Hostos: revista de letras, arte y ciencia

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núm. 1

sa.njuan, p. r., septiembre 1928

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1,,, (;"col." JAtcrarh" de

!3,..!"ciro,-Una

y Nosotros,-H::ya

conferencia.-Hostm; Debl\~sy.-Cl\estiones

de la Torre,-HostoG y Nosotros,continentales,

La nueva

y MarU,-Américo pintura

Castro,-'

mexicana,-Parerga,

cartel l';;: Y;tlIu'a cosa eonsueludinaria que el primer nÚnwi'o.-Louna revista anuncie su programa en la primera página del primer número, y como los po1ílicosa! trabajar su candidatura, ahuequen la voz dcfinifmdo su actitud ante los problemas y hagan !as promc~;<¡sconsiguientes. No podemos nosotros sustraer;¡C3 a esta obligación q. impon~ la costumbre y así, cumpliendo con ella, lanzamos hoy nues' tro mcnsaje definitorio. (Definitorio, pero-sobre todo--emocionado. ) NECESJDAD DE UNA REVISTA. Nuc:,tl'Opaís carece de un órgano de información "1'(.,,1': ¡vanV'1!\(' Iitcraria, científica, artís tica. Int::l1to3iJ;31adosen distintas épocas, no han podido c:o¡;h:~ner::e por bastante tiempo hasta crear un píb1ico de: lectores y suscritores', Y sin C'mbanro P30púb1ico existe, ¿Dónde está ese público? Hahni qnp buscarlo. Creemos ya percibir signos premonitores que ;cf:rnd('n <JlTies:;arconsoladores augurios. ~as actividac1es de nuestro viejo Ateneo, la visita regu!ar de Fofesores de nuestra lengua a los tursos de cultura espai'íola de nuestra Universidad, las conferencias de Ia Cultural, la santa y consoladora inquietud de nuestros estudiantes, temblando de emoción cuando se discuten públicamente cuestiones de cultura, el numeroso público que acude a los sitios donde se habla de cosas del intel~cto, h:dican q. hay una masa dispersa, curiosa e interesada, por todo ello. ¿Será posible dar cohesión a toda esa masa anónima dotándola de un órgano de expresión e información? .Es éste, según nuestro parecer, el momento oportuno para tratar de unificar las voluntades inconexas ,Y echar a volar U1~ashojas impresas

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pidiéndole a nuestra gente su ayuda material y sobre todo su soporte espiritual. El esfuerzo que esta revista supone sería inoperante sobre nuestro medio social si no hallamos-grande o pequeñoun grupo de amigos concordes con nuestros intereses coetáneos, y que presten su colaboración entusiasta a los fines que esta revista persigue. LO QUE SEREMOS. Será-pretende ser-nuestra revista una placa pancromática donde se registren, fijas y nítidas, Bncstras preocupaciones e inquietudes del momenlo histórico que vivimos. Reciente'mente un libro de Araquistain-Ie somos deudores agradecidos por ello-ha puesto a nuestro país en el mapa de las curiosidades del mundo hispano-parlante. Nnestra existencia problemática como pueblo ha captado alguna atención en el mundo. Existen problemas antillanos. Existen problemas portorriqueños, ¿De qué naturaleza son estos? ¿Problemas políticos? ¿Problemas sociales? En último resultado: problemas biológicos, y, sobre todo, problemas de cultura. .Luchan aquí en pie de igualdad dos de esos grandes organismos históricos, según la definición espengleriana. Nuestra alma titubea dentro del vaivén incesante de la lucha. Y no tenernos punto de reposo para meditar en nuestro destino histórico. Es un deber imperativo para nuestra conciencia tomar parte en la liza desinteresándonos un poco de nuestro insularismo y proyectar nuestras inquietudes en onda larga hacia el continente, hacia el mundo, lanzando nuestro mensa-

je radiográfico-nuestro S. O. S. clamante y vigoroso-a nuestros hermanos de lengua de aquende y allende el Atlántico, sin que nos importe ningún "meridiano" geográfico: ni el de Madrid, ni

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"La GacetaLiteraria"y Nosotros Estando ya en prensa el presente número de esth revis: 1 ha llegado a nuestras manos un número de ''La Gaceta Literaria", de Madrid, en cuya primera página aparece una nota sobre el "raid" que efectúa en estos momentos América Castro por tierras de América. En dicha nota viene incluso un párrafo de una (¿ supuesta?) carta que el citado profesor escribe al Director de "La Gaceta" señor Giménez Caballero. donde, con una frivi:>lidad descacharrante, muy lejana del estilo epistolar de Américo Castro, se vierten unos conceptos falsos, desmedidos y carentes de buen gn~ta, sobre nuestro país. Permítasen08 dudar que tales frases hayan s!!lido de la pluma de Don América. El no tiene motivos para escribir así, ni j'Uzgarnos de ese moao. B~ un hombre de gr!ln talento y muy capaz par!! rlars(> cnenta de las cosas y personas que le rodean. Siem. pre, claro, en UDa carta amistosa,-privada. de estilo familiar y en tono confidencial,-se pueden decir muchas banalidades pintorescas, no muy reñirlas a la vpr. dad y exactitud, pero Benas de color. las cuales p'l'eden después ser corregiaas por 13 visión acrom{¡tica del recibiente o por ,1aconversación rectificad ora entre amigos. Este es el único comentario que, provisionalmcnte-hasta tanto conozcamos más datos fidedignosqueremos hacer de las frases epistolares transcritas por el inocente y bien intencionado director de la famosa "Gaceta Literaria". ¿Qué contendrá el resto de la carta que tan púdica y temerosamente oculta e~ señor Giménez Canft111'1'0'Pero ¿existe la carta T ¿Por qu~ no se publica íntegra y en facsímil' Aunque sin gran importancia, sería un dato más para juzgar de ]a alteración de visión que sufren las gentes cuando varían de posición geográfica. Debe ser cosa oe glándulas endocrinas, latitudes y meridianos. (En esto de meridianos geogrÍlficos es una autoridad el Director de La Gaceta. ¿Cuántos kilómetros de literatura lleva recorridos ya? ¿Por qué no se da una vueltecita por el trópico T Le prometemos regalarle un taparrabos de honor, de los que aquí usamos a diario, aunque en

el de Buenos Aires, ni el de Greenwich, ni el de Washington. Si algo nos importa sinceramente-obsesionantemente-es el porvenir de nuestra cultura y la internacionalidad del espíritu. Por eso en esta primera página queremos proclamar la vigencia actual de aquellas palabras de nuestro único gran valor interamericano-ya hemos nombrado a Hostos-cuando dice:

la seguridad de que esta prenda sartorial: no había de, cumplir en él función ninguna.) Es de lamentar que la actitud incoDSll:lta de un irresponsable, venga a poner una sombra al recuerdo de la brillante loaborque tanto en nuestra cátedra universitaria como fuera de ella, dejó aquí el señor Castro. Por lo que a nosotros toca-a los que formamos esta revista que él impuls6-siempre guardarpmos para él una sincera v nrofnnoa admiración a pesar de tooo. 'Es lo más noble. Pero desde nuestra modesta e inconspicua posición pensamos con tristeza que no es con chistes de peña rle café madrileño como se estimula a los pueblos jóvenes. máxime cuando estos se f'1H'Uentran bajo fuegos encontrados, y en lucha consigo mismo, pugnando por hacerse de una personalidad sin renegar de sus antecedentes. Ese sport de echarlo todo a rodar en el momento más inoportuno sólo pueden permitirselo los niños bitongos con casas editoriales, revistas, periódicos y un universo de papel impreso detrás de sí, para exhibir sus payasadas. Lo hecho por "La Gaceta" no tiene diculpa. Las buena~ relaciones de los hombres del Centro de Estudios Hjstóricos y nuestra juventud universita.ria no pueden es-'.. tar a la merced de estas arbitrariedades infantiles.

Hayadela Torre Según carta que hemos recibido por el último correo, se nos informa que se encuentra de viaje a este país, Vict.or Raúl Haya de la Torre, el conocido líder universitario del Perú, quien anda por estas tierras de América en una cruzada de noble acercamiento latinoamericano. Aquí dará varIas conferencias sobre temas políticos, "ociales y económicos. Nuestro saludo fraternal al ilustre compañero pe,'uano.

