Industria Pecuaria Hípica (1887)

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INDUSTRIA PECUARIA HÍPICA. MEMORIA PREMIADA EN ELCERTAMEN DEL "ATENEO PORTORRIQUEÑO" EN VIRTUD DEL

LAUDO DEL JURADO CALIFICADOR NOMBRADO EN MADRID

POR

LA SOCIEDAD DE " ESCRITORES Y ARTISTAS."

ESCRITA

POR

Ion ^nstbio ^^^oüna ^errano, Profesor i" graduado del Cuerpo de Veterinaria Militar, Caballero de p.°clase de la Orden del Mérito Militar, Individuo de número de la Academia '' Unión Veterinaria " de Madrid, Sócio de mérito

de la "Unión Mercantil" de Ponce y de la Sociedad de

Agricultura de ese Departamento. •-J"

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"^soriación be €smíor£s g '^ríisías." Reunidos el dia treinta de Julio del corriente año los Sres. Don Gas

par Nuñez de Arce, Don Julio Noinbela, Don José del Castillo Soriano, Don Emilio Ferrari y Don Antonio Corton, miembros del Jurado nombrado por la Junta Directiva de la Asociación de Jíscritores y Ariistas para fallar en el certamen científico y literario que celebra el Ateneo Puerto Kiqueño

en el año de 1886, después de leer y examinar con detenimiento los trabajos remitidos por aquel Centro, adoptaron unánimemente y con arreglo al pro grama del certamen los siguientes acuerdos.—Ciencias naturales. Tema 1? —"Estudio sobre la raza caballar, cria y mejoramiento do la misma en Puerto-Rico ; modificaciones que pueden introducirse para obtener con ven

taja los varios fines de su aprovechamiento.—Laudo—Se acordó conceder el premio de cien pesos ofrecido por el Ateneo Puerto-Riqueño, al autor de la memoria que tiene por lema ; £ln la indvstria hyyica de Puerto-Mico ni se siguen los preceptos de la zootecnia, ni preside una práctica racional.

Madrid, 1° de Agosto de 1886—El Presidente del Jurado, Gaspar Nuñez de Arce—El Secretario, Antonio Corton. (Hay un sello que dice ) Üociedad de Escritores y Artista, Mutuo auxilio.


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Partes que contiene esta Obra. Dedicatoria al Excmo. Sr. Don Jnan Contreras y Martínez.—Laudo del Jurado de Madrid, calificador de la obra.—Prólogo por Don José Francíbco Diaz y Díaz.

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I TI

Dos palabras previas.

Hojeada histórica del caballo : razas principales, origen del de Puerto-Rico ; estado á que llegó su multiplicación y cualidades.

III IV V

VI

El caballo actual.

Reflexiones generales sobre la crianza del país. Compra de caballos para el Tercio de la Guardia Civil j observa ciones sobre el modo de remontarse los escuadrones y dificultades de ericontrar bueuos caballos, los Jefes y Oficiales montados. Consideraciones sobre el estado sanitario de los caballos y ali mentación pública.

VII

Centro impulsor de la cria caballar y necesidad de la mejora. SEC3-Xn>TID.A. F-A-FOTE.

VIII IX X

XI

Medios zootécnicos de fomento y mejora; objetivo que en PuertoRico [ y demás paises americanos ]se debe perseguir. Selección. Cruzamiento.

Consideraciones sobre las cualidades que deben reunir los somentales machos y hembras.

XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX XXI

XXII

XXIII XXIV . XXV

Elección de los caballos para el trabajo según sus aptitudes Depósitos de sementales. Del zelo y de la monta.

Del clima y del terreno en la mejora ecuestre.

De los alimentos, bebidas y limpieza en idem'idem.

De las escuelas de agricultura y granjas modelo en'idem idem De los hipódromos en idem idem. Exposiciónes ó concursos. Dirección técnica de las ganaderías.

Castración de los caballos, como medio de mejora. Estadística é inscripción genealógica. Nomenclatura de las regiones externas. Capas ó colores de los caballos, Conclusión.

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AL LECTOR. Ser útiles á la sociedad en que liemos nacido, que nos

abriga en su seno y á la que todo lo debemos: dar impulso en la medida de nuestras fuerzas á toda idea que lleve el germen del progreso, en cualquiera de sus manifestaciones: allegar nuestro concurso á toda obra que tienda á mejorar lo presente, sentando sólidas bases para lo porvenir ; be aquí los fines que hemos per

seguido* coustanteniente desde que fulguró el primer rayo de luz de nuestra inteligencia. Siendo nuestras facultades escasas y limitados nuestros

recursos, no hemos podido, bien íí pesar nuestro, formar eu la vanguardia de esa cohorte de ilustres compatriotas, honra de las letras ]iatrias, prez de la generación actual; pero con tan vivos deseos como ellos y como ellos animados en bien de nuestra pa tria y de nuestra autilla, hemos acepta.lo. con gusto el papel que la caprichosa fortuna nos ha deparado: el de batir palmas por todo acto generoso: el de aplaudir sin reservas cuanto al bien general juzgamos encaminado ; que ya que no nos fué concedido ceñir eu el circo la corona de laurel, sean nuestras manos las pri meras en tejerla, para los que han sabido conquistarla.

El Ateneo Portorriqueño, cuya primera piedra colocara nuestro nunca bien sentido, excelente amigo é ilustrado compa triota, Don Alejandro Ta])ia y EivCra, quien al morir parece que

legó í\ su institución predilecta la constancia de su carácter y la fortaleza de su bien templado espíritu, el Ateneo decimos, á cuya vida dan savia la voluntad firme y el verdadero patriotismo de

uuo.s cuantos ciudadanos, auxiliares poderosos del progreso, viene

operando c,n esta sociedad un (jainbio notable con esa labor que ha emprendido, tan elevada como modesta, tan constante como meritoria.

Ese Centro, no obstante sus premiosas circunstancias qiie resentirse ban de las que ago\nan al país eii general, da siempre

(pié puede, sus"Coníeiencias"en que, ora se alienta el amor ])a-


( 10 ) trio con el recuerdo de gloriosísimas acciones; ora se rinde culto á la virtud y á la ciencia de compatriotas cuya memoria es el timbre del más legitimo orgullo ; ó ya promueve Certámenes con el laudable dn de mejorar las condiciones de nuestra vida pro vincial, abriendo nuevos y fecundos veneros de riqueza, que faciliten medio mas adecuado á la existencia, propagación y ade

lanto de artes é industrias tan necesarias á nuestro suelo, por tantas y tan complejas causas trabajado. Prueba palmaria es de nuestro aserto, entre otras muchas

de no menos valía, el libro que ofrece hoy al lector la casa edito rial de los SJbes. González & Go., redactado por la concienzuda pluma del Profesor 1° graduado del Cuerpo de Veterinaria Sr. Don Ensebio Molina y Serrano. Como resultado del riltimo concurso á que convocara el re

petido Centro, se presentó eu Madrid, ante el Jurado designado ad hoc, el acabado trabajo que hoy se ofrece al público y que lleva

por título Industria pecuai-ia hípica, trabajo que mereció que el Jurado le adjudicase el premio, cou preferencia á los de la misma índole en aquel acto exhibidos.

T bien que merece tal distinción la presente obra. Empie za su autor reñrieudo una sucinta historia del caballo, ese noble animal que tan útil nos es, asi en las artes de la paz como en las de la guerra ; de ese compañero del hombre, al que invocaba el sentimental Heredia, en sus horas de melancolía llamándole "dulce amigo,"cuya interesante historia arranca, el laureado au tor ,desde la antigüedad mas remota, haciéndola llegar hasta nues tros dias.

Estudia y expone con lucidez suma las causas que en esta provincia han influido en la decadencia de la raza que importa ron aquí loa conquistadores, decadencia que atribuye acerta damente al descuido ó ignorancia con que se la ha tratado

13or olvido ó desconocimiento, de izarte de los criadores, de las leyes de la selección, que no en valde, y sí para que el hombre la imite, ofrece la sabia naturaleza al ojo avisado del experto ob. servador:

líos habla de los varios fines á que la industria puede de dicar el caballo, ya para la silla, ya para el tiro ligero, ó para el tiro pesado 5 condensando los principios aplicables á la consecu ción de cada uno de estos fines, y demostrando las ventajas que la sociedad obtiene de la especialización dirigida por sanos procedi mientos;

Al tratar del forraje que, conforme á la edad y circunstan cias, debe suministrarse al caballo, discurre con madurez sobre el particular y entra, como por acaso, en reflexiones de peso sobre la alimentación de nuestros jornaleros, trayendo á la superficie


I - y:*

(11 ) la importante cuestión económica, relacionada con la actnal base del sustento de nuestros braceros :

Explica las ventajas del cruzamiento, época del zelo y leyes que la presiden en la industria hípica, y después de razonar con recto criterio acerca de las cualidades del caballo árabe que

aunque costoso, seria el mejor como semental para nuestros hatos, se fija en el de la Argelia, berberisco de raza, mejorado conside rablemente por el arte en Francia, y que juzga el mas apropósito para el cruzamiento en este país, por la alzada proporcional, agilidad, fuerza, energia y sobriedad:

Sienta, y ello es una gran verdad,"que la especialización es-al progreso hípico, lo que la división de los trabajos es á la in dustria."

Práctico en cuanto afirma, aconseja como primer paso me jorar la raza existente, para lo cual da las reglas mas necesarias y precisas.

Tampoco olvida el autor la falta de propiedad, con que pol lo comuu se designan aquílos nombres de las distintas regiones, músculos, etc. del caballo, no menos que sus colores ,- y para que se tenga de todo ello un concepto claro, presenta una estampa cuidadosamente numerada, que el Sr. Eodeck, por encargo de la casa de los Sres. González & Co. ha litrografiado 5 estampa que viene ilustrando la presente obra.

Pero extendernos más, seria anticipar al lector ideas que, con orden perfecto, desarrolla o)mrtunameTtte el Sr. Molina y Serrano.

Baste decir, por conclusión, que todo lo concerniente á la

industria hípica en este país, toda idea que pueda aijortar un da

to para la solución del problema de mejorar la raza equina, cues tión de importancia siempre creciente por el incremento que habrá de dar á la riqueza en nuestro suelo ; todo se encuentra magistralmente tratado por el Sr. Molina y Serrano.

Oreemos, por tanto, que al recomendar este trabajo al pueblo portorriqueño, al encarecerle la necesidad de que este libro circule con profusión y de que lo adquiera todo el que ten ga un predio rústico ; contribuimos con el autor á irracticar un

gran - bien para esta provincia, llamada á palpar en no lejano dia, los beneficios que proporciona toda industria, cuando la pre side la ilustrada inteligencia del hombre. Si este justo y merecido elogio que hacemos de la

presente obra, que ya antes alcanzó el veredicto favorable, pue de influir en el ánimo de nuestros paisanos, estimulándoles á

adquirirla y á estudiar y seguir los sábios consejos que guarda

en sus luminosas páginas, y por este medio logramos apartarlos de la rutinaria senda, mejorando así las aptitudes de nuestros


( 12 ) caballos que, por las coiidicioues buiniales de nuestra isla,

pueden ser notables; nos cabrá la satisfacción de baber contri buido también con nuestro débil esfuerzo á indicar un gi'an venero de riqueza que puede explotar ventajosamente nuestra an tilla.

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ESTUDIO SOBRE LA RAZA CABALLAR, CRIA Y MRJORAMIRJSÍTO DJE LA 2II8MA EN PUERTO-

RICO^ M0DIFCACI0NE8 QUE PUEDEN INTRODU CIRSE PARA OBTENER CON VENTAJA LOS VARIOS FINES DE SU APROVECHAMIENTO.

PRIMERA PARTE.

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I.

Eu la industria hípica de Fuer

to-Rico, ni se siguen los preceptos de la zootecnia, ni preside una prác tica racional.

Uorrespoiidiendo á la convocatoria del Ateneo, nos propoiiemos, con mejor deseo que competencia, desarrollar el tema comprendido en la sección de ciencias naturales ; asunto que no puede ser de mas importancia, ni de mas vital interés. Y deci mos así, porque debiendo ser la cría caballar una de las principa les fuentes de riqueza de esta provincia, no lo es, como tratare mos de patentizar en el cursó de nuestro modesto trabajo, garan

tizando el lema que hemos colocado al frente de él, y que pudiera parecer un tanto absoluto ó exagerado. Al decidirnos d escribir esta memoria, nuestro mayor deseo sería hacer un estudio minucioso, correcto y acabado, dada la im

portancia grandísima que el asunto entraña, y el estado deplora ble á que ha llegado la industria hípica; pero la carencia de

conocimientos, nos impide verificarlo así; razón por la cual de mandamos benevolencia á los ilustrados miembros del jurado ca

lificador, á quienes quizá obliguemos á leer este trabajo. Y sin más preámbulo, séanos permitido ántes de entrar en el fondo de la cuestión, hacer un compendioso resfimen de la his-


( 14 ) toria del caballo, indicmido al propio tiempo las principales razas que se conocen j si bien, como es natural y así lo exige el tema, nos detendremos algo más en el de Puerto-lüicü. No caeremos en la puerilidad de muchos autores, engolfándonos en la mitolo

gía y hablando de Pegaro, Lampos, Eriolo y otros ; ni nos ocupa remos de Bucéfalo el de Alejandro, Brilladier de itolaudo, Vogliantisio de Oliver, G-acela de Balduin, ni Bocinante de don Quijote; esto sería fantasear inútilmente: partiremos de la cien cia y ésta nos dirá lo que sabe.

II.

En los tiempos paleontológicos ya existían razas de caba

llos viviendo en libertad, habiéndose encontrado numerosos ves tigios de su existencia antigua, en Europa y América á la vez. Se sospecha que no ha,bia desaparecido del antiguo continente en la época en que apareció el hombre ; que en el período geológico terciario existían al mismo tiempo ambos séres, y que en el cua ternario ó diluviano no cabe la menor duda de las relaciones del

hombre y del caballo en Europa, donde éste fué cazado y comido por aquél áutes de someterlo á la domesticidad, hasta la edad de bronco, que representa, según los geólogos, un lapso do tiempo de 300,000 años. Si bajo el punto de vista paleontológico es la Europa la que suministra mas datos sobre el origen de los séres, no aconte- . ce así cuando se llega á los tiempos históricos más antiguos, á los tiempos de la civilización de Oriente, de donde se parte para for mar la historia de las primeras edades del caballo doméstico.

Los documentos suministrados por la historia, la filología y la zoología, demuestran que los Aryas, ascendientes de los Indos, de los Persas, y del mayor número de los antiguos pueblos del

Asia menor, y de muchísimos de la Europa actual, tuvieron des de su origen sometida á su servicio una raza de caballos indíge nas en el Asia central; y que los Scitas, si bien los poseyeron an tiguamente, es probable que fuese en una época muy posterior á aquellos. Los chinos y algunos pueblos semíticos domesticaron el ca ballo en diversas épocas que no se pueden precisar sino aproxi

madamente. En el reinado de Jao, hacia el año 2350 áutes de

J. C., la China ya estaba poblada de caballos, y aunque parece que los tenían de mucho tiempo atrás, fueron importados. En el valle del Nílo, bajo el reinado de Sesostris, aun no existía el caballo; el cual fué introducido y naturalizado en tiem-


( 15 ) po de laiuvasión de los Hikdos, unos 2000 años antes de la era cristiana.

El pueblo hebreo no hizo uso del caballo basta que David lo importó y Salomón lo generalizó en el siglo décimo antes de J. C.: así pues, según Pietrement, (*) debe sentarse que este hermoso animal no fué introducido en Arabia basta el principio de la era cristiana, y que la raza no nació alli sino después de esa época. Esto demuestra el error de los bif)ólogos que sostienen como primitivo el caballo árabe, y que su origen es de la Arabia feliz; siendo asi que esta parte del Asia no lo tuvo basta 180 si glos después que estaba domesticado en la llanura central del Asia.

Los fenicios utilizaron el caballo desde la más remota anti

güedad, y sin poder precisar la época, se cree que se sirvieron de él ántes que los árabes peninsulares y los egipcios. Las razas de la Europa central tienen un origen distinto y primitivo: la ciencia admite boy que son los autóctonas, las abo

rigénes, fundada en las diferencias anatómicas y en los hallazgos fósiles. Los otros pueblos de Europa se cree que recibieron di rectamente del Asia central los caballos ; y unos y otros fueron mezclados ó uifluenciados por las razas de tantos pueblos extranos que invadieron la Europa, especialmente' la raza española, tantos siglos en contacto con la árabe.

En Africa también son muy antiguos los caballos ; y basta se admite que tienen un origen anterior ii los de Asia, pues los descubrimientos de la paleontología prueban que en la época cua ternaria existia una raza árabe salvage caracterizada por la finu ra de sus extremidades.

En América también los descubrimientos paleontológicos

demuestran la existencia del caballo en la antigüedad; si bien los actuales fueron importados por los españoles, que no solamen te no los encontraron en ninguna de las islas que tuvieron la glo ria de descubrir ; sino que los indígenas no tenían la menor idea de él, puesto que su admiración llegó al extremo de creer de una pieza los caballos y los bizarros guerreros que los montaban. No

cabe, pues, la menor duda, que el caballo de América y por lo tanto el de Puerto-ltico fué traído por los españoles. Es tan relativamente reciente el descubrimiento del Mundo

de Colóti, que los hechos históricos de esta época son verdades in concusas. Cuatro grandes embarcaciones y catorce carabelas an-

clavan en Santo Domingo el 27 de Noviembre de 1493, desembar cando hidalgos andaluces, gente de guerra, municiones, víveres

plantas, semillas, caballos, bueyes y otros animales domésticos;

es decir, los gérmenes de la actual civilización americana. /*) Le.s Origines du ctieval douie.stÍ<iMP.


( 16 ) El caballo que uo existía, apesar de que, como queda di

cho, en la época cuaternaria lo hubo á la vez en Europa y América, fué uno de los animales que más se multiplicó, pues cuarenta y dos años después de su importación, según escribió Oviedo, era

sorjirendente su abundancia. Véase sinó, este pasaje de su obra ; "ÍTo avía caballos é de España se truxeron los primeros é prime

ras yeguas, é boy bay tantos que ninguna necesidad bay de bus carlos, ni traer de otra parte, é ba llegado á valer un potro é ye gua domada en esta isla fEspañolaJ tres ó cuatro ó cinco tállanos ó pesos de oro ó tnenos." "De yeguas é caballos, vacas é ovejas é puercos, llenas están esta Isla é la de San Joban é Cuba é Jamai ca é mucba parte é poblaciones de españoles." Hace próximamente un siglo que Fray Iñigo Abbad en su

Historia de Puerto-Eico, refiriéndose á los caballos se expresaba así t

"Esta especie la trajeron desde la Isla de Santo Domingo los primeros descubridores ; á los principios se criaron monteses, se multiplicaron mucbo y degeneraron en el vigor y bermosura; los cazaban con lazos y en corrales de empalizadas que bacían en las cañadas de los montes, los ataban á los árboles, dejándolos dos ó tres dias sin comer ni beber, con lo cual quedaban flacos y obedientes. Hoy'están domesticados, los crian atados en los pas tos, en donde se mantienen noche y dia ; quizá por esta causa tie,

nen el pelo poco fino, el cuello largo y siempre tendido hacia el suelo, la crin y la cola poco pobladas j pero son de buen cuerpotienen un paso natural muy cómodo y aventajado j marchan cón la cabeza muy baja sin que la rienda los pueda corregir. No obs

tante que su alimento es siempre de yerba, resisten el trabajo, esirecialmente en la carrera ; jamás los hierran, son más dóciles y mansos qixe los de España. De algunos años á esta parte han mejorado esta casta con la mezcla de frisones que traen de la

América del Norte. Estos caballos mestizos tienen más fuegos y bríos que los de la casta de la Islaj pero á la segunda genera ción pierden ya jtarte de su vigor. No todos tienen el paso igualmente cómodo y aventajado j los mejores suelen andar una legua por cuarto de hora sin dejar su paso natural y estos valen á 150 y hasta 200 pesos. En toda la Isla, especialmente á la banda del Norte los bay en gran número." Los anteriores pasajes prueban basta la evidencia que los

caballos que introdujeren los españoles en Santo Domingo, fueron desde esta Isla importados á Puerto liico, donde también se mul

tiplicaron extraordinariamente y llegaron á venderse muy baratos, si bien no tanto como en la Española. Hoy dia en esa Isla [Santo

Domingo) escasean tanto, son tan rematadamente malos, que, contraste singular, ó efecto de la vida semi-auárquica de ese p"uejblo,! se llevan allá los caballos de Puerto-Eico, y últimamente


( 17 )

llanta las yeguas, y las pagan á más del doble del valor que aquí tienen.

Dejando á un lado las razas salvajes, que para nada nos interesan en este estudio, diremos dos palabras de las domésticas:

6 mejor dicLo, haremos ligeras indicaciones délos caballos más renombrados, de razas puras unos, producto de discretos cruza mientos otros.

En primer lugar, y sin temor á las iras de los encomiadores exaltados del pur sang inglés de carrera, colocamos las razas orientales; el caballo árabe, el persa, el turco, berberisco, etc.; nota bles todos y especialmente el primero, por sus distinguidas y nobles condiciones morfológicas, por su construcción mecánica,

por la pureza de su sangre, por sus inapreciables cualidades físi cas y morales, en una palabra, como quizá patentizaremos en el transcurso de nuestro trabajo.

Inglaterra posee el que los furiosos partidarios del hijiódromo se han empeñado en reservarle el nombre Aapvra sangre, el caballo de carrera; el Hunter ó de caza y guerra, que es de un

vigor y resistencia notables; el negro de Inglaterra; el bayo de Cleveland de tan enormes fuerzas, que uno solo arrastra un carro

con peso para cuatro caballos comunes ; el Yorb, acabado modelo de elegancia; el rechoncho de Suffolk; el Vlydesdale; el Lincolnshire y otros.

Francia cuenta con el perdieron, dócil y de inmejorables cóndiciones para ómnibus; el boloñés, de macizas formas y enor

mes fuerzas y de los más perfectos para tiro pesado ; el normando, ó mejor dicho, «nplo ílo^^}^aJ^do, elegante para carruajes de lujo; el limosin, si no muy elegante, robusto y ligero, y magnifico para la .silla y como caballo de guerra.

Bélgica tiene los ardeneses, de extremidades poco musculo sas y fácil trote para tiro ligero; y los esbeyeses robustos para ti ro pesado. Alemania cuenta con los traqueneses, magníficos para tiro

de lujo ; así como los de Melclemburg de elevada talla, aires altos y muy estimados también para carruajes por su docilidad y maestría en el tiro, y los de Hannover y Holstein. En Austria son notables para tiro de lujo los sacromosos y

generales, de origen español, que son los que emplea la Corte del Imperio «n los carruajes de gala; los bohemios y especialmente los de Sabzburg soberbios para la remonta de sus magníficos es cuadrones de coraceros, y el húngaro, de formas angulosas, pero sóbi-ios y resistentes;

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Eusia, además dé las bellas razas de Polonia, propias par*v silla, tiene BUS excelentes trotadores de OrZo^v Dinamarca qu6 contaba con un gracioso caballo de^ silla, ~

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( 16 ) eu oti'o tiempo apreciado, no tiene lioy mérito, merced á un mal entendido cruzamiento.

Suiza posee el caballo negro de Urlembach, elegante y buen tiotador; el do Schoivytz de formas macizas y poco agradable, pero de paso ligero y seguro, y la raza de Laumont qubj aunque cortos de piernas son buenos para coche.

Italia tiene los caballos napolitanos y romanos, de silla, ele gantes y muy resistentes en el trabajo, si bien algo descui dados.

España cuenta con los andaluces, en otro tiempo los mejo

res de Europa; y hoy, aunque degenerados, se encuentran buenos caballos de silla y algunos de tiro ligero ,• con los extremeños, no tan elegantes, pero duros y resistentes, y con las razas gallegas y navarras.

En América ocui)au el primer lugar los Estados-Unidos, donde existen caballos para los distintos servicios en que este animal se emplea ; gracias á la espocializacióu y á los cruzamien tos que han hecho con las razas puras árabe é inglesa, principal

mente la pura sangre de Virginia, Keutucky y otros estados, que tuvo por base padres tan célebres como Monkey, Othello, Lensington y otros, cuyos productos honraron los hipódromos euro peos y algunos fueran vencedores eu las carreras de escape; también tienen algunos excelentes trotadores ; pero generalmen-

le los de tiro ligero sou poco elegantes y bastantes calmosos, al menos los muchos ejemplares que hemos visto; en el estado de Texas se crian caballos muy dóciles, manejables y elegantes, y en el Canadá hay una raza especial que marcha por el hielo con una seguridad y rapidez asombrosa.

En las ilepúblicas hispauo-americanas existen caballos con el sello español, muy degenerados y de pequeña alzada, si ^ bien sóbrios y resistentes como los de México, y relativamente grandes y esbeltos como los del Perú, y elegantes como los de V^enezuela.

Eu las islas inglesas y francesas hay algunos buenos caba llos de silla, en los que ha intervenido el cruzamiento con repro ductores importados de las respectivas metrópolis. En Cuba, con corta diferencia, se crian caballos de las mismas condiciones que aquí, y también han disminuido mucho, como lo prueba el haber tenido que recurrir el ramo de guerra á México para remontar sus escuadrones. En Puerto-Eico son escasos, rarísimos los caballos de al

zada y corpulencia. En general, en la actualidad no llenan el objeto de nuestros dias. Si hacemos por un momento abstrac ción de la sobriedad que los distingue, y de sus magníficas cualidades como cabalgaduras de viages, nada queda en ellos que no sea digno de ágrias censuras. Oriundos de los españoles, en na-


( 19 ) «a 86 parecen á sus antiguos progenitores j ni aun á los que hoy se crian en las provincias peninsulares, donde también, como he mos dicho, se han bastardeado bastante, merced á un cúmulo de concausas que, amen de ser impertinentes á nuestro objeto, nos entretendría demasiado, sin que por ello aportáramos ventaja al guna al esclarecimiento del objeto que mueve en este instante nuestra pluma.

