TENER MEMORIA PARA EL FUTURO, A 40 AÑOS LA SEMILLA CONTINÚA.
NO MÁS GOLPES NI DICTADURAS
DERECHOS EDITORIALES El Presente libro fue elaborado por el Comité 40 Años México, integrado específicamente para conmemorar los 40 años del golpe militar en Chile. Los derechos del material que se integra pertenece a la humanidad toda, en particular a las y los que han luchado por años para construir una sociedad justa, solidaria y feliz. Pertenece, por supuesto, a todas las personas que han sido afectadas por la dictadura Pinochetista, a los/as caídos/as, a los/as desaparecidos/as, a los/as prisioneros/as, a los/as torturados/as, a los/as exiliados/as, a los/as que han sufrido el horror cívico-‐militar y la pobreza del modelo económico neoliberal. Toda persona que desee utilizar parte o todo el material de este libro, debe citar a los/as elaboradores/as del mismo. Esperamos que sean muchos/as los/as que den valor agregado a los escritos y fotografías sobre el arte que se presentó en la Jornadas. Para cualquier comunicación, hacerlo al sitio web: www.redaalc.com Distrito Federal, México, 2014. Proyecto y Edición: REDAALC Dirección Editorial: Iván Moscoso Rodríguez © REDAALC, del texto 2014 A. González de Cossio 846, Colonia del Valle C.P. 03100, Delegación Benito Juárez, Distrito Federal, México. Ilustradores Sergio Naranjo y Antonio León Compiladores Valeria Moscoso, Antonio León e Iván Moscoso ISBN en trámite Fecha de catalogación: 15/09/2014 No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. ISBN Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723
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PROLOGO Amigas y amigos, con sumo placer ponemos en vuestra atención el presente Documento-‐ Memoria de lo que fueron las diversas actividades que se llevaron a cabo para conmemorar los 40 años del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. Tuvimos un mes de actividades enmarcadas en una consigna central: “Memoria para el Futuro. A 40 años la Semilla Continúa”, reiterando en ello el gran valor que tiene conocer la historia para generar e impulsar propuestas para promover cambios. Como en los mejores años de solidaridad mexicana con la Resistencia Popular en Chile, revivimos hechos y se reiteraron consignas que se escuchaban con emoción en las universidades, salas culturales y espacios públicos en los que se realizaron acciones conmemorativas. Desde las organizaciones sociales, la academia y gobiernos locales surgió el recuerdo como capullos en primavera, llenado de multicolor la solidaridad mexicana, y de muchos/as latinoamericanos/as que se han establecido en esta tierra que todos los días rememora a Emiliano Zapata, a Francisco Villa y los tantos caídos en esta larga caminata hacia una sociedad humanista e igualitaria. Junto con recordar a Salvador Allende, Miguel Enríquez, Víctor Jara, y tantos/as asesinados/as por la dictadura, también estuvo presente la imagen de Violeta Parra y Pablo Neruda. La conmemoración del golpe de estado en Chile, sirvió de fondo para recordar la historia de los golpes de estado en América Latina y el Caribe, para homenajear a los/as revolucionarios/as de todas las latitudes y banderas. En acto especial, el Conjunto folklórico chileno en México, Tiempos del Sur, hizo un homenaje a Víctor Jara y a todas las víctimas del 2 de octubre de 1968, cuando el estado mexicano asesinó a estudiantes. En algunas mesas temáticas se trataron temas-‐homenajes a revolucionarios/as latinoamericanos/as, destacando al Comandante Che Guevara, Miguel Enríquez, Raúl Sendic y otros dirigentes de la Coordinadora Revolucionaria del Cono Sur, JCR. En esta conmemoración nos propusimos dejar atrás lo plañidero para abrir caminos al debate y análisis sobre el papel de la izquierda en la región, retomando las experiencias de los setentas y entregar elementos a los/as jóvenes que hoy toman las banderas de la revolución socialista. Nuestra idea es devolverle su valor a la dialéctica y a su contenido crítico permanente, praxis que deben tener los revolucionarios; pero además, entender que la crítica es completa cuando se comparte con la autocrítica, y es aquí donde debemos centrar el hacer “Memoria para el Futuro”. El Chile de 2013 es muy distinto y muy parecido al de 1973. Distinto porque tenemos nuevas generaciones humanas que viven su propia experiencia; pero muy parecido porque se vive el mismo sistema económico-‐político de hace 40 años, con sus ajustes neoliberales; pero con la misma esencia de sobreexplotación y despojo de los grupos burgueses dominantes. Hay nuevos nombres porque muchos militares surgieron como empresarios con la dictadura y algunos “izquierdistas” en el período post dictadura; pero es el mismo imperialismo que los cobija y dirige, las mismas ambiciones personales y la inmoralidad del lucro que los guía.
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Pero lo más importante y esperanzador para quienes seguimos pensando en la necesidad del socialismo, es que los/as jóvenes están organizándose y luchando con innovación práctica y renovado coraje. Para estos/as jóvenes de Chile y América Latina -‐que deben encontrar nuevas formas de organización social y política y métodos de lucha para enriquecer los legados históricos-‐, hemos integrado esta Memoria y esperamos que sea útil contribución a su incansable sed de aprender y luchar por el presente y futuro de igualdad social. La realización de estas Jornadas, que impulsó el al Comité 40 Años México (integrado por chilenos/as y mexicanos/as) contó con la colaboración y participación de muchas personas, organizaciones e instituciones, que sumaron su afecto solidario para reiterarnos que México y Chile son pueblos hermanos, más que ayer, y que seguimos contribuyendo para la unidad revolucionaria latinoamericana. Estamos profundamente agradecidos: Del Dr. Enrique Dussel, Rector Interino de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM, a Héctor Castañeda, Coordinador del Plantel “Del Valle”, de la misma universidad y a todas las demás autoridades de esta prestigiosa casa de estudios, a sus docentes, alumnado y personal que contribuyó y participó en la Jornada solidaria, confirmando su compromiso social, maravillosamente sintetizado en su lema institucional “Nada humano nos es ajeno”. Del Gobierno del Distrito Federal, por su apoyo y participación. También agradecemos a la C. Maricela Contreras Julián, Jefa Delegacional en Tlalpan, Distrito Federal, por su solidaria participación y apoyo, asimismo a las personas de dicha entidad política, que entregaron su esfuerzo en la logística para que varias actividades se realizaran en los espacios públicos de los/as Tlalpenses. De las Embajadas en México de Bolivia, Venezuela y Cuba que estuvieron presentes. De todas las organizaciones sociales que contribuyeron con su participación, de los/as artistas plásticos/as, de los/as músicos/as, cantantes y grupo de danza. De la Asociación Salvador Allende, de México. De todas y todos los asistentes que hicieron fructífero el diálogo con expositores y mostraron la pasión solidaria de México. Valeria Moscoso, Antonio León, Sergio Naranjo, Mario Pedroza e Iván Moscoso Ciudad de México, febrero de 2014.
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INDICE
Prólogo Las Jornadas MESA: LOS GOLPES DE ESTADO EN LATINOAMÉRICA: LA BOTA DEL IMPERIO SOBRE LOS PROCESOS DEMOCRÁTICOS Y REVOLUCIONARIOS. -‐ La Dictadura en Bolivia. Jorge Mansilla Torres. Exposición Plástica: Memoria Viva MESA: MEMORIA Y JUSTICIA -‐ El exilio Chileno en la izquierda mexicana 1973. Liliana García Sánchez MESA: LA DICTADURA Y SUS EFECTOS: DEL RECUENTO DE LOS DAÑOS A LOS PROCESOS DE RESISITENCIA Y REORGANIZACIÓN POPULAR. -‐ La dictadura de Chile desde una perspectiva psicosocial: Pasado, presente y futuro. Clemencia Correa -‐ Construir Memoria de hijas e hijos del exilio. Valeria Moscoso Urzúa
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MESA: LA INTELIGENCIA MILITAR -‐ Libro: La Hinteligencia militar. Autor Sergio Pezutic. Walter Martínez -‐ Borrón y cuenta nueva. Sergio Naranjo MESA: LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA EN EL CONO SUR -‐ A 40 años del golpe de estado en Chile. Luis Hernández Palacios -‐ Homenaje a Raúl Sendic, Miguel Enríquez, Che Guevara y a todos los Luchadores caídos. Carlos Fazio MESA: SITUACIÓN ACTUAL EN CHILE Y PERSPECTIVA DE LA IZQUIERDA -‐ Economía y Política en Chile. Una Nota. José C. Valenzuela Feijoo -‐ Neoliberalismo y consumo alienado. El impacto cultural. José C. Valenzuela F -‐ Memoria a 40 años y pincelada para el futuro. José González MESA: NUEVOS RETOS Y NUEVOS ACTORES SOCIALES EN LA LUCHA LATINOAMERICANA -‐ A 40 años. Memoria para el futuro. Armando Rodríguez MESA: LA LUCHA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS -‐ Resistencia de los pueblos indígenas. Marcos Domic -‐ 12 de octubre de 1492-‐2013. La Recolonización del territorio Violeta Núñez Rodríguez -‐ Acumulación por desposesión y Autonomía Indígena. El cuarto ciclo de la Colonización indígena. Francisco López Bárcenas. -‐ Presentación del libro: “De Carranco a Carrán. Las Tomas que cambiaron la Historia”. José Bravo Aguilera. DANZA CONTEMPORANEA: Texto de Daniel Martínez COLABORACIONES DIVERSAS -‐ Así se gestó el golpe de estado. Huellas digitales de la CIA en Chile Mario Díaz B. (+) -‐ El Golpe militar de 1973 en Chile y la solidaridad Panameña Marco Gandásegui, hijo -‐ Otras dos Utopías casi desconocidas de Salvador Allende. Guillermo Ravest S. -‐ Fragmentos de un testimonio Inédito. Juan Eduardo Esquivel OTRAS ACTIVIDADES -‐ Inauguración de actividades en Delegación de Tlalpan -‐ Homenaje a Víctor Jara. Grupo Folklórico Tiempos del Sur CLAUSURA. Feria Cultural gastronómica -‐ Concierto por la Memoria
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Jornadas “Memoria para el Futuro” A 40 años, la semilla continúa El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas chilenas perpetraron un golpe de Estado que cambió el rumbo del país. Los 17 años de dictadura que le siguieron a este trágico hecho dejaron un saldo de muerte y represión que, hasta el día de hoy, continúa presente en la memoria y mantiene dividida la sociedad chilena. El golpe liquidó el estado de derecho que la misma burguesía había establecido en 1925, e impulsó otro orden acorde a los intereses de las transnacionales, el Consenso de Washington y del capital monopólico nacional. La política y estrategia de seguridad impuesta por el gobierno estadounidense dio lugar a dictaduras en varios países hermanos del Cono Sur que, poco a poco, se fueron eliminando por la organización popular y el accionar de las fuerzas democráticas nacionales. Sin embargo, esta práctica de los golpes se mantiene y vivimos la experiencia de Honduras y Paraguay en los recientes años y, en la actualidad, se incrementan las amenazas sobre la nacientes democracias populares y revolucionarias de Bolivia, Ecuador y Venezuela. El proceso chileno y la propuesta de construir el socialismo desde dentro de la democracia burguesa llamó la atención de fuerzas políticas y sociales del ámbito planetario, pues con la propuesta de Salvador Allende se podría evitar la violencia del poder económico y militar de los conservadores y empezar la construcción una sociedad igualitaria, con justicia y equidad sociales. Pero la deshumanización y la brutalidad de los grupos y clases dominantes se impusieron con las armas de los militares. A 40 años de estos hechos, luego de constatar que las bases estructurales de la dictadura se mantienen y poco han hecho los gobiernos civiles de la transición para cambiarlas, nos enfrentamos al desafío de revisar pasadas experiencias y abrir nuevos espacios para la reflexión sobre lo que ha significado este andar para tantas generaciones de latinoamericanos, buscando sacar aprendizajes colectivos que nos permitan evitar que prevalezca la intromisión de potencias extranjeras en nuestros países, para erradicar la inhumana práctica de los golpes de estado y para nutrir a los sectores sociales que desean continuar en el camino para construir un mundo mejor y para todas y todos. La Solidaridad Latinoamericana y Caribeña se movilizará en los meses de septiembre, octubre y noviembre para pronunciarse sobre esta historia reciente y sacar lecciones que sirvan para fortalecer los procesos democráticos nacionales y las tendencias de integración regional. En México participaremos en una amplia Jornada denominada: “Memoria para el Futuro”, que se impulsa por varias organizaciones de solidaridad, intelectuales, artistas, instituciones académicas, comunidades de exiliados/as latinoamericanos/as y entidades políticas del Distrito Federal, dentro de las cuales destacamos, para esta Jornada, el aporte de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, la Delegación Política de Tlalpan y el Comité 40 Años -‐ México.
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COORDINADORES Valeria Moscoso Urzúa Sergio Naranjo Manuel Antonio León Mario Pedroza Iván Moscoso
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MESA LOS GOLPES DE ESTADO EN LATINOAMÉRICA: LA BOTA DEL IMPERIO SOBRE LOS PROCESOS DEMOCRÁTICOS Y REVOLUCIONARIOS.
Nota: La Inauguración la hizo el Dr. Héctor Castañeda, Coordinador del Plantel Del Valle de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en representación del Rector Dr. Enrique Dussel, quien se integró posteriormente a la mesa.
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LAS DICTADURA EN BOLIVIA Jorge Mansilla Torres*
Con el golpe militar del 21 de agosto de 1971 asestado por el fascismo en Bolivia se inició la aplicación de la imperialista Doctrina de la Seguridad Nacional en el Cono Sur de América Latina. En los promisorios y luminosos comienzos de los años setenta del siglo pasado, al conjuro sin duda de la gesta revolucionaria del Che, los pueblos se hicieron de gobiernos democráticos y revolucionarios en Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay y el Perú. Por eso teníamos presidentes como el socialista Salvador Allende, el peronista Héctor J. Cámpora y los generales antiimperialistas Juan José Torres y Juan Velasco; en Panamá despuntaba el comandante Omar Torrijos y en Ecuador, el visionario Jaime Roldós. La Casa Blanca, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, los grandes consorcios transnacionales y las oligarquías republicanas no pudieron tolerar ese auge de libertades y democracias revolucionarias, de pueblos en ascenso al socialismo, y se entregaron a organizar y patrocinar campañas de boicot y operativos terroristas que iban a culminar, fatalmente, en violentas asonadas golpistas contra los gobiernos fuera de su control. El Departamento de Estado y el Pentágono se montaron en las comandancias militares de esos países y pusieron precio en dólares a la traición. En el caso de Bolivia, la embajada gringa y la burguesía repartieron altas sumas de dinero entre jefes y oficiales para que cambien su papel de cogobernantes junto a Torres al de traidores, mercenarios, sicarios contra su pueblo. * Ex embajador del Estado Plurinacional de Bolivia en México.
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El golpe fascista-‐militar tuvo lugar el 21 de agosto de 1971 con la ocupación armada de ciudades y centros de producción minera. La gente se lanzó a las calles a enfrentar sin armas de ningún tipo, con su sola indignación y gritos a los golpistas. En ese solo día, sábado 21 de agosto, fueron asesinados en las calles, ametrallados de frente y desde aviones, 97 pobladores. Otros 560 quedaron heridos. Esa misma noche inició la dictadura del tirano Banzer que duró siete años. Después vinieron los golpes militares contra las democracias de Uruguay, Chile y Argentina que en la estructura de la Doctrina de la Seguridad Nacional incluyó la sanguinaria “Operación Cóndor”. La historia de las infamias y calamidades dictatoriales las conocemos porque muchos de nosotros, aquí, en este histórico sitio mexicano, podríamos contar de traiciones ajenas y sufrimientos propios, de aberraciones públicas de algunos de nuestros aliados políticos y de nuestro cauto silencio revolucionario. Todavía hoy. LA LECCIÓN DEL PERÚ DE VELASCO Esa práctica de comprar conciencias y voluntades militares no funcionó, sin embargo, en las fuerzas armadas del Perú. El general Velasco Alvarado pudo gobernar venturosa y ejemplarmente junto a sus camaradas de armas y al lado de su pueblo. Hay que rescatar la honra y el prestigio de la revolución peruana en la mera hora de estar condenando a las oprobiosas dictaduras del Cono sur de América. Entre sus muchos logros revolucionarios -‐el rescate de la tierra en manos del latifundio, la lucha por los recursos naturales y los derechos humanos-‐, el de Velasco Alvarado fue el primer gobierno en América Latina que demostró que los medios de comunicación social pueden servir al pueblo si son del pueblo. Los diarios peruanos fueron socializados y entregados a la sociedad civil organizada, puestos a garantía en la población. La clase trabajadora, por ejemplo, fue dueña de un gran diario, “El Comercio” de Lima, otros periódicos fueron asignados a los campesinos, las cooperativas, los pescadores, el sector de la educación, maestros, estudiantes, padres de familia, universidades, etcétera. Los periodistas tomaron el control de sus medios y en acuerdo con las centrales de trabajadores hicieron el mejor periodismo de que haya memoria en ese país. Capaces en su oficio e incorruptibles en su patriotismo, demostraron que cuando se cumple con la verdad y con el pueblo –que siempre es la mayor noticia-‐ están garantizadas todas las libertades, entre ellas las de prensa y de expresión. Por encima de la SIP y los monopolios mediáticos, el periodismo ejercido con la independencia y soberanía que le prodiga el propio lector y la sociedad civil garantiza la pluralidad de opiniones y creencias. Y tiene criterio propio frente a latrocinios
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imperialistas, en casos, por ejemplo, en aquella época como la guerra del Vietnam, que ganó ese pueblo heroico. El gobierno del general Torres, que duró escasos nueve meses, no sobrevivió a la brutalidad militar y el odio fascista. El presidente no tenía un partido político propio. La Fuerza Aérea Boliviana, que junto al pueblo fue la artífice para ganar la Presidencia, traicionó a Torres a última hora de esa tarde y salió a ametrallar los reductos urbanos, los barrios donde la gente estaba de pie para defender el proceso revolucionario. LA REMILGOSA IZQUIERDA BOLIVIANA Y aquí necesito referirme al papel de los partidos de la izquierda frente al gobierno del general Torres. Fue una izquierda con remilgos y fatuidades ideológicas. Izquierda remachada a la pureza y dureza de sus fundamentalismos que se puso al frente –que no en contra-‐ del gobierno aperturista de Torres y no tardó en acusarlo de conciliador, timorato y finalmente traidor. La izquierda de las ortodoxias marcó su raya de convivencia con el gobierno aperturista de Torres González a las pocas semanas de que este jurara al cargo presidencial en una ceremonia atípica, en la plaza, de cara al pueblo que lo aclamaba por haber combatido a la dictadura del general Barrientos, por haber permitido la liberación de los ideólogos y guerrilleros de la campaña del Che Guevara –arrancados de las cárceles por una algarada popular-‐ y no dio muestras de acercamiento ni reconciliación cuando el gobierno expulsó a la transnacional Gulf Oil Company, renacionalizando por tercera vez el petróleo, por cuya posesión ocurrió en 1932 la primera guerra internacional con el vecino país del Paraguay. Las corrientes comunistas y trotskistas se apertrecharon en una gran conquista revolucionaria, la llamada Asamblea Popular –instalada en el mero Poder Legislativo-‐ y desde allí hicieron frente de visceral violencia al l cada vez más debilitado gobierno, al que tildaron de reformista, conciliador y enemigo de la clase obrera. DE BRUCES, POR LA MISMA PIEDRA Ese público cisma político entre el Gobierno revolucionario de Torres y la Asamblea Popular fue aprovechado por las fuerzas del fascismo que se reagruparon y armaron hasta los dientes alentados y organizados por la embajada yanqui. Cuando vino el golpe militar, tal vez algunos izquierdistas de la corriente del “apoyo crítico”, de los independientes o, como se dicen hoy en Bolivia, de los “libre pensantes”, creyeron que el hierro y el plomo del fascismo no les iba a llegar. Dijo el clásico: “Con sus razones los buenos, con sus presiones los malos… Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos.”
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Así es, en efecto, la oposición nacionalista, izquierdista y/o socialdemócrata que hoy enfrenta el presidente indígena Evo Morales tiene el mismo sustrato de aquellas izquierdas de hace 40 años: Estar sin ser, apoyar sin compromiso, identificar a los mismos enemigos, pero enfrentarlo –o pactar con ellos-‐ cada quien desde su punto de mira oportunista y jactancia ideológica. Los partidos de la izquierda boliviana se asumen hoy copias fieles de las ONG, organismos de acción y presupuesto privados como exclusivos, sin rendición de cuentas a nadie. Están bajo la cubierta de la democracia armada, toldo sustentado no por esa izquierda privilegiada, sino por los indios a comienzos de este siglo, con Evo. La Central Obrera Boliviana, la poderosa herramienta revolucionaria de los años 50 al 90, está dirigida hoy por Solares, un ex paramilitar de las dictaduras, torturador de prisioneros políticos, y ha proclamado su oposición al gobierno del indio. Aquella nuestra COB está empeñada hoy en formar su propio partido político, llamado ya Partido del Trabajo, para impedir, dizque democráticamente, la primera reelección constitucional de Evo, en 2014. Los izquierdistas de la crítica reglamentaria –nunca autocrítica obligada-‐ se mueven a placer y tienen plenas libertades para conciliar con proyectistas electorales al por mayor, negociar hipotéticas cuotas de poder e incluso pactar alianzas contranatura. Un ejemplo lacerante: la ex guerrillera Loyola Guzmán –cercana al Che que fue al comienzo de la campaña armada de 1967-‐, compañera antifascista de toda la vida, acaba de sumarse aparatosamente al proyecto presidencialista del empresario Samuel Doria Medina, el más enconado enemigo del proceso antiimperialista de cambios en Bolivia. Y como ella, otros, muchos. Aquella izquierda que no comprendió el lenguaje del general Ovando, que no concilió con los esquemas reformistas de Torres, que hizo la vida imposible al demócrata Siles Suazo, aquella izquierda que no quiso alumbrarse con la claridad ideológica de Marcelo Quiroga Santa Cruz, que miró con suficiencia y de lejos la integridad revolucionaria del cura Luis Espinal. Aquella izquierda, en fin, que dejó solo al Che en sus combates, se reproduce hoy en los tiempos del Evo frente al Evo y contra el Evo. En 1946, hubo una izquierda comunista, el PIR, que se unió a la oligarquía del Súper-‐ Estado minero y la reacción derechista para colgar de un farol de alumbrado público, a un presidente nacionalista, el mayor Gualberto Villarroel, acusándolo de ser un “nazi hitlerista”, porque ese mandatario llamó a severas cuentas a los inicuos explotadores de la clase trabajadora en las minas de estaño… Que en su circunstancia lo digan los otros compañeros de izquierda que, a pesar de la izquierda tradicionalista, apoyan hoy a los presidentes Correa, Maduro, Cristina, Mujica… Termino, compañeras y compañeros, con aquella sabia advertencia del comandante Fidel Castro en los inicios de su extraordinaria obra revolucionaria: “No me crean. Lean.”
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Iván Moscoso, Enrique Dussel, José Steinsleger, Jorge Mansilla y Jorge González
Iván Moscoso, Enrique Dussel, José Steinsleger
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EXPOSICIÓN PLÁSTICA
EXPONEN VICTOR HUGO NUÑEZ CARMEN CERECEDA SERGIO OTERO VICTORIA PAREJA JAIME OSORIO INGRID FUGELLIE SERGIO NARANJO FABIOLA DELGADO MARIO CAMAÑO OSVALDO ADEMAR CAMILO ESQUIVEL LYA NARANJO GUSTAVO VACA
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17 DE SEPTIEMBRE AL 9 DE OCTUBRE UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO LOBBY DEL AUDITORIO, PLANTEL DEL VALLE SAN LORENZO 290, COL. DEL VALLE, DEL. BENITO JUÁREZ, DF.
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MESA MEMORIA Y JUSTICIA
MESA COORDINADA POR FRANCISCO SAUCEDO GRUPO TACUBA
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EL EXILIO CHILENO EN LA IZQUIERDA MUSICAL MEXICANA. 1973
Liliana García Sánchez.
Escuela Nacional de Antropología e Historia
La ponencia explora el escenario cultural y político de la izquierda musical mexicana entre los años del exilio latinoamericano, especialmente el chileno, producto del golpe de Estado de 1973. Aunque la música popular chilena ya había conformado un movimiento desde los años 40 con folcloristas como Violeta Parra, (La nueva canción chilena), otros grupos como Quilapayún, la Camerata Punta del Este, Ángel Parra entre otros, aportaron elementos característicos a la música de protesta en México hacia los años 70. En este trabajo utilizaré principalmente el testimonio de Gabino Palomares, por ser uno de los principales exponentes de la “nueva canción latinoamericana” en México, y en cuya biografía podemos encontrar importantes momentos de la convivencia musical entre ambos países. Esto dentro de un contexto político y cultural específicos, que le imprimen a esta canción diversos sentidos y lecturas. En este trabajo deseo exponer el papel de la canción de protesta como un arma más en el rescate de la memoria, del reclamo social y la apelación a no olvidar los sucesos que marcaron a nuestros pueblos durante la segunda mitad del siglo XX.
El exilio latinoamericano de la década de los 70, constituye un hito fundamental para la historia de la canción popular de protesta en México. No muchos años antes, un común denominador se hizo presente entre numerosos músicos: el regreso o mejor dicho, la expropiación de los cantos populares y sonidos originarios, en una búsqueda de relatos identitarios que fortalecieran las culturas tradicionales, minadas por la gradual pero decidida institucionalización e industrialización del quehacer musical. Varios expositores de la Nueva Canción en México, coinciden en que entre los pilares de este movimiento sobresalen el Nuevo cancionero Argentino y la Nueva Canción Chilena, una de cuyas
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principales expositoras, Violeta Parra, recorrió sus tierras aprendiendo y reuniendo cantos populares, al igual que el joven Víctor Jara, y como lo hizo en nuestro país Concha Michel, aunque su trabajo no ha sido adecuadamente difundido como ocurre con la Tamaulipeca Judith Reyes, guitarra y voz que brillarían en el plano comercial para luego dedicarse al canto popular político, otro punto comparable a la biografía de Violeta. 1. La izquierda musical en la Ciudad de México …[la década de los] 70, tuvo una parte muy álgida, por lo que sucedía en muchos lugares en América Latina. El golpe militar en Chile era algo así como…que a veces hasta románticamente hablabas de eso.1 La cita es del mexicano Manuel Rodríguez, quien como otros cantautores, en los 70 era un joven músico con inquietudes políticas, que encontró en los acontecimientos sociales de su momento elementos de politización, así como tema y sentido para su obra. Esa fuerte impresión se ve reflejada en la canción que Manuel compone en memorioso homenaje a Violeta Parra, “La Violeta”, con esa mirada romántica que él reconoce a la vuelta del tiempo, y quizá por lo mismo las canciones van construyendo una historia alternativa que además contiene estas subjetividades despertadas por la convivencia política y cultural. Otro ejemplo fue la creación del grupo mexicano Víctor Jara, denominado así en homenaje al cantor chileno, en donde iniciara carrera la cantante Eugenia León, por no mencionar la ya clásica canción A Salvador Allende de Óscar Chávez (Allende el mar, Allende el tiempo, tú regresarás, corazón del pueblo). La presencia chilena en la izquierda musical mexicana ha sido sensible en muchos ejemplos más, por ahora deseo mostrar algunas reflexiones surgidas del trabajo con la memoria de compositores de la protesta mexicana. Testimonios de un momento álgido de la historia latinoamericana, en donde podemos leer un capítulo de la historia de la protesta musical en México, que habla de contactos, influencias, discusiones y experiencias. Escenarios como las peñas y los festivales de solidaridad realizados durante los años 70, fueron de vital importancia para el desarrollo de este movimiento.
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Entrevista con Manuel Rodríguez, julio de 2006. 23
Veníamos de los 60 pero veníamos también de cantar mucho en inglés y de repente la Unidad Popular en Chile, los movimientos en Bolivia y en Argentina, nos hacen voltear al sur. Entonces cantar en español y cantar cosas que tenían que ver con nuestra tierra, con nuestra gente en un momento de coyuntura política que daba un espacio a este tipo de cosas, fue maravilloso (…) estuve en 69 en Chile, fui al a peña de los Parra y ahí quedé catatónico, escuchar a Ángel, a 2 Isabel…
Menciona Anthar López la preeminencia del rock en inglés para los años 60 en México, considero que ese antecedente es importante para dimensionar la fuerza popular del mensaje implícito en el canto y la experiencia chilena. Tras los sucesos cruentos de 1968, la izquierda mexicana se dispersó para en poco tiempo reorganizarse bajo estructuras y lógicas en muchos casos novedosos. En el terreno musical, la protesta norteamericana era escuchada junto con la nueva canción chilena y el cancionero argentino; el rock, irrumpía con fuerza expresando de forma distinta el descontento y la desconfianza en los representantes del poder. En septiembre de 1971 se lleva a cabo el “Festival Rock y Ruedas” en Avándaro, Estado de México, justo en el momento en que la juventud mexicana tomaba caminos de radicalización política, de ahí que fuera visto por una buena parte de la izquierda militante, como un complot despolitizador contra la memoria del 68 y del reciente 10 de junio. Visto como correlato del Woodstock estadounidense, Avándaro era una confirmación de dependencia donde se custodió el micrófono para que ningún interesado en manifestar arengas políticas pudiera llegar hasta él. Como resultado de la persecución e intolerancia hacia el rock, se abrió en cierta forma el campo de acción para el folclor y el canto nuevo, frente al cierre sistemático de los cafés cantantes (que daban trabajo a grupos mexicanos de rock), fue notable la apertura de espacios que ofrecían folclor y el llamado canto nuevo latinoamericano: las peñas. 2. Las peñas y el “canto nuevo latinoamericano” Quilapayún aporta Venceremos y El pueblo unido jamás será vencido presentes en marchas, plantones y asambleas aunque no sea lo mismo la Unidad Popular que ganó la presidencia en Chile que los frentes y coaliciones mexicanas (…) Canto urgente llamaron en Chile a las marchas para movilizar (…) En el umbral del panfleto, las canciones resultaron imperecederas y aún 3 sirven. El gobierno de Pinochet lo previó al prohibir el bombo y la quena.
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Anthar López. En entrevista para Radio Educación por Eduardo Langargne y Rafael Mendoza. 13 de junio de 2011. Programa “Entre hombres sin vergüenzas”. 3 Alberto Híjar. “Canción Política”. Primer encuentro de la canción política en Ciudad Nezahualcóyotl. noviembre de 2008.
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La cita anterior resume con claridad la riqueza simbólica y estética que aportó la izquierda musical chilena. Sin denostar al panfleto como arma inmediata del lenguaje revolucionario, Alberto Híjar retoma la importancia de este momento en que se crean canciones-‐consigna oportunas, “pertinentes” como diría el Mastuerzo sobre las canciones necesarias en los movimientos populares. Las peñas son importantes como escenarios de convivencia y discusión político-‐musical, generada en México con la llegada de cantores de todo Latinoamérica. En la imaginería de la canción política que se construyó en el proceso de la Unidad Popular en Chile, hay una fuerza tanto estética como ideológica capaz de prender raíces en otras tierras, de ahí que los cantautores suelen ubicar en su biografía de la politización, el año 1973 como parteaguas comparable al de 1968. Gabino Palomares apunta: En el contexto político coincide con la campaña de Salvador Allende, (…) En Chile, a René Largo Farías le encarga Allende que integre a todos los artistas progresistas para que lo apoyen en su campaña. Esos artistas fueron parte del triunfo de Allende, se hicieron canciones, una que me 4 parece increíble se llama “La canción del programa” y es el programa político de Allende hecho canción, impresionante, esto es lo que nosotros no hicimos y es de lo que se forma la 5 nueva canción en México.
De acuerdo con Palomares, René Largo Farías es responsable de una de las estrategias más poderosas con que contó la izquierda musical chilena: El proyecto “Chile Ríe y Canta”, que incluía una peña, presentaciones en espacios públicos y populares, caravanas artísticas por todo el país (donde por cierto participó nuestra Judith Reyes, durante el exilio al que el gobierno mexicano la orilló con su represión y hostigamientos), así como una presencia en la radio y una revista. Esto fue parte de esa plataforma política y artística que Gabino observa, no tuvo posibilidades de construirse en México, pues los contextos políticos particulares eran distintos. En un texto testimonial publicado en una de esas raras revistas, Largo Farías rememora cómo la Peña sufre cambios tras el fatídico 11 de septiembre del 73: 4
De acuerdo con el testimonio de Jorge Coulon, de Inti Illimani, no queda claro si Gabino se refiere al Himno de la Unidad Popular, o al disco titulado “Canto al Programa”, me inclino a pensar que se trata de este último. 5 Entrevista con Gabino Palomares, 11 de junio de 2013.
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Convertida en “Chile Lucha y Canta”, se multiplicó en ya legendarios programas radiales, en peñas permanentes o esporádicas, en recitales solidarios en más de 60 6 países de la diáspora chilena.
Para 1977 han proliferado en México las actividades artísticas solidarias con Chile, Nicaragua y El Salvador entre las más extendidas. Participan entidades mexicanas como el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (CLETA), la Liga Independiente de Músicos y Artistas Revolucionarios (LIMAR) y la Casa de Chile que da acogida y apoyo a los músicos de ese país, Largo Farías desarrollaría aquí sus estudios en torno de “La Nueva Canción Chilena”. A las peñas7 llegaban artistas que con frecuencia provenían del teatro, e intérpretes del llamado canto nuevo y protesta como Óscar Chávez, Margarita Bauche, Julio Solórzano, Gabino Palomares, El Negro Ojeda y Guadalupe Trigo, al igual que Los Folkloristas, como comenta Pepe Ávila. En 1963 descubro el Nuevo cancionero argentino y la nueva canción chilena, Así venía en los discos, Egrem o de Fotón, que eran los que sacaban los discos, tenían el sello y 8 decía Nueva Canción Chilena, eran discos Pueblo.
A la par de estos espacios en las disqueras, las peñas fungieron como semilleros de músicos que más adelante incursionarán en el rock mexicano, el jazz y la fusión. Apartados de las lógicas del mercado, algunos espacios mostraban una fuerte preocupación política, como la peña Tecuicanime, en la colonia Roma, una iniciativa del dueto conformado por Anthar López y la chilena Margarita Cruz, me atrevo a imaginar que se conocieron en ese viaje que realiza Anthar en 1969, cuando regresó a México catatónico a causa de lo que había visto y escuchado allá. La peña Tecuicanime resulta así una suerte de puente entre los cantores de folclor y protesta de diversas latitudes, pero comunicante a la vez, con otras posibles plataformas de participación política como
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René Largo Farías. “Chile Ríe y Canta” en Revista Chile Ríe y Canta. No. 1. Diciembre de 1991. La primera peña de que se tiene dato en México es El Pesebre, establecida en 1962, a cargo del etnomusicólogo y estudioso del folclor, Beno Liberman, el lugar funcionaba en la calle de Fresnos, colonia Florida. También era famosa la peña iniciada en ese mismo año, por Salvador el Negro Ojeda, llamada El Chez Negro, que funcionaba en la colonia Del Valle. Posteriormente Lilian Verine, una folclorista francesa, se instaló en México en 1965 y abrió primero la peña Farfelú y más tarde El Callejón del Ojito (Federico Arana, La música…1976. P. 63.) 8 Pepe Ávila del grupo Los Folkloristas, En entrevista para Radio Educación por Eduardo Langargne y Rafael Mendoza. 30 de mayo de 2011. Programa “Entre hombres sin vergüenzas”. 7
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partidos y organizaciones sociales. A través de esta peña músicos como Gabino Palomares se vincularon con entidades políticas como el PCM, o el PMT, con Heberto Castillo. [ahí] llegaron los grandes exponentes de la nueva canción a nivel latinoamericano, hasta Atahualpa estuvo ahí, por su puesto Viglietti, Soledad Bravo, Mercedes Sosa, todos cuando venían a México venían ahí y se daba esta relación de amistad (…) venían los líderes de las organizaciones sociales y políticas (…) Entonces yo, cuando terminaba de cantar, ya tenía 3 o 4 tocadas para la semana. ¡Llegaban los líderes y 9 nos invitaban!
Otra peña que se distinguió por su trabajo de difusión e investigación folclórica fue la peña del grupo Los Folkloristas, que también trae múltiples recuerdos a la memoria de sus asiduos: … no tenía intenciones de negocio. Era para los alumnos y era muy novedoso, llegamos a tener a Serrat de público, y se presentaron en la peña Víctor Jara, Inti Illimani, Mercedes Sosa se presentó tres veces en la peña (…) Silvio Rodríguez y Pablo Milanés tocaron en la peña, se estaban dando a conocer, porque ni los 10 conocían.
Pepe Ávila recuerda una canción de Víctor Jara, “El Arado” para relatar que mostrando gran interés por la música mexicana, Víctor aprendió a tocar jarana en los talleres de los folcloristas. Conclusiones Tanto en México como en Chile, el fenómeno folclórico pronto se vio cargado de intereses mercadológicos que llegaban a coincidir con los intereses del Estado en el contexto cultural generado por los medios masivos de comunicación desde los años 30, dígase cine, radio y discos. Intentando responder a la pregunta ¿Cómo enfrentaron esta circunstancia los cantautores en ambos países? encontramos diferencias. Gabino Palomares lo explica en un sentido de “estrategia” ante el avance capitalista: La Nueva Canción en México siempre fue marginal. Nunca la vimos como negocio (…) No tuvimos la estrategia para hacerlo (…) no nos vinculamos, como sucedió en otros países, ni con los poetas o los demás artistas, integralmente, ni nos vinculamos con las empresas de discos.
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Gabino Palomares. Entrevista por L. G. 11 de junio de 2013.
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Pepe Ávila, entrevista citada. 27
Los grandes artistas de la izquierda no nacieron por generación espontánea, fueron un proyecto político, de las organizaciones políticas. Los chilenos Inti Illimani, Quilapayún, los Parra, fueron un proyecto del exilio chileno (…) y en México los partidos políticos nunca 11 hicieron de nosotros un proyecto político (…) Nosotros nunca fuimos un proyecto político.
Mas que el hecho de que en Chile la música del folclor haya sido vista como negocio, nos interesa la manera en que efectivamente formó parte orgánica de un movimiento político de trascendencia histórica, como lo fue la lucha de Salvador Allende, los tres años de su gobierno, y la ola desencadenada tras el golpe de Estado y la posterior dictadura de Pinochet. Esta participación orgánica imprimió en el canto chileno un carácter que trascendería fronteras por el mundo. Rodolfo Parada-‐Lillo, director artístico de Quilapayún, en un interesante artículo sobre la nueva canción chilena, explica esas estrategias que en palabras de Palomares, faltaron en México para una mayor proyección de este canto: Las caravanas de festivales de folclor “Chile Ríe y Canta”, la creación de nuevas estructuras institucionales de circulación de obras y creadores, así como la casa de ediciones DICAP (Discoteca del Cantar Popular), la relación con la Universidad Reformada y posteriormente la creación de la ONAE, organización nacional del espectáculo. Todas ellas estrategias tomadas por iniciativa del Partido Comunista Chileno.12 Otra diferencia que encuentro entre ambos movimientos musicales, es en los cambios que este canto pudo haber provocado en el seno de su cultura. En el caso Chileno, Parada-‐Lillo plantea que después del Nuevo canto chileno “hay una nueva actitud frente a lo que hay que entender como tradición”, lo cual me parece una gran fortaleza, mientras que en el caso mexicano, sí hubo una fuerte interacción con entidades políticas y populares, sobre todo a través de espacios mediadores como las peñas, aunque no se conformaron plataformas políticas para el quehacer artístico de la magnitud de Chile Rie y Canta. Hubo también fuertes inquietudes por la fusión y la experimentación musical, de ahí que me permita concluir, que, aunque el caso chileno tuvo mayor fuerza de vinculación con el sector popular y político, tanto este como el caso mexicano se pueden caracterizar por haber trazado en el terreno cultural y musical, una línea novedosa entre la tradición y la modernidad, participando en la construcción de un canto que mostrará sus frutos a
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Entrevista con Gabino Palomares, 20 de febrero de 2013.
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Rodolfo Parada-Lillo. “La Nueva Canción Chilena, 1960-1970. Arte y política, tradición y modernidad” en Revista Patrimonio Cultural no. 49, 30 de enero de 2009. Chile.
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principios de los años 80, en un diálogo que además de integrar el canto nuevo y el folclor, integrará de manera creativa y con intenciones de efectividad, al rock.
México, DF. septiembre 23 de 2013.
BIBLIOGRAFÍA Arana, Federico. La Música Dizque Folclórica. Editorial Posada, colección Duda semanal. 1976. Coulon Larrañaga, Jorge. Víctor Jara. Editorial Universidad de Santiago de Chile. 2009. Velasco, Jorge H. El canto de la tribu. Un ensayo sobre la historia del movimiento alternativo de música popular en México. CONACULTA / Memoria Histórica. 2004. Artículos Híjar, Alberto. “Canción Política”. Primer encuentro de la canción política en Ciudad Nezahualcóyotl. Noviembre de 2008. Largo Farías, René. “Chile Ríe y Canta” en Revista Chile Ríe y Canta. No. 1. Diciembre de 1991. Parada-‐Lillo. Rodolfo. “La Nueva Canción Chilena, 1960-‐1970. Arte y política, tradición y modernidad” en Revista Patrimonio Cultural no. 49, 30 de enero de 2009. Chile. Torres Alvarado, Rodrigo. “Cantar la diferencia. Violeta Parra y la canción chilena” en Revista musical chilena, año LVIII. Enero-‐Junio 2004. No. 201, pp. 53-‐73. [en línea, www.archivochile.com] Entrevistas Pepe Ávila del grupo Los Folkloristas, en entrevista para Radio Educación por Eduardo Langargne y Rafael Mendoza. 30 de mayo de 2011. Programa “Entre hombres sin vergüenzas”. Anthar López. En entrevista para Radio Educación por Eduardo Langargne y Rafael Mendoza. 13 de junio de 2011. Programa “Entre hombres sin vergüenzas”. Realizadas por Liliana García: Entrevista con Manuel Rodríguez, julio de 2006. Entrevista con Gabino Palomares, 20 de febrero de 2013. Francisco Barrios. Agosto de 2011.
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EXPONE BEATRIZ TORRES Directora del Centro Académico de la Memoria de Nuestra América de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México
EXPONE MARICLAIRE ACOSTA Socióloga, investigadora, fundadora y miembro del Consejo Directivo de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos A.C.
EXPONE ANTONIO CEREZO Miembro del Comité CEREZO, defensor de Derechos Humanos
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MESA LA DICTADURA Y SUS EFECTOS: DEL RECUENTO DE LOS DAÑOS A LOS PROCESOS DE RESISTENCIA Y REORGANIZACIÓN POPULAR
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LA DICTADURA EN CHILE, DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOSOCIAL: PASADO, PRESENTE Y FUTURO CLEMENCIA CORREA13 Para empezar Los intereses que motivaron la imposición de la dictadura chilena continúan. Los gobiernos supuestamente democráticos simulan y avalan un Estado terrorista, los mecanismos atroces se siguen realizando de manera más refinada y los impactos psicosociales son evidentes desde el golpe de Estado hasta el presente. La herencia de la dictadura sigue presente. Que durante casi veinte años haya sido posible el terror contra la población chilena evidencia la conjunción de actores nacionales e internacionales. Es claro que no fueron solo las fuerzas militares las que llevaron a cabo esta política que sigue perdurando hasta el día de hoy. También estuvieron involucrados el sistema de justicia que avaló los crímenes y los grupos de poder dominantes que desde ese entonces continúan defendiendo sus intereses económicos. Que hoy, después de 40 años, no haya justicia muestra igualmente el papel jugado por el aparato de justicia, lo que permite afirmar que toda esa represión implementada tenía que ver con una política de Estado. Al respecto la maestra Beatriz Torres14 sostiene que las dictaduras del Cono Sur se dieron con anuencia de ciertos sectores de la sociedad civil, empresas, partidos políticos, el sector bancario y la iglesia, las cuales respaldaron y fueron cómplices de la dictadura y muchos de sus intereses permanecen hoy día las instituciones creadas por la dictadura, las cuales hoy permanecen intactas. Torres manifiesta también que “los violadores de los derechos humanos prácticamente siguen absolutamente impunes; en el caso de algunos militares juzgados, las fuerzas armadas chilenas construyeron un penal especial bajo su jurisdicción llamado Punta Peuco” 15. El Estado, la burguesía y los empresarios han necesitado que el pueblo chileno sea sumiso para imponer megaproyectos e interese económicos específicos. Como lo expresa Gustavo Ruz16, apoderarse de las reservas de cobre, materia prima esencial para todo el diseño tecnológico del capitalismo mundial en el siglo XXI, fue uno de los intereses prioritarios del gobierno de Estados Unidos para apoyar la dictadura en Chile. Esto explica que los principales grupos empresariales y Psicóloga colombiana, fundadora y directora de la Organización ALUNA para el acompañamiento psicosocial, proyecto dirigido a proteger a defensores de Derechos Humanos que se encuentran en situación de riesgo. Desde el 2004 ha sido profesora en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y actualmente labora en el Camena (Centro Académico de la Memoria de Nuestra América). Desde 1993 ha trabajado en el acompañamiento psicosocial a víctimas que han sufrido el impacto de la violencia política, en Colombia hasta el 2002 y desde el 2003 en México, en particular a mujeres, familiares de desaparecidos y comunidades desplazadas. Desde el 2010 es parte de la red nacional en México y Mesoamérica de defensoras de Derechos Humanos. En junio de 2010 realizó los peritajes psicosociales para la Corte Interamericana de Derechos Humanos de los casos de Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú. 14 Directora del Camena (Centro Académico de la Memoria de Nuestra América) de la UACM. 15 Helena Lozano Galarza, Chile, la herencia de la dictadura. En: http://www.newsweek.mx/index.php/articulo/6083#.Uk28otJSjko 16 Coordinador Movimiento por una Asamblea Constituyente en Chile, candidato ciudadano a la presidencia 2014. 13
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los medios de comunicación que sustentaron por 17 años la dictadura sean, hoy, precisamente, los que han alcanzado una posición hegemónica en la sociedad y el Estado, y muy particularmente en la política parlamentaria chilena17. No hay que olvidar que la dictadura de Chile y todas las de Cono Sur 18 fueron propiciadas por los intereses capitalistas del gobierno de Estados Unidos junto con la burguesía política y las fuerzas militares de cada país. En el marco de la Revolución Cubana no podían permitir que otros pueblos latinoamericanos se alzaran también en contra de sus gobiernos. En entrevista con La Jornada, Joan Garcés19 expresa que “el estado chileno de Allende significaba en la práctica más democracia social, democracia económica, más democracia política y más participación. Ese contraste entre el maniqueísmo de la potencia hegemónica y la realidad participativa y la democracia del interior de Chile fue considerado inaceptable por la administración Nixon-‐Kissinger”. Al respecto es imprescindible retomar las afirmaciones del escritor Christopher Hitchens en su libro The Trial of Kissinger, en el que revela la participación del presidente Nixon y sus asesores cercanos como Kissinger en el golpe de Estado contra Allende en 1973: “La política establecida y continuada es que Allende sea derrocado mediante un golpe. Sería preferible que esto ocurriera antes del 24 de octubre, pero los esfuerzos para lograrlo continuarán pasada esa fecha. Seguiremos ejerciendo las máximas presiones y utilizando todos los recursos apropiados para alcanzar el objetivo. Es imperativo que estas acciones se lleven a cabo de forma clandestina y segura, para que el Gobierno de Estados Unidos y los norteamericanos queden a resguardo...20” Después de las dictaduras del Cono Sur, aplicadas por medio del Plan Cóndor, se dejó la herencia de sus prácticas para las guerras sucias en Guatemala, Nicaragua, El Salvador, con gobiernos supuestamente democráticos. En Colombia y México, que son la evidencia de la continuación de los crímenes de horror, el discurso por el bien de la seguridad y el desarrollo ha servido para justificar la utilización de métodos más refinados, la sofisticación de los diversos mecanismos represivos y la construcción de discursos más elaborados para defender los crímenes de lesa humanidad.
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Derechos Humanos: otra víctima de la transición chilena. En: (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165756.) 18 Expresa la maestra Beatriz Torres: “A pesar de que en América Latina y el Caribe los golpes de Estado han sido una práctica frecuente en nuestra región, la de Chile es una intervención no militar estrictamente, se hizo para implantar el gran laboratorio del neoliberalismo a través de su mentor ‘premio nobel’, el estadounidense Milton Friedman”. En: Helena Lozano Galarza Chile, la herencia de la dictadura. En: http://www.newsweek.mx/index.php/articulo/6083#.Umg1PHBSjko (ya citado). 19
Abogado y doctor en Ciencias políticas por la Sorbona de París. Amigo y asesor del presidente Salvador Allende. El 11 de septiembre de 1973, cuando Allende habló por última vez a su familia y colaboradores, le dijo: “Usted debe salir (...), alguien tiene que contar lo que aquí ha pasado y solo usted puede hacerlo“. En: Julio Scherer García, Pinochet vivir matando, Nuevo Siglo Aguilar, 2000. Desde 1973 ha trabajado para documentar el genocidio en Chile y fue quien junto con el juez Baltazar Garzón , brindaron la información para el juicio de Pinochet, 20 (avances en El PAIS, Madrid, 04.03.2001, separata Domingo, pg. 3). Citado en Búsqueda de verdad y justicia II. Chile. La dictadura militar 1973.1990 http://www.javiergiraldo.org/IMG/pdf/VyJ/03Chile.pdf
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En el documento Desapariciones forzadas en Colombia 2011-‐ 2012,21 elaborado por la Mesa de Desaparición Forzada de la CCEEU, por ejemplo, se anota que: “(…) la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía General de la Nación reportó a mayo de 2011, un total de 32.000 casos de desapariciones forzadas cometidas por grupos paramilitares, recibidos a través de los formatos de registro que llenaron las víctimas de hechos atribuibles a grupos armados al margen de la ley”. En México, por su parte, expresa Nadyn Reyes en entrevista con La Jornada,22 “se calcula que hay más de 70 mil detenidos-‐desaparecidos en lo que fueron las dos administraciones panistas, de los cuales el 80 por ciento corresponde a los pasados siete años y explico que hoy las desapariciones forzadas se han sofisticado para que sea más complicado adjudicar esas acciones a instancias del gobierno y que solo en el comienzo del actual sexenio de 2013 y hasta mayo se han documentado más de una decena de desapariciones de defensores de derechos humanos”. La supuesta transición: las víctimas como botín político Desde el pacto de la Moncloa23 se ha ido constituyendo el modelo en el cual se pacta el silencio y el dolor y verdad de las víctimas. Como lo expresa la maestra Beatriz Torres: “El modelo de Moncloa se copió en Chile con la venia y la autorización del gobierno de Estados Unidos, en donde la justicia no tenía cabida y los pactos políticos internos del país tendrían que hacerse con extremo cuidado para garantizar ‘el equilibrio social, político y económico’. Los resultados están a la vista: para nadie es una novedad que se hable abiertamente ‘de la democracia pactada”. En todos los gobiernos posteriores a la dictadura se ha hablado de las víctimas. Se discute sobre si hacer juicio o no; se comenta sobre la importancia de que haya justicia o perdón y olvido y sobre las políticas de transición. Sin embargo, lo que es cierto es que en ninguno se ha dado justicia ni reparación a las víctimas y menos el castigo a los culpables. Con el discurso de la transición de la dictadura a los gobiernos supuestamente democráticos se viene no solo negando la justicia sino avalando los motivos y las violaciones a los Derechos Humanos que se dieron en este periodo atroz que vivió el pueblo chileno. En este sentido se puede retomar el concepto de la “democracia 21
Por impresionantes que puedan parecer esas cifras, constituyen un subregistro en relación con la magnitud del fenómeno en el país. Evidencia de este subregistro es que de las 22.689 personas que fueron registradas como N.N en los diferentes cementerios públicos de todo el país a fines del 2011, tan solo 440 habían sido reportadas por sus familias como desaparecidas ante el Registro Nacional de Personas Desaparecidas. Tampoco se incluyen las miles de personas que han sido arrojadas a los ríos o que fueron incineradas en hornos crematorios o enterradas en cementerios clandestinos, según han confesado algunos paramilitares dentro del proceso de la ley 975/05. I n f o r m e d e desapariciones forzadas en Colombia 2011-‐2012, jueves primero de marzo de 2012. En: http://justiciaypazcolombia.com/img/pdf/desapafor_-‐ _mesa_de_trabajo_cceeu_-‐_documento_de_cabildeo.pdf. 22 Carolina Gómez Mena, Persisten las desapariciones las desapariciones forzadas: denuncian. En: http://www.jornada.unam.mx/2013/08/30/politica/012n2pol 23 Según la maestra Beatriz Torres: “Hasta donde tengo información, el modelo transicional para América Latina está basado en el Pacto de la Moncloa, firmado en el Palacio de la Moncloa el 25 de octubre de 1977 para la transición española después de la muerte del dictador Francisco Franco, en donde se renunciaba, entre otras cosas, a hacer justicia por la violación a los Derechos Humanos en los años de la guerra civil y de la dictadura franquista”. Helena Lozano Galarza, Chile, la herencia de la dictadura, en: http://www.newsweek.mx/index.php/articulo/6083#.Uk28otJSjko
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de baja intensidad” del profesor investigador Rafael Sagredo24 cuando se refiere a lo que ha sido la farsa de los gobiernos posteriores a la dictadura en la construcción de una sociedad realmente democrática. Como lo expresan David Becker y Hugo Calderón, en el marco de la supuesta reforma constitucional de 1988 los militares mantuvieron sus prerrogativas fundamentales, el monopolio de las armas y la gestión autónoma de los institutos armados respecto a la sociedad civil. La reforma dejó además la permanencia del General Pinochet como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas,25 como si no fuera poco el haber sido exonerado por todos los crímenes que cometió y sepultado, además, con honores militares en una ceremonia de Estado en la que estaba presente la Ministra de Defensa26. Todo lo anterior evidencia una política de Estado. El 25 de abril de 1990 en el gobierno del expresidente Patricio Aylwin se creó la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación para intentar demostrar que se estaba en un gobierno democrático de transición de la dictadura. Para la realización del informe de esta Comisión, llamado Informe Reting27 por su presidente, el jurista Raúl Reting, solo las víctimas rindieron su testimonio, pues las Fuerzas Armadas eludieron su responsabilidad de contar la verdad al alegar que se encontraban legalmente impedidas de dar información. Como lo expresa Joao Garcés, la Comisión “fue una burla para los chilenos, una ofensa para las víctimas de la dictadura. Consolidó la impunidad y confirmó la servidumbre de Aylwin al poder militar, Pinochet creció, más sólido, más fuerte”. En el marco de la presentación del informe, el expresidente Aylwin evidenció su simulación ya que formuló un llamado a los chilenos a dejar atrás el pasado. Expresó: “Hagamos todo lo posible para sanar las heridas del pasado (…). Muchos compatriotas creen que es hora de cerrar este capítulo. Por el bien de Chile debemos mirar hacia un futuro que nos una, en vez de al pasado que nos separa.28 Aylwin, además, pidió perdón a los familiares de las víctimas y llamó a los militares a hacer gestos de reconocimiento del dolor y sufrimiento infringido. Si afirmáramos que la política del gobierno chileno se puede resumir en: “El aumento de privatizaciones en beneficio del capital transnacional, homogenización productiva y mono funcionalidad de la tierra con atroces consecuencias ante el deterioro ambiental y la consolidación de un mercado sobre explotador con planes que buscan beneficiar a las corporaciones y
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En conferencia en el seminario “A 100 años de la decena trágica y 40 del golpe militar en Chile” convocado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, Dirección de Estudios históricos, Museo Nacional de las Intervenciones y el Colegio de México,; 21 de octubre 2013. 25 David Becker/Hugo Calderón, “Traumatizaciones extremas, procesos de reparación social, crisis política. En,: Era de nieblas : derechos humanos, terrorismo de Estado y salud psicosocial en América Latina. Horacio Riquelme, U. Editor, 1967. (Si es así, habría que poner: nombres de los autores, título del artículo en comillas, en: en cursivas nombre del libro, y luego los datos de editorial, ciudad, año, etc. 26 En: http://mexico.cnn.com/mundo/2013/05/18/pinochet-‐el-‐chileno-‐impune-‐enterrado-‐con-‐honores 27 Secretaría de Comunicación y Cultura, Ministerio Secretara General de Gobierno Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, Volumen I, Santiago, febrero de 1991. 28 Informe de La Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación http://www.derechoschile.com/espanol/rettig.htm
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transnacionales, concebidos desde la perspectiva y estrategia policial represiva, tendiente a controlar y desarticular movimientos sociales”.29 ¿Estamos haciendo referencia al proceso de la dictadura o a las políticas del expresidente Ricardo Lagos? ¿O tal vez seguimos evidenciando los intereses que desde década la ignominia permanece en el presente? Si bien en su gobierno se realiza el Informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Torturas (presidida por monseñor Sergio Valech, por lo que la comisión lleva su nombre) realizado treinta años después de la dictadura, también promulgó una ley en la que el testimonio de la víctimas ante la Comisión Valech, en contra de sus torturadores y asesinos, sería mantenido en secreto durante 50 años para impedir las acciones conducentes a sancionar a los culpables, como lo señala Gustavo Ruz.30 Y qué decir de la expresidenta Bachelet, siempre ufanándose de ser democrática, pero en el marco del entierro del general Augusto Pinochet, aun siendo víctima de la dictadura pinochetista, expresó que "conforme a la institucionalidad vigente, se ha determinado que el fallecido general recibiera en sus exequias los honores que corresponden a un excomandante en jefe del Ejército, según lo establecido en el Reglamento del Servicio de Guarnición del Ejército”31. Además, no hay que olvidar que no solo nunca promovió la búsqueda de la verdad y justicia de los crímenes del pasado sino que durante su mandato permitió la aplicación de la Ley Antiterrorista contra el pueblo mapuche,32 y no gratuitamente, en el marco del aniversario de los 40 años de la dictadura, ahora como candidata de la oposición para las nuevas elecciones presidenciales, expresó, por un lado, que no volverá a aplicar esta ley33 utilizando de esta manera como botín político a las víctimas: "La verdad, porque tenemos necesidad de conocer lo que vivieron las víctimas, qué paso con ellas y con ellos, por el derecho mínimo e innegable de hacer el duelo, y de tener un lugar físico para hacerlo",34 pero no se refirió para nada a los victimarios, por lo que queda la pregunta: ¿para ellos perdón y olvido? ¿Y el actual Sebastián Piñera? ¿Acaso es diferente a los demás? Identificar sus máscaras tal vez hará más fácil describirlo. Tras participar en la ceremonia religiosa que fue realizada en la catedral evangélica, dijo a periodistas: "Quiero pedirle a Dios por la verdad y la justicia, pero también por el perdón y la reconciliación entre todos los chilenos", llamó "a superar los traumas" y a "no traspasar a nuestros hijos y nietos los mismos odios y querellas35. 29
http://www.mapuche-‐nation.org/espanol/html/articulos/art-‐157.htm Ya citado. 31 Sin juicio, murió Augusto Pinochet. En: http://historico.elpais.com.uy/especiales/LaMuertedePinochet/nota1.asp 32 ¿Democracia en Chile? ¿Qué hay detrás de la aplicación de la Ley Antiterrorista contra los mapuches? En: http://www.mapuche-‐nation.org/espanol/html/articulos/art-‐157.htm 33 Bachelet se compromete a no usar la Ley Antiterrorista. En: http://www.lanacion.cl/bachelet-‐se-‐ compromete-‐a-‐no-‐usar-‐la-‐leyantiterrorista/noticias/2013-‐10-‐03/141443.html 34 Bachelet aboga por la verdad ante crímenes de la dictadura Pinochet. En: http://www.andina.com.pe/Espanol/noticia-‐bachelet-‐aboga-‐por-‐verdad-‐ante-‐crimenes-‐de-‐dictadura-‐ pinochet-‐473801.aspx#.Uk3jc9JSjko. 35 En: http://www.informador.com.mx/internacional/2013/484700/6/pinera-‐llama-‐a-‐superar-‐traumas-‐del-‐ pasado.htm. http://www.informador.com.mx/internacional/2013/485576/6/sebastian-‐pinera-‐ruega-‐por-‐ una-‐reconciliacion-‐en-‐chile.htm. 30
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En estas afirmaciones, ¿en donde se está poniendo la responsabilidad? No en los victimarios sino en las víctimas; son ellas, las personas y familias afectadas, quienes NO deben pasar el odio para que exista reconciliación. Pero… ¿qué significa perdonar? ¿Quién debe perdonar? ¿Acaso los traumas se superan con la negación de los hechos o por arte de magia? ¿Puede hablarse de reconciliación cuando los victimarios siguen hoy libres o cuando los las causas que llevaron a la implantación de la dictadura siguen presentes? Si hablamos de reconciliación debemos comprender que se refiere a una reunión amistosa posconflictual entre oponentes previos que busca restaurar una relación social alterada por el conflicto36. Para nuestro caso debemos aclarar diversos aspectos. En primer lugar, decir que las víctimas no eran oponentes al Estado, no tenían un conflicto con él. Las víctimas eran personas, colectivos y movimientos que exigían sus derechos; otras fueron solidarias con quienes eran objeto de diversas expresiones de represión e incluso hubo quienes no pertenecían a ninguno de los dos grupos anteriores. A todas las escogió la dictadura para mandar su mensaje: cualquiera puede ser víctima, nadie se salva. El Estado chileno implementó una represión masiva, sistemática. En segundo lugar, tampoco se puede hablar de posconflicto porque no hubo conflicto, pero, además, porque todavía no ha pasado la situación que generó el daño; y por último, ¿qué relación se puede restaurar con un sistema dictatorial? ¿Qué son el perdón y el olvido sino la legitimación de los crímenes? Si algo pasó, no sabemos nada. Recordar sería aceptar que existieron; decir la verdad evidenciaría la responsabilidad de los victimarios. Al respecto se retoma el planteamiento del padre Javier Giraldo, S.J., cuando expresa que se suele apelar al perdón y al olvido, a razones pragmáticas, cuando las éticas se revelan inconsistentes. Desde una lectura psicológica dice, equivale a la convicción de que las heridas del alma pueden ser sanadas simplemente ignorándolas y tapándolas; que si no se olvida el pasado violento, la memoria de este podría desencadenar nuevamente odios y retaliaciones que reeditarían la violencia. En una lectura sociológica equivale a la convicción de que una sociedad puede construir un futuro no violento o de sana convivencia sobre la ignorancia compulsiva de su historia. Afirma también que en una lectura moral equivale a la convicción de que sobre la abdicación de la conciencia moral frente al pasado, puede construirse una responsabilidad moral frente al presente y al futuro. Ninguna de estas lecturas es aceptable.37 Los mecanismos del horror El sociólogo William Schütz, señala que la represión ordinaria y el terrorismo de Estado constituyen un medio económico, directo o no, para la apropiación de la riqueza por parte de una minoría dominante y que "las razones por las cuales una elite en el poder decide dar preferencia a 36
Utilizado en el ámbito social, pocos términos están tan cargados como el de "reconciliación". Cargado en todo sentido: política, emotiva, incluso filosóficamente; la asociación que se hace con lo religioso y su práctica de "perdón" es inmediata. De esa cuenta, "reconciliación" no es una palabra inocente, neutra, aséptica. Mucho menos neutros son, por tanto, los complejos escenarios en que aparece ni los procesos político-‐sociales en que se desenvuelve, en que intenta cobrar cuerpo. Marcelo Colussi, Reconciliación postguerra: verdades y mentiras. En: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=79692. 37 Javier Giraldo M., S.J., Memoria Histórica y Construcción de Futuro, 23 de noviembre de 2004.
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determinadas formas de terror sobre otras tienen que ver con la psicología política del terrorismo de Estado."38 El objetivo militar no implica tan solo la acción armada sino todas las dimensiones de sentido de la vida: cultural, ética, psicológica y social. Como lo expresa Ignacio Martín Baró: “bajo la sombra de la impunidad, los Estados desarrollan toda una estrategia, tanto militar como psicológica, en medio de la cual se busca dominar a la población a través de una represión aterrorizante, es decir, de la ejecución visible de actos crueles que desencadenan en la población un miedo masivo e incontenible donde ya no se trata de paralizar completamente a la población civil, pero sí de inhibir su rebeldía potencial o de impedir, al menos, su apoyo efectivo al enemigo”.39 Elizabeth Lira afirma que la violencia represiva apunta, en última instancia, no sólo a la aniquilación de los opositores más activos, sino también al sometimiento progresivo del conjunto de la población mediante la internalización de las amenazas vitales, de tal modo que se produzca una autorregulación aprendida de la conducta social deseable40. En este sentido se debe afirmar que todos los mecanismos represivos utilizados en la dictadura fueron totalmente planeados y perversos para que quedaran las imágenes y olores impregnados en la memoria de cada persona, familia y sociedad, no solo chilena o del Cono Sur, sino de América Latina en general. Retomando las palabras De David Becker y Hugo Calderón: “En Chile hay muertos, detenido-‐desaparecidos, torturados. Ha habido un exilio masivo y dentro de Chile represión de masas. Pero en términos concretos la represión ha sido la más tecnificada de las dictaduras latinoamericanas. Esto significa, con un costo necesario calculado para obtener el máximo efecto de paralización sobre la población” 41. La gran mayoría de los oficiales chilenos fueron entrenados en la Escuela de las Américas para crear una estrategia de terrorismo de Estado no solo aplicada en Chile sino a nivel continental; en esta estrategia participaron los propios oficiales, la iglesia, el sector de salud, los médicos que controlaban las torturas. Vale la pena señalar que si bien la psicología ha sido una de las disciplinas más importantes conocimiento de la conducta humana, de la psiquis, la dinámica de las relaciones interpersonales para el apoyo de las personas, las familias, grupos e incluso en la sociedad, también ha sido utilizada para hacer daño. Y en particular en las dictaduras para producir diversos efectos. En el contexto del presente artículo se cita sólo como ejemplo, las técnicas de torturas, interrogatorios, basadas en estudios psicológicos de la Escuela de las Américas, hoy día la Escuela de Cartagena – Colombia donde han entrenado a militares, policías civiles además de tácticas militares psicológicas que acompañan los operativos. 38
Padilla Ballesteros, Elías, “La memoria y el olvido”, sin fecha, recuperado el 29 de octubre de 2009 en: http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/investig/lamemolv/memolv05.htm consultado el 12 de enero de 2013. 39 Martín-‐Baró, Ignacio, “De la guerra sucia a la guerra psicológica: el caso de El Salvador”, en: Psicología social de la guerra: trauma y terapia , El Salvador: UCA, Vol. 4, p. 166. 40 Lira Elizabeth, “Psicología del miedo y conducta colectiva en Chile”, Publicado en Boletín de AVEPSO (Asociación Venezolana de Psicología Social), julio 1989, s/p. 41 Artículo ya citado.
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En su página de Psicología en la Introducción sobre el apartado de interrogatorios dice textualmente: “La sicología tal y como se usa en el interrogatorio implica una evaluación de la conducta humana. La siguiente es una lista y discusión breve de algunos factores y mecanismos sicológicos básicos que si son entendidos por el interrogador, le pueden ayudar en la preparación y conducción de interrogatorios: tener en cuenta el TEMOR: la Frustración el ENOJO: Cuando el interrogado está Enojado, no está en control de sus facultades, y puede hacer declaraciones reveladoras. 3. y entre otros la utilización de la psicología en La represión política que utiliza los estados un eje fundamental es la intencionalidad de crear efectos psicológicos, sociales y políticos en las personas y las organizaciones.” 42 Vale la pena decir que el Informe Valech43 retoma las torturas y prisiones donde se cometieron graves violaciones a los derechos humanos y no solamente quienes habían muerto a manos de agentes del Estado como lo fue en el Informe Rettig; sin embargo, ninguno de los dos logra dar la cifra del total de víctimas que fueron puestas en prisión, torturadas o desaparecidas, ni tampoco las causas que llevaron a la imposición de la dictadura y menos los nombres de los victimarios que participaron. Con el informe Valech la cifra de víctimas de la dictadura subió a 40.280; sin embargo, desde la documentación de organizaciones de la sociedad civil se estima que esta puede superar los 100.00044. Como lo expresa Lorena Pizarro45, es preocupante los criterios que se usaron para calificar a víctimas. María Luisa Sepúlveda, presidenta de la Comisión manifesta que hubo dos los argumentos por lo que no estaban en el mandato de la Comisión: “Hay personas como los hijos de víctimas que sufrieron allanamientos violentos, donde sus padres fueron víctimas de prisión y a veces de ejecución, y porque en algunos casos no se pudo probar la motivación política de los casos o por falta de antecedentes". Son tan escalofriantes y contundentes los testimonios que recoge el informe Valech que no es posible exponerlos en este artículo, sin embargo rescatamos algunos métodos para comprender a qué nos estamos refiriendo. Es importante resaltar que las detenciones y las torturas fueron realizadas contra mujeres, hombres y hasta contra niños. Según este informe se utilizaron diversos métodos de tortura, algunos de los cuales se mencionan a continuación: golpizas reiteradas que incluían golpes en todas las partes del cuerpo, por ejemplo en los ojos y en los testículos, así como arrastrar al detenido por escaleras tomado del pelo; lesiones corporales deliberadas, donde extraían uñas y realizaban cortes en el cuerpo con armas blancas; colgamientos, posiciones forzadas, aplicación de electricidad, simulaciones de fusilamiento, amenazas (se llegó incluso a detener al cónyuge y a los hijos para exhibirlos al detenido mientras se le advertía que serían torturados, muertos o desaparecidos, incluidos menores de edad; humillaciones y vejámenes como obligar a ingerir desechos orgánicos o a besar la bota de un agente militar; desnudamiento, con el que se obligaba al detenido a permanecer desnudo en presencia de desconocidos para que vivenciara un estado de extrema vulnerabilidad e indefensión; agresiones y violencia sexual a mujeres que estaban embarazadas y otras que quedaron embarazadas por la violación, también prácticas aberrantes desde introducción de
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Manual de Interrogatorio. Por la Escuela de las Américas. Psicología en interrogatorios. http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/investig/ameint/ameint09.htm 43 En: http://www.bcn.cl/bibliodigital/dhisto/lfs/Informe.pdf 44 Muchas víctimas no han denunciado por la desconfianza 45 AFP Lorena Pizarro, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) /AFP En: “Suben víctimas de dictadura chilena”, El nuevo siglo. En: http://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/8-‐ 2011-‐suben-‐v%C3%ADctimas-‐de-‐dictadura-‐chilena.html, agosto 18 de 2011.
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objetos hasta tener sexo con animales; prisión y violencia sexual a niñas de diversas edades; vale la pena señalar que prioritariamente estuvo dirigida a mujeres, tanto así que el informe tiene un apartado especial para este tipo de tortura, pero también los hombres fueron objeto de estas prácticas. Es necesario resaltar en este apartado, la tortura, asesinato y desaparición de los hijos: solo el Informe Rettig46 certifica 307 casos de menores de 20 años desaparecidos y ejecutados, niños de seis meses hasta la adolescencia. Sin embargo, información recopilada por el periodista Carlos Fariña Oyarce, menciona hasta a 2.200. Un ejemplo de ello es el de Ernesto Lejderman Ávalos hijo de un argentino y una mexicana, que apenas tenía 2 años y medio y fue testigo del asesinato de sus padres. Después de esto en una patrulla militar se lo llevaron a un regimiento y lo entregaron a un teniente, quien posteriormente lo dejó al cuidado de las monjas de un convento. Hoy, después de casi treinta años, Ernesto ha reconstruido su historia, lo que le ha permitió estar exigiendo justicia para los responsables., por primera vez se denuncia la muerte de un ciudadano argentino a manos del régimen militar chileno.47 No podemos dejar de nombrar también la represión a las expresiones culturales. Como dice el abogado Eduardo Contreras,48 la figura política era Salvador Allende; en la música, Víctor Jara, y en la literatura, Pablo Neruda. Eran los tres símbolos patrios democráticos que se identificaban con el proceso de la Unidad Popular, En la medida que esos símbolos desaparecieran significaban victorias para la dictadura y derrotas para la izquierda chilena. Esto asesinatos, me parece, denotan la criminalización y el mensaje de que todas las formas de expresión, de solidaridad, de hacer visible de cualquier manera lo que estaba pasando, estaban prohibidas e iban a ser silenciadas. ¿Por qué y para qué conocer los métodos represivos? Conocer los métodos y los testimonios de los sobrevivientes, en principio es una forma en que podemos constatar la atrocidad, la sevicia, la perversidad con la que actuaron los agentes del Estado; nos permite dimensionar las intenciones con las que actuó el sistema, pero también comprender parte de la estrategia utilizada por el terror de la dictadura contra la población. En el nazismo, la intención era el exterminio de los que consideraban dañaban la raza aria (homosexuales, judíos, locos, gitanos, comunistas). Quienes lograron sobrevivir no fue por haber sido liberados por el sistema sino porque la llegada de los rusos y los estadunidenses los salvó. En este sentido, si en la dictadura chilena, la intención era eliminar a los enemigos y a aquellos que potencialmente podrían serlo… ¿por qué dejaron a varias personas libres después de ser torturadas cuando podrían haber matado a todos? ¿Cuál fue la intención con esto? Considero que hay varias respuestas a estas preguntas: para que los sobrevivientes contaran de lo que habían sido objeto; para que otros tuvieran conocimiento de hasta dónde podía llegar el poder; para que quedara claro que cometerían los crímenes más atroces sin ningún costo; para
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En: http://www.observatoriogeneroyliderazgo.cl/index.php/las-‐noticias/7252-‐chile-‐las-‐víctimas-‐infantiles. Instituto universitario del Prado, Caso Lejderman: la historia del hijo de desaparecidos que Cheyre refugió en un convento. En: http://www.latercera.com/noticia/politica/2013/08/674-‐538887-‐9-‐caso-‐lejderman-‐la-‐ historia-‐del-‐hijo-‐de-‐desaparecidos-‐que-‐cheyre-‐refugio-‐en-‐un.shtml 48 En: http://www.jornada.unam.mx/2013/09/20/cultura/a03n1cul http://www.derechoschile.com/espanol/víctimas.htm 47
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paralizar a la población de aquel momento, pero también para dejar constancia histórica de que podía volver a pasar, no solamente en la época de la dictadura sino también en el momento que el establecimiento lo considerara necesario; todo lo anterior con la claridad de que los efectos permanecerían incluso 40 años después, ya que todavía hay chilenos que no han podido narrar sus testimonio o incluso ciudadanos de otros países, como nosotros mismos, que evadimos aceptar que el horror existe y que deberíamos tratar de comprender por qué sucedió para evitar que se vuelva a repetir. Si leemos o escuchamos los testimonios de los sobrevivientes de manera irresponsable, morbosa o masoquista, reproducimos la intencionalidad del sistema y por tanto del horror; pero si se hace con la intención de comprender lo que ha pasado, la forma de actuación del Estado, del poder, es posible que sirva para prever nuevos hechos represivos; para que las víctimas de antes y de hoy puedan dimensionar las afectaciones y afrontar lo vivido estratégicamente desde el ámbito político hasta emocional; para luchar, además de por la exigencia de la verdad y la justicia, por evitar las causas que llevaron a esos crímenes de horror. 4. Algunos efectos Como explicamos anteriormente, los actos represivos y de terror se suscitan bajo una estrategia integral y buscan generar impactos psicosociales en la población, ya que al ser sistemáticos, duraderos y colectivos dejan huellas físicas, psicológicas y sociales. Los hechos represivos impuestos por los gobiernos autoritarios y en nuestro caso la dictadura chile, conllevan la vivencia de un trauma psicosocial49 no solo para la víctima50, para su familia y organizaciones, sino para la sociedad en general. No puede dejar de decirse que la represión conlleva una intención de clase; Aunque toda la sociedad chilena en su conjunto resultó afectada por los hechos de terror, lo cierto es que hacia donde fueron dirigidos todos los crímenes más atroces fue hacia la clase media, media baja y fundamentalmente a la clase baja, por su condición social y lo que representaban para el establecimiento; la clase obrera, los militantes de partidos, los estudiantes y el pueblo en general que atentaba contra sus posturas políticas e ideológicas, exigían otro modelo de sociedad, confrontaban un status quo, no merecían existir. 49
“[…] al hablar de trauma psicosocial se quieren subrayar también otros dos aspectos que con frecuencia tienden a olvidarse: (a) que la herida que afecta a las personas ha sido producida socialmente, es decir, que sus raíces no se encuentran en el individuo sino en su sociedad y (b) que su misma naturaleza se alimenta y mantiene en la relación entre el individuo y la sociedad, a través de diversas mediaciones institucionales, grupales e incluso individuales, lo cual tiene obvias e importantes consecuencias a la hora de determinar qué debe hacerse para superar estos traumas”. En: Martín-‐Baró, Ignacio, “La violencia política y la guerra como causas del trauma psicosocial en El Salvador, Revista de Psicología de El Salvador, 1990, Vol. IX, Nº 35, p.89-‐108. 50 La Corte ha declarado en otras oportunidades que los familiares de las víctimas de violaciones de los Derechos Humanos pueden ser, a su vez, víctimas. El Tribunal ha considerado violado el derecho a la integridad psíquica y moral de familiares de víctimas con motivo del sufrimiento adicional que estos han padecido como producto de las circunstancias particulares de las violaciones perpetradas contra sus seres queridos, y a causa de las posteriores actuaciones u omisiones de las autoridades estatales frente a los hechos. Véase Corte Interamericana de Derechos Humanos, Furlán y familiares vs. Argentina. Resumen oficial, archivo disponible en:http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_246_esp.pdf. Consultado el 23 de julio de 2012.
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Si bien son múltiples los efectos que ha dejado la dictadura, para este artículo nos referiremos al impacto psicosocial51 generados por graves violaciones de Derechos Humanos y experiencias traumáticas como son el terror, la mentira y la impunidad. Del terror Como se expresó anteriormente, un eje transversal para imponer la dictadura fue el terror impuesto a la sociedad chilena, dejando huellas profundas a nivel personal, familiar y social. Comprender la dimensión del terror es necesario comprender la del miedo, como mecanismo de terror y sus múltiples manifestaciones; Al respecto es importante retomar el planteamiento que hace Luis Ibacache52, para comprender la dimensión del miedo y el miedo se constituye, al mismo tiempo, en medio y en fin, condición necesaria y resultado procurado por medio de la represión política. Por medio de la amenaza vital permanente, se genera la ausencia de parámetros estables personales, grupales, institucionales y sociales; la disolución creciente de los límites entre seguridad y peligro, entre lo prohibido y lo permitido y entre lo real y lo posible. Es contundente que los crímenes de lesa humanidad fueron pensados para dejar símbolos y huellas para que se mantuvieran con el paso del tiempo: la vivencia del horror e impotencia de los padres frente a todo los hechos que se ejecutaron contra los hijos; las violaciones aberrantes cometidas para mujeres prioritariamente y hombres; acasos no significa esto dejar mensajes en la población como por ejemplo que todos los sectores eran tocados, ¿Cuál sería el mensaje que se quería dejar en los sobrevivientes, las familias y en la sociedad?¿Qué podría significar el lanzamiento de los cadáveres de prisioneros políticos al mar para hacerlos desaparecer? (prueba de ello fueron los rieles hallados en las costas de Caldera, en el norte de Chile53), ¿o las toxinas utilizadas para eliminar dentro y fuera del país a miles de opositores a la dictadura?54, que hicieran lo que hicieran, nadie se podía salvar. Se retoma el planteamiento de Giraldo cuando afirma que “desde el aspecto subjetivo se comprende mejor la dimensión política o ideológica del terror: esa capacidad de condicionar a las personas mediante la parálisis de determinados estratos de su ser o de su acción; de destruir, modificar o encauzar dimensiones o campos importantes de la vida personal o social; en otros términos, esa posibilidad de determinar, someter, manipular y subyugar a los demás, hace del terror un instrumento político de dominación y de control social” 55. Ante todo, el miedo genera confusión en la sociedad, lleva a cuestionar los referentes construidos, genera la sensación de vulnerabilidad, de desprotección y de impotencia individual y colectiva e, incluso, se puede generar la percepción de la imposibilidad de encontrar salidas para los
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El impacto psicosocial está referido a las violaciones a los Derechos Humanos, la posibilidad de reconocer los efectos que éstas tienen sobre las víctimas, así como las distintas formas que existen para afrontar este tipo de situaciones, al igual que comprender la responsabilidad directa de los victimarios, así como los caminos de exigencia y resistencia que existen en un contexto cultural, político, económico, religioso y social determinado. 52 Véase Ibache Luis y otros, Las huellas del miedo. La represión política: daño y reparación, Jornadas de psiquiatría comunitaria: Santiago, 1991, archivo disponible en: http://www.derechos.org/nizkor/chile/libros/poderII/cap2.html consultado el 12 de agosto de 2012. 53 En: http://elcomercio.pe/actualidad/1611318/noticia-‐chile-‐hallaron-‐rieles-‐usados-‐lanzar-‐cuerpos-‐al-‐mar-‐ dictadura-‐pinochet 54 En: http://elcomercio.pe/actualidad/1620935/noticia-‐pinochet-‐ordeno-‐usar-‐toxinas-‐eliminar-‐miles-‐ opositores-‐dictadura 55 Giraldo Javier M. S.J. El TERRORISMO DE ESTADO. http://www.javiergiraldo.org/spip.php?article88 Martes 23 de noviembre de 2004,
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problemas que se enfrentan. Además, produce bloqueo emocional y confusión política, lo que explica que, cuando se experimenta el miedo, se llegue a pensar que, hagamos lo que hagamos, todo va seguir igual, lo que crea una profunda frustración. También se experimenta la sensación de imposibilidad para manejar la incertidumbre, lo que crea un sentimiento de vulnerabilidad e impotencia permanente. De hecho la expansión del miedo puede llevar a que ciertas manifestaciones individuales puedan revivirse en colectivo. Estos impactos del miedo generan, además, cansancio, agotamiento e irritabilidad, los que, con el tiempo, pueden generar trastornos psicosomáticos e incluso provocar a una crisis colectiva severa Lira explica que, “Los chilenos se someten a las normas impuestas al comportamiento "adecuado", "respetando" el toque de queda, el silenciamiento, la no participación. Se observa así un país "pacificado", pasivo, inerte, que no reacciona ni siquiera ante las situaciones más extremas”. La persistencia de un fuerte proceso represivo logra ir generando procesos adaptativos de carácter general que permiten un modo de sobrevivencia física y psicológica de la mayoría de la sociedad. La mantención de la violencia represiva directa, sabida pero negada, (torturas, ejecuciones, etc.) incide en la vida cotidiana, afectando el curso del desarrollo humano posible y la vida social en la que éste podrá tener lugar. Dice Lira que se puede observar que coexiste una adaptación a la situación represiva, una capacidad de soportar aparentemente ilimitada, fruto de la negación de esta realidad social o de la impotencia, pero también debido a la privatización de los miedos y dolores, la que se transforma en una estrategia de sobrevivencia. Como fruto de los mecanismos de terror, uno de los efectos transversales de los efectos de la represión política es el cambio y afectación en las relaciones humanas, desde las más personales hasta las más colectivas. Si algo se rompe con la represión son los vínculos con los seres queridos, con los proyectos, con los espacios. Como resultado de la represión, se genera desconfianza, transformación del tejido social y desconfiguración de los referentes que han sido creados personal, colectiva y socialmente. En palabras de Martín-‐Baró, esto es “el socavamiento de las relaciones sociales, -‐que son el andamiaje donde nos construimos históricamente como personas y como comunidad humana-‐ …que se da el deterioro de la convivencia social es ya, en sí mismo, un grave trastorno social, un empeoramiento en nuestra capacidad colectiva de trabajar y amar, de afirmar nuestra peculiar identidad, de decir nuestra palabra personal y comunitaria en la historia de los pueblos”.56 En ese sentido es importante resaltar que la polarización social es uno de los daños que la represión política genera en las relaciones sociales, tal fenómeno implica que los grupos, los colectivos y las comunidades que habían tenido un proceso de cohesión y construcción de proyectos, a raíz de los hechos represivos, queden, al interior, divididos en bandos e, incluso, se señalen entre ellos como enemigos. Baró señala que la polarización constituye un proceso de extremización y redignificación de las actitudes existentes que distancian a unos grupos de otros. Uno de los impactos más claros es la “desconfianza mutua, las relaciones sociales se vuelven sumamente difíciles: los intercambios tienden a limitarse al ámbito de los conocidos o a quedarse 56
Martín-‐Baró, Ignacio, Impacto psicológico del conflicto social, Resumen de la conferencia del Seminario-‐ Taller impartido por el Dr. Ignacio Martín-‐Baró el 4 y 5 de octubre de 1985 en Costa Rica, San José: Liberación, p.6).
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en formas superficiales y estereotipadas hacia los desconocidos, empobreciendo el alcance y la profundidad de la vida social”.57 La mentira, la confusión y el silencio Para poder legitimar las acciones de la represión y evitar reacciones de defensa y de exigencia de la verdad y justicia, el poder recure también a la mentira y la confusión social por medio de campañas mediáticas para imponer su ideología e ir construyendo los imaginarios sociales que le den soporte a sus intereses. Como lo expresa Javier Giraldo, la población asimila noticias marginales “desde terrenos ideológicos abonados con múltiples germicidas”58. En Chile, los medios de comunicación fueron un vehículo claro para crear desinformación y confusión y legitimar a la dictadura, además de ayudar a la imposición del terror. Según las investigadoras del ILAS (El Instituto de Salud Mental y Derechos Humanos ), Elizabeth Lira e Isabel Castillo, la prensa colaboró en la creación de un clima de miedo y citan como ejemplo los mensajes que divulgaba el periódico El Mercurio, el 17 de septiembre de 1973, en donde se reiteraba a la ciudadanía” la necesidad de una mayor y más decisiva cooperación con los efectivos de las Fueras Armadas y del Cuerpo de Carabineros de Chile en la ubicación de los dirigentes y activistas marxistas que deben ser juzgados por las actividades antipatrióticas”, y agregaba el comunicado que “en la identificación de estos individuos debe considerarse que es muy probable que hayan cambiado su aspecto habitual, ya sea rasurándose o dejándose crecer el bigote o barba, tiñéndose el cabello en forma parcial o total, o incluso haciendo uso de atuendos femeninos”.59 La mentira, como dice Martín-‐Baró, “trata de crear una versión oficial de los hechos, una «historia oficial» que ignora aspectos cruciales de la realidad, distorsiona otros e incluso falsea o inventa otros. 60 La mentira creada institucionalmente genera en las víctimas mucha incertidumbre y desasosiego; en primer lugar, porque el ocultamiento de la verdad pone en juego sus procesos psíquicos de referencia, pues se está ante el poder social de una realidad y una pequeña, pero profunda, verdad. Esto lleva a la víctima a cuestionarse En segundo lugar, por el peso social que increpa y cuestiona una historia narrada que se quiere hacer inverosímil, como si no existiera. En últimas, la mentira social es como vivir en la confusión de un orden no real. 57
.Ídem. “ […] tales como campañas apabullantes de seguridad, que a la vez que identifican la seguridad de los poderosos con la seguridad de todos, estigmatizan a quien constituya un riesgo potencial para esa seguridad como eventual víctima de una muerte o desaparición que no habría que deplorar; campañas religiosas que identifican la impunidad con el perdón y la reconciliación cristiana, presionando al olvido del pasado; sutiles campañas de desprestigio de movimientos y organizaciones de base que alimentaron el compromiso y la pasión de las víctimas; incentivaciones al consumismo que llevan a idolatrar el modelo de sociedad de consumo como ideal de progreso y a desactivar los sueños en mundos alternativos de justicia social” (Giraldo, Javier, “Impactos y respuestas de las sociedades frente a los procesos de búsqueda y exhumación de víctimas de desaparición forzada”, Exposición en el II Congreso Mundial de Trabajo Social en Procesos de Exhumación, Desaparición Forzada, Justicia y Verdad-‐ Bogotá, 22 de abril de 2010, disponible en http://www.javiergiraldo.org/spip.php?article191 consultado el 12 de agosto de 2012). 59 www.derechoschile.com/espanol/... 60 “La expresión pública de la realidad, la denuncia de las violaciones a los Derechos Humanos y, sobre todo, el desenmascaramiento de la historia oficial, de la mentira institucionalizada, son consideradas actividades «subversivas» —y en realidad lo son, ya que subvierten el orden de mentira establecido” Martín-‐Baró, Ignacio, La violencia política y la guerra como causas en el país del trauma psicosocial en El Salvador, op. cit. p.4.) 58
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En estos procesos se ponen en juego varias verdades: la verdad oficial, sustentada en la razón de Estado, que está motivada por los intereses del establecimiento; una verdad mediática que, generalmente, sustenta y apoya, como lo decía Martín Baró, la ideología de un poder dominante61; una verdad procesal que no alcanza a contemplar ni a hacer justicia ante la barbarie cometida hacia las víctimas y, por último, la verdad de las víctimas, la verdad histórica, que se presenta con un poder asimétrico ante las otras verdades. La mentira y el manto de silencio institucional que enfrentan las sociedades víctimas de las dictaduras y Chile no es la excepción, generan un proceso de profundización de la incertidumbre, el desasosiego y la confusión vivida, a tal punto que trastoca la capacidad de construcción del futuro. Efectos de la impunidad62. Los gobiernos autoritarios y claramente en la dictadura chilena para poder cometer los crímenes contra la población se amparo en la impunidad, tanto en los años de la misma como hasta al presentes; al implantar la impunidad como uno de los ejes estratégicos se buscó que las personas, los grupos, las sociedad en general convivan en el silencio y con el temor a revivir el dolor del pasado; con palabras coartadas por la imposibilidad de decir la verdad y con el miedo entretejido desde las relaciones más cotidianas hasta las más estructurales. Podemos afirmar, retomando las palabras de Giraldo, que la consecuencia más importante en el orden político de la impunidad es el condicionamiento del futuro de la sociedad, haciendo que ese futuro sea moldeado fundamentalmente de acuerdo con los principios, con la ideología y con el modelo de ordenamiento social deseados por los victimarios. Este fenómeno deja efectos psicológicos en las personas y en la sociedad que pueden ser más traumatizantes que los mismos hechos violentos que han sufrido las víctimas.63Al respecto, Andréu-‐Guzmán afirma que la impunidad les recuerda a los pueblos que sus propios destinos están regidos por el poder. También les recuerda que su destino es impuesto por los verdugos, amenazándoles, a su vez, con el retorno del pasado de horror si este límite es desbordado.64
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Baró Martín, La violencia política y la guerra como causas en el país del trauma psicosocial en El Salvador, op. cit., p. 6. 62 La impunidad en la sociedad, como lo dice Andréu-‐Guzmán, significa que las doctrinas e ideologías que sustentan las políticas represivas y que violan los Derechos Humanos no son cuestionadas sino por el contrario fortalecidas; que los miembros de los cuerpos de seguridad de un país, que siembran el terror contra la población, continúan siendo parte del aparato del Estado y que ninguno de los factores que han alentado y llevado a cabo las violaciones de Derechos Humanos serán desarticulados o neutralizados para garantía de toda la ciudadanía; en resumidas cuentas, significa que la impunidad con que se benefician los violadores asegura que se pueden repetir los actos que han atentado contra la dignidad de seres humanos; permite la repetición de prácticas como la tortura, el asesinato y la desaparición. (Andréu-‐Guzmán, F., 1996, “Algunas reflexiones sobre impunidad” en Seminario Internacional Impunidad y sus Efectos en los Procesos http://www.derechos.org/koaga/xi/2/andreu.html Democráticos, Santiago de Chile, 14 de diciembre de 1996. Extraído de: xtos/impunidad/laimpunidad-‐1.htm. 63 Véase Giraldo, Javier, “Consecuencias jurídicas y políticas de la impunidad”, 26 de abril de 1997, s/p. disponible en http://www.javiergiraldo.org/spip.php?article52 consultado el 12 de agosto de 2012. 64 Guzmán, Andreu, “Algunas reflexiones sobre impunidad”, Seminario Internacional: "Impunidad y sus Efectos en los Procesos Democráticos", Santiago de Chile, 14 de diciembre de 1996, disponible en http://www.derechos.org/koaga/xi/2/andreu.htmlconsultado el 29 de octubre de 2009.
