Resumen de la Historia de la Iglesia en Puerto Rico y esbozo de las historias diocesanas (2011)

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Resumen de la Historia de la Iglesia en Puerto Rico y esbozo de las historias diocesanas

Dr. Arnaldo Gierbolini Rodríguez +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ cuadernos de investigación social y económica +++++++++++++++++++++++++++++++++ pontificia universidad católica de puerto rico +++++++++++++++++++++++++++++++++


Arnaldo Gierbolini Rodríguez

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atedrático del Departamento de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Su tesis doctoral “Población, Sociedad e Iglesia en el Sur de Puerto Rico 1755-1815”, presentada en la Universidad de Valladolid, España, recoge la formación y el establecimiento de las parroquias y pueblos del sur de Puerto Rico. Ha presentado ponencias de carácter histórico-eclesiástico en congresos y foros en Puerto Rico y Estados Unidos. Su servicio como Diácono lo ejerce en la Parroquia San José en Ponce.


Resumen de la Historia de la Iglesia en Puerto Rico y esbozo de las historias diocesanas Ponencia presentada en el Primer Encuentro de la Asamblea Nacional de Pastoral celebrado en Casa Manresa, Aibonito, del 4 al 6 de junio de 2011

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omo ya tendrán conocimiento ustedes, el propósito primordial de esta Subcomisión es el aportar a la celebración del Quinto Centenario de la llegada del primer Obispo a Puerto Rico y a América; hecho que habremos de celebrar el próximo año. Ante este tan singular evento para la historia de América y de Puerto Rico, nada más sensato que nombrar un grupo de historiadores que pudieran revisar nuestra historia eclesiástica, releerla y más que nada realizar nuevas investigaciones y redactar nuevas historias que nos permitan aprender de este proceso histórico. En el caso nuestra Subcomisión, el trabajo que presentamos hoy es un esbozo de la labor investigativa que hace unos meses hemos comenzado. En las primeras reuniones de la misma nos preguntamos cual debería ser nuestra aportación. Para ello revisamos la bibliografía (la producción histórica) eclesiástica puertorriqueña. Nos dimos cuenta de que principalmente se han hecho estudios generales de la Historia de la Iglesia en Puerto Rico, hay otros trabajos históricos que se han realizado por acerca de lapsos de tiempo de 100 o de 50 años. También se han realizado estudios sobre áreas o aspectos de carácter más concreto como lo son historia de algunas órdenes religiosas, devociones, ermitas y otros temas por el estilo.

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Sin embargo, notamos una laguna en nuestra historiografía eclesiástica; una laguna en nuestros estudios históricos acerca de la Iglesia. No existen historias formales, rigurosas, profesionales, eruditas sobre la mayoría de nuestras diócesis. Hay dos excepciones: la Arquidiócesis de San Juan, nuestra diócesis madre y la Diócesis de Ponce. La Arquidiócesis, el año próximo celebrará su quinto siglo de vida eclesial. Su importancia histórica, como veremos poco más adelante, rebasa los límites territoriales isleños. Debido que abarcaba toda la Isla, además de otras islas adyacentes, y porque durante poco más de cuatrocientos años fue la única diócesis existente en nuestro territorio, la historia eclesiástica de Puerto Rico se concibe en ese periodo como la historia de la Diócesis de Puerto Rico. Esta conciencia histórica diocesana y nacional ha llevado a la actual Arquidiócesis de San Juan (De 1511 a 1924 Diócesis de Puerto Rico) a involucrarse desde hace varios años en un proyecto de investigación y estudios históricos con miras a la celebración de su quinto centenario. Ha convocado a congresos anuales de historiadores para que presenten trabajos que fueran recogiendo el devenir histórico de la Iglesia en los cinco siglos que abarca su historia. Además, ha comenzado a publicar las ponencias ofrecidas en dichos congresos y son ya tres volúmenes los que han sido publicados.1 También tienen en imprenta la “Historia de la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico”;2 una historia que cubre sus cinco siglos de vivencia histórica. En cuanto a la Diócesis de Ponce, este servidor redactó hace unos cuantos años un artículo sobre la fundación y evolución histórica de la misma.3 Pasamos ahora al Informe que ha preparado la Subcomisión de Historia. Éste puede dividirse en dos partes: la primera, un resumen del devenir histórico de nuestra primera y única diócesis. En ella presentaremos las características sobresalientes de esta historia intentando presentar los rasgos históricos que arrojen luz a la 1María Dolores Luque, Editora. Iglesia, estado y sociedad, 500 años en Puerto Rico y el Caribe, Actas de Simposio III: el desafiante siglo XVII. Arzobispado de San Juan, Puerto Rico, 2010. Los primeros dos volúmenes corresponden a las actas de los Simposios I y II sobre el siglo XVI. 2Luis González Vales, Editor. Historia de la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico. Editions du Signe, France, 2011. 3Arnaldo GIERBOLINI RODRÍGUEZ. Historia del obispado de Ponce. Horizontes. Revista de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Año XLVIII, Núm. 94, pp. 89 – 94.

