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Oro americano

Si algún gato no me los ataja en el camino, estos diez centavos los tengo más seguro,s que Trujillo Lange la Secretaria del Juzgado.

Ofelia

Es la candida niña, la angelical Ofelia. Alba y blonda, blonda y dulce, inocente y casta, alondra y cisne. vaga en la región pu- rísima del ensueño. La diadema del amor esplende en las sienes de la virgen.

Vedla, paloma bajo la avasalladora mirada del águila. Vedia: la timidez en las manos: la emoción en el seno, el pudor en las meji- llas, el besoen los labios, el candor en los ojos, el ideal en la frente: todo diáfano, todo azul, todo casto.

Niña la víspera, mujer apenas por gracia del amor, nada sabía de sombras la adorable niña, De luz era su ambiente; sus émulas las flores; soñar, tal vez, la facil labor de su o EA

Y despertó, sorprendida, entre las redes del desamor y la injuria, del desdén y la muerte; Y la pobre niña enajenada, que llorando reía ó lloraba riendo, se durmió sobre un copo de espuma, y, mientras se perdía en las ondas del aire su último canto de amor, unjido en lágrimas, halló en las hondas del lago blanda y piadosa muerte....!

Así muere el cisne. FED, HENRIQUEZ.

N primor es el arroyo; ni saltador ni quieto: corre suavemente del llano hacia el mar, sin recodos que interrumpan su marcha y sin remansos en donde adormecerse. Difícil es decir por qué es tan bello; si la belleza resulta por el lucido hacinamiento de las márjenes: mucho verdor de hojas, tendidas como alfombra hasta la misma corriente: esmalte, trabajado por las flores y las mariposas, de rojo, blanco, azul y gualda, á trechos ju9to á las hojas y en rasgos sobre la álfombra: en el declive de la ladera, sombra, la sombra que producen enredaderas y arbustos copiosísimos y enflorecidos; si la belleza resulta por todo eso, ó si todo eso resplandece en belleza por la gracia que. aun sin contar con la frescura y suavidad que reparte, infunde la pura linfa, cristal que enseña hasta el menor detalle del fondo enarenado, y espejo de plateado fondo, que refleja la exhuberante pompa de las márienes.

En el campo donde corre el arroyo, sobre una misma pendiente, están dos mujeres: una doncella, alegre y juguetona, y una madre, y meditabunda.

El mediodía se presentó con todo vigor: ra diación solar muy fuerte, cielo pálido, cúmulos de cimas esfumadas tendidos en el horizonte, deserción de alas hacia las frondas, algún canto de pájaros, algún murmulo.... Mas han corrido algunos instantes y, como consecuencia de todo ello, al fin se acentúa la tarde primaveral:. brisa refrescante, grandes murmullos, cielo azul brillante, muchas alas, y notas y sonidos en difusión....

De todo goza la doncella, aspirando el aroma de algunas flores que aprieta entre sus dedos y que algunas veces pone sobre su corazón como queriendo infundirles vitalidad propia para herir después con ellas más profundamente al galan que la enamora: con todo sufre la desolada mujer que aprieta sobre su

No escarmientan

El crucero «Cincinnati» chocó con una roca en la bahia de Subig, Islas Filipinas. Fué remolcado y llevado al dique.

Y se empeñan todavía á seguir gobernando el archipiélago desde Casa Blanca.

En catorce años de dominación no han podido los marinos americanos darse cuenta corazón al hijo querido, memoria de otra primavera en la que est-ba llena de amor y n como ahora en soledad, abandorada ror el que poseyó su amor. Las dos miran con avidez hacia el arroyo. ¿Qué les habla él con su apacible sonido?. -qué misteriosa comunidad se establece entre la corriente de aguas que fuentes misteriosas alimentan, y la corriente de cariño que el amor hace surjir y las lágrimas en corriente que surjen del dolor? Es un concierto el de las tres linfas que asciende hacia lo infinito llevando lo mas esencial de la razón y de la materia. Suena la linfa del amor: <Ya voy corriendc á donde me esperas, oh! gozo-del alma, oh! placer de los sentidos! ¡Qué encantadora es la vida, mansión dulcísima de gloria, de ilusión y de esperanza! Te amo, acento que me prometes alegrías; que me brindas paz inefable, Voy corriendo como tú, agua mansa y serenapero á mejor destino que el tuyo: tu te perde ras en el mar, yo viviré en un corazón:» y s»ena la linfa de la pena: «Yo he venido corriendo de donde te ví desvanecida, oh! dichaoh! serena bienandanza! ¡Qué triste es lo pasado, y lo presente, qué angustioso! Voy resignada á lo porvenir sin mas luz que la esperanza en lo inmortal. Corro como tu, agua sollozadora y melancólica, pero con mas tristeza que tú, tú vas segura á reposar en los mares, yo no sé si la tumba esel reposo»; y la linfa del arroyo suena: «Yo voy corriendo y no me importa saber de donde vengo ni á donde voy: obedezco á la fuerza que me impulsa y cumplo mi destino.»

