación (takwīn) y que la producción temporal (ihdāt). Pero se dice también creación (jalq) en dos sentidos. En primer lugar, esto significa adquirir el ser, sea el que fuere. Y también dar la existencia a un ser que se actualiza por la materia y la forma, sea como fuese. Así, se llama creación, en este segundo sentido, a todo acto existente que no haya estado precedido de cualquier ser en potencia, por encontrarse limitado en el ser por la materia y la forma. En tercer lugar, creación (ihdāt) se dice desde dos puntos de vista, uno temporal, otro intemporal. Producción temporal (ihdāt zamānī) significa hacer existir una cosa que no había existido en el tiempo que precede; producción intemporal (ihdāt lā zamānī lahu), significa dar el ser a una cosa que no poseía este ser, ni en tal tiempo ni en otro, ni en ningún tiempo. Pues del mismo modo que la cosa a veces empieza a ser según el tiempo, así también otras veces comienza a Ser según la esencia. Aquello cuyo ser empieza, es lo que llega a ser después de no haber sido; la posterioridad como la anterioridad son, pues, tanto por relación al tiempo como por relación con la esencia. Pues lo que existe por sí precede a lo que no existe por sí; y todo ser causado tenía en sí primero el no-ser y después el ser por una causa. Todo lo que es causado es, por tanto, engendrado (muḥdaṯ); es decir, recibe su ser por otro después de haber tenido en su esencia el no ser. Por consiguiente, todo lo causado es por sí mismo engendrado. Y si existiese siempre, por ejemplo, adquiriendo su ser de aquel que lo dona, sería siempre engendrado y tendría una posterioridad esencial en tanto que su ser existía después de no haber sido. Pues su comienzo no tiene lugar solamente en un instante del tiempo, sino que él es «lo que comienza a ser» en todo tiempo y en toda su duración. Así que no puede ser «lo que comienza a ser» después de no haber sido en el tiempo, si no es precedido de la materia de la cual ha tomado su comienzo.


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TERCERA UNIDAD LA TERMINACIÓN DE LA EDAD MEDIA Y UNA REVISIÓN DE LA CIENCIA INTRODUCCIÓN La tercera unidad de este curso está destinada a abordar el tema de la filosofía del Renacimiento que es un periodo histórico correspondiente a los siglos XV y XVI. En esta época se producen una serie de importantes acontecimientos, en la sociedad, la cultura, el arte, la religión, la política, que determinan una ruptura con el pasado medieval y el inicio de la modernidad. Se acentúa la decadencia del poder pontificio y comienza la afirmación de las monarquías nacionales con Estados dotados de un poder central autónomo del Imperio. El Humanismo y la Reforma protestante caracterizan este período y determinan el advenimiento de la Modernidad. La Reforma Protestante constituye un capítulo singular por la originalidad del discurso teológico, por los temas que desarrolló y por el impacto que tuvo tanto en la Iglesia como en el origen de instituciones seculares, especialmente en el establecimiento del principio de libertad religiosa. El último capítulo tiene por objeto mostrar el proceso que tuvo el desarrollo científico desde los primeros años del cristianismo hasta el Renacimiento, proceso que estuvo afectado por diversos acontecimientos políticos, sociales y filosóficos, por lo que no se observa una secuencia clara en su desarrollo, siendo importante llamar la atención sobre el fecundo aporte que en este sentido hizo la Edad Media a la ciencia actual y que dará sus frutos más importantes cuando la Modernidad recoja y complemente este legado. Con esta unidad se pretende recordar que la ciencia, tal como la conocemos actualmente, tiene una historia; esto es, que ha habido todo un recorrido histórico del cual la ciencia presente es un resultado contingente y provisional. Un punto final tanto del capítulo como del curso, corresponde a los descubrimientos geográficos cuyo más importante ejemplo es el de el descubrimiento de América, lo cual abre un nuevo pensamiento atravesado por el concepto de eurocentrismo y otredad que marca un cambio importante en la filosofía europea para la Edad Moderna y además constituye un insumo valioso para la construcción de la sociedad americana.


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CAPÍTULO 5: EL RENACIMIENTO Lección 1 CARACTERÍSTICAS DEL RENACIMIENTO El término renacimiento fue acuñado en 1855 por el historiador francés Jules Michelet, para referirse al “descubrimiento del mundo y del hombre” en el siglo XVI. Sostiene Peter Burke (1993) que el historiador suizo Jakob Burckhardt amplió este concepto en su obra La civilización del renacimiento italiano (1860), en la que delimitó el renacimiento al situarlo en el periodo comprendido entre el desarrollo artístico de los pintores Giotto y Miguel Ángel, y definió a esta época como el nacimiento de la humanidad y de la conciencia moderna tras un largo periodo de decadencia. Lo que demuestra el desconocimiento en ese momento, de los aportes que se sembraron en el campo de la ciencia y que por dar sus frutos años más tarde, se olvidan los logros trascendentales que se dieron en las diversas áreas de conocimiento. La filosofía del Renacimiento corresponde a un período de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna, y se puede dividir en dos subperíodos que son la filosofía del Renacimiento que corresponde a los siglos XV al XVI; y la fundamentación de las ciencias naturales modernas entre los siglos XVI y XVII. El renacimiento comenzó en Italia en el siglo XIV y se expandió al resto de Europa durante los siglos XV y XVI. Es aquel periodo de la historia europea caracterizado por un renovado interés por el pasado grecorromano clásico y especialmente por su arte. Aparece, según Beltrán, como una reacción al concepto teocentrista que dominó siempre la Edad Media. Así, pierde prioridad lo sobrenatural trascendente para dar paso a una concepción antropocéntrica y natural del hombre como individuo que se coloca en el centro y eje del quehacer económico y cultural. En este periodo, la sociedad feudal de la edad media, caracterizada por una economía primordialmente agrícola y una vida cultural e intelectual dominada por la Iglesia, se fue transformando en una sociedad administrada por instituciones políticas centralizadas, con una economía mercantil y urbana, en la que se desarrolló la defensa de la educación y del arte. Sin embargo, hay que aclarar que como resultado de las investigaciones que se han hecho respecto a este período histórico, se ha puesto fin al concepto de la edad media como época oscura e inactiva y ha mostrado cómo el siglo previo al


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renacimiento estuvo lleno de logros. Gracias a los scriptoria (aulas dedicadas al estudio) de los monasterios medievales se conservaron copias de obras de autores latinos como Virgilio, Ovidio, Cicerón y Séneca. El sistema legislativo de la Europa moderna tuvo su origen en el desarrollo del Derecho civil y del Derecho canónico durante los siglos XII y XIII, y los pensadores renacentistas continuaron la tradición medieval de los estudios de gramática y retórica. En el campo de la teología, durante el renacimiento se continuaron las tradiciones medievales del escolasticismo y las establecidas por las obras de santo Tomás de Aquino, Juan Escoto y Guillermo de Ockham. El platonismo y el aristotelismo fueron cruciales para el pensamiento filosófico renacentista. Los avances en las disciplinas matemáticas y en la astronomía estaban en deuda con los precedentes medievales. Las escuelas de Salerno y Montpellier fueron destacados centros de estudios de medicina durante la Edad Media. Otra aclaración importante en este tema, como lo sostiene Francisco Beltrán (1985), es que la Edad Media no acabó de forma repentina, no hay un corte tajante como muchos han pretendido, ya que desde el siglo XIII se van fraguando ciertas actitudes que caracterizan la fisonomía científico-filosófica de la Edad Moderna. Pero si se presentaron “rupturas” definitivas que dieron lugar al cambio en la historia del pensamiento. Sería falso considerar la historia como una perpetua continuidad y, por tanto, al Renacimiento como una simple continuación de la Edad Media. Una de las más significativas rupturas renacentistas con la tradición medieval se encuentra en el campo de la historia, que se convirtió en una rama de la literatura más que de la teología; los historiadores renacentistas rechazaron la división medieval cristiana de la historia, que se iniciaba con la creación, seguida por la encarnación de Jesús, para terminar con el posterior Juicio Final. La visión renacentista de la historia también constaba de tres partes: comenzaba con la antigüedad, continuaba con la edad media y se completaba con la edad de oro, o renacimiento, que acababa de iniciarse. Mientras que los eruditos medievales contemplaban con recelo el mundo pagano griego y romano creyendo que vivían en la última etapa histórica, previa al Juicio Final, sus colegas renacentistas exaltaban el mundo clásico, condenaban el Medioevo como una etapa ignorante y bárbara y proclamaban su propia era como la época de la luz y de regreso al clasicismo. Esta visión era expresada por muchos pensadores renacentistas que recibieron el nombre de humanistas La vida temporal y el afán de poder cobran sentido por sí misma, la naturaleza ya no será un espectáculo para contemplar las maravillas de Dios, sino el escenario de las conquista del hombre. “Saber es poder”, como lo dice Francis Bacon.


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Lección 2 LOS TEMAS DE INTERÉS EN LA FILOSOFÍA RENACENTISTA Para Wilhelm Dilthey (1978) lo que resalta de la época del renacimiento es, esencialmente, "la liberación del espíritu de los pueblos modernos por el humanismo y la Reforma", y presenta, como aspectos esenciales los siguientes: una renovación o revaloración del pensamiento antiguo; la iniciación de una "nueva ciencia" del mundo, y el comienzo de una "filosofía de la sociedad". Por su parte, Wilhem Wundt (1929) afirma que en el origen del pensamiento filosófico y científico del Renacimiento se encuentran tres aportes fundamentales: la idea de lo infinito o ilimitado, enunciada por Nicolás de Cusa; el concepto de la relatividad de los fenómenos, debido a Copérnico y la idea del microcosmos, el alma como arquetipo del universo, concebida por Paracelso. No obstante, a esta trilogía habría que agregar los nombres de otros humanistas, pensadores y científicos europeos, que aportaron una serie de conceptos básicos para la fundamentación del concepto moderno de filosofía. Atendiendo a la orientación de su pensamiento y a su especial actitud frente a su época, los pensadores más representativos del Renacimiento se pueden clasificar en dos grupos: el de los humanistas y el de los científicos. El Humanismo Como resultado de los revolucionarios aportes filosóficos y científicos de los siglos XIII y XIV, se inicia un pensamiento nuevo que da lugar al Humanismo que hace hincapié en el valor y en la dignidad de la persona, partiendo del principio de que las personas son seres racionales que poseen en sí mismas capacidad para encontrar la verdad y practicar el bien. Se continúa con los estudios griegos y romanos subrayando el valor de lo clásico pero no dentro del marco del cristianismo. El humanismo está impregnado de una visión del ser humano como ser natural e histórico que debe realizarse en el uso de la libertad. El pensamiento renacentista insistía en la correspondencia entre el hombre y el mundo, entre el microcosmos y el macrocosmos, haciendo del ser humano el centro del Universo y asumiendo la naturaleza como un todo infinito y vivo. Sin embargo, esta visión no fue unánime entre los filósofos ya que la idea teocentrista no abandonó su dominio en muchos sectores, pero quizá la unidad deba buscarse en el campo del derecho y las ciencias sociales. Esta gran revolución de ideas que da el surgimiento de científicos, pensadores, y artistas creadores de entendimiento privilegiado y perspectiva integral de la existencia, puede ser escudriñado desde diversos puntos de vista como el humanista, que alude a la literatura y a las artes; el político, que se refiere a la


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historia europea y esencialmente a la desaparición del sistema y del ideario feudal, y el filosófico que propugnaba por el descubrimiento del hombre como hombre. El movimiento humanista comenzó en Italia, donde los escritores de finales de la Edad Media, tales como Dante Alighieri, Giovanni Boccaccio y Francesco de Petrarca contribuyeron en gran medida al descubrimiento y a la conservación de las obras clásicas. Los ideales humanistas fueron expresados con fuerza por Giovanni Pico della Mirandola, en su obra Oración, que trata sobre la dignidad del ser humano. El movimiento avanzó aún más por la influencia de los estudiosos bizantinos llegados a Roma después de la caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453, y por la creación de la Academia platónica en Florencia. La Academia, cuyo principal pensador fue Marsilio Ficino, fue fundada por el hombre de Estado y mecenas florentino Cosme I de Medici. Deseaba revivir el platonismo y tuvo gran influencia en la literatura, la pintura y la arquitectura de la época. La mayoría de los humanistas culparon a la filosofía medieval de una interpretación inadecuada del saber del mundo antiguo. Así, los escolásticos por su lenguaje artificioso y oscuro, entre otras cosas, por lo que algunos propusieron un retorno a la sencillez evangélica y, otros iniciaron un camino de regreso a las fuentes de la filosofía griega. Francisco Beltrán, afirma que en la Edad Media dominaba la voluntad de lo bueno y de lo santo, en el Renacimiento es el sentimiento de lo bello y de lo culto de las formas lo que domina. Si los filósofos cristianos medievales se fijaron casi exclusivamente en el contenido de las doctrinas de los clásicos, los renacentistas se reducirán a considerar las formas literarias contagiándose de la frivolidad pagana. Solo después de los humanistas se bosquejarán actitudes definitivas hacia la ciencia que cambiarán el discurso filosófico: una nueva física y un nuevo método. La teología y las Escrituras también son impregnadas del pensamiento humanista especialmente por la influencia Francesco Petrarca y de Erasmo de Rotterdam ya que sus ideas tuvieron un poderoso impacto sobre los católicos y protestantes. El clero renacentista, especialmente su más alta jerarquía, ajustó su comportamiento a la ética y costumbres de la sociedad laica. Las actividades de los papas, cardenales y obispos no tenían gran diferencia con las de los mercaderes y políticos de la época. No obstante, la cristiandad se conservó como un elemento esencial y vital de la cultura renacentista. Predicadores como san Bernardino de Siena y teólogos como San Antonino de Florencia, gozaron de gran prestigio. Además muchos humanistas se preocuparon por cuestiones teológicas y aplicaron los nuevos conocimientos filológicos e históricos para estudiar e interpretar a los padres de la Iglesia. A la corte florentina de Cosme de Médicis llega hacia 1438 el filósofo neoplatónico Georgios Gemistos Plethon, quien consiguió fundar una Academia


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platónica en Florencia. El renacimiento filosófico surge así bajo el signo del idealismo de Platón.

