ED
Teat11al CKÓNICAS Y IJOUUM F. NTOS POR
SALVADOR CANALS · :-; .\HTit't' I.O PI~EJ,lMlXAH
t; OX
'O HRE EL PÚBLICO
POU
JA CINTO OCTAVIO PICÓN
í
DibuJos do Pcllicer Mouseuy, .J. B .. Nlsarre, t'ederico y Cil la. y fotog•·afiag de Compaily . DebRS, Napoleón, viutla de Amaym, Alviaclt, Otero, de Madrid; Reutllugor, de Pl\ris : Andouar y EsplQgas, de Barcelona: Harcia, de -Valencia, etc.
MADRID: 189 fi 1
Esta~leclml~nto tlpogritlco de EL NACIONAL
Á CA RGO DE B. A, D]¡ LA FUENTE
Hturtas, r4
.
'
·.
En
. .,
J' ( -
.-
PúBDic:o
~E
todos lo elementos q~e éomponen el teatro-- · ~ público, autores, empresas y compafiias-el mils digno de estudio, y acaso el menos estudiado, es el pú.: blico: quien mejor lograra conocerle seria quien más g·loria y más dinero ga~ase; y, sin embargo, las em- · p1· ·-as que se arruinan, los autores que se equiyocan ~' los actores que desconocen ó emplean mal sus facul- • tades, todos cónvergen a demostrar que el pú~Uco es· una esfinge, uu ser incomprensible, tan pronto tirnno aburrido, que 'can naila se distrae, como niño dócil que. con cualquie.r ·cosa se divierte. Formftn el público un número muy limitado de vei·daderos inteligentes y · amantes del arte, muchos que van al teatro p_ara ver ó ser vistos, y el vulgo de toda¡; c.:Iases y condicione sociales, desde el conquistador rico y elegante que va como de caza, hasta el bondadoso padre que escolta á su familia; desde la dama nristo('J'útica qu~ hace del palco escaparate de su belleza r su 1
•
V
.. .
&L rt Blt \' 1\
f, OC TAVl O l' lCI'¡!(
ltüo. ha~ta la nHtm; . ofiolientn que aeonipafia Á las nifu\1' Ú\'itlns ~e uo,·io; ';>' luego' toda esa mu •hedumbre an6n imn. t•a'nsada aburrida, que ·e contenta con que . ie ha~;\ u oh•idar durante alc.unas horas ·us ne.,.ocios,, ' .lis p llits ';>' :·ms disg(t to . Pasar el rato, dice el vulgo, ~· · pam que 1 pns' din•rddo caYilnn autor es y cómil'O~. mucho. siu ·mú: 'móYil que el· d' la lu tu~ por ltt \'idn. mll•hos también de bueJ'ta ti.', cng-m1ados por el ~ •íiuclo de la g-loria, si fldo t:ós<t digna de observar que todos su l n q uivoc·arse.
obras le gusten .y otras no?¿ 'on siempre justas sus sentencia ? ¿Ensalza siempre lo que debe queda1· y rechaz lo que debe morir? El público, al igual del pueblo, á quien se parece como un hijo á su padre, tiene defensores y adversarios: é tos opinan que sus arbitrariedade son muchas é innumerables sus equivocaciones; aquéllos afirman que nun ca yerra. En mi humilde opinión, el público varia según la índole del trabajo que se le presenta. Eu todo aquello· ·que ha de apreciarse por instinto y por sentimiento, sin facultades r eflexivas, es buen juez: en lo que ha menester juicio, lógica aplicación del pensamiento á lo que ve, carece de condiciones para ejercer como mag-i ·t rado. «;.Cuántos tontos hacen falta para formar público·t · • - preg·untaha · C harnfort . -~sta ·frase, algo caricn,tu_rescn, peca de exagerada; pero tiene un gran fondo de verdad . ::iustituid·ln palabrn tontos por otra qu e t'eYele m e ~10s ~mor pr?pio quien la dice, y es~aréis · de acuerdo con ella . • Pin hid ante el público ·beroicidades del patriotismo , mptos de amor, impulsos de caridad , explosiones de ·se ntimiento, ~- re.¡pondercí : iempre, porque el común lle las gente: se eree apto pa rá todo lo bueno: le g-usta ap,laudirlo y r eYelar que es capaz de ello; ma:; presentad sitnacione en que la razón pelee con el error, en
T11 n difi ·H de comp1; nder : 1 p_úbli ·o, qüe no acier.tnn á profcriznr us fallos ni l~s qu·e para él tra baja n por ncc sidad, ni lo· atr·aídos por el deseo legítimo de • ll)Ostr.ar lo qur \'illeu. Exc ptuadm; la. obras ,·crdadcl'nm nte t'xecpciona le .. por huenas ó por naÚas, es del'ir. la;; que · • imponen ~- las qu<' en réceu on :ibsoluto · dt'. condidon s, s punto meno · l!lle imposible Ya ticinar PI éxito de una comedia.· Lo~ mil.· práetfeos ~~~ !Tan , Jos tHí.., a\·isndos ~e N¡uh·ot:an ~- p:uo.t c·olmo de absm·do, los tonto,; sue.len a~·ertnr d ,·ez en cuando; nada hay, en fin. tan dificil n In: tare¡ del escritor ~- e ~ arti¡;tu como e· lcular el -e~ eto de sus ideas ~- sus pensamiento,;, aplicarlo: it la r'úe •ánica t atral. Par . ce que el tea- · tro E'f.ll';;pejo ({onde la ,·ida se refleja, pe ro espejo f' ll<'fliiI;Hio, porque la:-~ imágenes poc¡ts \·eees resu ltnn .licles .. Dejando aparte Iatmpo-..ibilidad de augu ra r ·on acierto lo. juicio. del pírhlico . ..:cuál <'-' la C.fttum de que una:; 'fl
r;1
Vi
V ll
,
\
J.
qu 1 hom t'E' ba~alle con la ciedad en que ln ver: d _dem morn! luche .il bmzo partido con las lla mada L' uv nicncia -<o inl , · n•réi al público ir r c. oluto, il !!'leo, ontrudictorio, ~·, lo que e peor, terriblemente i.nju,.,to. En unn paluhra: el púbhco compr~nde y com-' p rt la' p lpitnciones d 1·dolor y del placer por p qu f\n.r qt!~ ean:.ha:ta se identifica <:on el que goza ó . . ufre; pei'o no le pidáis qu en !)Unto it ideas ~- pen nmi ,nto.· separe la cizafia del grano. Por e. to dkeu · ,·erdad lo · que afirman que el teatro "· .;obre todo. acción .. Ant' l público no ·e pueden p_lant nr problema : e ' necesario Hmitar~e á present rle hombr ~· mujere colocado , á causa de aque-. llo:. prohlemu , en tales ~ ituaciones que· ·us ideas se . . ·r . uelvan en he ho ·: Don Juan Tenorio, que ·hace mil picardla ·. es popular: Juan Lorenzo,· que discurre ~ \'ll ila en motueJlto;.; diflcile · es figura que, á pesm· de -.u indiscutible helleza, sól!J lo~ erudito.s 0Jlocerán dentro d algunos afios. o o ' equivo an ·los que imu••inan que el público p ucuc pcn ar acerca de lo ·que ve; ni la · condiciones materia. l . de la repre.·entación le dan tiempo para ello:· quien 1 un libro puede meditar acerca de la ideas á que 1 autor o' inelina, ma quien ve interpr tftr un dr ama se rl <:id n pro ó en ·ontra, s gún hi im presión del mom nto. En P'ito r·ndi<'a PI 'princ-ipal oh<:tit<'u lo A que en <'l 0
.
\
"'
OCTAVIO PI CÓ~
teatro sea posib.le el verdttqero naturalismo; pues aunque tod.o problema moral y todo .error social contienen asun.to para infinito número de dramas, no se le pueden exponei· a l público sino Em sus últimas consecuencias;cutmdo los personajes están en periodo de acción, c!:i decir, de movimiento: los antecedentes, el pr.oceso ideológico, caen fu era del alcance y la penetración del público, que r ar a. vez tol era exposiciones lentas, y lla~ · ma la nguidez á cuanto no sea el rápido el).gi'anaje de !:iUcesos. No consiente el desarrollo de un afecto ni de . un estado de ánimo ; desea que· le pre::;enten caracteres inquebrantables; cuanto más definidos, claros y enér-. gicos, mejor le parecen; en las causas q~e les impulsan, en lo apetitos .que les mueven y en las modificad one;;; que cada individuo sufre por la influencia de lo · que le rodett, se fija muy poco. Precisamente en hi pintura de ·c aracteres-:mpremn . expresión del ar te dramático,-es donde el público, y ha ·ta l.a, critica, comete las mayor~s injusticia::; .. • Los c~racter~ uo están bien sostenidos», qímos ded r ¡, cada paso: haberlos fa lsettdo es la mayor acusación que puede diligirse á un a utor dr amá tico. ¡Como si en la vida fuese cosa corriente tropezar con un caJ'ácter entero , firme 1 segut·o de su razón y de su voluu: tttdÍ t':\i el poeta dibuj a un terco·, un irascible, u11 virtuoso, un irresoluto, un egoista ó uÍ1 malvado, han de ,.;C'I ·Io tnda la noche. ¿Hay nada más humanr que la!'!
J.
·~ l' l 1\IH.II
v 'Iehlade-.. Jo,. de~fnll<'eimi nto~ y las eontrnditeioncsi' . Pu :· h <'1. t a:tro. mm vez e admite.n: tal es ia lógica que pid n l, · ese na. lo qu má e casca n la :v ida. . Bl mi mo púhli<'o e:< r o, . in embargo, d una de la~ . \ mil~ or s ineon ·' uentia.' que pueden ·omctcrse . F.n obras li~ems. e mo re vi tas y n.propósitos, sufre lo. mil« d~sYergonzn.dos exceso de · lengua.j e, y en ohms s ria d sp.liegtt una hipocr ía ridícula. En lo>~ t arr·o>~ de )Iadrid, ante lo m~í..:; ·culto de la buena socie- . d d, s han t·antado ·opla capace · do ... ouroj ar ·á un e ho de g¡ stadore ·,;.·,en cambio, han ido rechazadas pm· inmomle::.. situadones dmmáti ;~s · en qu ocurrf}t lo . qu • eu ,.¡,ita" puede re~. rir sin que la· madre· man-: .den r •tirar>~e á lns niña·. A.lgo quebrantada va que•dando esta hipocresía , g:m ia ~ á nue tro principales autores~- por influenda de alguna · co ri1pañ ias extranjcn ·: p<'ro tocllwía . on mu ho lo· e pectadores que e t•nf<\udan porque s bese una. pareja .de iloYios h\ vis· pcrn de ·as,u·s. . Los. tre:C'ieuto · año de ed~c·. ación frailun<l qu .pesnt' :obre E ·parta, influyen aú n en JIU'· tr·,, .. l'o,.,tumhl' :: la publicidad de. la falta parece peor que la falta miHJIUL y nutes que al pecado se tie'JI<' miedo al cs<·áud;l lo . . El orig n dE> la r lativa in apaeid~d clel púhlieo es msi dE> orig-<'n híhlko: e><tá fundado en aquell a. fras(' t·t'·lphrt>. ;('!.\'ÚII la <·uaJ el núm ro de tontos es infinito. t·na llfl<'he de (',.;tr'f'no, pas<'ad la mi[nda por el tE~n· ;'\
/
OCT A\I,Q PICÓII
tro, recorred la .sala con los ojos, y e ntre las gentes que eoriol'éis y las que lle van pi~ltado eu la ennli lo que•. son, ¿cuántas hahrá eapaces •d é eomprrnder y juzgar l a obra qu~ se repreRenta"? La·faeultnd de percihii· lo bello y la delicad za para apre ·iarlo, no son p¡ttrimonio de todos. En materia política donde la utilidad es base forzosa, el sufragio uni' versnl tie ne legitima razón de existencia, porque cadru · dudadano de be eonocer é intervenir en el empleo de lo qu e el Estado lE> exige; pero en materias literarias no · sujetas á eon veuiencia,' sinolihres como el aire 1 ¿puede ~·.onsiderarse hu en juzgador á todo el que tiene dinero . pnra ir al teatro, ó am igos que le dej en entrar de balde? Literatos de mérito sobresaliente afirman, á pesar dP sta razonefl ':f i;le otras má · poderosas que seguramente e ·capan á mi entendimiento, gue el público acierta siempre' porque· po~ee un particular instinto, mediante el ·ual adivi na lo que no ve, presiente' Jo·que no alcanzn y ~e exp lica lo que no comprende: algo, e n fin, , m~ravilloso ';' singul.a r que ilumina las inteligencias. Aupque asi sea, convengamos en que eH triste cosa someter al fallo del instinto el fruto del trabajo intelectual. Por otm parte, ¿cómo ha de suplir el instinto la falti.l. de otras eoudicioucs? Ei1 deter!nitutd~s esferas del ¡;rte, la míu~ka, por ejemplo, ¿.I:ÍastH. el in stinto para determinar si nna obra es bella( Po1· einm de staH observac.iones ~- d e c uHuto ele ellas XI
IL 1'1 lliCo
' th•-<pt' 'tHin, PI J)M>lit·o ti ne der eh o nl mnyor respe•o; J)U qCtiC'n foment . gu to. depravados y halngue ÍU~tinto:o~ ~r ro , IU!Íe. QU(' ntti tn Ó literl\to 1 será torpe hufón: y á 1:) Jnrg-a quien n.dula <·ansn.
tNiliCE AJ,I<,A HÉTICO DE -RETRA'rOS
E.l púhli o e~ · fior de cuanto para él trab.ajan, pero no nmo; pn~n. no <·ompra: repnrte In glorüt, no la honr , y to9o lo pu d('. meno condenar lo bueno al olvido. Por e. o ha 'di ho un frnncé. ilw tre que lJI posteridnd ut~n • uperposkión dP minorla.~ .
Jadnto nctar'io Picón.
A
E LEJA Lnr.:, Rittt, t4a; ~~S0ALA:-IT•"', Ec\u¡1rdo, l4! i.
Josefa, 162 . . \MATO, Luis, 155. .\~fo\OR IIINA, Luis, 200. .\RANA, Lucrecia, 219. AnNA J., Rosa, 125. ..\!'<TOJt'l' , Amparo, 40. AzA. :Vitnl , PortArla . AI.VA H Ez,
F FELiU · Y CODINA,
Encarnación, 88. FR~JCwr. r , Leopoldo. 51 y 53. FERNÁNDEJZ Mor.INA ,
:e HALAlH1mlt 1 ,Juau , 1f>9 ,\' 21;?: BELLA CmQunA, BmRNHARD'r, Sarah , 157. BRE'l'ÓN , Tomás, 86.
ns.
Rnú, Isahel , 119, 247 y 251.
'·
G
G Al:II'Alt, Enrique, 210. GUERRERO,
D OtCIINTA ,
.Joaquin, Port11.rla y
150. E
F.t:m•JllAHAY , .Jo~é. PortAda, 59
y 185.
Maria, 4.
Gur~nJRÁ 1 Angel ,
o Emma, 30, 32 y 33. CAr, vo, Ricardo, 6, 68 y 69. CAMPos, Lrti8a, 94 y fió. CARSí, Felipe, 14. CATALÁ, Elena, 118. CHUECA, Federico, 184. Co NT HERA S, AntoniA, 255. CoR JSTA I'I nE APnLO, 186 y 187. CALVÉ,
.José. Por-
tada .
lOñ.
H HIDALGO, Eduardo, 231. HOMBRE SA1,VA.TJ<J, ~!l.
ÚISBN, IXABT,
258. .José, 123. J
JA.CKSON VEYÁN, José, 184. · L
LAB.t.RTA, Luis, 110. LAF!HERA , Srta.,. 220. LÁZARO , Felisa, 82 LóPI!lZ 1 Isabel, 196.
y 207.
~
M .
Uknrdo, '1(>:.1. 2'2. :!1:1.: '1 nw, Emilio (hijn), 21 L ~ RUI:\1. ' ngt•l. 7:!_.' 77 ..• :\l. RTL'EZ, ,Tunnn, t.).t .' H;.,. 2\lARTI:-i.BZ, Sr.,· i!li!. 1 TR ~<, Hlnnrn •. fl7,.:·> M ZZASTJ'il, Lttl • •-· _ lss u, l<miliu.1 l!l~> ~ 1!IL · 11,
·.ikRHl, ~:m~lio.
:'\fg,.F.JO.
Jü,.(o.
1!1;).
1 1 R MIH0 1 19'7.
. · ,, RAMO CAR1UÚN, Mi~ttl'l, 17h. ltonRfG u~;:~:, Ele u u,· 41. RonniOUEZ, Mntildl', 220 ~· 221. RoDJduuEz, Mn.nu('l, 195 ~· JHí . ROJA·, ra., 212 y 213. RUBIO, José, 220 y 2-21. S
,
h·utlnr. ·JI~ . ,. htt.\Ll.F.,. •• bt'l'll"IÓU. :..1. . Iu:T• . Mnri11, i!2i · l\luRAL~; .• Hit'ardo, 20:1. )~OREKA. MIH'-,tro, LO
fm,,
'
R
N
Pih\r, 24.. :urro Mnuuel!_l74.. 'ORT , ~r. 2:N ~· 221. • 'OYELJ.I, Erml'tl'. 26:l.
, AI;v ADOll,
Consuelo, 89 Y. l \)í.
SALVADOR, Inés, 120. ÁNCUEZ DE LEóN,
E nrique,
17.
3 Eugertio, 130, 131, 1 3 y 139. OLER ; Federico, 137. • uÁREZ, Nieve~, ló8.
, ELI.Es 1
:-IA\',\ll.RO,
p
T
TnUJLLEn, Emilio, 151, 16!'1,
212 y 213.
.
TUBAU, Maria, 35, 47, 61, 63,
212 y 213.
PAt.& 10 · Miguel, 171. P:t&m G~uó , Benitn. :IX. PÉREZ Pepita, 141. P:ERll:z, Pilar. 167. _ PERRL' , Guillermo, 110. PtN O ~dNGl'EZ, Mariano, 4.5. P1. o, Joaquinn 6. Pnw, Ro~nrio, 220, ·:?-.21 ~· 242. PR.&tm , Lorcto, 205.
v . VALLE,
r., 221.
VALVERDE, Bnlbinn., 220, 221 .v 224. . Vl'lnA, Ricardo·de la, 17\:.1 • . YtDAL, Pilar, 83, 195 y 197. V¡r.oMARA, Mauricio, 110.
J.A tu~yor parte d las fotograflas p~uli~adas ~n eMte libro han Ido bechaa por si popular ar~llita Compan y.
/
Al recoger en este volumen iUt someto á la !Jondaá del pú6lico, unas cuantas uónicas y unos cuantds monos re~ peclo á lo iUt el teatro luz dado de si durante el aflo 9.5 y parle del 96, no pretendo laaar Anales, como los iUt u laacen en otras par/u, ni Historia, ni nada i'le se leparezca. Trálau únicamente de ttn puflado de cosas recorda6lu y iUe yo rectltrdo para los iUe lo iuieran, sin orden ni concierto, tal como vienen á las puntas de la tiJera cuando recorto .ie lo anteriormtt!'t eurito, á los puntos de la pltlma cuando euri6o de nuevo. Si en aflos sucesivos repitiera lo itle ahora ensayo , proettraría ceflirme á la temporada teatral tal cttal en llfadrid se entiende, de Oc111/Jre á Octu!Jre. Este afio me ha parecido 6ien-sin fUe yo mismo sepa p 0r iué-empezarla con Enero de/95 y concluirla co,. Septiem6re del96. Sólo aspiro á que el lector recree los oJos mirando los g t•a!Jados,· si además lee ~1 texto, miel so6re hoJuelas¡ y si ademá~ de leerlo lo aplatl• de, ka!Jrá lleg ado para mí la 6tnevolmcia aJena donde n1 orara lleg ar la propia am6icÚn.
Mqdr id -O a lubrc~t 896.
ED "ESPAÑOD"
el verano de 1894, como todos los afios desde hace muchos; los incorregibles y los sofiadores del Ayuntamiento y de la calle de Sevilla pasáronse dos meses afanados en su obra de peinar el caballo de bronce, sin que se les rompiera ni se les cayera. de las manos el peine impotente. uHay que levantar el teatro Espafiol C:J.ue se nos deshace u, dicen los concejales; uhay que restaurar el teatro Espafiol que se nos acabau, . contestan los cómicos;"hay que salvar el teatro Espaflol que se nos va u, comentan los pa'triotas de bampalinas abajo; y los proyectos reaparecen, y ,cunden presupuestos y redentoras reformas. Una · poderosa corriente de vida inunda todos los cerebros, y, • .allá van arbitrios desinteresados é interesados expedientes. El afl.o 93 la cosa se puso más seria todavía, y los concejales dotáronse á sj mismos, de una tutoría literaria. El año 941a cosa fué más seria·aún: Eusebio Blasco r enunciaba al Ftgaro y á lá plenipotencia oficiosa de Espai'la en París por el placer patriótico de levantar el muerto, y María ~uerrer:o, representada por su padre y asesorada por Echegaray, quería arrimar también á la obra sus hombros de mujer fuerte ... El Ayuntamiento, amparándose de N
INAUGlJRACI~N EL 7 C/EI/ES ,. IJE ENERO /JF. r6yl
eoo el desd~~ ....... - ., --:- -.. - ., .
' U del cartel de la función inaugural que, anunciada para ello, F acstm .. se nrific6 el12 de Enero.
j /
TEATRO ESPAROL
la Sociedad de Escritores y Art(stas,·dió el teatro á la Guerrero, y ta Guerrero prometiólo todo por el Espafiol. Cavia sostuvo que se nos·daría hasta jamón con chorreras ... Ellos ro hacen de buena fe. Diagnostican la enfermedad, y están persuadidos de hallarte remedio. "El público no quiere teatro Espafiol", dicen algunos, y el teatro Espafiol se. apresura á remozarse: cámbiase él forro de las butacas, fortalééense sus muelles, se· mejora la calefacción, se hace más espléndido el alumbrado ... "Los cómicos no se avienen, no hay cómicos", ·y Mario discurre un ·plan, qué se queda en cartera, y Mata concibe un proyecto que aborta, y María Guerrero se pone, con su padre y con sus eminencias, á la obra ... Y todo, nada: querer peinar, como el arlequín de Venecia, un caballo de bronce. Porque-el Sr. Tamayo lo dijo al rechazar el papel dt tutor ejemplar de concejales sin c.l ásicos-el teatro Español es ya una ruína que no tiene remedio. ¿La causa? El señor Tamayo la pone en los actores. ¡Son tan malos! No hay clásico que pueda gustar ni gen,io que lo parezca con tales intérpretes. El Sr. Tamayo, como se ve, aunque arrinconado en la secretaría de la Academia, "sigue siendo au- · tor", y odiando, por tanto, á i.os actores. Muy bajo está, ciertamente, el nivel artístico de nuestros cómicos. Pocos son entre ellos los que tienen algo por dentro, luz en el cerebro·, fuego en el" corazón, neryios en el cuerpo, sangre viva y bullidora en las venas. Pero, aunque esto sea capitalísimo defecto de un teatro, no creo que sea la causa única del decaimiento dél Español. Por mi.ty importante que en la obra teatral sea la interpretación, no es lo esencial, la substanciá indispensable. Esta indispensable substancia • es la obra tnisma, y esto, obras, "teatro", es precisamente lo que no tenemos para el abastecimientq·del Español. . ¿Los clásicos? Admirables son, é inmarcesible su glo'r ia. La . crítica universal los ha consagrado, los literatos de todo· el mundo tienen su memoria· en perpetuo zahumerio. · Fueron genios, y la admiración de Üts gentes los pone en· tre los dioses del Olimpo, á la diestra de' Apolo, refulgentes y eternos. Calderón, Lope, Alarcón, Tirso, Moreto, Rojas, son nombres que han dejado una huella en la trompeta de 15 ~Jar ía
/
Guerrero, en 1894 ·
l.
~<J
TEATRO &SPA ROr.
T&.t.TIUL
vacilante él mismo en los nuevos rumbos por dónde quiere enderezar su abundosa inspiración dramática, ¿qué autor tenemos capaz de arrimar sus homb¡:-os á lo que se. derrum· ba, de llevar su nervio á lo que se agota? . Durante las últimas temporadas, dos figuras han surgido con fuerzas para ir al éxito. Pérez Galdós con Realidad, y Feliú y Codina con Dolores. ¿Serán ellos los deseados? Feliú y Códina que, desde Un libro viejo, tiene derechos pre· claros á una sincera admiración para su entendimiento con vista larga y para su .corazón con sentimiento's hondos ¿tendrá la nerviosidad necesaria, la brillantez y el estr¿ para la definitiva conquista? No lo creo. Me parece que es el lunar de su ingenio. Pérez Galdós, que. con el suyo omnipotente "ha creado. en La. loca de la casa · una mujer y un hombre como acaso no los ha tenido el drama español de hoy, ¿se bajará de las nubes para ponerse al alcance de todos? Tampoco lo creo. Es muy brusco el cambio intenta· do por Galdós. Su tendencia psicológica iniciada en Lo prohibido, es manjar muy delicado todavía para un público que lo lla:ma-fiel á lo romántico y á la novela de ima· ginación-el autor de Gloria. El mismo Enrique Gaspar, mi autor predilecto entre los· coevos, reaparecido con aureolas de vencedor en Las personas decentes y en Huetga de hijos, ¿tendrá sobre sí dominio bastante para no sacri· ficar el éxito de la ·teoría á las audacias en la prdctica? El enorme talento de Sellés sometido á la Academia, ¿podrá sacudir la pesadilla para algo más que para una patriote· ría sin levadura de arte? . No hay'obras, no. Esos actores, tan malosparaelSr. Ta· ·mayo. :. y tan malos r ealmente, llenaron durante cincuenta noches con, Mar y cielo e! teatro Español, y lo llenan con • el Tenorio, y lo viven provechosamente durante a!gunbs días con el Don Alvaro inmortal; pero no pueden levan· tarlo ni pueden vivir, así fueran los dioses mayores de !<¡. esc~na, con Siempre en ridículo·, ni con La bofetada ni · con Los irresponsables, ni con J..a verja cerrada, ni ~on Las babuc~as de cartón, ni con El hijo· de Donjuan, ni con A·n emta, ni con Hacer mal por querer bien, ni con Gerona, ni con El castellano del Duero, ni con Después
t. fama: tanto y con tanto fe rvor los ha lanzado la diosa á lo cuatro vientos del mundo ... Pero ·vamos· á cuentas: · _ · ¿quién entiende h()Y á. los cláSicos? Con un pueblo en ·a:YU· na d t~a in trucción, con una clase media y una aristo·racia de cultura muy vaga y de aficiones muy inciertas, ¿cómo e tra~ar que la maravillas de aquella musa incomparable no lleguen ni despierten al público contempor;\noo, · i los mismos privilegiados que las entien · den y desentrañan y se regalan con ellas, dánse cabal cuenta de tódo lo que en e~l as hay de fal· so, alambicado y ·conceptuoso? Hombres de ninguna época, sen ti· - . mientos de muy indeci· sa verificación, co tumbres del tie mpo en que por aquellos a r t i:;tas fuero n pintadas, ¿con qué derecho queremos imponerlo á un público que ni conace aquella hi toria, ni está edúca.do ·.para tale!> a bstracciones eón las alas del arte? Lope de Vega y Ruiz de Alar cón y Tir .o de MoliDa, que son, J<icardo CalYo, en 1 ')3 in duda, los más huma" nos y los más vívidos-de aquello mae tro , ¿cómo han de llegar al público á. través de un lenguaje cuya!> delicadezas, cuyas pulcritudes sutilíima , cuyas exquisitece · imponderables, cuyo. melindr es -como ellos mi mos ded<in-e tán muy lejos de nuestros ru to torpe y de nuestros oídos tardos? · ¿Los autores c6ntemporáneos? ¡ i no los hay! Sin eco ya en E;l público lo geniales extravías del Sr. Echegaray, y
7
6
,
. 11 AAO TIA'fllo\L TEATRO ISPAliOL
LA
REFOR:\1 , DEL cESPA~OL:.
J::!_ve;tíbulo
LAS REFQI{MAS DEL «ESPAÑOL•
Una~ esquina
de la Sala
J'f
\<\tt TIATkA1
d~l combate, ni con ninguna cte esas desdichas que por el teatro d la plaza de Santa Ana han pasado con _un so· · . plo de raquitismo y de muerte su efímera existencia. L di6'c ultad ingente. Contra ella han tropezado todos. Con ella' tropezará Maria Guerrero.
•••
1
Esto e escribía en el verano de 1894,· y, en efecto, María Guerrero ha tropezado en ese escollo. . Bien hizo,. sin embargo, el AJl11ltamiento en confiarle por -diez aflos el "establecimiento" municipal. Sin darnos . elj.amón con chorreras de que hablaba Cavia-las cl;¡.orreras han abundado en ·l a es~ena, y en la sala, las jamonas:larfa Guerrero ha conseguido para el Espaí'iol, aliado del beneficio material y tangible de radicalísimas reformas en el v~tusto caserón·, el beneficio moral de· una artística exhumación gloriosa de nuestl'os -clásicos. . El 12 de Enero del 95 es fecha memorable en la historia del teatro EspafloL Hoy, familiarizados con el nuevo aspecto de la sala resplandeciente, de los limpios pasillos y del escenai-ío reformado,- no nos acordamos de ,lo que aquello era todo ru!na, uciedad y decrepitud, y aprecia mo en me~os de lo que vale la obra enorme·y costosísima realizada por la empresa Guerrero, con tanto conocimiento de las necesidades del teatro como _ae las conveniencias del buen gusto. · . · · . e qui o dar a~ teatro clástco el carácter severo que le corresponde, y se consiguió hermosamente, á pesar .de luchar con los -límites que implacables sefl.alaban al espíritu reformador aquellos muros cpnsagrados por secular existencia. De de el telón sobrio y elegantísimo de Gomar hasta las buta~ de cuero riquísimo y formalote, todo el teatro respira eriedad castiza y hoJ?-rada. Algunas· ~efi ciencia observaron los exigentes desde el punto de v1sta del confort; mas aparte d~ que a-~go de ello se ha remediado, ¿quién ignora que no es el cotJfort co~a - de nuest.ra patria? Tomamos de prestado la palabra, porque p.o es propio el hábito de 'lo que ella significa. En los planes de los arquitecto espatl.o)es, y no nos- faltan en ello grandes :LO
maestros é insignes artistas, no se olviaa detalle de ornamentación ni perfil- de .belleza; pero ninguno se acuerda de las comodidades ni siquiera de las necesidades de la vida. Con decir que en el suntuoso palacio 9-e Bibliotecas y Museo nacionales, gala del paseo de Recoletos, orgullo legítimo de Madrid, no hay más calefaccion que el brasero ambulante óla estufa andarieg¡t, está dicho todo. ¡En veinticinco aflos que .duró la obra nadie se acordó de que en Madrid hace frío ni de q~e el brasero no es mueble eu· ropeol No se ha limitado María Guerrero á esta obra de albañiles y tapiceros: su paso por el Español, sea cual sea el resultado final, es también una gloriosa tentativa de c,lrte. A su labor personal de artista insigne, con talento extraordinario de actriz y de mujer, ha unido los aciertos de una felicísima dirección, probada principalmente en la organizació-n de los "Lunes clásicos" Nunca se habían representado con tan exquisito gusto las obras d_e nuestro siglo de oro literario, ni jamás se había hecho de ellas por cómico alguno estudio tan concienzudo y brillante. No ha sido feliz :H aría Guerrero en el estreno de nuevas obras, sólo tres de las que ha puesto en escena quedarán de repertorio; pero en la exhumación de las antiguas ¡qué discre~ión al elegirlasi ¡qué solicitud al ensay,arlasl ¡qué lujo y qué propiedád al ofrecerlas al público selecto de sus "Lunes!" , Pero así como aquellas reformas no han lleg-ado á los cimientos de. la casa, esta tentativa de arte no ha llegado á la entraña•del público. La vanidad y la moda que crearon los Lunes clásicos y los viernes, los han mantenido. ¿No ~ e cansará de ese escenario la vanidad que se ·exhibe? ¿No cambiará de rumbo la moda tornadiza? Unas cuantas marquesas de menos en la lista de abonados á los Lunes, y · Tir o, y Moreto, y Lope volverán al polvo de las bibliotecas en· que de ordinario ·yacen, sin que de ellos se acuerde más qae algún investigador impenitente y algún· misántr0po erudito. adie ha ido por ellos al Espafl.ol, y cuando no haya otro atractivo, nadie irá de ninguna manera. Porque en los Lunes del Espaflol, más interesante que la comedia ó el dr:ama de las tablas, es el sainete de buta·
u
t&Atllo S&PÁ*ot.
cas, palcos y pasillos. Excepto los que por su misión de críticos representan á conciencia el pap,el de admiradores, todo el mundo bosteza durante el espectáculo, á reserva de mentir entusiasmo durante los entreactos. · -¡ Qué mona está la Guerrero!- dice una sei'l.ora que sólo se entera del precioso "vestido de. época" que luce la gentil artista. - ¡Qué pensamientos!-exclama un elegante que se había pasado el ·acto anterior murmurando al oído de su novia cosas menos sutiles, pero más eficaces y agradables. ' -¡Qué magnífico es estoJ-predica un autor que mien: tras tal dice discurre un chiste para el próximo estreno de Apolo. No e<> culpa de la dama ni del elegante ni del autor. Es que nada hay tan monótono ni tan poco teatral cerno el teatro clásico español, ingenuo en la trama, conceptuoso en la forma retorcido á la manera escolástica en pasiones y sentimientos. Un viejo gruñón y egoísta, una dueña enr edadora, una .niña r esabida, un galán invertebrado y un:.. criado entrometido: eso es todo nuestro teatro clásico. Cambia la posición de cada uno 1 cambian los versos sutilfsimos, ca mbia la aventura; pero no cambia el cañamazo ni el estilo del bordado . A ·un ilustre literato español, representante diplomático de Espafl.a cerca de varios gobiernos presentáronle en una de aquellas capitales á la hija de un extranjero, grande y apasionado historiador de nuestra liter atura y de nuestro idioma. Extrañábase al escriter insigne de que aquella dama no hablase «;!1 castellano, y ella le dijo: . - Mi padre no quiso que lo aprendiera ... ¡para evitarme el desencanto d·e leer sus clásicos l Y en efecto: si todos los que la conocen hablasen sinceramente, confesarían todos que; aparte el Quijote, algu· na novelas picarescas y algo de Quevedo,· no hay quien · soporte la lectura de más de dos páginas de cualquiera de aquellos grandes maestros. El genio literario de Espafl.a ha estado siempre reñido con la amenidad. Por extrafl.o contraste, un pueblo de carácter tan expansivo y alegre l'Omo el español, ha producido una de las literaturas más · 1
1
16 ' 1
IL A!IO TUtl.t.t
ttAtRo isPA~ot
concentrada y adustas del murido. Hoy mismo, á pesar de lo qu en e e punto. ha· influido el espíritu francés, pre· g-untadle t\ cualquier director de periódicos cuáJ es la prin- . ·dpal diticultad del periodi mo en Espada, y os contestará: ~La falta de noticiero y cronista . todo \lo que hemo pasado por ello nos·ha ocurrido . . 'o · le al paso un joven con temperamento y aptitudes de periodista, lo edu· ca~os y nos rlrlramos en él, y cuando se nos figura haber <lado con lo que .nos falta, con el ar-tista de la información que todas las mai'l.a· . nas despierte al pú· blico con un relato interesante y vivo, añadiendo á'la prosa de· la 'noticia la sal del ingenio, ¡qué desencanto! El chico, en cuanto cree que sabe . escribir, quiere vo· lar por su curnta y predicar de su propia cosecha; quiere hacer .artículos con doctrina, en vez de Felipe C11.r.1i, actor del Español hacer crónicas ·con amen idad; quiere darnos lo insoportable de sus pensamientos sin madurez, en vez de lo interesante de los hechos que palpitan en la existencia. "' Es ello, sin duda, una forma de nuestr-a pereza morisca, pues hay más comodidad en l:.t v~da del que filosOfa desde u mesa, que en la exi tencia del que ha de informarse y e tudiar para ensei\ar é informar luego á los ·otros; mas aunque sea de aq~lla uerte explicable, es de todos mo14
dos deplorable. semejante propensión de nuestro espíritu literario. Su principal inconveniente es el divorcio manifiesto é insuperable entre los escritores y el público de Es· pai'l.a, con lo que es su consecuencia lógica: la aterradora incultura intelectual de nuestro país, donde una juventud briosa que quiere aprender tiene que pararse desconsolada ante mios "maestros" que nada pueden ensei'l.ar porque nada estudian ellos, abstraídos en la ·contemplación del propio ombligo eminente. Pues si de ese mal están infiltrados hasta la médula nues· tros gloriosos clásicos, ¿cómo ha de sostener con ellos · Maria Guerrero, en cuanto les falte el amparo de la moda voluble, su teatro y su obra? ¿Ni cómo podrá una actriz sola, con un cuadro de .compai'lia tolerable, pero que no pasa de eso, de un cuadro, , sostener un teatro sin que ella se agote ó sin que de ella se aburra el público? Aunque todos lo deseamos vivamente, ¿podemos creer que María Guerrero tenga contratada de por siempre, sin eclipse momentaneo ni vacilación de un día, la salud? Ahora que está casada, ¿puede ella respondernos de que su entrafia sea ingrata á su amor? Pues de cosas tan quebradizas está pendiente la vida del ¡Teatro Nacional!
*** La incompatibtlidad de humores en los artistas, la sus pi- . cada y el recelo, las envidias de actor á. actor, y el resquemor de actriz con actriz; el miedo de autor á autor y ·el odio fatente 'de jefatura á jefatura, son cosas sólidas y profundas, manchas tristes, pero fatales, que no podrán borrar todas las,ondas salobres del Oceano ni todos los per fumes penetrantes de la Arabia : Hombres son ellos; ellas son mujeres; éstas y aquéllos tienen, pasiones que se queman, nervios que se asustan, imaginaciones que se soliviantan, y justo y fatal es que no puedan fácilmente avenirse. En todo· cuerpo y en toda clase ocurr.e lo mismo. Nada tan arraigado y trascen uente como la disciplina entre los militares; y por encima l6 .
.
lt. A.O UUilAt.
tiA11lO mA110t
d . ella, 11 p ar de todo, los miÍitares se celan 6 se envidian, e meno precian ó se odian, se incitan con hambres d uperarse ó e riilen con sed de vencerse . .La cosa po.tlrá ~ener un ·asp cto pequeflo, tiené tal vez un aspecto ~r nd ; ·pero mire por ddnde se mire, es humanfsima y fatal. ¡El Teatro Nacionall No hay autor que no lo quiera, ni , rti taque no lo sienta. No lo querrán todos por amor al , arte, ni todo lo entirán con artística npstalgia de épocas mejore ; pero lo. ienten y lo quieren todos, aunque sólo · a por la razón sumaria del egoísmo y de la a mbición. . ( y todo; ved cómo lo quieren; con un cartel en el que "no· e tán todos' los que son ni son todos los que están!" · Hábla e en e e car~el de damas primeras, segundas y ' tercera ; báplase de ·galan~ primeros y egundos; háblase de primeros barbas y caracterí ticos; establécese, en suma, una nueva e cala Qurocrática en que unos son jefes de a,dministración, otros jefe de negociado. otros oficiales de mesa y otros simples escribientes, y np es ese el procedimiento para reunir á los actores. Si crear el Teatro Kacional se redujera á b creación de un nuevo cuerpo del Estado, con sus gajes anexos y c~n us jubilaciones de rúbtica; te,o.dríamos una: partida más en los pre upue to , un·reglamento má en la Gaceta, un expediente má en lo archh·os; pero no tendrfa'mos, ni sería ese 1 camino, un Teatro ·acional. Mientras haya categoría sujetas á encasillado y á tablero, no podrá haber unión armónica y fecunda, }· mientras no haya f&unda y armónica unión,. no podrá haber un sano y vio·oroso .Teatro Nacional. Los arti tas son gente irritable y difícil, y no se puede a pirar á anularla, ru á anular siquiera sus sol;>erbias sometiéndolo á una pauta gacetable y depresiva. Intentarlo paréceno tan p'ueril y tan triste, como sería el intento de recortar unos cuant'o árboles copudos de la selva inexcru· tada para meterlos y agobiarlos en estrecheces sombrías de invernadero sin luz. .. i sus puertas no han de abrirse más que bajQ los punta· piés de una fama- que tiene predilectos; si no ha de estar 16
abierto para tbdo lo que sea estro' que llega, y fuerza que pide instrumento, y luz que demanda reflector poderoso que la extienda, é idea que exige vocero que la propague, no habrá nunca Teatro Nacional...
' **• Pero ¿vamos á derribar por esto el teatro Español y sembrar de sal sus ruinas? No. No hay que tomarlo tan por lo trágico . Muerto, á nadie aflige y para nada serviría su sepultura; moribundo, unos cuantos seflores viven de hacerse ilusiones, los concejalt:_s tienen palco, . el patriotismo encuenEnrique Sánchez de Le6n . tra una válv.ula y yo un pretexto para este ar· tí culo pecador, que· me prometo r.e editar. dentro de un a~o, sustituyendo el nombre de María Guerrero por el de qu~en en 1897 se ofrezca al Municipio madrileflo con vocac1ón · irresistible al martirió infructuoso. '
17
1
Mmn
DE
nA AncAil,J:tiA 9 Entro 95·
lleno y b~illante, benévolo el espíritu )" atento, levantó e anoche el telón de la Comedia paTa ofrecernos, en aquel escenario he· cho á todos lo · primore del arte y á.todos los fruto del ing-enio, el que Feliu y Codina dcmo trara en su nueva obra !tfiel de la Alcarria. En una excelente decora ión de Barco, interior de casa acomodada en pueblo rústico, con la Virgen que preside y el hogar que hi porrotea, prc éntase el cuadro y expónese el asunto de la obra, la situación fundamental de sus personajes. Conócese á ngelita, delicada y dulce, miel renombrada · de la Alcarria; conócese á antiago, noble mozo, arrogante y vivo, hidalgo en ruina grave de ·Su {-neng uado patrimonio; conócese á Lorenzo, criado en la casa y para el servicio de la casa, enamorado á su modo y á su modo sagaciimo; conócc e al abuelito, venerable juguete de su nieta nervio a; conócese á D. Cle,mente, el marido :¡ue se creyó burlado y que huye de lo lugares que pareciéronle un día de u deshonra; conócese á la amiga enredadora y chisroo a, zahorí de misterios y vocero de malas nuevas, y se adivina á las claras lo que, calumnia misteriosa para unos, verdad palpable para otros, pesa sobre todos aquellos peronaje presentados con un honrado respeto á Ja realidad posibl EATRO
18
19
.r •t. do TJtl.ttAL
No provocan el choq~e el adulterio, ni el amor, ni la ven· ganza; provócalo otro de lo grandes agentes del drama; la cal~nia artera, venticello y huracán ,· según· la can.t an _en la cldsica ópera; la calumnia que no se borra, como no . e borraba\ de las manos de lady Macbeth la m;incha aque· Ua de sangre; la calumnia !¡ue vuela como si fuera pájaro, que e arrastra como si fuera serpiente, que mata como si fuera fiera, que rutila como si fuera luz, que espanta 1CO· .. mo si fuera sombra, que ahoga como si fuer a humo, que anonada como si fuera piedra, que seduce como si fuera mujer. ~ . . No dOy gran crédito á mi memoria; pero me parece .ciue en 1 estrenóse en la Comedia una que acaso fuera del ' r. FeUu y Codina, y qué tal vez se llamaba El bu en callar, eti que el asunto era parecido. Tratábase también de una calumnia forjada al calor de 'u na apariencia, y desarrollada en un men~idero de lugar. Entonces, la calumnia con su obra fuése al foso; anoche, la 'obra· ha triunfado, ·pero su éxito no puede compararse con el que L a Dolores tuviera en el estreno, y ha sanc.ionado después toda Espaí'!.a. Y es que ese tema mismo de la calumnia, por todo extre· mo dificil en la vida, es dificilfsimo en la escena. En la vida, · ¿quién sabe lo que ha de hacer contra la calumnia ni contra la injuria anónima? ¿El tribunal que no llega más que á lo .m aterial de las personas? ¿El duelo que lava, per o que no limpia? ¿El desdén que enaltece, pero qu.e no se estima? ¿El e tacazo vergonzante, que ni honra·ni aprovecha? ¡Quién lo sabe! . ·· · Pues de igual suerte que en la vida, ocurre en la escena. Difícilmente pue'de el público identificarse con los senti· mientos del que padece la calumnia., ni con los procedimientos que emplea para desvanecerla ó castigarla. La calumnia sólo viv-e en tanto cuanto no parece tal, y como en esas obras el público desde luego la. conoce como tal mentira, no puede sentirla ni puede prestarse al efecto moral que en sus personajes pone el"dramaturgo. Por esto Miel de la Alcarria es obra dificilisima, y por esto yo creo que n.o produjo anoche en el público todo el entu i.asmo que merecen su acción sencilla y justa, su frase 20
llflllt 'DJ: LA ALCAl\IUA
y
natural hermosa, sus caracteres firmes y bien trazados, y sus situaciones de verdadero arte é jnterés. A la larga, dándole tiempo á la reflexión, explicase uno perfectamente á Angelita con su sacrificio estéril, á Lo· renzo con su pasión terca y cruel, á la Abadesa con su fin· giipiento primero y con su dureza luego, y al mismo San· tiago, con su amor resignado y sumiso al infortunio; pero en el primer momento, en un choque instantáneo que ha de hacerse entre actores y público en la boca misma·.del escenario, se siente , tal vez, lástima y amargura, mas no se comprende la obra ni .se la admite sin discusión. Este trabajo de compenetración en Miel de la Alcarria es lento, y en el teatro debe ser instantáneo ; es difícil, y en el teatro debe ser llano y para todos . Así lo demostró el público, r endido en el primer acto, arisco en el segundo, respetuoso en el tercero. En el primer acto, · aplaudióse todo, singularmente el arte exquisito con que el Sr. Felíu y Codina salva la dificultad de la 'tremenda revelación; pero en los actos siguientes no se aplaudió más que el sen· timiento que abunda y el lenguaje que encanta. Esperábase una comedia r ealista , un drama· vivo como La Dolores, y luego, aquello pareció un drama romántico y efectista. ¿Se falsean r ealmente aquellos caracteres y faltan á lo que nosotros de ellos esperábamos? En el teatro, en el trance de la representación ; par ece que st; pero luego, cuando se madura el juicio y se r eflexiona, yo creo que no. Miremos á Angelita , base de la obra. Al que no consider e más que elqcaso ·de una mujer de pu'eblo en convi. perp ' e ~ua con la madre naturaleza , sana' y espontá· venc1a nea, no puede parecerle bien su sacrlficio. En lo natural, en lo que nq ha tocado ni viciado artificio alguno de la vida ni morbosidad alguna del temperamento, no se explica el sacrificio inútil de Angelita. El amor á la madre muerta, es amor .á lo pa_sado, algo melancólico y tierno, pero sin fu e r~a m eficac1a, al paso que el ainor por el novio vivo es a~or al presente y al porvenir' algó firme y robusto, do· ~~ador de todas las acciones y sugestión de todos los sen· ttm1entos, 21
MIEl, T>E J,A AT.C A RRTA
El idealismo con ven· cional dice que por l!l madre y por su memoria s deja todo :- la. realidad palpitante dice que el amor del dla, actual é inmediato, no e deja por nada, sino que, por el contrario, á él sé sacrifica la madre, el padre, la familia entera, el honor, si es preciso, y la viua. Así debe ser, porque esto, elección, evoJución, aspiración ingéni'ta hacia otro estado, 6 como quiera llamar : se al fenómeno, es ley de la naturaleza que no admite controversia ni excu a. Lo natural, pues, en · el caso de ~fiel de la Alcarria hubiera sido que Angelita, sintiendo qmy en lo hondo la calumnia. ~ontra el recuerdo de su madre, y buscando por todos los medios el de reparar aquella ofensa, no llegase nunca á sacrificarle su limor, su alegría en lo presente, su esperanza en lo porv·e nir, la sal de su a lma y el imán de sus sentidos, ob¡·e todo si
1
Emilio
~lario ,
en El úfrt tamhú ~2
en truecó de ello sólo había de conseguir una reparación en familia, nunca aquella general reparación que aquietara todas las lenguas y cerrara todas 'tas bocas poniendo piedad y respeto en todos-los recuerdos. Así pensó el público, y no se persuadió á creer lo contrario con el Sr. Felíu y Codina. Perq ... Hay que reflexionar. Aunque en ~os ingenuos habitantes de Brihuega, donde Angelita vive, suene esta palabra á desconocida é incomprensiblt:, hay que reconocer que la muchacha es una degenerada, una histérica : no el fruto normal de la naturaleza que en aquellos campos se expande, sino la hechura artificiosa de una herencia morbosa que por fuerza le transmitiera el sombrío O. Clemente, y que ha desarrolladq con s us mimos el abuelito. En una palabra de éste, en áquello que el g ran Mario dice c¡¡.ando la. chiquilla se insubordina y apremia-1Geniecillo, geniecillo! - está toda la explicación de ese carácter. - ¡Geniecillo! ¡Geniecillol-y con ·esta palabra dice el vulgo lo que los sabios dicen cuando hablan de histerismo, dt: neurosismo y de morbosidades hereditarias. Métesele al geniecillo entre ceja y ceja el afán, no de ~ aquella rehabilitación, sino de aquel antojo, y por ello lo sacrifica todo. Cree empeñada su vida en la obra; cree empeñada su palabra, y todo se lo deja á las puertas d,el claustro, á cambio de que su padre no dude de la que para siempre se partiera.. Fenómeno natural 4e1 amor filial, la realidad de las cosas no lo tolera; hecho posible de una histérica á quien "le da por ahí", lo mismo que hubierapo: di do darle .por otra cosa, hay que compr enderlo. ' Pues como se explica Angelita, explícanse los demás personajes qu·e, 'á primera vista, son inexplicables. Explícase Santiago, con su rebeldía de un momento ante aquella sepu'Ltura que, al abrirse para su novia las puertas u el claustro, se abre para su amor y para sus ilusiones, y con aquella resignación que luego tiene para el infortunio, poniue es inmensa la sugestión de Angelita en el ánimo del mozo. Acercóse á ella por interés , la amó luego,-y su amor fué de toda el alma, dominio absoluto del geniecillo sobre toda. las facultades y pensamientos de su novio. En 2S
aL
.Uo
'I'UTIUL
Pilar Navarro.
Ascenci6n 11:1iralles.
Naci6 en Santiago de "GaliPa. Debut6 en Cádiz en 1894. Su músico favorito es Chapí, y sus obras predilectas L4 Tempesiad y El Rey t¡ue ra· 6íi. Entre las fio=, la rosa; entre los perfumes, la violeta; entre las plcdru preciosas, la esmeralda,
Naci6 en Enguera (Valencia). Debut6 en Eslava el 9 de Septiembre de ·1895· Su maestro, Chapí. Su obra, L~ flor de lis (que fué la de su debut): Le gustan todas las flores. No usa perfumes, El brillante es su piedra favorita.
1! A'IO TIA'tltU.
