SERGIO MILLAR
LA CONQUISTA DE AISéN
Millar Editores
2006
La Conquista de Aisén Inscripción Nº 76.512 del Registro de Propiedad Intelectual Memorias y Cartas de Colonización de Aisén Inscripción: Nº 91.031 del Registro de Propiedad Intelectual Producción editorial: Millar Editores sergiomillar1@hotmail.com Avenida Austral 1709 J. Oriente Puerto Montt Teléfonos (65)2282418 - 75359802 Diseño y diagramación: Sergio Millar Barría
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Fotografía de la portada: Valle del Río Ibáñez Fotografía: Sergio Millar Barría AGRADECIMIENTOS En 1984 inicié la recopilación de las memorias, cartas, informaciones, crónicas y editoriales periodísticos relativos al poblamiento de Aisén; labor a la que puse término una década después, 1994, cuando comienza el peregrinaje de los textos originales -durante otros 12 años más- por secretarías ministeriales, gabinetes parlamentarios, municipalidades, ministerios, universidades y otras instituciones, con la siempre frustrada esperanza de que alguno de sus personeros hubiese sabido aquilatar el valor intrínseco de su contenido. En consecuencia, en el invierno de 2006, con el gentil y decidido apoyo de mi esposa María Gladys y de mis hijos Sergio Pablo y Rocío Valentina, decidimos editar esta documentación con los medios a nuestro alcance; y reeditar, al mismo tiempo, ‘La Conquista de Aisén’, cuya primera edición –ya agotada- vio la luz en 1990. La versión en español de las Memorias de don Juan Dun Walker, que se insertan, se debe a una traducción libre realizada por mi hermano Luis Rubén Millar Soto. Para ellos, mi más vehemente agradecimiento, en el entendido de que lo hago en nombre de la futura generación de investigadores e historiadores que, en estos valiosos documentos, creo yo, podrán descubrir las raíces de la idiosincrasia aisenina. El interés que han mostrado en mi trabajo no hace otra cosa que incentivar mis ansias de continuar escudriñando en añosos archivos, para sacar a la luz tanta historia perdida en los recovecos del tiempo. Puerto Montt, primavera de 2006.
El autor
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PREFACIO Solamente al finalizar el s. XIX, concretamente por Decreto Ley de 26 de Noviembre de 1894, lo que es hoy la parte norte de la Décima Primera Región pasó a formar parte de la administración general de la República, al ser incorporado al departamento y provincia de Llanquihue todo el territorio continental comprendido entre los paralelos 42° y 47° de latitud sur. Hacia el término de dicho siglo los primeros audaces iniciaron la gesta heroica de la colonización de estas tierras olvidadas: Ciriaco Alvarez en Aisén (1880), Juan Richards en Ñirehuao (1896), Agustín García en Canal Gay (1900), Roberto Christie en Península de Taitao (1900) Juan Antonio Mencu en Río Huemules (1901), José Mercedes Valdés en Lago Elizalde (1904), Domingo Inayao, Juan y Miguel Hueitra y Pedro Paichil en Río Huemules (1905); Federico Olof Lumberg en Río Oscuro (1906); Eduardo Foitzick en Huemules (1906), Carlos y Adolfo von Flack en Huemules (1908), Pascual Macías, José Navarrete, Pascual Solis, David Orellana, Domingo Marchant, Pascual Antrillao y Félix Ríos, en Huemules (1911). En forma paralela actuaban en ese proceso, con menor o mayor éxito, varias sociedades, entre las que destaca la ‘Sociedad Industrial del Aysen’, concesionaria de los valles de Coyhaique, Mañihuales y Ñirehuao, que inició sus actividades agropecuarias en 1904. Sin embargo, en 1911, en la localidad argentina de Lago Blanco, comenzó a gestarse un nuevo movimiento colonizador, espontáneo y masivo, en el seno del campesinado chileno que en los años anteriores había emigrado a Argentina desde la zona centro-sur de nuestro país. Ambas corrientes se enfrentaron, a partir de 1911, en los valles de los ríos Simpson y Baker y en la ribera sur del lago Buenos Aires, donde la disimilitud de intereses económicos y sociales de los colonos espontáneos por una parte, y las sociedades concesionaria por la otra, vino a producir peligrosas tensiones que desembocaron en desalojos y enfrentamientos armados. Con el objetivo de mediar en el conflicto entre particulares, el gobierno creó, el 7 de junio de 1915, la Séptima Subdelegación ‘Río Simpson’, del Departamento de Llanquihue y designó al primer Subdelegado, nombramiento que recayó en don Sandalio Bórquez Oberreuter.
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Los protagonistas de esta epopeya -colonos nacionales, sociedades concesionarias y autoridades de gobierno-, motivados y presionados por la fuerza de los hechos, plasmaron los pormenores de su lucha en memorias, cartas, solicitudes, que he rescatado de amarillentas páginas de periódicos y archivos. Dichos documentos reflejan ideas y sentimiento que, en el preciso instante de los acontecimientos -antagónicos o no-, animaron a la comunidad aisenina para expresar a su manera, con estilo propio, un ardoroso clamor por la justicia de su causa y la razón de sus derechos. Publicar esta recopilación, para complementar ‘La Conquista de Aysén’, que viera la luz en 1990 –y cuya segunda edición se presenta ahora- obedece al propósito de enfatizar que, en gran medida, el poblamiento de Aisén, fue el resultado de ese fenómeno socio-económico originado por campesinos chilenos expatriados que, después de haber sido ignorados por los poderes públicos de su país, y posteriormente perseguidos por la empresa privada argentina, con la complicidad de la burocracia transandina, optaron por repatriarse y asentar sus reales en suelo aisenino, en abierto desafío a la Concesión Territorial, institución creada para que las sociedades ganaderas, constituidas ex profeso, usufructuaren de gran parte del territorio nacional. Así lo demuestra la abundante documentación que hemos logrado rescatar en archivos ya olvidados, pero siempre en disposición de aflorar cuando la memoria histórica exige justicia. Otra fuente de inapreciable valor son las memorias del escocés Juan Dun Walker, escritas en inglés y dedicadas a su hija Ethel Dun Rosa, quien tuvo la delicada gentileza de cederlas a este autor, con el propósito de que en la historiografía de Aisén quede fehacientemente establecida la pionera e importantísima labor que el señor Dun –en aquel tiempo representante de la ‘Sociedad Industrial del Aysen’- tuvo en el proceso colonizador de la hoy XI Región del General Carlos Ibáñez del Campo. De indudable valor historiográfico es también el relato del antiguo poblador don José Delfín Jara Beroiza acerca de la exploración realizada en 1911, que me he permitido extraer del libro ‘Chile Austral’ (Aysen) de que es autor el señor Antonio Mansilla Ruiz, editado en 1946 por el Instituto Geográfico Militar. Tanto la correspondencia como las memorias de los señores Dun y Jara Beroiza, así como la información periodística, es necesario examinarlos en el contexto del enfrentamiento que necesariamente se produjo entre los campesinos expatriados y las sociedades concesionarias.
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Se inserta incluso un intercambio de correspondencia entre ambas partes intentando cada cual hacer valer sus derechos. Tal enfrentamiento ocurrió no sólo en el ámbito periodísticoprosaico-epistolar, sino también con la fuerza de las armas, como fue la llamada ‘guerrilla de Chile Chico’. Y hubo que llegarse precisamente a este postrer desenlace para que los poderes públicos lograsen, al fin, adquirir conciencia de que –como tan bien lo graficara nuestro explorador por antonomasia Augusto Grosse Ickler-, “Lejos, en el Sur de Chile, entre el río Palena y el Lago O’Higgins se extiende la gran provincia de Aisén”. Las motivaciones íntimas de los pobladores, la opinión pública, la conciencia colectiva frente a dicho fenómeno contradictorio afloran, emergen, de lo escrito por los propios protagonistas. Es ahí donde radica su valor intrínseco. He ordenado cronológicamente los textos, los que se insertan íntegramente, para no desvirtuar la esencia y el espíritu del mensaje y la espontaneidad del pensamiento y el lenguaje de aquellos personajes; sin perjuicio de reproducir parte de ellos al comentarlos en ‘La Conquista de Aisén’. Se han agregado a ‘La Conquista de Aisén’ algunos párrafos relacionados con el origen del topónimo ‘Trapananda’. La razón de ser de este trabajo es que sea útil para la nueva y futuras generaciones de chilenos que, frente al arrollador empuje de las culturas foráneas, sean capaces de atesorar el patrimonio histórico que ha configurado nuestra identidad nacional y regional. Puerto Montt, primavera de 2006. Sergio Millar Soto
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LOS EXPATRIADOS “Fue buen padre y marido
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empeñoso y diligente y sin embargo; la gente lo tiene por un bandido” (José Hernández, MARTÍN FIERRO) Amanece el siglo XX en los confines orientales de Neuquén, Río Negro y Chubut; sus primeras luces tiñen de rojo carmesí la profundidad del horizonte pampeano. Dicen los hijos de esa tierra que cuando el alba viste las nubes de ese rojo carmesí con ribetes azulinos, ha amanecido ‘con la vaca pelada’. Es el color que tiene la res recién despellejada. Es presagio cierto de tiempo de borrascas y tormentas. Tal vez sea apacible la mañana; quizás el sol alcance a entibiar los pastos cubiertos de rocío, pero, a poco andar el día, se llamarán los nubarrones para concertar su cita con el puelche, y con la llegada de la tarde, descargar sus furias sobre el coironal, las bestias y los hombres que pueblan la geografía de las llanuras. Amanece el siglo en la Patagonia Argentina cuando decenas de miles de chilenos pueblan ya sus estribaciones cordilleranas. Después de la benéfica ley de inmigración de 1876, promulgada por el presidente Nicolás Avellaneda, han encontrado de parte de los gobiernos transandinos toda clase de facilidades para procurarse un pedazo de suelo en donde establecerse. Se dedican no sólo al trabajo de la agricultura y ganadería sino también a cualquier otro digno y bien remunerado. El brazo chileno es bien cotizado y da un fecundo impulso a la actividad económica de la región. Los chilenos contemporizan con los honestos y asequibles habitantes de las soledades argentinas. Las suaves ondulaciones y llanuras, protegidas de los vientos del oeste por los Andes Patagónicos, son campo propicio para la movilización trashumante de miles de ellos que llegaron expatriados y migraron hacia el sur, transformándose con el correr de los años de inquilinos, peones y pequeños agricultores que fueron en su patria, en ganaderos, ovejeros, esquiladores y puesteros. Algunos dejan resbalar los años como ‘agregados’ en las estancias, aceptando el pan de cada día a cambio de trabajos menores. Muchos, quizás todos, han asimilado los hábitos, folclore y lenguaje gauchescos: lazo, rastra, facón y rebenque les acompañan en su errático cabalgar. Son los taciturnos solitarios que, jinetes en montura de bastos, se sacuden la soledad en las ocasionales veladas de guitarradas y payadas, leen el ‘Martín Fierro’ de Hernández y juegan a la taba y al truco.
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Otros, después de muchos años de constante y perseverante trabajo han logrado tener pequeñas haciendas y desempeñar otras nobles labores. Pareciera que un porvenir repleto de prosperidad les aguarda y tienen confianza plena en que la vida será más holgada para llevar con facilidad sus necesidades en esta tierra de promisión. Pero el despuntar del siglo ha llegado ‘con la vaca pelada’, y mientras en Europa los líderes de los pueblos milenarios se aprestan a lanzar a los campos de batalla millones de brazos que han dejado herramientas para asir las bayonetas, en las vírgenes tierras del austro patagónico, el florecimiento de ellas, fruto de la laboriosidad del campesino chileno, hace despertar los apetitos de otros argentinos que han llegado a estas regiones en calidad de funcionarios verdaderamente desterrados por la burocracia federal. El Gobernador Julio Lezama, el Jefe de la Policía de la Frontera Mayor Adrián del Busto y el austriaco Mateo Gehbard, este último como Comisario, forman la vanguardia visible de ocultas fuerzas económicas que pretenden socavar la digna plataforma de esfuerzo y honradez en que se sustenta el porvenir de los chilenos expatriados. Gehbard había sido guardiamarina, después ovejero, más tarde sargento en el ejército argentino y luego creador de la policía fronteriza, que tuvo a su disposición 400 caballos de silla que le ofreciera la Compañía de Tierras Sud Argetina para afrontar a los ‘bandidos’ de la Patagonia. El Gobernador Lezama ha iniciado una campaña de prensa sobre un supuesto ‘bandidaje chileno’ en los territorios fronterizos, haciendo hincapié en que las zonas andinas son propiedad de particulares argentinos, pero ocupadas ilegalmente por ‘bandidos’ chilenos, situación que pone en peligro -según él- los intereses de los ciudadanos de ese país. Luego viene la acción del Jefe de Policía, Adrián del Busto, quien se da maña en una intransigente y torcida aplicación del Código Rural cobrando pastajes e imponiendo multas descabelladas sin ningún tipo de consideración. Ordena instalar una comisaría accidental en El Bolsón, reúne a los chilenos de los alrededores y les lee el artículo sexto del Código Rural para demostrarles, ahí, en el terreno mismo, que todos ellos son infractores a la ley. Se les advierte que cada cual debe pagar sin chistar las multas impuestas. Hay muchos que resignadamente pagan, pero otros ‘que se ponen en las coloradas’ reclaman por el abuso. Pronto se dan cuenta de su error porque sobre los cincuenta pesos de multa se les aplica otros cincuenta pesos por cada reclamo formulado, aparte de pasar varios días y noches engrillados a la intemperie soportando diez o doce
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grados bajo cero. Como los reclamos se multiplican, las multas aumentan en forma progresiva: ciento cincuenta, doscientos, trescientos y quinientos pesos en algunos casos. Pero como el Reglamento prohíbe aplicar multas superiores a cincuenta pesos se les da a los primeros tres, a los segundos seis y a los terceros diez recibos de cincuenta pesos cada uno. Es una forma de cumplir cabalmente con la ley. Posteriormente, cuando los chilenos de El Bolsón elevan un reclamos al Ministro de Justicia acompañan recibos por un total de tres mil quinientos pesos. Para rematar la obra de sus superiores, el ‘Comandante’ Gehbard, al mando de su siniestro escuadrón de Policías Fronterizos del Sur declara una guerra sin cuartel a los expatriados y no trepida en perseguir en forma despiadada a cuanto chileno encuentra en su camino: las siembras desaparecen bajo los cascos de su caballada, desaparece el ganado despojado, desaparecen hasta los cimientos de las casa quemadas a su paso. Bajo pretexto del figurado bandolerismo, Gehbard se ensaña con los chilenos. La sola mención o reconocimiento de su nacionalidad da lugar a una paliza. Hace ostentación de su grado de Comandante, pese a que jamás había sido oficial del Ejército Argentino, sino que su ascenso, hasta llegar a Comandante, como más tarde diría un chileno, “era hecho de la nada, como el crecimiento del hoyo”. Sólo dolor, y lágrimas que caen sobre las tierras yermas, queda al paso de este Afila de las pampas. Como había ocurrido en el caso de las multas aplicadas por Del Busto, muchos sufren calladamente los atropellos de Gehbard, pero otros, lo suficientemente valientes, levantan su voz de protesta. En lugar de ser atendidos en sus reclamos deben sufrir la humillación y el dolor de la cárcel. Doce detenidos en El Bolsón, 13 en Cholila, 12 en Río Manso, 3 en Puelo; a Baltazar y Avelino Segundo Carrasco los traen de Los Repollos, a Alfredo Macías de Ñorquinco, José Matus y Olegario Santibáñez son atrapados en Epuyen, Froilán Prieto es detenido en El Foyel e Inocencio Avilés en Lelegüe; de Pichi Leupe traen a Juan Poblete, de Estanzuela a José Damas, Francisco, Telésforo y Felisardo Solís son apresados en Cholila; incluso de territorio chileno sacan a Facundo Toledo y a Facundo Bahamonde. La mujer chilena no podía faltar en la redada: a falta de más hombres, desde El Manso traen a Rosario viuda de Gallardo. Los nombres y apellidos de los detenidos resultan comunes a nuestro pueblo: Adalio y Facundo Toledo, Facundo y Wenceslao Urrutia, Abel Barría, Reinaldo Cárdenas, José María Soto, Antonio Cárcamo,
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Benjamín Fernández, Marcos Catalán, Juan Antonio Santana, Manuel Araneda, Santos Guerrero, etc.,etc.,etc. Total, 57 compatriotas detenidos ya seis meses desde Julio de 1911, tres meses incomunicados; sólo unos pocos con sumario instruido. De todas las comarcas fronterizas llegan a Bariloche los chilenos perseguidos. San Carlos de Bariloche, fundada por el chileno Carlos Wiederhold en 1895, a orillas del Nahuel Huapi, es ahora cárcel para los compatriotas del fundador. Las indagatorias se reducen exclusivamente a preguntar si el detenido conoce a personas que la policía califica de bandoleros, y por el sólo hecho de conocerlos el interrogado pasa a prisión como cómplice de delitos imaginarios; se les allana el domicilio sin orden de juez competente; hay registros, golpes, arbitrariedades. A través de los periódicos se denuncia, incluso, torturas y violaciones. Las falacias inventadas hacen difícil discriminar entre bandoleros reales y bandidos imaginarios. En presencia de tanto atropello, el abogado Lorenzo Damasco, defensor de nuestros compatriotas que estaban detenidos desde el 21 de Julio de 1911, alega así en escrito presentado siete meses después, en Febrero de 1912: “Allanamientos de domicilio, de correspondencia epistolar, de papeles privados, detenciones indebidas, tormentos, atropellos a la propiedad, todo consta de este inicuo proceso que US. por el respeto que le debe merecer la ley y de conformidad al Art.18 de la Constitución Nacional, está en el deber de velar por el cumplimiento de las garantías que este artículo acuerda a los habitantes de este país. Esta defensa no tan solo es una vindicación, sino al mismo tiempo una acusación contra los funcionarios de policía que olvidando la misión que se les ha confiado, han violado repugnantemente los principios y garantías que nuestra Carta Fundamental acuerda a todo habitante del país, sin distinción de nacionalidad”. Hasta ese momento las autoridades chilenas habían hecho caso omiso de los compatriotas de allende las fronteras, y si éstos se veían tan cruelmente perseguidos y maltratados se debía en gran parte a que nuestro gobierno se había mantenido impávido por la suerte que ellos pudieran correr. Si desde el tiempo que el Gobernador Lezama comenzó a derramar la propaganda del ‘bandolerismo chileno’ algún personero hubiese salido en defensa de la comunidad chilena, seguramente el gobierno argentino habría ordenado comprobar los hechos y no se pensaría que todos los chilenos que habitaban el territorio eran bandidos,
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como hasta ese momento se creía. Se habría dado más garantías a la colonia chilena “y la infernal semilla que Lezama dejara en campo tan fecundo no habría producido los amargos frutos que saborean los infelices chilenos”. Mientras continúan las correrías del Comandante Gehbard, que bate sin cesar a los chilenos inmigrantes empujándolos hacia este lado de la frontera, en los círculos sociales, políticos y diplomáticos santiaguinos y bonaerenses se especula acerca de si esa persecución se hace allá para conjurar el peligro de que esos territorios tan vecinos a Chile pudieren ser invadidos pacíficamente por los chilenos; si ello obedece a un producto espontáneo de la policía transandina o a un plan desarrollado por las altas esferas de la República vecina. Cuando en Santiago se conoce oficialmente las detenciones que hemos relatado, ante la gravedad que adquieren los hechos, las autoridades nacionales, no pudiendo ya soslayar el problema, finalmente toman cartas en el asunto y hacia fines de 1911 ordenan constituir una comisión que queda formada por los señores Francisco Melo y Alfredo Ramírez, cuya misión es hacer una investigación oficiosa de lo que sucede e informar de ello al Ministerio de Relaciones Exteriores. Como una manera de asegurar los derechos de los ciudadanos expatriados se abren a éstos, con amplitud, las puertas de los Consulados de Bariloche y Esquel. De este último se hace cargo Carlos Freraux, diplomático de vasta experiencia, recién llegado desde la India, miembro de carrera del Servicio Exterior. A ello sigue una serie de conversaciones y negociaciones diplomáticas entre las Cancillerías, como resultado de las cuales el Gobierno Argentino hace investigar judicialmente los hechos, patentizándose la injusticia de la detención de la mayoría de nuestros compatriotas. Buscando el origen de toda la maquinación se sabe que ella obedece a la intención que tenía la Compañía de Tierras Sud Argentina para apoderarse de los fértiles valles de El Bolsón, Epuyen y Cholila, donde había prometido habilitar tierras para la crianza de diez mil cabezas de ganado vacuno, empresa en la que, por supuesto, participarían con jugosos beneficios las autoridades implicadas. Las hostilidades policiales terminan, y concluye también la triste y vertiginosa carrera del ‘Comandante’ Gehbard cuando es encontrado asesinado, muerto en su propia ley, tras la visita de una sombra vengadora; aunque algunos autores, como Francisco Campos Menéndez,
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dicen que “presa de una grave enfermedad y una crisis depresiva, cometió suicidio en San Julián”. (‘El Baker, un territorio bravío’, 1986). Como consecuencia de las negociaciones efectuadas en 1914 por el Ministro de Chile en Buenos Aires, el eminente hombre público don Emiliano Figueroa Larraín, ante la Cancillería Argentina, el Gobierno de Neuquén, en Marzo de ese mismo año, dando muestra de su buena voluntad tomó la determinación de entregar terrenos cordilleranos en propiedad a los colonos, en su mayoría chilenos, a fin de radicar una población útil. Se continuó investigando las persecuciones, llegándose a determinar, finalmente, que el Gobierno de la República hermana era el menos culpable, puesto que las injusticias eran “legisladas, sancionadas y ejecutadas por algunos malos funcionarios”; pero al mismo tiempo se diluyó el intento de sancionarlos, toda vez que los encargados de comunicar esas irregularidades eran los mismos que las cometían. Pero el peregrinaje de los expatriados continúa. Se esparcen por toda la geografía patagónica, cumpliendo las más disímiles labores. El chileno se convierte en petrolero en Comodoro Rivadavia; es trabajador de frigorífico y albañil en Río Gallegos, es camarero y cuidador de mansiones veraniegas en Bariloche, es ovejero en Río Grande, pescador en Ushuaia, carpintero en Deseado y minero en El Turbio. El brazo de los hijos de Chile es hoy palanca poderosa para el progreso de la Patagonia Argentina. LA CONCESIÓN TERRITORIAL “Policías y autoridades venales, cagatintas serviles, tinterillos ladrones. Este batallón podrido obedece, ciego, las órdenes del dios sin rostro, la divinidad lejana y feudal: la Concesión, y arrasa a sangre y fuego la tierra triguera, manzanera, lentejera”. (Daniel Belmar, ESPREL) Al sol brillan las monedas de la ‘rastra’ que se ciñen los expatriados a la cintura. Es cierto que sobre las acordoneadas botas cuelga el pantalón bombacho y que deslumbra el multicolor pañuelo al
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cuello. Pero es cierto también que mientras halan el cabestro del pilchero y cabalgan enfrentando el viento eterno del paisaje raso, rasgados los ojos de tanto escudriñar el horizonte, escudriñan también profundamente la intimidad de su memoria para recordar, y no olvidar, las ignominiosas causas que en un pasado no lejano lo aventaron a este éxodo por tierras extranjeras. El lector, que ya ha comprendido quienes son los protagonistas de esta historia, tiene, pues, no sólo el derecho sino también la obligación ineludible de preguntarse qué hacían esos miles de campesinos chilenos, a principios de este siglo, deambulando más allá de las montañas que conforman los Andes Patagónicos. Motivos por los que abandonaron su país natal hubo muchos. Podríamos citar, por vía de ejemplo, que el bandolerismo surgido después de la revolución antibalmacedista se ensañó con los labradores, fueran estos colonos, pequeños propietarios o inquilinos, haciéndoles huir por los pasos cordilleranos; o dejar establecido que la política de preferencia propiciada por los gobiernos en cuanto a colonizar nuestro país con extranjeros los postergó a un segundo plano que no merecían, lo que motivó también la búsqueda de mejores oportunidades en el país vecino, o tal vez podríamos referirnos a la intención de los campesinos de eludir los reclutamientos, casi forzosos, tanto en la guerra del 79 como en la revolución del 91: a los campesinos nunca les ha gustado la guerra. Prefieren la paz y tranquilidad de sus rincones verdes. Motivos hubo muchos. Unos más poderosos que otros. Pero el que más profundo caló en el alma del labriego, el más tenaz y persistente fue lo que se dio en llamar la ‘Concesión Territorial’, herencia no aceptada, repudiada, pero dejada en testamento al campesinado chileno por el presidente Federico Errázuriz Zañartu al promulgar la Ley de Colonización del 4 de Agosto de 1874. Esta permitía al Estado conceder grandes extensiones de tierra a empresarios particulares que estuviesen dispuestos a establecer en el territorio nacional colonias con inmigrantes europeos o estadounidenses. El traslado de estos colonos desde sus países de origen hasta Chile y su instalación en los predios asignados correría por cuenta de dichos empresarios. A cambio de este ‘servicio al país’, los particulares interesados en el sistema recibirían en concesión, por un número determinado de años, una amplia extensión de tierra en que deberían instalar a los colonos, terrenos que, por supuesto, podrían ser trabajados a voluntad del concesionario, ya sea en la agricultura, ganadería o explotación maderera. Entre el Estado y el empresario
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particular se contratarían las bases, condiciones y garantías que fueren pertinentes. Como para el financiamiento de tales proyectos se requería grandes capitales, se formaron al efecto varias sociedades que, en definitiva, fueron las interesadas en las tierras. Este sistema de concesión territorial tuvo su auge después de la revolución de 1891, como veremos más adelante. El presidente José Manuel Balmaceda Fernández intentó un nuevo tipo de colonización, hecha con connacionales, con campesinos chilenos, para lo cual dictó el decreto de 1 de Abril de 1890, teniendo presente que el espíritu de dicho decreto era “dar facilidad a la gente pobre para que pueda adquirir en subasta pública pequeños lotes de terreno”. Este Supremo Decreto dispuso el remate de hijuelas de cuarenta a ochenta hectáreas, a $ 3 la hectárea, en Traiguén, Temuco, Imperial y Collipulli, con el pago de una tercera parte al contado y el saldo a diez años, sin intereses. Después de cinco años de residencia en el predio se otorgaría título de dominio a los favorecidos. Los remates se verificaron los días 16, 17 y 18 de Mayo de 1890 y se enajenaron 617 hijuelas que los flamantes poseedores comenzaron a trabajar con bríos y no ocultas demostraciones de júbilo por las expectativas ciertas del mejor porvenir que les esperaba. Lamentablemente, esos esperanzados colonos hubieron de sufrir sólo un poco más tarde del suicidio del Presidente las dolorosas consecuencias del revanchismo político, secuela inevitable de la guerra civil, lo que se manifestó en el abuso de las sociedades concesionarias que ahora volvían en gloria y majestad. Los pequeños propietarios no pudieron competir con los grandes capitalistas que al amparo de la ley de Errázuriz Zañartu de 1874, supieron obtener, a través de la Concesión Territorial, grandes extensiones a cambio de la promesa de establecer colonias particulares con inmigrantes, en desmedro del pequeño agricultor. Esas concesiones territoriales otorgadas por el gobierno a empresarios particulares, lejos del espíritu de la ley, abarcaron extensas regiones ya habitadas, en su mayoría, por numerosas familias de colonos nacionales. Estos, venciendo los rigores del clima y la resistencia de impenetrables bosques, con esfuerzo potente y vigoroso, dominando el monte y cultivando un pedazo de suelo (que luego consideraban como suyo porque lo habían conseguido con su trabajo y a costa de sudores y fatigas), habían traído un principio de civilización a la conflictiva zona de la Araucanía y tierras ubicadas más al sur.
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Después de entregados los terrenos a las empresas colonizadoras era inevitable el enfrentamiento entre el concesionario y los ocupantes, que se transferían la posesión de padres a hijos. Se llegó hasta el extremo de provocar lanzamientos sin previa orden de autoridad competente, arruinando a muchas familias, arrojándolas a la miseria y a la indigencia, se expolió al indígena que ocupaba las tierras de sus antepasados, y los más audaces acapararon los campos mejor trabajados. Y pese al lastimero clamor de los pobladores, la autoridad sólo mostró una pasiva indiferencia ante las arbitrariedades de que se hizo víctima al campesino. En las persecuciones de todo género se llegó al robo de animales y útiles de trabajo a fin de obligarlos a abandonar sus posesiones y hasta al asesinato de padres e hijos para apoderarse de sus tierras y del fruto de tanto trabajo. El ayer eufórico colono nacional, que con sombrero al aire lanzaba vivas a Balmaceda, ahora despojado y arruinado, humillado y ofendido, desamparado del derecho, sin porvenir en su propia tierra, comenzó a emigrar por miles a través de los boquetes cordilleranos para cobijarse bajo el manto generoso que le ofrecía Argentina después de dictada por el gobierno trasandino la ley de inmigración de 1876 del presidente Nicolás Avellaneda. Por otra parte el impulso dado a la ley de 1874, en cuanto a que permitía a particulares la formación de colonias con extranjeros, dio pábulo a la más ignominiosa discriminación entre éstos y los colonos nacionales. El objetivo principal de toda colonización, es decir labrar, fructificar y poblar las tierras incultas, se desvirtuaba absolutamente ante el avance incontenible de la Concesión Territorial. A diferencia de la colonización patrocinada por los presidentes Bulnes y Montt en Valdivia y Llanquihue entre 1845 y 1876, en que la selección de colonos hecha en Europa por el Sargento Mayor de Ingenieros Bernardo Philippi y el Agente de Colonización Vicente Pérez Rosales, que dio los excelentes resultados que todos conocemos, esta otra colonización artificial, cuando se hizo, trajo un gran número de gente no preparada, incapacitada para las labores agrícolas, que después de corto tiempo se marchaba fácilmente dejando abandonados los predios que luego pasaban a aumentar los terrenos de las empresas colonizadoras. La discriminación, hacia el término del siglo, era ostensible. Al chileno se le daba únicamente treinta o cuarenta hectáreas de terreno sin auxilio de ningún género. En cambio para el extranjero se asignaba ciento cincuenta hectáreas e incluso trescientas en algunos casos, además de los gastos de viaje desde Europa a Chile, los útiles de labranza, lo
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necesario para la construcción de una casa, semillas para la siembra, animales de labranza y otras regalías. Como contrapartida, al colono chileno se le empujaba hacia la frontera e incluso fuera del suelo patrio. Pese a que en Septiembre de 1896 se dictó la ley No. 380, conocida como Ley de Repatriación de los Colonos Residentes en la República Argentina, su aplicación tuvo exiguos resultados por el poco entusiasmo que se puso en darle cumplimiento, y dos años después pudo establecerse que había en el sur 7.000 familias de chilenos que esperaban la entrega de un pedazo de tierra. Como habían transcurrido muchos años de infructífera espera, estas familias emigraron también a la República Argentina. En esas condiciones, durante el gobierno de Federico Errázuriz Echaurren, llegamos al 13 de Enero de 1898, fecha de promulgación de la nueva ley que todo el agro esperaba. Fue buena en su intención porque en cuanto a beneficios equiparaba a los colonos nacionales y extranjeros, pero que, lamentablemente, implantaba el sistema de concesiones territoriales, además de Cautín y Malleco, en las provincias de Valdivia, Llanquihue y Chiloé, sistema que fue empleado con profusión y generosidad por el siguiente presidente Jermán Riesco Errázuriz para entregar a las grandes sociedades los terrenos que después del laudo arbitral de S.M. Británica de 1902 habían quedado del dominio de nuestro país. Este generoso desprendimiento se había hecho patente en la zona austral desde 1901, cuando mediante decreto de 23 de Agosto (renovado el 26 de Octubre de 1904), el gobierno entregaba casi todo el territorio comprendido entre los grados 42 y 52 a Juan Tornero, comprometiéndose éste, a cambio, con la introducción de 1000 familias de colonos en el Territorio de Magallanes a ocho años plazo. Sin embargo, hubo antecesoras, de carácter más bien marítimo, como la concesión dada a Agustín García por decreto de 8 de junio de 1900, para instalar en ‘El Volcán’, en la desembocadura del río Aisén, entre el canal Gay y el estuario de dicho río, frente a Puerto Americano, 50 familias de pescadores y agricultores de Galicia, España. El concesionario se comprometía a establecer fábricas de conservas alimenticias de peces y mariscos, con una producción de 30 mil tarros anuales. O la otorgada por decreto de 16 de junio de 1900 a Roberto Christie por “el uso y goce de los estuarios, bahías y ensenadas que necesite para fundar establecimientos de pesca en la zona comprendida entre la punta de la península de Tres Montes y el río San Tadeo, al este
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de la península de Taitao, y el permiso necesario para explotar las maderas que existan en esa zona en un ancho de dos kilómetros y medio desde la línea de las más altas mareas hacia el interior, por el plazo de 20 años”. El concesionario se comprometía a radicar 20 familias de colonos nacionales; sostener el aprovisionamiento del faro que se proyectaba construir en Raper; construir un muelle en el seno Otway; construir un camino entre Bahía Newman y Estuario Puelma, o entre San Tadeo y Laguna San Rafael. El 16 de Mayo de 1903, por decreto 659, se concedió a Luis Aguirre los valles de Collaipe (Coyhaique), Narihuan (Ñirehuao) y Mañihuales, en la región del Aysen, abarcando 397.166 hectáreas, según decreto 1769 de 2 de Agosto de 1904 que delimitó dicha concesión. El 25 de Junio de 1903 se otorgó a la Sociedad Asenjo-Bate las tierras ubicadas al sur de la concesión Aguirre, es decir el Valle Simpson, y los valles de los ríos Blanco y Palos, cerca de Aisén. El 18 de Octubre de 1904 fue asignada ‘Isla de Coihueco’ a Amadeo Heiremanns, quién lo cedió a su vez, a la Sociedad Rupanco que se instaló allí el 20 de Enero de 1905. En el lugar había 200 familias de chilenos establecidos desde tiempos inmemoriales. A cambio de la concesión, la sociedad debía radicar 35 familias de colonos extranjeros el primer año y 50 familias más cada año hasta radicar el total que tuviera cabida dentro de la zona señalada, lo que se calculaba en 200 familias. Obviamente se trataba de un trueque de familias chilenas por colonos extranjeros. Más adelante veremos lo que ocurrió cuando se trató de llevar a cabo esta maquinación. El 12 de Enero de 1905 se entregó a Laurencia de Solminihac 50.000 hectáreas que abarcaban todas las tierras sitas entre el Río Maullín, el Río Gómez, el Seno de Reloncaví, el Canal de Chacao y el Océano Pacífico. Prácticamente todo lo que en un tiempo fue el Departamento de Carelmapu. En 1906 Juan Tornero cedió a Horacio Fabres su concesión en la provincia de Llanquihue, comprendida entre los ríos Bueno, Rahue, Negro, Maullín y el Océano Pacífico, concesión que pronto se traspasó a la Sociedad Valle Central y luego a la Sociedad Chile-Argentina, que debía radicar 300 familias en el terreno señalado. Y así por el estilo, hubo otras; la Anglo Chilean Pastoral, Cochamó, Cisnes, Río Baker, Sociedad Austral de Maderas, Sociedad Jones y Cía., etc., repartiéndose entre unas cuantas sociedades gran parte del territorio nacional, concesiones todas que imponían al beneficiario la obligación de respetar las radicaciones indígenas y derechos de los
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ocupantes y colonos nacionales establecidos y de radicar nuevos colonos extranjeros. Según los contratos vigentes en 1908 las empresas colonizadoras debieron haber introducido al país 5.030 familias y sólo habían cumplido con la irrisoria cantidad de 12 familias con 40 personas, la Sociedad Industrial del Aysen, cesionaria de Luis Aguirre, no había introducido ningún colono de las 100 familias sajonas que debía tener establecidas en su concesión. Tampoco había cumplido con la puesta en marcha de la línea de navegación regular entre Puerto Montt y el Aysen, según lo estipulado en el decreto ya señalado, lo mismo ocurría con la Anglo Chilean Pastoral, en tanto que la Río Baker, que debía tener 40 familias no las tenía, había vendido su vapor del recorrido a Punta Arenas y procedió a retirar sus animales del valle. Para tratar de dar cumplimiento a sus obligaciones contraídas con el Gobierno algunas sociedades enviaron ‘agentes’ encargados de reclutar familias europeas y fue así como algunos se dedicaron a buscar personas de origen europeo en las calles, plazas y arrabales de Buenos Aires, muchos de ellos de antecedentes muy dudosos. Pero como los hábitos de vida de tan improvisados colonos no les permitió aclimatarse a la vida tranquila, pacífica y silenciosa de los campos, poco a poco fueron abandonándolos haciéndose público y notorio el ‘bluff’ de la colonización subsidiada por el Estado. Bajo el gobierno de Pedro Montt, el 15 de febrero de 1908,se dictó la ley 2087 a la que se dio el nombre de Ley de Ocupantes Nacionales, la que, como una forma de poner atajo a los abusos detectados y regularizar la situación de los poseedores materiales, dispuso la concesión de títulos definitivos de dominio a los nacionales y extranjeros nacionalizados que hubieren ocupado y cultivado personalmente, por más de tres años anteriores al 1 de Febrero de 1908, tierras fiscales ubicadas al sur de Concepción, exceptuando el Territorio de Magallanes, Para defender a los favorecidos con los beneficios de esa Ley, por Decreto de 20 de Abril de 1910 se creó el cargo de Defensor de Ocupantes Nacionales. Muchos de los nombrados en el cargo fueron personas no idóneas que pronto se vieron presionadas tanto por la influencia de los concesionarios como por la campaña de desprestigio que éstos hicieron propiciando la expulsión de los colonos nacionales de las tierras en concesión. Esa campaña tuvo buenos resultados para sus impulsores, pues la opinión pública, erradamente, comenzó a considerar al campesino como inhábil para gozar de cualquier derecho o garantía y,
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lo que es más grave, oficialmente comenzaba a aceptarse la idea, promovida por la campaña, de que el campesino nacional era inútil para cultivar y colonizar. Pero a medida que los abusos continuaban, la resistencia de los ocupantes de las tierras en disputa se hacía más fuerte. Indígenas y colonos cayeron en aras de la brutal diosa de la tierra chilena: la Concesión Territorial. El 1 de Diciembre de 1907 la sangre del indígena José Domingo Currieco, muerto a palos a la vista de Sofía Soto, su mujer, y sus cinco hijos pequeños, escribió la primera lápida en Coihueco. El 7 de Diciembre de 1911, acribillados a balazos cayeron en ese lugar Victoriano Mansilla Hernández, Facundo Villarroel, Abelardo Villarroel y José Santos Villarroel, expiando así el delito de haberse opuesto a las desmedidas pretensiones de una poderosa sociedad. Todo Chile lamentaba estos hechos dolorosos. En Marzo de 1911, haciéndose eco del clamor de la juventud, la Federación de Estudiantes de Santiago, presidida por el escritor y poeta Pedro Prado, manifestaba públicamente la inmensa pena que los estudiantes experimentaban por aquellos compatriotas que se veían perseguidos, maltratados, víctimas de una expoliación indigna, que los hacía huir de la hermosa campiña descampada con sus esfuerzos, regada con sus sudores, para luego no tener otra alternativa que traspasar los Andes “e ir a fecundar con su robusto brazo la riqueza de otras naciones”. Los excesos, cometidos y las denuncias elevadas a las más altas autoridades del país habían obligado, en Diciembre de 1910, a que la Cámara de Diputados designara una Comisión Parlamentaria presidida por el diputado por Melipilla José Ramón Gutiérrez para la investigación de los hechos. Éste, que se constituyó en el lugar mismo de los acontecimientos, no pudo quedar ajeno al drama de los perseguidos y el 8 de Julio de 1911 clamaba con ardor en la Cámara: “Yo creo que no hay dolor comparable al de un hombre que con gran confianza lucha con la tierra a brazo partido, día a día, palmo a palmo, y de repente se ve desposeído de lo que tanto amaba. Luchar con un roble, señores, es luchar con un gigante. Derribarlo, desarraigarlo, vencerlo es obra de Hércules, que ensalza la pujanza de una raza. En descampar una sola hectárea de tierra ha tenido que trabajar mucho, acaso un año el pobre colono, su mujer, y hasta los chicos de la casa. Y he aquí que un día el trabajador siente el galope de una alegre caravana que se detiene a la puerta de su choza, junto con un señor que le dice: soy dueño de todo lo que alcanza a ver desde aquí...el hombre no puede creer lo que está oyendo y se resiste.
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Pero luego oirá el galope siniestro de otra caravana, pero ahora de gendarmes, que vienen a lanzarlo; y se habrá cumplido en ese desgraciado aquel fatídico adagio: ‘de lejos vendrá quién de tu casa te echará’. Y el expulsado de su cabaña tiene que ir al camino público. Ahí se instala y desde ahí contempla su hogar perdido y sus esperanzas de cinco, diez y veinte años desvanecidas. Tiene que emigrar o entregarse al feliz concesionario que por gracia otorga a su víctima el favor de comenzar el escampe de otra pequeña selva oscura de robles”. En su informe de 31 de Mayo de 1912, después de haber examinado más de 2.000 solicitudes pidiendo orden y justicia, presentadas por los ofendidos, la Honorable Comisión Parlamentaria llegó a la conclusión que efectivamente los indígenas solían ser víctimas de gentes inescrupulosas y a veces inhumanas, que los hostilizaban, los maltrataban y se valían de mil argucias para despojarlos de lo suyo, que su radicación se hacía con desprecio, que los ocupantes y colonos no obtenían oportunamente sus títulos provisorios o definitivos de dominio, a pesar de que habían cumplido con los requisitos exigidos por las leyes y reglamentos; que a otros con título de colonos no se daba sus hijuelas; que muchos eran perseguidos por vías de hecho o judicialmente, que algunos concesionarios trataban de desalojar a personas ya establecidas con anterioridad dentro de las concesiones y “que la acción de las autoridades aparecía en ciertos casos amparando más las arbitrariedades del fuerte, que los derechos del débil” Finalmente, en sus conclusiones, la Honorable Comisión pedía a la Cámara que se pusiera pronto y necesario término a las Empresas Colonizadoras. Tardía conclusión, porque para esa época eran decenas de miles los chilenos que habían abandonado la tierra natal para dispersarse por el Austro Argentino en busca de la oportunidad que se les negaba en la Patria.
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LA TIERRA PROMETIDA “Más allá del monte, más allá del río, dicen que hay terrenos y bosques sin amo”. (Eusebio Ibar, LLEGARON PRIMERO) Perseguidos los ‘rotos’ en su tierra natal, hostilizados en la patria adoptiva que los había cobijado, saben que ya ni siquiera el adjetivo de expatriados se merecen. Han sido convertidos en apátridas, hombres sin patria, que hasta su identidad han ido perdiendo con el correr de los años. Ahora beben mate amargo mientras calzan azulinas alpargatas de descanso, alternándose en el uso de la ‘pava’ mientras acompañan el ‘churrasco’ con la infaltable ‘torta frita’. Ahora llaman ‘saco’ al vestón y ‘chaucha’ a los porotos. Cuando surge la melancolía tratan de apagar las penas con ‘caña quemada’ en reemplazo del pipeño o el chacolí. ¡Cuántas amarguras y dolores se han ido acumulando en esos pechos que gimen acompasando el rechinar de dientes! Hacia el sur avanzan los apátridas a través de la pampa amarillenta, destrozada la esperanza por la vandálica acción de miopes gobernantes e intransigentes funcionarios. En 1913, cuando Carlos Yávar, Cónsul chileno en Neuquén informaba haber registrado más de 25.000 compatriotas colonizando el inmenso coironal trasandino, el Gobierno Argentino estableció el cobro de talaje por los animales que pastaban en sus vastos territorios fiscales, medida que si bien fue considerada justa y equitativa, influyó en forma considerable para que muchos de los emigrados chilenos buscaran el modo de volver a nuestro país. Sabían que en la región austral yacían ignoradas grandes extensiones de terreno, cuya sola mención despertaba añoranzas en los errantes campesinos: “Chile, mi hermosa patria, tiene larga extensión de tierra que alcanza todos los climas, tiene larga y preciosa cordillera codiciada por toda la Europa, tiene una grandiosa costa visitada por todos los
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trasatlánticos, tiene hermosas tierras para el desarrollo de cualquier árbol, grano o semilla, tiene sus campos tapizados de flores, tiene noble raza araucana i de valor, tiene buenos hombres de trabajo, tiene madres sentimentales, tiene oro, plata, metales de gran rareza, tiene salitre i en fin todo lo que se puede desear”. Quién así nos habla desde la profundidad del tiempo es José Antolín Silva Ormeño, que desde 1906 había recorrido “la costa de la cordillera” trabajando con constancia hasta conseguir una modesta fortuna, para luego, junto a su hermano Juan Bautista instalarse con un ‘boliche’ en Lago Blanco, cerca de la frontera chilena en la provincia de Chubut, “siempre pensando en el amor patrio de mi país que me vio nacer”, como diría más tarde. ¡Cuántas añoranzas y amor patrio destilan, efectivamente, sus palabras! Era el llamado del terruño, la fragancia de los bosques húmedos, el canto de los ríos que llegaba desde el otro lado de la cordillera, en cuyos picachos se deshacían los nubarrones negándose a seguir su curso para regar la aridez de la pampa. Sus ojos, su mente, su espíritu, tal cual le ocurría al resto de los expatriados, estaban puestos día tras día al otro lado de ese cordón de montañas existente en territorio argentino, al oeste de Lago Blanco. Con una altura de entre 800 y 1500 metros, vierte el cordón cordillerano sus aguas occidentales en un río que busca el Océano Pacífico para vaciarse. Desde su nacimiento hasta más allá de la línea fronteriza, la Carta de la Oficina de Mensura de Tierras le daba la denominación de ‘Río Huemules’ y ya dentro de nuestro territorio, a bastante distancia de esa línea aparecía con el nombre de ‘Río Simpson’. Desde el Límite y en un trayecto de cuarenta kilómetros sigue su curso hacia el noroeste, y formando allí una amplia curva enfila hacia el noreste por unos veinte kilómetros más para unir luego sus aguas con el río Coyhaique. A lo largo de su curso, hermosos valles se escondían entre espesos bosques. Bellos lomajes esperaban el soplo vivificante del progreso humano. Era el Valle Simpson, y Silva Ormeño, que había oído hablar de él, fue a su encuentro, obedeciendo el llamado de la madre tierra. Lo hizo en 1912 en compañía del veterano de la guerra del 79 don David Orellana, que se había establecido en el valle el año anterior. Fue a su encuentro y holló por primera vez sus llanuras ubérrimas, avizoró entre la lengas y los chilcos el pelaje café de los huemules huyendo hacia los riscos pétreos que coronan los bosques,
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probó el sabor del calafate y de la frutilla silvestre, el de las truchas de sus caudalosos ríos y la tierna carne de la liebre montaraz; admiró la gracia del vuelo en formación de avutardas y caiquenes, vio al quetro remontando las corrientes y a las cantáridas poblando el largo atardecer; vio al martín pescador mirándose en el remanso del arroyo y oyó el telegráfico mensaje de la selva trasmitido por el pitío; respiró el aire que fortalece el cuerpo y purifica el espíritu. A sus ojos cansados de horizontes ilímites, el verdor de la selva, las praderas florecidas y la eterna nieve destacando la fiereza de las cumbres le pareció la tierra prometida y no pudo otra cosa que exclamar: “sus aires son sanos, deliciosos sus paisajes, abundantes sus aguas, exuberantes sus bosques, magníficas sus montañas y ricos sus pastos”. Fue entonces cuando surgió en su mente la idea de poblar esas tierras abandonadas para la formación de una colonia con los compatriotas que, como él, vivían expatriados en la República Argentina: “Yo con gran pesar había visto pocos meses antes la injusta campaña que hizo el Comandante Gehbard en contra del elemento chileno que ocupaba tierra arjentina. La arbitrariedad de este jefe me hizo volver los ojos a mi país pensando que las demás autoridades arjentinas seguirían el mismo ejemplo de tan infame jefe en contra de nuestros compatriotas. Yo previendo que esto podría llegar al extremo de un conflicto entre las dos Naciones al punto recorrí la frontera, i encontrando a Valle Simpson, en donde ya estaban poblando unos pocos de nuestros compatriotas, pues en este valle que también se conoce con el nombre de Río Huemules se me imaginó que de él debería nacer una futura colonización ganadera y al mismo tiempo la fundación de un pueblo en memoria i recuerdo de uno de nuestros más grandes hombres de Estado. Este mi primer viaje a tierra chilena lo hice desde Lago Blanco (R. Arj.) el año 1912 en- compañía de un antiguo poblador de Río Huemules don David Orellana, veterano de la guerra del 79. Al ver yo Valle Simpson como a otros tantos campos que Chile tiene en desperdicio me propuse formar una colonia i pueblo, pensando que el gobierno lo tendría por aceptado y que de esta manera fomentaría el territorio de mi patria? dando impulso a una zona abandonada. Aseguro que desde Lonquimay al Sud hasta Río Baker, desde la frontera chilena tirando treinta leguas al Este en campo argentino, el ochenta por ciento de su población es chilena. ¡No le dará a Chile vergüenza ver siempre a sus hijos que le golpeen a las puertas para que se las abran y le den una legua de campo de esos tantos
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que tiene sin provecho i sin progreso en manos de concesiones que le sirven de trabas para su adelanto y desarrollo!”. El Valle Simpson -como lo dice Silva Ormeño- ya tenía algunos pobladores; había sido descubierto en 1871 por el Comandante Simpson y explorado por Juan Dun como mandatario de la Sociedad Industrial del Aysen en 1905; y en Noviembre de 1911 había sido explorado por José Delfín Jara Beroiza, Belisario Jara, Juan Foitzick, Isaías Muñoz, Manuel Vidal, Ramón Jara y Domingo Sides, quienes penetraron a Chile “con el propósito de ubicar los terrenos de una concesión que había caducado y que se llamaba “Los Tres Valles”. La expedición, organizada y financiada por Belisario Jara y al mando de Juan Foitzick, había entrado a Chile por las ‘Cabeceras del Río Mayo’, abriéndose paso a fuerza de machete, y después de bordear el Lago Pólux llegó hasta la Estancia de la Sociedad Ganadera del Aysen, en el valle de Coyhaique. "Teníamos recelo acerca del recibimiento que nos pudiera hacer el administrador, ya que íbamos buscando unos campos, que según se decía, pertenecían todos a la Sociedad, que los había ocupado al caducar la primitiva concesión... El Administrador (Augus MacPhail) nos recibió muy cordialmente y nos preguntó de dónde veníamos y que buscábamos por esos parajes. Le contesté que veníamos desde la Argentina y él se extrañó mucho porque, según nos dijo, nadie tenía permiso para entrar a Chile por ese lado y porque no había otro camino que el de Coyhaique Alto...Le dije que no habíamos venido por Coyhaique Alto, sino que habíamos entrado por las Cabeceras del Río Mayo, cruzando cerros, montañas y campos deshabitados donde no hay más que huemules, pumas y baguales... En otras conversaciones que tuvimos con el administrador le contamos el objeto de nuestro viaje. Le dije que allá en la Argentina habíamos sabido que al lado de los campos de la Sociedad Industrial había unos terrenos que tiempo atrás pertenecían a la Concesión ‘Tres Valles’ y que había caducado porque los concesionarios no dieron cumplimiento a los compromisos contraídos con el Gobierno Chileno. En la Argentina vivían muchos chilenos dispuestos a venirse a poblar esas tierras y con ese propósito nosotros organizamos la expedición. Nos dijo que habíamos perdido el viaje porque esos terrenos estaban ya bajo el dominio de la Sociedad". Es conveniente al lector recordar la conversación transcrita por la implicancia que tendría en el futuro accionar de los colonizadores, según veremos más adelante.
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Por nuestra parte debemos agregar que don José Delfín Jara omitió decir que en esa ocasión el uso del camino que pertenecía a la Sociedad quedó supeditado al previo pago de $20.000 moneda argentina por cada poblador que quisiese transitar por él para llegar a Valle Simpson. Es posible que esta avanzada de colonos haya ingresado al territorio nacional por un camino tropero que ya existía en 1911 y que aparece dibujado en trazo negro en la Carta de la Oficina de Mensura de Tierras del año 1910, confeccionada bajo la dirección de Luis Risopatrón S. Efectivamente esta ‘huella’ comienza en las Cabeceras del Río Mayo, cerca del Cerro Peñascudo, en suelo argentino; se dirige al oeste, bordea los lagos Margarita y Thompson y penetra a tierra chilena; sigue a orillas del lago Pólux y enfila allí derechamente hacia el sur, paralelo a la frontera por los faldeos del Cerro Galera, hasta el hito fronterizo de Huemules (donde hoy está Balmaceda), lugar en que conecta con el camino de la Frontera a Lago Blanco. A partir de estas exploraciones de reconocimiento hechas por el grupo de José Delfín Jara, por una parte y por Silva Ormeño, por la otra, el Valle Simpson o Huemules pasó a convertirse en la Tierra Prometida para los expatriados chilenos. Tanto ese valle como el de Coyhaique están constituidos por la prolongaciones meséticas de la llanura argentina, cerradas hacia el oeste por las inhiestas cumbres del macizo andino que los separa de la región del Aysen, implacablemente destrozada por la acción telúrica, con fiordos y canales rodeados de selvas y montañas impenetrables, azotada eternamente por los vientos y la lluvia, región que había permanecido inalcanzable, oculta por la bruma de la lejanía y el misterio, siempre esquiva al codicioso espíritu conquistador y colonizador del español, cuya fértil imaginación sólo atinó a avizorar allá, en el austro, en algún indeterminado punto de su vastedad, la errática ‘Ciudad de los Césares’, siempre ligada al CONCEPTO TERRITORIAL DE LA TRAPANANDA Y PATAGONIA. En efecto, el origen de esta leyenda ‘de los Césares’ hay que situarlo en el nombre del capitán Francisco César, miembro de la expedición terrestre enviada en 1528 por Sebastián Caboto y Diego García desde el fortín de Sancti Spiritus (que el primero había levantando el año anterior en la confluencia de los ríos Carcaraña y Paraná, en el Río de la Plata), para explorar el camino que conduciría hacia el legendario imperio del ‘Rey Blanco’, cuyo nombre “le venía de tener en su imperio
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una sierra que era toda de plata”. (Posteriormente el descubrimiento del cerro Potosí, vino a dar verosimilitud a la leyenda). Francisco César, en su exploración a las sierras de Córdoba oyó hablar a los aborígenes de esas deslumbrantes riquezas pero, impulsado por su notable imaginación situó, no obstante, ese fabuloso imperio no donde realmente estaba, sino hacia el sur, en una comarca que los naturales denominaban la TRAPANANDA y que los españoles llamaron, desde entonces NOTICIAS DE CESAR: “En 1563, Juan Jufré, designado teniente Gobernador en Cuyo por Francisco de Villagra, despachó, lo mismo que su jefe, dos expediciones: una al oriente hacia Conlara y la otra al sur hacia LA TRAPANANDA O LOS CESARES. La última llegó sólo hasta el río Diamante y regresó con nuevas noticias sobre los misteriosos españoles de la Patagonia”, dice Francisco de Encina, en su Historia de Chile. Y agrega: “Ese mismo año 1563, Arias Pardo Maldonado, yerno de Francisco de Villagra solicitó el título de Alguacil Mayor de Chile y la gobernación de las provincias de Chiloé y TRAPANANDA, “que están despobladas desde la ciudad de Osorno hasta el Estrecho de Magallanes, con 150 leguas de ueste a este”. La TRAPANANDA fue encargada descubrir y poblar al general Juan Pérez de Zorita por el Gobernador y Capitán General de la Provincia de Chile Nueva Extremadura don Rodrigo de Quiroga el 31 de Julio de 1565, fecha en que nombró al mencionado Pérez de Zorita como “lugarteniente general de Gobernador y Justicia Mayor de las tierras e provincias que descubriere o poblare”. “Os mando –dice Rodrigo de Quiroga a Juan Pérez de Zoritaque entréis con la gente, caballos y armas y otras cosas que os parecieren ser necesarias, al descubrimiento e población de la dicha tierra que está y estuviere poblada de naturales de la otra parte de la cordillera este-oeste hacia la Mar del Norte, sur, hasta el Estrecho de Magallanes por la otra parte de dicha cordillera, donde SE INCLUYEN LAS PROVINCIAS DE LA SALTRAPANANDE Y LAS NOTICIAS DE CESAR que comienzan en la forma susodicha desde el paraje del río Maule en adelante hacia el dicho Estrecho”, anota José Toribio Medina en sus ‘Documentos Inéditos para la Historia de Chile’. El propio Juan Pérez de Zorita, refiriéndose a su nombramiento (Carta al Rey de 8 de noviembre de 1577), le recuerda a Su Majestad que “el licenciado Castro, vuestro Gobernador, me nombró y señaló en el año setenta y cinco por Gobernador, Capitán General, Justicia y Alguacil Mayor de LAS PROVINCIAS DE LA SAL Y TRAPANANDA Y
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NOTICIAS DE CESAR y me encargó el descubrimiento y población de ellas”. (J. T. Medina. D.I.H.CH.). El Virrey de Lima don Francisco Toledo, en su relación enviada al Consejo de Indias sobre las provincias de su jurisdicción, fechada el 1 de marzo de 1572, expresa: “…Al sur de la ciudad de Santiago del Estero está la provincia que llaman DE LA SAL y (que tiene) por otro nombre DE CESAR…Esta NOTICIA DE CESAR empieza desde cuarenta y cuatro grados al sur y prosigue casi hasta el Estrecho de Magallanes y corresponde término con las provincias de Chile hasta los Coronados en el lago de Chiloé, que es el Mar del Sur en cuarenta y seis grados…esta tierra de César, QUE EN LA LENGUA NATURAL SE LLAMA LA TRAPALANDA, para sustentarla se ha de abrir puerto a la Mar del Norte…”. (J. T. Medina. D.I.H.CH.). De los referidos documentos puede inferirse que el territorio conocido por aborígenes y españoles como TRAPANANDA, SALTRAPANANDE, TRAPALANDA o NOTICIA DE CESAR se corresponde con el que hoy conocemos genéricamente como PATAGONIA si atendemos a la descripción que de ésta hace Vicente Pérez Rosales en su ‘Ensayo sobre Chile’. A fin de que nos formemos una idea de cuán desconocidos eran esos lugares, debemos dejar establecido que, incluso, hasta sólo hace pocos años, para los habitantes de Aisén, decir que ‘Chile llega hasta Puerto Montt no más’, era una frase muy elocuente cuando se trataba de describir gráficamente el irritante abandono en que el gobierno central tenía a la hoy Décima Primera Región del país. Basta remontarse al siglo pasado y tratar de armar el puzzle histórico geográfico que es la zona sur austral para darse cuenta de que tras el dicho campechano de los aiseninos había un trasfondo histórico que alguna vez sirvió de fundamento para acuñar la famosa frase. En efecto, el 11 de Octubre de 1861 el Senado de la República aprobó el proyecto de ley que creaba la Provincia de Llanquihue. La ley respectiva fue promulgada por el presidente José Joaquín Pérez Mascayano y su Ministro del Interior Manuel Alcalde el 22 de Octubre de ese mismo año. La nueva provincia quedó deslindada por el Río Bueno por el norte y el Territorio de Magallanes por el sur y comprendía los departamentos de Osorno, Llanquihue y Carelmapu. El más austral de los tres era el de Carelmapu y su deslinde sur quedó determinado por el Canal de Chacao, el Golfo de Ancud y la ensenada y río Comau (grado
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42º 10’), según reza el decreto ley de 3 de Octubre de 1863, que demarcó territorialmente esos departamentos. Pese a que la ley creatoria de la Provincia de Llanquihue decía en su artículo segundo que el límite sur de ella era el Territorio de Magallanes, el Decreto Ley demarcatorio posterior no consideró para nada en la división administrativa la parte continental situada desde el río Comau al sur, hasta el Territorio de Magallanes, que en gran parte correspondía a lo que hoy es Aisén. Pero veamos ¿cuál era en ese entonces el límite con el Territorio de Magallanes? La Colonia Penal de Magallanes quedó bajo la dependencia directa del Presidente de la República, según lo dispuso el artículo cuarto de la ley de 2 de Julio de 1852, y en virtud de dicho cuerpo legal el Ejecutivo dictó el decreto ley de 8 de Julio de 1853 que erigió en Territorio de Colonización el establecimiento penal de Magallanes. En ninguno de estos dos textos legales se fijó los límites de la Colonia y más tarde Territorio de Magallanes, pero se aceptó de hecho que su límite norte era la extremidad meridional de la Península Tres Montes, límite fijado por la Ley de 1848 que creó las gobernaciones marítimas del país, la que en su artículo primero inciso diez dice: “10ª. Gobernación Marítima de Magallanes que abraza el mar, costas e islas de la República situadas al sur del paralelo de la extremidad meridional de la Península de Tres Montes”. O sea que el deslinde entre las provincias de Llanquihue y el Territorio de Magallanes era el grado 47 de latitud sur. Pareciera lo más lógico, a primera vista, que si las tierras comprendidas entre el río Comau y la Península de Tres Montes no correspondían al Territorio de Magallanes y tampoco habían sido consideradas en la división de la Provincia de Llanquihue, necesariamente deberían haber estado bajo la tuición administrativa de la Provincia de Chiloé. Veamos entonces qué ocurría con la Provincia de Chiloé. Esta se incorporó a la administración del país el 22 de Enero de 1826, por el Tratado de Tantauco, después de la capitulación de las fuerzas españolas del Gobernador Antonio de Quintanilla. Nueve días después, el 31 de Enero de 1826, la Junta Directorial que gobernaba a nombre del Director Supremo Ramón Freire, dictó un decreto por el cual se dividía el territorio nacional en ocho provincias, proyecto que terminaba disponiendo: “Octava Provincia. El Archipiélago de Chiloé. Esta Provincia conservará su mismo nombre, su capital la ciudad de Castro”.
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Posteriormente, el 30 de Agosto de 1826 se dictó la ley que estableció definitivamente la división territorial de la República en ocho provincias, la que mantuvo en idénticos términos lo referente a la Provincia de Chiloé, sin pronunciarse acerca del territorio continental cordillerano. El Decreto Ley de 28 de Febrero de 1855 que estructuró la Provincia de Chiloé en cuatro departamentos tampoco asignó específicamente a ninguno de ellos el territorio continental comprendido entre el Canal de Chacao y Golfo de Ancud y el límite norte del Territorio de Magallanes que, como ya vimos, lo constituía el grado 47 de latitud sur, no haciendo siquiera mención de los archipiélagos Guaitecas y Chonos. O sea que en esa época, administrativamente, ‘Chile llegaba hasta Puerto Montt’, daba un rodeo por la Isla Grande de Chiloé -por así decirlo- y de ahí un salto hasta el territorio de Magallanes. Es probable que todo lo anterior resulte un poco confuso para quién no se haya preocupado más detenidamente de la evolución administrativa que ha tenido la zona sur-austral, pero en pocas palabras significa lisa y llanamente que durante nuestro primer siglo de vida independiente el gobierno metropolitano poco o nada se preocupó de lo que había entre el Golfo de Reloncaví y la Península de Taitao, excepción hecha de Chiloé Insular, ignorando esa inmensa región continental limítrofe con la República Argentina en la división políticoadministrativa del país. Pero a fin de evitar cualquiera equivocada interpretación al respecto, debemos aclarar que todo lo anterior sólo se refiere a la administración civil y no respecto al ejercicio de la soberanía sobre la región señalada, ya que bastará dejar establecido que durante el dominio español se tenía el concepto -amparado por el derecho internacionalque la extensión de Chiloé abarcaba ‘de cordillera a mar’, como muy bien queda demostrado por el ejercicio que de dicha soberanía hacía la monarquía española al otorgar, por ejemplo, la Merced Real del Potrero de los Rabudos al Gobernadorcillo de los indios Payos don Juan Levién, cuya acta de entrega está encabezada con la frase “En el Continente de la Provincia de Chiloé”, con fecha 10 de Enero de 1789, merced real que se extendía desde el Monte Melimoyu hasta el Istmo de Ofqui. Lo anterior queda ratificado por lo expresado en el Diccionario Geográfico Histórico de las Indias Occidentales o América, escrito por el Coronel don Ambrosio de Alcedo, Capitán de Reales Guardias Españolas, en el siglo XVIII donde dice de Chiloé: “Confina esta
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jurisdicción por el N. con el territorio de la antigua ciudad de Osorno que destruyeron los Indios Araucanos, por el S. con los dilatados archipiélagos de Huayaneco y Huaytecas y demás que siguen hasta el Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego, por el E. con las cordilleras y tierras patagónicas, por el O. con el mar Pacífico o del Sur”. Y ya en tiempos de la República, al establecerse la Gobernación Marítima de Chiloé por ley de 1848, ya aludida, se dice que ella “comprende el mar, costas e islas de la República desde el paralelo de la caleta de Guayusco por el Norte, hasta el paralelo de la extremidad meridional de la Península de Tres Montes por el Sur”. Todo ello queda refrendado por la descripción hecha por Vicente Pérez Rosales en su obra ‘Essay sur le Chili’ editada en francés en Hamburgo en 1857, donde dice: “Capítulo VII. Provincia de Chiloé o de Ancud. Esta provincia, la meridional de la República está situada entre 40º 43’ lat.s. y el paralelo de Tres Montes. Su territorio, muy irregular, comprende una parte del continente; y todas las islas que se encuentran entre esos dos límites. La parte continental está dividida en dos secciones separadas. La primera, que es la región septentrional de la Patagonia Occidental comienza en la Península de Tres Montes, por la cual está separada, hacia el sur, del territorio colonial asignado a Magallanes, y termina hacia el Norte en el Canal Astillero de Reloncaví”. La meridiana claridad de las citas anotadas podría justificar el ‘descuido administrativo’ que se tuvo en el siglo pasado de lo que es hoy la Décima Primera Región de Aisén, ya que no parece lógico admitir que se pudiera dejar sin autoridad administrativa un tan vasto espacio del territorio nacional, pero lo cierto y concreto es que el olvido existió, como lo comprueba el hecho de que solamente al finalizar el siglo XIX, concretamente POR DECRETO LEY DE 26 DE NOVIEMBRE DE 1894 SE INCORPORÓ AL DEPARTAMENTO Y PROVINCIA DE LLANQUIHUE TODO EL TERRITORIO CONTINENTAL COMPRENDIDO ENTRE LOS PARALELOS 42 Y 47 DE LATITUD SUR, o sea Chiloé Continental y la región conocida como ‘Potrero de los Rabudos’ por los españoles desde que el jesuita Alonso de Oval le oyó decir que estaba poblada “por una nación de indios que decían allí nacer con cola”; región que también era conocida como ‘Aysen’ por los aborígenes, significándola bellamente en su lengua como la tierra ‘del estero que se interna más al oriente’. Después del reconocimiento exploratorio de esta tierra por los españoles, que al río Aysen llamaron Río de los Desamparados, pasaron trescientos y más años de exploraciones geográficas y científicas, entre
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las que destacan la del piloto José de Moraleda y Montero en 1793, quien dibujó la primera carta geográfica de la región y exploró el río Aysen y el Archipiélago de los Chonos; y la del Comandante Enrique Simpson en 1870 y 1871, que en su tercer viaje de reconocimiento del río Aysen descubrió el 19 de Diciembre de 1871 los valles de Coyhaique y Huemules, llamado más tarde este último Simpson en homenaje a su descubridor. En el plano científico fueron trascendentales las exploraciones del doctor Hans Steffen entre 1894 y 1899 por su importante aporte para dilucidar la cuestión de límites con la República Argentina. Hacia el término del siglo XIX y con la llegada de la actual centuria los primeros audaces iniciaron la gesta heroica de la colonización de estas tierras olvidadas: Ciriaco Alvarez en Aysen en 1880; Juan Richards en Ñirehuao en 1896; Agustín García en la desembocadura del río Aisén y Roberto Christie en la península de Taitao en 1900, Juan Antonio Mencu en Huemules en 1901; José Mercedes Valdés en Lago Elizalde en 1904; Domingo Inayao, Juan y Miguel Hueitra y Pedro Paichil en Río Huemules en 1905; Federico Olof Lumberg en Rio Oscuro en 1906; Eduardo Foitzick en Huemules en 1906; Carlos y Adolfo von Flack en Huemules en 1908; Pascual Macías, José Navarrete, Pascual Solís, David Orellana, Domingo Marchant, Pascual Antrillao y Félix Ríos también en Huemules en 1911. Y aparte de ellos la Sociedad Industrial del Aysen como concesionaria de los valles de Coyhaique, Mañihuales y Ñirehuao que inició sus actividades agropecuarias en 1904. Pocos años después esos pioneros habrían de ser seguidos por oleadas de compatriotas que desde Argentina penetraron a suelo chileno para afianzar allí su posesión material y dominio moral en esos lugares entonces ignorados para la mayoría de los chilenos.
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¡COLONIA EN RIO HUEMULES! “La tierra sin dueño se abría fecunda ofreciendo su inmenso tesoro al viajero”. (Eusebio Ibar, LLEGARON PRIMERO) En Lago Blanco, vuelto de su viaje de reconocimiento al Valle Simpson, y con el pensamiento fijo en la formación de una colonia, Silva Ormeño puso de inmediato manos a la obra: “Volviendo a mi domicilio de Lago Blanco di el grito de ¡COLONIA EN RIO HUEMULES¡ para todos los repatriados chilenos. Debíamos repasar los límites y en Valle Simpson formaríamos una colonia i como insignia enarbolaríamos la tricolor i con letras coloradas, un emblema que dice COLONIZACIÓN”. Silva Ormeño se dedicó a la redacción de una Circular, de la cual un ejemplar fijó en la puerta de su casa el 30 de Diciembre de 1912. Repartió las copias entre sus compatriotas, a quienes pidió ayuda para la fundación de la colonia, instando a los que “sientan en su pecho latir el
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amor patrio” a reunirse el día 1 de Mayo de 1913 en su casa de negocios Silva y Ojeda, de Lago Blanco, con el fin de organizar el COMITÉ CHILENO DE COLONIZACIÓN DE LAGO BLANCO, para solicitar del Ministerio de Colonización Chileno los campos de Río Huemules y Lago Buenos Aires. Les pedía asimismo que para el Comité nombrasen a las personas más responsables “para que así edifiquemos nuestras ideas sobre una roca de gran fortaleza”. Además de la petición de tierras se solicitaría a las autoridades la instalación de un Registro Civil, escuela y autoridades competentes para el pueblo que se formaría como cabeza de la colonia. El llamado de la tierra se hizo verbo en su mente y sus palabras para clamar a sus hermanos -el alma sobrecogida de emoción- una arenga que trasunta todo el vigor, la energía y el entusiasmo que prendía en el ánimo del fundador de pueblos, del pionero, que tiene ante sí el reto de la tierra virgen: “HAREMOS TEMBLAR ESOS ESPESOS BOSQUES DONDE HOI SOLO LAS FIERAS TIENEN SUS MORADAS; NUESTROS PIES PISARAN ESAS TIERRAS VÍRGENES QUE NINGÚN HOMBRE HA PISADO; DESCUBRIREMOS ESOS SECRETOS QUE LOS IMPENETRABLES BOSQUES OCULTAN, COMO TAMBIÉN LOS METALES I COSAS RARAS QUE LOS SIGLOS OCULTARON; ABRIREMOS CAMINO HACIA EL PACIFICO HASTA LLEGAR A SU COSTA NAVEGABLE”. El 1 de Mayo de 1913, día fijado para la formación del Comité, ante la consternación del líder, nadie concurrió a la cita. “Tal vez lo consideraron como cosa mui imposible, porque para la ignorancia todo es imposible”, manifestaría más tarde Silva Ormeño. Sin embargo, ese llamamiento general hecho por Silva y el empeño puesto en la empresa por Belisario Jara y Juan Foitzick no habían sido en vano. La empresa colonizadora había comenzado y nada ya la detendría. De regreso a suelo argentino y ante la negativa de la Sociedad Industrial del Aysen (SIA) para concederles el paso hacia el Valle Simpson, los exploradores de Río Mayo tomaron la determinación de construir por su cuenta un camino que les permitiera el acceso al valle, trabajo que, siempre financiado por Belisario Jara y dirigido por Foitzick, fue iniciado en 1912, quedando en condiciones de ser transitado, aunque muy precariamente, el año 1913.
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Por su parte Silva Ormeño, poco más al sur, insistiendo siempre en su intento de colonización, logró reunir, un mes después de la primera tentativa a 42 futuros colonos, los cuales el 31 de Mayo de 1913, redactaron y firmaron una formal solicitud dirigida al Ministro de Agricultura de Chile. En la solicitud, los aspirantes a colonos hacían ver, en primer lugar, su condición de chilenos residentes ya varios años como inmigrantes en Argentina, quienes conociendo la existencia de tierras desocupadas en la comarca limítrofe denominada Huemules las pedían para poblarlas y colonizarlas por su cuenta; y en consideración a sus hijos, nacidos en tierra extranjera, y por lo tanto registrados civilmente en ese país, pedían también Registro Civil, escuela y autoridades, porque por la falta de éstas, las otras autoridades “en muchas ocasiones cometen injusticias con los que no son de su bandera”. Pedían que se les entregue en posesión esos campos, “para que al fin podamos decir que nuestro Chile nos dio un pedazo de su suelo en recompensa de que somos sus hijos”, tierra en la que podrían “labrar el porvenir de un pueblo industrioso, que quedará adelantado para nuestros hijos este precioso suelo que hasta hoi se encuentra abandonado”. En la misma solicitud se autorizaba a Silva Ormeño para llevar dicho documento a la Capital de la República y tramitarla ante las autoridades de gobierno. El viaje hasta Santiago implicaba llegar primero al puerto argentino de Comodoro Rivadavia, a lomo de caballo, navegar hasta Buenos Aires y desde allí dirigirse a la capital chilena. Pero el invierno ya había llegado a las regiones australes y su crudeza se dejó caer sin compasión para trastocar los planes del pionero. Sin embargo, el líder debía cumplir su misión y se vio obligado entonces a recorrer cien leguas hacia el norte, hasta llegar a Esquel, avanzando con dificultad desafiando la ventisca a través de los campos nevados, siempre acompañado por el viejo soldado don David Orellana. También fueron de esta partida Vicente Jara y su hijo José Miguel. Llegaron a Esquel el 30 de Junio de 1913 para de inmediato entrevistarse con el Cónsul chileno don Carlos Freraux. Al conocer el motivo del viaje, Freraux no se cansaba de felicitarlos y alabar su patriotismo, asegurándoles que el Gobierno de Chile acogería sus inquietudes puesto que estaba en la obligación de poblar las fronteras con sus hijos para asegurar la soberanía de su territorio austral.
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Una vez entregada la solicitud al Cónsul, éste le agregó una nota de su puño y letra y ambos documentos fueron cerrados “en sobre de oficio i lacrada por el Cónsul i me fue entregada a mi para presentarlo a la Oficina de Correo, la cual fue certificada entregándome un recibo el cual pasó al archivo del Consulado i entonces el Cónsul a mi me extendió por su puño i letra un recibo del objeto de mi primera solicitud el cual lo tengo en mi poder como recuerdo de mi primera determinación i para que el Gobierno no nos niegue nuestro derecho como primeros ocupantes”. En la misión a Esquel se fue el invierno y después la primavera de 1913 reverberó con brillo deslumbrante en los impacientes espíritus de los futuros colonos para impulsarlos a la conquista de la Tierra Prometida. Los pasos fronterizos, su floresta intocada y su vida silvestre fueron mudos testigos del cansino avanzar de las caravanas de familias. Por el paso de Roballos, para internarse al valle del Baker lo hicieron Manuel Martínez, Salvador Gálvez, Fernando Díaz y Telésforo Díaz. Por el paso Los Antiguos, hacia la ribera sur del lago Buenos Aires lo hicieron Manuel Jara, Ernesto Pereda, Melquíades Rivera, Pedro Burgos, Cantalicio Jara, Anselmo Rivera, Rosario Sepúlveda C. Dinamarca, Miguel Araneda, Juan Jiménez, F. González, F. Pacheco, Segundo Quezada, Honorio Beroíza, Liborio Manríquez, Francisco Calderón. Por el paso Río Pico, hacia Lago Verde lo hizo Antonio Solís Martínez. El grueso de los colonizadores, abrió dos frentes de avanzada, y en movimiento de tenazas, verdadera maniobra de estrategas, se lanzaron a poblar el Valle Simpson. Por el norte, a través del camino de las Cabeceras del Río Mayo, hecho por ellos mismos, y por el valle de Coyhaique Alto lo hicieron los seguidores de Manuel y Juan Foitzick, comandados por este último: “Se vinieron recogiendo varas desde la Argentina. Cuando llegaron a los cercos de la Compañía pusieron las varas como puentes y, ¡con carreta y todo! Pasaron sin tocarlos. Al otro día los gringos descubrieron que en sus dominios había nacido un caserío... Era el año 1913”. Por el sur, siguiendo la prolongación occidental de las llanuras del río Huemules, y al grito de ¡Hay colonia en Río Huemules!, Silva Ormeño y sus seguidores se internaron hacia el oeste.