Marsilio Ficino (1433-1499) Fue discípulo de Plethon, y director de la Academia Platónica de Florencia. Tradujo al italiano las obras de Platón y de Plotino y ejerció notable influencia en sus continuadores, entre los que se cuenta el enciclopédico Pico della Mirándola (1463-1494). El primero, admirador de Savonarola, terminó siendo enemigo del gran reformador florentino. El segundo, después de haber expuesto tesis de singular audacia tanto en el orden teológico como en el filosófico, terminó retractándose y adentrándose por los caminos de la mística.

Miguel de Montaigne (1533-1592) Célebre humanista francés, perteneció a una generación muy posterior a la de Erasmo, con el que coincide en una posición escéptica, que acentúa y sistematiza en sus admirables Ensayos. Para Montaigne, no existe conocimiento al que pueda ser admitido universalmente por los sentidos ni por el entendimiento: -"Nosotros mismos somos los que valoramos las cosas y hemos creado los conceptos del bien y del mal"-. Montaigne se desentiende de la realidad política y religiosa de su tiempo y se somete al orden existente, porque ante todo le preocupa su propio bienestar y porque sonríe ante el delirio dogmático de los hombres.

Lección 3 LA RENOVACIÓN DE LA ESCOLÁSTICA EN ESPAÑA Nos relata Beltrán que la decadencia en que había caído la Escolástica en el siglo XIV tuvo un breve renacimiento en España debido al interés que tuvieron algunos pensadores por analizar los problemas e intereses de la época como fueron: el Descubrimiento de América, los derechos y relaciones entre los pueblos conquistados con sus soberanos, entre otros. Para estos problemas de filosofía política y derecho internacional se valieron en muchos casos de principios éticos sugeridos por los grandes filósofos de la Edad Media en especial por Santo Tomás de Aquino de donde se tomaron ideas que permitieron iluminar y sugerir posturas audaces frente a decisiones políticas difíciles y cruciales. Entre las figuras más importantes de este movimiento renacentista están Francisco de Vitoria y Francisco Suárez.


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Francisco de Vitoria (1486-1546) Nació en Vitoria (España), tomó en Burgos el hábito dominico y se fue a estudiar a París. Allí frecuentó los ambientes humanistas que enriquecerían su visión de la cultura. Regresó a España y enseñó en Valladolid y en Salamanca desde 1526. Introdujo la Suma teológica de santo Tomás como fundamento de sus cursos, en sustitución, de las tendencias de Pedro Lombardo, dominantes desde el siglo XIII. Gracias a su obra De indis (1539), donde abordó el asunto de los derechos de la Corona en la conquista de América y los derechos de los habitantes de aquellas tierras, el teólogo, religioso dominico y jurista español Francisco de Vitoria ha sido considerado en muchas ocasiones el fundador del Derecho internacional. También fue iniciador en España, fiel a la pauta tomista, de la costumbre de tomar notas o apuntes por parte de los universitarios. La doctrina jurídica de Vitoria, sostiene Beltrán, constituye una aplicación práctica de los principios cristianos y tomistas sobre el concepto del hombre. La autenticidad de la persona humana tiene un puesto central y preponderante que determina todo su sistema jurídico. Vitoria afirma que a nadie se puede privar de un derecho a no ser que haya causado una injuria grave y suficiente.

Francisco Suárez (1548-1617) Nació en Granada el 5 de enero de 1548 y murió en Lisboa en 1617. Estudió Derecho canónico en Salamanca. Continuó sus estudios teológicos y filosóficos en colegios privados y de 1571 a 1580 impartió clases sobre ambos temas en Ávila, Segovia y Valladolid. Fue profesor en el Colegio Romano, en Roma, hasta 1585, cuando volvió a España para enseñar en Alcalá y Salamanca. Ocupó la cátedra de teología de la Universidad de Coimbra, Portugal, donde murió el 25 de septiembre de 1617. Prolífico escritor y adepto a la filosofía de santo Tomás de Aquino, Suárez está considerado como un teólogo eminente. Fue un famoso expositor y analista del pensamiento doctrinal jesuita y sus tratados resuelven por primera vez el problema de la naturaleza escolástica de la teología, la metafísica y el Derecho. Razonó en contra de la teoría del derecho divino de los reyes y desarrolló un sistema de Derecho civil y penal que abarca los principios de responsabilidad civil y justicia legal. Condenó la despiadada explotación de los indígenas de Nueva York por los colonizadores españoles y calificó las diferentes naciones y Estados del mundo como comunidad natural dentro de una unidad política y moral. Se anticipó al Derecho internacional al sostener que las relaciones internacionales estaban regidas por la ley de los pueblos (ius gentium) basada en la ley natural y establecida por un conjunto de costumbres y tradiciones, y en el derecho positivo, establecido por estatuto.


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Entre sus principales obras filosóficas y teológicas destacan su comentario de cinco volúmenes sobre la Summa Theologiae de santo Tomás de Aquino, escrito entre 1590 y 1603; Discusiones metafísicas (2 vols., 1597); Sobre la ley (1612) y La gracia divina, publicado en 1620. Afirma Julián Marías que la metafísica de Suárez aborda con mucha agudeza los puntos capitales de la filosofía escolástica. Aunque procura mantenerse fiel al tomismo, pero no rehúye a las desviaciones cuando le parecen necesarias. Le parece errónea la doctrina tomista de la distinción real de la esencia y la existencia; considera que su distinción es de simple abstracción mental, y que en un ente complejo existente, cada uno de los elementos metafísicos tiene su existencia implicada en su esencia; en la existencia como en la esencia hay composición de elementos parciales; la materia prima posee una existencia propia, sin el acto determinado de la forma, y Dios podría mantenerla separada. Respecto a la cuestión de los universales, Suárez, que atiende especialmente al problema de la individuación en relación con las personas y con los entes inmateriales, no admite que la materia sea el principio individualmente. Suárez afirma que son principios de individuación los elementos constitutivos de cada sustancia: su unidad modal constituye la individualidad del compuesto.

Lección 4 LA POLÍTICA RENACENTISTA Los pensadores renacentistas proclamaron que la misión principal del gobernante era mantener la seguridad y la paz. En el campo jurídico se optó por subrogar el método abstracto de los juristas del Medioevo por una interpretación filológica e histórica de las fuentes del Derecho romano. En cuanto al pensamiento político, los teóricos renacentistas contradijeron, pero no anularon, la proposición medieval respecto a que la preservación de la libertad, del derecho y de la justicia constituía el objetivo fundamental de la vida política. Durante el renacimiento, las ciudades de Italia se transformaron en estados territoriales cuyo objetivo era expandirse y conquistar otras regiones. La unificación territorial tuvo lugar también en España, Francia e Inglaterra, lo que conllevó a la formación del Estado nacional moderno. Este proceso contó con el apoyo de la diplomacia, al tiempo que se establecieron embajadas permanentes en cortes extranjeras. En el siglo XVI la institución de la embajada estable se hallaba extendida por el norte del continente, en Francia, Inglaterra y en el Sacro Imperio Romano Germánico.


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Nicolás Maquiavelo (1469-1527) Nació en Florencia. Fue secretario de la segunda cancillería encargada de los Asuntos Exteriores y Guerra de la república en Florencia. Maquiavelo realizó importantes misiones diplomáticas ante el rey francés, la Santa Sede y el emperador; de esta manera conoció a muchos gobernantes italianos y tuvo ocasión de estudiar sus tácticas políticas, en especial las de César Borgia, que en aquella época trataba de extender sus posesiones en Italia central. Maquiavelo reorganizó las defensas militares de la república de Florencia. Aunque los ejércitos mercenarios eran habituales en aquella época, él prefirió contar con el reclutamiento de tropas del lugar para asegurarse una defensa permanente y patriótica. En 1512, cuando los Medici, recuperaron el poder en Florencia y la república se desintegró, Maquiavelo fue puesto en prisión por conspiración. Luego de su liberación escribió sus obras más importantes. El Discurso sobra la primera década de Tito Livio (1531), Maquiavelo parte de los conceptos teocráticos medievales de la historia, atribuyendo hechos históricos a las necesidades de la naturaleza humana y a los caprichos de la fortuna. Otras obras destacadas son: Sobre el arte de la guerra (1521), que describe las ventajas de las tropas reclutadas frente a las mercenarias. La Historias florentinas (1525) interpreta las crónicas de la ciudad, en términos de causalidad histórica. Maquiavelo fue también el autor de la biografía Vida de Castruccio Castracani (1520), de una serie de poemas, y de varias obras de teatro, entre las cuales destaca La mandrágora (1524), una sátira mordaz y obscena sobre la corrupción de la sociedad italiana de su tiempo. Muchos de sus escritos anticiparon el aumento de los estados de marcado carácter nacionalista. 

César Borgia (c. 1476-1507), militar, político y eclesiástico italiano, nacido en Roma, hijo de Rodrigo Borgia, que más tarde fue el papa Alejandro VI. Se hizo famoso por sus costumbres licenciosas y su temperamento violento, y fue sospechoso de complicidad en el asesinato de su hermano el duque Juan Borgia. Fue un hombre sin escrúpulos, traicionero y cruel con sus rivales políticos. Era el prototipo del héroe político descrito en El príncipe de Nicolás Maquiavelo (Enciclopedia Encarta 2007).  Medici (o Médicis), familia italiana de banqueros y políticos que gobernó Florencia durante cuatro siglos. Se convirtieron en una de las familias más ricas de la Italia del siglo XV, pero siempre respaldaron a la facción popular frente a los gobernantes aristócratas de Florencia. Dos de los papas más destacados del renacimiento, León X y Clemente VII, fueron miembros de la familia Medici. Clemente concedió a Alejandro de Medici el título de duque de Florencia (1510-1537). Cuando Alejandro fue asesinado, Cosme I, miembro de la familia, le sucedió y posteriormente (1570) se convirtió en el gran duque soberano de Toscana. Sus descendientes gobernaron Florencia hasta 1737. La prima lejana de Cosme, Catalina, se casó con Enrique II de Francia y su nieta María lo hizo con Enrique IV de Francia.


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En su obra más famosa, El príncipe, describe el método por el cual un gobernante puede adquirir y mantener el poder político. Este estudio, que con frecuencia ha sido considerado una defensa del despotismo y la tiranía de dirigentes, está basado en la creencia de Maquiavelo de que un gobernante no está atado por las normas éticas: ¿Es mejor ser amado que temido, o al revés? La respuesta es que sería deseable ser ambas cosas, pero como es difícil que las dos se den al mismo tiempo, es mucho más seguro para un príncipe ser temido que ser amado, en caso de tener que renunciar a una de las dos. Desde su punto de vista, el gobernante debería preocuparse solamente del poder, y sólo debería rodearse de aquellos que le garanticen el éxito en sus actuaciones políticas. Maquiavelo creía que estos gobernantes podían ser descubiertos mediante la deducción, a partir de las prácticas políticas de la época, así como de épocas anteriores. Como consecuencia de sus escritos sobre habilidad política, amoral pero influyente, su nombre se convirtió en sinónimo de astucia y duplicidad. El maquiavelismo, como término, ha sido utilizado para describir los principios del poder político, a partir de la máxima el fin justifica los medios.