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comprensión del presente eclesiástico puertorriqueño. La segunda, será una presentación breve de la labor realizada por los miembros de la Sub Comisión de Historia en pos de la preparación, una historia de cada una de las diócesis que se han eregido en Puerto Rico en el siglo XX y lo que va del XXI. En 1512, al llegar su primer Obispo a la isla de San Juan Bautista, Alonso Manso, primer Obispo que llegó a América, se implantó la Iglesia en el Nuevo Mundo.4 Este hecho tenía como gran antecedente, la creación y erección de las primeras tres diócesis de las Indias. Esto se hizo de forma simultánea creándose en 1511 la Diócesis de Santo Domingo, la de la Inmaculada Concepción de la Vega, ambas en la isla de La Española y la de San Juan Bautista en nuestra Isla. La primera fue decretada como la Iglesia Primada en el Nuevo Mundo. Mas la nuestra fue la primera en comenzar a levantarse, establecerse y organizarse bajo la dirección del Obispo Manso. Hasta ese momento lo que había existido eran servicios, importantes en sí, pero con cierto carácter misionero bajo la Catedral de Sevilla. Así, en 1512 comenzó formal e institucionalmente nuestra historia de Iglesia. Así también la historia de nuestra primera diócesis, la cual sería la única existente por poco más de cuatro siglos en nuestro territorio. Fue ardua la tarea de comenzar a construir el edificio de la Catedral, la cual sirvió también de iglesia parroquial bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios, organizar el Cabildo de la Catedral, o sea, el grupo de sacerdotes que ayudarían al Obispo en la administración de la diócesis. Así también comenzar la labor pastoral formal de administrar los sacramentos, la celebración de las fiestas litúrgico – santorales, la enseñanza de la doctrina de la Iglesia. Además, fue de mucha importancia el establecimiento del Monasterio de los Dominicos y en éste, el establecimiento de una casa de estudios.5 La labor evangelizadora se caracterizará de una manera singular por el proceso de cristianización de los indios taínos. Este fue un proceso que habría que estudiarse con mayor detenimiento y aún más, la manera en que se enseña el mismo. Nuestros estudiantes, aún los 4Álvaro HUERGA. La implantación de la Iglesia en el Nuevo Mundo. Ponce, Puerto Rico, Universidad Católica de Puerto Rico, 1987. 5Aníbal COLON ROSADO. Crisis de la identidad de la Educación Católica en Puerto Rico. Santurce, Puerto Rico, Distribuidor, Cultural puertorriqueña, 1981.

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universitarios y los compatriotas nuestros que no tienen formación histórico – eclesiástica, parecen no reconocer la diferencia del trato como seres humanos que le dio la Iglesia: sacerdotes, monjes y jerarcas a la población taína y cómo preveía que debía realizarse el proceso de evangelización y el trato y formas de llevar el evangelio de los conquistadores castellanos o extranjeros quienes eran los que los tenían con “encomendados” o como esclavos. La figura de Fray Bartolomé de las Casas fue de suma importancia en la defensa de los taínos. Pocos años más tarde, unos diez aproximadamente, comienzan a llegar negros esclavos procedentes de España y de África y ese será otro proceso, el cual tendrá sus caracteres similares al de los indígenas pero también peculiares. La población indígena mermó considerablemente en las primeras décadas de la colonización y una gran parte se mezcló con castellanos o africanos; pero inmigrantes forzados africanos continuaron llegando a la Isla hasta el siglo XIX, conservando una fuerte presencia racial y cultural en la Isla. ¿Cómo se caracterizaron estos dos procesos de cristianización y el dado a los descendientes de los colonizadores a lo largo de los siglos? Hay que tener esos problemas históricos en óptica y estar atentos al descubrimiento de fuentes que nos permitan estudiarles. En el siglo XVI también se inicia el proceso de evangelización en el oeste – suroeste de la Isla con la fundación de San Germán, el cual tiene un proceso histórico muy diferente al de la Capital. Este será polo aglutinador de fuerzas evangelizadoras y experiencias religiosas y eclesiásticas muy importantes en esa área geográfica de Puerto Rico. Otro pueblo que se fundó en ese siglo fue San Blas Illescas de Coamo, en 1579, con un cura a cargo pero dependiente de la Iglesia de la Capital.6 Se van extendiendo distintas devociones a través de los patronatos de cada nuevo pueblo y los pobladores van encarnando esas devociones y una espiritualidad diversa pero católica se va extendiendo. La Iglesia de Puerto Rico sufrió unas duras pruebas a finales del siglo XVI y la segunda década del siglo XVII con los ataques y permanencia por par de meses de los ingleses en primer lugar y luego por los holandeses.7 Por su religión protestante estos 6Ramón RIVERA BERMÚDEZ. Historia de Coamo, la villa añeja. Coamo, Puerto Rico, 1980. 7Francisco SCARANO. Puerto Rico: Cinco siglos de historia. Mc GrawHill, San Juan, 2008, pp. 186 – 194.