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Con carretas y pilcheros, acompañados de sus esposas y de sus hijos, arreando sus ganados, penetraron a campo chileno; encendieron fogatas a orillas de los ríos y sacrificaron sus animales para alimentarse. A la salud de sus nueva vida bebieron vino en ‘botas’ españolas. Equitativamente se repartieron la tierra, levantaron improvisados campamentos, aserraron la madera para construir sus casas, levantaron cercas, abrieron sendas y picadas, improvisaron puentes, y el 1 de Enero de 1914 en el lugar donde se fundaría el pueblo que serviría de cabeza de la Colonia, hicieron ondear por vez primera el blanco, azul y rojo de la estrella solitaria, con una insignia que decía COLONIZACIÓN, izada por Silva Ormeño. “Esto yo lo hacía con el objeto de dejar fundada esta colonia”. El ejemplo de Antolín Silva, de Belisario Jara, de Manuel Foitzick, de inmediato fue seguido por una pléyade de hombres patriotas que ‘repasando’ la frontera, como ellos decían, en horas que aún se debatía la grave situación limítrofe con Argentina, constituyeron la posesión y soberanía chilenas en nuestra patagonia. El nombre de los colonos que ya estaban asentados y el de los que llegaron al valle en el crucial año de 1913 con sus familias, quedará grabado para siempre en el recuerdo de los aiseninos: Albornoz J. Ramón - Acuña Juan - Aguilar Juan - Almendras Pablo - Bórquez Antonio - Bravo Moisés –Calderón Francisco Casanova David - Carrillo Florentino - Carrillo José Ángel - Cadegán Alfonso -Cadegán Tomás Cadegán Pablo - Cadegán Juan - Cadegán Diego - Cadegán Guillermo - Cadegán Eusebio - Cadegán Santiago Contreras Francisco - Cerda José del Carmen - Castillo Pedro - Castillo Adán - Cruz Alarcón José - Chaparro Pablo Delgado Daniel - Ferraz Aníbal - Figueroa Exequiel - Fourniel Francisco - Foitzick Juan Foitzick Manuel - Guzmán Filomeno - González Fabriciano - González Adolfo - Hueitra Alejando - Jara Vicente Jara Delfín - Jara Belisario Jaramillo Gumersindo - Lumberg Olof - Lleufo Manuel - Márquez Juan - Matta Alarcón Juan - Matta Cerda Juan - Muñoz Gabriel Mendoza Clodomiro - Marchant Domingo - Muñoz Francisco - Mardones Diego Segundo - Muñoz A. Luis - Ojeda Custodio - Osses Ramón Orellana Clorindo - Orellana David - Pineda Avelino - Paichil Juan Ruíz Santiago - Ruiz Tránsito - Romero Juan Bautista - Rivera Ismael – Rivera Joaquín- Rivera Pedro - Romero Nazario - Rodríguez Pedro Ramírez Facundo - Ruíz Daniel - Sierra Emilio - Saubidet Marcos - Soto Fidel - Solís Carlos - Solís José- Seguel Ángel Custodio - Seguel Martín Seguel Agustín - Seguel Lizandro Segundo - Silva Juan Bautista – Silva
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Ormeño José Antolín - Suazo Medardo- Sandoval Hilario - Ulloa Vicente - Urbina Pedro - Urrieta Carlos – Ulloa Avelino - Valdés Manuel - Villar Antonio - Vidal Manuel - Vásquez Julio- Valenzuela Florentino -Valdebenito Adolfo -Valdebenito José -Yáñez Manuel. EL VALLE DE LA DISCORDIA “Llegaron los hombres, trazaron su predio ¡Lo ocuparon todo! ¡Llegaron primero! Y aquí ¿que encontraron? Soledad salvaje, la lluvia que gime y la nieve que calla, la selva absoluta y el viento que en ella entona su ruda canción de batalla”. (Eusebio Ibar, LLEGARON PRIMERO) Iniciada la ocupación de Valle Simpson, Silva Ormeño despachó en Febrero de 1914, otras tres solicitudes y tres telegramas al Ministerio de Colonización pidiendo esos campos para que sean colonizados por los repatriados. Esas tres peticiones fueron enviadas desde la ciudad argentina de Comodoro Rivadavia por cartas certificadas según los comprobantes números 1616, 1617 y 9583 de la Administración de Correos de esa localidad atlántica. En ellas se hacía presente la falta de contestación a la solicitud entregada al Cónsul Freraux de Esquel en Junio de 1913. Se hacía referencia también a “que algunos usurpadores de tierras pretendían aprovecharse de dicho valle, diciendo que a ellos les correspondía, por tener la concesión del Supremo Gobierno”, aludiendo sin duda a la Sociedad Industrial del Aysen”. Había llegado 1914 en el curso del cual más colonos se instalaron llevando consigo gran cantidad de animales vacunos, sin pensar que sus haciendas habrían de ser sacrificadas en aras de la agreste y hostil naturaleza: “Ese primer año de 1914 fue trágico para los optimistas aventureros. Sobrevino una de las más grandes nevazones de que haya recuerdo en la Patagonia argentina y chilena. Fue el desastre para todos. Muy pocos animales sobrevivieron; yo, que fui el que tuvo menos pérdidas, de los 108 bueyes salvé 12; un caballo y la yegua parida. Por pura providencia escaparon de la muerte mi hermano Manuel y los hombres que con él cuidaban los bueyes, que fueron sorprendidos por la nieve en descampado. A
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pesar de este contratiempo que arruinó a casi todos los pobladores, nadie se amilanó, volvieron a traer animales de Argentina, llegaron nuevos colonos y poco a poco empezó a poblarse el territorio”. En pleno invierno de aquel universalmente trágico año de 1914, cuando la primera conflagración mundial iniciaba su triste designio de transformar las verdes praderas de Europa en campos de cenizas, en este otro rincón del mundo, presenciando impotentes la muerte de sus ganados, únicos bienes que habían logrado acumular en los sacrificados años de peregrinaje por la Patagonia oriental, los colonos enviaron una nueva solicitud suplicando al Ministro de Colonización para que habilite las tierras del Valle Simpson para colonia, pues hacía ya dos años -decían- temerosos por las campañas que el Comandante Gehbard hizo en contra de todos los chilenos que ocupaban tierras en la Argentina, habían comenzado a formar la población de dicho valle. Escribían su petición “En Río Huemules o sea Valle Simpson, entre el grado 45º 1/2 i 46 de la Provincia de Llanquihue (Chile) Agosto 31 de 1914” y terminaban manifestando que “a medida que llegaban a estas rejiones, el ciudadano chileno don José A. Silva, les mostraba la bandera tricolor flameando a los vientos puros de la cordillera, indicándoles que allí podían echar las bases de un nuevo pueblo formando una colonia y enriqueciendo al país”. En el eterno ciclo de los tiempos volvió la primavera para derretir las nieves en los campos recién hollados del fértil valle; otros colonos y más animales llegaron desde la pampa; brotaron los pastizales naturales para transformarse en carne y lana. Al respecto cabe señalar que, según información proporcionada por los mismos colonos a los medios de comunicación en Abril de 1915, pasaban del centenar los más representativos vecinos del valle. Lo anterior fue corroborado y quedó plenamente establecido en informe enviado por el Inspector de Colonización al Ministro del ramo a fines de Marzo de 1916. Dicho Funcionario dejó constancia que “en estos últimos terrenos (Valle Simpson) se encontró que estaban ya ubicadas 127 familias con un total de cerca de 1.000 personas, que disponían en conjunto de bienes que subían de 100.000 cabezas de ganado”. Instaladas las familias en el valle, dispusieron lo necesario para afianzar su posesión, que ellos estimaban legal, en su calidad de primeros ocupantes. En comicios públicos propiciado por los más caracterizados vecinos de la naciente colonia, eligieron a un representante, a quien
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confirieron mandato para que asuma la representación de todos ellos ante las autoridades gubernamentales. El nombramiento recayó en Adolfo Valdebenito Valdebenito. Los vaivenes de la vida habían llevado a Valdebenito por todos los rincones de la Patagonia Oriental, desde Neuquén al Cabo de Hornos. Se transformó así en un conocedor profundo de la idiosincrasia de los pobladores de esos “pagos”. Su vida errante quedaría atrás en 1912 cuando repasó los límites para colonizar Valle Simpson y convertirse en paladín de los derechos ciudadanos de los nuevos habitantes del Aysen. Desde ese instante, Valdebenito habría de asumir, codo a codo con Silva Ormeño, la dirección del movimiento colonizador. En la Frontera, y cuando se libraban las últimas y más cruentas escaramuzas de la Pacificación de la Araucanía, es cuando surgen a la vida los dos grandes protagonistas de esta epopeya campesina. Nacido en Algol Valdebenito y en Mulchén Silva Ormeño (2 de septiembre de 1885), mientras la Patria entera se estremecía aún al eco de los duelos de artillería y cargas de bayoneta de las campañas de Tacna y Arica. Herederos de los temerarios colonos que sólo años antes habían vivido la Pacificación, donde mapuches y chilenos se enfrentaron en implacable lucha por el derecho a las fértiles tierras de la Araucanía, la infancia de ambos estuvo poblada de ilusiones al vivir junto a sus padres las revolucionarias transformaciones que en el agro produjeron las medidas decretadas por el presidente José Manuel Balmaceda Fernández, acontecimientos que marcarían indeleble e imperecederamente la recia y emprendedora personalidad con que los dos enfrentarían lo que el destino les deparaba en Aisén. En cumplimiento de su mandato, Valdebenito, comisionado por los colonos recurrió a la autoridad que, según el conducto regular, correspondía el conocimiento de estos asuntos. Se dirigió pues a Puerto Montt, para entrevistarse con el Intendente de la Provincia de Llanquihue, bajo cuya jurisdicción, según vimos en el capítulo tercero, se encontraban las tierras conocidas como el Aysen, a quien demandó sus buenos oficios para que por su intermedio, diese a conocer las inquietudes de los pobladores a las más altas autoridades del país. En los primeros días de 1915 puso en manos del Intendente una solicitud dirigida al Presidente de la República, firmada por más de 80 jefes de familia, en la que éstos manifestaban que desde hacía aproximadamente 12 años a esa parte poblaban el Valle Simpson o región de Río Huemules lugar en que, mediante su trabajo tesonero y constante, a pesar del inclemente clima, habían iniciado sus actividades
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ganaderas que a esa fecha avaluaban “en más de medio millón de pesos, moneda arjentina". Expresaban que también había aumentado sobremanera la población por lo que se hacía necesaria la creación de una Subdelegación y se nombrase las autoridades respectivas que pudieran darle a ellos las mismas garantías que las leyes conferían a todos los ciudadanos del país, sobre todo para los que, como ellos, trabajaban por el engrandecimiento de tan vasta y alejada región. Ello era imprescindible porque a esa fecha debían recurrir a las autoridades argentinas, pese a residir en territorio chileno, lo que se debía fundamentalmente a la falta de vías de comunicación, pues eso dificultaba poderosamente sus viajes para el abastecimiento de productos de consumo de primera necesidad y también para la venta del producto de su trabajo. A ese forzoso aislamiento también se debía -agregaban- que no podían inscribir a sus hijos en el Registro Civil y en el Registro Militar, como lo exigía la ley, porque tales inscripciones debían realizarse en Puerto Montt, que por estar alejada cientos de kilómetros del Aysen, a ella se podía llegar solamente después de un penosísimo viaje hecho a caballo por campos argentinos primero y de Chile después. Daban cuenta también que esa misma falta de autoridades los exponía a ser víctimas de aventureros desalmados de diferentes nacionalidades que merodeaban sus haciendas, robándoles sus ganados y amenazando continuamente sus vidas y las de sus familias. Terminaban diciendo: “No se escapará al alto e ilustrado criterio de V.E. que una población industrial tan floreciente i numerosa, formada por ciudadanos chilenos, tenga la lejítima aspiración de tener iguales prerrogativas i garantías que sus demás conciudadanos del resto del país; y fundados en estas consideraciones i en el derecho de petición que la lei concede, venimos ante V.E. a solicitar la creación de la expresada Subdelegación i la de una oficina de Rejistro Civil”. La primera autoridad provincial, Intendente don Carlos C. Videla, en nota dirigida al Ministro del Interior, de fecha 7 de Enero de 1915, junto con remitir la solicitud precedente, apoyaba ampliamente las demandas de los pobladores más alejados de su territorio jurisdiccional: “Tengo el honor de acompañar a US., una solicitud presentada a esta Intendencia por don Adolfo Valdebenito, vecino del Valle Simpson en la Rejión del Río Huemul» a nombre de los pobladores de esos Lugares, pidiendo autoridades. En otras oportunidades esta Intendencia se ha dirijido a US., haciendo ver la necesidad que hai de constituir autoridades en la rejion del Río Huemul, por las
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razones que en la solicitud se esponen i que ya» como dejo dicho, esta Intendencia en notas anteriores ha espuesto a US. El Infrascrito, penetrado de la urgente necesidad que hai de constituir autoridades chilenas en la rejion nombrada para que nuestros compatriotas no tengan que recurrir a las autoridades argentinas, i se subsanen las graves deficiencias que notan, ruego a US. tenga a bien acoger favorablemente la solicitud que tengo el honor de acompañar. Carlos C. Videla. Intendente”. Un llamado de atención respecto al oficio trascrito: la fecha de la nota del Intendente Sr. Videla (7.1.15) y su referencia a que con anterioridad se había insistido en la necesidad de nombrar autoridades para la región de Río Huemules, demuestra que el Gobierno estaba en pleno y OFICIAL conocimiento de la ocupación de Valle Simpson por los connacionales repatriados. El apoyo prestado por el Intendente a estas gestiones y el conocimiento oficial que el Ejecutivo tenía acerca del poblamiento de Aisén, todo ello hacía suponer que sólo restaba a los colonos enfrentar la hostil naturaleza y vencerla con sacrificio y esfuerzo. Pero por ahí, en esa región apartada, alejada de los grandes centros poblados, donde en medio de un aislamiento voluntario se asentaban ilusionados los colonos repatriados, rondaba también la insaciable diosa de la tierra reclamando la ofrenda de los hombres. La lucha por las tierras fértiles, que ya habíamos visto desarrollarse en el centro-sur de nuestro país, reiniciaba su proceso en las vírgenes tierras del Potrero de los Rabudos. El drama que se avecinaba estaba en incubación desde el principio del siglo, cuando en el Potrero de los Rabudos existían dos concesiones: la otorgada a Antonio Asenjo y Alejandro Bate por Decreto Supremo 794 de 25 de Junio de 1903 por el que se les concedió permiso para ocupar por el plazo de 20 años los valles de los ríos Blanco, Palos y Simpson, y la de Luis Aguirre que le fue conferida el 16 de Mayo del mismo año. La sociedad Asenjo-Bate no había cumplido con la instalación de las 130 familias sajonas a que se había comprometido cuando solicitó la Concesión. Tampoco con su ofrecimiento de un barco para que haga un recorrido bimestral entre el Aysen y Puerto Montt y el plazo para hacerlo se encontraba vencido. Por tales motivos hubo de abandonar los terrenos y consecuentemente se dio por caducada la Concesión. Momento propicio éste para recordar cuanta razón tenían los pioneros de avanzada que llegaron por las Cabeceras del Río Mayo a
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Valle Simpson en Noviembre de 1911 -según lo recuerda Delfín Jara Beroíza- al manifestarles al Administrador de la Sociedad Augus McPhail que ellos habían sabido "que al lado de los campos de la Sociedad Industrial había unos terrenos que tiempo atrás pertenecían a la concesión de "Tres Valles" y que había caducado. En virtud del Decreto 659 de 16 de Mayo de 1903 se concedió a Luis Aguirre permiso por 20 años de ocupación de los valles de Coyhaique, Ñirehuao y Mañihuales a inmediaciones del río Aisén, cuya superficie fue determinada por Decreto 1769 de 2 de Agosto de 1904, abarcando 397.166 hectáreas, limitadas como sigue: Norte, la línea divisoria con la República Argentina, que la separa de las nacientes de la laguna Coyet, Arroyo Verde y lagos Fontana y Plata, y la división de aguas entre los ríos Cisne y Mañihuales, al Oriente, la línea divisoria con la República Argentina desde la latitud 44º 57' hasta la latitud 45º 37', al Occidente, el cordón que limita por el occidente de la hoya hidrográfica del río Mañihuales y estuario del Aysen y al Sur, la línea divisoria de aguas entre los ríos Simpson y Coyhaique, el cordón de las Barrancas, los cerros del Rápido y el cordón de cerros situados al sur de Puerto Chacabuco. De acuerdo a lo anterior el límite Sur de la Concesión estaba dado por el grado 45º 37' de latitud sur, o sea por la línea imaginaria que une el extremo sur del Lago Castor, el Cerro Divisaderos, lo que es actualmente el aeropuerto Teniente Vidal y el Cordón de las Barrancas, línea que separa el valle del río Coyhaique con el valle del río Simpson, quedando en consecuencia hacia el sur y fuera de la concesión de Luis Aguirre todos los pequeños valles conformados en la hoya hidrográfica del río Simpson. Lo anterior determina importantes implicancias jurídicas que examinaremos más adelante. El 20 de Octubre del mismo año 1903 el concesionario Aguirre cedió su concesión a la Sociedad Industrial del Aysen, cuyos estatutos fueron aprobados por decreto del Ministerio de Hacienda número 3787 de 27 de Noviembre de 1903. La flamante sociedad tenía así veinte años por delante para explotar el territorio cedido, a cambio de ciertas obligaciones, entre las cuales se encontraba la de colonizarlo. En 1904, con el aporte de 500 trabajadores que fueron llevados desde Puerto Montt y Chiloé, dirigidos por Juan Dun, Augus McPhail, Florencio Sanhueza y Abraham Sanhueza, la Sociedad Industrial del Aysen inició sus actividades colonizadoras con la construcción del camino de Puerto Chacabuco a Coyhaique Alto.
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Cuando la SIA llevaba diez años de concesión de los tres valles indicados ,obtuvo por Decreto 1147 de 16 de Junio de 1913, que los veinte años de permiso de ocupación comenzaran a contarse desde el 1 de Enero de 1913 bajo condición, primero, de ceder al Estado para el servicio público, el camino carretero que la sociedad había construido desde el límite con Argentina, pasando por el valle de Coyhaique, hasta Puerto Chacabuco en el estuario del río Aisén. Otra cláusula importante obligaba a la SIA a instalar en los terrenos de la concesión 100 familias originarias de Europa del Norte, a razón de 20 familias por año, a contar desde 1913 y para cuyo cumplimiento se le otorgaba un plazo de 5 años. No obstante lo anterior, el Gobierno se reservaba la facultad de radicar, de común acuerdo con la sociedad, dentro de los terrenos en ocupación, hasta 50 familias de colonos nacionales, es decir chilenos. Otras obligaciones para la sociedad consistían en mantener un servicio de navegación entre Aisén y Puerto Montt, comunicación que debería realizarse una vez al mes, además de dejar a beneficio fiscal, al terminarse el permiso de ocupación todas las mejoras de carácter agrícola efectuadas en los terrenos, como ser edificios, alambradas, cercos, canales, elementos de transporte y acarreo. Finalmente el Decreto expresaba que el incumplimiento de cualesquiera de las obligaciones estipuladas facultaría al Estado para poner término al permiso de ocupación sin más trámite. En los años 1913 y 1914, la SIA, deseando extender la acción de sus negocios de ganadería a terrenos más fértiles, pues tenía dentro de los límites de su vasta concesión una considerable extensión de cerros nevados que de nada le servían, al ver poblarse Valle Simpson, que alimentaba muchos miles de cabezas de ganado pertenecientes a los nuevos colonos que se repatriaron voluntariamente, hizo los trámites necesarios para solicitar a través de Santiago Arestizabal la permuta de los terrenos de la caducada concesión ‘Tres Valles’ de la Sociedad Asenjo-Bate ubicados al sur de Coyhaique, proponiendo devolver, a cambio de ellos, los terrenos de su primitiva concesión ubicados al norte de Coyhaique. Para el cumplimiento de sus propósitos la SIA comenzó a maniobrar en los círculos ministeriales y altas esferas de gobierno y después de muchas negociaciones al respecto tuvo la satisfacción de ver cumplidos sus anhelos. El Decreto 1882 del Ministerio de Relaciones Exteriores de 23 de Noviembre de 1914, dando lugar a la solicitud de Santiago C.
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Arestizabal, por la Sociedad Industrial del Aysen, tuvo presente, en primer lugar, un previo informe de la Oficina de Mensura de Tierras y otro de la Inspección General de Colonización e Inmigración, según los cuales era conveniente introducir diversas innovaciones al contrato de concesión primitivo, especialmente en lo referente a la delimitación de los terrenos fiscales ocupados, ya que habiendo la SIA ofrecido devolver mayor cantidad de terreno de los que gozaba aunque de menor calidad que los que pretendía a cambio, reducía en forma considerable la cabida de concesión de tierras fiscales. Se tuvo presente, además, que de acuerdo con la experiencia atesorada en lo que se refería a la colonización con extranjeros, era preferible sin duda alguna propender al desarrollo de la colonización con chilenos, toda vez que ello significaría una gran economía a la sociedad recurrente lo que permitiría incentivar la colonización de lugares tan apartados. Lo anterior acogía el ofrecimiento que previamente había hecho la SIA de radicar 150 familias de colonos nacionales si se la exoneraba de traer las 100 familias extranjeras a que se había comprometido con antelación. Teniendo en consideración todo ello, en el artículo primero del Decreto se eliminó del permiso para ocupar terrenos fiscales concedido a Luis Aguirre por Decreto 1769 de 2 de Agosto de 1904, del cual era cesionaria la SIA, los terrenos comprendidos dentro de los siguientes límites; Norte, los cerros que limitan por el norte la hoya hidrográfica del río Mañihuales; Oriente, el cordón de cerros que separa las aguas que van por el poniente al río Mañihuales y por el oriente a un afluente del río Goichel que cae dos kilómetros aguas arriba del arroyo Richards, hasta la junta de este río con el Goichel y la línea divisoria de las aguas que, partiendo de esta junta hacia el Sur Oeste, deja al Poniente las aguas de los ríos Ñirehuao, Emperador Guillermo y Simpson, hasta la confluencia de este río con el Coyhaique; Sur, el cordón de los Barrancos hasta la junta de los ríos Aysen y Blanco, los cerros del Rápido y el cordón de cerros situados al sur de Puerto Chacabuco; y Poniente el cordón que limita por el occidente la hoya hidrográfica del río Mañihuales y el estuario del Aysen. En cambio de los terrenos devueltos, el artículo segundo del Decreto 1882 de 23 de Noviembre de 1914 dispuso conceder permiso a la SIA para ocupar los terrenos de la ex Concesión ‘Tres Valles’, ubicados en Valle Simpson, comprendidos dentro de los siguientes deslindes: Norte, los terrenos de que en ese momento gozaba la sociedad, Oriente, la
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frontera con la República Argentina; y Sur y Poniente, los cerros que limitan la hoya hidrográfica del río Simpson. En su parte final ese artículo segundo dispuso que el permiso de ocupación terminaría en la misma fecha de finalización del contrato vigente, es decir el 31 de Diciembre de 1932. El Decreto exoneró a la SIA de la obligación que tenía de introducir y radicar las 100 familias de origen europeo a que se había comprometido pero la obligaba, en cambio, a radicar por su cuenta 200 familias de colonos nacionales en el plazo de 10 años a razón de 20 familias por año. Sobre el particular, el Gobierno de acuerdo con la SIA, determinaría la zona de radicación de los colonos, los que tendrían derecho a que se les conceda título definitivo de dominio en la medida que justificaren el cumplimiento de las disposiciones legales y reglamentarias vigentes sobre esa materia. El Decreto obligaba además a la SIA a suministrar a los colonos las herramientas necesarias para el cultivo del suelo, cuyo valor sería devuelto en el plazo de tres años. La sociedad concesionaria, debería entregar a cada colono jefe de familia hasta 20 vacas y un toro por el término de tres años, al cabo de los cuales dichos animales deberían ser devueltos, pagándosele a la SIA un cincuenta por ciento de lo producido. También debía entregar a cada familia cinco sacos de semillas de pasto y cinco sacos de semilla de papas. Debería vender a los colonos los comestibles que éstos necesitaren, y comprarles todo el queso, mantequilla y maderas que produjeren; además de darles preferencia para ocuparlos en las faenas de sus establecimientos como operarios durante el verano. El Decreto comprometía a la SIA a introducir mejoras por un valor de $ 250.000 que quedarían a beneficio fiscal, incluyendo en dichas mejoras la construcción por su cuenta de un camino de cuarenta kilómetros que partiendo desde el valle de Coyhaique llegaría hasta la Frontera, atravesando todo el valle del Río Simpson. Sin perjuicio de las obligaciones impuestas a la Compañía, el Gobierno se reservaba la facultad de radicar hasta 100 familias de colonos nacionales en los terrenos afectos al permiso de ocupación otorgada a la Empresa. Como puede apreciarse, aparte de 228.750 hectáreas que seguirían en su poder, la permuta otorgaba a la SIA otras 180.250 hectáreas de superficie constituidas precisamente por el valle Simpson
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que –como hemos visto- estaba ya poblado por los campesinos procedentes de Argentina. Un mes después de dictado el Decreto Supremo que hemos comentado, promulgado por el Presidente Ramón Barros Luco y su ministro Manuel Salinas, la SIA, sin considerar para nada el compromiso contraído en dicho instrumento en lo referente a poblar Valle Simpson con colonos, hizo todo lo contrario: procedió a notificar a éstos para que abandonen de inmediato las tierras que ocupaban, demostrando esa Sociedad, una vez más, lo señalado en el capítulo segundo en cuanto a que la Concesión Territorial fue nada más que una maniobra para poder entregar gran parte del territorio nacional a poderosos empresarios, ocultándose el negociado tras la cortina de humo que algunos llamaron "bluff" de la colonización.
SUBDELEGACION RIO SIMPSON Temblor de victoria remece los cerros, los valles se entregan, se esconden las fieras. Sobre los cielos de inviernos totales al fin luce un tibio sol de primavera”. (Eusebio Ibar. LLEGARON PRIMERO) “
Notificados del requerimiento que les hacía la Sociedad Industrial del Aysen, con el intercambio de notas que siguió y la remisión y publicación de solicitudes, cada parte tomó sus posiciones, poniéndose frente a frente. Por una parte las familias de chilenos repatriados que ya habían pedido terrenos para colonizar, autoridades y escuelas al Gobierno, y por otro lado la SIA que había obtenido de éste la concesión de las tierras que los primeros ocupaban realizando toda clase de actos posesorios. El contenido de la nota dirigida por la SIA a los pobladores, el 1 de Enero de 1915 confirma una vez más que sólo el 23 de Noviembre de 1914 y no antes el Gobierno otorgó permiso a esa sociedad para ocupar Valle Simpson y que en consecuencia no era efectivo lo dicho por el administrador McPhail a los exploradores de las ‘Cabeceras del Río
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Mayo’ en 1911 en cuanto a que esos terrenos estaban ya bajo el dominio de la SIA. Los pobladores dispuestos a no entregar el Valle, anunciando públicamente a la Sociedad y a las autoridades que resistirían hasta el fin si se pretendía desalojarlos por la fuerza, ello "jurado bajo nuestra bandera tricolor que nos hace sombra"; y la Sociedad dispuesta también a hacer respetar sus derechos como concesionaria del valle, habiendo manifestado su gerente Juan Dun que "ella luchará hasta la última pulgada de suelo a que tiene derecho". Ante la resistencia de los pobladores, en una segunda comunicación, la Sociedad les ofrecía radicarlos como colonos en cuarenta hectáreas y para el caso de no ser aceptado dicho ofrecimiento les impondría el cobro de arriendo por pastaje. ¿Podrían, los colonos, haber aceptado ese ofrecimiento de ser radicados en cuarenta hectáreas, superficie que según el mismo señor Dun "no les serviría más que para corrales de sus ganados?”. La propuesta, por lo demás, hacía caso omiso a la disposición del artículo cuarto del Decreto de Concesión número 1882 que ya hemos trascrito. En efecto, el Decreto establecía claramente que el Gobierno, de acuerdo con el concesionario, era el encargado de determinar la zona de radicación de los colonos; pero la determinación unilateral de la Sociedad ponía a éstos en la disyuntiva de retirarse de ahí con sus animales, de entregarlos a cualquier precio a la sociedad o a convertirse en tributarios de ella pagando por el talaje de sus ganados. ¿Cómo contestaron entonces los pobladores al risible ofrecimiento de la Sociedad Industrial del Aysen?: "Para la manifestación celebrada en este pueblo el primero de mayo pasado yo dije al público en mi discurso que este Valle es de nosotros los chilenos que lo hemos venido a poblar desde territorio argentino i que no será jamás de la Aysen i que yo soi ciudadano que pisotearé a cuantos Decretos Supremos vengan como el que autorizó a la Aysen para que ocupe nuestro Valle. ¿No es verdad que así debe ser el ciudadano? Debe ser libre i consciente i no asustarse jamás por decretos supremos cuando éstos vienen con el solo fin de asumir de cabeza a un pueblo como éste de naciente formación. “Conforme a mis sagrados propósitos ruego a la noble Intendencia de Llanquihue i a los altos hombres de Gobierno que den a esta población las garantías que por su noble patriotismo merece. Lo pide su fundador, el cual está dispuesto a luchar en contra de los gobernantes que a nuestros clamores han permanecido inmóviles como una estatua i sordos como una pared,
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mas yo permanezco imperturbable i firme como una roca. Jamás por mi mente ha pasado ni por un solo segundo el fracaso de esta colonización. ¡Venceremos cuanto obstáculo se nos oponga!. ¡Antorcha que yo encendí no la apaguen los grandes terratenientes!" . La situación creada no era, por cierto, la más conveniente a los intereses de la Nación, tanto por razones de orden administrativo como por aquellas de orden internacional. No olvidemos al respecto que en esa época era muy precario el ejercicio de la soberanía en los territorios fronterizos. Ante una ‘guerra’ que ya estaba declarada de hecho, cuando los colonos se preparaban a resistir la extorsión y hacerse firmes en ese rincón de la patria que ellos habían encontrado abandonado, el imperio de la ley debía imponerse a fin de evitar consecuencias imprevisibles. Debía disponerse los medios y personal necesarios para paliar la delicada situación, que hasta ese instante el Gobierno contemplaba imperturbable. Lo lógico era entonces incorporar Valle Simpson a la administración general de la República, y proveer los funcionarios idóneos que pudieran corregir las anómalas situaciones que se producían en aquel territorio tan alejado de la administración central como de la provincial. Fue así como, atendiendo el clamor de los pobladores y las reiteradas solicitudes formuladas en tal sentido por el Intendentes de la Provincia don Carlos Videla, EL 7 DE JUNIO DE 1915, EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DON RAMÓN BARROS LUCO Y SU MINISTRO DEL INTERIOR DON ENRIQUE A. RODRÍGUEZ PROMULGARON EL DECRETO SUPREMO Nº 3024 QUE CREO LA SUBDELEGACION RIO SIMPSON, decreto que fuera publicado en el Boletín de Leyes y Decretos de Gobierno Nº 11.190 de 16 de Junio de 1915, Pág. 698, en que se tuvo presente sendos informes presentados por el Intendente de Llanquihue y la Inspección de Geografía y Minas de la Dirección General de Obras Públicas. A la nueva Subdelegación se le asignó el número 7 y fue deslindada al norte por el Río Rayas, al sur por el paralelo del grado 47, que pasa por el Cabo Tres Montes de la península de ese mismo nombre, al este con la República Argentina y al oeste con el Océano Pacífico. A partir de este Decreto, el Aysen se incorporaba por vez primera a la administración general de la República como unidad geopolítica básica en carácter de Subdelegación. Es dable suponer que el Decreto 3.024 le da continuidad histórica a los orígenes de la Provincia de Aisén y posterior Región Aisén
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del General Carlos Ibáñez del Campo, si consideramos que el Potrero de los Rabudos, delimitado -grosso modo- por la Merced Real concedida al Gobernadorcillo de los indios Payos don Juan Levién, del que tomó posesión el 10 de Enero de 1798, se extendía, norte-sur, desde el Monte Melimoyu hasta el Deshecho, nombre con que entonces se conocía el sector de Ofqui, comparándolo con los límites aprobados por el Decreto creatorio de la Subdelegación Río Simpson. El deslinde Norte, el Río Rayas (paralelo 42º 50’ aproximadamente), que nace del cordón cordillerano dominado por el volcán Michimahuida, habría de ser mantenido casi en la misma forma por Decreto No. 8.582 de 28 de Enero de 1918 que creó el Territorio de Aisén (Cerros de la Península de Reñihué hasta el Paso de Menéndez), aunque más tarde sufrió modificaciones substanciales. Por otro lado, el deslinde Sur, "grado 47º que pasa por el cabo Tres Montes" se aproxima, evidentemente, al Deshecho de Ofqui. No cabe duda que la creación de la Subdelegación Río Simpson constituyó un verdadero triunfo, el primero, de los esforzados colonos del Aysen... y era la Subdelegación más grande del país. Primordial actuación le cupo en este importante logro a Adolfo Valdebenito a quien se encomendó la misión de obtener la creación de la Subdelegación, lo que debía envolver necesariamente el nombramiento de autoridades que fueran prenda de garantía para los intereses de la región. Sobre el particular, es dable suponer que el cambio de dirección en el movimiento colonizador que hemos ido advirtiendo, traspasado desde Silva Ormeño a Valdebenito, se debió más que nada a la diferencia de métodos usados por cada cual. En las cartas y solicitudes rubricadas por el primero hemos apreciado, aparte de la exaltación patriótica, la adopción de una línea francamente revolucionaria, de rompimiento absoluto no sólo con la SIA, sino también con las autoridades superiores de Gobierno: "El Gobierno pensará echar la población, pero el pueblo i la prensa no lo permitirán, i tendrá que ser por la razón o la fuerza", "i Barájate pueblo! eres tú el que manda y no te dejes engañar, despierta de tu sueño i no dejes que las pocas tierras que aún quedan pasen a manos de compañías"; "caerán Río Frío, Río Aysen, Río Baker i cuantas otras sociedades de esta misma índole se encuentren"; "mi doctrina es la tierra para quien la trabaja i cultiva"; "pisotearé a cuantos decretos supremos vengan, como el que autorizó a la Aysen para ocupar nuestro valle"; "el Gobierno está
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sugestionado desde su nacimiento i para despertarle se precisaría una reacción completa por parte del laborioso pueblo", etc. etc. Junto a un Silva Ormeño revolucionario encontramos a un Valdebenito que se aferra a las normas establecidas, exponiendo con precisión la situación, necesidades y peticiones de los pobladores; con respeto y humildad quizás, representando la línea moderada de la acción. Ello es el reflejo de dos personalidades diferentes, que si bien no chocan, conscientes quizás del papel aglutinante que cada cual juega en la gloriosa empresa colonizadora, asumen diferentes actitudes frente al problema, buscando cada cual el camino que mejor conoce para servir los intereses de la comunidad que representan. Silva Ormeño, pertinaz, carismático, audaz, dotado de la picardía e inteligencia innata del hombre ‘del pueblo’, nunca estabilizado, atraído por la aventura, habría de seguir indomable por siempre: buscando minas en compañía de la Guillermina Inallao en las riberas del Lago Buenos Aires, organizando guerrillas en Chile Chico y soñando con la colonización del litoral en Bahía Erasmo, hasta su fallecimiento en Puerto Aisén el 30 de noviembre de 1954. Mesurado, reflexivo, tolerante, cooperador con las autoridades manejando sabiamente las situaciones, Valdebenito en mérito a sus cualidades habría de ser más tarde el representante del Poder Judicial en la zona y luego Alcalde de Aisén en 1938-39, y no por ello menos audaz que Silva Ormeño, porque como vocero del "clamor de una provincia", como dice Baldo Araya en su obra ‘Crónicas de Coyhaique’, hubo de cumplir muchas veces su cometido, cuando se trataba de trasladarse al norte del país, clandestinamente, al amparo de la noche y cuidado por patrullas ad-hoc, para poder llegar hasta Aisén y abordar el barco que lo llevaría en su misión de entrevistarse con las autoridades provinciales y nacionales. Esta disimilitud de caracteres habría de quedar de manifiesto públicamente ya el 20 de Junio de 1915, con ocasión de una nueva presentación hecha a la Intendencia de Llanquihue por Silva Ormeño y Timoteo Jara en representación del COMITÉ DE COLONIZACIÓN DE RIO HUEMULES, en la que a nombre de los pobladores manifestaban encontrarse temerosos ante la presencia de campamentos de bandoleros en los bosques aledaños al valle, que habían llegado hasta allí perseguidos por la policía argentina. Ante la posibilidad de que fueren hurtados sus ganados y otros bienes y en circunstancia que en la zona no había autoridades ni resguardo policial que garantizaren sus derechos,
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notificaban a la Intendencia que ‘si esta población se ve obligada a armarse en defensa de sus hogares no se les tome por criminales’. Aquilatando las circunstancias, fácil es deducir que la intención de armarse iba dirigida no tanto a repeler a los bandoleros sino más bien a la defensa de la posesión material que los pobladores tenían en las tierras del valle contra la posible acción armada de la SIA. De ahí entonces que la reacción del sector moderado no se hizo esperar, pues el 10 de Noviembre de 1915, cuando recién tuvo conocimiento de la solicitud del Comité, este sector envió un telegrama al Intendente manifestando que el Comité no tenía atribuciones, que protestaban contra los métodos empleados por el Comité y que el único que tenía atribuciones para representarlos era Adolfo Valdebenito. No eran infundados, sin embargo, los temores del Comité de Colonización, y la medida preventiva de armarse estaba acorde con las circunstancias y especialmente con el estilo de su líder y de sus miembros en cuanto a enfrentar a la SIA y resguardar sus derechos posesorios con la fuerza en caso necesario. No eran infundados porque el 10 de Diciembre de 1915 en el vapor ‘Cautín’ cuatro carabineros al mando de un sargento se embarcaron rumbo al Aysen para ponerse a las órdenes de la Sociedad Industrial del Aysen, por órdenes expresas que venían directamente de Santiago. En conocimiento de tal hecho, y habiendo llegado el personal policial al Aysen, desató las iras de los colonos porque pese a la innumerables solicitudes presentadas por ellos a través de Silva Ormeño y de Valdebenito pidiendo autoridades y policía para el resguardo de la población, peticiones a que invariablemente se les contestó que no podía el país acceder por el desembolso en dinero que ello significaba, más aún debido a la crisis que se vivía originada por la guerra europea, no lograban comprender ahora cómo el Gobierno ipso facto enviaba a la zona un piquete de carabineros para amparar los derechos de la SIA. Pero el lector no debe admirarse por esto. Así se estilaban las cosas entonces. Ante esta situación Silva Ormeño hace oír una vez más su voz de protesta pidiendo ‘clarividencia’ a los gobernantes, haciéndoles presente la ilegitimidad del procedimiento. "Quisiera que nuestros gobernantes ni tampoco la Aysen fuesen mis enemigos ¿pero como evitar esto?” exclama. "Ellos solos se han buscado esta lucha pensando tal vez que a mi o a la población del Simpson la aventarán cual flor de cardo por el espacio. La Aysen i el Gobierno han fraguado sobre un ambiente mui ficticio, sin conocer que mi predisposición i mi porvenir son netamente preeminentes".
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Ante el temor de que se produjeran choques imprevisibles que luego pudieran lamentarse, entre los pobladores y la tropa de carabineros, que en tal caso actuarían como esbirros de la SIA, el Intendente Carlos Videla dirigió el mismo día 10 de Diciembre de 1915, fecha de partida de los carabineros, una comunicación al Ministerio del Interior indicando la conveniencia de que se envíe al Aysen un oficial de Carabineros o un funcionario civil que fuera garantía para las partes en litigio, y se haga cargo de la situación. Fue uno de los últimos actos administrativos del Intendente señor Videla, pues el 23 del mismo mes renunció a su cargo por término del período presidencial de don Ramón Barros Luco. Al día siguiente, 24 de Diciembre, asumió como Presidente de la República don Juan Luis Sanfuentes Andonaegui, que designó como nuevo Intendente de Llanquihue a don Luis David Maldonado, que asumió sus funciones el 22 de Enero de 1916. Seis días después, el 28 de Enero de 1916, el flamante Intendente designaba como Subdelegado de la Subdelegación Río Simpson a un joven contador, don Sandalio Bórquez Oberreuter, que había obtenido su título profesional en Diciembre de 1911. El mismo día el Intendente Maldonado iniciaba las gestiones para el nombramiento de Juez de Subdelegación, designación que recayó en uno de los más antiguos pobladores del valle, el finlandés Federico Olof Lumberg. La creación de la Subdelegación y el nombramiento de funcionarios era el inicio de la existencia cívica de Aisén en el seno de la Nación, la opinión pública así lo entendió oportunamente porque se dio cuenta que la incuria y desidia estaban quedando atrás y que los gobernantes habían principiado a comprender que debían amparo y ayuda a la Colonia. La nueva administración de la provincia tenía ahí un buen campo de acción en servicio de la población del valle. Sirviéndola a ella se servían grandes intereses nacionales. Nuestro país necesitaba sus fronteras pobladas con sus hijos. Todo lo que tendiese a arraigar en ella a los chilenos, todo lo que propendiese a facilitarles su comunicación con el centro del pías, era obra de patriotismo que se imponía a los gobernantes. La preocupación del Intendente señor Maldonado para proveer con prontitud de funcionarios la nueva Subdelegación nos revela su comprensión de esa realidad y hasta qué punto se temía la iniciación de
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un conflicto armado entre las partes interesadas en el Valle Simpson, donde ya se había destacado el grupo de carabineros. Pronto los nuevos funcionarios se hicieron cargo de sus puestos, aunque, según el parecer de los pobladores, no hubo muy buen tino en los nombramientos porque tanto el Subdelegado como los carabineros fueron a instalarse no en Valle Simpson, sino en la Estancia de la SIA, lo que constituía una contradicción, vista desde la perspectiva del conflicto latente que existía entre esta última y los pobladores. Estimaban también que el nombramiento de autoridades debía haber recaído en personas partidarias de la colonización, de entre los mismos repatriados, pero que lamentablemente no había ocurrido así. Consideraban al Juez de Subdelegación Olof Lumberg -un europeo que casi nada hablaba español- contrario a la colonización porque desde hacía varios años estaba gestionando la adquisición de cuatro leguas cuadradas de tierra y por tal razón se oponía a la entrada de más repatriados al sector donde él vivía. Ello, estimaban, constituía una gran ofensa para los repatriados "que vienen de la República Arjentina en busca de autoridades chilenas i se vienen a encontrar con extranjeros en pleno campo chileno, como si Chile no tuviese hombres para que desempeñen tales puestos". Otro tanto ocurría con el Subdelegado señor Bórquez "que es un ciudadano joven y de carácter alegre", pero que había fijado su residencia en la Estancia de la SIA, en circunstancias que debería vivir en Valle Simpson: "cosa rara nos parece esto, que un Subdelegado no sepa si es nombrado para Aysen o para Simpson. Esto es como si el Presidente de la República se fuese a Valdivia siendo que la capital es Santiago". Lejos de menguar los ánimos, la nueva situación creada con la presencia de carabineros en la Estancia de la SIA no hizo otra cosa que incrementar la intranquilidad. Las declaraciones fueron subiendo de tono: "Nosotros no cederemos un solo paso. Lucharemos i derribaremos a cuantos se opongan a nuestra gran colonización ganadera que como un águila en los aires tiende sus alas i dice : desde Magallanes al grado 42 derribaré todas las grandes concesiones de tierra i estos mismos campos en proporciones de una legua serán entregados en manos de pequeños capitalistas los cuales han traído i traerán sus ganados de la República Arjentina i harán florecer estos campos para el engrandecimiento de nuestro pais".
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La situación llegó a su punto álgido cuando a mediados de Febrero de 1916 la Intendencia tuyo conocimiento por medio de un telegrama despachado desde territorio argentino por el Juez de Subdelegación señor Lumberg que un empleado de la Sociedad, acompañado por carabineros, estaba notificando a los colonos para que se retiren del valle o paguen talaje; y que, en caso contrario dentro de un plazo determinado, serían lanzados por la fuerza. El 18 de Febrero el Intendente dio a conocer a los pobladores, también a través de telegrama, su posición oficial: "18 de Febrero de 1916. Olof Lumberg Ensanche Colonia Sarmiento República Arjentina. Carabineros destacamento Aisén tiene instrucciones por escrito, de no proceder sino con orden judicial del Juzgado de ésta Compañía Aisén no tiene policía propia. LOS HABITANTES RIO HUEMULES NO PUEDEN SER LANZADOS SINO POR UNA RESOLUCIÓN JUDICIAL. Lo que comunico a Ud. en contestación a su telegrama de fecha 14 del actual. LUIS DAVID MALDONADO. Intendente". La primera autoridad provincial respaldaba, por cierto, el imperio de la legalidad; propiciaba el statu quo entre las intransigentes posiciones de las partes en conflicto. Sólo con orden judicial, sentencia ejecutoriada emanada de autoridad competente y previo juicio donde debería establecerse el derecho que a cada parte asistía, es decir, procediendo los contendientes en la forma determinada por las leyes, los pobladores podrían ser lanzados de su posesión. Si bien es cierto los colonos no eran titulares de ningún derecho respecto a la tierras que ocupaban, la verdad es que estaban protegidos por el ‘hecho’ de su posesión material, que incluso tenía origen con antelación al decreto de 23 de Noviembre de 1914 que entregaba en concesión esos terrenos a la SIA. Como se señaló anteriormente, el deslinde meridional de la concesión de la SIA lo constituía la línea imaginaria que une el extremo sur del lago Castor y el Cordón de las Barrancas, pasando por el Cerro Divisaderos y lo que es hoy el aeropuerto Teniente Vidal. Todos los primeros pobladores del valle se habían instalado ‘detrás’ de esa línea imaginaria, tanto los que se introdujeron por el río Huemules como los que lo hicieron por Coyhaique Alto o por el camino tropero de las Cabeceras del Río Mayo. La posesión -se ha dicho- no es un derecho, pero es una propiedad aparente y en el poseedor se ve a un presunto dueño mientras otra persona no justifique serlo, y este presunto dueño se encuentra
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amparado por diversas acciones judiciales que le ha conferido el legislador, incluso respecto al Fisco, acciones que tienen por objeto cuidar que no se le turbe dicha posesión o recuperarla cuando ella se ha perdido, debiendo acreditar solamente que no haya sido violenta ni clandestina, tranquila y no interrumpida durante un año. En el caso que nos preocupa, esa posesión -amparada por el derecho- no era violenta, pues no se había adquirido por la fuerza. Tampoco era clandestina porque -como vimos- los colonos la habían adquirido no ocultándose a quienes podrían haber tenido algún derecho a oponerse a ella, sino que, por el contrario, se había tomado pública y pacíficamente, sin oposición de ninguna especie, previas cuatro solicitudes y telegramas al Gobierno, el que tenía conocimiento oficial, como quedó demostrado por la comunicación del Intendente Carlos E. Videla de 7 de Enero de 1915 que ya hemos trascrito, y databa incluso en algunos casos desde hacía 13 ó 14 años. De ahí entonces que el Intendente señor Maldonado no hacía otra cosa que amparar ese HECHO de la posesión material, es decir la actividad colonizadora que los pobladores realizaban "con ánimo de señor y dueño" - usando los términos del Código Civil- en el Valle Simpson. El camino a seguir estaba trazado. Con la consigna de la defensa de la legalidad en la mente, el vocero de los colonos -Adolfo Valdebenito- fue enviado por éstos, en los primeros días de Mayo de 1916, a conferenciar con las autoridades de gobierno acerca de la crítica situación. El 17 de Mayo de 1916 debieron conferenciar en Santiago el Ministro señor Ochagavía, el Inspector de Colonización don Temístocles Urrutia, un representante de la SIA y Adolfo Valdebenito. Días antes se habían reunido el Ministro Ochagavía, Valdebenito y el Diputado Carlos de Castro, ocasión en que se insinuó como solución que el Gobierno radicara a los colonos amenazados de desalojo en los mismos terrenos concedidos a la SIA, determinación que podría haberse tomado dentro de las facultades que al Gobierno daban las cláusulas del contrato celebrado con la Sociedad. No está claro si dicha reunión a nivel ministerial se llevó a cabo o no, pero lo cierto es que, de haberse efectuado, no tuvo ningún resultado positivo. La impresión es que el fracaso de esas frustradas negociaciones constituyó un desaire a la acción arbitradora de la primera autoridad provincial, puesto que el Intendente, acusando el golpe, y atendiendo
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además al clamor de los colonos, el 23 de Mayo de 1916 procedió a designar a Adolfo Valdebenito como Juez de Subdelegación de Río Simpson en reemplazo de Olof Lumberg. El nombramiento constituía, sin duda, una prenda de garantía para la defensa de los pobladores, razón por la que esa noticia fue recibida con júbilo por los campesinos de Aisén: "Por fin después de tanto batallar parece que nos acercamos a la meta» parece que nuestros gobernantes por fin se convencen de que no somos tan salvajes como se nos consideraba hasta hace poco tiempo. Esto nos revela el reciente triunfo sobre el nombramiento de Juez de Subdelegación» el cual con justa causa cayó sobre uno de los más esforzados campeones de nuestra colonización: el señor Adolfo Valdebenito. Digo triunfo porque es el hombre que desde luego necesita esta nueva población: él es conocedor de la comarca como asimismo de gran parte del territorio arjentino conociendo al mismo tiempo sus leyes i costumbres; por lo tanto él sabrá mejor que otros ventilar los asuntos de su jurisdicción. JOSÉ A. SILVA”. Por nuestra parte, pensamos que lo anterior nos revela, a la luz de lo que hemos dicho sobre Valdebenito y Silva Ormeño, el patriotismo y sentido cívico que engrandece a este último. 1915 fue el año decisivo para la colonización al haber logrado sus impulsores el triunfo que significó la creación de la Subdelegación Río Simpson y el nombramiento de las primeras autoridades administrativas de la región. A pesar del rechazo que produjo la decisión inicial del Subdelegado Sandalio Bórquez Oberreuter al fijar su residencia en la Estancia de la SIA, el tiempo y el actuar de éste se encargaron de demostrar la preocupación, el cariño y la entrega con que Bórquez trabajó y luchó por el progreso de la zona. Cuando en 1918, como veremos más adelante, los pobladores de la ribera sur del Lago Buenos Aires se vieron amenazados de desalojo, Bórquez fue uno de los primeros en elevar su voz de protesta por los atropellos de que estaban siendo víctimas esos colonos. En esa ocasión se trasladó, en el mes de Mayo, pleno invierno, cabalgando, hasta la más próxima ciudad argentina, en compañía de Silva Ormeño, para denunciar telegráficamente esos graves hechos a las autoridades provinciales y nacionales; y después, haciendo causa común con Silva Ormeño, partió hacia Chile Chico para tratar de solucionar el conflicto.
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Años más tarde, en 1922, seguía bregando por la causa de la colonización, solicitando el aumento de la fuerza pública para resguardo de los derechos de los habitantes de su jurisdicción; sugiriendo medios para fomentar la incipiente actividad económica de la región: construcción de caminos y ferrocarril; instalación de correos y telégrafos; aprovechamiento de la navegabilidad del Lago Buenos Aires; liberación de derechos aduaneros; autonomía administrativa; desarrollo de la industria ganadera; y con gran visión futurista el aprovechamiento de "la gran cantidad de fuerza hidráulica que existe, como en pocas partes del globo, no dudo hará viable el desarrollo metódico de las industrias". Este primer funcionario público de la hoy XI Región Aisén del General Carlos Ibáñez del Campo, es acreedor, pues, del merecido reconocimiento público y de un lugar preponderante en la historia del Potrero de los Rabudos. No menos importante y sacrificada fue la labor cumplida por el primer jefe policial de la naciente Subdelegación, el Sargento Primero Francisco Bahamonde, que llegó a la Estancia de la SIA en Diciembre de 1915 al mando de un destacamento de 4 funcionarios, quién, en circunstancias que en nada le favorecían, en una época cargada de tensiones, supo, sin embargo, cumplir fielmente con su deber. Hasta el mismo Silva Ormeño, que en principio atacó duramente al Gobierno por haber enviado ese piquete de carabineros, tuvo que reconocer -y con hidalguía- los méritos del Sargento Bahamonde, llegando a decir de él; "el valiente Primero de Carabineros señor Francisco Bahamonde, encargado del destacamento: los actos plausibles de la policía chilena son mui comentados en la República Arjentina donde todos están verdaderamente convencidos que nuestros carabineros son hombres militares i de valor". Si 1915 fue un año de grandes decisiones, 1916 fue el año de consolidación, pues después de la conquista que significó la creación de la Subdelegación, lograron los colonos el reconocimiento de un derecho que en justicia les asistía: el derecho a ser propietarios de las tierras por ellos trabajadas. La defensa mancomunada de los intereses comunes, había hecho realidad la consigna de lucha de Adolfo Valdebenito: POR SOBRE LA VOLUNTAD DE LOS PODERES ESTA EL PODER DEL DERECHO I DE LA JUSTICIA. BALMACEDA
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"Al pie de la frontera Argentina fundaremos un pueblo en recuerdo i memoria de uno de nuestros más grandes hombres de estado, el gran ciudadano chileno Don José Manuel Balmaceda, un gran mártir que la ignorancia en un tiempo crucificó". (Antolín Silva Ormeño. CARTAS.) La gesta de la colonización de Aisén es la historia de la lucha de intereses entre los colonizadores y la Sociedad Industrial del Aysen. Cuando ésta se dio cuenta que en el plano de la legalidad su perspectiva se achicaba, no pudo hacer otra cosa que encauzar sus pretensiones por otros canales, por cierto no tan honestos como lo habían sido el intercambio de correspondencia con aquellos o las tentativas de utilizar legalmente la fuerza pública para obtener el desalojo de los campesinos, intentos de los cuales los colonos habían salido incólumes. Métodos y acción: dos elementos fundamentales para conseguir un objetivo. Recordemos al respecto que como método, la campaña de desprestigio y la extorsión dieron excelentes resultados cuando se trató de expulsar a los colonos nacionales de las tierras de la Araucanía en la segunda mitad del siglo pasado, y también cuando se persiguió ‘correrlos’ de la Patagonia Argentina, después de su asentamiento en esos parajes deshabitados. Poner en acción similares métodos constituyó la nueva alternativa de la SIA cuando vio frenados sus embates contra los colonos de Valle Simpson por la tenaz, unificada y bien concertada oposición que éstos presentaron y que fuera secundada no sólo por la opinión pública y la prensa, sino también por la primera autoridad provincial, al instar todos ellos por la aplicación del principio de la legalidad, según vimos en el capítulo anterior. Esgrimiendo la argucia como arma preferida en esta guerra subterránea de socavamiento del crédito que estaban capitalizando los colonos, sus oponentes comenzaron a esparcir las ya conocidas falacias, a hostilizarlos y a aplicar exacciones intolerables. La SIA continuó las hostilidades en dos frentes principales. En primer término atacando derechamente el prestigio de los colonos y al mismo tiempo haciendo todo lo posible para cerrar las puertas a la incipiente actividad comercial que éstos habían iniciado.
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Comenzó por propalar a los cuatro vientos que todos ellos eran salvajes, incultos y groseros. Se les motejaba de nómadas, "representantes genuinos de los mongoles y de los primeros turcos", aludiendo con esto último al hecho de que habían vivido errantes en la Patagonia Argentina, sin considerar que entonces, desde hacía ya varios años cada cual estaba radicado en sus respectivos predios y que, según las propias estadísticas de los campesinos, el alfabetismo en la zona llegaba a un 60 %, lo que puede considerarse admirable tratándose de territorios totalmente abandonados por los poderes públicos, sin escuelas, y de gentes que hasta hacía poco tiempo estuvieron trasladándose de un lugar a otro. El diputado Agustín Gómez García, que hizo una gira por esos lugares en Diciembre de 1915, declararía, de regreso en Santiago, que con raras excepciones, los pobladores chilenos de aquellos territorios eran individuos conscientes, cultos, activos y trabajadores, hechos que nosotros podemos corroborar y que se desprende de la sola lectura de la correspondencia que antes hemos insertado. No obstante lo anterior, la leyenda negra difundida acerca de ese imaginario semi-salvajismo de los colonos prendía en otras personas ajenas al conflicto. Era el caso de la tripulación del vapor ‘Cautín’, de propiedad de la Compañía Sudamericana de Vapores que hacía un viaje al mes hasta Puerto Montt, único medio de transporte a que podían recurrir los pobladores. Era humillante el trato que se les daba en los viajes ocasionales que éstos hacían al ‘norte’ del país. Se les hacía dormir en la cubierta, eran mal atendidos, con desprecio. La opinión generalizada a bordo era que de ellos nada podía esperarse porque eran salvajes: “Será quizá porque nosotros no nos dejamos arrastrar por los caprichos de que nos quieren hacer víctimas nuestros poderosos detractores. ¿O será un delito defender honradamente nuestros legítimos derechos?”. Ante las autoridades provinciales denunciaban los colonos que día a día eran vilipendiados por la SIA. Todos los pobladores que hacían el viaje a Puerto Montt se quejaban de que el Gerente de la Sociedad había dado órdenes estrictas a los miembros de la tripulación del ‘Cautín’ que no se les tenga ninguna clase de consideración, que no se les vendiese carne ni pan durante el viaje: "cuando viajan familias los chicos tienen que llorar por el pan, porque bajo ningún concepto se les quiere vender".
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Eso en lo que respecta al viaje de Aisén a Puerto Montt. Pero el solo hecho de poder llegar desde Valle Simpson a Aisén constituía de por sí una verdadera hazaña. Para trasladarse los pobladores hasta el puerto de arribo del ‘Cautín’ debían ellos recorrer primero 25, 30 o 40 kilómetros de sur a norte hasta llegar a la Estancia de la SIA en Coyhaique donde debían solicitar se les otorgue un ‘pasaporte’ para poder más tarde utilizar el balseadero del Río Mañihuales. Era éste el único lugar que podían usar para ello, porque pese a la existencia de vados aguas arriba, éstos no podían ocuparse por estar cerrado el paso con alambradas. Sólo aquellos portadores del ‘pasaporte’ podían atravesar el río, previo pago de $ 3 moneda nacional argentina por una persona y su caballo cuando el viajero provenía del valle y $ 3 chilenos cuando iba hacia allá. Por cada caballo, además del que montaba el viajero se cobraba $2 nacionales hacia Aisén y $ 2 chilenos hacia Simpson. Para apreciar en toda su magnitud esta extorsión recordemos que en la época, siendo el caballo el único medio expedito de transporte, cada viajero llevaba su tropilla formada por 10, 15, 40 ó más caballos. El viaje en familia, obviamente, aumentaba considerablemente el estipendio a pagar. Llegado el viajero a Aisén la Compañía se encargaba de esquilmarlo otro poco; era obligado a alojarse en el hotel de propiedad de ésta o levantar una tienda o campamento sobre el camino o a campo abierto. Pero si hacía esto último también debía pagar una tarifa, más cincuenta centavos por cada caballo que pastara en los potreros. La utilización del ‘Cautín’ para el servicio de correspondencia era causa de constante tensión entre las partes en litigio, puesto que al negar la Sociedad el uso de este medio, los colonos -como hemos podido darnos cuenta anteriormente- se veían en la necesidad de enviar sus cartas vía Buenos Aires, teniendo que recorrer muchos kilómetros para depositarlas en la localidad argentina más próxima. La negativa de la Sociedad se basaba en la muy particular opinión de sus empleados, quienes sostenían que el servicio del vapor era de uso exclusivo de la SIA y por lo tanto los habitantes de Simpson no tenían derecho a servirse de él para su correspondencia. Era verdad que la SIA subvencionaba a la Compañía Sudamericana de Vapores para ese servicio de navegación a Puerto Montt. Pero eso era así en virtud de la cláusula de concesión que la obligaba a tener un vapor que hiciera a lo menos un viaje mensual con el
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objeto de mantener la comunicación de la colonia que la Sociedad debía establecer dentro del territorio cuya ocupación le fue concedida. En virtud de ello los viajes mensuales que hacía el vapor ‘Cautín’, subvencionados por la SIA, era un servicio que tenía carácter público, subvencionado en realidad por el Estado ya que tal servicio se había establecido en el decreto que ya hemos comentado como parte de pago por el beneficio de la Concesión Territorial que se hizo a la Aysen. Tratándose, pues, de un servicio público de navegación, la Sociedad no tenía derecho a limitar su uso a ningún habitante del país, menos aún a ser utilizado en otro servicio público primario como lo es el correo, para lo cual los habitantes del valle habían contratado un ‘postillón’, que a caballo se trasladaba todos los meses a Aisén para cumplir su deber de entregar y recibir correspondencia, viaje que muchas veces resultaban frustrados por los inconvenientes que le oponía el personal de la sociedad y la tripulación del ‘Cautín’. La campaña de desprestigio y extorsión debía ser contrarrestada a la brevedad posible si se quería conservar el terreno ganado hasta ese instante. La lúcida mente de Antolín Silva Ormeño así lo comprendió. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que poner en conocimiento de la opinión pública la realidad de lo que ocurría? En el invierno de 1916 Silva se dedicó a redactar en precisos términos toda su actividad relacionada con la tarea colonizadora que se había impuesto, con el propósito de que aparezca publicada en forma de boletín informativo en el periódico ‘La Alianza Liberal’ de Puerto Montt. Ello por una razón muy obvia. Puerto Montt era la capital de la Provincia bajo cuya jurisdicción estaba la Subdelegación Río Simpson y eran precisamente sus autoridades las llamadas a encontrar solución a los múltiples y básicos problemas que la afectaban. Dirigía su correspondencia "a todos los hombres de buena voluntad que quisieren colaborar en pro de esta gran colonización ganadera". Aclaraba que había escrito las cosas tal como empezaron. Publicaba las solicitudes y las consideraciones hechas por él sin variar en lo más mínimo "porque no temo a nadie, canto la verdad i con ella voi a triunfar". A contar del 1 de Julio de 1916 el mencionado diario inició la publicación del ‘BOLETÍN DE LA COLONIA RIO HUEMULES (EN LLANQUIHUE-CHILE)’, señalándose que el periódico "no ha escatimado esfuerzo en servicio de los ocupantes de aquel valle i con los numeroso artículos publicados en defensa de ellos desde hace ya algunos años, logró llamar la atención de la prensa de la capital i de
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los hombres de Gobierno hacia ese asunto, que es un negocio de alto interés público i de la más elevada i estricta justicia. La Alianza es, pues, el diario de los pobladores de Valle Simpson. Bien hacen en dirijirse a él. Pueden considerarlo como suyo propio i disponer de sus columnas para la publicación de la colonia que han formado". Sin embargo eso no bastaba para los propósitos del líder. A fin de consolidar la posición de los colonos era necesario determinar un lugar que sirviese de punto de convergencia material y espiritual de ellos, es decir, concretar la instalación del pueblo que simbólicamente Silva Ormeño había fundado el 1 de Enero de 1914, izando el emblema patrio con una insignia en que se leía la palabra "COLONIZACIÓN" y en donde poco después él mismo se había asentado "haciendo construir una doble casa" en respuesta a la petición de desalojo que le había hecho la SIA. El mismo Silva se encargó de precisar que la fundación del pueblo no era un mero capricho, ni menos una casualidad del destino, pues antes de que saliera de Pitrufquén hacia Argentina había sentido en su mente una predestinación, "algo que se me figuraba en un desierto, pero que, en realidad se levantaban grandes pueblos, pero no sabía por donde". Mas, cuando por primera vez visitó Valle Simpson en 1912 en compañía de David Orellana, supo y se imaginó que ahí, junto a la frontera argentina, a cinco kilómetros de los límites internacionales "i a unos siete kilómetros al norte del grado 46º de latitud sud" debería levantarse el pueblo de sus sueños. Ese pintoresco pedazo de suelo, de campo plano, seco y abrigado, que se divisa desde la lejanía de la pampa, sería el punto de avanzada de la futura colonización ganadera que iniciarían los repatriados chilenos. Algunos pobladores, entre ellos el mismo Silva, construyeron allí sus casas y después de las primeras escaramuzas verbales con la SIA, el 1 de Enero de 1917, Silva Ormeño vio realizados sus nobles esfuerzos al terminar el plano de la nueva población e iniciar la mensura y entrega de sitios: "Yo no vendo sitios. Yo sólo levanté los planos del pueblo i mido los sitios i como este territorio está abandonado oficialmente i el pueblo necesita de todo, escuela i fomento, por eso resulta que yo cobré por la ubicación veinte pesos para hacer adelantos. Yo no vendo sitios porque la tierra no es mía. Sé que es fiscal i no lo puedo vender. Pero sí se puede ocupar para echar las bases de un pueblo. Los pueblos crecen como los árboles, cuando los árboles dejen de crecer también
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lo dejarán los pueblos. No es menester autorización i atribuciones oficiales para fundar un pueblo i organizar una colonia o población. Sólo basta que hayan personas honradas i de responsabilidad que se anticipen a la acción oficial. Yo lo que cobro es por el trabajo de mensura de la ubicación de cada sitio. Cobro veinte pesos arjentinos a beneficio de la educación i fomento del mismo pueblo. ¿No es verdad que en mi trabajo mando yo?. Pues bien, lucho por este pueblo desde el año 1912 i he gastado mucho dinero i así no es justo que yo siga gastando de mi propio bolsillo para escuela i fomento, siendo que el beneficio lo recibirá el Gobierno como asimismo la población futura. En breve el Juzgado de aquí nombrará de entre los vecinos pobladores la Comisión de Sitio, Educación i Fomento del nuevo pueblo Balmaceda, quedando en éste repartidas las responsabilidades i atribuciones. De los fondos recolectados hánse gastado algunos pesos en estacas para demarcar los solares, poste para la plaza central i útiles para mensura". En Julio de 1916, por Decreto Supremo se había creado la escuela rural Bernardo O’Higgins de Valle Simpson. Septiembre de 1917 se encontraban inscritas 24 personas para adquirir sitios en Balmaceda. El 15 de Octubre del mismo año se inauguró el Servicio de ‘Automóviles para Pasajeros i Correspondencia’ entre Balmaceda y Comodoro Rivadavia cuyo recorrido de 400 kilómetros se hacía en dos días. Como demostración palpable del auge que estaba ganando en nuevo pueblo, el 1 de Enero de 1918 se inauguró el Hotel ‘Mirasol’ de propiedad de la firma Estela-Parres y Cia. que fue levantado en pleno centro ocupando los sitios 3 y 4 de la manzana 95, frente a la Plaza Central. Para que podamos apreciar la clarividencia de Silva Ormeño y el entusiasmo que lo animaba al luchar por el progreso del pueblo que él había fundado, anotaremos algunos de sus pensamientos al respecto. "Este pueblo por su situación geográfica i estratéjica en donde lo he fundado será un emporio de riqueza» su campo de acción para el comercio será colosal» su comercio puede estenderse al sur hasta unas cuarenta leguas, al este hasta la mitad de los territorios argentinos, al norte hasta el grado 44 i al oeste hasta nuestro Océano Pacífico. Este es un radio de comercio en referencia a la futura e inmensa población que se radicará en estos centros hasta ahora despoblados i desconocidos. Nuestro territorio que circunda a Pueblo Balmaceda no
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es menos rico que el territorio argentino, es cierto de que en Comodoro Rivadavia está el inmenso petróleo en donde se sacarán abundantes millones. Un futuro ferrocarril trasandino, que partiendo desde el puerto arjentino al puerto chileno, pasaría la cordillera por el mismo pueblo Balmaceda a una altura máxima de 500 metros sobre el nivel, cosa que no consigue en ningún otro punto más al norte de la cordillera".
BAKER Y CHILE CHICO "Nosotros, los hombres presentes, somos una y misma cosa con nuestro pasado; de ese pasado ha brotado nuestro presente y de nuestro presente ha de emerger nuestro futuro". (Jenaro Godoy. ESTUDIO DE LA HISTORIA COMO DEBER MORAL) En los capítulos anteriores hemos podido constatar como la epopeya de la colonización de Aisén aparece indisolublemente ligada con el acontecer histórico nacional comprendido entre el gobierno del
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Presidente Balmaceda y el término de los gobiernos llamados ‘parlamentarios’. Nos hemos dado cuenta también de que forma el primero de esos hitos -Balmaceda- influyó notoriamente en el devenir que desembocó con el poblamiento de las deshabitadas tierras de Valle Simpson y la fundación de la ciudad que lleva el nombre de aquel mandatario. Aunque algunos autores han estimado que esa gesta constituyó un hecho aislado del quehacer socioeconómico nacional, los protagonistas mismos tuvieron cuidado de dejar plasmado su pensamiento claro respecto al profundo ligamento que existió entre la causa inmediata de su expatriación, es decir, la Concesión Territorial, y el efecto que en ellos produjo la aplicación de esa ley, o sea su expatriación hacia Argentina, la posterior repatriación hacia el territorio de Aisén y su ineludible enfrentamiento con la SIA. La relación de causa a efecto, pues, parece indiscutible. De ahí entonces la tesis de que esta colonización -si bien es cierto muy particular- debe observarse enmarcada dentro del cuadro de la política global de colonización de nuestro territorio sustentada por los gobiernos referidos y más particularmente -como ya lo dijimos en el capítulo anterior- dentro de la lucha de intereses entre los ocupantes de tierras fiscales por una parte, y por la otra las grandes sociedades concesionarias y los gobiernos que apoyaban abierta y paternalmente a los concesionarios en desmedro de los derechos adquiridos por los primeros como poseedores de las tierras. Se ha insistido en este punto para tratar de contestar una interrogante: ¿Por qué los aiseninos son como son? ¿De dónde surge esa pujanza, ese afán de luchar contra la adversidad y sobreponerse a ella? Lo que ocurre es que la raíz de la población aisenina está en el campesinado, símbolo representativo del colono emprendedor que trashumante recorrió la Patagonia argentina amasando pequeñas fortunas, se estableció allí por poco tiempo y no quedó tranquilo hasta retornar a su patria, trayendo consigo no sólo sus haciendas, sino también las costumbres que habían adquirido en la patria adoptiva. Fácil es darse cuenta de lo anterior después de leer las páginas que anteceden. Es claro que las raíces mismas de la idiosincrasia aisenina arrancan de esos hechos históricos. A la luz de lo dicho por los propios colonos, y por otros documentos que hemos conocido en los capítulos anteriores, no puede tampoco -como otros autores han pretendido- sostenerse que el gobierno de turno haya ignorado la existencia de colonos en los territorios dados
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en concesión a la SIA, o que esos poseedores hayan ocupado ilegalmente esas comarcas deshabitadas. Ello nos lleva a examinar lo que consideramos es el último capítulo de la conquista de Aisén. Pese a los embates de la SIA por quebrantar la firme y tenaz posición legalista de los habitantes del Valle, nada logró desestabilizar su plataforma de lucha. Se ventiló -al parecer- un juicio en los tribunales de justicia, hecho que no hemos podido confirmar hasta ahora. Sobre ese respecto algunas luces nos da un interesante informe fechado el 31 de Enero de 1922 suscrito por el Subdelegado de la 7a. Subdelegación, don Sandalio Bórquez Oberreuter, dirigido al Intendente de la Provincia en que manifiesta, entre otras cosas, que "los vecinos de la localidad continuamente se presentan a esta oficina a buscar datos sobre el desarrollo del litijio de estas tierras, cuya resolución inmediata será la base fundamental del desarrollo industrial y comercial de la rejión. Me han traído ejemplares de la prensa arjentina en la cual se hacen variados comentarios respecto al litijio existente, y en los que se han publicado interesantes resoluciones de nuestros tribunales de justicia. Desde hace seis años, he querido obtener algún informe a la Intendencia al respecto, pero nada he podido conseguir hasta la fecha, no pudiendo, por lo tanto, dar los informes que los pobladores solicitan. Acelerar el fallo definitivo del litijio es la única forma que existe para solucionar este problema". Lo dicho por Bórquez nos revela, una vez más, que la legalidad se interpuso entre la SIA y los colonos para salvaguardar los derechos que a cada cual correspondía. Hemos observado igualmente que pese al abierto enfrentamiento y actitud desafiante de los colonos, la SIA no cejó en su intento de tratar de desalojarlos. Pero hubo dos hechos que lograron consolidar definitivamente la posesión material que ellos tenían sobre los campos en disputa y que determinaron finalmente que la Sociedad pusiera marcha atrás en sus desmedidas pretensiones, porque pudo darse cuenta, en último término, que con el resultado de esos episodios quedaba atrás definitivamente el ya cincuentenario reinado de la Concesión Territorial; hechos que también debemos considerarlos enmarcados dentro de la confrontación del campesinado chileno contra la Concesión Territorial. Nótese que las observaciones del Subdelegado Bórquez Oberreuter datan del año 1922.
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Pero es necesario retroceder nuevamente a 1913, época en que se desarrollaba la marcha arrolladora de los colonos hacia el poblamiento del austro chileno. En esa época, numerosas familias se establecieron más al sur de Río Huemules, en Baker y Lago Buenos Aires, cruzando lagos, ríos, bosques que se suponían impenetrables, con el anhelo de poblar los campos que en nuestros mapas figuraban como inexplorados, para convertirlos en chacras, quintas y plantaciones de árboles frutales aprovechando el excelente clima de las zonas aledañas al Gran Lago. Hacia 1914 habían logrado numerosos adelantos, pero al no tener salida hacia el Pacífico, su comercio lo hacían -forzosamente- con los puertos del Atlántico por intermedio del ferrocarril en construcción que a cien kilómetros de la frontera partía hacia Puerto Deseado, pese al severísimo control que hacían las autoridades argentinas establecidas en la frontera, pues nadie podía movilizar los frutos de su trabajo sin las correspondientes guías que era menester solicitar previamente en las localidades transandinas más próximas, lo que incrementaba considerablemente el costo de lo producido. ¿Qué ocurrió, en primer término, con los pobladores de Río Baker? En 1914 el Gobierno publicitó el remate de 55.000 hectáreas en el valle del Río Baker, el que tuvo lugar el 25 de Septiembre de 1914 ante la Junta de Almoneda. La concesión fue adjudicada por Julio Vicuña Subercaseaux por un plazo de 15 años con la obligación de hacer trabajos efectivos dentro de la Concesión en el plazo de 3 años so pena de que ella sería caducada si así no ocurría. La Concesión Territorial quedó ratificada por escritura pública de 24 de Octubre de 1914 otorgada ante el Notario de Santiago don Pedro N. Cruz. Lo concedido abarcaba los siguientes límites: Norte, cordón de cerros que divide las aguas de los ríos Jeinimeni y Chacabuco, hasta encontrar el río Nef, Oriente, límite con la República Argentina; Sur, cordón de cerros que divide las aguas entre los ríos Baker y Bravo hasta enfrentar el Puerto Gunther; y Poniente, Río Baker. El contrato de arrendamiento no establecía el número de hectáreas que abarcaba, pero se sabía que eran 55.000. Otra cláusula importante indicaba que el transporte de animales y mercaderías se establecería hacia el Pacífico por medio de un camino que determinaría el Gobierno, previo estudio con el arrendatario, debiendo ser de cuenta de éste el costo de construcción y la conservación de dicho camino.
