Papá, pisé popó
Julio Awad Yépez
ilustrado por Daniela Andrade
Papá, pisé popó
Julio Awad Yépez
ilustrado por Daniela Andrade
ISBN: 978-9942-8649-9-4 Primera edición, 2018 ©2018 Chacana Editorial www.chacanaeditorial.com Quito - Ecuador Textos de Julio Awad Ilustraciones de Daniela Andrade Corrección de estilo: María Alejandra Almeida y Santiago Vásconez Yerovi Diagramación: Santiago Vásconez Y. Musicalización: Green Tiki Records Producción Audiovisual: Santiago Vásconez Y. Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio sin permiso del Editor. Impreso por Soluciones Publicitarias Impreso en Quito
A mis hijos, Juan José y Óliver Saíd. Recuerden que siempre estaré con ustedes para compartir sus alegrías y también sus monstruos. Julio
A la persona que camina a mi lado, que me ama incondicionalmente y cree en mí siempre... al dueño de mi corazón y mis suspiros. Mi amado esposo Erik. Daniela
¡Una tarde soleada, un parque verde y muchos niños jugando! Mi papá se ha cansado de perseguirme y está sentado en un banco mientras yo sigo corriendo y saltando como un canguil.
2
3
Pero, ÂżquĂŠ es esto? Siento que mi zapato se hunde en algo suavecito, como lodo. Me detengo de inmediato.
4
Llega el olor a mi nariz y ya sĂŠ lo que ha pasado, pero no puedo evitar la curiosidad: miro abajo para confirmar el accidente. 5
6
¡Puaj! ¡Qué asco! Una gran papilla marrón, una enorme masa apestosa ha ensuciado hasta la última rendijita de la suela de mi zapato izquierdo. Son mis zapatos favoritos, los últimos que me regaló mamá. ¿Qué hice yo para merecer esto?
7
Siento que el olor me rodea, como si fuera un monstruo invisible que me agarra del zapato y me quiere tragar enterita. Quisiera escapar pero temo que el monstruo maloliente me siga; temo que sea como el otro monstruo que se pierde poco a poco con el tiempo, pero que una nunca sabe cuándo volverá a aparecer. ¡Todo es tu culpa, popó! Me estás arruinando la tarde. ¿O es la culpa del perro que fabricó este hediondo regalito? 8
9
10
No, no, no. Es culpa del dueño o de la dueña del perro que no recogió sus cochinadas, ¿o la culpa es de los papás del dueño del perro por no enseñarle a recoger el popó de sus mascotas?, ¿o de los papás de sus papás?
11
¡Bueno! Esto de buscar culpables se puede hacer muy largo; imagino que hasta los dinosaurios hacían popó donde no debían y que siempre ha habido víctimas de esa falta de higiene. 12
O quizás… quizás es mi culpa. ¡Por andar distraída, he hundido mi zapato en esta pila de popó! Mamá solía decirme con cariño que yo era una despistada… ahora veo, siento y huelo las consecuencias de ese despiste. Tengo que hacer algo. 13
Empiezo a patalear y raspar la suela de mi zapato en la hierba del parque, pero parece que cada vez el popรณ estรก mรกs adherido y que el monstruo maloliente no va a dejar mi zapatito.
14
¡Oh, no! ¡Mi tarde está completamente arruinada! Los otros niños y hasta los adultos que están cerca se han dado cuenta de mi desgracia. Me parece ver que todos se tapan la nariz: unos me señalan, algunas señoras parecen mirarme con pena y hasta escucho que alguien se ríe.
15
16
¡No puede ser! Ya no es solo el monstro del mal olor, ahora también tengo que enfrentarme al mundo por ser la “pobrecita” que pisó popó, la niña que huele feo, la diferente. Siento que mi cara está ardiendo y que estoy a punto de explotar. Exploto.
17
18
-¡¡¡Mamá!!! —grito en búsqueda de auxilio.