En la citada historia de Puerto-Eico, anotada el año 1866 por Don José J, Acosta, se leen los siguientes párrafos ; 'I Creemos que la raza caballar y vacuna que se crian en las fértiles llanuras de la Isla, y que constituyen buena parte de

su riqueza, son las mejores de todo el Archipiélago de las Anti llas. Fundamos nuestra opinión, entre otras razones, en el pa recer emitido por el Doctor Sainte-Eose Luquet en los Anales de la Agricultura de las colonias, que publicaba en París Mr. Paúl Madinier. Esa superioridad es debida al buen cultivo de los

prados naturales y en algunos casos artificiales y el sistema de selección que por instinto practican nuestros labradores. La ce

lebrada raza de caballos"Aponte y Fernandez," debe sus brillan tes cualidades á la misma selección."

"Sabido es que nuestros ganados provienen de las razas importadas de España. En época reciente se han hecho en el vacuno algunos cruzamientos con toros venidos del Senegal, lo que ha producido una raza más fuerte para el trabajo, pero tam bién más indómita, y en el ganado caballar con padrones venidos de España, de que han provenido individuos de formas más ro

bustas, pero inferiores á los caballos de raza pura •' Fernandez y Aponte," al menos con relación á las cualidades que más estima mos los naturales del pais. Los caballos son generalmente desde cinco cuartas y media hasta siete de alto, de espíritu y resisten cia, atendiendo á que toda su manutención se reduce á solo la

yerba del campo. Los mejores son del Arecibo y Toa." Como dice el ilustrado Sr. Acosta, hubo en esta provincia

española, un tiempo en que abundaban más que hoy, los caballos, eran de mejores condiciones y existieron razas superiores, los que se vendían á precios fabulosos, Fernandez, Aponte y Eoig tuvieron caballos de paso de excelentes condiciones, que casi desaparecieron con estos Señores, y perdieron esa superiori dad de que nos habla el Sr. Acosta. Sin embargo, hoy se con-' servan restos de aquellos famosos caballos, si bien más pequeños y menos fogosos y resistentes. Algunos, muy pocos ejemplares notables, existen en la actualidad.


( 20 )

III.

Los caballos de hoy, en general," adolecen de gravísimo» defectos de conformación, simplemente considerados como máqui nas dinámicas ó motores ; pues si los miramos bajó su verdadera prisma, bajo el punto de vista especial de cada uno de los servi cios a que por necesidad se les dedica, entonces no encoutraino» en ellos ninguna cualidad buena. llaquítica al/.ada, hasta el'extremo de no alcanzar la gene ralidad mas que seis cuartas, seis y media otros, y rarísimos de siete en afielante, es causa de que carezcan de gallardía y elegan cia, y de que no sirvan para ciertos y determinados trabajos; ó si los prestan, es en detrimento de su salud y duración y en perjuicio de los intereses de quien así los tiene que emplear. Cortos de cuerpo ó de raspa, como generalmente se dice en lenguaje hípico, carecen de flexibilidad y soltura en la regióüdorso lombar, siquiera pueda considerarse por algunos como más resistente ; que nosotros en todo caso solo tendríamos por "una be lleza relativa para soportar mayores pesos, sise mira dicha re

gión como una barra horizontal: pero si fundados en buenos principios de mecánica, la consideramos como un arco de puente,' cuyos puntos de apoyo sean las extremidades locomotoras, la gravitación del peso se distribuirá con igualdad en toda su ex tención sobre cada una de las vértebras, cayendo hacia la mitad! del arco la resultante de todas las resistencias parciales; así es

que, ni su longitud ni su cortedad, influyen en la solidez del ráíquis.

La cabeza, desproporcionada por su gran volúmen con re lación al resto del cuerpo, carece de expresión y arróganciá eii sus movimientos y está bastante mal unida al cuello, quitando

toda gallardía al caballo, é impidiendo la libre desituación del cem tro de gravedad del cuerpo, por el importante papel que represem ta como extremo anterior del cuello. El cuello, palanca importante en esta máquina orgánica,

balancín poderoso que inicia y regula los movimientos del cuerpo,

lo tienen delgado, recto y no muy largo; lo cual les qüitá ta grá.:

cía y elegancia de caballos distinguidos, siendo solo ventajoso pa ra las marchas rápidas y nada á propósito para paseo, para eftiró de lujo y arrastre pesado. j . . Alimentados todo el año con yerba verde y ningún grano

los potros durante su desarrollo y crecimiento, y con muy poco 6 casi ninguno los caballos, nada extraño es que ostenten un enorq;


( 21 ) me vientre, más parecido al de una vaca ó una yegua, que al propio de su sexo y de su linaje ; defectuosa condición ó confor

mación qiie, embarazando los movimientos, hace á estos caballos poco aptos para ciertos servicios ; amen de que comprimidos los órganos respiratorios, proporciona con facilidad la fatiga del ani mal.

El pecho, estrecho, corto y poco profundo, aloja unos pul mones pequeños, y la función respiratoria y cuantos actos son in tervenidos i)or ella, no se efectúan tan cumplidamente como en

una buena conformación, pues por sus condicioues biológicas y mecánicas, sou caballos propensos á padecer enfermedades del

aparato respiratorio, inca¡,aces de ejecutar violentos esfuerzos, soportar sin deterioro trabajos continuados. Aunque la belleza de las espaldas es relativa al servicio que baya de prestar el caballo, la generalidad de los de Puerto-

Itico las tienen como pegadas al pecho, descarnadas y ñácidas, por lo cual no hay soltura en los movimientos ó juego de las ex tremidades torácicas.

La grupa, ordinariamente derribada, no está bien unida al tronco y no tiene solidez, fijeza y energia en sus funciones, care ciendo del empuje,que debe haber en estas regiones. Sobre estos defectos predominante.'^, tienen otros, de menos importaiKiia unos, no tan comunes otros. Piernas largas y atra sadas, codos pegados, corbejones, rodillas y menudillos pobres, no dejan de ser íiecuentes. Empastamiento de las cañas, y en su consecuencia tendones poco apreciables, se ven á cada paso. Aplomos defectuosos en casi todos los caballos se hallan.

El temperamento linfático-nervioso es el que predomina en la raza caballar del país) razón por la cual vemos todos los dias

mflcha fogosidad al principio de sus trabajos, y mucha fatiga, mucho aniquilamiento y prematura ruina é inntiíidad con el ejer cicio continuado.

En medio de todos estos defectos que acabamos de euumerar, procedentes unos de la poca inteligencia en la elección de los

reproductores, debidos otros al mal empleo de ciertos agentes hi giénicos, no iiodemos por menos de reconocer en estos caballos una mansedumbre y sobriedad á toda prueba, y la cnalidad bo

nísima, excelente, que casi todos poseen para los viajes en silla. Las marchas de los caballos del país, llámese andadura cuadrada., tres-tres, paso de viaje, colado, devanado, taconeado me

nudeo, etc., etc., son naturales en ellos, las tienen desde que' van de potros detrás de las madres, y son tan suaves y cómodas én relaciói. con su velocidad, que suelen desechárse para montar los

que carecen de ellas. iSstás marchas sou las que en eqnitacióü .se llaman ó conocen con el nombre defectuosas ó irregulares, caracterizadas, eii general, en que el caballo adelanta al mismo tí


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( 22 )

tiempo la mauo y pié del propio lado j es decir, que el cuerpo es sostenido por uu bípedo lateral, eu vez de serlo por uno diagoual como en las regulares; y como quiera que el equilibrio es inesta ble en alto "-rado, el juego de las extremidades locomotoras es

muy in'ecipítado y la velocidad grandísima. Preciosa cualidad que, si bien es en prematuro deterioro del animal, permite al ginete con comodidad, desaliogo y siu cansarse, recorrer distan cias considerables en jiocaa horas. Estas marchas que no suelen gustar á los europeos que arriban á estas ho.spitalarias playas, es preciso convenir en su

bondad. Varias expediciones por distintos puntos del interior

de la Isla, y dos vueltas completas que hemos dado por el litoral en caballos de^nfso Jlno delpaísry en otros que no lo tenían, nos han convencido más y más de la excelencia de aquello.s aires, rindiéndonos ante la evidencia y colocándonos en el caso de pro

clamar muy alto su sui)erioridad.

IV.

Estas bondades que reconocemos eu los caballos del pais,

debidas son al origen de su sangre y de ningún mcdo á la inter vención del hombro en la propagación, cria y cuidados subsl-

guiente.s. En esta parte es preciso ser consecuentes con la verdad y hablar claro, siquiera nuestra noble y justa franqueza no sea del agrado de alguien. El estado actual de la ganadería, en ge

neral, es debido á la incuria, al abandono y á la poca inteliget4,cia de todos, sin excluir aquellos centros ó regiones de donde debió

y debe partir la iniciativa y la protección. Es, pires, muy cierto que más,se debe inculpar al hombre que al caballo por el estado deplorable en que éste se halla.

Aquí, exceptuando la época de los Fernandez, Aírente y Eoig, que criaban magníficos caballos de silla, los demás no se cuidaban de mejorar ni fomentar esta grangeríaj dejábanlo y lo dejan hoy al acaso, siu fijarse en las condiciones físicas y orgáni cas de los reproductores machos y hembrasj no se ocupaban m so ocupan en dirigir y vigilar la cria, ni aún siquiera en proporcio

narles otros alimentos que los que espontáneamente produce la tierra, que como pueden escasear en alguna época de prolongada seca, sufren los efectos del hambre primero, los de una, abundan

cia pictórica á continuación, y como consecuencia de ello un des arrollo pobre y mezquino, y pérdidas de algunas cabezas, ocasmnadas por el hambre y las enfermedades que este estado de cosas acarrea.


( 23 )

La edad prematura^ á que los doman; á los dos anos y

medio por lo general, muclios á los dos, y algunos á los diez y oclio meses ; arruiua los caballos antes de que hayan adquirido su completo desarrollo, el cual no logran alcanzar jamás.

Lo propio acontece con la reproducción : á los tres anos y auu á Jos dos, caballos y yeguas son destinados á la crianza; y no es raro ver á esta edad y aun antes, algumryegua con su

rastra ó cría ; es decir, que al ano y medio ó dos anos se verifico la fecundación. ¿Qué producto, qué hijos pueden dar séres que, • copulan cuando aún no han llegado á la mitad siquiera de su - desarrollo í

Siendo lina verdad cuanto acabamos de exponer, ¿ que ex

traño es que nadie se haya ocupado en obtener caballos de condi ciones apropiadas á los distintos usos en que los empleamos ? Aquí se han ocupado, ó mejor dicho, han nacido caballos sin ob jeto determinado, y lo mismo ayer que hoy se ha hecho su aplica ción al trabajo, teniendo solo en cuenta una condición, la locomó vil. Asi no es extraño ver destinados al arrastre los caballos más

pequeños y menos fornidos, ni que un empresario de coches nece site seis parejas i)ara el servicio de cada calesa. Precisamente en Puerto-Rico es de imprescindible necesi

dad esjjeci'i/tóar las aptitudes; ó más claro ; precisa tener caba llos propios para los distintos usos, y muy particularmente para

viajes á lomo ó en silla, para tiro ligero y algunos para el arrastre pesado. En un país en que, excepción hecha de los pocos kiló metros que el tranvía recorre de la Capital á Rio-piedras, y de Oataño á Bayamón, las vías de comunicación se reducen á la ca rretera central y algunos otros trOzos por el litoral; el resto son caminos transitables, sin exposición ni peligro, solamente cuando el Gran Ingeniero lanza. sus dorados rayos por unos días seguidos sobre éllos ; asi es que, no se comiirende, en verdad, como no se ha especializado la raza caballar, -y como aquéllos que pudieran evitarlo, se conforman á quedarse clavados ó ijoco menos en un

bache, ó á tener que recurrir á parejas ó yuntas del paciente buey

para que saque del atolladero la calesa que, escuálidos y raquíti cos caballos, dejaron allí por fatta de energía, por falta de fuerzas, debido todo, es muy cierto, al descuido en que se tiene este ramo de riqueza pixblica.

Ya hemos dicho que los caballos buenos de alzada (! y

conste que nos referimos á los de seis cuartas diez dedos, á siete


( 24 ) cuartas!!!)sou muy escasos; tanto, que en la última compra efec tuada para el Tercio de la Guardia Givil, la Comisión ha visto muy pocos en todos los pueblos de la costa y algunos del interior que ha recorrido. En cambio ha observado que éstos no suelen ser hoy los mejores; sino que los caballos de seis cuartas y media siete ú ocho dedos, eran los más finos, mejor conformados, rúas

briosos, y por consiguiente de más resistencia y mérito que los de mayor alzada; teniendo el sentimiento de no poder Comprarlos y, sujetándose á las prescripciones reglamentarias, hacerlo de otros caballos mayores que en general son de inferiores condicio

nes. Lo propio le aconteció con las edades y sanidad. El Keglamentü de compras de caballos de la Guardia Givil los admite nada

mas que de cuatro años cumplidos y que no pasen de siete; asi como que estén en completo estado de sanidad. Por este motivo dejábanse de comprar potros de tres años en perfecto estado de doma y caballos buenos que á los ocho años están en la plenitqd de su vida y de sus fuerzas; del mismo modo que, caballos con pequeños defectos físicos que para nada le impedían desempeñar su cometido mucho mejor que otros en completo estado de sani dad.

Teniendo en cuenta estas circunstancias, si el Tercio quiere

tener completos siempre sus escuadrones y remontarlos con regulariilad y con buenos caballos, debe recabar de la superioridad al modificación délas condiciones que el Eeglamento de comi)ra exi

ge; pues hoy podrá mal adquirirlos de esas condiciones á costa de rebuscarlos jior toda la Isla, pero es con otras cualidades bio lógicas y mecánicas muy medianas que el Eeglamento no cita pero

admite, y que el profesor veterinario ve y aprecia como particu lar, sin que como miembro de la comisión pueda evitar que se compren eaballos que, reglamentarios jamás debieran ingresaren

los escuadrones. ¡Cuántos buenos caballos hemos deshecbado, poniéndonos en ridículo antes las personas que ignoran esa cir cunstancia!

Mientras continúe en este estado la cria caballar, precisa en bien del servicio, en bien de les intereses del Estado, en bien de la provincia, y antes de recurrir á comprar al extranjero, cqmo se pensó al hacer la reciente compra,(*) rebajarla alzada a seis cuartas y media para todos aquellos caballos que por sus anchu ras, aplomos y buen temijeramento, demuestran su energía y re sistencia, comprobada por las comisiones de compra, y muy espe

cialmente por los profesores, que por sus estudios ó conocimientos son los que en realidad tienen el deber de apreciarlo. La edad podría ser de tres años cumplidos, y dispensarse

leves defectos físicos, tales que pequeños exóstosis (sobre hueso) La de) «fio rQfiaOo dcmíe íln de Abril « medUdoe da Junip

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fuera cíe articulación y del paso de teudoiies, hidartrosis (vegi-

gasl poco desarrolladas, quistes en iguales condiciones, y otpxs le siones tan iusiguiñcautes como inocentes. Y aconsejamos k gue rra que compre de tres años, aunque sabemos muy bien que no están desarrollados los caballos, porque de los tres á los cuatro años de edad que bau de estar en poder de los i)articulares, los

trabajan mucbo más y les dáu peor cuido que en la Guardia Ci

vil Artillería, etc.; así es que este período de su vida lo pasarían

mejor en los escuadrones, donde algo más ganaría su desarrollo y futuro servicio. Yo tendrían nada de particular estas modifi caciones, que el tiempo ba de imponer si sigue como basta boy la cría caballar, atendido á que ya se ba becbo en varias ocasiones

con la alzada, que se bajó á seis cuartas diez dedos, y luego á seis nueve, á pesar del Eeglamento de la Guardia Civil, que, en ver dad, conspira contra sus propios intereses.

La compra de caballos que en meses pasados hizo !aComi sión del Tercio, atendido cL estado actual de la ganadería, fué

bastante buena; comprando algunos como el Húsar, el Pimpollo, el Hércules y algún otro, de excelente conformación, superiores aplomos, buen temperamento, magníficos aires, elegancia, vigor y energía ; jirojiios( excepto el Hércules que está castrado) para

sementales, y ¡)or lo tanto para propagar sus buenas cualidades ; poro ya en los escuatlrones se extinguirán poco a poco sus con

diciones sobresalientes de progenitura, y la cría caballar no ob

tendrá los buenos productos que hubieran podido •dar~dedicados á cubrir buenas yeguas. Todo lo dicho es referente á los caballos <le tropa, que para

Jefes y Oficiales, de los que solo se necesitaban cuatro ó cinco, no pudieron comprarse más que tino de oficial, (*} que si bien reunía las condiciones reglamentarias de edad, alzada, sanidad, etc., no era de itrimera en cuanto á su construcción, sangre, energía y de más bondades ecuestres. Por eso no uos extraña haber oido la

mentarse a algunos jefes de infantería, de que no encuentran bue nos caballos, y de verse, ó desmontados it obligados á comprar

los de muy medianas condiciones, si por casualidad encuentran

alguno de alzada regular, ó recurrir á la compra de pequeñas ja-

quitas, que si vivas y resistentes, carecen de la presencia y arro gancia de un caballo de Jefe, y mucbo más si está al frente de un Batallón, al cual debe dominar desde su corcel, sin hacer el ridículo.

El importe de los ciucueuta y dos caballos que últimamen

te compró la Guardia Civil, ascendió á ocho mil ochocientos cua renta y cinco pesos con veintidós centavos; de modo que cada caballo por término medio, ha salido á ciento setenta pesos con (*) Como Que la mayoría de Jefesy OflcialeB están deimoulados.


( \ 26 ! ) diez centavos: q,ue aumentándoles los gastos de indemnizaciones sube á ciento setenta y siete con once cada caballo. Estas cifras

son muy elocuentes ; en ateriores compras fueron más caros ; en la del año 1880, si no estamos mal informados, costaron á dos

cientos pesos oficiales: abora ganó el comprador, pero perdió el estímulo ecuestre.

A continuación ponemos un estado que demuestra el re sultado obtenido por la Comisión de compra en cincuenta dias

que recorrió la Isla; así como patentizará muchas de las verda.-1 /-.í Í-. OT^tinf.nrloa TT r,/-» ^^^ nrxn des que... dejamos apuntadas y otrasr, que se desprenden y que con reUUii.i.V.'

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signaremos por considerarlas pertinentes al objeto.

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E S T" A D o de los caballos que han presentado á la venta con expresión del número de los adquiridos y de los desechados y motivos del desecho.

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Gurabo Caguas Carolina Kio-Piedraa

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( 27 )

VI.

Como se ve por la anterior estaclísticn, uo^ ha llegaclo al

ocho por ciento el número de caballos admitidos ; siendo los de pequeña alzada los que más han presentado ; tantos ó casi tan tos como entre todos los demás, pues muchos de los que figuran en las otras casillas, si se hubiesen medido habrían resultado

cortos. Esto prueba lo que dejamos anteriormente consignado. También es un dato elocuentísimo que revela el deplorable estado sanitario del ganado caballar, el crecido número de los que presentaron á la Comisión de compra, con catarro sospechoso

ó Mal del país. Y cuenta, que estos caballos eran de los que pa decían esa enfermedad con más benignidad ó menos intensidad, y por lo mismo se atrevían á presentarlos ijreparadcs ó acicala dos de antemano á ver si pasaban. Esto induce á suponer con gran fundamento, que esta afección/arcwio-wiMermosa es muy

frecuente en la raza caballar del país; y como quiera que, aunque la historia de esta enfermedad registra bastantes casos de curación entre los que hemos visto tres que un veterinario amigo nuestro,....

{•) ha obtenido por el método de las inyecciones traqueales inventa do por el Doctor Levi, eminente veterinario italiano, y difundido en España por el estusioso profesor del Cuerpo de Veterinaria Mili tar, Sr. Eodriguez García; método traqueíil que en la Península se está ensayando por una comisión do veterinarios civiles y mi litares, nombrada por una Eeal Orden muy resiente; no es me nos cierto y positivo que la afección muermo-farcinosa es conta giosa á los demás animales, incluso á la especie humana. Tanto por esta circnustancia, como por la indolencia médica y el aban dono higiénico en que se tiene aquí á los animales domésticos, poderosos é indispensables auxiliares del hombre, y elemento importante de riqueza pública, ha estado muy en su lugar el Bxcmo. Sr. Gobernador General al dictar las dos circulares sobre

el Muermo, que solo en Mayagüez se ha dado cumplimiento á ellas. Tan dignas de alabanzas son las medidas de la autoridad

superior, como censurable la indiferencia con que la han acogido las autoridades subalternas en la mayoría de los i)ueblos. Si S. E. ordena periódicamente un reconocimiento de to

dos los caballos, jestailece y paga equitativas indemnizaciones á loa dueños de los que se sacrifiquen, no pasarán muchos años sin que desaparezca esta enfermedad, ni lamentaremos los casos de (•> NotokroB miamoi.


( 28 )

Muermo que se preseutau eu el hombre. Asi se hizo eu Normaiidía en donde por el año 184.0 era el muermo enzoócico como aquí,

y k'racias al reconocimiento que de orden de las autoridades prac

ticaban los veterinarios de la administración cada tres meses,

despareció por completo á los iiocos años.

Salux póimii, suprema lex csí, dijeron los antiguos m illo

tempore: la salud del pueblo es la suprema ley, repitcu todas las naciones hoy: y sin embargo, aquí, que mas que en ninguna

otra parte debía estar en la mente y eu la práctica de todo, está, lo mismo la higiene tnivada que la pública, á un muy bajo nivel,

en perjuicio del individuo, en pe\juicio de la colectividad, en me- . noscabo de la riqueza pública y en detrimento de los altos y sa-.

grados intei'eses patrios. Una higiene esmerada,juntamente con buenos, abundan

tes y baratos alimentos, e.s la base de toda sociedad progresiva ;

Xjorque como dice el Sr. Prieto, "los individuos, como las fami lias, como los pueblos inál mantenidos, mal alimentados, caminan por la pendiente <le una ráxtida degeneración, á su destrucción propia, á la muerte. Porque la escasez de alimentos ó sus malas condiciones, hieren y anonadan la funcionalidad nerviosa, deter

minan el empobrecimiento de la sangre, agotan las fuerzas, per

turban la inteligencia y son causa de multitud de enfermedades, debidas á una endeblez orgánica, fatalmente trasmisible por la generación.

Así que, los pueblos mal mantenidos, los pueblos faltos de , la necesaria c.autidad alimenticia de sustancias animales, vegeta les y minerales, son pueblos débiles, miserables, cobardes é indig nos de realizar los grandes y gloriosos destinos á que el progreso

y la civilización los empujan. Por esto también los pueblos hambrientos, faltos de la ri

queza de alimentación que el cuerpo humanó reclama, sustituyen las sustancias que nutren, por los excitantes que debilitan, se en

tregan á la embriaguez, viven la vida ociosa ile las bestias, pre fieren á la actividad del peusamiente la inercia de la superstición, abandonan los destinos de las naciones á un puñado de intrigan-

gantes, cambian fácilmente de señores, que son déspotas sieinjire, besan el látigo que les hiere, y se connaturalizan con los capti-, chos de los poderes que los envilecen. La escasez de alimentación selecta y abundante, predispo ne al escrofulismo, á la debilidad, á la falta de sangre, á las ma las condiciones de este precioso líquido reparador, á la fatiga ma

terial y moral, á la endeblez en el niño, á la carencia de energía en el jóven, á la prematura aparición de la vejez, al origen, en fin, de multitud de padecimientos y achaques prematuros, que destrozan el cuerpo y embrutecen el alma.

Falto de tono el cuerpo, falto de iniciativa el entendimien-


1

( 29 ) . .

to, las inteligencias dormitan ; á la actividad del pensamiento se sobrepone la ridiculez del capricho; h la satisfacción délas ne

cesidades materiales del cuerpo,se imponen apetitos vergonzosos; la sobriedad se confunde con el hambre, la obediencia á las leyes con la servidumbre que degrada, el amor á la ciencia con el char

latanismo, siendo el corolario de todo, una universal pobreza; pobreza en el cuerpo, pobreza en la intuición, y por do quier, un malestar terrible, que se traduce por insurrecciones inmotivadas,

vergonzosos motines, turbulentas algaradas, que detienen el des arrollo de la agricultura y la ganadería, veneros verdaderos de producción sólida, en los pueblos donde tan preciosas gemelas, alcanzan el estado de desarrollo exigido por las necesidades pú blicas.

Por el contrario, los pueblos bien mantenidos, los pueblos que disponen de un rico y variado repertorio nutritivo, de alimen tos selectos y abundantes, son sobrios y fuertes, enérgicos y viri

les, bravos y entusiastas en la realización de todas las grandezas que brotan de las maravillas del progreso.

Las naciones que fomentan la agricultura y la ganadería, son naciones industriales y comerciales, son naciones ricas. En esas naciones, los problemas políticos y sociales, se resuelven sin

grandes conmociones, sin perjuicio ostensible délos ciudadanos, porque en esas naciones, el hombre es laborioso, activo, inteli gente, enérgico; ama la paz, base del trabajo, ama el trabajo, ci miento de la pública prosperidad, ama la ciencia, gran propulsor del trabajo, satisface cumplidamente sus necesidades, y se rodea de una prole sana y fuerte, origen de una familia robusta y cre yente.

