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Cojín de goma de Pará, de l pulg. Un caracteristico de la manufactura FIRESTONE
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3 tae ht otro trabajo de "mayores pré: -
Mochar personas ción solia de- seos de escribir ] para el a y sin em- . | no han estudiado leído los cÍcoA. ra terrible para od sl retórica ni poética, ni ni saludado las más sim-
léacias maravillosas Conozco graves rancio
Héncia por ol por hib anar cosa que se saliera de: los n tirían, si en esto, una recta apre- , Principiemos: por raciocinar así: Yo es- cribo una carta; y me sale bien; ¿por qué no he de enero sismo peso: z in atavíos. retóricos, con ún poco Bs de cuidado en el estilo y también en la or- 2 esa carta bien podría convertirse - en- un. artículo, del. género; epistolar; a mo el ratón dentro de un queso, doselo todo:- lo antiguo, lo moderno, - lo contemporáneo, lo que está por venir, gra- cias a un conjunto de reglas que él estima: infalibles, y sin las cuales no es posible es- cribir cuatro renglones que se salgan atre- bir. en algo bles: y mida a las gentes sencillas
Se puede ende ensayos ia e cuen- tos y hasta novelas, sin que todo eso impli- que, "necesariamente, la labor de un profe- sional, porque entre el amatteur y el ar- -- tista, hay distancias, Aquél no pasa de lo agradable. Éste, se remonta más alto: necesita dominar la técnica y la psicología de su asunto y hacer una obra genial. Actualmente se escribe mucho, sin duda demasiado. Y el noventinueve por ciento de los que escriben son simplemente ama- teurs de mayor o menor gusto. La carac- - - terística de ellos es que H de éstos pueden sola firma, sin que nada todas las produc- reunirse bajo. una disuene en ellas, como si hubiesen sido: engendradas por el mismo caletre: todas hermanas, y perfectamente banales, aún cuando todas algu- nas de ellas afecten un aire trascendental. - El polo opuesto al que cultiva 1 , -cribir p Po í + be, lo menos que piensa. es hacer uh -giro retó- ól,. escribir; es una función > ¡Ánimo, gentes sencillas que aria es- el público! Hacedlo,- mientras tengáis pretensiones y siempré que vuestro único oa sea decir a los demás e po os será dt aprovechable pa- " ra. los escritores de.
Diez de Octubre de 1868. JOSE MARTI.
EL APÓSTOL. En la fecha santa, en el DIEZ DE OCTU- BRE glorioso, no ha de colocarse, no puede colocarse desdé la transfiguración excel- sa de Dos Ríos otro nombre más alto que el de JOSÉ MARTÍ. Y no porque desató la revolución triunfante; no porque sirvió + como él dijo en visión profética de al- fombra a los redentores de su pueblo , si- * no porque fué el verbo inspirado, el neuró- tico sublime que halló sus mejores inspira- ciones, sus raptos de voluptuosidad patrió- tica, en admirar conmovido y consagrar, en consagración excelsa, ese DIEZ DE OCTUBRE que ha sido como la columna flamígera que ha guíado a los modernos israelitas, a tra- vés de torturas sin cuento, a la tierra pro- metida. Fué el apostolado de su vida, no bien su temperamento artístico da norma a sus ex- altaciones de patriotas, el glorificar a los de ayer para estimular a los de hoy. Y era siempre para él la fecha que hoy con- memoramos, la de su veneración más pro- funda. Jamás se acercó vírgen pudorosa a