"El' problema de ayer, de hoy y de mañana en toda la América latina es la unidad de acción, la comunidad de vida internacional en los pueblos y gobiernos latinoamericanos". Ese mañana de Hostos es un Hoy perentorio, agudo, ina,plazable. Enarbolando en lo alto esta revista que lleva su nombre saludamos emocionados y alegres a todos nuestros hermanos en la lengua.

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Hostos y Martí Por Antonio S. Pedreira

He aqui dos grandes figul'as antillauas. vÍllculadas por el mismo pensamiento político, IIrdorosos defensores de la misma causa, que en un futuro no lejano cuando se eonozca ,mejor la vida j' la ohra de Rostos, habrán de compartir el fallo apreciativo de la posteridad. .José ,Tulián Marti (1853-1895) es

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imposibie y la de¡;gracia parecían poner en peligro toda iniciativa, donde la indiferencia general amenazaha de tumba todo esfuerzo, donde las fuerzas contrarias y al parecer superiores a las de ellos, eran vasalladoras, donde todo movimiento revolucionario era una segura anticipación de olvido, de fracaso o de muerte, ¡Y sin embargo". con qu,~ entusiasmo tesonero lo predi(-aban siempre, con qué ilimitado optimismo lo mantuvieron latente en el corazón del pueblo, a pesar de ¡as persecusione¡;;,a pesar de los destierros, a pesar de sus hambres, y de la ingratitud de sus conciudadanos..,! Sí, fuerza es decirlo: aquella falta de cooperación que siempre encontrb Hostos en Puerto Rico, aquella numera cómoda de rechazar sus ideas por imposibles. Ilam{¡ndolc "soñador" delirante, es la misma que confrontó :Martí en Cuba, y que nos describe el periodista m:lrlrilcño, .Jnlio Burell:

"Muchos aIios después, (de haberlo visto en EspaIia) yo preguntaba por él a los jó\-enes diput.ado¡;autonomistas de Cuba, a :\'1olltoro, a Figueroa, a Giberga Sonreían con indulgencia, iBa h! :Marchó de Cuba... No tenía fuerza... qniso ser diputado". Xo le hicieron caso. Y allá (~IINueva York publica una hoja separat,ista, P~ro el <:'eparatismoes una extravagancia. El pobre M.arti es hombre muerto..." i Mfl.rtí era hombre muerto! i Como lo era BOBEugenio Marfa de Hostos. nuestro insigne pensador. a cuya memoria dedicatos para Puerto Rico! H08tos y Martí tuvieron las mos esta,s páginas. mii>mas ideas políticas, los mismos principios libertael cubano que más se aeerca a Eugenio Maria de Ros- clore!', los mismos escenarios para predicarlos, y las tos (1839-IfJ03) por ser su hermano en ideales. miEl}1(Isesperanzas para amarlos. Tocados de idéntica Hombre talent080 y desinteresado como Hostos ,'isión que el I~ibertador, ppl1saron en una confederaiué también noble lH'J"(',:!!'inoque reeorrió 1a Am{,rí, ciÓn de pueblos hispano-americano!; para cuya realiza"'1 en campañas hÜ:,tÚ,.jeaH,llamando con la piedra eión era necesario en primer lugar, obtener la indedel patriotiomo en las conseieJleias dormidas de nues- pendellcia de las Antillas: no de Cuba, ni de Puerto Ritros hermanos. Como HOi'tos, se sostUYOtambién de su co unicamente, sino de todas. "Las Tres Antillas-deplullla de periodista, de su vocadón de maestro; en cía M~lrtí,-han de salvarse juntas o juntas han de New York, los dos fueron traductores de la casa Ap- perecer" y ambos se fijaron en Cuba como punto prinpJetoll; los dos atrayeSllron tiempos difíciles aunque cipal y ventajoso a la realización de este ideal. De ahí a veces :Uartí se amparó en representaciones diplo- las campañas de Hostos que ya conOQemos,de más almáticas de algunas repÚblicas hi¡;;pano-americanas que cances y de mayor difusión que las de Martí. ]e pusieron a cubierto de la miseria qne escoltaba ROI;"Se puede afirmar-asegura S. Figueroa-sin t.etos. mor a ser por nadie desmentido, que ningún cuAmbos se complementan en la perenne persecubano propangandista hizo tanto por Cuba, como "ión del mismo propósito y en la activa y constante el antillano Eugenio !lIaría de Hostos." propaganda de la causa que no admitió desesperanza:;. Martí pasó por el Ateneo de Madrid sin dejar reni desmayos, ni alteraciones. Fortalecen por el opti- cuerdo ni huella, Hostos sacudió a las multitudes del mismo de sus ejecutorias, por las prédicas del ideal, Ateneo con su palabra oLímpica, demandando justicia aún en las más graves crisis de la época, cuando el (Pasa a la pág. 15)


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para las Antillas, apostrofando a los mismos directores de I:a República que se negaron después de prometérselo, a reconocer nuestro derecho a gobernarnos. Conocidas son sus luchas por todas las provincias españolas, con el único pensamiento de obtener la j llsticia ofrecida por los republicanos de España. Agotados 'todos los recursos del patriotismo pacífico, abrazó el patriotismo revolucionario, después de haber lanzado un valiente manifiesto separatista. Esto ocurría por el año 1868, precisamente cuando Martí se iniciaba en su apostolado, a raiz del pronunciamiento de Céspedes que la historia de Cuba conoce con el nombre de Grito de Yara.-octubre 10 del 1868. Cuando :\fartí te.Q.íadie7. años, (1863). Hostos ya pedía la independencia para Cuba, sin conocerla. Entraba pues, :\Iarti, en sus uiez y seis años, cuanuo, (después de haber jurado dedicarse a la causa de l~acual Hostos era viejo paladín) fué desterrado por un consejo de guerra a la Isla de Pinos. De aquí pasó a España doude termina sus estudios en 1873, mientras Hbstos se anticipaba en la propaganda política, en París, en Nueva York, en las Antillas, y en las repúblicas 6'uramericanas. De 1875 a 1878 encontraremos a Martí, viajando por Europa y América; !'uego. de periodista en Méjico donde contrae matrimonio, y mels tarde maestro en Guatemala, siempre combatiendo hasta que !'Il 1878 al firmarse la paz del Zanjón vuelve a Cuba a abrir su bufete de abogado, y a conspirar más tarde en favor de la causa separatista. De 1869 al 1878 encontramos a Hostos multiplicándose en la activa propaganda ya en Nueva York, ya en ChiJ,e. Perú, Argentina, Brasil, Colombia. Vene:1uela, Santo Domin~o y C1~andoen 1878. después de quince años de lucha en los preparativos de la Confederación Antmana, le sorprende en Saint Thomas el desgraciado pacto del Zanjón, el gran patriota, abatido de desengaños, desesperanzado por tan terrible golpe, ancla en Santo Domingo, funda allí su hogar. para recobrar fuerzas y vo''ver más tarde a las andadas. Es después de ese pacto, y en su segundo destierro que Marti desplega la mayor actividad de su vida, dándose como nunca en cuerpo y alma a la consecución de su ideal. Hombre de carácter decidido, valiente. heroico, templado como Hostos para todas las desgracias, fué cerebro y director del Partido Revolucionario cubano en Nuev.a York para el' cual redactó las hases y fué el verbo hecho carne, el espíritu hecho fuego, la vida hechlt inspiración y ejemplo para sus otros compatriotas que flaqueaban. Martí sostuvo el ideal en momentos de crisis; va a Santo Domingo en 1893 a busca!' a Máximo Gómez, ese quisqueyano extraordinario que libertó a Cuba, y. no conforme con Jas expediciones de inau,rrectos que ya había enviado, cuan do en el 1895 estana el último movimiento separatista