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invasores desataron, en lo que pudieron, ataques contra los signos más sensibles del catolicismo isleño: imágenes sagradas, altares, crucifijos y obras de arte religioso.8 Sin embargo el siglo XVII fue uno, que a pesar de la precariedad económica y material del pueblo criollo, arrojó luz y aportó hechos fundamentales a nuestra historia como pueblo y como iglesia. Según un excelente historiador contemporáneo nuestro en este siglo se va formando el perfil físico del habitante de Puerto Rico, se van sentando las bases de lo que será el personaje y la cultura del jíbaro.9 También la cultura rural y campesina impregnará la forma de ser del puertorriqueño que comienza a perfilarse.10 A pesar de este siglo ha sido el de menor población en la historia nuestra, durante el mismo se fundan nuevas poblaciones con nuevos santos patronos que van enriqueciendo espiritualidad católica y van aportando a la formación de nuestra identidad religiosa. En la costa norte se funda a inicios de siglo San Felipe de Arecibo y a finales del mismo, en el oeste Aguada con la parroquia en honor a San Francisco de Asís y en el sur Ponce con ermitas y devociones a San Antonio y a la Virgen de Guadalupe.11 En San Germán se estableció el convento de Porta Coeli. En este siglo así como en el siglo XVIII la población de la Puerto se caracterizó por la dispersión. Los habitantes se establecían en entornos contiguos a las estancias y hatos de los pobladores más adinerados, quedan los mismos a leguas de distancia de las iglesias de los pueblos. La travesía hasta estos últimos era penosa por la falta de carreteras, puentes y por lo incómodo, en el caso de la población que se establecía en las áreas montañosas de cada pueblo. Mas aún, en los territorios llanos, las crecidas de numerososos ríos obstaculizaban el transito frecuente hasta los pueblos. Este aislamiento promovió en términos que hoy llamaríamos pastorales, el matrimonio consensual o amancebamiento, la endogamia (el matrimonio entre familiares), retrasaba la administración del bautismo y en muchos casos impedía la administración de los 8Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico. Documental, “Puerto Rico: Cinco siglos de Cristianismo”. Vol. I. 9Francisco SCARANO. [7], pp. 197. 10Ibid. 11Eduardo NEUMANN GANDÍA. Verdadera y auténtica historia de la ciudad de Ponce, desde sus primitivos tiempos hasta la época contemporánea. San Juan, Puerto Rico, 1913, pp. 7 - 23.

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sacramentos a enfermos y moribundos en los campos.12 Sin embargo, a partir del siglo XVIII, con el aumento de la población, de poco más de 6,000 en 1700 según Scarano, a poco menos de 45,000 en el 1765 según el censo del Mariscal O’Reilly; y ya en 1800 alrededor de 100,000 habitantes, muchos de estos centros poblacionales rurales pasaron a convertirse en pueblos. Tal es el caso del Partido de Coamo del cual se desprende en 1736, Guayama, 1776, Cayey; 1798 Juana Díaz. Luego se desprenderían Barranquitas y Aibonito a hacia el inicio del siglo XIX. Esta misma realidad se daba en Guayama, en esos mismos años, donde el sector Patillas aglutinaba mas población que el pueblo de Guayama y al oeste del pueblo, Arroyo se perfilaba como un posible barrio con muchas posibilidades de constituirse en parroquia y partido propio. Aunque el aumento de la población era la razón de mayor peso para la creación de una nueva parroquia o pueblo, las dos procesos se daban simultáneos la mayoría de las veces, era la Iglesia la que congregaba a los vecinos y hacía posible en la mayoría de ocasiones la solicitud de segregación para una parroquia o partido nuevo. Este fue el caso de Yauco, fundado en 1756 pero cuyo proceso tuvo su origen el día de la Fiesta de Reyes cuando el pueblo reunido para tal festividad acordó nombrar un Apoderado para que diera inicio a las gestiones de fundación en la década de 1740. Un Obispo de la diócesis dio un gran impulso al proceso cuando este se encontraba en aparente estancamiento.13 Ese mismo proceso se dio con la fundación de Juana Díaz, Patillas, como se había dado en Cayey. El proceso era el siguiente: una o dos décadas antes, se construía una ermita; de la parroquia se enviaba un cura teniente a ofrecer misa una vez al mes, luego cada quince días en la medida que la población aumentaba, luego comenzaban a bautizar en la ermita, más adelante se comenzaba a casar y por último a enterrar. Así estaban sentadas las bases de la nueva parroquia. Se requería un número de 100 vecinos (familias) para autorizar la creación de la nueva parroquia. La iglesia fue el agente aglutinador y fundante de la inmensa mayoría de nuestros pueblos. El amancebamiento tenía unas repercusiones sociales y religiosas 12Arnaldo GIERBOLINI RODRÍGUEZ. Población, Sociedad e Iglesia en el sur de Puerto Rico 1750 – 1793. Tesis inédita para el grado doctoral, Universidad de Valladolid, 1993. 13Ibid, pp. 196 – 206.

