UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES
CURSO DE INGRESO UNIVERSITARIO 2012
“Transformaciones Sociales del Siglo XX: Las migraciones y la cuestión del otro”
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES AUTORIDADES
CPN VÍCTOR HUGO CLAROS RECTOR DR.MIGUEL BOSO VICE-RECTOR
DRA. MARTA TORINO SECRETARIA ACADÉMICA
FACULTAD DE HUMANIDADES
Mg. FLOR DE MARÍA RIONDA DECANA
Esp. LILIANA FORTUNY VICEDECANA
Mg. MARCELO MARCHIONNI SECRETARIO ACADÉMICO
DRA. ROSSANA LEDESMA SECRETARIA ADMINISTRATIVA
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Equipo CIU 2012 Secretario Académico: Mgs. Marcelo Marchionni
Secretaria Administrativa Dra. Rossana Ledesma
Coordinación General: Prof. Sara E. Orellana
Servicio de Apoyo Permanente al Ingresante: Prof. Fernanda Álvarez Chamale- Dra. Rossana Ledesma Prof. Sara Orellana-Prof. Marta Pérez
Equipo Carrera Lic. Nicolás Hirtz Lic. Fedra Aimetta Lic. Analía Brizuela
Tutor/es estudiantil: ____________________ _________________________ Equipo Técnico-pedagógico Aula Virtual: Prof. Gabriela Signañes- Prof. Mónica Tolaba
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CARTA DE BIENVENIDA Salta, 01 de Febrero de 2012 Estimada/ o estudiante:
La Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta, les da la más cordial bienvenida a ésta nuestra institución. A partir de hoy, forman parte de una institución de excelencia, comprometida con el desarrollo local- regional y con el presente y futuro de sus estudiantes. Comenzar una carrera universitaria es un gran desafió, pero no estarán solos en ese proceso, cada uno de nosotros desde sus distintos roles, los acompañaremos para alcanzar la meta tan deseada, que no es solo la obtención de un Título universitario, sino la formación de ciudadanos comprometidos con la sociedad en su conjunto. Los invitamos a vivir intensamente la cultura universitaria, a gozar de su ambiente de libertad con un gran sentido de la responsabilidad y compromiso con ustedes mismos y sus familias. Crean en sí mismos, mantengan siempre una actitud de curiosidad intelectual y desarrollen el gusto por aprender y descubrir nuevos horizontes. Vivamos juntos la hermosa aventura del conocimiento y del
desarrollo personal- profesional. ¡Bienvenidos!
Equipo CIU 2012
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PROYECTO CIU 2012 CARRERA: CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN
ÍNDICE CARRERA: CIENCIAS DE LA COMUNICACION
1. CONTENIDOS GENERALES 1.2 Fundamentación de contenidos del CIU de la carrera 1.3 Objetivos 1.4 Contenidos 1.4.1 BLOQUE 1 - EL CAMPO DE LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN DISCIPLINAR: La comunicación en las transformaciones de la cultura, los cambios en el tono de época. Desafíos y continuidades para el saber y el hacer desde la comunicación. COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE TEXTOS: Texto, discurso. Paratexto, texto, contexto. Paratexto en prensa gráfica. Géneros y subgéneros científicos. Aspectos retóricos y lingüísticos de diferentes textualidades. 1.4.2 BLOQUE 2 - NUEVOS PARADIGMAS COMUNICACIONALES EN EL CONTEXTO DE LA DEMOCRACIA ACTUAL: LEY DE SERVICIOS DE COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL DISCIPLINAR: La comunicación y la democracia. Contexto y nueva ley. La proliferación de voces y la circulación de representaciones diversas. El rol del comunicador en este escenario. COMPRENSION Y PRODUCCION DE TEXTOS: Estrategias de comprensión lectora: predicción, inferencia, modelo de situación, etc. Texto argumentativo. Géneros opinativos en prensa. Plan de escritura. 1.4.3 BLOQUE 3 - LA CONSTRUCCIÓN MEDIÁTICA DEL OTRO. INTERCULTURALIDAD Y COMUNICACIÓN. DISCIPLINAR: Interculturalidad, diversidad y multiculturalismo: la necesidad de historizar conceptos. COMPRENSION Y PRODUCCION DE TEXTOS: Escritura. Coherencia y cohesión. Conectores.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES Mecanismos de reformulación (por sustitución, por reducción, por ampliación). Discurso diferido (directo, indirecto). Citas bibliográficas. Modos de citación en el cuerpo del texto y fuera del texto según tipo de documento: libro, revista, página web, material audiovisual, etc. 1.5 BIBLIOGRAFÍA GENERAL PROPUESTA EN PROYECTO CIU 2012 2. MATERIAL ÁREA DISCIPLINAR 3. MATERIAL COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE TEXTOS 4. MATERIAL TUTORÍA
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CARRERA DE CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN Fundamentación El tono de época actual señala como una de sus características la cuestión de las migraciones y la emergencia de la cuestión de la alteridad como prioridades en la agenda de las Ciencias Sociales y Humanas. Los procesos de globalización han generado también la afirmación del lugar/territorio como dador de identidad, como factor constitutivo en la conformación de subjetividades (Escobar, 2006; Rivera Cusicanqui, 2004; Segato, 2002; Appadurai, 2001, 2005). El derrumbe de las instituciones tradicionales otrora determinantes de la conformación del sujeto, ha generado lo que ciertos autores denominan desinstitucionalización de las sociedades, vigorizando aquellos planteos que hablan de la desterritorialización de la nación como producto de procesos de afirmación identitaria y de valorización de alteridades históricas en un contexto de flujos sin precedentes en la historia de la humanidad (Appadurai, 2005; Touraine, 1999; Tenti Fanfani, 2002) En virtud de tales planteos y atendiendo a la cuestión del ingreso en la carrera de Ciencias de la Comunicación, el espíritu de la propuesta pretende adentrar a los ingresantes en la lectura y la reflexión respecto de la comunicación como una práctica social fundamental en el tono de época, dado su protagonismo en la constitución de las subjetividades y los procesos de construcción de lo colectivo. De este modo, la comunicación atraviesa las prácticas, da cuenta de los saberes, explicita las pasiones, pone en juego las formas de ver el mundo. No permanece ésta ajena a los procesos sociales, históricos y políticos de una sociedad, dado su carácter situado, localizado y transversal. La propuesta de trabajo gira en torno de tres bloques temáticos desde los cuales se pretende abordar el tratamiento de las migraciones y lo que éstas, enmarcadas en procesos sociales, políticos y culturales, construyen en las prácticas sociales de intercambio con el otro. El primero de los bloques busca adentrar al estudiante en el conocimiento y la problematización del campo de las ciencias de la comunicación, sus discusiones e incumbencias atendiendo, sobre todo, al actual tono de época, marcado por la aceleración de los flujos de la información, la primacía del capital trasnacional, el desdibujamiento de los estados nacionales en el abordaje de lo social, la caída de las instituciones tradicionales de participación ciudadana, las oleadas migratorias y la puesta en cuestionamiento de la identidad. En este contexto, los aportes de las Ciencias de la Comunicación dejan entrever la visibilización de procesos sociales donde lo cultural es puesto en juego como espacio de protagonismo, de formación de sujetos
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES políticos y de subjetividades en los microespacios contemporáneos. Interesa visibilizar la conformación de “revueltos culturales” (Huergo, 2004), entendidos como entramados de representaciones e imaginarios sociales desde los cuales los sujetos piensan a otros sujetos en el acto comunicativo y, asimismo, dar cuenta de los desafíos e incumbencias para quienes asumen un rol de específico dentro del campo. El bloque segundo busca tematizar, problematizar y aprehender los nuevos paradigmas comunicacionales en el contexto democrático actual, ante todo a partir de la Ley De Servicios De Comunicación Audiovisual. En este escenario, la proliferación de voces y la circulación de representaciones diversas habilitadas a partir de esta nueva legislación en materia de medios interpelará el rol del comunicador, sus alcances y saberes implicados, así como propiciará el abordaje del sistema en términos de respecto de la democracia y constitución de ciudadanías en la trama social contemporánea. Finalmente, el tercero de los bloques promueve el acercamiento del estudiante ingresante al campo de problematización respecto de la construcción mediática del otro, teniendo presente la hipervisibilización de los medios masivos de comunicación, para dar cuenta de cómo se construye en el mensaje masivo la imagen del otro. La interculturalidad, la diversidad y el multiculturalismo serán abordados desde la certeza de la necesidad manifiesta de las epistemologías del sur sobre la historización de los encuadres conceptuales y heurísticos con miras a develar la historia otra del continente, apuntalando prácticas intelectuales y reflexivas capaces de situar el debate en las coordenadas de la interculturalidad como proyecto político otro, invitando a debates respecto de quiénes somos y que queremos hacer en términos de proyectos de sociedades atravesadas por la diversidad cultural y marcadas por “la herida colonial” (Quijano, 1996)
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES Objetivos
Proporcionar herramientas conceptuales específicas sobre los procesos comunicativos actuales con miras a la alfabetización académica del ingresante dentro de los marcos de significado de la disciplina. Coadyuvar al desarrollo y la apropiación de herramientas metodológicas para el abordaje de textos complejos y específicos. Abonar prácticas intelectuales reflexivas tendientes a develar las representaciones sobre el otro, presentes en los mensajes mediáticos. Acercar a los estudiantes ingresantes al campo de las Ciencias de la Comunicación desde los debates contemporáneos respecto de la comunicación y la cultura y auspiciar el debate y la reflexión respecto de la interculturalidad como proyecto político epistémico gestado desde Latinoamérica. Acercar a los ingresantes a la indagación y la experiencia de la propia escritura académica.
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CONTENIDOS DISCIPLINARES BLOQUE 1 El campo de las Ciencias de la Comunicación. Contenidos: La comunicación en las transformaciones de la cultura, los cambios en el tono de época. Desafíos y continuidades para el saber y el hacer desde la comunicación. Bibliografía • Grimnson Alejandro (2007) Debates acerca de la interculturalidad y la comunicación. Diálogos de la comunicación – Revista de la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social (FELFACS) – nº57. Disponible en http://www.dialogosfelafacs.net/75/articulo_resultado.php?v_idcodigo=39=7
•
Martín-Barbero, Jesús (1993) La comunicación en las transformaciones del campo cultural en Revista Alteridades, año 3.
• “La saturación social y la colonización del yo” (pp 75 – 114) Keneth Gergen (1991). Capítulo 3 del libro “El yo saturado” Editorial Paidós (2006 – versión español) (NO INCLUIDO EN LA CARTILLA). .
“Ha caído la noción de paradigma”. Entrevista a Néstor García Canclini. Diario La Nación (on line y papel) del 19 de Julio de 2008. Disponible en http://www.lanacion.com.ar/1030400-ha-caido-la-nocion-de-paradigma
BLOQUE 2 Nuevos paradigmas comunicacionales en el contexto de la democracia actual: Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual Contenidos: La comunicación y la democracia. Contexto y nueva ley. La proliferación de voces y la circulación de representaciones diversas. El rol del comunicador en este escenario.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES Bibliografía •
Nueva Ley de de Medios Audio visuales. Desafíos para los Medios Comunitarios y populares. http://www.farco.org.ar/ (SOLO ON LINE POR CANTIDAD DE PÁGINAS)
•
Ley de comunicación audiovisual sancionada en octubre de 2009. Disponible en http://www.comfer.gov.ar/web/ley26522.pdf (SOLO ON LINE POR CANTIDAD DE PAGINAS) . Papel Prensa. Informe Final. Disponible en Documentos Agencia Telam. http://pdf.telam.com.ar/ ( SOLO ON LINE POR CANTIDAD DE PAGINAS) . FARCO – Cartilla sobre la nueva Ley de servicios de comunicación audiovisual. Disponible en http://www.farco.org.ar/docs/CartillaFARCO-leySCA.pdf . Iniciativa ciudadana por una Ley de Radiodifusion para la democracia. 21 puntos. Disponible en www.coalicion.org.ar . “De la concentración a la pluralidad”, Natalia Becerra. Le Monde Diplomatique de Mayo 2009 (pp 8 – 9). Disponible en www.eldiplo.org. . “Tecnología y libertad de expresión”, Natalia Becerra. Le Monde Diplomatique de Julio 2010. Edición 133. Disponible en www.eldiplo.org. . “La mutación del paradigma comunicacional”, Osvaldo Nemirovsci en Página/12 digital del 12/12/2011. . “De eso no se habla. La concentración mediática en Argentina”. Martín Becerra – Guillermo Mastrini. Disponible en sitio www.censuraindirecta.org . “En el papel quedó impreso 42 votos a 26” Página 12 Digital del 23 de diciembre de 2011. Disponible en http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-1840602011-12-23.html . “El gobierno logro imponer la ley para controlar el papel de diario” Clarín Digital – Sección política del 23 de diciembre de 2011. Disponible en http://www.clarin.com/politica/Gobierno-imponer-controlar-papeldiario_0_614338596.html
BLOQUE 3 La construcción mediática del otro. Interculturalidad y Comunicación. Contenidos: Interculturalidad, diversidad y multiculturalismo: la necesidad de historizar los conceptos.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES Bibliografía • Loic Wacquant (2006) “Castigar a los Parias Urbanos”. Antípodas. Rev. De Antropología y Arqueología. Universidad de Los Andes. Colombia. . Reguillo, Rossana (2000) “Identidades culturales y espacios públicos, mapas de los silencios”, en Diálogos de la comunicación nº59-60, Colombia. FELFACS. • Martín-Barbero, Jesús (2010) “Yo partí de cómo se comunicaba la gente en la calle”: trayectorias intelectuales y posiciones políticas. Entrevista. En Revista Crítica y Emancipación Año 2, 2010 primer semestre, pp 128 a 155. Disponible on line en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/secret/CyE/CyE3/CyE3.pdf. . Uranga, Washington (2010) “¿Comunicación o medios?” en Página/12, 24/02/10
Material de apoyo en los tres bloques: - Videos de Canal Encuentro – Ciclo En el Medio I y II - Videos de Canal encuentro – Ciclo Mentira la Verdad - Audio Eduardo Aliverti “La locura de los medios” – Radio La Vaca - Audio Peter Capusoto “Arnaldo Perez Manija” - Corto Lucrecia Martel “El rey muerto” - Películas a definir dentro de la propuesta.
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CONTENIDOS COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE TEXTOS Los contenidos que se detallan serán trabajados en forma transversal con los contenidos disciplinares. EJES a ABORDAR: BLOQUE 1 Texto, discurso. Paratexto, texto y contexto. Paratexto en prensa gráfica. Géneros discursivos y tipos de textos. Géneros periodísticos. Géneros y subgéneros científicos. Aspectos retóricos y lingüísticos de diferentes textualidades. BLOQUE 2 Estrategias de comprensión lectora: predicción, inferencia, modelo de situación, etc. Texto Argumentativo. Géneros opinativos en prensa. Plan de Escritura. BLOQUE 3 Escritura. Coherencia y Cohesión - Conectores. Mecanismos de reformulación (por sustitución, por reducción, por ampliación). Discurso referido (directo e indirecto). Citas bibliográficas. Modos de citación en el cuerpo del texto y fuera del texto según el tipo de documento: libro, revista, página web, material audio visual, etc. Bibliografía •
ALVARADO, M. (2000) “La reformulación” en Propuestas para el aula EGB3. Lengua. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación. MASCIOLI, JUAN. “Estilo directo, estilo indirecto” en http://www.perio.unlp.edu.ar/grafica1/htmls/apuntescatedra/estilo_directoindirecto.pdf
ALVAREZ CHAMALE, FERNANDA “Guía para la producción del texto argumentativo” – UNSa – Facultad de Humanidades – Cátedra Comprensión y producción de textos – Carrera de Ciencias de la Comunicación. RUEDA NELLY (2007) “La lectura comprehensiva: procesos cognitivos y tipos de texto” en “La lectura en los primeros años de la universidad. Propuestas y desafíos”– Córdoba Educando Ediciones.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES ATORRESI ANA (1996) “Amarilla, blanca y nuevo periodismo: texto, paratexto y contexto en tres estilos de prensa” en Los estudios semióticos: el caso de la crónica periodística. Bs As: Pro Ciencia Conicet, 189 a 206. DESINANO, NORMA. “Discursos y texto”, en PROCAP, cartilla nº5, Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fé.
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BIBLIOGRAFÍA GENERAL Appadurai, Arjun (2001) La Modernidad Desbordada. dimensiones culturales de la globalización, México: FCE. Blaczko B. (1991) Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas. Bs. As: Editorial Nueva Visión. Abu-Lughod, Lila (2006) “Interpretando la (s) cultura (s) después de la televisión” Iconos, 24. Alfaro, Rosa María (2000) “Culturas populares y comunicación participativa” en razón y palabra, Nº 18, Mayo. Alfonso, Alfredo (2007) “Zonas para pensar el futuro de las prácticas en comunicación” en 70 años de periodismo y comunicación en América Latina, memoria y perspectivas. Argentina, La Plata, pp 129- 138. Balatti, Fernanda (2009) “Fama mata Verdad” y Arancibia, Víctor (2009) “Deudas internas” en Caras y Caretas, Bs. As.: diciembre. Briones, Claudia (2007) Diversidad cultural e interculturalidad:¿de qué estamos hablando? En García Vázquez, Cristina –Comp- (2007) Hegemonía e interculturalidad. Poblaciones originarias y migrantes. La interculturalidad como uno de los desafíos en el siglo XXI. Bs As: Prometeo. García Canclini, Néstor (2006) Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de lainterculturalidad. Barcelona: Gedisa. Capítulo 1. Ginzburg, Carlo (1976)El queso y los gusanos: el cosmos, según un molinero del siglo XVI, Barcelona: Muchnik Editores. Prefacio de la obra. Grimson, Alejandro (2000) Interculturalidad y comunicación. Bs. As.: Norma. Huergo, Jorge (2005) “Producción Mediática e interculturalidad: aportes teóricometodológicos” en Revista Portularia Volumen V, Número 2. Universidad de Huelva. Colombia. ____________ (2004) La formación de sujetos y los sentidos político-culturales de comunicación/educación en Laverde Toscano et al (2004) Debates sobre el sujeto. Perspectivas contemporáneas. Universidad Central de Colombia: Siglo del Hombre Editores. Lechner, Norbert (2002).”¿Cómo reconstruimos un nosotros?” en Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política. Santiago de Chile.LOM. Marafioti, Roberto (2005) El sentido de la comunicación. Teorías y perspectivas sobre cultura y comunicación. Bs. As.: Biblos. Marafioti, Roberto (2005) El sentido de la comunicación. Teorías y perspectivas sobre cultura y comunicación. Bs. As.: Biblos. Maric, María Lily et al. (2004) “Educación e interculturalidad” en Estudios Bolivianos 11. La Paz. Instituto de Estudios Bolivianos. UMSA.
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES Martín-Barbero, Jesús (1993) La comunicación en las transformaciones del campo cultural en Revista Alteridades, año 3. ____________________ (2002) “Jóvenes, comunicación e identidad” en Pensar Iberoamérica, Organización de Estados Americanos, Nº 0. Mato, Daniel (2000) Desfetichizar la “globalización”: basta de reduccionismos, apologías y demonizaciones, mostrar la complejidad y las prácticas de los actores. II Reunión del Grupo de trabajo “Globalización, cultura y Transformaciones sociales”, del CLACSO. Caracas. Mignolo, Walter (1996) “Herencias coloniales y teorías poscoloniales” en González Stephan, Beatriz (1996) Cultura y Tercer Mundo: 1. Cambios en el saber académico. Nueva Sociedad. Venezuela. Reguillo, Rosana (2000) “Identidades culturales y espacios públicos, mapas de los silencios.” En Diálogos de la comunicación N° 59-60, Colombia: FELAFACS. ______________ (2006) “Políticas de la (in)visibilidad. La construcción social de la diferencia” Rivera Cusicansqui, Silvia (2008) El conocimiento científico, producción, circulación y valores. Maestría en Derechos Humanos. Universidad Nacional de Salta. Saintout, Florencia (2005) “Comunicación y frontera: ¿un relato posible?” en Oficios Terrestres Nº 17, La Plata: UNLP, pp. 38-44. Seminara, Eduardo (2009) “Ley de Servicios de comunicación audiovisual: Esencial para el fortalecimiento de la democracia” en Foro de periodismo digital de Rosario. http://fpdrosario.ning.com Tenti Fanfani, Emilio (2002) “Voz socialización”, en Altamirano (comp.), Términos críticos de la sociología de la cultura, Buenos Aires, Paidós. Tintaya Porfidio (2008) “Utopías e inteculturalidad”, en Instituto de Estudios Bolivianos. La Paz. Instituto de Estudios Bolivianos. UMSA. ______________ (2008a) Educación Intercultural. IEB. La Paz. Todorov, Zvetan (1995) La conquista de América. La cuestión del otro. México: Siglo XXI Editores. Capítulo 3 “Amar”. Uranga, Washington (2004) “Democracia y ciudadanía. Responsabilidad de los comunicadores” en PNUD, La democracia en América Latina. Hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas. PNUD, Buenos Aires, pág. 16-35. Uranga, Washington (2010) “¿Comunicación o medios?” en Página/12, 24/02/10 Van Dijk, T. A. (1997) Racismo y análisis crítico de los medios. Paidós, Barcelona. Verano, Alejandro (Ed.) (2009) Medios de comunicación en la Argentina. Diagnóstico y perspectiva. Bs. As.: Prometeo – UNLP. Walsh, Catherine (2007) ¿Son posibles unas ciencias sociales otras? Reflexiones en torno a las epistemologías decoloniales en Revista Nómadas Nº 26. Universidad Central, Colombia. ______________ (2002) “(De) Construir la interculturalidad. Consideraciones críticas desde la política, la colonialidad y los movimientos indígenas y negros en el
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA FACULTAD DE HUMANIDADES Ecuador” en Fuller, Norma (2002) Interculturalidad y Política. Desafíos y posibilidades. Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú. Lima. Wisnivesky, Ma Sonia (1996) Ficha de cátedra Imaginarios sociales. Cátedra Psicología Social. Carrera de Ciencias de la Educación. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Salta. Zizek, Slavoj y Jameson, Frederic (1998) Estudios Culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo, Editorial Paidós, Buenos Aires. Tintaya Porfidio (2008) “Utopías e inteculturalidad”, en Instituto de Estudios Bolivianos. La Paz. Instituto de Estudios Bolivianos. UMSA. Atorresi, Ana (1996) “ Amarilla, Blanca y Nuevo Periodismo: Texto, paratexto y contexto en tres estilos de prensa” En Los estudios Semióticos. El caso de la Crónica periodística. Bs. As: Pro-Ciencia- CONICET, 189-206. Belcart Communications (2004) Manual de estilo: para preparación de originales y para corrección de pruebas. Disponible online: www.belcart.com Carlino, P. (2005) Escribir, Leer y aprender en la Universidad. Una introducción a la alfabetización académica. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Cassany, D. (2000) “La prosa disminuida” y “La arquitectura de la frase” en La cocina de la escritura. Barcelona: Anagrama. Klein, I. (2007) El taller del escritor universitario. Buenos Aires: Prometeo. Nogueira, S. y otros (2005) Manual de lectura y escritura universitaria. Buenos Aires: Biblos. Nogueira, S. y otros (2007) La lectura y escritura en el inicio de estudios superiores. Buenos Aires: Biblos Sistema de Bibliotecas DuocUC (2005) Manual para redactar citas bibliográficas según norma ISO 690 y 690-2. Santiago: Bibliotecas DuocUC. Disponible online: www.intec.edu.do/biblioteca/pdf/ISO/ISO690-ISO-690-2.pdf Botta, Mirta. (2002) Tesis Monografías e informes. Nuevas Normas y técnicas de investigación y redacción. 1ª Ed. Bs.As: BIBLOS 2002. Cap. Nº 4 Apéndice A Material didáctico-teórico producido en la Facultad de Humanidades Cartilla teórica y práctica de la Cátedra de Comprensión y producción de textos. Cartillas elaboradas por el Equipo SAPI.
CURSO DE INGRESO UNIVERSITARIO 2012
“Transformaciones Sociales del Siglo XX: Las migraciones y la cuestión del otro” CONTENIDOS ÁREA DISCIPLINAR
CURSO DE INGRESO UNIVERSITARIO 2012
“Transformaciones Sociales del Siglo XX: Las migraciones y la cuestión del otro” CONTENIDOS ÁREA DISCIPLINAR BLOQUE 1
REVISTA ACADÉMICA DE LA FEDERACIÓN LATINOAMERICANA DE FACULTADES DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Resguardar nuestra incerteza acerca de la incertidumbre Debates acerca de la interculturalidad y la comunicación* Alejandro Grimson Universidad Nacional de San Martín Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)
Primera entrada: comunicación, interculturalidad e incertidumbre ¿Cuál es el papel de los procesos comunicativos del mundo contemporáneo en la generación de sensaciones de incertidumbre? Ciertamente, más que considerar las modalidades en que los medios masivos son fábricas de incertidumbre, quiero detenerme aquí en otra dimensión analítica que se refiere a la manera como la situación de interculturalidad nos interpela para repensar nuestras certezas acerca de la comunicación. Desde hace tiempo se ha regresado a la etimología de comunicar, y se ha descartado su conceptualización como transmisión de información a través de canales tecnológicos. Poner en común, hacer público, comunión definen la comunicación. La pregunta que surge en el mundo contemporáneo es si realmente podemos estar seguros de que cuando algo se hace público se está poniendo en común. ¿Acaso publicar implica comunión? ¿Es lo mismo poner en común y hacer público? Es lo mismo siempre y cuando hagamos como si no hubiera códigos comunicativos heterogéneos, es decir, si hacemos abstracción de la interculturalidad. Pero eso se trataría realmente de una abstracción. Es equivalente a que un ingeniero naval analice las características técnicas de un barco que transportará un elefante y deje de calcular el peso del animal. En ese caso, los cálculos darán muy bien, pero el barco inevitablemente se hundirá. Vivimos en un mundo intercultural y la comunicación tiene que ser pensada a partir de la coexistencia de multiplicidad de códigos comunicativos, a partir de la heterogeneidad de las estructuras de significación. En ese sentido, la diferencia entre hacer público y poner en común puede traducirse en dos posibilidades conceptualmente extremas de la comunicación: el contacto y la comprensión. Entiendo aquí por contacto a una situación de interacción, presencial o virtual, en la cual la circulación de significantes no indica nada acerca de los significados que se están procesando. Cuando una persona comienza a interactuar con un medio de comunicación o con una persona que pertenece a un universo simbólico que desconoce o cuando alguien inicia un vínculo con una alteridad cultural, se produce claramente un contacto pleno. No obstante, si hay un desconocimiento de la lengua, de las estructuras simbólicas del otro, ese contacto se traduce en una comprensión nula. Una situación donde se multiplican los contactos entre culturas, entre universos simbólicos diferentes, pero donde prevalece un desconocimiento del otro, una profunda incomprensión, es una situación generadora de incertidumbre. Sólo cuando alguien conoce a un amigo puede predecir cómo reaccionará frente a ciertas circunstancias. Sólo cuando alguien se convierte en un televidente con cierta trayectoria y con un “saber del género”, puede intuir las direcciones que puede tomar un guión en una telenovela. Sólo el conocimiento genera la posibilidad de la comprensión. Y sólo la comprensión instaura, no digamos certidumbres, pero sí horizontes de previsibilidad. ¿A qué llamo, entonces, comunicación? Si definiera la comunicación como proceso de interacción simbólica a partir de una situación de contacto, abandonaría cualquier idea de que comunicar implica poner en común, compartir. En este caso, la comunicación volvería a ser un acto meramente mecánico, que existiría cuando no hubiera siquiera actos interpretativos. Esta conceptualización no me permitiría entender por qué se generan incertidumbres. Si, en cambio, definiera que sólo hay comunicación cuando hay plena comprensión entre los interactuantes o, al menos, de parte de uno de ellos, ciertamente no existiría la comunicación humana. Strictu sensu comprensión plena no hay entre amigos, no hay entre hermanos, no hay en el matrimonio, no podría haber entre culturas. Por eso, en un mundo intercultural, la comunicación reclama ser pensada como intersección entre universos simbólicos diferentes, y esto último por razones generacionales, étnicas, nacionales, de género, de clase. A veces, estas intersecciones variables se acercan a la situación de puro contacto con muy poca comprensión y, en el otro extremo, se acercan a la comprensión sin alcanzar, nunca, plena
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conmensurabilidad. Si la comunicación es una intersección entre dos o más universos simbólicos que implica más que contacto y menos que comprensión total, entonces la multiplicación de los contactos es una base sólida que genera incertidumbres; siempre y cuando no haya una fuerte orientación para avanzar en una creciente comprensión. Allí encontramos una tensión: en el mundo intercultural hacer público, publicar, implica sólo parcialmente poner en común. Si lo público es constitutivamente heterogéneo, si la comunidad es diversa, sólo puede ponerse en común de manera contingente, a través de suturas que no llegan nunca a ser clausuras. Esto me lleva a discutir también el concepto de cultura, camino que ya he emprendido en otros trabajos (Grimson, 2003 y 2005) y que no puedo retomar aquí (Grimson y Semán, 2005). Sin embargo, la diversidad no es un dato inmutable; se encuentra imbricada en relaciones de poder y conflictos. En ese sentido, las diferencias culturales no son muchas veces motivos de conflictos políticos, sino que, como en la película Antes de la lluvia, muchas veces las guerras u otros conflictos son productores de nuevas diferencias que antes no existían. Cuando estas situaciones de conflicto abren nuevas brechas interculturales, cuando se profundizan desigualdades de poder, los procesos comunicativos se acercan al límite del mero contacto y toman distancia de la posibilidad de la comprensión. En consecuencia, la incertidumbre no siempre se encuentra en la base de los conflictos, sino que, muchas veces, los conflictos instauran la incertidumbre. Segunda entrada: incertidumbre ¿objetiva o subjetiva? Hay algunas grandes preguntas, dentro de las cuales caben muchas otras. ¿Cómo investigar la incertidumbre? O, dicho de otro modo: ¿puede investigarse la incertidumbre? ¿Qué relaciones hay entre incertidumbre e investigación? La primera tensión surge de si es posible considerar la incertidumbre marco de un proceso de investigación o asumirla efectivamente como objeto de investigación en sí. En abstracto, la incertidumbre constituye todo proceso de investigación. El dilema surge de la relación entre esa imprevisibilidad y la constitución de la incerteza en un presupuesto teórico. Considerar, a priori, por ejemplo, que el mundo en el que vivimos es, de manera generalizada, un mundo de riesgos e incertidumbre es, paradójicamente, una afirmación contundente: un postulado poco abierto a diálogo y al contraste empírico. Conviene, en cambio, transformar ese presupuesto en un interrogante de investigación para abrir la indagación acerca de qué sujetos sociales, en qué contextos específicos, perciben, sienten, vivencian incertidumbres respecto de qué situaciones o relaciones. Es distinto pensar la incertidumbre como constitutiva del horizonte humano, atendiendo y estudiando sus grados, formas y efectos, que presuponer que vivimos en una sociedad de la incertidumbre. Esto último constituye, en sí, una intervención que produce efectos en las subjetividades y se convierte en un obstáculo epistemológico de la investigación. Si proyectamos un presupuesto de incertidumbre sobre nuestros objetos, el mundo se aparecerá como un conjunto de objetos y sujetos relativamente homogéneos, homogeneizados por el supuesto. En ese sentido, resulta importante distinguir conceptos teóricos y conceptos experienciales de incertidumbre. Una cuestión es pensar la incertidumbre como concepto científico; otra, como caracterización interpretativa del mundo contemporáneo, y otra, como vivencia y subjetividad de actores sociales específicos. Vicio profesional de antropólogo: diría que una clave para estudiar la subjetividad es hacerlo con incertidumbre acerca de nuestro objeto, autorizando las “inseguridades del investigador”, en cuanto puede establecerse una correlación entre certezas previas al proceso de diálogo envuelto en todo trabajo de campo y lo que llamamos etnocentrismo. Es decir, la investigación de las subjetividades, como proceso intersubjetivo, implica dejarse llevar por la dinámica del proceso de investigación, al menos en una fase inicial, y tolerar nuestras propias vacilaciones. Estar dispuestos a encontrar sujetos que afirman grandes certidumbres. Actores que construyen nuevos relatos totalizadores acerca del mundo, que postulan grandes verdades desde perspectivas que se clausuran a las preguntas.
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Por eso conviene distinguir dos tipos de riesgos teóricos. Por una parte, los derivados de certezas poco implicadas con la investigación intersubjetiva, que podríamos llamar riesgos de laboratorio. Se trata de la multiplicidad de ideas que resultan en ocurrencias mejores y peores, más y menos logradas, de buenos y malos ensayistas. Algunos no llegan a publicarse, otros son éxitos editoriales. Son riesgos de laboratorio o gabinete en el sentido de que se trata de un sujeto que hipotetiza acerca del mundo y, generalmente, generaliza. Hay otro tipo de riesgos, aquellos derivados de socavar los riesgos de laboratorio, incluso cuando sean éxitos editoriales, a través de los riesgos de campo, que generan hipótesis de imbricación en los sujetos. La investigación empírica siempre arriesga y nada garantiza. Como me enseñaba un viejo maestro: 1 hay buenos y malos ensayos, y hay buenas y malas investigaciones. Lo único que la investigación garantiza, si se realiza adecuadamente, es ser el resultado de un diálogo, es la intersubjetividad. El primer riesgo es el efecto de teoría que impone la incertidumbre como moda. Entre los seres humanos siempre hubo incertidumbre, lo que se transforma históricamente son los modos en que se presenta y actúa en las subjetividades contemporáneas y en las perspectivas académicas. Hay incertezas básicas humanas que se han mantenido a través del tiempo. Los miedos a los desastres naturales y a las relaciones intersocietales e interculturales, es decir, los temores, constitutivos de la subjetividad, acerca de aquello de la naturaleza que no podemos controlar y aquello que no podemos controlar de las alteridades. Ahora, también ha habido períodos de notable incertidumbre acerca de cómo actuará el poder en nuestra propia sociedad, es decir, el temor vinculado a cómo actuará el rey o el Estado en sus diversas facetas. Por ello, creo que es necesario resguardar nuestra incerteza acerca de la incertidumbre. No deberían reconstruirse anacrónicamente. El anacronismo, como enseñan los historiadores, consiste en proyectar nuestras categorías y significados de las categorías a una sociedad del pasado, del mismo modo que el etnocentrismo consiste en proyectar nuestras categorías a una sociedad distinta, que tiene sus propias formas de pensamiento y sus propios sentidos. Afirmar que vivimos en una sociedad de la incertidumbre implica un abandono del pensamiento histórico y un fuerte cronocentrismo. Quiero revisar estas preguntas a través de algunas consideraciones acerca de los contextos, los actores y las alteridades, mediante una narración de mi propio trabajo de campo, de una leyenda china y una consideración acerca de usos políticos de la incertidumbre. Contextos y fronteras Subjetivamente, hay contextos específicos en que la incertidumbre se instala como horizonte inmediato. Contextos de guerra, desastres naturales, terrorismo estatal o no, riots, movilizaciones masivas, violencia urbana. Hay contextos que envuelven a las personas, marcos de los que pocos escapan. Hay personas que siempre viven en contextos de incertidumbre. Si localizo contextos o situaciones de profunda incerteza, es posible distinguirlos como situaciones vigentes o como momentos del pasado (reciente o no). Para estudiar las subjetividades es muy distinto si convivimos en la incertidumbre con los sujetos que se estudian, que si vamos a conversar con ellos acerca de una vivencia del pasado o si sólo podremos reconstruir esas subjetividades del pasado sin sujetos presentes. Localizar situaciones de incertidumbre, penetrar en ellas, permite desarrollar una etnografía de subjetividades atemorizadas, a veces desesperadas, sin previsibilidad. Pero esa previsibilidad cambia a través del tiempo, no es constante. Durante una guerra, en sus distintos días y meses, cambian las sensaciones de las personas que habitan distintos lugares de ese conflicto, la manera como actúan, las formas en que aprenden a prever. En el propio transcurso de una crisis más o menos prolongada cambian los horizontes y los modos de actuar cotidianamente. La apertura o la finalización de una crisis implican una transformación de las formas de imaginación social. Además, esas situaciones de crisis pueden clausurarse y entonces resultará clave poder establecer cómo se instituyen nuevos horizontes, otras preguntas, otras formas de acción social. Ahora, ¿cómo conceptualizar culturalmente la incertidumbre? Desde una perspectiva cultural, podría afirmarse que la incertidumbre implica que se acercan las fronteras de la diferencia. Para utilizar una expresión de Van Gennep, cuando alguien transita entre dos mundos, entre dos territorios, entre dos
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universos simbólicos, necesariamente atraviesa umbrales y fronteras. Cada cruce implica expectativas y horizontes difusos. Cada separación de un espacio e integración a otro espacio implica una situación de liminalidad, un tránsito, un estar en ninguna parte. Las vivencias de la incertidumbre habitan las situaciones de frontera. No sólo las fronteras territoriales, sino también las temporales o identitarias. Acercarnos a un cruce de fronteras genera una doble situación de incertidumbre. Hay un temor al momento de cruzar en sí, a los controles migratorios y aduaneros, una expectativa de que podría ejercerse sobre nosotros un poder desmesurado por parte de aquellos que controlan el cruce. Y dependiendo de nuestro conocimiento previo de aquello que se encuentra del otro lado de la frontera, puede haber una situación de amplia o nula incertidumbre. Si se trata de una nueva frontera, tanto el cruce como el haber cruzado generan amplia incertidumbre. Una dimensión central de ese fenómeno se refiere a la comunicación: a nuestra capacidad de comprensión de las reglas e interrogantes de la situación; a nuestra competencia comunicacional para intervenir de manera efectiva. En otras palabras, en un mundo en el cual las migraciones, los medios y el turismo constituyen cotidianamente nuevas fronteras culturales y comunicacionales, hay una fabricación diaria de situaciones de incerteza; pero los flujos no provocan imprevisibilidad; lo son las estructuras hegemónicas de percepción y significación de esos flujos. En la medida en que la alteridad, por incomprensión, genera temor, miedo o incluso pánico, se pretende reducir la incertidumbre construyendo universos con fronteras sólidas, impermeables a la diferencia. Desde barrios cerrados hasta países cerrados pretenden garantizar la certidumbre de permanecer siempre “entre nosotros”, sin “los otros”, “golden guetos”. Paradoja entonces: la incertidumbre que genera una frontera social y cultural; se pretende reparar reforzando dicha frontera, es decir, involuntariamente produciendo un contexto más delimitado, pero más poderoso de incertidumbre. “Del otro lado” de la frontera, siempre pretendiendo cruzarla, vivirán los alterados (Briones), los estigmatizados. En ese sentido, la incertidumbre como categoría de los actores implica estudiar a aquellos que la sienten, la actúan, la producen, la reproducen. Quiero dar un ejemplo de mi propio trabajo de campo en dos ciudades de la frontera argentinobrasileña, cuando cruzaba varias veces la frontera en ómnibus acompañando a los pasadores. El trabajo de ellos consiste en comprar unas pocas mercaderías para revender en la ciudad vecina, el país vecino. Es gente que vive de cruzar la frontera, pero nunca puede estar segura de llegar con su mercadería a destino. Eso depende de varios factores que ellos no controlan: cuál es la política de la aduana, qué funcionarios se encuentran de turno, cuánta gente se encuentre intentando cruzar. En la jerga de los pasadores hay momentos en que la aduana “está linda” y momentos en que “está fea”, momentos en que es sencillo atravesarla y otros momentos en los cuales es imposible. Momentos en los cuales hay mayor o menor previsibilidad, mayor o menor incertidumbre. Ellos desarrollan un complejo know how para ir de un lado a otro de manera exitosa, pero no siempre lo consiguen. Y el riesgo es perder en el camino todo lo que han comprado. Cruzar la frontera es un momento angustiante no sólo para los pasadores, sino para todos los habitantes de la zona. No resulta posible saber cuánto demorarán los trámites para atravesar un puente de sólo dos kilómetros, cuáles serán las exigencias de los funcionarios y si quienes cruzan serán sometidos a situaciones diversas de violencia simbólica por parte de quienes ejercen los controles. En síntesis, dirigirse 2 a la frontera es ingresar en una zona de profunda incertidumbre. ¿Es fronteriza la vida de los pobladores fronterizos? Seguramente, no tan fronteriza como se imagina desde lejos. O, al menos, fronteriza de un modo diferente: menos porque los límites sean constantemente atravesados que porque la dificultad por cruzar —la frontera material y las fronteras simbólicas— se encuentre constantemente presente. Sólo aquellos que pueden evitar el cruce de frontera consiguen resguardarse de la incertidumbre. Quienes se quedan en su lugar. El mundo de la previsibilidad, allí donde los cruces aparecen como profundamente inciertos, implica permanecer alejados de los espacios de liminalidad. El mundo de la plena certidumbre es un universo monótono, gris, desconectado. La utopía de la certidumbre total implica el fin de la diferencia, el fin de la comunicación.