Lección 5 TOMÁS MORO (1478-1535) Nació en Londres y se formó en la Universidad de Oxford. Estudió derecho después de dejar Oxford, pero su inclinación estaba dirigida hacia la teología, la literatura y la ciencia. En 1499 se hizo monje sometiéndose a la disciplina de los cartujos, idea que abandonó cuatro años más tarde, para ingresar en el Parlamento. Una de sus primeras actuaciones allí fue la de requerir una disminución en la asignación propuesta para el rey Enrique VII. En venganza, el Rey encarceló al padre de Moro y no le liberó hasta que se pagó una fianza. Después de la muerte del Rey, en 1509, Moro volvió a la actividad pública y fue nombrado representante de la Corona en Londres. Durante la siguiente década, Moro atrajo la atención del rey Enrique VIII y en 1518 fue nombrado miembro del Consejo Privado. Después fue designado presidente de la Cámara de los Comunes. Durante este periodo


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Enrique VIII lo convirtió en uno de sus favoritos y con frecuencia requirió su compañía para mantener con él conversaciones filosóficas. Sin embargo, su suerte cambió cuando enrique pidió su apoyo para divorciarse de Catalina de Aragón. Los escrúpulos religiosos de Moro hicieron que se negara a sancionar cualquier tipo de desafío a la autoridad papal. Renunció a su cargo en 1532 y se retiró de la vida pública. El rey se ofendió por su actitud y le mandó encarcelar en 1534. Al año siguiente Moro fue juzgado y decapitado. A Moro se le conoce sobre todo por su libro Utopía publicada en la ciudad de Lovaina (actual Bélgica), en 1516, con el título De optimo reipublicae statu de que nova insula Utopía. Escrita en latín, es uno de los textos más significativos del humanismo inglés, concebido como una prosa satírica de carácter social y político. Tomás Moro no sólo creó una nueva palabra (utopía, „lugar que no existe‟), sino que inauguró un género literario y filosófico basado en la planificación ideal de una forma de gobierno perfecta, a la cual se la ha añadido posteriormente la acepción de „irrealizable‟ (utópica). Dividido en dos partes, dedica la primera de ellas a las críticas que un viajero hace de la situación social y política de Inglaterra, en tanto que el segundo describe la organización de un Estado situado en la imaginaria isla de Utopía, donde las necesarias reformas conducentes al remedio de los males detallados ya han sido llevadas a cabo. La Utopía de Tomás Moro es la denuncia de unos comportamientos deplorados por el autor. Su invención de una república ideal, gobernada por medio de la razón y bajo la más profunda tolerancia religiosa, obtuvo una importante e inmediata resonancia en los ámbitos del humanismo renacentista, tanto en su propio país (donde fue traducida al inglés en 1551) como en el resto de Europa. De esta manera se observa que el Renacimiento fue una época de la historia que significó grandes avances para la literatura, la ciencia, la pintura, la filosofía y la religión, que experimentó un cambio radical, ya que se empezaron a usar nuevas técnicas y a poner en práctica nuevas teorías hasta entonces desconocidas


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CAPÍTULO 2: LA REFORMA PROTESTANTE Lección 1 GENERALIDADES DE LA REFORMA Concepto La Reforma fue un movimiento religioso surgido en el siglo XVI, liderado por Martín Lutero, que originó una profunda e irreconciliable división dentro del cristianismo con base en el tema fundamental del libre examen, el cual se refiere a la capacidad que cada individuo tiene de interpretar los textos sagrados sin sujeción a la autoridad de la interpretación que les ha dado la Iglesia. Esta es una actitud de carácter racionalista que coloca a la Iglesia en una posición de obstáculo entre el hombre y Dios y fracciona el protestantismo por la pluralidad de interpretaciones.

Antecedentes de la Reforma Según James Atkinson (1985), a partir del impulso que vivió el Sacro Imperio Romano Germánico desde que Otón I el Grande se convirtiera en emperador en el 962, los emperadores y los papas se vieron involucrados en una continua disputa por la supremacía del poder, conflicto que desembocó en la victoria del Papado, pero creó profundos antagonismos entre Roma y el Imperio, que aumentaron durante los siglos XIV y XV. En el siglo XIII, el Papado se había hecho vulnerable a los ataques y reproches de varios sectores de la población, debido a la codicia, inmoralidad e ignorancia de muchos de sus miembros en todas las esferas de su jerarquía. Las extensas posesiones de la Iglesia, libres de cargas, que constituían, según cálculos diversos, entre una quinta y una tercera parte de todas las tierras de Europa, estimularon el resentimiento por parte del campesinado. Los miembros de la Iglesia reconocieron la necesidad de afrontar una reforma interna por lo que se argumentaron ambiciosos programas que proponían la reorganización de la totalidad jerárquica, pero ningún proyecto consiguió un apoyo mayoritario y no se instituyó ningún cambio radical. El fracaso de estos intentos no acallaron, sin embargo, las voces que desde el cuerpo mismo de la sociedad cristiana llamaban a la reforma.


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En el siglo XIV John Wycliffe atacó con audacia al propio Papado, arremetiendo contra la venta de indulgencias, las peregrinaciones, la excesiva veneración a los santos y los bajos niveles morales e intelectuales de los sacerdotes. Para hacer llegar sus ideas a individuos de cualquier extracción social, tradujo la Biblia al inglés y comenzó a predicar en esta lengua y no en latín. Sus enseñanzas se extendieron a Bohemia, donde encontraron un fuerte partidario en Jan Hus. La ejecución de Hus por herejía, en 1415, desencadenó el estallido de las Guerras Husitas, luchas que fueron precursoras de la guerra civil religiosa que tuvo lugar en Alemania en tiempos de Lutero. Con el surgimiento del humanismo, la revitalización de la formación clásica y la inquietud doctrinal y especulativa del siglo XV en Italia, se intentó desplazar al escolasticismo como filosofía principal en Europa occidental y privaron a los líderes de la Iglesia del monopolio sobre la enseñanza que antes habían ostentado. Los eruditos humanistas evaluaron de forma crítica las traducciones de la Biblia y otros documentos que eran la base del dogma y de la tradición de la Iglesia. La invención de la imprenta con tipos de metal móviles incrementó en gran medida la circulación de los libros y extendió las ideas de renovación espiritual por toda Europa. Erasmo de Rotterdam (1467-1536) figura entre los precursores de la Reforma protestante. Todas sus obras son índices de su posición racionalista y, en ocasiones, un tanto escéptica y epicureísta. Como filósofo, Erasmo no es una figura significativa pero su especial psicología explica la influencia intelectual que ejerció en su época. La más leída de sus obras, el Elogio de la locura es una crítica sutil de la Iglesia Romana y una especie de "ética" ya que sostiene que “la verdadera sabiduría consiste, en cuanto somos humanos, en no querer ser más prudentes de lo que pide la propia naturaleza". Sustentaba el criterio esencialmente protestante de que el hombre está en relación directa con Dios y que la teología es superflua. Pero, al propio tiempo, no deseaba ser arrastrado a controversias religiosas. Es la esfera de la educación donde la influencia de Erasmo dejó huella más duradera. La instrucción humanista, que hasta hace poco fue la médula de la educación secundaria dondequiera que prevalecieron los

Indulgencia: Es la remisión total o parcial ante Dios de un castigo temporal por pecados que han sido perdonados. Se concede por la autoridad eclesiástica y se considera una forma especial de intercesión que se realiza por el conjunto de la Iglesia, a través de su liturgia y oraciones, para la reconciliación de uno de sus miembros, vivo o muerto.  Los cristianos medievales creían que la peregrinación a un santo lugar era de particular beneficio espiritual. El más importante lugar sagrado, pero el más difícil de alcanzar, era la Ciudad Santa de Jerusalén. Estas peregrinaciones se volvieron bélicas ya que la Tierra Santa, estaba bajo el dominio de los musulmanes, surgiendo las denominadas Cruzadas que desarrollaron una historia sangrienta alrededor de la Iglesia Cristiana.


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criterios europeos occidentales, debe mucho a las actividades literarias y pedagógicas de Erasmo.

El Humanismo en la Reforma Entre los temas más destacados del pensamiento de la Reforma, según José Aranguren (1998), se encuentra la valoración de la experiencia interior del hombre frente a la acción hipócrita externa, que acentuaba el subjetivismo. Ello se acompaña de una manifiesta hostilidad a la teología que será combatida con la "lectura interior" de la Biblia y los Evangelios. Además, la suerte del alma depende exclusivamente de Dios, lo que supondrá la afirmación del determinismo y la negación de la libertad humana apoyándose, para ello, en la consideración de la corrupción natural del hombre por el pecado original. Toda la pureza y bondad inicial del ser humano, con las que fue creado por Dios, se pierde con el pecado original, por lo que no puede haber realmente una acción moral que emane de la voluntad humana, corrompida ya por dicho pecado original.

Lección 2 LA REFORMA DE LUTERO La figura central de la Reforma fue Martín Lutero (1483-1546), quien el 31 de octubre de 1517 se convirtió en controvertida figura pública al exponer en el pórtico de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg sus 95 Tesis o proposiciones escritas en latín contra la venta de indulgencias. Como medio para sufragar los gastos de la construcción de San Pedro, Julio II y luego León X concedieron amplias facultades a predicadores en toda Europa para otorgar indulgencias a cambio de limosnas. La indulgencia consistía en la remisión de todos los pecados (culpa y pena) con el solo deber de confesarse. La carta de confesión valía en ese momento y en la hora de la muerte, con poder de absolver cualquier falta o sanción, otorgaba el derecho de participación en todos los méritos de la Iglesia y la remisión de todos los pecados de los fieles difuntos con solo dar la limosna (el sonido de la moneda hace salir el alma del purgatorio decía un estribillo). Lutero en protesta contra estos actos escribe sus tesis donde: Resalta los efectos nefastos de las indulgencias ya que se prefieren a las obras de misericordia; ataca los abusos financieros y afirma la invalidez de las obras sin la fe. En el documento que se envió 10 meses después al Papa se afirma también: Que la vida cristiana toda es de penitencia; que el Papa solo puede absolver de la pena no de la culpa; que los difuntos no tienen penas canónicas que descontar.


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En Roma el Capítulo General de los Dominicos declara a Lutero sospechoso de herejía. Por su parte la Curia pontificia se mueve rápido y solicita al General de los Agustinos bloquear al reformador y en junio del mismo año (1518) envían a Cayetano con el encargo de obligar a Lutero a retractarse o de lo contrario excomulgarlo y remitirlo detenido a Roma. El encuentro entre el agustino y el dominico resultó infructuoso. Lutero discutió en público con el teólogo Juan Eck en Leipzig en junio-julio de 1519 lo cual sirvió para sacar las últimas consecuencias de las formulaciones acerca del magisterio infalible y la infalibilidad única de la Sagrada Escritura. En esta discusión Lutero sostiene que es menester abatir la creencia de que el poder eclesiástico es superior al poder civil y para ello, proclamar el sacerdocio universal de todos los cristianos; abatir la exclusividad de la interpretación bíblica por parte del papado, pues cualquier cristiano puede ser inspirado por el Espíritu Santo y estar en la verdad; abatir la potestad papal de convocar el Concilio, pues en un clima de emergencia cualquier cristiano puede hacerlo. Martín Lutero arremete contra el estado religioso, al que califica de antinatural y pernicioso para la salvación: Porque no se encuentra ni en la Sagrada Escritura ni en la Iglesia primitiva; porque pone la fe en sí mismo y en sus obras, no en Cristo; porque va en contra de la libertad cristiana al imponer leyes; porque va en contra de los mandamientos (Ej. el cuarto); porque va en contra de la razón natural (Ej. la castidad). Lutero envía al Papa una obra donde expone sus ideas sobre la libertad del cristiano en la que si bien niega la eficacia meritoria de las obras buenas, las reconoce como respuesta al amor de Cristo. En la carta que acompañaba la obra volvía sobre la superioridad del Concilio sobre el Papa y lo invitaba a deshacerse de sus aduladores. El tono de la carta recibió como respuesta la bula EXURGE DOMINE de junio 15 de 1520 en la que se califica de falsas, heréticas y escandalosas sus tesis, se las condena al fuego y se le concede 60 días para retractarse bajo pena de excomunión. Lutero reaccionó con un lenguaje violento y vulgar, quemó la Suma Teológica, el Corpus Juris Canonici y declaró al Papa anticristo y a la sede romana poseída por Satanás. El 3 de enero siguiente, la bula DECET ROMANUS PONTIFICEM lo declara excomulgado. El emperador condenó a Lutero, pero Federico el Sabio, lo recluyó en su castillo de Wartburg, donde emprendió su traducción del Nuevo Testamento del original griego al alemán, una contribución fundamental al desarrollo de la lengua alemana. Residiendo allí sufre la acometida de violentas tentaciones y cavilaciones sobre la solidez de su doctrina; desesperadamente se convence de que es el único que tiene la verdad pues Cristo mismo lo ha instruido. Los efectos de sus escritos empiezan a dar sus frutos: conventos quemados, sacerdotes que se casan, propiedades eclesiásticas usurpadas por los príncipes.