la mesa eucarística de su comunión angé- lica, con más recogimiento, ni con más fe, ni con más rectitud de intenciones, que se acercaba MARTÍ a la tribuna magnificente - que él había hecho inaccesible para los que no fueran águilas del pensamiento como él lo era. : Fué un DIEZ DE OCTUBRE que él dijo, re- lampagueándole de envidia noble la mirada: Si se nos salta el corazón de celos y de gratitud, cuando oímos la historia de aque- - llos hechos de indecible bravura que ha de poner en lo más alto del firmamento la ad- miración del hombre; de aquellos hechos que no se pueden oir sin que se llene como de luz toda nuestra carne mortal, o sin sen- tir como que la mar se hace puente, y nos vamos, detrás del ejemplo ilustre, a donde la tierra nos llama. "Fué otro DIEZ DE OCTUBRE, en que, tem--. blándole día: Y de es emoción la lo primero frase hermosa, aña- este año, porque ha pasado por el aire una que otra ave de no- che, proclamar que nunca fué tan vehemen- te ni tan tierno en nuestras almas el culto de la Revolución. Aquellos padres de ca- sa servidos desde la cuna por esclavos, que decidieron servir a los esclavos con su san- gre, y se trocaron en padres de pueblos; aquellos propietarios regalones, que en la casa tenían su reciennacido y su mujer, y - en una hora de echaron, selva transfiguración adentro, con la sublime estrella se en la frente; aquellos letrados entumidos que al resplandor del primer rayo saltaron de
Ja toga tentadora al caballo de pelear; s es angélicos que del alta bodas o del festín de la fortuna salieron, arrebatados de júbilo celeste, a sangrar y morir, sin agua y sin almohada, por nues- tro decoro de hombres; aquellos son carne muestra, _y entrañas y orgullo nuestros, y - mr pie y padres de nues- . y soles de nuestro cielo y del
delo te 6 justicia, y subia que nadie ha de tocar sino con reverencia y ternura. ¡Y todo el que sirvió es- sagrado! El que pu- so el pie en la guerra; el que armó un cu- bano de su bolsa; el que quiso la Revolu- ción de bueña fe y le sacrificó su porveñir y su fortuna, ya lleva un sello sobre el ros- tro, y un centelleo en los ojos, que ni su misma ignominia lo pudiera borrar luego. Fué a raíz de otro DIEZ DE OCTUBRE en que nos escribía al no enviarnos su dis- curso, que le pedíamos para Patria en- tre otras, estas frases, que ya revelaban que la Revolución ha galopando: No me pida palabras desvanecidas, las palabras de este DIEZ DE OCTUBRE, que debieron ser, y _ fueron sin duda, de menos pompa y apa- riencia que otras veces, porque la dignidad de las virtudes que de todas partes veo, y que por su naturaleza son más secretas que públicas, ponía en mí como cierto desdén de lo meramente hablado; aparte, amigo mío, dé la dificultad de ahogar por pruden- cia ante un público ardiente, a riesgo de que tuviese al orador por mermado o enju- to, las voces de victoria que, como himno indómito, se levantaban a aquella hora tu- - multuosas en mi corazón. Y fué al aproximarse otro DIEZ DE OC-
TUBRE el de 1894, ¡el último que santi- ficó desde lejos con su recuerdo, porque iba en viaje a trabajos mayores! cuando nos escribía con bondad que nos abrumaba y - como que riendo alentar nuestra insuficien-. cia: ¡Cómo va usted a hablar este DIEZ
DE OCTUBRE! ¡Qué oración y qué arenga!
