MAR DEL ZUR
MAR DEL ZUR
Charlie Cordero
“Sólo en el extranjero se conoce lo que quiere decir patria”
Gustav Freytag.
Ir de un lugar a otro no es más que un movimiento físico, sin embargo no podemos cargar con todo, siempre algo se queda, se abandona, se olvida. En el nuevo espacio ocupado organizamos las cosas según el orden establecido en el pasado, sin embargo, nunca se verá igual. La mesa en el mismo lugar, los retratos de los abuelos en la misma esquina no combinaran igual, y no necesariamente tendrá que ver con el color de las paredes del nuevo hogar o por donde entra la luz en este, se trata de que cambiar lleva consigo mucho más que trasladarse, lo importante no será lo que nos llevamos sino lo que dejamos. No dejamos el himno nacional en un cd rayado, lo que dejamos es escucharlo todos los días a las 6 de la tarde en la emisora local, emisora que sintonizaremos a la distancia pero en donde ya el himno no sonara a las 6:00 sino a las 24:00 de la noche por las seis horas de diferencia, no dejamos a nuestros amigos o familiares, dejamos de tocarlos, de contarles nuestras historias a ritmo de una cerveza jugando domino en una esquina del barrio, no dejamos nuestro acento, simplemente dejamos de practicarlo a diario, esto es lo que más o menos significa cambiar, irse, moverse, trasladarse de un lugar a otro. Es bastante evidente que nunca volverá a hacer igual, no será como antes, pero también está claro que nunca dejamos de ser quienes somos, nuestra identidad siempre permanecerá intocable, solo porque en este nuevo sitio las paredes no son de colores o por que no se escucha el sonido del mar en la ventana, no perderemos nuestra algarabía exacerbada, aunque en este nuevo sitio la gente no te salude con una sonrisa. Y buscaremos nuevas esquinas para sentarnos a contar lo que paso en la novela, solo que esta vez ya habremos visto todas las novelas, transformaremos nuestro entorno y los bares que frecuentaremos los llamaremos la playita o la cocina de mercedes, aunque haga mucho más frio nos pondremos el escote para ir a bailar salsa en el bar del nuevo amigo cubano y nos contara sobre su realismo magico el vecino colombiano y la brasileña de la otra calle nos enseñara el el único baile que no aprendemos al nacer (samba), y nos reuniremos, nos
agruparemos y haremos nuestro propio nuevo espacio y quien pase por allí notara que se habla más alto de lo normal y que la música puede que despierte a quien no está acostumbrado, que el barrio empieza a ser más pintoresco y estaremos felices, sin importar la razón por la cual todos hemos de estar hoy aquí, sin importar el porqué de aquel movimiento físico, de aquel trasladarse, de aquel moverse y dejar atrás. Y lo que dejamos lo reconstruiremos, las sensaciones volverán, porque lo que nunca se puede dejar nunca se puede perder, nuestra identidad. Y aunque las cosas que extrañamos las extrañemos cada día más, nuestro nuevo rincón en el mundo será cada vez más nuestro, será cada día más hogar, más parecido a lo que siempre ha sido. Y transforma las calles y pinta una palmera en la pared de quien vive a tu lado, sonríele a la gente que pasa y hazte un corte de cabello que tenga nombre. Se tú, se tu país, se tu patria. Porque lo que somos no es más que un conjunto sumado de experiencias, de costumbres y de una identidad heredada que proviene de donde somos y de dónde venimos. Mar del Zur explora las calles de los barrios con mayor prescencia latinoamericana en Madrid, evidenciando sus trasformaciones, cambios y la relacion de los inmigrantes de origen latino con su entorno, es una mirada a sus calles, sus esquinas, sus epacios y personajes. Ademas hace una reflexion sobre su escencia, su origen, y de como su identidad moldea su nuevo hogar.