Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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REVIS TA del INSTITUTO de CULTURA PUERTORRIQUENA ANTROPOLOGfA HISTORIA LITERATURA ARTES PLASTICAS TEATRO MUS/CA

ARQUITECTURA

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numero ABRIL - JUNIO, I 9 6 3

San Juan de Puerto .Rjco


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DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUENA JUNTA DE DIREC'fORES Eugenio Fernandez Mendez, Presidente Enrique Laguerre 路 Arturo Morales Carrion 路 Salvador Ti6 Teodoro Vidal 路 Guillermo Silva 路 Enrique Campos del Toro

Director Ejecutivo - Ricardo E. Alegria Apartado 4184 ANO VI

SAN JUAN DE PUERTO RICO 1963 ABRIL JUNIO

NUM. 19

SU MARIO

Hostos y Santo Domingo Construccion del Hombre Nuevo por Concha Melendez .

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La Conspiracion de San German del afio 1809 por Aurelio Ti6 .

6

Es tam pa Barcelonesa de Jose de Diego por Jorge Campos .

15

Angulo de la Esperanza por Evaristo Ribera Chevremont

17

Leyenda por Emilio S. Belaval .

21

El fuerte de San Jeronimo del Boqueron por Ricardo E . Alegria .

27 ./

La fundacion Epistemica de la Estimativa por ]. A. Franquiz .

33

En el Vespero, unas alas por ]. E. Colberg

35

Paisaje y Naturaleza en Luis Llorens Torres por Carmen Marrero

39


lnfancia en Lares por Luis H ernandez Aquino

43

Domingo Marrero, Escritor por J ose Emilio Gonzdlez

45

Exposicion de Julio Acuna

49

Balbuena y sus grandezas por Anita Arroyo

51

Labra y Puerto Rico por Juan Castel!a11os

57

SEPARATA DE Mus1cA:

SERENATA ESPA:l'l"OLA Musica de Braulio D. Col6n Letra de Virgilio Davila SEPARATA DE ARTE

Francisco Oller - Autorretrato Colecci6n del Museo de la Universidad de Puerto Rico

COLABORADORES

PUBUCACI6N DEL INSTITUTO DE CUI.TORA PUERTORRIQUENA

Dirrctor: Ricardo E. Alegria

Diseiio e llu.iradoncs: Carlo; Marich.al Fotografias: Jorge Diana y Conrad Eiger

Aparc:ce ttimestnlmente

Precio de! ejemplar................................................................................ $0.75 Suscripcion anuaL................................................................................ $2.,0 [Application for second class mail privilege pending at San Juan, Puerto RicoJ

IMPRESO EN PUERTO RICO POR LOS TALLERES DE ARTES GRAFICAS DEL DEPARTAMENTO DE IN STRUCCIO N PUBLICA • 1964 •

Printed in Puerto Rico


CONCHA MELENDEZ. Ensayista, critica y poetisa, naci6 en Caguas. Doctora en Filosofia y Letras de la Universidad Nacional de Mexico (1932), dirigio durante varios afios el Departamento de Estudios Hispanicos de la Universidad de Puerto Rico, donde dicta catedras de literatura hispanoamericana. Ha publicado las obras: "Psiquis doliente" (1923), "Amado Nervo" (1926), "La novela indianista en Hispanoamerica" (1933), "Signos de Iberoamerica" (1936) "Asomante" (1939). "Entrada en el Peru" (1941), "La inquietud sosegada" (1946), y "Ficciones de Alfonso Reyes" (1956).

AURELIO T16, natural de San German, se ha distinguido en la investigacion hist6rica, relativa principalmente a los origenes historicos de Puerto Rico. Se le deben las obras Fundacion de San German (1956) y Nuevas ftt entes para la historia de Puerto Rico (1961), libro premiado por el Instituto de Literatura Puertorriquefia. Desde hace algunos afios preside la Academia Puertorriquefia de la Historia. Es tambien miembro del Colegio de Ingenieros de Puerto Rico, de la Comision Asesora de Monumentos Historicos del Instituto de Cultura y de otras entidades doctas de Espafia y America.


CARMEN MARRERO naci6 en Morovis. En la Universidad de Puerto Rico se gradu6 de profesora de ensefianza secundaria especializada en lengua y literatura espafiola. Durante algunos afios ejerci6 la docencia en la Escuela Superior Central de Santurce. Posteriormente se recibi6 de doctora en filosofia y letras de la Universidad Central de Madrid, titulo al que opt6 con la tesis Las piedras preciosas en la poesia de Ruben Dario. Es autora del poemario Femina (1953), de un estudio monografico sobre el poeta Luis Llorens Torres (1953), y de la obra teatral titulada 1,Por que no se casa el senor senador'!

EvARISTO RIBERA CHEVREMONT naci6 en ¡ San Juan, y en Puerto Rico ha transcurrido toda su vida, con excepci6n de algunos afios vividos en Espafia. Poeta prolifico y versatil, ha publicado quince poemarios, entre ellos El templo de las alabastros (1919), Los almendros del paseo de Covadonga (1928), Color (1938), Tonas y formas (1 943), Anclas de oro (~945), Verba (1947) y La llama pensatzva (1954). En prosa ha publicado La naturaleza en "Color" (1943) y la novela El niiio de arcilla (1 950). Sus colaboraciones en la prensa del pais abarcan ensayos, cuentos y novelas cortas.

EMILIO S. BELAVAL, ensayista, cuentista y dramaturgo, naci6 en Fajardo y estudi6 la carrera de derecho en la U niversidad de Puerto Rico. Ha ocupado diversos cargos en la magistratura y es actualmente juez asociado de nuestro Tribunal Supremo. En 1940 fund6 la Sociedacl Dramatica de Arte Popular "Arey to". Entre sus obras se destacan Los cuentos de la Universidad (1927), Los problemas de la cultura puertorriqueiia (1934), El tema futuro de nuestra musica (1935), Cuentos para fomentar el turismo (1936), El teatro como vehicu lo de expresion de nuestra cultura (1940), y las obras teatrales Hay que decir la verdad (1940), La hacienda de los cuatro vientos (del mismo afio) y La muerte (1953).

RICARDO E. ALEGRiA naci6 en San Juan. Estudi6 antropologfa en las Universidades de Chicago y en la de Harvard, como becario de la Fundaci6n Guggenheim. Ha publicado diversos artfculos sobre arqueologia y folklore en revistas del pais y del extranjero, y es autor de los libros Historia de n uestros indios (version elemental) , 1952, y La fiesta de Santiago Apostol en Loiza Aldea, 1955. Desde hace varios afios es profesor de prehistoria en la Universidad de Puertq Rico, y dirige, desde su fundaci6n en 1955, el lnstituto de Cultura- Puertorriquefia.


ANNITA ARR.ova GoNzALEz DE HERNAN-

Josi A. FRANQUIZ, natural de Puerto Rico, fue por muchos afios profesor y jefe del Departamento de Filosofia de la Universidad de Puerto Rico y actualmente ocupa identico cargo en la Wesleyan University (West Virginia). Ostenta doctorados de las Universidades de Boston y Colgate y ha publicado varios libros y numerosos articulos de filosoffa, psicologia, sociologia, historia y literatura.

JuAN ENRIQUE COLBERG se ha destacado en las letras puertorriquefias como ensayista y cuentista. Entre los cueritos que ha publicado se destacan los titulados El caso de Pedro Garcia y D ofia Rua, la hechicera. Su libro Del orbe ideolOgico de Maranan, (1 962), colecci6n de ensayos sabre el caracter y la obra literaria del doctor Gregorio Maraii6n mered6 en 1963 uno de los premios del Instituto de Literatura Puertorriqueiia.

DEZ, doctora en filosofia y letras de la Universidad de La Habana, ha profesado catedras de historia de la literatura hispanoamericana en dicha Universidad y en la Nacional Aut6noma de Mexico. T iene a su haber una larga labor en el periodismo de Cuba, donde ocup6 el cargo de presidenta del Lyceum de La Habana y fue secretaria de varios patronatos culturales y dvicos. Es autora de diversas antologias de cuentos hispanoamericanos y del libro Raza y pasi6n de Sor Juana Ines de la Cruz. (1952).

Lurs HERNANDEZ AQUINO naci6 en Lares. Maestro en artes de la Universidad de Puerto Rico, en 1952 se recibi6 en la de Madrid de doctor en filosofia y letras. Director de las revistas Insula, Bayodn y ] aycoa, y colaborador en numerosos periodicos, su labor literaria le ha merecido premios de d iversas entidades culturales. Ha publicado los poemarios Niebla lirica (1931) , Agua de remanso (1933), Poemas de la vida breve (1939), Isla para la angustia (1943), Vaz en el tiempo (1952) y Memoria de Castilla (1956) . Es ademas autor d e varias antologias de poesia puertorriquefia y de la novela La mu~rte anduvo par el Guasio (1960). Pertenece al claustro de la Universidad de Puerto R ico.


Jos:E

E .M ILIO GoNZALEZ naci6 en N ueva York y recibi6 su instrucci6n primaria y secundaria en Puerto Rico. Bachiller en Artes de la U niversidad de Puerto Rico (1940), y Maestro en Artes de la Universidad de Boston (1941). Realiz6 luego estudios superiores de filosofia y sociologia en las Univ~rsidades de Chicago, Columbia y California del Sur. Ha ¡sido Catedritico de lengua y literatura espafiola en la U niversidad de Princeton ( 1949-1950) , y de ciencias sociales en la Universidad de Puerto Rico (19461947), y es actualmente profesor de Humanidades en este ultimo centro. Ha colaborado con diversos trabajos de critica literaria en la prensa diaria y en revistas de cultura, y es autor de los poemarios: Profecia de Puerto Rico (1954) y Cdntico mortal a Julia de Burgos (1956) . .


Hostos y Santo Domingo Construccion del Hombre Nuevo Por CoNCHA MELENDEZ

ELUDIR ESTAR AQUf ESTA NOCHE, CUANDO NOsePUDE me pidio que discurriera sobre Hostos y Santo Domingo en presencia de maestros y directores de la ensefianza en la Isla amada. Amada porque para mi representa la primera emocion de lo que iba a ser una de las direcciones mas insistc;!ntes de mi vida: afan, goce y dolor de estudiar y cono.cer las tierras . hispanoamericanas. Nuestro poeta Jose de Diego, disdpulo indirecto de Hostos, animador de mis primeros encuentros con la poesia y con la historia, rne ensefio a amar a Santo Domingo al querer revivir uno de los caminos hostosianos visitando la Isla, para fundar alli la Union Antillana. La Union favoreceria "el estrechamiento de relaciones entre las Islas del Mar Caribe." Relaciones de intercambio social, literario, cientffico, artfstico, y en lo posible legislativo y economico segun explica De Diego en un artkulo que titulo Hacia Santo DomJngo, hacia la esperanza. Recordando el hermoso ensuefio de Hostos, aiiade que la Union tenia un lejano aspecto politico "en los futuros horizontes de la vida antillana". En ese artkulo De :Diego revela que en 1914 paso por Puerto Rico Francisco J. Peynado yen un banquete que 1e ofrecio en el restaurante Covadonga, revivi~ron impresiones cambiadas con Mufioz Rivera en Washington. Entre ellas "la vision de una Madre Antillana a la entrada de America, izando en su diestra el estandarte de la corifraternidad de las razas y los pueblos que alurribrara un dia desde Occidente, el camirio de la civilizacion del mundo" segun. escribe De Diego en su prosa encendida. A la entrada de la adolescencia, cuando todo se ve envu.elto en resplandores imaginativos, ·el viaje de De Diego a Santo Domingo me conmovio de tal manera que escribi para despedirlo una inge~ua poesia con nociones que el me habia ensefiado. Corregida

por el la llevo consigo. Me habia olvidado de ella hasta ahora. Solo recuerdo la primera estrofa por · donde pasan alusivamente Caston F. Deligne, autor de un soneto en alabanza de Hostos y Salome .Urefia de Henriquez,' su cooperadora devota y uno . de .sus afectos dominicanos mas entrafiables. Pot primera vez aparecio mi nombre en un periodico -La Opinion de Santo Domingo-, al pie de la poesfa y sin prever aun mi vocacion, empez6 asf mi historia de hispano- . americanista. Afios despues vinieron los estudios del doctorado y la · investigacion del ·tema La novela indianista en H ispanoamerica. Y entonces pise por primera vez tierra dominicana para estudiar la novela Enriquillo de Manuel de Jesus Galvan. Alli tuve la valiosa ayuda de don Federico Henriquez y Carvajal; quien empezo a labrar en mi conciencia la imagen de Hostos y Santo Domingo. El nobilisimo Guarocuya, como lo llamo Hostos, desde la Sierra de Bahoruco puso un fondo heroico al retrato que traje conmigo y ha ido perfeccionandose en el tiempo. . Despues, en 1939, recibi la invitacion al discipulado en la Medalla Eugenio Maria de Hostos, otorgada por la agrupacion Mesa Redonda del mismo nombre. Escribi entonces mi ensayo H ostos y la naturaleza de America. Mas si no pude por tantas razones tejidas en mi ser, decir "no" al llamado de esta conferencia, comprendo que es diffcil bablar a dominicanos de Hostos y Santo Domingo porque nada que no sepan podre decirles. Lo que vamos a hacer juntos es una comuni6n espiritual y recordacion de aquel q:ue verfa la visita de ustedes a Puerto Rico con complacencia · y gozaria sabiendo que han venido con prop6sito de · ampliar la visi6ri de los modos de educar siguiendo la linea lucida de su pensamiento, que nunca se canso de aprender. I


2. El enlace de Hostos con la naturaleza y la historia dominicanas, es enlace de amor que abarca la Isla entera, asido primero a la contemplacion de la belleza natural en imagenes sucesivas. En el ajuste y armonia que busco siempre en la naturaleza vio un llamado al ajuste y armonia entre los hombres. En ninguna otra parte de America, como en Santo Do¡ mingo, realizo Hostos este asimiento fundamental porque nos sosiega, afirma y situa en una direccion clara de avance en medio de los cambios y sorpresas que vamos enfrentando al vivir. Hostos se aduefio amorosamente de la naturaleza dominicana y la llevo consigo en el recuerdo cuando tuvo que alejarse de ella. Partiendo del pico Isabel de Torres, guardian de Puerto Plata, contemplado desde su primer tiempo en la Isla, fue acumulando imagenes que nunca se borraron de su memoria. En SU viaje del Ozama al Jura en 1882, encaminado ya en su accion transformante de mentes y almas, va incorporando a sus recuerdos la muralla vegetal de San Cristobal, la llanura de Azua, y dentro de su marco natural, los pueblos: Bani, donde la cortesania es ley; la fantasistica y risuefia descripcion de Tamboril. Un libro entero puede escribirse sobre esta intima trabazon de Hostos y la naturaleza dominicana: solo voy a detenerme en una carta donde contesta una felicitacion de Afio Nuevo a un grupo de disdpulos desde Santiago de Chile en 1890. Aparece ahi su manera de entrelazar aspectos de la naturaleza con reflexiones morales, reveladoras del vinculo afectivo entre su obra y el escenario en que se desenvolvio: Cuando desde la cumbre del Santo Cerro se contempla el lejano escenario que el domina, nieblas, nubes y vapores se desvanecen en la distancia y solo asciende ante el admirador la deleitosa vision del paisaje iluminado por la luz que todavia el suelo no ha contaminado. Asi, desvanecidos en el tiempo y la distancia, los que pudieron ser recuerdos desapacibles, cada vez que me pongo desde lejos a mirar hacia ustedes, veo que los quiero mas, que es mas vivo mi amor al suelo patrio y que es mds intima de lo que yo habia pensado, la relacion entre esa Republica y el afanoso de su bien que hoy hecha de menos sus climas; sus campos y las luchas que le impuso. 3. (Las luchas que le impuso? Mejor serfa decir las luchas que el mismo se impuso; y la mas noble de ellas la que todos conocemos, resumida por una de las inteligencias dominicanas que mas se le parece, Pedro Henriquez Urefia. La describe como una nueva forma de lucha en la vida de Hostos: "educar maestras que educaran despues a todo el pueblo". Y afiade: Implanta la ensefianza moderna centrada en la ciencia positiva, segun su formula de hombres de 'conciencia y razon'; ensefia la moral laica. La obra fue extraordinaria; moral e intelectualmente comparable a la de Bello en Chile, Sarmiento en la Argentina,

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Giner en Espana. Solo el escenario era pequefio". (Prefacio de Essais. Paris, Instituto Internacional de Cooperacion Inte1ectual, Stock, 1936.) 4. Mas no solo hombres de conciencia y razon, sino hombres completos. Y aqui es donde esta la originalidad de la creadora pedagogia de H ostos: empezo a labrar en si mismo y tuvo la oportunidad de hacerlo en sus disdpulos dominicanos, su concepcion de un hombre nuevo, que, al aceptarlo y ponernos a la tarea de su desenvolvimiento, es, como ha observado con intuicion profunda Victor Massuh, "solo anuncio, proyecto, potencia ". En el todos podemos trabajar, como hizo Hostos consigo mismo y con sus disdpulos, superando la orientacion positivista de la ensefianza hispanoamericana tal como la concibieron maestros como Sarmiento, Varona o Barreda. La superacion consistio en intensificar lo moral y afectivo, "florecimiento desde un nucleo interno" en la hermosa exploracion de Massuh. (Hostos y el positivismo hispanoamericano en Eugenio Maria de Hostos, peregrino del ideal, Paris, 1954.) Santo Domingo es el escenario donde Hostos adelanta asombrosamente la construccion de ese hombre nuevo: primero, en si mismo, reforzandola con los toques con que trata de hacerlo surgir en SUS disdpulos. Esta preciosa tarea que lo une mas a Santo Domingo, lo hace a la vez iniciador de una nueva actitud del hombre hispanoamericano que podra buscar desde entonces dentro de si, las esencias de su ser, transformandolas al vencerse a si mismo para ser "hombre completo". La lectura del Diario de Hostos, sus Cartas y el Viaje a la America latina, que en la Edicion del Centenario aparece con el titulo de Mi viaje al Sur, nos revela la agonia en el sentido griego de la palabra con que Hostos lucho en las zonas mas secretas de su conciencia para dar contorno y expresion al hombre nuevo que concibio y quiso ser. Para medir su avance y disciplinar su esfuerzo, escribe el Diario. Tres conceptos trazan los primeros caminos de trabajo: libertad, deber y conciencia. "Ya es tiempo de ser hombre y de ser libre". (Diario I, p. 32.) Libertad aqui es libertad interior lograda por el estudio "como ÂŁreno de la fantasia; perseverancia de voluntad, tranquila lucidez del entendimiento". (Diario I, p. 31). "El primer deber es ser hombre; no cumplirlo es llevar contigo la muerte. Y el primer derecho, gozar de la armonia de tu ser en todo lo que existe". (Diario I, p. 26) . "El unico juez es la conciencia. Pide primero aprobacion de tu vida al juez interino". (Diario I, p. 37) . En Paris, en 1868, se hace esta pregunta que lo situa entre los extremos donde se mueve su afan de integridad: "(NO tengo obligacion de conocer hasta que punto obedezco a la razon, hasta cual al senti-

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miento?" El 31 de diciembre de 1869 (Diario I, p. 157) llega el fin a una definici6n precisa y la escribe: Ser hombre completo es "ser nifio .de coraz6n, adolescente de fantasia, joven de sentimiento en la edad de la madurez temprana; ser armonfa viviendo de todas nuestras facultades: raz6n, sentimiento, voluntad, movidos por la conciencia; ser capaz de todos los heroismos y de todos los sacrificios; de todos los pensamientos y de todos los grandes juicios y poner en todo aquella verdad, aquella realidad del ser qu~ s6lo de ese sentimiento trasciende; ser finalmente un mediador entre el racionalismo excesivo, _:no. por racionalismo sino por absorber en el todas las demas actividades independientes y necesarias del espiritu- y el pasionalismo de los que creen que todo lo hace la pasi6n; eso es lo que llamo hombre completo; eso es lo que practico. (Diario I, 194-195) . Hay pues actividades independientes y necesarias del espiritu, que no podemos desatender ni deja! que sean absorbidas por el racionalismo excesivo. Porque son imprescindibles en la construcci6n del hombre nuevo. 5. Sin proponerselo, Hostos crea dos sfmbolos que nos aclaran la construcci6n del hombre nuevo en sf mismo. Uno revela su naturaleza solidaria por amor a toda expresi6n de vida en el universo, mientras mas humilde y pequefia, contemplada con mas ternura. El otro, misterioso dentro de la nocturna atm6sfera en que manifiesta su sentido. El primero aparece ya en mi ensayo Hostos y la naturaleza de America. Viajaba Hostos de Col6n a Cartagena. Sentado en cubierta contemplaba los bosques cercanos, cuando vio un pajarillo de los que revolaban en el barco, que no vacil6 en posarse sobre su mano que sostenfa una naranja. El "no vacil6 en posarse" es indicio de esas naturalezas amantes de todo lo creado que por serlo, atraen hasta los pajaros sin vacilaciones. "Mientras se alimentaba familiarmente" dice Hostos, "Yo lo acariciaba con la mirada". Aquel pajaro era un petiverde como los que habfa visto de nifio en la casa de su abuela. Ahora lo convierte en un sfmbolo de su interna transformaci6n. El pajarillo fugaz, simboliz6 en un dfa de esperanza, "el vuelo sobre abismos que se da de lo esperado a lo obtenido". (Mi viaje al Sur, p. 21-23). El vuelo sobre abismos es ver"condenadas, sacrificadas, enterradas por ilusas," las espennzas que crefa mas dignas. En tales momentos buscaba azorado y ansioso al pajarillo fugaz, para tener el placer al menos, de ver en los aires la esperanza. Asido a ella se levantaba de nuevo aunque lo obtenido fuera lo contrario de lo esperado. Porque todo en ultimo extremo, servfa a la interna construcci6n. El otro simbolo, el pajaro vigilante, se desenvuelve en una parabola. Comienza con tond de narraci6n oral: "En el patio de la casa en que me alojo se sofoca tambien entre las rejas de su jaula, un paja-

rillo vigilante". "Se sofoca como yo," nos parece insinuar el tambien que no ti~ne expreso antecedente y por eso nos hace volver la atenci6n mas al narrador que al protagonista. Y continua: "En las horas con· cienzudas de la noche, cuando los hospedados duermen suefio indiferente o angustioso .. . " Las horas concienzudas Io son para el; los demas duermen mientras el ejercita SU CO.n ciencia en la meditacion y en la introspecci6n. Entonces ,:que hace el pajaro vigilante? "Emite", dice Hostos, "un sonido identico al que producen nuestros labios si queremos llamar discretamente la atenci6n de alguien que se aleja o desatiende o se. hace el sordo al llamado nuestro". La parabola va intensificandose en un suspenso que rompe la tensi6n cuando el narrador nos deja entrar en su interioridad. El taller donde se construye el hom• bre nuevo se llena ahora de presagios: "Recogido en mi mismo", nos dice, "velo en la alta noche el suefiq intranquilo de mi pensamiento ... " ,:Que sucede· en este instante de vigilia altisima? "Escucho el silencio que se oye", nos dice. 1El silencio que se oyel El silencio sin el cual el pajaro vigilante no articula su grito. Es un grito · persuasivo, afiade el narrador. Es un grito que distrae de sf propia mi atenci6n. Es un grito que aleja de sf mismo el pensamiento mfo" . ,:Que sucede entonces? ,:Que persuasion convence y amonesta? "Me parece que oigo el sumiso clamor de una conciencia" confiesa Hostos en socratica actitud de espera. Cuando el clamor se disipa, el hombre en alta vela vuelve a oir el silencio nocturno, a entregar a sf mismo pensamiento y atenci6n, has ta que el ·pajaro renueva su grito y en su animo renace el clamor. (Antologia, Madrid, 1952, p. 157) . La parabola es indicadora de la obra de buzo realizada con prop6sito, para descubrir que "ningun error, obceca ni acalla por el momenta, mi conciencia". Que por lo demas, Hostos, desde 1869 - la parabola que he analizado se escribi6 en Caracas en 1877- habfa proyectado profeticamente esta tarea de construcci6n hacia un afan de todos los que conscientemente acepten el quehacer salvador: "El hombre completo es un edificio que no se acaba nunca". 6. Esto es lo que se impuso, y esto es la fuerza de SU arco y de SUS flechas, 0 Como el lo llamaba, el prop6sito de la Normal, en sus afortuna:dos disdpulos. Pero muchas veces fue necesario escribir epfstolas des· de Chile a los discipulos que dej6 por razones que ellos se explican. No esperaban, sin embargo, esta, tan jesucristiana que les asombra y los invita a la . acci6n: uno de sus prop6sitos era, "poner a prueba la eficacia de su predicaci6n, encomendando la obra a los disdpulos". Es paulino su amor y su ardor en la Epistola en que aparecen esas palabras. Por 6rgano de uno de los mas antiguos, Francisco J. Peynado, se 3