Pague por los dos, ya que no puedo estar presente. La fatiga en que vivo.me da derecho a pedir su tanto de fatiga a uste- des... ¿Cómo, pues, no colocar el primero, en _ el día de la conmemoración ejemplar, al que, magnánimo, enseñó a la emigración a prosternarse ante sus héroes redentores, y redentor también, dió su vida por Justificar y engrandecer su sacerdocio? Para él la patria y lo dijo en frase conmovedora cuando iba camino de la muerte, * no fué
nunca triunfo, sino agonía y deber. Así se le vió siempre, sin flaquear un solo día, - sin desconfiar de la virtud de su pueblo, * sin que lo descorazonasen las burlas de los pocos que no fueron capaces de compren- derlo, ni la maldad de los que querían echar al suelo su obra porque no era de la apa- ratosidad rutinaria, luchar como atleta por dar métodos a la nueva guerra, porque fue- se de ancha base, breve y de éxito seguro. La emigración al investirlo con el carác- _ ter de Delegado del Partido Revolucionario Cubano, puso sobre sus hombros la cruz de los dolores de la Patria, y él la aceptó co- mo símbolo de martirio que era; no como encomienda de gran señor para vivir rega- _lado con los emolumentos que ella le pro- porcionase. Como propagandista, MARTÍ llegó sta agotar el único caudal que poseía: su salud de suyo no muy robusta. Sus últimos años fueron realmente de agonía. ¡Cuántas ve- ces en las noches tétricas de crudo invier- no, después de un día afanoso consagrado a la patria sin la más mínima remunera- ¡ción, iba a la imprenta a acelerar la im- presión de Patria, el vehículo de la idea independiente, y compartía con sus auxilia- res, entre los cuales nos contábamos y que nos sentíamos orgullosos con el ejemplo, la labor rápida de doblar y enfajillar los pa- quetes de periódicos y luego, sin que lo abrumase la carga, íbamos al correo a de- - positar en el abierto buzón tas fulguracio=" nes de su genio estereotipadas en el papel! - AY cuántas otras, mal resguardados los pies de la nieve entumecedora, luego de termi- nar la clase nocturna de estudios superio- res que tenía a su cargo en un Colegio pri- vado de New York, y que le daba medios - limitados de subsistencia, iba a La Liga, sociedad benemérita de obreros, a conti- - nuar su apostolado de redención entre aquellns sus hermanos, quienes lo indem- nizaban con su solicitud extremada, de la fiera ventisca y del cansancio corporal, nunca tan grande ni tan avasallador como su convencimiento en la virtualidad de las clases laboriosas, que era en donde residía su fuerza más efectiva para la independen- cia de la patria! Y aquellos viajes a través del continen- te americano, aunando voluntades, desper- tando el sentimiento aletargado de la dig- nidad, acopiando recursos, domando renci- llas, acallando rivalidades, formando un to- do armónico que, a su voz inspirada, ento- nase el sursum corda de la suprema rei- vindicación, ¿qué era esa movilidad de ins- pirado sino el alma de Cuba vaciada toda entera en el agitador formidable, que reta- ría todo el poder de España, y lo vencería, porque con él pedía un pueblo heróico re- paración de cuatro siglos de ignominias? Así creció el Partido Revolucionario Cu- bano llegando hasta infundir serios temo- res a los obsesados gobernantes españoles. El Apóstol dijo: Ya es hora», y los gran- des Redentores, allá en la cumbre de-la in- ro EL HÉROE. El Anástol cedió el puesto al Hácos. Un pueblo 1 no se deja servir sin cierto. mortalidad, señalaron sitial glorioso al dig- no émulo de sus excepcionales merecimien-
, adas BH estriba
Sus aia y hacerme oir el murmullo dad de/mis aguas, la aspiración de enno-
