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* I CRITICO DE SI MISMO
No sé dónde leí que los artistas de la pluma, poetas y prosadores, deben ser críticos de su obra.
La afirmación, como se vé, es bizarra, arrogante, tiene enjundia, y puede que interese más de lo que se piensa. Porque, la expresión, sencilla como es, se antojaría marrutlera, si no se advierte, á poco de auscuitarla, que tiene mucho de avisadora contidencia, de bella y acariciante exhortición á no pecar amando. Finje un discreto mandato á la convicción, á que se remire, ya que siempre quizo creer en sí solamente, un retexivo curiosec del propio creador en la producción y esto no es paradójico, desde luego y que es en lo que mejor puede esplender un ingenio ufano de sus timbres y lucir más vistosa su egregia pros 1pia la facultad raz: nadora de un artista atildado. Supone el empeño lento y minucios> de, consumada ¡a manifestación del pers miento, que es tulgor urente, llama inestinguible en que se consumen vehemencias de alma y corazón, interrogar su brillantez expontánea, sus proporciones imprecisas y maravillosas, conformándolo y precisándolo en la forma, en lo que decimos plasticidad de la idea, del modo conveniente y único que debe responder á sus vibraciones cálidas y exactas. Y, esto es acordado y hasta comprensible á la lumbre del agua.
Comprendemos asf y no de otro modo, qué sería estravío de sentido, esa admonición generosa encaminada hácia los que. acosados por la vesanía de crear, juegan acuciosos y realengos á las polícromas exaltecionesde Fantasía, sin introspecionarse luego, sin que retornen á escrutar en la obra lcs lZafpsus mens que no vieron en el raudo volar de su Pegaso de alas de oro, integrándose, como manda el juicio, en el raciocinio perspicáz y fuerte del cincelador equilibrado y en la severa grave- dad del lapidario.
Claro es que en esto no convienen los artistas 7er se, deslumbrados ó ciegos totalmente por las ígneas radiaciones de su propia luz. Se comprende y hasta hay razón diáfana y de buena ley. Porque este artista, como todos los de su rango y poderío, por lo mismo que es ur rasgador de misteriosidades, gran adivino, en su extraña inconsciencia no puede volverse é infiltrarse de nuevo en la urdimbre delticiosa de sus altos exponentes; porque ella, sonotosa y pura, brotó como linfa del manantial oculto y azuloso de su don exquisito, y no la volverá al concento intímo que la produjo á menos que para ello logre resolverse en un raro fenómeno de esoterismo tras cendental, ó en cualquiera otra manifestación en que actúe misteriosa su compleja psicología, Porque, convengáse, dignando siempre á esos dilectos gerarcas del ritmo y de los más arrobadores deleites emotivos, en que priva en ellos, algo .como dejadéz, un como atolondramiento sedante_ó laxitud entumecedora, después de la gran trisis; 6, mejor re- velado, una grata somnolencia espirítual, apenas se interrumpe el éxtasis intenso que propicio fué a crear soñando y á desleir y áexpresar ¡evedades de cosas remotas y bienaventuradas.
Es forzoso que en el poeta y estamos creyendo tal, en frase amplia, al que de cualquiera manera rezume belleza se comprende muy vien este mago efecto de desintegración indiviual. Porque, es sabido, que el poeta, en su pleno estar, avandona su individualidad cósmica; es una concreción mental tocada de espasmos felices y lúcidos; un sol refulgiendo en luz y en colores, hermosamente, prolificamentée. Así lo comprendemos. Todo l> circundante se ¡e torna abismático, vacío y aborrecible, visto como lo vé desde las inaccesibles cúpulas de su Olimpo infinito. Y nmo se amigará él, sin menocabo de su gracía excelsa, que tan bien le sienta y sabe á alma de la suya y á gloria de Dios, á la descorazonante tarea de un rebusque temerario y frío de im propiedades y deslices que á la irreflexión y abandono imaginativos no preocuparon en su tropel alígero y pintado de ensueños y quimeras.
Y entónces es que, despreocurado de eso que diría:e lo externo, dando de mano á veces á la Lógica que es razón y cánon inviolables, y conforme sólo á la imaginación que en contrario es redundante, grácil y aleatoria, poeta, esteta, aparecen desr udos, sin su túnica floreal y augusta, si gentiles con gentileza pagana, pobres en la demostración, en el contorno expositorio, en barata granjería del pu dor de las formas de un verdadero Arte y es candalizantes como la deshonestidad vulgar y pródiga de una griseta irresistible.
