BULIMIA ¿Qué es la Bulimia? La bulimia y la anorexia son similares. En el caso de la bulimia, quien la padece se da grandes atracones de comida (comiendo en exceso) y después trata de compensarlo con medidas drásticas, como por ejemplo el vómito inducido o ejercicio físico excesivo para evitar subir de peso. Con el tiempo, esto puede resultar peligroso, física y emocionalmente. También puede provocar comportamientos compulsivos (es decir, comportamientos que son difíciles de evitar). Un diagnóstico de bulimia se da cuando alguien recurre a los atracones y a la purga de manera regular, al menos dos veces por semana, durante un par de meses. Estos atracones no son equiparables a situaciones como ir a una fiesta, comer cantidades excesivas de pizza y al día siguiente decidir ir al gimnasio y comer de forma más sana. Las personas bulímicas comen grandes cantidades de comida de golpe (generalmente comida chatarra) y suelen hacerlo a escondidas de los demás. Frecuentemente comen alimentos no cocidos o que aún están congelados, o sacan comida de la basura. Suelen sentir que no pueden dejar de comer y solo lo hacen cuando están demasiado llenos como para seguir comiendo. La mayoría de las personas que padecen bulimia luego recurren a los vómitos, los laxantes o al ejercicio físico excesivo. Si bien la anorexia y la bulimia son muy similares, las personas anoréxicas suelen ser muy flacas y suelen tener un peso inferior al normal. Por el contrario, las personas que son bulímicas pueden tener un peso normal o estar un poco excedidas en su peso.
Causas En el origen de esta enfermedad intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales que desvirtúan la visión que el enfermo tiene de sí mismo y responden a un gran temor a engordar. El enfermo de bulimia siempre está muy preocupado por su peso, aun cuando es normal, pero no puede reprimir sus ansias de comer. Además, los bulímicos no se encuentran bien consigo mismos (no sólo físicamente, tampoco se valoran).Generalmente la bulimia se manifiesta tras haber realizado numerosas dietas dañinas sin control médico. La limitación de los alimentos impuesta por el propio enfermo le lleva a un fuerte estado de ansiedad y a la necesidad patológica de ingerir grandes cantidades de alimentos. Hasta el momento se desconoce la vulnerabilidad biológica implicada en el desarrollo de la enfermedad y son más conocidos algunos factores desencadenantes relacionados con el entorno social, las dietas y el temor a las burlas sobre el físico. Muchos de los factores coinciden con los de la anorexia, como los trastornos afectivos surgidos en el seno familiar, el abuso de drogas, la obesidad, la diabetes mellitus, determinados rasgos de la personalidad y las ideas distorsionadas del propio cuerpo. Por último, los factores socioculturales, como los ideales de delgadez que se imponen desde los medios de comunicación, y las modas hacen que la sociedad tienda a intentar conseguirlos y cuando no se logra provoca la frustración. Ésta se incrementa en la época adolescente. Es importante aclarar que los trastornos de la conducta alimentaria no suelen aparecer cuando se manifiesta uno de estos factores sino que es la confluencia de varios lo que puede llevar a que aparezca la bulimia.
Síntomas Generalmente las personas que padecen bulimia han sido obesas o han realizado numerosas dietas sin control médico. Los bulímicos tratan de ocultar los vómitos y las purgaciones, por lo que la enfermedad suele pasar desapercibida durante mucho tiempo. Los síntomas típicos de un cuadro de bulimia son los siguientes:
Atracones o sobre ingesta de alimentos: El enfermo come una gran cantidad de alimentos en un espacio de tiempo muy corto y no tiene control sobre la ingesta: presenta tal ansiedad que cree que no puede parar de comer. Los bulímicos no sienten ningún placer al comer ni tienen preferencias en cuanto al tipo de alimentos, sólo buscan saciarse. Intentan evitar los lugares en los que hay comida y procuran comer solos, por lo que su comportamiento suele ser asocial, tienden a aislarse y la comida es su único tema de conversación. Además, la falta de control sobre los alimentos les produce grandes sentimientos de culpa y vergüenza.
Uso de laxantes: Para prevenir el aumento de peso y compensar el atracón o el exceso de comidas, el enfermo se provoca vómitos, utiliza laxantes, diuréticos, fármacos, o recurre a otros medios que le permitan controlar el peso, como la práctica abusiva de actividades deportivas.
Repetición: Los ciclos de atracones y vómitos se manifiestan un mínimo de dos veces por semana.
Baja autoestima. Además de las manifestaciones generales se pueden distinguir:
Alteraciones psicológicas Los enfermos con bulimia nerviosa se caracterizan por una gran impulsividad y un bajo autocontrol. Esto puede provocar que, además de los atracones, los bulímicos tiendan a meterse en situaciones peligrosas o a entrar en discusiones con facilidad, teniendo grandes cambios de humor. Además, como la autoestima la tienen muy baja es frecuente que aparezcan síntomas de depresión y ansiedad y que abusen del alcohol y las drogas. Los bulímicos también pueden ser cleptómanos y ludópatas.
