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CAPITULO l . *AS doce <le la noche acababan de sona.r en e l ' reloj público de la ciudad de N . ... El cielo esta ba encapotado; de cuando en cuando un relám pago rasgaba el espacio seguido de un espantoso trueno cuyos ecos iban á perderse en la inmensidad. Las calles se hallaban desiertas no •tan solo por la hora avanzada, sino por la frscuente y me nuda lluvia que caía desde .por la tarde. Las casas de la población yacían herméticamente cerradas á excepción de una cuyos balcones permanecían abiertos; algo extraordinario sucedía en su interior á juzgar por el contínuo movimiento que -se observaba entre sus moradores. El portal abierto de par en par se halla alumbrado por upa _lámpara que pead~. del techo cuya luz verde ilu-mina de lleno las anchas escaleras. En- · , a derecha de un corredor -~~~~~b:a~mos. ión cu ya p ' t- ta está .entornada,
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u u cri ado permant:~en ' tristes y s1lenci~sos : solamente el cambio de un modo de ser á otro. Te un· _ n rru l oyaco~ tada ob-re un blánq.uísimo y digo esto, porque mi hora se aceren; pero no temas. nulHdo 1 eh <>. encué ntrase una joven en cuyo r-os/ te n va lor! r bello como el lit! un Angel, obsérvanse .clara·- !Oh no, hija mía-excram6 la dama sollo-: . m n~e lo: hu ella. de u ná muerte próxima. zando- no es posible que me abandones, tú, mt . entada á los pie· del lécbo otra joven de aire única hija, la bija de mi alma, n6, nó; yo sé que la di ti n uid y de belleza nada vulgar, contempla muerte no ex iste: pera, ¡ay! ¿y t.a separación? ¿cómo tri temente á 1 enferma íntima amiga suya; á la poder vivir sin tí? cabecera. e hél lla una señora y un caballero: la prime- Tranqui1í~ate .ma má; mi espíritu estará siemcuya eJall fri ará ent re lo· · 35 6 40 anos, está pre á tu lad,> hasla qu e llegue el m.omento de volpál i y en :u rost rc bello aún adviértense v1vas vernos á unir t .n el mundo de los espíritus. Ahora . : eñale: del m:í. profundo dolor. Entre sus manos madre ·m.ía, y tú padre mío-dijo, dirigiéndose al opr im llulcemcnh: una de la· pequeñas y descarca ballero - dadme ambos un beso y escuchad. p a· ele la enfer ma. El ·eguado contará 6o añoa : Doña El isa y su esposo se precipitaron sollo · 'de porte elcg nte Y. cuya tri 't.e· mi rada fijá. e or* n za-ndo en los brazos de su hija querida cubriéndola / 1 enferma, ura á Ia dam-a !á · quie n dic;e co n terde amo rosos b~sos cual si con ellos quisieran.arran. . ' nurn: carla de los 'brazos de la -muerte. - Elisa. e. po~ a mía, ya es tiempo de que: te -G racias ,- murmur6 la enferma débilmente reti res á de T nsar; ya ve qne l.a _pobrecita duerme e n cuyos ojos medio hund idos aparecieron dos látran uila: yo ~e quedaré á su lado por ·Jo que pue- ,g rimas ardientes, bs últim as . qui zá ~ que derra!'n ada ofrecerse. r ía en su vida . -¡Oh! nó, Loren zo mío; me sería imposible conciliar el sueño. · eres ·quien debes procurar de cansar pue 'to q\Ue1ienes qu~ trabajar mañana. Lo mismo debe ·hacer Ana, con tinuó aludiendo á la jov en que á lo pies del lecho se baJlaba-¡l.é\ pobrecita! ha yelado ya bastante. · • o señora. gracias; mi gusto es permanec.er' al ládo de Gen ove va.- · · ,, En e 'ten omento la enferma entreabrió pesa. da mente los pá rpados y fijando sus azules pupilas en la d ama le dijo con voz débil : ~ - lamá. por Dios. no llore -~ . lo~~-~"!'~~1r ·. natu ra!; ten fé y e ·pe ranza en n t ri na; ella no.;; dice yue a mu