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La diferencia cultural como caos Generalmente se oponen el orden y el caos como las estructuras homeostáticas y la falta o destrucción de estructuras, como lo previsible y lo imprevisible, como lo dominado y lo ingobernable. Menos frecuente, sin embargo, es la distinción entre esta oposición en un plano heurístico y en las formas de percepción social. Los sociólogos o economistas pueden considerar que una situación social o económica determinada resulta, por un conjunto de variables, altamente previsible. Sin embargo, hace mucho tiempo, los economistas saben que una variable decisiva de cualquier previsibilidad es la confianza de la sociedad acerca de ella. Por más solidez que tenga una situación económica, una explosión de amplia desconfianza puede hacerla tambalear o estallar, y resulta evidente que la visión de los actores acerca de aquella solidez le es constitutiva. No hay previsibilidad objetiva sin previsibilidad subjetiva. Lo contrario también es cierto: una situación macroeconómica relativamente frágil puede sostenerse en el tiempo si se obtiene una percepción de sustentabilidad. Evidentemente, la percepción social de la previsibilidad no es la única variable, pero también resulta innegable que no hay solidez sin una percepción social en ese sentido. No es muy distinto lo que sucede con la inserción social y cultural de los emigrantes en los países a los que llegan. Lo más habitual en la actualidad es que mientras, desde un punto de vista económico y social, ellos realizan un aporte decisivo en muchas sociedades, la percepción social presenta crecientes elementos de rechazo y xenofobia hacia esos contingentes humanos. Podría decirse que los emigrantes, muchas veces, refuerzan procesos productivos y la solidez macroeconómica, mientras que las estructuras de percepción se traducen en sensaciones crecientes de rivalidad y diferenciación. Si nuestra sociedad tiene alguna peculiaridad comunicativa no es sólo la más evidente, la cuestión tecnológica. Lo peculiar es que la reducción de las distancias implicadas en la tecnología incrementa las fronteras culturales y su visibilidad. Cuanto más se ha reducido la distancia física o cuanto más se ha intensificado la comunicación directa y massmediática, más se han incrementado las distancias simbólicas, culturales e identitarias. Es difícil exagerar la sensación de incertidumbre del sujeto migrante. Llega a un país distinto, generalmente donde se habla otra lengua, donde existen otras leyes que, además, no lo amparan por falta de documentos y de ciudadanía. Pero las sociedades que reciben emigrantes tienden, en el mundo actual, a percibir las diferencias culturales como obstáculos y como generadoras de incertidumbre. Estas dos estructuras de imprevisibilidad, sin embargo, tienden a resolverse de maneras diferentes. Los emigrantes reducen su incertidumbre reposando en su red social, buscando vivienda, empleo y documentación a través del know how de sus familiares, paisanos y compatriotas. Los emigrantes reducen su incertidumbre desarrollando un conocimiento relativamente sofisticado de la nueva sociedad donde viven y estableciendo distintas comparaciones entre ambas sociedades. En cambio, las sociedades nacionales que encuentran en la inmigración una mayor incertidumbre tienden hoy a sostener un fuerte desconocimiento de las culturas emigrantes y a pretender reducir el “nuevo caos” que le adjudican a los emigrantes a través de asimilarlos, dominarlos o expulsarlos. Esta percepción y las prácticas culturales que se derivan de ella recuerdan a una antigua leyenda china que no sólo permite pensar en la migración, sino en la diferencia y en el contraste entre orden y caos. Hubo una época en la que el mundo de los espejos y el mundo de los humanos eran diferentes entre sí. Ambos mundos no estaban separados por ninguna barrera invisible. Los seres humanos y los especulares solían visitarse. Pero los seres de los espejos no se parecían físicamente a los seres humanos ni copiaban sus actitudes. Eran libres de hacer lo que querían y sus conductas eran totalmente predecibles. Pero un día los habitantes de los espejos decidieron invadir la Tierra. Cuando los humanos despertaron se aterrorizaron. Por todas partes reinaba el caos. Los seres especulares eran caóticos. Nadie sabía cómo dominarlos. Finalmente, el emperador, que tenía poderes mágicos, logró arrojarlos otra vez al impreciso mundo de los espejos. Y para que nunca más pudieran invadir el mundo humano, los hechizó. Desde entonces, los habitantes de los espejos están condenados a copiar mecánicamente los actos y las apariencias de los humanos. Aunque una imperfección en el hechizo hace que a veces esos seres se filtren 3 en nuestros sueños, conductas o en la propia naturaleza. (Díaz, 1999, s. p.)
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Noten que este relato acerca de dos mundos está realizado claramente desde uno de ellos. Los habitantes de los espejos decidieron invadir la Tierra, el narrador expropia a los seres especulares de racionalidad y estipula al viaje o al traslado como invasión. Se afirma que los seres especulares eran caóticos, cuando desde nuestra perspectiva cabe la pregunta acerca de si eran objetivamente imprevisibles o si eran percibidos como seres caóticos justamente por no ser comprendidos. Cuando no conocemos y no comprendemos al otro, lo consideramos caótico y su presencia genera incertidumbre; pero el punto subrayado en la leyenda es que “nadie sabía cómo dominarlos”, era de allí que emergía el temor. Hasta que el poder impuso orden y previsibilidad. Haciendo uso de capacidades únicas, se les condenó a ser previsibles. Pero como la vida sigue, el hechizo estaba condenado a la imperfección. La diversidad como fábrica de incertidumbre Retomo lo que he dicho hasta ahora en un ejemplo. Cuando en la comunicación se multiplican los contactos sin comprensión, se instala una matriz generadora de incertidumbre. Cuando la diversidad, ya sea de los seres de los espejos, ya sea de los emigrantes o extranjeros, es significada como riesgo, la visibilidad de fronteras de la diferencia aparece como una presencia creciente de temores. En las situaciones más cotidianas se procesa una incertidumbre como miedo a la diferencia, en el sentido de no resultar competente para abordar situaciones de interculturalidad, contextos donde diversos códigos comunicativos conviven e interactúan. En un proceso continuo, evitar la liminalidad se constituye en un objetivo político que retroalimenta, como feedback positivo, la matriz previa. La política cultural —en un sentido amplio del término— de la incomprensión deviene la política —en el sentido más estricto— de una guerra entre culturas. En un imaginario renovado, la eliminación del otro se instituye como único mecanismo de certidumbre. En esa dinámica, políticas de la incertidumbre y políticas de fortalecimiento de las fronteras culturales se retroalimentan. Hay un autor que expresa esta visión como ningún otro. Evidentemente, me refiero a Samuel Hungtinton. Recordemos que él afirma que para pensar “seriamente sobre el mundo, y actuar eficazmente en él, necesitamos un mapa simplificado de la realidad” (2004, p. 30). ¿En qué consiste su simplificación? El mundo que se dividía en ideologías políticas y sistemas socioeconómicos ha quedado atrás, dice Hungtinton. Ahora, “la cultura es a la vez una fuerza divisora y unificadora” (2004, p. 23). Si después de la Segunda Guerra Europa se dividía por el telón de acero, “esa línea se ha desplazado varios cientos de kilómetros hacia el este”, separando “a los pueblos cristianos occidentales, por un lado, de los pueblos musulmanes y ortodoxos, por el otro” (Hungtinton, 2004, p. 23). El mundo actual se dividiría, entonces, en civilizaciones. “En la época que está surgiendo, los choques de civilizaciones son la mayor amenaza para la paz mundial, y un orden internacional basado en las civilizaciones es la protección más segura contra la guerra mundial” (Hungtinton, 2004, p. 386). Hungtinton, como citamos, afirma que este mapa simplificado no sólo serviría para “pensar el mundo”, sino para actuar en él. Y este autor actúa convirtiéndose en un adivinador del futuro, uno que será desastroso para Occidente, a menos de que él mismo sea escuchado. Veamos. Según Hungtinton, Estados Unidos podría desaparecer. Al igual que la antigua Unión Soviética y el Reino Unido, está hecho de entidades reunidas por procesos de federación y conquista: Pocos previeron la disolución de la Unión Soviética y esta última deriva hacia la posible descomposición del Reino Unido una década antes de que empezaran a producirse. También son pocos los estadounidenses que se atreven a prever actualmente cambios fundamentales (o una disolución) en Estados Unidos. Pero el final de la Guerra Fría, el desmoronamiento de la Unión Soviética, la crisis económica asiática de la década de 1990 y el 11 de septiembre nos recuerdan que la historia está cargada de sorpresas. Pudiera ser que lo realmente sorprendente fuese que Estados Unidos siguiera siendo en 2025 el país que era en 2000 en vez de un país (o de una serie de países) muy diferentes con una serie de concepciones de sí mismo y de su identidad muy distintas de las que tenía un cuarto de siglo antes. (Hungtinton, 2004, pp. 34-35) Hungtinton se constituye así en un adivinador: desliza cuán sorprendente fue el 11-9, aunque quizás sus lectores lo lean porque creen que él mismo lo predijo. Ahora, está prediciendo algo que nadie se atreve a insinuar: Estados Unidos puede desaparecer. ¿Podría haber alguna razón más poderosa para que todos
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aquellos que después del 11 de septiembre compraron masivamente las banderas con las rayas y las estrellas estén alerta? Pero, ¿por qué podría desaparecer? La respuesta se refiere a los cambios en el contexto y las amenazas de que cambie la sustancia de la identidad estadounidense. “El final de la Guerra Fría privó a Estados Unidos del imperio del mal contra el que podía definirse a sí misma” (p. 34). “Ninguna sociedad es inmortal [...], los Estados Unidos sufrirán la suerte de Esparta, Roma y otras comunidades humanas” (Hungtinton, 2004, s. p.). Como se ve, Hungtinton aplica la noción, elemental de la teoría de la identidad, de que cualquier definición de “nosotros” se hace en relación con un “ellos”. Desaparecido el “ellos” decisivo del siglo XX, ¿cómo mantener vivo el sentimiento de pertenencia? Evidentemente, se trata de reinventar la alteridad. Como se sabe, a la hora de estas reinvenciones sólo puede buscarse en la historia social y cultural de nuevas fronteras culturales. Aquí estamos ante un proceso de producción-incertidumbre como dispositivo de intervención política. Hungtinton es performativo. En la medida en que el gobierno de Estados Unidos interpela con sus acciones, en términos culturales efectivamente instituye una culturalización del conflicto. No se trata de la cuestión del huevo y la gallina. No son las diferencias culturales la causa de la guerra. La guerra genera la percepción de diferencias culturales que antes no se consideraban como tales y transforma el sentido de cualquier distinción. Así, pensada como categoría de los actores, la incertidumbre es sumamente variable. Los procesos colectivos para reducirla incluyen el fortalecimiento de identidades sociales, culturales, nacionales. Instalan las fronteras de un nuevo fundamentalismo cultural. Generan la ilusión de estar en casa, en una cultura supuestamente pura, alejando a los fantasmas de la diferencia. Reflexiones finales Las incertidumbres de la interculturalidad nos interpelan para repensar la comunicación. El fortalecimiento de fronteras múltiples es una política de comunicación que presupone la inconmensurabilidad. Postula el rechazo de todo contacto porque sólo sería capaz de promover mayor incomprensión. Ahora bien, si considero la incertidumbre frente a la diferencia, la única alternativa no consiste en reforzar las fronteras. La incertidumbre surge de un desconocimiento. Cuando este se asume como tal, puede recurrirse a reducir la incertidumbre a través de asumir esa posición de debilidad e incompetencia y, consecuentemente, de intentar conocer al otro para no temerle. Eso puede ser la acción de un viajante, pero también puede ser resultado de un proceso social de adecuación, donde una matriz perceptiva más amplia permite retrotraer los prejuicios: una disposición más plena a la interacción con una consecuente reducción del temor y de la incertidumbre. En este caso la incertidumbre no intenta reducirse a través de la paradoja de crear nuevas fronteras, sino haciéndolas más porosas y débiles. Una anécdota. Cuando un famoso intelectual debió afrontar su examen de ingreso a sus estudios de posgrado, los profesores sólo le hicieron una pregunta de cuatro palabras: ¿qué es la incertidumbre? El maestro utilizó sólo una para responder, únicamente escribió cuatro letras en una hoja en blanco donde los profesores leyeron: “esto”. Incertidumbre también es el resultado de las apuestas, de escaparse a lo obvio y lo esperable, es una consecuencia de la creatividad. En fin, si unos fabrican incertidumbre para producir control y poder, y a esto no sólo puede responderse con nuevas fronteras, sino también con nuevas ideas, con nuevas acciones que instalen horizontes de otras incertidumbres, entonces podemos leer conceptualmente la incertidumbre, ahora sí más allá de los discursos de los actores, como un territorio de disputas comunicacionales, simbólicas y políticas de los mundos contemporáneos. Mantener la incerteza acerca de la incertidumbre es clave para no presuponer un mundo homogéneo que nos estalla en sus fragmentos y sus fundamentalismos.
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NOTAS: *
Quiero agradecer a María Rosa Glasserman por acercarme un conjunto de bibliografía acerca de la incertidumbre, que resultó muy estimulante para pensar algunos de los temas que desarrollo aquí.
1. Esto me decía Roberto Cardoso de Oliveira, el gran antropólogo brasileño fallecido en 2006. 2. Estas situaciones han sido analizadas en Grimson (2003). 3. Aquí la leyenda se presenta levemente abreviada.
BIBLIOGRAFÍA: Díaz, E. (1999), Posmodernidad, Buenos Aires, Biblos. Fried Schnitman, D. (1995), Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, Buenos Aires, Paidós. Grimson, A. (2002), “Las sendas y las ciénagas de la ‘cultura’”, en La Plata, Universidad de La Plata, pp. 55-75. — (2003), La nación en sus límites, Buenos Aires, Gedisa. — y Semán, P. (2005), “Presentación. La cuestión ‘cultura’”, en Etnografías Contemporáneas, núm. 1, pp. 11-24. Hungtinton, S. (2004), ¿Quiénes somos? Los desafíos de la identidad nacional estadounidense, Buenos Aires, Paidós. Ortner, S. (1999), “Introduction”, en Ortner, S (edit.), The Fate of ‘Culture’. Geertz and Beyond, Los Angeles, University of California Press, pp. 1-13.
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ALTERIDADES, 1993 3 (5): Págs. 59-68
La comunicación en las transformaciones del campo cultural
JESÚS MARTÍN-BARBERO*
Introducción Hasta fines de los años setenta las ideas fuertes, las que fundaron y hegemonizaron los estudios de comunicación, respondieron más a un modelo de conocimiento instrumental que a un proyecto de comprensión. En los últimos años, ese modelo se ha visto rebasado tanto por el movimiento de los procesos sociales, como por los desplazamientos en el terreno teórico. La comunicación y la información –de la mano de las innovaciones tecnológicas: satélites, informática, videoprocesadores– han pasado a ocupar el lugar central en la configuración de los nuevos modelos de sociedad. (Baudrillard, 1985 y 1990) Pero esa centralidad de los dispositivos de la comunicación está implicando el replanteamiento de su sentido y su razón. De ahí que en el terreno teórico, la comunicación esté hoy vinculada, paradójicamente, a la búsqueda y defensa de una racionalidad diferente a la instrumental; es decir, a la racionalidad que emerge de la experiencia de socialidad que contiene la praxis comunicativa cotidiana (Habermas, 1987 y 1989) y al cambio cultural que conecta las nuevas condiciones del saber (Lyotard, 1984 y Ginzburg, et al., 1984) con las nuevas formas del sentir, de la sensibilidad (Rorty, 1991; Touraine, 1992 y Calabrese, 1987) y con los nuevos modos de juntarse, esto es, con las nuevas figuras de la socialidad. (Maffesoli, 1990 y Inglehart, 1991) En América Latina lo que pasa en/por los medios no puede ser comprendido al margen de discontinuidades culturales, que median la significación de los
* Universidad del Valle, Cali, Colombia.
discursos masivos y el sentido de sus usos sociales. Pues lo que los procesos y las prácticas de comunicación colectiva ponen en juego no son únicamente desplazamientos del capital e innovaciones tecnológicas, sino profundas transformaciones en la cultura cotidiana de las mayorías: cambios que sacan a flote estratos profundos de la memoria colectiva, al tiempo que movilizan imaginarios fragmentadores y deshistorizadores de la experiencia, la acelerada desterritorialización de las demarcaciones culturales –moderno/tradicional, noble/vulgar, culto/popular/ masivo, propio/ajeno– y desconcertantes hibridaciones en las identidades.
Comunicación y ciencias sociales Desde mediados de los ochenta la configuración de los estudios de la comunicación muestra cambios de fondo que provienen no sólo, ni principalmente, de deslizamientos internos, sino de un movimiento general en las ciencias sociales. El cuestionamiento de la razón instrumental no atañe únicamente al modelo informacional, sino que pone al descubierto lo que tenía de horizonte epistemológico y político del ideologismo marxista. De otro lado, la cuestión trasnacional desbordará en los hechos y en la teoría la cuestión del imperialismo, obligando a pensar una trama nueva de actores, de contradicciones y conflictos. Los desplazamientos con que se buscará rehacer conceptual y metodológicamente el campo de la comunicación vendrán del ámbito de los movimientos sociales y de las nuevas dinámicas culturales, abriendo así la investigación a las transformaciones de la experiencia social.
La comunicación en las transformaciones del campo cultural
Se inicia entonces un nuevo modo de relación con y desde las disciplinas sociales, no exento de recelos y malentendidos, pero definido más por apropiaciones, que por recurrencias temáticas o préstamos metodológicos: desde la comunicación se trabajan procesos y dimensiones, que incorporan preguntas y saberes históricos, antropológicos, estéticos..., al tiempo que la historia, la sociología, la antropología y la ciencia política se hacen cargo de los medios y los modos como operan las industrias culturales. Muestra de ello serán los trabajos sobre historia barrial de las culturas populares en Buenos Aires –de comienzos a mediados de siglo– (Armus, 1990), o la historia de las transformaciones sufridas por la música negra en Brasil hasta su legitimación como música nacional, urbana y masiva. (Squef y Wisnik, 1983) En la antropología, las investigaciones acerca de los cambios en el sistema de producción y la economía simbólica de las artesanías mexicanas (García Canclini, 1982), o sobre los rituales del carnaval (Da Matta, 1981), la religión y la cultura del cuerpo en Brasil. (Muñiz Sodré, 1983 y Ortiz, 1981) En la sociología, los trabajos promovidos por CLACSO sobre innovación cultural y actores sociales (1989), las investigaciones sobre consumos culturales (Catalán, 1988; Landi, et al., 1990; García Canclini, et al., 1990 y Muñoz, 1993 ) y los trabajos sobre la trama cultural y comunicativa de la política. (Lechner, 1988[a]; Landi, 1991; Landi, et al., 1988 y Sunkel, et al., 1989) Sin embargo, más decisivo que la tematización explícita de procesos o aspectos de la comunicación en las disciplinas sociales, es la superación de la tendencia a adscribir los estudios de comunicación a una disciplina y la conciencia creciente de su estatuto transdisciplinar. Esto es lo que muestra la reflexión de Raúl Fuentes (1991) sobre la multidimensionalidad y complejidad disciplinaria que da forma a la desapercibida comunidad de los investigadores de la comunicación en México, o a lo que nos enfrenta y convoca el reciente libro de García Canclini (1989) al interrogar el espacio de la comunicación desde la desterritorialización e hibridaciones que producen en América Latina la entrada y salida de la modernidad. En esta nueva perspectiva, industria cultural y comunicaciones masivas son el nombre de los nuevos procesos de producción y circulación de la cultura, que corresponden no sólo a innovaciones tecnológicas, sino a nuevas formas de la sensibilidad y a nuevos tipos de disfrute y apropiación, que tienen si no su origen, al menos su correlato más decisivo en las nuevas formas de sociabilidad con que la gente enfrenta la heterogeneidad simbólica y la inabarcabilidad de la ciudad.
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Es desde las nuevas formas de juntarse y de excluirse, de reconocerse y desconocerse, que adquiere espesor social y relevancia cognoscitiva lo que pasa en y por los medios y las nuevas tecnologías de comunicación. Pues es desde ahí que los medios han entrado a constituir lo público, esto es, a mediar en producción del nuevo imaginario, que en algún modo integra la desgarrada experiencia urbana de los ciudadanos, ya sea sustituyendo la teatralidad callejera por la espectacularización televisiva de los rituales de la política, o desmaterializando la cultura y descargándola de su sentido histórico mediante tecnologías que como los videojuegos o el videoclip, proponen la discontinuidad como hábito perceptivo dominante. Transdisciplinariedad en los estudios de comunicación no significa, entonces, la disolución de sus objetos en los de las disciplinas sociales, sino la construcción de las articulaciones –mediaciones e intertextualidades– que hacen su especificidad; ésa que hoy, ni la teoría de la información ni la semiótica pueden pretender ya –aun siendo disciplinas fundantes–, como lo demuestran las más avanzadas y recientes investigaciones realizadas en Europa y Estados Unidos (Wolf, 1990; Schlesinger, 1990 y Grosgerg, Nelson y Treichler, 1992), que presentan (de la misma manera que las de América Latina), una cada vez mayor convergencia con los avances de los estudios culturales, que hacen posible la superación de la razón dualista que impedía pensar las relaciones y conflictos entre industrias culturales y culturas populares, por fuera de los idealismos hipostasiadores de la diferencia como exterioridad o resistencia en sí. Fue necesario soltar pesados lastres teóricos e ideológicos, para que fuera posible analizar la industria cultural como matriz de desorganización y reorganización de la experiencia social (García Canclini, 1991), en el cruce con las desterritorializaciones y relocalizaciones que acarrean las migraciones sociales y las fragmentaciones culturales de la vida urbana. Una experiencia que reorganiza el campo de tensiones entre tradición e innovación, entre el gran arte y las culturas del pueblo y de la masa, y que ya no puede ser analizado desde las categorías centrales de la modernidad –progreso/reacción, vanguardia/kitsch–, pues ellas no corresponden a la nueva sensibilidad, ni sus modalidades de comunicación a las tradiciones culturales. Es esa misma experiencia la que está obligando a repensar las relaciones entre cultura y política, a conectar la cuestión de las políticas culturales con las transformaciones de la cultura política, justamente en lo que ella tiene de espesor comunicativo, esto es, de trama de interpelaciones en que se constituyen los
Jesús Martín-Barbero
actores sociales; lo que a su vez se revierte sobre el estudio de la comunicación masiva, impidiendo que pueda ser pensada como mero asunto de mercados y consumos y exigiendo su análisis como espacio decisivo en la redefinición de lo público y en la construcción de la democracia. (Martín-Barbero, 1991) La expansión e interpenetración de los estudios culturales y de la comunicación no son fortuitos ni ocasionales, responden al lugar estratégico que la comunicación ocupa tanto en los procesos de reconversión cultural –que la nueva etapa de modernización requiere en estos países–, como en la crisis que la modernidad sufre en los países centrales. No es posible comprender el escenario actual de esos estudios sin pensar esta encrucijada.
Modernidad periférica: crisis y diferencia Modernidad plural o, mejor, modernidades: he aquí un enunciado que introduce en el debate una torsión irrestible, una dislocación inaceptable, incluso para los más radicales de los posmodernos. Porque la crisis de la razón y del sujeto, el fin de la metafísica y la deconstrucción del logrocentrismo tienen como horizonte la modernidad, una que comparten defensores e impugnadores.
Pensar la crisis desde América Latina tiene como condición el arrancarnos aquella lógica según la cual nuestras sociedades serían irremediablemente exteriores al proceso de la modernidad, de ahí que su modernidad sólo pueda ser deformación y degradación de la verdadera. Romper esa lógica implica preguntar si la incapacidad de reconocerse en las alteridades que la resisten desde dentro no forma parte de la crisis: de la crisis no pensada desde el centro. Pensable sólo desde la periferia, en cuanto quiebre del proyecto de universalidad, en cuanto diferencia que no puede ser disuelta ni expulsada. ¿Qué es lo que más profundamente caracteriza a la heterogeneidad de América Latina? Su modo descentrado, desviado, de inclusión en, y de apropiación de la modernidad. Pensar la crisis significa para nosotros dar cuenta de nuestro particular malestar en/con la modernidad. (Bruner, 1986: 37 y ss.) Ese malestar que no es pensable ni desde el inacabamiento del proyecto moderno que reflexiona Habermas –pues ahí la herencia ilustrada es restringida a lo que tiene de emancipadora, dejando fuera lo que en ese proyecto racionaliza el dominio y su expansión–, ni desde el reconocimiento que de la diferencia hace el pensamiento posmoderno, pues en él la diversidad tiende a confundirse con la fragmentación, que es algo muy distinto a la interación en que se teje y sostiene la pluralidad. El proceso más vasto y denso de modernización en América Latina se da a partir de los años cincuenta y sesenta, y se halla vinculado decisivamente al desarrollo de las industrias culturales. Son los años de la diversificación y afianzamiento del crecimiento económico, la consolidación de la expansión urbana, la ampliación sin precedentes de la matrícula escolar y la reducción del analfabetismo. Y junto a ello, acompañando y moldeando ese desarrollo, se produce la expansión de los medios masivos y la conformación del mercado cultural. Según J. J. Brunner, es sólo a partir de ese cruce de procesos que puede hablarse de modernidad en estos países. Pues más que como experiencia intelectual ligada a los principios de la ilustración (Brunner, 1987; Brunner, Catalán y Barrios, 1989), la modernidad en América Latina se realiza en el descentramiento de las fuentes de producción de la cultura desde la comunidad hacia los aparatos especializados; en la sustitución de las formas de vida elaboradas y transmitidas tradicionalmente por
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estilos de vida conformados desde el consumo; en la secularización e internacionalización de los mundos simbólicos, y en la fragmentación de las comunidades y su conversión en públicos segmentados por el mercado. Si bien algunos aspectos de todos estos procesos arrancan desde principios de siglo, no alcanzan su visibilidad verdaderamente social sino cuando la educación se vuelve masiva, llevando la disciplina escolar a la mayoría de la población, y cuando la cultura logra su diferenciación y autonomización de los otros órdenes sociales, a través de la profesionalización general de los productores y la segmentación de los consumidores. Esto sucede en el momento en que el Estado no puede ya ordenar ni movilizar el campo cultural, debiendo limitarse a asegurar la autonomía del campo, la libertad de sus actores y las oportunidades de acceso a los diversos grupos sociales, dejándole al mercado la coordinación y dinamización de ese campo. La modernidad entre nosotros resulta ser “una experiencia compartida de las diferencias, pero dentro de una matriz común proporcionada por la escolarización, la comunicación televisiva, el consumo contínuo de información y la necesidad de vivir conectado en la ciudad de los signos.” (Brunner, 1990: 38) De esa modernidad no parecen haberse enterado ni hecho cargo las políticas culturales ocupadas en buscar raíces y conservar autenticidades, o en denunciar la decadencia del arte y la confusión cultural. Y no es extraño, pues la experiencia de modernidad a la que se incorporan las mayorías latinoamericanas se halla tan alejada de las preocupaciones conservadoras de los tradicionalistas, como de los experimentalismos de las vanguardias. Posmoderna a su modo, esa modernidad se realiza efectuando fuertes desplazamientos sobre los compartimentos y exclusiones que durante más de un siglo instituyeron aquellos, generando hibridaciones entre lo autóctono y lo extranjero, lo popular y lo culto, lo tradicional y lo moderno. Todas estas categorías y demarcaciones se han vuelto incapaces de dar cuenta de la trama que dinamiza el mundo cultural, del movimiento de integración y diferenciación que viven nuestras sociedades. La modernización reubica el arte y el folclor, el saber académico y la cultura industrializada, bajo condiciones relativamente semejantes. El trabajo del artista y del artesano se aproximan cuando cada uno experimenta que el orden simbólico específico en que se nutría es redefinido por la lógica del mercado. Cada vez pueden sustraerse menos a la información y a las iconografías modernas, al desencantamiento de sus mundos auto-
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centrados y al reencantamiento que propicia la espectacularización de los medios. (García Canclini, 1989: 18)
Las experiencias culturales han dejado de corresponder lineal y excluyentemente a los ámbitos y repertorios de las etnias o las clases sociales. Hay un tradicionalismo de las élites letradas que nada tiene que ver con el de los sectores populares, y un modernismo en el que se encuentran –convocadas por los gustos que moldean las industrias culturales– tanto buena parte de las clases altas y medias como la mayoría de las clases populares. Fuertemente cargada de componentes premodernos, la modernidad latinoamericana se hace experiencia colectiva de las mayorías sólo merced a dislocaciones sociales y perceptivas de cuño posmoderno. Una posmodernidad que en lugar de venir a reemplazar, viene a reordenar las relaciones de la modernidad con las tradiciones, que es el ámbito en que se juegan nuestras diferencias, esas que, como nos alerta Piscitelli (1988) ni se hallan constituidas por regresiones a lo premoderno, ni se sumen en la irracionalidad por no formar parte del inacabamiento del proyecto europeo. “La posmodernidad consiste en asumir la heterogeneidad social como valor, e interrogarnos por su articulación como orden colectivo”. (Lechner, 1988 [b]: 30) He ahí una propuesta de lectura de lo más radical del desencanto posmoderno desde aquí. Pues mientras en los países centrales el elogio de la diferencia tiende a significar la disolución de cualquier idea de comunidad, en nuestros países, afirma N. Lechner, la heterogeneidad sólo producirá dinámica social ligada a alguna noción de comunidad. No a una idea de comunidad rescatada del pasado, sino reconstruida en base a la experiencia posmoderna de la política. Esto es, a una crisis (Lechner, 1987: 253 y ss.) que nos aporta de un lado el enfriamiento de la política, su desdramatización por desacralización de los principios, destotalización de las ideologías y reducción de la distancia entre programas políticos y experiencias cotidianas de la gente; y de otro la formalización de la esfera pública: la predominancia de la dimensión contractual, sobre la capacidad de crear identidad colectiva, con el consiguiente debilitamiento del compromiso moral y los lazos afectivos, la diferenciación y especialización de su espacio, con el consiguiente predominio de la racionalidad instrumental. La posmodernidad en América Latina es menos cuestión de estilo, que de cultura y de política. Se refiere a cómo desmontar aquella separación que atribuye a la élite un perfil moderno al tiempo que recluye lo colonial en los sectores populares, que coloca la
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masificación de los bienes culturales en los antípodas del desarrollo cultural, que propone al Estado dedicarse a la conservación de la tradición dejándole a la iniciativa privada la tarea de renovar e inventar, que permite adherirse de manera fascinante a la modernización tecnológica mientras se profesa miedo y asco a la industrialización de la creatividad y la democratización de los públicos. Se trata de cómo recrear las formas de convivencia y deliberación de la vida ciudadana, sin reasumir la moralización de los principios, la absolutización de las ideologías y la sustancialización de los sujetos sociales, y de cómo reconstituir las identidades sin fundamentalismos, rehaciendo los modos de simbolizar los conflictos y los pactos desde la opacidad de las hibridaciones, las desposesiones y las reapropiaciones.
Rediseñando el mapa Colocada en el centro de la reflexión filosófica y sociológica sobre la crisis de la razón y la sociedad moderna, la problemática de la comunicación desborda hoy los linderos de las disciplinas y los esquemas académicos. Necesitamos asumir este estallido y rediseñar el mapa de las preguntas y las líneas analíticas, tarea difícil en un momento en el que la crisis económica y el desconcierto político hacen más fuerte que nunca la tentación involutiva. El regreso a las seguridades teóricas y a posiciones neoconservadoras está siendo enmascarado por un doble discurso convergente. El del posibilismo político que, disfrazado de lucidez acerca de lo que está pasando, le hace el juego a la expansión del mercado y a su presentación como única instancia dinámica de la sociedad, y el del saber tecnológico, según el cual, agotado el motor de la lucha de clases la historia encontraría su recambio en los avatares de la comunicación: ¡en adelante transformar la sociedad equivaldría a cambiar los modos de producción y circulación de la información! ¿Cómo hacer frente a esa nueva y redoblada reducción? ¿Cómo asumir el espesor social y perceptivo de las nuevas tecnologías comunicacionales, sus modos transversales de presencia en la cotidianeidad de ámbitos que van desde el trabajo hasta el juego, desde la ciencia hasta la política; pero no como datos que confirmarían la tramposa centralidad de un desarrollo tecnológico en el que se disolvería lo social –la desigualdad, el poder– sino como retos a las inercias teóricas y a los automatismos de la investigación? Siguiendo la dirección que marcan estas preguntas, señalaré algunas cuestiones que desde la investigación
de la comunicación reconfiguran el campo de los estudios culturales.
1. Nuevas imágenes de lo nacional La modernización por la que atravesamos entraña un fuerte desplazamiento de la función que jugaron los medios masivos en la primera modernización (MartínBarbero, 1987), la que de los años treinta a los años cincuenta estuvo orientada por los populismos, y en la que los medios jugaron un papel decisivo en la formación y difusión del sentimiento y la identidad nacional. La radio construirá una mediación fundamental con el lenguaje popular, con sus peculiares maneras de elaborar las adhesiones y las interpelaciones, con su especial capacidad de reelaborar la oralidad. El cine hará la mediación con las culturas urbanas, organizando el cambio de la racionalidad expresivo-simbólica a la racionalidad instrumental de la modernidad. Ambos medios proporcionarán a la gente de la provincia y las regiones apartadas una experiencia cotidiana de integración a la nacionalidad. El proceso que vivimos hoy es no sólo distinto, sino en cierta medida inverso. Los medios de comunicación son uno de los más poderosos agentes de devaluación de lo nacional. (Schwarz, 1987) Lo que desde ellos se configura hoy, de una manera explícita en la percepción de los más jóvenes, es la emergencia de culturas sin memoria territorial. Culturas que desafían especialmente las imágenes que los educadores tienen de lo nacional. ¡Es muy difícil no proyectar sobre las desterritorializadas sensibilidades de los jóvenes –que movilizan la música y el video– la dicotomía fundante de los Estados nacionales! Y sin embargo, los medios introducen hoy otro orden de lo cultural, que no es pensable en términos de lo nacional/antinacional, pues lo que ellos ponen en juego es un movimiento a la vez de globalización y fragmentación de la cultura (véase Mattelard, 1989 y Riqueri, 1982). Tanto la prensa como la radio, y aceleradamente también la televisión, son hoy los más interesados en diferenciar las culturas por regiones y por profesiones, por sexos y por edades. La prensa inició hace años una oferta de revistas especializadas que se hace presente en la organización misma de los diarios. La radio, sobre todo en FM, ha dejado la propuesta de una programación masiva, introduciendo una segmentación más y más diversificada de las audiencias. Las antenas parabólicas y el cable han estallado la oferta de la televisión. La devaluación de lo nacional no proviene únicamente de la desterritorialización que efectúan los circuitos
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de la interconexión global, de la economía y la culturamundo, sino de la erosión interna que produce la liberación de las diferencias, especialmente de las regionales y generacionales. Mirada desde la cultura planetaria, la nacional aparece provinciana y cargada de lastres estatistas. Mirada desde la diversidad de las culturas locales, la nacional es identificada con la homogeneización centralista y el acartonamiento ritualista y retórico. Lo nacional en la cultura se ve así rebasado en ambas direcciones, replanteado por el nuevo sentido de las fronteras. ¿Dónde se juega la soberanía hoy, cuando desde los satélites se pueden fotografiar los subsuelos y cuando la información decisiva escapa a los controles de las aduanas y circula por redes informales? ¿No es la categoría misma de frontera la que ha perdido sus referencias, y con ella la idea de nación que inspiró su configuración en lo cultural? Sin embargo, frente a la desterritorialización que produce el movimiento de globalización de la economía y a la erosión que implica la revitalización de lo local en su derecho a la propia imagen y a los relatos propios, lo nacional sigue conservando vigencia cultural (Gellner, 1989; Hobsbawm, 1991) en la medida en que configura un espacio estratégico de resistencia a determinadas formas de dominación y a una mediación histórica fundamental: la de la memoria larga, que hace posible el diálogo entre generaciones. El malestar en lo nacional (Schwarz, 1987) señala así una zona de cruces estratégicos en los estudios culturales con los de comunicación. En un espléndido estudio sobre la historiografía latinoamericana del siglo XIX, German Colmenares desmonta en las historias patrias las razones y los mecanismos de incomunicación con el pasado: “para intelectuales situados en una tradición revolucionaria no sólo el pasado colonial resultaba extraño, sino también la generalidad de una población que provenía de ese pasado y que se aferraba a una síntesis cultural que se había operado en él”. (1987: 72) Este extrañamiento se concreta en una ausencia de reconocimiento, que era ausencia de vocabulario para nombrarla y una sorda hostilidad hacia el oscuro espacio de las culturas iletradas. Y a contraluz de lo vivido por los historiadores del siglo XIX, Colmenares conecta con una clave de la crítica posmoderna: el replanteamiento de aquel sentido progresista de la historia, que hace incapaces de percibir la pluralidad de temporalidades de que está hecha a los intelectuales más críticos o, como dice G. Marramao, “la larga duración de estratos profundos de la memoria colectiva sacados a la superficie por las bruscas alteraciones del tejido social que la propia aceleración modernizadora comporta”. (1989: 60)
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En la medida en que la incorporación de las mayorías nacionales a la modernidad pasa por las industrias culturales de la comunicación, por la mediación de sus gramáticas y sus imaginarios, se plantean en América Latina dos líneas de trabajo. Una, la indagación de lo que en los procesos masivos de comunicación convoca u obtura la memoria en que se tejen los tiempos largos, los que hacen posible el reconocimiento de los pueblos y el diálogo entre tradiciones, y dos, la investigación de los cambios en las imágenes y metáforas de lo nacional, la devaluación, secularización y reinvención de tradiciones y mitologías en que se deshace y rehace esa contradictoria, pero aún poderosa, fuente de identidad.