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Uno de los efectos más significativos que ha producido la impunidad en los familiares de las víctimas de la desaparición forzada y sobreviviente de tortura se refiere al proceso de búsqueda de verdad y justicia que aún continúa y a los impactos por los obstáculos derivados de la impunidad existente. La imposibilidad de conocer la verdad de lo que sucedió con los desaparecidos, el hecho de no poder enterrar sus restos y el que no se castigue a los culpables genera alteración en el proceso de duelo dejando huellas físicas, morales y emocionales imborrables en su existencia. Además de las violaciones en sí mismas, el marco de impunidad crea en cada una de las víctimas un daño psicosocial relacionado con una profunda desilusión, desconfianza y temor hacia las instituciones, específicamente hacia el papel que debe desempeñar el Estado y hacia el poder que este puede ejercer. Toda la situación anterior va generando la ruptura total de los referentes que se han tenido socialmente o los cuales deberíamos tener como sociedad, en este caso supuestamente social y democrática: se pierden los límites de lo civil y lo militar, se pierden los límites de lo legal y legítimo, se trastocan los referentes. Con el tiempo se va perdiendo incluso el orden de la verdad, la justicia y la libertad. Si algún efecto tiene la represión política es que precisamente trastoca los ideales, incluso la esencia de toda la humanidad. Para que la dictadura fuera posible, se construye un pacto de silencio por parte del sistema para que no se desvelen las responsabilidades, para que no se exija, para que el horror quede congelado en el tiempo. Este pacto de silencio va penetrando en las dinámicas familiares y sociales como un mecanismo de defensa por el temor a revivir el dolor, por el temor a enfrentar el horror, por no tener respuestas para explicar lo que pasó, por la culpa de no haber hecho lo suficiente, por la falta de condiciones emocionales y políticas para afrontarlo. Al respecto las doctoras Diana R. Kordon y Lucila Edelman, afirman que en los procesos represivos se va constituyendo un fenómeno de silenciamiento social, en éste el denominador común es el pánico, y el silencio refuerza al pánico, por esto pasan cosas terroríficas mientras todo aparentemente sigue igual. Esto se expresa en algunos casos en los que las víctimas o sus familiares suponen que el silencio es una de las condiciones de supervivencia personal, mientras que en otros se piensa que el silencio es la condición indispensable para la supervivencia del desaparecido.65 La impunidad y por tanto el pacto de silencio se han mantenido todos estos años como una forma de perpetuar la dictadura. Por ello, hasta que no se castigue sin beneficios a los victimarios, hasta que no se haga pública su responsabilidad y las causas que llevaron a la represión, la dictadura seguirá estando presente. Esto les ha obligado a vivir una percepción del mundo y de la propia vida desde lo que no fue y no será, ya que la ausencia de justicia y los diversos mecanismos de impunidad que han tenido que enfrentar han hecho que sientan que están entre dos realidades: una conformada por el orden del establecimiento, la justicia de las instancias del Estado y algunos medios de comunicación; y otra que es la suya, la de un sector pequeño de familiares, de sobrevivientes, de sectores solidarios como las organizaciones que los han acompañado y algunos pocos grupos de la sociedad que los apoyan y creen en su verdad.
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Véase Kordon, Diana y Lucila Edelman, “Observaciones sobre los efectos psicopatológicos del silenciamiento social respecto de la existencia de desaparecidos” en Efectos psicológicas de la represión política, Sudamérica-‐Planeta: Buenos Aires, 1986.
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En intersección con los diversos mecanismos de impunidad, la fuerte presión que ejerce la verdad oficial, junto con la estigmatización y el ocultamiento de la verdad, pone en juego en las víctimas sus procesos psíquicos de referencia debido a que, desde su pequeña pero profunda verdad, se enfrentan a un poder institucional que increpa y cuestiona su historia para hacerla inverosímil, incluso como si no hubieran existido sus seres queridos, lo que es equiparable a vivir en la confusión de un orden no real. Tales sentimientos conforman un círculo de expresiones emocionales de incertidumbre y frustración alternadas con ciclos de esperanza y desesperanza. 5. Resistencias Cuando las víctimas han podido resignificar el dolor en la lucha por la exigencia del derecho a la verdad, la justicia y la reparación; cuando han podido rehacer proyectos de vida y vislumbrar la esperanza; cuando van construyendo caminos colectivos hacia el futuro cuando las generaciones comprenden lo que ha pasado y no quieren que se repita; cuando se reconstruyen los vínculos en las familias y amigos y cuando no se niega la propia la historias que han podido salir de la opresión, del silencio y sin negar el temor luchar para no dejar impune el horror, no sólo para poder sobrevivir sino para resistir emocional y políticamente. Resistir durante la dictadura y después de ella, a lo largo de estos 40 años, las víctimas han tenido que aprender a desarrollar diversos mecanismos de afrontamiento66, afrontamiento (en diferentes niveles como el ámbito psicológico y fundamentalmente ideológico), no solo para enfrentar el dolor sino también para buscar la verdad y la justicia de acuerdo con sus condiciones, capacidades y posturas políticas, para lo cual se requiere que las personas pongan en juego todos los recursos que han aprendido y acumulado en el transcurso de su vida. A pesar de las dificultades para rehacer los movimientos sociales, para seguir luchando como se hizo antes de la dictadura, para rehacer los lazos familiares (todo ello consecuencia de la represión), lo valioso del proceso colectivo de algunos sectores es que han mantenido una lucha continua y valerosa por la exigencia de la verdad y la justicia, pese a que desde un principio la sociedad chilena ha estado polarizada, a favor o en contra de los victimarios, en pro o en contra de las víctimas. Para el padre Javier Giraldo, la salvaguarda de la memoria se apoya en la convicción de que la derrota de las víctimas no es definitiva; de que la injusticia es reversible, y de que el pasado es redimible. Por eso expone que es importante incidir en las instancias de la transmisión cultural, como archivos, museos, patrimonios culturales, sistema educativo, medios de comunicación, memoriales y monumentos, para que en todos ellos se asuma el registro de los crímenes de lesa humanidad como detonante de una memoria que redima el pasado y rescate la fecundidad histórica de las víctimas. 66
El afrontamiento se define como “aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales que cambian constantemente y que se desarrollan para manejar, reducir o tolerar las demandas específicas internas o externas que son evaluadas como desbordantes de los recursos de la persona. Estas estrategias tienen dos fines: regular las emociones y solucionar problemas (Lazarus, R. y Folkman, S., Estrés y procesos cognitivos, Martínez Roca, Barcelona, 1986).
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La memoria constructiva es más humana, en cuanto está más tocada por opciones, sentimientos, proyectos y finalidades; en otras palabras, por nuestro carácter de seres históricos, constructores de futuro. Y por ello, si somos solidarios con las víctimas, si luchamos para que las experiencias del Cono Sur no se repitan en nuestros países, tendrá sentido recordar la memoria de los 40 años de la dictadura en Chile. La memoria sobre los hechos sangrientos de la dictadura pertenece a todos: a los chilenos, a los latinoamericanos, al mundo entero; sin embargo, ha sido en la vida privada y pública de los familiares de las personas desaparecidas, de los sobrevivientes, en donde se encarna y revive, día a día, esa memoria. Ha sido una batalla titánica la que ellos han emprendido; han luchado no solamente contra el olvido sino contra la institucionalidad, contra la incredulidad, contra las versiones que llegaron hasta a poner en duda los horrores de la dictadura. Yo no quiero la Patria dividida ni por siete cuchillos desangrada, quiero la luz de Chile enarbolada sobre la nueva casa construida. Yo no quiero la Patria dividida cabemos todos en la tierra mía y que los que se creen prisioneros se vayan lejos con su melodía. Siempre los ricos fueron extranjeros que se vayan a Miami con sus tías. Yo no quiero la Patria dividida, se vayan lejos con su melodía. Yo no quiero la Patria dividida cabemos todos en la tierra mía yo me quedo a cantar con los obreros en esta nueva historia y geografía. Víctor Jara
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Nosotros/as, los/as hijos/as
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“La Dictadura y sus Efectos” Valeria Moscoso Urzúa En esta nueva conmemoración de la fecha que cambió tantas vidas -‐40 años del Golpe Militar en Chile-‐, y gracias a tantas personas que me han ayudado a entender que mi experiencia también podía ser valiosa de contar y compartir, me decidí a contar parte de mi historia, no desde las grandes teorías de las segundas y terceras generaciones sino a partir de mi propia vivencia, esa que está ahí, a la mano, porque así como esta es la historia de nuestros padres y madres, tíos/as, etc., también es mi historia, la que ha estado conmigo y ha marcado mi vida y la de muchos hijos e hijas. En mi caso puedo contarles que, como muchos/as compañeros/as, nací en el exilio de mis padres, en México, y pasé mis primeros años creciendo, si, como mexicana, aunque mi vida de hecho era bastante extraña. Y digo extraña porque, como muchos/as hijos/as del exilio, yo vivía en dos espacios totalmente diferentes y separados entre sí: por un lado, de lunes a viernes era la vida mexicana, la escuela, los maestros, los amigos, la nana mexicana, las telenovelas, etc., mientras que sábados y domingos era la vida chilena, estar con los papás y juntarse con los/as “tíos/as”, otras familias de chilenos/as exiliados/as que se reunían los fines de semana en sus casas o en la Casa Chile. Esa época creo que fue la del shock y la confusión, los niños y niñas no entendíamos completamente lo que sucedía, ni los dolores ni las rabias, no sabíamos de las atrocidades que habían pasado nuestros padres porque, además, a muchos/as de nosotros/as nunca se nos contó nada, tal vez siguiendo esta falsa idea de que los/as niños/as no se dan cuenta, aunque también, tal vez, porque lo vivido por nuestros padres fue tan tremendamente doloroso que no encontraron palabras para decirlo, menos para contarlo a los/as pequeños/as. Pero lo cierto es que si bien no teníamos los elementos para entender, claro que nos dábamos cuenta. Cada vez que se juntaban, cada documental o noticia que veían, cada vez que alguien tomaba la guitarra y comenzaba a cantar Violeta o Víctor nos dábamos cuenta. Muchos años después, y gracias a los psicoanalistas franceses y argentinos, logré entender que lo que para los padres era indecible por el dolor que provocaba el recuerdo, para los/as hijos/as se convertía en algo innombrable, pero igualmente dañino, pues percibíamos y recibíamos de distintas maneras las distintas reacciones emocionales de nuestros padres, pero no contábamos con ese elemento, “el recuerdo”, que nos permitiera darle un sentido a las emociones que si sentíamos pero que no entendíamos. Y así crecimos, con esas dicotomías, por un lado, con la consigna implícita de tener una vida “normal” en nuestros contextos, mientras que, al mismo tiempo, se nos hablaba de Chile como si fuera un paraíso, negando toda esta parte dolorosa, traumática, porque allá los tomates sabían más ricos, porque la cordillera era algo inigualable, porque la familia verdadera estaba allá. Porque algún día volveríamos a nuestra patria, que era nuestra casi por imposición, una imposición que se vivía con una angustia tremenda, porque entonces ¿si los/as amigos/as de ahora no eran tus
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amigos/as?, ¿si el país y las costumbres de toda la vida no eran las tuyas?, entonces, ¿qué era real, qué era tuyo, qué era realmente lo propio? Así fueron nuestros primeros años, de muchos/as, en este clima extraño, escindido, un tanto esquizofrénico a veces, y creo que nuestros padres, muchos de ellos, no han tomado consciencia aún del despelote que nos crearon en la cabeza, del desarraigo inherente con el que crecimos muchos/as de nosotros/as, y creo que a muchos/as de nosotros/as también nos costó largas horas de terapia comprender que esto tampoco había sido culpa de nuestros padres, sino una de las tantas secuelas del golpe de estado y la dictadura. Para quienes crecieron en México toda su vida tal vez la cosa fue distinta, tal vez la inserción, el conocimiento de la historia fue diferente; en mi caso, finalmente, la presión funcionó, y terminé mudándome a Chile durante mi adolescencia, y ahí fue donde inició un segundo momento en mi vida en el que, entre otras cosas, esperaba encontrarme con este país tan maravilloso del que me habían hablado y esta historia que, se supone, era también la mía aunque a esa edad, el mundo adulto todavía no me daba permiso de ingresar en ella. Y sí, la verdad es que al principio Chile fue maravilloso, nuevo, diferente, pero poco a poco, como le pasó a muchos/as, fui descubriendo el Chile real, el país dañado, dolido, el país lleno de odio, de tristeza, de rencores y estigmas, un país que también estaba lleno de dicotomías y silencios. En este escenario, como para muchos hijos/as retornados/as, la escuela fue fundamental, además porque muchos/as de nosotros/as llegamos a proyectos educativos alternativos, más progresistas, donde se recibía a los hijos/as de retornados/as y “se supone”, se nos ayudaba a integrarnos mejor a la sociedad chilena. Fue en la escuela, y no en casa, donde muchos/as de nosotros/as descubrimos nuestra historia, en mi caso así fue, en la escuela empecé a ver documentales, a leer, a saber qué es lo que había pasado en Chile y qué es lo que habían pasado mis padres, abuelos/as, tíos/as… y donde empecé a entender montones de cosas de mi infancia que para mí eran solo retazos extraños incomprensibles. Hoy en día, creo que ingresar a esa escuela fue la forma -‐indirecta-‐ de mis padres de abrirme las puertas a su/mi historia, de que yo fuera ingresando a este mundo al que ellos no podían llevarme porque el dolor era demasiado grande. Por otro lado, fue también en la escuela donde conocí las miserias de Chile, la representación más clara del daño generado por la dictadura que fue romper el tejido social, los lazos de confianza y solidaridad; porque una cosa era llegar a un país donde un amplio sector aún justificaba e, incluso, defendía el golpe y la represión, pero otra aún más fuerte e incomprensible era que la misma gente que había sufrido esta represión, los/as mismos/as compañeros/as de la izquierda, los/as hijos/as de la gente progre, lo/as vieran a uno/a como traidor/a, extranjero/a, ajeno/a… porque en Chile, incluso hoy, el exilio no se entiende como otra forma más de represión, sino como una vía
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de escape, como una forma de salvarse uno/a mismo/a, huir, dejando a los/as otros/as, los/as que si eran valientes, viviendo un país de terror. Esta invalidación de nuestro dolor, de nuestras vivencias, de las dificultades que se vivieron en los países de exilio, fue un golpe doble, porque entonces, aun habiendo sufrido nosotros/as no teníamos pase de ingreso al club de los/as dolientes, de los/as luchadores/as, de las víctimas, y más aún los hijos e hijas que, peor aún, como ni habíamos nacido, como éramos mexicanos/as, panameños/as, suecos/as, no teníamos derecho de opinar, de sufrir, de luchar; fuimos doblemente parias, por el estado represor y por los/as mismos/as “compañeros/as”. Frente a esto, cada uno/a de nosotros/as, creo, fuimos haciendo el intento de elaborar de la mejor manera que pudimos, buscando entender -‐una vez más-‐ que estas miserias no son más que secuelas de la misma dictadura, del daño generado, de la falta de justicia y verdad, de la herida que aún no se cierra, de la impunidad que continúa hasta el día de hoy. Afortunadamente, en estos intentos de entender y elaborar, donde nos caímos una y otra vez, es que muchos/as de nosotros/as nos encontramos, finalmente, también con la parte amable, con los diferentes grupos, personas, espacios donde la los/as hijos/as, donde los/as exiliados/as, donde todos/as teníamos una voz. Fue en estos espacios, en mi caso, donde aprendí las cosas más importantes de mi vida, donde conocí a quienes hoy forman mi familia, y no solo esa familia de sangre que se recuperó en el retorno sino también la familia por elección, la de las marchas, de los colectivos, los grupos de derechos humanos, las asociaciones de víctimas, esas personas frente a las cuales no era necesario explicar, no es necesario justificarse, porque todos/as entendían y sentían tu dolor, compartían tu rabia, pero también tu búsqueda de justicia, tu impulso de lucha. Por una parte, fue de la mano de estas personas que pude ir armando y entendiendo mi historia, en el encuentro con otros y otras con vivencias y emociones tan parecidas que por un lado daba miedo pero, por otro, quitaba un peso tan grande del cuerpo; la otra parte, fue la psicología, esta profesión que, por supuesto, y lo digo sin pena, elegí no para entender al ser humano y la mente y etc., sino para entender un poco, aunque sea, este despelote de vida que teníamos todos/as, mis tristezas incomprensibles, los dolores, los silencios de mis padres, el daño de la sociedad chilena. En estos dos espacios fue donde pude encontrar los elementos para armar el rompecabezas, para darle sentido a tantas cosas que durante muchos años fueron completamente incomprensibles para mí y pude empezar a encontrarme a mí misma y posicionarme frente a esta historia, separando lo que era propio de mis padres, de este mundo adulto, pero me había sido transmitido, y lo qué era lo realmente mío, a lo que yo quería dar continuidad, como hija claro, como heredera de esta historia, pero ya no sin elaboración, desde esta repetición un tanto compulsiva de los dolores, los daños, las odiosidades, sino más bien desde un sitio diferente, desde mis propios espacios, mis propias reflexiones y elecciones de lucha. En este sentido, creo que uno de los grandes aprendizajes ha sido, justamente, que frente a un daño como este, que es social, colectivo, multigeneracional, las respuestas de resistencia, de
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elaboración y lucha, tienen que ser también en colectivo, incluyendo a todas voces, todos los aportes posibles que nos permitan conocer, entender y resignificar lo pasado con miras al futuro; porque está claro que los/as hijos/as, nietos/as, etc., no sólo hemos sido receptores pasivos/as de esta historia, también hemos sufrido, hemos llorado, hemos sentido rabia, impotencia, incertidumbre, miedo y, aun cuando en muchos espacios se nos ha negado un lugar dentro de este continuo, hemos dedicado gran parte de nuestras vidas a reconstruir estas memorias fragmentadas por la represión. A 40 años, creo que empieza una nueva etapa, tanto en mi vida como en la de Chile, que aún no sabemos a dónde nos llevará; creo, claro, que aún nos falta mucho por delante, creo que Chile sigue siendo un país dolido, con heridas muy profundas, con sinsentidos tremendos, con impunidad y sus derivados, pero creo también que los esfuerzos por la justicia, por la recuperación de la memoria, etc., han ido rompiendo poco a poco con esa traumatización congelada. En este sentido creo que, frente a la muerte, sigue triunfando la vida, y nuestra tarea, como padres/madres, hijos/as, nietos/as, profesionales, etc., claro que es seguir transmitiendo, pero ya no transmitiendo daño, sino más bien transmitir memoria. NOTA: * Psicóloga. Hija de exiliados
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De izquierda a derecha: Emiliano Balerini, Arturo Pozo, Clemencia Correa y Valeria Moscoso
Valeria Moscoso en su exposición.
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MESA LA INTELIGENCIA MILITAR
Nota: El General José F. Gallardo no logró llegar a la Mesa debido a un problema con su seguridad personal en horas de la mañana, en una oficina pública.
Oscar González, Walter Martínez, Enrique Dussel, Sergio Naranjo MESA COORDINADA POR EDITORIAL CEST UN LIVRE
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LIBRO "LA HINTELIGENCIA MILITAR", DE SERGIO PEZUTIC EXPONE BRIG. GRAL. (R) WALTER MARTÍNEZ La reflexión sobre el tema "LA HINTELIGENCIA MILITAR", es en torno a borrar al otro, quitarle todo sentido de dignidad. El libro con sus páginas en blanco alude a la falta de criterio, a no pensar, a obedecer como robot una orden sin reflexionar sobre las consecuencias. En realidad se trata de una perspectiva psicológica, la significación subjetiva y política de la amenaza y la imposición del miedo en la sociedad que se dio durante las dictaduras cívico-‐ militares. La tortura, la desaparición de personas, las ejecuciones o asesinatos, como otras violaciones de derechos humanos son una expresión de la llamada “guerra psicológica” que se había aplicado en Argel por lo franceses y luego en Vietnam por el imperio estadounidense. En apariencia todos estos atentados contra los DDHH, se tratarían de una actuación irracional, cruel, como si sus ejecutores fueran robots, prácticamente imposible de concebirla como un producto de la inteligencia humana. Pero desde otro punto de vista, si vamos a la esencia política del fenómeno, vemos que se trata de una estrategia bien pensada y estructurada que responde a los grandes intereses hegemónicos del imperio, estrechamente vinculado con las oligarquías de nuestros países. En los textos marxistas se dice que la historia es el desarrollo de la lucha de clases donde se contraponen los intereses de los explotadores y explotados, no es una disputa entre los más inteligentes y lo que no son inteligentes. El capitalismo en su fase superior que es el imperialismo, por todos los medios se propone imponer sus grandes intereses y empleando toda su inteligencia sin H para esos fines, además del empleo de los “servicios de inteligencia” propiamente dichos. En estos momentos a raíz de las revelaciones de Snowden se comprobó la existencia de una enorme red de espionaje. La presidenta brasileña Dilma Rousseff, en su intervención en la ONU,
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adoptó una muy digna posición soberana al denunciar el espionaje montado por las agencias del EU contra su país. Antecedentes de los intereses hegemónicos del imperialismo Recordemos que los verdaderos objetivos del imperialismo en sus intervenciones en "Nuestra América", no han sido la defensa de la democracia, ni la libertad, ni el derrocamiento de dictadores, ni el peligro del comunismo, ni ahora del terrorismo y del narcotráfico. Bien sabemos que las dictaduras más sangrientas fueron impuestas por ese imperialismo. Después de la Segunda Guerra Mundial el imperialismo norteamericano, y en parte sus aliados de la OTAN, son responsables de millones de muertes. No se trata sólo de armas químicas como en el caso de Siria, sino las bombas atómicas, todavía con graves secuelas en el Japón y las bombas de napalm en Vietnam. Esto lo destacaba la presidenta argentina Cristina en la ONU hace unos días. El mayor terrorismo del mundo lo ejerce hoy el imperialismo en Irak y Afganistán y Libia, con cientos de miles de muertos civiles y con amenazas de atacar a Siria e Irán. Evo Morales dijo que a Obama le deberían dar el premio Nobel de la guerra. Antes del manifiesto comunista de Marx en 1848, o de la revolución rusa de octubre de 1917, se habían dado todo tipo de intervenciones. Desde el siglo XIX el imperialismo se apoderó de la mitad del territorio mexicano, de Puerto Rico y Cuba (donde todavía está la base de Guantánamo, que sirve como centro de torturas), la zona del canal de Panamá y miles actos de injerencia política, económica y militar en América Latina y el Caribe. Bien sabemos que esta injerencia tiene raíces profundas y se basa en los grandes intereses de EU en la región. América Latina siempre fue un abastecedor de materias primas estratégicas, como los minerales, el petróleo, el gas, las grandes reservas en agua dulce y los alimentos; es decir, que sus recursos naturales siempre han sido codiciados por EU. Eduardo Galeano decía en “Las Venas Abiertas de América Latina”: "Una legión de piratas mercaderes, banqueros, marines, boinas verdes, embajadores y gerentes de empresa estadounidenses se han apoderado, a lo largo de una historia negra, de la vida y el destino de la mayoría de los pueblos del sur". Para hacer valer sus grandes intereses en la región, el imperialismo se ha valido de una diversidad de métodos y organizaciones internacionales para lograr ese control en la segunda mitad del siglo XX. Entre los más importantes componentes del sistema de penetración político militar del Pentágono como: -‐ JUNTA INTERAMERICANA DE DEFENSA 1942 -‐ CONSEJO DE SEGURIDAD NACIONAL DE E.U. 1947 -‐ CIA. AGENCIA CENTRAL DE INTELIGENCIA 1947 -‐ TIAR. TRATADO INTERAMERICANO DE ASISTENCIA RECÍPROCA (TRATADO DE RÍO) 1947 -‐ ESCUELAS DE ADIESTRAMIENTO MILITAR Y ANTISUBVERSIVO
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-‐ PROGRAMAS DE ASISTENCIA MILITAR -‐ ESCUELA DE LAS AMÉRICAS En 1946 que operó en la Zona del Canal de Panamá y, desde 2001, en Fort Benning, Georgia. Recordemos las formas de intervención más importantes: Invasiones. Directas de sus FFAA, como lo hizo en República Dominicana en 1965, en Granada en 1983 o Panamá en 1989.; o por medio de mercenarios como en Guatemala en 1954; o en 1961 en Cuba utilizando fuerzas organizadas en el exilio por la CIA y que fueron derrotados en Playa Girón por las fuerzas revolucionarias. Imposición de dinastías militares: En las décadas de 1950 y 1960. Los casos de Somoza en Nicaragua; Trujillo en República Dominicana; Batista en Cuba, Castillo Armas en Guatemala, Pérez Jiménez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia, Strossner en Paraguay y Duvalier en Haití. La Guerra de baja intensidad que se aplicó en Centroamérica ante el triunfo sandinista, que para llevarla a cabo, EU financió a la llamada contra. Golpes de Estado: Sólo mencionaremos los más recientes. Los intentos frustrados en Venezuela, Bolivia y Ecuador y el que se concretó en Honduras. Diversas formas de intervenciones y Operaciones encubiertas: Con el propósito de impedir el triunfo electoral, fraudes incluidos, de gobiernos de corte progresistas o intentar desestabilizarlos por medio de apoyo económico a sectores de oposición, (como en Venezuela); campañas publicitarias en los grandes medios trasnacionales de comunicación; atentados (como los varios intentos organizados por la CIA contra Fidel) y bloqueos económicos como en el caso de Cuba. Instalación de bases militares a lo largo y ancho del continente. Pero por el tema al que hoy nos referimos, destacamos la Doctrina de Seguridad Nacional: Se aplicó en el Cono Sur de América a partir de la década de los 60s del siglo pasado cuando el IMP sintió la mayor amenaza a sus grandes intereses en la región. La estrategia del imperio en esta modalidad ha sido la de procurar conformar unas fuerzas armadas latinoamericanas organizadas, equipadas y entrenadas para ser utilizadas como ejércitos de ocupación de sus propios pueblos. EL ADOCTRINAMIENTO IDEOLÓGICO DE LAS FFAA FUE FUNDAMENTAL PARA LLEVAR A CABO ESTA ESTRATEGIA. Para estos fines imperiales se creó la “Escuela de las Américas” en 1946 que operó en la Zona del Canal de Panamá y desde 2001 en Fort Benning, Giorgia. En ella se graduaron más de 60,000 militares de 23 países de América Latina, algunos de ellos de especial relevancia por sus crímenes contra la humanidad como los dictadores Augusto Pinochet de Chile; Hugo Banzer, de Bolivia; Fernando Romeo Lucas García, de Guatemala, Leopoldo Galtieri, de Argentina y Otto Pérez Molina, actual presidente de Guatemala. Creemos oportuno recordar las ideas expresadas por uno de los más importantes ideólogos del imperialismo, donde se destacaban los temas del adoctrinamiento y el control político y militar por sus propias fuerzas armadas.
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El Secretario de Estado Mac-‐Namara decía en 1964 “El mayor rendimiento de nuestras inversiones de ayuda militar proviene del adiestramiento de oficiales seleccionados y formados en nuestras escuelas militares y centros de adiestramiento en Estados Unidos. El principal objetivo del Pentágono consiste en el desarrollo permanente de las fuerzas militares y paramilitares locales, con el fin de lograr, conjuntamente con las fuerzas policiales el necesario poder interno”. El instrumento de coordinación entre las dictaduras impuestas por EU, fue el llamado Plan Cóndor EL PLAN CÓNDOR Los “archivos del horror” fueron descubiertos en Paraguay en 1992 por el abogado Martín Almada (ex prisionero político del régimen de Alfredo Stroessner). El surgimiento de la Operación Cóndor como tal, se explica a través de la “Doctrina de Seguridad Nacional”. De acuerdo a esta estrategia hegemónica de EU, se debía lograr el orden de la sociedad civil y eliminar físicamente a los disidentes. De esta forma, podemos decir que Estados Unidos proporcionó la inspiración, el financiamiento y la asistencia técnica para la represión. La organización criminal Cóndor fue impulsada por la dictadura militar chilena en la década de 1970 con la siguiente argumentación: “La subversión desde hace ya algunos años, está presente en nuestro continente, amparada por las concepciones político-‐económicas que son fundamentalmente contrarias a la historia, a la filosofía, a la religión y a las costumbres de los países de nuestro hemisferio. Esta situación descrita no reconoce fronteras, ni países, y la infiltración penetra en todos los niveles de la vida nacional”. Las leyes y tratados sobre asilo político, extradición, libertades individuales, garantías constitucionales y fronteras nacionales fueron totalmente ignorados por esas dictaduras. Posteriormente comenzó toda una cadena de torturas, desapariciones, asesinatos, etc., a lo largo y ancho de toda la región. Una de las operaciones más crueles fue la llamada Caravana de la Muerte, que incluía el lanzamiento de prisioneros vivos desde aviones o helicópteros, etc. La inteligencia militar de Argentina coordinó con la DINA para llevar a cabo el asesinato del Gral. chileno General Carlos Prats y a su esposa el 30 de septiembre de 1974. En mayo de 1976, cerca de Buenos Aires, apareció el cadáver del Gral. Boliviano Juan José Torres que se había opuesto a la dictadura de Banzer y de los legisladores uruguayos Zelmar Michelini y Gutiérrez Ruiz. Pero todo esto no sólo son hechos del pasado, por supuesto en el presente el riesgo de la amenaza imperialista persiste. Recientemente se reveló el documento elaborado por el Pentágono: “ESTRATEGIA DEL COMANDO SUR PARA 2018”, que dice: "Los países de Latinoamérica y del Caribe son estratégicamente importantes para la seguridad nacional y el futuro económico de los Estados Unidos. Los intereses a largo plazo de los Estados Unidos están mejor resguardados en un hemisferio de países estables, seguros y democráticos. El futuro próspero para todos se asienta sobre una base de valores compartidos, gobiernos
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eficientes, sociedades libres y economías abiertas de mercado. El Comando Sur procura ser un socio estratégico dentro de la región. Mientras llevemos a cabo operaciones militares y que haya cooperación de seguridad con los países en la región, transformaremos la iniciativa del Comando Sur en una organización conjunta y líder. Estas tareas apoyarán la seguridad, la estabilidad y la prosperidad en el continente americano y de este modo, proporcionarán la defensa avanzada de los Estados Unidos". En el 2005 el Jefe del Comando Sur dijo: “Chile, nuestro mejor y más coherente aliado en el sur del continente. Los militares de las fuerzas armadas de Chile en su totalidad son gente afin a los EU, sin duda alguna. Una de los componentes más importantes que se reincorporó al Comando Sur fue la IV Flota para controlar las aguas navegables de nuestros países. VINCULACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS LATINOAMERICANAS CON EL PENTÁGONO Aunque en la actualidad ya varios gobiernos de Nuestra América han adoptado una posición soberana claramente contraria a una vinculación o relación con los organismos del Pentágono, como en el caso de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Otros en menor o mayor grado adoptan una posición ambigua sin ninguna transformación importante en sus FFAA, como Uruguay; y otros, una posición de sometimiento total, como en los casos de Colombia, Chile, Honduras, Panamá. Nuestra gran preocupación es que varios gobiernos emanados e integrados en todo o en parte, por partidos progresistas, se dan grandes contradicciones en este aspecto. A pesar de que en esos países no han cicatrizado aún las profundas heridas provocadas en sus pueblos gracias a la aplicación de la “Doctrina de Seguridad Nacional” e instrumentada por la siniestra “Operación Cóndor”, sus gobiernos sigan enviando a sus militares subordinados a participar y a reunirse con organismos del Pentágono. LOS PUEBLOS Y GOBIERNOS DE NUESTRA AMÉRICA DEBEN DEFENDER NUESTRAS SOBERANÍAS De acuerdo a las experiencias vividas en los últimos años en Nuestra América, podemos afirmar que para la defensa de la democracia y de los gobiernos que están llevando a cabo las transformaciones que se desarrollan en procesos autonómicos, son necesarios tres factores fundamentales: 1.-‐Gobiernos con un amplio respaldado de partidos y movimientos de masas y sindicales organizados en una amplia unidad, con plena conciencia de la importancia del proyecto autonómico y preparados para resistir cualquier intento de golpe de estado. Como los procesos de este tipo se están dando a partir de la vía electoral, es importante obtener altos porcentajes a los efectos de lograr amplias mayorías parlamentarias de manera tal de hacer cambios constitucionales que posibiliten profundizar las transformaciones y por otro lado evitar “golpes parlamentarios” como se han dado en Honduras y Paraguay. 2.-‐ La unidad e integración de los países de Nuestra América. Las organizaciones más importantes para estos fines, son la UNASUR; el proyecto de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), que es un bloque regional sin EU ni Canadá, conformado por 33 países; y el MERCOSUR, entre otros.
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Desde su creación en mayo de 2008 en Brasilia, la UNASUR ha desempeñado un importantísimo papel, ya que contribuyó a evitar los últimos golpes en Bolivia y Ecuador. Después de la experiencia en Ecuador, la UNASUR aprobó un documento que “advierte a los golpistas…que serán aislados inmediatamente.” Además del cierre de fronteras con los países limítrofes con el afectado, se aplicaría la suspensión del comercio, del tráfico aéreo, de la provisión de energía, entre otras medidas. Por otra parte, basados en estos principios los países integrantes del MERCOSUR y la UNASUR dispusieron la suspensión de Paraguay cuando se dio el golpe contra el presidente Fernando Lugo. 3.-‐Renovación de las fuerzas armadas de nuestros países. Esto incluye: Separación de los elementos antidemocráticos y juzgar los crímenes de lesa humanidad cometidos por personeros de las dictaduras. Dejar de enviar personal a los organismos del Pentágono, donde lo único que pueden aprender es a como dar golpes de Estado y reprimir a sus pueblos. Se debe erradicar la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por el Pentágono, cambiar los planes de estudio y adoptar una doctrina que responda a la defensa de la soberanía, la salvaguarda de la paz y la unidad de Nuestra América. De otra forma, las fuerzas armadas seguirán siendo una amenaza potencial a todo proceso autonómico de nuestros países. En los hechos, dos de estos factores estuvieron presentes en el intento del golpe en Venezuela, ya aun no estaba la integración regional; y los tres en los casos de Bolivia y Ecuador, lo que evitó que se consumaran los respectivos golpes de Estado. En conclusión, para consolidar los procesos que se están dando en Nuestra América, creemos imprescindible la depuración y transformación de las fuerzas armadas, su total subordinación al poder civil, que sean salvaguardas de la paz, la adopción de una doctrina de defensa de la soberanía de nuestros países y terminar de una vez para siempre con los cursos, reuniones de adoctrinamiento y maniobras militares con los organismos del Pentágono. DOCTRINA BOLIVARIANA DE DEFENSA Un ejemplo a estas propuestas, es la “Doctrina Militar Bolivariana” que se imparte en los cursos de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Venezuela, donde fueron erradicados de sus planes, la doctrina militar imperialista. El artículo 328 de la Constitución de Venezuela, aprobada en 1999, establece su misión y sus tareas fundamentales: “la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden, resguardo de las riquezas minerales y naturales, defensa de la integridad territorial, respeto a las instituciones republicanas y la participación activa en el desarrollo nacional”. Para lograr este propósito el presidente Chávez propuso, desterrar para siempre "doctrinas imperialistas de la mente de sus soldados.
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Una nueva hipótesis de conflicto. Es importante señalar que las naciones diseñan los planes de campaña y empleo operacional de su fuerza armada en base a análisis hipotéticos de enemigos potenciales, que sin lugar a dudas, en este caso, es el imperialismo de EU. CONSEJO SUDAMERICANO DE DEFENSA Nos parece positivo el proyecto propuesto por los presidentes Lula y Chávez, aunque con diferentes visiones, siempre y cuando sea para consolidar una identidad sudamericana en términos de defensa, basada en los principios de soberanía, no intervención, democracia e integridad territorial y mantener a la región como una zona de paz. Aunque los países más radicales pretenden darle una concepción marcadamente antiimperialista. EN CONTRAPOSICIÓN A LOS MILITARES DE LA “HINTELIGENCIA” CON “H”, EN NUESTRA AMÉRICA TAMBIÉN SURGIERON MILITARES DIGNOS QUE LUCHARON JUNTO A SUS PUEBLOS POR LA LIBERTAD, INDEPENDENCIA, SOBERANÍA Y JUSTICIA SOCIAL. Ni que hablar de la lealtad y heroísmo de los militares de las FFAA revolucionarias de Cuba, que desde hace más de 50 años están preparados para enfrentar un posible ataque de la potencia más poderosa del mundo; o las FFAA de Venezuela que junto a su pueblo pararon el golpe de Estado del 2002 y hoy constituyen una fuerza que garantiza su soberanía. Pero a los que también queremos destacar hoy, es a los militares de carrera, que leales a sus principios democráticos, nunca se sometieron a los grandes intereses oligárquicos e imperialistas, ni al adoctrinamiento impartido en las escuelas y manuales del Pentágono. Quisiera comenzar con los militares compatriotas fundadores del Frente Amplio de Uruguay, con quienes compartí experiencias en la lucha por sus ideales, como los compañeros Generales Líber Seregni, Víctor Licandro y el Coronel Zufriategui, entre muchos otros, quienes estuvieron presos por más de 12 años por haberse opuesto al golpe de estado. De otros países de Nuestra América, mencionaremos a algunos de los más emblemáticos: Capitán Luis Carlos Prestes. Militar brasileño que en 1924, ante las inhumanas condiciones de explotación de los campesinos de su país, se organiza con un grupo de compañeros militares formando un contingente rebelde de 1500 hombres llamado “la columna Prestes. En los años siguientes prosiguió su lucha libertaria, debiendo exiliarse en Bolivia y otros países, hasta que en 1936 fue encarcelado por 9 años. Al salir en libertad es nombrado senador y SG, del PCB. Más tarde en 1964, ante el golpe militar promovido por EU que derroca al presidente Goulart, Luis Carlos Prestes se ve obligado a exiliarse nuevamente, perseguido por la dictadura de Castelo Branco. General Lázaro Cárdenas del Río.-‐ Presidente de México de 1934 a 1940. Entre sus grandes acciones de gobierno en beneficio del pueblo mexicano, se destacó la reforma agraria y especialmente como acto en la defensa de la soberanía de la nación decretó la expropiación petrolera. Creemos que hoy en día, ante los intentos privatizadores de la derecha y las transnacionales, el pueblo mexicano debe estar alerta y preparado para luchar en defensa de su patrimonio.
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Coronel Jacobo Arbenz. Asumió la presidencia de Guatemala en 1951. Además de una serie de reformas de carácter social, decretó una reforma agraria que afectó al latifundio improductivo y los grandes intereses de la compañía bananera norteamericana United Fruit. Este acto soberano del gobierno constitucional irritó de tal manera al gobierno de EU que en 1954 organizó una invasión montada por la CIA y encabezada por Castillo Armas, que derrocó al gobierno constitucional de Jacobo Arbenz. Guatemala ostenta el doloroso record de 200 mil muertos bajo las sucesivas dictaduras que sometieron al país por varios años. Coronel José Francisco Caamaño Deño. En la República Dominicana luego de la muerte del dictador Trujillo, y después de una etapa de transición, fue elegido democráticamente el profesor Juan Bosch. Debido a su propuesta de reformas sociales, fue derrocado por medio de un golpe de estado promovido por la CIA. El Coronel Caamaño Deño al frente de un sector de las FFAA leales al gobierno constitucional, se oponen al golpe con el fin de restituir al gobierno democráticamente elegido. Ante esta situación, con el pretexto de la defensa de los intereses norteamericanos, el ejército de EU invade el país. Asumiendo una posición patriótica se interna en la selva, para encabezar un movimiento guerrillero para combatir a las fuerzas invasoras. Después de una larga lucha, muere heroicamente en un enfrentamiento con el enemigo en 1973. General Velasco Alvarado.-‐ En 1968 en Perú, propuso una política nacionalista que defendía sus recursos naturales e intentó romper las ataduras de la dependencia militar con EU. Fue derrocado en 1975 por un golpe de estado derechista. General Omar Torrijos.-‐ En 1969 asume el poder en Panamá iniciando una política nacionalista que culmina en los tratados Torrijos-‐Carter por el cual la zona del canal pasa a soberanía panameña. Torrijos murió cuando misteriosamente su aeronave, una DeHavilland Twin Otter, explotó en pleno vuelo, el 31 de julio de 1981. General René Schneider.-‐ Siendo Comandante en Jefe del Ejército de Chile, el 22 de Octubre de 1970, dos días antes de que el Congreso confirmara como presidente a Salvador Allende, fue herido gravemente por el sólo hecho de defender la constitución y oponerse a evitar la toma de posesión del presidente electo, como pretendía la extrema derecha. Los criminales lo esperaron cerca de su casa, interceptaron su automóvil y lo balearon a mansalva. Muere tres días más tarde. Así se iniciaba una ola de crímenes y conspiraciones contra la democracia chilena. General Carlos Prats.-‐ Es nombrado Comandante en Jefe del Ejército de Chile para reemplazar al asesinado Gral. Schneider. Igual que su antecesor se declaró constitucionalista y defensor de las transformaciones que proponía el Pdte. Allende. En 1973 fue nombrado Ministro de Defensa. En ese mismo año intentaron asesinarlo y además logró desarticular una sublevación militar. La CIA y un grupo de conspiradores de la derecha lograron hacerlo renunciar para que lo sustituyera Pinochet. Este militar fascista en complicidad con la CIA, a los pocos días traiciona el mandato constitucional dando un sangriento golpe de estado, en el que muere el presidente Allende. Así comienza la etapa más negra de la historia de Chile. Miles de muertos y desaparecidos, cientos de ellos arrojados vivos desde aviones. Un año después, el Gral. Carlos Prats y su esposa son asesinados en Buenos Aires por un atentado terrorista ejecutado por la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) y coordinado por la Operación Cóndor. General Juan José Torres.-‐ Militar progresista boliviano que tomó la decisión soberana de nacionalizar varias minas de zinc y de otros metales, casi todas en manos de capitales
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estadounidenses. La CIA y la derecha conspiraron contra su gobierno y fue derrocado por el Gral. Hugo Banzer. En mayo de 1976, cerca de Buenos Aires, apareció muerto en un atentado coordinado por la Operación Cóndor. General mexicano José Francisco Gallardo.-‐ También Doctor en Administración. En 1993, durante el salinato, a raíz de la publicación de un trabajo sobre la necesidad de un ombudsman en las FFAA., se le inventaron y armaron diversos delitos por los que pasó ocho años en la cárcel. Coronel Hugo Chávez Frías.-‐ Fue presidente constitucional de Venezuela. Los grandes medios transnacionales de la comunicación se encargaron de denostarlo. Lo que es importante, es el contenido de sus actos de gobierno y su solidaridad con los pueblos de la región. Ha enfrentado con la mayor decisión al imperialismo. La riqueza petrolera, que antes beneficiaba a unas pocas familias oligárquicas, hoy es patrimonio del pueblo de Venezuela. En Nuestra América, ha impulsado el Banco del Sur; propuso el ALBA (Alternativa Bolivariana para Nuestra América); el Telesur; y fue factor decisivo para la fundación de la UNASUR y posteriormente la CELAC. Por su vocación integradora, Venezuela se incorporó al Mercosur en 2012. Sin duda, el presidente Chávez fue uno de los principales impulsores de la integración de la Patria Grande, como lo soñaron Bolívar, Martí, San Martín y Artigas, entre otros héroes de Nuestra América.
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DEL BORRÓN Y CUENTA NUEVA
EXPONE SERGIO NARANJO RAMOS Diseñador y artista plástico
Desaparecer, borrar es la máxima de los regímenes dictatoriales, de los gobiernos autoritarios, del capitalismo como ideología, es la gran ilusión de los poderosos; arrasar pueblos, destruir sus culturas, su lenguaje, sus formas de vida, su cultura, apropiarse de sus riquezas, en definitiva someter; tener control, tener el poder para convertir en nada a los pueblos, alienarlos y que mejor que no tengan memoria. Han creado un personaje llamado “NADA” (la blancura), este personaje escribe historias sin sentimientos, quiere dejar sin color la ternura sin alegría la esperanza; han hecho del vacío un estilo de vida, este vacío, esta blancura lleva consigo una enorme carga de rencor y odio, y convierte a este personaje en un libro en blanco, donde no se puede escribir el presente, ni siquiera un futuro posible. Para llevar a cabo esta destrucción, el imperio (el personaje) necesita imponer una sola visión del mundo utilizando un modelo de planeación estratégica que abarque todos los planos de la humanidad; para lograrlo necesita eliminar y aniquilar toda forma de rebelión, toda nación que se atreva a desarrollar su propia autonomía, todo pensamiento crítico, convertir a las personas en autómatas, individuos que hagan su trabajo sin ningún reclamo, es decir convertirlos en seres que actúan como robot, sin reflexionar; una “NADA” dedicada a destruir la historia. Esta blancura es también ceguera, ceguera que se enseña para no ver, esta blancura representa el vacío, el vacío de sentimientos, el vacío de ternura, hombres y mujeres exprimidos para no tener cariño por la vida. Lo blanco es pues, la no existencia, es lo que se borra y no se escribe, donde no hay registro de lo que se hace, es borrar la memoria de los pueblos y naciones. Este libro “LA HINTELIGENCIA MILITAR” en blanco, es un llamado, una alerta, al peligro que corremos al permitir la imposición de la desmemoria, a ser una hoja en blanco, al olvido para que los pueblos no escriban sus propias historias, porque escribirlas sería reconocer que somos humanos y por tanto factibles de cometer errores.
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El imperio, las trasnacionales; han implementado toda una estrategia del olvido, socavando y aniquilando países como Chile, Perú, Colombia, Panamá, Granada, Irak, Argelia, Afganistán, Libia, etc., ayer, han arrasado y desaparecido localidades y pueblos como: Guernika en España, Lídice en Checoslovaquia (hoy república Checa), ha permitido que el sionismo implemente una política de tierra arrasada en Palestina, masacrando y eliminando selectivamente a la población; el sionismo haciendo exactamente lo mismo que los nazis hicieron con el pueblo Judío, uno se pregunta por qué? Cómo es posible esto? las razones me parece, hay que buscarlas en esta estrategia de aniquilación mundial que lleva a cabo el capitalismo como modelo económico, donde se inculca la cultura del olvido al no hacer un ejercicio crítico de la memoria; en la actualidad están implementando el modelo económico con otras variantes; lo increíble, lo perverso diría yo; es que para hacerlo necesitan destruir todo vestigio de conciencia crítica, destruir la sociedad, sus organizaciones y actividad comunitaria, borrar, desaparecer del mapa; estar en blanco. El libro “LA HINTELIGENCIA MILITAR” nos conduce de nuevo a reflexionar sobre el significado de la blancura, el no ver, ó no querer ver el peligro que se nos avecina. Es también una manera de sacudir a las fuerzas progresistas; que ante la avalancha y posición de fuerza del capitalismo y su modelo, no tenemos respuestas, ni siquiera propuestas; si las hay, todavía no son suficientes para hacer frente a esta monstruosidad. Nos han dicho que es el fin de la historia según declaraciones de Fukuyama; tiempo después son los pueblos de América latina, Asia, África, Europa, quiénes se encargan de decir todo lo contrario y dan inicio a los primeros intentos por volver a escribir su propia historia, escribirlas en color, llenarlas nuevamente de ternura, solidaridad y fraternidad. En éste libro, en estas páginas en blanco también se pueden hacer modificaciones, llenarlas de presente, de futuro, de ideas, de reflexión pero sobre todo de letras, de letras que digan ESPERANZA.
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MESA LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA EN EL CONO SUR
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Luis Hernández Palacios, Rossana Cassigoli, Carlos Fazio, Iván Moscoso MESA COORDINADA POR LUIS HERNÁNDEZ PALACIOS A 40 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO EN CHILE
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COORDINA Y EXPONE LUIS HERNÁNDEZ PALACIOS
La destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos sociales que vinculan la experiencia contemporánea del individuo con la de generaciones anteriores, es uno de los fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del siglo XX, e inicios del XXI. La globalización ha producido así una suerte de pérdida del sentido identidario y de paulatina disolución de la memoria colectiva y, en cierto sentido, de la apreciación de la historia social reciente. En su mayor parte, los jóvenes, hombres y mujeres, de este principio de siglo crecen en una suerte de presente permanente sin relación orgánica alguna con el pasado del tiempo en el que viven. Esto otorga a los historiadores, cuya tarea consiste en recordar lo que otros olvidan, mayor trascendencia que la que han tenido nunca, en estos años. Pero por esa misma razón deben ser algo más que simples cronistas, recordadores y compiladores, aunque esta sea también una función necesaria de los historiadores. Para los intelectuales de mi edad y formación, el pasado es indestructible, no sólo porque pertenecemos a la generación en que muchas de las instituciones centrales tuvieron un carácter formativo, por tanto, nos identificaron, sino también porque los acontecimientos públicos forman parte del entramado de nuestras vidas. No sólo sirven como punto de referencia de nuestra vida privada, sino que han dado forma a nuestra experiencia vital, tanto privada como pública. Por ello recordar es reconstruir nuestra identidad y forjar nuestro sentido del porvenir. Hablamos como hombres y mujeres de un tiempo y un lugar concretos, que ha participado en su historia en formas diversas. Y hablamos, también, como actores que han intervenido en sus dramas –por insignificante que haya sido nuestro papel-‐, como observadores de nuestra época y como individuos cuyas opiniones acerca del siglo XX han sido formadas por lo que consideramos acontecimientos cruciales del mismo. Somos parte de este siglo, que es parte de nosotros. No
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deberían olvidar este hecho aquellos lectores que pertenecen a otra época, por ejemplo el alumno que ingresa en la universidad en el momento en que escriben estas páginas, para quien incluso los movimientos estudiantiles de los años 60 forman parte de la prehistoria. Recuperar la memoria debería, sobre todo, comprender el pasado. En muchas ocasiones lo que dificulta la comprensión no son sólo nuestras apasionadas convicciones, sino la propia experiencia histórica que les ha dado forma. Aquellas son más fáciles de superar pues comprenderlo todo no es perdonarlo todo. Comprender lo que ocurrió en Chile a partir de 1973 y encajarlo en su contexto histórico, no significa perdonar los crímenes de la dictadura. En cualquier caso, no parece probable que quien haya vivido los horrores desatados en Chile, a partir del 11 de septiembre de 1973, pueda abstenerse de expresar algún juicio. La dificultad estriba en comprender como una base sólida para atisbar con esperanza y optimismo el futuro. El golpe militar. El 4 de septiembre de 1970, Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales en Chile, aunque debió esperar ser ratificado por el Congreso. El triunfo de Allende se constituyó en un hito histórico y una lección política que no deben olvidarse. En un sentido muy importante ese triunfo electoral fue resultado de un amplio proceso de unidad en las filas democráticas y de la izquierda, que tuvo como eje una orientación hacia el socialismo, fraguada en las concepciones del Partido Comunista y del Partido Socialista, cuyos orígenes habría que rastrear no sólo en la formación de ambos destacamentos, sino en la construcción de los frentes populares en los años treinta. Aunado a ello, existían graves síntomas de agotamiento del modelo de desarrollo, que larvaba una crisis en la reproducción del mismo, y enfrentaba a dos grandes bloques en el seno de las clases dominantes chilenas: de una parte, un sector productor para el mercado interno de bienes de consumo habitual; y, por otra, un sector productor de bienes de consumo suntuario que aspiraba, además, a retomar una orientación de producción para la exportación. Esta definición se expresó en la postulación de dos candidatos que representaban mutantis mutandi a esos bloques (el ex Presidente y empresario Jorge Alessandri Rodríguez; y, Radomiro Tomic Romero, de la Democracia Cristiana). Allende impulsó su programa aprovechando la legislación reformista impulsada por la democracia cristiana por el gobierno de Eduardo Frei (1964-‐1970) al tiempo que se generalizaba la movilización social y subían su punto de mira las demandas sociales. Desde su ratificación por el Congreso, el gobierno de Allende vivió una permanente confrontación legal y extra legal de la oposición. Las acciones ilegales que iniciaron con el asesinato del Comandante del Ejército, General René Schneider, se intensificaron con el paro patronal de octubre de 1972, desembocaron en el levantamiento generalizado de la Marina, el Ejército, la Fuerza Aérea y la policía militarizada de Carabineros, en la madrugada del 11 de septiembre de 1973. Pero no puede pasarse por alto que además de corresponder a la lógica de la confrontación política y social del país, esa acción se inscribe en una oleada de asonadas similares desarrolladas a partir de una política global de los Estados Unidos. Si hasta finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, el enfoque político-‐militar norteamericano se fundamentaba en el supuesto de una posible amenaza externa por parte del bloque socialista, en el curso de la década de los sesenta esta política tuvo que ser revisada, no sólo porque, al llegar la carrera armamentista a la etapa nuclear, variaban los términos de un
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posible conflicto entre las dos potencias, sino también porque ahora se debía enfrentar una amenaza mucho más concreta, que provenía del interior de los propios países dependientes, a través de los intentos insurreccionales capaces de subvertir el orden vigente. Así, paulatinamente, la política exterior norteamericana abandonó la estrategia de la “reacción masiva y global” en un enfrentamiento directo con la Unión Soviética, sustituyéndola por otra nueva: la estrategia de la contrainsurgencia, capaz de responder al reto revolucionario donde quiera que éste se presentara. Estados Unidos definió la estrategia de la contrainsurgencia como el conjunto de medidas militares, paramilitares, políticas, económicas, psicológicas y cívicas tomadas por el gobierno para derrotar la insurgencia subversiva de origen comunista. Dos eran sus objetivos básicos: El primero, promover en el plano económico-‐social una política reformista y de ayuda a los países dependientes; la Alianza para el Progreso (ALPRO), creada en 1961, tenía por objeto llevar a cabo esa política. El segundo objetivo era realizar, en el plano militar, una política represiva que detuviese el avance del movimiento de masas y que contuviese cualquier amenaza insurreccional. Si, en el plano económico-‐social, las metas de la nueva estrategia consistían en estimular determinados tipos de reforma, que sin poner en riesgo el régimen capitalista sirvieran para prevenir –desde la perspectiva norteamericana-‐ la “cubanización” de América Latina, en el plano militar, las metas consistían en capacitar a los ejércitos latinoamericanos para la compleja tarea de enfrentar a un enemigo no siempre bien diferenciable, diluido entre la población, y aplastar los movimientos insurreccionales. Así, la nueva estrategia militar norteamericana para América Latina se concretó en tres elementos: a) la elaboración de una doctrina anti insurreccional fundada en los principios de la “Seguridad Nacional”; b) la modernización tecnológica de los ejércitos nacionales; y c) los intentos de coordinación de los distintos ejércitos nacionales del continente. En todo caso, cabe destacar los aspectos centrales de la doctrina de la contrainsurgencia: la concepción de la política, la concepción del enemigo y la concepción acerca del funcionamiento de la democracia representativa. a) En la sociedad latinoamericana, “la lucha política tiene como propósito derrotar al contrincante, pero éste sigue existiendo como elemento derrotado y puede, incluso, actuar como fuerza de oposición. La contrainsurgencia (…) ve al contrincante como el enemigo que no sólo debe ser derrotado sino aniquilado, es decir, destruido, lo que implica ver a la lucha de clases como guerra y conlleva, pues, la adopción de una táctica y métodos militares de lucha”. Se trata, en efecto, de la aplicación del enfoque militar a la lucha política. b) Si el contrincante es visto como parte constitutiva de la sociedad, “la contrainsurgencia considera al movimiento revolucionario como algo ajeno a la sociedad en que se desarrolla; en consecuencia, ve el proceso revolucionario como subversión provocada por una infiltración del enemigo (…) que provoca en el organismo social un tumor, un cáncer, que debe ser extirpado, es decir eliminado, suprimido, aniquilado”. c) Finalmente, “la contrainsurgencia, al pretender restablecer la salud del organismo social infectado, es decir, de la sociedad burguesa bajo su organización política parlamentaria y liberal, se propone explícitamente el restablecimiento de la democracia burguesa, tras el periodo de excepción que representa el período de guerra “. En ese sentido, “la contrainsurgencia no pone en cuestión en ningún momento la validez de la democracia burguesa, tan sólo plantea su limitación o suspensión durante la campaña de aniquilamiento”.
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En resumen, la estrategia de la contrainsurgencia recurre a los militares latinoamericanos y les asigna diversas tareas, según la realidad concreta de cada país: la función tradicional de respaldo represivo a aquellos regímenes donde las fuerzas políticas de la burguesía aún son capaces de mantener y asegurar el sistema capitalista de dominación; o la función de pilares y cabeza del Estado, surgiendo así los Estados militares de excepción, en aquellos países donde las fuerzas dominantes no son capaces de resolver su crisis. La dictadura militar: Estado de Contrainsurgencia. En este marco, el Estado chileno sufrió una rápida metamorfosis consistente en que sus elementos de sustentación, los aparatos militares y represivos, emergen desde dentro del Estado para convertirse en la cabeza de éste. Esta situación difiere totalmente del fascismo europeo, en el que el Estado fue tomado por asalto, desde fuera, por el movimiento fascista, y doblegado. Es decir, los aparatos militares y represivos se constituyeron, ya no sólo en la columna vertebral del Estado, sino también en su cerebro; es decir, en el centro de articulación y dirección del sistema de dominación en su conjunto. Esto es posible no sólo por el desarrollo del gran capital, que agudiza las pugnas interburguesas y la lucha de clases e general, sino también porque obedece a la estrategia imperialista de mantener bajo su control zonas estratégicas básicas. Además, a diferencia de la ola contrarrevolucionaria que asoló a los países europeos en el período previo a la segunda guerra, la contrarrevolución latinoamericana no contó con una base de apoyo sustraída de las filas del pueblo. Esta situación se debe a la extrema polarización social que provocó el nuevo modelo de acumulación y la superexplotación del trabajo en que éste se funda. Así, la misión contrarrevolucionaria, confiada a los aparatos represivos, consiste en sustituir a la antigua élite política que dirigía el Estado, a la vez que desarrollar una nueva forma de dominación basada en la llamada doctrina de la Seguridad Nacional. Ésta –como ya se indicó-‐ postula aplicar la concepción de la guerra interna a quienes considera como agentes “externos” a la sociedad nacional; en este caso, los núcleos revolucionarios. Por ello la dictadura estableció un verdadero régimen de terror: asesinatos, deportaciones, desaparecidos y presos se contaron por millones. Cimentado sobre esas condiciones reorientó la economía, generando un nuevo modelo agro-‐ minero exportador y golpeando al mercado interno, al punto de desaparecer una amplia franja de la industria doméstica. Como quiera que sea, la ofensiva contrarrevolucionaria iniciada en marzo de 1964 con el golpe militar que derrocó al régimen populista de Goulart en Brasil, alcanzó su punto culminante en el período 1973-‐76, cuando los países del cono sur se cubren de dictaduras militares. Con ella, el capital monopólico nacional y el extranjero imponen una derrota que frena el ascenso del movimiento de masas observado en esos países, crean condiciones de facto para superar la crisis política del conjunto de las fuerzas burguesas y establecen las bases para reestructurar el modelo de acumulación y superar la crisis del capitalismo dependiente. Sin embargo, la existencia de las dictaduras militares como forma del Estado de contrainsurgencia no se generalizó al conjunto de los países, pues existieron también otras formas de asegurar una relativa estabilidad del sistema de dominación.
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Retorno a la democracia. Desde su propia instauración la dictadura militar pinochetista confrontó una persistente resistencia en diversos planos: social, política, cultural y militar enmarcada en un creciente aislamiento internacional. Carente de legitimación y con una erosión sostenida de sus bases de sustentación, al igual que otras dictaduras militares de la región, fue perdiendo utilidad para los propósitos de garantizar estabilidad y desarrollo de un nuevo modelo económico. En ello jugó un papel fundamental la reorientación de la política norteamericana. En efecto, después de haber pregonado el respeto a los derechos humanos y de ejercer presiones para que las dictaduras militares pusieran en camino la institucionalización de la contrarrevolución, el gobierno de Carter no encontró las formas idóneas para participar activamente en la conducción de este proceso. Al dejar en manos de las dictaduras militares y de las fracciones burguesas hegemónicas la tarea de llevar adelante la implementación de las “democracias viables”, el imperialismo perdió una parte de los dividendos que se proponía obtener en un principio. Es por eso que, si bien el proceso de institucionalización se generalizó y entró en marcha –con avances y retrocesos-‐, no ha logrado plasmarse en un proyecto político con límites precisos. Asimismo, el proyecto norteamericano debió enfrentar propuestas alternativas que presentan una mejor definición de la transición a las “democracias viables” en algunos países. Es el caso de la socialdemocracia internacional. En efecto, al plantear ésta el desarrollo de un sistema de dominación consensual, a través de una serie de concesiones económicas y políticas a las clases dominadas, la subordinación de la pequeña burguesía y la clase obrera a la dirección burguesa, el debilitamiento político de las posibilidades de conformación de un bloque social revolucionario y la aplicación de una política represiva más selectiva, las tendencias socialdemócratas han avanzado significativamente en el juego político latinoamericano. Y ello tanto más en la medida en que sus banderas liberales han sido capaces de arrastrar a fuerzas de la oposición burguesa y a sectores vacilantes de la izquierda latinoamericana, a la vez que quebrar la unidad política del movimiento de masas y abrir un cierto espacio político para la institucionalización de las dictaduras. Como quiera que sea, la puesta en marcha o el simple anuncio de reformas en los diferentes países, abrió campo a las contradicciones que subyacían en el seno de la sociedad. Lejos de ser un proceso idílico, la institucionalización de la contrarrevolución se ha convertido en una lucha encarnizada entre los distintos sectores, fracciones y clases sociales. Así, mientras las tensiones y pugnas entre las fracciones burguesas han crecido aceleradamente, la represión al movimiento de masas se ha extendido, con medidas legales o sin ellas, en tanto única vía de contención de las luchas populares. Es por eso que las ilusiones formadas en torno a una supuesta política de respeto a los derechos humanos y de un viraje a la democracia burguesa se han desvanecido con la misma premura que fueron creadas e impulsadas por las burguesías imperialistas y locales.
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Las perspectivas populares. Una parte importante para abrir paso a la nueva institucionalización fue el desarrollo de la resistencia popular, de variado tipo, así como la movilización social. Los avances del movimiento de masas no estuvieron, sin embargo, exentos de dificultades y contradicciones, por lo cual, tampoco presentaron un carácter homólogo; su no estuvo, ni de lejos, exento de saltos y retrocesos. Sin embargo, deben ser precisadas dos cuestiones. Por una parte, el avance de las posiciones revolucionarias, que se expresa en el campo de las organizaciones políticas como una mayor capacidad de definiciones estratégicas y tácticas acompañada de una progresiva inserción de la izquierda revolucionaria en el movimiento de masas. Y, por otra, el paulatino debilitamiento de la izquierda tradicional para convocar, articular y dirigir el movimiento de masas. En suma, pues, la coyuntura política de mitad de los noventa confrontó nuevas características. No se trató solamente de un proceso de institucionalización, sino de una institucionalización burguesa que controló íntegramente la misma burguesía; por lo que dejó intacto el andamiaje jurídico que permitió la continuidad de las políticas de la dictadura. Lo que dio paso a la búsqueda de su transformación, sobre todo a partir de la movilización social. Así, pues, no hay ninguna razón para suponer que la lucha democrática que libran hoy los sectores populares chilenos no pueda extenderse indefinidamente, permitiendo que, a cierta altura, se produzca el paso natural y pacífico a una mayor democracia y cambio de régimen. Todo indica más bien que la lucha democrática y popular se entrelazarán para los trabajadores en un solo proceso, un proceso de duro y decidido que ponga en el centro de sus demandas un cambio constitucional, que desarme la herencia jurídica de la dictadura. En tal perspectiva, la alternativa real que se avizora, es el enfrentamiento de dos proyectos: Por una parte, desde la perspectiva de los intereses de las clases dominantes, su proyecto busca consolidar la existencia del legado dictatorial, en un modelo excluyente. Y por otra parte, desde la perspectiva de los intereses de la clase obrera y el pueblo, el proyecto plantea como objetivo fundamental la lucha social y política, como base para la transformación del Estado.
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HOMENAJE A RAÚL SENDIC, MIGUEL ENRÍQUEZ AL CHE Y A TODOS LOS LUCHADORES CAÍDOS. EXPONE CARLOS FAZIO Maestro en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y periodista.
I.-‐ A comienzos de los años 60, en el pequeño Uruguay, un núcleo de militantes que integraban un mosaico de ideologías, comenzaron a reunirse unidos por un pensamiento: “la revolución que tenemos que hacer”, que los diferenciaba de la izquierda verbalista de entonces. La idea encontró eco en un pelotón de los asalariados más explotados del Uruguay, los cortadores de caña de Bella Unión, en el norteño departamento de Artigas. Los “peludos”, sinónimo coloquial de los cañeros, estaban agrupados en el sindicato de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA), liderado por un casi abogado, modesto, austero, de aspecto desaliñado y parco hablar. Su nombre, Raúl Sendic. El Bebe Sendic, o Rufo, como se le conocería después por su nombre de guerra, tenía un vicio: olfatear lejos. Le gustaba definir la esencia de los fenómenos y sus causas determinantes; descubrir “las cosas detrás de las cosas”. Heterodoxo militante del Partido Socialista, partidario de “un socialismo revolucionario de estirpe libertaria”, el joven Sendic, crítico irreverente, sostuvo discusiones políticas con el dirigente histórico del PS, Emilio Frugoni, quien, entre otras cosas, defendía el “papel civilizador” de la guerra colonial de Francia en Argelia. Asimismo, y con gran escándalo de los viejos dirigentes partidarios, para redactar volantes y propaganda, Sendic remplazaba una fraseología marxista descolorida por los versos del Martín Fierro. También cometió la irreverencia de anteponer Rosa Luxemburgo a Lenin y descubrió temprano en el peruano José Carlos Mariátegui los rudimentos de un marxismo latinoamericano, que inevitablemente lo llevaría hasta las fuentes artiguistas de una unidad continental por la suma de ligas federales. Luxemburgo, Mariátegui, Artigas, era un colage para nada disparatado, que permitía una síntesis adecuada a las condiciones concretas de los escenarios posibles de una revolución y de los papeles protagónicos que deberían asumir, al decir de Artigas, “los pueblos soberanos”, “reunidos y armados” en cabildos, de donde debían emanar las autoridades delegadas. Antecedente lejano, si lo hay, de los actuales caracoles autonómicos zapatistas de México.
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Reacio a las maratónicas discusiones ideológicas de la izquierda, y no porque despreciara la teoría, Sendic era un agitador, un luchador social, un político, un dirigente partidario y un organizador sindical. Pero ante todo, un hombre de acción. Para ciertas cosas, en aquel Uruguay que tenía una cara y una careta, no discutía: hacía. A mediados de los años cincuenta, consecuente con la idea de cambiar al “hay” por el “tenemos que hacer”, se marchó al norte del país a organizar sindicatos rurales. Al mismo tiempo, como litigante, se especializó en demandas y defensas laborales. Comprobó entonces que en la Suiza de América la democracia terminaba en los alambrados de los latifundistas; que la ley cesaba en la portera de los arrozales y de las remolacheras, donde se aplicaba la ley del patrón, inflexible y de mano dura, con el apoyo, siempre, de la policía y el ejército. Poco después llegó a la conclusión que se necesitaba modificar el sistema de propiedad y de producción de la tierra por la vía de una reforma agraria radical. Cuando a comienzos de los sesenta llegó a Bella Unión, la última frontera, el lugar más olvidado del Uruguay, Raúl Sendic tenía como objetivo organizar a los peludos de Azucarera Artigas y de la American Factory, propiedad de unos gringos corridos de Cuba al triunfo de la revolución. Signo de los tiempos, en agosto de 1961 el Che Guevara había pasado por Montevideo y poco después llegaba Francisco Juliao, dirigente de las "ligas campesinas" que luchaban contra el latifundio en el nordeste brasileño. Pronto, la consigna zapatista “tierra para quien la trabaja”, que entroncaba en la historia del Uruguay con el Reglamento de 1815, eje de la revolución agraria de Artigas, que determinó las formas de reparto de las tierras y los ganados de “los malos europeos y peores americanos” entre “los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres”, para dar cumplimiento al apotegma artiguista de que “los más infelices serán los más privilegiados”, encontró oídos receptivos en UTAA, sindicato de nuevo tipo que impulsaba la expropiación de latifundios improductivos y ensayaba algunas formas de acción directa, como la ocupación de un ingenio azucarero a cargo de un tal míster Henry. En 1962, al pasar a la clandestinidad y adoptar el seudónimo Bebe, daría inicio la leyenda. Una leyenda que, como dijo Mario Benedetti, “es tan peculiar, que se basa exclusivamente en realidades”. Ese mismo año, Uruguay cobijaría a la primera de cinco marchas cañeras que atravesarían el país y atronarían la capital con su grito de guerra “UTAA, UTAA, por la tierra y con Sendic”. Esa consigna, que señalaba una reivindicación de fondo prácticamente sin salida en el marco del régimen clasista imperante, al incluir a Sendic, sintetizaba el apoyo a una concepción que iba mucho más allá de una reivindicación sindical. O más bien, era otra concepción para el trabajo sindical; expresaba otro modo, otro contenido y otros objetivos para el trabajo en las masas. Sería ese un periodo de gran aprendizaje. Los campamentos y plantones de los peludos y sus familias ante el Palacio Legislativo, en Montevideo, para reclamar la expropiación de 30 mil hectáreas improductivas, las gestiones burocráticas, las promesas oficiales incumplidas, la hipocresía de los políticos, la mentira descarada de los medios de comunicación, la represión policial, la cárcel, irían agotando etapas de lucha.
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Se abrió paso, entonces, la consigna “tierra o muerte”; la idea de contestar a la violencia de los de arriba, con la violencia de los de abajo. Allí mismo, en el seno de los peludos, no tardaría en germinar el Movimiento de Liberación Nacional, Tupamaros, al que se sumó un grupo de militantes desgajados de la izquierda tradicional; paradójicamente, la tupamara fue una guerrilla urbana que, sin proponérselo, sin dogmatismos, sin pretender dar “recetas” a nadie, aportó algunos elementos originales a la lucha revolucionaria mundial. Porque el MLN Tupamaros tuvo la audacia de atreverse a pensar, sin anteojeras ni tabúes. Innovó en cuanto al carácter colegiado, colectivo, de su dirección; es decir, rompió con una característica inherente al movimiento guerrillero latinoamericano: la presencia del jefe, de la autoridad−vértice. Fue, además, el MLN, una guerrilla urbana con mando descentralizado; que funcionaba con base en el criterio de “la centralización estratégica y la autonomía táctica”. Los “tupas” −según el apócope por el que se conoció a ese movimiento armado−, elaboraron una estructura de organización, una metodología, un espíritu y un estilo de trabajo propios. La consigna de aquellos tiempos: “la acción nos une, las palabras nos separan”, fue definiendo un estilo de trabajo que rechazaba toda discusión ideológica y política divorciada de la acción cotidiana. Un “estilo tupa” que recuperaba en su lenguaje fresco y en la práctica consecuente, la ética política. Un estilo, signado, además, por un irreverente sentido del humor. El humor tupa. En mayo de 1969, la revista Time calificaba a los tupamaros como “los Robin Hood de la guerrilla”. Otros hablaban de “una guerrilla de guante blanco”. Cuando el gobierno de Jorge Pacheco Areco, en plena fase de fascistización del Estado prohibió a los medios de comunicación utilizar la palabra tupamaros, con la secreta esperanza de eliminar el sujeto, aparecieron, tozudos, los sinónimos: los llamaron entonces “los innombrables”, “los tucutucu”, “los que te dije”. La toma de la ciudad de Pando; el Plan Satán, que retuvo en las cárceles del pueblo a connotados embajadores extranjeros, oligarcas y torturadores, como el experto estadunidense en técnicas de interrogatorio (la tortura), Dan Mitrione; el Plan Tatú, que recogió la experiencia vietnamita de la red de túneles interconectados, enriquecida y complementada con aspectos de la resistencia clandestina antinazi en Europa, la de Israel y el Irgún, la de Argelia y sus willayas, la de Chipre y la resistencia antiinglesa de Grivas, la de los yemenitas en el desierto y la de Cuba y el Movimiento 26 de Julio; el Plan Collar, que se planteaba instalar una guerrilla suburbana para una etapa militar de “hostigamiento directo” a la capital del país, Montevideo; El Abuso, como se conoció la espectacular fuga de 106 prisioneros del Penal de Punta Carretas, a través de un túnel, precedido por las operaciones Paloma y Estrella, como se denominaron sendas fugas de guerrilleras tupamaras de la Cárcel de Mujeres, son apenas una apretada síntesis del trabajo organizativo, político, militar y conspirativo del MLN. A lo que habría que agregar el apoyo crítico a la coalición de izquierda Frente Amplio para los comicios presidenciales de 1971, así como la creación de una “columna de masas” (la Columna 70) y una expresión política legal, el Movimiento 26 de Marzo, que tuvo entre sus dirigentes al poeta Mario Benedetti, lo que demuestra que los tupas no menospreciaban la lucha legal y que veían en
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el accionar armado un instrumento ineludible de defensa de las masas ante un régimen represivo en proceso de fascistización, que posteriormente permitiría la toma del poder por el pueblo, bajo aquella consigna del caudillo blanco del siglo XIX Aparicio Saravia, rescatada por presos tupamaros en el Penal de Punta Carretas, que trascendería las fronteras y anidaría en otras latitudes: “Habrá patria para todos o no habrá patria para nadie”. Las acciones del MLN contra el Escuadrón de la Muerte el 14 de abril de 1972, fue la excusa o tal vez una emboscada que le tendieron el gobierno y las Fuerzas Armadas para desatar una cacería de tupamaros. Ese día, Bordaberry decretó el “Estado de Guerra Interno”. Un estado de excepción que institucionalizaba la masacre. Se suspendieron todas las garantías individuales. Se desempolvaron los manuales de la contrainsurgencia gringa. Irrumpió la tortura como método. Los soldados uruguayos actuaron como un ejército de ocupación en su propio país. El golpe fue tan devastador, que en siete meses la estructura militar de los tupamaros quedó herida de muerte. Un par de traidores ayudaron a ese desenlace. Una madrugada lluviosa de agosto de 1972, una frase pronunciada por el dirigente tupamaro Raúl Sendic, antes de caer abatido por un disparo que le destrozó la cara, acapararía los titulares de la prensa mundial: “Yo soy Rufo y no me rindo”. Después, un fascismo a la uruguaya se enseñoreó en el paisito. Sendic y sus compañeros pasaron trece años en prisión. Y al igual que en la Alemania nazi, él y ocho compañeros más fueron considerados rehenes de la dictadura: si el MLN volvía a operar en Uruguay, ellos serían fusilados. Los torturaron durante años, los tuvieron en el fondo de la tierra, en aljibes, siempre aislados. Pero no los pudieron quebrar. A ello ayudó, no quepa la menor duda, la solidaridad internacional. Entre ella, la de miles de mexicanos y mexicanas. En particular, queremos recordar, ahora, la solidaridad impulsada por el Colectivo Raúl Sendic, integrado, entre otros, por un desmadrozo escritor del género de la novela negra, Paco Ignacio Taibo II. También queremos destacar la solidaridad y el acompañamiento concreto de los viejos cívicos que habían recogido las banderas libertarias de Genaro Vázquez en Guerrero. El 15 de marzo de 1985, cuando finalmente la movilización popular y la solidaridad internacional rescató de las cárceles a los últimos presos de la dictadura, aquellas mujeres y aquellos hombres que se jugaron el pellejo por lo que pensaban, salieron como un viejo puñado de fusiles rotos. Flacos, sus cabezas rapadas, con sus ropas de presos. “Somos los mariscales de la derrota”, dijo a nombre del colectivo el Ñato Fernández Huidobro. Y era verdad. Es la dinámica de los pueblos que luchan por su liberación; perder y perder, sin solución de continuidad, hasta el día de la victoria final. Por eso, la derrota no les hacía mella. Liberados por la presión popular tras el regreso de la democracia formal, el MLN definió transitar en la legalidad. Pero habían salido para seguir luchando por el socialismo. Por la estrella con la T, que simboliza Tupamaros. Decidieron aprovechar aquella “democracia primaveral” para crecer en el pueblo. En los barrios. Para crear empresas cooperativas y ejercer otras formas de poder popular. Vivas las experiencias de Nicaragua y El Salvador, apostaron por crear un “Frente más grande” que el Frente Amplio; un Frente Grande que agrupara a todas las fuerzas progresistas del país.
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En la post-‐dictadura, Sendic, luchador social original, creador y contestatario, volvió a sus obsesiones: la lucha por la tierra, contra la pobreza y por la unidad de la izquierda. En 1987, en una convención del MLN, planteó que el método guerrillero seguía siendo válido en la lucha por la liberación de los pueblos: “Que ahora no lo usemos aquí, no quiere decir que no sea válido en otro avance del fascismo”. Un año después, un 28 de abril, lo que no pudieron los milicos lo hizo el mal de Charcot: el Bebe Sendic moría en París víctima de una enfermedad devastadora. El mal le doblegó el cuerpo, pero no su pensamiento. Sendic sigue vivo en la resistencia de muchos pueblos del mundo y, me consta, también en la selva Lacandona. II. Corría octubre de 1974. Estaba en un local del MLN en Buenos Aires cuando llegó la noticia de la muerte en combate de Miguel Enríquez. Dice Eduardo Galeano que cada uno entra en la muerte de un modo que se le parece. Algunos, en silencio, caminando en puntillas; otros, reculando; otros, pidiendo perdón o permiso. Hay quien entra discutiendo o exigiendo explicaciones y hay quien se abre paso en ella a las trompadas y puteando. Hay quien la abraza. Hay quien se tapa los ojos; hay quien llora. Miguel se metió en la muerte a tiro limpio. Desde el incendio de La Moneda, inmolado Allende, el dirigente del MIR se había convertido en la presa mayor del Inspector Cabezas67 y del sádico coronel Manuel Contreras, jefe de la DINA y discípulo de Pinochet. Querían su cabeza y mandaron tras él a sus esbirros de la DINA, que desde su creación se había fijado como primer gran objetivo el aniquilamiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Desde entonces la cacería se había hecho más intensa y violenta. “Ahora le toca a Miguel”, le dijo Salvador Allende a su hija Beatriz, en pleno combate en el palacio de La Moneda. La Tati le transmitió el mensaje del Presidente a Enríquez. Antes del golpe, los miristas habían ocupado fábricas y fundos porque sabían que la vía chilena al socialismo y la revolución sin costo social no existen. No creían en la reforma agraria de los ricos y desconfiaban de los militares “legalistas”. Pero el reformismo había renunciado a la lucha por el poder, como dijo el Bouchi. Y Chile fue una nueva Yakarta. En su parte de guerra, el general Palacios,68 asentó: “Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto”. “Los militares salvaron al país”, declaró Eduardo Frei al diario ABC de Madrid. El fascismo criollo en la patria de Caupolicán.69 De Manuel Rodríguez, Gabriela Mistral y Pablo Neruda. III.-‐ Este 8 de octubre es el día del Guerrillero Heroico. El Che Guevara puso todo de sí, absolutamente todo, detrás de las palabras. Como Salvador Allende y Miguel Enríquez”. No debemos caer en “el culto a la muerte”. Está claro. Sucede, simplemente, que figuras como Allende y Enríquez en Chile, El Roby Santucho en Argentina o el tupamaro Raúl Sendic en Uruguay, se mantienen vivos en la memoria social, colectiva. Son parte de la memoria viva popular. 67
Seudónimo o alias del comandante Edgar Ceballos Jones, segundo hombre del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea (SIFA). 68 El general Palacio fue uno de los mandos operativos del Ejército en el asalto al Palacio de La Moneda el día del golpe de Estado. 69 Célebre caudillo indígena araucano que luchó contra los conquistadores españoles, en cuyas manos murió en 1558.
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Hoy como ayer hacer la revolución significa transformar la realidad. Pero la militancia es también una memoria de elefante. Por eso el 2 de octubre no se olvida.70 Como no olvidamos al Che, ni a Tania,71 ni a Miguel, ni a Santucho,72 ni al Inti Peredo73, ni al Bebe Sendic y a todos los compañeros caídos en las luchas de liberación nacional. Pero no estemos tristes, porque requiere más coraje la alegría que la pena. A la pena, al fin y al cabo, estamos acostumbrados, compañeros. PARTICIPACIÓN DEL MAESTRO HECTOR CASTAÑEDA, Coordinador del plantel “Del Valle”, de la UACM.
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El 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, México, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz ordenó una feroz represión contra estudiantes. El hecho, donde murieron unos 500 jóvenes, es recordado desde hace 39 años bajo la consigna “2 de octubre no se olvida”. 71 Nombre de una guerrillera latinoamericana que estuvo integrada a la guerrilla del Che Guevara en Bolivia. 72 Máximo dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), de Argentina. 73 Dirigente del MIR boliviano que peleó junto al Che en Bolivia.
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MESA SITUACIÓN ACTUAL EN CHILE Y PERSPECTIVAS PARA LA IZQUIERDA
Nota: El Dr. Valenzuela no pudo asistir por problemas de salud. Su ponencia fue presentada por Iván Moscoso R.
Ivonne Szasz, Daniel Martínez, Ricardo Yoselevzky, Iván Moscoso COORDINA LA MESA IVONNE SZASZ
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ECONOMIA Y POLÍTICA EN CHILE: UNA NOTA.
José C. Valenzuela Feijóo.74
“Imposible enriquecerse honestamente. Pero, ¿y si se ha heredado de sus padres? Objetarán algunos. Pues bien: se habrá heredado lo adquirido deshonestamente.” Juan Crisóstomo.
I.-‐ El clima social. En Chile, el descontento (a veces la rabia) empieza a extenderse y también a manifestarse: masivas luchas estudiantiles, luchas por el medio ambiente, por la salud, por los derechos indígenas, etc. Y si bien estas luchas han comenzado a deslegitimar al sistema neoliberal en boga75, no es menos cierto que el poder real (medido a escala nacional) de estos movimientos es todavía muy insuficiente. Tampoco es clara la perspectiva de largo plazo que pudieran manejar: son más bien inmediatistas y poco coordinados entre sí. Algo que no debería extrañar pues se trata de movimientos iniciales y relativamente novedosos: rompen con la “pax chilensis” heredada de la dictadura y, muy probablemente, sean los embriones de futuras y más radicales fuerzas políticas. En ellos, predominan capas medias empobrecidas (y endeudadas) y segmentos asalariados nuevos (sector terciario). En cuanto a la clase trabajadora más tradicional (gran industria) su participación ha sido menor: tal vez sea, por ahora, el gran ausente. Por arriba, todavía impera ese condominio compartido entre la Concertación (del todo olvidada de sus viejos ideales y, en los hechos, impulsora del neoliberalismo) y la Derecha tradicional. A semejanza de lo que sucede en Estados Unidos entre republicanos y demócratas, en el país lo único que disputan es quien representa mejor a la clase dominante. Semejanza de propósitos no significa identidad: la Concertación es más sensible a los derechos humanos y al manejo de las políticas sociales asistenciales como mecanismo de legitimación del régimen. En el 2009, la presidencia fue ganada por la derecha tradicional y pinochetista, encabezada por Sebastián Piñera, un empresario muy poderoso y que en las lides económicas era conocido por su falta de escrúpulos. El de Piñera viene siendo un gobierno dirigido directamente por empresarios (en política, muy poco eficientes) y que no se caracteriza por manejar convicciones democráticas sólidas. De palabra, éstas se proclaman pero se mantienen la Constitución y los candados que impusiera Pinochet. Y cuando las protestas se agudizan, son consistentemente reprimidas (estudiantes, pueblos aborígenes, sindicatos, etc.) Asimismo, se profundiza la escandalosa dictadura mediática que tipifica al país. Todos los diarios que subsisten son de derecha, lo mismo sucede con las cadenas de televisión y en la radio (salvo una) se repite el panorama. También
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Depto. De Economía, UAM-I. “Un inmenso malestar recorre Chile. La ciudadanía, en sus diversas expresiones, protesta por los abusos y desigualdades que cotidianamente los golpean. El estado de cosas existentes es rechazado. Ha aumentado el convencimiento que el modelo económico concentra en unas pocas familias ricas los beneficios del crecimiento que ha experimentado el país, mientras el centralismo de Santiago impide el desarrollo económico y político de las regiones. Por otra parte, a la gran mayoría nacional ya no le resulta convincente la política social, de carácter asistencialista, que entrega bonos a los más pobres y coloca en la incertidumbre a las capas medias. Finalmente, los jóvenes se rebelan frente a un régimen político que cierra el acceso a su participación en los asuntos del país.” Cf. Roberto Pizarro, “Crisis orgánica y razón ciudadana”, trabajo aún no publicado. Santiago de Chile, 2012
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llama la atención: en las radios, más de la mitad responden a diversas sectas religiosas (católicos, mormones, evangélicos, etc.) y pululan los programas que recomiendan ungüentos y “pomadas” milagrosas, la preparación para “un más allá venturoso”, para evitar el sufrimiento, por la reforma y la bondad de las almas, etc. Por el lado de la TV, se observa una dura competencia en términos de vulgaridades e idioteces. En términos generales, todo apunta a una especie de gigantesco programa destinado a enajenar, adormecer e idiotizar a la población. En especial, a los segmentos medios y más pobres. En este período la voracidad empresarial –la infinita sed de lucro-‐ alcanza niveles increíbles y arrasa con cualquier barrera legal, moral y humana. Al dios dinero, ese “poderoso caballero”, todo se pliega y subordina. La regla de conducta pareciera ser: si logro dinero, todo lo que he hecho, incluso el crimen, está plenamente justificado. En el último tiempo, los escándalos de corrupción aparecen en cascada. Manuel Cabieses ha escrito sobre la “inmoralidad congénita del sistema” y señala que “no es casual la seguidilla de escándalos que revelan la corrupción que, en todas sus formas, está convertida en práctica cotidiana de los sectores dominantes del país. Por desgracia se trata, también, de un fenómeno que se extiende como mancha de aceite contaminando al conjunto de la sociedad. La avidez insaciable y la falta de escrúpulos para acumular grandes fortunas de que hacen gala los ricos, contagia también a muchos pobres y sectores medios que luchan por sobrevivir en una realidad implacable con los más débiles. Se ven empujados a competir en los círculos del abuso, la prostitución, el microtráfico o, simplemente, la delincuencia. A vender su alma y su conciencia para obtener un lugar en la sociedad. El modelo neoliberal que nos gobierna desde hace casi 40 años, ha modelado a su imagen y semejanza un tipo de sociedad cuyo norte es el lucro y a la que no importan los métodos para alcanzar la máxima ganancia, única medida del éxito.”76 Hay otro aspecto que llama la atención y se refiere a una especie de “cultura” o estilo que se viene desplegando: la imitación grotesca y de caricatura de lo que se supone es el estilo de vida americano. Más precisamente, el de Miami y no el de vg. Boston. En el siglo XIX Blest Gana en su célebre novela “Los trasplantados” dibujó muy bien un fenómeno más o menos análogo: el tiempo en que la “fronda aristocrática” hablaba en francés y estaba dispuesta a cambiar una provincia o más de Chile por un “pisito en París”. Hoy, el fenómeno es más masivo y encadena a las capas medias (y hasta de más abajo), las que se desgañitan por hablar en inglés, no para leer a Mill o a Shakespeare (al que no han leído y confunden con una batidora) sino para sentirse “in”, creerse ya incorporados al alto mundo globalizado, el de los “líderes” que viajan en jet privado. Al de las estrellitas (o más bien putitas) de la farándula de Miami. Se cree que el idioma eleva el status y el prestigio, que puede ocultar la real situación de clase del hablante. Como para recordar a la “chica del Crillón”. El caso es patético pero nos revela un colonizaje cultural de la peor especie y el nivel que alcanza la enajenación en el Chile actual. II.-‐ Paréntesis: lucro, capitalismo y capital financiero. La feroz voracidad y sed de lucro que campea en la economía y sociedad chilenas suscita una crítica que no debe entenderse como puramente moralina. Lo primero a entender y subrayar es que las motivaciones subjetivas de los empresarios capitalistas se explican no por seudo propensiones personales más o menos innatas, sino por las
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Manuel Cabieses, “Chile huele a chiquero”, en Punto Final, año 47, n° 773, 21/12/2012; Santiago de Chile.
