Añe
MaracUez,
|
ll.
Diciembre
14 ve
Núm.
1897. a
A
21
TUA
LA REVISTA BLANGA Sitezazio
Roziódico >
e
te
Artístico
y
e te to ette
11
I
Una noche soñé que me olvidabas; Creí que me moría; Y al despertar, al beso de la aurora,
Si piensas algún día de tu pecho Mis dichas arrancar, Arráncalas si quieres, más no pongas
Reapareció mi dicha.
Olvido en su lugar.
IV
Il La calumnia
No morirá mi amor porque se cubra
proterva, es
denigrante
Para el sér quela esgrime contra el bueno : La virtud brillará como el diamante Aunque se arroje al cieno.
De canas mi cabeza: Ellas sólo denuncian que la nieve Del corazón se aleja. V
Yo quisiera reir cuando tu ries;
Yo quisiera llorar cuando tu lloras: Mas esta duda asalta mis sentidos: ¿Simularás que sufres cuando gozas? Y es porque el llanto, afirman que se finge: >
La risa, facilmente se provoca;
Abre tu alma á la mía para siempre:
Ro quiero ya más sombras. MARIANO
RIERA
PALMER.
AAA cia dé
A
E
AT
a”
metros de la villa. Gaguine abrió Celante de mí todos sus cartapacios. Vi que sus estudios tenían mucha vida y
Annuctitha a
(CONTINUACION)
HI ! Al día siguiente me desperté al amanecer; pero aún estaba en el lecho, cuando oí resonar el ruido de un bastón
debajo de mi ventana,
conocí ser la este cantar:
de
y
una
Gaguine,
voz,
me
que
endilgó
<S1 te encuentras todavía Entre los brazos del sueño,
fuerzas para remover el
Buenos días—me dijo al entrar.— Tempranito le trastorno á V.: pero, ¡hace un tiempo tan hermoso! Vea V.: rocío, el
También
de la aurora,
€l tenía
toda
con
rosadas
sus
canto de
la
frescura mejillas,
sus cabellos ensortijados y su cuello
midesnudo.
se-
Me vestí, pasamos á mi jardinillo, nos sentamos en un banco, nos llevaron allí el café y nos pusimos á charlar. Gaguine me comunicó sus proyectos para lo porvenir. Dueño de una fortuna bastante regular, y no dependiendo sionado por ella
y
un poco
perdido mucho tiempo.
vez
los
planes
que
es
haberse
tarde y
apa-
haber
Le confié 4 mi
había yo-
formado,
y aproveché la ocasión para hacerle con«dente de mis amores desgraciados. Me escuchó con paciencia;
pero pude
adver-
tir que los sufrimientos de mi corazón le inspiraban muy poco interés. Después de haber acogido mi relato por cortesía con dos ó tres suspiros, me * propuso que fuese con élá ver sus estudios. Acepté en seguida,
y partimos.
Annuchka
no
estaba en casa; la patrona nos dijo que
debía de estar en las ruinas.
Así llama.
ban á los restos de un antiquísimo casti-
* llo feudal, que existía á dos ó tres
kiló—m———
(1)
Versos de una romanza de Glinak.
estado
de
pero
en
globo;
los instantes de la ejecución
sobreviene
el desfallecimiento, y después....la fatiga. Le dirigí algunas palabras para dar-
le ánimo, pero me
un ademán
con
interrumpió
la mano,
sus cártapacios
y
los
encima del sofá. —51 no me falta
haciendo
recogió
arrojó
todos
revueltos
perseverancia, lle-
garé á vencer—-—dijo entre dientes.—En el caso opuesto vegetaré como un aguilucho eternamente menor de edad.... ¡Vamos en busca
de Annuchka!
IV
de nadic,quería consagrarse á la pintura; sólo sentía una cosa,
en
proyecto, parecemos un. águila que se cierne en los ajres, nos creemos con
Me apresuré á abrirle la puerta.
las alondras....
—tiene V. razón. Todo esto es malo, y le falta la madurez-de la reflexión, ¿Qué le hemos de hacer? ¡No he trabajado bastante, y nuestra maldita indolencia eslava concluye siempre por dominar! Mientras la obra se halla
Con el son de mi guitarra Para despertarte vengo (1 ).»
un fresco delicioso, el
verdad, algo de soltura y atrevimiento; pero ninguno estaba concluido, y el dibujo me pareció incorrecto y descuidado. Le dije francamente mi parecer. —Sí, sí—me respondió suspirando;
El camino que conducía á las ruinas
iba á lo largo de
la
ladera
de
un
valle
estrecho y frondoso. Por el fondo, y entre piedras, uu arroyo rúmoroso corría cual si tuviese prisa por ir á perderse en gran río que se veía brillar en lontanan-
za
tras
los
oscuros
contrafuertes
de
montañas escarpadas. Gaguine me hizo fijarme en muchos hermosísimos efectos
de luz; y sus
palabras me
revelaron,
si
no un pintor de talento, por lo menos un verdadero artista. Bien pronto aparecieron ante nuestros ojos las ruinas.
la cumbre una
de
un
árido
torre cuadrada,
peñascal
completamente
En
había en-
negrecida, sólida aún, pero como hendi-
da desde la cúspide á la base por una grieta profunda. Pegadas á la torre había unas murallas cubiertas de musgo. Trepaba la yedra
acá y
acullá; achapa-
ABE
e
13:31)
rrados arbustillos salían
por
las
grisá-
ceas troneras y por las bóvedas quebran-
tadas. Unsendero. pedregoso conducía hasta una puerta de ingreso, que perma-
necía en pie.
