Lo arcaico femenino … de su estruendoso sonido da prueba mi voz de su fuerza ingente mi corpóreo resistir… Natividad Barroso
En la voz de Norys Saavedra se conjugan lo arcaico y lo rural bajo un matiz natural de sensualidad. Es una poesía lírica, sonora, con variaciones sintácticas que le dan un aire de experimentación. Las reminiscencias del campo, de los animales, de la familia, del cuerpo que se agota y se restituye, hacen de esta una poesía de elementos, de sabores que van mezclándose entre el ímpetu y la negación. Dilata la piel para que salga/la espina que tengo de volar a ras/de las arcillas, dirá Norys para convertir en palabra todo lo que subyace como paisaje, forma y tradición. Memoria que se traza a partir de lo íntimo y lo territorial, que no disimula el arraigo, sino que labra el poema sobre él y hace estallar esa fértil correspondencia de tierras-hombres-verdades. En su obra lo femenino es matiz determinante porque desde ahí se edifica el testimonio. Desde ahí se vislumbra el manantial, la sangre, el fogón, el cocuy, las manos, todo lo que establece una realidad inédita, cercana y ancestral a la vez. No es lícito pretender de ella otro tono: toda su dicción es memoriosa, originaria, recóndita: Sin calentarme los pezones fríos/desde el toque de cuernos/de esa muerte sin día/en madrugada. Norys Saavedra está siempre exhortando, alzando su verso en un imperativo que se desnuda y soporta el erotismo, el cuerpo del otro, los recuerdos, el dolor. Su poesía permanece entre la resistencia y la fuga, y todo pareciera agarrarlo para escapársele luego de las manos. Como si nombrara el mundo para abandonarlo después, como si lo concibiera solo para hacerlo innombrable, en un ejercicio incansablemente femenino y seductor. Zakarías Zafra Fernández
Ordalía elegía Estaca esa piel la mía sin fin Arde el corazón al mío No por ellos, el de ellos No el golpe no estires las pieles sécanse solas al sol no de golpes si el de nos los humanos No el de ellos los animales en flor Santificados sean sus nombres Haz sebo de grasas la de nos Cordeles Haz el margen de la avispa Manantial doy a sus picos a las guacamayas a gallitos de las rocas Hocicos de espuma no se matan culebras no se pisan marfiles no son cementerios arbustos no son quemas sapos dulces, sólo dulces Corazas de carey no a collares de reinas Persígueme toro acepto tu altivez No banderilla estaca de vampiro veneno hojilla y puñal
Corazones de mazorca tienen todos no comer las alas del cardenal asadas Delfテュn se va en las estampidas de redes redes a santos pescadores de sangre fresca no a ellos detente sol desenlaza la atadura
De Caza de animales en flor (en Hilos de Cocuiza 1998-2008, Colecciテウn Altazor, Monte テ」ila 2009)
Siete corderos A mis hermanos Esos siete corderos muertos por perros en tu hora de gracia Llévalos al corral ponles agua de orégano resucítalos en balidos Que su leche sagrada se convierta en el agua del cardón en pichones de esta casa carbón de orilla el salmo noventa y uno Esa espesura en los ojos no me deja verte en la puerta madre agua Estrella de la mañana adiós por estos lugares donde están los sitios cantados por ti Ya no verte en los espejos ¿de madrugada hay sol? Has dicho que las serpientes ciegas calman el dolor sóbame el corazón con aguardiente o yo te lo doy para que despiertes de los muertos Abrime el brazo de nuevo con tus girasoles y los cuentos de animales hablando dame tu pie izquierdo que pisó espinos o camina con la leña en la cabeza sin caerte Muchachita Reina Ya no quiero vestirme negro abismo Vaso sagrado de la leche de las cabras
desciende tu voz en mi cabello Susurra con tu vértice de latidos mis manitas Dilata la piel para que salga la espina que tengo de volar a ras de las arcillas Lumbre Taza de Oro Fogón Te veré allá en los laberintos en el cerro de cuarzo Voy a buscarte cuando haga sol y verte en las astillas en las hiladas de la abuela que me persigue Mi abuelo cantando coplas venciendo el cocuy en el alambique santo o morado, tornado, sol Caracoles suben al cují recitando: Dios dame agua de lluvia Pongo mis dos manos en la candela para quemarme y darte el pedazo de piel lunada para que te lleves un fragmento de mi olor Estás debajo de las resinas donde busca el oso melero el que amarré de niña con la totuma de suero de ácida brisa en estos árboles de hombres entre las piedras de la quebrada que se bifurca o regresaste al día de la comadrona por ese agujero donde salías Corderita de la naciente dame otra vez de mamar de tus pechos de semeruco Acacia cortada de la raíz de la tierra ida con la tormenta secreta Ruego por ella en los aljibes y los crepúsculos robados por gatos salvajes
Abuelo toca violín, anda y canta en latín las salves de nuevo.