de Cuba, embarca hacia ella desde los Estados Unidos, y dos meses después muere en la batalla de Dos Rios, el 19 de mayo de 1895. Muerte imprudente por cierto que aminora el entusiasmo admirativo, si descartamos el exceso de patriotismo que ta provocó. Tampoco Hostos como ;\:1artí, se conformó con ser un cerebro de la independencia sino que quiso ser brazo, uniendo la acción a las ideas, como veremos más adelante. Gracias a Dios que para bien de su obra futura, el mar le puso vallas, impidiendo con el naufragio, que fuese a estorbar imprudentemente lla trayectoria de una bala perdida. Tal vez si hubiese muerto en un combate oscuro, tuviera hoy la gIol'ia que se le debe. Pero no fué así. S'n n). (,ación militar torcida por sus padres, no volvió a atraerle en sus años posteriores. En e~as propagandas de acciones valerosas en que convergen ambos (aunque iniciados en distintas épocas) está recol1centrada la homogeneidad del pensamiento político de estos dos hombres. No eran puertorriqueños, ni cuban08, ni siquiera antil'anos: er;m continentales que peleaban por Cuba "para asegurar con la nuestra la independencia hispanoamericana." como decía ~Iartí. "Desaparecido Martí el vidente extraordinario. y Betanees, el abnegado evangélico, Hostos resumió to' da la veneración de esos excelsos apóstoles ue la Bu~na Nueva, que caen triunfando.'-' En' lo que atañe a otros aspectos de sus vidas. se diferencian por cuestiones de temperamento, de estudio y finalidad. Martí, intransigente y exaltado, era fogoso en la palabra, centelleante en la prosa, 'írico en los conceptos. De ahí su aspecto poético que Hostos no llegó a desarrollar. y el ritmo de su feClmda producción Jiteraria. No tuvo la clarividencia de Sarmien. to, ni la penetración de Hostos al estudiar nuestros prob'emas; su obra está llena de páginas momentáneas. emocionantes y febriles como su vida dinámica, que le convierten en escritor brillante y sugestivo. Hostos, más preocupado q,ue Martí en nuestro debarajuflte social, ahondó como ninguno en las raíces de nuestros ma' es, y más Maestro que Martí los expuso en una pro Aa serena, grave, disciplinada, sin los esmaltes pro pios del retardado Romanticismo ambiente. Son páginas didácticas y hondas las suyas, llenas de la fijeza y precisión a que le obligaba la sobriedad de su método. No tenia tiempo ni condiciones para el' lirismo, aunqu.e no dejó de ensayarlo en artículos literarios. Martí es más literato, Hostos, más científico. Cuando hablan en las tribunas públicas, uno conmueve y arrebata con la emoción desbordada en párrafos candentes, recargados de imágenes brillantes. y el otro emociona y convence con la elocuencia de los razonaPasa a la página 15


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AMERICO

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CASTRO

(Un Film y un Cuadro) No queremos ser coleccionistas de siluetas. Del Sr. Castro, si fuéramos cineastas, haríamos una película. Le enfocaríamos por diferentes ángulos, acercándonos á él en movimiento lentísimo (fade-in) hasta el gran plano (close-up) y terminar alejándonos, dejándole esfumado en la lejanía (fade-out), pero, fijo ya, en lo pan-

../AMERICO CASTRO cromático y cinemático del celuloide. Este sería el tratamiento más adecuado a su fina, movible y perspícna personalidad, El mismo sutil procedimiento psicológico que Castro usÓ con Cervantes (en su libro" El Pensamiento de Cervantes") á quien, dice el poeta Gerardo Diego, que Castro sorprendió "infraganti" con la mirada sutil, parsimoniosa, impertinente, casí diríamos mejor, por el tacto inmediato, cauteloso, de un erudito y un filólogo pero que por encima. de sus fichas y de las papeletas piensa y siente." Deberíamos aplicarle al Sr. Castro idéntica técnica artística, "de óptico del pormenor", que 1a que él emplea con los clásicos "tratando de sorprender la motivación psicológica" y "llegar a su panorama interior." De "lujo vital" califica Leo Spitzer, el notable filólogo y psicólogo alemán, la extraordinaria inquietud y curiosidad del S'r. Castro, devolviéndole la misma frase que el Sr. Castro había tenido en su libro "Lengua, Enseñanza, y Literatura", para definir a Antonio de Nebrija. Los que somos concurrentes curiosos de sus cátedras damos fe de que la frase le cae a la med)da. Lujo vital es la magistral exposición que hace de la obra clásica, comentando los textos y exponiendo el clima espiritTIal, histórico, en que la obra se produce; lujosa vitalidad es su manera de exponer con movimiento puntHlista de pincel en la mano, y el nistagml1s de 1a mirada; derroche vital es la trama ideológica, el

enlace de los temas históricos a los actuales. Y, sobre todo, de una vitalidad desbordante es la contemplación del conjunto, la reflexión del tema al proyectarse so' bre lbs alumnos; la reacción del espectador. Recordamos al escribir esto un cuadro del Tiziano que vimos hace tiempo en una colección particular: Alfonso D' Este y LauJ'a Dianti. Sobre unos árboles cer canos y un fondo de campiña azul, un caballero del Renacimiento (barba cerrada, gorguera blanca, puños de encaje) apoya su mano izquierda sobre el hombro de una mujer desnuda, de crenchas blondas, y con la derecha le muestra un espejo cuadrado en un ademán contenido y amoroso. La rubia veneciana se contempla a sí misma en el espejo. Pero e~!espectador ve el conjunto del cuadro, y en él, la imagen-j blanca y desnuda!del cuadrángulo reflector: El expositor, la obra de arte expuesta y la exposición. Asi hemos visto--no oido-a'gunas cátedras del Sr. Castro. En una composición de conjunto: armoniosa (color) rítmica (línea) acabada (marco). renacentista, como es el espíritu vivaz del Sr. Castro. R. L.

Avatares. Al cerrarse esta edición estamos aún bajo la impresión de uno de esos grandes cataclismos históricos que hacen época en la historia ,de un pueblo. El destino ha desatado sus fu€rzas cósmicas y un terrible ciclón ha devastado nuestro país. Nace esta revista bajo signo adverso. No hay lugar para literatura ni para grandes ambiciones de cultura donde Ja lucha reviste proporciones trágicas contra el ciego avatal' de la natura1eza. Si en el saludo inicial saludábamos jocundamente a nuestros hermanos de raza, ahora, en este supremo instante, decisivo en la vida económica de nuestro país, redoblamos nuestra petición de auxilio y ayuda para que esta revista pueda seguir subsistiendo. Ambicionamos, a pesar de todo, convertirJa en una llama espiritual de perenne serenidad filosófica. Y la fi10sofía será siempre el único recurso que tienen ]os hombres para no perecer y luchar contra el destino mismo. El segundo número, para el cual tenemos abundante material acumulado no sabemos cuando se publicará. Ello depende de que la reconstruceÍón económica de todo el país permita un margen para su sostenimiento. De todos modos, este número será como un acta que levantamos sobre el estado actual: del pensamiento juvenil de Puerto Rico. en las vísperas de una catástrofe.


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El Librode Balseiro

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Por Vicente Oéigel-Polanco EL VIGIA II.-Unamuno, Pérez de Ayala, Hernándcz Catá.-Por José A. Balseiro.-Editorial Mundo Latino. Madrid.

La lectu¡ra del segundo volumen de ensayos críticos de .José A. Balseiro- prosa limpia, análisis penetrante, valoración ponderadanos dejó un interrogante a flor de labios. ¿Por qué se excluye a Pío Baroja de esta visión panorámica de nuestra novela contemporánea T ¿Falta de simpatía por la obra barojiana? 0lo que nos parece más razonable-¿ conciencia de que no q,u.eda margen inédito para una nueva interpretación del insigne vasco? Porque a un espíritu tan comprensivo como el de Balseiro no puede escapar la significación altísima de Pío :Baroja. La labor novelesca de Unamuno es un simple acontecimiento literario, una corroboración de su actitud espiritual. Sin sus novelas, permanecería íntegro. Ellas no alteran el ritmo de su pensamiento. Baroja, por el contrario, es casi el 50 por ciento de la novela española contemporánea. Sin la aportación de su ingenio hubieran permanecido ignorados rincones trascendentales del alma hispánica. Esta prominencia de la obra barojiana ha movido a casi todos los exégetas del espíritu español a estudiarla detenidamente. Y en esta misma largueza con que se han enjuiciado las novelas de Baroja y la estrecha atención que han mereciclolas del creador de tAbel Sánchez, nos parece sorprender el factor determinativo de esta incursión de El Vigía por novelas y nivolas unamunescas.

