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MANILA TIPO-LITOGRAFÍA DE CHOFRÉ V COMP.
1893 •
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JJiblioteca General
U. P. ·B. llU • .,.,
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·oBRAS .OEL MISMO AUTOR
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PUBLICA.D AS
·.Pre1Je11ttmientos, ensayos poéticos, con un prólogo de D. Francisco Escudero. y Perosso. I .Notas de una Hra, poesías. Inilectsiones, poesías y cantares, con un prólogo de D. José de Veima. Brúas de otoño, rimas. CawtoH del pueblo,. cori una carta-prólog-0 de Víctor Hugo. • ()das, poesias varlas, con prólogo del Excmo: Sr. Don José .de Carvajal. El ·obrero de M.ag~ncl.a, drama en tres actos y en ... verso. . Cartas puertorriqueñas. N ue,Jas pomas. .Artículos varü>s.-Dl8cursos. 1 • La Convetrstón de ~ Zegrt, leyenda, con prólogo de D. Narciso Campillo. .. Pros°"
TERMINADAS
, La .Adm.mútracú>n de FUtptnaa. Cuentos y articulos. Sonetos.- Un drama.
Ouentos y eytgramaa. .MemOria oficial de' la provincia pinas), del afto 1891.
0 ._.inán, · oM11111~......,.
(Fili-
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ÍNDICE
1-De Carnaval.. 9 13 U-La nueva ciudad . . .. .. 18 lll-LQs pretendientes. . . ·. . IV-Usos y abusos de Ja, Estadfs?ca; por D. ]. Ji21 meno Agiµ . . . . ' . .• . V.-Difer.encias entre la critica· y la pintura de Meng.· . . . . . . . . ... . ' . 29 . . Y.I- Otofl.o . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 VII-La entrada de Roge~ de Flor en Constantinopla {Cuadro de Moreno Carbonero). 41 VID-.Calümitia y malf!dicencia. . . . 48. IX-En Puerto Sai'.d . . . . . . . . 53 X-D. Francisco Rodriguez Zapata . 59 XI-Sevilla y Valladolid . XII-Un saludo . .. . . , 73 XIlI-Otro mendigo. . .. . . 78 XIV -Flóres. y coronas . . XV-La peregrinación de la muerta. (Cuento idealista) '82
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INDICE Páginas
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XVI-D. Juan. Ignacio de Armas XVII-Dichos vulgares . . . . . XVIII-Un autógrafo de Bécquer . • XIX-Viajes por Italia, de D. José M. Monge XX-Colombia . . . . . . . . . . . . . XXI-Do~de no hay harina, todo es mohína. XXII-Viejo es yá Pedro XXIll-Carreras . . . .. XXIV-Rafael de Nieva . XXV-Por Tassara. . . XXVI-Las s~tioritas de la Vifia XXVll-Garcia del Espinar. . . . XXYIII-La ingratitud . . . . . . .. XXlX-El pinar de las de Gomez. XXX-Largar el mochuelo XXXI-Los modestos . . .. . XXXII-Listas y tarjetas XXXIll-Locos sueltos . XXXIV-Democracia aneja (Narració~ militar) ~ XXXV-Figuras de cera.. XXXVI-Los despilfarrados.. XXXVII-Montana rusa ; . XXXVIII-De viaje . . . . XXXIX-En el·, paraiso . .. XL-Lealtad aragonesa. (Anécdota) XLI- En las calles.. . . XLII-En el tranvía. . . XLIII-A Zaragoza ó á la charca XLIV-Seguir la corriente. XLV-Los valentones . . XJ;.. VI-Sin pretensiones. . XL Vll-El sindico perpétuo.
86 90 9.J 96
106 112 117 1ro 124
INDICE
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XLVill-Vivos que mueren . ~ . . . L-El derecho de propiedad . LI-Los desmemoriados . LII-La rebaja . . . . . Notas.
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148 151 155 159 163 167 171 174 178 182 195 199 20;3 1A7 191
291 211 215 ~19
2i3 226 229 233 236
.... ,,. ___ . XLIX-Epidemi~ .
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ERRATAS MÁS IMPORTANTES. 1 •
Pág.
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Línea.
Dicho .esto de . Prodújesé menos. porque ~~renme . 1enen . . encenario fecundirá • · in~~ables . qut n •. sucudidas gloriasas.. carcona Dueflo. de Gize •· . Eªrª alicitejes . . Sevilla, . ; piferente5
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. ms1gne ns1gne. tos os papeles . ~apales '· ispútansc • Clisputánse . dignas . digna . . . esplendidez espléndidez . avivadas avidadas. ¡Tre!i mil ¡tres ·mil. dineral! dineral; . l~ue se l~ué. s: : preferente e,refe rente~. "Dé ·. D . ... el destino ·elde · itno . que qué . . . . . . sombrero de á 13' . 1 sombrero de ala. · llamarse llamar. los grandes . las grandes . 1
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ea-un a de arnaval,-nos cuhtaba núestro·nmigo Ru.·· ,_:;ba né Congreso .al O"bscurecer y . me retlié á mi casa· · ori . el me prop?sito :de . no salir el siguiente . í á · l. calle. . . Us es, q ·m e conocen, saben,-ai'iadió-cuán opuesto · i cará' er. á todo aquello q.ue ·no. sea ;sérió; .. y ma1-. .. ... 'ta la s (fdad ni a : formalidad que tieneq. .esas' ó esos a4os que aprovechan lft ·. ocasi~ '. .:que les detrád~ción la e9stumbre papi abrumar ~1 pró· ue Jiu se -viste . 'de mascara, __cQn una , .sai;ta nterías insulsas., ó eon una série de desahogos ·in~. donados. · · · . Repito que me retirabá á mi casa con tos propósitos .. · · yá explicados, éuando al cruzar una de las calles más' : . céntrica¡; de Mádri~,. llamó mi · at~nción de un~ · manera podero$ísima un11 de esas máscaras odiosas y .odiadas .coo mis ·.chico sentidos, máscara que cori su soJa. pr.esenda echó por "tierra tedos mis ódios, todas mi$ ·antipatías,. hjJas en parte de mi 'temp~ramento y, en parte mayor, de ti).js teorías social~s ·y ha:sta· filos~ficas. · . Co,nfesaré sin rodeos que · era una m¡iscara excepcional;·. y digo una máscara, porque, sin ~isputa, se tra~aba de ~na m~jer. De· esto n1e convencí. drspqes· de un ®in.u~ioso exámen del, gé~ero analftico puro: pensé p~in}ero que pudiera ser mi heroina uno de 'esos muchacho~ aristocráticos que á fuerza de distinción, d-e perfumes 'N' de afeminRció.n de b~en órden, pasan por i;nujeres los dias
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GARLO~ PEÑARANDA
de Carn"aval: imposible: era una mujer.: Lo conocí en el pié, tan menudo, que hombre alguno puede- tenerlo así; en el talle móvil airosísimo~ e.n la estatura diminuta; en ciertas curv y .redondeces que no pueden imitar la habilidad ni el irte: en ·el modo de andar ... -¡este es.un indicio vehementel-y. ·más que en todo esto, en los OJos; .wjos negros, profundos, resguardados por lar~u!simas pes"!'tafias: ojos maliciosos, vivos, ch\lrlatane~; 01os, en fin, de . hembra, y de hembra guapa, sensual, provocativa. Pas·é por su lado, y me lanzó á boca de jarro el usual ¡te conosco!'-Iba vestida con mucho ingénio en trajede Fortuna: llevaba a1 cuello, en· círculos concéntricos. inmensas sartas de onzas de oro diestramente simu1adas: rodeaban sus ceflidos , brazos infinitos círculos cuajados de monedas de cinco duros, y los pliegues de su falda los formában multitud de billetes del Banco de Espat'la, de diferente yalor, unos medio desdoblados, abiertos otros, otros cruzados ó superpuestos, y todos imitados en per· fecta litografia: · . . Me lanzó,. como digo, el tradicional ¡te conozco!, quedóse un punto suspensa, y, mirándome fijamente, an.a- dió: ¡Y tú tambié1i me conoces d fondo! Dicho esto desapareció confundida entre la multitud. Eran las tres de la madrugada y y9 no había lograµo todavía conciliar el s!lefio: pesaban m.is párpado$ como si fueran de plomo: ·sentía en mi cabeza algo parecido á oleadas de sangre: no tenía conciencia · completa de Útí, y seguramente me hallaba en ese ~st.ado misterioso, indefinible que precede al sueno. _ Paulatinamente fué iluminándose el cielo estucado d~ mi dormitorio, hasta dejar perceptible el espacie azul alÚmbrado por una luna clarísima y cruzado por algunas nubecillas blancas, diáfanas, transparentes. Una de estas nubes se fué acercando hasta quedar in·móvil, perpendiculaqµente sobre mí; 1 distinguíase en su centro una figura, cuyas formas, colores y líneas fueron poco á poco determinándose; parecía una div~nidad de la mitología pagana... Era, sí, la Fortuna, la misma que vi
PROSA.
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vestida de Carnaval; con el propio traje, con los mismos atributos, radiante, magnífica, hermosa como una , Vénus grie<Ya: bajo sus piés, veíanse el disco y los radios de una rueda luminosa; en su diestr: ilano ostentaba el cuerno de la abundancia, · rebosante ~ dones, flores y ,coronas . La gallarda diosa extendió su mano izquierda, y cayó al punto sobre mi lecho espesa lluvia de billetes de Banco, títulos de honores, ramos de rosas, palmas, coronas simbólicas de laurel. .. en tanto que ~a voz purfsima decía 1 á mi oido. "Estos son los dones que brinda la Fortuna á aquellos que la aman: mayores son los que ofrece á aquellos· que la siguen. ¡Levántate y sígue~a!" Obedecí el mandato y ·m e airrojé · del lecho; así como • á los hebreos guió por el desierto la columña de fuego, á mí me guiaba aquella nubecilla de gloria iluminada por los blancos reflejos de la luna. No sé el tiempo que la seguí: sólo recuerdo que yá me faltaban las fuerzas y que continuaba corriendo, sudoroso y jadeante. Recuerdo sólo un bosque espesísimo: las ramas de los árboles formaban como una bóveda, abierta á girones á la luz de la luna: las bojas de los álamos, heridas de través por los rayos del, astro de la noche, parecían de, plata. En el centro pe este grupo de árboles, se elevaba una fuente, cuya taza redonda y marmórea, adquiría á las veces, una extensión oceánica; en el centro mismo de las aguas, alzábase la diosa, la Fortuna 1 con los propios atavíos, pero, severa y triste, toda ella blanca como estátua de piedra, y blanca también la rueda que giraba continu~mente á la derecha de sus piés, agitando el agua en .::írculos concéntricos. Era una estatua de mármol, animada por un soplo de vida: la arrogante deidad contemplábame con silenciosa pena, dirigiéndome una mirada pro{unda ~on sus ojos rasgados, que parecían grises aún á través de la marmórea blancura de la diosa, á fuerza de ser negros. La rueda que estaba á sus piés seguía girando con pas-
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CARLOS PEÑARANDA
mosa celeridad, refracta11do los rayos de la luna, y levantando menuda lluvia de agua que caía nuevamente en la ' ancha taza, semejando el brillo qe partículas de ·plata. Prodújese entonces ·un raro fenómeno; una figura pequeñísima, un hombr.e en miniatura, un pigmeo al lado de la diosa colos~l, luchan40 con el agua removida, del lado , . ascender¡te de la rueda, prdcuraba ásirse al disco de ella y subir á lo alto, cayendo de nuevo en el agua á cada inútil esfuerzo. Aquel hombre era ... yo mismo: su semblante, es decir, et mío, puesto que era yo, est~ba lívido, descompuesto: en su frente notábanse profundo surcos trazados por la ambición... De. pronto, por un · e,s fuerzo supremo, logró asirse al di co de la rueda y subir con él: un punto se petuvo en la altura, mientras los labios de mármol de la diosa se contraían con una ·soni:-isa irónica y satisfecha: vaciló, agitó los brazos én el aire, y cayó pesadamente al otro lado del abismo. Quise gritar, y no pude: cerré los ojos, los abrí de nuevo, y me hallé en un pátio obscw·ísimo: .ligeros círcu· · los de luz se dibujaban en el suelo, erpeaban con refle· jo azulados y se ~xtinguían: á u dudosa claridad creí ver en el centro del pátio algo parecido á una rotonda; á un lado, una puerta cen:ada, al otro, el pórticó y h. cúpula de una capilla... . , . Una lluvia menuda .y fría caía sobre mi pecho, mi espalda y mis. hombros. Desperté sudoroso y agitado ... en aquel momento, ·et relój daba las cuatro. Poco antes, casi toqué una realidad: uanto desperté, . , lo creí un suef1o: abora pienso que la visión primero radiante y hermosa, despues 'marmórea y fría, era.. . mi mala estrella, que se disfrazó de Fortuna, y me dió .una broma · terrible de Carnaval.
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Claro es que no hacemos referencia de la ciudad de Dios,· la nuestra, es decir, la de que vamos á hablar_. llamaríase, en todó caso, la ciudad del diablo,· pero será bueno advertir que esta ciudad nueva y flamante es sencillamente la ciudad de los hombres, una que, por suerte no existé"más que en febriles suef1os, mas, tales suef1os, que dejan en el cerebro huellas que se confunden con las que deja el paso d~ la realidad. Constituía nuestra soñada ciudad una' nación completa, gobernaua por · un rey elegidp por sufragio universal: llamábase este rey Azar 1, y1 debía su elección á una activa y larga propaganda hecha por los ámbitos todos de la ciudad, propaganda compuesta siempre de un mismo discurso, cambiado sólo el órden de los períodos,· discurso cuya substancia era que olamente el éxito es Dios y el dinero su profeta: q 1,1 los goces materiales son la moral universal y la única verdad spcial y filosófica; que todos los hoplbre tienen derecho á gozar de la misma manera, aunque sean unos gazn~piro , y que él, Azar, era el único sér predestinaclo á realizar tales reformas, y el solo capaz de hacerlos felice . Como sucede en tales casos, Azar fué declarado ídolo d~ la muchedumbre y aclamado rey por votación popular· empezando á gobernar de de luego esta nueva Atenas sin dioses y sin arte. Su sistema de gobierno merece, por lo original, §er conocido, así como nunca debió ser imitado por los muchqs pueblos que se apresuraron ~ hacerlo: en este escrito no se alude á ninguno. Azar I, una vez elegido rey é instalado cómodamente en un palacio inmenso y rico, dispuso que todos los af1os se reuniese la riqueza nacional, consistente eri valores y numerario, y se depositase en el Templo del Sol, edificio d~ .mármol , compuestos de grandes cláustros, altas coIumrias y patio~ extensos, situado en el cefltro mismo de
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Afadrid, 1 90. 1
LA NUEVA CIUDAD.
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CARLOS PERARAND'A
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la ciudad. Allí Azar, sentado en lujoso trono y rodeado de sus ministro y de la tropa de la ciudad, había de dirigir el reparto equitativo de! dinero entre sus, súbditos. Habíanse amontonado las riquezas en el patio central, y su aspecto deslumbraba: formaba la inmensa base de aquella montai'ia imponente y brilladora, la modesta y obscura moneaa de cobre: extendíase encima ancha faja de monedas de plata: la última meseta la constituían enormes montones de oro, y sobre él. arrojados en desórden1 como arena arrollada por un huracán, innúmeras cantidades de billetes de Banco, porque es de advertir que en la ciud~d de que hablamos funcionaba yá un Banco de emisión y descuento, fundado por el mismísimo Azar I. Ante aquel espectáculo, cualquiera hubiese creído que se hallaba en un país rico, opulento, cuando, en realidad, la ciudad era muy pobre; pero estaba allí reunido todo el dinero, excepto algún pico que pudieron sustraer á las mirada? de los agentes fiscales, los avaros y los usm.·eros. Azar I estaba resplandeciente de riqueza y orgulloso de su plan de gobierno, con sobrados motivos, .puesto que al fin tenia un plan cualquiera, cosa que no · á todo el mundo sucede: rodeábanle sus ministros, vestidos, á falta de otra cosa, con uniformes flamantes; despues de todo, el uniforme vi$te tanto, que hasta parecían personas de talento: constituían la fuerza pública unos hombres en~ueltos en ropajes formados de periódicos, por lo que parecían periodistas, aunque la pluma detrás de la preja los asemejaba á escribanos, y unas enormes tijeras colgadas de la cintura los denunciaban como sastres ó tal vez como esquiladores. Sastres eran del entendimiento, que recortando piez~s y retazos, acá y allá, confeccionaban prendas de nuevo uso para el pueblo pagano; y esquiladores encargados de cortar á la opinión pública el pelo de la dehesa. Llegada la hora del reparto nacional, oyóse un inmenos clamoréo en las afueras del Templo del Sol, y /
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PROSA.
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por.ción de ba as militares y de orquestas empezaron á tocar á un tiempo diferentes piezas, de tal modo, que formaban un conjunto infernal, no obstante lo cual aplau~ día el puebl9 frenéticameJ!te, como aficionado qúe era á la música clásica. En nuestra ciudad de los hombres pasaba en autoridad de proverbio la hidalguía, y sin duda por esto, las primeras personas que entraron á apoderarse de -cuanto dinero pudieran, fueron unas damas elegantísimas, de ámplio traje" de seda, sombrero con franjas de oro, abrigo de pieles y lujoso manguito. Iban en carruajes arrastrados por mt,tgníficos trQJ).COs de cab~los, y entraron re- _ partiendo sonrisas equívocas y miradas sensuales que parecieron iµuy bien á nuestro Azar, como hombre que al· fin era . . En un abrir y cerrar de ojos desaparecieron casi todos los billetes de Banco, que· guardaron aquell&S hermosas hembras en el bolsillo, en el manguito, en el forro de los ' sombreros y ... hasta en la boca: hecho esto se alejaron de allí, si bien algunas, blandas de corazón de suyo, se detuvieron, y regalaron unos cuantos billetes á ciertos tipos achulados y patibularios que encontraron al paso. Oyóse de'spués una gran marcha, la de Pan y toros, y empezaron á des'filar hácia el templo infinitas cuadrillas de toreros con sus matadores al frente, marchando á compás con gracioso ontonéo, entre los vítores de la muchedumbre ébria de entusiasmo: éstos acabaron con los billetes que aún quedában y con una gran parte del oro. Haciendo quebradizas piruetas, poniéndose ambas manos sobre el c9razón, y con los ojos en blanco, como mirando el delo, se presentaron lueg.o unos extranjeros con estrafalarios 'trajes de diferentes épocas, largas melenas, atusado bigote y delgada perilla. Eran los cantantes de ópera, los cuales Uenaron bolsillos, cascos, caperuzas y escarcelas con el oro restante. Un confuso vocerí-0 dejóse oir en pos, y aparecieron apostrofándose, gritando y discutienilo acaloradamente
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CARLOS l PERARANDA
· · los represen~ant,es del )Jl,lebio qÚe, debatiendo, acerca.de .si ..~na: ley debía ll~arse de sufragio· ó electoral, llega· · ban rezagados: ya se habían lanzado sobre la inmensa mon.· tafia de .plata, y .aún .se •oían... estas voces: _"¡Pido. lapa.. · · · _laqra par~ .una. alusión pers9nallª "¡No hay pafabra!". · "¡Que s.e escriban esas palabras"! "¡Orden, sefiores, órden!" . En un santiamén desapa)·eció la :pirámide de pfata, cosa it;tverosírpi1 y que · produjo· gTjt'os .de espanto y de admirac!ón en la apre~da muchedumbre. A .una sefta de Azar, se acercaron. los funcionarios públicos·, formando un grueso hormiruero negro parecido á Dios · en lo de no tener principió ni fin: hubo de adop.. · tarse el prócedimiento de •que entrasen por · una puerta y salie$'eI} por otra, y :aún así, declinaba la tarde y no ~oncluía aquella ·falanje e pesísima; cuando salió el último . ~del Templo del Sol,, apenas si quedaban sobre el limpio · - pavimento de piedra algunas monedas de cinco .c~ntimos, sobre las .cuales se arrojó el pueblo soberano, dispután- · dose á pun.etazo limpio aquellas miserables pieza de cobre. P~ro sobrevino un conflicto: ocupados en sus pensamientos, sus proye tos y · us obras, presentáronse á última nora los hombres de ciencia' y de letras, á quiene el rey y sus m~stros habían olvidado en 1 programa de la fiesta. '¿Qué· hacer ahora con ellos? Eran pocbs, y mal avenidos; pero sus clamores llegarían al cielo. Azar se rascó detr~s de las orejas, como buscando una "idea: ~ ¡Se quejarán ~ ! dijo á los rnin!stros. "Cierto, le con, testó el más avisado, pero lo consignarán en sus libros, : , . y aqui nadie ·com.P,ra · libros, ó e quejarán en ver 0 1 y . · yá sabe vuestra majestad que en este país nadie los lee." Los escritqres, entretanto, acordaban el. nombramiento " ~de una cómisión .para ij'lle representase ante el rey, y le hiciese ver lo ·injusto de qu~ se les excluyese del reparto, 'pues eran también ciudadanos y hdmbres necesitados del dÍatjo alimento. · El rey observó lo que hacían y se hallaba, en realidad, perplejo. _:_."Setlor,-le dijo .el primer ministro,-esa es gente ;
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que se {;'.Onfor con cualquier cosa: viven· de ilusiones, se nutren de teoriás y se alimentan con el aplauso.Halague vuestra majestad su vanidad." ·Los oJos · óe Azar 1 · brillaron como alumbrados por una idea luminosa, sonrió tranqu'ilo, y exclamó después: -"Pues es b~en fácil arregiar á esa gente: á los sábios les .Qiré qu.e . me expliquen sus teorías sobre el prote-. plasllla... ¡Despues_ de todo, ni ellos lo saben ni yo tampoco!. .. Y en éuanto á' los poetas, ¿qué haré? ... ¡Ah, sí! ¡Que me etitéri versos!" Madrid. •
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LOS PRETENDIENTES.
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·.
Por nuestra fortuna, nunca hemos ejercido los cargos de jefe del personal, ni de secretario particular, en ningún Ministerio ni de ministro alguno. Esto da inapreciable independencia á nuestra pluma, y como los curiosos tipos que pensamos sacar á escena no están copiados del natural, claro es que nadie puede darse por retratado ni por aludido. Esto, que es una ventaja, se une á otras muchas cosas ventajosas también: tal vez hayamos presenciado de cerca alguna de las escenas que vensamos reproducir, escenas en que el protagonista tiene que callar mucho y · hablar otro tanto: si el callar es difícil, aún es más difícil hablar: en lo primero ru:> hay equivocación posible; en lo segundo sólo hay aciertos probables, y lo más conveniente es pensar mucho lo que se dice y decir . muy poco de lo que se piensa. Pero dejando estas digresiones á un lado, creemos que_ bastará con lo dicho para que el discreto lector se figure, con garantías de acierto, que las escenas siguientes se suceden en una de esas llamadas secretarías particulares de un Ministerio, no importa cuál, porque es lo mismo para el caso. Tal vez ·no nó quivocaremos diciendo que los pretendien~es pueden, como las e pecies zoológicas, clasificarse: un número exiguo de discretos, que apenas parecen aspirantes á nadá,· y siguen luego, en larga fila, los inocentes, los listos, los temerones y los tontos. ."¿Puede usted decirme-pregunta uno, como la cosa más natural del mundo-si ha venido una carta del ministro X, recomendándome, y ensefiármela;. en caso de que haya venido?" Este es un inocente que no sabe de la misa la media; habría que contestarle: ¡Pero, hombre de Dios! ¿no comprende usted que si le digo que si, y la carta no ha
venido, me obliga usted á engafiarle, y si le digo que no, queda en descubierto la persona que no ha tt:nido. por conveniente recomendarle á usted?... ¡Ensenarle á usted la cárt1l.! ¡Pero, se figura usted que esto es una exposición epistolar! , A este mentecato sigue en órden de relativa importancia el pretendiente lt'sto, ó que se lo figura él, y lleno de esta idea, se considera hombre de mundo, de esos que saben cóm9' se hacen las cosas· y se van derechos al bulto, como cierta clase de animales que suelen. morir en la plaza de toros. . ---..._ "Yo deseo-dicen éstos en tono misterioso y bajando la voz como ..si revelasen secretos de Estado, que usted apoye mi pn¡tensión: sé la influencia tiene usted con el ministro, y si usted consigue destlinarme" ... 1 Y en esos puntos suspensivos pudieran colocarse esas palabras ambíguas en que es tan rico el hermoso idioma castellano, y que lo mismo envuelven una sencilla oferta de gratitud l}onrada, CJ.Ue una promesa villana de infame recompensa, promesa vaga que deshonra á quien la formula con velada intención y h~bil frase, y que hace pensar un momento", de tal modo ]a profieren y la amparan la frecuencia y la calidad de las personas, en si es cosa c<;>rriente el formularla, y c~sa corriente asimismo el admitirla. Sigue á éstos el tipo del temerón, de pasos resueltos, ojos airados, palabra incisiva y ademanes bruscos: éste manifiesta hosca extr.afteza por no haber sido atendido yá. "Esto no puede yá tolerarse-exclama en tono trágicopatibulario: ~ ¡á mí me recomienda un ministro, y á él y á . mí se nos desaira! ¡Es cosa de armar un escándalo! ¡Digo, y que no soy yo hombre para el caso! ¡Lo ·que tengó de buen empleado tengo de bruto cuando llegan las ocasiones!" Y éste al retirarse cuenta á los porteros que el secretario particular, que ahora se · dá tantá importancia, ha servido á sus órdenes y que hasta favores de consi · deración le dispensó . cuand~ era aquél un pobrete.
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CARLOS P.E RARANDA
"¡Figúrense ustedes-exclama coñ voz terrible-que en qna ocasión ese hombre no tenía un céntimo, y yo ... yo ... le dí las ·sef'ias y el nombre de . un usurero!" . Por galantería, quisiéi;amos hacer caso <1miso de otro pretendiente; ·pero ¿cómo dejar en el tiiltero aspecto tan importante de este asunto? El pretendiente es una Eva, pero una Eva capaz de líacer perder otro Paraiso; ·es alta, rubia, gallarda, elegante: sus ojos queman: sus miradas provocan, sus movimientos incitan: su belleza exhala un aroma de embriagadora sensualidad: yá ella lo sabe, y semejante á esos aguerridos ejércitos de Jos Césares, marcha segura á la victoria. Esta mujer tentación, busca hora en que hablará solas: habla lo primero de su ,mar~do ausente, investiga el camino de la insinuación eficaz, ofrece su casa en que devora en silencio amargas soledades, y habla de gratitud y de sacrificio. Y entra en escena el más notable tipo de la especie: es un tonto disimulado que en cierta ocasión obtuvo, no · se sábe cómó, un puesto de importanéia. A cada cambio po1ítico se pone Ia levifa y empieza á visitar á las per- sonas influyentes. no pide nada de un modo conereto y sólo se hace presente;' el gobierno lo llamará porque necesita hombres de confianza. A lo sumo, se permite decir. "Me convendría- el Gobierno civil de Ma'Clrid." "¡A mi tambiénl"-sería oportuno contestarles; p,ero. se ofenderían. -"¿Sabe usted-pregunta!Ja ano de estos-si el ministrp . ha pensado ·en ·mi?" ~. ¡Quiál ¡No, sei'iorl ¡No creo al ministro capaz de tan malos pensamientos." !lfadrid~
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1890.
USOS Y ABUSOS OE LA·ESTADISTICA, l>OR
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D.
J.
jIMENO ' AGIUS.
Quizá extrañen algunos que hoy se escriba un artículo acerca c;le una obra pµblicada er año 1882, obra juzgada yá por las personas doc~as en la materia; pero, sobre la razón de que los buenos libros son de actualidad permanente, hay otras dos que bast~n á. justificar este trabajo modestísimo: la que se expÍ¡esa con decir que nadie puede celebr.ar una éosa hasta conocerla, y el deseo de difundir la afición á este órden de conocimientos, poderosos auxiliares. 'y a que no base, de la Econo'mía política, de la pública Administración, y, en general, de todas las ciencias sociales. No es el objeto principal de este escrito celebrar la obra importantísima y, por todos conceptos, notable del señor Jimen~ius, n· encarecer la claridad de su exposición, la O'bservación aruda y minuciosa que revela, la vigorosa dialéct\ca, los profundos conocimientos est.adísticos, que presentan á su autor como competentísi~o, como el más competente, para decirlo de una vez y sin rodeos,. de cuántos .se consagran á ese. órden de estudios en España. Tales celebraciones son inn~cesarias; la obra contiene, en us mismas páginas, su mayor elogio. El que desée cbnocer los orígenes históricos de la Estadística, siquiera sea en el estado embrionario propio de los pueblos primitivos; la importancia social, política y económica de e53: conciencia qel E tado; el valor de lo promedios, Señaladamén~e los llamados su.bjett'vos; los medios de observación, procedimiento y certidurubr~ ,,, para obtenerlo ; los métodos de la Estadí tica'; la exageraciones de sus detractores, los apasionamientos de sus adeptos; la forma de exámen y omparación de los fenómenos sociales, us principios fijos ó variables, sus ·leyes permanentes, puede acudir á la bien escrita obra
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del sefior Jimeno Agius¡ en la seguridad de encontrar en ella datos cumplidos y ,explicaciones luminosas. · . ~tro es el objeto .del ¡ estudi? pres~nte, además de los md1cados en su co1D1enzo: el sen.or J1qieno Agius analiza la Estadística en sus procedimientos complejos, .en sus aplicaciones ·variadísirnas, y, des pues de consigitar las definiciones de los tratadistas más ilustres, sin -aceptar, con sobrada razón, ninguna, la despoja de su carácter de ciencia, y declara que es un método experimental, siendo lo notable del caso-dicho sea en honor suyo,que, éon la amplitud misma é importancia científica de su 'trabajo, nos persuade precisamente de lo contrario. Sabido es que nada hay más escabroso y difícil que las définiciones: ó por s~ncillas, apocadas y breves, apenas dicen, ó por ámplias, figuradas y especiosas, pretendiendo expresar mucho, no dicen nada: lo mismo que con las ciencias sucede con meros conceptos científicos, como el de Estado. Nada prueban, por lo tanto, la de&ciencia y variedad de , las definiciones. Hay, por otra parte, . respecto á la Estadística, algunas que se aproxi- man á lo que se intenta definir: Colmeiro se inclina á acÍmitir la de M<?reau de jonnés, completándola con la de Dufau, y agrega una observación preciosa; que esta ciencia es á la Economía política, lo que · la Ana.tomía á la Medicina. Ambas ·definiciones se aproximan mucho á la ciencia definida, ó reflejan su concepto fundamental, como la que formula Del Prato diciendo que es la que estudia, con et auxilio de la inducción matemática, las leyes porque se rigen los fenómenos sociales. Por otra parte, no ha¡y léxicon ni Diccionario de Economía polftica que no otorgue á la Estadística la condición de ciencia, si bien los últimos, insertando las definiciones dadas por los más celebrados estadísticos, como Acbenwall, Schlcczer, Sinclarr, Schubert, Quételet y otros, cual si se reconociese la insuficiencia de todas; pero est~ argumento no puede tener fuerza para el entendido autor de Usos y abusos de la Estadistica, y se con-
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signa la ·observaciól). á título sólo de la unanimidad que representa. . Claro es que el nervio de la Estadística lo constituye un· método experimental, peri;> esto debe entenderse en cu;·nto· á lo:; medios, no en cuanto al fin, y aún los medio,:, mismos, si son fijo:; y cietto5, forman base cienti· fica. Confundiendo el procedimiento con la finalidad, muchos psicóloios han dicho que la filosofía es un método, y algunos ,. positivistas modernos le han negado el carácter de ciencia por no tener, como base, el. criterio experimental. Errores son éstos, aunque dignos df! respeto, ya por el eminente puesto científico de sus autores y propagadores, ya por la sinceridad de sus conviccione3 en la materia; pero ciencia es aquella que analiza un órden ó varios órdenes de fenómenos, los somete á raciocinio y descubre principios y leyes. Asimismo se expresa un e-scritor ilu tre respecto á las ciencias experim entales: "La obser'Vación-dice-recoge hechos 1 la ~x perieacia aumenta los datos y el raciocinio generaliza, de3cubre leyes, . erige 'principios y deduce consecuencias." Est:-tbleciendo las relaciones de causa y efecto, no importa que se desconozca la naturaleza íntima de la causa, aunque, como afirma J. B. Say, el modo con que las · cos~ son y el modo con que suceden, es lo que se · llama la naturaleza de las cosas. . La gramática empírica de 'una lengua-de uso corriente • en todas las naciones, - constituye un arte; pero en cuanto e:;a gramática analiza los elementos históricos del idioma, lo compara con otras lenguas, investiga leyes morfológicas y fonéticas, y establece lo~ principios fundamentale3 de la unidad de flexión, la gradual debilitación de las vocales-cuya ·transición y vibraciones explica el triángulo orcheliano,-la transformación de las conson antes, y la universalidad del mecanismo filológico, se convierte en ciencia, aunque ignore las misteriosas leyes fisiológicas por que se rige la palabra humana. Podrá desconocer la Medicina si l-0s micro-organismos son orígen ó vehículo propagador del · principio morboso, mas no
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. por · eso negaremos el carácter de ciencia á la Micro, biología, ni á sús adnii.rables estudios de las colonias artificiales de Qácz1us. . · : Cierto q,_,,~ la Estadística "registra toda sl,lerte de he, .. chos, cualquiera ·q ue sea el órden ó clase á que pertenezcan, como .puedan ser expresados por medio de cifras", · y que · 1os fenómenos que estudia, e·n ocasiones "Ílo tienen valor algune .sino como. notiCia des.criptiva ó como dato administrativo"; según-afirma el sef1or Jimeno · Agius, pero · en nada se amengua su .carácter científico ·porque· estudie fenómenos heterogéneos, · en lo que tiene la · Estadística muchos yuntos de semejanza con la Historia; ' hasta .. el extremo de haber 'inspirado al ilustre sucesor de. Achenwall en · 1a universidad · de Gotinga· la hermosa frase de que la HiStoria es la Estadística en .movimiento; co~ esta' última, la Historia en reposo. · Efectivamente, la Historia recoge toda clase de hechos ·y fenómenos' sociales, así de órden político y militar, como religioso, científico y literario: P.ide auxilio á la Geografía p~ra -las reláciones de lugar y tiepipo, y al deducir' consécuencias ' y enseti.anzas, busca el amparo . y · 1-a autoridad de lá F~losofia. Es verda~ que "lo único verdaaeramente útil en las ciencias de aplicación, son l~s aplicaciones~ ; pero· no todas las ciencias de apllcación la ofrecen dentro sino fuera .de sí, como ácontec~ con las matemáticas, aparte u sentido especulativo. La Bafadfstica tiene, a.demás, finalidad en ~i misma: analizando, por ejemplo, el fenómeno de la natalidad y del predominio sexual ~egún el número de matrimonios legítimos ó de unio~es ilegítimas y según la aglomeración de poblaci(!n ó la · poblaci9n específica de· una región dada; y ebservada en identidad de ~asos . y en paises y razas <,liver: ·sos, la repetición del fénómeno, aunque difiera en intensidad, puede desde lueto elevarse el hecho · á principio perma~ente, el fenómeno á ley natural constante, cuyas relaciones de causa y efecto son conocidas, bien que el remedio del mal ó la modificación del fenómeno corres· '· ponda ·á la acciÓ~ gub'ern1;lmental de los Estados. Como
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procedimiento, como método experimental, ·ta Estadística constituy~ parte integrante de tod_a ~eografía política y . comercial, robustece los principios fundamentales .d e la Eéonomfa ·política, ó sbc;ial, como, con inayor: acierto, · · la · denoini.nó Scialoja, sirve .de ba~e única á toda Admi· . nistración regular y .ordenada, y ofrece á las ciencias médicas ·inapreciables datos y · observaciones, en su aspect~ demográfico-saóitario. Estó demuestra la afinidad y compenetración, la solidaridad de las ciencias, ó dicho ' aún mejor, la unidad. de la ciencia, que, en su ' sentido 'a bstracto. y repitiendo uri.a frase hecha yá, es la conciencia de ta vida tmiversal y de sus leyes. . Circunscdbie~do la Estadística. é:t sus funciones propias é inmediatas, preci~o es considerarla como una ci ia auxiHar de las demá~ políticas y morales, efialadamente de la Economía, por lo ' que ~e la ha llamadp muy. bien A11atomía ·económica. Considerada orno mé.todo, su división fundamental es en descriptiva, matemática y grá- fica; considerada como . ciencia de fines múltiples y aplicaciones prop~as se .la · ha dividido arbitrariamente en Aritmética poUUca y · Estadística, mbral. - Teoría de probabllüiades: Laplace, Lacroix y JQuételet.-afirmando Garnier que ésta consiste en una ' aplicación de iertos cá~ culos. probablés y otro medios aritméticos á la determinación de los fenómeno moraJ.e de la especie human~. T t-0 d~be h~ir e de estos apasionamientos científicos, como del inj~sto desdén con que J. B. Say trató á la Es. tadfstica, si bien rectificó más tarde sus opiniones, publicando en la Revista Enciclopédica. - Septiembre de 1827.varlos artfcalos ·obre el objeto y utilidad de esta ci~ncia. Pr~clsamente los progresos de la Estadística han de iri.fiuir de manera decisiva, más que en otras ciencias, en la Ecortomía política cuyos istema cerrados é ideales utópicos, desacreditados hoy-escuela~ fisiócrata é industrial, sansimonismo, etc.,,-huella tan fu~esta y larga dejaron tra de i. La antigua . y aun \dva ontienda eutre · el libre cambio, teoría sin realidad, y el , · · protec~ionismo ó camhio restringido, realidad sin teoría· 4
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los vitales principios debatido en las famo as divisas deL autor de las Armonlas económ'icas, re ibirán luz clansuna y datos precio os de la Estadistica, y aunque nunca obtenga· confirmacióµ la frase inhumana d~ Helvecio aca o e salga de ' las penumbras de lo opmaQle y no 'haya duda respecto: á que los intereses indivi~u~les no se uman, ·se restan, ó, como asevera un economista eminente, el interés mayor absorve al menor, ·Y <i que en el opuesto extremo, á la neo-ación del individuo se·· une la má atreYida negación d la sociedad. Pero dando de lado á apreciacione que necesitan la firma de to· porvenir, como garantía, y la sanción. del tiempo, orno realidad, . hora de ~ratar, aunque_ lI?eramente, de la influ ncia que ha de eJ r er la Estad1 t1ca en la Admini tráeión pública, uno de los punto que con mayor lucidez desarrolla en su libro el r. Jimeno Ag~us. "Lo que caracteriza á fa hi toria,-dice,-1o que. Jªn:1á deja de encontrar e en sus páginas, es una aspiración onstante y univer al hácia el bien, hácia la justicia. y 1 perfec ionami nto, y este e también el ideal de la . Estadística;" · y mé\s adelante agrega, en areciendo los fine del E tado, que "la Admini tración es la providenci~ terrena de los pueblo .. . ast e que dá á conocer en todos su elemento y condiciones la población, dato importantí imo que repre enta el poder, la riqueza y el alma de lo Estados; explora r manifie ta con todo sus detalles y pormenore el territorio, que es el hogar y el patrimonio de los pueblo ;. fija con toda exa titud el grado . de d arrollo y cantidad de producto de la agricultura, de la. indu tria y del comercio, manife taciones importantísimas el.el trabajo que r1evelan el bienestar presente de un país, y sus e peranzas para lo futuro; uministra fórmulas precisa para repartir con igualdad los impuestos." No cabe descrip ión más feliz de la Estadistica. En la primera frase que se transcribe, queda confirmado, en lo e encial, uanto e sostiene en este trabajo. ¿Cómo, si no fuese ciencia la E tadistica, podría, por sí, aspirar á ideale tan altos como el bien, la justicia
PROSA.
y el perfeccionamiento humano? Nada hay que atladir á · lo clemás que se copia: sin Estadistica no puede ha.her Administración, y su detenido estudio y el conocimiento de la Economía política., del Derecho administrativo,- d~l Derecho político y de la Contabilidad, exigidos rigurosamente para el ingreso de los funcionarios públicos, harían, por esta sola condición, tespetahle y fija la carrera administrativa del Estado. No sería necesario más, para que la Admjnistración rompiese de una vez sus viejos y . rutinarios moldes, sustit.u yendo e~ empirismo con. la doctrina el infecundo expedientéo con sc;>luciones preyistas y rá~idas, y con actos conscien,te~ .Y pr~visores las timideces propias de los tantéos adhunIStrativos: el Estado apreciaría de una ojeada su riqueza y sus medios, y de·jaría de ser el dueño receloso q.u~, de conoci.endo sus recursos é intere e , merma y v1g~la las funciones de sus administradores, entorpeciendo lá marcha de sus propios a untos y dificultando 1 desarr0llo de ~ su misma prosperidad. En Filipinas, donde aumentan de día en día la agri· cultura 1 la industria y el comer • io;• donde la población • crece excepto en contadas provmc1a , por causas acc1dent;les; donde la producción se ' multiplica, ~jercería la Estadística funciones salvadoras, desen olv1éndose en linea paralela de esos progresos', señ~lando á la . Administración abusos y males que corregir, y energias sociales y manifestc:tcione de riqueza · que impul ar y favorecer. La fundación de un Centro superior de Estadística, · como en ·otro órden de ideas la de una ·Dirección de E t.udios ó de Instrucci9n pública que diera ámplia organización á la en ef!.a~.aa en todo el Archipiélago acaso sean las dos primordiales necesidades de este país,' y los fundamentos de su prosperidad moral y material en lo futuro. Seí'l.alado servicio ha prestado el Sr. Jimeno Agius á Espaíla y á la. Administración p~bli~a con ~u excelente obra Usos y abusos de la Estadística,- y i hoy procurase-yá habrá pensado en ello,-dentro de las iniciat~vas
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CARLOS PEN°ARANDA
de su p.osició1:1 oflGial, la¡ instalación del m~ncionado Cen- . tro superior de Estaclis~fra y la d~ negociados técni<!os en .tas oficinas provincia~es, prestaría tamb~én un s~rvicio · éminente á la .Administración d~ esta vasta poréión ·del terntorio nacional, al par que dispensaría á Fílipinas un. bien .·incalculable.
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DIFERENCIAS ENTRE LA CRÍTICA° y LA P]JfrURA DE MENGS.
Manila. 189f.
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A pesar del · 1argo ~spacio de tiempo que nos separa .yá del famoso pintor bohemiO Antonio ,Rafael Mengs, y de lo mucho que se ha ·escrito acerca de sus obras críticas y ge las creac~ones de su pincel-y tal vez á causa · de e5to último-puede afirmarse que aún· no ha dictado la posteridad su definifr~ro fallo, y está ' to$1.avfa . abierto el juido sobre el puesto de bonor que córrespoñde á- tan notable artista, com,o entre . otras cosas, 1o' prueban los exagei:ados elogios ¡y las· censuras apasio.nadas unidos. á su nombre, su ~nterie9r prestigio y su 1 hoy decaida celebridad. · Sei'l.aladamente es todavía objeto de general controversia si la absoluta soberanía que ejei"ció sobre el gusto de los pintores espa~oles de fines del siglo pasado y · priri:cipios · del: presente, fué orígen de dec~denc;ia ó de res· . tauración de la pintura nacional, pronu~cián'do~e .por la . p;rimera opinión, scritor tan celebrado como ·D. Marcelino Menendez ·y Pélayo, y el ~crítico de artes p. Augusto Danvila en un concienzudo y notable estudio pu· · blicado· ·en · la · Revista C'dt1-it,&n.iP.,oráiiea correspondiente ~1 30 de. Marzo d~ -. 1686~··-Y'·:pm·': lre_-.l!ltima, D. José , Ca- · veda· en sus conQdc{~ Meino.riafi':J!a~'·}a historia de la Academia ·de· Be1laS Af-t'e .. · · ~ . . :. r:· ,· ·::..:·. · Este escritor · asegura, á propO_~ito d~)~s frutos · obt~ nidos por las doctrµta~~~e ·=f:~l,ibien,. _ s~r~er, Mitizia y Mengs. q1te la crttic~ §u~edtiJ ·~ In .· erttdki~11, el análisi$ _ . 1 · á las vagas aprecidcl'ónl!s, ' éi · l~bre"'t-¿,:fd·meu. al pri'nc{pio de autoridad; la teoría científica a1 ,;m..zpiris/no Jl la rutina,' y, hablando del estado de la J?.P'tur.n 1'\. la llegada de Mengs á Espa~'á; a'!;rega que r~iñabanJá mayor anarquía . y la decadencia . más.-~~~st:r6sa1 d~. -que no e libraron . los artistas de aquel . período, t11les como Figueroa, Gi·
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meno, Espinal, Tapia, los dos González Velázquez, Viladomat, Giaquinto Corra!do. y los dos Tiépolo. Dejando para más adellinte la apreciación de este acertado juicio, conviene, lo primero, entrar en el exámen de las teorías de Mengs obre el arte; exámen que nos· llevará, como de la mano, á término de marcru: las diferencias profu'n das y esenciales que existen y son dignas de observar entre los prmcipios artí ti o del pintor y el ·color y artificio de sus lienzo . Si se estudian con detenimiento las obras críticas de Mengs, adquiérese la convicción de que no está en lo cierto quien suponga que el famoso pintor pensionado por Cárlos III, sostuviese teorías idealistas puras sobre arte, cuando su principi9s· son precisamente de un marcado eclecticismo; y se ~dYierte, con pena, que no ha entendido bien su carácter, quien, extraviado por las indiscretas exageraciones dé Azara, lo moteje de pedante. De ser el primer pintor del mundo á ser uno de los maestros y pintores, media un abismo, lo hastante profundo para medir el dislate del panegidsta, pero no tan hondo como para sépultar la merecida gloria de Mengs-. Si éste, · confundiendo lÓs cercanos conceptos de belleza y de ideal, define la prirhera como 11oción i11telectual de la perfección, corrige en diversas partes de sus obras el error, ó completa su pe_nsamiento definiéndola como apariencia de perfección (;y yá vemos aquí un concepto real de la belleza externa) alma de la materia é idea ó · imágen de la perfección posible. · Al combatir ·orno in uficiente la antigua te.oría'. de la imitación ele la naturaleza, oponiéndote el fundamental prin ipio de la natura- leza correg·ida segtln nuestras idea , pro lamó la ley esencial de la elección, 6 como ~ e dice en tecni i mo corriente, selección artística; y sus dqctrina ·, en el fondo, no son otra cosa que la ipoderna teoría de Taine, de la sensación original, dentro de la cual deben omprenclersc como indispensables elemeptos de la obra de arte, la imitación de la apariencia sensible, la relación y armonCa de las partes y el que llama el eminente e ritor carácter ¡
esencial. No puede, pue , rechazar5e, y no rechaza Mengs, la imitación de ·1a natura.le.za; pero no la admite, por.qúe no puede admitirse como fin, sino como medio en el arte. Sobre este punto son claras sus palabras:. "~om"? el ª.rtedi e-participa de ainbas cosas (ideal, 1m1tac1ón), aquél será mayor maestro que las po ea entrambas." Ha ta en ierto modo, aparece como empírico Mengs, cuando ac~n ·eja en us Rejlexio11es que "debe anteponer ·e la prácttca á la teórica. ·ó Mucho hay que decir también respel'.to á :u .v ncrac1 n por la e tátuas griega y re pecto ·á la ng1dez pe ~ dogmati mo. Ante todo, ¿desde cuándo acá ha ele on _1clerar e delito la admira ión por el Laoconte, el Tor.so de Belvedere 1 Gladiador y el Apolo?,· N por e ·to vm·uh ~Ieng belleza en esas obra inmortale · Prué· ba~lo ·u jui io de la Ester, de Pusino. "E t~r e · h~rmo a (dice), pero estátua"; luego creía que la pmtura aunaba superi ore medio · de expresión y de · ,· erda~ que la ~ cultura. us investigac~nes acenca de los p1~tore gqe~ gos y de ta gra ia en que á toqos era s~penor . pet~s, · el no haber proS<:rito, á pesar de. los desatmados conse1os ele Azara, el estudio del modelo ,fivo, y ~anto com t~~o esto los justos elogios que tributa á uadro de .tan dlferent~s e cuela , orno el San jerónimo, de ~~era; la Adoración de los Reyes, de Rtiben ; el .P:eu~muen~o de Cri to de Van-Dyck; Ja Bacanal, de Tiziano, lo . 1 etrato de' Velázquez Felipe /~ á caballo y el Co1lde Duqu~ de Olivare·, y e pecialmente el lienzo famo o l~s H1lamleras, y u insigne autor, que 1~ inspir~n las 10-wente frases ntusia tas: "Es dEYsu último e tilo y ~e ho. de /modo que pare e no tuvo parte la mano en la J cuc1ón, ·ino que le pintó ·ólo la volµntad .. En . e-~ g.é nero (~leng. le llama naturali ta) e .9bra lfiCYUlar. . Pero el entu ia mo de Meng sube d punto. al stucliar la obras de Rafael, Corr~ggio y Tiziano; · 1 ·acerdot au. t ro de la verdad, pro lama como. h .rald ~ del Renacimi nto á Giotto y Leonardo de Vmct, ar.d1ent enamorado d la p rfetdón, en. al7.a en su~ escritos Y P r-
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sigue lo.camente en sus cuadros la sublime expresión -y el disej'lo de Rafael, la . gracia y el claro-ooscuro de Correggio, y el · colorido de "Ti~ümo. Sus juicios sobre estos tres· grandes pintoreºs aún h~y coinéiden con los de los .mejores criticos; del pintor-poeta de Urbiho, d~ quién · publi~a cinco sonetos áº.la Fornarimt , entre ellos· el hellfsimo que e9ncluye con este verso: · ' •
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Ya se ha dicho, con r.eferencia á un · acertado jui~io de Caveda: decadencia y anarqufa: Corrado,. y los Tiépolo sen.oreaban ta ' pintura; Giaquinto Corrado,. de inco- · rrectísimo y .c1prichoso diseilo, _de t:olorido brillante y fastuoso,.- pero "falso; · Domingo Tiépolo, aún de inferior dibujo · y ,de m¡i abigarr.ado color; y Juan Bautista T~é polo, cuyos .lienzos de color agrio y desabrido, cuyos ' blanquecinos -fondos y . Cristos de carnes de marfil, . aún se contel:!1pl~n · en el Muse9 del Prado. . . .· En cambio deja Mengs disctpulos notabilísimo~, como B~y~u, Maena· y el .insigne pintor de retratos D. Vicénte López,·. de quienes hablaré más adelante, y no estorban sus · doctrinas ía ·apar.ición y desarrollo .d~ uno de lós tnás ·geniales pintores· españole~ ·el incomparable Goya. Y consisten - los fenómenos a.1tes apuntados en que no se acierta á perdonar á Mengs las ºdiferencias profundas que, á no dudarlo, existen entre sus ideas estéticas, y su creaéiones artísticas, ui.. la distancia qú~ media entre la altura de su cr.itica· y el discutido mérito ·ae us cuadros. ~clécti'co Mengs, con el eclecticismo . de lo / grandes artistas, desarrolla . con .' elocuencia ·de maestro tale priñci pios en sú · e críto , . y · al pretender. r alizarlo co~ su pincel, lo (Yrande: de la- empresa, adivinada y entrevi ta, .embarga su ánimo, . -nerma -sus . factlltade creadora · y ·detien·e u atrevi-. .... mÍentos dé -pititor, y alli dond~ iban A. estamparse los ·rasgo déslumbrador <iel genio, pa_lide eh las timideces de rebuscada perfección del crít~co; donde se · vé el principio de una auaacia, · se adiY_ina la mano · u ·tituyéndola con ffía corre ción de dibujo; ·el .caso· e que no· haya · un .d~scuido <;ensurable, que no se ·note una huella: del pi~cel en : su~ E'._Smera~os . cuadro$. En sus e critos ,se_ ob· .serva que pel'cibía inten ament.e la belleza y el color;· que · en~ía de cerca la naturaleza,-y al ~anejar la pale.t a, . al tomar : en su inano los pincele veía la belleza, sentía el color y b ervaba la naturaleza, ~ través de los lienzos inmortales de Rafael, Córreggio y Tiziano. La belleza de . '.~s obras pi tóricas es, por lo tanto, belleza~ de reflejo; sus· fa ultades de éotorista e ·confunden con .. , 5
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E peró· taccio, a te i pensier rivolli,
·-afirma Gruyer. qu~ en el retrato conocido por la Gra-". vida hay y~ el .alto estile¡> y la ·expresión, y el disei'lo 1 · elementos constantes de sus po teriores obras maestras. De Tiziano dice Cavahaselle que no tiene la grandiosidad del estilo de Miguel. Angel, ni la elegancia de ~a fael1 ni . la · gracia ·convencional del Correggio; pero que sus figuras tienen car.ne y san.g re, y es mág~co el efecto de su claro-obscuro. . . Tanto al juzgar á Rafael como al Correggio 1 halla Jr~- · ses (élices; ~ como la· referente al cuadro f..,C(s Hilanderas, 'y. que demuestran su admiración entusiasta, ·su . res~eto ' incondicional á tan egregios pintores. ·Dice Mengs, ·hablando de las exc.elencia:s del Correggio, que este artista fué el medio día del ·arte. De los uadros de Rafael, afirma que lo que falta es siempre poco en comparación de !o que hay. Creo que· con este elogio -de la posteridad puéde dar e por sati fecha la gloria del mayor artista. Tampoco. es. muy _cierto · que Mengs afectára desdén hácia las obra .pictóricas de Miguel Angel, , en quien celebra · el atrevimiento: ae la concepción, los profun ... dos cono imientos anatómi~os y el acertado juego · de los mús'culos eJJ. reposO' y en movimie~to. Pero no ., es ésta la principal acusación ·que ~e lanza contra la memoria del im~igne P4itor bohemio; e le acusa nad<1 ' . menos que de haber ·esteril.izado on el precepto y el ejemplo á toda una genera.ción de pintores. ¿Qué había en Esp~iia en orden á pintura á la llegada de ~Iengs para 14ue fuese tan perniciosa su inftue1;tcia?
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CARLOf PERARANDA
la imitación de diversos 1coloridos ajenos; su naturaleza no es sentida sino estudiada en las obras maestras, y sólo son suyos la correqción exquisita del diseño y la perfección del estilo. Pero aún en esto, bueno es · recordar lo dicho por Lista á propósito de la acusación cont!·a Virg·ilio· d<:! habe~ ir'nitado á Homero. Irri.itar y sentir á Homero es sentir é imitar la naturaleza. Es~as cualidades bastan, sin embargo, para hacer de Mengs un artista de uperior talento, un crítico eminente, un pintor insigne para, quien, como para otros muchos, la gama de los l colores constituye el alfabeto de la inmortalidad. Cl'tro es que sus cuadros no resist~n la co~paración cop .los lienzos de Rafael, Velázquez ó Murillo; pero esto mismo pasa á las obras de otros ilustres pintores, que, colocadas al lado de las grandiosas de aquéllos, se obscurecen como estrellas que parpadéan incapaces qe resistir las miradas vencedoras él.él sol: Los espacios del arte son inmensos como la bóveda cele te, donde los mayores soles y los más remotos planetas pregonan por igual las maravillas de la creación; el mar, imágen de lo gr.ande en nuestro globo, con ·ta de muchas olas; acaso algunas se elevan'm más que otras, pero todas reflejarán el vigoroso empuje y los dilatádos límite del poderoso elemento. Y esto no es decir que Mengs sea una medianía en el arte. Sobre e tQ bago mías las discretas palabras de 11n distip.guido crítico, D. Rafael Balsa de la Vega: "No seré yo, dice, ciertamente, quien, al igual de los detra ·tores del siglo pasado, incluya al insigne pintor entre las medianías ni de su tiempo, ni de ningún otro." Razón tiene eJ ilustrado escritor: la misma celebridad que le huye, la misma pbpularidad· que se aleja del nombre ~e Mengs, acaso ~ean su mayor elogio; que la popularidad suele ser el santuario de las medianías: Un desdén sistemático hizo ~ue algunos de us cuadros ·e colocaran en obscuro pasillos del Mu eo, y allí e tán faltos de luz y faltos de la admiración que merecen. La misma injusticia pe a sobre sus cuadros que ·obre su
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carácter y _sus obras críticas; se le acusa de rígido y pedante, y basta leer su carta dirigida á Mr. E te}?an fal- ·· conet, escultor francés que .le combatió ruda y gro_eramente, para convencernos de su carácter afable y generoso, de la amplitud de su horizonte · artístico , y de su modestia síncera, digna, en nuestro tiempo. , de citarse · como ejemplo. "Me he pi:opue to, dice en este escrito,-imitar los méritos eminente · que veo en los otro , contentándome con ser el último de lo que van por el buen camino, antes que pretender er el primer-o . de lo que siguen la falsa y brillante gloria." Su doctrina , que no su carácter, se impu ieron á hombre~ del talento y de la erudición de Winckelmann y ·de Azara: ·us principios ecléctico prepararon fácil transición :'l la buena escuela realista e pañola, que ha llegado ha ta nue tro días, y la esmerada ejecución de sus obras pi tó.ricas re tauró la escuela del bueh gusto y la nobleza y eleva' ción del arte. Ménción especiat' merecen, á juicio del .qu e cribe este ligero estudio, tres cuadro del llamado · pintor-filó ofo: la Adoración de los pastores, el ,her mo o retrato del infante D. Antonio Pascual, hijo de Cárlo 111, y el del propio pintor, que está inacabadb. Recuerda el primero, · hace renacer mejor dicho, el . es.tilo, la expre ión moral el colorido. de Rafael en sus cuadros famoso La Perla y el Pasmo de St'ciUa, y tiene efectos de claro-obscuro digno del Correggio: el infante .D. Antonio Pa cual, os-' tenta correctísimo y elegante dibujo, eolor bien .empastado y brillante, y carne llena de animación y '" rdad sin lo tonos de nácar y ro a que disminuyen el méiit~ de otra figw·as de Meng : el retrato del pintor, poi lo mi mo de no estar concluido y hallar e la pintura meno lamida que de ordinario, e 9bra merecedora de larga atención y e tudio. Analizadas quedan la teorías del pintor ilustr , en la medida y on la exten ión que permit un trabajo de e ta índole, y u verdadera influencia en la nton e de· caída y extraviada pintura e pai'lola. De u ejemplo . orno
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· ~ARLOS rEÑARANDA
·CÓforista, so~ hijos i'egítimbsJ según~ ya se h~ dicho, fü:t·: . ·yeu; Maella y D. Vicente¡ López. El Cristo .·crttcijicado del primer~, entre . sus obra~ alegóricas, acúsa un· diseno -excele~te y color bien séntido,, y de estas . cualidades, aunque· en menor grado, ~ai:t~eipa Maella, pihtor de ·altás dotes, demostradas plepamente en sus m~rinas . y en Lq :A.simci6n, exi.Stentes e,n el Muséo del Prado. t.os re~ _tratos .de D. Vicente· LÓ~ez soq. de un relieve, de un color, .de una verdad realmente asombrosos. Todos tres, . ~sj>eci_alm.ente ·el último, p_ e rtenecen á la raz~ de los grandes pintores. . ¿Qué persoqa de buen ~sto no p_re(~rin\ estas obras, á las desdibujhdas figuras de · Corrado, arco.. loridó . fal~o de Domingo ·Ttiépolo, y á los cu~dros. desma- ·· yad<?s é incoloros dé Jua~ Bautista? ·· , . · Si. á alguien perjudicaron las teoríap del pintor. ·bohemio, .fué al rríismo MJ:!ngs: su lnoble afan, su sed infuiita de perfecci.ón, hiciér9nle nimio [y .apocado: sus largos estudios de los más grandes 'piq.tor,es, le hicieron . concebir una : loca desconfianza de ·sí mismo- y un ·vi~ible des~liento, ' . propio de un artista de menores fuerzas; pero aún. .estªs . .. f{lltas· son en: M,engs doble . título al respeto de la poste· . ridad, com.o lo fueron á lá ~1pasionada admiración'. de sus contemporáneos. Artista elregio, si por tal debe enten. derse ~l talento ·humano ien grado artístico .supremo, . · · ocultó su génio bajo las· apariencias de su ingenio, y sus audacjas de pintor ,bajo el1 severo influjo de su constante idea de perfección ·Y de mae tr.ia. · De él, y seflalada.· mente· de su~ ~ondiciones de pintorJ ha hecho de_scripción. fid~lísima . Y. juicio exacto y defiq.itivo, uno de los má eminentes - críticos de · artes1• Como opinión respetable puede servir de escudo· ¡í : a modestísima mía; tertÍlinaré . ~ ·<;on ~ús . elo~ue~tes · .Palabr¡ s· No es necesario decir q~e . me· 1:efiero. . á V1ardot: ··. · · -"Es· cierto-die~ hablandd ci.e Mengs:......q1;1e ~l arte de las grandes época ,rolYió !con et á aparecer un mo.mento; ·que de nuevo encontró la ,severa corrección dél disefto, ~a i;iobleza. del _estilo , .v~gor d~ ta· expresión, ~a belleza . ideal, .l~ eJe ~ct~n ast1ga~ y llena de encantos; en fin,
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PROSA.