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Pasaron casi dos años desde la fecha de concesión sin que el arrendatario tomara posesión del terreno, y por supuesto, sin haber introducido mejora alguna, y menos aún iniciado la construcción del camino, cuando a fines de Abril de 1916 Vicuña Subercaseaux apareció en la zona, autoproclamándose Comisario de Río Baker, acompañado del Teniente de Carabineros señor Miquel y de otros dos funcionarios policiales, dando un plazo perentorio de 24 horas para que los pobladores desalojaran sus campos, bajo apercibimiento de quedar a beneficio del concesionario toda la hacienda que no pudiesen retirar en ese lapso, para lo cual se les otorgaría pasaporte a fin de que se dirijan a la República Argentina, haciendo presente que cumplían órdenes del gobierno. Los pobladores protestaron, como era de suponer, e incluso sugirieron se alargue el plazo para así poder movilizar sus animales. Se les replicó que las órdenes debían cumplirse sin más trámite y acto continuo, el 2 de Mayo de 1916, los policías amenazaron a los pobladores con sus fusiles Mauser, incendiaron la casa de José Ortega, apalearon a unos cuantos, "I así fue barrida toda la población del Baker". También en el año 1913 muchas familias se instalaron en las inmediaciones del Lago Buenos Aires con 8.610 cabezas de vacuno, 2.411 caballares, 10.580 lanares y 1700 caprinos. En 1916 había 23 familias con 150 habitantes. Hacia 1917 habitaban la ribera sur del lago 257 habitantes. El 1 de Marzo de ese año, en Santiago, ante una comisión compuesta por la Junta de Almoneda y del Inspector de Colonización, en la sala del despacho del Tesoro, se llevó a cabo el remate de los terrenos comprendidos entre el Lago Buenos Aires por el Norte, la Línea formada por la confluencia del Río Nef y Baker y los límites con la República Argentina, por el Sur, el Río Baker por el Poniente y la Frontera por el Oriente. La cláusula número 11 del decreto que llamaba a remate decía, a la letra: "Los pobladores que se encuentren en este campo, tendrán un año de plazo para abandonarlo y las mejoras que tuviesen serán pagadas al contado por el arrendatario, previa tasación hecha por un perito designado por el Gobierno". El arrendador resultó ser Carlos von Flack y el perito designado el ingeniero Carlos Lemus. Ante la inminencia del desalojo, los pobladores pidieron el concurso de Antolín Silva Ormeño, que con premura se trasladó al sur en
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compañía del Subdelegado Sandalio Bórquez, este último para actuar como intermediario en el conflicto. Silva Ormeño organizó paramilitarmente a los colonos, no sin antes declarar: “Cuando la Sociedad de Aysen consiga su propósito de desalojar a los pobladores de Valle Simpson para reemplazarlos por sus ganados i maten de esa manera la colonización chilena que se ha hecho por sí sola en ese lugar, entonces i sólo entonces don Carlos von Flack desalojará a la población del sur del Lago Buenos Aires; o tendrán que dar un buen golpe de sorpresa como lo hicieron los que en Mayo del año pasado desalojaron a la población del territorio de Río Baker". Y Antolín Silva era hombre que sabía cumplir su palabra. Cuando a fines de Junio de 1918 von Flack y un escuadrón compuesto por cerca de 40 carabineros al mando del teniente Leopoldo Miquel pretendieron desalojar a los colonos, usando como base de operaciones la Estancia ‘Asunción’, en territorio argentino, previa extorsión e incendio de las casas de los pobladores Alfredo Foitzick, de Segundo Quezada y las de otros colonos españoles, y de haber usado la casa de Pedro Burgos para atrincherarse, el escuadrón se encontró con una táctica nueva e imprevista para las tropas regulares como lo era la guerra de guerrillas que instintivamente habían implementado los colonos bajo la sabia conducción de Silva Ormeño. El resultado en esas condiciones sí era previsible, porque la pequeña fuerza de carabineros, aunque armada de ametralladoras, no podía en terreno desconocido enfrentar con éxito a una fuerza superior, bien armada y conocedora de su terruño. Cada cual defendió lo que estimaba su deber y su derecho. En la refriega del 2 de Julio de 1918, y en aras de la Concesión Territorial, fueron sacrificados, víctimas del cumplimiento de su deber, los carabineros José Cheuquemán, Luis Riveros y José Parra del Escuadrón ‘Puerto Montt’, un aspirante a Oficial, Ernesto Riquelme, perdió el brazo izquierdo y 8 carabineros cayeron prisioneros de los colonos-guerrilleros, entre los cuales se encontraban los cabos Silva y José Nami. Y mientras el León de Tarapacá, Ministro del Interior de aquel entonces, ocupaba las columnas de la prensa de Santiago para tratar de demostrar que no le cabía responsabilidad en los luctuosos sucesos, en Chile Chico, el ‘Generalísimo de las Fuerzas Colonizadoras del Sur’ Antolín Silva Ormeño, regalaba nacionales argentinos a los carabineros chilenos prisioneros para que sufraguen los gastos de regreso a sus hogares.
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El 14 de Agosto de 1918 en el escampavía ‘Yelcho’, extenuados, revelando las penurias que habían debido pasar, arribaron a Puerto Montt los carabineros Manuel Hinostroza, Miguel Delaporte, Marcelino Pichicura, Pedro Oliarte y Clodomiro Contreras del Escuadrón ‘Puerto Montt’ al cuidado del Teniente señor von Fürstemberg. Tal como había ocurrido a raíz de los sucesos de Coihueco en 1911, cuando la prensa dio a conocer el desenlace de lo ocurrido en Baker y en Chile Chico, esos deplorables acontecimientos despertaron en la conciencia pública una ola de indignación que recorrió el país de extremo a extremo, porque quedaba una vez más al descubierto, en primer término, cómo a una institución de tanto prestigio como Carabineros se la destinaba a perseguir y expoliar a sus propios connacionales para defender espurios derechos, sin importar que entregasen sus vidas en cumplimiento de órdenes temerarias provenientes del Gobierno. Se descubría también la verdadera dimensión del negociado que se escondía tras el eufemismo de la Concesión Territorial y la audacia de los concesionarios que en lugares alejados llegaban al extremo de hacerse pasar por funcionarios administrativos para conseguir sus condenables propósitos. Oyendo el clamor de todo un pueblo el Gobierno no tuvo otra alternativa que recapacitar sobre su actitud proteccionista hacia los concesionarios de tierras y llegó a la conclusión de que el tiempo de éstos había llegado a su fin. Fue así como de inmediato resolvió anular la concesión hecha a von Flack. El mismo día que llegaban los carabineros a Puerto Montt, 14 de Agosto de 1918, se expidió el Decreto Supremo 2092 de Hacienda que reglamentó en forma minuciosa todo lo relacionado con las concesiones, arrendamientos o usos de terrenos baldíos de propiedad del Estado. Diez días después, el 29 de Agosto de 1918, el distinguido parlamentario don Malaquías Concha presentó un proyecto para establecer como zona de colonización nacional los terrenos de Valle Simpson, Río Ibáñez y Lago Buenos Aires. Con esas determinaciones se iniciaba un proceso legislativo irreversible en procura del reconocimiento de los derechos del campesinado chileno. EL REINADO DE LA CONCESIÓN TERRITORIAL HABÍA TERMINADO. La defensa decidida de sus vidas, de sus intereses y del bienestar de sus familiares hecha por los colonos de Valle Simpson y Lago Buenos
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Aires demostró al país que Chile sí llegaba más allá de Puerto Montt, que el Potrero de los Rabudos, Valle Simpson, Huemules, Río Ibáñez, Balmaceda, Coyhaique, Aisén, Chile Chico, Río Baker, estaba poblado por los más patriotas de los chilenos; y que sus valles, lagos, ríos y montañas sería la tierra de los hijos de sus hijos, porque para ellos habían iniciado, realizado y terminado la conquista del Aysen. FIN
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SERGIO MILLAR
MEMORIAS y CARTAS DE COLONIzACI贸N DE AIS茅N 75
SANDALIO BóRQUEz - JOSé ANTOLíN SILvA – JUAN DUN ADOLfO vALDEBENITO – AUGUS MACphAIL CARLOS pLATA – MIGUEL COLLADO ABRAhAM SANhUEzA – fRIDOLíN fRANz TIMOTEO JARA - OLOf LUMBERG JOSE DELfIN JARA
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RASGOS BIOGRÁFICOS DE JUAN DUN WALKER Don Juan Dun Walker nació en Escocia el 17 de febrero de 1875. Tenía apenas dos años cuando sus padres emigraron a Nueva Zelanda, en donde pasó los años de su juventud. Se educó en colegios neocelandeses y se dedicó después a la agricultura. A los 28 años de edad viajó a Chile en busca de nuevos horizontes, radicándose en Magallanes, en donde trabajó en una estancia de propiedad de la señora Sara Braun. En el año 1902 fundó, en compañía de don Mauricio Braun, la ‘Sociedad Industrial del Aysen’, de la cual Juan Dun fue el primer administrador-gerente, período en que los negocios de la sociedad alcanzaron gran auge. En 1907 fue nombrado Gerente General y en 1910 Director Gerente de la ‘Sociedad Industrial de Aysen’ y de la ‘Compañía Oriental’, con residencia en Valparaíso, puestos que desempeñó hasta 1914, cuando renunció para fundar luego la ‘Sociedad Ganadera Cisnes’, en la cual participó como gerente durante varios años. Al retirarse de esa empresa, fijó su residencia en Puerto Montt, donde ocupó durante 15 años el cargo de Agente del Consejo de Comercio Exterior (CONDECOR), actuando, además, en el Comité de Turismo y como Director de Obras Municipales.
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En 1906 se casó con doña María Augusta Rosa Bittner, de cuya unión nació su única hija Ethel, quien contrajo matrimonio con el señor Bertoldo Binder Grothe. Don Juan Dun Walker falleció Puerto Montt el 17 de septiembre de 1958, a la edad de 83 años. La ceremonia fúnebre estuvo a cargo del pastor alemán Eberhard Wittmann.
MEMORIAS DE JUAN DUN WALKER, ACERCA DE LA COLONIZACION DE AYSEN (1903-1914), ESCRITAS EN 1940. ESTAN CONTENIDAS EN UN VOLUMEN DE 70 CARILLAS TAMAÑO CARTA, ESCRITAS A MÁQUINA, EN INGLES. FUERON DEDICADAS A SU HIJA, SEÑORA ETHEL DUN ROSA, QUIEN LAS FACILITÓ AL AUTOR DE ESTA RECOPILACIÓN PARA SU PUBLICACIÓN: COLONIZANDO EN AYSEN Y CISNES Este relato de algunas vicisitudes experimentadas durante los primeros años trabajando en descubrir nuevas tierra en la Patagonia chilena, escrito sin pretensión de estilo literario, lo dedico a mi hija; quien me acompañó en una excursión a través del valle de Cisnes, desde la frontera Argentina a la costa del Pacífico en el mes de febrero de 1922. AÑO DESDE OCTUBRE DE 1903 – OCTUBRE DE 1904 El río Aysen drena un área bien definida, que incluye un grado completo de latitud, desde el 46 al 45 de lat. Sur, desde la frontera Argentina a la costa del Pacífico. De esta extensión, solamente alrededor
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de 250.000 hectáreas o 620.000 acres eran tierras despejadas disponibles para utilización inmediata en crianza de ovejas y vacunos, pero esta extensión fue sometida a considerable incremento talando y quemando bosques y terrenos despreciables. El primer camino de exploración del valle de Aysen, que actualmente pasa a través de tierras boscosas y alcanza las cabeceras de agua del río Aysen y cruza hasta territorio argentino, estuvo bajo el liderazgo del Dr. Hans Steffen, profesor del Instituto Pedagógico y miembro de la Universidad de Chile. El también actuó como asesor técnico de la delegación chilena ante el Tribunal Arbitral de Límites, en Londres. La descripción minuciosa de sus varias expediciones a través de Los Andes chilenos, siguiendo los valles de los ríos, hasta la frontera Argentina, que fijó sin duda la frontera de aguas entre los dos países, fue publicado como anexo en los Anales de la Universidad de Chile y más tarde publicada en forma de libro en 1910. Su expedición a través del valle del Aysen, o El Valle, ocupó seis meses desde diciembre de 1896 hasta mayo de 1897. El recapituló las primeras expediciones de los padres García y Vicuña en 1763, Moraleda en 1793 y también las excursiones del Comandante Simpson en 1870-1871. Después que el Dr. Steffen reportó sobre su exitosa expedición, el gobierno chileno envió trabajadores bajo la supervisión de la Comisión de Límites para abrir una huella de mula a través de la espesa vegetación de los bosques de Aysen y ellos terminaron su trabajo en abril de 1902. En febrero de aquel año, un conocido residente de Santiago, don Luis Aguirre, hizo un viaje a través de esta huella hasta la frontera Argentina y después vislumbró las posibilidades de las tierras interiores despejadas como disponibles para la crianza de ovejas y vacunos. El obtuvo una concesión de ocupación del gobierno chileno en 1903, y formó una compañía para explotarlas. En septiembre de 1903 fui requerido por el Sr. Mauricio Braun de Punta Arenas para ocuparme del manejo de la nueva Compañía y en octubre de aquel año dejé Valparaíso con instrucciones de arribar a Aysen vía Puerto Montt donde el vapor podía ser fletado para el viaje a través de los canales Chiloé y Moraleda y reportar sobre las posibilidades de criar ovejas en la concesión Aguirre y retornar por tierra a Puerto Montt vía Bariloche. El 23 de octubre de 1903 abordamos el vapor ‘Chacao’, acompañado por seis hombres, pequeña cuadrilla encabezada por Abraham Sanhueza, quién había acompañado a don Luis Aguirre en su travesía a través del valle de Aysen durante el verano anterior. Tomamos suficientes provisiones para que la cuadrilla sobreviva por tres meses y
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aunque yo tenía autorización del gobierno para usar los caballos dejados atrás por la Comisión de Límites cuando ellos terminaron su trabajo, llevé 5 caballos conmigo, porque los caballos de la Comisión fueron dejados a campo traviesa en el valle de Coyhaique, a cerca de 70 kilómetros de la costa; el valle en aquel punto estaba cerrado por sus cuatro costados por un campo impenetrable de gruesas cañas -una especie de bambú- y debíamos alcanzar aquel punto antes de poder organizar la travesía de ovejas y ganado por terrenos cercanos a la frontera y tierras adyacentes en la vecina república. Después de un viaje medianamente bueno, arribamos a Puerto Chacabuco al atardecer del 27 de octubre. Este es un pequeño puerto encerrado en el extremo sudeste del Estuario de Aysen, pero una ojeada a su ubicación me mostró la conveniencia de desembarcar los caballos más cerca de la boca del río, porque sólo con cuatro botes a remos a nuestra disposición, el transporte de los caballos desde Chacabuco a la boca del río era un problema y no había tenido cuidado de aperarme para transportar un caballo en un pequeño bote por alrededor de 6 millas. Esta es una carga torpe de manejar, de modo que arreglé con el capitán para que nos deje en la Isla Partida, en frente del río, donde él amarró a proa y popa a los árboles de la orilla y procedió a desembarcar los caballos. La primera dificultad fue que los caballos estaban a popa y el montacargas más adelante, sin cubierta que los conectara, por lo que colocamos cabestrillos a los caballos en donde ellos estaban y los empujamos borda afuera. Entonces éstos nadaron bajo la borda tirados y levantados por el montacargas para luego bajarlos suavemente al pequeño bote. La distancia a la orilla del delta que formaba la isla era tal, que sumada a la fuerte corriente y la frialdad del agua me hizo oponerme a que nadaran esa distancia; pero en la tercera vuelta un abrupto cabeceo del bote envió al caballo fuera de éste, a buena distancia de la isla y para nuestra sorpresa el caballo estaba en aguas vadosas que no le cubrían el lomo y caminó el resto del trecho hasta la orilla sobre el banco de arena; a los dos últimos caballos los hicimos nadar pero no sin dificultad, medio acalambrados debimos remolcarlos hacia la isla tirándolos con el cabestro bien corto, corriendo el riesgo de que podían desfondar el fondo del bote con un golpe de sus patas anteriores. Como parte del trabajo, además, descargamos las provisiones sobre las partes altas de la Isla Partida. Nos llevamos un esforzado día de trabajo y como el capitán del ‘Chacao’ no tenía intenciones de navegar de noche, pudimos pasar la última noche a bordo con relativa comodidad y
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sin necesidad de comenzar a gastas nuestras provisiones o preocuparnos inmediatamente del problema de cocinar. Al despuntar el alba la mañana siguiente, el ‘Chacao’ nos dejó y piteó adiós mientras rodeaba el extremo de la isla, dejándonos con el sentimiento de lo mucho que nos esperaba para seguir con nuestro programa, de modo que seleccionamos los utensilios más importantes: elementos para cocinar, herramientas y carpas de campaña y partimos río arriba con las manos aferradas al bote, que se hundía en el agua, pero con la marea creciente a nuestro favor hicimos un perfecto curso y a las 3.00 p.m. arribamos al extremo de la huella de mula donde había sido construida una cabaña y donde el poblado de Aysen se encuentra hoy día. Este refugio fue construido por la Comisión de Límites. Afortunadamente el tiempo era bueno, de modo que el primer día de trabajo transcurrió sin novedad y regresamos aquella tarde con el sentimiento de que estábamos realmente en la base de operaciones y debíamos hacer frente a más eventualidades, que probablemente habríamos de encontrar en un largo viaje a campo traviesa. Al día siguiente, mientras el bote hacía otro viaje a la Isla Partida –así llamada por tener una grieta bien definida en su formación- para transportar más provisiones río arriba, exploré la huella una cierta distancia y encontré que era simplemente un corte de dos metros de amplitud a través de la espesura, y las partes pantanosas de la huella estaban cruzadas por envaralados de madera formados por capas de ramas, una al lado de la otra, hasta encontrar tierra firme. Las cañas entrelazadas sobre la cabeza formaban una especie de túnel, en el cual el sol, cuando hay algo, no penetra. Aquí noté algunas huellas frescas de caballo y siguiéndolas encontré a cuatro caballos ponies chilotes pastando en una pequeña playa del río cubierta con hierbas naturales. Ellos habían sido dejados atrás por la Comisión de Límites cuando prescindieron de sus servicios y estaban en buenas condiciones, así que decidí utilizarlos en mi viaje al valle de Coyhaique donde esperábamos encontrar el resto de los caballos de la Comisión, y teniendo suficientes suministros a mano para el viaje tierra adentro, llevamos sólo dos de los mejores caballos desde la isla a la boca del río y al día siguiente emprendimos camino tomando tres caballos de monta y tres animales de carga con provisiones. Los otros cuatro hombres fueron dejados en el puerto para llevar el resto de los víveres y caballos y cuando esto fue hecho cortamos un claro en el bosque, acompañado por Sanhueza y Rojel. Este último había trabajado con la Comisión de Límites y conocía la huella. Partimos y sólo encontramos problemas menores, tales como árboles caídos cruzando la
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huella y con nuestros machetes y hachas cortamos los troncos cuando no eran muy grande, o rodeándolos a través de las cañas cuando era de grandes dimensiones; al atardecer alcanzamos un refugio llamado Puerto Díaz donde acampamos por la noche, mientras los caballos pudieron pastar en la orilla del río, donde éste recibe las aguas del río Simpson. La mañana siguiente alcanzamos el balseo sobre el río Mañihuales. Encontramos la balsa alta y seca y a una considerable altura sobre el agua y como el declive era abrupto tomamos la precaución de juntar el equipaje atándolo junto a la balsa en el caso de que ésta debiera ser inclinada para deslizarse adelante una vez impulsada cuesta abajo; la precaución fue de considerable importancia porque la balsa era nuestro único medio de cruzar el río y después de mucho trabajo con palancas cortadas del bosque ganamos nuestra partida, pero no pudimos detener la balsa y tomó la corriente el río. De no ser por la amarra podríamos haber encallado en el lado equivocado del río con los caballos y con poca esperanza de poder vadear la profunda corriente con escarpados bancos y sin salida posible para los animales en el otro lado. Así que utilizando el cable de acero estirado a través del río pasamos fácilmente y acampamos en el lado Este del río, en una cabaña que guardaba cerca de 100 cajas de dinamita, dejadas aquí por el gobierno para la construcción del camino. En los días siguientes el trabajo fue rutinario, aparte de trabajar bajo una fuerte lluvia reemplazando algunos puentes sobre arroyos profundos que habían sido arrastrados por la corriente. En algunos casos la madera estaba depositada sobre uno o ambos lados del arroyo y esta fue la manera de reemplazar troncos partidos y principales o cortando unos nuevos en el bosque cuando era necesario. Como estas detenciones fueron frecuentes la tasa de avance era lenta y no promediábamos más de 20 kilómetros por día y acampamos esa noche en una cabaña construida con paredes de cañas y techo de corteza, en un punto donde el valle del río se estrecha a alrededor de 200 metros de ancho y en algunos lugares menos, unas dos millas al este del Cerro Inglés o English Cheese. A la distancia se parece a queso Cheddar (Cheddar Cheese), de aquí el nombre. Una noche cuando estábamos junto a la fogata tratando de secar nuestra ropa, mientras la tetera hervía, distinguí una mula en la huella. Sabido era que en el último viaje a la costa hecho por la Comisión las mulas agotadas eran dejadas atrás, por lo tanto yo me asombré de ver ésta en tan buenas condiciones que, tan precipitada como una liebre en marzo, simplemente desapareció con tal prisa en la espesura como si nunca hubiera visto un ser humano en su vida. Estaba gorda con lo que podía ramonear en el bosque.
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Luego entramos a un tipo diferente del territorio donde los cerros caen directo al río y la huella corre en la ladera de estas lomas y cortada en la roca sólida. En un punto nos vimos afligidos. Yo iba a la cabeza de los animales de carga y doblando un sector encontré que un derrumbe había cortado el camino, excepto unas seis pulgadas de huella y aquí, de hecho no había espacio para que los caballos den vuelta por lo que nos vimos forzados a correr el riesgo y cruzar sobre la estrecha prominencia con el equipaje atado a mi mano y hablando a mi rocinante tal como si lo hiciera a un compañero, confidenciándole que si él resbalaba yo tendría que dejar ir el equipaje, de modo que él tendría que ser cuidadoso. Después de dejarlo examinar la estrecha angostura, cosa que él hacía con su nariz pegada a la tierra, se aventuró sin prisa, evidentemente seguro de que yo no debía haberle consultado para pisar sobre una roca insegura. (Pero) él tuvo una clara caída de 20 metros completos hasta el río. Afortunadamente la pared rocosa de la huella en aquel lugar tenía bastante desnivel, permitiendo que los bultos atados en el animal cayeran sin tocarla y todos ellos cayeran sin obstáculos. Pero después de aquella experiencia comuniqué que cruzaría esa sección de la roca yo solo y si todo estaba despejado dispararía un tiro para hacer saber a mis compañeros que ellos podían aventurarse con los animales. Al atardecer del cuarto día arribamos al valle de Coyhaique, donde encontramos una rústica cabaña con paredes de matorrales y el techo empajado con pastos. Ya habíamos pasado la cadena principal de Los Andes. Sobre las faldas de los cerros que se inclinaban hacia las pampas argentinas y de las corrientes del valle el cambio de vegetación era notable y era evidente que habíamos entrado en una zona más seca, que no tenía tan exuberante desarrollo de madera y matorrales. También los campos de caña era de otro tipo, porque las cañas en la zona húmeda eran un enredo de ramas entrelazadas, mientras que en esta zona más seca teníamos una especie de bambú sin ramas de 10 a 15 pies de alto entremezcladas con parches de tierra abierta, cubierta con troncos caídos, mostrando los efectos quedados de un antiguo incendio forestal y cubierto con muchas hierbas naturales. Afortunadamente para nosotros el huemul era abundante. Este vanado chileno es honrado por tener su efigie en el escudo nacional de armas, y es representado con una corona en lugar de cuernos. Ciertamente que nosotros gozamos de nuestra primera comida de carne de venado, porque como puede ser fácilmente comprendido nuestra dieta hasta entonces era de los más simple: pan sin levadura cocido en la brasas, una masa muy sólida pero comible, especialmente caliente; porotos, arroz y a
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veces una pequeña ración de carne molida, con una ocasional lata de sardinas o carne salada y café negro o té. Nuestros caballos se sentían muy mal a causa del cansancio, porque a excepción de uno o dos lugares, en los 70 kilómetros que habíamos cubierto no había otro forraje para ellos que las hojas de caña que cortábamos cada tarde, de modo que ellos tenían algo en sus barrigas sólo para sostener las cinchas; de hecho, nosotros mismos estábamos apretados y obedecíamos la buena y antigua orden colonial: ‘seis días para tu labor, haz todo tu trabajo y al séptimo lava tu ropa’. Nos hicimos una limpieza general, lo cual era muy necesario y una cena especial extra preparada por Sanhueza, quien era diestro en la mayoría de los trabajos de campo. El próximo movimiento fue rodear los caballos del gobierno. Habíamos visto huellas de ellos que nos indicaban que no estaban lejos, y después de seguir la huella por alrededor de una hora, cruzando una cumbre encontramos una tropa de alrededor de 100 caballos y mulas en un claro natural, pero nuestra aparición causó pánico en ellos y con nuestros cuatro aporreados amigos, aunque hicimos un gran esfuerzo para dirigir una tropa al corral, nuestros cansados ponies no podían mantenerse al alcance de ellos y todo lo que pudimos hacer fue seguir su rastro, que conducía a un rincón formado por una curva abrupta en el río, donde los encerramos. Yo había notado que un gran caballo roano parecía ser el jefe de la manada. Entonces bloquee la salida y me hice del lazo que había hecho Sanhueza y lo atrapé. Con el viejo espécimen en el extremo del lazo, el resto del lote decidió no desertar de su ‘führer’ y, conociendo las costumbres de nuestros silenciosos amigos, envié a Sanhueza a la cabeza con nuestro amigo roano en dirección del corral de nuestro campamento y el resto llevado detrás, entrando al corral sin dificultad. Después de seleccionar 20 de los animales de mejor aspecto, el resto fue devuelto al atardecer; pero eso fue un error porque los caballos en el corral se pusieron inquietos y para evitar que ellos rompieran la puerta me recomendaron a una vieja mula para ese truco. Me vi obligado a dormir atravesado yo mismo en la salida, sin embargo todos mis sueños de esa noche estuvieron libres de preocupación, pues las mulas en particular estuvieron mordazmente uniendo a la tropilla. Luego estos viejos y serios animales bien versados en el trabajo duro debieron mostrar debida consideración por nuestra fe en ellos y actuar de acuerdo a esto, pero ellos habían estado en libertad por cerca de un año y estaban frescos y llenos de gramíneas.
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Después de aperar los pilcheros por la mañana dejé mis dos bien aperados compañeros al lado del corral para rodear la tropilla con ellos, pero por no estar más atento ellos cruzaron la puerta del corral, el demonio pareció entrar en ellos y cada animal tomó diferente dirección, y antes que usted pueda decir ‘jackrobinson’ estaban todos desparramados por el campo. Pudimos rastrearlos por las distintas clases de vestimentas enredados en las ramas de los árboles; mi “port manteau” estaba picado en pedazos, así como el contenido del mismo; y estaba reducido a un saco vacío cargado con lo que había quedado de mi ropa como equipaje; pero la pérdida más desafortunada fue el pico de la tetera, la que se había desprendido en el desbande, así que en el futuro tuvimos que hacer aquel brebaje en una lata de frutas en conserva que resultó ser sin duda un muy útil utensilio. Las provisiones fueron recolectadas una a una y devueltas al campamento. No obstante la tropilla completa fue dejada en el corral. A la mañana siguiente repetimos la operación y dejamos los animales innecesarios en el corral y partimos con nuestra tropa de veinte. El trabajo esta vez fue mantener a éstos de espaldas a sus compañeros del corral, pero ellos escalaron un elevado despeñadero notoriamente poco dispuestos a trabajar, pero no nos dieron más problema. Después volví y abrí la puerta del corral. Toda la huella a través del valle de Coyhaique era difícil de seguir debido a que estaba cubierta con hierbas y la única señal de ella eran árboles marcados a hacha. Hacia las tres de la tarde habíamos dejado atrás las tierras boscosas y entramos en las pampas, donde por supuesto la huella desapareció. No íbamos muy lejos cuando noté que Rojel, nuestro supuesto guía, había perdido el rumbo y caímos en un pantano, así que tomé el asunto en mis propias manos; guié el curso hacia una redonda colina exacto al Norte y después de una legua de distancia y al llegar a su base encontramos otra cabaña hecha de cortezas, también un antiguo campamento de la Comisión de Límites. Este fue destinado a cuartel general por unos pocos días, mientras yo inspeccionaba los alrededores de la nación Argentina desde Río Mayo hasta Laguna Blanca y las cabeceras de aguas del río Simpson, conocido en Argentina como río Huemul. Como los caballos estaban frescos atravesamos aquel campo en tiempo record, pero a nuestro regreso al campamento, Rojel nos dio un buen susto porque tenía un ataque de problemas renales. En medio de la noche calentamos agua y le dimos un baño local en una bacinica grande dejada atrás como inútil. El remedio fue efectivo, pero en vista de esto decidí que Rojel regresara al puerto con Sanhueza y continué adelante solo a través de Ñirehuao, después por Arroyo Verde y Río Senguerr y
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desde aquel punto doblé al Norte hacia el lago Nahuelhuapi y Bariloche donde me dispuse cruzar a Puerto Montt. Sanhueza me acompañó el primer medio día precisamente para ayudarme a asegurar la tropa de ocho caballos, seis de monta y dos de carga (mulas); el gran roano actuaba como ‘yegua campana’ (es decir como caballo guía) y lo castigué muy raramente. Como la travesía era liviana, las mulas de carga eran capaces de andar a trote rápido equivalente a un suave galope de los caballos de monta que yo cambiaba cuatro veces al día. Dejando Arroyo Verde y cruzando el río Senguerr, toda la travesía fue por medio de compás, manteniendo precisamente la dirección general siguiendo las tierras bajas y valles que coincidían con ellas. Estando ahora bien adentrado en las pampas argentinas era posible tomar una dirección para el día completo de travesía localizando algunas colinas de formas características en el horizonte y guiándose por ellas, con un promedio de avance de unas 75 millas por día. Desde Río Mayo, donde había visto el primer gaucho en el lado argentino, quien me convidó una buena cena de carne y mate en el atardecer de mi llegada, y mate como bebida de despedida en la mañana, atravesé firmemente a través de la estancia Nueva Lubecka de propiedad de don Juan Plate de Buenos Aires y administrada por su sobrino Otto Sartori. Claro, después de viajar detrás de una tropilla de caballos todo el día uno está en una condición algo polvorienta, y cuando llegué a aquel entonces pretencioso establecimiento, donde las comidas eran servidas en una mesa, mi recepción fue decididamente cálida, de manera que luego de solicitar permiso para acampar en el predio, me afeité y lavé y me hice un aseo general, el cual era urgentemente requerido. A mi regreso a la estancia, donde esperaba obtener alguna información general, encontré que mi imprevista aparición fue toda una ventaja para mí, y fui cortésmente invitado a tomar parte de la cena de la tarde, pero no acepté la invitación para dormir en la casa, porque deseaba estar cerca de mis caballos. Acampé detrás de una mata a poca distancia de allí y estaba en camino temprano en la mañana para encontrar un curso mejor, ya que aquí había una huella a través de la Colonia San Martín derecho a Potrochoique, la que alcancé al atardecer. Esta propiedad pertenecía a los hermanos Mulhall. Yo había encontrado a su hermano en Buenos Aires cuando llegué como nuevo camarada desde Nueva Zelanda unos pocos años antes. El era propietario del ‘Buenos Aires Standard’, un bien conocido diario todavía funcionando fuerte. Así que tuve una excusa para introducirme y obtener alguna información útil de ellos.
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Al día siguiente continué a través del valle Teca y crucé sobre la marcha el lago Cronómetro para llegar al interior del valle del río Corintos donde había una tienda y almacén en manos de Edwards Welshman. De hecho, encontré que uno no podía andar muy equivocado en nombrar a cualquier habitante de esta parte del mundo por el nombre de Evans, Jones o Edwards. Entonces, yo estaba cerca de la Colonia Welsh del valle 16 de Octubre. Como mis caballos eran novatos para atravesar por senderos rocosos, los herré y después continué hacia el Norte. La próxima parada fue en la estancia Leleque, perteneciente a la Southern Land Co., donde hice descansar mis caballos por un día. Seguí por Ñorquinco y desde aquel lugar a Bariloche, en la orilla sur del lago Nahuelhuapi. Después de preparar la manutención de los caballos, los envié la siguiente mañana en vapor hacia Chile. La travesía desde Aysen a Bariloche fue hecha en 7 días y habíamos cubierto una distancia de 5 grados de latitud o 300 millas, lo cual fue una buena jornada. Yo no tenía ninguna duda que los caballos estaban tan cansados de mí como yo lo estaba de ellos, porque los últimos días ellos anduvieron muy cargados, lo que me daba un montón de problemas para mantenerlos en la dirección adecuada, porque en aquel trayecto del viaje, donde no había huella para seguir y conducir una cansada tropa, más duplicaba el trabajo. Yo fui afortunado de hacer que aquella pequeña excursión se realizara. Me tomó cuatro días para alcanzar Puerto Montt, donde arribé el 12 de diciembre, e inmediatamente contraté 60 hombres para partir a abrir la huella de carreta a través de Los Andes y envié mi reporte favorable a don Mauricio Braun en Punta Arenas. Mientras tanto, a Puerto Montt llegó un telegrama avisando que el vapor había dejado Punta Arenas hacia Aysen en Noviembre con suministros llevando a don Augus Macphail, quien tenía que actuar como mi asistente, de modo que tomé provisiones suficientes para poco más de un mes, confiando en el arribo a tiempo de otro barco desde Punta Arenas con más alimentos para comienzos de enero, que había sido tratado. El viaje al sur fue sin novedad y en vísperas de Navidad de 1903 llegamos a la Isla Partida, e inmediatamente crucé a Chacabuco y fui por Macphail. El había estado atrapado ahí por poco más de un mes, con solamente sus perros collie por compañía y estaba tan contento de vernos como nosotros estábamos de encontrarlo sano y salvo. El no había tenido contacto con los trabajadores del otro lado del río aunque había hecho un gran esfuerzo para remar simplemente con sus manos, pero había abandonado su
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propósito por la fuerte corriente en contra, pues así no hubiera alcanzado su objetivo. Este intento casi le costó caro porque de regreso a Chacabuco, fue a tierra sobre la playa de arena en la boca del río, dejando el ancla del bote sujeta a una roca, y después de explorar a lo largo de la costa por un tiempo, regresó para encontrar que la marea creciente había soltado el ancla y el bote estaba a la deriva quieto, lejos de la orilla y paralelamente a ésta, pero en aguas profundas. El no podía nadar y entonces siguió la costa confiando en que el bote pudiera engancharse a la corriente acercándose lo suficiente a tierra para alcanzarlo. Un poco más adelante la playa de arena desapareció y dio paso a una pared rocosa abrupta que él fue incapaz de sortear, pero en aquel punto el bote pasó cerca de la orilla llevado por la corriente. El dio un salto hacia el bote cayendo cerca y cuando afloró a la superficie pudo agarrar la popa del bote y alzarse. Ese fue un acto que necesitó coraje y si él hubiera perdido el bote al salir a la superficie nosotros hubiéramos tenido un miembro menos para la ración, y sin siquiera saber qué le había sucedido. Uno puede imaginar su alivio cuando unos pocos días más tarde lo rescatamos. Habiendo llevado mejores botes con nosotros, transportamos nuestras herramientas y trabajadores río arriba cerca del pie de los primeros rápidos, donde habíamos establecido nuestro campamento principal, y procedimos a trabajar en la construcción del camino, el que avanzaba lentamente, porque a partir del día en que llegamos comenzó a llover y continuó sin parar durante un mes. Esta fue una situación que no había calculado, porque mi experiencia en la zona de Valdivia era que desde Septiembre hasta abril el clima era suficientemente bueno y los entonces caminos de tierra en aquella zona estaban secos y polvorientos, al extremo que yo había esperado que las mismas condiciones prevalezcan en Aysen, especialmente cuando en mi primera travesía a comienzos de noviembre solamente tuvimos un día de lluvia, hasta que alcanzamos las tierras de la pampa. Mi teoría era que clareando una franja de 20 o 30 metros en el bosque, el sol podría mantener el terreno seco durante los meses de verano para permitir el transporte de los sustentos anuales, pero esto era eventual y tenía que revisar mis ideas acerca de la construcción del camino para carreta de bueyes en aquel clima húmero, porque después que las ruedas de la carreta cortaran a través de la capa superficial de raíces, simplemente se empantanarían hasta el eje en el blando suelo aluvial del río. Era necesario extender una senda de envaralado.
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Dejando las cuadrillas a cargo de sus respectivos jefes, que trabajaban todos a contrato, acompañado por Macphail marchamos a comprar ganado y caballos. El estaba a cargo de esa labor. Fue imposible embarcar ovejas desde Magallanes la primera estación, porque no existían las instalaciones necesarias para recibirlas; debía construirse un baño, y la madera para las edificaciones necesarias debía ser aserrada a mano; baño y corrales para las ovejas y el ganado, la primavera próxima. Fue un regalo de Dios escapar del clima húmedo de la costa y ayudó a mantener el espíritu en alto, porque las continuas lluvias caídas allá siempre tenían a los trabajadores tristes, sin hablar, alrededor de sus ropas y mantas cuando estaban bajo lonas. A mi regreso a la costa, alrededor de mediados de enero, encontré la huella abierta hasta el balseo y las mulas de carga ocupadas trayendo provisiones para los trabajadores, pero nuestro stock de alimentos estaba haciéndose escaso y hasta aquí no había signos del vapor de Punta Arenas, que debía haber arribado a comienzos del mes. Ahora convencido de que el río tenía suficiente agua para el pequeño barco que estábamos obligados a usar aquellos día, decidí hacer un rústico mapa del río con sus recodos y sondeos, también sus obstáculos marcados y como yo tenía un viejo capitán conmigo, él fue designado a cargo de cuatro botes a remo y con mi regla de carta al pulgar dibujamos los sondeos a intervalos regulares y encontramos un canal con un mínimo de 9 pulgadas de agua a baja marea, excepto en la unión del río Palos donde había un banco de grava con solamente seis pies exactos con aguas bajas, pero no daba 9 pies exactos con aguas crecidas; nos dirigimos hacia nuestro campamento principal, a los pies del rápido, y marcamos árboles de la orilla para denotar las pasadas del canal que habían de seguirse para mantenerse en aguas profundas. Como el capitán del vapor que esperábamos no sabía que el río era navegable, envié el bote aguas abajo, a la boca del río, todos los días, a cargo del capitán Cratchley. Por el 10 de febrero nuestros comestibles estaban agotándose rápidamente y nuestro principal sustento, la harina, era poca. La situación se estaba haciendo desagradable y por el 12 del mes estábamos reducidos a nuestro último saco de trigo tostado. Una comisión de trabajadores llegó a decirme que era imposible trabajar a tan reducido precio, opinión que de corazón avalé. Les dije que cargaran y bajaran al puerto y esperaran hasta el 17 del mes. Antes de aquella fecha, siendo mi cumpleaños, no deseaba abandonar el trabajo. Esto fue aceptado como una buena excusa y en la misma mañana del 17 de febrero, después de despachar el bote a la boca del río para esperar el
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ansiado vapor, el resto de los hombres estaba abocado a revisar y calafatear los botes; con ellos teníamos suficiente para transportar todo a mano. Las provisiones para el viaje de retorno no nos preocupaban tanto, pues siempre podíamos subsistir de los abundantes mariscos en los canales sureños y sólo requerían ser recolectados con la marea baja. A las 2 p.m. se elevó la señal y el grito de que el vapor estaba tras un recodo y para mi sorpresa un grande y hermoso barco remontaba el río a la vuelta del campamento. De modo que la espera de suministros fue solucionada con el arribo del S.S. ‘Cambronne’. Este era un barco mucho más grande del que yo esperaba. Aproximadamente 500 metros antes de nuestro campamento había un paso estrecho bien definido causado por una maraña de obstáculos. El capitán del vapor se puso nervioso y detuvo las máquinas. El barco perdió tumbo y giró tocando fondo con la popa en una banco de grava y chocando con la proa contra un gran obstáculo en el otro lado del río. Varó en aquella posición atravesando la corriente y llenando el río completamente. En ese momento la marea estaba bajando y nada podía hacer excepto dejar caer el ancla desde un bote corriente arriba y proceder a descargar las provisiones para alivianar el vapor. Todas las manos estuvieron ocupadas en este trabajo hasta el atardecer, pero el vapor no se enderezó por sí mismo hasta la próxima marea alta. Para gran sorpresa nuestra, quien venía abordo era don Mauricio Braun de Punta Arenas, el fundador de la compañía. Inmediatamente bajó a la orilla y llegando al campamento la primera cosa que preguntó fue que si teníamos un vaso de cerveza, pues había una tarde cálida, pero todo lo que pudimos ofrecerle fue un vaso de harina tostada con la última cucharada de azúcar que teníamos a mano, lo que evidentemente saboreó. Era la última cucharada del último stock. Solamente entonces conocí la historia de cómo había hecho para convencer al capitán del S.S. ‘Cambronne’, Mr. Croix de Ancourt, para que crea en nuestra rústica carta del río. Afortunadamente, él era también propietario del buque y fue persuadido de poner éste en las capacitadas manos de nuestro capitán Thomas Cratchley, y él no intervino cuando pasaron el paso estrecho. Estoy convencido de que el barco podría haberse detenido a lo largo de la pequeña construcción de la cabaña para desembarcar los suministros. Aquella noche dormí muy bien. Por la escasez de alimentos me había estado preocupando en gran manera, pero debo decir que los trabajadores nunca me dieron ningún problema durante lo que fue una situación crítica y aceptaron mi palabra de que si había que abandonar el lugar nos iríamos juntos.
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A la mañana siguiente estaba en pie temprano para encontrar que el barco había flotado sobre el banco de grava con la marea alta durante la noche y estaba cortando la corriente en una posición normal, sin haber sufrido daño, con mucho alivio para cada uno. El problema que se presentaba era darlo vuelta en aquella parte estrecha del río que tenía sólo la amplitud suficiente para permitirle regresar. Precisamente antes de la marea alta empezamos por colocar un cable a tierra dándole unas pocas vueltas a un gran árbol y un hombre listo para soltarlo cuando le ordenaran desde el barco. Sin embargo, cuando el ancla fue soltada, el barco giró hacia la orilla, el propietario se puso nervioso y ordenó al hombre de la orilla soltar el cable. A los pocos minutos estábamos de nuevo en la misma posición, con la proa corriente arriba. En esta situación Cratchley me dijo que si él no quedaba a cargo del barco, habría poca posibilidad de salir con la marea alta que nos daba tres pies extras de agua necesaria. Pero no era útil discutir con el propietario, de modo que le dije a Cratchley que regresara al puente y haga otro intento parecido, con la diferencia de que yo ordenaría a nuestro hombre en la orilla que atara el cable al árbol, de modo que cuando estuviera tenso, este no pudiera ser liberado y que yo debería esperar a popa con un hacha en la mano y cuando él me diera la señal yo debía cortar la soga. El truco fue efectivo, pues cuando el barco volteó, el propietario de nuevo ordenó al hombre de la orilla soltarlo, lo que no pudo hacer porque estaba anudado. Cuando yo recibí la señal de Cratchley, dejé caer el hacha sobre la cuerda y quedamos libres corriente abajo. Partimos a todo vapor y anclamos en Chacabuco después del anochecer. Pero todavía nuestros problemas no estaban solucionados, porque mientras cenábamos el buque fue sacudido por un respetable choque. Cuando fuimos al puente encontramos que el ancla había sido botada en 10 brazas de agua, pero con sólo 10 brazas de cadena, de modo que la marea alta dejó el ancla libre y estábamos flotando por la bahía en una corriente que llevó al barco contra un bien definido banco de arena en la boca del arroyo que corre en la bahía de Chacabuco. No se produjeron daños, y continuamos disfrutando nuestra interrumpida cena. La mañana siguiente fuimos a la boca del río, llenamos los tanques con agua fresca y cuando finalizamos aquella operación dijimos adiós a don Mauricio Braun y regresamos al trabajo del camino. Esta es la historia del primer barco a vapor en navegar el río Aysen. Después de largas discusiones con el Sr. Braun habíamos decidido proceder con la construcción de una huella a través de Los
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Andes, o más bien sobre el valle del río, porque la palabra Andes da la impresión de que cruzábamos tierras altas, lo que no es el caso, pues los puntos más altos están sobre la frontera argentina a alrededor de seiscientos metros sobre el nivel del mar y cerca de 100 kilómetros del puerto. Mi teoría era que siendo una compañía chilena, no había nada más natural que tuviera una salida al Pacífico, a una distancia de cerca de 80 kilómetros de donde yo proponía establecer las construcciones de la estancia, en vez de hacer el transporte de nuestra lana a una distancia de 400 kilómetros cruzando las pampas argentinas. Debo decir aquí que la decisión de construir un camino para el Pacífico fue en los años posteriores de vital importancia para la vida y futuro de la Compañía Aysen y sin duda salvó su vida. El trabajo del camino continuó hasta fines de abril, cuando los trabajadores regresaron a Chiloé por los meses de invierno, pero como yo permanecería hasta la primavera para tener una buena idea de las condiciones de invierno, no sólo de la costa sino también tierra adentro, busqué dos hombres que me acompañaran, pero encontré dificultad en persuadir a alguien para quedarse. Unos pocos días antes ellos estaban decididos a irse. Cuando propusimos a algunos probables hombres que ellos podrían permanecer, adquirí una buena idea de la filosofía chilota. Un hombre respondió: “Bueno jefe, por qué seguiríamos trabajando en el invierno, cuando hemos hecho suficiente dinero para mantener vestidas a nuestras familias y en casa tenemos unos pocos sacos de papa y una esposa y todos los mariscos que necesitamos en la playa, y sólo tienen que ser recolectados con la marea baja”. Agregó, “qué más quiere uno”. Bueno, contra ese argumento no había nada que decir, dije, sin embargo, ‘sotto voz’. No obstante de que el día anterior ellos estaban comprometidos a irse, dos hermanos Maldonado, de la isla Huar, se ofrecieron acompañarme en los meses de invierno. Éramos ahora ocho hombres, todos distribuidos en el territorio : E. Bellecave y un muchacho en el puerto; A. Sanhueza y un hombre en Coyhaique; Augus Macphail y un vaquero en Ñirehuao, quien dejó un muchacho disponible para acompañarme en mis viajes por Los Andes. Nuestra más bien monótona experiencia se inició a fines de abril y cerca de mediados de mayo salí con un hombre para alcanzar hasta Ñirehuao y regresar al puerto en los comienzos de agosto. Partimos con dos caballos de monta y una mula de carga y alcanzamos el río Mañihuales tempranamente para encontrar que la chalana estaba alta y seca, dejada ahí por el último flujo. Debíamos cruzar por el cable, pero entre los dos no pudimos moverla, así que estuvimos obligados a seguir nuestro viaje a
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pie y reducir nuestro equipo de campaña al mínimo y dejar los caballos sueltos a que encuentren su propio regreso al puerto. Tomamos los artículos necesarios para sustentarnos hasta llegar a Coyhaique donde teníamos un depósito de alimentos para mantenernos por un largo tiempo. Cada uno cargó su botín y salimos por el camino y después de unas horas de caminar llegamos a la última cabaña. Decidimos pasar la noche ahí y arreglar algunas otras ropas para caminar, porque yo estaba usando grandes y pesadas botas para el mar, que rasparon y pelaron la piel de mis talones. Así que aprendí de Maldonado a cortar las pierneras y hacer rústicas sandalias con doble suela. Comenté que como no estaba acostumbrado a usar las sandalias nativas de cuero sin curtir me podía hacer llagas en los pies, pero pensé que no podía ser peor que los talones pelados e insistí y pronto proseguíamos tierra adentro. En la mañana, la carga no pesaba más de 40 libras, pero a las cuatro de la tarde se sentía como una tonelada. Cuando eventualmente nos deteníamos para acampar, descargaba el botín de mis hombros, me sentía muy liviano y me dejaba caer de espaldas. Maldonado era bueno. Mientras caminábamos a través del barro las sandalias suaves eran soportables, pero cuando cruzábamos la huella rocosa uno debía tener cuidado en elegir su camino. Aquella noche, aunque sólo teníamos un duro suelo para dormir, no sufrimos de insomnio y a la mañana siguiente continuamos nuestro viaje para arribar a Coyhaique aquella tarde, cansados pero sanos en cuerpo y alma, para encontrar a Sanhueza y su compañero esperándonos con nada más que harina, porotos y arroz en la cabaña. Después de tres días de viaje a pan añejo, té y carne fría, no era muy diferente. Yo, más bien me molesté, porque ellos estaban provistos de rifle y munición, y esperaba, al menos, alguna carne de huemul. Pero ellos evidentemente no tenían buena puntería, así que mi próximo día de labor era suministrar el campamento con carne a pie con mi ‘Colt 44’ al cinto. A una milla del campo encontré un par de huemules pastando en una hondonada y los maté a ambos. Como el clima en este tiempo era decididamente frío, no había dificultad en preservar la carne cuando ésta se colgaba de un árbol y se congelaba rápidamente, así que estábamos provistos por algún tiempo. Después de unos días de descanso, tomé a Sanhueza conmigo y partimos para Ñirehuao donde Macphail estaba esperándonos. Dejamos a los dos muchachos en el campamento para vigilar las provisiones y matar las ratas, o más bien grandes ratones de campo, que atraídos por el olor del alimento, podían haberse comido todo en un corto tiempo. Esto motivaba hacer apuesta especial para ver quién cazaba el número más
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grande, cuando estábamos instalados rodeando la hoguera después de la cena en la tarde. Cuando llegamos a Ñirehuao encontramos a Macphail acostado, muy enfermo sin duda y evidentemente de muy bajo ánimo. El estaba acampando en una pequeña choza de barro con techo de paja, que era mejor que dormir a la intemperie, pero completamente desprovisto de comodidades. Su vaquero había hecho el mejor intento de hacerlo comer un pedazo de asado, mientes su perro collie Bobby nunca dejó su lado de la cama por mucho tiempo. Cada mañana Bobby era el primero en levantarse para ver cómo su jefe estaba progresando y solamente regresaba a acostarse después que le hablaba. Después de unos días Mack se puso más fuerte y fue capaz de comer un poco de arroz. Nuestra visita pareció aliviarlo un poco y había vencido evidentemente la enfermedad y estaba justamente en el camino de recuperarse, pero Bobby mantenía su visita matinal, así que una tarde recomendé a Mack que no le hablara para ver qué hacía y lo vigilé desde mi cama en el piso. Bobby se levantó como era usual al amanecer y entró a pagar su manda matinal sobre el inválido, quien no se movió ni habló; el pobre perro se transformó y saltó sobre la cama y tiró las frazadas fuera del rostro de su jefe con sus patas y su alegría al ver a su jefe bien y normal fue patético, se apaciguó bajando de él y lamió su cara y cuando Mack saltó de la cama y me habló, burlándose de él, vino y me besó también, como para demostrarme que estaba perdonado por la broma que le hicimos. El viejo perro sabía tanto como nosotros que Mack había estado a punto de dejarnos. Después de haber permanecido cerca de un mes en Ñirehuao y ver a Mack francamente en sus pies de nuevo, luego de su ataque de fiebre reumática, estábamos satisfechos de que las condiciones invernales no eran peores que en Magallanes para la crianza de ovejas y considerablemente mejores para la crianza de vacunos, porque la diferencia de latitud estaba compensada por la altitud más grande en Aysen, siete grados de latitud más al norte, pero con una altitud de entre 450 y 1200 metros sobre el nivel del mar, comparados con un máximo de 300 metros en el Estrecho. Así pues, regresamos a Coyhaique para estudiar la construcción del camino sobre el cerro Baguales. En aquel trabajo pasamos unos veinte días y permanecíamos bajo cañamazos todo el tiempo, a los pies del cerro Baguales, pero la humedad diaria y la imposibilidad de secar nuestra ropa de cama fue el indicio para darnos cuenta de nuestra condición, porque estábamos todos cortos de ropa y aunque no habíamos decidido la ruta
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exacta, el camino debía tomar por la espesa selva, lo que hacía dificultoso seguir alguna dirección o seguir la configuración del terreno. Yo quedé satisfecho al determinar aproximadamente la única ruta factible y regresamos al puerto desarmando el campamento el 10 de julio. Con Maldonado partimos por la huella, mientras Sanhueza y su compañero regresaban al valle de Coyhaique. Nuestro viaje al puerto no fue sin dificultad porque el río había crecido y largos tramos de la huella estaban bajo agua y adquirimos una buena idea de lo que el flujo significaba para el nivel de la tierra en un valle del río. Alcanzando el río Mañihuales encontramos el agua de bajada, alta, y la chalana hundida, por lo que aquella forma de cruzar era imposible y usamos un pequeño bote de fondo plano, el cual cargamos con atados de ropa y navegamos río abajo hasta Puerto Díaz y de ahí a pie de nuevo. En algunos lugares el agua nos llegaba bastante más arriba de nuestras cinturas y teníamos que colgarnos de las ramas para evitar ser arrastrados por la corriente. Este flujo no fue causado por lluvias fuertes, sino por un viento cálido que derritió la nieve de los cerros, de modo que el agua estaba amargamente fría y estábamos agradecidos de alcanzar el puerto justo antes de que oscurezca, después de tres pesados días de marcha. Nosotros debimos parecer mendigos, porque cuando Bellecave nos vio llegar desde la vereda de la cabaña del puerto, él inmediatamente buscó y tomó un rifle. Era lo más natural que nuestras ropas fueran lo peor del atuendo, porque las habíamos usado desde mediados de mayo y todo aquel tiempo yo estaba sin botas y nos hicimos un mínimo de aseo porque el jabón no era abundante, de modo que un aseo quincenal era casi todo lo que podíamos hacer, pero déjenme decir que nunca en este tiempo tuvimos pulgas. Estimo que era demasiado húmedo para su gusto. Encontramos el puesto rodeado de agua y el almacén solamente dos pies sobre el agua. Luego de unos pocos días de descanso en el puerto, donde llovió sin cesar hasta fines de julio, nuestro único ejercicio era tumbar árboles y cortas leña para mantenernos en forma. Al llegar agosto comenzamos a preparar nuestro viaje a través del continente y el 2 de agosto quién regresó fue Sanhueza y su compañero. En su regreso a Coyhaique encontraron que las ratas habían devorado la mitad de las provisiones y él había regresado por suministros frescos, así que después de hacer un viaje a Chacabuco el 14 de agosto, montamos el día siguiente y nos internamos con siete caballos, cuatro de monta y tres mulas. Llegando al río Mañihuales encontramos el agua baja y cruzamos por el cable de acero y entre los cuatro fuimos capaces de meter la
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chalana dentro del agua y cruzar con los caballos de la manera usual sin pérdida de tiempo. Desde aquí la travesía fue difícil porque la corriente había arrastrado los puentes y tuvimos que reemplazarlos y resultó más largo de a caballo que a pie, pero como llevábamos provisiones para seguir hasta Comodoro Rivadavia y además para proveer a los hombres establecidos en Coyhaique por tres meses, no podíamos cargar eso sobre nuestras espaldas, de manera que reparábamos la huella a medida que avanzábamos. Desde Coyhaique la travesía fue mejor, aunque el terreno estaba bien cubierto de nieve y para el 20 de agosto arribamos a Ñirehuao. Yo había reservado una tropa especial de caballos para nuestra excursión a través del continente y ellos estaban en buena forma. El día 22 estábamos en camino y tomamos un joven indígena con nosotros para que guíe a los caballos. Este muchacho había llegado pidiendo trabajo y decía que conocía bien el territorio. La primera noche tomamos la precaución de manear el caballo guía por tres patas, porque los caballos estaban ansiosos de regresar a su antiguo hogar. También maneamos aparte a dos caballos y acampamos sobre la nieve en una hondonada protegida, sobre la frontera argentina. Estábamos viajando livianos con el objeto de ir rápido, así que no llevábamos tiendas con nosotros, pero usábamos cobertores de lona individuales. La noche no estaba tranquila, los caballos estaban inquietos y nuestro sueño agitado, así que dábamos vistazos ocasionales para ver que los caballos no se extravíen del caballo guía. A la mañana siguiente, tempranamente tuvimos alguna dificultad en soltar las maneas del guía porque estaban duras de congeladas, pero hicimos un buen trayecto y acampamos en el almacén de Emilio Loyonte, cerca de la unión del río Chalia con el río Mayo. Estábamos siguiendo el valle del último río mencionado, desde la frontera argentina. Aquí tuvimos que recurrir a la traba de 3 patas porque el caballo guía estaba muy ansioso de regresar a casa. Durante aquellos días de viaje tuvimos un contratiempo, uno de los bultos quedó suelto y para asegurarnos que nuestros caballos estén a salvo se los dimos al muchacho indio para sujetarlos, porque ellos estaban frescos y debían ser tratados con cuidado. Sanhueza y yo enderezamos el bulto y tiramos la cubierta de lona sobre él. Esto espantó a los tres caballos de monta que el indio estaba cuidando y él fue incapaz de sujetarlos y no pareció esforzarse grandemente. Quedaron libres y fueron detrás de la tropa. ¡El infierno por un cuero! Su estampida incitó al lote entero y en unos pocos minutos vimos la amplia extensión de la pampa, pero sin caballos. Dos de los caballos de monta tenían sus
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cabestrillos atados juntos así que no podían separarse. Tomaron una tangente y llegaron a parar justo sobre el horizonte, donde una vuelta del cabo de los cabestrillos se agarró rodeando una mata baja que los contuvo. Nunca sentí tantas ganas de matar a un hombre, nunca en mi vida, y si el indio me hablaba podía ser un mal momento para él. Ahí estábamos a pie en la pampa cerca del mediodía, sin caballos y a una distancia bien respetable de cualquier habitación. Lo más cercano estaba cerca de 30 millas más adelante. Dejando a Sanhueza para seguir por el valle tras la tropa, fui detrás de los dos caballos de monta, que habían ido en dirección al sur y después de dos horas de caminar llegué donde estaban atrapados por el matorral, pero estaban excitados y en mi cautelosa aproximación...(ilegible) sobre los cabestrillos y ellos se soltaron por la punta del matorral y estaban libres de su dueño nuevamente, pero estaban pronto agarrados por otro matorral más alto que ayudó a asegurarlos. Fui capaz de agarrarme de ellos y me sentí tan confusamente afortunado de tenerlos en mis manos nuevamente, que nos les dije todavía lo que pensaba de ellos y sus ancestros. Guardé aquello para el indio. Partí hacia el valle del río y encontré a Sanhueza y proseguimos valle abajo tras la tropa. El indio venía trabajosamente detrás, a pie. Nuestra primera preocupación fue dar con los caballos, los pilcheros y el caballo del indio. Finalmente dimos con ellos. Estaban pastando sobre los bancos del río cerca de la tienda de Loyonte, donde, como dije, acampamos. El indio llegó al campamento mucho después de oscurecer, después de caminar cinco horas. Al día siguiente alcanzamos el paso del río Mayo, y aunque era temprano decidí pasar la noche aquí para dar tiempo a los caballos para alimentarse. A la mañana siguiente nuestro muchacho indio estaba bajo una nube. Había bebido demasiada caña y estaba muerto para el mundo, así que juntamos los caballos y continuamos nuestra marcha dejándolo a la afectuosa misericordia del tenedor del almacén, porque él era evidentemente un derrochador y no podía creérsele. Aquella tarde acampamos en ‘El Quemado’ y pensando que la yegua venía cansada después de tres días de travesía la dejamos trabada de sólo dos patas. Nos engañó y debimos regresar más de 5 millas antes de que diéramos con el lote la mañana siguiente. La yegua viajó bien con dos patas trabadas y los caballos la acompañaron en su alimentación a lo largo del camino. Aunque partimos tarde aquella mañana hicimos un buen avance y alcanzamos el cañadón Pedro en el lado Este del Valle Hermoso. Este es un nombre erróneo. Aquí nada es
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bello en el valle a excepción de su amplitud. Estábamos quedando cortos de carne y tuvimos suerte de cazar una avestruz con un afortunado tiro de revólver. Tuvimos un suculento asado como cena. Al día siguiente cruzamos la banda de la costa y estábamos a la vista del Atlántico y el 26 de agosto de 1904 llegamos a Comodoro Rivadavia. Había un solo hotel ahí en aquel tiempo y todos comían en él. Fuimos bastante afortunados de ponernos en contacto con un hombre que regresaba hasta Río Mayo y arreglamos con él para que nos lleve los caballos hasta Ñirehuao. El siguiente problema fue cómo salir de Comodoro Rivadavia. Mi programa era tomar pasaje en el primer barco a Punta Arenas y regresar a Puerto Montt en un vapor desde Punta Arenas, pero ningún barco había sido llamado a Comodoro desde hacía algún tiempo y parecía poco probable que arribase alguno en un futuro cercano. Esta sospecha fue lamentablemente correcta, porque no llegó ninguna nave hasta fines de septiembre. Este fue el mes más melancólico que nunca en mi vida había gastado. La primavera se había afirmado aquí con sus vientos pamperos, que me recomendaron a Comodoro como el punto más fresco de la costa patagónica y esto significa algo. Soplaron grandes ráfagas desde el día en que llegamos hasta que nos fuimos. La única característica interesante en Comodoro era la emanación de petróleo, que se encontró mientras taladraban en busca de agua para la ciudad, una rara comodidad aquí. El ingeniero del gobierno había recibido instrucciones de detener el trabajo con el taladro a aproximadamente 600 metros de profundidad. Sin vestigios de agua, pero como no había vapor probablemente por algún tiempo y como aún tenía unos pocos tubos a mano, él continuó taladrando y encontró petróleo cuando casi se acababan los tubos. El hallazgo de petróleo ha sido de gran importancia para el futuro de este pueblo y se ha desarrollado en él el mejor campo petrolífero de la costa Atlántica y es de inmensa importancia para la República Argentina. Esto fue en los tiempos en que la colonia Boer se había iniciado. Ellos no lo hicieron mal y han sido buenos colonizadores y producían frutas y vegetales en tierras en que especialmente tenían avestruces y guanacos. Durante mi forzada estadía en Comodoro Rivadavia hice de amigos y se organizó una expedición para cabalgar por la costa y obtener algunas pieles de focas y petróleo. Como yo no había visto las grandes manadas de focas que eran comunes en la costa atlántica, me uní a la fiesta. Luego de recorrer la costa por 10 leguas llegamos a un sitio de descanso de las focas. Estábamos bastante tierra adentro así que no las
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molestamos. El ruido que hacen estos animales toda la noche es increíble y se hace imposible el dormir. Temprano en la mañana siguiente nos acercamos a pie y antes de que se den cuenta de nuestra presencia estábamos entre ellas. La marea estaba baja y cientos de ellas tropezaban y caían en la playa de arena y matamos las que quisimos. No fue difícil anular a las focas, porque no pueden moverse ágilmente en tierra, pero uno debía dar primero, porque recibir una mordida de sus formidables dientes no es materia de risa. La vista del cabo en la foto acompañante muestra la formación de la terraza de las pampas que es usada por los papagayos costeros, aquellas aves grandes y de brillante plumaje. Para anidar en ellas, cavan agujeros en la laja bien lejos del alcance de los cazadores. Regresamos a Comodoro donde continuamos golpeando nuestros talones por otros cinco días, cuando un vapor con destino al sur se puso a la vista y después de tocar todos los puertos del sur por fin arribamos a Punta Arenas el 3 de octubre de 1904, con lo cual, prácticamente completé un año desde la fecha en que dejé Valparaíso para tomar el manejo de la Compañía Aysen. AÑO DE OCTUBRE DE 1904 – 1905 Fletando el S.S. ‘Magallanes’ en Punta Arenas, una pequeña lancha propiedad de la firma ‘Messers, Braun y Blanchard’, y cargando los suministros necesarios para unos 100 hombres, dejamos Punta Arenas el 10 de octubre de 1904. Mientras estaba en Punta Arenas supe del problema que el capitán del S.S. ‘Cambronne’ tuvo con la Aduana. Fue fuertemente multado por haber descargado suministros en Aysen, cuando estábamos al borde del hambre en febrero, así que en este viaje pasaríamos Aysen y continuaríamos a Puerto Montt a pagar impuestos sumisamente por todos los buenos artículos de importación y regresar a Aysen. El cruce del Golfo de Penas fue afortunado. El mar estaba tan tranquilo como una taza de leche e hicimos buena velocidad y pudimos correr hasta Puerto Yates, en la entrada del canal Darwin, antes de la tormenta que había estado amenazando todo el día. Estalló con su furia acostumbrada en esa localidad. Desde aquí navegamos el canal Darwin y estuvimos en aguas protegidas el resto del viaje hasta Puerto Montt. Mientras los suministros estaban siendo revisados por la Aduana contraté trabajadores y partimos a Aysen, donde arribamos seguros el 28 del mes. Esta vez yo actué como piloto en el río y como la “Magallanes”
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era más pequeña que el ‘Cambronne’ alcancé nuestro campamento base, cerca de los primeros rápidos, sin dificultad. Fue mi primera experiencia en navegar en un buque más grande que un bote a remos. Parecía que el tamaño del barco reducía el espacio de navegación del río, pero el capitán noruego Olsen parecía que pensaba que no había nada de que preocuparse, de modo que el S.S. ‘Magallanes’, aunque sólo fue el segundo en navegar el río Aysen, tuvo el honor de alcanzar Puerto Dun, nuestro campamento principal. El nombre del puerto se lo dio don Mauricio Braun durante su visita en febrero. Aparte del transporte de provisiones para los trabajadores del camino, tuvimos que transportar mercaderías a Ñirehuao para la recepción de las ovejas que estaban por llegar de Punta Arenas a cargo de Pat Ryan. El era de carácter bien conocido y un ganadero capaz. Arribó en abril con 20.000 ovejas con una pérdida menos del 2%, incluyendo las ovejas consumidas en el viaje, las que estuvieron en camino desde el 15 de enero hasta el 15 de abril. Entonces tuvimos un problema en Ñirehuao: el carpintero que estaba construyendo el ‘resfalín’ de las ovejas enfermó grave y no pudo continuar, así que con Macphail manejamos nosotros mismos la faena y tuvimos todo lista para recibir la tropa. El trabajo del camino, en esta estación, consistió principalmente en construcción de puentes, porque había innumerables arroyos que corrían al río y debían ser puenteados. Toda la madera debía ser aserrada a mano en el bosque. Largas franjas de tierras pantanosas debían ser cruzadas por una huella de envaralado. A fines de abril el camino estaba listo para tráfico de carretas en 33 kilómetros y el clareo del camino avanzó hasta Coyhaique, pero el trabajo en la roca debía ser hecho en la próxima estación. Previstos para este trabajo yo compré gran número de caballos para carga, pues era imposible conseguir mulas en la Patagonia y en el sur de Chile son prácticamente desconocidas. Los caballos no tienen éxito en alimentarse en las pampas secas, ellos no usan las huellas en el bosque, no ramonean para alimentarse y podrían morir de hambre donde una mula está gorda. No es problema para nuestras abusadas amigas las mulas alimentarse en un denso campo de cañas, donde las hojas verdes están a 12 pies sobre su cabeza. Observé a una vieja mula que había sido dejada cansada en la huella y me parece que cerró un ojo y miró con el otro y calmadamente fue al lado del camino y tomó una caña entre sus dientes y la quebró; así que las hojas cayeron hacia el camino y entonces fue por ellas y saboreó su comida. Los caballos nunca aprenden este truco. Aún los trabajadores bueyes son más sabios que los caballos, porque caminan sobre las cañas y las bajan hasta el suelo con su peso y se
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mantienen en esta posición hasta que han comido lo suficiente, o repiten la operación y sacando su peso las cañas vuelven a su posición derecha. La temporada de trabajo fue reducida a la construcción del camino y construcción de casas, corrales para ovejas y vacunos y algunas defensas. En marzo llevamos los vacunos rodeándolos, pero ellos no estaban acostumbrados a corrales y nos dieron una serie de problemas para ponerlos en los amplios corrales construidos con el sistema de postes de empalizada, uno junto al otro, sin embargo finalmente los encerramos luego de correr nuestros caballos a un rincón. A la mañana siguiente, cuando comenzamos a pasarlos a través de la tranquera para separar los corderos para marcaje, fue un pandemonium dejarlos sueltos, porque era la primera vez que habían estado en un corral y ellos se resisten al confinamiento y se apilan ellos mismos de a dos o tres en las esquinas del corral. Iban y encaraban fuerte y furiosos y atacaban cualquier cosa dentro de su alcance, pero debían aprender la lección. Persistimos en el trabajo y nos tomó dos días para atraerlos a la cerca y terminar el marcaje, lo cual era hecho por primera vez aquí a pie, para gran sorpresa de los gauchos, que estaban acostumbrados a lacear a campo abierto y marcarlos en una semana , una labor que bien podía hacerse en un día si los animales estaban acostumbrados a los cercos. Como esta operación se hace una vez al año en una estancia de crianza de vacunos, se acostumbran, y este primer año era el paso inicial para amansarlos. Los trabajadores se dieron a sí mismos un desafío y pocos cueros debieron ser sacados cuando terminó el marcaje. Años más tarde ellos dieron un mínimo de trabajo para ponerlos dentro del corral. Nuestra jornada de labor record fue marcar alrededor de 2.000 cabezas de vacunos en un día, con dos equipos de 5 hombres cada uno. Ocasionalmente llegaba un albino (piel blanca) de un año de edad tan indómito como bandido y nos daba alguna diversión, porque los hombres prontamente iban a derribarlos. Ninguno fue nunca dañado severamente, aunque las contusiones estaban a la orden del día. Luego que este trabajo terminó y todas las provisiones hechas para el invierno y primavera, regresé al puerto y después de pagar a los hombres del camino, abordamos el S.S. ‘Chacabuco’ y alcanzamos Puerto Montt. De aquí fuimos a Valparaíso a ponernos en contacto con el Consejo de Directores que estaba evidentemente bajo la impresión que ellos no habían sido debidamente consultados acerca de la construcción del camino. En la sesión opiné que Estancia Aysen no tendría el valor de ‘una bendición de calderero’ sin una salida al Pacífico. Fui autorizado a tomar un gran número de hombres y proceder tan rápido como era
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posible. Los trabajos de los años pasados habían sido sin novedad y no hubo problemas con los trabajadores, posiblemente porque estaban todos bajo contrato, percibían una buena paga y estaban abastecidos con mercaderías a precio de costo. No se permitía licor en el lugar, estábamos bien abastecidos de carne, porque teníamos pequeños lotes de vacunos desde Ñirehuao y los manteníamos en los llanos del valle del río y los matábamos cuando requeríamos carne. Ellos frecuentemente causaban considerables problemas y diversión porque no estaban acostumbrados a los humanos y atacaban al verlos si se encontraban en su camino y causaban un desparramo general. Pero como representaban nuestra principal fuente de alimento, siempre tenían derecho a paso. El último de cada lote siempre daba una serie de problemas antes que pudiéramos domarlos porque ellos habían tenido tiempo para acostumbrarse al bosque y podían desaparecer como chispa cuando oían a alguien aproximarse y lo único que uno oía era su crujido en el espeso monte y debían ser rastreados cautelosamente hasta acorralarlos y convertirlos en carne faenada, la cual debía ser distribuida a las varias cabañas, que enviaban hombres a llevar tanto como podían sus hombros. Al comienzo del invierno los pumas causaron gran daño entre las ovejas y para mantener su número bajo la compañía ofrecía una libra esterlina por cada una de las pieles llevadas y en la primavera 48 pieles habían sido pagadas. Durante el invierno era fácil rastrearlos en la nieve, aunque a veces ellos oían y respondían. Los perros disfrutaban el trabajo y seguían sus huellas implacablemente, y lo acorralaban sobre un árbol, donde era trabajo fácil dispararles. Recuerdo un día que topamos con la huella de un puma y lo localizamos en una cueva, pero desafortunadamente andábamos sin arma de fuego, así que para entretenerlo hasta que un muchacho fuera a la cabaña más cercana a buscar un rifle, probamos tirándole piedras desde cerca de 15 yardas de distancia. Quedamos asombrados de ver que él tenía una buena piedra de ayuda en sus patas. Así, él se agazapaba en un rincón y la piedra nunca la apartó de su cabeza. Era tan ingenioso como un boxeador entrenado en el ring. Pero cuando el muchacho llegó con el rifle, no vio la bala que se apostó bajo él. Las pieles son de poco valor porque el cuero es blando y se encogen cuando se mojan, aún después de ser curtidos, así que teníamos poco uso para ellas, pues ni siquiera sirve para pierneras o pantalones de montar. Lo mejor era mantenerlas para montarlas, como tapetes para el piso y otros propósitos ornamentales. El cóndor es un ave noble sobre sus alas, aunque no es un ave de presa y vive principalmente de carroña. En otras palabras es un carroñero.