-7aflos siendo según tonos opinaban . una criatura angelical ; su~ padres a pesar .de profesar las santas y ··ublimes cree?cias .~spiritistas, jamás se opusieron i que ~u quenda htJa frecuentase el templo católico -no queriendo en primer lugar disgustar á su profesora y en segundo, porque esperaban que andando el tiempo Genoveva participaríél de sus creencias. Dos año despué~ . fué separada de la esCAPÍTU L 11. cuela por ser ya una verdadera ~effo.rita y haber ter minado sus estudios. Una mañana, · Genoveva al regresar del templo llevó 'á sus padres la nueva de • Lorenzo de 'andóval llegó á la c iudad de haber llegado un nuevo sacerdote qüien con ~u · eJo cuencia habí~ ·conmovido á todos los fieles añadien ~ . ... eis años de pués de haber obten id.:> el título de médico. Gracias u .inteligencia, com o do que eJ: s?. bado próximo iría á ~onfesarse con Jas dem As hijas de Me:. ría para tomar la comunión el .-& ·í m~ m o á los m t:cho · y . buep os aciertos que l}abi tenido, su fama cnndió .rápidamente ··p or toda.s dia siguiente. Cuando D. Lorenzo y su ·e sposa se qutdaron sop rte . D n Lo re ~ ~o además, t rata ba á sus enf ermo. con solicitud y cari ñ.o fuese cua 1 tn e e su posi- Jos. aqu el dijo á é sta. - ¿Sabes Elisa·mía que no me ción iendo ·iempre lo mAs módico posible en t::l co- agrada mucho que nuestra hija vi!'ite con tanta frebro de sus hondr:arios Algún tiem po más ta rde cuen cia el templ o? Nosotros no debimos dar lu contraj m trimonio con ·la bell í ima joven Elisa ga-r á q~e .su ~rofesora i.ncu}c~s~ en su . aJm'a pura rtí, quien, ancq · pobre ·de. bienes materiales, una rehgtón a la cual m tu nt ·yo pertenecemos. posda ric · prendafi m-ora les que la hadan digna c~nfieso que hemos sido muy débiles y ahora me del fecto y con.si-deración de cuantas person~ la pesa, porque ~abe Dios el trabajo que nos costará hacerla participar de nuestras creencias; es preciso conocían. s afíos despué · el cielo bend ij o esta unión· p~ts, que pongamos .d e nuestra parte todos los met.: ncediendó á los fel ice esposos una hermosa ni-· dtos á fin de sacarla de· ese error. Es necestdad pongamos en sus manos nuestras mejores ña á·l3 c'ual pu ieron _pgr nombre Genoveva. obras y ¡ qnién sabe! · ,, . esde e t d ia la aleg ría de aquel hogar feliz .aumentó extraor qinaria me nte; _el tiempo pasaba rá . -Tienes razón ;-respondió su e~posa-y ahora pidamente in .q ue e ll os mis mos lo advirtieran ; smo voy á poner en práctica tu pensamiento. mientras tantn la niñ·a iba creciendo y su inteligen - · ' antóse, y, dirigiéndose á su biblioteca te·cía desarroyándose de una manera . Evangelios de Jesú~, y pas~ndo L egú un día, en que 1~ niiia una butaca á hojearlo" . A Ja
