El lugar del asombro Después de estas cosas se eclipsó el sol se detuvieron los vientos y cayeron las estrellas del cielo sobre Adama Seboim Sodoma Gomorra y Moroturo a causa de sus sexos hambrientos. Jesús Pavón Juarez. Id, y derramad las copas de la ira.
En la poesía de Néstor Pirela lo escatológico y lo apocalíptico dialogan a los márgenes de una religiosidad desleída. El destino, la angustia, la decadencia y toda la catástrofe de un mundo oscuro y anárquico se actualizan en las proximidades de un espíritu vulnerable, centro del decir y el hacer, que solo con la palabra y sus guerras es capaz de recomponer lo que se derrumba. Una protesta constante a las formas instituidas de la experiencia espiritual, unida a una inquietud religiosa/teológica desdibujada entre lo místico y lo gregario, hacen de la poesía de Néstor un raro ejercicio de interpelación. Imágenes oscuras, doloridas, sangrientas, se agolpan en la conciencia y la experiencia sensible del poeta que permanece estacionado en el aturdimiento, que escapa y se resguarda en una posición a su vez enrarecida y sufriente: el horror late en mi boca, /me sigo yendo a todas partes, /le dejo virgen la esperanza. Símbolos como la serpiente y el cordero, la cruz, la copa del apocalipsis, el demonio y el infierno, en contextos explícitos y desdibujados, hacen eco de una fe perdida, incluso de un intento de objetualización de Dios. El poeta recorre y vive un calvario, mediado por la burla y la ironía. De ahí que su particular valentía lo lleve a veces a rozar la iconoclasia. No obstante, Néstor Pirela también insiste en acercarse a la luz y esparcirla. El dolor y la penumbra se le presentan como afrenta, como extrañeza, nunca como delectación. Él permanece del lado de la duda, ahí dentro, resistiendo: Titilamos/contra el mundo que nos triza /en mil destellos casi muertos. Su verdad inmediata es el asombro, único lugar desde el cual puede hacer poesía. Zakarías Zafra Fernández
Vengo con el inmenso latigazo de la vergüenza Vengo con el inmenso latigazo de la vergüenza, con los ojos por debajo de mis pasos, cantando odas sangrientas, gordas, persiguiendo la cordura que corre y se desqueja. Y he encontrado sólo huecos y suspiros, niños muertos que me lloran en la enfermedad inequívoca del alba. Y viene usted, sonriente con el cascabel de la azul infancia y ropita blanca de domingo alegre -¡Hola! Te traigo una nube un helado, este sueño gota a gota de cocuyoPero mi senda no es su senda, el horror late en mi boca, me sigo yendo a todas partes, le dejo virgen la esperanza. ¿Y qué me queda? me queda la calma, el llanto, el hambre.
Puerperio Me dijeron que el relámpago blanco que todo lo fragmenta, la sangre perlada y el abismo, me buscaban por las noches sin luna. He oído que la serpiente que canta y el mirlo madrugador me gritaban en el cráneo. Que el destino y la alborada, la ola eléctrica del cordero. Pero el relámpago, la serpiente, el cordero, alimentados de la piel opaca del enemigo, me salieron uno a uno de la mano por el agujero que han llamado boca. He parido la crucifixión del mal por la laringe, y me he quedado recostado, ya tan cansado, azul como un domingo alegre, en la carcajada tísica del mundo.
Infección de Marzo Hoy se sintetiza el destino en toda su desdicha y hambre. Se desmiembra el vidrio ya roto de los años más negros y espesos. Esta noche, por las esquinas más olvidadas, camino a cuestas con el dedo inquisitivo de mi madre. Pulverizo la hiel del tiempo, me muerdo los dedos llenos de calle, y esta seda de polvo lunar, producto alquímico del enemigo, desciende loca por las tibias cloacas de Dios hasta las narices putas de los más tristes. Pienso en la quinta copa del apocalipsis ¡y empujo por última vez la infección del mundo bajo mi lengua!