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tocias las más exquisitas cualidades de la pintura.: · Sola-mente la delicadeza · .un poco rebuscada de · su piµ.cel ·.. dulce y tímido ' recue(da la~ primeras lecci.ones q~e re._ cibió para pintdr en minfatura !?obre esmalte.~
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Madrid.
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PROSA.
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Como e pectador ' ilencioso sentado en los bordes del triste amino de la vida, vé el hombre desfilar ante sí sier:npre ucediéndose y in momento de reposo, las es: t~c1one , que on el relój del tiempo y las sedales fugitiva. de· u paso . Nuestro planeta e para el hombre la esfera inmensa de : e relój: marc·a u horas la primavera con hermosa aguja de oro adornada de ti.ore ¡ el verano con haz de es~e a y ~orada e ·pigas; el otoño, con secas ramas de ho1a amarilla ; el invierno on fría ao-uja de nieve. Repre enta la prima era la infancia y la juventud· et veran~, 1~ dad madura; el otoí'io, el declinar de la vÍda, Y _el m~lern? la de repitud y la ro.uerte. Imágen de la existencia uni ver al, e as son la páginas deslumbradoras . eto ue~c. 'n que 1 má acabado y el más hermoso ros, la Naturaleza, deja leer á lo mortales las e ·lo · ublimes del gran poema de la vida. Algo · nace en el or~zón del hombre al sentir los cftuvios de la prima' era: algo palpita en él alma de la mujer uando juegan on sus cabellos y acarician sus párpado Y ·e detienen en sus lábios esos tibios besos ~ del aire i~regnado del penetrante aroma de nardos y ro~s ! az.Rhares, y poblado de silenciosas promesas y m1 tenosas armonía . ·· Algo fructifi a en el sér humano en los abrasados dias 1 estío¡ algo e ago ta al sentir las brisas primeras del otofto; algo muere con. el roce de las alas brumosas y heladas del in ierno. Y así se suceden la estaciones arrancándonos, piadosas ~nas veces, despiadadas otras, tristezas, y alegrías. Hay OJOS que e cierran y corazoaes que se embotan para _vivir ~no~ en perenme primavera, siquiera como esa vida art1fic1al y enfermiza de Jas flores de inverna-
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dero; qtros, para encerrarse en esas brumas eternas que son para el alma otoño continuado, ó en las perpétuas 'nieves de un invierno sin fin, anticipada y triste muerte del espíritu. Pero no muer-en las estaciones, no muere ni pasa el tiempo: se reproduce sin cesar, se repite sin término: sólo pasa el hombre, la unidad de un sér, porque también la humanidad perdura y renace <le í mi ma: Y e reproduce sin,.. término: también el enjambre humano. invade en tumultuo o tropel el largo camino de 1~ vida: cuando un sér desaparece, varios · se disputan con ardor el puesto que deja vacío. Y todos prosiguen 1 eterno viaje: los niños son viajeros que llegan; los ancianQ , viajeros que se alejan. Los hombre maduro son viajeros que descansan un momento en la mitad del camino de la Yicla: á un lado e elevan, como· confusas sombras, los recuerdo ·del pasad9; avanzan por el ot ·o, como iluminadas por re plan· dores de auroras, las promesas del porvenir· Esos se hallan en el otofio del e píritu . Y el otoflo es la estación de la m Janco1ía. l!ll esta época del -año, la tiefra parece ceni ienta y el cielo parece gris: los árboles semejan squeleto de jigant s sorprendidos por in tantánea muerte en actitud de ornr, con los brazos elevados al cielo. Ni ·una hoja en su ramlls enpegr~cidas, ni verdura en los campos, ni ftor los jardines. _ Por ·todas partes, ráfagas de aire frío y penetrante, que á un tiempo hiela y quema: por todas partes, hojas amarillas y secas que tri temente rujen bajo la planta del hombre, como exhalando un quejido: más compasivas las aguas de estanques y río , las reciben amorosamente sobre su ondas dormidas de color plomizo, ó la arrastran con lentitud, entonándoles con suaves murmullos, sentidas elegías y fúnebres canciones. Y estas notas form~ el himno melancólico del otoi'l.o: son esos ruidos tri te y apacibles que bienen á tw·bar dolorosamente nue tros oidos, los quejidos de los árbo-
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. CARLOS PEÑARANDA . . .
le$, los · .gemidos de las hojas los ayes del viento, los m.ur~~los de l~ aguas. Es· la Naturale.za. que muere y entona su~ propios funerales. . · · · Por .t odas partes rpurmullos que suben al cielo ·con el fervor de una ·plegaria: Miéntras, el tiempo, ha deposita~o yá en el seno de la tierra feclindísima, para que alh se nutran y se desarrollen, bajo los sudarios de nieve del invi~rno; los gérmenes de ' un ·nuevo . florecimiento y de una próxima primavera. Par~ otr.a s zo~as más afortunada~, ha querido el tiempo · ocultar toda noción de momentos sucesivos: tal vez esas ~egio.nes guardan · á estas horas en sus recónditas entrafl.as_ la hi~to.fia futura del mundo-, y los sagfados gérmenes de otros séres más felices, y acaso sean el t t o encenario en que. se desarrollen los grandes suce o de ve~id~ro · siglos, ideales más altos ·y civilizaciones ás per~cta . · A estas hora , en que el otorio extiende sobre l~ Eu~~pa occi~ental su manto de tristezas, las regione tro· p1cales muestr~n ufanas su. pompa eterna de éter.n a pri· n:i~vera: ~a antilla menor, Puerto-Rico, esa hermosa Suiza sm nieves, despliega: ante el ·cielo, ·como' una sonris~, sus árboles espesos . y gallardos,. sus valles risuef!.os y sus mont~as coro~adas de veget.~ción varié!- y riquísima. A · estas horas, l°" perla de! Oriente, Manila, ~acudirá perezosamente u sqefio matinal, como los árboles freñdosas las gotas de rocío con que los salpica la aurora: ~ sol de fuego fecundirá la tierra y formará esas nubes densísimas en que la electricidad estalla purificando la · ~t?1ósfera Y. torrencfales lluvias se desprenden y caen como ~hment_o · necesario á ·la vegetación vigorosa de las islas v1rgenes y de los jóvenes continentes. .En tanto esta vieja Europa prosigue el himno la elegía tristí ima del otoflo. Son los quejidos de los' árboles, _los gemidos del viento, los ayes de las aguas, que e~tonan funerales á las muertas hojas, hasta que el invierno las epulte en su tumba de nieve. · Madrid, octubre, 1889.
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LA ENTRADA DE RoGER oE
FLOR EN CONSTANTINOPLA.
(Cu4dro dd Sr. Moreno Carbonero.)
Destinado el cuadro del Sr. Moreno· Carbonero La en- . trada de Roger de Flor en Consta11ti11opla, al_ mi~mo tiempo que á perpetuar un memora~le suceso históri~o, á marcar una fecha y sen.alar un triunfo más del~ pm· tura moderna, yá la crítica se ha ocupado extensamente en obra tan digna de fijar la atención pública, Y conocidas plumas s.e han apresurado .á e? u merar las inegables bellezas y los defectos, acaso me_vitahles, de esta creación artística. .La importancia desde el primer momento ·concedida .á. lienzo tan hermoso, á las claras demuestra que, ~m establecer prelaciones ~ preferencia , se trata de .una obra que viene á formar parte de esa larga y gloriosa série que empieza en el Testamento de Is~bel la Católica del insigne y malogrado Rosales, prosigue en Dofla ¡udna la Loca y la Re~idición de Granada, de Pradilla, Y. por suerte del art.: espan.ol~ . no ha terminad? en el Fusilamiento de Torrt1os, de G1sbert, hallando digna coronación en ·este gallardo y último esfuerzo que embellece desde no ha mucho, el alón de conferencias de la al~a Cámara.-El presente artículo no es, pues,-y nunca podría serlo dada la incompetencia de su autor,-una crítica más; .y si ha de afl.adirse á algo, será á la suma de entusiasta aplausos hasta ahora prodigados al sen.or Moreno Carbonero. . · Basta la muda contémplación de tan acabada obra de arte,-acaso no la impresión primera y momentánea que la vista del cuadro produce,-para conocer que nos hallamos frente á la creación de un pintor extraordinario. Si la contemplació~ es larga, la ilusión se completa; y larga ha de ser para apreciar á conciencia u~a obra,
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. CARLOS PE~ARANDA
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producto· de . prolo.ngad~s tareas,· testimonio de supremos e.sfuerzos,. res~ltado de fecundas meditaciones de un ar.. t1sta de superior talento. . . El cuact:o ex.pr_esa de :manera admirable el asunto: aqu~l anciano d~ barba venerable y reposado aspecto vestido y . s en ta d o en a urea· silla · gestatoria · ' . . . de .púr-nura ·r e_s, ~m duda .~l~? el Yiejo Andrónico, á quién·, 'se ~ las palabras ?e Gtegoras,fuéle Roget tan a ~able ~01no. st vmiera del cielo:· aquéllos que .lo rod!an, a uno y otrp lado de la estátua del Toro de bronce, agitando palmas y tocando clarine , los a.ltos di«nata1:io la cór:e. del f~~tuos.o Y. d~cadente imperio de~~ Bizáncio; 'se. meJante_ á podrido tronco, aún so.s tenido y disimulado por· resistente. y dura cortez·.a,. corromp1.dos·.cortesanos · . cuy~s emblante . revelan regocijado y débil patriot-ismo, y ~ª~ e_~ondeq mfiuencias pérfida , gastacJ.as energía y ~od1cias impuras: aquella que aparece á la derecha del .· trono, e., la · · . . · el . . gra,re .abeza · ,-umca no mclmada ante jefe ternole ~e catalanes Y aragoneses,-;--de Miguel Paleó. logo, en. c~1ya f~cnte pensadora parece que se . adivina~· Y~ . !~ na~icnt s :ebel~ías, las: rivaÍidades. mu.d as que un ~' no .lejano, p1 odu~1rán la traidora catá trofe de Andtmópoh_s: aquel que monta el obsctiro y contenido alazán, e~ . Roge1 de Fl?~1. en cuyo noble . .ro tro y apue to ontmen~e np :s d1f1c1~ ~er el a~tiguo templario, et" pr.ototipo del. caballe1 o amb1c10so·, Y a cnturero, valiente Y. confi :ido_, galnute con las damas, genero o en la victoria, y ~e p1adado Y_ feroz en eL combat ; el futuro. espo o de ~a bell~ Ma~1a, y Megaduque y César del imperio, que . a. ~n tiempo, corre á su ventura, á u gloria y á u per~ · · ma, coron,a~a · d ic1ón . ', como . v1ct1_ de flores, que marcha, tianquila, al ignorado sacrificio: aquéllo en fin que lo. · ' .acompañ an Y iguen, de tostado . rostro ' y curtidos bra~os, equipados con groseras abarcas, toscos capacetes y Jubones y co el e.es ~ d e cuero y aceradas · ' escama son . . sin ~sputa, los bravps almogávares, tal vez, com~ 'opio~ un ilustre historiador catalán, oriundos de los árabes que el afio 801, á las órdenes del caudillo moro Bahlul ,
_N~céforo
PROSA.
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recorrían y devastaban los campos de Tarragona; acaso, según Pacbimerio, des~cndientes de lo·s avares, co~pa i'ieros de los hunos y godós; ó mezcla de ambas gentes. En aquellos rostros, záfios· y <lutos., de ·ca.tala?es y ara-. g9neses, entre los que la ºim~ginaeión e~citada. cree. ob· servar la e~presión de fier-eza de ~amóii Alquier, Guillen de Tou · y Berenguer de Roudor, sobrevivieJ?:tes únicos de la traición de Andrinópolis;. del .esforzado Sisear, jefe de los temerários emplazadores de· Andrónico, y ,dé Bercnguer ·de Entenza héroe leyendario 9e la famosa ve11--.-.....:.....· ga11.'Ja catalaua; ei:i aquellos rostros ha J?Osado ~ la ·victoria sus sa<Yrada ' alas en ien combate bajo· el so~ de Sicilia, y , brilla · 1a:·promesa. de mayores triunfos. Esoi; son los que acuchillarán á l.os· inqui.etQS masagetas. en ·' cizico y á · los engreído geno:ves s . en lás call~s mismas de Con tantinopla; los que .a niquilarán á los turcos cri Artaeio, Tiria y .Filadelfitt; atravesarán las vastas regio· . nes comprendidas entre Ja Armenia y el mar Ejeó, y, después de . haber acampado en las faldas del monte Tauro, reé rrcrán. triunfantes la Grecia, h e ta Beocia, -Y abrevarán . sus eorceles de .guerra en las aguas del sagrado Cefiso: A su aspectu, gallardamente realzado por el pincel .· del arti ta,. e recuerda · el . per onage infernal de un g:ran poema alemán, que pulverizaba una: roca entre sus de_dos: sus rudos ademanes y atavíos· contrastan hábilmente con el refinado lujo de los cortesano bizailtiño , enfre los cuales, · en· fuerza de la expresión moral del cuadro, se v~ algo así como cundfr los c:: lofríos . de un menesteroso entusiasmo, y ~sas incertid\Up.bre del i;niedo, · de aquéllos que · nacieron . para esclavos y sólo e ·a treven á mudar de sertores, ·e ligiendo á lo que &uponen ·más fuertes. Dir~ase que al rumor d ., las pisadas de aquel puf\.ado de heroes, tiembla estremecido el -imperio, con las convulsiones de un moribundo que recibiera sangre nueva y vigoro a en sus y nas exhaustas y caducas. Pro°:to esas sucud1das e. propagarán ha ta el corazón del Asia, y quedará realizada la gran epopeya. de Oriente, gloriosa entre las más gloriasas, que hoy resucita el pincel jns-
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CARLOS PERARANDA.
PROSA.
piradísimo del Sr. Moreno Carbonero, y que todavía pide una pluma de oro al arte y á la Historia: que no existe grande epopeya que no esté escrita con n·uestra sangre y firmada por espada espaflola, y no se han cantado yá en versos inmortales, porque nuestros padres, ocupados en hacerlas, no dispusieron del tiempo necesario para escribirlas. Ha realizado, pues, el Sr. Moreno Carbonero, en la medida de lo posible, lo que se conoce en pintura con · el nombre de ideal histórico; de tal suerte que comprobando ·1a propiedad de trages y accesorios del lienzo, pueden adivinarse los ·antecedentes de la escena· reproducida por el pintor. Sabido es que la empresa de los almogávares en Oriente, debe considerarse, no por la importancia del objeto ni por los efímeros triunfos de nuestras armas, sino por los esfuerzos y la heroicidad en ellos empleados. Indudablemente, un gran general es un ejército; un hombre es á veces una nación; un siglo puede llenarse con un nombre: decir Bailén, equivale á decir Castafios; Napoleón I fué la Francia; Jesús es toda la humanidad sintetizada en su espíritu divino. Con ser Roger de Flor una de las figuras más notables de la Edad media, tan fe cunda en aventureros con estrecheces y obscuridades de orígen, hazai'ias de héroe y aspiraciones de principe, el audaz catalán no es, sin embargo el jefe indiscutible y único de la expedición: Berenguer de Rocafort, Ramón Muntaner ó Berenguer de Entenza, hubiéranlo ido con análogas condiciones y la misma fortuna. La prueba es que, muerto Roger, la empresa y los triunfos continúan, contando con un enemigo más: _ los griegos. Son, por lo tanto, alma de la increíble empresa, todos y cada uno de los soldados de aquella milicia turbulenta, nacida para legar al mundo el olvidado testimonio de que ni la táctica es el valor, ni el número es el heroísmo. Aparte todo providencialismo, toda necesidad histórica,-cuyo exámen sería ajeno á los fines de este escrito,- bastará con decir que los almogávares fueron á
Oriente como antes á Sicilia, de igual modo que hubiesen acddido allá donde se difundiesen anu_ncios de gue~r.a, promesas de botín y esperanzas de glona. Caracterizar bien tales homlires era el objeto primordi~l, ~el lienzo que encargaba el Senado, objeto, aunque d1f1c1l, logrado por el Sr. Moreno Carbonero. . . El momento· elegido por el pmtor d~muestra estudi? detenido del asunto, é intuiciones y ~ciertos extraordinarios; á la izquierda, en último térmmo, se ven los palos y las velas, yá plegadas, de las galeras que ~~~ conducido la hueste catalana y aragon·e sa desde Mesma. en igual dirección, y hácia el cen~ro del cuadr?, se extiende la ondulante línea de ca.seos y la?zas simulando las curvas anulares de una serpiente .de hierro.; al frente, cerrando el horizonte, la pesada mole, el ~bs1de colosal y la redonda cúpula de Santa Sofía. Cálidas nubes de Septiembre, (la escena ocurre en. ese me~ del afio ~303) , entoldan el cielo, y difunden por igual y sm pr~yecc1on~s de sombras determinadas, una luz franca,_ abierta Y die11 amonto1UI'da ' Parece que el pintor se ha complacido dº ' d nar dificultades para realizar el pi;- 1g10 e vencer1as, á y, en est o , el Sr. Moreno Carbonero se ha superado . sí mismo. A la pintura de los efectos, á esa reciente Y celebrada pintur&, cuyo fines pr~ncipales eran el derroche de luz y de colores, ó la minucio a .factura de un "'o de una alfombra de un brocado, el Sr. Moreno pau , ' . . b Carbonero ha preferido la reproducción exacta Y em e· Uecida de la realidad: su génio artístico sólo acepta. la e:;clav1·t u d de la verdad , en nada opuesta. á la selección . . creadora de su ·personalidad ni á su estilo propio, pero no la esclavitud del color,. ni la seducción de efe e tos Y detalles, tan vistosos como convencionale~ . La con~ep· ción capital, la agrupación de la . figura .' la rea~1dac:l histórica, han sido el" objetivo especial ~el ilustre pmtor malaguefio. • Ni grandes masas de color, ni pinceladas fuerte de esas á que muchas v es se ha acostumbrado nu:stra retina a eptando la determinación de bultos y objetos
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.CARJLOS .PEÑARANDA
PROSA . so~tenida por el brazo. izquierdo, con~Úce gruesa lanza, . y, en eila, agujereada banderola con las sangrie.ntas barra~ catal~nas, es_de una e~l'resión y de una realidad insuperables. . Cuando, tras 'larga conte.mplación de este. lienz'o mag· .nifico, el espíritu se abstrae y la m~nte se transpdrta . étl mo·ment~ ·histórico reproducido con tanta. verdad por el artista: cuando el conocimiento det lugar en que ei espec;tador e encuentra·, piérdese , en los abandonos d.e la imagiaación d·eslumbrada y sorprendida,· y se , debilita ·la noción del tiempG> que vuela. descontando el presente, y por .completp se olvida que e aquét' un cuadro que decora los . salones del Senado,-que sisí se· honra protegiendo las. artes,-;-tan perfecta es la ficción del pintor._ ~an poderosa la .i~usión del que mira, .-tan eficaz la conformi9.ad e.ntre ambas, que la r~zón se extrail!l de que no. haya terminado aún el saludo ceremonioso del' an·ciano Andrónico, ~e que no · haya cambiado todav.ía .la act.itud de marcha de aquel golpe· de gente, á través de cuyos :trages se adivinan·, e ven lé,t. arnes ·y los músculos en tensión y . en movimiento, y alrédedor de . los cuales e aspiran y se sienten las calde~das ráfüo>as. de la atmó fera y la palpitacione · de la vid~. ·L a crítica,=--á · cuyos aitura ' no intenta llegar e te tra- · ·bajo,.:_seri.alar1 tal vez · deficien~as y ob ervará error~s en el .cuadro: acaso exi<Yencia:s descontentadizas procurarán mermar ~a · importancia de la· obra, ó lo merecimientos de su autor que, tan jóven1 llega á us apogeo; . ¡aquí. donde .todas º tas imp.rovi aciones se toleran y apl:-tuden, excepto la improyisacf6n del talento! En estas líneas se env~a sólo un aludo entusiasta á un pin~or eximio. Todos ·convendrán, sin embarg 1 en que· el liepzo del Sr. Moreno Carboner:o es de· un. mérito ubitlo' y ex~ep. cional, y una crea ion grandiosa: y . lo g~ande no se examina. con mi ro copió .
. áspéros. y recortados! · ni ar.éificfoso juego· de luz Y. ·som-. " · bras, m un escorzo v;olento, ni e~-a .falsa diafanidad que oculta la .ausencia total de ambiente; nada de tsto se observa eri .er nuevo lienzo del · Sr. -Moreno Carbonero, que ha hecho, sin tan comu11es recursos, un verdadero cuadro de historia. P~odigi.o~os. detalles de ejecllción tiene la obra, . pero . dent~o del tono gc~era.l y la armonía del cuadr9, y subordm~dos al pensamiento capital! el ancho pede t:il de piedra;~ ~a ~radería · de mármol bianco, quP. le dá a.cceso;. · el pavimento casi cubierto de fre cos ramo de laurel arrojados á las planta,s cie Íos triunfadores soldados, acu- . sari. un. dominio de~ cólor y un ·e mero de .ejecución ma- · rav1llosos . . La figu:a que se .halla en pié, sobre el segtJ.ndo peldan.0 1 . con la cabeza inclinada hácia adel"'nté, es de : una ve~?ad, ~e un rel_ieve ·asombro_sos, c.omo la del page de ~rmas· que precede a Roger conduciendo su ca co de batalla, .hermo a creación llena de m·0vimiento y de vida: . · ambas demue tran que no es preciso pedir colore vivos .ni f~lsa . brillantez á la paleta, para hacer co as acaba.· · das, ni acabarlas con esa niinucio idad de detalles que · más bien parecen propio del. arte japonés qué de la gran pintura 1!1o1erna. La caoez~ del. c~ballo blanco que 111:onta el ho3tiario, e p~rfecta, ·y .e?til sorprendido y marcádo on acierto el rebote del cor . el, súbitamente conten~do, y entre ·u)'.'o remo delánt ro , por efecto . ·. del brusco mo imie.n tp,, alguno ramos .de laurel salean· Y se enredan. La. actitad .del famo p caudiUÓ catalán, es eleg-ai:itísima y a~~cuada; arrogante y noble su alud.o, que permite ver la silueta de su fina cabeza, y estira lF geramente tas pliegue . de su· jubón de terciopelo azul claro h¡:ícia el e1T'.lreado brazo derecho. El enérgico al par que aristocrático perfil de. su rostro, retrata al célebre general . que, llnmado de u fatal · destino; 11i -advirt.ió su. peligro, .ni advertido, lo temió. Por ultimo, la . fig~.ra del prim~r almogáv~r, que, con ojo en que · e re. fleJ~ el asombro y . 1~ c.odicia, mira. el lujoso· aparato de la · córte, y que, apoyada sobr~ el hombro robusto y .
Afadtid, 18 9.. 1·
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PROSA.
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CALUMNIA Y MALEDICENCIA. (IM11'ACIÓ~ DE EIN · BERFTAND-EIGEN). "La reputación no es sino una v:¡na y eogañosísima impostura, que, no po· cas ~eces, ~e adquiere · sin mérito y
se pierde sin culpa." SHAKSPEARE.
El tema es. viejo, pero nunca envejece: hoy como ayer, como siempre, ya como negra calumnüt 1 ya como i~idiosa maledicencia, va buscando, con el v aho de su ahento asc:iueroso, algo puro que empanar, honras limpias Y frentes i_nmaculadas: hoy como ayer, ayer como siempre, desciende-si alguna vez p'..lede descender lo infame,-á las mesas inmundas de la taberna patibularia toma parte en las inconscientes pláticas de los mozalbe~ tes incultos, s~ desliza en las nerviosas discusiones del café plebeyo, frecuenta los frívolos írculos de 'pretensiones aristocráticas, y en todas partes se presenta adornada con los chillones f1.tavíos de falsa juventud. Hoy como ay~r, todos la conocemos, todos la despreciamos, pero nadie se avergUenza· de dar rédito á sus palabras: • ~o es para ello obstáculo lo abyecto de su orígen; no importa que hable desprovista de pruebas.. . Basta á la común credulidad lo positivo de la satisfacción propia ante lo probable de la infamia ajena. Y es que existe ese pacto absurdo y esa funesta solidaridad social, á des pe- _ cho de la cultura y civilización de' los tiempos: es que hay algo en el espíritu humano, tal yez la ingrata levadura del mal, que tiene la gravedad y la inmovilidad de la piedra. J:loy goza el monstruo social de ventajas imponderables: está de moda, viste con elegancia, afecta los modales de- una correcta educación, oculta bajo ceñidos guantes .la gangrena que asoma por sus manos corroídas, y á nad1~ asusta: su presencia no cau a y~\, como otra ay~r
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veces, náuseas al estómago y repugn~as al alma; in- · funde· indignación á pocos; á muchos, miedo egoísta . y silencioso; á los más, interesada complacencia. Pasa en . sociedad por persona decente, y á veces su propia victima le ·1rga la mano: cuando ·difama, usurpa la voz asustadiza y timorata de la inocencia alarmada; cuando calumnia, tpma el aceqto solemne- de la verdad y de la virtud ofendida ; y esta vacilante generación, consumida por los insomnios febriles de los placere , la ambición y Ht duda, cierra us párpados abrumados por el polvillo de oro que arrojan á sus débiles ojos, · in~apaces de resistir luces más vivas y resplandores más fuertes. Como ·todo progresa, l~ calumnia también se perfecciona: en el torbellino creciente de esta agitadísima vida moderna, andan confundidos y mezclados tanto oropel con el oro de ley; tanto nombre de talco y prendería con las reputaciones legítimas, que olamente las inteligencias superior s pueden distinguirla de la verdad. _¿Ni, á quién importa distingui;la? Huye el .tiempo velozmente: Ja vida es demasiado corta, y apremian la satisfacción de los apetitos, los placeres de la vanidad, y los pl~ne insensatos de la ambición desenfrenada. ¿Qué vale ante esto la honra ajena? ¡Si al menos pudiera servir de es~bcl! . Si la calumnia no existiera, sería la maledicencia el peor· de los delitos en el órden moral; porque la calumnia se deriva casi iempre de una venganza más ó menos motivada, aunque sin duda ilegítima y despreciablt, ·pero la maledicencia calumniosa nace de sí propia, sin otro orígen que la perversidad del corazón y la depravación voluntaria dci entendimiento, sin otro aliciente que el impuro deleite saboreado en el ajeno dailo, sin otro fin · que el de la calumnia por la calumnia misma. Ambas. a í como la difamación, tienen, sin embargo, una madre común: la envidia, que -las nutre con sus pechos envenenados; la envidia, desencajada y amarillenta, de ojos azorados y recelosos y ademanes insolentes; la pálida envidia, carcona de los huesos, ictericia del cspírit~, 7
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tristesa eterna del bien. ajeuo, ~perseg'uidqra constante 1
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de -la -prosperidad victoriosa"; porque yá nos dijo efpoeta · "que la éalumnia ·no es más · que una forma :de la envidia". "¿Qué hombre e's ·éste..!.-pregul)ta en boca de Felipe· II el más grande de los dram.aturgos ~emanes,-quc,ha hecho .tales cosas, y no cuenta un solo envidioso entre tres personas á quienes pregunto por él?." . ~Aunque seas tl}n . ··casta comp el hielo-dice á Ofelia el príncipe Hamlet,-ian· pura co.mQ la nieve, no te librarás de fa calumnia". Y aquí está n latentes el con cepto de -la calumnia mo-vida p_o r la .envidia general que causa·. fa belleza sµpr~ma en· la mujer, y la idea de la envidia· contenida, ~ue .acec;::ha . el méritq del h<)mbre upcrior, p~ra ·1Anzarse sobre él ·como miserable ·salteador del camino, y, con las armas de- Ja . calumnüi, saquearlo. Porqu~ la belleza es el don más funesto conct::didc á la mujer, y el talento el don más· funesto otorgadq al hombre, y aunque de otíge~ tan alto, los más vulnerables é indefensos en lo combates 9-e la vida.: . que eri este dt órden y desquiciamiento moral. á que asistimos, en esta anarquía de las inteligericías, en este na'u fraofo de todo · 1os santos principios, lf\. _audacia sustituye a:l valor, - la astucia reemplaza ai talento, el vicio 'pá.rece virtud; la· debilidad, fortaleza; pasa ia infan:lia por ju ticia; por hábil , quien se · encanalla; ~ienta la fama plaza de · meretriz, á la lucha cara á .cara sucede la emboscada alevosa:, atrévcsc el necio á calificar al . sábio, usurpa la mentira el solio de la verdad, ·sufre el bueno el peso y ia petsecución . de la · alumnia, y e rinden parias . al fraude victorioso. Por eso hoy día es ta· gloria legítima un pagar~ sin plazó· fijo ·y de intereses incierto~, puesto en manos de la envidia implacable, que á veces lo presenta al éobro de improvi 0 1• exigiendo réditos . infames; por· e~ a causa, hoy "lo peque.no, no sólo se atreve ·á veces, sino que puede ocasionar molestias y. peligro lo grande": por eso, en fin, hoy c6mo nunca, "el que corrige al de almado e ·adquie_re infamia·" , según la 'Jll'ofupda frase del bíqlico profeta.
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PROSA.
· · CARLOS PERARANDA
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Como es honda desgracia desarraigar ·una creencia que no es inmediatamente .por otra sustituida, l~s socieda~es gastadas, . lo~ pueblos corrompidos, esos pu~blos que asisten á su muerte para la .historia, y que en el confuso vo~erí9 de. sus pasiones desb·o~dadas oyen el anticipado. preludio de sus 'funéales, necesitan ~reer en alg~, Y. cree~ · .e n la catumnia, ya que · rio p~eden. m. ercer en s1 ~1sm9s, necesitan un lazo de ~o.mún solidaridad. la ma,le~1~encia, un •ideal, el deleite; un medio, ·el lucro sordido_. y un culto, · er . vicio· ·1es es preciso· tender el n,.se1:0 ni velador, y abatir tod~s l~ alturas µ¡orales, porque la presencia del justo. · es para ellos una insufrible y continua r econvención:, y el talen.to, un· privilegio· insoportaple. Las. armas ~mplea das 'en e te combate inicuo, al mismo tiempo hiere°' Y. : sirven de impenetrl:!-ble e cudo; .son el m.uro infranqueable de la 'masa numérica, la irresponsabilidad del montón anónimo , la . impunidad ae l~ cobardía c.olect.iva. :Cierto . que hay ~n e:.a· masa,. que e.·i ten en ese 111ontón num~. rosos hombres de bién; /pero "la menti~ a es como_1!'1 mo. ri.eda fa.l a: los ma.lva 10~ la -acuñan, y los · hombres de bien la hacen circular, " esos hombr.es · de bien que "no pare~e . que · son buen9s, s lno· porque no se atreven á ser maios· " esos hombres de bien ·incapaces de hacer 1tada inclus~ imponer en su labios b~ eve soluc;ión de co.nt.i- . nuidad á la difamación y fl la cálumnia, que. igucn, sm obtáculo ·alguno, girarrdo co mo c~erp o . opa os en el gran vado social ele las virtudes negativas. . · · . Du~íio del éa.ffi:pO, cúya po5esión' n.adi'e osa disputarles, ·prosig uen , las· asquer9 as manadas epicúreas del,· positivi mo sin Dios, la e pe· as falanges del sensualismo sin alma,. en la t area inurata de derroca.r los ~undos del espíritu y de destruir los. triunfos de l ~ inteligencia, hu· 1nillántlolos al nivel de su instintos groseros y de su ·insaciable concupis encías; y -sigue la calumnia "pri~.~ro como uri rumor leve, rpzando · el suelo cual 30londn1ia ·antes de. la · tempe tad", hasta que "se leva ,. ~va, se hincha ..... revolotea , ~nyuelv é, :arranca, arra tra, estalla y atruena~ , . según lá f ltz dcscripdón del D. Basili6, de
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PROSA.
CARLOS PERARANDA
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Beaumarcbais; continúa al uso la ftase malévola de Bacon "¡calumnia, que algo queda!", aunque, á las veces, ant~ la esplendorosa verdad, no quede ni rastro de la impos. t~a, c_o~o á la presencia del ·sol no quedan en el espacio m vest1g1os de u~a _sombra de la noche anterior; aunque á menudo el calummado,. con pena compasiva en el corazón. despreciativo desdén en los labios y absoluta cla· ridad en el alma, prosiga subiendo al término de su des~ino, como ave que sigue remontándose, aunque le arroJen un pui'iado de fango sobre las alas . . Sur~e la difamación de la enemistad ingrata; la maledicencia, de la labor y la perversidad colectivas de esos infelices séres que tienen honta y parece que lo ignoran que tienen dignidad y no saben demostrarlo y defenderla' que ~oseen el don_ divino de la palabra y la envilecen; P:.ostttuyen, que tienen un no111bre que hacer respetar y diJérase que no lo comprenden, según lo poco que respetan el nombre ajeno. Pero la calUmnia nace de un alma muerta, de .un corazón envidioso y de un cerebro vacío; de· tan hedionda podredumbre de un sér, como de cadáver corrompido, brota ese inmundo gusano que, al contacto de la atmósfera social, se convierte en larva y después en negra mariposa de vuelo torpe y bajo y de alas sombrías. Preciso es carecer ae honra heredada, de decoro adquirido, hasta de toda noción elemental de amor propio, para consagrarse al bochornoso ejercicio de la calumnia; preciso es haberse cansado de despreciarse á í mismo 1 para que no muera de pena y de vergüenza el calumnia_dor, al sentir el sello enrojecido de la infamia estampado en sus cobardes espaldas. Cierto que la calumnia no tiene alma, ni conciencia la difamación, ni honra la maledicencia; ellas impunemente pueden lanzar el oprobio sobre el hogar descuidado y tranquilo, arrojar la piedra del escándalo á la frente nunca abatida del hombre honrado, manchar con el hálito de su impureza inocentes mejillas de rosas inmaculadas· . que pueden trazar con luz siniestra en las sombras' cierto del mal, que engendran y a:nontonan, esas páginas tris-
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tes del libro de la vida, que se escriben con lágrimas y sangre; pero ¡ah! que .el calumniador tiene tal vez esposa; que tiene quizás el maldiciente un nombre y una consideración social, que el dimafador acaso tiene inocentes hijas ..... Y hay una justicia definitiva de inapelables fallos, y también la moral tiene sus patíbulos, á cuyo frente debieran - estar escritos con caractéres indelebles estos versos · inmortales: "La culpa engendra la pena, pena que nadie detiene. Sólo quien honra no tiene puede jugar con la ajena." ¡Sentencia profunda y verdadera! Que al maldiciente alevoso, al difamador hipócrita, al calumniador desalmado, no es dabie descender ni una línea en la escala de- la abyección; ¡tan bajos están!: de tal manera, que el último, especialmente, ni aún dan~o tortura á su alma depravada, ni aún exprimiendo todos los jugos ponzofiosos de su corazón podridq, ni aún apelando á todos los recursos de su entendimiento gangrenado, podría el miserable .... calumniarse á sí mismo. ~a11ila,
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octubre, 1892.
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PROSA.
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PUERTO ·SAID.
Nadie puede sospéchar, ~uando á la ·entrada del canal de Suez, después d~ ~bandonar el 1nqr de la Historia; qµe llamó un poeta al Mediterráneo, cont~mpla e~ abigarrado conjunfo de ca.Sas y de gentes .'de Puefto Sai:d, sobre la ribera oriental egipcia, que tie e ante sus ojos la tier.rn de los· Faraones, aquel agrado uelo, do1t del Ni'lo, donde se han desarrollado · muchos de lo p1:incipales sucesos históricos del mundo antiguo, en que se abrió paso· la más importante de las civilizaciones pri~tivas, y · en donde la cienda moderna disputa con tenacidad, hipogéo por hipogéo, reliquia por reliquia, piedra por piedra, á los sudario~ seculares de la invasoras arenas de la Libia, los despojos mortale de un gran pueblo. Puerto Sai:<l, visto desde á bordo del vapor que ~e conducía, paFecíame· una colmena asomando por las gr-ietas de un. roto sepulcro, y á no ser por un cier~o sell? de civilización moderna, semejaríá una colonia fenicia; cuando sé salta á tierra, e ta impresión cambia: calles tiradas á .· cordel; paseos de vegetación artifi ial y enfermiza,. tiendas de mediano aspe~to, cafés animado por.los acordes <le la música; estaciones telegráficas, b~ncos ingleses 'de crédito comercial, mujeres que van pregonando con ojos ·m architos la ajada mercancía de su belleza... Allí está, en fin, la mano de Europa; refinada y aduca, mano aristocrática y enguantada. con guante descolorido por el sol, rozado y agujereado por el tráfico, y á través de . cuyos . intersticios penett:an las 'secas pat~ tículas de arena del desierto, y el oro cosmopolita del ·comerci~, de la curiosidad y del vicio. · Allí se sienten, dicho mejor, las garras de Francia y de Inglaterra, que han caído, á un tiempo obre la misma presa; y de la nación leg~ndaria, del Egipto de · la Historia, que desde lejos ha poblado nuestra imag:inadón
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. de sueri.0s y fantasmas, nada ó casi :nada: unos centenares de hombr.es ocupados en. el acarréo · de carbón á los· · buques de vapor,. ó en el servicio de suci~s botes; algtín · agente de policiá egipci~, de tostado -ro~tro y bl~co uniforme de corte europeo, y algunas mu1eres : vestidas .con miserables ropa , cubiérta la cara con espeso velo invertido, que les. sube hasta cerc~ de los ~jos, .Y.en ellos, casi siempre negros y sombríos, retratada una · prof~nda abyección montl, mezclada á veces, cuando son hermosos, on destellos fugaces de melancolías del pasado. y · al 0cciderite de · este cuadro, la n.ación que tod1Js .. ·hemo"s cruzado, n idea, la región que lo menos han . visto con sÚs ojo ; allí el viejo Aigyptos, siguiendo . su curso invariabfe escondido entr.e lotos y palmer-as, !?ªPiro~ y nelumbos, .Yª r flejan~o el cielo, ya tornasolando . la esperánza., ya prediciendo en su roja corriente los tlones y benefidos .de lt.t inundáción que se acerca, y siempre modulando con el rumor de su . cáscada's la elegía de lo .siglos y de los. hombres que pasaron.; tal vez arrastra en . su·"coniente gotas de' lluvia f 1,mdidas p·or el sol tropical- y partículas de nieve de la ' montaflas de~ Ec;uador; ,,. tal vez lleva en su seno cenizas de mil generacion,es, polvo · de la p~rá·~.ides, óxido del ace~o ·de Amr y moléculas del carbón que· e escapa · al cálido. aliento de las l<?COmotoras. del Cairo~ y ·en las noches de luna, p~rado en sus remansos, tal vez se su pende en la contemplación · de· sus ondinas, ias alma de las hermosas v'írgene~ que devoró como h9locausto y que aún hoy ?Onríen de amor en su e pumas y suspiran de dolor en sus rumores. Allá, í, allá n Occidente, como oasis entre dos desiertos, aún palpita el Egipto, ~l Egipto moderno, en la ·· muda ·c ontemplación d·el Egipto antiguo, este eón muerte ·.. que parece vida, aquél con vida que· pare ~ muerte; en entrambas orillas del Nilo yacen los mie~bros dispersos de aquel pueblo que vivió 'y creció desde Mena á CleoJ pati:a, ag·onizó coµ Teodosio y Heraclio y murió con On;iar; ' allí en restos de momias mutiladas por la codicia, profan~das por la curiosidad y restituidas por la ciencia,
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CARLOS PE~ARANDA
aquellos hombres que remont -.tron el Nilo, que opu· sieron dique vigoroso al choque perpetuo, ar flujo y reflujo de Oriente y Occidente; que se fundieron con arios y semitas; que, vencidos, dieron una vez usos y leyes á los persas, y recibieron otra la hermosa claridad del espíritu heleno, transmitida aquélla por Aristóteles é irradiado éste en la espada vencedora de Alejandro; bajo aquel suelo desgarrado y ensangrentado por la rebeliqn patriótica de Arabi Bey y la insurrección salvaje del Mahdi, duermen los restos de aquellos egipcios que in· ventaron la geometría para deslindar las .heredade cubiertas por el limo del Nilo en sus inundaciones perió· dicas; la escritura para conservar 1a palabra de sus · dioses y comunicarse con los hombres futuros, recorriendo la inmensa gama que existe desde los signos hieráti~ cos y jeroglíficos ha ta las representaciones ideográfica y fonética y los caracteres cuneiformes~ ellos elevaron tac; inmensas pirámides de Knick. de Gize de Chefren y de Cbeop, tal vez para escalar el cielo é iníciarse en los misterios astronómicos; y si no conocieron la ley de masas y distancias en que se funda la armonía sideral, arrancaron al Héspero su secreto, y esculpieron la esfinge, muda imágen del destino humano, y aposentaron sus dioses en los altos piléos y en las inmensas salas hypostilas de s'us tempJos colosales de Karnak y Menfis, y como Grecia sus bosques de Eleusi y tos hebreos sus lugares altos, tuvieron sus flore tas · sagradas para culto de Isis, represeJ!tación de la belleza femenina y de la na• turaleza fecunda, llámese Rhea, Astarte, Diana de Efeso ó Venus Urania; y dentro de un gentilismo monoteísta · • en el. fondo, pero panteísta en la forma, tuvieron noción, ~unque imperfecta, de la inmortalidad, y su espiritualidad fué tanta que, consideraban á toda alma humana como parte del espíritu universal, yendo tan allá en esto, que hasta al ~ol le atribuyeron un alma, de donde en vez de Ra le llamaron Osiris. Ese Egipto, el Egipto que fué, no es ante nosotros más que un cadáver sagrado: por igual el desierto ha que-
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rid!) soterrar esos poemas de piedra levantad~ -por tantas generaciones en el transcurso de tantos iglos, y hoy sólo quedan rest~ de la5 severas.lineas egipdas que~ r:cen .d~cir .al espfrit.u espera; como el grave estilo gótico ~ice cree; anta lil graciosa forma helénica, y gosa la alquitectura árabe con sus finos encaje y las esbelta~ . escotaduras de sus arcos: por igual ertiempo arrasa esos monumentos del genio humano, demostrnndolo efímero del poder de 19s hombres y la igualdad del ·arte ante la piuerte: · . En esta presente transfo. r mación de las sociedad~s ' .err , . que á la clamoros~ agitación de . los . pueblos re~popde la sord~ agitación de la tierra que pisamos, que acaso se transforma también, y á los terremotos morale~, que son latidos de la humanidad, responden los terremotos físicos, que son palpitaciones de vida del planeta, ~gipto agoniza de nuevo, porque es · su muerte una agonía de siglos; y en vez de oir los gritos de triunfo de Napoleón I, ó el . cañón de Abukir, siente en su seno tas · pisadas cautelo~as .de los modern6s fenicios; en vano la pluma del poeta, la fantasía del novelista y ~ a in estigación de sábios como Champollión y Mariette, Ebers y Masperó, prete~den restit.u'irlo en . su primera gloria y resucitar cl interés de Europa con la• tr:iste. tradición de . la infortunada · Hipatia y la dulée leyenda de la bella Sapfó y el enamorado _Bardiya, ó con el J:iecho históri~ó y la vida real de la cortesana Rhodopis. Semejante á esos rincones de tierra · que domin·an montañas altas, y en donde nunca el sol penetra,· el sol de la historia contempvrán-ea no·ilu- · _mina al Egipto .con sus rayos. . Arabes, felahes y coptos lo miran on indiferencia, no· criminal. en ellos, que recordar.á.n. este ve.rsículo de Mahoma, "Cada nación tiene · sef1alado su fin, y los hombres no pueden detenerlo ni adelantarlo."
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·El vapor no alejaba de Puerto Sa!d: el Canal, la atre. vida perfor::\ción del i tmo · de Suez, es una letra de Se· sostris, e_l Rhamsés II de la historia de Egipto, girada á :
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CARLOS PES" ARANDA
plazo de siglos y pagada por d génio ·el.e Lesseps con enormes réditos. W en el primer tercio del Canal, apar.ecióse en la. orilla derecha un árabe derrotado y harapiento, armado de viefo espingarda, profiriendo paiabras que no me era dable entender, juntando las manos como quien implora, y recogiendo ansiosamente las miserables monedas d~ cobre que se le arrojaban; me pareció una alegoría del Egipto mendigando la limosna de Europa. Media hora sigüió el infeliz corriendo é igualando la marcha relativamente veloz del buqu·e; al fin no pudo más, y se rindió: pareciórne entonces otra imágen del Egipto corriendo en pos de la civilización moderna y sin poder alcanzarla. .ltlanilaJ 18'86.
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Yá el nombre con que encabezamos estas líneas sólo recuerda una existencia terminada; pero una existencia, si corta para cuantos nos _honramos con el dictado de discípulos de tan esclarecido maestro, larga para el bien, tccunda para lá virtud, y gloriosa para las letras espaílolas: una existencia consagrada al dobl.e sacerdocio de la Iglesia y de la ensefianza; modelo de austeridad y de modestia; ·ejemplo, al par provechoso y triste, del útil y callado · empleo de un talento superior y de las veleidades de la fama. La memoria del eminente literato y poeta sevillano á las claras exige más alto estilo y más inspirada pluma que los del modesto discípulo que le consagra este recuerdo; la ausencia de Madrid de alguno de los más autorizados, y la bondad; ñe otros que se citarán más adelante, encomiendan la honrosa tarea de este artículo necrológico á uno de los últimos en el órden de fechas, al último, sin duda, en los merecimientos, tal vez al primero en fa admiración y en el carillo. Tributo son, por lo tanto, estos renglones, de carifio, de admiración y de gratitud á la memoria del venerado maestro; no altisonantes lineas en que, con· proféticos tonos, se marquen al sábio y al escritor puesto fijo en la historia de las letras y estimación futurn. en los jui!· . cios ~e la posteridad. 'Los que, sin títulos para tanto, tanto se atreven, sólo parecen grotescos acomodadores . reP,artiendo entradas y asignando sitios en el templo de' la inmortalidad. : Un pueblo, pobre si pintoresco, de la provincia de Se~ villa, Alanís, · cuna del famoso Juan de Castellanos y del! escritor moderno D. José Fernández Espino, vió nacer' el 4 de Octubre <ie 1813 á D. Francisco Rodríguez ZÍt/ pata: muy jóven se trasladó á la hermosa capital anda·luza, en compaftfa de su madre, madre modelo, digna del .
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DON FRANGISOO RODRIGUEZ ZAPATA.
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CARLOS PERARANDA
PROSA.
sumiso resp~tp y d~ . la· ~o :inter~úmpida veneración de aquél modelo de hijos. ' . . , Continuador fué et. Sr. Zapata de· la obra literaria del jnolvidable D. Alberto Lista; de · suaves . costuinbres, · ~e • inclinación. modesta, en Sevilla, el.onde ha desempefiado fos c:lrgos de capellán Real y _canónigo de la Catea:al, se~ ha deslizado ·su vida, activaménte· consagrada al e1ercicio de su sagrado ml.nisterio . y á ~a ensei'l.anza ~e la. juventud; , y. las mismas . campanas que celepran;m su ingreso en las milicias de Cristo, desde l~ esbelta G~r.alda han doblado por su muerté. Sólo una vez vino á la córte, cuando creados en 1845 por el plan de . estudios d~ Gil . y. Zárate. los institutos ·de seg~~d~ enseilanza, tomó pa:rte en .las primeras . oposiciones .para la provisión de varias cátedras de Retórica y . PQétici, No tuvo rival en los ejercicios, practicados con extraordinaria brillantez ante tribunal presidido por D. ]nan Nicasio Gall~go,· y el claustro de Madrid hubiera sido el centro de sus sábias lecciones, si . circunstancias de familia, yá indicadas, y su amor á Sevilla, no le hubiesen impulsado á optar po~ la · cátedra de aquel instituto,_ en el que explicó Literatura preceptiva desde el ai'l.o 1847 hasta poco antes de. u muerte. ·Con ella quedan ·quebrantados, si no rotos, los lazos ·de toqa una generación literaria, hoy dispersa por las Vicisitudes de la suerte y la agitac~ón de los ti~mpos; dis,persa respecto. á las personas, no en cuanto al GUlto poé-· · tico d-e las grandes tradiciones sevillanas, ·ni en cuanto á las doctrinas y la educación literaria'; que salvan siempre· el buen gusto, de los naÚfragios y los extravíos de la corrupción y de la moda, en los períodos de transfor- · mación· ó decadencia: la llamada escuela sevilla11a, es corno casa ' soláriega, tal vez maltratada por lás injurias del tiempo, pero de noble y glorioso .escudo en la ancha puerta; morada en ºque palpitan y viven imperece9.eros, y de sí mismos renacen, con nuevas palpitaciones y con renovados timbre$ de gloria, los primeros recuerd6S literarios, las in:>piraciones primeras 1 las revelaciones geniales, los pre-
sentimientos de inmortalidád de cuantos han pertenecido, en diferentes épocas; á aquella aristocracia del arte, del ·gusto y del tatento: á ella convierten sus . ojos, con ternura infinita é · inextin.guiblé carii'l.o, los hijos errabundos de aquel suelo privilegiado, cuando, cansado~ de la lucha que es . ley de la vida, vencidos y olvidados, ó yencedoreºs y satisfechos,. sienten · acercarse la edad de la meditación y del reposó. Aún en .su ~a·gra~o recinto resu~ nan y · se confunden; recogidos y conservados . por la pJedad .filial ele sus sucesores, las Ódas gran~iloc~entes de. Herrera y las estrofas robustas de T~sara; los reposados versos de Rioja y las rimas melancólicas de Bécquer; los líricos arrebatos · de Bl.an~o, List.a, Rei~oso y · Huidobro, y los versos inspiradísimos de Gar'cía Gut1érrez; las meditadas y grandiosas creácione.~ de Ay ala . y las redondillas valientes de Fernández y González: aún se conserva él culto de otros poetas allí formados, ·.ó por ella .influidos, tales como el _Duque . de Rivas y el gran Quintana, ó dignos de su respeto y. su amor, como Cienfuegos y . Jovellanos. De áquella casa solariega salió para ejercer· en . Espai'l.a la · mayor i_nfluenci.a ·literaria d~ este · siglo eJ. ve.n erable Lista, maestro insigne.de Espronceda 1 . Ventw·a de la Vega, Escosura y de otros célebres _poe· tas; y en ella se han formado, al calor-·del precepto y del ejemplo vertidos por los labios y la pluma de Rodriguez . Zapata, ad~más de Ayala y ~écqu~r, ~endonados . .yá, muchos nOJll~res ilustre$, b\lentos muy diversos, hoµtbí·es · tan notables cé>mo los dos malogrados escritores Cayetano E ter y Fran~isco Escudero; C<?mo Ramón Rodríguez Correa y Antonio .M aría Fabié (no. han de obligar un próximo parentesco- y largas deudas de gratitud á coniet-er omisiones injustas); y Narciso· Campillo y !a eximia ·poeúsa sevillana Antonia Diaz de Lamarque, dígna de universal renombre; y Antonio -Sánchez Moguel- á cuya · procligio.s a erudición y memorja : debo mu_chos ·de los da- · · tos contenidos en este trabajo-y otros esci:itores más jóvenes, continuadores de tan gran ·mo~miento l~terari?· · . ·y ¡para coincidencia, digna de· observa~i-On! compart1p
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CARLOS PERARANDA
PROSA.
D. Francisco Rodriguez Zapata la misión educadora de la juventud en el claustro universitario de Sevilla con su paisano insjgne · D. José Femández-Espino (no muy ave·nidos ambos en sus afecciones y teorías), así como el conocimiento profundo de los clásicos latinos con el que fué modesto y sábio catedrático de esa asignatura, don Jorge Diez; y hoy comparten asimismo en, el claustro de Madrid las tareas de la enselianza literaria dos sevillanos ilustres, ya citados, · discípulos ambos de Fernández-Espino y de Zapata: Sánchez Moguel y Campillo, los dos • tan conocidos y tan unidos al que esto escribe por lazos ' de fraternal afecto que no debe detenerse en su elo~. Pero si grandes son los merecimientos· de Zapata co maestro de la juventud sevillana por espacio de cua ta afios, no son menores sus méritos de escritor. Era Zapata, ante y sobre todas sus demás cualidades, un poeta de ·grandes alientos y de exquisita forma, si no el último, sin disputa· el más genuino representante de la tradicional escuela sevillana: sus versos inspiradísimos, correctos y reposados, siendo personales y sin confusión posible con otros, á menudo recuerdan la perfección inverosímil de los de D. Juan Nicasio Gallego, la austeridad de estilo de Reínoso, la profundidad de Rioja, y la naturalidad y la pureza de los versos de Lista. Aunque llenos de· ideas graves y por lo común religiosas, hay en ellos mucha. luz, mucha diafanidad, mucho color y mucha exuberancia; la exuberancia, el color, la diafanidad y la luz del cielo y de la naturaleza de Andalucía: por mas ·que pese á las estériles predicaciones, hoy tan en boga, contra la forma en el arte, cuantos aman con amor fa. . nático la belleza seguirán considerand9 aquélla como consustancial para los fines artísticos, y los ojos aptos para percibirla última, continuarán pidiendo luz deslumbradora, y los oidos educados en el buen gusto, divinas nrmonfas. Y en aquella sagrada región andaluza, la Campania espafiola, siendo Campania la Italia de Italia, la luz des. lumbra y las armonías pueblan el espacio: todo es color, todo es luz, todo forma, belleza, armonfa, poesía, arte,
desde la flor el.e los campos hasta el azul de los cielos, desde el insectillo fosforescente hasta las perpétuas llamas solares. ·La Naturaleza allí es un arpa eolia que eternamente vibra como pulsada por las manos de génios inmortales. A influjo tan soberano no puede sustraerse ningún poeta que allí se forme, y no se sustrajo Zapata, aunque son, por otra parte, sus versos de una sobriedad irreprochable. Si bien él mismo se declaraha entusiasta de una sola e§cuela, la escuela de lo bueno, son sus composiciones de un puro clásicismo, tanto que, según ~m bién su propia frase, con sangre de sus ven.as hubiese borrado afleios pecados de romanticismp en que incurrió en sus mocedades, en unión de Tassara, Tenorio, Bueno y otros poetas, con una curiosa publicación que ·se tituló La Lira Andalu.za. Las ideas religiosas, la exaltación del ainor al suelo natal y á sus más legítimas glorias, fueron las principales inspiraciones del maestro, y entre sus mejores poesías, si 9ábe elegir entre ellas mejores, cuentan la titulada Al Beti's, la oda A la Purísima Concepción, -y los magistrales sonetos- género en que no tiene rival, á no ser Manuel del Palacio-~ Dios (dado á conocer en el Ateneo de Madrid por Sánchez Moguel), y A Arias Mo11táuo. ¿Cómq su reputación ~e poeta ha quedado tttn por debajo de sus grandes merecimientos, siendo el Sr. Rodrituez Zapata una de las principales figuras literarias 'de la Espafia contemporánea? Dificil es contestar á esta pregunta; sólo es oportuno citar un nombre y recordar un hecho: Tassara, popularí~imo en . A.IJ!~rica, murió en Madrid en 1875 casi desconocido, y su muerte fué el rescate de su fama, cautiva de la indiferentia de sus compatriotas. La notoriedad tiene algo de caprichosa y mucho de ingrata. En este siglo de las apoteosis en vida, de las faliciclades de la publicidad y dé las prodigalidades del aplauso, no podía suceder otra cosa á un escritor y á un hombre de la modestia del ilustre sevillano. Vivió Zapata alejado de esta fiebre, de este vértigo .continuo en que
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~ARLQS PERARANDA
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Madrid, !9
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los demás nos agitanio ; hizo un cúlto de sus deberes, y prefirió al · rliido y á los aplaus·os, que j~gó efímeros, el calor de los a.fectos de familia y el reposo del hogar, siempre abierto á sus .alumno~ num~rosísimos, ·que_á diario lo . visitaban . en busca de una enseí"ianza, de un estí. mUlo, de. un consejo: él, poeta de los más eminentes, ni · siquiera coleccionó sus obras, ni · quiso jamás disputar -el triunfo á e critores de más ambición ó á medianías .de ·mayor audaCia~ , . . Tiempos· ·son de tempestad fos ~ctuales) en que lamayor parte de los hombres zozobramos sin brújula en el mar ágitadísfmo de la vida, á merced de la ambición, del· ansia de triunfos, de la - s~d de goces materiales: en el Océano, cuando lo mueven vientos borrascosos, asi~ mismó se ven débiles barcos, como endebles len.os, juguete5 de las olas: sólo los b~ques de gran pujanza, de vigoroso empuje. marchan entretanto con rumbo inv.ariable y cierto al término de su viRj~. · · La familia del maestro para tantos inolvidabfe, .proy.ecta la · publica~1ón de !as obras completas que el no quiso· coleccionar en vida; y el :Ayuntamiento de $evilln dará, á lÓ que parece, á la calle · en que residió largos a~os y en que ha muerto el Sr. Rodríguez ·zapa~a, el · nombre del gran poeta. Ag~slo
dd 188.9. ·
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SEVILL.A Y V ALLADQLID
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· N~ soy yo· quien reune estos nombres, síno el Almnnaque de la llustra'Ción Espafiola y Americana del afio · 1886. Aún recuerdo la impresión que me causaron las dos páginas seguidas, entre 151s que par~ce que floran: re, convenciones y sonrojos: la de la izqui~rda repro~uce~. en · excelente grahado, una preciosa escultura de Susillo, que representa una bién concebida ALEGORTA DE SEVILLA: la de la. deredia estampa el sentidísimo romance leido por el ilustre Zorrilla e~ -la inauguración dél teatro de Valladolid; que lleva su no~bre. Aún recuerdo Ja penosa impre ión· que una y otra página me causaron: f q.é hácia principios de Enero d~ 1886; hallábame · en Puerto-Rico, dispuesto á emprender injusta y larga peregrinación á Manil::t 1 y ni la agita ión · de mi ·espíritu, : combatido por. las infE\mias de los pequen.os que: éhdiosa" la fortuna; ni el tiempo transcurrldo, ni la djst~n~ia, que- -entibian todas las cosas, han sido · bastante á debilitarla: · Conte·mplé largo rato-aún lo recuerdo...:. ta hermosa alegoría · de Susillo, con ojos velados no sé si por bruma 9,e hondas melancolías y · antigúas memoria~. de sevillano impenitente; ó por_ espesas lágrimas agolpadas en ellos, y sintiendo quemadas las mejillas con rubor dé culpas ajenas. Sobre uñ haz de fr:uto$ y d.e flores que descansa en una inspirada agr'upa9ón:'a'l.eg~Jftc~, F perezosamente re-. · ·clinada, env uelta en. t._Q.les _, t ·gas'fr'$>., ~.:. dejan adivin.a r formas sensuale~· y ooplénd.idas, ;.yaee ·~.e~}t{l: debajo, la reja morisca. · circundada de . hojosa .yedra, fa árabe _maceta, la. misteriosa persiana, ltl rpa~ta 'mágica ele .-Murillo, la escultura, en bqsto,,. ~el . Naz::µ-eno, .de Montaflés; la ancha tizona con que· acaso el legendario 1rey D. P_edro mató cuerpo á éu~rpo ~-. un riv~l impettiri.ente en la nocturna . aventura de la calle del Candilejo¡ .al lado, 1'1
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CARLOS PERARANDA
PROSA.
guitarra con moiia, con que los andaluces modernos matan el tiempo y el hastío. Arrodillada sobre el copioso haz, emblema de la f eracidad de aquel suelo, está la Fama, las alas extendida.s, la trompa inútil bajo el ·siniestro brazo, escribiendo con el estilo de su diestra, en la saliente de un niuro, los nombres de sevillanos célebres ... ¡VELAZQUEZ, RIOJA, LISTA, B~c:QuER •• : I Y á le lejes se eleva la Giralda como un giga~tesco suen.o árabe, interrumpido y coronado más tarde por el cristianismo triunfante. Parece que la Fama ha inútilmente pretendido despertar á Sevilla: ésta muestra, en su indolente postura, el muelle abandono y la oriental pereza de la odalisca, con la carne cansada del abuso de los placeres, y el espíritu entorpeddo por las degradaciones del harém: tienen sus miembros la laxitud de una bacante rendida, á '1 uien importan muy poco los estímulos de la g-loria, ni las sacudidas vigo,rosas del poryenir: tal vez descansa, sobre el desordenado montón de sus tradiciones muertas, desPl!éS de alborotada fiesta en que, al compás de ruidosa guitarra, cantos flamencos, gemidos hondos y broncas palmadas_, ha lucido el repiquetéo prodigioso de sus piés diminutos y el gallardo movimiento de sus redondas caderas: quizá asistió. á los toros, y entre la orgía de moti.as y capas de seda, mantillas blancas y calaftés negros, bullicio, músicas y alborozo, victoreó á sus matadores predilectos, silbó y gritó á los que no le agradaron, movió rifias y pendencias agrias· sobre el mérito de esos héroes populares, vociferó en la cogida y muerte de · un picador torpe ó infortunado, bebió, después, entre entusias- · tas brindis, dorada y olorosa manzanilla, y ébria de vino, de sangre y de emo9iones, duer.me ahora proftindo sueno. Es inútil intentar despertarla. En ·1a página derecha, que al cerrar el libro, cae sobre la triste alegoría como la tapa de un sepulcro, corren fáciles y armoniosos los versos del último cantor de las tradiciones espdfiolas: veamos el contraste; dice el gran poeta en la inauguración del Teatro Zorrt1la, de Valladolid:
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"Hoy, por gloria 6 por castigo .•.