- Camino de la urbe iba, repleta de amar- guras y sueños, cuando distinguí, a través del polvo de oro de esta penúltima mañana de Septiembre, la bahía resplándeciente de azul y luz... Yermas goletas melancóli- cas lucían sobre las aguas sus contornos si- nuosos y con los mástiles desnudos, con las amarras largas y doradas, parecían ar- z pas ideales estacionadas en el ensueño de zafiro de las ondas y entre las rosas blan- cas de las espumas para encerrar tan sólo tristezas de corazones incomprendidos. . ¡Canciones! ¡Siempre canciones para to- das las cosas siente este mundo interior mío! El escoplo de la pluma es rebelde a todo trabajo que no sea la moldura de una armonía sincera. Es preciso dispensarme, perdonarme la locura de tantas incoheren- cias... Ellas me sirven para cuando, co- mo ahora, la maldad humana viene sobre- cargada de falsedades, de engañosos atrac- tivos y el turbión de la incredulidad siem-
-
bra en torno mío muertas hojas de otoño, irme, sobrecogida de espanto, como ave del bosque, allá donde el río de mi espirituali- dad ñace para refrescarme en sus fecun- dos manantiales hondos, muy hondos, como de siglos! , - ¡Pobre río este mío! Da pena ver sus eglatinan muertas en la orilla antes de flo- rece Y 3 Odo puede, después de los dioiad ras la vida asoleada de - desdén y despego. de quien 7 predicó y sos- tuvo la necesidad de morir, y no empezó .2 traducir en hechos prácticos el plan sal- vador de las emigraciones unidas. La is- la mártir había aceptado el convite a la gloria; los veteranos ilustres aguardaban febriles la señal de mando; el Partido Re- volucionario había cumplido la primera parte de su labor, y todo auguraba un al- zamiento formidable. Pero el Amadis, el - Baracoa y el Lagonda, tres buques de rá- pido andar y bien previstos de armas y municiones. son detenidos en los puertos americanos, y la sagacidad previsora de cinco años de esfuerzos titánicos, de esca- lofríos de dudas, de vivir muriendo por el ideal redentor, tanto más querido cuanto más contrariado, está para venir al suelo. - Pero a la manera que enarca el cuello el bridón de pelea cuando oye el clarín de la arremetida incontrastable, así Martí se iergue magnífico antes que abatirse con la contrariedad inesperada, y encuentra fuer- zas en sus propias energías para arrostrar - la burla infame de la traición o del des-
de trova romancera y piadosa de su linfa, blecer mis sentires con el color .viejo de azul como el cielo! Camino del mar, me las piedras; de ser corcel, corcel alado que muestra, desde su regazo de la montaña, como el de Mazzepa, agite al sol sus cri- bordes de juncales fuertes, erguidos, como nes de oro mientras corre, en frenético esperanzas del terruño; columnas de árbo-, impulso, por estas Siberias espantosas de les aguzando hacia arriba sus copas de la la humana razón que hielan y llegar, para esperanza... nunca salir más, a las cumbres inaccesi- No preciso la fecha; pero sí los detalles bles donde en cada ráfaga de aura serena de mi iniciación en sus misterios profun- se recóje una huella de luz, el rastro de dos porque en planchas de acero escribí, un aleteo, la impresión de las lágrimas con savia de mi nrismo ser, el pomposo ri- furtivas que se deslizaron sin desearlo... tual. Vestía yo el albo traje de las vír-- -Si algún día llego, para ventura mía, a genes pálidas y jugaba todavía por los .esas cimas de la ambición, -cerraré las prados de mariposas iridiscentes. Manos puertas de alabastro para que no me per- ignoradas que debieron ser santas y pas-. siga allí el recuerdo de los rigores y egois- toriles, ungidas de cirios como las de los mos que me persiguen por estos caminos ascetas que viven en los desiertos de la de la vacuidad y humana barbarie, que tentación, me ofrecieron en copa argenta- bien a mi pesar recorro. da, las cálidas aguas. ¡Y se hizo el mi- Allí, en el pensativo silencio de las soleda-- lagro asombroso! De entonces es. que des,comulgaré la sagrada forma de la trans- siento que, de todo bárbaro ritmo de do- parencia de almas, la visión amable y tran- lor desesperante, surge un nimbo para mi quila de los azules infinitos y de los cálices frente grande, como un sol. Y siento el blancos. El corazón, al que ya le pesa la esfuerzo que clama una alma de romana carne, sabrá aligérarse de su peso, purifi- en uh corazón de niña; capaz de luchar cándose en el sentir místico del culto!.... con la,expresión de