MTEI, DE U
aquella conversación del primer acto, cuando Santiago ex· plica á la chismosa la evolució-n de su amor, adviértese en él al hombre entregado, y por esto, por aquella conversa• ión inicial, e comprende que ceda y se resigne al sa· . crificio. . E plíc. ·e a imi mo, más fácilmente quizás, Lorenzo, el único triunfador y dichoso de la obra. En su cerebro, que parece ob curo, pero que tiene toda la sagacidad instintha del rústico, ha entrado fácilmente la verdad de que aquella J:l)ujer ep. quien adora, su señorita, no podrá ser para él; mas e to 'mi m le fortalece eri su ambición de que no . ea para oJ.ro. Nuestra gente cortesana, el señ ori~o de frac .Q-ue en el baile fácilmente corteja á la amada ó la matrona á quien de cuido del e poso allanan toda empresa amatoria, sostenía anó he que ·i Lorenzo ama tan de vera á Angelita, debía cuidar e de la felicidad de ésta más que de u ce lo impotente . No comprendían los preopinante que no tuviera, obre u criado, Ailgelita otro medio de impo ición que el pact'o de igual á igual, ·ni se explicaban cómo no venia un certero puñetazo de antiago á reducirlo á la obediencia y á la humildad propias de su cQndición. ¡Qué error· tan grande ! Para mí Lorenzo es la figurá mejor de la comedia,. lo má comp l ~to y culminante en la obra del Sr. Fellu y Codina. Ama febrilmente en el silencio d u de pechos que odian, amor sombrío de desespera. do, amor tri!> te de eunuco, y cuando, por poseer él el secreto que ha de ser cla:\·e de la justificacióf! ,que Angelita per ·igue, acércase. á la mujer querida y se rompen todos los respetos·, todo lo que en él fuera antes sombra ilumfna e, y va derecho á la venganza, única caricia á qu·e puede a pirar, única satis(acción á que puede llegar su amor in horizonte Es per onaje que recuerqa·el Fausto de la leyenda alemana, que de todo renuncia, de honores y de gloria·, d ciencia y de riqueza, á camb~o de poder sentirs • amado. ¡Quién e capaz de medir los abismos de maldad r ~ ncoro a que en el enamorado impotente ha de poner aquella luz que no se puede ver, aquel perfum a que no se puede respirar, aq,uel agua que no se puede beber, aquel
o
26
AT,CAR RTA
lasciatc formidable que se levanta ante todos sus deseos . y am biciones! · Tipo muy conocido del palado de Justicia en Parfs es un jorobado q1,1e ha intervenido co mo testigo en un gran número de procesos por adulterio ó por homicidios subsig uientes al adulterio mismo. Ese ·hombre, jorobado y ho· rribl e, encarnación viva del Quasi.modo inmortal, tiene, no por o licio reproductivo sino por afición gr atuita, el pri · vileg-io de·ser quien ha puesto , á muchos esposos engañados en la pista · de su deshonra. Preguntábamosle unos co mpañeros de la prensa . de París y yo por la razón de aquella coincidencia, y aquel hombre, con espuma de rabia en los labios y lumbres de odio en los ojos, díjonos: - Es qué de mí se burlan todas las mujer es, y · yo me ve ngo. Pues algo semejante á éste es el proceso psíquico que en el Lorenzo de Miel de la Alcarria se e fectúa, desde el arn.or en el criado sumiso hasta la venganza que el azar pone en sus manos. Explicase, asi mismo, por igual r aciocinio en el drama estrenado anoche, el carácter de la Abadesa y su conducta. La idea de confesar aquellos pecados suyos que sobre su hermana cayer on como deshonra, la indigna; no la ablanda el dolor ; no la enternece el infortunio ... ¡Qué muj er tan malal-dice ei público-y tiénela por imposible .. . ¡Qué mujer tan r eal! - dice luego la crítica,-y lo e!¡. Lo es, porque aquella confesión de sus raltas ño es sólo . para ella una herida tremenda á !:iU amor propio, algo que la tim a su egoísmo , sino que es a l propio tie mpo una tre- ' menda herida á la reputación y á la tra nquilidad de la comunidad d e que es Abadesa en olor de santa, y por' esto co mpréndese también que, en rehenes de esas dos r eputaciones en peligro, quiera quedarse con Angelita sin que la disuadan una infelicidad inevitable ni un perjurio maniliesto. Pero .una obra teatral, que tan larga y minuciosa exposición necesita para que sea adrh.itida como lógica en el desarrollo de los caracteres, ¿puede ser buena obra teatl:at? ~o, rotundamente no; y por esto no ha sido un g ran éxito 27
aL ¿~o TUTUL
Miel de la Alcarria, sino un éxito parcial, á pe ar de sus
propio méritos y de la interpretación irreprochable de aquellos excelentes artistas. La Srta. Cobeiia, á mi juicio, hizo anoche el trabajo mejor y lnás completo de toda su vida artística. Figúrome que ha ~ntido el papel de Angelita tal cual yo lo comprendo, y por esto resaltaron en su labor aquellas frases en que se revela la niila mimada y la mujer capricho~a. Si · no me pareciera excesivamente elegante el traje con que aparece· en el ptimer acto, que dice "hecho por ella á la moda de Guadalajara" no encon~raria observación alguna que Qponerle', como no las tengo· de ninguna clase ·para . Matio en su papel característico de abuelo, ni para ' Thui' llier en su labor de ¡1mant.e rendido y dominado, iti para Garcia Ortega en su "creación" de Lorenzo, tipo extraordinario, y que ha de quedar en nuestro teatro · como quedarán en nuestra novela los campesinos de Pereda.
f
".Dts dn~eux t~oirz t¡Ui 111 io,.t prts9111 bllflz, du y eux pi dlf!ortnt, du ditttz pi tlleloirtllf, toute une figure pi ptut t~tptu plairt, maiz 9ui at#re¡ une tailú zoupú á In ~/re ZOUfltlll dtg-rillg'tJIIdte,•UntfJOU IMU· dt, da11z l1J9utlle il y a parfoit du. trouz¡ u" tttnplrament ti' ar#ste 9ui lui.fait OfJtJ- · ler vuef9uifoir la moilii des motz el ou61ier le part des mesuru, unt attirante tt zurtout une intlruumte. "
quien pregunte cuándo nació, contestadle : Lo dice su cuerpo gallardo, lo dice su rostro de belleza incomparable y juvenil. Nació. en un día de gran sol, y lo lleva en los ojos ; en una suave y 're· gocijada mafl.ana de ·primavera, y la lleva en la Pascua florida que se asoma á sus labios sonrientes y en las rosas de sus mejillas y en el perfume inefable de toda su persona. ¿Dónde nació? Debió nacer de entre una coqcha, junto á una playa; pero la prosa de los documentos oficiales empéfl.ase en deCir que nació en un pueblecillo de los Pirineos fran· ceses, cerca y á la mira de la frontera de ~pafia, de cuya belleza .es prototipo y de cuya gracia es sacerdotisa la gentil Emma.
t!MMA CAtlll:
Porque es un ca::.o cur.ioso dé ataYÍsmo. 11lla es (rancesrt, u padre era e pañol, pero español del Norte, y Emma altó por encima del ~orte, de Castilla· y de la Mane;_ha¡ y l'S um.lah,tza, de la propia e,villa retrechera, como alguna . de sus . ascendientes, que fué, entre jazmines y azahares, virgen predi- kcta del profeta. ¿Quién a l verla en esos retratos, ceñidos al cuerpo . la falda y el floreado mantón, diminuto el pie que aso ma ruboroso, no se figura ver una genuina y c~stiza ma·carena, con su garbo en la postura, y con su sal en el conjunto, y con su risa en las facciones que ha r espetado á medias el fotograbado indiscreto? y sin embar go, el · J::mma Calve. público español es el único que la ha di cutido y qu la ha maltr;llado. Colegiala en el Corazón d • ] •;-;ú;;, de ¡\lontpellier, maestras y compafl.cras la aplaudían; di ·fpufa <J,e la in igne Laborde, túvola siempre ésta por ~u mejor hechura, y luego, ~ partir de su debut e·n la Opera Cómica de Parí , todos lo públicos rindiéronse á su h rmo ura y á ·u arte: Berlín, · ápolés, MilM, Roma, Niza, Florencia, Londre , Monte-Cario, San Reter. burgo, Viena.,. En los Estados Unidos siempre tiene la Calvé contr,tta ·egura y cóntrata de cincuenta y cien mil dollars 30
j'lot m1as cuantas (unciones. Amleto, Carmen, Pescadores de pertas y Cavattería RusUcana no' han tenido intér-
prete mejor que ella, en opinión, al menos, de todos los pll· blicos que 1~ han conocido. En Madrid la discutieron, le gritar.on ¡fuera! le dieron cencerradas ... ¡Toda la lira de la grosería clásica en el paraíso del Reall Mas con protestas, con gritos, con discusiones, ella fué la nota culminant<r de la temporada de 1894-95. Pintorescas fueron las aventuras de! pobre Rodr-igo, dolorosa la decadencia de Mas~ini, brillantísima la carnpafl.a de De Lucia, admirable y por nadie superada la enorme labor artística del maestro Mugnone¡ pero de nada se habló tanto como de Emma Cal vt: con sus "ojos que mordían", con sus "gallos" que asusta ban,· con sus síncopes que .par!!cieron comedi a, con su huida que pareció sainete. Oebutó el 9 de Enero de l 95 con Amleto, y yo no r ecuerdo mejor Ofelia. Si Shakespeare "la · hubiera alcanzado"; tarnbién para él hubiera sido la Calvé el ideal de aquella criatura suya, tierna y preciosa qu e, junto al Hamlet luctuoso y tremendo, es la rosa alejandrina junto á la palmera solitaria, la mariposa delicada y doiiente junto al león altanéto y feroz, el lago·. manso y nostálgico junto á la roca formidable que se despeña en el inmenso naufraglo pa ional. · La mujer se impuso desde el p,rimer momento. Su belleza real es superior á su belleza fotografiada. El perfil es correcto y gentilfsimo el cuerpo. Hermosos y parleros los ojos, sugest~va la nariz, menuda y gr aciosa la boca, la estatura y el talle son dignos del rostro encantado. 1:.-a artista también l.legó muy pronto al cora zón y al aplauso. Nerviosa y genial, Emma Calvé tiene el arte del g sto . ex prestvo y del ademán justo. En su cara no hay músculo que se sustraiga al personaje cuya idea lleva en <:1 alma, y la escena le pertenece en absoluto dominio. ArLista verdadera, no se limita á reproducir el personaje concebido por el autor, sino que lo pone de acuerdo con su temperamento y hasta con su cuerpo mismo, y lo crea dando m.olde perfecto á la concepción del poeta. Por esto es Ofelia, la de Shakespeare y Thomas; pero 31
-. tMMA CALd
no una Ofelia más, sino la suya; la de Emma Calvé. Artis· tas hay excelentes que se limitan á reproducir: la Calvé es de la que además interpretan, y abi · está su prin¡:ipal mérito. i. con su .temperamento de mujer ardiente y espontánea ,hubiera querido hacer la virgen pl).dica y reservada, no hubiese sido Ofelia, sino una mezcla extra· fta sin realización plástica para ~l pú· blico. No desvirtú;l con ello el personaje; conserva, pqr el contrario, mucho mejor su espíritu y su significado junro al Hamlet·, tempestuoso y oscuro, de quien ha de ser maravilloso contraste. La cantante no tuvo tan fácil el triunfo·; pero cuando llegó á él, el . triunfo fué-excep· ·ción ~echa del "pa· raíso"-~nmenso,
sin sombras ni reparos. La escuela La Calvé en Carmen. francesa de canto, . que es la suya, con notas abiertas y-especial pronunciación, sorprendió al principio; pero una vez conocida y aprecia~a, se impuso d"eci· didamente al auditorio. El cuarto acto de Amleto, tan difi· cil y tan peligroso, alcanzó con Emma color y brillo ex· traordinarios. Su voz perfectamente timbrada y su maes· tria al emitirla, ,proporcionaron al público ocasión para consagrar la fama universal de la gran artista. Bfi
Cavallería l?usticana fué la otra ópera cantada por la C;il\·é en Madrid. La vehementísima Santus:;a encaja perfectamente en su temperamento artístico, y lo pintoresco del personaje, con su fraje y sus ademanes característicos préstase á maravilla para que el talento de la Calvé lo es: tudie á fondo y su imaginación lo reproduzca con sugestiva exactitud. Por esto, . romo S a 11 tus¡; a, ha ....,-.,..,=------..--...,..,.,.,.....- - . triunfadÓ en todas partes, y en Paris logró imponerla á los implacables cen-;on:: de la música de ~fas ragni. La pasión inp;énua y <'xuberante de la campesina, sus ternuras hondas y sus dolores profundos; el esperar anheloso é intranquilo por el amado ausente; la alegría cuando vuch·e; Jos celos cuando se lo disputnn; la maldición trúg-ica • odin c_n los labios que en el corazón es amo!' cuando lo cree perJido; el terror delirante cuand'o pc:igra Su ·existertcia, son Jos Emma Calvé en Carmen. momentosespi¡ituales ~ue ~Iascagni imaginara para Sdntzesza, y á ellos da vida .tdm trabl e de arte Emma Calvé. , Sale ú escena, y bajo el vestido aquel típico, en contraste con el cabello negro la tocq blanca, adviértese en seguida el estado de ánimo de Santussa. Como en su tocado contrastan lo blanco y Jo negro, contrastan en· su alma y lu..:han la luz del amor prepotente y la sombra de Jos celos
ee
·.
lt.
;.
A~O
•
TIATIIA\.
IDA CAtvi
torcedores. El monstruo de los .ojos verdes, como Shakes. pea re lo· llamara, la. ha mordido en el corazón, y á sus . ojo ne :rros asóman~e el renc~r y ~a p e ~a. . la ve avanzar, sigilosa é mqu1eta, hacta la h~stería, y -· ·e ••e que· ·ha llorado, que la' noche ha sido ternble para ella, que las campana al tocar á misa y sacarla dellech~, han ido para Sautu:::st4 el término de una tormentosa vt· gilia ... No· e::da Cah·é elegantísima, con su porte de ~ran edora: es la rústica lugareña con sus t\demanes bruscos y sus po:.turas vulgares .. AcErcase á la hosteria, llama á la madre de su amante, y ·at hablarle 'de sus temores, al ' preguntarle intranquila por Turiadu, las palabras se le atropellan en la lengua, 1~ voz e le nubla, y no es menester más clara luz para ad1· ' vinar las anrrustias que la ábruman. · · · Dcsarróll:Se el drama, y la gran .actriz perfecciona su creación. ¡Rezar! Devota es ella; pero la plegaria fervoro~a no cabe en aquel infi'!rno que ,la consume, y no puede sahr de sus labios smo como uspiros que par~cen rugidos, como rugidos que son suspiros ardientes de su pasión en crisis. Aparece Turiddu, fanfarrón y des~e ñoso, y agár:ase á él desesperada, y u mimos on serpientes que qu1eren en· roscar ·e ú aquel corazón un· dia rendido, rebelde hoy á_ sus halago . E ·cúcha e l a canción provocativa ,de la nval afortunada, pre éntase é ·ta en la escena, y todas las ter. nura de ·aparecen, y re urge en Santusza la fierez!l de la mujer celo. a capaz de~ crimt>n, alt~ne ra é ~domabl~. . El infiel la abandona. Impa ible á su apas10nada suphca, sordo á sus caridosa exclamaciones, \'á e Turiddu, y aquel amor, en el trance upremo de su desconsuelo·, h{t· ce e odio· implácable que de la entrañas le arranca, super licio a y xengaÜ va, la trágica maldición . . Pero TMiddu r Aljio e desafían, lá vida del a mado pe· ligra, ya á cumplir ·e, . e ha umplido ya la maldición ~r e· menda, y en aquella luchas espantables de su alma el amor sobrepónc e á lo. celos, y Sa_":zluzsa cae desgarrada r llorosa. ' La Calvé vive todo el poema, lo siente y lo hace con todo el brío de '>U arte- inimitable, lo encarna en su gallarda 84
.figura, en su fisonomía movible, en su voz potente y en su canto genial. ' Cierto que entre los estima· bies sal va,ies del para'íso hu· bo, cuando el dúo con A/flo, algunos di,scolos; pero aquellos respetables inteligentes son como Dios los hizo, y no se pueden énmendar. Aunque sea paradógico, allí, en aquellas alturas que parecen designadas por el precio para la "de mocracia pro g r es ista " (·nemiga de toda rutina, r efú!!.'ians¡; los académicos del n mto ,los que no admitt> n más escu ela ni otra música que la 4ue se suj eta á sus prejuicios Lradicionale y á s us inapela· bies regla mt> ntos. Como si el a1'te pudiera sujetarse á reg·Jamento y como· si por un a nota se juzgara á un cantante , ellos tienen, sin embargo, sus reglas, en las que cabe la medianía insípi· Lil, el cantador profesional, i!.!,'ual, monótono, gris en su regularidad sin ma ticec;, pero n:> lo genial g randioso. Genial,' esto es la Cal \•é, lo mismo en la escena que en la vida prh·ada . Espíritu inquie· ':liaría Tubau en La E.xtra11jera .. · to, nervios desquiciados, su historm a bunda en incidentes, que u11as veces pal"ece~ ocun·encias de niña mal criada, y otras ruidosos reclamos. Ni mal criada ni Barnum: una histérica, una desdichadísima hbtérica. En cuanto llegó á Madrid y supo ·que no estaba todavía en el teatro la música con que debía debutar, co ·
:r
315
l l A~O tUTIIAt.
.
•
.
•ió mieJo á nue tro público, creyó que la habían robado, upu o que u madre ·e taba muriendo, y baJo aquella ob·
. e ión de la silba e tru ndosa se des ma vó una noche en e. e na, y á lo . dos día huyó de Madr id. Eso lo ha hécho, n1 jor dicho, le ha ocurrido muchas veces <\la Calvé, r eso t' el g-enio: un temperamento enfermizo, un · alma herida, toJo de orden, todo azar, supersticio. a y feb ril. Mar cada t n •lesplt~itu· , con se sello del mal contemporáneo, ",a lma loca que de . í misma huye" hija andariega de la Bohemia irredimible, la Cahé llent también en su cuerpo la indele· blc ·eila·l: por net·e.sidad de una op ración quirúrgica aquel t'Úer·po mara\·illoso e · máquina muerta, bell eza inútil p a1:a la maternidad y para el amor ...
En l?I{ónoGo .DE GAnnó~
AR A nuestra vida literaria , decaída y sin ner·. Yio, fu é una sacudida violenta el prólogo que P ér:e z'Galdós escribiera con objeto. de publicar· lo al frente de L os Condenados. E n esa página admirable de sinceridad, al modo de Alejandro Dumas, hijo, en sus prefacios, el insigne Gal.· dós expone lo qu e se debe lla mar su estética dramática , á la vez que, en defensa de su obra injustamente menospreCiada , fustiga con val~r y enter eza defe ctos muy g randes y rpuy tristes de nues- · . tros periódicos diarios. · En todos •é stos encontró el prólogo un comentario, en cm,i todos una tensura,.observándose en todos la unanimidad de una defensa colectiva, la exager ación de una pa&ión desbordada. ~1 as el asunto quedóse en lo pequeño, en el deta ll e ruin é inútil, sin llegar á la gener alización grande; noble y necesa ria. Todos los censores limitáronse al ataque · apasionado· contra Galdós , á la discusión de su obra fraca; ~a da, á la cu enta corriente del g ran novelista con los pe· riódicos, á algo personal, en suma, y pequeño que no podía producir. otra cosa que odiosidades é injusticias.
36
67
,at .r.•n T
n.,n
.
A alvo dt> todo debleron quedar los méritos de Galdós, mErito del <.stilo inimitable y d~l pensamiento integro. Quien n lo Episodios nacionales e .mostr<)ra narrador ,-ibrante de ia hi toria que palpita en anécdotas vivas;
D. Benito. l'ctcl (;:¡](l, ;,,
t¡ui ·n t·n Gloria hid<"ra un modelo de -non: las romántica!-> eon rib<:tes de n·ali mo ; quien en Alariánela 'trazara ma~i tral idilio; quien en La de Briiigas nos diera la mejor novela de costumbre de nuc~tro tiempo; quien e n La Desheredada y en ¡Miau! culth·ara el naturalismo á la manera :38
!T. I'Rfll.OGO ll~ GAT.llÓS
espatlola,· castiza y robusta; quien venciera en la novela psicológica escribiendo Lo Prnhibido. y Angel Guerra; quien en estas obras, tan distintas entre sf y tan características todas, ha abordado todos· los géneros, triunfando con todos, e un novelista inmenso que no tolera la contro,·crsi<\ ni el distingo. Si tras ·d e esta labor en el libro se lanza al teatro, y con Realidad muéstrase dominador del lenguaje teatral, con La loca de la casa maestro en-la concepción de caracteres para el teatro, y con La de San Quintín conocedor de las triquiñuelas y picardías, que son la parte oficio del dramaturgo, el Sr. Pérez Galdós no puede ser tomado á beneficio de inventario ni criticado á la ligera cuando al servicio del teatro pone su gran talento y su honradez artístiCa. Los Co ftdenados parecerán un drama más 6 menos defectuoso: · Pérez Galdós será siempre uno de nuestros grandes entendimientos y una de las grandes personalidades del pensamiento español, y no se puede afirma'r lo contrario, como hicieron algunos impugnadores de su prólogo, so pena d<> raer, no sólo en lo injusto, sino ta mbién en lo ridículo . Se debió apartar de ello el pensa miento y la pluma, y no se hizo . Se debió hablar de algo más importante y trascen dental, de la prensa, de nuestra· prens¡t y de nuestros periódicos; pero de buena fe, como gente que quier e conocerse para mejorarse; en reposo y con sinceridad, como cumple á hombres que aman su arte y· quieren eriaitecerlo, no ccfmo mercachifles que defienden su'1ndustria y propagan -su <:omercio. Nosotros, que tenemos siempre alerta, para todo r contra todos , para la política y para los toros, para . el Leatro y pata el cuerpo de Correos, para las instituciones y para la ljicicleta; nosotros, que tenemos siempre alerta la censura, no <auisimos tenerla, franca, honrada, Yalerosa , para nosolros mismos y nuestras obras. :>-ruestros periódicos no son literarios, ó lo son mal. En la mayqría de los periódicos, lo que tenga algún carácter literario, relégase á un segundo término, depri :1.1ente y ofen;,ivo. Cuando la política huelga y los criminales bállanse acampados á la sombra de la cárcel ó de su conciencia, sale del· cajón directoria! algún articulejo literario que 39
IBLAVA 111 1 89~
.. A.liP.\KO A~TUKT.
Darccloue>oa. l>ciJutó en :l.a.ragoza el 93· llija de la disting-u ida cnracterís· tica !:;ra. Sabatcr, é,ta la Jlev!l á to<las partes.
40
ELENA RODRÍGUEZ,
\'aleuci:wa. D cbut6 en Rcus el 93· Hace mtiy IJien el Ellriqttc de /llttjer J' Rei~tr~; pero preliere los papeles de mujer. ¿Quién no, con cara?
esa
·~ A•n TIIATIUt.
IL PltÓJ.OGO
llene el e pacio va.cio· pero. sólo así, como recurso ver· gonzante, no como nervio y ustancia de la labor periodís· tica. · Al~~os periódico· han mtentado é intentan á diario la anulación de e ta pen·ersa costumbre; pero.¿cómo lo intentan? Pu lo intentan .con algún articulejo de costumbres, oporífero y anacrónico, 6 con algún cuento de esos que caen dentro de lo que un ilustre periodista lla ma lite'raturaint rplan taria, in entido ni interés, 6 con la labor empala •o a de alguna eminencia desconocedora de las "propor· cione " que ·impone el periódico ó reflidas á muerte con la amenidad. . • o es e to decir que no sean el cuento y el artículo de lo eminentes buen ·in trumento para la prensa literaria, · no. El cuento, por . I solo, me parece inmcjo.r able medio para de p rtar el gusto cicl público y lle \·arlo á más serias lectura .; pero.ha de er el cuento de Yeras, no una pedes· tre traducción, ni una diva.,.hciÓn e mpalagosa. Si algún gé· nero esca ea en nu<:'stra literatura, e ·precisament ese de lo cuentistas. i alguno ten mos, u - cuento suelen er largo , mucho má de lo que permiten la condicione y el público del periódico diario. En cuanto al articulo de eminencia, y lo que El Liberal publicó bajo el título paradógico de Plutarco del pueblo fueron buen ejemplo, ¿e licito pretender que un público tan ineducado como el nue tro, por.culpas de los mismos pt:.riódico , e aficione á lo literario con el incentivo de seis columna de Ca .telar, consagradas <t Pico de la l\Iirandola ó por 'mil Üneas de Becerra sobre Kepler? Para que la ·literatura entra e en el periódico no habría ntra puerta que la ·crónica, la crónica alada y brillante de cualquier aspecto del momento espiritual. Leer un libro y re\·elarlo á traxés de cien líneas de pro a fluida y amena; ,·er un drama, :r sentirlo en una coluJ11.na de frases luinino· as por la luz de la idea ; arrancar de la vida un suceso ó un tipo, y analizarlo con mano ligera y espfri tu levantado, c~to s la crónica que falta en nuestros peri6dicos y que le daria lo que,no pueden darle ' r realizaría la obra que no pueden realizar el cuento psicológico-majadero, ni los 42
ea IJA ti>Ó~
versos insustanciales y rutinarios, ni el artlclllo de aJg·una desorbitada eminencfa. · No hay literatura. amena, no, en nuestros periódicos. Cultivanla .todos los extranjeros, aun los que parecen do· minados por las más vulg¡tres informaciones. Ya quisiéra· mos nosotros que en lo literario fuese' algún periódico nuestro comparable, no ya al Figaro, ru alJournql, ni al Echo rlc París,, sino al mismísimo plebeyo y porteril PetitJour1/al. El prólogo de Galdós, en esta parte, como la sátira despiadada ron que lo subrayara Clartn, fueron de estricta é innegable justicia. No sólo falta en nuestros periódicos la crítica J el dra ma y el análisis del libro, hecho en forma que tenga para todos el atractivo de la amenidad: falta en ab ·oluto todo lo que sea literatur¡.¡ interesante ..
..
48
MtljltR '1 klJHA
Esta es la causa principal del irnperio_del ·'géner-o chico", que.á nadie indigna tanto como á los clásicos zarzueleros. No ya en jugu etes · lír~cos que son verdaderas joyas, como El dlÍo rle la Africana y La verbena· de la Paloma, sino
MUJE& y '1\EINA .
.:..
srA zarzuela en treo. actos, estrenada el 12 dt:: Ent'ro di:'! Q5 en el teatro de Jovella · no:, y . rcprésentada durante gran número de noches, · fué la última ohra de l\Iariano Pina Dominguez, y acaso la última zarzuela. en ese género e tra¡nbótico que nt!triera por muchos años el repertorio lírico. Por lo me· no , de entonces acá ninguna obra de su in· 1 . ~ dole ha aparecido en los escenarios de Ma· · -=::. •-..;S, : drid, y aun en el éxito de MuJer y Reina ob· ervóse cierto decaimiento en el entusiasmo del público, que probaba su escepticismo por el género que ante lo encantara. Echáronse ya de ver lo disparates del a unto y .lo ripios de la forma. aquellos mismos dispa· rate qu antaño fueron .interés vivísimo de la imagina· ción, aquellos mismo ripio que fueron encanto y suges· tión de lo ·corazones y de lo oídos. No e , sin embargo, !dujer y Reina inferior á ninguna de su congéneres: · el ;r.,unto ameno, pintore co su desarrollo y graciosos sus tipo y u lenguaje. Nunca e tuvo más feliz ni más inspira· do el pobre P~a, ni rayó nunca más alta la inspiración chispeante y el sa,t•oir-faire característico del maestro Chapí, quien en veinte pieza notable$ y de excelente fac· tura demo tró cómo e incxhau ·ta..y icmprc fr,esca su fan · ta ia creadora. Pero eJ público está ya desengañado, por exceso de cos· lumbre, de las mentira · escénicas. "i~
..
D. Mariano Pina Domínguez.
t 1~
de Noviembre de 1895·
~n otl:os de muy inferior ca lidad art(stica, hay naturaiidad, mgem?· fluido y sencillo, algo .q ue es vida y que es. verdad Y que, por s~ rlo, seduce. Armense de estas armas los zar · lUeleros, y no les faltarán artistas que los ·representen ni público que los aplauda.
U. 1'1tO~HIÓif
DA PllOCE,SióN
y !)evada por la murmuración an tes del estreno, acogida después dé! estreno con la correspondiente pregunta enarorial del conde de Canga-Argí1e · lle , e te melodrama insignifi.cante, estrenado en Xo\·edarles el 30 de Enero del %, <'stuvo á punto de ser obra de historia. - El argumento es muy breve de contar. El arzobi po D . Suero, disfrazado de noble y galante mozo, hace el amor 'á una nil'la bija de uno ue lo. más ilustre. eilores de Galicia; préndase de él, ignorando quién sea, la pucela, y <'n el alma y en el cuerpo del prelado rijoso, el amor toma la proporciones de pasión d . atada y delirante. Ella, confiada en que ethombr'e viene por derecho, anuncia á su padre la buena nueva de sus a more. c.orre ·pondido . Precipftanse con esto la carne y ta sangre codiciosa de D. uero, y_pre para el rapto de la jo,·en, y, cuando va á realizarlo, presént<tse su padre::, que al nr la cara ·Cic;J seductor, lo reconoce é injuria .. . Trábase una lucha, acuden lp ervidores del arzobispo, y se llevan á la doncella, mientras queda allí morioundo el infortunado y e carnecido seflor. No muere éste in que a·n tes llegue su hijo, que, con el último suspiro, del que se va, recoge la revelación terrible y la invitación álrada á una implacable venganza ... y la RAÍ.DA
46
venganza 'viene en e1 acto siguiente, cuando al salir de la catedral, con las sagradas formas en sus manos ungidas, pecadoras sin embargo, en plena pro-. cesión que justific=-a el título, el arzobispo sucumbe bajo el puñaldel hermano vengador, del hijo justiciero. · A este drama dé amor mézclase el drama político de D. Pedro el Cruel, que, en una de sus campañas contra lÓs !JOb les solí v'i antados, llega á los muros de Santiago, y, disfra- · zado, entra, como mensajero de sí propió, hasta · e l lado misriw del prelado feudal, y asiste y pro: tege Aquella aventura de vtnganza. El autor de La procesión-;-e1 profesor del Conservatorio Sr. Mela - b a desarrollado di scrc:: tamente su asunto . No ha hecho una obra ex-traordinaria, brillante; pero no ha heMaría_ Tubau en El Jióre camóio. . cho ningún d.ispara-· te. Está desarrollau~ pr~miosamente la acción; entorpécenla · unas cuantas h1stonas secundarias que quitan en algunos pasajes todo in. 47
tl. A~O tJAtkAt
e lo amengua; pero no hay grandes pe· ·ado iiterarios en la urdimbre de la flama nte producción. Lo rnr 1ctere. no son de hierro, ni indestructibles, por lo bi n d lineado· ; pero no on tampoco de cera c·ontrahecha. _ La forma, de hojnra. ca y similor, de vana op\ll encía, de ,. ili a ión á. lo máquina inger, que lo mismo cabe alli 4ue en cualquiera otra obra; pero no es una monstruo· !>ida d. Fna obra gris, en suma, en la cual sól9 merece un e1ogio • sin d: tingo· 1 r sp to (l la verdad con que está trazada la fi ura u D. Pedro el Cruel, una de las más simpáticas y- de la· m:is·calumniada á. la ,-¡;-z. en la histor~a. ~r~sén · ta '!'nos . iempr' :\ D. Pedro como el rey sang uma n o que, con cab •zas de nobles, hacíase campanas que pr egonaran ' ·u ru !dad, y el r. :\fe la pre ·éntnnos junto ii éste al. otr o l>. Pt:dro, al.grandc y proyidencial, _que, arrnsa ndo las oli · ~arquia . decadent~s, fundaba las monarquías pod rosas Y le unda. , la:-. dictadura. tiránica_s de un solo cerebro y éle una ola, oluntad, de que tanto se· "añoran" los pueblos en la m bnrolia contempon\nca de sus democracias embus· tera. , 4ue no son m;b; que infames y destructoras oligar· qula-, in pre ·tigios (•n lo espiritual, sin soluciones en lo mat rial y terr('nO . .. · La coincidencia del treno de Lq procesión en ovedades, ·on el d Domingo de Ramos en Apolo; hizo hablar de la ,·onvenienda ó im:om·eniencia de esta!> apariciones de la Igle ia en el tcptro. . Página de hbtorip,· aeada de ~us quici_o.s y del ma rco que la explka en cierto modo, ó cuadro de costumbres r ecargado aquello . tonos que han ·de hacerlo teatral , la depravación de D. Suero y su asesinato á las puer tas de la catedral compostelana, como la fiesta de las·palmas Y de la ale r!a cristiana en la catedral de -Toledo, son cosas que realmente se despegan del teatro, con sus oropeles que profanan y con sus -artificios que desdo_ran. En el auto sacramental clásico, como en los dr amas mfs· ticos de nuestros modernistas, lo mismo que en los cuadros que sobre asunto religioso hace con Mar~onetas , en e,l P a· rls decadente, .Mjluricio Bouchor, la Iglesia no sale á esce·
tA noc:urów
t rt\5, y en otro
na sino par a ser ensalzada y enaltecida, en alguna de sus cosas. En las mismas come-dias de costumbres en que aparece la figura del sacerdote, obsérvase que sie mpre busca para ella el autor alg o, en el car ácter ó en .su misión dentro de la obra , qüe lo haga simpático y agradable. Sólo en los melodra mas r evolucionarios sugeridos por las soflamas, entr e sentimentales é incendiarias, de Sué, (¡todavía!) apar ece la gente de ig lesia bajo caracteres repulsivos ó en forma injuriosa. y deprimente para la r eligión; mas aun esto en tales obras se ex plica por su sentido de lucha y por el espíritu turbado y romántico de la época para que fueron escritas. · Lo que no se explica es que a hora , cuando una r eacción se hace en profun?idades misteriosas del espíritu social, y cuando una cornente de simpatías entre la Iglesia y el mu ndo moderno, que nace en el P ontificado Jo invade todo Y lo refr esca con auras de paz, no se explica, decimos, que · el melodrama ni el sainete lleven á ¡9ersonas y cosas de la Iglesia la profa nación de sus declamaciones ·ó de sus burlas, e~ pa_lio que protesta de ver se bajo bambalinas pin· tactas, el mc1enso cuyo ar oma celestial rifle con el munda· nal per fume de las artistas y del público ...
en
48
49
LA í'tiR.ItCittA. líoibflA
ÚA B~El{ECtDTIA DOMADA.
acontecfrnientos shakespearianos había anunciados para las últimas temporadas: Galdós traducía Hamlet, Sellés se OCU· paba en arreglar Cleopaúa y Manuel Mato · ses tenia en cartera una traducción de Ta · ming of the shre'lt•, bien que tomada al tra· . vés de la !Jlegl!re aprivoisée ó de La Bisbetica domata. Galdó re er'vó su intento para mejor ocasión, Sellés con· tínuó en reposo, y sólo Matoses llevó Ala Comedia su 1<1e recilla domada, en la cual fueron Thuiller excelente Pe· dro y la Cobefl.a aceptable Catalina . . Son muy plau ibles' estos trabajos. Si no. lo fueran-y el de Matose$ lo es ~ por el acierto de la traducción, siempre lo erian por la trascendencia artística de esa divulgación del maestro de ·maestros. Como se da hierro á los anémicos, hay que dar hake· peare• á nuestro tea~ro .. Los méritos caracterí tic~ de Shakespeare son prect amente aquella cualidad artistka cuya a imilación hace fal\a á nuestros íngenios. La fortaleza y verdad de las:figuras creadas P?r el gran inglés y la sencillez y naturalidad de s~ lenguaJe, deben ser la mejor escuela para "nuestros fabricantes de maníquíes escéniCos y de metáforas antiartísticas. En La jierecitla domada resplandece todo ello. Cata· RES
el
«50
•
lina es uiia nl.fta mai criada-y esto lo acentuaron discreta y acertadamente Matoses y la Cobeña, - ni más ni menos que las heroínas de Tirso ó de Lo· pe ; pero Shakespeare le da un domador que por el viejo sistema del similia similibus la cura;yaquellos maestros nues· tros le hubieran dado un galán· marmolillo que, en fuerza · de decirle sutilezas de concepto en retor· tijones de frase, l a aburriese y conquistara. La niña boba es una especie de Ca· talina, ·tomada por otro lado y con otro propósito ·teatral. Pero Sha· kespeare hizo uha comedia eterna, por· ser humaría, y Lope de Vega una joya del idio· ma, excelente para que la.luzca en F régoli, hombre. su tocado una bue~ . na actriz ... ó para d?jarla empeñada en el archivo de los vejestorios _ilustres, dtcho ·sea con todo respeto.
«51
YR tOO l.I
B~ÉGODI
el éxito de dinero . en el invierno del %, y .voJ.vjó á crlo en el del 96. Arregu i y A ruej encontraro.n con él para A polo la su'erte que no volvia en la · ala de nipguna mu a ni en las enagqas de ning una tiple. No lo impuso ~~ reclamo ni lo recom'endó la moda. El gu to del público fu és~ libérrimamente (l él, le tomó afi ción y la afición fué favor constante, bien cotizado en la .taquilla. ¿Quién e Frégoli? Un periódico nor· teamericano le ha hecho una historia que yo no é i será biogr afia vivída.ó fantá ·tica leyenda . Afa, si uon e vero f! beu trovato, y' por tratarse de un ita· ....__-'-·---,_- Jiano se me debe permitir el lugar co· mún macarrónico. Nació en Roma . Su padre era posadero, pero dió al chi o esmrrad•l edu cación. En 1890 e alistó co· mo ,-olunt:trio para el cjér·ito expeclicionario de la Erytrea. Allí, el general Baldi será, ío hizo actor. Los oficiales de aquel ejér ito formaron un cír culo en que una com· paflia de cómicos dió varias funciones. Se marcharon los · UÉ
152
cómicos; Y á Baldissera preocupó la cosa, pues con aquel teatro. d7 campaña, llamémoslo así, contaba para evitar el · aburnm1ento y la consiguiente desmoralización de sus oficiales. Para resolver ·"el con· ilicto" intentó la formación de una compaflfa de aficionados. Enton· ces un oficial le dijo que tenía en su compañía un soldado que era cantante y actor. Llamóle el general. Era Frégoli Frégoli que á la ~ cuar enta y ocho horas interpre ta-· ba una pieza, y otra, y otra , entr e t e nie ndo durante muchotie mJlO á los·aburridos oficiales más que lo hubieran hecho histriones de oli· cio. Frégoli fu é rebajado del ser,·icio, Yen vez de matar abisinios de !\Ienelick, dedicó· Frégoli, muj er. se á dirigir y lle~? r él.teatro. Al término de su compromiso en filas Bal· ti~~:~: le ofreció quinientas liras mensuales porqu~ conuno ' mas é~ rechazó la oferta y regresó á Italia con . s cuatro mil duros de economía. Las mujeres y el vino .
153
11:. A ~O TIUllAL
dieron pronto cuenta de ello, y el licenciado de Abisinia hubo d bu car ocupación. Un amigo le consiguió una plaza de diez pe e~as en un teatro de Roma. A l mes siguiente . . ganaba ocho duros por dia. A los do meses estaba eh un - t atro de Cénova con do cienÍ:as liras por fun ción. A partir d entone u éxito ha ido en auge. En Madrid ha ganado quinientas pe ctas por noche. En Nueva York le dan tre ciento · do llar a 1 día. , ¿Qué es Fr~goli? Un excéntrico. Dicen que es ventrilocuo ; a egura que en una operación quirúrgica le extirparon la laringe. Lo ciertp e que es UD: tipo que en media hora • po~e cien trajes di tintos, canta ton cien voces diferentes y crea cien di tintos per onajes. Algo excepcional, un di tocado que en vez de hacer contorsiones con el cuerpo ' e.n un circo, la hace éon e!' alma en un escenario. Uno de aquello clásico "mimos ~ que fueron la encarnación suma del arte e ·cénico en.la Roma decadente y postrada. Un espectáéulo digno de nuestra g~ n e J:a~ión inquieta.
54
MANCHA QUE .DIMPIA
ro Febrero 95·
es algo así como el r enacimiento de una musa geni~ l , algo como el despertar alborozado de una singularísima dramática . En Mancha que limpia resucita el Echegar ay que par eció haber muerto en Un criticó incipiente, para dejar et campo á otro Echegaray distinto. De aquella comedia hacia acá, parecía que Ecb egaray ca mbiaba de rumbo, y aun en la misma Mariana, á pesar de que en su último acto apuntase el E chegaray de El gran g aleozo y de O locura ó sanüdad, había algo nuevo, algo desconocido en aquella primitiva manera del . gran dramaturgo. En Mancha que limpia' aquel prim er Ecbegaray r eaparece por completo, aunque - dicho sea para su mayor en omio :.... un tanto mejorado por la influencia de su segunda maner;t. Conser va Echegaray de su primer teatro la tendencia melodramática had a casualidades y descuidos más ó menos inverosímiles ; conserva sus exagerado: nes geniales en la concepción de las 1iguras; conserva a~imismo el movimiento epiléptico de la acción que va y \'iene ·y da vueltas, y se enreda, y se desenlaza en impre\·istas situaciones de efectos formida bles, látigo que azota, peso que a bruma , cantárida que excita , candelada que QUELLO
e>5
lt t.~n TUTilÁt
jOAQCI!<A l'tNO
Granadina. En 189 5 debutó en el teatro F;_spañol. Sí, en el Español, la graciosa Selika del maestro Caooilero empezó en el teatro Español. En 1895 es una de las tiples más populares d.:! teatro por horas. Un detaUe : en el E<pañol era m~y d~lgada, tal vez con exc::so de gaUardía¡ y en Apo• lo es muy grue;a, acaso con exce:.o de esplendideZ,
66
BL'. \NCA MATRÁ S
~lndrileña, Debutó en Zarag.oia el 92, y después de triunfar en los teatro• de provincias, durante tres años, ha venido á Madrid, donde el público de Apolo ha co'o!irmado el parecer de los provincianos.
67
·i ga con u r plandore. entre humo; pero imán, á la vez, irre istibl de la at nción que se interesa y que se absorbe en la mentira es énica. :\la ; co~ ervando todo esto, Echegaray preséntase mejo· - rado en cuanto e refiere á la construcción de los caracte· r y al de arrollo lógico de u vida. En sus dra mas de ant ólo. había color, colores magníficos derrochados gentilmente: en Mancha que limpia hay también dil;Jujo. En aquello cuadros había momentos en. que las desdibu· jad figuras no se teniat~ bien: en el cuadro que anoche apareciera bajo el . telón nuevo 9el Español rutilante, el dibujo. es Sólido, y las figuras principales se tienen físicamente, de modo irreprochable, durante toda la obra. · Digo más: si Echegaray . no hubiera. creado. Mariana, Matilde y Enriqueta serían las dos muJeres meJor hechas de toda su obra dram:itica. · p réce e el Sr. Echegaray por los contrastes , que sor¡., sin duda, ·uno de los mejores ,y má;s eficaces inst~umentos estéticos, y cuyo manejo difícil y peligroso está r eser vado á lo grandes arti ta . Maestro consumado es en ellos el Sr.Echegaray; pero ninguno, á mi juicio, tan hermosamente vi· to ni tan hermo amente exteriorizado como el que ap;:t· rece en Mattcha que limpia. · El r. Ecbegaray rios lo dijo: Matilde es leon,a, Enr iqueta e · víbora v toda la obra e una lucha interesantísima entre la fi~r~ noble y el reptil inmundo. El símil zoológico de Echegaray es ue perfecta verificación. Matilde se yer· !.rue, Enriqueta e arrastra. La voz de Matilde es rugido que da miedo, la 'de Enriqueta silbido que da· asco. Los ojos de 1\latilde.tienen fulgores confortantes de luz solar¡ los de Enriqueta sólo tienen el brillo efímero del relá m· pago. Son dos vida que se de arro1lan paralelas, y cu~os e piritus sólo· E\_ encuentran en lo infinito de una r epulstón que acaba en odio ~sesino.
*•*
A pe ar de ser gran matemático, el Sr. Echeg.ar ay en el teatro no tiene cualidades ni aficiones de hnahsta. Ya de su y~ se prestá poco e e género al análisis minucioso; os
MAIICRA QUI LIMPIA
en
pero, aun lo ppco que lo admite , el Sr. Echegaray decídese siempre por la sfntesis, y por esto -sus dramás que ·llegan pronto á la imaginación que se entrega, tardan en ·llegar ó no llegan al entendimiento que no se convence. Analicemos por él un poco, y nos explicaremos cabal-· mente la síntesis que sale á la escena. l\Iatilde tie.ne• en su origen gran parecido• con la Mariana J
D. José Echegaray.
del mismo Echegaray; tempestades é inf~rtunios que infiu ~en con .indeleble huella su carácter . Húbola su padre e~ amores vergonzantes con una qmjer del pueblo de catet:orfa soCial inferior á la de él, y la pobre Matild~ no. con~crva <.1 . e su roa d r e otro recuerdo que el de liaber sorprendtdo una carta suya , en que lágrimas dolorosas suplian la tíe
·
1•
Yt.. A~'1 TF.\lk..\1
lotA IICii Á
1
orto rafia que faltába· en aquella escritura desmaflada, y el de haberla ntrevi to, lloro ·a ~ infeliz, desde una ventan. del co he en que su padre llevábase de Madrid á la pobre niña in· afectos. . lntluída de tal ut>rte t'n. us primeros años Matilde, - t·dllca e .:. como la Enriquell de Gaspar en Huelg a de lltjos-en lo Estado norteamericanos, y aquella educa·ión libre. v expansiva refléja e en todas las manifestacion~ · de su· carácter. :\luerto su padre y mujer ya' ella, tráenla otra vez á Madrid, y la pobre 1\Iatilde, en el hogar pr tado. de su tfa ó madrina D.• Concepción, es la Cener~tJtola del cuento·italiano, nuest.r(l pobre Cenicienta en el cuento e paflol. . quieren á la infeliz muchacha; no compr ende ~quell a , s flora frívola lo tesoro que hay en el alma de la d<?ncella; no le perdonan la baja extracción social de su madre; no pued u oh·idar qu es una ba tar'da; no quier en ol vidar que u padre, con su aventuras, arruinó<\ sus hermanas, lo · pádrc de Enriqueta, y á· entastillarlos en su antipatfa concurre la naturaleza e ·pontánea y la educación desen\'UClta de ~!atilde, que chocan con sus remilgos é hipocr esía . Enriqucta es todo lo contrario. De lo que fueran mora l· mente u padre 1 da idea perfecta la tenacidad con que se opusieron á que el padre de i\Iatilde la leo·i t~mase, y a t e ~ diera, por misericordia al menos, á la muJer que le d1? la , ida: aquel hombre pudo arrruinarlos á ellos económl· camente, pero ello lo arruinaron moralmente, y si contra l\faúlde pueden tener ·el agravio injusto, pero ex p.~icabl e, de la mi eria en que lo dejó su padre, i\Iaiilde debe tener contra <'llos el agravio de que la pri\'aran de su madr.e. De tales padre ·, que fueron indudablemente gazmoflos y puritano~ de la apariencias, e f(uto natural Enriqueta, hipócrita tambi~n y con crueldad instintiva en el alma. L a edu ación que ·e le diera, educación á la espaflola moderna; es decir , cducación .de institutrices venales . y de colegios. e xótico , educación radicalmente contraria, con sus fing1· miento á la de ~!atilde, completó--aquella mala obra del atan m~, y cuando D .a Concepción la recoge, y j unto á la pobre Cenicimta la hace su preferida, y la malcría
"No
.;.
'
60
oti ~
l.tM1>1A' ,
imprudentemente Y estimula COil los irreflexiVOS halagos de su frivolidad aquellas ingénitas tendencias ·al rencor disimulado, y al afecto mentido, y á la desapoderada codicia, Enriqueta fórmase enteramente tal cual la vemos en el drama . . Mucha es su perversidad, parece que el autor se ha·com. placido -en hacer más sombrías las negruras de su conciencia ; .no falta quien se re-. sista á creer que en una pobre alma de nifla quepa maldad tan grande; pero, cuando uno se fija en cómo se formar a aquel corazón, explícaselo á las claras, con todas sus maldades r efinadas v c ru e l e s. Como _á l a' demt-vierge d e J\.Iarcel Prevost, en su r eciente espléndida novela , cuya psicología es la de Enriqueta , á ésta la han hecho ma la su origen, su educación y su medio, y por esto ca ben en su figurilla menuda vicios que no son r e.a lmente de ella 1 • smo de sus padres, de sus maestros y de su ambiente. Así se forman la leona y la Yíbora. S on incompatibles. Yi\·en juntas, pero ja más poLa Tubau en Dora. drán juntarse ·sus almas antitétic-as. QÚi~relo Matilde, y muéstrase solícita para Enri· qu~t~, pero en ésta todo su sér Se siente herido por aquella sohc~ud, á la que corresponde con odio implacable. Cuanto m._ts afecto ~e demuestra Ma tilde, más profundo es el renco~. de Ennqu~ta que concluye ·la obra de despego y de ant.¡patia de D. Concepción contra la Cetzicienta. · 'ó suLl oposLci n á .muerte de sus caracteres, ·nació con ellas: 1 ucha .es antenor á Fernando; antes que sus celos, las 61
lt
A.O
itAffCitA Qb tUii'IA
thtUt
repulsión hital de sus lnstlntos y de sus col\.
•**
o.a
;.
f
- · Cuando ei-drama empieza, Concepción quiere casar á u hijo Fe nando-un buen mozo, rico, diputado, brillan· te, tipo muy_real y bien indicado y mantenido en la obracon Enriqueta. Esta va á él por codicia de su fortuna y 1de u po ición, no por cariño. Fernando, que la aceptó por omplacer ·á u madre y porque no ve en ella, engaflado por u mentiras, cQsa mala, ena'!Jórase de Matilde y la perSigue con u's preten iones ardientes. . Matilde cotTesponde á aquel amor; pero lo oculta, de él obre todo, porque e cree obligada á inmolarse á la tran· · quilidad de aquella familia 'y al porvenir de Enriqueta, re tituyendo á ésta con Fernando la fortuna que ·su padrt! perdiera. Para · "hacer tiempo" Enriqu,eta. tiene un amante, cuya casa vi ita, amparada por la institu'triz. ;Esta, con· las dos muchacha , sale algunos día á socorrer á una pobre enferma, y mientras MatiJde e queda junto al lecho ~e 1~ desgraciada, Enriqueta acude al nido de sus amores tlfCI· . tos, y la in titu~riz ta acompaña. · La noticia de e to · amore llévala á la casa un D. Lo· renzo, cuya pr tensiones desdeñara Matilde, y' la historia produce el efecto que u tedes supondrán. ¿Cuál de las dos muchachas - porque el<j,elator no ha,podido precisarlo-es la querida de Julio? Para b." Concepción .es indudable: Matilde. A D. Justo-'-un seflor venerable que protege á Ma· tilde- no cabe duda: Enriqueta. Pero hay que precisarlo, Y de esto e ~ncarga el .mismo D. Lorenzo. Matilde, á quien D. Ju to dispara á' boca de j_arro la bis· toria, resl tese· á creerla, no puede ella admitir tal mons· truo idad en Enr'iqueta ¡ pero están en peligro el honor Y la felicidad de F erna'ndo que, si aquello fuera cierto, se casarla con una mujer manchada ~., y se promete averi· guarlo. . · Para conseguirlo, en una de las escapatorias de Enrique· ta, .tatilde la sigue hasta la casa de Julio; pero cab tan ma· 62
la forturta,·qúe, en aquel momento, una familia que la cono· e~ y que vive en la misma ·casa, la ve á ~lla y no ve á En: r~queta. D: Lorenzo transmite la noticia, y n.a Concep· c1ón se ratifica, y D. Justo dase por vencido: Matilde es la culpable, Y la arrojan de la casa, precisamente en el mo· mento en que ella, por salvarlo de la deshonra, decidíase á ca· sarse con Fernando. Después de mucho vacilar Ma· tilde, para defenderse, cue~ta la verdad¡ pero no la creen, y lii' sentencia contra ella no se re· voca. . En tanto Enriqueta, fingiendo un telegrama en que se le dice que su madre está moribunda, ~a envia~o ~ las Baleares á )u· Ito, y Mat1lde se queda sin armas contra la calumnia. Se ha jurado, sin embargo, que Fernando no será deshonrado por. Enriqueta, y momentos an· tes de ·la boda se presenta t!n la casa para reñir la suprema ba .. talla, pero tampoco entonces la creen,. y Fernando la insulta de nuevo ... El lazo entre los novioS va á estrecharse, y llega D. Jus· · to para entregar á Fernando una La Tubau en Sp·afiua. carta de Julio que tiene hace dos · . días en su poder. Enriqueta co· noce la letra, y con astucia refinada hace creer á Fernando que es de Mai:ilde, y consigue que no la lea. Fernando ar~oja á los pies de Matilde la carta, y van á casarse, y la deJan allí, entregada á su dotor impotente contra la calum· nia inv·asora. Veriffcase la boda, y cuando los novios vuelven á 'la esc~na, Matilde ha leido ya la carta, que es su· defensa deci· ~1va, Y para lavar la mancha que sobre el honor de Fer· ea
·.
.t
A.O T UltAf.
MA!fCIIA Qtll: LINI>IA
.