Asi es cuanto concibió el artista de la pluma y no expresó á arte de decir. Crítica que sabe llevar sus agudezzs certe :as á Conde fuere menester en servicio á la mejor conservación estética, experimenta los sobresaltos de esa impremeditación disolvente. En la multiformidad de las escuelas literarías se observará mejor la enorme dificultad para determinar orientaciones definitivas, delinear personalidades atinadamente, contándose con que esto acontece aún frente á tempera mentos artísticos poderosamente predispuestos á tomar butaca señoril en las salas régias del Parnaso. Al crítico toca entonces una faena de sutileza y vivisección que no es para desrrita, por no saber qué hacer con el am- biguo hallazgo. Tales, jamás pretendieron ni supieron de una labor de orfebre Y es claro, están bien donde estén. No saben de sélección inteligente, del trabajo insensible de lima, sobre el párrafo, sobre la linea que se tuerce, fecundo y avstero, que echa al tésto ñoñeces, único que tiene la bendita virtud de imprimirles uniformidad ondulante, clandad y sonoridad y ritmo precisos, de vigorizar desfallecimientos ideológieos, aligerar rudezds 'y de retocar redondeces, puliendo el 'conjunto que se propuso regalar el esteta que dirige y atisba desde alma adentro. Y esto es arte ennoblecido, á ley de maestría.
A través de tus pestañas, en tus ojos espejeantes resplandecen tus pupilas como el astro matinal, como chispas encendidas de Ainísimos diamantes en los trunos horizontes de una noche tropical.
Ojos negros que terminan en tus labios incitantes, pues formando un arco-iris en tu rostro de vestal, se prolongan en dos hebras de bellísimos cambiantes y se absorben todo el jugo de tu boca de coral.
Si tus ojos dicen gloria ¿qué dirán tus labios rojos entreabiertos como rosas en un bello amanecer?
¿Qué dirán, cuando suspiran, en sus múltiples antojos, muñequita encantadora, miniatura de mujer?
Pues afirman que si vs cierto que el amor nació en tus ojos regia cuna halló en tus labios de luciente rosicler.
Y heis ahí lo que es preciso afrontar con firmeza dominadora yedificante para la gloria de llamarse dignamente poeta: ser el primer crítico de la propia obra.
No habrá personalidad definida, de lo ccntrario: no será estilista nunca un prosador de caudal mental refinado y todo que no se cuide cariñosamente de las armonfas recónditas del lenguaje. ¡Oh la perturbadora preocupación del estilo! Poca cosa para algunos. Y los pobres y atormentados Gon court persiguieron, muchas veces y muchos días consecutivos, hasta caer extenuados, la rebeldía salvaje de un adjetivo insubstituible, la musicalidad profunda de una frase de mil modos descom.puesta. Se escribe bien dice el fuerte y Tógico Zola--cuando se expresa una idea ó una sensación con la palabra exacta Y si moes así, la obra total, será toda bazofia, alambicamiento impertinente, desigual é inarmónica: por mucho que á circunstantes frívolos y zonzos le suene musical, no serán sino acordes de murga en que la delicada sonoridad de la dauta contrasta -con la bárbara v desafinada ronalidad del bombard::0
Ciertas palabras hacen el párrafo opulento como una matrona; otros lodebilitan y langui decen como una virgen cándida ha dicho un critico contemporáneo que sabe cómo es locuaz la loca y adicta á salirse sin permiso á pavonearse cón su plumaje irisado y banal Lo que clama gobierno é intransigencia del gusto y de las reglas de quien se haya dado cuenta de su papel en la verdad y el arte h terarios.
Enrique Lefebre
Simpática boda
Ana María Ramirez, la simpática Ana María, es, desde el pasado lúues, la dulce y cariñosa compañera de Paul Ruell: uno de los buenos americanos que han venido á Puerto Rico.
La feliz unión fué bendecida por el virtuo so Padre Mangual, siendo el acto muy concurrido, á pesar de verificarse la boda en familia
Asf son de grandes las simpatías de que disfrutan en la Sociedad de Humacao.
De San Juan, acompañando á la novia, sa lieron en automóvil la señora Emilia Ramirez viuda de Masferrer y las angelicales Luisita Ramirez y María Vassallo.
Para el nuevo hogar, donde sonrie el angel de la felicidad, deseamos aternos días de ven tura. 1» sE e