Nutren los alimentos, determinando un bienestar material,

que coincide con un bienestar moral admirable y hasta consolador. Para que esto suceda, para que tan beneficioso resultado se veri fique, es de todo punto necesario que se llenen perfectamente to das las indicaciones de la higiene pública, es absolutamente in

dispensable, que haya quien se encargue de ilustrar á la admi nistración oficial, respecto á la salubridad y digestibilidad de los alimentos que consumen las poblaciones y nadie mas á pro

pósito que el veterinario, cuya competencia exclusiva en estos asuntos, procede de sus especiales conocimientos en la materia; competencia reconocida en la legislación sanitaria vigente, que le encomienda este importante servicio de pública salubridad, en todas las naciones cultas.

La alimentación de esta sociedad está pervertida: la gene ralizada creencia de que en los climas cálidos es perjudicial el

alimento animal, el alimento azoado, no la admite la higiene en estos paises, donde las combustiones orgánicas son intensas, j por lo tanto, las pérdidas de la economía de consideración. Así 8


{ 30 )

es precise hacerlo comprender, y así conviene inculcar á las cla-

ses trabajadoras, que, entre el- número de los alimentos que con

sumen^ deben ocupar el primer lugar los de procedencia animal; 6 por lo menos, no deben faltar las carnes ; y estas hoy por hoy y por muchos años han de ser de ganado vacuno y no de cerda, á la que tan aficionados se muestran nuestros jíbaros, ya que el

ganado cabrio y lanar es sumamente escaso, Menos macarelaspues, y más novillos es lo que están pidiendo sus órganos diges,' tivos, y lo que demandan los de la^nutrición.

La anemia ó empobrecimiento de la sangre que tienen la

mayo- parte de nuestros campesinos, esas frecuentes hidropesías generales y parciales, elefaiitiásis y otras afecciones del sistema

linfático, mas obedecen al mal sistema de alimentación que siguen

desde la infaiicia, que á los efectos del clima, harto calumniado

con sobrada ligereza. Los europeos que residen en estos países; los indígenas de Jas clases acomodadas, son una prueba de lo que decimos. Las estadísticas nosológico-demográficas, si se publi caran, asi lo evidencia;íau. Los jornaleros puertorriqueños tie nen tama de holgazanes, de malos trabajadores. T bien ; sea esto cierto: pero ¿ qn;í esfuerzos enérgicos, ni menos durables

hemos de esperar de los débiles músculos del organismo empobre

cido de nuestras

que por toda alimentación toma un plá

tano y uiia taza de café, ó una macarela y un plato de arroz gui sado con agua y una lágrima de manteca, ó sea lo que se llama

arro::! blanco? Pai ticipemos, sí de la opinión de aquellos que

achacan a! calor enervante de los trópicos y á Va pésima educación esos defectos; pero convéngase con nosotros en que la insustan cial y escasa alimentación entra por mucho.

El día que se penetren de esa verdad, y el día que la indus tria pecuaria múltiple y mejore las razas con destino al consumo público de sus carnes, hasta el punto de que los precios sean asequibles á todas los fortunas, á todas las clases de la sociedad sin excluir la clase proletaria ó jornalera, que es la peor alimen tada hoy, y la que precisamente necesita alimentos nutritivos que dando vigor y energía á su organización, puedan resistir

mejor y sin ningún detrimento en su salud, las fatigas del traba

jo manual ó corporal á que están sometidos; ese dia se habrá dado un paso de verdadero progreso para el bienestar de esta sociedad.

De este modo también, las otras clases que utilizan á las jorna leras, saldrán beneficiadas por la mejor calidad del trabajo y por la mayor constancia en él. - , Y séauos dispensada esta involuntaria digresión, no dbl todo ageua al fondo de este trabajo, en gracia del culto que rendimos á

lahigiene, y de la activa, aunque pobre propaganda que ha tiempo venimos haciendo de tan hermosa cuanto humanitaria ciencia; asi como por el deplorable estado de la industria pecuaria general.


( 31 >

VII.

Dicho lo que autecede, cumple á nuestro propósito hacer constar que, al no concretarnos única y exclusivamente á este ó al otro caballo determinado, es porque en la crianza hípica hay necesidad de generalizar el asunto á todos los ramos que abarca,

pues todos estún ligados entre sí, tan íntimamente, que sería una quimera, uu absurdo criar, por ejemplo, solo caballos de paseo, ó caballos de guerra para el ejército, que si bien es cierto, éste en todas partes es un g an consumidor, también la agricultura y las

demás industrias los necesitan en mayor número; amen de que, corriendo á cargo del Ministerio de la Guerra la dirección de la

cria caballar, debe ocuparse, y asi lo hace en la Península, de poco tiempo á esta parte, lo mismo de unos que de otros animales. Además,es tal la importancia del caballo, son tantos y tan útiles los servicios que presta, que no se comi)rende cómo aquí está descuidada la crianza hasta el deplorable estado que deja mos apuntado, y cómo can despiadamente se la maltrata.

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Lo que nos dijo hace un siglo Fray Iñigo, y hace pocos "años el Sr. Acosta, así como los magníficos ejemplares que aún nos quedan, revelar el mejoramiento que podemos oi)teuer de nuestros actuales caballos, especialmente los de aptitud para la silla, que en pocos años los haríamos de condiciones notables.

Por esas razones, aquí en Puerto-Rico, país eseTicialmento agrícola, y al decir agrícola dicho se está que ganadero, puesto que son inseparables la agricultura y la ganadería ; en este país que ano tras ano viene caminando hacia el empobrecimieuCo y

quizá hacia su ruina, por causas que no son de este lugar, es de urgente necesidad, es de patriótico deber, al par que inculcar y

generalizar ó difundir los precejitos de la zootecnia, proteger,

estimular y ayudar á biselases productoras, que mírese bajo cual

quier punto de vista que sea, siempre son el alma mater de las so ciedades todas. Así pues, cada cual en la medida de sus fuer

zas y en la medida de sus conocimientos debe propender á fomen

tar los veneros de producción en esta provincia española, no ya por las consecuencias que sufriríamos si llegase á la ruina, pues esto seria egoísmo, si no por los deberes de floreciente integridad nacional que á todos nos atañen.

Aunque comprendemos lo mucho que todavía se puede profundizar en esta parte del tema, el temor de aparecer dema

siado difusos y pesados, nos obliga á concretarnos á la exposición

de las reformas ó modíficabioneÉ que pueden introducirse para obte ner con ventaja los variosfines del aprovechamiento del caballo-


iir SEGUNDA PARTE.

VIII.

En toda empresa que el hombre acomete, lleva, ó debe lle

var un ideal, un objetivo, al cual se dirigen todos sus cuidados, todas sus observaciones, todos sus desvelos; de otro modo, es caminar sin rumbo fijo, exponiéndose á caidas y fracasos. En la

cria caballar acontece lo propio, como demostrado tiene la ex periencia de tantos triunfos de unas partes, de tan grandes desen gaños en otras. El objetivo, pues, que en Puerto-Eico debemos perseguir, es, especializar la raza caballar, obtener caballos de aptitud apropiada á las distintas clases do servicios en que se em plean ; los cuales concretamos á caballos de silla, caballos de tiro lijero y caballos de tiro pesado. T aquí no podemos por menos, de manifestarnos inconfor-

mes con la opinión de nuestro ilustrado amigo el Sr. Abad, que en su obra titulada"Puerto-Eico en la feria-exposición de Ponce"

solo pide para este pais caballos de paso para silla y caballos de trote para tiro ligero ; y poroso hemos sentado que se necesitan caballos de tiro pesado. Los trasportes exigen además de la fuerza, la velocidad ; y esta la tiene el buey,(jue es el animal que

empleamos en ellos en un grado muy inferior al caballo que pe dimos; y como los trasportes pesados no se reducen solamedte á

los productos de las haciendas, si no que en el interior de las po blaciones, y muy especialmente en los puertos de mar, que el

movimiento mercantil es muy activo, y en donde se emplea hoy el buey .T algún escuálido caballo, serían de una utilidad incon testable los caballos de tiro pesado,(}ue el tiempo y la experien cia los iría extendiendo en el servicio de la agricultura.

"Opinarán algunos que hace falta aquí un tercer tipo, el caballo de carga," dice el 8r. Abad. Nosotros no opinamos así; convenimes en que"en un pais culto y civilizado como el unes-


■ ( 33 ) tro, ningún caballo y mucho menos ninguna yegua debe estar condenada á cargar sobre sus lomos," y pedimos tambi¿Sn cami nos por donde puedan arrastrarse toda clase de vehículos; pero no podemos ni debemos aconsejar que el buey se utilice i)ara carga. "¿ Por qué no lo utilizamos para el trasporte, á lomo In terin se abran los caminos? Nada lo impide...." dice el señor Abad. Lo impide, decimos nosotros, la misma intuición de nues tros cami)esinos que á ninguno se le ha ocurrido cargar ni eneillar los robustos bueyes que poseen, á pesar, de ser ten pequeños

y poco fornidos los caballos, y de sér escasísimas las mula.s y los asnos (verdaderos tipos de carga) en la Isla; lo impide la poca

velocidad en sus marchas ; lo impide la excesiva üe.xibilidad de la región dorso lumbar, del esi)inazo, y su poca solidez ; lo impi de la menor amplitud de su pecho, el gran volumen de su vientre y su destartalado modo de andar; y lo impide, en ñn, el que á la alturai de nuestro siglo y de las ideas que el mismo Sr. Abad sus tenta, se aviene mal, muy mal, el empleo del buey, como bestia de carga ni de silla, con el progreso incesante de la agricultura y de todas las demás, industrias. Esto sería retroceder poco me nos que hasta llegar al Africa, y lo que nos conviene es, avanzar

hasta colocarnos al nivel de Inglaterra, que hace mucho tiempo desechó, de los trabajos rurales é industriales de t.as)>orte, la raza bovina, i)or ser motores de acción pesada y lenta, dejándola única y exclusivamente para el cebo ó engorde con destino á la alimejitación pública, y i^ara la secrección de la leche. A.sí pues, no tema el Sr. Abad, no teman nuestros Agricultores y ganade ros, la especialización de la raza caballar, pues ya pasaron los tiempos en que era considerado el caballo solamente como un

elemento de gueri'a, de recreo en aquellos célebres ejercicios ecuestres, ni un lujo vinculado en ciertas clases de la sociedad ; hoy, ainen de eso, es un motor importantísimo para la agricultu ra, las industrias y el comercio ; y si bien es cierto que todos los

caballos sirven indistintamente (hasta cierto límite) ])ara todos los servicios, no lo es menos que su trabajo es tanto más útil y positivo, cuanto más se adaiDte su construcción mecánica á cada

uno de esos múltiples servicios.

Es más; creemos que esa clase de caballos de arrastre pe sado, que no recomienda el Sr, Abad, sería de las más útiles

aquí, como lo es en todas partes

Sin embargo ; debemos acla

rar ó dejar sentado, por si se creyera que nuestras ideas son

agrandar hasta la exageración los caballos, que lo que queremos es la esirecialización de sus aptitudes dentro de los medios con que contamos hoy, y en relación con las especiales condiciones del clima, caminos, etc. Sabernos muy bien que con los actuales caballos y yeguas, sólo se mejorará la alzada y las anchuras á fuerza de cuidados y de años ; que se elevarían á cierto límite 9


o

( 34 ) por el oruzamioiito ó importación de yeguas y sementales de otras razas; no ignoramos que en ciertos y determinados servi cios convienen motores de pequeña corpulencia y regulares fuer zas, pero siempre resistentes ; y no olvidemos en este momento, la influencia que ejerce el medio puertorriqueño en la vida, des

arrollo y crecimiento del caballo y demás séres orgánicos,, para que fuéramos á contrariar sus efectos. Así pues, la especialización de nuestros caballos ha de ser especial, sin que pretendamos siquiera intentar obtener ejemplai'es idénticos á los de ciertas y determinadas razas de otros pueblos, porque esto sería ilusorio y quimérico, dada la heterogeneidad universal de los séres orgánicos. La ciencia económica moderna admite, ó mejor dicho, pro clama, la libertad en todas las industrias; pero sin meternos nos otros en discusiones agenas al asunto principal y para las que no tenemos competencia, sólo decimos, que comprendemos la liber

tad de la industria pecuaria ecuestre, desligada de toda interven

ción de los poderes públicos, en aquellos pueblos donde el grado de cultura general llega á (uerta altura, de la que aún estamos nosotros algo distantes.

El principio fecundo de la bbertad combinado con el mara

villoso de la asociación, ha contribuido en unas naciones á la prosperidad de la indrrstria peciraria, mucho más que la restric ción y hasta la protección del Estado en otras. La enseñanza de esos pueblos, el ejemplo que aqní tenemos en el estado de la cría

caballar y la falta de espíritu de asociación en este paí.s, hace

que rurestra humilde oi)inióir se pronuncie en favor de la libertad, pero con la protección franca y decidida riel Gobierno, de la Pro vincia y del Mirnicipio, ó firr de estimular los esfuerzos individua les y íomeutar les colectivos. La modificación principal que pue.de y debe introducirse

el punto capital de la reforma en ganadería hípica, está en las admirables leyes de la reproducción, sostenido, es muy cierto

por los agentes higiénicos y otros medios más ó inénos directos y auxiliares de que trataremos después. Elección de los reproduc tores machos y hembras de sobreralientes cualidades, es la pri mera condición.

Dos, pues, son los medios que ])ueden seguirse; la selección y el cruzamiento.

IX.

La selección, como la palabra lo indica, consiste en elegir individuos machos y hembras de una misma raza caballar, para


( 35 ) unirlos entre sí por medio de la generación. Esta elección debe hacerse con mucha escrupulosidad, eligiendo los mejores tipos de ambos sexos que encontremos: es preciso fijarse con los ojos de la inteligencia, que no son muchos los que en este ramo los tie nen, y hacer un estudio comparativo, físico, mecánico y biológico de los reproductores, sin que el capricho ni otras causas influyan en la elección ; porque si nos separamos de los sabios principios de la zootecnia, solamente conseguiremos el bastardeamiento de los animales que se poseen. Por eso Darwing dice sencilla y candorosamente que"no se concibe que haya quien emplee para la cria de animales, aquellos que sean inferiores." El método de selección es el más antiguo, el más natural y ménos costoso, si bien es algo más lento en sus resultados; pero emprendido con inteligencia, no tan sólo sirve para conservar las razas, sino que las perfecciona y aun pudiera decirse, que las trasforma hasta parecer creaciones nuevas. La selección ~ de los

reproductores debe alcanzar lo mismo á los caballos que á las ye guas, desterrando esa absurda costumbre de destinar á la repro ducción todas las yeguas buenas ó malas, sanas ó defectuosas, que no llevan consigo sino el deterioro de las ganaderías. Las yeguas como los caballos, deben ser de los más selectos que se en cuentren, puesto que lo mismo unos que otras influyen por ignal en los productos de la generación. Precisamente una de las cau sas que han influido en la decadencia y degeneración de la gana dería ecuestre, ha sido el haber recurrido á todas las yeguas

indistintamente, sin mirar si eran defectuosas, tenían aptitudes á propósito, estaban enfermas, arruinadas, etc., etc.; siendo así que es indispensable escoger con escrúpulo buenasmadres, dado que Sil influjo es asaz decisivo en la procreación. Y no puede menos de ser así, teniendo en cuenta que, la yegua pone la mitad de los materiales de la fecundación, tiene en su seno, alimentándo lo con su sangre por espacio de diez meses, al producto de la con cepción, y nutre con su leche al nuevo sér durante algunos meses. íTada extraño tiene ese proceder, aquí, donde ni aun en los sementales machos preside el criterio científico ; aquí, donde se

emplea en la monta cualquier caballo, tenga ó no tenga bueua conformación, reúna ó no aptitudes, sea linfático ó nervioso, sea

muy jóven ó muy viejo, esté sano ó enfermo, aqui, en fin, donde con frecuencia las yeguas son cubiertas al acaso, y no es infre cuente ver, como á nosotros nos ha acontecido, potros que aún

andaban detrás de la madre, encaramarse-para montarla, j Qué productos, pues, han de salir de estas uniones I j Es posible te ner así buenos caballos I ;No justifica plenamente eso la dege neración de la raza y la escasez que hoy se nota de buenos caba

llos, aquí donde tan excelentes los hubo en una época uo muy lejanaí ¿Qué desbarajuste uo habrá existido, cuando aún no


( 36 ' liace cuatro lustros, el erudito señor Acosta, ponderaba las excelencias de los caballos de Pnerto-Eico, debidas al sistema de

seZecci(5?i. que dice practicaban los labradores? Hoy, volvemos á repetirlo, es un caos la industria ecuestre; son muy escasos los ejemplares buenos que se encuentran en la Isla de una alzada medianamente regular. Hasta seis cnartas nueve dedos se ha-

visto obligada la Guardia Civil A rebajar la alzada de los caballos de sus escuadrones, y en la última comirra que efectuó no pudo

concluir de remontarlos, no pudo comprar, la Comisión que reco rrió la Isla, mas que cincuenta y dos de los setenta y tantos qu« necesitaba.

Que las yeguas influyen tanto como los caballos en la me

jora de las razas, lo prueba el ejemplo práctico, real, evidente, de que los mejores caballos que ba habido en la Isla, los de Aponte, proceden de una sobresaliente yegua inglesa con caballo del país. Así nos lo aseguró Don Manuel Eoig(de las Piedras), inteligente criador, el cual nos dijo que esa yegua inglesa dió productos tan

su];eriores como el Eompelosas, el Liebre, el Eoble, Manchados, l)adre é hijos, y otros que aún se conservan en la memoria de mu

chas personas de Yabucoa, Humacao, las Piedras y otros i)ueblos. Aún conserva el Sr. Roig el caballo Caj)richo, descendien te directo de aquellos, que es el mejor que conocemos en la Isla

asi como su magnífico potro Cisne, y sus hermosísimas yeguas Sociedad, Perla, Vaudolera, Consuelo y otras tan notables como

finas y airosas; individuos todos de buena alzada (siete cuartas y alguna más) y propios por consiguiente, para regenerar la raza

caballar po^laselección. (*) Oportuno y conveniente es hacer constar aquí que el señor

Porrata, de Salinas, nos dijo que tiene cincuenta yeguas para cría, IJon Juan Eivera, de Guayama, posee buenas, que le pro ducen caballos de seis cuartas, ocho y diez dedos, magníficos y resistentes, que en distintas ocasiones hemos visto y montado.

El Si. Guillot, del mismo pueblo, también tiene regulares caballos.

Don Gregorio Lastres, de Yabucoa, tiene un viejo caballo

(de 20 á 22 años) notable, descendiente de los célebres Manchados, y dos buenos, el llamado Manchado y e 1 Microbio, potro de tres años, todos de seis cuartas y ocho ó nueve dedos,

Don Manuel Toro Quiñones, de Humacao, posee entre otros dos excelentes y briosos caballos, notables en andadura cuadrada, si bien de seis cuartas y media.

Don Isidro Sanjurjo, de las Piedras, nos ensenó hace unos (•) Estofl caballos y yeguaa la* tenia el Sr Boie en Pueblito ele Rio, barrio apartado del itlDerario que llevábamos y adonde en boraü extraordiDarlas ^iIüos á verlos con nuestro amigo el Capitán Ex» #»ndon, por lae alabanzas gue do ellos nos hiciera ol Sr. Moriano, de Estado Mayor,


: 37 í

meses seis potros <le iuinejorables condiciones, pero tambióujDe-

queños ; el mayor tenía seis cuartas siete dedos. Los señorea Collazo, de Manatí, poseen muy buenos caba llos de alzada aceptable, y conocemos dos yeguas, de su propie

dad, do más de siete cuartas, bien conformadas y buen tempera mento j casi compiten con las del señor Roy. Don Manuel Lamela, de Quebradillas, posee una yegua bastante buena, de la que conocemos varios hijos muy esiieciales, uno de ellos el Pimpollo que compró la Guardia Civil. Los machos y las hembras que se unan para la reproduc ción, guardarán relación en sus edades, aptitudes, alzadas, etc. Si hay mucha diferencia en la e<lad de los reproductores ; si por

ejem]d(>, á una yegua de siete años la cubre un semental de tres ó de veinte, de magnífica estampa, lo lógico es que el producto nada saque del padre ¡lor no estar en la plenitud de su vida, ni de su i)oteucia generatriz, á causa de no liaber completado su desarrollo, en el primer caso, y de estar ya debilitada ó gastada su organización en el segundo, y que la madre en mejores con diciones de vida influya intotum sobre el producto de la concep ción, que resultará inferior, si como es lo general, la. yegua no

reúne las excelentes condiciones, que mas frecuentemente suelen tener los sementales machos.

Lo ])ropjo acontece con Jas airtitudes: si á una yegu.i i)ara

tiro pesado se le facilita un caballo de silla, el hijo que nazca será un mestizo impro|)io para ninguno de estos servicios : por lo tan

to, es de imprescindible necesidad elegir los animales mejor con formados, aquellos que jior sus eminentes y notables cualidades se aproximen más al tipo ideal ó real de la perfección, muj' espe cialmente los machos que trasmiten estas cualidades á muchos

produ(q<¡s cada año, en tanto que las yeguas lo hacen á uno solo.' Así i)ues, el semental macho debe.en absoluto carecer de defectos

de conformación; desterrando esa perniciosa costumbre, que una

práctica secular ím introducitlo, de aparear animales cuya con formación sea opuesta 5 como i^or ejemplo, un reitroductor de

cabeza chata unirlo á uno de cabeza acarnerada ; á uno de cuello

largo con uno de corto; á uno de cruz alta con uno de baja ; al. que tenga el dorso de camello á uno ensillado ; á uno de corbejones acodados con uno qire los tenga rectos, y así con las demás'

regiones: regla de comitensac.ióu ó de co.itrastes que nada tiene de racional ni científica, y que sólo acarrea la continuación ó

exageración de los deíectos que se tratan de corregir ; porque

pirede suceder, y sucede con frecuencia, que uno de los reproduc tores tenga más potencia trasmisora, influya más en la función reproductriz, y trasmita á sus descendientes las formas defectuo sas que posea, sin conseguir jamás neutralizarlas. No sucede así cuando nos ajustamos á las leyes de la fisiología y á las prescrip10


( 38 ) cionea de la zootecnia, ayuntando caballos y yeguas sin ningún defecto de conformación ; caballos y yeguas perfectos ai es posi ble ; y cuando esta perfección no se pueda conseguir en unos y otras, escoger siempre los sementales machos de esas relevantes cualidades.

La relación que debe haber en las alzadas,jamás dejará de tenerse i)resente, procurando que no exista mucha desproporción, para evitar que los productos salgan de conformación defectuosa,

que es la consecuencia de quebrantar las leyes de las proporcio nes ; amen de que, si la mayor alzada es exagerada en el padre,

hay muchas pérdidas de hijos por los frecuentes abortos, y porque, en el momento del parto, que siempre es laborioso y á veces im posible, mueren algunos y la madre corre el peligro de una en fermedad grave, que puede hacerla sucumbir ó inutilizarla para la reproducción.

Una vez escogidos los tipos mas selectos y puestos en co municación sexiral, los hijos qixe se ohteugan, deben unirse con individuos que tengan estos caracteres de una manera más mar

cada, eliminando siempre do la roiiroducción, aquellos que no sa

quen las condiciones que se buscan, y teniendo siempre presente que las nuevas modificaciones que se obtengan en los primeros productos, no son tan apreciables que se puedan á la ligera cono cer; es preciso fijarse mucho y hacer un estudio «comparativo de tenido, para conocer los hijos que prometen y los que no. Los productos nacidos en las primeras generaciones en los que se distingan cualidades buenas, se acopilarán unos con otros y muy particularmente con sus padres ; y si, como algunas veces sucede, naciera un individuo con cualidades sobresalientes . aproximadamente al tipo á que se aspira, se reservará para unirlo con otros animales que consideremos los más perfectos. Alguñas veces acontece que uno ó varios hijos, salen, ó presentan mo

dificaciones distintas del tipo que perseguimos ; modificaciones

fortuitas que les dan aptitud para otros servicios y que conviene entonces fijarlas, conservarlas y trasmitirlas, ayuntando los pro ductos en que aparezcan.

Lo mismo en el tipo que tratamos de crear, que en las mo dificaciones imprevistas, pero de utilidad real, que aparezcan

seguiremos obrando con los productos sobresalientes; escluyendó los que sean mal constituidos, sean defectuosos, padezcan enfer

medades hereditarias, y los que por su conjunto general no tem gan aptitudes para los servicios que convengan ; sin hacer caso

del parentesco tan próxinio que existe entre padres, hijos y her

manos, á pesar de la creencia de que las uniones incestuosas 6 consauguiueas inñuyeu desfavorablemente en los productos déla

generación. Si repugnan á la conciencia y á la moral, y las leyes prohiben estas ilniones en la especie humana, no así en los ani-


( 39 ) males. Precisamente por este método, por el de la consanguini dad, se formaron en el siglo pasado, castas de inmejorables condi ciones dentro de nuestra Madre Patria, tales como los célebres ca

ballos cartujanos, de los padres de la Cartuja, y los zamoraws, propiedad de los hermanos Zamora, profesores de veterinaria: unos y otros caballos fueron tan célebres y de tal mérito, que

sirvieron para formar las buenas razas que hoy tienen Austria y Prusia, y algunas de las castas de Inglaterra. La consanguini dad pues, lejos de bastardear las razas, lejos de llevarlas á una

degeneración gradual y progresiva como algunos pretenden, con tribuye muy mucho á conservarlas, perfeccionarlas y á crearlas nuevas, supuesto que, como asegura el eminente veterinario y

célebre hipólogo Mr. Gayot,(1) fija y consolida la trasmisión de las bellezas, ó de los defectos, porque la ley de la herencia obra por la acumulación de potencias, del modo que lo hacen dos fuer zas paralelas, que actuando en igual sentido, desplegan una in

tensidad considerable ; asi los animales unidos por la consangui nidad, por ser de una misma raza, por la identidad de condiciones

orgánicas, en vez de actuar como dos fuerzas opuestas, lo hacen en el mismo sentido, tienden al mismo fin, obran con más intensi dad, los resultados son más positivos y mayor la fijeza de trasmi sión de las cualidades de los reproductores.