1
ri nd<> ha caído, mata á Éndqueta; fernnrtdoentér ase, al fin, la v rdad que aquel.la -carta revela, y cuando el públicos aterra ante la tragedia, no por esperada menos horribl , che :rara)' le da un nuevo latigazo,· y antes de q1,1e el telón cai a obre fatilde homicida, pone en Fernando e ·ta e.·clam ción: -¡La maté yo, yo mismo!
d
••• . efecto .tieil.e el !,rran ~rama, defectos enormes, como son iempre los de l!chegaray; pero que sólo se aprecian de pué , de pués que no ha arrastrado con interés vi~ íimo por la fábula e cénica. La razón de esos defectos es, como en toda su obra ro. mántica, el propó ito de llegar por cualquier medio á un ~n pri<;oncebido. En otros dramas, Echegaray realizábalo ba tardeando el carácter de 'tos persoñajes y haciendo intervenir eQ todo momento la casualidad melodramática. ' En .Afat~cha que limpia, lo petsoñajcs no se bastardean, pero la casualidad hace de las suyas. Es lógico que, cuando la calumnia hiere á Matilde, la crea . o .• Concepció¡¡ que no la e tima en lo que vale y que ado· ra en Enriqueta, la cual ya había tenido siempre buen cui- · dado en hacer creer que aquélla coqueteaba con Julio, Y es lógico que la crea Fernando, porque su madre es quien se to dice, y porque l\Iatilde no tiene para defenderse más que la verdad, para él increíble, de la livian.dad de Enriqueta . Pero D. Justo no debe' entregarse al conven~imiento tan fácilmente como los .demás: su cariño por Matilde, su des- · confianza por Eoriqueta, claramente manifestada durante la obra, y su experiencia de la vida, no lo consienten, por formidable que sea la ·prueba, por pe'}ueña que parezca la defensa. "'""" Se explica que julio esté en las Baleares; Enriqueta tiene astucia bastante, y sobre l!l bastante. dominio para lia· ber podido alejarlo; pero no se explica que no haya acu· dido ante con la ''erdad, que para "él es venganza, ni se explica que D. ]u to se haya guardado dos dlas la carta para entregarla eq. el momento preciso de la tragedia. 64
A est~s inverosimiUtudes únese la de que .Enriqut:La, que tan hábilmente. lo arregla todo, no haya huído del. peligro
de que en la misma casa en que ella se ve COQ julio vivan amigos de la familia. EsO es meterse en la boca del lobo y ya sa~em?~ que Enriqueta QO tiene de cordera más qu~ la apanencia falaz.. . · ~nverosímil es, asimismo, que durante los días transcu· . rn_dos entre ~u expulsión d: la casa y la. boda, no se P,aya ~utdado M~tt~de de nada, m de advertir á Julio, ni de ver a D. Justo, m de procurarse defensa. . Defectos capitales de la obra son, á mi juiciq, D. Justo yD. Lor~nzo. El Sr. _Echegaray, que no suele cuidar los personaJes secundanos, hace de éstos dos, dos monigotes. D. LorE!nz? es una caricatura, y D. Justo un maniquí. Yo creo que SI D. Justo fuera un carácter y obrara. como tal, algunas de aquellas faltas desaparecerían del drama · como sería éste más claro y convincente si se modificase' á don Lor7nzo. Quitando á éste el haber pretendido en vano á Ma tllde, ~ sus acusaciones contra ella se quitaría todo as· pecto de Interesadas, y tendría más fuerza para convencer, más autoridad en sus palabras. . De esta suerte se podría haber hecho de D. Lor~nzo una ~ra~ fi~ura, _odiosa y funesta; pero de profundidad artfs· llca mdtscuttble; un celoso del bien ajeno, que lo persigue en guerra morta~ donde quiera que lo vea; un despechado. ~ontra la .humamdad, no contra la mujer á quien acusa; un fa rtufo,_ en suma, de nue vo género, pero de genialísima concepción. ·
***
?tro def~~to apunta esta mañana en El Globo un discre· tí~tmo escntor; pero no ·cr;o en él. Alatilde mata y es ló· gtco que mate .• El matar no es pecado al alcance' sólo del P_ue?lo; la gente culta también mata. Las pasiones se extenonzan en sus momentos supremos porlos mismos supremos Ma~e d'10s, en todas las clases y en' .t odas las personas. ¡, til~e, además, es una vehemente, una espontánea_ una npulnva, Y cuando veía yo cómo clavaba ella la afilada plegadera en el cuello de Enriqueta, acordábame de sus 6!5
L.
(1
r.IAlP.AI
.
1 hra en 1 tercer acto de la es ena a~ucll~ en que, t'S· 1'• • f . • ic·l d la vibonlla, dtcc: pantada por.\a JQ am}l~ hUUmb• re-.: maten lC aho¡rarfa: me ('X· ~k ph o que os <:> • • ' plico el crim n. .. . { .1 no el trágico de enlace. ~s "'o l'n . qne F crnando l •··~ .~ . <'fe ·to . 10\ ero mt ' . ' lógtco lÓI!i o que :\lattld mate, co.mo . \'isto . hermoso que des· lmpare con·aqucl arrdanql ue ~~~~~~ple~os el mejor quizás nla:m el drama, uno e o m. . ' . u E ·hegar:ry.
2.¡ Fehrtro 9.5·
el primer acto de la nueva Obra del Sr. Vela, que anoche estrenara la compa flfa Mario, cayó el telón y todos creímos en un fracaso muy deplorable, p~ro muy cierto, á pesar de que ya habíamos visto en escena al autor, con ocasión de un mutis triunfal .d e D. Emi lio ... Empezó ' el segundo acto, llegamos á la mitad entre aplausos y aclamaciones; y al ~cabar el acto la victoria era indudable; fué ruidosa como pocas al fina·! de la obra, y .al sa lir del teatro todo3 decían, doctos y profanos: - Bien venido sea el nu evo autor, bien haya la ya reali· zada esperanza que ·sugirió La estrella de los salones . . Aquello era realmente un triunfo y un triunfo justo: . un· triunfo ruidoso y unánime, que es cumplimiento de lo qu e. en su prim ~ ra obra prometiera el autor. OBRE
**:ie ¿Cómo tal diferencia entre el primer acto y los otros dos? ~Có mo 1.a derrota se hizo victoria? ¿Por qué en el espacio breve de un entreacto operóse t~l re\'Olución en el espíritu llel pl).blico y tal cambio en la suerte de la obra? : Porque hubo revolución y ca¡;nbio radic~les. No parecen
ee
67
at
•
A O T&A TILU,
Ricardo Cal•o
t
LOS
,Ricardo Calvo 21
Abril..95
(En el seno de la muerte.)
'(Mar sin llriUtU.)
ea
ea
MU~RTOS
U
1:1. AMO DEL COTARRO
~·O TIATkAL
1
·, fcl mismo in•r nio, ni ~iquicr'a de ht . mi ma pluma, el pri· m -ro y lo otro dos ucto ·. Et primero es artificio o ~ in:.:rato . •\rr;\ trase peno amente, y el lenguaje es pobre, lal o, -,in ,·olor; l aCto a aba fríamente, y todo está en él . d -~ibúj<td , tOdo e manido, todt> está muerto, la á.~ción l:m~uida, ltb per..,onaj s fal o , la forma rebuscada. ¿Por qu~? Es muy encillo. Culpas on todas aquellas
dctidcncia, de la retórica y ... de la política. Inconvenientes de la política qu' r pugna. Inconvenientes de la retórica' qu oblig-a :\ una fórmu.Ja e. tr. •cha y mortal. · E.-, teatral la política; tit:!ne dramas hondo y tragedias ...-anc;ricnta-.; abund:m en· ella el ainete'y·la bufonada; pero . ni por u a pccto erio, ni por su a pecto cómico, ha sido hi •n ..:omprendida en nu stra escena. i se exceptúa á Gas· p;er'<'n Las perso1¡a deceizies, no tiene nuestro-teatro un . .mtor que haya hecho nada bueno y completo con la poli· tka. El mi mo Galdó , que parecía llamado, por haberla ,)h n ·ado ·de cer a,~\ hacer de ella yn análisis·definitivo, una ~.rran obra de art • permanente é indiscutible , no ha qu rido hacerla ú ha r tro ·edid<> ante sus magnas dificul• tad Cuando e ha..:c .alg-o, hi\.cese lo que el Sr. \'ela en su pri· mer acto de anochC': no ya un artículo vulgar de· periódico ... in enjundia ni franqueza, ino alrro menos, una gacetilla .indo..:ta y ramplona . El caci:¡uismo y us infamia , él maes· tro.de escuela y us hambre~, no deb<>n al r . Vela nada nue\'O ni nada profundo; no le deben más. qu e lo que l'cs dan tod(\: lo días, dc~de hitcc tiempo, gacetilleros de Ma· drid y articuli tas de provincia. Por esto no g-ustó el primer acto que no hubiera sido crito, i la rétúricá no obliga e á todo un acto de exposición, y aqul aparecen los inconvenientes de la r etórica. .\landa é ·ta, con u académico despoti. mo, que para expo- · ner un asunto y pre entar uno personajes no hasten un a, . uo , ni tr e ·cenas; hay· que hacer un acto,. y el r . Vela, re petuo o de la retórica, tuvo que ronstruirlo echando • mano de todo aquellos dejos tópicos )·de todos aquellos modi mos vulgares y desacreditado . Hubiérase él· rebela· do; hubiera empezado-por lo qu e acto segu ndo, in más 70
que a!l.adirl~ una ~scena para presentarnos al tío Roque, y l:t obra hub1era: s1do perfec~ tan hermosa como en sus actos segundo .Y tercero. · En estos dos actos ya no hay polidca, no hay máS que p·a · siones sentidas por hombres y mujere·s y adivinadas por . un exquisito temperamento. · · El elemento cómico no está en los sainetes del caciquismo rural, ni en la bufonada de Úts elecciones amañadas en pró del diputado barbilindo: está en aquellos dos tipos de· chismosas , en aquel botica rio y en aquella criada zafia y mefi. tofélica, palpitantes de realismo sano y alegre. El elemento dramático no está en la política que engendra odios y comete crímenes, ni en las cabezas que :;ufren electorales descalabraduras; está en aquel amor vivísimo L!c Emilia y Jacobo, en las torturas que les impone el ren· .:or de su padre implacable, en la figura .magistral del tío Roque, que alienta bajo las frases del poeta, y en aquel médico, tipo nobilísimo y también de encantadora natura- · ti dad . La política ·no es más que un accidente¡ un fondo que . apenas se ve detrás de las figuras que llenan el cuadro ex· ..:elente con su dibujo firme y su justisimo color. Todo aquello ocurriría lo mismo, si en ve:il de fundélrSe en la politic~ se fundar-a en cualquier otra cosa el odio. entre los Mart!nez y los Rodríg uez .. La misma fuerza tendría el drall\;:l pasional, la misma belleza eficacísima el trazado de la obra . . Si Rodrigu.ez odia ra á Martinez, .no por una competenci~ p_o lít~ca encarnizada si n.o por cu;¡¡.lqwer otra cosa, por una IWalidad mercantil, por ejemplo; si fueran tenderos riva· les en vez de C'aciques enemigos,.lo mismo sería un drama perfectamente visto el que e} Sr. Vela ha encontrado en . aq,uellos amores que se interponen con los hijos entre los odios v~hementísimos de los padres .. Si el tí_o Roque no fuera una víctima del cacique, sino u~1a víct1ma de otro cualquier malvado, de un usurero, por l'Jemplo; ?i para él Rodríguez no representara la infamia 7.1
CURIOSIDADU
:\l:uuotini, teuor
Marco ni , torero
72
7Q
&L At-10 HKL
••· 'oQ.n rr-. Ttt-' 1
· p· Htk.ll[U ·le dejó in. hij~, primera, sin hogar después, ino el pr tami M qu 1 de ~jara de lo suyo, de sus bien , y d' u angr , lo mf m o ería un verdadero hallazgo d . dramatur!-(O la·figura que Mario caracterizar a -con pe~ I.!;Cción á la altura d . u in ignc méritos.
Para detallar Jo d' la obra, faltariamc el espacio q~e d~
o.
.
.
El amo del cotarró, u asunto y p rsonajes, están en la ,._. · na X del acto egundo. Esa, e a ·es la verdadera expo· -.ición dd drama, todas su figuras, todas sus pasiones en lucha angrienta y dolorosa. . ' .\ medida que los Sre ·. ·cepH.lo y Cirera la hadan, ve~a yo cómo, ::Jn darse de ello cu~nta el autor, asestaba á ese ,·hurriguer co panteón de las ideas y de la belleza que se llama la ·Rctórka, . un puntapié desdeñoso y ~allardo. Un _ uiálo o no ba tapara saber qui'én cs ·cl cacique, cómo son Emilia y _lacobo, á qué ca ta pertenecen las enredadoras, ue qué suerte empezó el.drama y cuál ha de ser su ang us-tio isimo proce o. Al lado de e ta e cena, en un inventario de .las bellezas principalc de El amo tJel colarro, deb.emos poner ~u des· <:nlace. E \'aliente y es \·erdadero. No es un "efectismo i <:•., lo único que admite la ituación de los personajes. Ta~ hcrmo o y tan real el ra ·go de Emilia, q~te acude en auxt· lio de jacobo, como aquella frase dc'l tío Rog~c, solemne epitafio p.tra la tumba de un poderío que se acaba, tremen· da venganza de la víctima contra su implacable per ec:uidor. · .t
*• \. . La int rprt'tación dól idea de Jo que e consigue repar· tiendo hien una obra. Con un buen repa't'to, artista que parecieron censurables, triunfan, y. otros que pasaban iempre inadvertidos, re\·élan e con algo por dentro, con algo que .,·alc y qu~ puede realzar el estudio .
74
rc~TARRU
. En ~1 pbm!!r caso está el Sr. Cepillo; en el segundo, el Sr. Ctrera. El Sr. Cepillo, que en otra temporada tuvo para des~ui· te el Pe~et de La loca de la casa, ha tenido en ésta el don ·.\mbrosw de E_l a"!'o del'cotarro . Anoche desquitóse con .aplau. os entu~uíst1cos de toda las frialdades de la campa· · ~a: ~plausos Ju.stos, pues su trabajo fué perfecto, labor l~mst~a ~e artista en su propio terreno y que estudia á l'O n c t e n et~ el_papel qu_ e se le encarga. ~1 Sr ..Clrera, que hasta ahora ·no había merecido otro ra ltlk~ttvo que_el de "discreto", rindió anoche el fruto de un artista concienzudo, que sabe sentir pasiones concebi. tl~s p~r un a_utor y tradudrlas, no sólo cou las palabras htcn dtchas, smo con el gesto y el ademán oportunos. . _- \de m~s de estos a;tistas, merecen especial menció~, el St. ~Iano, que nos dtó anoche, al caracterizarse ál decir ·'·.al "hacer "_, una de sus mejor es creaciones¡ la S~ta. Coben,t, para qmen esta temporada-sing ularmente en La bis · ~-~/tea Y e~ El ~mo del cotarro- ha sido de g randes pro,.,~ eso& Y VI~tonas ; la Sra. Cancio, justa é inspirada en el l~_<~pel de cnada lugar eña, y el Sr. Thuiller, vigoroso como ~tempre, noble en·su encU<::ntro con el padre., gallardo en el final de la comedia . . Para concluir, una observaCión que debe ser convincenpar~ el Sr. Vela r especto de lo que he escrito acerca ~:· ~ pnmer acto : Ios artistas que en el segundo y en el terl Ct o rayaron á tal altura, estuvierbn deplorables en el pri~~~:o, porque éste resi~tíase á toda artística interpretación . . R sola cosa buena t1ene el primer acto : el tipo del tío ?que. Una so~a cosa buena hubo en la interpretación del pt tm er acto: el h_e rmosísimo trabajo de Mario y no es ~omo los autores dicen pata consolarse: . ' -:-Los cómicos .han tenido la culpa. :\o, la culpa fué del autor.
\c
7l5
~ · AMON
r' uención, el' mismo cielo de. América con llllT'inarías esplendidas, con horizonte infinito que convida al suefl.o con· ::.olador de lá muerte.
***
ha uichO que el libro admirable de Prévo t es e l ~ breviario del amor sen· sual~, y Manon es realmente "la mujer", la eterna 'mujer que siente , que no obe· dece a la reflexión, que ígue el impulso del corazón parle· ro y de lo· entidos elocuentes. No ·es la Ofelia ingenua, ni la hon ta Jtargarita; per o no es tampoco la Cleopatra ambicio~ a ni la corro.mpida 1\'inott. Es la mujer, la Eva eterna que entera y de por vida se da á un hombre en quien u entidos pu ieron vehemencia y hambre; sed inextin· ••uible y de atada pasión .• ·o es, en este formidable estalli· do d ensualidad, la mujer que satisface un carnal prurito . patoló rico: e la mujer en quien la vida habla, y vibra, y e. igc y cobra su tributo de amor . Leal y fi el á su hombre único, por él se entreg·a á Bretigny· y á ·Guillot, por él sufre cárcel y vergüenza, por él muere en la A nierica nostálgi· ca, como la Virginia de Pablo de quien es hermana por el amor y por el infortunio. \i irginia muer e, y sobre ella tien· de el arti ta la palma virgiual de la purezas inmaculadas: ~1anon muere., y sobre su tumba cae Desgrieux con el últi· mo beso brutalmente carnal de su pasión, y el artista no puede darle otra cosa que una corona ~e rosas deshojada.s y mar chitas, profanadas por mil besos, santificadas por mtl lágrimas; p ro sobre las dos, sobre Virginia pura y sobre ;\.lanon mancillada, tiéndese, en el trance sut?remo de la LGUlEN
f
76
.
· Y Manon es esto porque t>révost fué así. Arsene Houssa'yr, en uno de sus grandes libros, trazó de él un retrato magnifico. Pertenecía . Prévost á aquella familia de abates del siglo xvm que como perfe 'c tos pa ganos vivían santamente fuera de la Iglesia, y á espaldas muchas veces de sus manda to s mismos. Jban á los salo nes, al baile, á la ópera ; se disfrazaban y corrían :'!\' enturas; oraban d e spués de renar, y pensaban en las prom ~ sas del cielo mirando el del lecho de alg una cortesana. El abate Prévost El tenor :\!or'coni era, á la vez, el Desg rieux: y e~· Tiberge de ·su libro, dos caracteres que res· : ¡o nde~ á las dos na~ralezas que se disputaban aquel alma, ~ acc1ón '! la reacción, la locura que s~ desboca y la razón q e la retiene . .E:l novelista retratóse por entero en esos dos tipos de la novela, que es la historia misma de su vida. Tres vec · . es Jesufta, dos veces soldado, desterrado durante largo t le ~po, Prévost fué siempre, en los pantanos de Holanda y haJO las brumas de Inglaterra, en la austeridad del claustro y en la liViandad del restaurant para orgías, el enamorado 77
..
11.
AIIO
T I.A TilA¡;
. incorre rihle. Con m:\5 corazón que cerebro, con más poesía dbutlt;t ·n la~ v nas qu~ ingenio anclado en el alma, con m:\s d en:u l'to que de reflexión, la vida d 1 abate l'r<.' 'o-.t- lbQi á lit'IJ par ce una flor no sólo ba6ad~ por el ro· do, ·in tamhién qut:mada por el rayo y mecida p(}r la - tt'mpt' tad': ~ u dda fu~ una nó,·ela y un viaje. Una maflana d ' Abril, t', d héroe que cnelga los Mbitos y se escapa del com·ento para ye · tir el uniforme d' mo ·qu!'tero; una tard<> de Octubre, e ' e! arrepentido que desenga6ado se restituyt al mona terio, tumba ya de su corazón !}echo pedazos en las piedra dl'l ca111ino. Todo tenemos en la ,-ida un finó una quimera que per eguimos como final aspiración: la del abate Pré,·ost' fué fltanon, Mano'n ·:'t quien cantaba ep. el l'UCrJ'I(l de i!uardia, y ·~n quien pensaha nl rezar en la celda.
...*
· La mú ica ~oncebida por Masst•ne~ para la creación de l'révo t, e trenada ~n Madrid el 2R de Febrero del %, es·, ant todo y sobre todo, lo mismo eJl el pensamiento delicado que en la instrumentación bri)lante, de encantadora y ex· trafla propiedad. Echaron de menos lo espetados académi· co -qu hace diez ai'lo e acostaron con Ieyerbcer par.1 le,·aotar e .tl. día siguiente con Wagner, sin haber com· prendido al uno ni al otro,-écbaron de menos las borrasco: sas onoridade del mae. tro de Bayreuth, y no se fijaron en t¡ue no puede dar e la mi. ma instrumentación á música . que reza los milagro de Lohengrin ó canta la tragedia de Tanhauc; er , que á otra música concebida para los amores de Ma non y para las dulces torturas de ·su ap¡¡.sionado Ocsgri ux. Aquellas leyendas alemanas admiteó, exigen, me· jor dicho, el color Yiolento de una orquesta que atruena el pacio: tá poétíca y dulce novela francesa, sólo admi.te d color tranquilo, el tono memncólico· de una orquesta que lleve al e píritu la sugestión de lo · suaYe ·y exquisito. \\'atteau pintaba miniaturas; el abate Prévost que con aquel pintor define ·u época, hizo un idilio, un idilio en el amor, un idilio en l:ll> per ecuciones, un idilio en la muerte. y )fas enet ha hecho música que tiene la suavidad dt• la miniatura y del idilio. 78
JUAN ÚEÓN
I
.¡ , J/arto 9S.
Jnasco tiene la 'costumbre de DO a~istir :i los estreno~ de sus obras, y anoche no la in'fringi6 má que <Ptuaote el primer ~cto.' Apenas cay6 sobre el drama que empieza el te16n que ampara, march6se del teatro. para esperar á distancia el parecer del ptlblico. No se coo•igue esto, cuando se tiene un tempera~en- · to tao vibrante como el de Blnsco;sino merced á una enérgica y constante gimnasia moral, qtt~ - Blasco ha , hecho durante ·su vida larga y fecunda de autor. Para lograr ese aisia.:Uiento del ptlblico, empezó por no, salir · :i escena cuando lo llamaban ; diú otro paso, y 00 fu é. al teatro; nl .estreuo stgui,nt':, logr6 sobre sí mismo 1"' victoria de meterse en la cama al cmpe?.ar la funci6o; y al e;treuo de su slgttiente obra fué completo el triunfo sobre los nervios á rebato: Blasco se aco~t6 y se du~mi~} tr~nquilameote, con asombro de los amigos qtte fueron á darle cuenta d~l lnunfo. · URF.Rl O
X~ sé d6n~e ~spelarfa anoche las noticias ni quién se las Uev6: yo me permtto darle hoy las míns, «fresca•» tal vez; pero si nceras y cordiaHsima• de,apa.ion~tdn. y v8race.;. ' . . Sr. D. Eusebio B/ao;co . . Mt quendo amigo: El público que asistiera á la ensan!4rcntada y dolorosa alternativa deJua1l León tiene psicoln~fa muy curiosa. Yo le em·io los datos: usted trazan\, si 'IUtere, el estudio. · 78
t. A~O TUfllU.
JUAN ,1.>;61<
. ll.!bi.l alli pt:riodi ta doloridos por el viáti¿o de amistad que usted nevara al insi ne Galdós, y hab_la m~leantes que r cordaban aquel articulo de hermosa smcendad en que · u t d dijera cómo el re peto no es cosa es~afl.ol~, Y cómo había u t d tenido que emigrar de su patna; per_o había también, y en mayona innega6le, fervientes admtradores de u ted y ami os suyos verdaderos. . Quier e ·t!) decir que si de aquéllos era de temer un prejuicio ho til, de los segundos había que prometerse u,na benevolencia ganosa de la victoria y del aplaus? p_ara el · utor y para el amigo, resultando, en suma, un publico ta~ dificil co~o el de todo lo teatro~ en todos los estrenos, peró no .más irréductible que el que ha salid~ al paso á _to· do lo · creado re de dramas y comedias. S1 la. adula01ón ~licio a de algún cont~rtulio. le dice: "El público estab~ · de malas, traía mal vino", no haga usted caso de la mentt· ra, generosamente invt!ntada para a~parar la derrota. Tal vez quiso una docena de enemtgos hac~rla más_ fra~oro a;· pero crea usted que aun para los arotgos ~~a mdu· dable, fatal desenlace de un deplorabiHsi¡no desacterto del buen Homero dormido ... t:n re petable marqués, conocedor de las_ cosas del tea· · tro 'y del mundo en sus fntimas menudencws, exclamaba . en lo pasillo : ' d -Es que al público hipócrita no le gusta ,·ers~ r<~trat~ o t'n la e cena, y ese marqués y ese duque con sus htstonas, tienen un no~bre en nuestra sociedad. . y yo que sé, amigo n,úo, porque ~o he recogtd? de sus labio , que Juan León no es drama á ele/, que m t_orero~ ni aristócratas responden á personas concretas! m coro retrato ni como ~aricatura, sentí ganas de de~1r ~l mar: qués, que no iba por buen camino á la explicactón del fracaso. ·
•••
Porque el fracaso_:_ hay que decirlo lealmente-~ué enor· me abrumador, terrible. El pensar:r_úento concebtdo hace an.~ y durante ellos madurado. y los vers_os _galanos du· rante. me!>e'> pulido ·, todo aquello que stgmfica mucho 80
tíempd de _esfuerzo y muchos días de labor y muchas noches de vigilia,.pereció en breve tiempo, en éuatro horas de prueba, al contacto de un público impasible. Fulguró en el primer acto el poeta de imaginación exuberante y v.ersificación espléndidá, y se le aplaudió con entusiasmo. Enfriólo no po o el ~al del acto; pero perdonábalo todo la esperanza que de una buena obra había hecho concebir aquel color rico y castizo de lo!l tipos y de la escena. El toreró altivo y generoso, él marqués noble y enamoradizo, la Dolores llevada y traída por la existencia volu: ble, las figuras de segundo término con las mesas al sol... to~o aquello era un buen cuadro. Las dos noblezas, la del anstócrata y la del plebeyo; los dos amores, el del marqués y el del torero, y en medio de ellos D'olores con su ambición que va por delante de sus amores. El coritra.Ste entre dos mundos paralelos y su punto de encuentro en el in- · finito de un amor mismo. Todo aquello era la promesa de un hondo é interesante drama pasional. . Después, cuando pasan el segundo acto que desflora ilu- · s10nes, y el tercero que a mengua el interés porque huelga en el desarrollo de la acción y el cuarto que se convierte . en melodrama, y el quinto ·que desgarra la última esperanza ?e una victoria, la opinión eni unánime, y yo la concretan a en una frase y en un símil: · -Es un cuadro español visto por una retina francesa· es un libreto de Teófilo Gautier para música de Bizet. ' Recuerdo cuántas veces me ha dicho usted, en aquel ho· g-~r ~ p~ofundamente español y encantado por .una dama ~e dtstmctón suprema y de virtudes insignes de la rue Jouffroi ' Y aquí en su 1frí9 cuarto, frívolamente francés, del hotel de' la calle de1 Lobo; cuántás veces me ha dicho usted su extrañeza de que no se haga sobre el torero y sus pasiones u~ dr~~a en serio. El torero que va al sainete y á la comedia nstble, ¿porqué no ha de venir también al drama? Este su pensamiento constante fué seguramente el origen deJu.a~· León, y Juan León, sin embargo, no ha respondí. do~ aquel pensamiento: Juan León no es más que algo semeJante al drama joco-serio puesto en música por Bizet. .
81
6
.JUAI< ¡;¡;(,!1
tL .t.tiO TtATitAL
· cmp nado u ted en hn er un drama profunda_mente espat'lol, ha acado de us quici()s la réalidad, y ha mventa?o 1 E pai\a que, aun para elouiarno , inventan los extranJero · .• •¡ J 11 an León ni el Marqu4s, lo dos hombres Y la~ dos clases en contraste, tienen asidero alguno en ·la realidad, y toda la obra revela, en persona¡ jes y en costumbres, no un desconoci.miento que no es li· cito atribuir á usted; sino una exageráción, una deformidad imputable sólo á lá Yisión á distancia. -Todo ha de ser · espaí\ol, se dijo u ted. y este afán del espaí\olismo lo halle.;,. vado ¡\ exageracio· nes deplorables en los tipos y en las cosas. Como otros dramaturgos se proponen demostrar una tétis· -ética ó . ociolóFeli"' T.:íz:uo. gica, y a ella lo sacrifican todo, usted e propu o en Juan Le611 un alarde de espaí\olismo, un derroche de rotor local; y á ellp todo lo .ha sacrificado. Ha acrificado usted la realidad de los personajes inventando un torero qu(t. puí\al en mano, se mete en un palacio para retar á u duei'\o, . y ha inventado us!ed un marqués que qui re batirse con un torero en duelo caba~leresco, Y ha inv ntado u ted un duque que en el-trance m1smo de realiar, por sus amorío , á su hijo le cuenta, con .camaraderie revolto a sus conquista de barbianas y de chulas.
'
'
82
1
¿Por qué? P.ues porque la bravura es cosa española, y cosa espafíola 1a franqueza en la educación de los hijos. Típica es también eri Espafla-á juicio de los franceses-,. la jturga .. flamenca, y usted la mete en el. tercer acto, olvidando que nunca los toreros "Ja corren" en Yísperas de corrida. Es cosa espaflola la religiosidad, y usted pone t•n la calle, mientras los toreros se divierten, el \ fiático, y la juerga se interrumpe, y todos se postran de hinojos hasta que á lo lejos se pierde el sonido de la campanilla que anuncia la visita de su Divina Majestad al .agonizante ignorado. El espafíolismo, créame usted, mi buen amigo, el españolismo á todo trance ha frustrado u labor y ·u a rte. En Dolores y en el amor que inspira á Juan León · y al marqués, hay el ej(t de un drama excelente. Desdibujada y to~o como aparece en la obra, .Pilar Vidal, cnracterfstica de Apolo. grotesca como se la vé en alguna escena. Dolores es-aparte algunas bellezas de forma - lo único hermoso y bueno que hay en el drama. 83
H ty n e· per onnje\· en su historia el embri3n de una . m a ·,nlfica fi rura teatral, y yo estoy eguro de que si en · vez de un cuadro e padol hubiera querido usted hacer-en 1 mi mo medio-un dramá pasional, habría usted conquistado 1 mejor d us triunfos e cénicos. Sí eldrama pasional está por hacer, y si el cuadro espa1\ol no ha re ultado, ¿que queda de Jua1t Letm? Nada más que un fracaso amarguísimo para cuantos en usted admiramo al poeta: genial y queremo al amigo bondadoso .
DA
Dono~Es
••• Y tCJlga u ted pr:esente que aquellos.artistas hicieron por obra cuanto e taba en sus manos. co·mo usted querfa fi- · !Uras para un cuadro, más que personajes para un drama, aquellos artistas cuidáronse ml\s de lo exterior que de lo int rior de la obra, y por esto la deficiencia de interpre- · tación no e le pu den imputar como faltas. La Cobefla, la Cando, la Ruiz, Mario, Thuiller, García Ortega, Cepillo, todos hicieron c\Uinto era po. ible hacer, Un detalle lo prue· ba: á. Mario, picador, lo vistió el Cantares, y el gran actor 11 vaba debajo de la chaquetilla reluciente los mismos ti~ rante~ que tenia el Espartero en el trance de la mortal · .. . ogida~ Lo plástico tampoco resultó ni aun en el cuadro final. Usted c¡ueria algo emejante al cuadro de Villegas, La muer. te del' torero, con su trágica é imponente sobriedad, y aquello parecía un paisaje de abanico, churrigueresco y ri ible. Ahí va la verdad monda y lironda, un eco fiel·de la opi. nión dominante ·en el estreno de Juan León, una derrota de la cual su ingenio inagotable tomará muy pronto el sabroso y gallardo desquite, que con.alma y v,ida desea y espera su muy devoto admirador y amigo ft. l. b.l.m.,
I7 Mar:o 95·
o que de la Salambó de Flaubert dijera Mau · passant -ahi hay una ópera: Matho es un te- . nor, - no f~ltó entre nosotros quien lo dijera de La Dolores de Felíu y Codina:-Ahí hay una ópera: Lázaro es un tenor, Melchor es un barítono. Había la ópera, y la ópera está hecha. Nos la presentó anoche el maestro Bretón, y el público la acogió con ·aplauso unánime y extraordinario. Nuestro gran músico·, laborioso y perseverante como pocos, no podía h~llar para su preocupación por la ópera española una oca· tón de más apropiada gallardía y lucimiento: Por desarrollarse en Ar'agón, la más castiza de las regiones espaflolas ' y por des'Cansai:' sobre la jota, lo más típico de nuestro es: píritu, y por ~er sus personajes gente de pueblo, no maleada por influencia alguna de culturas extranjerizas, La Dolores es un asunto genuinamente español. ¿Cól)lo lo ha desarrollado el maestro Bretón? A juzgar por aquellos aplausos que empezaron al concluir la introducción, que se repitieron en cada momento culmiil.ante de la música, que se hicieron ovación formidable en la jota 815
LA
qu t
mina E'l primt>r :}.cto, que rayaron en E'l delirio al
-i. tnún r la obra, que e prolongaron · en la calle basta la en qu vi Y el mae
t~o,
.y que ·tien€'n esta mai'lana en
.D. Tomás Bret6n.
toda la pn.•n..,·a un 'eco ntu iá tico, el acierto del insigne mú ico ha. ido indi.,cuiible y triunfal, soberano y felicisimo acierto. \."eámo lo por dentro. Ya lo rezaban toda la noticias. El" Sr. Fel!u y Codina no tenia en la ópera de Bretón otra parte que la de haber 86
'
.
~VLO R ES
él inspirado con su drama · al maestro. Las modificaciones
introducidas por éste son radicales y llegan del fondo á la rorma. Algunas redundan en mayor belleza é interés: otras son, á nuestro juicio, perjudiciales, y otras resultan innecesarias. Innecesario es, por· ejemplo, el cambiar la época de la acción. El d'rama es contemporáneo. La ópera es del año 1830. ¿Por_qué? Ni en la indumentaria ni en el lenguaje se "e justificado este cambio de épocas: es más, acaso sin cambiarl3: se hubiera evitado algún anacronismo que resalta deplorablc::mente.en la ópera. Entre las modificaciones beneficiosas para ésta, destá· case principalmente la de ·haber colocado la copla célebré, no al principio del primer acto, como ocurre en el drama, ino al final de aquel. Siendo esa copla, por asf decirlo, consecuencia y resumen de las pasiones en crisis que provoca el dramático poema, natural es, y muy hermoso, que venga donde el maestro Bretón la pone, al final del acto consagrada á la presentación de los personajes y á la exposición del asunto. . Hay también, como he dicho, modificaciones perjudicia· les, y éstas consisten en la supresión de detalles que venían en el drama á 'dibujar con firmeza las fig uras que por esto mismo quedan en la ópera desdibujadas y vacilantes, perdiéndose no poco el interés dramático de la concepción del poeta. La protagonista, principalmente, está en ese caso. Feliu y .Codina nos la había mostrado con sobriedad elocuente, contándonos· sus amargura.s hasta que tropezó con l\Ielchor y retratándonos á éste con su caráct.er veleidoso, . con su crueldad instintiva y con su codicia desapoderada .é inquieta, Tpdo ello hadala hondamente simpática, y Bretón, al ~odifi c¡¡Lr el libro, le quita no poco del interés vivísi · mo que inspiraba la gatlanl.ía moral de la moza sin ventura. ¿Por qué se. ha modificado de este modo el poema? ¡Quién lo sabe! Misterios son estos que sólo el g usto del músico podría explicar satisfactoriamente; pero que yo no me ex~ · plico· de ningún modo, pues creo que lo mismo ó tal vez mejor: se prestaba á las luminarias del pentágrama el asunto tal cual lo pintó el poeta en su drama celebérrimo. 87
.
LA DOLORJ:S
• nad di ~ de las modifi aciones de forma . La tirania del antable obre la lite ratura que .destroza cruelment , in titución inv iolable, á juzgar por sus constantes
sideraqo. Los colores-viole'n tos de los refajos, los últimos ra:Yos del sol que vigorosamente iluminan la muchedumbre animada que discurre por la plaza, entre las cestas de
,
Encamación
Fe~ández
Malina: .
'
Consuelo Salvador.
(Tt alro dt Apol~) (Teatro de Apolo)
manife tacio"nes en óperas y zarzuelas. ¡Qué diferencia entn· la ver ificación fluida y casi s iempre co rr ec ~a del drama, y los versos-retorcido y ripiosos de la ópera.
"
**
La introducción es rica de color y de sóÜda factura, y .s e une á un cuadro, el prime~o d,c la obra, que_ es de hermoura incomparable, tanto mu ical co mo plásu cam_ente conas
frutas; la colocación de fas figuras, á un lado las hiladoras con sus ruecas 1 al otro lado los alpargateros entrega<:tos á -.u oficio, componen un cuadro de hermoso realismo, de c:ran efecto, y sobre el cual el músico ha derrochado gentilmente una instrumentación prodigiosa. Abier:ta de este modo la puerta, entramos satisfechos en lü ópera. La primera pieza ~ue nos ofrece el acto es un tersa
LA DOLORE S
AtiUl
lo d tiple, bajo • ba.r íteno, que el público apla~dió cari1'\os mente, y que si en u p_rimera parte es láng u1do y premio, o, ti n una egunda parte brillantísima y de gracia fic. z. ·Pasam s al dúo eQtrc Dolo re~ y Nlelchor, del cual no ·se pu de de ·ir-: lno que e bonito, y \legamo a.l final del acto, al gran 'fecto de la obra, otro cuadro de pn mer orden, espi ndido de .armoo!a, radiante de i?z, ba~tante por .sr solo par.t acr ditar á Bretón como el pnmer mst~ument1st~ ,de .r:spal'la. El. pa, acalle que e re uclve en la JOta y la JOta mbma ·on d un ef cto prodigio o, porque en ellos late el ~:spirit~ d' E paila, omo fué en t1:s d!a de gloria, como la oi'lamo en c. to dia de no!:italg¡a.
e:
Es de Espaila y sus regiones, .-\rag6o, la mtb famosa, · porque aquí o;e ball 6 la virgen y aquí se canta. la jota. ·
Hombre · y mujeres en pie , gritaban y aclam~ban al maestro . Gente que nunca aplaude, cntregábase á un de aforado cntusia mo . Era aquello emoción de arte y de patrioti mo á un tiempo . Todo A.ragón y ~oda ~sp_!l ña que revivían en una rondalla. Cien gu rras v1cton osas y c1en . "enio triunfal s tvoc:,tdo al través del tiem.po po r un ar ~i ·ta eminent . Y es que Bretón, conservando \o típico de la jota, ha sabido in trumentarla y desarrollarla c?n opu· ·!encía de 'abab, con prodigalidad olímpica de gemo. Tal vez entre allí por ·mucho el artificio, acaso sea aquello el fruto de mil en ayo de un laborío o, más que -la espontánea créación de un g nial; pero el e~ecto es ho~do, irre i tibie· la emoción de tanto color que nbr a y de tanta melodia qu no penetra ha . ta lo m~ dor mido del alma. ·Lástima que el momento mu ical consagrado á la· copla ~élebre no ea.-tao brillante como lo demás del .cuadro! Con tan dulce abor de boca entramos en el segundo acto, que á mí me par ce el menos buetlo de l.a óper a. Es bonita la lección de toreo; hay alguna nota feliz en el ter e •to, y ·e ve un trabajo e crupulo o en el Jinal; p.ero nada ntie,·o que revele al mae 'tro. • '
90
Y esl'o está en el temperamento musical de Bretón Créolo una· inteligencia más que una fantasía, un instru: mcntista más que un creador de melodías. Dadle una idea . _melódica, un motivo, y os tejerá sobre ella una maravilla ' · Pedid! e que invente él,· y lo veréis afanoso por descubrí; , una melodía que no encuentra, retorciendo las notas y luchan?o por formar un conjunto que no llega ni seduce por constg mente . ' · Esto es el segundo a cto, de trabajo enorme y de casi nulos resultados. Se ,.e al atleta que se extenúa en la labor · no al poeta que cr-ea sin fati ga, y aquello es lánguido difí: cil, soporífero y triste . . · ' Proba blemente es el a cto que más le ha hecho trabajar : . seguramente es el que menos agrada al público, el que me· nos se a cer ca á la entraña . En ~1 t e r ce~ acto, el maestro r ecobra el terreno perdido . La pnmer a pteza, aunque un :;i es no es gris por imponer lo el asunto, es hermosa y justa . " El. dueto de Lázaro y Celemín es inrerior, muy inferior ,¡ la escena del dra ma. En éste hay una fr ase que se prestaba á mayor y más valiente desarrollo musical. También e~ el dúo de Gaspar a y Dolor es, muy dra mático en el ori~ma l por la l~tc h a entre la.s inquietudes de aquélla y el . tm~r que e ~pt eza en ésta , se podía ha ber hecho más . D1go lo nu s mo de la ro manza de Dolores. . La Guer rtro nos conmovía en aquel pedazo de humani~l m a poesía. . . ~1 músico no ha acertado á traducid a. , En el final está más en su terreno . El dúo de Lázaro y !~o lores es de g r an belleza. La frase en que aquel enterne• hldo, tembloroso de pasión, la implora, es un ;erdadero allazgo, un encanto de dulzura y de verdad que se conser,. ~ en todo el ct;adro y que dura hasta el desenlace y térmmo de la nueva ópera, en la cual todo el mundo se conmoverá cuando el tenor exclame: ¡Di que es verdad que me llamas! ¡Dí que es veniad que no su~ño! ¡Dí que es verdad que me amas! ¡Dílo, Dolorrs, por Dios!
el.
\'L .t.~O TIUIIAL
¡DI que'ml5uerte lo qul$0, que de tu amor soy e~ dueño! ¡DOo, y seri. liD paraíso la tiemr. para los dos!
.•
...
Iu icalmente la mejor figura es la de Lázaro. La de la protagonista pa~éceme oscura y vacilant~. Lo q?e en el drama e un carácter, un pedazo de humamdad cahen~e, en la ópera no e tá delineado ni profundizado con ta~ta JUSte· · · za. Tampóco e tá muy uidado el elemento cómtco, que debla tener m<i;s relieve en las bra_vuc?~adas del sargento Rojas y en las jactancias del rico Patncto.
:1'? Mar1o 95· · ooo Madrid y media España conocen la ·comedia. Mario la ha paseado triunfal por toda la Pe· ninsula. Aquella comida al natural, humeante y substanciosa, que se sirve en el primer ·acto, es uno de los más preclaros timbres de Mario, director de escena escrupuloso y verista; así como la creación del Rabino es uno de los más ilustres.triunfos de Mario, actor eminente. Para la que fué insigne señoritaMe;¡doza Tenorio-hoy virtuosa y distinguida señora de Tolosa La tour,- Suzel fué ocasión de cien victori~s. Todo Madrid y media España conocen la comedia. Todos saben qué es un idilio., una égloga sentimental é ingenua, un amor apacible y hondo naciendo y viviendo entre flores y cerezas. ·Hay un drama en el corazón de una chicuela candorosa; pero es drama que acaba en bodá, y que apenas sale á los• ojos en flor de lágrimas dulces y consoladoras .para el coraión herido en sus virginales fibras. Todo Madrid y media España coaocen la comedia y sa· ben esto, y sin embargo, parece que al estreno de la ópera de Mascagni asistía anoche un público ávido de algún drama simbólico como Lohenzrin, ó de alguna tragedia espe· luznante. como Los Hugonotes. Decimos esto y lo creemos, porque de lo contrario no nos explicaríamos por qué las caras de los profesionales
\.
92
ea
Al' OLO r11
. e. rru rabán ·on la mueca del de ncanto y por qué e ple aban us bo a· para t:l mohin del de dén. No era posible el ue encan o, pue no era po ible . pe· far nelidilió , u v la ·legin' temr tUO a,nie.ra lfdtO el de dén, por 4u no :-.e pu de "11' cono er en L'. l!ll ÍCO Frit~ l.a bbor df.'.un maestro que con e ·a partitura delllU tra que en , u lira .y en . · ..,u mu,a vibra lo mismo la cuerda, que halla notas sublimes para la tragedia de Saulu::::a, que la cuerci~ que abe lle\'ar al pen; tágrama lo amores púdico primero, contrariados luego, y á la po tre triunfante , de la· duldsi. m a · uz 1, pura: como el agua .de aquel pozo en que se miran su ojo , abro¡,a como la cerezas de aquel arbol á que e agarran su brazos. Oída de tal modo la música _q ue anoche no diera á conocer el teatro Real y analiiada por es· te a pecto, .el úni~o ju to y oportuno, L'Amico Fritz .e una bonita ópera, un lindo trabajo, un hcrmo o e fuerz<?_, :r no otros ere mo que al públi"o de buena fe le gu tó y le gustará máscuanto más lo oiga. -¡Qué bonito es estol-dedan la set\oras que sienten sin nece94
1895
Luisa C:>.mpos, hombre. Luisa
eampof, mujer.
EL AIIIGO PRITZ
idad de on ultar lo re-gla,mentos d~l gusto acadt!mico; y lo mi mo decfan lo hombre que no se meten en filosollas ·nr vc·ada ·. 'o otro creemo que tienen razón, creemos qu~ es una linda mú ica la d 1 Amigo Frits; creemos que es esa com día mu ical \in feliz a'Cierto de r\Iascagni y otra prueba en otro ampo ~e u genial in piración. ¿Delicade~a? AIH la hay: ¿suavidad de cntimit>nto ? la na~ alli también: ¿abu~· · dante descripción del campo y de su vida dulce y de su pnmavera florida? pue también la hay en l,a ópera, Y n'o creemo que pidiera ni nece itara más el asunto. . El prim " acto es un¡l expo ici?n h.e rmosa, sobna ~ elo· cuente. ¡:;;n el eriundo hay dos piezas excelentes: el duo d~ la cere·za d delicadeza que conmueve, y con una fra e en antador'a-aquello uena omo un dí tico vir~iliano,-y ~~ dúo de tiple y. barítono, Traéioso, alado y gr~llco. ·. . La introducción del tercer .acto e u.n a págma mus1cal excelente, de factura ólida y copiosísima instrumentació~ En u mótivo e \'C el de enlace,deJa obra, un epitalam1.o · conmovido y entusiá tico.
•
96
L
2I il-fa•·•o 95· in~igne escritor asturiano no puede
queJarse del público que anoche asistiera al estreno de su primer ensayo dramático. Había allí, seguramente resentidos y despechados que vieron 'coJL. ., júbilo el fracaso del enemigo; pero no fueron ellos los que provocaron la derrota, ni podían haberla provocado contra aquel público excepcional, cuya mayoría formaban persona·s muy extrañas á toda lucha literaria y á toda rencilla. de oficio. En el beneficio de María Guerrero est~ban los abonados de los hUÍes, y si bten no era esta gente escogida y burguesa la más á propósito para juzgar de un cuadro que no se recomienda á las narices ni á los ojos, tampoco era la , más propia para que pudieran entre ella ;!;erminar y brotar á la superficie las semillas de rencor lanz_adas por Clartn á los vientos de la publicidad en crítiras Implacables y en sátiras mordicantes. La obra, pues, fracasó, y fué su autor vencido, no por culpas ni prejuicios hostiles ~el público, sino por cuipas· y defectos de la obra misma; defectos inexplicables y culpas 97
-
7
TERESA
in ·r ibll' · para lo que admiramos en Leo'poldo Alas no . ólo al g-ran anali ta de. la creacíones ajena , sino también al genial creador de algunas gentili· ima figuras. Parece increíble, y hay q\1e creerlo sin embargo ante el hecl)o · triste de Teresa, que un critico de mirada· tan p · netrante ha y a podido incurrir en tal yerro, error de fondo yerror de forma, equivocación en el pensamien· to · Y equivo ar1ón lasti· en su plá tit o des-
**..
La
El ir;~ger~io que en 1882 escribía on Armando l?alacio un·primo· ro ·o libro acerca del teatro, da· ría idea del asunto de Teresa en muy pocas palabras. - Un eñorito-dlría-que du· rante algún·tiempo se pasó la vi· da custodiando la virginidad de u criada, cae al cabo de seis ó iete años en ·la cuenta de que· d.ebió. haber guardado .para sí á la muchacha, y e Ya á buscarla en el Uella Chir¡o.üta. fondo de una mina donde la codicia·. . da Teresa nve con su marido y su ( E.nt hija . ~o ocurre más en la obra ni ocurre menos. Fernan· do, que no acertó á amar en Tere~a á la criada fácil, se empeiia en amar, al cabo de los años con su estrago de mi· seria, á la obrera peligrosisima. · '
98
Sobrr la base de tat" in verosimilitud, no puede levantarse un drama sólido, ni siquiera un "ensayo", como Clarln titula su obra. Si se tlesdefló el asunto y se quiso únicamente hacer un cuadro, un episodio de la vida· cruel del 'obrero La mbi~n por _este aspec.to cae el autor en formidables equi: \'Ocacwnes. · La primera y la menos perdonable en un critico es la de haberse equivocado de . público. En el Teatro Libre, de :París, ha estrenado Antoine mi 1 obras idénticas ~ poco más 6 menos- á Teresa: á nadie se le ha ocurrido llevar esas obras á la Comedia Francesa, y menos á su público de los martes, á imagen y . emejanza del cual está rormado el de los lunes clásicos de nuestro teaLro Español. Después de ias delicadezas r eto r ci das y artificiosas de La ni1ia boba, ¿cómo creyó Clarín que podía el público tolerar sin repulsión ·el espectáculo d e a que 1 borracl;10 en delirio soE l hombre salvaje. bre un j erg~n de mise- · ( Exito de fealdad) ria Y hal;>itado, probab~emente! por Incómodos huéspedes? Todo aquel escenano ?fens1_vo )'ara las delicadezas del estómago burgués hubtera stdo perdonado en gr acia á un asunto conmovedor; pero si el asunto no conmovía ni era siquiera admitido por verosímil, ¿cómo podía aquel público perdonar que de tal modo se le ofendiera? Y no crea Clarin que la ofensa parte del _lenguaje disol-
ea
TERESA
idea· demoledoras que vociferán por los la· bio. de Roqu , no. Ya abe el ilustre critico que en el t atro responde siempre á la mentira consciente y conv nic..la de Lt '·cena, una in. on ciente y espontánea mentira del públi o. Clartn habrá ,.¡ 'tO que nadie se interesa tan~o cri l:r sala pot: l,t ' irtud per-eguida y acechada en la escena 1: molas dama frágile de muy av r.iada virtud, y habrá Yi to también cómo barrigones capitali tas son los prime. ro,; n aplaudir .cualqu~ r declamación retórica contra la ,, v.1ricia y la usura. 1 .. . \qucllo ofende porque e . sucio, porque huele mal, por· 4 ue e· mi eria in arte ni gallardía, porque no hay autor qu • tenga der ello para mantener, durante media hora? al público. pendiente de una situación sin interés ni desenla.ce po ·ible. ~l:.ctcrlink en La intrusa e de una monotonía r e· .huscad,l, pero el efecto estéti o e indiscutible porq~e nada como aquéila monotonía para ugerirnos la .idea de la muerte, más que la idea, la lmpre ión 'abrumadora, único fin el b llez.a que _per · igue en su trabajo el dramaturgo. En la monotonía del en ayo de Clarin, no hay finalidad e tética que! la ju tifiqu .• ri siquiera ir ve 'para dar relie..-e tila virtud heroica d~ Teresa-Virginia en zuecos,-pues .su figura moral, que el autor oñó sublime y que lo sería r ·almcnte junto;\ otro seductor, resulta ridícula y desproporcionada al lado del -mentecato é iJ?COmprensible Fernando.
.** r. Ala , no es deplorable .s~lo porque sea la derrota de un gran combatiente, sino tamb.ién porque pu de er para los corto de vi ta la derrota de una manera y d · un procedimiento. No faltará por ah! quien · ntlrme que no e · Clarl1l el único vencido: no faltará quien afirme que ha _ido también vencido el naturalismo en el teatro, y que ha ilio igualmente derrotada una idea social. Es triste qu • la primera vez que el obr.ero en su medio propio: con toda u miseria moral y con toda su miseria física; con us pasione de hambriento y sus vicios de ineducado; con el delirium tremens que espanta en Roque, Y el fracaso del
100
y con la, epilepsia agarrada · á los nervios, que conmueve en Rita, y con la degeneración, por la anemia anclada en la sangre, que entristece en Palmira; con el odio iracundo y militante en el hombre borracho, con el rencor sombrío _·y pasivo en la mujer enferma, con 1~ queja ingenua y des· garradora en ~a chiquilla sin pan y sin sol; es triste que la ' primera vez que este obrero de la realidad viene, no al me~ lodrama folletinesco como El pan del pobre, ni á la come.dia simbolista como La de San .Quinitn, .sino al drama de análisis como quiere serlo Teresa, resulte vencido y desterrado del teatro, donde podría ei arte colaborar á .la obra magnífica de su redención perentoria. Toda esa gente, y todas ésas cosas, y todas esas ideas pueden venir al teatro é imponerse desde el <:>scenario á las muchedumbres que recluta la taquilla; pero es menester que no vengan por la mano inexperta y equivocada de C/artn. Se ha hablado de L' Asommoir á propósito de 'Teresa; se ha h:.~blado también de Teresa Rru¡utn; se ha hablado de Les Tisserands, de Hauptmann: no se puede establecer comparación, ni se puede juzgar de esas obras por el ensayo de Clarln. Al pasar de lanovela á la escena L'Asommoir, como al ser escritas Teresa Raquln y Los tejedores, sus autores han sabido dar al César lo '_que es del César y lo suyo á Dios, y si el naturalismo coú erva la verdad repulsiva, pero necesaria, "del escenario, el teatro cobra lo que se le · Jebe en in-terés y efectjsmo. El ensayo de . Clarln no interesa ni tiene "efecto ", y de ahí su fracaso, no de la idea.. lilosófica ni del procedimiento dramático.
