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Una nota final

ante los retrocesos observados en la última década con prácticas nacionalistas discriminatorias estratégicamente en contra de determinados países o regiones por razones de índole doméstica de gobiernos de países desarrollados del Norte global. Ello ha creado un ambiente de incertidumbre, inestabilidad e imprevisibilidad en el ordenamiento internacional, con severas consecuencias contra la consolidación de agendas internacionales sobre problemas acuciantes como la crisis climática y ecológica y de la paz mundial.

En este contexto, los gobiernos y organizaciones de las sociedades de los países de la región habrían de interponer sus mayores esfuerzos para garantizar el establecimiento de un sistema multilateral abierto sustentado en una cooperación internacional eficaz, previsible e incluyente en el mundo actual, que ha de regirse por principios universalistas básicos e inalienables en el marco de una gobernanza democrática y de una justicia social internacional.

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Además, han de irse no sólo desarrollando desde el mismo Plan de Transición sino también profundizando bajo el Plan de Transformaciones Estructurales otros campos de acción internacional de países de la región, como los de la gestión y negociación para flexibilizar el tratamiento de la deuda externa, de tal forma que se logre garantizar que el peso de su servicio sea sostenible y financiable en condiciones favorables de manera duradera.

El acceso a fondos concesionales de cooperación ―no sólo a los países de la región de ingreso bajo sino también a los de ingreso medio― la intervención pública proactiva de cara a las dinámicas de la globalización y el multilateralismo, sin excluir el replanteamiento de derechos de propiedad intelectual y de tratados de libre comercio, y la concertación de novedosos esquemas de cooperación regional y extra-regional.

Una nota final

Antes de concluir es necesario reiterar en la conveniencia de perseverar en gestiones políticas internacionales a nivel del conjunto de la región para el logro de tratamientos diferenciales en el servicio de la deuda externa, en la garantía de condiciones favorables de competencia en el acceso a mercados internacionales y en la provisión de asistencia y cooperación internacional, en continuidad y desarrollo de las políticas (g), (h) e (i) planteadas a propósito del Plan de Transición, por lo que aquí se omite un mayor detalle.

Expuestos de manera general y a manera de ilustración, algunos de los lineamientos básicos de un Plan de Transición y de Reformas Estructurales para países de América Latina y el Caribe, susceptibles por supuesto de mayor elaboración y de complementación programática, sobresalen en otros ámbitos societales de especial relevancia como el político (polity) y el ejercicio de la política (politics), y el de la justicia y la preminencia del imperio de la ley, que requieren una profunda reflexión paradigmática y una transformación estructural en el marco de pactos societales fundacionales en la región.

Por último ―pero no menos importante―, ha de llamarse la atención de que cualquier Plan Estratégico deberá surgir y ser promovido con la activa y decisiva deliberación y participación de las organizaciones sociales y de la ciudadanía latinoamericana y del Caribe en general como requisito indispensable para su legitimación democrática y para la construcción de una gobernanza democrática en la región.

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