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Tiene un par de plumas finas por lo cual es atrapado por el simple método de colocar un animal muerto en un área encerrada de 10 x 10 yardas rodeadas de malla de alambre de tres pies de alto. El baja a alimentarse y se harta a tal extremo que no tiene suelo suficiente para correr y alcanzar el viento de nuevo. Yo atrapé uno a campo abierto en la nieve suelta que era demasiado blanda para sostenerlo y lo atrapé con facilidad. El ovejero jefe que estaba conmigo pensó que podría ser mantenido como mascota y llevó el ave con él en frente de la montura, pero el cóndor quedó con su cabeza libre y agarró al caballo por el cuello con su pico, a lo que el viejo y sumiso caballo objetó y Sandy estaba de espaldas en la nieve en el instante siguiente pero con el ave aún en sus manos. Luego de atrapar a su caballo entró en el caserío con más problemas y el monarca de los aires quedó seguramente guardado bajo malla de alambre, pero no prosperó en cautiverio. Era una bestia sucia y a diferencia de la mayoría de las aves no tenía interés en su toilette.-El niño que la alimentaba pensó que estaban en términos amistosos con su cautivo que iba a recibir su ración diaria. El muchacho le mostró su confianza a su silencioso amigo poniendo su dedo a través de la malla y no lo quitó cuando el ave se acercó corriendo hacia él y para su sorpresa se encontró sin la primera falange de su dedo, lo que el cóndor tomó como un bocado e insensiblemente se lo tragó inmediatamente. Como he dicho, al menos es un ave noble en el aire, o posada sobre una alta roca con sus alas semi extendidas, asoleándolas, pero uno le pierde todo respeto al ponerse en contacto con ella en un lugar cerrado. Su desnudo cuello como pavo es repulsivo y su corbata blanca es como una sucia franja luego de un trago de sangre. Pero es entretenido y si uno está muy cerca de su nido cuando su compañero es capturado, no tiene temor para atacar y revolotear a pocos pies del intruso e inspira un dejo de respeto cuando silba en el aire en espacios cerrados. En aquella pequeña excursión, habiéndonos asegurado de capturar los huevos, nos arrepentimos y dejamos la pareja en pacífica posesión de su nido. AÑO DE OCTUBRE DE 1905 - 1906 En Valparaíso estuve enfermo con fiebre alta y como la viruela era común en aquel tiempo, estuve en observación como sospechoso por unos pocos días, pero era solo un problema del estómago originado posiblemente por la inacostumbrada rica comida; sin embargo programé
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la nutrición, me recuperé y al terminar agosto fui al sur a organizar la próxima temporada de trabajo. Llegando a Puerto Montt me puse en contacto con algunos hombres probables para hacerse cargo de las cuadrillas de trabajo del camino. Pero fue necesario tomar otro tipo de hombres porque los trabajadores locales no tenían experiencia en minar rocas. Ellos son esencialmente hacheros y la cantidad que contratamos eran juntos un grueso y bonito lote. Zapateé cuando algunas mujeres se ofrecieron para cocineras de las diferentes cuadrillas, pues había dos cosas que yo objetaba para una obra como aquella, donde no teníamos comodidades e incluso ni destino fijo. Y ellas eran el vino y las mujeres. Sin estos dos elementos nunca he visto un grupo más apacible que nuestros trabajadores nativos; bueno, enojos naturales y disputas eran frecuentes, pero las peleas eran prácticamente desconocidas entre ellos. Las mujeres estaban fuera de lugar donde no había piezas independientes para vivir y muy frecuentemente era necesario dormir a la intemperie o en grandes barracas o bajo lonas y estábamos continuamente en movimiento. Decidimos posponer nuestra fecha de salida hasta después de la fiesta nacional y dimos a los hombres su primer sueldo de adelanto de sus jornales para celebrar la ocasión. En estos casos es usual que algunos hombres desaparezcan antes de la fecha de zarpe, pero salimos rápidamente porque el 20 de septiembre sólo un hombre faltaba. Por supuesto algunos estaba aún en lo peor del licor, pero eran atendidos por sus respectivas esposas. Estábamos en camino en la tarde con una goleta cargada con seres humanos llevados a remolque por el remolcador ‘Chacao’, propiedad de la firma ‘Oelckers e Hijos’. Yendo al puente en la mañana siguiente me sorprendí de ver cuatro mujeres a bordo y me dijeron que eran estibadoras. Ellas habían llegado a bordo con los trabajadores y estaban escondidas abajo. Esto era 'una delicada cazuela de pescado', porque estaba fuertemente convencido que no habría paz en el lugar hasta desembarcarlas, pero al mediodía habían encontrado a sus respectivos convivientes, quienes prometieron responder por su buen comportamiento. El viaje fue sin contratiempos hasta Melinka, pero a la mañana siguiente fui llamado por Sanhueza, quien me dijo que el vapor estaba en un canal equivocado, así que fui luego a cubierta y persuadí al capitán de regresar y tomar la ruta apropiada. Teníamos un hombre a bordo que conocía bien los canales y como el capitán era nuevo en la zona, dejé al hombre con él como piloto, me envolví en mi poncho y me fui a dormir en una banca. Tuve mal tiempo al cruzar el golfo ‘Corcovado’ y ahora
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tenía suerte de dormir en aguas tranquilas. Sin embargo el capitán pensó que conocía más que nuestro hombre y rehusó seguir sus indicaciones para tomar el canal externo y tomar un suave y amplio estrecho abierto por el canal Moraleda. Cerca de las 9.30 a.m. fui despertado por el ruido del vapor raspando su fondo en una roca, que sorteó para montarse inmediatamente y detenerse en otro arrecife de rocas a corta distancia enfrente. Mi primer cuidado fue tomar la goleta con los trabajadores a bordo para cambiar su curso y regresé para ver al capitán, que parecía petrificado con el timón en sus manos y la máquina a todo vapor hacia adelante. Sacándolo de su trance sugerí que pusiera las máquinas marcha atrás y envié todos los hombres a la borda de popa, porque ésta estaba en aguas profundas y estaba tomando un suave cabeceo. Estoy convencido que hubiéramos salido de la roca, pero el capitán paró las máquinas diciendo que flotaría con la marea alta, optimismo del que yo no participaba porque en ese tiempo había sondeado todo alrededor y encontré agua profunda a proa y a popa y 11 brazas a estribor y 5 pies a babor. Como medida precautoria y con deseo de salvar nuestros suministros, sugerí que alivianáramos el barco transfiriendo la carga a la goleta, lo que el capitán recibió como una excelente idea. Todos los botes disponibles fueron puestos a la tarea. A las 11 la banda de babor del barco esta seca y tuve una idea acerca de como estábamos situados. Tiré una cuerda y escalé al lado del barco, pero la cuerda se rompió con mi peso y llegué a la sucia desnudez de una roca, pero no me quebré ningún hueso, afortunadamente. En ese momento la proa del remolque estaba fuera del agua y éste estaba sentado sobre la popa por lo que pude arrastrarme por la roca bajo el barco. El fondo estaba aún agarrado, pero aquello no podía durar mucho y sería seguro dar curso cuando la marea empiece a bajar. Tenía miedo que se pudiera partir en dos porque el arrecife de roca no era de más de 10 pies de ancho. Así que apresuré a los hombres en el trasbordo de los suministros a la goleta. A las 11.30 a.m. el cocinero nos llamó a comer. Seis de nosotros fuimos a la cabina a tomar alimentos. Mientras estábamos aquí, escuché un ruido como tiro de pistola que no era alentador, pero el capitán pensó que era un ruido del descargue. Inmediatamente, dejando la mesa, noté que debajo de nosotros las tablas en el pasillo estaban levantadas cerca de una pulgada. Un examen de los lados mostró aberturas bien definidas que indicaban que el fondo del barco había cedido. El ingeniero me dijo que un pie derecho en la sala de máquinas estaba doblado. Fui abajo con él y limpiamos algunos leños del fondo encontrando que había hoyos en su fondo bastante grandes como para poner la mano y recoger erizos de las rocas y ahí el barco estaba
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posado sobre su caldera. Cerca del mediodía una suave brisa salió del norte y las olas golpeaban sobre popa causando un balanceo del barco de proa a popa, lo cual amplió la brecha en su fondo. Hacerlo reflotar con la marea de la tarde era imposible. Así que decidimos transferir todos los hombres a la goleta y continuar el viaje. El capitán regresaría a Melinka y esperaría el bote del correo mensual ahí y regresaría a Puerto Montt. Por el momento la marea había vuelto y el barco se llenó rápidamente, así que lo abandonamos y levando anclas en la goleta surcamos por la corriente de la marea creciente para avanzar en dirección del canal Moraleda. Ahora, una pequeña goleta con parte de sus bodegas llenas de provisiones y unas 200 almas a bordo, es un lugar dificultoso para encontrar comodidad y arreglamos para tener suficiente espacio para una cama en la cubierta de popa. El resto fue apretado donde había espacio. Afortunadamente el tiempo era bueno. Entonces la fuerte corriente llevó la goleta a seis millas del naufragio, pero la baja marea nos regresó de nuevo y en la mañana estábamos cerca de la 'Chacao'. Esto sucedió al día siguiente y al atardecer noté que todos estaban en cubierta y mientras sostenía algo para comer en una lata, un hombre, de los cuadrilleros, se acercó para decirme que había un hombre enfermo a bordo y agregó que pensaba que se trataba de un caso de viruela. Entonces yo sentí que eso era más bien una ‘hinchazón bajo la cintura’ y usé mi vocabulario en él y le dije que después que yo terminara mi cena iría y lo vería. En el intertanto, estaba indeciso por lo que podría hacer al respecto. Era imposible dejarlo en la orilla porque nadie podía permanecer con él y aún atar un peso a sus pies y lanzarlo por la borda no nos ayudaría, pues el barco ya estaría contaminado. Si era un caso de viruela no debería continuar, y la última cosa en el mundo que deseaba hacer era regresar. Como yo había sido vacunado antes de dejar Valparaíso, sentí que estaba más o menos inmune a al enfermedad. En cualquier caso ‘uno está en la sopa’, así que tenía que terminar mi comida de la tarde. Bajé a la bodega y le eché una mirada. Su cara y pecho estaban feamente pustulentos y tenía fiebre alta. Ciertamente parecía un caso sospechoso, pero cuando le pregunté si sentía dolor él dijo que no, así que llegué a la conclusión de que se trataba de un caso de ‘fiebre del pollo’. Después de un debate más bien enredado conmigo mismo decidí continuar, porque aún si regresábamos no veía como podía mejorar. Así que yendo a cubierta les dije a todos que era sólo un caso de ‘fiebre del pollo’ y que no era peligroso y que todos podían bajar a dormir, porque el pobre atizador tenía la bodega para él solo. Nadie se
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movió en aquella dirección y no fui lo bastante estúpido para insistir, aunque la cubierta estaba sobre poblada. Como la calma aún persistía en la mañana decidí tripular el bote y tomar la goleta a remolque porque el capitán dijo que si podíamos entrar al canal por el norte de Puerto Nassau, la corriente de salida podría llevarnos a un punto donde podríamos tomar la marea creciente en la tarde, la cual debería tomar derecho a Puerto Americano a través de canal Pérez. Cada media hora cambiábamos los remeros. Al crepúsculo una tormenta de truenos amenazadora estaba frente a aquel puerto, pero el capitán estaba ansioso de alcanzar su destino y no fue diestro en el anclaje. Una suave brisa había salido sobre cubierta. La tormenta del norte nos alcanzó precisamente al atardecer cuando estábamos entrando al laberinto de islas y rocas antes de la entrada al canal norte del Estuario de Aysen. Cómo escapamos corriendo sobre una de estas rocas en la caída de la noche con un fuerte viento soplando y la goleta atravesando a velocidad máximo, fue simplemente un milagro, porque en una o dos ocasiones escapamos ‘por la piel de nuestros dientes’. Una vez dentro del estuario pudimos anclar hasta la mañana, pero encontramos que el viento norte nos fue adverso durante una considerable distancia y tuvimos que sirgar la goleta hasta que alcanzamos la bifurcación de los canales frente a Puerto Pérez. Como la marea estaba en contra nuestra, entre cuatro remeros no avanzábamos en el remolque. Desde Puerto Pérez el viento nos fue de nuevo favorable e hicimos tiempo record y navegamos el río Aysen a la vela hasta pasado el río Palos, donde atracamos y descargamos los pasajeros. Nunca había estado tan agradecido por algo en mi vida como cuando hice tierra y sentí tierra sólida bajo mis pies nuevamente. El hombre enfermo estaba aún en cama y no había desarrollado viruelas y el temor de epidemia de ‘fiebre del pollo’ entre los hombres pasó pronto. El siguiente trabajo fue disponer la distribución de las cuadrillas en sus diferentes secciones. Entonces, el problema más grande que siempre tuvimos fue enviar cocineros para las diferentes cuadrillas. Yo había sido persuadido, contra mi mejor juicio, que dé a las mujeres la oportunidad en estas labores, no sin recelo, porque había notado que ellas habían cambiado de pareja más de una vez en el viaje. Desafortunadamente mi recelo estaba bien fundado y las riñas diarias eran interminables, así que en el próximo barco ellas serían embarcadas de regreso a Puerto Montt. Muy en contra de su voluntad, debieron ser llevadas a bordo por la fuerza. Sólo entonces tuvimos una paz relativa y el trabajo del camino avanzó rápidamente. Yo había tomado un asistente
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para el trabajo del camino, quien arribó en el barco que sacó al 'elemento Ella' y comenzamos a instalarlo en el campamento principal, cerca del centro de operaciones. Llegando al río Mañihuales encontramos éste más bien alto, pero aún pasable, porque el cable estaba sobre el agua. Llevamos dos caballos a la vez y dimos al hombre de la orilla instrucciones de que no soltara la cuerda hasta que le diéramos órdenes, porque teníamos que acortar la soga de popa y esto era dificultoso en contra de la corriente. Como era novato en el trabajo él dejó irse la balsa cuando el último caballo estaba a bordo y no habiendo acortado aún la cuerda de popa, la balsa se inclinó oblicuamente y se dio una zambullida y finalmente se ubicó mitad dentro y mitad fuera del agua. Mi asistente Fohmann y los caballos habían desaparecido. Noté algunas burbujas saliendo del extremo sumergido de la balsa y pude agarrarlo y subirlo a la balsa. El estaba agarrado con una mano y su otro brazo resultó dislocado cuando el caballo, al que sostenía, dio un rápido tirón del cabestro, de modo que estaba más o menos inútil. El balsero estaba a punto de encontrar una horrible muerte ahorcándose con la soga de popa. Sin embargo estaba en aguas poco profundas, con éstas rompiendo sobre su cabeza y aún podía respirar. Como el agua estaba horriblemente fría, tenía miedo que se acalambrara y fui a popa para agarrarlo y tirarlo hacía atrás, pero mi peso al ir a la popa cambió el equilibrio de la balsa que dio otra zambullida y la corriente arrebató a García y a mi en el río como pajas. García era un buen nadador, mientras mis esfuerzos en esa dirección habían sido siempre mediocres y cerca de 20 yardas era mi límite en aguas quietas. Empujándome con mis espaldas y alcanzando la superficie llené mis pulmones; pensé en ese instante volverme y nadar de frente, pero la operación de voltearme con botas de goma y un pesado revólver en el cinto ocasionó que me hundiera; quedé cansado y me encontré chapoteando a lo perrito y pensé que si no me mantenía caliente y nadaba en forma adecuada probablemente quedaría aquí. Así que apreté mis ojos y dientes y braceé y llegué a la superficie rápidamente. Mi temor era ser atrapado por algún obstáculo y aprisionado por la fuerte corriente pues iba a ser incapaz de liberarme solo. El agua fría estaba comenzando a hacer efecto y me estaba quedando agarrotado, pero cuando llegué a la superficie estaba cerca de la orilla y había una caña a mano un poco sobre el agua , la que traté de atrapar con el resultado de que nuevamente me hundí y al salir pude agarrarla y llegar a la ribera, que era muy escarpada
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en aquel punto y con mis dedos azules y además con el frío era difícil levantarme solo y salir del agua. Esta fue la primera vez en mi vida en que me sentí completamente fuera de juego. No podía levantarme y tuve que reposar aún por algún tiempo hasta que mis fuerzas regresaban. Retrocedí al lugar del accidente pensando que todos habían sido barridos fuera de la balsa como yo. Encontré a Fohmann yaciendo de espaldas en la esquina más alta de la balsa, temblando de frío y Gustavsen, el hombre que había tratado de salvar, había trepado la cuerda de popa y yacía atravesando la cuerda principal desarticulado por el frío. Manipulé para empujar el bote y los traje a la orilla. La esposa de Gustavsen me ayudó a llevar a su hombre dentro de la casa, donde lo dejé para que cambie sus ropas mojadas y regresé al río para velar por García. Lo primero que encontré fue mi caballo. Estaba a horcajadas sobre una protuberancia, ahogándose, atrapado por la corriente. Río abajo vi el caballo de Fohmann en una isla a 500 metros, pero no había signos de García, quien fue la única víctima de la catástrofe. Esta muerte puso otra cara al asunto, porque si hubiera llegado a la orilla, esta sería otra historia que contar alrededor del fogón en la noche y reírse de ella. Transcurrió un mes antes de que encontráramos el cuerpo de nuestro compañero. El había sido atrapado en una saliente por las raíces de un árbol, cerca del terraplén del río. Lamentamos la pérdida de nuestro buen compañero. Se dice que cuando uno está a punto de ahogarse recapitula en su mente los pecados de su vida, pero debo decir que no tuve inclinación en este sentido, posiblemente poseedor de una conciencia limpia, porque cuando alcancé la superficie la primera vez y vi mi sombrero nuevo flotando río abajo, mi primer pensamiento fue ‘aquí se van otros cien pesos’. Tal vez mi naturaleza escocesa fue predominante en aquel momento. En la segunda inmersión mi pluma fuente dejó mi bolsillo, pero aquí no hubo ‘reacción de Pifanor’, sino más bien la idea que se me vino era que yo debía estar algo loco como para trabajar como negro en una continua lluvia y barro, para finalmente ahogarse como una rata en el río. Uno siempre tiene el sentimiento de que la Junta de Directores no aprecia completamente lo que en realidad significa trabajar en estas condiciones y aunque la paga era buena, no compensaba el sufrimiento agregado. Rememorando alguno de los episodios, encontré agraviante la frase: “Oh, usted está acostumbrado a eso”, como si cualquiera se acostumbrara a andar siempre mojado, con la cama húmeda y mal alimentado. Pero esto es una digresión, así que debemos regresar al
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punto. Viendo que no había esperanza de encontrar a García vivo y teniendo sujeto a Fohmann por un brazo, él decidió que podía caminar conmigo al campamento, cerca de 10 kilómetros aguas arriba. No nos cambiamos de ropa hasta que llegamos, lo que finalmente hicimos cerca de las 7.00 p.m., ambos agotados. Luego de haber comido algo le di un vistazo al brazo de Fohmann, que estaba muy hinchado y sacando mis botas y colocando mi pie en su hombro, di un rápido tirón, que, aunque doloroso, fue exitoso porque se apreció el acierto cuando el hueso entró en la articulación. Aplicando un fuerte desinfectante él fue vendado y se sintió más confortable. Después de unos días de descanso continuamos a caballo a Coyhaique y como entramos en la zona seca encontramos que la caña cortada en la primera estación estaba seca y para ayudar a limpiar la huella con azadón, quemamos estas cañas secas con la impresión de que el fuego no se extendería y se detendría en el campo de cañas verdes, pero nos equivocamos, porque las hojas secas bajo las cañas alimentaron el fuego y se condensó y extendió rápidamente, especialmente en los lados de las colinas escarpadas y sobre las plataforma del río y cruzó el río en un parpadeo, pero en la tarde se consumió con un feroz viento. El fuego se calmó y no alcanzó la pampa bien empastada donde había dos hombres y alrededor de 100 cabezas de vacunos. Yo estaba preocupado por los dos hombres a cargo de los animales e iba con frecuencia durante la noche a ver como progresaba el fuego; sin embargo con el denso rocío éste no avanzaba, pero como a las 4 a.m. junté a todos y envié a un hombre al campo a decirle al hombre que arree el ganado detrás del fuego; que entierre ahí las herramientas y vaya a nuestro campamento con sus ropas. No obstante el río estaba correntoso y no había posibilidad de vadearlo a caballo, así que debimos trazar otro camino de salida para los hombres. Entonces estábamos cortos de herramientas y sólo teníamos una sierra, una hacha y un paquete de clavos de 2 pulgadas. Con un saco vacío y con algunas tablas de 8x3/4 decidí construir un bote. Mientras dos de nosotros íbamos con caballos a acarrear las tablas al río, dos niños chilotes fueron enviados a cortar cuadernas naturales en el bosque. Antes de la 8 a.m. habíamos regresado al banco del río e inmediatamente nos pusimos a trabajar. Como a las 9.30 notamos por el humo incrementado que el fuego había alcanzado el pasto seco en la pampa y estábamos medio sofocados. Como Fohmann era de poca utilidad con su brazo inutilizado, fue enviado al campamento a cuidar de las provisiones, pues el fuego podía tomar aquella dirección. Como a las 10.00 a.m. tuvimos un bote en forma, listo; cortamos el saco en tiras, que usamos para calafatear
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las junturas de las tablas. Dejamos las uniones de cerca de 2 pulgadas de amplitud. Luego pusimos una tira del saco, después una delgada tabla encima y clavamos cada tres pulgadas. En ese momento el fuego estaba peligrosamente cerca del hombre del otro lado cuando pusimos nuestro bote en el agua, el que se llenó inmediatamente, pero como lo habíamos puesto aguas arriba a una buena distancia para darle oportunidad de cruzar y evitar un feo rápido aguas abajo, nos dimos cuenta que las junturas se apretaban y las tiras secas se hinchaban. Nuestro mejor nadador, voluntario para remar la embarcación, cruzó y llegó sin problemas. Al regreso, el bote estaba pesadamente hundido y no avanzaba mucho y como ellos estaban llegando muy cerca del rápido como para que estén tranquilos, pudimos arrojarles un lazo y traerlos a la orilla. En ese momento, cerca del mediodía, nos acercamos a nuestro campamento, pero cerca de él encontramos el bosque en llamas, rodeándonos, y yendo al claro donde estaba la cabaña con techo de paja, no quedaba signos de ella. Había emprendido su camino al cielo convertida en humo, y nuestro amigo Fohmann no estaba a la vista. Siguiendo nuestro camino a través de los árboles en llamas llegamos hasta detrás de un tronco caído, boqueando para respirar y cegados por el humo, y ahí supimos su historia. Cuando vio el fuego yendo en dirección del campamento y sabiendo que no había esperanza de salvar la cabaña de paja, él llevó los comestibles al centro del corral y lo cubrió con lonas, llevó agua y apagaba las chispas cuando éstas caían sobre la pila. Cuando llegamos, lo peor ya había pasado y él se estaba recuperando con su cabeza a sotavento a un lado del tronco donde pudo captar un poco de aire fresco. Nuestra próxima operación fue buscar algo para comer y aparejar una carpa para la noche. Tuvimos que acarrear agua y humedecer la tierra porque el fuego estaba quemando las raíces en el suelo. Como el tiempo era bueno, el fuego probablemente continuaría por algún tiempo, así que a la mañana siguiente tomamos un caballo y continuamos a Ñirehuao, mientras el resto regresó al trabajo del camino; antes de salir del bosque el viento había cambiado y el fuego se había avivado también. Ardiendo en los matorrales éste era lento, porque los árboles no estaban muy juntos y el fuego se mantenía en la hierba seca desarrollada los primeros años. Era hierba de primavera que había brotado y ayudaba a retardar las llamas, pues a medida que las llamas avanzaban dejaban la hierba nueva. Parecía un campo recién segado, pues la hierba era demasiada verde para ser quemada. Adquirí más experiencia
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al respecto y debía hacer considerables retrocesos para mantenerme en los lugares escasamente poblados de árboles para poder pasar y, aún entonces, aunque tuviera gran cuidado, sentía cuando el caballo daba un brinco hacia adelante cuando pisaba sobre un parche ardiente, pero finalmente cruzamos hasta las tierras de las pampas y sólo el espeso humo nos molestaba. Este fuego duró cerca de tres meses, quemando lentamente cuando había viento, para aquietarse cuando la tarde caía y nuevamente se avivaba en la mañana. El humo llegó a Comodoro Rivadavia y aquel pueblo estuvo bajo una nube por un largo tiempo. Déjenme decir aquí que los árboles quemados no tenían ningún valor como madera. Todos los árboles de la zona estaban comidos de gusanos y podridos y eran inservibles aún para postes de cercado y uno debía ir más arriba en los cerros para obtener buenos árboles. El fuego no los alcanzó, de modo que el fuego fue beneficioso y clareó una gran área de buena tierra, donde los pastos naturales aparecieron inmediatamente después de las primeras lluvias. En Ñirehuao tomé mi tropa de caballos de reserva y de nuevo hice un rápido viaje a Bariloche y crucé a Puerto Montt, donde fue necesario otros arreglos para que el servicio mensual de vapores tomara suministros para los trabajadores. Habiendo hecho este viaje antes, fui capaz de hacer un tiempo récord sobre las 300 millas, lo que significa que manteniendo la tropa en dirección a la derecha, uno avanza posiblemente un 25 % más que en línea recta. Llegando a Bariloche me di cuenta que mis botas de montar, nuevas cuando salí de Aysen, estaban gastadas por la fricción contra el estribo de la montura. Mi tropilla de caballos café llamaba la atención cuando cabalgaba en Bariloche, porque fuera de ser un lote bien disciplinado, ellos no estaban acostumbrados a la civilización y se apiñaban juntos rodeando a su yegua guía en las calles, de tal forma que una manta podría haber cubierto los diez caballos. Aquella tarde tuve un ofrecimiento por la tropilla, de alrededor del doble del valor que había pagado por ellos y como no vi ninguna posibilidad para mi de repetir estos largos viajes, cerré el trato. Pero debo decir que nunca en años posteriores tuve una tropa que la igualara. Sin embargo, como cualquier otro, los mejores caballos se fastidiaban con aquellos largos viajes. Frecuentes vuelcos llamaron mi atención hacia el hecho de que estaban adquiriendo debilidad en sus patas y no teniendo ningún deseo especial de tener mi cuello roto, porque cuando un caballo cae cuando se cabalga sobre las pampas, se sacude el jinete tanto como lo hace el caballo, pero
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lejos, la suerte había estado de mi lado y ni jinete ni caballo habían, en modo alguno, dañándose en aquellas frecuentes caídas. La travesía de Bariloche a Puerto Montt fue un continuo aguacero de lluvia desde la frontera hasta que llegamos a nuestro destino. Después de tratar en Puerto Montt para un servicio regular de vapores para reemplazar a la 'Chacao', regresé al sur y estaba afanado en el trabajo del camino sólo veinte días después de despedirme de Fohmann en Coyhaique, en el bosque ardiendo. Este viaje de regreso había sido más bien extraordinario, comenzando con el naufragio de la 'Chacao '; con el golpe de susto por la viruela, que le dio algo de sabor entonces y el problema en el río Mañihuales, donde se había ahogado un compañero. Cuando una desgracia de este tipo ocurre, con la pérdida de vida, le da un carácter diferente al asunto. El bosque ardió en Coyhaique. Dejara los hombres en el río antes de que el fuego los alcance y luego encontrar que nuestro propio campamento se había quemado fue siempre referido como una gran anécdota, aunque habíamos trabajado ‘como negros’, con los ojos casi saliendo de nuestros cráneos por el humo picante y sin tener nada que comer hasta bien entrada la tarde. Pero esa mala suerte no podía continuar para siempre. Pasando por Puerto Montt encontré una jovencita que finalmente llegó a ser mi esposa y hube de sentir siempre que los problemas que había experimentado fueron bien compensados con nuestro encuentro. Por supuesto que lo que mi esposa tenga que decir al respecto es otro asunto, pero debo decir que después de treinta singulares años de casados, somos aún compañeros y ella tuvo que pasar años duros, pero siempre vivimos tanto fortuna como dificultades con el mismo y constante espíritu de camaradería. Bueno, parece que estoy fuera del camino y debo regresar al asunto. Llegando a Aysen encontré algunos roces causados por los peores elementos entre los trabajadores y tres de ellos, que no deseaban continuar trabajando, fueron pagados y enviados en el barco que me había traído. Esta fue la única vez que experimenté problemas con los trabajadores y no fueron de naturaleza seria. Como me propuse regresar al norte en Abril, cuando los hombres se fueran, decidí ir tan lejos como hasta el lago Buenos Aires y fijar el límite sur de las tierras en la Argentina, aquellas que podrían ser de interés adquirir por la Compañía dentro de una distancia razonable del camino trasandino que estábamos construyendo. En otras palabras para fijar el límite sur de la zona de atracción, cuya producción podía ser
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transportada más económicamente al Pacífico en comparación con el Atlántico. Aunque teníamos gran número de trabajadores en el camino, ninguno de ellos estaba acostumbrado a montar. Dejé el lugar con mi tropilla, esperando encontrar un indígena que me acompañara y también esperando encontrar alimentos en los almacenes de Río Mayo, cerca del campo de indios, pero mis expectativas no fueron satisfechas porque aunque aquí había indios, evidentemente habían fijado entre ellos mismos una paga de diez pesos argentinos por día, más caballos y alimentos, como remuneración libre. No hice tratos con ellos, los ‘mandé a una cálida esquina', decidí partir solo y seguí hasta Río Mayo al almacén, por provisiones, pero encontré que estaba desabastecido. Aquí esperé unos pocos días que llegaran los vagones. Todo lo que tenía a mano eran dos latas de sardinas y una libra de galletas dulces, además de una barra de chocolate y media libra de sal, todo lo cual ensaqué, porque la sal era necesaria para la carne y esperaba vivir con ésta por cerca de seis días, el tiempo que pensaba que demoraría el viaje. A la mañana siguiente estaba en camino y partí al sur por los pies de los cerros hasta Laguna Blanca en el Valle Chalia. Tuve suerte de voltear un guanaco con mi revólver. En este tiempo ya sabía que era inútil disparar a un guanaco en el cuerpo, porque aún herido, él podía andar leguas antes de caer, así que reduje mi blanco a su largo cuello. Esto era algo difícil entre los 50 y 100 metros, sin embargo completé mis comestibles con carne de guanaco, que es muy dura y seca para comer. Viajé por las orillas de un arroyo en la división de aguas, con árboles bajos y acampaba en la noche en sus orillas. Los caballos parecían estar asustados y no se alejaban de mi fogata. Fue necesario que me levantara y alejarlos sacándoles la manea, porque estaban demasiado cerca de mi para sentirme cómodo. Eso me indicó que un puma podía estar en la vecindad, aunque no podía verlo, pero a la mañana siguiente encontré signos de él a no más de 50 metros de mi cama. No tomé la precaución de trabar la yegua guía por tres patas y podría haber estado corto de caballos en la mañana. El viaje durante el día fue derecho hacia el sur. Crucé las cabeceras de agua del arroyo Quenguel y llegué hasta la loma que domina la extensión de tierra al este del Lago Buenos Aires y acampé aquella noche en las orillas del río Fénix. Aquí en esta localidad no habían habitantes en aquellos días y la siguiente mañana orillé río abajo hasta donde éste da una abrupta vuelta hacia el este y que originariamente se adentraba al lago Buenos Aires, pero una zanja o canal estrecho había
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sido cavado a una corta distancia por la Comisión de Límites Argentina, y esas aguas volvieron hacia el Atlántico a la cabecera del valle del Río Deseado. Este trabajo tuvo su efecto en la determinación de la frontera, porque corta al lago Buenos Aires en dos, en lugar de tomar su curso natural como es en otros lugares despoblados como Aysen y Cisnes. Durante ese tiempo me di cuenta que ninguna tierra al sur del valle Chalia tenía interés para nosotros como zona de atracción para nuestro camino, y decidí desandar mis pasos a Laguna Blanca, pero tomando un curso más alto sobre los cerros. Llegué al valle del río Huemul con sus aguas corriendo hacia el Pacífico, pero estas cabeceras de agua fueron dadas a Argentina porque un empleado del gobierno argentino de nombre Koslowsky, había construido una casa en aquel valle y tenía unas pocas cabezas de vacunos; pero cuando pasé la casa estaba desocupada, y para tener una buena idea de cómo los límites fueron fijados, seguí valle abajo alrededor de dos leguas hasta que llegué a la pirámide fronteriza donde comenzaba la tierra con matorrales. Como materia de hecho, el río Huemul es un tributario del río Simpson, y se une al río Coyhaique cerca del punto donde yo había fijado establecer los cuarteles de la Estancia. Aquí había algunos grandes parches de tierra abierta en el lado chileno de la frontera y decidí tener una visión de ellos porque podrían ser una base de otra sección de la crianza, así que fui siguiendo la orilla río abajo tanto como fue posible. Cerca de las 4.p.m. hube de detenerme donde el río desaparecía entre paredes rocosas, y en la última playa encontré un bote que había sido abandonado por la Comisión de Límites de Argentina. Como de nuevo había tiempo lluvioso tuve suerte de poder usar el bote, que estaba con el fondo hacia arriba, volteando un lado hice mi cama bajo él y pasé una noche confortable. Como por la antigua ruta de la Comisión era difícil de seguir manejando una tropilla de caballos no acostumbrados al monte, me vi obligado a regresar porque mi carne se estaba haciendo poca y el chocolate, las sardinas y las galletas se habían terminado, y yo estaba bajo una dieta de carne y aún ésta era escasa y había muy poca esperanza de obtener un huemul con una tropa de caballos corriendo delante de uno, porque el ruido de la campana del guía alejaba cualquier animal que pudiera estar en la vecindad. Atravesando el lecho del pedregoso río de un lado a otro, hice que a mis caballos le dolieran los pies, así que aquel día regresé a Laguna Blanca y acampé en la división de las aguas. Al día siguiente tomé una ruta más alta sobre los cerros y corté derecho al almacén de Richards en el Río Mayo. Estaba ciertamente avanzando rápido y mantuve a los
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caballos en esto, deteniéndome sólo para cambiar de caballo, pero la idea fue mala porque la tierra estaba cortada por precipicios muy difíciles de cruzar en algunas partes. Estando en el punto más alto entramos a una tormenta de nieve y en corto tiempo había cerca de cuatro pulgadas de nieve en el suelo. Como no cruzamos agua desde que salimos en la mañana, los caballos comían nieve mientras caminaban porque estaban sedientos y cansados y era difícil mantenerlos juntos. Aunque había cambiado de montura frecuentemente tuve que reconocer que no era digno maltratarlos, si bien resistían, y entonces pensé que era mejor que acampáramos cuando encontremos algún refugio, al cual llegamos cruzando una franja de hierbas que crecían en las orillas del lecho del arroyo seco. Ahora, si los caballos estaban hambrientos, el jinete estaba en la misma condición y aunque sabía que no estábamos lejos del valle del Río Mayo y del almacén que nos ayudaría, decidí dejar mi último pedazo de carne para la mañana y pasé una noche más bien miserable porque heló duro cuando se detuvo la nevazón y cuando me levanté encontré mi cobertor de lona congelado y tieso y se podía parar sobre su borde. Aunque tenía apetito la tarde anterior, no tenía hambre en la mañana y como el tiempo había clareado me di cuenta que solamente había que cruzar una cumbre para llegar a Río Mayo, así que comí la pequeña porción a mano, monté y en una hora estábamos en el valle en frente del almacén, para gran sorpresa de Richards porque era inusual llegar al lugar por aquel lado. Los vagones de suministros habían llegado el día anterior y uno se daba cuenta de una ojeada que la ocasión había sido celebrada probando el nuevo stock de licores y los tres hombres estaban en lo peor del deterioro, de modo que mi dormida afuera la noche previa fue providencial. Al igual que los caballos necesitaba recogerme, decidí descansar y todos sentimos que eso era lo mejor. Aún tenía tres días para regresar a Coyhaique en la fecha que había fijado para mi retorno, así que decidí regresar vía Ñirehuao y cruzar por el valle Mano Negra a Coyhaique, siguiendo el viejo trazado de la Comisión. Luego de arreglar el programa de invierno con Macphail y constatando que él tenía suministros suficientes hasta la primavera, tomé su gaucho y partimos con un caballo, uno de repuesto y un pilchero, que fue dejado por el hombre en la retaguardia porque el hombre, al frente, tenía que usar su machete en algunas partes de la huella, en que ésta seguía francamente mala, en algunos lugares completamente bloqueado con árboles caídos y cañas que habían sido aplastadas el invierno previo.
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Así que nuestro avance era lento y para hacer peor el asunto, la nieve cayó en la tarde, pero como ambos teníamos machete rápidamente armamos una cabaña techada con cañas y pasamos una noche confortable porque teníamos abundancia de comida. Felizmente no toda la huella estaba mala y llegamos al campamento del valle de Coyhaique al siguiente al atardecer y encontramos que las cuadrillas de avance en el camino habían alcanzado este punto, pero en la vía al puerto encontré que el trabajo en la roca estaba atrasado. Entonces dispuse dejar cuatro cuadrillas trabajando en estos puntos durante el invierno y dejé instrucciones bien precisas con ellos para cambiar sus campamentos a tierras más altas porque sabía que el río daba gusto cuando estaba en flujo. Algunas cuadrillas aceptaron la idea y cambiaron sus campamentos, pero otros no pensaron que fuera necesario. Antes de dejar el puerto, a fines de abril, di instrucciones de que nadie fuera en dirección al puerto cuando el río esté en flujo. Esto no significaba una pérdida de tiempo muy importante, porque los rápidos deshielos a comienzos de otoño y primavera solamente duraban por un día o dos, y si todos permanecían protegidos podría minimizar el riesgo de pérdidas de vida y no había necesidad de correr riesgos innecesarios. En ese tiempo habíamos perdido dos hombres ahogados en el río Mañihuales, ambos casos accidentales que podían haber sido evitados esperando que el agua se apaciguara. Los hombres fueron pagados en el puerto y los acompañé al norte. Estuve entre Puerto Montt y Valparaíso desde mayo hasta septiembre. El S.S. ‘Lovart’ partió con los suministros de invierno y para embarcar a los trabajadores. El capitán tenía un problema para zarpar y no me escuchó cuando le dije que no habría bastante agua para su vapor en la unión del río Palos, porque éste estaba arrastrando 9 pies de agua. Pero él insistió en salir antes de la marea alta, con el resultado de que varamos en el banco de grava y el vapor se balanceó dándose un giro con su proa arriba al río Palos y fue enderezado sólo cuando la marea subió. Luego de una serie de problemas el barco fue espiado y salimos del río al atardecer. Con mucha sorpresa para mi no anclamos en Chacabuco, sino que permanecimos en el estuario. El obedecía órdenes de no perder tiempo, pero después de pasar Puerto Pérez y tomar el canal norte, la luna estaba detrás de una nubes oscuras y él tuvo dudas acerca de navegar a través del laberinto de islas y rocas, donde el canal Norte entra en el Moraleda, y decidió anclar sobre un banco de arena bien conocido, pero las sombras dibujadas por la luna y los altos cerros que bordean el canal eran muy engañosas y encalló precisamente cuando él daba órdenes de
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botar el ancla. El vaivén fue suficiente para hacerme ir a cubierta y preguntar si estábamos en un banco de arena o de rocas, y cuando él respondió que en un banco de arena, bajé a acostarme de nuevo. Esto fue alrededor de la 1 a.m. y temprano en la mañana estábamos en alto y seco y aquí estuvimos pegados hasta que la marea llegó cerca del mediodía y nos reflotó. Daba la impresión que el barco se había encogido como un acordeón y uno podía contar cada cuaderna de su estructura, pero con la marea alta se estiró a sí mismo y continuamos el viaje sin novedad hasta Puerto Montt. AÑOS DE 1906 EN ADELANTE Regresando a Aysen a finales de Septiembre, supe que una de las cuadrillas, que pensó que el riesgo del flujo era más bien exagerado para su campamento, se encontraron a sí mismos rodeados por agua, que rápidamente subió a tres pies de profundidad en su campamento y debieron abandonar sus pertenencias personales y malgastaron dos noches en el bosque hasta que el agua se calmó y pudieron retornar al campamento. El camino estaba bastante avanzado como para permitir el tráfico de carretas tan lejos como hasta Coyhaique y el resto hasta Ñirehuao podía ser completado durante el verano, de modo que desde esa fecha todos nuestros suministros fueron llevados desde el Pacífico y la lana sacada por la misma ruta. El camino, o mejor dicho la huella para carretas de bueyes, había costado a la Compañía $ 350.000 a fines de 1906. La subdivisión de los campos y la construcción de la Estancia Coyhaique acaparó toda nuestra atención y estaba avanzando rápidamente. Habíamos comenzado con un almacén y habitaciones para los trabajadores, luego el galpón de lanas, el baño de ovejas, establos y corrales. Toda la madera era aserrada en el lugar usando poder hidráulico con un rotor de sobretiro. Los elementos para oficinas y la casa de administración fueron hechos de maderas locales por un buen carpintero. Pero no fue hasta fines de 1908 que la casa de administración estuvo habitada, porque se dio preferencia a los cuarteles de los trabajadores. El cultivo de toda clase de vegetales en un jardín extensivo fue atendido y nos dio variadas clases de alimentos e hizo la vida en general más agradable, mientras la leche y la mantequilla eran abundantes, no sólo para la casa de los administradores, sino también para las familias de los trabajadores. Por este tiempo había suficientes
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comodidades como para permitir a los trabajadores traer a sus familias, porque los verdaderos días de colonización habían pasado, aparte de unos pocos días explorando las tierras adyacentes. Pero habiendo un almacén bien suministrado en el establecimiento, hacían fáciles estos viajes, porque siempre había abundancia de alimentos y luego de unos pocos días de dormir afuera uno podía regresar a una cama confortable con un buen techo sobre su cabeza. Sin embargo la comunicación con el mundo exterior era siempre dificultosa y un servicio mensual de vapores se inició con resultados variables. El servicio era muy errático, así que construimos una goleta de 100 toneladas en Aysen, principalmente de ciprés cortado cerca de los primeros rápidos. Tenía una máquina auxiliar instalada en ella para navegar el río o con tiempo calmo, pero las velas eran su principal método de propulsión. Pero unos pocos viajes en ella me convencieron de que la idea fue un error, porque generalmente teníamos vientos contrarios y el servicio dependía de ellos. Con viento favorable podíamos hacer un viaje Aysen-Puerto Montt en 36 horas, pero con viento en contra el viaje frecuentemente tomaba 10 o 20 días sin botar el ancla y desafortunadamente los vientos no siempre coincidían con la dirección del barco, así que cuando un año más tarde una tormenta la arrastró sobre unas rocas al sur de Melinka, quedó completamente destruida. Se hizo un arreglo con la Compañía Sudamericana de Vapores para un servicio mensual con los vapores ‘Lircay’ y ‘Cautín’, entonces en la ruta Chiloé -Puerto Montt, que dio excelentes resultados. Estos barcos estaban especialmente construidos para la navegación en río y eran de bajo calado; cargados no calaban más de 9 pies de agua. Esto evitaba el uso de remolque y lanchones que habían sido ocupados para llevar la lana a Chacabuco, donde las primeras naves de la línea de ‘Braun y Blanchard’ en el Pacífico, la ‘Vestfold’ y la ‘Alm’ calaron para descargar insumos y cargar la esquila. Mi esposa y mi niña, un bebé en brazos, me acompañaron a Aysen en octubre de 1907 y llegamos en estos barcos a Chacabuco y tomamos el remolque hasta el puerto en el río y de aquí avanzamos en un coche de cuatro ruedas tirado por cuatro mulas que yo mismo arreaba. El único de la fiesta que parecía no sentir las sacudidas sobre el envaralado era el bebé, quien pudo dormir a pesar de todo. Aún cuando yo estaba bien entrenado, sentí los efectos del estertor sobre el irregular camino por un largo tiempo, mientras que mi esposa y la niñera estuvieron adoloridas por semanas. Llegamos en dos días sin contratiempo a la cabaña
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provisional en Coyhaique, donde estábamos reducidos a vivir en un comedor y un pequeño dormitorio, a través del techo del cual podíamos ver las estrellas. Habíamos traído cierto número de familias escocesas como colonos y se establecieron en Coyhaique y ocuparon las nuevas construcciones como refugio para este propósito, de modo que estaban mejor a este respecto que el gerente y su familia. El día antes de Navidad había ido al puerto y a mi regreso encendí un fósforo a algunas cañas secas en el lado del camino y luego de pasar el río Baguales prendí fuego a un árbol seco. Nada pasó aquí por dos días, pero al día siguiente de Navidad posiblemente una chispa del árbol seco, llevada por el fuerte viento, cayó sobre su lado derecho y en unos pocos minutos el cerro Baguales estaba en llamas. Aquí había una cuadrilla de trabajadores en el cerro a cargo de un irlandés, Thomas Bradley, y cuando él vio señales de un gran fuego, llevó sus hombres hacia abajo, al puente alto, contra la dirección del fuego y con ello no sólo salvó a sus hombres, sino también el puente. Cuando regresé allí al día siguiente, el cerro completo no era más que una masa de árboles chamuscados, con toda la gruesa vegetación de cañas quemadas. Aunque el puente alto sobre el arroyo Baguales estaba intacto, todos los puentes pequeños estaban quemados. También dos pequeñas casas y no había señales de los trabajadores que habitaban una de ellas. Ellos perdieron todas sus pertenencias y habían ido a la estancia por ropas y alimentos. La única pérdida de vida fue un perro que estaba con la cuadrilla. El reptó bajo la casa y se quemó. Este fue un verdadero incendio forestal porque barrió cerca de 10 kilómetros cuadrados en menos de veinte minutos. Clareó una inmensa extensión, la que hoy es buena tierra de pastoreo. Debo admitir que yo había tratado de quemar esta sección del bosque por años, sin éxito, y en veinte minutos ocurrió lo que no pude hacer desde que llegué a Aysen. La gente en la Estancia tuvo un rato difícil porque el fuerte viento llevaba madera ardiendo; no chispas como las que se ven generalmente, sino grandes trozos de madera ardiendo. El único daño fueron algunos cercos de madera que ardieron completamente. La hechura del camino sobre el cerro Baguales fue grandemente facilitada por este clareo porque uno podía ver la formación del terreno circundante, algo imposible cuando estaba cubierto por una espesa vegetación de cañas de alrededor de 15 pies de alto, a través de la cual uno debía cortar una senda y guiarse por un compás. Por ese tiempo estábamos esperando por un mercado para nuestros stocks, especialmente de vacunos, porque habíamos comprado
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grandes manadas con un gran porcentaje de novillos y teníamos el problema de marcarlos. Tuve la suerte de encontrar un amigo, quien puso interés en ellos en vista del bajo precio que pedíamos y cerramos el trato por 200 cabezas de novillos viejos. Esto significaba de tres años para arriba y eran tan salvajes como baguales. Corriendo como galgos, ellos podían dejar atrás a un caballo. Tuvimos nuestro trabajo apartándolos del tropel, porque esto se hizo a campo abierto, ya que los novillos tenían cuernos tan largos como el metro y medio y no pasaban a través del portón. Como estábamos abundantemente aperados de caballos, arreamos la mayoría de ellos a un puesto antes de que finalmente fuéramos a buscarlos para llevarlos a Valdivia vía Villarrica. Aunque salvajes, ellos eran buenos viajeros y fueron conducidos por su nuevo dueño, quien los soltó en un rancho cordillerano. Después de muchos años, cuando recordábamos cómo le había costado atrapar al último de ellos, él me dijo que en su momento pensó que los había comprado baratos, pero que al final él había perdido dinero en el trato. En ese tiempo enviamos un lote de 200 jóvenes e indómitos caballos por tierra, vía Lonquimay a Santiago, pero ellos sufrieron mucho en el viaje y debimos mantenerlos ahí por dos años antes de que vendiéramos el último. También para librarnos del peor tipo de vacas de engorda, vendimos 1.000 cabezas a una industria conservadora de carnes en la costa atlántica y después de aquello, sacrificamos unas 500 vacas por año e hicimos charqui de ellas. El clima en Coyhaique es admirablemente apto para ello, porque raramente llueve en verano, pero aún el charqui era difícil de vender obteniendo ganancias. Por ese tiempo el rebaño se estaba incrementando rápidamente y la introducción de toros Durham por un número de años había tenido un efecto beneficioso y los jóvenes novillos de mejor clase encontraron un mercado en Argentina a donde eran conducidos por tierra y re engordados en los finos pastos que rodean Bahía Blanca y Buenos Aires y sacrificados para consumo local. También hice dos viajes a vender capones a los frigoríficos de la costa Atlántica; el primer lote de cuatro años de edad llegó en buenas condiciones y soportaron el largo viaje bien, pero el siguiente lote de tres años de edad, llegó en muy pobres condiciones, habiendo sufrido mucho por la falta de pastos y agua. Estuvieron un mes en el camino, así que cerramos aquel mercado. Luego encontramos compradores de capones en Bahía Blanca, por supuesto a un bajo precio, pero pagaban por adelantado, antes de dejar los corrales de la estancia, de modo que la Compañía no corría ningún riesgo. Pero nosotros habíamos adquirido un gran porcentaje de viejas ovejas en la manada y aunque fueron
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sacrificadas para consumo por los hombres del lugar, la manada crecía rápidamente y decidimos establecer grasería o factoría de grasa y matamos el exceso de animales viejos de poco valor porque no se pagaba por llevarlos al mercado del norte y no había demanda en otra parte. En 1907 fui nombrado Gerente General de la Compañía, con residencia en Valparaíso, pero debía hacer visitas anuales cada seis meses a la Estancia, donde Macphail había sido elevado al puesto de Gerente. Desde 1909 el trabajo fue constante y los rebaños se incrementaron grandemente. La Compañía tenía pagado su camino y con dividendos a la vista. Los distribuidores eran más precavidos respecto al futuro del negocio, porque habíamos pasado por tiempos malos. Desde 1904 hasta 1906 hubo una debacle de compañías ganaderas y la inflación estaba a la orden del día, con sus secuelas usuales. La única Compañía en sobrevivir fue la Aysen y sus vecinos del norte, la ‘Anglo Chilean Pastoral Co.’ que estaba en aguas muy bajas. Las otras colapsaron como pelota pinchada, aunque algunas de ellas tenían una fuerte base de trabajo, pero no tenían práctica en su organización y malgastaron su capital. En 1910 fui nombrado Director Gerente de la Compañía y en 1912 ocupé el mismo cargo en la ‘Sociedad Ganadera Oriental’, ubicada cerca de Comodoro Rivadavia, en Argentina, pero de propiedad de una compañía chilena domiciliada en Valparaíso. Durante mis viajes al sur en el verano, crucé desde el Pacífico a la costa Atlántica a caballo, para dirigir el trabajo en la última estancia y de Comodoro regresé a Valparaíso vía Buenos Aires. En uno de estos viajes fui acompañado por el presidente de la Compañía Aysen. El tomó precauciones para hacer ejercicios especiales antes de dejar Valparaíso para estar en buenas condiciones para el cruce-cabalgata continental. Sin embargo sufrió considerablemente cabalgando sobre un camino envaralado y en las ásperas pampas; es un asunto diferente montar cada mañana por una hora en caminos buenos. Pero fue afortunado en hacer esos ejercicios, pues si no hubiera sufrido más. Durante el tiempo que estuvimos en Aysen él no sintió la montura porque los viajes eran interrumpidos constantemente cada día, pero una vez que dejamos Arroyo Verde y nos arreglamos para una monta diaria de 10 horas, noté que en las últimas horas de la tarde terminaba magullado. Teniendo experiencia con otros viajeros, yo no traté de entablar una conversación, sino mantenerlo bien en el otro lado de la tropilla, pero debo admitir que él iba entretenido y nunca se lamentó. Pasamos una noche en el campamento de unos usurpadores, donde ellos estaban esquilando una oveja. Aunque por regla esta gente es
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nómada en sus costumbre y no demasiado esforzados, era una experiencia para un extraño observar la versatilidad de la 'patrona', que combinaba los siguientes talentos: preparar mate amargo, fumar un cigarrillo, amamantar un bebé, y entre ratos, esquilar una oveja o revolver el guisado de la tarde, todas labores muy útiles en la rutina diaria de la familia. Esto era un desmentido para aquellos que insinuaban que estos nómadas eran naturalmente flojos. Llegando a Comodoro lo primero que solicitó mi amigo en el hotel fueron dos baños tibios. Esto era un mal necesario después de montar tras una tropa de caballos por una semana. El pensó que era extraño que el administrador del hotel estuviera sorprendido y le preguntó cómo podría poner tanta agua en los baños, a lo cual él respondió que llenándolos; de lo poco, bueno; ciertamente gozamos de nuestros baños. Claro, yo imagino que él estaba satisfecho de que el cruce a caballo había terminado, porque me confesó, después de cenar, que era su cumpleaños y que había decidido celebrar la ocasión con una botella de champaña, que por supuesto llamaba a otra. Ambos sentimos el beneficio de la bebida y nos confesamos mutuamente que éramos capaces de hacer el viaje de nuevo al día siguiente. Yo no le pregunté si él, como otros amigos míos, después de una dura cabalgata diaria, procuraba entrar al baño poniendo la camisa debajo, pero pensé que la precaución de hacer ejercicios antes de dejar Valparaíso evitó aquella calamidad y él estaba endurecido para la montura. Nuestro vapor llegó la mañana siguiente y revisando la cuenta del hotel encontramos que los dos baños costaban más que dos botellas de Fizz. La costa atlántica, libre de impuestos a los comerciantes, era famosa por dos cosas: buena y barata bebida importada y una gran escasez de agua fresca, y cuando había algo, era decididamente salobre. Aquí la preferencia era por whisky con soda, o algo parecido, para apagar la sed luego de una larga o corta cabalgata. El agua para beber para Comodoro debía ser acarreada por carretas una distancia de alrededor de 10 millas desde el sur del pueblo y fue sólo en años pasados que un suministro de agua se estableció a partir de una vertiente al norte del pueblo. Alrededor de cuatro millas de conductos fueron necesarias. Los campos de petróleo, casi dentro del pueblo mismo, dieron un vasto progreso a la localidad y un sistema de trenes elaborado por el gobierno se había iniciado, aquél que unía con la línea San Antonio Bariloche sobre el lago Nahuelhuapi y surcaba las ricas tierras de pastoreo que yacen a los pies de los Andes. La línea San AntonioBariloche había sido terminada tiempo ha, pero la línea Comodoro
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Rivadavia terminó en Sarmiento, y ahora en 1940, el espacio expropiado entre Lago Sarmiento y Bariloche es una grieta de 500 kilómetros en el sistema. En nuestro viaje por la costa tuvimos un contratiempo. A la salida de Puerto Deseado el buque encalló en un banco de arena, lo que ocasionó que se sacudiera mucho y el ruido de loza quebrándose parecía un terremoto en Valparaíso, de tal grado que cuando desperté encontré a mi compañero vistiéndose rápidamente y mientras yo le sugería, aún medio dormido, que sólo era un terremoto, él respondió que "en cualquier caso yo estoy saliendo de este ‘p.d.q.’”. Entonces recordé que estábamos a bordo de un barco. En aquella encrucijada, un oficial trató de meter su cabeza dentro de la cabina y se dio cuenta que la puerta estaba trancada porque el barco había encallado considerablemente. Pero había marea creciente y después de una hora el barco reflotó. El único daño fue la pérdida de algunos remaches, pero las bombas se mantuvieron ocupadas por el resto del viaje. Dejamos el barco en Río Gallegos y atravesamos por tierra a Punta Arenas. Como los autos aún no estaban en boga, tomamos caballos de nuevo y visitamos varias estancias bien conocidas en la costa norte del Estrecho de Magallanes. En Puerto Ozay encontré un paisano de los míos, de Nueva Zelandia, Mr. A. A. Cameron, bien conocido como Gerente General de la ‘Tierra del Fuego Scheep Pharming Co.’. El nos acompañó a Punta Arenas. En el camino, él nos dio un fino ejemplo de su dominio del lenguaje enérgico, posiblemente un complemento que trajo con él desde Nueva Zelanda: cabalgando contra un fuerte viento su caballo tropezó y su sombrero voló, y luego que la atmósfera había clareado un poco A. A. Cameron expresó (con garabatos) su deseo para el último destino de su rocinante y del Gerente de la estancia que le había dado el caballo con algo de pedigree. Mi amigo cabalgó a mi lado y susurró en mi oído: "Dun, creí que tú eras malo, pero tu jerga tiene sólo una chispa de la de éste". Claro, esto fue más bien un schock para mí, porque yo había sido iniciado en el uso de expresiones fuertes por mi antiguo jefe en el Estado de Edendale de la ‘New Zeland and Australian Land Co.’, y él era difícil de superar. El climax ocurrió en la oficina de A. A. la mañana siguiente. Los tres entramos al mismo tiempo y él encontró la oficina estrecha y abrió la ventana. A esa hora del día el 'suave céfiro', tan común en Punta Arenas, estaba de lo mejor. En ese momento el ‘júnior’ de la oficina abrió la puerta para anunciar algo y el ventarrón agarró un voluminoso informe que estaba sobre el escritorio y lo desparramó en
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todas direcciones. Después, algunas hojas del informe fueron recuperados en la calle, donde habían ido a parar. Admito de que yo no estaba preparado y que A. A. evidentemente provenía de la parte más volcánica de la isla Dominion. Siempre había sido mi ambición el domesticar un huemul para presentarlo al zoológico de Santiago. Tuve uno cuidado por un muchacho, pero las numerosas atenciones para domesticar su mandíbula fueron inútiles. Sin embargo alrededor del año 1912 fue llevado uno a la Estancia en Coyhaique, en primavera. Fue ubicado en un corral con un cordero mimado de los hijos del gerente. Los dos eran muy amigos e inseparables. Podían andar por el jardín con los perros. El huemul era muy amante de las hojas de frambuesa, de las tiernas ramitas de las fucsias y las suaves hojas del centro del diente de león. Pensé que el menos teníamos la posibilidad de domesticar uno, pero cerca de Navidad, el cordero mimado, en un momento impensado, corneó a uno de los niños, así que su destino fue sellado y se decidió que iría, con salsa de menta, a honrar la cena de Navidad, antes del budín de pasas. Bueno, desde el día en que perdió su camarada el huemul estaba desconsolado y simplemente languideció y murió. Nadie lo pudo inducir a comer. Tanto como sé, él fue el único en vivir en cautiverio por más de un mes. El huemul, por este tiempo es escaso, porque las subdivisiones de los campos restringieron su rango acostumbrado de territorio. Durante los meses de verano ellos pastaban bien sobre las laderas de los cerros y bajaban al valle en invierno y aunque muy capaces de brincar una valla de cinco pies, se arrastraban y caían hasta que morían de hambre y hoy día es una novedad cruzarse con uno. Finalmente desaparecerán a medida que la colonización prosiga. En el año 1914 renuncié a mi puesto de Director Gerente de la Compañía Aysen y la Compañía Oriental fue vendida a una firma de Buenos Aires, así que dejé la Patagonia por algunos años. Antes de dejar el tema de Aysen, deseo decir que durante mi tiempo en Aysen, tuve un grupo de buenos y esforzados compañeros. En aquellos días esto no era una posición de cuello blanco y cada uno debía afirmarse con su propio bastón. Augus Macphail, como gerente, fue un caballero; Emilio Bellecave y David Stewart, fueron en diferentes épocas contadores; Alex Urquhart, como pastor principal en Ñirehuao; William Macdowell, como ganadero; Abraham Sanhueza, en la sección transporte. Don Abraham era también nuestro principal cazador de pumas durante los meses de invierno y un gran narrador de historias al calor de la fogata en las noches. Otros hombres que estuvieron en Aysen y que eran bien
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conocidos en la Patagonia, fueron Pat Ryan, Joe Rademacher, conocido como Black Joe, Thomas Bradley, Peter MacIntyre y Jack Richards. En tanto, los trabajadores chilotes en general eran excelentes y tenían condiciones que pocos hombres podían mostrar. El éxito de la Compañía Aysen se debió en gran medida a la leal cooperación de estos duros compañeros de trabajo. De los que me excuso de nombrar son pocos, si es que dejé alguno. Cuando dejé la Compañía Aysen, había un stock de 110.000 ovejas, 7.000 cabezas de vacunos y 2.000 caballos; y cerca de 120 kilómetros de huella de carretas que corrían desde la costa del Pacífico hasta Ñirehuao. -.-
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EXTRACTO DEL DECRETO N° 659 DE 16 DE MAYO DE 1903 (Y SUS MODIFICACIONES), QUE CONCEDIO PERMISO DE OCUPACIÓN A LUIS AGUIRRE EN LOS VALLES DE COYHAIQUE, ÑIREHUAO Y MAÑIHUALES. (Publicado en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, en su edición del 28 de marzo de 1916) (Nota del recopilador: En la trascripción de todos los documentos, artículos y solicitudes que siguen se ha respetado la ortografía original). “…Por Decreto Supremo de 16 de junio de 1913 N° 1147 se declaró que los 20 años por los cuales se concedió permiso de ocupación a don Luis Aguirre en virtud del decreto N° 659 de 16 de mayo de 1903, de los terrenos fiscales de los valles Collaique, Nirihuan y Manihuales, a inmediaciones del río Aysen, limitados por decreto N° 1769 de 2 de agosto de 1904, comenzarán a contarse desde el 1 de enero de 1913. La Sociedad Industrial del Aysen, concesionaria del referido permiso queda obligada: 1° A ceder desde luego al Estado para el servicio público, el camino carretero que ha construido entre los valles argentinos, vecinos de la concesión, i el Puerto Chacabuco en el Estuario del Aysen. 2° A introducir en el país e instalar en los terrenos de la concesión cien familias orijinarias de las naciones del Norte de Europa en el plazo de cinco años, que se contarán desde la fecha del presente decreto, debiendo radicar 20 familias en cada año. Estas familias serán consideradas como colonos inmigrantes libres para los efectos de otorgárseles directamente por el Estado título definitivo de propiedad de las hijuelas que les correspondan en tal carácter, i deberán suscribir con el Inspector General de Colonización el referido contrato. 3° A mantener un servicio de navegación mensual entre Aysen i Puerto Montt.
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4° A proporcionar a precio de costo las maderas que el Estado necesite para construir depósitos de carbón o para satisfacer otras necesidades de la Marina. 5° A dejar a beneficio fiscal al terminarse el permiso, todas las mejoras de carácter agrícola efectuadas o que se efectúen en los terrenos, como ser edificios, alambradas, cercos, canales i elementos de transporte y acarreo. El Gobierno se reserva la facultad de radicar, de acuerdo con la Sociedad Industrial de Aysen, dentro de los terrenos que comprende el permiso de ocupación, hasta cincuenta familias de colonos nacionales. La falta de cumplimiento de cualquiera de las obligaciones estipuladas facultará al Estado para poner término al permiso de ocupación sin más trámite. Queda subsistente la fianza de cincuenta mil pesos que ha debido rendirse en conformidad a lo dispuesto en el Art. 4° del Decreto N° 659 de 10 de marzo de 1903 para garantir el cumplimiento de las obligaciones estipuladas. Para inscribir se avisa. Puerto Montt, 25 de marzo de 1916. B. García. N. y C.”
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DECRETO N° 794, DE 25 DE JUNIO DE 1903, DEL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, QUE CONCEDE PERMISO DE OCUPACION A LA SOCIEDAD ASENJO-BATE, EN LOS VALLES BLANCO, PALOS Y SIMPSON. “N° 794. Santiago, 25 de junio de 1903. Vista la solicitud adjunta en que don Antonio Asenjo y don Alejandro Bate solicitan permiso para ocupar por el plazo de 20 años los valles denominados Blanco, Palos y Simpson, a inmediaciones del río Aysen. Con los informado por el Inspector Jeneral de Tierras i Colonización i teniendo presente que conviene al interés fiscal permitir la ocupación provisional de dicha zona, mientras el Estado acuerde darle un destino definitivo, DECRETO: Artículo 1° Concédese a los señores Asenjo i Bate permiso para ocupar por el plazo de 20 años y en los términos de los artículos 599 y 602 del Código Civil, los valles denominados Blanco, Palos i Simpson, a inmediaciones del Aysen, i con arreglo a las condiciones indicadas en los artículos siguientes: Artículo 2° Los concesionarios se obligan: a) A establecer en el terreno en el plazo de cinco años treinta familias de colonos estranjeros de raza sajona. A la espiración del contrato estos colonos tendrán derecho a un lote de terreno en conformidad a las leyes de colonización. b) A establecer en el mismo plazo de cinco años, a contar desde esta fecha una línea bimestral de navegación con Puerto Montt o algún otro punto central del país. En estos buques tendrá el Estado las mismas franquicias que goza en las naves de las compañías de navegación que subvenciona. c) A dejar a la espiración del contrato mejoras e instalaciones por un valor de cuarenta mil pesos ($ 40.000). d) A proporcionar a precio de costo las maderas que el Estado necesite para depósitos de carbón u otros menesteres de la Marina.
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Artículo 3° Los concesionarios no tendrás expectativas de ningún jénero a la propiedad del terreno. Artículo 4° Para responder por el cumplimiento de este contrato los concesionarios rendirán una fianza por un valor de cuarenta mil pesos ($ 40.000) a satisfacción del Inspector General de Tierras y Colonización. Artículo 5° Este funcionario, en representación del fisco, reducirá a escritura pública el presente decreto. Tómese razón, regístrese y comuníquese.” (Fdo.): Máximo del Campo. (Hay un timbre que dice: Tribunal de Cuentas. Toma de Razón. Santiago, 3 Jul. 1903).
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INFORMACION PUBLICADA EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT EN SU EDICION DEL 19 DE DICIEMBRE DE 1903. “EN VIAJE PARA AISEN. “El lunes 14 de los corrientes partió para Aisén en el vapor ‘Chacao’ el Administrador de la Sociedad Industrial y Ganadera, míster Dun, llevando como 60 u 80 hombres entre trabajadores, carpinteros, herreros etc. Muy luego principiará el trabajo de caminos y construcciones de casas. Esta sociedad establecerá muy luego el servicio de navegación directa, haciendo viajes quincenales a Aisén y ocupando el vapor ‘Lircay’ de la ‘Cia. Sud Americana’ mientras dicha sociedad establece el servicio de navegación con vapor propio”.
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ARTICULO ACERCA DE LA PERSECUCION DE CHILENOS EN CHUBUT Y RIO NEGRO (REPUBLICA ARGENTINA) EN EL INVIERNO DE 1911. PUBLICADO EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT EL 26 DE DICIEMBRE DE 1911. “LOS ATROPELLOS DE LOS CHILENOS EN ARJENTINA. LO QUE DICE NUESTRO ENVIADO ESPECIAL. DESDE BARILOCHE. “Aquí parece que se hubiera declarado una guerra a muerte y sin cuartel a todo elemento chileno, no hay garantías para nuestros connacionales. Hombres, mujeres y niños de toda clase sociales no hacen más que lamentarse profundamente por la persecución tenaz y cobarde de que son víctimas. Actualmente hay 57 reos, de los cuales la mayor parte de ellos no tiene otro delito que el de ser chilenos y de tener una pequeña hacienda que han obtenido a costa de privaciones y trabajos de muchos años. Y el que dirige esta persecución vandálica, el Nerón del siglo XX, es el caballero que se cree un enviado de la Providencia para exterminar a los honrados habitantes del Chubut y Río Negro, porque la mayoría de ellos son chilenos, elemento ruin y pernicioso. Este caballero es el famoso Adrián del Busto a quien la sociedad de Puerto Montt le abrió las puertas. Adrián del Busto se ha desenmascarado, presentándose audaz a exterminar a la colectividad chilena que forma un 70% de las poblaciones de esta región. Los chilenos, como ya he dicho, con una constancia y perseverancia digna de todo encomio, han podido reunir algo para afrontar las rudas vicisitudes de la vida, y en estos momentos, desde unos 5 meses, se encuentran presos en la cárcel sufriendo cuantos tormentos imaginarios existen, como ser palos, horca, amarrados al palo durante toda la noche, en camisa, sin abrigo de ninguna especia y expuestos a una temperatura de 10 a 12 grados bajo cero. Han tenido que soportar terribles tormentos que por el momento silencio: madres ha habido que han visto maltratar cruelmente a sus hijos en presencia de ellas mismas, mientras ellas permanecían amarradas, después eran violadas brutal, grosera e indignamente…se ha abusado de una manera terrible, se ha
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despojado a los chilenos de cuanto tenían en sus casas: siembra, ganado y aún se han quemado casas por orden esclusiva de un Comisario austriaco llamado Mateo Gehbard, quien no trepida en cometer cuanto mal puede contra los chilenos y amparado con todos los medios que tiene a su alcance por el Jefe de Policía del Chubut. La comisión chilena compuesta por el señor Francisco Melo y Alfredo Ramírez han odio numerosos reclamos tan claros como la luz del día: Hay 57 reos en la cárcel, de los cuales hay 50 por lo menos que son víctimas de los abusos, atropellos y desmanes que ordenó Del Busto dando a conocer así arbitrariedades sin nombres para acreditarse ante la Casa Rosada donde tiene una no muy limpia hoja de servicios prestados a su país. Usted recordará que hace poco ‘El Correo del Sur’ publicó una extensa carta de Del Busto en la que pretendía refutar los cargos que le hacía la prensa de nuestro país sobre el maltrato de que son víctimas nuestros compatriotas. Desde Julio se encuentran detenidos los reos; con o sin causa se les mantuvo incomunicados hasta fines de Octubre, fecha en que se les sacó de la ‘barra’ y de los inmundos calabozos donde se les encerraba. Desde entonces se les permitió hablar con sus familiares dos veces por semana (jueves y domingo) durante dos horas; pero eso sí en presencia de uno de sus verdugos. Cuando llegó la Comisión Investigadores se les incomunicó nuevamente. Le incluyo una lista completa de los reos, con las fechas de su aprehensión, etc.: Alfredo Masías, capturado en Ñorquinco el 15 de Julio; Rosario v. de Gallardo, capturada en El Manso el 24 de Julio; Felmer Eggers, capturado en Los Repollos el 21 de Julio; Baltasar Carrasco, capturado en Los Repollos el 21 de Julio; Avelino 2° Carrasco, capturado en Los Repollos el 21 de Julio; Arturo Eggers, capturado en El Puelo el 22 de Julio; Facundo Bahamonde, capturado en Chile el 27 de Julio; Froilán Prieto, capturado en El Foyel el 4 de Septiembre; Abel Barría, capturado en El Bolsón el 29 de Julio; Ismael Fernández, capturado en El Bolsón el 29 de Julio; Reinaldo Cárdenas, capturado en El Bolsón el 29 de Julio; José Rosa Méndez, capturado en El Bolsón el 29 de Julio; José María Soto, capturado en El Puelo el 22 de Julio; Antonio Cárcamo, capturado en El Puelo el 22 de Julio; Cristino Oyarzo, capturado en El Bolsón el 29 de julio;
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Nazario Nahuelpán, capturado en El Bolsón el 29 de Julio. Traídos de Chubut: Juan Gualberto Avilez, capturado en Cholila el 21 de Julio; Francisco Solis, capturado en Cholila el 21 de Julio; Gregorio Avilés, capturado en Cholila el 21 de Julio; Vicente Matus, capturado en Cholila el 20 de Julio; Benjamín Fernández, capturado en Cholila el 22 de Julio; José Luis Matus, capturado en Epuyen el 1° de Septiembre; Olegario Santibáñez, capturado en Epuyen el 28 de Junio; Juan Esteban Cabezas, capturado en Cholila el 27 de Agosto; Telésforo Solis, capturado en Cholila el 21 de Agosto; José Cruz Santibáñez, capturado en Cholila el 22 de Agosto; Felisardo Solis, capturado en Cholila el 21 de Julio; Marcos Catalán, capturado en Cholila el 22 de Julio; Rufo Flores, capturado en Cholila el 21 de Agosto; Inocencio Avilés, capturado en Lelegue el 25 de Agosto; Juan Antonio Santana, capturado en Epuyen el 18 de Agosto; Luis Lunacoy, capturado en Cholila el 21 de Agosto; Manuel Araneda, capturado en Bariloche el 30 de Octubre; Juan Poblete, capturado en Pichi Leupe el 6 de Octubre. Los del Chubut, a excepción de Araneda y Poblete hasta hoy no conocen las causa de su detención por no habérseles instruido sumario. Territorio Río Negro: Facundo Urrutia, capturado en El Bolsón el 21 de Julio; Wenceslao Urrutia, capturado en El Bolsón el 21 de Julio; Manuel R. Jiménez, capturado en Puelo el 22 de Julio; Gavino Santana, capturado en El Bolsón el 21 de Julio; Baltasar Carrasco, capturado en El Bolsón el 21 de Julio; Arturo Momberg, capturado en El Bolsón el 21 de Julio; Santiago Arcos, capturado en El Bolsón el 23 de Julio; Bautista Cárdenas, capturado en El Bolsón el 21 de Julio; Guillermo Willer, capturado en Río Manso el 24 de Julio; Santos Guerrero, capturado en Río Manso el 24 de Julio José Gil González, capturado en Río Manso el 24 de Julio; Arturo Willer, capturado en Río Manso el 26 de Julio; Cirilo Rojel, capturado en Río Manso el 26 de Julio; Santos Iturra, capturado en Río Manso el 26 de Julio; Adalio Toledo, capturado en Río Manso el 26 de Julio; Nataniel Gallardo, capturado en Río Manso el 26 de Julio; Francisco Miranda, capturado en Río Manso el 26 de Julio;
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Antonio Emilpan, capturado en Río Manso el 26 de Julio; Ignacio Oyarzo, capturado en Río Manso el 26 de Julio; Facundo Toledo, capturado en el Hito Chile el 25 de Julio; José A. Damas, capturado en Estanzuela el 4 de Agosto. (Fdo.) Corresponsal”.
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ARTICULO SOBRE LA PERSECUCION DE CHILENOS EN ARGENTINA EN EL INVIERNO DE 1911, FIRMADO POR SIMON JULIO, PUBLICADO EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT LOS DIAS 7 Y 9 DE FEBRERO DE 1912. “LO QUE HA DADO ORIGEN A LA PERSECUCION DE LOS CHILENOS “Los hijos de Chile en esas regiones son considerados como seres indignos de consideración: no se les reconoce ningún derecho que les garantice su seguridad personal; aunque está muy claro que la Constitución Arjentina acredita dar facilidades a todos los extranjeros que moren en el país, esto no acontece con los chilenos. Deben ser sumisos y aguantar cuanto rigor pese sobre ellos; porque precisamente no hay quien cuide y defienda a ellos; carecer de gobierno. Así se les considera a nuestros patriotas en la Argentina. Creen que no tienen quien pueda hacerles valer sus derechos y por lo tanto es que las autoridades abusan de ellos como quieren y los tratan como a la raza más degradada. Desde hace mucho los chilenos vienen siendo víctimas de muchos atropellos por parte de las autoridades argentinas; pero como no se trataba de una ofensa que les sometiera a tan bárbaros suplicios como los actuales, se dejaba que las cosas siguieran su curso; todos sufrían resignadamente no quedándole otro recurso que quedarse callados, porque por parte y parte se veían obligados a hacerlo, tanto porque las autoridades superiores están en una distancia considerable, cuanto porque no tienen cónsules que los representen en sus reclamos; y más particularmente por temor a las amenazas que les hacían, y para verse libres de nuevas vejaciones, era mejor quedarse callado. Porque ¿cuántas veces no se vio que aquel infeliz que tuvo la peregrina idea de denunciar el abuso de cierto comisario, sufrió después las consecuencias de mortales disgustos! Y para no obtener semejante resultado era preferible el silencio. Hasta aquí podrán preguntarme ¡Pero siendo que sufren tanto en esas regiones, por qué no se vienen a su país? Primero, porque esos habitantes que emigraron de su país con el propósito de encontrar una vida más holgada, que llenara con más facilidades sus necesidades económicas, llegaron a ocupar un campo en una época en que los comisarios y jueces de paz eran contados y estos sabían contemporizar con aquellos, porque
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eran personas honradas residentes allí mismo. De manera que su vida en un principio no podía presentárseles más halagadora. Parecía que un porvenir repleto de prosperidad les esperaban. Pero bastó que comenzaran a mandar a aquellas colonias comisarios y jueces procedentes de la Capital y de las provincias, para que toda la amistad que reinaba entre esos habitantes se echase a perder. Se acabó la armonía y la solidaridad con las autoridades. Pero, ¿por qué aconteció esto? Porque aquellos individuos que elegían para mandar con alguna autoridad, eran todos una porción de maldadosos incorregibles, y los mandaban a la cordillera como desterrados, para que allí hagan de las suyas. Se aprovechaban de la ignorancia de aquellos humildes labradores para constituirse en monarcas de la región y de esa manera explotarlos a su antojo. Cuando les sobrevinieron esas dificultades y opresiones, tuvieron razón para haber vuelto a su patria ahuyentados por los malos tratamientos. No lo hicieron porque ya estaban habituados al clima y a las costumbres de la región. Como habíanse labrado con el sudor de su frente una buena existencia, poblando y cultivando esos campos, hubo envidia por parte de ciertos argentinos que vinieron a esas regiones. Uno de ellos y el principal de todos, fue el ex gobernador del territorio Dr. Julio A. Lezama. Ha sido el germen que ha dado origen a todos los tristes acontecimientos que después les han sobrevenido a los chilenos; y el firme propósito que él perseguía era expulsar a toda la colonia chilena que ocupa los valles Bolsón, Epuyen y Cholila, según después quedó demostrado hasta la saciedad. Primeramente comenzó su obra haciendo una propaganda en la prensa, manifestando que todos esos campos, o sea las zonas andinas del Chubut, en particular las que acabo de nombrar, eran ocupados por bandidaje chileno, y que, los intereses de los ciudadanos caracterizados de allá estaban en grave peligro. Con esto era suficiente para demostrar que esa población no debía permanecer allí. No fue suficiente que hiciera esta propaganda que tomó tanta resonancia en el país y desde luego conseguir entrañar en el ánimo del gobierno y demás hombres representantes la idea de que El Chubut estaba atestado de bandidos, sino que, para ver pronto realizado su proyecto, recurrió a medios más ruines y despreciativos a su categoría. Según lo demuestra la evidencia de los hechos este señor celebró un convenio oculto con un Comisario, subalterno suyo, que, al efecto, estaba ubicado en Cholila, lo cual consistió en…(se trataba de matar a otro subalterno, un inspector de policía, para que se le echara la culpa a los
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chilenos. Pero el crimen fracasó porque el inspector logró escapar herido con una bala en el cuello hasta Esquel donde denunció a los verdaderos culpables. No obstante, un sirviente del Comisario murió víctima de quince puñaladas que le propinaron el sargento y el cabo comisionados para el asesinato). Acriminados los chilenos de ser los autores de ese crimen, si se hubiese llevado a cabo sin tropiezos, ya era imposible de permitirlos por más tiempo en el territorio, porque con ellos se hacía imposible la estabilidad y administración de la policía, no había más remedio que expulsarlos para asegurar la tranquilidad. Apresados que fueron los criminales, declararon su delito que lo habían llevado a cabo por convenio celebrado con el Comisario, el que a su vez era sugerido de la maldad por el Sr. Gobernador. Todo esto se hizo público entre todos los habitantes chilenos y extranjeros residentes allí en esas zonas; pero la prensa se negó a publicar datos que respecto al crimen se le suministraron. Sólo dio cuenta del atentado contra el inspector de Cholila sin hacer saber quienes y cuantos fueron los ejecutores…porque en ello estaba mezclada la primera autoridad del territorio. El Comisario que debería haber sufrido la misma pena de los asesinos, salió libre al poco tiempo y a los otros le condenaron a presidio limitado. La idea de expulsar a los chilenos de allí, obedecía a un interés personal que tenía en esos campos. Según se pudo saber después que contaba con la promesa de la Compañía de Tierras Sud Argentina de ser habilitado con diez mil vacas para que críe una estancia en esos campos. Después el Gobernador mandó un Comisario a la cordillera, que instaló su comisaría accidentalmente en El Bolsón y allí mismo comenzó a reunir a los chilenos. Reunidos ya todos los que necesitaba, principió a leer el Código y con tono imperativo les decía: “Todos ustedes son infractores del Art. 6 del Código Rural, y, por lo tanto, tienen una multa de cincuenta pesos cada uno”. Sin apelación ninguna tuvieron que pagarla calladitos; y hubieron dos o tres que se pusieron en las coloradas y dijeron que no tenían por qué pagar multa; pero luego después tuvieron que entregar no sólo esa suma sino que cincuenta pesos más por cada palabra que hablaron y pasar varios días y noches engrillados a la intemperie. Hubo uno que pagó quinientos pesos por haber hablado diez palabras; otros trescientos y el último ciento cincuenta; y esto sin incluir el canon principal que les cobraba. Viendo que su cuantía no alcanzaba parta sacar multas más que hasta cincuenta pesos, y siendo él una persona cumplida en sus deberes, le dio
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al primero diez recibos por cincuenta pesos cada uno y a los otros sucesivamente por su orden, haciendo constar que la multa era sacada “por infracción al artículo 6 del Código Rural”. En resumidas cuentas que cuando él se retiró se juntaron todos los recibos para elevar un reclamo al ministro de justicia resultaron tres mil quinientos pesos de multa. Si me pusiera a escribir compondría un volumen, en vista de que yo he sido testigo de todos esos acontecimientos ¡Cómo no, si hace más de ocho años que resido allí¡ Sólo diré como última palabra de conclusión, que los chilenos se ven tan mal y bárbaramente maltratados se debe únicamente al desabandono que de ellos ha hecho nuestro gobierno. Porque si desde el tiempo que Lezama comenzó a derramar esa propaganda de “Bandolerismo Chileno en el Chubut” hubiera habido alguien quien saliera en defensa de los chilenos, de seguro que, una vez comprobada la verosimilitud de esos datos, el mérito de los chilenos habría afianzado, y el gobierno argentino no habría estado creído que todos los chilenos que habitan el territorio Chubut son bandidos, como hasta ahora así lo cree, quizá entonces habría dado más garantías a la colonia chilena; y la infernal semilla que Lezama dejara en campo tan fecundo no habría producido los amargos frutos que hoy saborean los infelices chilenos”. (Fdo.) Simón Julio”.