No
distábamos mucho de
ella, cuando de pronto apareció nuestros ojos una forma femcnina.
ante £al-
tó ligeramente por encima de un montón
de escombros y se irguió sobre el salicnte de un muro al borde de un precipicio. —¡No me engaño, es Annuchka!— exclamó Gaguine. —¡Qué loca!
Franqueamos la' puerta y nos encontramos en un patinillo casi enteramente
lleno de
ortígas
y
silvestres. Annuchka era, quien estaba sentada sobre
de la muralla.
Volvió
nuestro lado y se echó á moverse de'su sitio. Gaguine la
de
manzanos
en efecto, el saliente
la cabeza
amenazó
reir,
hacia
pero
con
un
sin dedo;
vo la vituperé su imprudencia, -clevando la voz. | —Cállese V. y déjela hacer su gusto—me dijo Gaguine al oído. —No puede imaginarse V. de lo que es capaz cuando
la irritan: treparía á lo más
torre.
Vale más que
dustrioso espíritu comarca.
de
alto
admire
las
V.
gentes
el
in-
de
la
estaba
agazapada
una
mujer
vieja haciendo medio y cchándonos con el rabillo del ojo una mirada por debajo de sus gafas. Tenía un despacho de
cerveza, bollos y agua Ce seltz, para uso de los viajeros curiosos. Nos sentamos en un banco y nos pusímos á beber en pesadas escudillas de estaño una cerveza que mo carecía de frescura. Annuchka continuaba sentada
en el mismo sitio,
con los vestidos reple-
gados debajo de sí, con la cabeza envuel-
ta en su rebocillo de
muselina.
El
en-
cantador perfil de su rostro se destacaba
claramente
sobre lo azul
del
la miré con cierta irritación.
cielo;
pero
Ya me ha-
bía parecido notar la víspera que sus maneras eran afectadas y poco natura-
les.
—Quiere asombrarnos — dije «para mí.—Pero ¿Por qué? PA
de niña.
púsose de nuevo á reir,
Parecía
que
se bajó del muro
en dos saltos, acercóse á la vieja y pidió un
su
vaso de agua.
—¿Crees
que
quiere beber?
hermano — No.
Quiero
arriba, en lo alto del
—dijo á
regar
muro,
unas
allá
flores
que se muercn agostadas por el ' sol. Gaguine no la contestó. Marchóse ella con su vaso en la mano, y escaló otra
vez las ruinas.
A ratos
se
detenía,
se
bajaba al suclo y vertía con cómica gra-
vedad algunas gotas de agua que centelleaban al sol. Sus movimientos eran
muy graciosos;
pero continué
mirándola
con disgusto, aunque admirando
su lige-
reza y su agilidad. Al llegar á un punto peligroso ros alarmó de intento exhalando un grito, y enseguida se echó á reir. Esto hizo llegar al colmo mi impacicncia. -Es una verdadera
cabra
llcó entre dientes la vieja, que
—mascu-
había im-
terrumpido su labor.
de la
Me volví y reparé que en un rincón había una barraca de tablas, en el fondo
de la cual
¡Qué antojo
me adivinó el pensamiento; pues echándome una mirada penctrante y rápida;
Así que Annuchka
hubo
vertido
la
última gota de agua, vino al fin á reunírsenos contorneando las caderas con
aire picaresco. Una extraña sonrisa contraía por el momento sus labios y dilataba las ventanillas de la nariz y el arco de sus cejas, guiñando á la vez sus negros
ojos con aire de provocadora burla. < Encontrais inconveniente mi :conducta-—parecía decir su cara; poco
me
importa, sé que me admirais.>» — ¡Sublime,
encantador,
Annuchka
— dijo Gaguine.
La
joven
pareció
avergonzarse de
pronto, y bajando la vista vino á sentarse junto á nosotros con timidez, como una culpable. Por vez primera cxaminé con atención
sus facciones;
to más movibles.
pocas he vis-
Apenas habían trans-
currido unos instantes,
se quedó completamente
rió una conmovedora
cuando su
rostro
pálido y
adqui-
expresión
casi de
tristeza. Me pareció que sus rasgos hasta habían adquirido grandeza y sencillez.
Parecía absorta por entero.
Ivan TURGUENEF.
| Continuará. |
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340
——
a
a
a e
Cabalgando en wi verso, á suelta brida, Y, en vez del aguamiel que ilaman gloria,
La hiel apuro de mortal caída. MI SALUDO A
BOPOLDO
¡ Salud, gigante!
Y no desmayo: aunque jamás escucho El trino alentador del agasajo,
CANO
O no; que todavía,
Para yo saludarte, es muy temprano: Puedes, al escuchar mi canturía,
Decir: --*¿quiér. es usted, señor enano?” — Enano soy: en luchas apolíneas ¿Mi nombre inquieres, y armas y blasones? Si te place,
verás, en cuatro
líneas,
La historia de este Juan Sin Pretensiones.
Aquí va mi blason: los Porque sé lo que valen, Mi escudo es un escudo Y, como no hay de qué,
orepeles, no ambiciono: sin cuarteles, jamás blasono.
Armas ..no las poseo, ni hace al caso; Pobreza y nulidad son dos abrigos: Siendo mi ajuar de méritos escaso,
Debo contar con pocos enemigos.
