La Trilogía de la Vida de Pasolini

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Análisis y resúmen


Cuando uno es joven, necesita sobre todo de la ideología para vivir. Al llegar a la vejez, la vida se vuelve más restringida y se basta a sí misma. No me planteo el problema del futuro porque pienso que el futuro es lo mismo que el presente. Esta trilogía es como una declaración de amor a la vida, aunque resulta estúpido hablar de trilogía. Se trata de un mismo filme dividido en capítulos. Pero así como me aterra el paso del tiempo, ya que se necesita un año de trabajo para hacer una película, he preferido fragmentarlo para no ser cortado fuera de la realidad”.

Literato, cineasta, ensayista, filólogo, Pier Paolo Pasolini encarna como pocos el ideal del intelectual libre, enfrentado frontalmente al poder, cuya obra multifacética no se agota con el paso de los años transcurridos tras su trágica muerte en 1975. Para él, el cine era idéntico a la vida, tanto así que consideraba ésta como un infinito plano secuencia que adquiría significado (“indescifrable, ambiguo, suspendido”) sólo al alcanzar la muerte. “El montaje –dijo– juega el mismo papel en el cine que la muerte en la vida”. Pasolini se jugó la vida literalmente en la Italia convulsa surgida tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, un escenario donde la Europa de los bloques dirimía tensiones sociales irresolubles entre la burguesía industrial por un lado y las grandes masas de obreros que llegaban a las ciudades desde el medio rural por el otro. Encausado en treinta y tres procesos judiciales (absuelto en todos), vivió y produjo su obra en medio del escándalo constante, perseguido por su orientación homosexual y comunista. Ello explica la brutal franqueza que encontramos en su obra: el tono de Pasolini es el de uno que ha asumido el linchamiento mediático y la exposición al escarnio público como una tragedia de la que se alimenta: sin nada que


esconder frente a una élite pacata e hipócrita, Pasolini surge como una voz de un radicalismo inaudito, un azote permanente del poder democristiano, del neofascismo y la mafia vaticana y un interlocutor siempre crítico del Partido Comunista Italiano, para el cual pedía el voto una y otra vez, a pesar de haber sido expulsado de sus filas a finales de los años 40 a causa de su orientación sexual. Pasolini llega a Roma antes de cumplir treinta años procedente de la región del Friuli, de donde huye con su madre tras un primer proceso a causa de un escándalo sexual. Con escasos medios económicos, se instala en la periferia romana, donde entabla relación con la población llegada del campo en busca de oportunidades: es el subproletariado romano que protagonizaría buena parte de su obra. Tras ganarse una sólida reputación literaria, gracias sobre todo al éxito de su poemario Las Cenizas de Gramsci y de su novela Chicos del arroyo, se inicia en el cine a mediados de los 50, primero como guionista y luego como director con Accattone, su primera película, del año 61. A esta le seguirían una larga serie de largometrajes, cortometrajes y documentales.

CINE DE POESÍA

Pasolini elaboró toda una teoría cinematográfica a mediados de los sesenta en la que hablaba de un cine poético (a él se le conoce como el poeta del cine) que permitía a su creador manipular estilísticamente su trabajo como una forma de expresión personal cuyo punto de partida era el lenguaje no convencional ni simbólico del cine. Con pocas excepciones, sus actores eran elegidos entre personas comunes de los arrabales o entre sus amigos. Su estilo cinematográfico, de un extraño realismo (él usaba el término “cine de poesía”), se puede considerar en muchos aspectos la antítesis del cine comercial. Paralelamente a su obra artística, Pasolini, se convirtió en un referente intelectual en los medios italianos gracias a sus frecuentes intervenciones en la prensa y en la televisión, donde se caracterizó por sus continuas polémicas sobre los temas que atravesaban la actualidad italiana de la época.


El decamerón 9 de los 100 cuentos medievales que integran el libro de Boccaccio fueron tomados por Pasolini para recrear la primera de sus tres obras, narrados en dos tiempos. El primero, enmarcado en la historia de Ser Ciapelletto, se descompone de la siguiente manera: 1) Andreuccio da Peruggia; 2) Masetto; 3) Peronella y 4) Ser Ciapelletto. El segundo, unido por la presencia del pintor Giotto (encarnado por el propio Pasolini) se divide en : 1) Giotto; 2) Caterina di Valbona; 3) Lisabetta da Messina; 4) Gemmata y 5) Tignoccio y Meuccio. El epílogo muestra a Giotto descubriendo el fresco para el que fue contratado por el clero y lo contempla. Ganadora del Oso de Plata en el Festival de Berlín de 1971 y generadora de un envidiable éxito comercial, “El Decamerón” soportó incontables procesos judiciales, a la vez que recibía elogios y descalificaciones de la crítica en partes iguales. Los integrantes del primer grupo hablaban del coraje del realizador para abordar el sexo y la brutalidad humana como pocos lo habían hecho hasta entonces, la grandilocuente y cuidada producción o la composición visual de los planos que convertían a cada fotograma en un auténtico cuadro, lleno de belleza. En contrapartida, quienes se ubicaban en la vereda de enfrente, hacían hincapié en que los relatos del Decamerón seleccionados por Pasolini pertenecían a Dioneo, el más vulgar, obsceno y grosero de los diez narradores que alternan sus historias en las páginas de Boccaccio, como así también que toda esa belleza estética del director se perdía en gran medida a la hora de filmar las escenas de sexo.

