La Textura de la Memoria Gonzalo Fernรกndez
Claudio Almeyda
Los muros y las texturas como parte del imaginario colectivo. Fragmentos que logran construir símbolos característicos de una época y su sociedad. Al pensar la gráfica en el espacio y la relación que nos presenta Leonardo Portus en sus obras entre materia, humanidad y naturaleza es posible reflexionar en torno a los muros y sus texturas como parte de lo que somos en relación a la materia, su gráfica y que tanto nos logra decir de un contexto determinado en algún punto de la historia ¿Pueden estas estructuras verticales del espacio contener códigos y lenguajes propios de nuestra historia? ¿Son los muros y sus texturas parte de nuestra biografía? Los muros y sus texturas refieren al uso y la percepción del espacio que se desarrollan de manera colectiva con el entorno. Pensados como circuitos visuales, éstos logran construir ritmos y movimientos que se arraigan dentro del imaginario social y se convierten en símbolos característicos de una época. Estas soluciones visuales del entorno se transforman en imágenes de la memoria y como tal se ven afectadas por su esencia dispuesta a desaparecer, a ser herencia muchas veces, o quizás a evocar también la nostalgia del paso del tiempo, situándonos dentro de las estructuras simbólicas que construyen nuestras imágenes fragmentadas de una sociedad y su tiempo. Es por esta reflexión que las imágenes de mis ilustraciones aquí contenidas nacen y hablan con los muros y sus texturas. La relación entre oficios y la memoria que se encuentran en mosaicos, cerámicos o papeles murales, nos hablan de historias guardadas como fragmentos de nuestro imaginario colectivo. Una cierta arqueología mural, que propone otra manera de mirar y acceder a momentos de la historia y su cultura mediante la gráfica que nos rodea. Claudio Almeyda Godoy, Estudiante de Diseño Universidad de Valparaíso. 02
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Leonardo Portus, artista matérico-visual
Portus, la elaboración de una artesanía crítica Gonzalo Fernández Saldías Arquitecto EAUV, Máster en EstudiosTerritoriales y Urbanísticos por la UPC de Barcelona. Profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso.
Portus proyecta como podría proyectar un arquitecto, solo que su obra es tanto objeto material, como tanto más importante construcción inmaterial. Una estructura invisible construida con la incertidumbre y maleabilidad propias a la materia de la memoria o a la ausencia de ella, propias a las imágenes subterráneas de un colectivo perteneciente a sus ciudades y su historia política. En el trabajo de este artesano-artista -autodidacta-, las herramientas proyectuales se descentran para volverse activas a una causa superior a la sola concreción y materialización del objeto mismo como objeto de arte; la maqueta. Imágenes, dibujos, modelos, retablos, fotografías, proyecciones lumínicas, se vuelven soportes de ideas y no fines en sí mismos. Los arquitectos sabemos del poder de las maquetas como medio de imaginación material. El poder de la maqueta supera incluso al de la imagen, aun con todo el poderío que despliegan hoy en día los especializados renders digitales, con sus imágenes idealizadas de futuros luminosamente filtrados. El objeto siempre sabe como lidiar con la imagen. Leonardo Portus entiende intuitivamente este poder, y descentra hábilmente la artesanía -su oficio original y de base- hecha retablo, maqueta anecdótica -académicamente menospreciada
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por tanto- a maquetas y objetos recreados e inventados por su acción que superan lo superficial y se vuelven artefactos políticos. Objetos críticos que interpelan libremente al espectador gatillando mecanismos interpretativos a cada uno de ellos según sus específicas y muy personales biografías. El objeto maqueta se constituye entonces en un aparato de ignición, un verdadero motor de encendido de diferentes estados emocionales y reflexiones cargadas de memoria, desde las más inocentes hasta las más cáusticas. La acción pues, de desplazar la manualidad del bricolaje doméstico desde la artesanía inofensiva-decorativa, portadora de una cultura propia pero pasiva, al arte-activista podríamos decir, se produce al inyectarle a los objetos un concentrado de pensamiento intencionado que ligan al objeto con un marco y contexto sociopolítico perdido, o al menos extraviado en la memoria personal o colectiva. Esta primera operación, a su vez se regenera en el espectador cuando se origina un nuevo pensamiento netamente crítico al estar en frente de estos artefactos políticos. Es decir la acción intelectual politiza el objeto-artesano para transmutarlo en herramienta crítica. Esta acción de desplazamiento de los lenguajes matérico-visuales, desde lo inofensivo-decorativo a lo crítico-político, es una de las acciones más relevantes que puede realizar el arte. Y en
Serie de 21 retablos, presentando fragmentos de fachadas modernistas de Concepción.. Concepción, Fragmentos de Modernidad. Sala Universidad del Bio Bio. Concepción , 2009.