dirige a todos sus disdpulos desde San tiago de Chile, el veinte de octubre de 1892. Revela entonces que habia tratado de ligarlos por media de una correspondencia de que fueron desertando y pide una explicaCi6n. Tras la inquietante pregunta, '',:Que hacen ustedes?", concentra su larga exhortaci6n en este resumen de su pensamiento : Cuatro afios bastaron para formarlos a ustedes: cuatro habrian bastado para que cada uno · de ustedes hubiera formado a otros cuatro. i:Cuantas veces cuatro podrian ser ya capaces de ver que por el camino que lleva la Republica no se ve sino el abismo y cuantos los inducidos par la raz6n a esforzarse para trabajar en el beneficio de su patria? Ustedes se han desatendido de mis instrucciones, de! plan que Jes habia trazado, de las suplicas orales y escritas que les he dirigido y de las doctrinas en que las forme. . Pareceria que el maestro va a callar aqui, hundiendose en inmenso desconsuelo. Pero no. Inesperadamente aparece volando sabre abismos el petiverde. En el aire vuela con el y desciende la esperanza. Y leemos estas palabras: Mas asi coma nada hay hecho mientras alga queda por hacer, asf nada hay perdido mientras queda alga que esperar. La otra Epfstola que quizas muchos · aprendieron de memoria, es la que e.n via desde Chillan a los discipulos de la Escuela Nocturna. Escrita despues de I.a amonestaci6n de la Epfstola ·a Peynado, acusa honda nostalgia representada en la cigua "que la fortuna arranca de . SUS patrios matorrales;" la melancolia de no estar "en el lugar de los mas intimos esfuerzos de su conciencia; el temor de que su obra pueda malograrse. Pero otra vez el petiverde. revuela, prendiendo ~n su coraz6n la esperanza: Porque no puede la ausencia de uno solo, disolver la sociedad en que muchos .se asociaron para la redenci6n. Hay frecuentes pasajes en la obra de Hostos donde nos sobrecoge su entonaci6n profetica que nos recuerda el ardor de Isaias o Daniel. En su discurso El proposito de la Normal, breviario inspirador de todo maestro, hay un parrafo que profetiza para su. obra la continuidad en resurrecciones futuras. Considera las posibilidades dolorosas cumplidas coma el temi6: el suefio irrealizado del sofiador; la tarea inconclusa de su obra. Considera tambien las posibles apo.stasias disolventes. Pero sabre toda destrucci6n "ni la vida · azarosa, ni la muerte temprana, podrian quitar al maestro la esperanza de que en el porvenir germine la semilla que ha sembrado en el presente, porque del alma de sus discipulos ha tratado de hacer un templo para la raz6n y la verdad, para la libertad y para el bien, para la patria dominicana y la antillana". (El proposito de. {a Normal. Obras completas XII, p. 142). El mismo clasific6 a sus discipulos en directos e 4

indirectos: los que recibieron de sus labios la ensefianza para trasmitirla a otros y las que creerian en SU palabra oyen<lola a SU vez de aquellos. Con estos estan to<los los que en nuestro tiempo seguimos aprendiendo en sus libros. En este trabajo de continuida<l los <lominicanos han contribuido con agradecida nobleza en muchas ocasiones. Esta es una. En 1953, prepare para las escuelas secundarias de Puerto Rico una selecci6n de cuentos hispanoameric.anos por encargo de nuestro Departamento de lns trucci6n. Cada cuento va seguido de una serie de preguntas que Bevan al alumna a investigar y pensar . Uno de los cuentos es Dos amigos de Juan Bosch. La pregunta cuarta dice: "Juan Bosch visit6 Puerto Rico en 1938 .. i:Como se relacion6 entonces permanentemente con nuestra literatura y nuestra historia?" Los estudiantes descubrieron. esto: Juan Bosch, disdpulo indirecto de Hostos, convivi6 con nosotros durante las meses anteriores al Centenario de Hostos, atenuando la tristeza de su exilio .con la meditaci6n y el estudio del pensamiento del Apostol. Prepar6 entonces su conferencia Mujeres en la :vida de Hostos, que ley6 el siete de noviembre de 1938 en el Ateneo de Puerto R,ico, bajo las auspicios de la Asociaci6n de ·Mujeres Graduadas de nuestra Universidad. Tuve el privilegio de presentar al conferenciante aquella noche. Re. sumi en un parrafo la aportaci6n que la conferencia · nos hacia en estas palabras: Ante Hostos, Bosch se enfrenta con su mas dificil aventura literaria. Entra en los trastelones del escenario donde una gran figura continental desempefi6 sus visibles actividades •de ap6stol, educador, moralista, soci6logo, comentador de Hamlet, y la mas alta resumidora de todas, americanista perenne, para reconstruir, a base de dispersos hilos, la red sentimental, el venero humanismo, sin el cual, coma diria el mismo Hostos, no hay· hombre completo. Juan Bosch levanta con unci6n la cortina encubridora de la intimidad · hostosiana y peiletra en las espacios -decisivos en todo destino de var6n excepcional- donde la mujer fue acicate, congoja o paz. Es decir, Bosch dio al retrato que nuestro amor y nuestra fantasia guardan de Hostos, los toques imprescindibles que lo transforman, de estatua simb6lica de marmol, en hombre de carne y hueso, que manifiesta mas resplandeciente que nunca, la luz de su espiritu. Paco despues el gobierno de Puerto Rico entreg6 a Bosch el cuidado de la edici6n de las Obras Completas de Hostos. Viaj6 a La Habana, y mientras la casa editora imprimia los volumenes, Bosch alternaba la correcci6n de pruebas con la redacci6n de una biografia: Hostos, el Sembrador. EI libro sali6 de los talleres de la Editorial Tr6pico en 1939. El autor dice que la imaginaci6n intervino escasas veces en la biografia. Hostos, el Sembrador completa el exce.I ente libro Hostos, ciudadano de America que nuestro Antonio

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S. Pedreira public6 en Madrid en 1932. Las lineas severas y nobles del retrato de Pedreira, se dulcifican con nueva atracci6n, en la imagen creada por Bosch c;Iel ¡hombre para comprender mejor al ap6stol. No nos parece extrafio entonces, que el artista descuidado por Hostos en si mismo, se aduefiara de su expresi6n en frecuentes espacios de su prosa y nos dejara. en la penultima pagina del Diario, el 31 de julio de 1903, una de las visiones mas bellas que haya podido tener profeta alguno. An.tes de alejarse de la. orilla de los vivos en aquel verano azar~so de 1903 que tanto lo entristecio, SUS ojos COntemplaron una transmigraci6n de mariposas que motiv6 en el melanc6licas medi taciones. En¡ su segundo tiempo en el pais habia presenciado un fen6meno igual y se propuso observarlo y estudiarlo. Pero aqui hace una confesi6n que lo conturba: aquel proyecto "como tantos que han empedrado el camino de mi vida" no se cumpli6. Lo marginal no vivido nos hace pensar siempre en destinos abandonados en su posibilidad, llenos de punzantes recuerdos. De ellos se distrae Hostos mirando la migraci6n de mariposas. Habia comenzado un mes antes, pero este dia la bandada era numerosa y el contemplador empez6 a encontrar, segun su costumbre, relaciones con otros hechos de la historia natural del pais; de la historia civil y politica, para decirse: "1Que buen

pais para v1v1r en el entregado a la naturaleza y lejos del alcance de los hombres!" Ese estado de alma se distrae de nuevo concentrandose en el pasar y pasar de las mariposas. Recuerdo los tres momentos de la migraci6n; mariposas azules y amarillas primer.o; despues mariposas dardiformes y por ultimo, mariposas oscuras. Entonces las gue parecen flechas voladoras, el bandal de las dominicanas damiselas. Comparando la migraci6n que contempla con la primera que vio, nota que en esta es muy corta la cantidad de mariposas emigrantes de colores vivos y risuefios, mientras es larguisima y abundante la de mariposas oscuras que se van. Nada mas nos dice. Y es extrafio que no escribiera la reflexion moral que acaso se volvi6 hacia adentro. Gran numero de las mariposas de colores vivos y risuefios se han quedado. La nube de mariposas oscuras sigue alejandose. Por ley de la armonia y el ajuste universales de que parti6 su fe en el bien invencible, las mariposas de colores risuefios que se quedan, anuncian la renovaci6n y la reconstrucci6n del orden deseable despues de toda crisis individual o nacional. Asi fue entonces y volvi6 a ser despues, Asi ha de ser siempre. La esperanza de Hostos en su siembra sigue llevandonos en vuelo sobre abismos de lo sofiadoa lo que alcanzaremos en la tarea de interna construcci6n a gue el nos invita.

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La Conspiracion De San German del Ano 1809 Por

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STE ANO SE CONMEMORA EL SESQUICENTENARIO DE LA

culminaci6n de la obra brillante y patri6tica del representante electo por Puerto Rico a las Cortes de Cadiz asi como su primer Vice-Presidente, el Teniente de N avio Don Ram6n Power Giralt, quien tan to hizo por el progreso y bienestar de la Isla, y de la elecci6n de su sucesor, el licenciado en derecho Don Jose Maria Quinones y Nazario de Figueroa, sangermefio ilustre. Al considerar sus ejecutorias y las actuaciones del Cabildo de la Villa de San German desde el afio 1809 es conveniente, a manera de introducci6n meramente, citar los antecedentes de rebeldia de SUS¡ ciudadanos, pues sus manifestaciones de civismo a .traves de la historia no las puede igualar ningun otro pueblo de la isla. Fueron los pobladores de "la aguada", antecesora de San German en la bahia de Afiasco, el primer pueblo que os6 deportar los funcionarios de Diego. Col6n en 1510. En 1534 el gobernador Francisco Manuel de Lando acus6 de sedici6n a los sangermefios que declaraban que "en materia de beneficio econ6mico Ja soberania espafiola es mas inconveniente que el trafico ilegal con paises extranjeros", y clamaban, "Dios me lleve al Peru" o a Mexico. El gobernador Robles habia observado que "los vecinos de la Villa eran menos sumisos que los de la Ciudad" y el gobernador Arredondo en 1690 los calific6 de que "por el estado que tienen de mostrencos. . . ha ejecutado tantas y tan repetidas desobediencias". En 1746 estuvieron "concitados casi en rebeli6n" en oposici6n a expropiaciones de sus tierras y s6lo las reformas y obras publicas del Comisario Real O'Reylly pudieron aplacarles. La conspiraci6n del 1809 al 1811 que trataremos, fue seguida por otro movimiento en 1868 que el gobernador Pavia calific6 el 15 de octubre de "acto de rebeli6n a las autoridades constituidas. . . que revela 6

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una rebeli6n manifiesta al principio de Autoridad" . Todos estos episodios ocurrieron por las fuertes presiones econ6micas que llevaban a la crisis a las fuerzas productoras y a los contribuyentes. El bienestar material de los criollos era afectado adversamente por los abusos contributivos y los discdmenes econ6micos que llevaban a la economia al desbarajuste, lo que provocaba conspiraciones rebeldes dificiles de contener contra el poder politico. Tan recientemente como el 26 de marzo de 1874 la Diputaci6n Provincial se dirigi6 a los alcaldes Davila, Ti6 y Porrata advirtiendole al Cabildo que "cuando tenga que dirigirse a S. E. lo verifique en la forma respetuosa a que esta obligada. . . sin permitirse calificaciones que envuelvan desacato .. . y por pura benevolencia no le sujeta cual debieran a los Tribunales de Justicia". A este deliberaron que ellos "faltarian a SU deber, traicionarian su conciencia, si pretendieran continuar en sus puestos despues de ese suceso ... y se dignase aceptar la dimisi6n de todo el Ayuntamiento. . . por la poca o ninguna consideraci6n con que el actual Ayuntamiento ha sido tratado ... en el mero hecho de resolver definitivamente expedientes que no estaban en estado de resoluci6n" . Sin embargo, considerando que ese acto jugaria en las manos del gobernador, nombrando entonces un Cabildo de sus partidarios incondicionales, acordaron "revelada un acto de despecho mas bien que la expresi6n de su sentimiento, que es lo unico que se desea significar. . . y en tal caso quedarian abandonados los recursos legales que debe utilizar .. . se acord6 protestar contra ellos", dando un gran ejemplo de seriedad y re's ponsabilidad ciudadana. Por haber surgido estas rebeliones de causas econ6micas se ha dicho por unos que fueron movimientos derechistas y otros, como los escritores Juan Antonio


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Corretjer y Cesar Andreu Iglesias, que fueron movimientos comunistas, como han tachado al Grito de L ares. Sencillamente fueron movimientos naturales de defensa colectiva, pero aunque acaudillados por las clases dirigentes o fuerzas vivas fueron respaldados por el pueblo casi totalmente, siendo parte de la historia p rivativa de Puerto Rico. No nos proponemos relacionar una serie de fechas y detalles sino tratar de enfocar con nuestras pocas luces un episodio importante en la historia del primado pueblo cristiano de Puerto Rico, la Villa de San German, aunque es dificil hacer cabal justicia a su historia rica, interesante y completa tan a la ligera. La historia nuestra lo es en mayor grado que la de otros pafses americanos, ya que fue este el segundo pafs en ser colonizado, y se originaron aqui muchas de las expediciones militares de la Conquista. Puerto Rico ha producido muchos hombres eminentes a traves de toda SU historia que no han sido debidamente apreciados quiza por lo reducido de la regi6n en la cual se desenvolvieron; soldados, sacerdotes, marinos, educadores, cientificos, escritores, politicos y profesionales en casi todos los campos del saber. La historia de San German y de Puerto Rico constituye un paralelo asombroso, un microcosmos fiel que resume la historia de Ibero America que puede ser estudiada aquf en sus mas pequefios deta.lles como reflejo de la continental. Casi todas las grandes convulsiones politicas que ocurrieron en Ibero America hasta el logro de su independencia de Espafia y Portugal se desarrollaron aqui casi en perfecto paralelo, pues como las comunidades eran entonces pequefias, aisladas unas de otras, los pueblos y ciudades, con la excepci6n de aquellas de los Imperios de Mexico y Peru, eran pequefios y remotos. En toda la America del Sur y aun en esta isla de Puerto Rico, la topografia ayud6 a crear esa divisi6n en departamentos segregados, tal como en la Madre Patria Espafia, aislando aqui la Capital de su segunda ciudad en importancia politica, San German, que por cierto tiempo fue mas importante en poblaci6n y riqueza. Los bosques de la Cordillera Central, la regi6n de mogotes calizos impenetrables del centronoroeste, asi como las lagunas pantanosas resultantes de las copiosas lluvias y los inumerables rios y quebradas causaban ese aislamiento. El interior y parte de las costas del norte de la Isla estaban todavfa cubiertos con los bosques originales y en estos solos ambulan grandes manadas de perros salvajes, deda el viajero ingles Sir Richard Bonn y Castle. El cronista Fray Ifiigo Abbad compar6 en 1782 el aislamiento de los habitantes del interior de esta isla a los del Lago Ontario, lo que quiza explique el proverbial regionalismo por el cual el sangermefio se ha distinguido a traves de los afios. Quiza otro motivo consisti6 en que

San J u an fue la Ciudad Capital desde los inicios de nu estra h istoria por lo que tuvo mayores opor tunidad es para un trato mas estrecho con los oficiales del gobierno y la trop a, y por ser .ru erto de mar tuvo mayor intercambio maritimo. Quiza por tal raz6n, el gobierno, con su punto de vista ofici al y cap itolino la favoreci6 en forma parecida a la que aun lo hace, creando cierto recelo natural entre ambas regiones, pues generalmente el visitante a San German habfa pasado antes por San Juan, en donde adquiria ciertos prejuicios naturales propios de los capitalefios. La primera impresi6n que ese visitante recibia era la de las colosales fortificaciones de la Ciudad Murada, provocando su admiraci6n por el gran tamafio, atrevido disefio, costo, pericia de los constructores y el motivo de su construcci6n en una isla, mientras otras vastas regiones continentales no tenian defensa como esa. La contestaci6n, desde luego, es que Puerto Rico fue la llave y puerta de entrada de las Indias, mientras que el fuerte de San Marcos en San Agustin en el Estado de La Florida con La Habana, era la puerta de salida. Puerto R ico era el basti6n oriental, con las fortalezas de El Morro, San Crist6bal y San Ger6nimo, y aquf Espafia traz6 la lfnea, al occidente de la cual no se permitia, por las fuerzas de las armas, influencia extranjera alguna. Era la primera linea de choque en un sistema defensivo de vital importancia para el Imperio Espanol, con sus fortificaciones centrales en Cartagena de Indias, Puerto Bello y Vera Cruz, pero la mas importante era la de Puerto R ico, aunque la mas ayudada fue La Habana. N inguna de estas estrategicas plazas fuertes era autosuficiente, pero como eran esenciales al sistema defensivo, se les otorgaba un subsidio llamado "El Situado" que procedia mayormente de Mex ico. Era una ayuda econ6mica para construir los fuertes, sostener la tropa, el gobierno y la iglesia, influyendo en tal forma que muchos oficiales del gobierno eran nombrados luego de haber servido en Mexico. Una gran cantidad de puertorriquefio ~ fueron militares veteranos desde el inicio mismo de nuestra historia. Desde aqui salieron fuerzas expedicionarias anfibias con su complemento de caballos y armas contra los feroces indios caribes, a las conquistas de La Florida, Mexico y Peru, asi como naturales eran los soldados que defendieron esta isla contra las expediciones inglesas, francesas y holandesas, tomando parte destacada en la derrota del ejercito de Napoleon Bonaparte en Santo Domingo y Haiti en 1810 y peleando en las guerras de independencia en Sud America, Mexico y Cuba. Esa herencia quiza explique las excelentes actuaciones de nuestros soldados en las guerras mundiales primera y segunda asi como en Corea, en donde nuestro famoso Regimiento 65 de lnfanterfa fue encargado del rescate de la Infanteria de ¡Marina,

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que habfa sido empujada violentamente hacia atras por las hordas chinas al sur c\el rio Ya lu cerca de la represa de Changjln, y no obstante el terrible frio, totalmente desconocido para ellos, fueron las ultimas tropas de retaguardia que fueron evacuadas por mar de! puerto de Hu.gnam. Puerto Rico se defendi6 victoriosamente en 1797 de! ultimo ataque europeo en gran escala por los ingleses bajo el Almirante Abercromby, y como recompensa irc)nica se dej6 entonces la defensa de la isla a sus propias fuerzas entrado el siglo XIX, al suspenderse el envlo de los fomlos del "Si tu ado". Sin embargo, surgieron a cambio ciertas compensaciones, tales como el inicio de una economia basada en las realidades propias de Puerto Rico, la gestaci6n de! ideal constitucional y reanudando la prensa una conciencia bibliografica cle conceptos liter:arios y cientificos. Subitamente la isla fue sometida a un intenso e ilustrado estudio ci"entifico de todos los angulos, geografia, geologia, biologia, historia, economia, sociologia, pedagogia, ciencias politicas, etc. Desde el cese del "Situado" Puerto Rico tuvo que vivir su propia vida sin ayuda externa, sino al contrario bajo una pesada carga contributiva, por lo que fue obligado a estudiar la posibilidad de crear nuevos mercados. Fue asl como desde el ano de 18 IO las relaciones comerciales con los Estaclos Unidos de America se desarrollaron, pues alli estaba un rico mercado natural y una salida idealmente situada para nuestros productos, comenzando asi yna corriente paralela cultural hacia la America de habla inglesa. Este comercio florecio y fue tan importante que debido a las constantes ataques a la navegacion por piratas y corsarios, el gobierno de los Estados Unidos envio una escuadra de 15 barcos de guerra bajo el Comodoro David Porter a aguas de Puerto Rico para proteger su comercio libre, ingresando Puerto Rico legalmente en el comercio mundial. El hombre que Puerto Rico encontro providencialmente para iniciar esta transformacion economica fue el Teniente de Navlo Don Ramon Power Giralt, electo el 16 de abril de 18IO coma primer diputado por Puerto Rico a las Cortes Espanolas y su primer vice-presidente por unanimidad. Este senalado honor al segundo cargo en importancia en el Congreso N acional espanol fue un extraordinario reconocimiento de habilidad aparte de tamano y riq~ezas, pues Power fue seleccionado entre los representantes de todas las inmensas regiones del vasto Imperio Espanol. Power era un militarveterano de la victoriosa campana militar contra el ejercito de Napoleon I en Santo Domingo, en cloncle tomo parte destacacla en el bloqueo de la Ciudad de Santo Domingo con 6 buques de guerra, en los que tambien habia transportado una fuerza expedicionaria de Puerto Rico en la que peleo 8

heroicamehte el alferez sangermefio, luego Coronel Don Jose An tonio Ponce de Leon. Como todo pals alerta, viril y con un gran instinto de conservacion, Puerto Rico tuvo la fortuna de encontrar el hombre indicaclo para conjurar la crisis y mantener la economla sobre su pals. P uede decirse que la historia de Puerto Rico puede dividirse en tre su vida antes y despues de! "Situaclo" . Antes, tenia una economia agricola de subsistencia ayudada con el subsidio <lei "Situado", mientras que despues d esarroll6 una gran actividad generada por una especie de "Operaci6n Manos a la Obra" de la antigiiedad, basacla .en una economia mo<lernizada y un comercio a base de productos de exportacion. Entre otras gestiones, Power luch6 para conseguir el nombramiento del economista mas adecuado para implementar la reforma de la economia, Don Ale¡ jan<lro Ramirez, y Iogr6 la aprobaci6n de muchas !eyes basicas que ayudaron a efectuar esa dificil tarea. Obtuvo la derogaci6n cle una Orden R eal que proveia el gobierno por decreto ta! . como en ciudades sitiadas, liber6 la Intendencia de la Oficina del gobernador, abri6 nuevos ptiertos y elimino la subasta obligatoria de carnes, asl como los altos impuestos de aduana sabre las harinas y otros alimentos, Entre ambos fomentaron la inmigracion de colonos europeos para ayudar la industria, la agricultura y el comercio, substituyeron el papel moneda por la moneda de plata, desarrollaron las industrias azucarera y ganadera, ampliando la instrucci6n publica asl como la imprenta. Sus actividades politicas se encaminaron a una reforma del gobierno insular que tenia en vigor restricciones, impuestos y contribuciones que ahogaban casi toda iniciativa, situaci6n que provoco una situacion de rebeldia en la Villa y toda la Isla. En este Cabildo de San German se proclam6, ¡por vez primera en Hispano America, el derecho del criollo a la libertad y la independencia. Por medio de sus famosas Instrucciones, al diputado a Cortes Don Ramon Power, este cabildo exigi6 no solo una reforma al "despotico, arbitrario y tiranico" gobierno sino gue en el caso que Espana fuera sojuzgada por el ejercito de N apole6n I, esta Isla quedaria "independiente y en libre arbitrio de elegir el mejor media de la conservacion y subsistencia de sus habitantes en paz y Religi6n Cristiana. Cuando se le entregaron las Instrucciones del Cabildo de San German, Power era Caballero Diputado de la Isla y Vocal de la Junta .Suprema Central Gobernativa del Reino de Espana. Esta declaracion de independencia fue proclamada aqui mismo en esta sala capitular el dia 13 de noviembre de 1809, cinco meses antes de la proclamaci6n de Caracas de! IO de abril de 1810. Como declaracion de independencia fue la pionera en Hispano America y estaba revestida de gran importancia, pues a media-


