Avance (15 oct. 1937)

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J.O.N.5. Número suelto 10 c7. JOSE PEREZ LOSADA , ¡¡PRESENTE!! : !
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Ha múérto don José Pérez Losada ..... Cuando estas palabras sonaron en los oídos de los hombres de esta casa, tuvieron. un efccto verdaderamente desconsolador. Pensamos inmediatamente en la desaparición del amigo querido, en la ausencia permanente del paladín de la causa nacionalista; del-alejamiento eterno de uno de los valores mas recios de la ya érigua en número colonia españolade Puerto Rico, y sinembargo ante esta decisión de la Providencia, nosotros católicos fervientes inclinamos la cabeza y nos resignamos a esta nueva pena en esta campaña en las que unos dejan su vida y otros jiroñes de su propio corázón.

Para nosotros don Pepe fué mas que-un buen amigo. Fué el que nos dió la pauta a seguir; el qué indicó el buen camino; el que suavizó asperezas y contuvo ímpetus júreniles prestas a desbocarse; el que señaló con certeza de buen: piloto el nuévo, estilo de la España nueva aplicado en la propaganda; el que comprendía nuestras cuitas y nos daba alientos para luchar contra ellas; el que prestaba todo el concurso de su fértil imaginación de periodista en las campañas libradas por nosotros; el que movía los hilos sutiles que unen al periódico cón su público, y en fin el que en realidad era el corazón palpitante de nuestra obra...

Y ahora ha desaparecido materialmente de la tierra..: Pero su espíritu vigilante en los luceros, aguardando ansioso el Amanecer prometido de la España Imperial, el resurgimiento glorioso del sentido de hispanidad perdido, o mejor, dormido en los puedblos de América, guía con sus luces y sus e¡pmploe nuestros pasos en esta senda de amarguras y a veces de intompresión, por la que comprendemos es necesario pasar antes de alcanzar nuestro triunfo definitivo.

Has muerto, para muchos camaradas Pé.rez Losada, tu recuerdo se convertirá dentro de poco en un borroso enfocamiento delo que fuiste, pero los hombres de Falange que como el Ausente sentimos rebullir ennuestras entrañas el preludio glorioso del Amanecrer, permaneceremos fieles a tu re-cuerdo, aparecerás cada día para nosotros mas claro, mas robusto, mas viril y mas patriota, y en tus escritos yen tus cámpañas buscaremos las trsencias combativas del Nuevo Estilo que van forjando poco a pocoen tierra ibéricd los invencibles aceros de nuestro Caudillo...

CAMARADA JOSE PEREZ LOSADA... PRESENTE...

Alfonso Miranda Esteve.>

A d Ed Sa¡1 Ju.m l'uerto Rlco Octuhre 1.) 1937 ' Número 17.
EDITORIAL

En la Tarde de Ayer Murió Don José Pérez Losada

Víctima de la. dolencia rardiaca que minaba su vida. Enpiró mientras era llevado al Aurilio Mutuo.

Ayer, a las cinco y media de la tarde tuvo fatal desenlace la afección cardiaca que desde hace algún tiempo venía minando la reciedumbre física del brillantisimo escritor, nuestro eminente compañero don José Pérez Losada, director de Puerto Rico Tlustrado, y una de las más prominentes figuras de la Cojonia Española de Puerto Rico, El doloroso suceso ocurrió pocos momentos después de haber descendido el señor Pérez Losada la escalerilla del vapor Borinquen, a donde fué, en compañía de su fraternal amigo don Segundo Cadierno, con el propósito despedir a los distinguidos esposos don-Secundino Lozana y doña Josefina Fabián de Lozana, quienes se embarcaban aver con rumbo a los Estados Unidos.

En el automóvil del señor Cadierno, siempre acompañado por éste, y cuando se acercaba el ve.hículo a la estación de la American Railroad Company, sintió el señor Pérez Losada la primera sacudida violenta del ataque <ardiaco qhe de manera tan inesperada ponía - término. momentosdespués a la vida material del gran escritor a quien Alfonso Camía, en una de sus Vidas Ejemplares llamó, poeta del periodismo.

Al oír las palabras del señor Pérez losada, me siento muy mal el señor Cadierno le ordenó al chófer marrha rápida hacia la Casa de España, donde está instalado un consultorio del Auxíilio Mutuo, y allí sin que se ba-jara del coche al señor Pérez Lo-sada, le fué aplicada al enfermopor el médico de turno una inyección de aceite aleanforado. El ilustre paciente-fué trasladado inmediatamente después al Auxilio

Mutuo, pero ya era inútil toda iu-tervención de la medicina quealí le esperaba en la persona delDr. Roldán, médico del señor Pé-rez Losada. La impresión que re-cogimos anoche eñ el Auxilio Mu-tuo fué que el señor Pérez Losadaexpiró en el automóvil, podría de-cirse que en los brazos del señorCadierno.

Estuvo ayer en su oficina

Periodis-

La noticia del fallecimiento delseñor: Pérez Losada circuló rápi-damente. A las 7 de la noche yadesfilaban por el Auxilio Mutuolos más destacados líderes de laColonia Española, los Presidentesde las Sociedades Españolas dealgunas de las cuales era Secre-tario el señor Pérez Losada, ycomenzaban a llegar prominentespersonalidades de la Isla que in-mediatamente tuvieron conoci-miento de la muerte del notableperiodista. A las ocho y mediade la noche estaban constituídasen el Auxilio Mutuo las directi-vas de la Casa de España con supresidente don Miguel Such, elCasino Español con sus vicepresi-dentes don José María del Valley don Carlos Conde, el AuxilioMutuo, con sus presidente, donSegundo Cadierno, la Cámara deComercio de Ultramar, el AteneoPuertorriqueño con su presidentedon Emilio S. Belaval, la Socie:dad Portorriqueña detas con su presidente, don JoséDávila Ricei;: y numerosos com-pañeros y amigos particulares,tanto españoles y portorriqueños.la primera autoridad municipal en llegar al Auxilio Mutuo fué eladministrador de la Capital, doc-tor ,Carlos M. de Castro, vecinodel señor.Pérez Losada en la Ave-nida Fernández, donde residía el insigne compañero desde hace dosaños, cuando por prescripción de sus médicos se vió obligado a trasladar su residencia de San Juan,donde había. vivido siempre, a Santurte, en busca-de una tempe-ratura que se adaptara mejor a su estado de salud.

El señor Pérez Losada llegóayer a su oficina de Puerto Ricolustrado poco después de lasnueve de la mañana. Pasó porlas oficinas de administración dePuerto Rico Ilustrado y. ELMUNDO y se llevó consigo se-gón era su costumbre un ejem-plar de EL MUNDO y el númeroque circuló ayer de Puerto Ricollustrado -Levó ambas publica-ciones, abrió su correspondencia ycomo a las once y cuarto bajá ala oficina del subdireeton dePuerto Rico Ilustrado, nuestrocompañero, señor Dávila Ricci, yle entregó una composición poé-tica del señor Arturo Gómez Cos-ta que había recibido de manosdel propio señor Gómez, y un ar-ticalo el último que escribiósobre lás reformas que ha inicia-do el doctor de Castro en el Tea-tro Municipal de San Juan. De.partió brevemente con muestroscompañeros, los señores GéigelPolanco, Paniagua Serracante,Rafael Montañez; quienes se en-contraban también en ese momen-to en la oficina del señor DávilaRicci, y regresó a su despacho sinque ninguno de sus amigos des-cnbriera en semblante la más leveseñal de que la traicionera dolen-cia que todos conocíamos estuvie-ra tan próxima a abatirle parasiempre.

Una llamada por la tarde

Antes de partir con el señorCadierno hacia el muelle númeroseis, el señor Pérez Losada hizouna llamada telefónica. a la re-dacrión de Puerto Rico Ilustra-do para comunicar que hoy, a lasdiez de la mañana, se efectúa unaboda en la Iglesia del SagradoCorazón y que debía anotarse co-mo compromiso del fotógrafo.

El Sepelio

Por disposición de las directi-

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E _..y.,._á TEO

vas de las Sociedades Españolas, adoptada en la reunión conjunta que celebraron anoche en el Auxilio Mutuo, el cadáver del -eminente periodista y figura destacada de la Colonia Española y de la sociedad puertorriqueña permanecerá en capilla ardiente en el Auxilio Mutuo hasta las nueve y media de la mañana de hoy. A esa hora será trasladado al Ateneo - Puertorriqueño, corresponpondiendo así a la petición que hizo el Presidente de la Docta Casa, don Emilio S. Belaval. En el Ateneo se iniciarán las guaral

TRANSIDO

No sé cómo llenar el cometido que me ha impuesto mi querido compañero Rafael Rivera Santiago, en su deseo de rendir, desde EL PAIS a nuestro noble amigo Pérez Losada, el tributo debido a sú grandeza.

Nada más que escribir el nombre de un amigo como aquél sabiendo que es su muerte la que mueve la pluma, causa tal desconséulo, que más bien que la pluma, son nuestras lágrimas las que tienen que rcorrer, mientras la pluma tiembila en la mano trémula sobre las cúartillas en las que no sabemos qué poner.

Efectivamente, lleno de esta inmensa pena, con el espírita dominado por esta congoja ¿de qué otra cosa hablar?

¿Cómo inhibirse de un dolor tan hondo, cómo conseguir serenar la mente, para hacer el gran esfu f que requiere condensar en un artículo de periódico todo cuantóo representa para un país la pérdida de un hijo sí, de un hijo como Pérez Losada, que le dió lustre a ese país, que le consagró toda su vida como más amor que muchos puertorriqueños de nacimiento y que fpé su cantor más exaltado?

dias de honor, correspondiendo los primeros turnos a los directores de la Docta Casa, los segundos, a los compañeros de profesión del señor Pérez Losada, y los terceros a los directores de las instituciones españolas. A las cuatro y media deda tarde partirá la comitiva fúnebre hacia la Iglesia de San José, dond: se relebrarán honras fúnebres, y del témplo católico segnirá hacia el Uementerio de San Juan, donde recibirán sepultura los restos del inolvidable maestro de periodistas.

de Un llamamiento al comercio

Los señores directores de lasinstituciones españolas que ano-che deliberaron en el Auxilio Mu-tuo nos han pedido que en su nombre dirijamos un llamamiento alcomerrio de San Juan para quecierre sus puertas a las enatro de la tarde de suerte que todos los compatriotas y amigos del señor Pérez Losada que trabajan en _esos establecimientos y desean asistir al sepelio puedan hacerlo.

DE PENA EL CORAZON

¿Cómo habilar de su obra fecunda, de su excelso estilo literario que nada tenía que envidiar al de ningún príncipe de las letras, de su labor de periodista de vena universal que glosó con tanta dedicación todo lo culminante de nuestra vida?

¿Cómo ponderar la finura espiritual con que se.pasó toda la vida a caza,de la emoción y la belleza, para aquellas plasmaciones logradísimas que fueron sus magistrales crónicas, dignas de pa: rangonarse con las de todas las grandes firmas de nuestro idioma?

Parn todo eso haría falta un dominio de la mente que no se puede tener, transido de pena el corazón.

Es mucho lo que perdemos los amigos del gran escritor. Muchos años de íntima y diaria convivencia muchos años de cordialidad no desmentida, de camaradería fraterna estrechada por mil afinidades, no transcurren en vano.

Por muecho que supiéramos que este final estaba descontado, que la catástrofe podría producirse así en cualquier momento, siem-

pre quedaba un resquicio para la esperanza y nos parecía remoto el peligro del brusco desenlace que ayer confirmó tan dolorosamente los tristes pronósticos de la ciencia.

Para tristezas como ésta nada vale estar uno preparado. Ver los ojos cerrados para siempre, saber que ya no habrán-de despegarse más los labios que nunca se movieron sino para decir cosas amables o ingeniosas o confortadoras o, cuando más, inocente. mente maldicientes;: saber yerta la maño que tantas veces mos brindó su calor generoso ¿a qué nos puede mover que no sea dejar que afluya irreprimido el llanto, única ofrenda con que nuestro dolor sabe acertar?

Recibe, Pérez Losada, - amigo bueno, amigo por tanto tiempo inseparable ese tributo.. Mucdhos momentos de noble camaradería, muchas satisfaeciones del espíritu me deparaste en vida. En la muerte hasta estas lágrimas que me arranca tu muerte, ennoblecen mi espíritu como lo ennoblecieron antes tu bondad y tu generósidad.

El País Sept. 24 1937.

ENE E NNE AVANCE 3de
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En hombros del pueblo llegó al camposanto el féretro de Don'José Pérez Losada -

Admiradores anónimos del .escritor ilustre se disputaban el honor de cargar sus vestos -mortales.. ÁFué una demostración de duelo conmovedora e ¡m¡wnente

Todas las clases sociales de San Juan desde la de más elevada posición hasta la de condición más humilde participarón en el im. ponente tributo de reconocimiento y admiración que la sociedad cap¡taleñn rindió en la tarde de ayer a mnuestro eminente compañern don José Pérez Losada, cuando los restos mortales del brillantísimo escritor y maestro de periodistas fueron llevados desde el Ateneo Puertorriqueño, donde estuvo en capilla ardiente y velado por guardias de honor y numeroso público desde las nueve y media de la mañana, hora en ' que llegó el féretro del Auxilio Mutuo, hasta las cinco y cinco mnnutos de la tarde, que comenzó a desfilar la fúnebre procesión. A ámbos lados de la Avenida Ponce de León desde 1 Ateneo, y de las calles Salvador Brau, José Gelso Barbosa y San Sebastión, hasta llegar a la Iglesia de San José, que comprendieron el trayecto recorrido por el templo católico, una gran multitud presenció, en respetuoso silencio, el paso del cadáver del in-signe penod15ta español puer(o rriqueño.

El desfile fué org1n¡mdo frente al Ateneo Puertorriqueño por don -Ramón Fournier, quíen vestía chaqué. -Caminaban en pri mer término doce automóviles cargados de coronas y ramos, las preciosas bfrendas florales de la Casa de España, el Casino Español, la Sociedad de Auxilio Mutuo y Beneficencia, EL MUNDO y Puerto Rico Ilustrado, Romualdo Real, Secundino Lozana, la Sociedad Puertorriqueña de Periodistás, la familia - Ballester, Se-

gundo Cadierno, el Gobernador de Puerto Rico, Miguel Such, la señora viuda del doctor López, José María del Valle, la Cámara Española de Comercio, los diarios y revistas de la capital, y numerosas insfituciones y compañeros, amigos y admiradores del señor Pérez Losada, que así testimoniaban al extihto el áfecto y la admiración que le guardaban. Marchaba después el severo carro fúnebre. JPortaban las cintas e.l' juez Pablo Berga, presidente de la Cruz Roja Americana, el licenciado Emilio S. Belaval, presidente del Ateneo Puertorriqueño, el licenciado Samuel E. Quiñones, el licenciado Epifanio Fernández * Vanga, ,el doctor tCarlos M. de Castro, administrador de la Capital, el licenciádo Rafael Sanche Bonet, tesorero. de Puerto Rico, el señor Rafael Rivera Santiago, director de El País y mnuestro compañero, señor José Dávila Ricci, subdirector de Puerto Ri.co llustrado y presidente de la Sociedad Puertorriqueña de Periodistas. Inmediatamente detrás del féretro, formaban en la presidencia del duelo el Gobernador interino de la Isla, don Rafael Menéndez Ramos, el coronel - John W. Wright, comandante del Regimiento 65 de infantería, don Segundo Cadierno, presidente de la Sociedad de Auxilio Mutuo y Beneficencia, don Mamuel González, de Salinas, don - José Rámirez Santibáñez, presidente de la Cultúral Española, don Miguel Such, presidente de la Casa de España, don José Máría del Valle y don. Carlos Conde, vicepresidentes del Casino Español, el doctor Amalio Roldán, director del $Sanatorio Auxilio Mutuo, don Antonio R. Barceló, don Bolívar Pagán, don Enrique González Mena, don Celestino Iriarte, don Tomás Berríos Berdecía, don José S. Alegría, don Rafael Alonso Torres, don Rafael

Parés, don Dionisió Trigo, don Carlos Llauger, don Filipo: de Hostrs, el coronel Enrique de Orbeta, jefe de la Policía Insular, don Angel Ramos, admunntrad0r de EL MUNDO y Puerto Rico Nustrado, y don Luis Saavedra. Seguían a estos caballeros numerosas representaciones de - instituciones cívicas y culturales deSan Juan y de la Isla, de laLegislatura Insular, de la Universidad de Puerto Rico, de la Prensa, el comercio y la banca, y una gran muchedumbre en que se amalgamaban todos los sectores sociales de la capital y de la Isla.

A las seis menos cuarto de la tarde llegó el cadáver a la Iglesia de San José, donde el Reverendo Padre Alonso cantó un responso con acompañamiento del coro de dicho antiguo templo católico. Inmeiatamente después de esta ceremonia religiósa, y caminando al frente el Padre Berasategui, con cruz alzada - prosiguió el desfile mortuorio hacia el antiguo cementerio de San. Juan, hasta donde el féretro fué llevado en brazosde la multitud que se furnaba con frecuencia en los -puestos. Una nota de sentido relieve se hizo notar en este instante, ya que fué este el momento que creyeron oportuno los más humildes admiradores del extinto periodista para testimoniar el cariño que en ellos se tenía ganado: 'Vimos abrirse paso de entre la multitud los tipos de más humilde apariencia para disputarse un lugar junto 'alféretro y tener la propia complacencia de haberlo llevado un instante hacia el postrero descanso. Otra nota de idénticá significación se produjo cuando al llegar los restos a la rampa del cementerio, la humilde gente del pueblo 'se ofreció espontáneamente ál señor Fournier para conducir hasta la tumba én abierta en el viejo cementerio de San Juan

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Grupos de las guardias de Honor junio al cadéver del insigne periodista Don José Pérez Losada.

las ofrendas florajes depositadasen los automóviles que no podíanllegar hasta las puertas de la ne-crópolis. Formando dos filas quepresidían el paso del cortejo losanónimos admiradores del brillan-teescritor portaron hasta su tum-ba las coronas ofrendadas ante sucadáver. Y hasta que los despo-jos -quedaron depositados en latumba y ésta cubierta por unamontaña de flores, no se separa-ron de aquel recinto las clases so-ciales de Sán Juan y de la Islaque tanto aprecio demostraronayer por la obra que en vida rea-lizó José Pérez Losada. Los queen miuchas ocasiones vimos dete-nerse ante el vestíbulo y en la sa-la de esperade Puerto Rico Ilus-trado a viejas que eran la cabalencarhación del San Juan preté-< rito que él deja a la posteridad,consagrado eñ bellas páginas evo-cadoras de otros tiempos mejores,para, sabido el camino apresurar-se 2 su estancia que estaba fran-ca para todos, no nos sorprendióverles acercarse al féretro, casi ahurtadillas, en el Ateneo y en el Cementerió, mascullando nna oraftión entre los labios.

has guardias de hoñor:

Desde las nueve y media de lamañana hasta las cuatro de la tar-de que dió comi la sesión fú-nebre del Ateneó Puertorriqueñoen honor del eminente compañero,treinta y siete guardias de honorse turnaron ante el cadáver quese ballabá depositado en la tribu-na de la DoctaCasa. He aquí las .gu&rdkg_¡_:

1* Junta dé Gobierno del Ate-neo Puertorriqueño: presidente,licenciado milio E. Belaval, donMiguel Meléndez Muñoz, Hon, Pa-blo Berga, licenciado Samnel R..Quiñones.

1E

2> Cuerpo de Bomberos: seño.res Ignacio Torres, Ramón Reino-sa Padilla, Enrique Sosa, JenaroFlores, Daniel Velázquez, IsaacKamos Crespo.

3>Expresidentes del AteneoPuertorriqueño: doctor MamnuelQuevedo Báez, licenciado Epifa-

nio Fernández Vanga, José Rami-Tez Santibáñez, Samuel E. Quiño-nes, Emilio £. Belaval. -

1* Sociedades españolas: dondon -Segundo: Cadierno, don Ro-mualdo Real, don Dionisio Trigo,don Carlos Conde.

5' Amigos del señor Pérez Lo-sada: don Rafael Sacarello, señorAlbrizio, don lLuis Brau, herma--nos Bassó.

6* Señores Durán, José Ru-bert, José González, José Fidalgo.

T ? Guardia de Bomberos.

8 Don José M. del Valle, don Carlos Conde. don Narciso Gar.cía.

5* Personal del Casino Espa-ñol y Casa de España.

10% Cuerpo de Bobberos.

11% Señor C. Móontesinos. hi-jo, doctor J. Torruellas Casals.señor José Fidalgo.

17* Beñores Martiniano Teje-, dor, Joré Castillo, José A. León,Radamés Such.

13*- Kuerpo de Bomberos.

14* Administrador de la Capi-tal, doctor Carlos M. de CastroDirector de Beneficencia Munici-pal, doctor Rafael López Sicardó ; .Administrador del Acueducto dela Capital, señor Francisco Bar-bosa; Auditor Municipal, señorPedro Ramírez Nadal.

15* Directóres de los diariosde San Juan y la isla: señor LuisMuñoz Marín. La Democracia :señor -Pablo Vargas Badillo, ELMUNDO; señor MRafael RiveraSantiago, El País ; señor Wi-lliam Montalvo, La Correspon-dencia ; señor E. Ramírez Brau,El Día, de Ponce.

16* Señores José Dávila Ricci,Fernando Sierra Berdecía, Emi-lio Huyke, Francisco Moscoso.

17> Señores Esteban Moentesi-no, Rafael Oller, Juan Nadal, LuisCintrón.

18* Puerto Rico Ilustrado: se-ñores José Dávila Ricci; VicenteGéigel Polanco, Rafael Montañez," Carmelo Filardi, Jesús: Morales, Tony Villamil.

19* Señores David Noble, Ma-nuel Guillermety, Miguel Martí-nez, Juan Fernández.

20* Redacción de EL MUN-

DO: señores Emilio Huyke, Fer-nando Sierra, José Prados Herre-ro, señora María Marín de Colom,señores Vicente Géigel Polanco,José Dávila Ricci.

21* Escritores: señores Euge-nio Astol, E. Ramírez Brau, Eva-risto Ribera Chevremont, Luis An-tonio Miranda, José S.

22* Asociación Puertorriqueñade Periodistas: señores José Dá-vila Ricei, E, Ramírez Brau, Vi-cente Géigel Polanco, Emilio Huy-ke, Fernando BSierra, Manuel Vis-sepó. E

23*_Señorita Angelita Santa-ella, señor Andrés Rodríguez Ve.ra, señora viuda de Vélez López.

24* Señores Carlos Conde, Jo-sé M. del Valle, Silvestre Miran-da, Narciso García, Guillermo Ru-berí, Bernardo Agueros, Luis Fer- nández Blanco, Franeisco Navia:Manuel García Rodríguez, MamnuelQuintana.