esto se emparenta directamente con el oficio y el ejercicio de arquitecto, que desde sus propias herramientas proyectuales puede establecerse como agente político y superar lo meramente técnico y profesional. De esta forma la cultura de proyecto propia a la arquitectura y al oficio-arquitecto puede superar el papel social otorgado a las profesiones como mero apartado tecnocrático al servicio de la reproducción de la misma sociedad y sus mismas condiciones. Los dibujos, maquetas, montajes, textos teóricos de arquitectura pueden ser elementos activos y activistas, y pasar a formar parte de la construcción sociopolítica de la ciudad y del país. Este último tema resulta interesante a la luz de un actual replanteo de las condiciones operativas de los arquitectos y sus áreas reales de
alienación y de influencia del sistema social y económico, y la concepción de la cultura de proyecto arquitectónico en la contemporaneidad. Así lo constata agudamente el arquitecto Pier Vittorio Aureli hablando de los alcances de su búsqueda de expresión gráfica de los proyectos cuando escribe: “Creo que a veces lo político radica en esos aspectos aparentemente marginales de la profesión, en como construir un dibujo, o como trabajar el significado de tu dibujo. Esto es algo que he aprendido estudiando el trabajo de arquitectos como Hilberseimer, Boullée, y los comienzos de O.M.A.” En este mismo sentido, lo relevante del artista Portus, es que a través de herramientas aparentemente inofensivas, como podría ser un modesto retablo o una simple fotografía
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“En diversos edificios de Santiago, Viña del Mar, Concepción, etc. , existen mosaicos y baldosas que muestran la integración de arte y arquitectura en la Arquitectura Moderna. Huellas geométricas que hoy nos hablan melancólicamente de una época utópica y vanguardia.” Estación Utopía, 2013. Leonardo Portus. 08
de una maqueta pintada a mano, es capaz de abrir una brecha, o más bien una fisura, una grieta algo más leve quizás a simple vista, pero más amenazadora en el omnipresente y compacto imaginario político-económico vigente de la construcción de las ciudades. Esta acción, fundada sobre todo en imaginarios pasados, podríamos decir obsoletos, en el sentido de que no están homologados con la contingencia del siglo XXI, si bien son activistas tal como decíamos, conllevan el peligro asociado de desactivarse políticamente a través de entenderlos como meros elementos del recuerdo, como objetos de añoranza. Añoranza que por cierto siempre es un peligro en el sentido inmovilizador que bien planteara Koolhaas en sus conversaciones con Hans Ulrich Obrist. Habría pues, para poder escapar de esta trampa de la nostalgia, que resituar muy bien la mirada intencionada del trabajo de Portus, y entender ese imaginario pasado-proyectado a partir de una ucronía, -como el ingeniosamente nos propone- más bien como un choque de visiones, una colisión de constructos conceptuales de alta carga política. Lo anterior más que hacer prevalecer moralmente una visión sobre otra, demuestra su relevancia en el mismo hecho de evaluar las propias consecuencias originadas tras su encuentro forzado. La inevitable colisión planteada por Portus entre estas dos realidades alternativas y paralelas sería así puerta de entrada a una interesante discusión sobre políticas urbanas, espacio y ciudad, y no conclusión finita y dogmática de la misma. La idea contrafactual tiene siempre la condición de no tiempo. Es siempre por definición atemporal, y por tanto deviene en una herramienta puramente de análisis. Portus lo denota bien en sus trabajos, generando incluso la confusión parcial o total como reacción habitual de sus espectadores ante sus objetos de exposición y su aparejada indefinición espacial y temporal. ¿Existen estos edificios? ¿Son proyectos que se van algún día a construir? ¿Dónde he visto esta arquitectura? ¿Qué ciudad chilena es esta? Esta
curiosa confusión -que yo mismo he podido presenciar y en parte experimentar- sería en todo caso a mi entender el más político de los estados a generar en un público participe-espectador, acostumbrado a una actitud cotidiana mucho más automática de consumo y cumplimiento acrítico, al que repentinamente se le abren nuevas posibilidades y formas de plantearse desde la confusión e imaginación ante la realidad, tanto pasada como presente. La exposición de los objetos del artista surge entonces como una disrupción en el cotidiano de la ciudad y la posibilidad de pensamiento propio que tienen de ella los mismos transeúntes, pensamiento autónomo pero críticamente posicionado en una actualidad contextualizada con fragmentos de historia urbana recuperados y puestos en juego. Portus lleva a cabo su acción de fantasía crítica a través de objetos e imágenes, constituyéndose como verdadera acción de arte, que establece al mismo tiempo una política-ficción o ficción-vintage podríamos decir, que se transforma en política al entrar en juego con el público y con lo público. Como afirmábamos anteriormente, esta muestra de desplazamiento de técnicas, conceptos, significados, desde la artesanía pura a las manifestaciones del arte, puede de igual modo alumbrar posibles caminos para repolitizar la actividad de la arquitectura, que en este sentido pareciera ir en los últimos tiempos en una dirección contraria. Algunos intentos por politizar la acción de la arquitectura muchas veces proponen hoy en día la acción opuesta, es decir volver artesanía los medios y herramientas de proyecto. Lo anterior con fines de aparentar una mayor apertura a la participación ciudadana, un arraigo facilista en la comunidad de las ideas o con el simple objeto de puerilizar los medios y herramientas proyectuales para lograr una supuesta democracia expresiva de los proyectos. Dichas acciones resultan del todo engañosas y no apuntan al objetivo mismo de repolitizar la acción de la arquitectura que de forma innata es ya siempre política en un estado potencial.