• Hecha la selección ajustada á las reglas que acabamos de sentar, poco á poco se irán corrigiendo los defectos que hoy tie nen los caballos del país, para ponerlos en condiciones de vida más

aproximada á los distintos usos en que los empleamos, y poder después recurrir á los cruzamientos con razas exóticas, á fin de crearlas aquí de aptitudes especiales, para obtener con ventaja los varios fines de su aprovechamiento. Hoy debe empezarse la re forma del ganado caballar por la selección de lo que poseemos, é importando sementales de la Península para refrescar la sangre; mas tarde vendría el cruzamiento á terminar la obra.

Pero como no todos los caballos españoles son de sobresa liente mérito, ni mucho menos; sino que en general adolecen de varios defectos morfológicos, entre los que principalmente se destacan el volumen de la cabeza, la cortedad y espesor del cuello

y ser algo caldos de grupa, asi como no estar bien ajustada su construcción á las leyes de la mecánica animal, y quizá sus con diciones biológicas no acusen en todas ocasiones gran resistencia, conviene elegirlos de aquellas ganaderías que en la Madre Patria tienen más justa fama. En primer término está considerada la

-ganadería de los señores Guerrero hermanos, de Jerez; si bien entre sus productos habría que traer los más pequeños, pues ge neralmente son de gran alzada, üon estos caballos y las yeguas Eocrclopédie |>riictl(iuii de r«grlcuU»iir.


( 40 ) de más alzada del país, se obteudrían productos muy buenos que,

además de la silla, servirían perfectamente para el tiro de lujo y otros arrastres ligeros que aquí usamos. i5n segundo lugar ])odemos recurrir á la ganadería de Don Vicente Komero, de Jerez

también, que posee caballos muy airosos, elegantes, nobles y dó ciles, con sorprendentes movimientos ó elevaciones en las extremp dades anteriores; y aunque este gracioso juego de los brazos sea en detrimento ó á expensas de la celeridad en las marchas, com

pensaríamos la poca elevación de los de aquí (bastant-e terreros) y liaríamos gallardos caballos de silla. Unos y otros caballos deben oscilar entre siete cuartas dos dedos á siete seis de alzada, desti nándolos á las yeguas mas altas y corpulentas. Parecerá extraño que no recomendemos la importación de caballos de otras ganaderias que reúnan mejores condnaoaes para

tiro ligero y de lujo, como son los de los señores Marqués de Alcafiices. Duque de Veraguas y algunos otros. IVos fumlainos eu que la alzada y sobre todo, en que la conformación de nuestras yeyuas es com;detamente opuesta á ellos, y los productes viables saldrían

destartálanos. Sin embargo, á tín de acelerar la especializacióii de esta aptitud, lo mismo que la adecuada al tiro pesado, se podría importar algunas yeguas de una y otra condición, con .sus corres pondientes sementales, aunque esto sería algo más costoso. Knsáyese este método con té, perseverancia é inteligencia, y el resultado será positivo, lá mejora se conseguirá y el ídniento no tardará en venir, gi acias á ,1a virtud ju-olítica <le nuestros ani males, siquiera tenga eu contra la" poca base que existe. Hoy no

hay una sola gamnlcría eu forma; no hay más que fragmentos ó

ejemplares de caballos y yeguas diseminados acá y acullá, qne una voluntad grande y una dirección inteligente y cientiíioa po dría reunir jiaia con ellos echar los cimientos de una obra que á toda costa es preciso comenzar, si uo queremos que en no lejano

dia, y esto sería altamente punible, desaiiarezcan radicalmente esos jiocos elementos que en manos inesperías, no dan los r esulta dos que son de esperar dirigidos á conciencia. Y no se crea que exageramos en esto ; es tal la incuria que

se nota en este ramo de producción, y tan magnlñcos los resulta

dos que daría la selección, qne ya el señor Abarl en su libro citatlo lo expresa bieir claramente*. Dn deflnitiva, nuestraraza de caba llos aurroue desmejorada, no desmiente su origen ; su sangre no

está perdida. Lo que está perdido es el cuidado en la elección de los pudras y en el esmero en la educación de los hijos : si el esníritu de observación, la proligidad en los cuidados, en una pa labra la verdadera ciencia de que demuestra u tener no escaso

caudal nuestros criadores de galios ingleses de pelea, la tuviesen los criadores de caballos, estos serían inmejorables. Los mismos

procedimientos empleados para conservar la pureza de la raza y


( 41 )

perfeccionar las aptitndes de los gallos, son los que se requieren para mejorar los demíls animales. Hay paisano nuestro aquí que para criar gallos es un Bakewel. Es verdad; aquí hay muchos Backewelles en gallos, pero muy pocos en caballos; y es altamente censurable que en un país de condiciones abonadísimas para el objeto, se haya llegado al estado de pobreza ecuestre en que hoy está Puerto-Rico; no tanto por el número, que es grande en chongos, como aqui se, les llama, sino por la escasez de buenos caballos de silla y la caren cia absoluta de tipos propios para tiro ligero y arrastre pe sado.

X.

El cruzamiento es también obra de las modificaciones que

se pueden iutroducir para el objeto deseado, porque es un medio directo de mejora; tan directo y potentísimo, que practicado con inteligencia puede decirse que es la base del perfeccionamiento de las razas. Por el cruzamiento se modifican más rápidamente

las cualidades ó aptitudes de las razas inferiores, se crean otras intermedias y llega á conseguirse una igual á los tipos mejoradores. Pero si en los cruzamientos no preside la razón, la iuteli-

gencia ó la ciencia, es también entonces un medio muy directo de

degeneración y bastardea micuto. Ejemplo de ello lo tenemos en Inglaterra y en nuestra nación. Bu la primera han conseguido razas especiales para toda clase de servicios; en la segunda, ver

güenza da decirlo, salvo contadas y augustas personas, han de generado, han echado á perder las antiguamente renombradas razas que poseiamos : y cuenta que el medio inglés no era ni es de tan buenas condiciones como el medio español, jPor qué,

pues, la perfección en Inglaterra y el bastardeamiento en Espa ña ? Sencillamente; por seguirse alli los preceptos científicos y aquí no.

Para que los cruzamientos den resultados excelentes, de ben concurrir en quien los dirija, condiciones abonadas ; deben los directores de los cruzamientos poseer profundos conocimien

tos morfológicos, minuciosos estudios anátomo-fisiológicos, y ex

tensos y concienzudos conocimientos patológicos de los indivi duos ó animales que se pretenden cruzar. Unicamente así se

podrá apreciar su conformación, temperamentos, idiosincrasias, alteraciones morbosas, etc., etc., y buscar los medios de corregir, cambiar, atenuar, modificar, etc., con exactitud aquellas cualida

des ó aptitudes, sin exponerse á inútiles tentativas, seguidas del 11


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empeoramiento de^productos y acompañadas de crecidos gastos sin ningún resultado.

Esa falta de inteligencia, repetimos, ha sido la causa de que los cruzamientos lio hayan estado seguidos de buenos resulta dos en nuestra Patria, y de que tenga muchos impugnadores has ta el extremo de estar casi desacreditado este mótodo.

Los im

pugnadores del cruzamiento creen de buena fé en sus malos re sultados, teniendo por argumento sólido y valedero la práctica, lo$ Iteohos. j, Pero qué fuerza, qué solidez tienen esos hechos incons cientes de nuestro pais I j Qué ajioyo puede existir en esa prác tica común irracional ó autizootécuicaf La Keal yeguada de Aranjiiez y alguna otra, no les enseña nada ? i No hay hechos, no hay prácíica en ese Real establecimiento i Y fuera de nuestro

pais, i no hay enseñanzas prácticas?

Los adversarios de los cru

zamientos que creen incontrovertibles sus razones, muy pobres para nosotros, demuestran no tener el mús ligero vislumbre de

aquellos conocimientos, y son de los tantos que, doctores hípicos porque sí, sólo eligen los sementales por la estampa, por la lámina como éllos dicen; ó de los que quieren corregir una cabeza chata con una acarnerada, obtener un cuello de pichón con uno de cisne y del rebés, ó unos corbejones aplomados con unos rectos y aco dados ; echar á yeguas de aptitud para silla, caballos de arrastre

pesado, ó creer que á la primera generación se consigue el objeto, sin tener para nada en cuenta el importante factor hembra, cier tas y determinadas condiciones físicas y biológicas, ni los subsi guientes cuidados higiénicos, alimenticios, etc., etc. No se crea por lo dicho, que somos partidarios de la teoría de Bufion, Bourgelat y otros sabios naturalistas é hipólogos, que aconsejaban el cruzamiento en todas las razas, de un modo perpetuo, para asegurar las buenas cualidades y evitar su dege neración. No podemos ser de su opinión, por cuanto la ciencia y la observación han patentizado que las razas por sí mismas no degeneran ni mejoran. Las razas, todas tienden á mantenerse tal como ellas son ; tienden á conservar el sello característico que recibieron por la generación, influencias climatológicas, alimenta ción, domesticación y demás agentes higiénicos, Los caracteres

de las razas se trasmiten por la generación de un modo fijo é in variable, en tanto que obren sobre ellas las causas á que deben su origen. Lo mismo en la especie humana que en los domésticos animales, los caracteres son trasmisibles por la herencia, que obedece á leyes fijas é inmutables. Todas las razas humanas con

servan sus caracteres propios dentro de su medio propio, lo mismo que los animales : la raza de caballos árabes se conserva en su primitivo estado j ni ha mejorado ni degenerado y no ha sido jamás cruzada con ninguna. Pero entre esa idea de cruzamientos constantes y la de des-


( 43 ) terrarios de la industria pecuaria, está el justo medio, ea.tá l^ ciencia con sus reglas preciosas y sus verdades evidentes. Para llevar á efecto la reforma de la ganadería hípica por el cruzamiento, precisa tener presente la relación, la armonía que debe existir entre las dos razas que se van á cruzar, Comparándo

las entre sí, procurando que no haya grandes diferencias, y que los defectos de la una puedau ser equilibrados y mejor corregidos por las cualidades sobresalientes que tenga la otra. Desatino y

grande, sería el que, por ejemplo, nos empeñásemos en querer mejorar nuestra ganadería caballar, importando caballos norte americanos de ocho y más cuartas de alzada, ó la inmensa mole

boloñesa; porque seria perder un tiempo precioso, hacer gastos inútiles, no ya para mejorar un poco, sino i)orque perderíamos lo poquito bueno que hoy existe, obteniendo unos productos bastar dos, mal conformados, destartalados y de menos aprovechamiento que los indígenas, amen de las muchas pérdidas de madres é hijos. Las razas que se importen deben ser superiores á las nues tras, tener caracteres propios, bien constituidas y ser muy anti

guas, para que trasmitan á sus descendientes todas sus cualida des, bondades ó aptitudes ; que de otro modo son tan fugaces que se extinguen al poco tiempo. Otro factor importante es la identidad de clima. Procú

rese importar razas de países cuyas condiciones climatológicas sean lo más parecida posible á éste, para evitar los efectos de la aclimatación que siempre influye en la vida de los animales im

portados. Sin embargo ; este inconveniente de la diferencia de clima, se atenúa por los cuidados racionales de abrigo, ventila ción, alimentos, ejercicios etc., colocando á les caballosimportados

en iguales ó parecidas condiciones á las de su país natal y evitar así el que degeneren ó perezcan en la lucha que han de sostener

por la aclimatación. Ydecimos caballos, porque en buena econo mía rural, el cruzamiento como mejora de una raza, debe hacerse

con los machos ; no porque éstos tengan, como se sostiene, más

potencia trasmisora, comuniquen con más seguridad y más com pletamente que las hembras, las cualidades propias de su raza,

sino porque son menor nómero de individuos machos importados, se consigne en mayor escala la mejora ó reforma, circunstancia apreciabilísima por los menos gastos que supone. Que es una cuestión esencialmente económica lo prueba, el que, de intentar el cruzamiento importando rnachos, con cada uno de éllos se

pueden obtener cuarenta ó cincuenta hijos en cada año; y para ob tener este mismo número habría necesidad de importar setenta ú

ochenta yeguas, cuyo valor, trasporte, manuteñción y cuidados

se elevaría á mayor cantidad. Así pues; sentado esto, no se deje al acaso la elección de yeguas, sin fijarse en si tienen ó no tienen cualidades adecuadas al objeto. No obstante, en los cruzamientos


( 44 ) no es tan necesaria la identidad de cualidades entre el machoj

la hembra, puesto que siempre el padre es, ó debe ser, de raza superior, y conviene que su influjo predomine en la procreación. Ya dijimos que en los cruzamientos los reproductores de ben tener caracteres propios, sin mezcla de ninguna clase, lo mismo los machos exóticos importados, que las yeguas indíge

nas; estableciendo en ellos una escala siempre ascendente de perfección, que tenga por base la acción del padre sobre la ma dre y sobre los productos hembras sucesivamente obtenidos, has

ta que se haya llegado por medio de esta progresión á lijar todos los caracteres de la raza mejoradora; no teniendo en cuenta el parentesco que exista entre ellos, porque nada influye, como di jimos al hablar de la selección, en el deterioro de las razas. El caballo que en nuestro concepto reúne condiciones abo

nadas, para verificar el cruzamiento con nuestras yeguas, des pués de hecha la selección, es el árabe de las renombradas razas Kohel, Koklani y Ojelfg, con el cual infundiríamos en nuestra raza la XJura sangre, y la dotaríamos de mucha más energía y re

sistencia, belleza y elegancia. El caballo árabe es el ])rototipo de la especie; es el que posee pura sangre, sin ninguna mezcla extraña, y el que su conformación, xjroporciones y aplomo, están

en la mas completa armonía de tan preciosa máquina orgánica, 8u construcción está ajustada á las más bellas cualidades de la

mecánica animal; así es que sus movimientos, amen de airosos y elegantes, son asaz potentes y vigorosos, y de una resistencia

extrema. El detalle de sus aparatos fundamentales, de sus re giones, órganos y aun de la parte mas insignificante de su cuerpo todo, absolutamente todo, acusa belleza suma. Su cabeza, de

frente cuadrada y amplia, es bellísima y de una expresión dulce, inteligente y enérgica á la vez, impresa por unos ojos hermosos, abiertos y brillantes, y unas fosas nasales dilatadas. El cuello flexible y bien conformado y contorneado, está adornado de una

crin fina y sedosa. Los pechos son anchos y el arca del cuerpo contorneada y corta, encierra un aparato respiratorio amplísimo y

un digestivo reducido; las ancas son largas y separadas, y la grupa algo menos que horizontal, dá nacimiento á una cola de colocación elegante. Las extremidades guardan comxrleta armo nía con la construcción y solidez del tronco; radios articulares

bien situados, constituyen palancas de un poder superior, articu ladas con amplitud y sugetas por vínculos de unión tan resistente como son sus densos ligamentos; mósculos fuertes, robustos,

perfectamente delineados, con tendones de igual naturaleza y separados do los huesos, imprimen á esas palancas movimientos enérgicos, pero suaves y elásticos; los aplomos son correctos y

los cascos pequeños y duros. Agréguese á este conjunto de per

fecciones mecánicas, un temperamento sanguíneo-nervioso y una


í

^ 45 ) sobriedad a toda prueba, y se tendrá uua idea de la nobleza,

energía, vigor y resistencia del sin rival Koldani, del caballo árabe de pura sangre, que se cría eu Nebcht é Irak, lugar á ori llas del Eufrates, entre Bagdad y Bassora. Es sin disputa el

primer caballo del mundo, tanto por las cualidades que quedan mencionadas, cuanto porque, aparte de su pequeña alzada (un

metro, cuarenta y dos centímetros, término medio), es de una re sistencia y ligereza tan notables, que recorie sesenta y setenta leguas en un día. Esta opinión está fundada en la bi iliante des cripción que de este noble animal nos hacía en cátedra nuestro

inolvidable maestro Don E. Martin y eu haber admirado tantas

veces uno de los mejores que se llevaron á España, que existe en el gabinete de la Escuela Ue Uóiduva, correctamente rlisecado por el método anatómico por el Doctor Novaibos, ilustrado veterina

rio, hoy 'leí colegio de Aladriil, querido maestro y amigo nuestro. Tanto es lo que se ha escrito sobre este urecioso animal; tanto y tanto lo han alabado y cantado los viajeros y poetas, que sería imiiosible hacer ni una ligera reseña de todo ello. El gene ral íiancés Mr. Daumas, que estuvo varios años en Arabia y era inteligentísimo, aücionado y amante del caballo,es uno de los que más han estudiado y esciito sobre este animal.

Los árabes son apasionadísimos por sus caballos; y así como en el Cántico de los cánticos se lee: "mi amada os comparo á la belleza de mis caballos," imagen que prueba la perfección de sus formas; en el iCoraa encontramos esta otra: Su seno es un

cofre de oro y sus caderas un trono de honor," Pero donde la pasión árabe por los caballos raya en el f.matismo, es en otro pasaje del

Koran, que dice; "üuando Dios quiso crear el caballo llamó al "viento del Sud y le dijo; quiero hacer de tí un nuevo sér ; que "desaparezca tu fluidez y tome la forma sólida : El viento obede-

o ció ; entonces Dios tomó un puñado de este aire sólido y lo ani'< mo con su aliento. Asi nació el caballo árabe, al cual Dios le

"dijo ; Tú serás para el hombre un manantial de placeres y de <• riquezas, él montará sobre tu lomo y te elevará por encima de « todos los demás animales." Chateaubriand, eu su Itinerario á Jerusalem, dice que los árabes jamás ponen les caballos á la sombra, que atados délas

cuatro extremidades los dejan expuestos á los rayos de aquel sol

abrasador y sólo les dan agua una vez al día. Muchas veces, dice, he admirado al caballo árabe amarrado de este modo,inmó vil en un ardiente arenal, con la crin desgreñada, con la cabeza

caída, como si quisiera buscar la sombra de su propio cuerpo, y mirando de soslayo á su dueño, Pero, j le quitan las trabas 1

4 le montáisl Entonces se estremece, le hierve la sangre y pare ce que va á tragarse la tierra. Sueaa el clarín guerrero y dice ¡vamos! y se lanza. i Oh! Aquel es el caballo de Job." 12


( 46 ■

Hasta qtié grado llega el amor al caballo, véase cómo se expresa Breen en su monumental obra de historia natural. "El

caballo árabe desde hace muchos siglos se encuentra en la más noble perfección de formas y gozando de las más excelentes cua

lidades, debidas á la perseverancia é inteligencia que observan los árabes en su multiplicación, educación y mejora. " Viviendo los árabes diseminados en un gran espacio del

globo, teniendo menos apego á la tierra que los pueblos occiden

tales, y siendo su principal ocupación la cria de los ganados, el

caballo es el elemento más poderoso para la vida y existencia del árabe ; con él lleva á feliz término sus continuas emigraciones v sus largos y penosos viajes ; con su ayuda luce en las fiestas, reuniones, luchas y demás actos sociales. Es, por lo tanto, el caballo para los árabes el animal más noble y perfecto de todos los creados ; teniendo entre ellos casi igual consideración que un hombre de elevada categoría y mayor que la que disfrute un hombre vulgar, mereciendo tan distinguidos honores por los in mensos y variados servicios que presta al pueblo árabe. El caba llo es el mas fie compañero del guerrero, el criado más querido y respetado del propietario, el favorito de la familia, el árabe contempla a .su caballo con afanosa diligencia, estudia sus cos tumbres, sus necesidades, ie canta en sus poemas, lo ensalza en

díveS'es

objeto más agradable de sus

"En la cria de los caballos arabes predominan algunas

costumbres especiales. Todo poseedor de caballos tiene la, obli-a cion de prestar sus mejores potros para cubrir una yeguada nobte • los caballos de buena raza son muy buscados y los dueños de las yeguas hacen con frecuencia viajes de centenares de leo-uas para hacer cubrir las ,«uyas por semejantes caballos. El poseedor del semental recibe como recompensa cierta cantidad de cebada etc

Acejitar dinero es deshonroso y se expondría á las injuriás él qué

lohicie.se. Sólo el árabe de elevada categoría tiene derecho de negar .sii noble potro al que .se lo pida para cubrir una ve'> na vul gar- Durante la jireñez es tratada la yegua con mucha .solicitad y trabaja hasta las últimas semanas.

'

"En el acto del parto se hayan presentes testigos para confirmar la legitimidad del potro; es criado con esiiecial cuidado y tenido desde su más tierna edad, como individuo de la familia. En Hedjas pertenece el caballo á la familia y ésta le dis pensa mucbísimos más cuidados que á sus propios individuos.

Cuaudo un guerrero quiere llevar á cabo una expedición peligro

sa, la familia desea buena suerte, no al hombre, sino al caballo;


( 47 )

y SI después de la batalla éste vuelve sólo á la tienda, el dolor por la pérdida del guerrero muerto eu la pelea no es, ni de mucho tan grande como la alegría por haber salvado el corcel. El hijo ó un próximo pariente del guerrero finado, monta á caballo y tie ne la Obligación de vengar la muerte del ginete. Si el caballo es muerto ó robado en la batalla y el ginete vuelve á pié, le espera un mal recibimiento, las quejas no acaban nunca y el luto dura meses enteros.

El arabe y su caballo están íntimamente hermanados, v

tanto e uno como el o^o se sienten oprimidos si echan de menos a su fie compañero. Ha sucedido más de una vez, que un caba llo ha levado, desde el campo de batalla á la tienda, el cadáver de su dueño muerto en el campo del honor. '^La sobriedad y resistencia del caballo árabe, son tan pandes como las amables cualidades de su carácter. Se conten ta con poco i es capaz de soportar con escaso alimento las mayo res fatips y penalidades. No es, pues, extraño, que semejante animal haya sido ardientemente cantado por centenares de poetas y que sea la única y exclusiva conversación de los árabes en el hogar doméstico y su orgullo y más preciada joya " En el Sahara argemino, existen también muy buenas ra zas de caballos, que pndnan servir para importarlas aquí, por ser su ailquisiciou mas ijcil y eeoaóiinca Las tres razas que pzan demás estimación se crian ha cia la parte mas oriemal del desierto, y se las conoce con el nombre de Haymour, Bou-t.liareby Meriziqui. Los ie H" -i ,■ é son los más apreciados por su belleza y la peífeccion íle sus formas, resistencia, velocidM y loiigevidadj generalmente son de

color bayo.

Lstas cualidades lo mismo las tiene en su nois na

tal, que en cualquier otro, aun de opuesto clima

'

En la guerra de (Jrimea asi lo demostraron los partes de jetes de cuerpo y del geneial en jefe Lanroberto Por eso diee el Ilustrado general Daumas, reflriéndose a esa "•uerra •' o e sin meterse en hacer comparaciones, siemiire odiosas entre d caballo de pura sangre árabe y el de otras naciones, poroiie todo

caballo tiene su mérito y utilidad, según para lo que se desti ne, evideucia con pruebas positivas que el africano es el verda dero caballo de guerra, el mas superior que existe en Oriente '' El general de caballería Lawdestine también opina lo mis mo; y anaile que algunos caballos españoles de la serranía de Eouda que hubo en Crimea, dieron buen resultado, resistiendo las fatigas y los efectos del clima en el sitio de Sebastopol ■ a cíendo notar, qñe entre los varios caballos que tuvo el "ener.d Se

bastían, en la camiiana de Kusia, seis de la serranía de Granada fueron los únicos que resistieron; demostrando esto el orinen

de su sangre africana. x\o sucedió asi con los ingleseíy Ss razas


( 48 ) que de ellos procedían, que salvo la velocidad, en lo demás die ron peor resultado que los otros. Por último, el Director general de Veterinaria del ejército

de Africa, Mr. Bernois, dice que la raza caballar de Argelia, es superior á la de Inglaterra y Francia en la carrera ; apoyándose en la distancias recorridas por varios caballos y yeguas. Uno de ellos c.orrió en 27 minutos 16,700 metros; otro, 25,000,metros en 45' y 30"; y un tercero[yegua)recorrió 25,750 metros en 69' y 16" qre otros lian dado la vuelta al hipódromo, que mide 1,600 me

tros, en 1'45", lo que dá una velot.idad de cuatro tercios y un quinto por metro, resultando una diferencia de un segundo por 600 nietros, comparado con las carreras del hipódromo de París, lo cual coii-íiste en que, en éstas, el estimulo es mayor, la prepa ración y alimento es ad hoc, la montura y demás arueses son es

peciales. el peso sugeto á ciertas reglas, y los joUeys más diestros en estas carreras. "Por el contrario, continúa Bernois, los arreos

con inclusión de la silla del caballo árabe, cuyos borrenes «lelantero y trasero son altos y de un peso extraordinario ; el arranque para la carrera, no sólo es descompuesto, sino intempestivo; el ropaje del ginete, al aire, flota y opone mucha resistencia, y to do es diferente de cuanto establecen las reglas para las carreras del hipódromo. Gracias á las mejoras notables introducidas en Argelia desde la ocupación francesa, la raza de caballos berberis

cos, no sólo princi[>ió á mejorarse, sino que van desapareciendo

las taitas que se le achacaban, tales que, la poca alzada del ca ballo, su cabeza que ya es más ancha y cuadrada, el codo más próximo al costillar y la cola mejor dispuesta. A la vez que estas mejoras se obtienen, se procura que el caballo conserve las emi

nentes cualidades que siempre le han distinguido, como son la agilidad, la fuerza y la energía; sus lomos y esiialdas admira

blemente contorneadas, la resistencia de sus aucas, la facilidad con que soporta las fatigas, las intemperies y privaciones, le constituyen en un verdadero caballo de guerra. En fin, este ca ballo no teme el hambre, la seil, ni la fatiga."