A Valladolid á un tiempo, Dios cuatro poetas dá, Cual profetas escuchados Hoy en su país natal. El tener muchos poetas ¿Es buena ó mala seilal?"
Y se contesta él mismo: "Yo no lo sé: hoy somos cuatro · Puestos sobre un pedestal, A quienes su pueblo adora De sus héroes á la par: Ntti'l411 de Arce, que sus versos Graba en bronce y pedernal; Ferrari, que lleva en su alma Todo el cráter de un volcán; ea110, que tiene por pluma Un escalpelo social, · Y yo, á quien !han dado fama Un D. Pedro y un D. Juan."
· Instintivamente volví á contemplar la bella escultura debida al cincel de Susillo. Sevilla continúa en su letargo; la Fama no ha grabado más nombres que los que arttes enumeramos: en ~a prolongación del muro deben suponerse los c;le Hertera y Murillo; debajo de Lista habrá quien eche de ménos á Reinoso ... ARtes de Bécquer, acaso debiera figurar Gabriel Tassara ... En tanto, Zorrilla continúa diciendo:
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"Cuando á la ciudad venimos Nos sale el pueblo á.. esperar, Con ántorchas alumbr:fndotlos En cabalgata triunfal." Con nosotros viene siempre La alegría, el bien, la paz, Las fiestas; las serenatas, La luz, las flores; detr:fs De nosotros queda siempre La fé, el amor, la amistad Y el consuelo; en los oidoa
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CARLOS PE~ARANDA :
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Queda el eco musical De los versos,· y el estruendo Del aplauso i;ertinaz ... ~'
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La perezosa imágen de Sevilla, -permanecé iri.móvil y dormida sobre el haz · riquísimo de frutos "y flores, y el montón _informe de sus tradiciones groriosas·. Imposible despertarla: tal vez bailó mucho al compás de ru~dosa . . guitarra, cantos fiamenc~s, gemiqos hondos ·y b.r oncas palniadas; acaso, al br~ndar por sus toreros, s.e exéedió .. bebiendo . d-0rada y olorosa manzanilla, y ébria de vino, de sangre 'y de ·emociones, duerme a·hora tranquUo y · profundo sueno. Una· luz pálida, como de uri sol que . -muere, brilla en la cúpula de la ·Giralda, y acaso refleja . · · · · · moribunda, cayendo sobré el encaje de piedra del Alcá- · zar: la Fama e ha detenido en Bécquer 1 y apoya con 'fuerza el acerado estilo sobre la U, como si quisiera .· afirmar la duració~ de este nombre: tal ve7. la sorpren · · diérais recordándole que sevillanos son grandes artistas ·y grandes ~scritores: Arjona Y. Valero, Can.ete y. Fernández y Go~zález, . el autor· de Memoria antigua_, y el. ~e · Gabriela de .Vergy .. ; Sevilla,· duerme todavía ..• Inútil · 'serí'a que Ja Fama escribiese _más nombres'..... t. ¡No há . de . leerlos!... · ..
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M_nnila, 1887.
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UN SALUDO Por . el vasto desierto de las olas, deslízase el buque majestuosamente, .sin más ruido que el sordo y · acompasado de la hélice, y el de las removidas aguas que saltan, se arremolinan y huyen córonadas de espuma bu- · lliciosa. El humo ael vapor, en forma de penaclto n~gro, se deshace cual larga y arrollada trenza de obscuros cabello~, y vá á perderse en las fa1das del Monjuich, c"omo ·i ntentando deélicarle· caricia prolongada, ó murmurarle un adios silencioso y lastimero. . · · Poco á poco, un denso velo vá extendiéndose sobre la tierra, yá lejana: el grandioso monumento á Colón, de · que puede estar orgullosa Barcelona, semeja una "negra aguja de hierro que .brota de la~ azules aguas. Una hora más ·de marcha, y la noble tj erra ,espai'l..ola· s_erá sólo un insistente recuerdo. . Allí .quedan. el deshecho hogar, las dulces memorias de la infancia, los g~ces fugitjvos de la primera juven- . .tud, los desencantos· amargos de la edad ma9.ufa: alfí los su-eilbs todos, las ilusiones 'todas de nuestro corazón y nuestra mente, los anhelos de la ambición, el cielo hermoso de la esperanza abic;!rto á nuestros ojps por · los dedos de ros.a · de los ·amores: allí también la asecl].anza 'infame, · el· eng.ai'l..o cruel, la perfidia innoble, la · ruinJ enVidia, contraste inevitable de fa ñumana existencia: así nuestro adios participa de angustioso dolor, de dulce melancolía, de triste reproche. · En tanto, el enorme m<)n!?truQ de hierro, como negro fantasma, se desliza veloz p.o r sobre la superficie de las aguas, . devorando y salvando las vastas soledades de las olas: trás de un horizonte, un· nuevo horizonte se des·-cubre; á un círculo de agua, .ó tro circulo de agua ~ucede¡ ·á dormidas ondas, ondas agi~adas. Y el mónstruo prosigue su marc.ha rapidísima, ven~endo cuantos obs-
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táculos se le oponen: si rujen airados vientos que amenazan abatirlo, á los más rudos vientos desafía;'y, cuando, en med~o de gruesa ma(ejada, su proa se hunde y parece sumergirse, y celebran las olas su triunfo próximo ansios~s Y s~guras de tragarse al gigante, éste se y~rgue de · 1mprov1so, las 1'iende y separa entre asombrada espuma, y por el apretado cinturón de agua que le cifie y estrecha, paséa sus anchos rifiones de hierro, y desliza, alzándola vencedora, .su robusta espalda. Llegada la noche, sigue el mónstruo su carrera, adelantando en la obscuridad la luz intensa de sus dos poderosas pupilas verde y roja: otra luz blanca en lo más . ' alto d~ su r:ente, co~o el d~ lqs cíclopes de la antigüed~d m~tológi.~a, semeja un OJO claro y diáfano: si enemiga mebla cierra con velo espeso el horizonte, el gig-ante acorta su paso, y de sus pulmones de bronce lanza á. int:rvalos poten~es resoplidos, anunciando á larga distancia su presencia y su fuerza. A la hora del descanso, se multiplican los ruidos del organismo férreo: los pesados guardines del timón 1 al correr· b:ácia uno y otro lado sobre su lecho metál ico producen ~ones misteriosos, como gemido prolongado una~ · v~ces, otra~ como lejanos gritos, ó como lúgúbres campa~as, clarines roncos ó voces de angustia. La robusta héhce acentúa en el silencio la trepidación de sus revoluciones, con la regularidad de un péndulo, y á estos rU~ores mezclados y confuso"s, únese á amenudo el acompasado ¡oh, eh! de los hombres de mar ocupados en las pesadas faenas marineras. sueflo de los sentidos y el espíritu se siente· Huye sobrecogido de temor religioso: débiles planchas de hierro, de: menos de dos centímetros de espesor¡ i;ios separan del ~b1smo negro, espumante y ~rofundo: crugiente armazon ae e~debles maderas nos cobija: á centenares de metros· ~ebaJo de. nosotros yacen sepultados sierras, valles y cobnas Y ciudades v continentes de un mundo prehistórico Y. desconocido: millones de séres micro-orgánicos, ·mec.Uhnte labor de siglos, levantan sus madréporas, sostén
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-Oe nuevas islas y nuevas ciudades; tal vez la mar poderosa y persistente socava con fuerza la base de con~inentes orgull_ os9s de su riqueza ;¡ su civilización, y crecimientos volcánicos, aliment~dos con sus sales amargas, elevan lentamente hácia la superficie de las olas· los nuevos y vírgenes continentes que han de sustentar, en el transcurso de los tiempos, los pueblos futuros y las civilizaciones venideras. Entretanto, millares de mónstruos mannos pue~lan ,, .el s~no de las aguas, y descansan en su fondo riquezas destruidas por la mano fratricida .del hombre, y restos de naves y de humanos · séres sepultados por la violencia de los huracanes y las iras del Océano. Transcurren los lentos días en marcha siempre y siempre interrogando al horizonte: á nuestras espaldas quedan el Mediterráneo, mar de la historia de Occidente, ·Y el Rojo, mar de la historia oriental, unidas ambast así como el espíritu humano, por el Canal de Suez, suefio grandioso de los Faraones, soberanos del antiguo Egipto, realizado por Lesseps, soberano de la ciencia moderna. Atrás quedan el estrecho de Bab-el-Mandeb, angosto. y peligroso; las aguas de Abukir, gloriosa para la bandera británica; la roca· abrupta de Aden, en que el águila inglesa ha colgado su nido dominando dos mares: el extenso Indico, la Punta de Gales y Colombo, célebres por· su belleza, su comercio, y sus bosques maravillosos · de canela: el tranquilo estrecho d_e Malaca, y, por último, Singapore, hermoso florón de la In.do-'Chiila hoy emporio de civilización y riqueza, avanzada inglesa situada también entre dos ma,res y postrera etapa del viaje. · Y allá vá el pesado mónstruo de hierro á 'los cónfines , en donde nace el día, cuna del sol, como es el Asia cuna de la civllizaci6n 1de Occidente y cuna también del géner<:t humano: allá vá, al Archipiélago famoso en los anales de la .historia espaf'l.ola, preftada de descubrimientos y conquistas. A.ú.n vagan por sus islas numerosas las sombras venerables de Magallanes y Elcano y Legazpi: aún .ta fecunda tierra está empapada en la sangre ge- "'" nerosa de grandes soldados, como Salcedo y Goiti; de
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CARLOS PEN°ARANDA
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preclarós -varones c~mo Simón de Anda, de religiosos de piferentes Orde·nes, mártires de la fé y héroes de. la pátria, que con el Evangelio puesto sobre su · cabeza velaban ·por la integridad del espíritu, y · con las ·armas sobre los hombros, por la integridad de la gran nación· espafl.o1a: ·todavía las brisas de s4s mares proclam~n asom-· bradas las rique~as d~ la famosa Nao de Acapulco y las hazafl.as irr~reibles de los marinos, hljos. de la pátria de Santa Cruz y de D. Garcia de Toledo, y terror de las escuaJta~ chinas, y de holandeses é ·inglese!?· ¿Cómo España, al parecer pequen.a prÓlongación de tierra en el Occidente de Europa, dominó territorios tan vastos? No se :sabe. La tierra del planeta, siendo infinitamente m~s pequen.a que ·el Océano, abarca y limita Ja inmensidad de los mares.
.. OTRO MENDIGO.
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Sólo . ~llá, al arribar.·frente á la Perla del Oriente, el mónstruo · de hierro, . ce erá de devorar distancias, y, con el mar vencido á sus piés, contendrá su respiración gigantesca y cJavará sus pqderosas garras de acero eh el · seno pr~fun~o de las aguas: y nosotros, léjos de la tierra que nos. vió nacer, al pis~r otra, espaf!.ola Út.mbién y para nosotros otra vez hospitalaria, la miraremos con el amor que ha de . profesarse á la que será depositaria de queridos séres, á la que custodia cenizas de otro pedazo de nuestro corazón, .á la· que yá guarda .memorias de nues-. tíos dolores y nu"estras alegrías, consagrándole, como á amiga antigua y ·l eal, un aludo ferviente y · carifloso. Mar de la Cliina, 1'6, sepli4mbre, 90.
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Una tarde húmeda y fría ,de o~ofio, de ese otoflo lle ~adrid que anutlcia, algunos afios, la llegada de un invierno largo y aterido, bajaba yo la anc:tia calle de Al· calá, en dirección de Recoletos, presa el corazón de esa infini.ta melancolía propia de los días lluviosos, y sin'tiendo gravitar sobre mi frente toda la pesadumbre de un cielo . triste y ceniciento. Entre la escasa gente que pasaba junto á mí, hubo de despertar mi atención distraída, una seflora pobremente ataviada. que llevaba de las manos dos nittos, y.seguida d~ . un mozo que. conducía un baul viejo y maltratado, d1ngíase á toda prisa hácia la calle -del Barquillo. lndu-. ·dablemente parecía una viajera que acababa de llegará la córte: era de pequen.a estatura, delgada, esbelta y jóven: su rostro era muy pálido; sus ojos, azules, tristes y profundos; notábase en ellos como una expresión de cansancio; en su frente y mejillas, seilales de hondas luchas: una nifia , como de diez afios, que llevaba cogida de la mano derecha, se le parecía de un modo prodigioso;· tenia en las pupilas la lucidez y en los lábios la ausencia de color propias de la clorosis hereditaria y sostenida 1 r , esa en.ermedad de las grandes ciudades y de las g-ran· des miserias: de la mano izquierda llevaba un nitio 1- de tipo difer~nte, grueso, de color moreno térreo y ojos obscuros y vivos. . . ambos eran seguramente hijos suyos. Por largo espacio, el grupo fijó mi curiosidad y detuvo mis pasos: sus trajes denunciaban una extrema pobreza· los niftos llevaban raídos y remendados vestidos de ve: rano; los zapatos rotos dejaban ver sus piés desnudos de calcetines, y los talones gastados y vencidos hácia un lado, apenas les permittan seguir la impaciente y nerviosa . 10
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CARLOS PERARANDA
ma~cha de su i;nadre. Esta era . lo que se · uama una· .belleza· marchita; los :pobres niftos una esperanza,, m~rchi~_a, .. ,.. · asimisrrtQ, .antes ·de tiémp_o. . . ' .· · .. · ·· ' Cuande se alejaron ·de m~J .la . mfta preguntapa ~ su .madre con voz. ~~cijill_~ ~ d~ápar:!~l~ ? -"Mamá, ¿no es ver~~~e va~os á ver l\ p~pá. · ¡Juanito · dice que no!" · · . . . Se perdieron de vista, y !º. seguí. nu ant~.r r ca~n~: ' H~ .~quí"-me decü~-una pobre famlha más.-1 qµe . Ue~a . . c1 ·. M·a drid á esta fosa común de. las esperanz!S ~pómmas · de tañ;os tipaftoles ... Y ¡quién sabe!~., . 1'!antas v.~c~ ·~a ini~ia es ia ~aQtesala de la fortuna! . . : . ·.. No ." había 13ér viviente en . el paseo de - Re~.olet?s: los modefnós ~hoteles, .con su frío aire ae opulef:l:ClR .b~~~~a e~cÍoniing.ada y sus mezquinos parqu~s. de_ I?~~n.t~s "aJ1.p~a d~ y _raquíticas parecían confirmar m~s .. ult~m~ refle_x10~ 1os altos árboles, otras vec:s bulbc~~sas c~udades .de tos pájaros, tlesnudos casi ~e hojas, semejaban ~squeletos , . _de la pasada pri111avera: la naturaleza, dormida,. ~spe: raba confiadamente en .la acción l!ansformadora :del tiempo, que este eterno defraudador y burlador de lo~ hombr~, jamás engaiia á su fiel compaiiera~ la cual en _el trans.. curso brev'Ísimo de un afio, -nace y ama en la pnmavera, goza y: ríe en :el v.erano, mústiase y declina en otofio, Y .. ag~niza éiitre 1as nieves del invierno, p~ra renacer nue' . vamente, " , . ·· . . Al .pié de un banco rústico, hallé una c;artera olvtdada; miré. á .todos lados.. . nadie pasaba po~ allí. · · me tentó la curiosidad, y · me dí la 1.d_isculpa ~e qu~ era pre.ciso ·ver su contenido para pedm seftas mequ1voc:as al · que· 13e present~se· á recla~arla. . .. Abrí 'el brocJ:ie, c¡¡t.si en~oh.ec1do: la c~.rtera sólo con. . tenía, en el súcio . librillo, algunas suma~ y .rest~s de cortºa s cantidaues, de las que venía á ser s1empr~ la base de operaciones . esta cifra;.. 450 rea_les: compren di.· que. se .trataba de un presupuesto de gastos: en una separación de un lado había tres cartas sin sobre: las desdoblé Y ·. ·1.eí, _con ..Pulso aliera_do, como de quien sorprende un se-
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enorme atraso eñ mi carrera. ¡Ojalá tú fueses Miniitro, como mereces,· y pudieras hacerlo por tu mano! Te lo suplico, querido Pepe, en nombre de mis pobres hijos, débiles y enfermos, que juntamente con su madre, están en Toledo~ comienqo pan de limosna, amasado con lágrimas y reconvenciones en casa de nuestro avaro tío D. Ram3n, á quien yá conoces; te lo· ruego por lo más sagrado, como la única salvación de tu infeliz amigo•.. " Ambas ca_rtas tenían este nombre al pié: Juan García. La tercera estaba dirigida á su esposa: la leí-también... ¡"Mi queridísima Adela! Recibí tu carta de ayer, con gus~o por ser tuya, con pena por lo que me dices, y por ' · esta separación de tí y de mis hijos, que sois la mitad de mi vida. Por mi parte, resuelto estoy á que os vengais á. mi lado, y aquí juntos, correremos todos los azares de nuestra mísera fortuna; pero sabes nu~stra situación, y las deudas que nos agobian · y día por día aumenta la usura, y aunque muy poco puede costar el viaje tuyo y de los niftos desde Toledo hasta aquí, desconfío mucho de que quiera darte el dinero el avaro de tu tío ... Si lo consigues, avísame tu venida. Noticias... no puedo comunicarte ninguna: hoy me he resuelto· á escribirle al Ministro, éasi seguro de que no leerá mi carta; y he escrito asimismo á. Pepe... 'y he de5cendido hasta el lenguaje de la adulación con este . miserable, cuya historia conoces, cuya incapacidad es _ notoria. Sigo escribiendo en El Vigía, periódico que acaso lleve á este mentecato á una Dirección general ó á un Ministerio: de suelGo, nada todavía, pero hay que tener paciencia: yo me siento explotado; dentro de mf noto que se levantan protestas é indignaciones... · Indignación contra el Ministro, que reserva los mejores puestos para muchachos que improvisa y que apenas con· curren á la oficina: indignación contra Pepe, el amigo de la i.nfancia que, ebrio de orgullo, se hace el sordo á mis ruegos y pisotéa mi -dignidad y mi conciencia, mien· tras proporciona credenciales de mil duros á los que, como un cierto Solares, -las piden por medio de una pa·
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PROSA.
CARLOS PEN'ARANDA
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rienta hermosa ... -pero hasta tf no debe llegar noticia que te salpicaría con lodo infame... -Indignación en fin contra mi mismo, que llego hasta á pensar que mf suert~ · es ~l resultado natural de mi torpeza; que acáso la audacia y ·el descaro sean energías propias del verdadero tal~nto, _.que debe. prevalecer merced á ellas, y que la resignac1~n y la honradez son el disfraz de la cobardía de lQs débiles ... · A veces me asaltan las dudas más Faras las ideas más absurdas: pienso que tú-¡perdónamel-p~icipas del desdén general que inspira mi falta· de éxito; que yo Sueft.o al creer que he luchado como bueno; que me equivoqué al ofrecei:te felicidad y úmor, cuando no he sabido hacer vale~ tus derechos y los derechos. de mis hijos á la existencia.. . que erré al no aceptar aquella fácil fortuna que tentó ni honradez en América.. . en suma, que el error y la debilidad son mi patrimonio; que he labrado vuestra infelicidad y . que tú lo conoces y me reconvie· nes silenciosamente desde el fondo de tu alma. . He. da~~ eternos adioses á mi esperanza ... pero ¿y tú? [Y mis hi10s? ... ¿Qué será de nuestra débil Ana, de nuestr.o pobre Juanitof.:. Yá dudo de todo... cn;o que la vida es una burla inmensa de '1a muerte, un festin perpétuo de los fuertes, y una agonía inacabable de los dé· bites y de los honrados. · Ven, sí; á toda costa ven á mi lado: tu presencia, como la de nuestros hijos, me infundirá valor. ¡Ojalá no recibas en Toledo esta carta y te halles en camino! ... Así salva~ rás de la desesperación á tu-Juan." ¡Singular coincidencia de personas y nombres! Recordé aquel grupo que poco antes llamara mi atención ... Doblé las cartas, guardé la cartera, y dirigí mis pasos ~ la calle Alcalá:_ un ciego, con tranquilo ademán y estudiado acento, me pidó una limosna; y mientras se la daba, pensé que era éste un mendigo falsificado. Dentro de la Administración pública en Espada, carrera común de la miseria, más dignos de conmiseración hay... otros mendigos.
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m~ - j.f§tWf.'.y práctico que los sonetos
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., genio qy.e . ~e~e.btjdad, · ~on segqriclad . nos~i1la .. ®e Q ~s . . muY. a~~iado.. ~l Vt\llo, y· qu~ mejor .4ebié~ 1 lla· (Dafle, -_Qqr~- ~jerpplq, el carro de la glor4i . ó la__;,;,,,ortalidad á tl_-0nµ'c,ilio. _ Se.a de : ~Up lo que fuere, no tenemo interés alguno en sostener · !.lllestra opinión como la mejor, y el lector discieto_ p_u,e<!e elegir, si gu~t.a, cualquiera de los dos tftu· · los i.11;cljgidos ep. el párrafo ant~rior, y sustituirlo al pues- . trb, cu!t~do expliquemos el ·asunto de este tr~bajo, si antes, con ,mayor peq;picacia, no lo ~divina. Es muy .afiejo, en Espafta á lo menos, quejarnos de la indiferencia de la nación hácia sus hombres eminent~f y recordar que Cervantes murió pobre .y EsP.inet.n~re y ofvida~o, . y así otros muchos. El'siglo ~ctuat..:no quiere, s~ . <!uda, ~que los v:enideros lo tacqen ~e ip.gr!!t9 y P..9CfO ~~vi\izado y desde sus comienzos ha.procedi~C? <te. Q.is.tiBto . modo: .~.L ~d!de mismo de. la entr.eabie~ta s~p~lt_w;.ª cte~al- ' . . gunos. ~Cfitores célebres, la vanidag de c!ertos : goetas. y ' ~rador~s noveles, gusanos que .se nutren con los desp9. j<?S . qe, la . gloria aj~Íla, ha entonado himnos y discursos, poy olvidados por la generación presente: gen~al ha sido y muy reciente la moda de las desacreditadas coro11as ·. poéticqs; en las que una porción de sen.ores, 'muy con.o: cidos en su casa, á pretesto de . ensalzar .al difunto, . le ..-~pdere7.aban larga cosecha de lugares .comunes con los ~noro~ nombtes de sonetos, odas y elegí · . Pero todo esto era poco; se necesitat> sensual y material para patentizar la sábips y á los artistas; un espe~ácufo a toso de gloria, qu.e entrase por los ojos; 'una glor~l\ visible y · palpable, al alcance de todos los ingénios y de todas lEJS fortunas; un medio · IWis ~cil que hacer málos ver5os,
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elegías,
~. ·ln~s ~fque. ~l libr?, por .nadie · compr~do Y-_~t.
-. : . . !S' .l~y~~mos ~te artícµlo, ~ _ consu1t~semos j)U ~unto, ártJ!l cie~t~ ·a.f!!igp ttuestro( literato. ins~pe.~ ~ :ip.~ ..in-
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muy pocos ieido. . . · . 'Los pueblos má,s ·adelantados idearon las apo~eo~1s en vida, con Ínuchb de aspect<;> teatral, los cen~~ios de tos muertos ilustses, con · mucha parte de arti:fic10 Y.tramoya, como . los carros alegóricos· y las cabalgat . \{i~· tóricas; los.. -~u.ebl?s. meno5. adelantados se. con~~aron con honrar ·N'sus· muertos ilustres por medio de entierros pomposos, con lujo pagánico de coronas, cintas ·"Y. fl_ores. Muchos á sabiendas muchísimos sin •percatarse de ello, . J • • • • .. eritrábanse de lleno en una nueva rehg16n, tnvnll Y pa. sajera, yá anunciada por Comte; el culto . de los ~ran· des hombres: y como todas las comedias humanas tienen un final conocido, y un qesarrollo idéntico, la piadosa cos· tumbre, en cierto modo respetable,· dege~eró á po~o en el culto de . tos liombres medianos; después, en el culto de los ltombres vidgares, y por fin , en lq glorifi_cacip_~, tle to.dos-' los· muertos. ~ ·. < "Nmti\ . tañ tristemente ri'diculo como 'esta dcmocr~cia fúnebré ~á ·los· cartos mortuorios rec rgados de . ~inta~ y CÜbiePt;os· qe flores y-· coronas, no indi~.n ' que -~~~~. dm at' silencioso sitio de la verdad defirutlV'a los motta· les· despojos de · un s.ábió, d.e un poeta, de·· un artista, d~ un ídolo de la muchedumbre, ídolo más ó menos legitimo- álzado tai vez por. el azar, pero que algún tiempo la d~slumbró con los rayos de una gloria falsa ó verda~ dera: . hoy 1 esos ataudes, . literalmente sepultados por.; C?=· losales montones de corona.s, que á . diário vemos· pon las cánes, sólo dicen qué ha muerto una perS<?nR aco; modada, cuya familia no se sustrae á -la última .de las vanidades, y cuya posicion requiere . que esa van~dad se halague por los· amigos ·de la casa. . .~ Asf · co'.mo · entierros lian ·hecho ·nacer una mdl\stna, que se . devora · pe~ la c,ompetencia,_ la nueva mod~ de la coronación u11i"ve1'Aill, ·ha dado nacuruento ~ á una industria, yá' floreciente, que po_drí~m~s ·llamar ~a ind'l.1str;~ de la inmortalidad y el comercio de l.a gl<?rta. ·
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CARLOS PERARANDA
Reconocido yá, tácitamente, por la generalidad, que todos Jos muertos son ilustres y merecedores de la inmortalidad, antes reservada á los sábios y á los génios, ha surgido el importante problema de la conservación de todos los restos mortales, á fin de que kl posteridad' no se dé de "Cabezadas buscándolos, como •hoy sucede con los de Ce.rvantes; y de aquí una larga Jsérie de comunicados, que un día y otro nos aturden en los principales periódicos, acerca de la duración del zinc, del plomo y del hierro, comÜnicados en que esa nueva rama del comercio moderno, anda tirándose, v:amos al decir, fos féretros á la cabeza, esos féretros inmortales al alcance de esta generación gloriosa, más feliz que Calderón y Lope, enterrados modestamente sin flores ni coronas, y • encerrados en miserables cajas de madera. Lo único que hoy puede causar pena es morirse sin dinero; es decfr, tener que sustraerse á la coronación general, y de~lizarse por esas calles de riguroso incógnito sin cintas ni dedicatorias, ni coches, ni flores alegóricas. Ni es u~ muerto distinguido aquél de quien no puedan decir los periódicos el elogio contenido en este suelto que se repite como patrón general para el caso, y que, seguramente, recogerá la Historia: "La magnífica corona· que tanto llamo ayer la atención en el entierro del Excmo. Sr. D. Procopio Lagunilla, era de la acreditada casa de F ont y c.ª, Puerta del Sol n. 0 394." Para la gloria, no es. necesario más; ser poeta es una éosa ·contraproducente, porque el público-digo, los versos,-están en decadencia: ser sábio, es peor todavía, porque es de muy mal gusto que muera un sábio ~con dinero: ser músico ó pintor es aún cosa menos honora- ble. Siquiera á un torero se _le puede llamar primer espada ó simpático diestro, á un cantante, insigne artista, etc. ¿Quién, en cambio,. califica á un sábio? La cosa es árdua, y hoy no se hace por modestia. Lo más socorrido es el patrón oficial de las esquelas mortuorias; ésas en que se agregan título sobre titulo, honores sobre honores, cargos sobre cargos: ¿Qué mayor
PROSA.
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esplendor que poder scribir lo de abogado · de Get11fe; archivero de Turleque, propú!lario de ArgHmosa, exeelentfsfmo, '1ustrlsimo, ó á lo menos muy ilustre seflor?, Pero, volviendo á las coronas, referiremos una anécdota curiosa, que demuestra hasta qué punto llega ta exageración de esta ridícula costumbre. Hallábase enferma una linda j~ven, hija de un importante personaje político: un empleado protejido de éste, y su esposa, deshacíanse en demostrar su gratitud inq~ riendo maftana- y tarde el estado de salud de la enferma. -¡Está en la agonía!-les dijeron una maft.ana los deudos de la jóven:-Y el matrimonio marchó seguidame~te á una tienda de coronas. -¿La quieren ustedes de poeta?-Son las más bonitas y muchas familias las llevan de esta clase: vean ustedes; última novedad-dijo el dependiente. -Es para una lindísima jóven, pero que no hizo.nunca versos,-prorrumpieron á duo los esposos. -No importa: es lo mismo;-agregó con tono de superioridad el encargado dJ~- la tienda. Aquella misma tarde ret:ibió el matrimonio una espléndida corona de laurel con luenga cinta en que se leía esta dedicato~ia; "A la virtuosa María sus desconsolados amigos J. L. y R. P." Pero ¿cuál no sería la sorpresa _de los cónyuges al saber al siguiente día que la enferma estaba sana y buena? ¿Qué hacer cpn la corona? Un amigo les resolvió la duda: guardarla y dedicarla á cualquiera otra amiga que se muriese y tuviera el · mismo nombre. Madrid. 1890.
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•. {CUENTO IDEAL~S:rA.) : t. .. ·~ I ...... . -· , .. .
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, :-R~ti~tdo: cónfusatnente,-¡h_~ trans~urrido yá tanto tiempot,~q~e era de noble orígen y rara hermo5ura. Como ~l i~ealismo estaba en~ónces· c:te moda, y, ade.qiás, cóns- ·_ . ntu1a parte de su naturaleza, se pasaba la5 horas niuer· .. t~s s~fia~do con. el ideal, de .donde, más tarde, 'contrafo . • _la grave dolencia de las idéas: con .decir que ·son.aba, ~!ara~ente confieso que era son.adora, no·por culpa suya, · ~mo por . obr~ y gr~cia de las maravillas que la .despertai:o~ á la pntl)era JUventud ... Aquella catedral imponente !. ~~mosa, la . altísima y esbelta Giralda, qué parece el m~~ de_una mano de piedra señalando .al infinito; aquel · A-le13ar moro, creación o_riental, . dormida hace siglos en l~s .; b~az?s .~eJ 1"0c~idente, y del que cada ajimez es ang<>Sii puerta del deséo, cada salón nido abiert<1 rde11mor ..tib!-~ .'ft~W. ~ s~SÚálidad, suspiros y besos; aqdéi anch~ Y · ~.réno Guadálquivir; que en las noches estivales de • l~-paEe~~- ~rteri~ de plata fundida, cercad~ cte espada~ " ~ if~res ... porqqe he olvidado decir que nuestra he. roma er.a sevilfana. . · , C1!'1Jld!> ~e ¡>resent1 en el mondó por pri;,,era ~ sal~Aada con estusiasmo. Había leido á 'n uestros· • ~a~,'·.había admirado á nuestros divinos pi , b1a :ª.~pirado el v~io perfume de los vergeles. Y.,.,. ~~0 ~. ·torren~es con la mirada la· luz ·de .aqu ~ R,ac10 mfimto y. diáfano; y su expr'E¡Sión y sus idéJa tenían algo . de las formas esculturále~ del idioma, de los colores brillantes de la paleta, de los aromd de nardós • Y azahar,eS ~e las primaveras andaluzas, y de lps tornasoles y elandades de aquel cielo. · Las más nobles pasiones llaióaron á sus puertas, nunca cerradas en.tone . á lo generoso y á lo l>neno: y el amor
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s-~ . f'a;;es·J; fuego, la gloria C01J,~...dudosa;; PJº~Jl_S, la:. l\llSitaron... ~Cuántas veces so~ ~on . la fama,• d@"-~éc quer, . á )a. sol~ vista de ·unas campanillas azules! ¡Cuán. tas el alba sorpre~di6 á mi querida muerta, á oi;-illas del "sagrado rio" queriendo traducir ese himno al sol que . todas las mafia.nas repiten, con no sabidos riimores, arru- · llos. y gorgéos, pájaros y hojas, aguas y flores! . Creció... y herida de soslayo por el sol enrojecido de la en\'idia, acaso pareció demasiado· bella.. : y empezó á poco esa sorda conjuración de. las almas peque.n as y ae los seres envilecidos,· en que á un tiempo ~stall&Jl Y:'..f3e ,.sofocan rugi~os 9,e·. despecho; in~endíos ~~ µ,-a.:y inaldicion~ ¡ de ipipotencia. Lo que d~spués su~gió, fácil ~ su~erlo: ft(é•)>nle negado~ el a_gua y .!!l f~ego, y -nu~st~a he~~ina ~jp ;nombre ap~~do¡¡ó ªHuei: ,spelp jnhQ~p_ita\ario .V .:!-. benñ<t>n. . . ~ , ....... , ~.:.~ .. ,. _ ..._· r...
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. . '.I'iene ·Madrid atracciones ~e imán, dejos de grandeza y espeji~mos de gloria para el alma que suena, antes de qu.~, gastada y rendida Pj>r )a ludia, los liorosos ojos lo conviertan en mentidero de famas, muerte dévoradora .de . ~lusionés . y, cementerio .de esperanzas. y rulá fu.é élla, h\llftil<!e. :¡ pobre, rica de Íé y de alientos, áunqne con or · ipter.no . de los martirio§ .cercanos. . .. :· · . .·,,,-:no: esv.era vencer, yá está vencido." . :' e,Speraba 'y:encer; aunque jóven sólo deseaba canso; · p·er-0 bién ·prontb supo con pena que cilÍdad ·inmensa no había espació para un ho• ás, allí donde hay tan pocos liog&c s. · 1 qu,e conocía la sábia $~tencia latina 'ivorum ut lll · J4:plk;ltio ~a censúra. difficilis," ella hablase erigMto , mWStos ídolos y elevado mu.ch.os altares.,.. ¡Cuán ' prónto dwó .que derribarlos.. y des;truirlosf Vid alll el talento á swjd4) de ·ta fortuna: la · concienda al servicio de los poderos<>s; las letras atadas at · rro de la polftica;
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CARLOS PERA RANDA ·
sí ~l mundo "'es el imperio de las medianías, pronto conoció que aquél era el imperio de las nulidades, el botín de los fuertes y la apoteosis del miedo.- Parecióle ciudad de lacayos, ·entregada á la ciega adoración de vergonzosas divinidades el éxito, la vanidad y los placeres: • halló, . vestidos lle mercaderes 1 . , el amor , el mérito ' a amistad, la fama, y no· vid más que un solo comprador: el dinero .... Fatigad~ del espectáeulo del lujo, en el que vió tantos espacios negros en el espíritu del hombre, tantas elegantes damas cuyos hermosos cuerpos iban en coche mientras la conciencia, al lado, caminaba á pié salpi~ cada de _lodo, cambió de sitio, y se cruzó con Madrid en masa, que se dirigía á los. toros; pasó por delante del C?ngres? y contempló la estátua de Cervantes, que pare~1a - med~r con pena nuestra decadencia nacional y ~olit1ca; detuvo~e lue~o ante la estátua de Calderón, y creyó que meditaba sllenciosamente ante las ruinas del teatro Espaiiol ... . Donde quiera fué, oyó hablar tenazmente del tenor favorito, del torero de ·moda, y comprendió que la fortuna Y el aplauso se pagaban especialmente de gorgoritos y ,pases de mulet~; Se refugió en el mundo intelectual, y un filósofo le diJo que su voluntad no existía y era no más u~a resultante. de las sensaciones de la materia; su me.mon~ un mec~msmo de impresiones atómicas y su int~ligeuc1a ,Y sus ideas de bién é inmortalidad una série d~ vibraciones y transformaciones de fuerzas'. .. Se refugió ~n el · mundo literario, y un crítico le habló de naturahsmo, y la halló anticuada, deforme y fea ... ·Un día~ mientras cerraba el funesto balance mental del ano, sinti9 frío, ese frío glacial de las fiebres del alma, precursoras de la muerte; pero no murió de una vez; su agoní~ fué larga, fué una muerte A diario, dura?te algunos·. meses: al fin sucumlJió una tarde en que . ca1a mucha meve en , los espacios del espíritu... ¡Pobre alm~ muert~! s~ agonía fué ignorada; tuvo por toda oración, el sllenc10, y por mortaja el olvido .
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PROSA.
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crft~cos á la moda, naturalistas mal arrepentidos penitentes. de "la.S almas muertas," y desead sólo que n(t mdera la a... si la teneis! De mí sé • decir que la h~ seilt1d~ morir, y c~i he ªSÍ:stido á mi propia muerte. . .. Desde entóQ.ces empieza esta larga peregrinación de mi destino, que es sólo la inacabable peregrinación_ de la muerta, de esta muerta querida, que en ninguna tierra puedo depositar; en vano las auras vírgenes y vigorosas de América orearon el triste cadáver ·que conduzco den· tro de mí á la manera de entierro fantástico ó de lúgubre paséo; y si algunas flores brotaron en _su sepultura, fueron esas flores mustias y amarillas, que Uam~n ~flo re$ de muerto", y se secaron al recibir el aire impetuoso de la' vida . ¡Anos de peregrinación~ largos y estériles! ¡Afios de pe· • regrinación por ·A méricá, por Oceanía, páginas en .blanco de una existencia que se' soporta abrazan~o un cadáver, y conociendo que la presencia de ese mismo cadáver, es el resto que nos queda de vida!
·r-- ¡No os burteis,
Manila_, 1887.
... PROSA.
DQN. JUAN IGNi(}IO .DE AUAS.
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· .~ .: · r:~¡,. · e'xcé,iición,..::..tríste·
privilegio de los inue"r~OS:~iliis-: · ·· tl'e!Y,_-:V~i:n~s ·á I?-a~ér bey una necrología. Es. ú.n ;"deber' • que : coñtr.ae- tod.a. j?luma: lionca<la con Ja memo.rfa.) ere. los hombjes excepciona1es, -:: Y todo .corazón recto ·cbb 1"51a: ... . zos;. .rótos poi' ia·; m~rte, del afeétó ·tiacia e1.:awgo que ·su'cumbe'. .Asr ~ nt>s :- s·uc~é ahOl"a · ·et: ma\ográdo escrit<;>t eüyo nombre · enéábeza estas lf sr ni otro tri.. _ butq Po.demos rendirle que el ae llorar .. su pérdida y enat. tecer su memoria. · · Ha si~o Armas· uno de esos intrépido's .viajeros que sucumben 'en la mitad del camino ·. de. la, vida, :cnarido todo hace presumir que pisan yá el terre110 desii fr.ittnfo, y Jl!archan, sin ·obstáculos, á su .definitiva victoria. Jove'n ·aún,-había nacido en la Habana el 27 dt ·Agosto. de 1841,-poeta de la raza de Heredi!l y Bello; lit~rafo de vastí~ima erudición; filólogo eminente, antropólogo distinguido, - a~ardµ.ba á su nombre el vuelo de dilatada faina, _ que hoy desplegará sus alas con doble celeridad como tardía compensación de la muerte inesperada del ·escri. tor _e xcelente. · . Fué. la vida de .Armas agitadfsima: muy jóven, sus exal. tadas convi<;ciones políticas hiciéronle sufrir las amar-· gura~ de larga expatriación, y arrastró- por los Estados Unidos y Veneruela las peno)3as nostalgias del desterrado, endulzadas por la presencia de su espos~ y las caricias .de sus hijas: , restabl~cida Ja .Paz en Cuba, regresó al .querido ;suelo ·natal, en donde se lé brindaban merecido puesto social y. general aprecioJ y en el que .el reposo de su espíritu y · sus aficiones al estudio de cieqcias y letras, y su talento excepcional, hubieran producido sus n!lturales frutos, sin .el viaje á Europa, que ha tenido " com~ altísimo precio la vida del poeta. . Europa era para Armas una antigua amiga: la primera ..Juventud del escritor se había deslizado eri Espon.a, en
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Madrid Pf~cisaip~nte¡ ot:ra ~~ "de ella ~n Par~, á dentte et' µiat~aao Arn_>as p~sália : ir en los días ep :qµe. le sorpren~ip~Ja .muerte: .<>tra _ll~te ·ep.. I~~a,· ... do~de* ciorió ñuesfrq c~mpatrwta sus .conocimientos de a{q .J . • ".¡ con el ,profesor J3oito hermano del célebre. maestr"ft Jill,Jor d_e la · ~r:a Mff.istóf~les . . ' · : . . ~ : ' : · · "' .~ '. i Cuando Arma~ llegó á Madrid, :; en· los ' pnmeros días del més ,. corrlente, sl! despertaron, coM0 ·do_rmido enjambre dulcísimos recuerdos en el alma del po~ta: aqui las re~iniscen.cias · de ·1~s ilusio'nes primerns de su juventud: .. .aquí .i~s viviente~ · memor"ias ·de las animadas · escena.s .de su mocedad:' aquí él te_a trq en que apar.ecieron á su .vist~, éomo ·suen.ós fascinadores y fugitivos, · ·~us · nobles aspiraciones dé ciencia y sus presentimientos de poet.a: en recientes días, tan cercanos yá de su muerte, Armas, lleno. de'· vida'. y ajeno á su' pr~xirno fin, se complacía . en rehacer las escenas qµe antes enume~amos; h~blaba con entusiasmo d~ su_s proyectos litéranos, g~~tionaba . activamente asuntos de i9terés. ~ara la c!µdad natal, y recreábase con la idéa de su viaJe. á Pans, en dondt: le ·esperaban las ·expansiones de íntimos afectos. . El que escribe estas líneas le saludó, al verle por v_ez . primera, coµio á ~n. antigub amigo: ?ún ~o )e co~ocia.: y yá · hacía inueho tiempo que le _est1mab_a y adrm~aba . . hácia ei a:fto 1882, residiendo en Puerto-Rico, con~c1ó su nombre, y oyó· las magistrales estrefas . de .ta otl~ Al . P<>rvenir de: América,. Y. la brillante poesf~ La ltr~ grie'j!a, de lábios de la .insign~ poetisa ,J>!!ertornquena Loia ..RQ- .. cirigtjez de - Tió, tan celebrada de. Menendez .Pelayo, Nu• f\ez de Arce, C<irtón y otrq.s ·escritores, y am1~a del alma del poeta :¿tibaÍlo; Y. el elogio mayor de éste, _cuyas, prendas no menores era~ \a energía y la_te?ac1dad c.;e can\cter, lo hemos oido,. sin qu~ él pretenqi:ra hacerlo, en · ooca del - ~alogrado escritor: siendo muy Jóven comp~so muchos versos que COJ;!denq al olvido,, y maduró su inteligencia con el est~dio, h1chó en s_ilencio con. las rebe!tlías de la forma. poética, y perfeccionó su estilo y pulimentó sus "versos, que, al ver la luz públic~,- Y esto lo
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CARLOS PERARANDA
alladimos nosotros;-tenfan yá al mismo tiempo que el vigor de una altísima inspiración, las cualidades todas, las seducciones y la magia del lenguaje de los grandes maestros. La noche del 15 del actual pasábala en agradable velada poética el infortunado Armas: nadie hubiera sospechado al verle aplaudir calurosamente los versos de Narciso Campillo y oírle recitar sus propios versos, que el nsigne escritor cubano estaba yá herido de muerte: una os seca y áspera interrumpía á veces aquel animado derroche de erudición y de ingénio. A los tres días hallábase Armas postrado en el lecho y atacado de traidora y agudísima pulmonía: vanos han sido los recursos de la ciencia, é inútiles los esfuerzos de sus amigos por asistirlo y salvarlo, en cuya noble taréa Campillo ha cumplido como bueno y Cortón ~ ha conducido de una manera admirable. Negábase tenazmente el enfermo á tomar las medicinas, y un delirio razonado y casi constante hacía mas dificil la taréa de asistirle: la residencia en una fonda atimentaba esta dificultad, y el infortunado Armas, aprovechando inevitables descuidos, intentó varias veces vestirse y en cierta ocasión lanzarse á la calle. -Se impuso la necesidad de trasladarlo á una Casa de Salud, en la que mejoró notablemente los primeros dí&S, recayendo y agravándose nuevamente el 29 y falleciendo al fin en la madrugada de ayer 3o. ¡Tremendo destino el suyo! ¡Disipar la primerajuventud corriendo en pos <;le las engaft~sas apariencias del ideal; gastar después las fuerzas del mezquino organismo y las energías del espíritu en ,tas luchas de lo real; separar los obstáculos del camifto., sentirse yá vencedor, extender la mano para alcanzar el codiciado premio, y tocar el borde helado de una sepultura! ¡Misterio, siempre misterio! ¡Sentirse jóven y sucumbir; ser inmortal y morir; se~ tir arder clara y deslumbradora en la frente la llama del génio creador, y que ésta oscila y se estremece y
. PROSA.
se apaga al soplo heltdo de la muerte! ¡Y, .al morir, al exhalar el último y doloroso suspiro, que la mano de la am~te . esposa no oprima la yerta ntano de~ morib~~o; que las lágrim~s y los besos del amor fili~l no .tibien con dulce calor· su frente sudorosa; y al espirar leJOS de esos seres queridos, lejos del suelo· natal, que la ~mistad sola sustituya de manera insuficiente esos piadosos - ~e beres de la familia, esos oficios irreemplazables, esas ultimas y supremas- caricias de los hijos, ese suave calor del hogar, por breve espacio abandonado, y al que yá nunca se volverá! . y aquí quedan sus despojos mortales modestamente se.pultados hoy en . el Cementerio d~I ~ste, ~~d~ á que algún día, con seguridad no le1ano, la distmgu1da • familia del finado, la Diputación de la Habana, en l~ que . el malogrado Armas desempei'iaba el cargo de ar.qwtecto proVincial, ó las corporaciones literarias y científicas de aquel país tan amante de sus glorias, los trasladen al suelo natal y los depositen en mausoléo digno de !~ memoria y de los merecimientos de tan preclaro hiJO de aquella tierra genei:osa, y de e?critor tan eminente. Madrid, 31 Diciembre 1889.
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·DICHO
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·v uLGARES.
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I Contn~ lo que genera~mente
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.se cree, no hay dicho vul-
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gai=. adagio 9 proverbio, que no tenga un origen curioso, por lo común descono ido, ya- arrancando de un hecho .t radicional, ya de una invención pro.pía de la· fantasía popular . y siempre de una aplica ión ' lógica y constante. Sabido es el abolengo de una . de estas · fra es célebres y Yulgares: la qúe se deriva ·de aquel famoso médico de Valladolid, que se consagraba á hacer experimentos científic.os en los ajusticiados, y á ·quien uno que .logro salar, al intentar el doctor ·realizar la experiencia en u · propia persona, le robó el dinero y lo dejó colgado. · De otro dicho vulgar y frecuente queremos hacer hoy 1a historia: todos hemos oido más de una vez · que /1tlano serla capas de sacarse 111i ojo con tal de que se quedase ciego su euemigo. Vamo á ,._er qué origen tiene e ta frase .del tuerto ,·oluntario. II
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En un día desapacible ·d e inderno, en que -con tanta intensidad se siente la nostalgia de la primavera, ló oímos contar á ex9elente narrador' al calor . del bogar y' al animadar cfü porrotéo de la lumbre. Caminaba la Fortuna por una senda de .flore ·. Acababa de amanecer, y las purísimas gotas de rocío, heridas por los ·rayos oblicuos del sol, y tei'l.idas por los arreboles de· la mafiana, semejapan Uit inmenso bordado de brilládora perlas en un manto extE!n'tlido de Oliente á Ocidente. uno y otro lado del camino. altos ~rboles inclinaban sus ramas espesas, á impulsos de la brisa matinal, como haciendo acompasado saludos tí la Fortuna: parecía q'ue
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~a misma .Naturaleza la adulaba inclinándose ante la ·dispensadora ·de.l éxito, c,lcl poder, de la riqueza y-de la gloria. . . ~n una encrucijada, .acechaban . su paso dos mujeres de s1mestra catadura, aunque de exterior diverso . .. LC:i _una, de ajadas mejillas, pálida y demacrada; de ., OJOS tt~rbados! ind~gadores. y penetrantE;S~ de palidez intensa, de traJe ab1garr~do, · anunciaba una existencia in· ·qu1eta y gastada. Su frente surcaban innumerables arrugas y cada una .denunciaba una pena, y ada pena una tristeza del bien ajeno: era .la Envidia. · L~ otra, de oji!los pequeños y viv'os1 .d raido. trajC) nanz ele pronunc1.a da curva, boca hundida y barba saliente, mirab~ con ~fán los rayos del s.ol que fingían entre las h.oJaS de los árboles hilos de oro, mojaba la punta de ns dedos en las gotas . de rocío, que intentába co~er. to!11ándolas por perla , y presentaba los signos exteriores de una fiebre ·ontínua y de una ed nunca sa iada: era la Avaricia. Pare ía ·que una á ·ptra ~é acechaoan n vez de acehar á la For.tun~: mirábanse r ncoro · · , y~ clarament·e . ,d aban· ~ entender que e · estorbaban, y maldecían entre dientes de u fatal en uentro. .t En esto a~elantábase la · Fortuna: su arrogante figura contrastaba con et a p c~o de las q\le la ,aguardal1an: no jbá vendada, que no há menester venda quien ha resuelto no ejecu.tar, co a a1guna que no ea un disparate. Su traje· era riquísimo, -lujoso el arro que la onducía, atés-. tacto de bienes y de oro. Al ver á la Envidia·y á la Ava~-ic~a, q?~dóse susi;>en a, .tomándolas por dos pobres que ·iban á 1~plorarle; luego onrió al c'ono erlas.
III . La primera· que habló fué ~ Avaricia; no pudo onte· nerse: la Envidia con aspecto reservado; escuchó en sil en io. · -¡Dame algún orol-gritó la Avaricia cQn voz de tem: plada.
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La Fortuna contempló á entrambas pensativa y después exclamó risuefia. . -Hoy es día hermoso y primaveral: todo ·renace, in· cluso e1 buen humor de mi juventúd eterna, que empezaba á cansarme: siento amor, languidez y cansancio. ¡Dichoso aquél que hoy me encuentre en ·s u camino! ¡Pero vosotras sois dos y no sé cómo arreglarme para hacer una distribución equitatiYal Por otra parte, os he coQ.ocido. No os niego mis bi~ne , pero daré un doble á la segu-nda, de cuanto me pida la primera que hable. Siguió un largo silencio. -¡Pide tú primero!-gritaba la Avaricia á la Envidia. Esta onreía y callaba. -No puedo - deteoerme, ~-dijo la Fortuna-porque son · muchos los qúe me esperan. y esto diciendo, prosiguió su camino. Detrás, mirándola con afán, y contemplándose recelosas siguieron la Enddia y la Avaricia. Ni una ni otra osa'ban romper el silencio: herían sus piés los guijarro~ del camino; sus pechos fatigados y jadeantes, expelían y. l1Spiraban difícilmente el aliento... Imposible seguir la rápida marcha de la Fortuna.
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PROSA.
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Pero en los ojos de la Envidia brilló una mirada siniestra, y contrajo sus lábios áridos una sonrisa de . triunfo. -Hablaré primero-gritó descompuesta á la Fortuna;pero, afladió, has de dar á ésta el doble de lo que yo te pida. -Seguramente, repuso la Fprtuna. . . -Pues bien, dijo la Envidia con acento tnuntante: ¡sácame un ojo! , .
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No ali.adió el que narraba si la Fortuna umplió el terrible deséo· de la Envidia, aunque es de &uponer que se realizase. · La Envidia, desde entonces, nunca sigue camino recto y marcha describiendo, sin darse cuenta de ello, irregulares curvas; ni, desde entonces, vé por completo co a . alguna cuyas perfecciones ó bellezas p rciba bien. La Avaricia anda á tienta , y como ~no cesa su fiebre tenaz, busca á la Fortuna y de ella, el oro ~ue la se· duce, sin notar que salva precipicios y bordéa abism<;>s que la tragarán algún dia.
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Madrid, 1889.
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A un tiempo la Avaricia y la Envidia' rendidas y ·sudorosas, rogaron á la Fortuna que se detuviese un instante. . Esta se detuvo, pero encareciendo á una y otra que . hablasen pronto: sig·uióse otro largo silencio. - Si hablo primero-decíase la Avaricia,-sólo obtendré . , la mitad de los dones que esa miserable. - Esa criatura vil,-murmuraba la Envidia,-no acaba de hablar, y yo no he de . resignarme á la mitad de los dones que le · conceda la Fortuna. -Puesto que no bablais, prosigo mi camino, exclamó, la última, disponiéndo e á emprenderlo de nuevo.
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PROSA.
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Sr. D. Román García Pereira.
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Barcelona l. 0 Mayo, 1886.
Próxi~o á embarcar, mi estimado amigo y c"ompaflero, . para mi nuevo destierro de Manila,. desempefto con estm; líneas la palábra que le dí en esa ciudad, cuando tuve el gusto ~e conocer á V., de oir sus sentidos versos, y de inf~r?1?rme del noble . proyecto J?Or usted genero. sa~ente m1c1ado y con inquebrantable ~onstancia perseguido, de · glorificar la memoria de Bécquer' erigiéndole sencillo Y elegante monumento proyectado por el inspiradísimo Susillo, y recordando á la dormida Sevilla, de · ·ese mod-0, cómo debe honrar el nombre de su gran prosador, y genial p~eta, una de sus más legítimas glor:ia.S. . Pero, ¿cómo deCir algo bueno y, sobre todo, algo nuevo, acerca~ de escrit?r tan célebre? Ocioso seña;· y én mi, t~_,$a imposible. Toda E pafia, toda Europa conocen ín· ' .:ftllp&Jmen~ ~l ~-arácter, las tendencias literarias, y basta m~ 1ns1gmficantes detalle biográficos del constante amador de las ca1npam1tas asules: todo el mundo sabe d~ memoria _las brill.a nte des ripciones del poeta, espe~ c1a~mente en leyend~s y asuntos de la Edad media, y con -él hemos aprendido á decir medito ante las ruinas venerables del · armónico estilo. gteco·romano: amo, ante los ~onumento a:quitectónico del mauritano sensual y · ~ac1oso; creo, ba10 hs bóveda augustas del templo gótico, de · que tantas muestras ofrece la insigne Sevilla patria de eximios. poetas, de grandes pintores, de bri~ lla.n tes · artistas; "Cielo de hermo os y deslumbradores suei'ios, y tierra fecunda en aracteres indiferent s ·y en perez-0sos olvidos. . Entrai: por otr~ parte, ·en la debatida matena del género é 1mpo~tanc1a de la rimas de Bécq~er, mal llama-
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das· suspi'rl11os · germdnicos, · que algÓ más son y mucho más representan, .nó sería del momento, ni menos dis<;úrrir acerca de gran poesía clásica y de la falta dé la epopeya en nu~tras letras. Y no escaséan elementos á esta última: desdé ·la Reconquista, comenzada en los agriüS montes de Asturias, proseguida tenazmente en el · rií'lón d~ Castilla, por -Toledo, Avfla, Segovia, aquellas viejas· ciudades:.. ' ,. . "vetustas ín~dres cuyo fecundo visigodo · vientre, cuyos robustos visigodos p~chos te concibieron con su ardiente savia, te amamantaron con su hidalga leche, · ¡oh noble · Espai'lal. .. ". como exclama el ·insigne Tassara (también sevillano), con. cluyendo con nacional orgullo . "Ya soy más espaftol, soy castellano"; · y ·terminada ante los árabes muros de Granada, hasta la glq_riosa guerra de ~a Irtdependencia, no faltan los .µiá grandes asuiltós histórico : aún reclaman su poema la increíble epopeya de Oriente.. en que temblaron· ante la espada· espai'lola de Roger dé Flor y de un · puftado · de almogávares el Iínperio de Bizancio, G;recia y los confilles del Asüt, . y las epopeyas del Mediterráneo, sojuzgado por otra espada ec;paftol:l, lá de Roger de Lauría, ·y libertado de los ~rabes por la de Jqan de Austria: áún lo reclaman el descubrimiento y conquista de América y filipinas, ·colón y Magallanes, Hernán-Cortés y Legazpi. Y, sin embargo, no carece el genio nacional .del necesario empu;e, ni "hay solución de continuidad en nuestra historia; y árite nuestras catedrales góticas y nuestro · alcázares moros, cuantos sentimos en la frente reminis· cencias de aquella~ glorias, . y bullir e~ el corazón y en las venas partkulas de aqµella sangre heróica, no ~ene mos más que cerrar los ojos· para que surjan' los engaftadores espejismo. del pasado, y cru~e arite nosotros aquella gran ria ióQ ~·a.stellana con su victoriosos pendones morados, sus héroes invencible , sus damas her-
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UN A.U.TÓGRAFO DE -BÉOQUER.·
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mosas y discretas, sus reyes batalladores, su morisma .humillada, sus sabios; sus navegantes, sus descubridores; aquella nación magnánima, que, al 0°frecérsele una empresa, jamás preguntó si era costosa y sangrienta, basºtándole con que fuera gloriosa y arriésgada; basta cerrar los ojos· -Par~ que renazca el pasado con · singular aparien~ia de _presente, en el florecimiento vigoroso de la córte de CásHlla, cuando no se ponía el sol .en nuestros dominios, y marchaba Europa tan sujeta al carro de nuestra fortuna, que en todas partes tenfase á honor pensar, amar y reftir á la espaflola. Nada de esto serí~ oportuno, .. aúrique se relaciona con el carácter persoaalfsirno de ·nuestros poetas, y de aquí el predominio de ·ta poesía lírica, y de los sentimientos individuales, como acontece á nuestro Bécquer; de quien soy,. como usted, amante y devotísimo. Y allá vá una noticia que tendrá gran interés para los hombres de letras, y que justifica el título de este trabajo. El autógrafo, el original de la famosa poesía ¡Dios mio, qué solos se queda1t lo~ mieertosl, vino á mis manos desde las del. egregio poeta Campillo, albacéa literario del infortunado Gustavo, ·y lo conservo como reliquia preciosa, á través de mis largos viajes y no escasas vicisi ~des. En la obscura hoja de este papel valiosísimo, . aparecen, á la izquierda, en sentido perpendicular, los asonantes que se proponía emplear el escritor; de5pués, como el balbucir de un niflo, ·:las primeras. aún incorrectas estrofas, en que yá se dibujan, sin embargo, vigorosamente .el sombrío y abierto nicho que espera á su huésped eterno; el sepulturero, impasible, apoyando la tosca mano en la siniestra piqueta; el lecho desde el que , . se proyecta la sombra del inmóvil cadáver, y el ¡ay! desgarr~dor del vate, que Yé en un principio desordenadas y confusas las tristes escenas y así las describe. A ~tervalos, trazados por mano febril é inquieta, pero hábil, un friso, un ·capitel con elegantes hojas corintias, un busto de guerrero, revestida la finísima cota milanesa y la e pesa celada descnnsando sobre el robusto pecho; y
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más allá, juguetona escena de dos damas sorprendidas por paje travieso en las escalinatas del jardín, presa una de ellas en los brazos amorosos del doncel, mientras huye precipitadamente la compaflera. ¡Cuántas veces, en mis ·desalientos de poeta, me abismo en la mud~ contemplación del precioso autógrafo, me parece sentir el há· Jito. abrasado del autor ilustre, y siento renacer nuevas fuerzas y divinas esperanzas, confortado. con la sola Yista del manuscrito, y pensando que sus amarillos bordes han sentido el roce de unas alas, de las alas gloriosa~ de la inmortaliWtd! · He cumplido mi .oferta: pequefio es el don, pero no tengo otra cosa que dar; en 1cambio es· grande mi admiración por el sevillano ilustre, y grande también mi gratitud hácia usted, que se enaltece honrando la ·memoria del ip.fortunado poeta. Se despide de usted, y se reitera su amigo y admirador q. l. b. l. m.