2. Sensibilidades e hibridaciones urbanas En los últimos veinte años el peso poblacional de América Latina se ha desplazado del campo a la ciudad, y en bastantes países la proporción se acerca ya al setenta por ciento urbano. Obviamente no es sólo la cantidad de población la que señala el cambio, sino la aparición de sensibilidades nuevas que desafían los marcos de referencia y comprensión forjados sobre la base de identidades nítidas, de fuertes arraigos y deslindes claros: ¡lo rural urbanizándose, pero conservando secretamente solidaridades ancestrales con lo indígena, lo urbano ruralizándose por las compulsivas migraciones que acarrea la crisis del campo y la desorganización que introduce la apertura económica, a la vez corriendo afanosamente para ponerse al día con el modelo posmoderno! Nos fallan los marcos de comprensión porque nuestras ciudades son hoy el opaco y ambiguo escenario de algo no representable ni desde la diferencia excluyente de lo propio y lo autóctono, ni desde la inclusión disolvente de lo moderno. (Sarlo, 1988; FernándezMartorell, 1988) La cultura cotidiana de las mayorías desafía a fondo nuestros esquemas al apropiarse de la modernidad sin dejar su cultura oral, al estar gramaticalizada no por la sintaxis del libro, sino por los dispositivos narrativos de la radio, el cine y la televisión. La nueva sensibilidad convierte el estudio de la comunicación en tarea de envergadura antropológica. Tratando de ir más allá de los esquemas acostumbrados de explicación de la violencia, un investigador colombiano ha tenido la osadía de indagar las transformaciones de la ciudad de Medellín desde su zona más dolorosa: la cultura de las bandas de jóvenes sicarios. (Salazar, 1990) El resultado de su indagación saca a la luz la explosiva mezcla de tres culturas: la de la región antioqueña cuya capital es Medellín; la
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maleva (malévola) del tango, presente con gran fuerza en el mundo popular de esa ciudad desde hace años, y la de la modernización. El fondo antioqueño, el que viene de la cultura rural de los abuelos, llega hasta esos muchachos a través de tres rasgos bien particularizados: el afán de lucro, una fuerte religiosidad y el espíritu de revancha. Por su parte, la cultura del tango permea ese fondo regional y lo carga con la exaltación de los valores del macho, del varón y la idealización de la madre y, a esa selección que la juventud marginada hace de los componentes culturales que vienen de lejos, se agrega y se mezcla como aglutinante el componente de modernidad. Una modernidad que es ante todo sentido efímero del tiempo, ése que se expresa en la corta vida de la mayoría de los objetos que ahora se producen –¡desechables es la denominación con que en el lenguaje del medio se nombra a esos mismos jóvenes!– y en el valor del presente, cuando ni el pasado ni el futuro cuenta mucho; ése que cambia el sentido de la muerte, al convertirse en la experiencia más fuerte de la vida. Incorporan también el moderno sentido del consumo, forma simultánea de hacerse y exhibirse poderosos y la asimilación de la transacción económica a todas las esferas de la vida. Incorporan, finalmente, un lenguaje fuertemente visual: desde los modos de vestir hasta los de hacer música y hablar, fragmentados y llenos de imágenes, inspirados en mitologías visuales de la guerra y atravesados por las estridencias sonoras y gestuales del punk. Un último ingrediente, la música antillana de la rumba y la salsa, corrigiendo el ascetismo antioqueño con su goce del cuerpo que transforma la vieja sacralización cristiana de la muerte en su aceptación como parte de la vida y de la fiesta. La hibridación cultural es la otra cara de la heterogeneidad, del estallido y la desurbanización de la ciudad. Es la forma de identidad con que se sobrevive en la ciudad estallada, pues el crecimiento anárquico de las ciudades está acrecentando las periferias,
dispersando los grupos humanos, aislándolos, dejando casi sin conexiones las diferentes ciudades que hacen la ciudad. La desarticulación de los espacios tradicionales de encuentro colectivo hace que –como afirman García Canclini, M. Piccini y P. Safa (s/f, 15-25)– la vida cotidiana se desurbanice y la ciudad se use cada vez menos. Y es justamente esa desagregación cultural de la ciudad la que será compensada con la red de las culturas electrónicas. Compensación vicaria pero eficaz. Los medios audiovisuales y la televisión en especial, serán los encargados de devolvernos la ciudad, de reinsertarnos en ella a la vez que ellos se introducen como mediación densa, que hace posible rehacer el tejido de las agregaciones, de los modos de juntarse. Un tejido que responde menos a las topografías de los urbanizadores que a la topología de los territorios imaginarios (Silva, 1992), en los que el juego de los medios masivos encuentra a su vez su alimento y su límite: el de las relocalizaciones que los grupos sociales llevan a cabo, y a través de las cuales marcan su ciudad y seleccionan y escenifican sus símbolos de pertenencia, dándose formas de identidad inexistentes hasta entonces.
3. Comunicación e imaginarios de la integración Los medios masivos llevan años integrando un imaginario latinoamericano. (Monsiváis, 1983 y 1986) La industria del disco y de la radio han convertido la música –el tango, la ranchera, el bolero y últimamente la salsa– en un lugar de encuentro expresivo y creador de modos de juntarse, de bailar, de escuchar y de convivir. Pero los medios, las industrias culturales de la radio, el cine y la televisión, trabajan hoy al interior de una situación nueva, que plantea la paradoja de que la integración de los países latinoamericanos pase
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ineludiblemente por su integración a una economíamundo, regida por la más pura y dura lógica del mercado y por una revolución tecnológica generadora de nuevas formas de dependencia. (Castells y Laserna, 1989; Sutz, 1990) Es a nombre de la integración latinoamericana que se justifican en nuestros países los enormes costos sociales que acarrea la apertura: esa modernización económica y tecnológica que amenaza otra vez con suplantar en nuestros países al proyecto social de la modernidad. Y como en ningún otro terreno, en el de la comunicación se hace visible lo que la integración latinoamericana tiene hoy de necesidad ineludible y de contradicción insuperable. Pues si hay un movimiento poderoso de superación de barreras y disolución de fronteras, es el que pasa por las tecnologías de información y comunicación. Pero son justamente esas tecnologías las que de manera más intensa aceleran la integración de nuestros pueblos y culturas al mercado ¿Y qué tipo de integración pueden gestar las solas fuerzas del mercado? (Lechner, 1992; Jameson, 1992) ¿Qué significa en este contexto la prioridad dada a la privatización de las empresas de comunicación? Parecería que el espacio tecnológico de la comunicación se ha vuelto decisivo en el diseño y reorganización de unas sociedades en las que el Estado se retira dejando sin piso, y sin sentido, a lo que hasta hace poco entendíamos como espacio y servicio público. En este nuevo contexto estamos urgidos de conocer qué está produciendo la integración comunicacional en la experiencia cotidiana, cuáles son los sentidos de lo latinoamericano hoy. (Reyes Mata, 1990) Hemos avanzado bastante en la cuantificación de los contenidos que se trasmiten y en la identificación de los flujos de programas de TV, pero sabemos bien poco de lo que la integración está significando en los mundos de vida de la gente. ¿Cuál es la relación de la oferta global externa a la región con la interna que nos llega vía satélite? ¿Qué tipo de hibridaciones y resistencias conllevan? Muy lentamente vamos comprendiendo el enorme poder que las industrias audiovisuales tienen hoy en el terreno estratégico de la producción y reproducción de las imágenes que de sí mismos se hacen estos pueblos, y con las que se hacen reconocer de entre los demás. Pues si bien es importante que en el espacio audiovisual del mundo estén presentes empresas latinoamericanas como Redeglobo y Televisa, resulta sin embargo inquietante que esas empresas tiendan a moldear la imagen de estos pueblos en función de públicos neutros, de públicos cada día más indiferenciados, disolviendo para ello las diferencias culturales en el exotismo más rentable y barato.
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Acosado entre la retirada del Estado de las iniciativas de producción y la drástica disminución de espectadores, el cine latinoamericano (Getino, 1990; Hullebroeck, et al., 1991) se debate hoy entre una propuesta comercial, sólo rentable en la medida en que es capaz de superar lo nacional y, una propuesta cultural, sólo viable en la medida en que sea capaz de articular los temas locales con la sensibilidad, con la estética de la cultura-mundo. Del lado de la televisión, la tendencia dominante es a una internacionalización cada día más acentuada del contenido y al desplazamiento de los criterios de calidad hacia la sofisticación puramente técnica. (Festa y Santoro, 1991) Ello es visible en los dos géneros que actualmente tienen mayor peso en la televisión latinoamericana: la publicidad y la telenovela. Más allá de su peso económico, la publicidad (Mattelart, 1989) ocupa un lugar privilegiado en la experimentación de imágenes que posibilita la computadora y en la renovación de los modos de representación de la modernidad: las imágenes de la publicidad y del videoclip –estéticamente cada día más cercanas– son las que hacen la mediación cotidiana entre innovación tecnológica y transformación narrativa. Tal mediación encontró en las imágenes de la Guerra del Golfo un momento culminante, al insertar un fuerte sistema de identificaciones inmediatas en una estética de la simulación sin exterioridad y de una fragmentación en cuyo juego predomina la seducción que hace indolora la pérdida de los referentes culturales. Por su parte, las telenovelas (Martín-Barbero y Muñoz, 1992) cargadas con pesados esquematismos narrativos y cómplices de mistificadoras inercias ideológicas, forman sin embargo parte importante de los dispositivos de recreación del imaginario latinoamericano. Imaginario cuya formación remite tanto al lugar estratégico que las industrias de la imagen ocupan en los procesos de constitución de identidad –especialmente en países donde la oralidad se interpenetra profunda y complejamente con la visualidad electrónica– como a la larga experiencia del mercado en condensar saberes (Mier y Piccini, 1987: 110 y ss.) que rentabilizan aspiraciones humanas y demandas sociales. Tramposa experiencia que permite a la industria cultural captar en la estructura repetitiva de la serie las dimensiones ritualizadas de la vida cotidiana, renovando constantemente las sintaxis narrativas en base a las cuales funciona el comercio trasnacional. Estas tendencias están exigiendo una investigación capaz de superar la concepción instrumental y difusiva de los medios, de manera que pueda convertirse en animadora de políticas culturales que se
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hagan cargo de lo que los medios tienen de, y hacen con la cultura cotidiana de la gente.
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CURSO DE INGRESO UNIVERSITARIO 2012
“Transformaciones Sociales del Siglo XX: Las migraciones y la cuestión del otro” CONTENIDOS ÁREA DISCIPLINAR BLOQUE 2
HACIA UNANUEVA LEY DERADIODIFUSIÓN
21PUNTOS BÁSICOS POR EL DERECHO A LA COMUNICACIÓN Es
indispensable una nueva Ley de Radiodifusión de la democracia que reemplace a la ley de la dictadura aún vigente. Si unos pocos controlan la información no es posible la democracia. La Ley de Radiodifusión debe garantizar el pluralismo informativo y cultural. Es inadmisible la exclusión de importantes sectores a la radio y la televisión. Necesitamos medios públicos fuertes, al servicio de todos y no de los gobiernos de turno. El derecho a la comunicación es un derecho humano fundamental.
LA COMUNICACIÓN ES UN TEMA DE TODOS LOS CIUDADANOS
Los 21 puntos para una nueva ley d Libertad de expresión
Derechos y deberes del Estado
1.
5.
Toda persona tiene derecho a investigar, buscar, recibir y difundir informaciones, opiniones e ideas, sin censura previa, a través de la radio y la televisión, en el marco del respeto al Estado de derecho democrático y los derechos humanos.
Derecho vs. Negocio
2.
La radiodifusión es una forma de ejercicio del derecho a la información y la cultura y no un simple negocio comercial. La radiodifusión es un servicio de carácter esencial para el desarrollo social, cultural y educativo de la población, por el que se ejerce el derecho a la información.
Independencia
3.
Se garantizará la independencia de los medios de comunicación. La ley deberá impedir cualquier forma de presión, ventajas o castigos a los comunicadores o empresas o instituciones prestadoras en función de sus opiniones, línea informativa o editorial, en el marco del respeto al estado de derecho democrático y los derechos humanos. También estará prohibida por ley la asignación arbitraria o discriminatoria de publicidad oficial, créditos oficiales o prebendas.
Patrimonio de la humanidad
4.
Las frecuencias radioeléctricas no deben transferirse, venderse ni subastarse. Nadie debe apropiarse de las frecuencias. Las frecuencias radioeléctricas pertenecen a la comunidad, son patrimonio común de la humanidad, y están sujetas por su naturaleza y principios a legislaciones nacionales así como a tratados internacionales. Deben ser administradas por el Estado con criterios democráticos y adjudicadas por períodos de tiempo determinado a quienes ofrezcan prestar un mejor servicio. La renovación de las licencias estará sujeta a audiencia pública vinculante.
La promoción de la diversidad y el pluralismo debe ser el objetivo primordial de la reglamentación de la radiodifusión. El Estado tiene el derecho y el deber de ejercer su rol soberano que garanticen la diversisdad cultural y pluralismo comunicacional. Eso implica igualdad de género e igualdad de oportunidades para el acceso y participación de todos los sectores de la sociedad a la titularidad y gestión de los servicios de radiodifusión.
Límite a los monopolios
6.
Si unos pocos controlan la información no es posible la democracia. Deben adoptarse políticas efectivas para evitar la concentración de la propiedad de los medios de comunicación. La propiedad y control de los servicios de radiodifusión deben estar sujetos a normas antimonopólicas por cuanto los monopolios y oligopolios conspiran contra la democracia, al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la cultura y a la información de los ciudadanos.
Compromiso y formación profesional
7.
El público tendrá derecho a acceder a una información plural, así como a la diversidad cultural. Para ello se deberá garantizar la indemnidad intelectual y estética de los trabajadores de la comunicación y de todos aquellos que participan en la producción de bienes culturales.
Por los trabajadores de la comunicación
8.
En los casos de una integración vertical u horizontal de actividades ligadas, o no, a la comunicación social, se deberán establecer regulaciones que promuevan el pluralismo, respeten las incumbencias profesionales y derechos intelectuales de los artistas y demás trabajadores de la comunicación y el espectáculo.
de radiodifusión de la democracia Transparencia en la gestión
9.
Deberá mantenerse un registro público y abierto de licencias. El registro deberá contener los datos que identifiquen fehacientemente a los titulares de cada licencia, y los integrantes de sus órganos de administración además de las condiciones bajo las cuales fue asignada la frecuencia. Las localizaciones radioeléctricas no previstas en los planes técnicos deberán ser puestas en disponibilidad a pedido de parte con la sola demostración de su viabilidad técnica.
Los límites
10.
No podrán ser titulares de licencias de servicios de radiodifusión ni integrantes de sus órganos directivos, quienes ocupen cargos electivos oficiales nacionales, provinciales o municipales, funcionarios públicos de los distintos poderes, miembros de las Fuerzas Armadas y de seguridad, como así tampoco aquellos que hayan tenido participación comprometida con violaciones a los derechos humanos.
Públicos, comerciales y comunitarios
11.
Existen tres tipos de prestadores de servicios de radiodifusión: públicos, comerciales y comunitarios de organizaciones de la Sociedad Civil sin fines de lucro. Quedará prohibido todo tipo de discriminación o cercenamiento a causa de la naturaleza jurídica de la organización propietaria, en cuanto a potencia, cantidad de frecuencias disponibles o limitaciones a los contenidos. Todos los servicios de radiodifusión podrán contratar publicidad en igualdad de condiciones, ya que así se respetan los derechos humanos económicos, sociales y culturales.
Públicos no gubernamentales
12.
Los medios estatales deberán ser públicos y no gubernamentales. Deberán proveer una amplia variedad de programación informativa, educativa, cultural, de ficción y de entretenimiento garantizando la par-
ticipación ciudadana y la atención a las necesidades de la población. En todas las regiones del país se destinará una frecuencia a la recepción gratuita del canal de TV pública nacional y de Radio Nacional; y de igual forma se reservará al menos una frecuencia para una radio y una emisora de TV provincial y una emisora de FM municipal. Los servicios de la radiodifusión universitaria constituyen un sistema público de gestión autónoma y se reservará no menos de una frecuencia de radiodifusión a cada una de las Universidades públicas nacionales.
Sin fines de lucro
13.
Los planes técnicos deberán reservar al menos el 33% de frecuencias, en todas las bandas, para entidades sin fines de lucro. En estos casos tendrá que prevalecer como criterio de asignación de frecuencias el plan de servicios y la inserción de las entidades en su comunidad.
Producción local y nacional
14.
La ley establecerá cuotas que garanticen la difusión sonora y audiovisual de contenidos de producción local, nacional y propia. Esto implica producción realizada por actores, músicos, directores, periodistas, artistas, investigadores y técnicos argentinos, y reglamentará la obligación de inversión en producción propia y en la compra de derecho de antena de películas nacionales.
Responsabilidad mediática
15.
La explotación de los servicios de radiodifusión es indelegable y debe ser prestada por el propio titular de la licencia.
Sin cadenas
Por un nuevo COMFER
16.
19.
Las repetidoras y cadenas deben ser una excepción a la regla de modo tal de priorizar el pluralismo y la producción propia y local, salvo para las emisoras estatales de servicio público o la emisión de acontecimientos de carácter excepcional.
La autoridad de aplicación deberá respetar en su constitución el sistema federal y estará integrada además por organizaciones de la sociedad civil no licenciatarias y por representantes de las entidades representativas de los trabajadores de los medios y de las artes audiovisuales.
Producción publicitaria
17.
La publicidad sonora y audiovisual será de total producción nacional y deberá siempre diferenciarse de los contenidos de la programación, no estará incluida en esta, se difundirá en tandas claramente identificadas al inicio y al final por la señal distintiva del medio y no inducirá a estafas y engaños a la comunidad.
Inclusión de la comunicación regional
18.
HACIA UNA NUEVA LEY DE RADIODIFUSION • ORGANIZACIONES Y ENTIDADES
Asociación MADRES DE PLAZA DE MAYO • A.A.TRA.C., Asoc. Arg. de Trabajadores de las Comunicaciones • ABUELAS de PLAZA de MAYO • ADCS / Asociación Para el Desarrollo de la Comunicación Social • ADIUC, Asoc. Docentes Universitario Córdoba • Agencia Radiofónica de Comunicación / Universidad Nacional de Entre Rios, Paraná • Agrupación Arcilla Córdoba • Agrupación gremial de las Telecomunicaciones, Rosario • APYME, Asamblea Pequeñas y Medias Empresas • Arcilla, Agrupación de estudiantes independientes de Comunicación Social, UNC Córdoba • Area de Comunicación del Movimiento Barrios de Pie • ARUNA, Asociación de Radios Universitarias Argentinas • Asentamiento El Escondido de Ushuaia • Asoc. Diálogo/Centro Comunitario Ciudad Humana Bs. As. • Asoc. Iberoamericana de Derecho de la Información y Comunicación • Asociación Bancaria Córdoba • Asociación Civil Don Jaime de Nevares San Martín de los Andes • Asociación de Prensa Santa Fe • Asociación PERIODISTAS Bs. As. • ATTAC Argentina • Biblioteca Alternativa Tilo Wenner, Paraná • CARCO, Cámara Argentina de Radiodifusores Cooperativos • Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad S. C. UBA • Carrera de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales UBA • Cátedra Cultura de Paz y Derechos Humanos, UBA-Facultad de Ciencias Sociales Buenos Aires • CECOP, Rosario • CECOPAL, Córdoba • CELS, Centro de Estudios Legales y Sociales • Centro Cultural Villa El Libertador Córdoba • Centro de Cultura y Comunicación La Plata • Centro de Estudios Históricos Arturo Jauretche La Paz • Centro Nueva Tierra para la Promoción Social y Pastoral • Club de Prensa de Catamarca • Colegio privado San Patricio, Perico, Jujuy • COLSECOR • Comisión Interna de Delegados Diario La Capital Rosario, Santa Fe • Comunicaciones Solidarios Córdoba • Consejo Deliberante de Morón • Consejo Deliberante de Viedma • Consejo Directivo Facultad de Ciencia Política y RRII. U. N. Rosario • Consejo Directivo Facultad de Ciencias Sociales, UNA Buenos Aires • CONTEDUC (Confederación Nacional de Trabajadores de la Educación • Cooperativa CEMDO Ltda. Villa Dolores, Córdoba • Cooperativa Unión Latinoamericana, Bº San Roque Córdoba Capital • COSITMECOS, Confederación Sindical de Trabajadores de los Medios de Comunicación Social de la Republica Argentina • Directores Argentinos Cinematográficos • Escuela 535 • FM Cacique Taigoyé Pampa del Indio, Chaco • Escuela Ciencias de la Información UNC Córdoba • Facultad de Derecho UNC Córdoba •
20.
Se creará la figura de la “Defensoría del público”, con delegaciones en las provincias, que recibirá y canalizará las inquietudes de los habitantes de la Nación. Deberá incluirse un capítulo que garantice los derechos del público. Estos podrán ser ejercidos directamente por los habitantes de la Nación o a través de la Defensoría del público.
Normalización con inclusión
21.
Los sistemas de distribución de señales deberán incluir en su grilla de canales las emisoras de TV de aire de la localidad, el canal público nacional y un canal con producción informativa local y propia.
PROMUEVEN Y ADHIEREN
Defensoría del público
En la nueva ley se deberá contemplar la normalización de los servicios de radiodifusión atendiendo a las necesidades de aquellos impedidos de acceder a una licencia por las exclusiones históricas de la ley 22.285 y la administración arbitraria de las frecuencias por parte del Estado nacional.
Escuela de Trabajo Social UNC • Escuela Superior de Periodismo de Morón • Facultad de Ciencias Económicas UNC Córdoba • Facultad de derecho UNC Córdoba • Facultad de Filosofía UNC Córdoba • Familiares de Desaparecidos Córdoba • FARA, Federación Argentina de Radiodifusores Argentinos • FARCO, Foro Argentino de Radios Comunitarias • FATPREN, Federación Argentina de Trabajadores de Prensa • Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat (FVT) • Federación Judicial Argentina • FETRACOM, Federación de Trabajadores de la Comunicación • FOPEA, Foro de Periodismo Argentino • Fundación Alternativa Popular en Comunicación, Viedma • Fundación Servicio Paz y Justicia • HIJOS, Córdoba • Iglesia Evangélica Catedral De la Esperanza, San Fernando • INCUPO, Instituto de Cultura Popular • Inforum Patagonia, Bariloche • Instituto Doctor Manuel Belgrano, Santa Eufemia Córdoba • Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos • Julio Menajovsky / AGRA Ciudad de Buenos Aires • Las Otras Voces. Asociación Civil Ciudad de Buenos Aires • Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur Buenos Aires • Movimiento Barrios de Pie • Movimiento Democracia y Dignidad Córdoba • Municipalidad de Rio Ceballos, Córdoba • Nodo Tau Asociación Civil Rosario • Participación Ciudadana, Ushuaia • Partido Socialista La Plata • Prensa Abierta • Red de Comunicación Indígena • Red Eco Alternativo • Secretaría de Cultura Ituzaingó, Corrientes • SERPAJ, Servicio Paz y Justicia • Sindicato de Empleados de Comercio Córdoba • Sindicato de Empleados Públicos Córdoba • Sindicato de Gráficos Córdoba • Sindicatos de Judiciales Córdoba • Sindicatos de La Industria Cinematográfica Argentina, S.I.C.A. • Sindicato de Luz y Fuerza Córdoba • Sindicatos de Municipales Córdoba • Sindicato de Prensa de Catamarca Provincia de Catamarca • Sindicato de Prensa de Tandil • Sindicato de Prensa de La Rioja • Sindicato de Prensa de Rosario • Sindicato de Trabajadores de Prensa (SI.TRA.PREN.) Bs. As • Sindicato Docentes Particulares Córdoba • Sindicato Trabajadores de Prensa de Viedma • Sociedad Argentina de Músicos • Unión Obrera Metalúrgica Córdoba • Universidad de Belgrano • Movimiento por la Carta Popular • Universidad del Centro de la Provincia, Tandil • Universidad Juan Agustín Maza, Mendoza • Universidad Nacional de la Matanza, San Justo • WACC, Asociación Mundial de Comunicadores Cristianos, Bs. As. • El Culebrón Timbal • SIGUEN LAS FIRMAS...
• PERSONAS Hebe de Bonafini, Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carloto, Guillermo Mastrini, Damián Loreti, Maria Cristina Mata, Luis Juez, Francisco Delich, Jorge González, Juan Manuel Salgado, Federico Schuster, Víctor De Gennaro, Hugo Moyano, Irma Parentella, Cristian Jensen, Alberto Piccinini, Marcela Bordenave, Miguel Julio Rodríguez Villafañe, Mario López Barreiro, Víctor Mendibil, Luís D’Elia, José Luis Ronconi, Néstor Piccone, Fabio Basteiro, Jorge Luis Bernetti, Julio Raffo Capital,
Jorge Oscar Aquino, Luis Lázaro, Néstor Busso, Edgardo Carmona, Eduardo Aliverti, Alfredo Leuco, Alberto Larrea, Néstor Roberto Cantariño, Juan Carlos Giuliani, Sergio Lucarini, Washinton Uranga, Claudia Acuña, Adrián Korol, Aníbal Binasco, Eduardo Cosso, Sergio Fernández Novoa, Nemesio Juárez, Daniel Rosso, Gustavo López, Mempo Giardinelli, Lita Stantic, Claudia Florentin, Pascual Calicchio, Rodolfo Ángel Santecchia, Cristina Mucci, Fabián Ariel Viciare, Oscar Enrique Bosetti, Pablo Stancanelli, Néstor Borri, Aníbal Ford, Gonzalo Carbajal, Claudia Villamayor, Ernesto Lamas, Mariano Mestman, Fermín Ricardo Chávez, Fernando Tupac Amaru Brondo, Susana Velleggia, Pablo Nisenson, Alejandro Pereyra, David Blaustein, Ricardo Haye, Laura Sánchez, Juan José Castelli, Romina Contreras, Santiago Aragon, Stella Hernández, Guillermo Herrera, Alberto Argota, Rafael Girola, Daniel Armando López, Jorge Ademar Rodríguez, SIGUEN FIRMAS...
• INTERNACIONALES Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana América latina (WACC-al) • ALER-Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica • Asociación Mundial De Radios Comunitarias (AMARC) • Luis Núñez Gomes, Presidente Honorario de FELAFACS (Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social) • Teresa Quiroz Velasco, Presidenta de FELAFACS • Walter Neira Brontittis, Secretario Ejecutivo FELAFACS • Antonio Pasquali, Venezuela • Armand Matelat, Francia • Juan L. Hernández • Revista Observatorio Camuy, Puerto Rico • Radio Universo Musical San Juan, Toa Alta, Puerto Rico • Profesor Raúl Caleron Frausto, Tijuana, Baja California, México • La Bulla 98.1 FM Orlando, Estados Unidos • Cecilia Ramírez, Radio Latina 99.9 Bay FM Byron Bay, Australia • Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social, Consejo Directivo Lima, Perú • Manuel Larrea Radio Mágica 87.7 FM Eloy Alfaro, Duran, Ecuador • Roberto Daga - Radio Underground Sindia-Un, Italia • Red Internacional de Publicaciones de la Calle (INSP), Glasgow, Escocia • Patricia Denegri Reporters Sans Frontieres Paris, France • José Medhina Awad-Svenska Journalistförbundet, Stockholm, Sweden • Jean Bosco Bukuru, Secretario General del Comité Observateur International Nagali, Rwanda • Carlos García Rubio, Tercer Ojo Montevideo, Uruguay • José Luís Exeni R / Corte Nacional Electoral La Paz, Bolivia • ASOMECO, Asociación de Medios de Comunicación Comunitaria y Cultural del Huila Neiva, Colombia • Gerardo Lomardi, Presidente de ALER • Jose Perla Anaya • Deyco, Instituto Peruano de Derecho de Las Comunicaciones, Lima, Perú • CONEICC (Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de la Comunicación), México • Asociación de Comunicaciones Sociales Calandria, Lima, Perú • Gabriel Kaplun / Universidad de la República, Montevideo, Uruguay • Rosa Maria Alfaro Moreno. A.C.S CALANDRIA, Lima, Perú • Agencia Informativa Pulsar, SIGUEN FIRMAS...
Comparación entre la actual Ley de Radiodifusión y la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual:
Objeto de la regulación
Ley 22.285/1980 Servicios de Comunicación Audiovisual Actualmente vigente Únicamente se regulan los servicios abiertos El objeto de la iniciativa es otorgar marco legal a (radio y TV) y los sistemas complementarios más todos los Servicios de Comunicación Audiovisual antiguos, como Antenas Comunitarias. independientemente del soporte técnico utilizado para su transmisión. La regulación es tan antigua que se considera a El libre acceso a las nuevas tecnologías permitirá las radios FM como “Nuevas Tecnologías”. el establecimiento de garantías destinadas a proteger el pluralismo y la diversidad de todas las
Libertad de expresión
Está limitada por las necesidades de la Seguridad Nacional. La ley actual admite restricciones a la Libertad de Expresión basadas en este motivo.
producciones audiovisuales. Se garantiza el derecho humano universal al derecho a la información y a la libertad de expresión como lo prevé el 13 de la Convención Americana sobre Derechos humanos, que implica el derecho a recibir, difundir e investigar informaciones y opiniones. Los tratados de Derechos Humanos son una pieza
Autoridad de aplicación
El organismo que regula la Radio y la TV está integrado por por militares, servicios de inteligencia y empresarios.
fundamental del espíritu de esta propuesta. El organismo que regulará los Servicios de Comunicación Audiovisual será dirigido por un órgano colegiado integrado por representantes de la legislatura nacional, de la segunda y tercera minoría y representantes del Poder Ejecutivo Nacional. Se establecerá un Consejo Multisectorial y Participativo integrado por representantes de las Universidades, de las Asociaciones sin fines de lucro,
No se protege el trabajo argentino ni se alienta la Se garantizará y protegerá el trabajo local y Protección al argentino mediante cuotas de pantallade cine trabajo argentino y producción local. nacional. local Se exigirá el 70% de producción nacional en las
Licenciatarios
La radiodifusión sólo se podía ejercer como actividad con fines de lucro. Las modificaciones operadas durante la década de los 90 facilitaron la concentración horizontal por vía de laadmisión de los multimedios y la aparición de holdings.
radios y el 60% en la TV. Se permitirá el acceso a las entidades sin fines de lucro. Se reservará con carácter inderogable, el 33% del espectro para las personas jurídicas sin fines de
Recién en el año 2005 el Congreso Nacional
lucro tales como, asociaciones, fundaciones,
permitió a las personas jurídicas sin fines de
mutuales, etc.
lucro ser titulares de licencias de radiodifusión,
Monopolios y oligopolios
pero con algunas restricciones. Se admiten los monopolios y los oligopolios de medios.
Se impedirá la formación de monopolios y oligopolios.
El Estado tiene una participación subsidiaria, ya Se promoverá el pluralismo del espectro y de los que solo puede dar servicio en áreas geográficas servicios de Comunicación Audiovisual. no rentables para los privados.
El Estado Nacional, las Provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y los Municipios
Producción de contenidos educativos o infantiles
No se fomenta la producción de contenidos educativos o infantiles
tendrán asignadas frecuencias. Se fomentará la producción de contenidos educativos e infantiles. Se establecerá un Consejo Asesor sobre Audiovisual e Infancia para garantizar el
Calidad de la información
Se establecen límites a la calidad de la información a difundir, la que debe ser veraz, objetiva y oportuna.
cumplimiento de estos objetivos. Se promoverá la polifonía de informaciones y opiniones en concordancia con lo establecido en los pactos de Derechos Humanos.
Estos límites han sido utilizados para restringir la
Medios públicos
Libertad de Expresión. Solo se prevé su condición subsidiaria. Las Universidades deben ser titulares de
Se permitirá que las Universidades tengan emisoras sin restricciones ni obligación de ser sociedades comerciales.
licencias por explotación comercial en TV.
Se propondrá un sistema de medios estatales con
Solo se preveía a ATC como empresa comercial. objetivos democráticos, con participación y control
Participación parlamentaria
No está prevista la participación del Congreso de la Nación, dado que se trata de una ley de la Dictadura, razón por la cual es una ley centralista y antidemocrática.
comunitario y social. Se dará participación al Congreso de la Nación, y su intervención será obligatoria en la conformación de la Autoridad de Aplicación, la elección de las autoridades de los Medios Públicos y la elección del Defensor del Público. Se dará participación y representación a la
Control parlamentario
No está previsto ningún control por parte del Congreso de la Nación.
segunda y tercer minoría parlamentaria. El control del Congreso de la Nación estrá previsto para evaluar el funcionamiento de la Autoridad de Aplicación, de los medios públicos y el desempeño del Defensor del Público. Para ello se crea la Comisión Bicameral de Seguimiento y Promoción de los Servicios de
Audiencias públicas No se encuentra previstas. y elaboración participada de normas Permite que una sola persona sea titular de 24 Multiplicidad de licencias de servicios abiertos (radio y TV). licencias en servicios abiertos Los sistemas de TV paga no tienen limitaciones Multiplicidad de en relación a las licencias que puede poseer una licencias en misma persona, siempre que no estén en la sistemas por misma zona de cobertura. Esto facilita la suscripción formación de monopolios. Se sujeta a límites como la moral cristiana. Publicidad
Comunicación Audiovisual. Está previsto el mecanismo de Audiencias Públicas para determinar prórrogas de Licencias y decisiones sobre el uso que se dará a las nuevas tecnologías, por ejemplo, el destino del dividendo digital. Sólo se podrán tener 10 licencias de servicios abiertos. Las licencias de TV paga estarán limitadas en número y en cuotas de mercado.
El tiempo de publicidad en los servicios de TV
La publicidad no está sometida a límites subjetivos, sino que deberá ajustarse a criterios objetivos y establecidos por la ley.
paga no está reglamentado.
Se reglamenta el tiempo de publicidad en los
No se encuentra prevista. Publicidad argentina en medios extranjeros
Plazos de licencias Las licencias duran 15 años y se pueden prorrogar por 10 años más.
sistemas de TV paga. Se implementarán medidas parafiscales para desalentar la inversión de publicidad en el exterior del país, tal como lo hacen otros países como por ejemplo Canadá. De esa manera no se permitirá deducir del impuesto a las ganancias lo invertido en publicidad en el extranjero. Las licencias durarán 10 años y se podrán prorrogar 10 por años más, previa realización de
Información del medio al público acerca de los compromisos que motivaron la entrega de la licencia Señales de televisión
No está previsto que los medios deban proporcionar al público información relevante.
Las señales de TV paga no son sujetos regulados, por lo cual no cumplen leyes argentinas como la de protección al menor, ni tributan en nuestro país.
Audiencias Públicas. Se exigirá a los medios que mantengan una carpeta de acceso público donde figure toda la información relevante del licenciatario, como la ordenada por la FCC de los Estados Unidos.
Se regularán las Señales de TV. Se prevé que las responsabilidades sean asumidas por los titulares de los contenidos y no
Los incumplimientos de las señales son de quienes sólo prestan facilidades de acceso. responsabilidad de quien las distribuye y no de Desde el punto de vista de los avances quien las produce o comercializa. tecnológicos se justifica dada la aparición de
Requisitos para ser Se exigen requisitos personales basados en la posesión de riqueza y preferencia de aspectos titular de una patrimoniales. licencia
nuevos actores en la cadena de valor. Para ser titular de una licencia se ponderarán criterios de idoneidad y de arraigo en la actividad. Se excluirá de la posibilidad de ser titular a quienes hayan sido funcionarios jerárquicos de gobiernos de facto, atendiendo a la importancia de los medios en la construcción del Estado de Derecho y la vida democrática.
Transparencia de la Esta ley posibilita que mediante la utilización de Se promoverá un régimen de transparencia de sociedades por acciones, se esconda la titularidad de propiedad de las licencias. titularidad verdadera titularidad de las licencias.
Nuevas tecnologías Destinada a la obsolescencia por su concepción, Las nuevas tecnologías son consideradas una esta ley nació “vieja”.
herramienta esencial para asegurar la pluralidad y diversidad de voces.
Los avances tecnológicos de las últimas tres Se promoverá la universalización de su acceso décadas indican lo anacrónico de la ley para achicar la brecha digital y promover la actualmente vigente. alfabetización tecnológica. Se prevén servicios conexos a los de comunicación audiovisual en forma flexible, y con neutralidad tecnológica. Por primera vez se auspicia la redistribución del conocimiento por vía del aprovechamiento de las
Régimen de titularidad de licencias
Federalismo
Permite la propiedad conjunta de licencias de TV y empresas productoras de señales de contenidos. Esto favorece la creación de monopolios y abusos de posición dominante en la materia y afecta los costos del servicio de TV por suscripción y el ejercicio del derecho a la información. Regulación inexistente.
nuevas tecnologías. Se adoptarán medidas para la desconcentración de la explotación monopólica de derechos de exhibición, tal como existen en los Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. Se restringirá la propiedad conjunta de licencias de TV y empresas productoras de señales de contenido. Se promoverá tanto la participación institucional de las provincias como la protección a contenidos locales y regionales destinados a sostener la producción local. Ello conlleva trabajo genuino a todos los integrantes de la cadena de valor de la producción
Régimen sancionatorio
Se encuentra delegado al Poder Ejecutivo Nacional.
audiovisual. Se reglamentará en el marco de lo establecido por los Tratados Internacionales de Derechos Humanos.
