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de Arnulfo

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de Efrén

de Efrén

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Las hormigas

Las hormigas son trabajadoras, y gustan de servir a la comunidad. Siempre van en grupo y son las encargadas de construir o de reparar la mayoría de estructuras de La Aldea.

Las abejas

Las abejas están monitoreando constantemente el clima y el estado de las plantas y de la naturaleza. Son las responsables de alertar a los demás animales de que existe algún peligro para La Aldea.

Los búhos

Los búhos son sabios y educan a los más pequeños de La Aldea.

Historia 1

Los favores de Arnulfo

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rNadie ecuerda

muy bien cuándo se formó La Aldea.

Ha crecido mucho en los últimos años, y han ido llegando especies muy diversas, atraídas por el clima agradable, el suelo fértil y el abundante agua.

En un principio, en la parte más alta, se instalaron gallinetas, tapires, búhos, hormigas y muchos otros animales que no tardaron en construir cómodos refugios y madrigueras acordes a las necesidades de cada uno.

Con el tiempo, algunos se sintieron atraídos por un clima más cálido donde podrían cultivar grandes variedades de frutas como limones, naranjas, sandías y bananos, y decidieron ubicarse más abajo sin alejarse del río. Todas las hormigas se trasladaron allí, pero las demás especies se distribuyeron de manera equitativa entre la parte alta y la parte baja. Gracias a esto, se crearon lazos entre todos, y así descubrieron que lo mejor era aliarse y distribuirse ciertas responsabilidades.

De este modo, las hormigas se especializaron en la construcción; las tortugas, en el transporte de lo que se necesitara, y los ratones, en la limpieza del lugar.

Los búhos fueron elegidos responsables de la educación de los más pequeños, y los puercoespines, con sus poderosas púas, protectores de La Aldea.

Tras muchos debates, los animales idearon un sistema alimentario que terminó por convencerlos. Primero, las gallinetas y zarigüeyas se encargarían de la siembra; luego, los tapires se ocuparían de la recolección junto con Carmen, la única osa de anteojos del lugar, y después, un grupo de diferentes animales almacenaría la cosecha en la parte alta de La Aldea. Esta permanecería en un sitio resguardado del sol y la humedad, desde donde, finalmente, sería distribuida de manera equitativa entre los animales. Es decir, de modo tal que todos tuvieran provisiones acordes a sus necesidades.

Para evitar futuras discusiones, decidieron nombrar a un encargado de hacer respetar las reglas acordadas y de tomar decisiones en beneficio de la comunidad. La tortuga Lorena —pausada, amable y dócil, que se llevaba bien con todo el mundo— fue quien ganó las primeras elecciones celebradas en La Aldea. 15

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Durante un tiempo, las cosas funcionaron y la comida abundó. Sin embargo, de un momento a otro, el clima se volvió impredecible. Llovía poco, y los animales de La Aldea se vieron forzados a regar los sembrados con el agua que tenían reservada para su propio consumo. Los frutales empezaron a dar menos frutos de los habituales y varios cultivos se perdieron a causa de la sequía. Las abejas, encargadas de la polinización y consideradas las meteorólogas del reino animal, no tardaron en pedir ayuda a Lorena para afrontar estos cambios en el clima. Después de pensarlo durante mucho tiempo, la tortuga tomó varias medidas para asegurar la alimentación de todos.

Primero, visitó a los encargados de las cosechas en los sembrados para hablar sobre la importancia de trabajar intensamente y no dejarse ganar por la sequía; después aumentó el

número de animales recolectores de alimentos y encargó a un grupo de hormigas vigilar el cauce del río y avisar oportunamente si notaban algún cambio; por último, designó a Arnulfo, una joven e inteligente zarigüeya, como el principal responsable de la distribución de los alimentos. 17

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Para Arnulfo

fue una sorpresa

que le dieran esta nueva responsabilidad y la asumió con seriedad y compromiso. Solo pensaba en hacer bien su trabajo y en distribuir equitativamente las porciones de alimentos. Eso sí, no tardó en darse cuenta de que los animales que antes lo ignoraban ahora conocían su nombre y eran gentiles con él.

Un día, una gallineta le preguntó en privado a Arnulfo si sería posible obtener un poco más de la ración habitual. La pregunta lo tomó por sorpresa. Sin embargo, tras pensarlo un rato, decidió que no pasaría nada si en esta ocasión le daba un poco más a alguien que parecía necesitarlo. Lo hizo con disimulo para que nadie sintiera envidia, y la gallineta, que sabía que a Arnulfo le encantaban las nueces, le dio un puñado en pago por el favor. Días después,

la gallineta regresó con una amiga y pidió una ración de alimentos adicional para las dos. —No estoy seguro de que pueda hacerlo, esas no fueron las instrucciones que recibí —respondió Arnulfo.

—Es solo un poco. Mira la cantidad de comida que hay, nadie lo va a notar —dijo la gallineta tratando de convencerlo, mientras lo sobornaba con un nuevo puñado de nueces.

A Arnulfo se le hizo agua la boca y a partir de ese momento la práctica se volvió costumbre. Quienes obtenían este beneficio acordaron no hablar con nadie más sobre la posibilidad de obtener raciones adicionales a cambio de nueces.

Arnulfo nunca fue tan querido como en ese momento ni oyó tantos halagos como entonces. Recibía numerosas invitaciones y tanto su popularidad como su reserva personal de nueces crecieron significativamente. 19

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Sin embargo, al realizar la distribución, la zarigüeya no tardó en notar que ahora las cantidades, que antes alcanzaban para todos, ahora eran insuficientes.

Y una mañana pasó lo inevitable. Paco, un puercoespín fuerte y malgeniado, notó su ración más ligera.

—¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué hoy recibo menos? —preguntó molesto.

Por un momento, Arnulfo quedó frío y confundido, pero entonces se le ocurrió la excusa perfecta: —¿Acaso no has visto que el clima ha estado afectando los cultivos? Esos problemas empiezan a reflejarse en las raciones —respondió.

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El puercoespín no supo qué contestar a la excusa de Arnulfo y se fue refunfuñando.

Con el paso de los días, las raciones siguieron disminuyendo y varios animales comenzaron a recibir alimentos en mal estado. La situación se tornó preocupante, diversas historias asociadas a la falta de alimentos circularon por La Aldea. El crecimiento de los más pequeños se vio afectado, se sentían débiles y cansados; los mayores enfermaron con aún más facilidad. Arnulfo se sintió culpable y empezó a tener dificultades para dormir.

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Una mañana,Paco, el puercoespín

empezó a protestar durante la distribución de alimentos; la primera en unirse a su protesta fue Carmen, la osa de anteojos. Durante varios días, ambos se mantuvieron firmes y consiguieron que más y más animales se les juntaran para expresar su descontento por medio de carteles.

Los rumores de división en La Aldea llegaron, entonces, a los oídos de Lorena: algunos animales pedían el reemplazo de Arnulfo, y otros, querían que se quedara. Tras pensarlo por unos días, Lorena decidió crear una comisión conformada por distintos animales para que iniciaran una investigación que determinaría lo que estaba pasando. Pero la tortuga ignoraba que, dentro de los elegidos, algunos eran cercanos a Arnulfo y a su círculo de beneficiados. Ellos se encargaron de convencer a los demás miembros de la comisión de que la escasez de alimentos se debía únicamente a la sequía. Sin embargo, bajo la presión de varios animales descontentos, Arnulfo fue citado al día siguiente para que se escuchara su versión de los hechos.

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