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TECNOLOQUIAS Luis Freire arna

Ilustración de alvador asó

LA BOMBA VEGANA ... ra una lechuga extraña de de gue la vi como es­ cabulléndose entre sus compañeras en un puesto de verduras del mercado de horrillos. o es gue se corriera de la mirada de los clientes, permanecía inmóvil como lo gue era, una lechuga deciclidamente alechugada, con las hojas apretujadas entre sí, fresca, verde gue e guería verde, Aor de verdurez. Algo, sin embargo, supuraba en ella malas intenciones. ¿ ómo puede una lechuga insinuar maldad entre sus hojas? o sabría explicarlo, pero lo hacía, tanto así gue la compré, por la pura curiosidad de descubrir aguello gue parecía emparentar a ese vegetal domé rico con la fa] a inocencia de la plantas tóxicas. o me había eguivocado, no bien abrí la lechuga, en­ contré en la hoja un manual para fabricar explosivos vegetales escrito con tinta de beterraga. Lo firmaba un ornando Armado de la Fuerza Vegana Internacional, un movimiento de vegetarianos raclicales conocido por u atague a la carnicería , camale , y restaurantes ar­ g non promotore del traclicional a ado pampeano. La, iol ncia anti cárnica ha de embarcado en el Perú. D bo prevenir al paí contra la locura de estos yihacli ta de la comida vegetal el manual e explícito al re pecta inclica cómo fabricar una potente bomba con u tancia crecidas de la tierra, en concreto, a ba e de hojas de acelga y e pinaca infiltrada con nanotubo miniaturizado cargado con explo ivo

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líguido de alto contenido de tructor gue detonan al contacto con el vinagre de manzana. La lechuga señala también el objetivo, el vegano gue debía recogerla (y al gue afortunadamente me adelan­ té) debía fabricar la bomba con un hermo o atado de e pinaca , vendérselo a los proveedore de < l pecado de la Carne», un conocido re taurante especializado en carnes de nombre má gue imbólico para el movimien­ to. n buen filete no sale de la cocina de «El Pecado de la Carne» sin su ensalada de repertorio, el comand_o vegano pretendía gue las hojas de la espinaca explosiva terminaran repartidas en varia en alada ervida una mi ma noche o durante la hora del almuerzo de un mis­ mo día. Conocen la carta de «El Pecado de la Carne», aben por un infiltrado gue el chef incluye inevitable­ mente espinaca en sus ensaladas, están informados de gue la adereza con una vinagreta a base de aceite de oli­ va virgo (un aceite má fino gue el virgen), vinagre de manzanas ácidas y extractos de hierbas aromática . sa vinagreta rociada sobre la ensaladas se combinaría con el explo ivo de la espinacas y las haría estallar con la fuerza de una carretilla de verdura cargada de clinarnita. o guiero pensar en el resultado, de haber caído la lechuga en las manos a las gue estaba destinada, pero el efecto hubiera sido de astador. Luego, la Fuerza egana Internacional reivinclicaría el atentado, provacando una e tampida de cliente de lo restauran-


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