25> Señores Teodoro Aguilar,Luis O'Neill, Sra. Rosita Silva deQuiñones, señor Juan M. Herre-ro.

20 Señores Luis Villaronga, Cayetano Coll y Cuchí, -AgustínRivero Chaves, Roberto H. Todd.

27* Sociedades españolas: se-ñores Segundo Cadierno, MiguelSuch, Carlos Conde, Manuel Gon-zález, Anselmo Sorveta, José M*del Valle.

28* Señores Jerónimo Linera,Antonio Lens, Manuel Vázquez, Juan A. Fernández, Andrés RibéBlasco, Esteban Sánchez.

29 Señores Octavio García.Victor Pérez, Laúreano Valiente, Ramón Joglar.

30* Señores Pío Amador, Mi-guel Marcano, Joaquín Pujals, José Manuel TPérez Moris, Luis Brau.,

31* Academia Puertorriqueña de la- Historiá: señores Samuel K.Quiñones, Bolívar Pagán, Vicente Géigel Polanco, Cayetano Coll y Cpehí, Eugenio Astol.

32*Señores Francisco Ballester, Jesfis Vilches, José Rullán, Amadar Cuesta.

33* Asociación Pro Bienestarde Adultos: sefores Teodoro

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Aguilar, Vicente Géigel - Polanco, Luis O' Neill, José Dávila Riéci.

34* Señores Jorge Power, Juan Villalta, Luis Cerra, Sixto Ortega.

35* Señores Antonio Ayrés, José Bazán, Benicio Sánchez Cas/taño, Carlos Llauger.

36' - Befug¡o de Niños: señores Teodoro Aguilar, Ramón Fernández Náter, Antonio Silva, Segundo Cadierno.

37* Señores Pió Amador Juan Fernández, Andréa Ribé, José Roméu.

La sesión faneral del Ateneo En la sesión fúnebre que cele-

bró el Ateneo Puertorriqueño, del cual era Socio de Honor el señor Pérez Losada, hiciedon uuso de la palabra el Presidente de la Docta Casa, don Emiilio S. Belaval, el vicepresidente de la BSeciedad Puertorriqueña de Periodistas, don Rafael Rivera BSantiago, el Presidente de la Cuitural Española, don José Ramírez Santibáñez, en' fepresentación de las instituciones españolas del país, y nuestro compañero don José Dávila Ricci, en representación de Puerto Rico Illustrado y EL MUNDO. La sala de la ilustre institución estaba completamente llena de público. El Presidente del Ate-

neo, señor Belaval, pronunció lasiguiente oración:

La oración del presidente del Ateneo

Señoras y señores:

Por primera vez en mi vida he edlicitado un turno para hablar, desgraciadamente ante los despojos terrenos del ilustre español, a quien en esta tarde estamos rindiendo el postrer tributo, ya que desde ayer José Pérez Losada pertenece al mundo de los recuerdos.

He solicitado este turno por entender que era mi obligación moral, tanto-como . presidente del Ateneo Puertorriqueño como escritor de mi patria, darle un último saludo, rcordial, agradecido, emocionado al noble escritor gaditano que supo convivir con el pueblo puertorriqueño dentro de la más amorosa compresión,. con los brazos abiertos para una generación literaria que en la muerte de don Pepe Pérez Losada vemos la desaparición de uno de nuestros más conspicuos mentores.

El año 1937 ha sido un año aciago para el periodismo puertorriqueño: Sebastián Dalman Canet, decano de los periodistas Tué el primero en desaparecer en los comienzos del año, despnés de una vida fecunda en nuestro mundo; Luis Dalta, el brioso polemista, eampeón de miles de combates por nuestros problemas, regresó desde Nueva York a buscar el solemDe reposo de su tierra puertorriqueña; hoy, es José Pérez Losada, el príncipe de nuestros cronistas el que baja a descapsarsú corazón fatigado en nuestro arcaico cementerio de San Juan, que para él era un joyel de recuerdos amados.

Con José Pérez Losada muere el más recio centinela del espíritu español en nuestro momento puertorriqueño. Le cupo al malogrado amigo la sagrada custodia de un legado de grandezas, que mno permitió nunca que desaparecie- . ra de nuestras inquietudes. Lá época en que España parece reti-

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rarse de Puerto Rico, vencidas sus armas, invadidos sus dominios espirituales por nuevas ideas, géntes y tendencias, exhausta por su gloriosa correría la propia madre tierra,es la época que representa este hombre, gne desde su humilde sitial de periodista trata de rehacer la hegemonía pura, libre de fronteras y de diezmos, entre las blancas' tapias de Cádiz y los oscuros sillares de San Juuan dePuerto Rico. -Muerto Alvarez Nava, De la Haba, las grandes fi-guras de la intelectualidad espa-ñolá en nuestro país, . sobre sus modestos hombros cae el peso detna vinculación, de una responsabilidad histórica, de una conjun:ción sentimental, que cobra nuevobrio hajo su pluma, mojada en elllanto de la leyenda, que escríbe para el corazón de Puerto Rico lapágina más útil, más sincera, más hermosa de nuestro españolismopuro. Pérez Losada supo . colo-carse ante el problema de lo es-pañol- en Puerto Rico en el ángulo del áartista, comprendiendoque las armas vencidas en Santiago; en Coamo eran lanzas dema-siado quiméricas para su aventu-ra ideal, descolgó otra ez de laclásica peñola la pluma que de-jara olvidada con Miguel y. en-vuelto en el dulce ropaje de un idioma secular, jlista del buendecir y sentimental del Buen pen-sar, la novela el teatro, la crífica,la crónica le sirvieron de campomonteliano para su labor de espa-ñolismo puro. E

Pero aun tuvo un más intensogesto, un más desprendido anhelo,los de crear en su obra una soli-daridad temática, para que no bu-biera diferencia entre las cosas delespíritu puertorriqueño y las co-sas del espíritu español. El Man-glar, La Patulea, La vida esárida, Los sobrinos del TíoSam son obras de nuestro medio,fema local, palpitaciones de nues-tra vida criolla donde puso 6l subieninténcionado intenfo de quenunca hubiera sospecha de ruin-dad nmi de absorción de lo espa-ñol hacia lo puertorriguaño. Jun-o a su apasionado canto a Cádiz

está su apasionado canto - SanJuan de Puerto Rico, la cindaddel calvario doloroso,que ha vis-to desmadejarse todo su color, susabor, su espíritu urbano y que tantas cosas le dijo aloíñdo al cronista fino, sentiménta-lizado, que entre sus calles, era co-mo el último paladín quéu recogeel reproche de una dóncella ultra-jada.

Para mi generación literaria haycinco nombres que nunca se olvi-darán en el recuerdo de los estí-mulos iniciales: Manuel Fernán-dez Juncos, Romualdo Real, Cristóbal Real, Luis Dalta y José PE-rez Losada. Desde el viejo Im-parcial, en lós altos de la impren-ta de Cantero Fernández y Cía., salieron para esta última genera-ción las más nobles frases paratodos Jos chicos que en aquellosdías pugnábamos por sufrir la mágica calentura de ver nuestrosnombres aparecer en las páginasde un diario. Maestro de una ge-neración literaria, sucesor del noble apostolado que en El Busca-pié ejerciera un anciano admira-ble, hermano mayor de nuestromomento artístico, puede Illamarse con la más escueta justicia a ' José Pérez Losada. Nunca le vi-mos tampoco aprovecharse de surango de jefe editorial de un granperiódico para pedirnos una solalínea de respaldo hacia su causa espíritual, hacia los problemas del acercamiento hispánico. Con unaprístina honradez, ejerció su ma-gisterio Jiterario, con la misma altura que hizo todo lo que pudo por el- sostenimiento de nuestro teatro, por el descnbrimiento de nuestras fuentes de literatura par-ticular. El empezó por darnos elejemplo con El Manglar y Los sobrinos del Tío Sam.

Con la muerte de José Pérez Lo-sada la colonia española de Puer-to Rico pierde tal vez su últimopaladín intelectual, los círculosartísticos de nuestro país uho de sus más exaltados mantenedores, ni generación literaria uno de susmás nobles mentores y Puerto Rico pierde un amigo leal, adusto,generoso para el cual nuestra tie-

rra, fué siempre dilecto 1 ¿htodas sus preocupacones de espa-ñol,dehombre ydeartista.

Palobras de Dávila Rioci

Nuestro compañero,. señor Jg¿Dávila Ricci, dijo las siguientespalabras en representación de la .Casa de Puerto Rico Hustradoy EL MUNDO:

Señoras y señores:

En nombre de EL MUNDO yPuerto Rico Mustrado vengo aesta augusta sala de Ateneo Puer-torriqueño a saludar a José PérezLosada, y a dirigir en nombredetodos sus compañeros y en el mío -propio, un supremo hasta luegoal fraternal colega, al ilustre es-critor, al hombre bueno y huma-no. por excelencia, al gran perio-dista cuya vida fué tan bien em-pleada en provecho de nuestra sociedad.

Deseo simplemente y en pocaspatabras no es fácil coordinarideas ¡or largo rato cuando laemoción de la pena quiere ahogarel corazón , deseo, repito, hacerconstar el lazo indisoluble queunió a Pérez Losada y a EL MUN-DOy Puerto Rico Ilustrado. De£o a otros la tarea de ponderaros grandes méritos literarios del

ma, como el cetro o la espada en manos de los combatientes militares, persiguió durante toda su vida supremos ideales de verdad y de justicia.

La vida de Pérez Losada puedesintetizarse en estas palabras: grandeza de alma, bondad, frater-nidad y civilización. Una voz más serena que mi voz, podría citaros ejemplos que revelarían a Pérez Losada no ya poseyendo sino ejer-citango esos grandes atributosmomórales y espirituales. Yo: no he venido-a eso. Yo he venido, modestamente, humildemente, á expresar al que ya no existe, la enorme deuda de nuestró reconocimiento; lo mismo que vosotros, poetas y escritores y periodistas puertorrigueñoo, compañeros y.

- .¿í?í 7B AVANCE

contemporáneos míos y de los hombres de nuestra Casa; de quiénes fué Pérez Losada inspirador modelo, para quienes él tontribuyó a abrir nuevas sendas-con sus periódicos, con su cátedra de auténtico periodismo y honesto ejercicio de la profesión literaria, a quienes él hizo entrever un nuevo horizonte, poblado de ensueños, y que 0s elevásteis en un generoso vuelo, conducido sobre las alas de su aleccionamiento, de su ejemplo, de su inspiración.

En el inmenso luto de este día,

Presidencia de los solemnes funerales que por el descanso del alma del Er. Pérez Losada se celebraron en laeterno Iglesia de San José.

Arriba Mascarilla tomada por el Dr. Fournier.

Puerto Rico entero llora al inolvidable creador de páginas patrió. ticas, la literatura puertorriqueña al Maestro, la sociedad de pe-

riodistas al padre. A este homenaje que ha convertido el funeral de José Pérez Losada en una apoteosis, nuestra familia literaria, y

por mi conducto y asociáóndose a ella, los hombres de EL MUNDOy Puerto Rico llustrado, viene a traer su devoto recuerdo. Está justificado que así lo hagamos porque José Pérez Losada veía en el periódico algo más que una de las más hermosas expresiones del pensamiento del hombre: a los ojos de José Pérez Losada, el periódico era el instrumento del progreso, la añtorcha de la civilización. Era, el precursor del libro en las profundas multitudes de nuestra democrática _ sociedad. Era, el celoso guardián de los derechos_ del lmmgbre y el faro luminoso que siempre debe guiar a los pueblos por rutas de salvación. De la afinidad ideológica existente entre él y nosotros cuando

orientábamos la acción social de periódico nació el lazo indisolu: ble que ha de unirnos aún después de haber entrado su espíritu en el

comitianii ual

profundo misterio de la muerte.

En nombr: de EL MUNDO yPuerto Rico Ilustrado, señoras yseñores, én estas sala iluminadapor los próceres figurns de tan-tos héroes cívicos de Puerto Rico,yo aalu¿:lo a José Pérez Losadá,no en la humildosa actitud del duelo sine en la imporente gian-deza de la glorificación. Liore-mos al hombre pero aclamemos alMaestro cuyo espíritu permanece.rá entre nosotros para animarnosy fortalecernos, £on el ejemplo desu vida, en la dura brega de nues-tra profesión.

¡Gloria.al hombre que saludamos todos con igual reconecimien-y con igual admiración '

Palaln"as del Ledo. Ramáíre: Santibáñez s

El Presidente de la BSociedadCaltural Española, don José Ra-mírez Santibáñez, quien habló en representación de las sociedades españolas de Puerto Rico, pronunció una bella oración necrológicaen torno a la personalidad de don José Pérez Losada. Se refirió a nuestro ilustre compañero falleci: do como a un hombre que era todo corazón, gran español y granpuertorriqueño, que, al ocurrir en Puerto Rico el cambio de soberanía, cuando hacía pocos años que había llegado ál país, se entregóafanosamente a la noble tarea de preservar la grandeza de Españaen Puerto Rico y en América. Enla realización de esa obra que le ganó la gratitud y la admiraciónde los españoles, hizo también José Pérez Losada, dijo el orador, obra de grandeza para Puerto Rico que le conquistó la admiracióny la gratitud de los puertorrique-ños. Aludió el señor Ramírez Santibáñez al legado de Pérez Lósada, su brillante obra literaria, como su mayor gloria. Estas glorias literarias de José Pérez Losada, dijo, pertenecen a España, pero pertenecen tambiéna Puer-to Rico que tendrá siempre para él el homenaje de su veneracióny de su recuerdo. En párrafos

matizados de ricorió el señor Ramírez Bantibáñezal descubrimiento de América, ala obra colonizadora y civilizado-ra de Españaen el Nuevo Mundo,al idioma castellano, y presentó algran periodista fallecido como uncontinuador de aquella ingente la.bor iniciada por una genéftosúReina de España.

Terminó agradeciendo el granhomenaje que se rendía a PérezLosada a nombre dé las SoridadesEspañolas y de la fámilia del éx-tinto, don Luis Saavedra, su seño-ra esposa doña Rosita Molina deSt. Remy de Saavedra, y su hijo.'

Inmediaamente después de ha-ber terminado el señor RamírezSantibáñez, el reverendo PadreMarijuán se acercó al atañd queguarda los restos de Pérez Losaday.rezó una oración.

LA Un mensaje de don Antonio R. Barceló

El primer testimonio deque recibió EL MUNDO la nochede la muerte de don José PérezLosada fué la del ilustre puerto-rriqueño, don Antonio R. Barceló.Dufante más de quince minutosestnvo hablando por . teléfono elseñor -Barceló con nuestro Direc.tor interino, señor Pablo VargasBadillo, para expresarnos la pro-funda admiración que él sentíapor el señor Losada. Con sumuerte, que ha llenado mi espíritude tribulación, nos dijo don An-tonio, pierde la colonia españolauna brillantísima figura, y Puerto Rico uno de sus más consecuen-tes y valiosos defensores. Con palabra que advertimos llena de emoción, el señor Barceló hizo a través de los hilos telefónicos un expresivo elogio de la obra de Pé-rez Losada como periodista que sintió como ¡puertorriqueño lasdesgracias de Puerto Rico, y terminó pidiéndonos en su nombre yen el de su distinguida familia quetrasladásemos un mensaje de pé. same a la familia del señor Pérez Losada.

:

Un mensaje de Prenea Unida

En lá mañana de ayer ncompañero don Angel Bnmo?$ministrador de Puerto Rico Llus-trado y EL MUNDO, recibió unexpresivo mensaje del Jefe de laSección Extranjera de Prensa

I_J_nida, señer J. Jones, testimo-niándole a 0s hombres de esta Ca.sa la condolencia de Prensa Uni-da por la muerte del señor PérezLosada.

Una Comisión de la Corte de Gra-nada

Al acto del sepelio asistió unadelegación de la Corte de Grana-da de Las Hijas Católicas de Amé.rica integrada por las señorasMargot G. de Vadi, presidenta,Isabel Alonso de Mier, JuanitaVidal de Freiría, Rita Berga deSálvá, Paca de Ariño, PlácidaFernández Blanco y Áa señoritaM. López del Valle.

La corte de distrito suspende susezxión

A moción del licenciado ArturoOrtíz Toro, y en señal de duelopor el fallecimiento del señor Pé-rez Losada, la.Corte de Distrito deSan Juan, presida ayer por el juezMarcelino Romaní, suspendió sustrabajos.

El comercio cierra sus le

Desde las cuatro de la tarde ce-rró el comercio de San Juan suspuertas en señal de duelo por lamuerte de don José Pérez Losada,y al paso del féretro fueron su-mándose al cortejo los empleadosde los establecimientos cerrados.

Una petición de la junta Admi nistrativa

En la sesión que celebró ayer laJunta Administrativa de fSanJuan, bajo la presidencia del doc-tor De Castro, se adoptó el acuer-do de dirigir a la Junta de Comi-sionados de la capital una solici-tud enel sentido de que el terre.

(Continúa en la siguiente página)

AVANCE

Don José Pérez Losada -:-

Aya tarde, a las cinco y media, dejó de latir el corazón de un no-bilísimo e inteligente periodista: DON JOSE PEREZ LOSADA.

El notable escritor, que por espacio de largos años rindió úna constante, inapreciable labor periodística y literaria en mnuestro país, venía sintiendo la molestía que le causaba su corazón, tan grande, noble,; generoso y digno. En íntima conversación con nosotros hace apenas dos días nos hablo con profundo desaliento, de su fatal estado de salud, y de estar pensando acogerse a una tranquilidad absoluta en el retiro de su hogar.

El ataque cardíaco al ilustre amigo, tuvo efecto momentos después de, junto a su inseparable y leal amigo Don Segundo Cadierno, haber despedido al Sr. Lozana y esposa, quienes embarcaron ayer tarde rumbo a Estados Unidos. Y fué en el propio automóvil del Sr, Cadierno y en brazos de éste, que falleció el inolvidable compañero, mientras era conducido con rapidez al Auxilio Mútuo.

una vida profesional decorosa y prestigiosay que muere cuandolas exigencias del diario vivir reclamában constantemente suaportación intelectual en el periodiamo militante.

Sobresalió en el periodismo el Sr. Pérez Losada por su estilo elegante, pulcro, correcto siempre. Diarista fecundo y temperamental, trataba los asuntos selec-cionados con alto espíritu de comprensión e inteligencia, y con perfecto conocimiento de la materia elegida. Sirvió a los intereses generales de Purto Rico desde su sitial con tanto interés, abnegación, sacrificio y amor a nuestra isla, como si se hubiera trata, do de uno de los predilectos hijos * de esta tierra para la que tuvo él, amores sinceros y fervientes, entusiasmos y solicitudes que el país supo apreciar en alto grado por su sinceridad, su desinterés y su lealtád.

Ultimamente, ocupaba, desde hace algún tiempo, el cargo de Director de PUERTO RICO ILUSTRADO.

una ocasión, retornar l1 patriohogar, volvía a muestra tierraatraído por el inmenso cariño quehacia la misma sentía.

La noticia del fallecimiento delcompañero, al cundir rápidamen-te por la ciudad, provocó en to-das las clases sociales un senti-miento de dolor, de tristeza y depena.

LA OORBE8PONDEVCIA;QRtuvo siempre el justo áprecio aeste compañero, y que recibió de él pruebas mequivoan de amistady conpanmmo, lamenta desa-parición tan inesperada como do-lorosa, haciendo llegar hasta losfamiliares del extintó hasta la Colonia Española, y hasta nuestroscompañeros de Puerto Rico Tllustrado y El Mundo, su más eentido y uncero pésame por pérdida tan irreparable y lamentable.

(De La Corrapondenciu Sept. 24, 1937.) -

El Sr. Pérez Losada llegó muy joven a Puerto Rico. No obstan te dedicarse a actividades ajenas al periodismo, el Sr. Pérez Losada, en cada ocasión, escribía algo para la prensa. fSus escritos eran acogidos con cariño, ya que probaban existir en su joven autor condiciones múy apreciables para abrirse campo en el luchar persistente y delicado del periodismo y la literatura.

Desde entonces, laboró incesantemente sin que decayeran :sus entusiasmos, y sin que su trabajo le rindiera, por la estrechez de este medio nuestro, la cuantía económica debida, para que pudiera vivir sin intranquilidades, sin sobresaltos y sin cavilaciones. Fueron las Sociedades Españolas las que tuvieron siempre pgenerosas solicitudes y atenciones. merecidas, para el compañero que vivió

<Su producción literaria y cerítica fué fecunda y numerosa.

En nuestra apreciada Colonia Española, el Sr. Pérez Losada era figura de relieve, por sus servicios a la misma, por su perseverancia en mantenerla unida y en orientárla por sendas benef¡cno sas a sus intereses y a los intereses de la comunidad puertorriqueña.

En el país- el nombre de Don José Pérez Losada era pronunciado con respeto, adm¡rac¡ón y aprecio.

Fué fecunda la existencia de este hombre, para quien no había otra. preocupación que la de la realización del Bien, sin reparar en el instante de rendirlo, si alcanzaba a quienes le eran desafectos por particulares intereses. Amaba entrañablemente su patria, nuestra querida viejá Madre

(Viene de la página anterior)

no en que fué abierta la tumbaque recibió ayer los restos del señor Pérez Losada le sea cedido aperpetuidad a los familiares del extinto por la tuma de un dólar

Mensajes de condolencia.

Además de las visitas de amigos y admiradores del señor Pérez Losada que durante todo el día de ayer visitaron la casa de Puerto Rico Ilustrado y EL MUNDO para expresarnos su condolencia, hemos recibido numerosos miensajes de pésame de San Juan y de la Isla. Estos mensapes y los que han recibido las instituciones españolas los insertarán en próximas ediciones Puerto Rico Ilus-trado y El Mundo.

ERE A U AVANCE :-
E E RE 1

A e -- Poesías de Pon José Pérez Losada

PRIMAVERA

ESA CRUZ....

Arriba, en el monte, este bello rosal-que estaba yerto la cruz solitariay era bajo la nieve como un muerto - 5 recuerda una historia se ha vestido sus púrpuras mejores. tan llena de lágrimas, una historia tan triste y tan negra,.

Ya tiene tu jardín todas sus fiores:

Ya hay violetas debajo de los pinos; que eriza el cábello... y, hasta n las tapias del jardír:, la yedfa ¡Cómo tiembilo de horror al contaria! por ientre las hendiduras de la piedra ha pnod.do sus regiós gobelinos. -:

Allí, en ese sitio, L E en donde <e alza, ¡Ah,si el humano .corazón tuviera solemne y medrosa tras de cada dolor en que muriera la cruz solitaria, por alguna traición crucificado, yo tenía mi nido de amores, .Mmuy cerca del cielo, como una mnven en una casita muy blanca, ¡muy blanca! en que cada dolor transfigurado fuera una fior sobre la abierta herida!

Duró poco tiempo.