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VIAJES POR
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O. JOSE M. MONGE .
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"Recorrer unos .cuantos centenares de kilómeti:os; en· cerrado en e! ·wagón de un ferro-carril; ver pasar por •• delante ~é ·1as vidrieras, con pasmosa rapidez, ora vastas llanura!;)• convertidas por la . mano del agrjcqltor en matizadas ·alfombras, ora gfgantescas montanas, caud~lo sos ríos, ó pueblos que surgen y desapareéen ootno exhl!- . ladones; penetr~r en ~as ciudades: formar parte de la inquieta muchedµmbre que se agita en las aceras, en las . pl~as · y· en los edificios . públicos: atravesar una calle confundido con las pata~ de los ·caballos y las ruedas de los cóches; ºoír desde la cómoda· butaca de ·un teatro los ruisefiore$ que pueplan las gargantas de la Patti ó de la Nilson'; echar de menos el relóf ó el portamon~ tla ; detene~se extasiado delante de una Venus de Praxi· · tel~ ó de una Madona .de Rafaeí; tocar con veneración ' (} con escrúpu1o, un dedo de San Juán Bautista ó los cabellos de Lucrecia Borgia: leer un manuscrito de San . gustin y otro de Lutero; salir de la régia morada de lds príncipes para visitar infectos y obscuros calabozos; asomarse al cráter de un volcán; bajar á las entrafl~s de la tierra; mecerse sobre las dormidas aguas de u'n lago; oir hablar · á los .que pasan, sin comprender una palabra; ·renunciar · á su costumbres y .adopt~r las d~ ·, cad{l país que se visita; sofocarse de calor: y · tiritar .de .. frío; tener la bolsa constantemente a\)ierta; dejar-se ex··· plotar de todo el mundo sin proferir últa queja; ser pre. sentado á · miles de p~rsonas~ y no conocer á nadie;_con_. siderarse · e~tranjero en todas partes; ha~er y deshacer las maletas á cada momento, y, por último, . pensar que si llega la muerte, tal vez · no hay~ una mano amiga que cierre sus ojos ni un corazón ámante que recoja sus .suspiros,' ~ ahf las ventajas y . los inconV! ~t os goces y .... mortificaciones que speran al ·q~e, cymo yo, . ,
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abandona pátria, familia y comodidades, para buscar, al través de los . revueltos mares, apartadas y d~conq cidas comarcas, guiado, no por el amor á los placeres, sino por ~l noble deseo de admirar las gran.des produédones del ingenio, los sitios inmortalizados por ·las acciones humanas, ~ aquellos embellecidos por la rica y caprichosa Natur~lez.a. " · . • . Co.~ descripción tan pintoresca y animada, el escritor ·puertorriqueí'\o D_. José M. Monge comie.n~a .el ptólogoque' yá es en sí obra rnaestra,-del por más ae ' un ~on- · cepto notable libro titula~o VIAJES POR: ITALIA,_ qu~ ~caba de publicar, y del -c.ual s~ hace. el mejor elcrgio d1c1endo que én nada desmerece de fas modernos sobre el mismo -asµnfo, de autores tan ilustres-por c~tar sólo. á · 1os es·paftoles,-como D. ]oStquin Francisco Pácheco, D .. Emi· lio · Castelar y D. Pedro Antonio de Alarcón. Leyendo tan hermosa obra, que c~nsultarán con fre· cuencia · más de un literat~ y m.ás de · tln artista, se · robustece el eonvencimiep.fo , de que h~ y libros; por de · gracia en corto número, que pros~1.- ben toda cens~a, y atraen .con irresistible fuerza el aplauso: VIAJES roR ITA· LIA es ·· uno de. ellos: y si la honra de contarse en el número ·de los amigos fraterna.tes del autor pudiera ser por -algo superada, ló sería en .nosotros, en estos momentos, por el trat?-sitorio deséo de no haberlo c~nocido, para que . IJUn<;a pudJera ·el elegante escritor atribuir al aje.n o cai::if1o, tributo . que- es debido al propio merecimiento . · Empieza el Sr. Monge sus viajes ·por el Lago Mayor, y pasando y deteniéndose más ó menos en ellas, según · la importaÍlC(ia de las ciudades ·visitadas, por Turín, Mi· · lá'.n, Venecia, Pádua, Ferrara, Bolonia , Florencia, y Roma, tos termina en ·ta antigua capital de ambas Sicilias, cuya · , gozo!:la frente hiere el Vesub.io con re plandore sjnies·. tros, y cuyos piés besan amoro as las azules onda del mar tirreno. Prosador correctísjmo y propio el Sr. Monge; de esti1ó· nervioso y . sóbrio; de exquisita escrupulosidad crít' d& ciencia honrada y recta; de .v aria y bien emp{ da imaginación, comó poeta que es de altas id.é as
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y de percepción fina y delicada, á la vez que examina y describe, con pinceladas hábiles, los monumentos )lis.· tóricos y las maravillas del arte en Italia-; nos traza lÓs .. · prodigios de aquella naturaleza: á la vez que admira las abras maestras 4.e los más afamados artistas, nos r~vela los nombres de pintores, arquitectos y escultores que un injusto exg.usivismo ha relegado á segundo término, nombres gloriosos d lo~ cuales la fatalidad"° hq ·querido ponerles alas. Sus descripciones adquieren valor de realidad ante nuestros sentidos, y así sucede con la admirable de I sola Bella, edén dormido sobre la tersa superñcie del Lago Mayor; éon la del Lido;-en que reaparece la imágen del infortunado autor de Parisina,....:..la del tradicional Puente de los Suspiros, el de Rialto. el Palacio Ducál y el Canal Grande: sucede así con- la sentida y notable d~scripción de la antigua .Ciudad nueva,-NeápoJis,-joya de la Campania, con sei: la Campania~ ItaUa 4e la Italia; con la animada de los Campos Phlegreos, allá donde fu:eron Bayas y Misena en las cercanías volcánicas de Cumas y Pussoles: cautiva nues- · • tra mente la narración de los aterradores relámpagos del Vesubio·, cuyas cenizas se cernieron un día sobre la Syria y ·el · Egipto; y asimismo la de la Gruta as ul, y la Gruta del perr6, de aliento carbónico y mortífero, heraldo de rápida asfixia, que neutralizan. sólo \as cercanas aguas del Agnano, en cuyas ot.as se sumergen las víctimas; lagos, v o~canes y fenómenos que hicieron · al mundo antigUo colocar allí ei infiern~ pagano. Visita el Sr. Monge el cementerio de Milán, que guarda el tesoro de las cenizas de Alejandro Manzoni, y hace un idilio con la bellísima estátua de Ada Cotta, sentada al borde de una fuente ofreciendo, con dulce sonrisa, una ftor al mclanen la Vta ólico . viajero: y dentro 'de un · Coltmibario , Apta de Roma) hace un poema, más bien adivinando que oyendo una plegaria en los lábios de gallarda enlutada: iimágen a_d mirable de la unión piadosa de lo que fué y lo que es, del mundo pagano y el mundo cristiano, de 1oc; verdugos y los mártires, de los vencidos y los ven}
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cedores, enlazados por el poder · de una oración en los labios de una hermosa! Y cuando el autor 'c ompara, al pisar la arena del derruido Circo, las bárbaras costumbres del pueblo romano, con las profundas agitaciones modernas, en un párrafo elocuentisimo reconoce la bar· bari'e moral de nuestras sociedades, de que habla una ilustre escritora, y después de hacer justicia al pasado, estampa las valientes frases que siguen: "No, no pueden · llamar bárbaros á los romanos, los que se apedréan y se matan hoy en las calles de Belfast y de Cork por cuestiones religiosas;· los que hacen saltar con diñamita, Palacios, Estaciones de f erro-caniles y vapores, para satisfacer sus pasiones políticas¡ los que cifran su superio· ridad y su grandeza en la potencia . de sus buques de guerra, en el- número .de sus soldados, 6 en el alcance de· sus cafiones." Así describe, siente y piensa este escritor excelente. Italia · antigua resucita en su pfuma, y en cada página de su libro pueden contarse las palpitaciones de la Italia moderna. ¡Italia! ¡El venerable fnuséo de Europa, el noble ·ementerio del mundo antiguo! Sobre su sagrado suelo, en el que perpétuainente la rosa su,cede á las violetas; so· bre ese hermoso suelo, jar.dín del oi::be conocido por nut:stros antecesores , hoy compuesto de polvo de Césares y cenizas de mártires, han pasado, en esta inacabable peregrinación del hombre por el planeta, tal vez errantes pelasgos oriundos de la antigua Greéia y deseen· dientes de los habitadores de las mesetas del Asia, tal vez 1os legendarios héroes de la epopeya troyana; de pués, al aparecer constituido et robusto pueblo romano, de altos destinos históricos, el galo feroz, con la ley del vencido escrita en la espada. de Brenno, como ola human~ que providencialmente se adelanta á recibir la pri· mera caricia de luz de las civilizaciones' orientales; más tarde, las hambrientas hordas de Alarico, desper-tadas por misterioso designio históricos, en las orillas del Azof y del Vístula y en los bn1mosos bosques teutónico , para la trasfor.mación del Occident~ y breve tiempo de pués,
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las huestes de Atilá, detenida á las puertas de Roma por la p?.labra de un santo: obre ese suelo bendito de lt;llia se han desarrolladb los. má grande_s suc~sos de la . Edad. media, y en él alentaron y en él reposan, unos al · lado de otros, igualados por la muerte, los héroes de la . fé, Y. lo.s. héroe,; de las artes y los héroes de la guerra: . , su ol hérmo3 den:amó por toda la Península -los refle·jos . del férreo casco del fundador ·t errible de la casa de Sua\Íia é hizo germinar en . el cerebro de los elegidos la ·• idéa reveladora de· ,s u · predéstinación, y ;¡1 l_a sublime voz interna de scio me 11ia,g mtm pri11aprún futu.rum,. m~S gloriosa que el soberbio dvis roma11us, urgieron con la ley de amor ei:i los lábios Franci co de A is y Rosa Viterbo, con el diYino cinc.el y los i.n pirado pinceles en las man·os inmortale ·, Rafael y ~Iiguel Angel, Nicolo de Puglia, Propenda Ro i y Cano,·a; y Pisano y Ghiberti, é I abella Sirnmi; Bonifazio, el Tiziano, Andrea del : Sarto y L onardo de Vinci; Fra Filippo Lippi y el Brónzino-autor del fan:ioso · retrato tlP' Blanca Capello,-y otros cien, ·gloria de Italia . y honor del génio latino. . ¡Italia, templo del arte, · teatro de la His~oria, péitria de la Poesía! En Roma, porque Roma es la Italia del mundo : pagano, como Ate~as fué Gre ia, halló u más perfecta fórmula el cJerecho común . base de nuestra leyes: allí · creció, regado con sangre genero a, el árbol fro.ndoso del .Cristia'D.ismo bajo cuya copa secular hallan · todavía benéfica sombra la ci vilizacione modernas: ella ha dispuesto, como soberana, qe los ·destinos de ·Europa, lle. nando · con su nombre, con sus tradiciones y con su gran. deta el sagrad9 Mediterráneo, desde el tracio B<)sforo ha ta las olutnnas de Hércules; y en las luch~s gigantescas de Oriente y Occidente, · libertó á la Ew;opa de ad.aga · horas cri Actjum, y, ~unque débil yá y desmembrada, cooperó· en Lepanto á la derrota del invasor Is· 1amismo ·con las naves de Génova y Venecia: en el fe"undo siglo XVI, cuando el Renacimiento llamó á las puertas del ascetismo imperante desde el décimo tercero, parn . despert~r el dormido ~spíritu humano á los tumul-
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tos de la vida, un singular · ·heredero · de los Médicis, . León. Xr abre ~o~ llave de orp el período más. brill.ante , · del génio italiano; así, al lado de las obras maestras, legadas á la Italia por el arte heleno, se ostentan nuevas obras,. también maestras, del .arte cristiano; así en séries sucesivas de renacimiento, si es. que en Italia alguna vez ha te!li~º renacer el. arte, . se. ha pob1ado,. palmo á palmo, de maravilhis su suelo: en Milán .se el~~a catedr-al riquísima: roba espacio á las alturas, en la ~m dad de los Médkis la atre 'da cúpula de Bruneltesclu en Sattta Martá' del ·Fiori, y . en .1a metrópoli .d~l Imperio pagano, álza~e . augusto templo obre . l~s B_afíos, ~f! Dio~ clecirmo, y portentosa basílica sobre el antigµo Clrco de Nerón: á las fiestas lupercale. , en el sagrado monte Palatino, consagrado al dios Pan, ahuyentador de los hambrientos lobos sucede el culto espiritual .del Nazareno: á la· corpnaci~Q. de los emperadpre y á lo soberbios honores triunfates concedidos á los guerreros, suceden las eleGciones p·apeles y l~' cer~monia humilde de la sedes stercoraria · del mundo pagano sólo triunfa el amor á la' belleza; . sÓ10 · no muere el arte; á la Venus de Praxi · teles · á la Venus de Médicis y á la sensual Capitolina; e o~onen la .Venus de Gnido y la famosa: Venus !t~lica, de Canova, dignas hijas también clel mar de Chipre, Y de que . en su honor re uenen los múrices de los tritones y se escancie el opalino Fálerno en vasos de murr~éa. en palacios y templos, en galerías y muséos! comp1t.en con los antiguos y con sus propios contemporáneos, pintores y escultores, y al Apolo de Belvedere responde el Afoises., de Miguel · Angel; al Galo moribu.ndo, la estátua d.e Perseo, de Benvenuto . Cellini; al Hércu.les, de C~ycon, existente en Nápoles, El rapto de la Sabi~a, qe Juán de . 'Bolonia, que se· cusfodia en ~orencia, y · al Grt'fJ~ de Lacoo11te, · desgarrador como la venganza de los di~se paganos, la· imágen dulcísima de La Pietá, de Berwno, símbolo de una religión de perdón y de paz. A,los frescos rescatados de Pompeya, á la celebrada separación de quiles y · Briseida, res¡}pnde el génio italiano on lo
que
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as Cámaras de • SIDl.-o~t de Sanzio, sin que Wlt1~ · fffllOn de San Ge-
ión; á la Asu#la tl4!M11~•1íi.J'"º'
nuestro Ribera;
sn•ml):···causado por la poética
Maria, disputánse .ta palma, en hermosos lienzos é inmortal e Mlldonas, Andrea ·del Sarto y el griego Cimabue, y Rafael y Murillo; que también cifte el laurel . triunfador oncecfü.Jo ttl génio latino, la escueta espaft.ola representada por el in igne sevillano, en quien se reunieron la tendencias de Macip y Ribalta, y de · Jµán de las Roe_la y Herrera el Viejo, así como el ardor· místico de Morale y la paleta del sublime pintor á qaie llamó Felipe II el Tis iano portugttés. Y ésta Jtalia es la que pa a como celes,tial visión ante nuestros ojos, á la lectura del notabilísimo libro del seftor Monge; parécenos que vemos cuanto describe su correcta pluma, y que lo acompafiamos en su viaje por aquella tierra sagrada, qllf;, valiéndonos de una hermosa frase del autor, "se ama sin conocerla, y se conoce sin haberla visto"; nuestra ilusión nos finge que visitamos la t1lmba del poeta cuyos primeros días corrieron á orillas del Mincio: que nos detenemos pensativos ante el sepulcro ' de los Scipiones en Altkhiero; que en Roma nos d~brimos respetuosamente . ante las cenizas del Tasso 6 creemos vislumbrar, durante la noche, la inquieta sombra de Nerón, en los alrededores del Monte Pincio, y que contemplamos sobrecogidos de pena y religioso entusiasmo los monwn~ntos que guardan en Florencia los restos de ~iguel Ángel y Galiléo. ¡Italia, tierra bendita que ilustraron tantos · mártires, ·guerreros·, artistas y sábios! ¡Pá· tritr de Onnte, de Tasso y de Ariosto, á quienes encendiste en sagrada inspiración mostrándoles aquella trinidad de bell que formaron Beatríz, Laura y Eleonora, es· piritu es Antfgonas, hijas del deséo inmaterial del poeta y de sus esponsales <'On la gloria!; ¡Italia!.. ¡El artista que no te ha visto sólo es comparable al hijo que tiene
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la ' desgracia de no como el hijo" que no· Los que han tert ftor Monge la d~·"""' tanta profundidn ,..,.,.,...... 110 e dti guez de Tjó, bopra tamhiég 4e Puerro.Bjco: los .e hoy ven pasar con indiferencia los eternos días eg tos .de estas regi9nes, calificadas de impuras por el gran épico portugués, sin esperanzas siquiera de visitar la Italia, ésos únicamente medirán la trascendencia de esta frase del eminente autor cuando llega á la reina del Adriá· tico: "¡La poesía de Venecia se vál ¡Acaso yo he t".Udo demasiado tarde!" ¡Dkhoso el artista para quie ftft.lta ha sido "una estrella que brillaba en el cielo del d o, y hoy es surco ~ luminoso que aparece en el horizonte del pasado!" Y más dichoso aún si halla en sus manos pluma tan elegante coino la del Sr. Monge, á cuyo nombre nada falta, aunque 1 si á las letra espafiolas sus proyectados libros sobre Grecia y Turquía. . 1Jfanila. 1887.
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PROSA.
COLOMBIA~ ..
''Tus len~s mil; par el honor maldiias,
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mueve también, envidia inf~atoria., . que el bru!IC<Y sol de la yerdad evitas · trns la sombra del árbol de ·la gloria. Si eo sorda guerra lenguaru te agitas, no hay sábio eo la opinión, ni héroe en la historia que a tu& dardos, ni oidos, ni sentidos, muertos no caigan por la espalda heridos." Campoamor.--qoLóN, poemL
ASistimos, sin duda, á la reivindicación universal de un nombre, yá reintegrado, aunque lenta y penosamente, en la .Plenitud ~e su gloria, por la conciencia de los pueblos: de este modo saldél "la .Historia las deudas largas de gratitud siempre contraida por los co~temporáneos, · · y borra, en el ca o presente, las torpes imposturas trasmitidas de generación á generación, las artificiosas inven. ciones urdidas · en suelo extraflo y en el propio, por la envidia monstruosa~ esa excrecencia moral de la naturaleza humana, ese engendro de las deformidades del espíritu, que nunca se sacia de víctimas; enemigo temible pt1( las armas · alevosas y envenenadas que empléa, y tanto más poderoso .. uanto que e alía con la ign_oran. cia, que tiene numerosos ejércitos á sus -Ordenes: la envidia, infierno del méritÓ al cual persigue hasta ver caer,. . . al que lo posee, desplomado en la tumba, y aún . entonces, ciega de ira , lánzase en desatada y furiosa persecuciOn de su nombre; . la envidia rebelde y contumaz, sombra eterna del bien, noche negra del .alma; que "no satisfecha de ·s1,1s triunfos innobles en ia tie.r ra, atrévese \ al · cielo y se alza hasta Dios en forma de négación y de ·duda. El nombre de C9lÓn es, en la Historia, sinónimo de l'- infortunio, según los que lo acosaron en vida, y los que siguieron á su fama después de muerto: marcada su frente con la sagrada aureola de los profetas y de los mártires; sellado su corazón con el sello . de todas la nostal-
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g_ias y amarguras del génio:· errante y :in J_Y.\tria,. pues· si la tuvo, e.orno ·hombre, al nacer, nu fenian pátna. ·o- . nocida ·su alma superior ni su inteligencia extraonlinaria·' sintiendo ' hora tras hora, en su~ . · ienes. febrile ~ , la . palpitaciones reveladoras de un mundo, en aquellas sienes festoneadas yá de cabellos blancos, ultrajadas por el frío soplo de la ajena incredulidad y destinadas á recibir . tantos faureles y tantas coronas, huye, burlado, de Portugal, en ~ya tierra inhospitalaria deja sepulta~a á su leal coropáñera· Felipa Mofiiz de Pere trello; al~Jase, desoido de Vene"c ia y Génova, y vaga en Espa'ila, de:;atendid~ primeramente por la Córte de· Castilla, notad? de impostor por los sábios, de loco po~ el vulgo, de v1·sionario por los más compasivos: noble y hermosa dama · cordobesa llamada dofi.a Beatrii Enriquez, en~ulza con prodigo ;mor su sufrimientos; aliéntanlo, rep~tidas ve· e::. Marchena y Garci Hernandez; secundan al nav~gante insigne á sus ·amparadores, Quintanil~a •. Santánjel, doi't~ Beatriz de Bobadilla y el C-ar4enal Mendoza; y. en Granada, tras de indécisiones· tardas y capitulaciones premiosas resu~lvense, en venturoso día, _por Wl ananque genial 'de la gran Reina. Isabel 1, los futuros destinos· de todos los ·pueblos habitadores del planeta. El 3 de Agosto de · 1492, sale al fin Colón del puer~o de Palos, con tr!!s l~i'los fr~giles y un pufl.ado. de valientes, subyug~dos por u audacia y su fé, entre los qu.e cuentan los Pmzones, .] ua~ de la Cosa y el fam~so . ~odrigo de Triana; pero aún le esperan, antes de .pisar t1~rra en las. Lucavas ~l memorable 12 de Octubre, las borrascas del mar pérfido. y mudable, que. parece defender su largo secreto, y ~as rebeldías del miedo, nunca sentido po~ .su corazón mag~ nánimo y las sordas voces de "la sedición cobarde, que intenta~ levantar en su camino infranquea.ble barrera, cerrándole ·e1 paso. Desp.ués... despué . el glor~?so na vegante volverá un día á Espafla carga~o .de hierro~ por el inicuo Bobadila; más tarde un hábil impostor intentará usurparle el honor del descUbrimiento de aqu~l mundo desconocido, y dará su obscuro nombre al contl-
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CARLOS PEÑARANDA
nente; el 20 de Mayo de 1506, espirará olvidado en Valladolid, hospedado en la- humilde casa del marinero Gil García; y, áun después. de muerto, sus huesos no hallarán la quietud del sepulcro á ningún sér negada, y se removerán ·tres veces sus restos venerables, á extremo • tal, que sea en nuestros tiempos la ' autenticidad de tan santos despojos; ·i con ardor disputada, injustamente controvertida. Bástenos aber que us restos descansan hoy en generos,a ~ierr a espanola, tibios por el mismo sol tropical que iluminó atóni~o us descubrimientos, y cerca del teatro supremo de su gloria: no lejos de allf arribó hace cuatro siglo el audaz navegante, con escasa gente, bien ajeno de que pisaba las avanzadas de territorio extensísimo y de que, al hollarlo on su planta, cambiaba la faz del mundo, abriendo ancho . campo á las actividades y á la sed de conquista, mal contenidas en la conturbada Europa., y ' amenaza y peligro constantes para su paz· y parn el equilibrio de su azarosa existencia: acaso no pudo conocer entonces la i~portancia, á nada comparab'e en lo humano, de su porfiada empresa, inmensa, inenarrable, si por el éxito e aquilata, pero no más grande que su tenaz firmeza, si se mide por lo atrevido y excepcional del intento: en la cru e · de los estandartes que tremola, en la doctrinas de que son aquellos hombres providenciales men~ajero , en la puntns de aquella veintena de heróicas espadas espaft.olas que le seguirán, Ueva Colón la~ energías má poderosas, la religión m4s sublime, la: lengua má · onora, las glorias más altas y la civilización m4s floreciente del mundo antiguo; por eso · los contemplan\n con muda orpresa, como á dioses ó seres inmortales, aquellos puehlos sumidos en las tinieblas del espíritu, aQuellas raza indolentes de triste faz y mirada melancólica y apagada, aquellos idj\>erios primitivos, aquellas olvidadas y dispersas multitudes humanas, aquellas embrionarias nacionalidades que sólo poseen, como reminiscencia de su divino origen, inteligencia sin cultura. alma sin resplandor, concienciR sin mo-
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.ral y ~ida sin realidad histórica. ~esde entonce. ~ue_da . consumada, por los iglos de los siglos, la redenc1ó.n.de un mundo en el planeta, y devuelta aquella gran porcwn del linaje humano á la ant~ rota unidad de la especie y á la agrada comunión de las ideas universales: . desd~ , entonces el alma de Europa flota sobre el ~uevo co~tl nente, que la rejuveneee y viv\fkn, enviándole, como mdenso de gratitµd, los cítlidos efluvio de_ sus virgene.s bosques eculares: desde entonces, en fin, ·el nauta,. g1r,tndo en · toda la redondez de nuestro globo, deletr~ íntegras las misterio. as y místicas leyenda que forman los ttstro en l espncio infinito; nada empecen á la ~ pléndida realización <le c. e gnm oefi~. las perturbacto. n s y_ lo · -u sos de qu mél tarde hubo <le ser tea~ro el Nuevo Mundo, hoy constituido en pueblo cultos:é industriosos, en que se perp túan los gérmene de hero1smo, la noble eleva ión y el píritu cahalleres de Espaft~; nada importa, por último que allí no ond~e ~mo dominadora la . aC'ro ·anta ens fta gualda y roja, s! el genero o americano la iza y<\ al mi mo tiempó que sus i.nsignia na ionale y l~ aluda on r novado amor, fihal re~peto y admirac~ón . hidalga; que e~ or? d esa bandera imboliza el brillo de nue tra glonas inmortales, Y las do roja franjas, los torr nte de sangre que co taron. .Alma y centro de esa gran epopeya univer al Cris~óval Colón aún hoy la po t ridad y el conti~ente m1 ~o arrancado á Ja barhari , le infieren el úlumo agra_v1.o. Partió el ilustre genóvés d Sanlúcar, e~ ·u ter.cer vmje, el 30 de Mayo de M98, y descubrió la T1ern~ Firm~, a e: ven\ndolo, en su relación, de . esta explf it.a ma~era. uTorno H mi propó ito de la tierra de Gra ta, Y no Y laio que allí fall~, e tan grande, que má se le . puede namnr mar que lago, porque lago lugar .~e _agua, y en seyendo grtmde e dice nia,r, .como se d.tJO a la mar de Galicia y al mar Muerto, y digo. que, st n~ procede este río del Paraíso terrenal, que viene e te no y proede. de tierra i1ifinita,. pues al Austro de la ~ual fa ta . · · "... Pues bien·, a p sarde agóra no se hn babi·do nouc1a
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PROSA.
CARLOS PE~AR:ANDA .
e ta !"ehacient prueba; á pesar de hallarse· demostrado, por la fc~ha del yiaje ~e . A.lonso d~ Hojeda', por el .libro de las ei,atro navegaciones del propio Améric9 Vespucio, y por ' otro documento inc.ontestables,, que· este mercader y . .cosmóg:rafo partió de Cádiz, con aquel esforzado capitán, en :lO de Mayo de 1499, es decir, un afio . m.ás tarde que el gran , navegante geno\·és; á: pesar de hallarse confirmado que Colón descubrió entonce la isla de la Triuidad, In Tierra Firme, la tierra de Paria,'la Boca del Dragó11, el golfo de tas Perlas, la t'sla Marga.rita, y las perlas de C11bagua; el famos<? impostor flo. rentlno halló mtdio para hacer friunfar su infame engaito y su torpe mentira, "porque la verdad tuyo siempre mu.ch contrarios y la mentira mucha ayudas"' y ~l fálso nombre de Amé: i a usurpa al de Colombia ~;"u puesto y su gloria en el maravill9 o continente. . · · Así timo , sin duda, A· la rei-'\rindicación universal del nombre de Colón; tod+t · las naciones civilizadas se ~so cian ;"1 e te g-rnn día de gloria @ encialmente espaflola, auno uc sobr toda la hwnanidad se refleja; tres airosas carabela·, en que el entu iasmo resucita á la Nlfla, la Pi11ta .r la Sa11tn Alárla, desfilan entre numerosísimos y I formidables acorazado · de todas las potencias del mundo, formados · ante la fr{to-iles embarcttciones alegóricas en columna ·de honor; después, los tres barcos histórico · urcttrán . el · Océano y surgirán como en el afl.o 1492, en las floridas playas americanas, que, i tuvieran el don de ·1á memoria, e e tremecerían m{ts qúe al estampido de los cafiones que han de saludarlas, á la . vista de las an- . tiguas y glóriosa naves espaflolas. Pero, como antes se · ha dicho, aún la posteridad infiere á Colón · el último agravio y Améri a igue ostentando · et nombre del impostor., xecrable para la Historia. So .tenedoi-e de la completa reparaci<Jn al navegante cien e~ ilustre y de que re ib~ a.qu 1 mundo el nombre de olombia, on dos evillanos in ignes: D. Anto nio :\laría Fabié :r ·D. José María Asensio; y ningún me- • dio m jor para I;~ realización de tan leg·ftimo fin histó-
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. univers·tl de este cuarto centerico, que el ·entus1as .º e y c~n tan inusitada pompa . nario por tan~as . nact0n.. o tan fácil como la ad.opción· celebrado Y I1m"'un camm E ila y de un . a;ue:do interrtacfioln~l,J, tprop~~c~~~a~º~a. s~:rp~rad ·ni una ola a t.tna. d a~O) a º~' 'fi . literarias del orh::! civili~ado. Des e c1ones c1ent1 cas y . t· do rincón de Oriente, par.te muy leJ~s, ~es~e este apar ~ 1 nombre qu~ IA ampara, esta ind1cac1ón, obscuro es e arece de autoridad la humilde la voz que la preo-_o.na, Y .c. ·n embargo para ' 1 . ue la éstampa .. No import.t, I p Ufficl 'q . • d'da y escuchatla: de la sea aqm ó alla aten t - . bobscud que d' be b1·ot'L la elect·riddad, del cere ·d•td e una nu e · d ro á e . r1 •d . 'do el pensamiento aprO\·echabl , la os m un esconoc1 · · r . 0 det mundo moral . irresistibles fuerzas del mu':ldo 1s·1l .Y o ni. á lJ idéa. t· de dónde vtenen ,1 ray . . Nadie p1eghun a qu.:;"' ''t Colón se tribute estará por e.nN' - · onor . ~gun o-loria y América ·espera el sagrado· hauc1ma de su b·· como el arte e pai'\ol aguarda u ~ismo de su nom 1 e' poema. I ( V/, 111 se las 110/as.)
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Manila, 11 de octubre de
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PROSA.
DONDE NO HA Y HARINA TODO ES MOHINA.
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(Car.ta de un tÚJ solieron á un su so/Jnno tocado de la manía_de casarse) Páracuellos de Giloca
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agosto ·de 1889.
·Querido sobrino de mis pecados: · · Esper~ con ansiedad y he leido con pena tu carta últÍ;111a, en q~e m~ anuncias tu resolución de casarte y me pides consejo, sm duda para proporcionarte el placer de no seguirlo, como sucede en este y en otros muchos casos. 1. ¿Qué co~ejos quieres que ·yo te dé, metido como estoy hace. aft~s en este villorrio, ejerciendó á satisfacción y ·á conciencia el honroso. cargo de lugarei'lo, sin más autoridad q~e la de concejal de perro chico, ni más libro que el campo, m otr~ pl_uma que el arado, ni más trato y sociedad que el boticario (¡excelente burgués!), el médico (veterinario de orígen y de afición), el secretario de este municipio rµral (pu~des invertir los términos), y-yá esto 'es rugo,la condesa de Agriomonte (¡si vieras qué guapa es!), cuando, una vez al ano, viene á ver el mosto abundante y obscuro que se exprime en sus lagares? ¡Consejos! ¡Y á un hombre como tú,· que frisas yá en los treinta, y has corrido tanto mundo, y te has criado , en Madrid, y has estado· en América y ahora resides nada menos que en Filipinas, la página mejor, según me dices del libro de tu experiencia! Yo no puedo ni· debo acon~ sejarte, por éste ... y por otros motivos. .:Además, no. co~ozco el corazón humano: todo lo que diJerQn los penódtcos de Madrid cuando, en mis tiempos de estudiante, . estrené aquellas zarzuelas que tú conoces (recuerda que todas acababan en casamiento), no era verda?~ Y observa ~a cosa rara: casé tanto á mis persoºª!e:'1 que no qmse casarme yo, y éste es el único rásgo ongmal que conozco de mi ingénio. ¡Yo era un mentecato que halló alguno tontos que lo aplaudieran!
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Considera, por otra parte,. sobrino mio, que es proba~le que mis consejos lleguen á Manila debilitados por ta distancia, y pasados del agua del mar. El consejo'sólo es eficaz de cerca, y nunca tanto como el ejemplo. Más te valdría pedir consejo á tu bolsillo, y recordar al¡:unas máximas y refranes. Muere jóven el predilecto de lo diose , reza u~a muy antigua leyenda, y aunque nada agrega sobre lo que suce~e á los no predjlectos, es cte suponer que estos desgracia· dos se casen. Donde no hay harina, todo es moruna¡ este refrán es de más miga, y oo su sábia · advertencia yán á inspirarse mi-:; palabras.· Tú eres, sobrino-sin adulación alguna~ lo que se llama un mozo de provecho: tienes talento , obre todo, de poeta; eres ingénuo, de recta intención, honradó y encillo; noposées otro capital que esas ex elentes ·cualidades y un modesto destino del gobiern'o. .. circunstanch todas que · te aseguran una plaza d pobreza 'ita licia. No· confíe al casarte-y te lo digo con pen~-eil tu pon' en ir literatio, aunque hayas empezado esa ... · ¿carrera? tan brillantemente. Te 1·epit lo qu acerca de esto me dijo á mi•otro tío ... "¡Si supiéramo que habías de llegar á ser un Zorrillal " Conte tará que e to nunca se sabe cuando se empieza; pero, hijo mio, no me vengas con ésa ~ yo te encajo en rédoncio la sentencia tal como me la encajaron á mí, sin disting·os ni apelaciones. Lo demócratas somos así, e pecialmente lo demócratas el la familia, que es la peor de las democracia . Sin esto, acariciar e perañza literarias, e declarar e candidato del do tor Ezquerdo. , He califi ado tu cualidades· de ex ·elent : pue bien, excelentes parn todo el mundo , excepto para tí mismo, á quien perjudicarán ontínuament& En esta sociedad serás onsiderado gún el daño que puedas au ar á los uemás, y tú eres incapaz ele ha er dafi.o á nadi~. Este carácter tuyo afable y por lo tanto in fensfro, y tus sentimiento de equidad, te impulsarán á. establecer en tu casa el régimen parlamentario y rcpre entativo.H 15
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CARLOS PEÑARANDA ~-·-·-
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y. esto es lo peor que puedes hacer. Una casa bien go-
hernada :r:equiere. el régimen absoluto: el marido debe ~anda1, aunque no sepa lo que manda; esto, una buena
voz de bajo profundo, alta estatura, grave corpulencia, en suina una regular estampa... (no · la tieo.es, chico, no quiero adulaf'te), on las mayore garantías del jefe de ' familia, y fiombre importante~ por to~:los ·onsiderado y respetado. •· · Cusa es muy esencinl esto de la estampn. ¡Qué ,quieres! .¿Quién ·abe ·i e que se cumple la ley de ltts grándes masas? La exterioridad es .ca i todo, y no es posible exi.gir del vulgo de los mortales (invierte los términos tam· bién, si te pare~e) , ·otro culto que el de los taman.os, porque se apre ian á primera vista. Y entramo ·en lo m<ls, árduo y e pino ·o. Me dice~ que· tu ·novia es bonita: lo celebro; un hombre de gusto no debe asarse con una mujer fea: .. á .no ser que tenga dinero,· circun tanda que no .reune tu prometida: 1-a pinttu:;1 que me hace de tu futuro suegro, íntegro y entendido magistrado,' y de tu · lindas y próximas cui'i~d·as, no puede ser mé\ lisonj ra: me dices que -con tu sueldo puede. so tener é\ fu mujer decorosamente, y proporcionarle la omodidad de un ·odie y cuatro ó ·cinco criados... . · .· . Una preg-Q.nta: cuando regre e · á Espai'\a, .¿piensas traer -el carruaje y eguir on el mi mo número de servi· -Oore ? ¡Ah,· sobrino, sobrino! Yá te he di ·ho qúe te auguro un porvenir de pobreza, ,q ue no es pobréza sólo la ab• ~ sol uta ~sea ez, ino la privaciones relativa . El rio haber la harina necesaria, trae 1?. moflina de que habla el · · .adagio. Y ahora, óyeme y estremécete. . Pese é\ mi pujo idealistas y mi pre\"ención ·contra Zola, te confie o (¡en · re erva!) que voy creyendo en Ja existencia de la bestia 'humn11a,· lo . que más, de la fiera: 'ésta aparece en cuant e ra ca uñ poco en la cor~eza. del hombre civil1zado. Y .8obre todo, creo, é\ piés JUnt1lln , en la .fiera /e111e11i11n, fiera adorable, invero ~ í-
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mil, bellísima, con instintos de tigre carnicero y . araftazos de gata doméstica. Pues· bién, la fiera asom~á, contenida, terrible, á cada momento: l\ medida que aumente el número de tus hijos-que, cómo pobre, tendrás muchos,-se doblarán tus · cuidados, tÜs sacrificios, tu abnegación de padre; necesi~ . . tarás un sueldo para :colegios, otro para zapatos ... ¡qué sé yo! Las pecesidades· irán más de prisa que tus adelantamientos·, y esto impondrá nuevas privaciones y sacri· fidos cre~ientes: adios teatros, adios distracciones, adios ... (esto vá con tu mujer)... adios modista; · adi~s cintas, som: breros y flores. Y corÍt-0 de tí se esperaba .i1uí...:., ~aerá . derribado el ~dolo: la falta de éxito jamás se perdona á los hombres qe talento; y tu mujer (á quien supongo virtuosísima, buena y educada) y hasta su familia, así te lo harán comprender. Tú, que antes tenías casi siempre la razón, la tendrás ahora muy po_cas veces: la contradicción en\ la ley constante dé. las conversaciQne íntímas, y discutirán tus opiniones aquéllos que carecen de nocione para formar la suya: se · . te discutirá · á tí mismo y se censurarán tus actos todo como otras tantas torpezas cometidas: como prueba de tu nulidad, te citarán ~l ejemplo de l\latias Vazque~, .el comerciante de la . esqui-na. que ha ·sabido improvisar UQa fortuna ·c on una fábrica de rosquillas. En esta situacióq.., estallan los escándalos entre los esposos ·mal educados, y se notan los malos humores, lo~ histerismos sofocados,. los largos silencios, más elocuentes que durísimos reproches, entre los sosegados y prudentes. ¡Siempre· lo . foconscientes instintos revelando á la fiera! Esta e la superficie: el fondo... el fondo, es la auseneia del éxito y la fortuna. ¡El . egoísmo e ra ley de la vida! · Y i por tu desgra ia, llega á contar en el número de lo vencidos: si suena para ti la hora tristi ima de las decepcione , esa hora, casi siempre definitiva, en que las e peranzas mÚer~n, lo afrctos se entibian y las ami . tade$ ~e · alejan: cuando ientas asco de las injustic:;ia
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CARLOS PERARANDA .
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' sociales, disgusto de los hombres y cansancio de la vida Y . busques el puerto de refugio / el hogar, y en él hall~ mudas reconvenciones, indiferencia y frío... entonces ... ¡Vale más no pensarlo! ¡Fuera, la tempestad, y cerrado el puerto! ... Has consult{ldo á mi conciencia, y ella te responde: ahora, sólo me resta afiad}rte: ¡Cásate... . i te atreves! Tu tío que siempre te quiere Anselmo. Pos!data.-Se m~ olvidaba decirte que ... me caso, con tu pnma Y mi sobrina Rosario. No deje:s de darme tü opinión sobre mi proyecto.-Vale.
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VIEJO ES Y Á PEDRO ... (Carta de un so/Jnno que se casa á un tío .. . 9ue se. casa tam6ien) Manila 12 de enero de -189o.
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Querido tio Anselmo: Como ves, he dejado transcurrir • algún tiempo "antes de contestar á tu carta, grata por ser tuya, pero r».uy poco agradable para mí, de ·20 de agosto; así he procurado que se enfríe la justa y santa indignación que me causó tu ·epístola de viejo marrullero y de... diablo predicador. • Lo que más gracia me ha hecho, ha sid<> la postdata: ' mucho sermonear contra el casamiento en general, y contra el mio en particular: mucha pintura y muchas sombras á manera de obscuras manéhas sobre ese lienzo inmortal que contiene á toda la humanidad, y ahora un rinconcito donde pienso que mi felicidad se esconde; mucho pesimismo, negras pro~ecías acerca de mi suerte de marido futuro ... y todo para salir con que t<: casas ... con· tra la infeliz de mi prima Rosario: ¡pobre Rosarito! · Desde luego te diré que olvidas algunos refranes y sentencias, muchos de gran oportunidad y de gran aplicación para tí. Antes que te cases mira lo que haces: para mal casar más vale mmca nzaridar (éste ::;e lo regalo á mi prima como presente qe boda)· qmen v1i!10 vá á casar, ó v á e1iga11ado ó vá á enga11nr (la palabra sustituida' vale un mundo); y 110 está bién con s11 pellejo qmim casa viejo, sentencia de un cura que hubo aqui en Binondo. Yá ves que si tú me citas dos n;ialos refranes ó sentencias, yo te saco un puflado de el!os. sin repetir como tú-achaque sin duda de tus afios,-el que vá al frente de la carta. ¡V<\lgate Dios, y qué misiva! No llegó, no, debilitada aquí, sino que desembarcó fresquita y coleando. ¡Un Hartmann nada menos en Paracuellos de Giloc:at ¡Un
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CA.RLOS· PEÑARANDA
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astrólogo de la -Edad Media m~tido en un poblitchol Con meno;, se hizo c~lc~bre el Z : trngozan~ ... . ¿Por qué no te . de.d~cas á · hucer a_lm¡maques? .. ·~ . Que seré ·pobre, está bien;·. que· ·no tendré · 10 suficiente '. para ·sacar · adelante á mi familia, bueno; que esperahaQ. algo más de mj ... ¡mejor!; que á consecuencia de esto, empezará la- mohína; ¡alto ahí, mi querido tío! · P.ue?.e que la molli11a spbreyenga; pero t~ pregunto ¿la- tn$teza de mi mujer, e11: ese ~aso , será por ella, por ~í ó pei: · nuestros hijo~ Si .ante Íos· goJpes ·<le la adversidad SOY, Y(! el . primero que se· ab~te, ¿puedo éxio-ir de proella indiferencia, confianza. ó alegría? ¿Nó s~rá tesqt · en silendo .de las injusticias de ·1a- sodedad ó . de )a'suerte, de que me ere~ víctima? ¿No será qu.e discuta las c~n_trariedades que nie rodeen y no ¡nis actos~ . . Para c~nvenc.ene de esta verdad, admite . una bipótes1s: supon un momento que mi posición mi felicidad · m1 nqueza (puesto que es un elemento e5endal de felicidad). mi gloria, ~n fin, de escritor, están en manos de mi mujer: ¿me escatimará alguno de esos <lones?-Claro es~á que no. ·· · De todos m~dos, yo habré <leJado satisf~cha· mi volun-· tad a~tónoma~ y 'cumplido ºm i aeber. Jóven aún; habré .f ormado una familia honrada ~on la que viyiré la v~da del hog.ar, hogar que yo mismo formaré y al?-·a ré piedra obre piedra, hogar que. se edifica con lo.s brazos vigoro.s9s de la juventud, no con lás manos temblorosas y débiles· del anciano: aurique . suef\o un trono para la que será ¡µi c~mpafiera, si no puedo ofrecérselo, le brindaré el de m~ amor, en eJ que reinará perpétuamente, y al que _ · ascenderá sirviéndol~ mi corazón <le .peldaf\o: 'veré crec~r . _á. mis · ~ijos (tanto mejor si son .muchos.como supones), y s1 ··consigo llegar á . la anciatúdad, elios rodearán ini le" cho y reco~erán mrs últimos consej9s humedecidos con mis lágrimas y tibios con el calor de mis últimos suspiros. V: trabajaré y ~ucfiaré coqio bueno; y si es posible que no recoja et que siembra; si muero pobre y olvidado, St>bre el hielo de la indiferencia ajena, ·s obre las
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ll9 ºPROSA. .--- -·- - -----· nubes de ·ese olvido injusto, amontona,ua.- encima de mi losá.1 . mi santa mujer, si me obr~vi'' ... por . suerte, y mis hijos, elevarán á Dios esa plegaria pura, espontánea, sin fórmula cono~ida, y entre suspiros murmurarán estas palabras ... "¡Cumpli6 con su deber: fué digno de· mayor fortµnal" · Y,. eréelo, querido Anselmo, ¡dichoso "el hombre sobre cuya losa sepulcral se desliza una bendición, y vi-. 1 bra un suspi,ro de amor, y Hota una: . oración, inde~isa entre su. tumba/. y el cielo! . Yá te oigo -decir· qU:e esto es poesía 1 pura · y romanticismo trasnochado ... ¡Eterno romanticismo. del corazón! . ¡Poesía perpétuamente humana, y, sobre todo, la úllica de la vida! Igual poesí.a é i gual romanticismo te deséo. Los egoísmos de la · juventud se enmiendan tardíitmente en la edad madura_, y se pagan caros en la vejez . . Pues bien, que en . . tí no se cumpla esta ley ... aunque no mereces tan buenos deséos. . Tienes .cincuenta y sei~ -afios: Rosario , veinticuatro; á . esas edades y con tal desigualdad, el corazp~ está frío,. y el hogar se enfría también) c;asi siempr~ vacío de esos hijos concedidos ' con mano pródiga a la igualdad de la juventud, del amor·, del desinterés y del sacr:ificio_. Ade- . · más, en tí mueren las pasiones, q.u e ahora empezarán á · germinar en Rosario... Pero, en fin, ella,· si pobre, te lleva una µo desmentida ejecutoria de honradez; tú aún· eres lo que se llama un hombr.e bien conservado ... ¡Qué Dios os dé. la ·bendición de' los hijos, que ·es su bendición· más suprema, y os haga f~lices! Tú sobrino q~e te quiere. E1trique. Post-scriptu11z .......Nó se te ocur'ra venir por estas tierras,, por.que Rosarito podría acostumbrarse al coche y echarlode ménos en P_aracuellos de <;iloca. Vale.
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PROSA.
Medrado está quien, por afición ó por rectitud de condencia, se consagre á combatir esos fantasmas sociales, esas verdade convenidas, aceptadaS y corrientes, en cuya realidad cree la humanidad porque sf, porq.ue lo oyó y se lo füjeron y ha venido trasmitiéndose, como provechosa herencia, · de padr~ · á hijos, y por otras razo11.es de tanto peso y de análoga evidencia á las expresadas. Quien tal haga, nuevo don Quijote de la Mancha, aco meterá, es cierto, á miserables moline . de viento, pero las aspas de .alguno de éstos, movidas, con mcontrasta.ble fuerza, por ráfaga de · preocupación y de errores seculares, le harán morder el pol ,·o con peligro a caida y solemne batacazo. El que nada contra la corriente de agua, puéde pere-<:er ahogándose: el que vá contra la corriente socia , se 'anula sin género de duda, y por e to _nuestros padres inventaron dos refranes muy gráficos y de perpétua aplicación en la vida; como éste: "'¿A dónde vá Vicente?-A donde vá la gente"'; y como este otro: "Donde quiera que fueres, haz lo que vieres." Nada tiene tanta fuerza como el error trasmitido de · genera~ión á generación: para desprenderse dé él, para desarra1garlo del alma, es necesaria la titánica labor de un Descartes. Para algunas inteligencias claras el error es evidente, pero entonces la hipocresía suple l~ falta de· fé y el arma se esgrime, con gran satisfacción de la so~ieaad y secreto é íntimo regocijo por parte del hipócnta: ¿Qué importa la verdad en sí? ¿qué importa la realidad? ¿qué significa el abismo abierto ante nuestros piés? Se ta?a con yerhas y jaratnag-0: el error sigue su carrera triunfal coronado con flores de muerto. No es preciso que las cosas sean verdad, sino que lo parezcan~ recordando
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este sofisma otro, . dicho en versos ,inmortales por escrito~ insigne, cuando afirma que · ................ "el honor es un fantasma ~parente, . que no está- en que yo lo diga sino en que el mundo lo piense." Por lo escrito ·se comprenderá que no nos referimos á~ esos pueblos desdichados que sólo creen en las cosas evidentes, sino á estos otros, comunmente los de of{ge~ ·neolatino, que expiden certificados á la -ciencia y pl;lsaportes á las letras, y sólo admiten las aptitudes que pregona un papel lleno de palabras ~meras, redactadas con Ja sintaxis bárbara de una Cancillería. · ¡La carrera! ¡Un hombre de carrera! Palabras son éstas que suena.ñ _á algo sobrenatural en los oidos de las. sef\o·ras tontas ' sobre · todo si son madres de familia, de los . padres adocenados, y de los tímidos que siguen la co- rriente. Es verdad que algunos 'éxt~avagantes dieron la voz de alañna en la prensa, refiriéndose espe ialmente á nuestro país, cuyo suelo pide brazos, cuya indust'n a pide inteli. gencias, cuyo comercio pide iniciativas y actividades, mientras las universidades se ocupan con la mayor seriedad en formar abogados y médicos. Algunos de aquéllos hasta os.aron decir: "¡Seilores, menos abogados y más labradores! ¡Menos doctores· y más zapateros!" Pero esos tales debían ser escritores, esto es, hombres de tal~nto; mas no sabemos que tuvie en carrera, y puede que gritasen por despecho. ' Además, ser labrador es cosa , sin importancia: cultivar la tierra, acumular riqueza reproductiva, regar. el suelo con el sudor de la frente, y ofrecer á nuestros conciudadanos el pan de la vida... eso es una ocupación baja y miserable: transformar los productos de la Naturaleza y acomodarlos á los lisos y necesidades del hombre civilizado; esparcirlos por toda la superficie del globo, cambiar esos -productos, y presentarlos y ofrecerlos ali\ donde ~e demandan eso es cosa baladí; hasta el talento del pmtor, del '
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-escritor, del comp.osi~or de Ínúsi a; la inteligencia sir- · .viendo ,de heraldo t\ l.a hu.manidad., . ya alentando sus . virtudes, ·ya cen·sura~do sús ' ' Ítios, ya presentando á sus ojos heróicas ·escenas .digna de · imitación, ó ·dulcificando las c9stumbres por medio .$'le ¡q ptm:ría, del -~incel, del ~incel : ó {}e la Iiota... todo ·eSt~ es ~aréa ·sin importancia. . · El caso es tener . una car:rera ... · Franklin, Go~the, Byron, Paj>in; : Leopar.di ·y Quintana, fueron unos zascanClile$, upOS pelaga't os, .aún CU[;iDdO UDOS fueron Sábios, Otros ~ poetas ·y otJ;os fnventores: . · · El caso es tener una carrera: que el Íliho, enteco de . .cu~rpo, y tal vez más ruin de inteligencia, . vaya ; gtluando· los años, . y. Je den un papel en que se· certifica ~e .su. paci~ncia y la con~tancja de su familia, aignas de ·meJ.~r cau~-: : después .. : yá está el _infeliz e.p aptitud de . .-. monrse de hambre: . ó bien le queda el . recurso de ser ~pipleado del · go~ierno, como ·los demá-s, ó _ t ambién puede · m_g resar en el e1ército ó en ·la marina, de médieo mili- tar, au<;litot, etc., con el empleo de teniente ... como los demás mortales... que no se hacén médicos ni abogados . .- Pero, acatemos el omnímodo· poder de ·1a rutina: con- . fesemos que -el sábio, el poeta, el escritor el filósofo el . industrial, el labrador.. el comerciante, sQd gentecilla' al P?r .me~or ó párias, si no tienen . un título que los acre.: · dite: convengamos en que las actividades humanas las grandes actividades humanas son infructnosas si ~~ pa· . _s~n ,por_ el tamiz de una . universidad: declaremos que el talento n9 es lln don de. Dios, sfoo una d!diva de los . profesorc:s: ·que el estudio no es nada en ..Sí, nfvale para nada si ~o . hay quien certifique que ·se ha estudiado y~. ' que se sirve para algo: borFemos con· un estropajo de bronces y niármoles los nombres de los grandes g.énios <l.~e no han f~nido .título ni seguido c~rrera, y escribamos en su lugar los npmbres de los·abogados y médiCos recien salidos de la.. hornada, pidiendo para ello las listas á las ·universidades:· derribemos dé · su pedesta.l ta eStátua dé Cervantes· y pong~os en Sll lugar la del asesino Mo- .. rillo, . que era. _c asi licenciado en Medicina; quitemos del
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123 PROSA:. ....;.,__;__ __. . · uyo á Calderqn y pongamós la efigi~ de cierto famoso · f~ez de .es~a .córté~.. . . Y aún haciendo t9do esto. ·como la realidad · es más ~ ·. · · elocuente que ·tódas · tas teofía.S, resultará que ~tá 1a Pe- · · · ... nfn~ula in.undad~ de falañjes espesisi~as de obscuras y adocenadas medi~nías, cuando no nulidades. de abogados si~ .pleitos, d.e -~~genieros _sin obras,· de.médi.c os sin clie.ntela, ·de doctores . en Filosofía y Letras . sin .l etras y ·sin ·. filosofía; de h~mores, en fin, de carrera, ·q,ue aftos des- :. pués de a~barlas no han·· sabido ganar una peset_a; y, en suma, que en esto de carreras sólo hay unas que eaí:t productivas . . ·_¡Las carr~ras de·cábatlós!
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.CARLOS PERARANDA .. .
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RAFAEL DE NIEVA. Victtix cama diis placuit, sed vida Cato ni. Luc. 1 •
En ~n nú.m~ro de La · Vos de Galicia, .periódico digno · de -~a~rid que se publica en la Coruft.a, he leido con pena el s1gu1ente sentido suelto: · "Veµ.cidos algunos inconvenientes qµe impidieron estos dias la rt:alización de su viaje, ha salido ayer tarde para Madrid nuestro qp.erido amigo y compafteto en la prensa, el distinguido escritor don Rafael de Nieva. ¡Qué amargas reflexiones· nos asaltaron al v~rle partir con el llanto en los ojos y la -muerte en el almat ¡Pobre Nieva! , ¡pespuéS de seis años de noble lucha en la prensa lo· cal, do~de siempre se ha sostenido en la serena región dt: las· tdéa , ev1tai:ido ofensas personales; después de ocho. años de honrados servicios en las oficinas de Hacienda de esta provincia; cesante, enfermo, sin otros recursos que. ~u fé inquebrantab1_~.~ _¡,_, ,~ejando á su des~onsolada ~am11ia á las puertas de · ta miseria, va á emprender, mtentando salvarla, una aventura para la que tal vez le fiilten yá fuerzas! ¡Quiera Dios que triunfe, por él y por sus hijos!" Acabada de leer esta noticia desconsoladora, . busqué · entre D?is papeles pr~dilectos otro periódico; el Diario de Avisos, de. la misma población, número dél 21 de Marzo de 1886; al frente de su hoja literaria aparecen · un~s breves apuntes biográficos. del notabilísimo escritor, y estas lineas trazadas de su puño y letra: "A mi" querido amigo Cárlos Peilaranda para que, después de leer L_os Pr~letarios '. escriba mi estudio necrológico y reivindique mi memona.-R. de Nieva.-Abril 25, 1886." Lfl deuda está en pié; deuda contraída con el talento afianzada por la gratitud y cuyo vencimiento apresura l~ desgracia. ¿Por qué · ha de ser la hora de la muerte Ja '
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PROSA.
