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Cultura
Cooperantes, luego humanos
¿Por qué sólo los homo sapiens sobrevivieron entre los homínidos que vivían en la Tierra hace 50 mil años?
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Todos conocemos la historia del Imperio Romano, que nació, se desarrolló, fue declinando y desapareció en el curso de muchos siglos. Antes que los romanos, recordamos el florecimiento de la civilización griega, con los filósofos Platón y Aristóteles, entre otros. Más atrás en el tiempo, encontramos las primeras civilizaciones organizadas que surgieron hace miles de años a orillas de los grandes ríos: los egipcios, los hititas del Tigris y del Éufrates (al comienzo de la historia de Abraham) y las grandes culturas asiáticas, desarrolladas a orillas del Indo, del Ganges y de los ríos de China. Si miramos aún más lejos, podemos llegar a unos 13.000 años atrás, cuando nació la agricultura en el Oriente Medio y en otras áreas del mundo entonces habitado.
Antes de esa fecha, se extiende el nebuloso mundo de la prehistoria. Un mundo, en realidad, ya no tan nebuloso, porque en las últimas décadas la paleoantropología, que estudia los restos fósiles del hombre y de sus antepasados, aclaró algunos aspectos.
Lo que más sorprendió a los estudiosos fue el descubrimiento de que, pese a que hoy hay una sola población humana dispersa en la Tierra (la de los llamados homo sapiens), hace tan sólo 50.000 años esto no era así. Otros grupos de homínidos se extendían por los continentes: los neandertales en Europa, los denisovanos en Siberia, los pequeños homo floresiensis en Indonesia, y quizás otros. Estos “primos” nuestros eran diferentes de nosotros sobre todo desde el punto de vista anatómico, y sin embargo también habían evolucionado. Por ejemplo, hay indicios de que los neandertales eran capaces de pensamiento simbólico y tenían un comportamiento social avanzado.
También hay una segunda sorpresa: todo indica que con el tiempo entre estas diferentes especies hubo encuentros e incluso mezclas, de modo que en el genoma de los hombres de hoy tenemos alrededor del 2 % de ADN neandertal. ¿Cómo explicar esta presencia simultánea de varios grupos? Según la ciencia, para encontrar los ancestros comunes de todas las poblaciones de homínidos, es necesario remontarse a hace aproxi-
madamente un millón de años, en África. A partir de allí partió paulatinamente una serie de migraciones de expansión, con pequeños grupos saliendo al resto de los continentes hasta poblar el entonces deshabitado resto del planeta.
Acercándonos a nuestros tiempos, entre 100.000 y 50.000 años atrás, nos encontramos con una nueva ola migratoria saliendo de África. Fue una ola particular, porque constituyó la primera semilla de lo que ahora llamamos la “familia humana”. Esta vez, de hecho, fueron los componentes de un pequeño grupo, el de los Homo sapiens, anatómicamente modernos y cognitivamente desarrollados, que entraron así en contacto con los descendientes de las antiguas oleadas, que se habían asentado milenios antes en Europa, Oriente Medio y Asia.
Hace 50.000 años, por lo tanto, grupos muy diferentes de homínidos poblaban el planeta. Hace 20.000 años, en cambio, sólo quedamos nosotros, los hombres y mujeres modernos. ¿Por que? Es la gran pregunta que se hacen los científicos que estudian huesos y fósiles. Se hicieron muchas hipótesis (que nosotros éramos más inteligentes o más violentos o más adaptables a las condiciones climáticas, o los únicos dotados de lenguaje) pero ninguna convence del todo. Los Neandertal probablemente eran tan inteligentes como nosotros y estaban más y mejor acostumbrados a resistir el frío de Europa. Entonces, ¿cuál podría ser la razón por la que solo nosotros sobrevivimos, mientras que los otros grupos se extinguieron, y en tan poco tiempo?
Existe una teoría que ofrece una explicación alternativa: los seres humanos han evolucionado biológicamente y “se han vuelto racionales de forma cooperativa”, según expresa Michael Tomasello en su Una historia natural de la moral humana. En la práctica, somos humanos porque somos capaces de ayudarnos, porque consideramos a los demás “dignos” como nosotros mismos y consideramos válidas las decisiones tomadas en conjunto. Según esta teoría, entre 50.000 y 20.000 años atrás, nos autodomesticamos, “seleccionando” entre nosotros a las personas más sociables, capaces de comunicarse de forma amistosa. De esta forma no nos quedamos encerrados en pequeños grupos de cazadores, sino que ampliamos el ámbito de colaboración fuera de nuestra familia o grupo de caza, incluso cooperando con “desconocidos”.
Esta “inteligencia social” que nos permite “conectar nuestra mente con la de los demás y heredar el conocimiento de generaciones”, sería la razón por la que sobrevivimos en comunidades cada vez más grandes y cohesionadas, en detrimento de otros grupos de homínidos que no tenían esta habilidad.
Por supuesto, la historia también fue una sucesión de violencia, asesinatos, guerras entre grupos y egoísmos e injusticias. Pero, a largo plazo, la fuerza que forjó la evolución de la humanidad fue y es la cooperación.
Esta auto-domesticación humana también ha sido acompañada a lo largo de los milenios por una modificación del cuerpo, visible en la forma del rostro (más delicado), en el tamaño de los dientes, en el ciclo reproductivo, en el sistema nervioso y en los niveles hormonales. Como resultado, entre hace 50.000 y 20.000 años, comenzaron a multiplicarse las “redes sociales extendidas” de los humanos y sus capacidades culturales, dondequiera que vivieran en el mundo. La capacidad de cooperación permitió entonces la consolidación de las primeras comunidades estables, con la consiguiente transición de la caza a la agricultura y a la civilización. El resto es historia.