Espíritu eminentemente creador, Unamuno enri~ quece el patrimonio de la. litera.tura narrativa con una aportación valiosa:" la nivola. Las nivolas no son novelas ni obras de teatro, "aunque-afi rma Balseiro-viven más cerca del teatro que de la novela por su dinamismo funcional y hasta por el precipitado de espídtu que las mueve. Como las piezas dramáticas, son esquemáticas. El procedimiento es más enérgico que en las novelas. Su arquitectura enjuta comprime, necesariamente, la trama. La acción es rápida., directa. Pero las separa del arte teatral la demasía y la longitud de ~os monólogos, el frecuexte conceptismo, el cambio repet.ido de lugar de acción y la presencia actiya de su creador". Es altamente justiciero el capítulo intitulado "Unamullo, Pirandello, Conl'ad y una teoría de Bel'nard Shaw". En él se comprueba que corresponde al novelista español la originidad de haber enunciado y p~asmado en sus ficciones diversas teorías y maneras rstéticas, muy en boga actualmente. Tales, la del personaje en busca de autor (Pirandello), realizada por Unamuno en Niebla desde 1914: la de que el autor ncaba por ser juguete de sus ficcio~es (J oseph Conrad), expuesta por Augusto Pérez, uno de los personajes de Niebla, y la de falta de plan definido en la creación de una obrn estéticn (Bernard Shaw), ya expresada por Unamuno en aquel diálogo entre Víctor y Augusto (Niebla) que comienza: "Mi novela no tiene argumento, o mejor dicho, será lo que vaya saliendo. El argumento se hace él solo".

El procedimiento valorador de Balseiro, tal como se refleja en estos ensayos sobre Unamuno, Pérez Y, en verdad, Balseiro ha logrado enfocarlas acerde Ayala y Hernández Catá, dista de la crítica espetadamente. Todo concurre a imprimir a este ensayo culativa. No es el teorizante que toma la obra enjuiearácter definitivo: simpatía honda, espíritu comprenciada como punto de partida para inquisiciones estésivo, perspicacia en el análisis, certeza en el detalle definidor, criterio avalorado por extensas lecturas cos- ticas o filosóficas. Gusta, por el contrario, de~analizor la obra en SlJ propio ambiente. En verdad, hay más mopolitas. análisis que especulación. Re]ata sucintamente la traLa contradi-cción,aspecto fundamental de la vida ma novelesca; puntualiza el personaje logrado; ubica y la obra de Unamuno, es objeto de una glosa alumbra- en zona aparte el que es mera añagaza literaria; defida de sagaces observaciones. "Su voz, apunta Balseiro, ne el estilo, y, en torno a la significación del libro, no es melódica. Entra en ella más de un acento. Es ppunta ju ¡ciosas observaciones. voz bachiana, polifónica. El cerebro de Unamuno seEl segundo volumen de EL VIGlA es un hito de meja parlamento en sesión permanente. Brotan de él los discursos más encontrados y las opiniones menos avanzada en la evolución espiritual de Balseiro. Más conciliable¡:;.Como una de los amigos <le Stello,-en la (.onciencia artística, más hondura de pensamiento, certera la apreciación, ponderado el entusiasmo y ancho obra de Alfred de Vigny-Unamuno puede repetir: t!} crit6rin. "Je ne s¡¡is pas tonjouf8 a. m= opiuiou".


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UnaConferencia de donAméricoCastro Por Luis Villaronga

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Bella conferencia la dictada por don Américo narca. .h:l monarca quiso aquellos matrimonios, el reCastro CJ1la Fundación Cal'negie. Bella por su forma parará la grave ofensa. Y así suceue. Ante una asam(le seJ1l:illaeleganein, bella por su hondo contenido es- [¡lea el Cid comparece y formula su queja y en el compirituhl. El tema no pocHa ser más atrayente: "Dios, bate judicial de rigor se limpia la honra. De Gonza.lo el homhre y el universo en la Edad M,edia". Tema de Berceo ha citado el pasaje del sacristán pecador cupara los amantes de la filosofía, la literatura y el ar- ya alma se disputan, en curioso pleito la Virgen y te, sobre todo cuando ha de scr explayado por un ma- el diablo. Del seÜor feudal nos ha dado un retrato estro en quien de manera tan admirable ensamblan JIlás humano, más noble; algo distinto al terrible vioel artista literario y el fi!ósofo. y allá nos fuimos an- lador de doncellas y de justicias. helosos de ver enfrentarse con r1 coneepto del Cosmos Leyendo oportUJlos párrafos del Infante don J ul1n la turbada conciencia de la Eclad Media. ¿'l'urbada, :Manuel, el conferenciante nos pone de manifiesto aquehemos dicho? Esa vulgari¡:ada opinión del mundo me- lla fe en la divinidad que encendía 10i!corazoncs de (lioeval es precisamente lo que ha discutido don Amé- amor reverente y fervoroso: la DiviniJaJ presidiendo rica Castro en su confercncia. Porque lo que el ilus- todas las cosas y de cllya gloria da testimonio ]a hermotre conferenciante intentó y lo logro cumplidflmentesura de la creación. Nobles inquietudes espirituales q. se fue hncer. una revisión de la R(lnrl Media. concretan ell las es<.:uelasde lIominalistas y realistas; Esta" I"evisio!lt's h ist/JI.j(.as SOII muy ~1ecesarias, IJquellos, considerando que no hay más que cuerpo, son, además, !Lna empresa justiciera. Guillermo Fe- forman en definitiva un sistema sensualista. , estos desrrero ha prohndo en uno de Sl18Í1ltimos lihros que cubriendo, tras las manifestaciones, las esencias, lleTiherio no fué e] monstruo que pÍllbUl los text{)s es- van los espíritus al idealismo y al misticismo. colares y que Mesalina no fué tan mesa!in& como ge.Esa misma capacidaJ de fe y de amor impulsaba neralmente se cree. De igual modo, \Vells ha demosa los hombres a las grandes disciplinas del saber. El trado que e] imperio romano (con perdón del signore Hey Sabio abarca todas las ciencias de su tiempo. Con ~russo]jni) no se merece todas las pl\lmas que sobre su poderosa inteligencia realiza illgente labor encicloS1\ inmenso sarcófago ha depositado la humanidad pedista. Guillermo de Ockam emula, en Francia, al en el <'urso de los siglos. Don Américo Castro nos ha dado una visión nue- gmn monarca español legando a la posteridad numerosos escritos de carácter político-eclesiástico, de lógiva de ]a Edad Media. No es este período el oscuro y ea y de filosofía. y medroso paréntesis que scpara la grandeza de la En la última parte de su admirable conferencia Antiguedad del esplendor del Henacimiento. La Edad )1edia, tiene por el contrario, su grandeza y su esplen- el señor Castro corrobora su elogio de la Edad .:\Iedia dor. El Papa y e] Emperador eran las cabezas visibles contrastándola con estos modernísimos tiempos en que de aquel vasto mundo. El Papa. era la jerarquía supre- vivimos. Y aquí aparece el hombre inactual que es don ma de aquella Ciuilad de Dios que puso en supremas Américo Castro. Todo humanista ilustre, todo pensaletras San Agustín. El Emperador era el árbitro de dor auténtico, todo artista sensitivo y generoso, tiene la Ciudad terrena. Constituía el sacro imperio una que ser inactual. Es enorme el déficit espiritual, que sorprendente estructuración social y jurídica. Una per- acusa nuestra época. No existen hoy jerarquías ni un fee.ta trabazón de orden jurídico ligaba las inst.itu- orden jurídico que dé coherencia al cuerpo social. No ciones y los individuos. En aquella sociedad cada existe la legendaria noción del deber. Tocas las cosas cual ocupaba su sitio; el sitio que le correspondía. El rstán trastocadas. No hay fe ni amor. No h,lY e!1t!.ldeber era un concepto profundamente arraigado en siasmo. Las religiones, puramente litÚrgic3s. no influlas diversas clases sociales. yen para liada en nuestras vidas. Sólo p~nsamo.) el! El conferenciante ha ilustrado aquella noción ju- estos tiempos (palabras textuales) "en ~l ;\Utom(.vil Ford y el aeroplano." ¿Dónde están hoy las ~SCIl '!a~ rídica imperante con bellas evocaciones de la literatu(le hombres? ¿Dónde están las plazas socráticas, los ra épica. El Cid, por ejemplo, ante la afrenta que le jardines, los huertos, las Academias, los Liceos donde infirieron los Infantes de Carrión flagelando a sus esposas, las hijas del héroe, no se revuelve en espanto- se enseña a los hombres cómo se debe vivir? sa cólera, no echa bufidos, no coge su espada y va a Un poro de noble pasión y otro poco de fina irovengar el agravio. El Cid remite su venganza al 1ll0- nía pone el cQnferenciante al contrastar ambas épocas


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pág. 8 10 cts.