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cnoveva alía de u apo ~ ento y :ace:rcánmadre le preguntó cariño amente: ---¿ .0. libro .e e, mamá? . - Lo anto Evanaelio deJe ú , hija mía. ~ Bn o , mam á-i me \o va á pre tar para J e rlo má lu\!go; mi amiga Ana me dice que e t ft .d rrolland la f- cultad de medium escribiente · o olo hab r leirl algunas obra . Y deseo tam bién tudiar e a ciencia para ver si oh sigo algu CAPÍTULO III. u facultad; p ro e o · i, mamA, gu{t rrla me el e"r t n.o vaya á lleo-ar á oído · del padt e Gil quien guramente me excomulgada. -Pierde cuidado hija mía, que n~da diré annquc poco ó nada debe importarte la excomunión de lo á los primeros rayos de uri sol hermoso, penetrando por los cristale cura . í rá , mamá, t u raz.ones tendrás para de la alcoba de Genoveya, que aun permanecía cr rloasí, pero en fin, sigue (u lectura, que yo voy dormida ·obre su blanquísimo lecho, iluminaba un rato al jardín á vi itar mis flore . Diciendo esde lleno su bellísimo y angelical rostro. En- este to, e tampó un b~o cariño o obre 1a tersa _fret?instante una criada pene'tr6 en la alcoba y acerte de u madre echando á correr como una chtqutcá ndose al lecho, llamó dulcemente á la jóven: ésta entreabrió su pequ~ña y sonrosaba hoca semella. . Momento~·después D• Elisa y su esposo sonjándose á un tierno capullo que se entreabría al reian de satisflceión al pensar que muy pronto su primer soplo de la mafiana. Fijó sus azules pupihija participaría d~ sus creencias. . . las en la criada y le preguntó: \' -¿Qué hora es, Nina? -Las seis acaban de dar, señorita: me encat'gásteis que os llamase á esa hora. ---...Sí, sí, gracias; ahora ay6dame á vestir y Genoveva esperezándose gracios~mente, se incorporó y sentándose al borde del lecho dejó ver dos diminutos piés blancos como la nieve·. Una hora " mas tarde Genoveva vestida sen~illamente con un bonito traje color rosa dirigíase contenta y feliz con dirección al templo no distante de su casa. · mes-decíase mien ras iba andando-· el padre Gil. d
á.
~mpezaba ama:n~cer:
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~ 1 lit' < r al_.t rnplo dirigió .á la nave 'dere. · hrrpo 't.ránc:l . de r oclilln · antr la imágen ~e la 'i r n· ]el 'ú rm en e perand a 1 á que termtna rn 'i a· r zndn. n.a. vez concluida, dirigiós~ al · • n·~ · j nnri. clonde el paéJre 11 e peraba. . Er, ' te. un jóve n de unb 2 á 30 años; del · c..1 · ba ja e tntura y de mira da viva y ardien u llegad:.t á la població n y de de el primer m ment en que vier.a á Genon·v . había entido a r en u razó n un a mor, mej r dicho, un a de a pa. i ne \olcánica. dificile de contener y cu ya pa ión había a um e nt ~do a l cree rse cor:espon · lido fundando tal c~eenc ta en la mtradas mocen• de en veva la que estaba lejos d e suponer si . quiera 1· que pasa ba en el corazó n ele! saccrdn· te. · · lllegar Geno\·eva al co nfe ioFiario, y una ez de rodilla , díjole el padre Gil. · , . -Gracia . , enoveva; no e pera ba menos de v ue tra amabilidad. . -N he hecho r á . ,- re pondió ella-q ue cum · plir con mi deher .acud ieodo á vuestro llamamien to v t y pronta á omplace ro~ en todo aquello ue p\leda hace r.o 4._til ~ -A-Gracia. 1· más sabed que no o s he llamado pa ra nin ún a u n to de la Iglesia, in o para decíros 1 que hace tiempo de e u, pero que no habf~ lle· · ado el m o.men to. Ha de aber, Genoveva, que · . yo o am con toda mi a lma descle el primer mo.· · mento que . tuve la dicha 6 la desgracia de. veros; ue h he ho cuanto hum a namente me ha stdo po íble por.ar a ocar de mi pe<:ho este amor, pero to. o ha id inúti·J: mú bi~n ha tomado mayore~ . J rOJJUrcione al leer en nte tra e ncantadora mira· ·. qu oy co rre rwncli<l o. (>• o e · \'eva.
