De vuelta al origen la familia (2 rev enlace, enviado para navidad)

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De vuelta al origen: Las bondades de la familia Por: Esperanza Ordaz Moreno Maestra en Desarrollo Humano / Coordinadora del Depto. De Orientación Psicológica De los problemas contemporáneos que vive nuestra sociedad, uno que merece especial atención es el que concierne a la relación familiar. Tristemente he podido constatar que muchas personas adolecen de una vida familiar saludable, situación que agudiza y/ o propicia serios problemas intra e interpersonales, mismos que redundan en una penosa laceración de nuestra sociedad. Quizá por esta razón es que últimamente los medios de comunicación, el gobierno, empresas socialmente responsables entre otros organismos han estado promoviendo con mucho interés el tema de la familia, invitando sobre todo a dedicar más tiempo a la relación con ellos. El tema de la dinámica familiar no es un asunto fácil, requiere cuidado, trabajo, conciencia y sobre todo voluntad. Es un tema que impacta fuertemente en el desarrollo de personas saludables y por ende en la construcción de sociedades también fuertes porque la familia sigue siendo la célula de la humanidad. Por esta razón, manifestar las bondades de una vida familiar sana, parece mucho más prudente que enfatizar aquellas cosas que no marchan bien –que además son ya bien conocidas-. Primero. La familia es una institución importantísima toda vez que es un testimonio viviente del compromiso, la libertad, la responsabilidad y la fidelidad. Es el mejor modelaje que puede haber sobre una decisión que se renueva cada día. Enseña con ejemplos el “valor de los valores” (si aplica la expresión). En la familia se aprenden el valor de la vida, del amor, del respeto, por nombrar algunos que dicho sea de paso necesitan fortalecerse principalmente entre nuestros jóvenes. Segundo. La familia bien podría ser considerada como la expresión máxima del encuentro (cuando es llevada funcionalmente) o del desencuentro (si la dinámica es disfuncional). Esto es porque en este entorno es donde las personas aprendemos a relacionarnos con nosotros mismos, con las demás personas y con el medio. Este modelaje que “mamá” y “papá” aportan, ayuda a los hijos a fortalecer la propia identidad y a “encontrar su lugar en el mundo”. En otras palabras, es el primer ambiente donde las personas tenemos la experiencia de “ser visto” y de “ver” a los otros, así que los mensajes que recibimos y que damos a los integrantes de nuestra familia, influyen en la configuración de nuestra imagen “en” y “con” el mundo. Tercero. En la familia es también donde aprendemos a negociar, a lidiar con las diferencias, a gozar con las similitudes y a encontrar puntos de convergencia. La familia es un ensayo de la vida en comunidades más grandes como la escuela, el entorno laboral, la sociedad misma. Es aquí donde se encuentran, reflexionan, modifican y perfeccionan los límites (mismos que buena falta hacen especialmente


en las relaciones de pareja). Por esto, sería una buena idea tratar de identificar qué tan claros están establecidos, explorar la congruencia y consistencia de los mismos ya que son los que normalmente transferimos a la vida social. Cuarto. La familia también podría ser considerada como un analgésico-antibiótico muy poderoso. Una dinámica familiar sana tiene el poder de curar, principalmente enfermedades del alma, del corazón y de la razón. No es casualidad que varios estudiosos de la psicopatología hayan coincidido en que la familia representa un factor de protección sobre el riesgo de desarrollar enfermedades mentales. Entonces, además de ser sanadora, es también promotora de salud. Si esto se reflexiona con cuidado y se mantiene una buena relación familiar, seguramente la cuenta de consultas médicas podría bajar considerablemente. Casi podría asegurar que la familia tiene “magia”, es como un “hada madrina” (o como se le quiera llamar) en las dificultades. Tiene un poder inconmensurable que ningún otro grupo social tiene. Si el poder de nuestra familia es creador o destructor, se refleja en la persona y en las relaciones que establece, por ello es tan importante cuidar nuestras relaciones familiares. Podrían seguirse enumerando un sinfín de bondades y razones por las cuales mantener, cuidar y amar a este grupo social tan importante (al “nido”), sin embargo empezar a reflexionar con estos 4 puntos parece suficiente para un primer momento. La invitación es a repensar un poco en qué escala nos encontramos cada uno de nosotros en relación a nuestra familia: ¿verdaderamente tiene sentido nuestra familia para nosotros? ¿se podría replantear este sentido de tal forma que nos brindara mayor plenitud en la relación? ¿en qué acciones concretas de la dinámica familiar particular se implican estas 4 reflexiones? Sería muy interesante plantearnos metas alrededor de estas 4 reflexiones. Metas puntuales, alcanzables, pequeñas pero significativas que permitan que nuestro día a día familiar sea experimentado con mayor plenitud para obtener todas las bondades que este importante grupo social ofrece. ¡Que viva la familia!


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