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leyes objetivas y estructurales del sistema. Es decir, hay relaciones sociales que organizan la conducta y pasan a exigir los valores y configuraciones subjetivas que permiten cumplir bien con la estructura de roles del caso. Si consideramos al sistema capitalista en su plano más general, tenemos que bajo este tipo de configuración social, “el motivo propulsor y la finalidad determinante del proceso de producción capitalista son, ante todo, obtener la mayor valorización posible del capital”.77 En este sentido, que los capitalistas busquen el mayor lucro (ganancias) posible es algo perfectamente normal. Si no lo hicieran, serían una especie de “pájaro raro” y dejarían de ser capitalistas, algo así como un ladrón que nunca robara.78 Si así son las cosas nos debemos preguntar: ¿en qué consiste el afán de lucro neoliberal? ¿Cuál es su especificidad? Para el caso, podemos apuntar que, por las mismas características más intrínsecas del modelo neoliberal y de la fracción clasista que lo comanda, tenemos que emergen dos rasgos básicos: 1.-‐ Las ganancias (plusvalía) se buscan más por la vía de la apropiación que de su producción. Recordemos: el capital comercial y el financiero se mueven en el espacio circulatorio, el cual es estéril en términos de producción de valores. En su movimiento, estos capitales se saltan el espacio de la producción y, por lo mismo, no producen valor ni plusvalor. Estos, sólo pueden aparecer y ser generados por la actividad del capital productivo (industrial en especial). El cual, se mueve con cargo a un ciclo del tipo: Do Mo ………………..Producción……………………M1 D1 Do = capital o inversión inicial; Mo = mercancías que funcionan como capital productivo (fuerza de trabajo y medios de producción); M1 = mercancías producidas; D1 = ingresos por ventas. En lo cual, en términos de valor, se establecen ciertas relaciones, como Do = Mo ; D1 = M1; D1 > Do. El incremento (o “agregación”) del valor transcurre en el proceso de producción y, por ello, se logra que D1 > Do, en que la plusvalía = P = (D1 -‐ Do). Por eso se dice que la producción de la plusvalía es misión del capital productivo. En cuanto al “capital dinero de préstamo” (o capital bancario) su movimiento es del tipo Do AF D1 = Do ( 1 + i ). En que i = tasa de interés; AF= activo financiero (capital ficticio); I= intereses cobrados; AF=Do; D1 = (AF + I); I = i (KF). En este caso, el movimiento del capital no atraviesa por la fase de producción, la que le resulta del todo ajena. Por lo mismo, surge la impresión (falsa impresión) de que la ganancia (o masa de intereses cobrados) brota del dinero per-‐se, al cual se le termina por atribuir una especie de propiedad mágica, la de engendrar por si mismo más dinero. Es lo que Marx denominaba el fetiche del capital dinero.79 Lo cierto es que las ganancias que obtiene este tipo de capitales sólo pueden provenir del excedente, cuyo lugar de origen reside en el espacio de la 77
C. Marx, “El Capital”, Tomo I, pág. 267. FCE, México, 1973. Por lo mismo, si a usted no le gusta vivir para el lucro, en vez de invocar al Espíritu Santo amárrese bien los pantalones y combata al capital. Al sistema, no a tal o cual de sus expresiones particulares. 79 “En el capital a interés aparece consumada la idea del capital fetiche, la idea que atribuye al producto acumulado del trabajo plasmado como dinero la virtud, nacida de una misteriosa cualidad innata, de crear automáticamente plusvalía.” C. Marx, “El Capital”, Tomo III, pág. 350. FCE, México, 1965. 78
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producción. Y son apropiadas con cargo a determinados mecanismos de transferencia que se ponen en juego. Valga agregar, con el crédito surgen los mercados financieros en que se transan activos y pasivos financieros. En estos, la incertidumbre y la especulación juega un papel mayor y el valor de estos activos financieros (acciones, bonos, diversos títulos de deuda como vg. las hipotecarias, etc.) es bastante fluctuante, lo que da lugar a posibles ganancias a partir de las diferencias que pueden darse entre precios de venta y de compra de dichos activos financieros. Son las “ganancias de capital” en torno a las cuales gira una parte cada vez mayor de los giros del capital financiero. En este espacio, la lejanía con la esfera de la producción es aún mayor y es quizá donde emergen los mayores engaños y trapacerías.80 De lo expuesto, podemos suponer que, en estricta lógica económica, los capitales localizados en el espacio de la producción, deberían ser los dominantes. No obstante, en el patrón de acumulación neoliberal este principio es subvertido y el orden jerárquico normal queda “patas arriba”, pues los capitales que pasan a dominar son aquellos que no producen plusvalía aunque sí se apropian de ella. Y lo hacen, llevándose la parte del león. El problema que esto acarrea no es menor: mientras mayor sea la succión, para una masa de plusvalía dada, menor será la parte que le queda al capital productivo. Con lo cual, éste tendrá dificultades para expandirse. Pero si el sector productivo industrial no crece, la fuente de la plusvalía tampoco lo hará y, a la larga, esa fuente se seca y el sistema, en su conjunto, se desploma. El problema se puede postergar en tanto el modelo es capaz de aumentar más y más la tasa de plusvalía. Pero si los trabajadores asalariados reaccionan, rompen su pasividad y logran impedir ese desfalco (algo que en Chile se puede estar iniciando), el recurso a una mayor tasa de explotación también se agota. Para el sistema capitalista y su desarrollo –para su reproducción histórica-‐ esta situación es peligrosa. El muy agudo Keynes, que nada tenía de socialista, lo advirtió bastante bien: “cuando el desarrollo del capital se convierte en subproducto de las actividades propias de un casino, es probable que aquél se realice mal”81 Por lo mismo, llegó a hablar de la “eutanasia del rentista” como algo necesario. Marx, operando con una perspectiva política muy diferente, escribía que “el sistema de crédito (…) genera una enorme centralización de capitales y confiere a esta clase parasitaria un poder fabuloso que le permite no sólo diezmar periódicamente a los capitalistas industriales sino inmiscuirse del modo más peligroso en la verdadera producción, de la que esta banda no sabe absolutamente nada y con la que no tiene nada que ver.”82 2.-‐ Uso indiscriminado de factores extra-‐económicos. El capital industrial, una vez establecido y consolidado (pasada su fase de acumulación originaria), tiende a recordar sus orígenes luteranos (y hasta puritanos) y suele alejarse de las trampas y tiende a comprender que su rentabilidad va asociada a controles de calidad, incrementos en la productividad del trabajo, incorporación de nuevas tecnologías, etc. El capital financiero-‐ especulativo, por su parte, vive en una especie de perpetua fase de acumulación originaria: es tramposo, usa a destajo el engaño, trata de evadir regulaciones y leyes, etc. Los “enjuagues bursátiles” son pan de cada día y en ellos se gasta una imaginación y audacias que son tenebrosas
80 Sobre la muy decisiva categoría “capital ficticio”, un análisis pormenorizado en José Valenzuela Feijóo, “La gran crisis del capital”, caps. III y IV. UAM, México, 2009 (2° edición). 81 J. M. Keynes, “Teoría General”, pág. 145. FCE, México, 1974. 82 C.Marx, “El Capital”, Tomo III, pág. 511. FCE, edición citada.
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y gansteriles.83 La cantidad de ejemplos acumulados en los últimos años, en Chile y en otras partes del mundo, es abrumadora y nos ahorra mayores argumentos. III.-‐ La economía. En el universo neoliberal, no pocos creen que el caso chileno es como la joya de la corona. Fuera del país, es lo que predica la banca internacional. Al interior, las cosas no tienen nada de maravilloso, pero este lado de la moneda es ocultado por la prensa internacional.84 El crecimiento económico ha sido más o menos aceptable, la distribución del ingreso es extremadamente desigual – el Chile de hoy es tan oligárquico como el del siglo XIX85 -‐ y la economía muy dependiente y, vista en perspectiva, estructuralmente frágil. En lo que sigue trataremos de explicar, muy simplificadamente, este asunto de la fragilidad del modelo. Como espacio económico de inversión se vienen privilegiando sectores improductivos (comercio y finanzas), inmobiliarios, comunicación y recursos naturales susceptibles de exportar. En casi todo, con alto peso de la inversión foránea. En los hechos, el aperturismo neoliberal ha conducido a una extranjerización extrema de la economía y a una especie de reedición del modelo primario-‐ exportador decimonónico. Como los recursos naturales no son renovables, a la larga (larga no significa “pasado-‐mañana”) este modelo debe colapsar. Una burguesía lúcida no esperaría a este final. Mucho antes, debería reorientar la asignación de los recursos desde los segmentos primario-‐exportadores a la industria de transformación y en ésta, desarrollar la capacidad exportadora. Este cambio no es fácil: exige un desplazamiento en el bloque de poder, a favor de la gran burguesía industrial y en contra del capital financiero, una fuerte intervención estatal y una mutación sustantiva en la ideología neoliberal dominante.86 Hasta hoy, se siguen anulando los eventuales y muy tímidos intentos (olvidados por la misma Concertación) para avanzar en esa dirección. El relativo éxito del modelo también conspira contra su cambio. El PIB ha crecido a ritmos relativamente altos (en el orden del 4-‐5% a partir de 1974) aunque en el último período esos ritmos tienden a disminuir. La alta desigualdad en la distribución del ingreso (mucho mayor en términos patrimoniales) no se ha alterado, pero como el crecimiento ha sido alto, los de abajo también han aumentado sus ingresos. En breve, la pobreza absoluta disminuye pero se mantiene la relativa. La tasa de plusvalía (ingresos del capital sobre ingresos de los asalariados productivos) es bastante alta: gira en torno a 4.5. Si suponemos, conservadoramente, que esta tasa de plusvalía es igual a 4.0, tenemos que el excedente equivale a un 80% del Ingreso Nacional (o Valor Agregado total). ¿Qué se hace con este excedente, cuánto de él se acumula? Si suponemos que la inversión neta equivale a un 16% del Ingreso Nacional (lo que se asocia a un coeficiente de inversión bruta
83 La clásica novela de Teodoro Dreisser, “El financiero”, nos muestra una aguda descripción de este mundo. Pero luego de más de medio siglo (siete décadas), esas páginas empalidecen frente a las realidades contemporáneas. 84 “Forma parte de la política y de la prudencia no agitar asuntos que no reportan beneficio pecuniario alguno.” C. Marx, “Las crueldades inglesas en China”, en Marx-Engels, “Sobre el sistema colonial del capitalismo”, pág. 142. Edic. Estudio, Buenos Aires, 1964. 85 En 1892, el banquero Eduardo Matte escribía en un diario de la época: “los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio.” Citado por Hernán Ramírez Necochea, Obras Escogidas, Vol. II, pág. 187. LOM edic., Santiago, 2007. Puede observarse que la situación era bastante parecida a la actual, aunque los oligarcas de la época eran más francos que sus descendientes. 86 Hace más de un siglo atrás, Balmaceda detectó el problema e identificó bastante bien el curso que habría permitido una ruta capitalista sólida y dinámica. También pagó con su vida –guerra civil mediante- ese intento de redefinición.
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del orden de 24-‐26%), tenemos que se acumula sólo un 20% de la plusvalía total que genera el sistema. ¿Qué sucede con la parte restante, cómo se utiliza? Se aplica a usos improductivos (mantención de actividades improductivas como comercio, finanzas, publicidad, gasto militar y policial, etc.) o fluye como transferencias de excedente al extranjero. Podemos, en consecuencia, hablar de una combinación nada estimulante entre una alta tasa de explotación y un gran despilfarro del excedente generado. Algo que es consustancial a los modelos neoliberales. En otras palabras, hay un alto potencial de crecimiento, pero este potencial es desaprovechado. La moraleja es clara: cuando se indaga en los sustratos menos visibles del proceso, los “éxitos” del autodenominado “tigre” se tornan bastante discutibles. Además, como luego veremos, el modelo opera con una fragilidad estructural y una tendencia a la descomposición que no es menor. Entretanto, en lo visible, se viene mostrando como dinámico y expansivo. La expansión no se limita a las fronteras nacionales. También se extiende hacia afuera. Hoy los capitales chilenos logran posiciones importantes en muchos países de América Latina. Con lo cual, valga observar, se refuerza la imagen de un capitalismo “dinámico y triunfador”. Para mejor entender este movimiento, conviene indagar un poco más en la dinámica interna del proceso y en las contradicciones que la determinan. Para comprender bien el punto partimos con un supuesto simplificador muy grueso (a levantar luego): no existe un sector exportador. En este marco, el crecimiento del sector financiero dominante, que no olvidemos es improductivo, tropieza muy pronto con límites estructurales: para seguir creciendo necesita apropiarse de más y más excedentes (plusvalía). Pero como el sector productivo crece muy poco, su capacidad para producir plusvalía es baja. Luego, si se le sigue succionando la plusvalía que produce, muy pronto llegará a quedarse en cero, seco de plusvalía. O sea, colapsa y con ello debe arrastrar al conjunto del sistema. ¿Hay salidas a esta situación? Si las hay. La primera, implica que los excedentes disponibles por el segmento improductivo financiero, se apliquen fuera del país. O sea, surge la exportación de capitales improductivos (cadenas comerciales, bancos, agencias de publicidad) y la succión se empieza a aplicar al sector productivo de otros países (Perú, Ecuador, Argentina, etc.). Al cabo, en estos países debería también emerger el problema ya mencionado, lo que daría lugar a una ruta de migración incansable y casi infinita (amén de que los capitales provenientes de Chile no son los únicos que se mueven con tales propósitos. También hay muchos otros, de muchos otros países). En todo caso, en el ínterin el mecanismo funcionaría por un periodo nada corto. La segunda salida nos lleva a levantar el supuesto antes hecho: sí existe un sector primario-‐ exportador. De aquí la sed y ansiedad del sistema por encontrar recursos naturales que se puedan exportar. En lo cual, el empresariado chileno ha mostrado una gran capacidad de búsqueda para rastrear el territorio entero del país, como un auténtico “perro de caza”. El problema que encuentra esta ruta de salida –amén de la obvia de que los recursos naturales no son infinitos-‐ reside en la actual situación internacional. Una economía mundial con lentos ritmos de crecimiento, o simplemente estancada,87 se debe asociar a una demanda externa que crece poco o
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Esta situación va para largo. La crisis que estallara en el 2007 no es sólo una crisis cíclica. También es una crisis de orden estructural. Por lo mismo, si no se implementan los ajustes de orden estructural que exige el sistema, la recuperación será muy anémica y de corta duración. La perspectiva es la de un estancamiento largo. Sobre el punto ver: 1) J. Valenzuela Feijóo, “La gran crisis del capital”, UAM, México, 2009; 2) J. Bellamy Foster y Robert W. McChesney,
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nada. En consecuencia, el potencial sector exportador deja de ser atractivo como espacio de inversión. En contexto como el delineado, se pueden entender las cifras de importación y exportación de capital que han venido tipificando a la economía chilena. Según Cepal, “la inversión extranjera directa creció un 32.2% en 2012 y marcó un nuevo record histórico de 30.323 millones de dólares. Entre 2010 y 2012 la IED se duplicó y esta dinámica le ha permitido al país ubicarse por segundo año consecutivo como el segundo mayor receptor de IED de América Latina y el Caribe después de Brasil.”88 Pero hay algo más y es la transformación de Chile en un gran exportador de capital: “las empresas chilenas invirtieron 21090 millones de dólares en el extranjero en 2012, lo que representa un nuevo record y es más del doble de lo que invertían hace tan sólo dos años (…).Las empresas chilenas han concentrado su expansión en otros países de América del Sur (…) y algunas se han convertido en líderes regionales.”89 La IED de Chile en el exterior, fue equivalente a un 43.3% del total en el 2012 y sólo fue superado por México (con un 52.5 %). IV.-‐ El bloque de Poder. En el modelo neoliberal la fracción capitalista que encabeza el Bloque de Poder es el capital financiero-‐especulativo, el que lucra por la vía de los intereses y las ganancias de capital (especulación bursátil). La lógica económica que caracteriza a este capital provoca efectos de descomposición social que terminan por inundar al conjunto de la sociedad. Valga aquí recordar el juicio de Marx. Refiriéndose a un periodo de la historia de Francia en que dominaba el capital financiero, escribe que “se repetía en todas las esferas, desde la corte al cafetín de mala muerte, la misma prostitución, el mismo fraude descarado, el mismo afán por enriquecerse, no mediante la producción sino por medio del escamoteo de la riqueza ajena ya creada (…); en las cumbres de la sociedad (…) se propagó el desenfreno por la satisfacción de los apetitos más malsanos y desordenados, que a cada paso chocaban con las leyes de la misma burguesía. Desenfreno en, que por ley natural, va a buscar su satisfacción la riqueza procedente del juego y de la especulación (…). La aristocracia financiera, lo mismo en sus métodos de adquisición que en sus placeres, no es más que el renacimiento del lumpen proletariado en las cumbres de la sociedad burguesa.”90 La sociedad chilena no ha escapado a este impacto. Como ya apuntamos, en las cúpulas económicas y gobernantes, la trampas, los sobornos (“coimas”) y sinvergüenzadas, se convierten en algo cotidiano y se llega a crear la imagen de que las ganancias brotan de esos artilugios y manejos sucios y no del proceso de producción per-‐se. En la realidad, el excedente, que es la fuente de todas las ganancias, sólo puede surgir en el espacio de la producción. Pero el capital financiero, que es improductivo, es capaz de apropiarse de buena parte de ese excedente (o plusvalía). Por lo mismo, como se apropia de lo que no produce, se debe caracterizar como un capital parásito. En este marco, resalta la gran hipocresía de la clase dominante: mientras se desgañita hablando a favor del “libre mercado” y en contra de la intervención estatal, en su práctica no vacila en usar “The Endless Crisis”, en Monthly Review, Vol. 64, n°1, 2012. 88
CEPAL, “La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe”, pág. 27. Naciones Unidas, N. York, 2012. 89 Ibídem, pág. 44.
90 C. Marx, “Las luchas de clases en Francia, de 1848 a 1850”; en Marx- Engels, O. E. Tomo I, pág. 212. Edit. Progreso, Moscú, 1974.
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descaradamente la palanca estatal (lícita o al margen de la ley y de la moral más elemental) para engrosar sus bolsillos. En el bloque de poder la burguesía exportadora es también decisiva. Opera, con tres rasgos claves: a) está estrechamente imbricada con el capital extranjero; b) se asienta en la explotación de recursos naturales: exporta materias primas o productos semi-‐manufacturados con un bajo grado de elaboración: maderas, conservas, pescados, vinos, etc.; c) la capacidad exportadora está bastante diversificada. Es decir, son muchas las empresas que participan en el negocio exportador y no tantas las que operan en exclusividad para el mercado interno. Aunque, con el paso del tiempo, surgen procesos de centralización de capitales que son más o menos inevitables. Los recursos naturales operan como una ventaja productiva (menores costos de producción respecto a otros productores), que deriva en renta del suelo (renta diferencial), la que unida a salarios bajos (a escala internacional), determina el poder competitivo de esos productos y permite superar el impacto de una política cambiaria que premia las importaciones y castiga a los exportadores. También aquí, esa capacidad exportadora responde más a la calidad de los recursos naturales que al desarrollo de grandes capacidades productivas que sean inherentes a las empresas del sector. Se genera así, una especie de vocación rentista que en algo se parece a la situación de los antiguos terratenientes chilenos (mediados del siglo XIX) exportadores de trigo. O bien, a la situación que en Venezuela generó la exportación de petróleo. En estos casos se accede a muy altos ingresos sin un gran esfuerzo de producción y, luego, buena parte de esos ingresos, se aplica en el consumo suntuario y no en la acumulación productiva. También hay diferencias en la situación actual: i) los empresarios de hoy son “más burgueses” (i.e. más calculadores, más racionales, más orientados al beneficio); ii) vienen demostrando una gran capacidad en el espacio de la comercialización; iii) asimismo, parecen auténticos “perros de presa” al buscar posibilidades de exportación (nuevos productos, nuevos mercados). En uno y otro caso, el del sector financiero-‐comercial y el del exportador, más en el primero que en el segundo, podemos detectar la ausencia de capacidades productivas sólidas y avanzadas. De seguro hay muchos y muy buenos actuarios y economistas financieros, pero muy pocos ingenieros industriales; muchas agencias de publicidad y de mercadeo, pero muy pocos laboratorios y centros experimentales. Por lo mismo, la racionalidad que se difunde es formal: se trata de adecuar medios a fines, casi en abstracto, como un problema matemático de máximos y mínimos condicionados. Pero muy poca racionalidad sustantiva y material, la que exige la manipulación y control de los procesos físicos, químicos y biológicos. Es decir, de la producción propiamente tal. De aquí también, el desprecio político al desarrollo de universidades y centros de investigación que sean sólidas en materia de ciencias básicas. Y dicho sea al pasar: si en este ámbito impera el lucro cortoplacista, la física y la química (si es que llegan a existir) sólo se verán en el pizarrón, nunca en los laboratorios experimentales. En un mundo neoliberal como el descrito, la naturaleza se ve como algo que se puede vender para ganar dinero pronto, no como algo a investigar y conocer en profundidad. Y que, por ende y por esta vía de su conocimiento a fondo, el hombre llegue a ser capaz de dominarla y utilizarla a favor de una vida más plena y más libre. V.-‐ Algo más sobre la articulación económica del bloque de poder. Valga insistir: el aperturismo externo irrestricto deja a la gran mayoría de las empresas autóctonas en muy mal pie para resistir la competencia externa que opera por la vía de las importaciones. En términos general, sólo pueden resistir las que logran acceder a la explotación de recursos
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naturales privilegiados. Las otras, las que no mueren, se refugian en el sector de bienes no transables (bienes que, por sus características, no pueden ser importados, como vg. construcción, tiendas de comercio, banca, etc.). El problema que acarrea este desplazamiento reside en que deja casi vacío al sector de la industria de transformación. Asimismo se tiene que la mayor parte del sector de no transables está conformado por actividades improductivas. La plusvalía que mantiene a los segmentos improductivos proviene de los productivos: los sectores exportadores en especial. Los cuales, como ya se dijo, están básicamente asentados en la explotación de recursos naturales En este caso, las presiones de costos se tratan de morigerar controlando salarios y, sobremanera, expoliando y devastando a esos recursos: no se siguen políticas de conservación de suelos ni de protección del medio ambiente. Si se hicieran, los costos de producción se elevarían y se perdería poder competitivo. Por ello, el sistema opera con una propensión casi “natural” al desfalco de la naturaleza y el medio ambiente. Como escribiera Marx, “la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originarias de toda riqueza: la tierra y el hombre.”91 Avancemos un poco más en el análisis. Para ello, empezamos con un ejercicio aritmético ultra-‐ simplificado. Con ello, sólo buscamos destacar un aspecto especialmente relevante. Supongamos que un recurso natural dado (vg. un mineral) tiene un precio promedio mundial igual a $ U.S. 100 por unidad de producto. De ellos, 80 representan los costos capitalistas de producción y los 20 restantes las ganancias del negocio: el margen (ganancias sobre costos), por ende, es igual a un 25%. Pasado algún tiempo, en un país como vg. Chile, se descubre un yacimiento especialmente atractivo. En este caso, suponemos que los costos capitalistas de producción ascienden a $ U.S. 64 por unidad de producto. Si aplicamos a estos costos el margen previo establecido (de 25%), obtendríamos un precio unitario de 80 dólares y un beneficio unitario de 16 dólares. Pero el nuevo precio de seguro será superior a esos 80 dólares, aunque inferior al precio previo de $ U.S. 100. Supongamos que, ante la mayor oferta, el nuevo precio llega a 90 dólares. En este caso, para las empresas chilenas los beneficios unitarios suben a $ U.S. 26, los costos se mantienen en 64 y el margen llega a 40.6%. Las empresas del resto del mundo resienten las nuevas condiciones y quedan con un margen igual a 12.5%. Si las empresas chilenas pagan impuestos por 10 (por unidad de producto), su margen se reduce a un 25%. Si pagan 15, el margen se va a un 17.2% y si pagan 20, el margen cae a un 9.4%, el que ya se sitúa por debajo del 12.5% que se recibe en el extranjero. En este caso, se pierde todo el poder competitivo previo. Si suben los salarios o caen las ventajas comparativas, el impacto es análogo. En casos como el descrito, el diferencial de rendimiento que determina el recurso natural privilegiado, le posibilita a las empresas favorecidas cosas como: a) operar con gerentes y trabajadores menos eficientes que en el resto del mundo, manteniendo una rentabilidad superior; b) soportar una política cambiaria que perjudica al sector exportador. Una moneda nacional 91
C. Marx, “El Capital”, Tomo I, pág. 424.FCE, México, 1974. Para un panorama de la situación actual, bastante más dramática que la existente en tiempos de Marx, ver: 1) John Bellamy Foster, “The Ecological Revolution. Making Peace with the Planet”; Monthly Review Press, N. York, 2009; 2) Fred Magdoff, “Ecological Civilization”, en Monthly Review, vol. 62,n° 8, 2011; 3) Fred Magdoff, “Harmony and Ecological Civilization”, en Monthly Review, Vol. 64, n° 2, 2012; 4) R. DobrovolskIy, “Marx’s Ecology & the Understanding of Land Cover Chance”, en Monthly Review, Vol. 64, n°1, 2012.
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sobrevaluada equivale a un impuesto sobre el segmento exportador y a un subsidio a las importaciones. Con todo, la ventaja natural compensa ese impuesto implícito y permite mantener una rentabilidad elevada (superior a la media); c) la alta rentabilidad atrae al capital extranjero, el que termina por penetrar y dominar al sector. Y si hay propiedad estatal (cobre en Chile, petróleo en México), se desatan furiosas campañas para obtener la privatización. El tipo de política cambiaria que se maneja eleva una pregunta: ¿no es un absurdo aplicarla en un modelo exportador?92 Para el caso, valgan dos indicaciones: a) en segmentos no ligados a la explotación de recursos naturales, el impacto es destructivo. No sólo se liquidan sus eventuales capacidades exportadoras. Inclusive, desaparecen como productores; b) tal política resulta vital para el capital financiero internacional.93 Y es éste, el que ocupa las posiciones de mando en el modelo neoliberal. Además, por los factores ya mencionados, este capital puede conciliar sus intereses con los del capital primario-‐exportador. Claro está que hay límites a este entendimiento: en tanto se vayan agotando los recursos naturales y/o disminuyendo sus ventajas productivas, tal alianza será más difícil de mantener. Para el sector nacional de no transables, tal política es también benéfica. Este sector no es exportador y las importaciones baratas no lo perjudican (no lo pueden desplazar) y sí los benefician por la vía de insumos y alimento importados más baratos. En suma, el interés objetivo de las diversas fracciones clasistas que integran el bloque de poder tienden a conciliarse. Entretanto, los trabajadores asalariados, la pequeña burguesía (independiente y asalariada) y los segmentos de la burguesía industrial que trabaja para el mercado interno, con pocas excepciones, se ven especialmente perjudicados. VI.-‐ Perspectivas. En el año 2013, las elecciones presidenciales jugarán un papel central. Al respecto, ¿qué se puede esperar? La derecha tradicional, con cargo a su mismo gobierno, se ha desacreditado, perdido imagen y apoyo popular. En un país en que los políticos interesan más por su imagen personal que por sus ideas y programas, el presidente Piñera abre la boca y “mete la pata”, ya no suscita ni respeto y se lo ha acusado, por sus mismos partidarios, de “incontinencia verbal”. En las próximas elecciones presidenciales – fines del 2013-‐ la derecha tradicional será ampliamente derrotada. La Concertación también se ha caído en la opinión pública. Y como algunos de los partidos que la integran fueron –en otros tiempos-‐ izquierdistas, cargan con la decepción y la rémora que acompaña a los tránsfugas.94 Con todo, es altamente probable que gane las próximas elecciones.
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En pocos años el tipo de cambio (pesos por dólar) pasó de 610 a 475 pesos. Para el exportador, esto es equivalente a una reducción en sus precios de venta de un 22%. 93 Sobre este punto ver José Valenzuela Feijóo, “Estancamiento y crisis en el México neoliberal”, cap. II. UACH, Chapingo, México, 2007. 94 “La concertación no cumplió con sus ofertas a la ciudadanía (…), durante su mandato de veinte años, en vez de utilizar las posiciones de poder alcanzadas en el Gobierno y el Parlamento para modificar el modelo económico neoliberal lo legitimó. Con ello facilitó la acumulación de riquezas para una minoría, permitiendo al mismo tiempo que las desigualdades y abusos se convirtieran en rasgos distintivos de la sociedad chilena. El modelo de injusticias y exclusiones lo instaló Pinochet, con los economistas de Chicago y la derecha conservadora, pero es inocultable que ha sido aceptado y consolidado por los dirigentes de la Concertación y sus economistas.” Cf. Roberto Pizarro, obra citada, pág. 1.
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¿Por qué? Dos serían los factores claves: 1) el ya mencionado descrédito de la derecha tradicional; 2) el tremendo atractivo personal de su segura candidata presidencial: Michelle Bachelet. En este marco o contexto, surge la interrogante sobre el papel de los sectores contestatarios: ambientalistas, estudiantes, segmentos obreros. En este caso, si no se levantan con fuerza como una alternativa de izquierda auténtica, se verán arrastrados o literalmente “chupados” por el vértigo electoral. El tiempo que les queda es muy escaso, hay grupos que vacilan y su unidad y fuerza orgánica es mínima. La coyuntura electoral podría ser un contexto favorable a la acumulación de fuerzas. Pero es probable que lleguen algo dispersos y no alcancen a aprovechar plenamente esa situación. Lo cual, nos lleva a recordar un viejo aserto: sin una fuerza política mínima, las oportunidades que se presentan para acumular fuerzas, suelen pasar de largo. El descontento, por amplio que sea, si no va unido a la fuerza política es impotente. Para transformarlo en fuerza se necesita de organización política (un partido serio y eficaz), de una que maneje una línea y una ideología congruentes con un proyecto anti-‐capitalista. Si esto no se resuelve, todo lo demás será cháchara. Marzo, 2013.
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Addenda: NEOLIBERALISMO Y CONSUMO ALIENADO. EL IMPACTO CULTURAL. José C. Valenzuela Feijóo.95 I En el patrón de acumulación neoliberal el poder hegemónico lo ejerce el capital financiero-‐ especulativo. Este, por sus características intrínsecas (es un capital improductivo y parasitario), tiende a desparramar por toda la estructura social su estilo de engaños y trampas. En corto, genera un fuerte impulso a la descomposición moral. Asimismo, como obstaculiza la inversión productiva, el modelo neoliberal se asocia a un bajo crecimiento del PIB y la productividad del trabajo. Lo cual, a su vez, determina una muy débil capacidad para generar empleos. Con ello, la gente que no encuentra trabajo va creciendo en términos absolutos y relativos. Aumenta el desempleo abierto pero, sobremanera, crece la marginalidad: ocupaciones improductivas, ambulantaje, actividades ilícitas, etc. Con ello, la descomposición moral también empieza a extenderse por abajo.
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División de Ciencias Sociales, UAM-I. 97
Un tercer rasgo se deduce de la muy desigual distribución del ingreso (y del patrimonio) que tipifica a las economías neoliberales. La muy alta tasa de plusvalía va asociada a un alto peso del excedente económico en el ingreso nacional.96 Bajo estas condiciones surge el problema de cómo realizar el excedente. O sea, cómo transformar a los productos-‐mercancías que integran el producto excedente en dinero contante y sonante. Como regla, en un marco neoliberal, el principal expediente que se utiliza para resolver el problema de realización que engendra la alta tasa de plusvalía, es el gasto improductivo. El cual, pasa a crecer en términos exponenciales. De aquí la perversa combinación que suele caracterizar a las experiencias neoliberales: junto a niveles desorbitados de explotación, un altísimo nivel de despilfarro. El gasto improductivo, entre otras cosas, implica gastos militares, gastos de consumo capitalistas y gastos de consumo de asalariados improductivos. También expansión de los gastos circulatorios: propaganda, comercio, etc. Junto a ello y jugando un rol decisivo, encontramos el surgimiento de feroces campañas para elevar la propensión a consumir de las familias. Significativamente, el antiguo afán puritano de llevar una vida austera y de lograr los mayores niveles posibles de ahorro (factor que mucho destacara Max Weber), es reemplazado por el culto al consumo más desatado. Como alguien lo dijera alguna vez, el lema que pasa a imperar es el del “compro, luego existo”. Operan aquí, como en un juego de pinzas, dos factores claves: a) impresionantes campañas publicitarias y la penetración cada vez más masiva de esa especie de principio o mandamiento religioso: hay que estar conforme a la moda y hay que cambiar la moda una y otra vez, con la mayor celeridad posible; b) las facilidades crediticias que concede la banca para los créditos al consumo y que, en la actualidad, abarca a un universo de consumidores potenciales de ingreso medio y bajo, que antes no tenían ningún acceso al sistema. Lo cual, desemboca en una relación entre deuda e ingresos familiares que va subiendo más y más. O sea, se perfila una situación de fragilidad financiera que resulta bastante peligrosa a la estabilidad económica del sistema. II Como es muy evidente, en la actual sociedad chilena impera una lógica mercantil que persigue el beneficio privado. En un sentido genérico, se aplica la lógica moral que describe Adam Smith: “no es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo, ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas.”97 Bentham era aún más directo: “todo conjunto de hombres está regido totalmente por el concepto de lo que es su interés, en el más estricto y egoísta sentido del vocablo interés; nunca por consideración alguna al 96
La tasa de plusvalía mide la relación entre el ingreso inicialmente apropiado por los capitalistas (masa de plusvalía anual generada por el sistema) y la parte que va a los asalariados productivos (capital variable consumido en el año). El salario de los trabajadores improductivos es pagado con cargo a la plusvalía. El Ingreso nacional es igual a la suma de la plusvalía y el capital variable gastado en el año. Por lo mismo, si se eleva la tasa de plusvalía (o tasa de explotación) se eleva también la parte de la plusvalía en el Ingreso Nacional. Por ejemplo, si la tasa de plusvalía fuera igual a dos tercios (40 para el capital y 60 para obreros productivos), la relación entre excedente (plusvalía) e Ingreso nacional, será igual a un 40%. Si la tasa de plusvalía fuera igual a 4.0, tendríamos que del Ingreso Nacional 80 unidades irían a manos del capital y 20 a la clase trabajadora. Consecutivamente, el excedente como porción del Ingreso nacional sería igual a un 80%. 97 Adam Smith, “La Riqueza de las Naciones”, pág. 17. FCE, México, 1981.
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interés del pueblo.”98 El rasgo mercantil provoca consecuencias adicionales que debemos subrayar. En este caso, la relación con los otros viene mediada por las cosas-‐mercancías, lo que transcurre en el espacio del mercado. Aquí, si logro vender mis mercancías, obtengo dinero y, por lo mismo, el acceso (vía compras) a otras mercancías. Con ellas, puedo subsistir como persona y reproducir a la unidad de producción (empresa) que interese. La transacción clave, que conecta a las dos clases fundamentales del sistema, reside en la compra y venta de la fuerza de trabajo. Si el trabajador vende su mercancía fuerza de trabajo, obtiene un salario y con él pasa a comprar los bienes de consumo personal que le permiten subsistir a él y su familia. Pero nada hay que asegure que esa mercancía fuerza de trabajo vaya a ser vendida. Las cifras del desempleo (abierto y disfrazado), muestran claramente la verdad de esta situación. En otras palabras, el trabajador asalariado vive durante toda su vida útil con “la soga al cuello”, sin tener la seguridad de poder vender su mercancía fuerza de trabajo. Para los capitalistas, el problema también emerge: si le va mal en el mercado, si no logra vender en términos adecuados, puede sufrir quebrantos serios e incluso quebrar. En breve, la inseguridad en las ventas, se traduce en la inseguridad de la vida. En este sentido, se sostiene que la incertidumbre opera como un rasgo estructural de las economías de mercado, de la capitalista en especial. Esta incertidumbre se traduce en la angustia que suele agobiar a los agentes mercantiles y que suele extenderse al conjunto de la vida social: “desde su centro económico, la competencia irradia hacia todas las otras actividades y también satura el amor, las relaciones sociales y las diversiones.”99 Esto, en un sentido genérico. Pero como se trata de un capitalismo neoliberal (y dependiente), encontramos rasgos más específicos y peculiares. En Chile, desde los tiempos de Alessandri Palma y luego de Aguirre Cerda, hasta culminar con el gobierno de Allende, se fue fraguando una red no menor de políticas públicas que buscaban impulsar el crecimiento industrial y, a la vez, proporcionar seguridades mínimas a la fuerza de trabajo: educación, salud pública, programas de seguridad social, leyes del trabajo, etc. Con ello, se trataba de amortiguar la incertidumbre y angustias antes mencionadas. En este sentido, la intervención estatal generaba cierta seguridad vital. No a toda la población, pero sí a capas medias asalariadas y a trabajadores de la gran industria. Con el ascenso del neoliberalismo (desde el golpe de Pinochet hasta acá), se desmanteló por completo ese sistema y se pasó a funcionar con una especie de capitalismo descarnado, sin afeites. Como además se disolvieron aparatos sindicales y se persiguió a los partidos de izquierda con singular saña, arribamos a una situación de total desamparo de los trabajadores. A lo anotado debemos agregar: 1) el neoliberalismo se tipifica por una lenta creación de ocupaciones productivas. Lo cual, se traduce en un aumento de la tasa de desocupación abierta y/ o en un fuerte aumento de los empleos marginales; 2) el neoliberalismo eleva la inestabilidad de la economía, lo que se traslada al empleo, que se torna volátil e inestable; 3) emerge una altísima rotación de los empleos: la gente dura menos en sus ocupaciones y cambia con mucha mayor frecuencia de un centro de trabajo a otro. A lo cual, las leyes flexibilizadoras del trabajo ayudan considerablemente. En la actualidad, un patrón puede despedir a sus obreros con gran facilidad y con costos mínimos; 4) se expande la sub-‐contratación, lo que agrava aún más las condiciones del trabajo obrero (salarios, seguridad, etc.)
J. Bentham, “Escritos económicos”, pág. 10. FCE, México, 1978. Karen Horney, “La personalidad neurótica de nuestro tiempo”, pág. 118. Planeta, México, 1986.
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En general, arribamos a una situación en que el trabajo es más incierto, más inestable, más precario y peor pagado. En este marco no puede extrañar que la salud mental de los chilenos haya experimentado un serio retroceso.100 Las inseguridades y angustias que así se generan, desembocan muchas veces en actitudes neuróticas.101 Lo cual, se manifiesta en conductas obsesivas que buscan, como seudo remedios o seudo calmantes, cosas como la fama, el éxito económico y el poder. Lo que quizá es más patético en estas conductas, es que –en la mayoría de los casos-‐ lo que se logra son remedos del poder, de la fama y de la opulencia económica. Como lo señalara Vance Packard en un libro clásico, cuando un trabajador y clase mediero, puede tras un gran esfuerzo (y endeudamiento) comprar un coche a la moda, contempla su larguísimo automóvil y exclama: “¡No somos ricos… pero lo parecemos!102” Claramente, lo que se va perfilando es un gasto en consumo que ya no persigue a las mercancías por su valor de uso intrínseco sino por sus cualidades simbólicas: las de expresar un determinado nivel social. III En este contexto, se cultiva con especial fuerza la novedad por la novedad. No se trata de buscar esto o lo otro nuevo en tanto me permite resolver problemas prácticos tales o cuales. Lo que interesa de lo nuevo es que sea nuevo. Con lo cual, se supone que esa persona gana en prestigio (estimación) social. Por ejemplo, no se buscan zapatos porque sean funcionales, cómodos y durables. Se los busca, sólo porque son un modelo nuevo, el estilo que se ha puesto de moda. Y se compran y usan, así sean incómodos y dolorosos. ¿Quiénes se benefician con este culto? Son los fabricantes, que ganan en ventas y precios. En ventas pues logran multiplicar sus ventas: lo que es un zapato que puede durar 4-‐5 años, se deja de usar luego de 2 años por estar pasado de moda. Por ser propio de viejos anclados en el pasado, no de “líderes innovadores”. Ganan también en precios: aprovechando la fiebre de lo nuevo, pueden fijar precios más elevados. Con los muebles y los equipos de música, con los automóviles y los nuevos aparatos de comunicación, sucede algo similar. Todo lo cual, genera un despilfarro mayor y personalidades alienadas que llegan a parecer caricaturas. En economías con pésima distribución del ingreso y serios problemas de realización (i.e. de demanda efectiva), semejante ruta es prácticamente inevitable. Diríamos que es condición de vida del sistema.103 100
En materia de consumo de tranquilizantes, Chile no es jaguar sino todo un tigre. Hoy ocupa uno de los primeros lugares a nivel mundial en dicho rubro. 101 Ver Karen Horney, obra citada. 102 Vance Packard, “Los buscadores de prestigio”, pág. 317. EUDEBA, Buenos Aires, 1971. 103 Supongamos que el Ingreso Nacional es igual a 100. Que de esos 100, a los asalariados productivos les corresponden 20 y el resto (80), pasa al capital. Los asalariados productivos, al gastar todos sus salarios compran por 20 y, en consecuencia ayudan a realizar (a convertir en dinero) la correspondiente parte del Ingreso Nacional. Pero todavía queda 80 unidades sin vender. Estas 80 unidades, representan una plusvalía (ganancias) potencial, que debe ser transformada en dinero para ser real. La pregunta que entones emerge es cuáles son los elementos del gasto que pueden cumplir tal papel. En términos generales los rubros del gasto que pueden operar como gastos de realización son: a) la acumulación; b) el consumo de los capitalistas; c) los gastos improductivos del gobierno (incluyen los financiados con déficit); d) otros gastos improductivos diferentes a los del gobierno (vg. el consumo de los asalariados improductivos); e) el saldo
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Esa lógica también invade el mundo de las ideas: hay publicistas, mercadólogos, periodistas y hasta académicos que también buscan la novedad por la novedad. Ya no interesa la teoría tal o cual por su posible poder explicativo, sino por ser “lo último” que ofrece el mercado de las ideas. En este caso, la alienación llega a extremos: se pasa a vivir en un mundo frívolo en que los “pensadores” cambian de perspectivas teóricas como quien se cambia de calcetines. Consecutivamente, las grandes y más valiosas construcciones teóricas, que siempre exigen un estudio arduo y laborioso, se dejan en el desván: consumen mucho tiempo y no alimentan a las vanidades mediáticas y mercantiles.104 Como decía el cronista de la televisión, “si las uso, mi público se queda dormido”. Lo que por supuesto no decía, es que ese público había sido muy bien adiestrado en el consumo de estupideces, por el mismo medio televisivo. Tampoco podía decir que tal difusión y consumo de estupideces resulta vital a la reproducción del orden social vigente. En este marco, se expande también una ideología que se autocalifica como moderna e innovadora. También, con un estilo o élan anti-‐conservador: hay que cultivar el cambio. El mensaje, en tales términos, resulta atractivo. Pero, ¿qué es lo que se destruye y qué es lo nuevo que llega a nuestras vidas? Lo que la experiencia nos muestra es llamativo: lo que se destruye, hora con hora y día con día, es lo más superficial y aparente, lo que es burbuja y exterioridad, el rimmel de los ojos y el color del corbatín. En cuanto a lo sustantivo, lo que son los fundamentos del edificio social que regula nuestras vidas, todo eso funciona como zona sagrada de la cual ni se habla y que, por supuesto, permanece intocada. El culto es bastante singular: se predica lo nuevo para preservar lo viejo, se impulsa el cambio para evitar el cambio. Implícitamente, en términos casi siempre inconscientes, en tales actitudes opera un supuesto: los fundamentos de la vida social son inconmovibles. Luego, la pretensión de hacerlo es ingenua o más bien tonta. Es, en el mejor de los casos, propia de un minúsculo segmento de la juventud que ha leído demasiada poesía, que vive anquilosada y cree que con versos de Gustavo Adolfo Bécquer se puede ir a la cama con la compañera del colegio. IV Los procesos indicados operan como parte (decisiva en todo caso) de un movimiento que es complejo y multilateral. Para nuestros propósitos y por obvias razones de espacio, nos basta subrayar lo fundamental. externo: exportaciones menos importaciones. El cual, en lo grueso, coincide con las exportaciones de capital. Si este tipo de gastos no llegan a un nivel de 80, parte de las mercancías que integran el excedente quedarán sin vender y se puede precipitar una “crisis de realización”. Cuando la distribución del ingreso es muy regresiva, los problemas que surgen por el lado de la realización penden como espada de Damocles sobre el sistema. De aquí la funcionalidad de elevar el consumo (suntuario en especial) y los gastos improductivos para evitar ese problema. Para ello, se utilizan todos los medios posibles, como la propaganda alienante, el arribismo (“trate de vivir como los de arriba”), etc. En breve, “el capitalismo no puede pasarse (…) sin la demanda de su plusproducto.” Cf. Rosa Luxemburgo, “La acumulación de capital”, pág. 337. Grijalbo, Buenos Aires, 1966. 104 Entre un experto en marketing y un filósofo y agudo ensayista, siempre ganará el mercadólogo: se trata de vender, no de pensar. En nuestra época, gente como Kant y Hegel se habrían muerto de hambre (o dedicado a cantar “jingles” para vender dentífricos).
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Se configura una situación en que se combinan: i) por un lado, una ansiedad o angustia muy profunda y estructuralmente determinada; ii) por el otro, afanes o propósitos de vida que suponen un arribismo social desatado y claramente sin destino. Arribismo que opera por el lado de la imitación del consumo que se cree conspicuo. El arribismo social, en un sentido muy general, implica: 1) el deseo de ser parte de la clase alta: llegar a la cúspide del escalafón social; 2) el deseo de lograrlo aceptando el régimen social vigente. Valga aquí una acotación: la burguesía inglesa antes de Cromwell quería llegar al poder. La francesa de antes de la Gran Revolución, también. Dichos afanes los materializaron destruyendo con gran violencia el orden socio-‐económico imperante. El arribismo no destruye. Muy al contrario, acepta el orden vigente y ve a su clase dominante como algo maravilloso, como un modelo a seguir. El arma que se usa para la posible integración no son los arcabuces sino la imitación. En el caso chileno, ciertamente se observan ingredientes más específicos. En este caso, tenemos que: a) se entiende o cree que la fama y el gran dinero (el “big money” de Th. Dreisser) son las pruebas de que se ha arribado. A la vez, se piensa que tales logros son los remedios que curan las angustias e incertidumbres radicales;105 b) el arribismo no sigue la ruta del trabajo intenso, largo y consistente, al estilo de los viejos puritanos (trabajar arduo y ahorrar mucho) y de los preceptos codificados por Benjamín Franklin. Por lo demás, el mismo clima que impera en las alturas, hegemonizadas por el capital financiero y su lógica económica parasitaria, coloca en un segundo y casi invisible plano al espacio de la producción y al trabajo que allí se despliega; c) durante mucho tiempo se ha propagandeado la noción de “capital humano”: si usted eleva su calificación elevará sus ingresos. Muchísimos, haciendo un oneroso esfuerzo se incorporan a la educación universitaria. Muchos caen en las nuevas universidades privadas, reciben una pésima preparación y asumen una deuda elevadísima. Al cabo sus ingresos sí se elevan (no siempre), pero en términos decepcionantes; d) asimismo, como el trabajo duro no rinde, se coloca todo el énfasis en los golpes de suerte. La gente sí trabaja, con intensidad y largas jornadas, pero el trabajo, más allá de todo esfuerzo, simplemente no reditúa. En este marco, la motivación laboral se desploma: se despliega sólo porque “no hay de otra”; e) las actividades que se despliegan, se llevan a cabo en términos del interés egoísta más craso. De hecho, podemos hablar de ausencia de códigos morales: lo bueno es lo que permite llegar al éxito, a las alturas. Para arribar a las alturas, “todo está permitido”: la traición, el robo y el crimen. Así las cosas se llega a una sociedad en que la deslealtad y el engaño se tornan rasgos que llegan a parecer propios de la “naturaleza humana”. ¿Cuántos ´pueden llegar a la fama y al gran dinero? Diríamos que por definición, sólo una delgadísima e insignificante minoría, casi igual a cero. Con todo, la ilusión se mantiene En este marco, se ensaya una ruta muy peculiar: la del consumo. Más precisamente, la del consumo que sigue la marca que implantan los de arriba, lo que está de moda. Este es el gran mandamiento: seguir lo que la moda ordena. En lo cual, el fetiche del bien de consumo ostentoso, juega un papel clave. Hay bienes de consumo que se asocian a la alegría de vivir, a las preferencias de la clase “superior”. Son bienes “conspicuos”. Pasan a interesar no por su real valor de uso sino como símbolos de status. Acceder a esos bienes, provoca un salto mágico: se sube de categoría 105
Los estudios que se conocen sobre la salud mental del “exitoso” empresariado chileno muestran que en este sector, la salud mental no abunda.
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social. Y como la moda es esencialmente efímera, la ilusión se renueva sólo si se renuevan las compras de ostentación: es el famoso “compro, luego existo”, compras que en los tiempos actuales no se refieren a lo que exige la existencia humana sino a lo que exige la reproducción de la ilusión, del arribismo social.106 La lógica con que opera este tipo de consumo es cruel. Cuando se extiende y masifica, el bien de consumo pierde sus propiedades mágicas. Hay que buscar otro tipo de bienes que sí posean esas capacidades. De ello se encargan las clases altas y/o las artistas del cine y televisión; luego, la moda (y la feroz campaña mediática que la impulsa) se encarga de divulgar esas virtudes. Entretanto, el pueblo llano se va quedando más y más endeudado, lo cual –de paso-‐ genera pingües ganancias al capital bancario y financiero.107 Procesos como los que hemos delineado, van configurando un mundo (a nivel de la conciencia social), en que lo visible y aparente discrepa brutalmente de lo que es más medular y relativamente invisible. En éste, lo que reina es el “principio de conservación”: no se mueve ni se altera, parece inmutable. Por lo mismo, ni llama la atención: es como una piedra. Por el otro lado, en el aspecto más externo y visible, pareciera que reinan el cambio, la vida y la juventud. Lo superficial asume un tono seductor. También dramático, al menos para algunos. Si aceptamos que el mundo es como se ve, ¿qué pensar de los que pretenden cambiar sus bases estructurales? Que están locos y que simplemente se van a romper la crisma. ¿Acaso te gusta este mundo? No, no me gusta pero no hay de otro. ¿Entonces, vas a vivir en la amargura? No, le busco por otro lado, trato de pasarlo bien, por lo menos el fin de semana. Voy al cine, voy a bailar, estoy con mi novio (a). ¿Algo más? No. ¿Es que acaso hay algo más? V Cuando un espectro ideológico como el que hemos venido describiendo se torna dominante, pasa a funcionar como regulador de la conducta. Por obvias razones, se apunta al segmento joven de la población. Se trata de que esos valores sean internalizados y que la socialización de las personas, logre esa internalización. Surge entonces la pregunta: ¿qué canales sigue ese proceso de aprendizaje y de internalización de tales normas y valores? Primero, tenemos los medios, la televisión en especial. En términos de configuración de la conciencia social, hoy es sin dudas la herramienta más potente. Más eficaz que los curas en la Edad Media y, a veces, incluso más impactante que la familia. En Chile, sobretodo de la clase media hacia abajo, la familia ya no reza el rosario sino ve los programas de la TV: telenovelas, musicales, fútbol, magazines para “el hogar y la mujer”, etc. En un primer momento, muy posiblemente algunos padres y algunos abuelos rezongarán y los hijos aplaudirán. Luego, padres (los que antes fueron hijos) e hijos aplaudirán. Cuando esto tiene lugar
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De paso, como ya se ha dicho, se ayuda a resolver el complicado problema de realización que tipifica a las economías neoliberales. 107 El aperturismo irrestricto ha facilitado las importaciones de bienes de consumo, los que provienen en alto porcentaje de China. Con ello se ha abaratado también el precio de tales bienes. Claro está, a costa de destruir la industria autóctona que antes los producía.
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emerge la familia como mecanismo de socialización básica de lo nuevo. Son los padres que empujan a los hijos para ser “triunfadores”, los varones grandes futbolistas y las niñas, futuras coristas, cantantes o actrices (incluso del tipo de las “encueratrices”). En cuanto a los compañeros de juego y de colegio, como han sido moldeados en términos similares, refuerzan el proceso de asimilación. Es quizá curioso, pero una de los principales canales por donde penetra la ilusión consumista, se encuentra en los mismos centros comerciales (en Chile llamados “mall”, de acuerdo a la regla – igualmente arribista-‐ de que ningún establecimiento comercial puede denominarse en español). En estos lugares, se concentran decenas de tiendas y si bien se observa, se puede constatar que especialmente durante los fines de semana, se transforman en un paseo público, un lugar de reunión social. Antes, quizá la mayoría, usaban el fin de semana para ir al campo, caminar por una plaza arbolada o por el borde de algún río, leer, practicar algún deporte, ir a algún concierto u obra de teatro. Hoy, la gran mayoría (hablamos de las clases medias para abajo), reemplaza los campos y espacios arbolados por un paseo (familiar inclusive) por los “mall”. Puede que no compren nada, pero es su distracción y su embeleso del fin de semana. Sería bueno filmar esas caras, pero a simple vista se observa un rostro de satisfacción plena, de “iluminados” que parecen haber arribado al paraíso, al mundo de la modernidad y de los avances tecnológicos. Y vuelven a sus casas como una especie de reedición, algo más patética, del famoso Dr. Pangloss. “¡Cómo progresa el mundo! ¡Qué de cosas bonitas! ¡Hay que comprar esa novedad! ¿Viste la tipa qué compraba ese pantalón? ¡Qué bonita, qué clase! ¡Ay madre, ay hermana, tenemos que ser como ella, cuando nos paguen la quincena venimos a comprar ese pantalón! ” En otros tiempos, cuando se hablaba de dominación ideológica a nivel de la conciencia social, se tendía a pensar en cuerpos doctrinarios-‐ideológicos más o menos globales y coherentes. O sea, en un discurso y en una argumentación intelectual relativamente sofisticada. Pero hoy, caso de los centros comerciales, vemos que tal tipo de discursos ya no le interesan a nadie y que es mucho más eficaz el mostrar ventanales-‐mostradores en fila. El llamado interés o voluntad general parece que ahora se procesa en esos pasillos. VI Las ideologías no sólo se distinguen a partir de las condiciones que sacralizan y estimulan, de las ideas e imágenes que proyectan. También, se identifican a partir de sus demonios. Es decir, de las conductas, mundos, valores e ideas que reprueban. En el caso que nos viene preocupando, podemos apuntar dos ejemplos: el de la vida política y el del comunismo-‐marxista. En cuanto a la actividad política, se apunta a desacreditarla y a recomendar una especie de abstinencia en tal tipo de actividades. En el mensaje, la política aparece desconectada de todo ideal y de todo propósito transformador. Los que en ella participan son personas que sólo buscan satisfacer su interés personal. Por lo demás, se cree que todo afán transformador está condenado al fracaso. En consecuencia, mejor ser apolítico y no ensuciarse con dichas actividades. Por supuesto, el apoliticismo de las masas es muy beneficioso para las clases dominantes: pueden dirigir los asuntos públicos sin la molesta presencia de algunos (peor si son muchos) intrusos.108 108
Los sociólogos escriben que “donde existe la igualdad general no hay política, puesto que ésta
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Veamos el segundo ejemplo. Por comunismo entendemos: i) una sociedad futura (no muy cercana) que responde a tales y cuáles rasgos. En ella, los capitalistas no existen y sólo se vive del trabajo que se realiza; ii) una asociación o partido político que agrupa a los que luchan por ese ideal. Por marxismo, entendemos las teorías e ideas propuestas por gentes como Marx, Engels, Lenin, etc. A título previo conviene señalar: en Chile, luego del golpe militar y de la sangrienta dictadura que le siguió por largos años, la noción o idea del comunismo-‐marxista terminó por asociarse al miedo. Si alguien la reivindicaba, ponía en riesgo su trabajo, el sustento familiar y su misma vida. En este marco, que se prolongó por muchos años-‐ termina por operar un mecanismo psicológico conocido. Para proteger la vida, se debe ocultar dicha preferencia, mantenerla como un secreto que nadie debe conocer. Las ideas propias pasan a la clandestinidad: no se las puede o no se las debe externar, ni declarar ni defender.109 No se usan para atacar a la ideología dominante ni para defenderse de los ataques de ésta.110 Y adviértase: ideas que no se usan son como piernas que no caminan: se reblandecen primero y luego se atrofian. Pero hay algo más: en el mismo período se asiste al derrumbe del denominado “campo socialista”. Lo cual, termina por considerarse una concluyente prueba empírica de que el comunismo es un fracaso y hasta un imposible: algo que no tiene ni presente ni futuro. Ser comunista, se pasa a considerar como el afán de vivir en la edad de piedra, ser marxista es declararse obsoleto. Son los pobres y anquilosados tipos que en el mundo de las revoluciones electrónicas, siguen escribiendo con plumas de ganso y usando los viejos correos y carteros, en vez del internet. En ocasiones, del odio se pasa a la conmiseración. Junto a lo indicado tenemos el impacto mediático. A lo largo de la dictadura de Pinochet, se insistía día tras día: el marxismo es algo erróneo y obsoleto, está “pasado de moda”, el comunismo se ha derrumbado y es cosa del pasado. Además –ciertamente el pinochetismo nunca fue muy pudoroso-‐ se denostaba a los regímenes “comunistas” por no respetar los derechos humanos.111 Este fue un martilleo incesante y que, con la Concertación no se modificó. De hecho, esta agrupación se alió con los grandes empresarios y se ha mantenido, hasta hoy (2013), una terca dictadura mediática. Al final de cuentas, los personeros de la Concertación (como el “socialista” de mercado, Camilo “el escalador” Escalante), han terminado por poner un signo de igualdad entre comunismo y pinochetismo. Unos y otros, atentan contra los “valores democráticos”. Pegarle al “Mamo” Contreras112 es lo mismo que pegarle al Lucho Soto, a Ramona Parra o a Ricardo Fonseca. comprende subordinados y superiores”. En la situación que nos preocupa, el apoliticismo no implica ausencia de política sino que los de abajo (los “subordinados”) aceptan sin chistar, sin moverse, las decisiones que toman los de arriba (los “superiores”). La cita es de Hans Gerth y Wright Mills, “Carácter y estructura social”, pág. 192. Edit. Paidós, Barcelona, 1984. 109 Ciertamente existe una ruta de salida: mantenerse en una organización clandestina. Pero, casi por definición, una organización tal tiende a ser relativamente pequeña. 110 Con ellas, en el mejor de los casos, se conversa por la noche, debajo de la almohada. 111 La UDI, partido de ultra-‐derecha hoy dirigiendo el gobierno de Piñera, ante la muerte del Comandante Chávez he rechazado guardar un minuto de silencio en el Parlamento, alegando que Chávez fue un dictador. En verdad, aplicando sensu-‐stricto los cartabones de la democracia burguesa, se constata que la Venezuela de Chávez ha sido infinitamente más democrática que el Chile de la Concertación y de Piñera. 112 General de Ejército, torturador y jefe de la policía política de Pinochet.
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En este marco es entendible que muchos vacilen, que surja una gran duda (alimentada por las realidades y por el mismo inconsciente) y que tenga lugar una real desbandada. Algunos reniegan por completo de sus antiguas convicciones y hasta pasan a ocupar posiciones en grupos de extrema derecha. Otros, se encierran en sus casas y se retiran de la vida pública. También hay segmentos, como regla bastante minoritarios, que mantienen una postura radical: algunos, como simple terquedad cuasi-‐conservadora y otros, con el afán de asimilar las causas del derrumbe y de avanzar a una nueva y superior síntesis. El anti-‐comunismo o anti-‐marxismo, acarrea consecuencias variadas. La primera es la connotación reaccionaria –por no decir cavernícola-‐ que asume el espectro cultural dominante. Sin olvidar que, como regla, cuando se persigue y denigra al marxismo también se suele involucrar en el ataque a la Ilustración laica (en especial, al materialismo francés, el de D’Holbach, Helvetius, Diderot, etc.). Con lo cual, en el ámbito cultural se le abre el paso a todas las variantes del oscurantismo. Una segunda consecuencia de hecho forma parte de la ya indicada. Por su importancia conviene mencionarla por separado: el silenciamiento del marxismo opera como sólido soporte de la ideología dominante y, por lo mismo, del régimen imperante. ¿Por qué? Porque tal silencio es el silencio del arma crítica más corrosiva del statu-‐quo. Como bien apuntara Marx, la dialéctica, “en la inteligencia y explicación de lo que existe abriga a la par la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa; porque crítica y revolucionaria por esencia, enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarse intimidar por nada.”113 Un tercer aspecto se refiere al papel que desempeña el marxismo en los movimientos de oposición al sistema. Para transformar su entorno, el hombre necesita saber. Mucho o poco, según la radicalidad de los propósitos. Si lo que se busca son transformaciones sustantivas, el saber tiene que superarse y asumir la forma de sistema teórico. Esta teoría debe avanzar desde la exterioridad del fenómeno hacia sus rasgos más esenciales para luego volver a la exterioridad, ahora ligada a sus fundamentos y, por lo mismo, ya entendida. En este plano, las teorías verídicas cumplen dos tareas básicas: una, la de iluminar el presente y desfacer entuertos (evitar confusiones) sobre el modo de su funcionamiento. Por ejemplo, romper con la burda creencia de que el Estado representa el bien común, o que las ganancias del capital son la contraparte del “sacrificio” que en términos de consumo realizan los capitalistas.114 La segunda gran función es la de orientar las prácticas sociales que buscan transformar la realidad. En este caso, la teoría pasa a funcionar como “faro orientador”, lo cual también pone en evidencia su ninguna neutralidad política.
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C. Marx, “El Capital”, Tomo I, pág. XXIV, FCE, México, 1964. Marx escribía que “el beneficio y la renta del suelo, o el capital y la propiedad de la tierra jamás pueden ser fuente de valor.” Si así son las cosas, ¿cuál es la fuente del valor y por ende de los beneficios? Como valor sólo emerge si hay trabajo gastado socialmente necesario y aplicado en el sector productivo, la respuesta es clara: se trata del trabajo excedente que generan los trabajadores asalariados. La explotación radica en este fenómeno: los trabajadores generan un valor agregado que es superior al valor del capital variable y los capitalistas, al vender la producción, se apropian del valor agregado. Con éste pagan los salarios y el sobrante pasa a constituir sus beneficios. La cita es de C. Marx, “Theories of Surplus-‐ Value”, Part I, pág. 85. Progress Publishers, Moscow, 1969.
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Ahora bien, si la teoría adecuada no existe o no es conocida, es muy evidente que los movimientos progresistas se quedan como si estuvieran en una calle lóbrega y plagada de asaltantes, sin luces y sin defensas. En este marco, tenemos que el paradigma marxista, por sus rasgos y temática, debería representar el arma teórica fundamental de todo movimiento radical y popular. Sin estas luces, difícilmente se puede avanzar a procesos de transformación social sustantivos. Pero, ¿qué sucede hoy en Chile? En general, los mismos sectores populares que empiezan a reclamar contra el modelo neoliberal, desconocen completamente a la teoría marxista. Recalquemos: al afirmar lo anterior no estamos pensando en un estudio y reflexión sólidos y profundos. El punto es otro: ni siquiera se ha leído algún texto elemental. Peor aún, en términos algo soterrados, en cada alma parecen operar los denuestos y prejuicios imbuidos por la dictadura pinochetista. ¿Y qué sucede con los intelectuales de izquierda? Amén de ser pocos, no se ven muy pertrechados.115Ignoran del todo a la teoría económica de Marx, con Lenin y el Gramsci de los Consejos Obreros de Turín, se asustan.116 Se suelen auto-‐declarar “pluralistas” y “anti-‐ dogmáticos”, abiertos, “no mecanicistas” y etceterá. De fondo también parecen haberse tragado buena parte de las prédicas del anti-‐comunismo más cerril. Se han asustado y en la academia subsisten como personas con “ideas clandestinas” (las marxistas) y opiniones públicas “respetables” (las de derecha). En sus textos tiende a darse una especie de “ensalada rusa” conceptual, ensalada en la cual hasta aparecen nazis confesos como Heidegger. También, toda la bazofia del “post-‐modernismo”. Por lo común, parece que se llega a identificar el desorden mental con la profundidad del pensamiento. Y más que entender a fondo los procesos reales en curso, les interesa el “estar a la moda”.117 ¿Qué se desprende de todo lo que hemos venido argumentando? La respuesta, a nivel del enunciado, es sencilla: el movimiento popular chileno deberá partir (o más bien re-‐iniciarse) casi desde cero. A nivel práctico, por supuesto, lo que debería venir será bastante complejo y difícil de superar. VII ¿A qué situación arribamos? Por un lado, tenemos algo así como una revolución de aspiraciones, en muy alto grado impulsada por el mismo sistema.118 Por el otro lado, nos encontramos con un sistema completamente
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De Marx manejan frases, nada más. De hecho nunca lo han estudiado con rigor y sistema. Con el Mao de la Revolución Cultural, de la cual tienen una imagen caricaturesca, se escandalizan y aterran. 117 La intelectualidad francesa –tan imitada en América Latina-‐ suele ser muy propensa a la frivolidad. Ya lo advertía el profesor Kant: “en la metafísica, en la moral y en las doctrinas de la religión, nunca se es lo bastante precavido con los escritos de esta nación. Domina en ellos comúnmente mucha bella fantasmagoría, que no sostiene la prueba de una investigación reposada. El francés gusta de la audacia en sus expresiones; pero para alcanzar la verdad no hay que ser audaz sino precavido. En la historia gustan de tener anécdotas, en las cuales sólo se echa de menos que sean verdaderas.” Ver E. Kant, “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime”, pág. 159. Porrúa, México, 1999. 118 La que no debe confundirse con el impacto del llamado “efecto demostración”. 116
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incapaz de satisfacer esas aspiraciones.119 Hasta ahora, en lo fundamental, la contradicción se ha venido “resolviendo” por la vía de los sueños e ilusiones. En lo mencionado se observa una singular confluencia de factores económicos y no económicos. Por un lado, tenemos una base estructural que es característica del estilo neoliberal: el operar con una altísima tasa de plusvalía. Lo cual, engendra un problema serio que gira en torno a la realización de la plusvalía. En términos más cotidianos, el problema del sistema –dada la alta tasa de explotación que lo tipifica-‐ radica en cómo encontrar un nivel de demanda efectiva capaz de realizar (transformar en dinero) la altísima masa de plusvalía que genera.120 El segundo problema es de carácter político: ¿cómo legitimar a un sistema que funciona con una tremenda desigualdad en la distribución del ingreso y de la riqueza? ¿Y cómo hacerlo sin alterar esa distribución o alta tasa de plusvalía? Esto, nos remite al problema cultural o, más precisamente, al de las formas que puede asumir la conciencia social dominante. ¿Qué encontramos aquí? Una conciencia, en los de abajo, profundamente despolitizada y que le atribuye virtudes mágicas a ciertas formas del consumo. Estas formas, se supone, conceden alto estatus social y la felicidad que –también se supone-‐ va unida a ese nivel de la escala social. Es la ideología que penetra y se extiende por la vía de las vitrinas del gran comercio y, especialmente, por el expediente de un sistema de medios (TV y demás) que aliena e idiotiza a las grandes masas. El acceso al “consumo mágico” no es gratuito. ¿Cómo se financia? Uno: reduciendo a cero la propensión a ahorrar (de por sí bajísimo) de las capas medias asalariadas. Dos: con cargo al crédito, que el recurso básico. Hoy, las capas medias asalariadas se manejan con un elevadísimo nivel de endeudamiento lo que obviamente no contribuye a su tranquilidad espiritual. Todo lo cual, en ambos casos, en el plano económico puede suavizar algo el problema de realización. En este contexto se debe señalar otro proceso importante: la expansión de actividades terciarias e improductivas, provoca el consiguiente crecimiento de la ocupación en tales sectores. Se expanden, por ello, las capas medias asalariadas. Y como éstas son improductivas, no generan valor y viven con cargo a la plusvalía que genera el sistema. En este sentido, el consumo de estos segmentos pasa a funcionar como un importante factor de realización. Los sueños se pueden prorrogar durante algún tiempo. Pero, a la larga, tal situación no puede subsistir. En otras palabras, llegará el desencanto (¿la “muerte en el alma”?) y las masas frustradas deberán definir la conducta a seguir. Por lo común, se cree que tales desencantos impulsan una actitud radical y de aguda oposición al statu-‐quo. Pero ésta no es la única posibilidad. En ocasiones, esas frustraciones terminan por ser aprovechadas por la derecha más extrema, de corte fascistoide. En el plano objetivo, se deben conjugar dos aspectos: i) superar la actual alienación enfermiza por el consumo de ostentación; ii) elevar la capacidad del sistema para mejorar la distribución del ingreso y, por ende, la capacidad de consumo racional de los trabajadores y capas medias. Por cierto, esto supone romper de cuajo con el estilo neoliberal imperante.
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El punto no se debe entender como no crecimiento del salario real sino de un crecimiento que se queda muy por detrás del crecimiento de las aspiraciones. 120 En Chile, en el orden del 75% o más del Ingreso Nacional.
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La ruta efectiva de salida dependerá, en alto grado, de las pericias políticas de unos y de otros. El dato estructural tiende a favorecer una salida por el lado de las izquierdas. Pero, ¿existe en Chile esa fuerza política auténticamente de izquierda? De momento parece que no. Para luego, habrá que ver.
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MEMORIA A 40 AÑOS Y PINCELADAS PARA EL FUTURO. LA SEMILLA CONTINÚA JOSÉ GONZÁLEZ* Esta participación en las Jornadas por la Memoria que, si bien tratan de un acontecer político en todo el Cono Sur, se ha centrado en Chile por el significado político-‐ideológico que tiene la forma en la que el imperialismo y la derecha chilena recomponen el capitalismo que venía en crisis desde comienzo de la década de los sesentas. Según el último informe de la Comisión Valech, fueron más de 40 mil las víctimas directas por acciones de la Dictadura militar. El Informe Retting había informado en 1991 que fueron 2.279 muertes. Las cifras pueden aproximarse a la cantidad de personas sacrificadas con su asesinato, con desapariciones, con la tortura, la cárcel, el exilio y otras formas de terror que se recrearon en Chile durante el Pinochetismo; pero no pueden dar cuenta del impacto de todo ese dolor y daño causado en la psiquis de la sociedad chilena que vivió el terrorismo de estado durante 17 años. El terrorismo implicó traumatizar a toda persona que tenía un familiar asesinado, desaparecido, preso o exiliado. No sólo se reprimió a los individuos que lucharon contra el golpe de estado, sino también a sus familias directas e indirectas. Se buscó neutralizar, a través del miedo, cualquier disidencia. Se instaló en el Estado Chileno una maquinaria del terror contra la democracia y los derechos humanos, que también persigue y da muerte a chilenos en el exterior. En Argentina hubo más de 30 mil desaparecidos y, al igual que el caso chileno, la familia de los combatientes secuestrados y asesinados por los militares fue el blanco del terrorismo estatal. Todo acto de búsqueda de familiares, de denuncia o solidaridad fue acallado con acciones de terror de la dictadura. El actual Gobierno de Uruguay, presidido por José Mujica, publicó una lista con los nombres de 465 víctimas de la última dictadura (1973-‐1985). La diferencia de víctimas, no solo se debe a la población de cada país, también a la forma en que la burguesía y los gobiernos militares-‐civiles asumieron el mandato del imperialismo, como del volumen y características de la fuerza social que había que reprimir en cada país. ¿CÓMO SE FUE GESTANDO EL GOLPE EN 1973? El capitalismo sustitutivo de importaciones chileno estaba en crisis desde comienzos de la década de los sesentas. Los esfuerzos del gobierno de Pedro Aguirre Cerda (1938-‐1941) con la creación e impulso de la Corporación de Fomento (CORFO), llegaron a sus límites 20 años más tarde. Esto provocó mayor inestabilidad política en el país y un crecimiento del movimiento obrero y popular organizado y formado en la lucha reivindicativa dentro del estado burgués. La industrialización dependiente de Chile generó en el ámbito social el crecimiento de los obreros, comerciantes y servicios diversos, con lo cual las opciones políticas partidarias tenían nuevos sectores sociales. A fines de 1950 se habían conformado los denominados “3 tercios” políticos: Un tercio de derecha conservadora, vinculada a lo agrario, otro tercio a la derecha capitalista/industrial vinculada a la democracia cristiana y grupos liberales y el tercer tercio formado por las organizaciones de izquierda.
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Posteriormente, los gobiernos de Jorge Alessandri, 1958-‐1964 (derecha conservadora) y de Eduardo Frei 1964-‐1970 (democratacristiano) no logran erradicar la crisis, ni con los recursos de la Alianza del Progreso, que promovía el imperialismo estadounidense para ponerle freno a los movimientos sociales y revolucionarios en la región latinoamericana luego del triunfo de la revolución Cubana. Ambos gobiernos recurren a la reforma agraria para dinamizar la economía interna, pero el peso de sus propios grupos de intereses hicieron que dicha reforma fuera muy limitada y no lograran los objetivos esperados. Alessandri gobernó con perfil tecnocrático para hacer más eficiente el aparato público y facilitar el comercio exterior; Frei tuvo un buen gobierno los dos primeros años, llegando en 1966 a un crecimiento del 10.1 %, que al año siguiente cayó al 1.2%121. Persistía la crisis que el gobierno de Frei no pudo detener. A las elecciones de 1970 concurren tres fuerzas contendientes, que presentaban, a su vez, los tres tercios del ordenamiento político-‐partidario existente. En el centro y la izquierda se habían producido algunos cambios con la sustitución del partido radical por la democracia cristiana en capas del centro político (capas medias); en la izquierda había aparecido la izquierda revolucionaria y nuevos sectores sociales que abrazaron los ideales del proletariado. Cada contendiente presentó programas con medidas para reducir o terminar con la crisis (los discursos políticos siempre llevan de todo y van más allá de la realidad; se acercan más al ilusionismo esperanzador que buscaba captar a los poco informados y educados votantes que viven y mueren en la pobreza y a capas medias sin afiliación partidaria). La diferencia esta vez es que estaba la Unidad Popular impulsando a Salvador Allende como candidato presidencial. Esta Unidad Popular -‐formada el 17 de diciembre de 1969 en Santiago de Chile, por los partidos Comunista, Socialista, Radical y Social-‐Demócrata, el Movimiento de Acción Popular Unificado (MAPU), y la Acción Popular Independiente (API)-‐ definió un Programa cuyo objetivo central era impulsar el «socialismo a la chilena”. La candidatura de Salvador Allende se logra luego de que el Partido Comunista se desiste de Pablo Neruda, candidato de los Comunistas y ésta agrupación impone ser el eje de la Unidad Popular. El Partido Socialista no logra mantener toda su fuerza detrás de su candidato Allende, ya que venía sufriendo algunas separaciones orgánicas. Los demás partidos eran pequeños y su peso era inferior a los dos históricos partidos de la izquierda chilena del siglo XX (comunista y socialista). El triunfo de Allende resulta de varios factores: a) la crisis económica que no pudo manejar la democracia cristiana, b) la separación de muchos militantes democratacristianos hacia la derecha y hacia la izquierda –el surgimiento del MAPU-‐, c) La acumulación de fuerzas de la izquierda, que venía movilizada frente a la crisis y, d) la división de la derecha. TRIUNFO DE ALLENDE Y REACCIÓN DE LA DERECHA. Algo de sorpresa tuvo la derecha con el triunfo de Salvador Allende; pero ello no la inmovilizó, ya que de inmediato iniciaron diversas acciones para que no asumiera la presidencia. Por una parte fortalecieron los lazos político-‐militares con el gobierno estadounidense, que ya venían trabajándose desde la coyuntura electoral, durante la cual varios personajes de la derecha viajaron 121
Romy Rebolledo Leyton. La crisis económica de 1967 en el contexto de la ruptura del sistema democrático. Revista o Universum N 20 Vol. 1 : 124 -‐ 139, 2005
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a USA a solicitar apoyo financiero para la campaña de Alessandri. El senador Pedro Ibañez fue el encargado de viajar y recoger los recursos que proporcionaron las transnacionales estadounidenses, que no estaban tranquilas ante un posible triunfo de la Unidad Popular. También la CIA contribuyó con recursos entregados al cabecilla del diario El Mercurio, Agustín Edwards. Perdido el dinero por la derrota en la elección, el 14 de septiembre de 1970, diez días después de la elección de Allende, el presidente estadounidense Richard Nixon recibe en la Casa Blanca a Edwards, y éste le pide, directamente, que no deje asumir a Allende. http://es.wikipedia.org/wiki/Intervenci%C3%B3n_estadounidense_en_Chile#Edwards_le_exige_a_Nixon_que_derroque _a_Allende
Según los documentos desclasificados de la CIA y otras dependencias del gobierno y del aparato militar estadounidense, después de la reunión del 14 de septiembre de 1970, al día siguiente Edwards se reúne con Don Kendall, Henry Kissinger y el Fiscal John Mitchell, (información ubicada en el sitio web citado más arriba), y tratan la situación chilena, con la reiteración del dueño de El Mercurio de que se impidiera el gobierno de Allende, además de solicitar recursos para combatirlo. Las acciones específicas al respecto las acuerdan, esa misma tarde, el Presidente Nixon con Henry Kissinger, Richard Helms, Director de la CIA y John Mitchell, Fiscal General. Entre los acuerdos, según notas tomadas por el Director de la CIA, Richard Helms, figuran: •
Tal vez una oportunidad en 10, pero ¡salvar a Chile!
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Vale la pena gastar
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No preocuparse por riesgos.
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No comprometer embajada.
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$ 10.000.000 disponible, más si es necesario.
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Sólo deben intervenir hombres competentes al máximo, trabajando jornadas completas.
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Se debe trazar un plan de acción, de ataque, si fuere necesario.
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Plan de juego. Hacer aullar la economía.
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No se dispone de más de 48 horas para conocer el plan de acción.
Según el Informe del Comité Church y Pike, del Senado de Estados Unidos, en ese país operaba el denominado “Comité 40”, integrado por organismos de los servicios secretos estadounidenses122, el quel, además de financiar a los partidos políticos opositores a Allende, “aprobó grandes sumas para sostener a los medios de oposición y para mantener así una campaña oposicionista implacable. La CIA gastó un millón y medio de dólares para apoyar a El Mercurio, el principal periódico del país y el canal más importante de propaganda contra Allende. Según documentos de 122
El Comité 40 surge como Operación 40 durante el gobierno de Dwight D. Eisenhower y se trataba de impulsar operaciones secretas por la CIA y agentes externos, para desestabilizar aquellos gobiernos poco o nada afines a los intereses estadounidenses. El primer objetivo: derrocar y acabar con el régimen comunista liderado por Fidel Castro en Cuba. El encargado de este Grupo fue Richard Nixon. Para su operación se utilizaban recursos de empresarios como George H. W. Bush, posterior presidente del país. Durante su gobierno Nixon le cambió nombre y le puso Comité 40, colocando a la cabeza del mismo a Henry Kissinger. Posterior al Golpe de Estado este Comité ideó y apoyó el “La Operación Cóndor” para derrocar a gobiernos no amigos de USA. Fuente: Operación 40, el plan para derribar gobiernos. Recuperada en enero de 2014 de: ttps://es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-‐historias/operación-‐40-‐el-‐plan-‐para-‐ derribar-‐gobiernos-‐162857484.html
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la CIA, estas gestiones significaron un papel significativo en la preparación del escenario para el golpe del 11 de septiembre de 1973”. El mismo Informe del Comité Church y Pike, citado en: http://www.derechos.org/nizkor/chile/doc/encubierta.html, registra que el Comité 40, para impedir el triunfo de Allende y luego de su gobierno, aportó recursos en las siguientes fechas y cantidades: •
25 de marzo de 1970: El Comité de los 40 aprueba entregar 125 000 dólares para «operación de descrédito de la Unidad Popular».
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27 de junio de 1970: se aprueba entregar 300 000 dólares adicionales.
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9 de septiembre de 1970: se aprueba la entrega de 700 000 dólares para el diario El Mercurio.
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11 de abril de 1972: se envían otros 965 000 dólares para el diario El Mercurio.
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15 de mayo de 1972: la empresa estadounidense ITT deposita 100 000 dólares en Suiza.
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11 de abril de 1973: se envían 300 000 dólares adicionales para El Mercurio.
Los últimos tres envíos sirvieron para periódicos y empresarios que participaron en la ofensiva patronal de 1972 y las campañas de desestabilización de 1973. Otra vía promovida por el imperio y la derecha fue la congresista. Según la constitución chilena, cuando un candidato no logra el 50+1 por ciento de los votos, el Congreso debe elegir entre las dos candidaturas más apoyadas con votos. La tradición indicaba que se elegía a la primera mayoría. Entre otra de las acciones que impulsó el imperialismo, a través de la CIA y la derecha nacional, fue empujar a los militares a un golpe para que Allende no asumiera; pero las condiciones al interior de los uniformados nos estaban dadas, por lo cual el Comité 40 impulsó el proyecto Gambito Rube Golberg o Gambito Frei, que consistió en empujar al Congreso que reconociera como ganador y presidente a la segunda y no la primera mayoría electoral; es decir, que se eligiera a Jorge Alessandri y no a Salvador Allende. Luego de elegir a Alessandri éste renunciaría y quedaba el camino libre para que se organizaran nuevas elecciones y el saliente Eduardo Frei se postulara. Esta opción imperial tampoco fue posible y se dio paso a la solución militar. Recordemos que entre las acciones de la “solución militar” estuvo el asesinato del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas General René Schneider, el 25 de octubre de 1970. Este militar se había caracterizado por recordarle a Chile su papel en el Estado, afirmando que “Hemos aceptado el veredicto de las urnas. Reconocemos y apoyamos en estos momentos a dos postulantes a la Presidencia de la República, que son los que obtuvieron las dos primeras mayorías relativas, el señor Allende y el señor Alessandri. Legalmente le corresponde al Congreso Nacional decidir cuál de los dos será el futuro Presidente de Chile, y a quien elijan ahí, lo debemos apoyar hasta las últimas consecuencias”. Esto lo planteó en septiembre de 1970 y esta posición fue popularizada como la Doctrina Schneider. Luego le sucederá Carlos Prats, otro militar que no se dejó manipular por la derecha; posteriormente también fue por el pinochetismo. Los miembros constitucionalistas de las fuerzas armadas fueron pocos y no lo suficiente para la gran confianza que depositó Allende y la Unidad Popular en su apego a la ley burguesa. Esto no sucedió porque la estructura de mando y de clase social de la oficialidad de las fuerzas armadas aseguraba la influencia de la derecha. Una línea estratégica del imperialismo fue unificar la derecha para darle mayor fuerza a sus acciones y debilitar a la Unidad Popular. Esto se logra con mucha facilidad porque, a mediados de
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1972, se forma la Confederación de la Democracia -‐CODE-‐ integrada por dos federaciones de partidos de derecha: 1) la Federación de Oposición Democrática a la cual pertenecían la Democracia Cristiana, la Izquierda Radical y el Partido Democrático Nacional, 2) La Federación Nacional Democracia Radical, integrada por el Partido Nacional y el partido Democracia Radical. Esto permitió empezar una ofensiva de movilizaciones para boicotear la economía nacional (Hacer aullar la economía habían acordado Nixon y Kissinger). El paro de Octubre, de los pequeños y medianos empresarios del transporte, mineros del cobre y otros sindicatos dirigidos por la Democracia Cristiana, fue desgastante para el gobierno y sólo concluye cuando la derecha, a través de la Democracia Cristiana, logra que Allende y el Partido Comunista retrocedan en su Programa de Gobierno, deteniendo y reduciendo la formación del sector social de la economía(expropiación de empresas para pasarlas a la gestión de sus trabajadores), cambiando ministros proclives a la maduración revolucionaria del sector obrero y frentes populares, por militares y representantes comunistas. Dentro de este marco de presión, la propia democracia cristiana impone la aprobación de una ley sobre el “Control de armas”, que la ejecutaban los militares para reprimir y aterrorizar a los sectores populares. La Democracia Cristiana, tan buscada por el partido comunista y otros sectores reformistas de la Unidad Popular, fue importante artífice de cercar a la Unidad Popular para impedirle que gobernara. Desde la Contraloría y la Corte Suprema los sectores conservadores limitaban todo tipo de actos del gobierno y obligaban al cambio de ministros o de intendentes en las provincias. La inestabilidad del gobierno fue una táctica importante, de la derecha unificada, para generar las condiciones hacia el golpe. En medio de la desestabilización política e institucional la derecha impulsó el Tanquetazo, en junio de 1973, el alzamiento de un regimiento de Santiago en coordinación con grupos paramilitares de Patria y Libertad y el Comando Rolando Matus, sectores vinculados al gremialismo de Jaime Guzmán. Muchos consideran que este alzamiento fue un ensayo para el futuro golpe de estado. En todo caso les sirvió a la derecha y a la CIA para evaluar la respuesta popular y del gobierno, así como de oficiales y tropas progresistas. La respuesta desmovilizadora del gobierno desanimó a los sectores populares, sobre todo a los trabajadores y pobladores de los cordones industriales y consejos comunales que planteaban que se depuraran las fuerzas armadas y se avanzara en medidas populares para fortalecer el gobierno. Luego del Tanquetazo mucha población estaba segura de que vendría el golpe, y aunque no aventuraba fecha, se sentía el ambiente de temor. El Gobierno Popular estuvo acosado desde antes de iniciar su gestión y tal como lo planteó el MIR “(…) si se llegara a evidenciar la posibilidad de un triunfo electoral popular, las clases dominantes chilenas y extranjeras se decidirán por el golpe militar de derecha, cualquiera sea su costo”. Desafortunadamente para Chile, los hechos hablan por sí solos. EL GOBIERNO DE LA UNIDAD POPULAR Y LA IZQUIERDA La Unidad Popular y el Presidente Allende tuvieron, siempre, dos opciones: una, negociar con la derecha, a través de la Democracia Cristiana, línea fuertemente planteada y defendida por el Partido Comunista o, dos, afirmarse en la radicalización y organización del movimiento de masas y las posiciones revolucionarias que fue creciendo desde 1971, que además fue la que estuvo en la defensa permanente del Gobierno. El peso de la línea reformista fue la que se impuso y ello provocó la división de la izquierda (aunque no orgánica sí en los hechos) y la desmoralización del
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movimiento de masa, sobre todo al término de la ofensiva patronal de octubre de 1972, con la incorporación de militares en los ministerios, la reducción del área social de la economía y la represión que se llevó a cabo contra algunos sectores de la izquierda revolucionaria de dentro y fuera de la Unidad Popular. El peso de las estructuras mentales y orgánicas de los partidos y miembros tradicionales de la izquierda impidieron que Allende privilegiara a los sectores obreros, campesinos y pobladores que se radicalizaron durante el gobierno, avanzando más allá de lo que se había prometido en el Programa Básico, para construir el socialismo. Los trabajadores y demás sectores populares se entregaron por completo a la idea de cambiar el sistema y se dieron pasos importantes en construcción de poder popular, de autogestión de empresas y de incrementar la producción; pero la guía del Gobierno Popular se ausentó para seguir el camino de la formación de fuerzas revolucionarias. Los sectores reformistas prefirieron ser obedientes a los acuerdos de la guerra fría que a los intereses particulares de los revolucionarios chilenos. Era discutible la propuesta del Partido Comunista de evitar la guerra civil, cuestión indicada desde Moscú, para lo cual utilizaba el discurso sobre el costo social que pudiera generar el enfrentamiento. Lo que no se entendía era que todas sus propuestas desarmaban política y organizativamente al proletariado y los crecientes sectores populares que se plegaban al proceso, en vez de preparar condiciones para neutralizar la violencia conservadora. La violencia y el enfrentamiento armado no dependían de la izquierda, sino de la violencia y barbarismo de la derecha que, se puede posponer, pero históricamente jamás evitar, porque es la estrategia política del imperio y sus aliados nacionales. La izquierda debía prepararse para ese barbarismo de la derecha y no dejarse golpear ni aniquilar por ésta; sin embargo, el sectarismo reformista impidió que se trabajara una estrategia de formación política y orgánica para repeler la violencia de la derecha. Que los tiempos políticos no estaban favorables, que el costo social sería muy alto, son asuntos siempre discutibles; pero los hechos son innegables y la consecuencia revolucionaria también. Los tiempos y condiciones políticas se construyen desde el movimiento de masas, con la clase obrera a la cabeza del proceso y los demás explotados del campo y la ciudad que se suman y logran una sola fuerza revolucionaria. La revolución se construye y no se espera que “el cadáver del imperialismo pase frente a tu ventana”. Por otra parte, el costo social es también discutible; porque se inicia desde la explotación de los trabajadores y provocaba constantemente daños en el resto de la población. En el discurso del Presidente Allende en Guadalajara planteó que, en ese tiempo, 1972, existían en Chile “600 mil niños con un desarrollo mental por debajo de los normal”, y se debía a que no recibieron los nutrientes necesarios en los primeros 6 meses de vida. Eran demasiados para un país que tenía una población de 8.8 millones de habitantes. Lo anterior indica que una cantidad similar de madres y padres vivían en la extrema pobreza, más los hermanos que pudieran tener. Un costo social muy alto para los trabajadores y sectores populares. Las políticas económicas represivas de la dictadura y las económicas generaron miles de muertos y millones de pobres y de frustraciones que impedían la felicidad de esas personas. Si el costo social se considera sólo a los muertos que pudieran resultar en un enfrentamiento armado, es una equivocación. El costo social debe sumar todo tipo de daño e imposibilidad de desarrollo del conjunto de personas de una sociedad. Se equivocaban los grupos reformistas. Lo más apropiado hubiese sido generar las condiciones para equilibrar y/o sobrepasar la fuerza militar de la derecha para evitar la confrontación y reducir la cantidad de vidas humanas que se pudieran originar en un enfrentamiento final. Desde comienzo de 1972 la izquierda chilena tuvo información suficiente para trabajar en una Estrategia político-‐ militar que impidiera el golpe de
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estado. Varios factores dificultaron establecer una salida revolucionaria: 1) Las divisiones internas, con un gran peso en el gobierno de sectores reformistas que no cambiaban su táctica; 2) el lastre de la historia reciente del movimiento obrero, que cargaba con la falsa salida democrático-‐ burguesa y de coaliciones con sectores del centro derecha para impulsar sus organizaciones y reivindicaciones; 3) el hecho de que los partidos tradicionales de la izquierda no permitieran la práctica revolucionaria y maduración de consciencia de los trabajadores, para evitar perder sus bases militantes; 4) el reiterado discursos sobre la constitucionalidad de la fuerzas armadas y de la búsqueda de alianza con la democracia cristiana – impulsada la primera por Salvador Allende y la segunda por el partido comunista –, ambos aspectos se confirmaron como falsos para lograr el avance del gobierno y de la izquierda; 5) Falta de capacidad de los sectores de la izquierda revolucionaria para colocarse a la vanguardia de todo el movimiento social, aunque avanzaron muchos en dos años, no fue suficiente; 6) Insuficiencias de la izquierda revolucionaria para organizar y preparar los asuntos logísticos que le dieran respaldo al discurso de la guerra popular y prolongada; entre otros factores. ALLENDE Y LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA EN CHILE La izquierda revolucionaria ha tenido varias expresiones en la historia de la lucha de clases chilena; pero su duración y fuerza no pudo articular al conjunto del movimiento popular en diversos tiempos. También ha habido sectores populares y proletarios que han dialogado y llegado a acuerdos con el centro y liberales, sobre todo con la formación de Frentes políticos (Durante y post II guerra mundial). Ha sido una constante histórica. En los sesentas surge una nueva izquierda revolucionaria y de ésta queremos comentar algunos aspectos, por el importante papel que jugó en el impulso del movimiento de masas revolucionarias. Y la relación que tuvo con Salvador Allende y su gobierno. A mediados de los sesentas en la izquierda emergen propuestas nuevas, alimentadas por el triunfo de la Revolución Cubana: A) En el Partido Socialista se adoptan decisiones que perfilan el futuro perfil revolucionario de muchos de sus militantes. Se declaran marxista-‐leninistas y reivindican “todas las formas de lucha” como parte de la estrategia para alcanzar el socialismo. B) En 1965 surge el Movimiento de Izquierda revolucionaria, que viene a darle un nuevo aire al soporte ideológico de la izquierda y a su praxis, proponiendo que la revolución socialista era el único camino para salir de la crisis. Esta Organización propuso un Programa de revolución proletaria y una estrategia político militar para la conquista del poder; con insuficiencias orgánicas y en definiciones tácticas impulsó sus propuestas, inaugurando la lucha político-‐militar en la formación de partido y de frentes políticos de masas. Con la represión freísta como sombra, que les obligó a la clandestinidad los últimos años de ese represor gobierno democratacristiano, llega en 1970 con muchos militantes presos. La izquierda revolucionaria se integra a de militantes de varios partidos tradicionales que cuestionaron la tendencia hacia el centro político de los partidos que apoyaron la candidatura derrotada de Salvador Allende en 1964. Esta crítica al interior de los partidos Comunista y Socialista, la constatación de los avances de la Revolución Cubana y la aparición de organizaciones guerrilleras en varios países de la región, generaron escisiones , sobre todo en la juventudes de los partidos mencionados, que constituyen nuevas organizaciones y concurren, junto a otras, a formar el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. Con una propuesta diferente a los partidos de la izquierda tradicional e incluso confrontándoles desde su Declaración de Principios (1965), el MIR afirmaba que “Las directivas burocráticas de los
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partidos tradicionales de la izquierda chilena defraudan las esperanzas de los trabajadores; en vez de luchar por el derrocamiento de la burguesía se limitan a plantear reformas al régimen capitalista, en el terreno de la colaboración de clases, engañan a los trabajadores con una danza electoral permanente, olvidando la acción directa y la tradición revolucionaria del proletariado chileno. Incluso, sostiene que se puede alcanzar el socialismo por la ‘vía pacífica y parlamentaria’, como si alguna vez en la historia de las clases dominantes hubieran entregado voluntariamente el poder.” El MIR asume una organicidad marxista-‐leninista que se manifestaba en un Partido de Cuadros y de varios Frentes de Masas, que permitían la vinculación con todos los sectores sociales en el país, además de ser la cantera que nutría de militantes al Partido. Como práctica interna adopta el centralismo democrático, aunque muchas veces la herencia de los partidos de la izquierda tradicional y el peso de la educación burguesa en el país no facilitaban la práctica de este método de trabajo. También en los tiempos de represión se dificultaba discutir y sólo se ordenaba. Esta deficiencia en los métodos de trabajo debilitó a militantes; pero a la vez fue útil en los momentos de enfrentar los interrogatorios de los represores. En el marco de la crisis económica chilena en 1967, en la cual el gobierno democratacristiano respondía con represión a las demandas populares, el MIR inicia acciones de enfrentamiento con el gobierno y de propaganda armada. Las primeras tenían como fin hacer propuestas al pueblo para fortalecer la lucha por sus derechos y difundir la plataforma mirista. Las segundas tenían el propósito de obtener medios para organizar los estamentos armados del Movimiento, generalmente mediante las denominadas “recuperaciones” (asalto) a bancos. El MIR tuvo la práctica de comunicar todo al pueblo y emitían comunicados como el siguiente: “A los Obreros, Campesinos, Pobladores y Estudiantes: 1. El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) informa al pueblo que su ‘Comando Rigoberto Zamora’ expropió el Banco Nacional del Trabajo. El caso está resuelto. Los incapaces del ‘Escuadrón de la Muerte’ no necesitan torturar ni flagelar a nadie. 2. (…) El MIR devolverá a todos los obreros y campesinos del país ese dinero, invirtiéndolo en armas y en organizar los aparatos armados necesarios para devolver a todos los trabajadores lo que les han robado todos los patrones de Chile, o sea, para hacer un gobierno obrero y campesino que construya el socialismo en Chile. (…) 4. El pueblo puede estar seguro que este dinero es suyo y que ni un peso de él será gastado en lo que no sea estrictamente necesario para armar, organizar y preparar la defensa de los intereses de obreros y campesinos. 5. El MIR dedica esta acción a la memoria del revolucionario Rigoberto Zamora, que fue militante del MIR y que murió peleando por la liberación del pueblo boliviano junto a los compañeros del ELN en 1969. Secretariado Nacional del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) 23.02.70”.123 Las operaciones de “recuperación económica” fueron muy difundidas por los medios de comunicación, sobre todo los de derecha, pidiendo que el gobierno reprimiera al MIR; pero sus grupos operativos siempre encontraron la forma de evadir los grupos policiales. Por otra parte, estas acciones captaron la simpatía de la juventud de la izquierda y progresista de Chile, como de destacamentos avanzados de obreros y sectores de pobladores y campesinos. Esta nueva organización política chilena le dio una vitalidad a la lucha popular contra el capitalismo, porque junto a las acciones de propaganda armada se introdujeron nuevos temas de discusión ideológica y de acción política. La izquierda revolucionaria, que estaba larvada en grupos 123
Pérez, Cristián. Historia del MIR. “Si quieren guerra, guerra tendrán...”. Estudios Públicos, 91 (invierno 2003). Santiago, Chile
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de militantes de los partidos tradicionales, entre la intelectualidad y sectores populares empezó a articular propuestas en frentes políticos y ofrecer una retaguardia a los militantes miristas para que evadiera la represión y para abrir espacio en los sectores sociales, en los cuales los partidos tradicionales impedían la presencia de estos que denominaban “ultras”. La lucha ideológica y política no siempre se llevó a cabo en una sala u otro espacio público, con un orden de exposición y de la palabra; muchas veces fue en confrontaciones poco amables y con mucho sectarismo por parte de los grupos tradicionales de la izquierda, los cuales temían perder el control que tenían sobre el movimiento de masas por varias décadas. En el proceso de crecimiento y formación del MIR tuvo en Miguel Enríquez una cabeza destacada, quien encarnaba el marxismo leninismo del Movimiento; pero con la amplitud de pensamiento para compartir con otras tendencias dentro de la izquierda la unidad del los pobres del campo y la ciudad y la construcción de la fuerza revolucionaria; con una disposición de permanente apertura para incluir diversas voces en la lucha por el socialismo en Chile. Miguel Enriquez, Luciano Cruz, Bautista Van Schouwen, Víctor Toro, Clotario Blest, Edgardo Enríquez y otros ejemplares miembros de la Dirección del Movimiento fueron los que le imprimieron una mística y perfil social, una decisión de lucha y una disciplina militante. En los años recientes de su aparición, con la presión policial tras muchos militantes del Comité Central, Miguel Enríquez definió, en 1968, las características de los militantes a formarse en la lucha revolucionaria y las tareas cotidianas con los trabajadores y demás sectores populares del país, Miguel propuso que las “Tareas fundamentales de un partido de vanguardia son la preparación de sus cuadros, la penetración en los frentes de masas considerados como estratégicos, la agitación callejera, la propaganda y las tareas especiales (…). El volumen relativo de tareas ‘especiales’ debe aumentar enormemente. Las ‘tareas especiales’ deben dejar de ser privativas de un sector de la organización para transformarse en el problema de la mayor parte del movimiento. Las cuestiones políticas estarán estrictamente ligadas a las tareas ‘especiales’. Los cuadros ‘especiales’ deberán ser políticos y los políticos pasarán frecuentemente por lo ‘especial’. De la integración de lo político y de lo militar se hará una realidad. (…) Los militantes deberán aceptar las reglas de una rigurosa clandestinidad. El tipo de militante que ingresará al MIR debe ser diferente al de antes. Los aficionados deberán abandonar la organización (…). No se ingresará ni se hará abandono del partido de cualquier forma. La entrega de sí mismo deberá ser total. La organización decidirá si un militante debe o no trabajar o estudiar, o donde habitar, etcétera. Es la única manera de constituir una organización sólida, disciplinada, eficaz, capaz de discutir menos y de operar en plena clandestinidad. Es esta organización la que realizará acciones e iniciará la guerra de clases en Chile” 124 La mística, responsabilidad, disciplina y compromiso social fueron factores que identificaron a la izquierda revolucionaria chilena, que se mantuvo hasta su disolución, que se inicia en 1987, después de que las fuerzas de la dictadura habían diezmado a gran parte de la Fuerza Central e iniciadas conversaciones de los partidos tradicionales de la izquierda para lograr una salida negociada de la dictadura, lo que se logra a partir del plebiscito de 1988. Frente a la elección de 1970 el MIR estuvo indeciso de apoyar la candidatura de Allende, porque consideraba que la participación en elecciones no conducía a la revolución, y porque la derecha y el imperialismo no permitirían el cambio social. Sin embargo, no quiso provocar dificultades para 124
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el proceso electoral y en una reunión entre Salvador Allende y Miguel Enríquez se acuerda que el MIR suspendía las acciones armadas y dispuso gente con preparación militar para la custodia del candidato. Poco antes de septiembre la Dirección Política del MIR anuncia que los militantes quedan en libertad de votar por Salvador Allende125. El triunfo electoral de Allende fue considerado como un cambio en la situación política chilena con dos direcciones divergentes: La derecha buscaría impedir el ascenso de Allende o no dejarlo gobernar y promover un golpe militar. La izquierda vio la posibilidad de empezar a generar condiciones para abrir senadas para el socialismo, aunque con diferente definición táctica, ya que la Unidad Popular se limitó a su Programa y las 40 Medidas; mientras los sectores revolucionarios pensaban que se iniciaba un período prerrevolucionario “en el cual se desarrolla un proceso de agudización de la lucha de clases, con un ascenso del movimiento de masas, aumento de la actividad del pueblo y en especial con una elevación de los niveles de conciencia de la clase motriz” (“Análisis del periodo”, Documento Público. Comisión Regional Santiago del MIR, 30 de octubre de 1972). LA DICTADURA La imposición de la dictadura fue un acuerdo entre el gobierno de Nixon-‐Kissinger y los partidos de derecha chilenos. Fue parte de la aplicación de la Doctrina de seguridad, que desde la década de los sesentas, luego del triunfo de la Revolución Cubana, empieza a mutar a Doctrina de la Contrainsurgencia, que va imponiendo como entes principales de esta estrategia a las fuerzas armadas y los monopolios. Los datos presentados en páginas anteriores lo demuestran. Recordemos que la crisis del sistema, en su modalidad sustitutiva de importaciones, no se ha resuelto y los avances que lograba el Gobierno Popular en 1971 se detuvieron a partir de 1972. La dictadura buscó en sus primeros años imponer un plan económico que tenía raíces neoclásicas y empezó con políticas sociales de mercado, que no resultaron y hubo un mayor retroceso económico. Fue la conjugación del cambio de estrategia imperialista la que puso a la dictadura en un primer plano como el laboratorio de los nacientes Chicago Boys y su monetarismo a la cabeza del mercado. A partir de este ajuste del capitalismo, el laboratorio chileno aplicó un shock represivo al conjunto de los sectores populares y niveles medios para evitar toda protesta contra su política económica. El monetarismo impone cambios profundos en los estados nacionales, para que dejen de ser tales y sirvan directamente a los intereses de los monopolios transnacionales. Se reestructura el aparato estatal en lo hacendario para instaurar una política de reducción del gasto fiscal, un control estricto de la gestión presupuestaria, una desregulación o liberalización de controles en la economía para facilitar el libre ingreso de capitales externos –con beneficios arancelarios, aduaneros y de repatriación de ganancias-‐, reformas laborales que llevaron a la precarización del empleo, privatización de servicios públicos y de empresas del estado que facilitaban la redistribución del ingreso y reproducción de la fuerza laboral, la defensa irrestricta de la propiedad privada y, sobre todo, el papel represivo del estado contra el “enemigo interno” o insurgencia, para que el capitalismo se recompusiera.