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dos del siglo XVIII, apesar de ser San Juan la Ciudad Capital y SU puerto de mar el mas importante de la Isla, la Villa de San German tenia una poblacion mas numerosa, y un desarrollo agrfcola y ganadero mayor, lo que era en dicha epoca el indice de riqueza e importancia. Para remediar la situacion de la falta de puertos cercanos a la Villa, se solicito habilitar el puerto de Guanica con la fundacion de un pueblo, y que tomando en cuenta su poblacion de 23,997 habitantes mas los 35,840 de su jurisdiccion, se le concediera el titulo de Ciudad con Corregimento o Alcaldia Mayor. El Cabildo solicito tambien que como la educacion de la juventud era tan util al Estado, "sera muy conveniente se crease en esta Villa una Universidad en donde se proporcionase la ensefianza de primeras letras y estudios menores y mayores de las principales Ciencias y Artes, formandose los Estatutos para su establecimiento en Junta del Vice-Patrono Real . . . con cierto numero de Literatos y dos diputados por este Cabildo, enviandose a la Suprema Junta Central para su aprobacion". Un capftulo muy importante de la lnstruccion fue solicitar que fuera "libre la venta de viveres de los abastos publicos ... sin que a cuenta de las autoridades se atraviesen con ningun pretexto para despues expenderse con exhorbitantes lucros y perjuicio grave del pobre habitante y aun del mismo comercio". Entre los afios de 1809 y 1810 los Cabildos crearon Juntas, que eran los Comites Ejecutivos para llevar a cabo las funciones del gobierno a nombre del encarcelado Rey Fernando VII, llegando en su autoridad a destituir oficiales espafioles, aun Capitanes Generales y Virreyes, lo que da una idea de su importancia. El Cabildo Abierto era una asamblea general de ciudadanos prominentes convocado en emergencia coma esta y para imponer contribuciones, de las que se conservan minutas muy interesantes en los libros de actas de este municipio. Las Milicias Disciplinadas constituidas por voluntarios de infanteria y caballeria, eran en las emergencias los encargados de la defensa y del orden publico, los que suplian sus propios uniformes, caballcis y armas. Existia cierta opresion, pero .los oficiales reales no eran los tiranos t~n frecuentemente descritos porque el gobierno estaba constituido adrede a base de zonas de autoridad con poderes conflictos entre Cabildos, Audiencias, Capitanias Generales, Virreinatos y Obispados. Este sistema de limitacion de poderes evitaba los abusos de poder por ambiciones personales, siendo el Rey el arbitro final. La Iglesia era parte del estado con cargo del bienestar social, y servia como guardian de los oficiales civiles, aun poniendose al frente de la ciudadania contra los oficiales arbitrarios o dando asilo a los jefes de algun tumulto, dirigido

frecuentemente por sacerdotes. Cuando las actuacio- . nes de algun oficial del gobierno ofendia a los ciudadanos, su llamada de ayuda desesperada a las Milicias no era atendida por estas, forzandolo a capitular. En el afio de 1758 ocurrio uno de muchos tumultos tipicos en San German cuando un oficial real quiso poner en vigor una ley de expropiacion de terrenos. Como no quiso atender las protestas ciudadanas, el Procurador del Cabildo le propino una soberana paliza un domingo frente a la Iglesia antes de comenzar la misa, aunque ya el pueblo habia apedreado su morada la noche anterior. El atacante se acogio al asilo de la Iglesia, de donde fue enviado con la apelacion del Cabildo a la Audiencia de Santo Domingo, la que luego fue fallada favorablemente. Puede observarse que no todos los tumultos fueron movimientos separatistas, sino que la mayoria se debierori a la dificultad de establecer relaciones satisfactorias con los representantes de la Corona. Las !eyes espafiolas no se habian observado con rigidez desde la Conquista, por lo que el llamado opresivo yugo espafiol no era muy pesado y a me路 diados del siglo XVIII, Carlos III habia reformado el gobierno con m路e didas liberalizadoras del comercio que crearon bastante prosperidad. Sin embargo el nuevo sistema de Intendentes creado para centralizar el 路 gobierno resulto al contrario en un mayor provincialismo. Al mismo tiempo la lealtad a la Corona recibio SU mayor golpe al desterrarse a los Jesuitas, SUS mas leales y fuertes defensores por la rivalidad e influencia de otras ordenes religiosas. Hasta el afio de 1809 los hispanoamericanos no habian pensado seriamente en la independencia y solo el accidente historico de la invasion de la peninsula iberica por el ejercito de Napoleon I desarrollo el sentimiento separatista. La guerra napoleonica habia creado el concepto erroneo entre los criollos de que en realidad se estaba peleando contra los franceses y los espafioles que los ayudaban, bajo la ciudadania espafiola concedida por la Constitucion de 1812, pues el lazo comun del lenguaje unia a todas las regiones hispanas fuertemente pero el resultado final fue hostil a Espafia. Como este acto conmemora las famosas Instrucciones dadas por el Cabildo de la Villa a su representante a las Cort~s, las que por la Constitucion de marzo 19 de 1812 declararon a Puerto Rico ser parte integrante y provincia de la nacion con la ciudadania espafiola, es oportuno dar aqui algunos detalles ignorados por nuestra historia sobre la destacada partici路 pacion sangermefia en estas !ides patrioticas. Desde antes de entregarse las Instrucciones a su representante Don Ramon Power por el Comisionado del Cabildo de San German, Don Francisco Antonio Ramirez de Arellano, se fraguaba una revuelta por

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distinguidos sangermenos, algunos de los cuales eran miembros de este Cabildo. Entre ellos figuraban AIcaldes, Capitanes y Tenientes de las Milicias, un Sargento Mayor, el regidor decano, el cura parroco, el secretario del Cabildo, regidores, tenientes a guerra, y las principales familias de Ia Villa. EI gobernador Don Salvador Melendez y Bruna tenia sospechas del movimiento y se habia preparado solicitando tropas y funcionarios especiales pues el golpe se esperaba para las Navidades del 1811. Fue enterado oficialmente el 21 de enero de 1812, ordenando entonces una pesquisa que fue llevada a cabo por magistrados ya llegados de las Audiencias de Quito y Caracas, pues se sospechaba de los mas altos funcionarios de la Isla, incluyendo el Delegado a Cortes Ramon Power, el Obispo Arizmendi su coadjutor Dr. Leoncio Santaella, el fiscal Jose Ignacio Valdejulli novio de Ia sangermena Senorita Mariana Quinones Nazario, y otros puertorriquenos prominentes. Don Ramon Power procedio a su vez a impugnar al gobernador Brigadier Melendez y Bruna, pidiendo Ia suspension de su mando, lo que fue denegado por el Consejo de Estado. Los cabecillas principales fueron arrestados por sorpresa y conducidos a San Juan para su interrogatorio, luego de la llegada de tropas de Espana el 23 de diciembre de 1811, las que habian sido pedidas urgentemente por el gobernador. Estos cabecillas fueron el Sargento Mayor de Milicias Urbanas retirado Don Felipe Nazario de Figueroa y el recaudador de impuestos Jose Vicente Gonzalezi que por deberle al erario publico una cantidad considerable de dinero se jactaba que "pensaba pagarlo con una revolucion". Don Felipe Nazario habia sido Sargento Mayor y se le acuso de aconsejar "<a que aguardan? lo que tienen amuelense ahora". La pesquisa vino a terminarse el 28 de mayo de 1814, acordandose que por su gravedad se suspendiese hasta consultar con el Consejo de Indias. EI fiscal del proceso fue Don Jose Joaquin Maroto, de Ia Audiencia de Quito, asistido por el oidor de Ia Real Audiencia de Caracas Don Pedro Benito y Vidal y Don Jose Costa y Gali, fiscal de la misma. De las declaraciones tomadas aparece que el Ayuntamiento de San German tenfa correspondencia con Mexico, Caracas y Santa Fe de Bogota. Usando el lenguaje del proceso, "los principales corifeos" de esta conspiracion fueron el Alcalde de la Villa y Mayordomo de la Iglesia Don Francisco Antonio Ramirez de Arellano y SU primo Ledo. Don Jose M\\ de Quinones; Dr. Don Felipe de Quinones, Alferez Real; Don Mauricio de Quinones, Capitan de Urbanos; Don Ramon Ramirez de Arellano, teniente de Milicias y Alguacil Mayor; Don Felipe Nazario de Figueroa, Sargento Mayor retirado; Dr. Don Nicolas de Quinones Ramirez, Mayordomo del Hospital de la Concep10

cion; Don Pedro de Silva, Capitan de Milicias; Don Fernando Rivera; Don Jose Belvis; el Capitan Don Faustino del Toro; Don Domingo Barrios, regidor; Teniente Don Domingo Ramirez del Postigo, Don Jose Ursino, regidor decano; Don Juan Antonio Yrizarri; el presbitero Don Buenaventura Barrientos; el notario Don Jose Dolores Acosta; Teniente a Guerra Jose Ortiz de Pena; el Alcalde Bernardo Pabon Davila; el escribano del Cabildo Don Juan Eloy Tirado; Jose Vicente Gonzalez, "cabeza de los mulatos y deudor a los fondos publicos"; Don Vicente Ramirez de Arellano, Sargento Primero de Milicias; Tomas Cardoso, desterrado de Venezuela asi como Carlos Plumer, y las familias Quinones, Ramirez de Arellano, Nazario de Figueroa y otras relacionadas. Las Juntas se hadan en el sitio de Guanica cada quince dias, en donde tenia su residencia Francisco Antonio Ramirez y aunque no poseia bienes alH, con el pretexto de recoger ganado, pero con el fin primordial de mantener comunicaciones con los rebeldes de Caracas. Era aparente "el desafecto que se notaba entre estas familias de la Villa hacia el gobernador y los espanoles peninsulares, Ia desaprobacion de sus providencias y la ambicion que tenian a Ia autoridad". Su oposicion a todo lo que fuera pago de derechos, contribuciones o donativos al gobierno .e ra bien conocida, y se les acuso de que habian dicho repetidas veces que "hacia mas de 300 anos que los americanos gemian bajo el yugo de los espanoles; hasta cuando vamos a esperar para sacudirlo". Tambien se formulo la acusacion de haber dicho que "el objeto de la independencia estaba contenido en uno de los capitulos de la Instruccion -q ue forjaron en aquella Villa para entregar a Don Ramon Power, diputado a Cortes", y que ellos eran protegidos en la Capital por el Previsor Dr. Jose Gutierrez del Arroyo, provisor del Obispado y delegado por San German a Ia Junta Gubernativa por el propio Obispo Don Juan Alejo de Arizmendi, el fiscal Juan Ignacio Valdejulli y el coadjutor del Obispado Dr. Leoncio Santaella. Se declaro que unicamente la llegada de 400 tropas espanolas por Aguadilla el 23 de diciembre de 1811 habia logrado suspender la sublevacion que se tramaba, pero que "se mantenia en los animos de los conspiradores esperando el momento propicio y se mantenia correspondencia con el diputado a Cortes, aparte de los oficios que recibian del Ayuntamiento de la Capital". De la sumaria formada en la Villa de San German de orden del gobernador Melendez y Bruna resulto que efectivamente se trataba de una revolucion proyectada en forma, pues los testigos de cargo asi lo habian declarado con detalles de las reuniones y las expresiones de Ios conspiradores. El alcalde Don Ber-


nardo Pab6n Davila fue acusado de decir que "el como cabeza de la revoluci6n era bastante para 70 hombres. . . que quisiera tener una vara de justicia pues los espanoles estaban llenos de miedo por ver cuatro bayonetas, que tenia las manos duras y que Espana estaba perdida a los franceses". El Sargento retirado Don Felipe Nazario fue acusado de expresar que cuando triunfara la revoluci6n tendrian un procurador que supiera representar la gente, y que "este gobierno no nos debe gobernar, ni nosotros obedecer". El joven Jose Hilario Belvis, hijo del acaudalado peninsular natural de Galicia Don Mateo Belvis, dijo que estaba tan resuelto que "deseaba llegase el dia de la revoluci6n para quitar la cabeza, el primero a su padre", si se oponia. Este adolescente fue acusado que se estaba organizando una compania de j6venes "todos de valor, los que debemos estar prontos para cuando se nos avise", entre ellos un hijo del Capitan de Urbanos y Alferez Real Don Clemente Antonio Ponce de Le6n, llamado Leonardo, Jose Antonio Rivera de Caho Rojo y Jose Maria Rodriguez de Guayanilla, pero al ser confrontado con dicha acusaci6n aleg6 que la compania armada era con el fin de defender sus haciendas y la "Junta de Corte" de 22 de enero de 1809 si habia revoluci6n. Sin embargo, el teniente de milicias Don Francisco de Castro declar6 que en ocasi6n de celebrarse un baile en la residencia de Don Juan Francisco Nazario de Figueroa se suscit6 una disputa entre el granadero Mariano Baez y Jose Hilario Belvis, jactandose Baez que no habia quien hiciera frente a sus bravos granaderos y contestando Belvis:- "yo tengo una compania de lampinos para hacer correr a todos los granaderos patilludos" ... hacienda al mismo tiempo el gesto de sacar un punal, siendo separados. Belvis declar6 que el cuchillo que sac6 fue para trinchar un lech6n asado y que su contestaci6n sobre el poco valor d.e los granaderos lo habia dicho en broma. En defensa de su hijo Don Mateo Belvis, gallego, regidor mas antiguo de San German, declar6 que el no sabia nada de la revoluci6n pues vivia "retirado en su ingenio que estaba a dos leguas de aqui" (la Villa de San German) y que su opini6n era que todo consistia de habladurias sin base, aunque no neg6 que habia ofrecido su casa para la Junta de los Cabildos, para uniformar las relaciones de los Cabildos y redactar las Instrucciones al Delegado a Cortes. El Secretario del Cabildo Juan Eloy Tirado declar6 que "las noticias que llegabari de Espafia eran mentiras para enganar a los naturales; que Europa toda estaba en poder de los franceses y que solo estaban libres Santo Domingo, Puerto Rico, Cuba y Cadiz y que las tropas espanolas que habian llegado por Aguadilla sedan otros tantos traidores como los de Espana que se habian rendido a los franceses; . .. "que

si el Rey Fernando volvia al trono seria como un Rey de Bastos'', un monigote puesto por Napole6n. Las tropas que desembarcaron por Aguadilla eran 4,000 en numero, habian llegado acompanadas de sus familias muchos de ellos, lo que indicaba que eran refugiados de Espana por motivo de la invasi6n francesa, segun informes que dio el Notario Don Jose Dolores Acosta. Conectabase que el Notario Acosta habia ido tres veces a la capital en un ano con el pretexto de ver las 6rdenes como sacerdote de su hijo, a pesar de ser un hombre que no podia acarrear esos gastos, por lo que se presumia que esos viajes eran costeados por familias de medios de San German como los Quinones "de ¡ quienes era compadre, muy amigo y aliado intimo". El contacto con la capital se mantenia a traves de Don Buenaventura Quifiones quien residia alla, y un testigo declar6 que "la revoluci6n era movida por una mano poderosa, con el Senor Obispo y su provisor" pues hasta "los curas de San German son partidarios de los facciosos y que el Obispo tuvo intervenci6n en la £ormaci6n de las Instrucciones de Cortes". Los informes que corrian eran sobre tropas de diversas nacionalidades y que "venian huyendo por no defender a Espana como han hecho muchos traidores". Hasta el Sacristan de la Iglesia fue acusado de aconsejar que se debia hacer lo que ordenaba el Ledo. Don Jose Maria Quinones, o sea, "que no debia admitirse nada de Espana, quedando independientes", que eran los consejos de ese futuro delegado a Cortes. Lo interesante .es que muchos oficiales de las milicias estaban de parte de la revoluci6n como un movitniento nacional, lo que demuestra que en toda Hispano America se creia que en realidad se iba a pelear contra el dominio de los franceses. El Capitan Don Pedro de Silva fue acusaclo de decir publicamente que "toda Espana estaba perdida y lo que unicamente quedaba resistiendo era la plaza de Cadiz, por lo que en Puerto Rico, dentro de muy breve tiempo, seremos independiente de Espana". Nada menos que el Comandante del Cuartel de la Villa, Don Faustino del T oro, le contest6 al Teniente a Guerra al peclirle este un donativo de SUS tropas para el gobierno, que "ya estaba cansado de dar donativos y que sabia que los iban a poner a media paga; pero que en la Capital no faltaba sujeto que llevase cuentos al Sefior Gobernador; que algun dia se pondria remedio y puede que fuera el buen bast6n ... pues este gobernador nos es ta sacrificando a todos". El colector de los diezmos y las alcabalas Jose Vicente Gonzalez fue acusado de decirle al teniente

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a guerra "amigos, yo no pago nada porque aqu{ dentro de muy poco tiempo vamos a ser independientes'', y el comentar sobre los escasos recursos de los insurgentes dijo que "la prision de Hidalgo en Mexico es t.ma pura mentira pues habia leido noticias en contrario llegadas desde Santa Fe de Bogota". Don Francisco Antonio Ram~rez, subdelegado de Marina y ex-alcalde dijo: "muchachos prevengan sus armas que es ta gobernacion nos quiere vender", obviamente a los invasores franceses. Un joven del barrio Macana de Yauco llamado Juan Figueroa fue acusado de decir: "ya tengo ganas de dar tajos a los cachacos; los degollaremos a todos". Tambien fue acusado el alcalde Manuel del Toro de haber dicho: "Nuestro Rey no sabemos donde esta; y en apareciendo, lo reconoceremos, o no lo reconoceremos". Don Jose Monserrate Jusino, Regidor Llano de la Villa fue acusado de decir publicamente que "tenia ganas de ver sangre". Al ser citado Don Francisco Antonio Ramirez de Arellano contesto que "no concurriria sino al llamamiento de un gobernador que sea hechura de sus manos; que ya tiene un obispo criollo y por consiguiente debe serlo tambien el gobernador y las demas autoridades". Don Jose Ursino fue acusado de tener grandes ideas de gobierno y reforma, manifestando ser "acerrimo enemigo de todo europeo, de quien se persuade ser del com plot". En cuanto a la participacion de la Capital, se presumia como faccioso al Dr. Jose Gutierrez del Arroyo, provisor del Obispo Arizmendi, tambien sospechoso, a quien fueron mostradas para su aprobacion las Instrucciones del Cabildo de San German como su delegado, antes de ser entregadas al Gobernador. El Dr. Leoncio Santaella, fntimo de Don Jose de Quinones y el fiscal Don Jose Ignacio Valdejulli, quien sostenia relaciones amorosas con Dona Mariana de Quinones, hermana de Don Jose Maria, eran de los sospechosos. Se acuso al Dr. Santaella que "cuando entro de asesor interino de Gobierno por enfermedad del propietario dio la provincia inmediata de pedir los autos que se seguian contra el teniente guerra de San German, con el designio¡ de que fuese depuesto y colocar a uno de su faccion para llevar adelante de mejor modo y mas a la conformidad de SUS ideas el proyecto. Que de la misma manera infiere que pueden contar con Don Ventura Quinones hermano de Don Jose que reside en la Capital y se deda que el provisor y el Senor Obispo eran los principales de esta materia". Las expresiones usadas por los sangermenos eran muy pintorescas y asombran por su franqueza y valor en esa epoca de represiones tan violentas. Nada menos que el Notario de la Curia Eclesiastica, Don Jose Dolores Acosta, manifesto "que era menester arrojar

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los cachacos de la Ysla", en ocasion que regreso a San German luego de ordenar como sacerdote a un hijo suyo, lo que segun los acusantes demostraba que toda la proyectada revolucion "trae su especial orfgen de la Yglesia" y "el orfgen de todo proviene del Senor Obispo y su provisor". Se le atribuyo a Don Mauricio Quinones expresar en las Juntas que aunque muchos opinaban que el primer golpe "seria ocupar la Capital ... por el metodo de hacer la guerra mas moderno, a el le pareda que era mucho mejor y mas facil posesionarse de los campos, pueblos y haciendas por cuyo medio podria ser aquella plaza rendida". El plan era poner al frente de la revuelta al teniente Don Domingo Postigo, contando con la ayuda del Capitan Don Pedro de Silva que estaba destacado en el cuartel. Allf tenian 120 fusiles con unos 1700 cartuchos y contaban con alguna artilleria oculta en Guanica traida de Caracas. Tramaban un golpe por sorpresa, un alboroto o tumulto popular levantado a un tiempo en todos los pueblos de la jurisdiccion "con el designio de que amotinando aquel pafs tuviese que acudir la tropa de la Capital a sosegarlo y aprovecharse entonces de la situacion para levantarla tambien". Por espacio de un mes estuvieron apedreando de noche las casas de los espanoles para provocar un tumulto al salir estos a la calle, y cuando se leyo a son de caja una Real Orden coartando las facultades del gobernador, Don Ramon Ramirez Regidor Alguacil Mayor salio por las calles proclamando que ahora mandaban "los Cabildos y no el gobernador" y Francisco Antonio Ramirez deda que "aquello no era insurreccion sino defensa de los derechos". El granadero miliciano llamado Mariano Baez, quien habia tenido una disputa con Jose Belvis dijo, "que no hay espanol que no le hieda a muerte". Se hablaba de que los criollos recibian auxilio de Caracas y que el Oficial de Ingenieros Don Bonifacio Barrientos habia desembarcado por Guanica para establecer contacto con los revolucionarios. Se presumia que los facciosos "podian contar con las milicias por estar comprendidas en las personas sospechosas algunos oficiales de ellos y algunos milicianos". Los alcaldes de Arecibo, Coamo y Aguada habian sido citados a una reunion conjunta por los cabildantes de San German en el otono de 1809, pero solo concurrio el alcalde de Coamo, y entonces el Cabildo de San German celebro una reunion por separado para proclamar la independencia, enviando primero las Instrucciones al Dr. Jose Gutierrez del Arroyo, Provisor del Obispado, para su informacion: La Junta de Cabildos se convoco para la residencia de Don Mateo Belvis "en el sitio de Hormigueros" porque estaba en un sitio intermedio, segun peticion de los cabildos mas distantes, pero los alcaldes llegaron a


San German en fechas distintas, hospedandose en la casa de Don Francisco Antonio Ramirez. No llegaron a ningun acuerdo, por lo que el Cabildo de San German prepar6 SUS Instrucciones por separado y las entreg6 al Dr. Don Nicolas de Quinones apodado "El Principe" por su influencia, para su entrega en la Capital. Se comentaba en la Capital que eran muy frecuentes "los dichos, pasajes, expresiones, cantinelas y otros sintomas indudables de la revoluci6n o por mejor decir del espiritu y designio de conspirar contra el gobierno y todos los europeos. Declar6 uno de .los acusantes residentes en San German que hada "mas de un mes que andan los espanoles mudando de habitaciones, procurando resguardarse, estar sobre aviso y buscar un lugar seguro para libertarse del golpe que Jes amenaza, aunque sea perdiendo sus bienes y posesiones". El fiscal Maroto encontr6 la tensa situaci6n tan grave y los facciosos tan numerosos y prominentes que aconsej6 que "por ser muchos los reos presuntos que estan complicados y muchas las personas de notable calidad. . . se haria demasiado voluminoso el proceso. . . y habria que proceder a la prisi6n de los reos y el embargo de sus bienes. . . Se seguiria en el presente caso un cumulo de quejas y la complicaci6n de varios sujetos de alto caracter . . . se daria lugar a encender el odio de las familias, la ¡ ojeriza de tantos como se ven cumpliendo y sin atraerse provecho alguno. Se puede asegurar que la mayor parte de los habitantes de esta ysla se pondran en una combusti6n contenciosa, y ,ejos de poderse proveer en justicia seria un manantial de dafios irreparables el seguimiento de este proceso y un caos de confusi6n. Pareceme violento dar un paso mas adelante en el proceso". Recomend6 ademas el Fiscal Maroto "estirpar la semilla de la discordia, desvaneciendo la prepotencia de algunos de la Villa de San German y aniquilando los motivos que han dado margen a que se puedan contraer habitos revolucionarios . .. seria muy conveniente que en este estado se sobreseyera en esta causa y se tomase en ella un temperamento . politico que consistiria en tomar una medida sobre los remates de diezmos y alcabalas que han sido con mucha y muy considerable parte el origen de los fermentos que se han notado en dicha Villa y han atraido pleitos, disgustos y desa:venencias". Recomend6 la reforma del Ayuntamiento "con la exclusi6n que previenen las !eyes, de los parientes en grados inmediatos, que hacen perpetuar la autoridad dentro de una-familia o de los que es tan entrelazados", o sea conden6 el nepotismo y su secuela el continuismo, que tienden a entronizarse aun en nuestros dias si nose combaten a tiempo. Los magistrados de la Real Audiencia de Caracas, Don Pedro Benito Vidal y Don Jose Costa y Gali,

se opusieron sin embargo al sobreseimiento de la causa tenazmente por ser esta "de una naturaleza tan privilegiada que ninguna legislaci6n del mundo por liberales que hayan sido los principios. . . considera ningun deli to mas grave .. . que el que conspira a destruir el vinculo que une los ciudadanos al estado". Su declarado prop6sito era "averiguar si ha existido el proyecto de separar esta Isla de la Monarquia Espanola. . . a los espanoles europeos de los espafioles americanos o purificarlos en el crisol de un juicio". Recomendaron que "no nos parece que obra ... la consideraci6n del numero y calidad de las personas comprendidas. . . que obligue a echat un velo sobre las ocurrencias de que se trata. Creemos que nada es mas perjudicial a un estado que dejar impunes los delitos, sobre todo los que comprometen su existencia. . . dado el primer paso, no es posible cejar sin comprometer su autoridad. Si el saber y la fuerza. son los que dan el tono a la autoridad, la prudencia es la que las sazona y modifica seguh los tiempos y las circunstancias". Al final ¡ determinaron que el mejor modo de conciliar los animos y de desterrar los partidos y divisiones era acudir a la rafz del mal, la recau(i,acion de impuestos en la forma menos gravosa a los contribuyentes sin perjuicio grave a los intereses del erario nacional; tal como modernamente toma la iniciativa el gobieriio de los Estados Unidos de rebajar las agobiantes contribuciones que amenazan crear una depresi6n econ6mica. La estrategia del fiscal Maroto era calmar los animos impidiendo el estrecho contacto de los patricitas con Caracas, segun se desprende de varias cartas interceptadas del venezolano .D on Miguel Jose Sanz, en las que deseaba la presencia del gobernador Melendez para "cortarle las orejas" y que "debia ser arrastrado por las calles''. Deda que los peninsulares eran "todos unos bribones conspirados contra hombres de bien para arruinar la N aci6n y envolver la America en sus ruinas. Ellos quieren que nosotros corramos su infeliz suerte y que seamos tambien franceses. . . pero probablemente toda la America se desprendera para siempre de la Europa . .. y de cuantos bribones han venido desde que el Rey foe preso en Francia". Es de notar que aparte de otros agravios acumulados, la chispa de la conflagraci6n la encendieron los altos impuestos y contribuciones que esquilmaban a los contribuyentes, como ha sido el caso tfpico en casi todas las revueltas populares o separatistas, aun en paises tan adelantados como Francia, Inglaterra y Estados Unidos. La motivaci6n final ha sido la libertad politica, pero la provocaci6n ha sido el problema social de la privaci6n y otros males a la ciudadania que la extrema pobreza hacia intolerables, aunque los medios usualmente empleados del terrorismo 0