un espíritu altivo en Bella síntesis, aspiración impecable, sin pleno circo y de llorar la decepción de un agrimensuras de jardín, sin bagajeo super- juguete engañador; de esos juguetes que fluo de ornamentación, - te perseguiré siem- la fortuna hace, que ríen, ilusionan, sue- pre, siémpre! mpañer; ñan y cuando la infantil puerilidad, de su de mi ensueño, la aspiración que, si bien es preferencia nos induce a hablarles, a ha- verdad que no te acercas, tampoco dañas. cerles sentir, permanecen duros, fríos, co- Eres, en resumen, una cosa divina! mo la porcelama de que se hicieron. .. LIANA. - Hasta heredo, por la solemne virtuali- San Juan, Septiembre 29 de 1915. sar: Los destinos de la patria van conmi- El general Miró escribía enamorado dá go. Alea jacta est. Martí: Es un genio superior, dotado, Y en verdad que podía estar orgulloso de todas las virtudes, apóstol y genio crea-- de si mismo, cuando tras penalidades sin dor a la vez. Me he despedido de él con cuento logra i¡al fin! besar la tierra de lágrimas en los ojos. su idolatría. Débil y enfermo, no se rin- Pero ya el vidente de los grandes desti- dió a la fatiga; no flaqueó un momento, y nos de Cuba presentía que iba a la muerte fué con su carga al hombro hasta donde para escalar la inmortalidad. Diez días fué el más esforzado. El general ilustre antes.de ascender transfigurado en sol de * que había encadenado la victoria al arzón gloria escribía desde Altagracia, en Hol- de su caballo de guerra, decía en carta guín: Auxilio Fápido, an gran revuelo, cariñosa a Gonzalo de Quesada, refiriéndo- y gloria... y martirio. se a Martí: Este veterano de la tribuna Y llega la fecha nefasta del 19 de Ma- lo está siendo ahora con la misma fuerza . yo de 1895. Los soldados españoles in- y valentía. La prueba ha sido dura; pero tentan cortar el paso a la pequeña colum- no ha cedido él ni un punto a los que de na de patriotas que iba con dirección al viejo sabíamos quebrar y dominar la sed Camagúey, aún perezoso. Se traba el y el cansancio. combate, y MARTÍ, como alud desprendido Sobre el campo libre, en consejo de je- de la sierra, en un vértigo de sublime he---- fes, es nombrado Mayor General, y esto -roismo al encontrarse frente a frente de redobla aún más, si cabe, sus lso a los verdugos de su patria, se lanza solo extraordinarios. Con Gómez dá bases só- dentro del cuadro de bay>netas españolas, brias para encausar la guerra, que, ya se para probarle a la España implacable de encrespaba como mar furiosa. No le- - la dominación aborrecida, cómo mueren. vanta la cabeza de su tablón de palmas ; los noveles Mayores Generales Cubanos; _ £uido imperdonable. Pregunta a cuatro. - pasa- las. noches..en- vela, y desu ale cómo. cae un Apóstol. transfigurado en Hé- de sus más íntimos y eficaces cooperado- _res si aún confiaban en él y si no lo aban- _donarían. Al oir la respuesta de adhe- 7 sión leal, exclama inspirado: * Antes de tres meses la revolución para vencer ha- brá estallado en Cuba . No bien ia de : ral role unio os oi m -del
Ejército Libertador; voga en débil barqui- chuelo co . Máximo Ceres. Paco Bo: pS E
Rosatlá tine Ravoriaós púdiéndo saga: - mar'como César, con más orgullo que Cé- , del aba tara «adn iris ón.
brotan esos documentos magnánimos y ge- nerosos que han hecho del ejército cubano el más noble y generoso del mundo, con-- trastando esta conducta con la ferocidad del ejército contrario.
No se olvida de sus obreros queridos de la emigración abnegada, en la que siem- PE a: ia vehemente y recursos
Eres la más fiel compañera roe; cómo se abona con:sangre preciosa la tierra querida para que fructifique la liber- tad; y para decirle también a la América republicana cómo se cae por un principio de justicia continental, cual es el de la so- - lidaridad de los pueblos que tienen. Íntere- ses afines. E omplalenía a el buen ia alborozados al Benja- cursos de E ia de la Slerra no gra At: ud. día de la patria, decía, para que los re- mín de la familia de los Userunjores EE: asa ¡Palmas al héroe!