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38 Andrés Pascal, “El MIR 35 años (primera parte)” (revista Punto Final, N° 478, del 25 de agosto al 7 de septiembre de 2000), p. 13. Sobre la vinculación del MIR en la seguridad de Salvador Allende, véase Cristián Pérez, “Salvador Allende. Apuntes sobre su Dispositivo de Seguridad: El Grupo de Amigos Personales (GAP)” (2000).
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El monetarismo se fortalece con las 10 políticas del Consenso de Washington y se establece como doctrina de los organismos financieros multinacionales, particularmente Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y Banco Interamericano de Desarrollo. La dictadura chilena fue favorecida por los monopolios estadounidenses y los bancos, transformándose en el “ejemplo” del nuevo estilo de desarrollo para los países subdesarrollados: el neoliberalismo La dictadura institucionalizó el modelo monetarista y neoliberal con leyes diversas y en 1980 con una nueva constitución política. Todo este aparato normativo está vigente después de 23 años de gobiernos civiles que se comprometieron a democratizar el país. Hoy Chile es uno de los países con mayor desigualdad en la región, aunque los niveles de pobreza se han reducido en las últimas dos décadas, todavía existe extrema pobreza aun cuando el país es un gran productor y exportador de cobre y otros recursos naturales; pero por el tipo de sistema económico y de gobiernos en estos últimos 40 años, la exportación no deja las ganancias para la mayoría de la población chilena, sino que va a las transnacionales con domicilio en países industrializados y para algunas familias empresariales chilenas. Los chilenos tienen todo privatizado, una cultura que ha roto los tejidos sociales y la cultura predominante es la del individualismo y consumismo. LA IZQUIERDA POST DICTADURA Las contradicciones estratégicas y tácticas en la izquierda chilena no se resolvieron con el golpe militar. Eran y siguen siendo profundas las diferencias en el análisis de la historia, de la expresión del capitalismo en Chile y la región, como diferentes son los aspectos ideológicos que respaldan las plataformas políticas de una y otra corriente, porque hasta la comprensión y aplicación del marxismo tiene diferencias. Frente a la lucha antidictatorial, el MIR publicó el su Boletín del exterior, “Correo de la Resistencia” N° 2, de agosto 1974, un documento denominado “La Unidad de la izquierda para conducir las luchas del pueblo”, que correspondía a la continuidad del documento “Pauta de Opinión del MIR para unir fuerzas políticas para impulsar la lucha contra la dictadura gorila”, emitido meses antes, y en los cuales propuso la formación de un Frente Político de la Resistencia”, integrado por todos los partidos y organizaciones de la izquierda, sectores democráticos y personas antidictadura (incluidos miembros democratacrisitianos; pero no el partido de éstos). Se definía una plataforma para discutir entre todas las fuerzas que contaba de tres puntos básicos: La unidad de todo el pueblo contra la dictadura, lucha por la restauración de las libertades democráticas y, la defensa del nivel de vida de las masas. Sobre esto la Unidad Popular no tuvo un pronunciamiento explícito. Posteriormente aparece el documento del Partido Comunista, en el cual no existe ninguna alusión explícita a lo propuesto por el MIR y, en cambio, hace una propuesta diferente. El Partido Comunista desplegó el sectarismo en Chile y en el exterior a partir de proponer, recién en octubre de 1974, en su documento “Al partido y al pueblo de Chile”, la formación de un Frente Antifascista, basado en los siguientes factores: Uno, las contradicciones interburguesas chilenas que, según el PC, dejaban a la democracia cristiana en el campo antidictatorial. Al igual que los años del Gobierno Popular, se impulsa el antifascismo como factor ideológico-‐político, para justificar la formación de alianzas con la democracia cristiana. La realidad era otra antes y después del golpe. La democracia cristiana fue activa antiallendista, desde que obligó a éste a aceptar las “Clausulas democráticas” para así
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asegurar que el gobierno popular no cambiara ni una coma a las normas legales e institucionalidad del capitalismo existente. La democracia cristiana promovió la ley sobre el control de armas para facilitar la represión de las fuerzas armadas a los sectores populares, puso a todos sus frentes de masas en la ofensiva patronal contra el gobierno en 1972, sirvió a los intereses del imperialismo. La democracia cristiana, por medio de sus dirigentes Eduardo Frei, Patricio Aylwin y otros salieron a justificar el golpe de estado y a pedir apoyo internacional para la dictadura. Dos, la supuesta confrontación de los monopolios nacionales y estadounidenses con las Fuerzas Armadas, debido a que éstas eran muy inestables. Hacía el análisis de esta situación de publicaciones de El Mercurio, el diario que participó abiertamente en el golpe de estado. El Mercurio mentía una vez más, porque la estrategia político militar del imperialismo fue articular la fuerza económica de los monopolios con la fuerza y violencia militar para impedir la emergencia de movimientos revolucionarios. El Comité 40, estadounidense, fue el instrumento que facilitó esta vinculación. Tomar como base la información del enemigo, El Mercurio, para proponer una táctica política de l izquierda era ingenuidad política o porfía ideológica de imaginar divisiones de la derecha allí donde no existían. Tres, este Frente Antifascista planteado por el PC descansaba en la unidad comunista-‐socialista, primero, luego en el fortalecimiento de la Unidad Popular, y posteriormente en el fortalecimiento de las instituciones existentes como los sindicatos y frentes de masas de la Unidad Popular. En otras palabras, nutrir a las organizaciones sociales que no pudieron prepararse ni unificarse para evitar el golpe. El Frente Antifascista era la continuidad de lo defendido por los denominados sectores reformistas en los últimos años de Allende, propuesta que no dio frutos; pero sirvió para la capitulación ante la democracia cristiana y frenar la aplicación del Programa que había comprometido el gobierno popular, sobre todo en el plano económico. Aunque hace referencia a la necesidad de Unidad y de acabar con los factores que dividen a la izquierda, no nombra en ninguna parte a los sectores orgánicos y políticos que no pertenecieron la Unidad Popular. Presiona para que éstos se incorporen al Frente Antifascista sin reconocerles. En otras palabras, continuidad del sectarismo que se vivió en los mil días del Gobierno Popular. Más adelante, el MIR envía una “Carta Abierta a las direcciones y militantes de todos los partidos de Izquierda y a todos los combatientes de la resistencia”, el 11 de septiembre de 1975. En esta se reitera la necesidad de una unidad amplia y sin privilegios orgánicos de partidos de la izquierda. Esta propuesta, diferente de la del PC, concebía la unidad antidictatorial a partir de articulaciones por las bases populares y con una propuesta de resistencia que sobrepasara la reunificación de la Unidad Popular y del Frente Antifascista, porque estas instancias eran excluyentes y la propuesta de incorporar al partido golpista, la democracia cristiana, era demasiado inconsecuente con la seriedad que demandaba la lucha por los derechos humanos, por recuperar la democracia y preparar condiciones para, luego, avanzar hacia el socialismo . A dos años de dictadura eran muchos los muertos, torturados, presos y exiliados como para compartir la lucha con un partido que había sido gestor del golpe y corresponsable de la represión contra la izquierda. Con una incapacidad enorme para tener serenidad y acompañar a todos los sectores que se integraban a la resistencia, el Partido Comunista, como vocero de los sectores reformistas de la izquierda chilena, responde con el documento: El “Ultraizquierdismo, Caballo de Troya del Imperialismo”, en noviembre de 1975. Este documento ha sido uno de los más felones y sectarios escritos de la historia de la izquierda chilena. Para esconder la responsabilidad de las políticas y acciones reformistas en la derrota del Gobierno Popular, levanta acusaciones contra los trotskistas, anarquistas, miristas, maoístas y grupos de izquierda que no obedecen al estalinismo del Partido Comunista de la Unión Soviética de ese tiempo, haciéndolos responsables de la
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fascistización de grupos en Chile, del golpe de estado y de la división de la izquierda. Hace una revoltura ideologizante que recuerda la persecución y asesinatos de revolucionarios en los tiempos de Stalin. Las divisiones de la izquierda chilena, como en otros países, ha sido una constante en la historia pasada y reciente. En coyunturas especiales se logran acuerdos que se rompen por la falta de humildad, de solidaridad y compromiso real con el cambio cultural de los militantes y organizaciones en la construcción, desde dentro, del hombre y sociedad nuevo. Las diferentes propuestas de la izquierda para enfrentar la dictadura me recuerda la división durante la extraordinaria experiencia de gobierno socialista en 1932, a la cual los comunistas se negaron a participar y actuaron contra este gran avance popular, que duró 12 días porque, entre otros factores, la izquierda estuvo dividida. En aquella ocasión los comunistas acusaron a los diversos grupos socialistas y otros que impulsaron esa experiencia, de militaristas y contrarrevolucionarios. Con el andar de la historia, los avances revolucionarios en Centroamérica, en la cual muchos militantes de la izquierda chilena participaron directamente en la lucha, y los ejercicios de una crisis y autocrítica en la Tercera Internacional, el Partido Comunista hace un giro hacia la izquierda y forma el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, de perfil militar, para combatir la dictadura. Esto permitió compartir tácticas y acciones con el MIR y organizaciones de otros partidos de la izquierda chilena. Uno se puede preguntar, para entender este cambio en el Partido Comunista, si habían cambiado las propuestas históricas de la izquierda revolucionaria, o el MIR había dejado de ser “ultraizquierdista” colaborador del imperialismo. Esto no había sucedido, lo más claro fue que la crisis de la Internacional Comunista empujó a algunos partidos comunistas a iniciarse en el eurocomunismo (influenciados por la socialdemocracia) y otros, más vinculados a condiciones revolucionarias, como era los avances del socialismo cubano y de los movimientos revolucionarios en Centroamérica (entre los cuales estaban los partidos comunistas de esos países), influyeron para que el Partidos Comunista chileno hiciera un ejercicio de aterrizaje en la realidad regional y chilena. Aunque el Frente Patriótico fue de corta duración dentro de la táctica del PC, porque luego del fracaso de la acción para matar a Pinochet, lo transformó en parte de sus frentes de masas y acabó con su aceptación de “todas las formas de lucha”, que impulsaban los demás sectores de la izquierda. Dejó importantes lecciones y experiencias que son asimiladas y proyectadas por el denominado Frente Autónomo, formado por una parte del Frente Patriótico que no aceptó el cambio político del PC. En el marco de esa propuesta de todas las formas de lucha, antes que el PC cambiara de posición política, los diversos partidos de izquierda se acercaron más para enfrentar a la dictadura. En 1983 surgen dos articulaciones políticas formadas por partidos de la izquierda y grupos democráticos. El Movimiento Democrático Popular, integrado por el Partido Comunista, el Partido Socialista y el MIR. Asumiendo “todas las formas de lucha” se propusieron construir una democracia popular y proyectar su lucha en aras del socialismo. De otra parte, se forma la Alianza Democrática, integrada por la Democracia Cristiana (ya como partido confrontando a la dictadura porque no había conseguido que los militares y el imperialismo le reconocieran su aporte al derrocamiento de Salvador Allende, entregándole la presidencia del país), sectores del MAPU, MAPU-‐OC, el Partido Radical y parte del Partido Socialista, todos los cuales habían empezado su proceso de “renovación” con base al influjo de la socialdemocracia y el partido socialista español. Esta Alianza rechazaba toda expresión de violencia en la lucha antidictatorial y sólo aceptaba acciones del movimiento popular desarmado frente a la dictadura, para así recuperar la democracia.
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Los reordenamiento de estas dos expresiones antidictatoriales duraron casi toda la década, reacomodándose los partidos y grupos en ellas, conforme avanzaba la resistencia popular y la influencia ideológica del exterior. Lo paradójico de la historia chilena es que la propuesta de la Alianza Democrática se fue perfilando más en la simpatía de los sectores económicos y políticos internacionales, dado el descrédito de la dictadura en derechos humanos y en la inestabilidad que generaba el creciente movimiento popular en la perspectiva de los monopolios. Los demócratas estadounidenses, los democratacristianos y los social demócratas y sus internacionales confluyeron para facilitar el cambio del gobierno en Chile y apoyan a la Alianza, -‐que se amplía para recibir al resto del partido socialista, que estaba en el Movimiento Democrático Popular-‐ y así darle forma Alianza de los Partidos por la Concertación, en la cual no participaron ni el PC, ni el MIR. La historia es compleja y estos partidos que se confrontaban ideológicamente, comparten la exclusión. El destino de la izquierda cambió con el gobierno de la Concertación. Los partidos se dividieron o extinguieron, dejando una importante experiencia para las actuales generaciones. Los comunistas han continuado con su organización y trabajo político. La cúpula del MIR declaró la desaparición de la organización, dejando mucha inconformidad en militantes. Algunos exmiristas se incorporaron al Partido Socialista y otras organizaciones de la Concertación, la mayoría, que quedó fuera y no se “renovó” (término utilizado en Chile para identificar a la mayoría de la izquierda que integra la Concertación y asume las tendencias de la socialdemocracia y la práctica del neoliberalismo; al mismo tiempo, se aleja de la historia de izquierda y asume el pragmatismo político y la ideología del neoliberalismo), se articula en algunos frentes sociales y otros le dan continuidad orgánica al MIR (aunque divididos en tres tendencias y algunos grupos). Como dicen muchos, quedó la “cultura mirista” que permea el movimiento popular en el país. Los socialistas también se han dividido y ahora sólo funciona la cúpula de ese partido y la mayoría de los que militaban antes no participan hoy. Los partidos políticos en la actualidad no cuentan con la organicidad de antes y la mayoría de los que militaron están trabajando en las comunidades o frentes políticos de masas y otros sólo están en sus casas y tratan de subsistir económicamente para mantener a sus familias. Las cúpulas tienen el poder para definir la orientación de los partidos y los gobiernos que ha tenido la Concertación; pero no han logrado reintegrar a la militancia, tanto porque los intereses políticos se han distanciado, como porque los actuales partidos aparecen, para la antigua y excluida militancia, como “agencias de empleo en el sector público” que excluyen a quienes no hacen las reverencias respectivas ante estos nuevos dirigentes. LA POST-‐DICTADURA. LA ALEGRÍA NO LLEGÓ. El movimiento de resistencia popular fue el que minó el poder dictatorial y con el triunfo del NO, y la consigna “La alegría ya viene”, se ganó el plebiscito en 1989 y los militares tuvieron que regresar a sus cuarteles, para dejar paso a gobiernos civiles. Pero la caída de las fuerzas armadas del gobierno no significó un cambio en el estado chileno, ya que las continuidades dictatoriales son muy claras, aunque complejas de entender, y explican el por qué los cambios que se han esperado por más de 20 años no han llegado.
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Desde la ascensión del democratacristiano Patricio Aylwin, en 1990126, el pueblo combatiente y todos los sectores antidictatoriales esperaron un cambio de fondo en el Estado Chileno, una desconstrucción de los andamiajes políticos, económicos, culturales y del terrorismo de la dictadura y refundar el país; sin embargo, la desilusión se empezó a sentir tempranamente, cuando las promesas de hacer un nuevo Chile quedaban truncas porque los cambios se hacían “en la medida de lo posible” y esto significaba, en la medida que la derecha nacional y el imperialismo norteamericano estuviesen de acuerdo. Se mantienen como constante la estructura institucional y modelo económico -‐impuesto primero como laboratorio y luego consolidado para “ejemplo” del mundo subdesarrollado-‐; la constitución que ampara leyes electorales con las cuales la derecha siempre gana, cuando mucho se disputa entre los sectores más conservadores y los más liberales, dentro del capitalismo (tal como acontece en el recambio constante entre demócratas y republicanos en USA), y las instituciones represivas siguen iguales. La estructura y fuerza de poder dictatorial se mantienen casi incólume. La continuidad de las definiciones dictatoriales permearon todos los gobiernos de la Concertación; aunque las formas cambiaron. Sin duda la represión generalizada se acabó y se empieza una restauración de los derechos humanos; aunque se mantuvo, desde el gobierno, el acoso y represión de grupos revolucionarios. Se establecieron mecanismos estatales para cortar el soporte financiero y apoyo político de organizaciones no gubernamentales del exterior habían apoyado a la resistencia durante la dictadura y con la cual se lograba alimentar a grupos sociales pobres, publicar revistas y contar con otros medios de información. Durante la dictadura muchos partidos políticos logran levantar cabeza gracias al apoyo de la solidaridad internacional; pero los acuerdos cupulares de quienes se erigieron como representantes de la resistencia popular fueron más fuerte que el respeto al sacrificio, a los muertos y desaparecidos durante la dictadura en su lucha por la democracia, la seguridad y el bienestar. A la hora de hacer gobierno la Concertación le dio la espalda al movimiento popular y mantiene, hasta la fecha, las instituciones y políticas que utilizó Pinochet para vender el país al mejor postor, para apropiarse de los bienes públicos y para conculcar la democracia. La explicación de los nuevos gobernantes siempre ha sido: que en la “medida de lo posible” no se pueden cambiar estas condiciones porque se era “minoría en el Congreso”. El respeto a las reglas burguesas ha sido más fuerte que el compromiso con los sectores populares y con la soberanía nacional. Parece un estigma de la izquierda chilena tradicional ese respeto a la institucionalidad capitalista, y a veces mejor defendida que la propia derecha, y con los mismos resultados de siempre: los ganadores son los grupos económicos y los perdedores todos los trabajadores y las capas medias. A las cúpulas de la que se hace llamar izquierda en la Concertación en poco tiempo se les olvidó hacer política con los trabajadores y desde abajo. Se olvidó la historia del movimiento popular que aprendió a generar situaciones políticas para provocar cambios y así mejorar sus condiciones de vida. Claro, esto se hace cuando existe la convicción de izquierda proletaria, pero cuando se han perdido los valores y métodos del materialismo dialéctico y del compromiso de contribuir a la 126
Algunos se preguntarán cómo una persona que fue enemigo del gobierno popular y colaboró para el golpe de estado puede asumir la representación del pueblo antidictatorial y democrático. Al parecer la explicación está en las imposiciones de Estados Unidos de Norteamérica y el papel que jugaron sectores de la social democracia y socialistas europeos en la salida de Pinochet. La Salida a la española tuvo cierto parecido.
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construcción del cambio social no se hace nada, por el contrario, lo importante es mantenerse en el estatus político-‐social que permite la derecha. Se espera y espera que surja el milagro de la derecha para que una mayoría vote cambios constitucionales y económicos en el país. Pero la historia muestra que nunca esto ha sucedido…, ni sucederá. Por su parte, la derecha ha sabido sumar a esa cúpula de la autoproclamada izquierda para imponer los cambios legales que hacen más eficiente su sistema económico, por lo cual: han precarizado el trabajo asalariado, han vendido recursos naturales y otras riquezas nacionales a los monopolios, o han aplicado al movimiento mapuche y estudiantil las leyes represivas de la dictadura, incrementando con rapidez la criminalización de los movimientos sociales en su lucha por la democracia y la justicia. Los cambios que se han hecho a favor de las mayorías son pocos y sin nada estructural de lo que dejó la dictadura. Se invoca y se escudan en Allende (tergiversándolo o ignorándolo) y la democracia para esconder el entreguismo ideológico y político de quienes se acostumbraron a pactar y gobernar desde las cúpulas. La tradición chilena de contar con fuertes y masivos partidos apoyados por población militante desapareció –aunque el partido del pinochetismo, UDI, aprendió a organizar su base popular de acuerdo a experiencias de la izquierda-‐. En estas condiciones, la democracia ha perdido sentido y contenido; y las elecciones se transformaron en una oferta de gestores de la derecha en el Congreso o de representantes que sólo van a sus comunidades para las elecciones. Son pocas las excepciones de congresistas honestos que, sabiendo que no se logran cambios desde el congreso, se mantienen allí para ser la consciencia de este foro y para denunciar la trágica comedia que se vive en la democracia burguesa. La soberanía popular fue conculcada por quienes se dicen representantes, logrando con ello que cada vez menos población crea en las instituciones políticas y del estado. Sigue pendiente, y cada vez más reclamada, la Constituyente para refundar el país de acuerdo las condiciones nacionales e internacionales de nuestros días. Los sectores realmente democráticos y progresistas buscan convencer al conservadurismo chileno que no es lógico que una nación se mantenga con normas que son excluyentes, represivas, extractivistas a favor de transnacionales y, sobre todo, son totalmente antidemocráticas. Los conservadores chilenos (de derecha y de izquierda) están contra el propio dinamismo social, que se revoluciona permanentemente para mejorar. Los propios capitalistas están innovando permanentemente para lograr la plusvalía extraordinaria y para acumular más riquezas; pero en el ámbito político en Chile las familias dueñas del poder económico y con capacidad de compra del poder militar, van en sentido opuesto, porque viven cómodas como correas de alimentación de los monopolios extranjeros. La autoproclamada izquierda gobernante podría contribuir a cambiar esto y el país espera que hagan lo propio; pero para ello necesitan regresar a pisar suelo, a sentir la comunidad y dar paso a la democracia participativa. La capacidad de innovación científica, organizacional e intelectual -‐que liberó la fuerza y capacidad individual y social-‐ fue lo que permitió que despegara el capitalismo hace un poco más de 2 siglos; pero esto se ha perdido y hoy se busca la innovación sólo para oprimir social, económica o políticamente a la sociedad. La modernización se ha vuelto contra las personas y se perdió. El estancamiento existente implica regresión y con ello derrumbe y desintegración. No queremos esto para la sociedad, por ello es importante celebrar que más personas se incorporen a la demanda por la Constituyente para revivir, para seguir innovando en función de las personas y, también, para librarnos de los lazos que nos atan a una cultura represora, excluyente, racista y depredadora de nuestro único Planeta.
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EL BIEN VIVIR A CONSTRUIR EN EL SIGLO XXI El barbarismo de la dictadura y el imperialismo no detiene el movimiento de la sociedad y dentro de éste a las fuerzas que se proponen construir una sociedad socialista, única alternativa para acabar con las diversas crisis existentes hoy en el Planeta y para abrir posibilidades de seguridad y libertad a la humanidad, y a partir de ellas construir un mundo de alternativas e igualdad para todos. Para estas fuerzas revolucionarias se presentan varios retos, entre los cuales parece más urgente establecer ciertas definiciones sobre el contenido y forma de esa sociedad socialista a construir y de qué manera se irá logrando. No se trata de teorizaciones bizantinas, sino de reestudiar el enorme legado de los teóricos del materialismo histórico y dialéctico, de introducirnos en la teoría de la dependencia, gran aporte latinoamericano a las ciencias sociales y al marxismo en el siglo XX, revisar la historia de la lucha de clases de nuestra región y país, para sacar lecciones de los triunfos y derrotas, de tal manera que establezcamos una base orientadora para establecer una Plataforma política. Sin duda, buscamos el bienestar para el conjunto de la sociedad, lo que por muchas décadas se ha denominado desarrollo; pero que en el modo de producción que nos toca vivir, los que han dirigido la sociedad y utilizado su poder han hecho que el denominado desarrollo provoque más penurias y daños sociales que felicidad. Aún cuando el concepto desarrollo es cuestionado por su raíz eurocentrista, por su preferencia economicista con raíz capitalista y por sus resultados de empobrecimiento de las mayorías y devastación de recursos naturales que nos permiten la vida, no dejamos de reconocer que este concepto ha sido el más conjugado por la sociedad para sintetizar metas de un futuro feliz. La derecha y la izquierda lo han utilizado para expresar cuestiones contrarias o cercanas al bienestar social, aunque cada una con contenidos diferentes. En la izquierda el sentido progresivo de la humanidad se fue asimilando a desarrollo, aunque muchos tienen claro que el desarrollo sólo se puede manifestar en los entes vivos, lo demás pueden crecer o ampliarse. El desarrollo implica un estado de permanente crecimiento y cualificación de las condiciones del ente para que despliegue todo su potencial y función en el ambiente o ecosistema en que se encuentre. Si se trata de personas, y seguimos utilizando prestado el concepto de desarrollo, se trata, entonces, del mejoramiento permanente de sus condiciones físicas e intelectuales, para que logre su vida plena. La plenitud tiene que ver con la satisfacción de sus necesidades fundamentales (que no necesariamente las superfluas o generadas por la mercadotecnia) de subsistencia, seguridad, afecto, entendimiento, participación, ocio, identidad y libertad, entre otras para alcanzar su bienestar, felicidad o bienvivir. Además, es plenitud personal sólo será posible en un contexto social que retroalimenta al uno y a los otros. Lograr vida plena y bienvivir implica cambiar la organización de la sociedad actual, partiendo por cambiar la relación social del trabajo y de las articulaciones humanas, no por gusto o por impulso ideológico, sino porque los modos de producción históricos conocidos no han logrado lo que todas las personas buscan: felicidad y seguridad. Se necesita cambiar las bases de la cultura occidental, las estructuras públicas, las formas de organizar la producción y el reparto de los beneficios. Se trata de retomar el humanismo, sobrepasar a Descartes y otros filósofos que separaron a las personas de la naturaleza y nos declararnos especie superior dominante de todas las fuerzas del planeta. Ideas y camino equivocados, que dieron base al instrumentalismo capitalista para llevarnos a la situación de crisis socioambiental que vivimos y padecemos hoy. La crisis socioambiental incide en todos los ámbitos de la sociedad: alimentación, salud, transporte, industria, esparcimiento y en la vida urbana o rural: al mismo tiempo, genera conflictos sociales
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nacionales como guerras de ocupación para el saqueó de los recursos naturales por países armamentistas y guerreros. Se trata de una crisis de la sociedad, de las actividades económicas y de nuestras vidas. Se trata de una crisis que ha provocado la propia forma predominante de cultura y economía orientada por el lucro, la apropiación privada y la exclusión. Frente al fracaso del modo de producción capitalista, de su denominado desarrollo, para el conjunto de la humanidad, estamos obligados a religar al hombre con la naturaleza, para pensar en la vida como unidad de acción con el contexto natural; es decir, para darnos cuenta que somos parte de este planeta, de la naturaleza, y como especie debemos aprender conocerlo para obtener los bienes que necesitamos y para preservarlo, pues sólo esto hará posible que nuestras prácticas se orienten a mejorar la sociedad y contribuir a su bienvivir. La Constituyente que se busca realizar en Chile, no sólo es una necesidad para desmontar la ignominia y deshumanizadas estructuras dictatoriales; es, sobre todo, un abrir puertas para proyectar la sociedad chilena en una perspectiva socioambiental que permita abatir las crisis mencionadas anteriormente y generar condiciones para vivir integrados como nación y felices como familias y personas. Por ello, la Constituyente debe ser un espacio de expresión del poder de las personas, de su soberanía y capacidad de compromiso con los otros. Pero la lucha definitiva va más allá y no se debe perder de vista el objetivo estratégico de la construcción del socialismo. La sociedad chilena debe reconocer, pero sobre todo la izquierda y sectores progresistas, que la diversidad social no es sólo un discurso, sino una realidad en lo social, en lo intelectual, en lo natural y en las aspiraciones de grupos y personas. La diversidad de la naturaleza la debemos conocer y aprovecharla a partir de aprender sus leyes de vida, sin confundirnos con la racionalidad positivista. La diversidad social también la tenemos que conocer para identificar sus inquietudes y hacer realidad sus derechos. Todos somos parte de la naturaleza y los humanos tenemos, además, la riqueza del contexto histórico y social que nos lega y perfila como individuos socializados dentro de las múltiples comunidades existentes. Estos cambios en las bases fundacionales de la sociedad y del modo de producción capitalista no se lograrán a corto plazo; pero es necesario empezar ayer. En la actualidad podemos partir por cambiar las bases dictatoriales por unas democráticas, que permitan que se exprese la democracia. Sabemos que la derecha ni siquiera está interesada en actualizar la democracia burguesa representativa, porque les exigiría que se controlara algo el mercado y la aplicación de las leyes para que el propio sistema evite crisis profundas. La derecha chilena se ha acostumbrado tanto a la estructura de dominación capitalista que estableció el pinochetismo, se ha acostumbrado a la opacidad en el manejo de las leyes, a la corrupción y al poder del congreso por sobre el presidencial. Vive en los tiempos del siglo XIX. La izquierda renovada está de acuerdo en que se hagan algunos cambios sin que su poder se debilite y, muchos menos, que su estatus cambie. La verdadera izquierda, que está en la población, en los explotados de todo tipo, en los pobres, en las juventudes y en los que cada día tienen menos para subsistir; son los que se sacrifican para integrar su voluntad y esfuerzo a la construcción de fuerzas sociales para cambiar la dictadura del capital por una sociedad libre, justa y libre. Esta izquierda busca una democracia participativa, en la que las organizaciones políticas obedezcan a criterios de un refortalecido y revisado centralismo democrático, para que todos opinen, todos contribuyan, todos sean sujetos de construcción del cambio. La nueva democracia se propone para que las personas, también los denominados frentes
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sociales y políticos, funcionen a partir de una recuperación de la soberanía popular de su deber y derecho a participación activa con el estado, manteniendo su autonomía y capacidad de acción. Las nuevas organizaciones políticas no pueden depender del estado para su funcionamiento; como tampoco de los empresarios, sino del aporte solidario de sus miembros. No se debe colocar a las nuevas organizaciones en la esfera del “mercado político”. Las nuevas organizaciones político-‐ sociales deben ver cómo utilizar los espacios del estado para la táctica de sumar fuerzas para el cambio de sistema; pero esto será secundario y lo más importante serán sus propias fuerzas y capacidad de organización y movilización. QUIÉN INTEGRA Y DIRIGE LAS PROPUESTAS PARA EL CAMBIO? Desde la izquierda se podrá decir que la dirección revolucionaria, la vanguardia, debe ser la clase fundamental contraria a la burguesía, los obreros, los proletarios de la ciudad y del campo. Esto es correcto en los textos históricos del marxismo leninismo, pero las revoluciones triunfantes en el siglo pasado no contaron con los obreros como vanguardia, sino con los ideales del proletariado, que no sólo lo pudo hacer consciencia activa el obrero. No se trata de las personas o el grupo social, sino de las ideas que deben estar presentes en la propuesta y en la acción. Se trata de tomar los planteamientos que han nutrido la acción social revolucionaria y con ellos trabajar para acabar con las estructuras de opresión y explotación de las personas. Para cambiar la cultura dominante -‐de la exclusión, del lucro y de la dependencia que impone la depredación de la naturaleza y de los tejidos sociales, de la esencia capitalista que privatiza las ganancias y socializa la pobreza-‐ las ideas que guíen la lucha deben centrarse en la liberación de la sociedad para que cada uno de sus miembros y agrupaciones aporten con corresponsabilidad e igualdad a una nueva formación social. Abundando en lo anterior, podemos seguir afirmando que fuerza social para impulsar la revolución históricamente surge de las propias contradicciones del capitalismo. Desde el marxismo esa fuerza se encuentra como resultado de la relación trabajo –capital, y se concluyó en el siglo XIX que los proletarios, que son los que generan la riqueza que acumula el sistema a partir de la plusvalía, eran los llamados a tomar conciencia sobre la explotación y, consecuentemente, necesidad del cambio. Esto le asigna el papel de vanguardia al proletariado, porque es la clase más sólida cuando asume consciencia de su condición de explotado y su papel revolucionario; pero cuando esto no sucede pueden ser otros sectores los que contribuyan a la maduración de conciencia de los explotados y formar parte de las fuerzas revolucionarias. Las revoluciones rusa, cubana y vietnamita no fueron lideradas por el proletariado, sino por sectores sociales que asumieron la ideología de la clase revolucionaria y se reforzaron caminando junto al poco proletariado existente. Hoy el capitalismo, sobre todo su fase neoliberal, ha generado la aparición de otros sectores anticapitalistas, debido a que son afectados por las desigualdades, los daños a la naturaleza, la exclusión de diversas formas y por la explotación de sus capacidades físicas e intelectuales. Un gran movimiento antisistema es el ambientalista, sobre todo los declarados ecologistas populares, los ecologistas profundos y otros, aunque la amplitud y maduración de la conciencia ambientalista crece cuanto más vivimos los impactos y desastres que provoca el desequilibrio planetario provocado por las actividades humanas; pero sobre todo la forma de la economía capitalista. La lucha en el ámbito de los sexos, por la aceptación de la diversidad y por la igualdad, la lucha por abatir todas las formas de pobreza, la lucha por la soberanía alimentaria, la lucha por los servicios
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públicos, entre otras, son expresiones que se han tornado antisistema por la propia develación de sus causas capitalistas y sus consecuencias de destrucción social. Estos nuevos sectores son muy protagónicos cuando el proletariado está controlado y limitado por grupos reformistas o cuando es poco numéricamente. El despliegue productivo del neoliberalismo hace más difícil la integración o agrupación del proletariado; por un lado porque actualmente la cadena productiva está más allá de las paredes de las fábricas, y la elaboración de muchos productos se hace por partes que están diseminadas en varios países y continentes; por otro lado, porque las formas legales de pauperización del trabajo y de organización de explotadores dificultan la formación de sindicatos numerosos y combativos. Una tercera cuestión es la introducción del consumismo en los trabajadores, por lo cual viven del crédito que les impide tener una posición de clase ante los patrones, por el temor a perder trabajo y, sobre todo, porque perdería los bienes adquiridos con crédito. Una cuarta situación es la dependencia que tienen los trabajadores del crédito, lo cual les permite cubrir los gastos básicos, sobre todo alimentos, salud y educación de la familia, lo cual les impide adoptar posiciones de protesta o acción revolucionaria frente a los patrones porque se quedaría sin trabajo para poder mantenerse y a su familia. Todo esto hace difícil que el proletariado constituya grandes agrupaciones nacionales; pero ello no niega la contradicción fundamental del capitalismo y el papel revolucionario del proletariado. Una nueva visión y estructura anticapitalista y del internacionalismo puede jugar una papel importante en la vinculación de clase y los medios de comunicación electrónicos facilitan la coordinación de acciones simultáneas. Sin duda, hoy es importante darle más claridad a las ideas anticapitalistas y antiimperialistas en todos los grupos sociales afectados por el modo de producción predominante, pues la crisis ambiental, el uso militar de la ciencia y tecnología, la exclusión de género o negación a reconocer diversidad sexual solo se terminarán cuando la cultura y las formas de organización social y económica del capitalismo desaparezcan. Por ello, todas las luchas anti sistema deben ser concebidas como fuerzas para luchar por el cambio de sociedad y para ello es necesario asumir la posición de la clase revolucionaria y la coordinación horizontal de la lucha. Sin duda es importante una vanguardia para facilitar la organización, la integración y difusión del pensamiento revolucionario y las diversas acciones; pero en la medida que exista al interior del gran movimiento una democracia participativa y una decisión de luchar por los derechos de todos y para todos, el poder político o militar de la lucha estará en la suma de lo que cada uno aporta para combatir a los conservadores neoliberales y sus instituciones sociales, políticas y militares. La realización de la Constituyente debe ser un primer paso para refundar Chile y con el impulso de esta experiencia se debe avanzar en la generación de la unidad anticapitalista y antiimperialista. Si la Constitución no se logra en el sentido que se necesita, se tiene que seguir fortaleciendo el movimiento social, desde la izquierda y desde las bases. NOTA: * Chileno.
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MESA NUEVOS RETOS Y NUEVOS ACTORES SOCIALES EN LA LUCHA LATINOAMERICANA
Luciano Concheiro, Mario Saucedo, Nayar López, Iván Moscoso COORDINA LA MESA: MARIO SAUCEDO
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El Coordinador, Mario Saucedo, presenta a José Manuel Bravo Aguilera, chileno autor del libro “DE CARRANCO A CARRÁN”, en el cual se relata la experiencia política de un frente campesino en actividades forestales en Panguipulli, que posteriormente se transforma en la experiencia guerrillera del Movimiento de Izquierda Revolucionaria en Neltume. El Autor del libro fue parte de toda esa experiencia de la toma de conciencia y organización revolucionaria de trabajadores forestales en esa zona de la precordillera al Sur de Chile, y fue uno de los pocos que salvaron con vida (en la foto aparece con camisa celeste)
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A 40 AÑOS, MEMORIA PARA EL FUTURO (*) Armando Rodríguez (**) La presente contribución a la Memoria de los 40 años del Golpe militar en Chile, la dedico a todas las personas asesinadas, desaparecidas, detenidas, expulsadas del país y a todas las que sufrieron la represión física, psicológica y socioeconómica impuesta por la dictadura. En especial al matrimonio formado por Bernardo Lejderman, argentino, de 30 años y María del Rosario Avalos, mexicana, de 24 años, que fueron asesinados cuando intentaban salir por la cordillera de Los Andes hacia Argentina, huyendo con su pequeño de dos años del terror impuesto por los militares en La Serena y pueblos aledaños. Para mis hijos, para toda la juventud latinoamericana y para los que enarbolan las banderas de Miguel Henríquez.
Hacer Memoria de lo que fue el Golpe Militar en Chile es hacer un ejercicio psicosocial complejo, circunscrito no sólo a la política que se pensó y la que se practicó en el país antes, durante y algo después del golpe militar de 1973, sino también del contexto internacional y, sobre todo, del comportamiento humano en esos 1000 días que pasaron tan rápido y no dieron tiempo para unir las fuerzas suficientes que hicieran caer el capitalismo bárbaro en el país. Se trata de traer al presente, lo más fidedignamente posible, el quehacer de los diferentes grupos de interés que, a través de la política, expresaban su ideología en las decisiones para alcanzar objetivos específicos. La política, como aspecto consustancial a la actividad humana, obedecerá a la cultura, condiciones del denominado desarrollo y perspectivas que tengan las personas o grupos en un tiempo y espacio determinado. Algunos plantean que la política es un medio para luchar por intereses de grupos. Otros plantean, tomando el pensamiento aristotélico, que es una manera de ejercer el poder con el objeto de resolver o minimizar el enfrentamiento entre los grupos de interés en una sociedad específica. Una tercera opinión podría entender a la política como la acción para beneficiar al conjunto de la sociedad, es decir, trabajar en función del bien de toda la comunidad, lo cual implica lograr que se ejerzan todos los derechos de la personas para que alcance su bienestar y plenitud. Este ejercicio de Memoria, es también una acción política y conlleva varias miradas a la impronta que ha dejado la experiencia en todos estos años, misma que ha sido nutrida por ideas de las ciencias del materialismo histórico y dialéctico y de la experiencia retroalimentadora que vivimos en aquellos tiempos memorables y los posteriores. En este esfuerzo trataremos de analizar hechos y propuestas sobre la lucha por el socialismo en Chile, confrontando las ideas políticas que estaban detrás de los actores, los resultados y las lecciones que, según mi particular punto de vista, pueden ser útiles para la lucha social del presente y futuro. No todo lo escrito es resultado directo de mi memoria, también me apoyé en bibliografía que me ayudó a ordenar los recuerdos de hechos y pronunciamientos políticos de la época y de antecedentes históricos que contribuyen a conocer mejor lo sucedido. Pido una comprensión por no sintetizar; pero dado que han pasado 40 años, durante los cuales la historia ha presentado muchos conflictos sociales y avances en algunos planos de la humanidad, es necesario entregar la mayor información posible para contribuir a que esta Memoria sirva a una muy insuficiente autocrítica y como experiencia para las nuevas generaciones latinoamericanas que buscan en la historia elementos para orientar su acciones revolucionarias.
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I. ALGUNOS ELEMENTOS DEL CONTEXTO INTERNACIONAL Hace 40 años el golpe militar acabó con el sueño de la mayor parte de la población chilena -‐y su trabajo histórico para construir una sociedad justa, solidaria y con bienestar para todos-‐. Los que vivimos directamente el período del Gobierno de Salvador Allende y la lucha diaria de los obreros, campesinos y sectores populares por avanzar más allá de las “40 medidas” que enarboló la Unidad Popular, recordamos con tristeza y frustración el desenlace final. Quienes tuvimos que soportar la tortura, los campos de concentración y el odio de clase de la burguesía, a través de la violencia y el terror de los militares, hacemos Memoria en medio de la concurrencia de muchas sensaciones que nos retrotraen a esos tiempos vividos en Chile y que, luego, el cariño solidario que nos acarició en los países que solidariamente nos han dado un espacio y el afecto de su gente, permitieron curar las heridas superficiales. Gratitud y compromiso con estos pueblos hermanos. Notas: (*) El documento fue ampliado a petición de los organizadores de las Jornadas. (**) Militante de MIR hasta la disolución de ese partido. Aunque hoy existen en Chile no menos de tres grupos que se reclaman miristas y herederos de su cultura política.
Chile sigue formando parte del sistema económico y social capitalista, y en los setentas el imperi9alismo desplegó diversas acciones para evitar que las ideas y gobierno de Allende siguieran el ejemplo de la Cuba revolucionaria. En el marco de la Guerra fría la lucha contra el imperialismo era difícil, sobre todo por las presiones externas e internas para no alterar el desequilibrio geopolítico existente. Para hablar de Chile, o cualquier otra nación de la Región de esos años, es necesario hacer un repaso, aunque sea general, en los aspectos, las ideas y los hechos que incidían en este eslabón del sistema dominado por la derecha. a) La injerencia estadounidense. El Golpe de estado en Chile fue parte de una estrategia del imperio estadounidense, en su afan por dominar el planeta, amparado en el bipolarismo ideológico y político de la Guerra Fría. Los bloques político-‐militar establecidos al término de la II Guerra Mundial dejaron a América Latina y el Caribe dentro del territorio de “influencia” y dominación estadounidense, por lo cual estábamos condenados a ser capitalistas, más bien peones del Pentágono y productores de riqueza para los monopolios del imperio. La guerra fría fue nefasta para los planes de los sectores revolucionarios y populares de América Latina, ya que el internacionalismo de la izquierda dominante, centrado en el fortalecimiento de la Unión Soviética, impidió que nuestros países contaran con los apoyos que se requerían para lograr pasar a la fase revolucionaria. En Chile vivimos esa imposición y lamentamos que no haya existido el apoyo que el momento revolucionario requería. La Revolución Cubana fue la excepción, porque el peso de la izquierda de la Internacional comunista era débil frente a la independiente fuerza del Movimiento 26 de Julio. Posterior al triunfo revolucionario y debido al acoso imperial y de los contrarrevolucionarios de Miami, los cubanos determinan incorporarse al eje soviético, sin dejar de mantener un internacionalismo diferente al soviético. El fundamento más fuerte que impuso EEUU para proteger su dominio regional fue la Doctrina de Seguridad, que la instrumentaron desde el Rio Bravo hasta la Patagonia, mediante la coordinación de las fuerzas armadas de los países de Latinoamérica y el Caribe, para evitar, reprimir y, en su caso, aniquilar al movimiento social y dirigentes políticos que buscaban construir naciones libres y pacíficas. El Acta de Seguridad Nacional, promulgada en Estados Unidos en 1947, fue el primer
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instrumento que perfila la Doctrina de Seguridad Nacional y que da inicio a una serie de acciones institucionales dentro de USA y en Latinoamérica para impedir que se introdujera el socialismo. El objetivo de la tradicional seguridad de los estados tiene cambios radicales, y a partir de la Doctrina de Seguridad los militares no sólo lucharían con un enemigo externo para mantener la integridad de la patria, sino también, y fundamentalmente, con un enemigo interno que se manifestaría con reivindicaciones sociales, demandas de condiciones para vivir mejor, para proteger la riqueza nacional y para exigir democracia. En otras palabras, el nuevo enemigo de las fuerzas armadas son los grupos de izquierda y progresistas en general. El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR, firmado en Río de Janeiro en 1947, fue el instrumento operativo que se impuso por el imperio, que facilitó la unificación continental de la política militar comandada por Estados Unidos de Norteamérica.127 El discurso anticomunista de los sectores conservadores y armamentistas estadounidenses generó acciones permanentes para impedir que se generara una revolución social que siguiera los pasos de la Cuba libertaria, ese ejemplo caribeño de ética revolucionaria que ha recibido y entregado solidaridad en diversos lugares del Planeta. El asesinato del Che Guevara en Bolivia fue resultado de la aplicación de esta Doctrina. Las fuerzas armadas chilenas fueron formadas con raíces ideológicas oligárquicas, permeadas por posiciones liberales progresistas a finales del siglo XIX y en las primeras tres década del siglo pasado; pero posterior a la Segunda Guerra Mundial su “educación” centró sus contenidos en la imposición de la Doctrina de Seguridad Nacional y la capacitación para materializarla se llevó a cabo en el Centro de Entrenamiento para Latinoamérica, División de Tierra, ubicado en la Zona del Canal en Panamá.128 En el año 1963 el Centro cambia nombre y se denominó, a partir de entonces, “Escuela de las Américas”. Este espacio fue la base en la que se formó a los militares de América Latina y el Caribe en la concepción norteamericana de seguridad nacional. Entre 1946 y 1984 (luego se empieza a cerrar la Escuela) se formaron más de 60.000 militares de mandos altos y medios de los ejércitos de los países de la Región. Los altos mandos formados en la Escuela de las Américas fueron los principales cabecillas de los diversos golpes de estado que se han impuesto en América Latina y el Caribe. En la segunda mitad de la década de los sesentas, a medida que aparecían grupos revolucionarios en el subcontinente, la Doctrina de Seguridad fue cambiando a la generación del Estado de Contrainsurgencia, cuyo propósito era hacer los cambios estructurales que demandaba la crisis del sistema en la región como, paralelamente, aniquilar a los nacientes grupos y movimientos revolucionarios. Este Estado se afirma en las fuerzas armadas, que emergen desde el interior del mismo estado burgués, para establecer un vínculo con los monopolios del imperio y los nacionales.129
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Autor: Francisco Leal Buitrago. La doctrina de Seguridad Nacional: materialización de la Guerra Fría en América del Sur. Revista Estudios Sociales N° 15 Junio 2003.Universidad de Los Andes. Colombia 128
Quebrando el Silencio, La Escuela de las Américas: Así es la democracia que exporta Estados Unidos. 26 de Noviembre de 2010. http://quebrantandoelsilencio.blogspot.mx/2010/11/la-‐escuela-‐de-‐las-‐americas-‐asi-‐es-‐la.html 129
A. Murga Frassinetti y L. Hernández P. Contrarrevolución y democracia en América Latina. Cuadernos Políticos N° 25, julio-septiembre de 1980. México.
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Aun con toda la estructura de dominio que tenía el imperio a fines de los cincuentas, irrumpe y triunfa la Revolución Cubana, lo que sorprende y obliga al gobierno estadounidense a incorporar nuevos mecanismos de control. Surge la Alianza para el Progreso, respuesta político-‐financiero, para evitar que se repitiera otra Cuba en la zona de influencia de EEUU. Esa especie de Plan Marshall, que se había aplicado para la Reconstrucción de Europa post guerra, tuvo en la Alianza para el Progreso varios matices. a) El reconocimiento tácito de los estadounidenses de que las condiciones de pobreza y explotación podrían generar nuevos movimientos revolucionarios, por lo cual debían morigerarse la pobreza y desigualdades; b) El Gobierno de Kennedy buscó enfrentar a Cuba con el resto del continente, sobre todo por el fracaso de la invasión estadounidense y de anticubanos en Bahía Cochinos; c) Los planes de “ayuda” económica se centraban en fortalecer el crecimiento empresarial y de los monopolios para que el flujo de ganancias hacia USA se mantuviera; d) Lo más importante es que los acuerdos económicos estaban vinculados a acciones políticas que controlaran y reprimieran el movimiento social. Como lo vaticinó el propio Che Guevara, que asistió en representación del Gobierno Cubano a la Reunión de Punta del Este en 1961, luego de debatir, presentar propuestas y ver que los estadounidenses imponían sus proyectos: "Esta Alianza es un intento de buscar solución dentro de los marcos del imperialismo económico. La 'Alianza para el Progreso', en estas condiciones, será un fracaso", por ello se abstuvo de votar a favor de la misma. El Plan de La Alianza para el Progreso se aplicó en la región. En Chile lo inició el gobierno de Jorge Alessandri, y los recursos se utilizaron en acciones para apoyar al empresariado que representaba este Presidente, y para la reconstrucción del país que quedó con grandes daños por los terremotos de mayo de 1961. Posteriormente, el gobierno democratacristiano de Eduardo Frei continúa instrumentando la Alianza para el Progreso en Chile. Cuba es posteriormente expulsada de la Organización de Estados Americanos, OEA, y se inicia el más duradero, inhumano e inútil boicot económico de los capitalistas contra la Isla Revolucionaria. La OEA sigue siendo utilizada por el gobierno estadounidense para intervenir en defensa de sus intereses en Latinoamérica y el Caribe, con el apoyo operativo de latinoamericanos que son fieles defensores de los intereses del imperio. Actualmente la Doctrina de Seguridad y el nuevo Estado de Contrainsurgencia se sigue aplicando a través de los militares, con la novedosa incorporación de las policías uniformadas y de civiles cooptados e introducidos en la diseminación de una “cultura militarista”, similar a la que se impone a la sociedad estadounidense. Las nuevas condiciones internacionales le imponen a los estadounidenses operar con nuevas formas, por ello la capacitación de militares se amplía a la policía uniformada para enfrentar la movilización social, se imponen reformas legales para introducir la criminalización de la protesta social y hacer que el estado se transforme en el abierto cuidador de los monopolios. Desde la década pasada se inicia el redespliegue de lo que fue la Escuela de la Américas bajo modalidades de “cooperación” entre los militares y policías estadounidenses y las de nuestros países, instalando pequeñas bases con alta tecnología en áreas militares de fuerzas armadas latinoamericanas. En algunos países se instalan bases para facilitar la apropiación de recursos naturales y la Doctrina de Seguridad se filtra en los diversos Tratados comerciales que se establecen con los Estados Unidos de Norteamérica. El imperio no dejará de imponer terror en nuestros países, sobre todo en aquellos que buscan una verdadera independencia.
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b) Las Luchas de liberación, un avance fundamental; pero no la meta. Las luchas de liberación son consustanciales a la conquista y el colonialismo impuesto por potencias imperiales extranjeras. En Chile los pueblos originarios fueron combativos defensores de su libertad y derecho a su sociedad, como lo fueron otros pueblos indígenas en lo que hoy es USA y en otros países de América. En la época colonial las luchas de independencia de los pueblos fueron épicas. Tuvimos las de América en las primeras décadas de siglos XIX, aunque se adelantaron los haitianos que en 1791, a partir de la organización y alzamiento de 200 esclavos, escalaron en número y formas de lucha que le dieron el triunfo ante el dominio francés. Paradojalmente, el primer país liberado del colonialismo en América es hoy el más pobre, porque el dominio de naciente capitalismo se mantuvo bajo otras formas. Las luchas de liberación contra países de Europa fueron más tarde en África y Asia. Las largas luchas de los sectores nacionalistas de esos continentes se empiezan a nutrir, a partir de mediados de la década del 40 y sobre todo a partir de 1950, de personas egresadas de universidades, lo que facilitó la organización, suma de voluntades y propuestas estratégicas. La Asamblea Tercermundista de Bandung, en 1955, dio un fuerte respaldo e impulso a esas luchas por su condena al colonialismo, a la discriminación racial y al armamentismo. En 1956 se independiza Marruecos, en 1957 lo logra Ghana, en 1960 son independientes: Camerún, Congo, Gabón. Chad, Centro África, Togo, Costa de Marfil, Madagascar, Somalia y Mauritania. Van en cascada los triunfos, detrás de los cuales estaban años de lucha, entre las que sobresale el pueblo de Congo, reprimido con saña y barbarie por el ejército de Bélgica. Otra lucha ejemplar fue la del pueblo de Argelia, que fue prolongada contra el estado francés y su ejército. Logra el triunfo e independencia en 1962. En Asia la lucha ejemplar del pueblo Chino, primero, y luego de Vietnam son señeras al vincular su lucha independentista con la construcción de socialismo. Esta situación de enfrentamiento contra la opresión y en busca de la libertad y el bienestar fueron importantes para ampliar la visión de los latinoamericanos, y chilenos en particular, sobre el movimiento social y revolucionario en el ámbito internacional. c) La Revolución Cubana y el legado del Che Guevara Un acontecimiento que cambió la historia de la región y contribuyó a actualizar la ciencia marxista fue la Revolución Cubana. Su triunfo demostró, entre otros aspectos, tres elementos importantes para la humanidad: 1. Que la revolución era posible en un país en el cual el capitalismo no presentaba un alto crecimiento industrial ni grandes masas de proletarios, condiciones que el marxismo ortodoxo pone como necesidad para pensar en la posibilidad de la revolución socialista. Al igual que Rusia y China, la experiencia cubana triunfa en la periferia del sistema capitalista y en un marco de economía preponderantemente rural.
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2. Que en el marco de la Guerra Fría era posible hacer revoluciones y el impedimento militar del imperialismo, en su zona de dominación, no fue suficiente para que se gestara un proceso de construcción socialista. Por sobre los acuerdos entre los bloques político-‐ militares post guerra fría, las contradicciones sociales y la lucha de clases continuaba su curso y esta realidad se imponía. 3. Que la vía revolucionaria se articuló en torno a las acciones políticas y militares del Movimiento 26 de Julio. La participación del movimiento de masas y de partidos tradicionales en la etapa revolucionaria, entre ellos el Partido Comunista, se llevó a cabo como apoyo a la decisión de los revolucionarios y las alianzas se fueron tejiendo en el proceso liderado por el Movimiento 26 de Julio, que sirvieron para armar el nuevo estado en Cuba. El triunfo de la Revolución Cubana contribuyó al proceso de reflexión en la izquierda latinoamericana y se renuevan los análisis sobre la particularidad del capitalismo de la región, que van a confluir más tarde en la Teoría de la Dependencia. Se fortalece, también, la vía militar como parte de la estrategia de Todas las formas de lucha para lograr revoluciones triunfantes, y se reviven las tendencias políticas para sobrepasar la interpretación y práctica eurocéntrica del marxismo. Un aspecto importante, que madura con la Revolución Cubana, fue la vida de ejemplo revolucionario del Che Guevara. Su práctica internacionalista y la propuesta de crear dos, tres Vietnam, abren condiciones para actualizar la concepción del internacionalismo proletario, de tal manera que se impulsara la revolución en diversos puntos, no sólo en un país, y la articulación de los revolucionarios se manifestara en la lucha enmarcada en una nueva estrategia internacional. Esto niega el internacionalismo proletario de Stalin. La Revolución Cubana sirvió de acicate a los grupos de la izquierda no tradicional de la región, para perfilar sus bases ideológicas y propuestas estratégicas político-‐militares. Estos aspectos del contexto internacional incidieron mucho en Chile. El Gobierno de la Democracia Cristiana, con Eduardo Frei Montalva a la cabeza, se nutrió de su vinculación con EEUU y éste mantuvo su injerencia en el país durante el gobierno de Salvador Allende, aunque en calidad de enemigo y principal promotor del derrocamiento del gobierno popular. Por otro lado, la izquierda fue influida por la experiencia cubana, las propuestas del Che incidieron en la práctica de los grupos revolucionarios y nutrieron ideológicamente la formación del MIR y del Ejército de Liberación Nacional (sector del Partido Socialista que se mantuvo al interior de éste), además de motivar a la juventud y sectores sociales no vinculados a los partidos y organizaciones tradicionales de la izquierda. d) Los Cristianos por el Socialismo y la Teología de la Liberación Un aspecto importante y novedoso, que vivimos desde la década de los sesentas, fue la conformación de una tendencia cristiana Latinoamericana que confluyó en la denominada Teología de Liberación, que buscó ser una respuesta desde la iglesia a la necesidad de los pobres. El pionero más conocido de estos planteamientos fue el cura colombiano Camilo Torres, que introduce en la intelectualidad el vínculo que debiera tener la iglesia con la causa de los pobres. Luego se acerca a los grupos de izquierda y se integra a la guerrilla con el Ejército de Liberación Nacional de Colombia. Muere en una acción militar del ELN en 1966 y se transforma en el ícono de los cristianos de la teoría de la Liberación. Lo que esta corriente católica define como su “opción
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preferente para los pobres”, deviene de analizar la práctica religiosa desde las condiciones reales de las mayorías que viven en la pobreza. Su análisis sobre la realidad de la región se apoya en el instrumental marxista, lo que le permite comprender las causas de la pobreza, las contradicciones del capitalismo y las formas de la lucha de clases que adoptan los oprimidos. A partir de los resultados de sus análisis adoptan una acción de acompañamiento y solidaridad con las lucha por la liberación social, pues el capitalismo lo identifican como una forma de pecado estructural. En Chile estos cambios en el seno del cristianismo, en particular el católico, influyen en los partidos con militancia cristiana, sobre todo en la Democracia Cristiana y ello contribuye a la escisión de grupos y forman partidos que se suman a la izquierda e inician una interesante vinculación del cristianismo con el marxismo, lo que permite redescubrir, por personas no marxistas, el carácter profundamente humanista del método y la propuesta política e ideológica de Marx y Engels. El Mapu e Izquierda Cristiana fueron los partidos formados en esta perspectiva. Además de ese influjo partidario, en la propia iglesia católica se articula el grupo de los Cristianos por el Socialismo, que trabajan en comunidades cristianas de base, en las zonas pobres de las ciudades. Los Cristianos por el Socialismo tuvieron convergencia con los sectores revolucionarios chilenos, compartiendo de manera práctica la “opción por los pobres” en la perspectiva de la revolución socialista. II. LA MEMORIA SOBRE LAS IDEOLOGÍAS EN CHILE a) Las ideas sobre socialismo en Chile La introducción de ideas que sustentan la lucha social de los sectores pobres del campo y la ciudad en Chile y, en América Latina, se inicia alrededor de la mitad del siglo XIX, a través de criollos que se habían formado en Europa y conocieron la experiencia de las luchas que desataba, en los prolegómenos de la industrialización, el artesanado y los jornaleros que reclamaban condiciones dignas de vida. Desde 1830 en adelante en Francia se vive una etapa de lucha social, como también de germinación intelectual intensa alrededor de planteamientos sociales. Según Sebastián Jans, en el libro “El desarrollo de las ideas socialistas en Chile” la palabra socialismo fue usada por primera vez por Pierre Leroux en 1834, y “las ideas de Blanc, Cabet, Barbet, Saint Simon y Blanqui circulaban entre los obreros franceses” en ese tiempo. En ese entonces se encontraba en Francia el criollo Santiago de Arcos y participaba de toda esa eclosión social e intelectual parisina, por lo cual tuvo acceso a los escritos sobre el socialismo utópico, el anarquismo y otras ideas. En su estadía en Inglaterra conoció las protestas de los Cartistas y las lecturas de la época. Todo ello sentó bases para el perfil intelectual humanista de Arcos y de otros chilenos como Francisco Bilbao, que luego de volver a Chile se dedican a difundir las ideas que habían derrumbado el absolutismo y generado las bases para el dominio de una nueva clase social: la burguesía. En 1842 se empezaban a introducir las ideas del liberalismo por el venezolano Andrés Bello y los argentinos Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre, quienes fundan el Club Reforma, al
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que luego se integran Arco y Bilbao. Las políticas del conservadurismo chileno de la época eran contrarias al pensamiento de los intelectuales que llegaban de Europa y de su seguidores, por lo que se decidieron a formar una organización: La Sociedad de la Igualdad, que tuvo como fin el análisis de las ideas, primero, y luego las acciones para cambiar las condiciones del país. Fundaron un periódico: “El amigo del pueblo”, en el cual se publicaban las ideas liberales para la regeneración chilena, como planteaba Francisco Bilbao. El revolucionario de su época, Santiago de Arcos, publica un documento que plantea abiertamente la situación de los obreros: “La clase obrera ha pasado desapercibida para los hombres públicos de Chile y ha llegado el tiempo de que esa clase obrera adquiera consciencia de su poder. Deber es de los que mandan prevenir ese momento en que, cansado el obrero de trabajar sin fruto y sin protección, reclame por la fuerza lo que no ha podido conseguir con la calma y el sufrimiento” (Sebastián Jans, en el libro “El desarrollo de las ideas socialistas en Chile”). Las ideas de socialismo utópico y del liberalismo se difunden a través de los Igualitarios, miembros de las sociedades de la Igualdad, incorporándose a la política contingente y nutriendo las ideas de los primeros demócratas chilenos y de la lucha contra conservadurismo. Los igualitarios ganaron muchos adeptos entre los trabajadores e intelectuales, por lo cual fueron reprimidos por los gobiernos de la época; desterrados o encarcelados muchos de sus dirigentes y miembros, la Sociedad de la Igualdad se diluye a finales de la década de los 50’s del siglo XIX. Pero las ideas sociales habían dejado semillas en Chile y el tipógrafo Vicente Laynez organiza, en 1850, la primera Sociedad de Socorros Mutuos entre patrones y obreros de las imprentas. Luego, en 1853 funda la Sociedad Unión Tipográfica, que integra a ex igualitarios. Más adelante, en 1861, Fermín Vivaceta funda la primera Sociedad de Artesanos, que integra tipógrafos y artesanos de diversas áreas (se considera esta organización como la primera de tipo sindical en Chile). También tuvo impacto la formación de la I Internacional Comunista, que discutía en Inglaterra, mientras en Chile el movimiento obrero y artesanal fortalecía federaciones de mancomunales y otras organizaciones obreras. Específicamente en Valparaíso se encontraban varias empresas y navieras inglesas que permitieron el flujo de información y el eco organizacional inglés, que contribuye a la formación de una Asociación de Trabajadores Navieros, con mucha presencia anarquista. Un frente importante de proliferación de la organización de los trabajadores fue el norte del país, ya que luego de la Guerra del Salitre de 1879 (provocada por los ingleses, entre Chile y la unión de Perú y Bolivia para imponerle a éstos países condiciones favorables a las transnacionales salitreras) los chilenos se anexan alrededor de 200 mil kilómetros cuadrados de territorio de esos países, ricos en salitre, lo que fortalece la actividad principal que ocupaba a obreros para la extracción de este material. La intensa explotación de los trabajadores (semi esclavitud) y su concentración en las “oficinas salitreras” (asentamiento que integraba la mina y las viviendas de los trabajadores, vigilados por guardias empresariales, que limitaban movilidad y actividades sociales) sirven de fermento para la formación de organizaciones sindicales en las salitreras (operaban clandestinamente en su primeros tiempos). Los miembros del anarquismo logran gran presencia entre los salitreros del norte y uno de sus dirigentes escribió “Los enemigos del pueblo de Chile no son los argentinos, peruanos o bolivianos; son el hambre y la miseria, el fanatismo religioso y la
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explotación de las clases trabajadoras por los burgueses y capitalistas. Luis Olea, Santiago 1898”130 , con lo cual deslindaba a los sectores populares y trabajadores de las responsabilidades de la guerra y fortalecía su vinculación con las luchas obreras de la región en esos años. En esta historia de continuidad y cambio social y político, posteriormente se forma el Partido Democrático en 1887, resultado de una escisión del Partido Radical. Los Democráticos representaron los intereses de la pequeña burguesía urbana y de artesanos, jugando un papel importante para cobijar ideas socialistas que llevaron los miembros de la clase trabajadora. De este partido surge, más adelante, una fracción que formará el Partido Obrero Socialista en 1912. Desde el Partido Democrático y diversas organizaciones de trabajadores, en 1897 surge la Unión Socialista, como fusión del Centro Social Obrero y la Agrupación Fraternal Obrera. Los principales promotores fueron los anarquistas Escobar, Olea y Espinosa, desde la cual se reconoce la existencia de la contradicción capital-‐trabajo, y sólo a partir de ésta se determinan los caminos a seguir para superarla “tratando de demostrar que siendo la producción y las relaciones de explotación correspondientes el medio donde se desenvuelven los conflictos de clase, basta para encontrar en ese medio el método revolucionario que destruya a la misma explotación”. Al mismo tiempo afirmaban que “Los métodos no tienen entonces que ver con elecciones, ni candidatos obreros que representen los intereses de la clase en un parlamento, que para los libertarios no es más que parte de la maquinaria opresiva. Así la resistencia obrera a través de la acción directa de las masas, son las armas para enfrentar el capital, y transformar la sociedad manifiesta en la gran cantidad de mítines, asambleas, huelgas e incidentes callejeros.” 131 Además del aporte de los anarquistas europeos llegados a Chile, después de la derrota en la Comuna de París y de los levantamientos en España, la Internacional Comunista contribuye a la presencia de las ideas socialista en el país. En la primera Internacional, reunida en Inglaterra, un comunista español informa que existen vínculos con una Asociación de trabajadores en Valparaíso. Posteriormente, Recabarren acude a la II Internacional reunida en Europa en 1896. Recordemos que en esa reunión de la Segunda Internacional surgen tres corrientes entre quienes planteaban el socialismo: a) La encabezada por Eduardo Berstein, integrada por partidos de Alemania, Francia, Italia y Rusia, quién centraba su lucha en la vía parlamentaria como medio para alcanzar el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de la naciente clase obrera. b) Otra corriente estaba encabezada por Kautsky, que se afirmaba en la ortodoxia, sin práctica revolucionaria, para quitarle al marxismo toda opción para la construcción de la revolución y el socialismo. c) La tercera corriente, denominada izquierdista, la encabezaban Rosa Luxemburgo, en Alemania, y Lenin y los bolcheviques en Rusia. Esta última corriente, además de la aplicación práctica del marxismo, se diferenciaba de las otras por su concepción de partido y en la política de alianzas de clases, con importancia especial de los movimientos sociales activos en el país. La Revolución Rusa le dio la razón y un impulso importante al socialismo internacional, que influyó en Chile y para que el Partido Obrero Socialista se afiliara a la Internacional Comunista y cambiara de nombre a Partido Comunista, en 1922. 130
Álvaro Vivanco H. Eduardo Miguez M. El anarquismo y el origen del movimiento obrero en chile: 1881-‐ 1916. Valparaíso 1987. Editor versión electrónica alvarovivanco@gmail.com Recopilado, enero 2014.
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Idem 14 2
Como enunciábamos en párrafos anteriores, en la formación de las ideas de socialismo influyen las del anarquismo, que permitieron su germinación desde el mutualismo, las mancomunales y el sindicalismo. Las ideas de anarquistas se difunden en la región por los inmigrantes europeos, y la historia consigna que, entre otros, fue el español Manuel Chinchilla quien participó en la creación de las primeras organizaciones anarquistas entre los obreros tipógrafos de Valparaíso y Santiago, por el año de 1890. Los denominados ácratas contribuyeron a la formación de las mancomunales, gremios y sociedades de resistencia en las principales ciudades de Chile. El anarquismo aporta al naciente movimiento obrero su concepción de la acción directa, como expresión de la lucha y organización autónoma de clase; la valorización de la huelga como herramienta proletaria en el enfrentamiento al capital y las sociedades de resistencia como ejemplo de organización obrera para la lucha, todo lo cual constituyen los pilares de aquella estrategia obrera. Los principios ideológicos del pensamiento ácrata logran introducirse en la base del movimiento obrero de esa época, convirtiendo a los anarquistas en los pioneros de la difusión de un proyecto social y una ideología revolucionaria en la conciencia de los sectores populares, que se organizó abiertamente y mostró fuerza frente a los patrones y al estado del siglo XIX. b) Las luchas en el siglo XX Las cuatro primeras décadas del siglo XX fueron muy convulsionadas en la política chilena. En el norte los obreros del salitre se movilizaban permanentemente, como respuesta las transnacionales y el Estado Chileno diezman sus organizaciones y fuerzas. La represión más dolorosa fue una matanza llevada a cabo por el ejercito: La matanza en la escuela Santa María de Iquique (asesinan cerca de 3600 personas, entre obreros, sus esposas e hijos). No obstante el terror en el norte, en las principales ciudades chilenas se realizó muchas movilizaciones de obreros y artesanos, que también fueron reprimidas por la oligarquía dominante. Otro hecho sangriento fue Masacre de Ranquil en 1934. Por el significado histórico de la lucha indígena, que hasta hoy se enfrenta al Estado chileno para que le reconozcan sus derechos y le devuelvan las tierras de las que son dueños, proporcionamos datos de esa Masacre, porque muestra la dinámica social de los pueblos originarios desde su lucha contra los conquistadores, luego contra los criollos y hoy contra descendientes de éstos. Los mapuches chilenos no fueron vencidos por la conquista española, contra quienes mantuvieron la lucha por 200 años. Durante la dominación Colonial los indígenas se mantuvieron al sur del río Bio-‐Bio, ocupando gran parte del país, sobre todo de tierras ricas para la actividad agropecuaria. Después de la independencia de España el Estado chileno fue el encargado de reprimirles y de empujarlos más al sur y colocarlos en “reservaciones”. La acumulación originaria de los nuevos patrones criollos se capitaliza, también, con el despojo de la tierra a los pueblos originarios. En el siglo XIX continuó la represión y explotación para algunos que se habían vinculado al mercado, de trabajo y venta de algunos productos, y los que permanecieron en sus comunidades tenían que soportar el acoso policial constante. Todo fue ideado por el Estado chileno en el Plan de Pacificación, que más bien fue plan de usurpación y robo a los indígenas.
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Luego del denominado Plan de Pacificación (ocupación), el gobierno instrumentó el Plan de Colonización, entre 1881 y 1914, para poblar el sur del país y aprovechar su riqueza natural para seguir exportando a Europa. Este Plan se realiza trayendo colonos europeos, a quienes se le ofrece asentamiento en los territorios que eran de propiedad de los pueblos originarios. Esto implicó continuar con el exterminio y empujando mucho más hacia zonas australes y pre-‐ cordillera a los indígenas. Llegan alrededor de 15 mil personas entre alemanes, franceses, suizos y bohemios, ente otros (http://mapuexpress.org/memoria-‐viva-‐la-‐masacre-‐de-‐ranquil-‐territorio-‐mapuche-‐ pewenche-‐lonquimay-‐chile/). Las primeras décadas del siglo pasado fueron difíciles para los grupos originarios y trabajadores chilenos. Continuó la usurpación de tierras mapuches y los oligarcas chilenos se apoyaban en las fuerzas armadas y carabineros para consumar el despojo. Los mapuches nunca se doblegaron y desde sus reducidos territorios enfrentaban a los nuevos patrones y “dueños” de sus tierras. Esto era cotidiano en el centro sur de Chile. En 1934, paralelamente a las protestas de los pueblos originarios por su exterminio, robo (legalizado por el Estado chileno) de tierras y su encierro en las denominadas “reducciones indígenas” (tierra de poca extensión y de mala calidad agrológica), los trabajadores en lavaderos de oro de Lonquimay se oponen a los maltratos de los patrones (vivían en semi-‐esclavitud) y se alzan invadiendo la “pulpería” (almacén distribuidor de alimentos propiedad de los patrones). Las condiciones socioeconómicas de represión y explotación contra indígenas y obreros facilitan que ambas sectores sociales se unieran, organizaran y se proveyeran de armas que utilizaban para la caza local (proveedora de alimentos complementarios). Este movimiento de Lonquimay marcha hacia la ciudad de Temuco; pero cerca del fundo Ranquil fueron rodeados por carabineros el 6 de julio de 1934. La fuerza policial masacró al grupo de protesta. Algunas fuentes aseguran que fueron más de 440 los muertos, ya que los carabineros tenían órdenes de disparar a matar. Estos dos hechos sangrientos, que están en la conciencia nacional y en la responsabilidad del Estado chileno y sus fuerzas armadas y carabineros, mostraban el incremento de la conciencia y movilización social y la utilización de diversos métodos de lucha para defender sus derechos; como también muestra las insuficiencias que se tenían para enfrentar a la clase dominante y su estado. Estas primeras décadas del siglo pasado fueron de reimpulso político y social, que propició la formación del Partido Obrero Socialista (con presencia de sectores que no compartían los planteamientos anarquistas), y una organización nacional de trabajadores (con miembros mayoritarios del anarquismo). Posteriormente, los anarquistas forman en 1926 la Federación Obrera Regional de Chile (FORCH), afiliada a la internacional anarquista, Industrial Workers of the World y despliegan su influencia en el movimiento estudiantil y entre intelectuales y artistas. Las contradicciones en el seno de la izquierda, propias del anclaje en el pasado de algunos sectores y de la maduración de la conciencia de clases y otros, provoca avances y retrocesos; pero siempre en una perspectiva progresiva. Ejemplo de lo anterior fue la separación entre los miembros comunistas, socialistas y anarquistas en la década de los 30’s del siglo XX, debido a que, aunque compartían la lucha por la liberación obrera y la construcción de una sociedad igualitaria, los últimos no estaban de acuerdo en que el movimiento obrero se incorporara a los partidos políticos y propugnaban un anarcosindicalismo libre, independiente de las leyes y del Estado. El Código del Trabajo, dictado en 1931, terminó por integrar los sindicatos al sistema legal y regular los conflictos laborales, lo que acabó minando la influencia del anarquismo sobre los sindicatos. Posteriormente se agruparon en la Confederación General de Trabajadores (CGT) y en 1953
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participaron en la creación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y luego, poco a poco van perdiendo su influencia sobre los movimientos laborales de alcance nacional132. c) Las diferencias ideológicas dentro del marxismo Las diferencias dentro de la izquierda marxista en torno a la interpretación de la sociedad que nos ha tocado conocer y vivir, y su modo de producción preponderante: el capitalismo, y las conclusiones que se obtienen para orientar la construcción del bien vivir con equidad, la democracia proactiva del conjunto de la población, la justicia social y la paz, componentes sustanciales del socialismo, tienen como resultado, cuando menos, dos corrientes de pensamiento centrales y dentro de ellas, otras con diferencias y énfasis en materias específicas. Estas corrientes develan métodos de análisis y manejo de las herramientas de las ciencias sociales y del marxismo en particular, por lo tanto, propuestas y estrategias de lucha diferentes. Toda orientación del quehacer político está basada en la concepción que se tenga del mundo, de la ética, los intereses y las prácticas sociales de quienes se manifiestan. Están los grupos que buscan u ostentan el poder, que tienen su propuesta política, su sustento ideológico y los mecanismos de articulación social para imponer sus fines excluyentes (de apropiación privada y exclusión de todo tipo para sectores sociales que no sean los burgueses. Desde el otro ámbito están los que buscan construir una sociedad en la que se comparta en el conjunto social las riquezas, las aspiraciones y objetivos de igualdad y justicia sociales (como lo plantean los sectores de la izquierda – excluyendo los denominados nueva izquierda actual-‐). Estos contenidos, prácticas e intereses son los que hacen la diferencia entre la derecha y la izquierda (lo que manifiesta las contradicciones centrales en el capitalismo): Dentro de estos dos grandes bloques existen subgrupos que comparten ideas y aspiraciones en el marco de la relación capital-‐trabajo. La base de esta relación capital-‐trabajo es la explotación de un sector social a otro -‐la burguesía al proletariado-‐ y que es el pilar para la generación y acumulación de la riqueza en el capitalismo. En la actualidad se pone en duda si es sólo el proletariado es el explotado, ya que hoy el sistema capitalista exprime la fuerza de todos los trabajadores, manuales e intelectuales. La duda se despeja si tenemos claro que el factor fundamental que permite que el capitalismo se mantenga y logre la acumulación de riqueza en, cada vez pocas familias, se debe a que esa riqueza la genera la transformación de los recursos naturales, mediante el trabajo directo que hacen los obreros en el campo o en las industrias. La fuerza de trabajo es vendida por quienes no tienen medios para subsistir (propiedades, herramientas) y el comprador (empresario) no paga, a través del salario, todo el trabajo y valor producido, sino una parte y se queda con una gran proporción (plusvalía), que luego la transforma en dinero al vender en el mercado los productos. Junto a esto es importante tener en cuenta que los recursos naturales son la base para lograr bienes, por lo que la naturaleza y el trabajo manual transformador de ella son los dos pilares de la riqueza. Otros trabajadores, como los que integran la burocracia, los servicios y la creación científica, etc. también son explotados; pero esto no generan riqueza nueva, sólo contribuyen a darle valor agregado, perfeccionamiento de la tecnología para seguir transformando naturaleza o para darle movilidad y rapidez al mercado y, al mismo tiempo, al funcionamiento del sistema, con toda la
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Memoria Chilena. Surgimiento, auge y crisis del movimiento libertario. El Anarquismo en Chile (1890-1953) http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3369.html. Recuperado en enero de 2014.
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estructura y superestructura que requiere para que la sociedad funcione (cada vez más mal) y se logre la acumulación privada de la manera más solapada posible. La separación en el análisis entre la fuerza física y la intelectual no excluye el hecho que los obreros pongan intelecto en su trabajo, para hacerlo más fácil, más seguro o para lograr mayores metas, como tampoco que los de trabajo intelectual utilicen sus manos y fuerza física. Lo importante es tener claro el tipo de esfuerzo fundamental en su actividad. Esta diferencia es importante, y es lo que le ha dado al proletariado el papel protagónico entre las fuerzas revolucionarias, aunque los demás grupos sociales sufran la crisis del capitalismo. La posibilidad de impulsar un proceso revolucionario hasta las últimas consecuencias dependerá de quienes estén comprometidos con romper la explotación total del hombre por el hombre y acabar con la apropiación privada y la destrucción de los recursos naturales. En los años setentas del siglo pasado la identificación de la burguesía y de los proletarios era relativamente más fácil que hoy, ya que la relación trabajo-‐capital y el aparato administrativo del sistema eran menos complejos, la revolución científico-‐tecnológica no se desplegaba, como tampoco toda la fuerza del capital financiero en la dirección especulativa de sistema. Hoy la globalización y la revolución tecnológica han incorporado nuevas formas de explotación y una nueva articulación de cadenas productivas y territorios; pero se mantiene la esencia del capitalismo: la riqueza sólo la produce el trabajo directo que permite la generación de plusvalía. En la actualidad, la “obrerización” general del trabajo, sobre todo de quienes no están en la transformación directa, y la reducción de los tradicionales obreros debido a la tecnificación en las empresas, forman parte del dominio del capital financiero y de la fase de concentración/centralización del capital, que explota el esfuerzo humano y el territorio. En las últimas décadas se ha apreciado más claramente el impacto del barbarismo capitalista y la depredación de la naturaleza y sus prácticas de exclusión social, que han generado daño en muchos sectores y grupos sociales, los cuales toman consciencia y protestan contra el sistema. En todo caso, el papel protagónico del proletariado en la lucha por el socialismo se ha fundamentado por su relación directa en la contradicción capital-‐trabajo, lo que le permite su posibilidad maduración de conciencia anticapitalista que genera su explotación; pero no excluye que diversos sectores sociales, que asuman posiciones ideológicas anticapitalistas y luchen por el socialismo, también formen parte de las fuerzas revolucionarias. Es una cuestión de toma de consciencia e ideología y no, exclusivamente, de la relación directa capital-‐trabajo. La izquierda chilena ha tenido y mantiene diferencias en torno a las características en que se manifestaba y manifiesta el sistema capitalista en el país, sobre las condiciones como se materializa la explotación burguesa y las implicaciones que tenía en la formación social chilena, en el crecimiento de la economía, el papel del estado y la búsqueda del bienestar para los sectores populares. Todas las izquierdas se reclaman marxistas (excepto los anarquistas) y se adherían a las interpretaciones del capitalismo y a las propuestas sobre los procesos revolucionarios que hicieron los fundadores del materialismo científico (histórico y dialéctico), Marx y Engels, y de inmediato le sumaban un apellido y asumen su integración como leninistas, trotskistas, estalinistas (generalmente encubiertos), maoístas, guevaristas o de otras corrientes que hicieron aportaciones a partir de las propias experiencias extraídas de la revolución Rusa, la China y la Cubana. Las diferencias sobre la caracterización del capitalismo en el país y los “apellidos” o corrientes marxistas del partido o grupo, se proyectaban en la definición de la estrategia y táctica para luchar en pos de alcanzar el socialismo que cada cual entendía.