EXTRACTO DEL ESCRITO PRESENTADO POR EL ABOGADO LORENZO DAMASCO, EN EL TRIBUNAL DE BARILOCHE, EN DEFENSA DE LOS CHILENOS DETENIDOS EN ARGENTINA EN
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EL INVIERNO DE 1911. PUBLICADO EN EL DIARIO “EL LLANQUIHUE” DEL 24 DE FEBRERO DE 1912. “Lorenzo Damasco, defensor de Fernando y Wenceslao Urrutia, acusados de cómplices de varios delitos cometidos en banda, a US. Digo: Esta defensa no tan solo es una vindicación, sino al mismo tiempo una acusación contra los funcionarios de policía que olvidando la misión que se les ha confiado, han violado repugnantemente los principios y garantías que nuestra carta fundamental acuerda todo habitante del país, sin distinción de nacionalidad. Allanamientos de domicilios, de correspondencia epistolar, de papeles privados, detenciones indebidas, tormentos, atropellos a la propiedad, todo consta en este inicuo proceso que US. por el respeto que nos debe merecer la ley y de conformidad al Art. 18 de la Constitución Nacional, está en el deber de velar por el cumplimiento de las garantías que este artículo acuerda a los habitantes de este país. Nos se les concreta que clase de delitos son en los que han intervenido como cómplices, ni tampoco quienes son los autores principales. La detención es una novela, donde aparecen hombres de trabajo envueltos porque sí, en acusaciones infamantes; se les ha destruido su hogar, se les ha hecho abandono de sus bienes, que tanto sacrificio les ha costado adquirirlos y todo ¡por qué? Mis defendidos no lo saben, ni su defensor, ni US. al hacer esta afirmación la fundo en que cuando US. les comunicó la causa de la detención, no se les concretó los delitos, y se les hizo en una forma vaga, diciéndoles: están detenidos por cómplices de varios delitos cometidos en banda. La indagatoria se reduce exclusivamente a preguntarles si conocen a personas que la policía los califica de bandoleros; y por el mero hecho de conocerlos, los detienen como cómplices de delitos imaginarios, se les allana el domicilio sin orden del juez competente; practican registros, secuestran correspondencia privada, como lo prueban las dos cartas agregadas al sumario. Hace seis meses que se encuentran detenidos, sin causa legal que lo justifique”. PRIMERA PARTE DEL RELATO SOBRE LA EXPLORACION DEL VALLE SIMPSON, EN NOVIEMBRE DE 1911, ORGANIZADA POR BELISARIO JARA Y JUAN FOITZICK. NARRACION HECHA POR JOSE DELFIN JARA BEROIZA AL PERIODISTA ANTONIO MANSILLA RUIZ. PUBLICADA EN 1946 EL LIBRO CHILE
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AUSTRAL (AYSEN), PAGINAS 134 A 140.
INSTITUTO
GEOGRAFICO
MILITAR,
“En noviembre de 1911 salimos de Alto Río Mayo, Belisario Jara, Juan Foitzick, Isaías Muñoz, Manuel Vidal, Ramón Jara, Domingo Sides y yo, con el propósito de ubicar los terrenos de una concesión que había caducado y que se llamaba “Los tres valles” (se refiere a la concesión hecha a la Sociedad Asenjo-Bate), en la región del Valle Simpson. La expedición iba al mando de don Juan Foitzick y su organizador y capitalista fue don Belisario Jara. Llevábamos cada uno un caballo de nuestra propiedad y una tropilla de Manuel Vidal. Ya en territorio chileno penetramos a la selva virgen y después de tres días de marcha abriéndonos paso a fuerza de machete en el monte, llegamos a un lago que según supimos después se llamaba Pólux. Un día entero estuvimos orillándolo y al anochecer acampamos. Allí había una gran cantidad de baguales y como no teníamos carne, nos dispusimos a cazar algunos. Entre unos pocos agarramos una vaquilla, mientras don Juan, aparte, corría otros animales. Creyendo que a nosotros nos había ido mal, don Juan enlazó y carneó un novillo gordo. Alojamos a la orilla del lago y al día siguiente llegamos a un arroyo chico, muy oscuro, que no tenía vado en ninguna parte. Tuvimos que hacer un puente sin otras herramientas que nuestros machetes. Trabajamos medio día en esta obra y la madera era toda verde. Después que lo pasamos y como el arroyo era tan oscuro que no se veían las aguas por estar cubiertas de matorrales y yerbas, lo bautizamos con el nombre de “Agua Negra” y desde entonces quedó con ese nombre. De allí para adelante encontramos muchos campos pantanosos y llegamos a un cerro muy alto que se llama Cerro Mirador. Como la montaña era muy tupida y alta no podíamos orientarnos y nuestro baquiano, que era don Juan, con fama de rumbeador, no logró tomar rumbo y fuimos a dar a un gran mallín, muy pantanoso, que hoy se encuentra al lado del Cerro de la Virgen. -Estamos perdidos-, nos dijo entonces don Juan, - vamos muy al sur; tenemos que buscar el desagüe del lago Pólux. -Al anochecer llegamos a un arroyito chico y ahí alojamos. Llevábamos ya cinco días de marcha, con buen tiempo; pero hasta allí no más nos duró sin llover. Como yo viera que el aguacero se nos venía encima me puse a hacer un ranchito de quilas paradas, como las que se hacían en las cordilleras de Lonquimay cuando no había población. Los compañeros viendo el empeño con que yo trabajaba se pusieron también a levantar
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ranchos en los cuales nos guarecimos todos, pues llovió mucho esa noche. A este alojamiento lo llamamos “Rancho de Quilas” y el campo pertenece ahora a la Sucesión Carrasco. Al día siguiente nos levantamos de alba, porque no nos quedaba más alimentos que unas galletas duras que se acostumbran en la Argentina. Antes de partir de este alojamiento, me subí a un árbol muy alto y muy ladeado arriba. Desde allí miré al cerro y vi unos piedreros blancos y le avisé a don Juan y él dijo: “Seguro que estamos cerca; pero falta que haya quemados”. Seguimos viaje apurados por la falta de víveres y llegamos a una parte donde por casualidad se podía pasar el río que hoy se llama Pólux. En lugar de seguir por la orilla del río, subimos por el cerro hasta un cañaveral que había en una planicie. Con Manuel Vidal nos subimos a unos árboles muy arriba y divisamos los quemados de que hablaba don Juan. Bajamos el cerro y nos fuimos orillando el río hasta que topamos con un retazo de terreno sin monte. Tuvimos gran alegría de ver campo descubierto, después de seis días caminando por debajo de la arboleda sin ver el sol. Hacía calor y desensillamos un rato para que descansaran los caballos, pues, don Juan dijo que en la tarde podríamos llegar a un puesto de la Sociedad Industrial de Aysén. No teníamos nada que comer; sólo nos quedaban unas galletas molidas y un poco de té que tomamos sin azúcar. Después de dar un rato de respiro a los caballos seguimos al trote, cruzamos un arroyo de poco agua y llegamos a un campo que hoy día pertenece a don Filidor Foitzick, hijo de don Juan. Después tropezamos con unos barrancos muy pendientes, que no tenían parte alguna por donde bajar. Los orillamos durante largo tiempo y encontramos una picada muy chica y angosta que nos permitió llegar al llano. Allí había unos quemados y el pasto nos llegaba al estribo. Este campo pertenece hoy a Emilio Serra y por ahí se han descubierto unas caleras. Seguimos apurando los caballos con la esperanza de llegar al puesto, porque el hambre nos estrujaba el estómago. -Hay que pasar el río- dijo don Juan. Posiblemente por este lado podremos llegar más pronto-. Pero nada. Vadeamos el Pólux con mucho trabajo, por estar bastante crecido. Al otro lado encontramos una casa de piedra, cerca de unos piedreros altos. Los caballos no daban más debido a que la marcha se hacía muy dificultosa por el pasto alto y los troncos y palos botados en el suelo.
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Resolvimos descansar allí y yo me convidé con Manuel Vidal para cazar algo que comer. Tomamos nuestras carabinas para defendernos del posible ataque de los pumas o de los baguales, cuyos bramidos sentíamos cerca, hacia el monte alto En el trayecto recorrido no habíamos encontrado ni pájaros, solamente unas águilas negras, gallaretas y chucaos. El lugar era tan desierto que parece cosa de milagro que en tan pocos años haya llegado a ser lo que es ahora. Era ya la puesta del sol. Los riscos eran tan empinados que no podíamos subir ni gateando. Por suerte llevábamos un lazo y con ayuda de él logramos llegar arriba del cerro peinado. Aquí se nos reunió Belisario Jara, que nos había seguido. Arriba no encontramos nada que cazar, nos apartamos un poco de Belisario y nos pusimos a tirar al blanco contra un árbol aislado. De repente sentimos gran ruido en el bajo y vimos salir del monte una manada de baguales que se sumergían en el barro blando de los mallines. Huían espantados por los tiros, bramando. Este campo pertenece ahora a don Ricardo Wahl. No teníamos ninguna posibilidad de cazar alguno de los baguales que estaban lejos y no había bajada. Se nos juntó Belisario Jara y nos dijo que bajáramos antes de que cerrara la noche, porque en la oscuridad podía ser peligroso el descenso por los pedreros. Emprendimos el regreso los tres, hambrientos y descorazonados por nuestro fracaso como cazadores, y pensando que ahí no más estaban los vacunos alzados, o sea, la carne que reclamaban nuestras tripas. Manuel iba adelante, luego Belisario y yo más atrás. Por casualidad miré hacia el suelo y vi la rastrillada de una huemula parida. -Hay que poner ojo- le dije a Manuel, porque por aquí cerca está la cena. Bajamos una barranca muy fea, que después no he vuelto a ver, a pesar de que muchas veces he pasado por el mismo lugar. De repente en una especie de plazoleta divisé un huemulito acurrucado, todo tembloroso; y Manuel que iba adelante no lo había visto. -Este si que no se me va- me dije y con la carabina tomada a dos manos me le fui encima para pegarle un culatazo. Con la precipitación y el temor de que se arrancara, erré el culatazo y entonces lo abracé. El animalito balaba como un cabrito. Volvió Manuel al ruido que hicimos y entonces le dije: -ya tenemos carne. En esto llegó también Belisario y lo maneó con un pañuelo y muy contento se lo echó al hombro. Felices llegamos a reunirnos con nuestros compañeros, que ni yerba tenían para tomar mate y ya ladraban de hambre.
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Don Juan miraba con pena al animalito, tan bonito y suavecito y tímido. –Qué lastima, dijo, es muy bonito para matarlo; pero no tenemos otra cosa que comer, y no hay más que sacrificarlo-. Y él mismo, con sus propias manos, lo degolló. Hicimos un buen asado y nos llegamos a relamer los mostachos con tan delicado alimento, que ni los reyes podrán comerlo mejor y más sabroso y que a nosotros nos supo a gloria, pues ya llevábamos un día entero sin nada que poner entre los dientes. Seguimos viaje por la orilla del río Pólux, subiendo y bajando unas barrancas que llegaban a dar desvanecimientos. Todo el día pusimos en un trayecto como de legua y media, que hoy se hace en minutos. Al anochecer cruzamos el Pólux y llegamos al puesto de la Sociedad Industrial de Aysén, cansados y adoloridos y con los caballos espiados. Cuando los siete viajeros detuvimos nuestras monturas frente al puesto, salió un hombre al que noté un poco asustado, seguramente al ver llegar tanta gente de una parte por donde no andaba nadie. Don Juan lo conocía y el dijo en son de broma: -Dános lueguito algo que comer, porque si no te comeremos a ti-. El hombre se serenó al reconocer a don Juan y contestó al punto, haciendo honor a esa maravillosa hospitalidad que sólo se encuentra en estos campos. -Tengo una pierna de carne y pan que recién llega de la Estancia; estoy bien provisto de todo; desensillen no más y quédense a alojar-. No nos hicimos repetir la invitación, desensillamos y nos fuimos de hacha sobre la pierna de carne, y no miento, le dejamos sólo los huesos. Hacía ya ocho días que habíamos salido de Alto Río Mayo, recorrido que hoy se hace en seis horas. Al día siguiente el puestero nos fue a encaminar hasta cerca de la Estancia, distante como dos leguas y media. Teníamos cierto recelo acerca del recibimiento que nos pudiera hacer el administrador, ya que íbamos buscando unos campos, que según se decía, pertenecían todos a la Sociedad, que los había ocupado al caducar la primitiva concesión. A la primera persona que vimos fue al mismo administrador, quien nos invitó a pasar a su escritorio. Todos se arretacaban y nadie quería pasar primero hasta que yo y Belisario Jara sacamos pecho y entramos, bastante corridos, a presentar nuestra embajada. El administrador nos recibió muy cordialmente y nos preguntó de donde veníamos y qué buscábamos por esos parajes. Le contesté que veníamos de la Argentina y él se extrañó mucho, porque, según nos dijo, nadie tenía permiso para entrar a Chile por ese lado y
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porque no había otro camino que el de Coyhaique Alto. Recuerdo, como si fuera hoy, la conversación que tuvimos. Le dije que no habíamos venido por Coyhaique Alto, sino que habíamos entrado por las cabeceras de Río Mayo, cruzando cerros, montañas y campos deshabitados, donde no hay más que huemules, pumas y baguales. Cuando supo que traíamos ocho días de marcha se admiró más todavía y nos dijo: -¡Pero ustedes deben venir muertos de hambre!-. -Mucha hemos pasado, señor- le contesté-; pero ayer tuvimos la suerte de llegar perdidos a un puesto de esta estancia, donde el puestero nos dio alojamiento y comida-. Este caballero se dio cuenta de nuestro cansancio, por lo que nos dijo: -Ustedes vienen maltratados y sin comer; quédense aquí un par de días; después hablaremos más detenidamente-. Enseguida nos envió donde el capataz de gauchos que era don Juan Carrasco, a quien le dijo: -llévese a toda esta gente; déles alojamiento y bastante que comer para que se repongan de todas las necesidades que han pasado. En otras conversaciones que tuvimos con el Administrador, le contamos el objeto de nuestro viaje. Le dije que allá en la Argentina habíamos sabido que al lado de los campos de la Sociedad Industrial había unos terrenos que tiempo atrás pertenecían a la concesión de “Tres Valles” y que había caducado porque los concesionarios no dieron cumplimiento a lo compromisos contraídos con el Gobierno chileno. En la Argentina vivían muchos chilenos dispuesto a venirse a poblar esas tierras, y con ese propósito nosotros organizamos la expedición. Nos dijo que habíamos perdido el viaje, porque todos esos terrenos estaban ya bajo el dominio de la Sociedad. Nunca olvidaré la gentileza de este caballero, que se llamaba Augusto Mac Phail. A pesar de saber que nuestra misión podía perjudicar los intereses de la Sociedad, nos atendió con las mayores consideraciones, nos detuvo dos días en la Estancia y nos dio permiso para volver por el camino que la Sociedad había construido para Ñirihuao. En esta forma el regreso los hicimos con facilidad por buen camino, sin tener que volver a hacer el duro viaje por las sierras altas”.
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CIRCULAR DEL ‘COMITÉ CHILENO DE COLONIZACION DE LAGO BLANCO’ FECHADA EN ABRIL DE 1913, CITANDO A LOS CHILENOS RESIDENTES EN ARGENTINA, A UNA ASAMBLEA EL 1 DE MAYO DE 1913, PARA SOLICITAR AL GOBIERNO LOS CAMPOS DE RIO HUEMULES Y LAGO BUENOS AIRES. PUBLICADO EN EL ‘BOLETIN DE LA COLONIA RIO HUEMULES’ DEL 9 DE JULIO DE 1916, EDITADO POR JOSÉ ANTOLIN SILVA, EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT. “La fundación de la Colonia ‘Río Huemules’ da su principio por la iniciativa del que suscribe, su lejítimo fundador, el cual para probar los hechos guarda en su poder la documentación desde su principio. Su fundador es natural de Mulchén, provincia de Bío Bío; hizo su servicio militar en Temuco en donde fue incorporado a la Primera Compañía del Batallón ‘Tucapel’. Dos años antes había tomado parte activa en la colonización nacional de Pitrufquén. En abril del año 1906 pasé la frontera por el boquete de Llaima, recorriendo los territorios argentinos, desde el Neuquén al sud, hasta Santa Cruz. Por fin después de
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siete años de trabajo, en compañía de mi hermano Juan Bautista, me instalé en la zona Lago Blanco (Territorio Chubut). Desde este último punto viendo que nuestro gobierno chileno tenía en el más completo abandono grandes extensiones de tierras en las comarcas limítrofes de su territorio, i visitando a Río Huemules o sea Valle Simpson, se me ocurrió que en este hermoso valle debía nacer una nueva población. Regresando a mi negocio de Lago Blanco, me puse inmediatamente a la obra avisando por circulares a mis compatriotas que debían cooperar en mi ayuda para la fundación de un pueblo i colonia. Las circulares en referencia decían así: CIRCULAR: “Se ruega a todos los chilenos residentes en esta República Argentina, a reunirse el día primero de Mayo de 1913, en casa de negocio de los señores Silva i Ojeda, de Lago Blanco, con el fin de reunirse en asamblea para solicitar del Ministerio de Colonización chileno, los campos de Río Huemules i Lago Buenos Aires en territorio chileno para formar un pueblo y colonia. El Comité Chileno de Colonización de Lago Blanco tiene por objeto mejorar la situación de la frontera chilena. Por eso se ruega a todo chileno que sienta en su pecho latir el amor patrio, que no se niegue a prestar su firma i si fuese posible asistir el día indicado para la asamblea, que se tratará de cosas interesantes i de un bien general. Para la comisión del comité se nombrará a las personas de más responsabilidad, para que así identifiquemos nuestras ideas sobre una roca de gran fortaleza. Se oirá con toda atención la palabra de los concurrentes, siendo que se trate de acuerdo con el Comité. Porque nuestro tema no es sólo pedir a nuestro primer magistrado colonización nacional, sino también para pedir un rejistro civil, escuela nacional i autoridades competentes en el campo chileno o sea en el punto que se nombre para pueblo de dicha colonia. Así con nuestras fuerzas unidas formaremos un brazo poderoso, un pueblo de gran porvenir; haremos temblar esos espesos bosques donde hoy sólo las fieras tienen sus moradas; nuestros pies pisarán esas tierras vírgenes que ningún hombre ha pisado; descubriremos esos secretos que los impenetrables bosques ocultan, como también los metales i cosas raras que los siglos ocultaron; abriremos camino hacia el Pacífico hasta llegar a su costa navegable, i no olvidarse compañeros que la unión hace la fuerza. ¡Todos unirse al Comité de Colonización de Lago Blanco! José A. Silva”. Como se ve, por la circular ya citada, este fue un llamamiento general para todos los chilenos que ocupaban tierra en la Argentina. Pero a esta
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citación ninguno asistió; tal vez lo consideraron como cosa imposible (porque para la ignorancia todo es imposible)”.
SEGUNDA PARTE DEL RELATO DE DON JOSE DELFIN JARA BEROIZA AL PERIODISTA ANTONIO MANSILLA RUIZ, PUBLICADA EN EL LIBRO CHILE AUSTRAL (AYSEN). INSTITUTO GEOGRAFICO MILITAR, 1946 “Cuando nos despedimos del señor Mac Phail, nos volvió a advertir que era inútil que volviéramos, porque los campos que buscábamos ya tenían dueño. Pero cuando nos encontramos de nuevo en suelo argentino donde residíamos, nos pusimos a cavilar sobre la manera de ocupar esos terrenos que con tanto sacrificio habíamos encontrado. El estudio fue hecho por Belisario Jara y don Juan Foitzick y llegaron a este acuerdo: don Belisario, que era el capitalista, le proporcionó los medios a don Juan para que hiciéramos un camino que permitiera entrar a Valle Simpson. Don Juan, su hermano Manuel y varios otros se pusieron inmediatamente en trabajo. Yo no participé personalmente en ellos, porque tenía que atender mi negocio en Río Mayo; pero contribuí con dinero y con víveres para los trabajadores. El trabajo se comenzó en 1912 y en 1913 ya había un camino para entrar en Valle Simpson. Don Juan Foitzick fue el primero que se lanzó a la aventura con su hermano Manuel y muchos otros. En 1914 se llevaron animales vacunos en gran cantidad; ya estaban ocupando tierras don Juan, don Manuel Foitzick, don Belisario Jara, don Juan de Mata Alarcón, don Manuel Vidal, don Carmen Cerca, don Emilio Serra y otros que no recuerdo, todos los cuales habían construido viviendas, levantado cercas y abriendo sendas y picadas. Yo no entré
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hacienda de crianza, porque no me dedicaba a ello; pero llevé 108 bueyes de trabajo, 14 caballos, una yegua madrina y un potrillo. Ese primer año de 1914 fue trágico para los optimistas aventureros. Sobrevino una de las más grandes nevazones de que haya recuerdo en la Patagonia argentina y chilena. Fue el desastre para todos. Muy pocos animales sobrevivieron; yo, que fui el que tuvo menos pérdidas, de los 108 bueyes salvé 12, un caballo y la yegua parida. Por pura providencia escaparon de la muerte mi hermano Manuel y los hombres que con él cuidaban los bueyes, que fueron sorprendidos por la nieve en descampado. A pesar de este contratiempo que arruinó a casi todos los pobladores, nadie se amilanó; volvieron a traer animales de Argentina, llegaron nuevos colonos y poco a poco empezó a poblarse todo el territorio. Para mí, que era el poblador de menos capital, la pérdida de los animales me dejó sin recursos; tuve que dejar mi campo, encomendándoselo a don Juan Foitzick y volví a trabajar a Río Mayo en mi antiguo negocio, para rehacer mi capital. Después de cuatro años regresé y tomé posesión de los campos en que me encuentro ahora”.
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SOLICITUD DE 31 DE MAYO DE 1913 ENVIADA POR 42 INMIGRANTES AL MINISTRO DE AGRICULTURA. PUBLICADA EN EL ‘BOLETIN DE LA COLONIA RIO HUEMULES’ (DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT), EL 4 DE JULIO DE 1916. “En Río Huemules (Chile) a 31 de mayo de 1913. Los inmigrantes chilenos esparcidos por este suelo, reunidos de común acuerdo con fecha de hoy redactan a su entera voluntad i libre albedrío, la presente solicitud dirijida al Ministro de Agricultura de Chile: Los inmigrantes cuyas firmas van a continuación respetuosamente exponen ante V.E. que encontrándose desocupados los campos denominados “Huemul” de esta comarca limítrofe, piden para poblar por su cuenta i para colonizarlos encontrándose capaces para labrar el porvenir de un pueblo industrioso i ya siendo merecedores de lo que nuestro pecho desea con verdaderas ideas de adelantar cada vez más el comercio de nuestra patria i así quedará adelantado apara nuestros hijos este precioso suelo que hasta hoy se encuentra abandonado. Así con nuestros más sinceros sentimientos pedimos posesión en el campo de nuestra referencia, para que al fin podamos decir que nuestro Chile nos dio un pedazo de su suelo en recompensa de que somos sus hijos. También hacemos referencia que en estos territorios argentinos habemos gran cantidad de chilenos desde ya varios años i sucede que todos nuestros hijos que hemos tenido están pasando por registros argentinos por no haber uno por nuestra parte en que podamos registrarlos, como también nos hace falta autoridad de nuestra patria, porque aquí sólo operan los argentinos que valiéndose de sus autoridades
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en muchas ocasiones cometen injusticias con los que no son de su bandera. Por lo tanto creemos conveniente que en el punto ya citado se haga una colonia para formar un pueblo donde podamos tener rejistro civil, escuela nacional, i autoridad competente. En esperanza que serán oídas todas nuestras súplicas que con justa causa esponemos, damos fin a la presente solicitud enviando un representante a la capital con las firmas adjuntas, cuyo nombre es el señor José A. Silva. Es gracia señor Ministro. Aquí las firmas, las cuales son 42”. SOLICITUD FECHADA EL 31 DE AGOSTO DE 1914, ENVIADA POR LOS POBLADORES DE RIO HUEMULES AL MINISTRO DE COLONIZACION. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA MAÑANA’ DE SANTIAGO EL 9 DE OCTUBRE DE 1914. “POBLADORES DE LA REJION DEL SUR. COLONIA EN RIO HUEMULES O VALLE SIMPSON. UNA SOLICITUD AL MINISTRO. NUEVO CASO DE LA ENERJIA DE NUESTROS COMPATRIOTAS. “Hemos recibido por vía Argentina, copia de la siguiente solicitud: “En Río Huemules o sea Valle Simpson, entre el grado 45 ½ i 46 de la provincia de Llanquihue (Chile). Agosto 31 de 1914. Al Exmo. Señor Ministro de Colonización. Santiago de Chile. Piden habilitación de tierras para colonias todos los pobladores de Valle Simpson, quienes hacen dos años, temerosos por las campañas que el Comandante Gehbard hizo en contra de todos los chilenos que ocupan tierra en Arjentina, han formado la población de dicho Valle. Son todos chilenos repatriados que a medida que llegaban a estas rejiones, el ciudadano chileno, don José A. Silva, les mostraba la bandera tricolor flameando a los vientos puros de la cordillera, indicándoles que allí podían echar las bases de un nuevo pueblo formando una colonia i enriqueciendo al país. Este ciudadano a quienes se debe la población de Valle Simpson, en junio de 1913 elevó una solicitud al Ministerio de Colonización pidiendo se le concediera dicha colonia. La solicitud fue enviada por intermedio del Consulado de Chile en Chubut Rep. Argentina. En distintas fechas del mes de febrero del presente año envió tres telegramas al ministerio, en los cuales hacía presente la falta de una contestación a su solicitud sin lograr tener mejores resultados. En dichos telegramas se daba cuenta, además, que algunos usurpadores de tierras pretendían aprovecharse de dicho
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Valle, diciendo que a ellos les correspondía poblarlo, por tener la concesión del Supremo Gobierno”.
DECRETO N° 1882, DE 23 DE NOVIEMBRE DE 1914, DEL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, QUE ELIMINA PARTE, PERMUTA POR OTROS LOS TERRENOS DADOS EN CONCESION A LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DEL AYSEN, E INTRODUCE MODIFICACIONES AL CONTRATO PRIMITIVO. “Vista la solicitud que precede de don Santiago C. Arestizábal por la Sociedad Industrial del Aysen, teniendo presente lo informado por la Oficina de Mensura de Tierras, la Inspección General de Colonización e Inmigración y el Consejo de Defensa Fiscal, y considerando: 1°. Que en concepto de las dos primeras oficinas es conveniente introducir en el contrato primitivo de donde emanan los derechos de la Sociedad recurrente, diversas innovaciones a fin de salvar sus defectos en especial en cuanto se refiere a la delimitación de los terrenos fiscales que se ha permitido ocupar; 2°. Que la Sociedad Industrial del Aysen ofrece devolver al Fisco una cantidad de terrenos de que actualmente goza en cambio de otros que aunque de mejor calidad son de extensión más reducida; 3°. Que, en consecuencia, la nueva delimitación lejos de destinar al cumplimiento del contrato mayor cantidad de terrenos fiscales, reduce su cabida en cantidad de alguna consideración; 4°. Que dada la situación geográfica y la falta de población en la región del Aysen, es preferible, sin duda alguna y así lo ha demostrado la experiencia, propender al desarrollo de la colonización nacional, antes de entregar ese territorio a la colonización extranjera. 5°. Que si bien es cierto que la Sociedad ocurrente obtiene economías si se le exonera de traer cien familias de colonos extranjeros, ofrece en cambio radicar ciento cincuenta familias de colonos nacionales y a dejar además mejoras por un valor mínimo de doscientos cincuenta mil pesos, lo que importa ventajas de consideración a los intereses nacionales.
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Que es deber del Gobierno fiscalizar estrictamente el fiel cumplimiento de las obligaciones contraídas por la Empresa para con el Fisco y para los colonos, y que conviene que los gastos de fiscalización sean sin gravamen para el Estado, DECRETO: Art. 1°. Elimínase del permiso para ocupar terrenos fiscales concedidos a don Luis Aguirre A. por decreto N° 1769 de 2 de Agosto de 1904 y del cual es concesionaria la Sociedad Industrial del Aysen, los terrenos comprendidos dentro de los siguientes límites: Norte, los cerros que limitan por el Norte la hoya hidrográfica del río Mañihuales; Oriente, el cordón de cerros que separa las aguas que van por el Poniente al río Mañihuales y por el Oriente a un afluente del río Goichel, que cae dos kilómetros aguas arriba del arroyo Richards, hasta la junta de este río con el Goichel y la línea divisoria de las aguas que, partiendo de esta junta hacia el Sur Oeste, deja al Poniente las aguas de los ríos Ñirehuao, Emperador Guillermo y Simpson, hasta la confluencia de este río con el Coyhaique; sur, el cordón de los Barrancos, hasta la junta de los ríos Aysen y Blanco, los cerros del Rápido y el cordón de cerros situados al Sur del Puerto de Chacabuco; y Poniente el cordón que limita por el occidente la hoya hidrográfica del río Mañihuales y el estuario del Aysen. Art. 2°. En cambio de los terrenos a que alude el Art. anterior, concédese a la Sociedad Industrial del Aysen permiso para ocupar los terrenos comprendidos dentro de los siguientes deslindes: Norte los terrenos de que actualmente goza la Sociedad; Oriente, la frontera con la República Argentina; y Sur y Poniente, los cerros que limitan la hoya hidrográfica del río Simpson. Este permiso terminará en la misma fecha en que termina el contrato vigente. Art. 3°. La Sociedad Industrial del Aysen queda exonerada de introducir y radicar las familias de colonos de origen europeo a que está obligada, pero en cambio deberá radicar por su cuenta en los terrenos de la concesión, doble número de familias de colonos nacionales en el plazo de diez años contados desde que el presente decreto sea reducido a escritura pública, y a razón de veinte familias por año. Art. 4°. El Gobierno, de acuerdo con el concesionario, determinará la zona en que deberán radicarse los colonos y les concederá el título definitivo a medida que justifiquen haber cumplido con las disposiciones legales y reglamentarias vigentes. Art. 5°. La Sociedad queda obligada en relación a los colonos: a) A suministrarles gratuitamente en el momento de su radicación, las maderas y clavos necesarios para una casa de cuatro piezas.
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b) A suministrarles las herramientas necesarias para el cultivo del suelo. El precio de estas herramientas será el que tuvieren en Ancud, a la fecha de la entrega con más un recargo del diez por ciento, y será devuelto a la Sociedad en tres anualidades vencidas e iguales, que principiarán a correr después del segundo año de radicación del colono. c) A entregar a cada colono jefe de familia hasta veinte vacas y un toro, por el término de tres años. Transcurrido este plazo, la Sociedad retirará el número de animales entregados por ella, admitiendo únicamente un diez por ciento de mortandad durante el período de tres años. Del aumento por la reproducción la Sociedad recibirá el cincuenta por ciento y la otra mitad pasará a ser propiedad exclusiva del colono. Si la proporcionalidad del diez o del cincuenta por ciento referidos no admitiera cómoda división, la diferencia será pagada en dinero. d) A entregar gratuitamente a cada familia de colono en el primer año cinco sacos de semilla de pasto y cinco sacos de papas para semillas. e) A vender a los colonos, si así conviniere a los intereses de estos, los comestibles que necesiten con un recargo máximo de 10 por ciento sobre el precio de los artículos en Ancud. f) La Sociedad se obliga a comprar a los colonos, siempre que estos lo ofreciesen vender, todo el queso, mantequilla y maderas que elaboren puestas en Puerto Aysen al precio corriente que tuvieren en Ancud. g) La Sociedad dará preferencia a los colonos para ocuparlos en las faenas de sus establecimientos como operarios durante el verano. Art. 6°. La Compañía queda obligada a hacer por su cuenta un camino que partiendo del actual camino público que va de Puerto Aysen a la frontera de la República Argentina por el valle de Coyhaique, pase por todo el valle del río Simpson hasta dicha frontera o sea en una extensión de cuarenta kilómetros más o menos. Art. 7°. La Compañía queda obligada a introducir mejoras, además de las que ya se ha comprometido a verificar, por un valor de doscientos cincuenta mil pesos a lo menos, las que quedarán a beneficio fiscal. En este valor se incluirán el costo del camino a que se refiere el Art. 6 del presente decreto. El camino y las mejoras deberán estar hechos en el término de cinco años. Art. 8°. La Compañía queda obligada a suministrar todos los datos y dar todas las facilidades al delegado que el Supremo Gobierno cuando lo crea necesario designe para verificar el fiel cumplimiento de las obligaciones
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del concesionario en sus relaciones con el Fisco y con los colonos. Los gastos que este demande serán fijados por el Fisco y pagados por la Empresa. Art. 9°. Sin perjuicio de la obligación impuesta a la Compañía en el Art. 3° el Gobierno se reserva la facultad de radicar hasta cien familias de colonos nacionales en los terrenos afectos al permiso de ocupación otorgado a la Empresa. Art. 10°. Quedan vigentes en lo que no fueren contrarias al presente decreto las estipulaciones de los decretos N°s. 1769 de 2 de Agosto de 1904 y 1147 de 16 de Junio de 1913. Redúzcase el presente decreto a escritura pública que suscribirán el Inspector General de Colonización, en representación del Fisco, y el representante de la Sociedad Industrial del Aysen. Tómese razón, regístrese y comuníquese. (Fdo.) Barros Luco. Manuel Salinas. Hay un timbre que dice “Tomado Razón. 23 Nov. 1914. Tribunal de Cuentas”.
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CARTA ENVIADA EL 1 DE ENERO DE 1915 POR AUGUS MACPHAIL, ADMINISTRADOR DE LA SOCIEDAD GANADERA DEL AYSEN, A LOS POBLADORES DE VALLE SIMPSON, PIDIENDOLES SU RETIRO DEL LUGAR. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EN SU EDICION DEL 16 DE ABRIL DE 1915. “Estancia Aysen, 1 de Enero de 1915. Señor José Valdebenito Presente. Muy señor mío: Con fecha 23 de noviembre de 1914 el Supremo Gobierno concedió a esta Sociedad en permiso de ocupación el Valle del Río Simpson. La escritura dice así: “Concédese a la Sociedad Industrial del Aysen permiso para ocupar los terrenos comprendidos dentro de los siguientes deslindes: Norte, los terrenos de que actualmente goza la Sociedad; Oriente, la frontera con la República Argentina; Sur i Poniente, los cerros que limitan la hora hidrográfica del Río Simpson. Este permiso terminará, en la misma fecha en que termina el contrato vijente”. I como Ud. Tiene animales a pastoreo en los campos comprendidos dentro de los deslindes mencionados pongo en conocimiento de Ud. la concesión que ha hecho el Supremo Gobierno a esta Sociedad rogándole retirar sus animales a la brevedad posible. Me suscribo de Ud. Atto. y S.S.S. Por Sociedad Ind. del Aysen. Augus Macphail. Administrador”.
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SOLICITUD DE CREACION DE UNA SUBDELEGACION Y REGISTRO CIVIL EN VALLE SIMPSON, PRESENTADA POR ADOLFO VALDEBENITO AL MINISTERIO DEL INTERIOR. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, EL 9 DE ENERO DE 1915. “Adolfo Valdebenito, ciudadano chileno, residente en el valle Simpson en la región del Río Huemul, por sí i por los habitantes del lugar indicado, según el documento que se acompaña, a V.E. respetuosamente espongo: que desde doce años a esta parte fuimos más de cuatrocientos chilenos, llevando nuestras respectivas familias a poblar el estenso valle que se denomina ‘Simpson’ que, como ya he dicho, está en la rejión de Río Huemul, dependiendo de la jurisdicción de la Provincia de Llanquihue. En ese valle, mediante nuestro trabajo tesonero i constante, a pesar del inclemente clima, hemos establecido la industria de ganadería que en la actualidad avaluamos en más de medio millón de pesos en moneda arjentina. Al igual que el desarrollo de dicha industria, ha aumentado la población en forma tal que ya se hace necesaria la creación de una subdelegación, donde haya un subdelegado i un juez de subdelegación, que nos puedan dar aquellas garantías que las leyes de nuestro país, conceden a todo ciudadano que, como nosotros, trabaja por el engrandecimiento de tan vasta y alejada rejión de nuestro país; pues en la actualidad debemos recurrir a las autoridades argentinas, no obstante de residir en territorio chileno, pero sumamente alejado de los centros del país, sobre todo por la falta de vías de comunicación que dificultan poderosamente nuestros viajes para poder atender i subvenir nuestras necesidades i diligencias a que nuestros trabajos nos obligan, como así mismo para sacar nuestros productos. Además hai que agregar a este forzado aislamiento el hecho de no tener donde inscribir a nuestros hijos, ni en el Rejistro Civil ni en el Militar, como exije la lei, por que la oficina que nos corresponde para efectuar tales inscripciones es la de Puerto Montt, alejada muchos cientos de leguas de nuestra residencia y a la que se puede llegar después de un penosísimo viaje hecho por estensos campos argentinos primero i chilenos en seguida. Por otra parte, la falta de autoridad nos espone a ser víctimas de desalmados aventureros de distintas nacionalidades que merodean constantemente por los alrededores de nuestras haciendas, robándonos nuestros ganados y manteniendo en continua amenaza nuestras vidas i las de nuestras familias. No escapará al alto e ilustrado
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criterio de V.E. que una población industrial tan floreciente i numerosa, formada por ciudadanos chilenos, tenga la lejítima aspiración de tener iguales prerrogativas i garantías que sus demás conciudadanos del resto del país; i fundados en estas consideraciones i en el derecho de petición que la lei concede, venimos ante V.E. a solicitar la creación de la expresada Subdelegación i la de una Oficina de Rejistro Civil. Adolfo Valdebenito. Siguen más de ochenta firmas”.
OFICIO DEL INTENDENTE DE LA PROVINCIA DE LLANQUIHUE, CARLOS C. VIDELA, AL MINISTRO DEL INTERIOR,
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ACOMPAÑANDO LA SOLICITUD PRECEDENTE. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’, EL 9 DE ENERO DE 1915. “Puerto Montt 7 de enero de 1915. Tengo el honor de acompañar a US., una solicitud presentada a esta Intendencia por don Adolfo Valdebenito, vecinos del Valle Simpson en la Rejión del Río Huemul, a nombre de los pobladores de esos lugares, pidiendo autoridades. En otras oportunidades esta Intendencia se ha dirijido a US. haciendo ver la necesidad que hai de constituir autoridades en la rejión del Río Huemul, por las razones que en la solicitud se esponen i que ya, como dejo dicho esta Intendencia en notas anteriores ha expuesto a US. El infrascrito, penetrado de la urgente necesidad que hai de constituir autoridades chilenas en la rejión nombrada para que nuestros compatriotas no tengan que recurrir a las autoridades argentinas, y se subsanen las graves deficiencias que notan, ruego a US. tenga a bien acoger favorablemente la solicitud que tengo el honor de acompañar. Saluda a US. Carlos C. Videla. Intendente. Al Ministro del Interior. Santiago”.
CARTA DE 30 DE ENERO DE 1915, ENVIADA POR JOSE SILVA ORMEÑO, EN RESPUESTA A LA NOTA DEL ADMINISTRADOR DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DEL AYSEN DE 1 DE ENERO
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DEL MISMO AÑO. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EL 16 DE ABRIL DE 1915. “Río Huemules, enero 30 de 1915. Sr. Administrador de la Sociedad Industrial del Aysen. Mui señor mío: Por la presente paso a contestar la suya de 1 de enero del presente , por la cual me dice que le desaloje el campo que ocupo en el Valle Simpson por haberlo concedido el Supremo Gobierno a esa Sociedad. Señor Administrador, este campo no se desaloja ni será desalojado por nosotros los pobladores, todos inmigrantes chilenos, que los hemos ocupado previo aviso i cuatro solicitudes enviadas a S.E. Sr. Ministro de Colonización. En lo que Ud. me dice que el Supremo Gobierno ha concedido este campo a esa sociedad pues yo no lo creo, i en caso de ser verdad será responsable el Señor Ministro, que bien sabido lo tiene, que este campo lo tenemos ocupado, i la causa seguirá siempre que pretendan de hacernos desalojar. Los tribunales son tan poderosos y capaces de juzgar hasta al mismo Presidente, pero nunca tendrán fuerzas suficientes para arrancar de este Valle a nosotros los pobladores que lo hemos ocupado. Este campo es fiscal i fue dado en 1903 a una sociedad en concesión por 20 años, pero ésta caducó, i nosotros lo hemos poblado con 60 familias i grandes capitales en haciendas. Ahora bien les resta a Uds. Poblar esos campos del Río Aysen con 60 familias que están obligados poblar, cuando en junio de 1903 el Supremo Gobierno les dio por 20 años esa concesión i para conseguir eso i cumplir con esa ley Uds. deberían de abrir las puertas a esos campos, nosotros entraríamos i así solamente cumplirían su compromiso de colonizar. Por otra parte esa sociedad no le dará a Chile ningún progreso de fomentar su territorio, sino que sus ideas son de estenderse i hacerse ricos a costa del sudor de los pobres de este país; que bien probado esto, porque Uds. no poblaron estos campos cuando estaban solos, sino que ahora que ven que los tenemos poblados se proponen de hacernos mal, pero todo esto viene por la envidia. Uds. saben que población Valle Simpson es una vergüenza para esa Sociedad, también saben que teniendo nosotros salida al Pacífico eclipsaremos el comercio de Uds. i precisamente por esta causa vino el conflicto Europeo, por celos que se tenían Alemania e Inglaterra. Sin otro particular me es grato saludarlo. S.S.S. José A. Silva”.
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SOLICITUD ENVIADA POR LOS POBLADORES DE RIO SIMPSON Y RIO HUEMULES AL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, el 2 DE FEBRERO DE 1915.
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“Señor Director de La Alianza Liberal: Tenemos el honor de saludarle atentamente i comunicarle a Ud. se sirva hacer publicar lo siguiente: 1°. Hacerle presente a S.E. el Sr. Presidente de la República de Chile: Que las personas abajo nombradas rogamos encarecidamente al Supremo Gobierno se digne atendernos nuestra publicación; porque nos encontramos en una situación mui complicada. Esta publicación se refiere a los chilenos emigrados de la República Argentina, que nos encontramos actualmente ocupando terrenos fiscales en los lugares denominados ‘Valle Río Simpson’ i ‘Río Huemul’. 2°. Estos pobladores somos: Ramón Albornoz, J. Francisco Contreras, Belisario Jara, Juan Foitzick, Manuel Foitzick, Filomeno Guzmán, Daniel Ruiz, Pedro Urbina, José del C. Cerda, Marcos Subidet, Facundo Ramírez, Emilio Sierra, Fidel Soto, Juan Márquez, Antonio Villar, Manuel Heuto, Francisco Furniel, Santiago Cadegán, Eusebio Cadegán, Guillermo Cadegán, Diego Cadegán, Juan Cadegán, Pablo Cadegán, Tomás Cadegán, Adolfo Cadegán, Juan Acuña, Antonio Bórquez, Gumersindo Jaramillo, Delfín Jara, Manuel Vidal, Juan de Matta Alarcón, Pedro Rodríguez, Nazario Romero, Avelino Pineda, Pedro Rivera, Pascual Masías, Manuel Valdés, Carlos Urrieta, Pedro Castillo, Joaquín Rivera, Ismael Rivera, Ezequiel Figueroa, Carlos Solis, José Solis, Juan Bautista Romero, David Orellana, Juan Aguilar, Pablo Chaparro, José Anjel Carrillo, Florentino Carrillo, Adán Castillo, José Cruz Alarcón, Vicente Jara, Julio Vásquez, Clorinda Orellana, Aníbal Ferradas, David Casanova, Ramón Oses, Florentino Valenzuela, Juan de Matta Cerda, Pablo Almendras, Gabriel Muñoz, Angel Custodio Seguel, Matías Seguel, Agustín Seguel, Lizando 2° Seguel, J. Bautista Silva, Custodio Ojeda, Moisés Bravo, Adolfo Valdebenito, Francisco Calderón, Clodomiro Mendoza, Tránsito Ruiz, Santiago Ruiz, Domingo Marchant, Vicente Ulloa, José Valdebenito, Daniel Delgado, Fabriciano González, Adolfo González, Avelino Ulloa, Alejandro Hueitra, Juan Paichil, Medardo Suazo, J. Hilario Sandoval, Manuel Yañez, Francisco Muñoz, Diego 2° Mardones, Luis A. Muñoz, i centenares de familias que no se suscriben i que están llegando día por día a poblar dichos terrenos mencionados. 3°. Hacemos presente a S.E. el Presidente de la República que los antes nombrados ocupamos los terrenos mencionados desde el año 1913 i se nos hace forzoso hacer esta publicación, porque nos encontramos completamente confundidos porque estamos aquí como desterrados.
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Referente a la Sociedad Industrial del Aisen hemos recibido una carta fechada el 1 de enero de 1915 firmada por el señor administrador de la sociedad. La carta dice que el Supremo Gobierno le ha concedido en permiso la ocupación del terreno mencionado –el Valle Río Simpson- i ruega sacar los animales a la brevedad posible. Sobre esto se refiere esta publicación porque esperamos la resolución de nuestro Gobierno. 4°. Lo que deseamos saber es en qué se funda la Sociedad, o se ha fundado, para solicitar en permiso de ocupación el terreno mencionado, siendo que están dichos terrenos llenos de haciendas i pobladores desde el año ya indicado. Según tenemos noticias, a nosotros nos titulan como cuatreros. Hacemos presente al Supremo Gobierno que las personas que tengan esta opinión, viven en un error mui grande. Nosotros somos emigrados de la República Argentina; pero tenemos el honor de decir que somos chilenos i patriotas hasta morir. Es verdad que nosotros hemos estado domiciliados en la República Argentina 10, 15, 18, 20 años i más también algunos; pero tenemos el honor de lisonjearnos de que conservamos los documentos legales de conformidad a las leyes de ese país. En la República Argentina, sea cual fuese la nacionalidad de una persona, tiene que presentar sus documentos personales. Al mismo tiempo según el código rural vijente, ningún hacendado, tanto de ganado mayor como menor, puede marcar sus haciendas vacunas i sus yeguadas sin tener sus boletos de marcas espedidos por la gobernación a que pertenezca la jurisdicción en que se encuentra; nadie puede señalar sus ganados menores sin tener su boleto de señal, espedido por el Juzgado de Paz, dentro del radio que marca la lei. I si alguien se cambia de una provincia a otra, o de una gobernación a otra, tiene que hacer nueva solicitud i empadronar nuevos boletos. Nosotros hemos tenido que cumplir con todos los requisitos de la lei i los conservamos consigo, hasta la fecha. Al mismo tiempo hemos tenido que traer consigo nuestras guías i documentos legales tomados al tiempo de retirarnos de la República Argentina. Ahora bien, nosotros hemos venidos a ésta confiados en el decreto que hizo público el Supremo Gobierno de que los terrenos fiscales desde la provincia de Llanquihue al sur los tenías reservados para sus hijos emigrados en la República Argentina, i habiendo tenido algunos datos de esos terrenos fiscales, aunque desiertos, nos pusimos a explorar teniendo que sufrir muchos trabajos los primeros exploradores, porque se presentaron muchos obstáculos. Cuando pudimos descubrir, nos
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presentamos al señor Gerente y Administrador de la Sociedad Industrial del Aysen, rogándole encarecidamente nos dieran protección referente al camino porque es la única parte que hai facilidad para esta conducción; pero nos tocó la desgracia de que nos contestaron que si les pagábamos el valor de veinte mil pesos moneda nacional arjentina por cada poblador, teníamos el pasaje, i si no, no pasaba nadie. Nosotros comprendiendo la tiranía, nos pusimos a construir un camino provisorio para esta conducción, pero con mucho trabajo; porque hemos tenido que cruzar cordilleras, montañas, arroyos, pantanos, etc. I hasta la fecha estamos como desterrados esperando la protección de nuestro Gobierno. Por este motivo hasta la fecha tenemos nuestros ganados menores en la Argentina por falta del recurso indicado, porque el camino es pésimo. I como el señor Administrador de la sociedad ya mencionada dice que tiene órdenes del Gerente de no darle permiso a nadie para que pase de la Argentina al punto mencionado, i nosotros no podemos pasar porque tiene dos puertas con llave desde la estancia a ésta, esperamos la resolución del Supremo Gobierno si será justo que la sociedad pueda prohibir el camino a los terrenos fiscales, en un trayecto que será más o menos de dos leguas. También decimos si será justo que por falta de este recurso perezcan nuestras familias de necesidad, supuesto que la sociedad se niega rotundamente a darnos protección para la conducción de víveres, i el camino provisorio ya dicho, no se puede transitar sino con mucho trabajo; de manera que, en una palabra, nos encontramos completamente desterrados. Ahora bien, después de todo lo espresado, hacemos presente al Supremo Gobierno que los pobladores de ésta rogamos encarecidamente se digne mandar alguna persona que sea competente para que inspeccione i pase nota al Ministerio de lo que sucede, porque también deseamos ocupar el terreno fiscal denominado Mano Negra. Al mismo tiempo deseamos un puerto comercial para vida nuestra, una autoridad para que nos pueda espedir algunas guías, certificados de venta de animales i los frutos correspondientes; también deseamos una oficina del Rejistro Civil para asentar el acta de nacimiento de nuestra familia; y si fuera posible agradeceríamos altamente un Colejio i demás beneficios a que tenemos derecho como ciudadanos chilenos. Si nuestro Gobierno no resuelve favorablemente este asunto quien sabe cómo podremos tener vida, puesto que nuestras faltas tenemos que traerlas de la Argentina por no tener un Puerto Comercial en nuestro país; pero en la Argentina tenemos un inconveniente para vender animales: nos
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obligan guías o certificados con la firma i sello de una autoridad de Chile, i ya se sabe que no tenemos autoridad a quien recurrir. Tenemos además el honor de hacerle presente al Supremo Gobierno que los pobladores de estos lugares estamos haciendo algunos adelantos; también hemos hecho la prueba en la agricultura i vemos que esta rejión se presta para toda clase de cereales, sobre todos para las papas; tenemos mui lindas esperanzas que con los años podremos cosechar cantidades enormes. Respecto a la hacienda vacuna no podemos asegurar la totalidad que hai, porque están llegando día por día; podemos si decir con toda seguridad que a fines de abril del presente año, habrá un total de 60 mil animales vacunos; no hablaremos de la yeguada i ganado menor que son un total bastante grande. Si el Supremo Gobierno cede estos terrenos a la Emigración Chilena de la Argentina, como colonia pastoril, en tres o cuatro años más será una colonia de las más importantes de la República de Chile. Hacemos presente a S.E. el señor Presidente de la República de Chile, que por esta publicación le rogamos encarecidamente la resolución más pronta posible, para poder tener alguna tranquilidad. Aún tenemos en nuestra capital una solicitud respecto a esto; pero tal vez no estará en conocimiento del Ministerio, i como la carta de desalojo del señor administrador de la Aysen no estaba en conocimiento de nosotros a la fecha de la solicitud, no teníamos todavía el gran contratiempo que se nos presenta hoy día. Si habíamos demorado en hacer las diligencias, la falta es de nuestro cónsul chileno de Esquel. El nos dijo, i nos aseguró que iba a poner en conocimiento del Ministerio todo lo que sucede, pero hasta la fecha no hemos tenido ningún resultado. Quedamos esperando confiados la resolución del Supremo Gobierno”.
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SOLICITUD DE FECHA 1 DE MARZO DE 1915 DEL ‘COMITÉ DE COLONIZACION DE RIO HUEMULES’ ENVIADA A LA CAMARA DE DIPUTADOS. PUBLICADA EN EL ‘BOLETIN DE LA COLONIA RIO HUEMULES’ EL 8 DE JULIO DE 1916 (DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT). “Río Huemules, marzo 1 de 1915. La población de ‘Valle Simpson’, representada por su Comité, al Honorable Congreso Nacional de Santiago de Chile, solicita i espone a estudio lo que explica la presente solicitud. El Comité en representación de esta población que llega a un número considerable de 65 familias pasando el número de 300 habitantes i, visto que nuestro Gobierno hasta la fecha no ha hecho nada para garantir la vida de esta nueva población, hoy día pasamos a exponer a la Honorable Cámara que todos somos chilenos repatriados de la vecina República Argentina, hemos repasado la frontera con previo aviso i cuatro
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solicitudes a S.E. señor Ministro de Colonización acojiéndonos siempre a la benéfica lei de 1896. (Ley Nº 380 de Repatriación). Pero a nuestro entender i juicio nos parece que el señor Ministro de Colonización está de parte de la Sociedad Industrial del Río Aysen, pues jamás ha puesto atención a nuestras peticiones. Con fecha 1 de enero pasado, esta población ha sido sorprendida por un aviso de desalojo por la Sociedad del Río Aysen por notas enviadas a cada uno de los pobladores, en la cual les decían que el Supremo Gobierno con fecha 23 de noviembre pasado les había concedido este campo para su ocupación, cuya nota fue considerada como arbitraria por nosotros i se hizo caso omiso de ella i para su constancia a la Honorable Cámara le remitimos una nota adjunta. A la Honorable Cámara referimos que este es un pueblo unido i asentado en masa sólida; que la falsa posición del Gobierno, la gran influencia de la Sociedad Ganadera del Aysen i las grandes privaciones i vicisitudes de la vida, no nos harán retroceder un solo paso del empuje de avance que hemos tomado con toda nuestra energía, para dar un gran impulso de progreso a nuestro país i hacer fomentar grandemente este territorio. Dado el caso contrario que nuestro Supremo Gobierno por agraciar a la Sociedad del Río Aysen enviara una fuerza para que nosotros los repatriados chilenos dejemos nuestro país en donde hemos nacido, con tal sorpresa la alarma sería general, al cielo pediríamos justicia, clamaríamos a los centros chilenos pidiendo i alegando nuestros verdaderos derechos, ocuparíamos a la prensa arjentina y chilena para hacer valer nuestros lejítimos derechos i asombraríamos al mundo civilizado haciéndole saber que un país como Chile, de una Constitución tan liberal como democrática, se valiese de semejante proceder para desalojar de campo fiscal a sus hijos, los cuales bajo ningún punto de vista piensan desalojarlo. Los chilenos pobladores de este Valle hemos jurado bajo nuestra bandera tricolor que este campo no lo dejaremos bajo ningún concepto; cueste lo que cueste. Confiamos que nuestro Supremo Gobierno, viendo nuestro claro i lejítimo derecho, nos conceda este campo en colonia, la cual nombraremos ‘Río Huemules’ i al pié de la frontera arjentina fundaremos un pueblo al cual llamaremos ‘Balmaceda’ en recuerdo del gran Presidente. Este Comité en representación de la población a la H. Cámara pide el paso libre al Pacífico por el camino del Río Aysen a Puerto Chacabuco; porque esta población tiene su paso cortado por las grandes montañas para hacer su comercio por el Pacífico, que por ahora todos los artículos
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indispensables para la vida tienen que venir del comercio argentino, i todo esto que hacemos saber a la H. Cámara, es un estudio de gran importancia para el fomento de esta costa sur, que hasta el momento nuestro gobierno no ha tomado ni el más mínimo interés por el adelanto progresivo de estas tierras patagónicas que están bajo su soberanía. También pedimos las autoridades necesarias para garantir la vida de esta nueva población que precisa ayuda de su gobierno. Nos hemos visto en la obligación de enviar la presente nota para que sea sometida al estudio de la H. Cámara de Diputados, en vista que anteriormente desde hace un año i medio que estamos pidiendo i reclamando lo mismo que ahora pedimos en esta presente solicitud, sin que hayamos podido tener hasta el momento ni una pequeña contestación de parte de nuestros gobernantes. Por el Comité de Colonización de Río Huemules. José A. Silva. Presidente. Timoteo Jara M. Secretario”.
SOLICITUD DE FECHA 1 DE MARZO DE 1915, PRESENTADA AL INTENDENTE DE LLANQUIHUE, POR EL ‘COMITÉ DE COLONIZACION RIO HUEMULES’. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, EL 15 DE ABRIL DE 1915. “Comité de Colonización ‘Río Huemules’, Valle Simpson (Llanquihue). Río Huemules, Marzo 1 de 1915. La población de Valle Simpson, representada por su comité al señor Intendente de Llanquihue. Solicitan: El Comité en representación de esta población que llega a un número considerable de 66 familias pasando el número de 300 habitantes, i visto que nuestro gobierno hasta la fecha no ha hecho nada para garantir la vida de esta nueva población, hoy día pasamos a exponer a US. que todos somos ciudadanos chilenos repatriados de la vecina República Argentina, hemos repasado la frontera con previo aviso i cuatro solicitudes enviadas a V.E. señor Ministro de Colonización, acogiéndonos siempre a la benéfica lei de 1896. Pero a nuestro entender i juicio nos parece que el señor Ministro de Colonización está por parte de la Sociedad Industrial
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del Río Aysen, pues jamás ha puesto atención a nuestras peticiones desoyendo las leyes vijentes que agracian a los chilenos. Con fecha 1 de enero pasado esta población ha sido sorprendida por un aviso de desalojo por la sociedad de Río Aysen, por notas enviadas a cada uno de los pobladores en la cual les dice que el Supremo Gobierno con fecha 23 de noviembre pasado les ha concedido este campo para su ocupación cuya nota fue considerada como arbitraria por nosotros i se hizo caso omiso de ella; i para su constancia a US. le remitimos una nota adjunta. A US. referimos que este es un pueblo unido i asentado en masa sólida, que la falsa posición del gobierno, la gran influencia de la Río Aysen i las grandes privaciones i vicisitudes de la vida no nos harán retroceder un solo paso del empuje de avance que hemos tomado con toda nuestra energía, para dar un gran impulso de progreso a nuestro país i hacer fomentar grandemente este territorio. Dado el caso contrario que nuestro Supremo Gobierno por agraciar a la Río Aysen enviara una fuerza para que nosotros los repatriados chilenos dejemos nuestro país en donde hemos nacido, con tal sorpresa, la alarma sería general, al cielo pediríamos justicia, clamaríamos a los centros chilenos pidiendo i alegando nuestros verdaderos derechos, ocuparíamos a la prensa arjentina y chilena para hacer valer nuestro lejítimo derecho, i asombraríamos al mundo civilizado, de que un país como Chile, de una constitución tan liberal como democrática se valiese de tan ridículo proceder, para desalojar de campo fiscal a sus hijos, los cuales bajo ningún punto de vista piensan desalojarlo. Los chilenos pobladores de este valle hemos jurado bajo nuestra bandera tricolor que nos hace sombra que este campo no lo dejaremos bajo ningún concepto cueste lo que cueste. Confiamos que nuestro Supremo Gobierno viendo nuestro claro i alegado derecho nos conceda este campo en colonia la cual le llamaremos ‘Río Huemules’. I al pié de la frontera arjentina fundaremos un pueblo al cual le llamaremos ‘Balmaceda’ en recuerdo de un gran mártir que la ignorancia en un tiempo lo crucificó. Este comité en representación de la población a US. piden el paso libre al Pacífico por el camino del Río Aysen a Puerto Chacabuco. La formación de autoridades para esta población, tanto civiles, judiciales i militares. Hai gran cantidad de niños sin inscripción por falta de autoridades. Sin más que repetir por el momento en nombre de la población saludamos a US. con toda consideración i en espera de que tan pronto como sea posible tendremos de esa una contesta aceptable.
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SSS. Por Comité de Colonización de Río Huemules. José A. Silva. Presidente. Timoteo Jara M. Secretario”.
CARTA ENVIADA POR JUAN DUN EL 5 DE MARZO DE 1915 A LOS POBLADORES, EN RESPUESTA A LA DE SILVA ORMEÑO DE 30 DE ENERO DEL MISMO AÑO. PUBLICADO EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DEL 16 DE ABRIL DE 1915 “Río Aysen, Marzo 5 de 1915. Mui señor mío: Con fecha 1 de enero del año en curso el Sr. Augus Macphail administrador de esta estancia avisó a Ud. por escrito la concesión en permiso de ocupación del valle Simpson hecho por el Supremo Gobierno rogándole retirar sus animales a pastoreo dentro de los campos cuyos deslindes quedaron claramente señalados en la carta referida. En vista de la carta que acabo de recibir firmada por el señor José A. Silva, espresando (en nombre de los pobladores en general) el deseo de radicarse definitivamente como colonos nacionales en esos campos, me es grato de manifestarle que esta Sociedad accede con el mayor agrado a este pedido y cederá gustosamente a cada colono padre de familia que compruebe su nacionalidad, procedencia i demás disposiciones de la ley, la hijuela correspondiente. Como la colonización debe ser efectuada con todo método, esta Sociedad propone designar la extensión de campo suficiente para el cabido de las
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hijuelas, hasta alcanzar el número de 200 familias de colonos nacionales, señalando como terreno adecuado para la colonización, el campo al norte del río Simpson, que partiendo de la frontera con la República Argentina sigue al Oeste con cuatrocientos metros (400 mts.) de frente al río Simpson i mil metros (1.000 mts.) de fondo hacia el Norte. La sociedad que represento consecuente con las obligaciones contraídas con el Supremo Gobierno cumplirá estrictamente sus compromisos para con los colonos. Ruégole avisarme a la brevedad posible si desea Ud. solicitar una hijuela como colono nacional repatriado del territorio Neuquén o del Chubut de la República Argentina. Al mismo tiempo debo manifestarle que no accediendo Ud. a radicarse en la hijuela correspondiente dentro de la zona señalada por la Sociedad y persistiendo Ud. en ocupar campo que no le pertenece, la Sociedad será obligada a cobrarle arriendo por pastaje a razón de diez centavos (10 cts.) oro de 18 peniques la cabeza de ganado ovino i cincuenta centavos (50 cts.) oro de 18 peniques la cabeza por ganado caballar y vacuno. Me suscribo de Ud. mui atto. S.S.S. Juan Dun”.
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INFORMACION PUBLICADA EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT EN SU EDICION DEL 21 DE MARZO DE 1915, RELATIVA A LA POBLACION DE LA RIBERA SUR DEL LAGO BUENOS AIRES. Representando a los señores nombrados, presentó hace poco una solicitud al Gobierno don Fridolín Franz: Pedro Burgos (4.000 vacunos, 3.000 lanares, 150 caballos, 1.000 cabríos); Manuel Jara (1.700 vacunos, 500 lanares, 300 caballos, 200 cabríos); Melquiades Rivera (600 vacunos, 200 caballos); Anselmo Rivera (100 vacunos, 50 caballos); Cantalicio Jara (500 vacunos, 200 lanares, 300 caballos, 500 cabríos); Liborio Manríquez (100 vacunos, 50 caballos); Francisco Calderón (150 vacunos, 50 caballos); Rosario Sepúlveda (600 vacunos, 150 caballos).
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RELACION DE LOS PRINCIPALES POBLADORES DE VALLE SIMPSON, CON EL NUMERO DE ANIMALES QUE POSEEN, PUBLICADA POR EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EL 10 DE ABRIL DE 1915. “La última vez que nos ocupamos en este diario de la necesidad de dotar de administración al territorio del Valle Simpson, dijimos, como tantas otras veces lo habíamos hecho desde tiempo atrás, que esa comarca es siento de una verdadera colonia chilena, ya floreciente, i merecedora de toda la atención de nuestros gobernantes, tanto por la circunstancia anotada, como por el hecho de ser una comarca fronteriza. Refiriéndonos, entonces, a las riquezas acumuladas ahí, dijimos que cuarenta i cinco personas de las ahí avecinadas tienen ganado en tal cantidad que sus vacunos forman un total aproximado de 33.000, los caballares de 10.500 i los ovejunos 73.000. Anunciamos que publicaríamos el detalle de esas existencias de animales dando los nombres de sus dueños, a fin de que se vea que no se trata de un ‘bluff’ ideado con el objeto de despertar la atención gubernativa i de atraerla hacia esa interesante rejión. Prestando, pues, completa fe a la palabra de nuestro informante, que lo es don Adolfo Valdebenito, uno de los pobladores del valle, damos a continuación la nómina de propietarios de ganado con indicación aproximada del número de animales que poseen. Hela aquí: Propietario
vacunos
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caballares
ovejas
Belisario Jara Adán Castillo José M. Valdés Vicente Jara Pedro Rodríguez José Solís David Orellana Eduardo Fritziek Pascual Masías Sucesión Vidal Domingo Bilbao Joaquín Rivera Ismael Rivera J. Romero Juan de M. Alarcón Jacinto Care Jerán Fritziek Carlos Solis Antonio Vásquez J. del C. Quenpan Pablo Chaparro Juan Aguilar Moisés Bravo Aníbal Ferra… Juan Arraigada Nicolás Morales David Castillo Marcelino Avilés Pascual Antrilás
5.000 600 1.500 800 400 500 800 2.000 400 1.000 1.200 800 200 500
800 150 600 400 200 200 1.000 300 300 200 100 200 100 100
15.000 1.000 1.000 1.200 2.000 400 2.000 4.000 500 4.000 .-. 2.000 600 1.500
600 200 800 500 100 100 400 800 100 100 50 1.000 600 6.500 150
300 100 400 200 50 100 200 200 50 50 50 200 400 400 100
2.000 400 3.000 500 .-. .-. 2.000 .-. 500 800 400 4.000 3.000 8.000 .-.
Nota: -Los nombres de Eduardo Fritziek y Jerán Fritziek pueden referirse a Eduardo y Germán Foitzick. -Anibal Ferra…que aparece ilegible, puede ser Ferrada. -Juan de M. Alarcón puede ser Juan de Matta Alarcón.
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CARTA ACERCA DE LA SITUACION DE LOS POBLADORES DE LA RIBERA SUR DEL LAGO BUENOS AIRES, ENVIADA POR FRIDOLIN FRANZ AL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT. FECHADA EL 13 DE ABRIL DE 1915. PUBLICADA EL 29 DE MAYO DEL MISMO AÑO. “Muy señor mío: Después de saludarlo atentamente, ruego a Ud. tenga a bien dar cabida a esta en su apreciado diario para testimoniar de la grave situación en que se encuentran los pobladores de estos parajes olvidados, que ya en repetidas ocasiones han clamado por auxilio. Es triste para el que tiene amor patrio tener que observar semejante olvido hacia una zona de florecientes campos donde todo se produce en abundancia; tanto los cereales como las plantas más delicadas. Los pobladores que ya hay ahora están haciendo numerosos adelantos; pero, como no hai camino al Pacífico, el comercio se hace forzosamente con los puertos del Atlántico, por intermedio del ferrocarril que sale de Puerto Deseado i en construcción a ésta; actualmente 105 Km. distantes de aquí. Pero como las autoridades argentinas establecidas en la frontera, hacen un control severísimo, conforme al Código Rural, el comercio ha quedado paralizado. Esto hace indispensable el establecimiento de autoridad chilena en esta zona, para visar las guías indispensables según las leyes argentinas vijentes. Pues en el actual estado de aislamiento, ningún poblador puede movilizar sus propiedades, ni pasar la frontera a caballo, porque caerá en comiso, hasta que el dueño haga un viaje de dos
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meses a esa localidad, única parte más cercana en la provincia, para solicitar una guía, que así cuesta más que el valor del objeto a que se refiere. Esto producirá la ruina de esta comarca poblada de numerosas familias, que cruzan lagos, ríos i los bosques que se suponían impenetrables, con el anhelo de poblar los campos, que, en nuestros mapas figuran como rejiones inexploradas, para convertirlas en chacras, quintas i plantaciones de árboles frutales, i así, en el término de pocos años sea convertido este Lago en una nueva colonia Llanquihue; i así levantar una comarca abandonada actualmente, pero que, cambiaría en establecimientos industriales i en paseos de turistas, como los Alpes de la Suiza, si se resolviera la división de las tierras, en formación de colonias etc. Y así ayudar a estos hombres esforzados, i solucionar el problema de restablecer el tráfico. La opinión pública, en ambas Patagonias, ha podido apreciar este aislamiento inmotivado en nuestra frontera; los funcionarios de nuestra vecina república me han manifestado su admiración por nuestro incomprensible olvido de las rejiones apartadas. ¿No nos sentiríamos felices al unir cada día más los lazos de amistad con la Argentina, por intermedio de autoridades en la frontera i, así, apagar ese antagonismo i esas rivalidades de jentes ignorantes que a veces perturban la armonía, con falsas suposiciones i propagandas? En mi viaje a Pto. Montt no tuve interés en solicitar un empleo público; pero ahora al ver una situación lamentable, que ya conozco a fondo, aceptaría en último caso un empleo público, ad honores, creyendo hacer con esto obra patriótica i de cultura, deseosos de ver el adelanto social en este pintoresco Lago. Saluda atentamente i agradece con anticipación al señor redactor. S.S.S. Fridolín Franz”.
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DECRETO N° 3.024 DE 7 DE JUNIO DE 1915 QUE CREA LA SUBDELEGACION DE RIO SIMPSON. PUBLICADO EN EL ‘DIARIO OFICIAL’ N° 11.190 DEL 11 DE JUNIO DE 1915. “N° 3.024. Santiago, 7 de Junio de 1915. Vistos estos antecedentes, i teniendo presente lo informado por el Intendente de Llanquihue i por la inspección de Geografía i Minas de la Dirección General de Obras Públicas, DECRETO: Créase en el departamento de Llanquihue una nueva subdelegación, dependiente de la comuna de Puerto Montt, i a la cual corresponderá provisoriamente el núm. 7. La nueva subdelegación, que se denominará ‘Río Simpson’, tendrá los siguientes límites: al norte, el río Rayas; al sur, el paralelo del grado 47 que pasa por el Cabo Tres Montes, de la península de este nombre; al este, el límite con la República Argentina; i al oeste, el océano Pacífico. Tómese razón, comuníquese, publíquese e insértese en el Boletín de las Leyes i Decretos del Gobierno. Barros Luco. Enrique A. Rodríguez”.
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PRESENTACIÓN HECHA A LA INTENDENCIA DE LLANQUIHUE POR EL COMITÉ DE COLONIZACION DE RIO HUEMULES, DE FECHA 20 DE JUNIO DE 1915. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EL 9 DE SEPTIEMBRE DE 1915. “Este Comité en representación de los pobladores a US. respetuosamente espone, que esta colonia se encuentra amenazada por el bandolerismo. Sus pobladores, honrados padres de familia que han traído la industria ganadera a estos campos antes solitarios, hoy día se ven atemorizados al saber que entre los bosques se encuentran campamentos de bandoleros, que viven sin trabajar, comiendo y acechando el ganado de los pobladores. Estos bandoleros han cruzado la frontera, corridos por la policía arjentina i se han hospedado en este lado, por estar seguros de que Chile tiene a este rincón en el más completo abandono (mal incurable en nuestro país). Cansados estamos de pedir a nuestros gobernantes autoridades i policías para que nos garanticen nuestros sagrados derechos. Por tanto a US. dejamos explicado que si esta población se ve obligada a armarse en defensa de sus hogares no se les tome por criminales. Saludamos a US. Por el Comité. José A. Silva, Presidente. Timoteo Jara M., Secretario”. Nota: Refiriéndose a la presentación trascrita, “La Alianza Liberal” publicó, el 12 de Noviembre de 1915, la siguiente inserción: “Ayer recibimos el siguiente telegrama, cuya publicación se nos pide: “Nueva Lubecka, 10 de Noviembre de 1915. Dirección Alianza Liberal. Puerto Montt. Recién vimos publicación solicitada Comité Colonización
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Huemules. Comité no existe. Autores o firmantes no tienen atribuciones. Nosotros protestamos contra método y acción. Quien tiene atribuciones es Adolfo Valdebenito i será nuestro representante ante su Gobierno mientras ley concede derechos defensa nuestra causa. Rogamos publicar i conteste en seguida. Los pobladores. Valle Simpson”.
COMENTARIO EDITORIAL ACERCA DE LOS POBLADORES DE VALLE SIMPSON, LAGO BUENOS AIRES Y BAKER, PUBLICADO POR ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EN SU EDICION DEL SABADO 6 DE NOVIEMBRE DE 1915. “LUGARES ABANDONADOS. Desde hace varios años La Alianza Liberal bajo el título que encabeza estas líneas, viene ocupándose con interés y continuidad de varios territorios nacionales valiosísimos que, por obra de nuestros sabios i atinados gobernantes, son tenidos en el más cabal abandono i entregados en concesiones a particulares o sociedades que alejan toda posibilidad de que a ellos acudan pobladores i que, donde los hai, los desaloje o expulsen. Así, hemos hecho una sostenida campaña sobre el Valle Simpson, donde se ha cometido la iniquidad de conceder a la Compañía del Aysen una vasta extensión de tierra fértil que está ocupada por numerosas familias de chilenos que de la Argentina vinieron a establecerse ahí con importantes masas de ganados. Así nos hemos ocupado repetidas veces de la población chilena que va formándose en las márjenes del Lago Buenos Aires, población laboriosa i honorables que se ha establecido ahí, ocupando un jirón del suelo patrio perdido entre las cordilleras i que no encuentra de parte del gobierno la más lijera atención administrativa. Ahí están, trabajando esos suelos todavía incultos, pero que ya dejan ver lo que son capaces de producir, i ahí seguirán empapando la tierra con su sudor, hasta que un buen día algún potentado de la capital se le abra el apetito i obtenga que le sea entregada la comarca en concesión. El proceso es sencillísimo. Ya hemos contado lo de la Aysen. Vio poblado el Valle Simpson i alimentando muchas decenas de miles de
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animales pertenecientes a los pobladores. ¿Cómo obtener para sí este productivo Valle? Mui sencillo: la Aysen tenía dentro de los límites de su vasta concesión una considerable extensión de cerros nevados que de nada le servían. Pues, una permuta de esas tierras, con las del fértil i codiciado valle…y así se hizo sin la menor dificultad de parte del Gobierno. Y ahora, ahora hai que desalojar a los pobladores. Se les ofrece radicarlos en cuarenta hectáreas que la Compañía les da donde le place; i, como ellos son ganaderos i tienen cada uno 500, 1.000, 2.000 animales, tendrán que irse otra vez a la Argentina, de cuyas pampas habían venido con sus ganados. El mismo proceso se ha desarrollado en Baker. Había ahí unos 25 o 30 pobladores chilenos que de la Argentina habían venido con sus ganados -12 a 15 mil vacunos- a ocupar el Valle Chacabuco, que se estiende al Norte del Lago Cóchrane o Puyrredón, tierras que se nos describen como las más bellas i fértiles de toda esa rejión cordillerana. Pues bien, esa tierra fue dada –si mal no recordamos el año anterior- en concesión al señor Julio Vicuña Subercaseaux, concesión por quince años, de 367.000 hectáreas. El concesionario señor Vicuña, de Santiago, vendió este año la concesión a los señores Montes i Menéndez Behety, millonarios de Punta Arenas, quienes pusieron en Baker, luego, un Administrador, que principió – naturalmente- por hacer salir a los ocupantes. Estos ya desocuparon la tierra i se fueron de nuevo a la vecina república con sus quince mil vacunos. ¿No parece que tuviéramos empeño en mantener despoblados nuestros territorios fronterizos con la Argentina i hacia las cuales la nación transandina viene tendiendo una, dos, tres líneas férreas, como otros tantos tentáculos amenazadores? Habíamos de seguir ocupándonos de estas cuestiones que son de alto interés nacional i hacia las cuales desearíamos llamar la atención de nuestros gobernantes i de la alta prensa de la capital”.
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ANTECEDENTES RELACIONADOS CON LOS POBLADORES DEL LAGO BUENOS AIRES, PUBLICADOS EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, EN SU EDICION DEL 23 DE NOVIEMBRE DE 1915. “Repetidas veces nos hemos ocupado de la población chilena que va acudiendo a las riberas del Lago Buenos Aires i que se encuentran ahí, como la de Valle Simpson, completamente abandonada a nuestra administración pública. Como en otras ocasiones lo hicimos respecto a los pobladores de Valle Simpson, publicamos hoy algunos datos estadísticos referentes a los del Lago Buenos Aires i que dan alguna idea de la importancia de los intereses que hay ya agrupados en esa comarca. La persona que nos suministra estas informaciones i que es residente en aquellos territorios, nos advierte que además de los datos que van en seguida, hay todavía numerosos pobladores recientemente llegados a esa región i de cuyos haberes él no tiene detalles. Nos dice también que en la región limítrofe con el Territorio de Magallanes i el Río Baker residen los pobladores Manuel Martínez, Salvador Gálvez, Fernando Díaz, Telésforo Díaz i otros. He aquí los datos aludidos. Estado de la cantidad de ganado que poseen los pobladores del Lago Buenos Aires (El terreno en hectáreas que tienen bajo cultivo). Propietario
Vacunos
Manuel Jara Ernesto Pereda Melquíades Rivera
Caballares
Lanares
Cabras
1.700
600
2.800
90
Cultivo (Has.) 4
1.200
100
.-.
.-.
3
80
700
.-.
2
600
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Pedro Burgos Cantalicio Jara A. Rivera Rosario Sepúlveda C. Dinamarca David Dinamarca Miguel Araneda Juan Jiménez F. González F. Pacheco Seg. Quezada Santos Quezada Onorio Beroiza Totales
700
280
3.000
500
3
80 .-.
400 70
2.700 .-.
1.000 .-.
4 3
500 150
120 40
.-. .-.
.-. .-.
2 .-.
40
120
100
60
4
30 2.200 100 60 80
180 200 40 6 35
80 1.200 .-. .-. .-.
40 .-. .-. .-. .-.
3 3 4 1 1
100
60
.-.
.-.
1
.-. 10.580
.-. 1.690
.-. 38
150 8.610
80 2.411
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CARTA ACERCA DEL COMERCIO EN AISEN ENVIADA POR FRIDOLIN FRANZ AL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, PUBLICADA EL 28 DE NOVIEMBRE DE 1915. “UNA RIQUEZA QUE SE PIERDE Es incomprensible la indiferencia y la poca actitud de nuestros gobernantes sobre la organización de la Subdelegación de ‘Río Huemul’ o Valle Simpson últimamente creada. Pues desde tiempo pasado los pobladores de la citada subdelegación clamaron varias solicitudes, pidiendo autoridades para garantía pública de esas regiones australes, i así poder comerciar i traer el progreso nacional en los parajes abandonados de nuestro suelo patrio, donde espera el país una nueva era de porvenir en las industrias y que, ya pierden el mérito estimativo, a causa de la despreocupación de nuestros sabios gobernantes. En las zonas comprendidas en dicha subdelegación será la madera uno de los numerosos productos cuya explotación en gran escala nos proporcionará un mercado estable i garantizado como medio seguro para el rápido desarrollo de esas comarcas australes. Como artículo de explotación sería sin duda el más preciado i expuesto a un desarrollo continuo el de la madera por la fácil transportación hacia las pampas argentinas, donde hoy día se están construyendo dos líneas férrea, una de Puerto Deseado a Lago Buenos Aires, hacia donde podemos tener comunicación naval por el lago hasta el nacimiento del río Baker; cuyas costas son ricas en cipreses, maitenes, lenga, ñire etc; que forman los espesos bosques de Río Murta, Bertrand i Selva Grande. El comercio está representado por tres casas de importancia situadas en el Río Huemul i otra por establecerse en el Lago Buenos Aires, que tiene que luchar con muchos inconvenientes por la falta de autoridad competente para garantía de su jiro normal. Es pues comprensible que la falta de administración pública tiene que traer el retroceso de la referida subdelegación, que con un poco de esfuerzo de nuestros gobernantes
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pudiera ser transformada en una fuente de riqueza que daría buenas entradas al erario nacional. Fridolín Franz”.
