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La Conferencia

Resultó espléndida, como era de esperarse, dada la gran mentalidad del orador.

Apesar de no estar suficientemente anunciada, la concurrencia fué numerosa y escogida. /xxx__x Hablaba Matienzo, y una Conferercia de Matienzo, aunque ara decirnos que lo blanco iempre arranca aplau- es negro, sos al auditorio.

La conferencia fué un paseo triunfal por el campo de la Ge grafia con muy oportunas citas históricas.

Una descripción brillantísima

El gran tribuno, de pié ante el pórtico de Uncle Sam, peretró con su mirada de águila en los vastos territorios de Pancho Ibero, profetizando la suerte de Puerto Rico en el futuro.

Puerto Rico, república independiente.

Nose puede, en una simple gacetilla, próximo á entrar en prensa el periódico, hacer la reseña de la conferencia de Ma tienzo Cintrón en el .Ateneo.

-Lo haremos con más calma y más detenimiento.

El Secretario de Pto. Rico

Hemes netado. y lo consignamos con verdadera satisfacción, que el Secretario de Puerto Rico cae siempre del lado del país, en los debates del Consejo Ejecutivo.

Lo vimos en el caso del Casino de Puerto Rico.

No comprendo, decía el simpático consejero, porque han detener menos derecho los puertorriqueños del Casino, que la Gran Logia Soberana y los jóvenes Cristianos. Ellos piden lo mismo que se le concedióá esas dos asosiaciones

Cuando nosotros, que atacamos tanto é los americanos, oimos de labios de un americano esas manifestaciones, no podemos menos de aplaudirlo; porque vemos en ello,. como díce Matienzo, la rectificación de la política americna

¿Que hago yo con diez y ocho pesos diarios?

¿Creen ustedes que un hombre de mis condiciones, y de mis circunstancias,se debe conformar con esa miseria?

_<'_Que hago yo con diez y ocho pesos diarios?

....El follage, erguido y lozano, tendía un manto de vercor en aquel rincón de la vila, sobre el cual se abatían muellemente jasp. adas alas de dormidas mariposas, Era cono un ramo de flores y de insectos, ramo vaporoso que se balanceaba á impulsos del aire en el azul moribundo de las tardes orientales: ya esponjándose, después de la lluvia, entre arre boles de arco irís; ya secándose, desnudo y lloroso, entre lameantes rayos del sol soñadores, ensombrecidos -por unas pestañas de ¡ui_o. que se morían de pena parpadeandc á rtos como trémulas alas de cautiva maripoS, así también he sentido siempre, por encima de mis dolores más hondos, la mirada de aquellos mismos ojos que lloraban tristeza y que me decían, al parecer, como el poeta del Idilio: ¡Es lá vida tan corta....! ¡Ora y espera! Se llamó Soledad; la llamaBan S$ 2a ; á solas vivió durante su breve paso por el mundo, y la enterraron en el rinconcito solitario, cabe un capullo en flor......

Más alláse dilataba, en ramajes de oro y púrpura salpicadas y en cañas de amarillentas hojas vestidas, la vigososa obra de la madre naturaleza. ...

Cuéntase que el mar, bravío é insolente como nunca, entró una vez en el campo. no sin reñir batalla á brazo partido. Temblaron las flores en sus tallos, piaron los pajarillos en sus nidos; y el mar, entristecido y avergonzado, retrocedió á sus linderos llevando sobre las espumas hojas de f>lores arrancadas y espi gas de nidos dispersos;.... y cuéntase también que no fué osado á poner sus olas en el inconcito solitario....

Lo que no hizo el mar con sus cóleras in- sensatas, bízolo el hombre con sú vanidad demente. Segó plantas, arrancó flores, destrozó nidos, trazó calles de fúnebre ciudad, levantó edificios; y, como si quisiera marcarlos con eterna ironía. grabó allí nombres prosaicos, inscripciones pomposas, ridículos letreros vo- mitados por la vanidad sobre un lecho de Tosas y aromas. Desde entonces, aquello fué una cloaca y se llamó cementerio.

Macho tiempo ha pasado.... Muchos nublados, que á nadie importan, han caido sobre mi corazón. ¡Muchas veces ha aleteado sobre mis sueños el ave negra del infortunio...!

Y así como he entrevisto siempre. al través de mis alegrías, cuando he gustado la vida en la cmbustera copa del aturdimiento, unos ojos

¡Mucho tiempo ha pasado!....

De vuelta del país de las mentiras, rendido, más que fatigado, por los azares del camino, quise ayer detenerme á reposar sobre la tumba de mis recuerdos.

El sepulturero me franqueó la entrada, y de repente sentí la invasión de la naturaleza: una invasión fuerte, brutal, como la que dejaría en un moribundo el acre dolor deun gigantesco ramo de plantas silvestres.

El invierno de la vejez, con u acción borrosa, ha carcomido los mausoleos y las cruces, y la primavera de la juventud, con su- acción vivificadora, ha cubierto de césped las tumbas á flor de tierra. La hierba de guinea ha na- cido espontáneamente en los cráneos de los muertos, se ha arrastrado sobre los nichos, se ha erguido sobre los mausoleos, se ha enlazado á las cruces benditas, invadiéndolo todo. abrazándolo todo con abrazo de juventud: y de allí, de aquel sitio herboso yselvático, brotando de la hendidura de una tumba como de una herida del corazón, resalta vivamente, al igual de una hebra de luto en un brocado, el tallo escueto y ennegrecido de una florecilla salvaje, furmada acaso por la evaporación de la última lágrima que derramaran los ojos de Sola; ojos tristes como los de la Dolorosa, soñadores como los del Poeta, ¡sólos en el mundo de las perspectivas!....-

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