Liegó la desgracia, r L, qpenguemu

LA ORACION DE OUPIDO

fatal y obstinada; y, una noche¡qué horror! tuve alal

Un silencio de angustia fiota sobre la tarde; cruzó por mi frente el sol se está munea?o. y 'es lenta su agonía; asesina y siniestra, una racha. - hay en todo el paisaje una melancolía quupmtome ymcmmcob.rde----

Me puse en acecho. Entre las retamas,

Como uña lucecita, allá en el cielo, arde velando escondido una estrelia. Anoche. Tu mano entre la mía el umbral de la humilde morada, siente un leve tembior... Las aves én-la umbría una sombra pasó silenciosa bustanel nido que su amor resguarde. y un rayo de lunaentreabierta alumbró una ventana.

Te he mirado a los ojos, y 'en tus pupilas leo una ansiedad extraña y un extraño deseo

Algo inexplicable, qQue pone en tus ojeras un matiz de violetas. que exige y que manda, si 4 | me dijo:. ¡Asesinalo!

A dicen tus manitas inquiétas... y a la impura: ¡mátala! Y repiten tus labios con tenue balbuceo: y un momento después, en la sombra, ¡Por las novias frustradas de todos los poetas! clavaba de un golpe, i : a los dos con la misma navaja .

¿ .º?

El tiempo ha .

Puesmtc¡oyuohewwdoendmh elmdodell ¿Por qué te ries? dime ¿por qué dices que no!

Le he tenido tan cerca que he llegado a besarlo;

No º¡º£º .' %"' 1se ha mirado en mis oj en sus luceros yo. cmaY nún lo del _,Lº¡º'.'y y e o y otra vez se cubrió de retamas! ¿no me quieres creer? ,¿Que lo jure? Pues bueno lotejuro, m;"º¡º¡e:1¿ºº*'ºº

¡te lo juro otra vez! y arríbc.efn¡od m.

¿Tú no ves estas manos? - Pues han tocado ef vielo; como una fantamma, y escúchame. Estos labios le han llegado a besar. mm'q ""' . No piensesque estoy loco, no pienses que estoy loco....

m¿dn tanto miedo.. ¿otra vez a jurar? ¡La cruz solitaria!

Pues oye; ¡Por la gloria de mi madre', por tu salud y por tu amor, por ti,

¡QUE DIFERENCIA! por la luz de tus ojos que es mi vida! ¿Ve Convences asi?

No me entusiasmo, no,. te lo confieso; Ah, es que mi cielo es ese, voy a ser franco, aunque me llames loco. ese que tiene nubes y es azul..l

Aucies: dalbidh en

¿Pero mo has comprendido, criatura, y hubiera sido muy feliz, con eso... qQue mi cielo eres tú..? ahora, besárte... me parece poco. * Z

AVANCE

rnéu LOSADA EN SEVILLA

VIDA Y MUERTE

Descorrí las cortinas de su lecho y, al quitarie los rizos de la frente, sentí el calor de su nevado pecho, besé su boca apasionadamente y la dejé dormida, satisfecho...

El corazón me estabá aconsejando: ¡Corre si quieres verla todavía! Con mucho miedo, la miré temblando, quise besarla y la encontré muy fría.. ¡estaba muerta y me alejé llorando!...

puede tener quele hable cori cariño a la gentil figura del retrato?

Ya sé que no responde, que no puede arrojarse otra vez entre mis brazos y pagar con exceso mis caricias, y bésame en los labios...

No estoy demente, no te lo figures, yo sé que lo que tengo entre las manos no es más que uñ pedazo de cartón, y puedes partirio en mil pedazos; "pero, entonces, escucha, ¡te lo juro! yo tengo otro retrato, y el día que quieras, sin piedad, remperio has de partirme el cráneo.

E Li i ..

La Corona de dos Mundos

i Padre, tengo hambre'...gimió la voz trémula del niñoque marchaba abrumado por lalarga caminata desde el amane-cer, acompañado de un hombrede mediana edad, y que a pesarde su indumento deslucido, delcansancio que le rendia, de la fa-tiga que desencajaba su rostro,ostraba nna distinción a todasluces perceptible,¡ Padre, tengo hambre ! repi-tió el niño con un hilito de voz.

El caballero le miró con hondaternura y oprimiéndole la manoen una caricia que era a la vezuna promesa, le dijo: Espera, hijo mío; pronto lle-garemos domíg puedas repararlas fuerzas y descansar un pocode la jornada penosa. Se habíaorientado el cabaillero en aquelcamiño vacto. A lo lejos +habíaoído sonár una campana y susojos inuBados de tristeza se ílu-

.

minaron con la luz de la espe-ranza. E

El niño alzó los ojos hacia ély le envolvió 'en una cariciatierna.

Perdona si te he importunado, padre exclamó.

Le sonrió tristemente el caba-llero y le acarició la barbilla conla mano que le quedaba libre. Enla otra llevaba enganchado en unbastón un pequeño hato de ropa,

Cuando subieron el repechodel camino polvoriénto, vieronunos chopos erguidos que emer.gían de los tapiales blancos de unhuerto, y más allá la espadaña deuna iglesia. Era el convento deSanta María de la Rábida.

¡Es la casa de Dios! dijocon emoción de creyente el caba-lero.

¿Nos darán un poco de panY un poco de agua? apuntó tí-midamente el chiquillo.

8, hijo; todo lo que necesi-tes lo tendremos. Y apretaron el paso.

La cercanía al lugar en que ha-bían de ser mitigadas sus penasdió aliento a los caminantes. Ve-nían desde muy lejos, desde unpueblo en las cercanías de Gra-nada, y habían recorrido a pie loscaminos pedregosos, los ríspidosatrechos, los senderos abiertos enel monte, bajo el sol.y la lluvia:habían dormido, abrumados porel cansancio en la promiscuidadde los mesones entre coritraban-distas y trajinantes, mientras tu-vieron con qué pagar el incómo-do refugio. Después, les acogiópor caridad alguna: rectoría algu-na casa de labrana,, y una noche de espanto para el niño, la ruinade un castillo, en que anidabamedrosa leyenda... Y bien tem-prano, en el alba, $tra yez a an-dar, siempre andar, hasta lograr

14 AVANCE
Don José Pérez Losada, a los treinta años cuando comenzabaa destacar su vigorosa personalidad literaria.
(a)
. MENAO - a e" ha .* l . i. ka ua G

la lejana meta o hasta morir enel esfuerzo inaudito.

Habían llegado al portal delconvento. . El caballero tiró delcordón de la campanilla ante lapuerta cerrada y esperó unos mo-mentos.

Se abrió el postigo y aparecióla figura de un lego que se hizoa un lado para que pasáaran loscaminantes,

Se descubrió con uña gran dig-nidad el caballero, y sín pedirhada para él, rogó que al niñose le diera un poco de agua yun pedazo de pan.

Venimos desde tejos. y núes-tra ruta es muy larga todavía agregó.

Sentaos ofreció el lego mientras se internaba en la por-tería para satisfacer la demandahecha en nombre de Dios.

No tardó en aparecer de nuevo el lego con un jarro de agua yun trozo de pan que puso en lasmaros del niño.

Sonaron acompasados unos pa-sos y apareció ante los cáminan-tes la figura venerable de un mon-je, que vestía el hábito de SanFrancisco. Era fray Juan Pérez, antiguo confesor de la Reina Isa-hel, hombre de claras virtudes yde: sólido -talento, avalado por auna cordial: voluntad de ser útil a sus semejantes.

Entré el caballero y el monie se cruzó esa mirada con que las almas de selección se reconocen y saludan.

Ven acá, Diego, hijo mío, sa-luda al Reverendo Padre que nos hace la merced de este generoso acogimiento,

¿ Váis muy lejos? preguntó solícito fray Juan.

A Francia, señor.

Y a tan gran distancia víis sin viático de viaje y llevando además esa criatura?

iQué he de hacer, Padre!... El niño es huérfano, no tiene otro amparo que el mío, y el mío... ¡ya véis a dónde llega y para lo que sirve!

Nadie es poderoso, si confía

sólo en su fuerza, y nadie estáinerme si confía en la bondad deDios.

Así es Padre respondió hu-mildementeel caballero.

Yo no necesito saber quiénsois- para deciros qué esta casa,porque es la casa del Señor, estambién la vuestra. lLlegáis em-pobrecido, y ése es el título me-jor para reconoceral hermano;venís acompañado a una criatu-ra, y para ella y para vos estánabiertas las puertas de esta casa,y tendido su lecho bajo el amparo de la Cruz.

Por los ojos del caballero pasó ¿+fugaz y quemante el ardof de unalágrima. Cuando comprendió que podía hablar sin que su voz se quebrara en un sollozo, tras de una breve pausa, dijo:

- Padre, yo soy un hombre avezado a soportar todas las rudezas de la vida. BSoy un viejo marino que ha surcado todos los mares. lLas tormentas, las amenazas de muerte, el riesgo constante, no acobardaron nunca mi ánimo, que nací para las bravas empresas y he forjado mi carácter en la lucha. Pero hace un instante, oí la voz de mi hijo que gemía: Padre, tengo hambre!...

Y esto sí que acobarda, cnando nuestra pobreza es tanta que no tenemos a quién volver los ojos, ciegos por el dolor y por la ira.

Bin embargo, hermano, habéis dado con la Casa de Dios.Los caminos que el Señor elige siempre llevan a buen puerto.

Biempre decís verdad.

Sois marino : agregó fray Juan. Habéis corrido.todos los mares, cuya ruta se conoce:.. No sois un hombre vulgar. Quizás el Señor os tiene elegido para trascendentes designios. ¿Qué prisa tenéis en abandonar el suelo de la patria?

lLa historia es larga, Padre. Larga y penosa,Bien; si no os enoja, me la contaréis de sobremesa. Por lo pronuto debéis descansar. El ni-ño también lo necesita. Y des-

pués, cuando vos mismo sintáisdeseos de la confidencia, buscad-me, preguntad por fray Juan Pé-rez y al momento seré con vos,dispuesto a conocer vuestras cui-tas, por si pudiera serviros dealgo mi amistad y mi congejo.El Señor os oiga y a mí meayude en mi empresa replicó elcaballero. Y puesto que así medáis acogida, sabed al menos minombre:.me llamo Cristóbal Co-lón, iCristóbal Colón! trató derecordar,el monje mientras avanzaban por el claustro en deman-da de la celda, para asearse y descansar, precedidos de un hermano lego, el caballero y el niño.

ECristóbal Colón... Ah, sí! El impostor o el visionario,el hom'bre genial o el embaucador que babía llenado de inquietud a los sabios y que ha3bía encendido apa'sionadas polémicas... ¡Cristóbal Colón!

Fray Juan, no obstante la costumbre que. tenía de tratar gen'tes de todos los linajes, se había quedado impresionado por la prestancia de aquel hombre extraño que en su actual desvanecimiento conservaba el gesto dig. no de quien no se humilila al recibir la dádiva porque sabe que podrá pagarla algún día con cre-

ces. En la mirada de aquel hombre ardía el fuego de las almas que sé queman en una gran ambición o en un ardiente ideal. Sin proponérselo, antes al rontrario, procurando atenuarlo, en si voz' flotaba la entereza que se adueña de la voluntad del interloen'tor, MHablaba con eloruencia..tenía una cultura que revelaba la frecuentación de los estudios. el conocimiento de diversas mateTias, la asimilación qu ebrinda el temperamento propitio a las pe-

Este hombre pensó fray Juan es un aventurero 0o unavíctima de no sé que poderosas maquinaciones; pero, de todos modos, un hombre al que hay que

AVANCE 15
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mu ¡'. =

AVANCE

Con viva ansiedad esperó frayJuan Pérez a que el forastero sa liese en sú busca, una vez hallado el reposo y el refrigerio que reparase eu cansancio.

Fué ya entrada la noche cuan do don Cristóbal abandonó la ancha celda en que dormía en un lecho junto al suyo, con la ex presión de quien: sonríe a un be llo ensueño, el niño que algunas horas antes.. hambriento y cansa de, miraba con espanto el camino que dreía interminable.

Tenía la noche clara un encanto supremo. .El rumor del marcercaho llegaba hasta el claústro en el que ponían las celindas y los alelíes una diluída fragancia.En el centro del jardín claustral, sobre una gradería de piedra en que los geranios encendían su llamarada como el fuego de los in censarios, una cruz abría sus bra zos Y se proyectaba sobre el muro,

agrandada en la sombra, con elprestigio de una misteriosa aparieión.

Don Cristóbal se despojó de su bonete qhe había cepillado aligual que sn raído traje paraMostrarse digno de la hospitali dad que recibía. y estaba orando ante la cruz, cuando al incorpo rarse sintió que una mamo cordial =e posaba en su hombro.

Habéis descansado, D. Cris tóbal? preguntó fray Juan, con ql acento más afectuoso. Y el niño... ¿duerme?

-Mi Diego se desquita de las malas noches que lleva pasadas.¡Pobre criaturá! ;¡Qué pronto em pieza parn él lo malo de la vida![7 Quiere usted restituírse allecho, o prefiere que hablemos, pa seando por este claustro en que pone la luna su' poesía?

rrumpida en el momento en que pudo ser :menos aburrida para usted.

Estáis cansado. Además, yo yo quería provocar confidencias que tal vez no querráis hacer, pero a las que una .serie de respues-tas enardecidas 0s iban llevands necesariamente. Había que poner el paréntesis para que reflexioñá. rais lo que mejor convenía a vuestro interés o a vuestro plan.

Don Cristóbal se limitó a agradecer tan correcta actitud con una cumplida reverencia, y para corresponder d tan gentiles razones, le nidió francamente: iQuiere usted saber, Padre, los motivos que tengo para abandonar España?

Hizo el monje ademán dubita. tivo: Querer saber... repuso.

EE

JPrefiero, Padre, reanudar Taconversación de esta tardé, inte

:

Tres uguias uuscies que ¿íeron a la Colo

Bi, sí. comprendo, | No es eso. Perdone, Padre, he.dicho mal. ¿Quiere usted contederme la mer-ced de oír una confidencia que necesito. hacer a una 'persona que pueda comprender los motivos de mi decisión y darme un consejo?

BSií afirmó sin titubeos fray Juan. o

Entonces. vamos a donde usted sólo pueda oírme.

A mi celda.

Y en la celda de frav Pérez, don Cristóbal le refirió cuánto había insistido por convencer alRey de Portugal de la certidum-bre de encontrar el camino más corto para llegar a la Indiía, siguiendo el derrotero trazado por é. Convencido de que nada podía ya esperar del soberano portugués, vino a España donde llevaba ya algunos años estableciendo contactos, que no_ tuvieron tampoco la- eficacia que en un principio les atribuyera. Un príncipe de la- Iglesia, el Cardenal Mendoza, le había conseguido una audiencia de los Reyes de Castilla y Aragón a los que expuso su plan, fijando las conditiones que exigía como recompensa. - El duque de Medina Sidonia le había mostrado su interés por el pro-

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nis Española de PuertoBico prestigio inmenso: D. Antonio Alvarez-Nava, 'Don Abelardode la Haba y Don José Pérez Losada, por desgracia fallecidos.
Yrarrme axytEREATENgAorEY EN . " m * EO . " h. M 2 ..Nl * Ée *

yecto y le había eoncedidosu

una e¡rh exsu critefiode que inal

requerían i¡para reconquistar el suelo patrio.

más digna de la gratitud de los siglos,

La Reina no tardó en contes tar, concediendo una entrevista a fray Pérez y anticipando un eré dito para que don Cristóbalpudiera presentarse dignamente a conferenciar con ella y con su es xoeuel d¡: Santa

Le escuchaba con atención vivísimael monje.

Yo tengo amigos que conocen la ciencia de navegar y que tienen de todo esto de que usted me habla nociones y noticias. ¿Quie re exponer ante ellos su teoría para que yo me afirme en un propósito que mientras le escuchaba he concebido?... Entretanto, su hijo y usted pueden quedar alojados en esta casa a la que en buena hora habéis llegado.

Al otro día, en la bibliotecadel convento se reunieron, llamados por fray Juan, el médico de la comunidad García Hernández, conocedor de la cosmografía, y el navegante Pedro de Velasco quienes oyeron a Colón explicar su teoría y estuvieron acordes con él, después que obtuvieron res puesta cumplida a todas sus preguntas, en que Colón tenía bien madurado su plan y podía confiarse en l, y era digno de que se le prestara toda ayuda.

Con los asesoramientos de sus amigos, fray Juan Pérez escribió

-Ej a la evangelización de las almas. El glorioso ensueño se ha-

llero español No extrañéis su aparente reserva. La cortesía, la galantería le. hacen aparecer alDejaa la Señora la ocasión de lucimiento. Pero cuando haya que afrontar algún sacrificio, o haya que afrontar un riesgo, instintivamente Avanazrá, denódado y magnífiico a ocupar el puesto que le señale el destino.

Defendéis a den Fernando. Le hago justicia, nada más afirmó serenamente, el fraile hamilde que había enfrado serenamente en el reino de la inmortael almirante se estrecharon las lidad. 5 ú

AVANCE
838
* : ; FER % E m Bg: 8 r
e ... Mientras haya un grito que diga ¡V¡v¡ España!... Pérez Losada vivirá. R. Rivera Santiago p Mc a e iy a ó !

Héroe de la Retaguard1a

No sólo mueren :por la Patria los que caen luchando en el frente en primera línea, sí que también los que caen luchando por su patría en la retaguardia. Esta última es sin duda alguna laposición que ocupó en los últimos meses de su vida don José Pérez lLosada ¿Pues que otra cosa sinó ofrendar su vidd en holocausto de la causa que con tanto ardor defendía, fué lo que, hizo el llorado maestro? Muy bierpodría aplicarse con respecto a Pérez Losada el estilo nuevo de las epquelas mortuoria de que ahora vemos llenos los lirios de la España Nacionalista, . qué Murió por DIÓS y por ESPAÑA Y así fué; por Dios, porque era buen creyente y mejor cristiano;y porque siempre practicó sus principios de humanidad, de amor al prójimo, de bondad, de honra: dez; y por la Patria, porque fué patriota de corazón a toda prueba y uno de los mas eeforzados pala.dines de Españaen América.

De no haber surgido el movimiento salvador de España el 17 de julio de 1936, quizá Pérez Losada hubiese durgdo algunos años más. ¡Dios sabé cuántos! Pero desde los :comienzos de esta sangrienta contienda entró a formar parte desde un principio en su sitio de la retaguardia, pluma en ristre, entregándose en cuerpo y alma a la defensa de ens ideales, esgrimiendo siempre su poderosa arma con ardor y entusiasmo propios de su agigantado patriotis-mo. Su pluma que estuvo siempre al servicio de su amada tierra y de todas las cansas nobles y buedas, multiplicó su fecundidad en los momentos en que la Patria requería de todos sus buenos hijos ayuda, abnegación, trabajo, sacri-. ficio y fé ciega en la victoria y todo lo que preciso fuera para salvarla. 'Entró en la lucha como buen soldado, dispuesto a la disciplina, a obedecer, sin ambición de mando, sin pensar siquiera en

recompensas, dispuesto a cumplir con su deber, a servir a la Patria del mejor modo posible y .con todas sus fuerzas y medios a su alcance, y como si escribir fuera aún poco, para él que estaba dis puesto a contribuir a la causa con todo lo que tenía, también contribuyó con su verbo elocuente a la defensa de la España Nacional, y durante dos noches por semana en muchos meses, nos dejó oir en aquellas inolvidables sesiones de radio su verbo convincente en obra de propaganda, su hablar pausado, su palabra fácil de vasta y amplia cultura, enfocando de un modo único el problem espáñol en sus varios aspectos, sin proferir jamás un insulto, una frasecortante o hitiente para sus adversarios. Su conducta no podía ser otra que lá que aprendiera de Alonso Qui el Bueno.

Los de Fak en unión del buen español don Segundo Cadierno, le; aco fiábamos siempre las noches que hablaba por la radio en sus-programas Al Servicio de España, 1Conociendo todos la dolencia que hacía ya tiempo le aquejaba y que su gran corazón. se iba h¡pertroflnndo a medida que pasaba el tiempo y todo en don Pepe, que así le llamá. bamos los que bien le queríamos y a los que el nos había concedido eu confianza, eran emociones sentidas en lo mas hondo de su pecho, nos dábamos perfecta cuenta de su sacrificio. Que está usted enfermo; que le hace daño este trabajo; que se está usted matando. Esto y mucho mas le de cíamos a don Pepe al terminar sus aloct por la radio. Y riempre cón na. sonrisa en los labios y con s eterna expresión que era todo hondad, nos respondía: Qué importa, otros dan su sangre y su vida en el frente Pero sin embargo lo que l callaba, lo que no nos decía ; 6so lo sabíamos bien nosotros. El en la re

mguudia también estaba dando la suya, a sabiendas, paulatinamente, a pedazos; pedazos sí de su corazón que iba dejando noche tras noche al sentir muy adentro en su pecho el rudo golpe que producía el aguijón de sus sufrimientos, de las emociones que ex-perimentaba al dar lectura a pá rrafos que si a nosotros bien nos| llenaban de lágrimas los o¡oa o de entusiasmo el pecho, a él sin em-bargo le arrancaban, vuelvo a re-petirlo, pedazos de su noble corazón enfermo.

Y llegó un día en que se fué,satisfecho del deber cumplido. 8e fué don Pepe de nuestro lado a ocupar éu sitio que ya tenía separado entre la legión de héroes quehacen guardia sobre los luceros, a las regiones infinitas en que rei-na Dios nuestro Señor, a acompañar a los que como l murieron por DIOS Y POR ESPAÑA, a los Mola, Beorlegui, José Antonio, Ortíz de Zárate, Fernández Cues-ta, Sanjurjo, Ruis de Alda y todos los otros héroes anónimos-que no por serlo son menos. Y muriócomo él quería, como mueren los hé roes, de pié, con las armas en lamano. - Murió convencido de la victoria de eu causa.

Los hombres todos de Falange Española de Propaganda en Puerto Rico, así como los de AVAN-CE y particularmente el que 6stas líneas escribe, que mucho le quiso y para quien ll tuvo en muchas ocasiones paternales conse-jos, gritan con toda la fuerza de sus pulmones el brazo extendido en alto y la mano abierta VIVAFRANCO ARRIBA ESPAÑa DON JOSE PEREZ Lo. SADA y saben que a éste último grito, el eco'ronco y duro que repercute én los corazones de los españoles y portorriqueños todosque sienten la causa de España ha de responder PRESENTE. San Juan, P. E., 15 de Oct., 1987. 2do. Año Triunfal.

AVANCE s la Mcl
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La0bramasllemosade?&ez

Losada era uno de los últimos sobrevivientes del periodismo puertorriqueño del movecientos.

Ingresa en el periodismo en un momento en que un grupo ilustre de periodistas puertorriqueños mantenía encendida, en alturas cimeras, la luz civilizadora de la cultura.