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1525 será un año decisivo para el movimiento reformador: las guerras de los campesinos estallan por doquier; junto a los motivos de siempre, aparecen principios evangélicos y la esperanza de romper la tiranía de la nobleza y del clero. Las Guerras Campesinas intentaron mejorar su precaria situación económica y, así, sus reivindicaciones, que contenían algunos puntos defendidos por Lutero desde el punto de vista religioso, invocaban la emancipación del número de servicios reclamado por los terratenientes. Lutero al principio quiso intervenir como mediador predicando la paz, luego desaprobó la utilización de sus doctrinas para justificar una revuelta social y se volvió contra los campesinos y en su panfleto Contra las hordas de campesinos asesinos y ladrones (1525), les condenó por recurrir a la violencia, se vuelve rabioso contra los campesinos, invitando a los nobles a someterlos como a perros y a asesinarlos sin compasión. Esto le valió ganarse el apoyo de numerosos miembros de la nobleza.

Lección 3 LA CONCEPCIÓN DEL HOMBRE EN LUTERO Pasemos ahora al tema del hombre en Lutero. Este reformista no tiene el mismo optimismo que los renacentistas al colocar al hombre en el centro de todo, y al despojar a Dios del lugar central que durante toda la Edad Media ocupó. Para Lutero, cuando Adán cayó en pecado, corrompió por entero al hombre. El pecado original ha borrado cualquier vestigio de perfección. Aquí entra de lleno, la visión de la justificación por la fe, “que opera sobre la naturaleza humana que se encuentra en un estado totalmente corrompido debido al pecado original. Por ello el hombre, por sí solo, es absolutamente incapaz de bien y carece de libertad. Sostiene que todas las acciones de los hombres proceden de Dios aunque éstas sean pecado: nosotros nos justificamos no por nuestros actos sino por la sola fe. El hombre se encuentra opuesto a toda clase de bien e inclinado al mal: “el libre albedrío es un término hueco, cuya realidad se ha perdido”. Pero aunque Lutero nos habla de la total corrupción del hombre en el plano moral, sí le da libertad en su carácter de individuo cristiano. Destaca los caracteres que posee la libertad del cristiano, fundada en la autoridad soberana de la Escritura, y gracias a la cual el cristiano no se encuentra sometido a ninguna persona en esta existencia. El cristiano tiene libre acceso a Dios y solamente a él, debe rendir su obediencia plena; no con temor servil, sino con un amor filial y con intención voluntaria. A través de esto, se da también una libertad de conciencia en virtud de lo cual, únicamente Dios es el Señor de la conciencia, y la ha dejado libre de los mandamientos y doctrinas de los hombres, las cuales son en alguna manera contrarias a su Palabra. Por ello someterse a mandamientos de hombres, es traicionar la verdadera libertad de conciencia.


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Lección 4 PENSAMIENTO Y OBRAS DE LUTERO Lutero llegó a entender la naturaleza de la justicia divina, rechazando toda la teología basada únicamente en la tradición, y enfatizando la interpretación personal y la experiencia acerca de lo divino. La reforma luterana es fundamentalmente teológica y es difundida con facilidad gracias a la imprenta recientemente inventada. Las ideas o puntos principales de la doctrina de Lutero son: El hombre se salva solo por la fe, no necesita las buenas obras para salvarse; cada persona puede interpretar la Biblia libremente; de los siete sacramentos, solo dos son verdaderos: Bautismo y Eucaristía; el culto a la Virgen y a los Santos debe ser prohibido. En estos postulados encontramos una diferencia con la Reforma calvinista que sostenía que el hombre estaba predestinado para la salvación o la condenación. Sostiene Leonor Martínez (1997) que las enseñanzas de Lutero y su experiencia personal se relacionaron estrechamente; él siempre procedió siguiendo la misma vía: de la Escrituras a la convicción personal y de ésta a la declaración y la predicación. Para Lutero no es natural el entender a Dios; la única vía de comunicación entre Dios y la razón humana es la palabra; Cristo es la esencia de la Escritura y en Cristo la palabra es espiritual. La Biblia habla solamente para aquellos que tienen fe, que es un regalo de Dios y no una decisión del hombre. Dios está en todas las cosas del mundo. El principal problema es develar cómo se concilian el amor y la justicia divina con la doctrina de la predestinación. Dios es siempre justo, está más allá de la razón humana, misterioso e inconcebible, y si lo podemos comprender, entonces no es Dios. Su obra exegética se sustenta en el puesto central que ocupa para él la Escritura en oposición al escolasticismo. Entre sus numerosos escritos exegéticos son bien importantes sus estudios sobre los salmos que los entiende como textos que anuncian el cristianismo; las cartas de Pablo, clave exegética de toda la Biblia. Lutero señalará siempre que para entender la Escritura se requiere tener la comprensión de Cristo, sin la cual las ciencias lingüísticas no valen nada. Sus obras pastorales pueden dividirse en sermones de vida práctica, catequesis o reforma del culto. Su método subraya la memorización de textos simples y su estructura es medieval: decálogo, Padre nuestro, símbolo de los apóstoles y sacramentos. En el culto procede con prudencia: mantiene la misa en latín pero la presenta en alemán en la que suprime el canon y el ofertorio, fortaleciendo la predicación y el


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servicio de comunión. Propone también simplificar los ritos del bautismo, matrimonio y confesión. En síntesis, Lutero formula de modo radical la distancia ilimitada entre Dios y el hombre, afirmando su absoluta soberanía que en su naturaleza profunda es de misericordia y por eso nos justifica gratuitamente en Cristo crucificado. Visión que está íntimamente ligada al concepto de la bajeza humana frente a Dios, lo que le inspira desconfianza de todo lo humano, que abandonado a sí mismo se llena de vanidad y orgullo.

Lección 5 LA NUEVA GENERACIÓN DEL PROTESTANTISMO En la generación que sucedió a Lutero, la figura dominante de la Reforma fue Juan Calvino, quien huyó de la persecución religiosa en Francia y, en 1536, se estableció en Ginebra. Calvino lideró la estricta instauración de las medidas de reforma instituidas tiempo atrás por el Consejo de la ciudad de Ginebra e insistió en promulgar otras nuevas, incluyendo el canto de los salmos congregacionales como parte del culto eclesiástico, la enseñanza del catecismo y la confesión de fe de los niños, el establecimiento de una severa disciplina moral en la comunidad por parte de pastores y miembros de la Iglesia y la excomunión de pecadores notables. Según Leonor Martínez, Calvino se opuso a los luteranos, problema que ocasionó la división de la Iglesia evangélica en luteranos y reformados o futuros presbiterianos. Para Calvino el predominio de la gloria de Dios es absoluto y la salvación o condenación dependen por entero de su absoluta soberanía; hay una predestinación absoluta, pues el hombre está pre-ordenado desde siembre a la voluntad divina. La libertad o albedrío es sierva de la voluntad de Dios y sólo el Espíritu Santo puede otorgar la fe por la cual se alcanza el “renacimiento”. Sin el testimonio del Espíritu Santo no es posible la interpretación de la Biblia, y los sacramentos del bautismo y la eucaristía son los medios que los hombres tienen para realizar su unión en la comunidad de Jesucristo. Es necesario conocer los “signos de Dios” para saber quién está predestinado y según los calvinistas, uno de esos signos o señales es la recompensa económica. Esto nos explica en alguna medida por qué hubo gran desarrollo industrial y comercial en las regiones que recibieron la influencia del calvinismo. Calvino instituyó una rígida inspección de conducta familiar, el vestido y comportamiento personal de los ciudadanos estaban prescritos hasta el más mínimo detalle. Bailar, jugar a las cartas y a los dados y otras diversiones


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quedaron prohibidas, mientras que la blasfemia y la obscenidad fueron castigadas con severidad. Bajo este rígido régimen, los disidentes fueron perseguidos e incluso condenados a muerte. En 1559, Calvino fundó una universidad en Ginebra que fue famosa por la formación de pastores y profesores. Más que ningún otro reformador, Calvino organizó las diversas interpretaciones del pensamiento protestante en un sistema claro y lógico. La difusión de sus obras, su influencia como pedagogo y su gran habilidad para estructurar la Iglesia y el Estado en los términos de la Reforma, despertaron la atención internacional e imprimieron a las Iglesias reformadas de Suiza, Francia y Escocia, el profundo sello del calvinismo, tanto en la teología como en lo referente a su organización.


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CAPÍTULO 3: LA CIENCIA DE LA EDAD MEDIA Y DEL RENACIMIENTO Lección 1 UN PANORAMA GENERAL DE LA CIENCIA EN LA EDAD MEDIA El término ciencia medieval se refiere a los descubrimientos en el campo de la filosofía natural que ocurrieron en el periodo de la Edad Media. En este período de su historia, Europa de Occidente entró con grandes dificultades que minaron su producción intelectual. Los tiempos eran difusos y se había perdido el acercamiento a los tratados científicos de la antigüedad clásica (en griego), y solo se tenían las compilaciones abreviadas e incluso adulteradas, por las diversas traducciones que los romanos habían hecho al latín. El panorama científico con que se inicia la era cristina está levemente influido por el mundo helénico, puesto que algunos pensadores reclaman el razonamiento de los significados de los textos más allá del sentido literal. En el mundo helénico se habían hecho grandes esfuerzos para demostrar la correspondencia del Antiguo Testamento con la concepción del mundo de filósofos y científicos griegos. Para lograr esta reconciliación, se recurrió al uso de la alegoría, que es el proceso interpretativo en el que se descarta el significado superficial o literal de un texto en favor de un significado más profundo, divino, en este caso, que subyace en el mismo y que sólo puede ser percibido por los iniciados. Al comenzar la era cristiana, los primeros padres de la Iglesia utilizaron el mismo método, ya que estaban convencidos de que el verdadero significado del Antiguo Testamento era lo que había llegado a converger en el Nuevo Testamento y en las interpretaciones cristianas posteriores. Entre los cristianos, san Agustín de Hipona en su comentario acerca del significado literal del Génesis, se muestra muy prudente acerca de la supuesta discrepancia entre la concepción del mundo científico de su época y la de los autores bíblicos. Por ello reconoció la necesidad de analizar, desde una actitud crítica, la concepción bíblica. En Oriente, el teólogo Teodoro de Mopsuesto fue aún más lejos, En sus comentarios bíblicos rechazó toda interpretación alegórica, e hizo hincapié en el sentido literal y en el contexto histórico, así intentó diferenciar entre el “espíritu profético”, es decir, la revelación divina, responsable de gran parte de la Biblia, y el “espíritu de la sabiduría”, que influyó en algunos escritores bíblicos, a los que según Teodoro, les preocupaban asuntos de opinión o de observación reducidas a la esfera humana. Sin embargo, la ciencia tiene gran dificultad para desarrollarse en un ambiente que reclama por la fe y no encuentra siempre la forma de armonizarse con la razón lo que ha dado lugar a la propagación de nociones y creencias prejuiciosas sobre la Edad Media. También ocurre esto cuando se trata de las nociones de la ciencia en


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el período: a menudo la época es denominada peyorativamente edad de las tinieblas, sugiriendo la idea de que no habría habido ninguna creación filosófica o científica autónoma. Se dice, según Alexander Koycé (1190), que la ciencia habría conocido un largo periodo de "falta de inspiración" en comparación con la producción científica clásica y con este argumento se pretende justificar el rótulo de la "noche de mil años", o "Edad de las Tinieblas", que supuestamente habría sido la era medieval. Pero hay que aclarar que ante los descubrimientos científicos del pasado griego, la producción intelectual del Imperio Romano quedo eclipsada incluso durante el extenso periodo de progreso proporcionado por la “Pax romana”. Además si solo se contempla la tradición filosófica de los pueblos occidentales durante la Antigüedad y dejamos a un lado la parte oriental (griega) del Imperio Romano la diferencia pasa a ser aún más intensa. A pesar de eso, no se puede pensar en oscurantismo o flaqueza intelectual cuando se habla de la Edad Media.