Síntomas físicos En cuanto a los signos físicos que evidencian la enfermedad se encuentran la debilidad, dolores de cabeza; hinchazón del rostro por el aumento de las glándulas salivales, sobre todo las parótidas, problemas con los dientes, mareos, pérdida de cabello, irregularidades menstruales, y bruscos aumentos y reducciones de peso, aunque generalmente no sufren una oscilación de peso tan importante como la que se manifiesta en la anorexia. La bulimia puede ir acompañada de otros trastornos, como la promiscuidad sexual. Las consecuencias clínicas son:
Arritmias que pueden desembocar en infartos. Deshidratación. Intestino irritable y megacolon. Reflujo gastroesofágico. Hernia hiatal. Caries dentales. Pérdida de masa ósea. Perforación esofágica. Roturas gástricas. Pancreatitis.
Prevención La prevención de la bulimia tiene que realizarse con un enfoque multidisciplinar. Los especialistas destacan la importancia que tiene la prevención social y la colaboración de modelos, diseñadores, presentadores de televisión, publicistas y deportistas, entre otras profesiones para reducir los mensajes que se lanzan a la población que inciden en la pérdida de peso de forma no responsable y engañosa y en las tallas de la ropa. A nivel familiar conviene insistir en que las familias sigan una dieta equilibrada, como la mediterránea, y que se evite la obsesión por la dieta, el peso o la imagen corporal. Por otro lado, es recomendable que no hay una protección excesiva de los padres sobre los hijos. Esto facilitará la autonomía del adolescente y que éste sea capaz de resolver problemas y tomar sus propias decisiones. Por último, desde la escuela se puede educar a los niños sobre alimentación y nutrición así como fomentar la autoestima, las habilidades sociales y comunicativas.
ANOREXIA ¿Qué es la Anorexia? Aquellas personas que sufren anorexia sienten un miedo real a engordar y tienen una imagen distorsionada tanto de las dimensiones como de la forma de su cuerpo. Por ello no pueden mantener un peso corporal normal. Muchos adolescentes con anorexia restringen la ingesta de alimentos haciendo dieta, ayuno e incluso ejercicio físico excesivo. Casi no comen, y lo poco que ingieren se convierte en una obsesión. Otras personas que padecen anorexia recurren a los atracones y las purgas posteriores: ingieren grandes cantidades de alimentos y después tratan de eliminar las calorías mediante el vómito, tomando laxantes, haciendo ejercicios físicos en exceso, o mediante una combinación de varias de estas acciones.
Causas Su causa es desconocida, pero los factores sociales parecen importantes. Aunque hay muchos factores socioculturales que pueden desencadenar la anorexia, es probable que una parte de la población tenga una mayor predisposición física a sufrir este trastorno, independientemente de la presión que pueda ejercer el entorno. Por ello existen de factores generales que se asocian a un factor desencadenante o cierta vulnerabilidad biológica, que es lo que precipita el desarrollo de la enfermedad.
La propia obesidad del enfermo.
Obesidad materna.
Muerte o enfermedad de un ser querido.
Separación de los padres.
Alejamiento del hogar.
Fracasos escolares.
Accidentes.
Sucesos traumáticos.
Síntomas Esta patología se caracteriza por una pérdida significativa de peso provocada por el enfermo y por una percepción errónea del propio cuerpo. En consecuencia, los problemas endocrinos se hacen evidentes en un espacio de tiempo relativamente corto. Los principales síntomas que determinan la aparición de la enfermedad son los siguientes:
Rechazo a mantener el peso corporal por encima del mínimo adecuado para la edad y talla del enfermo.
Miedo al aumento de peso o a la obesidad incluso cuando el peso se encuentra por debajo de lo recomendable.
Percepción distorsionada del cuerpo, su peso y proporciones. Ausencia de tres ciclos menstruales consecutivos en las mujeres (amenorrea). Los anoréxicos pueden experimentar una serie de síntomas muy variados: estreñimiento, amenorrea, dolor abdominal, vómitos, etcétera. Pero es la familia la que detecta los síntomas que dan la voz de alarma:
Preocupación excesiva por la composición calórica de los alimentos y por la preparación de los alimentos.
Constante sensación de frío.
Reducción progresiva de los alimentos.
Obsesión por la imagen, la báscula, los estudios y el deporte.
Utilización de trampas para evitar la comida.
Hiperactividad. A estos síntomas se le suman otros rasgos típicos como la irritabilidad, la depresión y los trastornos emocionales o de la personalidad. Asimismo, se manifiesta una alteración de la sensación de saciedad y plenitud antes de las comidas, náuseas, hinchazón, o incluso ausencia de sensaciones. En esta patología también se observan numerosos trastornos cognitivos que se centran en los alimentos, el peso corporal y el aspecto físico:
Abstracciones selectivas.