Si no te alzas, aquí te quedas Déjese de filosofía y póngase pila que entre tantas cuevas cosmo-gométricas de gusano se le deshilacha el hilo del discurso. Salte una y otra vez de la alambrada, la manada se está viniendo con cacho y piedra volcánica a revolcarlo y disgregarle por partecitas. La cara de su esencia misma va a estar desnuda y rojita en las tarimas moralistas, pobrecita. Dese cuenta de que ese escudo oscuro bíblico-cínico le va a partir el cráneo. Vas a quedar inexistente y no te va a salvar filosofía, y te tuteo, porque el usted se me perdió entre el miedo y la arrechera. Esta decadencia tiene famélica la raza, nos estamos pudriendo, este martillo te está alcanzando, y ustedes dos caminan pegaditos debajo de la plaza, tocándose los dedos, como pidiéndole permiso a la historia. ¡¿Qué historia?! si la manada la abrazó y la ruborizó con carbónico. Sube las escaleras arrastrándote, animal y asquerosamente. Escúpeles la boca, vuela, que si no te alzas aquí te quedas. Hiede, putrefacto y políticamente-no-recomendado. La manada y su piedra no perdonan, así que vibra y chispea, no te quedes, no camines con él de la mano, caminen de la lengua y orínense infinitamente el Sagrado Corazón del Cordero Casto de Cristo. ¡Qué filosofía! pónganse las pilas, que los cachos y la piedra volcánica ya les cosquillean en la espalda.
Yo sólo miro y espero Que será lo que pasa, Drab, Que anido dos mirlos muertos detrás de cada párpado, que dejé de hacerle autostop a la alegría que todos los cigarros del mundo dejaron de saber a miel y ahora huelen a pólvora y libros viejos. Qué será lo que pasa, que me abraza mi cama con todas sus bocas y antenas, que se enmudeció el canto loco de los grillos, se ahogaron los amantes de la lluvia, se durmieron los faroles de mi calle. Que las luces ya no me atrapan tras las esquinas de la noche y absorbo toda y entera la transparencia de las sombras. Qué será lo que pasa, Drab, que la luz de la vela amenaza con dejarme a oscuras y yo sólo miro y espero.
TodavĂa luz Titilamos contra el mundo que nos triza en mil destellos casi muertos. Y amenazamos con ser sombra, y todavĂa luz y relĂĄmpago.
Sépame Sepa usted que la noche no se fragmenta a veces con alcohol y nicotina, que la locura no siempre arde en mis noches de luna roja, que si he dicho seremos todo el día es porque he saltado tantas veces sobre la noche. Que los amigos de risa y letras se me caen a pedazos si los toco, que los botones no me cierran las ganas cuando te miro y no te grito, que los botones se me caen cuando me buscas y no te encuentro. Sepa usted también que no me descifro con un poema, que no me defino aunque lo quiera, aunque lo pueda. Que ya murió mi último aliento de rebelde y he vuelto al incansable vicio del inconforme. Sepa usted, que sólo soy cuando estoy solo, que no hay valium que me acerque a usted, que ahora soy amante de las sombras y existo escondido bajo el ruido de la lluvia. Apague la luz, cuénteme siete o mil corderos. Déjeme dormido en esta cama que me toca incesante con su asquerosa lengua de poeta.
Me queda el niño y la bestia Algo ha pasado entre el niño y el hombre que ha dejado abierta la carne al sol a la viva imagen de un demonio. no sé qué ni cuándo se profanó el pecho del enamorado y se llevó –no sé a dónde- el objeto que una vez se batió con la esencia del reloj. Dejó la cordura blanca en lontananza y sólo tengo la espera mansa del infante en abril, no sé qué espera, no sé qué infante. Algo ha pasado que se ha ido el hombre Y sólo me queda el niño Y la bestia.
Nadie sabe quĂŠ hacer con las manos Nadie sabe quĂŠ hacer con las manos y yo las escondo en todos lados en las multitudes ellas se pierden sigilosas entre las innumerables manos y sus dueĂąos confundidos que ya no saben si cerradas o abiertas si caricia o golpe.
Salomé He concebido la chispa que ha prendido fuego en las alas de la vida. Todo es ahora llamas, rojo, azul, plomo multicromático. Transfigurante. Caigo de ella, malherido, en la línea limítrofe que separa tu vientre de las puertas del infierno.
Néstor Pirela (Barquisimeto, 1992) Técnico Medio en Artes Visuales, egresado de la Escuela de Artes Plásticas Martín Tovar y Tovar de Barquisimeto. Actualmente estudiante de Idiomas Modernos en la Universidad de Los Andes (Estado Mérida). Escritor y traductor por vocación. Forma parte de la Antología de la Novísima Literatura Larense, con su poema Yo sólo miro y espero. Su poesía se había mantenido inédita hasta entonces.