Barricada de Papel nº 39. La Justicia, una moneda al aire

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Barricada de Papel nº39, Tercera Época.

30 de junio de 2021

Ante la entrada del verano y con el objetivo de amenizar nuestro Barricada de Papel en estas fechas, hemos decidido hacerlo contando una experiencia vivida recientemente. Unos hechos que acabaron en demanda ante el juzgado de lo Social y que a colación de las últimas movilizaciones ante las sedes judiciales, lo trataremos de contar ciñéndonos escrupulosamente a la verdad. Hoy me ha llegado la sentencia, pero antes de hablar del fallo, rebobinaré al momento que generó este desenlace que está basado en hechos reales. Número 39

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Soy una persona con muchas obligaciones, dedicaciones y responsabilidades. No soporto los abusos de poder. Eso me lleva con frecuencia a tener controversias cuando pretenden doblegarme sin razones justas ni objetivas. Mi última experiencia judicial fue hace un mes escaso, ante el Juzgado 12 de Sevilla, donde rebatíamos una arbitraria sanción que la empresa me había impuesto con la imposición de suspensión de empleo y sueldo de 45 días. Lo cierto es que como el papel lo soporta todo, las cosas se pueden contar de mil maneras diferentes y lo que no es nada, se puede convertir en el relato más sorprendente y misterioso.

Recuerdo que el gerente de mi empresa en el 112 Andalucía, me llamó al despacho con la actitud de “yo soy un mandado”. Eso es una de las cosas que menos soporto de él. Intenta convencerte de que las cosas que decide, vienen caídas del cielo sin su intervención. Es el gerente que más ha durado en esta empresa, precisamente porque siempre está maquinando la manera de hacer ganar a la multinacional más dinero a costa de quienes nos pasamos el día gestionando avisos de emergencias. De ahorrar en todo, desde el papel higiénico que es como una lija, hasta las escasas mascarillas que entregan, de las quirúrgicas, para que duren varios días. Nadie ha visto su nómina, pero seguro que cobra lucrativos incentivos por su política de austeridad con nosotros/as, la plebe. Volviendo a los hechos. El día de la sanción, 12 de noviembre 2020, me quedé impactada leyendo todo lo que habían sido capaces de redactar y poner sobre el papel acusador, pliego de cargos. Pareciera que hubiera cometido un terrible crimen. Me sancionaba con 45 días de suspensión de empleo y sueldo, mintiendo como bellacos sobre unos supuestos hechos que se remontaban al 13 y 16 de septiembre del 2020, dos meses antes.

Fue una sensación terriblemente impactante observar la tergiversación y manipulación de la realidad, intentando humillarme, vendiendo mi supuesta actuación como un hecho de una gravedad extremay que la sanción que me imponían era así de alta, muy grave, porque nadie, absolutamente nadie, había cometido unos hechos de tamaña envergadura. ¡Este tipo de actuaciones generan mucho daño emocional! Y la verdad, la manipulación es algo muy fácil para las empresas cuando quieren aplicar una sanción, transcribir solo interesadamente partes de una conversación telefónica, omitiendo cuestiones que, de escucharse la llamada ante su mala recepción auditiva, se sabría perfectamente la falsedad del montaje en modo de infracción laboral sancionable inventada. Otra vuelta de tuerca. La coletilla de la carta de sanción era, que la tendría que cumplir cuando fuera firme, o sea, transcurridos veinte días hábiles, si no la impugnaba o años después, tras la celebración del juicio con sentencia que diese la razón a la empresa. Número 39

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¡Pero vamos a ver!, si la empresa considera que has hecho algo indebido, debe dar los pasos correctos, cumpliendo la normativa laboral. Notificar la sanción, igualmente informar al Comité de empresa o delegado/a de personal, dar traslado del expediente a la Sección Sindical del Sindicato al que te encuentres afiliada/o y que la empresa además conoce, esperar el descargo y en función de todo este proceso, sancionar o quitarla, pero no te confirmo sanción y te coacciono durante todo el tiempo que tarde el juicio y la apunto en la barra de hielo. ¿Pero qué procedimiento es ese? El procedimiento de desgaste psicológico. Para qué vivas con miedo, siempre pensando en que en cualquier momento te van a llamar con un nuevo escrito acusatorio, intentando concatenar sanciones y despedirte…, en definitiva, para que mantengas esa terrible sensación constante y cometas errores y ya tengan una razón para despedirte o que tú misma te vayas, porque no soportas esa presión inaguantable y nociva para tu salud. Un juego cruel y miserable que la empresa tiene, para quitarse de encima a quien no se deja pisotear o quien solamente pide lo que legalmente le corresponde,sin subsumirse a su dictadura empresarial.