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de las turbas h an derrotado el fin perseguido d e la libertad, con una resultante mayor represi6n como durante la revoluci6n francesa y la rusa. Cier tas !eyes arbitrarias pueden tolerarse por algun tiempo, pero cuando estas proceden a deteriorar las condiciones de vida y estas se tornan muy diffciles, incosteables 0 gravosas debido al impacto contributivo, al punto que producen sacrificios fisicos, se dispara el arma de la sublevaci6n. Es s6lo asf como puede explicarse que espanoles peninsulares como el regidor Don Mateo Belvis estuvieran complicados en la revuelta junto a los criollos, pues el lazo comun del lenguaje y el de la ciudadania los unia de manera muy estrecha. Esta insurrecci6n fue abortada con las reformas recomendadas y puestas en practica con rapidez por el gobierno, y gracias a la noble actitud patri6tica, la gran influencia y el tes6n de muchos ciudadanos de San German que fueron sus iniciadores y jefes, aunque su imprudencia los delat6. La recompensa a esta iniciativa revolucionaria no se hizo esperar, siendo electo el 21 de febrero de 1813, como Diputado para las Cortes de 1813 al 1814, el Ledo. Don Jose Maria Quinones y Nazario de Figueroa de San German, uno de los patriotas conjurados, y ex-oidor de la Real Audiencia de Caracas, en pugna con el Presbftero Dr: Don Miguel de Andino de la Capital. Aunque fue electo desde antes, lleg6 a tomar posesi6n en las Cortes luego de la muerte de Power, acaecida el IO de junio de 1813, presentando sus credenciales en Cadiz el dia 5 de noviembre de 1813. En las Cortes del ano 1814, ya trasladadas de Cadiz a ¡ Madrid, tom6 asiento el 25 de febrero de dicho ano, figurando en la vital Comisi6n de Ultramar y el Tribunal de Cortes, su cuerpo consultor legislativo, hasta la abolici6n de la Constitucion y la disoluci6n dei Congreso Nacional el 11 de mayo de 1814. Por los motivos apuntados, es asf como podemos asegurar que el primer intento serio independentista de Puerto Rico no fue el Grito de Lares sino la subversi6n sangermena del anode 1811. Fue una conjura revolucionaria mediante reuniones secretas de patriotas en contacto con los de Simon Bolivar en Caracas, con planes detallados para asesinar el Gobernador y expulsar a los espanoles y los enemigos franceses de la isla. Por las calles de la Villa se comentaban los sucesos de Caracas, Santa Fe de Bogota y Mexico, expresandose abiertamente los sangermenos en contra del gobierno e incitando a la revolucion y al exterminio de los realistas. ¡ Los contactos con Caracas databan desde los tiempos del quinto abuelo del LibGrtador Don Sim6n de Bolivar, quien fue vecino de la Villa de San German y procurador de su Cabildo por los anos alrededor del 1570. Dichas relaciones se habian estrechado por haber sido el Ledo. Don Jose Maria Quinones y N a14

zario de Figueroa Oidor de dicha Audiencia Real, la mas importante entonces del continente sudamericano, a quien le cupo tambien la gloria de ser autor de la pr imera constituci6n au ton6mica de Puerto R ico, precursora de la del Estado Libre Asociado, idea auton6mica que persiste desde su primera formulaci6n por el como tendencia adoptada por el liberalismo puertorriqueno. Asi como la Instrucci6n dei ano 1809 fue la, declaracion pionera de independencia en Hispano-America, Puerto R ico dejo a la zaga tanto a Espana como a Cuba al dar la batalla por implementar el ideal de abolir la esclavitud, que se origino aquf en San German en las mentes de Don Francisco Mariano Quinones, el Dr. R am6n Emeterio Betances y el Ledo. Segundo Ruiz Belvis. Con las reformas logradas desde 1809 en adelante, ingres6 Puerto Rico y forma parte legalmente del comercio mundial, dandose fin al contrabando semioficial al que habia sido forzada la isla a mantener con instinto salvador de supervivencia. Remos tratado de demostrar a grandes rasgos que la supuesta sumision o mansedumbre del puertorriqueno, que se ha estado comentando recientemente como un descubrimiento sociol6gico de nuevo cuno es apocrifa, pues se trata de descendientes de aquellos que fueron rebeldes habituales y compulsivos segun determinaron las estrictas autoridades espanolas con su experiencia nada tolerante de siglos. La impresion err6nea en tal sentido que han creido captar algunos soci6logos ha sido causada por cierta falta de instrucci6n sobre sus derechos, el insularismo o el desconocimiento de Otro idioma distinto a SU vernaculo que ha impedido la comunicaci6n abierta con los especimenes que han tenido ante su vista para estudio. Su meta inicial no fue libertarse de la tirania, sino de la miseria, de la que solo encontraban salida a traves de reformas economicas que supieron imponer con sus rebeldias. No esta demas ¡citar en ese sentido una reciente declaraci6n del eminente jurista norteamericano Thurgood Marshall: "La historia de la ley en todas partes del mundo demuestra que la protecci6n de los derechos personales y de la libertad han sido precedidos por la protecci6n de los derechos de la propiedad" . Es de felicitar al Instituto de Cultura Puertorriquena al rendirle homenaje al antiguo Cabildo de la Villa de San German, y a sus representantes al cumplirse el sesquicentenario de su decisivo triunfo sobre el gobierno del Brigadier Salvador Melendez y Bruna, tanto por medio de sus osadas Instrucciones a su delegado Don Ramon Power Giralt como por la eleccion de su ilustre hijo, el Diputado a Cortes Don Jose Maria Quinones y N azario de Figueroa hace exactamente 150 anos.


Estampa Barcelonesa de Jose de Diego Por

EL

SIGLo XIX SE ACERCA A su FIN. Po cos PIENSAN 'EN la realidad de que Espafia pierda sus "perlas" antillanas dentro de pocos afios. Se mueven, todavfa en la prensa, por los pasillos de las universidades jovenes que proceden de aquellas lejanas posesiones de donde Hegan a la Peninsula ricos vegueros, "frutos coloniales" y hasta algun negrito como criado de una exgobernadora o una rica indiana. Ellos sf hablan de "autonomfa'', de "Independencia'', pero sus ideas se diluyen o se aplazan ante cuestiones mas inmediatas. Serfa tan interesante como curioso conocer el pensamiento de aquellos estudiantes con sus afectos divididos entre la admiracion y el peso de la cultura que les ofreda la metropoli y las ideas emancipadoras recogidas en su Isla y a las que les empujaba tambien la na.tural rebeldia de la adolescencia. Jose de Diego era uno de ellos. Puertorriquefio, de Aguadilla, habfa venido, casi nifio, de su isla. Estudiaba en la U niversidad de Barcelona, donde se codeaba con otros compatriotas. No debio de ser muy buen estudiante. Le atrafa la vida del periodismo, antesala entonces de la gloria literaria, de la politica y hasta de los exitos amorosos. Tiraban de el la bohemia desde los cafes y los paseos nocturnos, y el mundanismo de los salones. Una fotograffa de la epoca nos le muestra aun lampifio, con un bozo que es de suponer contemplaba a diario con la ilusoria voluntad de que se convirtiera en poblado bigote. El atuendo de aquellos dias es casi actual aunque perduran en el restos de la veste romantica: la corbata aplastronada. Igual ocurre con el cabello, no muy largo, echado hacia adelante y' enrulado, como en un atrofiado recuerdo de las cocas isabelinas. El joven puertorriquefio estrecho amistad con un espafiol, apenas algun afio mayor que el, a quien llego a considerar como un hermano. Juntos pasearon las Ramblas, contemplaron a las muchachas, prepararon algunos programas de la carrera de !eyes.

JORGE CAMPOS

Tambien, juntos, se atrevieron a lanzar una revista La Universidad. Los dos habian comenzado la carrera de las letras con precocidad y habfan visto sus firmas impresas casi desde la nifiez. Los dos sentfan que la poesfa al uso adoleda de pesadez, de vacuidad, de poco lirismo. En Campoamor encontraban un aliento poetico que les impedia ver el lastre que confundfa sus poemas dentro del tono general de la epoca. No encontraban el instrumento que abriera brecha en la aparente solidez de la estructura de la poesfa hispana (El ariete se estaba forjando en America. Ruben Dario serfa su artifice) . Derivaron hacia lo festivo, lo superficial,

El A u.tor, en la epoca de "]ovillos"

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para, burla burlando, y encubriendo el atrevimiento con la modestia, ir rompiendo ritmos y quitando ampulosidad a los versos. Tambien las ideas, un poco atrevidas e irreverentes con muchas cosas establecidas podfan ir pasando asi ma.s' facilmente. Bromean los dos amigos. Y lo hacen epistolarmente. En epistolas que van a pasar al plomo de los tipos de imprenta. No Jes duele airear su intimidad - otro rezago romantico-. En ellas sale a luz su frivolidad juvenil, sus faciles amorios. Escribe De Diego a Catarineu, aludiendo a una musa que alegrara sus dfas (y no nos asustemos. Acordemonos de las Corinas y Aspasias de Juan Valera y Menendez Pelayo)

Rosa pas6 algun tiempo en Barcelona; se que estuvo despues de ama de cria con un teniente cura de Gerona. Las respuestas de su amigo tienen la virtud de darnos una estampa del poeta, coincidente con la fotograffa que acompafiara a SU primer Jibro

Race poco, al llegar a Barcelona, Cilla, el incomparable dibujante, me ha dado una noticia que en ti abona un cambio de costumbres espantoso, poco menos que un cambio de persona. Que te has vuelto elegante y cuidadoso . . .

Se que ella al verme, corre y se asusta, porque me envia de mala gana y a pesar de eso, cuanto me gusta la Catalina, la catalana. Es, con su traje, de azul morado y sus chiquitos labios de fresas, la mds salada del Principado, la mds bonita barcelonesa. Mas no todo es frivolidad ni ligereza. El .poeta, en medio de burlas y jugueteos con la rima, deja escapar acentos hondos que revelan que no todo es regocijo: Cual pdjaro vagabundo, nace el arte en cualquier rama; todo tiene en este mundo SU la do epico y prof undo y su lado de epigrama. El mismo lo ha dicho. Entre ¡ aquellos versos se puede buscar "una tristeza inefable que ha estado siempre en mi coraz6n". El poeta de aquellos ]ovillos a los que la historia literaria no presta gran atenci6n es el mismo poeta de Cantos de pitirre, tan agudamente penetrantes de la vida de su pueblo coma para poderlos expresar poeticamente.

Ya se que no te apeas la "chistera," que vas muy estirado de levita y tienes un bigote de primera. mas, tu informalidad, &quien te la quita? Tu Rosa, que reincide en sus locuras, ya no tiene . ni al cura de Gerona . .. (iHoy nose caen de primos ni las curas!) ]ovillos, subtl.tulado Coplas de estildiante, es el libro que recogiera estas cartas y en general toda aquella primaveral obra suya. Lfrica y humor -lo festivo, tan propio de aquel tiempo- se entremezclan. Poemas de poca trascendencia ... 1Un momenta! Ruben Dario "ha dicho la singularidad de que en aquellos versos joviales, de alegre musa y vario ritmo apuntaban los primeros resplandores de la nueva lfrica." cQue querfa decir con ello? Concha Melendez lo perfila preceptivamente: "el decasilabo que sirvi6 a Dario para esculpir los centauros de Palimpsesto habia servido ya a De Diego para celebrar la graciosa hurafiez de Catalina". Y en otro poema a una Chata estaba ya "el dodecasilabo de! rubeniano elogio de la seguidilla". Sin entrar en estudios estilisticos, lo que tambien se advierte a la simple lectura es su pareJ;ltesco con Marti: 16

JOSIE l!)f DIEGO I .

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Angulo de la Esperanza Por

Todos sabian que mi anhelo me daba una piel clara, unos ojos diafanos como el agua y la luz tan de tu mundo. Todos se apoyaban en mf - columna de un gran suefio. Y tomaban mi vida como una soledad de raices y cilices. Todos 'querian cruzar el mundo para ir a ti, pero les faltaba una gracia: el ansia de tenerte. . Y caredan de tu pensamiento. Yo he cruzado el mundo para llegar a ti, para ser tu habitante. Yo he cruzado el mundo para participar de tu iluminacion. Tu, la esperanza. Yo he pagado el precio de tenerte.¡ Yo pago todavia el precio de tenerte. cY como lo pago? cC<'>mo? Si soporte la espina en la flor, fue por la flor. Y !ogre la ternura: rodo del llanto. El llanto en mi - llanto mio -, fue mirada tan profunda, que tu te conmoviste. 1Ay, ceniza de memorias, ceniza fulgurante, verbo alanceado, tunica de la palabral <Que anillo clamante tuve? Amor multiplicado

EVARISTO RIBERA CHEVREMONT

en el instante en que, si vino la embriaguez - deleite sumo -, no £alto el extasis - ruta mistica para ir a ti. Dejame detenerme y mover el rostro en ritmo de agua y luz. Dejame volcarme y rozar la epidermis de la que fue mi estrella y fue mi rosa. 10h, tu frentel Tu frente - frente y nimbo. Tu frente - blanco de mi existir. <No fue en ella - estrella y rosa en levedad de enlace? cNo fue en ella - sintesis de l.o tuyo? <No fue en ella que lo finito se torn<'> infinito? Iris se arquearon sobre mi. Albas me circundaron. cQue a tesore en mi ascension a ti? Dej¡e la cascara y conserve la pulpa ' - carne y sangre chorreadas de espiritu en su fiebre - , para que bocas vivas cayeran sobre ti. Y el sacrificio - rendimiento de lo mio a lo tuyo -

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origin6 la fuerza : el canto. Yo soy nada que se vuelve todo en ti. En ti, que eres todo. Tod@: terr6n y espiga. Yo he cruzado el mundo para estar en ti. Yo he cubierto el mundo de huellas. Yo he arrojado en cada huella el polvo que es mi compafiia. , Y en cada huella el polvo ha aullado la perdida de la sombra. Porque en la muerte estan juntos el polvo y la sombra. ' Pero el agua y la luz - plenitudes tuyas se han desnudado en lo que dirijo a ti. Yo he cruzado el mundo para estar en el agua y la luz que tu eres. Agua y luz en ti. Agua y luz se mezclan con la sangre y el llanto. Porque hay sangre y llanto en los caminos del mundo. Huelias de sangr,e y llanro. Huellas que son lavadas por el agua y la luz. Ag_u;J;;.luz tuyas.

~¡~ -o~.-~agarro a ti. ' O me agarro a tu amor. Porque tu amor, por ser tuyo, nunca es muerte y sie1?pre es vida. Vida en agua y luz, que son tus modos. Agua y luz deciden la unidad. Tu. Tu, la vida del mundo. Porque, fuera ' de _ti, no hay mas que muerte. 1 Y la muerte no es afirmaci6n, sino negaci6n. I

Sufriendo y sangrando, concluyo en ti. Sufrir y sangrar es poseerte. Sufriendo y sangrando, como tu - humildad y elevaci6n -, se toma la brida y se calza Ia espuela para domar el potro y transponer el limite. Por amarte, ame a todos. Ame en todos lo que en ti de&eaba. Y, amandote en todos, ame el chispazo que tu divinidad trasmite a todos.

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Lo material dobla su tallo en mi. Y llamas y presencias, adentrandose en mf, me dan ojos para ver lo que no vi. Hay un mensaje. <Qi.le lo constituye? Es el pensamiento que no es pensamiento. Es la palabra que no es la palabra. Es la verdad que no es la verdad. Es la belleza que no es la belleza. Es el canto que no es el canto.

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Es el canto que no quiere ser canto, porque no hay oidos para ofrle. <Que he de decirte yo a ti? Todo esta en ti. Nada hay fuera de ti. Y s6lo tu amas a quien te ama. Amandote a ti, que eres el amor, es amado el amante. Yo he cruzado el mundo para estar en ti. Yo he cruzado el mundo para tenerte en mis manos. Porque mis manos estan llenas de ti. Porque mis manos estan llenas de ti, mis manos no son para herir, ni para separar. Mis manos son para sefialar y unir. Yo estoy en lo que das. ¡ Y, si el agua y la luz tu paso indican, en el agua y la luz te seguire para estar en ti. Tiendo mis manos a ti. Salvo lo que soy. Yo se lo que eres. Yo se lo que das a quien te mira y te mide en lo que eres. Yo he cruzado el mundo para tenerte. Yo he cruzado el mundo. Y mis manos estan en las tuyas. Y mientras me das lo que me das de lo que hay en ti, yo estoy con mis manos tendidas a ti. Yo he cruzado el mundo pa.r a estar en ti. Este es el fin. Y mis manos estan llenas de ti. En mis manos esta tu nombre. En mis manos esta lo que es puro en ti. Y lo puro en ti es el agua y la luz.

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Leyenda Por

E L CASER6N LE TIR6 AL ROSTRO UN VAHO CALIENTE

como si pretendiera deshacerse de el. El portal tenia siete capas de hollin entre sus mancharones negros, ocres, violetas; las escaleras opacas, una puerta tosca insensible a las ufias de los pedigiiefios. Sin embargo, aquella era la ultima puerta que le quedaba a su mundo americano. El Capitan Calixto Solana tuvo que aldabear varias veces antes que se movieran los ecos: -Abran; tabran, por favor! Algo pareda haber muerto adentro. El capitan adivinaba las persianas con sus parpados verdes virados hacia el vado, los muebles deshaciendose bajo el peso de los fantasmas, los corredores llenos de lagartos y de trepadoras. El temor de encontrar la casa desierta le nubl6 la cabeza y lo puso a temblar sobre unas rodillas maceradas. Pero la puerta se abri6 y , un grito breve y azorado lo aup6 desde las axilas: -1Nifio Calixto! -<No habia noticia de mi llegada? -Lleg6 recado del convento, anoche. El que respondia era un indio corpulento, con su ritual grave y placentero y sus ojos metidos en madriguera. Nifio Calixto recordaba haberlo visto en la casa de su abuelo, preparando las cuadrillas que partian desde las margenes del Ucayali has ta las serranias, en busca de cobre, de pieles y palisandro. El indio conoda todos lds dialectos de la cuenca del Amazonas y en sus andanzas habia llegado hasta la selva fria de Valdivia. El indio fue a recoger el hatillo del Capitan y este se qued6 junto a la puerta abochornado, tremulo, indeciso. El caseron apenas movi6 los labios al saludar a su amo. Desde que lo construyeron, habia tenido que vivir por su cuenta, sin repisa ni resplandores, a pesar

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Del libro en preparaci6n Cuentos de la Plaza Fuerte.

EMILIO

S.

BELAVAL

de estar situado en la calle del Sol de San Juan Bautista de Puerto Rico. En el inventario de los bienes americanos de la familia Solana, levantado por el Obispo de Tucuman, el caser6n apareda catalogado como palacio. Por mas de un cuarto de siglo, el caser_6 n habia estado esperando la visita de un Solana. Cada lustro se cambiaba el ajuar completo y las piezas desechadas se repartian entre los establecimientos religiosos. Ahora, por primera vez, apareda un Sola.n a; pero mas fac,h.a tenia de pordiosero que de cabeza de familia. El Capitan Solana logr6 dar unos cuantos trancos por una galeria donde vio un guifio de luz y se desplom6 sobre un banco de ausubo prensado por clavos de bronce. El indio, avivado por su viejo instinto de guia, fue a descorrer algunas persianas, temiendo que los ojos de su amo no pudieran vadear entre los pielagos rojos de los tinajones. La luz viva, centelleante, heria las losetas de marmol veteando el vientre humedo de la penumbra. A veces el Capitan Solana tenia que recatarse de aquel resplandor como si sus ojos no pudieran soportar mas el brillo de los soles americanos. El sopor de Nifio Calixto era demasiado oscuro para que el indio se sintiera tranquilo. Tenia los ojos erraticos, las manos exangiiez, las piernas hinchadas. No era el primer Solana recogido por el al horde del derrengamiento. Aquella era gente dura, acostumbrada a vivir sin contar con el cuerpo, capaces de pasar junto al cenoto sin tentar las pellejas. El capitan traia su peto de lana cosido a la piel, las hebillas de las jarreteras incrustradas en los hombros, las botas ¡encoladas a las corvas. El indio tir6 de su faca haciendo saltar las presillas, los correajes, rajandole las botas hasta los talones. Despues de hacerle beber de una cantarilla de agua de quina con tallos de borraja, lo carg6 hasta el lecho. Durante dos dias, el capitan estuvo quemando un suefio agitado bajo la mirada petrea del indio. El

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sueiio de un Solana puede cabecear desde Talara hasta Arica o levantar velas desde el puerto de Valparaiso has ta el Golfo de Penas. La familia habia dado ' tres generaciones de aventureros; exploradores y botanicos tanto como mercaderes; honorables en sus tratos con los indios. Los niiios de la fami1ia salian con sus padres a aprender las artes trashumantes de los trotadores de cm;dilleras. El primer Solana, abuelo del Nino Calixto, usaba montera de zorro plateado y chanclos de lefia del rayo. Los indios y los chinos lo conodan como El valiente Solana. La Caridad de su mano se extendia desde el Valle de Huancayo hasta el Archipielago de Chonos. Era compadre de los rios que corren desde Iquito hasta la Sierra V~lluda. El valiente Solana tenfa ~reinta cuadrillas de indios, una flota. de canoas con aparejo de palma y un nutrido tiro de llamas y vicufias. De los altos lagos pasaba a las terrazas fluviales; de las hoyas a las pampas; de las covaderas a los salitrales. Cuando habia que acampar a cortar cedro, ensacar azufre o recoger caolin, se construia un torre6n de piedra con una estacada de guayacanes. Si los nifios se portaban mal, se les encerraba en el torre6n a jugar con doblones de oro. Dentro de la estacada, indios y camelidos cambiaban suefios de soles pesados y palacios azules. El padre del Capitan Solana result6 mas explorador que mercader; mejor ge6grafo que botanico. Traz6 para stis cuadrillas un nuevo mapa de los Andes que cubrfa desde la Cordillera Negra hasta el Volcan Maipo. El ge6grafo le devolvi6 el cobre al Cerro de Pasco, el guano a las gaviotas y abri6 las trampas de las chinchillas. Los indios y los mulatos lo conodan como El Temerario Solana. Gustaba de las titrras negras y de los cniteres del altiplano; preferfa los metales blancos a los metales rubios; pelear con los osos -eJ melanc6lico haracami de los Andes- mejor que escaldar alpacas. Estaba acostumbrado a que la garua hiciera desaparecer ante SUS ojos los paisajes mas COllfiables; penetrar en las ciudades espectrales que el ÂŁ6sforo dibuja sobre los ÂŁ6siles vegetales. Su rostro era insensible a los cuchillos secos de la ventisca. Nifio Calixto tuvo que acompafiar a su padre en estas exploraciones espeluznantes como antes su padre habfa acompafiado al primer. Solana. Una noche, el nifio se sent6 sobre up.a piedra, una piedra redonda que pareda tallada por un yunca, pero el indio Sue lo vigilaba, de una lazada, lo hizo volar por los aires. Cuando el nifio vio desenroscarse la boa sobre la cual se habfa sentado, cay6 desvanecido entre los brazos del indio. La fortuna seguia, como una esclava sumisa, el rastro de los Solana. Algunas veces el peso de la plata, del platino, del 6pix, obligaba a las cuadrillas a descender hasta los pueblos mayores de los a.rchipielagos a almacenar la prodigiosa carga, antes de seguir ade-