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hora única de la ju-:;ticia? Por mi parte, rompo tan absurda traba, porque no quiero abrumar mi co_nci~n.cia ir- · teraria con los remordimientos ineficaces de la 1usttc1a tardía, y porque suene en los oídos del escritor infortunado un grito de . protesta del que es má~ ~ue ·su compañ.ero, su amigo, su hermano del alma. Reivindicar, no la T?emoria de Nieva, que vive por suerte de las letras, sm? su nombre olvidado, es un deber; pero, ¿cómo podrá reivindicar el nombre ajeno quien no ha sabido alz~r el propio sobre los de tantas doradas medi.~nías a;aparadoras de gloria y dispensadoras de celebridad? Voz q_ue clama en el desierto, " será la voz de este desterrado forzoso, que 1-0 parece voluntario, aleja1o h~ce afio de su pl\tria, á quien un peri~dico como La Epoca llamó poeta cubano, á propós~to de un~ _velada, en el Ateneo de ~~ -drid, y á quien una insigne escritora~ honra . de Galtc1a y de Espafia, preguntaba ~ás tarde Sl era espaflol ó a~1e rica110: y aunque esa v~ ..sea la de la verdad y ~a JUSticia la misma verdad y 1a justicia misma necesitan la auto~ida'd de un nombre que las redima y salve de esa devoradora corrient~ humana, en que sobrenadan Y flotan ias reputaciones del ruido, las for~unas del. acaso Y los oropeles de la mentira. Este humilde trabajo ~ de seguir. pnés, las vicisitudes <.!e mi nombre, y s~bII con él á donde lo c;onduzcan los azares del porv-emr Y los caprichos #de la suerte, 6 caer con él en el olvido. Rafael de Nieva es un convidado que llegó tarde. al banquete del romanticismo; tal vez éste. se~ el motivo de que no hay,a triunfado, lo que no le 1mp1de ser una gran fiiura literaria; en todo caso la vergUenz~ ~o es suya, sino de los que no le h~n con?cido; ~ lo. tnJ~sto, que él sólo sufra las consec~encias: Jóven aun-nació en Bilbao en Julio de 1842-heredero de_ noble ~ant?;re andaluza; educado en aquel suelo bendito que nega_n el Genil y el Darro, y que embellece la Alhambra; cald~ada . su frente por los rayos de aquel sol, por la espléndidez de aquel cielo limpio y azul, en los que ~otan caricias de amor, efl.úvios de arte, ardores de gémo. y prome a
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CARLOS PERARANDA
dé inmortalidad, Nieva ·e ntró · adolescente en la · vidH de las !etras, derrochando en ella riquezas -de entuSiasrno ;· ._ , . ··'.Y tesoros d~ . fé,. Y agot~nW;> sus fuerzas .de atl~ta en larga· hi<::h~, tan estén! como generosa. · Semejante á esas c~tsas sota:~egas ·dé exüng.uidos hidalgos, en· que hoy moran fa~mltas de .fo . ('la~ m~dia, puede decir ~ que E¡u cerebro . es un pal~é10 · ant1~0 habitado por id.éas modernas: su· busto. 'e s c~mpa_r"able al bu to correctísimo · de Daudet ., p~ro con · más espiritualidad y atrevimiento en sus . ojo~ ~. áJ abes: profundos: nótase, a~ verl~, ·que aquel organismo de artista Y . de apóstol, hn sufrido algo así como las ~ondas ~acudidas de un terremoto; · obsérvase -en él mu. ch~ del bohemio literario . resagad(>,· oyéndoio recitar, . . c~n su voz .trémula, c~nmovida y sonora, se comprende que sus · pas~ones han .sido .un· desbordamiento en su cor a·. ~~n, Y sus idéas un incendio Yoraz en su ·cerebro... \ . ., a~~ las llamas _de ese inc~ndio íntelectual ·poderoso, ilu- · · mman, · no cammo de glona, eJ) cuyos extremos se agiten dulcemente. recuerdos · poé~icos del pasado y esperan[1 zas. del porve~ir con 11las . inmortales extendidas sino ágn~ senqa de obstáculos que enlaza la agonía de .. me- f morias cruele~, ~l dolor de inju ticias sociales, y el esp~nto de lo u~eterto desconocido y fatal; y así marcha . . : Nieva á m:rced del d~stino, _encorvado ·baj-0 el peso de. s~. desgraé1a, cansado an.t es de tiempo, lloro p, enfermo, · . dejando pedaz?s ge sus carnes .d~sgárradas en. uná. y otra .. _zarz~ 9el camino, con la fiebre de la grandeza en el. ª.lmft, la fiebre de la creación .artística en las golp~adf!: sienes, , y_ la. fiebre de la miseria en el corazón. ¡Su suerte e~ el ' ac10 de ~a suerte; su v.ida es el desierto de un l ·
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qui.sita sensibilidad, su estilo enérgico y nerv~os?, hau marcado huella luminosa en lQS principales peraóch~OS ~e Espada, y · dado vida á los más importantes de Scvi~~a, Barcelona y Madrid.: dos magníficos trabajos suyos s~rán la mejor corona literan~t· de Julián· Ro~éa Y_ Zorrilla, con er tantos los coJisagrados en nuestro pa1s y fuera del él á .1~ gloria de . ambos . nombres: una oda su~a; varonil y majéstuosa, llamó ppderosaniente la atenc1~n d~l mundo literarjo, há.c ia 1872, excitando el deseo de ~aber . .. quién era aqu-el jóven qu~ en medio . d~ las irµposi.c;iones de ta libertad · v de .las terribles embriagueces de . ~os triunfos popula~es, predecía con tan: nuevos acentos Y nQhles briÓs las cátástrofes del desórden, los miedqs de · ·· · · ta decadencia y ta .cercana transforma(:jón so~ial: dos ·novetas suyas serían suficientes para su !JOmbre; Here11cia 1Ú /¡ígrimas, que ha leido toda una gene~ació~ lite~ari~, v Los Proleta'rios, su obra mag-na, sansunowa11a, msp1~·ada en -un amargo fatalismo social , y <{Ue hubiera dadq ft u autor la po.p\,llaridad usurpada por aquel Vulgar .· · i{ni.tador de Victor Hugo que e ribió L a !lija de mi }orna- . y lcro, si ia: quiebra de la casa ~ditgríal de Asto~t no ~ubiese estorbado la completa publicidad de aquel hbro, tal vez falto de plan pr~ciso, ·pero rico de col?rido y verdad,~~ . observación é idéas, sell9 de un superior talento:. otras , dos . novelás excelentes, aún inéditas, consolidarían su fama; jitan Rodrigues ile! Pa.d rón y Maria fo~ef~: con lo brillantes . artículos literario y críticos de Nieva, :no cionRdos, podrían enriquecerse muchos_ingénios contemporáneqs:. sus numerosas . poesía~. darían vergüe~~a ~ tanto$ libros de composiciones anodmas como. hoy fati.gan la. prensas y atestan ~as lib:erí_as; y ademá_s de es~a fécuncla labor intelectual, tiene Nieva otro aspecto art1stico: e · actor y a~tor áe la raza de Válero y de C~vo ... ¿Cómo con estos elementos no ha triunfado? ... Es lo in~x plicahle. Al fundarse, hace afl.os 1 la famosa Ilu.str_acúin Unh.•ersal, se agruparon las mejqres plumas espafl.olas¡ Alcalú Galiáno, Ruiz Aguilera, Campoamor, Valera, J:Iur:- · tacto, Pirata, Cánova:-;, Fernandez y Gonzalez ... : Nieva
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·~ · S~s triunfos-:-porque los ha tenJdo.o....han sido efímeros . . . · Y. s1~. fru~o: el ~critor, hoy olvidado en un rincób de la · hermosa Y hosp1~a~ria Galicia, 1á la vez periodista de talla, , ~ovela~o~ lil;SlgTI~ Y ·gran poeta, ha sentido más de una- \ ez a ancrnda su fr.ente por lás -auras .de ia celebridad, .Y . h~lagad? su. oid? P.ºr los murmullo· del aplauso .entusrnsta. · su lmaginac1ón calenturienta y rkn, su ex-
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CARLOS PERARANDA
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figuraba entre esos nombres: de allí salieron fodos para la celebridad y el poder; Rafael de Nieva, para la ftlina y el olvido. 'Después ... ha agonizado ocho aflos, no vividos, én un modesto empleo en la Corufta, absorto ante esta inaudita postración de un J:\Ombre; amó, y ha comprado la felicidad de la familia al precio de la miseria del bogar: una neurosis, en otras circunstancias pasajera, y engendrada- tal vez por la _pobreza y el abandono ajeno, al par que ha duplicado sus yá brillantes facultades intelec• . tuates, ha depilitado su oido, como complaciéndose en que no le distraigan las voces exteriores, y en que oiga · . : ~ más íhtimamente los imperiosos llamamientos de su ip· fortunio: como la muchedumbre no tiene más opinión que el éxito, _ni otros ídolos que los forjados por el dios acaso y por la diosa casl(,alidad, ha sufrido más de una vez las invectivas del desprecio y las persecuciones de la calu¡nnia, de aquéllos que, si hubiese desaparecido para siempre, le hubieran tributado el último homsnage que · · la vanidad humana rinde desp1tés de ·m uerto al mérito que en vida su.ele, para oprobio su.yo, desconocer. ¿Quién: en est~s ~iemp~s, sirve la causa del vencido? ¿quién, sin beneficio mmed1ato, ni utilidad positiva, tiende aJ caído • una mano generosa? Es más cómodo no hacerlo, y disculpar cobardemente el egoismo propio con los supuestos errores ajenos. Aún así Nieva con la· cal.Jlla del espíritu honrado con la abnegación y la fé del mártir, ha defendido gen~roso la causa de los . hombres que lo abandonan; aún deben resonar en Madrid Jos aplausos arrancados con su valiente pluma desde una lejana provincia, cuando ante esas cuarteladas que ponen en tela de juicio la cordura y el honor de un pueblo, tronaba contra los rufianes de l:J poUtica y los traidores de la pátrla,· aún debían resonar - esos aplausos debidos á la primacía de su talento y á -la energía y rectitud de su alma, cuando un nuevo desengan.o se preparaba á herirle de modo tan inicuo. Al alir para · Madritl, atormentado por la trc:tccMn
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acompasada ~e la. locomotora, símbolo del materi~lismo automático del siglo, y del vértigo,_ de la marcha impla-. cable de esta edad egoísta; al peqsar en sus hijos y es-· posa, prendas del corazón encomendadas á la pieda~ no desmentida nL agotada del pueblo corui'les; al verse a solas consigo mismo, y pensar en las decepciones que le aguardan, habrá' formulado uno de esos monólogos som· bríos en que la conciencia siente á la vez luz y cansancio, ~ranquilidai;l y desesperación, · pena y desprecio. "Sí;-se habrá dicho-cumplo un deber, pero ¿á dánde, á qué voy? Allí seré una ola confundida ·con las demás olas que forman ese mar humano, aún más amargo que lás aguas del Océano; allí me mirarán on aire de s~pe rioridad compasiva, pero inútil, esas 111edia11í0--? adttla~as, que, tnercefl á la facilidad del trato ~ocial, pie11sa1t q~e por codearse en todas partes cou el !alento y hasta disci1tir con él, '(Jueden atre·v i rse á las mismas em.presas; diré mi nombre, que la nueva generación no conoce; me · preguntarán en virtud de <J.Ué posición he~ha, de ~ué fortuna _polítíca ó _social, reclamo ser atendido, ó s1 voy á adular su vanidad y á celebrar sus vicios ... y--esa generación, -amamantada en la incredulidad y el egoísmo, corrompida por la comedia política, extra viada por la farsa literaria· que no tiene más Dios que sus placeres; que sóÍt - inc~nsa al poderosq, ~lo recompensa al adulador, y sólQ respetft .Y abre paso al fuerte que le de.vuelve golpe por golp~, me contemplará con desdén y seguirá . su ca- . mino de goces. por mí un momento interrumpidos. " Esto "pensará el escritor insigne y desgraciado, á qui_ent si p9r suerte lo lee, sorprenderá este mode~to escnto, que, por sentido, por: esmerado que fuese iempre valdría menos, mucho menos que una desaliflada carta de recomendación de cualquier diputado influyente. y cuehta que su nombre acaso ni se recuerde uando aún se repita el nombre de Rafael de Nieva. ,f/4;,ifa~ 1 ~
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: ·. POR TASSARA ... ·
Sr. D. Román García ·Pereira . .
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Manila 19 de julio de 1887. ,. •
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PROSA:.
Mi querid,o amigo y compañ:ero: Un afio ha transcurrido, desde que, en buena hora, puesto· que. me proporcior.ó la honra de conocerle, contraje con Vd. e.l cómpromiso de hacer, de de _aquí, una campáfia literru;i.a en pró de Iá idéa, que Vd. <~.cogió co.n su generosidad probadísima, de erigir una estátua e·n Sevilla al escla-rec,ido . poeta D. Gabrfel García Tassara; yá ·vé V.d. que, aunqu-e tarde, desempen.o mi palábta y .pago mi deuda, hoy que no es .costumbre muy extendida' pagarlas. · · · Sen'tiríit que , con lo último, se a_iese Vd. por aludido; nada de eso: es ,-erdad que me comprometí asimismo con · V~: y con nu~stro común amigo D. ·Gonzálo Segovia, á ~~viarles un trabajo en · elogio de Bécquer, J?ªt:a cie,tto ~ impreso extraordinario que había de coinddjr con la inau-· .guración ·del monumento · al malogrado Gus.tavo,_p9r Vd. pensado y .. gallardamente djbujado por Suslllo: cierto que Vd.' quedó en remitirme ejemplares y darme n@ticia de la fiesta; y que yo le ·m~ndé un modesto . artícuio desde Barcelona, y que la tal inauguración e ha- ·efectúa.do, al · decir de los periódicos, y que nada he recibido •. : per(), - si le re uerdo .esta cosas, es en descargo de mi tardama. de un ano: cargue Vd., pues, con seis meses, yo . cargaré. con otros seis, · y ambos nos aligeraremos de culpa. . · Y \•olvamos á Tassara, . y haga el cielo que la idéa . der monúmento á ~.u f!1emoria logr:e mejor fortuna que la ~ de u <'!orona literaria, que tuve también la honra de iniciar, y · que ·a1ió {t luz mal y tarde: ro más adecuado me parece elevar instancia al Ayuntamiento sevillano, ·que Vd. puede presenfor en' mi nombre, favorccld;~ con insensible~ente,
y
las firmas de los que gusten ~dherirse al pensamiento; el "borrador. puede decir, poc,,o más ó ménos, lo.sibruiente: "Excmo. Ayuntamiento ·constitucional de S~villa. · Cárlos · Pefiaranda, natural .de esa población, ~iudadano del mundo, sin domicilio ni pan fijo como buen empleado · espadol, poeta á _.ra~~s-, · prosador otras . vece~, cri~ico ~or contagio, y amante siempre de nuestras legitimas glorias, ha concebido la idéa,..--que de ser ajena U.amaría felici-.sima,-de que bien podría Sevilla hon,rarse con un acto · de justicia, hÓnrando c~n una estátua la memori!'- · del ilustre poeta · y diplomático insigne : D .. Gabriel Garc~a. Tassara. L~s i:azones en que se funda son-las s~guientes: .. La ·pri~era. es-no ·sé si habrá ocurrido yá á esa Cor, poración Excelentisima,-que, con ser tantos los sevillanos ilustres, . no ):),ay en . esa ciudad más que una estátua,-por señas . muy ·buena-ál divino Murillo. (No cuento ta de Fernando VII, que está situada en propiedad par.ti~ul~~ y paréc~ un ".'enerable recuerdo de f~li~) . .Esto, .. ..:....sea dithQ sin ánimo de ofender - dá á $ev11la cierto as· pecto ·de población icono "lasta, en el' sentido .liumano, Y. aún ciertos vjsos de itigratitud, sobre todo cuando .en Madrid tiene monumento, muy ·discutible, 'fylendiza.b:.il. La segunda r~zón~•. péro SOn tantas q.ll:e \7-ale m~S no enumerarlas. Esa Excelentisirria Municipalidad no ·deb~ -pei:der de vistaque necesíta uno. de esos golpes de. rur.nbo para ... recuperar sil · popularidad, perdida en Sevilla· por ·aquel. : · · feísimo sombrero que ha . dejado poner en la Giralda, convirtiéndola en percha, ·y por tener en g~neral la población peor que estaba en tiempo del inolvidable :Vinuesa .. ' (¡Perdón) senores Com.:ejales: es el , CQntagio ~e la critica al uso, que me a\canzal~ . La Municipalidad hispalense debe estar sobrado versada ..... en historia contenipóránea, para que yo me extienda á recordarle lbs. ser.vicios epiinentés prestados por Tassara en el ·más grande de los pueblos americanos, y en ocasión ·solemne para Espada, servicios en . que compitieron genei'osamente la inteligencia más clilra, el más acendrado patriotismo y la habilidad má:s perfc ·ta, y· que le
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CARLOS PERARANDA
granjearon el carino receloso y Ja difícil admiración de toda América: . y esa Excelentísima Corporación debe conoc~r, por, mucho que .absorva sus taréas la administra~ión muni~ip~l, y por tocada que esté de la política, la 1mport~c1a 1ntelectual y literaria de ese hijo preclaro d_e Sevilla, uno de los más egregios poetas espafloles del siglo que agoniza . La .objeci_ón, que álguien puiliera hacer, de que no tienen estátua en Sevilla, aunque bién la merecieron H~rrera, Caro, Rioja, Reinoso, Lista y tantos otros es: cntores Y artistas esclarecidos, carece de fuerza desde .el momento en que se le erig-e á Bécquer ... Mas no quiero entrar en comparaciones, entre muertos: además eso será ~enta_ de las. generaciones que pasaron. Yo hoy me limito a poner sobre mi cabeza las obras inmortales de Tassara, _Y vencido con tan glorioso peso, ,,ocear cuanto pued~, b1én q?e de lejos y olvidado, hasta despertar la dormida atención de los sevillanos hácia su imponderable poeta, ho~a de ese uelo, tan fecundo en génios omo desperdiciador de us glorias. ¡Tassaral ¡Cuánta grandeza desconocida cuánta gloria no bién. apreciada revela este nombre! EJ ~éuio divino de 1~ Poes1a formó on deleite su alma de artista, l~ comun~có la n_obte fiebre creadora, puso en sus labios la grandilo~uenc1a de 9umtana, en su cerebro el profundo pen~m.1ento ~e Remo o, y ·en su corazón las amarguras de . Rioja: evillano de buena raza, sus versos corren serenos Y armoniosos, ~orno el ancho y cristalino Guadalquivir, y,. para. más semejanza, así como el sagrado Betis va á confundirse. con .la inmensidad (\el Océano, sus poesías van á ~ o~unai_rse ~on las inmensidades del pensamiento humano; . su. 1magmac1on portentosa tiene algo de los caprichos orientales del Alcázar; sus idéas altísimas m1:1es~ el gr~ve aspecto de las elegantes bóvedas y los se<!lfáres ~a~.llones de piedra de la basílica sevillana, y así él esJ?In~µ,_ absorto, pep.etra en sus obras con el religioso re- ._ cogumento que sorprende al artista y al creyente at en· trar en las inmensas catedrales góticas: enriquecidas y
aviciadas . sus facultades poéticas por el derroche de colores y la increible variedad de aquella naturaleza pri- · vilegiada, de aquel cielo y aquel suelo .maravillosos de Andalucía, que son el reinado absolµto de la luz y de las flores., sus versos resplándecen como el oro, deslum· bran como ·et sol, y ostentan las eternas proporciones de la belleza. Su gran espíritu se cierne, águila de la inteligencia, en las altas regiones de la síntesis ... 1 • "Si se reunieran todas las catedrales españolas, ¡qué selva, Bugallal, de catedrales!,"' dice admirando los monumentos arquitectónicos de Av1la: canta la noche, y exclama con ·acentos dignos del libró de los libros: . "Es la noche; ¡mortales, prosternaos! ... ¡Dios en la inmensidad llenando el caos!" Y cuando las luchas de la vida y las catástrofeS silenciosas del alma, lo arrojan como náufrago á las costas ·inhospitales de la pátria; cuando, enfermo y rendido, huyendo de si misn-io y de la muerte, recuerda su dorada mocedad, y á Laura, su .pasión primerá, quizás única, fénix que renace de sus propias cenizas, prorrumpe en · es-tos versos inmortales . adios amargo á la juventud, despedida eterna del amor y la gloria, y síntesis de lo.:) dolores humanos: "¿Por qué al primer amor sqbrevivimo al primer Dios, á la primer creencia, · y altares á otros dioses erigimo ó sólo queda un P.i~s, la indiferencia!" En este estado de espíritu; indiferente y silencioso; ocultando en el aislamiento y la soledad su olímpico desdén por la vida, por la gloria y por la nµeva generación, si es que podía estar sola un alma tan inmensa, sucumbió, . aún ven, en Madrid, una triste maft.ana de -febrero del aft.o de 1875. El mismo, dudando amargam.e nte de su génio y de su inmortalidad, buscaba allá en el fondo de su conciencia de gran poeta el magÍlo asuftto no escrito, la obra defin,i-
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<:ARLOS PERARANDA
ti va ·no crea~a, y <?lvidando las realiz~das felií~mente, recri·
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: mínábase y deCia'. . · . . : · · . t~ pudiste escriPir.. : ·¡Dí· que ·pudiste!" .·. 'Así pensaba· .d e sL mismo ~I sublimé cantor deJ Dante, :aes<;onociendo,~ en sus desencantos y sinsabórc5' que no en vano pasa un sol por las e~feras del pensamiento h~- .. mane, Y- que su riombre ilustre será perdurable e-xcepci6n ·en este siglo -de famas caedizas y fáciles · victorias~ Para t.~l poeta, par:a tM hombre es para quien teclanio. '. ·. ·. . . .. . una estátua. No crea ese Excmo. Ayuntamiento .á aquéllos .. aseguran que levantar monumentos á los {lr.aildes . que ,. hombres e.s signo de pueblos decadentes: aunque ásí fuera, .., eso sería lo mejor en que p udiet'an emplearse; perq'. otros opinan. que los pueblos decadentes son aquéllos que sólo . · se ocup~n eh ·fiestas, en pla~eres y en toros. Además yó . no pido á esa Gorporacióa que costee el 'monumento~ sino . qu.e patrocine la idéa. · El pueblo sevillano responder.á', supongo yo, con entúsiasmo igual ál que observó en la olonia hispal~ns~ que reside en este Arnhipiélago... aun.que desde aqui pensarho::;. en la olvidadiza reina del Guad~qqivir con esa veneración mezclada de pepa, que _ sienten los sevillanos que salen de Sevilla. . · ·.· Así .lo _süpli_c a á esa Excelentísima ~orporación -~l fir. mante, quien deséa, como lo mejor, á su ciudad natal, · prosperidad~s sin término, a1gún renqevo poético de . raza Ta5sariána,-¡se dan de tarde en tarde!-; y "un poco de · ª9-uel ~ntusiasmo que ..un filósofo espai'iol pongera embebe.c1do, cuando afirma que el neciq·lo apl::túde to_do, pero que nanea aplaude· el imbecil. , Manila .19 lle Julio de 1887. . •
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CARLOS PEÑARA..~DA.
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que s.erá un ·hecho; si Vd.- pone ~l ~rvi~io de' esta idéasu talento clarísimo, sus simpatías personales, y su probada persev.erancia. Si no le complace, en el alma lo · sen· tirá. su a.fecti~imo c-ompaft.ero. q. ·1.. b. 1. m. .
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,$i ~! borrador le .agra~a, a~ig<>; mío, manos á la obra,
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(IMPRESIONES DE , viAJE) :
El vap<;>r Ciudad de Saiztander, uno· ~e l?S .m~ poderosos buques . de la Compaftia 'frasatlánttca, dibujaba á lo tejos, en la extensa bahía de' Cá~z, su enorme mas~ n~ gra, . rodeada de otr.os barcos de vapo;- ~ tl~ vela, q~e, a · .su l~do, . parecían I?equef'ias .lanchas rmd1e.ndo con · el cabecéo de sus proas · pleito . homenaje á aquel monar~ del Océano.. El.· mar, ~itado pór . fuertísimo lev~te, , se alzaba y deprim~a á h manera de. músculos en .ejerc1c10 de las .recias esp~ldas de un titán, .Y ya, como por atar.d e de fuerza, mecíaº!le~ta, p.e ro vigorosamente aquel cot~so 'de . hierro, ya empujaba sus· olas contra las m~allas ~ejartas, elevando á sus piés pérfid~s sonrisas de espuma. . A lo .fejos. Cádiz, e~~ ·sus bl~ncas azotéas, su antigua· tÓrre ·de Tavirá.;· las ·elegantes cúpulas de . su catedral · r.ueva, orgullosa· de g'uaréla~ en su seno la i.nmor~al joya de don Clemente Torres,: rival d~gt1isimo ·de ~urillc;>; con su apret.a do cefi~do·r de piedra, y su as~ec.to · bu~H~ioso y ·· risuefio, parecía enviar carifiosa desped1da al viajero. E~ la herradura que ·rorma la tierra limitando la .babia,. pn- . mero San Femando, grupo de nidos de aves ro.armas; más ~llá el -Puerto de · Santa María y e~ histórico T:o-~ cadero, ·y en la punta, ~ota, acariciada por, .un· furtivo · rayo de. sol, que logró . un momento abrirse paso .entre .. . . . las nubes. · . . A .bordo del · Óiudad qe Santllftder, t.odo era .movimiento y anw'Icio ·de ·mar.cha in~eclíata: . · llega~a de p~s.ajeros, entrega y registro de billetes, colocac!ón de ~u1pages, ruido de cadenas 'y ~ables, acompaftado del _tnste Y_mo- · nótono ¡obél de los marincr0s: .ta. ancµa y negta cb1menéa lanzaba al aire e5pesas espif ales de bui:rio, arrebatadas .y deshechas al salir de su boca, Y .t odo el buque
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CARLOS PERARANDA
PROSA,·
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trepidaba, sordamente, estremecido ppr h1 re piración contenida del gigante. Algunos botes, conduciendo á esos viajeros que llegan ~iémpre á última hora, se dirigían á bordo hinchada la p~ntiaguda vela latina, casi reclinada y rasante con las olas, como ala. de aves arrojadas sobre el mar por la impetuosidad del 'viento. Uno de esos botes, conducía á una familia, probablemente matrimonio con dos hijas casaderas, cuya subida á bordo, dificultada por el grueso oleaje, pudo éfectuarse merced á los· fuerzos de algunos oficiales del barco. Una vez _arriba, causaba pena ,·er á aquella gente emperejilada como para llllá fie ta' con los presuntuosos trajes ajados y desgarrado por más de un sitio, los gúantes perdidos, ·y los abultado é incómodos sombreros chorreando agua de mar de los ine' ita bles salpicones. re ibido al cruzar la bahía .. Detrá de ellos subieron, en érie intermfoahle, maletas y sacos de viaje, illones, caja y omh1~ereras flamantes, denunciando á una familia principal. . de éf;a · que van por recréo á nuestras colo'nias ultramarina . Al fin subió también el patrón del bote, de curtido rost,ro, ojos pequefl.os y vivos. y esc¡;¡so pelo pegado en punta sobre las sienes en forrr.a de navaja; quien, extendida- la callosa mano, se dirigió á la sen.ora que parecía la mamá, di· dendo. · -¡Sen.ora, pá un vaso de vino! ¡Vaya usted enhoramala! . . ¿Qué le he dar á usted, tunante, bribón?. . clamó sofocada la matrona. Con un u ¡Cudiao, sen.ora con eso: yo soy un hombre· de bién!. . ¿qué curpa tengo yo del levante? u, el bueno del patrón se escurrió. hácia u bote, que desatracó del buque en un. santiamén, alejándose con lucido derroche de mafdiciones y desvergüenzas, mientras la airada ma. trona, dirigiéndose á un · grupo de viajeros que, echados · en sus sillones, pálidos como muertos por el maréo que los invaQía y á todo indiferentes, ni atención podían prestarle, les hacía este discurso preliminar.
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- ·Han vi to u tedc~ co ·a parecida? Figúrense ustedes,_ que. envío á uno. de mi criados á busca~ un bote decente, y e e {'illO de patrón se apodera del eqmpage, lo mete en el uyo, ucio, incómodo y pequei'i.o, Y cuando al llegar no otros · me h negado :\ embarcarme en é.l, no~ · ha h ho ta forzosa, separándo e del .. muelle Y gr~tando . que ó · ,:eníamo en u bot ó no ~le.volvía el eqmpage . . ¡Vean u -tede qué .onflicto! ... · ¡A ~ltt~~. hor~! ... Pue~ ~o e e o lo peor, ·ino que hemo tran ig1do, y e~ med10 de la · bahin se ha · parado e e bribón, pidien~o, ~ara cqntinuar o ho duro obre lo aju tacto. ¡l:.es di.go a u tedes que j 11 go á er hombr !. .. No ~or _la ~ed1a onza, qu~.' despué ·'de t do, e una cantidad ms1gmfic~nte ~ada ld • • . o... N oso t ro s , '. ··t Dio gracias 1 no po 1c16n de m1• man'd . orno . de lo que van éí Cuba por necesidad .. · -Por ne ·e iclad, no; · por dinero irán usted~s: las neceidad~s la d jarán {t la espalda-grUñó, ca i ~ara su capote, un chu o de la ru cla. / - ¿Eh?- interrogó alnrmada la señora. . - D ía, ei'iora, que tiene Vd. mu ha razón. . -¡Yftº lo reoi - r plicó ella: ¡reniego .de .Andaluc1a Y . de- los· andaluces! - ·1Mu ·ha l"fa ·ia 1- murrnur Ó ap_ enn s otro . viajero, con en comunicación ' los ojos rerrado . y _próximo á poner e dire ta con el mar. . . -- L qu müs , iento, - pro i<Yuió _la oradora s1!1 orrlo, -e cón'to t:. han puc to lo ve tidos de las.. ruña: Y el mío, y lo_ · mbrero ·, re ien_ traídos de Pans,-p.orque 00 otra n ar. !lffiO · {l Parí to.das nue t~as c;o.s~s .. ~ , -Pero, rnujer, - 1 int rrump1ó el ma11do,-1s1: ya eso 110 tien remedí ! · · -¡Juan, 110 · m pon<Ta en ridícmlo!.. ¡Si_ tuvieras tú ene1.g1·at.. . 1·Ni·i'\,. - ·•t<,.,rr ó- vamos · á .' er el cfilll.arot~ que no. han .dado!·. .. . · Tra c ·to . pu o el vapor ·en marcha; pasáronse tres . día d ma~éo ~rcn rnl, y amaneció el cuartq, con poco olcaJ'c y • pléndido c~elo. _e co. no. cí~ que el buque navegnba,- por l a mpa a el o mov~m1ento de la hélice y ra
efío~·es,
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CARLOS PE~ARANDA .
:-lnchb.. y e pumosa cstelci que dejaba dibujada en el ·mar. :Po o á poco fueron apareciendo . obre ubiena lo · viajeros todo , aquel inmenso hormiguero humano .que. llenaba el enorme Yicntrc del -món truo de hierro: uno· e ~ituaron n la popa~ viendo hwr el pasado, mientra fur~ tiYa lftQ"rima denunciaba el recuerdo de un hocrar y de s~res querido : otro·, apoyado en la borda, miraban an· ·iosa111ente hú ia · proa, como i qui icran penetrar en el oorvenir dudo o; lo mú , entados y . en crrupo . p.crteneían al número de c~a per ona felices que ólo ·e pr o upan del. pre ·ent . y que no titnen porYet;lir ni pa:ado. ¡Cu:lnta hist ria qu aprend ·r, uúnta · fütimidatle que stuc.liar n cs.fl · poblacione flotantes, 'en que se jt:mtnn, e onfunden · . e hocan·, al o-uno· días, ·ere que pronto se di. persan y aca o no ·e 'vuel ,·en ú encontrar en la Yida! ¡Qué tri t regres ·! ¡qué alegre cspcrnnias! ¡Cuúl)ta ·mi eria d rada! ¡Cuúnt infelices que no regresarán! ¡Cuúnto. que ú su vu Ita hall~irún orno la ay s cmigradoras, frío y . olo l nido qu abandonaron! En un grupo, D. Juan, - puc to 4uc ·;í sabemos su 11ombre,-sostenía una acalonicla <lis ·usión sobre la conveniencia de que MazzHntini fuese eleg-ido diputado {L Corte . -¡E una cckhri<lacl! - dc ·ía, ' lueg·o,- ·o'nte ·tando ú algunas ob erva ione , a 0 Tcg-aba:-¿No ·ci-c't ono edor profundo de la mPjore o-anadcría · de toro ·? v . esas gana<luía- ¿no f rman parte clc la riqueza nacional? En otrD grupo, la mamú y la· niña ·, feísimas cri~Úurus del, órden in a ·abl , qu l)U sl':t l nn imposihl ompcn:ación. ·p re cot<"mdosc siempre como. en d ·ita . y ~str.enan<lo :í. h rdo ·uantos trajes tenian, dúhan e de ojo, ·in duda ·efüt convenida de ant mano para romper el fuego. -¿Y u ted e· de :J rcz?- pr guntaba la mamú ú un · pollo cer ano. · - Si, cñora:. ¿··ono e u tcd mi tierra? -Pap:l tiene allí una Yiña que . vale mucho <1inero-Hc apr uró <"t de ir la mayor <.l • la. ·eñ rítas, llamada Fernanda.
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-Vif\as, hija mía, porque son varias en una-rectificó la. mamá . con arrogancia. ·~ · -¿Y de qué va S\i papá á Cuba?-preguntó atrevida· mente á Ja menor de las . mucnachas un mag-istrndo que iba á bordo, y que no lo parecía por lo jó,·en y lo llano . Va de autoridad admini trativa-dijo con afectación la interpelada, Eugenia de nombre; y á una sci'ta de ·u mamá, añadió con rapidez: papá necesitaba, egún _los médico , camb.i ar de clima¡, porque iemprc e taba . i:nalo en Jerez, en donde po ecmos una viña .... · De de aquel día,- las pobr~s ·chica tu vi ron, sin abe1'lo, un nueYo apellido, y nadie las conocía á bordo sino por las eiíoritas de la Viiía. Uha noche hermo a ·de luna,. la ·eñorita menor de la Vii'la, conversaba de asunto y dec pcionc · amorosas con una rubia arrogante y romántica. ~ -Yo-dedá ésta- é que no he cle ca arme: ¡s y, Eu· genia, tan desgraciada! · -Pues yo-conte taba U interlo utora-e toy ierta de que · me casaré en Cuba, por ue, hija mía, , om~ p<lpá es autoridad y ademá propietario, la posi ión de pap<"1 ... Aburi'ido de e tas cosas, determiné re oo-erme, y al pa· sar junto fl otro grupo, oí que un empleado de orreo que e peraba un as enso <"t u lle ada por ser-clecía-.amigo del mini ·tro, preguntaba i había fcrrocarril ~e PuertoRi ·o á la Habana, y es uché la iguiente. sínte is que haia á cierto neófito un conocedor de la I ·la de Cuba. -¡Hombre, allí no hay m:-i.s que · mucho vómito, mu ho papel, y pocas onza ! No . in disgu tos, intimidadc ·, amoríos, frialdad Y desafío á plazo, terminó el 'iaj~; y no bien e vió el Morro, ada viRjero se di puso á de embarear: de. pul-s, in U.e pedirse casi uno . de otro , todo e di · persa ron por la Habana. . Po os días mús tarde, hallé en una oti. ina, al magi trado de á bordq, y le pedí, . on ornn, noticia cle las scft.oritas de la Vina. -¡Calle u ted, ho..mbrc! ... la he Yist ayer-m on-
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C~RLOS PEÑA~ANDA
testó. .J?=l pailr viene cen el agua al cuello... Figúrése usted; u~a retención ·por una deutla de do. mil d~ros 1·• que no sé cóp10 podrá saldar, con tal _familia y . tan corto sueldo: ~demás, ~inda buscando c ien duros para poder continuar su viaja... · . · -P es ¿qu(!' destino trae e e hombre? -Oficial 3. o- Administrador de n o é qué dn on del interior. ¡Pobres gente ! ¡Creen engañar, á tos· demás y . ól<? e engañan á sí mismos.
GARCÍA DEL ESPINAR (ANA GARCÍA. DE
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~o hay. duda en que las idéas vulgares se abre~ camino: fácilmente; como que están al alcance de todo. el mundo, y· esto es, á un tiempo, su ventaja y su· contra, porque llegan y pasan on la misma facilidad: sólo las idéas altas, ésas que el vulgo niega ó . discute con ardor, porque no las entiend~, tienen carácter de permanencia. Lo peor es que esa masa general, ni siquiera·· puede lisonjearse de· que aquella idéas, con ser vulgares siempre y casi siempre falsa , le pertenezcan: se las dan hechas; y se las dan hechas .las ilustraciones á medfas que han invaüido hoy la tribuna, la cátedra y el periódico; · que extravían, porque no _dirigen, la opinión, y que en el fondo'- Sólo co~tituyen- la clase media del talento y la demagogia de la_s. letras. A .e sta falange, cada vez más numerosa, pertenece la ·pseudo-crítica mod~rna, esa crítica de perpétuo carnaval, - pues que · 1e gusta usar careta, que mide las esferas del arte por el patrón de la gacetilla, ·que es su casa, y que se alimenta con las sobras de la~ reputaciones ajenas. Los cultivadores de esta fácil ,literatura., con tituidos en autoridad por votación del amor de sí mismos y mayoría de fa vanidad propia, creyeron del caso, en un principio, darse tqno ·de revolucionarios, atacando cuanto existía, y se convirtieron en nihilistas; viéronse más tarde arrollados por el triunfo ajeno, y e han hecho beocios. . Suyas fueron aquellas famosas campanas contra la forma, que dieron por resultado 'el hacer bárbaro el idioma; suya fué-en vano intentan hoy obscurecerlo• aquella guerra sin cua~tel A nuestros más ilustres escritores: suya la estupen~ invención de que babia muerto la poesía. De pués de grandes escándalos literarios, de que sa-
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CARLOS PER ARANDA
PROSA.
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caron una elebrid~d, no muy limpia,-como amasada con lodo por lns . ttacas manos ael miedo, -pero celebrr dad al fin, transigieron con el éxito reconocido ·pero J·a,, con e 1 !f1énto . mas por . reconocer: no .pudieron 'sufrir en ~alma la apari ión de cualquier nuevo poeta, porque acaso 1~tentaron .serlo inútil y .desesperadamente ... y hoy, , en~I<los también· por la innegable pujanza de varios po·~ta Jóvenes, honra y espe~anza únic~ del .porvenir, sostienen que la no,·ela es la sola fórmula literaria del arte mo- · . derno .... _Pero ~? .e ran bastantes t.ales aberraciones, y como si aun escno1esen para aquel mísero país de las Batuecas cuyos habitad9res no sabían hablar, según donosament; lo describ~ y _ce~sura Fígaro, todavía encajan una pátria grotesca y artificial dentro de la augusta pátria vei-dad~ra, y h~n dado ahora-¡ellos que jamás lograron escribir dos lmeas seguidas en regular castellano!-en la manía de maldecir de las literata y ridiculizarlas siendo lo más peregrino .· que tan sosas extravagancia~ hallen lectores que las toleren en la tierra que ha producido á T~resa de Je ús, sor Juana Inés y Luisa Sigéa, á Ger: trudis Avellaneda, Lola Rodriguez de Tió y Carolina Corona?o, á Emilia Pardo Bazi'm. y Rosalía Castro, y á Concepción Arenal y á Feman-Caballero. Nosotros-hablo por mí y por cuantos piensan de igual manera,-concedemos :·menos á la moda; creemos y proclama~os ~ue l~ novela es la forma más vulgar de la ~arrac1ón hterana, y vemos en la mujer la ayer esclava 1 ho_y compai'!.era, y mañana, igual del hombre: entendemo en fin, que el talento no tiene sexo. ' . Precisaba~ estas explicaciones al tratar de una dam~ ilustre, cultiv?dora e~tusiasta de la novela contemporá· n~a, que es~nbe con . el pseudónimo de García del Espinar, Y sigue las ·huellas gloriosas de FernancCaba: Uero;. de una dama que sostiene hoy con su pluma en Manila entre la anarquía de la verdad y del gusto, el buen nom: bre <;le nue tra letras, y la honrosa tradición espan.ola de su sexo; taréa importantí ima y noble en un país
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que nace ú la ,·id de la cultura moderna, y donde, en el transcu.r o. de tres centurias, no ha logrado t~davia el patrio idioma abrirse pa o entre las masas <lel pueblo~ García del Espinar, autora de bella - no,·elas, entre las que se cuenta una dc.Jas !"'rimeras e crita y de· las últimas publiéada , Amor y 'vn11idad, es también perioc\ista notable; pero el carácter especial d u talento la in lina al difícil· género de la novela de costumbres; así, cuando describe 'opiu, y uando pudiera narrar, dial9ga: la fuevza de la acción y 1á YiYacidad y energía de &u imaginación rica y fe uncla, la impelen al n"t!}ido desenlace .de lo a unto · ,· prefiriendo el interés ú la fo{ma e} . fin al medio, la · idéa al esmero prolijo de la e1ecu-· ción; la espontaneidad ) la encillez son lo caractére · distii;itivos de su estilo, lleno, por otra parte ele animación y de frescura, e tilo en el qu~ qten la múxima pr (unda y el pensamiento riginal y noble, orno hojas de prendidas de lo árbole obre la tersa · upedici~ de un la<Fo; u uadros. tienen relieve y olorido; u · libro~ de estudio son la Na.turaleza y la sociedad, pero sepai;a, · e¡ige y agrupa, accione todas tres f undamentale en el arte: por esto y por- la dcli ·adeza de su te~peramento ar.tístiCo, e idealista, pero con ese idealismo que pinta ü la humanidad como debe ser,. y como e muchas vece ; por esa misma au a son u~ obra , novelas ó attí· ~ulos, idilios. de bondad y poemas del bien, en los quc á veces entra el mal co~o elemento de contra te, pero un mal, que e solamente la ausencia del b!en ó_ pa~io- = nes, nobles en su orígen, que se extravían y se· pierden, como río que cambia de auce y se de borda· sin 11 gar al mar. Reuniendo, por priYilegio raro y en ·grado umo, á la belleza del alma, la belleza del ro tro y la b~lleza de la idéa, que reside como soberana en su mente y relampaguéa en su mirada perspi~az y profunda, re ulta del conjunto esa. suma de bondad artística, que tiene por norma el e píritu religioso y por finalidad la moral, elementos con tantes de su •obras literaria ; y así de ella puede, mc"l que de autor alguno, afirmars , que piensa
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CARLOS' PERARANDA
en voz álta, habla .como piensa, escribe como habla-y Cl.l-antos t_ie11en la honra de tratarla saben que - habla con inimitable _gracia y· gallardía~y, _por último, que escribe, á un tiempo, con el ejemplo y con la pluma.· ·Al revés de lo que sucede, casi siempre, ·en el mundo literario, García. oel Espinar vale más que sus obras: un libro representa comunmente un esfuerzo ~upremo; .las obra;; de esta autora, por· el cofitrario, son reftejo más que débil de su talento, sólo igualado por su modestia, porque Gar ía del Espinar carece de vanidad y de ambición: escribe.porque cree s~r útil á la sociedad, y de aquí su tendenc;ia á corregir Ja educ~Ción y á mejorar las ·.costumbres; y. cuando escribe, . sólo da m0mentánea libertad á su imaginación inagotable, prisionera v.oluntaria de otros deherés de su sexo, que son para la insigne dama una religión y un culto. . Tal es la personalidad literaria de García del ·Espinar, · . d~stinguida autora de Cosas del mundo, La asociación del tnibajo, Por tma lágrtina y otras mu has novelas y notables escritos de costumbres, que han hecho ver en ella· á la sucesora de Fernan-Cahallero: y aunque nada ·, vale ·el aplauso del escritor humi1ue y desconocido, siempre es oportuno este tributo al talento, y sobre todo, . al talento en la mujer,-que tanta perseverancia necesita pará form~rs~ y Jl.lanifestarse, más aún que para vencer las indiferencias y preocupacione del vulgo. Igual derecho reconocemos en ella que en el hombre al patrimonio universal del espíritu human<?; y es hora yá, puesto que le pertenece,' de que la mujer recoja la mitad de· la herencia. Entretanto, honor y. estímulo á las pre,'~rsoras.
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·Afc.mila, 1887.
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LA INGRATITUD.· :
Desde que Jesús dijo en cierto día al pueblo hebréo, que 1o ultrajaba, "M~chas buenas obras · he hecho! ¿por · cÚál de ellas me apedreais?", poco nuevo puede ai'\adirse á propósito de lJ ingratitud, por escritor alf~uno. . En esa frase ublime está retrat.ada la mgrat1~ud, qe mano maestra: no es un vida, es una Pf.lSión inf~e: hay _ pasiones que honran, como la pasióJi de la glo~ia; :que se expJican, ~orno la p_asión del am_o r; que e c?mpren. den por su gran fondo humano, como l~. pasión _por Jos goces materiales de la · vida, y p~r el ~uego, c?mo medio p~ra llegar á ese fin ... · peró la mgntt1tud ~o tie?e explicación alguna, ni _un motivo human? q~e la aten~e, ni uri fin de utilidad,. que la justifique s1q9-1cra á los OJOS del moderno positivi mo. . . . Las pasiones nobles engrande en el ~spintu y co~v1er ten al hombre en un sér uperior: t i JUe~o, la sens~a lidad la emhriaguez, los pla ~re groseros de la matena, extr;vían al hombre y 101 rebajan al nivel del _bruto: la · ingratitud es . la de~adaci qn última,. la más ver<Y?nzo.sa ·para el sér humano; t.: " lJ prostitución de la con~1en~ta, ta -infamia qel alma, muerta para el bien J env~lec1da; la criminalidad inactiva y obarde, pQrque es dehto moral sin cárceles, sin jueces materiales y sin consecu~n cias: la ingratitud no es un medio, no es ~fin,. es s~; plemente una condición ~e l.os mal~ados, .h1pó~ntas sm corazón, sin va_lor y sin talento: la mgrautud es el placer de lós ingratos. _ . . La ingratitud es tan antigua como la humamda?. e~ al~os ·púeblos re~otos se cou~ider-ó como un deh~o c1~ vil, y se castigó, según Xenofonte, con pen~s severa:5, · después u nombre odioso se borró de los .cód1g·os ~ deJó , de .castigarse. y se comprende bien: á semejanza del personaje de una . 19
CARLOS PEÑARANDA
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célebre comedia, que necesitaQa una espada tan larga como l\ifadrid para escarmentar deslenguados, hubiera W:!· cesitado la ley, para seguir castigando la ingratituq, una imposible universalidad de pena, interminable y eterna, • desde la ingratitud individual, hasta la ingratitud colee. ti.va; desde la ingratitud de los hijos, hasta la ingratitud de los pueblos. . . . La ingratitud e.s vicio inherente fL la naturaleza humana: de ser deformidad visible, de ella apartaríamos los ojos con horror y el estómago cou asco; como las enfermedades del cuerpo, esa dolencia moral mata el alma, porque el alma muere cuando no vive para el bién: como hay muchos ingratos, hay, pues, muchás alma muertas, almas que están. de cuerpo presente, ó sepultadas, como apestosos cadáveres, allé\ en el fondo insondable de la conciencia, que es, á un tiempo, su juez y su verdugo. La ingratitud llena las páginas de la Historia: no hay inventor, no hay sábio, no hay legislador, no hay guerrero que no haya sucumbido al peso de la ingratitud de sus contemporáneos: Jesús, redentor de los hombres, ú pesar de sus divinas doctrinas: Césár., génio guerrero, á pesar de sus triunfos ó á causa de ellos mismos: Colón y Hernan-Cortés, á pesar de sus descubrimientos y conquistas: Gonzato de Córdoba, á pesar de los reinos regalados á Castilla: La ingratitud tira la primera piedra y forja sic::mpre el primer e,¡;labon de esa cadena que ata al hombre á la esclavitud del mal y al mal de la esclavitud: nó hay tirano que no funde su trono sobre esa piedra angular; no hay infame que no empiece por ser ingrato. . ¿Cuál es el orígen de la ingratitud? Difícil es decirlo: . hay el génesis de todo lo' reado; pero no existe el génesis del mal: todo se rela iona con el hombre, todo emana de Dios, pero el mal se engendra á sí mismo. En . las creaciones tenebrosas del mal, casi puede decirse que no hay antes ni ,después; pero relataremos un cuento, oido en la niñez de labios de un anciano. Los génios del mal yá se habían esparcido por la tierra:
PROSA.
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existía yá el cr· 1en, ele angosta f1~cr.te, carn repugnante· y mirada torva: la avari~ia,. de · rost~·o angul~~o, salientes pómulos y manos enJutus y (ebnlcs: el ódio, de sangrienta pupila, boca frascib1e y c.rispados ~abello ; el egoismo, de aspecto desdeño o y tac~turno, 1111ra~a ~ quiva, y reposada satisfacción de í mismo; la .luJur~a, . qe formas blandas, incitante . boca :r naturaleza i~sacrn ble; y la erwidia, de cuerpo e cuálido y rostro amarillento, labios blasfemo y repugnante . y ojos rencoro os. I;a envidia se moría de despecho: con iclerába e el ér más inmundo y feo; y miraba con rencor ¡\ la , a\·aricia y á la lujuria que le parecian hermo a y od.iaba ú ia última, porque la amaba l ccroismo . Sus .quejas llegaron á los senos mii hond~s ~e los p~ deres infernales, ') éstos ugirieron :-"L)a .em idia un proyecto diabólico que ejecutó . al instante: _por un engaflo artificiosamente preparado, la envidia up1antó ~na ,n oche á la lujuria y perteneció al egoísmo. · Sólo de este modo la en idiá pudo ser madre: llegado el momento, se retiró· á un lugar abrupto; y allí <lió á luz un sér tan inmundo y deforme, de tal modo repugnante y horroroso que, _asustada, huyó ,. aband9nándolo á su suerte. . . Yá existía ·un sér· aún má Yil que la envidia: la ingratitud; pero la miserable madre no fué por eso má . feliz que cuando ocupaba el último lugar entre sus de~adados compafieros. ¡La desgraciarla sintió elos de su propfa hija, porque. en lo inmunda vil la superaba! Afadrid.
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PROSA .. ·l.
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. Los . tienen 1~ desgracia de no vivir en Madrid, de?· ·con~en e~ta felicidad inefable y suprema. Ahor~, P_9r No se trata· de ninguna fine.a de la propiedad. lia que lleve el apellido con _que· .aa•......,,... glones. El .Pi1tar de. las de · G01nes, á pesar d lo p<>·•ltl• la frase, no es un. piilar, á no ser qu . da lle~r este. nombre una acera de una concurridísi alle .de · esta ór.te de las Espai'l~ , en donde el ilu trc·.y paternal nicipio de la Villa, sin duda atento á los sábios e jos de la higien.e a.e .prim~ras let1:as, }J.a plant~ lafgá fila de pinos, arrancados á las cumbres del Fuenfría, tan · aburridos y escuetos, tan desnudos de Jiojas y polvoriento , que ni ·prestan sombra ni purifican el aire, auqqu~, en cambio y como justa compensación, tampoco sil.en par~ recréo de la vista y ornato de la más ancha árteria de ·Madrid. · En vei de modificar 'buenamente la atmósfera respira. ble,, los infelic~s ·pinos se dejaron modificar por este aire sutil · del Guadarrama, que a.sí limpia y purifica la revueltas encrucijada , aún upervivientes, del antiguo Madrid, como reparte pulm nías entre sus pienaventurados moradores. . El . pinar de lps de. Goniez es, pues, una acera de la .calle Altalá; la que orre desde la Puerta del Sol hasta la misma tibeles, en donde acaba. Yá, en anterior escrito, hemos tratado de esta famosa acera, á diario llena de bot~ · en bote, 'd e mamás indispensables . y heróicas, nif'ias en est~do de merecer, galanes trasnoch~dos é irresistibles •. hembras arrogante y pedigüefl.as, y empaquetados · personajés de la interminable clase de ex-ministros malogrados, generales prematuros, banqueros sin crédito todavía, 'y oradores de. café, todos ellos génios desco11oci'dos, por · Bécquer ensalzados en fantasía 'lindísima; gente respetable que tuvo ·su poeta, como la mismísima Greciá su Homero.
· ejem¡.?,lo con la "deliciosa y fresca temperatura de JuJ10, es ~diable. laµzarse á las ci;tUes, agra~ablemente caldeaP un · · de Jusdcia, que ne á plom~. sobre ellas dura un dia larguísimo. La:s mangas de nego se en: ad' un encanto mlli , encharcando las calles, . resbaladizo y pegajóso, y levantando vapores <.:cili y mal oliente , ri o en miasma~ t,norbo· os y en' triste5 dol encias. para el exo b llo. . ,·erdad que e tos .male tienct_l ú · compei:isacrones: ¿l pesar "del rieg bienhechor, c:::.pc a nube de polvo, ~e nudo y asfixiante,· P. netra por nariz y ,boca de los paseante irrita ·u garganta y en u ia su ropas: orno la ac~fll, aunque ~ncha, re ulta e ·trecha para el ~in~enso gentra que la in ade. por las tardes . no puede·· avanzarse un raso in re il fr un od~zo ó un pi otón·, ni puetle na· die detener e.· in. que le _piquen ' la retaguar~ia, cosa hoy facilísima con la ridícula moda del alzado inglés, que iguala al sietem ino on el robu t aguador de ·más an·ho cimiento . Y todo e to se ameniza ·on los silbido~ estric\ente de lo · 'onductor de los tranvías, el murmullo confuso de la o-ente, y el ruido ensordecedor de los carruaje , que ruedán como alma que lleva el di.ablo, ó <:orno máqui n a$ infernale , ohr lo duro adoquines . . ¡Di c:retí im y blandó yugo de l~ moda! No h.a y ~e m nar a de má:s ab oluto poder, ·Y hasta el 'o-uramente "' . dinero· le ' rirrde va ·allaje,' y e pone .humildemente á · u ·ervicio.' El obe o ·D. Matía , que, por égunda mano-, ·,tnu~cia ·n ·h ja impre a , :i la salida de los e1J1pleados de las oficina · pública , 'dinero directo si11 comisión ni socaliña ' -.al rriódito int er és de 70 por ~00 anual, .ªº creai~, río, qu .. guarda u plata bajo iete llaves,. co.mo ·tos anti-, g uo y tradi ion·a1c avaros: e ·e cHncr se PP_séa to~as las · tardes por el pinar, trañsfQrmado en elegantes tr.aJe ml,J.jerile", e~orm abanico~,. antu.cás lujosos Y.desc?muna1es · ·o mbrero , que e confunden on ·la 1~tedia te1a ?cle.slá tica; ó e- metamorfoséa en tron o sobcrbio• de caba-
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CARLOS PEÑARANDA . .
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\los y costosa carretela, en que hermosa 111ov11izada se ocupa en poner también en movimiento el oro á tan vil precio ·adquirido, ó en disiparlo ·m{1s tarde con incóg~ nito amante, que e encargfl de vengar á la sociedad de la infamias del mi erable 'iejo: por allí e paséan en igual · forma esas in feli e familias de empleados modestos, con retencione de varios Matntía · , mujere de é as que quieren engañar <'1 lo demá , y ·ólo ·e engañan á ·i 'misma • Y á ~sta la ·e pcrten~cen, sin duda, ·las de Gomez, las que d}tn-' nombre al fam so pinar, ·ompue to social de fea mamá impaciente é imprevisora, y de ·uatro ó cinco ninas· más 'ó mertos casauerru·; <"t la que no tengo el honor de cono er. •. Pero sin duda c.~ una de esas familia que, c't fuerza de trampas que arruinan al infeliz padre y esposo, y e n ún don que ·e par e • algo al de la ubicuidad, e hu1lan en toda parte . . nn la primera eR. el paséo, la · de la funcion por hora, la. el las recepcionc académicas, la de las reunion ·s de m dio pelo, las heroínas lle lo · juegos de prenda ; Ja eterna mamú de piés incansable ·y emhlnnt melífiuo, Ja · ur ·i · y pre untuosas señorita de .hin hado porte y mirada· románti a y fogoas {1 todo lo jóYcne di ·poni hl s. Tal vez á e ·ta .hora · el infortunado e po o y padre pien a pedir un di tino para Ultramar; i por acaso fúe en ú esa perla de ri ntc, allú ·;á un medio infalible de onocerla_ .' · Cuando vcais un -iis-á·'l'IS de v j~z disiinulada, con disfrazado troton · de alquiler y ochero de improYisada libréa, que oye indiferent , de de el pescant , voce. afcctad~s· de de marzo, de silla ... bien podeis e,· Jamar: ·" ¡E a ~ - on la· de Gomezl
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.Madrid, 1889.
LARG.A.R EL MOCHUELt). I Hemos emprendido la ..taréa·, en cierto modo curiosa Y útil, de explicar el orígen de algunas fra .es popularc '. y aunque, con el presente artículo, la termmarem? , era ·ólo P.o r ahora y sin perjuicio de voh er á ella oc vez en cuando, cónsiguiendo, .de e ta manera, dar la po ble amenidad y variedad A e tos modc tos trabajos. Hoy tqca el turno á una fra e Yulgarí ima y a.e u. o tan orriente, que todo la empleamos con frecu.encw, m parar mientes ~n su propio y urioso significado: nos referimo al popular di ho de largar el mochuelo. \Tamo c't ,-er u rígen.