HOSTOS'

10 el,;.

nuestra

energía

vita1

se atomizn,

en gestos y actividades revista Editor

de letras, arte, ciencia.

y redactor:

Emilio

R. Delgado.

REdacción: Luis Villaronga, Sofía Megwinoff. Jo!;é Villa. ronga, Noel Llorens, Rubén del Rosario, R. Laval1dero, V, Geigel Polanco, M. llivera Matos, Juan A. COl"l'etjer. Apartado

520, San Juan,

P. R.

HOSTOS y NOSOTROS PORMANUELRIVERAMATOS

il1teg1'ación l'ientación

de ideales que

estériks; y actitudes.

impide

fijar

í';(' di:;ipa

inÚtilmente

urge por Iv l'adecemos

J¡IS \'olumad!'"

uua una d~';¡)-

ranto

,~n IIlt Uh,jé-

tívo determinado. Ya nuestro pueblo a pena" ticlle ('011J'iauza en sí mismo, ni fe en lo:> illeah',:. Xo l':'el'lno,,; el1 IIll('stros hombl'c,:, Bi PIl 1I:llla. Lo,: intel'es('': II\;\S Jilezlluinos

pa l't'(','\l "el' lus Ílllieu"

teBeia insn:1ar; odiamos erecmos en la virtu:1lidad mu]titu<les caminan docilidad rebaJíeg"1l

múrile.s

dl' Ulll',,!ra

,,~ i,-

cl patl'iorisllw ¡)(¡¡'qnp ~'n 11\1 de esa ftWI'Z:I 1\!dl'n!ol"a. 1.:1'

indiferente!';, carente,: de

dis.!,::l'l'~¡Ill.ts. .'on lllU 1.: e¡ol'i'!!'í:l unilil';¡ l'

Ü1tegl'llclol'a ti.. un ¡<ll.ai, 11tI('!'!'a lIi;'; <1" l'<' ¡!lHI 10s ,;Upl'riores qu'e JIlo\'i'icPII la lIill:'l1l1i\':I .1(' :-.u,; ,:,'n¡ililipII10', No creemos

el mOlllen,o

op01'1 uno

P;II':1 Iiqllicl:t l' ¡'P"POII-

Hostos será el nombre ideal que auspiciará los "ahil¡da(]¡.(:. ~~Úlo C'\'t'e1I10S t¡l1i' l'.- lh'I'(''iari:: una I't':l<'destinos d~ e3ta revista. Ninguna figura mÍLs egregia <:i('1I yigol")';;;: (le 1'11('rz;", n\l('\'a,: que o)i'0I1~~':l!l\i;I:! 1;:11'1\" n (..~tn :1\'¡lL'!I:.I1.! (~!Ii' ~I!!.!\';L¡/i¡ .:¡~i y luminoi;a que la del penslHlor autillallo para servir ¡-:I I'~' ('OP!¡':J(';Ún de emblema a nuestros propósitos cuJturalc,.;. Eu ,,1 q ti ¡la,' I)I"('''¡ ":L, »osihi1 itli;,l,'.; do' 1'11(.1.'0. y,) mf' ;1\','11presente, Hostos es casi un símholo pnra la jU\'eU:IHI turo ¡¡ ell!!'ir <¡Uí' e,: 11,,\",";:11':",.,! L' ;'1\"':11.:,1 ,'! iIllPt'I';¡' pensante de América que sc nutre de su rica vCIHlimi¡1 ti\'o llr la l'I'IJ('"<lí:1. !kh,.Jdía ('n (d ':('lIt ¡,lo 01" \'111\',.1' ideológiea. " 1'(',I:IUI',lI' 0" l"a10n." aril'llIatiyos tiC' !:1 \'itl:1. Xo tranHubo ulla época en que el autor (le "1\loral So- si!!i,' ('0'1 la illjn'iljpia, !li tolpral' qUi' 10'; ,l,'Olllt,¡-i!lli"!I' ,)ial" vivió casi de¡;o-onoeidoJJal'¡1los jJuel'lol'l'i(JlH'ilOs, tos 1I'anSC'III'I'i1n cOlno 1':111. si!! Ir"e..'!' ;"'I!! i!' 1:, i:il'O!'fo¡ Se cumplía aquella ley que parece ser morbo de IIIwstra mirlad dI' lltlf'stros e.~:.íl'ij,,,. /.\ 1l!\'il'",¡,'i' !jUI' ""ll'P¡"¡'" raza: glorificar los grandes vivos cnando son los gra li- Irlo nuc!';tro. tI(',:creítlo v p,w('pti..,o. YlIl.'!\"n ;1 ll'lh'r ('011' des muertos, como dijera un escritor llominicano. S'¡11 fianza en sí mismo l' !'l' ":! ';',.; 1i,.J.I¡\)!'~'-: lJ"(' ':l' ('oni:lgí,' f'll1bargo, hoyes imposible trazar la historia del pensa- (le entusiai'lI1o }10:' ,,') id:'al (.ua'quil'l'il. Es pn.,.iso qlll' miento hispanoamericano sin insertar la obra hostosia- 111»: ca<;emos COIl tt'na idea .r tengamo..; cría ('11('!tl. na, tan respetable y profunda como la de Bello y Sar- JllO diría Unnml1no, "El bOJllbJ't! no ¡¡¡",de "¡,,ir p!el':lmiento. Pocos espíritus americanos han vivido en una ll1«:'nte ~i !lO Ilay a!g'o rapaz de llenar Sil espÍl'itu ha~!:1 tEnsión más dolorosa hacia lo ideal que TIostos, t~Ura el punto de (le~ear morir por ello", I1lí:1deo ,'tp!!:11~' G:F\"ida fué una jornada redentora en pro <le la cuJtnl'n, s('L Por 1';:0ql1Cl'emo~ al'tua1izar una figura roUlO Ro;:. el pl'ogre.<;oy las aspiraciones libertarías de estos Ime- tos, tan repleta (le i(lea1i"lI10, c1e lIobleza y dI' "ihradoJ'11 blos humillados por el despotismoco]onial. En su vi<la energía. no sabemos qué admirar mÚs, si el conteuido ideolÚg-iDesde 1I08'1'OS. la .iu"l'1Jtt;.l echar:1 al aire 1ns eo de su obra o el dinamismo heroico de] combatiente. YO('('s (le su e~píl'itu. fUl'rtp<.;y \'ihl'alltp~ ('omo 11l1arlaVivió para prn;:¡¡l' eOIlhondul'll y lnehar con dcnuedo por rinada. A;:pil'amo;: a !'J'Oypl'tar Ince;: 11I1<'"n;:!';obr,! el pala justicia y la libertad humana. Por un extremo, Hos- 110ramn y¡tí:]: quel'emos sacudir la pasiyidai/ ahÚ~i('n. tos confina con Rodó, por el ot.ro pertenece a esa din¡¡~- la inercia infeeunda de pste pueblo que parel'e entutin gonora de liherta(lores que cierra su ciclo heroico mN,i(lo para las neti"icln(les su¡wl'iol'p;,: ,1('1 I':;píl'it 11. ('on el insigllc Martí. Hoy e,'ocanlOs con un earilio casi Anhelamo¡.; inye\'ta l' <:IUIg-J'ejoyen y g-enero;:a en e;:filíal la figura (lel ~fae.<;tro,cuya vida es \I:nfaro i(h'nl te ol'g-anismo que parece caducar prematurnmenfl'. hacia el cual f'nfilamos la proa visionaria de nuestros n08'rON serÚ ulJa antena cl'édil qllP r('('O!!l'i'¡í to.l:\;.; espíritus. la~ "ibr¡¡eiones de la hora, 11]1:1atalaya que ote(' los hoEn muchas ocnsionl'~ l¡¡'!1loSinsi.';(;i(logohrc 111llI'- rizontes lejanos tlOllr1ese g-esta el pOITpnir, Rel'emos exgencia de que l¡¡ juventud ns:l'ma una ac!ituel (lefini- pectadores sen<;ibi1iz¡¡rlos (londe hallen simpática r('Astoria frente a los problemas del país. Vivimos una era sonancia todos los !¡¡ti(lM (1<:> !:1 cll1tnr:l moderna. desintegradora en que to(lils 'as fuerzas sociales, mora- piramos, pues, a harer ohra de l'!'eaciím ~. (le Yi(la,sÜ' les y políticas se dispersan en direrciones opuestas; hrc toclo. ohra de vioa perdurable. . . l'()

históricas. Oyr-ndole siente uno la añoranza de los tiempos viejos. Un largo aplauso, cordial, efusivo, ha acogido las 11limas palabras irónicas de] ilustre maestro. El pÚblico era muy escogido y se apretujaba a la entrada

del salÓn de conferencias, 1\I:ls o mello;~ 1:1 mitnd cll' la concurrencia se componía de (13m:18. Y el nrt i,ot;1. l~l filósofo y el tipo raucásico (le negra barba ('e1'l'ada ~' sabios ojos que hay en el señor Castro se 11:1n!lenido todas las hellas sonrisas de la noche.