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lante. Cuando Nifio Calixto entr6 en la Escuela de Armas, los Solana tenian casa puesta desde Nueva Granada hasta el Virreinato del Plata; almacenes de metales, sederias, cristales, ebanos y granos en todos los embarcaderos de la costa. Contemplando un anochecer desde su pahtcio de Iquito, Nifio Calixto vio un sol amarillo, envuelto en una nube de amaranto, hundiendose lentamente en el horizonte que bafia el rio Napo. El incj.io cusquefio que lo habfa acompafiado desde el sur, era como un oraculo vivo para el ocaso de los soles: -Indios y espafioles van a pelear. -Como espafiol, me siento tan indio como tu; nunca podria yo pelear contra un hombre de tu raza. -Indio s~ntirse espafiol como su amo, pero los tambores traen las voces de los muertos. Pronto llegaron noticias que El Temerario Solana habia muerto peleando junto a los espafioles en la costa. Sin que el Capitan Solana pudiera explicarse lo que sucedia, se encontr6 en la cordillera haciendole la guerra a la gente que el amaba tanto. Dej6 manchrdas de sangre las cruces padficas que los Solana habian tallado en las crestas andinas, para guiar el paso de los misioneros y los exploradores. Antes de morir, el segundo Solana tuvo que vaciar sus talegiJ.S de cobre; antes de poder huir, ¡el tercer Solana hubo de fundir sus lingotes de plata. Ahora s6lo le quedaba un palacio apresado en un sol angosto y un indio virtuoso encuclillado 'I sus plantas. El indio no se movi6 de su lado hasta que el Capitan Solana sepult6 en el fondo de sus ojos los paisajes vidriados por el terror. Poco a poco, el mundo se fue reduciendo 'en la conciencia de Nifio Calixto; pudo mover las piernas y alzar los brazos hasta la cabecera dorada al fuego. No sentia ya alarma ni extrafieza. Habia vivido casi toda su vida entre los brazos prietos de la naturaleza; cada amanecer con un cielo distinto. Como si la calle se hubiera dado cuenta que el Capitan Solana regresaba de sus pesadillas, el aire se llen6 de voces, unas voces bravuconas, metidas en picardia, diestras en jugar al escondite con el doble sentido. Aquella algarabia le hizo afiorar el amoroso secreteo del indio en la oreja de la llama, la cadencia ondulante del palabreo andino -garua, alla lejos; coipo, rama amarilla; guanay, volando bajo-. Era un lenguaje de tambores diminutos perchados en las gargantas del quichua o del araucano. Temiendole a las te.rribles nostalgias del viajero de la selva, Nifio Calixto se asom6 a la primera ventana que cedi6 a su mano a contemplar su nuevo mundo. Calle Sol era un corredor mistico disparado hacia el cielo a tiro de casamata. La calle empezaba en la Rambla de los Caballeros y terminaba en la Baterfa de los Caballeros. La mitad de la calle estaba bajo el baculo de San Pablo, Apostol de los Gentiles, y la otra mitad, .bajo las pestafias inquietas de Santa Bar-


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hara, patrona de Ia artillerla. Era una calle sefiorial y enteca; en ella tuvo Juan Ponce una casa blanca; las Carmelitas, uri cementerio; el Obispa:do tenfa un colegio de seminaristas; el Cuerpo de Artillerfa, un polvorfn. El ta.Jlo central estaba ocupado por casas de beatas, militares pensionados, parentela del Banco Azul. Caballeros graves, con rostros de San Luis Gonzaga, platicaban eon los can6nigos de la Catedral sobre filosofia agustina; coroneles maniobristas reconstrufan frente a sus mapas de campafia, la historia belica de las armas espafiolas en America; mancebos amarillados sobre las cotizaciones del mercado de granos, estudiaban los riesgos cubiertos por el Ordenamiento de Bilbao. En los zaguanes espejeantes. habfa esculturas de los santeros sevillanos, azulejos biblicos, cancelas de hierro con espadillas de Santiago. Cierta cerraz6n monacal se cernfa sobre aquellos palacios f~ntasmales; se sabfa que estaban habitados porque a las diez de la noche, bajaban las famulas a apagar las luces pasandole el cerrojo al portal6n. Abajo, las casapuertas estaban destinadas a los artificieros, los sargentos de la guardia; los centinelas del fuerte. Petardistas con cara de San, Garabito, permutaban con los goleteros de las Antillas Menores, los viejos mitos de las serpientes marinas; mujeres despechugadas remendaban a vel6n de ochavo, los calzones de los artilleros. En la cazoleta del Callej6n del Gato, un faro! con lamparones, alusaba el tabl6n carcornido de la taberna del Pitre Vergara. En las saletas pintadas con borra de algod6n habfa cestillas de palmas benditas, barcos soplados dentro de botellas azules, bastidores de Iona con lazos de agave. Cierto empecinamiento bravuc6n se cernfa sobre aquellas barracas dispuestas a volar junto con el polvorfn. La calle sorprendi6 al Capitan Solana dejandolo sumido en una misteriosa acritud. Le pareda imposible que una calle tan espafiola como aquella formara parte del mundo americano. El laticlo vibrante, la gran presencia fl\lidica; el canto vivo de la selva americana, estaba como sepultado en el fondo de la tierra. N ifio Calixto no vio un solo indio acurrucado en los soportales de la calle. Dos negras que cruzaron con sus canastas de espumas en la cabeza, paredan horneadas en un ensuefio muslfnico. Las mulatas ~enian carbones alegres en los ojos y c~ntoneo de bayaderas en la grupa. <!Que seria de la calle el dfa que los espafioles tuvieran que abandonar la plaza? cQuien podr~a cambiarle el color a aquella vida . sumergida en una aventura transmundana? Nifio Calixto empez6 a sentirse un extranjero mas en la Plaza FÂľerte. Un mundo como el que lo rodeaba, nuri.ca entenderia su jubilo primitivo, su trajinar aventurero, su amor a las tierras indias. Era preferible mirar hacia dentro, encerrarse entre las paredes oscuras de su caser6n destartalado. El caser6n no se habia dejado contaminar por las

estructuras verticales de la calle .pero habfase improvisado un orientalismo cromatico extrafdo de las mas puras quimeras del mundo americano. Nifio Calixto no pudo reprimir un gesio de estupor al contemplarlo por primera vez. Las estancias tenfan una atm6sfera limpida recogida en el fondo de un espejismo; el artesonado de olivo silvestre le prestaba sus tersas aguas a las paredes con escayola veteada de lapislazuli; los pisos de ebano les servian de espejo a los pajaros sagrados, a la~ corzuelas esculpidas en las puertas de cedro. El ajuar tenfa el humor trajinante de los 'Solana, trillo de mercaderes, encargos de l(\ fantasia, pequefios hallazgos recogidos en las excavaciones: lamparas de porcelana con lagrimas de d.lcedonias; orqufdeas de platino que recibian sus luces delgadas desde unas joyas engastadas en el fondo de la montura; cemfes de dioses oscuros tallados en una sola piedra preciosa. La casa era un pequefio museo; posefa esa grandeza abigarrada que da la opulencia cuando se junta con la pasion: -Extrafia casa - murmur6 el Capitan Solana con un sombrio orgullo. -El valie.h te Solana siempre quiso pasar SUS ultimos dias aquf. La unica pieza indescifrable del museo era un gigantesco mufieco, sentado sobre unas piernas enanas, que pareda escapado de un ensuefio barbarico. Era imposible descubrir en el algun linaje mitico. El trazo humano lo aislaba de los mitos animales. Tal pareda que la furia eruptiva habfa destruido el molde magico, en ei mismo instante en que SU fundidor empezaba a estampar su idolatria. Daba la sensaci6n de un misterio ih.tern.impido, de una profeda a medio revelar. Se adivinaba que estaba hueco porque una boca ancha, gorda, oblongada hasta un jubilo salvaje, descubria un interior rugoso, como el de un talque petrificado en un bafio de cobre. En la penumbra se convertfa en un pequefio monstruo rencoroso. Cuando un rayo de luz lograba alcanzarlo era como un cuerpo transparente que devolvfa paisajes y colores fantasmales; chortales rodeados de mandragoras, lau~ reles lfvidos, granates ahumados, escamas de azufre. -<!De d6nde sali6 este mufieco? -El valiente Solana lo encontr6 en una balsa podrida, flotando sobre las aguas del rfo Hauri. -<!Sabes tu lo que representa? - Mufieco magico tiene SU Secreto dentro. El Capitan Solana introdujo su sable en la boca del mufieco tirandole un solo mandoble a la aprehensi6n del indio y a su propio malestar. Sinti6 el sable tropezar con una cenefilla que cedia a la 'presi6n de la hoja, y mas abajo, una pasta blanda pero resistente. Hasta el sitio donde pudo penetrar la hoja, raj6 la pasta. El indio examin6 la punta del sable extrayendo de la ranura una sustancia color lacte:

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Sangre arbote6 el indio, laconico, con los oidos pegados al hueco sonoro de sus supersticiones. -Algun murcielago atrapado en el fondo -replica el capitan desdeiiosamente. Pero no pudo darle la espalda completa a la prevencion del indio. Por unos segundos se puso a examinar el residuo-: no es sangre; parece caucho teiiido con resina de cochinilla. -El indio movi6 la cabeza reafirmando Su ciencia de rastreador, mas el Capitan Solana no estaba en animo de inventarle disputas a sus creencias; acab6 por musitar-: un dia de estos veremos lo que tiene dentro. El menosprecio del blanco sulfur<'> al ente magico oculto en el fondo del muiieco. En la boca oblongada apareci6 un resplandor rojo, como si una mano negra hubiera encendido una fogatilla de cristales hipnoticos en las entraiias del mufieco. El resplandor era tan vivo que el Capitan Solana tuvo que retroceder, azorado. De un salto, el indio se coloco frente a su amo, temeroso del maleficio. N iiio Calixto habia vis to demasiadas cosas en el continente americano para que el juego de aquella luz pudiera desvelarlo. Conoda piedras cristalinas vedadas al ojo del hombre, anillas de serpientes que cambiaban de color antes que los VOlcanes abrieran SUS crateres; pero el indio conocia el calor ignoto que hada hervir el agua magica en los calabacines: -Muiieco magico hay que dejarlo quieto - sentenci6 el indio, mirando de reojo a su amo. El Capitan 24

Solana sonri6, esquivo. Mas que temor lo que sentia era la vaga desazon de un presagio. Era la primera vez que sentia su mundo blanco chocar con el mundo del indio. Algun dia, con su rostro lavad9 por la mansedumbre, el indio entregaria su alma solitaria a sus dioses de piedra. Cruzaria por las pontanas temblorosas de las aguas crepusculares en busca de una luna terrestre. Para un Solana, el destino de su alma no era cuestion de mirarse en un espejo de pirita o untar sus pieles de oso con miel y almizcle, antes de cruz.<!r por los Carambanos de la muerte. No habia que pensar que aquel muiieco fuera una de esas esculturas violentas que crea el terror de un artesano enloquecido. En el mundo indio toda cosa tiene sentido. N iiio Calixto estaba seguro que en aquel muiieco habia trabajado una tribu entera con destrezas y ritos de tres continentes. El andino trabaja con una naturaleza mas ancha que la del hombre blanco, con sustancias mas remotas, sin otra ciencia . que su magia. Una voluntad sobrenatural filtra viejas cualidades cavernarias en las piedras, los metales, las maderas. Al momento de fundir sus esculturas, el andino baiia sus yunques con a¡r gento vivo e hipnotiza SUS fogones milenarios. Hasta los insectos mas reacfos traen sus colorantes sutiles a la columna del humo magico. Niiio Calixto sabia, ademas, que el muiieco era indestructible. Tendria que encen~er los mil volcanes clel altiplano, quien pretendie~a derretir aquella


aleaci6n trabajaba por el misterio andino. Podrfa ser arrojado al mar, y el mufieco esperar a que los mares se secaran, antes de regresar a la tierra. El enigma no estaba en la estructura sino en aquel trazo humano subsumido en una quimera de cobre. La mano magica habia querido alejarlo de los cultos siderales, de las idolatrias naturales, forjandole un destino mas promiscuo. Su mascara de terror no tenia leyendas en el mar ni en la tierra. Lo que en el hubiera de humano, habia quedado alli, apresado, en una mutaci6n confusa entre la bestia y la momia. Nifio Calixto tenia bastantes horas vadas por delante para que pudiera perturbarlo una peregrinaci6n lenta entre las profedas de lo inverosimil. Se conform<'> con musitar: -Un dia de estos, vere lo que hay detris de el. La sorpresa placentera que le habia deparado su nueva casa, aquella selva diminutiva estilizada hasta el ensuefio, , no pudo evitar las conjeturas sobre su nuevo destino. Cada dia las arquetas y los tambarillos le devolvian nuevas maravillas; joyas de las cuales el se habia olvidado, resguardadas por E;l Temerario Solana de la dulce rapifia de las criollas americanas; monedas atacufiadas con la premura del hombre que ha de partir de madrugada, hojillas de credito de los bancos extranjeros. Aquello era suficiente para subvencionar el ocio dispendioso de un soldado, mas no podia satisfacer el espiritu de empresa de un Solana. Desde nifio, el capitan habfa encontrado hecho el mundo de los Solana. Hasta las cienagas de los hondones le devolvian su imagen con un trabajoso temblor. Ahora un pistoletazo habia cuarteado el mundo de los Solana. Tal pereda que el magnanimo dios de Tierra Firme, el Inka Tupac Yupanqui le habia vuelto la espalda a sus amigos blancos. N ifio Calixto sentia su capacidad de hombre blanco reducida por una nostalgia irreprimible. cEra el, en realidad intima, un hombre espafiol? Podia comprender que su abuelo lo fuera puesto que de Espana habia venido; hasta podia entender que su padre se sintiera espafiol ya que habia andado tanto entre espafioles como entre indios; pero el era mundo aparte. El indio habia sido el angel de bronce de SU nifiez, el protector sigiloso de sus andanzas de mozo, el servidor leal de sus desventuras de soldado. El mundo indio le habia dado su frugalidad, su confianza en la naturaleza; podia comer oveja asada, pan de maiz, cebiche, sorber ostras recogidas del chope; saborear duraznos y damascos y tomar te crudo; podia dormir sobre la tierra envuelto en un poncho o pernoctar en los fragiles pueblos andinos mecidos por los temblores de tierra. Apenas sabia lo que era una sociedad de blancos. Aquella misma casa seria incomprensible para un europeo. El descubrimiento

que el perteneda a otro mundo, un mundo cerrado y enigmatico, enemigo del suyo, lo dej6 triste y caviloso. El indio vio aparecer en la frente de N ifio Calixto una nube parecida a la que borra los guarangos en los caminos de la costa. Hasta aquel momento, las casas de los Solana solo habian sido visi tadas por soles cabalisticos y lunas sacerdotales. El indio le pidi6 al sol de Casa Blanca y a la luna del polvorin, que lo ayudaran a cuidar de su amo. El caser6n de los Solana se llen6 de resplandores tibios y la calle de ~vo­ caciones indianas. Las tribulaciones de Nifio Calixto se fueron amansando entre aquellas mananas desdibujadas por el relente del mar, prisioneras de un largo amanecer, y aquellos atardeceres dorados. Cada dia el pensamiento de N ifio Calixto caminaba mas lejos, pero SU animo estaba mas tranquilo. Vivia con la frugalidad de un chupatintas entre joyas fabulosas y muebles monumentales. La compafifa del indio y la presencia del indescifrable mufieco le eran placenteras. Algunas veces se levantaba a acariciar el mufieco, tratando de llegar hasta las oscuras claves de su enigmatico huesped. El indio se encuchillaba junto a su amo a cuadrar su propio enigma. El silencio del indio esta poblado de estatuas de piedra que guardan viejas palabras en sus labios inm6viles. El indio se siente hilado a un mundo cromatico, y como un cuerpo magico mas, ondula entre los luceros, las aguas, los metales, las bestias. Hasta en el lomo rayado de sus alimafias encuentra sefiales de su destino. El silencio del hombre blanco esta poblado por estatuas de cal con los labios sellados por la muerte. El hombre blanco vaga por un universo descolorido, y como un pajaro de fuego, picotea en las pizarras ignotas del paramo celeste. Frente a lo inverosfmil, el indio se conmueve, el hombre blanco se confunde. Una noche, un lamento horripilante estremeci6 el caser6n de las Solana. Era como si una momia hubiera despertado en su lecho de calamita encontrando sus carnes desecadas: -Mufieco magico esta sudando - advirti6 el indio a mitad de su segundo salto-. Tenga cuidado, Nifio Calixto. Los Solana eran gente religiosa; solian pernoctar en las conventos de sus dotaciones durante sus excursiones. Era famoso el jardin de plantas que el valiente Solana le h abia donado al Obispo de Tucuman. A pesar de la advertencia del indio, Nifio Calixto agarr6 al mufieco por el cuello dispuesto a vengar su propio susto. El Capitan Solana estaba furioso . Desde fuera llegaban las voces de sus vecinos, corri~ndo calle arriba, como perseguidos por una admonici6n demoniaca. Despues de vapulear al mufieco con una furia inutil, el Capitan Solana trat6 de extraer, con sus

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propias manos, aquel silbato diab6lico escondido en el fondo del mufieco. N ijio Calixto retir6 sus manos cubiertas de una resina untuosa, fetida, semejante a un cebo de vaca a medio alquitranar. El ~apitan se sentia irritado e insatisfecho. La idea de que su casa fu.era sefialada por el terror popular como un antro magico empezaba a conturbar SU animo. El temor de que la guerra hubiera desatado en el algun resentimient9 contra su amado mundo americano, lo mantenia contrito y absorto. Casi no se atrevia a mirar al indio que trataba de lavarle las manos. Estaba seguro que al am.a necer vendrian los vecinos a apedrear el palacio de la calle del Sol. El que vino al amanec.er fue el Decano de los medicos del Cuerpo de Artillerfa. El indio habia notado que las manos de Nifio Calixto se estaban poniendo tan negras c;omo las manos de los pegueros de Santa Ines. EI m~dico estuvo examinando las manos del Capitan Solana, entre sombdo y divertido: -Cualquier,a dida que intenta Âľsted petrificarse, mi querido capit*n. Le orden6 sumergir las manos en una jofaina de agua de cenizas con unas gotas de laudano en lo que regresaba. Media hora mas tarde volvi6 con el primer cirujano del Cuerpo de Infanteria. La incisi6n devolvi6 una sangre Ilena de pustulas metalicas pero todavia fluentes.

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-Caso mas extrafio; esto es una emulsion aurifera circulando por. un cuerpo humano; algo que va transformando los corpuscuJos de la sangre en un metal. -Yo Io encuentro muy grave. -Grave todavia Ileva una esperanza colgada del rabo. Esta sera una muerte espantosa, pero rapida. Hagale una sangria antes de que se taponen las arterias mayores; asi morira tranquilo. El cirujano le hizo otras incisiones con un espanto clinico insaciable. Las venas iban colapsando una tras otra y entre sus paredes habia cuajado algo parecido a unas celdillas de colmena. El crepusculo encontro el cuerpo cobrizo del Capitan Calixto Solana, amortajaqo. El rumor de aquel ¡ extrafio mal corrio por la plaza con tanta violencia coma el lamento horripilante de la noche anterior. Solo Ios santos frailes del Convento de los Dominicos


La Fundamentacion Epistemica de la Estimativa Por J. A. FRAN QUIZ I

F

ILOSOFAR ES

ENTENDERNOSLAS

CON

EL MUNDO,

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dicho con mas propiedad, la filosofia no brega con la cuestion de crear un mundo, sino con el problema de entenderlo. Es asunto teoretico, pues, aunque conlleve multiples implicaciones practicas. El mundo no se nos da, lo inferimos, y la inferencia es perenne porque lo nuevo emerge eternamente. Como cada hecho se nos impone por la fuerza de su aparente autosuficiencia, siempre nos sorprende lo inesperado, lo insospechado, lo fresco, lo nuevo. La vida significativa es, pues, revision constante, y la tarea es infinita. De aqui, que la filosofia milite pero no triunfe. En humor de caricatura veia William Jarp.es a la criatura humana recien-nacida como un manojo de enredadas confusiones. Como quiera que a la larga existencialmente todos somos criaturas confundidas, la vida es en su fundamento frenetica voluntad de perspectiva, ordenaciqn y sentido. En diafana formula lo concretaba Unamuµo al sugerir que nos regala Dios el caos esperando le devolvamos un mundo. De aqui que el quehacer de la existencia sea tormento filosofico, ya que en si la vida es ansia de perspectiva y · anhelo de significacion. Anhelo insaciable y significacion siempre creciente, porque vivir es constante repensar; es dialectica de miras y teorias por raton del ser en si que eternamente efervesce en novedades emergentes. El mundo como significacion, pues, no se nos da. Lo inferimos; y la dacion es el ser. Somos. Existimos. Por lo menos nos descubrimos siendo, y lo que somos, o nuestro ser, se nos revela en dos dimensiones, la del sentido y la del valor. Lo que es, significa; y lo que es, sirve o vale. Valor y sentido, las dos astas del ser en que la realidad parece polarizar. En cuanto al sentido, problematica epistemica;

en cuanto al valor o merito, encrucijada de estimativa. Ahondemos un poco, sin embargo. Por el lado epistemologico, en realidad rigurosa, <Que es lo que de veras sabemos? En efecto, (qUe es saber? (Como es posible saber el pasado que por ser pasado ya no ex iste y por lo tanto no es? (Como es posible saber el futuro, que por no haber llegado, todavia no es? Si se nos ocurre que trascendiendonos en el espacio y el tiempo en la memoria revivimos lo preterito, y en las intenciones telicas anticipamos el porvenir, nos preguntamos aun, cQue es eso del yo o del ser trascendiendose en el espacio y el tiempo? (Como hemos de concebir el fenomeno de la trascendencia en si? La valiente verdad es que conocemos muy poco, y probablemente nada, pero creemos que sabemos y pretendemos saber. Pretension, empero, es mera creencia y no conocimiento. Conocimiento es ya cuestion substanciada, establecida. Es vedficacion, auuque toda verificacion por naturaleza siempre sea incompleta. Verificacion es cuestion de examen, analisis y experimento, constatacion a la luz de crjterios y normas, adecuacion entre el pensamiento y su objeto, aunque el objeto sea otro pensamiento en si. Para muchos, claro esta, la naturaleza interminada o incompleta de toda verificacion engendraria escepticismo y hasta cinicismo, porque el infantilismo del todo-o-nada se da hasta en los filosofos. Para muchos otros, empero, la cuestion de conocimiento en su fondo es heuresis; descubrimiento, un darse cuenta. Es algo de amanecer, y como tal, es siempre paulatino y progresivo como el camino que conduce desde el fondo de la medianoche hasta el horde de las auroras. No insistimos en certidumbres que nunca lograremos, pero tampoco naufragamos en 33

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destructivo escepticismo que anqu ilosa y paraliza. Nos satisfacemos con lo poco que en p arte nos es pos ib le verificar, con la miga de conocimiento, que aun que mera miga, es sin embargo, conocimiento; y ya que no se trata de absoluta certeza, con modestia epistemica y cautela de rigurosa logica lo denominamos simplemente razonable asertibilidad. En efecto, no estamos diciendo nada nuevo. Sencillamente nos encontramos descubriendo una profunda verdad ignorada por tantos, pero diafanamente ya enunciada por San Pablo: Hoy tan solo vemos al traves de un cristal obscuro. Pero mafiana veremos cara a cara. Hoy conocemos en parte, pero mafiana conoceremos coma somos conocidos. Para el necio pues, el desconocimiento de lo absoluto engendra infantil desesperacion, pero para el espiritu maduro es nueva de gozo respecto a insospechados senderos a trillarse y fronteras todavia intocadas para la aventura infinita. Estamos pues, ante los horizontes de la fe mirando al traves de un cristal obscuro, pero esperando ver mafiana cara a cara; hoy conociendo solo en parte, pero vislumbrando futuras plenitudes. Hasta aqui los motivos de la epistemologia. Mas, (que de la estimativa? Ya dijimos que nos encontramos siendo. El ser se nos da, y al darsenos se nos revela en dos dimensiones : significaci6n y merito, las dos astas del ser. Pero en realidad rigurosa, en cuanto a merito, (que es lo que de veras valoramos? En efecto, (que es el valor en si? cQue es lo que acaece en la conciencia durante la experiencia de la valoracion en contraste con las otras funciones 0 formas del espiritu? cQue relacion guardan los valores como ideales o normas con la existencia coma hecho o experiencia? (Son los valores estados intimos y subjetivos del ser humano, o por el contrario se trata de instancias objetivas, formas o relaciones estructuradas en la misma naturaleza del espaciotiempo? Para efectos de heuresis. cCual es la forma de clasificacion axiologica mas provechosa? (Como hemos de jerarquizar los valores? (Como se relacionan e interpenetran los valores entre si? (Es la realidad extramental fuera del pensamiento, indiferente, o antagonica, o amigable a Ios ¡

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valores como cristalizaciones del esfuerzo humano? En lilti mo analisis, (Cual es el destino de los valores realizados por el hom bre? L aboramos para la nada o p ara la eternidad? Son estas las pregu n tas cardinales de toda estima tiva. Bregar con ellas es p lantearnos la cuestion de la vida y la m uerte, asi como la problemitica de la inmor talidad, p orque en ultima instancia se tra ta no ya de lo que vale, sino de lo que vale tanto como para merecer ontologica permanencia y eternidad. (No es todo esto, empero, la esencia de la cultura y la historia? H istoria y cultura, tanto la una como la otra, conceptos valorativos. cA que se reduce todo historicismo sino al hecho simple y diafano de que como seres humanos historizamos; que no solo vegetamos, sino que tambien, y ante todo vivimos en el presente amorosamente afiorando y recogiendo la vendimia del pasado atesorindola a la vez con frenesi en pretension de a manos llenas llevarnosla con nosotros, peregrinos que somos, a paraisos de mafianas. Tanto para el individuo como para la especie, a la larga la vida siempre resulta en insaciable busqueda de glorias, en cautelosa seleccion de valores y en esperanzado programa de proyecciones c inmortalidades, o lo que es lo mismo: estimativa, axiologia. Y aqui, el abanico de los caminos, porque puede tratarse de la problematica de la cultura, de la filosofia de la historia, del arte, de la religion, de la ciencia, de la etica, de la estetica, de la economia, y hasta de los menesteres politicos, que todas estas iniciativas humanas implican quehaceres valorativos. Y (que de la estimativa? cCuales, sino los mismos de la razon en si, son SUS fundamentos ultimas? Por lo menos para efectos de metodologia filosofica, (No es esencialmente la cuestion de lo que valoramos la cuestion misma de lo que sabemos; 0 la pregunta de como evaluamos, la misma de como sabemos lo que sabemos? Aqui la raiz de nuestro problema, la de la fundamentacion epistemica de toda estimativa. Wesleyan College Buckhannon, West Virginia, EE. UU. AA.