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Tratando de asirnos a las ciencias del marxismo, reconocemos que existen diferencias en torno a la interpretación y las aplicaciones de los aportes de Marx y de Lenin entre los denominados revolucionarios y los reformistas, por lo mismo el proceso revolucionario se impulsa diferente. La denominación de unos y otros surge de la diferente interpretación del marxismo, la definición sobre el programa y plataformas de lucha contra el imperialismo y la burguesía nacional. A los reformistas se les identificaba con las políticas emanadas de la URSS y el proceso revolucionario etapista, que les imponía un programa de reformas del capitalismo para que este “madurara” y se generaran los proletarios suficientes para pasar a la etapa de la lucha revolucionaria; esto promovía sus alianzas con la socialdemocracia y sectores burgueses nacionales. A los revolucionarios se les identificaba con las ideas de la revolución cubana, del Che Guevara, la base teórica de la teoría de la dependencia sintetizada por Mauro Marini y con un programa de revolución socialista que partiera de la construcción de poder obrero y popular, con una organización de todos los revolucionarios para luchar por el poder, en la medida que las condiciones objetivas estaban dadas en el capitalismo. El Partido Comunista, PC, que se identificaba como la cabeza de la denominada corriente reformista, estaba comprometido con una interpretación ortodoxa y lineal de lo que planteó Marx (a mediados del siglo XIX) sobre las condiciones para la revolución, por lo cual se debían cubrir las etapas de desarrollo de la humanidad (feudalismo, capitalismo y socialismo –etapismo-‐), y que el sujeto revolucionario era el proletariado que requería multiplicación y madurez. En este supuesto sólo en los países centrales europeos, por el avance de la industrialización, era posible que se manifestaran las fuerzas proletarias con posibilidad de triunfo. La historia ha demostrado que no ha sido posible ninguna revolución bajo la teoría etapista y práctica de los partidos comunistas. La Revolución Rusa demostró que no era necesario un capitalismo “maduro” y un proletariado fuerte. Los rusos hacen su revolución en condiciones de un capitalismo naciente. Lenin explica esto con dos ideas: a. Las condiciones del capitalismo de comienzos del siglo XIX muestran el inicio del Imperialismo, como fase superior del capitalismo, basado en la aparición de las empresas transnacionales que empiezan a copar los territorios con su poder, apropiarse de los recursos naturales y a explotar de forma ampliada al hombre y la naturaleza. En este proceso se manifiesta una concentración del capital y las riquezas naturales en las empresas transnacionales, que impulsan la opresión de pueblos para quitarles sus recursos. La barbarie de la guerra (primero entre algunos países y luego la primera y segunda guerras mundiales) son su mayor expresión y queda atrás el rol civilizador y de generación científica para el bienestar que había tenido en sus primeros tiempo el capitalismo. Todo esto tensiona las relaciones sociales y entre países, lo cual le da nuevos elementos a los revolucionarios para orientar su lucha. La alemana Rosa Luxemburgo, en 1916, plantea que, frente a las condiciones del capitalismo de esa época, la alternativa para la humanidad era Socialismo o Barbarie. No se equivocó esta líder social, ya que hasta hoy vivimos con crecientes condiciones de terrorismo, que imponen las mismas ideas que impulsaron y consolidaron el imperialismo, la barbarie neoliberal. b. La segunda cuestión, que se desprende de las nuevas condiciones en el sistema capitalista, es que la presión que ejerce el imperialismo provoca rupturas en los eslabones más débiles de la cadena dominante, pues en estas zonas, regiones o países es donde la opresión y/o la explotación es mayor y la decisión de lucha más fuerte ante la desesperación de los explotados por vivir. Estos eslabones débiles a veces no son muy
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significativos en el proceso de acumulación capitalista; pero de todas formas sufren la barbarie imperialista. Son los países de la periferia del sistema, en lo que hoy denominamos las regiones dependientes y subdesarrolladas. Estas dos afirmaciones de Lenin, que comparten los revolucionarios de la época y posteriores, dan cuenta de que en los países capitalistas existen las condiciones objetivas para que la revolución madure. En la fase imperialista la ambición de dominio y saqueo son parte de un mismo interés monopólico creciente, comandado por capital industrial primero y luego el financiero, que utiliza el avance científico y tecnológico como medio para la degradación social y ambiental, con lo cual queda de manifiesto que la original modernidad capitalista se agota y la acción que emprendió en función del género humano se transformó para actuar contra éste. Las tensiones específicas que se viven en la periferia desde hace muchas décadas, y que se empieza a constatar hoy en sectores de los países centrales, se puede resumir en: Una creciente concentración y centralización del capital, propiciada por la globalización y la fase neoliberal del sistema, que como consecuencia genera: empobrecimiento mayor y más amplio de las mayorías, a las cuales se les impone una vida de indignidades y degradación; el despojo de lo público, para favorecer a lo privado y el Estado devela completamente su carácter de clase para facilitar el control social y la represión por sobre su función para garantizar el bien común. d) El Capitalismo y las condiciones para la revolución en América Latina La izquierda revolucionaria que aparece en América Latina a partir de la década de los sesentas del siglo pasado, entre las cuales destaca el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, en Chile, además de fundar su base ideológica en el marxismo leninismo y las experiencias de las revoluciones en Rusia, China y Cuba, también nutre su pensamiento y práctica de los avances de las ciencias sociales latinoamericanas, muy productivas y proactivas en las décadas de los 60’s y 70’s, las cuales, a partir de las críticas al desarrollo capitalista logran integrar una teoría sobre el desarrollo latinoamericano denominada Teoría de la Dependencia. El argentino Raúl Prebisch, (desde la CEPAL de esos años sesentas) levantó la primera tesis sobre la existencia de una relación desigual en el comercio internacional, que sólo beneficiaba a los países centrales y sus mercancías, en desmedro de los países periféricos exportadores de materias primas. Profundizando en esto se llega a la conclusión de que existe una estructura del sistema económico capitalista mundial, en la cual se encuentra un centro y una periferia que se vinculan asimétricamente y el reparto de los beneficios de este sistema es desfavorable a los países periféricos. Actualmente, después de medio siglo de este análisis, persiste la misma situación en las políticas y acciones extractivistas que facilitan varios países de la región. A partir de los aportes anteriores, otros pensadores latinoamericanos profundizaron en el análisis y concurrieron en la Teoría de la Dependencia, mediante la cual se explica que la situación económica de los países latinoamericanos es resultante del funcionamiento desigual del capitalismo mundial. Los estudios de Marini, Vania Bambirra, Theotonio Dos Santos, André Gunder Frank, Enrique Cardozo y Enzo Faletto, entre otros, forman la sabia regional que sustentó la comprensión sobre el capitalismo latinoamericano y algunas de ellas nutren las ideas que impulsan los revolucionarios en la Región Latinoamericana y Caribeña, entre ellos el MIR.
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La síntesis y mayor claridad de la teoría la hizo, posteriormente, Ruy Mauro Marini en su obra ‘Dialéctica de la dependencia’, donde expone que ésta se manifiesta por “la relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia”133. El otro factor fundamental expresado por el mismo autor es que, la economía del país dependiente está “en función de la acumulación de capital en escala mundial y en particular de su resorte vital, la cuota general de ganancia”. Ahora bien, esta subordinación, para contribuir a la cuota general de ganancia del sistema, no se expresa sólo en la relación económica desigual entre países, sino también por el hecho que al interior de los dependientes se reproduce la superestructura y estructura capitalista, que impulsan los monopolios de los países centrales con los grupos dominantes locales, estableciendo formas específicas del capitalismo: de la relación capital trabajo y de la reposición de la fuerza de trabajo que perjudican al obrero al someterlo a una sobreexplotación y a crecientes limitaciones de consumo, subvalorando su trabajo obrero y atentando contra la propia vida de éstos en la ciudad y el campo. El estudio del capitalismo de los países latinoamericanos y la definición de la dependencia con relación a los países denominados centrales, aclara que esta dependencia es una condición del sistema capitalista y una necesidad para su funcionamiento. Este gran aporte de los pensadores latinoamericanos al marxismo nos permitieron entender el por qué se origina y crece la pobreza de nuestros países y la riqueza se va sistemáticamente a los monopolios estadounidenses o europeos, desde que éstos establecieron negocios con empresarios nacionales que actúan como brazo ejecutor de la sobreexplotación. La teoría de la dependencia nos permite entender por qué el capitalismo en la periferia favorece la concentración del capital en muy pocas empresas grandes vinculadas al mercado internacional y por qué las empresas nacionales grandes sirven a las transnacionales para distribuir productos en el mercado local, mientras las medianas y pequeñas empresas se reducen en ganancia y cantidad, formando parte de la cadena de las denominadas capas medias que se van empobreciendo. Los resultados de esta teoría no sólo se aprecian en las relaciones internacionales, al interior de cada país dependiente podemos ver las diferencias entre los pequeños grupos de ricos (empresarios vinculados a las transnacionales) y la mayoría pobre que no logra trabajo permanente ni bien remunerado, por lo cual vive e incrementa una urbanización caótica y los cinturones de miseria. En palabras de André Gunder Frank, lo que vivimos en Latinoamérica es el “desarrollo del subdesarrollo”, el resultado, principalmente, de las relaciones desiguales con los países del centro y por las condiciones que impone la dependencia. Con base en lo anterior, nos podemos explicar que por qué la vía socialista y no la capitalista es la única para lograr el bienestar de todas y todos, a través de la realización de los diversos derechos humanos y de recuperar el equilibrio de la naturaleza. La fundamentación es relativamente sencilla y considera, entre otros aspectos, los siguientes: • La estructura económica y social de los países latinoamericanos derivó de la conquista de hace 5 siglos, en el marco de la expansión del mercantilismo europeo (fase inicial del capitalismo, que consideraba legítima la explotación de las colonias para obtener metales preciosos y materias primas para su industria naciente, siglos XVI a la primera mitad del
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XIX). Valga comentar que en la actual fase neoliberal la conquista se replanteó y reactivó con la institucionalización burguesa que facilita la extracción de hidrocarburos, minerales y dinero desde los países dependientes. Los tratados comerciales y las reformas legales que imponen los grupos de poder nacionales facilitan el nuevo saqueo de filibusteros-‐gerentes de las transnacionales. El naciente capitalismo, y luego su crecimiento, ha sido impuesto y para mantenerse ha establecido estructuras de dependencia, basadas en la explotación y el saqueo que se reforzaron con la fase imperialista. El modo de producción capitalista se implantó por quienes dirigieron la economía y la sociedad hasta más allá de la colonia y casi todo el siglo XIX. La época de la independencia vislumbró un pequeño capitalista nacional y nacionalista (vinculado y dependiente de Europa), que sólo se visualiza mejor a fines del siglo XIX en el sector agrario y luego en el siglo XX aparece en el industrial; pero se desvanece su nacionalismo con la llegada de los primeros monopolios ingleses y estadounidenses. Durante el siglo XX las estructuras de dependencia se fortalecieron debido al crecimiento de los monopolios (en Europa y Estados Unidos de Norteamérica). Éstos fueron ampliando la hegemonía del capital desde lo agropecuario e industrial incipiente (productivo y transformador de recursos naturales) al comercial y financiero (que no genera valor y cada vez es más parasitario y especulativo). El denominado subdesarrollo, como definió el presidente estadounidense Harry Truman a los países pobres que no tenían una economía como la estadounidense, en su toma de posesión en 1949, no es una etapa anterior al desarrollo capitalista, consumista, depredador y generador de crisis socioambientales permanentes, sino una condición del sistema capitalista para mantener condiciones de dependencia que le permitan a las transnacionales sustraer las riquezas de nuestras naciones, que son el sustento de las economías de los países industrializados o centrales, y el medio para la centralización y concentración de riqueza por los monopolios. La condición de “subdesarrollado” es una manifestación y necesidad del capitalismo, que impone dominación y saqueo de riquezas, por lo cual el capitalismo en nuestros países sólo se genera mayor subdesarrollo, mayor empobrecimiento para nuestra población. La fase monopólica del capitalismo es beligerante y crecientemente militarizada y bárbara, la violencia y la industria de guerra es su forma de vinculación con los demás monopolios y de manera conjunta provocan conflictos en países y las sociedades que no se dejan dominar. Por ello, la paz y la seguridad no son los atributos ni objetivos del capitalismo, sino la confrontación y el saqueo permanente. La explotación del hombre por el hombre se ha extremado y los mecanismos de dominación son cada vez más alienantes y degradantes para las personas. La búsqueda insaciable de la apropiación privada y la ganancia han provocado las crisis ambiental, alimentaria, financiera y cultural, que atentan contra la propia subsistencia de la especie humana. La pobreza, violencia e inseguridad han roto el tejido social y bases culturales de comunidades rurales y urbanas. Las fuerzas dominantes de las transnacionales han despojado al Estado de su rol social y del poder regulatorio de la relaciones humanas y con la naturaleza, para avanzar en los objetivos trazados por la Comisión Trilateral (integrada por las personas y empresas más ricas del planeta) de dominar y gobernar todas las sociedades en función concentrar la riqueza y el poder en los miembros más fuertes de dicha Comisión.
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El capitalismo falsamente difunde la defensa de la propiedad privada, porque su esencia es el saqueo y apropiación de la propiedad de los más poderosos otros de menor capacidad de defensa frente a su violencia. Lo que defienden es su capacidad de concentración y dominación. Los bucaneros de hoy viajan en avión y se llaman empresarios transnacionales, que traen bancos y contratos que les favorecen y se respaldan en la institucionalidad internacional que establecen el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio y otros organismos que imponen cambios constitucionales y nuevo marco legal para el comercio, las inversiones y la extracción de riquezas naturales. Los tratados comerciales, de distinto tipo, son el contrato que intensifica la desigualdad entre nuestros países y los de origen de los bucaneros transnacionales. Esto explica que mientras se mantenga el capitalismo en nuestros países no se podrá salir de esta condición de pobreza y conflictos sociales, por ello se justifica la necesidad de la revolución socialista. Pero no bastan las condiciones objetivas para triunfar, es necesario crear las condiciones subjetivas, es decir, la capacidad política, orgánica y militar del pueblo para reemplazar el régimen capitalista. Los sectores de la izquierda reformista asumen en el discurso planteamientos sobre el desarrollo del marxismo; pero en la práctica política y su estrategia no comparten los aportes completos del leninismo sobre las condiciones para la revolución en los eslabones más débiles del capitalismo, la periferia; ni los aportes de la revolución cubana y el Che Guevara, ni sobre la Teoría de la Dependencia (sobre ésta se quedan en las relaciones asimétricas del comercio internacional para justificar la necesidad de buscar a los empresarios nacionalistas a fin de sumarlos al bloque antiimperialista, en Chile serían algunos de la Democracia Cristiana y liberales). El golpe militar mostró que estos grupos “nacionalistas” reconocen a sus pares burgueses y apoyan la guerra contra los sectores populares. III. LA DICTADURA MILITAR Y EL CAMBIO DE FASE DEL IMPERIALISMO La dictadura militar en Chile no fue un asunto ajeno a las condiciones históricas de la lucha social y de clases en el país, y fue esto lo que definió el desenlace en 1973. Por lo anterior es bueno dar algunos elementos de la historia para mostrar la equivocación en un par de planteamientos torales del discurso de la Unidad Popular: al Constitucionalismo de la fuerzas armadas, que se enarboló como factor para confiarles la defensa de la institucionalidad en el gobierno popular de Salvador Allende y la denodada búsqueda del sector reformista de una alianza con grupos de la “burguesía nacionalista”. Respecto al primer planteamiento partimos afirmando que las fuerzas armadas son herederas de la historia de violencia en nuestros países desde la lucha anticolonial y en la defensa de la oligarquía agraria y minera, en el primer siglo de nación independiente, y de las transnacionales y las familias ricas del país, posteriormente y hasta la fecha. Las luchas de independencia y de formación de los estados nacionales fueron tiempos de mucha inestabilidad social y económica, y la institución que adquirió más fuerza relativa fue la militar. Los primeros ejércitos nacionales fueron comandados por personas de los grupos y familias vinculadas •
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a los sectores dominantes, poseedores de la tierra, minas y otros recursos naturales y del naciente comercio. La tropa de los ejércitos anticoloniales, como siempre, fue integrada por miembros del pueblo, los pobres. En Chile, la experiencia de la escuela militar europea (prusiana) fue adoptada en cuanto a mando, disciplina e ideología, lo que permitió que se autoproclamaran que estaban por sobre los demás grupos de la sociedad y con el derecho a intervenir para impulsar la economía y la integración nacional. Esta posición aun está presente en la formación militar, como también la de ser “los garantes de mantener la identidad y los valores nacionales”, que ellos definen según su estatus de clase y no incorporan los que le interesan al pueblo. Se denominan defensores de la patria y del territorio, y es lo que comprenden como la Nación. En todo caso, bien sabemos que estos valores son nutridos de la ideología que defiende los intereses de los grupos dominantes nacionales y sus aliados internacionales, y ello ha sido lo predominante en la formación y práctica de las fuerzas armadas. Pero no todos los miembros de las fuerzas armadas tuvieron siempre un mismo comportamiento. De ser profundamente conservadores en sus mandos, algunos miembros empezaron a conocer el liberalismo de fines del siglo XIX, lo que les vinculó con ciertas aspiraciones populares. Esto se inicia a partir del Gobierno de José Manuel Balmaceda, quien siendo obligado por los conservadores a establecer un equipo ministerial con militares, el nombramiento de algunos generales permitió que al interior de las fuerzas armadas se empezara a romper la monolítica ideología oligarca. La incorporación de jóvenes de las capas madias empieza a mezclarles con los descendientes de los criollos, aunque lentamente, lo que permite compartir posiciones frente a lo que acontecía en el país. Esto es lo que da inicio a la generación de corrientes liberales en las fuerzas armadas y explican varias sublevaciones por integrantes de la marina, el ejército y la aviación, no siempre unidos ni en el mismo bando, ni con las mismas motivaciones, entre 1924 y 1931. La lucha entre conservadores y liberales y, más adelante, entre la derecha y la izquierda, ha contado con la acción militar, mostrando la parcialidad del estado y la beligerancia militar en asuntos civiles del país. Para no ir tan atrás en la historia haremos un recuento general y sucinto que nos permite colegir que la denominada Constitucionalidad de las fuerzas armadas (posición imparcial en la lucha de clases, no beligerante y obediente al marco legal e institucional vigente), que estuvo presente en el discurso de la Unidad Popular, no tenía más asidero que el interés del gobierno para que durante su mandato los militares no intervinieran, anhelo que no se logró. a) Los golpes de estado. ¿Han sido constitucionalistas las fuerzas armadas? Contribuyendo con este hacer Memoria para el Futuro, es importante traer aspectos de la historia para dejar claro que las fuerzas armadas chilenas han participado recurrentemente en política contingente, rompiendo la constitucionalidad que juran defender. El tema de la constitucionalidad fue muy discutido en la izquierda chilena, ya que existieron posiciones encontradas al respecto. El Presidente Allende y el partido comunista fueron enfáticos en colocar la constitucionalidad de las fuerzas armadas como factor para garantizar la permanencia del gobierno, y no el respaldo popular. Esta posición facilitó, las presiones de la derecha para poner y sacar a miembros de las fuerzas armadas en los ministerios, lo cual fue denunciado dentro de la Unidad Popular por sectores del Partido Socialista, el Movimiento de Acción Popular Unitaria y la Izquierda Cristiana, quienes plantearon que esa concesión indicaba una debilidad y retroceso político del proceso.
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Septiembre de 1973 y otros septiembres del pasado han mostrado que la reiterada constitucionalidad de las fuerzas armadas no ha sido tal. Fue una gran equivocación del gobierno popular fincar su permanencia en esto. Desde el inicio republicano de Chile, en 1810, hasta 1973 se han experimentado 28 intervenciones militares: golpes de estado, conspiraciones o intentos fallidos. Los militares siempre han estado involucrados en la política contingente, salvo algunos períodos en los cuales la derecha ha mantenido sus gobiernos sin grandes problemas de pacificación para llevar a cabo sus proyectos económicos capitalistas. En varios septiembres se han llevado a cabo hechos políticos y sociales importantes en Chile y en el exterior, que nos provoca una mezcla compleja de emociones. El 11 de septiembre ha cobrado relevancia política internacional por dos hechos de impacto internacional. Corría el tercer año del Gobierno de Salvador Allende, en Chile, cuando el 11 de septiembre de 1973 se llevó a cabo el golpe de estado que concluyó con la experiencia democrática popular de una mayoría nacional que buscaba remontar el subdesarrollo y construir una patria basada en la igualdad, la solidaridad, la justicia y paz. En Chile la intervención de los militares fue el corolario de la acción concertada de la derecha conservadora y la democracia cristiana, fomentada y financiada por transnacionales norteamericanas y gobierno estadounidense. Posteriormente, el 11 de septiembre de 2001, se produce el ataque a la Torres Gemelas, en Nueva York , situación que no ha quedado aclarada y se mantienen algunas tesis: que fue un atentado de los poderes fácticos existentes al interior del país; que fue una acción de alguno de los grupos de seguridad estadounidense y utilizó a miembros de Al Qaeda -‐que ellos mismos formaron años atrás en el oriente medio-‐ para justificar el inicio del “combate global al terrorismo” por el gobierno de los Estados Unidos, como justificación política para llevar a mayor nivel el barbarismo político a fin de colocarse como la cabeza militar y política del sistema capitalista, apropiarse de regiones ricas en recursos naturales y cercenar avances democráticos y sociales en países del tercer mundo. En ambos hechos el terrorismo fue lo común y la situación chilena está ampliamente documentada sobre los autores intelectuales y materiales de la barbarie ocurrida; sin embargo, lo de Nueva York sigue en la polémica sobre los verdaderos autores intelectuales. Se ha culpado a los árabes y específicamente al grupo Al Qaeda, organización formada y financiada por la CIA. Luego las fuerzas militares estadounidenses, invadiendo la soberanía de un país árabe, mató a Bin Laden –aplicando la venganza como acción de “justicia” o para terminar con la farsa-‐ y se habría depositado su cuerpo en el mar, sin que se puedan corroborar estos hechos. Colocar los cuerpos, vivos o muertos de opositores, en el mar o desiertos fue una práctica de la dictadura chilena y otras del Cono Sur en la década de los 70’s, haciendo uso de las lecciones aprendidas en la Escuela de Las Américas, en la cual los estadounidenses le enseñaban a los militares latinoamericanos, en el marco de la Doctrina de la Seguridad Nacional, a liquidar a su propio pueblo, porque éste, al buscar su bienestar, la democracia popular y justicia, se constituye en el enemigo de la burguesía y las fuerzas imperialistas. Chile ha tenido una historia política con un septiembre dulce y varios amargos, y si hacemos un recuento general el saldo es totalmente negativo. De los hechos más relevantes empezamos destacando el 18 de septiembre de 1810, cuando se proclama la Primera Junta de Gobierno y marca el inicio del proceso de lucha independentista que concluye en 1818. Aunque esta Junta se organiza para mantener la soberanía del Rey de España, Fernando VII, las corrientes
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independentistas fueron ganando fuerza y espacio que les permitió, después de 8 años de guerra, expulsar a las fuerzas militares realistas y sus aliados locales. Para celebrar la constitución de esa Primera Junta de Gobierno se reunió el pueblo de Santiago en las calles y ello constituyó la primera celebración de lo que se denomina, hasta hoy, Fiestas Patrias. Ese 18 de septiembre ha ido perdiendo ese sabor dulce en tanto la anhelada independencia se ha frustrado, porque salimos del derruido imperio español de ese entonces, para caer en el imperio inglés y luego el estadounidense que domina con mucha violencia y barbarie desde el siglo pasado. Otros septiembres han sido completamente amargos para las aspiraciones de libertad y bien vivir del pueblo chileno. Para no ir tan atrás en este recuento histórico, un 19 de septiembre de 1891 se suicida el Presidente de la República, José Manuel Balmaceda, asilado en la embajada de Argentina, luego del embate que perdió con el Congreso dominado por los conservadores. El Presidente Balmaceda, de tendencia liberal, al igual que Allende fue empujado por la derecha a integrar militares en su gabinete y nombra como ministro de guerra al General José Velázquez, con lo cual, además de ceder ante los parlamentarios, este hecho empieza a politizar al ejército y lo divide durante la guerra civil que comenzó con el cierre del Congreso Nacional el 11 de febrero de 1891. La lucha deja más de 4000 muertos, en una población total de Chile de alrededor de dos y medio millones, y que concluye con la muerte de Balmaceda. Las fuerzas oligárquicas, habiendo hecho la declaración de guerra desde buques de la Escuadra Nacional, contaron con el completo apoyo de la Marina, algunos oficiales del Ejército y un sector de la iglesia católica. b) Otros septiembres y otros golpes. Los golpes de estado han sido medios políticos que obedecen a la lucha de intereses entre civiles y se concluye utilizando a los militares por ser depositarios del “poder de fuego”, que le permite imponerse con relativa facilidad ante grupos sin ese poder o desarmados. Los primeros cuatro golpes militares en el país se llevaron a cabo durante los tiempos de lucha independentista, por las fuerzas militares y civiles de José Miguel Carrera (héroe independentista): el primero, el 4 de septiembre de 1811, para expulsar a los realistas del Congreso Nacional; el segundo, el 15 de septiembre del mismo año para depurar el Congreso; el tercero, el 2 de diciembre para disolver el Congreso y afianzarse en el poder y; el cuarto, el 23 de julio de 1814 para retomar el poder. Como hemos dicho, las fuerzas armadas y luego los carabineros de Chile (policía uniformada) han tenido un comportamiento activo en política a través de la historia, sirviendo como recurso de sectores conservadores (derecha) para romper la institucionalidad, con el fin de evitar que gobiernos con sensibilidad social introduzcan cambios en la estructura económica del país para establecer políticas de equidad y un sistema democrático popular. Muy pocas veces grupos militares han actuado para imponer la fuerza ante un grupo conservador o un Congreso dominado por éstos que impedía que gobiernos de perfil liberal avanzaran en sus programas sociales. Esto sucedió el 5 de septiembre de 1924, durante el gobierno de Arturo Alessandri Palma, con lo cual se facilitó la aprobación de una serie de leyes sociales. El gobierno del liberal Arturo Alessandri Palma (1920-‐1924) se encontraba entre diversas presiones sociales, derivadas de la crisis económica y social nacionales y los dictados del parlamentarismo con un Congreso que no aprobaba, y postergaba una y otra vez, un conjunto de leyes sociales aduciendo falta de presupuesto; en cambio, los legisladores, en esos días, aprobaron un proyecto que les otorgaba una cantidad de dinero para “gastos de representación” (dieta parlamentaria).
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En medio de esta situación un grupo de militares, oficiales jóvenes, irrumpe en el Congreso el 4 de septiembre para expresar su oposición a la aprobación de la “dieta parlamentaria” y para pedir la aprobación de las leyes sociales postergadas; pero deben abandonar su acción por mandato del Ministro de Guerra. Al retirarse del recinto legislativo los militares provocan ruido con sus sables al chocarlos contra las paredes, como muestra de desafío e indignación, y de ahí surge el denominado “ruido de sables” a esa acción, que posteriormente se utiliza para comentar o mostrar acción política de militares. Los oficiales formaron un Comité Militar que, luego de entrevistarse con el Presidente para apoyar su propuesta de leyes sociales, presionaron para la disolución del Congreso, ante lo cual Alessandri Palma renunció y se autoexilió para salir a Argentina el 10 de septiembre. El gobierno lo asumen los militares a través de una Junta Militar, que va cediendo el mando a varios personajes y finalmente a Emilio Bello Codesio, que gobierna hasta el 20 de marzo de 1925 y le pide a Alessandri Palma que regrese al país a cumplir el tiempo que restaba de su mandato. En esta etapa se establecen las bases de lo que fue el denominado Estado moderno, pues se estableció una nueva Constitución, en el año 1925, en la cual se consignó el sufragio universal, se ampliaron las libertades políticas y se iniciaron algunas políticas sociales. El golpe de estado de septiembre de 1924 y el período complementario de Alessandri Palma puso fin a la denominada República Parlamentarista y terminó con la vigencia de la Constitución Política de 1833, la cual fue cambiada por la nueva que se aprobó en Plebiscito del 30 de agosto de 1925. En esta nueva Constitución se consagran las leyes que regulan: jornada laboral de ocho horas, supresión del trabajo infantil, reglamentación del contrato colectivo, la ley de accidentes del trabajo y seguro obrero, legalización de los sindicatos, la ley de cooperativas y la creación de los tribunales de conciliación y arbitraje laboral, todas las cuales fueron resultado del primer “ruido de sables” progresista del siglo XX. Esta nueva Constitución introduce el papel social del Estado, le da más poder al Presidente, disponiendo su elección cada 6 años, reduce facultades del Congreso y se establece la separación entre la iglesia y el estado. Esta Constitución se mantiene hasta que la Dictadura encabezada por Pinochet la cambió en 1980 y con un sentido regresivo a lo que se había avanzado en 1925. c) Sublevaciones y golpes militares en 1931-‐1932 Un período agridulce fue el vivido entre los años 1925 y 1932, durante el cual se llevan a cabo varios golpes de estado de militares liberales y de grupos conservadores. Las contradicciones del capitalismo permean completamente las fuerzas armadas. Luego de la segunda presidencia del Arturo Alessandri, que concluye en 1927, con la nueva constitución se elige como Presidente de la República al oficial de carabineros (policía uniformada) Carlos Ibáñez del Campo, que gobierna como dictadura, persiguiendo a sus opositores y, paralelamente, promoviendo políticas para dotar de infraestructura al país. La crisis se agrava con la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos de Norteamérica y las repercusiones sociales y políticas se incrementan. Los protagonistas políticos más activos en este período fueron algunos estamentos de las fuerzas armadas vinculados con reivindicaciones propias y causas sociales, que llegaron a propuestas de revolución social y construcción de socialismo. Todas fracasaron, entre otros factores por: su surgimiento intempestivo, su origen cupular, débil integración de fuerzas sociales civiles, falta de organización en el ámbito nacional y la represión por la fuerza del Estado oligárquico que impidió avances de los grupos rebeldes.
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La crisis económica fue la causante de un movimiento político de gran trascendencia para la historia de Chile, la denominada Sublevación de la Escuadra (Institucionalidad de las fuerzas navales chilenas, anteriores a la actual Fuerza Armada o marina), originada como protesta por la rebaja del 30% en los salarios a los servidores públicos, incluidos los marinos (éstos habían perdido un 10% el año anterior y varios otros beneficios). El Estado Mayor de las Tripulaciones (EMT), marinos, declaró el 1 de septiembre de 1931 el Estado de Rebelión, tomando posesión de la Escuadra y División de la bahía de Coquimbo. Con el propósito de enfrentar la crisis económica y política los marinos rebeldes levantaron un Manifiesto que planteaba, entre otras exigencias: suspender el pago de la deuda externa, subdividir las tierras productivas, redistribuir capitales de Cajas de Crédito, las Agencias Fiscales, las Mutuales de la Armada y del Ejército para invertirlos en industrias productivas y así dar trabajo a los desocupados. A esta acción de los marinos de Coquimbo se unió el resto de la Escuadra de Marina establecida en otras ciudades y puertos como Talcahuano, algunos estamentos del Ejército ubicados en Valparaíso y parte de la base aérea que tenía sede en Quintero. También se sumaron los trabajadores con el llamado a huelga general que hizo la Federación Obrera de Chile, la huelga de los mineros del carbón en Lota y Coronel, desde donde salieron muchos jóvenes a integrarse a los cuerpos de marinería en Talcahuano. El enfrentamiento político y negociaciones duraron casi 10 días y se define la contradicción en una lucha militar entre rebeldes y fuerzas gobiernistas; los combates encarnizados duraron dos días sin interrupción. El debilitamiento militar de las fuerzas sublevadas y la presión de la Escuadra de marinería estadounidense, solicitada por el gobierno chileno, acabó con las aspiraciones sociales de los marinos, quienes durante las negociaciones habían afirmado que: “al constatar la intransigencia antipatriótica del Gobierno, y al considerar que el único remedio para la situación es el cambio de régimen social, hemos decidido unirnos a las aspiraciones del pueblo. La lucha a que nos ha inducido el Gobierno se transforma a partir de ahora en una Revolución Social”134. Fracasada la sublevación, posteriormente algunos militares intentan tomarse el regimiento de Copiapó, el 24 de diciembre de 1931, lo que se denominó el Motín del Norte Grande, y también fracasan. d) La República Socialista de Chile, que empieza en junio y concluye en septiembre. El 4 de junio de 1932, en medio de una profunda crisis social y económica, internacional y nacional, las organizaciones populares impulsan constantes movilizaciones con reivindicaciones económicas y propuestas políticas para mitigar y salir de la crisis. El gobierno no tenía capacidad de respuesta y todo ello facilitó las condiciones para que un grupo de miembros de la aviación, comandados por el Comodoro del Aire Marmaduke Grove, fueran desde la Base Aérea El Bosque, en Santiago, hacia el Palacio de la Moneda y obligaran la renuncia del Presidente Esteban Montero, cuyo gobierno se caracterizó por ineficiente, impopular e incapaz de mitigar la crisis. Con esta acción, denominada golpe por algunos historiadores, se establece la República Socialista Chilena, cuyo proyecto se desprende del mismo planteamiento que Grove le comunica al 134 Patricio Villa. La Sublevación de la Armada de 1931: Que jamás los cañones de un barco de guerra chileno serán
dirigidos contra sus hermanos del pueblo. Kaos en la RED. http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/68946-lasublevaci%C3%B3n-de-la-armada-de-1931-que-jam%C3%A1s-los-ca%C3%B1ones-de-un-barco-de-guerra-chilenoser%C3%A1n-dirigidos-contra-sus-hermanos-del-pueblo.html. Recuperado en enero 2014.
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Presidente Montero: "Como Comandante en Jefe de las tres ramas de las Fuerzas Armadas he resuelto deponer el gobierno que Ud. preside y establecer en Chile la República Socialista, en cuyo nombre procedo a tomar el mando de la nación para el pueblo de Chile y con el pueblo de Chile". Se establece una Junta de Gobierno integrada por algunos personajes que resultaron ser seguidores del expresidente Carlos Ibáñez, como el general retirado Arturo Puga y Carlos Dávila, y desde otra línea política Eugenio Matte, destacado masón y socialista. El dirigente del golpe, Comodoro Marmaduke Grove, asume la cartera de Defensa. El gobierno militar-‐civil, frente a la crisis económica existente, estableció que el Estado debería asumir una fuerte intervención en materias económicas y una primera medida, luego de disolver el Congreso, fue un control bancario para evitar fuga de dinero. En materia social se suspendieron los desalojos de las propiedades de baja rentabilidad y ordenaron que la Caja de Crédito Popular (banco de ahorro y préstamo para las personas de escasos recursos) devolviera la ropa y las herramientas a la gente que habían empeñado sus pertenencias en ese lugar.135 Este gobierno, que fue denominado revolucionario por sus planteamientos y acciones, se propuso como objetivo fundamental: realizar una reestructuración social y garantizar que no faltara pan a ningún trabajador y que desde el Estado se cumpliera con la sociedad. “Alimentar al pueblo, domiciliar al pueblo y vestir al pueblo”, fue la consigna que, años más tarde, enarbolará el Frente Popular en forma más resumida: “Pan, Techo y Abrigo” y durante el gobierno de la Unidad Popular los sectores del movimiento revolucionario plantearan: “Pan, techo y socialismo”. La izquierda chilena estuvo dividida en la organización y gobierno de la República Socialista. Por una parte los diferentes grupos socialistas se involucraron y comprometieron directa y totalmente, mientras el partido comunista fue férreo opositor, arrastrando en su posición a parte del movimiento universitario y sindicatos. La principal crítica fue sobre su supuesto carácter militarista. Desde la derecha los sectores Ibañistas empezaron a rechazar la radicalización del sector socialista que impulsaban Grove y Matte, lo cual implicó la organización de un golpe sedicioso que contó con guardias blancas promovidas por la oligarquía y, especialmente, con el apoyo del gobierno estadounidense que reclamaba seguridad sobre el préstamo que habría hecho para la reserva nacional, que permitió iniciar operaciones al Banco Central en 1926, y respecto a sus inversiones mineras. El movimiento popular se encontraba en una fuerte lucha ideológica y política respecto al gobierno y su futuro. Los sectores no influidos por el partido comunista forman la Alianza Revolucionaria de Trabajadores para enfrentar a la derecha y al imperialismo e impulsar las tareas socialistas de la República. La Alianza es integrada por el Partido Socialista Marxista (PSM), la Acción Revolucionaria Socialista (ARS), el Partido Comunista (Hidalguista, por el apellido Hidalgo de su dirigente máximo, y no reconocido por la III Internacional), la Asociación de Profesores de Chile, la Confederación de Sindicatos Industriales, la Federación Nacional de Trabajadores, el Sindicato de Comunicaciones, el Comité de Obreros de la Construcción, la Confederación Nacional 135
Luis Cruz Salas. La República Socialista Chilena de 1932. http://www.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/13Salas.pdf
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de Cooperativas, el Comité de Dueños de Mejoras, el Sindicato Profesional de Choferes, la Asociación de Tranviarios, Ligas de Arrendatarios y una innumerable cantidad de organizaciones de base. La Alianza Revolucionaria asume la propuesta de varios sectores, entre ellos de los comunistas Hidalguistas, que plantea su programa mínimo, incluyendo la reducción de la jornada de trabajo, el armamento del proletariado y milicias obreras, el control obrero en las industrias, la formación de comisiones obreras, entre otras. Pero los esfuerzos de la Alianza no fueron suficientes para defender la República Socialista Un Golpe de estado contra la República Socialista se consumó el 16 de junio de 1932, con lo que concluye la experiencia revolucionaria, que tuvo una duración de 12 días. Marmaduque Grove y Eugenio Matte fueron deportados a la Isla de Pascua. Carlos Dávila, con el apoyo del ejército, se autoproclama Presidente Provisional de la República Socialista y mantiene el nombre de la República para poder gobernar, imponiendo un estado de sitio y cesura de la prensa. La impopularidad, la falta de resultados para salir de la crisis y la presión de grupos de militares le obligan a renunciar el 13 de septiembre de 1932. La experiencia de la República Socialista fue muy importante y dejó como legado la continuidad de las ideas que, luego en 1933, dieron forma al Partido Socialista, y una de sus leyes sirvió para que la Unidad Popular pudiera nacionalizar el cobre. e) Recomposición de la derecha y nuevos intentos militaristas La derecha se recompone ganando las elecciones siguientes con el expresidente Arturo Alessandri Palma, que obtuvo 187 mil sufragios. Gobernó reprimiendo al sector popular, mientras avanzaba en la subordinación al imperialismo estadounidense. La izquierda fue dividida en las elecciones, el Partido Comunista con su candidato Elías Laferte logró 4128 votos, los diferentes grupos socialistas, sindicatos y otros gremios impulsaron a Marmaduque Grove, que alcanzó 60,856 votos. Entre 1932 y 1938 se mantiene la inestabilidad política y grupos de las fuerzas armadas llevan a cabo varias intentonas golpistas: el 14 de septiembre de 1932 se revela la Fuerza Aérea y fracasa; entre el 27 de septiembre y 2 de octubre de 1932 se lleva a cabo la sublevación de las guarniciones (cuarteles) de Antofagasta y Concepción; en diciembre de 1933 fracasa la intentona de apresar al Presidente de la República por el ejército; el 28 de febrero de 1936 fracasa el intento de ocupar el Palacio de Gobierno y Cuartel General del Ejercito por un grupo de militares. La persistencia de la crisis económica y la represión del Alessandrismo fueron calmadas con las propuestas antiguerra (II guerra mundial) que emanan desde los grupos sociales en Europa. Se forman alianzas de clases, que repercuten en Chile, y fueron los factores que impulsaron la creación del Frente Popular, incorporando sectores obreros y grupos burgueses que eligen, en 1938, a Pedro Aguirre Cerda como presidente. En este período el joven médico socialista Salvador Allende escala en su carrera política al ser nombrado Ministro de Salud. Para este triunfo del Frente fue determinante la horrible Masacre del Seguro Obrero, el 5 de septiembre de 1938. Durante el período de elecciones los grupos nacionalsocialistas (que eran diferentes a los nazis alemanes) apoyaron la candidatura del expresidente Carlos Ibáñez del Campo; pero temerosos de que ganara el candidato ultraconservador Gustavo Ross, prepararon un golpe de estado, con la participación de jóvenes estrenados militarmente y habiendo establecido acuerdo con algunos militares. El plan se cumple a medias, ocupan oficinas de la Caja
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del Seguro Obrero y de la Casa Central de la Universidad de Chile; pero no logran suspender el abastecimiento eléctrico en Santiago ni asegurar el apoyo de militares. El Presidente Alessandri dirige y ordena la represión contra los insurrectos. Los carabineros, dirigidos por Humberto Arriagada Valdivieso (el mismo que había dirigido la matanza en Ranquil 4 años antes)136 y la acción de los militares logran retomar los edificios. Los nacionalsocialistas se rinden y luego los carabineros los masacran. Esto removió los cimientos de la política nacional, el candidato Ibañez (conspirador) se retira y ello hace posible el triunfo de Pedro Aguirre Cerda. Posteriormente, el 25 de agosto de 1939 el general Ariosto Herrera fracasa en su intento de golpe; posteriormente, en diciembre de 1943, civiles nacionalistas y algunos militares vinculados a los países del EJE intentan derrocar al gobierno y fracasan. Más adelante, en septiembre de 1948 se descubre un nuevo complot organizado por la Fuerza Aérea y el expresidente Ibáñez. Estas mismas corrientes militares apoyan, en 1955, la intención de un autogolpe del entonces presidente Ibáñez (el mismo que había conspirado desde 1938). El 21 de octubre de 1969 se desestabiliza al país por el movimiento de militares encabezado por el general Roberto Viaux, quien expuso el descontento militar por sus frustradas peticiones de mejores sueldos, equipos y otros beneficios que el gobierno democratacristiano de Eduardo Frei Montalva no atendió. El movimiento fue detenido y conjurada la maniobra golpista. Lo que fue el inicio de la guerra que la derecha, el gobierno imperial estadounidense, las transnacionales y los militares chilenos le declaran a las fuerzas populares y su candidato triunfante, Salvador Allende, se conoce como el Tanquetazo del 29 de junio de 1973. La sublevación fallida o ensayo del sanguinario golpe que los militares llevan a cabo en septiembre, estuvo dirigida por el coronel Roberto Souper Onfray, comandante del regimiento blindado N° 2, quien se levanta en armas y en la madrugada del 29 rodea con tanques el Palacio de La Moneda. Junto con otros oficiales este militar venía conspirando contra el gobierno, coludido con la derecha civil de la Confederación por la Democracia (que agrupaba a los conservadores y a la Democracia Cristiana) que incitaban al golpe de estado, y en especial con el grupo protonazista Patria y Libertad. La intentona golpista se pudo detener por la acción del general Carlos Prats, Jefe del Ejército y de los pocos constitucionalistas que había en las Fuerzas Armadas. La duda sobre la respuesta popular y del gobierno hizo que algunos regimientos involucrados en la sublevación (según información de documentos de la propia CIA y de las investigaciones posteriores) no salieran a la calle, entre otros el Regimiento Buin. Vale recordar que en este regimiento se encontraba agazapado Pinochet, quien se presenta ante su Jefe Carlos Prats hasta el mediodía, luego de haberse conjurado el intento de golpe. Este ensayo golpista, como se le denominó por muchos, dejó alrededor de 22 muertos, incluido un periodista argentino que grabó su muerte al enfocar al militar que le disparó y mató. Varios civiles coludidos, sobre todo del grupo Patria y Libertad, se asilaron en la embajada de Ecuador. Estaba claro que el Presidente Allende no contaba con el apoyo de las fuerzas armadas, sólo de algunos oficiales y tropa; pero la verticalidad del mando impedía que éstos actuaran, sobre todo 136
René Balart Contreras. La masacre del Seguro Obrero. Punto Final 554, 10-23 de octubre, 2003.
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luego de la represión en la marinería al ser descubiertas células organizadas por la izquierda revolucionaria. f) El 11 de septiembre de 1973, Dictadura y neoliberalismo Chile vivió alrededor de 30 años de reordenamiento económico, social y político, entre 1938 y 1968, durante el cual se impulsó un proyecto sustitutivo de importaciones, reducidas reformas agrarias de la década de los sesentas por Jorge Alessandri (hijo de Arturo Alessandri) y de Eduardo Frei, todo fracasado y con creciente conflicto social. Durante estas tres décadas el movimiento popular acumuló importantes fuerzas en sus sindicatos, organizaciones comunitarias y partidos políticos. El entorno internacional, la sobreexplotación de los trabajadores y el creciente empobrecimiento provocado por la transferencia de la riqueza a las transnacionales estadounidenses y unos pocos empresarios nacionales, radicaliza el movimiento de masas y los jóvenes, influenciados por la revolución cubana y el “68 francés”, que en las universidades combinan la reforma universitaria con la lucha social. Surge y se integra la izquierda revolucionaria y nuevas formas de organización y de lucha política se inauguran en el país. El golpe de estado en Chile tiene varias características que le hacen especial en el ámbito nacional e internacional. Algunas de ellas, son: -‐ Tal vez la más importante, elimina la posibilidad de que los cambios del modo de producción capitalista a uno socialista se manifiesten por la vía pacífica. Los grupos burgueses dominantes y el imperialismo estadounidense no lo permiten y recurren a diversos grados de barbarismo para mantener sus privilegios y la explotación humana y del resto de la naturaleza. La experiencia del golpe de estado se repitió, posteriormente, aunque con sus particularidades en cada país, en Honduras y en Paraguay. -‐ Los diversos golpes de estado en la región, previo y posterior al del 11 de septiembre de 1973, además de llevar el sello de autoría intelectual y participación material del imperialismo, no cambiaban sustancialmente el estilo socioeconómico de los países. Se mantenía el tradicional sistema de saqueo y dependencia. -‐ El gobierno de la dictadura pinochetista sirvió como laboratorio del imperio para probar sus teorías sobre la necesidad de un giro en el sistema capitalista a nivel mundial. En 1973 se instituye la Comisión Trilateral, después de un par de años de promoción por el banco Chase Manhattan, que integraba, según su ideólogo Zbigniew Brzezinski (conservador y ministro de Bush), “el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el mundo haya conocido”137. Estaban allí las más grandes transnacionales del planeta para distribuirse el poder. David Rockefeller, un multimillonario estadounidense (gran promotor de la dictadura pinochetista), estuvo en la dirección de la Trilateral cuando impulsó la división de las áreas de influencia entre los europeos, (sobre todo Alemania), Japón y Estados Unidos. Son los
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Lozano.Martin. El nuevo orden mundial. Génesis y desarrollo del capitalismo moderno. Alba Longa Editorial, 1996 http://albalonga.tripod.com/~AlbaLonga/nom/nom3211.htm
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primeros pasos de lo que hoy sufrimos y que se ha denominado la Globalización y su fuente ideológica el neoliberalismo. Luego del fracaso de la política económica tradicional, la dictadura le abre las puertas a los Chicagos Boys, con su ideólogo el monetarista Milton Friedman. Empieza la experiencia neoliberal chilena, cuyo contenido está en el Consenso de Washington: debilitamiento del estado y su papel más de policía que promotor del desarrollo, privatizaciones de recursos públicos, desregulación del mercado financiero, flexibilidad del mercado de trabajo (sobreexplotación extrema), privatización y apropiación de los recursos naturales por la transnacionales, debilitamiento de la cultura, ampliación de la inseguridad, apertura de fronteras a los productos, inversiones y fuerzas militares de los países centrales, con lo cual se pierde la soberanía y los estados-‐naciones empiezan a perder su perfil, entre otros aspectos. Los Chicagos Boys impusieron su proyecto apoyados en la Doctrina del shock que impulsaba el naciente neoliberalismo en el ámbito internacional y que requiere de la aplicación de la tortura física y/o psicológica para que los pueblos no protesten. La escritora Naomi Klein estudia profundamente el caso chileno y vincula el golpe de estado y el gobierno de Pinochet con las nuevas formas de negocios del capitalismo bárbaro de nuestros días. Con base en ello se construye ese “ejemplo” del capitalismo en países del tercer mundo, bendecido por Washington, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Papa Paulo VI, la OEA y el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otras instituciones que respaldaron con muchos dólares y apoyo político a Pinochet, para que Chile fuera considerado exitoso. A 40 años, Chile es uno de los países que tienen un frágil control macroeconómico; pero los niveles de desigualdad han crecido a niveles alarmantes, como pocos países de la zona, y su base económica está fincada en la venta de recursos naturales que dejan muy pocos ingresos para el erario público. Cobre, madera, vino y frutas son los productos que sostienen esa economía que empobrece al país (porque pierde recursos naturales constantemente) y a su población. Chile es hoy ejemplo del barbarismo capitalista en su fase neoliberal. Este re-‐caminar y hacer Memoria de la historia política de Chile muestran que las fuerzas armadas no tenían como vocación el respeto de la institucionalidad y han sido permanentemente deliberantes. La política del Presidente Allende y de la Unidad Popular sobre la constitucionalidad de las fuerzas armadas estuvo siempre equivocada y ello contribuyó a la derrota del gobierno y a la imposibilidad de gestar la revolución socialista en esta coyuntura. IV. LA IZQUIERDA CHILENA La izquierda nuestra ha tenido permanentes ajustes a su base ideológica y en su organicidad. Es importante resaltar que en la formación de partidos de izquierda han participado, siempre, personas y grupos provenientes del sector obrero, intelectualidad, campesinos, indígenas, estudiantes y de las comunidades de pobladores pobres, comerciantes y pequeños empresarios. También es necesario destacar que el quehacer político internacional, el avance de las ciencias sociales, como la propia mutación del capitalismo y su creciente y renovadas formas de explotación y saqueo de las riquezas del país, han influido permanentemente en la adopción de estrategias que mostraron la búsqueda del instrumentos sociales adecuados a los tiempos de la lucha de clases que enfrenta la izquierda en el país. Ha sido una constante que las divisiones en los partidos más antiguos se originaran debido a nuevas propuestas que hacían grupos internos sobre
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la adopción de estrategias más activas y de presión a los sectores conservadores y al imperialismo estadounidense que los cobijaba (y cobija hasta hoy), ya que la creciente pobreza, explotación y pérdida de perspectiva de bienestar era manifiesta. Para hacer Memoria y ver algunos aspectos que fueron parte de la historia durante el Gobierno de la Unidad Popular, mencionaremos una breve historia de los partidos políticos existentes en 1970 y sobre los temas más relevantes en la discusión de la izquierda. Esto nos mostrará la concurrencia de variadas tendencias de la izquierda y centro político; pero sobre todo, que el peso de las ideas reformistas fue un impedimento para avanzar en la organización y acción revolucionarias. Primero los partidos de izquierda integrantes de la Unidad Popular, en orden de su fundación, y luego el MIR. a) Partido Radical, PR. El Partido Radical es el más antiguo de los que formaron la Unidad Popular, se funda en el año 1863. Sus primeros miembros, liberales y anticlericales, surgen de la Sociedad de la Igualdad y en la década de 1860-‐1870 fortalecen la Logia de Chile (masonería), dan estructura al Cuerpo de Bomberos y empiezan a formar en Partido Radical. La mayoría de los miembros del partido tendrán como característica formar parte o estar cerca de estas tres instituciones. Entre los hitos más relevantes de su proceso de formación partidaria destacan su asamblea fundacional del Partido en la ciudad nortina de Copiapó, en 1863; posteriormente la asamblea fundacional en Santiago, en 1864. Los representantes de éstas, junto a representantes de otras ciudades, concurren a su primera convención nacional en 1888 y se estructuran nacionalmente. En su tercera Convención, en 1905, define como política del partido “la solidaridad social, la libertad individual en todas sus manifestaciones, sin más límite que el derecho y el orden público” (Esbozo histórico del Partido Radical Social Demócrata. Alfredo Lastra. http://www.partidoradical.cl/v1/?page_id=316).
En la década de los treinta, del siglo pasado, los radicales se vinculan con los socialistas y comunistas, dejando atrás sus alianzas anteriores con los liberales. Su posición centrista le permitió captar a la población de la denominada capa media y formar parte de todas las alianzas a partir del Frente Popular en 1937, hasta 1946, período en que los tres presidentes de la república formaban parte de su partido. Es importante reconocer que Pedro Aguirre Cerda fue el mejor y durante su gobierno de impulsó el proyecto sustitutivo de importaciones con la creación de la Corporación de Fomento (CORFO) y el impulso la educación gratuita (se construyeron más de mil escuelas primarias). Debido a la derechización y corrupción de su tercer presidente, Gabriel González Videla (1946-‐ 1952), que impuso la represión contra el Partido Comunista (que había votado a su favor para que se eligiera presidente) a través de la llamada “Ley Maldita”, los radicales empezaron a perder la confianza de sus miembros y de sectores progresistas. Esta caída de los radicales le permite a la Democracia Cristiana captar la membrecía de las capas medias y erigirse como el partido más numeroso del centro político nacional. La vinculación con la izquierda la recupera el Partido Radical con su incorporación a la Unidad Popular en 1969. En 1970 se integra como miembro de la Internacional Socialista (socialdemocracia). Durante el Gobierno de la Unidad Popular las divergencias entre grupos internos generan división. Por un lado el desprendimiento de militantes que forman el Partido de
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Izquierda Radical, en 1971, que se mantienen en la Unidad Popular hasta abril de 1972, y se salen para vincularse con la derecha golpista. Posteriormente, la Izquierda Radical se denominará Partido de la Socialdemocracia Chilena. Por otro lado, la juventud se acerca a las posiciones revolucionarias de la izquierda con el nombre de Juventud Radical Revolucionaria. En agosto de 1994 se reencuentran las dos corrientes y se unifican denominándose, a partir de entonces, Partido Radical Social Demócrata, identificado con los principios democráticos, racionalistas, humanista y solidario, reconociendo sus fuentes ideológicas en la asambleas decimonónicas, la social democracia europea y los movimientos reformistas latinoamericanos. b) Partido Comunista, PC. El Partido Comunista tiene una larga historia y su nombre deviene de influjo que tuvo Luis Emilio Recabarren, obrero tipógrafo y líder sindical, quien participó en la promoción de la organización obrera en Chile a comienzos del siglo pasado, luego participó en la III Internacional Comunista, reunida en Europa, y a su regreso propone el cambio de nombre al Partido Obrero Socialista -‐que había ayudado a organizar en 1912-‐ a Partido Comunista e incorporase a la Internacional Comunista138. Desde entonces ese partido asume el marxismo y ha sido fiel a los dictados de esta coordinación internacionalista, que fue perdiendo sus contenidos socialistas revolucionarios que le imprimieron Lenin y Rosa Luxemburgo, para asumir la desviación estalinista. Una de sus características principales ha sido la persistencia en la ortodoxia sobre la revolución socialista, que en algunos escritos de mediados del siglo XIX elaboraron Marx y Engels, posteriormente lo plantea Lenin, que fueron mal comprendidos, asimilados y enmarcados en el estructuralismo, que planteaban el etapismo de la revolución socialista. Esto consistía en un ideal sobre la evolución de la humanidad, que determinaba la necesidad de cubrir la etapa capitalista de “progreso y desarrollo” de las fuerzas productivas, para que llegando a su “madurez” generara las contradicciones por sus propias limitaciones y ello provocaría el cambio de sistema. Este etapismo o gradualismo se planteaba la “necesidad” de recorrer el paso desde el artesanado a la fábrica. Sin duda Marx y Engels hablaron de esto en el contexto de una Europa diversa, de la reciente formación del proletariado y de una burguesía débil frente a monarquías persistentes que anclaban su economía en lo agrario. Esta situación fue planteada, también, por Lenin en 1905, en su escrito las “Dos tácticas de la socialdemocracia”, con base en las condiciones socioeconómicas de Rusia; pero dejaba la posibilidad de que en esos eslabones más débiles del sistema capitalista irrumpiera la Revolución, lo que explica el por qué triunfa en Rusia. El propio Marx, analizando el movimiento social en Irlanda avanza opiniones sobre la posibilidad de la revolución en ese país a partir de la organización de los campesinos contra los patrones. El estalinismo incorporó aquellas interpretaciones de los inicios del marxismo (no los posteriores en su madurez analítica) como dogmas, sobre todo en la relación entre las etapas de las “fuerzas productivas” y las condiciones para la revolución, lo que se impuso en todos los partidos comunistas miembros de la Internacional, y con ello justificaban la alianza con la burguesía para hacer “madurar” el sistema y, sólo entonces, transitar de la democracia burguesa al socialismo. 138
La Primera Internacional (1864-‐1872) puso los cimientos de la organización internacional de los obreros para la preparación de su ofensiva revolucionaria contra el capital. La Segunda Internacional (1889-‐1914) fue cooptada por tendencias oportunistas y reformistas. La Tercera Internacional fue creada en 1918 y su Primer congreso se llevó a cabo en marzo de 1919 en Moscú, luego de el largo proceso de la lucha contra el oportunismo y el socialchovinismo que condujo, sobre todo durante la primera guerra mundial, a la formación de partidos comunistas en varios países, entre ellos Chile representado por Luis Emilio Recabarren.
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Lo anterior facilitó la acción del Partido Comunista para buscar siempre alianzas con sectores burgueses “nacionalistas” para impulsar la industrialización. Los frentes populares de los cuarentas fueron, además de medida política necesaria para enfrentar la Segunda guerra mundial, la fórmula que impulsaban los comunistas para crear las condiciones de maduración industrial y la generación de un proletariado consciente de su papel histórico. Los avances en las ciencias sociales y los hechos revolucionarios han demostrado que no ha sido condición fundamental la industrialización y proletarización de las fuerzas sociales para impulsar y lograr el triunfo de una revolución. Todas las revoluciones sociales, con perspectiva socialista, llevadas a cabo en el siglo pasado, no han requerido de las condiciones planteadas por los partidos comunistas: Rusia, China, Cuba y Vietnam lo han demostrado. Los acuerdos de la Tercera Internacional y de la fidelidad con la cual el Partido Comunista chileno los aplica, permiten explicar la permanente apertura del Partido Comunista Chileno a la alianza con los sectores del centro político (Frente Popular -‐1936/1941-‐ y el Frente de Acción Popular -‐1956/1969-‐) y democratacristianos (centro derecha y miembro de la internacional democratacristianos, vinculados a la iglesia católica, especialmente a grupos cristianos empresariales). Contrariamente, las direcciones políticas de estos grupos de centro derecha han sido siempre anticomunistas y han respondido, cuando han necesitado, con represión al partido, sus bases de apoyo y al resto de la izquierda, sobre todo con la denominada Ley Maldita de 1948, que proscribe al partido, persigue y encarcela a sus miembros. Los democratacristianos sólo han cedido a formar acuerdos cuando le favorecen a sus propósitos burgueses, tal cual lo hicieron durante el gobierno de la Unidad Popular, que junto con imponer una renovada Ley Maldita -‐Ley del control de armas-‐ para reprimir a la izquierda, se sientan a la mesa de negociaciones con el Partido Comunista para limitar el Programa de la UP. En los tiempos de selección de candidato presidencial en 1969, el Partido Comunista tuvo como candidato a la presidencia al gran poeta Pablo Neruda, que destilaba tranquilidad y dulzura en sus poéticos discursos, que llamaban a escucharle, aunque las propuestas políticas del Partido no eran las que quería encontrar el pueblo que sufría la crisis económica que administraba el gobierno democratacristiano de Eduardo Frei Montalba. Luego se forma la Unidad Popular y baja la candidatura de Neruda para apoyar a Salvador Allende. Fue el principal promotor de la “vía pacífica” y del reformismo durante el Gobierno de la Unidad Popular. Su discurso de “no a la guerra civil” -‐cuando la derecha había declarado la guerra al pueblo y al gobierno, el imperialismo ensayaba diversas formas para derrocar al Presidente y los sectores protofascistas derrochaban terrorismo por todas las latitudes del país-‐ desarmaba ideológica y políticamente a los sectores populares y buscaba poner freno a los sectores revolucionarios. Este partido tuvo mucha influencia en el Presidente Allende y mantenía la perspectiva chilena dentro del juego de la “guerra fría” mundial, que confirmó, en poco tiempo, la falta de apoyo estratégico del gobierno soviético a la Unidad Popular, cuando éste lo requirió para enfrentar los peores momentos de embate del imperialismo estadounidense. Se repetía en Chile lo que había ocurrido en Inglaterra en 1926 y en China en 1927 cuando la Tercera Internacional Comunista le negó apoyo a esos movimientos revolucionarios. Durante todo el gobierno de la Unidad Popular el Partido Comunista se opuso a la radicalización de las masas, que iniciaron la formación de organismos de poder popular en las fábricas y fundos, impidió que se tomaran en cuenta las propuestas del MIR y de otros sectores revolucionarios chilenos y recurrió a la confrontación y a tratar de deslegitimar a quienes impulsaban una táctica
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revolucionaria con el apodo de “ultraizquierdistas que le hacían el juego a la derecha”. Se alejó la conciliación entre las dos corrientes de la izquierda, lo cual debilitó al pueblo para prepararse y luchar contra el golpe. El Partido Comunista fue duramente reprimido por la dictadura militar y fueron asesinados importantes dirigentes, encarcelados y/o expulsados otros. Muchos dirigentes y militantes salvaron la represión asilándose y saliendo al exterior. La sangrienta experiencia impuesta por el gobierno estadounidense y la burguesía oligarca chilena, a través de la dictadura militar, no fue suficiente para que los comunistas tuvieran otra mirada política para el país, por lo cual siguieron fieles a los lineamientos de Moscú, sujetos a la guerra fría y a no facilitar el nacimiento de otra Cuba en el continente, salvo si ellos dirigían el proceso anclados en la concepción ortodoxa del marxismo mal aplicado y en el etapismo de la revolución139. Durante los años post golpe siguió defendiendo su posición y catalogando a los partidos y grupos revolucionarios como ultraizquierdistas y mostró su mayor sectarismo post Unidad Popular cuando para combatir al MIR publicó el documento “Ultraizquierdismo, Caballo de Troya del Imperialismo”, fomentando la división dentro de la izquierda chilena y la resistencia popular. Tuvo que pasar casi una década para que el Partido Comunista cambiara su posición y asumiera (luego de autocríticas desde el exterior y de que los soviéticos consideraran la legitimidad de la lucha en Centroamérica y África) “todas las formas de lucha” para enfrentar la dictadura. Este cambio dio origen a la formación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, FPMR (nombre de un destacado luchador por la independencia de Chile, que inició formas de guerrilla contra la ocupación española. Lo asesina el sector conservador de los tantos que conformaban las fuerzas anticoloniales chileno-‐argentinas). La nueva posición del PC lo acerca al MIR y las operaciones militares contribuyen de forma importante para concientizar sobre la necesidad de la resistencia armada, y a través de sus experiencias permitieron abonar a la unidad con los demás sectores revolucionarios del país que estaban en la resistencia. En el país sectores revolucionarios avanzaban en la táctica político-‐militar contra la dictadura, a través de formar la defensa de espacios populares y dirigentes sociales, sobre todo en la periferia de las grandes ciudades. El avance fue lento, debido a la fuerza y alto grado represivo de la dictadura, como a la falta de recursos financieros y materiales de la resistencia popular. La década de los ochentas fue la más represiva y durante la cual se impusieron los proyectos económico y sociopolítico de la dictadura. Esta década permitió coronar la aplicación de la estrategia del shock por los grupos transnacionales e ideológicos del monetarismo de Milton Friedman y su escuela de Chicago. Los resultados empobrecieron a las masas populares y ello contribuyó a ampliar la rebeldía y a terminar el reflujo social provocado por el golpe. Se inicia el fortalecimiento de la resistencia, que ya daba importantes pasos de organización y acciones populares y, aunque fuertemente reprimidos, se iniciaron limitados esfuerzos guerrilleros por el MIR en Nultume y Nahuelbuta a comienzo de los ochentas. La situación nacional y el influjo de la izquierda latinoamericana, que habían facilitado la aceptación del Partido Comunista de la táctica de “todas las formas de lucha” duró hasta 1987, cuando divide el FPMR y un sector de éste se separa del Partido y el que quedó se orienta a actividades de masas. El Partido Comunista retorna a viejos planteamientos de una alianza con la 139
Enl las discusiones dela III Internacional el estudioso y práctico del marxismo Mariátegui se enfrentó a quienes planteaban que para llegar al socialismo había que cubrir, previamente, las etapas del feudalismo y luego del capitalismo. La propuesta del luchador peruano era pasar de las comunidades indígenas al socialismo, sin etapas intermedias.
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democracia cristiana para lograr una salida negociada de la dictadura. Un factor detonante de esta marcha atrás y la salida de un grupo del FPMR fue el fracaso de acciones –incluida la Operación Siglo XX para desaparecer a Pinochet-‐, que generó la represión encarnizada de la dictadura contra dirigentes comunistas con la denominada “Operación Albania”. El sector del Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez, que asume la dirección y táctica de masas del Partido posteriormente, también, rompe con éste. Por su parte, el grupo que se separa en 1987 continuó su accionar; aunque debilitado se denominaron el Frente Autónomo. En 1988 convocan a la Guerra Patriótica Nacional, con la articulación de otros grupos armados y frentes de masas. Para estos años la izquierda integra diversos agrupamientos de partidos y la resistencia popular cobra mayor dinamismo y amplitud. La represión a los sectores revolucionarios diezmaron sus fuerzas, por lo cual se fue diluyendo la táctica político-‐militar en la resistencia, hasta que la negociación de las cúpulas de algunos partidos de la izquierda y la Democracia Cristiana negocian el Plebiscito con la Dictadura y el triunfo popular empieza a sacar a los militares de la presidencia; pero las cúpulas se lo apropian y excluyen al movimiento social en las definiciones de los programas de los posteriores gobiernos. Al golpe militar de septiembre de 1973 el Partido comunista tiene 51 años de funcionamiento, con importante presencia en las organizaciones obreras, campesinas y movimiento estudiantil, además de miembros en el Congreso Nacional. c) El Partido Socialista, PS. El Partido Socialista fue fundado en 1933, luego de una rica experiencia política en lo que fue la utópica República Socialista (12 días, dirigida por revolucionarios, y 100 días por sectores de derecha que utilizaron su nombre para gobernar). Posterior a esto, los diversos grupos con pensamiento socialista: Partido Socialista Marxista (Eduardo Rodríguez Mazer), Nueva Acción Pública (Eugenio Matte Hurtado); Orden Socialista (Arturo Bianchi Gundian), Socialistas Unificados y Acción Revolucionaria Socialista (Oscar Schnake) fundaron el Partido Socialista de Chile, el 19 de abril de 1933. En su Declaración de Principios el Partido Socialista adopta como método de interpretación de la realidad el marxismo, enriquecido y rectificado por todos los aportes científicos del constante devenir social. Plantea que el régimen de explotación capitalista, basado en la propiedad privada de la tierra, de los instrumentos de producción, de cambio, de crédito y de transporte debe necesariamente ser reemplazado por un régimen económico socialista en que dicha propiedad privada se transforme en colectiva. La producción socializada se organiza, según una planificación científica, en beneficio de toda la comunidad y la distribución se realiza conforme a las necesidades colectivas y no con fines de lucro o beneficio particular. Salvador Allende fue uno de los fundadores del partido. La organización del partido incorpora aportes novedosos con la formación de “brigadas” en los frentes de masas como juventud, mujeres, que comparte la acción política con los miembros de los núcleos orgánicos. Una aportación extraída del leninismo para vincular frentes sociales con partido. El Partido crece constantemente y en esa década fundacional se incorporan la Izquierda Comunista (sector trotskista escindido del Partido Comunista de Chile, liderado por Manuel
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Hidalgo Plaza) y otros grupos. El Partido Socialista mantiene su integración de corrientes político-‐ ideológica, que van mutando y formando bloques internos y externos. En el ámbito externo, en 1934 los socialistas, junto con los radical/socialistas (grupo escindido del Partido Radical) y el Partido Democrático, constituyen el denominado "Bloque de Izquierda". Más adelante, en 1938 contribuye a la formación del Frente Popular; luego, en 1956, impulsa la creación del Frente de Acción Popular (FRAP) al cual concurren varios partidos y eligen a Salvador Allende Gossens como candidato a presidente. En 1969, forma parte de la fundación de la Unidad Popular. Muchas de estas acciones políticas provocaron divisiones internas; pero cada corriente ha mantenido la vitalidad del socialismo en la sociedad chilena, aunque con diversas miradas y tácticas, y en tiempos de la Concertación con cambios en la base ideológica en la cúpula para sumarse al Consenso de Washington y neoliberalismo. En noviembre 1967, en medio de una agitación social contra el gobierno de Eduardo Frei, el PS realiza un Congreso en la ciudad de Chillán en el cual se legitiman todas las formas de lucha, dejando el camino abierto para la vía armada. Los aspectos más relevantes de este XXII Congreso se sintetizan en los siguientes acuerdos unánimes: “1.-‐ El Partido Socialista, como organización marxista-‐leninista, plantea la toma del poder como objetivo estratégico a cumplir por esta generación, para instaurar un Estado Revolucionario que libere a Chile de la dependencia y del retraso económico y cultural e inicie la construcción del Socialismo. 2.-‐ La violencia revolucionaria es inevitable y legítima. Resulta necesariamente del carácter represivo y armado del estado de clase. Constituye la única vía que conduce a la toma del poder político y económico y a su ulterior defensa y fortalecimiento. Sólo destruyendo el aparato burocrático y militar del estado burgués, puede consolidarse la revolución socialista. 3.-‐ Las formas pacíficas o legales de lucha (reivindicativas, ideológicas, electorales, etc.) no conducen por sí mismas al poder. El Partido Socialista las considera como instrumentos limitados de acción, incorporados al proceso político que nos lleva a la lucha armada. Consecuentemente, las alianzas que el partido establezca sólo se justifican en la medida en que contribuyen a la realización de los objetivos estratégicos ya precisados. 4.-‐ En 1957, el Partido Socialista formuló, en términos generales, la política del Frente de Trabajadores. La experiencia histórica nos permite enriquecerla en los siguientes términos: La Política del Frente de Trabajadores propugna la unidad de acción del proletariado, campesinos y clases medias pobres, bajo la dirección del primero. El Frente de Trabajadores se ve reforzado por la incorporación de sectores estudiantiles y de intelectuales revolucionarios a la lucha política por el 140 Socialismo. Postulamos la independencia de clase del Frente de Trabajadores…”
Este acuerdo partidario fue inhibido en 1969, al comprometerse en las elecciones presidenciales de la Unidad Popular. En todo caso, se mantuvieron en el grupo de miembros que habían asumido la política militar y que se habían integrado en el Ejército de Liberación Nacional Chileno, de convicción y apoyo guevarista a la guerrilla en Bolivia. Este Ejército hizo presencia política en 1968 con una movilización, toma y resistencia en el fundo San Miguel, con la participación e alrededor de 200 campesinos armados. Los denominados “Elenos” mantuvieron su ritmo político-‐militar interno y la concepción sobre el uso de la violencia revolucionaria. En 1970-‐1971 en el PS empieza a formar un aparato militar y una estructura de inteligencia para enfrentar las necesidades que 140
Julio Cesar Jobet. El Congreso de Chillán. Recuperado 10 de enero de 2014, de: http://www.socialismochileno.org/PS/index.php?option=com_content&task=view&id=461&Itemid=9
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imponía la lucha de clases en ese momento, ya que la derecha actuaba con grupos paramilitares y se detectaba la organización golpista al interior de fuerzas armadas. El Partido Socialista jugó un papel importante durante el gobierno de la Unidad Popular, aunque se imponía con frecuencia la estrategia del Partido Comunista en el conglomerado gubernamental. Tempranamente el PS empieza a manifestar diferentes corrientes de opinión interna respecto al proceso de la “Vía Chilena al socialismo” y un sector mayoritario se fue radicalizando, entre el cual se encontraba el Grupo denominado ELN y otros grupos, compartiendo posiciones con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Desde fines del año 1971 el PS comparte con el MIR y el MAPU la estrategia de impulso a la construcción de poder popular, de avanzar más allá del programa básico del Gobierno y de sensibilización sobre la necesidad de la acción político-‐militar para enfrentar la violencia de la derecha y el posible desenlace armado. Como el conjunto de la izquierda revolucionaria, los sectores radicalizados del PS siempre estuvieron en la defensa del Gobierno y del Presidente Allende, sin dejar de ser críticos a las posiciones reformistas que éste adoptaba. Al golpe militar el PS tenía 40 años de vida política. d) Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y el MAPU Obrero y Campesino (MAPU/0C)141 Este Partido político surge de una escisión del partido Demócrata Cristiano, debido a discrepancias sobre la línea ideológica y política en ese partido previo a las elecciones presidenciales de 1970. Fue fundado el 19 de mayo de 1969, desde sus inicios estuvo vinculado al campesinado y a los movimientos estudiantiles universitarios. Se declaró marxista e integró la coalición de partidos de la Unidad Popular. El Mapu fue un partido que mantuvo corrientes políticas en su interior, las cuales en las coyunturas difíciles del quehacer político del país se enfrentaban y provocaban divisiones. En 1971, una vez concluido un Pleno Nacional, se enfrentan dos corrientes: una promarxista y otra más tradicional y vinculada al cristianismo que se escinde y van a formar parte de la naciente Izquierda Cristiana. Posteriormente, el avance de la lucha de clases en el país y la radicalización del movimiento obrero, generó cambios al interior del Partido y en diciembre de 1972 se enfrentan dos corrientes: una vinculada a las propuestas del Partido Comunista y otra vinculada al proyecto de la izquierda revolucionaria que, desde la Asamblea de Concepción en Mayo de 1972, contribuye al impulso del poder popular y al trabajo en sindicatos y frente campesino. En el marco de las discusiones entre los sectores reformistas y revolucionarios dentro de la Unidad Popular y la reiteración del Partido Comunista de sacar del conglomerado de gobierno a los sectores revolucionarios que compartían acciones con el MIR, al interior del MAPU se produce una acción cupular del sector pro Partido Comunista para asumir la Dirección del partido. Al fracasar este grupo opta separarse, en marzo de 1973, y forma el partido MAPU Obrero-‐Campesino, que se mantiene dentro de la Unidad Popular, sobre todo porque dos militantes ocupaban ministerios en el Gobierno de Salvador Allende. 141
Historia Política legislativa del Congreso Nacional de Chile, Recuperado en enero de 2014: http://historiapolitica.bcn.cl/partidos_politicos/wiki/Movimiento_de_Acci%C3%B3n_Popu lar_Unitaria
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Ambos partidos sufren la represión de la dictadura; sin embargo se recomponen bases y participan en el movimiento de resistencia popular. El MAPU reorganizado en Chile presenta otra división cuando en el año 1981 la dirección plantea su disolución orgánica. En aquella oportunidad varios miembros se separan del partido y algunos se incorporan a la Convergencia Socialista. Posteriormente, otra división del partido da paso a la aparición del MAPU Lautaro, agrupación que surge de la juventud del Mapu en 1983, como producto del desacuerdo con el planteamiento de la dirección partidaria que impulsaba la “renovación socialista” y la disolución orgánica. La juventud mapucista asume como ideario político el derrocamiento del régimen militar a través de la rebeldía popular, y una movilización de masas. Sostuvo que para conseguir este fin, era necesaria la ‘movilización combativa, la lucha armada, la insurgencia y la rebeldía de masas’. Este grupo fue muy golpeado por la Dictadura y, luego, el primer gobierno de la Concertación por la Democracia, post-‐dictadura (Gobierno del democratacristiano Patricio Aylwin), le persiguió y aniquiló a muchos de sus miembros y a otros los encarceló. Tristemente, el operador de la represión contra el Mapu Lautaro y otros miembros de la izquierda revolucionaria, fue un miembro del Partido Socialista “renovado”, que hoy es diputado por ese partido. La mayoría de los dirigentes del MAPU y del MAPU OC, que se reunifican posteriormente, en 1985, salen de sus partidos y se incorporan al Partido por la Democracia en 1988 y al Partido Socialista. Una nueva generación de cristianos socialistas le da continuidad e impulsan un frente de masas denominado Movimiento de los pueblos y los trabajadores, formado en el 2009. e) La Izquierda Cristiana, IC. Este partido se forma en 1971, de una escisión de militantes de la democracia cristiana, quienes no estuvieron de acuerdo con la línea política de éste partido con relación al gobierno popular. Se declaran marxistas y se incorporan al bloque de la Unidad Popular. Define su perfil ideológico como cristiano y humanista y con ello se logra un encuentro con los marxistas para sumarse a la liquidación del capitalismo.142 Fue un partido proscrito durante la dictadura y en 1985 define su estrategia de movilización social y la generación de ingobernabilidad para la derrota política de la dictadura. En 1990 un grupo de dirigentes se incorpora al Partido Socialista y otro grupo lo hace en 1991, con lo cual el partido se reduce y en la actualidad la rearticulación de militantes trabaja en su reactivación. La Izquierda Cristiana, junto al MIR, un sector del MAPU y del Partido Socialista impulsaron propuestas y acciones revolucionarias y se opusieron a las negociaciones del gobierno de Salvador Allende con la Democracia Cristiana y a las propuestas del Partido Comunista que las promovía, porque esto buscaba detener el movimiento de masas. f) El Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR,
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Historia Política legislativa del Congreso Nacional de Chile, Recuperado en enero de 2014. http://historiapolitica.bcn.cl/partidos_politicos/wiki/Izquierda_Cristiana
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El MIR surge en el año 1965, el 15 de agosto, por iniciativa de organizaciones marxistas que se reúnen en un Congreso Fundacional, en Santiago. Concurren delegados de Vanguardia Revolucionaria Marxista-‐Rebelde (ex miembros del Partido Socialista, entre los cuales se encontraba Miguel Enríquez), del Partido Socialista Popular, del Partido Obrero Revolucionario (anarquistas), militantes del Partido Comunista (encabezados por Luciano Cruz), un sector del Partido Socialista Revolucionario, dirigentes sindicales articulados en torno a Clotario Blest (histórico dirigente de la Central única de Trabajadores, CUT) y trotskistas encabezados por Luis Vitale. Los 8 años de vida orgánica del MIR, cumplidos un mes antes del golpe de estado de 1973, enriquecieron la historia revolucionaria de la clase obrera y el pueblo chileno en diversos aspectos: La base ideológica mirista surge del marxismo-‐leninismo, incluyendo planteamientos anarquistas y trotskistas, que asume la vigencia de la revolución socialista a partir de que en el capitalismo existían las condiciones objetivas: a) La estructura política institucional del capitalismo descansaba y se reproducía en la explotación de la clase obrera, campesinos y otros sectores de trabajadores sin propiedad de medios de producción más que su fuerza intelectual y física. b) Se había desplegado la fase imperialista del capitalismo por todo el orbe y eran las transnacionales las que definían las condiciones del mercado y el qué y cómo producir y cómo distribuir, con base en una práctica de concentración del capital en cada vez menos empresas, c) Las burguesías nacionales latinoamericanas aplicaban una sobreexplotación de la fuerza de trabajo con el fin de quedarse con un porcentaje pequeño de la plusvalía y para permitir que la tasa de ganancia y concentración del capital en las transnacionales, ubicadas en los países centrales, no disminuyera. Los burgueses nacionales son parte de la cadena de explotación humana y de expoliación de recursos naturales que imponía el imperialismo. d) La práctica política de la democracia burguesa institucionalizada en los aparatos gubernamentales, judicial y legislativos, responden a la reproducción del poder de los dueños del capital y sólo generaba un pequeño espacio para partidos de izquierda y representaciones de éstos en los Congresos para legitimar el sistema. El parlamentarismo burgués ha sido siempre la “licuadora” capitalista para preparar y generar las leyes de opresión y exclusión social contra las mayorías sociales. Los cambios revolucionarios no podrán construirse desde allí, porque esta institucionalidad sólo encubre y justifica la dictadura del capital sobre el proletariado y sectores populares. Las esperanzas de cambios “desde dentro” que esperan lograr algunos partidos de izquierda, aun cuando pudieran -‐coyunturalmente-‐ tener mucha representatividad en el Congreso, se pierden por la aplastante “maquinaria” de la derecha para imponer sus intereses. e) Con base en la teoría de la dependencia, se explica que la única alternativa para terminar con la pobreza, la inseguridad y la explotación es la construcción de una sociedad socialista. El MIR planteaba que un aspecto fundamental que faltaba, para que se pudiera materializar la revolución, era la construcción de las condiciones subjetivas de la sociedad, la toma de conciencia de clase sobre la explotación y exclusión social, que diera paso a una organización política que
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trabajara para lograr la emancipación social y nacional. El paso de una consciencia en sí a consciencia para sí. Esta organización revolucionaria debía nutrirse ideológicamente del marxismo-‐ leninismo, considerado una guía para entender el capitalismo y orientar de forma dinámica el qué hacer político. El marxismo como instrumental y no como dogma es lo esencial para los revolucionarios y por esta razón el MIR se nutre de las experiencias de las revoluciones en Rusia, China y Cuba que mostraron cómo las mismas irrumpen en la periferia del sistema, en “los eslabones más débiles” del sistema (como afirmaba Lenin) y no se requiere una industrialización plena para que exista un proletariado u otras fuerzas sociales para ocupar la vanguardia revolucionaria. En los países centrales, Europa o USA ha sido imposible (hasta hoy) hacer una revolución socialista, entre otras cosas porque la explotación de los trabajadores es menor, el estado ofrece beneficios sociales mayores y copta sindicatos para neutralizar el movimiento revolucionario, amparado en las riquezas que sacan de los países subdesarrollados o dependientes. La revolución se hará allí donde las masas (urbanas y/o rurales) luchen y no exista un grupo de explotados que le imponga, por dogmas o decisiones externas, el cómo y el cuándo, sino que será la misma lucha la que vaya contribuyendo a afinar la táctica e indicará sobre la confrontación final. Las posiciones ideológicas y políticas del MIR se nutrieron del pensamiento latinoamericano, de los avances de la sociología latinoamericana, que logra definir la relación de nuestros países latinoamericanos (y por extensión, también del resto de los países pobres de varios continentes) con los países ricos de Europa y Estados Unidos de Norteamérica. Se analiza y se concluye que las condiciones que explican nuestra inserción como país en el sistema capitalista es una relación de dependencia. El estudio y conclusiones que permite la Teoría de la Dependencia permite obtener orientaciones muy importantes que forman parte del Programa y Estrategia mirista. En Chile era, y es, muy evidente el “desarrollo del subdesarrollo”, pues los resultados del sistema capitalista y la dependencia no sólo se aprecian en las relaciones internacionales, al interior vemos las diferencias entre los pequeños grupos de ricos (empresarios vinculados a las transnacionales) y la mayoría pobre que no logra trabajo permanente ni bien remunerado, las denominadas capas medias se empobrecen y se profundiza la desigualdad regional y se depredan los recursos naturales. Con base en lo anterior, nos podemos explicar que por qué la vía socialista y no la capitalista es la única para lograr el bienestar de todas y todos, a través de la realización de los diversos derechos humanos y de recuperar el equilibrio de la naturaleza. No podemos dejar de mencionar que varios miembros de la dirección y militantes del MIR eran avanzados estudiosos del marxismo-‐ leninismo y formaban parte de los círculos de trabajo intelectual revolucionario latinoamericano, que incorporan la experiencia de la Revolución Cubana, el pensamiento del Che Guevara y de diferentes grupos y líderes revolucionarios contemporáneos de la región y de otras latitudes, para darle una base sólida a la propuesta y práctica revolucionarias.143 143
Las concepciones fundamentales del MIR están escritas en su Programa, donde afirma: “La dependencia se rompe no con alianza con sectores burgueses populistas (Frei) sino con el rompimiento de la dominación de la burguesía...” más adelante expresa que “Sólo la revolución proletaria, es decir la conquista del poder por la clase obrera y el pueblo, la destrucción del aparato estatal burgués y la sustitución por un poder organizado por obreros y campesinos armados para terminar con los atrasos y la dependencia, con la explotación, la
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El trabajo revolucionario para generar las condiciones subjetivas en la sociedad chilena se venía haciendo, en parte, desde muchas décadas atrás. La izquierda tradicional, formada por los partidos comunista y socialista, logró avances importantes en la concienciación y organización de los obreros, campesinos y en las comunidades estudiantiles y empleados públicos. Aunque los planteamientos programáticos de estos partidos estaban influidos por el marxismo, y el partido socialista había avanzado más en su propuesta de construir el socialismo, la acción dominante de esta izquierda no generaba condiciones reales para la toma del poder. La base programática de estos partidos estaba inclinada hacia el reformismo del sistema capitalista, lo que les otorgaba presencia en el Congreso e incluso en gobiernos liberales. Por esta situación es que el MIR en su Declaración de Principios (1965) afirma que “Las directivas burocráticas de los partidos tradicionales de la izquierda chilena defraudan las esperanzas de los trabajadores; en vez de luchar por el derrocamiento de la burguesía se limitan a plantear reformas al régimen capitalista, en el terreno de la colaboración de clases, engañan a los trabajadores con una danza electoral permanente, olvidando la acción directa y la tradición revolucionaria del proletariado chileno. Incluso, sostiene que se puede alcanzar el socialismo por la ‘vía pacífica y parlamentaria’, como si alguna vez en la historia de las clases dominantes hubieran entregado voluntariamente el poder.” El MIR no estuvo de acuerdo con la propuesta de la “vía pacífica al socialismo”, porque la sociedad chilena estaba dominada por una cultura burguesa, una estructura económica y medios político-‐ militares dominados por el capital. Reiterada y tristemente la historia ha mostrado que es imposible derrumbar el sistema utilizando sus espacios o sus instrumentos y medios de control, porque la propia clase dominante se resiste a cualquier cambio que no le beneficie y es capaz de generar enfrentamientos sangrientos e imponer dictaduras para mantenerse en el poder. La historia de Chile demuestra con dureza y muchas pérdidas humanas estas situaciones. Por eso afirmaba el MIR que la propuesta del pacifismo, como única alternativa de lucha, desarmaba políticamente a los sectores populares (proletariado y aliados explotados). Esto explica su planteamiento en el artículo VII de la Declaración de Principios, respecto de que “El MIR se organiza para ser la vanguardia marxista-‐leninista de la clase obrera y capas oprimidas de Chile. La finalidad del MIR es el derrocamiento del sistema capitalista y su reemplazo por un gobierno de obreros y campesinos, dirigidos por los órganos del poder proletario, cuya tarea será construir el socialismo y extinguir gradualmente el Estado hasta llegar a la sociedad sin clases”.144 Este Movimiento/Partido fue el que asumió con mayor fidelidad los fundamentos del marxismo-‐ leninismo en su estrategia y formas de organización. La estrategia revolucionaria le orientó a formar frentes de masas importantes: El Frente de Trabajadores Revolucionarios, FTR, que logró ocupar alto nivel de representación en la Central Única de trabajadores de Chile, tradicionalmente conducida por el Partido Comunista; el Movimiento de Campesinos Revolucionarios, MCR, que fueron la punta de lanza en las ocupaciones de fundos y aceleración de la reforma agraria y fuerza importante en la formación de nuevas organizaciones agrarias; el Frente de Pobladores Revolucionarios, FPR, que estuvo a la vanguardia de las ocupaciones de terrenos urbanos y de la organización de los pobladores sin vivienda. Muchas de las poblaciones construidas por estas fuerzas fueron la simiente de las protestas y resistencia popular urbana contra la dictadura. En el ámbito estudiantil se formó el Movimiento Universitario de Izquierda, MUI, y el Frente de
opresión, el hambre y la miseria de los chilenos” 144 El Rojo y Negro: http://el-rojinegro.blogspot.mx/2012/04/declaracion-de-principiosaprobada-en.html. Recuperado en enero de 2014.
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Estudiantes Revolucionarios, FER, de los colegios medios. Estos frentes eran las “correas trasmisoras” de las políticas del MIR hacia el movimiento de masas y la fuente que nutría de miembros al partido. Muchos militantes de instancias nacionales del MIR formaban parte de los frentes para fortalecer éstos. g) El MIR y el Gobierno de la Unidad Popular Desde su fundación y hasta 1970 el MIR mantuvo una política de confrontación con el estado chileno, lo que motivó su persecución, represión y el encarcelamiento de varios militantes. Esto le obligó a trabajar desde la clandestinidad, con muchas dificultades. Su propuesta estratégica y programática expone el por qué no compartir los mecanismos de la democracia burguesa, sobre todo el Congreso y sus procesos electorales, por lo mismo no participa en las elecciones como partido, aunque sus miembros lo hicieran, tanto en la elección para elegir al Presidente Allende y durante el gobierno popular, en las elecciones parlamentarias de 1972. Su planteamiento de “Voto más Fusil” expresaba la necesidad de generar niveles de conciencia popular que sobrepasaran la democracia burguesa y fomentara un proceso que debía avanzar hacia la toma del poder145 . Distinto era en los frentes de masas, en los cuales alentaba los procesos electorales para ganar representación social en las bases y conducción de los frentes. Esto no estuvo exento de confrontaciones con los sectores no revolucionarios del Gobierno. Con todas las dificultades materiales y orgánicas que significaba salir de la clandestinidad en 1970, luego de una amnistía que impulsó el Presidente Allende en diciembre de ese año, el MIR tuvo claro que el imperialismo y la burguesía oligárquica nacional eran el enemigo, que no dejarían gobernar a Allende y atentarían contra su vida. Aun por encima de las diferencias con el Programa de la Unidad Popular, el MIR definió suspender todo tipo de acción armada y se compromete con un apoyo crítico al gobierno y de apoyo a la organización y movilización social. El MIR consideró que con el gobierno de Allende se iniciaba un período prerrevolucionario, esto debido a que “Corresponde a un momento histórico en el cual se desarrolla un proceso de agudización de la lucha de clases, con un ascenso del movimiento de masas, aumento de la actividad del pueblo y en especial con una elevación de los niveles de conciencia de la clase motriz” (“Análisis del periodo”, Documento Público. Comisión Regional Santiago del MIR, 30 de octubre de 1972). Esta dinamización en el movimiento de masas hacia 1970, que conllevó a una agudización social, fue uno de los factores que produjeron la victoria electoral y la posterior elevación de los niveles de conciencia de clase, que en palabras del MIR, no podía considerarse como la conquista del poder. “Este solamente se podría alcanzar con la instauración de la dictadura del proletariado, a partir de una insurrección armada, y la destrucción violenta del Estado Burgués.146. El MIR mantenía su línea estratégica definida en su fundación; pero no pensó que en el Gobierno Popular 145
El MIR plantea en su Programa: “lo que corresponde realizar en Chile es una revolución proletaria, la conquista del poder político por los obreros y demás sectores populares, para construir una economía orientada socialmente por el interés de la mayoría y con participación de grupos no proletarios que amplíen la participación a toda la sociedad involucrada en la construcción del socialismo” 146
Pedro Naranjo.“El MIR y el resultado electoral” Documento público del Secretariado Nacional. Septiembre de 1970; Miguel Enríquez y el Proyecto Revolucionario, LOM y el Centro de Estudios Miguel Enríquez (CEME), Santiago, Chile. 2004.
