Estado de gracia, CĂłrdoba, Del Copista, Col. FĂŠnix, 2009
I una plegaria al cielo llena mi boca
XX condenada al silencio dentro del remolino el tiempo es el mismo
XXV antes de partir concĂŠdeme la voz que cure lo incurable
XXXIV esperando un desenlace sanador continĂşo conmigo
CXXIII fervor de creer en algo
La mansedumbre del pez, Buenos Aires, Zindo & Gafuri, 2013
Inventar lo invisible a la boca como el tallo que no vive la prĂłxima primavera, el destello enceguece pupilas en ruinas. Cuando suden magnolias las ramas de ayer y relamas el polen, TĂş escarabajo antiguo, brillante sobre lo blanco que te es ajeno, el salto a tierra firme espera, no olvides reproducir la flor.
Desde ese sitio me alimento De caracoles antiguos disecados al sol de la tarde implacable En el retiro eterno me repliego Ahora llegarĂĄn quienes se alimenten de mĂ Y sobrevivan el hambre de mantenerse vivos.
Esta noche hay un triĂĄngulo perfecto los giros se ciernen sin ayuda los cuerpos se mecen informes como todo en derredor el tallo se me duerme y en un triste balanceo arrojo mi flor al jardĂn: Me cubre la grama
Supremo despertar en la batalla de la flor contra las bestias.
que no signifique nada mรกs que pureza irrelevante la sonrisa en la mirada transparente que no quiere negar nada ni decir mรกs que mirada uniendo lo que se une sin esfuerzo
inĂŠditos
Fui el ciervo rojo en la noche blanca y hasta la última claridad obscena pregunté a cada piedra por el pedregal, por algún sitio que hospedara esta osamenta, por no yacer allí en círculos erráticos. Pero sólo los copos intervenían el tiempo, borrando cada huella robando cada rastro. En cada uno de mis helados músculos sólo una pregunta temblaba: ¿Por qué abandonaste el bosque? (La respuesta traía calma) —Yo sólo quería la montaña—
Y qué si eres el mismo centauro que se entrega al pequeño tributo del aroma perenne, si sólo por ser lo que eres floreces junto a la boca austral, como si lloraran las estrellas como si el tránsito supiera de las evasivas: que sólo somos peregrinos.
Y tu rostro que avanza impĂĄvido de muecas tajando la noche esperando la abundancia del dĂa
Hay monstruos que lloran sobre la noche se abrazan de lo siniestro para llorar el desconsuelo porque lamentan esa monstruosidad propia porque no tienen otro lugar donde abrazarse estรกn solos y abandonados por el mundo. Sรณlo encuentran el rigor de los espejos y la confusiรณn de no tener un dios.
Queda la aventura de poblar este caos queda la sombrĂa persistencia que crece esta orfandad de la palabra hecha aĂąicos en el eco difuso de la noche en la noche en este incesante llanto quebrado de Dios
Carolina Massola Poeta y traductora. Nació en Buenos Aires, ciudad donde reside. Perfeccionó sus estudios de francés en Francia – Sorbona (París IV). A su regreso cursó estudios de Letras en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Algunos de sus poemas han sido publicados en la Revista de poesía de Madrid El Alambique, en la revista Prisma N°12 de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges y recientemente en la Revista de poesía francesa ARPA Nº115-116. En 2009 publicó Estado de gracia, libro de poesía incluido en la colección “Fénix” de Ediciones del Copista. En 2013 publicó el libro de poesía La mansedumbre del pez en Zindo & Gafuri Ediciones. Ambos libros traducidos al francés por Yves Roullière. Actualmente trabaja en la corrección de su próximo libro de poesía y en traducciones que todavía no han sido dadas a conocer. Dirige los siguientes blogs: http://lacitedesmiroirs.blogspot.com.ar/ y http://esquirlassobreelpuente.blogspot.com.ar/