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-11 - Esta, estupefacta, pet rificad a i así puede de · cirse, ante aquella confesión inesperada, palideció permaneciendo muda. . El sacerdote interpretando favorablemente este silencio, continuó. -¡Oh! Genoveva! no respodeis; yo os prometo va que me es imposible pacer o mi esposa, por prohiblrmelo el santo ministerio que ejerzo, os prome. to repito, haceros feliz si consentÍ'~ ........... . Acercándose-á la jóven virtió en · sus castos oí dos alg-unas palabras. . Genoveva vuelta ~n sí de su estupor y cual ~¡ hu bie e· sentido una bofetada, enrojeció hasta la raÍz del cabello y poniéndose en pié exclamó COI.'J e nergía: --S(1is un infame, é indigno del cnrgo que ejer · céis: desde e te momento' renuncio para siempre i't e ta casa á la que llamando casa: de Dios ultrajai · v deshonrrais indignamente y echó á andar con Ci·irección á la puerta; pero una e xclamación de ten:or y sorpresa se escapó de su pecho. Ef te•,nplo se hallaba desierto y herméticamente cernido. . ' ¡socorro pa d re mt.. ...• •• . '6 n, D'tos m10. ¡T ratet No pudo terminar la frase porque una mano crim inal posó~e brutalmente sobre su pequeña y lindísima boca. Separemos con indignación y vergüenza nuestros oios rle tan repu&'nante cuanto odiosa escena y fijémoslos en Don Loren.t.o J¡ su esposa quienes- lejos de suponer siquiera la Horrible infamia que <;on su bija querida "" se cometía en tales roohallábanse tranquilos y felices en su pe · · ; él, entregado á la lectura: ella ocu S.
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-----~~a diez,~ clam6 Doña Eli a algo
iutranenoveva n regre a . ..,-E cierto-rc¡tu o D n Lorenzo ~oltatld{) el . li'bro; ya hacen tre h ra q~e se ·marchó · al tem: ' lo; p r ¿que puede haberla ' ucedido? estará qu1 ~{t en ca a le u amiga Ana. En te in tante re onaron pa os por la e ca• lera. - Ella es;-dijeron ambos alegremente clirigién do e á recibir á Genoveva, pues ella era la que Uebn páli , tri te y en su ojos notábanse huella de r ien t lá rimas. Que tiene , hij mía'! ¿que te pa a?-p reguntá · r · nle u padre al Y.erla. . ~ ada re pondió ella ·procurando spnreir- d i un pa e con algunas ami(J'a · -y e me ha presea ta do una fuerte jaqu a que desaparecen\ seguramente tan pronto tome a lgún d~ ayuno, ¿verdad papá? - í, hija míá~ - inemba rgo,-continnó tomftn· dolc:: el pulso,-tienes un p.oco de fiebre ; será con-eniente ue te re'co· y Gen·oveva que no deseaba otFa co a, lie ·' ~ariñosame nte á us padres, dirigió e á u. h.a bitación y dando vuelta á la . llave, e ac rcó al lech9 dejándo e caer con marcadas . mue tra de de esperaci-ón y prorrumpiendo en margo llant , exclamó: ~· In ame. ·y que _ n 9 t~nga yo valor para dedr ,, ' mi ~adre lo. que me acaba de ~ceder! l\1i pare ena apaz d t lo y yo no qu 1ero comprometerlo y l\l g ~1 ·cún lalo .. .......... ¡oh! Dios mio! ¡q.u .. yer .. enza:· nó. nú, e te secreto morir · ro, la ju ticia divina ·e encar<Tará quiJ~-y
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AN transcurrido algunos dias : · el estado de srtlud de enoveva, sumamente delicado, inspira sério.s temores á sus queridos padres, particular.mente a Don Lorenzo que no se explica la causa ele aquella profunda melancolía que se oh. serva e o el pálido rostro .de . ~u hija; · melancolía que lentamente va consumiendo su organismo. - Confieso-decíale á su esposa una mañana que se hallabnn solos-que me encuentro perplejo ante la enferm edad de nuest-ra hija; enfermedad que más que física, la considero rrioraJ. ' No sé ··Porqué me parece que Genoveva nos oculta algo; algo grave sin duda y que nosotros estamos en el deber de procurar saber. Tú, Elisa, como madre que eres, debes sondear su corazón: ella es joven y á su edad el amor es natural ¡quien sabe! -Nó, nó,-respondió Doña Elisa-nada de eso; y a yo he procurado más de una vez escudriñar su corazón en ese sentido, pero nada, siempre me responde sonriendo tristemente: -No, mamá; yo solamente á un hombre 1 sacrificaría mi vida: ese hombre es mi •