El concierto se eleva de las tres linfas condensándose en un murmullo de la tarde primaveral: la linfa de cariño «Yo voy á la dicha»; la linfa de las lágrimas: <Yo voy lo inmortal»; la linfa del arroyo: <Yo voy lo eterno....» p

RAFAEL A. DELIGNE.

exacta de los escollos que hay en la bahía de Subig y va á darse cuenta el gobierno de Washington de los escollos que hay en retener á Filipinas contra la voluntad de los filipinos. .

Pero no escarmientan. Son asi; cabeci duros como los aragoneses,

Anoche

Anoche, mi alma, en besos descompuesta, te. interrogó sumisa, [ .- y VIÓ en tus labios la repuesta, U la vió en la flor de una sonrisa.

Anoche, tu alma, toda poesía, como ave enamorada, voló a besar el alma mía, = voló en la luz de una mirada, Anoche durmió mi alma sobre flores: Y en el lecho risueño, al loco azar de los amores, bogó la góndola de un sueño.

Lurs LLORENS TORRES.

Flor de martirio

¿Recuerdas? Todo estaba sonriente al pisar los umbrales de la vida. Tú eras el ángel y la flor querida, yo tu poeta adorador ardiente.

Después en el ocaso de repente apareció la nube ennegrecida y vi tras el adios de tu partiva renacer tu desdén indiferente.

El mundo estaba todo satisfecho de verme por las penas abrumado y hasta contribuyó á amargar mi pecho.

Yo, en mi acerbo dolor crucificado, pregunté con amor: ¿qué mal he hecho? , y todos, hasta tú, me habían negado!....

DIEGO VÁZQUEZ.

D GRACIAS A la Sria. Conchita Marrero.

.. Y luego busqué el cielo, llegué á la aurora, É interrogué a la aurora por sus primores, Y díjome; las gracias que luzco ahora Me las roba la reina de tus amores.

É imploré a las estrellas. como el que implora Por retener del cielo sacros favores, - Y respondieron todas: mortal, no implores, Que en sus ojos tu reina gl>ria atesora.

La rubicunda aurora y las estrellas, Parece, de tus gracias estar celosas, Por que dicen que luces cual lucen ellas.

Que eres entre las rosas, más (;ue las rosas Que eres entre las bellas más que las bellas, Más hermosa entre todas de las hermosas....

Ernesto Avellanet Matel

No es talltó

Se dice que en la isla le ponen la mar de inconvenientes a los capitaleños.

Yo he estado en Mayagiiez, me corrí hasta Hormigueros, visité, de pasada, el pueblo de Añasco y nadie m emolestó en lo mas mínimo.

No he encontrado dificultades para nada: ni para cobrar las suscripciones del periódico, que siempre es algo dificultoso.

He encontrado ¡como no! algunos ciudadanos ariscos y quien cree que los capitaleños están muriendo como pollos; pero no tienen ellos la culpa, Es gente que no ve mas allá de la palizada. O i

Las ratas noruegas

Dicen que son las más temibles para esto de la propagación.

Y yo creo que en vez de estar el tesoro insular gastando dinero en perseguir las ratas noruegas, que son extranjeras en Puerto Rico, sería más práctico dar aviso al cónsul de su país para que las llamara al orden y las hiciera estarse quietas, 5 de lo contrario que se embarquen para Noruega.

Demasiado tenemos con las ratas de Puerto Rico.

Fiese uno de los poetas

Tanto el Versalles, bautizado y ¿antado por Semper, como las sultanas, que tantas endechas han arrancado á las liras de muestros paetas, se habían convertido, arrullados por las canciones, en verdaderos estercoleros

La Sultana del Oeste tenia en el vientre mil treinta y seis carros de basura, que el oficial de <anidad, eficazmente auxiliado por el comercio, convirtió en cenizas en las afueras de la ciudad.

De la capital no digamos nada calladita, sin decir esta boca es mía, <«como una blanca gaviota»

<dormida entre las espumas» tenía basura hasta en el moño, sin contar los moños que estan de echar á la basura.

Y fiese uno de los poetas, másó menos modernistas

De la Sultana del Sur no podemos decir nada por falta de datos oficiales; pero tampoco tendra el estómago muy limpio.

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