Arriba a la nedqcción de El Boletín Mercantil en un período de transición, de inquietud y de dolorosa incertidumbre para ' los in españoles peninsulares = periódico había defensiempre,dude su fundación hasta el día en que sucede el cambio de soberanía.

Los acontecimientos habían ocurrido con tal precipitada y violenta sucesión que, bien parecía un sueño, o ya una pesadilla en que el sueño se transmutara para tortara, y temor del espíritu, anté las realidades que vivía nuestro país.'

El contingente vigóroso de españoles peninsulares que, aparte las luchas políticas y la pugna de intereses materiales, convivían en fraternal comunidad con la familia puertorriqueña, que era y es la suya propia, se convierte en la colonia española. Un sector de la población puertorriqueña que se desarticula políticamente de la antigua provincia ultramarina española y de la actual incógnita, conocida como Island of Porto Rico. Un grupo social que hallándose en completa fusión anímica y física con nuestro pueblo ha de segregarse, de desvertebrarse de l, para intravertirse en un núcleo aparte de aparente extranjería. Pero que muy pronto se reincorpora totalmente a nuestro cuerpo social por au derecho incuestionable de progenitura y por en mayorazgo cultural. Y, aunque el derecho internacional confine ese grupo en los límites políticos de una entidad que se llama colonis española, los españoJes peninsulares que residían en Puerto Rico al suceder el cambio

de soberanía y los qae han venido a reemplazarles en sus attividades comerciales, se-hallan en más próximo grado de parentesco es piritual con nosotres-que los ingleses con los norteamericanos. Pues si éstos son primos, los españoles son nuestros hermanos.

Al establecerse el nuevo régimen político en el país, todavía se agitaban en nuestro ambiente social las pasiones que originaran las luchas entre españoles y puertorriqueños en el momento histórico en que el Partido Liberal, dirigido por don Práxedes Mateo Sagasta, concede la Autonomía a las provincias ultramarinas. Vibraban aún las frases candentes que irradiaron, como-chispas de=. teastilo;»e ee ae densos en la forma declamatoria de la época, henchidos, como para explotar, de las doctrinas políticas del siglo XIX en las columnas de El Boletín Mercantil, La Integridad Nacional

La Democracia , El Liberal y otros periódicos afiliados al conservadorismo y al liberalismo de aquellos días.

Todavía conservaba, abiertas y sangrantes, nuestro pueblo, las heridas que recibiera en aquella lucha interminable y titánica por el reconocimiento de sus derechos. Aún poseían resonancias retadoras los calificativos, que son hoyvocablos sin acento y sin sentido: secos, mojados, mambises, cachacos, doncellos; macheteros de salón, como llamaba don Vicente Balbiu a los autonomistas y aus-triacantes, como calificaba Muñoz Rivera a los conservadores.

acomrh tndónd:. un nuevo drama, en el que debían tuertu uó&m¡,

destino hstbneo de nuestro pueblo. Drama que se reanudabapara proseguir indefinidamente.

ción y ereyeron que debían asumir su representación y su defensa no sólo ante el tribunal de nuestra opinión pública eino ante el nuevo 'gobierno coloníal que empezaba a funcionar.

La levadura de todas aquellas pasiones que la política colonial española había desarrollado en el país producía esporádicas y violentas fermentaciones. Algunos políticos puertorriqueños, anticipándose festinadamente al juicio de la historia y a las sanciones del tiempo, pretendían liquidarel pasado colonial de la Isla, no s6lo con el propósito de evitar toda concatenación con aquellos acontecimientos, y de impedir, sabiamente,su reproducción en el futuro, sino con el fin de establecer hipotéticas e ilusorias comparaciones con el porvenir de grandeza, de riquezas, de libertad y de felicidad que preconizaban que habría de gozar nmuestro pueblo bajo el nuevo sistema político:

En el proscenio de nuestra vida pública iban a actuar los mismos hombres. Advenía el cambio de decomiones, de bambalinas de la máise en scene,de toda la tramoya escénica, Pero. los mismos personajes que demandaran de la Co- . rona de España, libertad, Tran _ quicias, igualdad política para la personalidad puertorriqueña, iban

La guerra había puesto fin sfbitamente al poder español en Puerto Bico. Pero los mismos homb representativos de diferentes ideologías, militando en campos de opuestos interesesy de tendencias antagónicas, que habían intervenido en nuestra vida pública y fueron sus directores, iban a continuar eu actuación en

que distrae trazársele ua an injos-

ñ AVANCE
Ae NNN TTO IS IS PE lo y rel

española, extemporánea y ridícula políticamente, porque nacía desviada de su legítima línea espiritual y racial.

Estas tendencias macuden y enardecen a la colonia española cuyos directores no alcanzan a encontrar, en principio, el lugar que la realidad histórica les reservaba en nuestra tierra. Discúlpeseles, porque eran padres, casi todos, o amigos de los republicanos y de los federales que, en los albores de la nueva épora colonial puertorriqueña, sostenían la misma doctrina política: territorio, primero, estado después. Y solamente los dividían y distanciaban las viejas rencillas familiares reverdecidas y meras Cuestiones de procedimiento, inspiradas en el principio personalista que, por desgracia, ha prevalecido siempre en muestra política.

Vive Puerto Rico el período caótico de 1900 a 1906.

La hoguera que enciende el fragor de la lucha política, consume las energías, imposibilita las iniciativas de nuestros líderes y, en medio de esta situación, se del gobierno militar transitorio de la ocupación al primer gobierno civil Bill Foraker.

Entre tanto, la folonia española había iniciado su organización. las poémicas y las discusiones en torno de los errores de la política colonial española eran me.nos frecuentes y menos violentás. Entre los hombres que más decidida intervención tuvieron en aquellos momentos de confusionismo, que hoy nos parece legendario por lo remoto y estéril, estaban don Vicente Balbás veterano aguerrido y valiente de la antigua política colonial y Pérez Lonada, que se iniciaba en el periodismo inshlar. Balbús mantuvo siempre todas sus raíces y su tronco entero en el pasado y sólo sus ramas se proyectaban en el presente, que era paraél aquella época de transición, para sacudirlo, para azotario como ramales de un látigo iracundo e infatigable. Pérez Losade alimentabalas raíces

profundas desu ideario en el pasado, en su grandezay en su prestigio y entraba Íntegramente en el presente con su alma blánca, sin prejuicios y sin rencores, y se adelantaba hacia el porvenir con el 'vuelo de sus ideasy en el amor aA nuestro pueblo.

Balbás, nacido en Puerto Rico, es un español de la conquista extraviada en estak tierras de cañas, café y tabaco de nuestra isla, en nostalgia perenne de la España legendaria y magnífica, erea: dora de pueblos y de sabias y hermosas leves que no se cumplian. Pérez Losada, español, nacidoen l sur de España, es valor de pura puertorriqueñidad. BSabe, y lo dice con noble probidad, que no puede pensarse en la reconquista material política de estos últimos vestigios del inmenso y rico imperio colonial español en América. Pero dedica toda su vigorosa yentusiasta -juventud a estrechar los lazos espiritnales que por ra-zón de origen deben mantenerse entre la antigua metrópolis y nosotros. descendientes en su sangre, de su tradición y de su cultura. Sabe que en Santiago de Cuba, en las Lomas de San Juan, en Cavite, en Guánica, en Coamo y la Asomante, escribieron los eternos héroes del valor y el arrojo hispánicos las últimas páginas de la historia de España en América.

Le preocupan y le inquietan nuestros problemas políticos, económicos y sociales. Los estudia con juicio sereno y sus apiniones, vertidas siempre en forma elegante y en plan didártico, influyen y pesan en el movimiento de las ideas en nuestro país durante más de treinta años.

Alterna con aquellos grandes periodistas que ido .perdiendo nuestra cultura a lo largo del camino de nuestra vida: Muñoz Rivera, Rosendo Rivera Colón, José Contreras Ramos, Luis Rodríguez Cabrero, Tomás Carrión, Mariano Abril. Y con don Félix Ma. tos Bernier y don Eugenio Astol,

formaba la trilogía de los últimos supervivientes de aquel grupoilustre de literatos periodistas.

Pérez Losada vé.que la coloniaespañola no tiene intereses mate-riales ni políticos que mantener ydefender en Puerto Rico. Que lasleyes -y la constitución protegen la riqueza que los españoles han treado en el país con su trabajo ycon su esfuerzo y garántizan suseguridad personal.

No necesita defensores, ni abo-gados maliciosos e interesado:quien no tiene nada en litigio quedefender.

Pero había y hay que sostenerun frecuente intercambio culturalcon la nación generadora de nues-tro pueblo. Que conservar comoraras reliquias de nuestro patri-monio artístico y de la obra fe-cunda de España en América to-dos los signos que marcan su per-manencia en estas tierras: pala-cios, templos, edificios coloniales,fortalezas, castillos, sitio y luga-res en que parece detenida la acción del tiempo, v a esa labor amabie y constructiva, se entregóPérez Losada con talento y con fervor.

la colonia española no debía ser un grupo de ceiudadanos ex-tranjeros que acumulasen riquezas y vivieran mnellemente en nuestra isla. Debía transformar-se en un grupg social prestigioso con decisiva intervención en elprogreso y en la cultura de nues-tro pueblo. Y está fué una de lasobras más meritorias de Losada, en función de confraternidad, deamor y de solidaridad entre losespañoles peninsulares y sus des-cendientes isleños.

Si no hubiera realizado en suvida laboriosa otra obra de mayor mérito, por ésta sólo merece el eterno y amoroso recuerdo de todo nuestro pueblo.

b Miguel Mclómdezi Muños.

San Juan, Puerto Rico, 2 de octubre de 1937.

20 AVANCE
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En la Muerte de Don Jose Perez Losada

UN CABALLERO DE LA RAZA

Ayer tarde, entre cinco y media y seis, casi en los brazos de su fiel amigo Don Segundo Cadierno, y en el automóvil de éste, falleció nuestro. insigne compañero Don José Pérez Losada, maestro de periodistas, inspiración y verbo de la Colonia española en Puerto Rico, que hoy anda aturdida por el tremendo golpe.

Había ido a despedir a lós señores de Lozana, que embarcaban hacia el solar patrio, vía Nueva York; a -Don Secundino Lozána, -le había dado un abrazo apretado y largo el último terrenal que diera, antes de sbrazarlo la muerte , que era un envío, estreme-cido de despedida, a la amada tierra lejana que ya no habría de ver más, desde este mundo; acompañado por su amigo, bajó la escalerilla del Coamo y re -gresó a San Juan; tgentea1fe vrocarril, - sufrió una convúlsión, hizo breve mueca de angustia; no dijo palabra, no exhaló un quejido, y se entregó al sueño eterno.

Don Segundo lo friecionaba, le-tocaba el cuello, los brazos, ló interrogaba lin oir respuesta. Frente a la Casa de España, le inyertaron un inútil alcanfor, y cuando, minutos después, en el Auxilio Mutuo, el doctor Reldán lo auseultó, dijo: Está muerto De amar a E:paña le estalló el corazón.

Y ha muerto, según sus íntimos sabíamos que siempre deseó morir: de repente, como en un estallido, sin largo sufrimiento de la carne, sin la rwisión angustiosa del creciente derrumbamiento -físico.

Ha muerto Don Pepe Pérez Losada, y por largo tiempo no podremos hacernos a esa irreparable realidad.

Notas biográficas sobre el iluse

español; esas notas que registran el lugar de nacimiento, y los en-tronques familiares, y la preparad6n académica, y la edad, y los cargos desempeñados, y la obra literaria lograda, y demás minucias, no aciertan adecir lo que es menester apuntar pára hacer el elogio del que desaparece. Ese patrón de Who is Who no ofrece elocuencia alguna para el caso de Pérez Losada. Este español que tenía tan grande el corazón que por no caberle en el pecho, le quitó la vida, no es tipo de fichero; ni siquiera unidad de una especie. Para el tipo espiritual de Pérez Locaún, no hny patrones,

Pérez Losada era un caballero de la raza que vino a vivir con una tardanza de quinientos años; y habiendo nacido tan tarde; se encontró en este mundo, en esta 6poca, sin p.rlentes, ni semejan-

Lou protagonistas de La Gloria de Don Ramiro de Enrique Larreta, y de El Mayorazgo de Labraz, . de Pío Baroja, fueron sus hermanos; y los caballeros cruzados, sus lejanos antecesores.

¡Ya veis, lectores, que no podía halla: parentescos, ni semejanzas en los nomencladores al uso!..

N1 sus cargos, ni sus libros, ni sus artículos, hi sus comedias, ni sus condecoraciones, ni los empinamientos de una esfera social a otra con que superó la humildad de sus primeras dedicaciones, dan . el trazo cábal de su yo íntimo, de su espíritu hipersensible, de su enorem corazón, de au heroica nobleza, de su hidalgo desprendimiento, de su diamantina honra-. dez, de su alada gentileza, elementos morales con los que Pérez Losada estructuró su propia estirpe.

en la Catalana toda hasta morir; dnpln: h deupen6d&o sin escribir una novela; sin ser gran deud¡,mde ie dn tm ón, ni asistir a un congreso mundial ; pudo haber no sido bachilleren Arte, ni profesor de español, ni .uiquien ñiatede m y, sin embargo,eer siempreel gran caballero de la raza que fué, el espíritu singularque fué, el inmenso corazón que fué, la rara sensibilidad que fué. Porque Pérez Losada era grande en persona, .en geati!honbm. en amigo, en compañero, sin necesitar sus libros y sus periódicos y sus secre- : tarias y sus comedias y sus honores para ser grande, grande, grande, como España, como el corazón Me España, como el espíritu de España, como las raíces eternas de España.

Si España, la Gran Madre,allá en Europa, supiera qué hijo ha perdido acá en Puerto Rico, todas sus banderas se plegaríu tris-

Mnnoubeloqueh&peedi

Los últimou doee años de vida, fueron dolorosos para el ludulgo

AVANCE él d
E h n de iil lia as i TE rul TA re

te, era su inspiración, era su ra-zón de vivir, y la -creía perdida para siempre, como bersuadido deque ya no la vería más; y sin poder verla más, ni gozarla otra vez, ¿para que vivir, para qué morir en saber que vivía sin vivir?

ÑAndaba equivocado, porque últimamente, ya vivía alimentado_por el infinito dolor de España que le pedía el sacrificio de laprolongación de su vida para quepudiera kservirla. Y en ese ser-

Editorial de

En la tarde de ayer rindióinesperadamente la fecunda jor-nada de su vida nuestro dilectoamigo y fraterno compañero deredacción, don José Pérez Losada,Direetor de nuestro colega Puer-to Rico Nllustrado figura promi-nente de la colonia española dePuerto Rito y escritor de altosvuelos, fina sensibilidad y vastacultura.

Aunque últimamente venía aque--jandoeal ilustre amigo una grave dolemga cardíaca, es lo cierto quedesde hace varias semarias habíareamidado sus labores én esta ca-sa y diariamente compartía connosotros las faeyas acostumbra-das del pediodisnio, sin sospechar¡nadie que la muerte acechara tande cerca su preciosa vida.

La noticia de sú. instantáneofallecimiento ha Hénado nuestroántmo de honda y sentida ronster-nación. Nos ligaban vínculos detan duradero afecto al distinguidoescritor, escuchábamos tan a me-nudo su palabra magisterial en.las lides del diarismo, recibíamoscon tanta frecuencia el poderosoaliento de su alta mentalidad yconfraternizábamos con él en tér-minos de tan fíntima y cordialamistad, que su inesperado falle-cimiento ha producido sacudidaen nuestro espírita. "

Pérez Losada hiabía nacido enCádiz, España, en el año 1879. Alos quince o diez y seis años de

vicio, haciéndole diarios y exi-gentes y rigurosos pedidos a su corazón en desequilibrio, sé le fuéagrandando el corazón, se le fué hipertrofiando el corazón, hastaesiallarle. Es tan grande Esnaa, que de amarla se muefe: pe.ro para-morir del amor de Espa-Ña, es preciso tener el corazón dePérez Losada y la ambición de Pé-rez Losada de haber metido a España dentro de su corazón, paraacabar, cuando España tenga que

salir de allá adentro para prose-guir su destino.

Don José Pérez Losada, un ca-ballero de la rasa, ha muerto.

Pero, ¿es verdad .tanta tristeza?

¿Quién ha dicho que Pérez Losada ha muerto?

Mientras háya un grito que di-ga Viva España Pérez Losadavivirá.

¡Viva España!...

( El País Sept. 24, 1937.)

El Mund 0 SEDt. 24, 1937

edad, se trasladó a Puerto Rico ydesde entonces con nosotros convivió hasta el final de sus días,identificaándose de manera tan ca-bal con las añhsias, las alegrías ylas angustias de nuestro pueblo, sintiendo nuestros anhelos con lamisma pura emoción del hijo más amante de esta Isla, dando el va-lioso concurso de su inteligenciapara el esclarecimiento de lasgraves cuestiones que han preo-capado a la comunidad, presti: giando nuestra literatura con elaporte de etras de señalado relie-ve artístico, interesándose por elmejoramiento social de nuestrasmuchedumbres, contribuyendo alestudio de nuest problemas po-líticos y eocialan su vasta experiencia y sus atinadas observa. su brillante pluma de periodistaal servicio del rosa dedicación, ritu de fraternid ga nobleza y tan tración con todol[lo nuestro, que

-lantamiento moral, político y social de nuestro pueblo, por las re-cias batallas que libró en favor denuestro derecho, por su enormecorazón, en el que siempre reper-cutió, como cosa- propia; la muerte de Puerto Rico, hallando en aque-lla víscera cordial voz de orientación y esperanzadora palabra de estímulo,

ciones, y poniex:l£ en todo tiempo

s con tan genen tan alto espícon tan hidalntida compenenadie pudo avehtajarle en lapráctica efectiva de un levantado, fecundo y sincero puertorrique-fismo. Puertorriqueño en el vital alcance dela palabra, fué, enefecto, él insigne desaparecido porel cariño intenso que profesaba anuestro país, por su devota consagración a la defensa de nuestros valores de cultura, por su sosteni-do empeño en laborar por el ade-

En el periodismo deja Pérez Lo-sada una huella . luminosa::rante más de 35 años ejerció asi-duamente la noble profesión. Di-rigió El Boletín Mercantil desde el año 1901 hasta 1917; El Im-parcial desde 1918 hasta 1932 y la revista Puerto Rico Ilustra-do desde enero de 1933, ademásde prestigiar con sus estimadascclaboraciones numerosas revis-tas y publicaciones de Puerto Ricoy del extranjero. Caltivaba elperiodismo de orientadores propósitos, enderezado a ilustrar laopinión pública y a trazarle ela-ros derroteros para el mejor encauzamiento de las aspiracionescolectivas. Desdela columna edi-torial, que ocupaba con preferen-cia, su pluma aleccionadora en-juiciaba con pureza de conceptos,equitativa imparcialidad, exquisi-ta ponderación y ancho espíritu de servicio, el tópico del- día, la cuestión palpitante, el asunto de mayor interés público, señalando siempre pautas de elevados alcan-ces y animando su castiza prosa

22 AVANCE de
e....

y

al calor de inaspiradores ideales de mejoramiento humano.

Su contribución al periodismo puertorriqueño fué de méritos excepcionales. BSiguiendo las aústeras normas de nuestros grandes periodistas de la pasada centuria, su gestión en el diarismo fué de honda significación social y constituyó en todo tiempo un saluda.-

AVANCE

una de las más responsables y mejor orientadas con que contó nuestro' pueblo en el proceso de su evolución histórica.

Escritor de altas concepciones y de certeros logros, el ilustre compañero desaparecido no limitó sus preocupaciones literarias al círculo periodístico, sino que enriqueció nuestra bibliografía con

ble ejemplo de probidad intelectual, honradez de juicio y devota consagración a los imtereses básicos de la comunidad. En la medida de sus esfuerzos, procuró introducir en nuestra Prensa todos los elementos de modernidad que le fueron dables, mostrándose abierto a toda innovación que redundara en provecho del público y que ayudara al periódico a desempeñar su misión con más eficiencía. Incansable en el cumplimiento de sus deberes perodísticos, jamás sintió- fatiga ni desaliento en la ardua tarea emprendida y durante este último tercio de siglo su pluma fué, sin duda,

obras de auténtico valimiento. En la crítica literaria, en la novela, en el teatro y en la crónica dejó elocuente testimonio de sus brillantes aptitudes .creadoras, del poder de suu inventiva, de su humorismo de buena ley y sana intención, de su ponderado espíritu de juzgador, de su amplio saber, de su-fina sensibilidad:de artista. Basta recordar m novelas La Patulea y El Mangiar obras de penetrante realismo; sus comedias La Vida es Acida Los Primeros Fríos y La Crisis del Amor, de moderno corte y vigorosó aliento lífrico; su estudio del poeta puertorriqueño Francis-

co Alvarez, medular y atinado en sus juicios.

Sin tiempo bastante para rendir hoy el homenaje .mererido, cálido y fervoroso que quisiéramos tributar a la memória del ilustre periodista que ayer rindió su terrena jornada, absortos aín ante la trágica sacudida de la muerte que tronchó una vida que ttanto significaba- para nuestro pueblo, apenas disponemos de tiempo y de sosiego para comunicar a nuestros lectorés el luctuoso acontecimieny hacer votos íntimos por el reposo espiritual del noble y fra. ternal compañero.

El
n = .». Lo de lia u 'íí) ;i¡'»,'.c

JOSE PEREZ LOSADA

No España, sola y por su lado, y no tampoco Puerto Rico,wkywn ; lcp&y? % y

fo eu¡fnp?&u &uhm mwl h mu,_ymmseguir viviendo. ln m , h hispanoamericana, con su servilletaal brazo de mozo de resto-rón.ymnm¡g n& ' .

alcanzando toda la distinción genuina Que se puede llegar a alcanzar en nuestro ambiente, y la cual, genuinamente, sólo puedeser alcanzada por muy pocos: sumamente por muy pocosTan mmtepor m quc_ escritor de

porummh, yadek&m .

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Del Óaballero de las Trés Fechas

El 14 de abril de 1931 moría espiritualmente don José Pérez Losada y moría espiritualmente porque desde aquel día su cora-són quedaba traspasado por eldolor de -ver el hundimiento deaquel régimen secular que éngrandeció a España.

Fué para Pérez Losada -aquélun golpe más que duro, doble;pues aunque la República no eraesperada entonces ni aún por losmismos republicanos, la chnsma,que se consideró triunfante, co-gió bríos en algunas capitales pa-ra ofganizar manifestaciones yexigir la salida de España de donAlonso XIII, y Pérez Losada, queadmiraba a Don Alfonso, que erasu amigo, que tenía de él un gratoe imborrable recuerdo de cnandoen aquel Congreso Ultramar deComercio' Don Alfonso, despuésde oír su brillante discurso, se le-vanta y le abraza, vivió en aquellas horas del 14 de abril' momen-tos de verdadera inquinetud te-miendo por la preciosa vida de 'su rey, de aquel Rey patrióta queen medio de ún Congreso, entusiasmado y poniéndose por monterael protocolo salta de su sitio de preeminencia para abrazar aaaquelhumilde español- que venía de Puerto Rico, Bonde honraba a España, a honrar a Puerto Ricq.