INFORMACION SOBRE EL ENVIO DE CARABINEROS PARA EL LANZAMIENTO DE LOS OCUPANTES DE VALLE SIMPSON. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EL 11 DE DICIEMBRE DE 1915. “TRATANDO DE PREVENIR UNA TRAJEDIA. En el vapor ‘Cautín’ se fueron ayer a Río Aysen cuatro carabineros a los cuales se agregará en Castro un sargento del mismo Cuerpo. Va esa policía armada a las órdenes directas del Administrador de la Sociedad Ganadera Aysen, quien la hará servir, probablemente, (para) lanzar del Valle Simpson a los numerosos ocupantes que ahí estaban con grandes masas de ganado cuando fue concedida por el Gobierno, en ocupación, a la espresada sociedad. Nuestro diario repetidas veces se ha ocupado de este asunto. A él han dirijido sus comunicaciones por pobladores de ese valle i le han pedido que los defienda en la situación de amenazador despojo en que se han encontrado desde que, desoídos en sus solicitudes por el Gobierno éste le concedió a la Aysen la tierra que ellos ocupaban con sus familias, sus masas importantes de ganado –varios millares de cabezas. No podíamos pues, ni debíamos permanecer inactivos al saber que se mandaba tropa a las órdenes de la Sociedad; i en cumplimiento de un claro deber periodístico, nuestro Director se acercó ayer a la Intendencia i representó al señor Intendente que, dado los antecedentes que tiene sobre la situación creada en el Valle Simpson, cree que pueden temerse choques lamentables entre los pobladores de ese Valle i la tropa de carabineros que se había embarcado en la mañana con destino a Río Aysen i a las órdenes de la Sociedad espresada. El señor Intendente se dirijió ayer mismo al Ministerio sobre el particular i ha indicado la conveniencia de que se despache a Aysen un oficial o algún funcionario administrativo a cuyas órdenes se pongan allá los carabineros. Vivamente deseamos que esta insinuación del señor Intendente sea escuchada por el señor Ministro. No debemos olvidar que los actuales ocupantes del Valle han manifestado que “no saldrán vivos de él”;
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declaración que presajia momentos trájicos en aquellas apartada comarca. Mantendremos a nuestros lectores al corriente de lo que sucede”. PROCLAMA DE JOSE ANTOLIN SILVA EN DEFENSA DE LOS POBLADORES DE VALLE SIMPSON. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EN SU EDICION DEL 22 DE ENERO DE 1916. “La cuestión de Valle Simpson. Su defensa desde la Rep. Argentina, sostenida por su fundador. Ha prometido defender la causa de los repatriados chilenos, debatiendo al gobierno por la poca atención que presta a todas las zonas limítrofes que las abandona a su propia suerte, sin que se les vea el menor interés por colonizar sus despreciados territorios. Yo, defensor de esta mi población el día 30 de diciembre de 1912, en este mismo punto de donde escribo (Lago Blanco, Chubut), llamé por aviso a mis compatriotas, para decirles que debíamos repasar los límites i en Valle Simpson (todavía desocupado) formaríamos una Colonia i como insignia enarbolaríamos la tricolor con letras coloradas, un emblema que dice ‘Colonización’. Desde esta misma fecha era mi propaganda siempre diciéndoles a mis compatriotas: ¡hai Colonia en Río Huemules! De esta manera se fue formando la población, que hoy día forma su desarrollo propio. Solamente le resta al Gobierno despertarse de su profundo sueño hipnótico, que desde largos años le han suministrado las grandes concesiones. Está sugestionado desde su nacimiento, i para despertarle se precisaría una reacción completa por parte del laborioso pueblo. Chile entrega grandes porciones de tierras a las grandes compañías i a los grandes capitalistas, desperdicia así el valor efectivo de una nación laboriosa que en verdad debería llamarse: La copia feliz del Edén. Chile, mi hermosa patria, tiene larga estención de tierra que alcanza todos los climas, tiene larga i preciosa cordillera codiciada por toda la Europa, tiene una grandiosa costa visitada por todos los transatlánticos, tiene hermosas tierras para el desarrollo de cualquier árbol, grano o semilla, tiene sus campos tapisados de flores, tiene noble sangre Araucana i de valor, tiene buenos hombres de trabajo, tiene madres sentimentales, tiene oro, plata, metales de gran rareza, tiene salitre i en fin todo lo que se puede desear. Pero lo que no tiene es un buen gobierno, todos sus gobernantes están bajo la influencia del oro corruptor, i la prueba es esto: yo un pobre
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ciudadano chileno que desde hace nueve años pasé a tierra arjentina recorriendo siempre la costa de la cordillera, trabajando hasta conseguir una modesta fortuna, siempre pensando en el amor patrio de mi país que me vio nacer. Al ver yo al Valle Simpson como a otros tantos campos que Chile tiene al desperdicio, me propuse fundar una colonia i pueblo, pensando que el gobierno lo tendría por aceptado i que de esta manera fomentaría el territorio de mi Patria, dando impulso a una zona abandonada. ¿Pero cual no sería mi sorpresa? Cuando recibieron los pobladores del Valle Simpson la nota que les enviaba la Sociedad del Río Aysen en donde nos decía que le desalojásemos el campo, por haber concedido el Supremo Gobierno a ellos en concesión con fecha 28 de noviembre pasado. ¡Esto era curioso! ¿En dónde descansarían mis cuatro solicitudes enviadas al señor Ministro de Colonización? Así que el gobierno a sabiendas dio este campo a la sociedad antes citada burlando así la buena fe de los ocupantes como la de su fundador. ¿Será progreso? Ponerle trabas a una corriente de población como esta, para darle los campos a otra sociedad que tiene vasta extensión de tierra que tampoco ha cumplido con el Gobierno. ¡Infamia! Nosotros salir i desocupar este Valle para entregárselo a una compañía que lo despoblará, desbaratando así los planes de un pueblo i colonia ¡Qué crimen! Burló el señor ministro nuestra buena fe; pero sacarnos a nosotros de aquí. Esto si que es difícil. Le costaría a Chile una afrenta i mancha que le duraría por los siglos, como ya lo he dicho en mi última solicitud que ocuparíamos a la prensa arjentina y chilena para hacer valer nuestros lejítimos derechos, llamaríamos a todos los centros chilenos diciéndoles que Chile ya no precisa al hijo del pueblo trabajador, i que sólo necesita grandes concesiones, porque tenemos la prueba. Solicitamos al Gobierno la fundación de un pueblo i Colonia, en un campo netamente desocupado, i abandonado por él. Después a la Aysen se le ocurre pedirlo, e inmediatamente se le concede. Nosotros que ya teníamos cuatro solicitudes enviadas al Ministro, no se nos toma ni en cuenta, somos hijos del pueblo i por eso nada valemos. Pero dado el caso contrario, si hubiese una discordia con alguna nación vecina, entonces todos nuestros ministros dirían: A las armas valientes chilenos Dejad todos familias i hogar Que la Patria se encuentra en peligro I es preciso a la Patria salvar Entonces , el hijo del pueblo debe contestar: No somos valientes ni chilenos
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No tenemos familia ni hogar La Patria no está en peligro Ni queremos a las balas desafiar. Querido pueblo chileno, como yo el fundador de dicha Colonia, trataré ahora de probar que somos preferidos en estos campos, como el Gobierno tiene parece capricho de hacernos salir de la tierra que hemos ocupado, yo pues como chileno también tengo capricho que en Valle Simpson se ha de fundar pueblo y Colonia. José A. Silva”.
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DESIGNACION DE DON SANDALIO BORQUEZ OBERREUTER COMO PRIMER SUBDELEGADO DE LA SUBDELEGACION ‘RIO SIMPSON’. INFORMACIONES PUBLICADAS EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EN SU EDICION DEL 29 DE ENERO DE 1916. “Ya no estará tan completamente abandonado el Valle Simpson, puesto que, creada para eso hace más de medio año la subdelegación N° 7 de este departamento, ayer la Intendencia nombró subdelegado a don Sandalio Bórquez O. (*), i, también ayer, le pidió al Juzgado de Letras que le pasara terna para proveer el Juzgado de esa Subdelegación. “La Intendencia ha dirijido ayer al Juzgado la siguiente comunicación: “Puerto Montt, 28 de enero de 1916. Habiéndose creado por Decreto Supremo N° 3034, de fecha 7 de junio de 1915 del Ministerio del Interior la Subdelegación N° 7 ‘Río Simpson’ de este Departamento de Llanquihue, ruego a US. se sirva pasar la terna correspondiente para proveer el cargo de Juez de Subdelegación respectivo. Saluda a US. Luis David Maldonado” (*). (*) Don Sandalio Bórquez Oberreuter tenía el título profesional de Contador, obtenido en Diciembre de 1911. (*) Don Luis David Maldonado, asumió como Intendente de Llanquihue el 22 de enero de 1916, nombrado por el recientemente elegido Presidente de la República don Juan Luis Sanfuentes.
INFORMACION SOBRE EL PROBABLE LANZAMIENTO DE LOS POBLADORES DE VALLE SIMPSON, E INTERVENCION DEL
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INTENDENTE DE LLANQUIHUE. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EN SU EDICION DEL 20 DE FEBRERO DE 1916. “LANZAMIENTO ANUNCIADO. Se nos informa que de uno de los vecinos más prestigiosos del Valle Simpson ha recibido la Intendencia un telegrama (enviado, naturalmente, desde una población arjentina) en el que da cuenta de que un empleado de la Sociedad Ganadera del Aysen, acompañado de los carabineros destacados en aquel lejano lugar, ha notificado a los habitantes del Valle que deben retirarse en el término de cierto número de días, o pagar talaje por sus animales desde ese mismo tiempo; previniéndoles que si no hacen una u otra cosa en el plazo fijado los lanzarán por la fuerza. La Intendencia, como es lógico, le contestó al reclamante que los carabineros no están a las órdenes de la Sociedad de Aysen o de sus empleados y que no deben hacer ningún lanzamiento sin orden espresa del Juzgado de Letras de Puerto Montt. El telegrama del señor Intendente dice como sigue: “18 de febrero de 1916. Olof Lumberg. Ensanche Colonia Sarmiento. República Argentina. Carabineros destacamento Aysen tiene instrucciones, por escrito, de no proceder sino con orden judicial del juzgado de ésta. Compañía Aysen no tiene policía propia. Los habitantes Río Huemules no pueden ser lanzados sino por una resolución judicial. Lo que comunico a Ud., en contestación a su telegrama de fecha 14 del actual. Luis David Maldonado”.
NUEVA PROCLAMA DE JOSE ANTOLIN SILVA EN DEFENSA DE LOS POBLADORES DE LA SUBDELEGACION ‘RIO SIMPSON’, DANDO CUENTA DE LA FUNDACION DEL PUEBLO
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BALMACEDA. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EL 27 DE FEBRERO DE 1916. “La importancia que daría a Chile la fundación de un pueblo al frente de los límites con la República Argentina sería para Chile de real importancia visto que cualquiera otra población se encuentra a una distancia considerable. Por ejemplo, al norte, a unas trescientas leguas, tenemos el pueblo chileno de Lonquimay. Este es el pueblo que tenemos siguiendo nuestra frontera al norte, mientras que el Gobierno Argentino tiene sobre sus fronteras, entre Lonquimay y Valle Simpson, tres pueblos, San Martín de los Andes, San Carlos de Bariloche i Esquel i todavía piensa fundar otros más. Entretanto que nosotros los repatriados chilenos a gritos pedimos a nuestro Gobierno la fundación de un pueblo en Río Huemules, grado 46, a nuestros esfuerzos el Gobierno nos resiste grandemente. Hemos solicitado el Valle Simpson al señor Ministro para Colonia i pueblo, pero el Sr. Ministro no se apresuró a darnos tal derecho sino que por el contrario le con cedió este mismo Valle a la Sociedad del Río Aysen. ¿Qué tal pueblo de Chile? Respondan todos mis compatriotas ¿Tendrá nuestro Gobierno miras de levantar pueblos en sus fronteras? Parece que no. La población Valle Simpson no le cuesta ni un solo centavo hasta la fecha pero siempre resiste porque es la verdad que está hipnotizado como dije antes. El Gobierno ve claramente el peligro que le trae a Chile las grandes concesiones, pero él nunca deja de ser contumás, siempre cualquier petición de ellos el Gobierno los ha de aceptar por difícil que sean aunque por ellos sepan que ponen al país patas arriba. Siguiendo mi defensa que he prometido, aseguro que desde Lonquimay al sud hasta Río Baker desde la frontera chilena tirando treinta leguas al este en campo arjentino el 80 por ciento de su población es chilena y no le dará a Chile vergüenza que siempre a sus hijos le golpeen a las puertas para que les abran y le den una legua de campo de esos tantos que tienen sin provecho i sin progreso en manos de concesiones que le sirven de trabas para su adelanto y desarrollo. Chile está envuelto en una rueda de política que no avanza, quiere avanzar i no puede, los pasos que siempre da son los del cangrejo, tiene preciosa tierra i grandiosa constitución, pero todo se ha echado al olvido. De memoria se recuerdan sus hazañas i grandezas; entre sus presidentes, sus ministros, sus senadores i sus diputados no hai quien de un paso yankee. La prueba está, se le solicita la fundación de un pueblo e inmediatamente ese mismo campo lo da en ocupación a una sociedad que
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le tiene un gran territorio ocupado sin provecho para la nación. (Pero si toda la corte celestial en las elecciones ha llegado a costar hasta mil quinientos pesos. ¿Esto de donde hai que sacarlo? Del pueblo i dar i hacer por cuenta de terceros grandes concesiones con el fin de rescatar lo perdido). FUNDACION DE BALMACEDA Ahora resta que nuestro Gobierno (esté) enojado por el paso gigantesco o por la imprudencia que hemos cometido de dar por fundado un pueblo llamado ‘Balmaceda’ en el Valle Simpson. Su fundación tiene fecha 1° de Enero de 1914, en donde por primera vez en ese mismo punto hicimos tremolar la bandera tricolor con una insignia que decía ‘Colonización’ ¡Oh que imprudencia! Ocupar un Valle sin pobladores, ésta es la misma imprudencia que cometieron los conquistadores de Chile al fundar en él varias ciudades, los araucanos opusieron tenaz resistencia para hacerlos desalojar, pero no pudieron. Esto mismo sucederá con los pobladores del Valle Simpson. El Gobierno pensará echar la población pero el pueblo i la prensa no lo permitirá, i tendrá que ser “por la razón o la fuerza” un pueblo, así dice el emblema de la chucha chilena. José A. Silva”.
CARTA DE JOSE ANTOLIN SILVA DANDO CUENTA DE SUS GESTIONES EN AISEN. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EL 21 DE ABRIL DE 1916. “En el mes de marzo del año pasado me llaman los pobladores del Sud del Lago Buenos Aires para que les levante el censo i llame la atención sobre esta zona i yo siendo la primera antorcha que dio luz a esta colonización, inmediatamente me trasladé a esa cuando con gran sorpresa
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asombro veo bastante adelanto por nuestros abnegados compatriotas, quienes repasaron los límites con nosotros i a fuerza de trabajo i constancia han hecho buenas poblaciones, como también han introducido gran cantidad de ganado; levanté su censo; el cual arrojó 23 familias o poblaciones dando un total de 150 habitantes. Esta población también ha pedido unirse a nuestro comité, al mismo tiempo que me comunican que también querían unirse por los pobladores que se encuentran más al Sud sobre Río Baker i otros puntos; al mismo tiempo que los chilenos que todavía se encuentran en la República Argentina me preguntaron si podrían entrar a campo chileno con sus haciendas i familias; yo al punto contesté que les aseguraba la colonización i que esto sólo dependía de nuestra unión, que al efecto hoy día invaden la cordillera por todos los puntos i así se forma la gran colonización ganadera. ¡Quién hubiera pensado! De esta gran invasión por nuestros compatriotas para entrar en campos chilenos i desconocidos por nuestro Gobierno. ¡Quién hubiera pensado! Que mi primer grito de ¡Colonización! Dado en Lago Blanco, República Argentina en el año 1912 i después mi entrega al Consulado de Chile en Chubut de la primera solicitud de esta Colonización hubieran hecho acaso un pronóstico futuro, el cual para Chile bien se puede decir que ganó un territorio más, que antes estos campos eran desconocidos para Chile i para la provincia de Llanquihue. Esta iniciativa dio a la provincia una subdelegación más, que en poco tiempo la veremos hecha una Gobernación que bajo sus alas reposará la gran ganadería desplegada entre las varias cordilleras de nuestro despoblado territorio. Ahora sólo resta que las autoridades de esta Subdelegación sean de los mismos esforzados repatriados i aseguramos un ejemplo para nuestros conciudadanos, que si nuestro gobierno nos sigue mandando autoridades contrarias a nuestro derecho resultará un gran estorbo para nuestro porvenir i si persiste en esto calificaremos de enemigos a nuestros gobernantes, que somos chilenos i queremos autoridades democráticas que nos ayuden a levantar el vuelo merecido por nosotros, queremos progreso, industria i la paz, no queremos autoridades que estén ligadas a la Sociedad del Aysen porque esto resulta una gran contradicción, para lo cual llamamos la atención a las altas autoridades de nuestro país. ¿Será justicia? José A. Silva”.
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CARTA DE JOSE ANTOLIN SILVA ACERCA DEL NOMBRAMIENTO DE AUTORIDADES DE LA SUBDELEGACION ‘RIO SIMPSON’. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EL 23 DE ABRIL DE 1916. “La población ‘Valle Simpson’ i los hombres que desde un principio hemos trabajado infatigablemente por el adelanto i progreso de esta desconocida zona, ya que nuestros gobernantes hasta cierto punto nos han oído nombrando la subdelegación ‘Río Simpson’ i sus dos primeras autoridades, es decir Subdelegado i Juez de Subdelegación. ¡Pero, con gran sentimiento de patriotismo! Protestamos contra nuestros
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gobernantes, por su poca pericia para hacer el primer nombramiento de las autoridades que por lei le corresponde a esta nueva población. Los nombramientos deberían haber caído sobre personas partidarias a esta colonización, pero sucede todo lo contrario. Por ejemplo, el señor Lumberg, juez de subdelegación, es un europeo que casi nada habla el castellano. Es un señor que desde varios años está gestionando cuatro leguas de campo de este mismo valle; es un enemigo de esta colonización i protesta todos los días en contra de su adelanto; es uno de los que impedía la entrada de los repatriados a este valle; es contrario a la fundación de este pueblo i a toda palabra de colonización; él precisa el valle para él, no para los repatriados chilenos. Ahora pregunto a los hombres del Gobierno i a los ciudadanos que desean el progreso de nuestro país ¿será justo esto? Parece que no. Esto ha sido para nosotros como ponerle agua a la grasa i al mismo tiempo como una gran ofensa hecha a los repatriados, que se vienen de la República Argentina en busca de autoridades chilenas i se vienen a encontrar con extranjeras en pleno campo chileno, como si Chile no tuviese hombres para que desempeñen tales puestos; pero todo esto no nos asusta, estamos acostumbrados a recibir tales reveses de nuestros gobernantes; como cuando solicitamos estos campos para los repatriados, el señor Ministro, dándose cuenta que lo teníamos poblado se lo concedió en ocupación a la Aysen. ¿Qué tal compatriotas? ¿Quiénes son los enemigos de nuestro Chile? Ustedes responderán. También se nos hace curioso preguntar ¿por qué el Sr. Subdelegado desde su principio fijó su residencia en la administración de la Sociedad del Aysen siendo que él debería estar en ésta. ¿O tal vez confunde ‘Río Aysen’ con ‘Valle Simpson’? Cosa rara nos parece esto: que un Subdelegado no sepa si es nombrado para ‘Aysen’ o para ‘Simpson’. Esto es como si el Presidente de la República se fuese a Valdivia siendo que la capital es Santiago. El Sr. Bórquez, Subdelegado de esta Subdelegación, es un ciudadano joven i de carácter alegre, que desde la primera vista me pareció simpático; pero, lamento que de paso por el Aysen también este señor haya caído en la red que tal compañía siempre tiende en contra de esta población; pero no me extraña esto, que la gran influencia del Aysen también se conquistó al Ministro de Colonización cuando éste, previa nuestras cuatro solicitudes les concedió este campo en ocupación, poniendo así una mancha negra en la historia de nuestra colonización; pero todo esto es contrariedad que sólo el porvenir dará al desengaño.
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Nosotros no cederemos un solo paso, lucharemos i derribaremos a cuantos se opongan a nuestra gran colonización ganadera que como un águila en los aires tiende sus alas i dice: Desde Magallanes al grado 42 derribaré todas las grandes concesiones de tierras i estos mismos campos en proporciones de una legua serán entregados en manos de pequeños capitalistas, los cuales han traído y traerán sus ganados de la República Argentina i harán florecer estos campos para el engrandecimiento de nuestro país. El fundador”.
NUEVA PROCLAMA DE JOSE ANTOLIN SILVA EN DEFENSA DE LOS POBLADORES DE LA SUBDELEGACION ‘RIO SIMPSON’. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EL 25 DE ABRIL DE 1916. “La futura colonización ganadera despierta todos los espíritus, da su arranque desde Valle Simpson, se estenderá al Norte y al Sud hasta llegar a Punta Arenas, conquistará todos los campos fiscales existentes hasta ahora, su desarrollo será colosal, su completa radicación será un intercambio nacional. Hasta hoy día los gobiernos no han pensado en esta gran fuente de riqueza nacional, pero tengo confianza plena en este nuevo gobierno el cual nos ha de secundar con todos los medios a su alcance hasta dejarla completamente radicada. Esta colonización transformará los campos inhabitados en centros de población, a los desiertos inexplorados
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los llenará de grandes haciendas, a los grandes campos enteramente desconocidos para Chile, los volverá productores, con sus grandes haciendas de ganado se cubrirá el necesitado mercado de carne para Chile, la cual hoi día hai que traerla de la Argentina. Al Gobierno de Chile esta colonización le costará muy poca cosa, sólo tendrá que sancionar leyes para su organización i dar a cada ganadero una legua de campo, que es lo mínimun para que pueda tener efecto una colonización de esta naturaleza. Ponemos por ejemplo a la República Argentina, pues todas sus colonias ganadera son de una legua de campo para cada poblador, pero advirtiendo que los campos argentinos no tienen montes y que una legua de ellos equivale a dos de éstas, al mismo tiempo que aquellos campos no son tan nevados i húmedos como los nuestros; pero sólo pedimos una legua para cada colono ganadero con la sola condición que él ha de poblar el campo con animales de su propiedad; tendrá derecho todo chileno mayor de edad, sea casado o soltero, sepa leer o no, porque comprendo que tanto el uno como el otro tienen el mismo derecho de vivir: soi humanitario i esta colonia la quiero fundar en un principio de igualdad. Como he dicho, en pugna con las grandes concesiones de tierra; a este respecto caerán Río Frío, Río Aysen, Río Baker i cuantas otras sociedades de esta misma índole se encuentren. Muchos legisladores en el congreso al sancionar las leyes que organizarán esta gran colonia ganadera discutirán diciendo que es mucho una legua de campo para cada poblador, pero yo responderé que cuando se trata de una sociedad como la del Aysen entonces son pocas 200 leguas ¿Qué tal comparación? Cuando se trata del hombre de trabajo es mucho una legua de campo, pero cuando se trata de un millonario pocas son 200 leguas. ¡Barájate pueblo! Eres tú el que manda i no te dejes engañar, despierta de tu sueño i no dejes que las pocas tierras que aún quedan pasen a manos de compañías. El sabio Salomón dice en un proverbio: ¡Ved a la hormiga, perezoso, considera i trabaja! ¡Esto te toca a ti, pueblo querido, despiértate como la hormiga! ¡prepara tu futuro porvenir! Jamás dejes que el poco suelo que en tu patria queda pase a manos de los zánganos. De la colmena toma el ejemplo. La abeja es el pueblo laborioso que trabaja para sí, pero no hai que dejar que el zángano se chupe la miel. El porvenir de los pueblos depende de los hombres que saben amar su sagrada patria; pero no tomemos por patriotas a los hombres que se oponen a nuestra lejítima colonia, estos hombres son los enemigos del pueblo i ponen todos los medios a su alcance para desbaratar el lejítimo derecho del hombre de trabajo i que es a quien le debemos el progreso de
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todos los pueblos de la tierra, mientras que los grandes hombres de Estado sólo sirven para hacer grandes carnicerías humanas. ¡Mirad a la Europa como sucumbe por los hombres de Gobierno, llevando al pueblo como si fuese un rebaño para entregarlo al eterno frigorífico. José A. Silva”.
INFORMACION ACERCA DE LA EXPULSION, EL 2 DE MAYO DE 1916, DE LOS POBLADORES DE RIO BAKER, PROPORCIONADA POR JOSE ANTOLIN SILVA. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EL 5 DE JULIO DE 1916. “LA EXPULSION DE LOS CHILENOS EN RIO BAKER. Por comunicaciones fidedignas estamos al corriente de que el día 2 de mayo próximo pasado la población chilena de Río Baker a unas 60 leguas al sur de Valle Simpson, fue violentamente expulsada de los campos fiscales que ocupaban. Estos pobladores desde cuatro años atrás también entraron como nosotros a poblar campo chileno, tierra de nuestra lejítima patria. Pero ¿cuál no sería su sorpresa cuando el referido día 2 de mayo se presentan de súbito en cada casa dos soldados carabineros con un teniente a su mando i al cual lo acompañaba un señor que se firma Julio Vicuña Subercaseaux, con título de Comisario en Río Baker? ¿Cuál era la misión
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de esta gente? Traían, según ellos la misión del gobierno para desalojar la población con todas sus haciendas i entregar el campo al señor Julio Vicuña Subercaseaux, el cual era dueño de esas tierras pero en sólo el plazo de 24 horas. Pero ¡cosa rara!, Carabineros traía la orden de desalojar a los pobladores en 24 horas, (plazo de ultimátum). Los pobladores al ser intimados a desalojar el campo en tan corto plazo protestaron, como es natural, diciendo que lo harían en más tiempo; pero acto continuo se les arregló el chaleco con unos cuantos palos, diciéndoles que ellos mandaban i que era orden que debía cumplirse sin más trámites. Al momento violaban domicilios dando vuelta cuanto traste había en el rancho del humilde poblador, ¡qué horror! Pasando por otras poblaciones se les ponía el Mauser al pecho diciéndoles si te mueves te doi cuatro tiros, con lo que el poblador quedaba como una estatua. Después de muchos castigos que hacía esta jente armada, también incendiaron una casa de un tal José Ortega, el cual poco antes había sido castigado rigurosamente junto con dos hombres trabajadores de él, cuya casa con todo lo que tenía adentro el dueño la avalúa en cuatro mil pesos nacionales. Pero ¿quiénes eran estos carabineros con su teniente? Jente del Gobierno no pueden ser ¿I quién era el que se titulaba Julio Vicuña Subercaseaux? No pude haber sido un tan noble personaje para venir a cometer abusos semejantes ¿Pero qué objeto lo traía? El de hacerse rico a costa del sudor de los pobres repatriados chilenos: se les daba la orden de salir del campo en 24 horas, so pena de quedar a beneficio del dueño del campo toda la hacienda que no pudieran retirar dentro de las 24 horas; así que con tal procedimiento venían a quedar casi todas las haciendas a beneficio del dueño del campo; pues era imposible juntarlas en tan corto tiempo en campos como esos llenos de cienos i bosques. Es el arte de vivir sin trabajar, porque con tal maniobra quedaban a su favor un medio millón de pesos. ¿I para dónde les decían a los pobladores que se retirasen? -Para la República Argentina (Asilo de huérfanos). Todos los pasaportes que daba el ‘comisario’ Vicuña eran para la vecina república. I con el que se quería resistir ¿qué hacían? –Lo apaleaban i le ponían el ‘Mauser’ al pecho ofertándole la muerte. I así fue barrida toda la población del Baker. ¿I en Chile pasó esto? No, ya no le llaman Chile, le llaman Chilecito, porque su Gobierno es impotente para castigar esos atropellos que hace la jente grande en contra del humilde poblador, el cual fue un día el terror en el Morro de Arica, en Chorrillos y Miraflores, el que en Rancagua, Cancha Rayada i Maipú supo defender el escudo con honor ¿I contra de
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este glorioso pueblo se cometen tantas barbaridades? Si, porque sus leyes tienen la forma del embudo, lo ancho para el rico i lo angosto para el pobre. Siguiendo mi denuncia de la expulsión de los chilenos del Río Baker, i para apoyar la misma hago saber: que un poblador de los afectados domiciliado en la costa sur del Lago Buenos Aires pasó para Puerto Montt con dirección a Santiago pidiendo justicia el cual lleva como comprobantes de la citada denuncia declaraciones de los pobladores con sus firmas auténticas, al mismo tiempo que en varios documentos lleva la firma del ‘Comisario’ Vicuña (dueño del campo) puesta al pié de cada pasaporte. Además el señor Jara es portador de una denuncia que hace la población del Baker al señor Ministro de Justicia. José A. Silva”.
‘BOLETIN DE LA COLONIA RIO HUEMULES’, REDACTADO POR JOSE ANTOLIN SILVA EL 4 DE MAYO DE 1916, PUBLICADO EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, EN SUS EDICIONES DE LOS DIAS 1,2,4,6,7,8 Y 9 DE JULIO DE 1916. “Hemos recibido anteayer, por vía República Argentina, del señor José A. Silva, residente en Valle Simpson, una estensa comunicación, fechada el 4 de Mayo, sobre aquella colonia, un “Boletín de la Colonia Río Huemules en Llanquihue”, que su autor pide publicar en este diario; i ofrece seguir mandando comunicaciones análogas. Es decir, que lo que quiere i se propone el señor Silva es publicar en “La Alianza” un Boletín de Valle Simpson, en el cual, después de contar los incidentes de la fundación de aquella colonia i de la ocupación del Valle por chilenos repatriados de la República Argentina, se continuará informando al público de los sucesos que allá se verifiquen i del desarrollo de la colonia mencionada. Mui bien. “La Alianza” acepta el encargo i desde su próximo número principiará a publicar el “Boletín del Valle Simpson”. Este diario no ha escatimado esfuerzo en servicio de los ocupantes de aquel valle i con los numerosos artículos publicados en defensa de ellos desde hace ya algunos años, logró llamar la atención de la prensa de la
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capital i de los hombres de gobierno hacia ese asunto, que es un negocio de alto interés público i de las más elevada i estricta justicia. “La Alianza” es, pues, el diario de los pobladores del Valle Simpson. Bien hacen en dirijirse a él. Pueden considerarlo como suyo propio i disponer de sus columnas para las publicaciones de la colonia que han formado. Como introducción del “Boletín del Valle Simpson”, insertaremos a continuación el saludo de su autor. Dice así: “Río Huemules, mayo 4 de 1916. Un saludo a la prensa chilena en jeneral i a todos los hombres de buena voluntad, que quisieren colaborar en pro de esta gran colonización ganadera. El saludo lo envía su fundador, rogando pongan pié sobre el asunto. Al noble pueblo chileno, a mis compatriotas en general: Desde esta rejión hasta ahora incomunicada les envío mis saludos i al mismo tiempo pongo en su conocimiento que desde esta fecha en adelante he autorizado a “La Alianza Liberal” de Puerto Montt para que empiece a publicar una forma de Boletín donde daré los datos desde el principio de esta gran colonización ganadera que tenemos en tramitación desde el año 1912, día en que empezó su iniciativa por mi desde Lago Blanco, República Argentina. Como creo que en mi patria existen buenos talentos pongo en su conocimiento los pormenores de esta colonia para que así los hombres y la prensa tomen cartas en el asunto viendo el seguro porvenir que le espera a nuestro país con esta extensa colonia, ya que no existe en Chile otra de su jénero. Rogando al mismo tiempo que cada interesado en este asunto guarde el número de cada publicación para que así se puedan orientar los hombres i la prensa, porque el Boletín siendo tan estenso, sólo en cada número se publicará una parte de él. Eso sí, habrá mucha interrupción i demora en la correspondencia, porque, como el público ve, estamos todavía incomunicados; que yo escribiendo de territorio chileno, me veo obligado a remitir mi correspondencia por vía Argentina, ¡vergüenza para nuestros gobernantes! Al pensar que ya hace años estoi golpeando a las puertas del gobierno. Señores: en mi Boletín ya citado he escrito las cosas tal como empezaron; publico las solicitudes i las consideraciones hechas por mi sin variar en lo más mínimo porque no temo a nadie, canto la verdad i con ella voy a triunfar.
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La fundación de la Colonia “Río Huemules” da su principio por la iniciativa del que suscribe, su lejítimo fundador; el cual para probar los hechos guarda en su poder la documentación desde su principio: (Sigue aquí la Circular de Abril de 1913 citando a los chilenos residentes en Argentina a la asamblea del 1 de mayo de 1913 en Lago Blanco). (Sigue la solicitud de los inmigrantes chilenos en Argentina de 31 de mayo de 1913, dirigida al Ministro de Agricultura de Chile). “Como se ve por la solicitud que antecede, yo mismo en persona debía presentarla en Santiago, pero no sucedió así, porque por el mal tiempo retrasé mi viaje viéndome obligado a mandarla a su destino por intermedio del Consulado de Chile en Chubut (Rep. Arj.), según recibo de fecha junio de 1913 espedido por el Cónsul señor Carlos Freraux en desempeño de sus funciones. Después despaché tres solicitudes más bajo cartas certificadas, según comprobantes en mi poder N° 1616, 1617 i 9583 de la Administración de Correos de Comodoro Rivadavia (Rep. Argentina). Estas tres solicitudes no las publico en el presente Boletín por dejar espacio para otros asuntos que considero de más necesidad; pero si, hago saber que la última de estas tres se encuentra publicada en el diario ’La Mañana’ de fecha 9 de octubre de 1914. También en febrero del mismo citado año envié tres telegramas solicitud sobre petición de los mismos campos para Colonia, según recibo de la administración de correos de Santiago. Por lo que dejo explicado hasta aquí he enviado al Ministerio cuatro solicitudes i también tres telegramas con las mismas referencias. José A. Silva”. Hasta aquí el lector sabiendo de mis cuatro solicitudes i tres telegramas, tal vez estará seguro que el señor Ministro de Colonización habrá tomado en cuenta alguna de ellas. ¡Oh lector! Cuán contrarios a mis propósitos han sido los resultados. Mis compatriotas en vista de mis aclaraciones espuestas creerán que es hasta es imposible que nuestro Gobierno nos haya echado en el más completo abandono ¿Será esto verdad? Estoi segurísimo de que mis cuatro solicitudes i los tres telegramas enviados al Ministerio de Colonización sirvieran para que la Aysen se diese cuenta del peligro que le amenazaba con la rápida población de Valle Simpson. Teniendo un compromiso con el Supremo Gobierno de colonizar sin haber cumplido, le era pues demasiado afrentosa la ocupación de dicho valle. La dirección en Santiago ve el peligro inminente que le amenaza, se apresura i solicita el valle i lo obtiene; mientras que nosotros los pobladores quedamos esperando el santo advenimiento. Pues la Aysen tiene una gran influencia
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en Santiago i con ello pone en movimiento todos los resortes que cree convenientes para conseguir cualquier fin; sus acciones forman en conjunto unos eslabones que abarcan todo el fuero gobernante i que uniendo sus estremidades en forma circular constituyen una cadena irrompible; no hai leyes que les estorben. A nosotros no se nos ha concedido el derecho de colonizar dicho valle porque a la Aysen le entró envidia i lo solicitó i lo obtuvo con fecha 23 de noviembre de 1914 ¿Cuál sería nuestra sorpresa cuando llegaron a los pobladores las notas de desalojo firmadas por el administrador de la Sociedad del Aysen, que dicen: “Estancia Aysen, 1° de enero de 1915… (Nota ya trascrita). ¡Qué le parece a mis compatriotas esa notita? Muchos al recibirla dijeron ¡Ah! ¡Estamos perdidos! Los campos son de la Aysen. Pero no, no era esto posible. Estos campos son nuestros, no son de la Aysen, los hemos solicitado con anticipación y ahora veremos cuál es la razón por qué el Supremo Gobierno se los haya concedido a esa sociedad i no a nosotros; veremos si somos chilenos o no lo somos. El Gobierno nos debía hablar más claro i decirnos: no quiero que repasen mis fronteras; no quiero que ocupen esos valles solitarios; los tengo espresamente para dárselos a los grandes concesionarios, i no a los que quieren hacer en ellos grandes colonias que son el poder efectivo de las razas. En contestación a la nota de la Aysen yo envié la siguiente: “Río Huemules, enero 30 de 1915…(Nota ya trascrita). Gobernantes i autoridades que ven mi contestación en rebeldía de la Aysen i principalmente donde digo: “Los tribunales son tan poderosos i capaces de juzgar hasta el mismo Presidente, pero no tendrán nunca fuerza suficiente para arrancar de este valle a nosotros los pobladores que lo hemos ocupado”. Tal vez piensen que lo he dicho bajo un punto de enajenación mental; no señores, lo he dicho con premeditación i otra vez vuelvo a repetir: ¡No desalojaremos! Di el ejemplo con hechos i no con palabras; me adelanté contestando la nota i al mismo tiempo haciendo construir una doble casa (de la que antes teníamos) en el mismo valle, frente a donde pienso hacer el pueblo ‘Balmaceda’. En vista de esta situación creada ¿qué hacer? ¿Formar un juicio ordinario en contra de la Sociedad? Esto era inútil pues que siempre los tribunales debían de fallar a favor de los que tenían la escritura. ¿Entonces qué hacer? Inmediatamente envié tres solicitudes más: una a la apreciada i siempre alta Intendencia de Llanquihue, otra al siempre sordo Ministerio de Colonización (en la República Arjentina son mui atentos, a la primera
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solicitud que he hecho al Ministerio he tenido contestación a vuelta de correo) i la otra solicitud a la Honorable Cámara de Diputados. La solicitud que pasó a la Cámara de Diputados en reclamación sobre el desalojo de Valle Simpson, dice así: “Río Huemules, Marzo 1 de 1915… (documento ya trascrito). Por lo que hasta aquí llevo explicado, comprenderán mis compatriotas que he defendido i defenderé la causa de esta colonia, hasta verla completamente radicada i amparada por las leyes i el Gobierno. Al mismo tiempo ruego al lector dé una ojeada a la solicitud que antecede en la parte donde digo “La falsa posición del Gobierno”. El vulgo verá tal vez en esta frase un insulto hecho por mí al Gobierno. Pero pregunto a los hombres sensatos ¿qué frase debería emplear yo en contra del Ministro de Colonización de 1913; año en que yo entregaba al Consulado de Chile en Chubut, República Argentina, la primera solicitud pidiendo de nuestro Gobierno los campos de Río Huemules i Valle Simpson, para hacer una colonia de repatriados; al mismo tiempo que yo con gran pesar había visto pocos meses antes la injusta campaña que hizo el Comandante Gehbard en contra del elemento chileno que ocupaba tierra arjentina? La arbitrariedad de este jefe, me hizo a mi volver los ojos a mi país, pensando que las demás autoridades argentinas seguirían el mismo ejemplo de tan ¿de qué nacionalidad es usted? Si le decían ¡Soi chileno! Inmediatamente le mandaba dar de palos. Para probar lo que antes digo, agrego a la presente una publicación hecha en el diario ‘La Mañana’ de Santiago de Chile de fecha 9 de octubre de 1914, que dice…(documentos ya trascrito).
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INFORMACIÓN SOBRE EL CONFLICTO ENTRE POBLADORES Y LA SOCIEDAD GANADERA DEL AYSEN. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT EL 16 DE MAYO DE 1916. “Se encuentra en vías de resolverse el conflicto de los colonos de Valle Simpson. Mañana tendrá lugar una conferencia a la cual asistirán: El Ministro señor Ochagavía; el Inspector de Colonización don Temístocles Urrutia; un representante de la Sociedad Aysen i don Adolfo Valdebenito, quien viene en representación de los colonos amenazados de ser desalojados. Este último ha pedido la ayuda del Diputado don Carlos de Castro, quien también concurrirá a la conferencia. El representante de la Sociedad Aysen se ha manifestado ya dispuesto a llegar a una solución satisfactoria. Hace días don Carlos de Castro i el señor Valdebenito conferenciaron con el señor Ochagavía sobre la misma cuestión. El señor De Castro insinuó la idea, que puede ser tomada como solución, en el sentido de que el Gobierno radicara a los colonos amenazados de desalojamiento en los mismos terrenos concedidos a la Sociedad Aysen. Esta solución la podría tomar el Gobierno dentro de las facultades que le concede el contrato celebrado con la Aysen. El señor De Castro ha sido secundado admirablemente por el señor Ministro Ochagavía para llevar a la práctica sus magníficos propósitos de amparar a los colonos nacionales”.
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INFORMACION SOBRE EL NOMBRAMIENTO DE ADOLFO VADEBENITO COMO JUEZ DE LA SUBDELEGACION RIO SIMPSON PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EL 24 DE MAYO DE 1916. “INTENDENCIA. NOMBRAMIENTO. Ha sido nombrado Juez de la 7ª Subdelegación ‘Río Simpson’ por un período constitucional de dos años don Adolfo Valdebenito, propuesto en primer lugar en la terna pasada por el Juzgado de Letras”.
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CARTA DE ADOLFO VALDEBENITO, DE 5 DE JULIO DE 1916, ACERCA DEL TRATO QUE RECIBEN LOS POBLADORES DE AISEN. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EL 7 DE JULIO DE 1916. “DESVANECIENDO UN ERROR. Los chilenos que poblamos la Patagonia chilena i arjentina somos mui mal juzgados por numerosas personas que no nos conocen. Se ha llegado a decir que somos ‘semi salvajes’, i que en nada contribuimos al progreso de nuestra patria. Este es, sin embargo, un grave error. Conozco aquellas comarcas desde el Neuquén hasta el Cabo de Hornos, i me encuentro en el caso de sostener –como afirma i sostiene en sus publicaciones el honorable Diputado por Santiago señor Agustín Gómez García- que, con raras excepciones, los pobladores chilenos de aquellos territorios son individuos concientes, activos i trabajadores. I, en verdad, si esos territorios tienen hoy algún valor e importancia es debido únicamente i exclusivamente, al esfuerzo perseverante de los pobladores chilenos. Ellos son los únicos que dan impulso efectivo a la industria ganadera, tanto por su mayor número cuanto por su iniciativa; pues de los 60.000 habitantes que poblamos los extensos valles de Chubut, Santa Cruz i Tierra del Fuego, el 75 por cientos somos chilenos, siendo de argentinos i europeos el porcentaje restante. Se dice, tal vez por ignorancia o mala fe, que los chilenos residentes en esas rejiones somos incultos i groseros. Esto no sólo es un error, sino una calumnia que nos cuelgan nuestros injustos detractores.
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I he aquí una prueba convincente: el analfabetismo no alcanza al 60 por ciento, lo que puede causar extrañeza tratándose de territorios abandonados de los poderes públicos. Se nos moteja de nómadas, representantes genuinos de los mongoles i de los primitivos turcos. Otra soberana calumnia. Los que poblamos los valles de Rio Simpson, Huemules i Río Ibáñez por ejemplo, hace ya cerca de catorce años que nos hemos radicado allí, sin que se nos haya ocurrido levantar nuestras tiendas de ‘errantes’ para fijarlas en otra parte. Esto prueba que no somos tan nómadas como se nos supone. El honorable Diputado a que he aludido anteriormente, señor Gómez García, puede dar testimonio de nuestra ‘incultura’, pues pudo observarla en la jira, que en diciembre de 1915 hizo por aquellos lejanos parajes. Existe una sociedad, la Sociedad Industrial del Aysen, que tiene especial interés en desprestigiarnos a los ganaderos chilenos que habitamos aquella comarca. ¿El por que? La respuesta puede darla la propia Sociedad, como igualmente el Supremo Gobierno, que ya está al cabo del objetivo de esa “industrial”. Es verdad que la Sociedad Industrial del Aysen obtuvo del Supremo Gobierno, con fecha 23 de noviembre de 1914, ampliación de la concesión anterior, pero nosotros teníamos derechos adquiridos, toda vez que vivimos allí cerca de catorce años. Hemos construido puentes i caminos i abierto sendas por bosques i montañas impenetrables, todo con un costo de más de $ 200.000. Muchas consideraciones aduce la Sociedad Industrial del Aysen para destruir nuestros lejítimos i legales derechos; pero con fútiles alegatos que, al refutarlos, se desmoronarían como un castillo de naipes. Esperamos, pues, que nuestro Supremo Gobierno habrá de ampararnos, ya que al solo empuje de nuestros brazos se debe el actual progreso de aquellos territorios. Somos 127 familias, i únicamente pedimos que se nos radique como colonos nacionales, o se nos venda una legua cuadrada de terreno a cada familia, al precio de un peso cincuenta centavos o dos pesos la hectárea, tomando en consideración que aquellos suelos no sirven para otra cosa que para la ganadería. En todo caso creo que debe triunfar la justicia. Adolfo Valdebenito”.
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CARTA DE ADOLFO VANDEBENITO, DE 12 DE JULIO DE 1916, SOBRE LA SITUACION LEGAL DE LOS COLONOS DE VALLE RIO SIMPSON, PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT’ EL 13 DE JULIO DE 1916. “DEBE TRIUNFAR LA JUSTICIA. Comisionado por mis connacionales del valle del Río Simpson para obtener del Supremo Gobierno el reconocimiento de un derecho adquirido en más de trece años de residencia en dicho valle, estimo que no me haré molesto al defender con insistencia ese derecho que considero legal, i, por consiguiente, amparado por nuestras leyes. Estimo, i conmigo mis representados, que sería una grande injusticia si se nos desalojara de los campos que hemos poblado i enriquecido con nuestro trabajo paciente i silencioso. Les repito, en ocasiones la repetición es indispensable, se impone, tenemos allá más de 150.000 animales, i hemos invertido como $ 200.000 en vías de comunicación y otros adelantos que sería largo detallar; i ¿sería posible que nuestros poderes públicos sancionara un despojo, permitiendo que el látigo de la injusticia nos arrojara a las 127 familias que poblamos aquella parte de la Patagonia chilena, a la República Argentina? No lo creo, ni sería posible que esto sucediera; ni puede suceder porque por sobre la voluntad de los poderes están el poder del derecho i la justicia, que, para bien de los humildes, imperan en nuestra patria. La Sociedad Industrial del Aysen, por una ampliación sorpresiva de la concesión que años atrás le hiciera el Supremo Gobierno, pretende arrojarnos de nuestra posesión; o, de lo contrario hacernos “vasallos de su feudo”, pagándoles el tributo fijado por sus reglamentos. Esto es, parte de nuestro trabajo, que representaría una parte de nuestra existencia. Razón tiene la sociedad nombrada para defender lo que nos pertenece a los repatriados chilenos que habitamos los lugares ya varia veces citados; pero como no puede haber derecho contra derecho, el Supremo Gobierno habrá de resolver de parte de quienes está ese derecho.
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Hace cerca de catorce años, muchos de nosotros llegamos a aquellos parajes, enteramente deshabitados, con algo menos que la fortuna que ahora poseemos; y si ocupamos esos valles baldíos, esas mesetas entonces inhospitalarias, fue confiado en nuestras leyes i en apoyo de nuestros gobernantes. ¿Qué pedimos los chilenos repatriados de la República Argentina, i que poblamos los parajes del Valle Simpson? Mui poca cosa: que se nos radique como colonos nacionales, en el mismo valle o que se nos venda una legua cuadrada de terreno, al precio máximo de dos pesos hectáreas, ya que esas tierras no sirven para otra cosa que para la ganadería. Esas son nuestras aspiraciones i tenemos fe en que hemos de obtener justicia amplia i completa. Adolfo Valdebenito”.
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CARTA DE CARLOS PLATA ACERCA DEL TRATO DADO A LOS COLONOS DE AISEN. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EL 14 DE JULIO DE 1916. “Ruego a usted me haga el bien de insertar en las columnas del diario que usted dirije lo que a continuación le comunico: habiendo oído decir muchas veces que a los pobladores de Valle Simpson se nos considera como semi-salvajes, creí que solamente era de parte de las personas que tienen interés directo en desprestigiarnos por motivos que son del dominio público i por lo que me abstengo de detallarlos. Pero según he visto que no solamente ciertas personas que he indicado tratan de desprestigiarnos sino muchas otras que no tienen que ver en absoluto en nuestras gran contienda tratan de hacernos aparecer no solamente como personas incultas, sino como los seres más bajos de la especie humana; me refiero a lo que nos sucedió a los pasajeros que hicimos el viaje en el vapor “Cautín” casi todos procedentes de Simpson, que tratándose de ciertos incidentes que se han producido en el paraje ya mencionado, se ha dicho, refiriéndose a nosotros, que nada bueno se podía esperar puesto que todos éramos salvajes. Parece mentira que personas ilustradas sufran tan grave error, i que nos juzguen tan a la lijera creyéndose tal vez de lo que oyen de las personas que tienen especial interés en desprestijiarnos. ¿Será quizá porque nosotros no nos dejamos arrastrar por los caprichos de que nos quieren hacer víctima nuestros poderosos detractores? ¿O será un delito defender honradamente nuestros legítimos derechos? No me lo esplico. Pero sí que tengo el derecho de afirmar y sostener que, venga de donde quiera la tormenta, nada tienen que decir de nosotros con justicia, sino considero que todo lo que se dice es pura charlatanería que conduce a las personas que las producen a rebajarse i a ser calificados de mui poco serias e inmorales. Además pido especial atención de parte del señor Gerente de la Compañía Sudamericana, para que en lo sucesivo se nos trate como merecemos en los vapores que hacen la carrera a Río Aysen, especialmente en el “Cautín” que deja mucho que desear respecto al tratamiento de los pasajeros, sobre todo a los procedentes de Simpson. Carlos Plata”.
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CARTA DE JOSE ANTOLIN SILVA ACERCA DEL NOMBRAMIENTO DE AUTORIDADES EN LA SUBDELEGACION RIO SIMPSON. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, EL 16 DE SEPTIEMBRE DE 1916. “CONSIGUIENDO ALGO. Por fin después de tanto batallar, parece que nos acercamos a la meta; parece que nuestros gobernantes por fin se convencen de que no somos tan salvajes como se nos consideraba hasta hace poco tiempo. Esto nos revela el reciente triunfo sobre el nombramiento del Juez de Subdelegación el cual con justa causa cayó sobre uno de los más esforzados campeones de nuestra colonización: el Sr. Adolfo Valdebenito. Digo triunfo porque este es el hombre que desde luego necesita esta nueva población; él es conocedor de la comarca como asimismo de gran parte del territorio Argentino conociendo al mismo tiempo sus leyes i costumbres; por lo tanto el sabrá mejor que otros ventilar los asuntos de su jurisdicción. Ahora sólo les resta a nuestros gobernantes nombrar también al Subdelegado, que sea uno de nuestros esforzados campeones, que tenga asiento en este mismo valle, que sea conocedor de las causas que originaron a esta población, que conozca a fondo su principio i las necesidades. Las demás autoridades o empleados no es necesario que sean de tanta base. Estos pueden ser enviados desde Puerto Montt, no los dos primeros, pues considero como cosa mui esencial que Subdelegado y Juez sean hombres radicados en esta misma jurisdicción i al mismo tiempo hombres que tengan una holgada posición financiera, para que de esta manera no trafiquen con su puesto de autoridad, como sucede en la mayoría de los casos. El decreto sobre escuela mista de esta Subdelegación, también es otro de nuestros triunfos. Además esperamos el Rejistro Civil, el cual es de suma necesidad, pues en ésta habrá que registrar hasta niños de 18 años, cosa histórica i como un recuerdo de antaño para un país civilizado como consideramos es el nuestro. El correo nacional i la fundación de estafetas también es el anhelo de nuestra ambición, pues son me puedo imaginar cómo Chile puede tener a una Subdelegación incomunicada porque de ésta hai sólo comunicación una vez por mes a nuestra capital, la cual es Puerto Montt, gracias a que
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nosotros pagamos de nuestro bolsillo al postillón que hace el servicio de correo, que de lo contrario tal vez más fácil nos sería comunicarnos con Europa que con Chile i esto estando viviendo en el mismo país. También no se puede comprender cómo nuestro gobierno tiene sin policía a una Subdelegación que dista unas dosciento cincuenta leguas de Puerto Montt. A nuestro representante señor Valdebenito se le ha contestado que nada al respecto se puede hacer con desembolso fiscal, que el país está de crisis debido a la guerra. Cuando una Subdelegación pide garantías a su gobierno, entonces hai crisis; cuando las pide una poderosa sociedad como la Aysen a ésta tan pronto como un relámpago se le despacha un piquete de carabineros ¿por qué? ¡Ah!, ella lo precisa, le tiene a Chile cientos de miles de kilómetros de tierras usurpadas i todavía queriendo usurpar más campos; por esto pidió ayuda al gobierno, el cual sin más trámite le concedió un piquete de carabineros, pues hai que amparar a los grandes terratenientes i atemorizar a los repatriados del Simpson, los cuales habían repasado la frontera con previo aviso i cuatro solicitudes al Ministro de Colonización. Estos repatriados chilenos ostentaban la bandera tricolor i con su insignia indicaban la fundación de un pueblo en donde echarían las bases de una futura colonización ganadera ocupando con sus ganados los campos que Chile tenía al desperdicio i para los cuales hoy ya está decretada una Subdelegación. ¡Más clarividencia señores gobernantes! No se opongan a la fundación de pueblos, a la fundación de una gran colonización ganadera, a la ocupación de campos baldíos que nosotros los queremos hacer productivos aumentando así una vez más la riqueza de Chile i al mismo tiempo hacerles comprender que su fundador tiene más clarividencia que los que se oponen. El primero funda pueblos i colonias para el bien de su país; el gobierno de 1913 quiere desbaratar mi plan i por lo tanto el 23 de noviembre de 1914 decreta concediendo a la Aysen nuestros campos del Simpson con el fin de obstaculizar mis sagrados propósitos ¡Más clarividencia señores gobernantes! José A. Silva”.
PRESENTACION DE JOSE ANTOLIN SILVA A LA INTENDENCIA DE LLANQUIHUE DANDO A CONOCER EL ORIGEN Y DESARROLLO DEL POBLAMIENTO DE RIO HUEMULES Y
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VALLE SIMPSON. PUBLICADA POR EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ LOS DIAS 16, 17 Y 19 DE NOVIEMBRE DE 1916. “La floreciente población de Valle Simpson a la consideración de la alta Intendencia de Llanquihue: --Sus principios i causas que la originaron: Sabido es que, en los cuatro territorios argentinos, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Chubut, en todo caso predomina la población chilena. Cuando el año 1911 el Gobierno Argentino, so pretesto de un figurado bandolerismo en la parte fronteriza de sus territorios, formó un escuadrón de caballería con el título de “Policías Fronterizas del Sur” bajo el mando del infame jefe, Comandante Gehbard, el cual perseguía solamente al elemento chileno; éste en sus correrías preguntaba: ¿De qué nacionalidad es usted? Si le decía soi chileno, esto era bastante para que le hicieran dar unos cuantos palos. Como sabemos que este jefe jamás había sido militar del Ejército Argentino sino que su ascenso hasta llegar a Comandante era hecho de la nada, como el crecimiento del hoyo. Pero no obstante sus correrías habían puesto en alarma toda la población chilena que se encontraba en territorio argentino dando orijen para que nuestro gobierno formara dos consulados, el de Bariloche i el de Esquel. Mas yo previniendo que esto podría llegar al extremo de un conflicto entre las dos Naciones, al punto recorrí las fronteras, i encontrando a Valle Simpson en donde ya estaban poblando unos pocos de nuestros compatriotas; pues en este Valle que también se conoce con el nombre de Río Huemules se me imajinó que de él debería nacer una futura colonización ganadera i al mismo tiempo la fundación de un pueblo en memoria i recuerdo de uno de nuestros más grandes hombres de estado. Este mi primer viaje a tierra chilena lo hice desde Lago Blanco (R. Arjentina) en el año 1912 en compañía de un antiguo poblador de Río Huemules, don David Orellana, veterano de la guerra del 79. Volviendo a mi domicilio de Lago Blanco di el grito de ¡Colonia en Río Huemules! para todos los repatriados chilenos, poniendo aviso en la puerta de mi casa i repartiendo circulares a mis compatriotas. (Estas circulares han sido publicadas en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt en su primera parte del Boletín de la Colonia Río Huemules). Conforme a mis sagrados propósitos ruego a la noble Intendencia de Llanquihue i a los altos hombres de Gobierno que den a esta población las garantías que por su noble patriotismo merecen. Lo pide su fundador, el cual está dispuesto a luchas en contra de los gobernantes que a nuestros
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clamores han permanecido inmóviles como una estatua i sordos como una pared, mas yo permanezco imperturbable i firme como una roca. Jamás por mi mente ha pasado ni por un solo segundo el fracaso de esta colonización ¡Venceremos cuanto obstáculo se nos opongan! ¡Antorcha que yo encendí, no la apagan los grandes terratenientes! --Su seguro porvenir. Sus primeros pasos y tramitaciones: Después que yo hube estudiado el Río Huemules para la fundación de una importantísima colonia ganadera de repatriados chilenos i visto el pintoresco pedazo de suelo para echar las bases de un grandioso pueblo, el cual a la vuelta de mui pocos años está llamado a ser la capital de una importante Gobernación. Esto lo digo sin equivocarme. Será la primera ciudad de la Patagonia chilena a excepción de Punta Arenas. Será levantada a cinco kilómetros de los límites internacionales con la República Argentina i a otros cinco kilómetros al Norte del grado 46 de latitud sur. Este nuevo pueblo por su situación geográfica i estratégica en donde lo he fundado será un emporio de riqueza. Su campo de acción para el comercio será colosal, su comercio puede extenderse al Sur hasta unas cuarenta leguas, al Este hasta la mitad de los territorios argentinos, al Norte hasta el grado 44 i al Oeste hasta nuestro Océano Pacífico. Este es su radio de comercio den referencia a la futura e inmensa población que se radicará en estos centros hasta ahora despoblados i desconocidos por nuestros inactivos gobernantes, los cuales siguen siendo todavía piedra de tropiezo para el libre desenvolvimiento de esta tan noble i patriótica población. Después de haber repartido circulares para la iniciativa de esta fundación, redacté la primera solicitud, solicitando los referidos campos de Valle Simpson i Río Huemules para la fundación de la inmensa i grandiosa Colonización ganadera. Esta solicitud fue redactada a fin de mayo del año 1913, y en junio del mismo año recorriéndome cien leguas al Norte hasta llegar al Consulado de Chile en Esquel, Colonia 16 de Octubre. En este viaje me acompañaban los pobladores de Río Huemules don Vicente Jara i su hijo José Miguel i don David Orellana, veterano del 79. Así como se ve este viaje fue llevado a cabo en un rigoroso invierno tras grandes nevazones, con el objeto de remitir a S.E. señor Ministro de Colonización la primera de nuestras solicitudes con el fin de conseguir una obra tan meritoria como altamente patriota para el engrandecimiento de nuestras fronteras. Llegué a Esquel, inmediatamente me entrevisté con nuestro Cónsul señor Carlos Frereaux, el cual enterado del origen de nuestro viaje, nos felicitó declarándonos que éramos netamente patriotas i no se cansaba de
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felicitarnos por nuestra buena idea que él mismo nos aseguraba de que el Supremo Gobierno está en la obligación de poblar las fronteras con sus hijos para asegurar la soberanía de su territorio. Esta solicitud en manos del Cónsul i en nuestra presencia fue sellada con el sello del Consulado i agregándole una nota de la cual quedó copia en el Consulado. Después fue cerrado en sobre de oficio i lacrada por el Cónsul i me fue entregada a mi para presentarlo a la Oficina de Correos, la cual fue certificada entregándome un recibo, el cual pasó al archivo del Consulado i entonces el Cónsul a mi me extendió por su puño y letra un recibo del objeto de mi primera solicitud el cual lo tengo en mi poder como recuerdo de mi primera determinación i para que el gobierno no nos niegue nuestro derecho como primeros ocupantes. Después en distintas fechas como para recordarle al señor Ministro envié tres solicitudes más, también por correo certificado con las mismas referencias. Pero a nuestro clamor el gran enemigo de nuestra colonización permaneció inmóvil, el cual es netamente culpable de la extorsión de que somos hoy víctimas por parte de la Sociedad del Aysen, como lo dejaré probado más adelante. --Mis propósitos i los de los hombres libres y concientes, sin amos ni falsos dioses creados: Al fundar yo la colonización de Río Huemules no ha sido este un mero capricho ni menos una vaga ambición, ni tampoco una casualidad del destino. Pues, antes de que yo saliera de Pitrufquén (1905) ya tenía en mi mente una predestinación, algo que se me figuraba como en un desierto, pero que, en realidad se levantaban grandes pueblos, pero no sabía por donde. Quisiera que nuestros gobernantes ni tampoco la Aysen fuesen mis enemigos, ¿Pero cómo evitar esto? Cuando la Aysen solicitó los campos de Valle Simpson por envidia y el Supremo Gobierno se los concede a sabiendas de que los teníamos ocupados, ellos solos han buscado esta lucha; pensando tal vez que a mi o a la población de Simpson la aventarían cual flor de cardo por el espacio. La Aysen i el Gobierno han fraguado sobre un ambiente mui ficticio, sin conocer que mi predisposición i mi porvenir son netamente preeminentes. Como antes ya he escrito, de que si nuestros gobernantes se volviesen sanos, estudiarían bien lo que requiere cada zona i esta de Valle Simpson como a muchas otras tierras las destinaría para zonas ganaderas, la cual es la única riqueza que se puede sacar de estos campos; riqueza bien conocida por cierto, que bien sabemos que los países que cultivan la industria ganadera marchan siempre a la vanguardia. Como siempre he sostenido de que esta colonización de Río Huemules, se le pueden dar
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tres mil o más cuadras aptas para una numerosa ganadería, dejando libre las cumbres nevadas i tierras que no se pueden poblar; advirtiendo que estas tres mil leguas sólo la constancia del hombre las puede transformar en zonas realmente ganadera, pues en cada legua hai sólo unas pocas cuadras en donde se puede poblar, el resto de la legua está cubierta de montes, así que el ganadero que tome posesión de una legua de campo, solo con el constante trabajo de un año tras otro puede llegar a descamparlo i conforme lo va limpiando tendrá que irle sembrando pasto para su hacienda, porque el pasto de origen de que está poblada esta zona, no es el llamado para que tenga éxito la inmensa y futura ganadería. Después de plantear con precisión la reseña de este importante núcleo de chilenos repatriados, ruego a la alta Intendencia de Llanquihue que tome cartas en este asunto tan importante como patriótico, tomando como base que el Valle Simpson es una Subdelegación de la Provincia i que la tiene desamparada. Día por día somos vituperados por la Aysen. Todos los pobladores que hacen viaje a nuestra capital de Puerto Montt se quejan de que el nuevo gerente de dicha Sociedad ha dado orden estricta a sus subalternos de que los pasajeros del Valle no se les preste ninguna clase de consideraciones ni que se les pueda vender carne ni pan, así que el viajero se ve obligado a hacer unas 20 leguas sin probar bocado i esto con el dinero en el bolsillo. Cuando viajan familias los chicos tienen que llorar por el pan, porque bajo ningún concepto se les quiere vender; también nuestro correo se nos quejó de que durante catorce días que estaba esperando el arribo del vapor “Cautín” en el mes de Octubre, sólo comía en las noches i esto porque sabía arreglárselas; así que todo viajero que tiene que dirijirse al arribo de este vapor sufre la extorsión de esta Compañía. Rogamos a la Intendencia que ponga fin a tan infame proceder; creemos que hai tribunales para resolver este asunto i cuando creamos que no hai, entonces sólo lo haremos nosotros. Diente por diente. Ojo por ojo. ¿Qué sacamos de vivir siempre como esclavos siendo reconocido nuestro innegable derecho? ¡Adelante la noble Intendencia: no deje que en nuestro Chile tengamos un recuerdo de una tan negra mancha!¡Sangre presagia nuestros despojos del Simpson! Nos defenderemos, no queremos ser esclavos de una Compañía terrateniente ni menos ser pisoteados en nuestros lejítimos derechos. La Aysen nos busca eterna lucha. Eternos seremos también nosotros para luchar contra una Compañía latifundista a la cual le preguntamos ¿en donde tienen a esas cien familias traídas del norte de Europa para que puedan dar cumplimiento a su compromiso de
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colonizar el Río Aysen? Ya que se atreven a quitarnos nuestros campos del Simpson ¿En dónde está el criterio de esos gobernantes que se atreven a apoyar a la Aysen? Si siempre nos han de estar molestando envíen pronto un enorme cuerpo de Carabineros i sáquenos para tierra Arjentina (así lo de huérfanos). Como sostengo en mi publicación la lucha no la busco, pero la sostengo hasta cuando la quieran sostener nuestros adversarios ¡Vergüenza me da! Pero, mis derechos no se los cedo a alma nacido: se que soi un soplo por lo tanto tampoco temo a los castigos i suplicios de este mundo. Justicia pido a la noble Intendencia. José A. Silva”.
CARTA DE R.A.S. ACERCA DE LA SITUACION DE LOS POBLADORES DE LA SUBDELEGACION RIO SIMPSON. PUBLICADA EN ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT EL 9 DE JUNIO DE 1917. “Río Aysen es un puertecito fluvial que está habilitado por la Sociedad Industrial del Aysen, a costa de grandes sacrificios pecuniarios. No obstante que el tiempo no es muy bueno como he dicho, hay aquí un gran movimiento de pasajeros, debido a que esta Subdelegación llamada Valle Simpson, es la más estensa del país, y Aysen es el único punto de salida al Pacífico. La Subdelegación de Valle Simpson fue creada el 7 de junio de 1915 por el Excmo. Presidente don Ramón Barros Luco, siendo esa época Ministro del Interior don Enrique A. Rodríguez. Esta Subdelegación se estiende desde el paralelo 42 al 47 y limita: al Norte, con el río Rayas; al Sur, con línea imajinaria que pasa por Cabo
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Tres Montes, en la península de ese mismo nombre, por el Este con la República Argentina y por el Oeste, con el Océano Pacífico. Aquí hay un Subdelegado, cargo que sirve don Sandalio 2° Bórquez; un Juez de Subdelegación que desempeña don Adolfo Valdebenito y un destacamento de Carabineros compuesto por seis hombres al mando del Sargento 1° Francisco Bahamonde. Lo más lamentable es la falta de una oficina del Rejistro Civil. Uds. pueden comprender la necesidad urgente que hay de crearla, como también de fundar una parroquia o un curato. Y para que Uds. vean lo necesario que es esto todos los días se repiten casos como éste. Por ejemplo, si los padres de un recién nacido desean bautizarlo, les cuesta un dineral, ya que no tienen a mano los medios de comunicación con el resto de la República; y entonces deben ir hasta Ensanche Sarmiento (República Argentina), que dista más o menos 70 leguas de esta rejión y por lo tanto ese niño ya pierde su nacionalidad y nosotros tenemos un ciudadano menos, lo que es en realidad no tenerlo. En los casos de matrimonios ocurre otro tanto, pues lo verifican los muchos pobladores ante las autoridades argentinas. Cuando se trata de una defunción, hay que levantar un sumario para poder ordenar la sepultación. Es lamentable también que tantos ciudadanos como hay aquí, no estén inscritos en los registros militares y puedan prestar sus servicios a la patria, a la cual aprenderíamos a amar, pues hoy es triste decirlo, miran a Chile con una indiferencia absoluta, como ya les esplicaré en otra correspondencia. Por el momento, fuera de una oficina del Registro Civil, no hacen falta otras autoridades, pero eso sí se hace necesario aumentar el número de Carabineros, pues en esta zona territorial tan estensa se hace completamente imposible la misión de los que hay en la actualidad criminalidad es muy grande, y los delincuentes, cuando hacen alguna fechoría, huyen rápidamente de la justicia para internarse en la frontera arjentina, quedando burlada su acción. De tales anomalías, debe tomar nota el Gobierno y el Congreso, porque no es posible tener abandonada esta rejión hermosísima y tantos súbditos chilenos que dan importancia a Valle Simpson con su trabajo, y que teniendo la ayuda eficaz de nuestros gobernantes, serían mayores sus esfuerzos para propender al progreso de esta vasta región. Uds. desde su diario, deben llamar la atención de los poderes públicos sobre el particular, porque tal abandono puede despertar el apetito de
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nuestros vecinos argentinos y entonces la cosa sería grave i quién sabe si habría remedio. R.A.S.”.
CARTA DE ADOLFO VALDEBENITO, DE 6 DE JUNIO DE 1917, ACERCA DEL TRATO DADO A LOS COLONOS DE LA SUBDELEGACION RIO SIMPSON. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EL 15 DE JULIO DE 1917. “En días pasados conversando con un individuo que venía de Coyhaique, Estancia de la Sociedad Aysen, me dijo: -Parece que en la Sociedad Aysen no le quieren nada bien a usted. -¿Por qué me dice usted eso? -Porque oí decir en la misma Estancia Aysen a unos individuos que charlaban a pocos pasos de donde yo me encontraba, que usted no duraría mucho tiempo más en el puesto de Juez, porque ya hacía tiempo que había sido denunciado por la Sociedad Aysen a la Intendencia de Llanquihue i posiblemente al Juzgado Letrado. -¿Y no sabe usted por qué ha sido tal denuncio?
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-No lo se. No lo oí decir. -Ni yo tampoco siquiera lo presumo, porque en caso de ser eso así no tengo nada que temer, porque mi actuación en el cargo que desempeño es completamente limpio e imparcial. -Convengo en ello –me dice mi interlocutor-. Porque aunque yo soi residente en la Argentina siempre oigo decir que la Sociedad Aysen lo considera a usted como el principal obstáculo para la realización de sus planes, con respecto al campo que ustedes ocupan, i no sería nada estraño que se tratara de hacerlo separar del cargo que hoy desempeña, para así la Sociedad Aysen hacer nombrar en lugar suyo, a una persona de su parte, i de esa manera tratar de embromar a la población; que al fin con esto no iría más adelante en sus asuntos, pero si que les causaría grandes molestias. -Lo que usted dice señor, hasta cierto punto de vista es aceptable; pero tendría yo que verlo para creerlo, por dos razones; una porque la Sociedad Aysen está constituida por caballeros honorables y aún, según dicen, por algunos señores legisladores, los que bajo su concepto de caballeros no buscarían bajos medios para tratar de separarme del cargo que hoy desempeño, que el primero sería la calumnia o la intriga, que mui lejos estoi en creer que estos señores buscarían tan terribles armas para hacerme separar como he dicho del cargo que desempeño dignamente; i la otra es, que en caso de haber sido denunciado ya habría recibido al respecto alguna comunicación de mis superiores, señor Intendente i señor Juez Letrado de Llanquihue. -¿No ha recibido ninguna comunicación entonces? -Nada, absolutamente nada señor. -Posible que haya sido charlatanería de esos individuos. -Es lo que supongo señor, porque a fines de marzo del presente año me presenté ante el señor Intendente i ante el Juez Letrado a ponerle en conocimiento que venía de paso para Simpson a hacerme cargo de mi puesto, porque ya vencía la licencia de cuatro meses que me había concedido la Intendencia, i ambos me contestaron que viniera tranquilo a ejercer mis funciones. Mi licencia está desde el primero de Diciembre hasta el 31 de Marzo. -¿Entonces está convencido que no hay en Puerto Montt nada en contra? -Convencido no, casi convencido si, porque como no he cometido ninguna falta no tengo nada que temer. -Tanto mejor mi señor, deseo que no le molesten, páselo usted bien i hasta la vista.
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I con esto terminó mi interlocutor argentino, dejándome meditando, lo que entre mate i mate me contó. Lo que yo puedo decir que si es verdad de tal denuncio, se llevarían otra chasqueada mis injustos detractores, digo otra chasqueada, porque en los primeros meses del presente año también me denunciaron en Puerto Montt, pero mis superiores no tomaron en cuenta dicho denuncio por no haberlo hecho por escrito, i es mui natural por carecer de fundamento. En todo caso séame permitido quedar con la palabra señor Director. Salúdole respetuosamente. Adolfo Valdebenito”.
CARTA DE ADOLFO VALDEBENITO, OPINANDO SOBRE LAS CONCESIONES TERRITORIALES, DE 12 DE JUNIO DE 1917. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EL 17 DE JULIO DE 1917. “Estamos en pleno invierno. Ya la nieve empezó a blanquear los caminos haciéndonos sentir el gran frío que nos visita durante siete meses todos los años, pero un frío que varía entre 22 i 26 grados bajo cero, según dicen nuestros vecinos argentinos porque ellos poseen termómetros i muchos otros instrumentos que nosotros no tenemos. ¿Qué hacer? Ellos son más adelantados que nosotros. Como también poseen el arte de restringir i ya lo han puesto en práctica, restringiéndole a los acaparadores de tierras las grandes extensiones de terreno que hasta hoy poseían, i estos no son cuentos porque el Presidente Irigoyen lo puso en práctica desde hace ya varios meses dándole un resultado muy favorable. El Ministerio de Agricultura ha nombrado de interventor a un señor Maza
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i dicho señor en buen tiempo ha caducado centenares de miles de hectáreas de terrenos a varias compañías en Territorio Santa Cruz por no haber cumplido con sus contratos con el Gobierno, i sigue adelante con su obra por lo que sido mui aplaudido el señor Irigoyen. Era lo que tenía que suceder, tarde o temprano, porque ya era la agonía de un régimen, debido que ya no quedaban campos fiscales para los argentinos, sino que la mayor parte eran de compañías, que al fin no prestaban mayor beneficio al país. Nosotros aprobamos la actitud del señor Irigoyen i hacemos votos porque viva muchos años para que haga más beneficios a su país i rogando al cielo porque nuestro Presidente señor Sanfuentes, siga los pasos del señor Irigoyen inspirado de los mismos sentimientos de patriotismo que S.E. el Presidente arjentino. No por esto queremos decir que nuestro Presidente no esté inspirado de sentimientos de patriotismo, sino que tome en cuenta la actitud ejemplar de su colega arjentino, i corte de una vez por todas las grandes especulaciones de los acaparadores de tierras de la zona austral del país, que en tiempo no mui lejano está llamado a ser el más atrasado de América del Sur. I para ver esto no es preciso mirar muy alto ni ver las cosas de muy lejos, sino que la razón viene enseguida cayendo sobre su propio peso. Todos estamos viendo que cuando se puebla un campo por personas poco versadas en leyes o más bien por individuos ignorantes, que debido a esto no han hecho sus peticiones en forma, o si las han hecho han sido engañados. ¿Por quienes? ¡Por los especuladores! Por aquellos señores que tienen la tendencia de ganar dinero sin trabajar, debido a la influencia…I cuando los pobladores de tal o cual parte creen estar más tranquilos, es cuando se les aparece un señor con una orden judicial, diciéndoles este campo es mío, salgan ustedes de aquí, porque me pertenece, lo adquirí del Supremo Gobierno en forma de concesión o en remate, por tantos años. Los ocupantes protestan al principio i se quejan después ante el Gobierno ¿Qué sacan en limpio? Nada, absolutamente nada. Cierto señor o tal compañía tienen razón por tener títulos legales. De allí salen los pobres chilenos en forma de caravanas de gitanos, perdiendo casi todo lo que habían adquirido por medio de grandes sacrificios, a buscar donde puedan vivir. I de esta manera la mayoría de los chilenos jamás podemos tener nada, sobre todo los que vivimos en la Patagonia Chilena. I de allí viene que nuestros detractores dicen que somos nómades o errantes, burlándose todavía de nuestra desgracia.