Es cierto que los conflictos, las demandas desgastan, pero más desgasta trabajar en una empresa donde te intentan racanear dinero de tu esmirriada nómina, apropiarse de tus días de descanso, de las vacaciones…Y es un asco, que te roben y apisonen permanentemente. Coincide además con que ya soy demasiado mayor para tener miedo a pedir lo que legítimamente me corresponde, porque la experiencia ya me ha demostrado que no hay peor sensación en la vida que callar cuando se quedan con lo tuyo, saberlo y por miedo poner la otra mejilla. Pero volviendo al día que me entregaron la sanción. Recuerdo que me derrumbé, ante ese choque mental de ver todas esas invenciones y maldades. Además, el gerente me decía que no pasaba nada, que como aun no era firme, que no me lo tomara como algo importante. ¡Qué perverso! Es Obvio que esto no me dejó otro camino que contactar con mi sindicato (CGT) y abogado, quien tras estudiar el caso, interpuso la pertinente impugnación de la sanción ante el SERCLA y posterior demanda por vulneración de derechos fundamentales, ya que detrás de aquello, se escondía una discriminación de trato aplastante por toda la actividad sindical que vengo realizando y tan poco le gusta a la empresa. El sistema extrajudicial de resolución de conflictos laborales (SERCLA) pasó sin pena ni gloria. Un trámite obligatorio, que sirve únicamente para mantener a subvencionados con buenos ingresos, a los liberados/ as de la patronal y de los Sindicatos del régimen. Tras presentar la demanda judicial y admitirse a trámite, fuimos citados a juicio el pasado 27 de mayo, 6 meses después.

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Dos días antes de la fecha de celebración de juicio, la empresa utilizó el numerito de enviar la documentación que se había solicitado en la demanda meses antes, en el último momento. Así cumplían con el requerimiento, pero lo hacían a última hora, para que no nos diera tiempo de estudiarla. Esperando a que nosotros alegáramos indefensión y pidiéramos la suspensión y nuevo señalamiento del juicio. ¿Pero qué pasa?, que con la situación de congestión que tienen los juzgados, donde se están señalando procedimientos para 2025, hay que pensar en esto meditadamente. Así que hablé con Luis O., nuestro abogado, y aunque ese hecho me generó mucha ansiedad y nerviosismo, decidimos estudiar la documentación, aunque me tuviera que pasar toda la noche sin dormir, pero no íbamos a suspender para dilatar más aquello y vivir con esa angustia por más tiempo. Otra jugarreta del abogado de la empresa fue llamar a mi abogado el día previo al juicio, para decirle que no se había notificado la citación al coordinador de turno del día de los hechos acusatorios, el testigo que habíamos pedido y así solicitáramos la suspensión. Cuando ves que la empresa busca tantas estrategias rastreras para buscar el modo de dilatar el tiempo, intentando mantenerte como rehén, tienes que apretar los dientes y aguantar. Aguantar como sea, porque cuando te acusan de algo falso, no puedes rendirte por duro que sea.

Antes de entrar a juicio debes intentar prepararte mentalmente, porque la empresa va a por ti, va a intentar destruirte. No se va a basar en la realidad de una manera objetiva. Va a exagerar al máximo su discurso para hacerte parecer una delincuente. Porque conoces los hechos de primera mano y tienes pruebas de que lo que se debate es injusto, sino, si fueras una mera oyente pensarías, ¡Vaya prenda está hecha!, escuchando a la empresa. Así que, lleva una buena documentación que avale tu defensa, entra con el corazón curtido y no aceptes ningún trato si no es justo.

Hay personas en las empresas, cargos, que aunque nada tengan que ver con el asunto, ni hayan presenciado nada, van de testigos a los juicios para favorecerlas. En este caso acudió la jefa de formación, que no se a razón de que fue allí. Me sorprendió verla. De hecho se lo pregunté. Y es que no te puedes fiar ni de tu sombra en empresas como esta. Fue toda la conversación que mantuvimos. Francamente decepcionante que alguien vaya a comparecer voluntariamente, bajo juramento ante el juez, de unos hechos de los que no ha sido testigo y solo conoce por lo que la empresa le ha dicho que tiene que contar.

