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UNA BASE TEOLÓGICA PARA UN MINISTERIO DE CUIDADO A LOS HUÉRFANOS
El Evangelio Es Nuestro “Por qué”
Antes de entrar en los “qué” y los “cómo” de las alianzas y la colaboración en misiones, empecemos por el “por qué”. ¿Qué nos impulsa como seguidores de Jesús, y como Iglesia colectivamente, a ocuparnos de los niños y las familias vulnerables de todo el mundo?
En definitiva, encontramos nuestro “por qué” en el Evangelio. El Evangelio actúa como el marco en el cual se celebra todo el trabajo de Dios a nuestro favor y en el que se demuestra todo nuestro trabajo a favor de los vulnerables. Analicemos esto con más detalle.
Doctrina de la Adopción
Una de las imágenes más prominentes que recorre toda las Escrituras y que describe el carácter de Dios y Su obra en nuestro favor, es la imagen de la familia. En particular, la ilustración está arraigada en la relación entre Dios como nuestro Padre y nosotros como sus amados hijos.
“Miren cuánto nos ama el Padre, que nos ha concedido ser llamados sus hijos. Y lo somos”.
1 Juan 3:1 RVC
El fundamento de toda esta nueva relación con Dios está bellamente ilustrada en las Escrituras a través del uso
continuo de la palabra “adopción”.
“Nos predestinó para que por medio de Jesucristo fuéramos adoptados como hijos suyos”
Efesios 1:5 RVC
“Pues ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice nuevamente al miedo, sino que han recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba! ¡Padre!”
Romanos 8:15 RVC
Antes estábamos fuera de la familia de Dios, pero ahora, gracias a la obra de Cristo a nuestro favor, hemos sido adoptados como hijos e hijas muy amados. Experimentamos los derechos y privilegios de ser conocidos y amados como Suyos. Una nueva identidad nacida de una nueva manera de relacionarnos con Dios - como nuestro Padre - y cómo Él se relaciona con nosotros - como Sus hijos.
Si nuestra adopción en la familia de Dios está en el centro del Evangelio, entonces el Evangelio está ciertamente en el centro de nuestro llamado de cuidar a los niños que necesitan familias amorosas, seguras y permanentes a las que puedan llamar suyas. El Evangelio también está en el centro de nuestra vocación de servir a las familias vulnerables en todas las capacidades disponibles para garantizar que puedan prosperar juntas - sanas e íntegras.
La teología de nuestra adopción ayuda a formar la base de nuestro “por qué”. ¿Por qué colaboramos con organizaciones que promueven la colocación ética de niños huérfanos en nuevas familias permanentes? ¿Por qué colaboramos con organizaciones comprometidas con la renovación sistémica y sostenible de familias y comunidades? Porque eso es lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Pero no termina ahí.
La verdad es que no todos están llamados a adoptar, ni la adopción es siempre el resultado necesario o correcto que debe buscarse en la vida de un niño vulnerable. Entonces, ¿cómo se traduce en la práctica esta doctrina de la adopción en la familia de Dios en un mensaje que podría no incluir la adopción como aplicación?
Aquí es donde una comprensión distinta y a la vez muy entrelazada de la doctrina de la “encarnación” puede ser increíblemente útil para considerar a medida que formamos las motivaciones teológicas y las declaraciones de nuestro “por qué”. Actúa como un marco teológico, a través del cual pueden identificarse implicaciones y aplicaciones para todos.
Doctrina de la encarnación
La palabra “encarnación” significa literalmente asumir forma humana. La doctrina de la encarnación de Cristo habla de Dios entrando en la humanidad, haciéndose hombre y viviendo completa y plenamente como Dios y como hombre. Se reconoce sobre todo en Navidad con la celebración del
nacimiento de Jesús, pero sus implicaciones son mucho más amplias que el mero 25 de diciembre de cada año.
“Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor dijo por medio del profeta: ‘Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Emmanuel, que significa: ‘Dios con nosotros.’”
Mateo 1:22–23 RVC
En Navidad, Dios dijo efectivamente: “¡Te veo dónde estás y voy por ti!”. Él salió de Su gloria y entró en nuestra desordenada y quebrantada humanidad. La encarnación revela mucho sobre quién es Dios y lo que hace. Nos dice que Él es un Dios que ve los lugares difíciles y gente quebrantada y se acerca a ellos, no se aleja. Está “con nosotros” en nuestros fracasos, luchas, miedos y angustias. Él no solo nos ayuda a soportar el desorden y el dolor de la vida, sino que camina con nosotros en medio de ellos. Jesús se sumergió en nuestro quebrantamiento, lo cargó en la cruz, donde literalmente fue quebrantado por nuestro quebrantamiento para que nosotros ya no tengamos que estar quebrantados. Dios vio nuestra difícil situación y se acercó a nosotros, no se alejó de nosotros. ¡Esas son las buenas nuevas del Evangelio!
El apóstol Pablo reitera la encarnación de Cristo y la vincula bellamente a la obra redentora de la humanidad por
parte de Dios para hacernos Sus hijos, cuando escribe:
“Cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer y sujeto a la ley, para que redimiera a los que estaban sujetos a la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.”