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Quiera el cielo que nuestra quejas lleguen a oídos de nuestros gobernantes y sobre todo de señores legisladores inspirados en altos sentimientos de patriotismo, para que se corte este estado de cosas haciendo leyes de colonización nacional aplicables a la zona austral del país, en la forma que se nos conceda siquiera media legua cuadrada de terreno para cada familia por no ser terrenos agrícolas sino terrenos que se prestan escasamente para ganadería. Porque de otras manera los pobladores de Río Simpson, Río Ibáñez y Lago Buenos Aires tendríamos que forzosamente perder nuestros capitales, los que constituyen una gran riqueza para nuestro país. Sería lamentable porque no los hemos adquirido por derechos hereditarios, ni por medios fáciles, sino a fuerza de continua lucha i de grandes sacrificios; pero no lo ven solamente sino los hombres de espíritu sano i los hombres de trabajo, no aquellos señores que tienen grandes fortunas adquiridas por derecho hereditario, que al fin no les ha costado nada, i se creen tal vez que para ganar dinero solamente hai que especular, sin fijarse en tomar en cuenta que por ese sistema miles de personas caen en la indigencia. ¡Rico sistema, fácil, lucrativo! Este sistema es tal vez el que nos quiere aplicar la Sociedad Industrial del Aysen a los pobladores del Valle Simpson, i que en caso dado constituiría una de las mayores injusticias, pero no creemos que así pueda ser, porque no lo permitirán nuestros gobernantes; porque si nosotros poblamos estos campos no hemos perjudicado a nadie, sino que hemos incrementado la riqueza de nuestro país i por lo que no hemos cometido ningún delito. Ahora si nuestros gobernantes trataran por los medios posibles de caducar todas las concesiones de terrenos que han hecho a ciertas compañías en la Patagonia, las que estoi seguro no han cumplido con las obligaciones que les imponen los contratos, harían una obra de justicia i digna de tomarse en cuenta, i después llamarán a más de 200.000 chilenos que hay en los territorios del sur de la República Argentina, haciéndoles las concesiones de terrenos en que pudieran vivir, aumentará la población como también la riqueza del país: en caso contrario dentro de ocho o diez años más la cuarta parte de la población de nuestro territorio estará en la Argentina i la tercera parte del territorio será de compañías, que si me es permitido citaré algo al respecto. Empezando por la Patagonia, sobre todo lo comprendido en la Provincia de Llanquihue, la sociedad denominada The Anglo Chilean Pastoral Company que esplota la industria de la ganadería desde 1903, i la que no tiene siguiera comunicación con Chile, haciendo toda la negociación con la Argentina, i como es natural que no presta ningún beneficio al país.
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Pues en ese campo podrían vivir por lo menos 250 familias con media legua de campo en cada una, por no ser terreno agrícola. I sin embargo nuestros gobernantes no saben o no quieren saber nada de esto, que en rigor debería caducarse esa concesión. Además estoy seguro que ni a los mismos accionista no le produce utilidad alguna el capital invertido en esa compañía; pero tratan tal vez de sostenerla esperando tiempos mejores para sacarse el clavo con otros más especuladores que ellos, i los pobres rotos chilenos, que a ellos les pertenece estos campos, no tienen donde caerse muerto, sino que viven trabajando en una i otra cosa para poder ganarse el pan del día, humillados como bestias de carga para que vivan en la opulencia los señores de bastón i levita. No se puede negar que estamos en completa civilización, vamos progresando al gran paso de tortuga, dentro de breve tiempo nuestro país será una potencia ejemplar. Adolfo Valdebenito”.
CARTA DE JOSE ANTOLIN SILVA, FECHADA EN JUNIO DE 1917, ACERCA DE LA LABOR POLICIAL EN LA SUBDELEGACION RIO SIMPSON. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EL 26 DE JULIO DE 1917. “Lago Blanco, Chubut, República Argentina, Junio de 1917. Yo corresponsal de ‘La República’ en Lago Blanco, i habiendo leído en los diarios chilenos que llegan de Puerto Montt por el correo de la población chilena de Valle Simpson, publicaciones mui erróneas, voi a hacer para ‘La Alianza’ una aclaración de los hechos. El hecho se desarrolló el día 4 de mayo en la tarde. Tres bandidos, los argentinos que se llaman Agustín Cirilo Aiz, Kayupán e Hipólito Reinoso, al oscurecer de ese día sorprendieron a dos personas que se encontraban en la casa de comercio del señor Kaminsky, la cual estaba cerrada por andar el dueño en casa de un vecino. Estas dos personas se encontraban en la cocina: el uno Pablo Fierros, chileno de Loncoche i el otro Yon Torn, arjentino, i a los dos les dieron muerte alevosa. Después, como las llaves no las encontraron para entrar al despacho, abrieron por el costado opuesto un forado i se introdujeron dentro del almacén. En esto llega el dueño señor Gregorio Kaminsky, ruso, el cual llega desprevenido
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i también le dan muerte por demás alevosa.. Al asesinato sigue el robo, llevándose el dinero i parte de las mercaderías. En seguida, juntas los tres cadáveres i les prenden fuego juntamente con el almacén. De la casa de negocio no quedó nada más que las paredes; los cadáveres no se quemaron más que un poco por causa de que los bandidos los abandonaron dentro de la cocina, edificio que estaba desocupado i donde no habían mercaderías; así es que fácilmente pudieron ser reconocidos. Al tener yo noticias de este hecho tan criminal, i como en este paraje sólo se encuentra policía a unas 30 leguas de distancia, i una policía por demás insuficiente, en la cual ningún poblador tiene confianza (pues ésta persigue a los humildes i deja escapar a los malhechores), yo cerré mi casa de negocio i me trasladé a Valle Simpson a unas 12 leguas de distancia para ponerme al habla con los Carabineros chilenos, porque me pareció que los bandidos pasaban por territorio chileno. Así es que el día 10, en Valle Simpson, o sea en el pueblo Balmaceda, me encontré con el (Sargento) Primero Bahamondez, encargado del destacamento i le encargué la captura de los criminales; a lo cual el Primero me prometió hacerlo, i cumplió su promesa a los pocos días, pues dio con los tres malhechores. No ha sido pues la policía arjentina la que los tomó sino nuestros excelentes Carabineros. Convendría que el Gobierno chileno proveyera de policía al meritorio pueblo Balmaceda que se levanta al pie de la frontera arjentina para garantía de esa noble población, que después de trabajar honradamente largos años en la Arjentina, vuelven a su amada patria llevando el recuerdo de tan noble pueblo i para pruebas de su lealtad le hacen conocer a Chile que tienen una provincia ‘Austral’ ¡inexplorada! Los inmigrantes chilenos arremeten y fundan el Pueblo Balmaceda en recuerdo de aquel gran hombre de estado. Grande sería la importancia que daría a estas rejiones un buen piquete de Carabineros, con su base en el nuevo Pueblo Balmaceda, pues este es un punto mui central para el desarrollo de esta Subdelegación como así mismo he sostenido en otros artículos que este pueblo en pocos años será un emporio de riqueza, una hermosa capital de las tierras australes; tierras que hoy figuran en nuestros mapas con grandes letras como ‘inexploradas’. Esto, en realidad, es una gran vergüenza que debe de tocar en lo más hondo a nuestro hombres de Gobierno, pues es una vergüenza que un país como el nuestro existan tierras inexploradas en estos tiempos en que sabemos que los dos polos están ya explorados.
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Vuelvo a insistir en la importancia de la policía carabinera en esta zona. I, para dar más a comprender la falta que ella hace en estos apartados parajes, hago el relato siguiente: El 20 de marzo de este año, en Cholila, República Argentina, a unos 150 leguas al norte de Valle Simpson, un ladrón, Anselmo Díaz, le robó a don Francisco Colihueque, tres caballos de carrera cada uno de los cuales valía mil pesos nacionales, más seis caballos de tropilla, que valían cien pesos cada uno, más dos buenas mulas, de doscientos nacionales cada una, en resumen, diez animales cuyo valor ascendía a un total de cuatro mil pesos argentinos. El dueño, como es natural, inmediatamente dio cuenta a la policía arjentina, ésta hizo varios recorridos desde el día del robo hasta el 15 de abril sin haber logrado encontrar ni siquiera noticias del hecho que pesquisaba hasta que por fin entró a territorio chileno i se puso al habla con el valiente Primero de Carabineros señor Francisco Bahamondez. Este, como a mi me había prometido detener a los asesinos de Lago Blanco, también le prometió al indio Colihueque que le aprehendería al que le robó los caballos, i, efectivamente, el 28 de mayo los aprehendió en Valle Simpson a cuatro kilómetros del pueblo Balmaceda. Estos actos plausibles de la policía chilena son mui comentados en la República Argentina, donde todos están verdaderamente convencidos de que nuestros Carabineros son hombres militares i de valor. Con mayor razón, pues, debemos con este acierto, pedir de los poderes públicos un destacamento para este nuevo pueblo, que se levanta a la faz de la tierra. José A. Silva”.
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ENTREVISTA ACERCA DE LA EXPLOTACION DE BOSQUES EN LA SUBDELEGACION RIO SIMPSON, DADA POR MIGUEL 2° COLLADO AL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT, EL 20 DE JULIO DE 1917. “Se encuentra en esta ciudad el respetable caballero, don Miguel 2° Collado, quien conoce perfectamente bien la estensa región que abarca Valle Simpson por residir muy cerca de ella. Sabedores, pues, de tal circunstancia, nos acercamos al expresado caballero y le pedimos que nos suministre algunos datos de ese lugar. El Sr. Collado, amablemente, accedió a nuestros deseos y desde luego comenzó por decirnos: -Valle Simpson es una hermosa y vasta región, en la cual hay numerosas familias que se dedican a la ganadería. Pero hay algo anormal, una anormalidad que estoy dispuesto a denunciar al Supremo Gobierno. -¿Se trata?, interrogamos nosotros. -Se trata, nada menos, de la esplotación de los estensos bosques fiscales, en forma tan rudimentaria, por no decir salvaje, que en un día no muy lejano se agotarán completamente. Pero eso no es todo, Los que se dedican a esa explotación, no utilizan las maderas que sacan para edificaciones u otros trabajos que sean para Valle Simpson, sino que todas las maderas que elaboran las exportan al estranjero, mejor dicho a la Argentina. Ustedes comprenderán que esa anormalidad perjudica notablemente al Fisco, pues se le agotan sus bosques que por si solos constituyen una enorme riqueza para esa estensa región, y se le defrauda
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en grandes sumas que le corresponde percibir por derechos de exportación, sin perjuicio de no poderse llevar una estadística que venga a controlar o establecer la producción de madera en Valle Simpson. -¿Por qué no da cuenta de estos hechos al señor Promotor Fiscal? -Porque ya los he denunciado al señor Intendentes de la Provincia, y estimo que este funcionario pasará mi denuncio por escrito al representante del Ministerio Público para que tomen las medidas que la ley aconseja en estos casos. -¿Y en la región Argentina no hay madera? -Si, hay también grandes bosques, pero el Gobierno de ese país prohibe estrictamente la corta de árboles o su esplotación, lo que no sucede en el nuestro. -Díganos qué hay del proyecto de un señor Silva, según el mismo ha publicado, de la formación de un pueblo en Valle Simpson, ¿se ha realizado esto? -Lo que les puedo decir es que el señor Silva hizo un plano para la formación del pueblo y ha hecho el trazado de sitios que ha comenzado a conceder a toda persona que le da la suma de $ 20 arjentinos. Dice Silva que este dinero servirá para la construcción de un edificio para escuela; pero la jente ha empezado a desconfiar de él, porque creo que no ha de tener ni autorización ni atribuciones para hacer concesión alguna. -¡Exacto!...¿Qué número de pobladores habrá en toda la Subdelegación de Valle Simpson? -En Valle Simpson y Río Ibáñez estimo que habrán unos doscientos pobladores que ya tienen constituida su posesión, pues allí viven con sus familias y sus haciendas. -¿Y qué me dice de las autoridades? ¿Cumplen con su deber? Nuestro reporteado vacila un momento y nos espresa: -Les puedo manifestar que nada tengo que decir de las autoridades; pero según he observado, los habitantes de Valle Simpson desearían que ellas vivieran o se ubicaran en ese lugar, pues hoy día residen en la Estancia de Coyhaique de la Sociedad Aysen; y de ese punto a Valle Simpson hay 40 leguas de ida y vuelta. El único que vive en Valle Simpson es el Juez de Subdelegación, pero los Carabineros el Subdelegado habitan, como digo, en Coyhaique. Esta residencia de ellos no presta ninguna garantía ni ningún servicio a los pobladores de Valle Simpson, por la distancia que los separa. Sería muy conveniente que ustedes llamaran la atención de los Poderes Públicos sobre el particular para que arreglen pronto esa situación.
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Así lo prometimos, y nos despedimos de nuestro amable interlocutor, agradeciéndole sus informaciones.
CARTA DE CARLOS PLATA ACERCA DE LA ENTREVISTA HECHA POR ‘EL LLANQUIHUE’ A MIGUEL 2° COLLADO. PUBLICADA POR EL DIARIO ‘EL CORREO DEL SUR’ DE PUERTO MONTT EL 27 DE JULIO DE 1917. REFUTANDO UNA ERRADA INFORMACIÓN. “En ‘El Llanquihue’ de fecha 20 del presente se publicó un reportaje hecho a don Miguel 2° Collao con el título de “Agotamiento de bosques s del Valle Simpson”. Empieza el artículo por manifestar que el señor Collao es un antiguo vecino de dicho valle y, por lo tanto, muy conocedor de dicha rejión. Asegura el informante que se exportan maderas hacia la Argentina en cantidad muy crecida y que la manera rudimentaria como se están explotando los bosques traerá para dentro de poco tiempo el agotamiento completo de esas reservas forestales. Asevera que señor Collao que es don José Silva quien lucra con aquellas maderas, sin que hasta hoy ninguna autoridad trate de cortar ese abuso. Denuncia también al mismo señor Silva de estar negociando en forma censurable con la venta de ejemplares de un plano para la formación de un pueblo en el valle de Simpson, y manifiesta que los pobladores de esa zona desconfían de la honradez del señor Silva, quien se habría arrogado atribuciones que no le pertenecen. Por mi parte, no puedo dejar pasar sin refutar tales afirmaciones, que carecen en gran parte de verdad y que tengo motivos bien fundados para considerarlas hijas de un antiguo sentimiento de envidia y malquerencia con José A. Silva, el hombre a quien más debe la población de Valle Simpson.
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Es cierto que allí se explotan maderas para la construcción de las mismas viviendas de los pobladores; pero es falso que haya un movimiento de exportación considerable, ni mucho menos, con el ánimo de robar al fisco los derechos de aduana respectivos y de acabar con esos bosques. Basta sólo considerar las dificultades de transporte, por malos caminos y falta de elementos para convencerse de que aquella aseveración carece de verdad. No niego que habrán pasado a la Argentina algunas veinte o cuarenta toneladas de maderas, hacia puntos cercanos; pero esto ¿constituye una gran exportación? Allí hay vigilancia de parte de las autoridades que disponen de carabineros honrados y buenos cumplidores de sus obligaciones. El hecho de que se corten árboles para aprovecharlos en construcción de casas, en vez de ser censurable, merece la más amplia aprobación porque así se está poblando un rico pedazo de suelo chileno, a una enorme distancia de los demás centros poblados. El Juez de Subdelegación está radicado a una distancia no mayor de diez cuadras del l{imite con la argentina, y si el mismo señor Collao confiesa que es autoridad no le merece reproche ¿cómo se atreve a decir que pasa una enormidad de madera burlando la vigilancia de fronteras? Y si fuese así ¿Por qué no hizo el denuncio a las mismas autoridades de Valle Simpson? El señor Collao no tiene residencia fija en aquella rejión, pues desde hace unos tres años se le ha visto mudar varias veces de residencia, y no se le conocen intereses de importancia en esas tierras. En cuanto al plano hecho por el señor Silva, debo decir que es muy razonable que lo venda a los pobladores que quieren tener un ejemplar, a fin de reunir fondos para levantar un edificio para escuela y otro para as oficinas de las autoridades. No es justo que el señor Silva costee solo de su propio peculio esos gastos, tanto más que no es hombre de fortuna y el beneficio lo reciben todos los que allí tienen intereses. De manera, pues, que el señor Silva no esplota con su plano a ningún vecino, sino por el contrario, hace un bien general. En vez de hablar por la prensa el señor Collao de otros asuntos relaciones con el mejor aprovechamiento de aquellos productivos terrenos, y de censurar a los colonos que tratan de abarcar más tierras que los que sus recursos les permiten aprovechar, se concreta solamente a ofender la honradez y la acción generosa del señor Silva, a quien tanto deben los pobladores de Simpson. Pero yo estoy en antecedentes para comprender el espíritu que ha guiado al señor Collao para hacer sus infundados denuncios.
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Hace unos tres años, este señor tuvo un pleito con el señor Silva, de quien era empleado de una tienda que poseía en el Chubut. El señor Collao fue despedido de su empleo, sin darle el desahucio correspondiente, por razones que no tengo para que mencionar. De aquí proviene la inquina del señor Collao respecto al señor Silva, y trata de aprovechar cualquiera oportunidad para desprestigiar a su antiguo patrón, máxime toda vez que puede darse algunas ínfulas apareciendo reporteado como un gran personaje. Bien se que al señor Silva no le alcanzar estos ataques y que él sabe muy bien defenderse; pero sirva mi declaración de prevención al público, mientras el señor Silva se impone de estas declaraciones. Por mi parte, dejo así cumplido un deber de lealtad para el amigo ausente y para el caballero desinteresado y luchador incansable por el bien de toda una población, como lo es don José A. Silva. Carlos Plata”.
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CARTA DE ABRAHAM SANHUEZA, ACERCA DE DECLARACIONES HECHAS POR MIGUEL COLLADO AL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT EL 18 DE AGOSTO DE 1917. “Río Aysen, agosto 6 de 1917. Habiéndome informado por el diario “El Llanquihue” de esa localidad, de un remitido firmado por el señor Miguel 2° Collado quien dice que en el hotel de Aysen no se atiende a los pasajeros que vienen de la Argentina y que se han echado para afuera del hotel. Así es que en vista de todo lo que refiere al público el señor Collado i como en gran parte carece de verdad, ruégole señor Director, sírvase escribir lo que más abajo esplico que de cuya veracidad me hago cargo. Empezaré por prevenir al público que el señor Collado no es un alto personaje para hacerle tan distinguida atención; por cuanto que es un señor que anda ganándose la vida como cualquier otro que viene, con la diferencia que este señor vive moralmente con su trabajo. Es cierto que en el que actualmente administro no hai la comodidad para un personaje como el señor Collado. Así es que mal puede quejarse siendo que cuando anda en la Argentina tiene que pedir permiso para que le den alojamiento ¿Cómo no protesta con los dueños de casa cuando le dan dos cueros de capón para que pase la noche. Debo decir que desde que yo tengo el hotel a mi cargo todavía nadie se había quejado porque todos los que vienen de la Argentina están en antecedentes que es un hotel de campaña i se carece de elementos. Es verdad que este individuo estuvo alojado en el hotel i como tocó la casualidad que habían unos señores que deseaban una pieza aparte por motivo que querían tratar entre ellos de asuntos de importancia i como no pudo tomar parte entre estos señores este individuo por eso es que no le agradó mi modo de proceder, pero no es para que diga al público que se le ha echado del hotel, eso es falso. Si este individuo salió del hotel ha sido por economía porque yo cobré cinco pesos i en otra casa le cobraban $ 2,50 por día. Así es que creo no
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tener yo la culpa porque aquí se atiende en igual atención al gañán como al más alto personaje por motivo que no tengo comodidad como para hacer distinción alguna i mucho menos al señor Collado porque en estas rejiones no se le conoce por un señor honorable como figura en vida social. Así es que este ataque no me alcanza porque mis tratos son superiores a los de este individuo i en prueba de ello hace la miseria de 14 años que trabajo en esta Compañia i siempre me han confiado cargos de importancia; a más mi conducta ha sido intachable en todas partes como puedo probar con personas de responsabilidad. Me es grato saludarlo. Soi su att. Abraham Sanhueza”.
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CARTA DE MIGUEL 2° COLLADO, DE 23 DE AGOSTO DE 1917, REFUTANDO LA DE CARLOS PLATA APARECIDA EN ‘EL CORREO DEL SUR’. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT EL 26 DE AGOSTO DE 1917. “Con no muy poca sorpresa he leído a mi regreso a esta ciudad, un largo remitido publicado en el diario “El Correo del Sur” de fecha 27 de julio último y firmado por Carlos Plata, en el cual remitido se pretende desvirtuar la veracidad de mis declaraciones hechas en el reportaje que su diario tuvo las amabilidad de hacerme y publicarlo el 20 del mes arriba citado, relativo al agotamiento de los bosques de Valle Simpson. Para quien conoce a Carlos Plata, le estrañará sobremanera que yo descienda a contestar un remitido en el cual se estampan falsedades manifiestas y que sólo van encaminadas a la defensa de un individuo que ha explotado y sigue explotando al Fisco y a todos los habitantes de Valle Simpson. Carlos Plata es el brazo derecho de José Silva, y as se comprende que por interés llegue al estremo de presentarse como un vulgar patero. Para nadie es un secreto en Valle Simpson que el tal Plata fue uno de los primeros peones que tuvo José Silva, para la explotación clandestina de las maderas fiscales, y no solamente en este fraude, sino también en otros malos manejos que Silva comete, es Plata el individuo de que se vale. ¿Acaso ignora Carlos Plata que José A. Silva tiene el contrato de entregar maderas aserradas, postes, etc., a un señor estanciero de la República Argentina, don Palmiro Pedemonte, y que anteriormente ya ha entregado partidas de maderas por valor de miles de pesos? ¿Ignora Plata que el Juez de la 7ª. Subdelegación señor Adolfo Valdebenito solicitó permiso por enfermedad y estuvo ausente desde septiembre hasta marzo y que durante este tiempo se aprovecharon para sacar y entregar las maderas vendidas al señor Pedemonte, no en la cantidad que afirma Carlos Plata de 20 a 40 toneladas, sino en una cantidad mayor, como puede probarse? Y ahí no hubo fiscalización porque las autoridades tanto Juez de Subdelegación Suplente y Subdelegado se encontraban a 20 leguas del lugar en donde se hacía tal negociado. Queda aún otra pregunta.
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¿No sabe Carlos Plata la especulación que está haciendo el mismo Silva, con el trazado del pueblo sin autorización y de estar vendiendo sitios en la cantidad de $ 20 cada uno en moneda arjentina, como le puedo probar con todo el vecindario, para que el tal arlos Plata haga alarde de la honorabilidad y honradez del señor Silva, a quien adula para pedirle un miserable jornal en sus correrías de peón en Valle Simpson? Es también demasiada conocida la actuación de Carlos Plata en esa región, en donde pasa los meses de casa en casa, ‘tumbiando’ como dicen los argentinos, tal como lo ha estado en las casas de don Eduardo Fraitzeck, don Juan Pablo Chaparro y otros, para que se le tome en consideración para nada ni por nadie. No creo tampoco que Carlos Plata, con toda su facha de protector, se haya negado a proteger a la familia de don David Orellana, cuando se tramó un complot en el campo a fin de azotar a los vecinos más caracterizados de Valle Simpson. ¿Podría decirme Plata que actuación le cupo en este grave hecho? Este complot el año 1914 cuando aún no había autoridades, cuando aún no había sido creada la Subdelegación. Hubo familias que tuvieron que huir hasta la Estancia de Coyhaique ¡No es verdad, señor Plata que así ocurrió? Usted tiene buena memoria. Me queda aún algo que decir: la actitud desvergonzada para desmentir mis declaraciones sinceras de persona honrada, se debe pura y exclusivamente a que yo en vísperas de partir a Santiago, no le presté una suma de dinero que Plata habíamos pedido para efectuar un viaje a Valle Simpson. Yo en aquellos días alojaba en el Hotel Hein y ahí fue el mencionado sujeto a querer contarme el cuento del tío. El agresor (¿), pues, ha servido para que este peón pretendiera subirse a mi altura, deseando desmentir hechos que todo lo más respetable de Valle Simpson conoce sobradamente. Y por último, no quiero cerrar este remitido sin dejar constancia que Carlos Plata es uno de los más asiduos concurrentes al ‘boliche’ de Silva, en donde se han fraguado, al calor de la bebida, casi todos los hechos delictuosos que en esa apartada región se han perpetrado. Miguel 2° Collado”.
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CARTA DE JOSE ANTOLIN SILVA, ACERCA DE LAS DENUNCIAS HECHAS EN SU CONTRA, A TRAVES DE ‘EL LLANQUIHUE’ POR MIGUEL COLLADO. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, LOS DIAS 21 Y 22 DE SEPTIEMBRE DE 1917. “En ‘El Llanquihue’ de 20 de julio del corriente año, con gran sorpresa mía i de todos los pobladores de esta región vi estampado un bombástico reportaje a un llamado señor don Miguel 2° Collado, persona por mí conocida, pero sin autoridad i sin reputación alguna para expresar en carácter periodístico i público opiniones o denuncias graves sobre cosas y vida de una población. Porque nunca hácele conocido aquí, donde le conocen casi todos i en el Chubut más que como un individuo de paso y vegetativo i así con antecedentes pocos favorables. Por eso sorpréndenos, primero el desconocido valimiento, ascendencia i autoridad de dicho sujeto en ‘El Llanquihue’; segundo, la audacia i temeridad de sus declaraciones insidiosas, malignas por el fondo de las mismas, llenas de un visible malquerer i envidia que le ha obligado a reventar al cabo de quien sabe que pecaminoso pensamiento ponzoña, envolviendo con ella a mi i a todo el vecindario i a las mismas autoridades legales de aquí, como cómplices. No lo ha dicho, pero la declaración es una ecuación general. Leyéndola salta a la vista. Comienza diciendo el denunciante de marras, que en esta zona se hace explotación de extensos bosques, en forma rudimentaria i que terminará en breve por agotarlos i que dicha explotación es un comercio furtivo con la República Argentina a donde se la exporta defraudando al Fisco chileno. ¿De dónde habrá sacado el denunciante semejante invención? ¿Cuándo se ha cortado grandes cantidades de bosques, en dónde están esos vestigios de agotamiento i a donde exportaron la madera? Enceguecido por un encono personal, trata de inculpar tal vez la corta de algunos árboles efectuada antes de que aquí, en el Valle Simpson, hubieran autoridades i vigilancia constituidas para administrar y resguardar los derechos vitales i fronterizos. El, inculpa, ciego de rencor i baja pasión, hechos pasados i que fueron según mi conocimiento por jentes pobres i trabajadores que aprovecharon la ausencia de autoridades i vigilancia para cortar de estos abundantes bosques algunos árboles, para venderlos como un medio de vida en una región deshabitada i falta de otros recursos.
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Pero todos conocen y saben los que han visto estas regiones y de ellas han leído descripciones, que los bosques de por aquí lindantes están entre sierras i quebradas mui difíciles de sacar los árboles o maderas que se corten i más aún considerando, que no hai caminos carreteros aptos para un fácil transporte en rodados. Lo que el denunciante llama explotación de bosques es una completa falsedad, un completo desconocimiento de lo que dice. Quiere con importancia inflada i peormente secundado, por no conocerle ‘El Llanquihue’,resucitar una cosa muerta, que ha pasado i que ha sido obra leve tal vez de muchos pobres trabajadores, que no han explotado ni siquiera un asomo de lo que él dice: “Explotación y agotamiento de bosques”, Pero si él cree o quiere seguir afirmando en lo dicho no le queda más que probar que en la actualidad se explotan bosques i esto puede hacerlo acompañado del señor Intendente de la Provincia, i del Director de ese diario “El Llanquihue”. Sería también la manera más digna de comprobar la falsedad propalada i la única manera de que el señor Intendente conociera estas rejiones i a sus habitantes; i el director del diario de referencia escribiera con causa de conocimiento real sobre esta colonización, i por último salvaría también la afrenta echada a la población honrada, i el crédito del que suscribe, envuelto en la aleve i burda calumnia, en donde quiera penada por los tribunales de justicia. El falso denunciante de la explotación y agotamiento de bosques en el Simpson en su afán malevolente i poco edificante, al declarar que se corta i se exporta madera la República Argentina, acusa también aunque ignorantemente, por la manera de hacerlo, a las autoridades locales. Pues si se cortara madera para exportarla las autoridades, en este caso, serían más culpables por su complicidad o es que estarían comprometidas directamente con los explotadores. El señor Juez de Subdelegación, que tiene su asiento aquí desde hace más de dos años, con su oficina a la marjen del único camino a la República Argentina, es prueba, si nunca ha menciona do u obrado en contra de semejante explotación imajinaria de madera. El tendrá que levantar también tan calumnioso cargo. Lo mismo el Subdelegado, con asiento en el Aysen, con igual tiempo de radicación, i que guante todos sus recorridos de inspección por esta zona, con los Carabineros, nunca vio explotación de maderas, ni carreta alguna que transportara dicha cosa hacia la nación vecina. A él también le corresponde sancionar la verdad de esto. Sería cosa necia y despreciable, si el falso denunciante se refiriera a la madera que se corta para la edificación de las viviendas del Simpson i del pueblo Balmaceda, en formación. Si se cortó madera para
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estas últimas necesidades habráse hecho de un árbol por cada millón. Además aquí no existen aserraderos como para trabajar la madera. Toda la denuncia del sujeto Collado es falsa i dañina de honras y créditos ajenos. La justicia está para probar i castigar en este caso, ya a los explotadores sin concesión, o al denunciante, reo por calumnia. Ya que de este asunto se ha dado el tratar con carácter tan poco grato para la armonía personal, necesario es decir ahora quien es el citado Miguel 2° Collado, para conocimiento y prevención de los que no le conozcan. Débese saber que su denuncia es ante todo un ataque hacia mí por antiguos rencores particulares que me guarda. El ha sido mi empleado en un comercio que tuve en el Chubut durante el año 1914. Alcanzó a servirme solamente unos seis meses. Al cabo de este tiempo víme obligado a despedirle por sus pésimos y perjudiciales comportamientos. El con la ayuda de un ex Juez de Paz, del Ensanche Sarmiento, demandóme, alegando deberíale pagar un mes más del despido, basado en un artículo del Código de Comercio Arjentino, que establece: debe pagarse a un empleado despedido repentinamente, si ha observado competencia y buena conducta un mes de sueldo. El juez citado, falló a favor del sujeto Collado, influenciado por mentiras i engaños de éste. Entonces yo apelé con testigos i el pleito pasó a Rawson, en donde el Juez Letrado falló como el anterior. Pero debe saberse que fue debido a unas artimañas introducidas en los expedientes al pasar a la capital del Chubut. Durante el trámite de la cuestión, el Collado se transportó al Juez Letrado recorriendo más de trescientas leguas a caballo i gastándose en el viaje hasta el último centavo que ganó en mi casa. Cuando debió de cobrarme lo que él creía ganado con justicia, sufrió un chasco, porque el monto de pesos que le correspondía fue embargado por un acreedor suyo. Claro es que desde entonces, el citado Collado guárdame declarada ojeriza, tratando siempre que puede de desacreditarme donde esté. Si pudiera sacrificarme de mil gustos lo haría. He aquí una prueba fehaciente: después de agotar la investigación sobre la explotación i agotamiento de bosques pasa sin fundamento ni bases a hablar del plano de la formación de este pueblo, diciendo únicamente él, que la jente comienza a desconfiar de si tendré o no autorización i atribuciones para hacer concesión en la inscripción de la población; i a esto se refiere malignamente por los $20 que se da en cada inscripción por solar. Creerá o no lo creerá que sea yo lo suficientemente honrado para ser depositario del dinero de inscripciones. Pero, de todas maneras trata de sembrar la desconfianza hacia mí i sin más argumentos que una duda torpe e imbécil
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dice: “la jente ha comenzado a desconfiar de él, porque creo que no ha de tener ni autorización ni atribuciones para hacer concesión alguna”. El sujeto Collado debe saber ante todo que tengo felizmente con que responder a esas inscripciones, que son hasta la fecha 24, a veinte pesos argentinos cada una, i hacen un total de $ 480. Por no hacer más largo este escrito no detallo los nombres de los pobladores inscritos, pero en otra ocasión será. Además, es tan ingenuo o tonto él al pensar que por esa suma o mucho más voi a echarme una mancha sobre mi honorabilidad i crédito robándome ese dinero, como él los animales que le dieron para cuidar a medias. Más abajo se relata este episodio de la vida del sujeto Collado. Debe saberse también, que en breve el Juzgado de aquí nombrará de entre los vecinos pobladores la Comisión de Sitio, Educación y Fomento del nuevo pueblo Balmaceda. Quedando en este caso repartidas las responsabilidades i atribuciones. De los fondos recolectados hánse gastado algunos pesos en estacas para demarcar los solares, poste para la plaza central i útiles para mensura. Sospecho que el falsario Collado no cree en el resultado de la fundación de esta colonia, porque no ve que sea hasta ahora protegida más amplia y deliberadamente por el Gobierno. Por eso trata de malquistarme ante el público por enemistad i envidia, infundiendo recelos, sospechas i desconfianzas. Hácese necesario decirle, por si lo ignora, que no es menester autorizaciones i atribuciones oficiales para fundar un pueblo i organizar una colonia o población. Sólo basta que hayan personas honradas i de responsabilidad que se anticipen a la acción oficial; no se crea el sujeto Collado que aquí se está papando moscas o se anda errante, sin oficio i sin domicilio. A él le parece que todos los hombres deben estar esperando que las cosas se formen solas, por eso de las autorizaciones i atribuciones. Ha tiempo ya que se han dejado los andadores. Es una lástima el tiempo precioso que está haciendo perder tan audaz individuo, no vale la tinta que se gasta en esta correspondencia, ni el trabajo que se da al tipógrafo. Quienes le conozcan saben muy bien que no merece el lujo de las letras de molde, a no ser en secciones policiales. Para prevenir al público i a los repórters confiados, debo manifestar que el sujeto Collado es ave de cuentas que tiene en su haber asuntos sucios como ser: no ha mucho, diéronle en el territorio arjentino de Chubut, unas seiscientas u ochocientas ovejas i unas 60 a 80 yeguas para cuidar a medias. No se bien la causa que le haya inducido a obrar mal entonces al “señor don Collado”, el hecho es que se vendió los animales mandándose mudar a otros lados, sin entregar la mitad de la venta, correspondiente al
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propietario. Por esta causa búscale su benefactor para ajustar cuentas i también el cobrador de pastaje de las tierras fiscales porque ha volado, debiendo al Ministerio de Agricultura Arjentino. Los lectores de esta correspondencia quedarán escandalizados seguramente de semejante sujeto, al pensar en las audacias que tiene en aparecer reporteado por un importante diario de Puerto Montt como si fuera en realidad una persona decente, honorable, limpio de honra y conducta. Como dije más arriba i como lo dijo mi estimado amigo Carlos Plata en el ‘Correo del Sur’, en su correspondencia aparecida el 27 de julio último, con el título “Cuestiones de Valle Simpson-Refutando una errada información”, el tal Collado no tiene residencia fija en ningún punto, ni intereses que valgan la pena, ni antecedentes que le hagan mérito ni siquiera como laborioso, probo i correcto ciudadano. Ahora pregunto, cuando ya se ha hecho la luz sobre este enfadoso asunto ¿seguirá siendo el tal Collado digno de reportajes de parte del periodismo i de atención por parte de los poderes públicos? Para terminar tan malhadada e improvechoso asunto sólo me resta expresar al señor Carlos Plata un sincero agradecimiento por su caballeresca defensa hecha en donde este su amigo no estaba para levantar tan infamante calumnia, que los lectores conocen. José A. Silva”.
CARTA DE JOSE A. SILVA, FECHADA EN SEPTIEMBRE DE 1917, DANDO CUENTA DE LA VISITA DE PERIODISTAS ARGENTINOS A LA SUBDELEGACION RIO SIMPSON Y DE LA PRONTA INAUGURACION DEL PRIMER HOTEL EN BALMACEDA. PUBLICADA EN ‘LA ALIANZA LIBERAL’ EL 21 DE NOVIEMBRE DE 1917. “No temiendo a las incomodidades y desafiando a los días malos inevitables en la presente estación del año, han visitado esta importante región los periodistas argentinos señores R. Gorraiz i Beloqui i Augusto N. Juarez, ex director i redactor respectivamente del conocido diario “La República” de Comodoro Rivadavia, territorio del Chubut. Al permanecer aquí durante varios días han tomado numerosos datos relativos a la zona a fin de demostrar por medio de las columnas de los órganos periodísticos que representan su importancia comercial,
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ganadera, industrial, agrícola, etc. Nos hemos visto favorecidos con su presencia en nuestra casa i al preguntarles sus pensamientos sobre el porvenir del suelo feraz i extenso del Valle Simpson nos han respondido: “Como visto el Valle es realmente hermoso i esto es ya una razón poderosa para que se pueble en su totalidad. Sus aires son sanos, deliciosos sus paisajes, abundantes sus aguas, exuberantes sus bosques, magníficas sus montañas i ricos sus pastos ¡ Qué otras cosas pueden pedirse para que la existencia de todos los habitantes del Valle sea completamente feliz? Sin duda alguna, la vida en el Valle alcanzará grandes e inesperadas proporciones: El pueblo que se está formando progresará con rapidez i será un día no lejano una gran voz de civilización en estas apartadas latitudes i un centro comercial chilenoarjentino. Todo lo que el gobierno chileno haga en beneficio del pueblo Balmaceda será buena comprensión i obra de buen gobierno. Las miles de cabeza de ganado que alimenta el Valle son un testimonio fehaciente de la labor i energía de los hombres que en él habitan. He aquí por qué se impone la distribución de sus fértiles tierras en forma que consulte ampliamente la equidad i no de lugar a que los colonos puedan lamentar olvido o inconsecuencia gubernativas. “Gobernar es poblar” fue el aforismo perpetuo del eminente pensador i sociólogo arjentino Juan Bautista Alberdi. El Valle posee un considerable número de familias i es lógico creer que las autoridades de Chile harán cuanto les sea posible para que no se ausenten del lugar i continúen su obra de verdadero progreso i difusión de la nacionalidad. Si las tierras se distribuyeran con elevada atención i espíritu realmente progresista i justiciero, el valle será dentro de pocos años una hermosa i floreciente colonia digna de verse”. Como se ve, las opiniones de los distinguidos periodistas merecen el mayor respeto por su elevación y exactitud. Jiras periodísticas como las que ellos realizan sólo con el propósito de reunir información i poder hablar con exactitud son las que necesitan estas regiones para que se les presenten conforme son i no como ciertos egoístas reprobables quieren que sean. Los señores Beloqui i Juarez han continuado su marcha por la precordillera hacia el norte del territorio arjentino mencionado. En estos últimos días han caído aquí varias nevazones considerables, pero que no han ocasionado perjuicios en las haciendas. El invierno es bueno i no ha tenido la crudeza de otros años i que siempre es de esperar dada la ubicación del Valle en las mismas cordilleras.
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Como una demostración palpable del progreso de esta zona debemos anunciar para el 1° de enero próximo la inauguración de un importante hotel el cual se denominará “Hotel Mirasol” i cuyo propietario será la firma Estela Parres i Cia. El hotel tendrá excelentes comodidades para cualquier número de pasajeros. Estará levantado en el centro del Pueblo Balmaceda ocupando los sitios Nos. 3 i 4 de la manzana No. 95, frente a la Plaza Central. Pueblo Balmaceda, septiembre de 1917. José A. Silva”.
TELEGRAMA DE JOSE ANTOLIN SILVA, DE 3 DE NOVIEMBRE DE 1917, DANDO CUENTA DE LA INAUGURACION DE UN SERVICIO DE AUTMOVILES EN BALMACEDA. PUBLICADO EN ‘LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, EL 8 DE NOVIEMBRE DE 1917. “Incomunicados casi completamente con el mundo del lado de nuestro mar Pacífico, los pobladores de ese Valle han buscado i establecido una fácil comunicación del lado del Atlántico, por medio de un servicio de automóviles, como anuncia el telegrama que ayer recibimos de Rivadavia i que en seguida insertamos: “6 de Noviembre. Recibido el 7. De Comodoro Rivadavia. Alianza Liberal. Puerto Montt. Como prueba elocuente del gran desarrollo que alcanza esta estensa Subdelegación de Río Simpson, debemos comunicar a la prensa chilena que el 15 de octubre próximo pasado quedó inaugurado un servicio de automóviles para pasajeros i correspondencia entre el puerto arjentino
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Comodoro Rivadavia i el pueblo fronterizo chileno Balmaceda, de reciente fundación. Cuyo recorrido de 400 kilómetros es hecho en dos días. En vista de la incomunicación de un mes que tenemos establecidas por el lado del Pacífico, ojo i buen tino a nuestros gobernantes. Balmaceda 3 de noviembre de 1917. José A. Silva”.
TERCERA PARTE DEL RELATO DE DON JOSE DELFIN JARA BEROIZA AL PERIODISTA MANSILLA RUIZ, PUBLICADA EN EL LIBRO ‘CHILE AUSTRAL’ (AYSEN), INSTITUTO GEOGRAFICO MILITAR, 1946. “Por allá por los años 1926 o 1927, estaba yo en Puerto Montt, cuando un periodista cuyo nombre no recuerdo ahora, me llevó don el Jefe de la Oficina de Tierras para que le diera datos sobre los pobladores de Aysén. Le dije que en los alrededores de la Sociedad Industrial solamente había más de 200. Entonces me dijo que dentro de un mes iría una comisión de agrimensores a comprobar si en realidad había tantos pobladores y conocer los terrenos que el Gobierno se proponía parcelar. Efectivamente, en el plazo indicado llegaron los agrimensores, estuvieron en mi casa y después de recoger todos los datos que necesitaban regresaron a Puerto Montt. Al año siguiente supe que se había creado la nueva Provincia de Aysén; llegaron las primeras autoridades. El primer Intendente fue el señor Camus Murúa, que estuvo muy poco tiempo y a quien no alcancé a
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conocer. Después vino el señor Luis Marchant González, que era Coronel de Carabineros. Desde entonces la provincia empezó a adelantar muy ligero. El señor Marchant nos visitaba a menudo y nos alentaba a que trabajásemos con empeño, diciéndonos que muy pronto se iniciaría la colonización, que él había venido para hacer todo lo que estuviera a su alcance en bien de los pobladores y que luego llegaríamos a ser propietarios del suelo que estábamos ocupando. Todos los pobladores hicimos fe de esas promesas, que se cumplieron después; trabajamos con mayor entusiasmo en nuestros respectivos campos y seguimos trabajando hasta la fecha. De mi parte, y creo que los demás pobladores dirán lo mismo, puedo decir que el bienestar que ahora tenemos y el adelanto de la provincia de lo debemos al General Ibáñez y al Intendentes señor Marchant González. José Delfín Jara Beroiza”. Hemos procurado ceñirnos fielmente al relato que nos hizo el señor Jara, conservando en lo posible sus mismas palabras, a fin de que no pierda nada de su sabor original. Don José Delfín Jara Beroiza, don Juan Foitzick y otros de los que realizaron la expedición viven todavía en Valle Simpson, dedicados a la crianza de ganado en los terrenos que ganaron con su esfuerzo. Son ahora vecinos respetables de la provincia. Don Juan Foitzick, cargado de años y de merecimiento, está hoy retirado de las actividades del campo. Tiene numerosa descendencia y sus propiedades las administra uno de sus hijos. Es considerado el patriarca de la región, título que comparte con don Rudesindo Vera Márquez, otro de los más esforzados pioneros de Aysén, ex Alcalde y actual regidor de la comuna. Antonio Mansilla Ruiz”.
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CARTA ENVIADA POR JOSÉ ANTOLIN SILVA ORMEÑO AL DIARIO 'LA ALIANZA LIBERAL' DE PUERTO MONTT, PUBLICADA EL 27 DE JULIO DE 1917. -NUEVA CONCESIÓN Y NUEVOS DESPOJOS EN PERSPECTIVA El remate de tierras con que ha sido agraciado don Carlos F. von Flach al sur del lago Buenos Aires i las cuales abarcan una gran estención de territorio en donde desde hace varios años nuestros compatriotas están acumulando grandes cantidades de animales para la futura colonización ganadera, ese decreto ha caído sobre la población como una descarga eléctrica. ¡Infamia!, ¿Nuestros gobernantes son locos, o están por...? ¡Qué ocurrencia! Dar en arrendamiento a un concesionario toda una extensión de tierras donde los chilenos repatriados, que los pueblan en número de 257 habitantes, tienen un capital de un millón i medio de pesos en ganados.
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¿Desalojarán toda esa población con sus animales para dejarles el campo al nuevo concesionario? Cuando la Sociedad de Aysen consiga su propósito de desalojar a los pobladores de Valle Simpson para reemplazarlos por sus ganados i maten de esa manera la colonización chilena que se ha hecho por sí sola en ese lugar, entonces i sólo entonces don Carlos F. von Flach desalojará a la población del Sur del Lago Buenos Aires, o tendrá que dar un buen golpe de sorpresa como lo hicieron los que en Mayo del año pasado desalojaron a la población del territorio de Río Baker. José A. Silva. Lago Blanco, Junio de 1917”.
COMENTARIO DEL DIARIO 'LA ALIANZA LIBERAL’ DE PUERTO MONTT, PUBLICADO EL 17 DE OCTUBRE DE 1917. -VALLE SIMPSON. A PROPOSITO DE UN REPORTAJE. “Revisando nuestros canjes de los últimos días, hemos encontrado en un diario de Valparaíso la reproducción de un reportaje de uno de Puerto Montt al Jerente de la Soc. Industrial de Aysen. El reportaje hecho en Puerto Montt por 'El Correo del Sur' no lo habíamos leído, que de haberlo leído, en el momento de su publicación, no habríamos dejado pasar sin observación la carcajada del señor Jerente al tratar de la navegación a Aysen, ni sus aseveraciones sobre el cobro de balseo en el río Mañihuales que son en sustancia los únicos puntos de que en el reportaje se trata. El Jerente de la Soc. I. del Aysen prorrumpió en carcajadas cuando el reportero le preguntó si la sociedad recibe subvención del Gobierno para hacer el servicio de navegación entre Puerto Montt i Río Aysen. "Nosotros, contestó riendo, no recibimos
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subvención ni cosa parecida, sino que pagamos por el establecimiento de una línea que no sólo beneficia a Aysen i a las poblaciones cercanas sino también...etc. ¿La Sociedad no recibe subvención ni cosa parecida? Pero el Jerente de la Aysen olvidó al hacer semejante afirmación que esa línea de navegación es una de las obligaciones que tiene con el Fisco la Sociedad que él representa en cambio de la concesión durante veinte o treinta años de millares de hectáreas de suelo. Si eso no es "cosa parecida" a subvención, máxime cuando otras obligaciones no se han cumplido en absoluto, como aquella de la colonización... En cuanto al balseo del río Mañihuales que es uno de los puntos censurados por este diario, en primer lugar hemos de rectificar al señor Jerente; nunca hemos dicho que se cobra 10 nacionales arjentinos a los viajeros que vienen al Pacífico i diez pesos chilenos a los que van hacia el interior; ni tampoco hemos dicho que no tenga derecho la Sociedad para cobrar ese servicio. Lo que hemos sostenido es que se impone a los viajeros un sacrificio injustificable al obligarles a ir a la Estancia de Coyhaique -10 o 12 leguas de camino- nada más que para proveerse del boleto de balseo; i en lo que al precio de ese servicio se refiere, hemos dicho que se cobra no los diez pesos de que habla el Jerente, sino tres nacionales de venida y tres pesos chilenos de vuelta. I al escribir esto, teníamos a la vista un boleto orijinal. Júzguese si es o no exorbitante tal precio por el servicio, que consiste en atravesar un río de 40 o 50 metros. No hemos negado su derecho de cobro: pero sí hemos negado que tenga derecho la Sociedad a obligar a los viajeros a que pasen por su balseadero prohibiéndoles vadear el río un poco más arriba, como pueden hacerlo. Por hoi basta. Hemos de volver a ocuparnos de estas cuestiones, cuando veamos la solución del asunto Valle Simpson favorable a los pobladores del Valle, que anuncia como próxima el señor Jerente de la Aysen en su reportaje.
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CARTA ENVIADA POR JOSÉ ANTOLIN SILVA ORMEÑO AL DIARIO 'LA ALIANZA LIBERAL' DE PUERTO MONTT, PUBLICADA LOS DÍAS 23, 24 Y 25 DE NOVIEMBRE DE 1917. “Valle Simpson. Fundación del pueblo de Balmaceda. Su fundador víctima de una infame calumnia. Miguel Segundo Collado un Judas de alma ¡ cuerpo. Antes de desarrollar el tema que me propongo, daré la ubicación de este nuevo pueblo Balmaceda; como más antes ya he dicho, su fundación data desde el año 1912. Pero sólo por fin después de una lucha tenaz el 1° de Enero pdo. vi realizado mis nobles esfuerzos, terminé su plano, inicié su mensura i entregué sitios. Este nuevo pueblo lo he fundado en recuerdo i memoria del gran ciudadano chileno, don José Manuel Balmaceda. Está situado en Valle Simpson (Patagonia chilena), a cinco kilómetros al Oeste de los límites con la República Arjentina i a más de siete kilómetros al Norte del grado 46 de latitud Sud. Como sabemos que en nuestro país existe muy poco espíritu de progreso sus ciudadanos son cuerpos muertos como asimismo lo son sus hombres de Gobierno. Para probar ésto sólo basta dar una ojeada a nuestros grandes mapas i con asombro veremos en ellos escrito con
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grandes letras "Inesplorado" ¿No es verdad que esto es una vergüenza para nuestro país? No para el país; ni tampoco para unos tres millones y medio de nuestros conciudadanos; sino para el porcentaje restante ¿Para quienes? para aquellos que gobiernan el país. Este pueblo está sobre el mismo Valle Simpson, en campo plano i abrigado, desde la Rep. Argentina se le divisa desde una distancia de doce leguas kilométricas, su panorama es grandioso como también será delicioso su futuro turismo; como recreo de las grandes metrópolis del Sur será ésta una verdadera delicia. Como ciudad que alcanzará grandes proporciones, me baso en lo siguiente: sabemos de que esta nueva Subdelegación es la más extensa del país, su jurisdicción alcanza cuatro mil leguas cuadradas, razón es ésta para que no en un tiempo muy lejano, sea ésta una nueva provincia austral, su situación jeográfica lo permite. A este pueblo Balmaceda le aseguro una importancia comercial i ganadera, su radio de acción será desde el Atlántico al Pacífico; que tomando una línea imajinaria de el Puerto Arjentino de Comodoro Rivadavia al puerto Chileno de Aysen, queda este pueblo casi en la misma línea, a 75 leguas de el puerto Arjentino i a 40 leguas del puerto chileno. Sabemos que en el puerto Arjentino existen los grandes yacimientos de petróleo i en su territorio grandes ganaderías, dos ferrocarriles han sido empezados con rumbo hacia la cordillera. Ahora sólo falta la actividad por parte de nuestro Gobierno chileno, para que habilite en forma su puerto Aysen en el Pacífico. Un futuro ferrocarril transandino, que partiendo desde el puerto arjentino al puerto chileno, pasaría la cordillera por el mismo pueblo Balmaceda a una altura máxima de 500 metros sobre el nivel del mar, cosa que no se consigue en ningún otro punto más al norte de la cordillera. Nuestro territorio que circunda a Pueblo Balmaceda no es menos rico que el territorio arjentino, es cierto de que en Comodoro Rivadavia está el inmenso petróleo, de donde se sacarán abundantes millones. Nuestra riqueza minera está todavía semi oculta a la vista perspicaz del capitalista chileno, pero en nuestra Subdelegación existen grandes yacimientos de oro, plata, antimonio, aguas minerales i enormes yacimientos de carbón (Sobre esta futura riqueza léase la profética circular que yo repartí en 1912 i después publicada en este Diario No 3312). La futura ganadería también en nuestro territorio alcanzará grandes proporciones, siempre que el Congreso decrete esta zona para la
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ganadería tal como ya lo hemos solicitado varias veces. Es cierto que hai impenetrables bosques que impiden el desarrollo del pasto i el pacer de los animales; necesario es pues que vengan a esta zona mucha jente trabajadora para limpiar sus bosques, quemar lo que no se puede hacer dinero i lo otro utilizarlo en construcciones locales como así mismo vender todo lo que se pueda; aquí en el pueblo Balmaceda vale una tabla un peso moneda arjentina, de madera mui inferior a la que nosotros conocemos con el nombre de "roble" o pellín. En el futuro vendrán grandes compras de maderas del territorio arjentino; pues hasta la fecha se han estado comprando las maderas en Punta Arenas, así que vista su proximidad de esta comarca, tendrán en lo sucesivo que comprarlas en el pueblo Balmaceda. Prohibir la exportación de lo que a nuestra rejión le sobra es una insensatez i un mal espíritu para la nación vecina, al mismo tiempo es interrumpir la actividad comercial de nuestro pueblo, ocasionando por cierto, un desagravio al brazo trabajador, fuente de todos los progresos humanos. Cobrar un impuesto sobre las maderas que se explotan, esto es lógico i razonable. Después de detallar en forma clara para la buena comprensión del lector, paso a considerar mis actuaciones en estas apartadas latitudes a raíz de un reportaje de ‘El Llanquihue’ hecho a Miguel 2° Collado...dicho reportaje no llevaba otro objeto que el de desprestijiarme con el fin de que yo desistiera de la fundación de este pueblo; sépase que no hai poder que me haga retroceder en mis propósitos, convencido estoi, sepa ‘El Llanquihue’ por mucho que le pese, este pueblo ya está fundado i por mucho más que le llegara a pesar este pueblo llegará a ser una gran ciudad. Disculpe ‘El Llanquihue’ si no lo ha hecho con el propósito de oponerse al crecimiento de este pueblo; sépase que los pueblos crecen como los árboles, cuando los árboles dejen de crecer también lo dejarán los pueblos. Pero repito i vuelvo a decir que no comprendo como ‘El Llanquihue’ no reporteó alguna persona honrada de los miles que bajan a Puerto Montt desde esta rejión sino que le tocó la fea plancha de reportear a Collado el cual en Puerto Montt se ha hecho pasar como si fuera un gran personaje; este no es nada más que un Zamorano de la Patagonia. El ha dicho que en Valle Simpson se están agotando los bosques. Miente Collado pues no hai ningún aserradero a máquina ni cosa que se parezca i en donde se agota un bosque han de quedar los troncos ¿En donde está ese agotamiento? En la imaginación satánica de Collado.
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Preguntó también ‘El Llanquihue’ sobre mi proyecto de fundación de este pueblo, el cual también Collado censuró, diciendo que yo levantaba un pueblo sin autorización i vendía sitios; yo no vendo sitios porque la tierra no es mía, sé que es fiscal i no lo puedo vender. Pero sí se puede ocupar para echar las bases de un pueblo, yo lo que cobro es por el trabajo de mensura en la ubicación de cada sitio, cobro 20 pesos Arjentinos a beneficio de la educación i fomento del mismo pueblo ¿No es verdad que mi trabajo lo mando yo? Pues bien, lucho por este pueblo desde el año 1912; he gastado mucho dinero i así no es justo de que yo siga gastando de mi propio bolsillo para escuelas i fomento, siendo que el beneficio lo recibirá el Gobierno como así mismo la población entera; sépase que en 1913 fundé un correo por mi propia cuenta desde la oficina de correo arjentina Ensanche Colonia Sarmiento a Valle Simpson, distante 40 leguas, con el solo objeto de poner en comunicación a esta zona incomunicada con el resto del país. En 1915 ayudé con la mitad del importe para la creación del correo chileno a Puerto Aysen i hasta la hora soi el que doi mayor subvención a ambos correos ¿Piensa todavía un pueblo sacrificar más a un ciudadano? ¿Por qué el señor Collado no ha hecho también eso? Es que el señor Collado no se ocupa de cosas que valgan la pena. Levanté los planos del pueblo i luego vinieron los gastos en estacas i útiles de mensura para la demarcación de los sitios. ¿Por qué Collado no ha hecho también esto? Por la sencilla razón de que no es capaz de de hacer cosas que valgan la pena. Dejo con la palabra a ‘El Llanquihue’ sobre este asunto, él puede levantar los cargos contra mi i confesar que he sido víctima de un reportaje por parte de Collado o bien puede seguir atacando al que suscribe, pero sepa que ataca sin ninguna razón a un ciudadano progresista i de labor. Valle Simpson i el tiempo serán mis mejores testigos. ‘La República’, principal órgano de publicidad del territorio del Chubut, República Arjentina, ha reconocido mis servicios haciendo grandes publicaciones. ¡Pero! Tristemente recordaré de que ‘El Llanquihue’, diario chileno, dé en mi contra sólo porque Collado le informó. De todas maneras pido siempre a ‘El Llanquihue’ que siga, ya sea en contra o en favor, pues deseo tener sus publicaciones para añadirlas a la historia de este pueblo. Llegado me es ahora el momento de atacar a Collado, no contento éste con el reportaje de ‘El Llanquihue’ i enfurecido por el ‘Remitido’ de don Carlos Plata, que se publicó el 27 de Julio pasado en’"El Correo del Sur’
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con el título de "Cuestiones de Valle Simpson, refutando una errada información". En este ‘Remitido’ no se le alcanza a poner tal cual Collado es. Su autor conocido en esta como hombre de trabajo, honrado y laborioso ciudadano sólo se ha limitado a desmentir las falsedades que él expresó al repórter de ‘El Llanquihue’. En contestación al remitido del señor Plata, Collado abre la boca como un dragón enfurecido i sin saber lo que dice vomita fuego como un volcán ¡Pues como no ha de vomitar fuego cuando le han desmoronado el castillo! Empieza diciendo que Plata le desmiente con el solo objeto de defender a un individuo que ha explotado i que sigue explotando al fisco i a la población Valle Simpson ¿No recuerda Collado de que yo hice dos viajes al Consulado de Chile en Chubut con el fin de dar principio a esta colonización? ¿No se recuerda Collado de que yo en 1918 fundé el correo desde el Ensanche Colonia Sarmiento a Río Huemules-Chile? ¿No sabe Collado de que por intermedio del mismo Consulado solicité a la Intendencia de Llanquihue permiso para instalar la primera casa de negocio en ésta? ¿No vio Collado el 1° de Enero de 1914 en este valle tremolar por primera vez la bandera tricolor izada por José A. Silva? ¿No se recuerda Collado que esto yo lo hacía con el fin de dejar fundada esta Colonia? ¡"Cucurucucú" que ya me voy acordando! ¿No recuerda Collado que me pidió empleo de dependiente en mi casa de negocio en Lago Blanco, Rep. Arjentina? ¿No recuerda Collado que yo le despedí por su pésimo comportamiento? ¿No recuerda Collado que me demandó cobrándome un mes más de sueldo por no haberle dado emplazamiento según acuerda el Código de Comercio Arjentino? ¿No se recuerda Collado que yo en el Juzgado Ensanche Colonia Sarmiento, ante el mismo Juez, le dije que lo había despedido por borracho, por sinvergüenza y estafador? ¿No recuerda Collado que en este juicio lo entretuve dos años hasta hacerlo vomitar todo el dinero que de mi casa sacó i cuando quiso cobrar los ciento cincuenta pesos que le asignó el Juez se encontró que ya estaban embargados por un acreedor suyo? ¿No recuerda Collado que en 1915 un señor Bernardo Muhol de Rawson le dio animales a medias que Ud. abusándose del poder vendió dichos animales llevándose el dinero, el cual le ha servido para hacer sus dos viajes a Puerto Montt i que en el último de estos viajes tuvo el honor de ser reporteado por ‘El Llanquihue’? ¿No recuerda señor Collado que sobre el pastaje también estafó al Fisco Arjentino vendiendo repentinamente los animales del
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señor Mulo i también se marchó sin pagar el debido pastaje? Por si no se acuerda yo le aviso que la suma es de sesenta y cinco pesos arjentinos, "sírvase jirarlos al cobrador fiscal de Rawson". Así dicen los diarios arjentinos en las listas de cobros de pastaje. No contento con esto Collado sigue con su blasfemia como el Dragón Bermejo del Apocalipsis; sigue diciendo de que Carlos Plata es mi brazo derecho y que siempre acudo a él cuando trato de hacer malos manejos; sigue agregando que yo tengo contrato con un estanciero argentino para entregarle maderas aserradas, postes, etc. ¿No sabe el mui falsario de Collado de que esos postes se sacan de territorio arjentino i que han sido cortados por Julio Garbeloty para el señor Palmiro Pedemonte i han sido cortados de una montaña que está al pie de la casa de don David Castillo a una buena distancia de nuestros límites? O se cree el señor Collado que nuestras fronteras están divididas por las aguas ¿No sabe Collado que Arjentina en esta parte propuso los límites por las cumbres más altas i que Chile los pidió sobre las divisiones de las aguas i entonces las dos naciones nombraron un arbitro i éste falló dando una división intermedia, no lo que pedía Chile ni lo que aspiraba la Arjentina? No contento con esto, Collado sigue siempre con sus infames mentiras. Agrega que el señor Adolfo Valdebenito, Juez de la 7a. Subdelegaron estuvo ausente desde Septiembre hasta Marzo. Miente el señor Collado, el señor Valdebenito estuvo ausente desde Diciembre hasta Abril. No ve señor Collado como Ud. sigue mintiendo. Vuelve otra vez Collado a empezar sobre el pueblo, sobre la venta de sitios, ya lo he dicho que yo no vendo sitios. Yo sólo levanté los planos del pueblo i mido los sitios i como este territorio está abandonado oficialmente i el pueblo necesita de todo, escuela y fomento, por eso resulta de que yo cobré por la ubicación los veinte pesos para hacer adelantos ¿No sabe el señor Collado de que yo tengo cómo responder por esto i por mucho más? Yo no soy pájaro sin domicilio legal para que se me desconfíe. Después empieza Collado hablar cosas más bien de locos que de hombre sensato, dice que Carlos Plata entera los meses ‘tumbeando’ de casa en casa ¿I Collado Ud. no se afeitó? Cuando Ud. es el tumbiador. A Plata siempre se le ha visto trabajar, pues el mismo confiesa que ha trabajado conmigo; pero no de peón como él dice. Carlos Plata trabajó por su cuenta en 1914 aserrando madera, las cuales yo compré para la construcción de mi casa en este Valle. Carlos Plata casi siempre trabaja en las esquilas pues en todas las
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estancias ganaderas que circundan a este pueblo él es reconocido como buen esquilador, él puede en cualquier momento exigir los certificados correspondientes ¿Cómo se atreve Collado decir semejantes disparates? Después dice que en 1914 se tramó un complot con el fin de azotar a los vecinos más caracterizados de Valle Simpson. El señor Collado ha equivocado la fecha, en ese año fue cuando yo le di las cuentas de mi casa de negocio que tengo en Lago Blanco, República Arjentina. El hecho a que él se refiere pasó en el año 1915; pero desmiento que esto fue un complot como dice Collado; esto hubiera llegado a ser una realidad si don David Orellana, antiguo poblador de esta zona i veterano del 79 no hubiera tomado las medidas correspondientes, con lo cual supo escaparse de esas manos criminales, los cuales después escaparon para territorio arjentino al tener noticias de que se acercaban nuestros famosos carabineros i, últimamente según noticias ya han sido detenidos por la policía arjentina. (Sobre este asunto yo pasé noticia a la Intendencia, como también lo publicó este mismo diario; otra nota a nuestro Consulado de Chile en Chubut i una última al señor Ministro del Interior de los cuales guardo en mi poder los comprobantes). Collado como fiel denunciante trata de culpar en esto a don Carlos Plata, cosa que de ninguna manera puede ser verdad, pues que don David Orellana jamás se ha presentado en contra de Plata a las autoridades de aquí ni tampoco ha pedido su aprehensión por los carabineros. ¡Advierto al público de que Collado jamás encontró competidor tratándose de calumnias i falsedades! Collado ya que se puso a mentir, como ésta es su profesión habitual, sigue siempre mintiendo i antes de terminar su remitido dice que quiere dejar constancia de que en mi casa es donde se han fraguado al calor de la bebida todos los hechos delictuosos que en estas apartadas rejiones se han perpetrado. ¡Ah que bruto Collado! No sabe este imbécil hombre, que ya hace mucho mis lectores se han convencido de mi conducta, pues tanto los diarios argentinos como los chilenos rejistran en sus columnas publicaciones en donde consta que yo siempre he sido el primer denunciante sobre cualquier crimen o abuso, pidiendo siempre garantías a los Gobiernos. ¿No sabe Collado que siendo corresponsal de 'La República' de Comodoro Rivadavia he seguido una larga campaña en contra de la Gobernación de Chubut por el desamparo en que se encuentra el territorio? Al mismo tiempo he sido el primer denunciante sobre los acaparamientos de tierras tanto en el territorio del Chubut como
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en el de Santa Cruz, i que creo he vencido, porque ahora todos los grandes diarios de Buenos Aires se ocupan de este asunto, i que el gran Presidente de la República Arjentina Exmo. señor Hipólito Irigoyen ha empezado a recuperar grandes porciones de tierras quitándoselas al gran acaparador para entregárselas al brazo trabajador. ¿I que me dice el señor Collado de mi actuación en esta parte de nuestro territorio chileno? ¿No sabe el señor Collado que en cuanto al despojo de este campo para entregárselo a la Sociedad Industrial del Aysen, yo siempre he contestado que jamás lo entregaremos? No recuerda Collado que para la manifestación celebrada en este pueblo el 10 de mayo pasado yo dije al público en mi discurso que este Valle es de nosotros los chilenos que lo hemos venido a poblar desde territorio arjentino i que no será jamás de la Aysen i que yo soy un ciudadano que pisotearé a cuantos Decretos Supremos vengan como el que autorizó a la Aysen para que ocupe nuestro Valle ¿No es verdad que así debe ser el ciudadano? Debe ser libre i conciente i no asustarse jamás por decretos supremos cuando estos vienen con el solo fin de sumir de cabeza a un pueblo como éste de reciente fundación ¿Nos quitarán estos campos señor Collado para entregárselos a la Aysen? ¿Sacarán señor Collado a este pueblo que yo he fundado i al cual Ud. combate? ¡No me parece! Entonces mejor que se calle la boca el falsario Collado. Pido a las altas autoridades de la Provincia, tanto al señor Intendente como así mismo al señor Juez Letrado para que de una vez procedan en contra del gran calumniador Miguel 2° Collado. No es posible que a la vista de tan altas autoridades se calumnie de manera tan descarada a un luchador incansable por el bien de la zona austral. Yo he sido sin duda alguna el hombre que más ha denunciado cualquier crimen o abuso tanto cometido aquí como en la República Arjentina; he dicho siempre la verdad, he tratado los hechos tales cuales son sin duda alguna que por estas denuncias no estaré mui bien con los criminales ni tampoco con el señor Collado i que por esto mismo trata de desacreditarme; pero a los ataques de Collado yo no les temo; mi conducta es limpia i no tengo cola de paja para que se me pueda prender; mientras que el tal Collado es una guitarra que por el lado que la toquen ha de sonar. También por mis continuos denuncios sobre acaparamientos de tierras de seguro que tampoco estoi bien visto por los terratenientes.
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Pero esto tampoco me desanima. Mi doctrina es "La tierra para quien la trabaja i cultiva". Esto es una lei natural ¿No es verdad? José A.Silva”.
INFORMACIONES SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS POBLADORES DE CHILE CHICO, PUBLICADAS POR EL DIARIO 'EL LLANQUIHUE' EN SU EDICIÓN DEL 9 DE MAYO DE 1918. -GRAVES DENUNCIOS “La Intendencia ayer ha recibido varios telegramas en los cuales se hacen graves denuncios sobre atropellos de que están siendo víctimas los pobladores de Valle Simpson al sur del Lago Buenos Aires, por fuerza armada de Carabineros. He aquí los telegramas:
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"Nueva Lubecka, 8 de Mayo de 1918. Señor Intendente. Continuamente llegan a esta subdelegación reclamos pobladores Lago Buenos Aires contra Teniente Carabineros Luis Miquel. Dicen éste intimida moradores con armas de fuego objeto despojarlos y entregar campos a Carlos von Flach. No acepta abonar mejoras pobladores. Dice tener instrucciones gobierno efectuar despojo aunque fuera sangre y fuego. Infrascrito suplica de US. instruya respecto comisión Miquel. Este dice no reconoce superiores. SANDALIO BORQUEZ". "Nueva Lubecka, 8 de Mayo de 1918. Pido US. garantías para la población costa sur del Lago Buenos Aires a la cual el Teniente Miquel quiere desalojar de sus lejítimas posiciones por la fuerza bruta. Conviene no dotar (?) la colonización en vista del salvaje atropello que comete la jente armada que secundan al teniente. Yo salgo en auxilio de la población que defiende sus intereses tomar severas medidas. JOSÉ. A SILVA. Fundador pueblo Balmaceda". "Nueva Lubecka, 8 de Mayo de 1918. Vista situación pobladores Lago Buenos Aires infrascrito luego sale viaje inspección peticiones habitantes esa rejión. Miquel se resguarda con particulares venidos de Arjentina objeto aumentar fuerzas carabineros y librar reñido combate. Suplico a Us. Ponga remedio actual situación moradores en espera resolución. SANDALIO BORQUEZ. Subdelegado". "SUCESOS DE VALLE SIMPSON. Anoche, a última hora, hemos sabido que algunos pobladores de Valle Simpson (se trata de pobladores Chile Chico) están dispuestos a rendir sus vidas antes de entregar sus terrenos a los carabineros que pretenden despojarlos. También se hablaba de que se habían recibido noticias de haber algunos muertos. Circulaban además rumores de que el Gobierno había ordenado el envío de 25 carabineros para coadyuvar a la acción del Teniente Sr. Miquel, los cuales serán conducidos por uno de los escampavías. A todas luces parece que la situación es grave".
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INFORMACIÓN SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS POBLADORES DEL LAGO BUENOS AIRES, PUBLICADA EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE' DE PUERTO MONTT EN SU EDICIÓN DEL 12 DE MAYO DE 1918.LOS SUCESOS DE VALLE SIMPSON MAS FUERZA DE CARABINEROS “Nuevas informaciones permiten anunciar que los colonos nacionales de Valle Simpson (se refiere a los pobladores de Chile Chico), están completamente resueltos a resistir el lanzamiento que pretenden llevar a
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cabo los carabineros, para entregar después los terrenos del sur del Lago Buenos Aires a don Carlos von Flack. Se asegura que en esa rejión se han concentrado alrededor de 500 chilenos para impedir este inaudito atropello y que todos están armados. La irritación ha subido de pronto, a causa de que el arrendatario de esas tierras señor von Flack, para coadyuvar a la acción de los carabineros, reclutó jente en territorio arjentino. El mismo concesionario está haciendo valer toda clase de influencias para realizar sus propósitos, y así se esplica que el Gobierno haya ordenado que por una de las escampavías se trasladen 32 carabineros más posiblemente mañana a Río Simpson, los cuales van al mando del Teniente Sr. Valdés. Acompañará a éstos el Injeniero don Luis Castillo, pues el Sr. Rivadeneira se ha negado a continuar haciendo entrega de las tierras arrendadas por el Sr. von Flack y aun de la Sociedad Industrial Aysen. Respecto a estos sucesos corren los más alarmantes rumores; pero creemos que ellos son muy exajerados. Eso sí que hay la convicción de que si el Gobierno insiste en los lanzamientos, se producirán lamentables hechos de sangre; lo cual sería más cuerdo evitar. El sentimiento público está indignado de este atropello inaudito, indigno de un país que se precia de civilizado. El envío de nuevos carabineros no hará otra cosa que hacer más difícil e irritante la situación de esos pobladores tan injustamente espoliados. ¿Cómo es posible que una familia pueda moverse con miles de animales lanares y vacunos? ¿Cómo es posible que no se le respete su trabajo sacrificado de tantos años? ¿A dónde van a ir esos pobladores que están beneficiando a su propio país? Las autoridades de esta localidad deben trasmitir el clamor de la prensa al Gobierno, a fin de impedir que se consume tanta iniquidad”.
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COMENTARIO SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS POBLADORES DEL SUR DEL LAGO BUENOS AIRES PUBLICADA EN EL DIARIO 'EL LLANQUIHUE' DE PUERTO MONTT, EN SU EDICIÓN DEL 19 DE MAYO DE 1918. “Creímos por un momento que el Gobierno había desistido de continuar adelante su empeño en lanzar de sus posesiones a los habitantes de Valle Simpson; pero estábamos equivocados. Fue simplemente una buena intención, pero luego se reaccionó en el sentido de aceptar las imposiciones de los grandes concesionarios de tierras fiscales que no quieren ceder en sus pretensiones. Es realmente vergonzoso e indigno lo que con este asunto el país está presenciando y lo que todavía tendrá que presenciar. En efecto, el viernes llegaron de Santiago a esta ciudad 15 carabineros al mando del Teniente Valdés. Esos soldados se unirán a 17 más del
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escuadrón 'Puerto Montt' e irán a Valle Simpson a coadyuvar a los lanzamientos de esos colonos nacionales y poseedores de tierras que viven allí más de 10 años. Allá en Río Aysen hay otros tantos carabineros; y parece cosa cierta que estos tienen severas instrucciones para proceder violentamente si fuese necesario. ¿Se trata de una verdadera carnicería? No queremos creer que llegue a tanto la inhumanidad del Gobierno, porque es preciso tomar muy en cuenta que esos pobladores se resistirán a ser lanzados, en resguardo de sus lejítimos intereses y del bienestar y porvenir de sus familias. La fuerza de carabineros, compuesta por 32 hombres, será conducida a Río Aysen por la escampavía 'Huemul'. Va además el Injeniero don Luis Castillo quien a medida que se vayan lanzando a los pobladores del Sur del Lago Buenos Aires, irán haciendo entrega a don Carlos von Falck de las tierras que se vayan desocupando. Esto es inaudito, indigno y criminal. También ha llegado hasta nosotros el rumor de que todos los habitantes de Valle Simpson y Lago Buenos Aires se van a poner bajo la protección del Gobierno Arjentino, lo cual traería una situación internacional que podría tener gravísimas consecuencias en los momentos actuales. Quedamos pues, en una situación bien triste al contemplar que en nuestro país no tengamos ninguna garantía, ya que ni siquiera los flamantes representantes del pueblo hacer oir su voz en el Congreso en defensa de los lejítimos derechos de los pobladores de esas apartadas rejiones, a quienes se les quitará los medios de vida, cuando no la vida misma. Hasta la fecha el Gobierno ha guardado un profundo silencio sobre su estraña actitud en este asunto, ni siquiera se justifica ante el país ni da ninguna explicación. Presenciamos, pues, con pena e indignación como se atropella a nuestros compatriotas. Valiente Gobierno aliancista que inicia su administración en forma tan desgraciada, atropellando a los hijos de Chile”.
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CRÓNICA SOBRE LOS SUCESOS DE CHILE CHICO PUBLICADA EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT, EN SU EDICIÓN DEL 15 DE AGOSTO DE 1918. -INFORMACIONES INTERESANTES. “Ayer a las 3 P.M. llegó a este puerto la Escampavía 'Yelcho' procedente de Río Aysen, trayendo a su bordo siete de los carabineros que intervinieron en los desgraciados sucesos del Lago Buenos Aires. Al cuidado de ellos venía el Teniente del Escuadrón de Carabineros Temuco" Sr. Von Fürstenberg. Los carabineros llegados pertenecen cinco al Escuadrón 'Osorno' y dos al de Puerto Montt. Nunguno de estos trae armas, bandoleras ni municiones, a excepción de uno de ellos, Manuel Inostroza, que pudo ocultar su bandolera y 60 tiros a bala.
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Todos fueron desarmados por los colonos del Lago Buenos Aires y sus inmediaciones. Los soldados presentan un aspecto estenuado, están flacos y revelan las penurias que han debido pasar. Se llaman Manuel Inostroza, Miguel Delaporte, Marcelino Pichicura, Pedro Oliarte y Clodomiro Contreras del Escuadrón 'Osorno' y José M. Soto y Horacio Pinto del de Puerto Montt. Extraoficialmente hemos podido obtener algunos datos que nos apresuramos a dar a nuestros lectores. Como se sabe el Teniente Valdés partió a Río Aysen , a fin de coadyuvar a la obra de los carabineros que ya se encontraban en el rejión del Lago Buenos Aires a desalojar a los colonos. En efecto, ya en esa rejión el expresado Teniente, el día dos de julio envió un destacamento de cuatro hombres al mando del aspirante a oficial, don Ernesto Riquelme a rodear animales y arrearlos hacia territorio arjentino. La comisión comenzó su tarea, pero ya llegada la noche hubo de alojarse en una casa deshabitada que había en esas inmediaciones. Hacía un par de horas que se encontraban los carabineros allí, cuando de improviso una partida de 50 hombres rodeó la casa, intimando rendición al mismo tiempo que hacían una descarga con armas de fuego, matando al centinela e hiriendo gravemente al aspirante don Ernesto Riquelme en el brazo izquierdo. Los carabineros hubieron de rendirse, y entregar sus armas, municiones y equipo a los colonos. Mientras tanto el Teniente Valdés ignoraba lo ocurrido, y al día siguiente enviaba una nueva comisión, con igual orden que la anterior, la cual fue al mando del cabo Silva. Esta corrió igual suerte que la anterior, cayó en manos de los colonos, fue desarmada y también tomados prisioneros los hombres que la componían. En este acto parece que los carabineros se resistieron, a causa de lo cual habrían muerto dos más. La demora de las comisiones y el no recibir noticias de ellas, alarmaron al Teniente Valdés, y entonces envió, o sea el día 6 de Julio, al soldado Manuel Inostroza a investigar lo ocurrido. Inostroza partió seguido de un paisano. Pero apenas habría andado unas tres o cuatro leguas fuera del campamento, cuando se vio rodeado de unos cuarenta individuos que le intimaron rendición. No pudo resistirse y se entregó prisionero. Alcanzó si a ocultar 60 tiros a bala que llevaba y su bandolera. Los colonos condujeron a sus prisioneros a la casa de un Sr. Burgos o a un lugar inmediato a Portezuelos, manteniéndolos en su poder durante ocho días, después fueron conducidos nuevamente a Portezuelos, donde púsoseles n libertad, dándoseles la dirección de la Estancia Collaique de la Sociedad Ganadera Aysen.