1~1 efecto que en C/ariJt produjo e'ta derrota fué profuhdo ... y ruidoso. l·:n no ~é "cuántos periódicos puso cátedra, mejor diría ... «ventana de ve· l'indad• para maldecir al público y abominar de los críticos. No fué mal servido eQ la réplica, ni le faltaron tampoco-es de justicia coQfesarlo-al·
101
TERESA
1lL A O TUTIU.L
unos padrinos, ln~dltos ba5ta ~ntonces; pero de nada de aquello se debe hablar aquí, al cabo del tiempo que serena el espíritu y tranquiliza los nenio• 6lo el artículo publicado en El r,parcial por L~opoldo ~las contenía ~o. mns ·que .injuria~ del de pecho, y ~resto recojo lo que en contesta-ción e.cribien. "el autor de este libro.
' 7 Abri/96.
aarlr& lam~nta en público de lo mbm!) que lamentaba ·· entre su ámi~os. u obra fué condenada sin ser oida. Esto mi-.mo creyó el Sr. ~chegaray, y por esto la obra se repitió t'n ia funci ·m sigui nte á la del e treno. Parece que tampoco la oyó el público de la ·egunda noche, puesto que la condenó también. Era precisa la iectura: Clarb~ la pide 'como últim. razón en la defénsa de Teresa. Si después. de la lectura 1 en ' ayo sigue pareciéndopos muy malo, ¿qué dirá entonces Clartn? Poco importa . .P<.r mi parte a eguro que después de leer tre Yece. , con la atención más firme y serena, las páginas de Teresa, pi en o no ·ólo que pensé bien después del estreno, i no que oí perfectamente, sin que se me escapara un dclalle, ni una fra. e de la obra infelicísima del amargado e critor. Qu hubo quien nó se enteró, es cierto, pues al: ~una de la!'. cosa dicha. acerca de Teresa lo prueban ; pero e: no menos cierto que muchos nos entei:amos de lo · 4uc alli . e dijo y de lo que allí ocurriera en la noche memorable para Clartn . . ~.
:j•
a
l.: naco í hity de la cual no se enteró nadie¡ pero ia verdad e que tampoco he podido enterarme de ella me· diante la lectura, á pe ar de que á ésta he ido 'previamente y por •1 mi mo áutor ad\·ertido de lo que querla encontrar, Refiérome á la idea · cncial de Clarín;. á lo que es, según t' ·te no dice en El Imparcial, la verdadera madre del cor· d< ro terc i<mo: el con uelo que para los male~ :ociales tiene la idea matrimonial cri tiana. 1.02
Es~a
idea santa, piadosa y justa, no se asoma por resquicio alguno, por ninguna frase de Teresa. Si Clarín, para dejarse llevar por la corriente religiosa que hoy envuelve á los grandes espíritus de Europa-el caso más reciente es el de Huysmans, que en su novela En Route desarrolla un sublime pe!lsamtento de San Buenaventura,-no tiene otro instrumento que 1 eresa, le aseguro que nadie ha de· ver este nuevo momento de su alma en Sus obras. En La conversión de Cht"ripa, en aquella hermosa recomendación del trato fra.ternal entre ricos y pobres, Clarín no hacía más que responder como hemos necho muchos, á los doctrinarios economistas como el Sr. l\Ioret, que sueflan, á la hora Je sus digestiones capriChosas, en la construcción de suntuosas y paradójicas barriadas para obreros. En Teresa, ni esto: el consuelo, la eficacia social, no sale á la escena. Después de la "audición" en el estreno, dije que veía en Teresa el embrión de una gran figura dramátíca, ·una verdadera Virginia en zuecos, y después de la lectura no he dsto otra cosa. La lealtad á su homqre y la resignación para sus males, llegan en Teresa al heroísmo que hoy se llama histerismo: con ella por base hubiérase trazado ün gran drama¡ .pero se lo ha frustrado á Clarín su empeño de colocarnos un panegírico del matrimonio como medicina social, cvn la circunstancia agravante de que el panegírico no llegó al púlpito ni, poi: consig uiente, al auditorio. ¿Quién duda que el matrimonio puede ser todo lo que Clarhz quiso decir? Cristiano yo y católico con toda mi alma, en el matrim.onio veo uha de las· fuerzas del cristianismo y uno de sus recursos contra las angustias sociiiles· pero crea Clarín, que . no voy ft buscar paia ello un niatri: monio de( cual no se me dan otras señales qu e la bórrachera qel marido tirano y los cardenales de la muj er martirizada y víctima. · Para Teresa, tal cual Clarín la concibiera, el matrimonio será un consuelo y un bálsamo; para Teresf!l cual Clarín nos la dll en el dramita, el matrimonio es un vínculo que.se ~oporta, una cruz que se arrastra con resignación ... aunque no !iin cierta nostalgia por aquella vida pasada .en que no · babia borra~hos, ni hambres, ni heridas, _ni miseria. 1.03
SL A!IO "';UTil.t.L
.
p ro, un dando por bu no í' o del consuelo windividual", .· aun con ~:dit'ndo que p<tra·Tt•re a sen el matr imonio el con-
uí'lo que Leopoldo Al~ qui · o predicar,_ ¿dónde está _e l con uelo ocia!, dónde u eficacia colectiva, dónde, en suma, el in trumento de redención, ni siquiera de al~vi_o? • • 0 . • rá par<~ Roque que bufa como un condenado baJo el yu o dí'l matrimonio, ni erá para Fernando qu~ se des_espern al'" r e por el matrimonio de pojado de una quend a . ideal, ni en.\ pa.ra Rita, ni ·erá para la niña Palmira que ,t ¡ ten al í' pectáculo de aquellas hambr es ~ borrasca matrimoniale , ni será tampoco para el público, par a la ma:.a obrera que ob rva de: de la calle aquel infierno que hace. meno opo.rtabl á marido y mujer la pesadumbre de la mi. eria.
De pu(!:. del articulo de C/arin , el fra caso de n:resa es, :\mi juicio, mucho m~ g raYe de lo que me par ec1ó antes del artic'ulo; y sólo por la audición cle! estreno. nte.s cr eía que Clarin no había sabido hacer un drama : a h or~ ~ r eo que no ha abido hacer lo quC' ·abe el más ,·ulgar not1c1ero: dcdr lo que quería decirno y demo trarnos. . . todo ello tiene la culpa la te i , la maltllta tes1s q ue Clarhl e propuso que a liera y que no ha salido de aquel ilogi mo en acción . us te i han hech_o fr acasa r no poca vece á Eehcgaray : la te i · de l españolismo á todo t ranc~, proporcionóle á Blasco el fra ca o de j uall Leó n : esa tes1s del matrimonio ha produ cid~ á Clarín et fraca o de Terc'· a ... y la te is se ha quedado inédita. Pérez Ga ldós lo decía antes del estreno: · - :\le gu ta mucho: pero temo que sttfitosofia 110 llegue · al público. . . • . Xo ha lleg-ado al público, no, la lilogofía de Clarw .
· De f
. 104
UÉ el estrr no de las "Monjas de S~nt- Ay man" en el tea tro de Novedades de Bar· celona , más un acontecimiento escénico que un suceso liter a rio. P eriódicos y co· rresponsales ensalzar on el lujo que el 1. empresario Salva dor Mir puso en la pre- · sentación de esa obra de su autpr predilecto. La música de Morera da ba á los ver sos de Guimer á sing ular encanto, y pintores como Soler Rovirosa , Mora: gas y Yilomar a, y atrez zista como La· harta concur rier on á co mpletar en los ojos" aquella s ugestión de los sentidos . La fi g ura del gr an poeta quedábase en· tre sombras, no por flaqueza de su g enio en esa obra, sino por impulso propio dc su voluntad que así quiso hacer una leyenda dramática de brÚlante espectáculo. No conozco la ohra, ni puede!, por consig uiente, ha blar de ella; mas no 4uiero dejar pasar la ocasión de que el eminente catalán · lc n ~a en estas pág inas "su" capítulo . •\unqu e después se haya estrenado Maria Rosa, y aunque Maria Rosa sea, á mi juicio, magnífico dra ma, -lo cierto es que Guimerá no es pa ra el públic"o de fu era de Cata·
105
lu\'1 má que 1 autor .de Mar y ciclo, estren d~, mediante admir ble traducción de Gaspar, en Novtembre del
una
i\o 91.
· · b 'do con urrió con Mar .V cielo lo que ant~s ha ia oc~rn . . Las per olla decentes, y lo que rec~entemente ocurnt7ra
ANGE~
Gunn:R A..
. . . estrenada en el teatro de .Kovedadcs autor de /u ,1/0".fiJJ dt Sa1tt "'1 "d'~· de Abril de 1895 de )Jarcelona e 1a 2 4 •
1
' o ·é l">or .ni,.una de la tres obras entusiasmósc con Juan J • ·' · , . f ron la ·ritka de lo periódico. ' Y las tr~;.s , SI~ embargo, ue ' . . ·l han sido ~- erán ~rande é. itos de público. Contra tG uimerá, catalán "catalanizante"' saco las ui'las e '
106
AJIGSL GI!IIUilA.
antirregionalismo, y a ún en medio de los elogios tuvo para él la prensa impertinentes alusiones, regaflos en algún caso, porque se permitia la libertad disparatada <le escribir en la lengua de su patria adoptiva. Nosotros, los castellanos que nos atribuimos la genuina representación del espíritu de Espaf!.a, no queremos convencernos de que no podemos tocar ese magno y siempre viYo problema del regionalismo, sino con muchos miramientos, como quien tiene dentro de sí una conciencia que lo acusa. No podemos ponernos sobre las puntas de los pies para reprender desucñosamenle, ni para burlarnos de ellas, por sus locuras y despotismos, á las Repúblicas americanas, pues sobre él rostro nos caería la saliva á los que allí dejamos el germen de semejantes demencias, ni podemos llevar en los labios la maldición aparejada contra todo aliento de la ·opinión cubana, pues sobre nuestra política sistemática cae. la enojada maldición. · Pues igual reflexión debemos hacernos al considerar el problema del regionalismo cuyos estallidos son obra exclusiva de nuestras propias culpas. Ninguna exposición hay 1an cabal del r egionalismo en Cataluña como el libro Lo Catalanismc de Ahnirall. Pues par a llegar este- notabilísimo escritor á establecer, como aspiración suma , una fra ternal é inofensiva autonomía, impúsose la tarea de escribir antes su obra Espaiia tal cttal es, para fundar en lo caótic-o y mortal de nuestra actual manera de ser, el r azonamiento dt· su tésis. No en la propia historia de su región, en nuestra propia conducta se fundan sus aspiraciones. De la mis· . ma manera pa hablado siempre el dulce y platónito regionalismo gallego: RosaUa Castro, en el prólogo de sus Can · tares galleg os lo dice: "mucho siento las injusticias de los fra nceses pa ra· con Espada; pero , en estos momentos, casi les estoy agradecida, porque me proporcionan un medio de hacer más palpable á Espafla la injusticia que ella á su vez comete con nosotros"; y no se expresa de otro modo Mur: ~u ía en su libro fundamental, elocuente compendio del galaicismo . Y no es menester ir á los r egionalistas . Castelar mism o, d unitario más desenfrenado, asustado entÓnccs por el can· l.07
.,
AlfGJ:L GUIIIIJJllÁ PI
\
(l
T AtA
"tonali mo revolu ionario, ¿no e crib!a en un prólogo par~t · dolore de Gah· aqu •\la ·m tc;ne poctt· a e t·,¡ . fra e ~-"Lo ·· d hablan por boca de Rosalia C~stro, y los hombres de E t· 1 do lo que han tenido el Gobterno en sus manos, los qu : ho~· lo tienen,' los que mai'lan:, pueden volver á tencrt~·· necc~itan, herido por voce tan dulces como esta,· a~en : :.,ruar la cantidad de a ti. facci~ne~ que deben ~ar á la ~ )u ta~ esiJ!t'llcia~ de e a pronnctas, y el remedw que pue de colc~ir:>c entre todos para u· antiguos é in ve: t 'rado~ mal e ." [ ero· ¿que m;\-.? ; Cuándo h<l lleg·tdo ·ta de lo n intrtl~ ... rccvionali . ... que debemos tomar en e · río á predicar lo que r p ·to d la · colonias e!:> · cribian lo· Sre . Salmerón y Chao, mini tro. de la ·na· ~ión, en J·a ba ·e 5;' del pro · · yccto de Con titución fe · dcral que presentaron ;1, .;. 14t ..\.~amblca? .. L.os esp¡l· ilolcs. erán corbiderado:, ·n la Colonias como hijo del pai , si no prefieren x· presa mente Jo, derecho · dé extranjerla.~ ¡Cuánto diria l:! experiencia á aquer.tae~tro :lloÚR" llos hombre que se ere· yeron obli~ado á con ·igautor de la mllsica de Las Alo11jOS ;lar, no sólo qu lo. espa· de Sant-Aymon . ¡)oles podían ser extranje· . , , . .· .. . ros en u colonia -una regtón, y nada mas- s1no que p.tra que no fueran cXt~anjeros era preciso establecerlo en la Con ·titución, en el dc.rc ·ho fundame ntal que para serlo n I:CSita dcrÍ\'ar C de la YOlUntad de la nación, de _laS pr? · pia'> entrai'la de su hi toria, de lo más substaoctal de su · e píritu! y in cmhar~o. Toda,·ía llevamo el odio al regionalis· '
1.08
mo has.t a el punto de pedir.:á los catalanes que ... no escri· bao en catalán, so pena de que los menospreciemos eternamente. No importa que tengan una historia propia y un estro literario característico: en castellano han de escribir. No importa que su sociedad, sus costumbres y su carácter sean muy distintos de los nuestros. No importa que sean de • temperamento esencialmente sóbrio e~ su arte: deben sucumbir á una lengua en ocasiones harto estrecha y en oca. siones asaz a mplia para ellos .. . Esto se le dijo á Angel Guimerá, porque Angel Guimerá, presentado aquella noche ante el público por Enrique Gaspar, fué el argumento de más fuerza que podía emplear el regionalismo que en el· autor de Mar y cielo nos e"nvíaba algo que hacía tiempo faltaba de la escena española, algo que no encontrábamos en Castilla: un genio masculino, sano, vigoroso, robusto. Nada, una bagatela. ¡Talento, genio! Lo único grand~ é im· perecedero que hay sobre la tierr a. "El único mundo aparll· que hay en el mundo."
*** Los catalanes se asombra ron de que hasta 1891 no hubié· ramos nosotros ·conocido á Guimerá. Para ellos era insigne poeta desde los Ju egos.flor.ales de 1875 en que ganó un accésit con su poesía Indibil y Miuuloni. Aquel desconocido de la víspera que se iba á buscar las sublimes palpitado· · nes de la Patria en las lej anías de la conquista romana, era todo un poeta que lograba la gloria de resucitar un mun· do creando otro de profundas emociones. Tras de aquella poesía, Cleopatra, otra luminosísima r esurrección, y luego, el 77, una composición"patriótica, Lo Darrer plant d'elt ' Claris, y fué Guimerá proclamado maestro en Gay Saber, suma de tddos los honores para el vate catalán, como fué el título de conde de Barcelona el más honroso pa ra alguno de nuestros rey'es. · Este es el origen oficial, por así decirlo de Angel Gui· merá, quien en La Renaixe'nsa y en una hermosa coleceiún nos ha dado muestras infinitas de su numen, el cual ofrece lá maravillosa ing ularidad de comprender y exprei>ar todas las bellezas de la poesía. Poeta de forma y de 109
. lt. A~O T&Att.AI. A!Ul& L GU IMIIRÁ
tondo, anonada con la virilidad -de u pensamiento y fa tina con la rmonía . erena de ·us ver ·o irreprochable .· Recorramo toda · u · compo icion ·, y ·e n toda hallare m o la -entonación ·épica, la metáfora noble, la pre ión ruda que va á la entraña , la concepción vigoro , y el éolor caracterí · tico que producen, en urna, un · 'plasticismó jamás superado por la inspiración ht;~mana. .. i bu ·. l'áis lo ·.maraviHoso y colo al, leed)a estrofa de L'At~y mil;
e.
M11uricio Vilom11ra.
.
Pintor ucenúgt·afi•
si lo patético que espanta, la historia truculenta del patriota, decapitado en Lo Cap d'mjoseph Moragas; si la indigna· ción que enardece, el anatema á los profanadores de las tumbas de los reyes; si la ternura que deriite el. corazón, la historia de aquella nodriza que en el palacio del magnate sioote la nostalgia augustiosa del hijo ausente ... El ép_ico cantor de la patria que á venerarla arrastra, revélase en la ya .c itada historia de José Moragas; el pensador personalisimo, mani· fiéstase en las Cl\nciones del diablo y de la muerte; el alma
, Lui Labarta.
110
, en~morada se revela en las Amorosas y en los recuerdos de la infancia ; el c9razón grande, abierto á.todas las ternuras, henchido de humana caridad, se abre y derrama en la evocaciól\tapocalíptica de J esús al redimir á la adúltera y :í la pecadora de Magdala ... · Cuándo Guimerá abordó el teatro, no faltó quien tembfara por los prestigios del poéta. Hacíase difícil creer que un · poeta épico, que'lo mismo describía lo grande que lo pequeflo, y dibujaba con igual destreza la escena trágica y la c·a ricatura, y poeta lítico, además, que d~ igual bellísima manera se inspiraba con la eleg~a y con el idilio, pudiera acertar con lo que es propio del poeta dramático. Y Guimerá ha acertado. Si Gala Placidia fué un ensayo aceptable,Judith de Welp fué ya un dichosísimo progreso, y he~ mos llegado así á Mar y cielo, y Rey y Monje, y Afarfa Rosa, y Lafiesta del trigo, que rayan en dramas magistrales. Cómo ha recorrido la destreza de Guimerá es:i evolución, no es oportuno historü~rlo; pero es lo cier.to que la evolución ha sido profundísima. De:sde la versificación hasta el trazado y corte de las escenas, todo se ha mejorado notablemente. Si en alguna de las primer as podía seí'lalarse el defecto de tocar, harto frecuentemente, sentimientos y pasiones fuera del alcance ordinario, en las últimas ya no existe este defecto. ·
*** No otro es el secreto de que con mqros y cristianos se puede· hacer una obra como Mar y Cielo que interesa y conmúeve al público contemporáneo. En taló cual escena rio,' en este 6 aquel siglo, con estas ó estotras circunstancias, la ~sencia del drama, el drama humano, es eterno é inmutable como inmutable· es nuestra esencia. Un excelente crítico barcelonés ha apuntado á Guimerá .el reparo de no ser muy escrupuloso en cuanto á respetar la verdad histórica en todos sus detalles; mas .esto, ¿qué ünporta, si respeta y se asimila el espíritu de aquella época en que pone la acción de la obra? Esto ocurre en Mar y 111
Ot'lu. Cuimcr4 e tá identifi ado con aquello ~atriarca le ·ti mpo de lo cor ario ; .r de e ta ·suerte informa á los per-
onaje .• 'inguno de e to e figura decorativa. Todos tien n en la tracredia lu«ur propio, y aunque sean Blanca y el Cor ario to · "enladero protagonistas, los demáS están trazado con -la mi. ma devo ión¡ v contribuyen COf1l.O partes - inte rante . ·uya - á la cabal expresión del pensamiento capital. aid ' - u:na figura portento a, grandiosamente humana. ~fás que concebida al calor de los grandes modelos de Sha. k peare, la creo sugerida por una .infl.uéncia decisiva de · la Biblia en el numen de Guimerá. Éste ha estudiado y sentido con tal entusiasmo la bellezas bíblicas, que puede decir-e que la · ha vivido en e píritu. Said lo demuestra, .y lo t.lemut:: tra Blatzca, v lo demuc tra, en Rey y Afonje, aque,lla in ente figura de Ramiro· de Aragón, cuy-as luchas paionale on apocalipticamente humanas. Said .fué víctima de aquel furor de los cristianos, nue tro héroes de la fe al par que be tia del más bruta~ egoísmo. En unos habla la fe dementada y en otro el id tinto codicioso y sin freno; p ·ro unos y otros proclamaban lo mismo: el exterminio de Jo, mori co . Said lo die : dli padre era mori>co.; a una cristiana vió, amó, se unió con ella, su fe ocultando, y de los dos soy hijo. Con el niño Jesús me comparaba mi madre; él á una hurí por su hermosura; y al compás de us besos, recitando o;entencias del Cor:in y de la Biblia, se me enseii6 á dormirme y despertarme. Ella· amaba á .Jesús, y él al Profeta; pero eran .tan felices, que dijéra ~e que hecho habían la paz _en l_a otra !ida, . por premio á tanto amor, Crtsto y Mahoma. » con•er~da
Pero ¡ay! que .esta amoro a conjunción de Mahoma con Cristo no trascendió á: sus humanas hechqras. Aquella dulce y apacible con,·ivencia de las dos creencias en u~ hogar oreado por el aura inefable del amót, no fué un eJempl~, fué una pro,·ocación·á lo extraí'\o . Y lo arrasaron sangUl1.1.2
AIII)Jt
otrnrn.t
,narlos, arrebatando en noche trágica á Said su padre, muerto á golpes de hacha, y su madre, arrojada al mar é impíamente sepulta en su seno misterioso. El recuerdo indeleble de este espectáculo y el eco profundo del supremo acento de la madre que en su agonía clamaba ¡venganza! marcaron é influyeron para siempre la vida de Said. Como Hamlet fué :votado por la postrer sen~ . tencia paternal á una venganza truculenta, y siHamlet tenia que cumplir el mandato contra su propia madre, ¿no tenía Said que cumplirlo. contra los mantenedores de la fe religiosa por su madre infeliz ale.n tada siempre? Como Hamlet, tiene Said arrebatos de furia y arrobos de ternura. Su caracter vacila. Su temperamento se exalta fácilmente y fácilmente se dobla. En Hamlet, puede más la· fuerza fatal de aquella venganza inexorablemente perseguida, que la humana fatalidad, y por seguir ·su venganza destroza un amor incipiente en su pecho. En Said, por el· contrario, vence lo más humano, el amor á Blanca que endulza su furiosa persecución coritr"a los cristianos, sin que sean por esto menos trágicas las. luchas ni menos sublime la figura. Hamlet tiene que luchar, para vengar á su padre, contra un hombre y contra una mujer. Said tiene que luchar contra una raza. De _aql]ella mujer y de aquel hombre no surge un rasgo, un destello, un hecho que le disuada; pero de la ra~a persecutora un día de Said y por Said perseguida, destácase una figura, una mujer, que á la postre le arranca del alma su sed de venganza. En vano que Blanca· le diga, en solicitud del martirio, que ella es y personifica ~ a raza ~u e mató á golpes de hacha á su padre, que lo arroJó despiadadamente ante los ojos azorados de la madre, que echó ésta al agua y la hundió en el mar á golpes de remo ... El, Said, el vengador, sonríe plácidamente porqqe se acuerda de las lágrimas de Blanca cuando escuchaba anhelosa de los lábios del corsario la narración apasionada de aquella tremenda historia. . M~s, lo repito. No se c;ea que S~id pie¡da su temple ex• ce_pcwnal, porque se entregue sin lucha y sin motivo. No. El motivo está poderoso ó irresistible en la m1sma naturaleza de Blanca. Una doncella tímida y apocada, en cuya l.18
8
.'
misa . ru-a otr'\ cuerda que la de la ternura u ,) .tima n~: Íntu no' cupie n aliento más que par~ ama~, . eunn 'l \l)felia pno hubiera podido operar aquel camblO.·•sPceot' ' ·. d za seductora en Su • lume delicado y embnag~ _or , purel S· se deshoja si el }or tienen la ro a y el bn o; pero a ro. a. -so·\'i nto · ad\~ r.'o la hiere, al pa~o ~u e el hno se Y7rgue - brt> t>l tallo para e pa r cir al a mblente su fragancla ... n
¡, O
T
TRAL
AL V ADO R ~JlR
. del •· e mpresar1o ..,...·tro Novedades: de Barcelona
i Blanca hub~era. sido únicamente. 1!1 ni~a tier~~ ¿~~ llora a 1 o ir una histona terrible, la muJer deh_cad~ q h b . . cemente re tafia las heridas del pirata sangu~ano, u le ra herido una de las fibras del corazón de SaiQ, la de su 114
ARGJ:t GtllM ... .(
' ternura; pero no lo hubiera domina!lo ni . hubiera impreso ' en él el sello de su imperio absoluto. Alcanza éste Blanca porque, al par que tierna, es esforzada, porque después de llorar las amarguras del prójimo, sin reparar en sus creencias, se arma del pufl.al pará exterminarlo por ód,io á esas mismas creencias, de que antes prescindía. Esta Blanca, nueva ]udith que busca al infiel en el lecho para matarlo,· es la que llega ya,á apoderarse por completo del corazón de Said, asombrado de ver en lá paloma el á&"uila, en el cordero manso el león irritado... . Y tanto como motivo para el cambio del corsarfD, hay lucha en su alma . Si no lo revelaran las últimas escenas del segundo acto y el final de éste, en que despiertan en el Arraez todos los ódios de ralla y los sangrientos rencores de familia, serían siempre revtlación elocuentfsima los acentos con que en el tercer acto pide la mue'r te, y no ser excluido del castigo realizado con sus hermanos. ¡Qué no- · ble y elevada aparece en esos momentos la tragedia con todos los arranques de locura sublime que en tm corazón extraordinario produce un inmenso dolor! · ¡Cómo nos conmueve Said cuando pide que le corten lá cabeza; que coloquen ésta en la punta del palo mayor de la nave, para desde allí, atalaya manchada con su sangre, avizorar la costa española y maldecir á Barcelona, apenas vislumbrada en las brumas del horizonte! El horr or que produce esta evocación del milagro de una cabeza sin vida, mas con ojos para.ver y cerebro para _pensar y lengua para blasfemar, es sano, robusto y moralizador, como todo lo que acusa una gran desesperación h~mana, como todo lo que es dolor é infortunio. Evocación parecida hace Guimerá en una de las poesías que he citado an tes, y la hace con igual fortuna : la momia reanimada pare maldecir,la profanación de las ruinas de Poblet y llorar sobre éstas, produce idéntica sensación ... Con igual maestría está dibujada la figura de Blanca, que revela ese bizarro instinto de lo grandioso, caracte-· rístico en Guimerá. Su padre 1á crió y educó para el claustro, para la servidumbre amorosa del sultán de los cielos, Y el encuentro con un barco de infieles Ilevábala hacia el 11t5
Típot dt LAS MOIIJAS llE SAliT-A YMAII.
.
l A"GJ:L GUJMJ:RÁ
·.
r
Bailarina.
Soldados.
Tibal.
( Aj u,.lu
Ju&p 1 p11r el
Jefe.
Emir.
Monja.
Roger,
a11tor tú I n jipri11t1, Sr. Laóarla.)
errallo, á la austera servidumbre de un dios de la tierra; pero su destino providencial no era ni la mística adoración de Dios, ni los carnales placeres .de los hombres: era una obra de sublime redención. Su alma vé en Said el tipo nunca visto ni son.ado, pero adivinado por las ansias femeniles, y desp.ués de intentar matarlo adora en él, sacrificándole su padre y su Dios. Esta evolución de su espíritu está lu; minosamente señalada en la tr:agedia. Mientras en él no había itúluído otra fuerza que el consejo paternal, habíase hecho á la idea del eternp matrimonio con Dios, sin comprenderlo, y había aceptado sobre la religión el ideal tremendo de aquel cris~iano impenitente. La educación había encauzado por ese cauce sus sentimientos. Pero sonó la hora de la revolución, y Said, como tormenta en el aire Y· volcánica agitación en el suelo, rompió aquel cauce estrecho y dió otro rumbo á las ternuras de Blanca. Una figura de tan singular r elieve tenía que herir su corazón y lo hi- . rió profundamente. ¿Cómo no, si quien párecía un demonio aborrecible ·era un angel que amaba, y que amaba con exaltación frenética el r ecuerdo de su madre, el amor que más conmueve y agradece la mujer, porque le parece universal consagración de su infinito poderío sobre la tierra? ¡Qué temple el de Blanca, lo mismo cuando la fortalece el ideal religioso que é.uando la anima el amor á Silid! En nombre de lo primero levanta el puñal contra Sa·id; en nombre de lo segundo leva nta el puñal contra su padre. En este caso excla ma: "vida p.or vida", ·pet}sando en la vida terrena; en aquel caso exclama también: "vida por- v~da", pero pensando para ella en la vida celestial. Lo característico .d e su tempera mento es la intrep'idez, la exaltación de tod@s los sentimientos, y así nos lo manifiesta Guimerá en todos"los momentos de la obra, siendo por todo extremo sugestivo el ver cómo se agotan las energías de Said, al sentir el 'imperio del amor á Blanca, y cómo, por el contrario, esas energías crecen, se agigantan en Blanca al sentir . el imperio del amor por Said. Es una la pasión determinanre .Y las mismas las circunstancias; pero, ¡son tan distintos los temperamentos y tan ·diferente su historia! Por esto es de hermosa propiedad el -simil que Said apun· ~17
u
A..
v rc.ua.u ..
ta ·on la sobriedad . ·robusta que e uno de lo mérito del Jrama. El el mar ·Blanca el cielo. No _dice másel.autor;pero ello b, ta para que e vea la semejanza vislumbrada por Guimerá. No se concibe el. mar sin el cielo, y no e tocan ¡ay-! Í!lO, para nues-' tro ojó , en el horizonte, como Blanca ,,. aid no se encuentran más que ' en la muerte, horizonte. perp tuode la humanidad, y ¡quién sabe! J como el horizon · te es una ficción y tampoco allí .se encuentran el mar y el ci lo, ¿no se 'r á la mu rte otra ficción y más allá de ella, no continuarán separado el espíritu de Said y el espíritu de Blanca? Lo per <maje de segundo término en · Mar y cielo están hecbos tan cuidadosamente como los pro· · tagoni ta . Aquel viejo cristiano, tan fiero é impetuo o, e
o na pcrsonilicación drl éspíri.t udela época, de tal índole, que
·· J::leoa Catalá.
( A'Dmea, m r895) 118
aun los menos versa· dos en historia y más ig-norantes de cómo se pensaba en aquel tiempo, aprecian que aquel fanatismo no es cómo el de guardarropía, sacado á plaza por Echegaray · en uno'de sus más de· fectuosos dramas, si· no verdadero y humano Janatismo. El patrón del barco cristiano es el mozo noble, sin preocupaciones antihu manas, que admira el valor donde lo halla, y abo. mina de la cobardía y de la traición donde las encuentra. Aquel morü¡co que en el primer acto revela el objeto de su ambición, comprar para unirse con elht á la niujer amada, está 'muy en su sitio para ilum,i.nar con un color dulce el cuadro sombrío de !a tri· _pulación pirata. José el renegado, es una figura tétrica que rel'on·c la obra como
lsal>cl Brú, en l:i Tamóot· l'ie Granaáertu. l.J.e
IL
A~()
UATIILU;
AIIGIL GUIIU~RÁ
cifra ·iviente de los · re ultado de aque11. horrible lucha de raza v de intere e , d en-Umi oto y de -Id ·a .. . El plan es apropiado al ~nsamiento. El primer' acto empieza cuando la tri.. pulación d ( cors;,trio límpia la annas. d la angre vertida en el último abordaje, y acaba con el '¡ P obre ni11a! que dice· Said, con Blanca de mayada en lo . brazos¡ al sentir la oleada del amor in· cipientc. El odio y el amor en lo extremo del acto on toda la tragedia. Los cri tianos est¡\.n preso : lo infieles on .\.'encedore . Entre é to , Said lucha con u de tino de venganza y con u amor; lo tripulantes, con el hambre ·de bo'tín. Entre lo cri tianos cautivo , luchan los de arriba con el nriedo á la degradación · de Blanca en el seI nes Salvador. rrallo: lo de aba,io con la arna ~ura por los intereses y la libertad perdidos. 1.20
' En .el segundo acto se desarrollan las pasiones iniciadas en el prim.e ro: amor y odio. El enojo de los piratas contra el Arraez, por las consideraciones que guardá á algunos de los cautivos, se acentlla. La sedición toma cuerpo en el barco á medida que es mayor·la vacilación de Said. Mientras moros y cristianos disputan, vemos que allá, ert el fon -• do de la escena, el renegado recoge las armas. No se per- · cibe con el oído el chocar de unas contra otras: pero el espectador lo escucha con el alma que ya adivina la pelea sangrienta . En el tercer acto los infi eles son cautivos,· y vencej:lores los cristianos. Y el pensamiento es el mismo. Odio y amor. Ambiciones confiadas que r enacen y ambiciones desesperadas que lloran. La nota de amor al empezar el acto, es.· Blanca cuidando la puerta de la prisión de Said. La nota qe odio con que termina , es el cristiano disparando contr·a el Arraez. Blanca lo ampara de su cuerpo y recibe el tiro. Tó· · mala entonces en brazos Said, y .por la escotilla se arroja al agua. Todo ha acabado para él, y el poeta francés lo dijo: «Quand on a tout perdu, quand on n'a plus d'espoir; la vic; est un opprobe et la mort un devoir.•
Y mientras cae el telón, J osé mira al mar y dice, sin odio ni tristeza, sin pena nf alegría: - ¡Ni r astro! L!l historia de la humanidad: sus ,grandes tragedias de- ' bían ser un eje mplo, una enseñanza; pero no lo son. ¿Por · qué? Porque sobre ellas ruedan las olas que las borran;.. -¡ Ni rastro!
l.2l.
JOSÉ l>¡ART
Sa1a Parés, los tres centros predilectos de Ixart y campos de acéión de su ingenio. En las sombras de aquella voz que se perdía, luchaba angustiado por la.palabra que fuera ima· g-en exacta y bien coloreada de su gentillsimo pensamiento.
•17 ,1/ayo 95·
ha muerto, y no "por .do más peca· do había", pues eFa. impecable su ~onver sación encantadora, sino por donde más había brillado su e píritu y por donde m:.ís habíarr uozado las aficiones de su temperamento e pontáneo, entróse la muerte hace un al'lo en el cuerpo de Is.art. Los microbios que hicieron presa de aquella laringe incomparable, pusieron ayer tarde término á su estrago fatal, y el espíritu de lxart partió e para icmpre de la tierra que sazonara con sus !umino as obras. . ¡Pobre lxartl Fué á Tarragona, u patria, en·busca de la · lud perdida; y sólo' ha encontrado la muerte con·los cqn;,uelo melancólic9 · del hogar solariego, del cual se había · apartado por el hogar adventicio de su arte, en Barcelona. El fúnebre de enlace no e , por espenido, menos doloroso. Catalui1a pierde· uno de sus más claros cerebros; España uno de us primeros escritores; cuantos lo tratamos, un · excelente é insu tituíbie amigo. Paréceme Yerlo t<,>davía como hace. seis meses lo Yiera por última vez en una alita in lima del Ateneo, en la r edaccitín de L a Vanguardia 6 en la trastienda bulliciosa de la
Rebelábasele.la palabra, y á los ojos saltones y enroj ecido~ acudían las ideas deseosas de comprensión sugestiva. El de~gaire del vestido, el desorden del cabello y la presión' de su mano sarmentosa delataban la terrible exaltación de sus nervios. :-
122
126
XART
Josf: 10
h .\RT
S~ptiembrc 52.
t
25 Mayo 95.
l.
Jost luat
IL A O TUTIUt
La muerte teníalo ya en asediQ implacable, y la lucha se ha re uelto ¡ay! demasiado pronto y á favor del sitiador.
•
**
sa, toda la robusta energía característica del genio de Catalufl'a. Espíritu de su tiempo, abierto á t_oda influencia, aunque con personalidad bastante para aceptarla sin dejarse im·
· !\1, atento Mcnéndez Petayo á lo pasado que á lo pre.-ente, Uart era in di puta el primer critico espaflol cont~mporáneo. Con entimiento maravilloso del arte en todas ~u manifestacione , y artista él mismo de extraord\nario vuelo, con cultura propia y vastlsima, y con serenidad de espíritu -verdaderamente excepcional, Ixart tenía las tres ~ande facultades que ha menester el crítico, v las tenía ~n grado superior á todo encomio. · · No ·era un celoso de todo ajeno bien, ni un mezquin·o ccn· or de toda obra ajena. Era un artista con las grandes ' \'Cotana de . u alma abiertá á toda. las beHeza del mundo c. tcrior. Para la poe fa y para la música, para la escultura y para la pintura, . para todas las artes J;¡abía en él una cuerda sen ible, templada por una positiva y amplia ilustración, y de todo ello juzgaba Jxart llanamente; con faci · lidad pa mosa, sin alarde dogmáticos de definidor ni odios de misántropo, sencillamente, como quien cumple una fun. ción natural de su e píritu. No e ca aba con e cuela· ni se atenía á modas. Su ecuanimidad perfecta había hec ho de él un crítico, no un potemi ta de bandería. En la crítica de fondo, jamás tomaba partido contra estas ni aquellas ideas-siempre que fueran idea , es claro, no disP,arate ·-y er la. crítica de forma, á pesar de hacerla como conocedor admirable de la técnica de cada ar.te, nunca e per~itía descender á la minucia rrote·ca. . Poned al ·ervicio de e tas facultades raras el instrumen to de un e tilo de sencillez tle esper~mte, y tep.dréis la personalidad literaria de Jxart. Causa a ombro ver cómo espíritu tan catalán cual el suyo pudo dar con el vchiculo de un leng-uaje tan ca tizo y tan claro. in haber dejado de hablar el catalán, su lenguaje cuotidiano, había llegado al dominio completo d~l ca tellano, y nue~tro idioma nacional adquiría en lo · puntos de su pluma toda la austeridad brio-
poner su tiranía, su educación y su cultura eran prinCipal· f!!ente francesas, y de aquí otro de los grandes méritos de [xart: la amenidad viva en toda·s sus obras, amenidad que fluye apaciblemente del ingenio, sin que sea· preciso "inventarla"superponiendocuentosy chascarrillos de aluvión.
124
H?5
Rosa Arnal.
u
libro obre Fortmw y sus trabajos no-completos acer· · del Arte esclnico en Espa1la, son obras que puede leer y tim r el vulgo, y que no puede desdefiar el culto. ¿Cuánto pu aen deoir lo mismo de las suyas? Es decir, rnu bo lo dirán ó lo upondrán con misericordia de padre para .1 propias criaturas; pero ¿se puede decir de ellos en - .iú ti ia? ¿Se pu de decir de éllos, sin pagar á la benevolencia de mesurado tributo, que lo mismo al 'público de la t'alle que al público estudioso debe ir con provecho su obra?
· ~o .está
toda la de b:art en su cr iticas; Ixari era también un póeta, poeta admirable de realidad y sentimiento. Cuento y no,·clas cortas han salido de su pluma que de' ben. · r reputados y ·abore!tdos como seductores poemas. Por aquello días en que por última. vez nos ~·irnos, Lxart acababa de escribir una novelita admirable, novelita por el mote, ,-erdadera hi toria de cQstumbres y pasiones campesinas de la provincia de Tarragona. · Con la suya castellana, Ixart ha prestado verdaderos servicio á la causa de la. ~;midad nacional, siendo en Cataluña leal y celo is.imo guardador de nuestro idioma, á la vez que poderosi imo elemento para neutralizar ciertos extravío·s del regionalismo literario. Era él regionalista 1 y lo era de corazón; pero éralo á ·u modo, con nobleza y pulcritud de verdadero artista . in renegar de su patria, de lo que los <Tallego llaman con orgullo "la patriapequefla"; respetan· do con religioso culto <-uanto tiene 'de grande y de .glorio. o en su hi ~oria propia, Ixart estaba muy lejos, no ya del teórico Almirall, sino también de los excesos de celo de los catalanistas militantes. Para ese cuerpo, joven todavía, ha abierto una muerte prematura el sepulcro insaciable, y sobre su tumba deben juntar e bajo el mismo crespón fúnebre el león de Castilla y las cuatro barras catalanas, pues no es la región ni es la metrópoli, es la nación entera quien pierde una de sus grande figuras. ..
1sae
QAPIDDA NACIONAD l{U.SA
r antes de oir en el Sal~n Romero la Capilla Nacional Rusa, dirigida por el maestro Sin· viansky d'Agreneff, parecíame que el espectáculo, por lo exótico, sería interesante, después de oído ' r l concierto, me ha parecido, por lo fresco y sincero, intere ~antísimo. En ayunas de la letra que en sus cánticos decían los extraflos artistas, el espíritu de su canto metiasenos por el alma adentro, y nos refrescaba con auras de potente originalidad. , Quien sepa ruso -si es que eso puede saberlo alguien que no lo mamara entre besos y arrullos maternales- podrá hablar de la poesía ex~lícita en aquellas canciones, así como la gente entendida en·fusas y tonos dirá si son·mejo. res los bajos que los agudos en el conjunto de la Capilla Rusa. Yo lo único que sé y puedo decir es que aquella música suena á algo característico y que tiene por de den~ro UJ:l alma, el alma de un pueblo con personalidad y fisononifa. Como .no se ha desvanecido todavía ·entre nosotros la opinión que de Rusia y sus hijos tenía antes de su rusofi· . lismo •actual Francia, el país de los Zares es aún para una gran parte de los espafioles el pueblo de esclavitud y sal~ vajismo, e) pueblo de osos, que tantas veces ha aparecido en la oratoria de Castelar. Si algo amable y pintore;;co conocemos (1) de Rusia, es lo que Estremera y Chapí fantasea· ron.en sujuguetillo La Zarina, deplorable profa.nación de la figura y de las aventuras de la gran Catal.irui. W7
·u ,~<~o u• ,·~.u.
Una d la pruebas más concluyentes dé que no es Rusia e e paf de osos, está en los qtaravillosos instintos artfsti· ticos y en el nobillsirpo genio musical de los rusos. Será un pueblo á la mitad del camino, visto desde el orgulloso punto de vista de nuestro vano progreso, será gente "primitiva" para nuc;stras jactancias; pero al presentársenos con esa fr scura.no menguada por convencionalismos, nos deja ver, en aquel genio musical, extraordinaria gr andeza . De culti· var esa masa excelente encargáronse siempre sus Reyes, y _ tal vez por e to sea la de Rusia una de las más antiguas y más ilustre escuelas ~e música. Las de todos los paises llevaron u lumbreras con Martin i (á quién llaman "el espaf\ol~ lo hl toriadores), con Cimarosa, con BoYeldieu y con otro ' y e a escuela ha producido co mpositores como el ' padre de la mú ica ru a contemporánea, Glinka; ejecutant s como Rubinstein; y críticos como César Cui , uno ae los ·m:\s in ignés e tetas y cr~ticos de J!1úsica en el siglo XIX. Al lado de e e progre o y florecimiento de la música docta, por decirlo í, la mú ÍCI! popular de aquel país ha consen·ado su carácter nacional, ·con notas melancólicas y tri te , con d 'jo amargos y desesperanzados, y con tonos á la vez de impetuosida.d y arrogancias g uerreras, sentimien· to. todo del pueblo ru o y estado de ánimo en él explicable por u religio idad y us tradiciones. Es dulce aquello y delicado, y es al mismo tiempo rol;m to y vehemente. En la música in trumental podrían perderse, y se perderían egtH"amente para oído poco duchos, aquellos sentí· mientos complejo . En la mú ica vocal, verdadero canto en .que el in trumento e · ólo·un armoniuin cqya melodfa monótona y gri sin':e de fondo en que las voces se destaquen con propio relieve, todo el espíritu de lo cantado, su poesía inefable ·y suprema, espárcese libremente y hier e en el corazón. Tal es el efecto producido en mi por la Capilla Nacional de M. Slaviansky d'Agreneff, y tal el efecto que á mi juicio produjo en el público madrileiio dur:u¡te varias noches de éxito triunfal.
a
128
$EDDÉ$ EN liA .ACADEMIA
es un hecho. Con Eugenio Sellés y s~ obra ha entrado por las puertas de la Academia Espaiiola una ráfaga de airt . fresco, de aire bien oxigenado de la calle, dt aire perfumado de sana poesfa. Diríase que la vieja Corporación quiere completar su . obra de remozamiento, remozándose, no sólo en el continente de su palacio ·suntuoso, sino también en el contenido de sus novísimos miembros. Habfan entrado allf liberales en . política; Castelar en sus tiempos de tribuno , Echegaray con su atavismo republicano, Benot con su his· • toria revolucionaria, y .Martos y Olózaga, entre los muer· . tos; pero no había entrado toda vfa un liberal en literatura, un liberal re ,·olucionario y ardoroso como Sellés, naturalista á la maner a espaiiola en los procédimientos, radical avanzado en el concepto , radica l también e1;1 el estilo y forma del 'lenguaje. Y es justo decir , en honor de la Academia, que , a unque se le haya hecho esperar á la puerta para que antes que él pasaran otros , no se le regateó un sólo 'Soto, y los Zi que obtuvo en la elección del 2 de DiciembrtV:te 1894 significan una de las ·más lucidas que registra en sus actas D. Manuel Tamayo. Habfa en ésta, para todo candidato, dos bolas negras, que la malicia de algún diablejo familiar atribuía W8
•
I L A ~O TIATRAL
S&LLh llf LA ACADIHtA
· Ca telar y Fernández Guerra, á é te por rigor smo implacable, á aquél por impl, cable \·enganza de la negra bola que en u elección le .echaran. Pues bien: á Sellés lo vota· ron F rnández Guerra y Ca telar, lo mismo que Cánovas y Pida!, lo mismo que el general y el duque, lo mi mo· que Echegaray y· Xui'lrz de Ar e.
l·:xcúsase Ec hegaray -.u disc urso .contestal'i•'•n al nuevo académico u · trnzn r su semblanz:¡: - ¿Qui~ n . no co· n.Jl'C :ll .afamll do autor dr l X u do go rdiano ,. de tantos apla udidísfmos dramas? :A l esc r i tor c:·tstizo y eiegante? ¿A 1 po ta ue intención profunda y for ma vigoro. n?" Y de la propia· cxcu a me ampar o, no por que esté todo dicho , si· no porque pienso que ' está por decir casi todo lo que. deci rse p u e d e del insigne poeta de Las ('11
esculturas de carnf. Hay que elogiar sin - tasa su estilo rozagante y vig-oro o, y l.1ay que di cu tir no poco su pensamiento hon· do y in ·ero. lla'.}· propio pen amiento en sus obr as, cpsa que ólo logra media docena de escritores espa!'l.oles con· temporán o . Y por e to es él uno de los seis 6 siete escritores nue tros á quienes J"'Odría éonsagra r la crítica de· t nido r tra cendental e tudio. Para los demás, basta el ~lié-<
en.' 86r , e•tudiante
1.30
t ópico rutinario de .la crítica analfabética en .Privanza: para Seliés y sus raros tguales, necesitase la verdadera crítica. Es un gran sugestivo, y no hay ,página en ninguna de sus obras que no requiera , por lo menos, una nota marginal. Notas entre admiraciones.para los giros propios de su estilo s in g ular, para l a amenidad e n c ant adora, para la gracia eleg ant e,· p a r a e l "humor" di creto \'· lino, para la erudición ex quisita de la rorm a: nota:; t·ntre interrogantes p a r a las audacias del concepto, para la orio'ina lidad de las ide;s, pa ra la trascendencia ética y socio lógil·a , para · la sinceri dad , en urna, lumi-. . nosa y viril, de su · fo ndo y esencia.
*** Es t as cualidades, más las de form a que Sellés en 1 s 70 las de fondo, resplandecen en su her moso discurso de ingr eso en la Academia . Amores de su profesión primera y de toda la vida , diéronle por tema el periodis mo, y Sellés nos lo presenta entre flores y nubes de incienso. i\Iás que profundidad crítica , hay en esa obra apologéticos fervores . No se ocultan á Sellés los defectos, pero tiene para todos ellos á punto la disculpa honrada. L as manchas y las pecas salen de su ·pluma como lunares 131.
,.
SELLt:-. EN LA ACADEMIA
n ,4o TUTII · t.
~ribe-sea simpática la semilla y que la reciba en su seno Si macho y hembra se comprenden y se avienen, la fecun~ d~ción se cumple y la opi· ntón nace como fruto de la luminosa cópula. Desarrollemos el símiJ; pongamos á cada uno delos factores en cada uno · de los sendos casos que la realidad les señala, y tendremos ya.rios resultados que el estudio obsen-a. Periódicos sin simiente que
que aftaden belleza al (ostro hermoso. Y esto, no por lnte· resada ni convencional halago,· sino por franco y poderoso · entusiasmo. Dáse á luz éste, desde la enunciación misma del tema: w~l periodismo literario". Est!l beligerancia literaria que en - el mismo ·sitio y én análoga ocasión teclamara·, hace cin· cuenta aft'os, D. Joaquín Francisco Pacbeco,·reconócesela desde luego D. Eugenio Sellés, quien ve, á un tiempo y en re umen, en 'el periodismo la oratoria "que prende l~s es· píritu con l.a palabra y remueYe lo pueblos con la voz", la poe ia'que waloja la lengua de los ángeles en la boca de lo- hombres", la hi .toria "enemig~ triunfante de la destrucción y del tiempo", la novela que "narra lo que nadie ha \'i to, de forma que á todo nos parece verlo" ,la crítica que "pesar mide la bellez!l", la ~ramática que "de la nada crea hOmbres mejoreS que lo \'i\•o y hechOS más verosímileS que lo- hechos re::.les•. La prensa es una gran fuerza, un gran poder, y Sellés la ,.e en la opinión que e lo pre$ta.-¿Dónde está hoy nuestra pren a de opinión? Sellés no lo dice, y y/J no la veo en nin. quna parte. X o lo on á juicio de nadie, los periódicos de partido; no lo . on ya,· i juicio de muchos, los periódicos inüo.:pcndientcs, no pu 'Ue erlo esta prensa de Madrid sin otro abre\'adcro que el salón de conferencias del Congreso, -.in contacto ·on otr:t España que con la de l<l Puerta del 'o), ,in otro hori.wntes, á lo umo que los que limitan los ·telegrama de ;,us corre ponsales "limitados" de provin· cia . . . . En e to de la opinión y de la prensa corre como válido un • lugar comúA que es una conYenida mentira. ~o ·e s eco de la opinión .la pr~nsa: la pren a debe hacer la opinión. Es claro que é ta no se .puede hacer arbitrariamente, al capricho oscuro del periodista que quisiera inventarla desde u mesa; pero se hace, no t:"Stá hecha, y el mecanismo para hacerla es él mismo de la generación animal. El periodista es el macho que pone su energia; pero no basta qu la tenga y qu~ la ponga para qu_e la obra de la fecun· dación quede cumplida. Es ·menester, indispensable, que para la hembra-y la hembra es la gente para quien se es·
se agotan en el afán in· util, hijos malditos de Onam avocados al .in· tierno de. la vida sin descendencia; periódicos qué van al público en matrimonio de coll\·e· niencias, por dinero in famante. no por fecundante •y acth·o amor; periódicos robust-as ,. driles, ):lero sin medio:._ para allegarse á la hemhra que es fuerza conSellés en tSSs. ~¡uistar, al modo delgalanteador de bellezas inaccesibles para suposición ó su hulsillo. Y_el pl'iblico puede atravesar los mismos 6 análogos ~&·
18Q
133
Sellés en 1878. El mtd~ g~rdia~t~ .
at A!IO TIAtk,lt
SJ:LLts J:ll LA ACA!llllfiA
tado . Pllblico con .la entraña s ca, e térifes por castigo r maldición de la Providencia 6 esterilizados por larga pro· ducción inútil; públic<_> enfermizos y arrastrados por vicios
J1Í en cuál nuestros periódicos. Lo que sé es que no hay fru· to, que no hay hijo, que no hay opinión. Sellés cree lo con· trario, y ese es el pensamiento capital de su discurso de su discurso magistral de forma, discutible de fondo , ~ero de tod~s maneras uno de los !'lejores que registran, desde el dom~ngo, las colecciones de la Academia.