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Mientras esperábamos fuera de la sala, mi abogado me decía que ante la falta de citación del testigo que habíamos solicitado, porque además tampoco habían aportado las llamadas que habíamos pedido, debiéramos pensar en suspender. El hecho de que la empresa tuviera tanto interés en la suspensión me tenía inquieta. Mi abogado también creía que debiéramos hacerlo, porque como decía: ─ Es más fácil acertar en la diana con cinco municiones que con dos, pero que si yo quería entrar a juicio, lo haríamos. Analicé la situación, pedí consejo y decidí que debíamos entrar a celebrar para dejar de soportar por más tiempo aquella desagradable sensación de angustia e incertidumbre por la que no quería seguir pasando. Mi nombre resonó a los pocos minutos y caminamos hacia el interior de la sala, me senté en la segunda fila y el juicio comenzó.

Después de tantas curvas, tantos intentos de suspensión y sin acuerdo ante la secretaria judicial, entramos a celebrar. Bueno, eso creía yo, porque nada más entrar, me llamó el juez y me dijo que la empresa ofrecía 7 días de suspensión de empleo y sueldo en vez de los 45 días y la verdad, trató de convencerme como si fuera el mejor de los negocios, pero, lo cierto es que, si no has cometido falta alguna y la empresa busca crear un campo de minas a tu alrededor para que tu salida de la empresa sea fulminante y gratuita, no es buen negocio aceptar un injusto trato estando absolutamente convencida de tu inocencia. El juez fue insistente y tuve la misma sensación que había experimentado en alguna reunión como parte del comité de empresa con el resto de miembros del otro sindicato y el mismo abogado que estaba sentado en representación de la empresa también allí, cuando yo no quería firmar un acuerdo que nos perjudicaba como trabajadores/as y me presionaban para que lo hiciera. Superé ese momento, recordando la mala sensación experimentada cuando no había sido fuerte para defender mis principios y pensé que irme a casa firmando algo en lo que no creía y hacerlo solo por miedo, era la peor de las decisiones. La verdad es que esos tratos me parecen raros, porque ¿Cómo puede saber el juez si es un buen pacto?, ¿si es justo?, si todavía no ha tenido la oportunidad de ver la documentación de que cada uno aporte, diga y argumente sus razones. Como si la justicia fuera solo eso, lanzar una moneda al aire, un pacto para resolver la verdad, donde ella misma se convierte en lo menos importante en realidad. El juez no había visto la documentación, ni sabía del caso, pero yo sí, y no podía admitir aquella propuesta, porque 7 días… eran una condena de un hecho acusatorio gravísimo, cuando yo no había hecho nada y aunque fue bastante desagradable sentir la presión allí de pie ante el juez, no pude más que decirle que lo lamentaba, pero que no podía aceptar. Entiendo que con lo colapsados que están los juzgados, no celebrar un juicio debe aliviar tarea, pero ¿Porque tengo que vender mi justicia, si soy inocente de las acusaciones? Número 39

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Una de las cosas que peor llevo cuando estamos ante su Señoría, es que tienes que mantenerte en silencio durante todo el proceso, escuches lo que escuches, diga el abogado de la empresa lo que diga, se cebe, te ataque de las maneras más rastreras posibles, te tienes que callar, es así. Todo lo que allí se debate y sucede va sobre ti pero como está tu abogado, el habla por ti y tú te callas. Callarte, aunque descubras, como en el procedimiento sucedió, que cuando el juez mencionó los testigos propuestos, mi abogado refirió el que habíamos solicitado, añadiendo lo que el abogado de la empresa le había dicho, que no había sido citado. El juez cogió la carpeta del procedimiento, revisó la documentación y confirmó que correos la había entregado. En la demanda se había pedido que citaran al testigo en el domicilio del trabajo. Se descubrió en ese preciso instante, que la empresa había evitado hacerlo para ganar nuevamente ventaja y provocar la suspensión y otra demora. Demandar unos hechos para defenderte de los abusos empresariales e intentar demostrar la verdad, comprobando cómo se utiliza cualquier estrategia, por sucia que sea para perpetrar el abuso también ante el juez, valiéndose de todas las trampas que la ley perdona, te desintegra la idílica idea de creer en la justicia justa. Tras todos estos avatares, el juicio se celebró y terminó dando cuatro días a los abogados para que emitieran sus conclusiones por escrito antes de que quedase visto para sentencia.

Los días empezaron a transcurrir y la espera desespera, máxime cuando en la documental aportada por la empresa descubrimos unos hechos abrumadores. De todos los expedientes disciplinarios del último año que la empresa se vio obligada a aportar, sanciones de hechos similares al que se juzgaba, había 28 entregados a distintas personas, muchos por hechos de un calibre importante, y con creces bastante más graves de lo que se me acusaba a mí, curiosamente, y a excepción de 2 sanciones con una suspensión de empleo y sueldo de 1 día y otro con 2, el resto eran simples amonestaciones verbales o escritas. Recordé el mantra del gerente, diciendo que prácticamente yo era mala, malísima y comprendí que el propósito de esa empresa era de despedazarme.