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sería tan difícil pasar al período revolucionario, sobre todo por las dificultades dentro de la misma izquierda chilena. Su claridad teórica y consecuencia revolucionaria no fueron suficientes para materializar los objetivos planteados. El compromiso con el Presidente Allende fue muy sólido ya que, además de suspender las acciones armadas, pone a su disposición un grupo de militantes para su seguridad, que fueron la semilla de lo que después fue el Grupo de Amigos del Presidente, GAP, encargados de la seguridad de Allende. EL GAP mirista se mantiene hasta mediados de 1972, y se retira por el incremento de contradicciones con la Unidad Popular, especialmente con el Partido Comunista. Las tensiones con el PC venían de antes y fueron crecientes, incluso ataques que habían llegado al asesinato, por las Juventudes Comunistas, de un miembro del MIR en diciembre de 1970, en un confuso incidente en la Universidad de Concepción. En el periódico comunista, El Siglo, los ataques eran permanentes y debe intervenir el Presidente Allende para bajar el tono de acciones y diatriba sectaria del PC. En conversaciones entre el MIR y al UP se logra que el PC se comprometa a frenar sus ataques y sectarismo. Con el resto de la UP las relaciones miristas fueron diferentes, muy fraternas y coincidentes con los socialistas, mapucistas, izquierda cristiana y el partido y la juventud radicales. En poco más de cinco (5) años de existencia el MIR crece vertiginosamente a partir de 1970, lo cual le genera problemas para asumir adecuadamente la relación partido-‐frente, ya que la radicalización del movimiento popular fue muy amplia y rápida, todo esto puso en riesgo la clandestinidad de muchos cuadros político-‐militares, lo que tuvo su costo posterior (en los primeros meses del golpe), ya que la represión centró sus golpes en la izquierda revolucionaria. Centenas de militantes fueron muertos, torturados y presos. Frente al golpe de estado el MIR reforzó su compromiso ético revolucionario de estar siempre junto al pueblo, por lo cual definió la política de NO ASILO (EL MIR NO SE ASILA), para quedarse en el país contribuyendo al repliegue y la posterior resistencia popular. El propio Miguel Enríquez, Secretario General del MIR, encabeza esas acciones y logra reorganizar a parte importante del partido, en el período en el cual la dictadura desató la más feroz represión. Por decisión del Comité Central muy pocos miembros de Dirección salen del país a organizar la retaguardia externa, a partir de la organización de los miembros que habían sido expulsados del país por la dictadura y el fomento de su trabajo político en la denuncia contra el gobierno militar y en tareas de solidaridad con el movimiento popular y el partido. Adicionalmente, tenía que seguir con el trabajo de organización de la Junta de Coordinación Revolucionaria del Cono Sur. La decisión ética-‐política mirista de no asilarse costó la muerte, encarcelamiento y exilio de muchos militantes; aunque su aporte fue importante para contribuir a un repliegue organizado de las fuerzas revolucionarias y populares, el costo fue muy alto y, entre otros, cayó abatido, enfrentando a fuerzas militares de la dictadura, el propio Miguel el 4 de octubre de 1974. Hubo demasiada confianza en algunas áreas del Partido y se cometió el error de magnificar la capacidad de respuesta de los sectores populares y de subvalorar la fuerza represiva de la dictadura. La pérdida de Miguel fue un daño irreparable para el MIR y los sectores revolucionarios del país y del Cono Sur. La falta de su claridad ideológica y agudeza política se mostraban frecuentemente en la resistencia y en la dirección revolucionaria. h) El Nuevo Internacionalismo y la Coordinadora Revolucionaria del Cono Sur
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La influencia de la Revolución Cubana en la izquierda latinoamericana ha sido muy importante en el cambio en la estrategia revolucionaria, luego los escritos y práctica del Che Guevara vinieron a plantear la necesidad de la Continentalidad de la revolución. La estrategia del socialismo en un solo país no era compatible con la realidad latinoamericana ni con la necesidad de apoyar a la Revolución Cubana, se requería enfrentar al imperialismo en muchos frentes y territorios, por ello fue correcto impulsar la tarea de crear “Un, dos, tres Vietnam”. Los revolucionarios habían concluido que la lucha en América Latina sería larga y difícil, porque el imperialismo generaba cotidianamente nuevos mecanismos de opresión y control de las fuerzas armadas de la región. En su primera conferencia de la Organización Latinoamérica de Solidaridad (OLAS), en Julio de 1967 en Ciudad de la Habana, se aprobó un documento que señalaba: “la lucha revolucionaria armada constituye la línea fundamental de la Revolución en América Latina”. Esto fue desaprobado por muchos partidos comunistas latinoamericanos que seguían la línea de lucha no militar y a favor del método parlamentario divulgado por el reformismo soviético. Sin embargo, los partidos y grupos revolucionarios se empezaron a comprometer en esta propuesta y ello da sus frutos en la Junta de Coordinación Revolucionaria del Cono Sur, JCR. Los primeros pasos de integración se manifiestan en 1968 por el Ejército de Liberación Nacional de Bolivia (ELN), el MIR de Chile, el Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros de Uruguay (MLN-‐T) y el Partido Revolucionario de Trabajadores de Argentina (PRT-‐A). Para el caso de Chile, el proceso iniciado fue favorecido por el triunfo de Salvador Allende, lo que permitió la llegada de revolucionarios de países vecinos, en calidad de asilados políticos, y entre ellos miembros de las organizaciones que formaron la JCR. En noviembre de 1972, en Santiago de Chile, el Secretario General del MIR, Miguel Enríquez, dirigió una reunión en la que participaron 8 miembros de la Comisión Política del MIR de Chile, tres miembros del Buró Político del PRT-‐A, y tres miembros de la Dirección Nacional del MLN (T) y se concuerda en la necesidad de dar paso a una nueva organización internacionalista, que partiría inicialmente con las tres organizaciones participantes, y coordinara las luchas revolucionarias en el cono sur de América Latina, a partir de la experiencia adquirida en el combate popular por cada una de ellas. Posteriormente el ELN Boliviano, afirma que coincide con todo lo propuesto y ello inicia el andar institucionalizado de la Junta Coordinadora del Cono Sur. El golpe de estado en Chile obligó cambiar la sede de los trabajos de integración y se traslada a Argentina, con gran entusiasmo del PRT-‐A. Con el propósito de que se discuta por las cuatro organizaciones, a fines de 1973 se entrega documento para la discusión interna a fin de lograr una declaración conjunta. En febrero de 1974 se difunde un comunicado que oficializó públicamente la existencia de la Junta de Coordinación Revolucionaria del Cono Sur. Dicho documento llamaba a los explotados latinoamericanos, a la clase obrera, los campesinos, a los pobres de la ciudad, los estudiantes e intelectuales, los cristianos revolucionarios y a todos aquellos elementos provenientes de las clases explotadas, dispuestos a colaborar con la justa causa popular, a tomar la decisión de las armas e incorporarse activamente a la lucha revolucionaria antiimperialista y por el socialismo. Este aporte de los revolucionarios del Cono Sur marcó una época en la región, ya que muchos militantes del PRT-‐ERP, del MLN-‐Tupamaros, del PRT-‐ELN boliviano y del MIR contribuyeron a los movimientos revolucionarios de Centroamérica y enfrentaron con alta consecuencia la contrarrevolución imperialista en el continente. Además de Edgardo Enríquez (hermano de
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Miguel) y el “Trosko” Fuentes, cayeron varios compañeros cumpliendo tareas internacionalistas definidas por la JCR, como Domingo Villalobos Campos y el Gringo Swante Grände, que luego de salvarse de la represión al grupo guerrillero de Neltume (sur de Chile) se incorporan a la guerrilla impulsada por ERP en Tucumán147. El MIR tuvo la claridad política para contribuir a impulsar la Junta de Coordinación Revolucionaria de Cono Sur como factor movilizador en la región; pero también como una necesidad de los países que buscaban construir el socialismo. En su Programa plantea que “Conscientes de la historia de la lucha de clases y de los avances revolucionarios en el ámbito internacional, se tiene como lección el hecho de que, para fortalecer y consolidar una economía y sociedad socialistas, es necesario que el poder proletario se haya establecido en varios países de la región, de tal manera que se integren procesos productivos y de intercambio de bienes, para que cada cual crezca con un soporte científico-‐tecnológico y mecanismos de intercambio y transferencias independientes del imperialismo” j) Sobre la Violencia y la política Un importante aspecto que vale la pena hacer MEMORIA para el FUTURO es el relacionado con la Violencia en la política chilena (y en todas las latitudes planetarias), ya que su definición y práctica dividió a la izquierda. La historia nos muestra que la política ha incorporado, con el paso del tiempo, cada vez más la violencia como medio para defender o imponer gobiernos, sobre todo cuando se define la continuidad o el cambio del sistema socioeconómico prevaleciente en el marco de una lucha de clases. Los sectores denominados reformistas insistieron, hasta los días del golpe militar, que el socialismo debía alcanzarse por la vía pacífica y evitar la violencia, lo cual contenía una paradoja de la propia lucha de clases, que reconoce el enfrentamiento cotidiano entre ellas; desconociendo, por lo demás, la historia de la humanidad y los contenidos del propio marxismo. Carlos Marx, en carta a Ludwig Kugelmann del 12 de abril de 1871148, le decía: “Si te fijas en el último capítulo de mi Dieciocho Brumariohttp://www.marxists.org/espanol/m-‐e/cartas/m12-‐4-‐ 71.htm -‐ fn0, verás que expongo como próxima tentativa de la revolución francesa no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-‐militar, como venía sucediendo hasta ahora, sino demolerla, y ésta es justamente la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente.” Desde que en la humanidad se gesta la división entre los que poseen los medios de vida y los que no los tienen, se establece lo privado, o lo que excluye al otro del uso o disfrute de algo que había sido de todos. Ese algo, que son los bienes naturales o los transformados por el trabajo, se constituye en el objeto de disputa, por lo cual los poseedores establecen medios para asegurar su propiedad privada, y surgen instituciones y normas que constituyen aspectos fundamentales del Estado. Conforme se incrementa la población, y los requerimientos de bienes se amplían, la disputa aumenta, como también los medios para proteger la propiedad privada. El Estado genera una cultura al respecto y crecientes leyes para castigar a quienes no respeten la propiedad 147
Bravo Aguilera, José M. De Carranco a Carrán. Editorial LOM 2012. Santiago, Chile. Carta de C. Marx. http://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/m12-4-71.htm. Recuperado en enero de 2014. 148
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privada. La defensa y el castigo en torno a la propiedad se traducen en políticas que impulsa el estado burgués, con medios de violencia y para exterminar a quienes disienten, asegurando, así, el estatus de posesión y dominio de los dueños de los bienes. Si miráramos las relaciones humanas y al mundo sólo con el prisma de los poseedores, que preconizan su derecho a poseer y excluir, tendríamos que reconocer que existirían humanos sin posibilidades de vivir, porque no cuentan con el derecho de acceso a los bienes. La incorporación de los derechos humanitarios es lo que nos permite ver más ampliamente el mundo y concordar que todos tenemos derecho a la vida y, por lo tanto a “los bienes terrenales del hombre” (parafraseando a Leo Huberman). Pero la codicia se ha instalado en la cultura y es la práctica del sistema capitalista y sus poseedores. Se imponen estructuras y formas de relaciones sociales que se aplican con violencia contra quienes protestan o tratan de hacer que se socialicen los recursos. Esto es lo cotidiano y la forma de entender y proyectar las relaciones humanas en las sociedades de clases se mantienen en constante conflicto. Por más que se explique desde la ciencia y desde algunas religiones que todos somos iguales, que no deben haber excluidos, ni pobres, ni nadie que muera de hambre, los poseedores no cambian sus prácticas y, al contrario, cada vez más incrementan los medios de la violencia para proteger su propiedad privada. Frente a la violencia sistémica de los grupos dominantes, dueños del capital y los bienes, que se ejerce a través de diversos medios del estado (leyes, fuerzas armadas y policías, exclusión social y explotación, entre otras), los sectores sociales dominados buscan romper esa condición de dominación que impone el capitalismo, porque les impide lograr dignidad y desarrollo, y para ello se integran en organizaciones sociales y políticas que, para subsistir, crecer y enfrentar a la clase excluyente, deben recurrir a integrar formas de poder dentro las cuales la violencia es una expresión de ellas. En este recuento general de la Memoria, nos debe quedar claro que el uso de la violencia por los oprimidos, por quienes buscan la concordia humana, no trata de la violencia por sí misma (que se entendería dentro de lo delincuencial o del terrorismo), sino de una actuación que va en contra la violencia institucionalizada por el estatus y el poder existentes del capitalismo en todas sus manifestaciones (económica, política, psicológica y militar). La historia nos ha mostrado que mientras más se debilita la clase dominante más amplifica la violencia que contiene su cultura y sus estructuras de dominación y, en última instancia, utiliza el instrumento específico creado para defenderle: las fuerzas armadas, que irrumpen dejando su estela de muerte. Por lo mismo, los sectores sociales que buscan la libertad y el socialismo deben recurrir al uso de la violencia para contener la represión o el exterminio, transformándose en una necesidad para proteger la vida. Ahora bien, la violencia revolucionaria forma parte de los medios para lograr su triunfo estratégico, y va desde la protesta callejera, la desobediencia civil, los actos de agitación y propaganda de propuestas revolucionarias hasta la organización de fuerzas especiales para enfrentar a los recursos militares de la derecha, si ésta no acepta los cambios sociales que proclaman las mayorías. Por lo cual, la violencia para los revolucionarios: • Es un medio para defender su organización y a sus aliados, frente a las acciones que lleva a cabo el estado y los paramilitares de los partidos de derecha, para impedir que las fuerzas revolucionarias avancen.
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Es una herramienta para acompañar la acción política de masas y la propaganda. Es un factor de defensa de los avances revolucionarios y surge del poder que van logrando las masas en la lucha. Es una línea de educación y organización de los partidos y bases sociales para que se conozca la fuerza del estado y partidos burgueses, sobre todo en la perspectiva de un enfrentamiento que provoquen las fuerzas armadas y partidos de derecha, como último recurso para defender su estatus.
Como hemos dicho, el uso de la violencia que logran ejercer los revolucionarios es una necesidad impuesta por el capitalismo y sus formas de dominación, y sólo se justifica cuando forma parte de un Programa Revolucionario acordado por los sectores oprimidos y explotados. Los revolucionarios no buscan iniciar la guerra civil o el enfrentamiento con las fuerzas armadas como medios para definir el poder y los destinos de la nación. Es una respuesta para la defensa de sus derechos. Por ello, durante el largo proceso de lucha de clases, que es desigual y desventajoso para el proletariado y sus aliados, se explicitan los objetivos de la violencia revolucionaria y se reitera la necesidad de ella para vivir en paz, con equidad y seguridad, buscando evitar el enfrentamiento armado. Pero la historia ha demostrado que los grupos dominantes de la derecha buscan la lucha armada y la inician, por lo mismo, la formación de una fuerza militar revolucionaria se impulsa como medida de contención y defensa y, luego, para lograr imponerse al capitalismo destructivo, ya que es un sistema que atenta permanentemente la vida y pone en peligro a toda la humanidad (actualmente con las crisis de todo tipo, sobre todo la socioambiental). La violencia revolucionaria es la contra-‐violencia frente al capitalismo bárbaro. Por las condiciones históricas de la sociedad chilena, la izquierda revolucionaria no se planteaba la única posibilidad de formar grandes ejércitos revolucionarios, aún cuando se conocía el carácter reaccionario y conservador de la derecha y del barbarismo estadounidense. También se planteaba atraer a sectores de las fuerzas armadas hacia posiciones populares y revolucionarias que, junto con debilitar las fuerzas de la derecha, contribuyeran a respaldar los avances de la izquierda. Se tenía presente la acción de grupos de las fuerzas armadas en 1924 y en 1932, cuando se pusieron a la cabeza de demandas populares. Ninguna de las dos opciones se logró y el 11 de septiembre de 1973 nos quedamos esperando el rompimiento de las fuerzas armadas y el reparto de sus armas a los grupos sociales organizados. ¿Qué falló?, sin duda incidió el desarme y represión que se generó en los militares y marinos democráticos y revolucionarios después del levantamiento conocido como el Tanquetazo, del 29 de junio de 1973. Esta acción, caracterizada por algunos como un ensayo para el golpe, fue detenida por la acción del General Prats y porque muchos oficiales y suboficiales se negaron a acompañar la aventura. Allende no quiso intervenir en las fuerzas armadas para respaldar a los militares, marinos y aviadores democráticos y sacar de las instituciones a los golpistas. La negativa de los antigolpistas para respaldar el Tanquetazo sirvió para identificarlos y los días previos al 11 de septiembre fueron detenidos o impedidos de accionar para defender al Gobierno. Pero además de la identificación de los miembros de la fuerzas armadas que podían defender el proyecto popular y revolucionario, el Tanquetazo le sirvió la derecha y al imperialismo para evaluar la respuesta de la izquierda y del gobierno. Este acto sedicioso y la acumulación de atentados de los grupos paramilitares de los partidos de la derecha, como de los allanamientos y represión en industrias y zonas populares que hacían las fuerzas armadas, fueron la demostración muy clara de la aplicación de la violencia por la burguesía. La defensa popular a esa violencia no se
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logró porque no se contaba con la decisión política por parte del gobierno ni con los medios por parte de los revolucionarios. Durante el Tanquetazo no hubo manifestación político-‐militar por los sectores revolucionarios, porque ni el MIR se decidió a repartir las armas al pueblo -‐que uniformados izquierdistas estuvieron dispuestos a entregar-‐ por temor a provocar un enfrentamiento con el gobierno y dividir el movimiento popular, ni el gobierno propuso tareas para dar un salto cualitativo frente a la derecha golpista al momento de detenerle su aventura. Los miles de rodearon el Palacio de la Moneda, para respaldar al Presidente, incluidas las fuerzas con las banderas rojinegras del MIR, se alarmaron al ver que no había armas ni grupos armados para defender el gobierno o para emprender acciones que acompañaran la fuerza combativa del movimiento popular de esos días. Este fue el momento crucial en el enfrentamiento de la derecha y la izquierda chilenas y definió que la “vía chilena al socialismo” y la estrategia de los revolucionarios no logró unirse para emprender el combate para destruir la burguesía. El inmovilismo que provocó el llamado a los cientos de miles que estaban en la calle, para que “volvieran a sus casas” les desmoralizó y atemorizó, pues los sectores más conscientes entendieron que fue el indicador que le mostraba al imperialismo y a la derecha que tenían condiciones para dar el golpe. Los análisis sobre el “problema militar” en la izquierda cobró más fuerza con el Tanquetazo, pero se quedaron chicos para reconocer la falta de recursos por los grupos revolucionarios. El MIR no tuvo el tiempo ni recursos para llevar su propuesta de guerra popular y prolongada al mismo compas que la proclama política de poder popular y avance de las masas. Tampoco lo tuvieron los socialistas, mapucistas y los de izquierda cristiana que habían abrazado la estrategia de todas las formas de lucha para enfrentar la reacción derechista y al imperialismo. En términos generales, se cometieron errores y fallas de logística, que acusaron debilidades en la acción política-‐militar del trabajo de masas y, también incidió la tardanza de los revolucionarios en definir a tiempo si se seguía apoyando al Presidente Allende y su Programa reformista o se rompía con él, lo cual impidió haber impulsado el Programa propio. Teóricamente los revolucionarios tenían claro lo relacionado con la violencia en la lucha de clases y la posible guerra popular; pero en la práctica hubo insuficiencias que es necesario descubrir y analizar para sacar lecciones que sirvan para la actualidad y, sobre todo, para el futuro. k) Formación del Poder Popular Toda acción revolucionaria hacia el socialismo pasa por las masas y su dirección, en una constante acumulación de fuerzas para desgastar las del enemigo: la derecha capitalista. Se trata de una disputa del poder y de la necesidad de generar nuevas instituciones que vayan dándole cohesión y cimientos para escalar la lucha. Por ello, la generación de organizaciones sociales, que integren las diversas acciones y frentes políticos que abanderan los explotados y sus aliados, se deben construir desde los primeros avances de esta larga lucha (o guerra prolongada-‐valga aclarar que esta guerra no sólo es enfrentamiento militar, sino, sobre todo, movimiento creciente de masas-‐). Las experiencias históricas en la creación de organizaciones de trabajadores y obreros, de los liberales a mediados del siglo XIX y luego anarquistas y socialistas a finales de ese siglo, fueron los
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primeros pasos en estos avances populares. El poder de las mancomunidades y los sindicatos le permitían voz y sociabilidad a los explotados y con ello enfrentaban a los explotadores de la época. La corta experiencia de la República Socialista de 1932 ofreció espacio para las propuestas sobre la generación de poder popular, que no fructifican por la propia derrota de esa gesta social. En 1969, la recién formada Unidad Popular impulsó la organización de los Comités de Unidad Popular para fortalecer la campaña presidencial de Allende. Los CUP’s crecieron y se multiplicaron por todo Chile integrando a miembros de los diversos partidos y personas sin partido que realizaban tareas de información y propaganda. Estos comités fueron muy exitosos y mostraban la integración de la coalición desde la base, con cierta autonomía operativa y sin la conducción de un partido específico. Resueltas las elecciones y con el triunfo de Salvador Allende, estos Comité se fueron desarticulando hasta desaparecer. Muchos pensaron que estos Comités eran la semilla del poder popular que requería todo proceso revolucionario; sin embargo no se logró y las masas retornaron a sus partidos o a sus frentes laborales o la vida comunitaria para ser espectadores de los acuerdos de cúpulas. La línea estratégica sobre el Poder Popular, impulsada desde la izquierda revolucionaria, fue otro factor de confrontación con el sector reformista o etapista. Detrás de las divergencias estaban las distintas concepciones sobre la revolución y el “control” del movimiento de masas. Coyunturalmente, también tenía que ver con el interés del Partido Comunista y del Presidente Allende de contener el movimiento de masas para facilitar acuerdos con la Democracia Cristiana, que les permitiera evitar la polarización y con ello la inestabilidad del gobierno (cuestiones muy loables; pero se debía saber de antemano que no llegarían a buen resultado para el avance popular). Por otra parte, el impulso de instancias de poder popular obedecía a la propuesta de los partidos articulados como la izquierda revolucionaria y a los trabajadores más radicalizados, con el fin de “avanzar sin tranzar”, más allá del Programa de la Unidad Popular y de fortalecer el apoyo al gobierno desde la base trabajadora y no con acuerdos cupulares con el sector más activo de la oposición. Miguel Enríquez planteó en marzo de 1972 la necesidad de impulsar la formación de Consejos Comunales de Trabajadores, para que fueran asumiendo tareas de poder local (declaración del 1 de marzo en El Rebelde N° 21) y explicita, más adelante, que en los Consejos Comunales de Trabajadores se integrarían los diversos sectores sociales, bajo la conducción del proletariado industrial, para establecer una alianza de clases que posibilitara avanzar en el proceso revolucionario. El Mir estuvo seguro y convencido de que la coyuntura política era ideal para llamar a la clase obrera y al pueblo a “Crear, crear, poder popular”. Un germen de poder popular, que logró avances ejemplares, fue el Cordón industrial, que integraba a obreros de un grupo de empresas que se ubicaban en un espacio cercano y también participaban los grupos sociales que quedaban dentro del perímetro establecido por el Cordón. Uno de los primeros y más combativos fue el Cordón Cerrillos, en la zona de Maipú-‐Santiago, que integraba alrededor de 250 empresas de diversos rubros y con unos 45 mil trabajadores. Surge allí porque existían muchos conflictos entre trabajadores y dueños de las empresas, entre otros por el sabotaje de sus dueños para reducir la producción y provocar desabasto. Muchos Cordones surgieron en ciudades de provincia y fueron ocupando la atención política de los sectores populares del país.
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En las empresas donde la militancia sindical pertenecía al Partido Socialista o al MIR, se avanzó en la disposición de clase para promover nuevas formas de organización. En la fábrica textil Yarur, de Santiago, se logró un alto el nivel de organización y de contenido en las asambleas de los trabajadores, ya que se discutía de política contingente, de la orientación productiva de la fábrica y de la participación en los cordones industriales en formación. En las empresas de Yarur, en Tomé, provincia de Concepción, sucedía lo mismo y desde allí el MIR elige a su representante nacional en la dirección de la Central Única de Trabajadores, CUT. Sin duda que estos gérmenes de poder popular rebasaban la tradicional organización obrera de los sindicatos y la CUT nacional, por ello el Partido Comunista y los sectores gradualistas del partido socialista se oponían. El control sindical lo ejercían mayoritariamente los partidos más antiguos (Comunista y Socialista), que los habían formado sólo en la lucha reivindicativa y no en la perspectiva revolucionaria. El Partido Comunista, con alrededor de 50 años de vida orgánica, disputaba la mayoría con el Partido Socialista, con 40 años de antigüedad. La tercera fuerza era la democracia cristiana y los sectores externos a la Unidad Popular. El MIR, con 5 años de vida orgánica, tenía una base obrera pequeña, pero que crecía vertiginosamente mientras más el denominado reformismo hacía concesiones a la derecha o desmovilizaba a las bases trabajadoras. Aunque el MIR no se planteó la formación del Poder Popular para quitarle la conducción de los obreros sindicalizados (Unos 700 mil en el año 1970, que no eran todos los obreros del país, porque la mayoría de los sindicatos de las medianas y pequeñas empresas no pertenecían a la CUT), el Partido Comunista temía por esa posibilidad y evitaba que sus sindicatos se integraran a los Cordones o a los Comandos Comunales. Para hacer Memoria sobre el Poder Popular en Chile, podemos resumir que esta fue una primera experiencia histórica en que se inició, en el país, la institucionalización política democrática participativa, en un espacio social y territorial común de la clase obreras y sus aliados, para que pudieran iniciar la construcción de bases orgánicas para la sociedad socialista. La coyuntura en la cual toma mayor fuerza la generación de Cordones y de Consejos Comunales fue durante y posterior a las acciones insurreccionales de la derecha en octubre y noviembre de 1972. El 6 de octubre el Senado, de mayoría opositora, declara ilegítimo el gobierno de Salvador Allende planteando, entonces, que es legal rebelarse, lo cual da pié para el anuncio, el 7 de octubre, del paro de los transportistas, que se inicia el 11 del mismo mes. Los dirigentes de la derecha declaran que comienza “la resistencia civil contra el comunismo”. Se suman el gremio del comercio, trabajadores del cobre y otros gremios. Para detener la embestida reaccionaria Allende cambia ministros y coloca militares y miembros de la CUT (comunistas) en el gobierno. Esto frena temporalmente la embestida de los sectores de la derecha al ver a los militares en el Poder Ejecutivo. Recordemos que la derecha había definido recuperar el gobierno a través de las fuerzas armadas. Fue la movilización de los cordones industriales y de los comandos comunales la más activa en la defensa y soporte social del gobierno durante la crisis de octubre y más tarde en junio de 1973; sin embargo, no fue suficiente para que el Presidente Allende les hiciera caso a esos trabajadores, en particular a la carta que le enviara la Coordinadora Provincial de los Cordones Industriales de Santiago, el 5 de septiembre de 1972, en la cual le planteaban que “si usted no confía en las masas, si continúa tergiversando y buscando alianzas parlamentarias con la Democracia Cristiana o integrando a los militares en el Gobierno, usted tendrá la responsabilidad de la masacre fría de la
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clase obrera más organizada de América Latina”. El peso del denominado reformismo era muy fuerte y no permitió que se desarrollaran los gérmenes de poder popular, aun cuando fue una fuerza de defensa del Gobierno; pero éste estaba decidido a no salirse un ápice de la “vía Chilena al socialismo”, por lo tanto respetar el estado de derecho burgués, su parlamento y evitar la vía revolucionaria. El hecho que tuvieran propuestas que rebasaban el Programa de la Unidad Popular y se perfilaran como nuevas organizaciones sociales, que no estaban manejadas por los sectores tradicionales de la izquierda, dificultó su crecimiento. Entre los planteamientos que empezaron a reiterarse en estas nuevas organizaciones fueron: la exigencia de una Asamblea Constituyente y el cierre del Parlamento burgués (retomando la propuesta del MIR en mayo de 1972 en Concepción), el abastecimiento bajo control popular, una intervención política en las fuerzas armadas para sacar a los reaccionarios, el control obrero de la producción, la reducción a 40 hectáreas de riego el área agrícola que quedaba para los patrones en los fundos expropiados, entre otras propuestas. Los enfrentamientos entre los sectores revolucionarios, impulsores del poder popular, con el rechazo de los reformistas y el Presidente confunden a importantes sectores populares y debilitan la lucha en los momentos que más se necesitaba avanzar. Lo paradojal fue que los propios impulsores planteaban que el poder popular -‐aun cuando eran organismos independientes y autónomos, que no formaban parte de la estructura gubernamental ni manejado por los partidos-‐ no era contradictorio con el Gobierno de Allende y actuaba, también, en su defensa. Si bien la propuesta política de construir poder popular, a partir del control de empresas y áreas territoriales, de vincularlo con la construcción de la institucionalidad que se requería para avanzar hacia el socialismo a partir de la unidad de la clase obrera con el resto del pueblo fue válida, las condiciones de la lucha, la división de la izquierda, la falta de una mayor incidencia de los sectores revolucionarios en el proceso, el aceleramiento de la derecha para desatar la confrontación y la debilidad del gobierno impidieron su maduración. En los hechos, existió una incapacidad en los sectores revolucionarios para disputarle al sector reformista la conducción del movimiento de masas. La propuesta del Manifiesto del Pueblo, a fines de octubre de 1972, no logró arraigarse en el conjunto de pueblo, ya que la división de la izquierda fue el mayor obstáculo para abrir espacio a nuevas formas de lucha y de avance del gobierno popular. La responsabilidad de esto no recae en los sectores revolucionarios, sino en los partidos y grupos que durante más de 40 años organizaron y educaron al movimiento de masas para la lucha reivindicativa, para el parlamentarismo burgués y el sindicalismo corporativista que no formaba consciencia para la maduración subjetiva que permitiera el salto cualitativo en la lucha por el socialismo. El anquilosamiento del pensamiento marxista y la concepción etapista de los cambios en la sociedad pesaron a la hora de darle un soporte revolucionario al gobierno y de evitar las trabas a la radicalización del movimiento popular. Conviene recordar que hubo propuestas para crear una nueva institucionalidad en Chile, que hubiera generado espacios para el poder popular. Primero, el 12 de agosto de 1971, Carlos Altamirano, Secretario General del Partido Socialista, propuso hacer una nueva constitución en la cual proponía disolver el Congreso y crear un Cámara Única. Posteriormente, desde el MIR para crear la Asamblea del Pueblo, en la cual tuvieran representación todos los sectores sociales, con articulaciones en formas de poder local. Una tercera propuesta la hizo el Presidente Allende, el 4 de noviembre de 1971, en la cual definía la creación de una Cámara Única. La oposición no permitió la discusión en el Congreso y las propuestas se diluyeron. En todo caso, con su propuesta
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el MIR empezó a introducir la necesidad de impulsar e institucionalizar el poder popular, factor fundamental para articular y empoderar al movimiento revolucionario, lo que explicita ampliamente en marzo de 1972. V. EL PROGRAMA DE LA UNIDAD POPULAR
La importancia histórica del gobierno de Salvador Allende se anclaba, además de su perfil ideológico con la “vía pacífica al socialismo”, en su propuesta pragmática para impulsar el Programa Básico de la Unidad Popular y Las 40 primeras medidas del Gobierno Popular149, mediante lo cual se propuso empezar la revolución “con sabor a vino tinto y empanadas”, como le llamó el propio Presidente. La novedad teórica y de disposición práctica llamó la atención de diversos sectores políticos, intelectuales y de los grupos de poder económico del ámbito internacional. La posibilidad de que un país del tercer mundo, o subdesarrollado, se propusiera transitar hacia el socialismo por la vía democrático burguesa, evitando la violencia a la que históricamente está acostumbrada la institucionalidad capitalista, era una proeza política inmensa. Podría haber sido la alternativa para evitar la pérdida de vidas que siempre ha conllevado la lucha de clases, buscando que los obreros y el pueblo alcanzaran el bienestar para todos, con la construcción de sociedades con igualdad y justicia sociales. La historia de la lucha de clases ha mostrado que la violencia permanente de la clase dominante recurre a todo para evitar el cambio, como ocurrió con el proceso terrorista que utilizó el imperialismo y la derecha chilena para acabar con las aspiraciones populares. La historia vuelve a demostrar que buscar el cambio de sistema capitalista dentro del propio sistema y en sus reglas es imposible. Hacer Memoria de la experiencia y fracaso de la Unidad Popular y de organizaciones revolucionarias de Chile en esos años es muy importante para el futuro del país, como para el ámbito internacional, ya que la lucha por la vida continúa. En diversas latitudes se muestra la denodada lucha de los sectores populares y revolucionarios por frenar la barbarie del imperialismo, en su fase neoliberal globalizadora, ya que no sólo se enfoca a la búsqueda de mejores condiciones de vida, dignidad y felicidad, sino que hoy la lucha es por la misma preservación de la biodiversidad en el Planeta y de la especie humana entre ella, en peligro de extinción debido a la crisis socioambiental que ha provocado el sistema capitalista. La experiencia de los setentas y actualidad de Chile están vinculadas, pues hoy, más que en la década de los setentas, la interdependencia entre países es más fuerte, el imperialismo es más terrorista y bárbaro, los avances de la ciencia y tecnología se utilizan para diversas formas de terrorismo de los países centrales, imponiendo nuevas formas de colonialismo y saqueo de recursos naturales por las transnacionales. Vivimos tiempos violentos, inseguros y de una mayor alienación, todo formando parte del sistema de mercado. La confusión ideológica de la izquierda le dificulta integrar fuerzas para luchar por un mundo mejor. Por ello las reflexiones que se hagan sobre Chile, son parte de las reflexiones latinoamericanas y pueden contribuir al flujo popular que crece en la región.
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Memoria Chilena. Biblioteca Nacional de Chile. Programa Básico de Gobierno de la Unidad Popular. http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0000544.pdf -‐ Archivo Salvador Allende. http://www.salvadorallende.cl/Unidad_Popular/40%20medidas.pdf
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Los aspectos centrales del Programa de la Unidad Popular para impulsar el «socialismo a la chilena», aprobado por los partidos Comunista, Socialista, Radical y Social-‐Demócrata, el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), y la Acción Popular Independiente (API), el 17 de diciembre de 1969 en Santiago de Chile, contenía, entre otros, los siguientes puntos: La construcción de un Estado Popular y una economía planificada, que tendría tres áreas: social, privada y mixta -‐con estatización de recursos estratégicos de la economía-‐, la aceleración y profundización de la reforma agraria, aumento de salarios de los trabajadores, y reformas constitucionales que incluía la creación de un Congreso Unicameral . La materialización del Programa empezó con la nacionalización del cobre. Como muchos países latinoamericanos, Chile basaba su economía en la producción de uno o dos productos. El cobre era “el sueldo de Chile”, según el decir popular; pero en la medida que estaba en manos de transnacionales estadounidenses el sueldo era demasiado bajo, lo cual obligaba a hacer cambios para retener montos mayores de la riqueza nacional y sustentar la economía. Durante el gobierno de Eduardo Frei, anterior al de Salvador Allende, se había “chilenizado” el cobre, en un acuerdo económico con las mineras extranjeras, kennecott y Anaconda, lo cual no redituaba lo suficiente para el país. Salvador Allende nacionaliza el cobre y cuenta con el apoyo de todo el Congreso, con el compromiso impuesto por la derecha (voceros de las transnacionales) de pagar una indemnización. Los funcionarios del gobierno popular se dieron a la tarea de hacer un estudio histórico de la inversión de las transnacionales y de sus traslados de utilidades a USA, para calcular una indemnización. Al cálculo anterior se le restan la “utilidades excesivas” que habrían obtenido las empresas en los últimos años, debido a que pagaban pocos impuestos y según una rentabilidad razonable del 10% a partir de 1955. La aritmética entregó un resultado que indicaba que las transnacionales no recibieran un peso y, por el contrario, le debían al Estado chileno muchos millones de dólares. Según los cálculos, las ganancias de las empresas fueron cercanas a los 4 mil millones de dólares en las décadas anteriores a la nacionalización (en párrafos posteriores se entregan detalles sobre las cifras). Esta recuperación de la riqueza nacional molestó mucho al imperio y desplegó todo su poder para boicotear la economía chilena y abonar al golpe. Posteriormente, la dictadura de Pinochet pagó una indemnización de US$ 250.000.000 a la empresa Anaconda Copper Mining Company, propiedad de las familias Rockefeller y Rothschild. Por otro lado, en el sector agrario se profundizó el proceso de reforma que había iniciado el gobierno de Jorge Alessandri, en 1960, y profundizado, posteriormente, el de Eduardo Frei Montalva, en 1964. El Gobierno de la Unidad Popular redujo a 80 la cantidad de hectáreas básicas, de riego, que eran inexpropiables y con las que se quedaba el terrateniente, logrando la expropiación de alrededor de 5.000 predios. Aunque las reformas agrarias no son, necesariamente, medidas socialistas, sobre todo manteniendo una porción de tierra en manos de terratenientes, sirven como base para apoyar la industrialización, el ahorro de divisas, mejorar la alimentación y la organización social en el campo. La incorporación de empresas nacionales al área social de la economía se hacía mediante expropiaciones o compra de acciones por la Corporación de Fomento (CORFO), sobre todo cuando empresarios empezaron a boicotear la economía y a bajar la producción. En 1972 Chile desplegaba industrialización de bienes de consumo, fundamentalmente electrodomésticos, que lograba colocar en el mercado andino (algunos países latinoamericanos); pero el boicot estadounidense para abastecer de repuestos para la maquinaria e insumos para la producción impidió continuar. La dependencia tecnológica cobraba su cuota de presión política y dejaba al país sin alternativa de cambio tecnológico en el corto plazo.
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Sin duda que el Programa del Gobierno y varias de la 40 medidas prioritarias despegaron muy bien; pero la crisis política que provocaron la derecha nacional y el gobierno estadounidense impidieron que se continuara creciendo al 8%, como se logró en 1971. El asunto de fondo no era fundamentalmente económico, sino político y social para enfrentar la reacción conservadora, que movilizó a los comerciantes y a los transportistas para provocar desabastecimiento y alza de precios; utilizó a grupos de mineros del cobre (la élite obrera) para bajar la producción y exportaciones del metal y se apoyó en sus grupos paramilitares protofacistas para generar terror. El pueblo entendió mejor que muchos dirigentes esta situación y a ello se debió la radicalización del movimiento de masas y el gran respaldo que se dio al gobierno para enfrentar la producción y distribución; pero sobre todo para pedirle mayores avances. Desde las aulas y diversas organizaciones sociales los jóvenes salieron al campo y a las fábricas a trabajar codo a codo con los campesinos y obreros. Las organizaciones comunitarias se abocaron a fortalecer las Juntas de Abastecimiento Popular para que se distribuyeran con equidad social los productos de mayor consumo. La gran movilización de apoyo al gobierno llevaba en su vientre el germen de la creación de las instancias de poder popular que se expresaban en los Cordones Industriales y los Comandos Comunales, que integraron a diferentes sectores sociales organizados en el territorio y unidad político-‐administrativa comunal. Por supuesto, como sucede en todo proceso y como hemos afirmado en párrafos anteriores, no todas las izquierdas estaban de acuerdo en que se radicalizara el mismo, por lo que los sectores reformistas buscaron contener el caudal dentro de las organizaciones tradicionales que controlaban. Se aceptaba que la gente apoyara al gobierno; pero se impedía que la iniciativa popular y revolucionaria se expresara en organizaciones y acciones nuevas y de mayor vigor para enfrentar a la derecha y al imperialismo. Las discrepancias en la izquierda fueron parte del proceso que se vivió durante el gobierno de la Unidad Popular; pero no era nuevo, ya que la propia historia nos muestra que ha sido la constante dentro de los grupos que buscan innovar en teoría y práctica para romper esquemas y asentar nuevos paradigmas. La izquierda chilena ha sido generosa en la creación permanente de referentes orgánicos que contribuir a la construcción del socialismo. No todas han sido acertadas en vincular la teoría revolucionaria, que va mejorando en la propia dialéctica de la lucha de clases, con la praxis que reclama la consecuencia política y la táctica que recomienda la coyuntura. Este es el nudo gordiano que posibilita o no una acumulación de fuerzas para la causa revolucionaria y fue lo que falló en Chile. Faltó el estudio compartido de la historia y de las condiciones en las cuales se despliega el capitalismo en Chile, por toda la izquierda, con base en la aplicación del marxismo y de las diversas aportaciones latinoamericanas en el siglo pasado y las que la experiencia cotidiana va entregando para darle vitalidad a la espiral científica de teoría-‐práctica-‐teoría-‐práctica… El conglomerado de partidos integrantes de la Unidad Popular, entre los cuales había marxistas, socialdemócratas y cristianos tuvo dificultades para convenir una sola línea de acción y la hegemonía marxista-‐leninista y aportes latinoamericanos no se amalgamó por las diferencias entre el Partido Comunista y el Partido Socialista. Esto obligó al Presidente Allende a tener mayor protagonismo y lidiar, simultáneamente, con los enemigos del gobierno y con las disputas al interior de las fuerzas sociales que le apoyaban. Las dos corrientes importantes (no se pretende reducir las otras diversas tonalidades ideológicas y políticas dentro de las mismas, ni reducir la importancia de cada una), que incidieron en la perspectiva del Programa de Gobierno, dividieron
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aguas y por un lado quedó el sector que lideraba el Partido Comunista, que antepuso los acuerdos con la Democracia Cristiana y limitó la realización del Programa y, por otro lado, el sector que proponía fortalecer el área social de la economía y se profundizara la reforma agraria, que se expresaba en sectores del Partido Socialista, el Mapu e Izquierda Cristiana, el MIR y los obreros y organizaciones sociales que integraban los cordones industriales. El año 1972 fue muy importante para el país, ya que se inició la confrontación abierta entre los intereses de clases. Los factores más relevantes que podemos traer a la Memoria son los siguientes: 1. Durante 1970 y 1971 el gobierno había empezado la nacionalización de recursos estratégicos, como el cobre, la expropiación de grandes empresas, la reforma agraria (asegurando 80 hectáreas de riego básico, o su equivalente, para los patrones), incremento de sueldos y salarios a todos los trabajadores, ampliando servicios de salud y educación, entre otras medidas. Los resultados de todo esto lograron un gran apoyo popular y la neutralización de sectores medios que formaban parte de la democracia cristiana y otros partidos de derecha. Pero esta situación cambia debido al bloqueo económico internacional que impuso EEUU. A raíz del cobro de indemnizaciones de las empresas cupreras expropiadas, Nueva York decreta embargo para todos los bienes chilenos en ese estado, por lo que nuestro país no pudo contar con recursos financieros para las importaciones de insumos y productos que lograran mantener la producción nacional. El paso inicial del banco estatal de importación-‐ exportación, Eximbank, en 1971, fue seguido por el BID, el Banco Mundial y varios bancos en otros países, mostrando el uso perverso de la deuda externa para presionar de manera articulada a los países pobres y deudores. Lo anterior, junto con el boicot de los empresarios nacionales (reducción de producción, esconder productos y crear un mercado negro) provocó desabastecimiento, alza de precios y caos en la distribución. 2. El imperialismo y su base de expresión con la derecha nacional empezó a mostrar abiertamente, en 1972, nuevos recursos de su estrategia para el derrocamiento del Allende. Lo externado en 1970 y que no pudieron detener entonces, cobra otras formas y personajes en 1972. Como había dicho Kissinger: “No se trataba simplemente de una molestia económica o de una crítica política, sino de un desafío geopolítico [...] Un Chile militante tenía la capacidad de minar a otras naciones y apoyar una insurgencia radical mucho mayor que la de Cuba [...] Una victoria de Allende pondría en peligro nuestros intereses en el hemisferio occidental.”150 3. En acciones concretas, USA había iniciado la entrega de dinero al periódico El Mercurio para que encabezara la campaña difamatoria contra el gobierno y la izquierda; le había dado dinero a la Democracia Cristiana para que movilizara sus frentes de masas contra el gobierno popular (comerciantes, transportistas, sector sindical elitista del cobre, grupos de pobladores y campesinos) y profundizaba las acciones de los grupos protofacistas de la 150
Henry Kissinger, «Mis Memorias», Volumen II, Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1982.
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derecha tradicional, como Patria y Libertad, Comando Rolando Matus y grupos democratacristianos que se movilizaban en el frente estudiantil. El Congreso, dominado por la derecha, integrada ahora en la Confederación de la Democracia-‐CODE-‐ se agitaba con el democratacristiano Juan de Dios Carmona para imponer la Ley de Control de Armas, aprobada el 26 de julio de 1972, que fue el instrumento de la derecha para darle facultades a los sectores más reaccionarios de la fuerzas armadas con el fin de aterrorizar y reprimir al pueblo en “busca de armas”. Con esto debilitaba la fuerza social y enfrentaba a militares contra el pueblo. El Programa de la Unidad Popular, si bien no comprendía sólo medidas socializantes, generaba condiciones para reducir la crisis social provocada por el agotamiento del capitalismo a comienzos de los 60’s, sobre todo en los ingresos de los trabajadores y el acceso a servicios de salud y educación. Al mismo tiempo, proponía los primeros pasos para debilitar algunas bases económicas de la derecha y fortalecer al Estado como el redistribuidor del ingreso. La posibilidad de materializar el Programa de Gobierno era una cuestión de fortaleza y decisión políticas, que estuviera a la altura de los retos políticas que manifestaba la derecha. La confrontación de clases no se podía evitar con llamados a la vía pacífica o levantar la consigna de “no a la guerra civil”. El imperialismo estadounidense y la reacción chilena iniciaron la preparación de la confrontación militar desde que Allende ganó en las urnas el 4 de septiembre de 1970 y su plan fue cobrando fuerza con las diferentes acciones terroristas que se llevaron a la práctica política e iniciadas con el asesinato del General René Schneider, Jefe de las Fuerzas Armadas del país, luego de las elecciones, para impedir que se ratificara el triunfo de la Unidad Popular en el Congreso. Durante el gobierno de la Unidad Popular continúan con las acciones de los grupos del protofascismo criollo, Patria y Libertad y el Comando Rolando Matus, y se elevan de rango con la insubordinación de grupos de las fuerzas armadas que buscaron presionar a sectores militares y civiles para apurar del derrocamiento de Allende. Un factor que no debió perder de vista Salvador Allende fue el apoyo de masas que tuvo, una creciente base social, tanto desde la Unidad Popular como de los grupos revolucionarios que no formaban parte de a ésta. Este apoyo lo vemos en el indicador electoral, ya que de un 36.6% de apoyo a Salvador Allende en 1970, en las elecciones municipales de 1971 se logró un 48.6% y en la elecciones parlamentarias de 1973 se alcanzó un 43.3% que le permitieron aumentar la representación en tres diputados y un senador. A ello se debe agregar, como soporte de la izquierda en general, la cuantiosa militancia del MIR y sus frentes de masas que, en su mayoría no concurrían a las urnas, aun cuando siempre se fue consecuente con la libertad de los militantes para participar en las elecciones, como en el apoyo a Allende en 1970 y en el año 1973 se apoyó, en algunos distritos electorales, a candidatos de la Unidad Popular, afines a la táctica revolucionaria. En este creciente apoyo popular la figura de Salvador Allende jugaba un papel importante, pues por sobre las disputas interpartidarias en la Unidad Popular y de algunos partidos de ésta con el MIR, el “Compañero Presidente” se alzaba para buscar los entendimientos necesarios. No siempre lo lograba; pero intervenía directamente en las crisis para asegurar el apoyo a su Programa de Gobierno y evitar mayores divisiones en la Unidad Popular. Pero no fue suficiente para lograr que el Programa se materializara completamente.
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VI. EL DEBILITAMIENTO DEL GOBIERNO Y DE LA UNIDAD POPULAR. La derecha nunca estuvo quieta desde que se conoció el triunfo de Allende el 4 de septiembre de 1970. En su camino hacia el golpe militar fue escalando sus acciones para pasar de la protesta callejera a los atentados y destrucción de infraestructura pública, asesinatos y finalmente la usurpación y genocidio (Según Segundo Informe de la Comisión Valech, hubo 40.000 personas afectadas o reprimidas directamente, de ellas 3.065 están muertas o desaparecidas, entre septiembre de 1973 y marzo de 1990). Las acciones crecen de tono, y van perfilando la acción de la derecha, con la “marcha de las cacerolas”, que llevaron a cabo esposas de los militares, políticos y juventudes de la derecha, en la primera semana de diciembre de 1971, durante la cual ocasionan desmanes asaltando locales de partidos políticos de la izquierda, disparan contra la residencia del Presidente de la República, en Tomás Moro, y destruyen bienes públicos. La asonada fascistoide empezaba a combinar formas de movilización social con acciones armadas de civiles (grupos armados de los partidos de la derecha). Frente a esto la izquierda -‐UP y MIR-‐ acordaron impedir que en el futuro la derecha se tomara las calles y, como dijo Luis Corvalán, Secretario General del Partido Comunista, “sacarle la cresta” (golpearles) si lo hacían.151 La Declaración de Luis Corvalán fue importante, más no logró su consecuente aplicación, ya que frente a la movilización realizada en Concepción, en mayo de 1972, convocada por la mayoría de la izquierda, con el fin de cerrar el paso a la ocupación de la calle por la Democracia Cristiana y resto de la derecha, el gobierno reprime a la izquierda y ejecutan ese alevoso hecho las autoridades relacionadas con el Partido Comunista (Subsecretario –Viceministro-‐ del Interior y el Intendente de Concepción) responsables de enviar a los carabineros y a su Grupo Móvil a reprimir a los trabajadores. El Gobierno se había comprometido, desde su campaña, eliminar este destacamento represor, heredado del gobierno de la democracia cristiana. La represión causó un muerto en una población popular de Santiago, Lo Hermida, por lo cual el propio Presidente Allende tuvo que llegar a conversar con los pobladores para evitar que creciera la confrontación. Este hecho represivo y otros realizados en otras ciudades del país, empieza a confrontar abiertamente las posiciones del reformismo y de los revolucionarios dentro de la Unidad Popular y con el MIR. Para justificar la represión en las diversas ciudades chilenas el PC y voceros gubernamentales recurren a la mentira y a la defensa del marco legal del estado burgués. Esto, de algún modo, valida la constante campaña de mentiras de la derecha contra las acciones de los trabajadores y organizaciones populares. El propio Allende se pone al lado de las posiciones del Partido Comunista y con diversas presiones contra el resto de los partidos les exige declaraciones públicas de unidad en la coalición gubernamental. Miembros del comité central del Partido Comunista llegaron a amenazar con la represión a la izquierda revolucionaria y con una “caza de brujas” dentro de la Unidad Popular para poner un atajo a la “ultraizquierda”.152 La represión formaba parte de la táctica del PC, con dos objetivos: Por un lado, impedir que los grupos revolucionarios se pusieran a la vanguardia del movimiento de masas y se empezara a 151
Miguel Enríquez. Reformismo o Revolución. Punto Final. Suplemento edición 159, del 6 de junio de 1972 152 Idem
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materializar la creación de Poder Popular, sobre lo cual el MIR había llamado a su impulso en marzo de 1972; por otro lado, reducir la movilización social para facilitar las conversaciones con la Democracia Cristiana. Como parte de este proceso de desmovilización y retroceso político que impulsaba el PC, en junio sale del ministerio de economía Pedro Vuskovic y lo reemplaza un miembro del comité central del PC, Orlando Millas, impulsor de limitar la expropiación de empresas para formar el área social de la economía, que de alguna manera se empataba con la reforma constitucional planteada por la Democracia Cristiana desde fines de 1971, que pretendía evitar la expropiación de empresas y utilizar la fuerza del estado para proteger la propiedad privada. El cambio de orientación en la política económica se apreció en nuevas limitaciones para los trabajadores, la propuesta de reducir el número de empresas que pasarían al área social y no todas las que proponían los obreros. Esta propuesta de Millas fue rechazada por el Partido Socialista, el Mapu y la Izquierda Cristiana dentro de la Unidad Popular y por todos los sectores revolucionarios desde fuera del conglomerado gubernamental. Esto contribuyó a debilitar más las fuerzas Allendistas y sólo pudo levantar cabeza, por poco tiempo, en las elecciones del 4 de marzo de 1973, en las cuales obtiene un 43.4% de los votos y le impide a la derecha obtener mayoría absoluta en el parlamento para dar un golpe con “guante blanco”. VII. LA ESTRATEGIA DE LA DERECHA La derecha política ha vivido del estado burgués y lo utiliza para sus negocios, apropiación privada de bienes y defensa del poder que éstos le generan. Para no ir tan atrás en la historia de la transferencia de recursos públicos a privados, recordemos la formación de la Corporación de Fomento, CORFO, en 1939, que impulsó la industrialización de la energía y construcción de infraestructura para las comunicaciones, que se ofrecieron a los empresarios. La acción política de la derecha se concentra en el control permanente de todos los espacios de poder de la sociedad y cuando ve que se le “escapa” parte del mismo hace lo indecible para recuperarlo. La unidad ideológica se impone, no obstante pueden diferir en los mecanismos de negocios, propio de la separación de ramas y de pertenecer o no a sectores económicos en espacios monopólicos. Se integran en partidos políticos distintos y adecuados a la defensa de sus propiedades y negocios; pero para la dominación de clase por la fuerza y cooptación por las dádivas, se unen en la acción. En el siglo pasado estuvo dividida desde 1925 hasta 1970, con ciertos espacios de concordia cuando las fuerzas liberales y de la izquierda reformista ganaban elecciones presidenciales, en la época de los Frentes políticos que se integraron durante y posterior a la Segunda Guerra Mundial. En Chile el proyecto de industrialización sustitutivo de importaciones había llegado a su término a comienzo de los 60’s, sobre todo porque fue una industrialización dependiente y sobreexplotadora, vinculada al mercado externo y, por lo mismo, perdiendo en el intercambio comercial con los países centrales. La crisis obligó a conservadores y liberales acordar un candidato único en la elección presidencial de 1958 y fue el empresario no militante de partido, Jorge Alessandri, quien le ganó al Socialista Salvador Allende, que quedó en segundo lugar, y al democratacristiano Eduardo Frei. La línea gubernamental fue tratar de dinamizar el mercado interno a través de dos medidas básicas: Una reforma agraria limitada al reparto de tierras de propiedades estatales a los campesinos, conocida coloquialmente como la reforma del macetero, que no sirvió a los fines gubernamentales y, Dos, convencido de que se requería una
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administración pública eficiente, incorpora tecnócratas en los ministerios y logra reducir la inflación y dinamizar algunas áreas del sector industrial; pero no fue suficiente para salir de la crisis, para lo cual el propio Alessandri, al final de su mandato planteaba que se requerían reformas estructurales (dentro del sistema). Más adelante, en 1964, la derecha nuevamente dividida. Los sectores más conservadores llevan un candidato y la Democracia Cristiana lleva a Eduardo Frei, que gana y gobierna hasta 1970. Es importante comentar que la democracia Cristiana se había formado en el año 1957, con base en la unión del partido Falange Nacional (que existía desde 1938, de perfil cristiano conservador) con el partido Conservador Social Cristiano y otros grupos menores. Este gobierno también trató de revertir la crisis económica del país, en el marco de los lineamientos de la Alianza para el Progreso, movilizando a vastos sectores sociales para llevar a cabo la “Revolución en Libertad”. Se impulsó una nueva reforma agraria, con nueva institucionalidad pública y organización campesina (afiliada al partido de gobierno, por supuesto), se fomentó la construcción de vivienda y de carreteras con el fin de generar ocupación y dinamizar el mercado interno. Otro aspecto importante fue la “Chilenización del cobre”, acción pactada con las transnacionales estadounidenses y por lo cual se pagó más del valor total de las mineras, según contabilidad, por un 51% de las empresas. Es decir, un negocio para los estadounidenses y “las venas abiertas de Chile” (parafraseando a Eduardo Galeano y su libro maravilloso “Las venas abiertas de América Latina”) seguían contribuyendo a la concentración del capital en EEUU. Se planteaba en los discursos que el cobre serviría para resolver la crisis económica y, por debajo, se empobrecía más al país con pagos exorbitantes. Para ilustrar esto me parece muy útil ofrecer parte de un artículo que escribió en julio del año 2003 el compañero Belarmino Elgueta (QEPD)153 y un párrafo que recoge de una publicación periodística argentina que ilustra dicha chilenización: “ningún gobierno de extrema derecha había tratado a las empresas norteamericanas con la generosidad con que lo hizo el señor Frei… Su tratamiento excesivamente favorable fue tan falto de equilibro y de juicio, y tan perjudicial para los intereses de Chile, que casi provocó hilaridad en Washington” (Hanson’s American Letter. Diario La Opinión, Buenos Aires, enero 15 de 1972). 153
BELARMINO ELGUETA B. A 32 años de la nacionalización del cobre. El legado de Allende. LA“CHILENIZACION”: UN TIMIDO PASO. Revista Punto Final 548, julio de 2003. Chile. http://www.puntofinal.cl/548/ellegado.htm “La inversión norteamericana en el cobre significó en su origen un aporte de capital foráneo de sólo 3,5 millones de dólares… El gobierno de Eduardo Frei Montalva dio un tímido paso en la recuperación de las riquezas básicas de Chile…la “chilenización del cobre”, que consistió en la creación de sociedades mixtas entre el Estado chileno y las compañías norteamericanas. Para eso, compró el 51% de las acciones de las empresas subsidiarias existentes en el país, pagándoles precios cuantiosos. Las cifras fueron concluyentes en esta materia. Por el 51% de las acciones de las sociedades mixtas formadas con sus subsidiarias Chile Exploration Co. y Andes Mining Copper Co., la transnacional Anaconda recibió pagarés del gobierno chileno por 197 millones de dólares, en circunstancias que el valor libro de esas empresas era sólo de 181 millones de dólares, es decir, por el 51% de las acciones se les pagó más que el valor total de las inversiones. A la Kennecott Copper Co. se le pagó por el 51% de las acciones de su subsidiaria Braden Copper Co. un total de 180 millones de dólares, aunque el valor libro de toda la empresa era inferior a esa cifra. En este caso, el gobierno avaló, además, un crédito de 125 millones de dólares y le entregó a la subsidiaria la administración de la nueva empresa mixta, a pesar de ser la socia minoritaria. El gobierno de Frei Montalva convino asimismo con la Anaconda una opción para adquirir el otro 49% de las acciones, cuyo precio se determinaría en relación a las utilidades que obtuviera la compañía en los dos años anteriores a la compra, lo que significaría el pago de una suma muy elevada por ese saldo… Por otra parte, el Estado se obligó, a través de los convenios de expansión de la producción, a financiar mediante crédito externo y con su aval las nuevas inversiones de las empresas mixtas. Estas empresas imperialistas, que ya habían expropiado a Chile esas inmensas riquezas, recibieron jugosas indemnizaciones en el gobierno de Frei Montalva. Fueron tan desmedidas las utilidades que percibieron las compañías extranjeras en los años siguientes a esta llamada “chilenización”, que el profesor de la Universidad de Harvard, T.H. Moral, aludió a ellas diciendo que habían sido “tan estupendas que eran prácticamente una vergüenza”. Las cifras oficiales indican que entre 1965 y 1970 las compañías norteamericanas obtuvieron utilidades líquidas por 605 millones de dólares, esto es, por más del valor total de sus capitales en Chile. Pero eso no es todo lo que puede decirse de la chilenización.
Notas: 1. Eduardo Novoa M., La batalla por el cobre, Ediciones Quimantú, Santiago, 1972, págs, 403 y 405. 2. Diario La Opinión, Buenos Aires, enero 15 de 1972. 3. Henry Kissinger, Mis memorias, Atlántida, Buenos Aires, 1979, pág. 466.”
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La crisis económica y social no se resolvió con el gobierno de Frei, aunque los primeros años de su mandato bajó la presión; pero en la segunda mitad se agudizaron los problemas y se generó una reactivación del movimiento de masas y se inicia la organización de la izquierda revolucionaria, a lo cual Frei respondió con masacres en Santiago y en Puerto Montt, y represión a militantes de esta nueva organización. En las elecciones de 1970 la derecha también va dividida. Por un lado el candidato Jorge Alessandri (expresidente) apoyado por el Partido Nacional y Democracia Radical (respaldado con recursos de la CIA a través de Agustín Edwards, dueño del periódico El Mercurio), por otro bando el candidato Radomiro Tomic, del ala social humanista de la Democracia Cristiana (también ayudado por EEUU) y Salvador Allende por la Unidad Popular. Triunfa Allende y se inicia la recomposición política de la derecha para impedir que asuma la presidencia. Primero asesinan al Comandante en Jefe del Ejército, General René Schneider, con el objeto de crear un caos político que impidiera el traspaso presidencial. Luego buscan evitar que el Congreso apruebe a Allende, ya que la ley establece que cuando un candidato no obtiene la mayoría absoluta en las elecciones el Congreso debe elegir entre las dos mayorías al presidente. La tradición política mostraba que el Congreso siempre reconocía la primera mayoría, en este caso a Allende; pero los democratacristianos, liderados por Frei, chantajean y le imponen a Allende el Estatuto de Garantías Constitucionales, que le obligaba a obedecer totalmente la constitución. En otras palabras, debía gobernar con las herramientas de la derecha y, por lo mismo se invalidaba la posibilidad de abrir caminos para construir el socialismo. Sin más alternativas en el momento, la derecha tuvo que aceptar la presidencia de Allende; pero de inmediato continuó sus acciones para evitar que el socialismo tuviera un nuevo domicilio latinoamericano. La estrategia de la derecha para recuperar el gobierno tenía dos caras: a) por un lado la derecha más conservadora, representada por el Partido Nacional y el Partido Democracia Radical, definió la confrontación con el gobierno de Allende para facilitar una acción de las fuerzas armadas, un golpe de estado; b) la Democracia Cristiana impulsó acciones para impedir la gobernabilidad y realización del Programa de Allende, de tal manera que perdiera base de apoyo y ellos recuperaran el gobierno en las siguientes elecciones presidenciales. Los acontecimientos fueron más rápido y con mayor complejidad de lo esperado por todos, con radicalización del movimiento de masas de la izquierda y con el protofascismo de la derecha. De una parte, los buenos resultados económicos del Gobierno Popular en 1971 y, de otra parte, la presión del imperialismo obligó a la derecha a unir sus fuerzas para golpear juntos. Desde mediados de 1972, cuando el gobierno de la Unidad Popular empezaba a dar muestras de debilidades en varios planos, se forma la Confederación de la Democracia -‐CODE-‐ integrada por dos federaciones de partidos de derecha: 1) la Federación de Oposición Democrática a la cual pertenecían la Democracia Cristiana, la Izquierda Radical y el Partido Democrático Nacional, 2) La Federación Nacional Democracia Radical, integrada por el Partido Nacional y el partido Democracia Radical. La derecha se propuso generar el fracaso del gobierno, empezando por el área económica, y movilizar a las capas medias contra el gobierno. Un papel preponderante jugó la Sociedad de Fomento Fabril, SOFOFA, gremio empresarial, dirigida por la derecha más conservadora, que movilizó sus fuerzas organizadas para provocar diversas dificultades económicas en el país. Esto explica las acciones de desabasto, boicot a la producción y al comercio, la huelga de los transportistas y de empresas en las que la Democracia Cristiana tenía influencia, por condición de propietario o por ser miembros del sindicato de trabajadores. La Democracia Cristiana, en su
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defensa de la propiedad privada, impuso reformas legales para impedir que se formara el área social de la economía y dejar sin efecto la nacionalización del cobre, hasta que “existiera” una ley que “facilitara” la creación del área social. Sobre esto el Partido Comunista cedió en gran parte y limitó en 49 las empresas expropiadas y no todas las que los trabajadores tenían controladas. Estos hechos nos permiten afirmar que el otro aspecto que esgrimió el Partido Comunista y parte del Gobierno, de buscar alianzas con la Democracia Cristiana y supuestos empresarios “nacionalistas” para “hacer madurar” el capitalismo no tenía sustento serio ni real. Durante los mil días del gobierno popular el partido Demócrata Cristiano y los medianos y algunos pequeños empresarios se plegaron a la dirección y “ofertas” de la derecha y el imperialismo. En Chile no existía (ni existe hoy) burguesía nacionalista, salvo algunos individuos, por lo cual el argumento del reformismo no era válido y, lamentablemente, sirvió para frenar el avance popular y revolucionario. El MIR estuvo claro respecto a las alianzas políticas con ciertos empresarios, por ello explicita en su Programa que “la construcción de la economía (socialista), debido al atraso y dependencia del capitalismo chileno, tendrá que transitar de una primera etapa en la que la propiedad social comparta con la propiedad privada de medios de producción de la pequeña y mediana burguesías y, si es necesario, con grupos minoritarios de la burguesía”; pero la gran diferencia con el sector reformista estaba en que los acuerdos se hacían desde una posición de poder proletario y para la construcción de socialismo y no, como practicaba el PC, para darle poder a la burguesía y limitar los avances revolucionarios. Una Gran Diferencia estratégica. Adicionalmente, se propuso promover en las Fuerzas Armadas y en la policía uniformada acciones contra la izquierda. Para esto contribuyó el senador Carmona, de la Democracia Cristiana, que impulsó la Ley de control de armas, aprobada el 26 de julio de 1972, instrumento de la derecha que dio facultades a los sectores protofascistas de la fuerzas armadas para aterrorizar y reprimir al pueblo en “busca de armas”. Los edificios, fundos y lugares de la derecha, que cometía atentados y ostentaba el uso de armas, no fueron investigados. La Ley estaba dirigida a reprimir a los sectores de izquierda y a profundizar el enfrentamiento entre fuerzas armadas y los sectores organizados del pueblo. La democracia Cristiana respondía con resultados a la dirección del imperio y el ex ministro Carmona, que había sido miembro del gobierno de Eduardo Frei, que había ordenado reprimir y asesinar trabajadores, campesinos y pobladores durante su mandato, 1964-‐1970, volvía a enviar a los militares y carabineros a reprimir. Con esta ley la derecha entregaba dos mensajes al país: Uno, que podía utilizar el Congreso para aprobar la leyes que sirvieron para aterrorizar a los sectores populares; un ejemplo de esto fue el allanamiento en la población “Lo Hermida”, en la cual los militares dispararon a la población dejando varios heridos y otros detenidos. 154 . Dos, que las fuerzas armadas estaban completamente a su disposición para golpear a la izquierda y preparar condiciones para el derrocamiento del gobierno popular. ¡Qué recuerdos y qué tristeza me vienen a la Memoria! De otra parte, la derecha utilizó sus espacios de poder para dificultar la gestión gubernamental. La Contraloría General de la República y la Corte Suprema de Justicia, integradas por miembros de los sectores más conservadores, generaban dictámenes contra las acciones del Presidente y ministros. Muchos fueron destituidos con subterfugios legales utilizados por la oposición. 154
Esto produjo un nuevo conflicto dentro de la izquierda, ya que en esos días se debatía sobre la Asamblea del Pueblo en Concepción, que habían realizado 5 partidos MIR, Partido Socialista, Mapu, Izquierda Cristiana y Partido Radical (27 jul. 1972), la cual fue criticada por el Partido Comunista y por Allende.
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Detrás de toda la acción de la derecha estuvo siempre la “mano visible” de los aparatos militares y de inteligencia de Estados Unidos y sus corporaciones económicas. Entre los aspectos relevantes de la intervención estadounidense comentamos, en párrafos anteriores, el bloqueo económico internacional a partir del embargo decretado por el estado de New York. El imperialismo y la derecha nacional presionaron cada vez más al gobierno y reprimieron a los sectores populares, paralelamente a que desplegaban su base paramilitar. No sobra recordar que el entrenamiento de los grupos de choque y de paramilitares de la derecha se realizaba en cuarteles de las fuerzas armadas. Allí se les capacitaba y apoyaba en acciones terroristas y se les incorporaba en los equipos de inteligencia para infiltrarse en los espacios sociales y comunitarios. En las fábricas, universidades, oficinas gubernamentales u hospitales no fue sorpresa, para muchos, ver el 11 de septiembre de 1973 a varios miembros de sus centros de trabajo uniformados y a otros en los grupos de represión. Desde fines de 1972 los sectores revolucionarios, el MIR en particular, alertaban, con pruebas, de la preparación del golpe de estado que impulsaba la derecha y planteaban al gobierno que depurara las Fuerzas Armadas. Allende y el Partido Comunista no cambiaban su posición de reiterar la constitucionalidad de éstas. Recordemos que en dos ocasiones se integraron representantes de las fuerzas armadas al Gobierno, incluso al lado de los principales dirigentes de la CUT. Fue el Presidente quien nombró a Pinochet jefe del Estado Mayor en agosto de 1973, convencido de que se trataba de un constitucionalista. La historia y el golpe de 1973 nos hicieron ver, nuevamente, que las fuerzas armadas y los carabineros no han tenido un comportamiento constitucionalista, por el contrario, sea para defender a la derecha o impulsar reivindicaciones propias, han estado siempre en el cambio político deliberante. Esas Fuerzas Armadas, a las que el Presidente Allende y el Partido Comunista calificaban de constitucionalistas, fueron las que aplicaron la “ley de control de armas” provocando el terror en sectores populares; las que prepararon el golpe, las que torturaron a los marinos de Valparaíso que denunciaron los preparativos golpistas, las que asumieron el mandato del imperio y la derecha local para defender el sistema capitalista, para aplicar y mantener, con la violencia sistémica del capital, la dependencia y el subdesarrollo del país. El golpe de estado fue el último recurso del imperialismo y su dócil derecha para frenar el movimiento popular. La doctrina del estado de contrainsurgencia se fue aplicando persistentemente y la instauración del terrorismo, desde la aplicación de la ley del control de armas, llegó a su mayor nivel con las políticas de aniquilamiento de la izquierda y organizaciones populares. El despliegue de los mecanismos políticos de la dictadura permanecen hasta nuestros días a través de la Constitución pinochetista, la “Ley antiterrorista” que se le aplica al movimiento indígena y el modelo económico radicalmente excluyente. VIII. LA RESISTENCIA POPULAR Y EL FIN DE LA DICTADURA La dictadura estuvo 17 años en el poder político-‐militar, que gobernó con terror al país. En alianza con otras fuerzas armadas de la región, coordinadas por los aparatos represivos estadounidenses, impusieron el terror generalizado en el Cono Sur a través de la Operación Cóndor, y en diversos puntos de USA y Europa donde realizaron atentados terroristas contra miembros chilenos de la
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Oposición y resistencia, todo dirigido a eliminar la fuerzas opositoras y especialmente a exterminar a la izquierda. Los partidos, movimientos políticos y organizaciones sociales diversas fueron diezmados y el reflujo del movimiento de masas fue muy profundo. La resistencia empezó con simples acciones de solidaridad para la sobrevivencia de la población aterrorizada y de los militantes. La unidad de familiares de presos políticos y de desaparecidos fueron los primeros pasos para colocar el tema de los derechos humanos en la acción social. Sectores cristianos y liberales que habían estado indecisos de actuar frente a la dictadura lo hicieron al constatar tanta barbarie, lo mismo sucedió con el contexto internacional, que casi unánimemente desarrolló generosa solidaridad con el pueblo chileno. A la muerte del Presidente Allende en la Moneda, que fue un gesto del más alto valor ético de una persona comprometida con sus ideales sociales, y queda como ejemplo de consecuencia, se suman los cientos de muertos y el combate heroico de Miguel Enríquez en 1974, todo lo cual fue un factor gravitante en la solidaridad internacional. Para el MIR, desde el primer momento se definió que la lucha de resistencia debía tener un perfil revolucionario, y lo más ético era estar junto al pueblo, por ello levanta la consigna “El MIR no se asila” y se sumergen en la clandestinidad los dirigentes y militantes, mientras la mayoría de los dirigentes de los demás partidos se asilan. Sin bien fue correcta la definición ética y lealtad política con la clase obrera y el pueblo, la temporalidad de la medida no se definió por una apreciación incorrecta de la derrota del movimiento popular y de la fuerza represiva que alcanzó la dictadura en el gobierno. Los aparatos represivos y de inteligencia de las fuerzas armadas se integraron abiertamente con miembros de los grupos Patria y Libertad y Comando Rolando Matus, que conocían a miembros de la izquierda, con lo cual la identificación de militantes y su encarcelamiento fue mayor a lo imaginado. Era muy difícil hacer trabajo de resistencia en los primeros años. El terror y dolor que lograban con la tortura hizo que muchos militantes cambiaran su vida por la delación de compañeros. Junto a la debilidad ideológica se presentaba un asunto de sobrevivencia que no es fácil juzgar y deja abierta una lección sobre el carácter de la organización -‐su militancia y seguridad-‐, la consecuencia de militantes y la atención a los aspectos psicosociales frente a la tortura, entre otros. Con el tiempo la resistencia popular va asumiendo organización política, a través de los recompuestos partidos y de las organizaciones comunitarias y algunos gremios. Es la lucha popular la que va abriendo espacio para que los partidos políticos se reorganicen y soporten la represión. Se vivía un período contrarrevolucionario, por lo cual la táctica de los revolucionarios y el pueblo cambiaba y la centralidad de las tareas estaba en la lucha contra la represión, por el restablecimiento de la justicia, los derechos y libertades democráticas, por el derrocamiento de la dictadura y, más adelante, por la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Luego de los primeros meses de represión los partidos empezaron a reorganizarse. Para 1974 existían grupos partidarios funcionando en el interior y el exterior del país y, posterior a 1980 la confrontación ideológica entre los reformistas y los revolucionarios se había reducido. La recuperación lenta; pero constante, del movimiento popular y el triunfo revolucionario en Nicaragua contribuyeron para que toda la izquierda chilena acercara posiciones en la estrategia político-‐militar frente a la dictadura, aunque sin lograr unidad de acción ni una perseverancia, ya que los denominados sectores reformistas supeditaron su incursión militar y duración de ella a las perspectivas de alianza con el centro político (Democracia Cristiana)
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La reactivación del movimiento de masas no fue fácil, tanto por la represión de la dictadura como por el sectarismo de los sectores reformistas. El MIR presentó desde febrero de 1974, a través del Correo de la Resistencia 1 y 2, publicación oficial del Partido en el exterior, una propuesta interna para el trabajo unido frente a la dictadura. Se reitera en agosto de 1974 una propuesta de unidad antidictatorial y define que la instancia podría ser el Frente Político de la Resistencia155, que integraran todos los partidos de la Unidad Popular, grupos humanistas de la Democracia Cristiana y el MIR. A renglón seguido se proponía una plataforma básica para discutir y darle el mayor contenido entre todos, cuyos temas más relevantes era: • La Unidad de todo el pueblo contra la dictadura • La lucha por la restauración de las libertades democráticas • La Defensa del nivel de vida de las masas. Al interior del Frente cada partido mantendría su independencia orgánica y de propaganda, la libertad de crítica en los niveles que la alianza defina y la posibilidad de establecer relaciones entre diversas fuerzas de manera bilateral. El Frente debería ser apoyado por un Movimiento de Resistencia Popular, articulado desde abajo y en todos los espacios nacionales. El partido Comunista lideró la negativa para formar este Frente, lo que derivó en la integración de diversos bloques dentro de la izquierda, en los cuales se expresaba la diferencia táctica sobre el carácter de la lucha antidictatorial. Los sectores que antes impulsaban la revolución por etapas y la vinculación con la “burguesía nacionalista” volvieron a enarbolar las banderas de la alianza con la Democracia Cristiana y grupos de liberales, sobre todo cuando ésta empieza a asumir posiciones contrarias a la dictadura (Los democratacristianos, que jugaron un papel preponderante en la caída de la Unidad Popular y la articulación del golpe, le reclaman a Pinochet su promesa de elecciones, lo que éste no hizo y le frustran las aspiraciones presidenciales de Frei, Aylwin y otros). Los sectores que continuaron levantando las posiciones revolucionarias también organizaron fuerzas compartiendo espacios unitarios allí donde las condiciones lo facilitaban, afirmando en la práctica que la lucha contra la dictadura debía descansar en la fuerza propia del pueblo organizado, el cual no debía sacrificar su independencia, ni dejar de desarrollar todas las formas de lucha, entre ellas la resistencia armada que jugaría un papel importante en el derrocamiento del pinochetismo. Los revolucionarios reforzaron su política de resistencia armada con el ingreso clandestino de cuadros formados en el exterior, lo cual exigió un enorme esfuerzo de logística que contó con la solidaridad internacional. El impacto de este retorno fue menor al esperado debido las débiles condiciones de recepción en el país y al trabajo represivo de la CIA y de las dictaduras del Cono Sur y su Operación Cóndor, que dificultaban los movimientos de los que asumían el retorno. Muchas veces las fuerzas represivas detectaban a los recién llegados, los vigilaban por días, luego los apresaban y a la mayoría los asesinaban. Esto significó la pérdida de valiosos militantes. Los revolucionarios no hicieron una evaluación profunda y a tiempo en la seguridad interna y en las condiciones de recepción en el país para evitar estas pérdidas. 155
Pauta de opinión del MIR para unir fuerzas políticas para impulsar la lucha contra la dictadura gorila. Comisión Política del MIR, 17 de febrero de 1974. MIR. Que luego se denominó ”Pauta para unir fuerzas”, al enviarlo a la Unidad Popular. Dos años de lucha de la resistencia popular. 1973-‐1975. Editorial Biblioteca Promoción del Pueblo. Serie P. N° 88. Madrid 1976. España.
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Aún con todas las dificultades que implicaba la sanguinaria dictadura, el trabajo de resistencia popular y su creciente organización, con novedosas formas de acción, creció permanentemente y fue la fuerza fundamental para debilitar a la dictadura en el interior. La lucha por los derechos humanos fue un eje importante. La propaganda callejera de grupos de jóvenes combatientes empezó a reducir el terror que tenía la población, lo que contribuyó para que se pasara a mayores niveles de movilización y de lucha de resistencia que llegaron a las acciones militares en algunos lugares del país. En medio de la lucha cotidiana de los sectores populares, que costó muchas vidas, se mantenía el debate entre las dos posiciones de la izquierda, que sólo se detuvo durante el tiempo del plebiscito, que ganó el NO de la resistencia y con ello se empieza a acabar el gobierno de Pinochet, aunque no la dictadura. IX. ¡…Y VINO LA CONCERTACIÓN DE PARTIDOS POR LA DEMOCRACIA! La resistencia y sacrificio del pueblo permitió la reorganización de los partidos, varios arrastrando el mismo sectarismo y la práctica divisionista. Se habían integrado varias coaliciones partidarias para darle fuerza a la resistencia en el último lustro de gobierno de Pinochet. Las coaliciones duraban poco debido al sectarismo de los partidos tradicionales, protagonismo de algunos dirigentes, divisiones constantes y el papel que le asignaban al partido Demócrata Cristiano en esas alianzas. Los reformistas buscaron, nuevamente, la alianza con todo el partido democratacristiano y la mayoría de la izquierda, sobre todo los sectores revolucionarios, sólo aceptaban trabajo unitario con las bases obreras y militantes realmente democráticas de ese partido; pero no con los grupos de FREI o Aylwin, que habían sido promotores del golpe de estado y defensores de la dictadura por varios años. Una vez que el movimiento de masas del interior se consolidó y la presión internacional impusieron que se llevara a cabo un plebiscito, se forma del Comando por el NO, en enero de 1988. En febrero se crea la Concertación de partidos por el NO, con el propósito de impulsar el plebiscito del 5 de octubre de 1988, que definiría si Pinochet se quedaba en el gobierno hasta 1997. Formaron parte de la Concertación 17 agrupaciones políticas: La Democracia Cristiana, el Partido Socialista-‐Almeyda, el Partido Socialista-‐Histórico, Partido Socialista-‐Mandujano, Partido Socialista-‐Briones, Unión Socialista Popular, Partido Radical de Chile, Partido Radical Socialdemócrata, Partido Social Demócrata, Partido Democrático Nacional, Partido MAPU, Partido MAPU-‐OC, Partido Izquierda Cristiana, Partido Humanista, Unión Liberal Republicana, Partido Por la Democracia y Partidos los Verdes. Quedaron excluidos el MIR, el Partido Comunista y los grupos armados del Frente Patriótico y Lautaro, aunque trabajaron denodadamente para el plebiscito y para el triunfo del NO. Los resultados del Plebiscito fueron de un 54.71% del total de los sufragios para el NO y un 43.01% para el SI, por lo cual se establece la ruta para la salida de Pinochet, convocar a elecciones presidenciales y los miembros del Congreso. (http://historiapolitica.bcn.cl/partidos_politicos/wiki/Concertaci%C3%B3n_de_Partidos_por_la_Democracia) Ganado el Plebiscito aparece la fuerza de los partidos grandes contra los partidos pequeños dentro de la Concertación, la cooptación y las exclusiones, por lo cual la Concertación de Partidos por la Democracia se reduce al Partido Democratacristiano, Partido Socialista, Partido por la Democracia (creado artificialmente –con gran apoyo de sectores del partido socialista-‐ y como agrupación instrumental en 1987; pero se mantiene hasta la fecha (dicen algunos que, a veces, funciona como
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una gran agencia de empleo para los que renunciaron a partidos) y el Partido Radical Social Demócrata. Esta Concertación se mantuvo en el gobierno desde el 11 de marzo de 1990 al 11 de marzo del 2010, colocando en la presidencia miembros de la democracia cristiana y de los partidos Socialistas/Por la Democracia. -‐ Patricio Aylwin Azócar (PDC), 1990 y 1994. -‐ Eduardo Frei Ruiz-‐Tagle (PDC), 1994 y 2000. -‐ Ricardo Lagos Escobar (PPD-‐PS), 2000 y 2006. -‐ Michelle Bachelet (PS), presidenta de Chile desde 2006 a 2010 (el Presidente Lagos redujo el período presidencial de 6 a 4 años (tal vez para sentirse más identificado con el imperio o buscando reducir el tiempo para volver a postularse). El cambio de la dictadura por un gobierno civil se genera en un contexto internacional en el cual la el gobierno de Pinochet ya no era útil para despliegue económico y político del imperio y de países europeos, por lo cual tuvo que ser cambiada, aunque de última hora los grupos más conservadores de la dictadura se negaban a reconocer los resultados del Plebiscito. Los sectores políticos de la derecha y su gobierno militar se sientan en la mesa de negociaciones con dirigentes de la Concertación bajo la influencia los sectores demócratas de Estados Unidos y de los socialistas europeos, sobre todo de los españoles, en el proceso de discusión y acuerdos. Recordemos que en Europa se había aparecido el eurocomunismo (que muestra un paso a la derecha de partidos comunistas críticos a la URSS), el fortalecimiento de la socialdemocracia que incide en divisiones del partido socialista y el proceso de desmembramiento de la propia URSS con Gorbachov y la posterior caída del Muro, lo cual amplía el espacio de acción internacional del capitalismo e imponía un quiebre al interior del comunismo internacional y a las propuestas sobre la construcción del socialismo. El pacto de las cúpulas de los partidos MAPU, IC y del sector del partido socialista, que habían dejado atrás al marxismo que se propuso la construcción del socialismo, y que ahora abrazaban las propuestas socialdemócratas de estilo europeo, significó una traición a la izquierda y a la resistencia popular, principal gestora de la caída de la dictadura, pues, aunque nunca se han publicado los acuerdos que hicieron con los militares pinochetistas, los hechos por los gobiernos de la Concertación por la Democracia demuestran la afirmación: -‐ Se mantuvo el proyecto institucional de la dictadura, con la Constitución política impuesta en 1980. -‐ Se mantuvo y mejoró el proyecto económico neoliberal. El Gobierno de Ricardo Lagos ha sido el que más utilidades ha generado para los empresarios. -‐ Se amplió, como nunca, la desigualdad social. La inequidad es el sello de la economía chilena. -‐ Se disolvieron todas las expresiones de organización social y durante el Gobierno Patricio Aylwin se asesinó a jóvenes revolucionarios y otros se encarceló, para cumplir con los compromisos con la dictadura. -‐ Se privatizaron recursos naturales básicos y se amplió el mercado a la inversión extranjera, sobre todo en recursos naturales, provocando la pérdida permanente de la riqueza nacional. -‐ Se eliminó la prensa que la izquierda y diversos grupos sociales había utilizado para luchar contra la dictadura.
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Los servicios básicos de salud, educación y energía para las viviendas se mantuvieron privatizados y los sectores pobres no cuentan con los servicios que necesita para alcanzar un mínimo de satisfacción de sus necesidades. Se flexibilizó más la regulación sobre el trabajo para profundizar la sobreexplotación de las personas en diferentes ámbitos de la economía. Se mejoraron los medios para fortalecer una cultura del individualismo y consumismo, que mantiene alienada a la mayoría de la población. Se aplican leyes represivas de la dictadura para reprimir al movimiento indígena y perpetuar el robo de sus recursos naturales. La represión y criminalización de las protestas sociales crece.
Se puede seguir enumerando manifestaciones de cómo la Concertación ha perpetuado el proyecto que el imperialismo impuso mediante la dictadura; sobre todo expresar que la opresión y dignidad de los trabajadores y diferentes sectores sociales reprimidos no han sido restauradas, ya que la Concertación no ha tenido la voluntad política para cambiar la constitución pinochetista, para darle libertad al movimiento de masas, para juzgar y condenar a todos los militares que atropellaron los derechos humanos (se han condenado a algunos, a quienes se les mantiene en “cárceles” de lujo y reciben pensiones onerosas a cargo del presupuesto público). El ejemplo de Argentina, que ha juzgado y condenado a la cárcel a los miembros de las fuerzas armadas que participaron en el genocidio y la represión no permeó a la Concertación; por el contrario, la Concertación engañó a los gobiernos de España e Inglaterra para salvar a Pinochet cuando lo detuvieron en Londres. La democracia cristiana y los socialistas de la Concertación son los culpables intelectuales y materiales de esa ignominia. La clase dominante chilena, incluida la Concertación, es la mejor muestra de cómo funciona el imperialismo y devela la característica de la práctica política de las cúpulas actuales que, sin respetar el voto popular, establecen acuerdos y pactos pragmáticos que favorecen a la derecha y establecen leyes que profundizan la dependencia de nuestros países y el empobrecimiento creciente del pueblo. En época del neoliberalismo se amplía la vinculación de los negocios privados con la “representación” partidaria en los espacios políticos. Por esta razón la corrupción creció, las leyes no han servido a la justicia y la cultura de la “farándula” permea y devela la vinculación negocios y política, y forma parte del proceso de alienación y exitismo que promueve el sistema para el control social. La mayoría de los viejos militantes de izquierda no se integraron a la Concertación y han preferido una pobreza digna a vivir del presupuesto y la corrupción pública (reparto de plazas y puestos públicos entre la Concertación y de la derecha). Las nuevas generaciones empujadas al mercado y al endeudamiento para atender su salud y educación también se alejaron de los partidos y la política debido a que se les engaña y se les mantiene rehenes de los bancos (un estudiante que estudió utilizando crédito para cubrir sus gastos de la universidad deberá estar alrededor de 20 años pagándole a los bancos prestamistas). La barbarie y sobreexplotación del modelo, en su fase neoliberal, se proyecta hacia el futuro en el cual los nuevos profesionales tendrán que ser esclavos los primeros 20 años de vida profesional, para pagar el crédito que respaldó la compra de conocimientos en alguna universidad. La Resistencia Popular cumplió su papel histórico, con un alto costo social, y queda pendiente iniciar una verdadera transición post dictadura, con un contenido humanitario y socialista en la acción política y socioeconómica del país.
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Las nuevas generaciones viven un proceso de resiliencia (concepto tomado de las ciencias naturales, para expresar la capacidad que tiene la naturaleza para autorestaurarse de daños causados por su propia evolución y por la acción humana a fin de darle continuidad a los ciclos ecológicos y a la producción de condiciones para que continúe la vida) complejo y lento. En la sociedad esta resiliencia y recuperación de los ciclos que la movilizan, y la proyectan para la transformación en la búsqueda del bien vivir, pasa por un proceso de recuperación/estabilización de condiciones políticas perdidas (sobre todo el espacio para la organización y formación) y adaptación dinámica de la rebeldía para enfrentar a los nuevos tiempos y retos que presenta una sociedad en constantes cambios, sin dejar de valorar el estudio y el ejercicio de la MEMORIA para aprender del pasado y darle continuidad, en nuevos estadios y condiciones, a la utopía por el socialismo. La juventud rebelde ha logrado develar el falso éxito social del proyecto dictatorial chileno. Sin duda ha favorecido al imperio (que se reapropió del cobre y sumó otros recursos naturales) y a un grupo de familias que han sabido combinar la política con los negocios, aportando recurso a candidatos, que se dejan sobornar, para ocupar algún puesto de representación en el aparato del Estado. Sin duda existe un grupo de gente honesta en esa Concertación; pero son tan pocos que no logran incidir en las definiciones del conglomerado. Los estudiantes han empezado a madurar la propuesta de un cambio y transición real a la democracia. Fueron los estudiantes de nivel medio, denominados “Pinguinos”, los que se empezaron a levantar en 2006, reclamando educación de calidad y gratuita, para que la misma dejara de ser un negocio de usureros y regresara a su condición de derecho humano. Engañados con los ajustes que hizo el gobierno de Michelle Bachelet a la Ley de Educación, los jóvenes y diversos sectores sociales del país, logran abrir un boquete al sistema, develando la inmoralidad de la Concertación y denunciando a los comerciantes de la educación, mostrando los aspectos de fondo del sistema económico chileno. Posteriormente, en el año 2011, cuando muchos Pingüinos ya estaban en la Universidad, surge de las aulas y patios universitarios un fuerte movimiento estudiantil que nadie esperaba su gran volumen, su contundencia política y la capacidad de innovación en la movilización social. Esto se viene a sumar al renacer de las movilizaciones sociales en el país, que muestran, además de los consabidos paros sindicales por mejores salarios, nuevos frentes de acción popular y social: Lucha por un medio ambiente sano y preservación de los recursos naturales (marchas contra los megaproyectos hidroeléctricos en Aysén, Pascua Lama y otros de capital externo), marchas por los derechos a la diversidad sexual, huelga de trabajadores del cobre contra la terciarización y precarización del trabajo, luchas de los pueblos indígenas por la recuperación de sus tierra y derechos, movilizaciones comunales para pedir descentralización de recursos públicos, movilización de damnificados por el terremoto de 2010 , entre otros movimientos. La fuerza y decisión estudiantil concitó el apoyo de diversos sectores sociales, empezando por sus padres y familia cercana, luego gremios, pobladores, empleados públicos y grupos políticos no incorporados en la Concertación, generando una gran movilización y demanda social que desborda el ámbito educativo y el cambio de la Ley de Educación, para ampliarse a la lucha por los derechos sociales y humanos de todas y todos los chilenos. Revisando los sitios web de los grupos estudiantiles independientes, muy novedosos y de alto contenido, se puede apreciar que como organizaciones no serán cooptados por la Concertación, que prefieren la independencia como movimiento social y una posición de izquierda que les
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permite vincular la lucha democrática con la perspectiva de la revolución (no para mañana; pero acerando desde ahora la conciencia y práctica para que el imperio y la derecha no vuelvan a vencer). Realizan importantes avances en la práctica de una democracia directa para tomar decisiones y difundir su pensamiento (que me hace recordar las insuficiencias de nuestra práctica del centralismo democrático en la izquierda tradicional), son una base firme para construir organizaciones y propuestas entre iguales. Lo importante a tener presente es reconocer la fuerza de la razón dialéctica como base para tomar decisiones, la soberanía y los derechos del pueblo como base de toda política y el amor, la fraternidad y la colaboración como factor de las relaciones humanas y organizacionales; así como la construcción de una nueva cultura política y social para religarnos con el resto de la naturaleza a la cual pertenecemos y debemos preservar. Las acciones de los jóvenes continuarán, aunque que tendrán muchos altibajos por la falta de una fuerza social y revolucionaria real que comparta el camino. Se enfrentarán a algunos partidos que recurrirán a desmovilizar a sus cuadros para incorporarlos al juego burgués del congreso o como funcionarios públicos y con ello buscar dividir el movimiento y sus propuestas, frente a ello sólo la movilización constante y el fortalecimiento de sus propuestas les permitirá avanzar. En cualquier caso, su lucha deberá aprovechar la Memoria de nuestra historia lejana y reciente, pues de ella y su conjugación con las aspiraciones para lograr el bien vivir de todas y todos surgirá la estrategia y táctica de lucha para el presente y el futuro. X. ALGUNAS CONCLUSIONES 1. En Chile se había agotado el sistema de acumulación capitalista basado en la sustitución de importaciones en la década de los sesentas, lo que generó la crisis del sistema democrático burgués y sus estructura legales para mantener la sobreexplotación y resolver las necesidades sociales. El Gobierno de la Unidad Popular recibe un país en crisis económica, por lo cual el Programa gubernamental debía atender las secuelas de esa crisis y establecer bases para avanzar en la creación de condiciones para iniciar la sociedad socialista. La articulación del lastre de la crisis con la construcción de bases revolucionarias no se logró. 2. El golpe del imperialismo y la derecha, por medio de las fuerzas armadas, significó la derrota de la vía pacífica al socialismo. Las expectativas internacionales sobre esta opción de lucha social, que todos los demócratas y revolucionarios preferimos, para evitar el costo social de una guerra civil, no la permiten las clases dominantes. 3. La derecha chilena “muy cristiana y religiosa”, como la de cualquier país, hace del uso de las fuerzas armadas una proyección de su sentido de violencia y barbarismo en las relaciones humanas, por lo cual no tiene reparo en exterminar a sus enemigos de clase. La concurrencia a sus templos, para confesar sus pecados y simular una redención que sólo ellos entienden, es una actividad para afirmar sus lazos y creencias en la propiedad privada excluyente y no como un acto de real fe y de amor al prójimo. La inmoralidad de la derecha es una constante y no tiene grandes problemas para unirse cuando sus intereses individualistas peligran. Estos fueron los parámetros del comportamiento de la derecha antes y durante la dictadura y en su actual neoliberalismo. 4. Las diferencias entre sectores de la izquierda chilena fueron crecientes; pero también existieron espacios y acciones comunes entre los revolucionarios. Se puede afirmar que los denominados
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sectores reformistas tuvieron menos flexibilidad y disposición para compartir con los demás las diversas propuestas surgidas en el proceso, primando el sectarismo y la imposición de su estrategia y políticas conciliadoras con la Democracia Cristiana dentro de la Unidad Popular y el gobierno. Los reformistas no respetaron los propios avances de movimiento popular y la razón revolucionaria creciente. Por su parte los sectores revolucionarios tuvieron una mayor flexibilidad para entender al Presidente Allende y, manteniendo una crítica constante, estuvieron siempre en la defensa del proceso, pues lo consideraban un espacio necesario madurar condiciones revolucionarias. 5. La izquierda revolucionaria, en la cual el MIR tenía una mayor presencia política, no tuvo las condiciones para sumar el conjunto del pueblo al Programa del Pueblo, proclamado en 1972, que recogía la radicalización de la lucha social y el avance de los sectores populares. Pesó la lealtad con Allende y la falta de tiempo para sumar una mayor base social revolucionaria, sobre todo porque los militantes y simpatizantes populares de los partidos reformistas no pudieron desprenderse de su formación política en la reivindicación económica y en su accionar dentro de la institucionalidad burguesa. No se logró resolver la insuficiencia popular en la preparación para la lucha por el poder, para lo cual era necesario que se cambiaran las reivindicaciones y todos los esfuerzos para ocupar espacios en la institucionalidad burguesa por una preparación y acciones para inaugurar el socialismo en Chile. 6. En lo militar, ámbito en el cual se resolvió la lucha social el 11 de septiembre de 1973, con el golpe de la Fuerzas Armadas, la división de la izquierda impidió aprovechar las condiciones que ofrecía la existencia del gobierno de Allende para unificar una táctica. La izquierda revolucionaria no impulsó las acciones suficientes para resolver esta necesidad: pero sobre todo para avanzar de manera autónoma y armar a las masas. Los avances en integración de recursos militares sólo sirvieron para llevar a cabo enfrentamientos heroicos el día 11 en algunas industrias, zonas populares y en la precordillera del sur, todas limitadas y sin lograr proyección en el conjunto de la resistencia. La mayor utilidad del reducido armamento fue para la autodefensa de las direcciones de partidos y de dirigentes populares, que los primeros días del golpe eran perseguidos por los golpistas. En el caso del MIR, en tanto la gran parte de su dirección se quedó en Chile, las pocas armas le sirvieron para las tareas de resistencia. Recordemos que Miguel Enríquez muere enfrentándose a un nutrido destacamento militar el 4 de octubre de 1974. 7. Finalmente, un aspecto de claridad política necesaria, el MIR y el resto de la izquierda revolucionaria no fueron culpables del fracaso de la Unidad Popular ni del golpe de estado. Sólo los que nieguen la historia sobre el crecimiento económico chileno y el peso del imperialismo podrían mantener la obcecada visión extremista de la lucha ideológica y su manejo anquilosado del marxismo para justificar la derrota en los demás y no en la responsabilidad propia. Sin duda se comparten las responsabilidades, aunque diferenciadas, porque no todos tuvieron los medios a su alcance para hacer más y no quisieron, y quienes buscaron avanzar no contaron con los medios. Un asunto poco discutible es que la izquierda revolucionaria tuvo la razón teórica sobre la necesidad de la revolución y su posibilidad de triunfo si se aprovechaba el período prerrevolucionario que significaba el gobierno popular. Los hechos mostraron que la maduración de las condiciones subjetivas para la revolución, en una clase obrera y un pueblo educado en los parámetros de la democracia burguesa, es una tarea compleja y requiere de una posición
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revolucionaria muy unida. La discusión si el énfasis es político o militar pasa a ser secundaria para entender con claridad la capacidad y disposición de la derecha y el imperialismo frente al cercano desenlace de la lucha, sobre todo teniendo como antecedentes las diversas acciones militares impulsadas por ellos en los dos últimos años del gobierno popular, lo que no dejaba alternativa a los revolucionarios y se debía emprender la profundización del proceso y armarse para la lucha o, como plantearon otros sectores, negociar y bajarle el perfil a las “40 Medidas” y al Programa del Gobierno. Esto último llevaría a la derecha la recuperación del gobierno y postergar el desenlace varias décadas más adelante. Todas las decisiones implicaban un costo social importante y por no tomar las adecuadas en su momento la izquierda fue la que más perdió, ya que puso los muertos, los desaparecidos, todos los reprimidos durante la dictadura y los que viven las consecuencias del modelo neoliberal, quizás cuantos años más. Un muy alto costo social que se acumula con los años. La estrategia del MIR156 y de los demás revolucionarios, antes del golpe y en la lucha de resistencia, marcaron un hito político en la historia chilena, empezando por colocar en el imaginario obrero y popular la necesidad de enfrentar a la burguesía e imperialismo dominantes con organizaciones de poder popular, con la fuerza revolucionaria y con tácticas que unen la acción por la unidad social con la profundización crecientemente los avances populares. Las propuestas revolucionarias actualizaron el marxismo latinoamericano y mostraron que pensar y actuar desde nuestra región es fundamental, pues se logra comprender mejor nuestra realidad y aplicar las formas de lucha adecuadas a las condiciones históricas y perspectiva de construcción de un socialismo de raíz indoamericano. El presidente Allende fue una persona de pensamiento revolucionario y consecuente con su compromiso social, demasiado abierto a las propuestas de los grupos reformistas y muy confiado en la fidelidad y constitucionalidad de las fuerzas armadas, por ello buscó siempre alternativas negociadas, aun cuando sabía que era inminente el golpe. Esto le llevó a proponerse una salida legal a la confrontación con la derecha y convocaría a un plebiscito; pero los golpistas adelantaron las acciones para evitar que Allende hiciera el llamado y los dejara sin argumentos para justificar el derrocamiento. Para evitar su asesinato, “la mañana del 11 de septiembre, Miguel Enríquez y Allende -‐por intermedio de Tati-‐ se comunicaron por última vez. Miguel le ofreció el apoyo de combatientes del MIR para proteger su salida de La Moneda y continuar la resistencia en los barrios populares. Allende no aceptó y le mandó a decir: “Yo no me muevo de aquí, cumpliré hasta mi muerte la responsabilidad que el pueblo me ha entregado. Ahora es tu turno, Miguel…”. Ambos murieron defendiendo consecuentemente sus convicciones democráticas y revolucionarias” (Andrés Pascal Allende. Ex secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Publicado en la edición especial Nº 665 de Punto Final, en homenaje al centenario de Salvador Allende, 26 de junio, 2008).