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II
Re idian en dos pueblecillo clcl lado <le allc't y a <"t de la raya de Portugal, entre Alcañice_ y Braganza clo · J11jo dalgo, portugués el uno, castellano el otro, ambos· con rcgulRr hacienda y muy amio·o . El e paf\ l procedía de las fila · de lo memorable tercio · de Flange , en lo que hahía combatido é'L la · órdc· n del famoso Antonio de Lciva: cargado de año , de revese y de he~ida , ·i bién con alguno ducado en la· bolsa, hahía e retirado {t la aldehuela natal, ·ei-ca de Al·aflice , siendo en ella objeto de las murmuraciones de la · yiejas, y de uriosidad y re peto por parte de lo: pilluelos del reducido pueblo, lo uale , desde l, llegada del veterano y lás abultadas narracione de us hazanas, no dejaban en calma~ ú los pacíficos Ye ino , simulando, i-"L diario, armados de s ndo palitroque y hondas retorcidas, espantables batallas entre espafíole y lutc1~anos: . El honrado portugués había nacido, crecido y cm CJecido en humilde casa '<le labn¡nza, a1 pi~ del pardo ·am)
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CARLOS PERARANDA
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pan.ario de sú pueblo,. f Jicidad ob~cura· y PO i~iva' conde mortales, Y nÓ" bien conocida edida á e caso núm · ni apreciada . de los demás._ . Llamábasc el oldado e · il t B · · · .· . p,u , artolomé ' Zamora: el· labt ador : lu ita no, ~bro io de Souza y Silva de V as ancellos, muy· más neo ..<.le ap llido que de ·hadenda re _ tá~doi:o · ·olamcnte de ir que u ·amistad, firme y 'dun~ det a, no tu \'O la _menor alteración hast~ poco rná . tarde ~ ppr grave!) motn'os de patriotismo, en aquella oéa ión tan:iosa en que' fa~t~ ruerda al buén duque de Alba, y en que S1rn ho de Av1la se propu ·o harer ingular penite~da,
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III
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Dkho se está rlué era el e pañol p"J. · '1 el aro d e cuenta en ·to de encontrar. ardid y recur os para tocio h 'b ."' expe . t d . d . ' om T e há. rtJ1.1en a o en to as la · vici itudes de la vida, ~tl _narra~or d~ su~~ o y :n·cntura difícil~s y maravilloos. pose1a, ademas, agudo ing·énio,. tan sutil .y rápido c?~º perczo o y tardo era el d 1·hidalgo .Portugué , . .dtd? por natur.a lcza, y finchado por nacionalidad .su ilustre prosapia. Y por • . ~n ~os . m~t~o y aparatoso . onvite on qu uno y .· ott o se atYa ~Jaban, l b~eno del portugué ejer ía de oyen_r.e, Y dejaba al. heró1co · veterano de pachar e .· ·~ntoJ_o: na.clie como Bartolomé Zamora pa 1_-a narra~, ,~ am~r de fa lu".1bre y entre orb0 y sorbo de tinto Rioja ~· pastoso Opoito, aventura de mar ) tierra: él había m.~~~s~do en l~s .. ~ercios por el de cubierto rapto d úna mO~Jª her~os1s1ma en tierra de Safamanca: . cuerpo a. ue1 po hab1a _muer~o al herman~ y ·al ·n 0 , io de noble d~ncella. ed~c1da: . había dt ipado en Italia pingüe hcrcnc1~ yaterna; .en una batalla .había a~\·ado Ja· vida al ini. _ . mi imo. maestre · de . campo Antonio cte Leiva, matando á do .. aballeros .flamencos, y poniend huida á una veinte~ de o.I.dactos alemanes, y h:i cjeéutado, en fin, ot1 as cosas igualmente· a ombro as y difíciles. Nadie· coino él ~a~a omprend~r la rn~niobra decisiva de una batalla
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en el momento supremo, ó pr una emboscada: nadie como él para manejar la a espaftola y tlra·r infalible estocada, quedando simultáneamente cubierto; na· die como él para gobernar indómito caballo, etc., etc. Oíale el honrado portugués con relicioso silencio y obligadas alabanzas, que recibía el viejo soldado con exterior indife,rente y regocijo interno; y acaso nunca se hubieran alterado estas s'ibrosas pláticas, á no habérsele ocurrido un día al vetérano hablar de sus hazan.as cinegéticas. ¿Cómo iba á . consentir un Souza y Silva de V asconcellos que nadie le pusiera el pié delante en . materia de ca:za? Caz;ador fué su padre, cazador famosísimo su abuelo, y él mismo había llegado á ser el terror de los bosques y la admiración de los contornos. Hasta llegarof á agriarse los 9-os amigos, y d~pués de un largo pugilato de bravatas y de cuentos· y embustes-muy wopios de los cazadores de todos los tiempo~ quedaron desafiados para una partida de caza, dentro de tercero día, con promesas' formales y mútua ap~esta . . Ambos hida1gos se levantaron con el alba, . se unieron, y, armados ele pesados arcabuces y vestidos de viejos jubones de cuero, calzados con altas botas de campaoi}. · y cubiertos con chambergos de alas enormes, pusieron mano á su empresa, entrando por diferente lado .del monte, en terreno de Espai'\a por condición expresa d~l Zamora, al tanto siempre de preeminencias y fueros en cuestiones internacionales. aturdieron el bosque con sus gritos y sus Todo e1 disparos, y, al oaer. la tarde, reuniéronse para contar las piezas rendidas, y distribuirlas equitativamente, según mú·~ tuo convenio. . . Con·ido iba el espafiol, que sólo había podido dar muerte á un mochuelo, y orgulloso el cazador portugués con un lácio conejo pendí e del cinturón de cuero. -Confieso-díjole amora-que has estado más afortunado que yo, · pero o más hábil, é iguales quedan Espafta y Portugal en 1 ocasión presente. Resta hacer la distribución de lo cazado, y, aunque esto no se ha pre-
día
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PROSA.
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CARLOS PEN ARANDA
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vis~o, claro ~ que tar prerogativa no puede cederla un vasallo de mr sefior rey don Felipe Il. · ~onf~rmóse . el . portugu~s á regafladientes, y · continuó as1 su . interrumpido di~curso ~l veterano: ·· . -Exige ~ortesía · que se empiece por el extranjero, Y así comtenz.o por tí. y me· coloco á la zaga. Digo, pues, q.ue te correspopde .el ritoch~elo, y á mí el conejo. · . -N~ ·me p~rece Jm~to,-exclamó e~ portugués,-y más . s1e~do yo qlµen ·h a muerto Ja mejor pieza. · -~aré 1~ · ~stribución al contrario,~afladió el ·espa~~1,-presemdiendo · .de toda cortesía: quiere decir que á nn me toca el ·conejo, y el mochuelo á ti. . -Con1iesof-dijo el portugués-que lias procedfdo á Ja 1~versa, Y me .conformo .. Pero, dime; ¿en qué éonsiste que siempre me largas el mochueJo? Y · hé aqui. el .fidedigno origen de la frase: Pa.rece indimo_c ar la moral del cuento que el más.'listo larga .chuelo al meno.; avisado. Pero la verdad que los que car por costumb~, pueden consolarse. " Eso pasaba en el. siglo XVI: ahor :. minos invertidos.
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LOS . MODESTOS.
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Desde ~ que
se ha dicho q1:1e la modestia es una virtud, estarna perdidos. Si se hubiese ocurrido á los filósofos ·ó á los· moralistas calificarla de vicio, otra ·cosa su.cedería. Porque las /viftude~ se pregonan y . se practican muy poco: lo contrario de· lo que acontece con los vicios, ·que no se prego_n an · ·y se practican bastante. ;Preferible es la franqueza 'de u·n escritor amigo nuestro, y, por lo tanto, excelente escritor; la . modestia, diCe, ·es una falsa virtud, ó una virtud falsa, que' es lo ~ismo.~Quién no tiene conciencia del propio valer? · · Y consecuente con este principio, le oímos en _una no· che célebre, la del estreno de su zarzuelón La btirra de · Trebtlje~w: "La verdad es que estaba segur.o de este triunfo: ¿qué autor dramático pueqe cómpe~ir conmigo, exceptuando á · Echegaray? Los . de.más, cuando pasan . á mi lado, me paree.en · hormigas." '· · · . · En el acto ~ercero la ovación llegó al colmo: aquello era una silba estrepitosa. . Así que, al publicar la obra, el autor hizo constar que . se _h abía estrenado con éxito ruidos.{sinio ... y era verdad. Otros autor~s dramáticos, más modestos, se limitan · á · P.o ner al frente de sus obras esta humilde advertencia: "estrenada ·.con extraordinario éxito;" y yá sabe el lector ~ qué aten~rse. · Desengáflese .v., nos decía . hace poco un pintor inédito, esto es, poco · coriocido, la modestia es ·1a virtud de los · tontos. · Y á poco rato nos confesó, en un rap~o de noble sin· ceridad, qué él es modestisimo . . · Como pru~ba dé su aserto, nos habló con desdén olímpico de las medallas de las Ex~siciones, atiadiendo que é1 ras ·habfa .irtenido en todas las á que había concurrido con sus cuadros.
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CA~LOS PE~ AR ANDA
PROSA.
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Y la verdad es que no falta razón á ésos que truenan _contra la modestia y la ~alifican de absurdo conve1ici"onalismo social. ¿Por qué razón los zapateros, los. sastres, etc., pu~en decir, sin pecar de inmodestos, que sus zapatos, sus prendas de vestir, no tienen rival, y "los poe. ' . tas, los pinto.res y los músicos pasan por vanidosos si aseguran que sus versos, sus cuadros y sus cantatas son los mejores del mundo? La verdad es que los artesanos lo hacen tan sólo por lucrarse más en sus profesiones, Además, son modestísimos: se limitan á llamarse á sí mismos artistas, qu~ e"" como si dieran en llamarse pobres de solemnidad. ~os artistas, más mo~estos aún que los artesanos, han dado ahora en U.amarse géniosJ esto es, según ciertos filósofos, casi loco . Por tales los tenia dofla Gertrudi , seftora viuda de cierta edad, con dos nif1as en estado de provisión, á las que habían dado en visitar un poeta y un músico. En cuanto los olfateaba la buena seiiora, solía exclamar: ¡"Niflas, cerrad la puerta, que vienen los géniosl" . La. gente modesta abunda más de lo que uno podríci 1magíharse. La.s oficina~ . del E~tado están atestadas de hombres que no sirven para maldita la cosa, y que por la misma razón podían aspirar á er ministrós ... del Tribunal de Cuentas, y sin embargo, se conforman con destinos subalternos. · Y todo es por pura modestia~ Un amo cualquiera los abrumaría con sus elogios, y prefieren servir al Estado, .. que á todo se calla como un muerto. Hay otros que, pudiendo estar en sus respectivos pueblos agradablemente entretenidos en la taréas de arar . y sembrar, se resignan á ser diputados. La modestia viste muchas formas. Esas gentes · san la vida paseando en coche, ostentando lacayos v s de filósofos arlequines, co.mi una man~ra o a, y luciendo tra¡es sob jes y joyas sobre joyas, lo hacen todo por pura modestia.
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- ~- .... - No saben cómo manifestarse modestos, ·Y apelan á esos medios, en los que, á lo sumo, sólo hay un error de forma: Por coJmos de modestia, citaremos algunos casos muy uriosos. Nuestro amigo Juan José es un excelente tocador de guitarra, por lo flamenco. No contento con ser uno de los primeros, que es cuanto el hombre puede ambicionar, quiere ser el único. El siguiente discurso dirigialo 4 algunos de sus admiradores hace muy pocos días. "Paco el de Lucena-decía,-es el mejor tocador ae Espail.a: á lo menos pasa por tal, y en realidad, yo que lo he oido, puedo asegurar que tiene unas manos maravillo· . as. Yo, ·seiiores, no toco nada, sino lo que la bondad de Vds. quiere suponer. Lo que sí digo es que Paco sólo trina con dos dedos, y yo lo hago con tres." Y el auditorio se quedó trinando. Un cierto diputado escribió no hace mucho tiempo á un mini tro la arta siguiente: · "Mi querido amigo: Con- gran interés y extraordinario encarecimiento le recomientl.o á mi amigo D. Perpetuo Holg-anz~, funcionario modestísimo que se c9ntentaría con el de tino de Directór Civil ó Intendente de Filipina· ... etc." . No se abe qué haría el ministro con la carta del mode to diputado rural. Probablemente... la echaría al cesto. D. Pancracio es un empleado lUOderno.. de e rrado te tuz, incapaz de dirigir á nadie ... una carta, precisamente porque no sabe escribir ni firmar apenas. Cuando la d septiembre, lo hicieron, por méritos de barricada, Jefe superior de .dministración, y a í decía en ·u de pacho á u asombrados subalternos . - Yo be he ho mi arrerá paso {t paso, y sólo Jn cm·iclia puede de ·conocerlo." Y un viejo ova huelista on cinco mil reales, treinta anos de servicio , y algo en la frente; le replicó: 'Pue , . eñor D. Pancracio, o 1111 hombre que ha v nido á menos: u ·t d. e· má afortunndo. "
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CARLOS · ~ERARANOA
- "¿~ or qué?" in ~errogó · e~~amad o el Jefe.
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~¡Porque usted· .es un hoinbre que ha venido é'~ más!" Al terminar este trabajo¡ nos daremo~ también por men·taln:it:nte aludidos, Y· nos prevendremos de la alu ión · re-
pitíendo la frasé mal atribuida . al Dante. · -" Ariosto é. il ·secondo... · Jamás nos perdonaríamos el pe ar de. inmodestos. .Aladríd, 1889.
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LISTAS Y TARJETAS. ¡Pues, '. aunqúe ea usted ·D. Lino ó D. Cáflamo, le digo . á usted que . no · puede pa ar!
¡Pero, hombre de Dios, no sea usted bruto! ¿No le digo ... · á usted que sóy tío de Pepito, y casi, casi su padre! ¡Aprieta! ¿A que va á r~sultar el hombre padre con · mutativo ·_de .D. Pepe? ¡Qué conmutativo, 'ni qué canastos! ¡A nií'no me venga usted con palabras de doble sentido, que oy .d.e Colmenar Viejo y no tas aguanto! ¡Ea, á quitarse de en·medio! Y dicho y hecho: D. Lino Morquecho separó con pufios irresistibles al obstinado sirvienté, y empujó con ímpetu la puerta de un gabinete, que aqu.él defend(a. Una . vez dentro, . y á la dudosa luz de un balcón entornado, vió una .mesa coa, libros i papeles en singulár desorden; p.qs sillones y do sillas, y, obre ello , gabanes, capa, l'evit~s y pantalones amontonados de cualquier .manera; · y á la ~quierda, una puerta de cristales con e peso.~ vi'sillos. · · . . . D.' Lino, com~ quien e tá seguro de ser bien r.ecibido, empujó esta puerta y entró ... Al mismo tiempo que él entraba, oíase en el dormitorio murmullo de pala1Jras tli· chas en voz baja, y se cerró con estrépido .una puertecilla· de escape . . . ¡Pero, hom~re! ¿qué hóra es ésta . de estar en la ca ... ? D. Lino·; ci..ue entró gritando <le esta manera, se quedó sin acabar . la frase y con un palmo de boca abierta, al Ycr una horquilla sobre el embozó de la cama. ¡Tranquilícese usted, tío! No es nada. D. Lino conte'mpló á su obrino con infinita ternura, y cambiand'o de tono y con voz completamente tranquila, aiiadió: "¡No. hablemo más del a unto!" -Te advierto-agregó-que verigo á .Madrid por seguhda vez en mi v.ida, á pasar el dia contigo, ver as Hiles
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CARLOS PERARANDA
de ~ios, que no visito hace treinta aftos, y volverme á Colmenar. Con que, levántate y dame de almozar. -Viene usted en muy buen día-dijo Pepito, arrojándose de I_a cama y empezándo á vestirse:-Precisamente, .hoy destmaba la tarde á ·hacer quince ó veinte visitas de sanos y enfeirmos: me acompafiará usted y pasearemos largamente. -¿Estás loco, -sobrino?, ¡Quince 6 veinte visitas! ¡Pues ni en una semana! -Yá _verá usted, quelido tío: son progresos que no se coµocen en Colmenar Viejo. A poco, tío y 'sobrino almorzaban en el reducido comedor de la casa, servidos por el criado y por la misma patrona, rozagante y. fresca mujer como de treinta aflos, de airoso cuer.po y hermoso cabello rubio, ii quien observó D. Lino durante· todo et almuerzo, sin que notara en ella ni un gesto ni una mirada á su sobrino. Yá en la calle, tío y sobrino tomaron un simón, y empezaron á recorrer estaciones: D. Lino no volvía de su a ombro: en una casa, en otra y en otra, bajaba su ~?brino, hablaba dos palabras ;l los porteros, y entregaba doblada una tarjeta. Habíase yá repetido ocho ó diez ve~es esta faena, cuando D. Lino extrañó que ninguna de las familia vi· sitadas se encontrase en su casa, y así lo observó {t su sobrino, pero éste le sacó del error, manifestándole que todas aquellas familias se encontraban en sus casas pre.cisamente; mas que no era de buen tono entrar á hacer la visita: "Los personajes importantes-afl.adió Pepito- · lo hacen así; es preciso que los imitemos los que somo aspirantes á personajes." -Pero, éá qüé viene es9?-repetia el bueno de D. Lino; -¿no es mejor tener pocos, pero buenos amigos, y visitarlos y verlos, y hablar con ellos, y servirlos si nos han menester, y ocupados, si tenemos necesidad de sus senricios? -Eso-añacUó Pepito-era antiguamente: hoy es necesa· rio ensanchar má los horizontes, tener cúmulo de re· laciones, hablar · con todo el mundo y no intimar con na-
PROSA
die: conocer á mucha gente y no apreciar á ninguno y estar siempre al quite, si alguien nos amenaza con el sabl~. El asombro de D. Lino subió de punto, cuando, entra· dos en un portal, vió en el fondo una mesita ·con recado de escribir: su sobrino cogió un papel grande que sobre ella había, y estampó su firma detri\s de otras, luego que leyó estas palabras: "El enfermo sigue ·10 mismo, y ha pasado la noche como la anterior. "-"Doctor Mastuerzo." -Y dime, sobrino: ¿quién es ese enfermo y comQ pasó la n·oche de ayer? -El enfermo, querido tío, es un famoso tenor de zarzuela: como ayer no vine, no sé, por lo que dice el parte facultativo, si es que está mejor ó peor; pero no es eso lo esencial, lo importante es dejar ahí la firma ... Y así siguieron, en ·peregrinación inacabable,_ hasta cerca del obscllt:'ecer, en que lleg~on á un portal, de as· pecto no muy rico, en el barrio de Salamanca: en un rin· eón, ba t<inte lóbrego, se adh inaba , más que se Yeia, .un velador, cubierto con un hule de colo1· dudoso: obre este tapete, había un mísero tintero y uni pluma: qelantc de estos avíos de escribir, un pliego de papel, y en él, entre adminiciones, estas palabras: "¡La infeliz Mariquita ha ·ubido al 'ielo! ¡Pobre hija mía! ¡Su desconsolada madre avisa· á us numero os ami· gos, que h.oy no recibe · porque está entregada él su dolor! " Debajo de esta líneas no había ni una firma: Pepito estampó su nombre, y... l de su tío. hecho lo cual, el portero ogió el papel, miró á Pepito con agrade imiento, y empezó á subir las escaleras diciendo: - ¡Gracias á Dios! Desde la mañana está pue tu el pa· pel y nadie lo ha firmad u... Lueju si lo vé sin firmas la del t r eru, refunfuña y di e que yo tenju la culpa. Esta se.i'lora de la lista, dijo Pepito á su tío, es una profesora éle piano, á quien le ha dado por la ari~to· cracia. . ¡Sobrino!-exclamó don Lino.-Adio , que me uelvo 21
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.. · c~RLO~ PEÑAJ:.lANDA
á Co~menar ... ¡Yá ,;eo
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que
estud\as m~\s en las c~lles que. en . 19s libros, y haces bj'én: ¡el porvenir es tuyo, sobrino ní~o .•. ! Te dejo echando firmas ·para los enfermos, ·Y ine . ·vpy · ·á· criticarte esta noch~ .en mi tertulia de la botica: allí explicaré estos progresos, en aquel pueblo in.feliz en que los amigos. tienen gusto en verse ·Y hablarse y en est~echar .la mano del amig9 .m oribundo, en ·tanto que en la córte, se . cumple con una fuma, y os cntreteneis . en visitar .Y hablar á. los porteros de la casas, mientras . os· comunicais con vuestros amigos por medio de tarjetas... ¡Adió , y .... cqidado ~on las h.o rquilla ; que pue· den clavarte!" · .1tadrid.
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LOCOS SUELTOS •
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·Para nadie ~s un misterio qtte, en cuestión de loco según rezn. un manicomio, ~No · son tQdos los ·que están · ni están todos los que son." Se encierra en Jos fügares que albergan á esos desgra· ciados, á aq:.iellqs.locos . que por uno ~ otro concepto so~ ún ·'peligro ~ u.na amenaza para la -sociedad;. los inofenS!· vos v~gan pot esas calles, P1:1eblan las oficmas, ~orman hogar y . familia, é infestan,_ sobre todo, las soc1edade~ .. científica .· y · literarias; teatro de sus iectutas extra vaga~~ tes y de us deshilachados discursos,, as~mbro de los chi· ftado~ y admiración. de los nécios. . . . Sabido es que, entre los artistas, los ht~ratos especial· mente rinden el ontingel)i(e m~s numeroso ·á esa falan· · ges espesísimas qe lu~átic~s .Y caprichoso~, ~u!o supremo . ide'al estriba en pasar por seres extraordmanos y raros, y en que las gentes digan, · al verlos ó al habl:;i.r de ellos, cosas de Fulano. • Esto, sin duda, ha dado origen .á esa -idéas erróneas qu ti~ne formadas la generalidad acerca d lo hombres de letras y, sobre todo, de lo poetas. :r..a may.o ríá n eón ibe que· un poeta sea un hombre CO!fl? los demás: pan~ · ei: poeta es necesario ser l!lco, ó, á l? meno , -c~tra· vagante: jndi?pensable carecer ·de sentido moral, usar melena, y beber el agua ó el vino en ur:n calav ··ra .. Aun las personas ilustradas participan de e ·ta · pn.: ocu· pación: el poeta no sfrve para· nada que no ea ha ér ver os; pi nsa con l~ im~ginación y siente con la médula; no debe conocer el alor del dinero, ni los afo 'tos de la familia; y en suma, dénc· ser per ona in.formal y poco seria. ¡Si se pudieran formar listas de lo hombres quc:, sin er poct~s, no ~irven para nada! Porque, yá lo h ·mos .·
PROSA.
CARLOS PEÑA RANDA
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dicho antes de ahora; el hombre que camina por la llanura pasa comunmente inadvertido: no así el que marcha por lo más alto de la montana. Pero, volviendo á nuestro tema; ¿quién traza fronteras • · entre la razón y la locura? ¿dónde acaba- la una y empieza la otra? De aq uf una confusión lamentable, y la común creencia de que hay muchos locos en la calle y mucho cuerdos en et manicomio . . Aunque esto es verdad, no conviene e agerar los principios, como lo demuestra lo sucedido recientemente :-'t 1\Ir. Matelas, inspector de Beneficencia de Francia. Este sujeto, girando una visita á algunos manicomios, llegó á uno famosísimo de Orleans, á tiempo que el dire . ~or y los principales· empleados del establecimiento se h?llaban au ente : el encargado de la botica le hizo lo · honore de la casa con exqui ita distinción y cortesía: ·suscitáron e varias conversaciones, y el inspector oía asombrado al óoticario, que en elocuentes frases le habló de lo adelanto científicos más recientes, y de literatura, , formando exactos y desapasionados juicios sobre Zola y Dáudet, Lecomte y Copée, Dumas y Sardou: quiso Mr. Matela aber quién era tan erudito personaje, y éste le manifestó, sonriendo, que era uno de los locos de la casa. -" ¡Comol-exclamó el inspector-usted está más cuerdo que yo, y no debe continuar aquí. Yo haré que lo dejen ~ibre inmediatamente". -"Doy á usted las gracias, señor inspector, pero le ruego que no lo haga: tengo cincuenta afl.os y llevo aquí treinta: no sé qué se ha h echo de mis bienes; mi familia ha desaparecido, y tengo miedo al mundo y á la socie- · dad, y , sobre todo , á la lucha por la existencia, que no conozco, pero que pre iento : mi única aspiración es acabar mis dia tranquilament en este r etiro. Encantado de su 'toco- uerdo, despidiose de él el inspector :'i la pu rtas del table imiento, y se dispuso á subir en u an:uage; y, ... ¡oh decepción y orpre -a inesperada! . 1 suhir al ochc el in pector, ú g ru . a redon-
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deces posteriores sugirieron al boticario un pensamiento diabólico, que realizó, aplicando al cándido funcionário un puntapié soberano, y refugiándose á todo correr en la portería. Es necesario no fiarse de las apariencias; en sociedad sucede lo propio con los cuerdos-locos; sólo qu~ éstos suelen s_r más inofensivos. Los hay que sufren los primeros síntomas del delirio de las grandezas, y se creen personajes importantes; éstos van por las calles tarareando y mi_rando á los demás con aire de protección; otros, atacados .sin saberlo del delirio de las persecuciones, marchan como asustados por la vía pública, dirigiendo á los transeuntes miradas de soslayo, pensando que todo el mundo se preocupa de ellos. y viendo un enemigo en cada semejante. . Entre lo hombres de letrás, se empieza por sentar plaza de genio: hay genios desconocidos que desprecian á los demás, porque no han llegado á comprenderlos; hay tam· bién genios reconocidos, y' en este caso es de buen tono despr.eciar la gloria; de todos modo$ se de~e ~esp1·eciar algo. Ser empleado es cosa denigrante: mejor dicho, es d~ni grante trabajar: ser empleado para no asis~i~ á la oficina y cobrar á fin de mes, yá es otra cosa; vivir es pasear las calles y frecuentar los cafés; Vivir es recitar versos en - la calle, en el café, en la tertulias, ejerciendo de juglar permanente, y cosechando aplausos de las cursis sensibles. Otros sufren de una especie de manía erótica: se consideran hermosos, y se juzgan objeto de la admiración de los demás hombres, y de las miradas y los suspiros del bello sexo. En esta clase de seres, la mujer es el tipo más notable: una conocemos fea y solterona, no por su culpa ni por su deséo, cuya preocupación constante son los novios; que la mira un hombre en la calle; pues toma nota y lo incluye en el número de sus adoradores. Esta jóven pretérita, tenia hace poco, según confesión propia, diez y ocho pretendientes, todos millon_arios, entre ellos un magistrado, dos coroneles, tres Jueces de
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CARLOS· P~ÑARANDA
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primera instancia~ .Y. cinco diputados 1W'lcionistas (sic), que. son, como si dijéramos, los de moda. . Algunas veces las manías de ·-est9s .cuerdos dudosos, son inaguantablec;;, especialmente las de esos infelices que se creen en . estado de· enfermedad J?ermanente: éstos leen á diario lÓs telegramas .. de _los periódicos, para· ave~ .. riguar si ha apare~ido en alguna parté cualquiera .epidemia·, y declararse en precipitada fuga: si hay· &lgún en. fermo en la vecindad, se mundan de casa, y en . cuanto saben que. un aµiigo está en cama, le retiran su confianza. Uno conocimos, ~ anísimo, color;ido, grueso, y en toda la fuerza ·de la juventud, ·el cual se pasaba la Yida .to-. mando· purgantes y ensefi.ando la lengua. : Cierto día, lo presentaron en· un Atenéo á un sef'ior de mu~ha edad · y de mayor ciencia: después de los cumpli<:Ios de ordenanza, . el apren's ivo quedóse mirando de hito en hito al · ·personaje en . cue~tión, A quien dij~ después de una· pausa. . . ~"¡H9mbrel Puesto que es usted .persona de tanta ilustr~ción y ciencia, ¿me hace usted el favor de decirme qué. · ·· le parece mi lenguá?" _:"Pues, sí, seftor-contestó con aplomo el· interpelado, haciéndose cargo de .1a monomanía del demandante.-¡ De las mayores en su clase!" · -:-Le diré ~ usted~t:epuso· el aprensivo algo turbado.::_ n~ es esa mi pregunta, ·sino que en realidad no me siento . bueno: ¿qué ·me aconseja usted que haga? El pr~guntado miró de nuevo á nue5tro amigo; sonrió picarescamente y dijo: -"¡Q'ue vaya usted á que lo cure el doctor Ezquerdol" -
DEMOCRACIA . AÑEJA. (NARRACIÓ:-i Ml~TAR.)
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Aunque los acontecimientos que vamo~ · á referir no .son muy recientes, tampoco son . tan leja.nos que podamos recordar . nombres própios: por esta razón usaremos sólo de una inicial al citar al protagonista de esta verídica narratjón, trás· ~e cuya ,llµcial muchos verán toda.vía una importante figura espaftola1 que ocupará lugar brillante en la Historia. . . El veterano gE;ner~l M..."'"' er,a catalán de Qrígen y de · _hurnildísima cuna: era muy jóven cuando los ejércitos · del primer _Napoleón atravesaron los Fiiinéos, y estampa.. ron sus . plantas invasoras en .el súelo pátrlQ; deslizáb~e tranquila· su ignorada exj stencia. en un rincón · abrupto de Cataluila,. y su aspiración, única tal vez, e:t;'a. llegar á ser.duefto del molino harinero, en que servía 1 ·en· clase· de mozo, y compartir · ese suspirado bienestar con una garrida y honrada muchacha, hija precisamente . d~l molinero, ·la .cual no era, ni mucho menos, .. in~ensible 'á su ardorosa llama. · · i:.~ ~uette, siempre caprichosa, árbitro de ·Íos destinos humanos, había dispue5to las -cosas de diferente manera, preparando. al modesto' mozo de molino teqible participación en· trájicps. sucesos, y principal papel en · la epopeya de . la independencia espaffola: las guerras . son el yungue . en que· se forjan los héroes; y ciertos ~aractéres sqlo se desarrollan-triste es . reconocerlo,-en circunºs- · ta,-icias exfraordinarias: lo homogéneo .engendra lo ho: mogéneo; los grandes hombres se l.e~ntati, como las olas, cuando el huracán rug~ sobre los mares• Un s~ceso terrible dió al traste con los proyectos· de matrimonio y las esperanzas de modesta y tranquila felicidad .~e nuestro liéroe. Las tropas francesas ocupa~an
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Madrid. .
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una parte del Principado: ébrias con s~ fáciles triunfos, hacían sentir el peso odioso de su dominación á Hquellos pacíficos habitantes, que sufrían, mal resignados, los atro· pellos y "tos abusos prop.ios de toda guerra d~ invasión; por donde pasaba -una columna de aquellos ·s oldados, que· daba un rastr.o de lágrimas y de sangre. Un día, al regresar al molino nuestro protagonista, después <!e brevísima ausencia, se ofreció á sus ojos una, escena desgarradora, de ésas· que delataban el paso de· vastador de una columna · enemiga: por todas partes las seftales del saquéo y las denuncias del bárbaro pillaje: en el suelo, manando aún caliente sangre, el cadáver del infeliz molinero, horrorosamente desfigurado de heridas y golpes: poco más allá, el cuerpo de su amada, con una ancha herida en el pecho, retorciéndos~ con las convul· siones de la agonía: el infeliz mancebo corrió hácia ella, la levantó el) sus brazos y la llamó con voz desespe· recogiendo de sus ojos moribundos la última mi· rRda, y de sus lábios marchitos y sin color, estas lúgu· hres palabras: "¡Me han quitado la honra, y yo me · quito la vida!" Mudo, sombrío, el mozo de molino vjó espirar á su hermosa prometida: ni un beso sobre aquella frente, ni sobre aquella boca graciosa y adorada, que tal vez aca· baban de profanar unos lábios inipuros: con el dotso de la mano se enjugó el ·sudor frío, que, en gru~sa! g as, ·inqndaba su frente; paseó en tomo ..una mirada que pa· recia á la· vez una caricia y una maldición, y se lanzó fuera del molino. Toda la noche erró por los campos como una fiera, y a1 siguiente ~fa, unido á otros mozos de la comnrca, po· ~os en número y muchos por el indomable valor, refugiábase en los terrenos más fragosos, armados todos para . el combate y apercibidos á la muerte. Las gargantas del Bruch fueron el teatro · de su primera h~afta: desde aquellas alturas formidables é inacéesibles, detúvose días y días el paso de un cuerpo de ejército fran~és compuesto de tres mil hombres: metidos
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PROSA.
CARLOS PEÑARANDA
·estos- soldados en angost<? y largo d~sfilad.ero, fuer~n - diezmados por un fuego· certero y continuo que pa:ec1a . ~omitado por .tas piedras; enormes pefiascos; desgaJado_s . · de los picos de l~ cordillera ·como por manos de un gigante, . caían sobre los espantados batallones.' sembraml? · en las filas la muerte,_ el desórden y el pámco más tern· ble: los que intentaron cobrar las altur~ _, caye~on des· . _pei\aCÍos al abismo, y la ~olumna retrocedió,venc1da, deshecha y humillada. · .· · · . . .. . . . _ Un pu~.ado de hombres, ·cuyo __jefe. era .el hum1~de moio_. de mólino, había realizado la titánica ~mpresa. á: ésta sigt,iieron ~tr-as; por donde quiera la.audaz emboscada, la sorda hostilidad de la gu.errilla, la r¡\p1da marcha, el ~olpe .inesperado, la desolación, el exterminio, la . mue_rte para el enemigo. · , · . Llegó á ser el nombre de nue tro héroe ~l .tertor de ·las tropas francesa , la esperanza _de los. opnmtdos _espai'\.oles, y ~jemplo de lo...s buenos patriotas: de .s1m mozo de molino, miestro ! hombre llegó .á general de los ejércitos naci~nafes,. l\ la confianza del rey y á los más altos puestos, como había llegado ~ntes al am_or del pu~~ blo, á .la. satisfac<:ión de su agravio, y á la JUSta ·rea.h· zación ele su venganza. . Pasada .la guerra, quedó al veterano gen7ral el descanso como la mejor récompensa; no era; m con mu ho, feliz: ' su carácter, alegre y decidor en sus moc~dades; habíase vuelto áspero y taciturno: era duro y ngur~so en los asuntos de la milicia, en la que tódos . le tem1an y muchos le temblaban . . . . El afio 1 ..... ; . fué nombrado capitán gene~al de :Val~ncia, en donde .continuó su sistem8: .de -vida _re~raida Y solitaria, ·que aumentaba más el respeto hác1~ u persona: despachádos los as.u ntos á su cargo, todas las tardes salia al campo, vestido de paisano, y · acompanftdo por un ayudante. . . Cierto día hubo de dirigirse á Ruzafa: era una calu~ I .. rosa t.ar4e de verano: el sol ~aía. entre uno de ésos ce· · tajes de oro y púrpura que ·semeJan el manto de un so·
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CARLOS PEN'ARANDA
berano, y q.ue, por más hermosos, y espléndidos, no aumentan en nada la belle.z a _gef fértil y rico suelo· valencian<;>. El general, serio 1y grave, marchaba en silencio, como indüerente á aquel . grandioso espectáculo, y contraído el cei'io, tal vez abismado en recuerdos imbo· rrables y meiancólkos. . En la puerta de un molino próximo, tres 6 cuatro mozos, . q~e se hallaban sentados, pusiéronse de pié, por un mov1m1ent? de respeto, al pasar el general¡ uno de los · mozos, creyendo no ser entendido, dijo á sus compafleros en dialectq valenciano: "¡Ahí tlonde lo veis, el general ha sido molinero!" Detúvose el general, v~lvióse hácia los mozos y dijo en su áspera voz habitual: -"¿Quién de vosotros ha dicho que yo he sido molinero"? Siguió un silencio profundo á esta pregunta; los pobres m~zos del molino, creyendo que habían enojado á tan temida aut0ridad, temblaban y callaban sin saber qué · hacer¡ pero repetida la pregunta, aún en tono más im. perioso, 'u no de ellos' se adelantó, '!! contestó de esta suerte: -Sefior¡ he sido yo, pero no he querido con ello ofender á vuecencia. . · El general lo contempló atentamente, dulcificó su semblante y su voz cuanto pudo, y afiadió lo que sigue. -"Pues no vuelvas :l decir eso, porque no es verdad: Yo no he ido molinero: he sido ... ¡mozo de molino! lo cual és menos todavía." Madrid.
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FIGURAS DE CERA .. Hace yá algún tiempo, cuando estaba aún abierta la Exposición Universal de Barcelona, Uenábanse los periódicos, á diario, con las noticias, casi siempre telegráficas, de los preparativos, de las solemnidades ó los su~e sos de aquel notabilísimo certámen de las artes, la industria y el comercio de Espafia. Con razón sobrada se enorgullecía ·Barcelona d~ su triunfo, primero de ese órden en tierra espafiola, y le~i tima conse'Cµencia de la constancia y la fecunda labono- sidad del industrioso y honrado pueblo catalán. Pero es necesario confesar que el inmoderado afán del noticierismo periódico, más de una · vez empujó la. entonces naciente Exposición barcelonesa á los límites del ridículo: Las idas y venidas de "alcalde: los timos y audacias· de la gente maleante: las ascensiones en el globo autivo: los brindis insignificantes y nu~erosísimos de infinitos banquetes: el número de barcos y botes que inundaban . . la estrecha bahía; las ocurrenc~as de los guardias municipales en la Exposición¡ el asqmbro de los pa mados extranje1;os; los percances de los carruajes ... todo era constante labor de los corresponsales, y contínuo trabajo Y fatiga de la línea telegráfica. Las palpitaciones febriles de ·la hermosa ciudad condal, segundo por segundo, repercutían en Madrid, que se en argaba , de trasmitirlas á toda Espafia. Un día, entre aquellas nóticias, comunicó e una, digna de fijar la atención pública, y no menos importante que las otras¡ una explosión de gas-se re ordará que hubo varias,-había destrozado una galería de figitras de cera, derritiendo, sin piedad, una porción de respetables personajes históricos. Decididamente el gas barcelonés tiene corrientes demagógicas.
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PROSA.
· CARLOS PEÑARANDA
Es ·de supon~rse . .la aflicción de _la grave francesa, '. . . sei'iora de edad incierta} de : tez roja como riojano pi. miento, yivos ojillo azule y escaso cabello .rubio, pro. pietaria de la dérretida colecdón, . y encargada de difun- , \ dir por las ciudades ·y aldéas de Europa, mediante una ínfima retrib~ión, los conocimientos histórico-pl.:t ticos de importántes personajes antiguos y rnoder,ll.os. ¡Espanio a catástrofe! como dicen los _telégramas ·de China y de l'os E tados Unido . La · hermosa Friné, ·delectación y disculpable extravío de la antigua ·magistratura griega, quedó totalmente desconodda y mutilada: Napoleón 111, perdida su nariz de loro, est.a~a como abrazad<? á su antiguo enemigo el general Prim, que no conservaba ni véstigios de su poblada barba negra: Catalina de Rusia, desfigurada y maltrecha, hallábase caida de bruces sobre las piernas .de Garibaldi: e un ángulo formaban montón informe, restos de· los que fueron Cleopatra, madama Sevigné y un Adan colosal; Nfoltke yacía á los pi~s de Napoleón 1, con la vulgar cara cubierta por el inmenso tricornio del cétebre conquistador francés; Mac-Mahon, der:ribado en tierra, . · parecía demandar perdón d~ sus culpas militares á Julio "César, . y una blanca y hermosa Venus ·de Milo, habíase re(ugiado en los brazo.s de un tOstado guardia· de infan·t ería egipcia. Otros per onajes, más ó menos históricos y élebres, .. . se 'habían derretido por completo, sin dejar, de sí el menor vestigio. ¡Inconsistencia de las cosas humanas! ¡Cuánto fausto de vaneoido, cuánta grand~za disipada, cuánto . esplendor destruido! ¡Y todo por una explosión de ga-s! Pero, como sucede siempre en las grandes catástrofe , ésta envuelve provechos~ enseflanza p,ar~ la humanidad. ¿Quién metió á la cera á remedar figuras de héroes, santos, reyes y cortesanas? ¿Y no suceden cosas an~lo gas en esta interminable comedia de la vida? El generat sin batallas que pasa por héroe; el · hipócrita que sienta plaza de· hombre· de bien; la cortesana que usurpa el nombre de mujer honrada; el estafador ó
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el .agiotista, vestido .. de industrial afortunado ó ~e h~bil ,,., · banquern; el' c.op1ero_ con nombre de poeta; el .acadé~~o · indiO'esto y falsificado; el improYisado personaje político, con "su séquito de electores sin pr~mio, de ~~óstatas recompensados· y de caciq~es en~ret~Qs; la YteJa con .monos · y afeites, que s~ qmtA vemte an.os de edad y tiene preten iones de. jóven casadera; la doncella . hermosa Y . olicitada, que · se un~ á viejo rico. y de?rép1to: ..el buen mozo que se cotiza y vende á mu1er adinerada, ~l period,ista ineptQ que cobra inmerecida,, fama de escr~tor, Y asalta difíciles puestos administrativos; ; ~os mercaderes de las letras, los sacamuela de la polmca, l_os. charla~ tanes en perpétua exhibición en tan~ a y t~ múltiples sociedades y centros, ¿qué son, sino mcons1stent~s . Y blandas figuras de cera? . . . El periódico, la tribqna , la academ1~ , las ~sfera; .ºfi~a le son su escenario: rodeán e de e tirado p,resug1~, . de . fausto de ·esplendor~ de riqueza á · veces, y as1 se .eK.1!1ben., én ex~osición permanente, ante los. oj~s de las as?mbradas , y crédulas mu hedqmbre5, como Similor ~ue bnlla Y de~ lumbra al lado . del oro de ley 1 en· sta mmensa galena de figuras humana5. . . y semejantes á las derretidas figura~ de cefa de Ba.rcelona·, fundidas por una ligera- explos1~n de. ~as, fácil, mente perderían su prestado b~ilto, su inmerecido fausto y u esplendor usurpado. · . Una explosióri de luz, de esa luz cada vez más bnllant~, . de ci viÍización y .de cultura, basta~ia á 1 arra~carles sus falsos atavío~ y oropeles, 'y á fundirlas. .
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JJ1adríd .
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PROSA.
LOS DES~ILF ARRADOS.· No vam~s á retratar á nin2Úll moralista de pansa llena por hel estilo. del célebre D. Ermeguncio, inmortalizado en ermosos v~rsos por Moratin: y eso que eltipo abunda en nuestra sociedad que es una bendición de Dios Hay otra á c;ase ~e moralistas, cuya virtud consiste en ~ensu rar _os .demás, haciendo con mucha donosura Y de un modo. dºf rndirecto el lomo de cua11·dades propias, . e• que ó s?n m 1 erentes, ó fáciles, ó no existen. . .V e to precisame nte sucede á la familia de' Corbeleta compue:sta_ ?el respetable matrimonio y dos niñas solteras' aun~ue v1_npotente ' tan féa que, con absoluta certez~ ~ub1ese~ mgresado en la clase numerosa y benemérita . e las m~a ables, si la fortuna del autor de sus días muy"ll'con . tdera.ble al decir ele las (Yentes , no a, i·imentase' enble ahimecrcta e peranza Y doradas ilusiones de proenéo. . ba e _E el Sr. Corbclcta hombre de obscuro oríaen y se;gu;; mala . lengu :• su fortuna había .e formado ' p~. eta so. re pe_seta! detra . del úcio mo trador de un~ ti nda ~e ul!ramannos, el la qu e fué, primero dependiente y · espu s duei'io u buen padre, rollizo a turiano de cuad~adas esp~ldas, manos to-ca Y ordinaria fi~onomia. A esta cir :unstan ia, s.i n duda, obcd,.e ía el que las amis· ~ades y relac10ne todas de la apreciable. familia Corbcleta uesen ~e gente mode ta ó de posición mediana inferio; e~ ~edlos á los de cendientes del aproyechado ;stur que eJerc1~n la autoridad de sen.ores feudales, en la fo n~a en que ejerce el poder el feudalismo moderno e to es con ~l ~eretho de ce'n ura Y' la facultad de ex~edir pat~ntcs ·de onradez Y. buena fama, pridlegios y preeminencia edque. goza siempre el dinero, sea la que fuere su pi·o ce enma. . · Como .las seí'lo _ritas de Corbeleta no tenían otra co a que hacer, ocupabanse sólo en esas frivoJidades, siendo
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el flaco de ambas jóvenes y de su rechoncha mamá, dos puntos sobre todo; la religiosidad y la economía. Ambos extremos constituían los ideales de su vida: es verdad que en vano la caridad llamaba á. las puertas de los sei\ores de Corbeleta, cerrada á piedra y lodo en cuanto se tratase de dar á un pobre una miserable pieza · de cinco céntimos; allí sólo habitaba el egoismo, ese egoísmo que no dá calor ni al propio hogar, ni acceso á la. familia: su religiosidad se reducia á la práctica de todo los actos exterióres del culto: era preciso poder hablar del último sermón del predi ador á la moqa, y hacer ·1a lista de las personas distinguida que concurrían á misa en el templo más frecuentado por la ari to ra ia, y poder enumerar, sobre todo, con lajo de detalle~, los trajes de peor ó mejor gusto que ostentaban: en suma, era la consigna de la señora . y sei\oritas Corbeleta, tener á Dios en los lábios, aunque no en el corazón, . eco Y" cerr~do á toda expansión y á ' todo sentimiento. • La cue tión de econo mía no e: menos importante. Y de ella se ha formado Ía familia Corbeleta un segundo culto, por supuesto, de no menos inceridad que el pri· mero; ni hl augusta mamá, ni los do tiernos, aunque feos, pimpollos, aben palabra de co tura ni han dado una puntada en su vida, lo que no e ob tá ulo para que, cuando les celebran a:lgún vestido costoso, las do - exclamen á• duo: "Lo hemos hecho n asa ' . Y en ca a se hacen los somb"reros, y los abrigos... y tal vez por no descender, ó por estar ~e moda, no se hacen también los zapatos . . Obedeeiendo á esta monomanía, l(t casa presenta, á un tiempo, sing\llar aspecto de bolo-ura y d pobreza: ¿se posee algún objeto de fantasía, de lujo ó de arte? pues es preciso guardarlo · y sus~ra rlo á . la mi :."adas indis· retas; la ¡a,-na a11te todo. Esto, aparte de que los escasos muebles, que á la vista aparecen, acusan una au encia de gusto y una vulgaridad inconte tables. Este i ·tema permite <"t las de Corbeleta criticar á todo el mundo, y ahuyentar la murmuraciones de sus amigos. Que la de Angulo, con un sueldo mediano , prefieren
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comer bien, aunque vivan en una pocilgá; pues al momento se ias oye exclamar: "¡Qµé afrocidadl ¡qué modo de comer!, ¡q~é ~espilf(\rro!" Que las 4e Soria -prefieren .: comer con alguna estreqhez, y alhajar su casa de modo ., q~e recree la vista y eI:espíritu; "¡Qué desórdenl ¡Habráse . . VIstol ¡Esa gent~ no pie.m.sa ·en· el . maflana! · ¡Lo primero es comer, y ~o poner la c~sa con -tal despilfarro!" .Que las · de Perno,. comen muy mal y tienen su casa peor, y s~ g~stan su mode~t.o ~aber en vestir con relativa eleganc~a Y pasarse la vida en la calle:· .u ¡Qué tontas! ¡Qué des· pi~farrada§I ¡Lo primero es comer bien y tener la casa decente! " · • . :óe este . modo · vege~ah las de Corbeleta,· que ahora tiene~ plato del ti~a , y a~cho campo para sús aficiones catonianas; un pariente de su mamá, hombre de cuarenta aflos, ·casado, con ocho hijos, y escribiente con cinco mil reales anuales · en el Ministerio de Hacienda. ha ido á .. vivir _á un pi~o cuarto inte~ior de su misma' casa, y las sefiontas. Corbeleta lo han puesto bajo su protección ayu~~dole con ... cen~uras, advertencias y c-0nsejos inútiles: Fi~~en e nues.t;ros. lectores la ~xplo ión de charla y , ·de criticas. de las Corbeleta: la casa de ~u pariente no es casa., ~1 allí hay órden, ni. e~OJl.Omía, sino un despilrarro ~pa~toso: en vez de pagar cinco duros mensuales tle 1:1ab1taci©n, debían haberse ido á un barrio extremo pag:a~o _sólo ~incuenta reales, y, con la diferencia, toma; una_ cnada para los chicos; y, en esta situación, ~lla se .. habia comprado un abrigo de invierno de cu.a tto duros .. .' Luego,. habían averiguado que su pariente tenía una retendó1~ )iuUcial;· pero, seflor, ¿qué hacía aquella g~nte con· .el dinero? . · L~s de C?rt>eleta habían concluido por sentír la vecindad qe sUJ panent~; pero, al fin y al cabQ, esto les ofrecía P<!r de pronto} la .comidilla1 y por un gustazo un tran~ cazo. . Et día en. .que presentamos á nuestros lectores á las ·. de Corbeleta~ éstas regresan ~ su domicilio, después de , orta excursión á ca a de la modista y la sombrerera ,·
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PROSA .
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agar cuentas de entrada de invierno. Lá mamá vá entre las ·dos niflas, ·hablando con álgún calor. Acerquémonos, y oire~os lo siguiente:_ . ·. . . -"¡Hijas, esto es cosa de asustarse!' ¡tr~s mll seiscientas veintidos pesetas los tres- abrigos de vest~r y los. d~s de diario! ¡Dos mil .t rescientas pesetas los traJe~, y mil ciento veinte pesetas cinco sombreros! ¡Es U? dineral;-Perq, en f)n, no hay · más remedio que gastarlo, y, ~espu~s de todo, me queda el cónsuelo de que hem<;>s andado cob mucha economía... Sin embargo, yá saben ustedes que no conviene hablar de estas cosas." . Llegad~s á su casa, dofla Sabina,.....:.qu este · er~ el nombr:e · de lh mámá,-halló ufüt cárta, sobre su btfreatt: rasgó el sobre, la leyó Y. arrojó con un gesto de desagrado. -·~¿Qué es, mamá,?" le preguntó una de la~ niñas. -"¡Qué ha de ser!-cóntestó doñ.a S~bin~ montando _en ' · cólera-¡Ese estúpido pariente de arnba, .que me pide · ' .cinco duros prestados con el pretesto de acabar el mes!." -".¡Es decir-exclamó una de ~as nii\.ás·-:que estamos á veinticuatro y yá no t~ene dinero! " . ._ü·Cómo .. que nqs estamos nosotras privando ·de mil 1 . cosas , para darle á él .cinco duros! ".-qijo la otra nif\a. "¡Qué le he ·de dar,1-gruí'íó dona Sab.ina-:-¡Vay~ unos . despilfarrado~! ¡Qué se. arreglen con lo que tienen! . Madrid.
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PROSA.
MONTAÑA RUSA. . ..
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lbamos en la· plataforma1del tranvía que vá en dirección del populoso y aristocrático barrio de Salamanca, cuando, á pesar d~ la gran velocidad del coche, subió por uno de los estribos un viajero: nuestro amigo Rafael Urei'ia. Es Rafael Urei'l.a uno de tantos tipos extravagante , no ciertamente en el \restir, en lo que es currectísimo y elegañte, circunstancia que indicaría que su indiferencia · habirual no se.extiende al bello sexo, si no supiéramos sus amigos que tal orrección y semejante elegancia son más bien hijas de su educación esmerada, y de su temperamento de artista. Pero ha conseguido nuestro amig·o que la atención pública se fije en su extravagancias, y que se diga, hablando de él, esta frase sacramental que ha consagrado tantas celebridades: cosas de Ureña. Urefia presume de filósofo excéptico, y lo es en rea- lidad: no tiene amor á la vida, que -se ha jugado con pasmosa serenidad en varios lances, de esos llamados de honor: tiene agudo ingenio, ocurrencias felices, y . frases de ésas que luego se repiten de boca en boca: en ciertos momentos revolu ioriarios, hallábase aburrido, y creyó que una bala podría urarlo radi almente: con e te objeto, se dirigió á una barricada, en medio de unt'\ lucha feroz, y pidió un fusil para batirse. "¡Aquí no se dán i·usiles!-le conte tó el jefe de la bárrkada. - Esos se ogen al enemigo. " Y Urei'\a altó de la barricada, en medio de un diluvio de balas, tarareando tranquilamente, se dirigió á donde ya ía un ·oldado moribundo, le arrebató el fu il, y ,·olvió e paso á paso á la barricada. en donde fué aluciado ~ on voces y vivas de entusiasmo. Su familia concertó la boda de nuestro amigo con una
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rica heredera, y Uren.a llegó á interesarse por su her· mosa prometida, si bien solamente hasta el punto. ~e considerarla ·como un lindo juguete ó un bello accesorio de la vida; pero un día su novia dejó ver las ui'ias, Y Urei'\a rompió el compromiso, alegando buenamente su escasa afición á la raza felina. Tuvo una fortuna, y se vió pobre: la sociedad le se· flaló como réprobo; sus parientes lo negaron como Pedro á Jesú , y sus amigos íntimos le volvieron las espaldas; aquéllos que antes celebraban su talento, c~yer~n e_n la cuenta de que era tonto ... y todo, según dice el rrus?1o Urefia, porque no supieron adivinar que á nuestro amigo le esperaba otra herencia considerab_le. . . Heredó Urei'ia, y con su dinero adqutnó el. derecho de er. misántropo, y el de despreciar á la sociedad co· rrompida, hippcrita y egoísta, que antes le había_ adulado, que después lo negó, y que más ta~de, como interesada · le d1' n'<Yió sonrisas, y olici.tó de nuevo su fa· mere t nz, i:.· ore ·. I
II
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Al llegar cerca de la Cibele , ambos de pié en la plataforma del tra.nvía, nuestro amigo nos seflaló un ~ar jetón colocado sobre la ;erja de los jardines del Retiro, diciéndonos: - "¿Has leido aquello? " -"Sí_:_le contestamo :- allí dice Monta1ia Rusa. - "Eso es lo que todos ven,-ai'ladió:-un juego arriesgado; una emoción rapidísima, e~perimentada en una vagoneta que baja y ube: pues b1en.1 óy me. Mer_ecen onocerse las afinidades y · la relacione que existen entre la cosas. . La montaña rusa es µna perfe eta alegoría de la vid~. No te extrafie esta afirmación: tiene, como la existenci!1 humana, un punto común de parti~a, y un . punto. definitivo de llegada: es un viaje brevísimo, casi esténl para el bien, y fecundo en accidentes peligrosos: e , para juego
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CARLOS PEÑARANDA .
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. y ~v~rsión, demasiado largo, y .muy· corto para viaje; participa, por su rapidez, del vértigo de la vida, y .como . en ella, el accidente futuro súceqe al instante que pasa, y el suceso del mom<tnto se convierte de ·pront~ en recuerdo del pasado. Y aún tiene otr-os asp~ctos de semejanza mayor. · - Con igual rapidez e sube á la altura y se p~ja . al abismo, y no· se · escogen los compañeros de viaje: los q.ue se ven de pronto en lo alto, miran con instantánea superioridad á · los que pa an J?Or el lado, precipitándose en la cw·va inft:rior: é tos gritan con espanto, creyendo que lQs que pasan por lo alto, van á caer sobre us atur- : tida cabezas, y . sienten sobre sí . como el peso de un mundo, y, como la escena . c'ambfa rápi4ainente, {L poco Se ·oyen los gritos de triunfo' de los segundo , y las. voces . de espanto é:le los primero . Como acontece en la vidá, de vez en cuando, hay una mutilación, una caida, una víctima: muchos dejan girones de su ropas en el camino, y muchos se desvanecen, con. vértigo . in oportable, al ontemplarse en la altura: como sucede en la vida, no suben todos los que deben. -sino los que pueden subir, puesto que, á semejanza de lo que. ocurre en el mundo, e necesario reunir prévia~ente para pagar el ·billete de entrada: ademá$, . se sube y se baja alternativamente 'sin que en ello pueda tomar parte la voluntad, y por impuls-0 ajeno. y · cuando J:ta terminado la breve excursión, y el vértigo concluye, y la cabeza reco· bra su perdida serenidad, se pregunta uno: ¿para qué .he perdido el tiempo subiendo y bajando en la monta1ili rusa? La misma pregunta que debe hacerse todo hom- · b.re· al llegar . el términO' de la vida: ¿para qu~ vine. yo . al mundo? · · -No me negarás-agregó-.que lo mimo, poco más 6 me.nos, pasa en nuestra vida· y en nuestro ~igio. También la gente se desvanece al llegar á la altura, y, por un _momen't<~, c;reen que n~nca· descendera'l de allí: tampién miran con desdén · al que pasa hundido en las sombras de· las curvas inferiores... in percatarse _de que é te, · á veces,
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volverá á la altura, porqlk ttae, para lograrlo, suficiente impulso anterior. u· ·. ~
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En esto, llegamos al término de nuestro viaj~, Y Urefla, sin despedirse, ~egún su costumbre, desapareció de nues· tro ladó. Extravagarí'cias ó verdades, hábiles p~radoj?s ó . su~ile zas de. un espíritu observador. nos h~· parecido cu~ioso consignarlas. En el segundo caso, r·~-clamamos el honor de lu~berlus escrito ~n forma literaria: en el primero ... no olviden nues- · tros lectores que todo lo dicho on cosas de Urefla. ·
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tendiendo engai'l.ar á los demás, ni siquiera logran engafi.arse á sí mi mos. Es muy frecuente que á quien sólo necesita dinero, se le dén consejos, falso capitnl de la experiencia individual, que nadie prodiga tanto como los imbéciles; y así ocurrió á nuestro Cainpuzano con su flamante tío el alcalde. Porque es de advertir que nuestro protagonista se había casado · con una doncella ideal de su mismo pueblo, la cual ·le había hecho papá de tres hermosísimos retoi'ios, de la manera má ideal posible. . · Queremos decir, en lenguaje usual y corriente, que nuestro Campuzano no tenía un céntimo para emprender el viaje ·con su familia á. la ofrecida tierra de promisión, esto es, él Vitoria. Arregló al fin su viaje á Madrid, á donde llegó muy escaso de plata, pero con una carta de recomendación para el diputado del pueblo, de" u tío mida menos, cen un membrete que decía así: "El Alcalde de Getafe.-Particular." • A pesar de ' esta misivá de personaje tan importante, por más idas y venidas, y por más esfuerzos que hizo, 110 pudo ver al diputado en cuesfión ... ¡el ingrato D. Antonio, á quien Campuzano había ofreddo la inmortalidad dedicándole un .tomo de poesía ! Es verdad que la agitación de la vida política y las taréas parlamentarias excusaban algún tanto la conducta de Sr:. del Vulgo, á quien Campuzano, escribió una extensa carta, después de hacer tres larguísimo y estudiados borradores. ¿Quién explicará la emoción de nuestro poeta rural cuando, á los do días, recibió contestación atentísima. en que el Sr. del Vulgo le manifestaba nada menos que tomaba nota preferente, de su deséo, y en un papel con hermoso membrete a-zúl que decía: "El diputado por Getafe"? Campuzano ensetíó la ·carta en el caf~. en 1as casas que, por recomendación de su tío, frecuentaba en Madrid, y en la de huéspedes, en JC¡ue se alojaba con su m~jer y sus hijos .
DE VIAJE_
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Julio Campuzano era un honrado vecino de Getafe: hijo de padres humildes, no pudo seguir carréra alguna, pero mostró, desde niño, decidida afición á la lectura, y adquirió ese barniz exterior que revela cierta instrucción, aún cuando no e tenga; y como era decidor y un tanto audaz, pronto se granjéó el dictadq de listo, calificativo muy en uso en las localidades peqq.etías, y aún en centros de ¡nayor cultura y que suelen emplear los tontos para no llamar por su \erdadero nombre á los hombres de talento. Compuso · nuestro héroe algunos ver os, que dedicó al cacique y diputado de la localidad D. Antonio del Vulgo y del Montón, y como un tío de nuestro Campuzano era alcalde del J?Ueblo y adicto á D. Antonio, el bueno del poeta logró una credencial de sei mil .reales para· Vitoria¡ primer vuelo del futuro jefe de Adminis . tración, desde su humilde destin~jo de dos mil reales anuales en el importante municipio de Getafe. Elevado yá á funcionario público nuestro hombre, avergonzóse de su . modesto nacimiento y de su procedencia de un pueblo que no figura en el mapa: y de pués de larga de.liberación consigo r;nismo ac.o rdó r·enegar paladinamente de su orígen, y cuando le preguntasen de dónde era, contestar on esta fórmula ingeniosa y profunda: "Casi, casi de Madrid." Con esto, y con hablar de unos cuantos millones de' reales, perdidos por sus difuntos padres en las faenas agrícolas, creyó Campuzano que respondería dignamente á las exigencias de u nuevo cargo. Como se vé, nuestro héroe no inventaba cosas muy originales, y apelaba al recurso de esos infelices que pretenden tapar hrs mise.rias presentes con imaginarias grandezas pasadas, se ponen en ridículo con exageradas y burda fábulas. y pre-
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CA~LOS PEÑARANDA
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Pero pasaban. los días y <71 sef\or del Vulgo no daba seflales de vidn, á pesar de la consabida 11ota pre/erenteJ y lo peor del ca o era que á Campuzano se le terminaba el plazo posesorio... siendo su petición precisamente que le facilitaran ~illetes gratuitos para ir á Vitoria' con su familia. . . <?~~-<? huesp~d de la. mism~ casa, e~cri~i~nte en FomentG, compacte do de Campuzano, lo sacó del apuro, y le fa: · cilitó los .. bill.e tes deseado . Campuzano no volvía de su .asombró ... ¡Un escribiente con más influencia que el diputado por Getafe! ,. Hiciéronse los preparativos del viaj_e: su mujer, agotando las escasas pe etas · del infeliz marido, se compró sombrero y guantes para 1 el tren:. ¡no era cosa de preentarse éle otro modo en Vitoi:ia la esposa d~ un oficial quinto dq la Deleuación d~ Hacienda! Y di ho y hecho, se pusieron en camino. Yá' en fa esta ión del ·N orte, enojóse Campuzano de las molestia , de espera y, de firma, cuando llevaba bille-· · tés que indicaban su intlue11cia con la Compafiía. Luego, los empleadós tuvieron la osadía de cobrai-le un diez por, ciento dei importe de los mencionados billetes. . . • Por afladidura, el tren estaba atestado de viajeros, y en ningú'.h compartimiento de primera pudo colocarse sólé> con 1su familia, como él, con perfecto derecho, re· clama,ba.. ¡Hasta hubo un empleadillo del ferro-qtrril que se rió en~ sus- barbas, cuando Campuzano ie tuvo que advertir que hablaba con un oficial de Hacienda pública! Púsose el tren en movimiento: la lilz del coche se apagó al pasar un túnel: los caloríferos no se renovaban con frecuencia ... Campuz~no hizo el trayecto de varias e~tacionej:; , gritando .inútil~ente,· al llegar á cada una de ellas: · "¡Luz! ¡Aqti.í no hay luz! ¿Y esos c8,loríferos? ¡Que nos moriµios de. frío!" : . ¡Qué compafiías de ferro-car.riles! 1Qué serv.icio! ¡Qué · abandono! ¡Qué mariera qe abusar del público á ciencia y paciencia det gobierno! Filosofando sobre estas cosas, y haciendo propósito dt!