Primera cu:~.rtilla del discurso de "ellés en In Academia.
del temperamentp á lujuria in posible fruto ; públicos que no encuentran quién lo comprenda y lqs despierte de ·su ..tparcnt muerte, que Mo c. lctün~·ica sueño, ,. los trai"a ;i la \"ida acth·a de. la::. . odcdad' robu ta ·. · ,.., Yo no é en cu;H. d · •.;o ·taJo;, c tá nuc;,u;o público,
e
134
186
•
a1'1o d de 1895 para el pensamiento y la literátura catalanes. ·coroleu, Ixart,
NGRATO
Pr:tarra, . llamábanse los hombres que en el. primer semestre del año anterior ha perdido Cat,aluii~. El historiógl_'afo insigne en Coroleu, el pensador profundo y cri . tico eminente en Ixart, el poeta popularíIIW~¡¡¡¡¡,..:IIIItt. simo é ingenio de fecundidad extraordinaria en Pitarra, son tres grandes inteligencias apagadas, tres ilustres almas muertas, tres in· mortalidade cimentadas sobre dolor. El que produce la partida de Federico Soler, admite el consuelo egoísta de qu Pitarra era ya un sol en el ocaso, no en pleno esplen· doro o z nit oomo Coroleu que d~a incompleta una histo · ria admirable, como Ixart 'q ue deja in posibl-e continuación una ohra colosal.:.
*•• No contaba: más que cincuenta y siete aaos, verdadera JUventud aún e!Í la viril raza catalana; pero su producción ~norme é incontinente había agotado :1 Soler. Su fecundi· dad puede emparentarse con la 4e Lope de Vega, y es desde luego superior á la de todos los autore contempo·
,
l.C36
.
"' a-
rán'Co . Pitarra, deja ciento cÜ::ttro obra~ dramáticas con uno tre iento acto , ademá de iete ú ocho tomos dr ,·er o .r no po o trabajo di~p'ersos al azar de los perió· dko que di putar:on - u inspir.tción. Una labor scmejant • un e fuerzo l.'crt:bral de e ·a lndole, no e podfa soportar Impunemente · Federico oler, cuya gloria menguaba dfa en día, morfa e también· materialmente corroído por la nferm~ad que hu dado con sus huesos en la tumba. Cuando ro lo Yí en 1. HH, recibiendo de una cademia castellana l.t suprema anción d u g loria, . ólo contaba Pitarra cin-_ cuenta afio ' y ya no era la !luya aquella figura arrogante de lo retrato· de 1 'T que e ,·ocaban ·e l recuerdo de los soldado de Flahde. pintado por Y elázquez. De 1888 á 1 -, cada temporada teatral déjaba un desengaflo en. su alm;1, cada prima ,-era una iempreYiYa blanca en su cabe· · za, cada Agosto un urco en su cara, cada invierno una , paletada de nieve en· su ·or azón qu e se helaba. Por esto su muerte no es un salto brusco de de la escena atronada del triunfo á la triste y silendo a . ·pultura: e u o tránsito lento, Pi.l o <\ paso, con amarguras de destierro, con dolores de calvario. que al lin se resu'el o t:n el tota l perecimiento y en el con uelo único de la mucnt•. ·
bios; pero antes, cuan· do todos los labios tenían una carcajada r tudos los ojos una la. grima para la musa de Soler, y el mote de Pitarra volaba por toda Catalufla · entre . aplausos, en los que se mezclaba á la emo. ción estética el amor patrio, en el relojero· poeta veíase un gran autor dramátiéo y, más que eso, un 'gran a póstol catalán Y es , . que para esa obra de creación, Pitarra te·
de
,·e
Todo lo ..:rftico . catalam.: , l o~ que más desdeftosos .tparecfan en estos últimos tiempos para la popularidad en declh- d Seraji Pitarra, condenen hoy en que con él se ha ido de entre lo ,·h·o el fundador qel renacimiento teatral de Cataluña l e de 1 ' , cuando se e trenara el drama l~as Jo. va~ de la. Ro er, tal Yez ctnte ·, ·t'a! .vez desde 1 .t cuamhi "'t' c,.,tn:nó l.t gatada, La Esquella de la To rratxa,-obra admirable de un arte teatral e ·pJéndido, á pe ....tr de la nimiedad ap.tn:nte del juguete,-se pudo afirmar qul" el teatro catalán exic;t!a con rozagantes"bríos y ana robu'>tez. ne . . pttl-:. ,.,l. ha ,·i....ro qul' Federico Soler, como todo lo pre ·ur orL·-., era imperfecto.• que u teatro · lia .¡ucaba por falla de cultura, que su vena lírica no era abundantl', que su art · e cénico no recataba mon truo os resa-
ws
Sellés en 1890.
nía lo que había menester en su ca talanismo vigoroso, y lo que no hubi era hecho por no llegitr á la entraña del puehlo. un g-ran líric·o ni un irreprochable ;.,rtista, hízolo fácilmente, á la buena de Dios, aquel g enio exuberante no bas· tardeado ,por el estudio, catalán genuí· no en el corazón que "e nlfa, en la imagi nación que obraba y en· la lengua que re-
Sellés en 189 5, Académico,
189 ~
.
•
~1l !lH' I
z ban u labio . ~o ólo en lo~ dramas en que eran cata· l.me per naje ' '.CO. tumhre y ambiente, cata lán el penamit•nto, aú. tern catalana la palabra ju ta: también en <~qucll•t misma E~qud,a, parodia d una obra castellana. \'O mo toda-. la~ gulttda.·, ha ·e de u reputación, e. cata · lán el bumorbmo, catalana la s:\tira noble, catalán el .chiste rudo \ 'CCe:-. !!Tvsero de l~s salpim~::ntados jug-uete . Ese lué lt·~racter de 'ler. el que llt·,·ó de. u c;hii-ibilil de reloj •ro ;\ 'la t•-.cena P"ruLtr, y pnr v>-to fu( aquell o u obra .
y,,
E ta drcun tanda propia de Federico Soler, hará, á mi juicio, que '1.\ obra· ocupe un lugar.más eminente en la historia . que en la literatura mi ma, considerándose le' más · como una ti ura histórica del renacimiento catala~Ísta de nu tro iglo, que como .un poeta y literato. Por_este a..,pl.'cto, pien ·o que eraji Pitarra no pasará de la cate .. t.:•lría de lo tro,·adore en que ta'nto abundara la Pro'' tlll~ y u tierra adyacentes y . imilares de pasados tiemP l :Quién~ e to decir qt·e en n·omhre de aquell as pasioncilla menutbs que hablaron cuando el laudo académico d.! ¡, -debcm s Ct>n->ider.tr sin importancia fiara el espíritu e paflolla pérdida ue Soler? ~o .•\quel teatro y toda 1<1 obra del póeta. no ticoen ,-ida fuera del marco catalán ; no atradesan lo!. oído · l}i llegan al corazón de los castella nos, y por -.t , dentro de nue tra literatu'ra, la figura de Pitarra !.Í~niltca pn~:o: ma para ·1 e plritu nacional que no puede ncerrar ·e en el andalucbmo que nos domina, prescin diendo de Catalufla, dv Na~ arra, de \'Ílcaya y de Galicia. la ti rura de Soler e in ignc porqu(: él fué con s u obra un l·on'rro d> te urrccdón p<~ra el alma catalana. E a labot pro, echo í ima. que otro han hecho en el pensamiento y t·n la economía social, hfw¡a Pitar..ra en el gusto y en las ~:o;,tumbrc . popularc . Por esto fué justa Cata:lur'ia en 1~7, cuando en peÍllllJlbra ya la gloria de Soler, colocó una lá· pida en la c.a a de Ho talrich, donde escribiera Las joyas de la Ro$er, y fué ju ta España en 1 : cuando la Academia acordó á su "Batalla de Reinas" un premio excepcio140
PITARI\ A
na!. Se- ha perdldo, pues, un gran catalán y un granespañol. !=atalán militante, Soler lo era hasta en las pasiones , pasiones no extraftas quizá á las tendencias en que desde 1880 se embarcase con detrimento de. su fama y de . su obra. Se le censuró no poco por los catalanistas enragés cuando aceptó el pr-emio de la reina ; pero la censura fué una depl orable exageración, pues aunque Soler había cedido :1 lgo de s u ca talanismo, esto fué una ('\'Oiución natural de quien, por haber alcanzado aqu ellos tiempos de lu cha en que González Brabo impuso <i los dramaturgos catalanes el "Qmñones '· c:tstellano que. monopo liza ha los papeles ing-ratos y todas l as infamias de l poema escénico, consa gró su vis cómica á pa rodiar y ridiculizar obras y cosas de ~Iadrid. Nadie puede sustraerse á e e trabajo del tiempo en l:•s convicciones yen los sentimien,tos. El mismo So· ler, que tanto satirizara Pepita Pérez, tip~e del Orfe6n Zarago•a.• los juegos florales, ¿no se pereció luego por conseguir el título floral de mestre -en gay saber? Fué un catalán, y á este precisamente, al catalán no al poeta que no podemos entender es á q-uien . debimos, llorar en Castilla. ' ;L4¡
TlO~A RITA EtEJA LOr.
DoÑA ~ITitA
EnEJAiiDE
IJ AI{OI/0
95·
~ Es ya olicinl que mañ_:;ua deLatad· uoii:> Rita eu d Te:llro del l'tiOCipe
Alfoo,o. »
.
( Sil aLTO DE t(J~I' AD U RIA. )
xocHf. leí en todo& los periódicos ese ;,tielto Ue contaduría; para el cual, como con te ··tación, hubiérame g-us-. tado leer este otro suelto, también oficio· so y fehaciente: . -De orden del señor gobernador ci,·il de la provincia, e ha prohibido la fun ción anunciada para miu'l.ana en el Príncipe lfonso como debut de doña Rita Elejalde." Y la cosa no seria una alcaldada. Dejando aparte la mo· ral pílblica agraviada; ¿quién 'puede asegurar -que la pre·entación de esa famosa señora en las tablas no origine al · guna a·lteración del orden que debe reinar en todo espec· táculo público? • 'o conozco á la hembra célebre; pero_ á juzgar por los · retratos que de ella han publicado los periódicos y por las trovas que junto á la reja de la cárcel le han cantado los reporters con objeto de repetirlas luego á sus lectores, pa· réceme que ha de ser mujer que sabrá sacar partido de su ya marchita hermosura. En El"lucero del alba hallará ges· 142
.¡4
Doñ:1 Rita Elejalde.
148
U··~ TUTJUt
DOAA !\ITA ILI:JALDI:
to.., .\
po ·\urtt c. citantt- , y en La csa1'ina lucirá sus be· lla fonna , y en e a como en otras muchas de las obras que con tituyan u improvisado repertorio, derrochará la ni, y más que la al ' la pimienta con que necesitan sazonar ·u amore tardío ciertos viejos acicalados v su de· C<\dencia prematura ciertos averiados mozos. '' P, ra e te público, en el' cual figurarán por propio derecho lo que por su amor han ofrecido á dofta Rita presa lo q~e tal vez no dén á dona Rita libre, erán de gran regoCIJO la noche en que la e:dnquilina de la calle d~ Quifto· · ne comparta ~1 es enario de Recoletos con la Montes y la Arana; pero n~ todo el monte es orégano, ni por fortuna t~do el público compone de. jó,·enes decrépitos y viejos pisaverdes·. · . ·Pasado el primer momento, y satisfecha la curiosidad d~l primer instante, ¿po.r qué no creer que entre el público del Principe Alfonso figure mucha gente cuyo sentido moral se enoje con esa apoteosis desproporcionada· y escandalosa de la manceba d~ un juez, sobre la cual, fundadas ó infun dadas,. pesan acusaciont:'s infamantes? Pa e-y es mucho pasa~-quc las. bastardías del amor uén á una mujer dere ho para absorber la publicidad obteoien~o de los periódico el galardón del retrato y' de la · cróruca; pero ya sería dema iado emparejar con ese derecho el deber en el púbiiéo de agasajar, desde la butaca á la escena, e a explo ión curial.e sca de las .inti111idades de alcoba . Bi~'_l e tá, porque han progresado los tiempos y se han dulcilkado la costu.m bres, que ~a adúltera no sea paseada por calles y plazas de la villa, en cueros sobre un ·asno, entre la mofa y el escarnio de la multitud; pero de esto á llevarla sobre un escenario de apoteosis para mostrarla como e~empl~ al público de la zarzuelita menuda, hay mucha dístancta. Jesucristo, todo misericordia para la adúltera, preguntó si:había quien tirara contra ella la primera piedra; pero no llevó su misericordía basta el punto de invitar á los p cadores al' aplauso del adulterio. "Odia el delito y compadece ~1 delincuente~, aconseja una máxima de cristiana caridad ; pero no dice "olvida el
:e
l.41l
delito y glorifica al · que delinque "; olvido y glorificación 'que serán la única definitiva substancia que del suceso tea traf de e?tá noche pueda sacar el espectador. . Pues bien: ¿por qué no creer que haya mucha gente que piense de ese modo, y que esa gente vaya al Principe Alfonso en son y con ánimo de protesta contra la pecadora que explota su belleza y el renombre de su pecado, á la hora misma en que más debía cuidarse de que cayera so:. bre él un redentor oh·ido? ¿Por qué no creer que mi~ntras ~lla se ofrece como la madre que va á labrar para sus hitas, más que et pan de hoy, la dote de mañana, créala la gente madre póco celosa del nombre y de· la fama que de ella r eciban en her en cia las simpáticas criaturas? ·
* ** I4 Ago•lo.
Y en efecto: el público menospreciado del te\ltro por
horas, ha hecho con doña Rita Elejalde lo que no hizo su propia conciencia, ni quiso hacer el buen conde de Pefia Ramiro, deseeso , sin duda, de que el sufragio de la muchedumbre en plebiscito de ta quilla r eso lviese de su sola cuenta el pleito empeñado. El caso es qu e dofia Rita fracasó anoche en e l te.atro como antes había fracasado en la \'ida. Mujer predestinada á ser siempre vencida, su últi· ma derrota debe r onciliar con ella al cronista que ayer la censurara. Repu~nante al prete?der la cotizable au- • reola de las bambalinas, · es Simpática cuando el público nos la devuelve con la aureola sombría de una mártir de su sino. Una victoria escénica no hubier a redimido á Do:fia Rita· pero te habría dado alegrías y provechos que hubiese~ desvirtuado su siniestro der echo á unánime misericordia. ~a. sol~ada de la cómica, · mermada por trapos y moftos · tnd1spensables, apenas hubiera bastado para la vida irre· ~lar que necesita hacer la mujer del teatro; pero· Dofia .Rita hubiera unido á su jornal el tributo que el amor advenedizo hubiera con gusto depositado en la aduana de sus brazos turgentes y en moda. Con ese provecho y el aplau14tS
10
'-Ode 1 galería, la realidad hubiera sonreído para la muj r in ventura, conjurando u ino de infortunio y de lá· rrima . · Vencida en la escena habrá de restituirse á la .obscuri· dad de que su desgracia la acara, y .la hija .educada acaso
1'
EnuA~Do E$aAnAN~E
JI Ag osto 95·
pecado imperdonable p;isar de largo ante la tumba del gran poeta valenciano, como el oficial del Registro que apunta una defunción más, sin depositar sobre aquella una siempreviva de admiración. . No es una defunción más, no: es una pérdida irreparable, aigo qu~ se le arranca de la entrafla dolorida al espíritu valenciano, con su donaire gallardísimo y su característica gracia, que en Eduardo Escalante tenía un sacerdote ungi . do por dichosos aciertos, un maestro ilustre y un verbo • elocuente. Conocíalo yo por sus opras de frescura genial y de ing~ nio robusto, apenas descifradas por mi inexperiencia en aquél dialecto agridulce, ó malamente arrastradas, que no traducid.as, á nuestro castellano difícil para las donosuras, tanto formales como de fondo, de la imaginación levantina. Hoy, por los periódicos de Valencia, conozco su vida; y si las obras escritas encantan, las obras!vividas deslumbran · con refulgencia de virtud laboriosa y de honradez probada. Huérfano de madre apenas nacido, de padre á los. cin¡;o ·aftos, su orfandad fué la doble orfandad de quien pierde, de lina vez el pan y el carifio, soledad angustiosa para el alma sin afectos y para el cuerpo sin valedor. UERA
E ou.- Roo Ese A LA liT~:. 20
Octubre 34 .
t
JO
Agosto 95 .
sin ternura discreta, la esposa tal vez descuidada, 'la maneba quizás cC>nstreruda á actos ilícitos ante el Código, la mujer , en sumcí, ri~or de desdichas, seguirá siendo, en el bogar obscuro, junto á las nitlas inocentes de ombrfo por· venir, un alma n!!cida con el sello .y bajo la amenaza fatal de irrevocable desdicha ... 146
147
· vid ino Fué
.;,.
m tido á tan temprana prueba, E calante lanzóse á la d 1 trabajo; no por la puerta franca de la virilidad por el po tigo entreabierto de la naciente juventud~ pintor de abanico , y cuapdo en 1861 el gran éxito de Dlu, dbrau y troranta fué alboreo y exaltadón á un tiempo· de su ingenio poético,, Escalan te no desertó su· primer oficio, y con él y u · obras-en hogar creadó por un amor inccro y oreado por bri as dulce de paternidad feliz-vivió has~a que la buro racia tU\"O para él un reposo dura, mente con'q uistado... ... Escalante era muy aprensivo. Temía á la muerte y á u heraldo sinie trola enfermedad ha ta un punto "'xtraordinario. T~n gn~nde era aquella su debilidad, que cuando · el ~n igne A ·ccn io ~lora, creador en la escena de inuchas obra uya ·, se moría, costó trabajo llevar á EScalante hasta el lecho del qolor. Findió e por fin ¡¡su propio afecto y á las úpli ·as del enfermo, y fué, y e n~re el actor y el autor, trabóse plática obr<> e l Déu, dlnau y . tzoranta que ~iora habla estrenado. . Pa ·¡ron revista de mt:'moriaf¡ Jo¡, intérpretes, j· todos habían muerto, todos menos :\lora, que ai'iadió: lo quedo yo que me muero ahora , y lo que siento es una cosa . - ¿Qué? .
- Que cuando no reunamos alll todos los que estrenamos tu obra, tendremos que representarla, y como en el cielo gustará tanto como gustó en la tierra, llamarán al autor y tendrás que irte tú también .. . Al aprensivo Escalai!te llególe A lo vivo la graciosa broma, y echó á correr. ~o tuvo razórt para asustarse, pues ha tardado. diez ó doce a~os en .a cudir al llamamiento del público celestial.
14.8
JUAN JosÉ
.JO Cktuh.-e 95·
u éxito fué nudosfsimo éxito de aplausos la mejor .. obra de Joaquín Dicenta. Nos habla dado J)jcenta tanteos felices corno El suicidio de Werther, y va lientes audacias, equivocadas quizá, como Los irresponsables. Anoche nos ha ofrecido el drama completo, la obra entera y de una pieza, con mano hábil tall<ida en mármol exquisito. Para ello no ha s ido menester más que un ,_,aso en la evolución de su· talento. Curado del sarampión dogmatizante, Dicenta ha hec ho el drama humano , y su aderto ha .~ido confirmado por la unanimidad del aplauso. . Y sin embargo: aunque ·no P,aya 'un solo asomo de ser- · món, aunque ninguno de los interesantes personajes de jua1zJos~ arriesgue una sentencia ni uqa tesis, de ninguna de sus obras despréndese tanto c.omo de esa una amarga lilosoffa de revolucionaria tendencia social. Sin una frase que 'enoje: sin una ·sola soflama antiburguesa que enciend,a la sa ngr~, Juan Jo s~ es obra con mucha mig-a de desconsolado sociali mo. · . Es que nada tiene tanta fuerza de convicción como los hechos mismos, en crudo y vivos, tales cuales los presenta d ·autor del drama estrenado ai10che. Más qu_e toda la elocúencia ·de estilo que Dicenta hubiera derrocha~o para 1
r de pasión, y el drama parécenos
:149
JUAl< JOSt
u tar á los abonados elegantes, dice al público la exposi· ción rt> lista de cómo vive el exj>ósito, córño sufre el obrero . u dram agravado por la miseria, cómo rueda de escalón en calón ha ta. la uprema ruina moral el delincu nte, y cómo la pa ión del inectucado e desborda y mata con l>afla que luego parece incompren'sihlt' al l'roni!:'ta de :uccsos.
"' **
.•
lmm losé.es expÓsito . ·jove n y . trabajador, noble y ·vehemente, juntó su pobreza á la de Rosa, una hermosa muchacha. y mient"ras él, cantando r n el anda mio, ga na el jÓr na! drl a lb a ñjl , et·ta, cantando en la f~\brica, con quista el salario de la cigarrera. Ni él se emborracha, au nque sienta afiJoa<.Jui~ Oiccnta, ción por el vino, ni ella se eniperirolla, awique sienta por de dentro el instinto de la coquetena. · El autor nos los presenta en el momento en que las "cir· cunstancias", c&njuradas en su contra, empiezan á tejer el drama que ha de envolverlos, la tragedia que ha de sepultarlo . La buena estrella de su amores se eclipsa, y el pl.iolico olfatea la desgracia en el a"mbiente de aquella ta1&0
berna donde se. desarr.olla el primer acto. Es un sábado, y <\ Rosa la han despedido de la fábrica dé Tabacos por falta de trabajo : una quincena de r aro forzoso, que para la . obrera sin ahorros conviérte... · r n forzoso pa r o Llc las· funcione Lligcsti vas. Esa perspectiva de in certidumbre prepara el ~ e rrc n 9, y tá Celestina qu · le sa le a l pii so abre el surco, y .P aco el enamora-d o, que acecha la ocasión, arroja la semill a . En Juan José los celos son im petuosos, y como Paco es el maestro de obras, á cuyas órdenes trabaja, no acit::rta á reivindicar s us derechos sohre aquella mujer que e le quiere quitar, !:iin atropellar por todo é insultar ü su jefe, perdiendo su jornal el albañil, como el mismo dúi habíalo perdidÓ la cigarrera. Reclusos en sus amores, sin fuego ya en el c.orazón ni .en el brasero 1 ello se hace o lo. Se acaba todo recurso; el hambre es torcedor- de los es· tómagos; el humor se ag-ría: los ojos se enturbian; la Celestina continua su obra de destreza sutil; el cariño de ella se desvanece en la comparación entre el sombrío presente .y el posible bienestar de maflanai_!!l amor de él se em151.
•
J uan
J•JJi. (Sr. Thuiller .)
br¡1 vec !lfriendo el castigo de la propia impotencia, y á una e cen de reproches amargos sucede una escena de I{Olpe , qu en el que lo da provoca lágrimas de arrepentimiento, y en la que los recibe honda huella de defini· ti\'o r n or. Juan José,. por no perder lo que se le va de·entre los bra· zo , ·errada toda puerta al, trabajador y prohibida al homhr por u or •ullo la limosna, ale á la calle y ·atraca á uno y lo roba, y u falta de habilidad lo lle va á la cárcel, y lo que eng. ndró en Ro a la miseria y maduraron los golpes Je :rájalo del :irbol la au encia vergonzosa del preso, y Paco realiza ~us de eo , mientra Juan José, por haber sido \cocido al qucr.cr realizar los suyos, va ante un tribunal, que lo condena á ocho año de presidio. En 1:1 camino de la cárcel al presidio s escapa, y, des-· ahuciado de toda e peranza, corre á la venganza como único con uelo, r Olflta á J;>aco r á Ro ·a, r el telón c.a e SO · . hr el dr ma que acaba en muerte, sobr la tragedia que rmpieza en remordimientos codiciosos del patibulo co mo al!:'¡!'re y único desenlace .
-¡ ~lelodrama, melodrama puro!, g ritábase en lo. entreacto , y yo no é por qué e ha de invocar.en tono de ceo· -.ura e e calificativo. Xi cuadra á Jua~tJosé el título de me· lodrama, ni aunque . le dnicra bien cria ello un defecto, En el naufra¡.do de la retórica, ya l'S ·abido: todo dra ma cuya acción romónta e á tiempos heroicos .r cuyos perso· naje alen de 'la~ ' · . ele\'ada~, es tragedia; todo drama' entre obrero e melodrama. ~i lo uno ni 16 otro . Si á la palabras ' e deb dar el \·alor que tuvieron iem· pre, lo q(Je carilctcriza el melodrama es la intcn- enció n de .t lgo sobrenatural que ca t.iga el vic;io y premia la virtud. En Juan José nada hay de esto. Todo se produce por re· c ursos natura'les, á flor de tierra, por la fuerza misma de 11 pru;ionc · y efe la.l-i circunstancias, y en el desenlace no e abe de qué lado est<i el ,·icio ni de cmU la virtud, ni importa aberlo tampoco, pues s .. ,·e-y esto basta- que 102
JUAN JOs*
la pasión ha seguido su rumbo fatal y ha concluido en lo único que podía ser su conclusión, dados el movimiento iniciál y el camino trazado por los sucesos mismos. Como que el drama 1 además, mas que drama de acción \'ertiginosa, y para mí esto es gran mérito y novedad ... relativa que aplaudo, es drama de cuadros, de momentos pasionales que interesan por sí mismos, por lo que dice& Je un alma puesta ante el público con afortunada preci· · . sión. ·Por este acierto se explica que con escasa "acción" y asunto de discutible originalidad; haya logrado el sel'l.or Dicenta un verdadero triunfo , sujetando el público á su obra y conmoviéndolo con sus personajes. Estos están tl'azados con mano firm.e y son sólidos.' El ta · lento dramático de Dicenta se re vela en que siendo buenos los protagonistas, son tal vez mejores algunas de las figu, · ras secundarias. En Juan José se siente el alma del hijo del arroyo que, si durante dlas bonancibles logró sacar á saiYo la nobleza nativa de sus·.sentimientos -como los ríos . impetuosos al penetrar en el mar no se dejan vencer en la embocadura por las ag uas salobres,- naufraga y se pierde cuando lo injuria desde fuera el huracán y lo empuja desde dentro la rudeza instintiva de su ineducado espíritu. En Rosa está el alma de pájaro de la pobre mujer sin norte, igual en todas las clas~s.• cera blanda de que la madre, ó . el bienestar honesto, 6 el amor honrado hace una santa, lo mismo que la Celestina, ó la miseria sin solución, 6 el amante brutal hace una infame. A·n drés y To'l'luela , pare~ a encantadora de temperamen· · tos equilibrado y bien avenidos, espejo de la dicha posi· ble en la pobreza resignada; la tía Isidra, admirable r etrato de la moderna Celestina de baja estofa, r el Cano, tilósofo• del presidio , g uapo y honrado á su manera , son figuras excelentes,. vistas con claro talento y traducidas .ft la escena con r ealismo irreprochable y convincente. Ni el dibujo se'ha corrido hacia el efectismo burdo, ni el pincel ha c.rudo en los pecados de la brocha solicita para el escándalo de J.os ojos. · En el lenguaje que presta á•sús personajes, creo que Di centa ha logrado ,·cocer una g-rave dificulbid , que si se lOa
'
,¡
lfL A~O f'WATI\ L
·.
ofrecía 4 ·todo autor que huoiera tocado el asunto, ofreCÍ!t e en peores condiciones á un estilista-como él, tan dado á la fra e relampagueante y dc .efecto. Excepción hecha del protagonista que, en alg unos pasa-. jes,.deja ver al S<'ñorito deb'a jo de la blusa del albal'li'l que no sa hc lea. todos los pcr- · sonajes se,expre-:. san en lenguaje llano r sencillo, verosímil e n sus labios y en su· costumbres. Ha cen frases, sí; pero es eguro que :i no ·las ex presadan e n aque-ll a form;¡, pueden l>cntirlas y pensarlas con toda su paradóji a filosofía.
*** Thuilkr, re ,·cIando un estud io c·a'ril'losisimo é inteligente de luan . Roza .< rta.j ,Martinet. ) fosé, ha hecho· de . éste una de sus mejores crcacione : las cualidades características del distinguido act'or mala ueño, el brío y la ternura, tienen ancho campo ~n qué lucirse, y lo aprovechan bien. La h ·a rez, ¡notablemente, cantcterizada, di? cxcepci~n a l realce anlstico á la figura :desagradable de_la Celestma. . l.G4
JUAII JOsi
Nieves Suárez, .en el ,papel de Toftuela, demostró excelen. t~s condiciones que han de darle honra y provecho, sobre todo·, si estudia sin imitar á la seilora Tqbau . Vallés, en el papel del Cano, es el actor admirable de natun· lidad, <;ien veces aplaudido. BaJag uer·ha encontra· do en el Andrés d e anoche ocasión de un triunfo legitimo. La M a rtin ez, muy guapa; pero nada más. A mato, enseftando todos sus defectos; pero sin ocasión de lucir una sola de sus cua lidades. Y parece, si n cmbar¡.{o, . que los <trtistas de la Co · media, excepto T hui ll er, quien desde la · primera lectura enamo r/1se de su papel, no estudiaron de muy buena gana ni fiaron gran cosa al Et Sr . l'aco (Sr. Amato ) éxito del drama de . Dicenta ... . ...
...
SAllAR BaRRRARDT
personificar en una figura viva todas las nerviosas inquie, tudes del alma contemporánea, con sus geniales audacias
e Si pudiera haber ~xistencias más cómplicadas, más o'ovélesc¡o.s y más ionrosimiles que las de !~ oovellls mismas, serían las de las comediantas del siglo pasado . •\ RSg Ni o
HoussÁ vr. »
sf empieza-el gran t:scritor evocador de un iglo, la emblanza de aquella insig· ne Clairón que, en el cielo turbado de una época m morable, fulguraba como es· trelh de primera magnitud; mas creo que Ar.·enio Hou ·saye mismo habrá va· riado de parecer ante la perpetua y vi· va novela de la eminente cómica que en Octubre de 1 :, reapareciera para lo dilettautl madrlle· l'lo en el e. cenario de la Princesa. Al lado de Sarah .Ber· nhardt, la comedianta Clairón y la cantante Arnould y la bailarina· Camargo, resultan muy a pacibles y sosegadas hurgue as. Toda la complicación :r todas hts romimcescas aventuras de aquellas vid<t!:. de ¡utista, eran, al fin•y al cabo; complicación y aventuras en sill a de postas, al paso que las de Sar~1h son a\·cnturas de tren expreso, complica·ione de hilo eléctrico , agitación inverosímil de acuet:do con el e píritu y lo pro resos de nu'estro tiempo. "Nues tro t!cmpo", eso e Sarah Rernhardt. Si hubiéramos de
..
•~e
S.\ RAir B ERRRARDT
.' (Caricatur11 de Cilla, )
·q_ue acusan fuerza, y con sus enfermizos!llbatimieotos que revelan muerte, nadie como ,Sarah Bernhardt podría ser 167
111.
Ato run..u.
.esa palpitante personiticacf'(ln. Abrazada á la chimenea de un locomotora y con un ramo de fiorés en la mano la pinta la ricatura de André Gile·, y esa será siempre la imagen '· · de la gentil artista que desde hace u'n cuarto de siglo vuela por el mun· . do. distribuyendo con mano pródiga las flores de su_ar . te, que son las vi· braciones tormentosas de sus nervios. . No sé quién · h:t ·dicho que así como ninguna mujer se . atreve á presentarse en público sin corsé, nin· g una se atreve á presentar su atina . con entera fran· que;ta. Si ésta res. plandecieraen las Memorias cuya pul}licación anun· cía Sarah Bernhardt desde ha· ..ce dos afl.os , ya que es fama que \ · no usa ella corsé, J o~~< Jo•*·:- T~ñuda ( rta. Suarez.) pocos estudios pÓ· drían hacerse tan inte·r e ante como el que á un ·buen psicólogo sugiriera esa confesión general de la eminente peregrina. Desvanecido entonces lo que ·alrededor de la historia ha inventado la leyenda, borrado por una hora de verdad sin velos todo lo que de pose y reclamo han. pue to en la vida de la artista
use
SAllAR B•lliiBAtll>f
las luchas deJ·industrütl, ¡qué encantador paseo y qué ex,. ploración tan fecunda en peripecias la que podrá hacerse en los misterios de esa alma complicada y laberíntica, con · sus amores detormenta deshecha, con sus ternuras hravfas, con sus idilios vent cados por· el huracán, con sus tragedias resueltas en placidez de lágrimas! Quitándole lo s ves tidos injuriosos que le impusiera el libelo de Maria Colombier, y los afeites y añadidos de los Barnums que la e~ hi · bieron, ¡qué ex traordinaria novela la historia de Sarah Bernhardtl La níí'lez penosa de la b.ast a rd a precoz que desde sus· primeros al! os pudo acostumbrar el corazón y los ojos al drama ensang'rentado de }oAN Jost.-Andrb (Sr. Balaguer.) la r 'ealidad; las . c ontrar,iedades del debut y las amarguras de su primera época de teatro, relegada á un segundo ó tercer término enojoso para su or · gullo naciente y enervante pa ra su temperamento cerril; el ·primer triunfo en el Passant, de Coppée., con todas la"S odiosidades que ensombrecen el '!-fa siguiente á toda 1~a
IL A~O TIATIIAL
r
üLt.ll aiiiUIII.t.RDT
,·ictoria: la revelación ruidostsima del Rtty Bias; las primera loria con la· primeras riilas en -la Comedia France , uprema a piración de su arte y soberano enemigo de us nentio:-.; los · úbitos .desmayos que la hacían huir y d ertar el teatr.o, y el impetuoso regreso al campo de la lucha encre pada; la gloi'iá definitiva después, dispu · tacla por autore que querian confiarle us creaciohes, solicit. da en amor por todó el mundo, con las apariencias áurea que deslumbraban á la gal ría, con la pobreza y el desorden dentro de casa, derrochando millones, y demandada pór millares de franco · el matrimonio aquél que se . de enlazó doloro amente eJl el punto .mismo de n~cer; la carrera d·e sboc.a da al.través del mundo entero, aplaudida y iempre hambrienta de aplauso , enriquecida y siempre · mene terosa de dinero, mimada y iempre martirizada por el prurito de un capricho in atisfacer ... No podría nove-' lista al uno di curri,r nada comparable á esa historia real de la moderna judíh -erránte", hija de . ü tiempo, romera infatigable hacia la Roma inaccesible de un ideal sin posible realización. . ¡Y pensar que dentro de quin~e ó veinte at'los sólo quedará de ella, de esa vida y dé esa artista 1 el recuerdo confuso de los que la vieron, y dentro de medio siglo sólo se conservarán páj!ina más ó menos vibrantes de biografías · in realidad 1 Pintora, e e u!tora y escritora á ratos perdido , Sarah Bernhardt no· tiene derecho á que se recuerde de ella más que su genio dramático, y ¡es .este genio tan efímero! Cumplidos ya su cincuenta al'l.os, aunque parece que éstos resbalan sobre ella sin dejar rastro de arrugas en la frente ni huellas de debilidad en el corazón, ¿qué quedará de tanto derroche' nervioso ni de tan sublime arte? Maga de la soQri as, hada de las lágrimas, musa de ·l as palabras, dominadora y árbitra del gesto, ¿dónde están ni dónde podrá recordar 'la posteridad la sonrisa de Zanetto, ni las lágrimas de Margarita, ni las pa1abras de. Teodora, ni el gesto altivo- de Fedra? En la lira han vibrado todas las cuerdas: Qeopatra enamorada y Gismonda orgullosa; la ingenua Jtuma de Arco y la corFompida Tosca; pero ¿qué armonía se conservará, ni c:¡ué nota permanecerá en
"Mi carácter habla cambiado óru.tcamente; pegaba á todo et mundo y me pot~ía rabiosa á la menor contrariedad. Un d{a mi pad•·ino se reunió cott mi maf/re , . :o>t Mr. X., y tuve ti presen#mimto de q1tt ióa11 á ocupa•·se. de mf. Et1 efecto, me llamaron á la rttmión de familia, y f,,¡ pnd.-it~o me prtgtmtó: -Vamos á ver, c'qué q1lit~·es l1t ser~ ,vo tienes dote y necesitas ganat·/o. -¡JJaM 1Vo quiere ser ttada, ext:lcmó mi tía q1te entra/la tlt aq1ttl m•· me11to. J}fi madre, rubia, p-ave, bonitiJ como una Virgett dt Rafael, pero ¡.,. !olentt como una Magdalena de Ruóens, la mat~dó callar. Yo, , a/emoritada tt1 medio de aquel areópago Jtlóitamente formado, no sabía qué dtcir. Mil ojos estaban fijos en la copia dt un cuadro de Ham o,.,: Ensueño de felicidad, Todas las formas dt la diclta jigur'aóa,. en él, y yo buscaba fltla r¡ut•se aviltiera &f1n mis gusto.t y con mis esperansas tll el po,~vutir. Ett ~~centro, ""a nt7tjer jovetz .fuga/la co11 sus !tijos dutzudos; yo, que Wfot~ces me figuraba que para tener hi:fos era preciso casarse, y qu1 3a!tia qut. 110 potfia casarme por n o tener dote, no podía aspirar á ~~que/la f6· /Ccidad. E,. 11n ludo, una novia se apoya/Ja en el homóro de un brun mooo, mientras un anciano los óenduía; tampoco podla ser ese ,.¡ cau. A la derecha, una mujer medio desnuda tÚanciaba vino á un galán; ;•• no ttztendla aquello. En otro lado, do~ niflas tocaban 11 arpa; u/Q mi rec~da/Ja ti convento. En un ex/rtflto, un ha,.óre pinta/J4, con afán, y uioa
160
161
las imaiinaciones agradecidas á la lira maravillosa y fecunda? APUNTES BIOGRÁF.ICOS
Una hermosa holandesa abandonó su familia á los quince años, y corrió á refugiarse en París. El día 22 de Octubre de 1844', la bella holandesa dió á luz una niña que·flié Sarah Bernhardt. Su padre, un caballero de quien nada dice la · historia, la hizo educar cristianamente en un convento de Versalles. Es fama que la colegiala del convento de VersaHes éra un diablillo nervioso , una histérica en capullo; una detraquée ·e n crisálida que hacía pasar muy malos r.atos á aquellas santas mujeres. A los catorce años ya no pudieron con ella, y según un biógrafo, Sarah se presentó á sí misma, al querer a\·eriguar su YOcación, un dilema extraño: - ¡Seré monja, 6 actriz! . · Que es algo 6 semejante al dicho español: - 0 me pongo á servir ó tomo criada. Pero ella misma cuenta con S!lma gracia aquellas incertidumbres de su pubertad.
,
.
11
ll..A.tOTUTILU.
IIIJ/er ..J~aJ••IIn/IQ t:tlluiua: 14 /Jliritlad dtljarte, aqullla tra ,,; <tU'rtl•. - ~·, p¿üro 111' f>•~J<Jra, 1111/JIN••·
-
- ¡ l:n a.Ji•i~ de ltom-
,
lrientos!, dijo et padrino . - ;.tVutuo.' Adtnuís, r¡ut no titnts "disposiciantsA dijo 111i lía. Jllt,.en. tutedts qu!mama•·rodw. Y al decirlo sacaña dt dttrás dtl piatto eJ.. caha/ltlt tn r¡ut ltnia 1'0 ut~a copiatmpuada dt "" pasltl dt Crw:.e. 1lJ1 tía se rela como loca, J' <O ti 14 jitmla de . ta somlwii/a ./•i•o un arailoso ttl mi obt·a. ,)fr. X., &01Jij>adecido dt mi, ol;jetó: · - No, 11o. Se ve '1'~ tittu t olldieiottu, sen · tlmit11/o del arte ... Si tt o pilltnra, qut s~a actriz. -¡.le tri•.' ¡Si es fea 1111 áia 1-lol - :Fea mi l•ijalsal· tJ mi. madre. Eso ft tJ . .t.i ""a11/adora. Ttt1/t aire salvaje, pera fíjmú usledtl 111 esos ojos magníjicos•.•y tus bt<elts ta11 lttrmosos ... -l!.s débil, flato, tslá .simzpre malucha, pro/ts/Ó ti padrino imJU.ul JOU,-'-La ,se,¡J hidra ( ra, Alvarez) placan/e, y a11adió: ir¡ue ua modista! Pero Mr. X. tra de. · fi Mi dula dtlidtunenlt "'' f>"'tJitdtJr. Ya - era ta. ' va• eraD.agradable 'd 'ti ' le u 11, y ""'Y 6tn•ius. '"'' ajos. Cr"erla y 110puuarla. tcl 1 amen , •/1# j>tJr ti úat...D. " " 1C Lo cierto es que en 1 )9 Sarah Bernhardt entró en ~ onervatorio en la clase dé Prevost, llevando como úmco b~
,,,mo
gaje de ,!IIemoria la fábula Los dos·píchottes. En 1862 sah6 162
RARAH lll!:RNHARDT
del ~onservatorio con un segundo premio, y en Agosto de aquel ail.o debutó en la Comedia Francesa con Qigenia y con Valeria, sin lograr más que pasar sin protestas. El administrador del tea tro no la mir;i. ba con bu e nos ojos. Su propio carácter la hizo rega ñar co n todos loscdmpal'!eroode teatro. Por cualquier molestia juraba como un carretero. Un día abofeteó á una colega. To~al, que sólo estuvo ocho meses en el teatro clásico de Francia. En 1863aparcce en el Gininasio, sin grande éxito , hasta Abril del 64 que estrenó un a comedia de Labiche; pero el triun: fo de entonces la obligaba á asistir todas las noches al teatro,' y al cabo de una semana se cansó ydesapaJUAK Jori.-Et Ta/Jernero (Sr. Manso) reció, despidiéndose para España con esta trase al empresario: -:-¡Perdone usted á una pobre local V?lVió de España y no encontró teatro. Al fin,.pudo cantar un dilo con la Ugalde en una opere~a de espectáculo que estrenó la Porté Saint Martín. , 1&8
En 1 7, Camilo Doucel obtuvo para ella un puesto en el Odeón. Vivió en la ·obscuridad hasta 1869, en que el Zanetto del Pa ant de Copée, fué la · revelación inesperada de su genio e énico. · En 19 d Febrero de 1872-día memorable en la historia de arah,-hizo la Reina ~e Espail.a en Ruy Blas, y el triunfo fué inmenso; tal y tan legítimo, que· la Comedia France ' a tuvo que llamarla, pagando por ·ella una fuerte indemni~ación al empresario del Odeón. Los comienzo~ di! su nuenl campaña en el Teatro Francés tueron dificiles y ob ·curo . Pero llegó la Esfinge, de Feui· Uet, y 'arah e impu o: creó Fedra, y el" triunfo llenó Pa· ris; y de p~;~é~ La hija de Ro,latldo, y La extraujera, y .-lndr6maca, y Atifitrión, y Zairá, cien victorias espléndi· das, una ·arrera triunfal de ocho ailos, que al fin terminÓ en 1 por una pelea ruidosa y una indemnización de . :llO.OOO francos imp~esta á 'arah como resultado del·pleito que le pu iera el teatro. Entonces empieza la -peregrinación de arah Bernhar<:lt al tra ,.é de la cinco partes del m.un· do, e a vida febril y in eje mplo .que durante quince aí'los ha hecho hablar á lo periódico más que ningún suceso polftico, más que todo acontecimiento social. El afio 1 , en Abril, se peleó con la Comedia Francesa; en ~layo hizo una excur ión por las provincias de Francia; en Julio trabajó en Londre con maravilloso éxito; en Ago to fanatizó al público de Copenhague; y,en Noviembre aparece en América recorriendo en triunfo los .Estados lJnidos, aga ajada como una reina, aclamada en las calles, vítor ada en el teatro. u éxito (ué t,m completo, que los norteamericano~ reclamaron la gloria de -haberla dado al mundo, y ·le inventaron una partida de bautismo en el pue· blo de Roche ter. 1 1 v 1 - on ail.os de grandes peripecias en la vida de la arti. ta. Se ca a, y e divorcia: Aparece unas cuantas noches en los teatro de París, y huye al extranjero. Re· ~re a al bouh!'var~, y vuelve á marcharse. Compra .pala· dos, y se v demandada por la modista. En 18S3,Maria Colombier con s-u.célebre libro Sarah Bar· tmm, forma alrededor de la gran trágica el ambiente en· 164
·· u 4 OTIIATII AI.
,·enenado, Jrlorl so á ú modo, de des~o munal escándalo. Lo st•creto de . u corazón y los mi terios de su alcoba, entrado ~ aco por la maledicencia, crean la leyenda más rscandalosa que mujer alguna baya pa"decido .. . 6 disfru· tado. · En 1 arah cm·enena: .. se cura y crea la hermosí'-Íma Teodora, d ~ nrdou, cuyas repre ·entaciones duraron ca i todo el <\l)n -,. En 1, In !aterra y . \m~rica refrescan sus laureles, y ·L'n 1 · ¡ ·vucl v á. Par ís con 800.000 franco . a horrados ... y ·on un ti •r . En 1 1, otra \ "Cl en la Porte a int Martín, crea la Tosca L ,. el HK recorre toda Francia, va á Londre , á Viena¡ á Ru;nanía, á Con. tantinopla, al Cairo, á uez, á A lejandría , y eJ lb de· Abril de l e trena en París Lena, y en Febrero d 1 90 la Juana de Arco, de Bar.bier, magnífico poema que pa ca en triúnfo por Francia é impone á Londres, vplvien- · do f.'rl O ·tuhrc á Parí · para e trenar la Cleopatra, de Sar· dou ,. ~loreau ; y ap.e nn ~aboreado el éxito, vuelv!'! por tcrce.ra vez .;í ,\ ~érica con un contrato que le asegu ra 6.000 ·lra nt'o diario . En Junio drl <ll aparece en .\ustra lia . ' ydney se eng·a· lana n~cihirla. Lo, mini.stros.le da n la bien venida. To· J.t,. la Corporacionc"' públicas celebran fie tas en su ho· nor. Ella lt•, COITe ponde creando ante el público austr a· liano la Paulina Blt.rzchard, de DarrTJon y Humblot, "el · rctpel - die<:' ella - qu ha en lid o más hondamente". ~lientra tanto, Parí di cutí a si debía vol ver á la Come· dia France a, donde la esperaban eón 1aJuana la Loca, de l'arodi; ma el tratro quería una contrata por tres af\os, y . trah ólo la a ·eptaha por uno. En 1 :<l-2 da 110 r pré en~aciones. en· ·Londres; en. Marzo tiC'! 93 hace Fcdra en París; embárcase ·otra vez par;.¡ \ m~rica, r<;-corrr i:le \"ictoria en victoria la del Sur, y en '\v,iemb~t' tlt• .dicho ano <13 aparece en la Renaissanec con Los Reves, de Lrmaitre. • C'>to, do · de r ela tivo sosiego, la genial De pués, .tni taha <'"-tri>nado l ::cil, de Armand ih·estre y Morand; G1smo~tda, de ar~ou; Jfagda, de Su_dermann; y vino á
·pam
en
año
:1.66
SAR"AR B!RNRAROT
Madrid,. al cabo de l~rga ausencia, después· de renovar sus triunfos en lta~ia y en Hungría. RASGOS PERSONALES
Esa es la historia de la artista de quien dijera Teodo;o de Ban.ville: "Es la mtisa misma d e l a Poesía . Ni 1a inteligencia ni el arte obran en ella. Un instinto miste· rioso la arrastra. Recita' versos co n1o canta el rui· señ or, como suspira el viento:, conro murmura el agua, como escribía Lamartine." L a mujer qu e con s u. ca prichos y e xtra vagan· cias ha ll enado el mun. do, tiene Jm 65 de tall a, no usa corsé; el númer o de sus botas es el 36; el de sus g uante 6 1/4; usa, <reneralmente, e a bellos ~ubios de un rojo s ubido; pocas cejas ; ojos azules; nariz aguileña; labios li · nos ... y muchos· nervios . Su vida en París, en es· tos últimos tiempos, es muy sqsegada. En un sa· lón del pjso bajo de su 1'1 LAR PiR EZ hot~l del boulevard P e· Contralto del Orfeón Zarago•._ ' reire 6 en una serre con. .. ,·ertida en salón, recibe el constante visiteo de sus Ja~ruha r cs y amigos. A veces se r efugia en un pequef\o gabmete~ biblioteca. l.67
o
SARÁB BSRIIHARDT
.• lev nta á las iete y mediJ!. Perdida la costumbre de enar, i tite hambre temprano y el haml;>re la echa de la cama. edica la mai'lana al arreglo de sus cuentas, escribir cart. , recibir modi:;tas, etc. Almuerza á la una y recibe ha talas tres. Poco· aficionada á alir, cuando sale es para dar un paseo en coche has a la cinco de la tarde. No va ~ e tr nos ni á salone . Come á ias siete y media. Su e tómago e tan-capricho 6 como todo en ella. Nunca bebe vino tinto . Ca i iempre, Champag·ne. Mucho pescado, poca carne, legumbr s y fruta . Trabaja cuando tiene tie mpo . Nunca ha dado al estudio de un papel más d una hora seguida. A-prende muy'de pria y olvida muY. pronto. Ella misma compone sus trajes. En u ca a prefiere á todo las blusas y el color blanco. En ·la call , el oro viCjo y 1 verde antiguo. Xo usa joyas más que en !teatro, pr firiendo lo ópalo~ y las perlas y las alhaja antiguas. En ca ·a u ·a un cinturón que le regaló Xapol eon lll, quien 'lo ha11ía recibido d · Abdel-Kader: un · cinturón oro y pla ta h.e cho á m<trtillo . Ell ;t mi ma fabri . ca u perfum e, que ti ene por ha,.,c t>l irb ,. una misteriosa t ~<· nd.t. oriental. · ·· L e ~ustan e l caballo y l;i ,;zft CO'!'O único · port. Muy M'n ·ible al frio, tiene pa ión por la s picl e , y su colección de ella · e · maravillo a. Le g u tan mucho los nir'los; todos lo domingos r ecibe uno J;) ó 20, con los cua les e pasa e l dfa . La ro a e . su flor f,worita. !la hecho trabaj o · nota bles de c..;cultura,' bustos excr·lentes, como el de Luisa Abbemf•, hajo relic\·es ue mérito. 1la pintado lindo · cuad ritos. Ha escrito un libro , Impresiones de un viaje im globo, y 'un drama, Ln cun(esinu. u gu to,s arti ticos y litera rio siguen puestos en i~amar . tine r su época románti ca. No le 'gu ta' la mú ica: prefier e la de la natura leza, que murmura en Jo bo ques 6 en las olas. Apa ionada por lo pañuelitos que no sir·,·e n para nada y que. e pierden dond quiera. En el último ,-iaj á Amé rica llevó 40 docena , y al ,-oh·cr á Pnrfs l<' nía qur pl'dirlos pre tado .
de
o
168
Delira' por los an.i males, cu~nto más grandes y más feos, mejór. Ha tenido U\1 tigre y su ideal es tener un elefante. , No fuma. su trato es encantador. Preocupada siempre de agradar ,. enemiga siempre de toda fórmula vana, acoge con fáci l i1enevolencia, siquiera sea lenta en confiarse. Sus ternuras son hondas y durables. Presiente el peligro; lo resiste penosamente; pero se guarda mucho y siempre se para ~~ tiempo. Sintiendo enfermizo prurito por la soledad mela'h,cólica busca la comparna y el movimiento como remedio .. Desprecia el dinero . Sólo lo toma.como arma indispensable. Esto es Sarah Bernha~dt. USA V:IS!TA A LA GRAN THÁGlCA
Pedida la entrevista, madame Sarah Bernhardt contest? lacónicamente: mercredi d deux heures ·et demie. iie l'aprés midi. . La precisión es inexcusable con la _gran artista. Sus jornada s están siempre repartidas al minuto y no se le puede hacer perder ni uno solo, pues ho lo tolera su nerviosidad laboriosísima .•-'\ las dos y media llegaba á la pul rta, de sus habitaciones en el hotel de la Paz. l\Hentras ella acababa de ,-estirse para salir, pues á l¡¡s tres tenía ensayo en la Princesa, esperamos en el gran salón del piso principal · con\'ertido por la artista errante en sala de recibo, comedor y gab inete de costura.~asfiores son un·a de las pasiones dominantes en Sarah Bernhard\ ~-- por todas partes había flores: en el centro de la mesa de omer, una gran bandeja; grandes ramos en los.rincones, bouquets enormes sobre la chimen ea y sobre _todos los muebles. Aproveché los breves minutos de espera para asomarme indiscretamente á la vida de la famosa trágica en Madrid. Sarah Bernbardt daja siempre con dos doncellas, •dos costureras y dos criados: En el hotel de la Paz la acompañaban dos señoras, una la esposa de su administrador ge neral en la Remzaissat1ce, Mr. Ullmann, madre de una -preciosa niña de cinco años, parisiense hasta la mé4ula , 169-
SARAII D~Rl<HARDT
,.racio · ·' bonita como un ~el. .. Acababa el almuerzo. • rah había pa. ado ~a mañana trabajand.o. Leyendo cartas n que e .le p1d~ dmcro-lo sabia i tas de Madrid han ca!~o obr., ella como un plo h0mbre y un solo sable; ' bnendo .Y conte. tando telegramas de negocios, el estreno en l¡t R enttaissancc de la c-omedia Aimanlsun triunfo para .1 u a n a Granicr, de quien dice Sara h que de pués de haber sido cantante insigne, resulta exe lente co m edianta, el abono de Lisboa, la s propOS!CIOne d e Bilbao y San Sebastián; rcpas;mdo el papel <:í sus actores; dando trabajo á las costureras ... ¡Así había pasado la IT)añ·ana m a da m e Berpbardtl · Abrióse la pu er Autor de L11 .l!aja, estrenado coa g ran éxito ' on la ta del gabinete Zanuela el 30_Oct~:~bre del 9 5 . ·. contiguo al salón, ap:-treció un her· mo ~ perr~, el actual fa\·orito, )y detrás de :él la :insigne tn\g1ca, vestida de calle, con el sombrero puesto y las piele obre el cuéllo. Aquello era una invitación :1 marchars · ~fadame Bernha'rdt lo tomprenoió, y sus. primeras pa· labra f~eron. una gracio a r muy cortés explicación. Parecióme en-la com·er a ión particular más encanta· dora que en la e cena. Su voz dulcísima, sus ojos centelleante , us atlemane expresivos .!Jrillan en_el .tete d tete 170
íntimo, a unqqe la conversación verse sobre menudos y comunes asuntos, tanto como en las tablas. Exp.l ícase uno ¡perfectamente las conquistas amorosas de la gran charmet4se al verla y al oirla tan insinuante, tan simpática, tan inteligente, tan viva, "tan mujer", en una palabra. No pretendía yo una interview; quería una c onversación y me Ji. mitaba á d<!slizar asuntos que dla r ecogía y d es . él rrollaba en deliciosa cha rla. ... EstO)' fluty t OIItenta de J!fadrid. ¡ Qul amaóte y r¡ui intelig-ente! A ntes de ahora no me haófa g- u Jtado. Cuando t#tlvt en el .Real, no Ji p~r !JUI, pero tJo tuve buena at:ogida. Ahor a u mt Ita dado U1t deJr¡uitt supe-rior á mis meretimienlos ... ... EJ hermoso este pais. Pero Madrid, tomo poólació.,,, no me gusta . . Toledo si es honito. $so ¿s Espa11a. Quisiera ser rey . de l :spaña tJada flUÍs t¡m por tener w Toledo mi corte ... :'I!J GU EL . PA J. AC!O S .•. C•·eo r¡ue á E.rpa· · 1/a tto s~ te puede apliAutor de f.a Afaja rar ,otro adjetivo IJIIt ti t¡ue se 11 prodiga t1i ele rtranjero: '""alleresco. ' Todo aquí es caóal.te· ~esco. IA.flra ma•lana vi los quintos IJ'It mar61UJba,. hat:ia un c11artel. 1 Cott qu_e ~ahalleresco orgullo marcha~"''• afl1t co~tocibtdo/es IJIIt eran g ente rushca! La trattquitidacl que impera altor a en este pais, qlie fuera de Espmla se conoce por el de los prommc'iamietttos, t 1to es ¡¡,- actitud .noó/4. ~ef caballero t¡ttt 1t detiene ante Jllta dama y la respeta en 111 augusta
IIIIJIOIIJ...