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muy serias. Los hijos de estas uniones nacían o eran bautizados como hijos naturales, en otras palabras ilegítimos. Esta condición marginaba a los nacidos en esta condición de acceso a las órdenes sagradas, ascenso a más posiciones sociales, el pertenecer como miembros de los cabildos, el ascenso en la jerarquía de las milicias urbanas o disciplinadas y otras áreas sociales más. Según los estudios realizados por este servidor en el sur de la Isla entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX el porciento de ilegitimidad ascendía a un 18%, dato que se confirmaba en otras partes de la isla en esa misma época.14 En áreas de Centro y Sur América, el porcentaje ascendía a veces a un 50%. El aislamiento, la dispersión y la falta de instituciones de salud en la mayoría de los pueblos de la Isla tenían otra repercusión religiosa. Los niños no podían ser bautizados con la premura que requería o aconsejaba la Iglesia. Aunque en los libros parroquiales rezan casi rítmicamente que los infantes se bautizaban a los quince días de nacido es muy probable que no fuera del todo de esa manera. La mortalidad infantil era muy alta, más de un 50%. Así que muchos feligreses de los campos y sectores comenzaron a utilizar a menudo la práctica del bautismo de agua.15 La población esclava, que a comienzos del siglo XIX era alrededor de un 12% en la Isla, en el sur el porcentaje ascendía siendo Guayama y Ponce los pueblos de mayor índice de esclavitud. Guayama tenía una tradición estadística de cerca de un 20% y Ponce fue ascendiendo en población africana luego de 1815 con la llegada de extranjeros que se establecía bajo el amparo de la nueva Real Cédula de Gracias de 1815.16 Esta Real Cédula propició un desarrollado aumento en la siembra de caña y en la producción de azúcar. La mano de obra esclava, como diríamos hoy se “disparó”. Existe evidencia de las autoridades civiles y eclesiásticas pidiéndole a los dueños que cristianizaran a sus esclavos. Las más de las veces estos últimos no eran tan prontos a cumplir con las directrices. Esto puede haber sido una de las causas por lo que la población de origen africana mantuvo sus creencias y costumbres religiosas. A esto hay que añadir el proceso de mezcla y fusión racial que se dio en nuestra Isla. La población era clasificada en blancos, pardos, pardos libres, morenos, morenos esclavos, mulatos, mulatos esclavos 14Ibid, pp. 396 – 398. 15Ibid, pp. 298 – 291. 16Ibid, Vol. De Apéndice, p. 304.

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y esclavos. El inicio de este siglo representó una gracia sin par para la Iglesia en Puerto Rico. Por primera vez en su historia fue designado para ser Obispo de la Isla un criollo: Don Juan Alejo de Arizmendi. Éste no solo fue figura cimera en el campo espiritual sino que con su pensamiento liberal impactó el ambiente político de la Isla; precisamente en los momentos en que parecía que tendríamos un gobierno y estructuras más participativas.17 La historia civil y religiosa de la Isla se vio afectada por los cambios políticos ocurridos en la Metrópoli. Esta se caracterizó por la alternancia entre los sistemas conservadores y liberales de gobierno que se turnaban en el poder como fruto de importantes luchas políticas. La vida de la Iglesia fue afectada por ambos sistemas o ideologías. En épocas de gobierno liberal, como la de 1820, los párrocos debían enseñar la Constitución a los feligreses los domingos en la tarde.18 La mentalidad conservadora, rectora de los gobiernos en la mayoría de las etapas políticas dejó huellas mas profundas. La Isla fue sede de refugio para los emigrados conservadores “realistas” venezolanos que dejaban atrás la instauración de una Venezuela recién independiente y soberana, con impulsos de ideología liberal. En la primera parte de este siglo es que comienzan a llegar a Puerto Rico cada vez en mayor número, sacerdotes peninsulares. Éstos irían sustituyendo a la mayoría que ocupaba el clero criollo hasta la primera parte del siglo. El siglo XIX fue el siglo del surgimiento de la cultura y de la identidad puertorriqueña. La Iglesia jugó un papel importantísimo en la formación de la misma. Ésta patrocinaba las incipientes artes para engalanar sus templos. Los valores cristianos de humildad, hospitalidad y misericordia, para mencionar solo algunos, tan propios de los habitantes criollos fueron forjados y promovidos ampliamente por la Iglesia. Las fiestas religiosas formaban parte central de la forma de vida criollas: fiestas a los santos patronos, las fiestas navideñas, aquellas que hacían referencia a la nuestro 17Fr. Mario RODRÍGUEZ LEÓN, OP. El Obispo Juan Alejo de Arizmendi ante el proceso revolucionario y el inicio de la emancipación de América Latina y el Caribe. Instituto de Estudios Históricos Juan Alejo de Arizmendi, Universidad Central de Bayamón, Centro de Estudios de los Dominicos del Caribe (CEDOC), Bayamón, 2004. 18Archivo General de Puerto Rico. Fondo; Municipal. Pueblo: Juana Díaz, Caja 479.