Por un impulso irresistible, lucho;
Por un mandato de mi sér, trabajo. De trofeos, mi sala está desierta,
Y á nadie, por mis éxitos, inculpo: Nunca á fútil empeño abro la puerta
Del obrador en que la rima esculpo, Tampoco soy de aplausos un mend go, Ni darlos á los grandes me hace falta:
Sólo me duele, al departir con tigo, Que ocupes, Cano, posición tan alta.
S1, en premio ú la rebelde estrofa mía, -—““¿Qué me pides?”—tu labio me dijera; Yo, por contestación, te pediría Lio que, á Alejandro,
Depón tus preeminencias
Pienso que, al yo nacer, gran falta 'hacía Una bestia de carga de la suzrte. Vivo; al menos lo afirman, y no dudo Que á la verdad se amoldé tal aserto: Ansiedad cual la mía, jamás pudo
5u zarpa hundir en corazón de muerto.
Cómo vivo ..no sé: de cualquier modo; Como asteroide en el azul palacio;
Soy del Islan de la fortuna, un giiebro;
Un creyente del rito de la idea:
Si es mi freno el destino, en mi cerebro Hay algo superior que me espolea. sx
A veces, destrozando en el combate
La rienda de mis ímpetus bravios,
Poeta, y nada
verte
dezeo.
De tu cic'ópeo verso la harmonía.
Asi te busco: hostigador severo
Del cinismo, y la falsa, y la impudicia; Dando, en el puño de MaArcIaAL austero, Coraza al débil, arma á la justicia, Asi te miro: ante la exelsa aureola
Con que tus sienes circundó la fama, La austeridad de mi altivez se inmola; Mi voz, Leopoldo el Grande te proclama. Hallarte á mi sabor me era preciso: Deshecho, al fin, de mi entusiasmo el nudo,
Dí, si, por ser quien soy, logro permiso Para subir á darte mi saludo. JosE A. NEGRON SANJURJO. Puertorriqueño.
TA
E
tras lontananzas de victoria,
4
Er
Corro
más,
Asi! Cuán alto estás! ¡Cuánto has crecido Asi te adivinó mi fantasía, Cuando plegóse, á acariciar mi oído,
Obedezco, no más,al acicate
Queda á mi esfuerzo incontrastable bríos;
arreu:
Pues sé, como poeta lo que vales,
Como exigua fracción en el gran todo, nota perdida en el espacio.
pidiera.
oficiales;
Deja, un instante. el militar
Nací¿..como cualquiera; hubo alegría: Por lo que ahora mi razón advierte,
Como
Diógenes
a
Lo ideal y lo real
La contrariedad
sin obtener
absolutamente
nada.
La dura inclemencia del riguroso invierno marchita las flores del jardín ameno; esa es la vida: á la ilusión más seductora pronto sucede cruel desencanto. Como caen las gotas de rocío que: adormecidas en el cáliz de la flor le prestan sávia vivificadora, asi caen tambien gota á gota del corazón los dulces ensueños con que el cariño perdido lo fecundaba.
Un amor que pasa tiene un sustituto: otra nueva esperanza. El “contigo pan y cebolla” de los enamorados es la promesa más fiel de no ser jamás cumplida, porque considerado el estómago regulador de nuestros actos, se opondrá con toda energía á un compromiso hecho en detrimento de su atención. El corazón que no ambiciona no puede ser feliz. Le es tan necesario al alma el amor, como el rocío á la planta, la libertad al hombre, al estómago su alimento.
La desmedida ambición mata la felicidad.
Un paraíso perdido es una experiericia salvadora. : Amar despues de haber amado es cosa ccmún; lo sobrenatural sería no seguir amando después de conocer el amor. La negra tumba del amor es un estómago vacío. De impresiones vive el alma; si siempre experimentara la misma no viviría más que un solo día en el mundo del amor. Saber enlazar un amor perdido con otro en sus albores, es el fruto de la experiencia; es vengarse de lo que el destino nos arrebata. La suprema verdad es el dolor; por eso su-
frir es una religión. El desprecio y el hambre
son
enemigos
es
arrebatar
irreconciliables del amor; el primero lo confunde, pero el segundo lo aniquila.
Pensar en que debemos amar
su virginidad al amor. La flor y la esperanza son gemelas; se marchitan pero dejan por largo tiempo las huellas de su perfume. El misterio es al corazón enamorado lo que el candor á la doncella; una vez perdido desa-
parece
el
desencanto,
y
á
veces
de
a
y
fal:modo
amor, que sin ella muchas celebridades no bieran existido.
* L amor es el principio de la vida; no saberlo adaptar al medio ambiente en que iS nos agitamos, es Juchar con un imposible y Para conseguir alguna felididad; es desear
“AM eternamente
impulsa
4
mata
el
amor. La esperanza es el atrevimiento del amor. Vivír solamente para el amor es hacer de Dios una criatura vulgar.
al
hu-
Vivir sin rendir culto al afor, es abrir los ojos á la luz y no ver. . _ Legislar sobre el amor es más que imposible.
El amor sin un fin se asemeja á esas frases
de efecto, bellísimas en la forma, pero vacías de sentido en el fondo.
La ilusión tiene por principio creer en lo sobre natural: he aquí explicado el porqué oca siona tantos desencantos el amor.
Besar es sinónimo de amar. Si el amor pudiera subsistir por sí solo,
mundo se convertiría en un paraiso. Amar sin esperanza es una de las ridicule
el
ces del amor.
No siempre es el beso la manifestación más pura del amor. . Una de las redes que nos tiende el amor, es incurrir en aquello que continuamente le
criticamos.