La discusión en la izquierda chilena sobre la derrota ha sido muy débil y no se ha llegado al fondo de las divergencias entre los partidos ni a las debilidades y fallas dentro de cada partido. Las nuevas generaciones de luchadores sociales necesitan un sólido y amplio análisis sobre lo hecho y lo que se dejó de hacer, pues los adversarios de clase y el enemigo imperialista y sus representantes en el país fortalecen cada día sus fuerzas. Es necesario explicar las diferencias y semejanzas entre la izquierda de los setentas y la nueva izquierda de hoy, son todas sus
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Según el MIR, la estrategia es la ciencia de combinar los resultados de los emprendimientos parciales entre el proletariado y la burguesía, para alcanzar el objetivo de conquistar el poder, es una estrategia político-militar, que considera el elemento militar en la lucha de clases como una continuación y complemento de la actividad política.
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manifestaciones y agrupamientos. La izquierda de los setentas hizo un importante esfuerzo de resistencia popular que fue la base para sacar la dictadura, pero siguió primando el sectarismo y aparecieron nuevas manifestaciones reformistas que se articularon con el neoliberalismo para darle perfil ideológico y político a la Concertación de Partidos por la Democracia. Sin duda los que salieron de los tradicionales partidos socialista, comunista y demás partidos de lo que había sido la Unidad Popular y los del Mir que integraron la coalición gobiernista post –Pinochet no representan las propuestas del socialismo revolucionario. Muchos de ellos traicionaron a Salvador Allende, aunque se digan sus seguidores. Otros se sienten muy bien regresando al seno de sus familias burguesas y son prominentes empresarios que no tienen ningún obstáculo para apoyar y compartir el estado derecho dictatorial que mantiene las leyes del terror. Todo lo justifican con el esfuerzo por el “crecimiento económico” para que luego se logre el “chorreo”, máxima definición ideológica de los neoliberales chilenos para concentrar riquezas y seguir explotando los recursos naturales y la mano de obra, con la “oferta” de que en algún momento se atenderá la pobreza y el medio ambiente.”El paraíso vendrá…pero ahora debemos sacrificarnos”. La nueva izquierda real es la de los jóvenes, la de organizaciones populares que salen a las calles arropadas con su conciencia y valentía para luchar por sus derechos. A esta se les ofrece este ejercicio de Memoria, con el humilde deseo de que sirva para la discusión política y, sobre todo, para compartir con las nuevas generaciones de revolucionarios este largo caminar hacia el socialismo, única alternativa para el bien vivir, la libertad, la democracia y la paz.
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MESA LA LUCHA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
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RESISTENCIA DE LOS PUEBLOS INDIGENAS.-‐ Marcos Domic (*) Bolivia atraviesa un período peculiar de su desarrollo como pueblo, como República, Estado Plurinacional de Bolivia, tal como es su designación Constitucional ahora. Tomo algunos los datos de la historia para intentar explicar el actual proceso social de mi país. Este proceso no surge de la nada ni es producto de algo insustancial. Es el necesario resultado de una conjunción muy peculiar de los movimientos de carácter nacional-‐étnico y las clases sociales populares y que derrotan al régimen neoliberal. Es, en suma, algo que se apoya en una amplia base social resultante de la convergencia de torrentes de las fuerzas motrices revolucionarias. Antes de pretender dar una interpretación al contenido y esencia de la resistencia indígena presentaremos algunos momentos centrales de ella, sólo los que consideramos imprescindibles. En el territorio de lo que ahora es Bolivia hay acontecimientos que llaman la atención por su temprano y pionero carácter, en el continente americano. El primer movimiento de significación, pues pudo haber otros antes, por la derrota del colonialismo y la consecución de la liberación comienza bajo el liderazgo de TOMAS KATARI entre 1777 y 1781. En realidad desde varios años antes se observó que cundía el descontento entre los indígenas, por la explotación a que eran sometidos. Ese descontento, indiscutible signo de acumulación de la resistencia social, comenzó a hacerse perceptible desde comienzos de 1770 pero se hizo manifiesto en 1777. Después de algunas alternativas jurídicas en torno a los impuestos y arrestos a Tomás Katari el descontento se expresó en movimientos de protesta y desobediencia contra la autoridad española. El líder neto del movimiento fue Tomás Katari. Este era Curaca de la provincia potosina de Chayanta. El Curaca, es un jefe local quechua. En esta condición Tomás fue en un largo viaje hasta Buenos Aires – a los indios les estaba prohibido montar caballo -‐ trasladando sus quejas al recientemente creado Virreinato de La Plata. Denunció los malos manejos de los tributos y planteó que se aliviaran las cargas impositivas y el trabajo despiadado a que eran sometidos los indígenas. Además de reclamar su confirmación como autoridad indígena. Volvió al parecer con la comprensión del Virrey Vértiz y ya en Potosí le autorizaron el cobro de los impuestos. Vértiz juzgó que la mita (trabajo forzado en las minas), los tributos, gabelas e impuestos debían ser sobre todo mejor y más honestamente manejados. No hubo pronunciamiento sobre la usurpación de las tierras que como veremos es el núcleo del problema y el detonante de la resistencia. Retornado a sus pagos el reconocimiento de su autoridad de Curaca fue ignorado, al igual que desconocieron las ordenanzas y, en cierto modo, concesiones del Virrey. Por el contrario apresaron a Katari. Los originarios del lugar se sublevaron, * Embajador del Estado Plurinacional de Bolivia.
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liberaron a Tomás. Volvió a ser apresado y finalmente asesinado en 1781. Fue la chispa que habría de incendiar la pradera. A partir de ese momento no habría paz en los campos ni en las minas. La resistencia por momentos sorda y poco visible continuó sin solución de continuidad. En el episodio, que tenía su epicentro en el norte de Potosí, no puede dejar de mencionarse la primera actuación femenina en la resistencia indígena. Tomás era casado con Kurusa Yawri, valerosa mujer quechua que se quedó al mando de las huestes sublevadas y cuyo nombre es injustamente ignorado. Es necesario que la historia se ocupe más de ella. El segundo episodio, casi contiguo al anterior, lo protagonizó el caudillo aymara TUPAC KATARI. Lideró el movimiento más extenso del Alto Perú, contra la dominación española en 1781. Poniendo en evidencia el binomio chacha-‐warmi (hombre-‐ mujer), actuó con Bartolina Sisa, su mujer y con su hermana Gregoria Apaza; cercaron dos veces la ciudad dela Paz. El primer cerco duro más de un centenar de días. El segundo fue más corto; pero para la ruptura de ellos fue necesario el concurso de grandes contingente militares que llegaron de los dos virreinatos afectados (Lima y La Plata). Tupac Katari fue apresado a traición y descuartizado en 1781, al igual que Tupac Amaru en el Cuzco. Desmembrados sus miembros fueron distribuidos por localidades hoy paceñas y su cabeza exhibida en una altura (killi killi) que domina la ciudad de La Paz. Al morir habría exclamado premonitoriamente “a mí solo me están matando; sobre mí miles y millones volveremos” o sintéticamente: “volveré y seré millones” Han vuelto y han vuelto para quedarse. Estas rebeliones marcan la impronta indígena en el proceso de la lucha por la independencia. Luego a estas se engarzarán los movimientos libertarios citadinos de 1809 en Chuquisaca y La Paz y que protagonizaron mestizos y criollos. Muerto Tupac Katari (Julián Apaza, por su nombre castellano), es su mujer Bartolina la que toma la conducción de los 40.000 indios alzados. Pero pronto es también apresada. Su final es terrible. La sentencia ejecutoria del 5-‐IX de 1782 dice así: “A Bartolina Sisa, mujer del feroz Julián Apaza o Tupac Katari se le condena en pena ordinaria de suplicio y que sacada del Cuartel, a la Plaza Mayor, atada a la cola de un Caballo con una soga de esparto al cuello y una coroza (cucurucho que se ponía, por afrenta en la cabeza de los reos) de cuero y plumas y una aspa afianzada sobre un bastón de palo en la mano y conducida por la voz de pregonero que publique sus delitos sea conducida a la Horca hasta que muera y después se clave su cabeza y manos y Picotas con el rótulo correspondiente, para escarmiento del público en los lugares de Cruzpata, Alto de San Pedro y Pampajasi donde estaba acampada y presidía sus juntas sediciosas; y después de días se conduzca su cabeza a los pueblos Ayo-‐ayo y Sapahaqui en la Provincia Sica-‐sica, con orden para que se quemen después de un tiempo y se arrojen sus cenizas al aire, donde estime convenir.” (cit. En “Cambio” 5-‐08-‐13 y J.J.Rodas www.aulaintercultural...art.4525 . Como ya adelantamos el tema central de la resistencia indígena está ligado a la posesión de la tierra. Donde el despojo, a los indígenas y sus comunidades, es más visible es en este asunto. Tiene varios momentos más además del señalado en las épocas de los levantamientos de Katari. Durante el Gobierno del General Ballivián (1842) se declaró a los campesinos comunarios
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“enfitéutas”, con lo que se inicia el despojo de las tierras, la que alcanza su apogeo, bajo la misma forma jurídica, durante la gestión de Melgarejo (Decretos de los años 1866 y 1868) y que provocara una ola de sublevaciones indígenas. A la caída de aquel, y hasta 1874, hay cierto apaciguamiento. Pero entonces se aprueban las leyes de “ex -‐ vinculación”, nueva ofensiva contra la propiedad comunitaria y que facilitará el avance de los terratenientes. Estas leyes van abonando el terreno de la resistencia y el alzamiento campesino hasta que, en 1895 y 1896 sobretodo, se produce la nueva ola de insurrecciones campesinas, manteniéndose efervescente hasta 1899. Lo que podríamos denominar un tercer momento de la resistencia indígena es el momento de la Guerra Federal de 1899. …Hay un cierto paralelismo histórico entre las causas, actores y desenlace de las guerras civiles “Federales” venezolana y boliviana, que quisiera apuntar en esta ocasión. Todo recuerda en Venezuela, lo que sucedería algunos años después en el altiplano boliviano. Donde es más pasmosa la semejanza es en el desenlace: muerto a traición Zamora el otro Jefe Federal, Falcón, después de años de lucha llega a un acuerdo con Páez. “En realidad fue un compromiso entre federales y dictadores para marginar otra vez al pueblo de la dirección del país”. Falcón, “jefe de un movimiento triunfante, es quien se comprometía aplacar las aspiraciones, lo que en otros términos, significaba reprimir las demandas de las masas revolucionarias. Ese es, sin eufemismo, el espíritu del convenio que puso término a la guerra. Es, en una palabra, la consagración legal de la traición”. (Ibid. a Núñez Tenorio p. 138). La “Guerra Federal” es ganada por los liberales, comandados por Pando, pero la victoria habría sido imposible sin el apoyo de las masas indígenas. Cada uno de los protagonistas del bando federal tenía su programa. Los liberales querían llevarse la capital de la República a La Paz, en contra de los chuquisaqueños que querían mantenerla en Sucre. Los paceños representaban a una naciente y más pujante burguesía, en tanto que los chuquisaqueños personificaban la molicie aristocratizante de Sucre. Pero los originarios, sobre todo aymaras, iban a lo suyo: la tierra y…algo más: el gobierno propio. Detengámonos un poco en los objetivos propios y reales de las huestes de Zárate Wilka -‐ General de división del ejército federal y Comandante y jefe del ejército indígena -‐. Los objetivos se hacen perceptibles en todos los momentos de la guerra civil de 1899. Pero uno de los más notorios es una suerte de manifiesto. Dado a la luz en Mohoza nosotros nos atrevimos a designarlo como el primer programa nacional – autóctono o Programa de Mohoza En esta pequeña población, los campesinos aymaras victimaron a una fracción militar liberal, es decir se enfrentan a sus propios aliados, pretextando abusos de los federales pero, en los hechos, adelantando un programa que combina nítidamente la aspiración central de la clase con reivindicaciones nacionales. Condarco lo resume de este modo: “1° Convertir las fincas en comunidades (…) 2° El exterminio o, por lo menos, el sometimiento de las castas dominantes a las nacionalidades de origen (…), 3° La constitución de un gobierno indígena (…)’Las autoridades debían ser indígenas’ y que el propio párroco debía salir de entre ellos (…) La indiada proclamó su independencia completa de todo poder, sin más sujeción que a los mandatos Willka (…), 4° El desconocimiento más o menos franco de las prerrogativas de gobierno de los jefes revolucionarios (…), 5° Los indígenas de Mohoza
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proclamaron a Zarate Willka como a su jefe supremo (…) (obligaron) a tropa y autoridades a vitorear al jefe indígena (…) 6° La imposición universal del traje de bayeta”. (; Cfr.: Condarco M., R. Zárate, “El Temible Wilka”, Ed. Talleres Gráficos, La Paz, 1966, pp 46 y sig. Cita en “La fascinación del Poder” M. Domich, Ed. UMSA, 1997, p. 137). Casi todos los otros levantamientos quechuas y aymaras coetáneos (Ayo – Ayo, Caracoles, Chayanta, Charcas, Inquisivi; provincias paceñas, potosinas y chuquisaqueñas), se acompañaron de un “programa” similar que culmina en un segundo momento: la rebelión de Peñas y la instauración de un gobierno indio bajo el mando de Juan Lero que a su vez reconocía la autoridad suprema de Zarate Willka. Hasta hace un cierto tiempo atrás había la impresión de que, en la izquierda marxista, se hubiera dado una suerte de olvido u omisión involuntaria de la presencia de los pueblos indígenas, como importantes interesados y partícipes en las luchas por la libertad, por el progreso social y por la independencia de los países, en los que particularmente había una gran presencia de pueblos indígenas, existentes y en desarrollo desde mucho antes de la conquista ibérica. En efecto, hubo, si así puede decirse autocrítica y críticamente, una suerte de “obrerismo” (kultprolet) muy difundido en conciencia de las clases populares, incluidos los campesinos que en su mayoría son también originarios. Empero es mi deber señalar que el marxismo como concepción global del mundo, de la sociedad, del hombre y las agrupaciones humanas se ha ocupado del tema de las naciones, las nacionalidades desde muy temprano. (Recordar a Marx y el tema de Irlanda). En Latinoamérica es imposible no mencionar el aporte Mariátegui y de su colaborador y asesor en el tema, el médico Hugo Pesce que asistió, en representación de un Mariátegui enfermo, a la 1ª Conferencia de Partidos Socialistas y Comunistas en Buenos Aires en 1929. Respetando la terminología de la época transcribimos la opinión de Mariátegui y de Pesce: “El problema de las razas en la América Latina, en la especulación intelectual burguesa sirve entre otras cosas, para encubrir o ignorar los verdaderos problemas del continente (…) Económica, social y políticamente, el problema de las razas, como el de la tierra es, en su base, el de la liquidación de la feudalidad. El interés de la clase explotadora -‐ española primero, criolla después -‐ ha tendido invariablemente bajo diversos disfraces, a explicar la condición de las razas indígenas con el argumento de su inferioridad o primitivismo (…) Recién han comenzado a aparecer los trabajos serios de crítica marxista que realizan un estudio concienzudo de la realidad de estos países, analizan su proceso económico, político, histórico, étnico prescindiendo de los moldes escolásticos y académicos y plantean los problemas actuales en relación con el hecho fundamental, la lucha de clases.” (sub. por nos.) “Llamamos problema indígena a la explotación feudal de los nativos en la propiedad agraria. En la agricultura el establecimiento del salariado, la adopción de la máquina, no borran el carácter feudal de la gran propiedad. Buena parte de nuestros burgueses y “gamonales” sostiene calurosamente la tesis de la inferioridad del indio: el problema indígena es, a su juicio, un problema étnico cuya solución depende del cruzamiento de la raza indígena con razas superiores
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extranjeras. La tesis de que el problema indígena es un problema étnico no merece ni siquiera ser discutida.” (Sub. por nos.) “El sentimiento racial actúa en esta clase dominante en un sentido absolutamente favorable a la penetración imperialista. Entre el señor o el burgués criollo y sus peones de color no hay nada de común. La solidaridad de clase, se suma a la solidaridad de raza o de prejuicio, para hacer de las burguesías nacionales instrumentos dóciles del imperialismo yanqui o británico. (OJO con la siguiente observación (M.D.): Y este sentimiento se extiende a gran parte de las clases medias, que imitan a la aristocracia y a la burguesía en el desdén por la plebe de color, aunque su propio mestizaje sea demasiado evidente.” “El indio por sus facultades de asimilación al progreso, a la técnica de producción moderna no es absolutamente inferior al mestizo. Por el contrario es generalmente superior. (OJO también con esta premonitoria observación (M.D.): Del prejuicio de inferioridad de la raza indígena, empieza a pasarse al extremo opuesto: el de la que la creación de una nueva cultura americana será esencialmente obra de las fuerzas raciales autóctonas. Suscribir esta tesis es caer en el más ingenuo y absurdo misticismo.” Las posibilidades de que el indio se eleve material e intelectualmente depende del cambio de las condiciones económico-‐sociales. No están determinadas por la raza sino por la economía y la política. La raza por sí sola, no ha despertado ni despertaría al entendimiento de una idea emancipadora. Sobre todo, no adquiriría nunca el poder de imponerla y realizarla. Lo que asegura su emancipación es el dinamismo de una economía y una cultura que portan en su entraña el germen de socialismo. La raza india no fue vencida, en la guerra de la conquista, por una raza superior étnica cualitativamente; pero si fue vencida por su técnica que estaba muy por encima de la técnica de los aborígenes.” El problema de las razas no es común en todos los países de América Latina. Pero en países como el Perú y Bolivia y algo menos el Ecuador donde la mayor parte de la población es indígena, la reivindicación del indio es la reivindicación popular y social dominante. El realismo de una política socialista segura y precisa en estos países, puede y debe convertir el factor raza en factor revolucionario. (Cfr. Mariátegui, J.C. Ideología y Política. Ed. Amauta, Lima, 1969, pp 21-‐34. Sub. por nos.) La anterior atención un tanto fragmentaria del problema nacional-‐étnico y el colonialismo interno, por el predominio del factor clasista, ha llevado a algunos comentaristas (R. Prada en “Cambio”) a afirmar: “Podemos hablar de una izquierda colonial en tanto que se ha dado en la historia política de Bolivia una izquierda que no se ocupó para nada (…) de la dominación del colonialismo”, etc. Se ve que no conoce nada, o, peor, ignora los trabajos de los marxistas que desde la década de los años veinte del siglo pasado se ocuparon del tema. José Antonio Arze, Arturo Urquidi y otros publicaron varios trabajos. Para comenzar recordemos el lema del movimiento universitario de fines de 1920. “Minas al Estado y tierras al indio”). De la misma tanda de Arze, Marof, izquierdistas marxistas, fue Abelardo Villalpando cuyo trabajo publicado en Potosí (junio, 1939), “La cuestión del indio”, fue reproducido en “Marxismo
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Militante” Nº 16, 1995. Escribía Villalpando: “De la solución del problema indígena depende, en realidad, el futuro de Bolivia. Se trata de la gran mayoría nacional que, malgrado la explotación que ha venido y viene soportando, a lo largo de más de cuatro centurias, tiene derecho a vivir bien; y sobre todo a intervenir en forma activa dentro de los ritmos de la vida nacional”. (sub. por nos). Por lo visto los teóricos que han aparecido después de “los 500 años” no han inventado nada nuevo. Ni siquiera los suma q’amaña o el sumaj(o allin)kausay (vivir bien en aymara y quechua respectivamente), son completamente novedosos en la terminología del tema. A propósito, otro intelectual marxista, Gualberto Pedrazas es, que se sepa, el primero en proponer una grafía quechua para la alfabetización, en lengua materna. El manual titula Ñan (El Camino). En referencia a esto de la alfabetización en lengua materna hay que recordar que José Antonio Arze, miembro de la Comisión de la Reforma Educacional (1954-‐55) junto a representantes de la Confederación de Maestros Urbanos, propuso la alfabetización de los originarios en su idioma nativo. El nacionalismo imperante rechazó la idea arguyendo que para la “incorporación del indio a la vida nacional había que castellanizarlo” Lo que hay que dejar bien sentado es que los auténticos izquierdistas, los marxistas, nunca desligaron la solución de la cuestión nacional de la perspectiva histórica de los pueblos indígenas o, como se los llama ahora originarios, a que no queden estancados en un sistema caduco semifeudal y capitalista ya que “el indio encontró en los criollos de la emancipación nuevos “encomenderos” vestidos a la republicana”. Continúa Villalpando: “En el debate del problema indígena y agrario, el único punto de vista aceptable, el único planteamiento posible es el socialista”. Esto tiene que ver con la perspectiva histórica de la construcción de una nueva sociedad, en la única en la que los originarios serán realmente libres y no pasibles de ser víctimas de la explotación del hombre por el hombre. En este sentido hay una frase de una gran penetración futurista: “La propiedad comunitaria podría servir de campo de experimentación. El espíritu y tradición comunistas del indio, aplicadas a la técnica, darían magníficos resultados.” (ibid. p. 25). García Linera está muy próximo a esto cuando nos descubre, a partir de un Marx bien leído, “las potencialidades comunistas” de la comunidad andina, del ayllu. El trabajo pionero y probablemente más elaborado sobre el tema, pertenece Jorge Ovando Sanz: “Sobre el problema nacional y colonial en Bolivia” publicado en 1962. Allí se comenta la concepción íntegra de Ovando que, desplegando la concepción marxista leninista sobre la cuestión nacional, plantea sólidamente las reivindicaciones, derechos y perspectivas de una verdadera política para los pueblos originarios. Marxista, uno de los fundadores del Partido Comunista, ha hecho otros aportes como: “La ley agraria fundamental y el luminoso destino de los pueblos indígenas” (1988), una defensa de la Ley agraria fundamental de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTB). En 1993 escribe “Cercos de ayer y de hoy”, donde denuncia la verdadera causa de la sobrevivencia del colonialismo interno, es decir la opresión que ejerce la nación boliviana (blanca) a las nacionalidades (ahora en la CPE, naciones) y etnias, en un Estado multinacional, plurilingüe y multicultural como es Bolivia. En su enfoque socialista y con una clara metodología dialéctica, sin epistemes platonianos, Ovando dice: “Sin resolver previamente la contradicción del pueblo de
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Bolivia con el imperialismo yanqui…no es posible resolver las contradicciones nacionales interiores…sin que esto quiera decir que la lucha por las contradicciones interiores no esté en función de la lucha por la solución de la contradicción exterior”. Más claro agua, acerca de la lucha unitaria de todo el pueblo boliviano, empezando por las clases revolucionarias y para hacer avanzar el Proceso de Cambio, del que algunos han defeccionando. Ya vimos en Mariátegui el señalamiento de probables desviaciones o incomprensiones en el accionar indígena. Hoy se trata de la contraposición del indigenismo radical a corrientes calificadas “foráneas”, sobre todo “europeas”, “de los blancos (k’aras) y a veces directamente a “comunistas o socialistas”. En Bolivia los ejemplos abundan. Patzi, ex. Ministro de Educación. Felipe Quispe, reputado líder indígena del altiplano paceño y otros, como los dirigentes de la “Marcha por el Tipnis” (Territorio Indigena Parque Isiboro-‐Sécure), ahora transformados en recalcitrantes opositores al gobierno de Evo, al que acusan de haberse rendido y dejado a los “k’aras” (blancos)” tomar el gobierno. Hay otros hilos que van hacia sectores populares y hasta a los órganos de seguridad. Nos referimos a las demandas de algunas comunidades indígenas que quieren aplicar forzadamente la tesis de la propiedad de la “tierra y territorio” y desplazar por ejemplo a cooperativas o pequeñas empresas mineras. La cuestión del TIPNIS se ha agitó con la IX marcha indígena que, al igual que la VIII, tenía la intención de llegar a La Paz, entrar a la Plaza Murillo e intentar una asonada contra el Palacio Quemado. Con gran irresponsabilidad se difundió una consigan macabra: colgarían a Evo Morales como se colgó a Villarroel en 1946. Todo por una necesaria carretera que supuestamente destruiría el corazón de la amazonia. Cuentas para ello con el financiamiento de ONGs, extrañamente convertidas en defensores de la Pachamama. Este fenómeno no es sólo boliviano. Se repite calcado en países de gobiernos progresistas como Ecuador. Allí hay gente del CONAIE que buscando una “legislación propia (leyes diferentes) y autonomía total del gobierno central afirman que están contra: “el Estado uninacional, burgués hegemónico blanco mestizo”. Ni duda cabe que los indianistas bolivianos como los ecuatorianos han caído en un peligroso etnocentrismo, por no decir racismo. Frente a todas estas dificultades y disidencias y oposiciones frontales, reconforta lo que se ha hecho en Bolivia gracias a una línea política clara definida por Evo Morales, como una línea anticolonialista, anticapitalista y antiimperialista. En Bolivia se han satisfecho en gran medida las demandas políticas de los pueblos originarios empezando por el reconocimiento de 36 en la nueva Constitución Política del Estado (CPE). La presencia de originarios en los más altos mandos de los poderes del Estado; en el reconocimiento de la autonomía indígena (Cap. IV, Art. 30, 18 incisos de la CPE). Se reconoce el derecho a la libre determinación y la territorialidad. Hay una verdadera ruptura epistémica en la CPE, cuando se plantean los “derechos de la Madre Tierra. El Vivir Bien, (suma k’amaña o Sumaj Causay”) no es método ni forma de cambio, es la propuesta convertido en el núcleo de la aspiración para el hombre, para la sociedad, para el mundo. Y no es nada ni teórica ni prácticamente opuesto a la concepción del cambio estructural.
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La Cumbre Antiimperialista de Cochabamba, para finalizar, proclamó que sólo el socialismo es el futuro de la humanidad. En Bolivia se le llama socialismo comunitario. Como dice García Linera “no importa cómo se llame lo que importa es que transforme” este mundo y construya otro que es posible y que liquide la explotación del hombre por el hombre.
Margarita Ortiz Caripan, Violeta Nuñez Rodríguez, Christian García, Iván Gomezcésar COORDINA LA MESA CHRISTIAN GARCÍA.
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12 DE OCTUBRE DE 1492… 2013: LA RECOLONIZACIÓN DEL TERRITORIO Violeta R. Núñez Rodríguez157
I. 521 años han transcurrido de aquel acontecimiento que nos marcaría y tatuaría para siempre. Este tatuaje permanece en nuestros territorios. Fuimos “descubiertos” o “en-‐cubiertos” por los europeos, “en-‐cubrimiento” (Dussel, 1992) que se ha transformado, pero no ha concluido. Cómo punto de partida, el llamado “descubrimiento”, fue parte del proceso mundial de acumulación originaria de capital. Proceso que consistió en el saqueo, despojo, de diversas riquezas biológicas (entre ellas, muy especialmente la de los metales preciosos como el oro y la plata) de nuestro continente al “viejo mundo”. Al respecto, señala Marx: el descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, el exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen… representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria (Marx, 1978: 139). Pero también, en la separación y escisión violenta de los pueblos originarios de su tierra (de su Madre Tierra), quienes fueron incorporados (sin opción, sólo a la muerte) a procesos de trabajo inhumanos, como el trabajo en las minas que costo millones de seres humanos. Eduardo Galeano señala que “en tres centurias, el cerro rico de Potosí quemó, según Josiah Conder, ocho millones de vidas” (Galeano, 1978: 34) Es decir, los pueblos indígenas, después de ser despojados de sus tierras, fueron incorporados como mano de obra a los procesos productivos de extracción de las riquezas naturales. Así, este pecado original del naciente sistema, se fundó en la conquista y colonización, necesario para que el capital europeo pudiera consolidarse. Despojo de oro, plata, madera, especies, tierra, territorio, de vidas de los pueblos indígenas, caracterizó a esta etapa. Aquí, como dice Galeano, los europeos “ganaron” y nosotros “perdimos” (Galeano, 1978). Se inició, retomando a Marx, la ley general de acumulación capitalista, ley que indica que la riqueza de unos, se funda en la miseria de muchos. O lo que es lo mismo: a mayor riqueza, mayor miseria (Marx, 1992). II. Pero, esto no concluyó con el proceso de conquista. El despojo, y saqueo de riquezas, continúa. En particular en esta etapa neoliberal, éste se ha exacerbado. Por esto, algunos autores, nombran a esta fase de acumulación, como acumulación por desposesión (Harvey, 2003), lo cual se sintetiza empíricamente en los modelos extractivistas que hoy cruzan a buena parte de América Latina. Lo que significa que el despojo no concluyó con el fin de la época Colonial. Por el contrario, este se sigue legalizando (como en la época de acumulación originaria), y sigue siendo, en muchos de los 157 Profesora-‐Investigadora Visitante del Departamento de Producción Económica de la Universidad Autónoma Metropolitana-‐Xochimilco.
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casos, violento. Un despojo que hoy se revive en el saqueo, entre otros, de los minerales de nuestra nación mexicana. Tan sólo un botón de muestra: se ha extraído, no el doble, ni el triple, sino cuatro veces más oro que durante los 300 años que duró la Colonia. Gráfica 1
Con esto, hoy revivimos un proceso de recolonización intensa del territorio, porque una parte importante de esta extracción de minerales es sacada por empresas extranjeras. De acuerdo con la Dirección General de Desarrollo Minero, existen 287 empresas mineras extranjeras, 90% de las cuales, corresponden a empresas canadienses y estadounidenses.
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Gráfica 2
Y como otro botón de muestra, la riqueza minera extraída del territorio, se exporta. Es decir, los minerales, en particular el oro, se van del país. Gráfica 3
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Sin embargo, el neoliberalismo aplaude, con gran ahínco, la inversión realizada por las mineras extranjeras al país (durante 2013, se prevé que se inviertan 8,000 millones de dólares en nuestra nación –SE, 2013–). Por esto ofrece al territorio como mercancía a fin de que las empresas lleguen a nuestro país, “a derramar su riqueza”. Pero el gran problema, es que esa riqueza no se queda aquí, sino que se va. Con ello, se generan economías de enclave, y que en este caso particular implica la generación de empleos temporales, el saqueo de la riqueza, y un profundo daño al medio ambiente. III. De acuerdo con el Primer Informe de Gobierno de la presente administración gubernamental, 30 millones de hectáreas de la nación mexicana se encuentran concesionadas (26 mil concesiones). Sin embargo, de manera previa al inicio intenso de los conflictos socioambientales, causados por la minería, se habían registrado públicamente (en la página de la Secretaría de Economía) 50 millones de hectáreas en concesión, cifra que representaba una cuarta parte del territorio de la nación. No obstante, hoy (2013), la Secretaría de Economía indica que sólo el 30% del territorio ha sido explorado, por lo cual indica, el 70% del territorio restante es susceptible de ser explorado para la extracción minera (SE, 2013). Esto abre la puerta a que una parte muy importante del territorio pueda ser entregado en concesiones, que no olvidemos, de acuerdo con la Ley Minera pueden establecerse por 50 años, con posibilidad a renovar otros 50 años. Pero un grave problema, es que la minería se realiza sobre los territorios de los pueblos. De acuerdo con un estudio de Eckart Boege, 17% del territorio de los pueblos indígenas, ha sido afectado por las concesiones mineras. Y para muestra, otra evidencia:
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Mapas sin y con concesiones mineras
Así, estamos frente a un serio problema de latifundios mineros, permitidos por la Ley Minera, que al no poner un límite a las concesiones, se expanden por toda la nación, ocupando grandes extensiones territoriales.
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Aunado a ello, el tipo de minería, a cielo abierto (que se calcula que en México representa el 90%), constituye otro de los profundos conflictos. El uso del cianuro, de grandes cantidades de agua (para lixiviar los minerales), y la contaminación constituyen parte de este severo conflicto, porque daña severamente al medio ambiente, y en este daño, los seres humanos son parte esencial. Porque el hombre-‐mujer son parte de la naturaleza, y la naturaleza es parte de ellos. Pero además, las concesiones mineras sobre los pueblos, se han establecido sin previa consulta y consentimiento de los pueblos, como lo mandata el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas de la Organización Internacional del Trabajo, en su artículo 15: En caso de que pertenezca al Estado la propiedad de los minerales o de los recursos del subsuelo, o tenga derechos sobre otros recursos existentes n las tierras, los gobiernos deberán establecer o mantener procedimientos con miras a consultar a los pueblos interesados, a fin de determinar si los intereses de esos pueblos serían perjudicados y en qué medida, antes de emprender o autorizar cualquier programa de prospección o explotación de los recursos existentes en sus tierras. Los pueblos interesados deberán participar siempre que sea posible en los beneficios que reporten tales actividades, y percibir una indemnización equitativa por cualquier daño que puedan sufrir como resultado de esas actividades (0IT, 1989). Con esta idea, a nivel nacional y continental, se han ido generando conflictos socioambientales, que evidencian la resistencia de los pueblos a ser dañados y despojados de sus tierras, de su riqueza y de su vida como campesinos e indígenas. De acuerdo con el Observatorio de Conflictos Mineros, existen 196 conflictos que afectan a 295 comunidades en América Latina. Del total de conflictos, 28 se viven en México. Cabe recalcar que una parte importante de estos conflictos se edifican sobre territorios indígenas. En el caso de nuestra nación no olvidemos a Wirikuta en Jalisco y Nayarit (pueblo wixárika); al territorio nahua de Colima y Jalisco; a Ocotlán y Municipio Santa María de Zaniza (región Sierra Sur), de Oaxaca; a Motozintla y Chicomuselo, en Chiapas; a la sierra norte de puebla (que expulsó a los Chinos y Grupo México); a Morelos (daño a zona arqueológica de Xochicalco); a los comuneros de Aquila en Michoacán; a los ejidatarios de Huizopa, Chihuahua; los conflictos en los ejidos de Durango; a las comunidades campesinas de Baja California; Cocula en Guerrero, entre muchos otros.
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Mapa de conflictos socio-‐ambientales mineros en Latinoamérica
Fuente: OCMAL, 2013.
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IV. Todo esto se hace en nombre de la Ley. Las instituciones avalan este despojo. Desde la Colonia se instituyó el saqueo del oro. Al respecto, las llamadas Leyes de las Indias, indican: Ley primera. Que del oro, y plata, y metales, que se sacaren de minas, o rescates, se cobre el quinto neto. Ley ij. Que del oro, y plata, perlas, y piedras habidas en batalla, entradas, o rescate, se pague el quinto. Ley v. Que se cobre el quinto del oro, y plata, aunque se saque en días de fiesta, y para Iglesias. Ley vj. Que el oro, y plata de los tributos se manifiesta, ensaye, y quinte. (Libro VIII. Título Diez. De los quintos reales). Pero sin ser suficiente el quinto real, otra de las leyes instituyó lo siguiente: Ley ij. Que de los tesoros hallados en sepulturas, oques, templos, adoratorios, o heredamientos de los Indios, sea la mitad para el Rey, habiendo sacado los derechos, y quintos. (Libro VIII. Título doce. De los tesoros, depósitos y rescates). Hoy, en nombre de la utilidad pública, artículo 6 de la Ley Minera (aprobado en 1992, como parte de las leyes reglamentarias de la contrarreforma agraria, con la reforma del artículo 27 de la Constitución, se instituye el despojo. Al respecto se indica: La exploración, explotación y beneficio de los minerales o sustancias a que se refiere esta Ley son de utilidad pública, serán preferentes sobre cualquier otro uso o aprovechamiento del terreno (Cámara de Diputados, 2006). Así, revivimos la recolonización de nuestras tierras, y la gran pregunta, es ¿hasta cuándo seguiremos pagando tributo, hasta cuándo se terminará el desangre de nuestros pueblos?
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ACUMULACIÓN POR DESPOSESIÓN Y AUTONOMÍA INDÍGENA. EL CUARTO CICLO DE LA COLONIZACION INDIGENA Francisco López Bárcenas*
Presentación La lucha de los pueblos indígenas de América Latina ha transcurrido por varios ciclos de resistencia a la opresión. El primero, el más largo de la historia, comenzó con la invasión europea y se cerró con las luchas independentistas donde los pueblos tuvieron una amplia participación pero al final fueron subordinados a los intereses de los criollos que se hicieron del poder; el segundo inició con la formación de los Estados latinoamericanos y la imposición de las ideas liberales -‐promoviendo la propiedad privada y los derechos individuales, atentando contra los pueblos y sus derechos colectivos-‐, proceso que duró casi toda la segunda parte del siglo XIX; el tercero se desarrolló desde principios del siglo XX hasta los años setenta más o menos y el cuarto se gestó con las políticas neoliberales y se mantiene hasta nuestros días. Cada uno de estos ciclos ha estado marcado por los rasgos específicos de la acumulación capitalista y en cada una de ellas la respuesta del Estado ha tenido su propio sello. El primer ciclo coincidió con los objetivos de la naciente burguesía de buscar mercados y recursos para sostener su lucha contra el feudalismo, que andaba en crisis pero se negaba a sucumbir. De ahí que los colonizadores hayan centrado sus esfuerzos en la apertura de mercados que pudieran controlar, lo mismo que del oro para financiar las guerras por la hegemonía europea; en el segundo la burguesía ya se había impuesto al feudalismo y luchaba por imponer su predominio, por eso su interés era consolidar nuevos estados para expandirse, controlar la fuerza de trabajo y los mercados de consumidores; en el tercero los pueblos enfrentaron burguesías arraigadas que buscaron incorporarlos a la cultura nacional, es decir, al mercado interno. En todos ellos el estado ideo formas de someter a los pueblos a un sistema colonial, muchas veces de manera abierta, otras de manera soterrada, pero en todos los casos combinando políticas de asimilación y planes de sometimiento armado.158 * Investigador y maestro de la Universidad Nacional Autónoma de México 55 Para estudiar el colonialismo interno en México, de manera general, se recomiendan las siguientes obras: Bonfil Batalla, Guillermo, ‘El concepto de indio en América: una categoría de la situación colonial’, Obras escogidas, Tomo I, Instituto Nacional Indigenista-‐Instituto Nacional de Antropología e Historia-‐Dirección General de Culturas Populares-‐Secretaría de la Reforma Agraria, México, 1995; Villoro, Luis, Estado plural, pluralidad de culturas, Piados-‐UNAM, México, 1998; González Casanova, Pablo, La democracia en México, Era, México, 1965, y Stavenhagen, Rodolfo, Las clases sociales en las sociedades rurales, Decimoséptima edición, Siglo XXI, México, 1996. Además de esos textos, existen otros particulares: Carmagnani, Marcelo El regreso de los dioses: el proceso de reconstitución de la identidad étnica en Oaxaca. Siglos XVII y XVIII. Fondo de Cultura Económica, México, 2004, lo estudia entre los mixtecos y zapotecos de Oaxaca; Maldonado Alvarado, Benjamín, Los indios en las aulas: Dinámica de dominación y resistencia en Oaxaca, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 2000, estudia la educación e Oaxaca como el tercer ciclo de colonización; y Spicer, Edward H. (1962) Cycles of Conquest: The Impact of Spain, México and the United States on the Indians of the Southwest, 1533-‐1960. Tucson: University of Arizona Press y, Garduño, Everardo, “Cuatro ciclos de resistencia indígena en la frontera México-‐Estados Unidos”, Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe 77, octubre de 2004, estudian el colonialismo entre los pueblos del
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En la coyuntura actual los pueblos indígenas enfrentan el cuarto ciclo de conquista, cuyas características principales son que el predominio del capital transnacional inclusive por encima del poder soberano de los estados nacionales. Una de las formas que han utilizado para hacerlo es la firma de tratados regionales o internacionales donde se define la vida de las naciones y los pueblos. De esa manera, los estados nacionales han ido perdiendo control sobre sus territorios, que ha pasado a manos de las empresas transnacionales, quienes han desplegado una cruzada para el control de los espacios económicos, políticos, sociales y culturales, como no lo había realizado en ninguno de los ciclos anteriores. En el ámbito económico la acumulación capitalista ha dejado el lugar que central que mantenía en la industria y se ha centrado en mercantilizar los bienes naturales, cosificándolos y transformándolos en propiedad privada para poder apropiarse de ellos. Como estos bienes se encuentran en territorios indígenas, son ellos quienes más directamente sufren la embestida capitalista. Antes de comenzar a implementar sus planes tomaron medidas para evitar los efectos secundarios no deseados. Para mitigar las protestas de los pueblos indígenas por el saqueo de los recursos naturales, las instituciones internacionales impulsaron el reconocimiento acotado de sus derechos, entre ellos los territorios y los recursos naturales, mismos que después reglamentaron los gobiernos locales, cuidando que no se crearan instrumentos para ejercerlos. Así se crearon los grupos de trabajo y los foros permanentes de la Organización de las Naciones Unidas, donde muchos indígenas, la mayoría de las veces sin representación de sus pueblos, discutieron sobre el tema y aprobaron documentos con poca o ninguna fuerza vinculante, lo que no evitaba que se difundieran como grandes logros, mientras en instancias privadas, como la Organización Mundial del Comercio, se tomaban medidas obligatorias. Paralelo a este reconocimiento se fueron flexibilizando otras leyes y se implementaron nuevas políticas que, aparentemente, no tenían ninguna relación con los derechos de los pueblos indígenas pero los afectaban de manera directa y profunda. Entre ellas se encontraban aquellas ligadas con actividades del extractivismo minero a cielo abierto, las que apuntan a la privatización del agua, las que buscan la apropiación de los recursos genéticos y el conocimiento indígena asociado a ellos, las que promueven los servicios ambientales para la captura de carbono y los grandes emporios transnacionales puedan seguir contaminando. Por voluntad propia o contra ella, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos ajustaron sus instituciones, leyes y políticas a estas directrices porque así lo pactaron las grandes empresas para facilitar la acumulación capitalista desposeyendo a los poseedores de los recursos naturales ya convertidos en mercancía.159 Esa es la lógica que domina los gobiernos dentro del sistema capitalista, sin importar que se proclamen de de derecha o de izquierda, y se materializa en la ocupación territorial por multinacionales o estados extranjeros, a través de contratos de obras que siempre se justifican con el argumento de impulsar el desarrollo. A diferencia de los setentas, en la actualidad ya no son los gobiernos dictatoriales los preferidos por el capital, sino las democracias y, si son multiculturales mejor, pues cuentan con más legitimidad, y al identificarse con el pueblo garantizan la “paz social”, situación que permite al capital financiero imponer más proyectos que a una dictadura nacionalista.160 Para que este tipo de gobiernos sean funcionales al capital, solo norte de México. 159 David Harvey, El nuevo imperialismo, Akal, España, 2004, pp. 111-‐140 160 Osvaldo León, “Entrevista a Boaventura de Sousa Santos. Incertidumbres y procesos contradictorios”, ALAI, América Latina en Movimiento, 27 de septiembre del 2011. http://alainet.org/active/49721.
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necesitan única condición: que no pretendan distribuir equitativamente la riqueza del país entre todos sus habitantes; pueden incluso impulsar políticas de apoyo social, pero no acabar contra el colonialismo que sufren los pueblos. Las rutas jurídicas del despojo En enero de 1922 el gobierno mexicano introdujo reformas a la Constitución Política para flexibilizar la regulación sobre la tierra y los recursos naturales, fundamentalmente la venta y renta de las tierras ejidales y comunales –que en México son la mayoría por efecto de la reforma agraria-‐, lo que representó un cambio sustancial con respecto al fin que tuvieron por varias décadas, de satisfacer las necesidades de los campesinos. Después de la reforma constitucional se modificaron las leyes que regulan la materia agraria, forestal, de aguas y mineras, entre otras, con el fin de adecuarlas a las nuevas disposiciones constitucionales, al año siguiente se modificó la Ley de Inversiones Extranjeras para permitir el acceso del capital extranjero a las actividades ligadas al campo, sin restricción alguna, generando un mercado para el despojo de los bienes comunes. La mayoría de estas reformas legislativas sucedieron antes de la firma del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos de Norteamérica y Canadá (TLCAN), lo que puede se interpretó como el cumplimiento de una condición que las empresas transnacionales impusieron al estado mexicano, a través de sus gobiernos y este aceptó. Contrario a lo anterior, también hubo dos sucesos dentro de la legislación mexicana en sentido contrario. En la mencionada reforma de 1992 el Estado mexicano introdujo en la Constitución Federal una expresión para brindar protección especial a las tierras de los pueblos indígenas, que nunca se desarrolló y en otra reforma de agosto del 2001 se estableció el derecho preferente de los pueblos indígenas para acceder a los recursos naturales que existan en los territorios donde habitan, que tampoco se ha desarrollado en la ley. A esto se suma una reforma introducida en junio del 2011, por virtud de la cual los derechos humanos de los tratados internacionales se incorporan a la Constitución Federal, y con ellos la obligación de todas las autoridades estatales de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos, “de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad” por lo cual, “el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley”.161 Así, por un lado tenemos leyes generales que permiten la apropiación de los recursos naturales, por lado otro existe una falta de reconocimiento del derecho de los pueblos indígenas a sus territorios, las tierras y los recursos naturales en ellos existentes; pero una clausula constitucional incorpora los derechos reconocidos en los tratados internacionales que el estado mexicano ha signado, al sistema jurídico mexicano, lo que en la práctica genera un choque en perjuicio de los pueblos, porque las autoridades prefieren aplicar las primeras. A esto hay que agregar que en la legislación mexicana existen mecanismos como la expropiación, la imposición de modalidades a la propiedad derivada, sea social o privada, y la concesión de los recursos naturales a los particulares, la compraventa y arrendamiento de tierras, mecanismos de los cuales se han valido el Estado y las empresas transnacionales para despojar a los pueblos de su patrimonio. De cómo se ha dado esto se ocupa el presente escrito.
161
Diario Oficial de la Federación, 10 de junio del 2011
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Expropiación Una de las formas jurídicas de atentar contra la propiedad de las tierras y los territorios indígenas en la expropiación, un acto unilateral de la Administración Pública, federal o estatal, cuyo fin es privar a los propietarios, privados o sociales, del uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes “por causa de utilidad pública”. La figura no es nueva, concebida en su origen para fortalecer el proyecto nacional, ahora sirve para fomentar el lucro individual en detrimento del bien común y de la propiedad social. La expropiación ha sido usada por el estado mexicano para llevar a cabo grandes obras públicas que luego se entregan a los particulares para que las usufructúen, entre ellas las presas hidroeléctricas. Como ejemplo de las primeras están las presas de La Angostura y Chicoasén, en el Estado de Chiapas; la Miguel Alemán y Cerro de Oro, en Oaxaca; el Caracol, en Guerrero; la 02 en el Estado de Hidalgo y Luis Donaldo Colosio, en Sinaloa. Todas ellas desplazaron a miles de indígenas de sus lugares de origen y provocaron alteraciones al medio ambiente, daños de los cuales nadie se hizo responsable. El caso extremo es el de la Miguel Alemán y Cerro de Oro, donde después de más de medio siglo de construida, los chinantecos afectados siguen reclamando su indemnización. En la actualidad son emblemáticos los casos de resistencia a la construcción de las presas “Paso de la Reina”, en Oaxaca; “La Parota”, en Guerrero; la Yesca y El Cajón, en Nayarit; y El Zapotillo, en Jalisco. Imposición de modalidades Una modalidad no es más que una limitación al derecho de propiedad que restringe su uso, también en beneficio general. Puede tener diversas expresiones pero en materia de afectación a los territorios y recursos naturales destacan las Áreas Naturales Protegidas, contempladas en la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente. En la actualidad, en la república mexicana existen 175 áreas naturales protegidas (ANP) de México, que se agrupan de la siguiente manera: 41 reservas de la biosfera que ocupan 12 652,787 hectáreas; 67 parques nacionales, con 1.432,024 hectáreas; 5 monumentos naturales, con 16,268 hectáreas; 8 áreas de protección de recursos naturales, con 4, 440,078 hectáreas; 36 de protección de flora y fauna, con 6, 684,771 hectáreas y 18 santuarios, con 146, 254 hectáreas. En conjunto abarcan 25, 3872,182 hectáreas, que representa el 12.92 % del territorio nacional. Creadas para proteger la riqueza biológica del país, difícilmente cumplen con su objetivo pues -‐de acuerdo con la propia Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas-‐ sólo 42 tienen programas de manejo; en otras palabras, de toda la tierra y recursos naturales a la que se le han impuesto modalidades solo en alrededor de 9 millones de hectáreas se tienen definidos los objetivos, planes y esquemas de conservación.162
162
Elva Mendoza, “Áreas Naturales Protegidas, el disfraz del despojo”, Contralinea, núm. 310, Año 11, del 11 al 17 de noviembre del 2012, pp. 32-‐41.
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AREAS NATURALES PROTEGIDAS EN MEXICO Número de ANP 41
Categoría Reservas de la Biosfera
67
Parques Nacionales
5
Monumentos Naturales
8 36
18
Superficie en % territorio hectáreas nacional 12.652.787 6,44 1.432.024
0,73
16.268
0,01
Áreas de Protección de Recursos Naturales
4.440.078
2,26
Áreas de Protección de Flora y Fauna Santuarios
6.684.771
3,40
146.254
0,07
25.372.182
12,92
175
Este instrumento ha servido para impedir a los pueblos indígenas ejercer sus derechos territoriales y de acceso preferente a los recursos naturales existentes en ellos. Hay ejemplo de ello. Los miembros del pueblo Cucapá no pueden pescar ni para obtener sus alimentos porque el lugar donde acostumbraban hacerlo quedó en la zona núcleo de la Reserva de la Biosfera Alto Golfo de California y Delta del Río Colorado, en Baja California; por otro lado los integrantes del pueblo Wirrárika, en Jalisco, luchan porque su territorio sagrado no sea destruido por carreteras o empresas mineras canadienses. En el mismo sentido la Comisión Nacional de Aéreas Naturales Protegidas se niega a que los poblados de Ranchería Corozal, Nuevo Salvador Allende y San Gregorio, ubicados en la Cuenca del Río Negro, sean regularizados, no obstante el acuerdo al que han llegado con la comunidad agraria de la Selva lacandona, en el Estado de Chiapas. Todo esto sucede porque detrás de dichas Áreas Naturales protegidas existen fuertes intereses sobre los productos naturales que en ellas se encuentran. De acuerdo con un estudio del Banco Mundial, 95 por ciento de las ANP están ubicadas en superficies de uso común, ejidales y comunales, por lo que se adueñan de 23 por ciento de la superficie del sector social y al menos 71 de ellas se encuentran sobre territorios de 36 pueblos indígenas. Aún más de las 152 áreas terrestres prioritarias para la conservación, que abarcan 51.6 millones de hectáreas, al menos 60 se traslapan con territorios indígenas. Existen 177 áreas voluntarias, en 15 estados del país, que abarcan alrededor de 208 mil hectáreas, y en ellas participan al menos nueve pueblos indígenas. La mayoría se encuentran ubicadas en Oaxaca, donde existen 79 áreas de certificación voluntaria. Pero en 2008, la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente cambió y colocó las áreas voluntarias de conservación como una categoría más de área natural protegida –estableció su carácter de utilidad pública y de competencia federal– y extendió sus condicionamientos hacia ellas, adoptando atribuciones sobre los territorios que las comunidades habían buscado no permitir. 163 Otros estudios afirman que en 101 de las 175 Aéreas Naturales Protegidas existentes en el territorio mexicano viven alrededor de 1 millón 396 mil habitantes indígenas y no indígenas y en 66 de ellas existen importantes asentamientos indígenas, donde viven alrededor de 87,407
163
Ana de Ita, “Ley de baldíos: áreas naturales protegidas en territorio indígena”, La Jornada, 15 enero de 2011.
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indígenas mayores de 5 años, que representan el 7.8% respecto a la población total mayor a 5 años y en 18 Áreas Naturales Protegidas, la población indígena es migrante. Desde otro punto de vista se mira que en 48 Áreas Naturales Protegidas habitan 87 mil 306 hablantes de 31 lenguas indígenas mayores de 5 años, que representa el 7.7% respecto a la población total indígena y en 19 la población indígena mayor a 5 años asciende a 82 mil 267, representando el 6.5% de la población total mayor a 5 años y el 94% del total de indígenas. Estas Áreas Naturales Protegidas se localizan en 14 estados, abarcando 129 municipios y 2069 localidades; en conjunto ocupan una superficie de 6, 628, 488 hectáreas, 38% de del territorio total ocupado por las Áreas Naturales Protegidas.164 Concesiones de recursos naturales y arrendamiento de tierras De acuerdo con lo que dispone la Constitución Federal, los recursos naturales del país son propiedad de la nación y los particulares pueden aprovecharlos solo mediante una concesión que el estado les otorga para ello.165 Esta medida, tomada en 1917 para asegurar que los recursos naturales sirvieran al desarrollo del país se ha vuelto en su contra, pues los gobiernos la usan como si los recursos fueran de su propiedad y la excepción de que los particulares aprovechen los recursos se ha convertido en la regla. Un ejemplo de ello es la minería. De acuerdo con el Sistema Integral de Administración Minera (SIAM)166, a mayo del presente año se habían extendido más de treinta y un mil concesiones mineras, que amparan treinta y nueve millones setecientos cuarenta y tres mil seiscientos noventa hectáreas en poder de trescientas un compañías, doscientos siete de origen canadiense y cuarenta y ocho estadunidense, que controlan la producción minera en nuestro país. Más todavía: hasta el año pasado 2012 en el país operaban ochocientos treinta y tres proyectos mineros, en etapa de exploración; ochenta y uno en producción; treinta y cinco en etapa de desarrollo y cincuenta y dos en suspensión, esperando su reactivación; de estos doscientos once eran de origen canadiense y cuarenta y cuatro estadounidense. Aparte de apropiarse de los recursos mineros del país, las empresas mineras han abusado de las facilidades que las leyes les otorgan, destruyendo el entorno donde se localizan, contaminando el suelo, el agua y el aire con metales pesados que son arrojados en ellos, desplazando pueblos enteros, destruyendo su hábitat y privándolos de las posibilidades de acceder a una vida digna.
164
Erika Domínguez C, “Los derechos indígenas en las Áreas Naturales Protegidas”, V Congreso de la Red Latinoamericana de Antropología Jurídica, México, Octubre 2006. 165 Alfonso Nava Negrete y Enrique Quiroz Acosta, “Concesión administrativa”, en: Instituto de Investigaciones Jurídicas, Diccionario Jurídico Mexicano, Tomo A-‐C, Universidad Nacional Autónoma de México-‐Porrúa, México, 2007, p. 687. 166 http://www.siam.economia.gob.mx/. Consultado en mayo del 2013.
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No existen cifras oficiales sobre cuántas de ellas se encuentran en territorios indígenas pero si estudios académicos. Eckart Boege, por ejemplo, cruzó los lotes mineros con los territorios indígenas, lo que le permitió concluir que al año 2012 existían en los territorios indígenas 5,712 concesiones mineras, de las cuales 650 habían sido canceladas y por lo mismo se encontraban vigentes 5,087, que abarcaban 1,940, 892, de los 28 millones de hectáreas identificadas por el mismo autor como el núcleo duro de los territorios indígenas. Con base en estos datos se puede afirmar que al año 2012 un 17% del total de los territorios indígenas estaban intervenidos por el otorgamiento de concesiones mineras. Entre los pueblos más afectados por esta industria se encuentran los rarámuris, en el estado de Chiahuahua; los zapotecos, chatinos, en Oaxaca; mixtecos, en los estados de Guerrero, Puebla y Oaxaca, los Coras, de Nayarit y tepehuanes, de Durango. Con todo, los casos más dramáticos son los de los pueblos yumanos del Norte del país, donde algunas concesiones abarcan casi la totalidad de los territorios de los pueblos kiliwas, kikapoo, cucapas, pimas y guarijios.167 Existen otras actividades para las que también se rentan las tierras y son los negocios de las empresas transnacionales mineras y eólicas. A la fecha los proyectos eólicos en operación son quince en el estado de Oaxaca, uno en Baja California y uno en Chiapas.168 Mientras que los que están en desarrollo son dieciocho, de los cuales nueve se encuentran en Oaxaca, cinco en Baja California y dos en Jalisco,169 otros en Zacatecas y Quintana Roo,170 la mayoría de ellos, se proyectan sobre territorios indígenas. Todos proyectos son importantes pero ninguno del tamaño 167
Eckart Boege, “La minería industrial en territorios bioculturales de los pueblos indígenas. El despojo de los indígenas de sus territorios en el siglo XXI”, mimeo, spi, 9 de mayo de 2013. También: Desinformémonos, 20 de mayo 2013, http://desinformemonos.org/2013/05/como-‐en-‐la-‐colonia-‐espanola-‐saquean-‐el-‐oro-‐de-‐ los-‐pueblos-‐indios-‐de-‐mexico/ 168 Fuente: Asociación Mexicana de Energía Eólica A.C “AMDEE”. http://www.amdee.org/Recursos/Proyectos_en_Mexico 169 Rubén Trejo, “Megaproyecto. La energía eólica o los molinos de viento del capitalismo”, Viva tierra y Libertad, Periódico Magonista Zapatista Libertario, número 7, México, julio 2012. 170 Secretaría de Economía, “La compañía México Power Group anunció que invertirá 2 mil 500 millones de dólares en energías renovables”, Comunicado de Prensa, B.65/11, México, D.F. a 7 de julio de 2011
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del de el Istmo de Tehuantepec, concebido en el marco del proyecto Mesoamérica171, manejado por la empresa española Mareña Renovables172 y que se consolidará como el mayor parque eólico de México y uno de los más grandes de América Latina: 132 torres con aerogeneradores y una línea de transmisión de 52 kilómetros para conectar el parque con la red eléctrica. Esto permitirá una reducción de emisiones de dióxido de carbono en hasta aproximadamente un millón de toneladas por año173, un enorme “favor” al medioambiente y un gran paso adelante para el desarrollo de la Economía Verde, la nueva cara de un capitalismo atento a las necesidades del territorio y sus habitantes”. Para son los proyectos que en la actualidad más afectan a los pueblos indígenas y su derecho al territorio, pero no son los únicos. También existen concesiones sobre aguas, que están siendo acaparadas por las empresas embotelladoras, donde sobresalen las empresas Bonafont, Nestlé, Coca-‐cola y Pepsi-‐cola, de capital extranjero y casi dueñas del mercado nacional,174 permisos para la bioprospección para apropiarse del conocimiento tradicional de los pueblos, los servicios ambientales para la captura de carbono, entre otros. Para todos ellos necesitan acceder a las tierras donde se encuentran, la mayoría de ellas ubicadas en territorios indígenas. Hay que decir que la Ley Agraria establece que los contratos pueden ser hasta por treinta años, renovables por otro periodo similar, es decir, sesenta años. Toda una vida de un ejidatario o comunero.
171
“El Proyecto Mesoamérica busca potenciar la complementariedad y la cooperación entre los países (Belice, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana), con fin de ampliar y mejorar sus capacidades y de (...) impulsar el crecimiento económico y el desarrollo de Mesoamérica. Fuente: http://www.proyectomesoamerica.org/ 172 Mareña Renovables era inicialmente una filial de la española Preneal que empezó a trabajar en los proyectos eólicos en 2004. En el febrero de 2012 Preneal vendió Mareña Renovables y las concesiones por el proyecto en el Istmo de Tehuantepec a una transnacional que comprende la japonesa Mitsubishi, el grupo holandés PGGM y el australiano Macquarie. Fuente: http://www.windpowermonthly.com/article/1124476/Developers-‐face-‐escalating-‐militant-‐opposition-‐ Oaxaca 173 http://pagina3.mx/principal/6862-‐marena-‐renovables-‐no-‐se-‐va-‐porque-‐qlos-‐chantajes-‐no-‐nos-‐ doblanq.html 174 Tony Clarke, Embotellados. El turbio negocio del agua embotellada y la lucha por la defensa del agua, Itaca-‐CASIFOP-‐UCCS-‐Instituto Polaris, México, 2009, pp. 338-‐349.
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Resistencia de los pueblos La lucha de los pueblos indígenas en defensa de sus territorios pone en evidencia el carácter discriminatorio de la sociedad mexicana y depredador del capital, así como la ineficacia de la legislación que los reconoce. De poco ha servido que nuestra en Carta Magna se reconozca el carácter multicultural de la nación mexicana, igual que los pueblos indígenas y sus derechos, entre ellos el acceso preferente a los recursos naturales existentes en sus territorios si no existen instituciones específicas para aplicarlas; tampoco sirve de algo que la propia Carta Magna establezca la recepción de los derechos humanos reconocidos en los instrumentos internacionales –entre ellos el derecho al control de su territorio y las administración uso y aprovechamiento de los recursos naturales, igual que a la consulta previa antes de realizar en ellos actos que pudieran impactarlos-‐ si en la práctica estos no se respetan. Los pueblos indígenas lo saben. Pero también han aprendido que el discurso legitima, por eso en lugar de dejarlo todo a sus adversarios se apropian de él y lo usan en su beneficio, cuando consideran que les conviene. No de otra manera se explica que su lucha, cualquiera que sea la forma que asuma, invariablemente incluyan el reclamo de falta de de los pueblos como sujetos de derechos colectivos, violación del derecho al territorio y otros derechos asociados a él. Armados de este discurso jurídico emprenden acciones de diversa índole. Las que invariablemente están presentes en sus movilizaciones son las informaciones públicas a través de las cuales se brinda información a los afectados sobre el problema, lo mismo que a la sociedad en general. Para hacerlo se usa la prensa hablada y escrita, pero también echan mano de radios comunitarias que ellos mismos han ido construyendo, o pintas en caminos rurales, paredes de casas y plazas en las zonas urbanas. Los que pueden elaboran folletos con información sobre los derechos que el estado y las empresas deben respetar, las consecuencias de no hacerlo, crean páginas de internet para explicar los problemas, etcétera. Ninguna de estas acciones se descarta. Cada una tiene su propio fin y público destinatario. Otra forma de lucha es la movilización. La gente se moviliza para enterarse del problema y analizar soluciones, organizando reuniones comunitarias o regionales, según el caso, donde aprovecha para ir creando relaciones de solidaridad y acompañamiento; pero también realiza marchas públicas, mítines de denuncia. Todas son acciones tradicionales de las que se valen sectores inconformes para hacerse escuchar frente a la inacción o la actuación arbitraria de las autoridades estatales o de las empresas. A ellas suman cabildeos con funcionarios públicos para conocer su postura u obtener información para su lucha; con miembros del poder legislativo para que presionen a las autoridades y se conduzcan conforme a la ley, con representaciones de las empresas para explicarles la razón de su inconformidad y hasta en instancias internacionales donde buscan presionar al gobierno para que respete los derechos que ha reconocido. Una vertiente que siempre se encuentra presente son los procesos judiciales contra las mineras. Al uso del derecho para justificar públicamente el reclamo de derechos y validar determinados actos como las asambleas comunitarias de rechazo a las empresas, se suman juicios de carácter administrativo, como los que se emprenden contra las actuaciones de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, por no ajustarse a la normatividad ambiental a la hora de aprobar los proyectos; reclamos ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos para que constate la violación de derechos y recomiende a las autoridades estatales cesen los actos violatorios y tome medidas para evitar que se repitan; juicios agrarios para nulificar contratos de arrendamiento, ocupación temporal de las tierras, controvertir montos de pago y hasta solicitar la desocupación
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de las tierras y amparos ante el poder judicial federal pidiendo su protección ante la violación de garantías constitucionales y evitar que siga sucediendo. Las experiencias en cada caso son distintas, porque los resultados no dependen solo de lo que las leyes digan, sino de una buena combinación de formas de diversas formas de lucha. Las movilizaciones más novedosas son las de acción directa, expresadas en la ocupación de minas. Como no confían en que las autoridades estatales vayan a fallar en su favor y respeten sus derechos si emprenden un proceso judicial para lograrlo, deciden hacerlo ellos mismo, apelando al derecho que les dan las leyes. Los más imaginativos echan mano de sus propios recursos y se reafirman en su territorio y sus prácticas culturales, delimitando su territorio por la vía de los hechos o fortaleciendo sus lazos comunitarios a partir de su relación con la naturaleza. Este tipo de acciones, aunque no parezca, tienen un grado de efectividad bastante amplio y profundo, al grado que podría decirse que es lo que diferencia la lucha de los pueblos indígenas de las de otros sectores, pues en ella ponen en juego sus recursos identitarios y de derechos colectivos, mostrándose diferentes –culturalmente-‐ del resto de la sociedad pero iguales en derechos, que es una manera de reclamar la inclusión que tanto se les ha negado. Las luchas emancipatorias de los pueblos, como se ve, no recorren los mismos caminos que el resto de la población. En todos estos tipos de resistencias existe un denominador común: dejar de ser sociedades colonizadas para integrarse en una sociedad igualitaria y multicultural, pero en serio. Eso explica que el eje central de sus luchas, el que da sentido a todas sus demandas sea la autonomía y alrededor de ella la defensa de sus territorios y los recursos naturales en ellos existentes, que sumados nos arrojan una defensa del territorio nacional y sus recursos naturales. Esto nos lleva a un terreno más pantanoso que es necesario comprender: en el fondo de las reivindicaciones de los pueblos indígenas flota la idea que el paradigma de vida occidental ha entrado en una crisis civilizatoria sin retorno, que nos urge a encontrar nuevos modelos de vida que sustenten nuestras esperanzas de que la vida podrá subsistir por mucho tiempo. En esto las luchas de los pueblos indígenas tienen mucho que aportar: la relación de respeto de los pueblos indígenas con la naturaleza, la filosofía de la solidaridad por sobre las relaciones económicas, el trabajo y el festejo como dualidad en las relaciones sociales. De ese tamaño es el reto. Por eso las luchas de los pueblos indígenas son luchas de toda la humanidad. En la descolonización de los pueblos indígenas se encuentra la libertad de todos los ciudadanos y pueblos.
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PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE CARRANCO A CARRÁN Las Tomas que cambiaron la historia José Manuel Bravo Aguilera
El autor nació en Neltume en enero de 1952. Después de una infancia breve pero feliz, empezó a trabajar en la fábrica que elaboraba madera nativa, desde donde pudo ser parte del proceso de luchas y transformaciones que se vivieron a fines de los años 60 y comienzo de los 70, y que permitieron la creación del Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli. A raíz de su militancia en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) debió permanecer en la clandestinidad luego del golpe de estado de 1973.
El libro expone todo el proceso social y de lucha revolucionaria de los campesinos y obreros forestales en la zona de Neltume, lugar donde se desarrolló la experiencia guerrillera impulsada por el MIR.
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DANZA CONTEMPORANEA “DIARIO DE UNA TORTURA” JOANA SEGURA XIMENA SASSO LUZ FERNÁNDEZ GRUPO DE DANZA CONTEMPORANEA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO, UNAM. TEXTO: DANIEL MARTINEZ
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El arte a partir del dolor “El arte más poderoso de la vida, es hacer del dolor un talismán que cura” Frida Kahlo En el marco de las conmemoraciones del 40 aniversario del Golpe de Estado en Chile, se presenta el Grupo de Danza Contemporánea de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM “En resistencia”. Esta presentación no es para recordar el dolor, es para compartir una creación artística que nos sirviera de memoria y de sosiego. La impresionante coreografía de tres entusiastas herederas de Frida Kahlo, que recogen la virtud de hacer desde el dolor señales de optimismo y con su creación ayudarnos a recuperar confianza en la humanidad. Ellas hacen arte con sus cuerpos. Su interpretación del ensayo escrito “Diario de una tortura”, en una pieza de danza convirtió el relato de torturas pasadas en un retozo de esperanzas futuras. En “Diario de una tortura” se recurrió al formato de cartas para explicar que la tortura es una experiencia individual y a la vez de grupo. Buscaba compartir -‐de alguna forma-‐ la idea de que enfrentar a los torturadores también es una acción de resistencia colectiva. “Diario de una tortura” da cuenta de una vivencia concreta de un preso de la dictadura de Pinochet, pero convertida en danza se eleva del dolor y de la muerte a un canto de lucha por la resurrección y, esperamos, también por la insurrección. El dolor, que fue origen de resistencia popular y alumbró caminos de libertad, evolucionó en estos años hasta ser capaz de generar belleza. Testimonio de desdichas, sirve de estímulo para la literatura, la plástica, la música y la danza. El dolor, por la vía del arte se transforma en manifiesto, en denuncia universal y eventualmente en su antítesis: el gozo. El curso de la historia de nuestra diáspora chilena no ha cesado de ser manifestación del dolor, de muerte y asesinatos, de los nuestros y de los ajenos en una temática de compromiso por el cambio social que resulta inagotable y que pone a prueba hasta las más firmes convicciones. Gracias a la capacidad de hacer arte desde el dolor, desde el amor y el desamor; gracias a la belleza que brota del sentimiento, aunque a veces pareciera que nos han destrozado el corazón, hemos llegado a que la suma de emociones se convierta en composición, rima, pasos de danza, notas o pinceladas. Felicitamos a estas artistas/militantes de la solidaridad que han convertido un momento terrible en un acto de amor. Daniel Martínez Cunill
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COLABORACIONES DIVERSAS
Los aportes de muchas personas, de diversas nacionalidades, fueron recibidas en el sitio web que se organizó para las Jornadas y otros documentos fueron recibidos directamente por sus autores e instituciones. A cada uno le agradecemos su solidaridad
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ASÍ SE GESTÓ EL GOLPE DE ESTADO Huellas digitales de la CIA en Chile Mario Díaz Barrientos(+)*
El texto que se publica en estas páginas corresponde al suplemento “Documentos” de la edición Nº 192 de “Punto Final”, (11 de septiembre de 1973). La edición completa se puede consultar en: www.pf-‐memoriahistorica.org ¿Son hechos aislados, dentro de la historia política chilena de los últimos tres años, el asesinato del comandante en jefe del Ejército, general René Schneider; el asesinato del edecán naval del presidente Allende, capitán de navío Arturo Araya; las huelgas en cadena desatadas por los dirigentes del gremio de camioneros o del comercio; la voladura simultánea de torres de alta tensión, que provocaron un apagón eléctrico en trece provincias, y el asesinato de un obrero durante el operativo montado para asegurar las transmisiones del Canal 5 de TV, de Concepción? Evidentemente que no. Todos ellos -‐y conste que aquí sólo se han nombrado los principales operativos del plan general de espionaje, corrupción sindical, terrorismo y sabotaje-‐, muestran similitudes y vínculos concretos con otros sucesos políticos que han sacudido al mundo en los últimos años y que resultan una especie de manual para el derrocamiento de cualquier gobierno que sea tildado de progresista o socialista. Similares incidentes se han repetido en los casos de Guatemala, Irán, Indonesia, Cuba, Brasil, el asesinato de Kennedy, Watergate y ahora en Chile. Sus actores, gestores y planificadores también tienen un denominador común. Pertenecen o han pertenecido a las más diversas jerarquías de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana, llámense Allen Dulles, ex-‐ director general del organismo (formulador de esa conocida política internacionista) o Frank Sturgis (integrante del comando que robó la embajada chilena en Washington), o John Connally, el gobernador de Texas que preparó la ruta que siguió en Dallas el presidente Kennedy, o León Vilarín, el dirigente camionero que recibe jugosas subvenciones de la organización. Estas huellas digitales tan evidentes son las que han destruido el mito de que los sucesos mencionados fueron hechos aislados e independientes, que obedecían a su propia lógica, como la prensa pro-‐imperialista, también infiltrada por la CIA, intentó presentarlos a la opinión pública. A la vez han ayudado a clarificar la estructura dentro de la cual actúa la CIA, desde el nivel de elaboración de políticas hasta el de las operaciones específicas. CUATRO PISTAS Para quien dude de que la correlación existe y que los agentes de la CIA se repiten como actores de hechos determinados, tomemos como ejemplos algunos de los últimos * Periodista chileno, QEPD. acontecimientos más destacados en el continente americano: la invasión de Cuba en Playa Girón, el asesinato de Kennedy, el espionaje de Watergate y la conspiración contra Chile.
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• Líder de los mercenarios que invadieron Cuba fue Manuel Artime, “gusano” contratado por la CIA y que aparece ahora entregando 21 mil dólares a los reos de Watergate, recolectados en Miami. • Bernard Baker, pagador de los mercenarios de Playa Girón, nacido en Cuba, miembro de la antigua mafia de los casinos de La Habana, ingresó a la policía de Batista bajo el auspicio del FBI. Contrarrevolucionario activo al triunfo de Fidel Castro, miembro del comando que asaltó la embajada chilena en Washington, participa también en el caso Watergate junto con otros “gusanos” cubanos. En ese juicio, Barker declaró que “estaba convencido que la elección de McGovern en 1972 sería el comienzo de una tendencia que podría llevarlos al socialismo y el comunismo, o como uno prefiera llamarlo”. • Frank Sturgis, mafioso de los casinos de La Habana, ingresó al ejército revolucionario de Fidel Castro en 1958, como colaborador del Servicio de Inteligencia de Batista. En 1960 dejó Cuba para organizar y entrenar a los contrarrevolucionarios asilados en EE.UU. Detenido a raíz del asesinato de Kennedy, confesó al FBI que había estado con Oswald en Miami. Aparece luego como miembro del comando CIA que asaltó la embajada chilena en Washington y del comando que montó el espionaje político de Watergate. • John Connally, gobernador de Texas, que planeó la ruta del auto presidencial en Dallas cuando fue asesinado Kennedy. Instiga más tarde, como secretario del Tesoro, el bloqueo “invisible” contra Chile. Intimo amigo de Richard Nixon, ahora es republicano, después de haber renunciado al Partido Demócrata, donde se dice fue un infiltrado a alto nivel. • Allen Dulles, ex-‐director de la CIA, removido de ese cargo por Kennedy a raíz del fracaso de la invasión a Cuba, vuelve al escenario como integrante de la comisión Warren que investigó el asesinato de ese presidente y cuyas conclusiones no satisficieron a nadie. • John McCone, ex-‐director de la CIA, hoy miembro del directorio de la ITT, planificador de las operaciones para impedir la asunción del presidente de Chile Salvador Allende, en 1970. La ITT aparece implicada en la campaña terrorista de septiembre-‐octubre de 1970, en Santiago, en el asesinato del general Schneider y en el financiamiento de los “periodistas libres” que operan en los diarios y radios chilenas desde entonces. • E. H. Hunt, jefe de Operaciones de la CIA, organizador del financiamiento secreto de la campaña presidencial de Richard Nixon, encargado de la operación espionaje a la sede del Partido Demócrata en las “tareas” de Watergate. Como jefe de Operaciones conoció del plan contra Allende en 1970-‐71. • Virgilio González, “gusano” cubano entrenado por la CIA, íntimo amigo de Angel Ferrer, presidente del grupo de exiliados cubanos en Miami, integra el equipo gusano-‐CIA que robó la embajada chilena en Washington y asaltó el domicilio de varios diplomáticos chilenos, en un operativo típico de espionaje político. • Eugenio Martínez, “gusano” cubano, integrante del equipo que actuó en Watergate, también operó en los casos de la embajada chilena y robo a diplomáticos de nuestro país.
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• James McCord, en la CIA de 1951 a 1970. Integrante más tarde del equipo que asaltó la embajada de Chile. • Enno Hobbins, agente CIA, actuó en Chile en 1970. Fue quien estuvo en contacto con El Mercurio, buscando avisos para su financiamiento, y recomendó la contratación de propagandistas de radio y TV y el uso de veinte periodistas “libres” que pagaron los grupos Matte y Edwards. • Peter Vaky, asesor de Kissinger para asuntos latinoamericanos, fue consejero de la ITT en el periodo 1970-‐71, para su intervención en Chile. Inspirador del bloqueo invisible contra nuestro país. • Jack Ruby, de la mafia que controlaba los casinos de La Habana, traficante de armas para los grupos contrarrevolucionarios cubanos, aparece como amigo de Oswald, a quien luego asesinó por encargo. Murió de “cáncer” posteriormente en la prisión. • Richard Nixon, comprometido en la invasión a Cuba, ligado a la mafia a través de las inversiones en propiedades en Las Vegas y Miami y en los casinos de La Habana. Siendo vicepresidente de Estados Unidos, en su libro Seis crisis escribe: “El entrenamiento secreto de los exilados cubanos se debió, en gran parte por lo menos, a mis esfuerzos”. Representante de la Pepsi-‐Cola, fue visto en Dallas el día del asesinato de Kennedy en compañía de Donald Kandell, ejecutivo de esa firma. La fábrica más grande de heroína en Asia Suroriental funciona en una instalación de la Pepsi-‐Cola en Saigón, establecida gracias a las gestiones del abogado Nixon. A pesar que no ha embotellado jamás una Pepsi-‐Cola, la fábrica ha recibido cuantiosa ayuda de la AID. Inspirador del espionaje político, en Watergate, como presidente de EE.UU. ejecutor del bloqueo invisible contra Chile. • Agustín Edwards, dueño de la cadena periodística chilena El Mercurio, actual ejecutivo de Pepsi-‐ Cola Internacional. Sus diarios han participado activamente en la campaña periodística contra Cuba, contra los países socialistas y ahora contra el gobierno popular de Salvador Allende, ante el cual alientan incesantemente un golpe de Estado. • Keith W. Wheelock, agregado político de la embajada norteamericana en Santiago, hasta 1971. Fue uno de los instructores directos de Pablo Rodríguez, uno de los dirigentes de Patria y Libertad, asilados hoy en Ecuador después del “tancazo” del 29 de junio de 1973. • Emmanuel Boggs, ex-‐jefe del Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre en Chile. Fue uno de los guías y “consejeros” de León Vilarín, que opera como dirigente de los camioneros chilenos, y de Manuel Rodríguez, ubicado como secretario provincial de la CUT-‐ Santiago, ambos encargados de dividir a la clase obrera chilena. • Michael Townley, asesor y jefe del comando de Patria y Libertad que asaltó un local de servicios eléctricos en Concepción, en un operativo destinado a mantener en el aire el Canal 5 de TV, medio de difusión pirata de la Universidad Católica. Townley, agente de la CIA, hoy prófugo de la justicia chilena, montó la misión que culminó con el asesinato del obrero Tomás Henríquez, en acuerdo con el presbítero Raúl Hasbún, director de Canal 13 TV de la UC. Este medio de comunicación, a través de Hasbún, recibe cuantiosas subvenciones en dólares provenientes del fabuloso presupuesto que maneja la CIA.
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• Errol Johnatan Reinese, agente de la CIA, detenido recientemente en el Hotel Carrera cuando portaba dólares para subvencionar la huelga de los camioneros. Este correo de la CIA cumplía en esa ocasión su segundo viaje a Chile. • Sergio Banfel del Campo, contratista de aseadores y funcionario de la embajada de Estados Unidos. Detenido y confeso de cinco atentados terroristas y comprometido en el “tancazo” del 29 de junio. Sería largo incluir las relaciones que han mantenido o mantienen con la CIA los últimos embajadores norteamericanos en Chile, Edward Korry y Nathanael Davis; políticos chilenos, como Eduardo Frei, Onofre Jarpa, Raúl Morales Adriazola, Claudio Orrego, etc.; periodistas como Mario Carneyro, Alvaro Puga, René Silva Espejo, Rafael Otero; “gremialistas” como León Vilarín, Manuel Rodríguez, Rafael Cumsille y oficiales de los servicios de Inteligencia de las fuerzas armadas, infiltrados por la CIA, y entre los cuales han tenido triste publicidad el capitán Germán Esquivel, de Carabineros, y los oficiales navales que han torturado a suboficiales y marineros de la Armada detenidos por desobedecer los planes destinados a derribar al gobierno de Allende. La relación de los mencionados en esta lista con la actividad de la CIA es innegable. Muchos de ellos, que participaron en el caso de espionaje político en Watergate, aparecen mezclados en el robo a la embajada chilena en Washington y en el asalto al domicilio de diplomáticos chilenos en Estados Unidos. Otros multiplican su presencia en la invasión de Playa Girón, el asesinato de Kennedy y operaciones en Chile. La CIA aparece también en las intrigas de la ITT para impedir la ascensión de Allende al poder, y los ejecutivos de esa poderosa empresa multinacional están ligados a esa organización desde las más diversas jerarquías. Hay, además, una oferta de la ITT a la CIA, de un millón de dólares para que actúe urgentemente en Chile en defensa de sus amenazados intereses. COMPARACIONES Y EQUIVALENCIAS Pero la similitud se hace sorprendente entre el asesinato de Kennedy y los asesinatos del general Schneider y del edecán naval del presidente Allende, capitán Arturo Araya. Si bien el caso Kennedy no ha sido aclarado oficialmente -‐la mitad de los archivos del FBI acerca del crimen se mantienen en secreto e igualmente el 90 por ciento de la información de la CIA-‐, hay consenso acerca de varios de los participantes en la operación-‐comando. Es cierto también que unas cincuenta personas que sabían demasiado acerca del asesinato han muerto accidental o misteriosamente. Allí están incluidos Lee Harvey Oswald -‐presunto único culpable-‐ hasta el que lo ultimó, Jack Ruby. Existe una foto de Oswald repartiendo literatura castrista y que se utilizó para probar que era pro-‐ comunista. Lamentablemente para los difusores de la prueba fotográfica quien aparece al lado de Oswald es un “gusano” cubano -‐Manuel García González-‐, quien incluso había participado en un anterior intento de invasión a Cuba y que fue frustrado por el FBI, por orden del propio presidente Kennedy. El mismo Oswald apareció más tarde como fundador del grupo pro-‐cubano en que se dijo que participaba. El objetivo de esta maniobra era culpar del asesinato de Kennedy a una sola persona, que además estaba estrechamente vinculada al gobierno revolucionario de Cuba y con el comunismo en general.