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. empr~oder, al llégar á Vitoria, ·una campatfa periodística · contra. la compaft.fa del Nort~·, denunciando tainartos ab1.1.so.s! 9.u~óse dormi~o Campuz¡mO'. Su jóv~.n esposa, rob1,1sta y agra~ia~~ lugaref\a 1 roncaba en el' rincón de enfrente, Y lo~. tres infantes -.d?_rmitaban. también, molestando qno ~o~ .sus i.nquietos piés a un caballero an~irino, que viaJaba en el mismo , coche, y reclinando otro la cabeza sobre· otro .·viajero ing.l~s, q~e, de vez en cuaqdo, abría los ojos Y mrraba · con ·cierto espanto al matrimonio· y á lo nlflos. Cuando · el tren c~minaba con mayor velocidad, a·brióse d e pronto ~a portezuela y e pFesentó' e1 revisor de bille.t~~: .despertóse el :inglés, y prcsentóle el suyo, y- lo mi mo hizo, á .. su vez,· el . cR,ball~i:o anciano • .Picó el revisor la estrecha cartulina, y se dir.igió hácia Campuzario, que roncaba de una manera formidable. · . Er .empleado, hÓrpbte. tosco, de ancha e palda y barba .· negr~, récia, ·y descuid"da, . to ó ert el hombro á Cam· · puzano para desp~rtarJo, a la vez que pecÍa con. ·voz bronca y · · ~escompasada: )'íEh, el .billete!" ·. ~brió · ;Canipuz3no los ojo , miró de arri'ba abajo al _revisqr, Y en~re?'a~do los billetes y un papel, le replicó . en- tono desprec1at1vo~ "¡Otra: vez use usted mejores fot- · · mas para el viajero!" . · . .· "¡Y'.o uso.. fas que me da 'la ganaJ" - replicó el empleado. · "¡Eso .e s una insolencia, y en lleuando ·á Ja estación · inmediata, ·daré parte de usted! 11 - glitó de~comp~esto ·campuzano . . ."~e u~ted~ parte .ó t.od9,-'-dijo el enwleado con calma; Y mirando a . ca.~p~zano con sorna ..-¡Pues no grita poco "· el hombre, con .b1llet~s de po.brel " · "¡Eso .es. lo que á usted•no· importat-vociferó Campuzano ~n :el par~xismo · de ·la. cólera: ~ ¡El ·país paga ·para que le sirvan bien! ¡Estos no son empleados, sino cafres! u "¡Eso. es verdad,-dijo el ~mpleado·,-petp, hij'J mío, cada país tiene los ferrocarriles que merece!" . "¡Qué ~ose~! -:exclamó la .esposa de Campuzano, aún más oferuhda que despiert~-¡Mi e poso hará que le qlliten á usted eldes itno! " . · 24
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CARLOS PE~ARANDA
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El revis0r salió del coche, pero asomando la cara por .la ventanilla, se permitió esta úl.t ima broma: . "¡Seflores, por piedad no me quiten el destino! ... ¡Ahora comprendo que son usted~~ prínc~pes que viajan de incógnito!"
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EN EL. T'RANVÍA.
Aunque pese -á los enemigos de la democracia, todos los inventos modernos ván llevándonos hácia ella, y por el peor ·y más absurdo de los caminos; ·el de la igualdad. Eje.mplo, lo /que sucede en las grandes ciudades: _antiguamente,-como el.icen l~s personas maduras,-er.a preci o tener buen sueldo ó renta holgada 1 para darst el gusto de recorrer largas distancias con piés ajenos: gente de regular posición había que incluía anualmente, en su presupuesto de gasto , una partida de treinta pesetas (entonces se decía ciento veinte reales) para uso de coche: veinte carreras para los días más lluviosos ó nevosos del invierno, y el r.e sto para pasear por la Castellana durante el Carnaval. El común de los mortales ni e. a comodidad tenía: chorreando sudor en vet ano y agua en inviern'o, ó soplándose los dedos ~e frío, e reco ría Madrid de ex' tremo á extremo, dirigíanse los empleados á tas oficinas, é iban de -compras las damas de la clase media. Hoy la transformación es completa, y, como dice ·un ¡. trógrado ¡uñigo mío, la curpa de todo lo qtte pasa la tienen los Estados Unütos: tal vez llegue día en que ·cada cual vaya en su velocípedo á . sus asuntos, ó se · · adelante más todavía, y apenas haya persona que no tenga v h1culo económico movido po( la electricidad: ese día, todo el mundo se comunicará por_ teléfono, se designarán hombres y mujeres por numera ión (los hoi:nbres serán los números primos), se harán las vi itas ·por medio de fonógrafo, ñadie sé conocerá, y se irá con tal velo idad por las calles, que será imposible cambiar un saludo. , Y se oirán despachos telefónicos como los siguientes: "Central.-Comunique di t:ritos que avenida X, número 10.003, lelra L, hay un jóven numerado 3.000 doscientos
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, CARLOS PEÑ AKAN DA
..quincej ·que ~eséa ~ontr:~er rfiatrlrn~nio. "-(Est~ d~pacho pondrá en · conmoción á toda la· .cmdad ... f ememna). : · · "Central.-:--Comuntcación .del ~úriiero. 21.700 c9~ ·9.818. Cólico c;errado:-¿Q11é ,hago?"~O este otro: " "Número 8:888.:_Lteg6 número 3.000: ·no yengas esta no~he.-4200.." No hemos Ü~gado, por d.e?gracin. &.por fortuna¡ .á este limite de ¡rerfecti~ilidad, como crep que . se die~ tratán· .<lose· de estas c9s·~s; pero se cstú en el c~mino; Y .ºº . pu~dé negarse que el sistema de ~ocomoc16n conoc1~0 con ·er nombre ·de tranvía, es uno de los progresos . modernos más útiles. Como to.do 1o nuevo,-relativamcnter--es c:l!gno de. oh-. ser.Y.ación y de estudio, so.b re todo por su esencia democrática y su te.o dencia á la igualdad. · . . L~ ptimera · qÜe establece es la igoaldad de los ·~e~·os. En los puntos de partida, · cuando la hora .es d,e bulhc10 -Y · $'(~ : aglomera· número. grande de viajeros, hay que tom~r . . los' cochés por ·asalto, y · tos asientos á. fuerza de pµi'ios y enviones ... ¡Pobres. m~jeresl Ella5 se lanzan i.Bttépidas al ataque có.n valor· digno de más n?ble caus_a, y, p~r- . ,/ · dida yá en el sexo · fuerte. toda noción de h1daiga ga. ....... lantería, por · 10 general sa an del combate a~·~do el gra- . CiQso sombrero, descomp~esto el ·cuidadoso pem.ado. de~- . hecho e.l -pliegue coquefón de la fal_da, poco a~t~s co~ .· sultado minuciosamente con el e- peJo, y 1 por ulttmoi: p1· . sado de . un m~do. brutal el . pié menu~o y te~~ador' so~ tén inverosímil · de . c~erpos gallardos y de bellezas soberanas. · Entra después en obseryación la igualdad de clases qu..e "el tranvía e!?tablee~," además d~ ·ta igualda~ de ·sexos; 'igualdad que .ºº tolera ni ta cesión . .del asiento ~cu~ pado. por súeie> ganapán á la . ~ás de~icada sen.ora,. m 1-a me.nor consideración' ·al aneiano, ni la más mimma · •. -:. delicadeza ·con · el nifio. La igualdad de los sexos: la igu,a ldad de .clases: en sum~;. lti igualdad del _perro g~ande. .y estas · igl'alda'des molesta·s, ac~mpan.adas de atroces . desigualdades: . al .l ado de. acicalada seflorita, et tósco Y súcio h~rtera, que vá á servir· ' Ufl; pediqó hecho. á su·
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P&OSA.
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tienda d~ ultnimarinos: la chuli:l d.e envuelta, :al lado de .· la beata hu'milde y escuálida, <\ ta que prensa eón las redondeces exuberantes de sus cadenis-: el timador as· tuto rozándose · con el ·sietemesino elegante, q~e lleva. casi á la vista ~l codiciado relój y el repleto .portamonedas: la acechadora de ocasiones, · cerca del Tenorio callejero de deidades · fáciles, ·que pierde tiempo, salud y dinero poi-· la pueril vanidad de referir cónq,uistas extraor-, dinarias; y 1 en fin, la gente obe~ a .e trujando in compa. sión .á los infelices . q~e no han . abido. ó podido e'ngord~r, contémplándolos, ·actemá:;, con cierto aire entre burlón,_ protector y triunfante. .• T9dO esto forma un· con jumo óillón, . abigarrado y desagradable, y aturden ·el · o ido y maréan la v:ista ·el ir . y venir del obrador, según b<~ian y suben viajeros, .las. interjecciQnes, n.o siempre qrny correctas, de los conduc.. tores, el choque violento dé rodilla~ con el mozalbete que se apéa velozim:n~e, cpmo' haciendo alarde de . .agi: lidad y fuerza; . ia vibratjón del timbre ·por los abonados. á , toda c 9m~di~ad ó p"or los ti~idos en. desceñde~ · durante la marcha, y el pito estridente de los mayorales . Aumentan esta confusión los diálogos de los viajeros: algunos, ·belicosos, · otros de c'o tor subido, y en ciertos · casos, llenó de chispeante gracia. .-"¿Tanto le asustan á usted los hombres, nif\a?" pregupta un rnozalbe.t e á una muchacha de servido, ordF · naria; pero· viStosa · y frescachona, . . -"¡Los hoi:nbtesl-replic<¡t la interpelada télpimdose gra·. · ciosamente la cara.-¡Ay, .qué miedo! ¡Tan ordos y tan briltosl" · . -"¡Gracias, hija! le añade el que preguntrt; y hubi_e ra dich9 más, si al · paj~rse la buena moza la hubiesé oido decir á un camarero de ·crué de ojos pillo~ y picaresco sémblante: . ·-¿Me · convidas .á. café y media tostada? Pero ha llégado á su término el tranvía, y, al descenaer, óy~se -á una dama bastante guapa, que di e . así: _._¡"Caba'nero, l}ue· soy settornl" , ·una ... . ...
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GARLOS - PE~ARANDA
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Y contestar el interpelado: -"Esa es mi disculpa, sei'lora, y el ser usted exti:ernadamente hermosa." La aludiqa se aleja en¡: silenci~'- ~o sin rnostr?-1"· en su boca una graciosa sonrisa, y d1ng1endo á su ofensor \lna mirada de agradecimient<? involuntario. Aladrid.
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.Á. ZARAGOZA ÓÁ LA OHAROA. CUENTO ARAGONÉS.
Conocido e~ de todo el mundo, como saliente y umco, el. carácter famoso de los aragoneses; nadie se puede jactar de aventajarles en nobleza; la franqueza ruda, la sencillez de cQstwhbres, el valor probado, son las notas distintivas y los rasgos de familia, por decirlo así, de tan bizarra gente. Estas cualidades se determinan con frecuencia en los actos más inverosímiles de abnegación y de heroismo. Como condición á ellas inherente, sobresale la tenacidad, madre de la constancia, sin la cual, la posesión de toda virtup es imposible. · · Lejos, pues, de motejar esa tenacidad, que se parece á la del hierro, que ni ~iqtriera se dobla como el acero, nosotros la ensalzamos, .aunque haya dado origen al cuento que vamos á. narrar, en forma literaria, á nuestros lectores . . Sin que sea conocido el fundamento de la tradición, pasa como cosa probada que el apóstol San Pedro, en tiempos muy remotós, hizo . largos viajes por Espafla 1 y aún recordamos,-no quisiéramos equivocarnos,-que de ello certifica, en uno de sus más celebrados cuentos, el insigne escritór vascongado Trueba, arrebatado hace poco á las letras pátrias, y muy versado en esos asuntos legendarios y tradicionales. Era, pues, en los tiempos ·en que el bueno de San Pedro . hacia . sus viajes por Ja antigua Península, propagando la fé de Cristo, y maravillado de la feracidad del S\lelp, las costumbres. pintorescas, las , amenas llanuras y las ágrias rnontai'las de este entonces afortunado · país. Caminaba el apóstol, no muy lejos de Belchite, á orillas del sesgo Huerva, con dirección á Zaragoza, Era una tarde de las más calurosas del estío: apenas ~denta ban los pájaros, sacudiendo torpemente las alas, pesadas
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·y lentas, en . as copas de 't os robles ·aftosos; · ni un soplo . de brisa rozaba Jas miese pajiz~~ y ~Itas, y millar~ de <>hicharras veiitrudas y amarillas, s~Jtaban asusta<:}as·, ante ·los paso·s de 1San Pedro, á ambos lados def camlno, sin · interrumpir su canto agudo, continuo y penetrante, . . . ... Con..el res eto debido á varón tan i_nsigne, columna fi.rnúsima · de la 'Iglesia,· diremos que San Pedro ·sudaba á mares,' y sentía· una sed 'devoradora: cerca corr.í a el Huerva, ;ero :de aguas turbias y escasas. En un · req>,do del camino, hallóse ·et santo varón,, de manos á bocli, con un arriero arag~nés, que, ~simismo, · se dirijía á ·Zaragoza;_y trabada conve_rsación con el bueh , hom~re, llanezá muy us.ada en aquellos· tiempos, y . des-· pués · de calm~r. la sed, á falta de agu,a, con obscuro tinto capaz de resucitar á un muer.t~, hubo .de preglHltarl~ á . . . · dónde iba. · . -¡'Otra!, .éxclamó el rudo aragonés; pues á ·. ~aragoza. . Quedó el .-santo algo pensativo, y como conocía de cerca el V!!lor de la Providencia y el poder de su divino Maestro, tanto como desconocía el carácter de los aragoneses, · hubo de af\adiile suavemente: -Creo, hijo mío, que has debido aiiadir si J)/Ós qu,iere. . Qu~dósele el arr·i ero mirando frente á frente, como ·asombrado de que ~ubiese quien dudase de su firme resolución de ir. ~ Zaragoza, ó quien creyese que él necesitaba de la cooperación de nadie para ~legar al. t~rmino de su·. viaje~ ó que exi~tiese álguien que pudiera estorbárselo; 'poco faltó par~ que soltase en las mismas narices del santo estruendosa y burlona carcajada, después de cuya tentación, repuso .con tono convencido: . . -¡Otra y qué cosa! Pues que quiera ó no quiera, á Zaragoza · voy. · .• Pasmado quedó el santo de tam~fta blasfeniia, y como, segJin .el poeta, "el río, cuanto ~ás lleno; ·. oculta mejor su· fondo, . ·y 'á medida que es más ·hondo .. . ap ~trece m(ls sereno,ª
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CARLOS PERARANDA
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PROSA.
y aunqbe ei:a de ~ma b.o ndad y paciencia et bueno ·del ápóstol, y .d e exterior reposado, no por eso: dejaba de t~~ . . ner su alma su cuerpo, ~intióse poseido de tanta indig· .. ·.nación, q.u~ mü•ando at . ci'eto' y operando uno de esos actos milagrosos reservados á tos elegidos, á los hombres de singular pureza, .dejó insta~áneamente convertido al arriero aragonés en rana- inmunda, 1 y la arrojó á una charca cercana. · · ..
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* ll¡ Dicen ·que el aragonés estuvo · tiletjdo. en .el agua y alborotando _como · tas d ~ más _ránas, en aquella charca, ·por. espaci.o de cien años , lo que no es extraí'io si se . tien~ en cuei:tta que el tal ·animalejo ·es de vida muy resistente. Pasado ese tiempo, ocufrióle .á s ·a n Pedro hacer viaje análogo al anterior) . no se sal:;>e si . por exigencias de su propaganda religiosa, ó J?Orque se -acordase ·del-"mísere ara·gonés á quien y á suponía arrepentido de su bravata, y al que, en su bond ad · de apostol, compadecía profun· <lamente. ~ · Llegado ;·á la ch~rca, rec9 noció al punto al aragonés en una rana enorme, que ton tenacidad desusada, intentaba~ repetidas veces, -encaramarse por un madero liso y reluciente, · clavado ," como estaca, en l;l orilla. Volvió al arriero~ su primitiva form·a. humana, y, ·ctesp~és de ~ar e á · conocer, le ~jo: . -Ahí tienes tus · c~ ball erías en el mismo estado que hace un sigl'o: puedes ponerte en marcha, pero antes nie' dirás á dónde vas ahora. · -¡Toma-replicó el arriero-pues á Zaragoza! -¡Si . Dios quiere!, le añadió el santo . -¡Otra! hubo de anadir el ter co aragonés. Pues quiera· ó no quiera. · · · ' . .. • 1 • .'
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Cuentan q~e de nuevo .el santo volvió arnero á ia 's ituación poco invidiable de rana, y que esta vez tó tuvo en tal e tado cincuen't a anos, . pasados los cuales le movió la curiosidad á volver á la· d1Arcn y ·onverti~lo 25
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CARLOS PERARANDA .
en hombre ·Y en el antiguo arriero nuevamente: hecha l~ metamórfosis, le dijo. . .-¿Y ahora, horµbre, dónde vas? Ahí tienes tus caballerías, y puedes emprender la marcha. · ~ Lo miró ~l aragonés sin intimidarse, arreó eón un soberbio palo al primero de sus machos, y contest-0 sin l. ·1 ar. vac1 ~ ¡Otra, qué red.íos! ¡A Zaragoza ó á la charca!
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Aiadrid.1 1889 .
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No vamos á tratar de la mansión de los bienaventurados, en donde éstos obtienen la recompensa eterna de sus virtudes; sino de aquel lugar altisimo de .lo teatros, que, ó por u vecindad con el cielo~ · ó por graciosa ironía, háse dado en llamar parai o. Todo el nhrndo se pregunta, y muchos escritore también, · el por gué de la corrupción del gusto y del extravío del público en ·materia dramática: ¿á qué causas obedece el . predominio de esas zarzuelas y jug~ere grotescos y disparatados que se propinan al pueblo español en los teatros de último órden, por compaí'!.ías del kz7ómetro) y en funciones por entregas? . · Pues el presente artículo vá á darno la explicación, á lo menos en parte.1 y sólo con el relato de las aventuras ocurrida á nuestro amigo D. Perpétuo Mártir, y á SU apreciable familia, en Ull' Célebre COliSéO y hace muy pocas noche . Rep.r.:esentáb~se en el te ~tro Real la _ópera Mejislófeles por segunda ó tercera vez: los períódi os se deshacían en elogios· de la· obra y de los cantaP.tes; nuestro famoso compatriota Gayarre hacia furor en ella, no menos que la ·Kuppfer: el anuncio abundaba, el reclamo estimula~a, el bomb.o ensordecía . . ¿Qué habían de hacer las sei'iora y sei'loritas mártires, digo de Mártir, asiduas lectoras de La Correspo1tdencza.1 sino compr.ometer al m~~rip.o y papá respectivamente, p~a que las lleva· e al Real aquella noche? A· las oºn ce de la mafi.ana, doQ. Perpétuo se dirigía, á trot~ largo+ l;láda el _despacho de billetes del teatro Real, .convenientemente aleccionado por mamá y las niñas: "Yá sabes, Pití-habütle dicho la primen-t, usando un diminutivo familiar v carif\oso:-tomas cuatro entradas de paraiso pleno J qu~ cue tan á razón de eis reales ada una~ Luego, con ir hora y media üntes de empezar la
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EN EL P ARAISO .
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CARLOS PEÑA~NDA
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~unc!ón,. se coge buen. sitio. .Yá veras: allí van tDdos los m~ehgentes, "Y>orqtt~ se oye. ntejor: á les demás sitios del · .
teatro va. el. vulgo .... q,ue ti~ne din~ro." . · ·, Por el ·camino asediaro,n a D; Perpétuo .. bandadas :d é revend.edores, ofreciéndole iocalidad'es d precios· módicos: D. Perpét'uo se . resistió heró_ic~ente, pero se quedó ne-. l~~o de espanto cuando, llegado al despacho del .tea'tró, leyó es~e anuncio terriQle: ·No ltay billetes. · . D~:m Per:p~~uo ,se ~nformó con ;extré\ftez~· de· q':1~:1 lta- '-· b~endo ~ct.tdido la v1 pera á la Co,11tad1trla, habría obte. · n!do la 1_ocali~ade desead.as con .un ·veinti'cinc9 por · · C1ento de a~mento: .. · como mtereses de demora . . Ahora· : . º.º .Jas :h~bía á .ning-ún precio. ¿Qué hacer? ... ¿Volverse · sm ella ? ¿Q~é dirían la · senora y sef\oritas· de · lHártir :'!ue qu<:d~ban Y.á en casa haciendo preparativos, discu~ .. .· . tiendo t~aJes . Y. dis~onien.do lazo·s y monos? Por otra· parte~ . .aque! ~xtraordmano del afio había que hac~rlo cpn la econom1a rnherente á un sueldo de doce mil realés, con hijas casaderas y descuento" del diez por ciento. ¡Qué' conflicto! Don Perpéruo e re ol vió á capitular con los revende._ dores, Y adqu!rió al fin las: cuatro éntradas... por cu~tro. d~ros, propoméndose ocultár la ~atástrofe á la familia, . por nQ aguarles la fie ta. · · ·· . Llegó,_ por ·fin, !ª.hora deseada, en que D.: Perpétuo Y ~ompafle~as marqres se , lanzaron á escape hácia la pl~za de On~nt~: ~á D:. Perpétuo había tenido q~e hac ~ o~r~ sacnfic10; v:~t1rse de lévita .Y llevar bo1~1bo, ·por' e:k~gencia de ~u fam1!1a: "Perpétuo, no seas ridfcuio: ¿á quién. se l~ ocurre ir al Real de <:apa .Y hongo?" · · . La .función empezaba 'á las nueve, y yá á las seis, _ ·. D. Perpétuo y .su familia hallábanse al pié del paraiso · es?er~ndo á qu~ abriesen las pu~~tas. Abriéronse · éstas: Y subieron cornendo .... ¡cuál no seria ·sú ·asom{,ra. ·a1 encontrar llenos de gente los. mejores sitios! · - ... .. Sentáronse! ?º~último, en los angostos asie·ntos, qu~ m~s P.a~ec~n uphc10 mventado por la ·abolida Inquisición, qué s1~10 de. ~escanso,. para llo1tlts, en un -lugar -dé recréo Y esparcnruento. N1 anchura suficien.te para sentarse, ni
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espacio para colocar los piés; cada espectador siente en sus · espaldas las rodillas del que' está grada superior, . y mortifica con sus ·piés .al que alla en · ta más baja: los· brazos' están'. condenados á inmovilidad absoluta. . ¿Cómo· extrafuÍr _que el publico renancie á eStas . intolerables molestias, y prefiera ocupar-por . tres . reate~ -cómod·a butaca; en "esa especie de ·carrillos por · hora? . " . Las señoritas de Mártir sufrieron u'n vértigo· al verse én ~quelias .álturas: el p'áico escénÍc.o, conterhplado ·d~sde allí, ·pareciá la boca de una caverna jh:1minada· por luz · . ,•. eléctrica: la¿ gentes preseµtaban ·el tamail.o de hor~gas: los cant~nte~ parecian muí'\ecos de ~ovimiento de teátro · infantil. Un chqsco decía al lado de nue tras heroínas: · "'¡Qué 'bueno es ver las co a, de de ierta altura!· ¡Desde .. aquí se advierte la pequéfiez del hombre, y Ja bajeza de las pasiof.1e humanas! " . . Doña Sofronia- la esposa de O. Perpétuo,-y· su enca.n tadpras hija p,a recían,.. medio as mbrad';ts, medio asus· tadas. A . - ~da· aplauso' c\el público pare,c::íaJes qlle se hundíá el' teatro: en cada murmullo q ~ían percibir la voz f~tídica de J/uego! y en vá110 pretendían fii~imular el sobresalto. . Para colmo de_ angu!:.tias., entre Aquella gente . que á doi'ia Sof.roni_a le .parecía 'ta!J. · di tingutda, ~ talló un· e · cl\nd.alo -mayúsculo, a i al .la.do de las niñas. Cierto .su. jeto se vo1vi6 de pronto, muy irritado, . diciend.o á una ·· mujer gu~ ten'ía detrás: · · . -"tHágatne usted. el favor de no molestarme, que hace .. · d~s.: horas me está usted clavando e~ In espaldas esos pincho.s ~que ti~ne usted por rodillas,!" -¡Pues vaya -cori · ~l hombref-rcpu o la ' interpelada, ·•. · · · especie ae chula distingilida · ó carnicera acomodada con sendós · brillante en las ·.oreja' .-·¡So indecenfel ¡aquí no se viene á bµs ·~r - co11ve11e1icias! ¡Váyase.usted {\ . butac~I -"¡So ·grosera!-c'ontestó · el g·alante cspectador....._¡y us- · ted váyase. al número ... (" -(Y. aquí . largó fa unidad segu~·da de dos cero.s.) · · .. -"
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CARLOS 'PERARANDA
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Los siséos ae los deqiás acabaron con el tumulto, y con el susto de las de Mártir, que aún era mayor . . · En tanto, el infeliz D. Perpétuo pasaba una noché de perros; la suerte, que hasta en esto se mete, le dep~fó detrás una imprudente vieja, inconsiderada y curiosa, que yá adelantábase para ver, yá se r~volvía á uno y otro lado, propinándole frecuentes rodillazos y pisándole de ~n modo brutal los faldones de la levita: á la derecha, nif\o mal educado; yá moviendo . los piés, yá agitando los b'razos para mirar con los gemelos, lo molió literalmente á coces y á codazos. · Al salir del Real, D. Perpétuo notó, con silenc~osa pena, que le habían destrozado los faldones de su mejor levita, haciendo en ellos un enorme desgarrón con los ·lavos de ... (íbamos á decir herraduras) de las botinas de la vieja; y que otrQ pisotón le había hecho una tortilla ·u hermosa petaca de piel de Rusía. con iniciales de plata, que allá , en tiempos de mayor opulencia, le hal;>ía costado media onza. ,Y, como consuelo, su costilla, que en este momento se cogía de :)U brazo, deciale con voz aún conmovida: "¡Qué sublime ha estado Gayarre! ¡Es esta noche de las i.nol vida bles! ¡Cuánto hemos gozado tus hijas y yo!... y luego ... ¿cabe mayor economla?
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LEALTAD ARAGONESA. (ANltCDOTA)
Hace muchos atlos, próximamente hácia la mitad de este siglo, llegó ·á Zaragoza, sombrado jefe del distrito militar de Aragón, el ge.Ileral C***. Era el cargo que se le confería, ·peligroso y difícil en aquellos momentos. Acreditados generales habíanlo rehusado, temerosos de arrieso-ar, en un día, una larga y costosa reputación .militar. La transformación de la antigua ociedad espafiola se realizaba á saltos, por medio de tristes pronunG,iamientos .militares: la rebelión era ley; la conspiración, costumbre; la fuerza, medio; el poder, la codiciada meta; y agentes de la enconada lucha , las idéas transfiguradas ·en pasiones, los ódios implá'cables, y las represalias-más san· grientas. Los intereses creados se batían en retirada desespera· <lamente, invocando los principios más sagrados para aquella generación inquieta; y las idéas nuevas, á veces perseguidas, á veces triunfantes, ya se desbordaban arrasándolo todo, como torrentés impetuosos y contenidos, ya ·se· ocultabJ.n en las sombras, en las que, confundiéndose con el crímen, preparaban sus armas y se apercibían para el éombate. Sólo el veterano general C***. hubiese aceptado en tale circunstancias el mando militar ·de Aragón. Ajeno á las contiendas políticas, el valiente y pundonoroso anciano había hecho de la milicia una religión, sin preocuparse poco ni mucho de los suce os que á su alrededor se desarrollaban. Si el nacimiento, los lazos de tradición ó de familia lo hubiesen lanzaq.o al campo carlista, hubiera sido, tal vez, el oficial más brillante de Zumala· cárregui ó ~abrera; de otro modo lo dispuso la suerte,
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CARLOS PEÑARANDA
PROSA:
y había~e ·batido; como un 1.e·Ón, á las órdenes de Fer-. ~ .n ández de Córdoba y Es~rtetó. · ~ · ·· . · ·Referíanse, de .su valor, asombrosqs h~chos: había .reco· · .·. , . .bra'd.a. una bandera perd1da, metiéndóse, como loco, entre · .. fos ha.t allones eriemigos: cierta -yez.luc}ló ~uerpo á-· cuerpó . con el famoso ~líP,. á . quien venció, dejáP,dolo al 'punto· , en· libertad; y. en una de las ·batallas más~ importantes, .. . .fij6 el dud~s·o éxi~<> arroliando fuerzas .JlUJllerosas co·n una · brillante carga de sus 'lanceros. Sus ~ces eran tantas cómó sus · . . . . beridas. . . . . . Tal era el hombre elegido por el gobierno para re.primi . . c.ualq~iera intenton~ .en .la heróica ciudad aragonesa, en ·. · la <-!\te parecía percibirse ese rumor sordo del volcán ..próximo á estall!lr el?- h·umo, lava y ·fuego. · ·:: · . Cierto día, hallábase el anciano general en su ciespa . '. absorto : en _la leétura de papeles impor.t antes, cua-ndo en- : .., tró uno de · sus ayudantes diciéndole: _ · · . -Hay. un Jiombre que deséa ver. á V. E. · .:_¿Quién · es?-preguntó de ·mal humor el 'general. :_Die.e-replicó el ayudante,-que es el barbero. . · . -'fJies díg~le .' usted,-af!.adió el veterano .militar,-que .no necesito sus servicios, porque· me afeito sofo. \ .. . A ppco er ayudante \~Olvió dici~ndo: .. . -E~e hombre insiste en que no se quiere ir. ·sin afei· ,. tar á V. E., ó al menos .saludarle. . . · -¡Debe ser ·un loco!-exclamó el general frunciendo fas .cejas• pero · al in tánte, como quiéf!. retuerda . algo, anadió: .Que· pase. .'• . Y. presentó~e el m~estro: ·era éste · ·bajo de -estatura, ·a~cJ:io de espl'\lda , inoreno, de -0j~s vivos y d·e expresiónenérgica y resuelt~. · · _ · · ·: En.. cuanto lo vió. el general, cambió ·de ·semblante," di- · déndole afablemente: . · .· . · ·-¡Hola! ¿Es uste<J, maestro Pérez? .· -Si, ~enor, mi general,-repuso el barbeI_"-0,"-:-he sabido la . Uégada de V. E.~· y ~e venido · el- momento á. safudarle . · .· y .á afeitarle. · · '. -¡H'.ombrel'-exdamó el · general.-He co.ntraido ·el há- · ·
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bito de afeitar~e solo. P~r lo demás, mucho le agradezco su recuerdo. . . -¡Mi general-an.adió el barbero,-no es posible! Mientras yo esté en Zaragoza, V . . E. no puede afeitarse solo. Adémás, quien tuvo el gusto· de afeitarle de teniente y capitán, quiere -tener la honra de afeitarle de gen~ral. . Hizo gracia al general est~ carií'iosa obser~a.c1ón, y se resignó . á tener nuevamente barb_e ro, y á utiliz~r los servicios del honrado maestro Péfez, que empezó á e1ercer su cargo en aquel mismo. dia. · :~ Tres veces por semana afeitaba al general, Y s1en:u>re el veterano co}llplacíase en sostener con el maestro Pé· . rez afectuosps diálogos, ci.ue le recordaban sus buenos tpnpos de oficial de caballería. Un día, como el general preguntase jovialmente al barbero qué noyedades había, -éste le contestó: . -Pues casi nada, mr general: que dentro de dos ó tres días nos ecru\mos á la calile. -¿Y usted también, ma-estro?-preguntó el general con ap1omo. __:.Sí, s~nor, mi general,-repuso com gran serenidad el barbero. Soy exaltado, y me han hecho jefe p.e una barricada. , ~ ¡Cuidado, l!laestrot-exclamó ~l genera~ errtre se~ero y carifi.oso.-¿Y si se me ocurriese, por esa c9nf~s1ón, prenderlo ·á usted y fusilarlo? . . -¡Quiá, mi general! Lo conotco á V. E.: ~e fusilará, i me hace prisionero en Jas calles. Y ai'i.ad1ó, trás una pausa: Y á fé que si no lo hiciera, no cumpliría con su deber. -Ciertas son ambas . cQsas, maestro; dijo e] g.eneral, mientras el barbero doblaba los pafios acabada.la r~sura . Y le afia.dió, cuando aquel se marchaba, en torio · de 'erdadero aprecio: · -¡Pér~z, tenga usted juicio! . No )labían transcurrido dos días, ~uando se presentó en . casa del general el barbero. El general estaba ocup:adisimo y le enviq razón de que volviese otro dia. 26
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El maestro Pérez insistió con el ayudante, á quien , dijo: Hágame. el obsequio de maniféstar á S. E. qtJe yá sé que hoy no le toca afeitarse; pero que es necesario ser precavidos. A.fiádale usted, seft<i>r ayudante, que .insisto, porque maftana nos echamos á la calle; sé que el valor de· S. E. lo llevará á una muerte- segura, y á mí no me gusta afeitar difuntos. Una vez más el general lo hizo entrar, y el barbero ejerció su oficio; y efectivamente, al sigµiente día, el general ·perdió el caballo, muerto de un balazo en las calles de Zaragoza, y el maestro Pérez sucumbió en una barricada, r.eleando como un valiente. Jffadrid.
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EN LAS CALLES. "
Uno de los fenómenos más curiosos que pueden observarse en esta muy heróica y singular Villa del Oso, es el febril · movimiento de gente por las angostas aceras,· y el ir, venir y cruzar de coches y tranvías por las calles, en gen~al insuficientes y estrech~s, circunstancia que acusa la patriarcal imprevisión de nuestros _felices abuelos. Esto de trazar las calles de una población calculando sólo el presente, esto es, sin tener en cuenta el aumento progresivo del número de . los habitantes, no deja. de ser una originalidad, no exenta de gracia, y esencialmente española. _ Decimos esto, no porque no haya sucedido lo propio . en otras ciudades de otros paises de Europa, sino porque en éstas el hábito de las empresas y el espíritu de cransformación, hacían toda previsión innecesaria, mientras que en Espai'ia se rechazan, por instinto y por rutina, las más útiles innovaciones; lo hecho, hecho queda por siglos y siglos, y lo provisional suele conv1ertirse en definitivo. Madrid es hoy una ciudad de quinientos mil habitantes, y continúa siendo una ciud..id constr:uida ó trazada, á lo sumo, para cien mil. Semejante á un sér orgánico, á quien se le .desarrollasen de un modo exagerado las extremidades, persistiendo la misma angosta cavidad del pecho y el corazón pequen.o, tiene insuficiencia valvular: su sangre, n-q.eva, centuplicada y vigorosa, se extiende por los popui,osos ensanches, y cuando afluye al centro, atraída por las diarias funciones de la vida social, circula con dificultad y se óetiene ;entorpecida en las más anchas arterias, encontnmdo ango?ta y mezquina la cavidad del corazón, lento, cadu o é insuficiente. Esto da un carácter especial al movimiento de Madrid, siendo la única población de Europa en que la gente no sabe andar por, las calles: circulan torpemente los tran-
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. . vfas,· que, por la angostura de ellas, no · ruedan por vía· doble sino en cortos · trayectos, á excepción del que pone en comunicación con el centro · de la ciudad el famoso barrio de Salamanca: cualquier accidente interrumpe el pésimo servicio de este moderno medio de locomoción, l;lltera el órden · del día, .amontona carruajes y carruajes en un sitio de lo~ más céntricos, y congrega, en espectáculo pintoresco y gratuito, rico de rin.as, interjecciones y vo.ces, .á los muchos y bienaventurados y o<;iosos habitantes de esta humana colmena, que. por las trazas, sólo se lanzan á las calles en busca de emociones. · Yá, sin esto, el grueso cordón de gente, que se apifia en apretado círculo en torno . del ciego que rasca una guitarra y canturréa, con voz sof1olienta y aguardentosa, coplas patibularias sobre la Higinia y la Lola; las peronas y, á veces,· familias -enteras que hallan conocidGs en la calle, y en plena acera establecen cómoda reunión, y, con larga plática, se hacen mútua visita: la asombrada mucliedumbre que se estaciona frente á un escaparate, para ver cómo levantan sus martillgs.los mui\ecos dé un relój; la clase d~ beneméritos porteros ·que, enl&S noches de verano, sacan sus sillas á las {\Ceras, obligando al transeunte á irse por la mitad del arroyo: los numerosos ind~striales que salen al pasa con magníficos relojes de · oro á- tres peset~s, y sortijas con bri]la11tes á cinco, ó lapiceros, almanaques, . periódicos. rompecabezas cromos, ·boquill~s y abanicos; los políticos ipsignes que. tienen á diario gabinete de lectura, casino y Congreso en la célebre Púerta del Sol, hacen el tránsito imposible. Piernas de hierro ·y codos de bronce se necesitan para lanzarse á este Oc~ano humano; y- menos . mal para el que va -despacio; el que va de prisa, el infeliz .que sale á ocupaciqnes urgentes, yá tiei;ie lo que necesita: lo primero. es objeto de la extraiieza general. ¡Tener qué hacer, en Madrid, parece cosa incomprensible!... Después, todo se convierte ·en ol?stáculo:· que hay mucha gente parada en la acera y se echa al arroyo; pues otro sujeto que va muy despacio, · nparécesele enfrente y l~ cierra el paso:
acullá un coche lo one en grave aprieto mt!tiendo en . la ácera el pesado cubo de sus ruedas: aquí tropieza con chula espantadiza y desvergonzada, de remangadísimo peinado y alborotados cabellos sobre la frente, ceilido mantón de ·espuma, suelto andar,' y lengua aún más suelta y expedita: allí siente rudo golpe de enorme cesta que Maritornes rezagada lleva del tosco brazo, apoyado en la robusta cadera, ó imprevisto apabullo en el sombrero, de m?~º . de cuerda que conduce . anchísimo colchón ó primitiva cuba de agua: aquí lo mira, con aire entre amenazador y protector, matón anónimo de nombre inédito afeitado rostró, pelo á la sevill~na, sombrero de á la .cor: · d?besa, ceilido pantalón y chaque~a corta, con · olor de vmo peleón y tono de peteneras mal cantadas; y en· los codazos que recibe, y en los rostros que se vuelven á mirarle, bien puede descifrar estas idéas, y entender parecidas palabras: "¡Qué bruto! ¡Pues no va de ·prisa! ", ó estas otras:" 1Ese . debe ser algún tonto que trabaja!" . Y que esto 'es así, . todas las .tardes se confirma en .la· calle de Alcalá: hay unsi."'acera, la del lado del Ministerio de Hacienda,-sin duda la más ancha de Madrid paséo obligado y de moda de la gente d·e medio to~o, (la de tono entero ".ª en coche), y á ciertas horas es de ver cómo se llena de multitud apiiladísima, que, en lento y majestuoso paso, se dirige á Recoletos ó desde allí regresa: bosques de enormes sombreros de sefiora, queparecen huertas y jardines, caras bonitas ... y feas, elegan. tes trajes, rostros alegres y sonreidos, todo esto se vé · en aquella larga fila de miles y miles de personas, que no tienen nada. que hacer, y que paséan felices, ricas y aburridas la venturosa ociosidad de su abundancia, de su tranquilidad y de sus rentas. Alguna vez se rompe la elégante fila, y uno de esos felices concibe la rara manía de medir, con su cuerpo, la altura del viaducto de la calle de Segovia, ó experimentar el placer de sentir en las sienes el frío cai'tón de un revólver, en las deliciósas Soledades del Retiro: ó una de esas damas, al parecer tan afortunadas, se propina
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una disolución de fósforos ... peró, al día siguiente, ~a ele: ·gante fjla reaparece majestuosa y compacta, c~n sus _felices rostros, perpétuamente alegres y._ sonreidos. Esa misma calle Alcalá ofrece, otros días, un espectáculo digno de observarse. La gen'te se aglomera, corren los coches, gritan lo~ muchachos, pasan atestados los tranvías, los ómnibus no pueden contener más personas; aturden los silbidos, maréan las voces, pregónanse programas, la calle toda parece un inmenso ,hormiguero humano, en dirección á las afueras. Diríase que hay una gran fiesta cívica; que vá á entrar un héroe; que se celebra un triunfo nacional; que el entusiasmo se desborda. ¡Ay, pero no es nada de esto! Es el pueblo de Madrid, qúe va á los toros.
EGUIR LA CORRIENTE.
_,l f.adrid, 1889.
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No se ha hecho en castellano frase más cómoda, y, al mismo tiempo. más funesta que la que ponemos hoy por epígrafe de este artículo. Cómoda y productiva para lo que hacen de ella la máxima constante y ·uprema y la norma de conducta de su vida: funesta para los que militan en la ' que podemos llamar legión de la protesta permanente, soldados heróicos de la . verdad, heraldo~ uel progreso, conciencias inquebrantables, voluntades de hierro que, como echan sobre sus hombros la pesada carga de redentores, resultan, á la postre, crucificarlos. Seguir la corriente es un dicho vulgar tan extendido y de significación tan transparente, que no requiere que lo expliquemo : ni siquiera tiene origen conocido; este se pierde en la noche •de los tiempos, como dicen los novelistas cursis y los ca_ndidatos á personas de ciencia¡ ó, para expresarlo más claro, su origen corre parejas con la constitución de las primeras s ociedades humanas: tal vez nació en e as universidades cosmopolitas de que han salido, en todos los tiempos, tantos doctores en aprovechamiento personal, y tantos licenciados en gramátiea . parda. Lo peor es que estos sen.ores no se limitan á reservarse, por derecho de su ciencia, la mejor parte en el botín de la vida: llevando al último extremo su generosidad, alumnian á sus adversarios, los infelices que no siguieron la carrera: todo el que no sigue la corriente, e , por lo menos, un vanidoso que quiere distinguirse; si escribe ó tiene, por cualquiera. otra causa, probado algún talento, es un extravagante; si es sólo una persona común, se la declara chiflado it)ofensivo; si es hombre de intención, se le declara loco peligroso y se esquiva su contacto. Las reglas de esos profesores de mercantilismo social son muy sencillas, y casi podrían sintetizarse en la co-
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nocida frase de un famoso político espaflol: tVer ve,,,·r:· estarse quieto, y dejarse ·i r: se reducen á to siguiente: todo lo que existe, debe existir: la costumbre ·~ ley:' la mayoi:ía es depositaria de la razón; todo va bien, muy bien; el. que se queja, ·es de vicio; y el que la armó, ~ que la desarme.' Estos optimistás son un órgano importante cíe la V.ida . universal; el vientre humano, resorte único de e&e eterno Rocambole, . que digiere y grui\e; hoza en los placeres .· brutales, .y ronca después, adormecido con la pesádéz de las viandas· y los vapores del vino, e~tre hacinad.os hormigueros que recuerdan las manadas de Epicuro. · Si alguna vez discuten, es para defenders·e de los innovadores: su metafísica no va más allá de Lagartijo y Frascuelo: ellos son,Ios que aclaman ~un torero.'ni más ni ménos que como aclamaba el pueblo romano á sus héroes vencedores: eUos son los' que celebran los discursos políticos hueros, las hazanas de los generales medianos, y los versos de los inalos poetas; ellos los· que forman todas las reputaciones falsas, las posiciones efím~ rns, los errores -de la opinión pública, l~s prejuicios de las masas ignorantes, y esa muralla de la China contra toda· verdad que les molesta, toda innovación que los trastorna, todo progreso que les perjudica. De su seno salieron y salen los que en la antigüedad crucificaron al Redentor, ·en la Edad media quemaron á sus semejantes, y en nuestros 'tiempos apedréan los trenes en los caminos · de hierro. Desde la blusa hasta el frac, ese ejército comprende á individuos de todas las clases sociales: ellos, siguiendo la rutina, cuando ocurre una vacante en cualquiera acade- · mia y quieren ocuparla-porque esto viste, como ahora se dice,- no tie.n en inconveniente en redactar memorial pomposó, enumer'a ndo los que juzg-an sus merecimientos, ni en recorrer las casas de lbs mienbros de la corporación, solicitando sus votos; y por tan ·racional y modesto pr:ocedimiento se hacen académicos: cuando quieren ser diputados, . hacen lo que todo el mundo: moverse, bullir,
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pedir apoyo al g ierno, ofrecer el oro y el moro, y después.. . no contestar siquiera las cartas de sus electores. Si llegan á ministros, · firman como los demAs, comparten el coche con su familia, echan á la calle á empleados útiles para colocar á los amigos, y así salvan el país sin m~s esfuerzos. Siguiendo la corriente, siguen una carrera; siguiendo la corriente, se casan, 'y como, no la corriente, sin'o las corrientes, so_n en este siglo positivistas, suelen·ha·cer buenos casamientos, que mejor debieran .llamar negocios: ellos encontraron así las cosas, y así las ~ejan. · Estos mortales felicísimos suelen fr á · los toros, al paséo, al teatro, porque va la gente; en los toros gritan y arrojan al redondel la petaca, ·porque lo hacen los demás: en el teatro hablan, sin hacer caso de la f~ción, porque . ésta ~s la costumbre de todos, y aplauden cuando oyen aplaudir. y se enteran de que la función· ha terminado, cuando observan que la gente se pone de pi~ para 'marcharse. Su principal talento ;es. la imitación: su carácter, la flexibilidad; su critica, la adulación; su oratoria, los lu· gares comunes y las frases hechas, que oyen y recogen acá y allá; su opinión, la última que oyen, ó la de la persona que, por su posició·n, les parece autoridad com· · petente; y su .mérito especial consiste en su falta · de mé· rito, en ser llotnbres sin línea más ni línea menos de la estatura moral y de la talla intelectual corrientes: son hombres que no pasan de la marca establecida en la quinta universal en que se reclutan lo ejércitos sociales: c9mo en las obras de solería, en la inmen5a superficie del planeta, es necesario que los ladrillos, para que ajusten unos con otros, afecten todos la misma forma y sean de tamaflo igual: el ladrillo de diferente hechura ó de tamafio mayor, no entra en la ct>mbinación, no encaja 'con los demás, y se ,le deja fuera. En esto de · seguir la corriente hay tipos realmente exagerados, y ni~o como. D. Lino Bonaplata, contertulio de la mesa de uno de los más ~oncurridos cafés
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de Madrid. Este sujeto visitó hace unos días la Exposi• ción de Bellas Artes; allí oyr) elogiar mucho un cuadro, y en la susodicha tertulia, aquella noche, empezó á repetir calurosamente, y como cosa propia, el juicio ajeno: un pintor hubo de interrumpirle precisamente cuando don Lino celebraba las-·figuras del cuadro: "¡Pero hombrelcxclamó el pinto'r.-¡Si aquellas son 'figuras. de proa!" "¡Justo, justo; tiene usted razón!-contestó D. Lino cambiando de tono y con la mayor naturalidad del mundo. ¡Figurones, figurones! " AJadt'id.
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Se ha escrito muchó sobre este tema, y, entre otras cosas, dos ~ainetes graciosísimos, uno antiguo titulado A tm valiente otro mayor, y otro moderno. Los valientes: recordamos también un artículo muy ingenioso, ~n que el protagonista, militar retirado, al referir entre un corro de amigos sus estupendas hazafl.as, oye un tiro en la calle, y huye despavorido, con tal presteza que nadie advierte su fuga. El asunto P.o es, por lo tanto, nuevo. pero tiene tantos · nspectos, que siempre lo parece: ademá , ·s e hace interesante toda narración que ataí'ie á esa... íbamos á decir cualidad del espíritu, pero no nos atrevemos. ¿Es el valor una cualidad del ánimo? ¿Es una propiedad fisiológica, como pretenden algunos, tocados de la manía del. mate· rialism~? ¿es una costumbre? ¿es una resultante del pundonor? ¿es una · grosera manifestación de la ignorancia, en los organismos to cos y las inteligenci=•s poco culti· vadas? · Puede que haya un poco de todo esto, y positivamente su influencia máyor es la costumbre, como acontece en. los demás cosas de la vida. ¿Quién no ha sentido las incertidumbres del miedo y el temor de lo desconocido al emprender el primer viaje? ¿quién no ha asistido trémulo y febril á la primera Gita amorosa? Después se viaja con indiferencia, y se hace el amor para . pasar 1 el rato. Ni hay materia alguna en que se cuenten tantos errores como en ésta: quién confunde el valor con la audacia: quién con el temperamento: quién con la perversidad: para muchos, la serenidad es el valor, para otros los gritos, los ademanes y las bravatas. Hay, sin embargo, muchos nerviosos con valor y muchos linfáticos con. miedo: hay valientes que tiemblan,
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y cobardes impasibles y serenos; aunque el miedo sea más general de lo que ~e supone·, ·pues, como dijo Ercilla: "El miedo. es natural en el prudente · y el saberlo vencer, es ser valiente." "Es hombre que núnca ha terudo miedo," decían á Cárlos I en elogio de cierto personaje. "Nunca habrá apagado una: vela . con los dedos," dicen qu.e contestó el gran emperador. · El miedo es, pues, una manifestación más ó ménos fr..anca del instinto de la propia conservación: no vencerlo es ser cobarde: dominarlo es ser valiente: llegar, en su dominio, hasta el desprecio d~ la propia vida, es ser · héroe. Sólo así se expli~a cómo·· el Cid, convulso y pdlido romo tm muerto, arremetía vigoroso contra la mo·risma, y cómo el gran Cc;mdé se increpaba con füror p~r entrar siempre temblando en las batallas. Con · lo dicho se echa por tierra el oficio de valiente, que oficio ha sido, y muy lucrativo, en la antigüedad, cuando _se ejercía eri grande escala, y oficio es, mal que nos pese, en nuestros tiempos, si bien muy. vecino de la audacia y del descaro, inseparables compafieros de la impunidad, perfectamente avenidos con el .sistema del valor á plazos, ó por entregas ilustradas con tarjetas, . padrinos y almuerzos finales. · El ridículo y las leyes acabaron con los valentones de la antigüedad, y acabarán con las matones y espadachines modernos. Desde el valiente asalariado, que, á una órden del marqués de Cadiz, cortó á un aJférez las orejas en las calles de Sevilla, por el delito de no haber saludado al magnate, hasta .el bocón mozo de barrio, media un abismo, no 'más hondo que el que hay desde éste hasta el baratero poUtico, último y flamante patrón de la moda. . . Y aquéllos · y éstos tienen mucha semejanza con el famoso Manolillo el carpintero, dechado de héroes callejeros en la fecunda y célebre tierra andaluza. Cobraba és~e el ·barato en un pueblo cercano de Sevilla, y su principal deleite consistía en ~guar bodas y desbaratar
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bailes, hasta que, en cierta ocasión, díó con un forastero, que le tomó . el molde de · la cara en forma muy poco suave: ¿qué ·creeis que · hizo el valentón?-"¡Choque usté esos .cinco, compare; que le ha pegado usté á Manotillo el -carpintero!" - ' . _ Siempre un valiente da con . ?tro valie~te mayor: :as1 lq ha comprendido el ~rte, refleJO de la ~i~a: el ·capitán Centellas mata al famoso D. Juan · Tenorio. el vengador hermano de dof\a Elvira 1 da muerte á O. Félix de Montemar en El estudiante de Salamanca, de Espronceda, cuyo 'asunto par-ece ser · el mismo de la tradición de Manara. Fausto mata al hermano de · Margarita, aunq~e éste yá con '1a ayuda invisible del di:iblo. . Siempre un valiente para otro valiente, hasta que el ridículo los mate á todos, y, como el tipo principal del Q"femio al duelista, político ó no político, que, más que ~n n'in~una otra nación, abunda én Francia, desde Boulanger y Floquet hasta ·el último gacetillero. . y en Francia ha ocurrido la escena que vamos á relatar, como fin de este; éscrito... En un lujoso ~nfé de un céntrico .boulevard de París, entró cierta noche uno de esos duelista , con el c\ásico levitón largo ah.rochado hasta el cuello · el bigote de luengas guías, e~ sombrero inclinado hácia la izquierda,. y el grueso y tradicional · bastón en la diestra mano. Unos cuantos -individuos, sentados al rededor de una mesa, lo contemplaro~ con respetuosa curiosidad, en tanto que uno .de ellps contaba lo siguieh~e: . - . -"Ese que "'.éis es un hombre ternQle, que t1e~e sobre su concienci~ de duelista, tres muerto y siete beridos." Escuchaba ·este panegírico un sujeto de los 'demás del corro, completamente desconocido, hómbre mu.y flaco, .d e aire pacifico ~ · semblante bonachón, de ~sos ser~s . que hasta en el mirar ·son inofensivos. · . -~Caballer.o,-exclamó de pronto dirigiéndo e al panegirista-ruego á V. que me dispense: esa muertes Y esas heridas~ ¿la hizo de una yez?"
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-No, sen.or;-replicó el interpelado con extrafteza-cada muerte 6 herida ha sido en un desafío. - "Entonces, yo he hecho más, -afladió el hombrecillo de aspect.o tímido, entre la estupefacción de los circunstantes, que empezaron á mirarle con asombro mezclado de respeto; - yo he hecho de una vez diez y siete muertes, sin contar el número de herido , que fué considerable. -"¿Cómo fué?"-"¿Cuándo?"-¿De qué manera?"-pregüntaron todo§ sin poder contenerse. -Pues muy sencillo: figúrense ustedes que yo era guardaaguja de la línea férrea de Orleans; sufrí una equivo. cación ... " · -"¡Ah, vanios!"-exclamaroo los demá , defraudados en la narración que esperaban. -"Y lancé -continuó el guarda-aguja, -un expreso de viajeros contra un tren de mercanc[as." -"¡Qué atrocidad!" dijeron los oyentes en coro. -"Pero confiesen ustedes que ningún valiente antiguo ni moderno puede decir otro tanto." Madrid, 1889.
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SIN PRETENSIONES. Alguien ha dicho que la llamada clase media desaparece, f't lo menos en Espaf1a, y es una observaciól'). tan profunda y verdadera, que sólo los miope~ no la han visto. Es verdad que un hombre eminente es quien la ha formulado, y hasta entonces nadie lo dijo, sin duda por modestia. O lo dijeron y nadie lo oyó, g_ue en esto de hablar y de hacerse oir, entra por mucho el sitio, en que se habla, y la posición que ocupa el que quiere que le oigan. .· De todas suertes, la observación es un hecho: la clase media desaparece: una parte de ella va á sumarse con los elemento3 aristocráticos del país; éstos son los que hacen dinero, ·es decir, contadas individualidades; el grueso de ese infeliz ejército, compuesto en su mayor parte de menesterosos disfrazados vá á ensanchar las filas espesísimas del proletariado. El agente que los empuja és la civilización: esta gran ivilización moderna, á cuya sotnbra prosperan todos los adelantos materiales, impulsados por la inteligencia, y á cuyos piés desfallecen hoy las conqi:istas más peregrinas del inundo moral, sieyipre que téngan, como propulsores únicos, las especulaciones puras del espíritu humano. Es decir, que en este flujo y reflujo de la vida universal, avanza r~idosamente la ola del progreso, en su aspecto más utilitario, y se apaga y e aleja silenciosamente la , ola fosforescente, cuyo seno nutren el arte y la sensibi · lidad. Así son todos las grandes ·bienes, y así sólo se explica que la civilización moderna traiga también su cupo de males; que el bien puro no pertenece á nuestro mísero planeta. Pero dejando estas filosoflas, propias de mayor entendimiento y mejoc pluma, vamos á concretarnos á misión más modesta; á la visible desaparición de la clase media, que tiene una fácil explicación.
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· Por la an~erior generación eran persegúidos, como sagrados ideales, la lib"ertad, la fraternidad humana, el progreso, y como medios altísimos se consideraban ei ~libro, el periódico, la tribuna y el teatro: para la presente,-¿lo · diré sin ' incur~ir en la ira <:}e los susceptibles?-los ideales únicos, los goces materiales, el dinero; y á este fin se justifican todos los medios, y estos medios son también el periódico y la tribuna... no el libro. ni el teatro, porque l!an muerto... y los auxiliares · secretos, esas mil cosas,más ó menos lícitas, que corren por esos· mundos con el nombre de negocios: Solamente por intuición profética pudo es~ribir el. duque . de Rivas, hace más de diez lustrós, su comedia Tanto · vales cuanto tienes. Entónces se cotizaba el talento, corrían, de copia en copia y de mano . en · mano, las poesías de Espronceda; y la lectura de una mediana comµosición daba á torrilla universal renombre. Hoy... se hace necesaria una importante v.ariación en el Diccionario, que todo el mundo aceptaría sin escandalizarse, y ·que atafie, no más á dos palabras: "pobre; llámase así comunmente á los perdidos y á los pillos: rico; se necesitan varia~ cosas pru·a aplicar propiamente esta palabra; comunmente se llama así ·al que tiene ó puede aparentar riqueza; todo rico es, sin falta alguna, per ona decente."' Y he aquí uno de los aspectos brutales de la moderna civtlizadón, y la causa de la desaparición . de la clase media; todo ello r eune un aspecto peor Y. má~ repugnante; el · de la hipocresía. . . Es verdad que la clase media quiere pasar por rica y acomodada, pero según la frase corriente; lo hace siti pretensiones: las industrias modernas ·c ompiten en poner · á su alcance t da las ~orriodidades .inventadas por la molicie, y todo el lujo inventado por la vanidad; pero esto se halla al alcance de la clase media en detalle, no en conjunto, y de aquí la deshonra á veces, y siempre la bancarrota y la ruina. Y en parte alguna se observa este fenómeno como en las grandes capitale~: y¡i . ha desaJ?arecido la mantilla
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espatlola, y el abriga~o pero modesto traje de invierno: . toda seftora, para pare~erlo, necesita llevar el costoso sombrero francés, que es tan caprichoso y vário, por no decir que n;iuchas veces feo y ridículo, y que impone rápida~ reform~s, tra~sformaciones y cambios: es indispensable el á~pho abngo, sea ó no de terciopelo, pero siempre de pieles; y más abajo de esta clase social uniformada yá no queda más que lá chula, de mantón gracioso ; esmeradísimo peinado. Si penetráraís. sigil9samente en los hogares de esa clase, que tiene todas las necesidades y aspiéaciones de los ri- cos, sin medios para satisfacerlas, . veríais cuántos sacrificios, cuántos empetlos, cuántas privaciones para conservar ciertas apariencias de exterioridades: en ellos los hijos de la gene~ación que Ílega, escruft4osos ó ra~uíti cos, á beneficio de una alimentación malsana ó escasa: en · ellos, et frío en 1~ noches aterid~s del invierno la estre- chez. Y la falta 'd e higiene, porc¡ue las más pr~cisas : comodidades se han sacrificado al sostenimiento de una . falsa posición externa. . . y I,10 es culpa de la clase media ese estado de cosas, que responde á positivas exigencias sociales, á la necesidad de no arrostrar el desprecio de los próximos y la indiferencia de los lejanos, que. acaban siempre ·en el alejamiento y ~l abandono. La clase media no lo ignora, y se sacrifica y muere. ' ¿~abrá, por esto, quien nos tache de enemigos de la civilización moderna? No lo somps: : al contrario~ nos declaramos de sus más amantes hijos. P.ero setlalamos los aspectos brutales y egolstas de esa misma civilización, y los combatir"emos mientras nos quéden coridencia y energía. .. No deben, ~ó, aclamarse com~ único Dios el placer, y como medio único y sola aspiración el dinero: es brutal ese aspecto de la civilización, que intenta matar el espíritu y encallecer la sensibílidad; lo spn esta febril mar~ cha, este movimiento atropellado y vertiginoso: esta lucha despiadada en que sucumbe, no el más <lébil, sino el más 28
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noble y confiado, y trilfnfa, no el más fuerte, sino el ma' · pérfido y el más astuto. A la sagrada sombra de la civiJización, no ilay ágio que no usurpe su nombre al comercio; no hay usura que no se llame negocio, y negociantes y agentes se denominan esos infelices sin corazón, que investigan dónde agoniza un sér humano, y turban sus últimos momentos é insultan el dolor de las familias con repugnantes anuncios y reclamos de empresas más repugnantes todavía. No puede ser, no es obra digna de la civilización apagar la antorcha del arte, para que el género humano se convierta en miser$les manadas eaemigas: no puede ser obra suya la de deprimir al hombre que no tiene la dicha de heredat, ó la el~ticidad necesaria para improvisar una fortuna; no puede ser labo~ suya esa constante propaganda, en que, so color de emancipar á la mujer, ' se tiende á degradarla, transformándola de esposa en concubina. Grande es la moderna civilización, pero sin tamaflos errores. Los que la suponen así, la calumnian. . Grande es esa civilización, pero ha caido en el extremo de no tener corazón, y es necesario' que lo tenga. No es posible que el egoismo sea el porvenir de la humanidad. Madrid.