Contempla que los medios deben denunciar a los actores y periodistas que atenten contra la
Contenidos de interés públicos Medios de propiedad social Industria de contenidos Accesibilidad de personas con discapacidad Cooperativas
Prestadores de servicios públicos
seguridad nacional. Se permite la codificación de las transmisiones deportivas, impidiendo el acceso abierto a la mayoría de la población. No están previstos.
Este proyecto prevé que los partidos de fútbol relevantes podrán verse por TV abierta.
Se promoverá la regularización de medios comunitarios, que han estado excluidos durante décadas. No se promueve Se promoverá la creación de conglomerados creativos y de contenidos del mismo modo que se a realizado en varios países, como Estados Unidos, Australia, India, Canadá y España. No está prevista Se prevé la adopción progresiva de medidas para permitir que las personas con discapacidad accedan a la programación, por ejemplo el sistema “closed caption” (inserción de leyenda destinada a la comprensión del contexto y de los diálogos para personas sordas e hipoacúsicas). Su participación estuvo prohibida hasta el año Se establecerá un régimen abierto de participación 2005. Actualmente pueden participar en forma para las cooperativas. También se implementarán restringida. medidas tendientes a evitar abusos de posición dominante. En la ley 22.285 original se requería a Dado que los avances tecnológicos permiten las empresas objeto social único y exclusivo para considerar la obsolescencia de monopolio natural, la radiodifusión. se admitirá su participación en la comunicación audiovisual tomando especiales recaudos. Se En los ’90 se admitió la existencia de holdings condicionará a que se garantice que más del 50% de su mercado esté disponible para que otro empresarios y se limitó a las empresas de prestador pueda participar. servicios públicos por criterios de monopolio
Se fijarán reglas de desmonopolización en sus
natural en el área y sector.
respectivos negocios y áreas, de modo efectivo, para el ingreso de nuevos actores que contribuirán
Cine nacional
No está previsto
Control de tarifas de No se establece un régimen de precios de los servicios pagos. servicio por suscripción
a la multiplicación de ofertas. Se establecerá una Cuota de Pantalla de Cine Nacional, como lo han hecho países como Francia o Brasil. Se establecerá una Tarifa Social.
El Dipló: De la concentración a la pluralidad
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Edición Nro 119 - Mayo de 2009 PROYECTO DE LEY DE SERVICIOS DE COMUNICACIóN AUDIOVISUAL
De la concentración a la pluralidad Por Natalia Aruguete Desde que la dictadura militar promulgó en 1980 la Ley de Radiodifusión 22.285, el sistema de medios argentino se orientó hacia la concentración de la propiedad en un puñado de grandes grupos económicos, la centralización de la producción de contenidos y la restricción en el acceso a la radiodifusión para quienes no persiguen fines comerciales. El proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual del actual gobierno es un contundente primer paso hacia la "deuda de la democracia" en la materia. Controversias. on espíritu plural y democrático, el texto del proyecto propone desconcentrar la propiedad, descentralizar la producción de contenidos y fomentar un uso plural del espectro mediante el desarrollo de políticas públicas.
El proceso que llevó a la actual concentración de este mercado no fue inocente ni se debe solo a la ley de la dictadura. La sanción de la Reforma del Estado en 1989, a cuarenta días de la asunción del presidente peronista Carlos Menem, fue el puntapié inicial de una nueva relación entre poder económico y poder político, que tuvo su correlato en los medios. Desde entonces, la Ley de Radiodifusión fue modificada por 214 normas, casi todas encaminadas a favorecer la oferta comunicacional en pocas manos. Durante la década del 90 hubo "una política inequívoca tendiente a que fuera el mercado el que resolviera el destino de la actividad", describe ante El Dipló Damián Loreti, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). En respuesta a esta dinámica, el proyecto del Gobierno pone sobre la mesa una cuestión clave: ¿qué rol debe cumplir el Estado en materia de libertad de expresión? ¿Abstenerse de censurar, como planteaban las doctrinas de la época de la Revolución Francesa, o comprometerse a garantizar el pluralismo, apuntando "al enriquecimiento del debate público como piedra de toque"? 1. Según Loreti, "el espíritu del nuevo proyecto es que el Estado no sólo tiene la facultad, sino la obligación de garantizar el pluralismo. Si en un mercado altamente concentrado se sigue apostando a la mano invisible, se genera mayor concentración". Con esto se daría cumplimiento a los estándares fijados por los relatores de libertad de expresión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y de las Naciones Unidas (ONU), así como a los principios de libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de 2000, subraya Loreti.
Concentración La integración de las señales de cable Cablevisión y Multicanal, por 1.100 millones de dólares, es quizá la mayor Por Natalia Aruguete
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El Dipló: De la concentración a la pluralidad
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operación que expresa la concentración del mercado argentino. En septiembre de 2006, el Grupo Clarín, socio mayoritario de Multicanal, tomó el control accionario de Cablevisión. Clarín y el fondo de inversión estadounidense Fintech Advisory se hicieron así, respectivamente, con el 60% y 40% de Cablevisión, que a su vez controla el 98% de Multicanal y el 100% del operador de cable del interior Teledigital y de las proveedoras de internet Fibertel y Prima 2. La "operación conjunta" entre Cablevisión y Multicanal fue aprobada por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) a fines de 2007. En su resolución, el organismo determina que "no infringe el artículo 7º de la Ley 25.156, al no disminuir, restringir o distorsionar la competencia de modo que pueda resultar perjuicio al interés económico general" 3. Esta decisión motivó una denuncia penal contra algunos de los miembros de la CNDC por incumplimiento de los deberes de funcionario público y una impugnación ante la Justicia por parte de la empresa de cable Decoteve. Cabe aclarar que se trata de una operación conjunta, pero no de una fusión entre ambas compañías, ya que el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer) aún no aprobó el trámite necesario para crear una nueva sociedad. A pesar de la falta de resolución del comité regulador, Cablevisión-Multicanal atesora el 55% del mercado del cable argentino (alrededor de 2.750.000 abonados) 4; el 32,5% del mercado de proveedores de internet (unos 650.000 usuarios) y varias señales propias. Además, es propietario de más de 200 licencias de televisión paga del interior. Según el investigador Luis Lozano, "se legitimó el monopolio natural de la provisión del servicio de televisión por cable en distintas zonas del país y se restringió la pluralidad en las áreas donde aún subsisten competidores" 5.
Centralización La consecuencia inmediata de la concentración de la propiedad es la centralización de contenidos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Una investigación realizada por la Dirección Nacional de Supervisión y Evaluación del Comfer señala "el centralismo del sistema y la alta penetración de los contenidos emitidos por los canales de cabecera propiedad del Grupo Clarín y Telefónica" 6. En septiembre de 2008, casi el 60% de las horas de televisión abierta emitidas en todo el país fue repetición de contenidos. En las provincias, el 70% de la programación fue copia de los canales de AMBA-La Plata. Telefé y Canal 13 retransmitieron, en conjunto, el 88% del total de los contenidos. El documento muestra, además, un comportamiento diferente entre canales públicos y privados. Los primeros emitieron un 40% de producción propia; los segundos, un 26%. Para el investigador de la UBA Guillermo Mastrini, el hecho de que en todo el país haya 49 canales de televisión no garantiza la diversidad de la oferta. "La clave es preguntarse sobre la efectiva competencia disponible para la audiencia. Porque gran parte de los canales pertenece a los mismos dueños o pasa los mismos contenidos".
Permiso restringido La concentración del sector en pocas manos supone, por definición, restringir el acceso de otros actores. Luego de una larga batalla en la Justicia por parte de cooperativas, mutuales y medios comunitarios, el Congreso aprobó en noviembre de 2004 la modificación del artículo 45 de la Ley 22.285, que cerraba el paso a las organizaciones sin fines de lucro. Después de idas y vueltas entre las dos cámaras legislativas, la versión definitiva de la norma terminó condicionando el acceso a la explotación de un medio de radiodifusión a las prestadoras de servicios públicos, con o sin fines de lucro, siempre y cuando "no exista otro licenciatario prestando de manera efectiva el servicio solicitado en el área primaria de cobertura". Para diversos abogados del sector la norma es inválida, ya que el Senado, cámara de origen, agregó modificaciones a las ya realizadas por Diputados 7 y el artículo 81 de la Constitución no permite a la cámara de origen realizar nuevas adiciones o correcciones a las efectuadas por la cámara revisora. Este caso, entre tantos otros, muestra que las políticas impulsadas y las concesiones otorgadas en materia de Por Natalia Aruguete
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El Dipló: De la concentración a la pluralidad
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comunicación no son independientes de los mecanismos de lobby de los grandes grupos de medios argentinos sobre el poder político, ni de la venalidad de algunos de sus miembros.
Un punto de partida "Garantizar el ejercicio universal para todos los ciudadanos a recibir, difundir e investigar informaciones y opiniones" 8. Con esta premisa, ubicada al comienzo de un extenso texto de 148 artículos, el nuevo proyecto de ley busca desconcentrar la propiedad de los medios, descentralizar la producción de contenidos, fomentar un uso plural del espectro e incluir a las minorías parlamentarias en el control de las políticas comunicacionales. Para Guillermo Mastrini, "la ley es un paso importante, pero no es el punto de llegada". El proyecto oficial abre un frente de combate con los multimedios, que verán limitado su espacio en el mercado de las comunicaciones, y también con una oposición política que, en nombre de un pretendido resguardo de la libertad de prensa, apunta que la iniciativa es un instrumento de presión para los medios. La diputada radical y presidenta de la comisión de Libertad de Expresión, Silvana Giudici, afirmó ante El Dipló que "el Gobierno presenta este proyecto luego del conflicto con el campo y con la necesidad de controlar el relato de los medios de comunicación. En el anteproyecto hay elementos riesgosos para la libertad de expresión en la Argentina". Sin embargo, algunos aspectos de la ley son dignos de desarrollar y analizar por su alcance, por el giro que suponen respecto de la normativa actual y por las incidencias que tendrán sobre diversos actores del sector. - Desconcentración. El proyecto establece un límite al número de licencias y a la cuota de mercado. A nivel nacional, un mismo prestador podrá poseer hasta diez licencias de servicios abiertos (televisión y radio) y hasta 24 de televisión paga, siempre que no controle más del 35% de los servicios de abonados. Dentro de la misma área geográfica, podrá tener hasta una radio AM y dos FM, pero se le prohibirá ser dueño de canales de cable y de aire al mismo tiempo. Tampoco podrán obtener una licencia las filiales o subsidiarias de sociedades extranjeras. Si el proyecto es aprobado, varios operadores quedarán fuera de la ley y deberán desprenderse de algunas licencias, ya que la norma no reconoce derechos adquiridos. El Grupo Clarín, por ejemplo, acapara el 55% del mercado del cable a través del control que ejerce sobre Cablevisión-Multicanal y posee, además, un canal de aire TV (Canal 13) en la misma área de cobertura. El grupo español Prisa 9 debería desligarse de radio Continental; Telefónica de España entregar sus canales de aire y el grupo mexicano CIE, vender las radios que controla en la Ciudad de Buenos Aires (como se ve, las tres son empresas de capital extranjero). El proyecto de ley contiene la condición de que los licenciatarios de televisión por suscripción no puedan tener más de una señal. Ser titular de varias señales puede derivar en prácticas anticompetitivas, como la ubicación de dichas señales en los canales centrales o el abuso de promoción publicitaria de las señales propias. Los analistas consultados coinciden en que la distribución de señales en el interior alcanzó un alto grado de cartelización. "El mercado del cable está muy concentrado, fruto -en parte- de la titularidad de los derechos de exhibición de los contenidos estrella", advierte Loreti. Los contenidos que se venden en exclusiva se cobran por plaza y no por cantidad de abonados. Es decir, si en una ciudad hay dos operadores de cable, el que compra la señal paga por toda la ciudad, independientemente de la cantidad de abonados que tenga. El investigador de la Universidad de Quilmes Martín Becerra presenta el caso de TyC Sports, propiedad del Grupo Clarín y TyC, como "el gran instrumento de negociación: el precio del alquiler de esta señal es tan alto, que para muchos cableros del interior representa más del 50% de sus costos". - Objeto social. Un punto clave que se recupera en este proyecto es que los operadores deberán tener como "objeto social único y exclusivo la prestación de servicios de comunicación social". Su modificación durante la década del 90 convalidó la conformación de holdings integrados por dueños de medios y de otras sociedades comerciales. Tal es el Por Natalia Aruguete
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caso del Grupo Vila-Manzano, que a través de su empresa vinculada Ketsal-Kilwer ganaron la adjudicación de áreas petroleras secundarias en la provincia de Mendoza. El Grupo Uno (Vila-Manzano) controla América Medios, junto al grupo propiedad del diputado Francisco De Narváez, quien según el artículo 45 de la vigente Ley 22.285 debería estar imposibilitado de ser adjudicatario de una licencia, por su condición de legislador. - Polifonía. La norma prevé democratizar el acceso a los medios, promover la diversidad de contenidos y proteger el patrimonio audiovisual nacional. En algunos artículos, reserva "con carácter inderogable" el 33% del espectro a personas jurídicas sin fines de lucro; establece cuotas de producción nacional (70% para la radio y 60% para la televisión) y de producción propia (50%, incluyendo informativos locales) y obliga a los licenciatarios de televisión paga a incluir como mínimo una señal local. - Nuevos operadores. El proyecto permite a las empresas de servicios públicos acceder a licencias de televisión por suscripción. Si bien esta posibilidad avivó el fantasma de que las telefónicas acaparen el sector, las condiciones que deben cumplir son duras: asegurar la interconexión con otros operadores en términos, condiciones y precios no discriminatorios, y garantizar la portabilidad numérica en caso de que un usuario cambie de prestador, entre otras exigencias. La diputada Giudici plantea que "estos requerimientos exceden el marco de la radiodifusión y regula aspectos que ya están regulados en la Ley de Telecomunicaciones. (...) No es legítimo". Para Loreti, en cambio, "tales exigencias son las más altas que se pueden reconocer a la fecha, en términos de desmonopolización. A eso se suma el grado de desintegración vertical que la ley reclama de la cadena de valor de la industria de contenidos". - Autoridad de aplicación. El proyecto de ley establece la creación de un órgano colegiado y autárquico, con participación de la segunda y tercera minoría parlamentaria designada a propuesta de la comisión bicameral de Promoción y Seguimiento de la Comunicación Audiovisual. Se trata de uno de los puntos más criticados por la oposición. Según la diputada Giudici, "tiene demasiadas facultades y depende de un funcionario político, el secretario de Medios, es decir que no tiene independencia política. El segundo punto es que tiene la facultad de revisar cada dos años las licencias, lo cual puede incitar a la discrecionalidad". El artículo 38 del proyecto, al que se refiere Giudici, establece: "La autoridad de aplicación deberá, cada dos años y en virtud de la incorporación de nuevas tecnologías, revisar las reglas establecidas (...) con el objeto de resguardar la competencia y el interés público". Nada dice de revisar las licencias. Pero para la legisladora radical, "revisar las reglas es mucho peor que revisar las licencias". Becerra hace otra interpretación de este artículo: "El margen de diez licencias como límite a la concentración es razonable en servicios analógicos, donde es finita la cantidad de frecuencias. Pero va a resultar un tope demasiado exigente cuando, frente a la digitalización, se multipliquen las licencias". De allí revisar las reglas... En relación con la conformación de la autoridad de aplicación, Loreti sostiene que es "más parlamentarista que la estadounidense Federal Communications Commission (FCC)", encargada de la regulación del sector. Las designaciones del Directorio de la FCC son a propuesta del Poder Ejecutivo con ratificación del Senado. Según Mastrini, "la conformación plural de la autoridad de aplicación implica una dificultad mayor para que las empresas hagan lobby. Hasta ahora, los grandes negocios se hicieron entre los grandes medios y el Comfer".
Políticas públicas El anteproyecto elaborado por el Gobierno está siendo discutido en foros en el interior del país y será presentado en mayo para ser tratado en el Congreso. Mastrini rescata que "por primera vez, una ley de radiodifusión plantea que debe haber políticas públicas", pero advierte que "no estaría mal que la ley fijara algunos lineamientos generales de una política pública de recursos para el Por Natalia Aruguete
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audiovisual. Si no, sería un gran avance en materia de reparto de licencias, pero no en cómo se sostienen". En efecto, el espíritu de pluralidad requiere políticas públicas agresivas: no alcanza con permitir el acceso a los sectores más vulnerables; es necesario promoverlos con recursos para que sus proyectos se concreten. Para Loreti, "la política pública no sólo debe ser subsidios. Hay mecanismos de desgravamiento progresivo". La norma fija que la publicidad local esté destinada a financiar la producción local, e implementa medidas parafiscales para desalentar la inversión en publicidad en el exterior. Además, se prevé que los medios públicos y comunitarios cuenten con subsidios específicos para acompañar el salto tecnológico. Justamente, otro de los desafíos en términos de democratización apunta al aspecto tecnológico. En la migración hacia la digitalización, el Gobierno deberá decidir si implementa una norma técnica de alta definición para la misma cantidad de canales, la llamada "multiplex", que aumenta la cantidad de canales existentes, o una norma estándar. Tal decisión influirá en la administración de espectro y, por ende, en la capacidad de entrada de nuevos operadores. Según la Comisión Europea, "la digitalización debe llevarnos a más actores en el mercado y no a menos. No debe llevar a los actores tradicionales, en muchas instancias ya muy poderosos, a usar los nuevos canales para reforzar su situación aún más, en detrimento de los entrantes a los mercados" 10. 1. 2. 3. 4. 5.
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8. 9. 10.
Owen Fiss, Libertad de expresión y estructura social, Fontamara, México, 1997. "Mapa de Alianzas de las Comunicaciones en Argentina", Convergencia, Buenos Aires. Actualizado al 17-9-08. www.mecon.gov.ar/cndc/dictamenes/dictamen_cablevision_multicanal.pdf Esta estimación incluye la televisión satelital, pero si sólo se contabilizara a las empresas de cable, la participación de Cablevisión y Multicanal sería mayor al 60%. Luis Lozano, Concentración y diversidad de voces: el debate en Argentina a partir del caso Cablevisión-Multicanal, Tesina de grado no publicada, carrera de Ciencias de la Comunicación, Universidad de Buenos Aires, 2008. Dirección Nacional de Supervisión y Evaluación del Comfer, Contenidos de la televisión abierta argentina. Origen de la producción, tipo de programas y estructura de propiedad, Buenos Aires, 2008. La Cámara baja, que actuó como revisora, realizó correcciones con el voto de más de las dos terceras partes de los presentes. Determinó que las cooperativas de servicios públicos podían prestar servicios de radiodifusión, aun cuando hubiere otro prestador, después de realizarse "una evaluación integral de la solicitud que contemple el interés de la población". Los senadores suprimieron este párrafo y no insistieron con su proyecto original. Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, 2009. Pascual Serrano, "El grupo Prisa tambalea: la crisis golpea a El País", Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, abril de 2009. Herbert Ungerer, Impact of European Competition Policy on Media, Centre for Media Studies, Madrid, 15-2-05. Publicado por la Comisión Europea y disponible en http://ec.europa.eu/competition/speeches/text/sp2005_002_en.pdf
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La concentración mediática argentina: De eso no se habla Martín Becerra y Guillermo Mastrini*
El año 2006 ha consolidado la recuperación de los grandes medios de comunicación y del conjunto de las industrias culturales de la Argentina, a partir del crecimiento de los dos vectores más importantes que guían su lógica comercial: las ventas al público y los ingresos por publicidad. El próximo año, se anticipa, la publicidad se expandirá aún más y, en el contexto del año electoral y de la consecuente previsión de gasto macroeconómico, los niveles de consumo cultural puede que también se amplíen. Pero esta breve descripción prospectiva que podría figurar con una valoración positiva en la sección de Negocios de cualquier medio de comunicación, oculta una trampa: que el lucro sea el objetivo rector de las industrias de la información, la comunicación y la cultura constituye un singular condicionamiento al tipo de convivencia que establecemos como sociedad. Máxime cuando, por haberse naturalizado el principio cardinal de la maximización de la ganancia en las industrias que tienen por materias primas a la información y al entre* Becerra Profesor de la Universidad Nacional de Quilmes y Conicet y Mastrini de la Universidad de Buenos Aires, autores de Periodistas y magnates: estructura y concentración de las industrias culturales en América Latina, editado por Prometeo en 2006.
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tenimiento, prácticamente no existen espacios públicos, estatales (no gubernamentales) o comunitarios, de producción y distribución de información y cultura con otra perspectiva diferente de la hipercomercial. En el marco de la recuperación económica de las industrias de medios de comunicación, se han acelerado los procesos de concentración de la propiedad y de centralización geográfica, que tuvieron un escenario soberbio de gestación en la década del 90, y nada hace suponer que se detengan en el futuro inmediato. Estos procesos no son inocuos: como señala el periodista uruguayo Danilo Arbilla, “si ya es malo que la venta de jabones quede en pocas manos, peor es que la libertad de expresión quede en pocas manos”. Las industrias de información y comunicación mediatizan el fluido simbólico, noticioso y de buena parte de los conocimientos de las sociedades contemporáneas. Estas industrias culturales condicionan la agenda pública, facilitando la emergencia de algunos sucesos o cuestiones desde una perspectiva definida (nunca neutral) y obturando la puesta en agenda de otros temas: un ejemplo cabal es el de la tematización de la “inseguridad” en los medios de una Argentina que se perturba con una selección intencionada de episodios. Esta (discrecional) selección se resiste a comprender los hechos en sus contextos y sus determinaciones de producción. Uno de los principales puntos de apoyo de las teorías sobre comunicación y cultura es la premisa de que la circulación de información diversa y plural estimula la convivencia democrática, protege y legitima la diferencia de opiniones, permite consolidar posiciones, espacios y procesos de construcción cultural con dimensión autónoma y colabora con el contraste entre perspectivas y análisis para elaborar, colectivamente, síntesis superadoras a partir de lo real. Y aunque la concentración y la centralización de las industrias culturales erosiona la elemental diversidad de voces que deberían escucharse en una sociedad de tipo democrático, en la Argentina constatamos que como en la película de María Luisa Bemberg, y a pesar de algunas nobles excepciones, “de eso no se habla”. Históricamente se ha definido que la forma de garantizar el pluralismo es a través de la diversidad de medios y de la expresión pública de diferentes definiciones políticas. Este derecho no debe quedar confinado a la garantía de una estructura de propiedad no oligopólica, sino que también debe asegurarse la multiplicidad de contenidos en los medios. Esta diversidad de propietarios y contenidos debe quedar reflejada en todos los niveles relevantes: el político, el cultural y el lingüístico. Si la diversidad es garantía de pluralismo, los procesos de concentración implican en general la reducción de propietarios, la contracción de voces y una menor diversidad. Estos procesos de concentración de industrias culturales se aceleran en la medida en que el sector de la información y la cultura se destaca como un es-
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pacio ya no sólo de formación de la opinión pública, sino también de formación y multiplicación de capital. Pero el caldo de cultivo de la concentración se potencia si, además, la única lógica de funcionamiento alentada por la regulación estatal es la que pondera el propósito comercial de los medios, como sucede en la Argentina. En efecto, la historia legal de la radiodifusión en el país prescribe el carácter lucrativo como lógica operativa de los medios de comunicación. La vigente Ley de Radiodifusión 22.285, decretada por el dictador Jorge R. Videla en 1980, sufrió numerosas modificaciones en los últimos 16 años, pero casi todas ellas redoblaron el énfasis hipercomercial del sistema comunicacional vernáculo. En la reciente presentación de nuestro libro Periodistas y magnates: estructura y concentración de las industrias culturales en América Latina, el representante de Media Watch de Eslovenia, Lenart Kucic, sintetizó los tres efectos más relevantes de la concentración en los medios de comunicación: 1) la tendencia a la unificación de las líneas editoriales producto de la reducción de voces: por ejemplo, ninguna de las emisoras televisivas propiedad del grupo News Corp (del magnate Rupert Murdoch) se apartó del ferviente apoyo a la invasión a Irak por parte del gobierno de George W. Bush con el que Murdoch simpatiza abiertamente; 2) la existencia de conflicto de intereses entre el propósito informativo y el entramado económico del grupo de comunicación concentrado: el tamaño creciente de los grupos no reconoce fronteras de actividad en el ámbito de la comunicación, sino que se extiende a muchos otros sectores económicos, por lo que la información política y económica (tanto la que se brinda como la que se omite) suele estar filtrada por estos intereses; 3) la necesidad de concretar economías de escala y reducir costos laborales y administrativos conduce a los grupos de comunicación a maximizar los recursos físicos y humanos aprovechándolos para sus diferentes medios y unidades de negocio: la consecuente merma en la calidad de los contenidos afecta así al usuario final. En la investigación que desarrollamos sobre la estructura y concentración de industrias de la cultura y la información en América latina, que se enmarca en un programa del Instituto Prensa y Sociedad (<www.ipys.org>), se revela que la Argentina exhibe índices de concentración de medios superiores a la media de la región, en un doble sentido: por un lado, en cada una de las industrias de la información (como la prensa escrita, la televisión abierta o de pago) los cuatro principales operadores dominan más del 75% del mercado (audiencia/abonados/lectores); y por el otro, en ningún otro país latinoamericano el tipo de concentración multimedia “conglomeral” (grupos de comunicación con pre-
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sencia en casi todos los mercados de medios y también en telecomunicaciones) es tan alto y complejo como en nuestro país. Esto indica que la concentración no es similar en todas las latitudes, ni en un mismo lugar en diferentes períodos históricos. Por el contrario: se trata de un proceso dinámico y en constante modificación. En el caso argentino, el panorama descripto continúa profundizándose: si bien el Congreso eliminó durante el 2005 (con más de dos años de retraso en relación con una declaración de inconstitucionalidad por parte de la Corte Suprema de Justicia), la prohibición para que las organizaciones no comerciales puedan acceder a licencias radiales y televisivas de baja potencia, en los últimos años la conducción del Estado ha eludido la responsabilidad de sancionar una ley audiovisual democrática. Por otra parte, el interventor del COMFER sostiene una política que ha implicado que la nueva norma que permite a la economía social acceder a la propiedad de medios de comunicación, se aplique con dosis homeopáticas. El Poder Ejecutivo, además, no vaciló en congraciarse con todos los grupos de comunicación a través de una dadivosa extensión de las licencias de radio y televisión sin exigir, de modo público, contraprestaciones que permitan mejorar el servicio y que habiliten el acceso de los usuarios al control de éste. La remanida “batalla por el rating” televisivo por parte de las dos emisoras líderes en audiencia, por la que se burla cotidianamente el compromiso de programación anunciado por las propias emisoras, es sólo una pequeña demostración de la anomia instalada en el sector. Las mismas políticas de transferencia de activos y de potestades a los grupos concentrados se aplican en un sector muy articulado con los medios de comunicación: las telecomunicaciones. En este caso, el Poder Ejecutivo suscribió una polémica acta de compromiso con las principales empresas del sector por el cual se compromete a cederles la propiedad de la red de telefonía que hoy es de patrimonio estatal (está concesionada sólo de modo temporal a Telefónica y Telecom). Otro ejemplo: este año la justicia determinó que el Poder Ejecutivo implemente el fondo fiduciario del servicio universal por el cual, desde 2001, las operadoras telefónicas deberían destinar el 1% de sus ingresos (este costo las empresas lo trasladan indebidamente a los usuarios) a garantizar el acceso a las redes telefónicas en las localidades más alejadas de los principales centros urbanos del país. Hasta ahora ni la Secretaría de Comunicaciones de la Nación ni la Subsecretaría de Defensa del Consumidor ni la Comisión Nacional de Comunicaciones han podido, han querido o han sabido materializar este derecho. Cabe destacar que en este sector se asiste a una fuerte puja de grupos concentrados entre las telefónicas que pretenden ingresar al negocio de la radiodifusión mediante la prestación de servicios conjunta de telefonía, Internet y televisión por cable conocida como “triple play”, y los grandes grupos de medios, con Clarín a la cabeza, que utiliza sus fuerzas para impedirlo.
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En tanto, el año 2006 se cierra con una nueva ola de fusiones y adquisiciones en los grupos de comunicación que pretenden en el futuro disputar el mercado a Clarín y Telefónica, los más consolidados. Merecen destacarse la cada vez más activa presencia del grupo español Prisa (diario El País, cadena Ser, Canal+, entre otros) que, en sociedad con Godó (editor del diario La Vanguardia de Barcelona), está ya gestionando varias radios encabezadas por Continental; los cambios accionarios y directivos en el grupo América-La Red, que afectan indirectamente al diario Ámbito Financiero; y la expansión de medios gráficos vinculados de modo orgánico al estamento gobernante en varias provincias del noroeste del país. Hemos reservado para el final de este ensayo sobre el contexto de desarrollo de las industrias de información, comunicación y cultura de la Argentina la referencia al debate acerca de la discrecionalidad del Poder Ejecutivo en su relación con algunos medios y las presiones a la prensa que denunciara, en octubre de este año, la Relatoría Especial para Libertad de Prensa de la Organización de Estados Americanos (OEA). Entendemos que una de las cuestiones pendientes y postergadas por la conveniencia de “no hablar” de temas incómodos, es asumir que las relaciones del Estado con el sistema de medios incluye pero no se agota en el tipo de articulaciones de carácter informativo que el gobierno —entendido como administración contingente del Estado— promueve con los medios. Ni siquiera en la discrecional asignación de la pauta de publicidad oficial. Así como recordamos que desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 existen disposiciones elementales sobre el derecho a la información que son ley en la Argentina pero distan de ser garantizadas para todos los habitantes del país, creemos que el escenario de concentración de la información, la comunicación y la cultura nos habilita a formular una necesaria distinción conceptual entre “libertad de prensa” y “libertad de expresión o de comunicación”. En un país con altos niveles de concentración mediática y de centralización geográfica de la producción industrial de los contenidos culturales, la libertad de prensa podría, eventualmente, estar garantizada. Si existen obstáculos, presiones o intenciones de los poderes públicos, éstos deben denunciarse y corregirse en el marco de la ley. Lo mismo vale para las interferencias y amenazas a la libertad de prensa que puedan registrarse por parte del sector privado corporativo. Otro tanto puede afirmarse respecto de la discrecionalidad de asignación de recursos del Estado (que no se refieren únicamente a la publicidad) y también de los principales anunciantes privados cuando se corrobora la interferencia con los propósitos informativos de los medios. Pero si no existieran presiones gubernamentales a la prensa, ya sea a escala nacional, provincial o municipal, ¿podría hablarse de libertad de expresión
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garantizada? Desde nuestra perspectiva, la libertad de prensa no alcanza para realizar integralmente el principio, fundamental, de la libertad de expresión. Los sujetos de los derechos de libertad de expresión no son los dueños y los editores de los medios, ni siquiera sus trabajadores: la titularidad de estos derechos comprende al conjunto de los habitantes. La mayoría de éstos son privados de acceder sin restricciones al derecho a producir, almacenar, editar y difundir informaciones y opiniones en un contexto de concentración con una lógica hipercomercial que guía el funcionamiento de las actividades de comunicación. Por supuesto, además de los usuarios, también los periodistas, reporteros gráficos, diseñadores y otros profesionales de la comunicación son afectados por la concentración, ya que este proceso impacta en las relaciones laborales e influye en el ejercicio de la autocensura para cuidar la fuente de ingreso, así como en las peculiares estrategias de financiamiento de muchos de los formatos periodísticos que son dominantes en el medio radial, por ejemplo. De este modo, el derecho a la información incluye la libertad de prensa, pero la libertad de prensa, siendo condición necesaria, no es condición suficiente para la materialización del derecho que asiste al conjunto de la sociedad. Creemos que es hora de comenzar a hablar de estas cuestiones condicionadas por los procesos de concentración de las industrias culturales, cuestiones que tensionan nuestra convivencia cada día, para contribuir a mejorarla.
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Tecnología y libertad de expresión Por Natalia Becerra Aruguete Allanados los obstáculos para la vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual -a partir del fallo de la Corte Suprema de Justicia de junio pasado, que revocó su suspensión, decidida por algunos jueces- la televisión digital despeja el camino para robustecer los principios de pluralidad. l Poder Ejecutivo se comprometió a promover una reglamentación que asegure la participación de la sociedad civil, reclamada por la Coalición para una Radiodifusión Democrática, el Consejo Federal de Comunicación y distintas ONG y universidades del país.
La televisión digital, cuyo lanzamiento por parte del gobierno fue contemporáneo a la suspensión de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley Nº 26.522, LSCA), puede potenciar la nueva norma. La polémica sobre el carácter discrecional del plan oficial de TV digital, así como sus alcances sociales, puede observarse a la luz de su articulación con la LSCA. Nuevamente en vigencia la LSCA -sólo resta su reglamentación- queda aún por resolver la apelación del gobierno contra el fallo de la Cámara en lo Civil y Comercial Federal, que ratificó la suspensión de su artículo 161, referido a los plazos de adecuación de los grandes grupos de medios a los topes de concentración tolerados. Es probable, además, que haya nuevos litigios por otros artículos, como los referidos al régimen sancionatorio. En caso de que la Justicia avale alguna de las quejas por artículos en particular, o que otros multimedios promuevan nuevos cuestionamientos a cláusulas puntuales, la implementación de la TV digital podría, en los hechos, favorecer el proceso de desconcentración del sector, apelando a la digitalización del espectro y sin necesidad de recurrir a una "desinversión forzada", como calificó la Cámara Federal al artículo 161. La digitalización supone un progresivo pasaje de la norma analógica -la actual televisión por aire- a la Televisión Digital Terrestre (TDT). Las pautas de esta migración quedaron establecidas en el Decreto 1148/09, por el cual se creó el Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre (SATVD-T), basado en la norma de origen japonés-brasileño ISDB-T (Integrated Services Digital Broadcasting Terrestrial). En forma paralela, el Decreto 364/10 declaró "de interés público" a la Plataforma Nacional de Televisión Digital Terrestre, creó un Consejo Asesor integrado por representantes de los Ministerios nacionales y la Empresa Argentina de Soluciones Satelitales (AR-SAT) fue designada como la responsable de implementar la plataforma de TDT en el país. Estos órganos dependen del Poder Ejecutivo. La norma nipo-brasileña permite integrar señales de alta definición, definición estándard y baja definición móvil en un Por Natalia Becerra Aruguete
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mismo canal de 6 MHz. Además, tiene un potencial masivo, ya que su amplio alcance garantiza a los sectores de menores recursos un menú audiovisual que nunca tuvieron, y posibilita la articulación con otras formas de distribución de productos culturales en entornos digitales. Mediante el SATVD-T se prevé la creación de unas 20 señales de TV nuevas, con más de 400 repetidoras en todo el país, que se sumarán a la digitalización de más de 40 señales privadas existentes. En un escenario donde la oferta de contenidos audiovisuales, en su mayoría comerciales, estuvo hasta hoy centralizada en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y en las grandes ciudades del interior del país, y cuya producción de contenidos fue provista sólo por el AMBA, la capacidad de las nuevas plataformas digitales permitirá -potencialmente- generar nuevos contenidos (por ejemplo, educativos y documentales), federalizar la producción y multiplicar los canales en vastas zonas del territorio, reduciendo de hecho la brecha audiovisual que existe en el país. Además, la TV digital ofrece otras posibilidades de comercialización y -según estimaciones del Ministerio de Industria y Turismo- generará 200.000 empleos directos y otros 360.000 indirectos, por la producción de equipos conversores de señales y de aparatos receptores de TDT.
La presencia del Estado El Estado argentino es pionero en el proceso de digitalización. Como en 1951, cuando se emitió por primera vez televisión analógica en el país, el Estado está asumiendo los costos y los riesgos de desarrollo de un nuevo mercado. El decreto de creación de la TV digital le asigna a Radio y Televisión Argentina (RTA) las frecuencias 22, 23, 24 y 25 de la banda UHF, que posibilitarán emitir hasta 24 señales 1. Con la norma japonesa, cada canal de TDT se divide en 13 segmentos, que pueden distribuirse de distintas maneras, según se ofrezca señales de alta definición, estándard, para móviles o una combinación de éstas. La asignación de estos canales al Sistema Nacional de Medios Públicos (SNMP) fue interpretada por algunos medios como una "paulatina estatización del espacio mediático", en tanto "permitiría ofrecer, junto con Canal 7, unas veinte frecuencias con programación producida desde el Estado" 2. El gobierno tomó la iniciativa de comprar y distribuir conversores (cajas sintonizadoras demoduladoras). Se trata de 1.200.000 set-top-boxes entregados en comodato a hogares de bajos recursos. La posibilidad de que la iniciativa oficial se convierta en pública depende de la plena vigencia de la LSCA. La renovada acusación al gobierno de hacer proselitismo o clientelismo audiovisual, por parte de los mismos sectores que boicotearon la LSCA, resulta contradictoria. Justamente, es la ausencia de ley la que permite que el Ejecutivo administre los recursos audiovisuales a piacere.