En la vaga tortura ... ,
Sala ricamente amueblada. años. Radamés, 28 años. caída del sol.
Carlota, 29 Hora: a la
CARLOTA. == «pero, ¿y ahora?
RADAMÉS. Ahora, al: Norte. No sé precisamente a dónde. Pero al Norte, - muy al norte, donde el frío sea bien agu- do, que nunca será tanto « como éste que teng en el alma.
-RapamÉs. En el mío... ¡Pobre co- razón juguete de una onda de impiedad!
CARLOTA. Vámos, |
Radamés, vámos, Ud. si que tiene unas tristezas... ¿Para qué quiere esa juventud que todo lo puede? Mimado, rico, con un nombre que suena bonito en los estrados y en la política! ¿vá Ud. a dejarse dominar de un pueril pesimismo?
RADAMÉs. ¿Pueril, ha dicho Ud.? No tiena nada de ello. Mi pesimismo bien sabe Ud. cuando nació... ¡Hace tanto tiempo! ¡Oh, aquéllas bellas y alegres mañanas del instituto! Mañanitas de pri- Bien sabe Ud., Carlota, que aquélla mu- jer hizo un triunfo de sus crueldades. Si el Amor nunca muere, ¿a qué- entonces la sucesión de indiferentismo, de olvido, que hubo en ella? ¿A qué acallar la voz del corazón, si había en él, vivo, un poco de cariño? Acaso, acaso las veleidades y la traición de algún amigo.
CARLOTA. 1Radamés!.....
RADAMÉS. ¡Carlota! ¿sospecha Ud: que mis palabras?...
CARLOTA. Los hombres piden el amor de una mujer, hasta que un día..
RADAMÉs. Ella lo brinda, y otro día lo quita, indiferente e inmutable.
CARLOTA.- +. «hasta que un día juegan con él y, como un frasco de cristal que se rompe, se quiebra para siempre. . RapaAMÉs.- Así, así muere el amor en
CARLOTA. Pru eba que Ud. no la amó, y en tanto, la olvidó.
RaADAMÉSs, l No amarla!... ¡Haberla olvidado! ¿Cree Ud. que yo hubiera vuel-
to por aquí, si no me hiciera falta Una sonrisa, una mirada? PD
CARLOTA. Pero vino Ud. tarde,
RADAMÉs. Sí, que tiene Ud. razón. Es tarde, idemasiado tarde! ¿No vé Ud. que cae el sol? Es la hora de la puesta...
CARLOTA, Cuando ha podido ser la primera | hora. Aquélla mujer pudo haber
temido y olvidado, pero aquél hombre la enseñó a arrancarse poco a poco un cariño que tenía en lo hondo del espíritu, y la en-
señó a olvidar...
' RaDAMÉs, ¡ Carlota!
.. mavera, perfumantes y gratas, frescas como un beso de mujer y más dulces que las pomarrosas! CARLOTA. Verdad. Nuncase olvidan. ¿Por qué será? Se recuerdan con una pe- na... ¡Los que éramos; los que somos!
Ayer, todos juntos como muchos herma- nos, llenos de esperanza, de vida, plenan- do las salas de infantilismos; hoy, unos desilusionados, otros felices; los menos cerca, los más ¡Dios sabe dónde! Mañana: RaAbaMÉs. Mañana, una campana que suena su sonata de sollozos. Será la nie- ve que baja silbando para poner arrugas en el corazón, un poco de temblor en los labios y algunas nieblas en las - pupilas. ¿Por*qué no vendrá más de prisa, Carlota, - más temprano?... CARLOTA. No, no, amigo, ino! Que " venga tarde, muy tarde, muy tarde. La
Vida es un una bucha consuelo de rosas y y un encanto. Es canastillos de bodas.
La alegría del vivir es tan dulce panacea...
