Revista GQ racionalista

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gentlemen’s quartely

GQ LATINOAMÉRICA Marzo 2015 Jason Statham fotografiado por Jeff Lipsky

latinoamérica marzo 2015

los autos con los que Detroit

sorprende de nuevo

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todos los días

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industria de la música lujo y naturaleza con fórmula única

gentlemen’s quartely


JASONSTATHAM el caballero aguerrido

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Por Arnaud Sagnard Fotos Jeff Lipsky

Este británico de 47 años, que saltó a la fama por su papel en The Transporter, es el elemento que hace que suban las ganancias de taquilla de las películas de acción.

Statham sigue perfeccionando su arte, haciendo ejercicio todos los días y manteniéndose al margen de las distracciones de Hollywood.

Nos reunimos en los Ángeles con este actor tan "rentable", que compartió créditos con Los Indestructibles 3 (The Expendables en inglés) con las máximas estrellas del género.

¡Acción!


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79 Es una de esas esquinas de Los Ángeles en plena metamorfosis, donde uno de pronto puede encontrarse mientras camina por la calle lo mismo sus habitantes originales (indigentes que se fuman la propia vida en pipas de cristal) que con los recién llegados, o los hipsters, o los actores que deambulan por ahí con un vaso de jugo de zanahoria y jengibre en la mano.

Va ataviado con una camisa Polo en color rosa, jeans Ralph Lauren y mocasines Tom Ford en gamuza azul. Parece un modelo que acaba de fugarse de las páginas de una revista, sólo que, en contraste, este hombre tiene el ancho de hombros de un cargador de una compañía de mudanzas y su rostro envía un claro mensaje: "No molestar".

En downtown L.A., hasta los edificios más decrépitos albergan sorpresas. Aquí, uno puede rentar una habitación por día, en uno de esos oscuros inmuebles de dos pisos de alto, de ladrillo y madera, para ponerse a fotografiar las historias que cuenta esta ciudad, habitada por personajes tan pintorescos. Un Audi S8 negro, con cristales polarizados, se estaciona delante del inmueble, y de él desciende un hombre que porta anteojos de sol ligeramente ahumados.

Calvo, de mandíbula cuadrada, sus ojos escrutan las calles aledañas y toman nota de un Toyota Prius, en el interior del cual se acechan dos paparazzis; al mismo tiempo, la conductora de un Mazda rojo, descapotable, pasa cerca de ahí y grita el nombre de pila del hombre, y un transeúnte le dice a la persona con la que viene hablando por teléfono que acaba de cruzarse con uno de los Indestructibles.


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ni chofer, ni representante Para algunas personas, Jason Statham es el nuevo rostro de las películas de acción; para otras, es el galán de Rosie Huntington-Whiteley, la top model inglesa de Victoria's Secret que tiene dos millones de seguidores en Instagram Esta mañana, Statham terminó con los últimos ajustes de Rápidos y Furiosos 7, la más reciente cinta de esta franquicia, que acaba de contratar los servicios de este tipo rudo y misterioso.

a los técnicos ahí presentes si ha llegado con retraso. Su cortesía es notable, como también lo es el hecho de que ande por ahí sin chofer, ni representante, ni encargado de relaciones públicas. "No me vayan a preguntar nada de la selección de Inglaterra -les dice a los miembros del equipo de fotógrafos, quienes tienen los globos oculares fijos en la pantalla de un iPad, en la

"L.A. está bien para trabajar o practicar surf, pero cada vez que puedo regreso a Londres. Los Ángeles es como una ciudad a medias, no me parece que tenga ni la energía ni la gente tan interesante como la que uno encuentra en Londres, París o Nueva York. Casi todo el mundo está relacionado con la industria cinematográfica, de uno u otro modo, y se les ponen los pelos de punta si no forman parte del siguiente 'gran proyecto'. Es una ciudad de gente histérica, que de todo hace una escena. A la larga, uno termina por cansarse".