Desde aquel día, muerta el alma de Pérez Losada, le vimostriste sufriendo los sinsabores quesO Patría iba padeciendo. A tra-ves de sus conversaciones veíamos cómo brotaban de mu pecho losefluvios de mna santa rebeldía contra los detentadores de los po. -deres nacionales, contra los escamoteadores de la Bandera, delHinno y de todas las formas sus-tarciales y no accidentales de Es-

Así pasó un lustro Pérez Losada, viviendo sin alma, pero con pensamiento. Cinco largos años de sufrimientos para todos los es-

pañoles dignos, pero que en Lo-sada, cumbre de la emotividad, fueron haciendo mella.

Llega el 19 de julio de 1936.España despierta y Pérez Losadaresucita! Fecha también de doblesignificación para Pérez Losada¡En España amanece y Pérez Lo-sada recobra su alma! En mediodel tableteo de la ametralladoray del redoble del tambor las cáli-das auras del estío llevan a Es-paña gritos de resurreción; Fran-co! ¡Mola! ¡Imperio! ¡España!La sangre le bulle de nuevo algrande de Don Pepe e inmediata-mente se pone al servicio del glo-rioso, Caudillo y con el arma quela Divinidad puso en sus manos,pluma en ristre, Pérez Losada, entra de cuerpo y alma en la lu-cha sirsiéndole a su Españaen la ret con tal tenacidad,valor y heroísmo -que le costó lavida al igual que a los que están en la vanguardia.

Porqué los españoles habían deentregarse a una; apremiante la-bor colectiva, la de elevar, engrandecer y fortalecer a España,

porque tenían un Caudillo y te.nían fe, España sería una grandey libre, porque Franco los manday los españoles siénten como él;porque Franco hará una Españagrande, dnga de su Historia, poreso Pérez Losada no desperdició un solo momento en su lucha ayudar a la Causa Española y ti-tánica fué su labor de propagan-da, en Prensa y radio, donde, cualmoderno Quijote, desfizo los entuertos con que la propagandamoscovita quiso enturbiar una Causa que le cuesta a España lo más rico de su suelo y lo mejor de su juventud y de su sangre.

Año y medio en ésta patriótica labor minaron la vida de este ¡Único! de nuestras letras, hasta que un mal día 23 de septiembre de 1937, cuando acababa de enviar en la persona de don'Secundino Lozana un abrazo para elcaudillo glorioso, restaurador-de España y salvador de la Humanidad, la muerte le sorprende como él siempre la había soñado: de pie... Y así, de pie, estará sobre los luceros, con los buénos como él, con los grandes como l. con los patriotas como él, con sus tres ilustres tocayos. -Porque Pérez Losada era muy grande para este mundo, bien está que esté con ellos y bien está que el perfume de Puerto Rico también aliente en ese cuarteto de los Pepes que es símbolo de la gloria de la Nueva España: ¡José Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera, José Sanjurjo y José Pérez Losada! Presente todos siempre en los destinos de la España que soñasteis...!

Y a ti, el último de los caídos Viva España en la inmortalidad de tu espíritu, José Pérez Losada!

J. Fidalgo Díaz, Carolina,

AVANCE
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La Muerte d

La Muerte, dulce amiga de to-dos, tronchó el hilo, y D. José Pérez Losada entró en la Eternidad.

Después del primer asombro, la prensa de Puerto Rico repletó sus columnas, nerviosamente, negán-dose casi a creer lo que propala.ba desde sus altas torres.

Parece que la inquietud del instante negro llevó a muchos a no estar a tono con la sinceridad del corazón. Infinidad de cam-panas laudatorias, excesivamente laudatorias, ajaron el silencio del hombre sereno, pulcro en todo: en el sentir, en el decir, en el vestir... No faltó quien le asignara puesto de tambor atribulando la paz de un hombre manso.

Pasamos por alto los ' excesos temperamentales o los juegos malabaristas de quienes se inspiraron, en la hora de su muerte, po-niendo miras en festines materiales. Nos interesa, por encima de todo, no falsear la verdad de lo que fué don José Pérez Losada, hijo de España y Puerto Rico.

Primero, español. Español libre de lastres estridentes. Siempre lo hayamos en frontera meditativa, como espulgando sue-' ños, más allá de las pasiones sordas . que encanallan. Español, primero, todo volcado en caballerosidad; español, para querer a España sin olvidar otros quereres; español, mas no de la rconquista abribonada y engreída, sino de los que tras rudas batallas comprendieron que amar es el primer deber de cada hombre.

Luego, periodista. Periodista encastillado molde clásico, sin rispideces ni arideces; blanco como el traje que siempre destacaba su figura suave. Ya como director de revistas literarias (Gráfico, Puerto Rico Ilustrado) o como sencillo creador de paliques humanos, sirvió á una causa sa-.. grada: dar al bien el merecido aplauso y al mal su francistano dicterio, Nada de injuria que enturbiara su claridad: nada de sobresalto que le causara triste dor: mir; náda de calumnia que le

AVANCE

e un Hombre

Ícerban la existencia. Como pe-riodista, don José Pérez Losadanos deja una serie de pequeños ensayos, xilenciosos, graníticos. alados, .olorosos.

Después, político. Hombre debien al servicio de la sensatez, nohizo de la política un mazo paraaplanar cabezas. Político alto.supo ser discreto, conservando su españolidad antigua. - Dejó a unlado' la política nuestra, tan fea,tan contrahecha, tan de comadrería, para entregarse a su modode ser, a su poesía, dijéramos, ya que -expresión de poeta siem-pre aclaró el origen de su prosapia.

Don José Pérez Losada es digno cosa -muy rara en tantos otros ceuando se le considera en rol de político. Recordamos, cort especialidad, una de las horas enque se dirigía al pueblo de Puerto Rico, haciendo referencia a la horrible Jucha entre thermanos que se desarrolla en España. Antes que su palabra llegase, ¡cuántos apóstrofes, cuántas desorientaciones, cuántas injurias para los hermanos indomeñables!'

Pero desde que su voz rompió el aire a través de las ondas luminosas de la radio, terminaron los apóstrofes, una brecha de luz iluminó los oídos, las injurias vertidas se opacaron y un Amor enternecedor, compasible y sano como la cara de Sevilla y vinoso lo mismo que Málaga, y heroico a lo Madrid capital de la gloria, según el valiente murmurar de Alberti comenzó a unir españoles, corazón con- corazón, alma con alma, carne con carne, hasta realizar un milagro: el de conseguir que los leales al góbierno constituido y los no leales al repubicanismo es. pañol, se dieran manos invisibles; lamentando el horror en que se baña la Madre del mundo.

Consciente de su españolidad, don José Pérez Losada no renunciaba al brazo español, aunque lo combatiese a él mismo. Siempre soñando con una España para el chico y el grande pará el po-

Manso .

E

bre y el rico, para el bueno y elmaló, ¡para todos los en fin!, era-capaz de que por humilde que fuese el español,tenía que contribuir a la cons-

que él en Puerto Rico, viendo pasar héroes vivos y héroes muertos, todos hermanos, gloriosos al subir; g'lorf¡ouos al caer, . siempre gloriosos, en el error o en la verdad?

Don José Pérez Losada, al sentir en lo hondo del pecho la ráfaga de la tempestad, ocupó pedestal de héroe. Usó la pluma para llorar sobre los héroes muertos, porque eran españoles completos,y rompió el estuche de su mejor palabra para elogiar en los los héroes vivos, en todos los combatientes de ahora, las virtudes divinas de la Raza, todas en batalla para realizar el parto formidable de una nueva Patria...

Y llorando sobre los muertos. y entonando himnos de Amor sobre los vivos, se fugó de la Vida el hombre manso,el i clásico, el político sin mancha. Se fué de la Vida, azotado por la ráfaga de su propio Amor, como esok árboles buenos que después de dar mucha sombra y mucho fruto, se van durmiendo pocoa poco, poco a poro...

( Alma Latina Octubre 1987),

ag EG 710 ENPN PNO

El Último Artículo de Pérez Losada

LAS BEFYLI.A8 DELMUNICIPAL

Pocas . horas antes de sorpren-derle la muerte, entregó PérezLosada al señor Dévila Ricoi, elúltimo artículo de su brillanteyfecunda pluma de periodista:uninteresante trabajo en torno delas proyectadas reformas del Tea-tro Municipal, que nos complace-mos en insertar a continuación:

Abordando el tema de la nece-saria reforma del Teatro Municipal, nuestro fraternal colega ElMundo, ha puesto atinados comentarios a un ofrecimiento delAlcalde de esta Capital, doctor deCastro, y apunta sus razones que,como por lo regular acontece, tie-nen sólida base de ponderación yde acierto. El Teatro Municipalya lo hemos dicho otras vecesnecesita una reforma mayor quela que supone un retoque inte rior y una pintura exterior deledificio. amén de cualquier otraelemental mejora que pudiera ha-cerse en el inmueble, advertidala limitación de recursos con quécuenta muestra administraciónmunicipal.

Descartada la idea de da demo-lición por lo que tiene de histórico y por la tradición artísticaque a l se vincula, es preciso po-nerle en condiciones de servir ala comunidad, albergando los es-pectáculos teatrales que nos visitan y que necesiten para su actua-ción de un escenario amplio de que no disponen por el génerode -espectáculos a que vienen de dicados los demás teatros de la Capital

No tenemos que decir que estamos reconocidos a la amabilidad con aqhe el doctor de Castro haescnchado nuestras indicaciones y a la gentileza con que declaraque, atendiendo a ellas, abordará en lo que le es dado hacerlo, acausa de la limitación de medios

con que tropieza, la reforma delMunicipal.

Pero m reforma para que re-porteutilidad al arte y a la co-munidad en San Juan, y a lasempresas hfeatrales que nos visi-ten y hayah de renovar los espec-táculos qué se nos ofrezcan, hade tener tina proyección qut_aetraduzca, et la atenuación, por lomenos, de las limitaciones con queabora tropiezan las empresas tea-trales pará poder fijar precioseconómicosa las localidades cuan-do el espeé&culo tiene una hojade gastos fie consideración y elnúmero de localidades disponi-bles no es bastante para cubrir presupuesto.

Sucede, entonces, que es necesa-rio elevar lps precios, y ya es sa-bido que eél espectáculo caro Ille-va consigoel riesgo inicial de vernotablemente amenguado el nú-mero de mús espectadores, si nose queda yacío desde las prime_Tras representaciones.

¿Qué solución existe, entonces;para resolvér el problema de aco-modar más ¡público, mayor núme-ro de espectadores en nuestro tea-tro.para que no haya que recu-rrir a la imvopular medida de ele-var los p'ra£s que no hban resuel-to en modo álguno el problema de las empresas?

Lo hemos dichon otras ocakiones y nó estará de-más que repitamos nuestra dbser-vación por hi tuviera algún mérito para her considerada. ElTeatro Municinal tiene nna loca-lidad. que np se vende: los pal.cos. Esos fuarenta palcos delMunicipal cbnstituyen un lastre con el que tienen que cargar las empresas' con grave daño de -susintereses. cambio, el Teatro Municipal tiene nocas lunetas, vla luneta es una localidad de fá.cil venta, y lo sería más si la saladel Munici no fuese nn horno y el es or pudiera : ver la función sin s$mufrir los ahogos dela asfixia y todas las molestias

de la transpiración copiosa por elcalor excesivo. De esto no hayque culpar sólo al clima y a laconstrucción del edificio, sino a lasordidez de algunas empresas quecierran todos los balcones de laplanta alta para evitar que secuele algún chiquillo intrépido,escalando los muros, cuando esopodría evitarse estableciendo lanatural vigiláncia, tanfo dentro,como fuera del edificio, y que co-locan desmesurados cartelones ehlas fachadas del Norte y del Este,tapando los huécos por los cualespudiera entrar la brisa en el local, sólo porque se quiere anun-ciar a poco costo el espectáculoue se ofrece, sin tener en cuentaque todo lo que sea quitar como-didades al público, es aislar a és-te del lugar en que sÉ siente mo-lesto, con lo que todos salen per-diendo: los artistas, los especta-dores y los empresarios, porque elespectáculo presenciado en cir.cunstancias tan desventajosas ha-ce reaccionar con enojo al espec-tador, que no sabe, o no puedediferenciar de momento, por qué la función no le gusta y cargaráa los pobres artistas el motivo dede su malestar cuando éste nadatiene que ver con lo que pasa delescenario adentro, .sino que seorigina en la molestia física quesufre sometido a una temperatura insoportable.

Todo eso tiene ahora fácil remedio. El Teatro Municipal está cogido en una zona de ruido que se vería disminuído si se pudieran cerrar las puertas y ventanas a base de establecer un sis tema de refrigeración como lo tie.nen los teatros en poblaciones no todas superiores a la nuestra. No s, pues, que el Municipal esté totalmente fuera de concurso y que resnlte un corralón inservible en el que sea inútil abordar toda reforma. La - cindad necesita nn

(Continúa en la página 30) »

Ms AVANCE
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Lo que es, lo que vale y lo que represéla Colonia Española en Puerto Rico .

Este artículo escrito hace varios años por Don José Pérez Losada,es uno de sus mas brillantestrabajos en defensa de la Colonia Española de Puerto Rico, y hemos creído muy oportuno publicario, ya que habiendo pasado tantos años de haber sido escrito, seráleído eon delectación por todos

¿Qn¿,v ale y representa la Colonia Española en Puerto Rico?

La respuesta no cabe en un ar: tículo, haría falta un libro para condensar, para adquilatar estos valores y está representación. La Colonia Española en Puerto Rito es una selección de hombres labo-riosos, emprendedores, activos, lle-" nos de iniciativas y de nobles am: biciones, que están vinculados a la vida del país en +tal manera, que puede afirmarse que constitayen una fuerzade incalenlable resistencia que coopera eficazmente a que el país conserfe su fisonomía racial.

Si fuésemos a hacer una apreciación sumaria de lo que vale laColonia Española, al estilo de co-mo éstas valoraciones se formu-lan en los Estados Unidos, diría-mos: La Colonia Easpañola enPuerto Rico vale noventa millones de dólares, Este es el valor aproximado de las propiedades, del capital que posee. Pero estos gninientos millones de pesetas no darían, no- obstante la importancia sidentes aquí, ya que nuestra Colonia na sobrepasa la cifra de cinco mil, según el último censo, pero su dinamismo se traduce en tantos matices de actividad que no existe una profesión, un arte,

£

un oficio en que no se destaque la

des el mayor número de los espa-ñoles aquí residentes, pero en la práctica de la medicina, en la abo-gacía, en la literatura, en el pe-riodismo, en la ingeniería, en laarquitectura, en las empresas edi-toriales, en el negocio de librería.en la banca, en las grandes industrias como la de fundición, comola azucarera, en la dirección. de empresas navieras, en todo, en fin,cuanto representa aptitud, inteli-gencia y dedicación perseverante,la Colonia Española eume una re-presentación destacada que dá la sensación de un núcleo mucho ma-yor del que en-realidad tiene.

Los primeros tranvías de Puer-to Rico, en el último tercio del siglo diécinueve, fueron ideados ytrazados y explotados por españoles: Don Pablo Ubarri y don Ramón Valdés, por no citar sinó a los muertos, fueron los propulsores de estas grandes empresas: Don Ramón Valdés fué también el primero que estableció nna 1nea de lanchas de motor que intensificó el tráfico entre San Juan y Cataño, dando con esta línea decomunicación auge y progreso a las poblaciones cercanas a laCapital, que se. desarrollaron comercial. e industrialmente con insospechado crecimiento.- Fueron . españoles los qué fomeñtaron la

e'xvigevnc'ias de los tiempos. La iñ-dustria hotelera debe también ácompatriotas nuestros eu progresóactual que no es una *improvisa-ción de última hora sinó que fes-ponde a tina evolución progresiváque seadelantó én todo tiempo alás niecesidades del momento. Las.artes gráficas, que són factor tanesenciál en el desarrollo de la eul-tura de los pueblos, tienenen com-patriotas nuestros sus mas pro-gresistas cultivadores, y la Pren-sa, también incluye entre sus fac-tores mas brillantes, un númeroestimabley valioso de españolesdistinguidos que han contribuidoeficazmente a la vindicación de losaltos valores de nuestra cultura,negados con sistemática ofúsca.ción en los primeros tiempos delcambio de soberanía. En las gran-des empresas industriales y agrícolas, en las centrales azucareras, en las empresas financieras, en lasorganizaciones industriáles, en lasactividades del Comercio, en todolo que es riqueza y producción están el cerebro y el brazo españoles dándoles iniciativa al impulso.

¿ Vale esto los noventa millones de dólares en que se calcula la riqueza de los Españoles en PuertoRico, o vale más, mucho más que eso, con ser la cifra tan aprecia-ble?

Indudablemente, yale más.

queza urbana de San Juan, de Ponee, de Arecibo, de Rio Piedrasy de otras cindades importantes, han dado alComercio una instala. ción.moderna; de acuerdo con las

Y vale mas por lo que representa el desenvalvimiento de esa ri-queza, traducida en actividades,en obra social, en estímulo, enáliento, en exaltación de los valores raciales, en afán, en nobilísimo afán de convivencia con nues-tres hermanos les portorriqueños que ejercitan, también, todas las actividades y responden a nuestracordialidad con una espontánea simpatía hacia todo lo. nuestroque cada vez se acentúa con.mas definida preferencia.

La Colonia Española ha organi.

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AVANCE

zado un Sanatorio, el de la So-ciedad. Española de Auxilio Mu- * tuo y Beneficencia, instalado ensus amplios terrenos de Hato Rey,,que es orgullo no sólo de sus orga-_nizadores sinó del país en que fun-ciena, Cuantas personalidades norteamericanas han venido a lalela y visitaron el Sanatório enHato Rey, han tenido para la or-ganización en que todos los progresos de la ciencia se acumulan,el elogio justiciero que esta obrahumanitaria merece, y hemos di-cho humanitaria porque no brin-da sóloa sus socios todas las ga-rantías de una asistencia científ ca y todas las acogedoras blando-ras hogareñas que las buenas Her-mnas de San Vicente de Paúl pro-digan a los enfermos, sino porqueallí los españoles indigentes,en-cuentran un refugio providencialcuando el infortunio se ensaña conellos, bajo la doble zarpa de la po-breza y del dolor. a

La Colonia Española que con.tribuye en manera tan espléndidaal sostenimiento de todas las car-gas públicas, tienen el noble or-gullo de no permitir que los com-patriotas con quienes la fortunaee muestra esquiva, hayan de re-ourrir, desvalidos y enfermos, alos excelentes establecimientos dela beneficencia pública; para ellostiene en su Sanatorio el mismotrato que para los Socios, para una atención preferente, y si mueren, un entierro deco-

P tiesen en los Españolessu tede propicia. Y existen cen-tro$ que llenan estas finalidadesen San Jua en Maya--gUez, en Guayama, en Arecibo, enHumacao, en Caguas. en Bayamóú, en Río Piedras, en Yauco,en Manatí, en todas las poblacio-nes importantes de Puerto Rico,y en todos ellos se dá el bello es-pectáculo de que el número de azo-ciados portorrig es aproximadamente igúal o mayor al de los nacidos en ña, y entreunos y otros reina la cordialidadinalterable que sé afirma en los la-7208 de familia; idioma, tradicio-nes; costumbres, afinidad de sen-timientos, consciencia de la pro-pia estimación.

Mucho contribuye esta prome-tedora realidad al hecho bien no-torio de que la mayoría de los es:pañoles que han constituído aquíuna familia, están casados con da-mas del país, y que el español sol:tero, por au especial característi-ca que ha hecho posible la unidad racial de todo un continente, es siempre un candidato al matrimo-nio, ya que en nosotros perduraafortunadamente, el amor al ho-gar y la fecunda apetencia, cura-da de todo prejuicio, que nos hadado el título que no pueden dis-putarnos los demás pueblos colo-nizadores, de ser los pobladoresde un nuevo mundo.

les y Henan ampliamente la función de solidaridad. estimula y tultiva las inguietudesdel espíritu y en med de belleza.

; No es este un valor más gran-de queel que de concreta en la es-pléndida cifra que arroja el censode la riqueza portorriqueña, comoperteneciente n la Colonia Espa-ñola en Puertó Bico? Lo que vale, lo que representa, lo que es ení la Colonia Española, está esbozado en estos tices que he-mos fijado, sin concretarlos todos,por no hacer rado -esteartículo, en el que dejamostrazado.

Podríamos hacer una lista bri-Nante de los oles que masse distinguen en las actividadestodas del país; no queremoscitar nombres, por no incurrir enomisiones que el dinamismo delos nuestros, de nnestra juventndvaliosa, haría inevitable. La Co-

*

lonia Española en Puertó Rico tiene una vertebración y una vin-culación ligada a todo lo que valeen la Isla, que sería empequeñecer su actuación 'el localizaria, personificándola, en nombres con-cretos de figuras destacadas. Yeso, naturalmente, alargaría conexceso esta labor sintética que as-pira a dar una visión de conjunto.La que el país que recibe el bene-:ficio de su convivencia, ha apren-dido a estimar, no sólo por susresencias vitales, sinó por el con-traste del áspero aislamiento enque vive la Colonia Norteamerica-Da, cuyas virtudes muy dignas deaprecio no se humanizan con lasensibilidad penetrante y expan-siva que es normá de nuestro ca-rácter.

¿Está contestada la amplísimapregunta?

Probablemente, seguramente, no.

La respuesmta se ha QUEDA-DO CORTA...

José Pérez Losada.

EL ULTIMO ARTICULO: DE PEREZ. LOSADA

(Viene de la página 28)

Teatro que sirva a la montura deespectáculos grandes, y es buenotener en cuenta cuanto hemos di-cho y algo más que escapa a nues-tro comentario ahora para queno se malogre la buena disposi-ción del dinámico Alcalde, tanatento a toda advertencia en quela buena intención se advierta ytan celoso de que San Juan no carezca del adecuado sitio en que el Arte logre, a ser posible, susmáximos prestigios en un medio decoroso y confortable.

Para nosotros será siempre unmotivo de satisfacción el saber.que hemos podido contribuir aquue se salve un edificio que tiene historía y a que se haga com-patible su utilización con los gus-tos y las comodidades que el pú blico, naturalmenté, va exigiendoen mayor proporción cada día.

