Queridas amigas, queridos amigos: Aunque todos no nos conocemos, sabemos unos de los otros pues somos trocitos del programa Escribir como lectores (de una obra literaria) que, año a año, sigue creciendo desde distintos países iberoamericanos. Por ello, cada vez que se suman nuevos “trocitos” a este Programa, como hoy está sucediendo en la ciudad de Buenos Aires, es un gran acontecimiento que mucho celebramos. Nosotros, quienes constituimos la Asociación Española de Lectura y Escritura, AELE, queremos unirnos a este evento que hoy estoy viviendo, a pesar de los 10.000 kilómetros que físicamente nos separan. Más aún, sentimos que estamos allí para conversar con vosotros acerca de la lectura, la literatura, los lectores y escritores que viven en las aulas… En este sentido, nos parece interesante compartir una reflexión que hace Gustavo Martín Garzo, un escritor español que nos lleva con su narrativa a lugares muy atractivos y, de vez en cuando, nos invita a reflexionar en el contexto de sus artículos periodísticos, como sucede en el que publicó hace unos años con el título Instrucciones para enseñar a leer a un niño. ¿Ya tenéis pistas de qué va es te artículo, verdad? Pues bien, para dar estas instrucciones, Gustavo recurre a comparar los libros con el jardín secreto de la célebre novela homónima de Burnett. Por ello dice que las páginas de los libros son un pequeño paraíso que se haya oculto y, para entrar a disfrutarlo, debemos encontrar la puerta. Un dato importante es que la llave que abre esa puerta tiene que ser entregada azarosamente por alguien. Gustavo nos dice que también los chicos y las chicas necesitan, como la niña de la novela, la ayuda de un ser que muestre el camino, así como el pájaro petirrojo conduce a la niña a ese jardín maravilloso. Nosotros seguimos esta cadena de comparaciones pensando que el Programa Escribir como lectores (de una obra literaria) puede ser ese petirrojo que lleva a los alumnos y las alumnas por una senda de descubrimientos donde las palabras, las imágenes, las historias… se muestran frescas, perfumadas, brillantes, como las plantas y las flores del jardín. Adentrarnos por este jardín es una aventura y un descubrimiento para quienes, como la niña de la novela de Burnett, aceptan la invitación del petirrojo. Nos gustará saber qué pensáis acerca de esta invitación pues, como dice Gustavo Martín Garzo, “no basta con saber que están ahí [los libros], sino que hay que encontrar la puerta que nos permite entrar en su interior”. Descontando que será una experiencia atrapante, enviamos nuestro agradecimiento a la Asociación de Asociación Argentina Nuevas Alfabetizaciones (AANA) y a la Fundación SM de Argentina por hacerla posible. Reciban nuestros cálidos saludos y los deseos de que hoy paséis un agradable día. Estela D’Angelo, en nombre del equipo AELE.