19
Pero, ¿qué tontería acabo de hacer? Muy tarde. Olvidé por un instante que mamá… que mamá ya no está. Me pican los ojos y la garganta se me cierra. Ya no me importa el popó, ni la gente del parque, ni el monstruo maloliente, ni nada. Solamente está aquí el otro monstruo, el más fuerte, el de la pena, el monstruo que llegó para reemplazar a mamá cuando murió y que sigue apareciendo cuando menos lo espero. A través de las lágrimas, veo que papá se acerca corriendo.
20
21
22
—¿Qué pasó, mi amor? —pregunta papá mientras se arrodilla frente a mí. —¡Papá, pisé popó! —trato de no llorar más, intento no pensar en el monstruo de la pena, pero no puedo evitarlo. Papá pone sus manazas sobre mis hombros con dulzura. Me mira a los ojos, ni siquiera se molesta en ver mi zapatito izquierdo sucio y maloliente. Él sabe que el motivo de mis lágrimas está más arriba del suelo, en mis ojos y en mi corazón. 23
24
Papá sabe que lloro por el monstruo de la pena y eso también le saca unas lágrimas que mojan sus mejillas barbadas. Papá me abraza y me da un beso en la frente. Luego, agarrándome de las axilas, me carga lejos de su cuerpo mientras frunce la nariz y hace caras graciosas de asco y de miedo; empieza a dar vueltas desesperadamente, como si llevara en sus manos una bomba atómica envuelta en un pañal sucio. —¡Papá, eres un payaso! 25
De pronto, papá se detiene. Me observa con los ojos y la boca bien abiertos. Luego, con la vista me indica que mire abajo. Papá me muestra la suela de su zapato; ha pisado el mismo montón de popó que yo pisé. —¡Papá, estás loquito! Seguro que lo ha hecho a propósito para compartir conmigo también este monstruo, el del mal olor, para que no me sienta sola. Papá me pone en el piso de nuevo, se arrodilla y me abraza fuerte, fuerte. Me desordena los cabellos con su mano gigantesca y me da otro beso en la frente con esas barbas que me hacen cosquillas.
26
27
—Papá, todo esto es culpa del popó, ¿verdad? —le pregunto mientras le muestro mi zapatito. —No, mi amor —responde risueño mientras se levanta sin quitar su mano de mi cabeza. —¿Es culpa del perro?, ¿o de su dueño?, ¿o de los papás del dueño del perro? ¿o de los dinosaurios? —Tampoco —dice papá y esta vez se ríe.
28
—Entonces... —bajo la cabeza porque solo queda una alternativa—, entonces, ¿es mi culpa? —No, mi chiquita. Claro que no —dice mi papá sin dejar de sonreír—. A veces las cosas malas no tienen culpables, solamente ocurren.
29
Papá y yo limpiamos los zapatos lo mejor que podemos en la hierba; luego, cogidos de las manos, nos encaminamos a casa, aunque él me ofrece pasar primero por unos helados. Siento que los monstruos todavía nos siguen pero, de nuevo, la tarde me parece soleada y el parque está verde.
30
31
ยกGracias, papรก, por compartir mis monstruos!
FIN
Ilustraciรณn Tendedero
¡Gracias por leer este libro! Ahora eres parte de la
Visita nuestra página web, cuéntanos si te gustó esta historia y háblanos de ti. Además, te invitamos a disfrutar todas las sorpresas que trae Chacana Editorial, al escanear este código QR.
Papá pisé popó, de Julio Awad Yépez, forma parte de la colección TIERRA de Chacana Editorial.
©2018 Chacana Editorial www.chacanaeditorial.com Quito - Ecuador
¿Alguna vez pisaste popó? ¿Fue culpa del perro, o de su dueña, o de los padres de la dueña, o de sus abuelos? ¿O fue culpa de los dinosaurios? Descúbrelo en esta historia que muestra cómo el amor nos ayuda a enfrentar los pequeños y grandes problemas.