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En agosto del año pasado se estrenó The Expendables 3, otro éxito de taquilla emanado de una fórmula probada, con un presupuesto millonario y cuyo afiche promocional incluye su nombre en segundo lugar, muy por arriba del de Arnold Schwarzenegger, Mel Gibson y Harrison Ford. Como Statham se ubica dentro del vapuleado género de acción, la crítica suele cebarse en él. Una nota de Associated Press, por ejemplo, describía su actuación en Safe (2012) como "la peor película de Statham, después de la última película de Statham". Sin embargo, para GQ no ha pasado desapercibido el hecho de que, a pesar de su discreta personalidad, este actor proyecta en pantalla una mezcla particularmente rara de fuerza física y elegancia natural. Al entrar al edificio, el interesado se despoja de los anteojos oscuros y le pregunta

que aparecen imágenes de uno de los más recientes partidos del Mundial de Fútbol-. Me da vergüenza. Cada vez que asomo la nariz por la puerta, alguien me recuerda nuestra derrota". Imposible confundirlo: Jason Statham es un inglés de pura cepa, uno de esos que portan perfectamente la camisa polo, beben a toda velocidad sus pintas de cerveza en el pub y, si hay necesidad, saben cómo mostrarle la salida a algún insolente a punta de golpes. Y aunque cada año multiplica el número de cintas en las que participa, es evidente que el círculo de Hollywood no le hace ni maldita gracia. Sea cual sea su vestimenta, Jason Statham da la impresión de ser un canalla. Quizás se deba a su forma de caminar, a su manera de moverse, como deslizándose, o su inconfundible acento del


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83 este de Londres, con fuck entrecortados aquí y allá (lo pronuncia “fahck”). Este actor se burla, por otro lado, de las estrellas que se comportan como divas y a quienes él conoció varias vidas antes de que se consagraran a esta. Junto con su padre, lo primero que hizo Statham para ganarse la vida fue vender joyas, relojes y perfumes en el mercado negro: “Me dediqué a eso durante más o menos diez años. En Londres, cerca de Harrods, pero también en todas las grandes ciudades inglesas. Súbitamente encontré ganándome la vida demasiado pronto, y abandoné la escuela a los 15 años”. En la época en la que sus amigos jugaban al fútbol, a Jason le llamó la atención el salto en trampolín:

también podía hacer eso. Y así, terminé formando parte del equipo nacional y participando en campeonatos del mundo donde llegué a alcanzar un 12° lugar. Pero igual no tenía futuro como atleta, porque sigue siendo un deporte amateur.” Una agencia de modelos se fijó en él durante la competencia, y el camaleón Statham descubrió el mundo de la moda. “Lo bueno es que siempre me ha gustado la ropa –dice hoy, con una sonrisa-. Cuando uno empieza a ganarse la vida a los 15 años, de todas maneras no hay mucho más en lo que pueda gastar”. Dicho de otro modo, a los 30 años Jason Statham sabía cómo venderle casi cualquier cosa a casi quien fuera, pero también sabía cómo lucir

“Me dediqué a eso durante más o menos diez años. de Harrods, pero también en todas las grandes Súbitamente encontré ganándome la vida demasiado la escuela a los 15 años”. “Fui a una demostración de clavados desde una plataforma de diez metros y pensé que yo

un traje, correr más rápido que la policía, y tampoco le daba miedo sumergirse en lo desconocido.

Cuando, en 1998, Guy Ritchie lo invitó a participar en una audición para su primer largometraje, Lock, Stock and Two Smocking Barrells, Statham de inmediato le espetó la defensa común: “Yo nunca he actuado”. Y el director le respondió: “No hace falta que seas actor, nada más te aprendes tu maldito parlamento y te olvidas de todo lo que los demás te digan sobre el cine”. Evidentemente el entonces aprendiz retuvo esta lección, que hasta el día de hoy resume su método de trabajo. Con semejante influencia, Statham encajó perfectamente en el papel de un vendedor astuto, casi hecho a su medida, pero aún así tuvo que esperar 18 meses antes de que su teléfono volviera a sonar: Guy Ritchie de nuevo,

En Londres, cerca ciudades inglesas. pronto, y abandoné que volvió a ofrecerle un papel, esta vez de gánster, dentro de la cinta Snatch (2000), en la que estuvo cerca de robarle cámara a Brad Pitt.