Los nuevos actores Los grandes grupos de medios califican el accionar del gobierno como amenaza a la libertad de expresión, por supuesto sin reconocer el obstáculo que la concentración supone para un sistema con voces diversas. Sin embargo, la LSCA debería evitar el abuso oficial, ya que el Poder Ejecutivo estará bajo control: las minorías parlamentarias y sectores de la sociedad civil integran la autoridad de aplicación de la LSCA, además del directorio de los medios estatales. También existe una Comisión Bicameral en la que la oposición política tiene derecho a participar. A pesar de la retórica anti-regulatoria de los grandes grupos de medios, la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948 reconoce que la concentración de los medios también condiciona la diversidad de voces y, por consiguiente, restringe la libertad de expresión. En este sentido, la LSCA exige aprovechar el dividendo digital (las nuevas señales que operarán en el mismo ancho de banda que hoy utiliza un solo canal analógico) para saldar la deuda con las organizaciones no comerciales que estuvieron proscriptas del acceso a las licencias de TV y radio, por la vigencia durante casi tres décadas del Decreto-Ley 22.285, firmado por el dictador Jorge Rafael Videla. Este decreto nunca provocó la reacción de los empresarios mediáticos, de los periodistas autoproclamados "independientes" ni de la mayoría de la clase política. Por Natalia Becerra Aruguete
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Según la LSCA, "la digitalización debe llevarnos a más actores en el mercado, y no menos. No debe llevar a los actores tradicionales, en muchas instancias ya muy poderosos, a usar los nuevos canales para reforzar su situación aun más, en detrimento de los entrantes a los mercados". En este sentido, la televisión digital permitirá desconcentrar un mercado en manos de pocos grupos que ejercen una posición dominante e impiden el ejercicio del pluralismo. Si la LSCA no es aplicada, este objetivo quedará supeditado a la voluntad y a las contradicciones del gobierno de turno. En cambio, la plena aplicación de la ley y el funcionamiento de sus mecanismos de control garantizan una mirada pública sobre la implementación de la televisión digital. Dicho esto, hay aspectos no resueltos en el plan de la TDT. En el Decreto 1148/09 se habla de crear "canales nacionales", un concepto vago que no deja claro si se trata de licencias públicas o privadas y que entra en contradicción con la LSCA, en la que no existe el concepto de "canal nacional". A ello se agrega la falta de definición sobre los criterios de utilización de las señales digitales.
Los primeros beneficiados En relación con las anteriores tecnologías de información y comunicación en Argentina, la televisión digital invierte la pirámide social comenzando su difusión por los sectores más desposeídos, lo cual inaugura una modalidad de distribución y, eventualmente, de apropiación tecnológica muy original. Hasta ahora, la radio, la televisión abierta y por cable, e internet, beneficiaron en sus etapas iniciales a los sectores de mayor poder adquisitivo, mientras que la TV digital promete acercar la nueva tecnología a la población de menores recursos gracias a la distribución gratuita de conversores. Esta población carece hoy de un menú audiovisual diverso y, por lo tanto, la decisión oficial innova en las políticas de acceso de la sociedad a los bienes y servicios de la información y la comunicación. Su inscripción en el marco de una ley cuya implementación la Corte Suprema de Justicia ha destrabado, y que revierte la tradición exclusivamente comercial del sistema de medios audiovisuales, abre un capítulo desconocido en la historia de los medios en Argentina augurando oportunidades de acceso también inéditas. 1. Canal 7, a través de la frecuencia 23 de UHF, ya está emitiendo una señal experimental en alta definición. 2. "El preocupante multimedios oficial", La Nación, Buenos Aires, 23-5-10.
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El país|Lunes, 12 de diciembre de 2011 Adelanto del libro El desafío digital en la televisión argentina, de Osvaldo Nemirovsci
La mutación del paradigma comunicacional En el libro que publica la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Nemirovsci analiza el modo de apropiación social de las tecnologías de la comunicación y la información, tomando el caso de la TV digital en el país. Por Osvaldo Nemirovsci *
Si hay una definición que conjuga lo que sostenemos en cuanto a la televisión digital como instrumento contenedor de la innovación tecnológica, a la vez que de la aplicabilidad social, es la de Eliseo Verón cuando se refiere a los medios señalando que “la televisión, la radio, la prensa escrita (...) designan un conjunto constituido por una tecnología sumada a las prácticas sociales de producción y apropiación de esta tecnología, cuando hay acceso público a los mensajes”. Y aclara el semiólogo que no importa cuáles sean las condiciones mediante las que se acceda a los medios, incluso pueden ser (y generalmente lo son) pagas. La televisión digital, en este sentido, marca una penetrante mutación en el paradigma comunicacional argentino. Expresa, por un lado, una vertiente casi “física” de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (26.522), pues permite la aparición de nuevos actores del medio, representados en cientos de productoras de contenidos, sobre todo, en el interior del país; abarata costos de producción; alienta el cumplimiento del 30 por ciento de cuota de pantalla local y el 15 por ciento de contenidos independientes; mejora las condiciones de accesibilidad a la televisión abierta, tanto desde lo geográfico como desde lo social; incorpora la posibilidad de que las personas con discapacidad,
especialmente sordos y ciegos, puedan también sumarse al uso de este medio; federaliza contenidos y abre mercados profesionales y laborales en virtud de esta posibilidad; permite la interactividad entre el receptor (antes pasivo) y el emisor; abre más espacios en el espectro radioeléctrico de que los que nunca hubo y aporta múltiples innovaciones sobre la forma tradicional en que la televisión se vinculaba con la gente. Desde 1951 a la fecha, se generaron en todo el país 44 canales de televisión abierta. De ellos, 33 son de gerenciamiento privado, uno universitario y diez públicos. En un solo día, en junio de 2011 y anunciado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner desde la sede de Gobierno en la Casa Rosada, se llamó por intermedio del Afsca (Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, ex Comfer) a concurso sobre 220 señales de Televisión Abierta en la modalidad digital en banda UHF. Es decir, que en un solo día ¡se abrieron cinco veces más posibilidades de TV por aire que en los anteriores 60 años! Por otro lado, se va abandonando progresivamente la tradicional manera de recibir la “onda hertziana” y el unicato del televisor como exclusivo aparato receptor. Lo digital, en cambio, abre un universo múltiple de terminales de propagación que pasan por computadoras, computadoras portátiles, teléfonos, móviles de distinto tipo, tabletas, pantallas de cabezales en los autos, pantallas para transporte público de pasajeros y sólo la imaginación puede aventurar cuántos más habrá en el futuro cercano. Desaparece el concepto de “televisor” vinculado con la idea de electrodoméstico, y se perfila un nuevo concepto de “televisión”, donde el contenido reconoce diversos, novedosos y originales continentes (...) La utilización de teléfonos celulares como terminales de propagación televisiva de aire obligarán, más temprano que tarde, a la “miniaturización” de los contenidos transmitidos por el llamado one seg (segmento de la frecuencia que llega a la telefonía móvil) pues habrá distintos “tempos” para la información y el entretenimiento cuando se trate de verlos sentados o parados, desde un celular o a través de un electrodoméstico de 42 pulgadas o de una pantalla de 7 pulgadas, en el living de una casa o en el transporte público. Es dable pensar que esta “miniaturización” traerá aparejado el surgimiento de un nuevo carácter en la manera de hacer televisión (...) Habrá otro prime time en el uso del one seg, que seguramente apelará a tiempos más vinculados al descanso entre horarios de trabajo o al de los viajes, que al de la noche en la comodidad de un hogar. La velocidad del cambio, la mutación vertiginosa en el terreno de la televisión digital, obliga a una persistente alerta en el campo tecnológico y, por supuesto, que también en el terreno de su aplicación social. A
innovaciones tecnológicas, será necesario contrarrestar la necesaria mirada social que permita equilibrar cualquier desfasaje que las nuevas tecnologías provoquen en su irrupción en el escenario nacional y, sobre todo, en el territorio social. Vemos el acceso a Internet desde la Televisión Digital Abierta (TDA) y su ineludible compatibilización en el instrumento que hoy utilizamos mayoritariamente para recibir señales digitales, que es el conversor (set top box). Estudiamos nuevas formas para los controles remotos, para que estén más cerca de ser un minúsculo teclado multiuso que de la forma táctil y “pasa canales” que hoy posee (...). La convergencia como dato de mercado hace rato que se instaló en la Argentina. Como valor tecnológico está maduro y como decisión política sólo requiere tiempo para su inevitable consolidación. Esto también nos apremia a imaginar rumbos convergentes hacia la televisión digital y debemos ir pensando en el encuentro de la TDA con el IPTV (televisión por Internet) y su consiguiente expresión material en conversores de tipo dual e híbridos. Todo esto nos lleva a afirmar que no hay muerte de la televisión. No hay expiración del sentido de la televisión. Mucha predicción sobre el tema y vasto diagnóstico sobre el fin del medio aparecen hoy frustrados en virtud de una tecnología y una política. Se sostiene, por un lado, desde el dato técnico (la compresión de audio y video que corrige permanentemente la imagen) y, por otro, desde la voluntad política y cultural de un Estado que abona la idea de recrear la televisión abierta como sustrato democrático a la hora de valorar la simbología. Más y mejor televisión fue la consigna que se replicó desde el inicio en cada uno de los eslabones de esta política pública integral, que no sólo atiende a cuestiones de infraestructura, sino también a las vinculadas con los contenidos. La instalación de infraestructura de transmisión, la entrega de decodificadores de forma gratuita y la producción de horas de televisión para ser ofertadas como un nuevo contenido cultural fueron los tres grandes objetivos con los que se orientó el trabajo a partir de agosto de 2009 (momento en que se adoptó la norma ISDB-T para las transmisiones de televisión digital) para que el principal medio de comunicación de la Argentina sea cada vez más accesible e inclusivo. Desde el punto de vista del Estado trabajamos para generar un modelo de contenidos que tenga que ver con la riquísima diversidad cultural que tiene todo el país, con una mirada federal, con poder contar historias que reflejen el valor histórico, regional, social de cada una de las provincias. Nos parece que eso va a tener éxito en el gusto de la gente.
* Coordinador general del Consejo Asesor del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre. © 2000-2011 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.
CLARINPOLÍTICA http://www.clarin.com/politica/Gobierno-imponer-controlar-papel-diario_0_614338596.html
PAPEL DE DIARIO
El Gobierno logró imponer la ley para controlar el papel de diario El proyecto impulsado por Cristina habilita al Estado a avanzar sobre la empresa Papel Prensa. Se aprobó con 41 votos del oficialismo y sus aliados, contra 26 negativos y una abstención. La oposición catalogó a la ley de “inconstitucional”.
- 23/12/11
Tras un trámite rápido y expeditivo en el Congreso, el Gobierno cuenta desde ayer con la ley que le permitirá controlar el papel para diarios y, eventualmente, licuar el capital privado en la empresa Papel Prensa –propiedad de Clarín, La Nación y el Estado en proporción minoritaria– para estatizar la compañía. La nueva ley, calificada de “inconstitucional” por los
opositores y que podría ser cuestionada por las empresas en la Justicia, se terminó de sancionar ayer en el Senado por 41 votos a 26 y una abstención. El kirchnerismo impuso su mayoría con sus aliados permanentes (entre ellos el ex presidente Carlos Menem) y sumó tres votos sorpresivos, los del ex arista Samuel Cabanchik, la peronista pampeana María Higonet y el radical correntino José María Roldán. La oposición rechazó masivamente el proyecto y sus senadores coincidieron en denunciar que la ley es “un avance sobre la libertad de imprenta y de expresión”. La iniciativa surgida del Ejecutivo, a la que sólo le falta la promulgación por parte de Cristina Kirchner, le da amplios poderes al Estado para condicionar la producción, distribución e importación de papel para diarios, y abre la puerta a una confiscación encubierta de Papel Prensa. Declara “de interés público” la fabricación, comercialización y distribución de pasta celulosa y papel para diarios; convierte a la empresa en un monopolio (hoy no lo es, ya que el papel puede ser importado por cualquiera con arancel cero), al exigirle satisfacer “toda la demanda interna de papel para diarios”; limita la posibilidad de importarlo; y finalmente obliga a hacer inversiones que, en caso de que los privados no las hagan, serán afrontadas por el Estado a cambio del crecimiento en su composición accionaria. “Si lo que se quiere es ganar una batalla de amor y odios personales, no cuenten con nosotros”, dijo el radical Ernesto Sanz, tras recordar que en ocho años de sociedad con Clarín y La Nación –nombró a los directores estatales que pasaron por la empresa, entre ellos el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández– nunca el Gobierno denunció nada. Le contestó Aníbal Fernández: “Ese director del que usted habla tenía puesta la camiseta del otro lado, no me merece ninguna confianza”. La UCR presentó otro dictamen que declara de interés público “el acceso” al papel para diarios, estimula la creación de nuevas fábricas, ratifica la importación con arancel cero y crea un programa bautizado con ironía “Papel para Todos”. En el debate de más de cinco horas en la Cámara Alta, los opositores hicieron fila para cuestionar el proyecto. Juan Carlos Romero (PJ disidente, Salta) dijo que “el ataque a la libertad de expresión no es patrimonio de la derecha ni de la izquierda. Es patrimonio de un pensamiento autoritario , más cercano a los
tiempos de la guerra fría”. Para Jaime Linares (GEN), “lo único que le interesa al Gobierno es avanzar en su pelea de grupos contra Clarín y Nación”. Eugenio “Nito” Artaza (UCR) dijo que “hay un afán del Gobierno por tener una posición hegemónica y eso le hace equivocar el camino”. Según María Eugenia Estenssoro (Coalición Cívica), “en el siglo XXI es muy difícil encarcelar a un periodista sin tener consecuencias de repercusión internacional. Entonces se utilizan métodos de censura indirecta como la publicidad oficial o el control del papel para diarios”. La Carta Interamericana de Derechos Humanos califica al control de la producción de papel como “censura indirecta”. Desde el kirchnerismo, la jujeña Liliana Fellner y el neuquino Marcelo Fuentes negaron las acusaciones. Miguel Pichetto dijo que la ley“forma parte de la política” del Gobierno, que tuvo como primera etapa “democratizar los medios audiovisuales”. Y Aníbal Fernández, el más vehemente, pidió: “No seamos naif, no es una pelea entre poderes, estamos hablando de alguien que se está quedando con la nuestra , con la de todos los argentinos”. Al final, el oficialismo sumó 3 “sorpresas”. La única abstención fue del renovador salteño Juan Pérez Alsina. El radical Pablo Verani rechazó la ley antes de sumarse a los cuatro ausentes.
Cómo votaron A favor: Kirchnerismo (33), aliados permanentes (5: Menem, Bongiorno, López, Díaz, Latorre y Lores) y nuevos aliados (3: Cabanchik, del Probafe; Higonet, del PJ pampeano y Roldán, radical disidente). En contra: Radicalismo (14), PJ disidente (7), Frente Amplio Progresista (4), Coalición Cívica (1). Ausentes: 4. Abstención: Pérez Alsina (Renov. de Salta). Ausentes: Verani y Rached (UCR), Verna (PJ-LaPampa), Meabe (liberal).
Economía|Viernes, 23 de diciembre de 2011 http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/economia/2-184060-2011-12-23.html EL SENADO CONVIRTIO EN LEY EL PROYECTO QUE DECLARA DE INTERES PUBLICO EL ACCESO AL PAPEL PARA DIARIOS
En el papel quedó impreso 41 votos a 26 Un total de 33 senadores del Frente para la Victoria, a los que se sumaron otros ocho entre aliados habituales y opositores, lograron un triunfo claro sobre los restos del Grupo A. La ley dispone que debe haber un precio único para todos los compradores. Por Sebastián Premici
Amado Boudou saluda a Beatriz Rojkés de Alperovich. El Congreso logró sancionar las doce normas enviadas por el Ejecutivo para extraordinarias.
El Senado convirtió en ley el proyecto que declara de interés público la producción, comercialización y distribución de papel para diarios. El Frente para la Victoria, sumado a sus aliados habituales y algunos opositores, consiguió 41 votos positivos contra 26 sufragios negativos y una abstención. El Frente Amplio Progresista, la UCR, los peronistas disidentes y la Coalición Cívica fueron los bloques que votaron en contra del proyecto –ahora ley– que busca garantizar el acceso al papel y un precio igualitario para todos los diarios del país. Además, la nueva norma obligará a la compañía Papel Prensa, cuyos accionistas mayoritarios son Clarín y La Nación, con una participación minoritaria del Estado, a
concretar un plan de inversiones cada tres años para satisfacer la demanda del mercado interno. En la misma sesión de ayer, la Cámara alta convirtió en ley el proyecto que busca regular la venta de tierras a manos extranjeras. De esta manera, el Congreso logró sancionar las 12 normas enviadas por el Ejecutivo durante el período de sesiones extraordinarias. “Esta ley tiene un año y ocho meses. En su momento, la oposición hizo uso de su mayoría y no quiso habilitar el tratamiento. La norma forma parte de una política que la Presidenta (Cristina Fernández de Kirchner) ha iniciado para democratizar los medios audiovisuales, primero, y ahora el acceso al papel para todos los diarios del país”, sostuvo Miguel Angel Pichetto, titular del bloque del Frente para la Victoria. El oficialismo contó con los votos de sus 33 integrantes, sumado un grupo de aliados permanentes y transitorios. Los que acompañaron fueron Horacio Lores (Movimiento Popular Neuquino), Osvaldo López y María Díaz (ambos del ARI Tierra del Fuego), Roxana Latorre (Alianza Santa Fe Federal, Santa Fe) y Carlos Menem (Alianza Frente Popular Riojano). También votaron a favor de la ley Samuel Cabanchik (Probafe, Ciudad de Buenos Aires), José Roldán (Alianza Frente para Todos, Corrientes) y María Higonet (Justicialista, La Pampa). El jefe político de esta última, Carlos Verna, no estuvo en la sesión. La abstención, en tanto, correspondió a Juan Agustín Pérez Alsina (Partido Renovador, Salta). El rechazo opositor quedó lejos de los números que supo conseguir en sus mejores épocas el extinto Grupo A pero mostró unidos a varios de sus principales integrantes. El argumento central fue que la ley vulnera la libertad de expresión. “Si no hay libertad de decir, no hay sistema democrático. El Estado nacional, en lugar de ser garante, toma parte. Esta es la amenaza. Un Estado que confunde prensa con propaganda. Lo que mal se nombra, mal se obra”, manifestó Norma Morandini, del FAP. Su compañero de bancada, Jaime Linares, senador que integra el FAP y responde a Margarita Stolbizer (GEN), agregó: “Si el Gobierno considerara que el papel para diarios es un recurso estratégico, propondría la expropiación de Papel Prensa. Lejos de eso, lo único que le interesa es avanzar en su pelea contra Clarín y Nación”. El proyecto que regula el mercado de papel para diarios que envió el Gobierno al Congreso incluyó en sus fundamentos el informe “Papel Prensa, La Verdad”, elaborado por la Secretaría de Comercio Interior, a cargo de Guillermo Moreno. Esa investigación –que fue incluida en la demanda penal que lleva adelante la Secretaría de Derechos Humanos– concluye que hubo una apropiación coercitiva de las acciones de la compañía por parte de los diarios citados (más La Razón) y el gobierno de facto, en 1976.
El debate en el Senado repitió los argumentos que se escucharon la semana anterior en la Cámara de Diputados. La mayoría de los legisladores opositores coincidieron en aceptar que los accionistas privados de Papel Prensa ocuparon una posición dominante en detrimento de los pequeños diarios de todo el país. “Es una compañía proveedora de papel monopólica, a la que hay que aplicarle la ley antimonopolio. Pero en este momento no hay ningún problema”, enfatizó el puntano Adolfo Rodríguez Saá. Más allá de esta apreciación, sostuvo que ahora “la situación está normalizada” y, por tal motivo, no es necesario legislar. Su compañera, Liliana Negre de Alonso, argumentó además sobre la “violación del artículo 32 de la Constitución nacional”. “No veo que este instrumento vaya a restringir la libertad de prensa, no surge esa posibilidad del texto. Esta es una situación rara. El principal accionista de la compañía es el accionista mayoritario de Papel Prensa. En vez de hablar del artículo 32, por qué no hablamos del 42, que previene sobre los usos monopólicos. Si bien es esperable que una empresa defienda sus intereses, también es esperable que esos intereses sean tutelados por toda la comunidad y el Estado. Con este proyecto no se restringe la libertad de imprenta”, replicó Cabanchik. “El año pasado, Clarín y La Nación realizaron su mayor compra de papel en el año antes de que Papel Prensa aumentara sus precios. Además, hay que decir que la papelera le compró a Clarín 11.000 toneladas de diario reciclado, a 900 dólares la tonelada. Es imperioso que se conozca esto, que viene ocurriendo desde hace muchos años. No importa quién fue representante del Estado, si no lo vieron antes. No seamos naïf. El poder real lo tuvieron siempre ellos, no nosotros. No me interesa ir contra la empresa, pero sí defender el derecho del Estado. Garantizaremos a todos los medios, ya sean de izquierda, derecha o centro, todo el papel que se les antoje”, fustigó Aníbal Fernández. El ex jefe de Gabinete le dedicó un párrafo aparte a Alberto Fernández, también ex ministro coordinador, al insinuar que su actuación como representante del Estado dentro de Papel Prensa estuvo más ligado a la defensa de los intereses de los accionistas privados que a defender a todos los diarios que demandan papel. “Jugaba para el equipo contrario”, ironizó Aníbal Fernández. “Entendemos que aun cuando podamos compartir algunos diagnósticos, el oficialismo tomó un camino equivocado en la resolución del problema. Esta ley avanza por sobre una actividad privada que pasará a ser una actividad pública, sometida al derecho público. ¿Cuál es la consecuencia jurídica? Una subordinación de los particulares a la administración pública”, cuestionó Ernesto Sanz (UCR).
El proyecto establece que si los accionistas privados no efectuaran el plan de inversiones para garantizar el pleno abastecimiento del mercado interno, el Estado podría invertir para solucionar esa situación. Los derechos políticos que surgieran de esa inversión serían ejercidos por el Consejo Federal, integrado por los distintos diarios del país (que no tengan vínculos societarios con Papel Prensa). Si el Estado invirtiera más que los privados, aumentaría su participación accionaria dentro de la papelera. “Quiero ser sincero, no quiero ser hiriente. El radicalismo expresa una vieja idea de la libertad. Una idea próxima al pensamiento PRO, al pensamiento conservador. Una libertad que solamente la pueden ejercer los poderosos”, concluyó Pichetto. © 2000-2011 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.
CURSO DE INGRESO UNIVERSITARIO 2012
“Transformaciones Sociales del Siglo XX: Las migraciones y la cuestión del otro” CONTENIDOS ÁREA DISCIPLINAR BLOQUE 3
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACION
¿Comunicación o medios? Washington Uranga se pregunta si basta discutir sobre los medios, sin mirar antes el ser humano como sujeto de la comunicación.
Por Washington Uranga El desarrollo de las tecnologías de la comunicación y de los medios, vinculados con el mercado y el poder económico construido en torno de la industria infocomunicacional, ha traído como consecuencia una distorsión que, siendo obvia, no siempre resulta fácil de distinguir para el observador no especializado y, en muchos casos, tampoco para los especialistas (verdaderos o supuestos) de los temas comunicacionales. La comunicación, y de eso se trata el foco de la cuestión, es ante todo y fundamentalmente una realidad humana, de interrelación entre sujetos. Por lo tanto el centro de la comunicación es la persona, el sujeto humano, y no los medios. En eso consiste la distorsión. El debate comunicacional se ha desplazado hacia la economía, el negocio, la tecnología, y, en un segundo plano se discute sobre los formatos y las estéticas, perdiendo de vista que todo ello no tiene sentido si no se parte de la premisa fundamental que pone al hombre en el centro de la historia y, por lo tanto, sujeto de la comunicación. En otras palabras podríamos decir que el hombre es un sujeto relacional y por lo tanto esencialmente comunicacional. ¿Obvio? Sí. ¿Mirada ingenua en medio de la realidad hipermercantilizada y consumista? Es muy probable. Pero ello no le quita validez a la afirmación y sí vacía de sentido muchos debates que se hacen al margen de esta certeza que para muchos se ha perdido en la pre historia de la comunicación. No hay discusión posible sobre los derechos, o sobre ciudadanía comunicacional, o sobre tecnologías de comunicación o sobre el espacio público, si no se rescata el hecho central y fundamental: el sujeto que se comunica, que se relaciona en el ámbito de la vida cotidiana y que no puede prescindir de la comunicación en su constitución social y cultural. La comunicación sólo puede ser entendida en su profundidad –y también en sus desarrollos tecnológicos presentes y en sus luchas políticas– asumiendo que se trata una realidad humana que permite al sujeto relacionarse consigo mismo y con los otros, en un proceso que lo habilita a comprenderse en comunidad y en el espacio social.
Es necesario centrar la discusión en el ser humano y no en los medios o en la tecnología, ni en los formatos ni en las estéticas. Sin olvidar a ninguno de estos campos y aspectos, pero subordinándolos a lo esencial y fundamental. Así la discusión sobre el derecho a la comunicación podrá volver sobre sus pasos para convertirse genuinamente en un debate sobre el hombre, sus capacidades de relacionamiento, la vida cotidiana y no apenas sobre concentración, multimedios, megaempresas e intereses comerciales y económicos. El ser humano comunicado es constructor de cultura, es decir, del tejido de relaciones que genera modos de entender y entenderse, de expresarse, de manifestar un sentir y un modo de vivir. Esta mirada invita también a revisar la discusión sobre la comunicación popular o comunitaria. No se trata, como algunos pretenden, de un debate sobre lo “alternativo” porque esto siempre refiere a la centralidad de otros (los medios comerciales). No puede ser alternativa aquella comunicación que sitúa al sujeto en el centro, que rescata su vida cotidiana y su cultura. Volviendo al comienzo de estas líneas. ¿Comunicación o medios? Sólo eligiendo el camino de la comunicación, es decir, comprendiendo que para pensar en los medios antes hay que centrar la mirada en el hombre como sujeto relacional se puede reubicar el debate sobre los medios y su función en la sociedad. De lo contrario estaremos discutiendo sobre economía, sobre intereses y sobre poder. Algo que no está mal; pero una vez más será relegar la discusión de fondo.
http://www.pagina12.com.ar/diario/laventana/26-140890-2010-02-24.html
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“Yo partí de cómo se comunicaba la gente en la calle”: trayectorias intelectuales y posiciones políticas
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Entrevista a Jesús Martín Barbero1
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Pregunta: Jesús, mirando hacia atrás, ¿cómo piensas hoy que comenzó tu trayectoria? ¿Cómo la conceptualizas en grandes fases? Jesús Martín Barbero (JMB): Eso que llamas mi trayectoria comenzó hace muchos años, cuando siendo un adolescente que estudiaba en Ávila, la capital de mi provincia, tuve un profesor que en dos cursos de Historia de la Cultura me amuebló la cabeza. Era un vasco alto y calvo que hablaba todo el tiempo de pie desde un atril, y que inició la primera clase de Historia de la Cultura con esta desconcertante frase: “Puede que algunos de ustedes tengan la tentación de ser intelectuales, no olviden nunca esto: las putas saben quién les va a llorar el día que se mueran, los intelectuales no”. Y nos sorprendía a menudo con frases como esta: “Autoridad viene de autor, por eso quien no lo es sólo puede enseñar imponiéndose por fuerza”. O la manera como llamaba la atención a los distraídos: “¿Otra vez en huelga de atenciones lánguidas?”. Ese profesor, del que llegué a ser amigo, no sólo daba clases sino que reunía todos los años a un grupo de los intelectuales más importantes e independientes de aquella época, como Dionisio Ridruejo, José Luis Aranguren, Joaquín Ruiz Jiménez, Pedro Laín Entralgo, Carlos Paris, Luis Rosales, José Antonio Maravall, en un hostal, un parador que estaba en la montaña de Gredos. Y a algunos alumnos nos invitaba a asistir –desde “el tendido de sombra”– a las Conversaciones de Gredos. A mi me invitó dos años –en 1956 y 1957– y lo que escuché en aquellas conversaciones también ha hecho parte de mi bagaje intelectual, ese del que yo iría tomando conciencia muchos años después. Debo a ese profesor el haberme acercado a la historia de la cultura en la que había mucha más vida cotidiana que grandes nombres o fechas a memorizar, nos enseñó una historia que, a su manera, mezclaba claves de la historia de las mentalidades con la de
1 Entrevista realizada en Bogotá por Eduardo Restrepo a partir de preguntas definidas colectivamente con Alejandro Grimson y Víctor Vich.
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las sensibilidades, esa que, andando el tiempo fue la que encontré maravillosamente entrelazada en los textos de Walter Benjamin. Una segunda experiencia vital, también entrelaza a mi adolescencia, fue lo que me pasó en el primer gran encuentro de investigadores de comunicación que nos congregó en torno a Comunicación y poder –Lima, en octubre del año 1982– pero cuyo sentido más profundo se hallaba en mi infancia y había marcado los inicios de mi trabajo en el campo de los estudios de comunicación. Yo acababa de regresar de pasar un año sabático en España –mi experiencia postfranquista– en el que reuní la mayoría de la documentación a partir de la cual escribí mi libro De los medios a las mediaciones, una investigación que había iniciado en 1975 y cuya escritura terminé a finales de 1985. En aquel año 1982, “comunicación y poder” significaba ya el poder de las nuevas tecnologías: satélites, antenas parabólicas, lo contemporáneo. Y resulta que yo dediqué mi ponencia a hacer un adelanto de la historia de las matrices populares de la cultura de masas desde la creación del Estado-nación en centro-Europa, y en la que lo popular era a la vez matriz y contrapoder como el que pasaba por los saberes de las brujas y la cultura de los anarquistas. Luego de mi presentación, un joven se levanta entre el público –era el más grande auditorio que había en Lima– y me dice: “Todo el mundo aquí ha hablado de comunicación y poder en el sentido que tiene hoy: el poder de los medios, el poder de las tecnologías. ¿Cuál es ese cuento suyo con lo popular en el tiempo de las brujas y los anarquistas, por qué es esa obsesión suya con lo popular?”. Mi respuesta fue literalmente esta: “Pues no sé, quizás sea un secreto homenaje que yo le hago a mi madre”. Al que más sorprendió esa respuesta fue a mi mismo: ¿Cómo pude salir con una respuesta sentimental en medio de un debate público entre intelectuales? Conclusión: ¡Esa respuesta no me había salido de la cabeza sino del hígado! De ahí que me llevó mucho tiempo entender el sentido de aquella respuesta tan personalísima en medio de aquel contexto tan académicamente impersonal. Y lo encontré en lo más hondo de la memoria que quedaba de mi madre, muerta cuando yo tenía sólo diez años, pero en el rescoldo de esa memoria ella había secretamente representado, a lo largo de mi investigación, lo mejor, lo más hondo, lo más limpio de la cultura popular: una fuerte religiosidad estrechamente ligada a su generosa solidaridad con los más olvidados y humillados en los duros años de la posguerra. De manera que cuando leí la calificación de Marx sobre la religión, “opio de los pueblos”, yo la acepté pero con excepciones, como la mi madre, pues para ella la religión había constituido, por el contrario, una fuente de energía para luchar ayudando a mucha gente a sobrevivir en medio de aquel desastre no sólo material sino espiritual
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que fue la posguerra, y especialmente para los perdedores. La memoria de Alfonso Querejazu, mi mejor maestro, se entrelazaba así a la de mi madre, develando el por qué de mi temprana obsesión por ligar el estudio de la comunicación al de la cultura cotidiana de la gente del común. A don Alfonso dediqué mi primer texto, un pequeño artículo que se publicó en una temprana revista de comunicación en México. Y hay una tercera experiencia vital que resultó verdaderamente iniciática para marcar el talante de mi trayectoria en la investigación de comunicación/cultura. Eso fue a mediados del año 1975 cuando me trasladé a Cali para crear el Departamento de Ciencias de la Comunicación en la Universidad del Valle. Una universidad que atravesaba entonces –como la ciudad de Cali, que era en ese tiempo la más moderna en vías y servicios públicos, el lugar del Festival de Arte más importante del país, del Teatro Experimental de Cali (TEC) con Enrique Buenaventura, del movimiento más denso de cineclubes en torno a Andrés Caicedo y de la creación colombiana de salsa– un período espléndido de investigación y producción intelectual en el que se insertó el proyecto no sólo académico sino intelectual también de nuestro Departamento. Y con un plan de estudios en el que la estructura no giraba sobre el aprendizaje técnico, ni de los medios, ni de la profesión del periodista, sino sobre las ciencias sociales estudiando procesos, medios y prácticas de comunicación para unos alumnos cuyas dos pasiones eran el cine y la música. Y con la enorme suerte de haber tenido como profesores de esos cursos a un historiador de la talla de Germán Colmenares y del pensador marxista más lúcido que ha tenido este país, Estanislao Zuleta, y también del economista Edgar Vásquez; y en el campo de la producción audiovisual, los que diseñaron el programa de cursos fueron el escritor y crítico de cine Andrés Caicedo, el director de cine Luis Ospina y el fotógrafo Fernel Franco. Pero, a su vez, Cali era una ciudad en la que una película que duraba tres semanas seguidas en cartelera constituía un record, y había una que llevaba seis meses: un melodramón mexicano cuyo título era La ley del monte. Empujado por su éxito, que convertía a ese film en un fenómeno más que sociológico, casi antropológico, un jueves a las seis de la tarde con algunos otros profesores fui a verla. La proyectaban en el Cine México, situado en un barrio popular del viejo centro de la ciudad. A poco de empezar la sesión, mis colegas y yo no pudimos contener las carcajadas pues sólo en clave de comedia nos era posible mirar aquel bodrio argumental y estético que, sin embargo, era contemplado por el resto de los espectadores en un asombroso silencio para ese tipo de sala. Y la razón de ello nos llegó por sorpresa: varios hombres se acercaron a nosotros y nos increparon: “o se callan o los sacamos”.
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A partir de ese instante me hundí avergonzadamente en mi butaca y me dediqué a mirar no la pantalla sino a la gente que me rodeaba: la tensión emocionada de los rostros con que seguían los avatares del drama, los ojos llorosos no sólo de las mujeres sino también de no pocos hombres. Y entonces, como en una especie de iluminación profana, me encontré preguntándome: ¿qué diablos tiene que ver la película que yo estoy viendo con la que ellos ven? ¿Cómo establecer relación entre la apasionada atención de los demás espectadores y nuestro distanciado aburrimiento? En últimas, ¿qué veían ellos que yo no podía/sabía ver? Y entonces, una de dos: o confirmaba no sólo la alienación sino el retraso
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Yo no partí de los medios sino de cómo se comunicaba la gente en la calle, en la tienda, en el estadio de fútbol, en una iglesia, en un cementerio. Yo estaba partiendo de “lo social”, que es la comunicación en la vida cotidiana de la gente.
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mental irremediable de aquella pobre gente o empezaba a aceptar que allí, en la ciudad de Cali, a unas pocas cuadras de donde yo vivía, habitaban indígenas de otra cultura muy de veras otra, casi tanto como las de los habitantes de las islas Trobriand para [Bronislaw] Malinowski. Y si lo que sucedía era esto último: ¿a quién y para qué servían mis acuciosos análisis semióticos, mis lecturas ideológicas? A esas gentes no, desde luego. Y ello no sólo porque esas lecturas estaban escritas en un idioma que no podrían entender, sino sobre todo porque la película que yo analizaría sólo podía ser la que yo vi y no la que vieron ellos. Y si todo mi pomposo trabajo desalienante y “concientizador” no le iba a servir a la gente del común, a esa que padecía la opresión y la alienación: ¿para quién estaba yo trabajando? Puse entonces a mis alumnos a ir a ver la película y a invitar a la gente al salir a conversar con ellos. Un alumno nos contó: “Yo escolté a un viejito que vi todo el tiempo llorando a lágrima viva y le ofrecí un café pero dijo que no, que ‘mejor una cerveza’. Le invité a la cerveza, y le pregunté si le había gustado la película, y dijo ‘sí, sí, me gustó un montón’. Y ¿qué fue lo que más le gustó?, y él dijo con una gran emoción: ‘el perrito’. Y le dije ‘¿cuál perrito?’, pues yo no había visto ninguno. Y entonces el viejito respondió ‘el perrito, era igualito a uno que tuve de niño’, y empezó a contarme la historia de toda su vida”. Así que para el viejo el personaje de la película era un perrito que le
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remontó a lo más feliz de su infancia. Y por tanto era eso lo que le tuvo llorando de emoción durante toda la película, algo que cifraba para él sentido de lo que contaba la película. Así fue como entendí que, al igual que en las telenovelas, lo que había que indagar era menos su texto que el intertexto que forman los modos de verlas, con lo cual aquella experiencia me “rompió mi esquema” de tal modo que a esa experiencia le puse el pomposo título de un escalofrío epistemológico. Pasando a otra fase de mi trayectoria, sería la que comienza con mis estudios de doctorado en Filosofía, oficialmente realizado y obtenido en la Universidad de Lovaina –porque yo trabajaba en Bruselas con una asociación de universitarios latinoamericanos creada por exilados brasileños, y así me ganaba una beca/salario– pero cuya tesis escribí durante dos años de estadía en París. Y fue en el trabajo de tesis, titulada La palabra y la acción, donde la comunicación [a la que estaba dedicada la segunda parte] hacía el enlace entre la objetivación de la acción en el lenguaje [primera parte] y la autoimplicación o la emergencia del sujeto en el lenguaje [tercera parte]. A mi regreso de París, y ante la imposibilidad de dictar cursos sobre los dos filósofos que más habían aportado a mi formación e investigación, Merleau Ponty y Paul Ricoeur, entré a dictar clases de semiótica en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Tadeo-Lozano, en Bogotá, en la que aún no había egresado la primera promoción. Y los profesores de esa universidad me invitaron a diseñar un área de investigación, área que arranqué con un curso de semiótica en el que inserté la que fue mi primera investigación en este campo: “Prácticas de comunicación en las culturas populares”. Una investigación en la que puse a mis alumnos a comparar cómo era la comunicación en una plaza popular del mercado, la de Paloquemao, con la de los supermercados Carulla. Los envié con una etnografía rupestre, de tres en tres: uno para describir lo que veía, otro lo que oía y otro lo que olía. Y el resultado fue formidable: desde tres cuadras antes, la plaza de mercado ya olía, dos cuadras antes ya sonaba y su interior era de una riqueza y heterogeneidad visual maravillosa; mientras que el supermercado ni olía ni sonaba, sólo se veía cuando estabas dentro y la estética era completamente funcional a la información sobre el ordenamiento de los tipos de productos (alimentos, de limpieza, farmacia, etcétera). Y de la publicidad. También comparamos el Cementerio Central, donde la gente va los lunes, o sea un día de trabajo, y donde la gente paga al contado los rezos del cura y practica un montón de rituales diversos, con el “moderno” cementerio Jardines del Recuerdo, donde la gente-bien va los domingos en la tarde a pasear. Y comparamos también cómo caminaba y se relacionaba la gente en el viejo Centro de la ciudad, en la carrera Séptima desde la Plaza Bolívar hasta la calle 19,
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con el Norte, la moderna carrera Quince desde la calle 80 a la 100. En esa primeriza investigación estuvo ya presente lo que iría a marcar más fuertemente mi trayectoria: el énfasis en que la comunicación no es lo que pasa en los medios sino lo que le pasa a la gente en su vida cotidiana cuando se comunica en el barrio, la iglesia o el estadio o cuando escucha la radio o ve televisión. Yo no partí de los medios sino de cómo se comunicaba la gente en la calle, en la tienda, en el estadio de fútbol, en una iglesia, en un cementerio. Yo estaba partiendo de “lo social”, que es la comunicación en la vida cotidiana de la gente. Después, muchos años después, en una conversación con Manuel Castells en Bogotá me
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El verdadero texto de la telenovela no es lo que pasa en la pantalla, ese es sólo “pre”-texto, sino el relato que pasa por el ver y el hablar de la gente entrelazando hechos y recuerdos, de sueños y frustraciones de la vida cotidiana.