En el Vespero, Unas Alas Por

E L PUEBLO DEL LITORAL ES SORDIDO y MISERO, DOS palabras que, por ser esdrujulas, acentuan su pobreza. De aqui sali6 un muchacho arisco y rebelde, hace poco tiempo, pero tambien enfermizo y endeble. Con frecuencia, su saliva se tornaba roja y se desmayaba. En aquel pueblo conodanlo con el nombre de Joseito, el tisico, el hijo del viejo Capuyan. Este era su padrastro, con el que vivia. Era calafatero de oficio y borrachin por degradaci6n moral. Era un ente sesent6n, magro de carnes, bizco y largo como un dolor; con dientes tambien largos y flojos, cubiertos de una fetida capa amarillosa. Por eso, las palabras salian a borbotones, entorpecidas, estropeadas, renqueantes, viles criaturas de enojo y resentimiento. Ademas, su ruda faz pilosa, levantada en surcos, hada aun mas agresiva SU montaraz figura. El chico, sin atreverse a mirarlo de frente, le temia. Habia llegado a sus once afios de edad y a cuatro de escuela, y solo queria irse a vivir con su madre a San Juan. -No en balde mama tuvo que irse, reprochabale el chico, con voz quebrada, cada vez que el viejo "instabale" con su acostumbrada ruda manera a que aprendiera a calafatear. - Lo que pasa e que tu erej un jaragan e siete suela y un silvenguensa, al tiempo que propinabale un cruel coscorr6n que obligaba al chico a cerrar los ojos en un viril esfuerzo por reprimir las Iagrimas.

J.

E. COLBERG

El chico, mudo por Ia sorpresa, call6 pero no durmi6. Y, desde entonces comenz6 a pagar en golpes, insultos, empujones, el deshonor y Ia humillaci6n infligida al viejo. Por eso, de dia alejabase de la casa, en un oscuro intento de aliviar la repulsion temerosa que le inspiraba aquel hombre. Y, aunque el no supiera explicarlo, en esas escapadas experimentaba un raro y confuso placer cuando veia a lo lejos la juvenil silueta de una chica, poco mayor que el, hija de Paco el yolero, que le hacia sefias, llamandole. Pero, no iba.

II

Sentiase solo, y pensando en la madre poblaba de rumorosas tibiezas su desamparo. De noche, particularmente, cuando sentia frio y tosia mucho. Queria escapar, pero ~por d6nde? Por el mar era imposible, y recorrer a pie la distancia hasta Ia carretera era, tambien, empresa ardua para cualquier hombre, mucho mas para un muchacho debil, flacucho y descalzo. De noche, cuando llegaba el viejo, cayendose y mascullando hereticos conjuros, el ya estaba tendido en su jerg6n, acurrucado como animal que han echado, pero donde, cerrando los ojos imaginaba grandes casas llenas de luces, como Ios barcos que veia pasar de noche por el horizonte, y alli, en alguna estaria sin duda SU mama, trabajando, pensando en el, esperancJole. Entonces jque grata la tibieza de las raidas mantas con que se cubrial Pero, enseguida un llanto silencioso y continuo le acometia y con los claros del dia quedabase dormido.

Cumplianse ahora tres meses de la huida de la madre, quien, obligada por el mal trato del viejo acept6 la compafiia de un verdulero que por azar entr6 al pueblo para que Ia llevara a San Juan, a casa de una hermana. -No podemos irnos los dos, dijole al chico esa noche, al oido, en un susurro irremediable donde no cabian muchas palabras; pero yo vendre a buscarte. Calla y duermete. Y Io bes6.

Otras veces, antes de lograr esta onirica liberaci6n, se complada en seguir con la vista la endeble figura del viejo por el techo y las paredes, refractada por la luz decimon6nica de un humoso quinque, segun moviase de un lado para otro, calentando para la cena restos intragables de una sopa vieja de pescado. El viejo Io miraba con ira, lanzandole, como salivazos, soeces epitetos de vil linaje. Y asi, todas las noches has ta que, por fin, un dia ...

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. I


III Era de mafiana. El muchacho habiase levantado temprano. El viejo dormia el pesado suefio anestesico del alcohol ingerido la noche anterior. Salio del poblado, sumido aun en SU habitual somfiolencia, solo cortada por el ruido monotono de las olas y, pensando, con un pensar sin imagenes, en la posibilidad de que el viejo le siguiera, se intern6 por los montes aledafios. Al cabo de una hora, aliviada la tension, advirtio -con esa conciencia alejadiza de los nifios- que la luz del sol, asi de mafiana, es buena; que el prado humedo esta lleno de yerbas olorosas, que hay numerosos pajaros que cantan, con una confianza que no veia cuando el salia a cazarlos con honda; que se siente un hondo bienestar en todo el ambito -el viejo esta alla muy lejos- que la sombra de los arboles, cuando se esta cansado, es grata, si, e invitadora al suefio, a dormir, a sofiar ...

IV El sol estaba alto cuando despert6. Se frot6 los ojos, mir6 a su alrededor, receloso, y echo a andar. Anduvo sin seguro tino, sin descansar, por espacio de dos o tres horas. Tenia sed; sentia reseca la lengua y el sudor le empapaba las ropas. Los pies le ardian horriblemente; una como nube plomiza le empafiaba la vista y sentiase desfallecer. No obstante, siguio camino. No era capaz de pensar en nada concreto; solo sabia, pero no habria podido explicar, que un anuncio de gozo, una especie de espiritual humedad anegaba su alma mientras andaba. Y, por instintiva resoluci6n, siguio la marcha. Pero no por mucho tiempo. Despues de trepar varios cerros tenia ahora ante si uno mayor y mas empinado que todos. Vi6 enormes piedras incrustradas en la ladera seca y le parecieron enormes ojos iracundos, y, al recordar los del padrastro -globosos, rojizos, surcados por venas- se levanto y comenzo a repecharlo. Media hora despues lleg6 a la cumbre, y al dar el paso con el que coronaba su esfuerzo ( se dejo caer. Estaba mareado, debil, sediento, con ganas de llorar, tosia mucho, y en ese instante se arrepinti6, con honda sinceridad, de su audacia. Sentiase perdido, abandonado; tenia miedo y tambien, en horrible mescolanza, hambre, sed, cansancio, miedo. Y dese6 que el padrastro le hubiera seguido para tornar con el a casa. Asi era de intenso su arrepentimiento, porque tambien asi de intenso era su temor, mucho ·mas cuando sobre su cabeza sentia el agorero volar de varias auras tifiosas. Alli estaban, en efecto, describiendo drculos y emitiendo raros, sospechosos graznidos. En tal situacion, de bruces sobre la yerba, de sus labios con sangre brot6 una suplica, un tierno llamamiento que condenso en una palabra

obsesiva, calida, amparadora: - 1Mama!

v Sentiase muy debil y mareado, y, una suave inconsciencia le invadia. Sentia suefio. Quiso levantarse y no pudo. Le flaqueaban las piernas, y mas que las piernas, el animo. Es posible que tuviera fiebre, porgue sentia como si mil ufias diminutas le pincharan el cuerpo, y empez6 a sentir frio. El sudor que se le secaba por acci6n del aire ya fresco de la vecina noche ayudaba a que fueran mas intensos los calofrios que le recorrian la espalda. Como estaba tendido boca abajo, el olor de la tierra comenz6 a desplacerle; sentia nauseas y trag6 con dificultad una salivilla espesa, amarga y viscosa. Quiso llorar, pero las lagrimas no acudieron. Sabia, con un conocimiento vago, espectral, como si en otra cabeza · y no en la suya se produjera esa f ertidumbre, que habia huido de la casa, que andaba solo desde esta mafiana, que no odiaba tanto al sombrio viejo, y tambien que no podia dar un paso mas, pues una invalidez creciente le invadia. · Un horrible vado en el est6mago le record6 que desde el dia anterior no comia nada, pero aun asi al recordar las sopas de pescado que calentaba su padrastro se le acentuaron las nauseas. : Sin saber c6mo, por que miste·r ios que el ni siquiera sospechaba, pens6 ahora en la chica, hija de Paco el yolero, cuando se iba sin rumbo, alejandose de la casa con el objeto de olvidar al padrastro. Penso tambien en las veces que sofio con poseer un velero, el mas raudo de todo el litoral, y, a favor del · viento de la mafiana, llegar donde estaba su mama. Al pensar en ella se le hume· decieron los ojos ... En ese justo momenta sinti6 honda, dolorosamente, una feroz hincada en la carne de su costado, al par que un potente abanicar de alas, de muchas alas que se estremedan por encima de el. Movi6 una ma. no hacia adelante, en un intento quizas de levantarse, y, en el punto medio del antebrazo unas como tenazas de acero le mordieron. Al instante, sinti6 en el cuello un pinchazo igual y un hilo subito de sangre le corri6 por debajo de la quijada, sintiendo que se deslizaba por el pecho, empapando la blusa. Era como un hormiguero que corria. Simultaneamente, sinti6 desgarramientos de la ropa por distintas partes y, en la mayoria de las ocasiones, le desgarraban la carne, dolorosamente. La sangre que manaba de tantos sitios a la vez debia de ser abundante, pensaba el, con un pensar lejano, oscuro, neblinoso, porque el desfallecimiento y el mareo que sentia acrecentabanse por momentos. El olor de la sangre y el que de si despedian aquellos animales le repugnaba violentamente; pero ya ni siquiera hada esfuerzos por levantarse. Las heridas empezaban a no dolerle . . .

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Sin embargo, a pesar del escandalo que formaban las aves, con sus continuos graznidos y torpe volar repetido, volvi6 a pensar en la chica de Paco, el yolero, tambien en el velero que ambicionaba para, una mafiana clara, partir al lado de SU mama. Asf, el corazon comenz6 a tranquilizarse; llego un momento en que habfase serenado, tanto que apenas lo sentia. Pero, debia estar cayendo la noche porque de pronto crey6 que las aves se iban; ofa muy distantes los graznidos y hasta se alegr6 de que las heridas del brazo, del

cuello, del costado -donde mas tenazmente le picaban- no le dolian ya. Si; seguramente era ya de noche, y, medrosas de la oscuridad, se habian marchado. Tampoco sentfa frio. Ahora podria dormir, descansar toda la noche y luego proseguir en la mafiana su camino. Se dormiria ... porque nada le molestaba ya. Nada. En el cielo empezaron a salir las primeras estrellas, resplandecientes, luminosas, como diafanas pupila.s maternales.

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Paisaje y Naturaleza en Luis Llorens Torres Por CARMEN MARRERO

EL PAISAJE EN LLORENS ES UNO DE LOS TEMAS MAS ricos y variados de su obra. La emocion del paisaje de su patria, de esa Isla, tan cantada y soiiada por el, es lo que contiene la mayor carga espiritual en su poesia. Desarrolla una actitud especial ante un asunto, lugar comun,. tantas veces tratado por otros poetas, dandonos su originalidad en la elaboracion especial que ha logrado al desarrollarlo. El paisaje en el comienza por tener una anchisima dimension: Paisaje de isla breve, pero abarcador de latitudes y huroneador de rincones, evoca la moritaiia, el valle, los rios, los amaneceres opalinos y brumosos, Jos manglares, los cam.inos rurales, la tierr.a labrantia abierta en surcos, los cafetales, el corral hogarefio, etc., todo en estrecha Iigazon con la emocion que lo amasa, que lo recrea y esculpe en atinados brochazos, hasta convertirlo en cosa subjetiva, elaborada en el crisol de sus sentidos y su espiritu en contrastada mezcla. Cuando Llorens ve el paisaje dentro de el y se siente henchido por las palpitaciones de esa naturaleza que Io invade y lo penetra, entonces el paisaje queda dentro y fuera de el. Este es el momento de la fusion de ambos, es cuando alcanza Ia mas autentica espiritualidad. Pero cuando Llorens se aleja de lo subjetivo del paisaje, se sale fuera realizando el salto de lo interior a lo exterior, se nos revela el paisaje animal o vegetal que C:omplementa nuestros apetitos cobrando en este punto marcadas cualidades sensoriales. Entonces sus sentidos se encienden con el olor, el color y el sabor. El ser carnal aflora en el y el cafe, la miel, el tabacal, el pesebre, las eras removidas, etc., le exacerban los sentidos y entra en plena posesion del paisaje, no con su espiritu y asi con su carne. Este fragmento de su poema Mi junta de bueyes,

es ejemplo perfecto que ilustra la carga sensorial del poeta, desembocando en la trasmutacion de lo subjetivo a lo objetivo : 1Que macha mi yunta de bueyes que rompe el virgo de la tierra y la rotura hasta el subsuelo y abre los surcos en los eras! Hoy son bueyes color ceniza, ayer toros color candela. Ambos ensanchan las narices al vaho sensual que desentierran. Mi yunta de bueyes, 1que machal .. . Mi yunta de bueyes, 1que bellal .. . Sin su kimono de neblina, desnuda en cueros la hembra vega, en partes rojo barro, en partes humus de acre zurrapa prieta, enardece a los bueyes, apta para el emb1ste de la reja, y desde el cono del molino hasta los lindes de la cerca. es vientre ardiente de mulata que bajo el macho cachondea. La tierra labrantia para Llorens no es simplemente la tierra que se alista para regar en ella la semilla, no es solamente el surco propicio y acogedor en la brega del hombre. Es la hembra que se prepara para la fertilizacion del macho que la posee y la penetra. Tie¡ rra con virginidad prometedora, con primicia ofrecida en el acto fecundador; sementera apasionada y ardien¡. te. Paisaje expresivo, elaborado en rojo, blanco y azul, lograda metafora sensorial, que enciende la vista en. tonos colorados, zafirinos y albos son las tres trovas del poema, El pirata Cofresi. El poema tiene por subtitulo, Trova en campo de mar a tres colores. Mar, paisaje de costa, ancho y subyugante que en Llorens ha cobrado categoria maxima en sus grandes poemas: Mare nostrum, Velas Epicas, Cancion de las Antillas. Telon de fondo de las hazaiias de pirateria, ese mar descubre su fascinadora naturaleza en tres momentos determinados d.el dia: amanecer, medio dfa 39


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y atardecer. Existe una interesante correlaci6n entre estas tres modalidades de este paisaje marina y el caracter de la aventura piratesca narrada. La Trova blanca describe al pirata: hurgando si la fortuna le serd o no serd fiel, y d~spojando la margarita del alba a sus pies, con trasfohdo de la plata del dia que comieza a nacer. Plata, niquel, espu~as, flor, velas, bajel blanco, element9s blancos en secuencia, para lograr la imp,resion de la amanecida: jPlata en las crines de[ viento! . .. jPlata del amanecer! . .. Aire de plata niquela las arbustos de cafe en las mantes que dormidos desde la costa se ven. Oculto tras las manglares de la ensenada, el bajel mira el alegre rebafio de las espumas pacer. En la Trova Roja la Canfcula del rp.edio dia se deslfe tifiendo en rojisol las aguas, las rocas y la playa: jCabo Rojo, cabo rojo en rojo¡ flamboydn lengua roja de pasarse las horas lamiendo sal! Rocas rojas que a las alas hacen saltar hacia atrds dientes rojas que se rien de las trompadas del mar! En perfecta correspondencia con el cuadro de sangre presentado, esta este paisaje de sol en costa: jLucha feroz! el pirata, sin sangre y sin fuerzas ya, da un rugido de coraje que apaga el rugir del mar; se le enrojecen las ojos, se le enrojece la faz, y le ar:de la barba roja en llamarada infernal. A la caida de la tarde el bergantin se desliza par las aguas entre un derroche de azulados tonos. La Trova Azul recoge las zafiros y afiiles de las cielos, el azul de las ojos del pirata, el mar, las aves, las violetas de abril, las peces azules y las deposita en el silencio que rodea el triunfo del pirata, al veneer sabre el capitan del barco enemigo: Aves azuladas vuelan en el cielo azul zafir . .. Peces azulados nadan en el mar azul turqui . .. Requetesaladas ondas, en rumba corabali,

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remenean las caderas bajo mantones de afiil. Las turquesas de sus ojos al mar se le quieren ir. Zumban lejanos inciensos de las violetas de abril; aves azuladas vuelan en el aire azul zafir; peces azulados nadan en el agua azul turqui; La gracia del paisaje borinccmo hace que Llorens alardee de el, que lo vocee a viva voz, bien coma simple motivo central de su verso o coma telon de fondo de su acentuado erotismo. En Claroscuro logra esa dual reproduccion: La noctivaga neblina huye par las verdes haldas, y en las riscos pace el hato de sus azuladas cabras. El aire, coma que rie, el agua, coma que canta. Dos drboles juntas, coma qite se besan y se abrazan. Humea la burra y el burro humos de brasa con brasa, e iguales que burro y burra son don Pancho y dona Pancha. cHay serenidad en el paisaje de Llorens? No, no es paisaje sereno lo que recrea en su poesia, aunque a veces la tonica que el intenta impartirle sea de naturaleza apacible y de beatifica¡ contemplacion. Su paisaje es escozor de las sentidos y aunque su espiritu desee posesionarse del paisaje, diluirse en comuni6n con el, el resultado es una fuerte carga de sensualidad que emana de las condiciones inherentes al poeta en abierta fusion con la perturbadora oferta del paisaje tropical. Cuando Llorens se posesiona dd paisaje, descarga en el sus fuertes vibraciones sensoriales y eroticas. El paisaje de Llorens jamas podria ser el de Antonio Machado. Ambos poseen el virtuosismo poetico para realizar la perfeccion en el mensaje artistico que nos regalan, en el mensaje animico de la poesia lograda, pero en Machado hay otras cualidades y categorias que determinan la tonica de sus emociones. De ahi la gran diferencia entre ambos. Machado en su paisa]¡e nos da el transito de su alma a otra alma, I la fusion pura y absoluta de su plenitud interior con la plenitud del medio fisico, porque en su espiritu hay las mismos atributos que en el paisaje que le rodea. La tierra de Castilla es tierra antisensual, sin gracia, sin encanto evidente. La fuerza e impacto de este paisaje residen en el contenido espiritual que tiene. !


Desnuda, sin tonos fuertes ni sinuosidades que complazcan los apetitos, toda su fuerza espiritual esta concentrada en su aire y su cielo. Tierra que tal parece fuera hecha para el casco del caballo del soldado y para la leve pisada de la sandalia misionera. Por el contrario, Llorens, cargado de un erotismo suceptible a la mas leve insinuacion, ve en todo su paisaje una man ifestacion sensual, una invitacion al devaneo de los sentidos, y suelta las riendas de su delectacion fisica, convirtiendo en goce estremecedor la calma recondita y serena del paisaje. Cuando ha querido mirar y gozar la beatitud inmaterial en el paisaJe, el logro ha sido a medias y le ha salido el poema entreverado con finas estrias eroticas: Te anduve buscando da fe de este doble cuadro de erotismo y sublimacion: Valle de Collores. Hoya en la montana Colinas en circulo que en media de ellas guarecen el llano. Vasa de la sierra, que los ruisenores que cantan de noche lo han vista de plata de luna, colmado y en que f luye y salta el rio que corre y se sale coma si se hubiera rota el fondo del vaso. ]arro que se llena de blanca neblina que en las madrugadas rebasa los bordes y a modo de espuma se sale del jarro. Taza en que la aurora, la recien nacida y pdlida aurora, se moja de leche de nieble los labios. Ay de aquel mi valle que fue todo mio la noche en que en suenos te robe de un astro y al verte desnuda te vest{ de besos azules y verdes y rojos y blancos. Ademas del paisaje sensorial y espiritual de naturaleza viva circundante, en Llorens concurren los paisajes intelectual e historico. No ha visto el en SUS experiencias vividas cosas, que, al evocarlas, al estamparlas en su verso las hace realidad, les presta vivencia, actualidad. De mano con la historia, camina un largo trecho, se detiene, observa, recrea, construye, y sorprende con la maravillosa pujanza del paisaje americano, logrado en Velas epicas: ;Cien hombres! Sabre ellos, el sol de un nuevo mundo. ;Cien gigantes que alzan la losa de los siglos que el Genesis dej6 sabre la mitad de la tierra . Y ante ellos, America. Robusta y nueva. Solo herida por la macana y la flecha. Lujosa de aves y flares, y de rios y de montanas inmensa. Aureada de arenas en la playa y gris de troncos en la selva. ;America ebria, olorosa, musical, resonante; ;A merica!

La poesia de Llorens rara vez esta desnuda de un paisaje. Su tecnica de elaboracion en el desarrollo de sus temas descansa esencialmente en este recurso tan personal y tan ajustado a sus acendradas cualidades observadoras. En Llorens siempre vislumbramos un paisaje, ya sea abiertamente o sugerido, en primer piano o como fondo al asunto que trata. Paisaje intelectual es este que refuerza la idea central desarrollada en su poema, L uis M unoz R ivera: L a cruz del Sur, queen nuestro cielo con clavos de oro clava Dios, en rumbo al Sur guia las naves ,de lib.ertad y redencidn. Presa en el pico de audaz dguila que escala nidos de condor, va la inocencia de una estrella marcando rumbo al Septentri6n. En la Balada de la Nochebuena, Llorens, recreando emociones, fundiendo realidades y ensuefios, logra los medios tonos de un paisaje intelectual avivado por una realidad poeticamente elaborada: L a turba del pueblo, sondmbula y loca, cantando ovillejos, pasaba, pasaba . . . y apenas si el v iento traia sus notas, coma ultimas ecos de una cabalgata. L os drboles viejos gemian en su~ copas. Los drboles nuevos reian en sus ramas. La noche era un sueno de luna y aromas y cisnes serenos en nitidas aguas. Los drboles viejos gemian en sus copas. Los drboles nuevos reian en sus ramas. A veces encontramos una fusion de cielo y tierra muy particular en su paisaje, como si a la vision del poeta, cautiva en lo terrenal, le faltara dimension, espacio y diera el salto vertical en busca de otros elementos para trasplantarlos al ,piano terrestre. En Pari6 la luna se advier te este fenomeno espacial: A ltamar del mar Caribe, noche azul, blanca goleta; una voz grita en la noche: ;M arineros! A cubierta! es el aullido del lobo capitdn de la velera. A ulla porque ha parido su novia, la luna nueva. Y todos ven el lucero que en el azul va tras ella, ven el corderito blanco detrds de la blanca oveja. No son espumas de olas, ni albas crines, ni azucenas: 41

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es que en el mar cae la leche del pecho que saca fuera porque ha parido un lucero, mi novia, la luna nueva. En Retornelo se repite el mismo salto hacia lo alto: Cielo arriba, la bruma cenicienta acochando los rucios recentales que se maman la miel de las estrellas. Paisaje simbolico. Para la portada de su libro, Alturas de America, escogi6 Llorens un tema especial, por creer que en el quedaban expresadas la pujanza y fortaleza de lo que el creia era America. Paisaje andino, monolitico, de siglos decantados en estratas calizas, asoma sus picachos, sus caracolas rocosas, sus sinuosidades profundas y su maciza conformaci6n vertebrada en el tiempo, este paisaje americano, universalmente conocido. Gest6 el germen de la idea en el poeta, con animo abarcador y majestuosa serenidad. Se concret6 la idea en la interpretaci6n de una pintora puertorriquefia, Luisina Ordonez, unida por amistad entrafiable a Llorens.