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ESTAMPAS DEL PASADO

Del San Juan que yo amo

En aquel tiempo, el parque del colegio de los Padres Escolapios se extendía hasta la línea del ferrocarril; era un hermoso palmeral que empezaba en la verja y llegaba hasta los baños, una construcción de mampostería, muy sólida, con una piscina de regular tamaño y alrededor de una dorena de cuartos en los que había _unas piletas hondas que se llena.ban pronto, utilizando el agna clara de un manantial que se estaba vertiendo siempre en la alberca, cuyos desagúes mantenían bien regado el terreno en declive. Los baños fueron' construídos por los padres Jesuítas que tuvieron antes que los Escolapios el internado de niños en el palacio levantado para la Exposición Regional, celebrada con motivo del Cuarto Centenario del Descubrimiento de Amiérica.

Además de los coroteros, tenía el parque unos corpulentos mangoes que daban una fruta grande de color terroso, pero de una pulpa jugosa que era la delicia de los estudiantes;; crecían también pajuiles y cerezos, muchos ÁárboJes de chinas, caimitos y aguacates, guanábanas y guayabas, y unos limoneros que estaban siempre cuijados del jugoso fruto. Junto a los baños, en el terreno húmedo, subían frondosos y verdes, unos macizos de guineos que se pintaban de un amarillo canario y que tenían un sabor y un perfume que eran una delicia.

dían marcharse, si venían a bus carlos de sú casa, tanto para tranquilidad de sus familias como para respetar las normas del establecimiento docente: El nú cleo mayor de los internos procedía de la isla y también de San Juan, ya porque sus padres fia ran mucho en la eficacia del internado para el progreso instruc. tivo de sus hijos, o porque éstos necesitaren de las suaves diséiplinas que no tenían en el domicilie, para ir domando en ellos resabios de condueta que, atajados a tiempo, transformaban al mitchacho: díscolo en un caballerito cortés, amable y distinguido.

Cuando las amonestaciones y los leves castigos no surtían efecto, .se Tamaba a los padres del alumno, se les explicaba la imposibilidad de mantenerse en la ca. sa por la perturbación que creaba; y aunque corría de boca.en boca la ñoticia de la expulsión que envolvía al expulso en una descalificación humillante, la versión oficial y correcta era que el estado de salud: del alumno aconsejaba- un cambio de airés.

La distribución interior del edificio había sido hecha sacando el mejor partido: posible, ya que la casa no había sido construída para un internado, sino para una exposición que requería grandes salones en los que instalaran sus exhibits las firmas industriales de toda la isla. En la parte baja. en el ala que da a la Capilla, es taban las aulas. Al frente, una clase amplia y la sala de visitas. la portería, y creo que una clase elemental de alumnos externos. El ala del oeste la llenaban el come dor de los alumnos, miuy amplio, un gran salón lleno de ventanas y con dos largas hileras de me-

En el Colegio de los Padres Escolapios se instruían y educaban muchos niños de familias pudientes de San Juan y dela Isla. Los de Santurce estaban generalmepte de mediopensionistas, porla facilidad que tenían de volver a sus casas Almorzaban en el Co legio y a las cuatro y media po ..8as. A uno de los extremos, so-

bre una tarima, se sentabá únbde los profesores para vigilar quese mantuviera siempre la mejor compostura, y al otro exfremó es:taba el torno de la cociná, que era dambién muy amplia y que tenía una puertecilla abierta al parque por la que se, entrabanlas provisiones, el carbón y otrosartículos de consumo.

En el comedor, el único cuadrosobre el torno era uña litogr:de San José de Calazáns, funda-dor de la Comunidad de los Pa.dres Escolapios. Todas estas dependencias abrían sus puertas al Aancho claustro que epmarca elgran patio central en que juga'ban los alumnos en los breves recreos que seguían a las comidasy, en el otro más largo que pre--cedía a la hora de recogerse a losdormitorios, -que .estaban en. el piso alto; las habitaciones de los profesores en el ala que da a la capilla, las del rector y el vicerrector en el frente del edificio yen el amplio ángulo que forman las dos alas del gran edifiicio,ladel oeste y la del sur, las camaretas de los alumnos, sobriamen-te amuebladas, con una puerteci-lla que se cerraba por fuera;,y una tela metálica en vez de techo para que entrase el aire y para evitar travesuras y otros excesos, que no eran allí tolerados: En tada camareta había lo estrieta mente preciso: la cama, una me silla de noche y una percha. .La ropa, tanto la interior. como eluniforme de gala, un traje azul marino galonado de ore, el vesti do de media gala, pantalón bian-co y. chaqueta negra de alpaca, yel traje de paisano.con que £l alumne llegaba al colegio, xazios pantalones, zapates, ete., se guardaban en la ropería, una depen-

úencia que estaba en l ciaustro

c AVANCE
u

alto, junto a-la sala de másica, y que tenía unos grandes estantes numerados, en los que se guardaba todo en la casilla correspondiente al número de la camareta que ocupaba el alumno.

De la ropería estaba encargado un joven leonés que después ocu pó puesto distinguido entre el profesorado del Colegio de San Pablo qúe fundó Monseñer Blenk. y que tuvo vida no muy lograda. Era don Añgel Alonso, hombre de gran temperamento literafio, latinista profundo, escritor de clási co estilo, un conversador delicio so. v hombre de portnas simpatías.

L(Í».(|m' no tenía era vocarción sa cerdotal; por eso había venido a Puerto Rico, después de pasar por unos cuantos seminarios de Espa ña de los que fué expulsado por esas leves faltas que en la vida seglar no: cuentan, pero que en los que han de ser ministros del Señor, constituyen motivo de escándalo y de castigos severos, por lo mismo.. Don Angel, como le llamábamos - entonces, porque no había recibido aún las sagradas -ordénes, ,era MÚsico y era poeta y 1enía una voz agradable y sobre todo, mucho estilo para en trar en calor, como l decía, bro meando. - Cuera de eso y de que se le fuesen los ojos detrás de las muchachas bonitas y les ecl¡as: algún piropo, comedido y madri galesco, don Angel era de1 todo irreprochable.

Su viaje a Puerto Rico tuvo; un motivo pintoresco. Después de haber recorrido algunas pro vincias de España, siempre con el mismo resultado, no obstante sus brillantes facultades para los más difíciles estudios, había logrado aplacar al Arzobispo de Santiago, hasta el que habían lle gado, exageradas como siempre. las versiones que presentan al se minarista mucho peor de lo que era.

Yo dejaría la carrera ecle siástica le dijo con noble fran queza al señor. Arzobispo, pero con ello eausaría un gran dolor a mi madre, que suefia con que yo

sea sacerdote. Y por evitarle esa pena estoy dispuesto a-todos los sacrificios.

El prelado, paternalmente, amonestó al estudiante. BSi el Señor no le llamaba por el camino del sacerdocio, aun causándole esa pena a la buena señora, debería tomar la senda del mundo y dedicarse a otra -profesión; era licenciado en derecho canónico, era lector en filosofía, tenía una sólida base de humanidades, palabra fácil, temperamento propicio a la polémica, podría ser un buen abogado, tal vez un gran po. lítico... Pero en la Iglesia, su conducta sin ser esencialmente peeaminosa, resultaba un motivo, si no de ;escándalo, de alarma. Debía pensarlo bien, ahora que estaba a tiempo; si la vocación

le había sido negada, lo más prudente era enderezar los pasos por otro sendero.

El muchacho oy6 el consejo y estuvo a punto de tomar la ruta que Monseñor le alumbraba; pero pensó en la consternación de la madre, en la pena de la buena viejecita que le quería para el altar, y que había hecho tantos sacrificios por él, para que no perdiese la carrera. . Por ella-sería sacerdote, por ella vestiría el traje talar, por ella domaría sus instintos rebeldes, renunciaría a la vida que le gustaba, la que le cantaba en todas las encrucijadas la canción sensual, la vida sin trabas, tal y como l la hubiera gozado. Prometió a Su MNustrísima _que cambiáría de conducta, que sería un seminarista irreprocha_

32 AVANCE
Don José Pérez Losada, con el gru7 h y Don Agustín Pérez Pierret.

ble y un sacerdote ejemplar. La pobre viejecita no se moría con el desconsuelo de pensar que el Señor no había querido a su hijo para salvar las almas de los pecadores,

Pero el hombre propone... Es: taban cerca de las Naudades y hubo-unas cortas vataciones en el seminario. Nuestro seminarista, al que sólo faltaban ya unak se: manas para ordenarse, tenía nnos parientes en Coruña; gentes mu, cristianas y de mucha considera: ción en la ciudad, El rector no tuvo inconveniente en autorizar el viaje; lo mejor, después de to: do, era que se fuesen . para que: darse unos días sin las preocupaciones y los trabajos de la vigi laneia y de la cuidadosa labor de preparar las milicias de Cr-isto.

Un amigo, un compañero de es tudios que sabía de las habilidades de Alonso como cantor y máúsico, le instó para que se quedase con ellos en Santiago uún .día o dos. Nadie había de saberlo. A los parientes no había que darles explicaciones. Ya tendría tiempo de abutfrirse con ellmg. .La juven tud quierv lo suyo. y los parien tes viejos son unos ¡wlm ¡s qhe 1 hacen a nue la vida imposible. Ya verá, cómo se divertían en Santiago. Tenía él un hermano músico y que tenía a su vez btros amigos que cantaban y tocaban instraumentds de .cmerda, y tenía unas primak tan guapas, tan alegres, una de ellas sobre toda, tan d¡spueut.1 úemp¡o para la diver sión.

La ton!á_m(m hablaba por l1voz de su Amigo, y el muchacho se dejó convencer.. Bueno decidió, se quedaría con ellos un día o dos y después iría a pasar el resto de las vacaciones con sus parientes.

La Nochebuena aquella no se le olvidaría ya jamás al seminarista. El hermano de su compañero, el músico, organizó una rondalla en la que tras un breve ensayo, fu' don Angel uno de ellos. Irían a dar serenatas a las primas, y después a varias mozas y amigas o

novias de los otros cantores e instrumentistas. Todos llevaban la capa de estudiante, más que por abrigarse, por el garbo coú que se movían con la clásica prenda. Y debajo de la capa Wevaban los instrumentos, Al doblar una esquina, se encontraron casi a boca de jarro con Monseñor, que venía con algunos familiares. No había que pensar en ocultarse, ni . había tampoco dónde, porque los zaguanes estaban cerrados. Nuestro héroe afrontó con serenidad el momento difícil. Lo peor era la guitarra, y eso con la capa se disimulaba bien. Hizo don Angel una de esas reverencias profundas en las que se llega casi a hincar la rodilla en tierra,y to'mó la mano enguantada de Mon señor para besar el anillo pastoral. . Y sucedió una cosa imprevista: al irse a incorporar. el bordón de la guitarra se enredó en un botón, en algo que le hizo vi brar con un sonido lúgubre y largo, como en un doble lejano de campanas.

Monseñor no diio nada. Le miPO severo, y pasó. Los familia res del Prelado le envolvieron en 1m.¡ mirada de compasión.

table rauón Alguien le habló entonces de América. En ._Anéna estaba escaso el ciero y ron lo que él sabía, si obaernba buena conducta, le ordenarían en seguida. La familia tenía aquí un paisano poderoso, una alta dignidad de la Iglesia, el muy ilustre Canónigo Lectoral, doctor Díaz Caneja. Y aquí llegó don Angel a buscar la inflnencia de su paisanó ilustre. Al llegar, sólo al Negar ya empezaron los graves tropiezos. La sede episcopal e-taba vacante, y hasta que llegara el n¡or0bhpomuepodiam denar.

ton los seminaristas,

; Nos hemos caído! comentamientras que nos demás muchachos: ahoga ban la risa por no parecer irrespetuosos al señor Arzohispo que. seguido de su séquito. caminaba despacio.

;¡Maldita gmtnrra . lamentó don Angel Lo que es este saludo con máúsica, me cuesta otro viaje, porque el señor Obispo no me ordena ya.

Porque no era aulo el andar a picos pardos con instrumentos, de noche, a Dios sabe ton qué planes. .., era el engaño, la burla, la contumacia como le diio al despedirle, con severo tono, el Padr= Rector. Después de esto. .com prendió que no tenía que volver a.sú casa, ni mucho menos a otro seminario de España.: donde tendrían de él la información de la verdad y de lo que no era verdad y se le atribuía con lamen-

Mientras llegaba d Prelado,ne cesitaba don Angel un albergue discreto y un medio .decoroso de gánarse la vida. BSabía él que había dicho San Pablo: Qui son laborat, negue manducet, y l quería trabajar para teneér derecho a la vida, porque le humillaba el tener que pedir a su casa que 1e enviasen fondos para' sostenerse aquí mientras que no se ordenaba y no se le daba algún destino eclesiástico. Ed el Colegio de los Padres leap¡es* por medxamnn__ del señor Diaz Caneja encontró don Angel el refugio que necesitaba: casa comida, ropa limpia -y una muy. modesta asignación. por cuidar de la ropería.- Hubiera Angel desempeñar

podido don una gátedra, pero los Escolapios

no necesitaban profesores: todos ellos eran maestros en-las disci plinas del bachillerato, 4 algunos de ellós, como el Padre Teodoro, brillante literaxto. vrador de extraordinario arte y profundo teó logo. Cnando pred¡cal;a el Padre Teodofo, se Henaba Ta capilla que es ahora parroquia del Sagrado Corazón, y la gente =e agolpaba en las pu1*rtás y se rennía en el atrio para oír aquelfa fervorosa palabra que tenía wun magnet¡; mo subrugante, una fnuerza de captación ennoblecida por la gra cia del arte. Ayudaba a la ex presión del predicador, su figura aristocrática, su palidez de asceta, el reposo de sus ademanes expresivos, la cdidld de la voz de

AVANCE E 33
ME

aa 0

-1na persuasiva cordialidad.

El Padre Teodoro era máúsico,tocaba el piano y el armóniumcon exquisito arteyy cantaba con voz de barítono, sin uría gran voz.pero con una expresión apasionada. TEra indudablemente el Pa..dre Teodoro uno de esos hombres nacidos para trinnfar aunque nose lo propongan, aunque rehuyanlas ocasiones de ser admirados.

De aventajada estatura, de .nobleempaque, de mnatural elegancia,nadie tenía como £l en el púlpitoel ademán preciso, la entonación armónica, la elegancia v el rendi-miento con que se quitaba el honete al pronunciar el nombre deJesús o cuando en el púlpito pro-rrampía en nna de sus líricas sa lutaciones a la Virgen en las fies.-tas de Mayo, en las de Navidad. o el-día de la Purísima. la Patrona excelsa de la Infantería espa fl()]c"l.

Tuvo el Padre Teodoro para mí consejos y enseñanzas, muchos de los cuales mi atolondramiento leentonces no supo aprovechar. Me buscaba libros, me explicaba lee ciones, me hacía estudiar, me en

señaba la teoría de la máúsica,aunque yo, como don Angel, noestaba allí para eso, sino para Ea-narme la vida trabajando en loque hubiera que hacer.

Y era indulgente, como todohombre superior que conoce lasfaqueuzas humanas. Un día mellamó aparte y me dijo:

BSe sabe que por las noches osváis de la casa y que andais porúbí a picos pardos, buscando don-re se baila y, lo que es peor, don-e se bebe. Amoche estuvísteis ajunto de veros envuelto en. uh escándalo. Eso no pneden con-=entirlo las antoridades de la ca-sa. Se os vigila, y en cuanto in-tentéis repetir lo de anoche se-réix expulsado. Yo tendría mu-cha pena agregó, si esto 0s pa-sara; la tendría por todos, y másque por los otros, por.ti.

Yo no supe, no quíse mentir.Era verdad que habíamos salidoalgunas noches; era verdad que habíamos estado en un baile debomba por el desierto que era'entonces el-Machuchal de Cangrejos. y era asimismo verdad quehabíamos pasados unas horas,

otra noche reciente, en úun velo-rio de angelito; pero era que to-do eso teñía para mí el interés de lo exótico. '¡Era tan extraño!¡Y era, en su primitivismo: tan bello!

J

:¿Ha ido:con vosotros el señor Alonso?

Yo no respondí a'la pregunta.Pero mi silencio era una confe-sión.

:

No te pido que le acuses, Esono sería propio de ti, porque nosería un acto noble. Pero debesprevenirle a él sobre todo. Dileque no lo vuelva a hacer. A ¿iy a los otros ningún mal mayorpodría sobreveniros. : Se os despe-diría, y en paz. Pero l... ¡fe-ría una lástima! Perdería la. opor-tunidad que aquí tiene, y él no debe arriesgar otra vez 'su porve-nir.

¿Y si en vez de salir a lacalle, nos quedásemos dentro delparque, allá lejos, junto a los baños, donde no perturbáramos?insinué.

No; ahora no. En unas cuan-tas noches no repuso como apenado de tener que denegar.

Después, como era bueno, nos defendió ante el consejo de la Comunidad. No habíamos hecho nada malo; un poco de indisciplin», que ya estaba corregida; cosas de los pocos años, la curiosidad con que nos asomamos al espectáculo de la vida, cuando ningún voto ni nuestros ímpetus.

Para retenernos mejor vigilados, sin humillarnos, el Padr: Teodoro organizó una clase noc turna para nosotros, La asisten cia, desde luego era voluntaria, nos dijo; asistirá el que tenga en ello complacencia. Al principio ífbamos todos, pero poco a poco, nos fuimos quedando solos él y yoO.

Pero cuando la clase terminaba nos fbamos por el anchuroso parque don Angel, don José y yo. Don José es un nuevo person:i: que entra en escena, y es necesario presentarle. Don José era el maestro de cocina y había vi vido muchos años en Buenos Ai

Prominentes figuras de la Colonia Española, e ilustres puertorriqueños, in.
AVANCE'
! homenaje a Don Manuel Fernández Juncos. Pérez Losada está sentadoen cuarto lugar, de izquierda a derecha.

res. Era un gran tipo arrogantey cómico a la vez Yo. me lofiguraba siempre como uno de esos arbitrarios gastadores que galen en el desfile de El Tambor de Granaderos con ún' enorme se-rrucho al hombro al compás de un airoso pasacalle. A nuestro hombre le faltaban las barbas imponentes, pero tenía unos frondosos mostachos en cuyas guías se había enredado más de un corazón, según decía jantacioso.

Don José era gallego y cantaba con melodioso acento las alboradas y los alalaes y algunos tangos argentinos que aprendió en Buenos Aires, donde actuó de cocinero y de matón entre aquella peligrosa marchantería de las tabernas del puerto.

El aventurero irreductible noscontaba, verdad o mentira, una serie de cosas que nos encendíanlas ganas de marcharnos a la espléndida urbe en donde se impro-visaban las fortunas o se precipitaban las catástrofes, pero de sa-lía de la mediocridad. Don An-gel y yo teníamos la sospecha deque don José era, si no un menti-roso, un imaginativo- para el que las cosas más absurdas tomaban al contarlas una piasmación derealidad.

Una noche nos dijo que habíacomido carne humana. :Ante el gesto de repulsión que hitimosinvoluntariamente, porque habíamos convenido en mo asombrar. nos de nada, mi por nada, de lo que nos dijera, nuestro interlocutor detalló Ja serie de circunstancias que le llevaron a aceptar el macabro banquete. Formaba El en la tripulación de nna-goleta que hacía la travesía de Europa a Buenos Aires. Un temporal, como no había sufrido otro en su vida marinera, los dejó desarbolados, y en la calma que sobre vino a la tormenta, se agotaron los víveres y se acabó el agua en los interminables días sin avanzar una milla. Uno de los tripu-lantes, un muchacho noóruego, blanco y' rubio y de unos ojos azules, empezó a dar señales de

enagenación, enloquecido por elhambre y la sed. Como una fieraenfaulaáa. recorría a grandestrancos la cubierta, dando unos alaridos escalofriantes. De pron-to, empuñó un hacha y se lanzócontra el capitán, enarbolando el arma con la que hacía su fuertebrazo un portentoso molinete..Don José, que estaba al quuite.le asestó con su faca un golpepor el cuello, que casi le rebanóa cabeza. El muchacho rubioabrió los ojos como los bueyesen el matadero, dió unos pasosvacilantes y fué a caer colgadode la borda, con los brazos ha-cia a&1_gra y la cabeza guiando como un péndulo. Bastaba sus-penderle de los pies para arrojaral mar el cadáver todavía calien. te. Un marinero fué a hacerlo.pero don José, empuñando su cuchillo todavía tinto en sangre,arengó a la tripulación hambrienta que arcuciada por el instintode conservación, no necesitó invi tación más reiterada. Los návufragos, enloquecidos también porel hambre, se comieron el cuerpodel pobre loco, que don José, co-mo más experto, hubo de destasajar, reservándose la parte más mollar para él. Un buque que pasó al otro día, evitó que se repitiera la escena repugnante.

¿Tú crees eso?me dijo cuando el narrador se recluyó en su aposento, ya al filo de la media noche, don Angel

Lo que yo creo es que este tío ha vendido novelas por entregas en Buenos Aires respondi.

Pero al otro día se produjo una gran expectación en el Colegio.Vinieron a vender un manatí que había sido cogido en la playa de Cangrejos. El cetáceo estaba vivo y daba unos aletazos terribles en la carreta en que traían amarrado. Todos los escolares habían querido ver el monstruo marino, que tenía una cabezota imponen: te. La carne del manatí-es muy gustosa y sirve para hacer diver: sos platos. lLa milanesa, sobre todo, parece hecha con perchuga de pavo. Lo primero que se hizo

con el manatí fué echarlo en laalberca para sacarlo en seguida ante el temor de que muriese enel agua dulce. Pero había quematarlo, y la empresa no era f4á.cil, porque los que lo habían ven-dido se habían marchado va, yel pinche de cocina que matabalos pollos y los pavos y hasta los cerdos, no se atrevía a meterlemano a aquella fiera. Fué preciso que don José interviniera. Armado de un hacha,.con los bi-gotes más encrespados que nunca, se acercó resuelto al animal, quedaba unos resoplidos espantables. Estaba don José magnífico de actitud ante la expectación de los colegiales y profesoresque habían querido ver cómo se remataba al centáceo, como si fuera un verdugo de los vitjos tiempos, don José cercenó de un tajo la cabeza del mamífero, que estuvo rebotando en el suelo y que clavó los dientes en el tronco de una palmera con tal ímpetu, que si llega a ser uno de nosotros no queda para contarlo. Del cnello cortado a cercén manaba un chorro de una sangre negra Que bañó de arriba a abajo al intrépido matarife.

¡Ahora sí que creo yo lo de que se comió al noruego deslizó a mi oído don Angel;: en éste ha reencarnado el -verdugo de don Pedro el Cruel.