De Siete corderos (en Hilos de Cocuiza 1998-2008, Colección Altazor, Monte Ávila, 2009)
A Diego Sequera, Alejandro Silva y Mónica
Defines el vuelo de la quebrada Haces del corral la cテ。rcava donde encierras el latido
De Naranjos largos de viento (en Hilos de Cocuiza, 1998-2008, Colecciテウn Altazor, Monte テ」ila, 2009)
Sofocado corazón de ballenas
A sangre de ballenas el cielo cobalto no llueve Desaloja el nombre de la orca y tigres de cristal Cocodrilos mansos en lágrimas de lejía De rodillas veo diluvios Según las grullas: alguien ha de pagar el derrumbe
De Caza de Animales en Flor (en Hilos de Cocuiza, 1998-2008, Colección Altazor, Monte Ávila, 2009)
Rezo que me voy y no dices más hija amatista de aires Quédome en nidos lejanos con este sopor de los palomos Sin calentarme los pezones fríos desde el toque de cuernos de esa muerte sin día en madrugada En duermevela aprendí a caminar de revés altos pasos de un cactus suave brasa de leña verde inundación de la quebrada Marrón iguana en combate y el murciélago anda de cabeza por mi rastro en las puertas No voy a delatarlo no diré más el encanto Solo me siente de nieblas de lobos sin voz Resguárdame en tu regazo imposible Escóndete en el cerro en la mata de algarrobo No quieras jugar con serpientes Dale a la comadrona que te trajo el santo y seña que voló escondido entre mis senos Y te guardo el corazón entre mis tetas para que no se quiebre De Siete corderos (en Hilos de Cocuiza, 1998-2008, Colección Altazor, Monte Ávila 2009)
He visto secar el corazón al sol Un cuero de chivo que sucumbe a la agonía Debe ser un corazón reciente Tierna carne para comer Secar el corazón para colgarlo y echarle sal
De áridas soledades (Cenal, Fondo editorial Pío Tamayo, Asociación de Escritores del Estado Lara, 2007).
Besé la hierba giraba la mejilla hay sílabas confusas señales de humo a interpretar Redes ventanas Los ciegos huelen los árboles que siembras Yo creo en tus árboles en tus semillas Besemos la hierba falta mucho para el día... mañana córtala o pégala haz que los insectos vivan todavía
De Quemar la hierba junto al Muro (Plaqueta. Ediciones Madriguera, Coro, Venezuela, 2013)
La herida en mi dedo Cuando me corto el dedo pienso en ti Me chupo las gotitas de sangre ¿No sabes? Qué rico que estés cual sanguijuela en esta herida entreabierta sutil, tierna, rosácea Puede verte, te invoco Vienes a paso, qué lento acudir a este banquete cederte mi dedito regordete me lames, excavas mis entrañas te metes con la lengua en mi sangre Viajas, exploras, hundes. Nos lubricamos el alma, nos ronda el gozo entonces veo tu risa nos perdemos para siempre en ella, en este ligue en lo profundo en la herida cuando pienso en ti nada más
De Quemar la hierba junto al Muro (Plaqueta. Ediciones Madriguera, Coro, Venezuela, 2013)
Agueros En el segundo de los cultivos bajan sierpes El centeno es hondo si se huraĂąa en la pradera Si el caos alcanza es fuerte la tersura Si es anochecido por el corazĂłn cerrado es triste Si es espiral y lleva cuentas al otro lado es venganza Si hallando flama cruza la calle se irĂĄ flotando
De Quemar la hierba junto al Muro (Plaqueta. Ediciones Madriguera, Coro, Venezuela, 2013)
Para estar en el cuerpo o el corazón del Agave hay que bajar a tierra caliente y convertida extender filos invisibles al cielo a la galaxia hasta llegar al átomo hasta llegar a la baba a la hiel hasta fraguar sangre y carne a la temperancia de fuego a 60 grados es que soy fiel a la garganta del alma y las pedradas que lanzan a los incautos a los árboles más fértiles talados por el hombre sabueso por error por omisión ante la luz a los objetos sagrados en peligro no reconocibles por el olor sino en el despliegue de sus órganos invasores
De Quemar la hierba junto al Muro (Plaqueta. Ediciones Madriguera, Coro, Venezuela, 2013)
Norys Saavedra Sánchez Poeta y narradora. Técnico Superior en Turismo. Mención honorífica en el Concurso Universitario de Poesía Andrés Eloy Blanco. Pertenece a la Asociación de escritores del estado Lara y Red de Escritores de Venezuela. Ha publicado De áridas soledades (Cenal, Fondo editorial Pío Tamayo, Asociación de Escritores del Estado Lara, 2007), Hilos de Cocuiza (2009, Monte Ávila Editores latinoamericana, Colección Altazor. Poesía reunida 1998-2008). Sus textos aparecen en: Antología Un canto a Venezuela (PDVSA 2o08-2009), Antología de Poesía Venezolana Joven, versión bilingüe castellano-árabe (Casa de las Letras Andrés Bello, Biblioteca Ayacucho, Universidad libanesa internacional), Sing: Poetry from the Indigenous America (2012, Universidad de Arizona), revista Poesía (2011, Universidad de Carabobo), entre otras selecciones. Ha sido reseñada y ha colaborado en revistas y diarios, programas de radio en Venezuela y otros países de América latina. Ha participado en el Festival Mundial de Poesía 2008, Encuentro de Escritores del Alba, Festival de Poesía Vértigo de los Aires 2009 (México), Poesía en Movimiento 2009 (Exposición visual en el metro de Caracas, curaduría por Enrique Hernández de Jesús), I Encuentro Internacional de Jóvenes Escritores en Ciudad de Ambato, Ecuador, 2010, XIV Feria Internacional del Libro de Centro América, FILCEN, 2010, San José de Costa Rica, y en el Encuentro internacional de poesía Sumpa Vive, Salinas, Ecuador 2013. Mantiene varios libros inéditos.