Todas esas cualidades y la circunstancia de tener una alzada

proporcionada á nuestras yeguas, nos inducen á proponerlo para veriflcar el cruzamiento con ellas, después del árabe de pura san

gre, mucho más costosa su adquisición. Más tarde, y en virtud del objetivo económico de la especialización de las aptitudes, se podrían importar otras razas bien constituidas para obtener ca

ballos ajiropiados ventajosamente á los varios ñnes de su aprove chamiento, puesto que la especialización es al progreso hípico,lo que la división del trabajo es al progreso de la industria; en uno y otro caso se desarrollan las aptitudes al grado máximo. Por esta que pudiéramos llamar ley zootécnica, se han creado muchas de las razas que mencionamos al principio de este trabajo.


í 49 ) Ta hemos dicho, y volvemos á repetir, que la mejora Je

nuestra ganadería caballar debe empezar por \ñ selección; para cuyo objeto se principiará por la elección de los sementales. Esto entraña una importancia y trascendencia, grandísima, y hay que sujetarse á principios fundamentales biológicos, que la fisio logía moderna ha iormulado ; pues lo mismo los animales que las plantas, obedecen en su origen y desarrollo á leyes fijas y de terminadas, de las que no se puede prescindir, ni ménos violen tar sin obtener desastrosos resultados; leyes que es preciso conocer á fondo para aplicarlas y dirigirlas según ccnvengan á nuestros proi)óaitos. Así pues, es preciso, indispensable, que el reconocimiento ó exámeu de los sementales, se encomiende á per sonas peritas, á hombres que por sus conocimientos técnicos en la materia, saben aquilatar todas las cualidades buenas ó malas

de los animales. Esta difícil, delicada y trascendental comisión, nadie ton más justificauo motivo, puede desempeñarla mejor que los profesores de medicina comparada, pues nadie mejor que el veterinario conoce teóricay prácticamente el asunto, por sus estu dios ¡iroíuudüs de la anatomía, fisiohigía, patología, higiene y morfología de los animales domésticos, y por sus conocimientos

minuciosos de zootecnia, y de agricultura especialmente en pra ticultura. Sin embargo ; para conocimiento general de ganade ros y aficionados a hipologia, expondremos las cualitlades que deben reunir los sementales. Sobre este punto habría mucho que decir, pero nosotros seremos muy sucintos, procui'audo la claridad y comprensión á los rhenos versados en esta ma teria.

XI.

Los árabes dicen que un buen semental macho debe tener tres cosas largas; las orejas, el cirello y las extremidades ante

riores : tres cosas cortas ; el hueso de la cola, el dorso ó espina zo y las extremidades posteriores : tres cosas anchas ; la frente

el pecho y la grupa. La yegua que debe tener la intrepidez y anchura de la cabeza del jabalí; la gracia, el ojo y la boca de la

gacela; la alegría y la inteligencia del antílope ; el cuello y li gereza del avestruz y la cortedad de la cola de la víbora. Los antiguos albéitares españoles, concretaron á doce las

cualidades que debía reuuir un buen semental; carrerra, ojo y vientre de toro ; frente, cuartillas y cascos de asno ; oído, cola y ligereza de zon a; y pechos, caderas y paso grave y magestuoso de mujer hermosa. 13


\ 50 ) En la elección de sementales, una de las leyes biológicas,

que más presentes se deben tener, es la herencia, supuesto que por ella los padres ó progenitores trasmiten á sus hijos ó descen dientes todas sus cualidades, así físicas como instintivas é inte

lectuales, y aun el carácter que éllos tengan. El sabio fisiólogo Colín, veterinario francés (1) dice que los animales gozan la fa cuitad de trasmitir á sus descendientes, por la vía de la genera

ción, su forma, organización y carácter, sus instintos é inteligen cia, sus aptitudes, cualidades y diversas predisposiciones; es decir, sus cualidades físicas y morales, y sus más pequeños deta lles, sin que el trascurso de los siglos, ni en la multiplicidad de las generaciones sucesivas, se altere el tipo de la organización. El caballo de hoy tiene el mismo esqueleto del de hace 3,000 años y con el mismo número de huesos, de músculos, de nervios, va sos y do visceras, con idénticas formas, con iguales relaciones y con la misma textura.

El anatómico nó descubre entre los ani

males de la misma especie, más que ligeras diferencias i)uríimente accidentales, ó monstruosidades debidas á causas que han tras tornado el desarrollo normal de los órganos. La herencia se ex

tiende también ' los temperamentos, idiosincrasias, enfermeda

des, constitución, rusticidad, vigor, energía, facultad prolífica, etc. La trasmisión de los caracteres de las especies y de las ,razas por la generación, es pues, im fenómeno constante que tie

ne leyes fijas é invariables. Es esta trasmisión hereditaria la que asegura la. perpetuidad y la inmutabilidad de las especies; es la que asegura la conservación de las razas en los límites trazados por las causas exteriores, (iuya acción permanente se ejerce sobre los animales. Esta trasmisión se ejerce ii la vez sobre las cuali

dades y los defectos, y de aquí resulta que la especie y la raza tienden igualmente la una y la otra á conservar sus caracteres distintivos. La influencia directa de los progenitores sobre sus

Ijroductos, suele algunas veces alterarse, y entonces aparecen caracteres ó detalles remotos, particularidades de sus antepasa

dos, á lo cual se le da el nombre de atavismo ósalto atrás, cuyo fe nómeno se extiende á todos los séres, incluso á nuestra especie,

y se refiere al estado fisiológico lo mismo que al morboso. Bajo estas bases, bajo estos principios biológicos, es que debemos fundar la elección de los reproductores machos y hem

bras, eligiéndolos lo más aproximados al tipo de la perfección ; no olvidando que ciertas regiones, que determinadas cualidades generales son iulierentes á toda clase de sementales: un pecho

amplio que aloje grandes pulmones, foco de la respiración y de la hematosis, jamás será defecto en ningún caballo; del mismo

modo que unos ojos grandes, brillantes y de mirada noble: una (U Traite de PUiaiglogio comparéc des unimaux doraestiquei.


( 51 ) «onstitucióu sólida, resistencia, vigor y energía, músculos apreciables v delineados, tendones sólidos y marcados, articulaciones

anchas y enjutas, y perfectos aplomos,'son condiciones que con vienen á todos los progenitores. Pero partiendo del principio fundamental de que la selección y lo mismo los cruzamientos se

deben hacer especializando las aptitudes, dicho se está que no todos los caballos padres y yeguas han de tener igual confor mación.

El semental de silla, amen de las cualidades de que más

atrás queda hecho mérito, tendrá la cabeza cuadrada y propor cionada al cuerpo; frente amplia, orejas regulares y bien situa das; ojos grandes rasgados y brillantes, con mirada noble y fogosa; cuello largo y lleno, sin ser excesivamente grueso, de pichón ó de gallo, con buen arranque en la cruz y airosa inser ción en la cabeza ; crines abundantes, finas y sedosas; pechos anchos y prominentes; pecho profundo y bien contorneado; vientre i)oco abultado y redondeado; testículos y miembro ínte

gros, sanos y desarrollados: dorso ligeramente arqueado; grupa algo más bajo de la línea horizontal; ancas ó caderas anchas y redondas; nalgas separadas; cola bien nacida y poblada de cri

nes ; espaldas separadas y oblicuas; brazo robusto, separado y algo tendido; antebrazos musculosos, de regular longitud y con el codillo bien separado; rodillas amplias y enjutas; cañas finas con tendón robusto y bien delineado; menudillo robusto y enjuto, cuartilllas proporcionadas y con buena dirección ; cascos regula^res negros y duros; piernas proporcionadas; corbejones anchos, ni muy abiertos, ni muy acodados, y separados ; aplomos correc

tos; de siete cuartas de alzada, cuando menos, ios del país; de cinco años de edad los más jóvenes y de quince por regla gene ral los más viejos; temperamento sanguíneo; perfectamente domados en la silla ; mansos y probado su vigor y resistencia.

Además se procurará elegirlos de capas ó colores bien marcados, desechando los de pecho ¡¡álido ó deslabado, los de manchas

feas, caretos y calzados, que aunque es verdad que esto nada in fluye en la bondad de su servicio, son poco agradables - estos animales.

El caballo semental para tiro ligero, será de más anchuras

y alzada que el de silla, con el cuello largo, bien arqueado y for nido por su base; más alto del tercio anterior, de igual tempe ramento y edad; domado en el carruaje y buen trotador. El de tiro pesado debe ser de mucha alzada, muchas an churas, grandas masas musculares, cabeza gruesa, cuello corto, grueso y ancho de base; pechos anchos, cuerpo corto y fornido,

espaldas carnosas y con poca inclinación, ^rupa y caderas panchas

y robustas, extremidades gruesas y fuertes, cuartillas cortas y cascos grandes; la misma edad, y temperamento á ser posible;


( 52 >

perfectamente domado en el tiro pesado, y probadas sus fuerzas y resistencia ó aguante.

Las yeguas que seelijau para la cría reunirán los caracteres y cualidades reseñadas para los caballos, escogiendo siempre las más altas y con buenas anchuras, muy especialmente en las cade ras; la vulva será ancha y larga y ea completa integridad, así co mo los demás órganos de la generación, y las mamas ó tetas abul tadas, sanas, y con pezones Íntegros: la edad en que deben desti

narse á la propagación, esála de cuatro años las más jóvenes XII.

Dada la idea errónea, la costumbre perniciosa que se sigue aquí, de no destiunar los caballos según sus aptitudes á los distin

tos servicios en que se emplean, dedicando los más pequeños y raquíticos en el tiro (lelas calesas y otros vehículos de trasporte creemos un deber de conciencia hacer la descripción de los tres ti

pos que aquí se pueden emplear en silla, en tiro ligero y en tiro pe

sado; incluyendo la del caballo de carrera, más bien por su especia lidad diversión, que jior su utilidad económica. Hacemos nues tras las descripciones del ilustrado catedrático de la Escuela de

Veterinaria de Madrid, Sr. la Villa, que son muy exactasy'co-

rrectas.

Caballo de carrera, Largo y de bastante alzada, tendrá la cabeza pequeña, cuadrada, ex))resiva y extendida hacia adelante

el cuello largo, recto y poco grueso, aunque enérgico; recogido ei í

I

vientre; cortas los ijares; elevada la cruz; largas y oblicuas las espaldas; larga, angulosa y casi horizontal la grupa; la cola en trompa, y algo más levantado el tercio posterior que el auterior; las extremidades finas y provistas de músculos, aunque no

muy voluminosos, perfectamente acentuados, de gran poder contrastil; ámplio y bien destacados los tendones; los corbejones rectos; cortas las cuartillas; los cascos reducidos, oscuros y lus trosos. Ni en este tipo ni en ningún otro haremos meiicióu de las bellezas absolutas, sino de las que digan relación con el servicio que reclame su aptitud porque demás se comprende que la nobleza ó inteligencia, la integridad de la vista, lo anqiiio del con ducto y órganos res{)iratorios lo extenso de las superficies arti culares, la limpieza de los remos, etc., etc., convienen del mis mo modo á todos ellos.

Como tipo de caballos de carrera, tenemos el árabe y el inglés de pura raza.

(Jabalíos de paseo. De algo menos alzada y longitud qne


{ 53 ^

ei anterior, presentaríi también la cabeza pequeña, caadraJa y expresiva, pero.siguiendo también una línea intermedia á la ver

tical y á la horizontal; el cuello algo más robusto, bien flexible, ligeramente arqueado por su borde superior, y adornado de crines

largas, finas, brillautes y onduladas ; el pecho ancho y de con tornos bien pronunciados j el vientre regular ; redonda la grupa, y bien poblada; las espaldas no tan oblicuas ni prolongadas; el dorso y lomo, derecho y flexible ; los miembros asimismo finos y enérgicos, con movimientos libres y expeditos; acodados los corbejones ; algo largas las cuartillas, y alguna mas base en los cascos, sin pecar, ni mucho menos, de voluminoso. El caballo tipo de paseo es nuestro corcel andaluz puro. Para la caza y para la caballería ligera del ejército (y para viajes) se requieren tipos de conformación parecida a la de los

anteriores. ¡Serán pues, de alzada y longitud regulares; de cue llo prolongado, recto y vigoroso; de forma.s angulosas y [ironunciadas; de grupa y espaldas un tanto inclinadas; de remos bas tante tinos y enérgicos; sobrios fuertes y manejables.

OíibttlLos de tivo ligero. Si ensanchamos idealmente y eu cortos limites los contornos del caballo de carrera, tendremos el

verdatlero caballo de tiro ligero. De gran talla por lo general y masas musculares mas desenvueltas, su cabeza es algo más car

nosa; mas fornido su cuello, y eu particular por su base; mas amplio sus pechos, mas gruesas sus extremidades, y mayores sus cascos. Pero del jiropio modo que eu el de carrerra, se mostrará en él, largos y tendidos los radios superiores de los remos.

Siii embargo de esto, la perfección del caballo de tiro ligero pide grau desarrollo y esbeltez en el tercio anterior del cuerpo y aumento en el diámetro trasversal del tórax.

El caballo anglo árabe, el normando, el rnecklemburgués, al gunos rusos, bretones, y percherones, y segúu se uos dice, varios de nuestros Ampurdaii, son exceleute.s animales de tiro lii-ero.

Los menos corpulentos de esta raza, se eligen tambieu'pará

silla en todos aquellos cuerpos del ejército poco movibles.

Gahallos de tiro pesado. El más acabado tipo para este ser vicio es el bolüñés. De elevada alzada y algo recogido de cuer

po, tiene la cabeza gruesa; el cuello corto, muy carnoso y ancho de base; pechos extensos; espaldas musculosas y poco oblicuas• grupa y ríñones dobles; remos espesos y fuertes ; cuartillas cor tas y cascos voluminosos. Su carácter principal dimana del enor

me desarrollo que en él alcanzan las diferentes piezas del esque

leto, y las masas musculares.

Dicho se está que para el mayor número de trabajos urba nos y rurales, para el acarreo, trasportes y servicio de postas y diligencias, etc., hay que escojer animales de los dos últimos ti pos mencionados. 14


...

.

. ,, ( 54 ) XIII.

Por cuanto llevamos osurtto se comprenilerá la imperiosa necesidad que existe de adoptar medidas zootécuieas, que desgraciadameute jamás se han empleado aquí: medidas protefitoras que den la pauta á los criadores y que representan la práctica racio nal de la seieocióa y

cruzamiento, %\i cuanto á los machos con

cierne, alcanzando también algo á las yeguas. Una de las primeras resoluciones que se deben adoptar es

la creación de un Depósito de sementales, y en la época de la cu brición distribuirlos en los puntos i'.oude haya mas y mejores ye guas, las cuales serán montadas sin que sus dueños paguen nada absolutamente, puesto que el objeto no es de lucro y si ile fomen to y mejora. Si esto no llega á ser un hecho, jamás saldrá la ganadería caballar del empobrecimiento en que está, las industrias que uti lizan estos animales no prosperaran y el ejército remontara sus

escuadrones y plazas montadas con dificultad y mal gauado, (Jierto es que la creación de un buen Depósito de caballos sementales ha >le ocasionar gastos que el actual presupuesto no soportaría, y que, por otra parte, se compaginarían mal con las tendencias económicas de la época, y con la infundada é injusta creencia de algunos, de que el ramo de guerra ocasiona exorbi

tantes gastos; pero amen de que, si vis pacen, para heUiun (1) este

asunto interesa mucho mas al ramo de fomento que al de guerra ; cuando se trata de una mejora de |)ositivos resultados en obse

quio de la pública riqueza, no se deben omitir gastos, ni aun sa crificios si preciso fuere, toda vez que, ulteriormente, se han de resarcir con creces.

Sin embargo, oreemos ver un medio factible

dentro de los actuales recursos del Tesoro jirovincial, ó mejor

dicho del presupuesto de guerra que es el llamado á plantear esta reforma.

Por vía de - comienzo nos parece que con veinticinco ó

treinta sementales se podría ensayar la mejora. Los gastos de instalación no podemos fijarlos en absoluto ; pero los de entrete nimiento fácil es calcularlos, teniendo en cuenta que el [)er8onal podría simplicarse ó reuucirse hasta el infinito, o prudeucialmente componerlo de un capitán y un subalterno, un proíésor pri mero de veterinaria y el personal de clases y soldados de caba(l) (Jadt iniposible que aquí la haya, dada la cordura y Kennatea de esio.*» híjoi de lu FaU ia, aparte de lai pocas condiciones geograücas que uíiece el país-


( 55)

ílería con-espdiidieiite, ó un pequeño numero de soldados palafreWro«'bifen instruidos en este ramo, pero bien Tétribuidos, á fin de

«onseguir su constancia ó permanencia por mucho tiempo. 'Para 'que no fueran tan exorbitantes ios gastos de instalación ni se gravaran mucho los presupiiéstos posteriores, podría servir de base la escolta del Excmo. Sr. Capitán General, y 'disminuir á

cada escuadrón de la Guardia Civil, diez caballos y diez indivi duos de tropa ^que estos podrían aumentarse en infantería), reu niendo un total de veinticuatro ó veinticinco caballos. Si como es

de suponer, los caballos de la escolta no reúnen condiciones para sementales, pasarían á los'escuadrones de la Guardia Civil, bien

por el precio que costaron al comprarse, ya por el que se tasén en el acto de hacer el traspaso, ó bieu cambiándolos por los que

reunieseu COiidicioues de sementales.

A-demás, se sacarían de

los escuadrones los que íuesen aptos para ese servicio, yse com

prarían los que hiciesen falta hasta completar los 25 ó 30 ; amen

'de que, es asaz probable, y casi diríamos seguro, que el Gobierno

■Bupiemii enviase algunos de la Peiunsula. Esta modificación no •puede ser mas pobre ó insignificante, y en nada 'afectaría al úti

lísimo servicio del instituto de 1-a Guardia Civil. Es más, no vemos inconveniente alguno, antes ventajas para todos, en supri

mir uu escuadrón del Tercio, formando con el personal una com-

pañia y con la diferencia de haberes de los guardias de caballería,

del capitán, oficiales, el sueldo integro del profesor y el importe de la manutención del ganado, resultaría una economía de con sideración, amortizable, si la creación del Depósito se reducía á los 25 ó 30 caballos sementales ; aplicable al objeto si se le daba

mayor amplitud, que es lo procedente en beneficio del pais.

El suprimir un escuadrón formando con la tropa y los ofi

ciales lina compañía, amen de la economía de consideración, no

se perjudicaría ó resentiría el servicio, pues la experiencia ha de

mostrado fy de esto bien sabemos que están convencidos los je

fes y oficiales todos, de este Tercio) que las compañías responden mejor quedos escuadrones en el desempeño de su cometido. Con da fuerza de un solo escuadrón distribuidas en cuatro ó seis seccioues en los puestos más á propósito de la costa, ó haciendo los

■puestos del litoral mixtos de infantería j' caballería, como años

atrás estaban,'se llenaría perfectamente los pocos ó imprevistos servicios, en que hay necesidad de recurrir á la rapidez. 'Además del Depósito de sementales que el rauio de guerra

dlebe crear, la Diputación provincial por su parte debiera fijarse en cuestión tan trascendeutal como es esta y cuantas íntimamen

te están ligadas á la agricultura, base, como hemos dicbo, deifo-

das las demás industrias y primera fuente de riqueza de esta inovincia, a lin de aportar su contingente do fomento á la cría ca

ballar, organizando uua Casa de monta.

Parada de caballos pa-

mA


(56) dres á Depósito de seuientales, tan lato como sus recursos se lo

permitan. Así prestaría uu verdadero servicio ii la provincia, y en no lejano día podría admirar su bella obra, representada por el fomento y mejora de la raza ecuestre, ó aumento de riqueza de uno délos ramos de producción provincial.

No dudamos que el Excmo. Sr. Capitán general, como Di rector que es de todas las amias é institutos, y por lo tanto de la

cria caballar, lo mismo que!i Diputación provincial, se decidirán á llevar ala práctica este medio de mejora, con tanto mí's motivo

cuanto que se llevarian la gloria de ser la primera autoridad y corporación en realizar este importante medio de fomento pecua

rio hípico. T luego, como es tan poquito lo que por hoy pedimos comparado con los beneficios que á la provi.icia reportaría, y con lo que todos los países tienen, repetimos nuestra creencia de que se inaugurarla una era de prosperidad. Una de las naciones que mas descuidada tiene la cria caballar es la nuestra, y sin embar go, cuenta con cuatro Depósitos de sementales de cien caballos cada uno, una sección, dependiente como éstos de de la Dirección

general de caballeriay otra de caballos extranjeros á cargo de la Artillería, otra Parada que depende del Ministerio de Fomentoen el Instituto tle Agricultura de Alfonso NII. En otras nacio nes el número es mas crecido5 por ejemplo: Francia tiene vein

tidós Depósitos á cargo del Ministerio de Agricultura, en los que existen 2500 pailroues y por este estilo las demás.

Nada decimos de la organización interior de osos estableci

mientos, porque habia de ser cuestión ulterior de un Reglamento especial y de las disposiciones técnicas ó facultativas del perso nal encargado de su dirección, tíolo apuntaremos la idea, emi nentemente racional, como sancionada por la ciencia y la expe riencia, de que la vida de los caballos padres, no debe reducirse

al apoltrauamlento como se ha venido haciendo en nuestia pa tria, en detrimento de la salud y robustez de los sementales y en perjuicio de los intereses del Estado, ¡lor los muchos enfermos y las muchas bajas que ese perjudicial género de vida acarr ea.

Los caballos sementales, fuera de la época de la cubrición, deben trabajar en toda clase de faenas, según sus aptitudes, edad, robus tez etc., etc., y esto sobre serles higiénico y saludable, redunda en provecho de los centros directores de los Depósitos. El ejer cicio metódico y racional, la gimnasia funcional de los sementales

contribuye al mejor desarrollo de su organismo en general, regu larizando las funciones todas, en virtud de una nutrición com pleta, por normales ó fisiológicas digestiones, á la vez que el aparato locomotor adquiere un notable vigor y energía, debido á la consolidación de los sistemas huesoso y fibroso, y al potente

desarrollo del muscular, el cual, desplegando mayor suma de

fuerzas en los distintos movimientos, son estos de mayor utilidad


( 57)

práctica, Y este metódico ejercicio que hemos dicho redundaría en provecho de ios mismos Depósitos, es porque los sementales habían de ser destinados á prestar servicios distintos de silla y tracción, utilizando, desarrollando y perfeccionando sus aptitu des, con lo cual se consigue la proi)agación y mejora de la espe

cie, al par que se cubren con ellos los diferentes servicios de la

Escolta, carruajes etc., etc. Otra ventaja reportarían los Depósitos establecidos por el

Gobierno y la Diputación. En una provincia como esta, donde, con raras excepciones, la iniciativa individual y el espíritu de asociación están en gérmen, donde todos hablamos y hasta voci feramos de adelantos, progreso y civilización, sin poner nada

práctico de nuestra parte, serum los Depósitos de sementales un medio de estímulo, de consulta y <le observación de los ganaderos

y aficionados, donde aprenderían algo bueno que ignoran, lle vándolo íí sus crianzas, y quizá se estableciese alguna ..-"arada

particular, que también vendría a prp[)agar y mejorar la~ gana dería hípica.

XIV.

Elegidos los sementales machos y hembras de las condieiones que dejamos apuntadas, y sometidos al régimen higiénico consignado ; pre.séntase en seguida otra cuestión no menos inte resante y tra.scendental, relativa al importante acto de la monta,

de inñuencia decisiva en racional realización, en la fecundación, y consiguientemente en la reproducción ó multiplicación de la

especie.

Antes de echar los caballos padres á las yeguas, es indis

pensable que estas estén en celo, puesto q ue corno es sabido, las hembras de los auinudes domésticos, y casi todas las de la escala

zoológica, excepción hecha de miestra especie, tienen una éjioca fija, eu la eual sienten el deseo ardoroso del amor, que una vez satisfeeho ó que han sido fecundadas, bajo ningún coucejito se dejan montar por los machos; acto que tampoco [lermiten consu mar cuando no están influidas de ese ardor. Precisa pues, apro vechar ese momento ó esos duis de de.-,eo genésico para satisfa

cerlo, y el cual .se conoce, amen del poco , apetito, la inquietud viveza, frecuentes relinchos, expulsión más frecuente y abundan te de orina, levantar la cola, etc, en el uhultamiento de la vulva

y expulsión j)07- ella de un líquido bla^iquecino y gelatinoso. Si la yegua uo está eu sazón, uo se le presenta el semental, porque es tá expuesto á ser recibido á coces y mordiscos, y á sufrir las cou15


(58) secuencias de esos golpes, sin consegnir cubrir la yegua ; ni tam poco á esta se la entrabotie ó sugete por la violencia ; obligándo la á consumar un acto contra voluntad, porque generalmente es tos coitos forzozos son estériles, no se suele verificar la fecunda

ción, no quedan preñadas. Lo propio acontece en aquellas ye guas que la abundante expulsión del líquido genital y la extraor dinaria incbazón de la vulva, manifiestan un deseo genésico ar diente y desenfrenado, presentándose á cada instante á cualquier macho.