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dijo que lo que yo había captado de manera espontánea es justamente lo que hace nuestra gran diferencia cultural con los anglosajones. En los Estados Unidos, me comentó, hay tanta gente que vive sola, que si un caricaturista de los que hacen cómics para los periódicos diarios mata a un personaje puede haber más de un norteamericano que se suicide, pues esos personajes de la historieta son su mejor compañía cotidiana, mientras que en América Latina no se suicida nadie porque desaparezca un personaje, los latinos, y aún más los latinoamericanos, todavía gozamos mucho más estando juntos. Esa primera fase académica quedaría plasmada en mi primer libro, publicado por CIESPAL en Quito en el año 1978, Comunicación masiva: discurso y poder, en el que ya se esbozan mis distancias respecto de una concepción de la comunicación que tenía más de catequética que de crítica, presa de un economicismo idologista que resultaba siendo la mera inversión del dictum de [Marshall] MacLuhan, “el medio es el mensaje”, o sea el medio se agota en el mensaje. Y a estudiar cuantitativamente el contenido del mensaje se dedicaban los funcionalistas gringos, y a estudiar ideológicamente la estructura del mensaje se dicaban los marxi-estructuralistas latinoamericanos. La concepción instrumental del medio que obturaba por completo la atención a los actores y los contextos, la compartían ambas doctrinas. De ahí que mi
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libro terminara apoyando sus intuiciones y búsquedas mucho más en el concepto de poder en Foucault que en los “aparatos de estado” de Althusser, y mucho más cerca del concepto de perlocución de Austin y la teoría del relato de [Jean Pierre] Faye que de los estructuralismos deterministas. Donde puede apreciarse más claramente esa línea de trabajo es en análisis que hago de la televisión insertando su compresión en una clara apelación a la antropología del rito en Marcel Mauss y en Los modos de ver, de John Berger. Una tercera etapa de mi trayectoria es la que se entrelaza toda la andadura de ponencias y cursos dictados, conferencias en seminarios internacionales a lo largo de América Latina y que fueron recogidos en el libro Procesos de comunicación y matrices de cultura, y en los que fui haciendo camino hacia la escritura y publicación de De los medios a las mediaciones. Escribí ese libro a sabiendas de que lo que había en el campo latinoamericano de comunicación eran solamente pregrados salvo un posgrado en Venezuela y dos en Brasil, y por tanto tenía claro que no era para profesores de pregrado que en su mayoría eran periodistas, sino para desafiar a las ciencias sociales a pensar los procesos, los medios y las prácticas de las comunicación. Y lo que el libro les planteaba era: “Lo que está pasando hoy en los procesos y los medios tiene demasiada envergadura política, cultural, social, que deben ser los sociólogos, los antropólogos, los historiadores, los que estudien estos temas”. A pocos meses de salir el libro me encuentro con Luis Alberto, el hijo de José Luis Romero, que me invita a reunirme con un grupo de historiadores de Buenos Aires, pues es en ese libro que el campo de la comunicación inauguraba una profunda relación con la historia de los años veinte y treinta, la historia de la formación de las culturas urbanas obreras y las estéticas de los obreros de esa época. Frente al silencio con que fue recibido en las Facultades de Comunicación –hasta hoy en Colombia no ha llegado a publicarse una reseña de ese libro salvo una pequeña que escribió un antropólogo de la Universidad del Valle en un periódico de antropólogos, y varios años después se retomó en la revista Signo y pensamiento una reseña publicada por Raúl Fuentes en México– mis interlocutores fueron muy pronto gente de historia, de ciencia política y de sociología de la cultura. La primera reseña fue de Néstor García Canclini, que la publicó en La Jornada del domingo, y también las hubo en Brasil y Argentina. Después de ese libro podría dibujar otras dos fases: una que desarrolla ciertas pistas que ya estaban iniciadas en De los medios a las mediaciones, como fue el trabajo sobre la ciudad en cuanto espacio y escenario heterogéneos de comunicación pero también ya –a fines de 1980– donde el paradigma informacional, que hegemoniza la velocidad
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del tráfico, se va imponiendo y destruyendo los muy diversos modos de comunicación urbana. Esa reflexión abordaba dos problemáticas: la de la crisis de la ciudad moderna tal y como la vio y analizó Walter Benjamin al pasar de los dispositivos de su sensorium –la dispersión y la imagen múltiple del flaneur en la calle, en la gran avenida, y el montaje cinematográfico– y que yo llamé la “ciudad mediada”, a los nuevos dispositivos: la fragmentación social, que implica la hegemonía de la televisión, y el que su espacio propio no sea ya la calle ni la sala de cine sino la casa, el espacio doméstico, y de otro lado el flujo que hará visible el zapping en la “ciudad virtual”. La segunda pista de mis trabajos sobre la ciudad será la que denominé “medios y miedos” que arranca en una reflexión sobre el Bogotá de las elecciones presidenciales que se realizaron en el año 1990 y en las que la violencia brutal de los narcos contra el Estado colombiano llevó las campañas a espacios cerrados y sobre todo a la TV. La experiencia de Bogotá me serviría también e fines de los noventa para indagar en las transformaciones que ha vivido esa ciudad a partir de la alcaldía de Antanas Mockus y su capacidad de empoderar a los ciudadanos para dar forma al caos urbano. Es justo en el año 1985, en que termino de escribir De los medios a las mediaciones, cuando empiezo a coordinar un gran proyecto sobre los usos sociales de la telenovela en América Latina, en la que se empeñaron diferentes países como Brasil, México, Colombia, Chile y Argentina. Una, a la vez fecunda y dura, experiencia ya que en ninguno de esos países la investigación mantuvo unidas a las diversas instituciones y grupos de investigadores que trabajaron en ella, pues las tensiones y conflictos institucionales y disciplinarios hicieron muy pronto visible lo incipiente del campo y lo precario de los lazos entre universidades y centros de investigación. Ni siquiera en Colombia: la Universidad Bolivariana, el CINEP [Centro de Investigación y Educación Popular] y la Universidad del Valle publicaron cada cual su parte. Lo mejor de aquella investigación fue que cuando nos metimos a estudiar la telenovela ya sabíamos qué era lo que no era nuestra prioridad –el texto televisivo– sino los usos sociales de la telenovela, o sea los modos en que la gente la veía y lo que hacia la gente con lo que veía; y el análisis de los modos de su producción, porque la telenovela fue lo que volvió industria a la TV en América Latina. Fue a través de la producción de telenovelas como la TV se volvió industrial: con una gran división de oficios y profesiones diferentes. Al principio, cuando uno veía La mala hora de García Márquez, en los créditos sólo aparecían el escritor y el director y los actores, claro. Eso era todo. Pero a fines de los ochenta ya había cinco minutos de créditos: escenógrafos, luminotécnicos, fotógrafos,
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productores y posproductores, etc.; y todo ello estudiando etnográficamente “las rutinas de producción”, una “rutinas” en las que por esos años aún cabían fenómenos rarísimos como el de la libretista Marta Bossio, que acabó ella obedeciendo al tipo de personaje que iba creando un actor: el Fercho Durango en Gallito Ramírez, interpretado por Bruno Díaz. Una industria que conservaba ciertos rasgos artesanales, que permitieron que en Colombia, como en Brasil, la telenovela pusiera en escena la diversidad regional de culturas que tenía el país reescribiendo la historia de esas regiones en clave de vida cotidiana, pues por más melodramáticas que fueran conllevaban una vetas de ironía que permitía entrelazar estereotipos con lugares reales y tiempos históricos. Esto es lo que a mí me interesaba, pues como escribí después, escandalizando a no pocos, esa telenovela se adelantó a la Constitución de 1991, haciendo visible el país pluricultural y multiétnico. Y mi otro interés era indagar qué hacia la gente con lo que veía en las telenovelas. La gente que disfruta la telenovela, no los que las vemos para criticarlas. La gente que la ve con gusto, que goza más cuando cuenta la telenovela que cuando la ve. Si al día siguiente alguien le pregunta “Oye, yo no me pude ver el capítulo de ayer, cuéntamelo”, ahí es que la gente empieza contando la telenovela y a los cinco minutos o a los diez minutos ya se salió de la telenovela y está hablando de lo que le pasó a su prima, a su vecina o a su abuela. O sea, el verdadero texto de la telenovela no es lo que pasa en la pantalla, ese es sólo “pre”-texto, sino el relato que pasa por el ver y el hablar de la gente entrelazando hechos y recuerdos, de sueños y frustraciones de la vida cotidiana. Aquella investigación sobre los usos de la telenovela en América Latina vino a probar de alguna manera que mis presupuestos teóricos, mis pistas, se validaban, y que lo importante no era quedarse en el análisis ideológico, porque ya estábamos hartos de saber que las figuras de mujer son lo que son en la telenovela, aunque con unas pocas excepciones en Colombia y en Brasil. Lo importante no era insistir en eso, no era que hubiera alguna mujer que no fuera el modelo de Cosmopolitan. Lo interesante para mí era lo que hacía la gente con eso, y cómo su vida se alimentaba de y se peleaba con eso. Con el ejemplo de la figura de el Fercho lo que quería destacar era que en el ámbito de la producción pasaba algo parecido a lo que sucedía en el ámbito del consumo: había una serie de transformaciones y significaciones que uno no puede prever con sus lentes analista-semiótico-marxista. Y la fase en la que estoy: desde que regreso a Bogotá, una vez jubilado de la Universidad del Valle en el año 1996, y Germán Rey, que era el vicepresidente de Axiología de la Fundación Social, me invita a trabajar con él en asesorías a proyecto sociales, políticos y culturales.
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Así inicio otra fase en la que la agenda política comienza a marcar la agenda académica, incluso pasando esta a un segundo plano. Me dedico desde entonces a hacer asesorías al Convenio Andrés Bello, a la OEI [Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura], a la Fundación Social, sobre políticas culturales, políticas de comunicación, y a la UNESCO, en una asesoría sobre el sentido hoy del patrimonio declarado “universal”. La agenda de investigación que voy a darme durante esta fase va a ser la de la tecnología. La necesidad de empezar a tener pensamiento propio sobre tecnología, por fuera de los apocalípticos europeos y de los integrados norteame-
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Tuvimos que esperar la lúcida valentía del Consumidores y ciudadanos de García Canclini para empezar a pensar juntos lo que el consumo tiene de motivación mercantil y lo que tiene de construcción personal y colectiva del personaje social que somos y actuamos.
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ricanos. Ahí van a aparecer dos pistas para mi trabajo, uno va a ser el paso de las técnicas-máquinas a las tecnologías inteligentes, o sea a las tecnicidades, llamándolas con la palabra que inventó el antropólogo francés Leroi-Gourhan, quien descubrió que hasta en las tribus más “primitivas” que él estudiaba la técnica es sistema, no sólo los ritos, las relaciones de parentesco, los mitos “hacen sistema” sino también la técnica constituye un sistema. Pensar eso, en el fondo, es lo que nos permite pasar verdaderamente de lo instrumental a lo estructural, al ecosistema comunicativo como “tercer entorno” del que habla el filósofo vasco Javier Echevarría. Todos estos años he estado trabajando mucho por este lado, aunque no he publicado mucho. Mi primera publicación al respecto fue cuando regreso de Guadalajara en 2003 y, al empezar el segundo semestre, me invita el decano de Ciencias Humanas de la Nacional a hacer una conferencia inaugural. La hice sobre cómo la política, que había sido uno de los ámbitos clave de construcción del sentido de la vida, o sea, que tenía densidad simbólica, cómo se había des-simbolizado cada vez más, se ha ido volviendo mera administración, mientras la tecnología, la que habíamos visto como puro instrumento, se está llenando cada vez más de densidad simbólica. Esta es la veta que estoy trabajando. La otra veta es la de las transformaciones de la sensibilidad entre la idea de cuerpo y la de sujeto.
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Pregunta: El pasaje crucial desde los medios hacia las mediaciones tuvo múltiples consecuencias en la investigación latinoamericana en comunicación y cultura. En términos políticos, la cuestión de aquellos años era dar cuenta de la cultura para romper la visión manipulatoria y conspirativa. En los años siguientes, sin embargo, más que encontrar un equilibrio teórico en el concepto de hegemonía (que estaba en el subtítulo de tu libro) una parte de la investigación se desplazó a cuestiones más técnicas de la recepción, una reivindicación de las tácticas antihegemónicas en el consumo (hasta su completa trivialización) y una abierta reivindicación liberal de la actividad de los receptores/consumidores de medios. ¿Cómo percibes retrospectivamente estos desplazamientos teóricos y políticos y su relación con tu obra? JMB: Una de las dimensiones de De los medios a las mediaciones, y por la que fue más apreciado ese libro, era que yo hacía del receptor un tú a tú frente al emisor, reivindicando la presencia de ese actor social en la comunicación como sujeto y no mero objeto de la información transmitida. Lo que la gente del campo de la comunicación entendió fue especialmente eso: que el consumidor, el receptor, es un actor, un sujeto que hay que tomar en serio para estudiar cómo actúa, cómo se relaciona con lo que ve, cómo se apropia de ello. Pero muy pronto, eso se descontextualizó del resto del libro, se tomó aparte y se vulgarizó de la manera más simplona creando los peores malentendidos. Como parecía coincidir con uno de los grandes eslóganes de la publicidad, que “el consumidor es siempre el que tiene la razón”, entonces se confundió mi reivindicación del receptor activo con la publicidad que hace del espectador el protagonista. Pero lo que no podía negarse, sin desconocer la historia de la publicidad, es que esta fue aprendiendo del psicoanálisis hasta convertirse en una gran maquinaria de generar deseo: la seducción publicitaria se basa en lo que el objeto de consumo le podía aportar al sujeto en términos de fantasía y de sublimación, con lo que el objeto de consumo aparece construido como objeto del deseo de un sujeto. Entonces, hubo gente que dijo que lo planteado por Jesús Martín había quedado absorbido en la visión hegemónica, manipulatoria, alienante de la publicidad… a la que yo acababa haciéndole el juego. Realmente, lo mío tenía que ver con la otra dimensión de la vida, lo que yo estaba planteando era que incluso viendo la publicidad lo que había que analizar no era simplemente qué decía el texto de la publicidad, sino qué es lo que la gente hacía con eso. Y así me encontré, en el Chile de Pinochet, a Valerio Fuenzalida que, desde un pequeño centro de estudios de Comunicación y Cultura, había empezado una investigación sobre la publicidad entre las mujeres de los barrios obreros, con
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Pregunta: Me gustaría que explicaras cómo visualizas la relación entre el pensamiento crítico latinoamericano y el de otras regiones. Durante mucho tiempo, con base en el hecho de que los europeos saben de Gramsci pero no de Mariátegui, fue relevante decirles: aquí hay un pensamiento crítico tan denso como en cualquier otra parte. En los últimos años, sin embargo, parece que parte de nuestra madurez es que nos importa menos qué piensan y hacen los europeos como para estar diciéndoles ¡aquí también! En otras palabras: ¿hay algo esencialmente latinoamericano? ¿Debemos reivindicarlo por mera conveniencia? JMB: Evidentemente, no. Además, la palabra “esencial” no sólo es complicada sino tramposa. Sobre esa pregunta, diría en primer lugar, que debemos partir de la teoría de la dependencia que iluminó por primera vez el mundo latinoamericano como un mundo que compartía unas etapas históricas, unas relaciones estructurales, unas condiciones de vida, y que junto con el pensamiento de Paulo Freire y la teología de la liberación pusieron el piso a un pensamiento social latinoamericano. Esto es, a un pensamiento social capaz de dar cuenta de nuestras
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la pregunta “¿Qué ven y cómo se ven ellas en la publicidad?”. A la que las mujeres respondían con una doble mirada. Pues de un lado, percibía que “nosotras no estamos ahí, y cuando estamos, estamos de empleadas del servicio, de aseadoras, no estamos ahí, no somos sujetos”; pero en otra mirada, “sí estamos ahí porque nosotras también tenemos derecho de tener un cabello lindo, de tener un cuerpo bello”. Entonces, Valerio demostraba la verdad de lo que estábamos planteando: que no se podía ver únicamente lo que decía la publicidad porque de lo que le hablaba a la gente dependía de quién y cómo la miraba. Para la gente que leía Cosmopolitan, la publicidad era una tupida red de sublimación, pero para las mujeres de los barrios no era simplemente eso, era también: “nosotras también tenemos derecho de soñar”. Claro que para el catecismo marxista de Marta Harnecker, era un absurdo que los sectores populares en lugar de invertir su dinero en educación o salud lo gastara en una televisión. Y con ese catecismo bien aprendido y practicado por mucha buena gente de izquierda me tocó pelear durante muchos años. Pues mi argumento era: ustedes están haciendo lo que se le ha criticado toda la vida a los pensadores burgueses, que era ver a los obreros y a la gente del pueblo del estómago para abajo, esto es, sin cabeza y sin deseos, sin derecho de soñar. Tuvimos que esperar la lúcida valentía del Consumidores y ciudadanos de García Canclini para empezar a pensar juntos lo que el consumo tiene de motivación mercantil y lo que tiene de construcción personal y colectiva del personaje social que somos y actuamos.
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historias, de la formación de nuestras culturas, de nuestras costumbres, de nuestras peculiares perversiones y complejidades. Acuérdate que la teoría de la dependencia nace a fines de los sesenta junto con la teología de la liberación, junto con la Revolución Cubana, o sea, tocábamos el cielo con las manos, pues comunidades cristianas de base se daban la mano con los movimientos sociales. Como que América Latina convergía en este momento, e incluso cuando vinieron las dictaduras y los miles de exilados, todo ello fortaleció ese pensamiento propio, pues hasta los porteños se sintieron menos franceses y más latinoamericanos. Y es que no hubo intelectuales e investigadores exilados sólo en México, también en Cali yo tuve argentinos exilados, sociólogos, filósofos, politólogos y los fui viendo volverse latinoamericanos. Teoría de la dependencia, revoluciones en Centroamérica, antirrevoluciones, todo ello revolvió muchas cosas y de alguna manera hizo que en ese momento emergiera una sensibilidad latinoamericana que se había expresado en boleros, rancheras, tangos, cumbias, en literaturas y cine, pero que se hace visible como pensamiento social latinoamericano. Un caso, por ejemplo, es el de Marta Traba, que estuvo viviendo veinte años en Colombia. Marta Traba para mí es una de las que empezó a hacer estudios culturales. Yo asistí a un curso que ella dio en la Universidad de los Andes sobre el boom latinoamericano. Un curso que no era de crítica literaria, era sobre la América Latina que estaban construyendo esas novelas, que ya no eran la novela testimonio, la indigenista o la costumbrista sino que iban más allá: estaban inventando a América Latina y había que saber leerlas así, como los mojones de formación de una cultura no monoteísta sino plural. Hay un texto precioso de Carlos Fuentes en el que planteó, también pioneramente, la necesidad de leer culturalmente esas novelas. Era nuestra modernidad la que emergía dándose forma en los nuevos modos de relación que la ficción tramaba con la propia realidad social. Estábamos pensando con nuestras cabezas y nuestros idiomas la diversidad de nuestras culturas. Y es un momento, a la vez, de gran creatividad en música, cine, literatura, como si América Latina estallara expresando una riqueza de pensamiento propio con un agudo sentido de autocrítica histórica que le va a permitir, y esto es para mí lo más interesante, empezar a dar el debate a lo propio de su modernidad y que hallará su expresión más compleja en Culturas híbridas de García Canclini. Su propio debate a las modernidades europeas, al eurocentrismo europeo y a las dependencias de Estados Unidos, empezando a pensar las dependencias teóricas, ya no sólo la dependencia económica, sino todas las modalidades de dependencias que perpetuán el colonialismo intelectual.
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Diría que el pensamiento crítico latinoamericano de ese entonces es un pensamiento especialmente creativo, que no se queda en la denuncia, ni en la queja y el duelo sino que se pone a la escucha de la creatividad que emerge de todas las culturas, las populares y las eruditas, inventando –sobre sus propias tradiciones y también sobre las de Inglaterra o la India– sus propios estudios culturales: aquellos en los que los antropólogos dialogan con los críticos literarios y los historiadores o los sociólogos, en revistas y seminarios internacionales que desbordan y problematizan fuertemente a la academia. Investigadores, cuyo poder no estaba tanto en la academia, y que vivían juntándose, de
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Era nuestra modernidad la que emergía dándose forma en los nuevos modos de relación que la ficción tramaba con la propia realidad social. Estábamos pensando con nuestras cabezas y nuestros idiomas la diversidad de nuestras culturas.
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prestado, en congresos y seminarios organizados por otros, lograron que el pensamiento social latinoamericano empezara a ser leído por los latinoamericanos, que empezáramos a leernos en serio, y a negarnos a seguir siendo “informantes nativos” para extranjeros sobre las exóticas culturas o modos de comunicarnos en Latinoamérica. Y fue en ese proceso de autoafirmación intelectual y política que la investigación sobre culturas y comunicación fue encontrando o generando institucionalidad y sustentabilidad. La principal diferencia con el presente es que en este momento América Latina está rota, desintegrada, medio integrada económicamente con sus afueras: México y Chile hicieron tratados de libre comercio con Estados Unidos, Chile lo tiene también con Europa, los chinos y los japoneses. Mientras tanto, el MERCOSUR tiene tan poquito de político que para buscar una solución al diferendo argentinouruguayo de las papeleras no pudieron apelar a él y buscaron la mediación en… el rey de España. O lo que ha denunciado Octavio Getino tantas veces: que los brasileños sigan viendo el cine argentino –y viceversa, que los argentinos vean el cine brasileño– que deciden las distribuidoras norteamericanas… con algunas pocas excepciones, que pasan especialmente por el cine premiado en festivales. Y por el camino que va UNASUR no vemos muchas luces tampoco. Y no hablemos del
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escándalo que significa que lo único que intercambien nuestras televisiones, y no sólo las cadenas privadas, sean telenovelas y algo, poco, de cine viejo. Pero frente a esa incapacidad de los políticos y los gobiernos para tejer espacio latinoamericano, los muy diversos actores sociales de la cultura –desde los medios comunitarios y ciudadanos a las organizaciones locales, municipales, regionales y ONG de todo tipo– cada día más y mejor enredados virtualmente, no solo se comunican digitalmente sino que se potencian y reúnen para responder a las demandas de sus sociedades y a una densificación del espacio cultural. El pensamiento latinoamericano se basa hoy en una crítica que se ha ido desprendiendo de sus muletas, de sus muletas europeas y gringas, y que de alguna manera es la que surge del análisis de las experiencias locales; está muy ligada a la presión de lo global, pero a la vez, a la diversidad y riqueza de lo local, con todas sus contradicciones, porque evidentemente lo local no existe al margen de los cambios de las condiciones de vida de la gente, los cambios de las condiciones de vida de las culturas. Hay hoy un tipo de crítica que es mucho menos victimista, menos denuncista, y no digo que no necesitemos denuncias, también necesitamos denuncia, pero inserta en la brasileña teoría de las brechas: frente a un mundo tan bloqueado por el neoliberalismo necesitamos ir pasando la mano por su pared para detectar las brechas, las pequeñas hendiduras o rajas que hay, y empezar a meter cuchillas cada vez más afiladas e ir abriendo, ensanchando esas brechas lo cual se reflejaría en un pensamiento mucho más complejo o, al menos, mucho menos simplificador. Nos pasamos años simplificando el funcionalismo, no reconociendo la complejidad propia del funcionalismo, lo sacamos del paso porque venía del Norte, y entonces estaba a favor de los ricos. Fue un marxista italiano, Mauro Wolf, quien escribió un libro demostrando todo lo que en el funcionalismo venía del pragmatismo norteamericano, y que aquí se confundió todo como si fuera una sola melcocha simplona, y se descartó sin más. Hoy, la crítica es mucho más afinada pues tiene en cuenta muchos más actores y más dimensiones de la vida social. Y te empiezas a encontrar esta crítica en donde menos la esperas, por ejemplo, el libro de la historia familiar de Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos, en el que hay mucho más país que en montones de libros disciplinariamente correctos de ciencias sociales. Esta es la otra cara de la crítica, sin lo cual no podemos entender lo que nos está pasando, pero las disciplinas siguen obstinadamente proclamando su propiedad sobre unos objetos de estudio, e incluso sobre ciertos autores, sin ver todo lo que de lo real social se les escapa como no encaja ni cabe en esos nobles y viejos casilleros, que heredamos de una modernidad que nunca fue la nuestra.
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Pregunta: ¿Qué relación ves entre esto que dices y los desarrollos, especialmente en la India pero no sólo, del subalternismo y del poscolonialismo? Hay autores, como Mignolo, que plantean que si no nos reconocemos poscoloniales es porque estamos colonizados aún hoy; otros, como Lins Ribeiro, cuestionan la exportación no contextual de la cuestión poscolonial a América Latina.
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JMB: Yo tengo una posición intermedia. Reconozco que buena parte del pensamiento originario de la India nos vino bien pero siempre que entendamos el sentido de lo que ellos están hablando, esto es de una experiencia colonial de la que nos separaban 25 o 30 años. Nuestra historia es muy distinta, no sólo porque ha pasado mucho más tiempo sino por los diversos tipos de colonialismo, figuras, expresiones, dimensiones colonizadas. Meter todas esas condiciones y figuras asiáticas o africanas de los años treinta a los sesenta en el mismo saco que la latinoamericana o viceversa me parece un sinsentido. Yo no me niego a aceptar los aportes del subalternismo y del poscolonialismo pero a este le exigiría menos pensamiento norteamericano –así sea de latinoamericanos insertos de por vida en la academia gringa– y un poco más de memoria latinoamericana; por ejemplo, no encuentro que el pensamiento de Paulo Freire o de la teoría de la dependencia fue sobre la colonialidad latinoamericana. Me preocupa entonces que la noción de colonialismo no se demarque claramente, por un lado, de la experiencia contextual de la India, con un Gandhi que ha sido nuestro contemporáneo, y tanpoco puedo pensar de la misma manera la colonialidad en Argelia que se libera de Francia en los años sesenta y con franceses de izquierda que todavía hoy lamentan que los argelinos no hablen solamente francés. Pero a Frantz Fanon lo veo a veces más cerca que cierto pensamiento poscolonial de hoy, porque Fanon tuvo conciencia de las contradicciones que tuvo la modernidad en Argelia, desde una perspectiva muy cerca a la de América Latina. Me refiero a la afirmación del gran antropólogo mexicano Guillermo Bonfil [Batalla]: “Lo único no mestizo en América Latina es la política”, pues los libertadores trajeron la visión ilustrada de la democracia y pensaron que aquí no había cultura política, acá había otras razas con otros idiomas, danzas, religiones, mitos y sobre todo carne de cañón, los indígenas convertidos en las soldaderas utilizadas por Bolívar, San Martín o Sucre. Sí creo que todavía quedan formas descaradas o sutiles, pero con un análisis mucho más anclado y fecundo en los libros de Mauricio Nieto desde Remedios para el imperio, construyendo una demostración lucida y compleja de cómo los marcos del conocer con los que enseñaron a investigar los europeos, por mas “encariñados” que
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estuvieran con nuestros países, eran modos de robarnos, al incorporarnos en las figuras de saber del que ellos conservaban las claves y al servicio de sus propios intereses, que hacían pasar por los nuestros. Y ello no en sentido moral ni meramente político sino epistemológico. Se apropiaban de saberes concernientes a nuestras plantas y animales y después nos lo devolvían con el sobreprecio que legitimaba el ser un conocimiento inventado y producido por ellos. Para pensar hoy la geopolítica del conocimiento, los estudios poscoloniales tienen que dejar de generalizar y moralizar y trabajar mucho más epistemológica y sociológicamente las transformación actuales de la información y el conocimiento, los desafíos reales que plantea la emergencia de “una inteligencia colectiva” que no hipostasia mitos ni ideología, sino que apunta a la más vieja idea de los anarquistas andaluces del siglo XIX, esa de que “todo lo que sabemos lo sabemos entre todos”. Pero no veo ni esas preocupaciones ni esos empeños, además de un olvido craso de lo que en el proceso de descolonización mental nos aportó la teoría de la dependencia. La pretensión generalizante y a ratos hasta totalizante no la comparto. A las ciencias sociales les ha llegado ya la hora de meter en su epistemología el principio de incertidumbre, con base en el que [Werner] Heisenberg transformó la física en el comienzo del siglo XX. Y es por ello que el pensamiento poscolonial sigue quedándose en la denuncia pero no nos descubre brechas que conviertan las formas de resistencia en los muy diversificados modos de lucha emancipadora con las que debemos enfrentar hoy las diseminadas figuras en que opera el poder. En este sentido, mis acotaciones a la crítica poscolonial responden a mi recuperación de la cultura política anarquista que yo experimenté en un pueblo de Castilla y según la cual nadie puede hacer la lucha por el otro pues sólo los niños pueden dar cuenta de lo que más los humilla y les duele, o las mujeres de lo que las indigna y violenta en su feminidad –que la tienen por más pobres que sean– y sólo los ancianos saben del desprecio que los desmoraliza y deja sin palabra. Lo que sí se puede es articular las luchas de los diferentes pero no sustituirlos por un saber que los desconoce. Pregunta: Tu conocido planteamiento de que “Nosotros habíamos hecho estudios culturales mucho antes de que esta etiqueta apareciera” ha sido objeto de múltiples interpretaciones. Una es que la etiqueta de estudios culturales que se ha ido posicionando en las últimas décadas en América Latina no es más que la expresión de un preocupante avance del “colonialismo intelectual” que distorsiona y borra la especificidad de las trayectorias y características de las prácticas intelectuales sobre cultura y poder en la región. ¿Cuál es tu apreciación de esa interpretación?
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JMB: Veo ahí dos causas de este malentendido, que ha llevado hasta al Mattelart que sigue posando de latinoamericano a escribir un panfleto sobre los estudios culturales, donde el aporte de América Latina es marginado por completo o, peor, puesto bajo la sospecha de ser cómplice de la extrema despolitización operada en los Estados Unidos. A mí lo que de veras me preocupa es que en un campo en el que los latinoamericanos hemos sido pioneros, por el hecho de haber leído a los de Birmingham “en su tiempo” y estar viviendo al sur de Estados Unidos, haya –incluso entre nosotros– gente que reduzca lo que se viene haciendo desde el mexicano Alfonso Reyes, el cubano Fernando
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No confundo las formaciones culturales con las cosas de corto plazo sino que estamos viviendo y empezando a pensar cambios profundos.
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Ortiz, el peruano José Carlos Mariátegui pasando por el argentino José Luis Romero o el uruguayo Ángel Rama, y en los últimos veinticinco años por Néstor García Canclini, Beatriz Sarlo, Renato Ortiz o Nelly Richard, para convertirnos en meros ecos de los Richard Hoggart, Raymond Williams, Stuart Hall –de los que aprendimos mucho cuando no estaban de moda– o en seguidores de unos investigadores norteamericanos con los que hemos ajustado cuentas y explicitado nuestras diferencias en múltiples ocasiones y por diversos medios. Una cosa es que entre los latinoamericanos que se quedaron a vivir en Estados Unidos y los norteamericanos que se dedicaron a estudiar América Latina se creó una cosa muy densa y valiosa en algunos casos –en la línea del trabajo de Mignolo y Beverly– , y que eso haya sido confundido con, y vendido desde las estrategias del marketing académico de LASA [Asociación de Estudios Latinoamericanos] como, “estudios culturales latinoamericanos”. Y otra muy diferente son los estudios que tienen a Latinoamérica no como tema sino como el lugar social y cultural, cotidiano e histórico, desde el que se piensa, se investiga y se interviene políticamente como lo hacemos aquí desde hace casi treinta años. Actualmente, trabajo en el trazado de mi propia historia de los estudios culturales y en ella hay un montón de nombres de ideas que jamás aparecieron en Mattelart ni tampoco en Mignolo
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o Beverly. Pero estamos ante un malentendido que se ha producido desde el Norte, entre los Estados Unidos o las Europas, y lo que resulta verdaderamente lamentable es que haya autores latinoamericanos que acaben potenciando ese malentendido haciéndole el juego al marketing de la crítica europea o gringa para “descrestar provincianos”, como decimos en Colombia. Y para que se entienda bien de qué estoy hablando, una experiencia. Desde mediados de los años noventa, la Universidad Nacional de Colombia organizó tres seminarios latinoamericanos sobre globalización y culturas: narrativas, medios, memorias, regiones, en cuya coordinación participé y a partir de esa experiencia y documentación –se publicaron tres libros con todas las ponencias y debates en talleres– el CES [Centros de Estudios Sociales] de esa universidad se dio el proyecto de diseñar una maestría en Estudios de la cultura integrando los estudios ciencias sociales, artes y comunicación. El proyecto encontró una fuerte resistencia y dilación tanto en los departamentos disciplinarios como en la directivas de las Facultades involucradas y hasta en la Vicerrectoría de la sede de Bogotá, basadas en esa mezcla de desconfianza hacia lo transdisciplinar y explícitamente también en la sospecha sobre “el extranjerismo” de los estudios culturales. Con una soberana paradoja: cinco años mas tarde la maestría es al fin aprobada pero su nombre en el acta de aprobación oficial no es el propuesto por los organizadores –Estudios de la Cultura– sino el de Estudios Culturales. Quedaba así visible la marca del malentendido que debería arrastrar esa maestría. Pregunta: Hasta donde sabemos, has participado directamente en la imaginación y concreción de al menos dos programas de posgrado de estudios culturales en Colombia. En la fase inicial del diseño y discusión de la Maestría en Estudios Culturales de la Nacional y, posteriormente, como docente de la Maestría en Estudios Culturales en la Javeriana. ¿Cómo ves tu lugar y papel en la institucionalización de los estudios culturales en Colombia y otros países? JMB: Veo mi papel cada vez más marginal en lo académico, porque francamente ya llevo muchos años haciendo docencia y estoy cansado de la academia. Lo que sigo haciendo son seminarios condensados de dos o tres semanas, como los que estoy haciendo en varios doctorados de la Universidad del Valle, uno en ciencias humanas y otro en educación, o los que hago en San Pablo, Barcelona o Buenos Aires, con participación de alumnos de varios posgrados de la misma ciudad. Donde veo mi papel es en el ámbito de hacer pensables/investigables esos OCNIS –objetos culturales no identificados– de los que habla
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Néstor García Canclini: qué nos han dejado investigar mirando desde un determinado nicho académico y qué hemos ido logrando hacer investigable mirando desde otros lados, distintos al lugar de la totalidad y del poder como determinismos inconturnables. Veo dos pistas. Una, otear para articular mucho del estudio cultural que se está haciendo fragmentadamente desde análisis de las diversas experiencias de transformación cultural. No confundo las formaciones culturales con las cosas de corto plazo sino que estamos viviendo y empezando a pensar cambios profundos. Cuánta razón tiene Michel Serres cuando habla de que lo que estamos atravesando no es una época de cambios sino un cambio de época: el que por primera vez posibilita y hace responsable al ser humano de dirigir la evolución de todo, de los vegetales, los animales y los seres humanos; y para lo cual tituló su libro inventando una palabra, una metáfora, Hominesence, ¡hominescencia!, algo no nombrable ni del humanismo ni desde el humanitarismo. Pues no tenemos ni idea de a dónde nos va a llevar esto tanto en términos de emancipación como de su contrario, de los monstruos que produce el sueño o el ensueño “de la razón”, como nos advirtió Goya. No es extraño entonces que hoy día haya en América Latina un tipo de ensayo nuevo, enormemente fino en análisis de diversas dimensiones de los cambios que estamos viviendo, pues junto a la investigación con datos duros el análisis se hace también desde el ensayo y el relato. Lo que quiero decir es que hoy las transformaciones culturales están siendo pensadas por mucha gente en muy diversos tipos de lenguajes que cada día se aleja más del lenguaje académico, no sólo en términos de géneros y jergas sino de otras epistemologías, desde las que se hacen analizables objetos no identificables desde las inercias y los narcisismos académicos. Cada día encuentro más textos que alimentan mi propia capacidad de análisis por fuera de los textos formales del campo de estudio. La otra pista es el papel/título que me vengo asignando a mí mismo desde que me jubilé y me nacionalicé colombiano: el de agitador profesional. Significa dedicar mucho tiempo a insertar mi palabra –sobre todo oral– en los proyectos de nuevas políticas culturales y nuevos movimientos ciudadanos. Un trabajo de acompañamiento de experiencias a lo largo del territorio colombiano, desde las instituciones gubernamentales locales –Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla– hasta las iniciativas ciudadanas en montones de campos, desde los museos locales hasta las secretarías municipales de cultura. No puedo concebir los estudios culturales en debate sólo consigo mismos. Hay una interpelación hoy que nos llega desde el proceso mediante el cual la cultura se ha ido volviendo, para el capitalismo, no sólo en fuente de ganancia
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sino ámbito de construcción del sentido de la vida. Estamos ante una avanzada de la institucionalización que muchas veces es la preparación para la capitalización, para la mercantilización; pero en otros casos, hay experiencias en las que sí se está empezando a tomar en serio a los actores que no sólo tienen cultura, sino que tienen la capacidad de pensarla, de reflexionar sobre lo que hay que conservar y lo que hay que renovar, lo que hay que transformar. Trabajo mucho esto ligado a un nuevo concepto de sostenibilidad cultural que heredé de mi amigo catalán Eduard Delgado; no se puede separar el análisis de los cambios de la pregunta por cuál es el sentido que ellos cobran para los muy diversos actores de los cambios y, al mismo tiempo, qué direcciones/tendencias le marcan a una sociedad nacional o local en su conjunto. Pregunta: ¿Cómo ves el rol actual de los medios de comunicación en la estructuración de los sentidos hegemónicos existentes? ¿Te parece que hay un endurecimiento conservador con respecto a décadas pasadas? JMB: Lo que tenemos es una aplastante privatización de los medios y una acumulación brutal de ese capital en cada día menos manos. Lo que significa la más desvergonzada y hasta cínica búsqueda del negocio sin el menor asomo ya de aquella idea del “servicio público”, y a la vez unos medios en los que cada día cabe menos país en términos de dimensiones, actores y temas, y también en términos de géneros y formatos: todo es cada vez más barato, más uniforme, como si el aborregamiento de los públicos hubiera tocado techo y la frase verdaderamente genial de McLuhan no hubiera sido “el medio es el mensaje” sino el “medio es el masaje”, que también la escribió. La otra cara es la desaparición o el emborronamiento de los medios públicos escapistamente dedicados a “lo cultural” y “lo educativo” cuando a lo que deberían estar dedicados es a meter en ellos y hacer visible todo el país que no cabe en los medios privados: y, otra vez, tanto en términos de temas y de actores sociales como de narrativas y formatos que experimenten nuevas formas de hacer la información, la investigación periodísticas, los debates ciudadanos, las formas de visibilidad de los jóvenes y los ancianos, de la violencia doméstica. Y empeñados, insertados en eso los nuevos lenguajes y las experiencias estéticas, y los nuevos modos de formación de públicos, empezando por la formación de las sensibilidades a la vez que para aprender a gustar y demandar otros productos y para chocarles, despertarles las ganas de tomar la cámara de fotografía o de video y narrar historias. Lo único que nos da esperanza es que estamos ante nuevos modos de medios que son los comunitarios, locales, cada día más
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“enredados” entre ellos a través de Internet, y en los que empieza a gestarse un embrión de espacio público con una renovada capacidad de movilizar actores de todas las edades y corrientes de pensamiento. Y así, lo que más debería preocuparnos no es el aumento de la privatización, sino la pérdida del sentido de lo público. Con Germán y Omar Rincón pensamos en una red de canales de TV públicos, una red nacional en la que se empiece a hacer economía a escala de coproducciones entre el canal nacional y los canales locales, canales regionales y comunitarios más fuertes, para coproducirla con los paisas, con los costeños, con los santandereanos, y potenciar los canales
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Lo único que nos da esperanza es que estamos antes nuevos modos de medios que son los comunitarios.
