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Extranjeros en todas partes

Esta ciudad que flota sobre el Adriático, vuelve a mostrar su Bienal de Arte en este 2024. Las lluvias de abril intentaron un nuevo florecimiento y, eso esperábamos muchos, pero los pétalos y colores que poco a poco iban brotando bajo este torrencial aguacero, variaban muy tenues sin la emoción y complejidad de otras lejanas primaveras. Desde hace varias ediciones de la Bienal de Arte Venecia, venimos viendo extranjeros en todas partes.

En el 2015 el nigeriano Okwui Enwezor, crítico, escritor, poeta y profesor especializado en Historia del Arte, quien curó relevantes exposiciones entre las que figura Documenta 11, se convirtió en una especie de pronosticador o visionario del destino que tarde o temprano íbamos a vivir, con esa Bienal de 2015 “Todos los futuros del mundo”. El planteamiento de Enwezor en la Arena o Teatro del Pabellón Central del Giardini, el de la crítica y el de los textos oficiales de la bienal, coinciden en un estudio filosófico y político cuyas premisas estuvieron basadas en el Contrato Social de Rousseau y el Capital de Marx, con un sentido más mitológico que práctico. El discurso de Enwezor también lo inspiró el Angelus Novus, el dibujo a tinta china, tiza y acuarela sobre papel, pintado en 1920 por el pintor suizo Paul Klee y adquirido posteriormente por el filósofo y crítico judeo-alemán Walter Benjamin. Este motivo sirvió de inspiración a Benjamin para su famosa teoría del “Angel de la Historia”, una visión pesimista del devenir histórico como un ciclo incesante de desesperación. Es así como tanto los Jardines como el Arsenal – espacios donde se mostró la propuesta conceptual del curador- aparecían repletos de imágenes, sonidos y movimientos que recurren a los temas raciales y étnicos, sobre grupos excluidos, minorías sociales, civilizaciones dominadas, pueblos esclavizados, regímenes demagogos, guerras e inmigración. Luego, en 2022, la curadora italiana Cecilia Alemani, directora del programa artístico del High Line Park en New York, se inspira en el libro infantil de personajes mutantes que la artista surrealista Leonora Carrignton hiciera para sus hijos, La “Leche de los Sueños”, una Bienal que se basó en lo maternal como la simbología creativa y creadora en la naturaleza, en el arte y en la vida misma. La belleza fue un leit motiv, pero no la belleza hiriente y excesiva sino aquella equilibrada, sobria, sublime, apegada al concepto estético. Hubo una importante representación de América Latina y Norteamérica, concordante con ese renacimiento artístico post pandemia, que planteaba temas como la migración, la condición racial, la enfermedad y la sexualidad, por nombrar los más reiterados. En este 2024, el curador brasilero, director artístico del Museo de Arte de São Paulo, Adriano Pedrosa, se aventura a volver a los mismos temas: inmigración, exilio, soledad, racismo, incomprensión, descolonización, lo queer, autodidactas, indígenas. Esos temas reiterados florecen en los jardines y el Arsenal, pero con una propuesta que hemos percibido más de forma que de fondo, más espontánea y menos académica con una clara mayoría de obras de artistas del Sur Global, especialmente Suramérica y África, una Bienal donde la minoría es europea. Los formatos que predominan son la pintura, el textil, la cerámica, vídeos e instalaciones que aparecen sin orden riguroso o sin guión dentro de la muestra. Aunque, mientras uno circula- y vuelve a ver, sin la deliberada presencia curatorial- se percibe como una Epifanía, el inquietante tratamiento del exilio como una condición natural que ocupa nuestra psique, una especie de manía a no pertenecer que nos desplaza de nosotros mismos. La inspiración se basa una serie de obras iniciadas en 2004 por el colectivo Claire Fontaine, nacido en París y residente en Palermo. Se trata de esculturas de neón de diferentes colores que reproducen en un número creciente de idiomas las palabras «Extranjeros por todas partes» y están en la entrada de los dos epicentros de esta exhibición: el pabellón central de los Jardines y el Arsenal. La frase procede, a su vez, del nombre de un colectivo turinés que luchó contra el racismo y la xenofobia en Italia a principios de la década de 2000: Stranieri Ovunque.

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La fachada del Pabellón Central en los Jardines, de estilo Neoclásico y originalmente diseñado por el arquitecto Carlo Scarpa, aparece en esta oportunidad revestida con un mural multicolor. Se trata de una intervención del colectivo familiar MAHKU (Movimento dos Artistas Huni Kuin), con abstrac- ciones y motivos ramibaranai que estas tribus de la Amazonia pintan tras realizar sus rituales con la ayahuasca, una forma de codificar y transmitir las leyendas y mitos de la tradición oral a través de representaciones de peces, tortugas y caimanes. En pasadas confrontaciones, como el 2011, el Pabellón Central recibía con la luz de Tintoretto o en 2013 con una impresionante muestra de los dibujos del Libro Rojo de Carl Jung, en aquel Palazzo Enciclopédico.

Lo más bello y delicado, sin duda, está en la entrada del Arsenal. Es una luminosa estructura creada por el colectivo Maorí Mataaho de Nueva Zelandia que ha tejido con correas de nylon que atraviesan el espacio, una especie de cuna con forma de útero a gran escala que proyecta luces y sombras en las paredes. Esta obra obtuvo el León del Oro en este 2024.