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BRUCE LEE El experto en artes marciales 1.75 de estatura, 61 kg de peso permanentemente bañados en sudor, maestro en

la santísima trinidad de un el arte de partir en dos a sus adversarios, en combates jamás igualados. A principio de la década de los 70, este hombre le demostró al mundo entero que una pelea filmada podía convertirse en una coreografía.

BRUCE WILLIS El héroe ordinario con un dejo de ironía Ha estado en igual número de explosiones y tiroteos que sus compañeros de películas de

CHARLES BRONSON El justiciero mudo

acción, con la diferencia de que él siempre aporta su característica mirada lateral y algún comentario sarcástico, con un toque de malicia que provoca que la confusión haga presa de sus antagonistas y actúen de forma grotesca, como simios.

contemporáneos que no les convenía hacerlo enojar. Si llegaba a involucrarse en una pelea, lo hacía siempre muy bien, y lo mismo si manejaba un arma. Después, invariablemente regresaba a su silencio de piedra.

Con sólo una mirada, este ex trabajador de las minas de carbón le hacía saber a sus

tipo pendenciero

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La ciencia del combate En esta película, es la estrella norteamericana quien pelea con el torso desnudo y Statham quien le da consejos desde la parte de afuera del ring. Puede que haya sido mejor así, porque a Statham verdaderamente le encanta el combate físico. “Mi papá fue el primero que me enseñó cómo dar un buen golpe. Después, en la adolescencia, practiqué artes marciales, sobre todo jiu-jitsu, y jamás he dejado de hacerlo”. En 2002, el mundo descubrió su talento para hacer papilla a sus adversarios, cuando Luc Besson le confió al casi completo desconocido las claves de la futura franquicia de The Transporter. Aunque ciertamente mediocres, estas películas arrasaron en taquilla.

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Alrededor de 15 años más tarde y a pesar de tener 47 años, Jason Statham todavía emana una impresión de violencia reconcentrada. Creo que cada vez que está en Los Ángeles, pasa una buena parte del día en el gimnasio 87Eleven, cerca el aeropuerto, que es donde se entrenan todos los especialistas de los filmes de acción. “Ahí no hay máquinas corredoras ni pantallas para monitorear tu desempeño. Lo que si hay son todas las armas posibles. No es un lugar muy acogedor”. Por otra parte, el actor no teme confesar que su cuerpo es su principal herramienta de trabajo: “Hace ya más de 20 años que entreno todos los días. Si hay algún rodaje en

puerta, puedo pasarme cuatro meses sin tomar una cerveza”. Desde su punto de vista, el combate es un ciencia: “Me gusta sentarme a ver con atención los combates de UFC (Ultimate Fighting Championship) y también me gusta el K-1, el kick-boxing japonés. Hay que saber cómo decodificar las técnicas utilizadas, administrar el tiempo, el método de recuperación, identificar el talento de los combatientes. No es para nada como el fútbol, donde los jugadores hacen grandes aspavientos y claman estar heridos apenas uno los roza”. Statham no tolera las afectaciones, y detesta en particular el famoso “fondo verde” que permite filmar antes a los actores y después agregar los efectos especiales en

postproducción. Statham usa una serie de muletillas al hablar: “a decir verdad”, “verdaderamente”, “francamente”… eso es algo que sin duda fascina a los espectadores del mundo entero: este inglés representa uno de los últimos bastiones de la autenticidad, un héroe en todo el sentido de la palabra, en una época fascinada por los superhéroes sintéticos. Y nos atrevemos a preguntarle si entre los hombres de acción no hay uno que otro fantoche: “Bueno, no dudo que los haya, pero los tipos de Indestructibles no son ningunos cobardes. Stallone es verdaderamente un hombre con gran condición física, Dolph Lundgren fue bicampeón europeo de karate kyokushin, Terry Crews jugó en NFL,