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Señor Jesucristo y a la Virgen María con procesiones y otras formas celebrativas. Si la religiosidad formal de la Iglesia afectaba y marcaba la convivencia de los habitantes de los pueblos y sectores cercanos a los mismos, la cultura campesina fue forjando una religiosidad popular en los barrios y sectores más lejanos de las parroquias. Desde el siglo XVIII las fuentes históricas apuntan a poca frecuencia con que estos vecinos podían asistir a las ceremonias litúrgicas debido a la lejanía existente entre sus casas y bohíos y el poblado. O’Reilly afirmaba que venían a misa una vez al año, entre los días más importantes de la Semana Santa. Así pues fue surgiendo un cúmulo de fiestas religiosas con carácter propio campesino las que manifestaban y ayudaban a arraigar su fe: Rosarios Cantados, Rosarios de la Aurora, Rosarios de Cruz, música campesina de temas religiosos, altares domésticos, tallas de santos y otras. La Iglesia estuvo presente en las luchas por un sistema de gobierno y sociedad más justo. Hubo participación de dos sacerdotes en el Grito de Lares.19 Los revolucionarios pidieron y el cura del pueblo celebró una misa por la proclamación de la República, aunque luego dijo que no lo había hecho. Estos hechos deberían estudiarse más de cerca si las fuentes documentales lo permiten. Habría también que estudiar con sumo interés el grado de participación de la Iglesia en el proceso de la abolición de la esclavitud. Así como la Iglesia ante la ideología y el movimiento autonomista. Sin embargo, la elite política criolla se mantuvo distante de la Iglesia. Pero no podemos dejar de señalar el papel que desempeñó la creación del Seminario Conciliar en San Juan en el cual estudiaron muchos de los más insignes jóvenes puertorriqueños tanto del clero como de la sociedad civil. En el siglo XIX, al decir de un compañero historiador se colonizó el área central montañosa de la Isla. Se fundaron muchos pueblos promovidos estos por el auge de la producción cafetalera y tabacalera. En cada uno de estos núcleos poblacionales la Iglesia se erguía como institución de importancia central en la fisonomía urbana. Los libros parroquiales de entierro así como las cartas a los curas párrocos reflejan diáfanamente el aspecto de la criminalidad en la Isla. Si bien no brindan una información basta para hacer un estudio 19Olga JIMENEZ DE WAGENHEIM. El Grito de Lares: sus causas y sus hombres. Trad. Carmen Rivera Izcoa. Colección Semilla. Río Piedras, Ediciones Huracán, 1984.

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científico sobre la criminalidad en la Isla, los mismos arrojan luz sobre delitos más frecuentes que se cometían en el Puerto Rico del siglo XIX. La Iglesia Católica local sufrió un gran impacto con la invasión norteamericana del 1898. Uno de los primeros decretos del gobierno militar norteamericano fue el de decretar la separación de Iglesia y Estado, dejando así a la Iglesia sin ningún ingreso formal puesto que el sistema español canalizaba las aportaciones de la población a través del gobierno. Muchas autoridades políticas estatales y locales consideraron las antiguas propiedades de la Iglesia como posesiones del gobierno por entender que habían sido costeadas por dinero del gobierno. Se confiscaron propiedades de la Iglesia incluyendo casas parroquiales. Como resultado de importantes procesos jurídicos la iglesia recuperó sus propiedades. Comenzó también el periodo de nombramientos de Obispos norteamericanos. Pero hubo otros hechos, quizás de mayor significado para la Iglesia y de repercusiones pastorales y doctrinales mayores. Muchos sacerdotes, religiosos y religiosas peninsulares dejan la Isla y se marcha a España. Instituciones educativas y benéficas importantes cierran. La feligresía carece aún más de pastores que les enseñen la doctrina y le administren los sacramentos. La ignorancia religiosa aumentó. Por otro lado comienza una estructurada campaña de penetración protestante norteamericana que veía a la Isla como tierra de misión. Y dividen la Isla en cinco áreas de influencia. En estos momentos surge un movimiento de laicos que hizo frente a esta situación: los Hermanos Cheos.20 Estos se lanzaron por los campos y pueblos de la isla predicando la doctrina católica y llamando a una conversión de vida evangélica. La “rivalidad” entre protestantes y católicos caracterizará gran parte de la historia de Puerto Rico en el siglo XX. Los cambios económicos como el cambio de moneda, la penetración y dominio del capital norteamericano, el latifundio cañaveral, el sistema de bancos, y las nuevas leyes comerciales que ataban la Isla al monopolio económico estadounidense afectaron negativamente el modo de vida criollo; aunque hay que señalar los progresos en el área educativa y de salud. Sin embargo, al sumarse los estragos causados por fuertes huracanes y la desilusión de los sistemas políticos establecidos por el gobierno norteamericano surgió como 20Esteban SANTAELLA. Historia de los hermanos Cheos – recopilación de escritos y relatos. 2da. Ed., Rincón, Puerto Rico, 2003.