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El poeta exigi6 altura, dimension vertical, indices de roca que casi tocasen el cielo, mano aupada sobre la cordillera en actitud de ofrenda exclamativa y en audacia de vuelo hacia el infinito. El ave andina esta representada en vuelo ascendente, desafiador. En una escarpada meseta del abismo sin fondo de la cordillera, el hombre reverencia la majestuosa obra del creador. Levanta sus brazos en alabanza o se inclina en genuflexi6n admirativa. Asi estan expresadas por la mano de la pintora las alturas geoIOgicas del continente americano, como en el libro expres6 el poeta las alturas espirituales, "los altos valores de nuestro continente". En estas manifestaciones de la poesia llorensiand. vemos esencialmente, la unidad primordial de todo el universo, el abrazo abarcador del hombre poeta, gozador de todo lo creado. Todo emana de Dios, fuente original. Llorens bebi6 de la naturaleza como de un manantial pr6digo, con sed insaciable, y el en su canto, pr6digo tambien, nos di6 las cosas grandes y pequefias, haciendo de su poesia un itinerario Hrico, reproductor de un miraje o de una realidad. Mediante esta contemplaci6n apasionada de la naturaleza, realizaba su propia felicidad.

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lnfancia en Lares Por Lms

HERNANDEZ AQUINO

El campo aquel. La tarde. El claro viento

si su alma suefia, como rosa abierta,

dialogando en el arbol de maria.

al son del rio, la estrella y la colina?

Y por los camaseyes del camino una paloma turca sola trina.

La noche cae por fin. Ya sobre el Alto de Cuba gris, la duke luna brilla

La nube lenta boga sobre el monte

y el caserio de Lares, presto al suefio,

y ya sale la estrella vespertina.

se duerme al ritmo de grandiosa lira

Caera la noche alta sobre el mundo. Todo se ha de apagar en las pupilas.

/. que pulsa Dios en la estrellada noche, mientras el nifio, en sombras y vigilia,

Vuelve el nifio del monte con su honda.

siente caer sobre su blanca frente

Nada caz6. Mas, <que cazar podria

la errante estrella de la azul poesia.

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La Tierra Desolada Por Luis

Ha ido rnuriendo lentarnente todo lo hello que yo arnaba. Perdi6 su luz celeste el carnpo, s6lo cenizas hoy se alzan sobre la tierra duke y tierna que un dia feliz llame la patria. Alguien pas6 cambiando todo, portando al hombro pico y hacha. El destructor, el hombre habil, fabulador de mil hazafias, el de ojo avieso y rnanos duras, en cuyas manos crecen garras. y estan los arboles sin pajarosantorchas son de extinta llamaque alzan sus dedos a los cielos, los_secos dedos de sus ramas. Y las rakes que se hundieron hondo en la tierra, estan amargas, y sin sentido, porque degas, ahora son noche sin mafiana.

Donde hubo un rio s6lo el cauce va andando en seca contramarcha, y esta la sed quemando el campo

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HERNANDEZ AQUINO

y se calcina la garganta que ayer cantaba fina copla en valle, alcor, llano y montafia. No son las mismas las estrellas y no es la misma nuestra casa. Tampoco es este nuestro cielo terso y azul, que ahora se rnancha de humos distantes y distintos: cuatrimotores, jets en marcha ... Tiembla la voz y se hacen torpes tanto los gestos como el habla. Y surgen nieblas en las cosas, la noche cae sobre el alma. Ciegos los ojos, borran todo; sordo el ofdo, nadie canta. Voy dando tumbos en la noche sobre la tierra desolada. Sohre esta tierra de ceniza busco la. luz de la esperanza, resurrecci6n de cuanto habfa, vuelta del suefio y la palabra, retorno cierto de mi mundo, ~ todo lo beflo que yo amaba. "'"~


Domingo Marrero, Escritor* Por JosE: EMILIO

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A PALABRA VIVIENTE DEL HOMBRE - DOMINGO MA-

rrero- le fluia d.lida, agil, alumbradora. Quienes conversamos con el en tantas ocasiones, admirabamos su capacidad para el decir sencillo, pero penetrante; la ligereza y soltura con que se movia en medio de las ideas mas complicadas; la claridad con que se expresaba y la riqueza de sugestiones con que nos incitaba a las mas arduas empresas intelectuales. Hablar coll' Domingo Marrero era gozar de un momento extraordinario en la vida. El hombre se filtraba entre las palabras. Su personalidad luminosa nos impresionaba. Aquella simpatia que siempre manaba de su ser terminaba por engolfarnos, por seducirnos. Nos llevaba a creer en el, en su posibilidad. Nos encendia con fe y esperanza. Tambien le vimos en el salon de clases. Entonces se erguia con ademan aleccionador. Su mano por el aire dibujaba el gesto decisivo, alzaba el relieve necesario, anunciaba el rumbo por el cual debia adelantar el pensamiento. Era mano de sembrador, de guia. Cabeza y corazon se encontraban en su boca y del choque brotaba la palabra, densa en su carga conceptual, afectuosa y viril, vibrante en su raiz vital. Mano y voz, cuerpo y espfritu, en estrecha armonia nos iban revelando al maestro. Desde aquella voz descendian a nosotros las palabras en rapidos esguinces cortantes. ¡ La mano, suspendida en lo alto, apretaba un racimo invisible. De pronto, se abria. E iban cayendo los frutos ideales, que la palabra recogia para contemplarlos, para examinarlos, para probar su consistencia, su pulpa, su calibre. Las palabras entraban por nuestro pecho apartando las sombras, arrojando haces de luz, iniciando en la noche oscura de nuestra ignorancia puntos de fuego. Invadfan la inteligencia como rayos •

Palabras pronunciadas la noche de! 20 de agosto de 1963 en el homenaje a Domingo Marrero Navarro en el Ateneo Puertorriquefio.

GoN z ALEZ

de sol mafianero, poblandola de perspectivas, de caminos, de verdades. Era un despertar. En los asientos remotos del alma sentiamos conmoverse las aguas. Como por vara magica tocada, de la entrafia de la roca -nueva anunciacion- saltaba el manantial, como un hijo nuevo. Las aguas comenzaban a correr. El pensamiento se alborotaba y alegremente salia en busca de la presa entrevista - la idea escurridiza- persiguiendola por parajes penosos y bosques enmarafiados hasta darle caza. Luego era la sorpresa de verla palpitar, pez milagroso entre sus redes. Tai el maestro en su palabra trasmutadora. Tal el hombre para quien la vida fue, sobre todo, campo de esfuerzo, arena de servicio, trinchera de amor. Domingo Marrero fue hombre de accion por la palabra. Su principio era el Verbo. Lo sabia fundador. Lo sabfa transformador. Lo sabfa sostenedor. Para el la palabra no fue puro instrumento. Nunca la sintio separada de si mismo. Era centro mismo de su existir. Lo que destellaba de sf para alumbrar a los otros. ' El mejor Domingo Marrero fue aquel conversador que conocimos, porque el hombre se entregaba cabal. Y desde ahi debemos partir para conocerlo. Todo lo demas -ministro, maestro, escritor- son desarrollos desde aquella verdad nuclear, desarrollos mas amplios, mas refinados, si se quiere, pero solamente desarrollos. Las caracteristicas que hemos sefialado pueden comprobarse en su obra escrita. Congruente con su huinildad es que no fuera un escritor de los que podriamos llamar subjetivistas. Su yo se mantiene discretamente tras bastidores. Casi nunca habla directamente de si mismo. Su obra no es una confesion. Si algo llegamos a saber es porque nos llega en la forma de preocupacion. Pero SUS inquietudes fueron multiples y todas tienen como punto de partida al hombre. Llamarle escritor de ideas serfa inexacto. Mas justo serfa decir que su alma estuvo constantemente estremecida por las grandes cuestiones que atraviesan la

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existencia humana. Esto es lo que brilla en sus num erosos articulos - que merecen un estudio aparte-, en sus sermones, en sus ensayos. Desde los enigmas que acosan la intimidad mas pura del hombre hasta los problemas mas abarcadores del ser colectivo humano, una amplisima gama de interrogantes provee el pulso cordial que mueve al pensar y al sentir en la obra escrita de Domingo Marrero. Y esto era una manera de hablar tambien de lo suyo, de sus angustias, de sus esperanzas y desesperanzas, pero jamas como unicamente suyo, sino como inquietud esencial del hombre. Su corazon era como el movil espejo de las aguas donde tiembla reflejada la vera efigie de lo humano. Cierto que tuvo que bregar con las ideas. Esto era inevadible para un hombre que ponfa su inteligencia y su corazon junto a la raiz de la pregunta. Acudio a las fuentes eternas de la filosofia, de la poesia y del arte, a los grandes maestros que ya habiat'l dicho su palabra fecundante de espiritus. Aprendi6 rigor y disciplina para ha¡cer el analisis y examen critico de los grandes pensadores ejemplares. Para aprender a interrogarlos y que ellos le dieran la verdadera respuesta. Pero todos fueron medios para irse comprendiendo mejor a si mismo, averiguando su verdad, la mas suya, que era tambien surtidor de preguntas sobre ei' ser misterioso del hombre. Quien haya leido sus articulos y sus ensayos podra darse cuenta de que junto al desfilar de los conceptos y a la marcha de las proposiciones se percibe el aligero movimiento de la palabra, la gracia escultural de la imagen, el fervor de la fe y un alado entreabrirse de sugestiones que dejan la pagina oreada de belleza. La idea sera todo lo grave que se desee; jamas se volcara en un molde pesado. El pensamiento sera todo lo 16gico que se quiera; jamas sufrira endurecimientos dogmaticos. Su arquitectura es como la de la catedral en las aguas del Senam; ondulante, tornatil, musical. Caracteristicamente, sus Meditaciones de la Pasion (San Juan de Puerto Rico, Imprenta Soltero, 1950) - uno de los mas hermosos libros de nuestra literatura- es la version modificada del Sermon de las Siete Palabras que pronunci6 en 1945 en la Iglesia Bautista de Rio Piedras. Se ocupa Domingo Marrero de las palabras del Sefior, camino del Calvario, y las va desgranando entre sus manos como un rosario de rojas peronias. Cada una guarda en su centro un fuego puro. Domingo Marrero levanta la corteza y nos va ensefiando la joya escondida en la preciosa miniatura. Alli nos habla el hombre de la fe que indaga el misterio de la Cruz. No se trata de una fe recluida en si misma, atesorada en un rinc6n como tesoro del cual nos sentimos raros. Su fe no es otra cosa que la caritas cristiana; el amor. Es una¡ fe irradiante, como el coraz6n de la Dolorosa, traspasado por siete

cuch illos, q ue apuntan hacia todas las d irecciones. Es una fe que abandona su morada na tal para peregrinar por el mundo. Es fe de samari tano, de compafie ro del camino. Por ello, en cada palabra, que es es taci6n en la via del sacrificio, Domingo Marrero hace frente por lo menos a u n problema h umano, actual, caliente a un con la sangre de los que sufren. Asi, por ejemplo, en "La Palabra del Perd6n" lucha con el problema de la guerra y desde su alma esparce una verdad como un grito: "La cr isis que padecemos es hija de nuestro propio egoismo y de nuestro propio pecado; y todos somos igualmente culpables. En "La Palabra de R econciliacion" penetra en la ideologia democratica, para encontrar que como practica de vida fracasa muchas veces en Puerto R ico y en los Estados Unidos. Alli fustiga a los que atentan contra la dignidad de la persona humana. N'o rehuye los problemas mas dificiles, como el de la opresion economica, y reclama del cristiano un enfronte resuelto con dichos problemas. Condena a los que se refugian en lo sobrenatural para no herirse la mirada en los males muy verdaderos del hombre. Condena a la piedad-sedativo y a la religi6n-opio. Su fe es la de los que creen que milicia es la vida del hombre en la tierra: "Hay una forma de religion que nunca deserta la vida. Es realista y valiente. La religiosidad de Jesus era de esta estirpe". Meditaciones de la Pasion es la obra de un maestro. Y no digo "predicador", deliberadamente. Porque Domingo Marrero no predicaba, si por predicar se entiende lo que algunas veces se oye en los pulpitos de Puerto Rico. Domingo Marrero no trataba de edificar moralmente a nadie. No presumia de haber encontrado la verdad de una vez y para siempre. Menos aun pretendia imponersela a nadie. El gesto ret6rico no le perteneda. Nada mas extranjero a SUS labios que la frase pomposa. Su palabra era amor caminando por el aire hacia nuestras almas. Su palabra era ofrenda de fe en el altar de la creaci6n humana. Su palabra era borbot6n de vida que, por serlo, encontraba siempre en nosotros recibimiento de vida. Era pregunta tocando a las puertas de nuestro espiritu. Y su fe era fuego multiplicado en la palabra, incendiando corazones y mentes. Meditaciones de la Pasion es obra de fervoroso empuje, de encandilada piedad. Su prosa, como la de Santa Teresa, es la del enamorado de Dios y la del que, por Dios, ama a los hombres. Al leerla, nos damos cuenta de que si su prosa adquiere categoria de arte no es porque el hablante, que fue Domingo Marrero, estuviera movido por prop6sito consciente alguno de orfebre puro. Tiene esa prosa la belleza de lo que en ingles se llama tan aptamente "artless art". Y ello es asi porque en Domingo Marrero se hallaban inmanentes las dotes del artista, porque lo que de

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1 adentro le salfa era naturalmente hello, porque como sus pensamientos venian ya plet6ricos de la savia de su ser, al surgir a la luz mostraban la hermosura de su origen. En Meditaciones de la Pasion, Domingo Marrero, el hombre integro, en su plenitud amorosa humana se nos revela una vez mas creador de arte. Estas conclusiones son validas tambien para SUS otros ensayos. Los Fundamentos de la Libertad (Rio Piedras, Puerto Rico, Colegio Hostos, 1949) fue leido como discurso el 14 de mayo de 1949 en el Instituto Politecnico. Nos esboza alli su concepci6n del hombre como posibilidad y libertad. El tono es expositivo. La inteligencia recorre sosegadamente las ideas. Se detiene a contemplarlas. Las escudrifia. Las sopesa. Si angustia hay, se halla sutilmente velada. Pero por donde quiera palpita la inquietud con el destino del hombre. El hombre -nos dice- "es un ser hist6rico. Mas que de carne y hueso esta hecho de recuerdos y esperanzas". Decir que a pun ta a una vision original. El problema de la libertad comienza en el hombre mismo, en su pugna con "las demandas egoistas que hay en nosotros mismos". Para que llegue a comprender justamente su esencia de libertad, la razon no le sirve al hombre, porque no puede rendir cuentas cabales de su ser, de su situacion existencial de su vida. Es un pensamiento este que entronca con Kierkegaard. La verdad alcanzada por medio de la razon no puede libertar a nadie, no puede salvarlo. "Solo cuando la verdad se hace came y se hace vida tiene capacidad salvadora y libertadora", asegura, coincidiendo en ello con Miguel de Unamuno y Antonio Machado. Hay un eco de Scheler cuando asegura que el hombre es espiritu. El hombre se define "como tal no por lo que es, sino por lo que puede llegar a ser". Este es el pilar de su antropologfa filosofica que, por desdicha, no llego a desarrollar en todas sus proyecciones. De aquella definicion se desprende que la esencia del espiritu es la libertad. Esta no tiene sentido si se la concibe en un plan egoista. El hombre no solo existe, sino que coexiste. "Solo es libre el hombre capaz de amar y respetar a los demas hombres", declara Domingo Marrero con palabras que Kant hubiera aplaudido. Solo la libertad que se realiza amorosamente en lo colectivo es verdadera libertad. La privacion de esta genera toda clase de desafueros, atropellos e injusticias. Preciso es subrayar esta coordenada del pensamiento de Domingo Marrero: su profundo sentido social. Puede partir del analisis de las mas reconditas experiencias del yo; siempre desembocara en el estudio del hombre como ser en sociedad. Insiste en que hay que conocer al hombre en su vivir concreto, alma adentro, mas a la postre, nada se puede entender bien si no vemos como esa red de situaciones existenciales

que es el hombre se halla entretejida tambien con la malla de los procesos social es. Una consideracion puramente teorica jamas puede darnos la medida de lo que es el hombre en su arduo bregar con sus semejantes. Es de observarse, ademas, que para hacer sus enfoques no se limita a escrutar las concepciones de un Bergson, de un Dilthey o de un Heidegger, por via de ejemplo, sino que recurre a los poetas, a los escritores; Jorge Manrique, Cervantes, Ganivet. Los artistas de la palabra tienen tambien algo valioso que decirnos sobre el problema del hombre; intuiciones, vislumbres, aciertos. Todo esto lo podemos confirmar en El Centauro, persona y pensamiento de Ortega y Gasset (San Juan de Puerto Rico, Imprenta Soltero, 1951), una de las mas solidas aportaciones al estudio del gran pensador espafiol. Los tres ensayos que forman este libro tuvieron como punto de apoyo inicial una tesis academica. Sin embargo, nada hay en ellos que sugiera una disertacion de ese tipo. No obstante lo serio de su tematica, la impresion que se obtiene es de ingravidez. Jamas tropezamos con nada duro, rocoso, rigido. Todo es raiz y ala. El mundo aparece sostenido en la mirada. La mirada recorre al mundo como mano amorosa. Pocos ensayos se han escrito en Puerto Rico en que la pluma se mueva con mayor soltura, en que imaginacion y pensamiento se hayan concertado mas armoniosamente, en que la palabra haya cumplido mejor su funcion magisterial. En este libro, Domingo Marrero aporta datos nuevos sobre la vida de Ortega y Gasset como estudiante en Alemania. Para obtener esos datos hizo un viaje especial a aquel pais. Bosqueja, ademas, las ideas princi pales de Ortega, trazandolas somera y cuidadosamente a sus origenes y sefialando influencias. Esboza el desenvolvimiento de esas ideas. Finalmente, formula criticas, destacando lo que a su JUICIO son realizaciones, al tiempo que subraya debilidades y quebrantos. Es evidente que aqui no podemos hacer el analisis que, sin duda, este libro se merece. Recalquemos, por lo pronto, que pese a ser mas complejo en sus esquemas conceptuales, la vision del hombre que en El Centauro se nos ofrece no difiere esencialmente de la que hallamos en Los fundam entos de la libertad y en M editaciones de la Pasion. El libro es un compendio de las ideas filosoficas cimeras de nuestro siglo. Relacionandolos siempre con Ortega, Domingo Marrero estudia a pensadores como Nietzche, Heidegger, Bergson, Dilthey, Kierkegaard, Scheler, Jaspers, Zubiri y Sartre. La atmosfera es siempre de vanguardia intelectual. Hay instantes en que a pesar de la fascinacion de las ideas nos detenemos a disfrutar de hermosos pa-

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rajes. Estos abun dan. Asi por ejemplo, esta bella estampa del centauro, simbolo q ue tan diestramente empleo Domingo Marrero para representar a Ortega. "El centauro esta ante la esfinge. Genial cabeza de finisimos y alados giros. Anca sudorosa y patas de cristal. cQuien podra calibrar el peso ambivalente de su colosal figura?" Ve en Ortega al "habitante d e alas contrapuestas que ensaya su carrera y su vuelo al mismo tiempo". Otro simbolo utilizado hermosamente es el de la cruz; "La vida parece estar en contraposicion con la Cruz; pero, bien visto, la Cruz es la culminaci6n de la vida. La Cruz es la vida negandose y trascendiendose a si misma. Por eso al apuntar hacia la vida, las nuevas directivas se orientan hacia la cruz" . Tambien, en ciertas ocasiones, nos seducen las imagenes, ÂŁlores que emergen subitas, inesperado hallazgo para deleite de nuestros sentidos. He aqui una de movida plasticidad; "Cuando el Centauro se encabrita admonitivamente frente a la pantera sensual del mediterraneo ... " Nos habla en otra oportunidad del paisaje como "ecran cinematico" y en otra del "follaje umbroso de la metafisica ... " Son metaforas de sabor muy moderno, en que lo abstracto y lo concreto suelen fundirse en bella sintesis. Sabe aprovechar el valor caracterizante y grafista del adjetivo. Nos habla de una protesta "hirsuta'', del aire "seco y esencial" de la meseta castellana o de las "callejas escurridizas y serenas del gotico pueblecito de Marburgo". La prosa en El Centauro posee, a mi juicio, dos ritmos fundamentales. A veces es un caminar acelerado, de scherzo, alegre, vivaz. Casi siempre, sin embargo, avanza tranquilamente, reposada, con ondulaciones de mar a la caida de la tarde. La palabra emerge segura. Va, como la saeta, directa a su destino. La frase es amplia como una tunica, pero nunca desbordante. La oracion tiende a ser corta, sin caer en el laconismo. Domingo Marrero evita los periodos complicados en que clausulas y clausulas se encabalgan. La expresion del pensamiento es concisa y redondeada. Np suele faltarle ni sobrarle cosa alguna. El

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autor se com p lace en lo que escribe pero no deja de comunicarnos su inquietud . Bajo la piel de las palabras adivinamos la sangre qu e bulle, que a veces se encrespa, sin irrumpir volcanicam!!nte. Leer El Centauro es, a la par, aprender una leccion de disciplina y u na aventura de descubrimientos. No ca be duda de qlie Domingo Marrero fue uno de . los mejores ensayistas puer torriquefios. Su con tinuo dialogar con la Biblia dejo una huella de sabor en su estilo. Son frecue n tes las alusiones a pasajes del Antiguo y del N uevo Testamento. A esos contactos debe una cierta sentenciosidad, un enfasis solemne a veces. No se puede negar la influencia formadora de . Ortega. Eludio, sin embargo, cuidadosamen te, aquellas coqueterias, aquel frivolo discurr ir que con justicia se le reprocha en ocasiones al maestro espafiol. El caracter de Domingo Marrero era mas intenso, mas gravemente inclinado sobre la vida que el de Ortega. No quiso ser, como este, un mero espectador . Descendio al camino para participar con sus semejantes en la peripecia humana. La vida era para el cosa demasiado seria para ser tratada a la ligera, aunque fuese por breves instantes. Pero no se me interprete mal. Domingo Marrero no careda de humor. Pero era cl suyo el autentico humor que lleva siempre consigo la entrafia dolorosa. A ser espectador, prefirio ser testigo. Dar testimonio del hombre, tal es la enjundia de su creacion. En esta actitud, a quien mas se parece entre los puertorriquefios es a Eugenio Maria de Hostos. En su manera de decir tiene afinidades con Antonio S. Pedreira y Margot Arce de Vazquez. Pero fue original porque fue siempre genuino. Porque dio SU voz, la de el, la unica e intransferible. Porque SU espiritu fue voz, primicia generosa de su ser al hermano, al hombre, al puertorriquefio. Y su mensaje sigue ahi, perenne, vivo. A los tres afios de su muerte, su obra de orientacion y esperanza, nos provoca a pedir angustiadamente: 1Dios quiera que aquella voz, que aquel espiritu tan noble y fino no haya clamado en vano en el desiertol


Exposicion de Julio Acuna

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UMPLIENDO CON SU PROP6SITO DE DAR A CONOCER AL

publico a traves de exposiciones peri6dicas a los exponentes de las artes plasticas puertorriquenas, el Instituto de Cultura Puertorriquena present6 las obras del pintor Julio Acuna en exposici6n inaugu¡ rada el 3 de mayo. Julio Acuna naci6 en San Juan, y se educ6 en Nueva York, estudiando su arte en el Art Student's League bajo la tutela del profesor Robert Brackman, uno de los mas destacados retratistas de Estados Uni¡ dos, cuya Hnea sigue Acuna. En Madrid estudi6 con don Julio Moises, figura destacada de la pintura espanola contemporanea. Ha expuesto obras en Nueva York, Caracas, Madrid y Barcelona, recibiendo premios en distintas ocasiones. Tambien ha expuesto en el Ateneo y en la U niversidad de Puerto Rico. En la presente exposici6n figuraron varias obras realizadas recientemente por el pintor en el curso de un viaje de estudios por Italia y Espana. Damos en estas paginas algunas ilustraciones de la Exposici6n.