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amó Don Lorenzo-entonces
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ar : in embar o, tengo _una, idea , cr,ee .. qu~ aía e nvenien~e que llevára-·· ~. tra. htja a 1 camp ? J\IH, qutzás,. con el . c .. mbt .d ·· tre y ·la contemplación de lo pájaros y la flore que tant o le gu ~ tan, podría uceder qu ·. d p reciera e a tri teza ...-Ti lle razón - respondió!~ ·u ésposa-la idea liz ·. ahora mi:m o ,·oy á proponerla á Genoveva dirigí ndo e:\ la · haLitaciones de ésta t:¡ue á la azón leía pr fundamente los Evangelios su libr fav rito, le dijo, acercándo. e á ella y a~ari l:Íand . uavemente u rubio cabello : - enoveva, hija mia: tu padre y yo hemos p n ado pa ar una temporada en nuestra quinta ¿lo tle a ? tu buena amiga, Ana no acornpañar{t . _-- Bueno, rnamú; ,-amos cuando gu te, ya sa b . ue iempre me ha ..agrttrlarlo.la dulce tranquili ad del' campo . . -Ento nce ,-agregó alegremente D'uila Elisam·añana mi mo marooarem0~ y e:ta mpando un amoro o be o en la p~lida frente de fu hija, tuese en bu . a de u e p~ o para comunicarle la -respuesta de Genoveva . . _Al dia. ig~.iente ,Don _L orenz.? y su ·esposa en u m n de u htja y _la a:tmga de ·e ta, la encantado ra na, ·dirigíanse ·en 1\ln eiegante carruaje con dirección á la quinta ui tante media 1eguc, de- la ciudad. .
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CAPÍTULO V.
mR ANS.Cl !{RIERON dos meses: la melancoHa de Genoveva léjo de cede r había aumentado c onsirlerabl ~mente. Una tarde ha llábase ésta en un peq~cfio janHn sentada sob re un banco rústico con la mejilla derecha apoyada en la palma de una de sus manos y la mirada fija en ·el cielo. · De cua·ndu_e~ cuando pronunciaba a1günas palabras inin tehgtbles: tan aL traída se hallaba en su meditación, que no se apercib ió de que alguien se acercaha. Era su amiga Ana quien posando cariñosame n te un ~ mano sobre su hombro, le preguntó l' OO d u.1zura acándola de su a bstracción . · . -:-¿En qué piensas, Genoveva.? .- En el cielo, querida Ana, donde muy pronto oraré. -Calla, ¿estás loca ?-exclamó ssntándose á su l.a d o-¿deseas morir? -N6; pero tampoco de-~eo vivir . .-¡Cómo, Genoveva! tú, la joven más-linda de la Ciudad . que .posees una bon ita posic.ión y unos dre ue te Ido latran ¿deseas morit? res míos!..:......exclam ó Geno ve valo sentiría, créeme, y oc.u ltan.
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·entre la .mano prorrum pió en a Qlat-
_... · . r: enoveva .-díjole An a ·c uy o verdes . ~ . · há11.ár.S.n. h(t.merlos po r él ll a n t o -y-a veo 1 . u n t 1_~n~ . e nfiRnza t>n mí y h ace s m a l, tu ocul . t ·e n u: h f.\ 1 o q Ut" no qu i e re~ q .>municarme. p r .\' nturn qth.: Y? no _.erta cap az de guar . . ~n r~ to? ¿no he !'tdo !'tempre para tí tu fiel y leal amiga? 'i na:-exdamú 'e nove ,·a enj ugá ndose el ll ntc que brotaba cic u ·gr.tnde!il y azules oj us -per h y cosas que se hRc~n d ifici l decirlas y solo tí te confieso que en mi pecho se oc ul ta uñ secreto per e tan terrible, que ni ft mi mi s ma madn~ qu t·\nt quiero me atrcYO á revelarlo p rque e ~ · t y . uura l\ue re elár clo la matarín . F igú r a te na quenda s 1 e te e~ !-t>to arú. horrible .