La monta en libertad, que es la que más imita á la natura

leza en este acto instintivo de reproducción de las especies, es peferible al sistema llamado á mano que nosotros seguimos en ge neral, y al qne se .sigue en las paradas del Estado, que no es otra cosa que obligar áfortiori y ante un número mayor ó menor de

personas á consumar la cubrición. Así lo han comprendido y lo practican en Inglaterra, cuna del fomento y mejora de los anima les domésticos, y asi lo vienen haciendo en otras naciones que tie nen más fioreciente que nosotros la industria pecuaria. Oportuno creemos manifestar nuestra inconformidad contra

esa costumbre que muchos siguen aquí de suministrará las ye guas remedios, sean agradables ó repugnantes brebajes, sean pol vos más ó menos aromáticos , para excitar á las yeguas al celoque como es un fenómeno natural ó fisiológico, ha de presentarse á su debido tiempo sin excitantes de ninguna clase. Sin embar go; en las yeguas que no conciben puede inyectarse por la vulva

un cuartillo de agua clara á la temperatura de treinta grados • cosa que no les perjudica, y se asegura en algunas obras de zoo tecnia que facilita la fecundación.

En las Paradas del Estado se tiene la costumbre, regla mentaria, de no dejar que el caballo monte cada yegua mas que

tres veces. Este sistema es contraproducente, porque algunas

yeguas quedan vacías; y es mas racional y científico dejarlas

cubrir tantas veces cuantas salgan en celo dentro de la tempora da de la monta. La experiencia ha demostrado que con los tres saltos sólo quedan preñadas del 8 á 10 por 100, en tanto que mon tándolas siempre que estén en sazón, el número de las fecunda das es de 70 á 80 por 100, cifra elocuente en economía rural. XV.

El clima y la clase de terrenos, es otro de los medios que.

poderosamente contribuyen á la mejora y multiplicación de la ganadería caballar. La influencia de los climas y muy marcada


{ 59 )

y decisiva en la organización de los animales, liasta el extremo que si se trasporta á nn clima cálido, por ejemplo, un caballo procedente ó nacido en uno frío, el influjo del nuevo, le imprime poco á poco los caracteres propios de los caballos de éste j ha ciéndose mucho mas manifiesto, si los animales sometidos al nue vo clima son destinados á la propagación de la especie y se los

deja abandonados á sus naturales influencias : entonces, al cabo de unas cuantas generaciones, los productos obtenidos adquieren los caracteres de la raza indígena, muy especialmente, el tempe

ramento que los animales de esta tengan. Pero esto se evita cuando la mano experta ó inteligente del fisiólogo, del higienista, del zootécnico, interviene con sus conocimientos y aplica las le

yes ó prescripciones de la ciencia al empleo de los agentes exte riores que rodean á los seres, objeto de su estudio, hl poder, pues de la ciencia neutraliza o modifica la acción uatuial de los climas por el hábil manejo de esos agentes higiénicos, múltiples

y variados,que tienen un influjo asaz decisivo en la vida de los

sóres orgénicos.

^

n-

^

Aijrtunadamente aquí en Paerto-Kico tenemos un clima

favorable á la propagación y cria de los animales domésticos. Es, te clima caliente y húmedo en general y durante casi todo el año, incita á los séces á la procreación, los hace muy prolificos y es un

poderoso estimulante de la fuerza biogénica. Por estas condicio desaparezca completamente, siquiera de tarde en tarde y en algu

nes climatológicas, es que raras veces acontece que la vegetación na circunscrita comarca de la provincia, se experimenten los fu nestos resultados de una obstinadas sequía. Lo frecuente, lo ge neral es que la vegetación se obstente exuberante y nuestros campos estén cubiertos de frondoso verdor, debido á sus árboles y arbustos, á sus plantas de cultivo, á sus yerbas pratenses, ó á las

que espontáneamente crecen en montes y laderas, en valles y pantanos y do quier exista una capa, aunque sea ligerísima,

de tierra, bajo este espléndido cielo tropical. Por eso también observamos, la extrema rapidez con que se reproducen y desarro llan todos los séres, llámense estos vegetales, llámense animales, llámense hombre, si á este accedemos con los psicólogos á elimi narlo del puesto de honor, del primer lugar que ocupa en la es cala zoológica ó animal.

Influyen los terrenos en la vida de los animales, siquiera

no sea mas que por la distinta clase de alimentos que producen ; combustible precioso para la cria de ganados; pues no basta te ner plantas alimenticias en abundaucia, sino que éstas sean de buena calidad y adecuadas al fln que nos proponemos sobre las aptitudes, para la ulterior aplicación que de estas máquinas or gánicas hemos de hacer. Los alimentos nutren, no por la can

tidad ó totalidad de su masa, sino por ciertos principios que lo


( 60 ) coDstituyen, que el aparato digestivo elabora para asimilarlos.

Si al ganado caballar lo criamos ó recriamos eu terrenos bajos, húmedos y pantanosos,donde crece una abundante y lozana ve getación, seguramente que su temperamento lo haremos linfáti co, nada conveniente á la raza ecuestre ; temperamento que ha de trasmitir después en las sucesivas generaciones, y en el trans curso de su vida, irán apareciendo graves enfermedadc ; y lesio nes articulares, que amen de entorpecer y paralizar su ti abajo me

cánico, y de desíigurarles ó afearles ciertas regiones, prematura mente los conducirá á la ruina ó inutilidad. Y esto que es una verdad reconocida en todas partes, lo hemos comprobado recieu

temeute en Tabucoa, donde en muy buen estado de carnes, gor dos y lustrosos como suele decirse, todos ó casi todos los caballos

jóvenes y viejos, y auu potrillos de pocos meses, ostentau so berbias hidartrosis articulares y tendinosas (lo que comunmente se apellida vegigas y alifafesj, producto de aquellos terrenos

bajos y húmedos en demasía, y poco ó nada accideutados, segirn exige la gimnasia funcional de los órganos de los potros, para el desarrollo gradual y progresivo de los sistemas y aparatos, hue soso y muscular.

Dicho lo que antecede, comprenderase sin dificultad, que los terrenos mas á propósito para la crianza de caballos, no son los bajos, llanos y muy húmedos, sino los que, teniendo algunos planos más ó menos inclinados, sean algo desiguales ó accidenta dos y coi: árboles que sirvan de albergue uatural. De etse modo

los potros, y lo mismo las yeguas y los caballos, se ven qbligados á imprimir mayor actividad y fuerza á sus movimientos, para

salvar los obstáculos que oponen esos accidentes del terreno j cuyo iusensiole, voluntario y continuo ejercicio, fortalece y consoli da su organización, .se preservándolos ardores del sol á deter minadas h.)ras del dia, y de los repentinos abundosos chubas cos ó aguaceros que suelen caer en estas latitudes, evitando así

algunas enfermeda.les consiguientes á la intensidad dolos rayos solares y á la supresión de la traspiración cutánea que brusca mente iiroducen esos tuertes chaparrones ; ya que, dado el ru

tinario y anticuado sistema de cultivos que eu la Isla se sigue, hay que someterse por ahora, y quizá por muchos años, al siste ma (¡e cría en libertad.

En esta clase de terre nos, la yerba no será tan frondosa ni abundante como en los b-.jos, donde tanto abuuda el malo-

jillo y alguna guinea, pero e.i cambio también se da perfecta mente esta última, y otra infinidad de gramíneas, leguminosas, labiadas, etc., y unas y otras son más aromáticas, finas, apeti tosas y nutritivas; amen 'de ser más pura la atmósfera que se resi)ira en estos imntos. Y como, por otra parte, es inveterada

y arraigadísima la costumbre del pais, de dar á los potros, y


( 61 ) á casi todos los animales de trabajo, solamente yerba, sin inte rrupción durante todo el año, y sin que prueben el grano, re sulta que, ingiriendo en su aparato digestivo, que es el predo minante de la economía en la temprana edad, yerbas acuosas, ó

poco alimenticias, para satisfacer sus necesidades nutritivas, tie nen que introducir grandes cantidades, que modiñcan las con diciones orgánicas de este aparato, haciéndole adquirir un volu men exajerado, según digimos al principio de este estudio, y

que también redunda en perjuicio del aparato respiratorio y circulatorio, por la compresión que el estómago ejerce sobre el diafragma, cuyo mósculo tirando hacia adentro de las círculos

cartilaginosos costales, disminuye lateralmente la capacidad del tórax, la respiración no es toda amplia y la hematosis no es perfecta.

XVI.

Otra de las modificaciones que deben introducirse es la re

lativa á la importantisima cuestión alimenticia, puesto que es marcadamente directo el influjo que ejerce en la organización,

reparanilo las pérdidas materiales, y favoreciendo su acrecimien to, aptitudes, carácter, etc. Algo hemos dicho ya de esto al tra tar de los terrenos ; pero mucho más hay necesidad de insistir sobre asunto tan interesante, toda vez que la salud y la vida de los animales no es una cosa secundaria ; no basta quq vivan, ni

que estén sanos y de buen aspecto, es preciso que estén en las

mejores condiciones de prestar los distintos servicios en que se

emplean, puesto que, salvo contadas excepciones, son siempre unas máquinas de producción, ora nos den su fuerza, ora sus pro ductos. ^carne, grasa, leche, lana, estiércol etc., etc.) La especie, cantidad y calidad de los alimentos debe estar en relación con la edad, y el servicio que prestan los animales. Dándoles los alimentos en buenas condiciones y en abundancia

obtendremos productos de mejores condiciones, buen desarrollo

y buen medro; se aumentará su energía, haciendo que adquieran cualidades ó aptitud para tal ó cual servicio ; cualidades, que se

perpetúan por la generación, desiderátum de la industria pecua ria. La escasez de alimentos y la mala aplicación y distribución

de ellos, sobre todo en la época del crecimiento, dá lugar á que se obtengan individuos raquíticos, carezcan de las condiciones que se buscan, y á que las razas se desmejoren, y se bastardeen, puesto que los órganos de la nutrición, en la edad del des arrollo de todos los animales, son como ya hemos dicho, los más 16


( 62 )

predominantes de la economía, y por lo tanto importa mucho activar esta función con cantidad y calidad suficiente. Lo propio acontece con los animales de trabajo; es preciso alimentarlos

bien, si no queremos que se desmejoren, que enflaquezcan, que enfermen, se arruinen, nutilicen y mueran. No ya las reglas hi giénicas que prescriben todo esto y que dividen la ración de

los animales en pienso de entretenimiento y en pienso de produc ción, sino el sentido común dicta que, animales sometidos al

trabajo, necesitan alimentos sólidos y nutritivos para leparar

las fuer/.as que aquél ocasiona y evitar el desequilibrio orgánico de las funciones de nutrición.

Pretender, como es muy frecuente, alimentar los caballos

de trabajo solo con yerba, es conspir.ar contra sus intereses, se gún se ve á cada paso en infinidad de esqueléticos caballos, que publicando van la ignorancia de los que así piensau y !)l)ran. No faltará quien arguya que hay caballos en buen estado de gor

dura, y no comen mas que yerba; es cierto, pero ¿ qué trabajo hacen esos caballos? estar en la cuadra la mayor parte del tiem po, y de vez en cuando dar un paseo, ó reventa- ios también en

una inconsiderada ¡aarcha de diez o doce leguas seguidas, para después tenerlos inútiles por quince dias ó un mes, si es que mo mentos antes de salir no les ponen media lata de maiz (de doce á diez y seis libra-s) que ocasiona la muerte del c.ibalio <luraute el

viaje ó poco después ; ó por lo menos la indige.stióu se complica con una intensa infosura, que pasada al estado crónico, los inu tiliza com 1 iletamente. hsto pues, es la cau.sa mas frecuente aquí de que los caballos pierdan los cascos; de que muden las uñas como se dice en la Isla.

Los caballos alimentados -le ese modo estaran muy redon ditos y lustrosos, pero sus carnes son blandas y fofas, y «u su or ganismo no hay energía, no hay fuerzas, y por consiguiente no

pueden resistir el trabajo unos pocos dias seguidos, sin que' se desmejoren, enflaquezcan y deterioren, y tal vezy .sin tal vez sin que contraigan alguna lesión ó enferme,lad y terminen su exis tencia por el marasmo, por la con.sunciou ^ conscíuieucia de la anemia á que los conduce ese vicioso, antehigiénico sistema de

alimentación. Tan arraiga la tienen esa creencia los propieta

rios de animales, que no ya los consejos fie la ciencia, ni délos hombres científicos, les hacen salir fie su error, sino ni aun el ejemplo vivo, real, palpable que tienen en la mayoría délos

puebifrs, le.s astimula á proceder fie otro

modo. A,quí existe

la (iostumbre (porque en mas de una ocasión se la hemos oido decir á dueños de caballos), de guardar los potros ó caballos ma

los para venderlos á la Guardia Civil, ''ffucedamos por un mo mento que eso sea cierto; »iuc la Guardia Civil compre lo peor.

¿Oómo entonces .se e.xplica que los caballos de este/instituto mi-


(63)

litar, trabajando continuamente estén siempre gordos, lustrosas, hermosos, y que sean la admiración de esos mismos dueños ó aficionados á la raza ecuestre ? ¿ Cómo han podido sufrir esa metamorfosis ó trasformación ? ¿ Guare causam ? El saco del maíz, el sistema de alimentación con ellos seguido, auxiliado, es verdad, por otros cuidados higiénicos de menos importancia. Otra ])reoCupación, hija nada mas de la ignorancia y de la

falta de observación, es la de que el maíz, único grano que en la Isla se cosecha de positiva utilidad para la alimentación del ga

nado, es perjudicial y queiproduce el Mal del país ó muermo*. gratuita suposición, que destruye el análisis químico y la expe riencia práctica de todos los pueblos cultos. El maíz contiene fécula en gran ¡iroporción, sustancias albuminosas y azucaradas, mucílago, salvado y agua. Él resultado del análisis de la harina de maiz, efectuado por Éayen, lío en 100 partes : 67'65 de almidón.

12'50 de materias azoadas.

4^00 de destrina y sus congéneresS'80 de materias grasas. 5'90 de celulosa.

1'25 de materias minerales.

'Véase, pnes, si este nutritivo grano contiene alguna sus tancia nociva á la salud, no ya de los animales, sino del hombre,

que en ciertas localidades hace uso de él [*) en su alimentación sin el menor detrimento de ella. Cuando el maíz se encuentra en huen estado de madurez y conservación, es higiénico, sano y nutri

tivo, dá fuerza y resistencia á los animales, y ho les produce nin guna enfermedad. Lo que sí es cierto por desgracia, es que, el maíz en esta Provincia, no siempre se recolecta en su ct>mpleta madurez, ó se amontona hirmedo, ó coloca en parages húmedos, dando con ello

lugar al desarrollo <le micro-organismos ó vegetales criptógamos del género penicillium que constituyen el moho ordinario, y á la.. presencia del gorgojo que lo pica ó come la mayor ¡¡arte de la ma teria nutritiva.

En estas condiciones, es lógico y natural que cause en la

salud de los caballos á quienes se facilite en su alimentación :

y no sólo que produzca esta ó la otra enferincilad determiuaila ó aislada, sino verdaderas epizootias locales, ó que las enfermeda.des agudas reinantes, adquieran un carácter insidioso y maligno n) En Puerto-Rico, por uioinplo se coneumoii la.3 miiidrcua ttevuas sanmohM\<u v en timtanwrrrt

y con la harina Uaouii roriiüiíos y otra Inflnldad de frituras.

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ro,


( <i4) y una marcha oscura y fatal. En dos ocasiones hemos podido apreciar este fenómeno.

Si nuestros asertos no fueran suficientes á probar la bon dad abmenticia del maíz, ahí están los escuadrones de la Guar

dia Civil de este Tercio, en los que á cada caballo se le suministra seis libras diarias, ahí está el ganado mular y caballar de la Ar tillería de montaña que también lo come, ahí está la caballería

del ejército de Cuba, ahí están las minas de Guanajato en México, en donde dan á los animali s que en ellas trabajan, catorce cuarti llos de este cereal, y allá c ^tán los caballos de la Artillería italia

na, á los que hace mucho tiempo le sustituyeron la avena por el maíz. Y por último, á los que así piensan y obran con sus caba

llos, bueno sería someterlos todo el año á escarola, lechuga col y otras yerbas, para que trabajando como de ordinario, vieran el resultado práctico en sus propios cuerpos ú organismos: expe riencia concluyente, que creemos les sacaría de su error.

Sentado pues que los buenos alimentos, son una de las pa lancas mas potentes de que nos servimos para mejorar la raza caballar, lógico es que se procure tenerlos abundantes y variados esperándose algo más eu la praticultura especial del país, ensayaudo el cultivo de algunas leguminosas pratenseSj y muy especialmente hoiijicando esas preciosas y abundantes yerbas que en ciertas y determinadas épocas del ano, dejan perder los hacenda dos, estancieros y ganaderos) que después, cuando viene una seca

tanto hechan de menos en sus ganados, hasta el extremo algunas veces, de verlos morir por no tener con que conjurar esas crisis famélicas á que por su rutina é ignorancia exponen á tan direc tos y productores auxiliares del hombre. Y esto que aconseja mos, no son utopías ni visiones propias ; que á tanto no alcan zan nuestras escasas dotes intelectuales; es la enseñanza de la

ciencia, la práctica racional de pueblos que, más civilizados que

el nuestro, tienen floreciente su agricultura y ganadería en otros tiempos atrasada como hoy la nuestra. Inglaterra modelo en

Europa de industria agrícola pecuaria, fué la primera en romper los antiguos moldes, y entrar con paso firme y seguro, con previ sión y acierto en el camino que, por una evolución incesante la condujo al estado de hoy. Los ingleses dijeron ó debieron de

cir,"el hombre no puede existir sin animales y plantas, los ani males no viven sin planta, y las plantas necesitan de los elemen

tos del suelo"; y comprendiendo que el estacionamiento rural, obedecía á la separación de la agricultura y la ganadería, las hermanaron, cultivando á la vez plantas y animales en propor cional relación ; como lo prueba el aforismo adoptado por todos

los agrónomos, deque, "la mitad al menos del predio rústico, debe reservarse para el cultivo de las plantas forrageras"; por

que si la totalidad ó la mayor parte del suelo arable la ocupan


( 65 )

las coseclias que le etupobveceu, y esto hacen las plantas indus

triales y todas las que sirven de alimento al hombre, éste se que dará desde luego siu los productos de la ganadería, y pasado

breve tiempo sufrirán á su vez tremenda merma los de la agri cultura, pues se carecerá de abonos con que fertdizar la tierra/

esquilmada por un cultivo agotante." Por eso también emplea

ron la alternativa, y por lo mismo estudiaron la alimeutacióu

preferida por cada planta y la que en los terrenos existiera. Los

Bstados-TJuidos, modelo en América, nos lo demuestra también con su inmensa riqueza pecuaria especializada y extensa produc-

ciou agrícola.; algunos de cuyos productos tienen en guardia al aranero de Eurova, para impedir que se conceda su libre impor tación temeroso, y con razón de una concurrencia desastrosa. Es de tal importancia y trascendencia esa cuestión, que

hace tiempo un dia y otro venimos persiguiendo y aconsejando á los aaricultores: aventurando hoy, que el día que en la Isla se resuelva este problema, de solución sencillísima, guardando la verba por medio de la henificación ó del ensilage, dará un paso de avance hacia el progreso la riqueza pecuaria y la cuestión econó mica La riqueza pecuaria se acrecentará en extremo jior la mul

tiplicación, no sólo del caballo, sino también de los demás anima

les domésticos; que mucho mas abundantes y de mejores condi ciones, aumentan los rendimientos al productor. La cuestión económica, en razón á que por esa misma abundancia y mejora miento se venden mas baratos, hay mas consumo y el bienestar p-eueraí se acentúa; tanto por esta, como por las nuevas ludustri'is ó empresas que se acometen ; y muy especialmente por la

baratura que alcanzan las carnes de reses vacunas, alimento de primera necesidad, sano y nutritivo, que da vigor y energía, im pulso al hombre al trabajo, esto lo hace con mas facilidad y sin deterioro ó paulatino aniquilamiento de su organismo. Hoy solo

pueden consumir ciertas y determinadas clases de la sociedad la

carne de ganado vacuno, dados sus precios subidos; y precisa mente las clases pobres, las clases trabajadoras son las que más lo necesitan. De ese modo también, á ese valiente y honrado

ejército, hijo de la Patria, hermano de la sociedad toda, como sa lido de su propio seno, y como tal guardador de sus libertades y de su nacionalidad indestructible, podría aumentársele la ración de carne con el corto haber qne disfruta y que aun le parece mu cho á aquellos irreflexivos que no quieren ver un hombre en un

militar; y precisamente hoy los militares, los soldados, que en su mayoría ingresan en el ejército sin saber leer ni escribir, van después de cumplir su tiemiio de servicio á aumentar la masa ge neral de la sociedad, con una instrucción elemental muy comple

ta, aprendida en las escuelas que se han creado en los cuarteles.

Por cuanto llevamos dicho se ve claramente que no es sólo 17


(,6(j)

el desbarajuste eu la elección de los progenitores, el que lia con tribuido á que la raza caballar del país, llegue al estado misera

ble y raquítico en que boy la contemplamos 5 sino también y de un modo muy marcado, el malísimo sistema de alimentación que se viene empleando en la cria de los potros y se sigue después con los caballos. Insistimos eu que para mejorar la raza hípica

y obtener con ventaja los varios fines de su aprovechamiento, es

de precisa y absoluta necesidad facilitar á los animales, todos los alimentos que sus necesidades exigen y que sean de buena cali dad. Aunque se elijan superiores reproductores jamás se conse

guirán buenos caballos, si á los potros en los primeros años de su vida, que son los de su desarrollo y crecimiento, no se le sumi nistra alimentos abundantes, sanos y nutritivos, pues la alzada, anchura, temperamento y demás cualidades orgánicas buenas, están siempre en relación directa de esas cualidades del alimen to en ese período de la vida. íío precisamos la cantidad de alimentos que debe darse,

porque esto depende de circunstancias mil, según la clase y con diciones de los alimentos, la edad, sexo, temperamento, género

de trabajo que presten ios caballos, etc.; ni aun nos es posible tratar de los equivalentes alimenticios. íSin embargo, verificado el destete de los potros(y este debe hacerse separándolos de las madres, y uunea poniéndoles bozales con jiinchos ni sin ellos), se procurará que en el terreno donde todos se coloquen, la yerba sea abundante, tierna y apetitosa ; y les vendrá muy bien para su buen desarrollo y crecimiento, darles de meilio á nu kilógramo de harina disuelta en agua, y aitn alguna leche de vaca de la mu

cha que aquí se desperdicia ó mal se aprovecha en la fabricación de esos quesos inverosímiles. Cuando los potros cumplan un año, deben separarse los machos de las hembras, á fin de evitar que al despertarse los primeros ardores sexuales, 110 se molesten con tentativas, ni menos lleguen á consumar ese acto tan prematura mente, Tanto en los últimos meses del primer año, como en lo

sucesivo, conviene dar a los potros :ilguu grano ; y como no con tamos con otro que el maíz, este se dará de uno á tres kilos, tri

turado y remojado algunas horas en agua salada, con lo que se acelerará mucho su desarrollo, anchuras, alzada, etc., puesto que es cuando más crece el potro.

En la época en que })ueda escasear la yerba, se podría re currir á la batata, ñame y algunos otros tubérculos cocidos, así éomo a esa variedad infinita de [ilátanos tan abundantes y bara

tos eu la temporada de la recolección. A los caballos de trabajo, y partiendo del estado eu que á la fecha se eucuentra este ramo, y con los alimentos que hoy se

producen, aconsejamos una alimentación compuesta de 35 á 50 kilogramos diarios ú&pmiGvmi alfísimum ójumentorum [guinea), ó


r

( 67 )

.

.

del ¿festuca, paralensisf (malogillo); y de dos á cinco kilógramos de maiz en grano; susministrando las dos primeras yerbas en la forma que boy se hace, pero siempre picadas j y el maiz distribuido en tres veces por lo menos, en las boras del descau so do los caballos, que generalmente es, ó debe ser, por la mafia na temprano, á las doce del dia y á prima noche.

El agua que se dé á los potros y caballos, sera potable, evitando que beban la de charcas pantanosas, ciénagas, y otras que son de mala calidad. Guando los animales están en libertad y la tienen en la finca, ellos la buscan y beben siempre que

sienten la sed ; pero si no, conviene dársela dos veces al día por lo menos. , n ■ j Aquí creemos oportuno manifestar nuestra ;coníormidad con los baños diarios fríos, ya de mar, ya de rio ; no tanto como medio de limpieza que es en el sentido que en este país se usan,

sino por los buenos efectos que todos sabemos producen en estos climas los baños fríos de corta duración, lo mismo en los anima-

les 6i^e^en^Ias pera

^

diario es conveniente y saludable á los caballos, porque les pone el pelo lustroso, les excita la piel

nea, da alegría y bienestar general y les abie el apetito. XVII.