Descenso y Revivificación de la Ciencia Dicen Reale y Antiseri que la ciencia helenística fue relativamente breve, de un sigo y medio aproximadamente. En el 145 a.C. se produce la primera gran crisis debido a que el rey Ptolomeo Physkon se encontró en un grave litigio con los intelectuales griegos por motivos políticos y al no poder quebrar su resistencia, los obligó a abandonar Alejandría. Este hecho señaló la ruptura de la gran alianza entre los representantes de la inteligencia griega y el trono egipcio, y abrió una fase de decadencia que se convirtió en irreversible. El 47 a.C. es el momento de la segunda etapa de crisis, ya que es incendiada la biblioteca, cuyos libros habían alcanzado la cifra de 700.000. Muchos volúmenes se salvaron, pero las pérdidas fueron irrecuperables y graves. Fue así como durante el proceso de desestructuración del Imperio Romano, el Occidente europeo fue perdiendo contacto con Oriente y el griego acabó por ser olvidado. De ese modo, Europa Occidental perdió el acceso a los tratados originales de los filósofos clásicos, quedándose sólo con las versiones truncadas de ese conocimiento que habían sido traducidas anteriormente. Por otra parte, los romanos tenían intereses prácticos y operativos y apreciaban los resultados concretos e inmediatos y les resultaba extraño aquella dimensión especulativo-teórica que no solo había nutrido la gran filosofía griega, sino también la gran ciencia helenística. Se comprende así que la época imperial haya sido una época de dificultad en el crecimiento de la ciencia, salvo algunas excepciones notables.


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Entre las excepciones que vale la pena mencionar, se destacó en el campo matemático y astronómico Claudio Ptolomeo (100-170), cuyas teorías y explicaciones astronómicas dominaron el pensamiento científico hasta el siglo XVI. La teoría de Tolomeo mantenía que la Tierra estaba inmóvil y se encontraba en el centro del Universo; el astro más cercano a la Tierra era la Luna y según nos vamos alejando, estaban Mercurio, Venus y el Sol casi en línea recta, seguidos sucesivamente por Marte, Júpiter, Saturno y las llamadas estrellas inmóviles. Según William Espinosa (1999), con Ptolomeo se acaban los autores de la Edad Media que merecen ser citados en la historia de la ciencia, pero hay que reconocer que muchos conocimientos científicos de la antigüedad fueron entrando en Europa gracias a los árabes a través de España. No obstante, en Oriente la situación es diferente. La dinastía Abbassí, que había destronado la de los Omeies se interesa por el cultivo de la ciencia. Parece que en el 780 ya se había traducido el Almagesto de Ptolomeo, además de otras obras de la antigüedad clásica. El califa Al-Mamun (786-838), hizo de Bagdad un centro cultural de primera magnitud; hizo construir un observatorio astronómico y llamó a la corte al matemático Alkhwarizmi, inventor del Algebra. En cuanto a la física, Espinosa sostiene que la principal contribución de la Edad Media fue la de observar y transmitir la mayor parte de los conocimientos adquiridos por los antiguos. En astronomía se hicieron algunas aportaciones positivas como el descubrimiento del giro de la línea de los ábsides por Al-Suff. Y también se hicieron hallazgos por los alquimistas que posteriormente desembocaron en la ciencia química, haciendo abandonar la teoría de los cuatro elementos. Pero la auténtica revolución sobre todo en física, no llegará hasta bien entrada la Edad Moderna. Sin embargo, con el inicio de lo que se denomina la Revolución del Siglo XII, se vigorizó el interés por la investigación de la naturaleza. La ciencia que se llevó a cabo en ese periodo dorado de la filosofía escolástica ponía el énfasis en la lógica y defendía el empirismo, admitiendo que la naturaleza es un sistema lógico de leyes que pueden ser explicadas mediante la razón. Fue con esa visión con que los sabios del siglo XII se lanzaron en busca de respuestas a los fenómenos del universo, consiguiendo grandes avances en temas como la metodología científica y la física. Esos avances fueron interrumpidos bruscamente por la Peste Negra que atacó a Europa con gran violencia en el siglo XIV, por lo que los logros en el campo científico son en gran medida desconocidos en la actualidad; también porque la mayoría de las teorías 

Ababassi: dinastía musulmana que gobernó la mayoría de los territorios islámicos, bajo la forma política del califato, desde el 750 hasta 1258


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avanzadas del periodo medieval están hoy obsoletas, y en parte por el estereotipo de "Edad de las Tinieblas” que se le adjudica a la Edad Media. Pero estos calificativos se dan en gran medida porque se mira solo una parte de Europa y no la totalidad de ella ni los países asiáticos que tendrán luego gran influencia en el desarrollo de la ciencia europea. Según Alexander Koycé (1990), durante la edad media existían seis grupos culturales principales: en lo que respecta a Europa, de un lado el Occidente latino y de otro, el Oriente griego o bizantino; en cuanto al continente asiático, China e India, así como la civilización musulmana que también estaba presente en Europa, y, finalmente, en el desconocido continente americano, la civilización maya, desligada del resto de los grupos culturales mencionados. El grupo de Occidente latino no contribuyó demasiado a la ciencia hasta el siglo XIII; a pesar de estar maravillados con los descubrimientos del pasado griego, no llegaron a formar nuevas instituciones que buscasen específicamente entender el universo o el mundo natural. Los verdaderos centros de producción de conocimiento del Imperio Romano se localizaban en los territorios orientales, de cultura griega. Habían sido fundados antes del dominio romano y ya no mantenían la misma fuerza creativa de periodos anteriores. Los griegos no elaboraron sino solo comentarios de la sabiduría antigua; los mayas, en cambio, afirma Koycé, descubrieron y emplearon el cero en sus cálculos astronómicos, antes que ningún otro pueblo. En China la ciencia vivió épocas de esplendor, pero no se dio un impulso sostenido. Las matemáticas chinas alcanzaron su apogeo en el siglo XIII con el desarrollo de métodos para resolver ecuaciones algebraicas mediante matrices y con el empleo del triángulo aritmético. Pero lo más importante fue el impacto que tuvieron en Europa varias innovaciones prácticas de origen chino. Entre ellas estaban los procesos de fabricación del papel y la pólvora, el uso de la imprenta y el empleo de la brújula en la navegación. Por otro lado, las principales contribuciones indias a la ciencia europea fueron la formulación de los numerales denominados indoarábigos y la modernización de la trigonometría. Estos avances se transmitieron en primer lugar a los árabes, que combinaron los mejores elementos de las fuentes babilónicas, griegas, chinas e indias. En el siglo IX Bagdad, situada a orillas del río Tigris, era un centro de traducción de obras científicas y en el siglo XII estos conocimientos se transmitieron a Europa a través de España, Sicilia y Bizancio En el siglo XIII la recuperación de obras científicas de la antigüedad en las universidades europeas llevó a una controversia sobre el método científico. Los partidarios de la teoría de los universales apoyaban el enfoque platónico, mientras que los nominalistas preferían la visión de Aristóteles. En las universidades de París y Oxford estas discusiones llevaron a descubrimientos de óptica y cinemática que prepararon el camino para Galileo y Kepler


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Lección 2 DIVERSAS ETAPAS DE LA CIENCIA MEDIEVAL Ciencia de los Primeros años del Cristianismo El pensamiento de San Agustín fue confuso al orientar la visión del hombre medieval sobre la relación entre la fe cristiana y el estudio de la naturaleza. Él reconocía la importancia del conocimiento, pero entendía que la fe en Cristo venía a restaurar la condición decaída de la razón humana, siendo, por lo tanto, más importante. No obstante, Agustín afirmaba que la interpretación de las escrituras debía hacerse de acuerdo con los conocimientos disponibles, en cada época, sobre el mundo natural. Escritos como su “interpretación alegórica" del libro bíblico del Génesis van a influir fuertemente en la Iglesia medieval, que tendrá una visión más interpretativa y menos literal de los textos sagrados. Durante los tiempos confusos de la disolución del Imperio Romano de Occidente y de los primeros siglos de la Edad Media, mucha de la cultura clásica se perdió, pero el declive cultural habría sido mucho más intenso si no fuera por el monasticismo, más específicamente por la acción de los monjes copistas. Es cierto que los textos en griego ya no eran accesibles por el olvido del idioma y que los escritos que pasaban por el trabajoso proceso de copia manual eran seleccionados de acuerdo con la importancia que le daban los religiosos. Siguiendo a Koycé, el Imperio Romano de Occidente se encontraba unido por el latín y englobaba un gran número de culturas diferentes que habían sido aprehendidas de una manera incompleta por la cultura romana. Así, el Occidente europeo quebrantado por las migraciones e invasiones de tribus bárbaras, por la desintegración política de Roma en el siglo V y aislado del resto del mundo por la expansión del islam en el siglo VII, se convirtió en una mezcla de poblaciones rurales y pueblos seminómadas. La inestabilidad política y el declive de la vida urbana golpearon fuertemente la vida cultural del continente. La Iglesia Católica, como única institución que no se desintegró en ese proceso, mantuvo lo que quedó de fuerza intelectual, especialmente a través de la vida en los Monasterios. El hombre culto y sabio de los primeros siglos, por lo general era un clérigo para quien el estudio de los conocimientos naturales era una pequeña parte de la instrucción. Estos eruditos vivían en un ambiente que daba prioridad a la fe y a la salvación de las almas más que el cuestionamiento de detalles de la naturaleza. Además de eso, la vida casi siempre insegura y llena de dificultades económicas de esa primera parte del periodo medieval mantenía al hombre concentrado en atender las dificultades del día a día. De ese modo, las actividades científicas fueron prácticamente reducidas a las citas y comentarios de obras que hacían


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referencia a la antigüedad clásica; esos comentarios, como ya se dijo, muchas veces estaban llenos de errores y tergiversaciones. A finales del siglo VIII, hubo una primera tentativa de resurgimiento de la cultura occidental. Carlomagno, para unificar y fortalecer su imperio, decidió ejecutar una reforma en la educación. A partir del año 787, se proclamaron decretos que exhortaban la restauración de las antiguas escuelas y la fundación de otras nuevas, en todo el imperio. Institucionalmente, esas nuevas escuelas podían ser monacales, bajo la responsabilidad de los monasterios; catedralicias, junto a la sede de los obispados; y palatinas, en los palacios. Bajo este propósito, el monje inglés Alcunio elaboró un proyecto de desarrollo escolar que tenía la intención de revivir el saber clásico estableciendo los programas de estudio a partir de las siete artes liberales: el trívium y el Quatrivium. La enseñanza de la dialéctica o lógica fue haciendo renacer el interés por la indagación especulativa; de esa semilla surgiría la filosofía cristiana de la Escolástica. Además de eso, en los siglos XII y XIII, muchas de las escuelas que habían sido estructuradas por Carlomagno, especialmente las escuelas catedralicias, pasaron a ser Universidades. Desde otro lado, en Oriente Medio la filosofía griega encontró un apoyo pasajero de la mano del Imperio Islámico. Con la extensión del Islam en los siglos VII y VIII, se produjo un periodo de ilustración que duraría hasta el siglo XV. En el mundo islámico, la Edad Media se conoce como la Edad de Oro Islámica, ya que fue cuando prosperaron la civilización y la sabiduría islámica. A este período dorado de la ciencia islámica contribuyeron varios factores. El uso de una única lengua, el árabe, permitía la comunicación sin necesidad de un traductor. Las traducciones de los textos griegos de Egipto, y el Imperio Bizantino, y textos en sánscrito de la India, proporcionaban a los eruditos islámicos una buena base de conocimiento. Además, estaba el Hail que es el peregrinaje anual a La Meca que facilitaba la colaboración erudita uniendo a las personas y favoreciendo la propagación de nuevas ideas por todo el mundo islámico. Sin embargo, esta atmósfera de desarrollo científico del Medio Oriente solo abraza a Europa en siglos posteriores, cuando se asimila todo ese conocimiento y despierta el interés en varios pensadores que comienzan por diferencia la fe y la razón, entendiendo que de la forma que se asimile la fe, depende que la ciencia y la filosofía tengan un avance o un estancamiento.