¿Qué habrá sido, después de tantos años, de don José? La última vez que le vi me dijo que se volvía para Buenos Aires

Don Angel, después de ordenarse en BSanto Domingo, ejerció aquí y de aquí se fué a Nueva York, donde vivía acordándose de Puerto Rico. Un día, hace ya unos cuantos años, recibí una carta desolada en su laconismo. Estoy triste deeía : ha muerto mi madre. E

Ya estaba, pues, en libertad de tomar el rumbo que quisiera. La cándida anciana le suponía convirtiendo infieles en tierras de herejes, gánando almas para el -cielo. Muerta ella, ¿para qué seguir la dolorosa comedia? ¡_Li bre!... Para recomenzar la vida

AVANCE 85
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ya era tarde. Ya no valía la pe na ni tenía de qué arrepentirse. No había sido un fervorosó, pero tuyo an noble ideal, Tal vez a más meritorio que el de los que los ojos de Dios,si sacrificio fué son buenos porque 'no pueden ser malos... A Dios no se le engaña «pero, quién sabe si el buen Jesús escuchaba complacido 1a cuita de aquélla pobre almá descentrada. cuando al invocarle deda: ¡Señor!, Tú que ves en el fondo de los corazones, dame fuerza para seguir con esta cruz. ¡ Es por ella!...

36-
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UN GRANDE DE ESPAÑA

Pgr Estela Duany

Con estas cuatro palabras, así dichas, Un Grande de España, queda trazada la figura moral del gran poeta de la prosa que ha pocas días nos dejara para siempre, don José Pérez Losada.

Muchas páginas podrán llenarse en nuestros periódicos y revistas, un día tras otro día, sin cesar y sin descanso. Muchas rimas de nuestros poetas darán a los leftores.la justa impresión de tristeza en que su ida nos dejó. Murha ternura vertida en la Prensa por las escritores que tanto le quisierón, nos harán humedecer los ojos en unas lágrimas a su recuerdo. Muchas oraciones se elevarán al espacio que vemos azul y llamamos cielo, por el descanso de sú alnia, y nada compensará a los amigos -y admiradores del gran- diseminador de cultura, de la pena inmensa de haberlo perdido. Cádiz le vió nacer y criar, pero no le vió morir ni guarda sus restos. Era uás nuestro que de los de la región de Andalucía, aunque don Pepe tenía su corazón lleno de España, igual que lo tenía lleno de Pnerto Rico. San Juan, el San Juan de sus primeros años de convivencia aquí, era para él una ciudad de ensueño. Y al añorar aquellos días perdidos ya en la lejanía del tiempo, por los puntos de su pluma afluían al papel, con el hechizo de su lenguaje, y la gracia y elegancia de las imágenes incesantemente superadas, sus pensamientos de una delicadeza suprema; y las emociones de su corázón, eran como perlas desgranadas en las cuartillas, al reguerimiento de su novia de siempre, de sa gran amada San Juan. Y en nuestra ciudad, y en el más antiguo cementerio de nuestra ciudad, y para siempre, se levantará la piedra conmemorativa. que nos diga, que allí yace don José Pé rez Losada, un grande de España. Cada setiembre, en el aniversa-

rio de su muerte, se llegarán allí los que recuerden la perenne ofrenda de Pérez Losada a San Juan, y unas flores depositadas en su tumba, irá la emocionada gratitud para el cantor incomparable de nuestra tradiciones, para el vigilante respetuoso de nuestra historia, que supo darnos la voz de alerta en muchísi-

mas ocasiones, como nno nuestro que era, legítimamente wnmnestro, sin patriotería, sin pedantismo, sin exageraciones.

El gran dolor de este insigne forjaádor de almas, fué el saberse enfermo de un incurable mal, y pensar que no había de ver el triunfo de su' gran España Y calladamente resignade en lo ine-

Medalla de Miembro Correspondiente de la Academia Hispaño Americana de Ciencias y AÁrtes de Cádiz, otorgada a Pérez Losada en Diciembre 31, 1909.

" *2 AVANCE 87

vitable, lo consumía, como aliado del mal físico, la gran pena moral de la inmensa madre creadora de mundos, que él quería otra vez llena de grandeza, v reepetada por los españoles.v por los extran jeros.

Duerma en paz el gran sembrador de-ideas, que se fué una tar de de setiembre, cercanaya la hora del Angelus. Duerma en paz, que acá tendremos siempre vivo -su recuerdo y oiremós repetir sú nombre, cuando al caer de la tar-

AVANCE

de la campana de la vieja iglesia parroquial nos dé el cáliz de sus armonías, cantando el 'Angelus, como una glorificación . de las Estampas del Pasado e el San Juan que yo Amo

Ha muerto un grande de España. - Ha muerto un grande de :Puerto. Ha muerto un educador consciente de su ideario que fué capaz de producir con la levadu-ra del pensamiento, el pan para los seres- que saben iluminar bellamente su existencia interior.

Se ha ido un ser todo bondad, que influyó hondamente en la vida espiritual de este pueblo, suyo por adopción; y nada tan noble como el apostolado del que traza rutas de verdad para contribuir a modelar las inteligencias, con altos propósitos y fines altruístas.

Ya no más oiremos su palabra emoconada, clara y precisa, que tanto nos deleitó. Ya . no más leeremos sus brillantes editoriales, en lo que trataba con un co nocimiento máúltiple, y una versatilidad asombrosa, los temas más difíciles y complejos del país y del exterior. Ya ñno más lle+gará al alma de sus miles de lectores el canto hondo que fueron sus crónicas, al tiempo que pasó. Y en la calle empinada y estrecha; y en el antiguo zaguán. embaldosado; y en el alero del antañón edificio en donde se posan las golondrinas; y en hondos valles; 'y en los¿caseríos, en la enfraña del monte, o en la linde del mar, todo recordará al insigne gaditano que nos hizo la merced de convivir con nosotros durante cuarenta y dos años, y que nos dió lo mejor de su vida.

Las palmas de Puerto Rico visten de duelo. Y el Guadalete, allá en Andalucía, llevará en el murmullo de sús aguas algo así como un lamento morisco, por el hijo de aquellas tierras que entre nosotros cerró sus ojos para siempre.

JOSE PE

Con la irreparable pérdida de este amigo del alma, nuestra Colonia se siente huérfana de su me-jor adalid, porque era el únicovalor intelectual activo que nos quedaba, honrandonos y prestigiándonos dentro vy fuera de Puerto Rico.

La sensible baja de este auténtico español: puertorriqueño. noble, generoso, leal y patriota. laboriogo e inteligente, es tanto más lamentable para la Colonia

REZ

e e e (Q. E. P. D.)

LOSADA

cuanto que no tiene sustituciónposible.

Puerto Rico entero demostrótambién su profunda pena por ladesaparición de este gran caballe-ro, hidalgo de la raza que supoadentrarse en el corazón del pueblo, como antes lo había ganadoya en el campo de las letras, elócuentemente romprobado por lasespontáneas manifestaciones que la fueran tributadas por todos sus compañeros, autores, literatos,

escritores y periodistas del Par.naso intelectuad nativo.

Aunque persista el dolor de-la Colonia por suceso luctuoso tanlamentable que duda cabe que sesienta dulcificado ante la hermosa realidad palpada, de eterno agradecimiento.: hacía todas las clases sociales de Puerto Rico por el cariñoso homenaje póstumo rendido al inolvidable José' Pérez Losada.

Carlos Conde.

e2 % AE
; ......
Anyerso y reverso de le Encomienda de la Orden de Isabel la Católicaque fué otorgada a D. José Pérez Losada el 23 de Marzo, 1934. we

Sentido de Hlspaádad en José Perez Losada

Cuando la ruta de la vida puertorriqueña se torció, en inespera: do sesgo, por el brusco viraje del 98, nuestro pueblo imprevistamente sacudido en sus Cimientos históricos, irresoluto y perplejo ante la borrosa perspectiva que le deparabael cambio de régimen,* sólo -escuchó contadas voces que dijeran, sobreponiéndose al desconcierto total, la palabra de certidumbre _orientadora: sigamos siendo nosotros mismos.

Entre esas contadas voces apagadas o llenas pero sinceras todas una, primera entonces en la expresión inexperta, decía a tono de emoción lo mismo -que las otras a tono de razonamiento. Era la de un joven llegado de España tres años antes con ánimo de hacer la América, a quien el cambio de régimen acababa de descubrirle la vocación verdadera: Desde entonces, para José Pérez Losada, hacer la América significó impedir que en Puerto Rico extrañas influencias pudieran des hacer a España.

Previniendo a nuestro pueblo contra el riesgo de convertirse en un girón de humanidad lanzado a la venthra, exhortándolo a no resignarse a ser torpe masa huma.na sin diferenciadora individuali zación, Pérez Losada atento sobre el porvenir le urgía la única fórmula de supervivencia eficaz: seguir siendo nosotros mismos.

En su pensamiento previsor; se guir siendo nosotros mismos era seguir aprovechando las potencia.lidades de nuestro entronque ra cial, sin adulterar el ritmo de nuestra cultura con injertos desnaturalizados; era seguir fieles al modelador sentido de hispanidad

Por SAMUEL R. QUIÑONES

en que cobró definitorio perfil nuestra fisonomía colectiva, ain que ajenas influencias descaracterizadoras aflojaran nuestras raíces históricas.

Al enfatizar la conveniencia de mantener intactas nuestras vinculaciones étnicas, no actuaba en Pérez Lósada ni angosto despecho de español en derrota, ni enano rencor de vencido, ni eándida creencia en imposibles restituciones a un gobierno que él sabía de finitivamente terminado en Puerto Rico. Actuaba la convicciónemocionada de que todo pueblo necesita un pasado para funda. mentar los cimientos de la obra futura. Actuaba la convicción razonada de que en todo pueblo puéden aprovecharse en conscien.te utilización de los años que se-rán a condición de que estén fecundados por los años que han' sido.

En el concepto uítegral que de la realidad puertorriqueña teníaPérez Losada, conservación de las vinculaciones étnicas no significaba una yerta paralización de to. dos nuestros resortes vitales, ni siquiera una torpe contempláción inmóvil de las glorias pretéritas. No significaba fría sumisión al determinismo racial, sino eálida conversión de ese determinismo, que no es rígido y estable sino dinámico y adaptable, en eficaz causa determinante de fructuósas supe: raciones.

Para Pérez Losada maestro de sociología indígena hispanidad no era término de caleo vilsino de propicio ajustamiento. Sentía honda emoción enseñándole a su Puerto Rico a mirárse en su España. Pero más horida era

su emoción y en esto gozaba sa-biéndose más puertorriqueño queespañol cuando en sn PuertoRico veía, cuajada con expresiónde aut6ctona personalidad, la cul-tura de siglos de su España. Creíaen la hispanidad siempre que fue-ra generosa fecundadora de puer.torriqueñidad.

Por eso en su obra de modeladorcapaz halla bella plasmación expresional el tipo del criollo quecuando deja de ser puertorrique-ño es sólo para ser expañol. Tancomo, en medida inversa, cuandoPérez Losada dejaba de ser espa-ñol era sólo para ser puertorriqueño. .En uno y otro caso de-jar de ser no conlleva implicaciones negativas. Es, más bien, concepto de afirmación: cambio de la forma aparente sin alteración de la íntima snbstancia; trasiego delmismo licor idéntico subfondo racial en dos vasos humanos diferentes.

Por eso súbrayó su obra de diarista infatigable la tesis de unPuerto Rico que no repud en rechazo que sería suicida, las vinculaciones con la raza madre, sino que las cnltivara con ánimo de dotarlasde contenido propio, de peculiares matices, de módulos individualizadores.

Sentido de hispanidad profesaba Pérez Losada para Puerto Rico. Pero tamizado en cedazo de expresión regional. Pero-filtrado en un propio concepto de'la vida. Como si una castiza estrofa de cante jondo se hiciera copl¡ criolla al cantarla montaña adentro un jíbtro bimieto de |.lgún emimteap¡ñol

m AVANCE 89

Nuestro José Pérez Losada

No ha muchos días que Puerto Rico le dió a José Pérez Losada un adiós volcado en flores sobre su tumba, abierta junto al mar que le canta- su responso eterno con las pipae gigantescas de su órgano, en este cementerio romántico de Sán Juan donde quiso él. descansar el sueño de su inmor talidad como (ianutier, y como nuestro amado poeta., pidiera:

El campo recorred del cementerio, en el suelo cavad mi pobre huesa: que l sol la alumbre v la acaricie el [aura

que broten allí flores y hierbas

Que yo pueda sentir, si allí sé siente, a mi alredor, sobre rní, muy cerca, el vivo rayo de mi sol de fuego, esta adorada borinqueña tierra.

No sÉ por qué 8e empeñaban en llamar =2 Pérez losada - español. Su personalidad era nuestra, al solutamente nuestra, como era de Francia la personalidad de Here dia.

Pérez Losada vino a Puerto Ri co mando apenas era un mucha cho. Aquí nació el poeta de ver. s06 hondos, sentidos, frescos y so lendos como las calles de Cádiz y los' patios de Sevilla; aquí se ini ció su afán de récoger emociones para transmitirlas luego al públi co lector: aquí, bajo los almén dros gigantescos del Paseo de la Princesa o desde las troneras de El Morro, brnuñidas con la pla ta de la luna, comenzó a tejer el hilo maravilloso de sus .sueños; aquí se inició en la religión de se renidad que dió forma a eu espí ritu; aquí comenzó la multiplicidad de su vida de periodista y comediógrafo: y fuí aquí donde. en justa reciprocidad al cariño que se le tenía, cantó a nuestra tierra y defendió su libertad y eu progreso, porque aquella su prosa que salía de su pluma depurada y bruñida, reflejando los matices de las cosas bellas que encerraba, y aquella su poesía que era su rego-

cijo espiritual y su sinceridad emotiva, estaban arraizadas en la tierra nuestra. -

Más que su amor a España, que era. inmenso, le preocupó siempre el amor que quería de Puerto Rico para España, empeñado en hacernos comprender que nuestra espiritualidad y muestra sedimen tación son y serán españolas, porque el alma de un pueblo no se improvisa.

Yo conocí íntimamente a Pérez Losada y se que nunca la adversidad pudo lograr dominar la aitivez de su temperamento vigoroso de caballero, puro en la amistad y noble en sus procederes, que sin haber nacido en esta tierra, tenía el corazón enamorado de ella y se afanaba en despertar en sus.compatriotas de la península, fibras atrofradas de su sentimiento dor mido.

Y porque sabía que el arte se enruentra en todo y en todas par tes, fué él quien mejor supo cincelar. con la limpieza y tersura de

su estilo, el San Juan antiguo en crónicas sutiles donde condensaba toda su vieja poesía y en las cua les la manipulación artística desaparecía para ofrecer una verda.dera sensación de realismo.

Tras su coche de duelo, un poto más atrás de las figuras oficiales, fué un pueblo a hacerle cortejo hasta la tumba para ver, emocionado, cómo caía tierra puertorriqueña sobre su féretro, tierra que él hizo suva, tierra que amó tanto como a la de Cádiz.

En el romántico cementerio de San Juan descansa el poeta que saturaba de un ambiente nuevo el alma vieja puertorriqueña.

Aquella España que dijo en los discursos y artículos de Pérez Losada su trágica emoción ; aquella spaña que pelea y se desangra, inmunizada de dolor, no puede sentir en fstos momentos su muer te,

Pérez Losada. hasta en el dolor mismo, sigue siendo todo de Puer to Rico.

¡DUERME EN PAZ!

4 JOSE PEREZ LOSADA

Brillante escritor de El San Juan que yo Amo y periodista excelso.

Tocarte ya la inaccesible altura donde llegó tu altivo pensamiento; y más allá, de la región del viento, ruela tu alma, Juminosa y pura.

Vo ácaba en tenebrosa sepultura la esencia de la vida; cobra aliento en el laboratorio, grave y lento, donde cambia su frágil vestidura.

Tu pluma, que fué símbolo de gloria, ganó lauros y timbres de victoria, en los combates de una lucha recia:

Y has muerto, con tu clámide sagrada, como murieron en la edad pasada, todos los dioses de la antigua Grecia.

FERDINAND R. CESTERO. San Juan, P. R., septiembre de 1937.

AVANCE

Nuestro Homena¡e a Don José Pérez Los¡da

El Día de la Raza no deb&u»r una fecha de decorativa signifi-

la ecuménica empresa y aprestar el ánimo para proseguir la obra cancia en el mundo de nuestras:revociones espirituales. Del camero señala- : en sus grandés propósitos de mejoramiento humano.

lendario oficiál miento de una giloriosa efemérides de hace unos 445 años es menester arrancar la fecha para incorporarila a la vida contemporánea, dándole su entrañado sentido de fuerza propulsora de eultura, de ancho aliento vitalizador, de actuante energía creadora, en nuestra realidad de hoy. Se amenguaría sú valor histórico si sólo le asignáramos alcance de tosa pasada y no la fluente y anima dora espiritualidad- que conlleva para el presente y l porvenir de nuestros ueblos.

La epopeya colombiña maróó el punto de arranque, el inició de una permanente vinculación, el primer aletazo de un largo vhelo de siglos. Hoy, el Día de la 'Raza no obliga al simple recuento de aquella gesta magnífica. Ea enlace cordial de la epopeya lejana con la realidad espiritual del momento que vivimos hoy y la aspiración de superadores empeños que alienta la Hispanidad. Concreta un programa de altos propósitos de solidaridad, -que alcanza sus más fecundas expresiones en la cultura como símbolo de vitalidad y nexo de amorosa comprensión.

Para solemnizar en mnuestro tiempo el Día de la Raza, en todo cuanto tiene de fecundo y vital, en todo cuanto apareja renovadora potencia, exaltación de raciales virtudes, comprensivo acéreamiento, inteligente signo de avance, es de rigor ponernos en Íntima comunión espiritual con nues tro mundo de anchás realidades y esperanzadoras perspectivas, destacar las fuerzas de bien, los elementos de progreso, , los valores de cultura que concurren en

El Día de la Raza sorprende a nuestro"í>ueblo este año-con la honda pesadumbre del reciente fallecimiento del ilustre escritor don José Pérez Losada, figura de primer plano en la postulación de los más levantados ideales de la Hispanidad. ¿Qué conmemora. ción más acertada cabría hacer de la histórica fecha, qué relieve más vigoroso podría darse a la militante significación del Día de la Raza, qué acto podría auspiciarse que respondiera mejor al sentido de cultura que vinculamos loy a la fausta efemérides, que tributar en esta ocasión homenaje ; de justiciero reconocimiento a don Jos- Pérez Losada, destacando el brío intelectual, la hondura de pensamiento, el cálido aliento humano, la noble emoción de su fecunda y perduradera obra de acercamiento espiritual entre España y Puerto Rico? ¿Quién aleanzó en nuestro ambiente, bajo la mueva soberanía, más logrados merecimientos que él en la infatigable brega por la preservación de los nexos históricos, por la supervivencia de la cultura de entronque hispánico, por el avivamiento de las devociones raciales, por la amorosa comprensión de nuestro pasado y el cabal aprovechamiento de los valores de resistencia que alientan en nuestra alma ancestral para las recias luchas del presente y la firme orientación de nuestro destino colectivo? ¿ Qué obra más representativa de la hispanoamericanidad auténtica, vertebra da y fuerte, y mejor enderezada a la defensa de los valores históricos de duradero alcance, cuaje en nuestro pueblo que la del eximio escritor que asumió en el histórica

momento de mayor riesgo. para nuestra cultura tradicional la función de señero vigilante y despierto adalid de cuanto debía salvarse para la posteridad

Por esa obra de genéroso aliento humanista, por ese fervoroso empeño de mantener vivos los nexos espirituales que arraigaron en la historia, por esa cordial comprensión de las gestas que en el orden moraly en el camipo de la cultura resería el destino a Es paña y a los pueblos que de ella recibieron el impulso vital .por esa espléndida hoja de servicios extraordinarios a la causa de la Hispanidad, es de justicia, de pura y merecida justiciá, consagrar el mejor pensamiento de este Día de la Raza al noble hidalgo que tanto laboró por su engrandecu miento espiritual.

Pérez Losada tuvo un claro concepto de la posición histórica de España en el Nuevo Mundo, Ese concepto, elaborado a base dé verdad y de amor y de lúcida comprensión de las realidades del ayer y de las esperanzas del mañana, le permitió orientar su tarea en forma provechosa para los intereses morales de toda Hispanidad - Si a la empresa de la colonización, dijo en memorabie oportunidad, se le da un conten?n que excluya la visión egoísta de la metrópoli para situarse en el plano que interesa a los pue blos que recibieron el beneficio de la civilización el sistema seguido demás países que han llevado más por España es superior al de los allá de sns fronteras sus alientos de conquista y sus fuerzas de expansión. España, en efecto, no ha sabido hacer colonias, *pero ha sabido hacer pueb¡o¡ que han creado sus proms nacionalida. des.

Enfocadn así la alta función de España como creaL)

AVANCE EN EL DIA DE LA RAZA

dora de pueblos le fué fácil captar el sentido de cultura, de espiritualidad, de amorosa compenetración, que habría de servir de norma a las subsigientes rela ciones de Ya nación descubridora con los puéblos hispanoamerica canos. Se explica de esta suerte que Pérez Logada no emplazara su obra en campó de estrecho españolismo. - Advirtió que los in tereses fundamentales de la nue va España de la Fapaña eterna arte, ciencia, idioma. religión, costumbres: traducibles todos a términos de cultura y de espíritu coincidían esencialmente- con los intereses hásicos de las nuevas mnacionalidades. En el am biente en que el brillante perio dista desenvolvió sus fecundas ac tividades, la coincidencia de es. fos intereses morales los de Es paña y los de Puerto Rico era más acentuada. La defensa de la lengua vernácula cobraba capital importancia. . La supervivencia del espíritu hispánico era la su

...

pervivencia del alma puertorriqueuña. lLa devoción por la cul¡tura histórica era para nosotros postulado - fundamental de vida. De esta suerte, las gestiones que desarrollaba Pérez Losada en divérsos campos de la humana actividad aprovechaban a sn madre tierra tanto como a su patria radoptiva, y al abogar por los fueros morales de la España inmortal, prestaba a la cultura de Puerto Rico un señalado servicio, y al defender nuestra personalidad histórica, exaltaba, sin proponérselo, la obra imperecedera de la noble fundadora de pueblos. Poresó -tuvo honda eficacia rectora. tan generoso sentido de cordialidail, tan oportuna y fecunda significación la labor de este eminente escritor que, en nuestro país, fué, al propio tiempo, embajador de cultura, animador de espiritualidades, continunador' de las nobles tradiciones intelectuales de la raza, representativo de

los valores más preclaros de la España eterna, y maestro de hondos sabores y de hidalgas virtures morales.

Puerto Rico Tlustrado se complace en dedicar esta edición especial del Día de la Raza a Ja memoria ilustre de don José P(C. rez Losada como un sincero tributo de admiración y reconocimiento a quien, como él, supo promover con las más bellas expresiones de su cultivada inteligencia altos ideales de fraternal comprensión y generosa solidaridad entre los pueblos hermanos v enaltecer las letras patrias con valiosas contribuciones en el campo de la novela, el teatro, la crónica, la crítica literaria y el periodismo, sosteniendo levantada en todo tiempo la bandera de la espiritualidad hispánico en wuna larga y afanosa brega de cuarc:ta años de fecunda labor.