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El 22 de junio, exactamente 26 días después de que se celebrase el juicio, salió la sentencia. El corazón empezó a golpearme con tanta fuerza, cuando se me notificó por correo electrónico, que podía escuchar mis propios latidos. Tuve que empezar a respirar despacio para calmarme. Abrí el documento de 12 Páginas y comencé su lectura atenta y pausada. De haberme encontrado en otro momento, me hubiese ido a la última página para ver en esencia lo más importante, el fallo, pero no, estaba en casa y tras haber soportado tantas presiones y angustias comencé a leer la sentencia. Mis ojos trataban de saltarse determinadas partes de menciones a otras sentencias y doctrinas pero no… la leí íntegramente de principio a fin, donde el juez, estimaba mi demanda. Había ganado, me daba la razón, pero esa alegría pronto generó más dudas y preguntas, porque el juez no había entrado en el fondo de la cuestión y había sentenciado que la sanción estaba prescrita, una de nuestras alegaciones, cuando la empresa me la había impuesto. Era evidente que el gerente del 112 había hecho un juego malabar para meterla con calzador desde septiembre a noviembre, pero, si no entraba en el fondo de la cuestión siendo un juicio de sanción, no debía admitir recurso, cosa que en la sentencia ponía que sí. Además me pareció llamativo que el juez recogiera literalmente que la empresa “debía devolver y reintegrar a la demandante los salarios que hubiese dejado de percibir en caso de cumplimiento de la sanción”, cuando en la demanda se expuso precisamente eso, el abuso de poder de la empresa que me sancionaba sin hacérmela cumplir para no arriesgarse a tener que devolver el dinero en el caso de ser condenada y usarla durante todo el tiempo como arma arrojadiza contra mí. Aunque estoy contenta porque la balanza se haya posado de mi lado con esta sentencia gracias a mi propia resistencia, pero no la percibo como una victoria, porque he pasado muchos malos ratos, angustias que he pagado y la empresa simplemente no ha conseguido hacerme saltar por los aires con ese campo de minas creado a mi alrededor. Es como si nos hubiéramos quedado en tablas y todo se hubiese tratado de un mal sueño con mucho dolor provocado hacia mi salud y mi persona. Quedan más sanciones, más juicios… más experiencias en los juzgados, en los que espero que la justicia sea ese bálsamo reparador necesario que calme el daño causado de las heridas de los abusos patronales y no una moneda al aire. Carolina Garido

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La justicia, la herramienta legal que debe velar por la verdad y el cumplimiento de las leyes, es una maquinaria tan lenta como obsoleta y poco ágil, para hacer frente al caos social y laboral creado por estas políticas destructoras de derechos de la clase trabajadora. Parece que ya asumiéramos que un litigio pudiera durar años, cuando su propia legislación, en lo que afecta a los trabajadores/as, Ley Reguladora de la Jurisdicción Social marca lo contrario con unos plazos breves y fijados en días, pero es la “mejor” justicia que tenemos por el momento. La única manera legal de defensa ante los abusos empresariales es entrar en el circo de la justicia o por el contrario hacernos fuertes y plantar cara por la vía sindical para atajar las imposiciones y el maltrato laboral. Es importante que conozcas que si estás expuesto/a a un combate con una empresa que te quiere dinamitar o que no te respeta los derechos básicos, antes de acudir a la justicia, puedes organizarte sindicalmente y plantear acciones de protesta a las puertas de la empresa, huelgas, publicitar como actúa la empresa contra sus trabajadoras/es, etc. que es lo que se denomina acción sindical. Todo depende de la situación personal. Hay veces, que ante tanto abuso no puedas más e intentes negociar la marcha. Si no es posible y no puedes aguantar, irte y abandonar, lo que supone la pérdida de derechos, retribuciones, antigüedad, indemnizaciones… estas no son las más recomendables, o como una vez me aconsejaron, llegar hasta el final. La decisión hay que meditarla bien y debo decir que gracias a mi sindicato, la autodefensa es una habilidad que se puede adquirir y desarrollar. El conocimiento nos hace más fuertes, por ello si te encuentras en situaciones como las relatadas, te animo que te unas a nosotros y hagas más fuerte tu barricada.

Carol Garrido

Barricadadepapel@cgtandalucia.org

Dirección: Carolina Garrido Maquetación: Ramón Sanz

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