Randy Couture es un ex campeón de UFC, Jet Li es un experto en wushu…” y así sucesivamente”. En el círculo de los hombres rudos de Hollywood, Statham encarna un personaje particular: el M. Es alguien que puede luchar con cualquiera, con todos si es preciso, aunque él no busca la pelea, de hecho trata de evitarla, pero si no hay otro remedio luchará empeñando técnicas perfeccionadas gracias a su pasado profesional. Por otro lado, sus personajes no atacan jamás a sus adversarios, sino que se defienden. Para demostrarlo, recurramos una vez más al concurso general de testosterona llamado The Expendables: cuando sus camaradas usan lanza-

granadas, él prefiere usar un cuchillo. Este tipo de personajes no es nuevo, nació con Charles Bronson, el tipo rudo y callado por excelencia, a quién la vida le enseñó duras lecciones, y por quien Statham siente una profunda admiración. Y también le gusta recordar a Robert Tessier, el actor calvo que en pantalla solía encarnar personajes crueles, y que fuera el oponente de Bronson en la cinta Hard Times, de 1975, el primer largometraje de Walter Hill: “Es una de mis películas favoritas. En ella, Bronson ya tenía 54 años y a pesar de ello, rara vez se han visto tan buenas escenas de combate a puño limpio”.


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Snatch (2000) Después de Lock, Stock and Two Smoking Barrels, el director Guy Ritchie pensó en Statham para el papel de un gánster inglés endeudado. Su aspecto era siniestro, tenía una imponente presencia física y acento cockney: los rasgos típicos de los personajes que interpreta.

Conducir a toda velocidad, pelear, saltar, caer… En el seno de las diferentes familias que constituyen la realeza de Hollywood, Jason Statham por sí solo es toda una rama. Es de la clase de actores que cuyo rostro todo el mundo reconoce, aún si no sabe cómo se escribe su nombre, y a quien los productores pueden incluir en el elenco de algún largometraje y predecir, con escaso margen de error, cuál será la reacción del público. Statham es un producto raro en un mercado en el que de pronto, el fracaso de películas como 47 Ronin (2013), con Keanu Reeves, ocasionan pérdidas millonarias para estudios como Universal Pictures, igual que The Lone Ranger (también en 2013) a Disney, con todo y Johnny Depp. Hoy, los costos de un largometraje en el que el héroe sea Jason Statham suman varios millones de dólares, pero casi siempre arroja ganancias que duplica la inversión. Homefront, unas de las películas más recientes, fue, como casi todas, un éxito arrolla-

dor; en ella, el “señor Ganancias” interpreta a un ex policía en guerra con un dealer encarnado por James Franco. El mismo resultado tuvo Redemption (2013), donde lo vemos convertido en indigente, sobreviviendo en las calles de Londres, y algo similar podemos decir del éxito de Killer Elite (2011), donde le salva la vida a Robert de Niro en la sultanía de Omán. No olvidemos Parker, la adaptación cinematográfica de una novela policíaca clásica de Donald Westlake. En una ocasión, en entrevista con la BBC, el productor Stuart Ford dijo acerca de Jason Statham: “Se ha ido forjando su propio nicho, en virtud de su esfuerzo por ser el mejor en su campo. Cualquiera de las películas en las que él haya participado se vende en 70 u 80 países”. Lo interesante es que Statham no es ni una superestrella ni un personaje secundario, antes bien podría ser lo que en otras industrias llama-

ríamos un obrero calificado, uno excepcionalmente bueno en lo que hace (pensemos que por cada papel, cobra alrededor de siete millones de dólares). Jason Statham se mueve todo el tiempo, como suelen hacerlo los atletas. “Mi padre hacía mucho ejercicio. Mi madre era bailarina. Cuando era niño, mi sueño era convertirme en doble de riego, no en actor. Al paso del tiempo, tuve ocasión de participar en una película de James Bond y ahí fue donde empecé a preguntarme qué es lo que hace falta para convertirse en un personaje así… y descubrí que todo: hay que poder conducir un auto a toda velocidad, saber pelear, saltar, caer bien…”. Las caídas y el equilibrio son temas recurrentes para Statham, quizás porque él proviene de un medio modesto pero sumamente estable: “Mis padres siempre han estado juntos, nunca han pasado una noche separados. Recuerdo que ambos trabajaban