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respuesta un nacionalismo muy activo que se enfrentó al poderío norteamericano.21 Es importante tener en cuenta que dos puntales de este movimiento político eran la cultura puertorriqueña y el catolicismo. Esto nos hace recordar como los recientes fallecimientos de líderes nacionalistas como Juan Mari Bras y Lolita Lebrón pusieron al relieve su fe como católicos practicantes. Durante el siglo XX, en medio de procesos políticos, económicos y demográficos tan importantes la Iglesia dio pasos firmes pastorales. Es el siglo de la creación de otras diócesis en suelo borincano. Se erigió la diócesis de Ponce en 1924. Era la primera nueva diócesis en cuatrocientos años y ocupaba la parte sur y occidental de la Isla. Sus Obispos atenderán en las próximas dos décadas la estructura material de las parroquias afectadas, iglesias y casas parroquiales, por huracanes y precariedad de recursos económicos.22 Así también apoyaran importantes iniciativas en el campo de la salud, tales como formación de enfermeras, aperturas de centros de clínicas o centros de sanidad.23 Esto en medio de la Gran Depresión y de las duras luchas nacionalistas de los años de la década del 1930. En la década de los años cuarenta ponen mayor énfasis a la educación: se crea la Universidad Católica de Santa María a fines de esa década. En las décadas siguientes se establecen las emisoras de radio y televisión, como parte de la obra de la Universidad que iniciará una importante presencia en los medios de comunicación. En medio de las celebraciones de sus veinticinco años, la diócesis ponceña ordenó dos sacerdotes que serían figuras de gran calibre en la historia dela Iglesia puertorriqueña: Luis Aponte Martínez y Juan Fremiot Torres Oliver. A partir de la década de 1960 otras diócesis son eregidas en la Isla. Esta década y la anterior son muy importantes en nuestra historia civil y eclesiástica. Los años cincuenta estuvieron marcados por fuertes luchas políticas: el Partido Popular establece el Estado Libre Asociado de Puerto Rico con un viraje político que le apartó de los lineamientos independentistas iniciales de sus líderes. Los nacionalistas ripostaron con ataques y revueltas en Puerto Rico y en Washington.24 Es la década del reclamo por el nombramiento

21Francisco SCARANO, [7], pp. 559 – 562. 22Arnaldo GIERBOLINI RODRÍGUEZ. [3], pp. 93 23Ibid. 24Francisco SCARANO, [7], pp. 589 – 592.

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de Obispos puertorriqueños.25 La década del 1960 vio la creación del PAC, un partido político respaldado por la Iglesia. Luego de dos intentos electorales el mismo sucumbió antes las fuerzas políticas de mayor poder.26 El estudio de este proceso es tema muy frecuente entre los historiadores de la Iglesia en Puerto Rico. El 30 de abril de 1960 se creó la Diócesis de Arecibo con parroquias que correspondían principalmente a la Diócesis de San Juan y en menor grado de la de Ponce.27 Su sede, la Villa del Capitán Correa, llamada así por el heroísmo demostrado por el sargento Antonio de los Reyes Correa en un ataque inglés a Arecibo a comienzos del siglo XVIII. Su nombre lleva impregnado el catolicismo reinante de su época. Con una rica tradición e historia eclesiástica que parte desde 1530 al 1585 cuando se funda la ermita Nuestra Señora del Rosario de Arecibo; que ha producido mujeres con talante de santas, con el establecimiento de órdenes religiosas tales como los Carmelitas, las Hermanas de la Caridad, Padres Capuchinos, Franciscanos y Paules inicia su experiencia diocesana con Mons. Alfredo Méndez González, C.S.C. como su primer Obispo.28 Este dio impulso a la creación de nuevas parroquias tanto dentro de la ciudad de Arecibo como en otros pueblos de la Diócesis. Su segundo Obispo, S.E.R. Miguel Rodríguez, C.SS.R., quien continua la obra de su predecesor fundando otras parroquias y estableciendo comunidades y órdenes religiosas masculinas y femeninas en la diócesis así como movimientos laicales. Le sigue a éste Mons. Iñaki Mallona Txertudi, C.P. y desde septiembre pasado, Mons. Daniel Fernández Torres.29 En 1964 se creó la Diócesis de Caguas.30 Eran los años de la celebración del Concilio Vaticano II, los aires de cambio en la Iglesia eran intensos. Además, se había comenzado a establecer una jerarquía de Obispos nativos y el nombramiento del nuevo Obispo de Caguas fue una reafirmación de esta política. Mons. Rafael Grovas Félix, natural de San Juan, fue el designado Epíscopo. En los “Apuntes

25Archivo del Obispado de Ponce. [130]. 26SCARANO, [6], pp. 640 – 641. 27Diócesis De Arecibo. Directorio 2003, p.1. www/diocesisdearecibo.org. 28Javier BIAGGI CABALLERO. Cronología Histórica Preliminar de la Diócesis de Arecibo. Estudio inédito presentado ante la Sub Comisión de Historia. 2011. 29Ibid. 30Directorio 2011. [27], p. 2004, p. 19.

