Integrantes: Canario Antonio Laynes Jimenez Romero Fernรกndez Treneman Navarro
Érase una vez un pequeño pastor que pasaba el día aburrido en el campo vigilando un rebaño de ovejas.
Decidió que pasaría un buen rato divirtiéndose. Empezó a gritar: “El lobo! ¡El lobo! ¡El lobo anda detrás de las ovejas!”
La gente del pueblo fue subiendo la cuesta para ayudar al pastorcito. Pero cuando llegaron ahí, no había lobo. Descubrieron que todo había sido una broma del pastor que se deshacía en risas por el suelo.
“No grites LOBO cuando no hay lobo niño pastor” dijo la gente del pueblo. Gruñendo todos volvieron a bajar la cuesta.
Pasado algún tiempo el muchacho empezó a gritar de nuevo: “El lobo! ¡El lobo! ¡El lobo anda detrás de las ovejas!” Al placer del pastor, observó a los del pueblo volviendo a subir la cuesta para ayudarle.
Cuando los del pueblo dijeron que no había lobo, le dijeron molestos: “Guarda tus gritos para cuando realmente pase algo! ¡No grites LOBO cuando no hay lobo niño pastor!” Pero el niño sonreía de oreja a oreja.
Poco tiempo después apareció el verdadero lobo. Rondando su rebaño. Alarmado, gritó entonces con la mayor fuerza posible: “El lobo! ¡El lobo!”
Pero los aldeanos creĂan que estaba intentando hacerles una broma otra vez. Entonces, no vinieron al rescate.
Al atardecer, todos se preguntaron porque no había vuelto el niño con su rebaño. Subieron la cuesta a encontrar al niño.
Lo encontraron llorando: “Realmente apareció el lobo, el rebaño se ha dispersado. Grité LOBO, ¿por qué no vinieron?”
Un anciano intentó calmar al niño mientras caminaban de vuelta a la aldea. “Nosotros te ayudaremos a encontrar las ovejas mañana.
“Nadie le cree a un mentiroso, aun cuando está diciendo la verdad.”