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regionales para que podamos mirar y vernos de una punta del país a la otra sin tener que pasar por Bogotá. Y, por otro lado, para meter a América Latina en nuestras televisiones intercambiando cada vez más programas de otros países, más cine, más historias, más experimentaciones. ¿Cómo queremos integrarnos si no nos conocemos? Y el problema es más grave, pues la disolución de lo público conlleva la ausencia de recreación del sentido de lo nacional, las nuevas memorias de las víctimas de la guerra, ya que han resultado teniendo mil veces más tiempo de imagen los victimarios que las víctimas en esta televisión, pero no sólo en la televisión privada. Pregunta: ¿Dirías que la izquierda nunca se ha tomado en serio la posibilidad de tener medios de comunicación más institucionalizados e importantes? ¿Por qué las experiencias de la izquierda suelen ser muy marginales y de poco impacto? JMB: Porque todavía, con excepciones, en el caso de Colombia, como las ONG Foro por Colombia y Planeta Paz, la mayoría está todavía muy lastrada por la concepción instrumental: en ellos se reproduce el sistema, se pervierte la política, se atonta a la gente y punto. Y claro que pasa eso, pero pasan muchas cosas más que atraviesan todo, mediando
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también las imágenes que tiene de sí misma una sociedad, sus contradicciones más profundas, sus derechos menos reconocidos, esperanzas de emancipación incluso y sus sueños más diversos. Y los medios tienen, finalmente, el poder que los “receptores” les otorgamos, y ello a su vez depende del lugar que cada medio ocupa en la vida de la gente. En la izquierda nunca se tomaron en serio a los medios porque siempre los vieron como instrumentos, aparatos ideológicos de Estado, lo que ha sido criticado particularmente por Manuel Castell desde su libro bisagra La ciudad y las masas, en el que analiza la lejanía entre los modos de experiencia de los sectores populares y el lugar del mundo audiovisual en ellos frente al letrismo de unas izquierdas incapaces de hacerse cargo de todo lo que de la vida de la gente pasa por ahí, y desaprovechando entonces tanto la oralidad de la radio como la gestualidad cultural de la televisión. Sólo en Internet parecen estar encontrado un lugar ciertas izquierdas, pero todavía muy lejos de las verdaderas posibilidades de Internet, mejor información sobre nuestros países y sobre el mundo en la web y mucha gente joven que lo ve. Pregunta: ¿En qué crees que se diferencia la visión apocalíptica de Baudrillard sobre lo mediático y la pantalla total de la experiencia en América Latina? ¿Cómo te has posicionado frente a Baudrillard? JMB: Baudrillard ha sido el exponente más lucido y loco de un pensamiento crítico que empezó siendo de lo más fecundo con libros como La economía política del signo o El intercambio simbólico y la muerte. Y durante muchos años continuó siendo uno de los analistas más sofisticados de la época contemporánea. Su teoría del simulacro empezó teniendo mucho de parecido al concepto de la sociedad del espectáculo de Guy Debord, que era más un situacionista que el marxista afincado en Baudrillard. Pero luego el concepto de simulacro empezó a rodar en el vacío, ya no había realidad: ni política, ni artística, todo era simulacro. Entonces, la pantalla total acabó en el delirio de un nihilismo con mucho de escapismo brillante. Del lado de acá de la pantalla, nada qué hacer, pues todo resultará respondiendo a un esfuerzo inútil, a un esfuerzo de antemano programado y previsto por el mundo que rige la pantalla, y digerido por ella. Baudrillard habló en muchos de sus últimos libros más de la desolada impotencia de la izquierda francesa y europea que de nuestro mundo real y aún menos del latinoamericano. Pero me asombró aún su capacidad de “reaccionar” frente al 11-S en Nueva York, con su texto “Por fin un acontecimiento”, pues, al fin, algo que no resultaba disolvible en el simulacro, algo que lo obligó a acuñar para él un término inaugural, el de acontecimiento simbólico. Y para
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los que habíamos seguido de cerca las primeras etapas de Baudrillard sabemos que lo simbólico es precisamente lo único que, desde dentro de lo real, resiste al simulacro, de ahí que hablar de “acontecimiento simbólico” equivale a algo así como un milagro de lo real capaz de ganarle a lo que se creía ya inevitable.
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Pregunta: ¿Qué piensas de la siguiente reflexión de Agamben? “En la sociedad del espectáculo es la misma comunicabilidad, la misma esencia genérica lo que acaba separado en una esfera autónoma. Lo que impide la comunicación es la comunicabilidad misma; los hombres tan separados por aquello que los une. Los periodistas y los mediócratas son el nuevo clero de esta alienación de la naturaleza lingüística del hombre”2.
2 La comunidad que viene (Valencia: Pre-Textos, 1996: 67).
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JMB: En Agamben hay dos dimensiones que están bastante claras en esa cita, pero no en sus libros. De un lado, Agamben tiene un talante crítico que le permite llevar lo criticado a la exasperación y sólo desde allí se asomaría uno adentro de lo analizado. Pero en esta cita puedo reconocer una contradicción acerca de lo que algunos llevamos ya años indagando: hay tanta inflación de comunicación que ella se vacía impidiéndonos distinguir cuándo hay algo de enriquecimiento emancipador y cuándo la banalización de lo más duro nos arropa impidiéndonos despertarnos. A lo que me refiero es que esa frase tiene mucho de verdad, lo que nos une hoy es tan banal que, en el fondo, es un gran obstáculo. Yo he venido diciendo y escribiendo varios textos en esa esfera autónoma, esto es, sobre la emergencia de una razón comunicacional cuyos dispositivos –la fragmentación que disloca y descentra, el flujo que globaliza y comprime, la conexión que desmaterializa e hibrida– agencian el devenir mercado de la sociedad. Lo que me ha llevado a criticar fuertemente el consenso del Habermas que dedica su libro a una razón comunicativa, descargada de la opacidad discursiva y la ambigüedad política que introducen la mediación tecnológica y mercantil, cuando de lo que estamos necesitados de pensar es de la hegemonía comunicacional del mercado en la sociedad: la comunicación convertida en el más eficaz motor del desenganche e inserción de las culturas –étnicas, nacionales o locales– en el espacio/tiempo del mercado y las tecnologías globales. Y respecto de la última parte, Agamben le atribuye a los periodistas y a los mediócratas un poder que no tienen. Mira, la gente se divierte con los payasos. Claro, cuanto más bajo el nivel de educación,
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los medios tienen más poder, eso es cierto; pero es un poder relativo. Sí tenemos un problema muy serio, es el que para mucha gente –inserta en la precariedad y vulnerabilidad que atraviesan la relación de pareja, la relación padres/hijos, maestro/alumno, etc.– las forma de comunicarse acaban moldeadas por las imágenes mediáticas pero no siempre para tapar el conflicto, también para hacerlo explícito y ponerlo en debate. Mi crítica a la segunda parte de Agamben está en mi larga experiencia de un taller de análisis de TV que coordiné con mis alumnos de la Universidad del Valle por más de diez años y que hacía parte de mis cursos de Estética. Y en el que el trabajo de los alumnos consistía en preguntar y contrastar las respuestas de familias, escuelas y artistas sobre los diversos usos que hacían de la televisión. Lo que encontramos en la familia –frente a todo el cuento de la iglesia católica del fin de la familia porque ya no era la mesa aquello en torno a lo cual se reunía la familia ahora que todos estaban ahí sentados frente a la pantalla disolvente y maléfica– fue que en una familia donde los padres no se querían y los hijos estorbaban, la televisión servía para ocultar esto, pues todos miraban a la pantalla y nadie decía nada, yéndose a acostar sin pelearse. Pero en donde sí había una relación fuerte entre la pareja y con los hijos, cada programa que veían juntos se convertía en el motivo para conversar, quitándose la palabra unos a otros para comentar y debatir, es decir, para comunicarse entre ellos, y no sólo de lo que el programa trataba sino de su propia vida. Por tanto, la televisión era usada tanto para ocultar que no tenían nada de qué hablar como para suscitar la puesta en común. La otra cara de lo planteado por Agamben es de lo que ya hablé antes sobre qué está significando en estos últimos años la privatización y acumulación de los medios en grandes conglomerados, en los que los periodistas y comunicadores en general se hallan tan desubicados que, como nos mostró una investigación hecha por colegas en Colombia, la mayoría de los periodistas ya no siente la menor presión de parte de la empresa, es decir, el superyó que censura es tan fuerte y profundo que no lo perciben, y tienen la sensación de ser igual o más libres que antes.
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Identidades culturales y espacio público: un mapa de los silencios
Profesora-investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales ITESO, Guadalajara E-mail:rossana@iteso.mx
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...Los relatos constituyen instrumentos poderosos...hacen creer y hacen hacer: relatos de crímenes o de francachelas, relatos racistas y patrioteros, leyendas de calles, visiones fantásticas de los suburbios, puntadas o perversidades de la nota roja...Desde hace ya mucho tiempo, el poder político saber producir relatos a su servicio. Los medios de comunicación lo han hecho mejor... Por las historias los lugares se tornan habitables. Habitar es narrativizar.Fomentar esta narra-tividad también es, por tanto, rehabilitar. Hay que despertar las historias que duermen en las calles... Michel de Certeau y Luce Girad (1999)
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Cómo trazar un mapa para no extraviarse en el mundo contemporáneo, con qué certezas colocar lo que está arriba y lo que está abajo, cuál es el aplomo que se requiere para establecer fronteras, límites, qué es lo que queda dentro, qué lo que está afuera. Cómo dibujar un mapa en el que pueda verse lo que se desploma, lo que emerge, lo que brinca, lo que grita, lo que permanece en silencio. Sobre todo el silencio. Hacer un mapa de los silencios. ¿Por qué un mapa de los silencios en medio de tanto ruido?, por qué ocuparse de los silencios cuando la tónica de la época es más bien consignar el exceso, de vociferaciones, de decibeles, de confusiones. El siglo XX ha sido el del estruendo, en él: las bombas atómicas, los gritos, los soldados, las madres de vientres huérfanos, las gargantas que entonan la esperanza, las sirenas y los cuerpos rotos, explotados, el estruendo del muro que cae, el rock que irrumpe en los sonidos conocidos, el zumbido de una ciudad que crece sincopada y caótica, las telarañas de cables que despiertan lo exterior, la frecuencia radial, un ritmo para cada sensibilidad, los locutores que hacen de la voz un instrumento punzante: murieron, protestaron, se fueron, explotaron, asesinaron, negaron, secuestraron. El excedente de sonido, como característica de la época ha sido, quizás, una forma de
eludir o de invisibilizar, aquello que por obvio, por doloroso o vergonzoso, maravilloso o terrible, no podía acceder a la palabra. Tal vez por eso, el silencio se volvió incómodo y tramposamente se le asoció con la nada, con el vacío, con la pérdida, con una condición marginal. Al silencio fueron condenados los otros, los diferentes, los “incapaces”, los no blancos, los no hombres, los no adultos, los no letrados. Por negación el silencio se convirtió en un antídoto para mantener las certezas, la seguridad de los blancos, los hombres, los adultos, los letrados. Afuera, en silencio permanecieron los otros. Enmudecieron las historias paralelas que narraban de otro modo los sentidos de la vida. La voz del conquistador se levantó sobre los mares y ciudades, en el campo de batalla quedaron los cadáveres silenciados para siempre y los vencidos aceptaron el silencio como una forma de sobrevivencia. Entonces nacieron los susurros, la negación más poderosa del silencio. En el intento por preservar la memoria, muchos callaron, pero encontraron formas para dotar de contenido a sus silencios. Y avanzaron y el murmullo creció y el poderoso desató sus bestias para la cacería, desesperado porque sus instrumentos de registro, diseñados para el estruendo, captaban el desasosiego pero no lograban ubicar la fuente, que a golpe de susurros, alte-
El silencio no era entonces suficiente para preservar el orden, expropiar la palabra tenía un efecto adverso, los enmudecidos encontraban siempre alguna forma para pronunciar la palabra prohibida: el chasquido de un beso a deshoras, la pregunta que de tan inocente sacudía los cimientos de las instituciones, la risa que trastocaba el orden de la vida, el llanto que abría compuertas a lo negado, la música, la poesía, el pincel que trazaba irreverente una historia trasgresora. El poderoso entendió que no bastaba la condena al silencio y decidió ensayar otros métodos: en adelante, los silenciosos serían representados por una voz autorizada y legítima. No más silencio, sino mediación; los otros, los periféricos y los marginales deberían estructurar su discurso ateniéndose a los modelos del grupo dominante. A la palabra pública se accedía por representación y siempre a condición de aceptar una reglas y unos modos de enunciación. Lo público, es decir, el territorio del encuentro colectivo, se convirtió así en simulacro del espacio para decir las diferencias. La palabra, blanca, masculina, adulta, letrada, lejos de debilitarse fortaleció su poder al transformar la condena al silencio en participación regulada.
Lo proscrito, lo estigmatizado, lo invisibilizado, lo otro, fue acallado mediante la domesticación. El malestar no despareció, quedó ahí, latente, rasgando de vez en vez, el velo de la oscuridad. Por ello, escuchar los silencios, hacer su arqueología, trazar sus coordenadas es el intento por hacer salir de la clandestinidad las historias que más allá del dato evidente, ayuden a situar el tema de la paz, de una paz necesariamente multicultural, fundamental para los tiempos nuevos, no como un estado de no-guerra entre diversos o como ausencia de conflictos visibles entre iguales, sino como la relación primaria que haga posible la inclusión del otro, una paz capaz de oponerse a las violencias amorfas y difusas que nos habitan. La hipótesis de fondo es que las violencias acrecientan sus dominios, alimentándose del miedo, del silencio y de la incapacidad política para dejar atrás el proyecto que expulsó de la palabra a tantas y tantos, que fueron pensados como ciudadanos de segunda. LO QUE OCULTA EL DECIR: EL ESPACIO PÚBLICO Y LA DIFERENCIA COMO ANOMALÍA En buena medida el orden social que conocemos preserva su sentido a través del sometimiento de los lenguajes irruptivos a una tipificación normalizada. Se trata de un proceso histórico cuya fuer-
za radica en el convencimiento de que no hay otro orden posible y de que sus normas, sus reglas, sus preceptos son “naturales”. Las doxas, como las ha llamado Bourdieu (1997), son verdades autoevidentes, es decir, que no pasan por un proceso reflexivo, que se instalan como sentido común y terminan por convertirse en filtros para entender la realidad y actuar sobre el mundo: “los niños y jóvenes deben escuchar y callar”; “las mujeres son débiles”; “los indígenas son flojos e incapaces”. Las doxas proveen un repertorio de “verdades” que orientan la interacción social. La doxa representa también una manera de acallar visiones diferentes, de colocar un “centro”, una voz legítima, un valor no cuestionable. Pero lo que me interesa resaltar de este viejo mecanismo social que hoy adquiere una importancia clave en el contexto de la comunicación intercultural mediática, es su capacidad para convertirse en coartada y discurso (auto) justificatorio tanto para la exclusión como para el enclaustramiento de las identidades. La doxa, como discurso persistente sobre la norma, el deber ser, lo único legítimo y el temor a su transgresión, dificulta, aleja, complica la posibilidad de revisar el pacto social, que sigue anclado a un imaginario al que parece resultarle imposible, desde el abismo cultural que separa a los “nosotros” de los “otros”, otorgarle un lugar no amenazante a la diferencia.
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raba el orden de los sonidos conocidos.
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La diferencia resulta un tema clave para el mapa de los silencios y viceversa. La negación, primero explícita y luego implícita, del acceso al espacio público de numerosos actores sociales, en tanto éste se conformó con los valores de un proyecto dominante, trajo como primera consecuencia, la separación entre el mundo de lo público y el mundo de lo privado, lo exterior y lo interior. Lo exterior como territorio masculino, lo interior como sinónimo de lo femenino, pero más allá de esta oposición de géneros, lo exterior se transformó en el espacio de lo importante y lo interior fue pensado como lo residual, lo no importante, lo prescindible. Y al operarse y afianzarse esta disociación de mundos, el espacio público como foro para expresar distintas opiniones, para elaborar programas, para rectificar y ratificar opiniones, para tomar posición, negó su sentido al excluir de la palabra a los habitantes de lo interior: las mujeres, los niños, los enfermos, más tarde, los ancianos; todos ellos seres transparentes y marginales. “Los residentes que por cualquier motivo, no alcancen los patrones de normalidad (ciudadanos enfermos, ciudadanos inválidos y seniles y todos los que merezcan estar aislados temporariamente del resto) quedarán confinados a zonas por fuera de los círculos a cierta distancia.
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Los residentes que merezcan la muerte cívica, es decir la exclusión de por vida de la sociedad, serán encerrados en celdas cavernarias, al lado de los biológicamente muertos, dentro del cementerio amurallado” (Bauman, 1999) Este extensa cita consignada por Zygmut Bauman, recoge el planteamiento de los planificadores y administradores urbanos de 1755, en pleno auge de la administración urbana moderna. Su formulación sigue siendo vigente pese a la transformación de los enunciados. Exploremos la continuidad de este pensamiento. Dos palabras llaman poderosamente la atención: “normalidad” y “círculos” , que para efectos prácticos son la misma. Consolidado el pensamiento excluyente del espacio público, se trazó el parámetro de “normalidad”, los ciudadanos deberían apegarse y “parecerse” a la norma, si su deseo era el de “incorporarse” al círculo. Las “zonas de confinamiento a cierta distancia”, más allá de su traducción literal a una coordenadas espaciales, significaba el exilio en una geografía política dictada desde un centro que definía quiénes “merecían” la separación temporal o la “muerte cívica”. Un paseo por la historia, permite ver que aquellos que merecían este exilio (poco metafórico) no eran siempre ni necesariamente los más perversos delincuentes, sino aquellos otros, en los que
desde el “círculo de la normalidad”, se leían los rasgos de una identidad deteriorada. enfermos, mujeres, niños, ancianos. En la institucionalización de este espacio público, un mecanismo importante fue el combate contra aquellas identidades “opacas” en tanto portadoras de otras costumbres y valores. Se codificaron las categorías para pensar al otro, para fijarlo de acuerdo a los parámetros de los “legítimos” moradores del espacio público. El enemigo interno, el hereje; el enemigo externo, el extranjero, la representación más pavorosa de la otredad. Y a la manera de los modernos medios de comunicación, circularon en ese entonces los relatos terroríficos sobre los desviados. En la expansión del mundo desde el periodo colonial hasta el cientificismo del siglo XIX, los cronistas y científicos de la época consignaron, con un enorme éxito de verosimilitud, la anomalía. Los otros, eran feroces, salvajes, caníbales, promiscuos y sobre todo, inferiores. La leyenda de la supremacía racial, no nacía con Hitler y el Tercer Reich, en 1853, el conde José Arturo de Gobineau, fundador del racismo moderno 1 , presentaba cuatro volúmenes sobre “la desigualdad de las razas humanas” y decretaba “toda civilización proviene de la raza blanca y ninguna puede existir sin el concurso de esta raza”. De los negros decía
Por la misma época en el Diccionario clásico de historia natural (Dictiónnaire clasique d’histoire naturelle, 1852), Bory de Saint-Vincent, registraba quince especies humanas repartidas en la tierra. De la primera, es decir, la blanca, se decía que era “la más bonita y la más inteligente”, y por supuesto la “más púdica, porque los dos sexos se avergonzaron inmediatamente de su desnudez”. De la última, la más “diferente” de todas, que correspondía a los negros, en esta “historia natural”, se señalaba que “su lenguaje se reduce a una especie de cacareo. Sin leyes, sin religión, habitan en cavernas y son tan brutos, perezosos y estúpidos que se ha renunciado a reducirlos a la esclavitud”. Para la mentalidad de aspiraciones democráticas, estas “verdades” científicas, pueden despertar sonrisas y gestos de irónica diversión; sin embargo, se trata de un pensamiento que caló hondo en los procesos de conformación y codificación de la diferencia, que terminó por convertirse en sinónimo de “anomalía”. Hoy, para los migrantes mexicanos, que a costa de arriesgar la propia vida, cruzan to-
dos los días rumbo al “american dream”, Gobineau y San Vincent, no han muerto, encarnaron, se mantuvieron vivos en la memoria de los “power rangers” tejanos, cuyo deporte favorito en esta temporada es el de cazar migrantes bajo la consigna de combatir la anomalía (Reguillo, 2000). Rastrear los procesos que han conformado el sentido de la esfera pública, hace posible comprender no sólo la persistencia de cierto tipo de pensamiento, patrimonio del sentido común, sino además, estar en condiciones de atender los quiebres, las rupturas, las transformaciones. Hoy como nunca, en la era de la aceleración tecnológica que acrecienta la interacción entre culturas e identidades diversas y en el contexto de una globalización como proyecto económico/político, que engancha lo que le sirve y deshecha lo que le estorba (Castells, 1999), resulta fundamental proyectar nuestras preguntas al pasado para analizar cómo en la actualidad, desde estos círculos sin centro del los nuevos poderes globales, se sigue decidiendo quiénes son los inviables, se trate de países o personas. Y pese a que el discurso y los dispositivos de exclusión y sanción se disfracen de mayor civilidad, los mecanismos para condenar al otro a la “muerte cívica”, al “cementerio amurallado”, no han cambiado en lo sustantivo.
Cómo pensar la paz sin hacernos cargo de esta historia de negaciones, sin confundirla con un peligroso ajuste de cuentas, cómo invertir los signos del silencio para trasformar nuestra concepción de lo público, en una donde lo privado no sea su contrario, sino su complemento, en una donde la palabra libre fluya sin tropezar con la estigmatización de sus portadores.
POLÍTICAS DE IDENTIDAD: ENTRE LA NEGACIÓN Y EL PATERNALISMO No se trata aquí de desarrollar un esquema teórico para el análisis de las identidades sociales, pero resulta inevitable colocar algunos elementos que permitan ubicar la discusión. En primer término hoy sabemos que la identidad no es una esencia, aunque algunos permanezcan atrapados en esta peligrosa idea; se trata de un concepto relacional, que supone simultáneamente un proceso de identificación y un proceso de diferenciación, lo que implica necesariamente una tarea de construcción, la identidad se construye en interacción (desnivelada) con los otros, los iguales y los diferentes. La identidad instaura su propia alteridad. Sabemos también que las identidades son históricas, aunque en el pensamiento actual, se abra un debate importante en torno a las identidades efímeras y cambiantes, que en estricto
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“sus sentidos más desarrollados son el gusto y el olfato, lo que hace pensar en los animales. Su suprema ambición es comer. Jamás saldrán del círculo intelectual más limitado”.
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sentido, serían más que identidades, “identificaciones”. Es esta constante histórica de las identidades la que posibilita entender por ejemplo, la reedición de las luchas étnicas y religiosas o, la que permite aquilatar el tamaño de la incertidumbre y del desamparo que provoca la crisis de las identidades nacionales, pensadas en el pasado como esencias y atributos naturales; es esa dimensión histórica la que explica la necesidad de muchas comunidades de colocarse ante el mundo a partir de un esquema de buenos y de malos. En su trilogía sobre la sociedad contemporánea, el español Manuel Castells (1999), plantea que las identidades pueden agruparse bajo dos lógicas: las identidades defensivas y las identidades proyecto. Las primeras, serían aquellas que ante los embates del mundo moderno, desarrollan esquemas de sobrevivencia cuya característica es la “defensa” frente al entorno, ahí ubica lo mismo a los fundamentalistas del islam, a los defensores de las buenas costumbres y de la moral victoriana, tanto como a los indígenas zapatistas. En su análisis, las identidades proyecto serían aquellas que pasan de la defensa a una actitud pro-activa, es decir a la elaboración y defensa de un proyecto, ahí por ejemplo, el movimiento feminista, el ecologista, entre otros. El esquema es impecable pero me parece un poco falto de matices, en tanto no es lo mismo
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cuando hablamos de las “identidades defensivas indígenas”, que cuando hablamos de las “identidades defensivas del renovado nacismo europeo”, quizás es cierto que ambas “reaccionan” ante ciertas amenazas, pero hay una enorme diferencia: mientras que a las primeras se les ha negado la aspiración siquiera de ser reconocidas en condiciones equitativas en el espacio público, las segundas, tienen posibilidades de hacerse gobierno y proyecto colectivo. Es esta historia cultural que he tratado de esbozar aquí, lo que explica las dificultades que experimentan numeras comunidades para transformar la “identidad defensiva” en una “identidad proyecto”, las condiciones no son equivalentes y hay un pasado con toda su carga de símbolos de exclusión, de sanciones y condenas que no pueden eludirse si se aspira a colocar el tema de las identidades culturales y su reconocimiento, como la dinámica primera para una paz multicultural, el mayor desafío que enfrenta la sociedad global. Volvamos a la identidad proyecto. Gracias a los estudios culturales, especialmente los latinoamericanos (Martín Barbero, García Canclini, Carlos Monsiváis, entre otros y otras) que han desmontado pacientemente el proceso que conformó la modernidad latinoamericana, se ha vuelto visible el impacto que el pensamiento eurocéntrico tuvo en el “diseño” y trazado
sociopolítico y cultural de nuestras sociedades. Pese al mestizaje, en el que algunos han querido ver una especie de cuento de hadas que hizo posible la fusión sin conflictos, las identidades nacionales se tejieron a partir de las narrativas que provenían, principalmente, de la consolidación hegemónica de una manera de leer el mundo. La identidad proyecto del Estado nación, se consolidó mediante dos operaciones fundamentales: la negación y el paternalismo. Para ilustrar esta idea, no resisto la tentación de reproducir lo que el primer Larousee (1876), favorito de chicos y de grandes, colocaba en la entrada “negro”: “Si bien los negros se acercan a ciertas especies animales por sus formas anatómicas y sus instintos groseros, difieren de ellas y se acercan al blanco en otros sentidos, lo cual debemos tener muy en cuenta. Están dotados de palabra, y mediante la palabra podemos anudar con ellos relaciones intelectuales y morales, podemos intentar elevarlos hasta nosotros...Su inferioridad intelectual, lejos de conferirnos el derecho de abusar de su debilidad, nos impone el deber de ayudarlos y protegerlos”2 De la demonización primera, la cultura dominante pasó a la mirada condescendiente, aquella que solo le es permitida al que se sabe portador
Visto desde los territorios de la exclusión el silencio fue una forma de defensa, una manera de sobrevivir al estigma, una manera de preservar la diferencia. Por ello no son equivalentes todas las identidades defensivas, ni los proyectos iguales. Si como hoy reconocen los teóricos, los políticos, los movimientos sociales, se abren tiempos inéditos para trazar nuevas coordenadas para una democracia global que realice el derecho de todos y de todas a la (auto)representación en condiciones de igualdad en el espacio público, las preguntas a plantear pasan por una mirada sincrónica a los procesos en los que hoy nos reconocemos y reconocemos a los otros, una mirada que requiere rom-
per con inercias y peligrosas amnesias que olvidan fácilmente cómo hemos llegado a esta orilla de la historia.
UN PRESENTE AMORDAZADO Quiero referirme entonces a cuatro espacios fundamentales para pensar en sus arraigos empíricos, el problema de la representación de lo otro y su relación indisociable con los procesos de interacción que hoy reclama una sociedad crecientemente interconectada: la familia, la escuela, la ciudad y los medios de comunicación, la televisión especialmente, la gran proveedora de imágenes y discursos para leer el mundo. 1) El quiebre de la familia como institución nuclear de la sociedad, ha sido objeto de numerosos estudios, análisis, discursos políticos. Más allá de la crisis real por la que atraviesa y que no es mi intención analizar aquí, es indudable que la familia en las proteicas formas que hoy adquiere (monoparentales, con jefaturas femeninas, homosexuales), sigue gozando de enorme prestigio y credibilidad, en ella se sigue depositando el trabajo de socialización y por ello mismo, a ella se le culpa del “deterioro” y de la degradación de los valores “universales”. Es en la familia donde se tejen los relatos que habrán de convertirse en “verdades” orientadoras para actuar sobre el
mundo. En tanto la familia no es una célula aislada, impermeable al entorno, no es posible generalizar los esquemas de socialización a los que recurre, pero es posible afirmar que ella enfrenta y comparte los temores propios de la sociedad actual. La familia provee a sus integrantes de una serie de códigos que siguen, en lo general, apelando al “temor al otro”, a lo diferente, reduciendo con ello la capacidad de apertura cultural. Resulta entonces fundamental hacer salir de su clandestinidad los procesos mediante los cuales los “actores de la comunicación” son socializados. Lo privado es político, dijeron las feministas en 1960 y con esta frase apuntalaron lo que sería una de las mayores críticas a la fragmentación y mutilación en las maneras de concebir el mundo. Si en la familia, cualquiera que sea su estilo o especificidad, se desarrollan las formas básicas para dirimir los conflictos, para enfrentar lo diferente, para aceptar al otro, resulta fundamental no silenciar este “pequeño” espacio en el intento por (re) construir una cultura de paz. 2) La escuela, una de las instituciones más asediadas por la crisis de sentido que nos habita, es un espacio clave para la configuración de identidades respetuosas de la alteridad, pero no logra, en lo general, colocarse a la altura de los tiempos. Los derechos humanos, la comunicación intercultural, los medios de comunicación, no forman
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de la verdad, infalible y poderoso. Ayudar y proteger al otro, al diferente, aún en contra de su voluntad, significó en este contexto desvalorizar su cultura y obligarlo mediante dispositivos diversos a aceptar la “normalidad” impuesta. La negación de la cultura otra y el paternalismo sobre ciertos grupos sociales, aumentó el abismo de la comunicación intercultural y convirtió el aprendizaje de la lengua del otro o bien en acto de dominación o en acto de sumisión, “si aquel cuya lengua estoy estudiando no respeta la mía, hablar su lengua deja de ser un gesto de apertura y se convierte en un acto de vasallaje y sumisión” (Maalouf, 1999;58).
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parte sustantiva de su curricula. En su afán por el desarrollo de destrezas y habilidades, la escuela ha descuidado, en lo general, la socialización del nuevo ciudadano y los saberes sensibles, que los habitantes de este mundo globalizado requieren para coexistir en armonía. En un interesante estudio realizado por Tomás Calvo, sobre los libros de texto españoles, con el elocuente título de “Los racistas son los otros” (1989), se llega a la conclusión de que estos libros de texto han puesto el problema del racismo como “un mal de los otros”, que se focaliza en Estados Unidos, en Sudáfrica, en Alemania. La incapacidad para pensar y hacer visible las abiertas o sutiles formas de racismo que operan en nuestras sociedades, ha abonado el terreno para que se siga justificando la existencia de ciudadanos de primera y ciudadanos de tercera. La tarea reflexiva de una escuela en todos sus niveles, que se proponga contribuir en la construcción de esta atmósfera pacífica y respetuosa, es la de proporcionar los insumos para el análisis de la propia cultura, para leer los signos de la exclusión que hoy construyen nuevos enemigos. Repartir las culpas a los otros y eludir los temas más sensibles en un momento en el que se aceleran las inequidades estructurales, ayuda muy poco a la cultura de la paz. 3) El exilio en la propia ciudad es una experiencia na-
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rrada y vivida de diferentes modos por hombres y mujeres que perciben el entorno urbano como un territorio poblado por demonios que amenazan diferentes órdenes de la vida social, desde la vulnerabilidad física hasta los temores morales, pasando por la desconfianza generalizada ante las instituciones. La ciudad asume el rostro de la inevitabilidad de la violencia. Ciudad y violencia se han convertido en sinónimos, en imaginario indisociable, en palabras intercambiables. La violencia se experimenta como dato fatal e ineludible, como tributo necesario y cotidiano a la aventura urbana, adrenalina que suda por los cuerpos como evidencia de una condición ciudadana que asume “irremediablemente” su contribución al ritual que une y fragmenta, el miedo. Un lamento generalizado que deviene cofradía de miedos; unidos en el temor a las violencias, se aporta desde la experiencia propia, la del vecino, la del relato televisivo, la de la nota policíaca, para dar forma a esa escultura viva en la que cada quien cincela sus temores. El miedo a la violencia, la sentimiento de indefensión, acuerpan, generan una comunidad de la que quedan excluidos los que no tienen un relato que aportar, una aventura terrible por narrar, un miedo confesable y por lo tanto, honroso. “Tenemos miedo”, es el santo y seña de los “cofrades”.
El miedo a la violencia, el miedo a sus operadores, se alimenta de la construcción intersubjetiva de sus formas de presencia en el espacio urbano, funda un sentimiento de solidaridad de grupo donde “la víctima sustituye al ciudadano” (Mongin, 1993). Cuando la victimización es el atributo que define las formas de auto y heteroreconocimiento en la ciudad, se genera efectivamente un sentido de “cuerpo” cuyos lazos precarios e inestables configuran una comunidad emocional que dirige su energía contra lo que percibe como el enemigo externo o el transgresor interno. Anclados en esta idea de cuerpo colectivo, aparecen en el espacio público un conjunto de prácticas y formas de respuesta que encuentran su justificación en las dicotomías orden/ desorden, amenaza/protección. Bajo el supuesto de una vaga corresponsabilidad entre el Estado y la ciudadanía, se ampara el crecimiento de grupos de autodefensa civiles. Los llamados “vecinos vigilantes” o “vecinos alertas”, que operan en barrios y urbanizaciones de manera legal, en diferentes ciudades mexicanas, construyen redes de interacción vecinal cuyo tejido carece de memoria y del soporte de instituciones previas. En la ciudad, “vecino”, no es ya la persona con la que se comparte una historia de solidaridades previas, sino la persona con la que se comparte la zozobra, con la que se comparte un
4) Los medios de comunicación le disputan a las instituciones tradicionales la hegemonía en la construcción de los sentidos sociales de la vida. La televisión principalmente ha pasado de ser un “medio” para convertirse en representante (de algo tan difuso como la “opinión pública”), gestora, crítica y juez. Indudablemente las formas de comunicación que han hecho posible estos dispositivos tecnológico/culturales han contribuido a fortalecer un ambiente de intercambios entre visiones diferentes. Lo que aquí me interesa enfatizar es que la televisión ha operado un transformación radical en la noción de “visibilidad” y ha dotado al silencio y a la voz de elementos que debemos analizar.
La visibilidad, se ha convertido no sólo en uno de los debates fundamentales para los movimientos sociales contemporáneos, sino además en un problema clave para el sostenimiento de identidades, proyectos y conflictos en el ámbito de lo que ha dado en llamarse “opinión pública”, a la que suele reducirse a la anónima y generalmente inasible percepción ciudadana de los acontecimientos locales, nacionales o internacionales. La opinión pública es ese fantasma que pretenden atrapar las encuestas, es ese o esa ciudadana que habita en la imaginación de los políticos afanados en la captura de voluntades electorales, es esa fuerza que se intuye importante para el impulso de ciertos temas en el espacio público y sobre todo, es esa optimista valoración de la memoria y de la capacidad de hacer de las sociedades. La visibilización de ciertos temas, actores, territorios, problemas, que puede ser entendida como la “presencia” de estos elementos en los medios de comunicación masiva, se constituye en la disputa que quizás mejor caracteriza el mundo contemporáneo y que, por ejemplo, en un principio le valió al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, un reconocimiento de críticos, detractores y simpatizantes a su capacidad para hacerse visibles en el debate internacional desde un movimiento localizado (que no local). Nos guste o no, hoy la
sobrevivencia de cualquier movimiento social pasa por su capacidad de mantenerse en el debate, en ese espacio público que como ya sabemos ha sustituido el encuentro cara a cara, la reunión en la plaza, por esa compleja red de portavoces “autorizados” en que se han convertido los nuevos medios de comunicación. Llevada al extremo, esta formulación señalaría que “lo que no existe en la tele, no sucede”. La memoria ciudadana o mejor, la memoria de los espectadores, está directamente articulada al repaso que los historiadores del presente realizan cotidianamente desde sus trincheras mediáticas. El olvido y el silencio tienen una relación directamente proporcional con la falta de reiteración de temas, actores, territorios y problemas en los medios. Bajo esta lógica la visibilidad no es un asunto menor, es y será una cuestión crucial, para el tema que nos ocupa. Muchas críticas pueden planteársele a esta lógica que parece estar trastocando la formas tradicionales de hacer política; sin embargo, en la misma medida en que resulta necesario hacer su crítica, resulta fundamental no ignorarla, en tanto distintas evidencias señalan que a mayor visibilización menor vulnerabilidad o mejores posibilidades de impulsar en una cierta dirección un acontecimiento. De ahí que los diversos poderes inviertan tanta energía en oscurecer o invisibilizar una problemática. La
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código que se agota en señales de alerta y en rutinas preestablecidas. Se trata de un ente anónimo que sólo adquiere corporalidad en la defensa del territorio común, pero del que se depende en la oscuridad. La plataforma de estas redes está fundada en el miedo y en el peligroso supuesto de la capacidad para descifrar, en común, las señales de amenaza. Frente a la cohesión social que hacen posible, resaltada por sus operadores y simpatizantes, hay que señalar que estas estrategias de sobrevivencia urbana frente a la percepción de la intensificación de la violencia, comportan fuertes dosis de intolerancia, represión discrecional y división social3 .