Uso selectivo de la información.
Generalizaciones.
Supersticiones.
Se magnifica el lado negativo de cualquier situación.
Pensamiento dicotómico.
Ideas autorreferenciales.
Inferencia arbitraria. En cuanto a las consecuencias clínicas, los síntomas son los siguientes:
Las pulsaciones cardiacas se reducen.
Se producen arritmias que pueden derivar en un paro cardiaco.
Baja la presión arterial.
Desaparece la menstruación en las mujeres (amenorrea).
Disminuye la masa ósea y, en los casos muy tempranos, se frena la velocidad de crecimiento.
Disminución de la motilidad intestinal.
Anemia.
Aparece un vello fino y largo, llamado lanudo, en la espalda, los antebrazos, los muslos, el cuello y las mejillas.
Estreñimiento crónico.
La disminución del gasto energético produce una sensación constante de frío.
La piel se deshidrata, se seca y se agrieta.
Coloración amarillenta en las palmas de las manos y las plantas de los pies por la acumulación de carótenos en las glándulas sebáceas.
Las uñas se quiebran.
Pérdida de cabello.
Problemas con los dientes y edemas periféricos. Hinchazones y dolores abdominales.
Prevención Al tratarse de un trastorno que suele iniciarse en la adolescencia, la observación por parte de la familia es crucial para detectar en el menor hábitos que supongan una señal de alerta. Estos son algunos factores de riesgo:
Malos hábitos de comidas: muchos adolescentes comen solos mientras ven la tele o se comunican con sus amigos vía whatsapp. La falta de horarios fijos y de supervisión por parte de los padres acerca de lo que comen incrementan las probabiidad de desarrollar un trastorno de la alimentación.
Mala comunicación con los padres: conocer las preocupaciones de los hijos, sus gustos y su círculo de amigos puede ayudar a prevenir este tipo de desorden o a detectarlo en una fase inicial.
Tipos En la anorexia nerviosa se pueden distinguir dos subtipos:
Subtipo restrictivo: la reducción de peso se consigue mediante dietas o ejercicio físico intenso y el enfermo no recurre a sobre ingestas, atracones o purgas. Subtipo bulímico: El enfermo recurre a las purgas aunque haya ingerido una pequeña cantidad de alimento.
Diagnóstico La anorexia nerviosa se diagnostica, generalmente, basándose en una intensa pérdida de peso y los síntomas psicológicos característicos. La anoréxica típica es una adolescente que ha perdido al menos un 15 por ciento de su peso corporal, teme la obesidad, ha dejado de menstruar, niega estar enferma y parece sana.
Tratamientos Los objetivos globales del tratamiento son la corrección de la malnutrición y los trastornos psíquicos del paciente. En primer lugar se intenta conseguir un rápido aumento de peso y la recuperación de los hábitos alimenticios, ya que pueden implicar un mayor riesgo de muerte. Pero una recuperación total del peso corporal no es sinónimo de curación. La anorexia
es una enfermedad psiquiátrica y debe tratarse como tal. El tratamiento debe basarse en tres aspectos:
Detección precoz de la enfermedad: conocimiento de los síntomas por parte de los médicos de atención primaria y de los protocolos que fijan los criterios que el médico debe observar.
Coordinación entre los servicios sanitarios implicados: psiquiatría, endocrinología y pediatría.
Seguimiento ambulatorio una vez que el paciente ha sido dado de alta, con visitas regulares. Las hospitalizaciones suelen ser prolongadas, lo que supone una desconexión del entorno que puede perjudicar el desarrollo normal del adolescente. Por ello son aconsejables, siempre que se pueda, los tratamientos ambulatorios. El ingreso en un centro médico es necesario cuando:
La desnutrición es muy grave y hay alteraciones en los signos vitales.
Cuando las relaciones familiares son insostenibles y es mejor aislar al paciente.
Cuando se agravan los desórdenes psíquicos. El tratamiento ambulatorio es eficaz cuando: Se detecta de manera precoz. No hay episodios de bulimia ni vómitos y existe un compromiso familiar de cooperación. De esta manera se inicia el tratamiento con la realimentación, que en ocasiones puede provocar molestias digestivas, ya que el cuerpo no está acostumbrado a ingerir alimentos. Con el tiempo se restablece la situación biológica y vuelve la menstruación. Después comienza el tratamiento psicológico, que intenta reestructurar las ideas racionales, eliminar la percepción errónea del cuerpo, mejorar la autoestima, y desarrollar las habilidades sociales y comunicativas entre el enfermo y su entorno. La familia debe tomar parte de manera activa en el tratamiento porque en ocasiones el factor desencadenante de la enfermedad se encuentra en su seno y, además, la recuperación se prolonga inevitablemente en el hogar.