Creer que el amor puede durar una eternidad, es la aberración de los enamorados. Exclamar: <he amado» equivale á decir: <he sido feliz.» El amor tiene tantode prosaico como de ideal. Un beso de amor “ardiente en labios páli dos por el hambre es un anacronismo. Caer de hinojos ante el sér adorado y de cirle: «te amo» es una felicidad suprema que trae la desventaja de forjarse uno mismo las <adenas de la esclavitud.
Entre
amar y saber amar,
hay una
dife
rencia notable que solo conocen los inteligentes.
Entre un plato de sopa suculento y un beso
de amor palpitante de emoción, hay la distan cia de lo supérfluo á lo necesario, del cielo á la tierra, de lo Rela á lo Ideal. ENRIQUE
SIMON.
LIRA PENINSULAR — LOS
NIDOS
(HARMONIA
E) almendro
CAMPESTRE
] florece;
ábrese el lirio, luego
la amapola de fuego,
que una llama parece;
y, com sordo murmullo, la rosa tambien rompesu capullo.
)
La luz aún
del alba, ni en el humo
no clarea
alegre
y mansa
unbe
al cielo sube
de hospitalario albergue ó chimenea, cuando, á la par del gallo vigilante, despiértase la alondra,
con mal
formados sones,
como rumor confuso de besos, y de gozo y bendiciones
tl
y dulce trina
á las estrellas pálidas vecina, mensajera amorosa del sol; como en la selva silenciosa al morir de la tarde, con voz más triste y bella el ruiseñor ogulto se querella.
Despues, el astro rey fecundo baña
el valle y la montaña; al rayo de su lumbre,
Pasaron las risueñas alboradas
y las tranquilas noches de verano ; vinieron las ventiscas desatadas, que la alta cumbre y llano
despojan de hermosura, trayendo en pos de sí la miebla oscura. Entre el horror sublime de los campos, que el ínima suspende, el olmo al cielo tiende los descarnados brazos, y al son gime
que la deshace en breve, en arroyos la vieve
del vendabai que azota su frente sin verdor hollada y rota.
despeñándose baja de la cumbre,
con salvajes rumores, y rega la campiña llena de luz, de cánticos y flores.
Están los bosques mudos ;
escarcha Ó nieve cubre los árboles desuudos
¡Cómo, al nido asomado, moviendo sin cesarla calva frente,
el pollnelo inocente
á las revueltas ráfagas de octubre. Por
los aires desiertos,
campiña, y luz, y arroyos vé pasmado! Del mundo al contemplar las ricas galas
hija de la tormenta.
la estensión del espacio, retrocede,
de corvas garras y graznido ronco, que luego el pico aguza
tender quiere las alas, y volar, y vivir pero ¡e asusta
y. torna, y otra vez al temor cede; hasta que el padre leacompaña y guia, mostrindole
su celo,
para el vuelo,
no reposa,
ú recoger del suelo para el nido que está bajo su amparo,
ya paja, y hero. Ó la sutil bedija al cordero robada
por el zarzal avaro; ya la plama olvidada
de otras amigas aves, y aromáticas yerbas y suaves; ya el preciso alimento
de la familia y cuando al de inquietud dentro muy
y tronco.
colgados entre lreñas, % en un rincon de viejos palomares
Si el nuevo pajarillo desciende presurosa la madre, que en su ausencia
en pedernal
Y en el hueco de encinas y de peñas
con el peligro, la segura vía, es debil.
con giro torpe cruza tal vez un ave de rapiña, hambrienta,
que dejó un momento: nido torna, maternal y de amor llena dentro suena»
do no llega el calor de los hogares, solos se ven y yertos como cunas vacías
de pobres niños muertos, los nidos que otros dias poblaron monte y valle de armonías. VENTURA
Ruiz
AGUILERA.
243 110S
niendo en que el paseo, lo cuatro y cinco de la tarde.
| emperados
verificarían
entre
+ =-.
Lleno de jubilo salió Jorge de NSAA esbelta Eva Smith, fragantísima rosa, cuyo talle delicado, se mece en el jardín Americano, —que diría E! Crematístico,—es la chica,
que más corazones ha cautivado en el lugar, no sólo por poseer una belleza extraordinaria, y una esmerada educación, sino también por ser dueña de un hermoso cortijo, que la legó su padre al morir.
En companía de su buena madre y de una
hermanita,
que á la sazón contaba
seis abriles,
vivía la hermosa Eva en una pintoresca quinta,
situada á pocos minutos de Danbury, ciudad del Estado de Connectticcot. : La familia pertenecía á la célebre sociedad
de los «Temperados»;
cuya
órden
trictamente el uso absoluto de
cluso el
curas
exelente vino con
católicos.
Los
prohibe
es-
licores,
inm-
consagran
los
los
que
miembros
de esta
her-
mandad, miran con cierto asco y repulsión á todo el que, en presencia de ellos, se permite el lujo de apurar una copa, aunque sea de agua
con vino.