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para la historia de la Diócesis de Caguas”,31 también preparados para este Encuentro, describe a Mons. Grovas como sigue: “Monseñor Grovas es considerado una persona ilustre, con tres doctorados de Roma, gran orador, teólogo, músico, (buen humor), culto y buen conocedor del derecho canónico. La visión de Grovas, inspirada en el Concilio, se volcó de inmediato a la renovación de la vida cristiana, estableciendo una pastoral actualizada, con énfasis en las vocaciones nativas, la catequesis del pueblo de Dios, una espiritualidad laical activa, la juventud y el compromiso social.”32 Le siguieron en el gobierno de la diócesis los Obispos Mons. Enrique Hernández, Mons. Como Administrador Apostólico, Mons. Álvaro Corrada del Río y finalmente ocupa el cargo Mons. Rubén González Medina, C.M.F. En 1976 se creó la diócesis de Mayagüez en el oeste dela Isla. Su feligresía se caracterizaba por ser una de tipo rural con predominio de pobreza y desempleo así como mucha población de edad avanzada. Mas la nueva diócesis de la Sultana del Oeste emprendió su reto. Su Obispo Mons. Ulises Casiano comprendió la realidad religiosa, cultural y social de su grey. Decía: “la colonización comenzó precisamente por las costas de esta diócesis y se realizó a la sombra de la fe. El paso de los años nos ha robado muchas cosas, entre ellas, la profundidad de vida cristiana”. La Historia Diocesana de la Diócesis de Mayagüez”, redactada para este Encuentro señala que “Ante esta realidad, Monseñor Casiano ha promovido una “peregrinación cultural y religiosa” por estos y otros monumentos históricos de la diócesis con el fin de acentuar las raíces cristianas de nuestra cultura”.33 Ha fundado nuevas parroquias, se ha aumentado el número de sacerdotes de la diócesis. Un 67% de los mismos son puertorriqueños. La Historia Diocesana de Mayagüez señala que para “atender el trabajo evangelizador se utilizó el método de Ver, Juzgar y Actuar empleado en la preparación de los documentos de Puebla”. El mismo tiene muy presente la realidad política de la Isla así como su realidad cultural. “El puertorriqueño sigue siendo religioso, generoso, compasivo, básicamente alegre 31Raúl MORALES BERRÍOS. Apuntes para la historia de la Diócesis de Caguas. Estudio inédito presentado ante la Sub Comisión de Historia. 2011. 32Ibid. 33Roberto FERNÁNDEZ VALLEDOR. Historia de la Iglesia Diocesana de Mayagüez. Estudio inédito presentado ante la Sub Comisión de Historia. 2011.

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y abierto a la hospitalidad… Sin embargo, se dan unos dramáticos signos de deterioro, indiferencia y abandono.” Opina el Obispo de Mayagüez que tanto la cultura indígena como la negra “nunca fueron evangelizadas radicalmente”. La diócesis ha promovido el fortalecimiento de las parroquias, el carácter misionero de la Iglesia, la vigorización de las devociones y el arte de la talla de santos. En marzo de 2008 se anunció la creación de la más joven de las diócesis puertorriqueñas: la Diócesis de Fajardo – Humacao. Se designó como Obispo al Mons. Eusebio Ramos Morales. Su consagración Episcopal se realizó el 31 de mayo de ese mismo año.34 El área que ocupa esta diócesis es una cuya población católica es minoría, existen pocos sacerdotes, pocas comunidades religiosas; una gran mayoría de parroquias pobres y de ahí brota su dimensión y carácter misionero. Los “Datos históricos de la Diócesis Fajardo – Humacao” señalan que “Dada su ubicación costera y bordeando al Bosque Forestal del Yunque, muy pronto comenzó a llamársele como “Diócesis del Yunque”. Esta diócesis ha tenido tres años muy intensos de acción diocesana: están haciendo historia. Las Visitas Pastorales, los Viajes de Peregrinación, la Escuela de Formación Diocesana, las primeras ordenaciones diaconales y sacerdotales, la organización de la Diócesis, el establecimiento de su Consejo Económico, el trabajo con los movimientos laicales, el diseño del plan Diocesano de Pastoral y los primeros pasos hacia la construcción del Obispado y el establecimiento de un centro universitario de la Pontificia Universidad Católica de Ponce han marcado su actividad diocesana. No queremos cerrar este resumen sin destacar la cantidad de criollos que han sido propuestos para ser elevados a los altares: el beato Carlos Manuel Rodríguez, la Madre Soledad Sanjurjo, el maestro Rafael Cordero y Madre Dominga de Guzmán y hay un movimiento que comienza a trabajar la causa de Mons. Antulio Parrilla. Además hay muchos santos y santas anónimos lo cuales no llegarán a la canonización oficial de la Iglesia pero gozan de santidad en el Reino de los Cielos. Todos ellos son fruto de una historia de fe, de Iglesia en Puerto Rico.

34Héctor VELÁZQUEZ y Arístides PACHECO. Datos Históricos de la Diócesis Fajardo – Humacao. Estudio inédito presentado ante la Sub Comisión de Historia. 2011.

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BIBLIOGRAFíA CITADA Y REFERENCIAS María Dolores Luque, Editora. Iglesia, estado y sociedad, 500 años en Puerto Rico y el Caribe, Actas de Simposio III: el desafiante siglo XVII. Arzobispado de San Juan, Puerto Rico, 2010. Los primeros dos volúmenes corresponden a las actas de los Simposios I y II sobre el siglo XVI. Luis González Vales, Editor. Historia de la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico. Editions du Signe, France, 2011. Arnaldo GIERBOLINI RODRÍGUEZ. Historia del obispado de Ponce. Horizontes. Revista de la Pontifica Universidad Católica de Puerto Rico. Año XLVIII, Núm. 94, pp. 89 – 94. Álvaro HUERGA. La implantación de la Iglesia en el Nuevo Mundo. Ponce, Puerto Rico, Universidad Católica de Puerto Rico, 1987. Aníbal COLON ROSADO. Crisis de la identidad de la Educación Católica en Puerto Rico. Santurce, Puerto Rico, Distribuidor, Cultural puertorriqueña, 1981. Ramón RIVERA BERMÚDEZ. Historia de Coamo, la villa añeja. Coamo, Puerto Rico, 1980. Francisco SCARANO. Puerto Rico: Cinco siglos de historia. Mc Graw-Hill, San Juan, 2008, pp. 186 – 194. Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico. Documental, “Puerto Rico: Cinco siglos de Cristianismo”. Vol. I. Francisco SCARANO. [7], pp. 197. Ibid. Eduardo NEUMANN GANDÍA. Verdadera y auténtica historia de la ciudad de Ponce, desde sus primitivos tiempos hasta la época contemporánea. San Juan, Puerto Rico, 1913, pp. 7 - 23. Arnaldo GIERBOLINI RODRÍGUEZ. Población, sociedad e Iglesia en el sur de Puerto Rico 1750 – 1793. Tesis inédita para el grado doctoral, Universidad de Valladolid, 1993. Ibid, pp. 196 – 206. Ibid, pp. 396 – 398. Ibid, pp. 298 – 291. Ibid, Vol. De Apéndice, p. 304. Fr. Mario RODRÍGUEZ LEÓN, OP. El Obispo Juan Alejo de Arizmendi ante el proceso revolucionario y el inicio de la