Gálatas 4:4–5 RVC
Jesús “nació de una mujer” (encarnación) para “que fuéramos adoptados como hijos” en Su familia. Si la encarnación de Jesús está en el centro del Evangelio, entonces nosotros también, al considerar nuestro llamado para cuidar de los vulnerables, debemos acercarnos hacia lo difícil y lo quebrantado.
La teología de la encarnación de Cristo ayuda a formar la base de nuestro “por qué”. ¿Por qué colaborar con organizaciones que, a través de métodos buenos e informados por las mejores prácticas, se sumergen - o se encarnan - en lugares duros y quebrantados? ¿Por qué invertir a profundidad en esas áreas que están trabajando por la esperanza y la renovación de las vidas de los niños, las familias y las comunidades para la gloria de Dios? Porque eso es lo que Cristo ha hecho por nosotros.
Las implicaciones de la doctrina de la encarnación son amplias. Las oportunidades para que cada persona se “encarne” en lugares duros y quebrantados son infinitas y llenas de creatividad, al igual que las oportunidades para
colaborar con organizaciones que hacen lo mismo.
Sinceramente, esto lleva la conversación más allá del mero cuidado de los huérfanos en cierta capacidad - aunque ésta es una forma clara y específica de responder (ya que Santiago 1:27 describe el inclinarse hacia las vidas de los vulnerables como uno de los reflejos más puros e innegables del Evangelio). Sin embargo, la encarnación nos habla de una postura y una perspectiva renovada hacia el mundo que nos rodea en cuanto a la justicia, la misericordia y el sacrificio.
El mundo dice que debemos evitar las cosas difíciles y quebrantadas, aislarnos de ellas y alejarlas de nuestras familias. El Evangelio, sin embargo, sugiere una postura y una perspectiva totalmente distintas. Nos obliga a “encarnar” - a acercarnos a ellas y envolvernos en ellas. Nos invita no sólo a “hacer” estas cosas, sino a ser estas cosas: a convertirnos en el tipo de personas que se inclinan hacia los lugares difíciles y las personas quebrantadas que nos rodean y se involucran con ellos, en lugar de dar un paso atrás, aislarse y alejarse. El Evangelio también cambia el tipo de preguntas que nos hacemos. A medida que somos más conscientes de lo que Jesús ha hecho por nosotros, nuestras preguntas empiezan a cambiar de manera sutil y a la vez profunda, de “¿Por qué haríamos esto?” a “A la luz de lo que Jesús ha hecho por nosotros, ¿por qué no lo haríamos?”. Una pregunta totalmente diferente que procede de un lugar totalmente
diferente - una pregunta que buscamos que todos los que están involucrados en este trabajo se hagan continuamente y apliquen de manera única en su propio camino hacia el cuidado de los más vulnerables entre ellos y en su entorno. Las oportunidades de encarnarnos en lugares duros y quebrantados son infinitas y llenas de diversidad, y también lo son nuestras oportunidades de colaborar con organizaciones que atienden distintos tipos de necesidades en el amplio espectro del cuidado a niños, familias y comunidades vulnerables.
La aplicación de la encarnación en el cuidado de niños y familias vulnerables es clara e innegable: es una oportunidad maravillosamente poderosa para que veamos a otros en lugares difíciles y les digamos: “Te veo dónde estás y voy por ti”.
¿Por qué trabajamos diligentemente como individuos, iglesias y organizaciones para sumergirnos y sumergir a otros en lugares difíciles y quebrantados? ¡Porque eso es exactamente lo que Cristo ha hecho por nosotros!
Adaptado de Todos Podemos Hacer Algo por Jason Johnson (CAFO)
Si desea más información sobre este tema, visite nuestra guía de recursos de Sabios en Misión.
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Una Base Teológica para un Ministerio de Cuidado a los Huérfanos 25
CONCLUYENDO Y SIGUIENDO ADELANTE
Recuerde, ¡aquí hay mucha gracia! Mientras más sabemos, mejor lo podemos hacer. Si está cuestionando la forma en que usted o su iglesia se han involucrado en las misiones en el pasado, recuérdese a sí mismo qué estaba haciendo lo mejor que podía dentro de sus circunstancias. No se equivocó, ¡participó! Y vale la pena celebrar el hecho de que haya participado.
AL CONCLUIR ESTE CAPÍTULO, CONSIDERE:
• ¿Cuál es la forma en que usted o su iglesia han participado con los niños y las familias en relación con los temas tratados en este capítulo? ¡Tómese un momento para celebrarlo!
• ¿Qué es lo que ha aprendido en este capítulo que siente que necesita compartir con el resto de su equipo?
• ¿Cuál es el siguiente paso práctico que puede dar para realizar un pequeño cambio basado en sus nuevos conocimientos o comprensión? (Puede ser tan sencillo como concertar una reunión con un miembro del equipo o revisar uno de los recursos a los que se hace referencia en este libro. ¡No complique demasiado las cosas ni se sobrecargue!).