En distintas ocasiones, «Los Temperados» en masa, habían saqueado varios establecimientos de licores, rompiendo y destrozando cuanta botella Ó envase oliera á alcohol, sin que lograra evitarlo la policía. x* "XX
Entre los diversos galanteadores
de
Eva,
hallábase, Jorge Flint, jóven apuésto y de Porventr,—toda vez qne cursaba la carrera de Albéitar—cuyos requiebros y obsequios parecían agradar á la jóven, á despecho de los demás
Zenorios, que se mordían los labios
de en-
vidia, viendo la deferencia y predilección de que era objeto Jorge. La mamá de Eva, tampoco miraba con malos ojos aquellos amores, que creía provechosos para su hija, toda vez, que el futuro
médico de
casa
de su
novia; pero en vez de dirigirse á su casa, siguió la calle é internóse en el café, con el objeto de hacer reventar de despecho á sus contrincantes,
participándoles sus proyectos y mofándose
de
ellos por la-—según él —vergonzosa derrota de que fueron objeto. El amor propio de aquellos jóveues, herido profundamente, les surgirió la idea de la venganza y la forma de poner en ridículo y hasta en evidencia,
al pobre albéitar, para con su amada
y la familia de ésta. + *
*
A la tarde siguiente, desde las tres, ya andaba nuestro héroe, paseando en coche de dos . asientos, tirado por fogoso alazán de considee. "3 e rable alzada. Impaciente consuitaba el reloj, aguardando las cuatro, para dirigirse en busca de su novia;. pero el Diablo, seguramente, le inspiró la idea
fatal de pasar por el café,
donde
se hallaban
desde temprano sus amigos reunidos, gritándoles con enfásis al pasar: —¡Ahora voy á buscarla!! E —hacienellos, de uno dijo Ven acá!;—le dole señal de qne detuviera el coche. Así lo hizo Jorge, «sin apercibirse de que algo murmuraban en voz baja, mientras uno de los presentes, en alta voz, pretextaba tener que
ir á un negocio de imiportancia,
ofreciendo vol-
ver enseguida, como en efecto lo verificó, presentándose en escena á los pocos minutos con
un
cohete
que
ocultaba
cautelosamente
den-
sosteniéndole con el brazo,
tro de la americana,
para impedir que se le cayera y echara por tic-
rra sus maquiavélicos planes. * +. .
Hallábase el joven veterinario reclinado en de su victoria, vestido con exquisita
los brutos, no era hombre que se hacía de rogar, al tratarle de la unión con la mujer á quien
los cojines
ma facilidad en la remanga, y por tanto, pezca
dándose aires de conquistador invencible, cuan-
Así es, que la astuta señora, haciéndose la vista gorda, daba tiempo sobrado á los chicos para que se entendieran. - . En este estado las cosas, deseando Jorge, hacer gala y alarde de su conquista, con la diía-
3 tal más afortunado del mundo.» ió respond pueda!— quien Venga, —¡
ciegamente amaba.
Era pez, que caía con su-
segura.
;
bólica intención de mortificar á sus rivales, invitó á su novia para dar un paseo en coche por la ciudad, al siguiente dia, que
era
Domingo.
Muy gustosa accedió la yankeecita, sin con-
sultar siquiera la voluntad de su madre, convi-
elegancia, cubriendo
negra y brillante,
su
cabeza
fina chistera,
como trozo de ébano pulido,
do uno de'sus amigos—<que le habían rodeado el vehículo—exclamó:
—«Hemos de convenir, en que eres el mor-
Jorge
otro nte! —agrego ó otro. —Lo que celebramos y celebraremos con toda el alma;—gritó un:tercero, con maliciosa sigilo ataba el intención, mientras con
ce aci 3%
cohete de la cola del caballo y le prendía fuego
> con
la
colilla
de
un
tabaco.
Cómoera
de
esperarse, .el ruido que produjo la pólvora al encenderse, el impulso que la misma dió
al cartucho que la encerraba, dando fuertes y. repetidos golpes de un lado á otro, en las nalgas del corcel, mientras las chispas de fuego, caían como aguijones en la piel del infeliz animal, le espantaron de- tal modo, que,
«ando
un
enorme
salto,
salió
á
todo
escape,
cogiendo la dirección hacia la finca,donde Eva. ya vestida, aguardaba á su amante. Al arrancar el coche dió tal
la chistera de Jorge venía lo evita;
pero
sacudida,
por tierra
si
que
él
no
con la turbación se dió tan fuer-
te manoplazo, que se la caló hasta las orejas y la aplastó de manera tan despiadada, que la puso en.el más lamentable estado. Con la vista extraviada, pasó á toda velocidad por frente á su novia y futura suegra que en el balcón le aguardaban, no pudiendo detener al furioso y espantado bruto; pero al pasar junto á ellas, les gritó: Tengan calma; que vuelvo! La señora Smith y su hija se miraron con asombro añadiendo la primera, un tanto indignada: —¡Qué cínico! ¡qué depravado! X* 2
el
$
Próximamente dos millas enamorado joven, en tren
había recorrido expreso, cuando
logró á duras penas detener el coche, pezando con una enorme
piedra
que tro-
se volcó,
“reci-
biendo Jorge un soberano cascarazo y pasando por la penade que la levita le quedara hecha yirones y el bombo en peor estado aún. Tantos contratiempos y desgracias, no bastaron á desanimarle. Sin preocuparse por
su triste figura, montó en el carruaje de nuevo y se dirigió á la finca donde se hallaba acaso intranquila la dueña de su alma. A todo esto, por olvido ' involuntario, colgado de la cola del potro, el cartucho
dejó y la
varilla del cohete, dando lygar á que los
veci-
nos le tomaran por un maniático. Al llegar á la quinta, sorprendióle, sobre manera, no ver á Eva. Un tanto preocupado,
descendió del coche y entró
en
la casa, donde
sólo encontróá la vieja que, encarándose con él y sin darle tiempo á explicar el percance
ocurrido,
le decía fuera de sí:
—¿Tiene usted, aún, el descaro de tarse ante mí, después de lo pasado?