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EL SÍNDIQB PERPÉTUO. (CUENTO INMORAL).
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N~ siempre los cuentos han de ser morales, y menos en tiempo en que la moral no está de moda: además, de vez en c~ando, conviene echar una cana al aire... pero, no se álarmen con .este preámbulo nuestros lectores; resultarán inn;iorales el protagonista y su cuento, y á mayor abundamiento, repetiremos nosotros las oportunas frases de un predicador ante su afligido auditorio: lo que V4llllos á relatar hace mucho que sucedió.. . y puede "IUe no sea cierto. · E~ muy curib~a la organización de los antiguo~ Ayuntamientos ó cabtldos espafi.oles: el de Málaga, como el de ~as demás ciudades, se 'componía de veinticuatro concejales permanentes, de la más linajuda nobleza de donde se les designaba ~on el nombre de caballeros ~eintt:cu.afro . E:an los tale · cargos vitalicios, como el de los Uam~dos regidores perpétuos, dei:iominación en verdad pomposa y vacía, puesto que semejante perpetuidad no iba, naturalmente, más allá de fos cortísimos límites de la existencia de un hombre; pero así eran las co tumbres de l~ época: el quietismo es el carácter distintivo de los t~empos pasados, como la ag.i tación es el sello de los tiempos modernos. La ~ida del C:abildo municipal de Málaga se deslizaba tranquila Y patnarcal entre sus veinticuatro caballeros concejales, sifr. disentimiento ni un escándalo por parte de sus miembros; es verdad que de éstos, dos terceras partes no asistían á las deliberaciones, ó por su edad. a~anzada, ó por imposibilidad física, bien algunos por mdiferencia, yá también por otras causas de enumeración prolija. Gobernaban, pues, la ciudad lo siete ú ocho .con-. currentes asiduos, y en verdad lo hacían con tal mafia,
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que no era Udto ~ ningún vecino cuerdo aventurarse de noche por 'tit~ tenebros~$ calles', . sin éxP,onersé á recibir .una estocada ó una pun.alada ai doblar una esquiná; á •• 1 volver á su casa medio desnudo, como ~risto de retablo, por obra y gracia de coimes, . rufü~nes y pícaros, ó á dar de frente con la ronda y con el cuerpo en la cárcel, siendo persona ' honrada, en quien husmeasen algunos escudos que trasegar· los alguaciles, orchetes y demás ·abuesos. de· la justicia. ' · · Referíanse , al oído, porción de cosas de los siete ú ocho caballeros veinticuatro, que así labraban la felicidad de sus cónvecinos, velando por . sus vidas, honras y ha-. cie:i;idas: la murmuración corría 'de calle en calle y de ~as.a · •en casa, . engrosando, á manera de bola de nieve,. pero siempre en voz baja y en el misterio, c<>mo c~ lumnia qu.e se esconde y mentira que se recata, de donde • 1 debe deducirse que eran falsedades de á folio, según se omprobará en el transcurso de este artículo. Esto, aparte de que los tiempos antigµos distaban mucho de ser ~an malos como los actuales: no ciertamente por ló que · dijo el poeta: "Cómo, á nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fué mej<?r"; sino porque así lo demuf:!stran á una las guerras feudal~s, los conflictos religiosos, . las reales cédulas, las ordenanzas, y hasta la literatura, las historias, las crónicas y los documentos de aquellas épocas. La fatalidad hizo que, con la circulación de libros y la generalización de los estudios, se propagase algún .tanto _ la cuitura; y las nuevas idéas, pasando del la40 acá ~e: los Pirinéos, trajeron, entre otras innovaciones, una muy uriosa y trascendental en aquellos momentos: la creación de un sfodico perpéttto en los municipios, nombrado por el .Poder real y elegido fuera de la nobleza. nombramiento de sindico perpétuo, cayó, como una. bomba, eu el seno del patríarcal mum.cipio malagueflo de fines del pasado siglo: decíase que el abogado que obtuvo ·
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tal gracia, er~ mo o de gr.an travesura, mucha intención y largas trapisondas: los caballeros veinti'ct«Jfro estaban aterrados. Tomada posesión de su cargo por. nuestro sindico empezaron á celebrarse sesiones, y á prop~merse resoÍuciones. y acuerdos, sin que. concejal alguno desplegase los láb1os, quedando siempre los · asuntos pendientes para la sesión inmediata. . Cansado d~ la detención de los asuntos y de semejante e:t~do de cosas, motivado sin duda por su presencia, pidió nuestro abogado la palabra en ~na sesión, y habló ~e esta suerte: · . - "Lo que pasa en este Cabildo desde mi nombr~miento de síndico, trae á mi memoria un cuento: permitidme, sen.ores, qµe os lo refiera. T~nfa una rica y anciana viuda, residente en un pue· ~b~ec1Uo, un nul)leroso gallinero, su principal delic}a; suced1~~e en él las generaciones de gallinas , en una paz dehc1osa, y un gallo ej~rcia el poder real hereditario: las bulliciosas y alegres aves no tenían que· buscar el s~stento boza_n~o basura, escarbando la tierra del espa· c1oso c.o rral. ru : cazando bayas ni insectos: dos veces al dia, .u na vieja maritornes les llevaba rebosante dornajo de apetitoso .afrecho, y de molido centeno amasado con sabrosas ortigas. Ocur.riÓsele,· cierto dia, á unos arren: datario~ de la viuda, regalarle un pavo, que la anciana domést1~a e~hó al .corral, sin cuida·rse de las presentado: nes necesarias en estos casos. .El aso~bro del gallinero -no tuv<;> ·límites, y el pánico de las .~useras· a ves llegó á su colmo cuando el pavo, una vez dentro del corral, sacudió sus pesadas alas estiró el largo y desairado pescuezo, y graznó del modo desapacible que suele hacerlo. . ~scondiéronse, ~emerosas, l~ gallinas, y no dejó de participar de este miedo el gallo, aunque estirando el cuello desd~ un rincón, no cesaba de echar bravatas por el pico: reunidas l~s aves en consejo, unas opinaron que aquél enorme pa1arraco era una ~eidad exterminadora, que venía
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CARLOS PEÑA RANDA
á acabar con el gallinero: algunas gallinas, sueltas de
lengua, entreme~idas, y de ligera conducta, aseguraron ~ue el pavo era un varón extranjero, no del -todo desprov1sto ·de belleza: y <un pollo, quedándose sobre un pié y en• cogiendo el otro desdetlosamente, dijo que el tal pavo . 1 era un ave muy féa; excusado es decir quf7 este pollo ejercía de crítico en el gallinero. . Obscureció, y las gallinas se encaramaron, hambnentas, en los palos sobre los que, según costumbre, dormían, y allí estuvieron toda la noche en desvelo, observando ~os movimientos' del ave intrusa, y dando la voz· de alerta á sus demás compafieras, en cuanto al pavo se le ocurría desperezarse ó acercarse: la idéa de que el pavo era una divinidad exterminadora predominaba en todas. · Pero amaneció el siguiente día, y la criada vieja entró en el corral, á la hora acostumbrada, conduciendo la ancha artesa de salvado; apenas salió del corral, el pavo se aproximó al dornajo, y empezó á tragar con singular apetito. . ,,, . Aquello fué uno revelación para las galhnas, a quienes el hambre devoraba¡ miráronse unas á otras con asombro, y • después miraron al gallo, que cantó majestuo~am;nte, p~ro sin salir de su escondite: un pollo, audaz, gntó. ¡También come afrecho!"¡ y á estas palabras, lanz~ronse las aves al dornajo, y desde aquel día compartieron su alimento con el pavo." Malas lenguas agregan que; desde este discurso, no se retrasaron más los asuntos del municipio. • 1 Madrid.
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VIVOS QUE MUEREN. Todos hemos penetrado atgun~ vez, poseídos de profundo respeto, en la mansión de los que fueron. Aquellas silenciosas hileras de nichos y desiguales grupos de panteones; · as¡uellas lápidas llenas de nombres y empapa. das de lágrimas; aquel siniestro ruido del vie!lto, prisionero en los desiertos ángulos y en 'las ramás . de los s~uces, centinelas de las tumbas, embargan nuestro espíritu de afanes temerosos, ~ la ".'ez que lo elevan á idéas altas y nobles, de él ausentes entre el bullicio de la vida. Detrás de cada lápida se adivina una historia: en las letras de cada nombre se descifra u11 amor, una lucha, un vencimiento, una agonía. Yace allí nuestro pasado; allí están, para siempre dormidos, nuestros antecesores, los seres que nos. _han precedido en la série interminable de los tiempos; los eslabones rotos de esta inmensa cadena hurpana, atada por vínculos de indestructible solidaridad en la vida, y aun más allá de la muerte. Entre aquellas inertes cenizas, están las del guerrero insigne, que defendió ó reconquistó palmo á palmo la tierra que pisamos y que amamos como pátria: la~ del sábio ó el descubridor ó el inventor, á quienes debemos ciencia, cultura, civilización, islas y continentes desconocidos antes; objetos peregrinos; allf el poeta, que cantó las glorias nacidnales, el pintor que las resucitó con inspirado pincel y derrochadora paleta; el músico, ave que pobló el espacio de notas, y el corazón de sentimientos nobles y dulcísimos: allf la infancia truncada en flor, el amor malog-rado, la hermosura tronchada por muerte im placable; la madre indulgente y carifiosa, súbito heridn por inesperada dolencia mortal, y aun llorada por débiles huérfanos; allí el dolor vencido, el _sofocado deséo, la rota ambición, la pasión avasalladora: allí también el gastado vicio, la misteriosa falta, el delito impune, el crimen castigado, con negras alas extendidas sobre los miseros
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CARLOS PEN°ARAND.A
PROSA.
que delinqqieron, alas de olvido para las humanas debilidades, de perdón _para ' los culpables, de triste compasión para sus nombres. ·La vida misma es para la humana conciencia un triste cementerio, lleno de melancólicos sáuces y de solitarias tumqas: como seres queridos, que se agitaron, que amarori, que Sintieron, que se alejaron más tarde y que desaparecieron después, yacen allá, en la penumbra de nu~stro espíritu, los reéuerdos, unos, los de la infaiicia, como sagradas cenizas, como reliquias santas . conservadas en urna de oro: allí reposan, cual si Yibrasen aún, los estallidos de los innumerables besos maternales: otros, los de la adolescencia, como mal?grados' seres, testimonio de apagadas energías, de troncbadas, juveniles esperanzas: allí duermen, la primera ilusión no realizada, la primera pasión no satisfecha, el amor primero no saciado, con su fresco aroma de juventud, sus tonos de idilio, sus -. colores de cielo, sus inconscientes zozobras y sus dramá. ticas amarguras; allí la ingratitud primera de la mujer . amada; el primer desengano del predilecto amigo; la infamia primera del .qialvado que nos hirió en la sombra; la sangrienta burla de la hembra traidora que despertó nuestros sentidos, nos abrió un mundo de fáciles placeres, y nos apartó después de sus brazos, cc;>mo el nif'io arroja 'el inútil juguete, r~to yá, que satisfizo un momento su curiosidad ó su capricho. Placeres, dolores, ilusiones, desenganos, esperanzas, 'desalienc~s; todo t~ene allí su sepulcro y su epitafio, en esa Vía Apiade nuestro espíritu, que,._á veces, recorremos con el ~árdo paso del cansancio, deteniéndonos un punto, aquí para llorar, allí para formular una amenaza, allá para elevar una plegaria fervorosa. En este panteón de la memoria, duermen las sensaciones pasadas, · las imágenes que n·os conmovieron, los espejismos que nos enganaron, los estímulos que nos empujaron~ y los inesperados dofores que nos detuvieron, como salteadores ocultos, en el caminó de la vida. Estos muértos recuerdos ·i;eposap. cuando no los llamamos, y cuando
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los evocamos, parece que renacen para existir de nuevo por segunda vez. Estos recu~rdos que asf renacen, son como ausentes que regres.a¡;i, de igual m<_>do que las idéas son vfajeros ó peregrinos, que se detienen un momento en nuestro espíritu y prosiguen -después sn camino. Con frecuencia, esos seres que influyeron en bjel!- ó en mal en nuestro destino, cruzan indiferentes por nuestro lado, y nosotros los contemplamos absortos, y nos parecen muertos que abandonaron sus tumbas, cadáveres ambulantes, que vienen y ,ran y se agitan coq todas las apariencias de la vida. · . Van entre ellos, la mujer que nos .vendió, el falso amigo que nos engafió en su provecho, el soberbio que . nos despreció, el malvado que nos calumnió algún día, y el nécio que no. supo conocernos: éstos no merecen el honor de un mausoléo en la conciencia del hom9re honrado, y son sepultados en la fosa común de los recuerdos. A veces, en aisladas sepulturas, yacen ~rones de nuestro propio sér, con doloi:. y lágrimas por nuestra voluntad enterrados: algo que formó parte de nosotros mismos, que nos tocó de cerca·, que no hirió alevosamente, y que para siempre ólvidamos. Así, nuestro espíritu, en la edad madura, lleva la pesada carga de sus muertos, unos con pena nunca extinguida, otros con indiferencia, con repugnancia los más. Y por de5gracia nuestra, aunque deseáramos olvidarlos de una vez para siempre, sepultándolos en las sombras más ·densas · de nuestra facultad aniquiladora, la memoria implacable, con su luz más .ó menos débil ó intensa, según el tiempo transcurrido, los destaca del fondo de nuestro espíritu, y la experiencia, représentada en imágen: desnuda de galas, des arnada y fría,· con t,irme mano nos · seflala sus nombres. ¡Felices los que no han sepultado aún, en las profundidas de su ahpa, el amor, la ~speranza y la gloria! 1
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EPIDEMIAS. Las guerras, los, fenómenos terribles de la Naturaleza y otras muchas cosas, engendran en las muchedumbres de todas clases un ·pánico fácilmente explicable, pero ninguno tan genP.ral como el que causan las epidemias, sólo comparable á los mitdos del dinero, que es, sin disputa, tó más asustadizo que se conoce. Como en todo lo humano suele haber compensaciones, resulta, en este miedo á que últimament~ nos referimos, que hay mucha gente, la inmensa mayoría, que nunca ha sentido este pánico, sencillainente porque sin duda, para preocuparse de las fluctuaciones de los vafores públicos, de la baja de los alquileres, de las quiebras y otras cosas por el estilo, es necesaria la pícara circunstancia, la no común condición, envidiada y envidiable, de tener dinero. Después de este pánico de las gentes acomodadas, otro, el más general y rápido es el que producen las epidemias, seflaladamente el éólera: más implacable que la quiebra, la baja de los valores y la ruina, su acción alcanza á todo el mundo, y como esta acción es alevosa, invisible y espantable, su sólo anuncio lleva el miedo al ánimo de los ti midos, que son la mayor parte, y ofrece un espectáculo impropio de la serenidad del sér y de la ·dignidad humana. Así, en épocas menos civilizadas, acordonábansc los pueblos, rechazando de un modo brutal á todo fugitivo de punto infestado, ni más ni menos que si se tratara de un invasor extranjero: al decir, un apestado, se pronunciaba una de esas palabras terribles que ofenden el oido como estallido de truenó, y penetran frias en el corazón, como la hoja de un puftal. La frecuencia de las comuniéaciones, la facilidad pRra transportarse de uno á otro punto del pla_neta, y la higiene moderna, no tan adelantada como debiera, la instrucción popular más düundida, la civilización, en fin,
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h.an dulcificado las costumbres, y hoy no se rechaza, pero se huye. Mas, aun cuando lo parezca por esta yá larga introducción, no vamos á ocuparnos en los epidemias morbosas que afligen á la humanidad, sino en otras epidemias; · en las epidemias morales. De éstas nuaca ha sabido huir ni precaverse la humanidad: al contrario, ·son epidemias que atraen, que fascinan con la atracción poderosa del vicio, con la· fuerza incontrastable de ·1a lujuria, con la finalidad insinuante de los placeres materiales. Como las víctimas de estas epidemias no figuran en ninguna estadístic~, c~mo estos muertos quedan en pié con todas las apanenc1as de la vida nadie se alarma, nadie evita el contacto de esos apes~ados, sepulcros blanqueados, t adáveres insepultos del mundo social, cuya podredumbre no se nota Y enrarece la atmósfera, cuya influencia no se siente Y mata á los pueblos. ; Los vicios apuntados constituyen la orgía moral de las naciones: la orgía continuada y los placeres, enbrutecen al hombre y lo encanallan: la orgía moral de los pueblos, los convierte en débiles y decadentes. así concluyeron los antiguos imperios, así caen, . para no levantarse tal vez, las naciones modernas. La forma que reviste esta profunda dolencia social es el éxito: sus principales aspectos son la. improvisación y la fortuna; su séquito la adulación, el asombro de ~as masas y la envidia y el aplauso; su término, la abyección del es~íritu, la muerte moral, el . absoluto envilecimiento · del sér humano. y la propagación de estos males es tal, que hace tem~r por los destinos de la humanidad, . y por el porvenir de los pueblos, -yá corroidos hoy por esta gangrena senil, yá caducos y debilitados, recordándonos estos versos del maestro Lista: " .•. ¡Llorad, humano! ¡Todos en él pusisteiS vuestFaS manos! ¿Quién no ha acatado alguna vez et éxito, por absurdo,
CARLÓ~. PENARANDA
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por ilegítimo que fuese?-¿Quién no se ha inclinado alguna vez ante la fortuna, por fácil envidiada, y por grande y rápida mal adquirida? · Tr~s el envilecimiento de los seres, viene el envilecimiento de las palabras, las nociones· confusas de lo bueno y fo , · -malo, de lo recto y de lo injusto, de lo inmoral y de. lo honrado; vien~ lá prostitución del idioma, que también se humilla y se infama. · Así el cínico agiotista será considerado c-0mo hombre .,. d e talento, el mercader al~~dindfamias como hábil negociante, e1 traficante ~n inmor 1 a es, como persona sagaz, el 1 ¡ apóstata político, como hombre de Estado, la miserable • • cortesana como mujer distinguida, el zurcidor de conciencias andrajosas, como individuo tolerante y hombre de ~undo; y como amo y sefior de la (ortuna, el solapado .criminal, miserable burlador de la justicia. . Por el contrario, denomínase torpe al hombre honrado: inútil ideólogo al hombre de verdadero talento: Quijote nl que · es r ecto: insípida á la mujer virtuos;i; hipocrita al bueno; porque todas las aberraciones qué indicarnos sen .. despreciables formas de la moderna hipocresía. Y á esos seres abyectos que retratamos se les abren las puertas de los hogares honrados, se les tributa respeto, se les adula; se les tiende la mano, sin temor, sin repugnancia y sin asco. . Pero ellos no están s~tisfechos: su suefio ' les presenta desnuda la verdad, se desprecian á sí mismos, se aver-. güenzan de -sí propios, y seguramente, cuando los acosa tenaz pesadilla, esos hombres-epidemia,_al verse ro~eados por la multitud y · not'ar que la lepra de su espíritu cont~gia . á los demás, sentirán el impulso de. ap~rt~r ~ los que se les acercan, y abrirse paso y huir de los otros sei:es,· gritando espantados, con toda la fuerza de sus pulmones. ~¡Que mancho! ¡que. mancho!"
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.E L. DERECHO PRf)PIEDAi). . - DE . . -·.
El invierno de 188... fué excesivamente frío, triste; in· terminable: una sequía pert~naz dió ,al t_raste con las es· peranzas de los labradores, esterilizando los gérmenes . todos, las pró,vidas semillas enterradas por la man? previsora del hombre en las fecuildas entrafl.as de la ~erra. Como si esto fuese poco, una epide~a mortífera extendió sus- alas negras, primero por Europa, después 'p<?r Améríca, sembrando por doquiera desotación y espanto: Causas , desconocidas por la ciencia, arrebataron . á ·ta atmósfera- el ozono, esa forma molecular del oxigeno, tan necesaria á la vid·a , como ~l sol á la existencia y a!ª mar· cha regular de los planetas. . Sobre la alegre ciudad de Barcelona se ' extendta un velo sombrío; algo de siniestro se ob ervaba en ·. sus calles; algo de pesa~o ·Y amenazador, como esas · nu~~s tormentosas de verano, se cernía en los aires. La epidemia, sembró el · luto· casa por ca a, y al alejarse, cedió al hambre su puesto. El descom~nto primero, un mate tar cre~iente después, la desesperación por último, con ·su séq~nto de fiebre y de locura, se fueron apoderando ~e la clase ob~era: sus gritos de angustia rebasaron los muros de su.s hogare5, y estallaron imponentes en las calles, por las que se derramó ia muchedumbre, con ese movimiento de las olas acudidas por los huracanes: como siempre acontece, algo tenebroso, oculto en las sombra .• ~omplacfase en aventar ¡as pa iones populares; algo, principio absurdo ó te~dencia . exterminadora locura ó suefl.o, ·que iJ?.tenta henr á la ' .. sociedad á la que odia, y clava el puí'i.al, · á tra1c19p, e(l las desprevenidas y honradas espaldas del . pueblo mismo, al que halaga. Se trabó la lucha en las calles: las masas dé obreros que : a~argab~n las manos ~uscando el ·codiciado pan de·
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2JO
CARLOS PEN°ARANDA
sus hijos, tropezaron con las agudas puntas de las bayonetas, y corrió la sangre, inútilm~nte generosa. La multitud acorralada, se refugió en los extremos de la población y en el Ensanche: un grupo numerosísimo arrancó piedras y alzó una barricada:. salieron armas, no se sabe de dónde, y allf, á pié firme, se apercibieron al combate y esperaron la acometida de las tropas. Un anciano, sucio y andrajoso, era el jefe de aquello hombres: sus manos rugosas oprimían nerviosamente un fusil, sus ºojos pequefios y grises, inyectados de sangre, relucían como áscuas · 'd e fuego; su barba blanca y muy larga, movíase á uno y otro lado á impulsos del viento. Sonó una aguda: corneta, y advirtióse cerca el ruido sordo y acompasado de tropa que se aproximaba. El viejo se encaramó en lo más alto de la barricada, y gritó así á su gente: "¡No desmayéis, compai'ieros! ¡Los burgueses envían, para que nos maten, á nuestros hermanos y á nuestros hijos, y esos insensatos vienen á exterminarnos! ¡Fuego sobre ellos, y si hay que morir, se muere! ¿Qué nos importa la vida, si no podemos redimirnos del hambre? Veinte anos ~ hace que mendigo mi pan eQ el vestíbulo de un casino de burgueses: veinte aflos soportando allí el frfo, la humedad, las privaciones, y aguantando los insultos groseros de ·esos hombres, alargando las manos ateridas á la súcia y miserable moneda de cobre... ¡Que mueran! Ellos iban envueltos en lujosos gabanes de pieles, mientras yo tiritaba. de frío: ellos tal vez venían de opulentos banquetes, i;nienttas yo devora~a pedazos de pan, yá ágrio y duro, resto de sus ricos manjares, y de sus comidas fastuosas ... ¿Quién los hizo ricos y á nosotros po9res? ¿por qué? ¡Ua propiedad! ¡La propiedad!¡ sacramentafpalabra de esos viles bandidos que nos desprecian, nos explotan, seducen á nuestras hijas, nos echan á un hospital cuando nos inutilizamos, destrozan nuestros cuerpos cuando morimos, y nos arrojan luego á cualquier muladar! ¡Pero ahí están esos cobardes! lAnimo, compafteros, fue ... !·" Pero no pudo. concluir la palabra; dió como una vuelta
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involuntaria, agit~ los brazos en el vacío, y ro~ó pesadamente sobre las piedras desiguales de la barricada. _ Transcurrieron dos meses: Barcelona recobraba su arumación habitual: el pueblo, vencido una vez más, se retiró á sus hogares: de ellos volvió á salir mustio, macilento, para. el trabajo en mala hora abandonado. En una calle céntrica, veíase un ancho vestíbulo, alumbrado por rica bomba de cristal cuajado, dentro de 1a cual oscilaban varias luces de gas: gente elegante entraba y salía, , subiendo ó bajando ·por fastuosa. essalera de mármol, alfombrada en el centro: tres mendigos, ~os hombres y una mujer, hallábanse situados á uno y otro lado del .z aguán, recogiendo las monedas puestas en sus manos. Era aquella la entrada de un casino. De pronto apareció en la puerta un andrajoso anciano, apoyado en dÓs muletas; su mirada acusaba largos sufrimientos; tenía las cabellos en desórden, y la barba larga y descuidada: avanzaba peno~amente. Se diriuió á la derecha del vestíbulo, donde yacía senb • tado uno de los mendigds, jóven y con los OJOS vacíos: "¡Déjame mi sitio!" gritó, y ai'ladió el ciego: ¡Aquí nadie tiene sitio, á no ser el que ocupa viniendo temprano!" "¡Este sitio me pertenece!-:-rugió con ira el anciano¡Es mío desde hace veinte aflosl ¡Quítate!" "¡No me quito! " Y ~iguió el altercado, degeneró en disputa y acabó en groseros insultos. . "¡Tiene razón el pobre viejol-:exclamó la mu1er: hac veinte afios que se pone en ese rincón, y el sitio es suyo. Pues qué, ¿lo ha de perder por haber estado dos meses herido en el hospital?" ._ Asintió el otro mendigo á estas razones, y. el ciego, amenazado con que lo arrojarían del portal, cedió el sitio, refunfuflando .ante aquella forma racional del derecho. · "Vamo.s, tio Morell,-dijo la vieja al reintegrado anciaoo,-que la broma ha sido pesada, y supongo que no e meterá usted en otra."
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"¿Que no me meterél-ex~lamó _el anéiano exaltándose. . · . . ¡En cuanto la haya!... .. ·Por qué ha de haber ricos y pobres? ¡Abajo la prop1el . dad y mueran los burguese~ I" y trocando su voz de airada en lastimera~ dijo á un jóven que entraba: "¡Caballero, una limosna, y Dio e lo aumentará para sus hijos!"
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LoS í>ÉSMEMORIADOS.
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Se equivocan lo~ que sup~nen que t::l embustero Jo es únicamente por el gusto. de serlo,_ aunque· el .mentir es plato · muy sabr.o o, y muy provecñosa la mentira: eso de engañar á los demás, -Üene sus encantos. Pero el embustero,- no nos referimos aquí al trapacero, ni al "embaucador mi.serable,-su.ele serlo por temperamento, por inclinación, por un fenómeno reflejo de la · sensibilidad y · sin fin ulterior, . como ·que empieza por eng-at'fa.r se á sí ·mismo. Cr.eeil cuanto dicen. y, á fuerza de repetirlo, · nó s.e contradicen jamás e5t~s mentirosos inofensivos, que viven en perpérua penumbra entre la . · ilusión y la realid.ad 1 c.o nfunden los suen.os im_palpables con 16l acontecimientos de la vida, tr~ducen . por tri un· fos las ·derrotas, por opulencia la · mi ería, y los desdenes ·de lá fortuna por jndiscutibles éxitos. Pues bien, estos infelices no son inás que unos desmemoriados: el recuerdo de su posk i_?n real lo borr:i. con. mano piadosa el instintivo d_eséo: la ilusión · corre por sobre su impresiones penosas, como el ag~a .de limpio arroyuelo, que hace brotar .flores en sus lindes, y viven " satisfechos de todo y de í mismos. ~stos desm: moriados no son c;ulpables: los hay culpables verdaderamente, porque .ciertos olVidos casi consti· tuyen delito . La mujer caída que; para. redimirse, empieza · por olvidar su falta ,_y se juzga digna depositaria de la honra de un hombre confiádq: el ~i.cq improvisado y grosero, que estira el cuello y enarca el Qr.azo, aludando · con desdén á los menos a(ortunados compafl.eros de su anti· gua miseria: el que, como recompen a de un ravor · rec\bido, niega á su favorecedor la sonrisa del agrado y el saludo de la cortesía, cosas tan baratas que no .cue~ tan dinero alguno: los fádles amigos de la prosperidad, indiferentes de la víspera é ingratos del man.ana, mez·
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eta de orgullo vano, de bajera ruin, de adulación hu· milde y ·de tosca soberbia, no son más que torp,es .ó miseros desmemoriados: Estos abundan en todos los órdenes sociales,, en todas las esferas de la vida: pre~ntad al político encumbrado y poderoso, si recuerda los nombres de los que unieron sus fuerzas y lo alzaron sobre sus hombros, es decir, de "los sólidos peldaJios en que apoyó sus pies para elevarse: preguntad al opulento si recuerda las zarzas ' del camino recorrido para llegar á la riqueza, camino regado con la sangre de los humildes, estremecido con los ayes de los pisoteados, empapado con las lágrimas de los desprevenidos y ,los débiles: preguntad á la cortesana "(astúosa, que subasta sus sonrisas y tarifa sus fa. vores, si recuerda la obscura y vergonzosa primera caida, los primeros pudores, los goces atropellados de la primer~juventud, las repugnancias vencidas después, tas humiJlaciones soportadas. Nada· recuerdan: son también desmemoriados: su alma reposa consolada por una aparente pros- , peridad; su conciencia duerme sobre un lecho de flores iljadas, mústias ·y sin perfume; amasadas con cieno.. . ¡Si la memoria tuviera vida propia y robusta, nunca debilitada, y ·voz acusadora, capáz de avisar~os y despertarnos! Es verdad E¡l:le eritónces sería imposible la vida: un remordimiento que nunca se amortiguase; un dolor que jamAs se calµiara; una aspiración viva siempre, ·siempre renovada, que nunca cediera, que jamás se extinguiese, son incompatibles con la humana existeacia. · Los que, tras largas luchas, llegan á gozar, definitiva. ó transitoriamente, los halagos de · 1a fortuna; los que se · ven rodeados de amigós ~e ayer lo abandonaron y que ·tal vez lo abandonarán nuevbmente; los hombres de t'alento, ayer vencidos, hoy vencedores, · faltos, hasta la víspera del triunfo, del aplauso, que ahora se convierte en adulación, pára convertirse mai'iana· en censura, nunca deben olvidar estas amargas lecciones de la ex¡)eiienci~, casi siempre infructuosa y tardía.
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No siempre los ·desmemoriados se mueven en este negro clrculo de amarguras: como es la vida mezcla de risas y lágriJllas, ·estos dos aspectos tienen viva encarnación en los seres reales. Es · decir, que entre los desmemoriados, abundan los Sanchos, y el tipo cómico de ·1a especie no es menos digno de observación: se dividen · tan'lbién en desmemoriados alevosos é inofensivos. Hay quien se olvida constantemente del tabaco, del diñero, de los fósforos: hay desmemoriado que llega siempre á casa de sus amigos á la hora de comer, y se olvida de lá noción del tiempo, hasta que le obligan á que 5e siente á la mesa; la mayor parte . se ·olvidan <lel dinero que deben, y por un f enó. meno · r~ .de -oompensación, _no se olvidan nunca de "SUS deudores. . Los inofensivos son más cómicos, y parecen· personajes de novela romántica, según traspasan los limites de la verosimilitud: alguno hay que lleva en la vuelta de la solapa de su levita, las sen.as de su casa: éste, cierta vez, como estrenase ropa nueva y se olvidase de tan extrafio requisito, estuvo cinco días fuera de su casa, hasta que halló en la calle un amigo que lo condujera á su domicilio: otro tiene la costumbre de apuntar diariamente en su cartera lo que debe hacer cada día, mejor dicho, tiene el propósito de hacerlo, porque, la mayor parte de las vect:s, se olvida de pi:eparar el apunte; cuando va á hacer el apunte, se olvida de alguna cosa; cuando va á sus negocios, se olvida de que los tiene anotados, y el dia que se acuerda de esta circunstancia, ha dejado olvidada en su casa la cartera. Otros, si tiénen muchos hijos, ·se olvidan del m1mero de ellos y cuando se les pregunta, cuentan por los dedos, repiten el nombre de algunos, y olvidan el de dos ó tres. Como caso rarísimo referiremos, para tei;minar el del montaraz- de Segovia: era el Sr. Atanasio hombre de sesenta y cinc~ a.ftos cuando se dió cuenta de que hacia veinte que se encontraba viudo y solo: visitó á un rentero, amigo suy.o, y le pidió la mano de una hija.
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CARLOS PEN;A·RANDA
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".¿Cuál de las dos? preguntó el. padre" ·. "La que usted· quiera, conteStó . ~1 -· tío Atana.sio, _pue~~o . que yo no conozco .á ninguna." . · Otorgada que le . fué la mano d·~ ~a mayot;"; garrida .ipoz~ de ..diez y o.cho , abril~s, s·e . pfepai:a~on las cosas y em- : · pczaron á coqerse las .amonestaciones. ·l.Jn día, un her- . mano de la ·prometida,. yendo de viaje; entró en la ·iglesia de un pueblo inmediato con el objeto de oir misa. ¡Cuál no s~ría su sorpresa al ofr una ;:tmonesA~ión del tío · Atanasio ·con otra muchacha que no era su hermana! V,olvió á su lugar, y avisó á su padre de lo que ocurría. Este se· puso . en movimiento; llegó al monte en ·que residía el Sr. "Atanasiot y Jo i:flcrepó duramen~e, -afeando · · tal conducta en un hombfe que pasaba· pcfr ·formal. "¡Calle!---.exclamó el Sr. AtaaasiQ dándose una tremenda · palmada en .la frente.-¡Es . verdad! ¡P1.1es lo había olvidádo-1"' ·
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.... CUE.N TO VULGAR •
-"Pues y·o, sefl.ores;-decf~· ·ún jove11zuelo imberhe con é1úasis oratorio y acento co'nvcncido,-teng-G la certez'a :ibsoluta.· de ml ,POrvenir: me he propueÚÓ .ser rico, y lo seré: quiero ser el primei: ábogado .de Madrid. y bufete será .el · primero,_ en .cuanto· acabe la carrera: deséo U(l asi~nto en el CongTeso; y lo ocuparé: ambiciono ser m,inistró, y me. ganaré · Ulla cartera; é tas son mis rn:;pirn·dones de hoy, positivas realidades del mai'iana. · -"Tenga_usted' cuidado,, no sea que en vez de riquezas !?e. vea . l:lSted ller:io · -de trampas y bajo el poder de Poncio Pilatos, e:; decir· de algún usurero;" -le replicó uno de ~os oyentes. _ ..:_u~Jamás contraeré una deuda!"-afirmó el mozalbete con voz inspirada. . -"Tal · vez-objetó ,t;tn tercero, - si Jlega .ústed á 1abogád~, · se le pase la ~ida aguardando. pleitos." -"Y en vez de un Ministerio, tendrá u t~d que apencar · con una ·plaza de escribiente;" ariadió otro circunstante. -"¡Quién sabe-agregó un sujeto . de edad,-si por todo ~orvenir e verá usted-¡Dios no lo quieral - caado,. con un diluvio de muchachos, y sin una peseta!" . ".¡Se qan casosl"-grjtó un chusco con voz cl\illona y destemplada. · . El arrogante jovencito paseó en torno mirada dé superi'oridaq despreciativa: plegó sus lábioS. con una sonri a desdehosa, . y, · d·esp'ués de ,toser y p1!5ar la y~ma de &us dedos por él naciente bozo, habló de; esta manera.: ·.· -"Vamos po.r partes, seftores: en primer lugar los gritos y los pulmones no son -argumentos; por otra parte, ;¡..o nunca cuento · el: número.· de mis contrad~ct?res. ¡Pues· •qué! ¿Se fi~uran ust~des que Ja fuei:za de voluntad y el te_i;nple ·de al.mn po entr~n por n!ida . en . la COQS~cudón de los fin~s.. :individuale5? El hombre es lo q~e quiere
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Madrid.
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.. PROSA.
CARLOS PEÑARANDA
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se!, recorre el camino que :1e place seguir, toca el limite ~ que. se propone llegar, y si se le oponen obstáculos, con n:iano firme los separa: la fortilna no éxiste, . es un espantajo de los tontos y una invención de los débiles: ~odo es cuestión de fé~ perseverancia y valor. ¡Me g_ustan . tas razones de ustedes!.. Que seré ~n abogado . stn. pleitos... ¡~o veremos! ¡sólo se pasan l;i vida sin ~le1tos ~as i_nedianías! Que . me veré.. con numerosa fami.h.ª' Y sin dmero... ¿y quién . afirma que ho me · case con nea hetedera? ... ¡Las chicas pebres se quedan. para los t?ntos... Y los pillos! ... ¡Vaya una ocúrrencia! me sient.o fuerte: . si ustedE'.i se sienten débiles, por · ustedes lo siento, p~rq~e, c·omo d'k e un gran· poeta, "quien no espera vencer, yá está vencido." · En cuanto á mí, espero vencer y venceré: ¡yo soy de los que lleg·anl" -"¡Pero, criatura!... y· dispense usted á un anciano que le ~lame así;-dijo el mismo sujeto de alguna edád ,q~e antes había hablado.-Usted no cuenta con una porción . d~ cos.as. y crea usted que ..yá venclrá el tío Paco con la reb~Jª· P~r lo demás, el infierno está empedrado 1 d~ buenas mtenc1ones ... Usted, jóven, olvida que la colectiVl~ad abs~rbe · al individuo, .que el número embebe á la. unidad.' qu~ la fuerza común aplasta la fuerza individu~l: eng1erdo con su juventud, su ánimo y su· energía, . olvida -~sted factores .más . importantes... ¡También .yo, c~an~o Jóv~n, hablaba como usted?. .. Pero ¿y la debilita. c1ón m~lu~1ble de los alios? ¿y el cansancio de la lucha, los sufrumentos morales, el desaliento mortal, las füerzas ag~t:das, los errores .mis1!1os del humano entendimiento?" . - ¡Err~res, agotamiento, c~sancio!. .. Palabras, palabras . .Y palabr~s, como dice .Shakespeare: ¡no hay más q~e hstos y torpes, fu~rtes y débiles! ¡contra el cansancio, cue~po de acero, contra el er.ror, 'v_ista clara, contra e~ desahento, voluntad dé bro.ncel"-afiadió con entusiasmo el futuro ministro. -"Y usted7 oéurriósele á uno preguntar,-¿qúé opina de- .estas ·cosas?
Yo
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239,
El interpeladÓ, jeno á la discusiórt, leía un periódico al otro extremo de la mesa del café en que ocurrftt esta escena: era el tal, hombre-como de sesenta aftos, cabellos bigote canos, rostro enérgico, distinguido porte y as-. pe!;~º m~litar. . · "¡Que hable el coronell"-dijeron varios á un tiempo .. Dejó éste el periódico que bojeaba, se atusó el cui· dado y larg<;> bigote, sonrió bondadosam,ente y, ,-"Se distute·- dijo-y yo nunca . discuto, porque considero inútiles las discusiones, cuando no ocasionadas á .. piques de· la vanidad y mortifi~aciones del amor propio:' c_u ando jóven ,leí muchos libro~; hoy Sólo leo ~l de mi experiencía, cµyas hoj~s íntimas muestro á algún amigo si me pide co_nsejo. Ahora se me. pid~ opinión, y .se me ocurre un cuento oido allá en ·mis nocedades y .en un ·rincón de Andalucía donde, por suerte, nací: allá va, y el que h,a:ga aplicaciones... .. Había, hace muchos afios! en mi pueblo un valentón, mocito· del barrio en : sus verdes afios, baratero en su edad maciura, todo C(<)n m~s ruido que hechos y más balumba que realidad: afi~ionado al m_osto y al" escándalo, traia siempre alborotado el tugar c·on sus trasnochadas., bravatas· ~ pendencias: cqmo es natural, todos lo ten;iían, lo amaban muy pocos y na_die lo estin'Íaba. Sucedió un afto que eligierqn para alcalde á un hombre re~to y enérgico, que se propÚso· dar paz á los vecinos, y cofregir abl,lSOS y aborotos, á cuyo fin organizó una ronda nocturna, compuesta ,de cuatro guardias con anchos calai1eses y sendos saples de ca)Jallería, ronda á cuya cabeza iba siempre el alcalde mismo. . No faltó . quien aconsejase á nuestro valiente que no se expusier.a á un el}.cuentro y se -recogiese antes de la queda, hora en que empezaba .la ronda . . "¡Que pidan á Dios que no ~e tos ertcuentre.1-coatestó el bravuc6n-¡Son pocos hombres pá ·mi, y ru pá empezar tengo!" ,. . ' Cierta noche tropezó nuestr9 matón con · ta ronda, llevando bastante zumo en el .cuerpo. 1
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CAJlLOS PERARANDÁ 1
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UNA CARTA
-':""Soy soy-contestó con voz humilde el interpelado,'·
NOTAS· ..
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pero ·apenas, _apetiiyas me llamo José, zéi'ló alcard.el"
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. (~)-Et pensaniiento efe este articulo ció motivo á Ja publicación de dos trabajos notables, .uno del director de El Merca11til D. Vicente Muñoz Barred,!l..i y otro· inserto, como artí~úlo cie fondo¡ en ·et Diario d_e Manila de 8 de Enero de ~893, · · con el tirulo ae· Un deber. . At primero de dicho~ trabajos, por serle dirigido en·fornía epistolar, contestó el autor de' este- libro de fa manera si· . · ·. '. • . guiente:
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El · barate"ro contestó con arrogante ·voz: "¡P~pe, P~piyo, Chele, José,.Jos.eiyo, del zefió San· José, . · zefió alcardel" . : · · · · . . . :-"A. ver,....-grltó éste á sus guardias,°-que le den cinco palos· por .cada nombre que· ha dicho!" . ·y á ¡).esar de 1-a resistencfa, voces y. blasfemias de Joseiyo, como le llamaban · en ·el pueblo, los guardias lo sujetaron, y .de tal ~uerte lo .apalearon con sus sab1es, que el. matón se pasó" un ·m~, molido y enfetmo, en la cama. . No ·por esq curó de sus manías, especialmente de su debilidad por, el peleón, por io que,. otra. noche, al cabo de buen· tiempo, se repitió el ep.cuentro con la ronda. -" ¿Qúién var::.o-preguntó la enérgica autoridad ·muni-
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~"¿Quién va?:t gritó. et aicalde.
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Sr. D. Vicente Muf!.oz .aarreda (Em~be). . · Muy señor mio y distinguido compañero: La. gratitud y la cortesía serían, en mf, estímulo. sµficiente i:>ara no dejar.sin contestación l~ bien pensada carta que, .~on el tittilo de Colombia, se ha sérvido usted difígirm.e· desde las columnas de Et Júrcantil, eti fecha 20 tlel <J.Ctual, si ya: no me OQli- · · gata . á escribir estas lineas la indie~ción que for~ula ·usted al. 'final· de SU5' diScret~S¡ observaciones. ' . .: ' "lCómo. exeliéarse; pues,-exclama nsted,-ese silencio con que ha respondido la opinión p.ública en Manila á la elevada aspiración manifestada por: V. en el día· solemne en que se conmemoraba el ··\:ent,erv.trio?" ·y, eomo. si contefa,tase. á su p~e· · :;unta, ~cribe .usted más adelante: "Quiz,.1.s- sean . necesario~ otros cuatrocientos años para: que nazcan homb.res dignps de rec0nocer ese, •,derecho: acaso debe la humanidad aguardar aún cuatro . centurias pára contar entre ,s.us miembtos el gra.n númeró d~ personas que &on indispensaples para ,promover un movimiento general en favor de · ese gran acto de justicia": (el c;tmbio .de nombre del contirienfe americano). . No partic_!Po · de· esta opinión, aunque me explico su dejo pesimista. El silencio de la opinión pública .en Manila (yo be su tit\l).do la palabra opinión -por las ..de· prensa perjQdica, t¡ue es su ·verbo), tal ·silencio, repito, anfe mi pen amiento d que se pidiera, y obtuvjera por .vias dip~omaticas ~y con mou.vo <;le la celebracióa del GUarto cent.~ario · del descubrimiento, el cambio del nombre.' de A7J,i~r~a por el de Colombia, debe obedecer, .sin duda, á otras.causas; la modesta personalidad literaria del ~scritor que· .formulaba Ja propo ición, y l t~11er los periódicos locales otrós asuntos de que tratar, ae 'fnás· iOterés d~l momento, son. del caso ,e.xpl,icación satis- ·· factoría. . · . · · · las que . usted . alega no me l_o {>lirecen tanto: época es 4sta .en que -.:ivunos, de gr,an_!;les reivindicaciones · históric~s. y ejemplos elocu ntes de ello, la qepor:ación concienzuda y . 31 ,.
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CARLOSPERARANDA
PROSA.
minuciosa de los hechos adulterados y las acusacione.s injustas amontonados por la leyenda, la poesla y la pasión polftic~, en torno de la gran figura ~e i;:elipe 11; la l~z ·proyectada sobre el sombrío periodo . histórico y la desp1a~ada t;eclusión de la infeliz madre de Cár)os V 1 por las est1pulac10nes y curiosos documentos de. Villafáfila; la crítica severa con que se ha analizado en las conferencias del Atenéo de Madrid todo lo que se relaciona con el descubrimiento de A;m~ rica, seiialadamente los tr~tes sucesos e~ que fueron P.r!-llclpales actores el gran Ahmrante y Bobadllla; y, por ultím~, la .misma celebración universal y simultánea .del c~arto centenario hecho qu<:J. al proyectarse, se creyó unposible1 y es, de segÚro, más dilicil qu~ ~ caf!lbio d~ !'ºm~re del continent~ .. Claro ·es que esas re1vmclicac1ones históncas no las reahzan las · colctctividades sociales, sino que las reciben hechas de los herald :s y representantes de la opinión ilustrada, como tfimbién es. evide!1te que lo menor ca~e ~n lo mayor, y en la glorificación umvers.al ~~l naveg~nte insigne cabe bolgadamente un acto más de .Jú5Uc}ªi por 1mp0Ftante que sea. ¿Aún así se reputa como 1mpos1b e el cambi~ de nombre?. Pues, al menos, sería honroso el hecho de pedirlo; que, como dijo un gran poerti: El intentarlo sólo es heroísmo. El asunto puede dar larga materia de estu.dio y motivo d~ útil lucimiento á las buenas plumas de. la tlustrad!1 pren~a de Manila: como muestra, voy á transcnbir los sigwe~tes parrafos de un escritor insigne, el crpnista de La ltustrac1~n Es: pañola y Americana D. José Fernandez Bremón; die~ as1 en el número de 2'Z de Septiembre anterior: "Dos cuestiones muy distintas pero -ambas del momento, se tratan en dos follet-0s que tenemos á la vista. El primero que llega á nuesLras manos, por conducto del Director general de lo .Contencioso nuestro ilustrado amigo el Sr. Hernandez Igl~sias, est:\ escrito por el periodista venezolano D. Julio Febres Cordero, y. se titula El Nombre de América. Dedicale la Redacción de El .Lapis de de Mérida (Venezuela) á los Congres~~ Americanista y Geográfico, y tiene por obJ~to apoyar la idea d~l cambio de nom6re del continente americano, por algún denv-ado del apellido Colón, ó este mismo, si se a~epta. No baremos un extracto del folleto, que compr~nde diversas mater.ias de erudición pertinentes al asunto: fiJándonos en los de-rivados de Colón qu'e se han propuesto, son, según el señor • Febres los siguientes: Columba, por Fr. Bartolomé de las Casas; ' Colonia ó Columbania, por Solórzano; Colonea, por Salazar de Ménd<:>za; Col~mbia, c¡ue se .Propuso fara toda la América por vanos escntores; Colonas1a, por e Sr. .Ba!dasano y Topete· Colonaria, ideado en Nueva-Y~rk; Colóruda, por El Crus ado periódico de Mérida, y Colorusabela quepo"diá abreviarse en Colonisa. Creemos con el Sr. Febres que el nombre más simpático es Colo~bia; pero el uso le ha dado una significación concreta y tiene duefto. No es· menos bello el de Colonia; pero tambi~n está apUcado á una clase
de territorios. Tienen casi todos esos nombres dificultad para la formación del adjetivo gentilicio, y entre todos nos pare<:e preferible el de Fr. Bartolomé de las Casas, Columba. · Sin embargo, cuando los no!Dbres tienen la sanc!ón. de muchos siglos, y suenan en el oido dulcemente, es dificil desterrarlos: aun rectificando todcs los mapas, quedarían todos los libros; aun corrigiendo estos, quedarán las voces Am.érica y americanos en innumerables · documentos, en el lenguaje usual y en los recuerdos: podrá darse á Am~rica. otro nombre oficial, pero aquel será el popular. y .el h1st~nco. En resúmen: fué una desgracia que las gentes diesen al Nuevo Mundo el nombre de V espucio~ pero ha resultado tan dulce, expresivo y caridoso, qut: será dificil desterrarle: es un nombre injusto· -pero el tiempo legitima inucbas usurpaciones, porque 1no hay americano q.ue no pronuncie ese adjetivo con placer; sin embargo, no disonaría á ning.uno llamarse coLumbiano." "La administración espaftola rechazó el nombre de América adoptando el de Indias Occidentales que babia dado Cotón á las tierras descubiertas del Poniente, pues muríó creyendo que eran los limites occidentales del Asia. El señor Torres Mendoza.J ~n su colección .de Docume1Zto$ inédito.s del archivo de md1as 1 tomo VID, inserta un MS. de ·la Biblioteca Nacional·, que dice así en la p:\g ina 12 del citado tomo:" -"El rey detiene á Al,llérico Vespucio en Sevilla para hacer las marcas y fué el primero á quien se <:lió el titulo de pilotó mayor, . 1507, 12 de Marzo, y de examinador de l_os pilotos, 6 de Agos~o. ". - "De aquí principalmente tomaron estas. Indias el nombi:e de América, contra el cual hubo declaración en el ConseJO Real; porqu~ Américo. V espucio no fué su descubrid_or ni conquistador ru aun de tierra firme, ·la cual fu é la pnmera llamada A~érica. U nos quieren que esta cuarta parte del orbe se llame Isabélica, otros Ferisabélica, otros Atlántica, otros Coloóias, otros Columbina, otros Ibérica, otros Nuevo Mundo, ótros Orbe Carolino ó de Cárlos,. por haberse la mayor parte descubierto y fundado con buenas leyes en el remado d D. Cárlos· I ·Emperador V. D .. Cris~ó6al Col.ón la ll~mó Indias para más encarecer su d1stanc1a, magnitud v nqueza. · "De todos ·los nombres citados 1 sólo hay dos derivaClos de Colón que sean aceptables: Columba y Columbina." No pueden plantearse el pró y él contra del asunto con mªyor precisión ni claridad. De los eruditos párrafos del Sr. Fernandez Bremón, ante· riormente copiados, se deducen, como esenciales, las concfuiones siguientes: Que er mantenimiento del nombre de América constituye una ofensa á Ja verdad y una &"rave acusación ~ la cooc!encla universal, y perpetúa la más enorme usurpación histérica. Que Espaiia, fiel á su tradición hidalga y nobillsima, ha reChazado siempre, oficialmente, el nomo~e de América!
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PROSA.
. Que desde principios qel ~igl_o XVI se trata por los bom· bres más eminentes del camb10· de nombre · ..del . continente · . · .como de asunto - de la: mayor importanci.a histórica. Qu~ prensa amencaQa se pranum;ia actualmente por 'el · camb o de nombre. · · - · · . · _· ·t .· Qu sólo dificultarían este cambio la tracUción y la 'costumbre. · Que, s gún . el .Sr. Fernanqez·· Bremon,: los i;iombres .más · aceptables serían Columba ó Columbina, éJUuque opina que : es más simpá~ico ·e t de ,Colombia. 0
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· D_oy á usted las gra~ias por su .generosa itÍi~i-ativa á propós}to del m?de~to ar.ticulo que titulé con es.e nombre -. sim· pát1co, especialmente á todo . español, y agotado por mi patte el asunto, me reitero de V. amigo afectísimo y s. s. q. l. b". l. m. CARLos PE~ARANDA. ·Maní/a, !8 de . Noviembre de 1891:
(El Comercio Manila 2 Diciembre de 1892.)
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(.*'!)-Él Diario de Ma'nila "'de'2 .
.I suelto siguiente:
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de
Junio de ~s<.?'2; publicaba .
"COLON ·"
. A la pregun~ que, á _n~egos q_e un amigo nuestr~ que r""C· s1de en la Penmsula, lucimos d1as pasados en nuestras cóJu~nas, relativa .á si existe algún el?itafio en latín dedic.ao al Ilustre navegante, hemo . recibido una contestación trabajo erudito y ~uriosisimo, qu·e verá· mafiana la luz en el Diario." · El trabajo á que se alude,. remitido anónimo por el autor de es,t e lloro y publicado por dicho periódico al día siguiente . . es éste: · · · · '
· · · Sr. Director del DIARIO DE MANILA. , . .En ~l núm~ro 'de ayer del i\ustrado p·e riódito de su .digna ·dirección se mserta el sue~o siguiente:
"COLON
-
. · :un~
.•
pregúnta que se ·nos ruega' hagamos pñblica: · _ ¿Existe algún epitafio escrito en verso latino en Jo siglos XVI ó XVll ·y dedicade :\ Cristóoal Colón?" · . · . "Si existe, ¿de qué aUt:or es?" P~r la curiosidad d~I asunto ,aunque es· ·d suponer que .no
,.
.. ·.
.
'
fallen . al Diario contestaéionés· aütodzaáas, me resuelvo á enviarle esto~ apuntes, empezartdo por asegurar que, á la,pre· gunta .~ontemda en . el suelto, puede darse una· contesta.ción afirmativa. . . Murió .Crjstobal Colón en Valladolid· el dfa 20 de Mayo de 1506; sus r~tos mortales fueron depositados en la iglesia conventual de los -pp. Franciscano · de- dicha ciudad,. y se ignora si SUS: cont~f!1pOráneos -grabaron.algún eritafio en SU sepultura. Segun frvrng,. el rey D. Fernando e Católico mandó eri~ir 1:m ~ mo~um.ento en honor del gran descubridor, c~n la · mscnpc1ón siguiente: · · "Por Castilla y .por León · . ,, Nuevo Mundo halló Colón," lema muy conocido y que pasó a ser cUvisa de los J?uque-5 de· Veragua·. .. · . . Desde el convento de San Francisco, de Valladolid, 'fUeron · trasladados ·1os res.tos del famo o navegante á la Cartuja de Santa Maria de las Cuevas, extramuros · de Sevilla, de~osi• tándolos en . l~ ·capilla . que hizo. lab'r ar el prior D.. Diego Luxan. Cumphóse con ello Ia--voluntad de[ finado, corno más tarde. tr~sladando los restos á Ja capital de la antigua I Ja Española, según Cláusula testamentaria recordada .en - el tes · .. ta!11ento de_ su hijo. D. Diego Colón, ~toq~·ado en S~nto .Domingo á 8 de Septiembre i::le 1523, y seg·un se consigna, asimi mo, en la Real · cédula del Emperador Cárlos V, de 2 de Jonio de 1537. La tra~ladón · de lo r stos tí evilla debió efectuarse entre ~os ai!.ós 1506 y 1523. · En un manu$onto procedente del Monasterio citaao, se cUce que el mote Por.· Casti~la, etc., est~ba pu~sto en el sepulero donde yacfan los despo1os mortale del célebr descubridor ~ la isla y_ ciudad de Santo Domipgo. Es de advertir que .l a . traslación de los restos á Santo Domingo debió efectuarse entre los años 1540 y 1559. . _. ·Alcedo y Coleti, y el Sr. López Prieto, han sostenido· que · en la Cartuja de la Cueva , primero; y despu.és en la Catedral de Santo Domingo, una ·inscripción latina seí'\aló él la posteridad el sepulcro i::lel primer Almirante de las Indias· ~ero se refieren á la elegía scrita en 1588 por Juan cJé Castellanos, en la que el autor, gforiándose de la existencia de un rumor vulgar, dice así: · "Y dentro de las Cuevas de Sevilla Lo· hacen sepultar sus herederos, Y dicen que en la parte .do yacía Pusieron epigramma que decia: Hic locus abscondit pr{l!clari membra Coloni, Cttius sacratum numen ad astra volat, Non sati-s cinus erat sibi mut1dus notus & orbem lg.notum priscis omnibus ipse dedit. Diuitias summas terras dispersit in 01tnzes A /que animas .calo tradiáit útnumeras, Jnuenit campo diuinis legibt4S aptos, Regibu · & nostris prospera reg11a dedil." 1
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CARLOS PERARANDA
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Existe, pues, el epitafio latino de Juan de Castellaoos, aunque probablemente nunca se grabó en ninguna de las sepulturas de Cristóbal Colón. Como se v~, la supuesta inscrip¡ · ción e8 del siglo XVI. · Los restos aeJ descubridor, , que fueron colocados en la Catedral de anto Domingo, en la capilJa mayor ó presbiterio, al lad de la _peana del altar mayor J'1nto á la tribuna donde se .:anMl el Evangelio, fueron, por último, trasladados á la Habana por el general Aristizabal, en 1~; y á ~ar de la fábula mveotada ó s~ida el aft.o 1877 en Santo Domingo por el padre Cocchia, obispo de Orope, sabido es que los preciosos restos. repesan en la Catedral de la grande Antilla, en el Presbiterlo1 al lado del Evangelio. El sepulcro ostenta una elegante mscripción latina que lleva la fecha de 1796."
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