Las Escuelas de Agricultura las G-ranjas-modelo, son también ceutins de importancia decisivay pam^

raXnamientoV

^ «^ra. Xo es que abogue

mos ni mucho menos, por la creación en esta provincia de nna Escuela o-eneral de agricultura, nó ; demasiado sabemos que esto

seria utópico, supuesto que aquí no hay elementos suficientes pa ra sostenerla, ni el personal facultativo que de ella saliera encon

traría en la Isla decoroso medio de vivir, pero si sería de general utilidad la instalación de un Establecimiento teórico práctico para

peritos agrícolas, mayordomos, capataces y peones entendidos;

ó mejor, lai creación de una Granja—modelo con igual objeto 5

porque en esos centros agrícolas tenemos uno de los medios po tísimos de progreso. Y decimos así, en virtud de que, amen de la instrucción teóríco-practica que recibe en ellas el personal, que como es consiguiente iría ditundiendo y aplicando por toda


(68) la lala, los hacendados y estancieros no dejarían de visitar los cultivos y prácticas pecuarias de este centro, aprendiendo algo y aplicándolo en sus fincas. 1 Je este modo tangible, práctico, qui zá se decidan los agricultores á detestar sus seculares y empí ricos sistemas de cultivo, y colocados en la senda que conduce

al progreso de la agricultura moderna, se rezarzan de los per juicios y depredaciones que vienen sufriendo y la Isla alcance una era de prosperidad y bienestar.

Con ese ejemplo á la vista, y convenciéndose que la agricultura es una ciencia biológica, que las plantas que cul tivan no son cuerpos insensibles, sino séres vivos en los que se efectúan funciones de nutrición y de reiiroducción tales que la absorción, circulación, respiración, exhalación, asimilación, se creción, escreción, fiorescencia, fecundación, maduración, etc., etc, cuidarán mas que hoy de facilitarles los elementos indispensables á su nacimiento, desarrollo,y produción, según lo hacen consigo mis mo y con sus propias familias ; que así como éstos necesitan ali mentos sólidos y líquidos para existir, de igual modo los necesitan aquéllos.

El dia que los hacendados se convenzan de los desastres .

que están causando con su cultivo insistente, seguramente lo abandonarán y adoi)tarán la alternativa de cosechas, que es el pro

cedimiento mas racional y científico que hoy se conoce, y el adop tado en aquellas naciones en las que su agricultura está en flo reciente estado. Aquí puede decirse que el cultivo está reduci

do, amen del café y del tabaco, á la caña de azúcar, planta ago tante que en otros tiempos formó colosales fortunas, crecidísimos capitales ; graminea que teniendo muellísimo mas jugo sacarino

que la remolacha, no puede hoy por hoy competir con ella por

causas que no son de este lugar. Sin embargo, hemos de decir, que los menos rendimientos de la caña, su degeneración, enfer medades ete. etc. no deben buscarla los hacendados en que los te

rrenos están cansados, pues las tierras no sé cansan de producir, ni en este ó el otro insecto más ó menos visible, ni en la calum

niada changa ( grillo talpa ); búsquenla en su pertinaz insis tencia de sembrarla un año y otro ano, un siglo y otro siglo en

ios mismos terrenos, y hasta no hace muchos años sin ninguna clase de abonos: abonos que pocos, muy pocos los emplearon y

los emplean racionalmente, gastando tiempo y dinero en valde cuando se sirven de estiércoles deslavazados y evaporados • por

las lluvias abundantes y calores intensos á que los tienen expues tos muchos meses; y perjudicando la producción cuando con fu

ror, pero sin conciencia de lo que hacían, emplearon el guano. La alimentación de las plantas, que en último extremo depende de las relaciones existentes entre los elementos que la especie ve

getal necesita tomar del suelo para su absorción, y la riqueza de


(69) principios asimilables del terreno, debe siempre tenerse en cuen

ta. Por eso en los países donde la agricultura está adelantada, han hecho estudios de cada especie, de cada planta, llegando á

precisar las proporciones en que deben existir, los distintos ele mentos absorbibles; cosa que jamás se ha practicado en Puerto-

Pico con la productiva caña dulce, ni con ninguna otra planta-

Así pnes, no olviden nuestros hacendados que cada planta nece

sita para su crecimiento y desarrollo, de ciertos y determinados

elementos del suelo con preferencia^á otros: pero si constante mente, como aquí se hace con la cana, se siembra la misma plan ta en el mismo terreno, llegará un día en que se agoten ó dismi nuyan esos elementos, y venga el menor rendimiento, la degene ración, las enfermedades y quizás la muerte. Que es una verdad que las tierras no se causan, lo prueba el que, en las que se dejan

incultas y para nada en ellas interviene la mano del hombre, siempre nacen y viven otros vegetales, como observarán los agricultores del país en tantas y tantas haciendas y teiienos, que nosotros, con dolor, vemos abandonados. La alternativa o rotacióii áe cosechas, amen de otras ventajas, tiene la de dar tiempo á que se regeneren ó aumenten los elementos disminuidos

en alimentar las plantas que en años anteriores se sembraron en

los tOX'I'OOOS

Por otra parte, en la isla se importan cantidades fabulosas

de habichuelas y arroz, por ejemplo.

producen admirablemente, y pueden cosecharse en dos meses, lle

gan á alcanzar el valor de 9 pesos quintal en varias^ocasiones, pero su término medio se puede fijar en 6 pesos: la cana necesita estar en el suelo de 12 á 15 meses para cortarse y su valor, tér

mino medio, suele ser de 4 pesos el quintal de azúcar: los gastos

de cultivo de OStas dos pluutas son distintos; suporanlosde la caña, que además se necesita uu capital en maquinaria para ob tener el azúcar, tilo lea dice nada esto á nuestros sacarinos ha

cendados ? ¿ üo merece ese dato la pena de estudiar esta cues

tión t 4 Habrá necesidad de repetir toda la vida con el Sr. Abad,

que si entre nosotros el objetivo parece ser arruinar las tierras, acabar en el mas breve plazo posible con el resto de la fuerza

productiva que le queda al campo, y en cambio de algunos tale gos, arrancados como por sorpresa á esa planta tan generoso como maltratada, dejar á nuestros hijos por herencia la miseria en el suelo mas bello de la tierra 1

Es pues de alta conveniencia para el fomento y perfeccio

namiento de la' agricultura general y prosperidad de esta provin

cia, la instalación de una modesta Escuela de agricultura prác tica, ó mejor de una Granja-modelo. Y tan convencidos estamos

de los fructíferos resultados que había de dar, que hace tiempo (el año 1883) redactamos un proyecto de Uscuela teórico-práctica 18


( 70), de agricultura, beneficencia y corrección, organizando una hacien da-modelo de ese género, ora sea establecida por la Sociedad de

Agricultura del Departamento de Ponce, ora por alguna asocia ción particular de personas generosas y filantrópicas y protegida

por el Gobierno, la Provincia y el Municipio. Arranquemos á la miseria, á la vagancia, ó la desmorali

zación y á la ignorancia esas pobres criaturas; aprovechemos lo

que hoy algo cuesta y nada produce, esos brazos inútilmente perdidos que existen en nuestras cárceles; fomentemos esas

magníficas tierras que hoy por causas diversas, apenas producen nada, ó no producen lo que debieran. Esos terrenos que, si bien

es cierto todos tienen propietarios, alguno quizá facilitará los

suyos en módico arrendamiento, servirían perfectamente para el establecimiento agrícola que proponemos: centro que serviría

de modelo, de tipo en esta industria, que despertaría el amor al trabajo, que instruiría en las prácticas agrícolas, en la enseñan za siquiera elemental que todo hombre debe tener, que moralizaría una buena parte de la sociedad ; y cuando á cierta edad unos, y cuando hubieran cumplido su condena otros, saliesen del Estable cimiento, donde adquiririan ideas de moralidad y de orden, podriau vivir de su honrada ocupación alli aprendida, utilizando

sus brazos y sus conocimientos en bdueficio de la agricultura del pais, dando ejemplo y estimulando á sus conciudadanos, y recor dando siempre con gratitud el tiempo que permanecieron en esa Escuela,

<

Este proyecto disentido y aprobado con lumnioso informe

de la comisión nombrada por la Sociedad de Agricultura de Ponce, á quien presentamos el proyecto, sufrió la suerte que trae consigo la escasez del dinero, y sobre todo, la falta de espíritu de asociación que postra á este hermoso país, en el que muchos aún esperan que el maná baje de las alturas; pero no desconfiamos llegue el tiempo que sea un hecho: la semilla está sembrada; quizás algún dia fructifique.

XVIII.

Otra de las modificaciones que pueden introducirse es la

institución de los hipódromos ; medio, aunque indirecto, suscep tible de mejorar la raza hípica j no porque, como dicen los aficio nados á esta fiesta pública, sea el prototipo de la energía y la resistencia; el caballo de carrera, si no más bien por el estímulo que despierta en todas las clases, y porque al tratar de sacar ca ballos corredores, apuran los ganaderos todos los recursos, y an-


( 71 )

tes de conseguir esos tipos, servibles sólo para volar, obtienen otros intermedios de buena sangre y aptitudes para otros servi cios de más positiva utilidad.

.

"El caballo de carrera es una notable creación ingles^n®-

"cha para lucir en los hipódromos tres 6 cuatro veces al ano y tres ó cuatro minutos cada vez.

4.

j-

En los hipódromos se deben seguir otras comentes dis

tintas, dando la preferencia á toda clase de pruebas que sirven para patentizar la bondad de las aptitudes de los caballos. t-'OQcretarse sólo á carreras cortas de escape, y hacer de este medio de fomento, poco menos que un juego de azar, no es fomentar la

ganadería gaiiaaeria ecuestre ecuestre yy si sí alimentar el vicio del juego de apuestas. En aquel sentido es en el que debe multiplicarse la construcción de los hipódromos. Por e.sta razón, á principios del ano 1882 promovimos cuestión en un promovunos esta estu euestiuu ou la prensa, escribiendo — -r> 4. _ articulo .i.

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que decidió la construcción de un hipódromo en Ponce y otro en San Germán : artículo en el cual, entre otras cosas, decíamos:

"Que la industria pecuaria, en general, esta descuidada y en es

tado lamentable en Puerto-Rico, es cosa por demás sabida. "Que la cría multiplicación y mejoia del caballo se en-

tienle aiul rematadamente mal, y se pr.artica todavía peor, es

una verdad incontrovertible que no tiene \uelta .. "No nos entretendremos en señalar en esta ocasion las causas'de la decadencia y atraso en que á la fecha se encuentra ; basta á nuestro propósito con declararlo asi. . , .- . ¡i Si pareciesen duras estas palabras ; si alguien hostigado

por un mal entendido provincialismo, se sintiera ofendido en su pcmnisita susceptibilidad, bueno es hacer constar, que es mas ma duro ¡pero mucho mas! contemplar la realidad de estos hechos, que ofenden al progreso de tan importante industria, y causan lasti

ma, contristan el ánimo de los verdaderos inteligentes y de los

amantes del adelanto de la economía rural y prosperidad de este pedazo del territorio español. • -x ^ , "Tampoco perderemos el tiempo en la exposición de los medios conducentes al mejoramiento del mas noble y mas garllardo de nuestros domésticos animales; son tantos y tan varia

dos que nos separarían demasiado de nuestro principal objeto. "Que en el hipódromo se prueba la bondad y la energía de los animales, nos lo demuestra el género de ejercicios que el ca ballo ejecuta ó debiera ejecutar en él; pues es sabido por todo el mundo, que la gimnasia en el hombre desarrolla sus órganos y les da más fuerza, actividad y energía, cosa que suceda en los anima les lo mismo: basta con recordar el hecho cierto, evidente, de

que todos ellos, y por lo tanto también los caballos criados en el interior de la isla ó en la altura, en terrenos accidentados y es cabrosos, son de mucha más fuerza y aguante que ios criados en


(72 )

el litoral, en las vegas, bajara á terrenos blandos. Y esto j por qué 1; por lo que acabamos de decir, por la gimnasia funcional, que no otra cosa es la serie cuotidiana de ejercicios que hacen

los primeros sabiendo y bajando inclinadas cuestas, saltando zanjas y cercas, pisando un suelo firme y duro, y salvando, en fin, los diferentes accidentes de estos terrenos. Siendo esta una

verdad, nada más lógico y racional que preparar el caballo por medio de la gimnasia, porque no basta la condición de hermosu

ra para demostrar la bondac de un caballo: de aqui, pues, la ne cesidad de aquilatar el grado de potencia y de resistencia de este vital motor ; lo cual se consigue por las pruebas de fondo,

por las carreras de velocidad, las de obstáculos, las de trote, andadura cuadrada del pais, tracción ó arrastre pesado, etc., etc., que se deben verificar en los hipódromos.

"Además, se debe tener siempre presente que las cualida

des sobresalientes, del mismo modo que las inferiores, se tras

miten por medio cíela generación; así es que importa mucho aprovechar este poder hereditario y destinar á la propagación de la especie, aquellos caballos y yeguas que en los hipódromos ob tengan los premios eu las diferentes pruebas, según sus aptitudes. "(Jon lo dicho se comprenderá la grandísima importan

cia que tienen los hipódromos, como medio de progreso de la ga nadería caballar, amen de ser una diversión mucho mas culta é

inocentes que las sangrientas riñas de gallos, á las que tanta afi ción se tiene en todos los pueblos, barrios y caseríos de la Isla, y que las corridas de toros, que varias veces se han tratado de aclimatar aqui, precisameute cuaudo las corrientes modernas son

contrarias á esos repugnantes espectáculos, que desdicen mucho de las ideas actuales; espectáculos en los que el hombre suele

despojarse de los atributos del ser racional. Así, pues, veríamos con gusto, recibiríamos con aplauso la construcción de los hipó dromos en las poblaciones mas importantes de la Isla.

Ponce

debía ser la primera en realizar esta mejora, con tanto mas mo tivo, cuanto que en la próxima Péria Exposición van á celebrar se carreras de caballos en una calle de la población, donde no

hay espacio ni distancia para que los caballos despleguen toda su energía, ni tampoco comodidad para el público que á ellas asista.

"Invitamos á toda la prensa á que, dejando á un lado á

esas candentes luchas políticas que sostiene, haga propaganda; pues es de urgente necesidad en este pais donde tan rezagada y abandonada está la ganadería y especialmente la caballar, le vantarla á la altura que merece por el origen de su sangre, por las condiciones climatológicas de la localidad, por la feracidad del suelo, y por amor propio, en fin, ya que tanto blasonamos de

adelantos y progreso."


(73 ) Si entouces tavimos la satisfacción tle que nuestra idea

se aceptara en Pouce y en San Germán, y de ver el entusiasmo y la afición que despertaron las carreras en todas las clases de la sociedad, también nos convencimos de que, como aquí suele pre dominar el negocio y el interés, sociedades especuladoras se hi cieron cargo de ellos, y la explotación á que se les sometió, inató el entusiasmo, vino la apatía, y al año ó poco mas de construidos los deshicieron, y la afición á montar íi caballo que despertaron, otra vez ha decaído. Es de lamentar este hecho; pero mas triste

y censurable es todavía, que hace pocos dias se hayan gastado en Ponce unos 3,000 pesos en construir una plaza de toros, con

cuya cantidad podía haberse fabricado un regular hipódromo, de mucha mas utilidad que esa plaza, que seguramente será de exis

tencia muy fugaz (1) iior falta de toros, de toreros y de i»úblico espectador. Construyanse otra vez los hipódromos, que mas,

provechoso le será al país tener caballos que en un minuto co rran un kilómetro ó en tres lo anden al trote ó la andadura cua drada, cpxa A paso de viaje recoran una legua en quince minutifs, ó que arrastren enormes pesos, ó tiren airosos y arrogantes de

lujoso carruaje; que ver toros inverosímiles, ó mañosos bueyes

aguijoneados por ridiculos remedos de toieros, ensenando á este pueblo pacífico, espectáculos nuevos, trasunto de lo pasado. Si allá en nuestra muy querida di adre Patria es una fiesta nacional

ó popular uiTaigadísima desde tiempos que pasaron para jamás volver, no es motivo suficiente para que, por ser esiiauoles la

aplaudamos: antes al contrario, sabemos que las corrientes ac tuales son otras, que las tendencias de la época tienen otro objeti

vo, y como no es posible oi)onerso al prógreso de los tieuijíos, creemos que las nuevas ideas de carreras de caballos, concursos y

exposiciones agrícolas y pecuarias, se abrirán paso definitiva mente, y algún dia siquiera está lejano, estos nuevos torneos reemplazarán á las fiestas de las plazas de toros. Y en conclusión hipodrómica, insistiremos en manifestar

que, en tanto las carreras se reduzcan al escape y sean tan cortas, no se mejorará |)or este medio la raza caballar. Urge variar las corrientes y someter los cabaUos á pruebas tle resis

tencia, según sus aptitudes, que cualquiera de ellas es de más utilidad que la aptitud para la carrera tal como hoy se. i)ractica. Prueba de lo que decimos, es que una inteligencia britauica, Mister

Iroiue Lupton, deplora que en su patria, fuente donde se han be bido las ideas de mejora pecuaria, se le haya datlo tan absoluta preferencia á las carreras cortas, despreciando las de resistencia en los distintos servicios; que si en la actualidad es cierto que poseen sus iraisauos los mejores caballos de carrera, arrastre (1) Ya DO existe: ftximosbuen profeta.


( 74 )

pesado y jacas que existen en el mundo, no niega que en otras na ciones los hay ya mejores de silla, guerra y tiro de lujo. Alo afirmado por un hipólogo inglés, tan ilustrado como Lupton i qué hemos de decir nosotros?

'

XIX.

Un medio estimulatorio de fomento hípico, es la celebra ción de concursos y exposiciones generales y departamentales ofreeienilo en ellas lecompensas y premios que siempre ayudan y estimulan al ganadero á pro.seguir perfeccionando los anima les do sus ganaderías. Unos, los gaua.leros ricos, no tanto por el valor del premio, como por la satisfacción de ostentar ó ense nar un diploma ó una medalla que acredite .su afición, su inteli

gencia y sus desembolsos ; y otros, loa de pocos recnivsos, por el aliciente de un pecuniario premio que con atan destinaran el me joramiento y perfección de sus productos.

Al Gobierno corresponde dar vida á estos certámenes que seguramente serán secuudados por la Diputación Provincial y

los Municipios; a.si corno no dudamos que también contribuWn

con algunos premios personas de posición desahogadísimas v afi

cionados y protectores del adelanto de la cria caballar en parti

cular, de Ja industria, pecuaria en general, cuyo progresivo meioramieuto redunda, en pró de la agricultura, y comsiguientemente en bienestar de los habitantes de e.sta provincia.

1:^0008, muy pocos se han ocupado aquí con criterio zootéc nico, de este importante asunto; y si el gobierno general no ha tomado la iniciativa, debido es sin duda á las múltiples ateucio ues y cuestiones diversas de alto interés político que sobro su

elevado cargo pesan. Xo obstante ; nosotros tenemos la persua-

cion deque el Excmo. Sr. Gobernador General estudiara cuestión tan magna como esta, y recabara del Gobierno Supremo de la JSaciou, se aplique á esta Isla la legislación que rige en lama tena ; y que ya el año 1884, si mal no recordamos, se hizo ex'^eu-

siva a la Isla de Cuba. Disposiciones ó Peales Ordenes de 1882

que honran altamente al Ministro de Fomento Sr. Albareda v que por ios premios que concede a la industria agrícola pecuaria en sus eertámeiies ó exposiciones, es un magnifico pro!)u.sol de ellas. .\demás, confiemos en que S. E. iniciará uno de estos concurso,s para que sirva de norma en lo futuro; piie.s anualmen te debiera celebrarse alguno, ya en la Capital ile la Isla, va su cesivamente en Ponce, Mayagüezy otras importantes poblaciones. Con este objeto debiera también crearse aquí una "Junta


( 75)

especial para el fomento de la agricultura y ganadería, y celebra ción de exposiciones," compuesta de personas respetables por su posición, conocimientos agrícola-pecuarios, afición decidida al me joramiento de estas industrias y buena voluntad, ya que no exis ten aquí la mayor parte de los cargos que para esas juntas deter minan las precitadas Reales Ordenes.

XX.

Otro medio muy directo de fomento y mejora de la raza hípica, es la dirección racional, la dirección técnica. Lo mismo

en este rau! » que en todos los del trabajo humano, sean grandes y trascendentales empresas, sean asuntos sencillos, la inteligen cia es lo escencial; la ciencia tiene el derecho indisputable, na

tural y legítimo de intervenir con sus consejos. Las reglas ó preceptos que la ciencia ha establecido, es preciso seguirlos en la práctica, y el ganadero que así no obre, que no conozca perfecta

mente sus ganados, la manera de cuidarlos, limpiarlos, alimen tarlos, teniéndolos siempre en buen estado de nutrición, facilitán doles los primeros cuidados médicos en la invasión de sus enfer

medades, nada alcanzará en la mejora, multiplicación, modifitiación de formas, aptitudes, condiciones orgáuico-vitale.-J, etc., etc. Todo cuanto á este asunto se refiere es muy complejo y extenso" que sólo la teoría acompañada de una práctica racional, de una observación atenta y minuciosa, enseña: por eso Darwino- dice que de "cada rail hombres no hay uno que tenga la exactitud

golpe de vista y seguridad para poder ser un criador experto "' Boy día no se levanta ini palacio, no se construye una vía férrea, 110 síi fabrica una máquina, sin plano ui dirección del ingeniero, del arquitecto, ni del mecánico; no se manda un ejército no .se manda un regimiento, sin la experta y científica dirección

del General m del üoronel. En ganadería poco se adelantará

sin la dirección técnica, sin la dirección científica del veterinario que conociendo á fondo las condiciones estáticas v dinámicas la« condiciones físicas mecánicas y biológicas de los animales domés

ticos; versado en higiene, en zootecnia y en agricultura; estu diando el estado fisiológico y patológico de esos séres, los e i^e con acierto, modifica los efectos del clima, hace un uso racional de los alimentos y conociendo los recursos del medio interno v externos dondeJos animales efectúan ,su evolución vital, los mane ja con arreglo átodos esos conocimientos hasta conseguir el ner-

feccionamiento de ellos. El desconocimiento de estas verdadeí, la

falta de la dirección científica, ha sido una de las causas podoro-


( <6 )

sas que han influido en la decadencia de la raza caballar en to dos los dominios españoles. Que esto es una verdad lo prueban

algunas ganaderías que han sido dirigidas científicamente ; la Eeal yeguada de Aranjuez, dotada de un escogido personal fa cultativo tan inteligente como los veterinarios Cubillo, Soto y otros ; los célebres caballos zamoranos de la ganadería de los hermanos Zamora, profesores veterinarios, los barelas y otros tantos, acreditan nuestro aserto.

XXI.

La castración de los caballos es otra de las modificaciones

que pueden introducirse para la mejora de la raza. Mirándola bajo el punto de vista científico, envuelve trascendentales cues tiones de higiene, fisiología, patología quirúrgica, asi como cues tiones económicas ó zootécnicas. T reviste tal importancia este

asunto, que fué objeto de amplia y detenida discusión en el seno de la Academia cientiñca "La Unión Veterinaria," la cual lo es

tudió bajo el dominio de la higiene y de la zootecnia, y formuló estas conclusiones.

Aspecto higiénico. Descartando de aquí los hechos eu que se trata dé prevenir alguna enfer medad ó algúu desorden (her nias inguinales en el caballo, linfomania en las vacas, etc.,), en los cuales la castración se hace de necesidad imperiosa, pero que

resi)onde á indicaciones profilácticas, terapéuticas, etc., estudian do la cuestión en el terreno de la Higiene pura ; la ciencia no

puede menos de rechazar esta operación quirúrgica, por atenta toria á la salud y desarrollo normal del individuo, en sí mismo

considerado y con relación á su especie.

La Higiene se apoya, como sobre base inconmovible, en

la Fisiología, y la Fisiología no puede consentir que se apele á ella para sostener la inocuidad, menos aún la ventaja que á la vida normal del individuo y de la especie reporta la supresión funcional de un aparato tan importante y hasta tan decisivo co

mo lo es el de la generación. Anulando por la castración la fun

ción reproductora en los animales domésticos, la abusiva mano del hombre ha puesto un velo al desenvolvimiento natural de esos

individuos y las consecuencias han de hacerse sentir en mayor ó menor extensión, según ia época de la vida en que id sér haya sufrido el atentado de la mutilación sexual. Es la vida de nues tros animales domésticos demasiado corta para poder ofrecer nos relevante testimonio de todos los danos y perjuicios que la castración les infiere.


{ "iT )

Pero la historia de los eunueos está ahí, abierta para todo

el que quiera consultarla, y esa historia es inmoral y asquerosa, horrible: el eunuco ha sido siempre egoista, cobarde, mal inten cionado, de inteligencia escasísima, complaciente, degradado has ta la sumisión, basta el servilismo, hasta la vergüenza ; incapaz para nada bueno; masa dúctil y siempre dispuesta para todo gé nero de infamias y de atrocidades; indiferente, insensible, sm afecciones que la liguen al prógimo y, muy merecidamente, abor recido de todos los individuos del que hubiera sido su sexo, y des

preciado por los del sexo opuesto. En los animales 'omésaicos castrados, no es posible apreciar en todo su auge, esi

«

conveniencias y perturbaciones que se señalan en el eunuco, por que, como ya se ha dicho,la duración de su vida es corta en núestos manos; pero algo, y más que algo de esto mismo, se observa diariamente, sobretodo en las aves. Y no puede menos de ser asi. Atenuado ó sofocado el movimiento propulsoi del oigamsmo en virtud de la castración, todos los actos, tollas ''f

que radican que en eldetercio anterior se delderibau, cuerpo, ysetambién y funciones esos primeros r .. .lo- actos ,

bilidad, de imperfección notables: la inteligencia di m n^ la

vida de relación se anula; la fiereza, la fogosa ad, la ®"oisia, la vivacidad propia del sexo quedan como ? consi respiratoria se empobrece ; la hematosis no es i ca, i consi guientemente las oxidaciones interraoleculares sou menos vuas

y menos calorígenas; la nutrición se vicia, hay lueuos form^^^^^^ fisiología se llaman producidos; la grasa y la linfa o inv^^^^^^ de elementos plásticos, prepondera la

todo, y por su invasión y acumulo embarazan y aun atrofiaii á los tejidos fundamentales de la economía viviente, el tempera

mento sanguíneo se trueca en linfático adiposo, y p ductos de secreción ó de elaboración accesorios acusan el desme dro de los humores y de los elementos constituyentes tle que

ellos proceden. Todo esto sucede, de una manera indefectible, en los animales castrados; y los diversos grados de exaltacaón en los cambios que se observan, corresponden también indefec

tiblemente, á la diferente época de la vida en que la castración haya sido ejecutada.