Eso
Jorge;
poco importa,
presen-
señora. -—respondió
creyendo que ella aludía
tratiempo.
al
fatal
con-
cucharas como un niño, y echándose á los de su futura suegra, con objeto de la dijo: -—Mamá,
mamita querida;
es víctima de una pesadilla.
piés
conmoverla.
usted, sin duda.
Este recurso en vez de amansar á la vieja,
la enfureció más,
pues entre irónica y convencida agregó: —¡Qué cinismo! Si aún está usted ébrio. Salga inmediatamente de esta casa; que el hombre que hace uso de bebidas alcohólicas, es indigno de que se le escuche. En este momento salió Eva, y dirigiéndose desdeñosamente al hombre á quien había
amado, hasta pocos momeñtos ha, y señalándo-
le la puerta de salida, díjole, poseida de immensa cólera: —Los borrachos como usted, más inspiran
repulsión que lástima...
—j¡Eva!! No comprendo el terrible signi ficado de tus frases, —balbuceó Jorge con amar-
gura.
—Que ha de atinar, —prosiguíó la niña—si se lo veda el funesto estado en que se encuentra. Los licores han trastornado su cerebro, de tal modo. que no ha tenido inconveniente en pasar por frente á mí, con una chistera aplastada y" sucia, la levita hecha girones y llena de polvo, el caballo con palos y cartuchos amarrados á la colá, dando carreras á todo escape, infringiendo
las ordenanzas municipales y sirviendo de mofa al. público. 'Todo esto es bochornoso. Embriagarse es lo último que puede hacer un hom-
bre y nada ménos que un Domingo. Como se conoce que no lees la biblia! Ah! sacrílego: sal al momento
de aquí, sino
quieres
que
mis sir-
vientes te echen,como un perro. Vete á dormir, insensato, que por lo visto, mucha falta te hace!
]
:
Ante tan inmerecidos insultos, Jorge; irguiendo con altivez la cabeza, iba á replicar;pero de pronto se fijó en su facha;bajó la frente humill:.do, y,sin añadir una frase,salió de aquella casa, con la sonrisa más amarga en los labios y la muerte en el corazón. X* *
*
A partir de aquella fecha de tan sombríos recuerdos para Jorge, cada vez que tiene
que
nuevo
salir
en
y,
coche,
tiembla,
desgraciado
temiendo
incidente.
á
Huye
un
de
los conciertos y bailes de sociedad, para evitar
ponerse la chistera, causa de tantas
desdichas;
y cuando necesita hacerse de un sombrero si el dueño del establecitniento, con la mejor buena
fé,
le euseña
una fina
nuestro protagonista,
y elegante
completamente
chistera, turbado
—Es usted un. desmoralizado; un perdido; sl conducta es incalificable y desde hoy que-
y rojo como una cereza; creyéndolo una alusión
mala hora, contrajo mi
volveré
dan terminadas las relaciones amorosas, que en
usted. Al escuchar
tencia,
se
desgraciada
el albeitar, tan
impresionó
hija
; terrible
vivamente.
con
sen-
Haciendo
irritante, contestó inclinando la cabeza: —Muchas gracias!
luego....-——y
aquel sitio
Dstesto las
dando tumbos,
donde parece que le echan
sus debilidades anteriores. * *o*
chisteras;
sale de
en
cara
245
Pobre Jorge! Como buen yankee, eras afi-
Sin que alcance jamás á disolverla
cionado al elegante uso de la chistera, pero tu inocente afición, unida á tu pedantería sin límites, fué la causa de que perdieras lo que tan
El rayo intenso del señor del día; ! F de do e DE
querido te fué en el mundo, después de tu ma-
Ni las lenguas
dre, desvaneciendo tus más bellas y atar
ilusiones ..
Y tú, Sociedad de Los Temperados, tan ridícula como injusta, ¡cuántos jovenes inexpertos á semejanza del pobre albeitar, son v Íc-
'
Que en los ocultos senos de la tierra Inquietas
EUGENIO BONILLA.
Costumbres
El árbol secular del bosque umbroso
Yankees.
NE
SE
EXTRANJERA
GOTAS (MARZO
Como
tiemblan
feroz
empuje
lo
derriba;
pena
Yo guardo la, reliquia: ¡Que ni goces, ni gloria, ni ventura Serán fuerzas capaces de extinguirla! Durante la penosa
Jornadá de la vida,
1885).
las
su
Así de mi honda
DE ACIBAR DE
á
Apartar no podré de mi sendero suaves
De esas tristes memorias las espinas. a
LIRA
tormenta :
La furia que marchita
HP
libro inédito
agitan;
Alas de una avecilla
Quo
Del
serpentean y se
Ni de hórrida ;
timas de tus crueles y raras intransigencias! .
:
voraces
De lavas encendidas
h '
Al sentir dentro el pecho aleve plomo, Temblabar anegadas mis pupilas.
Porque las dido gotas Que del alma destilan,
Y al perderle más tarde
Por siempre alterarán de mis placeres La cadenciosa fuente cristalina.
Por siempre ¡ay! de mi vista,
El corazón me dijo que el postrero
Y si quiere el Destino
De mi felicidad, era aquel día!
Enviarme
Después?...
¡Recuerdo
Como cruel pesadilla,
apenas,
Que una fiera arrancaba mis entrañas
Clavando con furor su uña maldita!
V
E
ñ
|
más desdichas,
Nunca será mayor mi sufrimiento Que el que ya me brindó con mano impía!
_
:
Mañana
que á la muerte
Mi cabeza se rinda.