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-En_e e·ca o Genoveva, hace. bien: sin-em b a rgo prect. o que de a hogu,e tu pe~ho deposita nd o en el mto e e ecreto ·q utén a.be t yo p odría p res tarte al ún consuelo. - racia , q uerida Ana; p ero mi ma l es in curable com o tu ~isma puede· juzga r . Oye me , tiene razón en dectrme que d;bo d~ a h oga r mi p~h o voy á h;icerl o.; pe.r.o jlllawe q ue jamás lo re velará ni á t u mi ma marl re. . -Mira en oveva-exclam6 Ana co n síncendad ¿ves-e a· fl o_res bellí ima y fragantes queno . rodean ? Pue b i.én; us sua·v e perfumes, el canto n;nonio o de esas avecillas que juguetean entre 1 verde ram ~j~: e e eielo atUl, purísimo que nos co bijá', e a h 1Z clara i brilla nte q ue nos .alumbra, nos ice.da~ame!lte que exi te u~ Dio bueno, graod~ y m t ~ ncor d toso. Por ese Dto ; Ge · at e juro que tu ecreto
- 17 pues, á mis brazo s: desahoga en mi pecho tu afligido corazón. Genoveva pálida y conmovida cal16 en lo~ brazos de su amiga revelándole la horrible infamia que con ella cometiera aquél que descaradamente se apellidaba ministro de Dios. ~1 concluir, Ana so.br~cogida y llorosa exclamó : . -¡Justicia divina! bien cfira ha pagado su vtllan1a. -¿Qué quieres decir?.-:. preguntóle Genoveva mirándole al rostto. -Escucha y lo ~abrás -rep,licó Ana sacando del bolsillo una carta: oye lo que me dice mamá: "Hija mia, los católicos de la ciudad están de pésame á causa de una desgracia que nos ha comhovido á todos. El padre Gil al querer montar un brioso caba llo de raza inglesa, este se encabritó emprendiendo una veloz carrera arrastrancio cunsig o al pobre sacerdote, quién había caído qued~\n d o preso de un tstribo. C!lando el eaballo pudo ser detenido, una exclamactón de espanto se escapó de todos los pechos; el rostro del sacerdote · to .:.. talmente destrozado como así mismo el cráneoofreda un aspecto horrible. Pidámos pues, . hija ~·ía ai Todppoderoso, tenga piedad del · alma del que ya no· existe" · -Dios le perdone-exclamó Genoveva- cayendo· desmayada. Tal había sido el esfuerzo que hiciera al revelar su secreto. Ana dió fuerte~ voces. acudiendo algunos cria·dos seguidos de Don~Lorenzo y su esposa.
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. CAPITUL
VI.
OUCID laj óven ú la quinta v una vez aco tada en su lecho, abrió lo ojos y mirand á t ·o lado con - extr~ñeza, pr~g-untó: ¿que u d ? - ada hija mía,-respondióle ·su madre-te hallaba en el ja rdín con }\na, cuando te sorprendió un ti ero de mayo,que ya ha pasado : -E verdad-respondió la j6ven-y·a recuerdo; ¿y na?-preguntó á su· madre. . - . qur e_ to~-respotirlió aqu~lla presentá.ndoe la hab1tac~6n y llevaó.!lo en sus manos un a taza de caldo que pre ·at6 1.á -su amiga diciendo: -"amo. , toma e to p~ra que te repongas. . enoveva miró dulcemente á Ana y tomando 1 taza, acercóla á sus lábíos a-purando la mitad d \.1 conten'i do. ~ -:Toma un poco m~-insistió Ana. -Gracia , no pued.o; he tomado bastante; me · iento b~en y de eo levantarme. . - oña Elisa.. interrogó con la mirada, á su espo. o, quién...basta entonce permaneciera · · ob erva.ndo el rostro de su hija. o
Este, comprendiendo aquella mirada se rcercó al lecho y tomándole el pulso exclamó: -Todo ha pasado, puedes lrvantarte, hija mía. in embargo, euah!uiera persona algo observ~dora hubiera podido leer en el semblante del médtco vivas señales del más profundo di sgusto. ' ¡Pobre p adre.! compre?qía que -~t~ querida hija estaba enfermad e muerte, pero dtstmulaba cuanto podía. á fin de que su e -posa nada advirtiese. Algunos días des pués, una tarde, mientras Don Lorenzo se hqllaba en la ciudad -visitando !:)US enfermos , Genoveva sufrió un fuerte accec;o de tos, seguido de algunos. t!Sputos sanguinolentos. , Doña 'Kbsa palideció y cuando llegó su esposo le refirió lo sucedid o: éste, frunciendo ligeramente el ceño. exclamó exhala ndo un profnndo suspíro: ¡Malo! ·¡malo! mis temores ,se realizan. ¡Oh Dios mío! y dirigiéndose con su esposa á .l a habitación de su hija, practicó en ella un escrupuloso recondcimiento. Al terminar se ballába pálido y e xtendiendo una receta ma ndó por ella á la ciudad ,precipitadamente. ' · Do~ días despues, Genoveva tuvo un nuevo acceso1 por lo cual su padre creyó prudente regresélr con ·su familia á la ciudad, hacié ndolo así algunos días despues. La enfermedad de la jóven se agravaba, lo que causaba la desesperación de su pobre padre, que se consideraba impotente para curar á su r.ija quel-ida. Llatnó en consulta á algunos de us compañeros, opinando éstos, que la enfermedad e fa incurable . Así las cosas, llegó un día n que á Genoveva le abandonar el leche,; sus fllerzas físi ían agotado.