•
171
t
IL At'O TUTII.AL
...•\'; 44/ou el upotlol, jiu-o u n.tie10do.
~~{¡~~:·,'" ~tá ~
SA ~AH BIRRBAilDT
El arte ;" jltriodo de tie'Catieruia1 lino
eu 41"11tl11fl, e,., ""
e .fui
.
~!';;e,tpo ~;fe~~:::~
autor ~omo &ltt,rara ~ eoiJ ::.:~:::",/~rpaiañ ~tU)'re':ol co10 "" ptíllluo tan enhuiiJ.Jia ~;,.,e;;:,~~ ' O ' " ' lljlUdt lia~/ar de .lecadmcia •• .¡ • ¡,i JI! Jiten WD fU• e/ tJ4iÚ ti ti j ·· • ar
u;¡ ,w. · · r " or ' al"lt utá hoy m Pl"ancia· " J Zl eu u "" IÍitlDMa de deeaderuia social) Ctta1fdo ha', unuiOJ_ de ,.,.te, la~ttn ''"'tices)' le1fdetúiar ta,."to {m""e4J . •~ 11 ~"• (1fs WM#J '{tll IIUifMbo llf u social /ia ' · r '"""""" citu dt J>r~fu,.da re/ajació,.>... , :.V a1fal"p1smos y otros i1tdi· jn'# (.
lulluf
d
..,,¡;:·'"'·
Lu peri~dicn .fl"arutUJ publican crónica:s de teatros nada • "'JiltlliU CrlfU# n Nn mús t¡ue cronistas E 1 "" . 'd." 1 y illllu u ~olida ,;., l" o~ r.'"" . mtÍ.sl u cuid4 ,.,¡_, la crítica :~-a crotuca ... tcos upa.a
Den u t~des :1 e ta ideas esboza da una moviliddd y un~ . abundancia extraordinarias de lenguáje, r sabrán lo que rué ~quella cohver ación inolvidable en la que pusieron . ~ér:nmo la. tres t-amp_anadas del .reloj de la Puerta del Sol ,tct ptada como fina!Jmprorrog-ablc de l:t entre vi ta. ·' .
.
.
JI Octul>rt 9S·
,
L_~ m tgo ~rágtca fntnc~ ·a,_ p~r rendir homenaje á los c~á JCO d7 su teatro nac10nal, · mcl1:1yó en ef repertorio p_ara ::\[adnd y representó anoche ante público numerosíJmo · · bl" la PhCdre de Racin · •Xo había en la p nncesa menos pu 1co qu~ e_n la noc_be::. anteriore. , ni era menos selecto; pe~o el entus1asmo deJó el puesto á la cortesía, la ovación dejó pa ar adelante el :tludo, y con más frecue ncia se separaban la boca para el bostezo, que las 'manos se . taban_pura el aplau o. Esto quiere decir que el públic~u~ aburn~, eleganteme~t~ y á_ gusto¡ pero se aburrió muv de ve:~ con aquella llonznam oportable de.aleJ·andrinos- e qut 1to . . ;,: Ni me Órprendió la co a ni la creo censurable. Lo·s clá· Jcos france e como lo clá icos espafloles son una ran co a para lectur:~ "de retinados: nt> fa ltan ~ríticos c~ltos ó pre untuo:.os de crlo que se en~siasmen en la crónica de una ~ep:e entación de aquello venerables autores· m~s~ le pa recen' '' " · "• dpero al pubhco, al pllblico ..,o-eneral J'" "'n e una monotonía abrumadora en la e cena. Entr e bostezo 1
·17a
\" bostezo, la buena educacil'>n logra poner en la lengua un Íqué bonito!; pero se sigue bostezando. Si- esto nos ocurre con nuestros propios clásicos, ¿qué nos ocurrirá con los ajenos? El público mismo de la Comedie franr;aise que va á las representaciones de Moll~re y Racine, no las to~era sino porque e~tán sus oídos acostum· brados ,al sonsonete por haber aprendido en el coro de la escuela larg¡Cs tiradas de los .dos insignes poetas, y al pro• . pio tiempo que Mounet Su Uy se enjuaga la boca con alejandrinos sonoros, el buen burg ués s~ recrea murmurando en· tre dientes versos "J.Ue le recuerdan los comienzos sonríen- . ' . tes de la v¡da. Pero ¿en Españ a? Por esto, cuando leí yo en un p~riódi co el lamento de que· Sarah Bernha rdt comenzara labre· vísima temporada con la 1osca, en vez de darnos clásicos á todo pasto, no pude r eprimir un ¡hipócrita! que se me su- ' bió á los la bios. Toscas y Gismondas, eso es lo que debe dar á nuestro público Sarah Bernhardt, y cu·a ndo quiera refinar un poco el arte, que no sea más a.llá de Margarita 6 de Magda . . Y la cosa es llana . Para la mayoría del públiJo de la Princesa, sin excluir diplomáticos ni veraneantes en San Juan de Luz y en Biarritz, excluyendo sólo á algunos distinguidos miembros de la colonia francesa, lo que allí se va á ver es una pantomima. Háblase en la escena; pe¡:o como no se entiende lo que se habla, es como si no se hablara; es decir", la pantomima en que el gesto ha de decirlo todo, y el traje vistoso y la escena violenta han de completar el ' encanto de los ojos, mientras permanecen en qui_etud los oídos. En. Fedra no cabe esto . Una tragedia clásica 11equiere una austeridad de maneras , una severidad de ademanes á la cual no puede. sustraerse ni aun el genio levantisco y nervioso de Sarah. Esa maravillosa dictadora de la esce{la , , que mete por donde quiere su botJ vouloir, que impone leyes á Sardou y caprichos á todo el mundo, siente el arte en lo hondo, y por esto guárdase ·mucho de llevar á Racine · los excesos de su inspiración .e scénica. Quien ha visto mo·rir á Sarah en Fedra, tan sobria, tan correcta,· y quien la 178
1[
.
A. O TUTI.AL
.
vi~ morir ~n La dama de las 'Cam elias, tan efectista y tan brillante, difícilmente e persuade de que sea la misma actriz Incomparable; ni. la misma ·mujer extraordinaria. La Fedra de anocb~ rayó ·en lo sublime. El terrible ter· cer acto, lo más hermoso tul \"ez de R.acine, aque. lla pasión formi. dable que se aso. ma á los ojos yque vacila 'en los labios y que bulle hirviente en el alma, vibra en Sarah con fuerza · que arrebata. iQué brío adquie· re en su labios el verso robu. tol ¡Y qué ademanes! Allí húbiera yo querido tener á mi ilustre amigo Querol ó al insigne ·Benlliure, par a que sorpren· dieran todas las · posturas que pu ede tomar la bellcM.. rao ;\1.uo, au tor deL~ ,)faja. · za transportada . por elamorquese · duele, por el dolor que se expande, por la expansión de un alma que se agota. P ero no llega, no;· no llegaSarah en Fedra á la entral'la d~l ptíblico, COf!t O llegó en la 1osca, como llegÓ en Marga . rzta, co~o llega r~ en Gismonda. En estas obras en que la gran art1 ta e retuerce como poseída, y. sus nervios pueden lanza rse á carrera sin freno, el público que no entiende lo que dice, iente lo que hace, y 'adivina, porque se le 174
SAltAR DtRI'RAltDT
mete por;•os ojos todolo que sucede en eJ ánimo del per• sonaje. · 1 O~nse á !partido los clásicos y sus defensores. Bien se
IJ
~
' 1:\\ 1-
1
~
\'1
. <!
.
..
./
l..t ;
1 1
. en
o
~
r-
""' 1
~
- ~
~ ~
~
'~
r ti
~
\
;
~
.....
IJ
\t
J--.
'd
1
~
~
-~
"'
'
\ to
' H
~~
.~
1-
~
't ~t
~·
~
~
~ e;
r
-:::
está el Papa en Roma, y bien se está Racine en el libraco empolvado, que r epasaremos á solas cuando á ello nos in· · citen en sus horas negras las grandes nostalgias. · 170
11. J.tiO TUTILU !-1 .\R ,\ll IIJo; RMHAJl01'
SAI<.\H ·Gl MO:'\UA
S
,.
Not·;~mlw~
9S·
• adic hu dado al teatro caraéteres como los de Shakespcarc; nadie le ha dado un lenguaje tan rico y brillante como el de nuestro clásicos verdaderos; nadie 'le ha c;l.ado ·cuadros como lo de , ardou .. ¡Qué pintor tan maravilloso - y de qué tiondos fecto ! Por esto es el autor favorito de ~ arah Bernhardl para ir al triunfo eguro , y por eso Sarah B ·rnhardt .e u a triz predilec•a para que lo lleve á la segura victoria! En e te entido, creo que Gismonda es un g ran drarp.a.EI excelente Federico Urrec11a no ve más que un momento feliz en la obra, en el acto te rcero; yo veo un dü;ho!:.o acierto, un ·gran cua dro cle. inspiración soberana, en cada acto. Teatro falso, arte vano, oropel engafl.oso, todo io que e quiera · pero teatro que inter esa y cautiva, , que se mete por lo ojo y queda en la memoria con h~ella de agrado sin·gular. El primer acto, después de largos ai rreteos que tienen c. qui .ito donaire, con aquellas cuatro fig uras de g~ lante;f dores secundarios que on cslimaólcs gomosos del.siglo xv , con aquel Zaccaria sombrío r e céptico que durante toda ¡,¡ obra alanlea de sprit -forl al alca nce de las damas; despu~ del ~rac1o o incidCnte de la estatua truncada de Afro· dita, Ut'ga e al cuadro, al momento del a~.to, á aquella~ trc · escenas que pudiéramo · llamar del juramento y que ... on la cla ,.e de la obra. ¡Cómv expresa madame Bernhardt la angu úa al ,-c r el rie go que amenaza á su hijo! ¡Qué · de e ·perada fe - la paradoja no es e rn~ta- la que asoma á sus ojo cuando \·ol\·iéndosc hacia la cru z ju~a casarse con quien al\·e al ni no. del peligro inminente! ¡Qué alegria al verlo ah·ado y qué vergüenza al reconocer en el salvador un humildísimo -halconero! El público no ve el tigre en cuyas garras ha ·aldo · t!l duc,;ll muchacho, el púb~co de la Princesa ni iquiera entiende que se trala de un ugre; pero ¡cómo !:.e adivina,. en la actriz el terrible episodio que pasa tuera del e cenario! . · El segundo acto tiene un cuadro g nindioso, desde que 176
acude Z'accaria para contar á Gismonda que Almerio, el halconero, ha rescatado de los piratas una posición importante, hasta que se retira en la escena siguiente el obispo advirtiendo á la duquesa que sobre su alma caería la sangre de Almerio si alguien la derramara. La soberana, á quien an¡.mcian la victoria, ¡cómo St! desespera de ella y cómo la maldice 1 ¡Con cuánto gusto hubiera dado aquella posi .. ción y . todo su señor!o por rescatarse á sí misma del jur3mento empefl.ado! La discusión entre ella, el prelado )' Zaccaria, ¡que página admirable! ¡Qué sutilezas de ingenio, · qué lucha en~re el amor y la fe ·_religiosa en Sarah 1 Qué apostólica austeridad en el sac erdote! ¡Qué impertinente descreimiento en el galán! ¡Qué "plástico" todo, y cómo pide el dibujo de la mano firme, el color del pincel genial! En el tercer acto, lo que pudiéramos llamar el gran dúo ¡qué espléndido de afectos en pugna y de pasión exubft·· rantei¡Qué humano aquel pacto en que ella da .stí cuerpo, por no dar su mano, y sacrificqal halconero á solas su l:¡.onor, por no sacrificarle delante de la gente su orgultol ¡Cómo lo acaricia la Bernhardt y cómo lo envuelve y cómo lo domina! Diríase que de sus ojps 'bajan á los de Almerio, arrodillado delante de ella, miradas que son cadenas para la voluntad, como de su boca sa len palabras que son para él filtro enervante que lo rinde ... El brevlsimo cuar.to acto, corto es; pero, ¡qué d'Os esce· nas ! ¡qué dos cuadros! Se ve que Gismonda ha cumplido . su palabra, que ha compartido en la cabaña miserable, al amparo del te mplo de Afrodita, el ca mastro de Almerio, • y ·¿no parece en el paso. vacilante d.e la duquesa, en sus palabras entrecortadas á Tflisbea, que su fi ereza se ha rendido, bajo las caricias del halconero? Ella Jo dice á Zaccaria .cuando lo mata á hachazos, en 'defensa del·hombre que aeaba de poseerla . El quinto acto, ¡qué escenario! Creo yo que en la represe'ntación de anteanoche faltóle animación, pa'iecióme un . cuadro recortado para meterlo en marco pequeño, pero ¡qué extraordinario encanto el de aquella procesión pas· cual, en que el a mor de Gismonda y la abnegación de Al· · merio ponen las flores más bellas y las plegarias más dul177
12
---la cara de la 1L
qo TI"Tli.At
.:e~l,.Entre
i 'monda coqueta del primer acto ·la-de la Gi monda enamorad:t' del quinto, hay la misma diferencia qu entre sus traje en uno y otro cuadro. Todo
SAllA H
Bllll~RA llDT
ran; pero·¡cómo arrastra y cómo llena! Será un signo de decad'encla; per-o creo que ese es el teatro de nuestro tiempo, el teatro propio de nuestra generación nerviosa,
RICARDO Dll LA
\(¡c;¡• rr. Ruw~ CARRtóN
V liGA
Autor del jug'uete El Bigote J.:,¡/lio, estrenado en Lara el 5 de Noviembre de 1895 .
·A utor del sainete Al jitt st casa la Nieves·.. . , estrenado en Apolo el 26 de Noviembre de 1895
está proporcionado al e~ cto de aque lla pasión qul:' se impone al público,0· el efecto es hondo, efecto de arte incom· parable en el poeta y en la actriz. . · ¿Falso? Si. ¿Burdo? También. Todo lo que ustedes quie-
que prefiere sentir en emociones rápidas lo que no puede madurar en serenos pensamientos. Para los nii'io~ y para los viejos no hay teatro como el que se llama de "gran espectáculo", y la humanidad en su nifiez y en su -vejez
~78
-
179
.
1L A~O T8ATIIAL
SARAII B!RNHAROT
tiene lo~ mi~mo gu to ·, Yll.., POr fa lta de malicia, ya por hce o de de engai'lo . . En una oci dad entera y s~re na el teatro puede habl.a r al e pfritu, en una . ociedad romántica y ·turbada el teatro puede hablar al cprazón, en una ociedad decaída y escép· tica el teatro sólo puede hablar á los ojos perezosos.
S No'lliembrf 95· ~lucho y
muy di tinbruido público, m uchas y muy bellas flore· , muchas y muy ¡.,rraciosas palom as, muchos y muy caluro os aplau o tuvo anoch madame Sara h Bernhardt en su ben~ficio. No pedía ella más, ni podía darse 'm enos á la in igne trágica, cuya figura gigantesca cr ece 'y se her· mo ea más en cada nue.va cr eación que . su genio ~rUstico acomete .. No la conocía yo en Afagda, y h oy pienso 'que ésta es su mejor labor. Probablemente pensaré mañana ·que F~dora e' u trabajo más exquisito. · . Jfagda rlialmente e un magnífico dra ma . Si no r epresentara la figura del coronel aquel actor insoportable, de cuyo nombre juro' no acordarme nunca, la obra hubiera llegado más á la entraña del público, aun del que no entiend la letra, pero adivina el sentido. El talento de Su· dermann (1) ha producido obras ·de más aguda sátira y de ( 1) Jlermann ~udJrtJ1an11 """'.; en la L.ituama w I 8S7· /{ijo de una famiúa P"""• s11.1 LOm;tn::<u "'la v•d'a fuerlln lllUJ' difi.ilu. PaJante y m11utro dt euu~ta y ttr i •d1Jta, los traó,;ios literai·los fueron su distracciÓN)' N111ján. 1JJtad.J de gran laten/o d1Óte á conocer en euento_s, no'lle!as .•· draJIIIIS1 ltend,, ho)' 1111a de laJ prtmeras figuras de la tit•rot ura nuroa tn ...¡.,¿,,,.,.nia. Entre su; novtlas, la má.t te1da, diS<utida y ,e/e/lrada es st· ~ram.:nlf Der Katzeute;:- (EI,seodero de.los galos), estudio .pshotógicn ,. s 1al de .f ran lrosund~n<lo. · El llalro ·tla ndo el C11111po át 1us mayores lriwifos. El honor (Die Ebre) fui rtdJd..o.do en todn lot teatros, y lutgo aclamado por. todo el lú'lull 1/1 Ou·tm. El fin de <.doma (Sodom~ E nd ~) ts un w adr o de 1~ · rn~ú jes;,,umo tr6,.;u sobrt co1tum6rts Ót rtin esas. El hoe-ar (D•e
180 "
más jarga trascendencia filosófica, pero no ha dado con asunto de más intensidad dra mática ni de más encantadora rlaturalidad. El. coronel, padre del antig uo régimen, á caballo siempre sobre su autoridad militarmente impuesta, irascibl e y · viol ento; el magistrado, aquel hombre frío que sobre todo movimiento del corazón pone· la más insignificante com·e· niencia· de su carrera, sie mpre en escena y de máscara; Magda, alma delicadísima de muj er con cabeza de pájaro y entrai'la generosa de madre, son tres fig uras ec;pléndidas, de soberbio r ealismo, de fuerza ·artística incomparable . ..\.sí s·e ve la humanidad, y así se la traduce en el arte . El desarrollo del dra ma es magistral. E'L tercero y el n tarto acto son verdaderos modelos .. Sara h Bernhardt es· tuvo en esos dos actos maravillosa en la ironía. admirable en la pasión que se desborda é injuria al misera ble egoísta.· que se desata y r ompe con toda fili al disciplina. El cuadro es doloroso,' la consecuencia encoge el á nimo; pero es de una lógica viva que abruma. El final, aqu ella frase "Tu n' es .Q'u ne filie ", es una pui'la· láda qu e mata al padre que la infiere á la des venturada Magdalena. P ara alg unos críticos, Magda es obra de tesis, y como la te!:'is que ellos ven-¡ lo único que ven!-les parece audaz, censuran el dra ma. Para otros críticos es magnifico dra ma de obser vación y de arte, y lo a pl a ude n Me inclino al pa· recer de .t:stos. No hay tesis. Si de la obra, co mo de toda obra en que un entendimiento viril puso la enjundia sagr a· • da de la idea , se· despre nde una fi loso fía cruel, la cru eldad · no es del poeta , s ino de los hechos mis mos que de fa vida posibl e trae á la escena. '
ll d matb) es la '''"'a que Sarah. Btrul.ardt Ita heclto hajo el título de Mag. que tr aduce a! eástetla"o /IÍ/anuel ¡lfa toses. Batalla de Maripo~a~, ·rtreriada hau " " a11n ' " Berlí1•, l•a sido stl tÍ/timo ¡;ra11 i.xito. Ultimo pn r al1ora,' pues Swlermmm tietr:e 11•eita y ocho al1os y dará de sf.
na y
181
1L
A~(>
TUTIIAI.
SARA fl BlR NltARDT
AR H EN EL ESPA~OL
La vi ita de la eminente Bernhatdt al escenario del tea'tro .E pañol ha ido exqui ita gentileza de la gr an trágica, a i ,· omo el haber trabajado con ell a y en su leng ua ha sido ' d parl de nue tra in igne Guerrero arrogante cortesía. Xo l;t ga ta de meno precio nue tro e pfritu. Sarah Bernhardt, rendida por una campaña de ruda labor¡ no quiere .thandonar :\1adrid sin llevar á n u(~stro teatro nacional el homenaje de u admiración, y al E pañol ac ude para r epr ent&r, á beneficio de lo . pobres, ó de quien sea , una preciosa joya del teatro francés contempor áJ1eo. Maria · · r.uerrero, profundame nte agradecida al tri buto que la ilustre e tranjera lleYa ante el altar en que es sace r~otisa un · gida por todas las mu as, acomete con valor q ue pocas hubieran igualado, que 'ninguna liabria superado, la emprea de repre entar en francé una escena de obr a co mpletamente de 'c onocida para ena, A la cortesia magnifica de In c:ran france a, la graciosa cortesía de la g ran española. El e.... pectáculo re. ultó e ncantador. Lleno el teatro en' proporcione. que no podría figurarse qui en se fija ra en e l hreve tiempo dado al anuncio y al recla mo , los apla usos fueron estru ~ nd9 o:, y unánime el entusias mo. La r epre · entación excelente de La niíia boba fué una vez más sahoreada por el público, \' cuando al levantarse el telón -.obre la e ·cena d }e<ln Jlarie apareció Sarah Bernhardt, una ovación fcrvoro a fué el ·salu-do del teatro Espa ñol y el comienzo de una ininterrumpida aClamación. Después, t>l final de La Esfinge, aquf'lla magi tral escem entre la Bernhardt .y la Guerrero, fué un triunfo colosal, sincero, de lo que poca~ \·ece. registra)l la crónicas teatra les . El telón se alzó quince ó veinte veces· para que las dos arti tas recibieran las entn iásticas acla maciones de todo el teatro. Cuando. Sarah Bernhardt, _arra tr ada por· la emoción, ahrazó y he. 6 á :\[aria Guencro, parecía que el di182
ficio ·se venia abajo, ta l fué el ruido de los aplausos y de los vítores. · Aparte aquellas r a zones de cortesía antes apuntadas, el espectáculo de anoche tenía méritos propios para ser aplaudido. . Jean Marie es un poe ma de extraordinaria delicadeza. ¡Qué distancia tan enorme de la Teresa de Clarín á la Teresa de Theuriet! L as dos son casadas que re s isten,~ su corazón ; pe ro la una es· un maniquí y la otra una mu~ e r. ¡Qué exquis ita forma la d ~ Thcuriet, concedido á su meliflu o romanticismo de cuento .az ul la pa rte qu e de buen gr ado se concede sie¡npre á lo que por encima de toda preocupación de escuela, es arte sugestivo! Madam e Bernhardt estuvo ad.mirable, y bien secundada por los dos estimabl es actor es que la aco mpañar on en la re¡3resenta ción. Las dos frasf'S de la última escena, u n v oyageur qui.de mandait sa route, y il n e reviendra plus, ¡con qué resigna da a marg ura salieron de los labios de ~atah, absorto el pensamiento y perdida la mirada en lo infinito de su pena! L a escena de la La Eif¡nge fué interpretada mar a Yíllo. samente. Mar ía Guerrer o, si dij o el francés con pureza extr aor dinaria , si halló para la voz modul ando un idioma extraño las inflexiones características en los que lo a pren, dier on en la cu na, estuvo co mo actr iz en a lturas dig nas de su ilustre p a.-tenaire. De Sara h Berrihardt, que en ese dificilísimo personaje de Feuillet ha obtenido siempr e uno de sus triunfos más lucidos, nada hay que decir. El gesto aquel de supretpa coquetería . con que, . a l sentir la r ápida invasión de la muerte que metió el veneno en su cuerpo, pide el velo para cubrir el rostro qu e la agonía va á deform ar , produce en el público una .de esas inefa bles impresiones de artt· qn f' nunc;1 se ho r ra n del espiritu.
183
Auto,.•• flol juguoto LAI ZAPATILLAS F.o;trenado en Apolo el S de Diciembre de 1895.
E el 11111 tea de lJadrld. Lo 'que D. Ramón d~ la Cruz fu.ra en ti satnett y Goy en el cuadro, ea.o e Chue~ n la mll•ica, como lo fui! antu Bartoieri .. El gorri<ln del arroyo.lapal mad~ la Fra .. aro,la . rl>\i raJir ~n~IUa d • la tertulia cur~1. 1 golondrina voland· r" drl talltt '"hasta!~ arrulla "•··· donde usl~de n, han confiado • Chue··a el cr~to d u. uino-. de ~us rorj~o-, M 11 picot<·a r anarmóni<·o, y Chuc.: lnd!-cr<tn u o· lo da ~n u obr . El tan¡¡t• dc•garrado, v <1 ,·al ·ve ro, y el 'cboli b lulurin o, y el l"l calle vit>rante:otorc todo d 1' >;acalll! que en el pcnra ram.l de Chueca h•lla marrlaJidadc' de lucha y trrhu1".t< d amor. -u nt.·n en t•l mar~tr o el Colñn qu, io d~"" ubrh: ra en 1 \!OSe tumllrt' popularc", d Hcrn•in C'o.rtt' qu 1 ch·fli1ara y Jo ... ;\portn.· 1 ...
r .llltatro.
En E_s"~IGMA
·
¡Buen aho para .el mas fecundo de nue tros contcmporaneosl Con un hijo e n cada ailo y media docena de estrenos en cada temporat1a, ¡.11o hay derecho para "•stablecer el record· de la fc< undi lad? P ue• de J :tckc;;on Vcyáu e ~ el campeona ·
~~ in~t!~cf~~i~~~-¡~:cf' ~~~.S:tii~~ r~~c~
fc~undidad pt'lblicn se la explica_ ctial4uicra 4uo conozca !iUS obra ... A411clla fluidez del nrso- )ack· son lo derrocha <'n todo~ los me· tros v p~Hn tod(IS lO$ n•mnLos. - ~ aqucfla fncillilad del chistc-Jack ·
t\On lo~ ttenc de todos los colo re""~ del lri~o; , .. . · .dr a l gunos otros,amén de un profnudo conocimiento del püblico. lo cxplknn todo. L"
4Ut' nn se cxrli ca nactie ·eg su ex traonHnaria producción . .Al ver !-11 familia. ha,· que p•·cguntar: /.Pero c~¡ando c•áibe este poeta? Al leer su repc n orio, h ay rtuc decrr: ,,Pero ntándo ... durrme c~=~tc oadt•c9
184
EcHEGA RAY no es en El-Estigma el Eche· garay de Mancha que limpia ni de alg unas otras obras suyas anteriores á El Gran Galeoto: es el 'Echegaray genialmente disparatado de O Locura ó Santidad, el Eche· garay desenfrenado de Dos fanatismos. Asf la crónica que del estreno de anoche hay que hacer ahora, J10 puede ni debe ser otra que la que ento nces se hicier a de alg uno de aquellos dramas, ·h erma nos legítimos de El Estigm a. ¡Qué lujo de abigarrad0s tropos, de frases hermosas, de rela mpagueantes imágenes que Liesde lejos pa r ecen pen. a mientos profundos ; pero al pro pio tiempo y debajo de esa hojar asca fastuosa, ¡qué. pobre· za de ideas, qué fa lt~ de solidez, qué ang ustioso r etorcimiento de la verdad viva y de la verdad posible! Mas Jn cróJllica de ahora tiene que llevar por remate una nota que no se podía poner en la crónica de aquellos otros estre· nos: una nota poco halagüeña para el Sr. Echev,aray, pero de bü:!n contrastada exactitud. Las armas del Sr. Echegaray no se han embotado, pero la piel del público se ha encallecido, es fu erte é impenctr:. . ble concha, y sobre ella resbala n las armas otras ven· ... 18~
••
.., ... . ., ....
~
~
.....
< z
....., ,."'
<
u
-<
z
i
'i
""l
....
•e:: ~
...
....
...... ·!!
~
.e-..
...... •
.., ""l ....
¡:
j
...o
'
~ .~
...."'
..,
.
"'....e::
~
.i. ..
~
:> z -:
.
...< "...
.
~
-<
..:
" .f
< z
.....
¡: o
"'
. ........" ·!! o
'
..... z
3
e ;;¡
"'oz
<
.
>
o
-<
:.
< ¡;;
.."'.,, ".
~
.
"'-< "'
"
"'
¡¡
<
"'
~
--<"'
"'o
<
X
::;
..:
:.;
'" e" <.>
167
"
Y. L I:STIIlMA
Yictono ·a , .Y el harpón no lle a á la entrafla, y el efectis· · mo ,in etica~ia cae vencido donde antes venciera. Aquella fueron la ·glorias conquistadas entre peHgros de muer te por el domador in miedo; hoy no han perdido los ful•on del dominador lo ojo , ni· ha perdido fuerza la varilla d~ hierro que dom ti ara las fier.as; pero la fi era ha perdido 1 tl!mor, y e permite faltar al respeto que sintiera por u duet'to. · · Lo que· ·quiere llanamente' decir, que si el éxito de El H~lígma hubiera ido para otro autor un triunfo, para el r. Ech '!!ara y t: · un fracn o. Apareció en escena al final dLI dr.tma; sl'·te aplaudió no poco: había aparecido al conrluir Jos do. acto anteriore ; e le había aplaudido ta m.. hit\n; p ·ro, !Cree •1 , r. Echegaray que aquello no fué un traca o?. ·o. El r. {!chegaray e ti\ á estas hora convencido· de que u drama no ha gu tado, de que peno a mente se · mantendrá alguno dfas en los·carteles.
.. Y con razón. Entre la muchas genialí imas e normlda ~ de llevada por ·el r. Echega.ra)~ ~ la escena, la.enormi· dad que ignifica El Estigma no tiene que ceder la vez á nin~una. i no hubiéramos convenido en que el insigne dramaturgo e indiscutible, podría uno atrever e con él,. discutir h ta el de menuzart)iento su obra. Pero no. r o e.:-.· mi fuerte la irrespetuo · id<~d, y huiré de ella cómo del pecado má feo, iquicra nó ea el menos corriente en tierra d<' F paña. . E ·te !in de a tro o del . ·r. Echegaray era seguro desde qu e dn·ulgó que El .E; tigma era un drama de tesis. To· u0 lo~ ur.t:nas en que el r.' Echegaray ha to'll'lado el yeso para alir :t . encerado y e:{plicarnos sus problemas de .ál :.:·l:bra · ciotó;;ico-moral, han resultado otros tantos insi<T nc de atino . Este itu. tre poeta, que no puede olvidar 5~s matemática , el más cruel verdugo de lo vl!rdadero r d lo 'ero. imil que se ha pa. eado entre bastidore y bam· halinas. " · Lo ml\s doloroso en · to;. en ayo filo ótico·teatrales del 188
Sr. Echegaray, es que, si el teatro pierde mucl:10, no gana nada la filo~ona: El Sr. Echegaray se propone demostrar esto 6 aquello, y ·luego resulta que no ha demostrado nada, á pesar de haber sacrificado al intento sus grandes cualidades, sus excelsos méritos de dramaturgo. Quien quisiera escribir algo sobre la 'filosofía del Sr. Echegaray sacándola de su teatro, se vería negro, pues el autor de El Estigma, si ·desliza la tesis en una escena inesperada de cuálquier acto, no consigue demostrarla en ninguna p'a,rte. ~ Aquella vieja paradoja de los escolásticos que de cuando en cuando asoma en los perió\ficos, y según la cual el que l)l.Ucho prueba no prueba nada, es el ananké terrible que pesa sobre el ~eatro del Sr. Echegaray .. Así en el.drama de anoche, el Sr. Echegaray se propuso demostrar la injusticia de un estigma , y sólo ha conseguido escribir La historia de un suicida ó aquellos polvos traen estos lodos. ·''
Roberto Pedrosa, protagonbta del drama, á los veinte años de edad surgió una g ran desgracia. Su padre, que era cajero de una Sociedad financiera y homb.r e de in, tachables virtudes, para r edi'mirlo del servicio militar y de las penalidades de la guerra que entonces se reñía, robó de la caja, puesta bajo su custodia, el dinero necesa rio. Los remordimientos de aquella mala acción cometida por tan santo fin-pu es entre ser soldado y ser hijo de un . cajero infiel, es preferible seguramente lo segvndo (!)-pusieron en mimos del padre de Roberto un revplv er, y se pegó un tiro . Cuando su hijo lo supo, abrazóse al ·cadáver del sin ventura, y comprendiendo q.ue fué él l;¡t causa de aq~el robo y de aquel suicidio, gritó: -¡f>or míi¡Por mí ha sido! '. Oírlo el juez· de instrucción y deducir que el chico fué ·el la.drGn, y que el padre <;l.eshonrado no pudo sobrevivir á la deshonra, fué todo uno, y Roberto Pedrosa, al ver que manteniendo aquella mentira libraba de toda vergüenza infam!lnte el nombre de su padre, dijo que sí: que él .liabia 189
IL IBTIGMA
rob· do para u v1c1o , y que el cajero, al saberlo, se había mat do. El mozo fué condenadb á dos aflos de presidio, y umplida u. pena, ~iri ió e hacia Madrid", donde entró ·como mozo n un lavadero del Manzanares. Para pa ar de mozo de lavadero á tenedor de libros en una a a dl' comerdo, abido qu.e no hay mucha distan -
e.
f Aut6grafo de Chueca en el pasacalle de Ltu Zapatitin.t.
cía, y Roberto Pedro a ·la salvó en seis íneses. A los tres aftos y m dio <.le llegar á Madrid er a abogadó,· y á los doce aftos, el mozo del lavadero habíase tornado abogado .inigne, diputado de arrebatadora elocuencia, candidato á la presidencia del Consejo de ministros, con programa propio r tal, Y. galanteador correspondido de la hija de un opulento marq-\lés. Pero cátate que por. aquel entonces se publicaba en Madrid La JlaBa de Fraga, y que á este periodicucho ocu~
rrió haoer un artículo contra Roberto Pedrosa, contando s us· antecedentes de ladrón y presidiario, y cátate que á ,Roberto, espíritu superior y puro, no se ocurrió otro medio de defensa que escribir á La Masa una carta, di· dendo· - Sí sefior. Robé y he estado en presidio; pero cumplida mi condena, he ,purgado mi falta. Estoy corregido, la Justicia s.o cial sa tisfecha. La sociedad no tiene derecho para ponerme de por vida un estigma en la frente . •. No piensan de e1.ta suerte los amigos del futuro gran mi-· nistro, y le vuel ven las espaldas,. obligándole á dimitir su acta de dipt~tado y su puesto entre los socios de un club. Lo mismo que los amigos hace el marquésr padre de la mujer amada, y ésta, en el momento de la terrible revelación ~·ae enferma. Cua ndo se siente a lidada, suponiendo las horribles torturas de Roberto, corre á él, y en un rapto de amor, se echa en s us brazos, jurándole que quiere compa'r·· dr con él el deshonor y la persecución de. la sociedad. Roberto entonces, agradecido á tan enamorado sacrifi cío, quiere corresponder á él, y cuenta la verdad á la mu ~ cha cha, que al saberla, y con cHa la inocencia del hombre en quien ado ra, desa tadr. su lengua por la fiebre, cuenta á s u padre y á todo el mundo la historia sublime de Pedrosa, su sac rificio de formidable ternura filial. Todos los que se habían a lejado de Ro berto vuelven á él, y entonces, ante el espectáculo de s u inf~mia, viendo que por salvar su aq¡or había deshonrado la memoria de su padre, se pega un tiro y muere ... · .Esa es la historia del protagonista, la piedra ang ular del ' drama. · · . ·
*** I;.a tesis es una teoría. de Derecho penal que apareció bajo cierto aspecto en los pensamientos del Cano en]uan . Josl, y .que el Sr. Echegaray ha pretendido dar como fipalidad á Et Estigma. La sociedad no tiene el derecho !de manchar una vida, truncándola para siempre: las penas del · C~digo, una vez cumplidas por el delincuente, lo purifican, .
191
'
J
&L A O TCATRAI
IL ESTrOMA
corregido, castigado y enmendado, empieza una nueva vida en la que no puedefi'ser obstáculo ni dificultad aquellos !lo de presidio ni aquella infamante sentencia . Pag.\da la deuda, el deudor recobra su crédito. Est e. la te i del r. Echegaray. ¿La ha demostrado? U tede mi mo , después de leido aquel argumento, tal cual lo he expue to, contestarán. De·mostra·r la eficacia con' ccional de \a pena dando por tipo de penado un hombre con, propen ión al ·acrificio y con temperamento de mártir, re<ll y po iti\·amente inocente, me parece que es mucho dem9 trar. ¿Cómo no ha de ser la pena eficaz para corregir á un hombre que nunca delinquió? ¿Cómo no ha de ser inju to el e tigma impuesto en una frente bajo la cual nunca erminarori delito ? ~o. La modernll ci ncia penal,. que no es más que una lase·de la moderna ciencias antropológicas, no tie~e otra · razón de ·er que la de ofrecérsenos como una ciel).cia experimental y realista ¿Cómo va á ser instrumento de esa -ciencia un drama artificioso, en guerra abier~a con· toda experiencia, en lucha encarnizada con toda realidad? M~s conste que esto \'a dicho en el caso· de que la tesis no ea: Todo pueblo debe ret:lutar sus ministros entre los licenciados de pre idio, in meterse á' averiguar por qué estuvieron con la cadena al pie y las esposas en las manos . . Esto ' on lo errores de bulto, de fondo, por decirlo asi, y sub tanciáles. Los errores de detalle, esas casualidades 10\'ero ímiles cuyo ecreto posee el ~r. Echegaray, no pueden cr recogidos en una crónica q'ue leerá. mucha gente que no ha vi to la obra. Recordman infatigable, el señor Echegaray, por batir el de Roberto Pedrosa, salta por todo ob táculo. us personaje . son maniqu.fes de escaparate en boga que e están donde los pusiera el modísto 6 ei sastre. AlU nadie· tiene un· alma propia ni siquiera un alma de cántaro .. Con per onajes que no son caracteres y en situaciones que no on verosímiles, no es posible que los· artista hagan mara villas. Po~ esto, iendo muy estimable la interpretación, no se la puede registrar como triunfo durable de aquellos distinguido artistas. Sólo para Garcia Ortega fué e:.lc,
19Q
de co~pleta alegría la noche de ayer: una escena del prime-r acto, lo l_ll.ejor de 'la obra, sirvió al joven actor para demostrarnos qué gran artista hay en él. Maria Guerrero hizo labor exquisita; pero no quedará, como no quedará el drama. · Diaz de Mendoza, desdichadisimo en la ·dicción como siempre, no pudo hinchar· un perro. Bien es cierto que nadie ha _podido hacer esto jamás á satisfacción de todos.
( 193
lU
~
....
"
""'
o¡ "
1
""'"' 1!
t:
ÚEYE,S Y ÜJ.lAMA_s'
..
.::¡"
........
..;
..... ¡::
c.
o
."' . o(
:....... , ..,... .....
; ¡ ¡\ ovitm! rt 95·
arte ofr ecen ~ 1 comentilrio efímero deÍ croni ra ·que pasa 1 aspectos deplorab.les de las leyes y contrastes ti a . ·gran tes entre é ta y el comÚn sentir de la opinión. El arte es cobarde en la exposición, y e va por los caminos · ~~_t~~~'Ji tortuosos, cuasi laberínticos, del drama de tesis. La r ealidad,. po,r el con~ trario, es valient~, y con claridad abrumadora y - . cruel deja al descubierto toda defiCiencia y toda ano· ' malla. . La-definitiva sentencia r ecaída en el proceso famoso de El Escorial, con la pena.de muerte par a quien á la mnchedumbre se le antoja menos culpable, con sólo la cadena pata quien fué el más brutal verdugo del nii'lo irife· ' liz, ha producido en la opinión penoso y unánime movimiento de asombro . En la conversaciones de lá calle y en lo artículos de lo periódicos adviértese á ·las claras el estado de la opinión. ~¿Qué ley ni qué juri prudencia son esas en virtud de las cuales el Crisa11to paga con la vida en garrote vil el auxilio que prestara á las infamias del Cha.to, mientras ést e, con la cadena al pie, puede esperar que lo perpetuo se convietta en temporal mediante sucesivos y razonados r indulto ? EALJDA D , .
..... <
¡¡:
o
¡¡>
¡:¡
...., 1!
~
..... . "3_, .. • ~
o
.
¡¡>
"':o! o
;:l
..5I
¡
IL
A~O
TltATIUL
A 1.1 vue.lt S de mil palabra~de respeto para el Tribu· n:ü Supremo, en aquellas frases concrétas.e la opinión sub· vertid de la multitud. en alarml'. No parece equitativa la sentencia. No parece cada pena proporcionada á cada parte en la delincuencia. No cabe du~a, sin embargo, de que para dic.tar ese pare· ~er supremo han tenido en cuenta aquellos dignos magistrados lo que la ley dice y lo que dentro de la ley se puede hacer. La letra muerta y que mata impónese una vez más al e piritu vivo y que conforta, y otra vez la opinión gene· rosa clama por la reforma y enmienda de la ley. Si á todo, alcanza la .eficacia reformadora de la ~xperiencia q'ue se· flala el escollo en que naufragó uno para que no naufra· guen lo que vien~n detrás, ¿qué razón habría para que no alcanzara tainbién á las leyes esa trascendencia salu~able?
También en lo do· dramas estr.enados en lo que va de temporada teatral, us autores métense en terrenos del Códlrro ·penal con propósito, de _se ñalar sus escollos y sus ·erras. Pero en tanto que la realidad !'!S valiente al acusar á la leye , el arte e temeroso, y no se atreve á la acusa· ción contra las costumbres. · Singularmente en El Estigma, del Sr. Echegaray, este ilu tre autor huye de la verdadera tesis, y se cuida mucho de no presentar al público la verdadera cuestión. -¿Por qué la sociedad ha de medir su opinión respecto á lo casti rado de la justicia, no por el delito cometido, sino por la pena impuesta? He ahf el único punto. de partida para .una seria y tras· cendente .critica social. La razón del éxito, como única que ugiere. us juicios á la muchedumbre, es la causa de todo drama, la fuénte t..le t do dolor, el amparo de toda · ini· quidad. Impútasele á una persona un delito: la voi pública lo pre· gona¡ la fama "notoria lo garantiza. Pues si no ha desear· gado sobre esa persona la pesadumbre de una sentencia, si no le ha acompaft.ado la GuarW.U civil, si detrás de ella
we
197
11
A~O
TIATIUL
.n.o e han cerrado la puertas de la cárcel, seguro es que nad.i le volverá las e paldas, que nadie se r ecatará de su trato ni de su ami tad. Pero uponed lo co~trario: u poned un hombre perseguido por la ju ti ia, afligido por·una sentencia condenatoria, bué ped de la cárcel·ó asilado del p residio, y tened por seguro que nadie e acercará á él, que todos, ignorando su culpa, tendrán en aquella entencia lo basta nte para huir de él coino de ap·e tado sin remedio posible, sin salvación alguna en lo humano. El d lito e olvida, el crimen se borra: lo que nadie olvida . · la · e~tencia, lo que nadie perdona e. el fra ca~o. L aacción pun1blc y el hecho deshonroso no son un estig ma: lo que m ncha e la scnt •ncia, el cllstig-o mis -no de la cul fM, lo que d :bra e.n mendar y rec)imir .
.. , lucho hay ciertamente 'que reformar en· las leyes; pero hay también mucho que r:eformar en las costumbr es. Al e piritu de las leyes es fuerza llevar.el esplritu de las ciencias contemporánea , q~e no miran sólo el delito , sino también, y principalmente, el delincuente; no s·ó lo los antecedente que de é te se conservan en los expedientes de un rebri tro judicial, sino lo que él mismo lleva en la sangre que her~;dara, n el ambiente que respirase y en _la educación que recibiera de la familia y de" la sociedad. !\la á la co tumbres es fuerza llevar lo q,ue se va partiendo de entre ella , i e que alguna vez las infor mó: una moralidad más sincera, un concepto más claro y más sólido del deber, una luz m~ firme y m¡i fuerte para discernir en los propio acto y en ·los del prójimo, -pues es· desconsolador el. ver que cuando alumbramos con la -electricidad las tien<;tas y las calles, recurrimos al candil humeante para alumbrarnos la conciencia. A la leyes hay que llevllr las enseflanzas de la vida; pero e no menos·urgente llevar á las costumbres las advertencia de atendidas del remordimiento que no engai'la . . 198 ..
ó Di<iemb•·e 9.5'-'
Si el Sr . A nsorena € S d,e los que _creen que la misión de los que escribimos consiste en no desagradar á los amigos, aqui se par a la ptuma antes de darte un disgus· to. P orque el drama suyo que a1;1oche es- · trenaron los artistas del Espaflol no gustó. al público, ni mer ece tampoco más que a quella r espetuosa indiferencia con que fué r ecibido . E l a sunto es muy sencillo. Petrilla es la hija d!! un guar dabosque que le dió la educación más esmer_ada pos~ble ~n · su clase y en su medio. Gonza-lo, un señonto que 1ba de caza al monte en que aquélla vivía , la sedujo y. se la trajo · á Madrid, á su propia casa, como querida oficial, "y la vis_. tió con lujo y p·o r lujo la exhibió cuanto pudo y quiso. A veriada su fortuna, Gonzalo r esolvió carenarl a con los ca~ 'dales "de una burguesilla codiciosa de título, y como Petnlla ~e entéró, antes de que él la abandonast , se marchó ella, y después de asistir á los últimos momentos de su padre se sentó á "la puerta para esperar que pasara frente á ella el cadáver de su ellemigo. " 199
I'II:TRILLA
lo dos afto , la propia mujer de Gonzalo dió á la mu·há ·\la u qf\ada venganza, y Jktrilla con las pruebas de qu 1 de honor, dió una cita á su antiguo amante. Acudió é te, y cuando ella; d . pués de recordarle sus dolores y u de honra 1 dijo que al fin podfa tomar desquite, él, Gonzalo, le replicó con dni mo: - Tiempo perdido. ¡Lo é todo, y no me importa! Y la pobre Petrilla, fru ·trada su venganza, vencido en - aquella última trinchera u' amor que querfa· ser odio, llora, y cae el telón, concluyendo la comediad~ An.sorena al e m pezar el verdadero drama en que aquella perdiera padre, hogar, honra, amor é' ilusiones. Sencillo y de dudosa m-iginalidad, el ~el'lor An. sorena trata el asunto con discreción y pulcritud. u obra carece d.r beflezas t e atral<:-~ ; pero . está limpia Lu a,r DE A ~M> R urA de disparates. Ni !Autor dei. Pttrillo seduce ni ofende. u lenguaje es correcto, u ipensamiento es sano, no le faltan escenas .bonitas¡ pero no pasa 'de ahí. Un crfHco de ,los que en los entreactos, donde nadie los escucha, anticipan .lo que han de decir en el periódico, donde nadie lo lee, se permitfa atirmar que la obra es sosa. Ni e osa ni € alada. Es ing-enua, simple, gris; pero no le falta el perfume de la corrección ni·el sabor de la deli-
aoo
cadeza. Admitida la ·inverosimilitud inicial de que una guarclesá pueda ser· como Pe trilla, hay que aceptar la obra, aunque solo se la r epresente media dot:e~a de nodhes, No se representará entre aplausos¡ pero tampoco entre bostezos. Después de todo, no creo que se debiera esperar otra cosa de la personalidad literaria de Luis de Ansorena . Como sus versos fáciles y sus cuentos bonitos y su novela reciente Marta Crus, asl es Petrilla. Con ese tempera: mento literario se triunfa en 'las novelas, en el cuento y en · el poemita: en el teatro, donde hay que ahond~r más y ser más vigoroso y tener más brillo, se pasa adelante sin enojos para nadie, y esta fué la suerte del drama de anoche_, ·c uya intérpretación no nos pareció superior ni inferior á la obra misma .
AL~Jt\Nf)HO
AuEJAND~o DuMA.$
29 7ulio 18,2.¡.. 2¡ Xtwttmlre 1.895·
en u obra, muy distinto en su e ·plrilu y en· ·u \'ida, al propio ·mal han s-ucumbido, ·at propio do· lor por la extenuación cerebral, Guy de 1\la,upa ~ant y Aleja nqro Dumas, hijo. En la vejez. éste, t n plena virili· dad aquél. son pos luces que se apagan · ¡mg u tia das por el temor á las tinierlas .. !'<o e un recóndito 'misterio la analo gla entre la obra de Maupassant y la de Dumas. Artistas y pensadores los dos, debajo de las galas del estilo ma.ravilloso, de la 'frase espléndida y justa, hállase la idea con su fuerza y su nervio. Desde el drama más estirado hasta el folleto mis populachéro, en todo lo escrito por Dumas campea un pen -'amiento 'constante.. Desde la no· v~la hecha 'y ~e recha ha ·ta el cuento menudo, no hay pá· · gma de Maupas .ant que se escape al influjo de sus idel¡ls variables. En perfecto t!quilibrio el lilósofo y el poeta, el NÁI;-OGOS
.202 ..
DUMA A
·
autor de Demi- monde y el creador de Bot4le dé Suifserán siempre purlsimos modelos del arte trascendental. ¡Qué distintos; sin e.m bargo, los temp~ramentos de estos dbs muertos ilustres! Dumas, todo eg01smo; Maupassant, todo 'generosidad. Naturaleza árida la del uno; naturaleza despilfarrada la del otro; estas dif~rencias esenciales revé· Janse en la edad en que mueren y en el proceso de ; sus males. Maupassant se siente impntente para · el arte á los treinta afl.os, y pide á la morfina el viático de una enfermiza inspiración. La morfina precipita la derro · ta de aquel alm a en declive, y an· tes de los cuaren· ta años ~aupas- !1 sant se muere de tristeza. ·Apenas comenzado el camino, antes de llegar á su mitad gloriosa, MaupasRtcA noo MonA LES sant se asusta· de Distinguido actor t Noviembre 95· la inutilidad de su vida, y la entrega. Dumas no : el cansancio no lla ma á las puertas de su cerebro sino á los setenta y un años, <tl cabo de medio siglo cobsagrádo á la producción coronada por la gioria. Otro hombre: cualquiera hubiérase conformado con esto que- no es una derrota, sino ocaso natural de toda existencia; mas Alejandro Dumas, que fué en su vida un gran burgués, . regular y metó:lico, tan av_aro de la propia salud como ta· 203
callo del propio bien, cree que es muy pronto para rendire, f e de pera y e muere. Boa obra empezada y sin poible con el u ión mató á .Maupassant en 1892 y mata ahora á Duma ; pero hay una ~ran diferencia: Maupassant murió de dolor, Dumas muere de rabia .
