8 minute read
La habilidad de tejer alfombras palaciegas
Al comenzar el presente siglo se dio el renacimiento de esta milenaria técnica artística
Por HU YUE
Advertisement
A principios de 2018 en su visita al Reino Unido, el presidente francés, Emmanuel Macron, se comprometió con ese país a prestarle el tapiz de Bayeux, un tesoro nacional francés, en lo que se llamó la “diplomacia del tapiz”. El tapiz de Bayeux, conocido también como el “Festival Qingming junto al río de Europa”, fue elaborado hace casi mil años e incluido en la Lista de la Memoria Mundial de la Unesco en 2007. En Europa, la alfombra es un símbolo de la antigua nobleza. Como uno de los lugares de nacimiento de las alfombras en el mundo, China también tiene más de 2000 años de historia en la fabricación de estas. Durante las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1911) se instalaron instituciones de fabricación de alfombras que servían especialmente a la corte y, con el paso del tiempo, sus habilidades mejoraron y comenzaron a circular entre el pueblo y a ser heredadas.
El viraje histórico
La habilidad de tejer alfombras entró en nuestro país desde Xiyu (las “regiones occidentales”, en español). Durante la dinastía Tang (618-907), esta técnica había logrado una madurez en la zona de las planicies centrales y prosperó también en la dinastía Yuan (1206-1368), lo que le permitió ser bien acogida por la nobleza imperial. Empero, para adaptarse al uso imperial, se estableció en el Templo Qingta en Beijing –la capital de la dinastía Yuan– el organismo especial de tejedura de alfombras que servían para la corte. Durante el reinado del emperador Qianlong (1736-1795) de la dinastía Qing, la tejedura de alfombras imperiales entró en su esplendor y fue precisamente en este periodo que la habilidad de este arte fue popularizándose. Cada vez más altos funcionarios hacían pedidos según su clase y gusto, lo cual se fue convirtiendo en una moda. Con el paso del tiempo, los motivos en las alfombras fabricadas por los talleres oficiales de Beijing fueron adquiriendo un estilo artístico propio, con distintivos colores nacionales y rayas. Además, las alfombras hechas a mano de Beijing reflejaban plenamente las características de la cultura tradicional china y el arte imperial, por lo que en el sector son conocidas como las “alfombras de estilo Jing”. Después de la fundación de la República Popular China, la tejedura de alfombras imperiales –una industria de exportación y ganancia de divisas– pudo ser conservada y heredada. Se establecieron muchas fábricas en todo el país y se contrató a una buena cantidad de trabajadores, razón por la cual muchos jóvenes ingresaron a este sector.
Hu Jianjuan, quien hoy tiene 65 años, aprendió desde muy pequeña todo lo relacionado con la pintura china. Tras graduarse de la secundaria, entró a trabajar en la Fábrica de Alfombras n.º 6 de Tianjin, donde se especializó en diseño. Hu Jianjuan conserva muchos dibujos de aquel entonces, algunos de los cuales superan incluso los diseños de las alfombras imperiales. “Las alfombras palaciegas tienen una profunda connotación cultural. Cuando comencé a aprender a pintar bocetos, no tenía esa sensación, pero con el paso del tiempo fui entendiendo el encanto de este patrimonio cultural”, expresa Hu.
Una situación de apuro
Wang Guoying, de 52 años, trabajó en la Fábrica de Alfombras n.º 5 de Beijing, después de graduarse de la escuela técnica en 1986. Estaba interesada en la tejedura de alfombras palaciegas, por lo que ingresó al taller de prueba de nuevos productos de alfombra. A diferencia del trabajo repetitivo en otros talleres, Wang Guoying disfrutaba del esfuerzo creativo que demandaba su puesto. Es precisamente ello lo que la ha llevado a formar parte de la “quinta generación de herederos en la tejedura de alfombras imperiales”. El principio de la tejedura de alfombras imperiales no es complicado y consta principalmente de tres pasos: preparación preliminar, formación de alfombras en el periodo medio, y embellecimiento y acabado posteriores. En la primera etapa hay pasos como el diseño, el escalado, la preparación de la materia prima, el hilado y el teñido; en el periodo medio se dan principalmente la combinación de colores y el proceso de tejido; mientras que en la etapa posterior están los pasos de aplanamiento y corte. Una vez que se completa el embellecimiento, la alfombra puede ser almacenada. Dentro de todo este proceso, la tejedura, sin duda, lleva más tiempo, pues requiere medio año o un año y mucha paciencia. Se entrelazan las urdiembres, tramas y hebillas en forma de número 8 y los hilos dispersos se convierten mágicamente en mantas coloridas. Las hebillas en forma de número 8 son la técnica central en la tejedura de alfombras imperiales, y las hebillas en forma de número 8 en las urdimbres y tramas constituyen la estructura de las alfombras palaciegas. Wang Guoying tardó más de 30 años en alcanzar un nivel casi perfecto en esta habilidad, pero el proceso no ha sido fácil. En todas estas décadas, Wang ha sido testigo del proceso que han seguido las alfombras palaciegas, desde una prosperidad hasta un declive, para luego volver a desarrollarse. En la década de 1980, cuando la industria china de tejido de alfombras palaciegas estaba en su apogeo, la Compañía de Alfombras de Beijing tenía 11 plantas de procesamiento y 5000 empleados. Aunque la Fábrica de Alfombras n.