- .·-:- .
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- 20:_ . n Lore?~"> '\:ola con ·su e posa le dijo ·en .i. ~na lág'firna: -. · ~~ e: po a mfa; es p~eciso que n os vaya~ . r 1 ._ n ando, acatando a 1 la voluntad de Dios u h'' ~ . · ·r 'J qu n'd · se llalla -grave, muy g~ave .; t _n ..mo pne ·, val r ante la terri\>le desgracia que n Ptnen z . , n E!i a n da dijo su instinto de madre le b bt nun\!Jado ya lo que. u espo .o le dijera ·y · cultand el ro. tro en~re. las mano ·,liQró desa hogan d í u ora~ n _opnf311do por la más profunda pe· na. ~n el pnmer capttulo de esta narración, hemo vt to á enoveva :noribund.3, pidiendo á sus P dr la e cucha. en y qui~nes de pues qe colma r-· _la _de ·be . . , le pregpntaron ca i á un tiempo: ¿qué qUJ re . hiJa mta? ¿qué desea.? .habta , te escucha-
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. La jóven hac.iendo u~ esfuerzo y domÚlandu la fattga que anunctaba una muerte próxima, exclamó con voz umamerite débil. -Padre mío ; r·qego á Vds. me perdo~en si o be cultad un ecreto; peró el temor de causaro un di to, me ha ligado á callar. ~i querida amika Ar_a 1 o entregará despues de mt muerte un ffi:al)U cnto, en el cual os revelo e creto, cáu a de mi fie~gracia. Perdonad pa dt_'e mfos ~1 culpabl~, que_ya · ha recibid o en la tierr. _el ca t1go. d~ u m!am~a .. Adios,. padres míos; \- d10 Ana· quenda, cutda é.l: qps_ que ndos pa .. .... . .-t o pun. contin.nar la fra e porque un acceso de t? e utdo de uri v{>mito de sangre la privó de J v1da. · · ebre Genoveva! flor hermosa y pu fr-a ante lozanía marchitara u nal al' posarse brutafmentc
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cáliz, acababa de doblegarse ante el so plo frío de la muerte . Genoveva murió , sí; pero su alma pura, encilla y buena, se remontó hacia la mansión '"de los justos en donde e~urame nte alcanZó el premio á sus m uch os sufrimtentos, á 'sus numerosas virtudes. . Ana no quiso abandonar un instante el cadáver de su amiga querida, aéoinpañáildolo hasta su última morada, en cuya ~ría loza depositó una corona de blancos y perfumados jazmines, y en la cual se leía la inscripción siguiente: · "Adios .Genoveva, tu secreto morirá conmigo" Algun os dlas después y á petición de don Lorenzo, An~ t:ntregó el manuescrito de su amiga. El desconsolado padre, rasgó el pliego con matlO t emblorosa, y a l enterarse de la infamia horrible qus s e había cometido, con su hija . querida, aquel pedazo de su a lm a, palideció intensamente y un g~:m id o lastimero y desgarrador, se escapó de su pecho cual si hubiese sentido penetrar en su corazón, la afilada hoja de un puñal. Llevóse las manos· á -l a cabeza, tiró de sus cabellos con desesp ración y. abriendo extraordinariamente los ojos, lan z6 un a estrepitosasa carcaj a da: ¡estaba loco!
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