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MARGARITA CALLEJO a
Como andaba á salto de mata por los pueblos de la ¡51wo había tenido opoftunidad de ocuparme del concierto que la gentil compatriota celebrara en la muy culta ciudad de Humacao, gallardamente secundada por elementos prestigiosísimos de la localidad.
Dijérase que lo más selecto de la sociedad humacaeña se había dado cita aquella noche - para aplaudir á la futura gloria puertorriquu ña. Margarita no defraudó las esperanzas de sus admiradores de Humacao, quienes premiaron con flores y aplausos todos los uúme ros del programa.
Dijemes adrede todos los números para hacer especial mención de la señorita Mercedes Pereyó, la personifización de la simpatía, quien recitó de modo admirable la bellísima composición de Jackson Veyan ¿Que le diré?
Y lo que- dec¡mos de Mercedes queremos repet1rlo para nmo ser prolijos, de todas 148 señoritas, encantador bouquet de flores humacaeñas, que tomaron parte en el concierto de Margarita Callejo.
:Pasamos.por alto las horas felices que se deslizaron en el hogar -de los distinguidos esposos Valdés Fulladosa, después del concierpara dar cabida al discurso pronunciado por el vie'o camarada y muy querido amigo señor Pereyó quien fué objeto también de aplausos muy calmosos.
Y tiene la palabra el simpáfico Secretario de la Corte de Distrito.
Respetable público:
«Difícilsituación la del que batallando eternamente en la vida prosaica tiene que abandónar su cuotidiano decir para ir á buscar en lo bello, en lo ideal algo que le es desconócido. Y en esta triste situavión en que me encuentro parodiando al caballero de la triste figura en 'sus empeños con los molinos de:viento, acometo la empresa muy ardúa por cierto para mis facultades, pero contando con la benevolencia del ilustrado público que me escucha comienzo la tarea. Seré brevísimo.
Margarita Callejo, á quien tengo la alta honra de presentar á vosotros, es la verdadera Margarita del jardín borinqueño, de ésta hermosa tierra de eterna estación primaveral; donde la vegetación es constante y las flores son de todas ias estaciones, exhalando sus perfumes que llenan el ambiente con sus más vicos olores: donde el murmurio de ríos, arroyos y quebratlas es continuo y las aguas al-estenda.rse por valles y cañadas hace producir 4 esta tierra los más sabrosos y preciados frutos: doñde las alas de las pintadas mariposas en sus cambiantes de múltiples colores coran el espacio; donde el parlero ruiseñor entona cantos de amor jamás imitados por instrumento a'guno; donde el sol ásu salida y ásu ocaso nos hace ver los más bellos paisajes de la creación, que no pueden copiar los mejores pinceles;: mujer hermosa, donde el amor á lo bello es donde todo esta tier:a bendita por el hacedor, en esta donde hay tanta innato en fin, es poesía en
Borinquen bella nació Margarita: con esas bellezas y esos dones y aún con uno más, que es hija también de la diosa Talía.
Nació Margarita hija de artista, como él también es artista; no negó á sus progen¡tor, pero artista en sus cómienzos necesita cimentar sus estudios y á ello vá á Italia, la madre del Bell Cunto. A esas escuelas de donde salieron las célebres divas, Pati, Nilson, Donadío y otras, para hacer comprender al mundo lo que es el alma cuando el alma siente al interpretar esas creaciones de célebres autores que transportan el corazón y lo 'elevan de lo humano á las regiones divinas. No todo ha de ser realidad, es necesario idealizar, y pára ello se prepara Margarita; elia triunfará' y cuando el clarín de la fama anuncie con su extrindente sonido por los ámbitos del orbe, que Magarita es estrella refulgente, astro de primera magnitud en el cielo del divino arte dela música, Puerto Rico estará orgulloso y sentirá satisfacción por haber contribuído á tan nobie empresa.
Yo tejo una guilnarda de rosas, violetas y nardos para ofrecer á Margarita en nombre de esta culta Sociedad, la que hace fervientes votos porque ella vea realizados sus deseos; ella tejerá la corona de la gloria -con sus e*tudios, y cuando regrese á Borinquen, sus paisanos la aplaudirán con entusiasmo como yo espero que la aplaudaís esta noche, alentándola en sus esfuerzos.
(He dicho).
Nunca olvidaremos aquella noche memorable; la noche triunfal de Margarita.