, „ .

^ -

Aspecto zootécnico.—Vero la Zootecnia no tiene entrañas; la Zootecnia es implacable ; y, no contenta con el estado de es

clavitud que el hombre ha impuesto a los animales domésticos, apoyándose eii el hecho,innegable, de q^ie si las especies domés ticas viven y persisten sobre la tierra es nada, por virtud y gra cia de la tutela que sobre ella ejerce la especie humana; adu

ciendo este pretexto, la zootecnia se ha creído en el caso de sub venir á todas las necesidades y aun á todos los caprichos que el

creciente egoísmo del hombre hace consistir, en la utilización de


( 78 )

esos desgraciados séres á, quienes de tal modo protege. Mas es tas son lamentaciones que vendrían aquí fuera de propósito. La

Zootecnia está en su derecho, está eu la obligación de obrar así. Sin embargo,importa consignar que la castración, como procedi miento de la Zootecnia, no es un procedimiento higiénico ; si no

anti-higiénico ; y esta idea no se debe perder nunca de vista, por cuanto, á pesar de las apariencias del momento, podrá suceder al guna vez que un fuerte contraste entre la aspiración zootécnica y la ofensa individual higiénica, nos haga mirar con cierto sos pecha, la bondad de la empresa que acometemos.

En la interpretación contradictoria que por unos v por otros suele darse al empleo de la castración de los animales do

mésticos como recurso zootécnico, tenemos a disposición nuestra nna especie de hilo de Ariadua que nos conducirá al estableciiniento de provechosas reglas generales. Este hilo de Ariadua consta de dos hebras: la Fisiología y la demanda.

Conocidos los efectos fisiológicos que produce la castración, el problema zootécnico quedará siempre reducido á crear y desa rrollar esos efectos (sean ó no higiénicos) en el sentido que se de see. Así, por ejemplo, siempre que necesitemos domar la bravu- '

ra, la fogosidad, el ímpetu de los animales, amansarlos, facilitar la parturación ó la estancia de individuos de ambos sexos mez

clados y confundidos los unos con los otros; siempre que quera mos modificar un temperamento ardoroso y sanguíneo sustituyén dolo por otro que sea en tal ó cual grado adiposo-linfático, con el fin de favorecer el cebamiento, de obtener lanas mas finas(aun que menos resistentes) etc.; siempre que nos propongamos en tretener una secreción que, como acontece en las vacas de leche

pudiera verse interrumpida ó perjudicialmente alterada por la' existencia y ejercicio, completa ó incompletamente desplegado de los órganos que predominan en el estímulo de la función re

productora; en todos estos casos y sus análogos, con todas las derivaciones prácticas que puedan serles referibles, la Zootecnia sabe muy bien que, practicando la castración conseguirá su ob jeto ; y sabe igualmente que la oportunidad de la época <le la vida en que esta operación responderá mas fielmente á sus deseos, es tá relacionada con la noción exacta de que las modificaciones'del organismo, serán tanto mas pronunciadas y estables cuanto mas

temprana sea la castración, cuanto menos tiempo se haya dado á que el aparato genital ejerza su poderosa influencia sobre todo el organismo, material, intelectual, y moralmente considerado. Todos los hechos, absolutamente todos, entran bajo el dominio de esta regla general; y lo que se necesita es, sagacidad de dis cernimiento para saber aplicarla y para saber contenerse dentro

de prudentes limites, de tal manera que no vayamos á exigir de la Zootecnia, resultados cuya obtención sea de todo punto incom-


( 79) . ^patible liásta con una vida medianamente regalar del indiviaao

ó individuos, cuya salud normal explotamos tan abusiva mente.

La demanda que es la otra hebra de nuestro hilo, reviste un carácter imperativo, es la que decide en las empresas zootéc nicas. O ser, ó no ser j ó puede ó no puede la zootecnia, Las necesidades del hombre y de la sociedad podrán ser reales o ñcticias ; los caprichos podrán ser más ó menos extravagantes, has ta irracionales ; pero una vez traducidos en demanda, necesida des y caprichos han de quedar satisfechos, á menos que se pida un imposible. La Fisiología, la Higiene, las reflexiones mas trascendentales en materia de ciencia sociológica y hasta los sen timientos misericordiosos podrán ser, y con razón, invocados con tra la infamia de esta mutilación sexual de que se trata: Todavía

mas j podra ser cuestionable, verbigracia, si el arma de caballe ría procede ó no con acierto al exigir caballos castrados para de terminados servicios de su instituto, ó si la educación que se da á los caballos enteros (y aun á los potros desde su nacimiento) es á propósito para desarrollar y crear en estos animales seutimieutos de conñanza y de adhesión hacia el hombre, al mismo tiempo que las demás cualidades requeridas y de que ellos son suscepti bles; podrá ponerse en tela de juicio si en definitiva la alimen tación con carnes cargadas de grasa y de otros elementos poco

animalizados, será ó no favorables á la salud del hombre y consiguieuteraeute á la energía virilidad de todo un pueblo ; podrá objetarse que la demanda suele equivocarse en sus exigencias, como recientemente ha acontecido respecto á la estimación de las

lanas; y ni aun faltarán moralistas que en nuestros hábitos de crueldad (ó de poca compasión) para con los animales domésti cos, vean hechados los cimientos de una perfección moral progre siva... A todo esto la Zootecnia no necesita responder una pala

bra. Su misión es irroducir y á la producción y nada mas se con sagra teniendo por terreno el organismo de los animales, jjor di que la Fisiología y la Higiene; y por autoridad imperante, la de manda. A otros es á quienes toca encauzar noble y fecundamente las corrientes sociales é ilustrarla opinión pública; al veterinario zootécnico no le corresponde otro papel, sino el de demostrar á la faz del mundo que la zootecnia sabe obrar maravillas. Sin embar

go en ningún caso estará demás que el profesor veterinario, apo yándose en las leyes de la evolución natural orgánica y conocien do, como conoce á fondo los resortes fisiológicos y las condicio nes positivamente higiénicas é ineludibles de una vida normal en

los animales objeto de nuestra carrera, contribuye por su parte a deshacer errores y preocupaciones, acaso de grande trascen dencia, que la opinión y la demanda de productos pudiera haber

elevado falsamente á la categoría de verdades incontrovertibles.


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(80) .

,

La demanda, hemos dicho, se impone, reina con dominio absoluto en las transacciones mercantiles; y á llenar sus exigen cias es á lo que hemos de atenernos en la producción de esas ap

titudes y modificaciones que engendra la castración en los ani males domésticos. JPero como también el veterinario podrá ser

consultado por las autoridades acerca de los medios más condu centes á la fabricación ú obtención de esos mismos productos que

la demanda busca, bueno será de que de antemano no nos haga mos ilusiones sobre la eficacia que la Escuela proteccionista eco nómica, atribuye á la intervención de los gobiernos con sus leyes prohibitivas por un lado, sus estímulos y sus premios por otro. Todo esto es inútil, cuando no produzca resultados contrarios á los que se desean. Que la demanda exista es lo que hace falta: no necesita otro aliciente el interés particular para apresurarse á nivelar y aun á superar con la oferta los pedidos. Libertad irara el trabajo y para la concurrencia; ilustración por todas partes; esas son las dos grandes palancas con que deben ser removidos todos los obstáculos que dificultan el progreso, la ri-

quezai y la civilización de las naciones." Desimés de los sólidos razonamientos y del fondo de ver dad que encierran las anteriores conclusiones; pálido sena cnanto nosotros pudiéramos decir de este imjiortante asunto. Couci'e-

témouos, pues, á manifestar que, si bien es eiei to y evidente que los caballos enteros ó sin castrar, teniendo como tienen inregi os

todos sus aparatos orgánicos, vivificados ó influidos por el :.:eul-

tal, de importancia capital y decisiva en todo el orgaidsino, las funciones generales, y especialmente las que en fisiología se llaman fundamentales, se verifican con mucha más activiuad en

aquellos individuos, que en los que están privados de los órga nos de la generación ó capones; y por lo tanto, son más fuertes, vigorosos, resistentes y gallardos; pero también uo es menos

cierto, que el caballo entero es peligroso para ciertos servicios. Además; esto caballos perjudican á la mejora de la raza, porque tengan ó lio buenas condiciones de sementales suelen cubrir

yeguas, ya sea por voluntad del hombre, ya sea por descuido, ó bien por necesidad, como sucede en las estancias que no tienen departamentos especiales cercados, para separar de las hembras los potros en que se despierta el ardor genésico ; resultando, co mo es consiguiente, de estas prematuras uniones y de esos pa

dres defectuosos, productos mezquinos, que paulatinamente, bas tardeando la raza, contribuyen á su degeneración.

En la época del celo, que en estos climas uo suele tener un período tan fijo y determinado, sino que se prolonga bastante más que en los climas fríos y templados, y hasta en cualquier época del año aparecen machos y hembras en ese estado de amor, es im posible siu grandes trastornos y contratiempos, el dedicar ye-


(81 )

gil as y caballos enterosjan tos á los distintos trabajos de la agri cultura é industrias que requieren su concurso. Por otra parte; en todos los ejércitos europeos, exceiición

becba del nuestro y del Turco, los caballos dqlos institutos mon tados están castrados y no por eso desmerecen sus escuadrones, ni los servicios que prestan son de menos utilidad. Al contrario, bay ciertos servicios de guerra, como las escuchas, exploraciones avanzadas, etc., etc., en los que el caballo entero es, si no peli groso, al menos inconveniente, por ios agudos y sonoros relin

chos que do su aparato fonador lanzan ".1 espacio, al separarse de la fuerza, parejas aisladas, por sitios solitarios y silenciosos. Los castrados no adolecen de este inconveniente, pues ensimistnada, digámoslo asi, su atención en su interior, nada les alegra para lanzar esos reliucbos, que pueden ser causa de desbaratar el plan mejor combinado de experto general. El empleo de los caballos capones eu el ejército, tiene ade más la ventaja económica, de que los escuadrones pueden tam

bién remontarse con yeguas, cuyos servicios ó trabajo es tan bueno como el de los caballos, según tiene demostrado la. éxperiencia i>ráctica. Si esta costumbre se estableciera aquí, los es cuadrones del tercio de la Guardia Civil, bieu podrían remontar se con yeguas que no teniendo condiciones para la propagación

de la especie, las reunieran para el servicio de este instituto; pues además de ser mucho más baratas, y por lo tanto economía

para el Tesoro, podrían distribuirse por imestos sin iucouveniente alguno, amen de que no le seria al tercio tan difícil como hoy, el tener completos siempre sus escuadrones. Basta, pues, con lo dicho para demostrar una vez más, que castrando jóvenes los potros que no reúnan buenas condiciones para la reproducción, se evitaría el que se cubriesen yeguas, y por lo tanto, que sus productos vinieran, como hoy, á continuar el bastardeo y degeneración de la raza ecuestre. XXII.

Manifestaremos otro medio impulsor de la ganadería ca,

bailar, cual es la estadística clasificada, y rectificada anualmen te, tanto para conocer esta riqueza, como para no obrar á ciegas en cuanto á ella atañe.

El noble origen á la bondad y pureza de las castas ó gana derías, y la historia exacta de las pruebas á que se hallan some tido los caballos, con la expresión fiel y verídica de los triunfos á derrotas que en ellas alcanzasen, es otra de las modificaciones 20


( 82 )

qne se deben tener en cuenta y que influye en el progreso de la raza ecuestre. Por eso los ingleses llevan don fidelidad su Stud

onoK, o sea el libro de inscripción geiieralogica de sus caballos de

^ masBaenig calendan, ó calentlario de las carreras libros de tanta utilidad aquí, cuanto que los criadores de• a allos, no solamente no las ponen una marca ó hierro caracte1 saco, sino que, ¡hasta dicen que es feo el caballo así marcado'

Uesechen esa inÍLindada idea y adopten una marca que acredite

en todo tiempo la procedencia de sus caballos.

XXIII.

exactiino del lemallevamos escrito, creemosde haber probado-.t;H .exaftitud que pusimos <d comienzo este trabnio

dieudo ahora, ya que no podemos hablar < trrie?c.u,,-,

ecuestee i;aTio.raT"'Es estküífchocTntTÍuT c do'.'''g™ '■»«'■« /i" cSlí ,"«■ ley» y tyam-„', iror^xtremi! fufeí ""'tp' f"'®"' Iia.,,1 Jir Si'dMSr de' ürí»" "" ■' «■""■i'». efectuándolo gráficamente por medm^de^ externas del caballo, fócil y pronta compremsSn así "¿ o spedftiSsr.^ pelos de e.ste útil animal,

espeuhoaiemos las capas ó

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3 4

La frente

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El extremo de la» narices

La cara

Las narices La boca Los labios Lju barba

10 11 12 13 14 15 16 17 18

El barboquejo

El canal exterior Las fauces

Las orejas Las sienes Las cuencas Las órbitas

Los ojos El lagrimal


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( 82 )

que se deben tener en cuenta y que influye en el progreso de la raza ecuestre.

Por eso los ingleses llevan don fidelidad su St^^d

onok, ó sea el libro de inscripción generalógica de sus caballos de pura sangre, y su Raenig calendar^ ó calendario de las carreras ; libros de tanta mas utilidad aquí, cuanto que los criadoies de caballos, no solamente no las ponen una marca ó liierro caracte1 Suico, sino que, ¡hasta dicen que es feo el caballo así marcado!

desechen esa infundada idea y adopten una marca que acredite en todo tiempo la procedencia de sus caballos.

XXIII.

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creemos haber probado la

ecuest";na^So.;!.!"' ¿s est^^alo'^ y "í^oca.itTípm cimmdos ^ipclogm llamen por ejemplo, rucio do ; que digan raho en vez de cola'

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liando la nomenclatura de las re-it^^eí efectuándolo gráficamente por medm Srun-f fi'"''® tácil y pronta comprensión ; así como especifte itetm pelos de este útil animal,

spccihcaiemos las capas o

REGIONES externas. .1 2 3 4 5

(i 7 8 b

Ra nuca

El tupé

La frente La cara

El extremo de la» narices Las narices La boca

Los labios LjU barba

caballo,

10 11 12 13 14 15 10 17 18

El barboquejo

El canal exteriot Las fauces

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Las cuencas Las órbitas

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39 40

Los carrillos La cerviz

Los ijares

41 El antebrazo 42 El codo 43 El espejuelo 44 La rodilla 45 La caña 46 El tendón 47 El menudillo 48 La cerneja 49 El espolón 50 La cnartilla 51 La corona 52 El casco 53 La grupa

El miembro ó verga

54

El borde traqueal Las tablas del cuello La cruz El dorso Los lomos

El tórax ó pecho Los pechos Los costillares La cinchera El vientre

Los testículos

55

El ano

Las ancas El muslo

El perineo ó rafe

56

La cola

57

Las nalgas Las bragadas

La espc Ida

58

La babilla

El brazo

59

La pierna

El encuentro Las axilas

60

La cuerda tendinosc

61

El eorbejón.

Del eorbejón pura abajo las regiones son las mismas, y por lo tanto reciben iguales nombres, que desde la rodilla al casco.

^

Los números de la figura corresponden {\ los que van pue.s-

tos en la anterior lista de las regiones externas.

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CAPAS O PELOS DEL CABALLO.

XXIV.

Cou esta denominación se expresa el color de los caballos y de los otros animales domésticos j cuyo conocimiento es de su ma importancia, lo mismo en el uso corriente que en la redac ción de reseñas y matñcnias en las alcaldías.

Hélas aquí:

Negro, De este color bay tres variedades que son ;

Negro azabache; Ibimado así, porque el brillo que posee es análogo al dei mineral de igual nombre. (Retinto del pais.) Negro morcillo; no tiene brillo y refleja el color de la mora madura. (Xegro júmaro aqui).

Negro peceño; semejante al color de la pez negra: tira un poco á rojizo.

Blanco; En esta capa se distinguen cinco variedades, con los cabos [crin y cola) y extremos de igual color que la capa; son ellas el:

Blanco mate, el cual no tiene brillo y se asemeja al color de una lechada de cal espesa: á este color se le llama también

blanco de leche, ó palomita y blanco pálido. Blanco amarillento, parecido al color de la sopa en leche. Blanco plateado, se asemeja al color de la plata bruñida. Blanco porcelana, refleja un matiz azulado como el de la porcelana.

Blanco rosaceo ó albino, es el pelo blanco sobre una piel encarnada ó roja.

Café con leche, es nn blanco amarillento subido, parecido á

la mezcla de leche con un poco de café, (aquí se llama perla.)

Perla 6 Isabela, es un color parecido al cafó con leche, pe ro con ios cabos y extremos negros ó casi negros. Bayo. Es la capa de color rojizo ó amarillo pálido, pare-


( So )

ciclo 3l color de lapaja de trigo ó de guinea ó nialojilio; cou ca bos y extremos negros. Los hay de diferentes tonos, claros'ó amarillos, subidos con cabos blancos (^llamados aquí canarios ó amarillos^ y bayos oscuros (^qne aquí se llaman bayos encelados y acebonnados^.

Castaño. Es un color ¿semejante al de la cascara de casta ña madura y cou cabos Y extremos negros. (En el pais se lla man Eainos). ¡Sus variedades son el :

Castaño oscuro, de un matiz muclio más subido que el castano simple ú ordinario, fcaoiia se le llama aquí]. Castaño claro, de color bajo ó mas (mlido que el de la castaña.

Castaño dorado ó encendido, de uu color subido v vivo, [zaino colorado del })ais]. Alazan. Cajia de color semejante al de la canela, con ca bos y extremos de igual color, [alazano aquí|. Sus variedades son :

Alazan 'pálido ó lobado, que es de un matiz amarillento parecido al del oro mate.

Alazan dorado, de uu color brillante que se asemeja al del oro pulimentado, [alazan colorado del pais]. Alazan guinda, muy parecido al color de esta fruta. Alazan vinoso, e.s más oscuro que el anterior.

Alazan tostado, de color rojo oscuro parecido al del café tostado.

Alazan muy tostado 6 bronceado, es mucho más oscuro que el auterior, reflejando un tinte parecido al del bronce en negrecido. riel de rata, es un color gris semejante al del ratón. Los hay claros y oscuros.

Piel de lobo, lobito ó lobero; color amarillo negruzco, pare cido al del lobo. (Cebruno oscuro aquí.)

Piel de ciervo 6 cervuno; es de color rojo oscuro semejante al del ciervo. ("Cebruno de aquí.j

Tordo, Este color es debido á la mezcla de pelos blancos

y negros. (Es el que aqui denominan rucio.) Tiene las varieda des siguientes:

Tordo ordinario; cuando los pelos blancos y los negros en tran en la misma proporción.

Tordo claro, cuando predomina el pelo blanco. ('Eucio blan co aqul.j

Tordomuy claro, cuando predomina tanto el pelo blanco, que el caballo asi lo parece á simple vista, ó al primer golpe de vista.

Tordo oscuro, cuando predomina el pelo negro. (A este y al siguiente se le llama Euclo moro aquí.j


( 86) Tordo muy oscuro, cuando predomina el negro al extremo que apenas se ven pelos blancos.

Tordillo, cuando se parece h la pluma del tordo: parece negro con pintintas blancas.

Tordo apizarrado; cuando refleja un color azulado pareci

do á la pizarra. [ Eucio aplomado] Overo. Mezcla de pelos blancos y alazanes, con cabos y extremos de igual color, ó solo blancos y alazanes. [Jovero del paisj Los hay claros y oscuros.

Ruano. Es"el que está compuesto de una mezcla de pelos blancos, negros y rojos, con cabos y extremos negros ó iguales á la capa. [Jovero oscuro del país.] Tiene las variedades siguien tes.

Ruano ordinario; si los tres colores están en igual propor ción.

Ruano oscuro, cuando es mas abundante en pelos negros. Ruano azúcar y canela; cuando el alazan ó rojo abunda mas que el blanco y el negro.

Ruano overo ó flor de melocotón; es muy semejante al ove ro, pero tienen los cabos y extremos mas oscuros.

Rueñoflor de romero, cuando los tres colores están entre mezclados íbrmaudo floreoillas numerosas.

Sabino ó roeillo; mezcla de blanco, negro y castaño, los ca bos y extremos son de igual color, mas oscuros ó negros. Al overo, ruano y rosillo, se les confunde aquí, y se les dominan con la calificación común dejoveros.

Pío. Es cuando un fondo blanco, presenta manchas gran des y extensas de otro color cualquiera [Manchado aqui.I Zaino. Toda capa oscura en la que no exista un solo pelo blanco: asi, se dice, castaño oscuro zaino,alazan claro zaino etc * pero si el color es el negro se dice hito.

'

Rubicano. Es cuando existen diseminados cierto número

de pelos blancos ; que no cambian el matiz de la capa Rodado, se dice así cuando hay manchas redondas de

color mas subido ó más bajo, pero del tono de la capa. Mosqueda: se llama de este modo al caballo que sobre una capa clara presenta manchitas negras del tamaño de nna mosca.

Atruchado») si las manchitas son rojas.

Revado; si las manchitas son blaucas sobre capa mas os cura.

(carbonadof cuaudo en capa clara hay manchas negras circunscritas.

Atizonado; si esas manchas son más prolongadas é irre gulares.

Zebrado; cuando tiene rayas ó franjas uegras ú escuras


(87) ú oscuras transversales, parecidas á las de la zebra.

Aleopardado. Cuando existen placas negras, ó más ó me nos oscuras, parecidas á las del leopardo, [Aqaí le llaman pompadour].

Remendado, si las manchas son muy grandes é irregulares. Oábeza de moro. Se llama asi á todo caballo que tiene

^

completamente negra la cabeza, y es de otro color la capa. , Baya de mido. Es la lista ó banda mas oscura que pre sentan algunos caballos desde la cruz á la cola sobre el espi nazo.

Estrella. Es una pequeña mancha ó lunar blanco en la frente.

Lucero. La misma mancha, pero mayor. Oordon. Una lista estrecha blanca que baja sobre los hue sos de la nariz.

Oareto: si esta lista es tan ancha que ocupa la cara. Calzado. Be dice así del caballo que tiene blanca la parte inferior de las extremidades. Puede ser calzado de uno ó de

varios remos; y ser, principio di- calzado, calzado bajo, calzado alto, y muy alto, fPatiblanco aquí].

Terminamos aquí este trabajo, sintiendo que no sea todo lo •xtenso y correcto, cual exige asunto de tan vital interés para este pais. Si ciertos puntos del tema no se han tratado con mas

amplitud ; si no hemos interpretado fielmente la idea que presi dió al redactarlo, ha sido, de una parte, por el temor de traspa sar los limites de una memoria, y de otra, debido, como anuncia

mos al principio á nnestros escasos conocimientos científicos y literarios; no á nuestro buen deseo que es muy grande, según hemos venido demostrando con nuestros escritos sobre industrias

agrícola y pecuaria, higiene pública y otros asnntos, lo mismo en la prensa que en el folleto. T aun cuando sobre nosotros pe san obligaciones preferentes que cumplir, no ha sido óbice pa ra que, desde nuestra modesta esfera, hayamos puesto nuestras actividades y nuestros escasos conocimientos al servicio de este bello país, de esta tierra querida, parte integrante de aquella

otra amantisima Patria española, que como madre del espíritu,

deben sus hijos adorarla en todas sus latitudes y en todos sus mas insignificantes y pobres rincones. Si alguna de la idea»


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(88 )

emitidas en este estudio llega á la practica de los ganaderos y agricultores; si algnaa de las modificaciones propuestas son aceptadas y se plantean, unas por los particulare.s, otras por las corporaciones y ceuti .s oficiales que tienen inclAdible obli- " gacion de hacerlo; si nuestro trabajo pudiera ser causa de que

se mejore y fomente la cria caballar para obtener lo? ÁmriSs

? y se deiivan, y como corolario de todo esto 1I?uerto-Eico alcauza una era de prosperidad, de riqueza y

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iWÁOSis fiiiMie DEL MALOJILLO. YERBA GUINEA

i Y DE LAS HOJAS DE CAÍTA.

100 PARTES

Agua. CONTIENEN: 1

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Malogillo

Sustapncr-io tcriae6nosjt danseg

luloso.

Siustnac-o dani.trseog

iSustanmc laersn.

67.20

00.75

17.92 01,50 12.30

74.00

>/1.15

11 38 02.20

10.84

68.90 01.30

13.24 02.37

13.56

(Panicum molle.) (1)

Yerba guinea

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(Panicum altísimumj i

Hojas de caña (Sacharum officinalis.)

(1) Nombre botánico más'ezaoto ino ¿ Festuca pratensisl impreso en el cuerpo de la obra.


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