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cuestión es compleja ya que la rutina de los medios, en su inclemente y estratégica búsqueda de la “nota caliente”, tienden a abandonar aquellos acontecimientos que se hacen “viejos” y a reinventar el mundo cada día en una persecución itinerante de lo más novedoso, lo más original, la nota única, lo más asombroso, la exclusiva. Como muchos de los movimientos sociales están organizados en torno a problemas tan poco novedosos como la pobreza, la exclusión, la desigualdad, la injusticia, deben, en lo general, aportar unos cuantos muertos, una creativa forma de protesta o manifestación, una acusación de proporciones apocalípticas contra instituciones o personas para que su historia adquiera el estatuto de “noticiable” y por lo tanto su problema se vuelva visible para la “opinión pública”. Los movimientos se ven así obligados a incorporar la lógica o estrategia de la dramatización del conflicto para unos espectadores exigentes que demandan originalidad y emoción en el contexto de una escena pública turbulenta. La foto de la policía embistiendo a macanazos sobre ciudadanos inermes sorprende ya poco; el plantón de unos maestros en busca de hacer visible su protesta por mejores salarios, no resulta tan conmovedora como las abuelas de “Eliancito” que apelan a los sentimientos
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fraternos en un mundo que ha olvidado los lazos familiares; la situación de sobre-explotación de los jornaleros indígenas que nomádicamente se ven sometidos a nuevas formas de esclavismo en pos de los tomates que los vuelvan momentáneamente “viables”, son acontecimientos que envejecen de aburrimiento, de falta de originalidad, del ingrediente de asombro demandando por esa opinión pública, curtida a fuerza de tantos muertos, tanta sangre, tanto dolor.
General de Huelga) de la UNAM, su empecinada persecusión de la nota que los volviera más famosos que ayer, más noticiables que “Eliancito”, más originales, más permanentes?, ¿por qué la sorpresa ante las estrategias que de manera consciente o no, muchos movimientos están utilizando para llamar la atención sobre el drama contemporáneo? Por qué la culpabilización, si a final de cuentas, ningún movimiento surge al margen de la sociedad que lo produce.
En la escenificación del drama cotidiano, en la lucha por la visibilidad, por los “quince minutos” de presencia en los medios, se desdibuja el proyecto y muchos de los movimientos sociales terminan siendo rehenes de su propia fotografía, de su propia existencia efímera, en una competencia feroz por mantener la atención de unos ojos anónimos que apenas se intuyen. La pregunta, en todo caso, gira en torno a lo que está produciendo la llamada sociedad de la información y de qué manera los medios, la televisión contribuyen a generar un clima en el que la paz sea también noticiable.
Si el costo de la visibilización será el de la espectacularización creciente, es previsible que en los próximos años del siglo por estrenar, los movimientos sociales incorporen en sus estrategias políticas, la búsqueda de la presencia en los medios y con ello, la apropiación de ciertas lógicas que para los antiguos habitantes del siglo XX, tal vez sigan resultando extrañas.
Si la tendencia se mantiene y hay razones de peso para pensar que así será, desde una visión pesimista del futuro, asistiremos cada vez más a la búsqueda de la espectacularización del drama político. Por ejemplo, ¿con qué autoridad moral recriminar a los paristas del CGH (Comité
Si para los hombres y mujeres que vivieron en la Europa de los siglos XV y XVI, el latín se convirtió en un instrumento indispensable de sobrevivencia y, como nos hacen saber algunos historiadores “...hasta cocheros, barqueros y personas de vil condición...se hacen entender por esa lengua”, el lenguaje de los medios, que parece ser el único que hoy garantiza cierta visibilidad y por ello, menos vulnerabilidad, se constituye hoy en una herramienta necesaria para la sobrevivencia.
más cuestionable capacidad de respuesta del gobierno y de sus fuerzas públicas, las agencias privadas de seguridad aumentaron en casi dos mil personas su número de efectivos altamente entrenados; a la misma velocidad, crecen los contratos privados para potenciales víctimas de secuestro. Aunado a la existencia de estos grupos y de manera complementaria, florece la industria privada de seguridad, a través de la oferta de “paquetes” completos que incluyen no solamente al “vigilante”, sino
1. Para profundizar estos aspectos, ver L. Boia (1997), Borja
Gómez
(1998);
Delumeau (1989).
2. Citado en Lucian Boia, Entre el ánBarcelona, 1997.
sitivos tecnológicos para la autoprotección. La desigualdad también se expresa en el territorio de las violencias, hoy sólo quien puede pagar tiene derecho a una (precaria) tranquilidad.
BAUMAN, ZYGMUT (1999): La globalización. Consecuencias humanas. FCE, Buenos Aires. BOIA, Lucian (1997): Entre el ángel y la bestia. Editorial Andrés Bello, Barcelona, 1997.
3. Otro analizador potente de las for-
BORJA GÓMEZ, Jaime Humberto
mas del miedo en la ciudad en sus
(1998): Rostros y rastros del demonio
vínculos con el tejido social y con el
en la Nueva Granada. Indios, negros,
clima creciente de autoritarismo, es
judios, mujeres y otras huestes de Sa-
el del aumento de los grupos
tanás. Ariel Historia, Santa Fé de Bo-
policiacos privados. En el lapso de
gotá.
dos años, en Guadalajara, por ejemplo, ciudad en la que la presencia del
BOURDIEU, Pierre (1997): Razones
narcotráfico a partir de la década de
prácticas. Sobre la teoría de la acción.
los ochenta ha significado un fortale-
Anagrama, Barcelona.
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Una cultura de la paz será posible si la sociedad encuen-
lincuencia organizada y una cada vez
además sofisticados equipos y dispo-
Creo que el asunto es muy sencillo al mismo tiempo que bastante complejo, escuchar los silencios, los susurros, el malestar expandido, puede contribuir al desafío que implica volver inútil la opción por la violencia.
gel y la bestia. Editorial Andrés Bello,
Si como creo, toda crisis es simultáneamente oportunidad, el momento presente debería ser visto como posibilidad de encuentro, a condición de hacer de la comunicación, vehículo primero de la socialidad, un puente entre mundos diversos.
cimiento (y modernización) de la de-
BIBLIOGRAFÍA
Estoy convencida de que esta es una tarea que exige historizar nuestra mirada para entender el presente e imaginar el futuro, en el afán de transformar la memoria del pasado en un potente faro que nos permita descubrir la presencia del dominador, del inquisidor, en nuestro cuerpo, en nuestra casa, en nuestras ciudades, en nuestros medios, en nuestros corazones, en nuestra palabra. La paz no puede ser la ausencia de sonidos sino la suma articulada, armónica y equitativa, de las voces de todos, ello exige salir a la intemperie, como quería De Certeau, a “despertar las historias que duermen en las calles”.
tra los mecanismos para realizar la vocación multicultural truncada por el poder, por los miedos, la sospecha, la costumbre de afirmar lo propio mediante la negación de lo otro. Resulta urgente decretar una amnistía que haga posible revisar los trayectos de lo que ha sido callado. En el debate por venir, va en juego la posibilidad de traer un futuro en el que nadie pueda, en función de ninguna creencia, ideología, interés, amordazar al otro.
NOTAS
He tratado de colocar algunas ideas en torno a cuatro espacios estratégicos para pensar, desde los territorios de la comunicación Intercultural, una agenda que ayude a contrarrestar la parálisis frente a las violencias, la intolerancia, el endurecimiento de los discursos autoritarios, la creciente atmósfera de limpieza social y los brotes alarmantes de justicia por la propia mano.
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CURSO DE INGRESO UNIVERSITARIO 2012
“Transformaciones Sociales del Siglo XX: Las migraciones y la cuestión del otro” CONTENIDOS ÁREA COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE TEXTOS
El estilo directo e indirecto Juan Mascioli
A menudo, en nuestra lectura de los periódicos y también en nuestros intercambios verbales comprobamos que los discursos con los que tomamos contacto se parecen a objetos discontinuos, desajustados. Suelen aparecer rupturas o interferencias, algunas derivadas del uso de palabras que de algún modo rompen un orden que aparecía como establecido, algunas derivadas del cruce de varios enunciados en el terreno de un solo texto. Lejos de considerarlos errores o desajustes, tenemos que comprender que así son los textos y así funcionan; un discurso no es un conjunto homogéneo de enunciados que remiten a un sujeto único de enunciación, sino todo lo contrario, un discurso es de naturaleza heterogénea y suele presentar variadas y diversas fuentes de enunciación que a la vez pueden entablar entre sí, variadas y diversas relaciones, algunas muy simples, otras más complejas. Cuando estamos en situación de producir o comprender un discurso que incluye más de una fuente de enunciación, disponemos de dos variantes básicas de integración textual: los estilos directo y estilo indirecto. Estos dos modos de representar o referir o citar enunciados en un texto tienen reglas propias. Las veremos por separado.
Estilo directo Mediante el estilo directo podemos citar textualmente las palabras de alguien e incluirlas en nuestro discurso logrando que ambos enunciados mantengan sus propias marcas de enunciación. Pongamos un ejemplo :
“Hubo cuatro años en mi vida en los que no pude escribir, porque me había bloqueado”, comentó, y agregó : “En ese tiempo me di cuenta de que la vida es un lugar muchísimo menos habitable de lo que uno se imagina. Se la pasa muy mal en muchas ocasiones”.
Existe, para este ejemplo, una situación de enunciación del discurso citante que incluye otro discurso diferente, que identificaremos como discurso citado. Ambos discursos mantienen su autonomía y conservan sus propias marcas de enunciación. Podríamos representarlo así : Lo que denominamos discurso citante se identifica, en el ejemplo, con el segmento “comentó y agregó”, mientras que lo que llamamos discurso citado se identifica con los
segmentos “hubo cuatro años....” y “en ese tiempo me di cuenta...”; el discurso citado también tiene señales de puntuación, tales como comillas, conexión con dos puntos, inicio con mayúsculas. También podemos agregar que el discurso citante siempre cumple la función de atribuir la cita textual a quien la dice y esta atribución se cumple a través de lo que llamaremos verbos de atribución. Para atribuir las citas los escritores disponen de una enorme cantidad de verbos, muchos de ellos derivados de las múltiples formas y matices en que puede desplegarse la acción básica incluída en el verbo decir. Para resumir, nos remitimos a la definición de Dominique Mainguenaux: “El discurso directo inserta una situación de comunicación en otra manteniéndole su independencia, es un discurso dentro de otro discurso, donde cada uno conserva sus propias marcas ; el discurso directo reproduce palabras, las repite pura y simplemente”.
Conexiones y puntuación Ahora veremos algunos modos de conectar la cita directa en nuestro idioma y adoptaremos las formas correctas que solemos leer en la prensa escrita.
Cita textual + Coma + Verbo de atribución “Soy muy maniática”, dijo. Verbo de atribución + Dos puntos + Cita textual Se indignó aún más : “Qué barbaridad, qué brutalidad”. Cita textual extendida en un párrafo con verbo de atribución intermedio “Hubo cuatro años en mi vida en los que no pude escribir, porque me había bloqueado”, comentó, y agregó : “En ese tiempo me di cuenta de que la vida es un lugar muchísimo menos habitable de lo que uno se imagina. Se la pasa muy mal en muchas ocasiones”.
Estilo Indirecto Es un procedimiento de integración textual que se caracteriza por mantener estable el contenido del discurso citado pero se presenta en una sola fuente de enunciación, la fuente del discurso citante. No solamente es diferente del estilo directo sino que es su opuesto. Mientras que la característica principal del estilo directo es que las distintas fuentes de enunciación mantienen su autonomía y se presentan con sus propias marcas e índices, la característica
principal del estilo indirecto es que reduce todo a su óptica, subordina las fuentes a una sola y se manifiesta como una interpretación del discurso que refiere y no como una reproducción exacta. Veamos este ejemplo de referencia de la voz en estilo indirecto: Rosa Montero habló de su intimidad y reconoció que le teme más a la vejez indigna e incapacitada que a la muerte y a la soledad . Dijo, también que condena el olvido (...) y recordó a los desaparecidos en la Argentina durante el último gobierno militar. Como podemos observar en estos ejemplos, el contenido proviene de una situación de comunicación en la que conversaban Rosa Montero y el periodista pero el enunciado no remite con sus marcas de enunciación a aquella situación sino sólo rescata el contenido de los dichos de la entrevistada y los presenta en un texto en el que se puede reconocer una sola fuente de enunciación, la fuente del discurso citante, en este caso identificado con el discurso de la periodista.
Podemos graficarlo así: En estilo directo : “Le temo más a la vejez indigna e incapacitada que a la muerte y a la soledad”, dijo Rosa Montero en referencia a cuestiones íntimas.
En estilo indirecto : Rosa Montero habló de su intimidad y reconoció que le teme más a la vejez indigna e incapacitada que a la muerte y a la soledad.
Al pasar a estilo indirecto se produjeron las siguientes transformaciones :
· cambio de tiempo verbal : el verbo temo, 1º persona Presente Indicativo, cambió a teme, 3º persona Presente Indicativo. Aunque en este caso sólo cambió la persona verbal, en otros casos es común que cambie también el tiempo verbal. · cambio de signos de puntuación y auxiliares : desaparecieron las comillas de la cita textual y la coma que funciona como nexo coordinante entre el segmento textual y el citante . · presencia de nexos subordinantes o relacionantes : apareció el nexo subordinante “que” para enlazar los dos segmentos. · cambio de pronombres : no se dan en este ejemplo pero sí en otros de uso corriente. Fabriquemos un ejemplo breve para reconocer este tipo de cambio:
En estilo directo: Ella dijo: “Me gusta escribir” Al pasar a estilo indirecto: Ella dijo que le gustaba escribir Tanto el estilo directo como el indirecto comportan usos discursivos diferentes. La utilización del estilo directo y de la cita textual da la impresión de reproducción fiel del enunciado original y crea un efecto de veracidad acerca de que lo dicho por otro aparece referido “tal como lo dijo”. Algunos autores de manuales de periodismo escrito así como también los manuales de estilo de los diarios, argumentan que el uso de la cita textual inyecta un efecto de credibilidad a la noticia, aumenta el contacto personal con la audiencia, agiliza la lectura del texto e impresiona a los lectores como que la mediación del periodista desaparece. Pero es necesario que hagamos consciente que se trata sólo de un efecto, de una ilusión, ya que el enunciado que se cita ha perdido el contexto comunicativo original ; se encuentra, al ser referido, en una nueva situación comunicativa y de alguna manera queda en una postura de dependencia respecto de factores tales como la memoria, las intenciones, las condiciones de producción, las directivas de estilo que impone el medio, estados psicológicos, determinaciones ideológicas, todos éstos factores de mediación que implican que la cita textual aparezca funcionando en un sistema de significación distinto del original, en un nuevo sistema de significación. Si aceptamos que, aún refiriendo un discurso en forma directa no se puede alcanzar su reproducción exacta y que esta imposibilidad se justifica en que cada instancia de la enunciación es nueva cada vez, única e irrepetible, entonces la elección del escritor por referir enunciados directa o indirectamente se convierte en una más de las tareas estratégicas que debe emprender para la producción de un texto. En el discurso periodístico en general y en particular en el discurso de las noticias existen pautas que orientan las decisiones en torno a esta cuestión estratégica. En los manuales de estilo que los diarios ponen en circulación entre sus redactores para unificar criterios respecto de la elaboración de los textos figuran indicaciones y ejemplificaciones técnicas sobre el encomillado, las conexiones y la organización en párrafos, así como también tienen en cuenta que la selección de los enunciados que aparecerá en forma de cita textual en tal o cual lugar de la noticia comporta una tarea de valoración por parte del redactor. Es en este punto donde el escritor toma las decisiones discursivas: decide lo que quiere citar, decide sobre qué punto o aspecto centralizará la información, decide qué enunciados referirá directamente y qué otros presentará en forma indirecta o si planteará el escrito en un sólo estilo uniforme, dilucida si alguna cita, por su importancia o por su atractivo, merece subir al primer párrafo de la noticia o incluso saltar al titular.
Estilo Mixto
En la gama de géneros discursivos informativos que vemos habitualmente en los diarios, comprobamos que la referencia de voces se manifiesta a través de la mixtura de estilo directo e indirecto. (Excepto en el texto de la entrevista típica de trama conversacional con formato pregunta-respuesta). El estilo mixto es un recurso utilitario que permite condensar la totalidad de las declaraciones, facilita la organización textual y puede inducir un texto dinámico y de lectura interesante, si el escritor es hábil. El estilo mixto resulta de la combinación del directo e indirecto, a veces, alternando párrafos de uno u otro estilo y, a veces, con la mixtura en el interior mismo del párrafo. Otro recurso de combinación: en un párrafo planteado en estilo indirecto se enfatizan sólo algunas palabras o alguna frase, generalmente la que resulta más significativa para ese texto y para ese personaje citado. Este recurso que reconoceremos como término o frase enfatizada, también se utiliza con las comillas de la cita textual. Veamos estos ejemplos que tienen de todo : Estilo directo - Estilo indirecto “Mi generación creció con ese susurro de frustración que te decía no te cases, no lo hagas”. Contó que, sin embargo, desde hace ocho años convive con Pablo, un periodista, y con dos perros viejos que recogió de la calle cuando eran cachorros. Estilo indirecto - Frase enfatizada - Estilo directo híbrido - Estilo indirecto Rosa Montero habló de su intimidad y reconoció que le teme más a la vejez indigna e incapacitada que a la muerte y a la soledad, una compañera que, conoció, “demasiado bien”. Dijo, también, que condena el olvido, “porque permite que se repitan las atrocidades y la injusticia” y recordó a los desaparecidos en la Argentina durante el último gobierno militar.
Estilo Directo Híbrido Primero veamos el ejemplo, en este caso, fabricado para la ocasión: Aseguró que “los violentos son parte de una minoría patológica”. Aunque no aparece así en el original, el ejemplo muestra un tipo de conexión de la cita textual que está completamente difundida y debemos aceptarla como impuesta por el uso la costumbre, aunque, en rigor, no está encuadrada en la normativa del idioma español y, a juzgar por la bibliografía consultada, tampoco en las gramáticas de otros idiomas. Reconocemos a esta especie como estilo directo por cuanto aparecen en textos que revelan claramente la intención pragmática de reproducir la voz del citado y así se manifiesta en la marcación con comillas del segmento textual.
Le llamamos híbrido porque conecta una cita textual (Estilo Directo) con un nexo típico del Estilo Indirecto. Como puede verse en el ejemplo la entrada al segmento textual se da a través del subordinante que. Sin embargo, este uso podemos considerarlo aceptable cuando, tal el caso del ejemplo, el discurso citante, el que dice “asegura”, y el citado, el que dice “los violentos son parte de una minoría patológica”, coinciden en una invariante no personal o 3º persona : ambos discursos tienen en común que no presentan marcas de la enunciación. Pero observemos lo que ocurre en estos otros ejemplo, también “fabricados” : Cuenta que “en los dos primeros años, de los cinco que me lleva escribir una novela, tomo notas a mano”.
...y agregó que “no tengo dudas de que los violentos son parte de una minoría patológica”. Consideramos estos usos como incorrectos, aunque convengamos que son de frecuente aparición en registros escritos y orales. En estos dos últimos ejemplos, la cita textual tiene marca de enunciación de persona (Yo) y choca con la invariante no personal del discurso citante (3º persona). Desde la comprensión, y según las condiciones de la recepción, hasta pueden llegar a confundirse la atribución de las voces a uno u otro enunciador. Ahora volvamos al texto original y veamos cómo se resuelven aceptablemente estas articulaciones en estilo directo : “Es que en los dos primeros años , de los cinco que me lleva escribir una novela, tomo notas a mano”, cuenta. Rosa Montero se indigna aún más : “Afortunadamente, creo que los violentos son parte de una minoría patológica”. También veamos qué posibilidades tenemos para expresar estos dichos en estilo indirecto : Contó que escribir una novela le lleva cinco años, pero en los dos primeros se dedica obsesivamente a tomar notas a mano. En estilo indirecto con frase enfatizada : Crece su indignación cuando habla de los violentos y considera que sólo forman parte de una “minoría patológica”. En estilo mixto : Crece su indignación ante el tema de la violencia y cree que “los violentos son parte de una minoría patológica”.
Esto es estilo directo Juan: - Ayer vi a Andrés en el banco Ana: - ¡Ah!, ¿si?, y ¿qué te dijo? Juan: - Me dijo que venía del médico porque tenía un problema con su espalda. Ana: - ¿Quedaste con él para otro día? Juan: - Sí, pero me dijo que él me llamaría. Cuando queremos transmitir la información que han dicho otras personas podemos hacerlo de dos formas: A) Repitiendo las mismas palabras empleadas por la otra persona. Estructura: verbo introductor (decir) + "información" * Ejemplo: Pedro dice: "estoy aburrido" B) Cambiando las palabras dichas pero manteniendo el contenido del mensaje Estructura: verbo introductor (decir) + que + información * Ejemplo: Pedro dice que está muy contento La primera manera de hacerlo (A) es el estilo directo, la segunda (B) es lo que conocemos como estilo indirecto. ...y esto es estilo indirecto a) Cuando el verbo introductor está en presente (dice), en pretérito perfecto (ha dicho) o en futuro (dirá) en estilo indirecto se conserva el mismo tiempo verbal que en el estilo directo. En este caso, los cambios que se producen al pasar del estilo directo al indirecto afectan a: - Los pronombres personales * dice: "yo..."/ dice que él - Los posesivos: * dice: "es mi coche"/ dice que es su coche - Los demostrativos: * dice: "quiero este coche"/ dice que quiere ese coche - Las personas de los verbos: * dice: "estoy enfermo"/ dice que está enfermo - Todos los elementos que hacen relación al espacio:
* dice: "vivo aquí"/ dice que vive allí b) Cuando el verbo introductor es un indefinido (dijo), un imperfecto (decía) o un pluscuamperfecto (había dicho), hay que tener en cuenta la siguiente correspondencia verbal: Estilo directo dijo/ decía/ había dicho "estoy enfadado" "yo viajaba con frecuencia" "encontré la pluma" "me he quedado dormido" "había ido al museo" "te llamaré tarde" Estilo indirecto dijo / decía / había dicho que estaba / estuvo enfadado que viajaba con frecuencia que había encontrado la pluma que se había quedado dormido que había ido al museo que me llamaría tarde
UNSa – Fac. de Humanidades Comprensión y Producción de Textos Prof. Fernanda Ma. Álvarez Chamale
Guía para la producción del texto argumentativo
Los textos argumentativos se ocupan de fundamentar y sostener un punto de vista acerca de un tema que ofrece polémica, es decir, un tema con problema. A diferencia de los textos explicativosexpositivos, que presentan secuencias del tipo problema-solución o pregunta-respuesta, los textos argumentativos, no sólo pueden presentar dichas secuencias, sino que, además, defienden una explicación. Por ejemplo, es distinto explicar la teoría de la evolución, que argumentar a favor o en contra de ella. En el siguiente cuadro se presentan los rasgos generales que diferencias estos dos tipos de secuencias textuales: Texto Expositivo TEMA INTENCIÓN
ENUNCIACIÓN
Texto Argumentativo
De validez universal
Polémico o que es objeto de opinión
Explicar el tema
Convencer sobre un punto de vista determinado acerca del tema
Marcas de impersonalidad (efecto de objetividad). Discurso no modalizado. Tiende a ser fonológico.
Marcas de subjetividad. Discurso moralizado. Tiende a ser polifónico.
A continuación se presenta un cuadro sinóptico del proceso retórico de la argumentación. Líneas
INVENTIO
PROCESO RETÓTRICO DE LA ARGUMENT ACIÓN
EXORDIO
Lógica: busca convencer a través de pruebas PRUEBAS técnicas (inducción deducción) extra técnicas Psicológica: busca emocionar Funciones: 1) establece signos de inicio del discurs 2) busca acaparar la atención del auditor Instancias: 1) captatio benevolentiae 2) partitio: se enuncian las partes del discurso
DISPOSITIO
NARRATIO
Función: Relata los hechos presentes en la causa, Antes de la presentación de los argumentos Ejes: 1) diacrónico 2) sincrónico o aspectual (descripción) Probatio: exposición de los argumentos
ARGUMENTATIO
Refutatio: presentación de contrargumentos EPÍLOGO
ELOCUTIO
Función: clausura el discurso
Función: consiste en conferir una forma lingüística a las ideas Requisitos: 1) apropiado a la situación (apto); 2) correcto (gramática y léxico), 3) claridad, 4) bello
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Instancias a tener en cuenta 1º. DELIMITACIÓN DEL TEMA Y BÚSQUEDA DE LA INFORMACIÓN (Inventio) De acuerdo con el eje temático del programa, el tema propuesto para la realización del texto argumentativo es la LECTURA. No obstante, este tema es muy amplio. Por lo tanto usted debe delimitarlo, es decir, definirlo, acotarlo y contextualizarlo (describir la situación en la que se inscribe dicho tema) en función de algún problema que aquél presente. Usted debe relacionar el tema principal con algún otro tema que se le vincule y que, a su vez, ofrezca polémica. Las siguientes propuestas temáticas pueden orientarlo para esta delimitación (usted puede proponer otras): La lectura como práctica social Lectura y sociedad Lectura y desarrollo personal-individual Lectura y poder El control pedagógico de la lectura Lectura y universidad Lectura y nuevas tecnologías La delimitación del tema sólo es posible luego de la lectura atenta del material bibliográfico del que dispone o que buscó a propósito de su investigación acerca del tema. Por eso es muy importante que lea y relea los textos que considera pertinentes para la producción de su texto y que los fiche. Para realizar FICHAS DE CONTENIDO recuerde el siguiente esquema: A. Cite la bibliografía en el margen superior izquierdo. Por ejemplo: Petit, Michele (1999) Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura. México: FCE Cómo se cita Apellido de autor Nombre Fecha de edición Título del capítulo (si sólo toma un cap.) en Título del libro subrayado si es manuscrito o en cursiva si es digital Lugar de edición: Editorial B. Releve las palabras claves del texto (palabras o frases que den cuenta del tema específico del texto leído). C. Resumen o comentario del texto. D. Citas del texto (tres o cuatro). Usted debe citar, esto es, tomar fragmentos textuales medianamente breves del texto leído. La selección de citas debe responder a los propósitos de su trabajo. Usted debe seleccionar aquello que le resulte apropiado para el tema e hipótesis de su texto. Las citas no deben ser largas (extensión máxima: tres renglones). Además deben estar entrecomilladas y a final de cita debe colocar entre paréntesis el apellido del autor, coma (,), el año de edición del texto citado, dos puntos (:) y el número de página de donde extrajo la cita. Por ejemplo: “La lectura y una biblioteca pueden contribuir a recomposiciones de la identidad, sin entender la identidad como algo fijo, detenido en la imagen, sino por el contrario como un proceso abierto […]” (Petit, 1999: 53)
2º. PLANIFICACIÓN DEL TEXTO
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1. Definición de la situación comunicativa del texto
Antes de realizar el plan de su texto, es necesario que considere y defina cuál es la situación comunicativa de su texto. Para ello tenga en cuanta y responda las siguientes preguntas: o ¿Quiénes serán los destinatarios o lectores de mi texto? ¿Qué saben del tema que abordaré? o ¿Cuáles son las características del enunciador de mi texto? Cuál es su posición teóricoargumentativa al respecto? ¿Qué defiende en la argumentación? ¿Qué ideas o perspectivas sobre el tema no comparte y/o ataca? ¿Cómo lo hace? o ¿Cuáles son los propósitos de mi texto? ¿Qué tipo de estilo o recursos del lenguaje emplearé para alcanzarlos? o ¿Qué sé sobre el tema? ¿Qué no sé y necesito conocer e investigar con mayor profundidad? 2. Planificación del texto Para realizar el plan o esbozo de su texto considere y complete el siguiente esquema: a) Tema general: b) Tema delimitado: c) Introducción del texto: presentación y descripción del TEMA y del PROBLEMA que dicho tema ofrece. Marco de referencia (contexto o situación en la que se inscribe el tema y el problema). Objetivos del trabajo.(Exordio - Narratio)
d) Hipótesis: se formula a través de una frase que afirma o niega algo acerca del tema delimitado. La hipótesis es un opinión sobre el tema (es su opinión sobre el tema; la idea que deberá defender a lo largo de la argumentación).
e) Argumentos a favor de la hipótesis (Argumentatio):
f) Argumentos en contra de su hipótesis g) Refutación de los argumentos contrarios (Refutatio) h) Conclusión (Epílogo): síntesis de la argumentación, confirmación de la hipótesis, planteamientos de nuevas discusiones, sugerencias. 3º. REDACCIÓN DEL TEXTO
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Si usted ha planificado adecuadamente su texto, ya tiene buena parte de lo que implica la producción y redacción del texto argumentativo. Por eso es muy importante que no omita ningún punto de la guía arriba consignada. Por otra parte, la redacción del texto puede modificar su plan y ello es totalmente válido. De modo que usted planifica y redacta, redacta y planifica a la par. Para la redacción del texto considere atentamente los aspectos planteados en el sistema de autocorrección de la cartilla. Es decir, tenga en cuenta: o Aspectos formales: ortografía, acentuación, uso de mayúscula, uso correcto de citas textuales y citas bibliográficas, grafía, etc. o Aspectos sintácticos: construcción de la frase, organización de la información, conexión entre palabras y entre oraciones (empleo correcto de conectores), puntuación. o Aspectos textuales: revisión de la estructura textual, jerarquización de las ideas, progresión temática adecuada, segmentación en párrafos, empleo adecuado de los marcadores y conectores textuales. o Registro: adecuación a la situación comunicativa. Enunciación: persona gramatical, subjetivemas, modalizaciones del discurso (preguntas retóricas, modalidad deóntica: deber ser, tener que ser), etc. o Contenido: pertinencia de la hipótesis respecto del tema, claridad en la argumentación, argumentos fundados en pruebas o explicaciones razonables, etc. o Léxico: variedad y pertinencia de los términos empleados. 4º. VERSIÓN FINAL DEL TEXTO Antes de entregar la versión definitiva de su texto recuerde leer y releer su texto y corregir atentamente aquellos aspectos que hayan sido señalados por la docente en las versiones anteriores. No olvide colocar título a su trabajo Especifique al final del texto la bibliografía consultada No olvide entregar su texto con todos los borradores anteriores a la versión definitiva Escriba sus datos personales claramente: Apellido, Nombre, DNI, Carrera, etc.
Alvarado, Maite y otros. La Reformulación. Propuestas didácticas. Texto adaptado La reformulación es una práctica lingüística y discursiva, que desarrolla habilidades necesarias para la comprensión y la producción de textos orales y escritos. En palabras de Catherine Fuchs: "Entrenarse en reformular es también aprender a marcar las diferencias semánticas y estilísticas entre expresiones emparentadas y a reconocer no solo aquellas posibles o imposibles en contexto, sino también las más apropiadas a la situación". La reformulación, como procedimiento que permite transformar un texto en otro, contribuye al desarrollo de la competencia comunicativa. En la escuela, hay diversas situaciones en las que, casi sin advertirlo, se realizan actividades de reformulación: • los alumnos reformulan sus propios escritos tachando, borrando, insertando nuevas partes, moviendo de lugar fragmentos completos hasta llegar a una versión final; • también reformulan cuando resumen textos, en forma oral o escrita, y cuando deben dar cuenta de sus conocimientos en una prueba; • el docente reformula lo explicado cuando advierte que lo que dijo o expuso no fue comprendido. Existen cuatro estrategias básicas de reformulación: sustitución, expansión, reducción y recolocación. En esta propuesta nos ocuparemos específicamente de las tres primeras.
La sustitución La sustitución consiste en presentar de forma diferente una frase, una oración, un párrafo o un texto completo, sin alterar la información (es decir, sin agregar ni quitar información). Nuestra lengua ofrece distintas opciones para referirse a lo mismo: • los sinónimos. Por ejemplo, para referirnos a un ser humano varón, que no es adulto ni bebé, podemos optar entre ‘niño’, ‘pibe’, ‘nene’, ‘chico’, etc.; sin embargo, hay algunas palabras más adecuadas que otras para una situación comunicativa determinada; • los hiperónimos o palabras de significado más general. Por ejemplo, ‘arma’ es hiperónimo de ‘revólver’, ‘fusil’, ‘espada’, ‘escopeta’, entre otras; • los pronombres, ciertos adverbios (‘aquí’, ‘allí’, ‘ahora’) y las palabras de referencia muy generalizada (‘hacer’, ‘cosa’, ‘persona’, ‘tal’) son formas que pueden sustituir
palabras, expresiones o partes completas de un texto. Por ejemplo: "Retomé las clases de portugués. Mi amigo también lo hizo"; • las paráfrasis. Muchas veces no existen sinónimos o hiperónimos para una palabra, por lo tanto, es necesario sustituirla por una frase que signifique lo mismo, es decir que utilizamos una paráfrasis. Por ejemplo: "Luis cabeceó la pelota. Después de pegarle con la cabeza, la pateó y metió un gol". Cuando escribimos, no sólo sustituimos palabras por palabras o por frases, sino también frases por otras frases. Por ejemplo, en los casos donde una frase contiene una palabra que ya fue escrita, cuando se detectan problemas sintácticos o cuando al que redacta no le gusta "cómo queda". Si bien en muchos casos se sustituyen palabras o frases para evitar repeticiones, este procedimiento no siempre es posible. Muchos términos especializados (‘cromosoma’, ‘gen’, ‘prefijo’) no admiten sinónimos. Y si queremos sustituirlos por paráfrasis, es necesario conocer muy bien el tema. En el siguiente ejemplo puede verse una sustitución de ese tipo: "Muchos vegetales tienen raíces gemíferas, es decir, raíces capaces de producir nuevas partes aéreas". En otros casos, la repetición es intencional y se usa, por ejemplo, para enfatizar o destacar algo, como en: "Y ya no teníamos escudos, ya no teníamos macanas, y nada teníamos que comer, nada comimos" (E. Galeano).
La reformulación por reducción El resumen es un texto producido a partir de la reformulación de un texto fuente más extenso. La especificidad del trabajo de resumen consiste en reducir la información del texto de partida, preservando lo esencial de esa información, y lograr que ese nuevo texto pueda ser comprendido sin necesidad de recurrir al texto fuente. Las actividades de resumen se constituyen en una de las maneras privilegiadas para evaluar las habilidades de comprensión de los alumnos y de retención de información en la memoria de corto y de largo plazo. Las evaluaciones escritas y la exposición oral acerca de un determinado tema, así como la posibilidad de relacionar contenidos provenientes de diversas fuentes, requieren frecuentemente de la puesta en juego de esta habilidad. Se trata de una tarea muy compleja, que precisa una fuerte participación del docente hasta que los alumnos adquieran esta destreza en la que se cruzan habilidades cognitivas y lingüísticas. Resumir es una actividad que debe iniciarse una vez que está asegurada la comprensión del texto de base; ésta es una condición necesaria para poder decidir qué se puede suprimir. Por ejemplo, en un
texto informativo se pueden suprimir las opiniones, cosa que no puede hacerse cuando se resume un texto de opinión. Por otra parte, al suprimir información, el texto fuente se "desarma", lo que significa que hay que acordar para el nuevo texto formas de cohesión (véase Propuesta Nº 8, LA COHESIÓN Y LA COHERENCIA TEXTUALES), puntuación, cambios en los tiempos verbales, paráfrasis resumidoras, etc., de modo que el nuevo texto pueda, como ya hemos dicho, ser leído con independencia del texto fuente.
Actividades de resumen a • Supresión. Implica la selección de la información esencial. Se trataría de responder a la pregunta: "¿Qué informaciones pueden ser suprimidas sin que esto afecte la comprensión del texto?". En el caso de un texto narrativo, se atenderá especialmente al modo en que en él se jerarquiza la información y se analizará cómo, a través del encadenamiento lógico y temporal, se mantiene el tema global. Se verá, por ejemplo, si es pertinente suprimir comentarios, evaluaciones, descripciones, ejemplos, aclaraciones o especificaciones por considerar que son procedimientos para hacer más comprensible la información básica, pero que no agregan información nueva. El paso siguiente es tomar nota de los fragmentos de texto seleccionados.
b • Generalización. El nuevo texto puede ser sometido a nuevas reformulaciones con el propósito de hacerlo aún más breve. Es el momento en que pueden aplicarse otras operaciones de resumen, tales como sustituir una información extendida por otra más general o que interprete globalmente lo que en el texto aparece detallado. Por ejemplo, un término como "peripecias" globaliza una extensa zona del texto donde se narran las aventuras y desventuras por las que atraviesa un personaje para alcanzar una meta; lo mismo ocurre con frases resumidoras como "Luego de superar una serie de obstáculos" o "Logró vencer a los enemigos". Asimismo, “Se anunció un aumento de las tarifas, rebaja de sueldos, recorte de fondos, etc." puede ser interpretado mediante la frase "Se anunció un severo ajuste", en la que el término ‘ajuste’ resume una serie de acciones. La reformulación hiperonímica ("útiles escolares" por "cuadernos, lápices, gomas, cartucheras", etc.); la transformación de verbos en sustantivos ("descubrimiento" por "descubrieron", "ruptura" por "rompieron") y la sustitución por palabras generalizadoras (como "acontecimiento", "hecho") deben ser objeto de ejercitación más allá de las actividades
de
resumen,
pues
exigen
poner
en
juego
operaciones
de
conceptualización (ir de lo particular a lo general, de lo concreto a lo abstracto, de la
extensión a la comprensión), que a los alumnos, como sabemos, les resultan muy difíciles si no se practican asiduamente.
La reformulación por ampliación En la resolución de este tipo de ejercicios se combinan actividades de lectura, de selección de la información, redaccionales y de análisis gramatical, puesto que los pedidos de expansión pueden ser de diversa índole: expandir por medio de explicaciones-especificaciones, descripciones, ejemplos, definiciones, resúmenes, notas al pie, discursos directos o indirectos, entre otras posibilidades.
CURSO DE INGRESO UNIVERSITARIO 2012
“Transformaciones Sociales del Siglo XX: Las migraciones y la cuestión del otro” CONTENIDOS ÁREA ORIENTACIÓN Y TUTORÍA