Ameno desfile de recuerdos de los días que fueron, cuando de puntillas os aso- mais a la vieja ventana del ayer, para re- memorar; desfile- nigromántico de risas, de muñecas rubias y morenas, de músicas de tzínganos, de fúlgidos collares de bri- llantes y amatistas, acción y energía, todo eso hoy; mañana. .. RADAMÉS. Mañana, una campana... OPA . Que deslía su sonata de primavera. Sérá el Amor, el divino Amor que en armónico torbellino pasa ritmando su siempre nuevo vals de las nupcias, oliente a azahares y a milagros de concepción.
Casita de dulcedumbres, donde los niños vuelcan la argentina musicalería de sus charlas y de sus risas para EnoaL.. ya o. de nuevo, el ensueño... Ora Rapamés. ¿Y cuándo el amor MiereT a a nd eo e 1és. En su florido corazón. . CARLOTA. Ni en el suyo. al rc da ANTONIO COLL VIDAL. -
Joven poeta y escritor portorriqueño que proyecta fijar su residencia en la Habana. la mujer, en un desmayo de olas sobre las arenas de la playa del Olvido! ra». A
CARLOTA. NÓ. Lo que Gina lo que mata, es esa impiedad de los hombres, - siempre cobardes, para buscar una mujer, hacerla amar, y luego estrujarle el cora- zón como una rosa que se desh Por
CARLOTA. iBasta, Radamés, basta! ¿Y se marcha Ud.?... RADAMÉs. Mañana, por la tarde. A las cinco. Ya Ud. oirá la: sirena del bu- que, no tan ronca como algún gemido. Y verá los penachos de humo, no tan negros como los-pañuelos del alma diciendo ¡Adiós! CARLOTA.- No ahogúe Ud. la alegría: déjela que se acerque y que le mime: ¡tie- ne la vida tan dulces pánaceas!- RADAMÉS. Acaso para mi?... -CARLOTA. Para todos, para' todos. Hoy, para mi; mañana, para Ud., para mis hijos... RADAMÉS. 1Oh, si todo fuera por sus hijos, nada más que por sus hijos! Hay sacrificios tan bellos... (poniéndose en pié). ' CARLOTA. (Tendiéndole las manos). ¿Y, hasta cuando? _RaDaméÉs. Sábelo Dios, Carlota. - CARLOTA. ¿No piensa Ud. en el re- torno? RADAMÉSs. Quizás, cuando los años ha- yan puesto alguna sombra en mi ojos, si es que la vida se alarga. - CARLOTA.- Lleve Ud. un buen viaje; y no ahogue la alegría, déjela que se acerque y que le mime, ¡tiene la vida tan dulces paneceas! RADAMÉs. Adios.... CARLOTA. ... buena amiga, ¿no? RADAMÉs. Carlota. : CARLOTA. ¿A secas? -RaDAMÉs. No. Ud. será para mí la buena Carlota del Instituto, la de aquellas mañanitas bellas y alegres; mañanitas de primavera, perfumantes y gratas, frescas - como un beso de mujer y más dulces q las pomarrosas! Adios, Carlota! apa CARLOTA. (Un poco de silencio). aún, l¡aún!... Todavía en su pecho Pia - que así, por que así los hombres ÑO diz que POBO quieren: es un desmayo de olas sobre las - arenas quemantes de la maldad!
RADAMÉs. Me habéis parodiado a vues- tro gusto, pero sabiendo también que lo que mata, lo que incinera es esa impiedad _ llena de coquetería de vosotras, mitad ni- ñas y mitad leonas, que tomáis el alma PR E entre : som misma frivolidad con que jugáis con vues- tros abanicos. ¿Olvida Ud. acaso aquélla mujer qué me juró ser mía y hoy me pone a buscar unas playas sin luz y distantes?
* vía, todavía, Radamés, todavía! poema de las galerías del Instituto! Toda- A, corazón, cállate, cállate que ya no eres tu- . yo, que eres del otro ... (Un criado entra y dá luz). (Al criado) No; no dé luz. Déjeme'a oscuras. (El criado apa-. ga y. sale). Así m r: 8 sible... E ón to A ; : ss