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Los soldados que han llegado ignoran el paradero de sus demás compañeros, incluso el del Teniente Valdés y del Injeniero Lemus. Pero creen que esté prisioneros en una estancia de un señor Larrañaga. Quedaron también prisioneros el aspirante Riquelme y el cabo Silva, quienes se cree, han sido llevados a territorio arjentino. Los carabineros que en estos desgraciados sucesos fallecieron, se llaman José Cheuquemán, Luis Riveros y José Parra, todos del Escuadrón 'Puerto Montt'. Tales son los datos que pudimos obtener ayer a última hora y esperamos conseguir algunos otros para satisfacer la curiosidad de nuestros lectores para la edición del próximo número”.
CRÓNICA SOBRE LOS SUCESOS DE CHILE CHICO PUBLICADA EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE' DE PUERTO MONTT EN SU EDICIÓN DEL 17 DE AGOSTO DE 1918. “El jueves, por la tarde tuvimos oportunidad de hablar estensamente sobre los sucesos del Lago Buenos Aires con el mozo que llevó el Injeniero don Carlos Lemus a ese lugar, llamado Belarmino Flores. Este es un joven lleno de salud, vida y se hace simpático desde el primero momento. Le saludamos y nos contesta amablemente. -¿Podría hacernos una relación de los sucesos que ocurrieron en el Lago Buenos Aires? -No tengo inconveniente alguno, nos responde. Y con estilo sencillo, en el cual se revela la sinceridad injénita de los hombres de nuestro pueblo comienza su relación. El día 25 de Mayo, comienza nuestro interlocutor, partimos de Puerto Montt en la escampavía 'Yelcho' con destino a Río Aysen a donde llegamos después de dos días de viaje. Desde Aysen, el Teniente don Armando Valdés que iba con treinta carabineros, el Sr. Injeniero don Carlos Lemus y yo, nos dirijimos a la Estancia Asunción que se encuentra en territorio arjentino y en donde se había establecido el cuartel de los carabineros chilenos. Después de 16 días de penoso viaje por caminos
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casi intransitables y con un tiempo terriblemente malo, llegamos a dicho lugar, donde se encontraba el Teniente don Leopoldo Miquel y el sr. Von Flack. Una vez allí el Teniente Valdés entregó al Teniente Miquel la tropa que había llegado. El Injeniero Sr. Lemus después de imponerse de la situación y del trabajo que debía desempeñar, resolvió partir solo, acompañado conmigo, a la rejión del Lago Buenos Aires, para levantar planos, tasar las mejoras de los terrenos de los colonos, etc. Los señores Miquel y von Flack aceptaron este temperamento; pero sí establecieron un plazo de 10 días para que el Sr. Lemus cumpliera su comisión; y si pasado este plazo el injeniero no hubiese regresado, entonces los carabineros podrían entrar a territorio chileno para buscarlo. Así quedó convenido. En efecto, al segundo día de nuestra llegada a Estancia Asunción partimos con el Injeniero al territorio chileno de la rejión del Lago Buenos Aires, llegando hasta la casa de don Manuel Jara, donde fuimos atendidos con todo cariño y esmero. De allí seguimos a la casa de don Pedro Burgos. Aquí nos encontrábamos cuando llegaron una treintena de colonos a conocer y visitar al Injeniero señor Lemus y a ofrecerle su concurso y ayuda en sus trabajos. Donde el Sr. Burgos se nos hizo objeto de iguales atenciones que nos hiciera Jara. Salimos de la casa del Sr. Burgos y pasamos a las de don Cantalicio Jara y Santiago Fica, este es un honrado ciudadano arjentino, hasta llegar a la propiedad de don Juan Avilés. -¿Igual cariño, le preguntamos nosotros, le hacían en todas partes? -Si. Se nos proporcionaba toda clase de comodidades; puede decirse que nos daban verdaderos banquetes. Como decía, llegamos hasta donde don Juan Aviles, Desde este punto debíamos trasladarnos a un lugar denominado Ceballos; pero se nos manifestó que esperáramos una lanchita a gasolina para ir por el Lago, pues por tierra el trayecto era sumamente peligroso. En efecto para ir por tierra a Ceballos hay que tomar por un camino que tiene un paso denominado ‘Llave del cielo’ no más ancho que 50 a 60 centímetros; que se estiende alrededor de un enorme cerro cortado a pique y al borde de un precipicio que tendrá por lo menos 2.500 metros de profundidad. Sin embargo por allí viajan a caballo numerosos pasajeros, con una sangre fría admirable. -¡Se necesita valor!, exclamamos. -Así es verdad. Como digo, nos preparábamos para trasladarnos a Ceballos, cuando como a las 11 de la noche llegó un chasque a todo galope de caballo, a decir al injeniero que los carabineros habían
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penetrado a territorio chileno, al mando del Teniente Miquel y acompañados del Teniente Valdés y de von Flack; que se encontraban en el lugar denominado Chile Chico y que habían llegado a la casa de don Manuel Jara, habían desalojado a su familia, arrojando sus muebles y enseres afuera y aprehendiendo al propio Sr. Jara. El Sr. Lemus ante tan noticia quedó estupefacto, más aún porque apenas hacía cinco días que llevaba de trabajo, y aún no habían transcurrido los diez días de plazo que se había fijado para dar fin a su comisión y volver a la Estancia Asunción. El hecho era inaudito, pero desgraciadamente cierto. Este atropello fue conocido inmediatamente por las treinta personas que nos acompañaban, quienes se apresuraron en ponerlo en conocimiento de los pobladores del Lago Buenos Aires y sus alrededores. En vista de la gravedad de la noticia, el Injeniero regresó al día siguiente en mi compañía, a Chile Chico donde corroboramos la efectividad del hecho. Una vez allí el Sr. Miquel quiso obligar al Ingeniero Sr. Lemus que le entregara los planos y tasaciones que había hecho; pero como éste se negara, entonces el oficial de carabineros montó en cólera, provocando un altercado que por suerte no pasó adelante gracias a la intervención de los señores Valdés y von Flack. Llegó hasta el estremo de haber el Sr. Miquel puesto centinela de vista al Sr. Lemus y a mi, mientras decía: "Uds. están de acuerdo con los bandoleros de Chile que me quieren matar". El resto de la noche lo pasamos tranquilos. Así las cosas, al día siguiente muy de madrugada, el Teniente Sr. Miquel ordenó subir a todo el mundo a caballo para ir a lanzar y despojar a los pobladores del Lago Buenos Aires. El sr. Lemus se resistió a esa orden, manifestando que esa no era su misión, pero se le obligó a seguir a la tropa y no hubo más remedio que hacerlo. Al hacer esta narración Belarmino Flores se enardecía, pasaban por su ojos relámpagos de indignación. Se detuvo un momento como recordando los hechos y luego sigue. -El primer día de marcha llegamos hasta una casa de unos españoles cuyos nombres ignoro, pues estos no se encontraban allí. Entonces los carabineros penetraron a la casa, se llevaron todo lo utilizable o transportable, principalmente víveres, y pegaron fuego al edificio. A las 3 de la tarde del mismo día alcanzaron hasta la propiedad de don Alfredo Foitzek, este no se encontraba allí; y los carabineros comenzaron a preguntarle a su esposa dónde se encontraba su marido. Como ella no les contestara satisfactoriamente, le dieron algunos bofetones. Y allí
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también, después de echar afuera a la pobre mujer con su familia y sus muebles, también incendiaron la casa. Al día subsiguiente fuimos hasta la casa en que habitaba don Segundo Quezada. Este tampoco se encontraba en ella; pero sí la señora que hacía seis días había dado a luz un niñito. Aquí, Sr. dice con ira nuestro informante, se cometió un acto de salvajismo que en mi vida había visto.-¿Cómo fue eso? Sea franco díganos todo, insistimos nosotros. -Vea, señor, el Teniente Miquel le preguntó a la esposa de Quezada donde estaba su marido, a lo que ella contestó que lo ignoraba. Entonces el Teniente para obligarla a declarar ordenó al Cabo 2° de Carabineros José Nami que le quitara la guagüita para obligar a la pobre mujer a declarar. El cabo cumplió la orden. Mientras tanto, señor, dice Flores con voz conmovida, cinco hijitas, siendo la mayor una niñita de 10 años a lo sumo, rodeaban llorando amargamente a la señora diciendo "no maten a mi mamá". La escena era terrible. Entonces el Teniente Valdés, tomó a los cinco niñitos, los llevó a la cocina y los consoló diciéndoles que nada le pasaría a su mamá, que todo era una broma. -¿Pero es posible todo esto?, esclamamos nosotros. -Se lo juro, señor. Ah! señor, si esa guagüita vive después de lo pasado será un milagro. Aquí también como en los casos anteriores se echó a la familia fuera y se incendió y destruyó la casa. Y así en esta forma los carabineros incendiaron tres casas más. Mientras tanto el injeniero don Carlos Lemus, don Manuel Jara y yo debíamos presenciar todas estas barbaridades, obligados a marchar con los carabineros quienes nos trataban como verdaderos prisioneros. Terminada esta incursión destructora nos dirijimos hacia la casa de don Pedro Burgos que desalojamos sin destruirla, pues se nos dijo que se la reservaba para un destacamento o un puesto ovejero. De allí seguimos a la casa de don Cantalicio Jara, donde nos establecimos definitivamente. ¿Qué pasó después? -Desde ese momento comienzan las peripecias del teniente Miquel y von Flack. En la casa de Jara la tropa se atrincheró perfectamente, temiendo y con justa razón de que de repente fuera víctima de un ataque por parte de los pobladores de Lago Buenos Aires y demás jente que había hecho causa común con ellos. Ya perfectamente establecidos, el Teniente Miquel comenzó a mandar parejas de carabineros a rodear toda clase de ganado a fin de enviarlo a
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la Estancia Asunción para ser entregado a von Flack. Pero ocurría que las parejas de carabineros salían, pero no regresaban más. En seguida mandó al aspirante Ernesto Riquelme a desalojar la casa de Santiago Fica. Esto ocurría el día 2 de julio. Riquelme llevó para esta comisión, cuatro soldados, y al efecto el mismo día cumplía con su cometido; pero como era difícil volver a su campamento por lo avanzado de la hora, resolvió alojarse en la misma casa. Ya entrada la noche, esos cinco carabineros fueron atacados repentinamente a balazos por unos 50 o 60 colonos, en forma tan violenta que dieron muerte a 4 carabineros e hirieron de gravedad en el brazo izquierdo al aspirante Riquelme. Hasta ese momento el Teniente Miquel llevaba perdidos 13 carabineros entre los cuales se encontraban 4 muertos, 1 herido y los demás prisioneros. La situación se agravaba por momentos, en vista de lo cual el Teniente Miquel mandó al carabinero Inostroza en compañía del mozo del von Flack, de apellido Contreras, pero estos cayeron también en poder de los colonos del Lago Buenos Aires. Sin embargo, el Jefe de éstos, D. José Silva, envió como parlamentario ante el Teniente de Carabineros al mismo soldado Inostroza, pidiéndole por medio de una carta que se retire o se rinda, a fin de evitar derramamientos de sangre. Pero Miquel contestó que se le entregara primero a los carabineros prisioneros, ya sean armados o desarmados; en caso contrario, les manifestó que fusilaría a Manuel Jara en cuyo poder estaba prisionero. En esta forma los colonos se impusieron de la imposibilidad de llevar por buen camino todo arreglo. Mientras tanto la situación de Miquel, Valdés, Flack, Lemus y demás personal se iba haciendo cada vez más difícil, pues comenzaba a hacerse sentir la escasez de recursos, sobre todo por la falta de alimentos. A este propósito, nos dice Flores, me ocurrió el siguiente percance: un día en que ya no nos quedaba carne me arriesgué a salir de nuestra casa, donde estábamos atrincherados, y me dirijí a caballo a enlazar una vaca que se hallaba en un piño de animales a una distancia de cuatro cuadras más o menos. Regresé con la vaca y ya la tenía en el palenque, lista para matarla, cuando de improviso sentí una descarga cerrada y una lluvia de balas cayó a mi alrededor felizmente sin herirme, pero sí a la vaca que huyó aguijoneada por el dolor. Es inútil decirle si yo arrancaría lijero. Me escapé, pues, milagrosamente. El hambre apuraba y entonces le manifesté a mi jefe, Sr. Lemus que yo me iba a entregar a los paisanos, pero él me rogó que no lo abandonara y que siguiéramos comúnmente la suerte que nos corriera.
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Conocí que iba a cometer una ingratitud y desistí de abandonarlo; pero concebí la idea de convencer al Sr. Lemus de que nos debíamos entregar a los colonos, y así lo hicimos. Entonces tomé una sábana blanca, la enarbolé en una caña (coligüe) y saliendo a un campo abierto nos dirijimos hacia donde estaban los sitiadores, los cuales al vernos también enarbolaron bandera blanca y nos recibieron cariñosamente. Allí se nos dio buen alimento y se nos prestaron toda clase de comodidades. El Jefe de los colonos don José Silva me llamó al día siguiente y me envió de parlamentario donde el Teniente Miquel a preguntarle su última resolución. Este oficial sostuvo que siempre se mantendría allí. Regresé a dar cuenta de mi comisión. El Sr. Silva no creyó aun prudente proceder; pero insistió que yo debía volver a hablar con Miquel. Así lo hice al subsiguiente día. Cuando llegué a su trinchera, antes de hablar con el Teniente conversé con los carabineros a quienes conté la buena vida que pasaban sus compañeros que habían caído en poder de los colonos. Esta noticia los sublevó y de repente tomaron sus carabinas y fueron a tirarlas a los pies del Teniente Miquel, diciéndoles que ellos no habían venido para sufrir tales calamidades y que se iban con los colonos. Miquel y von Flack estaban perdidos; y rogaban, con lágrimas en los ojos, a los soldados que no los abandonaran. Fue necesario que el Sarjento Rosales aconsejara a la tropa de mantener la disciplinan y cumplir hasta el último momento con su deber. Los carabineros reaccionaron y desistieron de su intento. Entonces Miquel me dio la respuesta de siempre, que no se retiraba ni se rendía. En vista de esta contestación los colonos resolvieron emprender el ataque al día siguiente, comenzando desde el momento a prepararse. Llegó la noche. Cerca de las 11 P.M. el teniente Miquel poniéndole el revólver al pecho al prisionero Manuel Jara, le dijo: "Es necesario que nos enseñes algún camino oculto para poder huir ahora mismo de aquí; tú conoces bien todo esto, de lo contrario te matamos". Jara accedió, y de esta manera emprendieron la huida, marchando a pie, debiendo atravesar 6 brazos de río a nado, sin llevar nada más que sus carabinas los soldados, dejando todo su equipo, caballos y atalajes abandonados en su trinchera. Para poder escapar de sus enemigos los carabineros, incluso von Flack, debieron caminar 18 leguas hasta llegar a la Estancia Asunción que se encuentra en territorio arjentino. Agrega nuestro informante que él se vino con los carabineros; pero que se separó de su patrón don Carlos Lemus en Chile Chico el 19 de julio último. Este habría pasado a la Arjentina en compañía de 10 colonos
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caracterizados que deseaban ir a Santiago a presentar sus reclamaciones ante el Gobierno de nuestro país. El aspirante Riquelme fue llevado a Comodoro Rivadavia para curarlo de sus heridas, pero su estado era sumamente grave. Respecto al tratamiento que se dio a los prisioneros, ya estos mismos lo han declarado: fue excelente. ¡Como que hasta pesos nacionales les dieron los colonos para que sufraguen sus gastos! Tal es, pues, la relación descarnada que de esos desgraciados sucesos nos hizo un hombre que los presenció y tomó parte en ellos. Tal vez se nos habrán escapado algunos detalles, y otros hemos omitido voluntariamente para no hacer tan espeluznante la relación, porque en realidad se han cometido actos que indignan y sublevan la sangre. ¡Y así decimos que estamos en un país civilizado!”
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INFORMACIÓN SOBRE DESALOJO DE POBLADORES DEL BAKER, PUBLICADA POR EL DIARIO 'EL CORREO DEL SUR' EN SU EDICIÓN DEL 24 DE JUNIO DE 1922. -SE OPERA LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES-CINCUENTA MIL HECTÁREAS CONVERTIDAS EN DOSCIENTAS MIL-LOS POBLADORES EMPIEZAN A SER DESALOJADOS POR LA COMPAÑÍA CONCESIONARIA DE TIERRAS HOBBS. “Una vez más debemos ocuparnos de los innumerables abusos que firmas concesionarias continúan perpetrando en estas vastas cuanto apartadas tierras australes. No ha mucho habíamos de referirnos desde estas mismas columnas a ciertas irregularidades cometidas en Aysén que constituyen toda una burla a las disposiciones legales y un verdadero escarnio. Hoy queremos dar a conocer una detentación de terrenos en Río Baker. Existe allí una Sociedad Concesionaria, la Hobbs y Cia., que según lo dispuesto en las respectivas escrituras puede hacer uso de sólo cincuenta mil hectáreas de terreno, pero que, sin embargo, estimulada acaso por el ejemplo de otras firmas concesionarias y la difícil -por no decir imposible- acción gubernativa en esas rejiones ha ido poco a poco estendiendo su acción usurpadora a no menos de doscientas mil, apoyada en muchas ocasiones por la fuerza policial de Magallanes. Lo mas curioso de todo es que mientras dicha compañía ha hecho de los terrenos que legalmente puede ocupar una estancia y construido en ella algunas casas ha llevado el resto de sus animales a los que la circundan cercenando en esta forma los intereses y los derechos adquiridos por antiguos pobladores. Y lo peor de todo es que no contenta con invadir los terrenos mencionados está procediendo a desalojar a esos pobladores. ¿Con qué derecho? Con el único que le da su carácter de firma poderosa. ¿Bajo qué protección? La de -¡triste es decirlo !- aquellos que representan ahí al gobierno y que lejos de velar primero por los intereses fiscales que son los de toda la república y de respetar títulos honradamente adquiridos mediante un trabajo igualmente honrado y tesonero, después, se han prestado gustosos a espoliar a quienes representan en Río Baker el esfuerzo y la honradez y han ido a establecerse al amparo de las leyes confiados en que no habrían de vulnerarse los derechos que esas mismas leyes les confieren. De modo que la fuerza pública está sirviendo en Río Baker las ambiciones pantagrüelescas de una compañía que en vez del progreso ha llevado a esas rejiones odiosidades y persecuciones, siendo que -como era
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su deber, su obligación- debió ponerse al lado de los débiles, si no por espíritu de estricta justicia, de verdadera equidad. El gobierno debe tomar nota de estas continuas incursiones tinterillezcas en los terrenos fiscales para colocar las cosas en su lugar".
EDITORIAL DEL DIARIO 'EL LLANQUIHUE' DE PUERTO MONTT, SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS POBLADORES DE RIO BAKER, PUBLICADA EN SU EDICIÓN DEL 27 DE JUNIO DE 1922. -LOS ABUSOS DE RIO BAKER.
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Nuestro colega ‘El Correo del Sur’ en su edición de fecha 24 del corriente, denuncia graves abusos que se cometen por los sres. Hobbs y Cia. En su carácter de actuales tenedores de la concesión Vicuña, en Río Baker. Nuestro diario siguiendo su antigua norma de conducta, ha investigado estos denuncios minuciosamente y al efecto, hemos podido obtener importantes datos de dos comerciantes conocedores de esa apartada rejión, con quienes conversamos largo rato. Oír a personas que conocen y en cuyas palabras se nota la más espontánea sinceridad, es algo que conmueve. El solo pensar que esos esforzados colonos después de grandes sacrificios hechos, con el laudable fin de formarse un regular porvenir, se vean obligados de abandonar las tierras que lejítimamente les corresponde, es algo incomprensible en esta época de evoluciones sociales. Sin embargo con la ayuda incondicional de la fuerza armada de Magallanes los señores Hobbs y Cia. cometen al amparo silencioso de las leyes toda clase de incorrecciones. La población particular de Río Baker asciende a 40 pobladores más o menos de los cuales las 3/4 partes son chilenos. Ocupan más o menos 100.000 hectáreas de terreno en las cuales pastorean aproximadamente 15.000 vacunos, 6.000 yegüerizos y 5.000 ovejunos, animales que reducidamente pueden sostenerse debido a la inclemencia del tiempo en otoño e invierno. La compañía ocupa en el corazón del campo más o menos 30.000 hectáreas, en las cuales tiene instalada su administración y oficinas y sirven para el sostenimiento de 10.000 ovejunos. Además ocupa 150.000 hectáreas aproximadamente en las cuales apenas hay 1.500 vacunos y 400 yegüerizos; sin embargo día a día estrechan la población, habiendo efectuado hasta la fecha 4 lanzamientos recaídos en pobladores que tenían más de 3 años de posesión tranquila y no interrumpida. Estos datos, que consideramos fidedignos, dan una muestra palpable de la atrabilaria conducta, que amparados por la fuerza armada de Magallanes, observan los Sres. Hobbs y Cia. Es de esperar que el S. Gobierno tome cartas en el asunto y coloque las cosas en el terreno que corresponde”.
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COMENTARIO SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS POBLADORES DE VALLE SIMPSON, PUBLICADO EN EL DIARIO 'EL LLANQUIHUE' DE PUERTO MONTT, EN SU EDICIÓN DEL 17 DE DICIEMBRE DE 1922. -MOTIVOS POR QUE LOS POBLADORES Y COMERCIANTES DE VALLE SIMPSON COMPRAN Y VENDEN EN LA REPÚBLICA ARJENTINA.
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Vamos a dar algunas razones para que el público se imponga por qué los pobladores y comerciantes de Valle Simpson, Lago Buenos Aires y lados adyacentes, son hoy tributarios de la República Arjentina. Son varias las causas que producen esta situación las que no sería difícil evitar si se contara con la ayuda de los poderes públicos. 1° El camino entre Balmaceda y Pto. Aysen tiene una estensión de 190 kilómetros más o menos, el cual ha sido hecho en sus dos terceras partes por la Sociedad Industrial del Aysen, compañía que hoy día cuida de la conservación de 80 kilómetros corriendo el resto por cuenta de la población. En invierno este camino es casi intransitable para carretas, pudiéndose apenas hacer el recorrido a caballo y con no pocas dificultades. 2° En Pto. Montt no existe un mercado para los productos de esa zona. Aquí se paga ahora $ 2.50 el kilo de lana, en circunstancias que en Comodoro Rivadavia están pagando $ 1.80 moneda arjentina cuyo valor reducido a pesos chilenos asciende a $ 5.40. Los cueros vacunos, para que compensaran su traída, había que traerlos secos, forma en que aquí no tienen aceptación. Animales no es fácil sacar por Pto. Aysen porque no hay terrenos para pastoreos mientras llega el vapor que ha de traerlos; y todos saben que son estos los principales productos de esa rejión. 3° El mal estado de los caminos impide que se puedan llevar por ahora abarrotes y artículos alimenticios del país, pues se han visto casos en que además de perderse carretas con bueyes, mercaderías y todo lo que llevan, se moja todo lo que se conduce en las pasadas de los ríos, siendo fácil calcular la forma deplorable en que deben llegar hasta Pueblo Balmaceda artículos como azúcar, yerba, harina, tabacos, cigarrillos, etc. 4° Los fletes de carretas son más baratos a Comodoro Rivadavia que dista 100 leguas de Pueblo Balmaceda que a Pto. Aysen, que dista 40 leguas del pueblo indicado. 5° La carencia de medios de movilización; pues no existen empresas movilizadoras de importancia. Si todas las carretas y bueyes que existen en Valle Simpson, en la temporada de cuatro meses, máximun que puede destinarse al trabajo durante el año, no alcanzarían a movilizar ni la mitad de los productos y mercaderías que vende y compra esa rejión. Estos son los puntos principales que pueden citarse, existiendo muchos otros de menor importancia muy dignos de ser tomados en cuenta. El ex Subdelegado de Río Simpson, don Sandalio 2° Bórquez, pasó a la Intendencia una estensa nota en la cual aducía diferentes razones relativas a la solución de este problema; pero parece que sus atinadas
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observaciones cayeron en el vacío, como pasa siempre con las cosas de interés jeneral. Pedía en esa nota el señor Bórquez, la implantación de las mismas medidas que se aplicaron en el Territorio de Magallanes en un principio, medidas que contribuyeron eficazmente al desarrollo enorme que en la actualidad tiene la rejión magallánica. Entre esas medidas, una de las principales consistió en la liberación de derechos de Aduana. Sobre este punto tienen la palabra las autoridades respectivas, quienes deben informar al gobierno, para que se defina de una vez por todas la verdadera situación de la Patagonia Chilena, extensa zona que por las riquezas que encierra, es digna de ser incorporada al concierto de las actividades nacionales”.
CARTA DE ADOLFO VALDEBENITO SOBRE LA INTENCIÓN DE DESALOJAR A LOS OCUPANTES DEL BAKER; PUBLICADA EN EL DIARIO 'EL LLANQUIHUE' DE PUERTO MONTT, EN SU EDICIÓN DEL 5 DE JULIO DE 1923. "Prosigo con la entereza que debo tener en la campaña que he iniciado con las pretensiones de la Compañía Lago Posada y Guío, que desea despojar a los ocupantes de Río Backer, a quienes se les está espoliando en la forma que en mi artículo de ayer he detallado. Los documentos que mas abajo inserto se comentan por sí mismos: uno de ellos es un contrato capcioso y habilosamente presentado para sorprender la buena fe de los ocupantes; el otro, ¡ah! el otro es una orden que no ha salido firmada por
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autoridad competente, y aún es un atentado contra la soberanía nacional, desde luego que la Compañía que tales pretensiones tiene es Argentina y su Jerencia está en la República Argentina. ¿Cómo entonces se puede pretender lanzar de sus tierras a ocupantes chilenos por elementos estranjeros sin previa orden judicial, cuando aún no se ha litigado esa concesión? ¿Cómo puede abarcar la Compañía 700 mil hectáreas, cuando según contrato que tengo a la vista sólo se trata de 55 mil hectáreas?¿Por qué en los documentos que se copian más abajo no se fijan los límites de esa concesión? ¿Qué autoridad ha intervenido en la entrega de esas tierras, cuándo, cómo y en qué forma? ¿Se ha sorprendido al Fisco? ¿Es un simple negociado como todos los demás? Reflexiones son estas que deben llamar la atención de las autoridades, del Gobierno y de cuantos se interesan por el desarrollo de nuestra poderosa industria ganadera, sobre la cual descansará en un tiempo no muy lejano la situación económica del país entero, pues hay que convenir que la rejión sureña, especialmente la 7a. Subdelegación, Río Baker y el estenso Territorio de Magallanes, serán los proveedores de todos los mercados de Chile. Sólo esperan lo que necesitan para su progreso: la protección del Gobierno, y la constitución de la propiedad, y la cancelación inmediata de aquellas concesiones que sólo van encaminadas a protejer el latifundio de los que se enriquecen sin trabajar. Otras consideraciones haré en mi próximo artículo; por el momento sólo me remito a reproducir los siguientes documentos a que he aludido al comenzar este artículo: “Santiago, 21 de octubre de 1922. Señor Administrador de la Estancia Baker. Don Charly Mackeprang. Río Baker. Muy señor mío: De paso en esta ciudad he tenido la ocasión de tener una entrevista con el señor Bravo, portador de la presente y, que ocupa un campo cerca del Lago Esmeralda quien se encontraba aquí representando a los demás ocupantes que hay en esa. Con el fin de subsanar, una vez por todas, la situación molesta de ellos, he venido a conversar con el señor Bravo las bases de un arreglo amistoso, con los interesados, bajo las siguientes condiciones: 1° Los ocupantes del radio de nuestros trabajos actuales tendrían que desocupar inmediatamente los campos en cuestión y podrán pasarse a otros campos que, nuestra firma no desea esplotar por ahora. 2° A estos ocupantes, nuestra firma, les compraría los ganados y sus mejoras, aprecio y tasación de común acuerdo, o por un tercer nombrado en caso de diverjencia, nombrado por ambas partes. 3° Los demás ocupantes permanecerán con el consentimiento nuestro en los campos que actualmente ocupan y, se obligarían, a medida que nosotros vayamos ensanchando nuestras operaciones en jeneral, y
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abandonarlos, previo aviso de nuestra parte de un año anticipado, por lo menos en este caso, nosotros les abonaremos las mejoras y les compraremos sus animales a tasación y precio en la forma indicada en el art. No 2. 4° Nosotros no cobraremos arriendo por los campos que consentimos ocupar en las condiciones espresadas en las cláusulas anteriores y, como única recompensa a la ocupación de campos, exijimos la ayuda gratuita en los trabajos de nuestros rodeos en las haciendas mayores. 5° Nosotros nos obligaríamos a procurar la tranquilidad de todos los ocupantes y nos reservamos el derecho de desalojar a cualquier ocupante que moleste injustamente a los demás, incluso a nosotros. Hacia aquellas personas no tendremos ninguna obligación de comprarles sus bienes y ni indemnizarle mejoras. 6° Los ocupantes que hagan uso de vendernos sus bienes quedan imposibilitados, sin nuestro consentimiento, para ocupar otros campos. 7°. Los ocupantes se delimitarán entre sí entre los terrenos que cada cual ocupe y, no podrán introducir mejoras ni aumento de ganado, una vez recibido el correspondiente aviso de cambio. Al recibir dicho aviso, pasarán dentro del plazo de un mes, un inventario detallando sus existencias de mejoras y hacienda. Si después de este aviso hacen mejoras e introducen en los campos que ocupan, mayores cantidades de animales sobre los excesos no tendremos obligación alguna. 8° Los ocupantes acuerdan y convienen no dar entradas a nuevas personas a los campos del arrendamiento de Río Baker, de los señores Hobbs y Cia., ni tampoco transferir a terceros el permiso que se le concede en este convenio. Mientras llego a esa anticipo a Ud. las ideas espuestas en la presente y lo autorizo para darlas a conocer a los ocupantes, quedando entendido que los tratos individuales los efectuaré personalmente. Quedo de Ud. su muy atto. y S.S. Por Estancia Posadas Hobbs y Cía. HUGO KUBASICH. Gerente”. “Estancia 'Río Baker' 5 de Diciembre de 1922. Señor Pedro Olivero. Muy señor mío: Refiriéndome a la Notificación de Desalojo hecha a Ud. por el Superior Gobierno, espero que Ud. abandone el campo actualmente ocupado por Ud. después de la marcación o lo más tardar hasta el 28 de Febrero de 1923. Si Ud. por cualquier asunto en esta cuestión desea hablar con el señor Gerente de la Compañía, podrá venir Ud. a la Estancia al mediano del mes de Enero próximo, en que tiempo se espera en ésta la visita de dicho señor.
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Saluda a Ud. atentamente.S.S.S. Hugo Kubasich. Jerente". Puede meditar el público con la lectura de estos documentos. Adolfo Valdebenito”.
INFORMACION SOBRE LA SITUACION DE LOS POBLADORES DE VALLE SIMPSON ENVIADA POR EL CORRESPONSAL DE ‘EL LLANQUIHUE’. PUBLICADA EL 2 DE MARZO DE 1923. -DE VALLE SIMPSON. -HOSTILIDAD A LOS POBLADORES DE VALLE SIMPSON. -EL ADMINISTRADOR DE LA SOC. IND. DEL AYSEN TRATA DE DESALOJAR INJUSTAMENTE. -¿EN ESTA FORMA CUMPLE EL CONTRATO LA COMPAÑÍA? -LLAMAMOS LA ATENCIÓN DEL GOBIERNO. Con motivo de la situación inconveniente adoptada por el Administrador de la Sociedad Industrial del Aysen don Allan D. Murray, se viene produciendo una situación bastante molesta para los pobladores de Valle Simpson, y como estas rejiones están tan apartadas o incomunicadas del Gobierno y del resto del país, es necesario que la prensa se encargue de debelar cada cierto tiempo lo que aquí ocurre; es decir, la tiranía que ejerce continuamente la mencionada Compañía del Aysen contra los pobladores de esta zona.
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La Sociedad Industrial del Aysen según el contrato celebrado con el Gobierno tiene la obligación de radicar dentro de los campos concedidos el número de cien colonos nacionales proporcionándoles herramientas, víveres, 30 vacas y un toro, 2 caballos, etc., pero el señor Murray es tan informal en sus procedimientos, y tal vez por insinuaciones superiores o por arbitrio propio, ha comenzado a molestar a los pobladores después que han desmontado y limpiado perfectamente los campos boscosos que se les entregaron o que por propia cuenta ocuparon. Este es un plan muy bien meditado del señor Murray, Administrador del Aysen, y que no debe la prensa pasarlo inadvertido, pues quiere economizarle a la Compañía mediante el esfuerzo de los pobladores, mientras tanto por otros lados se despilfarra a manos llena. El mismo invita a los pobladores a trabajar dentro de la concesión, les señala campos montañosos y mediante mil promesas halagüeñas, les dice que los limpien para enseguida darles las facilidades que adquieren los colonos nacionales, y los titules definitivos de sus hijuelas. Pero cuando ya está consumado el trabajo; cuando el campo está limpio; cuando el pobre labriego agota sus esfuerzos, para ser acreedor a tanta promesa, tanta dicha, entonces se desarrolla el mal espíritu del Administrador, y comienza a solicitar la fuerza pública para echar a esos 'intrusos' que se han venido a radicar dentro de los terrenos de la Compañía. Afortunadamente, hay como Jefe de la Tenencia de Carabineros un oficial que ha demostrado mucho tino y mucha calma para meditar las cosas, y este ha sido felizmente el mejor escudo para las exacciones de que estaban a punto de ser víctimas los llamados colonos nacionales de la Sociedad Industrial del Aysen. Pero como el Administrador es hombre testarudo, se ha mostrado inquieto con la justa actitud del oficial jefe de la Tenencia, y ha elevado sus quejas a otras esferas, hasta ver satisfechos sus deseos y efectuar la debacle de esos infortunados labriegos chilenos. Ya es hora que el Gobierno ponga los puntos sobre las íes a la Sociedad del Aysen y le haga cumplir lo estipulado en el contrato, que hasta ahora lo han tomado como letra escrita, y nada más. En una ocasión tuvimos oportunidad de conversar con el apreciable caballero don Juan Mackay muy conocedor de lo que pasa en la Compañía, y nos espresó, que todo lo malo que se produce en la estancia es por culpa de la inexperiencia y de la completa falta de criterio y de conocimientos agrícolas del Administrador Sr. A. Murray. Como detalle ilustrativo, voy a referir algo jocoso.- Hubo una época que al sr. Murray se le ocurrió sembrar alfalfa y como esa forrajera se demora
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en retoñar, pasaron largos meses y el Sr. Administrador esperaba impaciente; por fin se cansó y sembró papas en el mismo terreno, perjudicando así a la Compañía en $ 5.000, más o menos por su falta de experiencia agrícola; por eso ya no duda, nos decía el Sr. Mackay, de que estos arrebatos contra los pobladores, sean cuestiones propias del Administrador, y no insinuaciones superiores. Por nuestra parte agregamos que si es así como espresa este caballero, la Jerencia de la Soc. Ind. del Aysen haría muy bien en confiar la administración de la Estancia, a una persona preparada, de buen tino, sobria y con vastos conocimiento agrícolas. Así se evitarían muchos tropiezos y protestas y la Sociedad misma ganaría mucho; pero si la actitud asumida con los pobladores obedeciera a órdenes superiores entonces sí que cabría la acción efectiva del Gobierno para hacer cumplir lo pactado; y por eso llamamos la atención desde estas columnas a fin de que cese la persecución contra esos ciudadanos chilenos que vienen a gastar sus energías por levantar el valor material de este rico país. EL CORRESPONSAL".
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INFORME PRESENTADO A LA INTENDENCIA DE LLANQUIHUE, POR EL SUBDELEGADO DE LA SEPTIMA SUBDELEGACION 'RIO SIMPSON', SANDALIO SEGUNDO BORQUEZ OBERREUTER, DE FECHA 31 DE ENERO DE 1922, PUBLICADO EN EL DIARIO 'EL LLANQUIHUE' DE PUERTO MONTT, EN SU EDICIÓN DEL 11 DE MARZO DE 1922. -LA CONSTITUCIÓN DE LA PROPIEDAD. -LA NECESIDAD DE CARABINEROS. -ARJENTINA PREVISORA. -CAMINO O FERROCARRIL, PARA LA SALIDA AL PACIFICO. -LA NAVEGACIÓN EN EL LAGO BUENOS AIRES. -OTROS DETALLES. Por estimar de sumo interés para nuestros lectores, y principalmente para nuestros representantes en el Congreso, publicamos una estensa y bien concienzuda nota que el Subdelegado de la 7a. Subdelegación (Valle Simpson) don Sandalio 2° Bórquez O. ha elevado a la Intendencia de la Provincia, dando a conocer las necesidades de esa importante rejión, algunas de las cuales ya ha señalado nuestro diario en distintas ocasiones. Ahora la esposición que hace el sr. Bórquez es bastante clara para hacer mayores comentarios y el público podrá, por ella, formarse una cabal idea de la situación real de esa apartadísima rejión, que bien merece una cuidadosa atención del Gobierno, ya que ella también contribuye a la riqueza nacional. La nota del Subdelegado es como sigue: "Valle Simpson, 31 de Enero de 1922.
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Pongo en conocimiento de US. que más o menos el 21 del presente mes, se han promovido movimientos subversivos en la Estancia Río Frías de propiedad de la Sociedad Ganadera de Río Cisnes. Aún no he sido informado oficialmente sobre la magnitud de los hechos, debido a que esta Subdelegación está ubicada a más de cien leguas de donde han ocurrido los hechos; sin embargo me apresuro a ponerlos en conocimiento de US. con el fin de hacer una pequeña esposición que refleje siquiera en parte la situación de la Patagonia Chilena y sus más imperiosas necesidades. El Comando de Carabineros informará a US. al respecto; pues las fuerzas venidas al mando del Capitán don Julio Ivars, se han trasladado al lugar de los sucesos apenas recibieron la orden respectiva. Paso ahora a puntualizar las necesidades más apremiantes de esta extensa rejión: 1° RESOLUCIÓN DEFINITIVA RESPECTO A ESTOS TERRENOS. US. habrá tenido oportunidad de haber visto más de una vez, en los oficios de esta Subdelegación, como los vecinos de la localidad continuamente se presentan a esa oficina a buscar datos sobre el desarrollo del litijio de estas tierras, cuya resolución inmediata será la base fundamental del desarrollo industrial y comercial de la rejión. Me han traído ejemplares de la prensa arjentina en la cual se hacen variados comentarios respecto al litijio existente, y en los que se han publicado interesantes resoluciones de nuestros tribunales de justicia. Desde hace seis años, he querido obtener algún informe de la Intendencia al respecto, pero nada he podido conseguir hasta la fecha; no pudiendo, por lo tanto, dar los informes que los pobladores solicitan. Acelerar el fallo definitivo del litijio es la única forma que existe para solucionar este problema. 2° RESGUARDO DEL ORDEN PUBLICO. Las evoluciones sociales han repercutido en esta rejión, con las funestas consecuencias que acarrea la mala interpretación de los credos democráticos. La anarquía azota la Patagonia Arjentina en forma desastrosa y últimamente ha encontrado imitadores en nuestro territorio como lo prueban los sucesos de Río Frías de que ya he dado cuenta. Creo no equivocarme al dejar constancia que si no es por la presencia de las fuerzas enviadas con toda oportunidad, tendríamos hoy día plagada esta rejión de elementos malsanos cuyos actos de bandolerismo que cometen, acarrearía la ruina de grandes y pequeños estancieros. Medio para regularizar esta situación anormal, que compromete los intereses y aún la vida de los habitantes, sería la ubicación de un fuerte
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destacamento de carabineros; cuya distribución sería en la forma siguiente: Lago Buenos Aires 10 Carabineros; Valle Simpson 10 Carabineros; Coyhaique 10 Carabineros; Río Cisnes 10 Carabineros; Puerto Aysen 3 Carabineros; Ñirihuao 5 Carabineros; Palena 5 Carabineros; Río Ibáñez 5 Carabineros: 58 total. Esto no es pedir un exceso, si se toma en cuenta la enorme ostensión de tierras que abarca esta Subdelegación. Sobre este tópico podría dar a US. Informes más precisos el Capitán de Carabineros don Julio Ivars, cuyo viaje último le ha permitido imponerse personalmente de lo que asevero. 3° POSIBLES ENTRADAS DE ESTA SUBDELEGACIÓN UNA VEZ FALLADO EL LITIJIO. Hay que partir de la base que entre los trescientos cincuenta pobladores que hay más o menos actualmente y las sociedades del Cisne y Aysen, hay ocupadas unos dos millones de hectáreas, cantidad que podría aumentarse en un cincuenta por ciento con relativa facilidad, siempre que los poderes públicos se preocupen del problema con la atención que merece. Por ahora voy a partir sobre una base de 2.500.000 hectáreas con un impuesto fiscal de cinco centavos por hectárea, de donde resultaría para el estado una entrada de ciento veinte y cinco mil pesos con lo cual podría costearse con creces los gastos que demandarían los servicios públicos de que, en su totalidad hoy se carece. La verdadera manera de enrielar el sistema de entradas, tendría que hacerse en la misma forma que se adoptó para Magallanes en un principio, es decir: liberación de derechos aduaneros, autonomía administrativa etc., pues con facilidades de esta índole tendríamos a nuestro favor el desvío de la corriente comercial de la parte arjentina cercana a la cordillera. Evitar el contrabando en una rejión como ésta es algo materialmente imposible, dado el gran número de boquetes existentes, tanto que estos no pueden considerarse como tales; tomando en cuenta la poca altura de los Andes en esta zona. La República Arjentina ha concedido importantes franquicias aduaneras en sus puertos del Atlántico comprendidas desde Comodoro Rivadavia al sur, en previsión de la absorbencia que cualquier día pueden hacerle los puertos del Pacífico. Un estudio detenido sobre esta materia, siempre que la comisión que se nombrara al respecto, se inspirara en sanos sentimientos de verdadero patriotismo, comprobaría fehacientemente lo que dejo espuesto; pudiendo llegarse a obtener, hasta entradas para las arcas fiscales.
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4° ARJENTINA PREVISORA. El gobierno de nuestros vecinos del Atlántico, siempre ha gastado especial interés en la solución de los problemas patagónicos, y ese desvelo es la causa primordial del real adelanto de los territorios australes arjentinos que, desde hace veinte años constituyen fuentes poderosas de entrada para la nación. Hoy solamente podemos ver que se inicia la construcción de un ferrocarril transversal que unirá al puerto de Deseado con el lago Buenos Aires, construcción que beneficiará enormemente el desenvolvimiento comercial e industrial de la Patagonia, con el siguiente peligro de absorbencia de nuestros productos hacia los puertos arjentinos. He podido observar personalmente que capitalistas, jeólogos, injenieros, agrónomos, esploradores etc. cruzan la patagonia arjentina diariamente con fines comerciales, mientras que de nuestro territorio nadie se preocupa, siendo comparativamente tan productivo como el otro. 5º CAMINOS O FERROCARRILES. El ejemplo anterior me hace poner en conocimiento de US. que las vías de comunicación hasta Puerto Aysen, única salida al Pacífico de esta Zona, son de lo más deficiente que darse puede, ya que su mal estado sólo los hace transitable cuatro o cinco meses en el año. Podemos estar satisfechos de la iniciativa de la Sociedad Industrial del Aysen y del esfuerzo de los pobladores de Río Simpson a cuya constancia se debe que pueda traficarse. Sin embargo a pesar de tratarse de cordilleras, no sería de gran costo el arreglo del camino por el momento, ya que se podría contar con la ayuda de las sociedades y de la población, siempre que el Gobierno contribuya también. La construcción de un Ferrocarril de trocha angosta, sería un gran paso que se daría y cuyo sostenimiento sería costeado con enormes creces que permitirían cubrir su valor antes de diez años. Si algo no se hace con referencia a este punto, pronto tendremos el completo desvío de nuestra corriente comercial hacia los puertos arjentinos, lo que sólo se debería a nuestra propia desidia. Con buenas vías de comunicación tendría Puerto Montt y la zona adyacente, un gran abaratamiento de carnes, lanas y demás productos del Río Simpson y de sus alrededores. 6° NAVEGACIÓN DEL LAGO BUENOS AIRES. El Lago Buenos Aires y sus vecindades, sin duda constituyen lo más importantes de la rejión., Sin embargo la falta absoluta de vías de comunicación hacia el Pacífico, no permite a sus pobladores sacar sus productos al centro del país, como es el pensamiento unánime de la población.
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Industriales estranjeros han optado por formar una vía lacustre con el fin de esplotar y continuar esplorando las enormes riquezas de esas cordilleras. Estoy convencido por lo que personalmente he visto, y largas conferencias sostenidas con hombres de negocios, cuya visión comercial hasta aquí han traído, que tanto la industria maderera, agrícola, minera, ganadera, etc. tarde o temprano tendrán que constituir el verdadero adelanto rejional con sus respectivos beneficios para el país entero. La gran cantidad de fuerza hidráulica que existe, como en pocas partes del globo, no dudo hará viable el desarrollo metódico de las industrias enumeradas. 7° CORREOS Y TELÉGRAFOS. La carencia absoluta de los servicios indicados es el obstáculo más poderoso que impide la realización de cualquier proyecto; pues la larga distancia que nos separa de los centros comerciales, hace materialmente imposible la implantación de cualquier establecimiento comercial o industrial de cierta importancia. El establecimiento de una planta radiotelegráfica es algo que se impone, sea cual sea la tarifa que se cobre con el fin de que sufrague sus gastos. La anterior gerencia de la Soc. Aysen gestionó la implantación de este servicio, comprometiéndose a correr con los gastos de instalación y sostenimiento, no habiéndose resuelto aún este asunto. Ni siquiera con una simple estafeta postal contamos para la recepción de nuestra correspondencia. Como toda gestión al respecto ha sido nula, encuentro completamente fundados el desaliento y la desesperación existente entre los habitantes que han esperado y esperan del Supremo Gobierno, tome en cuenta que aquí hay chilenos que quieren y desean ver un Chile fuerte y próspero, en aras del cual están dispuestos a sacrificar sus esfuerzos y energías. 8° LAS AUTORIDADES. En los cantones salitreros y en la región magallánica, los Subdelegados y Jueces de Subdelegación son remunerados y tienen atribuciones especiales que les permiten obrar con firmeza en cualquier momento, por contar con la fuerza armada necesaria, pero las autoridades de la sétima Subdelegación , a pesar de que estamos constituidos en verdaderos oficinistas y esclavos de nuestras obligaciones, no gozamos de ninguna de estas garantías. La intensificación de la población agrava diariamente nuestra situación por no existir el derecho de propiedad, hoy burlado por quien quiere, ya que no existe el respeto mutuo entre los pobladores. A diario se nos presenta el caso de denuncios dando cuenta que una persona estraña se ha establecido en los terrenos del antiguo ocupante. Nuestra acción se limita
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a suavizar las asperezas con la mayor cordura, presentándose casos en que no hay arreglo posible, consumándose el atropello a vista y paciencia de las autoridades, imposibilitadas por las razones ya espuestas, para hacer respetar sus derechos. Si alcanzo a reunir los datos necesarios para demostrar con números y cuadros demostrativos, las aseveraciones que hoy hago, antes de terminar mi período, me será grato hacerlo, confiado en que US. interpondrá sus valiosas influencias ante las esferas gubernativas con el fin de solucionar, aunque sea en parte, la situación triste que se está creando en esta Subdelegación, tal vez más por causa del desconocimiento que nuestros hombres tienen respecto a la real importancia de esta zona. Saluda a US. Con la consideración más distinguida. Sandalio 2° Bórquez Oberreuter”.
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CARTA SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS POBLADORES DE EL BAKER ENVIADA POR ADOLFO VALDEBENITO; PUBLICADA EN EL DIARIO 'EL LLANQUIHUE' DE PUERTO MONTT EN SU EDICIÓN DEL 18 DE JULIO DE 1923. -LA CAMPAÑA CONTRA LA CONCESIÓN DE RIO BACKER. -NUEVOS DATOS SOBRE ESTE NEGOCIADO. -LOS VERDADEROS LIMITES QUE ABARCA LA CONCESIÓN. -EL CONCESIONARIO NO CUMPLE CON LAS ESTIPULACIONES DEL CONTRATO. Decía en uno de mis artículos anteriores que seré incansable para continuar mi campaña contra la enojosa concesión de las tierras de Río Backer, hecha a favor de don Julio Vicuña Subercaseaux que va en perjuicio de 60 familias que dentro de ella viven desde hacen largos años, incrementando sus haciendas y propendiendo al desarrollo de la industria ganadera, familias que si oportunamente no reclamaron se debió pura y esclusivamente a que ellas han creído hasta ahora, como buenos chilenos, protejidos por nuestras leyes ya que han ido a poblar una estensa y abandonada rejión nacional, sin presumir siquiera que cualquier día se les echaría de sus posesiones nada más que por dar paso a especuladores audaces que ni siquiera han cumplido con la más ínfima parte del contrato como lo demostraré más adelante. Esta inesperada concesión quedó ratificada por medio de una escritura pública que se otorgó en Santiago el 24 de Octubre de 1914 ante el Notario don Pedro N. Cruz. En ella se establecieron las estipulaciones que se fijaron en el decreto supremo para efectuar el remate de arrendamiento el cual tuvo lugar el 25 de Septiembre de 1914 ante la Junta de Almoneda. El arrendamiento es por 15 años, y se establece que si dentro del plazo de tres años no se hacen trabajos efectivos, de hecho queda cancelado el contrato, y el arrendatario debe perder el depósito que se da de garantía al Fisco. Desde luego esto no ha ocurrido, pues el Sr. Julio Vicuña Subercaseaux no ha hecho ningún trabajo dentro del plazo estipulado, pero si ha transferido el contrato, como ya he dicho en otras ocasiones, a la Sociedad Posadas y Guío, la que solamente hasta el año pasado ha tendido unos cuantos kilómetros de alambrado, y se ha dedicado
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esclusivamente a molestar a los pobladores, mejor dicho a hostilizarlos en forma por demás deprimente. La concesión abarca los siguientes límites: Norte, cordón de cerros que divide las aguas de los ríos Jeinimeni y Chacabuco, hasta encontrar el río Nef; Oriente, límite con la República Arjentina; Sur, cordón de cerros que divide las aguas entre los ríos Backer y Bravo hasta enfrentar el Puerto Gunther; y Poniente, Río Backer. Si bien es verdad que el contrato de arrendamiento no establece el número de hectáreas arrendadas, en cambio se sabe que ellas son 55 mil, las que no han sido entregadas por ningún injeniero de las oficinas de Colonización; no obstante el contrato dice que serán entregadas en el plazo de 30 días después de la subasta...) ¡Ni siquiera el Sr. Vicuña ha tomado posesión del terreno! Pero éste ha transferido derechos que ni conoce ni sabe apreciar toda la importancia de esa rejión. El espíritu antipatriótico revelado por el Gobierno en el presente caso es altamente censurable, porque se presta a secundar negociados que perjudican y arruinan materialmente a muchas familias cuya fortuna vale cien mil veces mas para el país que la de los concesionarios que nada producen. En la actualidad, por ejemplo, toda la pequeña producción ganadera que la Sociedad Posada y Guío saca de la rejión chilena la esporta por el Atlántico y sin embargo en el contrato que analizo dice una cláusula testualmente: "Art.15. El acarreo de animales y mercaderías se establecerá hacia el Pacífico por medio de un camino que se determinará por el Gobierno, previo estudio con el arrendatario, debiendo ser de cuenta de éste el costo y la conservación de dicho camino". Ahora pregunto yo ¿dónde está ese camino? ¿Qué mercadería y qué animales llevan o traen del Pacífico esos arrendatarios? Desde la fecha en que se otorgó la escritura de arrendamiento al sr. Vicuña Subercaseaux hasta ahora han transcurrido cerca de 9 años, y sin embargo el arrendatario no ha hecho camino ni construcciones que den siquiera una idea sobre que industria desea allí establecerse. Otra pregunta, los concesionarios, primero el sr. Vicuña y después los Sres. Posada y Guío o quienes sus derechos representan, ¿han pagado los cánones de arrendamiento que indica el contrato? ¿En qué Tesorería han despositado el dinero? El Fisco, según mis modestos cálculos, debe haber percibido hasta ahora $252.000 que habrán venido a tonificar con poco al débil Erario Nacional. Pero parece que esta cantidad aún se encuentra en los bolsillos de los arrendatarios...Pero ¡se trata de hostilizar a ciudadanos chilenos
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que modestamente están colaborando al progreso nacional! Es esta una labor verdaderamente patriótica que por lo visto, no quiere reconocer el Gobierno. No tardará en que se les exprese ignominiosamente, arrojándolos fuera de su patria, a territorio arjentino, para que lleven sus actividades a otra parte, a un suelo donde esas familias no quieren vivir más, como ya lo he dicho. ADOLFO VALDEBENITO”.
CARTA SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS POBLADORES DEL BAKER, ENVIADA POR DON ADOLFO VALDEBENITO AL
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DIARIO 'EL LLANQUIHUE' DE PUERTO MONTT, PUBLICADA EL 20 DE JULIO DE 1923. -LA CAMPAÑA CONTRA LA CONCESIÓN DE RIO BACKER. -MEDIOS DE QUE PRETENDE VALERSE LA SOCIEDAD POSADA Y GUIO. -SE PIDE CARABINEROS PARA COMBATIR UN SUPUESTO CUATRERISMO. -ALGUNAS CONSIDERACIONES. "Mi campaña contra la concesión Baker ha causado el asombro de las autoridades, porque en realidad ignoraban todos los detalles que he venido develando, desde el momento en que se ve un ataque injusto contra 60 familias, chilenas todas, que viven en esa apartada y desolada rejión, trabajando honradamente y con un patriotismo digno de ser apoyado y protejido. No podía ser de otra manera: allí todo sacrificio que se hace es en bien de este suelo querido: Chile; allí se contribuye al progreso nacional; allí se buscan los medios para demostrar que la pujanza de la raza chilena es siempre grande, siembre noble, constante y que no son únicamente los extranjeros los que trabajan por el adelanto de nuestro país, sino nosotros mismos, tal vez en forma más humilde, pero no menos efectiva y progresista. El Gobierno debe comprenderlo así, debe saberlo, debe estimularlo. Pero desgraciadamente los intereses de ‘los de arriba’, de esos especuladores que piden grandes concesiones en que basar peculados en la Bolsa donde juegan al alza y a la baja y a la venta de acciones, detienen toda buena intención de aquellos repatriados que vienen a fructificar, a revelar al país, las estensas tierras ignoradas donde la riqueza fluye por si sola. Hay influencias poderosas para hostilizar a esos humildes pobladores que tienen más enerjías que todos esos concesionarios de vista, y esas influencias se traducen en modo hostil, agresivo, calumnioso. ¿Quién nos dice que el día de mañana, so protesto de perseguir a imaginarios cuatreros, no se envíe a todo un rejimiento para desalojar a los pobladores de Río Baker y justificar la espoliación de numerosas familias que se creían antes seguras cobijadas bajo la sombra de su propio estandarte nacional? ¿No fueron carabineros los que provocaron el drama de Lago Buenos Aires? ¿Quién obtuvo esa tropa? Un don Carlos Flack, un instrumento de los acaparadores de tierras, un latifundista aventurero.
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¿No puede ocurrir igual cosa hoy día con los pobladores de Río Baker? Las autoridades no miden las consecuencias de sus bondadosas complacencias al proporcionar tropas a los concesionarios, sin conocer ni los antecedentes de los crímenes que se imputan a pacíficos ciudadanos que sólo viven de su trabajo, de sus sacrificios y de los de su familia. Se dice: "allá hay bandidaje"¡Y las autoridades sin más conocimiento autorizan la persecución y el atropello! Pero en el presente año, no ocurrirá ni repetirá la trajedia del Lago Buenos Aires, porque estos chilenos de Río Baker, yo los he oído, están dispuestos a sacrificar sus vidas, las de sus familias y sus haciendas antes que sean expulsados, arrojados del suelo que poseen, que es verdaderamente suyo, porque lo han encontrado virjen, lo trabajan y lo hacen producir. Mientras tanto pregunto yo al Gobierno ¿Qué producción beneficiosa al país hadado la concesión Vicuña Subercaseaux ? Ninguna, por el contrario, ella es causa que los actuales pobladores no intensifiquen su producción y causa para que otros chilenos no vengan a poblar esas rejiones que necesitan más esfuerzos para el bien nacional. Yo quisiera que fueran injenieros honrados de las oficinas de colonización e informaran la verdad, que conocieran cuanto puede el empuje de nuestra raza, que palpara la bondad de esas tierras y espusiera al país entero lo que vale el brazo del chileno; y entonces verían cuan necesario es levantar el espíritu patrio de esos colonos nacionales para que prosigan en su obra constructiva; y entonces, repito, podrían pedir a ciencia cierta, cuan necesario es constituir la propiedad en forma que satisfaga las aspiraciones de los habitantes de Río Backer; pues hacer lo contrario es dar marjen para que el extranjero se apodere de nuestras tierras y pasemos nosotros a ser esos tributarios de sus industrias. Esto debemos evitarlo, es un principio de patriotismo bien entendido y nuestros estadistas y lejisladores deben mirar por el porvenir económico de Chile que no sólo está en la pampa salitrera, sino también, y en forma más positiva, en la Patagonia chilena, donde se está formando la base más productiva y eficiente de la industria ganadera. Son estas mis consideraciones y sin retóricas y sin literatura defiendo mis connacionales hoy hostilizados; y mi pluma, modesta si se quiere, estará siempre dispuesta a revelar al país a los atropelladores del derecho ajeno, y más cuando se trata de defender los intereses de esos chilenos que vuelven a su patria esperanzados de una noble protección que creo se les concederá.
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Por otra parte, debo hacerle presente al Sr. Vicuña Subercaseaux que "NO TODOS LOS CHILENOS HEMOS NACIDO PARA PEONES'; tenemos suficiente cerebro aun para ser patrones de muchos concesionarios a su estilo. ADOLFO VALDEBENITO”.
CARTA DE LOS POBLADORES DE VALLE SIMPSON DENUNCIANDO ABUSOS DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DE AYSEN. PUBLICADA EN EL DIARIO ‘EL LLANQUIHUE’ DE PUERTO MONTT EN SU EDICION DEL 13 DE FEBRERO DE 1924. “ABUSOS DE LA SOCIEDAD INDUSTRIAL DEL AYSEN SOBRE EL PUENTE CONSTRUIDO EN RÍO MAÑIHUALES.
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Ya hace algunos años que la Sociedad Industrial del Aysen nos está explotando. Primeramente con su balseadero donde nos cobraba veinte pesos por carro, dos pesos por animal y un peso por persona; resultando a cada dueño de carro la suma de treinta y seis pesos de ida y treinta y seis de vuelta; distribuido en la forma siguiente: un carro $ 20 con carga o sin ella; $ 12 por seis bueyes atados al carro; $ 1 por carretero; $ 2 por cada buey de remuda que se llevan de arreo como se acostumbra en esa rejión, pero no tomamos en cuenta éstos y $ 3 por un jinete arreador de los bueyes, resultando así $ 36. De regreso el carro tenía que pagar la misma suma; explotándolos así la cantidad de $ 72 por carro de ida y vuelta. Por un cambio de Administrador que hubo en dicha Sociedad se rebajó a $ 10 el balseadero de un carro. Por persona y animales siempre se siguió cobrando lo mismo. Cuando ya estuvo el puente construido, la Sociedad había querido seguir cobrando lo mismo; pero gracias a unas enérgicas reclamaciones de varios pobladores, redujo la tarifa, cobrando ahora $5 por carro, $4 la tonelada de carga, $0.60 por animal y $0.40 por persona, resultándonos ahora $ 35.20 por cada carro de ida y regreso con bueyes y de arreo; o sea la mitad de lo que antes pagábamos. A pesar de que para la construcción de ese puente ha contribuido el Fiscal y está obligada la Sociedad a entregarlo al servicio público, según nota enviada por el Director General de Obras Públicas de Santiago, y notificado por el Inspector de Caminos de esta rejión señor Juan MacKay, siempre seguimos siendo víctimas de atropellos y del monopolio de la famosa Sociedad del Aysen. Además todavía, el puente tiene una puerta de golpe que está constantemente cerrada con un fuerte candado. Cuando un pasajero tiene que pasar, tenemos que molestarnos en ir a avisar a la casa del cuidador que vive como a 400 metros más arriba del puente, y muchas veces gritar, sobre todo los que van del puerto para afuera. A las 9:10 de la noche ya el puente está con llave y no se le abre la puerta a nadie, con excepción de los empleados de la Estancia, y el pasajero tiene que resignarse y alojar aunque llueva a torrentes. ¿Será justo que siempre sigamos siendo explotados por esta dichosa Sociedad, y no encontraremos algún amparo en las autoridades respectivas de la provincia de Llanquihue para dar más impulso a esa importante rejión ganadera, cuando el desarrollo de esa rejión depende de
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la justicia que se nos haga parta la vida del comercio como sí mismo para la vida de nosotros mismos? Rogamos por media de ésta a las autoridades respectivas que se nos haga justicia. El Comité de Defensa de los Pobladores”. “Ingeniero Provincial señor Alfonso Olea. Osorno. Pobladores de Valle Simpson telegrafiamos Director General de Obras Públicas, Santiago, dando cuenta que Sociedad Industrial del Aysen tiene un puente en el camino público de Puerto Aysen a República Argentina sobre río Manuales, en bien nacional de uso público como es río y playa, cobra pasaje excesivo siendo no existe ley autorizando particulares cobrar pasaje puentes construidos en caminos públicos. Administrador de dicha Sociedad ha sido notificado por Inspector de Caminos de esta rejión, para que entregue puente al uso público, quien niégase a obedecer. Somos explotados por Sociedad cobrando pasaje. Carreta con personal, carga y animales treinta y cinco pesos veinte centavos paso ida y vuelta. Director General Obras Públicas Santiago nos contesta que se ha oficiado Ingeniero de esta para que tome medidas del caso. Si no se nos atiende telegrafiaremos al Ministro de Industria y Obras Públicas, denunciando lo que nos pasa y haremos publicaciones en la prensa. Esperando su favorable contestación saludamos. Pobladores. J. Figueroa y otros”.
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INDICE Pág. La Conquista de Aisén Prefacio ………………………………………………………… … Los expatriados
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………………………………………………… La concesión territorial ……………………………………… La tierra prometida …………………………………………… ¡Colonia en Río Huemules! ………………………………… El valle de la discordia ………………………………………. Subdelegación Río Simpson ………………………………. Balmaceda ……………………………………………………….. Baker y Chile Chico ……………………………………………
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Memorias y cartas de colonización de Aisén Rasgos biográficos de Juan Dun Walker ……………… Memorias de Juan Dun Walker ………………………….. Extracto del decreto N° 659 de 16 de Mayo de 1903 (y sus modificaciones), que concedió permiso de ocupación a Luis Aguirre en los valles de Coyhaique, Ñirehuao y Mañihuales …………………….. Decreto N° 794, de 25 de Junio de 1903, del Ministerio de Relaciones Exteriores, que concede permiso de ocupación a la sociedad Asenjo-Bate, en los valles Blanco, Palos y Simpson ………………….. Información publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt en su edición del 19 de Diciembre de 1903 ………………………………………………………… …. Articulo acerca de la persecución de chilenos en Chubut y Río Negro (República Argentina) en el invierno de 1911. Publicado en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt el 26 de Diciembre de 1911…………………………………………………… ………… Articulo sobre la persecución de chilenos en Argentina
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en el Invierno de 1911, firmado por Simón Julio, publicado en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt los días 7 y 9 de Febrero de 1912 .. Extracto del escrito presentado por el abogado Lorenzo Damasco, en el tribunal de Bariloche, en defensa de los chilenos detenidos en Argentina en el Invierno de 1911. Publicado en el diario “El Llanquihue” del 24 de Febrero de 1912 ……………….. Primera parte del relato sobre la exploración del valle Simpson, en Noviembre de 1911, organizada por Belisario Jara y Juan Foitzick. Narración hecha por José Delfín Jara Beroiza al periodista Antonio Mansilla Ruiz. Publicada en 1946 el libro “Chile Austral” (Aysen). Instituto Geográfico Militar, páginas 134 a 140 ……………………………………………… Circular del ‘Comité Chileno de Colonización de Lago Blanco’ fechada en Abril de 1913, citando a los chilenos residentes en Argentina, a una asamblea el 1 de Mayo de 1913, para solicitar al gobierno los campos de Río Huemules y lago Buenos Aires. Publicado en el ‘Boletin de la colonia Río Huemules’ del 9 de Julio de 1916, editado por José Antolín Silva, en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt …………………………………………………… Segunda parte del relato de don José Delfín Jara Beroiza al periodista Antonio Mansilla Ruiz, publicada en el libro “Chile Austral” (Aysen). Instituto Geográfico Militar, 1946……………………….. Solicitud de 31 de Mayo de 1913 enviada por 42 inmigrantes al Ministro de Agricultura. Publicada en el “Boletín de la Colonia Río Huemules” (diario la Alianza Liberal de Puerto Montt), el 4 de Julio de 1916…………………………………………………… ……………. Solicitud fechada el 31 de Agosto de 1914, enviada por los pobladores de Río Huemules al Ministro de Colonización. Publicada en el diario “La Mañana” de Santiago el 9 de Octubre de 1914 .………………….. Decreto N° 1882, de 23 de Noviembre de 1914, del
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Ministerio de Relaciones Exteriores, que elimina parte, permuta por otros los terrenos dados en concesión a la Sociedad Industrial del Aysen, e introduce modificaciones al contrato primitivo ……. Carta enviada el 1 de Enero de 1915 por Augus Macphail, administrador de la Sociedad Ganadera del Aysen, a los pobladores de Valle Simpson, pidiéndoles su retiro del lugar. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” en su edición del 16 de Abril de 1915 …………………………………………….……… Solicitud de creación de una Subdelegación y Registro Civil en Valle Simpson, presentada por Adolfo Valdebenito al Ministerio del Interior. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, el 9 de Enero de 1915 ……………………. Oficio del Intendente de la provincia de Llanquihue, Carlos C. Videla, al Ministro del Interior, acompañando la solicitud precedente. Publicada en el diario “La Alianza Liberal”, el 9 de Enero de 1915 …………………………………………………… Carta de 30 de Enero de 1915, enviada por José Silva Ormeño, en respuesta a la nota del administrador de la Sociedad Industrial del Aysen de 1 de Enero del mismo año. Publicada en el diario “La Alianza Liberal’ el 16 de Abril de 1915 …………… Solicitud enviada por los pobladores de Río Simpson y Río Huemules al Presidente de la República. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, el 2 de Febrero de 1915 … Solicitud de fecha 1 de Marzo de 1915 del ‘Comité de Colonización de Río Huemules’ enviada a la Cámara de Diputados. Publicada en el “Boletín de la Colonia Río Huemules” el 8 de Julio de 1916 (diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt) ……… Solicitud de fecha 1 de Marzo de 1915, presentada al Intendente de Llanquihue, por el ‘Comité de Colonización Río Huemules’. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, el 15 de Abril de 1915
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………………………………………………………… ….. Carta enviada por Juan Dun el 5 de Marzo de 1915 a los pobladores, en respuesta a la de Silva Ormeño de 30 de enero del mismo año. Publicado en el diario “La Alianza Liberal” del 16 de Abril de 1915 .. Información publicada en el diario “El Llanquihue’ de Puerto Montt en su edición del 21 de Marzo de 1915, relativa a la población de la ribera sur del lago Buenos Aires ….......................................................... Relación de los principales pobladores de Valle Simpson, con el número de animales que poseen, publicada por el diario “La Alianza Liberal” el 10 de Abril de 1915 ……………………………………………………. Carta acerca de la situación de los pobladores de la ribera del lago buenos aires, enviada por Fridolín Franz al diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt. Fechada el 13 de Abril de 1915. Publicada el 29 de Mayo del mismo año ……………………………….. Decreto N° 3.024 de 7 de Junio de 1915 que crea la Subdelegación de Río Simpson. Publicado en el “Diario Oficial” N° 11.190 del 11 de Junio de 1915 … Presentación hecha a la Intendencia de Llanquihue por el Comité de Colonización de Río Huemules, de fecha 20 de Junio de 1915. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt el 9 de Septiembre de 1915 …………………………………………… Comentario editorial acerca de los pobladores de Valle Simpson, lago Buenos Aires y Baker, publicado por “La Alianza Liberal” en su edición del sábado 6 de Noviembre de 1915 ……………………. Antecedentes relacionados con los pobladores del lago Buenos Aires, publicados en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, en su edición del 23 de Noviembre de 1915 ………………………………….. Carta acerca del comercio en Aisén enviada por Fridolín Franz al diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, publicada el 28 de Noviembre de 1915
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………………………………………………………… ………. Información sobre el envió de carabineros para el lanzamiento de los ocupantes de valle Simpson. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt el 11 de Diciembre de 1915 …………….
Proclama de José Antolín Silva en defensa de los pobladores de Valle Simpson. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt en su edición del 22 de Enero de 1916 ………………………… Designación de don Sandalio Bórquez Oberreuter como primer Subdelegado de la Subdelegación ‘Rio Simpson’. Informaciones publicadas en el diario “La Alianza Liberal” en su edición del 29 de Enero de 1916 ………………………………………………………… … Información sobre el probable lanzamiento de los pobladores de Valle Simpson, e intervención del Intendente de Llanquihue. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt en su edición del 20 de febrero de 1916 ………………………………….. Nueva proclama de José Antolín Silva en defensa de los pobladores de la Subdelegación ‘Rio Simpson’, dando cuenta de la fundación del pueblo Balmaceda. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” el 27 de Febrero de 1916 ………………………. Carta de José Antolín Silva dando cuenta de sus gestiones en Aisén. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt el 21 de Abril de 1916 ………………………………………………………… …….. Carta de José Antolín Silva acerca del nombramiento de autoridades de la Subdelegación ‘Rio Simpson’. Publicada en el diario“La Alianza Liberal” el 23 de Abril de 1916 …………………………… Nueva proclama de José Antolín Silva en defensa de los pobladores de la Subdelegación ‘Rio Simpson’.
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Publicada en el diario“La Alianza Liberal” el 25 de abril de 1916 ……………………………. Información acerca de la expulsión, el 2 de Mayo de 1916, de los pobladores de Río Baker, proporcionada por José Antolín Silva. Publicada en el diario“La Alianza Liberal” de Puerto Montt el 5 de Julio de 1916 ………………………………………………..
‘Boletin de la Colonia Río Huemules’, redactado por José Antolín Silva el 4 de Mayo de 1916, publicado en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, en sus ediciones de los días 1, 2, 4, 6, 7, 8 y 9 de julio de 1916 …..…………………………………. Información sobre el conflicto entre pobladores y la Sociedad Ganadera del Aysen. Publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt el 16 de Mayo de 1916 …..………………………………………………. Información sobre el nombramiento de Adolfo Valdebenito como juez de la Subdelegación Río Simpson publicada en el diario “La Alianza Liberal” el 24 de Mayo de 1916 ……………………………………….. Carta de Adolfo Valdebenito, de 5 de Julio de 1916, acerca del trato que reciben los pobladores de Aisén. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt el 7 de Julio de 1916 …………………. Carta de Adolfo Valdebenito, de 12 de Julio de 1916, sobre la situación legal de los colonos de valle Río Simpson, publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt’ el 13 de julio de 1916……. Carta de Carlos Plata acerca del trato dado a los colonos de Aisén. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” el 14 de Julio de 1916 ………….…..… Carta de José Antolín Silva acerca del nombramiento de autoridades en la Subdelegación Río Simpson. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, el 16 de Septiembre de 1916
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………………………………………………………… ………. Presentación de José Antolín Silva a la Intendencia de Llanquihue dando a conocer el origen y desarrollo del poblamiento de Río Huemules y Valle Simpson. Publicada por el diario “La Alianza Liberal” los días 16, 17 y 19 de Noviembre de 1916 .. Carta de R.A.S. acerca de la situación de los pobladores de la Subdelegación Río Simpson. Publicada en “El Llanquihue” de Puerto Montt el 9 de Junio de 1917 ……………………………………………….. Carta de Adolfo Valdebenito, de 6 de Junio de 1917, acerca del trato dado a los colonos de la Subdelegación Río Simpson. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt el 15 de Julio de 1917 ………………………………………………………. ……. Carta de Adolfo Valdebenito, opinando sobre las concesiones territoriales, de 12 de Junio de 1917. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt el 17 de Julio de 1917……………………… Carta de José Antolín Silva, fechada en Junio de 1917, acerca de la labor policial en la Subdelegación Río Simpson. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt el 26 de Julio de 1917……. Entrevista acerca de la explotación de bosques en la Subdelegación Río Simpson, dada por Miguel 2° Collado al diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, el 20 de Julio de 1917…………………………………………. Carta de Carlos Plata acerca de la entrevista hecha por “El Llanquihue” a Miguel 2° Collado. Publicada por el diario “El Correo del Sur” de Puerto Montt el 27 de Julio de 1917 ……………………………………………. Carta de Abraham Sanhueza, acerca de declaraciones hechas por Miguel Collado al diario “El Llanquihue”. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto
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Montt el 18 de Agosto de 1917 ... Carta de Miguel 2° Collado, de 23 de Agosto de 1917, refutando la de Carlos Plata aparecida en “El Correo del Sur”. Publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt el 26 de Agosto de 1917 ……………………………………………….. ……………….. Carta de José Antolín Silva, acerca de las denuncias hechas en su contra, a través de “El Llanquihue” por Miguel Collado. Publicada en el diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, los días 21 y 22 de Septiembre de 1917 ………………………………………
Carta de José A. Silva, fechada en septiembre de 1917, dando cuenta de la visita de periodistas argentinos a la Subdelegación Río Simpson y de la pronta inauguración del primer hotel en Balmaceda. Publicada en “La Alianza Liberal” el 21 de Noviembre de 1917 …………………………….…………. Telegrama de José Antolín Silva, de 3 de Noviembre de 1917, dando cuenta de la inauguración de un servicio de automóviles en Balmaceda. Publicado en “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, el 8 de Noviembre de 1917 .. ………….. Tercera parte del relato de don José Delfín Jara Beroiza al periodista Antonio Mansilla Ruiz, publicada en el libro “Chile Austral” (Aysen), Instituto Geográfico Militar, 1946 ………………………. Carta enviada por José Antolín Silva Ormeño al diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, publicada el 27 de Julio de 1917 ………….………………. Comentario del diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, publicado el 17 de Octubre de 1917 … Carta enviada por José Antolín Silva Ormeño al diario “La Alianza Liberal” de Puerto Montt, publicada los
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días 23, 24 y 25 de Noviembre de 1917 ………………………………………………………… ………. Informaciones sobre la situación de los pobladores de Chile Chico, publicadas por el diario “El Llanquihue” en su edición del 9 de Mayo de 1918 ... Información sobre la situación de los pobladores del lago Buenos Aires, publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt en su edición del 12 de Mayo de 1918 ……………………………………………….. Comentario sobre la situación de los pobladores del sur del lago Buenos Aires publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, en su edición del 19 de Mayo de 1918 ……………………………………………….. Crónica sobre los sucesos de Chile Chico publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, en su edición del 15 de Agosto de 1918…………………………. Crónica sobre los sucesos de Chile Chico publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt en su edición del 17 de Agosto de 1918 ………………………… Información sobre desalojo de pobladores del Baker, publicada por el diario “El Correo del Sur” en su edición del 24 de Junio de 1922 ………………… Editorial del diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, sobre la situación de los pobladores de Río Baker, publicada en su edición del 27 de Junio de 1922 ………………………………………………………… …….. Comentario sobre la situación de los pobladores de Valle Simpson, publicado en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, en su edición del 17 de Diciembre de 1922 ………………………………………… Carta de Adolfo Valdebenito sobre la intención de desalojar a los ocupantes del Baker; publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, en su edición
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del 5 de Julio de 1923…………………………….. Información sobre la situación de los pobladores de Valle Simpson enviada por el corresponsal de “El Llanquihue”. Publicada el 2 de Marzo de 1923 …….. Informe presentado a la Intendencia de Llanquihue, por el Subdelegado de la Séptima Subdelegación 'Río Simpson', Sandalio Segundo Bórquez Oberreuter, de fecha 31 de Enero de 1922, publicado en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, en su edición del 11 de Marzo de 1922 ………. Carta sobre la situación de los pobladores del Baker enviada por Adolfo Valdebenito; publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt en su edición del 18 de Julio de 1923 …………………………… Carta sobre la situación de los pobladores del Baker, enviada por don Adolfo Valdebenito al diario “El Llanquihue” de Puerto Montt, publicada el 20 de Julio de 1923 ………………………………………..
Carta de los pobladores de Valle Simpson denunciando abusos de la Sociedad Industrial de Aysen. Publicada en el diario “El Llanquihue” de Puerto Montt en su edición del 13 de Febrero de 1924 ………………………………………………………… ……… Bibliografía ………………………………………………………
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