YALTER, Exile is a hard job [2024] + Topak Ev [1973]

Más adentro, encontramos una especie de exposición dentro de la exposición. Se trata del Archivo de la Desobediencia, un proyecto de Marco Scotini iniciado en 2005, con una cuarentena de vídeos y películas que resumen medio siglo de tácticas de resistencia en diferentes culturas del mundo, con piezas especiales de Zanele Muholi y Carlos Motta. En ambas locaciones el curador crea un Núcleo Histórico con obras de América Latina, África, el mundo árabe y Asia, con una sección especial dedicada la diáspora artística italiana del siglo XX, integrándose en las culturas locales, y que a menudo desempeñaron papeles significativos en el desarrollo de las narrativas del modernismo más allá de Italia. El formato expositivo ideado por la arquitecta ítalo-brasileña Lina Bo Bardi suspende las pinturas entre dos planchas de vidrio. Aquí, se exhibe una bella obra del italo-venezolano Claudio Perna.

Los tiempos son otros, con algunos bellos momentos como las piezas de Anna Maria Maiolino (León de oro a la Trayectoria junto con Nil Yalter). Estas artistas, la primera brasilera y la otra turca participan por primera vez en la Bienal de Arte en 2024: Maiolino presenta una nueva obra a gran escala en arcilla, mientras Yalter muestra una nueva instalación “Exilio es un trabajo duro” junto a su icónica obra “Topak Ev”. Nos llamó especialmente la atención, en una de las salas, un bello retrato de Alfredo Boulton realizado por el venezolano Armando Reverón con un extraordinario marco que parecía hecho con fibra de coco de las playas del litoral. Y, tres obras excepcionales de mujeres artistas europeas, outsiders, marginales y del arte bruto: Madge Gill, Anna Zemánková y Aloïse. Con esta aproximación a algunos momentos de esta 60º Edición de la Bienal de Venecia, se nos viene a la mente, a propósito de extranjeros en todas partes, de la aceptación del otro y del mundo global, la increíble y rara paradoja que ocurre en el cementerio de San Michele en esta misma de Venecia de viajeros y flotantes, donde descansan uno al lado del otro, luego de un periplo en alguna góndola, los restos de dos grandes escritores exiliados, contrarios en pensamientos y disímiles en acciones: el ruso y judío, premio Nobel de Literatura Joseph Brodsky y, el expatriado estadounidense, antisemita y seguidor de Mussolini, Ezra Pound. Desde hace mucho tiempo, los extraños están muy cerca y en todas partes.

AUSTRALIA [LEÓN DE ORO A LA MEJOR PARTICIPACIÓN NACIONAL]:

El artista Archie Moore dibujó a mano con tiza un monumental árbol genealógico de las Primeras Naciones. De esta manera, 65.000 años de historia se inscriben en las paredes oscuras y en el techo, invitando a los espectadores a llenar los vacíos y asimilar la fragilidad inherente a este lúgubre archivo. Flotando en un foso de agua hay registros estatales oficiales redactados, lo que refleja la intensa investigación de Moore, así como las altas tasas de encarcelamiento del pueblo de las Primeras Naciones. Esta instalación destaca por su fuerte estética, su lirismo y su invocación a la pérdida compartida de pasados ocultos.

SANDRA GAMARRA, Jardín de Pinacoteca Migrante, Pabellón España [2024]

ESPAÑA: “Pinacoteca Migrante”, de Sandra Gamarra, artista peruana que lleva tres décadas en Madrid. Despliega una nutrida contra-enciclopedia sobre la conquista de América basada en la versión de los invadidos. El Pabellón armoniza con el actual examen de la propia memoria política, visible cada año en los museos españoles y las ferias del mercado del arte.

ALEMANIA: “Umbrales” pone en evidencia los límites ambiguos que separan naciones, culturas y épocas históricas. Los artistas Yael Bartana y Ersan Mondtag encabezan una instalación que invita a la reflexión y que profundiza en el concepto de pertenencia a través de técnicas mixtos, que incluyen instalaciones y trabajos en video. La exposición se extiende hasta La Certosa, permitiendo a los visitantes cruzar el agua físicamente, haciéndose eco de los umbrales metafóricos abordados en sus obras, enriqueciendo así el diálogo sobre la migración y la interacción de culturas dispares.

ESTADOS UNIDOS: La vibrante exhibición de Jeffrey Gibson celebra la diversidad de influencias indígenas y multiculturales a través del uso de artesanías tradicionales como abalorios y textiles, combinadas con elementos artísticos modernos. Las obras crean un espacio narrativo dinámico que reexamina y celebra la complejidad de las identidades estadounidenses, enfatizando las ricas historias de comunidades indígenas y minoritarias dentro del diálogo estadounidense más amplio.

EL VATICANO: Un par de pies desnudos –sucios, heridos y vulnerables–están pintados en la fachada de la capilla de la cárcel de mujeres de Venecia. Es obra del artista italiano Maurizio Cattelan y forma parte del pabellón del Vaticano, en una innovadora colaboración entre reclusas y artistas. El lugar elegido es también bastante excepcional y “aparentemente inesperado”: la cárcel de mujeres de la Giudeca, donde la espera es un sentimiento recurrente. Le idea es transformar esa espera en una vida diferente y activa, llamando para este proyecto a los reclusos a “ver con sus propios ojos” y a participar en primera persona, persiguiendo el compromiso con la salvación propia, La cárcel es un mensaje en sí mismo y para ser oído. Se trata”hacerse intérpretes de su grito silencioso”, como afirmó el mismo Papa.

VENEZUELA: El artista cinético y uno de los pioneros del modernismo, Juvenal Ravelo, revive el pabellón venezolano con una experiencia inmersiva plena de color. El curador Edgar González señaló que la muestra, en cada una de sus partes, es un encuentro con la presencia física de la luz y el color a través de interacciones dinámicas que empujan a vivir el arte no como un objeto contemplativo sino como un evento de transformación social.“A partir de este recorrido, cada visitante experimentará el gozo de la auto expresión y se dejará llevar por las emociones y sensaciones que despierta cada obra” señaló González.

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