••* Este, él misántropo rabioso, es quizás· uno de los aspec· to más 'curiosos para el estudio en las obras de Alejandro Ouma . ~ fucho se ve en us obras más tendenciosas, pero ~e ve más en sus prólogos celebérrimos y en sus tr(lbajosde combate. Es co a corriente el afirmar que esos prefacios de• Dumas para. su dramas son mejores que los dramas mi mos, y s~ ustedes quieren, Qpinaremos en contra. Dumas, que en drama y novelas es de una claridad asombro-. sa, ·de una sencillez de expresión que persuade infaliblemente á lo más re(ractar;ios, es en los prólogos difuso y . ob curo. Otro dramaturgo · han h cho prdlogos para justi-' ficar alguno personajes y algunas situacione · de us obras tcatrale , ó para a.Uanar al actor la tarea: Alejandro Dumas; no: ha hecho prólogos para insistir de tal modo en sus tesis filo óficas ... que no hay rminera de entenderlas despuls. Tan es esto a í, que algunas veces ha tenido Alejandro bumas que hacer prólogo para us mismos prólogos. A.l publicar en una edición re tringida que titulaba "para comediantesu su drama El hijo 11atural, dió co,n ella un prefacio aclaratorio, del que para tal obra había hecho en la edición completa de Calman Levy. Pues bien; e ta manía de 1os. pr6_logos no la padeció Duma á humo de pajas, puesto que los prólogos le sirvieron para dar á luz sus amarguras contra el público. Sí, este autor mimado.por la fortuna, agasajado á toda hora 'por el ptlblico de toda las naciones que han conocido sus obras, crelase menospreciado y no comprendido. Empei'lábase él en que sólo ·se le viera como grande y excepcional sociólogo, y cada elogi9 al dramaturgo parecíale una injuria al filósofo singularisimo que apreciaba en si mismo. Su ideal 204
AtltJAIIDilO
hui>il'ra ::.1Jo que político y sacerdotes, ·legisladores y tratadista e·prosterna en ante é,ly en él admiraran un espíritu ~uperlor, algo í como un supremo. legislador de la humanidad. Influir en el público, arrastrarlo al aplauso tru mio o, á la admiración cuasi idolátrica ¡que vergüenza! u a piración era.qu·e cada obra suya diera trabajo á las comi ·ione tle Códi o - y á los Parlamentos . De aquí sus ama.r~ura r. u perpetua angustiosa decepción. \ sin · mbar ro, poco · eséritores habrán logrado una tan va ta influencia moral en u contemporáneos. Un ilustre -,a erdot francé predkó magnHicos sermones inspirándo e l:n Les idtes de madame Aubray/ damas insignes lo. tomaron por confe or láico, como desp~és habían de 'tomar ú Bour: et de con ejerQ que les resolviera las cuitas de su e·p{ritu, y lo fo'uetos L' homme femme, Question du dit'orce y Le 'femmes qui vote11l et les femmes qui.tu,ent alcanzaron tirada de treinta y cincuenta mil ejemplares: ~o hace mucho af\o . cuando los tribunales y la opinión de Francia di cutian con gran vehemencia el proceso Dea. con -un márido que ma~a al ama~te de su mujer, -todo el mundo invocó el Tue-la del drama de Dumas. Pero nada de e ·to recompen aba á Dumas de sus dÓlorosas an ia por verse intlu'yeñdo en las leyes de su pais. ~1 dramaturgo aplastaba al sociólogo· y el sociólogo se in· dignaba.
t;,la pn: upación p.>r la tesis á demostrar 'en cada obra, hará mucho daño ante la posteridad al teatro de Dumas. Por mucho talento que demuestre el poeta en El h1jo naturul, en El amigo' de ·las mu.jeres y !'!P tantas otras, cuando pl;l.Sen nuestra costumbres y nuestras preocupadone , esos dramas serán incomprensibles para la ·multitud; únicamente bueno para la lectura de los refinados que se deleitan con la fra e hermosa y-se absortan en et pensa· miento prof1,111do. · No son así L'a dama de las Camelias y Demi-monde, y por ello serán éstas joyas que queden. en el teatro uriiver206
DUMA~
.
FEL!SA LÁZARO
sal. Mozo.y fresco todavía el ingenio abundantísimo del poeta y su habilidad teatral suma, la humanidad que enérgicamente palpita en' amb~ts obras, tendrá siempre un eco en el público de todos los tiempos y de todas las ra2;as. Se perderá en La dama de las camelias la teoría de la redención de la cortesana, com9 se perderá en Demi monde el estudio de una clase; pero Margarita Gautier y L.a baro· nesa D' Ange quedarán como muy eminentes .fi¡!uras de la literatura universal, de igual suerte que su novela L' Affai re Clemenceau, que sólo puede ser comparada con laMadame Bovary, de .Flaubert.
***
~\qutllill>
amarguras de Dumas seftálanse en su carl.cter
y en mil nécdotas de su conturbada vida. Aunque otra
cósase diga ahora del muer~o'; todos decían del vivo que su carácter era irascible, como fundado en satánico orgullo. Conocida es su J.'\1idosa Cl,lestión con el pintor Jacquet. Habíale é te rega,lado un cu adro, y Dumas, que tratán· do e del negocio no entía reparos, lo vendió en muy alto precio. Indignóse Jacquet é hizo una acuar ela titulada El judto de Bagdad. El autor de Demi-monde r econocióse en el judío, y se apresuró á entablar un pieito contra el. artista en nombre de la "inalienable propiedad de la fiso·
DA Ell'Ell_NA CUE,Sll'IÓN
nonúa ~ .
Este autor insigne de magníficos dramas, que al mor1r· para esta vida terrenal y breve nace ·á la vida inmortal de la gloria, ha resuelto con la muerte el drama cruel de su propia existencia, el drama personaUsimo de sus desencanto. , el drama intimo de su hogar harto familia~ádo ¡ay! con el divorcio. Esposo divorciado y padre de l,Ula mujer divorciada, ¿no será la parte más sangrienta de su plosofia la que se lleva á la tumba este bastardo é hijo de bastardo que en SÍ mismo ha padecido lo efímero y quebrádizo de los vínculos legítimos de la f~milia?
ro Dicitmlwt 95·
su casa de campo de Pozuelo viven un-a'n· tiguo militar, más ducho en las batallas de la guerra que en las de la vida, más habi· tuado á las encrucijadas del enemigo en ·el campo que á las de los amigos en sociedad; su esposa María, un tanto novelesca y un mucho ner viosa, y la hija de ambos, Ampa· . ro, chiquilla r ecién salida del cascarón, mi· mada sin tasa por un padre sin recelo ni co· noc~míento de los peligros sociales ni de los misterios del cor azón. Amigo de la casa es Enrique Mendoza, soltero, joven y buen mozo, que .si entró francamente en él corazón del marido, supo dar con el·atajo sombrío del adul· terio para llegar al alma de la esposa y con his veredas plácidas del primer amor para mefer.se en el pecho c-ando· roso de la niña. , Mas ·no corre_spondió el buen Mendoza de igual suerte á los tres, pues si á la amistad del hombre dió en pag_Q una inicuk deslealtad, y al.amor vituperable de la muJer un rápido hastío, al cariflo de la nifl.a respondió su. alma de calavera encallecido con un amor vehemente, honrado, N
C09
14
IL A~O TUt~AL
f
LA E'I'IR!CA CUISTIÓ!C
Jiel v eneco o, \"erdaderamente nuevo en su escepticismo y e~ u o tumbres. ~ • Este tardfo despertar de sus delicadezas es la causa del drama, pues 1endoza.al enterarse de su a~o.r por Ampa· ro y de la cabal correspondencia de ésta, smt1ó escrúpulos ho~do v re olvió desaparecer de la escena, cortando con · . aquel matrimonio toda relación, ya que moral· mente no p<>día establecer con 'él las relaciones filiales que habían de colmar las asp~racio- nes naturales de un ca· rillo honesto. Al despedirse pravo· · ca la desesperación de . la nii!.a que se confía á su padre; éste al en· terarse· se propone re· tener al fugitivo para casarlo con la muchacha, y aquel propósito del padre 1 revelando á María co n la perfidia del amante la rivalidad inconsciente de su pro· pia h i j a, enciende en EuiQu& G u PAR. . ella los ct;los que lo des · cubren todo y plantean la tragedia tremenda de cuatro corazones azotados á un tiempo por el mi mo.furio o ven~ava).
Tal e el as~nto que en boceto nqs ha ofrecido Enl"ique Gaspar, bajo el título Lá eterna · cuesti~n .. Boceto es la obra pero el trazo de las figuras, el dibuJo de los caracte· re e' bastante seguro, y los colores están apuntados harto ju:.tamente para que podamo creerl o· cuadro.completo.. .. .
En ese ambiente de verdad que Gaspar pone en todas sus obras, verdad en los tipos que est4n recortados de nuestra vida, verdad el lenguaje que está reproducido de nuestra .conversación cuotidiana - bien que de una conversación entre gente culta é ingeniosa, como ~1 dramaturgo puede y hasta debe suponer la suya,- los caracteres resul· tan de una pieza y con propia alma, bien definida con admirable po:'rsomilidad. La del ml:\rido engallado, es una de las más hermosa~ figuras del teatro de Gaspar. · Críticos apreciables, se . asombran de que se haya dejado burlar por su mujer y por su a!Dfgo, porque esos críticos no tienen siempre·la bondad de fijarse en lo que dicen: Si se fijaran, recordarían que así, y sólo asf, ·ocurre en todo real adulterio. Si los mari_dos vinieran obligados á enterarse y á enterarse pronto, la socie· dad seria un matadero suelto, y ~l amor adulterino la cosa más breve del mundo . La generalidad de los maridoS no se entera nunca; ninguno se entera á tiempo, pues es de creer que si se enterara no lo consentiría, 'ya que no ha pasado todavía á la categoría de extraord:nario honor el adornarse la frente con regalados cuernos. Menos pudo enterarse el noble militar no educado ni a visado para esas asechanzas de la infamia. No es noble por santo, como el Orozco de Galdós; es noble, porque es hombre sano de espíritu y puro de conciencia. Si esto que en él se advierte desde que aparece y habla hubiera sido tomado en consideración por aquellos críticos, por seguro tengo que no se hubieran asombrado luego de su docilidad al engallo; pero la verdad es que un critico no está obliga- • do á tantas consideraciones il)dignas de preocuparte en su alto sacerdoc~o. · Igualmente reales é igualmente sóltdas son las figuras del amante, de la mujer y de la nilla , y yo no sé por qué ha de creerse inverosímil la situación que se establece entre estos tres personajes. Si no es raro, porque todos cono~e · . mos ca!¡OS semejantes, ¿cómo ha de ser inverosímn? Tan no es inve~osfmil, que lo inverosímil seria precisam~nte lo contrario. El hombre que sostiene relaciones adulterinas . con una mujer y que aliado de esta ve siempre una inma-
210
au
*••
..
en
Eโ ข~renrido en la Comedia,e. ?4
MA'NUEl.
ROSA
oยกoN
( Sr.
!tOSA
(Ro}u)
!IA~ lllt
(SI", ThulUU)
FltAft CISCO
(Sr, Martlnu)
PEPITO ~lario )
o1e Diciembre
AMALI A
LA ,lo. TER!fA CUESTt ÓI'I
CL A O T&loTilAL
l·ulada doncel L.'\, ¿e!> extraf1o que perciba el contraste tre· m~rido entre la madre, toda dtslealtad , y la hija , toda pureza? Y percibido el contra te, en toda su trascendencia mor 1, ¿e extraf1o que ~ la hora segura del hastío por el amor carn 1 torpemente gozado, siéntase la nostalgia del a mor hon to bu cado en·vano? Esa. tendencia ingénita á la sencillez primitiva que tanto más viva se. siente .cuanto mayor refinamiento se alcanza, ¿por qué no ha de rn anifest:.rse en el amor, como ·e manifie ta, por ejemplo, en·el estómago que harto de cocinas fuertes y especiadas busca el manjar simple y ano? Si nunca se de ea tanto la liber tad, como en la prisión, ·¿ porqué el corazón prisionero de un a mor que necesita e. conder e, no ha de sentir ansias por la.lÍbertad de un ·amor que cara al sol pueda abrirse? Si el mismo cansancio mater~al que inme4iatamente sigue al placer , ·e o que pudiéramo. llamar melancólico crepúsculo· de los entido , predispone á cierta beatitud, á una. delicada infinita ternura que todo h mo sentido, ¿por qué no suponer al Mendoza del dnima dé Ga par vislumbrando en·la tormenta del amor incon!e abk, el . cielo sereno del amor legitimo; en el cansancio sin reposo del placer adulterino, la dulce y tranquila fatig'!- del placer santificado? En el lecho robado, del que hay que huir apenas e Üega, ¿cómo no pen ar en el propio? Puc por este natural e tado del ánimo de Mendoza, ex·plíca e su nmor á mparo, y por una instintiva re pu ~a n cia que todo esp!ritu no encanallado iente del incesto, explicase que refléxione , y huya -de la ma~re á quien ya no ama y de la hija en quien ya adora. Por esto es admirable el tercer acto del drama, no sólo la escena que unánilJles han elogiado los críticos y el público, sino todas la del· acto. Terminado· el segundo con una escena entre el padre y la nil'la, que es un idilio de todas las ternuras, aquel tercer acto de vibrante é Intensa fibra dramática e~ una elegía que llora y que saDgr a, de todas las pasiones ho tig'adas por'terrible fatalidad. Fatalidad implacable para todos: para el amante á quien , arrebata en uh momento el cuerpo que acarició y el alma que codicia; para·la mujer á quien de una \'ez despoja del 214
hombre que la enloqu~¡:ce, del carifio filial que la desdefla, del honor que se énloda y del marido que le vuelve la espalda; para el esposo que pierde en un solo naufragio la fe ' en la amistad, el nombre sin mancha, la confianza en la mujer y la alegria de la hija; y para la pobre nitla inocente que con la culpa de los demás se entera de la baja condición del amado, del pecado imperdonable de su madre, del infierno en que su padre se·consume, de su propia desdicha sin horizontes de esperanza .
Este es el pensamiento de Gaspar, la solución más cruel, pero más humana que en el a rte ha aléanzadq_ la eterna cuestión del· adulterio . El pecado castigado con el pecado mismo, con su propio drama qu~ sólo puede terminar la muerte. La falta purgada en sus propias dolorosas COI.J-Secuencias. La deslealtad de la mujer castiga~a con las an· g ustias de la madre; el juez y el r eo es ·un mismo cuerpo; la cadena no puesta al pie, sino incrustada en el coraz~n ; el estigma no en la fr ente, sino e n 1~ pro?ia alm as~ ~rru gas que lo encubran con los afios, sm afe1tes que lo dlstmulen con la hfpocresfa. · . Un dra ma que tiene por dentr o todo esto y mucho más · que aquí no cabe, y que por fuer a es la obra correcta de admirable ar tista, ¿n.o es dra ma digno de mejor suerte ~ue la que le deparar an un público ·ineducado y una crítica impresionable .
VOLUI<T.lD
VonUNfllAD
30 Didemlw~
95·
-¿Qué tal el estreno de Galdós? ...:.__ mi me gusta. -Pero la o\;>ra ¿es buena? -A mi me gusta. -Pero ¿el público ... ? - . mi me gusta Val unt ad. Y como en el cuento de la buena pipa . es posible que no acabára mos nunca, pues no me atre \'O á definir si aquello ·fué" éxito 6 fracaso, ni aventuro opinión sobre la que el público forma . Aquello fué algo raro, un pú. bUco extraño y un éxito a normal. Se oyeron aplau os harto ruido os para que. se puedan cargar en la cuenta á la ami tad, pues no es presumible que hombre tan uraño como el Sr. Péréz Galdós tenga tantos y tan bien dispuestos amigos. Se oyeron siseos, que á veces e producían con la impertinencia de una conjura, y que á v ces parecían sincera expresión de un sentimiento espontáneo. Anustad llamada en atUilio y hostilidad dispuest~ á la emboscada, 6 legitimo agrado y espontáneo disgusto, creo de todas maneras que el .aplauso (ué prudente, sin provocación nijactancia, y que la protesta fué indiscreta, irrespetuosa, coli ~ de la satisfacción del enemigo, que de sue
aquella cortésia que siempre se debe al talento, aun en su~ yerros. . Esto aparte de que yo no creo yerro, sino acierto dicho· sisimo la: Voluntad de Galdós, y me parece que los censo· res de anoche hubieran expresado mejor el estado de su ánimo diciendo que no lo entendían, que dando indiscreta salida á sus irreflexivas censuras. Ese es el defecto que yo veo en Voluntad , como lo veo en las anteriores obras dramáticas del autor de Lo prohibido; su teatro no es para to· do el mundo. Labor · profunda de refinado, intelec · tual más que imaginativa, con gran b e lleza en las ideas, con g ran sencillez en la for ma , simbolista á su modo y trascendentalásumanera, ni el menestral honrado del paraíso, ni la marilinda h as ti a d a del p a l c o , ni el EMILIO MARIO' HIJ O burgués con puño Autor de El Lilwe cambi o , de oro de la butaestán hechos par a entenderla ni, por consiguiente, para gustarla . La comedia nos ofrece, más que aventuras conmo vedor as, estados interesantes de alma ; más que las peripecias de una novela, nos da el autor la evolución de dos espiritu's. Hay una tienda en bancarrota y un amor en quiebra que el,desen\ace reduce á' suspensión pasajera de pagos; · pero la historia de aquellas a venturas comerciales ~y de
ca '
Si17
r .
quella d \'entura amoro a no pasa de ser el fondo del uadro, ·en 1 cual la fi¡.rura culm inantes son lo esencial. · Y e ta figura . la de Isidora y la de Alejandrn, son dos hermo o y muy. e bale estudio ' Puede r esistirse á ellos !a muchedumbre bull:mgueni: qu1e n medite y se fij e, debe rendir~e á u bella y .ju ·tfsima rea lid ad. Cierto e , por de ·•rracia social, que abundan más los Ale· jandro que la 1 idora ; pero é tas · no soñ una invenCión del po.eta. Le habrá ai'la<Ydo e l pensador perfecciones que uefta y de ea para la realida d de la vida ; pero no son in· vero imiles esa. perfecciones ni se escapan del marco en que las ha pue to el dramaturgo. En e a dos privilegiada fig uras teatrales pone Gatdós el dr~ma contemporáneo por esencia', el dra ma terrible de la voluntad. Voluntades á obscuras ó voluntades sin ener· gfa 6 volu.ntade e clavas de · c.onvencionalismos y conveniencia , la sociedad contemporánea compónese <;le gentes que no saben, de gentes que no pueden y de gentes que no deben querer. · En -todos los órdenes de la vida en . ' la costumbres, en el arte, en el tra to de gentes, en la po· lítica, en todo, ¿dónde está el nervio de la voluntad? ¿Dónde e advierte .e l propó ito grande, clar amente visto y hon· damente querido? Aquellos mismos casos de ·hombres que pasan por tener una voluntad, por ·ser un "carácter", ¿no on más bien voluntariosos que no saben lo que quieren y que sólo van á la imposición violenta de sus mal dis· cernidos ·caprichos? Asf como nuestr os. reflexivos de· hoy no reflexionan para ver todas las fases de una idea 6 de un propó ito, in o para convencerse á SÍ propiOS de que lo que ello di curren es lo mejor y lo dnico, de igual suerte nues· tros enérgicos sólo e valen de la ener gía como instru· mento del orgullo, ·como ar ma y vehículo de una soberbia in ba e. Y e t¡¡s on las excepciones co'rita~as de aquellas per onas, políticos 6 artistas, en quienes la gente seflala "un hombre". La generalidad compónese de débiles, de r eblandecidos cerebrales .y de blando& de corazón, almas sin luz y sin n.orte y in fuerza. Esto e lo .que aparece en la comedia de Galdós. Los pa· dre de Isidora son débiles que deja.n per ecer la casa y que 216
mal crían á lvs hijos.. El padre de Alejandro fué un degene· rado arrastrado por la fatalidad, negación categórica de la voluntad, al suicidio. Isidora misma, que pasa por ser la pf'rsonificaciÓn de ·¡a voluntad, dejóla que fJ.aq u ea se en el trance de prueba, y se fugó con Alejan· dro. Por esto el comienzo de la come· dia esdedoloroso pe· simismo. El fracaso de lsidora puede signilicar que la volun· ta.d es imposible, pues basta las que parecen mejor templadas sucumben · á una ú otra sugestión. Claros indicios de esta tendencia ne:;;ati va del poeta se nos ofrecen ta mbién en el segundo a cto ; pe· r o ya ·en el tercero, a l concluir la comedia, el se ntido de Galdós es una afir. mación co ·robora nte: la vo lunt a d ' lo pu ede todo, de ta l . s uerte que aun su misma flaqu eza por Alej a ndro s irv e á J. UCR~ C! A 1\ R~ ' A lsidora par a salvarlo def suicidio, t:ier en· d~ mora l de que se aga rra m el trance de pe rder la he· 'r encia material en la quiebra de su administrador . · El. pensamiento, como se ve, es hondo y de legitima' y esc rupulosa mora lidad. Pensamiento do:-n in :l nte en las ideas de Gald6s, en esa filosofia suya que es la ·más con·
,.
...
E1ctnas d• U CAIITIIIA, de Melit6n C:ont.ále-z.
3 ... :.,. ..,.
FABIA NA
(La sberas)
CARRER O
(Ruhl o
AGUSTIIIA ·
(fino)
&To: B-A UTlST A
!fASTASIA
OtlUBIA
(Nortes)
tVah·erde)
(Roc!rfgue~
l:A CAIITIIIA.-So.iu~ te estrenado en Lara el 17 d" Encr->.
STO.. BAUTISTA
COR~ETA
(Valle\
ORv81A
JiASTASIA
CA Ril.lR)
VOU!IITAO
Kl. A~O TSATII.AL
·reta y lumin sa, aca o· la lloica bien d~finida, en la litera t\lra e paflola contemporánea, no es e.xtrado que él informe, en lo más íntimo, la mayorta de sus obras teatrales. En Realidad, en La lo_ca de la casa y en Los condenados, hay ot~os tanto drama de la voluntad, pero disimulada ésta baJO otra causa o a ionales del conflicto : en Voluntad, como lo dice el título, ella lo es todo. Acaso por esto es más filo fica.que ~as otra , menos asequible para el yulgo, ara a masa OCia! que es, sin embargo, admirablemente retratada, el medio en que Pérez Galdós ensaya su idea.
V BúA'y
'y
V OúlJN111AD
. La frácasada -comedia de Cano- Velay- y la comedia iliscutida de _Galdó - Volzmtad-,-no guardan entre sf otra rela~ión ni tienen otro derecho para venir juntas A una . cróruca que el haber sido e trenadas durante la misma semana. parte esto, ¡,¡ca o po pueda sof'larse contraste más .tla!.("rante de procedimiento teatrales que el que se ofrece entre esa do obras. · Ve/ay es Pna comedia que se pretendió dar como de complidda acción: l'oluntad es comedia de acción. sencilllsim.t. Pérez Galdó ha hecho en u obra-estudio profundo de alma , exposición sólida de caracteres: en la comedia de L ·opoldo Cano no hay ni un solo carácter no tiene alma riin uno de sus personajes, El lenguaje de 'voluntad es de encantadora .sencillez, prosa exquisita y fi.Úfda: el lenguaje de Vel_ay es de empalago a falsedad, versificación retorcida y v1olenta. Todo es superficial y efímero en la comedia del autor de l.a Pasio1la,ia, los monigotes que se ofrecen co~o p rsonajes, el pensamiento anémico, las imágenes de hOJarasca, la gracia que es de burda caricatura: en la co media del autor de Realidad todo es trascendental y profundo, lo~ persp_najes que son símbolos, el pensamiento que e~ varoml, las Imágenes c¡ue Son robustas, la gracia que v1bra. . . Acaso en esta misma disparidad substancial de las dos obra. , entre la's cuales no hay de semejante más que la :aa~
letra inicial de sus títulos,· está la razón del fr.acaso completo de la una y dél discutido aplauso de la otra. Viene de Leopoldo Cano demasiado tarde : la de Pérez GaldÓs viene demasia do prontó. Velay, tal vez hubiera tt iunfado hace diez ai'los: el triunfo de Voluntad, dentro de dos lustro~), hubiera sido ruidoso y completo. El pllblico candoroso de EguHa~ acaso hubiera tomado muy á gusto Velay: el público que la posteridad reserve, público intelectualista y culto, á Ibsen, á Meterlinck, á Sudermann, acaso se hubiera entusiasmado con Voluntad. Dicho se está en ello que Gald.ós lleva á Cano una gran . ,-entaja. Velay puede perder .toda esperanza, porque su único pdblico está enterrado. Voluntad puede esperarlo todo; porque su público es el del porvenir, el de mai'lana quizás. Deseemos, pues, á Velay el olvido eterno para su derrota, y ·saludemos en Voluntad al futuro venceder.
la
:.
~· ~
..
LA MTJJIR DE LOTK
a~acrónica y, por tal, inadmisible en las del espíritu contemporáneo. Procuraré de _iar C!l claro mi pensamiento ; pero antes, como no todos los lectores de está crónica conocerán el drama, bueno es expon~r su asunto.
tesis romántica, preocup~ciones
ÚA MUJE~ DE
•
**
DoiFH
equivocas, le.c tor. No será esto· un sermón, á pesar de encabezarlo con tal epi· grafe .. Ni siquiera trato de sermonear á mi ilustre amigo el maestro de castellano D. Eugenio Sellés, cuyo \Utimo drama, estrenado, el 24 de Enero en el teatro Espai\ol· me parece una verdadera des.______ arada para el autor y para cuantos en él admiramos uno de lo mejores talentos de Espafla. Sermón y muy á 'pero merecen aquellos errores, pero no soy quién para pronunciarlo, ni aun con el carácter de afectuosa plá· tica, ni hace falta. el st:rmón después de la frialdad del pú· blico en el estreno y de la prensil al día siguiente. Debajo del titulo La mujer de Loth, anterior quizás en la mente de Sellés á la obra misma, creo que vió el poeta un gran drama; pero no lo ha· hecho. Uno y muchos dra· mas portentosos pu-eden salir de la bíblica enset\anza. En los amores de!'P~dro y de la Isabel, de Sellés, h¡ty seguramente uno de esos buenos poemas escénicos; pero no ha dado con él el autor de .E l nudo, gordia.,o. A mi jui~io, este fracaso depende á la vez de dos circunstancias: la de no haber explicado estrictamente el pasaje bfbllco, y la de haber querido demostrar demasiado una
Es el general H. un purísimo aristócrata enamorado de su aboiengo y de su clase, celoso de sus prestigios y de su autoridad sobre la familia, y e1 público traba relaciones· con él en el momento de haberse terminado un pleito secu- · lar entre la:> dos ramas de aquella noble estirpe, sobre po· sesión de algunos trofeos y armas tradicionales en la casa. La reconciliación va á consolidarse mediante matrimonio dt: Jaime é Isabel, representantes de una y otra rama hasta t:ntonces en pugna. Para ello hay una pequefia dificultad. Isabel y Jaime qo sólo no se aman, sino que han puesto ya en otra parte sus amores . Isabel a ma á su profesor de dibujo, Pedro, un pintor joven y audaz, con el cual está en correspondencia, que cambian en la boca de una de las armaduras nobiliarias. Jaime ama á Ascensión, profesora de inglés de la chica, hermosa mulata cubana educada en los Estados Unidos, la cual corresponde vehementemente á la pasión del aristócrata. · De ambos amores vence, en un supremo esfuerzo de la autoridad paternal, el recuerdo de lo que se debe a1 decoro de los propios pergaminos, é Isabel cede en cuanto se le hi!-bla de la noble herencia solariega que hay que perpe- . tuar, como cede Jaime cuando se re dice que va á manchar aquella prosapia ilustre, no ya con la sangre de -un;t mulata hija y nieta de esclavas, sino con la sangre de una mu1&-ta habida de bastardos amores. · Cásanse los primos, se van al tour de noces habitual , y al 'vol ver y r eunirse á sus padres que los esperan en un . balneario, quiere la casualidad que en el propio balneario' estén Pedro y Ascensión. ·Aquél solicita á Isabel, Jaime so liCita á la mulata. Solicitudes en vano, porque si el pdblico
2fH.
1186
\
Rupitie•uque uxo.- tjtts post zt, t•trsa. E
'
tJI ;,..
statuam sali.s.
l6
LA MU)IR DI: LOTR
amor no han decafd(), ve que tampoco ha decaído en ninguna de la olicit.adas el sentimiento del propio decoro, y el drama acaB'aria sin desenlace si la in· di reción 4e aqu~llo enamorados, que para reilir 5US ba· talla toman por campo la sala ·de un balneario, abierta á la curio !dad de los bai\i tas,· no diera pretexto á la mur· muración y al sacrificio. En efecto. ·Pedro, en escena con Isabel, invftal~ á se· guii-lo, con tal vehemencia, que le besa la manos, y los orpr n,den. Por una erie de casualidades, tan extraf\as un como otras, los maliciosos se figuran que la acari· ciada es Ascensión ; Jaime lo oye y lo cree, y llega rabioso de celo é in ulta c'ruelmente á la institutriz. E n esta tristé labor le ayuda el general que acude:.. Aseen ión ni ega; pero no delata á la verdadera culpable, si culpa hubo en .aquellas caricias·apena consentida ... La injuria arrecia ta~to, que parece que va :1 ceder la injuriada: pero al fin triunfa de la lícita venganza la natural bondad, y si Jaime no la quitara brutalmente de delante de la puer~a tras de la cual ampara á la e posa culpada, no se descubiirla la verdad ni el sublime sactificio de la desdeflada Ascensión. •.o e tá claro el' final, ó no lo percibimos nosotros claramente ; ma nos parece que·el (mico desenlace .es que Jai· me encuentra muerta á su er,posa, y qt1e cae el telón, dema· siado rápidamente para lo que deseaba la curiosidad del _público, dema iado ientamente para lo que necesitaban los prestigio del autor.
·.
f
*** Sah•o las e cenas del primer acto entre el general y sus nietecillos, en las que hay un trozo de prosa magistral, mo· vimiento y no\·edad e cénicas, inspiració'ri, en suma, todo en la obra me páreció defectuoso. . • No hay caracteres en el drama, porque sus personaje::. on el fruto dt: un ·romanticismo ip.comprensible para nasotro . Aristpcratas y plebeyos, blancos y mulatos revelan un absoluto desconocimiento de la realidad, descoyuntada por el afán de dej:tr en pie no sabemos qué tesis trascen· •
~6
'
dente. Aquel general es un viejo chocho por sus pergami• nos; J~imc, un pifio· tonto que sólo desiste de casarse con un;l mulata cuan<m sabe que es hija natural, como si fuera cosa corrie~fe que los mulatos sean hijos legítimos; y As· censión, una "mula· tica parejera~ , como dirían en su tierra, incompre~sible como su madre para cuantos conozcan lo que fué la esclavitud de los negros. ,:..a forma, aquellas frases brillantes de que se agarraron á la hora de la derrota los leales, no es admisible en el teatro contemporáneo. Se· rá bonito por fuera; pero es falso é into· lera ble. Aquellas · sartas de compara· dones, unas manoseadas, otrasinexac· tas, que no afladen plasticidad alguna al concepto, son enojo· sas y contraprodu· . centes, pues tienen en perpetua distrae· ción del espíritu de la obra á los espectadores. toJ'!'lo drama de pasión, pues, no podía triunfar La mu· ]er de Loth, porque nadie puede conmoverse con pasiones mventadas de maniqufes, y tampoco podía triunfar'col'no drama de tesis. · 't.a tesis, la idea de Sellés que debe el públke deducir 227
LA MUJ &H. D E LOT H
·.
e , "Ún pal br a de un critico oficioso, ya que oficial· mente no e. no ha dado, lo iguiente: -lio determin~is en absoluw vuestra vida por el im· pul o del pasado. Cada cual es y debe ser hij o de sus pro· pia obras. Lo que aplicado al caso de la de Sellés se puede inter· pretar en e ta forma. El aristrócata D. J aime debió casarse con la mulata,.y la noble n.~ Isabel debjó casarse con Pe· dro. Para mejor afirmarno en que tal es el pensamiento - de llés~· aquf está la in~rpretacíón que le dá un distin· guidf imo croni ta de Madrid, acaso el único en cuya re · vista tod~ e encomiástico para L a muj.er de Loth: Somos lo que somos, no lo que ftte ron nuestros gel:!era· dores; mteslro yo, por sJ lo es, no por lo que adherente y por ft4era hayatl podido su perpotzerle g eneraciones de escogidos; el origen no e nada, el pasado-no pesa; los antecedente ._puramente en lo qite toca al ente moralno hacen, ni afirman, tti mejoran, ni empeoran¡ el bueno , lo es por st, no por re peto_s á la bondad heredada ó escrita en el historial de su ascendencia, ni el m alo se hace por las mismas causas . El agua que form a el lodo, agua pura es y fácilmente se mttestra cuando el sedimento baja · al fo11do. ¡Qut! hermo~a verdad y con qu.t! soberbia energla se afirma en La mujer de Lothl ·
••• Pues eso no es el sentido bfblico de la aven,tura·de Loth ni puede er admitido en nuestro tiempo. La interpretación que le da Sellés me parece tan abusiva, como la que le ha dado la musa burlesca al no ver en el castigo providencial que una pena ·impuE-sta á la curiosidad ·femeni1. Tan fuera de la recta intención del texto sagrado, .me parece el decir que se castigó en hi. mu · jer de Loth su último saludo á lo pasado, como el decir que se castigó su curio idad por ei extraordinar;o espec· táculo de una· lluvia de azufre y fuego . San Lúcas, q~e es seguramente el mejor y más autori·
más
lalil8
zado intérprete del pásaje bfblico dice (cap. !XVII), según la traducción del padre Scio: "Etí aquella el .que estuviere en el tejado y tuviere sus alhajas de11:tro de la casa no descenderá á tomarlas, y el ql'e en el &ampo, asimismo no torne atrás. · Acorddos de la mujer de Loth. Todo aquel que procure sal,var su vida la perderá, y quien la perdiere la vivijicard." El mismo padre Scio lo aclara, si aclaración necesitase, en estos términos: , • La pena que sentta la mujer de Loth aejando sus bienes, la hiso volver la cabesa para ver lo que pasaba, con· tra la orden de Dios." · San Agustín, al tratar el asunto, dice que la sal es sím· bolo de la sabiduría, y cuando el Señor· encarga á sus discípulos que se acuerden de esta mujer convertida en sal, les advierte que sean sabios y escarmienten en su cabeza, no mirando jamás hacia atrás como si conservasen qún algún gUASto de los bienes que han dejado . ' Creo que de estos irrebatibles textos se intlere, que Dios castigó, no la mirada hacia lo pasado , sino el apego álos bienes terrenos perdidos. Es decir, que el consejo, la máxima de conducta que se deduce, no es ese menosprecio para nuestro pasado, par a los deberes á nuestra ascen<:Ien· cia, para los vfnculos con nuestros g eneradores, sino para el bien material que se deja á la espalda, ó sea el despren· dimiento de los munda nos placer es y riquezas. ¿Ni cómo podfa a(;onsejar Dios lo que Sellés aconseja, si el influjo de la tradición espiritual, la fuer za de la herencia religiosa es uno de los grandes y esenciales factores del cristianis111o~ · ~Qué es la fe, sino una· herencia sagrad~? Y si es una herejía relfg iosa el pretender que rifta moll con nuestro pasado, sea este como sea, es también· una he· rejfa cientflica, imperdonable en hombre como el seftor Se'llés tan al cabo de todos los movimientos del espíritu. 'Sobré el entendimiento, sobr e la voluntad y sobre el cuer.· po, lo pasado es de pesadumbre inevitable. P esa en Io que· discurrimos, y es un influjo intelectual; pesa en lo que ha· ccmos, y es un influjo ético ; pesa en lo que somos, y es un SillaS
. LA MUJIR DE LOTH
IL ANO TUTilAL
influjo fisico e heredañ las ideas, se heredan las vtrtudes se h redan lo vicios, lo mi mo que se heredan los humo~ res: ¡Pue no faltaba más ino q'ile no pudiera el alma transmitir al o de lla {Tlisma con el epitizoario misterioso que ignifica la generación! · Claro está que no e· lo pasado ni puede ser la \1nica fuerza; claro e tá que i lo pasado pesa, lo porvenir atrae; claro e tá que el medio modifica lo pasado, que la educa· c~ón ate~úa u i~ftujo; clru:o está que existe la degenera·¡ón, la ,m etamorfo is incesante; pero si la permanencia de lo pa ado no fuera una verdad, ¿podría serlo la degeneración? i no e transmitiera alrro, ¿qué es lo que habrla de degenerar? Cier~o es que ha habido revoluciones políticas c~n eco formidable en las literaturas que han pretendido romper c. a .. relaciones de lo pres~nte con lo pasado; pero ello no ha . tdo má que un sarampion benigno, uno de tantos·, y me. parece que no está ya el Sr. Sellés en edad de súfrir el ara m pión. Aquella revoluciones políticas han · servido · pa~a ?ejar ·en la conciencia general y en algunas le~ es el pnnc!?io moral de la rehábilitacíón·posible. No pesan sobre 1 : hiJO las culpa:s de los padres; no es el derecho div-ino ra.:tor .en la suerte ni en la constitución de los pueblos; pero m se producen todavia hombres por generación es· pontánea, ni los pueblo viven á espaldas de lo que fueron, .con u derechos y su. compromisos históricos. F.n el mismo drama de· ellé no era menester sacar·de quicio la en eñanza bíblica par~ decir q~e el aristócrata bh~nco e p~edc ca ar con la mulata bastarda, y que la ara ·tócrata nca e puede unir al plebeyo pobre. Hubiérase podido invocar á Loth i l abel, por ejemplo, retrocediera en o;u amor á Pedro,.para mirar al pásado y sentirse atraf· da por las rique~a y por lo honores de ra: casa nobiliaria qut' podría perder; pero no se puede invocar porque desista de aquella boda ante el consejo de su padre, impuesto en nombn~ de lo que á eUa mi ma se ha enseflado que es una nece td;ld Jel decoro de la familia. Dejemos·. wes, en u salada e cultura á la pobre mujer de Loth' no di!!amo enormidades ~omo esa de que ~ el 230
pasado no pesa, los antecedentes no hacen, ni afirman, ni mejoran, ni empeoran", y volvamos al drama.
• ** 1
No hay el drama que anunciaba el dtulQ, ni hay tampo· co uno de tantos dramas sobre el manoseado conflicto entre la autoridad paterna y el amor sexual. Por ·parte de Isabel no hay conflicto, pues inmediatamente cede á las ad· vertencias de su madre y rompe con Pedro, sin' abrigar siquiera, según se ve luego, la mala in· tención de dar al amado en el adulterio lo que no puedo darle en el matrimonio. Tan es esto asf, que si Jaime no hubiera estado enamora· do de Ascensión, ha· brfa sido feliz la aristo· crática pareja, pues cuando después de casada la encontramos, no. ·e s el .amor de P edro lo que la atrae, Sino el D. EDUARD O HIDALGO 'desamor de Jaim e lQ Popular editor de obras teatrales, fallec1do que la empuja. en Madrid el 7 de Marzo de 1896 Tampoco hay este drama, por tal conflicto, en l9 que se refiere á Jaime, pues éste no cede tanto al consejo paterno, cuanto al hecho que su padre le expone de que Ascensión es hija natural de una ~sclava y su amo. Podía haber este otro drama .cuyo pensamiento fuese la rehabilitación de la bastarda; mas también de este drama huye el Sr. Sellés, pues Jaime, el 231.
único que podría ·o tener la rehabilitación, tiénela desde el primer momento por co a imposible. . Lo amores de esta pareja podrían haber servido para otro drama, para el drama de razas en un gra do más ele,·ado r por un aspe_c to ociál .más hondo que la celebérrima novela La cabaña de Tom;· pero ta mbién éste se escapa á la mu a de Sellé , \-'acilante y te merosa por la influencia del error inicial. E decir, que teniendo en La mujer de Loth ei germen d cu tro dratna , el qué propiamente caía bajo aquel títu· lo, ef'del conflicto entre el respeto filial j el amor, el de la rehabilitación de la ba tarda y el de la equiparación de las razas; mediante la cultura del tiempo y de la edu¡;ación; el r. ell~ lo ha atropellado todos .r·no ha hecho ninguno. Todo es alU confuso, laberíntico, desde los personajes hasta la palabras, r por esto .no hay interés, pasión ni finalidad po ible, in que pueda salvarse de toda la obra más que, en el fondo, la figura de Ascensión, y en la forma, las ascenas del primer actq, entre el general y sus n.ietos. Sobre. la misma figura de Aseen ión hay mucho que decir, no poco que censurar. No es criatura que puede tratar la musa romántica que á ellés ha inspirado La mujer de Loth, ni es asuntQ que. encuentre muy propicio al público en esto momento en que, con ocasión de la g uerra de Cuba, e habla de los mulato de Maceo como de horda salvajes, de imposible ciYilización y cul ivo.
DoÑA PEJ.lFEGrJlA
·.·,·_ !
:~lf
E,.ere 96.
triuW'u de anoche, ruidoso y sin discrepancias, co mpensa segurament~ al sel'ior · ... . . Pérez Galdós de pasados y recientes sin.' : . . -·. sabores. Decíase que á Galdós estorbaba en el teatro su cualidad predominante de novelista, y el triunfo de anoche lo debe á una de sus novelas trasplantadas al téatro. Decíase que á Galdós perjudicaba el ..... ... . .- exceso de ideas, la abundancia intelec, ·~· .tual de sus dra mas, y en ese terreno de las ideas, y de ideas de anacrónicas luchas religiosas, ha logrado su gran vic-· toria de Doiia Perfecta . El dramaturgo dominador del arte escénico, dueflo de ·esa fuerza misteriosa que conmueve y arrastra la muchedumbre heterogénea del público teatral , .destácase con ing ul ar relieve en ese notabl e drama, vihrante y luminoso, palpitante de humanidad, magnífico y completo, si no le estorbara en alg unas escenas 'de masiado largas una ins~tencia harto pen0sa .en temas que , por ha her;i,e salido ya de las preocupaciones ambientes, no pueden producir muy honda emoción. ' No es menester relatar el asunto del drama, que e. ~xa,c tamente el mismo-salvo el epilogo- de la novela con que ÍTaldós inaugurase su colección de Novelas cqnlemporáneas. Publicada en plena excitación carlista, la historia L
·~~'·· .~ '
-
(
¿
~e
DOAA PERFSCT~
Jl\.~fo
.fL
;,.
~c.to
l JoxLiO
d~ aquella familia y de aquella. ciud.ad de Or~ajosa en qu~ !>e rirle, al par de la lucha fratricida entre distintos se.ntlmiento religiosos, la lucha terrible contra un purfs1mo amor ensangrentado, es bastante conocida para que necesitemos te ucitarla. Tanto ha entrado aquella novela .en el e píritu de las gentes, que ella se confunde con la verd~de ra historia, su argumento con un episodio real cualquiera de l:l guerra y la ciudad de Orbajosa con cualquiera de las ciudade del Norte que mayores alientos prestaron á la memorable contienda. . Dot'la Perfecta, enc~rnación del fanatismo religioso en e trecho e pfiitu de mujer¡ Rosario, la niña ingen_ua, torpe v brutalmente sacrificada al histerismo tradicionalista de -u madre; Pepe Rey, el héroe ~or fuerza y víctima. propi- . cíatoria en una lucha que no quisiera compartir por 1deales en cuya en~mi a irreconciliable no ere~¡ D. Ino.ce~cio, el cura solapado y politicón¡ Maria Remed1os y Jacmtlto, dos
pescadores de gangas en esas re\·ueltas religiosas¡ Caba · llucn , el cabecilla clásico con noblezas de caballero en apariencias y modales de facineroso, aquellos tipos admi rables que qacen de Doña Perfecta la mejor novela que en Espafla se ha escrito sobr e aquel tema, de una realidad si niestra, mejor que la De tal palo tal astilla, de Pereda, y mejor, más humana que otras del mismo Galdós'sobre el misnw asunto, reaparecen en el drama con la propia ver< d::td, realzada por el plasticis mo de la escena que concreta el dibujo, compone el c uadro y define los colores como no puede hacerlo la musa analftica y dif)lsa del novelador.
234
2.30
.
**• El primer acto, demasiado largo y de acciqn Jenta como es el acto primero de todos los dramas -de GaldQs, tiene g rande bellezas¡ pero de entre todas sobresalen una ~er-
DO~A l'Jtlli'IICT A
f
mosa e cena de amor y la escena .final, en la cual eslán por entero la e, po ición y todo el dram~ queldt4o de Pepe Rey y Rosario quedará como una de las mejores mue tra de la observación y del estilo de Gal· dós, y Thuiller y Nieve~ Suárez lo interpretaron con encantadora natpralidad. Es un idilio candoroso y suave, el primero de un amor que no puede presentir los grandes. . . . dolore que la fatalidad le reserva. ·La e cena final de este acto, cuando P.epe Rey, acosado por su tia, la trágka dofla Perfecta, y por todos sus cortesano , dt- de el canónigo refinado hasta el rústico Caballuco,. acorralado por aquellas gentes que, á las vueltas de . grandes po.nderaciones de su talento y de sus pre¿tigios científicos, quier~n com·encerlo de incredulidad y ateísmo: tímidamente defendido por la nifla, á quien su amor dice que el·mucliacho no es nada de aquello que se le imputa; cuando Pepe Rey, digo, en esta situación lanza á los hijós· de Orbajo a la rabia que ya no pudo sostener, el público comprende la· profundidad y la sangrienta trascendencia del drama que, lat~nte desd_e que el ingeniero llegó á la ciudad, plantéase entonces con tendencia inevitable á la ~tástrofe. · El egundo acto, el mejor de la obra y acaso el mejor de Galdós, tiene tres escenas magistrales. Es una, el di¡1 · logo entre Pepe Rey y D. Juan Tafetán-admirablemente interpretado por Balaguer-en la cual, á la vez que se traza la intriga amoro a, alrededor de la que se desarrolla el drama de las idea , se <;ompleta la fisonomía de dofl a Pt-rfecta con ra gos que pintan su infiujo político en Orbajosa y cómo lo ejerce. Es otra, un segundo dúo entre los ámantes, cuando ya corren el .temporal que les amenaza con próximo na'ufra:gio; idilio triste llbora, desgarrado por la lucha, y en el cual se mezclan dichosamente á los apól' · trofes enérgico de él, las oraciones fervorosas de ella, y que vaJió un nuevo triunfo legítimo á la Suárez y á Thui· ller. · Interrumpe el diálogo la presencia de dofla Perfecta, y' aquello que e un cuadro de honda emoción artistica es lo mejor de la obra . Dofla Perfecta, sombria como su traje
negro, con relámpagos de ira en los ojos y contracciones de soberano despecho en la boca, baja por la escalera que acaba en la escena; hace retirar á su hija, y encarándose , con el sobrino, entáblase entre ellos tremendo diálogo-que alcanza los tonos de la rifla, hasta q~e suena en la calle el clarín de las tropas que entran en Orbajosa y de las cuales, como amparadoras de la ley~ espera el infeliz amante toda protección. El t~rcer acto,el menos gustado de la obra, es, á mi juicio, un cuadro de formiaable intensidad dramática. Mientrl\S Pepe Rey y sus amigos los jefes y oficiales del Ejércit() delibc;ran sobre el mejor medio. para librar de cautiverio y de angusti~ á la pobre Rosario, dotla Perfecta .congrega á Caballuco y demás jefes de partidos para organizar con ellos la rebelión. La astucia eJe aquella mujer singular-y su autoridad sobre todas aquellas gentes, toman un relieve que aterra. Maria Tubau, que ya en los actos anteriores obtuvo nutridos aplausos, hizo en· ese cuadro admiqtble labor arUstica. El cuarto acto, muy rápido y muy vali~i:·e, prod~ce dolorosa emoción, y el desenlace, la entrada en escena de Pepe Rey, moribundo, sus desposorios con Rosario en el umbral de la muerte y los remordimientos que abruman á dofta Perfecta, si no es lo que el pllblico llama "\m filial simpáti.co", es el único licito. DORA .PERFECTA ANTE LA CRÍTICA
-¡El final del acto segundo! ¡Aquellos clarines! · · -Pero, ¿á usted le gustó la obra? -¡Qué clarines aquellos! · -Pero, ¿hay caracteres? ¿Qué tal la acción? CuérÍteme . , . ' uste(}. 1 -¡Mire usted que aquel toque de clarin! ,Y nada. De ahf no saca usted á la gente, ni á la gente que estuvo en eÍ estreno, ni á la gente que Sobre ellG escribió•en los papeles públicos. Las notas estridentes de la trompetería que se acerca agujereando á trechos el diálo.go ardoroso ·y dramático de Doila P'erfectá con P~pa8'7
ase
.. f'
,
·'
A e to T~n~~·-~~~::::::JC:::: LA . eoryJÚra
Rey, Üenaron el teatro aquella noche memorable, y han llenado después lo periódicos. Todo lo demás, pensamiento admirable, acción dramática interesantísima, figuras d e . robusta solidez, lenguaje encantador, cuadros teatrales de e.s:cepcional mérito, labor artistica, en .suma, exquisita y firme, todo se e fuma y se pie~de y se queda detrás de aquellos anónimos cornetas que entre bastidores dan al aire el marcial anuncio de la caballería que avanza sobre la ciudad en sombras de tremenda guerra. ¿Qué es esto? ¿Es 'que en DoRa Perfecta. no hay más qut: ese truco feliz <te auror dramático experimen~ado, esa afor · tunada picardía de teatro Guignol? No. Si sólo eso hubiera en aqu·et drama, ese efecto leatral no tendría mérito algu · no, y el Sr. Pére·z Galclós no sería más que uno de tantos insignes juglares, practicones, mecánicos,· que en el circo de la majadería humana hacen juegos malabares con la tonterra impre ionable del público ..
aee
El público siempre es niflo ; siempre busca la comedia de magia, el espectáculo maravilloso, el efecto superficial, ~ por eso no es censurable que el público creyera lo mejor de la obra aquel toque de clarines con que desde la calle responde el azar á las palabras de la escena. Pero la crítica· no es el público, debe ser algo más, y ha debido ver, por consiguiente, en Doña Perfecta muchas belle:¡:as que no son la marcha de cornetas que suena al final del se- , gundo acto. . . No he de negar yo que nada tuvo en la obra tanto éxito como aquel final, ni he de regatear los elogios que talpasaje merece; no be de negar que los aplausos calurosos eri el primer acto y vehementes en el segundo, se atenuaron en el tercero y en el cuarto; no he de ocultar que á la masa que presenciara el estreno le pareció monótono y sin inte- · rés el t~rcer acto, y poco simpático el último; pero creo que la crítica no ha debido conformarse á ciegas con el pa recer del p'dbUco y que no lo ha explicado con aCierto, · ase
11. AfiO T I ATIAL
DO~A l'lRF!CTA '
Un critico que e el ingenio más agudo y gr acioso de uanto cultivan entre nosotros el periodismo, con su donaire habitual, no iempre just<r,dice que la causa de aquel de aimiento del entu ia mo es la ausencia del cura D.Inoce,cio en lo actos 'ter-cero y cuarto pues aquel sacerdote e wla piedra angular eJe la ob~a", como Yago en Otelo . Piedra angular es,. real111ente·, E>,. Inocencio; pero el escri· tor aludido olvida que también Yago se desvanece y _se re• tira en el OtelÓ, de pués de dejar hecha su infame obra . Se le advierte 'en todo el drama, en toda la inefable tragedia del celoso; pero no e le ve, de igual suerte que no se ve á D. InocenciQ, á pesar de lo cua l se adivina su espíritu, se !>iente su alma en la escena de la conjuración y en el final del poema dramático. Otros críticos explican el hecho del enfriamiento del pú· Qlico por la r.azón de que éste no encontró en el dra ma todo lo que había visto en la novela, y esto, a par te de par ecer· . me una licencia poética, no es justo, pues no le falta al , drama nada de lo que ·cabe en el teatro y que sea necesario para la cabal comprensión de los personajes y de sus áctos. Por lo que me contestó m·u cha gente á una pregunta dis· cretamente formulada y por lo que es usual en España, dond.e de cien personas que hab1an con calor del Quijote, noventa no lo han conocido ni por el forro, estoy seguro de que ólo el diez por ciento de los espectadores conocía la novela de Galdós. Si no la conocfa, ¿qué idea había de lÍevar de los personajes ni .en qué desenga!io podía caer?· . i hay desengaflo tampoco, pues no ocurre en el drama nada que no se explique cabalmente por el drama mismo, ¡,in nece idad de acudir á la novela. Claro está que, por ~a naturaleza misma de ambos géneros, hay en la novela a ná· lisis de pasiones que en el drama se nos ofr ecen en síntesis; pero éstas tienen .la pia¡,ticidad necesaria; la ~u erza es~é nica bastante las suficientes raíces en el común s.e nttr, para que· por ~ntero se aprecie lo que son y significan . La sobriedad necesaria en el teatro no. quita á doflá Perfecta , ni á Pepe Rey, ni á Rosario, ni al_ canónigo, ni á Ca? alluco rasgo alguno d~ los que caractenzan tales personaJes. Doda Perfecta-admirablemente encarnada en la señora fMO
Tubau, que con el movimiento de los ojos, la ·Inflexión de la voz y el vestido, demostró un cabal estudío del persona· je;-dofla Perfe¡::ta, digo, es la figura que los críticos en<ruentran más confusa en el drama, y creo que'no tienen razón. A mi juicio, empiezan por equivocarse cuando creen que Galdós ha querido hacer de aqueÍla mujer un tipo · odioso de maldad refinada y de cbnsciente y abominable crueldad. Los r esultados de su conducta son, en efecto, dolorosos y a margos par a el público; pero no es •dofla Perfecta lá fier a ni la inicua que pintan los aludidos c'r onistas . de la obra de Galdós. Doña P erfecta es una mujer honrada, · una mll:dre intacha ble, una conciencia pura, un corazón ge- · nero::;o, y el mal que hace ella á sí propia que llora las consecuencias, á su hija que 1as padece en su .p obrecita alma despedazada, y á sus prójimos que las sufren, no es ella quien lo hace, es el e'rror de los otros, la influencia de los otros que la toman por instrumento. Dofla Perfecta, nacida y educada en Orbajosa, sin otro ' horizonte que el de su ciudad refractaria á la luz· de afuera, no conociendo más cielo que el que abarca desde su rincón, constantemente influida en la conciencia y en los nervios, · en la fantasía y en los sentimientos por aquella estrechez enfermiza de su me dio espiritual y por la acción permap.ente del canónigo, es sincer a, profundamente sincera, es honrada, l eal á los principios que son la vida de su alma, al creer que la boda con P~p e Rey seria en este mundo y en el otro la perdición de Rosario. Esa boda, además, preséntase á D .a Perfecta, no en tiempos normales, sino en días de soberana angustia para sus creencias, cuando fe rmenta á su alrededor la levadura de la g uerra r elig iosa, cuando la r egión apartada s~ estre-' mece de r abia contra Madrid que la amenaza del liberalismo y del odio á la tradición castiza. En 'tales cirGunstancias, P,epe Rey no es par a la histérica D. a Perfecta únicamel}te el hombre 9.ue ya á . c~sarse·, con su hija; es á la vez un reto más, una nueva forma de provocación de los enemigos de la religión contra la atribulada Orbajosa. Las mismas artes de D. a Perfecta no son esa astucia in· fernal ni esa refinada safia que le atribuyen aquellos intér2411.