Ciencia de la Edad Media Clásica Como consecuencia de la limitación en Europa Occidental en todos los aspectos, que produjeron las últimas invasiones extranjeras del siglo X, siguió una época de relativa tranquilidad en relación a las coacciones externas, que coincidió con un


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periodo de condiciones climáticas más benignas. Europa Occidental pasa entonces por cambios sociales, políticos y económicos, que van a generar un impulso en la economía. Los avances tecnológicos dieron paso al cultivo de nuevas tierras y al aumento de la diversidad de los productos agrícolas, con suficiencia para sostener una población que crecía rápidamente. El comercio se expandió, dándose el desarrollo de rutas entre los diversos pueblos que redujeron las distancias, facilitando tanto el comercio de bienes físicos, como el intercambio de ideas y corrientes entre los países. Las ciudades también fueron abandonando su dependencia agraria, creciendo en torno a los castillos y monasterios. Así, en un ambiente de progreso se abrieron nuevas escuelas a lo largo de todo el continente. En el campo intelectual, los cambios son también fruto del contacto con el mundo oriental y árabe a través de las Cruzadas y del movimiento de Reconquista de la Península Ibérica. En ese momento, el mundo islámico se hallaba muy avanzado en cuestiones intelectuales y científicas, puesto que se había mantenido un permanente contacto con las obras clásicas griegas, habiéndolas traducido lo cual fue muy valioso para los pueblos occidentales, ya que de esta forma volvieron a entrar en contacto con sus raíces eruditas olvidadas. Los europeos produjeron una gran cantidad de traducciones que permitieron avances importantes en conocimientos como la astronomía, la matemática, la biología y la medicina, y que serían el caldo de cultivo de la evolución intelectual europea de los siglos posteriores. Alrededor del año 1150 se fundaron las primeras universidades medievales, algunas de esas instituciones eran consideradas los centros de enseñanza más prestigiosos de Europa, sus académicos eran animados a compartir documentos y dar cursos en otros institutos por todo el continente. Tratándose no sólo de instituciones de enseñanza, las universidades medievales eran también centros de investigación y producción del saber, además de núcleos de polémicas y debates. Aclarando que todo esto estuvo sometido a constantes intervenciones del poder real y eclesiástico, lo cual creaba crisis que en nada favorecía el desarrollo intelectual, no obstante en cada ocasión se retomaba el impulso hacia el conocimiento científico. La filosofía natural estudiada en las facultades de Arte, trataba del estudio objetivo de la naturaleza y del universo físico. Ése era un campo independiente y separado de la teología; entendido como un área de estudio esencial en sí misma, así como un fundamento para la obtención de otros saberes.

Las Cruzadas fueron expediciones militares realizadas por los cristianos de Europa occidental a petición del Papa, que comenzaron en 1095 y cuyo objetivo era recuperar Jerusalén y otros lugares de peregrinación en Palestina, en el territorio conocido por los cristianos como Tierra Santa, que estaban bajo control de los musulmanes (Enciclopedia Encarta 2007).


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Otro factor importante que influyó en el florecimiento intelectual del periodo fue la actividad cultural de las nuevas órdenes mendicantes, especialmente los Dominicos y los Franciscanos. Al contrario de las órdenes monásticas, volcadas hacia la vida contemplativa en los monasterios, estas nuevas órdenes estaban dedicadas a la convivencia en el mundo laico y buscaban defender la fe cristiana por la predicación y por el uso de la razón. La integración de esas órdenes en las universidades medievales proporcionaba la infraestructura necesaria para la existencia de comunidades científicas y generaron muchos frutos para el estudio de la naturaleza, especialmente con la Escuela Franciscana de Oxford. Las órdenes mendicantes, la influencia de los textos griegos y la proliferación de universidades se conjugaron para que ese nuevo mundo se alimentara de interés por el conocimiento científico, lo cual estaba acorde con el torbellino de las ciudades en crecimiento. En el año 1200 ya habían traducciones latinas muy precisas de los principales trabajos de los autores antiguos como Platón, Aristóteles, Euclides, Ptolomeo, Arquímedes y Galeno. A esa altura, la ciencia o filosofía natural contenida en esos textos comenzó a ser trabajada y desarrollada por escolásticos notables como Robert Grosseteste, Roger Bacon, Alberto Magno y Duns Escoto, que trajeron nuevas tendencias para un abordaje más concreto y empírico, representando un preludio del pensamiento moderno. Robert Grosseteste fue la figura central del movimiento intelectual inglés en la primera mitad del siglo XIII y es considerado el fundador del pensamiento científico en Oxford. Se interesaba especialmente por el mundo natural e hizo escritos sobre temas como el sonido, la astronomía, la geometría y la óptica. Fue el primer escolástico en entender cabalmente la visión aristotélica del doble camino para el pensamiento científico: generalización de observaciones particulares a una ley universal y, deducción de leyes universales a la previsión de situaciones particulares, ya que afirmaba que los experimentos deberían usarse para verificar una teoría, probando sus consecuencias, y después hacer el camino inverso. Estos dos caminos deberían ser verificados o invalidados a través de experimentos que probaran sus principios. También dio un gran énfasis a la matemática como un medio de entender la naturaleza y su método de investigación tenía como base esencial la ciencia experimental. Roger Bacon, alumno de Grosseteste, centró su interés en la experimentación para aumentar el número de hechos conocidos acerca del mundo. Describió el método científico como un ciclo repetido de observación, hipótesis, experimentación y necesidad de verificación independiente. Bacon registró la forma en que llevaba a cabo sus experimentos dando detalles precisos, a fin de que otros pudieran reproducir sus experimentos y probar los resultados. Esa posibilidad de verificación independiente es parte fundamental del método científico contemporáneo.


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Ciencia de la Edad Media Tardía Continuando con el estudio que hizo Koycé, en la primera mitad del siglo XIV se dio el trabajo científico de grandes pensadores. Inspirado en Duns Escoto, Guillermo de Ockham entendió que la filosofía sólo debía tratar temas sobre los cuales se pudiera obtener un conocimiento real. Sus estudios en lógica lo llevaron a defender el principio llamado Navaja de Ockham: si hay varias explicaciones igualmente válidas para un hecho, entonces debemos escoger la más simple. Ello debería llevar a un declive en debates estériles y mover la filosofía natural en dirección a lo que hoy se considera ciencia, Académicos como Jean Buridadn y Nicolás Oreseme cuestionaron aspectos de la mecánica aristotélica. En particular, Buridan desarrolló la teoría del ímpetu, que explicaba el movimiento de proyectiles y fue el primer paso en dirección al concepto moderno de incercia. Buridán se anticipó a Isaac Newton cuando escribió: ...después de dejar el brazo del lanzador, el proyectil sería movido por un ímpetu suministrado por el lanzador y continuaría moviéndose siempre y cuando ese ímpetu permaneciese más fuerte que la resistencia. Ese movimiento sería de duración infinita en caso de que no fuera disminuido y corrompido por una fuerza contraria resistente a él, o por algo que desvíe al objeto a un movimiento contrario. En esa misma época, los denominados Calculadores de Merton College en Oxford, desarrollaron el Teorema de la velocidad media, el cual establecía que un cuerpo en movimiento uniformemente acelerado recorre, en un determinado intervalo de tiempo, el mismo espacio que sería recorrido por un cuerpo que se desplazara con velocidad constante e igual a la velocidad media del primero. Más tarde, ese teorema sería la base de la "Ley de la caída de los cuerpos", de Galileo. Hoy sabemos que las principales propiedades cinemáticas del movimiento rectilíneo uniformemente variado, que aún se le atribuyen a Galileo por los textos de física, fueron descubiertas y probadas por esos académicos. Nicolás Oresme, por su parte, demostró que las razones propuestas por la física aristotélica contra el movimiento del planeta Tierra no eran válidas e invocó el argumento de la simplicidad (de la navaja de Ockham) en favor de la teoría de que es la tierra la que se mueve y no los cuerpos celestes. En general, el argumento de Oresme a favor del movimiento terrestre es más explícito y más claro que el que fue dado siglos después por Copérnico. Entre otras obras, Oresme fue el descubridor del cambio de dirección de la luz a través de la refracción atmosférica; aunque, hasta hoy, ese descubrimiento se le atribuye a Robert Hooke. En 1348, la Peste Negra llevó este periodo de intenso desarrollo científico a un fin repentino. La plaga mató un tercio de la población europea. Durante casi un siglo,


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nuevos focos de la plaga y otros desastres causaron un continuo decrecimiento demográfico. Las áreas urbanas, generalmente el motor de las innovaciones intelectuales, fueron especialmente afectadas. CUADRO RESUMEN DEL DESARROLLO EN CIENCIA Y METODOLOGÍA EN ALTA EDAD MEDIA DESARROLLO CIENTÍFICO DEMOGRAFÍA AUTOR DESTACADO AÑO  1175 1200 1225 1250 1275 1300 1325

Crecimiento Demográfico – Población Estable 

Robert Gosseteste Roger Bacon Duns Escoto Guillermo de Ockham Thomas Bradwardine Jean Burdian Nicolás Oresme

ESTANCAMIENTO CIENTÍFICO DEMOGRAFÍA Fuerte caída- Población Estable en nivel bajo SUCESO/ AUTOR DESTACADO  AÑO  1350 Peste Negra 1375 1400 1425 1450 1475 Nicolás Copérnico 1500 1525


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Lección 3 CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN EL RENACIMIENTO "Nuestra concepción del mundo, naturalista y científica, es, en lo esencial, .una creación del Renacimiento; pero el impulso hacia la nueva orientación en la que tiene su origen la concepción que ahora surge, lo dio el nominalismo de la Edad Media. El interés por la individualidad, la investigación de las leyes naturales, el sentido de fidelidad a la naturaleza en el arte y en la literatura no comienzan en modo alguno con el Renacimiento". Arnold Hauser: Historia social de la Literatura y del Arte. Trad. española. Volumen I, página 277. Ediciones Guadarrama. Madrid, 1962

La peste negra, no solo estancó el proceso de innovación científica sino que además fue uno de los factores que pusieron en jaque todo el modelo social que se había impuesto en siglos anteriores. Dicha epidemia de peste y la guerra de los Cien Años, interrumpieron el avance científico durante un amplio lapso de tiempo, pero en el siglo XVI la recuperación ya estaba en plena marcha. El redescubrimiento de textos antiguos, sostiene Peter Burke (1193), se aceleró después de la caída de Constantinopla, a mediados del siglo XV, cuando muchos sabios bizantinos tuvieron que ir a buscar refugio en Occidente, especialmente en Italia; esto alimentó el creciente interés de los académicos europeos por los textos clásicos de periodos anteriores. Paralelo al interés por la civilización clásica, en el siglo XVI se comienza a gestar un menosprecio por la Edad Media, que pasó a ser cada vez más asociada a expresiones como "barbarismo", "ignorancia", "oscuridad", "noche de mil años" o "sombrío". El Humanismo se enfrenta al teocentrismo y a la concepción filosófico-teológica medieval. Ahora, conceptos como la dignidad del ser humano pasan a estar en primer plano. Este humanismo representa también una ruptura con la importancia que le venía siendo dada a las ciencias naturales desde el redescubrimiento de Aristóteles, en el siglo XII, y en muchas ocasiones, el florecimiento artístico del periodo inicial del Renacimiento fue visto como un estancamiento en las ciencias, ya que hay poco desarrollo de disciplinas como la física y la astronomía. El renovado interés por los escritos antiguos enraizaron aún más las visiones ptolemaica y aristotélica del universo. En contraste con la Escolástica, que suponía un orden racional de la naturaleza en el cual podría penetrar el intelecto, el llamado naturalismo renacentista pasaba a ver el universo como una creación espiritual opaca a la racionalidad y que sólo podría ser comprendida por la experiencia directa. Al mismo tiempo, la filosofía perdió mucho de su rigor cuando

Guerra de los Cien Años, nombre por el que es conocido el conjunto de conflictos bélicos que, interrumpido por treguas y tratados de paz, dio comienzo en 1337 y finalizó en 1453, y en el cual se enfrentaron las dos grandes potencias europeas de la época: Inglaterra y Francia.