Puerto Rico Hustrado, Oct. 16, 1937,

$T 42 AVANCE aa

¡...Se Murió del Corazón!

Para morlt del corazón, precisa tenerlo; sentirlo latir inquiéto dentro del -pecho.

¡Simple músculo, para la Anatomía ; bomba, en función, llevándo y trayendo sangre, desde él al organismo y desde éste, otra vpz, en un ir y venir incesante, que el natural fisiologismo no pertirba nunca, siempre isócrono, latiendo en expansión y contracción de sus sístoles y de sus diástoles.

Para los más, para los indife. rentes, para los insensibles, que no se emocionan nunca; ¡cuán ignorado llevan ese órgano en su pecho!

La Anatomía y la Fisiología lo han estudiado bien; conocen a perfección las deliéadas urdimbres de su estructura ; saben de su fun: ción admirable y conocen hásta de eu primer latido, un día, el día aquel en que el amor lo hizo vivir y estremecer en la explosión creadora de un beso.

Pero esas dos ciencias herma. nas, tan ajustadas y tan penrfectas, no han explot¿do. y. por lo tanto ignoran, lo que hav "de espiritual en esé órgano, donde el amor y el dolor filtran sus finas esencias; donde caben y se ghardan muestros más sensibles y grandes afectos; donde se remansan lágrimas; que las penas eilenciadas no dejaron en uno de sus días tristes llegar a los ojos.

No todos, y a fuer de eso infelices, tienen el privilegio de sentir ese órgano latiéndoles dentro del pecho.

Sí, es privilegio de nobleza de almas superiores, reservado a los grandes que han de ir, en sus rutas frente a la vida, a sus maldades y miserias, cumpliendo un superior deutino. que los vulgares y los mediocres del hondo sentirnunca pueden interpretgr. -Sonellos los peregrinos romártticos deun ideal presentido que sueñan ; acarician, Y van tras él, solbs y tristes por las sendas que la vida casi siempre asaz dura y hseazcruel, les ha trazado.

La fortuna, la adversidad o la

desgracia, delinean a cada huma no sh ruta. Para los más, es fácil, llevadera -y recta. Para los otros, casi siempre, encurvada y estrecha.

Aquellos no necesitan sandalias blancas para recorer ese sendero. porque arrepechan a pie desnudo, ansiosos de llegar pronto al fin de su jornada. No miran más que al suelo, porque, teniendo ojos, son ciegos y no ven. 'No pueden mi rar hacia as cumbres, donde se Ciernen e infinito y Dios.

Unos son los del 'arrastre; llevan ágilesyarmadas de garra: las manos para recoger avaro: cuato racimo. ya- maduro y péndulo, cuelga en los ramajes, dis putándole así su presa al gusano, que como ellos, también 'arrastra sus instintos:

Nada les importa que una fior prenda en un tallo o que algún ritmo arpegie en un nido ó cante en una fuente.

Eso nada es; eso no llega, como sensación delicada y fina, a sus ojos obnubilados y ciegos para cuanto sea bello 0 sublime.

Vinieron en cauces de hambre y de egoismo al mundó,; sólo a m miar y a hincharse en el hartazgo.

Pérez Losada se murió del órga. no que llevaba apretujado dentro del pecho, no por el propio dolo: y tristezas suyos, porque eso, que a los más conturba y desespera, para él era como pan dulce de rosas con el cual consagraba.

Se murió del corazón, porque en vida había dilatado mucho las cuerdas. de esa arpa, vibrantes siempre de emoción, frente a todas las cosas grandes y nobles. que inquietaban su espíritu.

En esa arpa, sus propios infortunios, las duras pruebas que la vida le ofreciera, no tenían cuerda de registro.

Un día, en pleno solde juven tud dejó las bellas tierras de su amada Andalucía y se echó; peregrino a andar por-estas- tierras deslumbrantes de América.

La ruta histórica de a_quelhs

e

carabelas, seguidu por el genio de Colón, romántico también deun ideal, era de seducción bastante, para cuantos llevan en su men-te resplandores y caricias de un steño a realizar.

A aqu¡ al rincón de América que él quiso tanto como su propia tierra, llegó moezalbete, traía bra206 plenos y robustos para cualquier faena a quela conquista del pan mísero impusiera; pero, también, traía mente lúcida yv des pierta y el alma llena de ensueños e ilusiones,

Arribaba a un pueblo idealista y soñador, sufrido en la adversidad de colonia, durante su largo caminar de siglos a través de la historia; de temple afinado en el rigor de lucha, en que, instintiva. mente y por nobles inspiraciones de honor, se desenvuelven los pueblos, por alcanzar aquello, que es ideal máximo de dignidad y de cenciencia: su propia.determinación.

Y romántico él y romántico el rincón de tierra española, adonde arribaba. en tanteos de aventura, ¡qué gran sitio para levantar, sudenda y tejer la bella red de sus ensueños!

Pero, ¡qué duda, que l traín una misión que cumplir!

La historia hace su obra, disponiendo del factor hombre, de aquel que habrá de cenmplir mejor sus fines. De allá, de la vieja patria, venían, en desfile de corriente, los inmigrantes, solicitud y afanes de trabajo; los que debían ser fac.tores activo, de nuestro comercio y agricultura.

Y arribaban, también, los que habían de ser luminarias, brújulas de orientación, en los destinos de España en Puerto Rico.

Fué él una de esas potentes luminarias queriendoser eco de la tultura española en América. f Laboró en pro de esto cuanto ku fecunda inteligencia y cuanto ku alma tan noble le permitieron durante tantos años de tenaz yv laboriosa faena.

Así pasó lo más hermoso de su

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juventud y de su vida. Pero 'había de llegar un día en..que todo -declina en nuestar vida. - Las tar, des grises, el crepfisculo en el oca su. que, 7a se anticipaba con sus sombras, le invitaban a recoger el pensamiento y-el corazón, en lo que vino a ser la feliz recompensa de-su vida, tan anstera en los dos más grandes amores, fardo amable único con que podía-ir cruz2ando los tramos finales de la agobiante .ruta;

Un tiemno capullo. lucía las más bellas y acendradas ternuras en l rosal de su existencia, vástaz0, de su propia carne y de suspropios huesos: un nieto venturo so. Y allá..del otro lado, lejanos en la distancia, pero cerca y muvy dentro de su corazón, el amor, que filtraba en st ser, las más puras esencias: si amor a España.

Aquel su amor a la tierra de en nacimiento y de su estirpede ra za, se había acrecido en la distan cia,ya que fué siempre para el amor, cristal de aumento, la au sencia.

Pero ahora .en los tristes y bien penosos días de esta crisis convul siva de sangre y de dolor. de ruina y de consternación, aquel sit gran amor se había exaltado. Y amor. que late fuerte, amor que hondo se siente y hondo enspira en elcorazón, es acícate bastante para hacer que sus fibras se estremez can, que tiemblen y se estiren y que lo agobien y lo enfermen.

Pérez Losada, esta figura espa ñola de tanto relieve en nnestro mundo social e intelecrtual. muere. rendido al dolor de España. de sn patria amada, que tanto veneró.y que tanto supo honrar y enalte-cer. _Aun con el corazón enfermo sin cabida en lo amplio de su pe-cho para contenerlo, había que versu esfuerzó supremo en estos díasúltimos de acalorado y de tenaz esfuerzo en que el español histórico, ponía a prnueba de sangreyde coraje, la intensidad tan biensentida de su amor a España.

¡:Qué ponderado equilibrio ponía en aquellas charlas, echadas avolar en abono de sus tesís, de suscredos tan bien hilvanados y sen

tidos, aquella alma en quietud de lago, siempre imperturbable, jamás en la dicción airada ní mordente, nunca destemplada, san-grando más su dolor que encono, o apasionamiento en cuanto hablaba y en cuanto decía. ,

¡Bien y justamente merecía, quien, con tanto calor había pues-. to su alma en la contienda actual española, que la vida generosa se alargara permitiéndole ver triun fante su bandera en España!

Bien lo merecía y- no lo consi-

guió! ¡Cruel ingratitud de su suerte y de su destino! Pero, ese dolor que se lleva quizá tenga término un día, euando las rencias de la eternidad le perm tan ver esa feliz consagración.

Que descanseen la serena paz de Dios, como descansará en el recuerdo amado e inexpugnable de todo un pueblo, que le veneró.

Vivirá siempre en el recuerdo de los buenos puertorriqueños!

D!pbmo ¡domun ub Jon6 por 5. M el Rey Don Alfonso XIT.

Trazos en Torno de Una Figura SINCERIDAD Y GESTO

Función en el Teatro Munici-

Noche de gala.

Música, mujeres bellas y arte. Palcos y lunetas atestados de gentes...

Allá, un saludo...

Me acuerdo que siempre se estaba abanicando.

Unas veces con un ábanico de palma tejidas y otras con uno de los tantos que amigas del teatro regalaron al poeta de la .prosa.

En las grandes funciones de gala cuando el viejo colieso de laPlaza de Colón encendía sus bujías para resucitar una vez más alas ondas sonoras, del derrochemusical, la figura del atildado cronista llehaba su palco enfundado en su tuxedo negro.

Y en su diestra aparecía el inseparable abanico...

* * *

Conozco a un amigo que sufrió cruel desengaño cuando habló con un escritor, cuyas obras . habían dejado honda impresión en.su alma. Fué tal el contraste, que desde entonces juró no- volver a ver a los autorse de las obras que saborease con deleite.

Todo lo contrario podemos decir-nosotros en relación con este mago de la delicadeza literaria. Y fué, que además de sus cuentos y novelas, además de sus crónicas y su teatro, había un superestilo en toda su interesante persona, que no defraudaba al curioso de su arte.

Aquella prosa clara, diáfana, amplia y -cálida era lá auténtica expresión estilística de una rara y exquisita sensibilidad.

¡Siempre elegante! La cintilla de sus quevedos bifurcábase en supecho junto a la chalina de seda opaca. Sobre su dedo corazón en la diestra, brillaba la amatista cardenalicia montada en su sortija de:oro. Tenía la elegancia de los grandes señores y al igual que en su porte y al igual que en sus crónicas, cuando hablaba parecía ' más bien musitar palabras del más puro -humorismo andaluz: castizo y majo, picante y sonriente.

Muchas veces, en veladas ateheístas, tuvimos la ocasión de oirle hablar en público. Con el ademán de siempre, era el- mimo de las crónicas singulares por su belleza y estilo, el mismo inalterable en el andar pausado y sereno. Gran famiiaridad en la expresión y riquísimo en las imágenes. Era el poeta de las crónicas que

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se desbordaba en la poesíade la palabra hablada.

* % *

Qtras veces le saludábamos en

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quisiteces. Muebles finos de caoba forrados con paños tnnos, con pieles otros. Hacia un extremo. el bien labrado vrargueño. Muy si-

finitas emociones de lo bello y una mente clará, lúcida, antena recogedora de las vibraciones más altas del espíritu.

e ar aR (!l(| .' _x rela calle. Su andar pausado tras-. g£lo XV |_' = .*_'"" _ estilo Nunca-le vimos de mal humor.lucía aquella serenidad que fué - renacimiento aspañol. . Cuadros siempre el sello inconfundible de su atravente persona, No defrandó nunca a sus leeto res. Y los tuvo a millares. Quien

»

al óleo, con paisajes de Andalu cia... Velón de bronce, otras curiosidades. Y sobre todo, el data distirtivo, la clave de toda aquella

Quizas alguna vez algo caída el alma, que supo de muchas agonías y de muchas alegrías ya marchi tas. fPor eso sonreía nada más. : ad Aquella sonrisa en el fondo +tenía elgustopamente saborenra aquellas : excepcional sendibilfidad de tartís- un. dulce Iáérima de álgo incom bipáginas de delicadas evocaciones. 1a: el irrevocable jarrón pletári- parable. .| usde sutiles escarceos y lograda be. o de rosas. . lleza. podía pasar de un salto a la Pérez Losada amó las flores co- ra l gento mághitico de us acharla ron el maestro del moder- mo se ama a las mujeres hermosas, *steta. no peripdismo, como sí ante lo es- con delirio de poeta. JDesde que tura, que es, sino (2da gl l ?lcrito, apareciera su rostro comu- le conocí jamás faltó sobre su me- ACtitud frente a la vida. gran snicativo. tocado de una tenue me sa de trabajo, unas veces en flore- -literato, fué toda la altivez del ro- oelancolía...

Jos de porcelana, otras de capri- gesto, la gran actitud del agreago

Nunca nos defraudó. Porque/ chosa cristalería.el ramo de rosas, -Mano, todas las elegancias del nfué sincero. Y un sincero de hi- rojas, pálidas, blancas qué daban £riego conjugado con a gracia an- adalga estirpe. Dos notas hay en- el perfume de sus corolas y la ins- daluza y _f'l implacable sent1¡nn:&p -su figura que no podrán pasar al - piración de un anticipado edén, '0 del eximio hispano llia quolvido: su sinceridad y su gesto. laboratorio de crónicas y artícn- ! _6L Su amor a lºf letrasy a Es quGesto de elegancia y de profunda los de inolvidables días. paña, su amor a Puerto Rico 7 aemotividad. _* £ * Cultura. He:ahí todo el sentido usi * % % Nada de artificioso. nada de Íntimo de una vida llena de armo- te: ¡Cuántas charlas fugaces allá amaneramiento. Ni rebuscado, ni regios y de quintaesenciadas vi- Nh()'en sus despacho! Siempre amable, _ retorcido. Era todo gentileza,to. * braciones. catildado, pulcro. Aquel despa- do serenidad, todo bondad, todo _.cho que era todo nn estuche de ex- nn gran corazón abierto a las in- Verano de 1937. lllº de d qu por

SI FUISTE |flo: un:

De la vida... del Ner juertr y a un tiempo mismo espiritualmente ¡Qué bien tu alma desnuda vuélvese estrella encendida :ºl'7 aLsí fuiste... triste! Panida! abs

Hermano: ¡cómo supiste

Muy noble. Muy bondadoso.

Por ti la gloria los brazos da Buen corazón. Virtuoso. Abrió a la inmortalidad :::u Senxrillaménte sincero Y el eco del aldabonazo que manera del antiguo caballero...

Que dióle Dios a la puerta ¡ºi, a »uMaestro del pensamiento, Cuando a tu Juz quedó abierta, : ¡ Del arte azul, del talento: ¡¿Tos cármenes del recuerdo nos llena de eternidad! de (iran sol de Í.'kpa»ña, portento I Que a Puerto Rico fué aliento

ARTURO GOMEZ COSTA. g:.l' De te, de I'('COQ¡ ÍO

.Q("p!irmbrr 24 1937. una. - Bajo el adoctrinamiento Camposanto de San Juan. da mer pue

De la Tierra de Puerto Rico al Cielo de España

Maestro:

Se ha ausentado usted haciael cielo de España, y debo escri-birle como cuando se marchabausted hacia tierra española.

La tierra española que le dióa Puerto Rico nos lo devolvíasiempre. ¿Si el cielo de Españafuese tan generoso como su tie-rra!

De su puerto de Cádiz lo trajoun amanecer al nuestro. En unatardecer, de mnuestro puerto seDos ha marchado usted. Y sinque nosotros lo supiéramos;: aun-que sólo para llevarle un ramo deflores, que eso era lo único queusted aceptaba y lo único que ustel quería en sus despedidas ...No importaba que llegasen mar-chitas a sn España, en unas ro-sas de Puerto Rico quería ustedllevar siempre su homenaje y elde sus amigos a la que fué Ma-dre Tierra de usted dos veces, por-que una lo era por Cádiz y otrapor Puerto Rico.

Pero el atardecer del puertofloreció en la distancia marinauna rosa de sol mortecino, quedebe usted tener prendida en lasolapa de su traje negro allá arri.ba-en el cielo de España. 'Acáabajo, sobre la tierra que guar-da sus restos, los jardines de es-te San Juan tan suyo volvaronuna montaña de pétalos. Tantós.que podría reconstruirse con ellosla Escala de Jacob: y sus discí-puloshacer subir por la escalahasta usted la palabra dolientede nuestro responso, Los que aprendimos el caminode la belleza por la riita de supalabra española integramos todauna generación. Pero au fecun.-da obra de maestro no fué' sola-mente artística, aunque no sepuede hacer el más rápido re.

Por FERNANDO SIERRA

cuento de nuestra historia litera-ría en cualquier período del pri-mer tercio de este siglo, sin quedeje de advertirse su influencia*n nuestras letras y en la forma-ción de nuestros escritores. Esaobra, esa participación perennede usted en nuestra cultura delnovecientos, tiené una significa -ción más profurida en el alma yen el destino de nuestro pueblo.

Poco después de su llegada aPuerto Rico la España decadente del 98 perdía aquí el últimopunto de su-domino en América.El destino lo preparaba a ustedpara asistir a la crisis más hon-da que ha podido atravesar pue-blo alguno. En el curso de laconquista y la dominación, en es-ta Antilla se había producido unatotal transplantación del puebloespañol. .Por sus costumbres, porsu religión, por su idioma, por laraza, aquí vivía- España en tie-rra caliente de Las Antillas. Elresultado del conflicto hispanoamericano. trajo un nueve domi-nador. Las instituciones políti-cas españolas iban a desaparecer,desaparecerían para dar paso libre a las de los nuevos gobernan-tes; BSurgía un problema de hon-da significación política y huma-ha, acaso más humana que política para los hombres de nuestrotiempo, a muchos de los cualespuede parecer superficial el pro-.blema que conlleva siempre elcambio de banderas, aunque ellosimbolice el cambio- brusco de unasoberanía por otra.

Era lógica y hasta natural lamisión de los nuevos dominado.res: absorción económica y asi-milación cultural de la reducidaEspaña antillana que había pa-sado a su dominio político. -Sinque ello hubiese respondido a un

plan elaborado a esos efectos, lascireunstancias conducían, precipi-taban, directa y fatalmente haciaambos extremos.

Se inició la absorción económiCA y se imicio la asimilación cul-tural. Juntas significaban la desaparición de nuestro pueblo; latransformación de los puertorri-queños españoles en Puerto Ri.co en estadunidenses. Norteame.ricanos en el trópico.

El destiño lo situaba a ustedN uN punto estratégico para lalucha de resisténcia instintiva quese producía. Su vigorosa vóca.ción literaria lo había llevado alejercicio del periodismo y al eultivo- de las letras. Aparecía ús-ted con las plantas asentadas fir-memente en los primeros palmosde la tierra que la asimilacióndebía ganar en el campo de lacultura. Ya estaba tomada parala asimilación la fuente básica enel desarrollo eultural del pueblo :la escuela. El instinto previno aotras instituciones -que debíantransformarse en fortalezas contra la asimilación, especialmenteaquellas donde se afianzaban losvalores culturales de la pregue.rrá. Usted transformó su perió-dico en una de esas instituciones:Y con otros puertorfiqueños ilustres, hermanos suyos en la raízprofunda - de nuestra personali-dad cultural, usted hizo de cadaactividad cívica, de toda manifestación. culta, la cátedra puerto.rriqueña _que nuestra juventudhabía perdido con la implantación de la escuela norteamericana: Con Muñoz Rivera, con- DeDiego, con Matienzo Cintrón. ellosen el campo de la política bus-cando y dando una orientaciónregionalista- a la poinión. puerto-rriqueña, y usted en el periodis

AVANCE CARTA A DOIN JOSE PEREZ LOSADA E

mo y en las letras, difundiendo los viejos valores y estimulando la formación de los nuevos, me transformó en el Maestro que con la nueva escuela había perdido la generación nacida a fines del siglo pasado y a principios del si glo presente. Desposeido del idioma vernáculo como instrumento de aprendizaje, el estudiante puertorriqueño tenía ante sí el dilema de convertirse en un tar- £ tamudo mental'o recnrrir, cuando el instinto despertara en él afa nes de mejoramienta, no ya de superación, a fuentes extrañas a la escuela. Usted logró hacer de su obra periodística wna- de esas fuentes, de las de alcance más fácil para nuestra juventud.

Mientras el pueblo puertorri queño permanezca en posesión ab soluta de su idioma vernáculo no habrá riesgo de que desaparezca como tal. Esa era su convicción: y a ella dedicó usted principal: mente todas las horas y odos los días de sus 42 años en Puerto Rico. Mientras un pueblo pro duzca escritores retendrá su idioma. Esa era otra convicciónde usted. Así lo vimos guiando en su aprendizaje a cuanto escritor novel acudía con sus cuartillas a su. despacho de director, olas re mitía desde algún pueblo o desde algún campo remoto. A veces su pluma, siempre &enemsa. completaba una imagen, reformaba wun período, ponía un verso que em.pezaba a ganar admiradores para el nuevo compañero, porque inme diatamente usted veía en l un camarada, un aliado, un nuevo luchador por la causa de nuestro pueblo que quería seguir siendo, que: seguía siendo, que era que es..

Los economistas aseguran que la absorción económica ha penetra. do en victoriosa crueldad hasta el batey del último productor na tivo. La asimilación cultural aúnno ha ganado un solo palmo de tierra más acá de la murálla china que levantan nuestros cuatro cientos años de eultura. Usted y

los que con usted halló de frente la asimilación en su fracasada embestida de más de tres décadas, turieron que yencer al principio serias dificultades; por la des orientación matural que creó el problema. lLa asimilación Hegó a demandarse en los programas de los partidos políticos. Para eso usted siempre vistió de razón una excusa noble: querían asimilar la libertad.

Los discípulos de usted, acaso discrepemos uños de otros en cuanto al aspecto - exterior del problema: sobre las banderas y sobre las soberanías, En el aspecto fundamental, en el derecho de este pueblo a seguir siendo el pueblo que era y que es, la conci: liación es absoluta. Puerto Rico ha de seguir siendo Puerto Rico, con sn idioma, con sus tradicio..

nes, y en su raza: España en tie-rra caliente de las Antillas. Pero aún cuando nos quitaran la tie-rra toda y nos arrancaran denuestra Isla, condenándonos enmasa al destierro, en el ostracis-mo colectivo seguiríamos siendo un puueblo, que no son nuestras reservas - espirituales más flacas que las del hebreo,

Sólo. ahoráa, que su modestia, silenciada or el cielo, no-ha de protestar atribuyendo al enorme afecto que le tenemos estas apreciaciones de justicia,=es- que me permito hablarle de su obra, tal y como la ve nuestro pueblo con-los ojos lavados por la pena que de jó su viaje. Tal y como usted la realizó, como la recibimos y como la continuaremos.

Septiembre 29 de 1937.

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Dos Directores: Don José Pérez Losada y Don amistad y perfecta unión, han sido las queridó: colegas el gran diario El Mundo y la primera revistaPuerto Rico ¡Nustrado

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