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Palabra vivida

Para un desarrollo sustentable de la comunidad

Agustín es licenciado en Turismo y se especializó en Desarrollo Económico Local y busca aportar al turismo una mirada social. En los últimos 10 años, acompañó comunidades campesinas en su desarrollo integral y turístico, para que pudieran ofrecer hospedaje, gastronomía y actividades recreativas. Agustín aprendió mucho de esas comunidades: su relación con la naturaleza, el cuidado del medioambiente, el consumo responsable, una alimentación sana y un tratamiento de los residuos ecológico. En un momento en el que la industria turística sufrió los efectos devastadores de esta crisis, empezó a abrirse a otras posibilidades. Le pareció que había llegado el momento de lanzar una idea, que venía gestando, para fortalecer la comercialización de las actividades productivas que dan un sustento diario a las familias de las comunidades que viven del turismo. Nos comenta él mismo: “No sabía si era un capricho o era realmente el momento justo para emprender. Vivir en carne propia ese acto de fe que hace el emprendedor fue increíble y me dio el empujón para seguir. Desde hace un año tenía la idea de abrir un pequeño negocio, y la cuarentena fue el momento ideal para terminar de darle forma. La idea me surgió a partir de la inquietud de ser más responsable con los residuos que generamos en casa. Con mi esposa, cada vez encontramos más personas que quieren vivir en forma más sustentable, de modo que me fui entusiasmando. Mirando un poco más lejos, la encíclica Laudato Si’ y los grandes problemas ambientales me confirmaron que éste era el camino. Se trata de una pequeña tienda, “Desenvueltos Eco Almacén”, que busca sensibilizar y ayudar a las personas a tener una vida más sustentable. Deseamos ser un puente entre emprendedores locales y consumidores, ofreciendo una posibilidad de compra responsable, generando la menor cantidad posible de residuos. Conseguimos un local que tiene un espacio que nos permitirá también dar charlas y compartir experiencias sobre sustentabilidad en la vida diaria, alimentación consciente y consumo responsable. En la tienda se puede comprar a granel alimentos, productos de limpieza y elementos de higiene personal amigables con el medio ambiente. Los clientes pueden llevar sus propios envases. En caso de no tenerlos, llevan la compra en bolsas de papel que se degradan fácilmente. Además, priorizamos la venta de productos locales, artículos de artesanos e industriales que aportan a una vida más sustentable. Tiendas como estas ya existen en otras partes del mundo. Se las conoce como movimiento #zerowaste, del que tomé muchas ideas. Gracias a mi trabajo en turismo conozco a muchas personas que fabrican productos espectaculares, pero que siempre tienen dificultad para venderlos. La idea es que, en una relación de comercio justo, el nuestro sea un canal más de comercialización. En estos días, investigando, encontramos otras personas que hacen cosas muy innovadoras. Seguramente se irá construyendo una buena relación con ellos. Estoy convencido de que, también en tiempo de pandemia, se pueden hacer buenos negocios de una manera transparente, donde cada uno conozca los costos y la rentabilidad de cada bien o servicio”. Recogido por Gustavo E. Clariá

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