Veré junto al ciprés de mi sepulcro El dolor que velara
Mis sangrientos despojos
Los calcinó una pira,
Y el humo se elevó por los espacios
Empañando del sol la lumbre
activa!.
Pues aunque he despertado Mi aflicción es la misma:
¡Hay pesares tan grandes, tan inmensos
EL
Leyenda J.
VENG
A D OR
en de cs GONZALEZ
y en prosa
QUIARA.
(CONTINUACION)
Que ni el tiempo ni nada los mitiga!
Y como eterna nieve Corona la alta cima,
PUGA.
TS
Incesante palpita,
Que bullen en el fondo de la herida.
h
Cajamarca, 1888.
El dolor desde entonces
Bañándose en las olas de amargura
mi agonía! AMALIA
CONDESA
¿Crees aú pe - era tu madre?
:
po <<
Renard
_246
ENRIQUE ¿Quién soy yo?
rro.
Unsér
ra.
! No
sin
ventu-
suplico y me desprecian,
des crédito á esa
¿No he colocado en mi alma un altar
para adorarle á escondidas de los verdu-
fábula.
YOS que nos rodean?
(Fijando sus ojos en la Condesa)
¿á qué dudarlo?
ojos el amor?
¿No destella
Me
ado-
en
sus
ENRIQUE Te engañas.
Con tal impostura logré orígen de tu nacimiento.
ocultar
el
ENRIQUE de tristeza asombra
su frente.
Y si es verdad que lo idolatro; si la vida miserable que arrastra se la he dado
yO; si €s mi hijo, ¿por qué amordazo mi boca y contengo los impulsos de mi corazón?
ENRIQUE
¡Infeliz!
Ensueños
de oro,
¡Suspira!
CONDESA
(Luego
CONDESA
¿Por qué no brazos. —Eres mi entrañas»?
decirle: —«Ven á hijo, el hijo de
mis mis
Mi cabeza es un volcán. ¿Existe en lo más íntimo de su sér un amor generosO y ese amor me pertenece? CONDESA
silencio,
(Entre asombrado y alegre) «Vená mis...
(aparte)¿Querría
ella
decirme:
«ven
á
mis brazos? (Con amargura) ¿Por qué esas han escapado
fija en la Condesa)
de sy coraY
llora,
y
suspira, y se estremece...... ¿Qué es es-
ENRIQUE
AAA
instantesiide
ENRIQE
palabras no se
E
No me ama.
CONDESA E
unos
me de súbito los arrebatos de su corazón y cae en el sillón exclamando aparte) Silencio!. .
zóÓn?....(Se
Sí.
¡Imposible!
de
toma una resolución y dice poniéndose en pié) No callaré más....Ven á mis... . (Repri-
Es una locura lo que intentas
ENRIQUE
¿Y qué obstáculos se levantan entre
¡Basta
de incertidumbre!......
.Le rogaré me explique el significado
de
esas luchas que sostiene cuando estoy en
su presencia, (Dando unos Condesa) Señora!
mi orgullo y mis anhelos?
ci
desvaneceos en las
tinieblas de la desgracia.
ENRIQUE
(Idem/
no se oculta
CONDESA
CONDESA
(Pensativa)
El amor
en las sombras del misterio.
CONDESA
Nube
oyen
CONDESA
CONDESA
ENRIQUE ra
Lloro y ríen, grito y no me
pasos
hacia
la y
CONDESA
[Con gravedad]
Puedes
retirarte.
A
ENRIQUE
A ES AI
pos
"Todos
ENRIQUE
me aborrecen.
[Con dolor]
CONDESA
;Ah!. ..[Vase por el fondo]
e
¿ ¿No soy su madre?
Escena
LA
¿NRIQUE +
Todos me maltratan
como á
un pe:
lió
58
CONDESA.
Mirando hacia la puerta
Enrique]
por la cual
sa-
Vete, huye lejos de mí, por
que temo
amoroso
revelarte
delirio,
en
un
loque
momento
debes
[Quédase pensativa breves instantes]
Descorrer el velo
que
decir á la nobleza, 4 mis
CONDESA
No, no!
Vé, prepáralo todo para
¡No!
BELTRAN
Me ho-
¿Grandes SÍ,
deslumbradora
fausto,
BELTRAN Los nobles lidiarán en
Echad el puente
sobre
foso y levantad los rastrillos. ?
mucho
BELTRAN.
BELTRAN
[Adentro]
festejos? CONDESA
6a
Y
recihirles.
¡Recibimiento de monarca!
hijos, al mundo
rroriza tal idea.
LA
ignorar.
cubre mi pasado;
entero: «¡soy adúltera!» Escena
CONDESA
de
palenques...
el
¡ografias Universales
CONDESA
¡Beltrán!
DEMOSTENES-—
BELTRAN
[Por la puerta del fondo]
ñora!
- Señora!
Se-
Soy portador de una buena noticia. e
CONDESA
(Con emoción)
Fernando, vuestro hijo, se acerca á siguen
lientés que le acompañaron
los
va-
al combate
contra las legiones de Mahoma.
desde
esa
ventana.
¡Oh!
júbilo)
Fernando
el sonido de las cornetas. CONDESA
!
BELTRAN
Regocijaos señora.
á su castillo cargado
de
un
hombre
el tribunal para defender sus derechos, obligando á sus contrarios á devolverle gran parte de sus bienes. Tenía un de-
á
hablar
sin que
el
ruido
á
playa en días de borrasca,
y pronuncia-
ba un discurso entre el bramido De
noche
de
se
las
ence-
rraba en un sótano con una ' lamparilla ó
BELTRAN
.
hijo
bienes, y á los 17 años pleiteó y habló cn
olas y del huracán.
tremola el estandarte de los árabes.