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LANUEVAPINTURAMEXICANA (JACOBAROJAS) Con las escuelas lle pinturas a~ aire libre y el esl' íl'ji II fj11L'('.~I;¡.';\'~cuela~ esi Ún iJdUtrallflo a los pintores de In IltW\'iI generación, surgen el arte mexicano de la revolue:iÓn y lIlHt plástica escncia1'mente mexicana. Hay, ('8 rirl'to, ]a ohra y el pl'ecedenÜ1 de lo;; pilltol'e~ revolu('ionarios. precursora ue esta hoy snrgente; pero la dr ".-::...1 ,,,Ú.' q. una oLla sllbstaneia]men(e revoluciona"". sUI'g-ida de ]a n'\ \Ú\ciÚn ,1' nuh'i(l:t por ella, es una ,,!, .1 j"',.L:,~'i',.:it':l J'l'\'olnrionaria. tl'anscl'ihiendo esce-

Leñador na" que encierran una crítica aeel'ba e implaeable eontl'¡\ ht~ e'ases e instituciones que la re\'oluciÓu combate, exaltando SLS heehos y figuras culminantes y sirviendo ('on fiel lealtad sus ideales. 'ral, preminentemente, lo~ fl'escos de C:emente Orozeo en la, Preparatoria y los df' Diego RiveJ':\ en la Secretaría (le Educación. ~h1 l':::I':i',r!'O. p:ll':t elJo~ y pa I'a esa generación, la l'eVOllleiÓn se encierra aun en una actitud militante, y. !,I;':..q!(,::ltH.!!ie. ('11 un impel'ati\'o de edif'icancia revolucionaria. Para las nnevas generacione.<;, sur~idas en el período construdivo (le la revoluciÓn, cunndo ésta hahí:! <'Ip:tdo yn un l,~tado (le eoneic>nl.in J'evolueionnria e imprimía sus realidades categóricas en la vida mexidUUI, !a revolucionaria es una realidad viviente que ha determinado y creado un clima y una atmósfera, y que. por lo mismo, pesa determinantcmente sohre los individuos, y en 108 vínculos y relaciones qlle existen entre el individuo y el medio. El levantamiento económico del indio y su: incorporariÓn a la vi,la mexirann. significan y vienen a representar el resurgimiento, después de cuatro siglos de im;¡otpllC'iH, que lo fueron, posiblemente, de

energías y de ímpetus acn:mulados, de las posibilidades y el ¡¡eerbo fecundo de las razas indígenas. Tanto es así, y con tal vigor y ufanía se produce este resurgimiento, que en las escuelas de pintura al aire l~bre, que están dando a :México una óptima y maravillosa hornada de artistas, 100alumnos que producen obras de mayor originalidad. de emoción y sensibilidad mÚs aguda y penetrante, en las cu.ales brilla el más claro destello personal, son los indios, y las escuelas que más se destacan por su vigor y originalidad, aquellas en las cuales predomina, o priva totalmente, el elemento indígena. como ocurre, especia'\mente, en las escuelas de los Reyes, Tlalpam y Xochimilco.-El criollo prolluee segÚn afinida(!f..,de sensibiJidael y ele emoción, históricamente agot:1\la8. apnradas hasta la máxima saturación, si bien, /,roducii'ndose en estas escuelas, gracias a los principios pedagÓgieos en que se apoyan, que impulsan y avivan ,;! cs!ímu'k) creador, por encima de todo- con una certl'1'Horiginalidad inuividual. El indio, por t'l contrario. ('.ya" facultades creadoras y cuyoacerho 110han podido ]tl'oducir:<eni manifestarse en el transcurso de cuatro('ientos aíios, ahora. al desplegarse, ~e abre con un vigor tal, que nos reve~a los ímpetus avasalladores de una curiosidad y n.n raudal emotivo completamente inéditos, del torlo vírg'enes, que arrancan del panorama de la villa desiellos ue una originalidad sorprendente. Sin disputa alguna, el arte de la muchachada indígena de las escuelas de pintura al aire libre, es el fruto de más valor y más destacado que la revolución ha dado en el campo artístico, valioso y revelador, porque crea una. plástica propiamente revolucionaria, y al propio tiempo, porque con ella surge un nuevo caudal de emoción, de una originalidad artística maravillosa y completamente virgen. Elocuente testimonio de la existencia y el surgimiento de esta nueva. plástica, son la obra y la personalirlad de Jacoba Rojas, de la escuela de Churubusco..Tncoba Rojas tiene dierisiete años y hace tres ingresó ~n la Escue1a que dirige el entusia8mo fervoroso de Alfredo Ramos :M:artínez.Sus primeras telas son reveladoras, y en ellas, apenas iniciándose, se refleja tolla la fuerza y el ímpetu de su formidable temperamento: usa de} color con plena conciencia y sabia intujción, de sus \'nlores plá¡;ticos, de su función expresiva, y dentro de las limitaciones y la medida que le imponen}a propia exig'encia del hecho plástieo, usa de él exaltándolo a su más aJlta expresión, elevándolo a la máxima potencia y a su plenitud. Con ello se evidencian sus dotes y su formidable temperamento de pintora: porque, en reali(PaBa a la pág. 12)


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parerga por angel valbuena prat

U'na bella página que 'nos ha e1ttregado para el primer número de esta revista el nuevo catedrátt".<;o de literatura de 'nuestra Universidad, Angel Valb.uorw. Prat. "H o,<;tos"tiende ambas manos fraternas a,l joven catedráJico y le recibe cordialmente cdlnO uno de los nuestros.

.x V Y X VI; con e!lo al Henacimiento, a] movimiento mi'ls cosmopolita de la historia.

(}lOSI1S(1 la Odisea-La Odisea es, ante todo, el poema del 1'.1ar.Es preciso ver~e, en la nave, bajo el delo teñido con los rubíes del poniente, y rodeado de agua con reilejos de nácar, para comprenderlo. Es un ],oema de sal marina y nevosidad de espuma. El, y ninguno- el mar de VirgiHo es mitológico, y el de Ca. moes un puente para la Tierra estilizada de la isla Venus-o y en él, la inmensidad. Parece que el autor de la Odisea sentía un mar más extenso y grandioso que el Mediterráneo. En sus versos vibra -adivinándose- la voz del Océano.

Calipso y Circe sienten la pequeñez de su pedazo de tierra; les falta mucho para sentirse felices; desean ampliar su vida. Por eso r.etienen al hombre (11'1continente. , con él su mundo menor se hará universo. Ambas coinciden en querer conquistar para sí al aventurero. Pero Calipso-- la noble diosa de la hermosa cabellera- no posée más artes que su belleza y su tel'l1ura. Es la deidad del ensueilo; el espíritu de la isla de Venus que cantará- renacentistamente- Camoes. Cuando Ulises escapa de su red de oro-sólo entretenido, no ret~nido-- en su alma queda una gota de tristeza.

Odiseo simboliza el hombre del continente, la cultura de] continente. Importa poco su procedencia. Lo que vemos en él, es una insaciable vitalidad, que no puede encerrarse en una isla. Abandonará la morada de Calipso y de Circe. Al llegar a Itaca deseará volver a vagar. La pequeñez de la Tierra rodeada de mar, no ]e basta. Nos hace ver ]a tragedia del hombre de ]11tierra firme. constreñido en el peñasco.

Frente al hombre del continente, tres figuras fel1Ielljnas simbolizan el espíritu de la isla- tres distintos aspectos de la isla-: Calipso, el ensueilo; Cir('e. e] engaño; Penélope, la intimidad.