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El paralelo de esta acción en Estados Unidos con las desplegadas en Chile en los casos Schneider y Araya es sorprendente. La prensa y radios derechistas y los sectores del gobierno de Frei ligados a la CIA, desplegaron todos los medios para confundir a la opinión pública chilena sobre el asesinato de Schneider. Trataron de culpar a la Izquierda, como objetivo central dentro del plan general de impedir que la UP llegara al gobierno. Pero estas maniobras fracasaron gracias a que Salvador Allende, entonces presidente electo, presionó a Frei para desplazar de Investigaciones al director general de entonces, Luis Jaspard da Fonseca, por sus estrechas ligazones con la CIA, y cuya permanencia en la policía no daba garantía alguna para resolver el caso. Su reemplazo, por el general Emilio Cheyre, permitió una coordinación amplia de la inteligencia militar e Investigaciones, con lo que se logró aclarar el caso estableciendo la responsabilidad en el asesinato de Schneider del general Roberto Viaux y la complicidad de otros miembros del ejército, Armada y Carabineros coludidos en un vasto complot derechista para impedir que Allende asumiera su cargo. El reciente asesinato del edecán naval Arturo Araya, tiene aún más similitudes con el caso Kennedy, especialmente en lo que se refiere a los esfuerzos para culpar del hecho a la propia Izquierda. El uso que se hizo de José Luis Riquelme, obrero electricista de 36 años, con tendencia a la ebriedad y la mitomanía, establece semejanzas con la utilización que la policía de Dallas hizo del presunto asesino de Kennedy, Lee Harvey Oswald. Dos oficiales de Carabineros -‐un teniente y el capitán Germán Esquivel-‐ inventaron declaraciones de culpabilidad a Riquelme, informaron de sus “pesquisas” a la prensa de derecha antes de hacerlo a sus superiores, y dieron pie así a una gigantesca campaña para responsabilizar a la Izquierda del atentado contra el edecán naval. La maniobra, además de ese objetivo, tenía como meta confundir la pesquisa que realizaban -‐al igual que en el caso Schneider-‐, Investigaciones y los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas. De los dos oficiales de Carabineros que cometieron la infidencia -‐ciertamente coludidos con el comando central publicitario de la derecha-‐ hay sospechas que uno de ellos, el capitán Germán Esquivel, tiene fuertes lazos con la CIA. La relación nació cuando Esquivel tuvo dos años de entrenamiento en inteligencia policial en Estados Unidos. Las oportunas denuncias sobre la posibilidad de que Riquelme pudiera ser asesinado, al igual como lo fue Oswald, y la detención del comando derechista que disparó contra el capitán Araya -‐ con la excepción de dos de sus miembros-‐, han salvado hasta este momento la vida de Riquelme, que por extrañas circunstancias aún sigue detenido a pesar de que el caso está esclarecido y el nombre de Guillermo Claverie Barbet está probado fehacientemente que corresponde al del asesino del comandante Araya. Sin embargo, los apremios que ha sufrido Riquelme y las torturas a que fue sometido lo tienen al borde de la locura y en una oportunidad, después de permanecer algunas horas en la Fiscalía Naval que investiga el caso, intentó suicidarse. Siguiendo el esquema del caso Kennedy, los cerebros de la CIA orientaron otra campaña de la prensa reaccionaria tratando de inmiscuir en el asesinato de Araya a cubanos que tenían relación directa con la embajada de ese país ante La Moneda. Denuncias telefónicas anónimas comprometieron a los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas en un allanamiento sin éxito a uno de los aviones de Cubana de Aviación, que cumplen el servicio entre Santiago y La Habana, mientras otros núcleos derechistas iniciaban una maniobra en el Parlamento para declarar persona no grata al embajador cubano, Mario García Incháustegui, y la Municipalidad de
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Providencia -‐reducto de la ultrarreacción-‐ aprobaba un acuerdo para que la sede diplomática de La Habana, ubicada en esa comuna, fuera desalojada. La rápida pesquisa de la policía civil que se mantiene fiel al gobierno derrumbó estos intentos, en los momentos en que la CIA ya había dispuesto la utilización de un “gusano” cubano, entrenado en sus cuarteles, para hacerlo aparecer como presunto cómplice de Riquelme y así dar fundamentos más consistentes a la campaña de prensa. Los “gusanos” cubanos son una verdadera guardia blanca de la CIA y se han prestado para todo tipo de operaciones, tanto o dentro de Estados Unidos (destrucción del Centro de Estudios Cubanos, en Nueva York; terrorismo en una exposición procubana en la misma ciudad, para nombrar algunos operativos) como en otras partes del mundo. Es conocida la acción de los “gusanos” como piezas claves en las operaciones de la CIA en Bolivia durante la campaña del Che. Pilotos “gusanos” cubanos actuaron en operaciones en el Congo y ya mencionamos su participación en las acciones contra Chile en el asalto y robo a la embajada en Washington. Los “gusanos” son fáciles de reclutar. Por un lado ayuda a ello su fuerte ideología anticomunista y por otro, el pago de la CIA que gratifica a sus agentes con generosidad. No es aventurado afirmar que en estos momentos están actuando en el propio territorio chileno, como asesores de los grupos de Patria y Libertad, como terroristas en la campaña de atentados de la ultraderecha, como asiduos vigilantes de la distribución de fondos a los camioneros de León Vilarín, a Proteco, a Canal 13, y como eventuales actores en una ulterior provocación destinada a crear problemas en las relaciones entre el gobierno de Allende y el gobierno revolucionario de Cuba. Finalmente, en la conspiración contra Chile no se ha descartado la posibilidad de una invasión desde Bolivia, según el modelo de playa Girón. La frontera boliviana, a igual que Miami y algunos países del Caribe en el caso de Cuba, está siendo utilizada como campo de entrenamiento de chilenos que se encuentran en el exterior y que están en disponibilidad para atacar centros vitales como las minas de cobre de Chuquicamata o servir de apoyo a fuerzas opositoras al gobierno que pudieran rebelarse contra el poder central y montar un operativo militar desde el norte, tal como ocurrió en la guerra civil de 1891. En este sentido un ex-‐militar -‐Arturo Marshall-‐ reconocido como agente de la CIA, juega un papel fundamental. LA ESTRATEGIA DE LA CIA Y CHILE La oposición chilena, a través de sus líderes y sus medios de comunicación, ha negado persistentemente el papel estratégico de la CIA en la conspiración permanente que se ha desatado contra el gobierno de la Unidad Popular. Sin embargo, ha sido la propia CIA la primera en admitirlo. Las minutas confidenciales de una reunión del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Affairs) sobre la CIA, tituladas “Espionaje y Política Exterior”, probaron la realidad de estos vínculos más allá de cualquier duda. Toda posible acción de la CIA en Chile fue prevista y discutida en esa reunión realizada el 8 de enero de 1968 en Nueva York. Particularmente delicada, ya que trataba sobre políticas de la CIA y sus operaciones, se desarrolló en medio de estrecha vigilancia. Dirigió la discusión Richard M. Bissell Jr. Bissell es más conocido por su importante papel en la planificación de la desastrosa invasión de Playa Girón. Dejó la CIA poco tiempo después de ese fracaso, luego de servir diez años en total
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como ayudante especial del director y del delegado del director de planes. Es también uno de los directores de la Compañía de Aceros Norteamericana y miembro del CFR. El presidente de la reunión fue C. Douglas Dillon, subsecretario de Estado (1959-‐1965), banquero inversionista y director del principal banco de Nueva York, el Chase Manhattan. Otros miembros presentes en esta reunión fueron el fallecido Allen Dulles (director de la CIA, 1953-‐1961) y ex altos funcionarios de los departamentos de Defensa y de Estado. Las actas de la reunión demuestran claramente cómo concibe la CIA su rol en Estados Unidos y en el mundo, cómo realiza sus actividades de espionaje, cómo causa trastornos en las naciones “hostiles” y cómo recluta a los agentes no-‐ norteamericanos. Las experiencias vividas en Chile desde 1970 confirman que las políticas de la CIA proyectadas antes de 1968 y alrededor de esa fecha, fueron implementadas posteriormente. Lo que sigue son citas directas de las actas de la reunión y su relación con Chile. 1) Sobre las actividades de la CIA en el Tercer Mundo: Recientemente la CIA ha efectuado un viraje en las prioridades del espionaje clásico hacia objetivos en el mundo subdesarrollado. “El mundo subdesarrollado presenta mejores oportunidades para la recopilación secreta de la información, simplemente porque los gobiernos son mucho menos organizados: existe menos sentido de la seguridad y hay una inclinación a la difusión, real o potencial, del poder entre los partidos, organizaciones e individuos fuera del gobierno central. El propósito principal del espionaje en estas áreas es entregar a Washington la información oportuna sobre el equilibrio de poder interno, una forma de espionaje que tiene una importancia táctica principalmente. Ocho medidas para derrocar al gobierno: 1. Unirse frente al enemigo común (enemigo es la UP y el Partido Comunista que la dirige). 2. Integrarse a la protección de su sector vecinal. 3. Sabotear las fuentes de trabajo estatales. 4. Hacer justicia castigando directamente a los violentistas de Izquierda. 5. Denunciar toda irregularidad que observe de los enemigo sólo a las FF.AA. 6. Solidarizar incondicionalmente con los combatientes nacionalistas. 7. Anteponer las labores de resistencia a cualquier interés personal. 8. Solidarizar con el hombre y la mujer de trabajo, que anhelan un destino claro para el país, actuando coordinadamente con los gremios”. A medida que los movimientos de liberación nacional que amenazaban los intereses imperialistas en el tercer mundo ganaban fuerza, la CIA se dio cuenta que allí tendría que desarrollar sus mayores esfuerzos. 2) Sobre las operaciones secretas en el Tercer Mundo: “La técnica de investigar el equilibrio de poder interno es esencialmente de ‘penetración’. Muchas de las ‘penetraciones’ no se hacen a través de ‘contrataciones’ sino estableciendo una estrecha o amistosa relación, la que puede o no ser fomentada con entregas de dinero de vez en tiempo. La esfera de acciones secretas podría incluir: (a) consejo y asesoría política; (b) subvención de un individuo; (c) apoyo financiero y ‘asistencia técnica’ a partidos políticos; (d) ayuda a organizaciones privadas, incluyendo sindicatos obreros, empresas de negocios, cooperativas, etc.; (e) propaganda secreta; (f) entrenamiento ‘privado’ de individuos e intercambio de personas; (g) operaciones económicas y (h) organizaciones paramilitares para operaciones políticas dirigidas a derribar o apoyar un régimen.
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La intervención secreta está planeada generalmente para actuar sobre el equilibrio de poder interno, a menudo con objetivos de bastante corto plazo en vista. Un esfuerzo para construir la economía de un país subdesarrollado debe ser sutil, de larga duración, y debe abiertamente conseguir la cooperación de los grupos más importantes del país, si es que quiere lograr tener alguna influencia. Su costo es elevado. En cambio, un esfuerzo para debilitar el gobierno progresista local, para ganar una elección y para lograr resultados dentro de dos o tres años a lo más, obviamente debe ser secreto. Debe utilizar prácticamente a la gente, los medios que estén a mano y los métodos que parezcan más probables de dar resultado”. En Chile, la CIA ha utilizado toda la gama de acciones secretas: ha dado consejo a todos los partidos y grupos de oposición y ha subvencionado desde individuos, como León Vilarín, hasta Eduardo Frei. Su apoyo financiero al PDC fue revelado este año. Ha apoyado a gremios reaccionarios, a sindicatos obreros de oposición, a importantes firmas de negocios; ha ayudado a las campañas de publicidad de El Mercurio, La Prensa, etc. Ayudó a coordinar el bloqueo económico de Estados Unidos a Chile y planeo el caos económico interno, y ha asesorado a grupos paramilitares como Patria y Libertad para realizar ataques terroristas y asesinatos. 3) Sobre el reclutamiento, adoctrinamiento y entrenamiento de agentes internos: “Lo esencial de esta intervención en el equilibrio de poder interno es identificar a aquellos aliados que pueden volverse más eficaces, más poderosos y quizás más atinados, con una ayuda secreta. Comúnmente estos aliados locales conocen la fuente de esta ayuda, pero ni ellos ni Estados Unidos podrían permitirse admitir su existencia”. No es ninguna sorpresa que la reacción niegue cualquier vínculo con la CIA. “Los agentes para intervenciones menores y menos delicadas, por ejemplo alguna propaganda secreta y ciertas actividades económicas, pueden reclutarse simplemente con dinero. Pero para las intervenciones mayores y más delicadas, los aliados deben tener una motivación propia. En general, la Agencia ha tenido un éxito notable en encontrar los individuos y medios con los cuales -‐ y a través de los cuales-‐ ha podido operar de este modo”. La CIA no creó a Vilarín, a Jarpa, a Frei, ni a Patria y Libertad. El capitalismo lo hizo. Lo que la CIA ha hecho es organizar mejor sus esfuerzos, financiarlos y coordinar sus actividades en un ataque unificado contra la clase obrera. “Necesitamos operar bajo mayor secreto, poner más atención en el uso de ‘cortes’ (un término que utiliza la CIA para denominar aquellos proyectos respaldados por la Agencia pero a los cuales no se les puede seguir la pista). El problema de las operaciones de la Agencia en el extranjero es con frecuencia un problema para el Departamento de Estado. En sus relaciones con un agente norteamericano de la CIA, los aliados locales se encuentran con que éste aparece casi siempre disfrazado de funcionario del gobierno norteamericano. Existen poderosas razones para esta práctica, del mismo modo que será siempre conveniente tener algún personal de la CIA alojado en el recinto de la embajada, aunque sea sólo por las necesidades propias de un puesto de mando local y para tareas de comunicaciones”.
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Muchos agentes de la CIA en Chile han servido en puestos oficiales en la embajada de Estados Unidos. Los ejemplos más claros son Keith W. Wheelock quien, hasta 1971, tuvo el cargo de agregado político de la embajada norteamericana en Santiago; Sergio Benfeld del Campo, contratista de aseadores y funcionario de la embajada hasta su detención por la policía chilena, la semana pasada, y los propios embajadores Edward Korry y Nathanael Davis. “Sin embargo es posible y conveniente, aunque es difícil y requiere tiempo, construir un aparato con una ‘fachada’ extraoficial en el extranjero. Esto requeriría la utilización o creación de organizaciones privadas cuyo personal no sería en su mayoría de nacionalidad norteamericana, lo que le permitiría una entrada más libre en la sociedad local y con menos complicaciones para la posición oficial de Estados Unidos. Estados Unidos debería utilizar un mayor número de ciudadanos no-‐norteamericanos, a los que se debería incentivar a través de un esfuerzo de adoctrinamiento y entrenamiento para que llegaran a adquirir una lealtad hacia Estados Unidos, más o menos comparable a la que tiene el personal norteamericano de la Agencia. A medida que trasladamos nuestra atención a Latinoamérica, Asia y Africa, la acción de los agentes de nacionalidad norteamericana tiende a verse cada vez más restringida, ya que su presencia en esas áreas resulta más notoria. Por eso, recomendamos como un cambio importante la construcción de un sistema que sirva de ‘fachada’ extraoficial para ver cuán lejos podemos llegar con ciudadanos no-‐norteamericanos, especialmente en operaciones en el terreno mismo. La CIA podría utilizar un número cada vez mayor de ciudadanos no-‐ norteamericanos como ‘agentes de carrera’, es decir, con un rango intermedio entre el de un agente clásico (aquel que se utiliza para una sola operación compartimentalizada quizás por un limitado periodo de tiempo) y el estatus de un miembro del personal permanente de la Agencia (que está implicado en muchas operaciones a través de su carrera y está bien informado sobre las capacidades de la Agencia). Debería estimularse a tales agentes a través de un esfuerzo de instrucción y entrenamiento, y por medio de la perspectiva de un empleo a largo plazo para que adquirieran un sentido de lealtad hacia Estados Unidos. La tarea central es identificar a posibles aliados nativos-‐tanto individuos como organizaciones-‐, hacer contacto con ellos y establecer de hecho una comunidad de intereses”. En lo esencial, la tarea de los agentes norteamericanos en Chile ha sido infundir en los futuros agentes chilenos una lealtad hacia Estados Unidos y no hacia Chile. A la luz de todo esto, partidos tales como el Partido Nacional y movimientos como Patria y Libertad parecen aun más ridículos. También los numerosos gremios y los llamados grupos de trabajadores que han surgido en el último año, obviamente se ajustan a lo que la CIA entendiera como la creación de “un aparato de fachada extraoficial”. 4) Sobre el rol coordinador que juega la CIA: “La intervención secreta es probablemente más efectiva en aquellas situaciones donde se realiza un amplio esfuerzo con un número de operaciones separadas y proyectadas para apoyarse y complementarse unas a otras y para tener un efecto acumulativo”. Evidentemente la CIA ha estado planeando y orquestando las actividades de la derecha desde 1970. Se ha calculado cada paso para producir un “importante efecto acumulativo” en lugar de producir la caída inmediata del gobierno. El paro de octubre, las campañas de los medios de
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comunicación, la huelga de El Teniente, el mercado negro, el “fraude” electoral, la huelga de los camioneros, la ofensiva parlamentaria, todos han sido cuidadosamente planeados y ejecutados para alcanzar el mayor efecto acumulativo. 5) Sobre el uso de sindicatos obreros y agentes subversivos: “Haciendo una observación sobre las actividades sindicales, un participante en la reunión señaló que antes de mayo de 1967 era de conocimiento público que la CIA había prestado algún apoyo a los programas sindicales; primero, Ramparts (una revista norteamericana de Izquierda), y después Tom Braden (un periodista) detallaron este apoyo en público. Aquellos que estaban comprometidos en asuntos sindicales estaban consternados y ciertos periodistas agudizaron el clima al relacionar la AID (Agencia para el Desarrollo Internacional) con la CIA, reclamando que el IADSL (Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre), que pertenece a la AFL-‐CIO, estaba corrompido”. Las tentativas de dividir a la clase obrera en El Teniente y en otras partes, fueron planeadas por la CIA y llevadas a cabo bajo la autorización de esa Agencia. Emmanuel Boggs, ex jefe del IADSL en Chile, es un agente de la CIA (según Julius Mader, Quien es quien en la CIA). 6) Sobre el uso de extranjeros que sirven de agentes en un tercer país: “¿Cómo se pueden conseguir ciudadanos no-‐norteamericanos para efectuar el trabajo secreto de la CIA y que al mismo tiempo adquieran una lealtad hacia Estados Unidos? Habría más posibilidades de que este trabajo resultara si se utilizan ciudadanos de un país B para trabajar en un país C… Es imprescindible una ‘fachada’, y un medio natural es una organización con ciudadanos no-‐norteamericanos”. Estados Unidos ha utilizado “gusanos” exilados cubanos para llevar a cabo las actividades de la CIA en todos los países latinoamericanos. Sin duda también se les está utilizando en Chile ya que si son sorprendidos, se les calificaría inmediatamente como revolucionarios cubanos y no como “gusanos”. El malintencionado ataque de los reaccionarios contra la revolución cubana está obviamente vinculado a esto. Evidentemente se puede ubicar a los “gusanos” en las filas terroristas de Patria y Libertad. 7) Sobre la utilización de corporaciones norteamericanas como puestos de mando para la actividad subversiva: “Desearíamos que la CIA expandiera su utilización de las corporaciones privadas norteamericanas, pero para objetivos fuera de Estados Unidos. Si tenemos tratos en el extranjero, entonces se hace necesario mantener una burocracia en el exterior para tratar con los nativos. También se hace necesario utilizar comunicaciones en un medio posiblemente hostil. Si uno negocia a través de las corporaciones norteamericanas que tengan actividades en el extranjero, es posible mantener la mayor parte del personal burocrático en Estados Unidos, e intervenir a través de los cuarteles generales de la corporación, usando los canales corporativos para las comunicaciones con el exterior (incluyendo comunicaciones clasificadas)”. Los lazos entre la CIA y la ITT no son ningún secreto. Ya en 1968 la CIA previó el uso de una corporación norteamericana como el punto coordinador de la actividad contrarrevolucionaria en
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un país “hostil”. La CIA vio esto como el mejor medio para disminuir el personal sobrante, para coordinar las comunicaciones y para planificar el sabotaje económico. Nota: Este documento fue proporcionado por la Revista Punto Final, como una colaboración para estas Memorias, lo cual agradecemos por su fraternal aportación.
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EL GOLPE MILITAR DE 1973 EN CHILE Y LA SOLIDARIDAD PANAMEÑA Marco A. Gandásegui, hijo* (Panamá, 4 de septiembre de 2013).
El presente escrito está dedicado a los valientes chilenos, jóvenes, profesionales, obreros y mujeres que llegaron a playas panameñas como resultado de diferentes circunstancias producto del golpe militar sanguinario de las Fuerzas Armadas chilenas y la oligarquía de ese país para destruir el experimento democrático de la vía hacia el socialismo. El 11 de septiembre de 1973 el Ejército de Chile y su comandante, Augusto Pinochet, encabezaron uno de los golpes más despiadados contra pueblo alguno en el siglo XX. Miles de chilenos perdieron la vida, el presidente Salvador Allende fue salvajemente agredido por aire y tierra defendiendo el Palacio de La Moneda y finalmente abatido. En la primera parte de este trabajo, abordaremos las luchas de la clase obrera y del pueblo chileno para hacer realidad el proyecto socialista durante gran parte del siglo XX. En la segunda parte, describiremos la experiencia de los refugiados en la Embajada de Panamá en Santiago de Chile y su llegada al istmo después de tres meses hacinados en la sede diplomática. Al final, daremos cuenta del contexto en que aproximadamente 300 mil refugiados de la represión y persecución de la dictadura militar chilena fueron objeto de la solidaridad internacional. El proyecto socialista de la clase obrera chilena Como en pocos países, durante el siglo XX, el pueblo chileno desarrolló un espíritu de lucha proletaria. La batalla ideológica por la conquista de la hegemonía tuvo momentos estelares como los enfrentamientos en las salitreras, los conflictos en la estructura latifundista del campo, las grandes huelgas en las minas y el desarrollo de un sindicalismo clasista coherente y poderoso. El pueblo chileno asumió su posición frente a la burguesía criolla y sus aliados de la oligarquía con firmeza. A su vez, reconoció el papel del imperialismo (especialmente en su versión norteamericana) con claridad. Sus intelectuales analizaron la realidad nacional y las contradicciones de la acumulación capitalista con una capacidad sorprendente. La acumulación de experiencias llegó a la coyuntura de 1970 con la Unidad Popular y la candidatura presidencial del compañero Salvador Allende. Su triunfo en las elecciones de ese año marcó un triunfo histórico sin igual. El proletariado chileno había logrado romper la dominación oligárquica y arrebatarle la hegemonía política a la burguesía criolla y sus partidos políticos. Durante los tres años de gobierno del presidente Allende se tomaron decisiones que reivindicaban las luchas históricas del pueblo. * Maestro de Sociología en la Universidad de Panamá, Pma. Miembro del CELA-‐Panamá El imperialismo norteamericano y la burguesía criolla de Chile se unieron para instrumentar el golpe militar por parte de los estamentos más reaccionarios de las fuerzas armadas. Pinochet y su
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camarilla asesinaron al presidente Allende y desataron una persecución implacable contra el pueblo chileno y sus organizaciones. Durante casi 20 años los militares atacaron las organizaciones revolucionarias, los partidos políticos populares y los sindicatos, asociaciones comunitarias, así como universidades y todo pensamiento clasista. Perseguidos por los aparatos represivos de los militares decenas de miles de obreros, dirigentes e intelectuales tuvieron que exiliarse (entre 1973 y 1990) acogiéndose a la solidaridad internacional. En este período, la guerra de clases continuó tanto dentro de Chile como en el extranjero. La lucha se expresó en la resistencia política, ideológica y armada. La juventud del MIR no descansó un momento. Se sumó a la resistencia, con igual determinación, el Frente ‘Manuel Rodríguez’. Por su arrojo y valentía entregaron sus vidas miles de jóvenes chilenos que resistieron con las armas. En forma silenciosa otros miles de chilenos se movían en los barrios, escuelas y centros de trabajo, organizando al pueblo para resistir la dictadura militar. La llama de la libertad, a pesar de Pinochet y el imperialismo, nunca dejó de iluminar los campos y las ciudades de Chile. En el exterior la dirección política de los partidos trabajó sin descanso para sumar a los pueblos del mundo a la lucha de quienes arriesgaban sus vidas dentro de Chile. Igualmente, los intelectuales levantaban un mensaje de lucha con sus escritos, guitarras y voces que atravesaban las barreras nacionales e idiomáticas que se escuchaba en todos los rincones del mundo. La combatividad del pueblo chileno, de su juventud, en los barrios, campos, minas y en las calles de las ciudades logró resistir la represión militar entre 1973 y 1990. En la actualidad, los exiliados se han unido a sus compañeros del interior, para continuar construyendo el socialismo que visualizó el pueblo chileno en el siglo XX. Con la diferencia de que en el siglo XXI será arrollador y no lo podrá detener la oligarquía ni el imperialismo. Repasaremos tres puntos: 1. La juventud chilena y la revolución Su determinación se consolidó en los años de la resistencia 2. La clase obrera y la revolución La represión fue como el martillo que fraguó el acero 3. El pueblo chileno y el socialismo La maduración del proyecto a lo largo de la resistencia y la “democracia neoliberal” Todas las tendencias políticas chilenas llegaron a playas panameñas en oleadas que se iniciaron a fines de 1973 y continuaron a lo largo de la década de 1970. En la primera oleada, junto con los refugiados políticos chilenos llegaron académicos, estudiantes y trabajadores de los demás países del Cono Sur que habían encontrado anteriormente acogida en las tierras andinas. El 11 de septiembre de 1973 fue una experiencia traumática para el pueblo chileno y los dirigentes – partidistas, gremiales e intelectuales -‐ de sus organizaciones populares. Las fuerzas armadas, al mando de Pinochet, no sólo estaba decidida a descabezar a la máxima dirigencia de la Unidad Popular. Se abrogó la misión de perseguir y asesinar a todo vocero del gobierno que presidió Salvador Allende. El bombardeo del Palacio presidencial – La Moneda – donde murieron Allende y sus acompañantes fue una señal clara de las intenciones de los militares.
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Ese mismo día fueron detenidos los miembros del gobierno, los representantes de los partidos de la Unidad Popular, trabajadores, periodistas y activistas en una operación pinza que cubrió el país entero. Era evidente que Pinochet no ahorraría esfuerzo alguno para aplastar a quienes internaron construir el país que la gran mayoría de los chilenos querían. De un solo golpe destruyó la democracia y sus instituciones, violó a la República y sus valores al mismo tiempo que arrasaba con familias y comunidades en todo el país. Ante esta situación, los chilenos sólo tenían tres alternativas. Por un lado, sumergirse en la clandestinidad, tanto física como intelectual. Por el otro, enfrentar la violencia militarizada del nuevo Estado con la violencia popular. Por último, buscar una vía de escape a la represión y encarcelamiento, que tenía una alta probabilidad de culminar en la pérdida de la vida. Una de las vías de escape fueron las misiones diplomáticas que abrieron sus puertas a miles de chilenos que buscaron refugio de sus perseguidores. En el caso de la Embajada de Cuba la situación fue diferente. Pinochet ordenó un ataque a la casa de Fidel y del Ché. Los diplomáticos cubanos y sus familias tuvieron que defender su integridad con sus armas desde adentro de la sede diplomática para evitar una masacre. La embajada de EEUU tampoco abrió sus puertas ya que desde sus salones la CIA manejaba la operación que acabaría con la resistencia del pueblo chileno. La solidaridad panameña con los refugiados chilenos Según fuentes oficiales recabadas en Chile, Panamá recibió en calidad de refugiados un total de 1,167 chilenos y personas de otras nacionalidades provenientes del país del sur. Este total no incluye otros refugiados que llegaron por vías informales (no oficiales). En septiembre de 1973, las embajadas de México, los países escandinavos, Argentina y otras, poco a poco, se fueron llenando de refugiados. En el caso de la embajada de Panamá, que ocupaba un apartamento relativamente pequeño en el barrio residencial de Providencia, en la primera noche llegaron 40 personas buscando y recibiendo refugio. Sin embargo, antes que se cumpliera la semana ya eran 100. Cuando se cumplieron diez días el local de la embajada tenía 300 huéspedes quienes se mantenían permanentemente de pie por falta de espacio. Afuera se encontraba un pelotón del Ejército que vigilaba los movimientos de los refugiados. Desde la capital panameña, el gobierno panameño encabezado por el general Omar Torrijos dio órdenes que las puertas de la embajada se mantuvieran permanente abiertas. El embajador ‘Chiquito’ Meza simpatizaba con los refugiados y, al mismo tiempo, tenía excelentes relaciones con los militares al mando del nuevo régimen opresor chileno. Meza era un civil muy cercano a los mandos de inteligencia militar panameños que colaboraba muy de cerca con los aparatos especializados chilenos. Se decía que los militares chilenos tenían una larga tradición de cría de caballos de carrera y uno de sus mercados más cotizados era precisamente Panamá. Sin duda, esta casualidad ayudó mucho al embajador Meza a resolver las diversas crisis que se desataron entre los refugiados y el gobierno militar chileno. La larga espera que provocó Pinochet al no dar su aprobación para la salida de los refugiados, obligó al gobierno panameño a buscar un
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edificio más grande para alojar su embajada. En esa coyuntura los refugiados dieron a conocer que tenían una organización interna que les permitía distribuir alimentos, cumplir con sus obligaciones fisiológicas, organizar turnos para dormir y darles atenciones preferenciales a niños, mujeres embarazadas y discapacitados. Todos los refugiados se destacaron por su disciplina y esfuerzo. Entre los que trabajaban con más ahínco para mantener la organización y los espíritus en alto estaba el vice-‐rector de la Universidad de Chile, Eduardo Ruiz C. y el profesor brasileño Hebert de Souza. El embajador Meza, con el apoyo de un equipo improvisado de asesores, logró finalmente que los militares chilenos aceptaran el cambio de sede de la embajada a la residencia de una pareja brasileña que se encontraba entre los refugiados: Vania Bambirra y Theotonio dos Santos. En tres vuelos finalmente salieron los refugiados en la Embajada de Panamá con destino al istmo. El general Omar Torrijos, jefe de gobierno de Panamá, negoció con las instancias militares chilenas la salida de más de 300 hombres, mujeres y niños de los predios diplomáticos en Santiago de Chile. En la capital chilena fueron escoltados desde la embajada al aeropuerto de Pudahuel por un destacamento militar especializado, armado y preparado. Antes de subir al avión fueron examinados por militares uniformados y sin contemplaciones. Fueron más de tres meses de sufrimiento y angustia por lo que pasaron los refugiados. Los aviones que simbolizaban la libertad fueron alquilados por el gobierno panameño. Los tres aterrizaron en el aeropuerto internacional de Tocumen en la capital panameña con pocas horas de diferencia. Para algunos fue una sorpresa que fueron recibidos en Panamá por otro conjunto de militares. Eran militares panameños. El general Torrijos concentraba el poder como jefe de gobierno y, además, como jefe de la Guardia Nacional (única fuerza armada del país). En el terminal aéreo se les informó a los huéspedes cuales eran los términos de su estadía en Panamá. Los antiguos refugiados cambiaron de status: Ahora eran asilados en el país amigo de Panamá. Los refugiados eran concientes que Panamá era un país que estaba ocupado por tropas norteamericanas desde 1904 cuando se inició la construcción del Canal de Panamá. Se tejían muchas teorías sobre la participación de las fuerzas armadas norteamericanas en el golpe pinochetista del 11 de septiembre de 1973 que le costó la vida al presidente Salvador Allende y que marcó el inicio de la cacería contra los integrantes de la coalición de la Unidad Popular. Las condiciones que puso el gobierno panameño era que todos recibirían lo que necesitaban para atender sus demandas mínimas. Serían trasladados a unas ciudades del interior del país, a menos de 300 kilómetros de distancia de la capital. Vivirían cómodamente en hoteles de la localidad, hasta que ellos decidieran cambiar de residencia. A partir de ese momento, cada uno tendría que resolver su situación económica por sus propios medios. Los pueblos de Chitré, Los Santos y Las Tablas acogieron los 300 ‘visitantes’ con cariño y cierta aprehensión al principio. Las noticias sobre el golpe militar y la muerte de Allende sacudieron la opinión pública de Panamá. El interior no fue una excepción. Panamá recién había tenido su propia experiencia con el golpe militar encabezado por jóvenes oficiales de la Guardia Nacional el 11 de octubre de 1968. El pronunciamiento militar que quebró el orden constitucional vigente de Panamá – cinco años antes – generó acciones represivas y persecución de los opositores. Muchos panameños se preguntaban que lógica podía existir para explicar que un gobierno nacido de las
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entrañas golpistas podía solidarizar con aquellos que eran perseguidos por otros golpistas, en este caso los pinochetistas. En la estrategia de Torrijos y sus colaboradores, es probable que acogieran con buen grado las recomendaciones de los gobernantes de México, Venezuela e, incluso, Francia. En 1973 Panamá estaba en medio de un proceso difícil de negociaciones con EEUU sobre el Canal de Panamá. Torrijos apenas iniciaba una política de convertir la causa nacional por la soberanía en la antigua ‘zona del Canal’ en un movimiento con proyecciones internacionales. Torrijos probaba las aguas de la política internacional acogiendo a los refugiados del golpe pinochetista en Chile. Pocos años después Panamá sería sede del ‘Grupo Contadora’ que reunió a los presidentes de Colombia, México y Venezuela con el jefe de gobierno panameño para encontrar una solución a las guerras de insurrección popular en Centro América. La apuesta de Torrijos dio buenos resultados. La insurrección popular del 9 de enero de 1964 contra la presencia militar norteamericana en el istmo era la bandera que levantaba el gobierno nacional en todas sus declaraciones y foros para buscar el apoyo a su política frente a EEUU. La misma bandera fue levantada a nivel internacional, en la ONU, en las capitales latinoamericanas y del mundo entero. La solidaridad con los trabajadores, educadores y jóvenes chilenos así como de otras nacionalidades que buscaron refugio en Panamá se enmarcaba en esta política. Los refugiados fueron reunidos en el aeropuerto de Tocumen y embarcados en buses para hacer el viaje de 300 kilómetros, atravesando la ciudad de Panamá, cruzando el Canal sobre el Puente de Las Américas y conociendo las tierras tropicales, con sus bosques exuberantes, observando a su paso a la población panameña. Pero a los nuevos asilados les iba a tocar una sorpresa: a 100 kilómetros el bus se desvió del camino para dirigirse a una hermosa playa sobre el Pacífico. Se trataba de la playa en Río Hato, sector en el cual EEUU había construido una pista aérea durante la segunda guerra mundial y ocupada entre 1936 y 1972. El general Torrijos, jefe de gobierno panameño, usaba una residencia en el lugar como centro de reuniones los fines de semana. Los 300 refugiados se bajaron de los buses y entraron a un amplio rancho donde los esperaban funcionarios y militares panameños. Enseguida hizo su entrada el general Torrijos, vestido en fatiga militar, quien les habló brevemente dándoles lo que se podría interpretar como una bienvenida al país. Por designación de los asilados hizo uso de la palabra quien fuera vicerrector de la Universidad de Chile, Eduardo Ruiz. Torrijos no tenía facilidad para hablar, menos para pronunciar discursos. Su especialidad era, más bien, escuchar. Reunía las opiniones de muchos y tenía la habilidad para sintetizar. El encuentro – que incluyo refrigerios y un almuerzo – fue importante para ambas partes. Por un lado, los recién llegados de Chile entendieron porque Panamá había abierto sus brazos a los perseguidos en el Cono Sur. A su vez, Torrijos tuvo su primera experiencia con quienes se comprometieron con un proyecto político recién destruido por los militares de Chile. Escuchó atentamente. Según algunos de los presentes, el jefe de gobierno panameño al final no logró entender qué ventajas podría representar un acercamiento hacia el grupo. Todavía tenía que atender las presiones de sus ‘compañeros’ de armas de Chile y de los otros países del sur bajo dictaduras militares. En pocos meses todos los asilados se trasladaron a la capital panameña y algunos, incluso, lograron mediante sus contactos viajar al exterior. El gobierno panameño no presionó a los ‘invitados’ pero tampoco ofreció los espacios que normalmente se prestan en estos casos. Los
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profesores, médicos, técnicos y otros especialistas no fueron contratados por el gobierno para suplir áreas muy necesitadas del país. Era cuestión de tiempo que el grupo selecto de hombres y mujeres encontraran alternativas mejores en países latinoamericanos, Europa y otros países. En 1975 Panamá acogió otro grupo muy grande de refugiados provenientes de los centros de detención (campos de concentración, cárceles y otros lugares) en Chile. Este era muy distinto al primer grupo que llegó inmediatamente después del golpe pinochetista. Para comenzar, estaba formado exclusivamente por chilenos. Estaba compuesto, en su mayoría, por jóvenes trabajadores militantes de las organizaciones partidistas y revolucionaria que luchaban por todos los medios contra la dictadura militar de Pinochet. Al llegar a Panamá no se hicieron grandes anuncios y el aún jefe de Gobierno, el general Torrijos, no los recibió personalmente. A diferencia del primer grupo, los integrantes de este grupo tendrían la oportunidad de integrarse en la sociedad panameña. Casi todos fueron empleados en los sectores público y privado. Al mismo tiempo, muchos se matricularon en la Universidad de Panamá para continuar sus estudios interrumpidos en Chile. En esa camada de jóvenes revolucionarios chilenos llegaron militantes de los diferentes partidos que apoyaron el proceso dirigido por Allende, tanto desde adentro de la Unidad Popular como desde afuera. En Panamá se fueron alineando con las fuerzas locales que se identificaban con la internacional comunista, con la social democracia y con los grupos de izquierda aún en la clandestinidad. Los chilenos se sumaron a las tareas de la izquierda panameña, especialmente en las tareas internacionales. El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) organizó un núcleo de jóvenes militantes que se hicieron presentes en las diferentes instancias políticas panameñas y lograron estrechar lazos de cooperación y amistad con sus contrapartes. Entre estos últimos todavía existe en la actualidad el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), “29 de noviembre”. El Partido Comunista de Chile logró establecer una base significativa cercana al Partido del Pueblo. Igualmente, el Partido Socialista de Chile cuyos miembros se acercaron más a los sectores de la izquierda del ‘proceso’ panameño y al Partido Socialista de los Trabajadores. Muchos chilenos se sumaron a la Brigada “Victoriano Lorenzo” que enviara el general Torrijos a combatir a Somoza en Nicaragua. Cuando el FSLN triunfó en 1979 muchos chilenos viajaron al país centroamericano para colaborar en la construcción de la nueva Nicaragua. En ese período los asilados chilenos trabajaron arduamente en la consolidación de los lazos de amistad y solidaridad con el pueblo panameño. En el frente sindical tuvieron un impacto significativo, al igual que en el movimiento de las mujeres que adquiría mucha fuerza en aquellas fechas. Los chilenos trabajaron junto con los panameños en la organización de los movimientos de solidaridad con su país y con otros. También colaboraron en el establecimiento de centros de investigación y en la edición de publicaciones. Entre los chilenos que dejaron su influencia sobre la labor académica en Panamá se destacaron Eduardo Ruiz y Alejandro Saavedra. También brasileños de la talla de Ruy Mauro Marini y Vania Bambirra. Así mismo, uruguayos como Inés Reca y Tomás A. Vasconi. Muchos otros dejaron su marca en el movimiento sindical, en las organizaciones estudiantiles y en los grupos revolucionarios.
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El refugio chileno en el mundo Según estadísticas de diferentes fuentes, recopiladas por Patricio Arellano Vargas (1), Panamá recibió un total de 1,163 refugiados de Chile entre 1973 y 1980. Entre los países latinoamericanos, Panamá ocupó el sexto lugar. A la cabeza de los países que le dieron acogida a los refugiados chilenos, se encontraba Argentina que recibió 200 mil refugiados del total de 420 mil personas que abandonaron a Chile en ese período. En términos numéricos, siguieron en importancia, México (sin datos), Venezuela (25 mil refugiados), Brasil (17 mil) y Perú (6 mil). Según las agencias internacionales, “pocos días después del golpe, más de 3,500 chilenos habían pedido asilo en las embajadas de Santiago”. El gobierno militar chileno dictó “el Decreto Ley 81, en noviembre de 1973, que confería al régimen una autoridad prácticamente incondicional para expulsar a ciudadanos”. A partir de diciembre de 1973, se les devolvía a los detenidos -‐ en el marco del estado de sitio -‐ que aún no habían sido condenados, la libertad a condición de ser expulsados de Chile inmediatamente. En abril de 1975, el Decreto Ley 504 amplió la aplicación de estas medidas a los presos con condena. “Los refugiados se repartieron por todo el mundo, acogidos por alrededor de 110 países”. La primera gran oleada de exiliados se generó inmediatamente después del golpe militar y su primera manifestación fue el asilo en embajadas. El gobierno militar concedió 4,600 salvoconductos a los asilados en las embajadas. Otras 2000 salieron por lo que se denominó "visas de cortesía" entre 1973 y 1975. El número de refugiados latinoamericanos que encontraron asilo en Chile antes de 1973 era de unos 14.000. Estas personas pudieron salir del país en virtud de gestiones realizadas por organismos internacionales y nacionales de derechos humanos, creados para cumplir esa función. La segunda gran oleada de exiliados correspondió a condenas de extrañamiento aplicadas por los Tribunales y que ascendieron a 1,228 personas que fueron extrañadas entre 1975 y 1979. Correspondían a los presos políticos que solicitaron y obtuvieron la conmutación de sus penas de presidio por las de extrañamiento, en virtud de las disposiciones del DL 504. Sin embargo, según Arellano, había dos flujos importantes que configuraron la mayoría del exilio. Estas tuvieron una vigencia desde septiembre de 1973 hasta las postrimerías de la dictadura. Se trataba de la salida de Chile por medios particulares y por el temor a ser una víctima más de la represión. Este fue el gran caudal del exilio y tuvo dos etapas principales. La primera entre 1973 y 1976 y la segunda entre 1984 y 1987. Estos fueron los períodos que explican el carácter masivo del exilio y corresponde a la salida de unos 140 mil exiliados en cada uno de estos dos períodos. La primera corresponde a la represión violenta y masiva post golpe y la segunda a la represión post protestas. El segundo flujo, cuantitativamente importante, es el de los familiares del exiliado, que con el fin de mantener la unidad de la familia se reunifican en el exterior. Respecto del destino del exilio total los antecedentes disponibles que se presentaron antes se pueden hacer más rigurosos para un período determinado, considerando las defunciones, estos
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cálculos nos permiten establecer una estimación ajustada de un exilio total de 407.000 personas para 1980. El exilio político afectó al 1,3 por ciento de la población, coincide con las estimaciones que ha hecho la Oficina Nacional de Retorno, que considera a los exiliados en 180.000 en 1991. A fines de la década de 1970, la dictadura militar pinochetista intentó improvisar otra estrategia, al sentir los efectos no esperados del exilio (la solidaridad internacional hacia el pueblo de Chile y el aislamiento internacional del gobierno). La estrategia consistió en elaborar el concepto de "exilio dorado" Según esta política, se transmitía el mensaje de que los dirigentes políticos habían aban-‐ donado a las masas y que vivían lujosa y cómodamente en el exterior. Al mismo tiempo, en Chile, los militantes ingenuos se sacrificaban. Esta política presentaba el exilio como un hecho vo-‐ luntario, cuando de hecho era forzado. 1.
Patricio Orellana Vargas, 1992, La represión en Chile, 1973-‐1989, (Capítulo 7. Exilio y desexilio). Santiago de Chile.
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OTRAS DOS UTOPÍAS CASI DESCONOCIDAS DE SALVADOR ALLENDE
Guillermo Ravest Santis
Recién dejamos atrás la conmemoración de los cuarenta años del golpe militar en Chile y la digna autoinmolación del Presidente Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973. Aunque existan variados modos de contar una dictadura, la más reiterada fue aquella que volvió a reinundarnos – a chilenos y latinoamericanos-‐ con todos los horrores del terrorismo de estado, en la que fue su peor y más cruel versión de fascismo dependiente y de la guerra fría. Esa que nos llegó a los chilenos de la mano armada de Pinochet y de Kissinger, su planificador imperial. Y aunque pueda ser considerado un virtual sobreviviente de ese asalto al poder, soy un viejo periodista que, pese a tantas derrotas, sigo a cuestas con mi confianza en el hombre y fiel a mis principios. Algunos podrían calificarlo de “optimismo histórico”; otros, más realistas o irónicos, de “histérico”. Asilándome en esa condición quiero rememorar, junto al programa de la Unidad Popular –la coalición política que triunfó con el mandatario mártir en 1970-‐, otras dos de sus utopías, o herramientas, que Salvador Allende llevó a la práctica para cumplirlo y arribarlo a buen puerto. Como efectiva y estadísticamente ello ocurrió en 1971 y 1972. Creo que esta historia puede tener significación o interesar a sociólogos o especialistas en las ciencias del hombre y la cibernética. Ella también da cuenta de la realización pionera de un modelo computacional, tipo “democracia directa”, que sirvió a los trabajadores para incidir, sin intermediarios ni burócratas, en la gestión de la economía social que bajo el gobierno de Allende pasó a ser la esencial, tras la nacionalización de la minería en poder y de corporaciones estadounidenses, la reforma agraria, la estatización de las industrias estratégicas y monopólicas y de la banca. Sin embargo, aquellas dos realizaciones técnicas y sociológicas han merecido una muy escasa difusión. El “GAP” Intelectual Son conocidísimas las circunstancias del triunfo de Allende en 1970. Las millonadas de dólares invertidos por EE.UU. y la CIA por impedirlo, sus acciones públicas y encubiertas, la campaña del terror, alquilar militares y partidos políticos, incluyendo planes para asesinarlo. Toda esa realidad indujo a la formación del llamado “Grupo de Amigos Personales”, el GAP, destinado a su protección. Una treintena de ellos luchó con Allende en La Moneda, el palacio de gobierno, y también desde el exterior aquel 11.09.73. En su mayoría fueron asesinados. *Periodista chileno, radicado en México. Al momento del golpe militar era director de Radio Magallanes, del Partido Comunista. Fue la emisora que más resistencia opuso a la asonada castrense, lo que le permitió difundir las cinco alocuciones que hizo Salvador Allende al pueblo de Chile, en especial las conocidas como sus “últimas palabras”. En su calidad de exiliado la Universidad Autónoma Chapingo, México, le posibilitó trabajar en ella, en varias oportunidades, en su Departamento de Difusión Cultural. En revista de esta universidad se hizo una primera publicación del presente escrito. Pero existió otro GAP que el propio Allende bautizó como su “GAP Intelectual”. Es la periodista chileno Mónica González quien en su libro “La Conjura” (edición actualizada Catalonia-‐UDP, Santiago de Chile, 2012, pp.163-‐182) narró un emocionante capítulo sobre este desconocido
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núcleo de intelectuales. Lo integró un pequeño grupo de jóvenes que le entregó sus conocimientos, su talento y varios de ellos su vida al líder y a la causa del socialismo. Con el hálito aún fresco de la Revolución Cubana y del Che los unió aún más en camaradería y en su actitud de servicio la campaña presidencial iniciada en 1969. Provenían de los partidos Socialista y Comunista. Su núcleo esencial fueron dos sociólogos, especialistas en estadística, otro sociólogo a secas, tres médicos y un sicólogo social. ¿Cómo servir a la causa popular? Crearon, a base de puro entusiasmo el Centro de Estudios de Opinión Pública, CENOP. Fue una forma artesanal para ayudar a conocer, científicamente, las reales tendencias de los chilenos en relación a los apasionantes acontecimientos políticos de ese tiempo. Es decir, convertir el conocimiento sociológico en fuente para decisiones políticas. En la contraparte, la oposición de derecha y del centro político gastaba millones –incluidos los dólares de la CIA-‐ en campañas publicitarias, cooptar periodistas, en subversión y en encuestas de todo tipo. Casi todas ellas pronosticaron el triunfo del candidato de la derecha, el empresario Jorge Alessandri. Existen informes desclasificados de la CIA y de la embajada de EE.UU. que lo confirman y que, incluso daban el segundo o tercer lugares a Radomiro Tomic, democratacristiano, y a Salvador Allende. Pero llegó la elección del 4 de septiembre de 1970, y el pronóstico realizado por el CENOP acertó, por unas décimas más o menos, al resultado real del triunfo de Salvador Allende. Como este pronóstico había sido enviado al candidato y a los partidos de la Unidad Popular, aquél los llamó para conocer su trabajo e incentivarlos a que siguieran ayudando al proceso popular. En ese tiempo para algunos, la sociología era una disciplina “apenas buena para crear ideólogos u opinólogos” –o grilleros, como se dice en México-‐. Pero Claudio Jimeno, sí la defendía y confiaba en las posibilidades de sus certezas metodológicas. Los integrantes del CENOP reconocen que inicialmente realizaban “más inteligencia sociológica que inteligencia política”. Nunca llegaron a ser funcionarios a los que se les diera un estipendio por su trabajo. “Nunca, tampoco, jugamos a los espías ni usamos informantes pagados”. Y como el resultado de nuestras investigaciones sólo estaban destinadas a Allende, debimos seguir actuando como un grupo virtualmente anónimo, pese a contar con el aval de las comisiones políticas de los partidos Socialista y Comunista, reconocen hoy algunos de sus sobrevivientes. Sin embargo, la cada vez más intensa ofensiva contrarrevolucionaria del imperialismo y del gran empresariado nativo, obligó a los integrantes de este GAP intelectual, a acentuar el factor político de sus investigaciones y encuestas. Con apoyos indirectos y el entrenamiento de más encuestadores, reclutados especialmente en centros universitarios, el Centro pudo ir ampliando sus mediciones de opinión pública. Se las requería pues de un inicial informe semanal de cuatro cuartillas que se enviaba a Allende en forma reservada, éstos debieron ser diarios. El sistema de trabajo era variado e intenso: desde el análisis de la información pública de los medios de comunicación, en especial de El Mercurio –el centenario vocero de la oligarquía nacional y que en esos años también lo fue de la CIA-‐, incluyó también la medición “radiográfica” de mítines y concentraciones públicas, de la oposición y de los sectores populares. En coordinación con la empresa estatal de cinematografía y su noticiero quincenal que se exhibía en todos los cines del país, tuvieron la oportunidad de ampliar aún más sus mediciones de opinión: aplausos o pifias a personajes públicos, a las medidas económicas y sociales que se iban aplicando.
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Tales reacciones se las aquilataba por clases, género, edades. Así, sólo en Santiago, llegaron a medir tales reacciones a un promedio de diez mil personas en un solo día. Era una rigurosa e inédita proeza sociológica para la izquierda. Además, que se realizaba en un tiempo en que las mediciones de opinión no estaban ni consolidadas ni prestigiadas. “Nosotros no contábamos con computadoras ni existían los actuales y modernos programas estadísticos”, reconoce uno de sus integrantes. “Lo que a la oligarquía y al imperio costaba millones de pesos, en el CENOP lo hacíamos sólo por nuestro compromiso con un proyecto político y revolucionario”. Los chilenos de ese tiempo estuvimos informados de los millones de dólares que invirtió el Pentágono en su “Plan Camelot”. Con sus múltiples encuestas realizadas en el país, el imperio quiso detectar causas y efectos de los trascendentes cambios que ocurrían en Chile. Con sus resultados quiso adecuar políticas para su “patio trasero”. Precaverse de otra Cuba. Otro de los integrantes del CENOP, al respecto puntualiza: “Fuimos algo así como un Plan Camelot, pero para nuestro lado, hacia la izquierda”. Así sus integrantes pudieron comprobar con rigurosidad cómo la oposición y el imperialismo, sin dejar de lado su acción política, ahora se iba expresando corporativamente. Incentivó y financió paros de los colegios profesionales, de comerciantes, camioneros. Incluso, cooptando a dirigentes venales lograron lanzar a una violenta huelga a un sector de la denominada “aristocracia obrera chilena”: los mineros del yacimiento cuprífero de El Teniente. Esto, más la erosión del apoyo de los sectores medios, no pasó desapercibido para la rigurosidad y honradez de este grupo de sociólogos y que, metódica y diariamente iban informando al Presidente. Lo mismo hizo cuando pudieron comprobar efectos negativos surgidos de posiciones contradictorias al Programa de la Unidad Popular provenientes de la propia coalición, PS y MAPU, especialmente, y del MIR que nunca la integró. En esta situación interna de la UP y la cada vez más violenta subversión que siguieron acentuando la centro derecha y el empresariado conjuntamente con el imperialismo, sobrevino la última campaña parlamentaria de marzo de 1973. Ante el clima de crisis avasallante los integrantes del CENOP trabajaban 18 horas diarias. Uno de los últimos éxitos de este “banco de inteligencia sociológica y política” fue el haber acertado, casi matemáticamente los resultados. La Unidad Popular logró el 43.47 por ciento de la votación. De este modo, el pueblo pudo derrotar momentáneamente a la oposición, que estaba segura de lograr una mayoría absoluta que le permitiría acusar y aprobar una acusación constitucional contra el Presidente Salvador Allende. De este modo, fracasadas las vías políticas e insurreccionales, según los planes de Nixon-‐Kissinger y sus aliados nativos, ahora sólo restaba el golpe militar como última posibilidad de terminar con Allende y la Unidad Popular. Lo que ocurriría semanas más tarde con el fracasado intento de un regimiento de unidades blindadas de asaltar La Moneda, el descabezamiento de todos los oficiales constitucionalistas con mando de tropa y con el asalto final Uno de los integrantes del CENOP y actual sobreviviente, recuerda aquellos días dramáticos según lo testimonia la periodista Mónica González en su libro ya citado: “La contrarrevolución ya era irremisible. Se lo informamos al Presidente. Era una realidad clara y terrible. Teníamos ya plena conciencia de que se nos estaba desplomando el cielo”. Junto a Salvador Allende combatieron en La Moneda, entre otros, Claudio Jimeno, Jorge Klein, Eduardo Paredes y Ricardo Pincheira, integrantes de su “GAP Intelectual”. Tras su detención fueron asesinados por los militares de Pinochet un día después del golpe.
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Revolucionarios cibernéticos A principios de 1972, en mi calidad de director de Radio Magallanes, me correspondía asistir a la sede de gobierno a una suerte de reuniones de coordinación de los medios partidarios de la Unidad Popular. En ciertas oportunidades las presidía el propio Presidente. En una ocasión el encuentro fue con los encargados de todas las carteras económicas. Pero muchos de los evidentes éxitos en producción, inversión y los buenos efectos sociales derivados de esos factores, corrían serios riesgos por los paros incentivados por la oposición y los Estados Unidos. Resueltos los temas de coordinación comunicacional, un grupo de periodistas fuimos invitados a una visita confidencial. Se nos llevó a un edificio céntrico de Santiago en donde se nos explicaría el sistema informático que estaba usando el gobierno para llevar el control e información, en tiempo real e instantáneo, de la marcha de las empresas nacionalizadas y de todo el sector social, incluidos los de la reforma agraria. En una sala espaciosa recuerdo haber visto varias pantallas como de televisores, una de mayor tamaño, una gran mesa y sillas con botones. Aparte de lo indicado acerca de las funciones y objetivos de esa instalación no creo haber entendido más. Y como, además, se nos pidió no hablar ni escribir acerca de ese sitio, todo fue propicio para el olvido. Además, resulta inoficioso recordar que en esos años creo que ni existía la palabra “cibernética”. O al menos, ella era algo así como otra especie de una nueva ciencia para iniciados. Y ninguno de los periodistas que fuimos invitados lo éramos. Como recordatorio de nuestra ignorancia en estos trotes. Vale la pena consignar que el primer periódico chileno que usó la computación, para escribir y diagramar con programas cibernéticos, fue el modesto medio antidictatorial “Fortín Mapocho”, en 1985. Lo rememoro por todo lo que me costó abandonar mi vieja máquina manual Underwood por la computadora. Todo esto me lo trajo a la memoria un reciente libro aparecido en Santiago de Chile de la Editorial LOM, vinculado a la conmemoración de los 40 años del golpe militar. Se trata de la obra titulada “Revolucionarios Cibernéticos. Tecnología y Política en el Chile de Salvador Allende”, de la académica estadounidense Edén Medina. Su investigación, que incluye más de cincuenta entrevistas y un valioso e inédito material de archivo, la realizó como parte de su tesis doctoral en el Massachusetts Institute of Technology, el legendario centro universitario de Noam Chomsky. Y como ocurre con frecuencia en nuestros países de América Latina, donde los temas vinculados a la ciencia y la cultura sean valorados menos que la quinta rueda del coche, su edición ha provocado mínimos comentarios. No ha ocurrido lo mismo en Europa, Estados Unidos y en numerosos portales políticos alternativos-‐ Una apasionante crónica de Ángela Precht, por ejemplo, publicada el 12 de septiembre último por el periódico español “El País”, ha merecido decenas de reproducciones en medios electrónicos. La crónica hispana tiene el mismo título del libro Y es, repito, el que revivió en mi memoria aquella lejana visita que hice en mi patria a esas misteriosas instalaciones en 1972. También se nos explicó su funcionamiento cabal e inédito que no pude o supe aprehender entonces y que ahora deseo compartir (Fuente: http//www.eldiario.es/turing/revolucionarios-‐ciberneticos-‐salvador-‐allende_0_173933188.htm; y, entre otros portales electrónicos, en: rebelión.org). En su encabezamiento, Ángela Precht escribe: “Desde 1971 1973, un equipo de profesionales chilenos, comandados por el británico Stafford Beer, desarrolló un sistema tecnológico para poder administrar -‐a tiempo real-‐ las industrias estatales del país sudamericano. Con recursos escasos y creatividad ilimitada, en poco menos de un año el reducido equipo de ingenieros, diseñadores e
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informáticos fueron capaces de crear el prototipo que no existía en ningún otro lugar del mundo ni mucho menos a escala nacional: el proyecto Cybersyn o SYNCO, en español”. Y prosigue: “Beer pretendió implantar su teoría de un Modelo de Sistemas Viables (VSM, según sus siglas en inglés): así como el cerebro toma la mayor parte de sus decisiones importante pero no controla todo, un sistema viable debe estar compuesto por partes con un alto nivel de autonomía. Su idea era implantar un sistema nervioso electrónico en la sociedad chilena, donde todos sus componentes estuviesen conectados entre sí por una red de comunicación nacional. A largo plazo esto ayudaría a la igualdad. Como lo describió (el periódico inglés) “The Guardian”, “era una suerte de internet socialista, décadas antes de su tiempo”. Beer y 3 chilenos Aún cuando esta cronista no lo indique en detalle, en el desarrollo intelectual de Stafford Beer –sí calificado por ella como “uno de los padres de la cibernética”-‐, fue fuertemente influido por los hallazgos de dos biólogos chilenos: Humberto Maturana y Francisco Varela. Al menos se sabe que Maturana estudió un posgrado en Inglaterra y, en esos años, su teoría que postulaba la raíz biológica del conocimiento, provocó un enorme interés en los medios científicos, en epistemólogos y en los cibernéticos pioneros, como Beer. Otro fue un joven ingeniero chileno, Fernando Flores, con posgrados en Europa y Estados Unidos. Interesado también en política fue del grupo que tras haber renunciado a la Democracia Cristiana fue fundador del Movimiento de Acción Popular Unitario, MAPU, en 1969. Este movimiento pasó a integrar la coalición de la Unidad Popular y en esa calidad partidista fue designado encargado de la Corporación de Reconstrucción y Fomento, CORFO, entidad que desde décadas anteriores tuvo destacado rol en el proceso de la industrialización chileno. Con posterioridad Flores fue ministro de Economía. Interesado en la naciente cibernética debe haber estado enterado de la trayectoria en ese campo del inglés Stafford Beer, pues fue él quien lo llamó para interesarlo en el proyecto chileno destinado a coordinar y controlar la fortalecida economía estatal. Seguimos de nuevo a la cronista de “El País”. Señala que entonces Beer “era un consultor internacional de alto vuelo y honorarios, conducía un automóvil Rolls Royce y vivía en una gran casa a las afueras de Londres. Sus ideas de cibernética organizacional nunca habían sido llevadas a la práctica hacia un nivel más extenso y por ello no vaciló al recibir la llamada de Fernando Flores… quien lo invitaba a aplicar sus teorías para organizar la economía estatal. ´Tuve un orgasmo´, recordaría Beer años después”. “Aterrizó en 1971 en Santiago de Chile cobrando en dólares y demandando chocolates, whisky y otras excentricidades para un país que debía lidiar con escasez de alimentos y el mercado negro. Chile vivía la Unidad Popular con aquel incómodo Presidente que se había convertido en el primer socialista democráticamente electo. El mismo que creía en la vía pacífica para hacer la revolución. El país estaba crispado políticamente y Estados Unidos intervenía a través de la CIA”. “A pesar de la euforia inicial donde se creía hasta en lo imposible” el gobierno de Allende tenía conciencia de la urgente necesidad de dirigir con eficacia una diversidad de minas y fábricas recientemente nacionalizadas. Algunas funcionando por inercia, otras ocupadas y dirigidas por sus trabajadores y unas pocas que aún mantenían a sus gerentes originales. Ahora es la autora del libro, Edén Medina –citado por la cronista española-‐, quien relata el encuentro entre el cibernetista y el Presidente. “Allende, con formación de (médico) patólogo,
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inmediatamente captó la inspiración biológica detrás del modelo cibernético de Beer y con conocimiento asintió a lo largo de la explicación. Esta reacción dejó una gran impresión en el cibernético. ´Le expliqué todo el maldito plan y todo el Modelo de Sistema Viable de una sola vez. Nunca he trabajado con nadie que comprendiera ni una pizca de lo que estaba diciendo´. Una vez que Allende ganó familiaridad con la mecánica del diseño de Beer, comenzó a reforzar que el modelo se comportara ´de una manera descentralizada, con participación de los obreros y antiburocrática´. Cuando Beer alcanzó finalmente el nivel superior de la jerarquía del sistema –el lugar en el modelo que Beer había reservado para Allende, el Presidente se echó hacia atrás en su silla y dijo: ´Por fin, el pueblo´”. Aquí continúa la crónica pero no se especifica si es la periodista o la autora del libro quien relata: “La Habana y Moscú trabajaban desde hacía ya un tiempo en proyectos computacionales para controlar la economía. Pero la apuesta chilena era radicalmente diferente. En vez de dotar de más poder a las jerarquías políticas del Partido Comunista, aquí se perseguía empoderar a los obreros para la toma de decisiones. Si allí no lograba solucionarse el problema era derivado, como última instancia, a la sala de operaciones ubicada en la capital”. El corazón del sistema La crónica describe luego la sala de operaciones. El “diseño es sencillamente alucinante” y su instalación correspondió a otro técnico “importado”: el alemán Gui Bonsiege, un destacado miembro de la escuela de ULM. Éste, a fin de hacerlo de un manejo más sencillo, utilizó los principios de la Gestalt, sistema pedagógico integral que vincula su aprendizaje con el entorno social, cultural e histórico de los usuarios, en el caso chileno trabajadores de poca escolaridad en su mayoría. Su objetivo: ”que la información llegara se manejara y se entendiera de modo simple y profundo”. En el centro de la sala una mesa hexagonal rodeada de siete sillas giratorias, presidida por una gran pantalla que mostraba un simulador actual de la economía chilena (basada en un esquema del sistema VSM) y otro juego de pantallas más pequeñas para reportes de empresas específicas en tiempo real. Según las necesidades, el sistema también podía presentar datos económicos actuales, por rubros o generales. “El proyecto Cybersyn (sinergia cibernética, en inglés) o SYNCO (Sistema de Información y Control, en español). Contaba de varias partes. “Una de ellas y que alcanzó los mejores resultados fue Cibernet gracias, en parte, a que se encontraron 500 máquinas de télex en una bodega militar. Con ellas pudieron desarrollar un sistema que conectó a todas las empresas nacionalizadas que podían monitorear su producción o problemas en tiempo real”. El proyecto, que también recibió el acrónimo de CHECO (Chilean Economy o Chile Economía), aspiró a modelar y predecir el sistema económico del país con simuladores de comportamiento que se analizaban en la sala de operaciones. Su programa o software había sido desarrollado originalmente para el Club de Roma. Cibernética vs Muerte La autora del libro pone en duda la efectividad total del proyecto dado el contexto en que se desenvolvió el gobierno de Allende. Esto por existir una contradicción tajante entre el comportamiento del modelo cibernético proyectado para una práctica colectiva con la realidad social y política de esos años. “Eran factores que estaban fuera del sistema. Estamos hablando del
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mercado negro, de la intervención de Estados Unidos”. Y se pregunta: “¿Cómo registrar eso en un predictor económico?” La misma académica estadounidense plantea que, a futuro habría sido un problema el educar y entrenar mejor a los trabajadores en el uso de este sistema de computación. Sin embargo, no deja de admirarse: “cuando ves todo lo que estaba ocurriendo en la realidad, en los talleres y lo que estaban haciendo los trabajadores para mantener las fábricas y minas en funcionamiento, e ingeniar maneras de administrar materias primas y suministros cuando escaseaban”. Y añade la autora del libro: “Creo que Fernando Flores también tuvo un comentario muy perceptivo y es que ´la cibernética es un valor limitado cuando alguien te quiere matar´”. En verdad, Flores escapó de la muerte el día del golpe. Pero fue enviado por la dictadura a isla Dawson, en el extremo polar de Chile. Luego se exilió en EE.UU. Y a pesar de haber retornado a la política posteriormente prefirió enriquecerse elaborando y vendiendo programas de software para las grandes corporaciones transnacionales. Y aunque la autora del libro afirme que la totalidad del proyecto no logró materializarse, reconoce, entre otros aspectos positivos, que parte del sistema sirvió, además, para contrarrestar o aminorar los terribles efectos de la serie de huelgas o paros generales de los camioneros y los comerciantes. Escribe: “Con esta red, el gobierno pudo coordinarse con las fábricas (habría que añadirle los minerales y los campesinos de la reforma agraria) y con los trabajadores, entregar suministros, buscar vías alternativas ya que los caminos estaban cortados. Si bien no fue el elemento, sí ayudo al gobierno a sobrevivir y sortear una crisis mayor”. Cabe consignar que la derecha coaligada con el imperialismo, no lograron nunca paralizar totalmente al país gracias a los trabajos voluntarios de la juventud, de los profesionales de izquierda y a una mayoría de la clase obrera y los campesinos que se mantuvo fiel a la UP y a Salvador Allende. Aunque habría que añadir un lóbrego ”salvo el 11 de septiembre”. Agradecimientos de Pinochet Eder Medina consigna finalmente en su libro que el 9 de septiembre, Allende ordenó salvar las instalaciones del proyecto Cybersyn trasladándolas al palacio de gobierno. Ya todo era demasiado tarde. El día del golpe, 11.09.73, sus equipos quedaron prácticamente destruidos con el bombardeo a La Moneda por los aviones Hawker Hunters de la fuerza aérea. La utopía cibernética -‐participativa y socialista-‐ de Stafford Beer y de Allende corrió idéntica suerte que la del Presidente chileno. Muy pocos meses después Pinochet erigiría como su nuevo gurú económico a Milton Friedman. Fue su “gracias por el favor recibido” al imperialismo estadounidense, a los empresarios chilenos y a la nueva deidad, el supuesto “libre” mercado.
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FRAGMENTO DE UN TESTIMONIO INÉDITO Juan Eduardo Esquivel*
Los romanos en la Antigüedad pensaban que el centro de la memoria era el corazón, por eso, recordar significa etimológicamente volver a pasar por el corazón (del latín: re-‐cordis). Nosotros seguimos pensando que es así.
El pasado es ahora Iñaki nació en el mismo Santiago que yo, “al término de la presidencia de Pedro Aguirre Cerda”, puntualiza como si hubiese llegado al mundo con esa conciencia de la historia. Su padre fue médico, muy cercano a Salvador y Laura Allende Gossens; de ahí vino el rencor de los torturadores, pretendiendo doblegarlo y abducir su intimidad de persona. El dolor puede mucho, el cuerpo se entumece, la cabeza se embota, la sangre se hace costra, pero el alma, aunque se estremece y teme, es la parte del imposible que el torturador no obtendrá con el martirio del otro ni de ninguna manera, aunque suene redundante. Los servicios de inteligencia más avanzados ya conocen la fórmula y la practican con sistematicidad: el espionaje apoyado en alta tecnología logra más que la tortura más brutal, resulta un mejor negocio político, aunque susceptible al repudio público, porque el tiempo terminará desclasificándolo cuando menos se piense. La tortura en la alta modernidad de América Latina es todavía un indicador del salvajismo residual almacenado en las mazmorras por falta de acceso a la tecnociencia, recurso que las potencias mundiales desarrollaron desde el comienzo del siglo XX. A Iñaki lo detuvieron al día siguiente del golpe militar. Estuvo bajo arresto domiciliario, en Barranca, cerca del puerto de San Antonio. Al tercer día de la restricción, Elia, su pareja de entonces, queriéndose deslindar de la relación entre ambos ―intensa, complicada y disfuncional― y también de la situación impuesta, se llevó a sus dos hijos y abandonó a Iñaki y a su hija del primer matrimonio. El día que los militares lo sacaron de la casa para llevárselo, su yo era sólo poco más que una sombra proyectada en el suelo y las paredes. Para peor, la situación se hizo apremiante. ― Todo era incertidumbre, confusión, sinsentido ―expresa mirándome como si lo hiciera a través de un vidrio―; yo estaba aturdido, desolado, no sé, abrumado…me sentía humillado, no atinaba a nada. A ratos, permanecía en blanco, paralizado, pero de repente todo se me vino encima: ¡purrúm...! A mí me llevarían de cualquiera manera, no cabía duda, pero ¿y Elena, la niña…? Un sargento de la patrulla militar puso la pregunta: ― ¿Usted tiene una vecina para encargarle a su hija? O ¿qué hacemos con ella? ¿También la llevamos? * Dr. Investigador en la Universidad Nacional Autónoma de México La disyuntiva contenía una amenaza y un reto, a la vez. A pesar del escaso o nulo entrenamiento psicológico del soldado, éste tenía la intuición básica para cumplir con su protagonismo militar y estaba en su momento. Iñaki pensó inmediatamente en el señor Suker, un socialista que vivía enfrente, hombre buena persona, a quien le preguntó si podía encargarle momentáneamente a
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Elena y si él también podía llamar por teléfono a la abuela paterna, para que se hiciera cargo de la niña. ― Claro, por supuesto…no se preocupe, yo lo hago―, fue la respuesta inmediata, algo atropellada por la sorpresa y el miedo por no saber hasta dónde se involucraba, pero decididamente afirmativa. Iñaki hizo un alto en el relato. Aquella imagen nos hizo reflexionar a él y a mí durante un momento. La solidaridad, hacer propia la situación aflictiva del otro, es un rasgo de humanidad y también de valentía, por el riesgo. El señor Suker, a quien le tiritaba la barbilla en el momento de abrir la puerta a la patrulla militar, había echado a rodar su suerte para jugársela por él, en cambio, ese mismo día, a la misma hora, en el mismo Chile, alguien estaba haciendo lo contrario. El concepto de humanidad con frecuencia da por subentendido que se trata de la “naturaleza humana“. Esta idea supone una compasión innata e inmutable de la especie, independiente de cada individuo; algo así como un “instinto moral” que manda a hacer algo, de cierta manera o en cierta oportunidad. No obstante, después de la derrota al nazi fascismo, el pensamiento anti totalitario prefirió usar el término “condición humana” para hablar de estado o circunstancia en que se halla una persona o de posibles comportamientos sin rasgos fijos, situaciones en las que el individuo tiene conciencia de estar en el mundo, tener que trabajar y hallarse en medio de los otros, y en las que su única convicción ―diría J.P. Sartre― es la mortalidad. Iñaki fue trasladado desde su casa al Regimiento de Tejas Verdes; y desde esa unidad militar al campo de concentración, cerca de un balneario ya desaparecido, donde él se convirtió en el primer “prisionero de guerra”, según el desvergonzado eufemismo castrense. ― Al principio ―recuerda―, los prisioneros vivíamos a la intemperie, sin cobijo, y como el “campo” estaba ubicado cerca de la desembocadura del Río Maipo al Pacífico, debido a la humedad, en la madrugada se formaba neblina. Una mañana, sorpresivamente, fueron a llevarse a un grupo de cuatro o cinco compañeros, entre ellos, a un campesino joven, tal vez de Melipilla, que al pasar se desprendió de su manta rústica y me la extendió, agregando: “Úsela, compañero, porque yo, quizás, ya no la vaya a necesitar”. El ofrecimiento me vino muy bien y el mensaje decía lo suficiente. Por asociación, me hizo recordar a mi abuela, doña Elena, cuando yo era niño y salía de bañarme en el mar, en Cartagena, tiritando de frío; ella me secaba con una toalla y luego me arrebozaba con una manta chilota, lana gruesa. ¡Qué importante es la calidez del afecto en esos momentos! No volví a ver a ese compañero ni supe más de él. Espero que se haya equivocado en lo que me dijo esa mañana; y que hoy, como yo, pueda disfrutar la compañía de sus nietos. La solidaridad consistía en el valor de sobreponerse al propio miedo a ser apresado, en el primer caso, o a ser ejecutado, en el segundo, para preocuparse de alguien que también estaba en una situación vulnerable. ― En los primeros días, en el campo no había comida ―recuerda Iñaki― y la señora del suboficial Carriel nos vendía, por pocos pesos, sandwichs de dulce de membrillo en marraquetas, digamos, un manjar para el momento. ― Nadie hubiese pensado que se trataba de un augurio de la expansión “mini empresarial”, estrategia para salir de los serios problemas de la economía regulada―, le digo con sorna, pero apuntando a un tema insoslayable.
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― Sí; la economía “emprendedora” ―dice Iñaki― pone en un mismo saco a las corporaciones y los auto empleados, llámales tragafuegos, malabarista, limpiador de parabrisas, saltimbanqui o filibustero. El “emprendimiento” llevó incluso a algunos de las poblaciones marginales a jugarse el dinero para el pan en las máquinas tragamonedas, con la esperanza de multiplicar sus haberes del día. ― Es el lanzamiento del patético verbo “empresar”―, agrego. ― Y del sustantivo “emprendedor”. Figúrate, el drama es para el emprendedor que no empresa―, se ríe. Ese ejercicio de humor reanimaba el código de nuestra juventud, la impronta de haber compartido los años entusiastas, cuando el mundo ancho y ajeno de Ciro Alegría nos quedaba chico y era nuestro, aunque los demás no lo sabían. ― Como al tercer día de estar presos –continúa Iñaki―, llegaron cuatro enfermeras voluntarias de la Cruz Roja de Melipilla, vestidas con uniformes impecables. Nos preguntaron nuestros nombres y ofrecieron servir de mensajeras para hacer contactos familiares y con otras personas que nos interesara ubicar en el exterior, labor encomiable que el teniente Capona, entonces jefe del campo, nos había dicho por anticipado. Según leí después, los principios del movimiento internacional de la Cruz Roja son: humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, dedicación voluntaria, unidad y universalidad. Pero, un par de días más tarde, las enfermeras reaparecieron vestidas con uniformes militares y el grado de subtenientes del Ejército. Una de ellas, una rubia natural, asistente del militar que hacía de médico, era fácil de identificar por sus signos de vitíligo, la falta de pigmentación en partes de la piel; otra, una rubia teñida, Pilar González, aún activa en el mismo servicio, hacía de jefa del grupo; una tercera, Gladys Calderón, alias el Ángel de la Muerte, actualmente confesa y en proceso de investigación por su “acto humanitario” de ultimar con cianuro a los detenidos agónicos en el cuartel Simón Bolívar de la DINA; y la cuarta, la esposa de un profesional de la salud, ex alumna de un preso político del mismo campo, era peluquera. Las cuatro se profesionalizaron en el Ejército, dejaron de ser voluntarias e ingresaron al servicio público como funcionarias. ― Funcionarias de “guerra” ―le interrumpo―. La escaramuza de las “voluntarias” parecía abrirles a ustedes una ventanita de esperanza, aunque el objetivo era sorprenderlos. ― Sí; muchos caímos inocentemente en la jugada, confiamos en que se abría esa “ventanita” porque estábamos siendo iniciados en la “guerra” y necesitábamos creer, tener fuerza de ánimo. En su expresión había casi un mea culpa por el noviciado que pagaron en la cueva del lobo, donde comenzaron las actividades de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). ― Cinco o seis días después de mi ingreso al campo comenzaron los interrogatorios “incómodos” ―ironiza―, con rudeza física y sicológica. En una sesión, el militar médico detuvo mi tortura, me auscultó e hizo que la asistente aflojara la jareta de la capucha, ajustada aquí, a mi cuello, para que respirara mejor y continuar con el castigo; el tipo quería que yo confesara mi participación en el “Plan Zeta”. El golpe militar no careció de imaginación represiva. Por burdos que fuesen los cuentos para encubrir el terror político, siempre había quienes los creyeran, además de quienes se los contaran a sí mismos. El “Plan Zeta” fue atribuido a una conspiración marxista para asesinar a los altos
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oficiales de las FF. AA. y a una serie de autoridades uniformadas y civiles, incluyendo la muerte del propio presidente Salvador Allende. Este plan ignominioso, fabulado para justificar ante la presión internacional el atropello a la democracia y la dignidad de quienes estaban con el gobierno popular chileno, se ejecutaría en tres etapas. La primera, el autogolpe marxista y la eliminación de las cabezas uniformadas, o de una parte de ellas, y de civiles; la segunda, la muerte del presidente constitucional; y la tercera, la invasión externa. La fantasía de la invasión por los soviets fue escenificada con descaro por la prensa derechista días antes del golpe militar: era un montaje fotográfico de tanques soviéticos frente a La Moneda, el palacio de gobierno, mezcla de manipulación social mediática y ficción auto convincente para los golpistas militares y civiles del 11 de septiembre. Sin embargo, lo que sí ocurrió ese día fue el estacionamiento de tanques Sherman del Ejército chileno, fabricados en EE.UU., encañonando la sede del gobierno. Según la fantasía del libreto sedicioso, la finalidad del Plan Zeta era implantar la Dictadura del Proletariado. ― Después de tantas veces que te han colgado para que admitas y detalles tus supuestas malas intenciones ―dice Iñaki―, atado con las manos en la espalda, con una capucha en la cabeza o una venda en los ojos, lo que te mantiene en tensión y a la expectativa no es tanto el golpe que vas a recibir, sino de qué lado te va a llegar. Uno va aprendiendo a aguantar la contundencia del castigo, claro, hasta cierta intensidad; el maltrato te va entrenando para hacerlo. Pero el miedo duele y duele mucho. El castigo duro y sostenido venía después de que a cada quien le inventaban un expediente. Las imputaciones burdas a los prisioneros, como la que le hicieron al muchacho de Isla Negra, acusado de haber sido sorprendido in fraganti, parado en las rocas, “haciendo señales a un submarino soviético”, eran tragicómicas, pero servían a los oficiales ejecutores para justificarse ante sí mismos y legitimarse ante la tropa. Las convulsiones por la tortura con electricidad en sus partes más vulnerables, hicieron que Iñaki cayera al suelo, se le corriera la capucha ―una bolsa de tela de buque gruesa, medio acartonada, con la que los zapadores envuelven sus palas― y alcanzara a retener en la memoria la imagen de uno de los ejecutores: el entonces teniente Cristián Labbé Galilea, quien llegaría a ser general de Ejército y alcalde de la Comuna de Providencia, en Santiago. ― Esos actos demenciales ―expresa Iñaki― son inimaginables para una persona que no los ha experimentado en sí misma; es difícil comunicarlos. Digo “inimaginables” por la rudeza, el dolor y la humillación que se vive. Uno puede expresarlos, pero no está seguro de que otros comprendan. Lo que para nosotros es real, para otros resulta abstracto. ― Tampoco es fácil entender ―le digo con intención de alentar sus testimonios― por qué un torturador hace lo que hace. Nuestra aflicción y el repudio se concentran en el daño, el dolor, la pérdida, así es que, claro, no nos interesan las motivaciones. ― ¿El torturador es un psicópata?―, me pregunta. ― En ciertos casos, puede ser―, respondo. ― ¿El torturador tiene un alma perversa o, como se dice coloquialmente, es “malo de adentro”?―, agrega. ― ¿Recuerdas el cuento del alacrán que pica al animal cuando lo ayuda a cruzar el río montado sobre su lomo y éste, muy sorprendido, le pregunta: “¿Por qué? ¿No prometiste no hacerlo? ¿Qué te he hecho?” ¿Te acuerdas, Iñaki, qué le contesta el bicho?
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― “Lo siento, es mi naturaleza”. ― Exacto. Es la respuesta maniquea tan común que no debe engañarnos ―le digo―, porque da por hecho el estigma: “así son las cosas y no hay de otra”. En ese momento recuerdo la cuestión que don Sergio Bagú, ex rector de la Universidad de Buenos Aires, planteó en una mesa redonda: ¿Qué hace que un sastre, un vecino de barrio, fiel a sus rutinas, conocido por todos, aparezca un día colaborando con la AAA, la organización represiva argentina ligada a López Rega? Después de conversar este tema con una gran amiga, especialista en psicología social, me inclino a seguir su pensamiento, en el sentido que esa conducta perversa probablemente tenga que ver con un aspecto profundo y mal elaborado de su personalidad, que en cierto momento de su vida escapa de su contención inconsciente y aflora de manera cruda, bizarra, para cumplir un deseo oscuro propio, sádico, es decir, que le hace sentir placer con el dolor que él propina. Pero esto no es suficiente para comprender del todo su comportamiento aberrante. Falta considerar que el poder y la afiliación a una causa política pueden propiciar la “identificación alienante” de alguien que quiere cumplir el deseo de otro. El torturador se aliena, se hace ajeno a sí mismo y se asume como “instrumento” de una voluntad más poderosa. En general, tanto él como el cómplice suelen no tener cargos de conciencia ni sentir pudor en la medida que hacen suya la ideología del castigo, en este caso, la del “anticomunismo”. Sin embargo, ambos individuos optan libremente por sus conductas. ― La incomunicación con el exterior no fue menos ruda que el trato interno ―prosigue Iñaki―. La falta de referencias temporales y estímulos del medioambiente, cuando se está en aislamiento, y social, cuando se permanece sin más interacción que la posible dentro del campo, la cárcel o el lugar clandestino de tortura, te provoca un estado de suspensión, un montón de angustias e incertidumbres sobre tu destino, a los que se suma el amedrentamiento sicológico con agresiones verbales, denigración, humillaciones, órdenes y contraordenes de fusilamientos, en fin, extrema violencia moral y psicológica, y también te abruma con inseguridades sobre el presente y futuro de tu familia. Esto resulta aún más doloroso. ● La antítesis de la solidaridad es la felonía, la promiscuidad política y moral. Provoca tanto el dolor como el repudio y la indignación que se va dibujando en el rostro de Iñaki. ― El militar que hacía de médico y asistía a los torturadores en el campo de Tejas Verdes ―me dice― nació en Estambul, a donde su madre, estando embarazada, huyó del fascismo italiano y encontró la libertad y la seguridad que otros no alcanzaron. El hijo que llevaba en su vientre se llama Vitorio Orvietto Teplinsky. Estudió Medicina en Chile, amparado por el Estado de bienestar, y colaboró en la tortura de los acusados de “conspiración”, quienes también pagaron sus estudios con sus impuestos al trabajo. Es una paradoja, un absurdo trágico, algo inaceptable... Mi amigo no puede continuar hablando; se agota con la conversación y se reacomoda en el reposet, merecido regalo que recibió en su cumpleaños pasado, donde descansa las secuelas de sus lesiones vertebrales y el cuarenta porciento que funciona de su corazón. En el ambiente del cuarto donde nos encontramos se produce una tensión silenciosa y yo me obligo a tratar de ordenar ciertas ideas. Sólo él sabe qué imágenes vuelven a habitar en su cuerpo. ●
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La felonía es también una evidencia “incómoda” para el presente. Algunos chilenos insisten con desparpajo en decir: “Es tiempo de no seguir pensando en el pasado…”. Así, con soberbia, se pretende negar la infamia de la dictadura y que todo su proceso es una circunstancia terrorista, trasgresora de las normas básicas de respeto humano y convivencia entre los congéneres. Si en alguna cultura antigua se ha practicado abrirle el pecho al enemigo cautivo para devorar su corazón, ha sido por la convicción de que así se asimila su valentía, o como ofrenda a una divinidad; por tanto, ha tenido una connotación ritual, no puramente la de un castigo cruel, o una pena máxima. Pero en la América Latina de los años setenta, donde no hay guerra, sino ocupación militar, donde no hay garantías individuales, sino pérdida de la libertad, la tortura, la desaparición y la ejecución de presos políticos indican inmoralidad, asesinato, perfidia, simple envilecimiento. ― Lo menos que podía esperarse del hijo de su madre…salvada de la represión en Europa ―me dice Iñaki― era consecuencia moral. Una tarde, yo estaba tendido, postrado en el suelo del campo, bajo una mediagua, con mucho dolor, y pedí ayuda médica. La enfermera con vitíligo regresó con el tal Orvietto y él ordenó a unos soldados que me alzaran desde los brazos y me soltaran. Claro, por mi estado débil, caí al suelo, entonces, dirigiéndose a la misma enfermera, dijo socarronamente: “lumbago de esfuerzo”. Fue el diagnóstico. ● La colaboración con la cosa sucia también fue manipulada en un marco de pérdida de la autoestima personal y ciudadana. Profesionales, gente de distintos oficios y sin calificación fueron reclutados o cooptados de la noche a la mañana. Sin embargo, entre ellos, hubo personas que pudieron salvar su integridad moral y su salud mental trabajando en aquellas circunstancias deleznables y tuvieron disposición humanitaria. Iñaki yacía inhabilitado en cama, sentía esa desolación indescriptible, a pesar de compartir la sala del Hospital de Casas Viejas con una veintena o más de compañeros de infortunio; sentía que estaba a merced del tirano y que el tiempo se había detenido: no había futuro, no había panorama. ¿Cómo describir ese recuerdo tan patente, casi inefable? La evocación era precisa, pero ¿cuáles eran las palabras para expresarlo? Sorpresivamente, como si él hubiese escrito el poema “Tarde en el hospital”, de Carlos Pezoa Veliz, comenzó a recitarlo de memoria. Sobre el campo el agua mustia cae fina, grácil, leve; con el agua cae angustia, llueve. Y pues solo en amplia pieza, yazgo en cama, yazgo enfermo, para espantar la tristeza, duermo. Pero el agua ha lloriqueado junto a mí, cansada, leve; despierto sobresaltado, llueve. Entonces, muerto de angustia ante el panorama inmenso,
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mientras cae el agua mustia, pienso. La tristeza de Iñaki fue avasalladora hasta que un rayito de sol alumbró su cama. Alicia, entonces auxiliar de enfermería, apareció providencialmente en la escena y se transformó pronto en el amor furtivo y fogoso de esos tiempos aciagos. ― Era bonita, muy bonita, y tenía el ímpetu de los dieciocho años. A pesar de mis treinta, ella tomaba la iniciativa y se arriesgaba. ● Un martes, Iñaki se encontró con Mario Santaella, ex compañero de prisión, en la esquina de Avenida Pedro de Valdivia con la fatídica Avenida 11 de septiembre, para él, “Avenida de los Mártires”; entraron a un restaurante a comer un menú barato, no había dinero para más. A los pocos minutos, percibió que un individuo los miraba en forma insistente desde otra mesa, por eso, inquieto, algo intimidado y molesto, porque deseaba disfrutar del almuerzo con Mario, lo abordó en forma coloquial, queriendo romper la tensión: ─ ¿Nos conocemos, señor? ― Quédense calladitos, nomás, el par de huevones―, fue la respuesta. Se acabó el intento de socializar, con la clara convicción de quién era quién. Iñaki y Mario apuraron su comida, salieron del restaurante y se separaron para no dar lugar a la continuación de las sospechas conspirativas de las que se alimentaba el régimen. Ellos no volvieron a verse. ― Eran tiempos difíciles ―comenta Iñaki―, época de suspicacias, paranoias, “persecutas”, defensa contra los “atentados a la seguridad nacional”. “Seguridad nacional” es un concepto de la política exterior de Estados Unidos durante la Guerra Fría, elevado a la categoría de doctrina para que las condiciones regionales y locales no se revirtieran contra sus intereses. Sirvió como instrumento ideológico para secuestrar, encarcelar, vejar, torturar y eliminar a todo aquel que fuera visto como “enemigo”. Pero, ¿cómo puede ser “enemigo” de su propio país un ciudadano común, hombre o mujer, joven o persona mayor? Para eso, esa doctrina creó la figura del “enemigo interno”, el traidor, el infame, el reducido nuevamente a la condición de desalmado, como hizo la Conquista europea y actualmente lo hacen los gobiernos nacionales con los pueblos originarios, al privatizar sus tierras y querer despojarlos de toda dignidad, además de sus códigos y sus lenguas. ― Yo quería desaparecer, irme, trabajar, ser libre, llevar otra vida, ser una persona; estaba harto de tener que mirar cautelosamente sobre el hombro, dormir con sobresaltos y tener que ir al regimiento a firmar cada tantos días. El testimonio sobre la participación de Cristian Labbé en la tortura se hizo público, apareció en la prensa. Iñaki tuvo que emigrar al exilio por primera vez, después de la reclusión en siete casas clandestinas de tortura, cárceles, hospitales y enfermerías, hasta salir de la Cárcel de Calbuco, condenado a 541 días más de reclusión domiciliaria, un daño cardiovascular severo y la fusión de las vertebras lumbares y el sacro, con la consecuente reducción de seis centímetros de su estatura.
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● Al día siguiente de esa conversación con Iñaki, interrumpida cuando recordaba el anhelo de libertad, regresé a su departamento, cerca de las dos de la tarde, con muy buen ánimo por haber realizado un trámite expedito en el Ministerio de Relaciones Exteriores; él me esperaba con una sonrisa casi imperceptible, que pude descifrar sólo más tarde, un documento en la mano izquierda y la advertencia de era una sorpresa. Pero llamaron a almorzar, así es que sólo le eché un vistazo sin enterarme del contenido; el apremio de lavarme las manos inmediatamente venía con la impronta de nuestra formación familiar conservadora de “todos juntos a la mesa”. Apenas acabamos el postre, volví al cuarto de la televisión, tomé el documento, corroboré varias veces el protocolo y elegí el párrafo que me atrajo inmediatamente: “Yacía sentado sobre un diván de terciopelo, de color rojo granate, adosado al muro oriente del Palacio, entre dos ventanales que miran hacia la calle Morandé, con la cabeza y tronco levemente inclinados hacia el lado derecho; miembros superiores ligeramente extendidos; extremidades inferiores extendidas y un tanto separadas. Ropas en orden, cuyas características son las siguientes: “Chaqueta de tweed color gris, abotonada en el botón inferior de dos que tiene la prenda, pulover de cuello subido gris con figuras geométricas parduzcas; camiseta sport blanca; pantalones color marengo…”. Parecía la descripción novelesca de un aristócrata, un personaje inglés a la hora del té, tipo principio del siglo XX. Pero, no; era el informe de la Brigada de Homicidios de la Dirección General de Investigaciones, fechado el 12 de septiembre de 1973, a las 16:20 horas, sobre el “Suicidio del presidente de la República, Doctor: Salvador Allende Gossens”. Continuaba: “A la inspección ocular del sitio de suceso, se observó que en este sofá el cadáver aprisiona con su codo izquierdo un caso de acero superpuesto en uno de fibra, con iniciales interiores manuscritas con lápiz de pasta de color azul: ‘IFM’; el barbiquejo desabrochado, en sus bordes inferiores se observan manchas de sangre chorreo y contacto; también restos de masa encefálica, trozos de cabello y varios fragmentos de esquirlas óseas. Inmediatamente al lado izquierdo del casco, un cargador de 25 cartuchos (descargados), de metralleta, sobre su base enumerada del 10 al 15 y de 5 en 5, en el que existen varias manchas de sangre por salpicaduras de restos de masa encefálica y fragmentos de esquirlas óseas”. Después de la lectura, sin atinar a pensar otra cosa, pregunté a Iñaki: ― ¿Es legítimo el documento? ― Sí. La copia está rubricada además por uno de los siete peritos de Investigaciones designados para el registro forense; ese policía nunca imaginó que llegaría a ser portador de un testimonio histórico. Y menos de éste.
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ACTIVIDADES DEL 11 DE SEPTIEMBRE SE INICIA ACTIVIDADES CONMEMORATIVAS EN LA DELEGACIÓN POLÍTICA DE TLALPAN, DEL DISTRITO FEDERAL
La Delegada Política de Tlalpan, Maricela Contreras Julián, hace la inauguración de las Jornadas “40 años, Memoria para el Futuro, la semilla continúa”. Este acto se realizó en la Explanada de la Delegación.
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Iván Moscoso, a nombre del Comité 40 Años México, expone sobre lo que fue el golpe de estado, la situación actual de Chile y agradece a la Delegada y su gobierno por la solidaridad con el pueblo chileno y latinoamericano.
La Delegada de Tlalpan, Maricela Contreras, acompañada de Ivonne Szasz Piante, chilena exiliada, que formó parte de panel de expositores e Iván Moscoso.
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PRIMER PANEL DE LAS JORNADAS DEL EXILIO LATINOAMERICANO
Esta Jornada fue organizada por el Centro de Investigación sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM.
El exiliado chileno Rogelio de la Fuente
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HOMENAJE A VICTOR JARA El Grupo Folklórico “Tiempos del Sur” (Chileno-‐Mexicano) realizó un Concierto como Tributo a Víctor Jara en el Foro Cultural Coyoacanense Hugo Argüelles.
Junto al tributo a Víctor Jara, se trajo a la Memoria el 2 de octubre de 1968, fecha en que el Estado Mexicano asesinó a estudiantes que marchaban en Tlatelolco, Ciudad de México.
El Director de Tiempos del Sur, Marco Ovando, deposita una flor junto a la guitarra que espera porque asesinaron a su ejecutante, Víctor Jara.
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CLAUSURA DE TODAS LAS ACTIVIDADES CONMEMORATIVAS MÚSICA POR LA MEMORIA. FERIA CULTURAL Y GASTRONÓMICA
Recorrido de público en la Feria
Estudiantes chilenos instalaron su Puesto “La Vieja Julia” y difunden imágenes de compatriotas caídos en la tortura y enfrentado a la dictadura.
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DIFERENTES ACCIONES EN LA FERIA
LAS ARTESANIAS Y ALGO DE COMIDA CHILENA
POR SUPUESTO, LOS RECUERDOS DE LAS JORNADAS Y SUS LOGOS. OBRA DE MANUEL ANTONIO LEÓN
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CONCIERTO POR LA MEMORIA La Clausura de las Jornadas tuvo la participación de varios artistas populares, que han acompañado por años las luchas del pueblo mexicano en su trayecto a la verdadera revolución.
Dueto FM
Grupo Tiempos del Sur
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El Re-‐ volver de Zapata
Documentales sobre Chile
Mastuerzo y los Jijos del Maiz
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Colaboradores de la Delelgación Tlalpan
Miembros de Tiempos del Sur y algunos Organizadores
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