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Para volver a ser relevantes a los arquitectos y urbanistas no les cabe abandonar las técnicas y rigor que les son propios a sus oficios, sino muy por el contrario, éstos deben ahondar en las implicancias culturales y políticas de sus prácticas materiales y discursivas. Un proyecto no se vuelve más relevante política y socialmente solo por dibujarlos con apariencia infantil, justificarlo con algunas encuestas ciudadanas o vestirlo de materiales con estética de reciclaje de desechos. El desplazamiento interesante que nos propone Portus con su trabajo de investigación teórica y proyectos matérico-visuales, es un camino compartido con la arquitectura y su práctica que consiste en ir desde lo básico a lo complejo, ir desde lecturas lineales a lecturas múltiples, ir de interpretaciones únicas y cerradas a interpretaciones diversas, polifónicas y abiertas, en definitiva ir también un poco desde lo artesanal hacia lo artístico, sin renunciar a la matriz de oficio artesano propio a la arquitectura y el arte, pero en todo caso siempre ganando profundidad crítica. La invitación que nos hace por tanto el artista Leonardo Portus con su trabajo, es a reflexionar y a tender puentes entre las disciplinas, a relacionar diferentes materias y épocas, a indagar y pensar con libertad y profundidad para proponer nuevos cruces entre arquitectura y otras artes. En definitiva se trata de replantearnos críticamente nuestras propias herramientas proyectuales y por tanto políticas, bajo una mirada desprejuiciada, activa y contemporánea.
Texto presentado en el marco de la charla “La ciudad y la política que no fue”, ofrecida por Leonardo Portus. Evento organizado en conjunto por la socióloga y profesora EAUV Elena Robles y el arquitecto y profesor EAUV Gonzalo Fernández que se desarrolló en la Sala Pablo Mondragón el 4 mayo 2016.
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El presente cuadernillo está íntimamente relacionado a la obra de Leonardo Portus (Santiago de Chile, 1969), -artista visual autodidacta- que investiga y trabaja temas de arquitectura, memoria y política, mediante fotografías e instalaciones que combinan maquetas, retablos, gráfica y diversos objetos lumínicos.
. . . Imágenes: Portada : Ilustración “Fragmentos de modernidad” Edición digital y producción análoga en técnica Offset. Reinterpretación del trabajo de L. Portus. Detalles de muro y cerámicos de “Estación Utopía”
La textura de la memoria
© 2019, Gonzalo Fernández Saldías © 2019, Claudio Almeyda Godoy Idea & concepto: Gonzalo Fernández S. Maquetación: Claudio Almeyda G. Diseño & edición: G. Fernández, C. Almeyda © Textos, de los autores © Imágenes: portada y páginas: 1, 3, 6, 7, 10 y 11, Claudio Almeyda G. , del resto de los autores. Primera edición: junio de 2019. Agradecimientos a: Lorena Ramos, Elena Robles, a la EAUV, a la Escuela de Diseño UV, al Laboratorio de Grabado de la EDUV, y a Gabriela de Taller 1980.
Páginas 02 y 03 : Ilustración propia “Huellas Geométricas” Producción y Edición digital.
© edición bajo licencia Creative Commons reconocimiento_no comercial_compartir igual. 4.0_internacional
Página 06 y 07 : Ilustración propia “Texturas e Imaginarios” Producción y Edición digital.
Portada realizada en papel pergamino. Interior en papel Bond ahuesado de 80 gramos. Formato 13,5 x 19 cms.
Página 10 y 11 : Imagen “ Mosaicos y Memoria” Edición fotográfica digital. Reinterpretación imagen de estación de Metro en “Estación Utopía” 2013.
Impreso en CVPLOT, 2019, Valparaíso, Chile. edición limitada y numerada de 25 ejemplares.
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