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Antecedentes

Antecedentes

La pandemia del COVID-19 ha desnudado con suficiente claridad graves falencias estructurales de diversa índole social, que habiéndolas agravado en la mayoría de sus dimensiones, brinda la oportunidad de llamar la atención de los Gobiernos y de las sociedades en su conjunto sobre la necesidad de concitar compromisos y pactos sociales con el concurso de amplios grupos poblaciones en su pluralidad y diversidad ―de género, racial, étnica, intergeneracional, territorial― para emprender transformaciones estructurales en muy diversos ámbitos de la vida en sociedad.

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Existe una agudización de fracturas estructurales del sistema capitalista neoliberal vigente, tales como, la desigualdad socioeconómica y la concentración del poder en pocos agentes sociales y corporaciones, la creciente precarización laboral y exclusión social de amplios grupos de la sociedad, sobresaliendo el caso de las mujeres y de la juventud ante elevados niveles de informalidad laboral y desempleo de larga duración, el estancamiento sino retroceso en la movilidad social intergeneracional ascendente, la persistencia de elevadas tasas de ganancia de grandes corporaciones a nivel mundial. Y con el agravante de la agudización de la crisis socioecológica, climática y ambiental asociada con el modelo de desarrollo consumo y acumulación imperante en el mundo.

Ante el anterior escenario sería de esperar, por un lado, la acentuación de la crítica al modelo neoliberal vigente en favor de un modelo posneoliberal o incluso poscapitalista en el mediano o largo plazo y, por otro lado, la defensa del modelo de mercado neoliberal bajo un régimen de democracia iliberal ―con menos derechos y de carácter autoritario, tanto de ultraderecha como populista de “supuesta” tendencia izquierdista― que atenta contra la consolidación y el desarrollo de la democracia. Pero un escenario muy probable sería el surgimiento de visiones híbridas ―es decir, producto de un proceso de hibridación–― entre la visión del mercado liberal, la del intervencionismo estratégico, pero parcelado, del Estado, la de un multilateralismo regulado con algunos propósitos de índole nacionalista, la de un sistema de libre mercado internacional, poroso y perforado por la acción soberana de Estados poderosos con el propósito de asegurar su autonomía en la provisión doméstica de bienes considerados ―ahora― especialmente estratégicos y necesarios, como los asociados con el sistema sanitario y la alimentación básica, entre otros, que implicarían conflictos respecto al modelo neoliberal imperante.

Ante este escenario, organizaciones sociales de América Latina y el Caribe, asociadas mediante la iniciativa ISALC, decidieron promover una reflexión colectiva sobre los lineamientos básicos de un Plan Estratégico de Transición y Transformaciones Estructurales para la región que promueva tanto una democracia moderna, deliberante e inclusiva con justicia social, territorial, intra e intergeneracional, como un desarrollo resiliente socioecológicamente en una perspectiva perdurable.

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