1e
HA 01' ATilA~
·.
prete ; e la astucia que en todas las lide_s de la vida, para la e aramuza ligera del 3,IJ10r lo m1smo que par a las · · tra cendentales b a tallas, emplea la mujer que no pu e de usar de la fuerza. Mientras cree posible el · r ompimiento de soslayo , de soslayo lo busca, con toda la zalameria hipócrita que le impo: r¡.e la situación, y que es, además, el arma ·pre dil ecta d e l as gentes que dominan á la po br e -seftora:; per o c u a ndo es os medios indirectos no bastan ,· acude á la rruerr a de frente, á h'\ ·fue rza, al crimen mismo qu e, en esta. do normal, su alma r epugnaría e n é r g icamente . Lo abominable es, pues, si se impone la necesidad de abo· minar de algo en vez de la obligación .de c o.mp a deceroos de mucho ; lo abomina· ble seria aquel esta· ROliJ.IIIO P¡fto, en la F r iJflia,a, de Vual Au. estrenado con inmenso éxito en Lara do gener al de con ciencia difundido de ' el 8 de Febrero • buen·a fe por unos, con miras interesadas por otros, Y que produjo par\la ' :" ción la tragedia de una guerra terrtble y para mue os . ~-
dividuos dramas tan sangrientos como el que trunca la vida d~ Rosario y·Pepe Rey. No hay que odiar los lnstru· mentos ciegos, y dotla Perfecta es un instrumento. Acc;ro ' reluciente, lo mismo que sirve de puilal artero hubiera ser· victo dt:; hacendosa aguja . Gran figura es dofta Perfecta en las páginas de la novela: mayor.y más sóliaa me parece en las escenas del drama, en los discreteos insidiosos del pri· mer acto, en los apóstrofes enérgicos del segundo, en la hábil soflama del tercero y en la desesperación elocuent.ísi· ma del cuarto. Pero no es ex.trafto que no la .hayan comprendido todos: puesto que también ha habido quien no se explique la guerrá de Orbajosa contra Pepe Rey, una de las mejores creaciones del vibrante Thuiller. En la situaCión de ánimo im· perante en Orbajosa, cualquiera que desde Madrid fuese á ella llevaría sobre sí el estigma que lo condenara, desde luego, á la sospecha y al entredicho, cuanto más Pepe R~y, ingeniero que lleva una misión oficial que contraría muchos intereses, sabio de cuya ciencia se ha hecho tenguas la propia D.a P erfecta ... y pretendiente que al quitar al sobri· no del canónigo la novia sollada, quitaría á toda aquella família el goce de una gran fortuna. En D. Jnocencio, que maneja el cotarro, ¿no es lícito suponer también este moti· vo ae los .flam ados segundos, á pesar de ser siempre los primeros? Yo, por lo menos, no creo que Galdós haya inventado á humo de .pajas la figura de Ja~intito, que•el hijo . de Vico hizo con plausible discreción. 1 Mas. aparte eso, no parece sino que nunca hemos visto famílias en que lo primero que se pide á los pretendiente¡¡ de las niflas de la casa es la patente de ferviente cató]ico . Y tan firmes y arraigadas· en la verdad corno D." Perfec· ta, que por fanatismó histérico aborrece á Pepe Rey lo mismo que deja cesante á Tofetdn, ·y sacrifica su hija lo mismo que ensangrienta su pafs provocando la rebelión de las partidas de Paso Largo y Caballuco, son las demás figuras del drama : Don Inocencio-excelente trabajo de Mario:-en cuya alma no puede penetrar la observación para separar lo que es fe honrada de lo que es disimulada 'codicia; Pepe Rey, víctima inocente de luchas religiosas ~
'.
DO~A P&RFJ:C,l'A
Ros«rio, la figura de nma más CO· rrecta de ' nuestro teatro. contcmporá· neo, y que proporcionó á Nieves Suá· rez excepcional y legítjmo tr~unfo; Marta Remedios, natu· raleza tosca en que aparecen sin cultivo las mezquindades del egoísmo que su tío ocqlta; Tafetdn,' ma · gistral tipo cómico maravi llosamente interpretado por. Ba· laguer. Pero no es éste el único · mérito del úl· timo drama de Gal· dós, mérito que con un lenguaje de el s~nciltez y ·hermosura verdaderamente teatrales, no á l a manera espafl ola, existe en sus anteriores obras escéni· ca . En Doña Perfecta hay, además, ~tros méritos más propios del .dramaturgo. Es dramatur· go consumado quien maneja sus persona · jes co~ la habilidad que se demuestra en el primer acto; quien concibe y )lace esce.na como la final del -segundo· quien crea
de
1
~
tres escenas d.e amor tan conmovedoras como las de Rosario y Fepe Rey, que son idilio plácido en el primer acto, idilio triste ep. el s'egundo, trágico idilio en el cuarto; quien traza un cuadro tail enérgico como el de la conjuración, y quien con la rapidez del acto último revela un concepto muy claro de la impaciencia del público por el desenlace del angustioso drama. De todo lo dicho, de este elogiar á destajo y sin medida, pret~nderá alguien deducir que yo censuro al público por no haber aplaudido con igual entusiasmo todo el drama, y no seria justa semejante deduéción. La frialdad del ptlblico en la"segunda mitad de la obra, tanto más notada cuant~ más contrastaba con el triunfo espléndido de los dos pri· meros actos, es un hecho que no puede negar la pasión, pero que no es imputable á un extravío de los espectadores, porque lógicamente se explica. Hay en I{oña Perfecta, junto al drama puramente pasional, y con él enlazado por indisoluble vínculo, el drama político-social que en nue t.>ra historia se llamó drama religioso. Pues bien; este drama, este conflicto' de conciencias, no lo siente ya nuestro público. Se siente en muchas provincias donde el éxito de Doña P.erfecta será superior al ob· tenido en Madrid, si es que la pasión reverdecida no se empefl.a en llamarlo "drama de milicianos nacionales", como con nqtoria inexactitud ha hecho el Eneas de un periódico carlista. En Madrid, no . No es el conflicto de Doña Perfecta, no, conflicto del día ni puede serlo en 'tan profunda decadencia de todo entusiasmo en la fe y de todo vigor en el descreimiento, y por .esto el público y algunos .críticos · quieren que el último drama de Galdós no se·a más que el drama .de una niña .casadera á cuyos amores se opone su mamá .. . ¡Regocijense los manes de Feuillet! ¡Ahí tienen s,u desquite! ¡Se ' le durmió la gente en La Es.fing'e, y esa misma gente· lo echa de menos en Doña Perfecta.' ·
111. CORTltJO DE LA IKEIII
En ·co{\'l'EJO DE
nA I&BNE
(> Ft61'Cr'6
ryC.
ut buena fiesta Ja . de anoche en E'>l;:tva. Una fie ta de castizo y corroborante espatlolisrno. Desde el titulo-que puso en aprieto á lOs que ya no entienden por ~or· 1 tejo más que el fún~bre acompadamiento de lo cadáveres - hasta la ovación es· tn.iendo a del público, con1osólo se aplau· de y se aclama en los teatros de Espatía, todo era espaflol en la·salita del pa~adizo de San Ginés. En lo buenos tiempos de Carlos I\', cuando manolas y chisperos ardían en odio contra Godoy: y en amor misericor · dio ·o para el pobrecito D. Fernando VIl, ha buscado Carlos Fernández Sha'"' la fábula simpática y d.onosa que sirve de asunto al juguete"estrenado anoche. .. La Irene f-S una buena moza que, herida del. desdén de :.u D. Lui , le da celos con un cortejo misterio&o que la ronda de noche' y penetra en su casa. Luego se descubre . que el cortejo de la Irene ~ la propia Irene disfrazada de hombre, mas . para de cubrirlo ha perfilado Fernández <;haw unas cuanta-. figura graciosas, y escrito unas cúan. ta di\ ertida-. y correcta t--.cenas, sobt:e las cuales ha de· . 24.6
p·a rramado el maestro Chapi unos cuantos tr.ozos de deli· ciosa música. · La md'sica de EJ. cortejo de la Irene e~ de aquellas que hicieron decir á un insigne crítico extranJero: , - Con el arte y la inspi· ración que estos maestros derrochan en esos jugueti· nos, tendrían un italiano ó un francés para. hacer una ópera .. Aunque cr.eo que bien se están en los juguetes :ese arte y esa inspiración, .sin meternos en más partttu· ras de caballería, hay que convenir en que realmente asombra que para d solaz de una hora se sienta Y se escriba tanta y tan buena música. Ocho piezas hay en El cortejo de la Irene, Y siquiera no sean iguales en mérito ni. en originalidad las ocho todas son mues· tras del t~lento y del savoi·r ¡aire de 11nconsumadomu· sicista. Paréceme vulgar el coro de entrada; creo un feliz acierto la descripción musí· ·cal del gracioso tipodel_Na· tillas, aunque únicamente. iniciada, sin desentrañar los.efectos que -apunta; me parece el intermed.io ~ma lsAllttt. BR1l en Et eo,.tejo de la b·ene. 'Pieza excelen.te, stqu~era la afeen en el final unas . . • ' ' cuantas abusivas y bruscas sonoridad es ya ~utmanas en el '\eñor Chapi: no tiene saliente el coro con batlabl¡;~, en tono li4o7
11. A~O TUTil&L
•
de eguidilla ; la march-a de la conjura_ci6n, llamémoslo si, bien que e pléndidamcnte instrumentada, se me figura incompleta; -pero las otras tr es')>iezas del juguete son, á mi juicio, de lo mejor, de lo más inspirado, 'de lo más justo, en la obr. del distinguido maestro. El dúo, con una frase . music"al q1,1 e e· "un hallazgo", es encill ment admirable, no mejor a l principio q,ue al final, c;ino igualmente bueno en todas sus par t es. Pienso que no preció tan entu iásticam.ente la segunda como la pri· - m ra mit~d, porque la interpretación fué defectUosa y die· ron lo arti ta á aquella última parte un sentido distinto del que recla!llaba el espíritu de la melodía . A quel amor que nace en la calle de lcalá, en medio del bullicin de una tarde de toros, con todo el color y toda la alegría de e a fie ta in igual de las alma y de las cosas, siéntelo e l público al tra ~é d la mú ica que pinta el a mor y describe gallardamente el e pectáculo. El dúo empieza con la~ sua,·idade melancólicas del recuerdo, adquier e luego los , brío de la gentil pintura d~:l cuadro popular y acaba con la melo a placidez de la reconciliación de los an;¡.antes: La Rrú y Ripoll, que dijeron con sumo acierto la f~ase inicial, di ro~ al último pasaje del dúo un acento d e t~isteza que nr> le cuadra y que a'Penguó el efecto de aquella in stru mentación siempre exacta, felizmente ·cortada de trecho n trecho por el repiqueteo alegre de los cascabeles y el brio o ras uear de la tralla . La pieza co·n que comienza el cuadro en el corr al de la Irene gracio ísima, y el final un magnífico concer ta nte que, á mi juicio, el público no apreció debidamente.
la4 8
MAJ:lÍA DED GAJ:lMEN
Para mirar La mís ojo.rJ· . p~ra quertt"La, mi pedw : p a,.a d• t"mit"la, mis /1,-a•nsj pat"a g ua: da,.la, mi hiei-•· o.
sf como en La Dolores la copla famo · sa, este precioso cantar es en Mart g. · del Carmen el leimotiv de la obra. Otra vez acude Felíu y Codina en bus· ca de inspiración á l a musa popular: · en solicitud de asunto á las pasionef> entre el pueblo, y en demanda de colorido y de a mbiente á la v ida pro vinciana junto ~la madre tierra , á la rusticidad de costumbres de los humildes; á al· go que en el teatro se ofr ece con todo el encanto de lo nue· vo, casi, casi de lo e~ó t ico y virgen . Hastiados J et medio aristocrático y del med1o burgués en.que se desarrolla todo el teatro español conte mporá~eo. , nuestros ingenios pasan _de lar go .sobre la clase 7d1a é ignorada , ·con sus gr andes dramas de · miseria en ~ts1mulo y caen en el pueblo con sus pasiones sin atenuantes ?e la educación, con sus vicios sin disfraces de la decencia. A caso: Voluntad de Galdós, sea el único drama y la única comedia en que ~11estro te,atro se abre para esa i?feli~ me· socracia laboriosa sin recompensa, luchadora sm tnunfo, . predestf~ada al perecimiento sin haber co?ocid~ un mo· mento de satisfacción, ni un alto en el cammo , m .una fio·_ recilla en el páramo. Para el pueblo , el teatro ha abterto de
n:
a-a.e
tL
MAR1A DU CAII. • •I<
~O T&AT~AL
par en par, en e to \lltimo afio , la puerta de los grande ~- ito y h' ·talo altos ventanales abiertos obre la poste· rid.ad. La . Dolore , Mm-la Rosa, jumtJosé, Mar(a del Carmen, drama in pirado por el pueblo, inscriptos están en el repertorio que priva, é jnscripto deben ser en el libro de oro d la literatura contemporánea. Porque e lo cierto que el influjo del pueblo en esos drama . no e adviertt! ólo en que sean del pueblo sus-personaje , ·ino también en que han impuesto á las obras una naturalidad y encillez de lenguaje y de procedimientos, y una verdad de pa ione y de idea poco frecuentes en nuestro teatto conceptuo o, efectista, doctrinario y entumecidQ por el encogimiento de irreductible co~vencionalisrr\o. Los demócratas del otro jueves dirán r dicen que eso es el ambiente refrigeránte del pueblo que lo renueva todo : yo ·creo mejor decir'que eso es la naturalidad, la santa verdad de clase más apegadas á lo primitivo que en otras se há perdido por la degeneración fatal ó por la cultura artificio a. Esto, apárte de la exageración son que al través de los cristales de una profunda simpa tia, acaso inconsciente, de aquellos autores; se no ofre~e el pueblo; pues por este a pecto filosófico, sociológico á ·su manera, aquellos ingenios no solamente pre entan en esce-na el pueblo, y el público no sólo lo acoge con aplauso, sino que también inge ·nios y público de embozadamente lo adulan. Si en el pueblo abundasen la nobleza de ·p asiones y la generosidad i116tíntiva y la pureza ética que aquellas _obras suponen, no habría que mirar con temor los errores pre entes que son el ger men latente de las futuras catástrofes. ¿Cómo no recordar - y yo lo he recordado varias veces-en ese reverdecímiento de teatrales simpatías por los desP.~redados del andamio y 9el campo, las impat!as literarias que en el antiguo régimen francés conquistaran, aun entre las marilindas de la Corte, los que fueron luego vencedores en el 89, terrori tas en el 93, novísimo é imperante r égimen en nuestro siglo que muere con los mismos síntomas en lo propios estertores? En la Huerta famosa de :\lurcia, desarróllase la acción 2~0
de Milría del Carmert , que se inicia y acaba en doce horas, con ro c.ual ~queda dicho que los partidari?s.de la u~dad de tiempo en la antig-ua retórica deben rec1b1r con smgular aplauso el nuevo drama de Felil~ y Codina. La protagonista, en cuya interpretación pu· so Maria Guerrero todos los bríos de su alma de gran artista, es •. 'una hermosa huertana, mujer ante todo y, como tal, enamorada con energía para guardar la fe jurada á su amante, con delicadeza para expresar su amor y con abnegación genex;osa ' · par a sacrifkarle su .felicidad y hasta su vida. Se ha dicho que no es un car ácter, porque le faltan aqu ellas complejidades de alma que · gustan á ciertos paladares. Yo creo que es una muje r como la .Marta Rosa de Guimerá, como la Dolores del propio , Feliú, con alma insignificante de pájaro. en las circurtstancias plácidas y normales, con alma • fuerte de heroína y de l sAPH BKt en El <"rt':/0 de la I rme martir en los trances penosos. Su ao~io Pencho (expresión familiar de Fulgencio en aquel pafs),.hirió gr avemente en rii'la, por r~.ncmas de ~ue ):>lo sobre aprovechamiento de aguas, al hiJO del cactque W~l
.
.. ll A'!(> TUTII.AI
·.
.del lugar y de toda la Huerta, dándose iuego á la· fuga. Maria d~l Carmen, abedora del crimen y aterrada de sus con. ecu ocia , á la vez que codiciosa del regreso de su amado, dedica e á de armar·lO odios del cacique y de SU hijo COD · tra Pencho, y se convi.erte en la enfermera más solfcita dél herido, al amparo de u parentesco con aquella familia y de la sencillez de costumbres imperantes en los pueQlos. El herido,Javler, enamóra ·e. de su enfermera, y á medida que la ~erida exterior del pecho se va cur.ando, va ensancbándo e la herida interior del amor naciente, y al propio tiempo entran en el corazón los tubérculo de una pasión deva tadora y en los pulmones el microbio de una tisis · ~alopante.
Aparece Javier en la escena (personificado maravillosa . mente por Carda Ortega, quien . con ·e sta figura de singular .r elieve dramático refresca los laureles que conquistara en el T.dsaro de la Dolores}, y desd el primer momento adviértesele herido. en el espíritu y en el cuerpo: la cara tri te, la tez descolorida, el respirar fatigoso, el andar vacilante, la excitación febtil con que habla á Maria del Carmen, la de esperación con que implora · su afecto, la tristezá con que ·recibe us desdenes carii'losos y e nérgicos á la \·ez, dicen al público por dónde ha de venir el drama. F.l padre de Javier, el tío Matica, cacique oml\ipotente y atrabiliario que en ·nonato Jiménez tuvo inspirado crea·dor, desea ·con toda su alma aquella boda que cree el único r emedio para las c.uita morales y para los padecimientos rr icos de su hijo. En aquel hombre, el carifio paternal se sobrepone á todo, y por él renuncia una vei á mandar y suplica á l\Iarfa del Carmen que acepte aquel esposo enamorado y rico. :'liaría del Carmen, entera en su amor, re· siste á tan h;llagücña perspectivas; resiste á sus propios padres, delicio os tipos de labradores interesados y ambicioso en cuyo menaje lleva la mujer los pantalones y la iniciatinl; resiste á la myrmuracipn del lugar que la cree olvida da del a u ' ente per eguido y rendida al presente po· dero o. y á . t¡¿do re istiria, si no tuviera que ceder á su propio amor que la requiere á un nuevo sacrificio .. Pencho no fué juzgado ni sentenciado por falta · de prue· aoa --
.tos" MUEllTOS IL o\10 Tlo\Tilo\1.
·.
ba materiales; pero el tío Matica las tiene. Conserva en el fondo de· u arca la faca con que se consumó el delito, y en aquella faca hay seliales que dicen qu_e es de Pencho. Pue bien, en el afán de alvar á su hijo, pasa el pobre cacique por que faría del Car~en mienta un amor falso 1\ Javier, iempre que~ case con ~1, y le dice: -Ten o en mí poder la perdición de Pencho, la navaja con que mató á mt hijo; cásate con éste, y te la entrego, y f?encho e tará en salvo. lientr · Pencho e tá en Orán, no hay peligro, piensa María del Carmen, y tampoco cede; pero sabe que Pencho ha vuelto· atraído por lo celos, despiertos en su alma á la , noticia del upuesto amorfo de su novia ~on Javier, y otra \'ez s sacrifica, otra ve;¡; inmola al amante no sólo su amor y su felicidad, ino ha ta la buena opinión que de ella él tenga. Van á celebrar e los e ponsale , y Pencho, un .mozo enamorado como se enamora en la realidad la gente , con locura, con pa ión que desprecia todo peli~o, logra acercar e á ~larfa del Carmen, y hay entre ellos un .díálogo de oberana y simple hermo ura, que es uno de los mejores pasaje. de la obra. 'La moza le C!Jenta cómo por él hizo e, acrificio de curar al herido, 'y cómo por él hace el sacrífi· cío nuevo de admitirlo en matrimonio. · Pencho deplora el primero que le hizo padecer celos amargos, y se opone reueltamente al segundo que le permitiría y-ivir en libertad, pero en una libertad miserable, porque no la alumbraría su amor mentido á otro, ni sus car.icias á otro prestadas. Antes que consentirlo, se delatará como autor del delito todavfa sin castigo Y, en efecto, Pencbo se delata en tal.forma, que la justi· cia va á proceder contta él; mas antes 'de qqe lo prendan, Javier, que ansía .matarlo, que no lo acusó porque, como buen levantino, no fiaba á la sociedad la venganza' del agravio propio que quería tomar por su mano, exige á su padre la presa, y esconden al delincuente entre los tres: el padre, por calmar la fiebre de su hijo; éste, por batirse con el rival odiado; María del Carmen por hacer un supremo esfuerzo para salvarlo.
ANTONIA CONTRERAS
Pero, (Yamos ' pu· bllr.ar ese retrato tan atrasad~
1 Vlerftll .
21
1
FEBRERO
-Sí, señor, Y por lo mismo que es tan atrasado., porque a~l da idea de lo que era la dbtlnguida actriz que ayer muriera en v.a· lencla . ~ in .er vie¡a, conservando en Sll ros· tro rosas fragantes de otoño, ya que no fres· cos j[lf.mine7. ele primayera ~in tener q11e di· sim~nr bajo el afeite ultrajes del tiempo, Au· ton la Contreras era una ' atrasada; una de nc¡ue· Jlas arti~tas que pensa· ron que en la escenn bastaba decir, decla m" conforme á pauta y 1,., tr6n. Hoy se '""be q ''~ más que decir importa bncer, dándose eminen· cías en la ncci6n que en la dicci6n apenas han pasado del sUábario .. . Quién tenga raz6o, n.o lo sé; pero sé'! veo que · las que declaman no es . villanos que adn -disputándolo~ .leg!timoi,
' d tán cen ·el mov iml~nto s: uros .e . NJChuaD de la circulaci6n las suspicacias del pdblico,
~~Pero la Contreras?....
.
arl.n siempre en los oído el
· uantos la oyeron conse" Era una, actru, y e . la in6exi6n vigorosa cuando aborrec!a en dojo sllan de su voz cuando amaba, '11 d escuela de decia!pnci6n, el drama, siquiera aborreciera y amase en tonl o e . 266
IL .l40 TllTIUoL
Pero 1~ tí ~ ha hecho est'ragos en el organismo del po· br. 1 ner ID pulmones; la excitación delirante de aque· lla e cena lo ha apro, imado á la muerte, ·y cuando los adv r ríos van á batirse, una convers~ción sorprendida por ello entre el tío Matica y el médico les revela crudamente la terrible verdad del '"'próximo irremisible des· enlace. La e cena· final de la obra es ·de extraordinaria hermo· ura. Pencho, noble por .instinfo, no se atreve á batirse con un moribundo con quien el desafio sería un asesinato· Ta· ri ' r , convencido de la dolorosa realidad, que ·siente ~·n· su pe~ho que; e ahoga, en us nervios que se estremecen, en la pala~re terminantes del médico que conserva· vivas en lo ofdo , desiste del reto que no puede mantener su brazo, de. la .venganza, para la que no hay en él fuerzas con ie'!te que Pen~ho huya y quiere facilitar su fuga;,per~ ha de 1.r . o lo, ID Maria del Carmen,· á la idea de cuya au en~ta en brazo de otro, aquel cadáver se galvaniza y e enctenden en rencores de celos $US ojos perdidos en las CUeQCa yerta .. . María del Carmen, entre los dos, con el alvaje egofsmo de los amores profundos, no pien~á más que en salvar al vivo. con olvido despiadado del agonizan· te ... Habla en éste, ya más cerca, dentro del cuerpo mismo que e desploma, la voz de' la muerte, y por esa misericor· dia cqn que los que·fueron buenos se agarran á la vida en el postrer in tante, accede al·fin 1i que se vayan l<>s dos. -¡Vámonos l- dice Pencho. · - ¡Abrázalol-dice Marta del Carmen -y al borde de la tu.mba que e abre, júntanse en abrazo estrecho los rivales 4ue se odiaron y quisieron matarse, y baja el telón. · i á aquella·escena. de perdón asistiera el pueblo que se !>Íentc al otro lado de la puerta, el cuadro hubiera sido más . teatral, de más efecto para la galería; pero habría perdido el perfume de íntimas delicadezas, de pasiones y virtudes que se aspira en toda la inolvidable esC-ena .. .
En
ENEMIGO DEii PUEBDO
.
om.RACIONHS y devociones aparte aún no' ' asf no me he abander:adu en literatura. Si fuese y fuera yo ibseniano, como es mo· da, me enojarfa amargamente con el dis· tinguido literato que bajo el pseJ.Jdónimo modestísimo de Zed~ oculta un positivo entendimifo!nto y una vasta cultura. Elegir para presentación de Ibsen en Madrid la comedia El enemigo del pueblo, es tenerte' mala voluntad, tanto más seflalada cuanto· que al reducir considerablemente el original, se revela que no parecía en absoluto dentro de nuestras conveniencias escénicas. De esta equivocación de Zeda, crítico de teatros, se puede decir mucho, y yo podría resucitar á su propósito lo que del Sr. Caflete escribí cuando por última vez, poco antes de su muerte, acudió el irascible critico al teatro con una fraca~ sada traducción de G.eot;ge Sand. ¿Cómo explicarse en cri· ticos de teatro, habituados; por consiguiente, ó que deben estarlo, al gusto del público, tamañas equivocaciones 7 Quédese iniciado el punto, y hablemos de 'lbsen (1). , ( 1) Noruego,-Sesenta y seis aüo~.-Limpio y meti~:uloso,-'- Tqilette """era.-Fué botiéarlo ... y toda.Tía lo parece. - La revoluci6n del48le hi~o periodista y poeta satíriéo.-Emigrante en r:.oma ; pas6 ir..advertldo.~Eo Alemama lo protegió el duque de Sajonia· Meningen y lo di6 ti conocer de AleJJÍD.JWl para arriba, como después de 1890 lo ha dado á co11.ocer Fra11.· cla de AleJ¡lall.ia para abajo.
J:L J:IUMIGO DJ:L PUEBLO
f
' ha. dicho por mucho críticos extranjeros , y por los más 1 ido· entre lo nuestro se ha repetido, que El enetnigo d{!l pueb!o e la obra más t.e.atral de lbsen, y si esto puede er cierto en cuanto se refiere al mecanismo de la •. c~n. , no lo es, en mo~o alguno, por lo que toca i los senttmtento r pa ione predominantes en la comedia que comentamo . Es más hábil ·el trazado, cabe realmente mejor entre bastidores y ba mbalinas este· suefl.o ibseniano que los demás suyos; pero ¿cómo pretender para un drama politico y casi _ casi de polftic'a de campanario, el mismo general interés y la misma unápime atención que para un drama de amor en cualquiera · de los estados .ó aspectos de éste? L a jdea de El en_emigo del pueblo es, por lo meno~, tan trascendental (acaso más trascendental por tratarse de psicología de la sociedad entera, no · de un in~Hviduo), que las de otras obras del gran noruego; pero su lB•..,. cristalización escéni. ca, los-personajes que la n~·en en el t~atro, son harto menos sugestivos para el comun de.l públ.tco que los de La casa de muflecas, y que lo del Pato salvaje, y qut: los de Hedda Gabler, y aun que lo mismo!> borrosos héroes de Los que .vuelven. .Xo tengo nát;la que quitar del calificativo dado al asunto de El enemigo'· del pueblo. Bien sé que por dentro, en 268
aquellas profundidades del pensamiento de lbsen, trátase de mostrar lo ruin de la humana condición que todo lo sacrifica al egoísmo del momento estrecho, . no siquiera al egoismo· de la$ conveniencias en toda la vida; pero por fuera, en lo que la masa no iniciada toca, el drama traducido por Zeda no es más que un conflicto político de campanario. Como si un médico experimentalista quisiera en· sayar en el organismo de un niño· un descutirimiento profiláctico, que el nifl.o sucumbiría sin que la demostración se hicier¡¡t, asi Ibsen, al ensayár en un pueblo reducido de vecindario y de aspiraciones su tesis de alta filosofía soci:(ll, ni logra demostrarla, ni consigue para el ensayo la fe y e'l interés del público. · · El médico de unos baños descubre en el manantial gérmenes que han de conve'rtir las aguas de remedio en azote terrible, y toma á pechos la misión humanitaria de evitar el estrago. El pueblo, que de la afluencia de forasteros al balneario vive, levántase contra el médico, y hasta sus parientes lo persiguen en safl.uda é irreductible guerra. Pues el drama de ese médico, el drama de su desengat\o, el drama de' su martirio por la verdad, el drama de· su familia, de su mujer y de su hija, que padecen persecución y van á padecer miseria, es todo ~l drama de lbsen estrenado en la Comedia el jueves pasado. La idea es grande, pero ¿có~o va á llegar á los no iniciados, _ni cómo va á demostrarse, si todo aquel drama se viene á tierra en cuanto se le eche encima un billete de ferrocarril? Si el médico va á la capital, y habla ante el Gobierno, y denuncia en la prensa aquel foco de infección que Jos habitantes del pueblo obscuro quieren erig1r en fuente de riqueza, ¿dónde iria á parar el drama? En una cuestión menuda, personal, acaso el pobre médico no ha· lia ría justicia contra aquella indignidad de su pueblo¡ pero en un asunto cop-10 ese, mortal para todos los que no sean del ,p ueblo ruin, ¿cómo no habría de .encontrar auditorio y amparo? . Hubiera Ibsén eiegido otro asunto en que encarnar ~u idea, •y otra cosa hubiera conseguido. En vez de un m~dico -~~ \>.1!-nos, ¿por.q!,lé no poner un estadista ó un .filós_ofo~ ~!1 .
~2
•
n
cal cómo blanco del héroe, ¿por qué no poner una nacional preocupación? ¿Quién puede negar que en El- memigo del pueblo hay h rmo himo pensamientos, moral estricta y generosa, filo ofra r.tnde y fecunda? ¿Quién puede discutir que en aquel lin:tl en que se recomienda pldsticamente la gran fuerza del hogar hay ·una consoladora ensefianza? Pero el drama no cxi te, ni e po ible que nos interesamos por él. . Conozc::o el teatro de lbscl} lo bastante para no inéurrir - en la vulgaridad de quejarme de que en su drama no haya accióu, el sentido que :!. todo dramaturgo la pide una critica vqlgar. En esto que se ha llamado el "teatro de idea ~-comó i las ideas no hubieran existido antes, en el teatro al¡,runa que otra vez,-no hay intrigas romancescas: hay la rriarcha de una idea en toda su evolución desde el punto en que la concibe el cerebro hasta que cristaliza, al través de lucha que on el dramá ó la comedia, en resoluciones par:1 1:1 vida. Eso es el teatro de ·Ibsen: sus prota· gonista , por empuje de ¡¡fuera ó por labor de adentro, descubren una idea nueva en su cerebro, un aspecto nuevo en su e i tencia, "un mundo nuevo ·que aparece á su conciencia"; y ese de cubrimiento les lleva . al drama, á la lucha trágica, hasta que dan en \ID cambio de yfa, como Nora, en La casa de muilecas, ó en el suicidio, como Edwige, en el Pato salvaje. Mas no se crea-por' el fracaso del jueves-que ese teatro de ideas, in acción de folletín, no puede ser interesante. Tan no es licito decirlo, que precisamente de Ibsen se puede dar al público menos iniciado; con los .com·enientes arreglos, obras que lo conmuevan hondamente, porque lbsen, aliado de e os dramas de conciencia, de eso que se ha llamado con propiedad "investig:.tción de verdades", pone la observación realista en magistrales estudios de co tumbres. La fisonomía. intelectual de Ibsen es muy compleja, y a i se ,-e-es claro-en us obras. EsC'ncialmente intelectualista, se equivocará quien lo tenga por un filósofo entre maccesibles brumas, alejado de la tierra, pues á la vez hay en él e.xquisitas"del¡cadezas de corazón, briosa inspiración vt'Z
d un interé
en
260
~Nt>!IGO
DEL PUEBL"
poética, y observación sútilisima de la menudencia Y del · detalle. . Mas, para que con estas condiciones pue~a ll~gar al pú· blico, es me.nestér que aquella lucha de conc1enc1as, aquella brusca revelación de una verdad eñ contra de lo que el doctor Rélling, d d Canard Sauvage, llama la "mc_ntira vital", sea verídica, y se verifique en el terreno de pas10nes y sentimientos al alcance de t-odos. En El enemigo del pueblo no ocurre esto, y de ahí el fracaso, el fl~acaso produdclo porque sólo se trata grosera· mente de una mezquindad de la codicia, de la cual S~ puede tletir lo que de sí misma -dice la infelicísima Hedda' ~a_ hlet"' "¡ h! el rididulo y la infamia llegan como una ma ldL· .ción á todo lo que tocan mis n1.anos. "
261.
. '
E~ME!IlE
fecha de sus Novelli vic- · toriosos, y n.o gemiría con sus Baldisse1·as derrotados. Quédese ello en tesis atrevida y paradó· gica, y vamos á la crónica de teatros.
N OVEDDI
***
5 Aót-ii 96,
en desastre v Novelli en triunfo son los nombres que hoy nos hablan de Italia, y si no estuviese la pobre humanidad organizada de manera que todo , pueblo é individuos, quieren ser todo lo. que pueda ser .otro y principalmente aquello que para él, por temperamento y genio· histórico·, es imposi. ble, Italia tendría, para compensar suS frac':lso militare y coloniales en· · frica, sus triunfos y sus ~lonas de arte en todo el mundo. Paí de artistas con cerebro de _poeta en que se aposentaron las musas, con paletilS de pmtores en que el ol dejó la luz y el iris el secreto de todo color; con gargantas de canwres en . que todos los· pájaros pu ieron sus armonías, ¿de qué prestigios sino de e~s formó Italia su renombre universal, ni con qué armas mo con esas luchó nunca para imponer á todos sus con·quistas, ni por qué medios sino por esos logró en todas partes grandes colonias imper.ecederas de· espíritus, ya que no efímeras COlOnÍfl de territorios que un ·hecho militar favorable tr'ae y un hecho militar adverso se lleva, sin otra huella que las de la muerte y la ruina? ... Algo ceremonioso · y lúg1,1bre e este comienzo de una crónica ·teatral; pero mi tesis es que si las nadones comprendieran qué ~n y para qué sirven, Italia estaría satisBISINI
262
- ¡Vuelve mejor que ¡1ntesl-esto, que se dice 'de todo gran artista al . cabo de toda ausencia, decíase anoche unánime y justamente en el teatro tle la Comedia. · En n~turaleza artística tan exqui~ita como la de Novelli los años no son tiempo que p asa con arrugas para la piel, ca· nas para la cabeza y dolores para el corazón; son tiempo que se aprovecha en el estudio fecundo é incesante. Siendo en él el arte .escénico vocación i m p e1· ios¡i de todo su ser, de sus mús· culos que fueron hechos p a ra exter:orizar t-od<~; pasión, de sul> ojos que fueron alumbrados para c·entellear de todo senti· .~iep.to, de su lengua mo· dulada para toda palabra arUstica, de su alma, en suma, creada para repro·
Novuu
a ea
I!RMI!n; !IOVI!LLI
al, AfiO TUTIUL
ducir toda poética creación, e ·al propio tiempo fruto de umt labor in tregua ni cansancio. • o ntran·en él por uge tión maravillosa los personajes ''a rió de • ti repertorio inagotúble: es él _quien entra en ello , y 1 domina, y lo ' ,·aria, y los mejora, á medida que ob en· a r ient )' vjve. e le. ve interpretar espléndida· mente un papel, y no se puede decir "esto es la última pa· labra\ porque i al día icruiente el corazón de Novetti ha entido emocione· nueva ' que en aquef papel puede Fefie- · _ · jar, ·u ohra en:\ di tinta de la que la noche antes aplaudím . Todo e o que Ya dejando la vida en los hombres, y que en lo re vulg<trc , como antes decía, son arrugas , cana-, ufrimientos, plac re , en No,·elli son apuntes, no ta al margen de todos lo dramas y comedias que ha repre entado ante cien púl;>licos rendidos á'su estro incomparable. -Esta manera de ser artística de' Novelli, confirmada por su vid , e la explicación de su obra. EJ:plícase por ello u evolución de actor cómico, raya no ' en bufón d<" circo, ha ta accor dramático, vencedor en las . ublimidades de la tragedi¡t de Sha~espeare. Imaginemos á Ro ell representando el Yorick del /.)rama uuevo v ten dremo u.na idea de.l camino hecho por ~oYelli en s~- arté. Compréndese que mirara con' peñ;i en sus comiertzos cómo tenfa nece idad de reducir á las mezquindades y estreche· ce de la pocltade in u tancia 1 us te;.oros de · observación y. u in pira<;ión exuberante, y s<.: ~·o mprende que en las cruele lucha de u priméro:. años de capocomicalo, no fuese la menos ruda la que con sus propias aficiones riñera. Triunfaron ésta , venció dt' las preocupacíones de sus compatriota , corrió 1 mundo en busca de lauros para 1 dramático y para el trágko, y otra. \ "<'Z aparece la ca racterf tica espiritual ae No,·elli en el hech.o. de que, al pa ar de actor cómico á actor dram:Uico, no ha perdido las facultades de aquél, ino que las ha mejorado notabilfsima mente. Lá vida ·no e ólo dramática, ti ne d!as mu\' cómi ·o , y tanto en é to · como en lo. eríos y tristes, hi obser,·ado. •ovelli acopiando documentos con que ·avalorar sus creaciones, y d~ ello r ulta ese actor maraYiltoso, comSil64
pleto, el mejor acaso de cuantos hoy pisan ~as escenas ·del mundo . Esto se aprecia. en el monólogo; lo más' dificil, por ser lo mi\s sencillq-tal v~z del arte dramático. Coquelin, maestro en monólogos, no puede compararse con Novelli. Coquelin lós recita admirablemente; Novelli los hace y los vive, ya que no podamos suponer, como lo supondríamos si estu viésemos tan locos que fuératnos espiritistas, que evoca sucE-sos y momentos de la. propia vida en mundos anteriores .. Cuando anoche. nos conmovía, provocándonos á risa y arrancándonos-lágrima s con el r elato de las sencillas p~ri p·ecias de un marinero "entre· el agua y el cielo," parecíanos que aquello era verdad, que Novelli nos contaba algo · q-ue le habría ocurrid<? en su último viaje de A~érica . De ese viaje ha trafdo en el alma nuev.os mat1ces que dar á uno de sus gran4es papeles, el Lebonnard de JuanAicard, elegido para su presentación al público. Conocfalo ya éste en esa obra, y a noche decía todo el mundo : -¡Es maravilloso! ¡Hace la obra de un .modo distiRto y mejor que otras veces! . . Ese es Novcl!i La muerte de un ser querido, el espectáculo de un gran infortunio, algo que han visto sus ojos privilegiados, alguna nueva ·fibra que ha descubierto en su corazón vibrante, que siempre recata una virginid_ad; ¡quién sabe de dónde ha sacado Novelli esos nuevos matices para el personaje mar avilloso de Aicard en ese drama, que es, á mi juicio, uno de los más hermosos, de los más nobles que ·ha inspirado el adulterio! . ¿De quién es el hijo? ¿á quién dé be amar? ¿al padre que lo engendró en el placer fácil y momentáneo, ó al padre que lo educó en la infancia con el mimo, en la pubertad con' la solicitud en vig ilia, y 'en la virilidad con el en,tendimiento cuidadoso? · La contestación es fácil siempre; pero es indiscutible cuando el padre Lebonnard es Novelli. El hijo es d~ Novelli y debe a mar á Novel Ji, como todos debemos aplaudirlo.
1
'LOI DÓMÁDOU8
Do.S DoMAD01lE.S.
su lira nos ha dado Novelli. Nos ha dejado herir todas sus cuerdas m~ravi· llo as. Desde las tempestades de .la tra· · gedia inglesa hasta las carcajadas del valideville francés, sin desdeilar los idi· lios de la fina comedia italiana, ovelli lo ha hecho todo con pas~osa variedad y con igual perfec· ción·in uperable. Ál verlo en obras tan distintas, y en.todas tan bien, los que no e fijan exciaman: -¡Si no parece el mi mo! ~Jas á poco que la atención se detenga y penetre dentro de aquel trabajo escénico, se ve que sí, que es el mismo y que en eso está la prueba inejor de que Novelli es el artista por excelencia, el prototipo con.s umado y ejemplar del actor. t\o es el histrión que sacrifica su personalidad al poeta, que muda de alma como muda de traje y de papel. • ·ovelli los hace todo con su alma propia y genial. o la pide prestada en el guardarropa:, la ·ueva. de casa y con ella vive y exalta en la escena la concepción del dramaturgo. Por esto hace todos los gén'?ro irreprochablemente, como los han hecho todos los buenos actores, con más · de arti tas inspirados· que de asalariados bufones. Todos sabemo· en la.vida reir y llorar, amar y aborrecer, indignarno y someterno , acariciar y herir. ¿Por qué no han de aee ODA
hacerlo todos los que salgan á la escena, si S!llen como-son, no como quiera contraerlos y dislocarlos un poeta? No és licito aquí desentraiiar el estudio· del arte de Novelli, siguiéndole ~;~na por una en todas sus creaciones. El público sólo admite las síntesis finales y concisas-la síntesis en Espaila suele ser muy difusa, acaso por ser éste, como se ha dicho, el país de los viceversas,-y es lástima, porque del análisis de la labor de Novelli sacarían actores y actrices espaiioles lo que aquí no pueden aprender en ninguna parte . . Y como si su obra magna durante toda la temperad~ po hUbiera sido bastante, Novelli ha querido de&pedirse con un \lltimo rasgo de su opúlencia, poniendo de broche y · ci-erre una perla tan fir;ta y tan valiosa como el cuadro dramático Los Domadores, escrito por nuestro insigne Sellés. Novelli estará ag~adecido á Sellés, porque ninguna de sus creaciones le presta más triunfal escenario; pero Sellés debe también agradecer á Novelli la ocasión de hacer una de las mejores, acaso la mejor de sus obras. En ninguna hay tanta "verdad humana", ni tanto ni. tan_real y vigoroso sentimiento. Cierto que ya la cátedra-ni más docta ni menos bulli· ciosa que la de los frontones-ha sacado las cosas de sus quicios y anda por ahí diciendo que Sellés es el primer sociólogo de nuestro tiempo . ¡Como que ha resuelto la cues-. tión social!. .. ; pero tales desatinos Iio quitan nada del mérito de Los Domadores, siquiera extravíen respecto á él el . juicio dell'úblicci . Ni Sellés resuelve nada, ni creo que fuese tal su propósito al trazar esas magistrales escenas de un "interior" anar. quista. No son las muj~res y los niilos, no es la familia quib:t puede domar á las fieras de la nueva revolucióp, sino ·q ue serán, por el contrario, quien las estimule y las cree, y las lance á los más espantables arrebatos. Así ha s~do siempre y •así debe ser. La acción de la mujer en la política no •Se ha ·visto jarpás en las horas plácidas de la historia, sino en sus páginas de grandes turbulencias. Para votar 611 una ciud'adania sosegada y próspera, nadie consulta á su mujer. Para empuflar las armas contra un despotismo ó conae?
l,n 'l DOMAOOR.KS
tr' una iniquidad, ningún e tímulo como el hambre y las prh·acionc de la m11jer con quien se vh·e. cómod p1ra lo burgu e espantadizos creer que el 1 León d .! cllés e el caso de tod1 s Jo, anarqui tas : per e a creencia n · lícita en-quien pre~cnd:t conocer la realidad, un\ rcalid.td que e· u.: nuestros día· y que todos tenemo al alcance de·¡¡¡ man<1.. Leóu no t' un de. heredado, ni una víctima de la familia, ni un despojo de la sotiedac.l: es un fanático de ideas cuya ju tificación no 1\e\'U encima, en hambreS de SU estó.mago ni t'n dt• ·nudece -de su cuerpo. Cuando Yuelve á su casa , al ·ab de ~uatro año de ausencia, no encuentr a deslealtad en lo corazonc que dejara, ni miseria en los suyos, sin•• el rdativo biene tar del obrero con trabajo. Mientras él ha ·orrijo á la ,·entura, de pueblo en pueblo y de taberna l'n tabeFOa; á su mujer .no ha faltado trábajo, ni pan ni es· cuela al hijo, ni t'uego en el hogar. i, además de esto, la muj res unrr antita enamorada'd<:l ausente y el chicuelo no es un d~smedrado embrutecido por la mi eria, sino una · inteligencia de pierta .r un corazón afectuoso, ¿qué había de ocurnr, ·ino que; mediante las cosas que Sell és pinta, ·r ulte do ·ticada la fiera? Por e. toe · magistral la obra de ·sellés, porque es natu· ral, ·porque es lógica, porque es verdadera; pero única · mente como cuadro dramático; como episodio ·de la vida de aquella gente , no como especificó social ni como fór· mula de al\·ación. León, su mujer y su hijo, son tres figu· ras impecable , tre caractere , ya que a&í lo dice la retó · rica, y ellt! los hace vivír ante el público como vivirían n u boardilla si fuese aquello d!! veras. Lo más dramá· tico del cuadro, como las notas regocijadas de los sofismas del niño, ·rm de lo más art!-;tico que ha hecho Sellés; pero , ¡por Dio ! no hablen u tede úe problemas resueltos. Que León hubiese encontrado, como SU~\e suce<,ier en la dda, un hogar en lutos, una esposa desleal, qn hijo ham · briento y enfermo, cestas sin pan, hornillos sin lumbre, ojos in 'luz, almas sin afectos, ¿dónde hubiera ido á parar la upue ta doma de la fiera? Aquel espectáculo de. angustia r d olación, ¿no hubiera pue to en sus manos una bomba
m,
:;!68
más grande, con un a dinamita más cruel! cun una ~echa más larga , con más expansiva y más vasta destrucc1ón? · Quedemos en e to; que es la fija por desgracia Q.e los qu~ sólo se tompadecen de las propias, y conformé_rr.ono~ con un irran triuJlfO de arte sin aspirar á un impos1ble tnunfo "' ' social. Cuando Novelli r epresente ante públicos exóticos Los Domadores de SeBés, se dirá: . -¡Qué grandes artistas son lós italianos! ¡Qué grandes poetas son los españoles! No .pidamvs más jtalianos ni espai'ioles, a~otados por ~1 mismo vendflval adverso, ame':lazados del m1smo ~orven~ sombrío. Espaí'loles é italian?s nunca hemos ser~1do par(! otra cosa, por ninguna otra tenemos derecho á tnunfar. El italiand Seudo el célebre crítico de la Revue des Deux Afondcs,.en 186:'1, c~ntaba que un día enc;ontróse en París un compatriota desterrado, y despu és de comentar las des· dich as de la patri:1, al saber el triunfo en la Grand Opera de una bailarina italiana, exclamaron á una: -¡Ca.-a Itali a, tu non sci encora morta.f Apliquemos el cuento, y vayan al diablo Menelick Y Maceo. '
ÍNDICE V Articulo preliminar por Picón ..................• lndice alfabético de retratos ........ , . .. . .... .... ...... . XIIl 3 El Español ....... . ...... .. ........ . .. . ...•.... .. ...... Miel de la Alcarria . . •.. ...... .. .. ...... . .............• 18 Emma ,Calvé .. .. ........ . ............................ . 29 37 El :frólogo. de Galdós ........ : .. .. . .. .. .. .. .. . . ... . ·· .. MUJer y re1na .. . .... .... ... ........................... . 44 . La Procesión. . .................................. .. . . . 46 La fierecilla domada .... ... .. . . ·............ . ..... ...... . 50 Frégoli .................. . ... . ........ . ........... .. . . 52 Mancha que limpia . .... .. ·........................... . . óó El amo del cotarro .......................... : ......... . 67 76 •Manon• de Massenet, .. .............................•. Juan León . .. ........ ..... . · . .. ·· .. · ···· · · ···· t • • • • • • • 79 La Dolores ... • ............................ . . ...... ·. ·. 85 El amigo Fritz ....................... .. .............. . 93, Teresa....................................... : ....... . 97 Angel Guimerá ..... .. . . ......... .. .. .. ... ..... .. ...... . 105 José Ixart ..... .. . ..... . ............ .... . ..... : ..... .. . 122 Capilla Nacio(l.al Rusa . . ..... ... . .. . ...... . ........... . 12'1. SelléS en la Academia .................... .... ......... . 129 Serafi Pitarra, .......... . ...... : . ... .. . . .. .. ..... .. . . . 136 Doña Rita Elejalde .......................... · 1· · .. · · .. 142 Eduardo Escalante .. .. ... ...... ....... .............. ; . 147 Juan José .. .. .... ... ...... .. ... .. .. . . ..... . .. 1 •• • •• • •• 149 Sarah Bernb!li~·dt .... . ........ .. . ..... ... , .... 1 ••••••• • 156 Las zapatillas . ... .. , .............. .. ................. . 184 El estigma .. •...•• ..• • • •·•.•• •• ••• • • • ••• •• • •••••• •• • •• 185 1 ...................................... . 194 Leyes y dramas Pe trilla ....... .......... . .. ... .. ..... .... .......... : .. 199 Alejandro Dumas ..................................... . 202, La eterna cuestión ....... •. .... .... ·........... . ....... . 209 El libre cambio ........... . .. : . . . .. . .......... ,, ....... . 212 Voluntad .. .......................... : .'....... .. . .'... .. 216 La rnntinn .. . .... . .... . .. ... ........ ..... .. . . . ... : . .. . 220 La -~u.jer de Loth·... ....... ........ ... ·............. ·... . 224 Dona Perfecta ........................... . ...•......... 233 El cortejo de la Irene ........................ ·'· ....... . 246 Maria del Carmen .......................... .. . ..... . . . 249 El enemigo del pueblo ..... . ............ .... ...... .. .. . '251 Ermete Novelli. .......... ·..................... . . ..... . 262 Los domadores ................................ . ...... . 266