MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN El aeropuerto se encontraba bullicioso. En uno de sus pasillos me sucedieron cosas extrañas. Todo comenzó después de que se escuchó una fuerte explosión acompañada de una luz blanca enceguecedora. Estaba caminando hacia el embarque cuando me alcanzó su onda expansiva. Al reaccionar miro mis manos y encuentro filamentos en lugar de los dedos, doy vuelta mi cabeza para buscar la mirada de Marcela que caminaba a mi lado, la toco, susurra un “qué” y cuando me observa su cara se desfigura, “¿qué tienes?, ¡te estás poniendo azul!, me dice. Intento hablarle pero de mi boca no surge ningún sonido. Comienzo a caminar en forma torpe y noto que mi espalda se va encorvando y que de mis costados derecho e izquierdo van surgiendo lo que después se transformarían en patas. Marcela a los gritos pide ayuda. La gente se amontona a nuestro alrededor, algunos con sorpresa otros con asco. Marcela llora y sigue gritando. Ahora es mayor el número de personas que se acerca a la vez que viene abriéndose paso la guardia del aeropuerto. No me doy cuenta realmente de lo que me sucede, intento caminar, trastabillo y me caigo. Todos gritan mientras un guardia me apunta con su pistola. Marcela totalmente desencajada grita que no me maten.
Intento levantarme para poder caminar y siento que hay algo que me pesa y me detiene a la vez que crece. Supongo de lo que puede tratarse porque varias personas que nos rodean gritan que me está saliendo la cola. Se abren paso entre la concurrencia dos hombres vestidos con guardapolvos blancos, munidos con pistolas. Después me comunicarían que esas pistolas me dispararon dardos somníferos. Me despierto en una cama y un lugar que desconozco, luego me informarían que se trataba de la enfermería del aeropuerto, a mi lado está Marcela que llora y me dice “tranquilo estas volviendo a ser como eras”.