muy duro y los únicos placeres que teníamos en casa eran bromear y reírnos, escuchar música e ir al cine”. Y fue así, precisamente, que empezó a construir su propio Olimpo cinéfilo: Paul Newman durante su período de Cool Hand Luke para representar la actitud relajada y genial; Charles Bronson, símbolo de carácter fuerte y Bruce Lee, el santo patrono de las artes marciales. Jason Statham no esconde su preferencia por todo lo que huela a “vieja escuela”. “¿Te has subido a un Aston Martin recientemente? -pregunta-. Francamente, ¡es imposible!. Yo prefiero los DB2, DB4 o DB5 de antaño, esos que sobre el motor llevaban la firma del artesano que lo había terminado”. En su puño brilla un Rolex sport, vintage. De hecho, si uno busca piezas de alta relojes en línea, es posible encontrar una nota al pie de ciertos modelos: “anteriormente fue propiedad de Jason Statham”: nos llama particularmente la atención un Panerai

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The Transporter (2002) Luc Besson fue quién contribuyó a catapultar la presencia internacional de Jason Statham al incluirlo en la cinta de acción en la que le encomendó interpretar a un chofer experto en artes marciales que eventualmente entra en conflicto con sus empleadores. Taciturno y eficaz, definitivamente acapara la pantalla.

The Mechanic (2011) Este largometraje fue un remake de la obra maestra de Michael Winner (The Mechanic, de 1972, con Charles Bronson), y en él se relata cómo un asesino experimentado empieza a entrenar a su aprendiz, quien intenta sobrepasarlo. Este film, si bien es poco conocido, es uno de los más reconocidos de Jason Statham.


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¿y sonríes en esta película? le preguntamos a modo de broma para cerrar la entrevista

Pam 214, una autentica belleza. Aprovechamos el estreno de Los Indestructibles 3 para preguntarle cuáles solían ser los temas de conversación con sus compañeros de elenco. “Te seré sincero -responde-: con quienes mejor me entendía era con los dobles de acción. Trabajan muy duro y son los que asumen todos los riegos, pero no lo andan presumiendo y nadie los conoce”. Su aparente modestia no le ha impedido comprar una mansión a la orilla del mar, el Malibú, con valor de casi 90 millones de dólares, cerca de las respectivas moradas de Tom Hanks y Jim Carrey. En su Audi se acomodan varios

folletos promocionales de compañías inmobiliarias y revistas de decoración, y es que a éste antiguo vendedor de falsificaciones de productos de lujo le gusta invertir en bienes duraderos. Y lo mismo aplica en materia de amistades.”Tus viejos amigos nunca te dirán que la mierda tiene una fragancia agradable, y claro, en Hollywood debes contar con gente a la que le pagas para protegerte, como el abogado que evita que firmes un contrato que no te conviene, el contador, el agente… sin embargo, gracias a las experiencias que he tenido, he desarrollado un olfato para detectar a

quienes sólo tratan de engatusarme”. Llegó la hora de abrir unas cervezas, pero Statham fue muy estricto y sólo se tomó una, porque no quería arriesgarse a que, más tarde, lo detuviera la policía y los medios sensacionalistas ingleses publicaran: “Statham al volante, borracho como una cuba”. “Sé que mi juego es limitado –confiesa Statham-. Sé que no soy un actor capaz de transformarme en cada película, como Christian Bale, pero sí he progresado: ya he empezado a hacer comedia”. Hace poco terminó el rodaje de Spy, de Paul Feig, con la hilarante Melissa McCarthy, en donde

Statham retoma su personaje de tipo duro, pero sin ser el protagonista. “¿Y sonríes, en esta película?”, le preguntamos a modo de broma para cerrar la entrevista. “¿Sonreir? ¡Ni siquiera sé cómo carajo se hace eso!”, responde, mientras estalle en carcajadas. Al salir del estudio en Mateo Street, a pesar de la noche, aquel ex vendedor de baratijas vuelve a escrutar los alrededores. El ex vándalo juvenil ya no le teme a los policías, pero ahora está atento a este otro tipo de pillos que, escondidos al doblar cualquier esquina, podrían tomar y después vender una foto suya. GQ

¿sonreir? ¡ni siquiera sé cómo carajo se hace eso! 90


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