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las reglas de la lógica pasaron a considerarse como secundarias ante la intuición o la emoción. Sin embargo, para algunos científicos si hubo una gran transformación respecto al concepto de naturaleza lo que facilitó el camino para la Revolución Científica, la cual ocurriría después de haber llegado el movimiento renacentista al norte de Europa, con figuras como Copérnico, Francis Bacon y Descartes. Fueron estos pensadores los que llevaron adelante los avances ensayados por los sabios de la Edad Media, pero estos ilustres personajes ya son descritos a menudo como pensadores pre-iluministas, en lugar de ser vistos como parte del Renacimiento tardío. En el área de la tecnología, debido a la invención de la imprenta se transformó la forma de difusión de los conocimientos, pues se aumentó el número de ejemplares, ofreciendo textos a los eruditos para investigar y así se convirtió el trabajo intelectual en una labor colectiva. El uso de la pólvora que transformó las tácticas militares entre los años 1450 y 1550, favoreció también el desarrollo de la artillería. El ejército, encabezado por la caballería y apoyado por arqueros, fue reemplazado progresivamente por la infantería, provista de armas de fuego y picas; tales fuerzas formaron los primeros ejércitos permanentes de Europa. También se hicieron progresos en medicina y anatomía, especialmente tras la traducción, en los siglos XV y XVI, de numerosos trabajos de Hipócrates y Galeno; también fueron traducidos en el siglo XVI algunos de los más avanzados tratados griegos sobre matemáticas. Entre los avances realizados destacaron la solución de ecuaciones cúbicas y la astronomía de Nicolás Copérnico, Tycho Brahe y Johannes Kepler. A finales del siglo XVI, Galileo ya había dado un paso fundamental al aplicar modelos matemáticos a la física. La geografía se transformó gracias a los conocimientos empíricos adquiridos a través de las exploraciones y los descubrimientos de nuevos continentes y por las primeras traducciones de las obras de Ptolomeo y Estrabón. En 1543 Nicolás Copérnico publicó Sobre las revoluciones de los cuerpos celestes, que daba un nuevo giro a la astronomía. Otra obra publicada ese mismo año, Siete libros sobre la estructura del cuerpo humano, del anatomista Andrés Vesalio, corrigió y modernizó las enseñanzas anatómicas de Galeno y llevó al descubrimiento de la circulación de la sangre. Dos años después, el libro Gran arte, del matemático, físico y astrólogo Gerolamo Cardano, inició el periodo moderno en el álgebra con la solución de ecuaciones de tercer y cuarto grado. No obstante, estos estudios fueron conocidos por algunos intelectuales y no produjeron un cambio generalizado en la concepción científica de forma inmediata sino que sus resultados se fueron introduciendo lentamente y vienen a mostrar su avances años más tarde.


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Nicolás de Cusa (1401-1464) Nacido cerca de Treveris, llegó a ser cardenal romano. Fue una figura de transición entre la Edad Media y la Moderna, pero se anticipó científicamente a su tiempo, enseñando que la tierra gira sobre su propio eje y proponiendo la experimentación metódica en el terreno de las ciencias naturales. Señala las matemáticas como modelo de certidumbre; sostiene que el conocimiento es una medida espiritual, porque consiste en la "asemejación" del sujeto que conoce y de su objeto, y formula el concepto de la infinitud. Asume además una actitud de tolerancia religiosa inusitada en su tiempo: "No hay más que una religión". Lo que equivale a decir que todas las religiones son válidas.

Luis Vives (1492-1540) Nacido en Valencia, fue ante todo un humanista, pero la trascendencia de sus ideas científicas permite clasificarlo en este grupo. Ante todo, porque combatió a los escolásticos y a Aristóteles y porque en la más extensa de sus obras De Disciplinis, (1531), aspiró a una nueva fundamentación de las ciencias mediante la experiencia. Su posición "moderna" se revela también en que no sólo desprecia la metafísica, sino que considera que lo importante no es saber qué cosa es el alma, sino cuál es su actividad: Lo que implica una posición psicológica absolutamente nueva.

La Alquimia: Una Búsqueda de la Piedra Filosofal El término alquimia o química antigua hace referencia a una técnica practicada especialmente en la edad media, que se dedicaba principalmente a encontrar la piedra filosofal, a descubrir una sustancia que transmutara los metales más comunes en oro y plata, y a encontrar medios de prolongar indefinidamente la vida humana. La alquimia fue en muchos sentidos la predecesora de la ciencia moderna, especialmente de la ciencia química. La alquimia nació en el antiguo Egipto y empezó a florecer en Alejandría, en el periodo helénico; simultáneamente, se desarrolló una escuela de alquimia en China. Se considera que los escritos de algunos de los primeros filósofos griegos contienen las primeras teorías químicas, y la teoría expuesta en el siglo V a.C. por Empédocles (todas las cosas están compuestas de aire, tierra, fuego y agua) influyó mucho en la alquimia. Según Juan Esteva (1991), el concepto fundamental de la alquimia procedía de la doctrina aristotélica de que todas las cosas tienden a alcanzar la perfección. Puesto que otros metales eran considerados menos „perfectos‟ que el oro, era razonable suponer que la naturaleza formaba oro a partir de esos metales en el


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interior de la Tierra, y con la habilidad y la diligencia suficientes, un artesano podría reproducir este proceso en el taller. Al principio, los esfuerzos hacia este objetivo eran empíricos y prácticos, pero en el siglo IV, la astrología, la magia y el ritual habían empezado a ganar fuerza. Como sucedió con el resto de la ciencia árabe, la alquimia se transmitió a Europa a través de España, debido al notable florecimiento que las ciencias y las artes experimentaron durante la Edad Media. Los primeros trabajos existentes de la alquimia europea son los de Roger Bacon y Alberto Magno; ambos creían en la posibilidad de transmutar metales inferiores en oro. La idea estimuló la imaginación y la avaricia de muchas personas durante la Edad Media. Seguían creyendo que el oro era el metal perfecto y que los metales más comunes eran más imperfectos que el oro. Por tanto, pensaron en fabricar o descubrir una sustancia, la famosa piedra filosofal, mucho más perfecta que el oro, que podría ser utilizada para llevar a los metales más comunes a la perfección del oro Sostiene Esteva que Roger Bacon creía que el oro disuelto en agua regia era el elixir de la vida, también. Alberto Magno dominaba la práctica química de su época en este sentido. Santo Tomás de Aquino, Ramon Llull y Basil Valentine también contribuyeron mucho, por la vía de la alquimia, al progreso de la química, con sus descubrimientos de los usos del antimonio, la fabricación de amalgamas y el aislamiento del espíritu del vino, o alcohol etílico Las recopilaciones importantes de fórmulas y técnicas de este periodo incluyen Pirotecnia (1540) del metalúrgico Vannoccio Biringuccio; Acerca de los metales (1556), del mineralogista Georgius Agrícola, y Alquimia (1597), de Andreas Libavius, un naturalista y químico alemán El más famoso de todos los alquimistas fue Paracelso, que vivió en el siglo XVI. Mantenía que los elementos de los cuerpos compuestos eran sal, azufre y mercurio, que representaban respectivamente a la tierra, el aire y el agua; al fuego lo consideraba como imponderable o no material. Sin embargo, creía en la


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existencia de un elemento por descubrir, común a todos, del cual los cuatro elementos de los antiguos eran simplemente formas derivadas. A este elemento principal de la creación Paracelso lo llamó alcaesto, y mantenía que si fuera encontrado podría ser la piedra filosofal, la medicina universal y el disolvente irresistible Después de Paracelso, los alquimistas de Europa se dividieron en dos grupos. El primero estaba compuesto por aquellos que se dedicaron intensamente al descubrimiento científico de nuevos compuestos y reacciones; estos científicos fueron los antecesores legítimos de la química moderna. El segundo grupo aceptó la parte visionaria y metafísica de la vieja alquimia y desarrolló una práctica, basada en la impostura, la magia negra y el fraude, de la que se deriva la actual noción de alquimia (Basado en: www.armonialive.com.ar/historiaalquimia).

Lección 4 LA MEDICINA EN EL RENACIMIENTO Desde los inicios de la Edad Media, existió una dicotomía de la enfermedad física y la enfermedad mental. En los siglos IX y X los problemas psicológicos se habían confundido definitivamente con la teología y la teosofía, el enfermo mental era considerado como poseído por el diablo y por esto impuro, se había instaurado la idea de que las enfermedades físicas eran naturales y de que las enfermedades mentales eran sobrenaturales lo cual se fue tornando en una fuerte convicción, y de esta manera se asimila el pecado a la enfermedad mental, aclarando que el mayor pecado reposaba en la sexualidad. Con estos principios, se instala la Inquisición en el siglo XIII como instrumento de control social y con ella la tortura, la ejecución de hechiceros. En el renacimiento no se manifestó un cambio repentino en el concepto médico, pero se estudió críticamente a Galeno y a los arabistas y hubo un resurgimiento de las doctrinas de Hipócrates. Los artistas renacentistas se volcaron al estudio de la anatomía humana, especialmente los músculos, para dibujar mejor el cuerpo. Leonardo da Vinci realizó destacados y precisos dibujos anatómicos basados en la disección del cuerpo humano. Desafortunadamente su trabajo ejerció poco efecto en su época ya que fue ignorado durante siglos. La publicación en 1543 del tratado de anatomía Humani corporis fabrica libri septem, obra del anatomista belga Andrés Vesalio, fue un hito en la historia médica. Demostró de manera evidente centenares de errores de la anatomía de Galeno junto a su contemporáneo Gabriel Falopio, quien descubrió las trompas uterinas que desde entonces llevan su nombre, y el tímpano; además diagnosticó enfermedades del oído, de los conductos lagrimales y de las trompas de Falopio.


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El médico español Miguel Servet contradijo también a Galeno, y fue el primero en describir de forma correcta el sistema circulatorio pulmonar y en explicar la digestión como fuente de energía corporal. Ambroise Paré, cirujano francés, facilitó la amputación quirúrgica gracias al uso del fórceps y al empleo de la ligadura, en lugar de la cauterización, para frenar la hemorragia. El médico y poeta italiano Girolamo Fracastoro, también llamado el padre de la epidemiología científica, demostró el carácter específico de las fiebres y descubrió el tifus; el término sífilis, otorgado a la virulenta enfermedad que devastaba Europa, procede de su famoso poema Syphilis sive morbus gallicus (La sífilis o mal de los galos, 1530). A él se le atribuye la teoría de que las enfermedades infecciosas se transmiten por contagio de gérmenes invisibles capaces de autorreproducirse, y es el precursor de las teorías bacteriológicas modernas.

Lección 5 DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS El descubrimiento de América en 1492, significó un gran impacto para el desarrollo científico europeo, ya que los conocimientos geográficos y sobre la tierra crecieron en gran medida. Este acontecimiento aportó un nuevo enfoque del mundo, curiosidad por conocerlo y audacia para enfrentarse a tierras y mares desconocidos. Se divulgaron los conocimientos de los geógrafos que afirmaban que la tierra era redonda, se dio el perfeccionamiento de mapas, las divulgaciones debidas a la imprenta, la utilización de los instrumentos náuticos, así como las carabelas y otros inventos que dieron más confianza a los navegantes. El progreso científico se benefició con el conocimiento del mundo, con sus hombres, lenguas, culturas, plantas y animales. La astronomía prosperó por el descubrimiento de estrellas y constelaciones del hemisferio sur, al igual que la geografía, al precisarse el contorno de los continentes e islas. El cristianismo se universalizó por la acción de los misioneros en América, Asia y África. El descubrimiento de América y de otras rutas marítimas desembocó en el surgimiento del capitalismo, la consolidación de los Estados bajo las monarquías centralizadoras y la dominación de los turcos en el mediterráneo oriental. Se fortaleció el colonialismo o dominación de los países más avanzados y poderosos sobre lejanos territorios, los cuales pasaron a ser sus posesiones. La civilización europea amplió su escenario, extendiéndose a América y algunos territorios asiáticos y africanos, con lo cual afirmó una conciencia de superioridad ante el resto del mundo que se conoce con el nombre de eurocentrismo que está compuesto por dos elementos: una valoración positiva de la sociedad europea, y


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una referencia a los grupos externos definida por la aplicación de conceptos, normas, criterios, y medidas adoptados por los europeos.