Circe es la hechicera. Sus armas, el engaño y el trastorno. Lo que en Calipso es sólo fina coquetería, Circe ,convierte en traición y maldad. Calipso hace a los hombres más humanos: Circe los convierte en fieras. Entre una y otra, Penélope se contenta con I!\lS peÍlas y sus bosques rodeados de mar; es la esposa buena, que hace de su hogar un microcosmos de de]i('jas y encantos. Con ella, la intimidad, el interior, ]a maternidad.

Odiseo no es clásico. No se limita en piedra ni fll estrofa. La contencióñ es uno de los rasgos del clasicismo eterno. Pero él necesita el mar inmenso y la tierra entera. Con un criterio histórico diríamos Pero Ulises no se sacia con lo uno ni con lo otro. que más que griego, Odiseo es un alma fenicia. Superando los colores de lo circunstancial, diremos me- Deshace las hechicerías de Circe y se desprende de los jor que es un espíritu romántko situado en una eta- cahellos áureos de Calipso. y tampoco se contenta con pa de] clasicismo. Con ]a Odi.<;ea se llega a las novelas de la illtimidad. Todavía -canto XXIII de la Odiseaviajes bizantinos; con ellas al contentamiento con el ha de reconer nuevas tierras. El mundo de las islas mundo interior y los reinos de ultratumba del Arte de la es pequeño. Buscará en las aguas un reino sin fronteEdnd Media. a los viajes y conquistas de los siglos ras. "Y la muerte le llegará del mar."

DEBUSSY I¡aboratorio químico, labor fina y paciente de extracción, poesía, sutiles espirales de notas, surtidores de luces siderales, música depurada. música evanescente. Colibríes tornasolados, fantasía de una noche de rizos azules y bermejos, desfile de faroles, zarabanda de espejos, arte de Uneas raras, celeste geometría.

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Alquimista moderno, busca un oro de estrellas -diríase un gnomillo que habita en una llama-, a sus ojos se hace y deshace el pentagrama en penumbras heridas por verdosas centellas. Ejércitos de soles, paisajes policromos, simbologíd única, musical gongorismo, se flota en el ambiente como un micro-organismo que anestesian aromas de minúsculos pomos.

Evaristo RIBERA CHEVREMONT


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CuestionesContinentales Por AntenorOrrego j~J\ verdad, es aventurado pl'emollizal' ¡,(ohre:0 que lomienza a devenir. Preconcebir la hiRtoria es como fJl'('('olH'ebirel JHlcimiento de una criatura. Pero, es ¡¡r('(.isoarmarse de valo!' y, sobre todo, armarse de inItI¡(~i(,".110 para pronosticar, sino para descubrir. Si no (.s posihle conocer al hombre entel'o a través del niÜo. ereo que, a veces, es posible seÜalar algunos de ~u;; ra¡:;gose¡;enciales. El primer vagido de la criatura alumbrada encierra todo el misterio de sus posibilida(les. pero orurre que estamos (~iegospara reconocerlas 1,01'la torpidez de nuestra inteligencia. No hay que o1\'idnr (¡l:P I:na cuJtura es destino, es decir, realidad potpncial tanto como es azar y lihertad. Cojamos esla re:I!i!bd ell potencia y completemos la e('uación con la !ihertnd. No creo que haya otl'a clase rle adivina(.ión o proIlÓ¡.¡tico.

¡¡~piel'den las de;icadezas y excelenciasy resaltan las monstruosidades. Este choque tenía que original' una tremenda reacción. El pudridero fecunda la planta nueva. Estamos ante el albor de una nueva cultura. ¿Cuál será ésta 1 Ya lo he dicho, es aventurado preconcebirla. Sin embargo rastreemos sus posibilidades.

Por hoy e; rasgo saltante es la restitución de la razón a su papel de intermediaria del pensamiento. Se trata de vitalizar la razón, es decir, de colocarla l'n su justo encaje funcional. Es el viejo pensamiento de que se debe razonar para vivir, pero no vivir para razonar. Es cuestión de la sensibilidad del hombre en un 1lI0111entode la historia. El europeo sintió \'ivamente la necesidad de vivir en un m~ndo perfecEuru!'a ha creado una cultura eRencialmente ra- to, libre de las contingencias de la materia y de la ,';ollalistn. Nada defiue mejor eRta cultura que la Es- vida. Este mundo lo creó sirviéndose de la razón. Es('o!Ústica .r el arte gótico, en que la vida se esclaviza te fué su raciolla!ismo; raeionalismo que presidió toa J¡¡ enkequ ia y al arquetipo racional. La Summa do el curso de su cultura, hasta en las épocas en que '(\'oIÓgi(.a y la iglesia gótica no sólo son la Edad Me- parece que más lo negaba. dia, SOIlla Europa de todas las edades. Cultura diaEl prototipo de la cultura occidental o europea J~etica <¡tiCtomn la vida por el testuz y ]a mancorna. La li¡l'ratlt:';¡ pastoril o bucúlica que fal8ifica el campo ha sido y es la cultura francesa; mesurada, elegante, incrustándo!o en el salón. Los lihros de cahallerías racional, brillante, armoniosa. "IJe drolt ", palabra que exaltan un honor y una justicia delirantes; sensi- que expresapl'ofun,]amene el respeto del francés a la b)p!'O",pirüU'('11icos,hazañosM, al'l'ancándolos del fluir ley, a lo consagrado, a lo racional. Descartes llega a ex10ti!1iano. Atala y Heneé, el F.austo y Werther, ro- plicarse el mundo y a justi1lJcar la vida y la ultravimanticismo que se olvida de la realidad. Versal1es y da con solo el auxilio de la razón. Otro caso singular 1'1,,¡g'lo de 01'0 francés. Paraíso artificial y literatura y corroborante es Spinoza. "fin du siecle". Torre de marfil, alm.enada y de puenfi' levadizo como el Medioevo.

Jamás el arte de razonar llegÓ a una agudeza tan maravillosa, a una vitalidad tan grande. Pasma, Por último, y lo más importante, filosofía que como un hombre sin salirse de su gabinete en('uentra entroniza a la razón sobre el pensamiento. Se filoso- las solucior;es fundamentales de la vida. (Leverrier fa para (.onstruir sistemas racionales. I~a razón no es deseubre un planeta sin alzar los ojos al cielo.) un simple vehículo, es la protagonista. (Recordemos Cuando empleo la palabra deformar y falsificar lo" postula(lm dI? la Revolución Francesa.) La Teono es que quiera expresar un sentimiento despectiiogía no tanto busca a Dios sino ]a razón de Dios. vo. Lo hago por método o claridad verbal. No hay Xo hasta que pxista el hombre, es preciso probar que que olvidar que hablo como americano y que, al ex(.xislr. :Ko ha"ta ~a intuición de la verdad, sino la. dispresarme tengo por fuerza que usar los recu:rsos o pacusión de eHa. su racionalizaci6n. El hombre no se labras del amhiente espiritual, de la perspectiva de contenta ('n saberse poseedor de una verdad, no le samí raza o estirpe. No hay otro camino para dar una tisface el monÓlog-o,es fuerza imponerla a los otros, versión o impresiÓnde la cultura occidental a través (.,. preciso pl r1Úílogo. r~a dia1éctj¡'a, sobre todo. de un americano o novomundano. Por desgracia o, En América esta cultura se descompolle y se pu- ¡,or fp!i('idad --falta averiguado todavía- el homdre. El calco servil pone de manifiesto la aberTaci6n hre carece de la suficiente objetividad para ser juez del sistema que estaba oculta. Al paRar a América (Pasa a la pág. 14)


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LA NUEVA PINTURA

MEXICANA....

"¡nenede la. página 9 uad, el color no es para Jacoha Rojas un elemento pintoresco, sin valor propio, expresivo de~'eua.! U"tlsin tasa y sin control, con tal de conseguir efeCtuismos visr:.ales sensualmente halagadores: es por el contrario, motivo de una inteligente especulación, medido y pouderado. con un valor expresivo y plástico concreto y deterl1liJladamente propio, adquiriendo con c110.en su~ telas, una vigorosa y clara elocuencia. Desde que se inicia por los caminos del arte, Jacoba se da a él con todos sus ímpetuJS y su pasión, y consigue reflejar de una manera viva y fiel, sus emociones. Ya en sus primeras telas vacilantes, por deficiencias en el manualismo y en el uso de 108procedimientos pictóricos. consigue, no obstante, U11agran eficacia expresiva y una ~an elocuencia plástica. Y es que su temperamento, fuerte y vigoroso, )e permite captar y asimilar, penetrando en ella, la emoción que se encierra en el espectáculo qlre se posa ante sus ojos, porque cuando pinta. no pretende ni se propo11etransmitirnos una sensación puramente visual, física, epidérmica. Hay en su visión una vida emocional substanciosa, pIctórica (le expre¡;;ión,y a través de aque~.1a,vivificado por Sl1vigor temperamental, el paisaje y la vida se humanizan. porque, frente a este escenario, cuando nuestra artista pretende traducir y expresar plásticamente sus emocio"JWR.se proilu<,erntre eUa y la realidad una uni¡lad ,ital. una síntesis, en la cual su temperamento se impone y triunfa, dándonos de la vida una visión humanísiroa, de ~na efectiva y vigorosa plasticidad.