º 5 de Beijing, donde trabajaba Wang Guoying, era la más pequeña entre estas 11 plantas, contaba con cientos de trabajadores y producía una gran cantidad de alfom-bras y tapices de exportación. Sin embargo, en la década de 1990, con el desarrollo de la economía de mercado en China, la tecnología de producción alcanzó un progreso transformador y las alfombras tejidas a máquina comenzaron a aparecer en grandes cantidades. En ese momento, las alfombras hechas a mano se vieron muy afectadas. Las antiguas fábricas fueron cerrando una tras otra, por lo que pocos jóvenes querían dedicarse a este sector. La Fábrica de Alfombras n.° 5 de Beijing luchó mucho por mantenerse, pero hubo una grave pérdida de talentos. El número de trabajadores en el taller de pruebas de nuevos productos pasó de unos 20 en su apogeo a solo dos. El dilema de quedarse sin un sucesor hizo que Wang Guoying se desesperara, ya que su amada carrera estaba a punto de desaparecer.
Un cambio favorable
El viraje favorable se dio con la llegada del siglo XXI. La gente fue tomando conciencia de la importancia de mantener la tradición cultural china. Gracias al impulso del Gobierno, Wang Guoying y sus colegas comenzaron a recuperar la habilidad perdida en la tejedura de alfombras palaciegas: creaban ya alfombras de filigrana incrustada de oro. Dentro de las alfombras palaciegas, las “alfombras de filigrana incrustada de oro” tienen la mejor calidad. Su nombre se debe a que los artesanos tejían las alfombras con filigrana de oro, lo que permitía presentar un elegante y magnífico color de fondo. “Mi maestro me había contado sobre este tipo de alfombras, pero nunca las había visto”, recuerda Wang Guoying. A principios de 2003, cuando establecieron el grupo de conservación de esta técnica, pasaron por el apuro de no poder encontrar una muestra. Finalmente hallaron un ejemplar original en el almacén de tesoros del Palacio Imperial de Beijing. “Sin embargo, debido a que solo la vimos y no pudimos tocarla, nuestro primer ensayo de tejer este tipo de alfombras fracasó”. Wang Guoying y su maestro volvieron a visitar el Palacio Imperial y obtuvieron el permiso de observar estas alfombras con microscopio. Tras numerosas pruebas, en 2005 lograron tejer una alfombra de filigrana incrustada de oro muy similar a la muestra original del Palacio Imperial. Desde que empezaron a estudiar esta técnica hasta tener éxito al tejer este tipo de alfombras transcurrieron unos dos años. En 2008, la habilidad de la tejedura de alfombras palaciegas de Beijing fue incluida en la lista del patrimonio inmaterial nacional y Wang Guoying es considerada la heredera representativa de esta técnica a nivel municipal.
Asimismo, la Fábrica de Alfombras n.º 5 de Beijing se fusionó con la empresa Beijing Huafang Culture Development y se convirtió en la Compañía de Alfombras Huafang. Desde 2015 ha contratado a trabajadores sin previa experiencia en el campo. En los dos años siguientes se estableció un sistema de habilidades de alfombras palaciegas, cuyos productos principales eran las alfombras con filigrana incrustada de oro, lo que permitió empezar a promoverlas y venderlas en el mercado. Wang Guoying considera que este viraje salvó de la extinción a la fabricación de alfombras. “El proceso de aprendizaje y fabricación es muy duro, y el trabajo repetitivo es muy aburrido; de hecho, lleva más de medio año hacer una alfombra”, explica Wang Guoying, quien cree que para ingresar a este sector uno debe primero amar este arte y luego tener mucha paciencia. “Los que se dedican a la artesanía tradicional concentran todo su esfuerzo y corazón en este asunto. Si uno no tiene esta cualidad, no podrá trabajar bien”, asegura. Actualmente, siete empleados de la Compañía de Alfombras Huafang han sido admitidos en el Instituto de Tecnología de la Moda de Beijing (Beijing Institute of Fashion Technology). “Los jóvenes ahora tienen sus propias ideas y se han encontrado con una buena época. El país promueve el ‘espíritu del artesano’ y los artesanos estamos decididos a convertirnos en una generación de artesanos”, expresa Wang con una sonrisa. Wang cree que, en comparación con otros maestros y herederos de patrimonios inmateriales, ella es una “joven” con muchas ideas para el futuro.