El etnocentrismo de la sociedad occidental se caracterizó por la tendencia a monopolizar la razón y la ciencia. Se establecieron comparaciones entre diferentes culturas a partir de una escala de valores elaborada por sus propios etnógrafos, e identificaron a los “atrasados” mediante criterios estipulados por ellos mismos.


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El eurocentrismo se manifestaba de diversas maneras: Primero a través de dicotomías entre hombres y no-hombres, salvajes/civilizados; dicotomías que conferían al europeo un lugar privilegiado en su visión del mundo. En segundo lugar, a través de razonamientos de elogios para el grupo y desfavorables para los de afuera, y que se basaban en un evolucionismo lineal según el cual todas las demás sociedades debían pasar por las mismas fases sucesivas para llegar finalmente al nivel de los europeos. Así, a la vanguardia del progreso histórico y científico se encontraban los pueblos europeos, y sus sociedades constituían modelos a seguir. Finalmente, todo elogio de un grupo diferente descansaba en la similitud que éste presentaba respecto a la propia cultura de los observadores.


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LECTURAS COMPLEMENTARIAS Primera Lectura BULAS PAPALES Bulas de donación del papa Alejandro VI a los Reyes Católicos La concesión de las bulas Inter caetera y Eximiae devotionis (1493), por las que Alejandro VI trazó una línea divisoria a los descubrimientos de portugueses y castellanos, cien leguas al oeste de las Islas Azores y de Cabo Verde, provocó el recelo de Portugal hacia los privilegios otorgados a los reyes de Castilla. Para solventar las tensiones, Juan II propuso revisar los límites de la demarcación. Juan II y los Reyes Católicos eligieron la ciudad de Tordesillas para la firma de un nuevo acuerdo diplomático en 1494. Primera bula Inter caetera de Alejandro VI 3 de mayo de 1493 Alejandro, obispo, siervo de los siervos de Dios. Al queridísimo hijo en Cristo Fernando y a la queridísima hija en Cristo Isabel, ilustres reyes de Castilla, León, Aragón y Granada, salud y bendición apostólica. Entre las obras agradables a la divina Majestad y deseables para nuestro corazón existe ciertamente aquella importantísima, a saber, que, principalmente en nuestro tiempo, la fe católica y la religión cristiana sean exaltadas y que se amplíen y dilaten por todas partes y que se procure la salvación de las almas y que las naciones bárbaras sean abatidas y reducidas a dicha fe. Desde que fuimos llamados a esta sede de Pedro, no por nuestros méritos sino por la divina misericordia, hemos sabido que sois reyes y príncipes verdaderamente católicos, como siempre supimos que erais y como lo demuestran a casi todo el mundo vuestras obras conocidísimas, ya que no habéis antepuesto nada a ella, sino que la habéis buscado con toda aplicación, esfuerzo y diligencia, no ahorrando trabajos, gastos ni peligros; incluso derramando la propia sangre; y os habéis dedicado ya desde hace tiempo con todo vuestro ánimo a la misma, como lo atestigua en la actualidad la reconquista del reino de Granada de la tiranía de los sarracenos, hecha con tanta gloria para el Nombre de Dios; por ello, de un modo digno y no inmerecido, nos sentimos inclinados a concederos espontanea y favorablemente todo aquello que os permita seguir en el futuro con este propósito santo, laudable y acepto a Dios, con ánimo más ferviente, para honor del mismo Dios y propagación del Imperio cristiano. Nos hemos enterado en efecto que desde hace algún tiempo os habíais propuesto buscar y encontrar unas tierras e islas remotas y desconocidas y hasta ahora no descubiertas por otros, a fin de reducir a sus pobladores a la aceptación de nuestro Redentor y a la profesión de la fe católica, pero, grandemente ocupados


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como estabais en la recuperación del mismo reino de Granada, no habíais podido llevar a cabo tan santo y laudable propósito; pero como quiera que habiendo recuperado dicho reino por voluntad divina y queriendo cumplir vuestro deseo, habéis enviado al amado hijo Cristóbal Colón con navíos y con hombres convenientemente preparados, y no sin grandes trabajos, peligros y gastos, para que a través de un mar hasta ahora no navegado buscasen diligentemente unas tierras remotas y desconocidas. Éstos, navegando por el mar océano con extrema diligencia y con el auxilio divino hacia occidente, o hacia los indios, como se suele decir, encontraron ciertas islas lejanísimas y también tierras firmes que hasta ahora no habían sido encontradas por ningún otro, en las cuales vive una inmensa cantidad de gente que según se afirma van desnudos y no comen carne y que según pueden opinar vuestros enviados- creen que en los cielos existe un solo Dios creador, y parecen suficientemente aptos para abrazar la fe católica y para ser imbuidos en las buenas costumbres, y se tiene la esperanza de que si se los instruye se introduciría fácilmente en dichas islas y tierras el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo y el nombrado Cristóbal en una de las islas principales ya hizo construir y edificar una torre bastante pertrechada en la que dejó a algunos de los cristianos que iban con él para que la custodiasen, y buscasen otras tierras lejanas y desconocidas; en algunas de las islas y tierras ya descubiertas se encuentra oro, aromas y otras muchas materias preciosas de diverso género y calidad. Por todo ello pensáis someter a vuestro dominio dichas tierras e islas y también a sus pobladores y habitantes reduciéndolos -con la ayuda de la divina misericordiaa la fe católica, tal como conviene a unos reyes y príncipes católicos, y siguiendo el ejemplo de vuestros progenitores de gloriosa memoria. Nos, pues, encomendando grandemente en el Señor vuestro santo y laudable propósito, y deseando que el mismo alcance el fin debido y que en aquellas regiones sea introducido el nombre de nuestro Salvador, os exhortamos cuanto podemos en el Señor y por la recepción del sagrado bautismo por el cual estáis obligados a obedecer los mandatos apostólicos y con las entrañas de misericordia de nuestro Señor Jesucristo os requerimos atentamente a que prosigáis de este modo esta expedición y que con el ánimo embargado de celo por la fe ortodoxa queráis y debáis persuadir al pueblo que habita en dichas islas a abrazar la profesión cristiana sin que os espanten en ningún tiempo ni los trabajos ni los peligros, con la firme esperanza y con la confianza de que Dios Omnipotente acompañará felizmente vuestro intento. Y para que -dotados con la liberalidad de la gracia apostólica- asumáis más libre y audazmente una actividad tan importante, por propia decisión, no por instancia vuestra ni de ningún otro en favor vuestro, sino por nuestra mera liberalidad y con pleno conocimiento, y haciendo uso de la plenitud de la potestad apostólica y con la autoridad de Dios Omnipotente que detentamos en la tierra y que fue concedida al bienaventurado Pedro y como Vicario de Jesucristo, a tenor de las presentes, os donamos concedemos y asignamos perpetuamente, a vosotros y a vuestros herederos y sucesores en los reinos de Castilla y León, todas y cada una de las


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islas y tierras predichas y desconocidas que hasta el momento han sido halladas por vuestros enviados, y las que se encontrasen en el futuro y que en la actualidad no se encuentren bajo el dominio de ningún otro señor cristiano, junto con todos sus dominios, ciudades, fortalezas, lugares y villas, con todos sus derechos, jurisdicciones correspondientes y con todas sus pertenencias; y a vosotros y a vuestros herederos y sucesores os investimos con ellas y os hacemos, constituimos y deputamos señores de las mismas con plena, libre y omnímoda potestad, autoridad y jurisdicción. Declarando que por esta donación, concesión, asignación e investidura nuestra no debe considerarse extinguido o quitado de ningún modo ningún derecho adquirido por algún príncipe cristiano. Y además os mandamos en virtud de santa obediencia que haciendo todas las debidas diligencias del caso, destinéis a dichas tierras e islas varones probos y temerosos de Dios, peritos y expertos para instruir en la fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habitantes, lo cual nos auguramos y no dudamos que haréis, a causa de vuestra máxima devoción y de vuestra regia magnanimidad. Y bajo pena de excomunión latae sententiae en la que incurrirá automáticamente quien atentare lo contrario, prohibimos severamente a toda persona de cualquier dignidad, estado, grado, clase o condición, que vaya a esas islas y tierras después que fueran encontradas y recibidas por vuestros embajadores o enviados con el fin de buscar mercaderías o con cualquier otra causa, sin especial licencia vuestra o de vuestros herederos y sucesores. Y como quiera que algunos reyes de Portugal descubrieron y adquirieron, también por concesión apostólica algunas islas en la zona de África, Guinea y Mina de Oro y les fueron concedidos por la Sede Apostólica diversos privilegios, gracias, libertades, inmunidades, exenciones e indultos; Nos, por una gracia especial, por propia decisión, con plena conciencia y usando de la plenitud apostólica, queremos extender y ampliar de modo semejante, a vosotros y a vuestros sucesores, respecto a las tierras e islas halladas por vosotros o las que se hallasen en el futuro, todas y cada una de aquellas gracias, privilegios, exenciones, libertades, facultades, inmunidades e indultos, con la misma eficacia que si se encontrasen insertos palabra por palabra en las presentes, y queremos que podáis y debáis usar, poseer y gozar de los mismos libre y lícitamente en todo caso y circunstancia tal como si hubiesen sido especialmente concedidos a vosotros o a vuestros sucesores. No obstando en contrario de lo concedido en las presentes letras ninguna constitución u ordenación apostólica. Confiando en Aquél de quien proceden todos los bienes, imperios y dominios, esperamos que si -con la ayuda del Señorcontinuáis con este santo y laudable trabajo en breve tiempo se conseguirá el éxito de vuestros esfuerzos con felicidad y gloria de todo el pueblo cristiano.


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Pero como sería difícil llevar las presentes letras a todos aquellos lugares en los que podrían resultar necesarias, queremos y con similar determinación y conocimiento determinamos que todas las copias de las mismas que fueran suscritas por un notario público y munidas con un sello de alguna persona investida de una dignidad eclesiástica, o de una curia eclesiástica, gocen del mismo valor probatorio en un juicio o fuera de él que si fueran mostradas las presentes. Nadie pues se atreva en modo alguno, a infringir o a contrariar con ánimo temerario este document] de nuestra exhortación, requerimiento, donación, concesión, asignación, investidura, acción, constitución, deputación, mandato, inhibición, indulto, extensión, ampliación, voluntad y decreto. Si alguien pues se atreviese atentar esto sepa que incurre en la ira de Dios omnipotente y de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo. Dado en Roma junto a San Pedro, en el año de la encarnación del Señor mil cuatrocientos noventa y tres, el día quinto de las nonas de mayo [3 de mayo], primero de nuestro pontificado

Segunda Lectura LAS 95 TESIS DE MARTÍN LUTERO DISPUTACIÓN ACERCA DE LA DETERMINACIÓN DEL VALOR DE LAS INDULGENCIAS Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén. 1. Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia. 2. Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes. 3. Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne. 4. En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos. 5. El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.


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6. El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente. 7. De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario. 8. Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones. 9. Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad. 10. Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio. 11. Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían. 12. Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición. 13. Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas. 14. Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas. 15. Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación. 16. Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación. 17. Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad. 18. Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad. 19. Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello. 20. Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso. 21. En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa. 22. De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.


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23. Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos. 24. Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas. 25. El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia. 26. Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión. 27. Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando. 28. Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios. 29. ¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual. 30. Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria. 31. Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo. 32. Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias. 33. Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios. 34. Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres. 35. Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia. 36. Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias. 37. Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias. 38. No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina. 39. Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición. 40. La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.


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41. Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad. 42. Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia. 43. Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias. 44. Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo más, liberado de la pena. 45. Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios. 46. Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias. 47. Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación. 48. Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo. 49. Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios. 50. Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas. 51. Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de San Pedro, si fuera menester. 52. Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda. 53. Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias. 54. Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella. 55. Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante) deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.


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56. Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios. 57. Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran. 58. Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior. 59. San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época. 60. No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro. 61. Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa. 62. El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios. 63. Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros. 64. En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros. 65. Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes. 66. Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres. 67. Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias. 68. No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz. 69. Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas. 70. Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha encomendado. 71. Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito. 72. Más quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito. 73. Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias. 74. Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad. 75. Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.


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76. Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa. 77. Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa. 78. Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12. 79. Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo. 80. Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo. 81. Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos. 82. Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante? 83. Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos? 84. Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada? 85. Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia? 86. Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes? 87. Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias? 88. Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes? 89. Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?


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90. Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos. 91. Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían. 92. Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz. 93. Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: "Cruz, cruz" y no hay cruz. 94. Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno. 95. Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz. Wittenberg, 31 de octubre de 1517.


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