E'w im¡.;erativo de plaslicidarl e>1..posiblemellti!, io que Laee tan sumamente intere:4ante y valioso el arlr de .Jacoha Rojns. SUlO¡ obras son siempre la rcve'a('j,',n y expl'esiÚn de nna emoción esencial y ,i,a, y la lI1:1teria pl:'u:;tj('a,en l'umrlimiento de su fl1neión expresiva, Re eleva a la más alta elocuencia y calidad. IJas últimas telas que ha pintado Ja<,oba son de un positivo valor artístico. En eHas, y a través de todas su;: obras y su evolución, no es posible descubrir '¡:n solo moment" de simulación, de arguicismo, de virtuosismo o de falsedad. Todas sus obras son de una gran hone...;tid:1I1,(le una suprema sinceridad, y en eUas, su temperamento se refleja y produce por medio de una materia densa, sabiamente especulada y ponderada, cuya función expre.<;ivase cump1'e con plenitud de sentido )' ile ,alores. J acoba Rojas, con ~USdecisiete años, es el mejor fruto que hasta hoy han producido las escuelas de pintura al Jlire libre, y una de las más interesantes figuras del nuevo arte revolucionario mexicano. La sinceridad 1"plpnjtnd expresiva de sus telas, su humanismo, fruto y eXIJl'(~sión de su capacidad emocional y de su vigor tem peramental, son prueba clara de las posibilidades que se {'ncierran en este resurgimiento indígena mexicano, que. frente a la inquietud estéril y ociosa de occidente. produce 'm arte genuinamente original porque mana ile una fuente y un caudal de emociones completamente nuevas, por sus orígenes y sus manifestaciones. por su racia'.smo y la virginidad de sus creaciones. MARTI CAS'ANOV AS Mexico, Sept. de 1928.


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, CUESTIONES CONTINENTALES'.... viene de la página 11 ¡Ultes que autor y actor. Por lo demás, es sabio y VltHI amar su límite para no dispararse fuera de si mismo haciéndose trizas. En este ensayo me he esforzado en comprender a Europa, aunque se de antemano que n.o p\OOdo n¡i pot!t'é "nI" nUlH'a como un europeo. Lo mismo le ocurrirá al {,Ul"OpCOmn respc('to a América. Son dos sens;hilidHdp~. ~iT1nó contrapuestas, por lo menos, dilltinbu;.

En ética y en estética el amerieal10 está en el punto opuesto al europeo. Por lo general, salvo raras genialidades, no se comprenden ni se comprenderán nunca. Dudo mucho que un europeo culto pueda comprender en sil justo valor vital el pensamiento de Vasconcelo¡.;y la e:>tétil'H(le César Vallejo, pongamos por caso. En América misma no se les comprende en lo que tiene de valoración eterna. Y es que en Améri('fl hay dos Améri(.as: la América Europea que ha asimilado la cultura occidental y que, como he dicho, es pudridero de el1a, y la América Americana que comienza a revelarse en fuertes y claros temperamentos, Entre ambas hay una incomprensión absoluta. un abismo insalvable y trágico. Donde europeo es ta más que samiento a

se en en la

juzga mejor la incapacidad ética del Kietzche, asi "omo en Spengler resalcua~quier otro, la servidumbre del penrazón.

Nietzche de tan fino sentido estético, al llegar a

la ét.ica la confunde con la moral o, mejor. COIIlas morales. Nietzche es incapaz de concebir el sentido ético vital y et.erno del hombre; en cambio i1nali7.a con extraordinaria penetración la moral hist.órica, la 111 ol'al pomo fenómeno consuetudinario. Llega, entonces, a un excepticismo negativo, aunque de "Así hahlaha Zamhusta" se desprenda un cierto sentido ético de la dda sin quererlo, El menos racionalista de los filósofos europeos, esta infieionado de un racionalismo que acaba por rOIH111cirlo a la locura. Nunc.a una cultura, como la europea, dejó más elementos a la que le sucede en la historia. Hay, sin embargo, ciertos matices sutiles que América no ha comprendido ni comprenderá nunca. Empero esta in('omprcw;ión jamás alcanza "la distancia abismática (¡Ue hay por ejemplo, entre la cultura oceicJental ~. las (~ultul'H8antiguas. Con todo, esta incomprensión es profundamente trágica porque coexisten ambas en \lB momento dado y uentro de una misma raza. No (;1<cuestión de preparación, es ('uestión de aptitud o dl' sensibilidad. Lo que se llama la América jo\'en e!': Europa vieja y descompuesta. Para asistir con más .H'uidad a la \'ejez de Europa es mejor est.ar 611América. Pero hay un hecho innegable, :. es que ninguna ('ultura ha influido más en otra qua 111europea. Es un mentis rotundo a la teoría de los ciclos ~errado¡;; (~intrasferihles de Spengler. Trnjillo (Perú)


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hostos

pág. 15 \

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E'MILIO S. BELAVAfJ · Abogado y Notario Edificio Teléfono

viene de la página 3 HOS'J.'OS y MARTI..... mientos leposados, firmes, incontrovertihles. Martí es el o)'(ldor; Hostos el conferenciante. No solamente Martí cede a Hostos en la medita,'ión. en e' or(h'n eonceptivo. en la lógica de los razonamientos, sino también en las clarividencias del estadista y en la total comprensión de los problemas sociales .Yconstitucionales de Hispanoamérica. Preparado por los serios estudios de su ad01'escencia, por la detenida y perspicur. ohservación de su ju.ventud nómada. por su contextura moral y su amor a la investigación, dejó Hostos una obra perdurable, llena de prove:'ho,,:\~Ol'ien1:\..iones. 1\fartí ('eoe a H ostos en ~tas camp.añas civilizadoras, porque Hostos fué más educador, m¡ís analista, más razonador que él. Pero Hostos cede a Martí en sencillez, en c01~r, en expresión entur siasta y <,ontagiosa: era un maestr& de la prosa. Martí. que tampoco conocía el odio, a pesar de los perros que le mordían las plantas, fué, civismo hecho 'lef'ión, el director patriótico de las muchedumbres, e1caudiHo encendido en ,sagradas rebeldías, que aún reconociendo ('la falta de preparación del pueblo, la dificultad de n'Uestras guerras de independencia, y lo lento de su eficacia" en un arranque de lamenta-

JCAX B. SOTO Abogado y :\otario San Juan

ble patriotismo fué a dar su vida en uefensa de su idea!. Así. estos dos hombres que apuraron amargos sacrificios sin conocer el pesimismo. Espírit.us conscientes de :;'11deber, amaron a España en todos sus eleva,1"" il"I""'fos P:II':1('omhat.irla tcnllzmente en uno: en el po1ítico. Admiraban lo grande, lo noble, lo digno qu'! existe en la RepÚblica Norteamericana, sin rlejar dI:' critiear sus deficiencias y sus errores. Al'par que señalaban para ejemplo sus instituciones democráticas y su admirable armonía económica y política, advertían al pueblo de sus nocivas infJ.uendas en otros aspectos y de su reciente pol,ítica de expansión que tanto les preol'lIpnh'l pOI' amell:1z¡)(lora. Sus pl'ofecías se van cumpliendo. No predicaban hostilidad ni odio: señ,al;aban advertían, despertaban con alertas cívicos. ~S'e quiere mentes más amplias y mejor encausadoras de la opinión pública? Tales fueron estos dos l<uchadores, fuertes, conductores de pueblos, sembradores de a1truismos relampl1gueantef', incansables y recios, indoml1bles v valeroso.':, dignos de perpetuarse en bronce, a cuya sombra inspiradora debiera ejercitarse la juventud de América. (Fragmentos de un estudio,) . Q


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