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El Decamerón Año: 1971 Duración: 112 minutos Sinopsis: Pasolini recrea con su

personalestilolosdivertidoscuentos eróticos de “El Decamerón” de Boccaccio. Entre otros, está el cuento de Andreuccio de Perugia, que se deja convencer por unos ladrones para quitarle un rubí al cadáver de un arzobispo. Entre los cuentos de carácter licencioso está, por ejemplo, el de Masetto de Lamporecchio, un hortelano que se finge sordomudo y loco para entrar al servicio de las monjas de un convento y disfrutar con ellas de las delicias del lecho compartido.


Los cuentos de Canterbury Siguiendo la línea comenzada un año atrás, en 1972 Pasolini contó con otra millonaria producción para filmar “Los cuentos de Canterbury”, adaptados de la obra de Geoffrey Chaucer. Una vez más el éxito se traduce en la recaudación y se potencia con la obtención de Oso de Oro de Berlín, como así también se repiten los contrapuntos por parte de la crítica. Ambientada lejos de la convulsionada Nápoles donde transcurre “El Decamerón”, esta vez las nueve historias del total de veintiuna que componen la obra literaria se sitúan en la Inglaterra del Siglo XIII. Otra vez con un Pasolini activo en pantalla como garante-narrador de las historias, los procesos judiciales se repiten a la vez que se potencian las condenas clericales. Eslabonando los relatos del mercader y la joven Maggio; el cazador de brujas; el “chaplinesco” Perkin que acaba en la picota; el molinero, el leñador y su esposa infiel; el joven engañado que se venga sin quererlo del amante de ésta; la viuda casamentera; los estudiantes que seducen a la esposa y la hija del molinero que les da cobijo; los amigos que se matan entre sí por codicia y el fraile que sueña con un ángel que lo lleva al infierno , el realizador hurga aún más en sus propias oscuridades personales.

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Los cuentos de Canterbury Año: 1972 Duración: 109 minutos Sinopsis: Un grupo de peregrinos

que van a Canterbury se entretienen narrando cuentos: el joven Nicola conquista a la mujer de un rico leñador aprovechando su superstición; dos estudiantes se vengan de un molinero que roba harina a sus clientes; el inocente Perkin es expulsado de su pueblo y acaba arruinado; una insaciable viuda de Bath destruye con su fogosidad a sus maridos para heredar sus bienes; un rico y anciano solterón decide casarse con la jovencísima Maggio, que lo traiciona con un hermoso joven. Mientras tanto, un escribiente toma nota de los sucesos, analizando con humor e ironía las debilidades humanas.


Las mil y una noches Impelido por una casi desesperante necesidad de producir a todo nivel, Pasolini atacó en 1974 con el mítico texto oriental. Sin problemas financieros a la hora de abordar sus filmes (más bien todo lo contrario), el realizador italiano no tuvo inconvenientes para mudar su equipo de filmación completo a los exóticos y lejanos territorios de Yemen y Arabia, donde una vez más reafirmó su maestría cuando de ambientación, vestuario, escenografía y composición de cuadros se trata. Claro que del mismo modo ratificó la endeblez de sus guiones a la hora de adaptar una obra original, pese a que bien podría decirse que esta película fue el la más compacta de la trilogía desde el punto de vista argumental. Partiendo de la historia de Zumurrud, una joven esclava que ha sido vendida por voluntad propia al joven Nur ed Din y que luego es raptada, el decorrer de la película se distribuye en diferentes capítulos unidos por la desesperada búsqueda del muchacho de la mujer de su propiedad y al mismo tiempo amada y la asunción de ésta a rey al ser confundida con un hombre. Finalmente, hombre y mujer conseguirán la felicidad plena. Poco tiempo le quedaba por delante a Pasolini. No sólo para filmar, sino para vivir. El 2 de noviembre de 1975 y a escasos meses de haber finalizado la más polémica y escandalosa de sus obras, “Saló”, era brutalmente asesinado. Tal vez ese final le daba premonitoriamente la razón en cuanto a de qué modo lo aterraba el paso del tiempo. en Las mil io r ta a st te n o c Lo no radica en y una noches cita que lí p x e d a d li a u la sex e, sino en lm fi l e n e a r st mue sensorial que d a id c a p a c la itir: en ese sm n a tr e u g si n o c amoramiento proceso de en el odio y e tr n e ta si n a que tr delidad, la fi in la n e r, o m el a uesta contra sp e r la o n ió ic tra insistencia y la , n ió is m su la los prejuicios.


Las mil y una noches Año: 1974 Duración: 129 minutos Sinopsis: El príncipe Nur-er-Din

trata de encontrar a su novia, que ha sido secuestrada, con el fin de conseguir el gobierno de una ciudad. La búsqueda lo lleva al fin del mundo, y durante el viaje escuchará numerosas historias de sexo y traición. Tercera y última parte de la Trilogía de la vida (“El Decamerón” y “Los cuentos de Canterbury”) que consta de una decena de historias basadas en un clásico de la literatura árabe que exalta un sexo inocente, alegre, y alejado del sentimiento de pecado.



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