Escuchad
fué
ni los murmullos le perturbasen, iba á la
Con-
se ofrece
CONDESA
(En la ventana y con
con-
hijo sólo contaba siete años. Sus tuto-. res le usurparon casi todo sus heredados
tumbrarse
templad el espectáculo que nuestra vista. ,
le
fecto de pronunciación, que corrigió con hablar con chinitas en la boca, lo que puso su lengua expedita. —Para acos-
CONDESA BELTRAN
Vedlos
que
cedía su mismo competidor Cicerón. Na-
que tenía herrerías, que murió cuandosu
BELTRAN
¿Qué dices?
DuMOSTENES tué tenido por el prín-
cipe de los oradores, rango
ció en Atenas,
Habla.
este castillo feudal y le
385-321
El héroe llega
de triunfos.
candil encendido para componer sus arengas, por lo cual decian sus contra-
rios que <olían á aceite»—Después de haber defendido varias causas particu-
lares, tomó cartas
en los negocios
públi-
cos. Habló contra Filipo, rey de Macedonia, y aún salió á batirse en la batalla de Cheronea, dada 328 años antes de la era cristiana; pero como hablar: no es lo mismo q, echóá correr. Después de muerto Filipo, habló con la mis-
ma
vehemencia en contra de su hijo Ale-
2 A
jandro el Grande;
A
pero habiéndole
co-
pa de oro, esto se supo y tuvo que expa-
triarse. Después de la muerte de Alejandro regresó á Atenas, donde volvió á hacer
clamaban contra él, lo que sabido por Demóstenes, huyó; pero persiguido por los soldados macedonios, y á tiempo de caer en sus manos, tomó un sutil veneno
que llevaba en el cañón de una pluma. Los una
le erigieron
estátua
de
bronce con esta inscripción: «Demóstenes si hubieses tenido tanta fuerza como elocuencia, nunca el Marte Macedonio hubiese triufado de Grecia». F. C. -
«Tn
de
Macedonia,
una mala vida, y se hizo guerrero,
el
pero
abandonó luego su, carrera para seguir su inclinación á los estudios. El oráculo: de Delfosle -prescribió que fuese á Atenas, lo que hizo.y. entró en la
escue-
la de Platón, cuya gloria fué.—Para
es-
tudiar comía y dormía poco, y cuéntase dormir
cogía
Cuando
sus conquistas,
en
emprendió
Alejandro
Aristóles regresó á .Ate-
nas, donde fué recibido con
los honores y
al
por lo cual fué denominada
su
debidos al preceptor de Alejandro
primer filósofo de aquel tiempo, y 1* dieron el Liceo para que estableciese allí Enseñaba por lo regular pasu escuela. seándose,
escuela, ó sistema de Peripato, ó de los ; Peripatéticos. La pasión que tuvo -por su mujer Pitais, lo llevó,
cuando
murió,
ésta
á
tributarle el mismo culto y á hacerle los mismos honores que
huyó á Calsis.
año 384 anterior á la era cristiana. Su padre, Nicomaco, era médico, y murió cuando más necesaria era su tutela para su hijo; así fué que se entregó éste á
que para no
plieron.
teles recordando
ARISTOTELES, que mereció el sobrenonbre de Príncipe de los Filósofos, nació ciudad
se cum-
ate-
tributaban los
nienses á Céres, loque sabido por su sacerdote Eurimedon, lo denunció; Aristó-
ARISTOTELES
en Estagira,
a
—————
Las esperanzas de Filipo
Su rey, arengas contra los macedonios. Antipatro, exigió á los atenienses que le fuesen entregados todos los oradores que
atenienses
SP
gracias á los Dioses, no tanto por habérmelo concedido, como porque ha sido en tiempo de la vida de Aristóteles. Espero ¡o hareis de él mi digno sucesor, y un Rey digno de serlo de Macedonia».
Ale-
jandro ganado á sí, regalándole una
==
la mano
una bola de brónce, que cuando lo vencía el sueño, se escapaba de su mano, despertándolo luego el ruido que producía al caer. Cuando murió Platón, sentido de
que no fuese á él, sinó á su sobrino Especesipo, á quien dejase por sucesor en la enseñanza se fué á Atarna con su ami- go Hermias. Cuando Alejandro,el. Grande tuvo catorce años, su padre Filipo encargó á Aristóteles su educación, en estos términos: <Tengo un hijo, escribía, y doy
la suerte
de Sócrates
Murió á los
63 años, de
un cólico, otros dicen que envenenado, dos años despues que su discípulo AleDejó una hija, que casó cón un jandro. de Lacedemonieto de Demurato, Rey Nicomiaco, para el ñia, y un hijo llamado que escribió sus libros de moral.—Estas son algunas de sus sentencias:
1. Lo que más pronto envejece es un beneficio. 2. La filosofía nos enseña á hacer voluntariamente lo que los obligados á ello.
otros
hacen
3. La esperanza es el sueño de un hombre despierto. 4. - Seamos amigos de Sócrates y de Platón; pero seámos más de la verdad.
F. C.
Asnicar Con el fin de evitar el retraso de la
salida de este periódico y de que no se lesionen los intereses de nuestros favore -
cedores, hemos dispuesto que desde Ene-
ro próximo LA REVISTA BLANCA vea la luz pública los días 7, 14, 21 y 28 de cada mes con ó sin gr: bados.