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emancipación de América Latina y el Caribe. Instituto de Estudios Históricos Juan Alejo de Arizmendi, Universidad Central de Bayamón, Centro de Estudios de los Dominicos del Caribe (CEDOC), Bayamón, 2004. Archivo General de Puerto Rico. Fondo; Municipal. Pueblo: Juana Díaz, Caja 479. Olga JIMENEZ DE WAGENHEIM. El Grito de Lares: sus causas y sus hombres. Trad. Carmen Rivera Izcoa. Colección Semilla. Río Piedras, Ediciones Huracán, 1984. Esteban SANTAELLA. Historia de los hermanos Cheos – recopilación de escritos y relatos. 2da. Ed., Rincón, Puerto Rico, 2003. Francisco SCARANO, [7], pp. 559 – 562. Arnaldo GIERBOLINI RODRÍGUEZ. [3], pp. 93. Ibid. Francisco SCARANO, [7], pp. 589 – 592. Archivo del Obispado de Ponce. [130]. SCARANO, [6], pp. 640 – 641. Diócesis De Arecibo. Directorio 2003, p.1. www/diocesisdearecibo. org. Javier BIAGGI CABALLERO. Cronología Histórica Preliminar de la Diócesis de Arecibo. Estudio inédito presentado ante la Sub Comisión de Historia. 2011 Ibid. Directorio 2011. [27], p. 2004, p. 19. Raúl MORALES BERRÍOS. Apuntes para la historia de la Diócesis de Caguas. Estudio inédito presentado ante la Sub Comisión de Historia. 2011. Ibid. Roberto FERNÁNDEZ VALLEDOR. Historia de la Iglesia Diocesana de Mayagüez. Estudio inédito presentado ante la Sub Comisión de Historia. 2011. Héctor VELÁZQUEZ y Arístides PACHECO. Datos Históricos de la Diócesis Fajardo – Humacao. Estudio inédito presentado ante la Sub Comisión de Historia. 2011

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© 2012 Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico 2250 Blvd. Luis A. Ferré Aguayo, Suite 564 Ponce, Puerto Rico 00717-9997 1.800.961-7696 | info@pucpr.edu www.pucpr.edu Estas investigaciones forman parte de los aportes de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico a la Subcomisión de Diagnóstico Socio-pastoral del Primer Encuentro de la Asamblea Nacional de Pastoral, coordinado por la Comisión de Evangelización de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña.

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Nuestro himno Letra: Carlos Méndez, Milagros Mayoral, Carmen Acosta, Marisabel Ruíz Música: José R. Echevarría

+++Alegres +++cantemos +++Mater ++++++++++++++++++++++++ nuestra +++aeste ++himno, ++Alma ++++++++++++++++++++++++++ +++símbolo +++de+fe.++++++++++++++++++++++++++ +++Celosos +++pongamos +++++++++++++++++++++++++++ +++en+alto ++tu+nombre; ++++++++++++++++++++++++++ +++orgullosos ++++veamos ++++++++++++++++++++++++++ +++en+ti+nuestro +++ideal. +++++++++++++++++++++++++ +++De+azul, ++oro ++y + ++++++++++++++++++++++++ blanco +++tu+bandera +++ondeará; ++++++++++++++++++++++++++ +++miles ++de+esperanzas +++++++++++++++++++++++++++ por+ti+a+ realizar. +++vamos +++ ++++++++++++++++++++++++ paso firme +++Con + + + + + + ++++++++++++++++++++++++ nos guiarás +++siempre + + + + + + ++++++++++++++++++++++++ de la vida +++acontravés +tu++ + + + ++++++++++++++++++++++++ ciencia y verdad. +++Nunca, +++ + + + ++++++++++++++++++++++++ abremos de olvidar, +++fuente +++dete+amor ++y+de+saber ++++++++++++++++++++++ +++Unida ++a+Dios ++estarás +++++++++++++++++++++++++ +++Siempre +++en+nuestros ++++corazones. ++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++¡A+luchar +++Pioneros, ++++ ++++++++++++++++++++++ adelante! +++¡A+vencer +++con+la+Universidad! ++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++ +++++++++++++++++++++++++++++++++


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