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A specto de la Ex posici6n

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Balbuena y sus Grandezas Por

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A LO HACE NOTAR CON SU ACUCIOSA PENETRACI6N

Francisco Monterde, el sabio profesor y notable escritor mexicano,. que el termino grandeza significa para Balbuena algo mas que el resumen de todas las virtudes de la ciudad mas hermosa e importante entonces de! Nuevo Mundo: Mexico. Es para el clerigo de aldea, que ha vivido varios afi.os confinado a la existencia anodina de un pueblo rural, el contraste magnifico entre la pequefi.ez de la aldea y la grandeza de la vida rica, esplendorosa, culta, llena de todo genero de alicientes, de la gran ciudad. La maravillosa visi6n fisica y la hondura de su er.orme tradici6n cultural, tuvieron que deslumbrar al hombre de toga, al escalar la extraordinaria meseta mexicana donde, escenario cantado por tantos escritores, tkne su asiento "la regi6n mas transparente del aire" -segun nos recuerda Alfonso Reyes. Vale la pena, aunque no sea mas que de paso, anotar el contraste curioso, digno de mas meditado estudio, de la inversi6n del tema clasico del menosprecio de la corte y el aprecio de la vida sosegada de la aldea o del campo, siguiendo "la escondida senda". Al oir contra la corriente humilde de "la vida retirada", que en la Peninsula ejemplificaria Fray Luis de Le6n, Balbuena hace aqui en America todo lo contrario: la defensa de la ciudad, SU mas sentido alegato, el elogio mas cumplido de SUS grandezas. Siente desprecio por la menudencia y chatez la vida pueblerina. Dijerase que lo que alla en Espana aburria, por el abuso; aqui en America atraia por la escasez:- El poema de Balbuena Grandeza mexicana es un alegato contra las pequefi.eces de la vida rustica en las villas primitivas y un desorbitado elogio de la grandeza de la ciudad, de la metr6polis mexicana que lo atraia con su esplendor cortesano, sin6nimo de una vida mas culta y mas pr6spera. Ambicion6 siempre Balbuena, hombre esencialmente de letras y como tal artista, desenvolverse en un ambiente de refinamiento espiritual. El destino habria de concederselo, como sucede

ANITA ARROYO

con las cosas buenas de la vida, solamente a picotazos. El amor a sus pr6jimos y a la belleza -religioso y poeta-; la ambici6n de puestos que acarreasen autoridad y honores -hombre al fin- ; la raigal vocaci6n literaria- que lo convierte en uno de los poetas mas notables de su tiempo- y la gran avidez de fama, son los resortes sicol6gicos que determinan su caracter -

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y explican su andariega conducta en pos de grandezas. Quiso andar entre ellas, ser una de ellas y Io logr6

debatiendose, como todo ser humano, entre innumeras pequeneces. Logr6 lo que Alfonso Reyes hizo y dijo: "1Dichoso aquel que puede Ievantar la estatua de su alma con los despojos de esta realidad que todos los dias nos asalta!". El norteamericano John Van Horne y, siguiendo su valiosa investigaci6n, otros autores como Jose Rojas Garciduenas; y aqui en Puerto Rico, Fernandez Juncos, por citar uno, han esclarecido la vida de este ambicioso cura de pueblo de tan brillante carrera dentro de la vida seglar y su profesi6n literaria, que no s6lo sobresale en la epica espanola con su famoso poema El Bernardo, sino que alcanza lugar prominente dentro de la literatura hispanoamericana con su famoso elogio de la ciudad culta y rica donde espera abrirse paso. Habia nacido el escritor en Espana, en Valdepenas hacia fines de 1561 o principios de 1562. Su padre, de igual nombre que el, lo trajo a la Nueva Espana cuando el nino contaba s6lo dos anos. Mas de cuarenta permanecerfa en el pais de las grandezas que cantara. Pero no empiezan sus andanzas mexicanas por la "mera" capital, sino tambien por las provincias. Infancia y adolescencia las pasa eJ. poeta en San Pedro Lagunillas, Compostela y Guadalajara, donde estudia, hasta arribar finalmente a la capital que lo atrae, como a Juana de Asbaje nina, con sus dorados destellos. Hada 1580 es que Bernardo "conquista" la ciudad de los Palacios. Alli se sentira como soberano en su trono, en el ambiente que anhelaba respirar su alma, avida de saber y de belleza. Completa estudios; sale triunfador en tres certamenes literarios -uno de los cuales obtiene, segun su propio testimonio, "siendo colegial de uno de sus Colegios" -; estudia teologia en la Universidad de Mexico. Ordenado en la carrera eclesiastica, es nombrado Capellan de la Audiencia de Guadalajara. Aspira desde el principio a ocupar un alto cargo eclesiastico en la corte virreirtal, pero sus ambiciones sufren altibajos constantes y pasa despues como cura a las minas del Espiritu Santo y partido de Lagunillas. Su espiritu, enamorado de las grandezas, sigue prendido de ellas., No aspira tanto a las conquistas materiales, como a las espirituales: el saber y la fama, ser culto y prominente. Legilimas ambiciones y grandezas . . . En realidad las Iogra en plena juventud, SU etapa mas feliz y brillante. Ganador de certamenes con ocasi6n de grandes festividades religiosas y profanas, admirado por todos y rodeado de las "grandezas" de la capital, podra decir de el Rojas Garciduenas: "No, no era poco, en verdad lo obtenido por Balbuena en sus anos de juventud; con raz6n habra de suspirar por ellos mas tarde, en plena anoranza, sintiendose como en destierro y abandono al vivir en lugar apartado y remoto, lejos del bullicio capitalino,

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de los galanteos y fiestas de la corte, de las borlas, maceros y discursos de la Universidad, del teatro, de los concursos de los besamanos, de las nocturnas cabalgatas con antorchas y el discreteo amoroso en rejas y balcones." Sf, anadimos nosotros, lejos de las "grandezas" que tanto y siempre echara de menos el resto de su vida el autor de la Grandeza Mexicana. Durante su estancia en San Pedro Lagunillas, retirado de los ruidos y ajetreos de la gran metropolis, a la que, no obstante, iria de vez en cuando, y a partir de 1592, realiza el poeta su mayor y mejor obra literaria. Su gran poema El Bernardo, poema de largo alcance y ejecutoria; la preparaci6n y retoque que gusta hace.r a sus obras, como a su novela pastoril El Siglo de Oro en las Selvas De Erifile, y su famoso poema Grandeza Mexicana, del que vamos a ocuparnos especialmente. En 1602, con motivo de un viaje, conoce a Dona Isabel de Tovar y Guzman, quien le pide le describa la ciudad de Mexico a donde piensa ir a profesar en un convento. Este es el origen circunstancial, el pretexto externo del poema en forma epistolar de Balbuena. Si su amiga queria ir a Mexico a profesar; el anhelaba ir a vivir alli permanentemente, ocupando un alto cargo eclesiastico. Para los dos la hermosa ciudad era la meta. Cansado de la chata vida pueblerina, compone su gran poema de asunto americano y en 1603 obtiene la licencia del Virrey para publicar el elogio de la capital con que tanto ha sonado. Piensa el que SU mexicano elogio se le convertira en pasaporte¡ para lograr su ambici6n mas Cara, pero el exito alcanzado por SU poema no lo lleva tan lejos como el pretendia en su carrera religiosa. Su "Grandeza" no le proporciona "la grandeza" a que aspira. 1Pobre cura de aldea condenado a un constante destierro por amor de su carrera de servidor de Cristo! ... A mediados de 1606 sali6 el decepcionado prelado para Espana, por cierto, acompanado de un criadito que Ia licencia le autoriza "para llevar en su servicio a Cristobal mulato libre de edad de nueve o diez anos". Medio siglo antes habia dejado la Madre Patria que le resultaba ahora desconocida. En realidad ya el era americano. Las "grandezas" de este lado del mar lo habian conquistado y se habfa erigido en su mas representativo cantor. Pocos anos permanece en la Peninsula, pues regresa probablemente en 1610, segun apuntan sus bi6grafos. Le ha dedicado su novela El Siglo de Oro con toda intenci6n al Excelentisimo don Pedro Fernandez de Castro, Conde Lemos y de Andrade, Marques de Sarria y Presidente del Real Consejo de Indias. Esto ultimo es lo mas importante. El destino del prelado esta en America y a ella tornara a ubicarse como Abad de Jamaica, que es el cargo que se le ha ofrecido y que, como supone Van Horne, al cantor de la Grandeza mexicana tuvo


que parecerle "inferior a lo que deseaba". De nuevo los hados le eran adversos: no era a su amada ciudad del altiplano mexicano a donde lo enviaban, no era la realizaci6n del suefio de toda su vida: el arribo feliz a "la grandeza" que para lograr la habia cantado, pero, hijo de las circunstancias -como todo hombre-, Balbuena tuvo que aceptar la voluntad de Dios. Quizas si la mayor "grandeza" de su alma estuvo en aceptar esta nueva prueba. Y volvi6 a America a la isla que se le asignaba. Para alcanzar jerarquia encontraFia de nuevo soledad, aislamiento. Las islas lo perseguirian desde aquel momenta. La falta de comi,micaciones hada este archipielago antillano mas insular entonces. Sus bellas islas eran mds islas, islas "aisladas". . . Y el mar verde este que rodea nuestras patrias era tornadizo y peligroso, mar infestado de piratas. Viajero el pobre prelado entre islas y piratas, mil peligros lo acechan y salen al paso. Grande fue su aventura de atravesar montafias, intrincadas de espesa selva tropical, y mares cuando tiene que recorrer, a los sesenta afios, la region tan quebrada del Oriente de Cuba para, a traves del estrecho Paso de los Vientos, llegar a Santo Domingo y de esta isla mayor trasladarse a la menor de Jamaica que era su destino. lmaginaos al anciano sacerdote, que habia con su pluma compuesto poemas inmortales, teniendo que cruzar sobre mares de verdura, sobre las islas y sobre el mar - mar de verdes y verdes de mar, a tan avanzada edad para ir a ocupar su modesto cetro a Jamaica. Adi6s mexicanas grandezas. La tierra alta de la meseta se le trocaba en mar. Adi6s aproximaciones celestiales. El aire transparente de la meseta se le trocaba en brisa salobre y calida. Ambicioso de cargos y de honores, de fama y nombradia, llegaba a una isla pobre y casi desconocida, ardida bajo el deslumbrante, enceguecedor sol tropical. Para Balbuena tuvo que ser una tremenda desilusi6n el nuevo cargo porque -como observa Rojas Garciduefias- "ese aislamiento, o si se quiere independencia:, que daba mayor autoridad y libertad al Abad era, al mismo tiempo, la desventaja maxima para quien deseaba la proximidad de una sociedad letrada y habia demostrado gustar de la vida agitada y densa de las cortes". Suplicas e instancias desde su aislamiento anheJando siempre conseguir un puesto mas rico que la Abadia de Jamaica, desembocan al fin en 1619 en un hecho estimulante para el Doctor Don Bernardo de Balbuena. El Rey le confiere el obispado de Puerto Rico que aunque entonces, como con gracia dice Lope de Vega, no era "rico", si resultaba mucho mas importante que Jamaica. Es asi como el autor de Grandeza Mexicana viene a dar a esta acogedora y bellisima isla. Antes de llegar aquf tuvo que asistir a un Concilio en Santo Domingo. Continuaba su peregrinaje de isla en isla. Desde Puerto Rico dara

cuenta de estas nuevas aventuras al salir de Jamaica: " ... yo vine empefiado en mas de tres mil ducados por las muchas embarcaciones que tuve" -es decir, por las muchas veces que se embarc6- "y despoblados que pase, abriendo camino en ellos por mas de cien leguas de la isla Espanola, venciendo todas estas dificultades y otras mayores que .se padecieron, por cumplir con la puntualidad que debo la orden que tuve de Vuestra Magestad de acudir a la ciudad de Santo Domingo a la convocaci6n del Concilio Provincial ... " En la cuaresma de 1623, tras ese viaje hazafioso a traves de mares y de selvas, se instala el Obispo en Puerto Rico. Viene enfermo y cansado de la azarosa y larga jornada, pero se enfrasca en seguida en las mil responsabilidades y tareas de su alto cargo. No habia escalado la sofiada meseta del Anahuac, pero arribaba a las mansas playas de Borinquen. Ni aqui encontrara paz el eterno viajero, saltarfa ahora de isla en isla. El Caribe es una amenaza constante y en septiembre de 1625 se presenta frente a las costas del puerto de San Juan de Puerto Rico una £Iota holandesa. Viene en plan de corso "el fiero Enrique, holandes rebelado" y, tras el sorpresivo ataque, desembarca y se aduefia de la ciudad. Vecinos, guarnici6n, Obispo, can6nigos y clerigos huyen en desbandada. Todo es saqueado e incendiado y Balbuena ve con dolor indescriptible arder sus amadas pertenencias, las que ha cargado a lomo de caballo por selvas intrincadas y a bandazo de barco por mares encrespados. El pa¡ lacio episcopal es pasto predilecto de las llamas y la biblioteca del sofiador es reducida a cenizas. No cuesta trabajo imaginar el dolor del Obispo poeta. Otro gran poeta canta el episodio asi: generoso prelado doctisimo Bernardo de Balbuena Tenias tu el cayado de Puerto Rico cuando el fiero Enrique, holandes rebelado, rob6 tu libreria, pero tu ingenio no, que no podia, aunque las fuerzas del ingenio aplique Este compafiero de letras de Balbuena es Lope de Vega. Inmortalizados quedan el hecho y su protagonista. Rijo literario, ya que no nativo, de Mexico, a cantar sus grandezas dedica su poema americano vaciado en molde clasico, el mismo terceto endecasilabo de la Italia renacendsta que introdujo Boscan en Espafia y perfeccion6 Garcilaso, este poeta que juzg6 Menendez y Pelayo tan acertadamente asf: "Hasta por las cu alidade~ mas caracteristicas de su estilo es en rigor el primer poeta genuinamente americano, el primerq en quien se siente la exhuberante y desatada fecundidad genial de aquella pr6diga naturaleza", considcrando su poesia "tan nueva en castellano cuando el escribfa, tan opulenta de color, tan profusa de orna-

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, mentos, tan amena y facil, tan blanda y regaJada al ofdo cuando el autor quiere, tan osada y robusta a veces, y acompafiada siempre de un no se que original y ex6tico, que con su singularidad le presta realce, y que en las imitaciones mismas que hace de los antiguos se discierne". Menendez y Pelayo cierra con estas palabras su juicio sobre Balbuena: "es a un tiempo el verdadero patriarca de la poesia americana, y, a despecho de los necios pedantes de otros tiempos, uno de los grandes poetas castellanos". Bajo el ropaje galano y renacentista de un poema narrativo descriptivo en forma epistolar, se nos presenta por primera vez en la Literatura Hispanoamericana un poema todo el planeado y realizado para lograr grandezas de America, verdadero gran poema sinf6nico donde el asunto alcanza su verdadero desarrollo y apogeo. La unica protagonista es la ciudad de Mexico, el unico fin glorificarla, ya que es la verdadera heroina de uno de los poemas mas americanos por su contenido que hasta la fecha se ha escrito en el N uevo Mundo. Ocho heraldos anuncian la entrada de esta gran protagonista, la grandeza mexicana, en escena: son los ocho versos de la octava que sirve de antesala al poema y que contiene a la vez su plan y su argumento: De la famosa Mexico el asiento, origen y grandeza de edificios, caballos, calles, trato, cumplimiento, letras, virtudes, variedad de oficios, regalos, ocasiones de contento, primavera inmortal y sus indicios, gobierno ilustre, religi6n, estado, todo en este discurso esta cifrado. Ya en este ingenioso preambulo esta contenido, ademas del asunto y el plan del poema, mucho de su estilo y de su espfritu, de tal manera que, despues de leer el poema y volver a la octava, nos parece descubrir en ella sintetizadas la mayor parte de sus caracterfsticas, sobre todo las formales. Por primera vez se escribe en America un poema con un plan geometrico, como lo revela la primera octava, plan que, a pesar de estar todo el compendiado en esta estrofa tan reveladora, despues se expande y desarrolla exhuberantemente, pero siempre, como veremos, dentro de lineamientos estructurales precisos que le dan un caracter muy original a esta primera expresi6n del arte americano literario. Top6grafo de la poesia, Balbuena es el mas tipico y persistentemente enumerativo, no s61o de los escritores americanos de su tiempo, sino de todos los poetas de la lengua espafiola. En este sentido la obra es una larga enumeracion, mas o menos como la de la propia estrofa inicial, de sustantivos o adjetivos, aplicados en forma un tanto de catalogo a cada uno de los tiempos anunciados en la octava 54

tematica, c6mo pudieramos llamarla, donde se nos dan las notas fundamentales del tema que se va a desarrollar ampliamente despues. No queremos con ello quitarle importancia ni belleza al poema que, en realidad, las tiene notables, sino caracterizarlo de acuerdo con nuestra sincera y espontanea impresi6n del mismo. Como poeta es versificador excelente que, si bien abusa del procedimiento enumerativo -dijerase que la reiteraci6n es su arte poetica-, nos da una enumeraci6n del tipo diffcil de aplicar por su abundante contenido verbal, por su caudaloso torrente de hellos vocablos encauzados por un sentido poetico indudable. Tiene aciertos felidsimos de expresi6n que le ha sefialado la crftica. Su poesia es pintoresca, decorativa, rica en formas y colores, muy plastica. Todo el poema es como un mosaico de esos que combinan tan primorosamente los indios de Mexico en sus canoas de Xochimilco. Hay exceso tal vez de verbalismo, abundancia de terminos mas que de genuina imagiriaci6n. Se juega mas con las palabras que con las ideas. Pero, es, en definitiva, una grandeza mas, reflejo de la riqueza material, de la profusi6n y abundancia de elementos que caracterizan la cultura mexicana virreinal. Los cronistas de la Conquista tenian todos una predisposici6n marcada a contar la grandeza de la civilizaci6n mexicana, mucho mas que a cantar la naturaleza americana. En cambio, en Balbuena se completa el punto de vista. Ya no es s6Io la civilizaci6n, los hechos humanos, sino la naturaleza, el paisaje, en su doble aspecto de flora y fauna, la que hace su plena aparici6n en la poesia de este !ado del mar. No son las aisladas, impresionistas pinceladas, salpicadas aquf o alla ocasionalmente, de los primeros cronistas. Es la introducci6n del tema en apogeo sinf6nico. Es la conquista de la naturaleza en su doble aspecto ffsico y espiritual. Es, en suma, el paisaje sentido por primera vez poeticamente. Podemos afirmar de modo categorico que Balbuena integra, esta es la palabra exacta, que es el gran poeta integrador de la grandeza mexicana al fundir en un solo cuerpo poetico, en su inmortal poema, 1a naturaleza y la civilizaci6n. Estas dos palabras, de tantas vigencias en America todavia, nos recuerdan el tftulo de una obra de Miguel Rodriguez Ferrer, comisionado ¡que fue a Cuba "para recorrerla y estudiarla'', Naturaleza y Civilizaci6n de la Grandiosa Isla de Cuba. Naturaleza, cuando canta el poeta "Primavera inmortal y sus indicios"; y civilizaci6n, cuando recorre todas las humanas grandezas, los adelantos y esplendores de la capital alabada que alcanza, en evoluci6n hist6rica, un rumbo de progreso ascendente y es la gran metr6polis capaz de deslumbrar al mundo. Y es por todo esto que como poeta tiene Balbuena

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una especial significacion den tro de nuestra gran literatura de Hispanoamerica. Es el primero, asi lo hace ver Menendez y Pelayo, en quien apunta la nota hispanoamericana por cambiarse en el esas formas expresivas de gran riqueza ornamental, propias de los poetas andaluces, con el amor a las cosas de America, aunque este amor sea del tipo de admiracion de que hablamos al referirnos a la admiracion que sentia Cervantes de Salazar por la N ueva Espafia, considerandola como una provincia mas de la Metropolis. Pero adentremonos en el poema en busca de nuestro tema de la grandeza mexicana'. T ras breve exordio, en seguida aparece nuestra gran protagonista. Se complace en todo momento al poeta en mostrarnosla vestida con sus mas ricas galas y comienza el desfile de sus suntuosos trajes, o sea, de todos los aspectos de su grandeza material y espiritual. Asi nos habla de: su asiento, su grandeza populosa, sus cosas raras, su riqueza y trato, su gente ilustre, su labor pomposa ... y comienza las Jargas tiradas de enumeraciones: Con bellisimos lejos y paisajes, salidas, recreaciones y holguras, huertas, granjas, molinos y boscajes .. . en medio de las cuales tienen imagenes poeticas muy bellas como: De sus altos vestidos de esmeralda, que en rico agosto y abundantes mieses el bien y el mal reparten de su falda ... Mas temas similares de la grandeza mexicana tratados por los Cronistas y por Balbuena son los s1guientes: a) La multiplicacion de oficios y artesanias: Todos en gusto y en quietud dichosa siguen pesos y oficios voluntarios habiendo mil para cualquier cosa alquimistas sutiles, lapidarios, y 1os que el oro hurtan a la plata con invenciones y artificios varios . . . b) Enumeracion pormenorizada de arboles. Aqui el poeta, como el cronista, se admira de su inmensa riqueza y variedad, pero afiade a cada especie la nota literaria de un hello epiteto poetico: "el presuroso almendro'', "el pino altivo", "el sangriento moral", "el funesto cipres", "el derecho abeto", "el liso job", "el roble bronco", "el alamo perfecto" ... "el azahar nevado" . . . "el trebol amoroso y delicado" . .. c) Enumeracion detallada de pajaros: Aves de hermosisimos co lores, de vario canto y varia plumeria, Calandrias, papagayos, ruisefiores ... d) La comparacion con otras ciudades: Que gran Cairo o ciudad tan peregrina que reino hay en el mundo tan potente que provincia tan rica se imagina ... e) El tema de la grandeza de la Conquista, solo apuntado por Bernal Diaz o Cervantes de Salazar, aparece ahora en Balbuena ampliamente desarrollado.

Es la nota patriotica que caracteriza el fi nal del poema. Despues de can tarnos las grandezas materiales y morales, estas son gran novedad y producto de la mas evolucionada grandeza deJ pais. Termina Balbuena con su loa a la grandeza de Espafia: 10 h Espafia valerosa coronada por monarca del viejo y nuevo mundo de aquel temida, desde tributadal Es el resumen de las grandezas de las dos Espafias de las que el poeta se siente ciudadano indistintamente, ya que el no distingue entre la una y la otra. Ambas son para el, como lo eran para Cervantes de Salazar y para todos los espafioles de la epoca, una misma patria. La de Mexico y la de Espafia una misma grandeza. Monterde estudia muy sugestivamente el barroquismo de la poesia de Balbuena. La clave de su estilo esta en el asunto mismo del poema, nos dice, y es muy cierto. Toda la exhuberancia, la prodiga acumulacion de elementos estan en la misma realidad que el poeta refleja. Es la realidad americana y ello nos lleva a puntuaJizar los elementos americanos de la obra, nuestro principal punto de interes. Loque hay de americano en el poema de Balbuena es mucho. Es todo el contenido. Por primera vez nos encontramos un completo consagrado a cantar lo americano espedficamente. En primer lugar esta, pues, el tema mismo. De esa primera etapa en que lo americano les entra a los escritores por los ojos, Grandeza Mexicana es el mejor de los exponentes y SU mas cabal ejemplo. El poema tiene ese caracter acumulativo que es tonica de esta primera gran vision que de America tienen los que la contemplan todavia mas con los ojos de la came que con los del espiritu. Hay sobre todo grandeza material acumulada: de edificios, de paseos, de caballos; pero hay tambien buena parte de grandeza espiritual: ambiente culto y refinado, propicio al cultivo del arte, agradable a las musas. "Mexico aparece ante sus ojos como lo mejor que conoce: el ideal realizado, la ciudad venturosa, padfica, tranquila, culta y bella, con el prestigio de una Espafia que esta en el apogeo, que domina plenamente en Europa, en las islas del mar oceano y en la tierra firme: La Espafia Universal y el patio de la Iglesia, que ampara las jerarquias, escala por la que Bernardo de Balbuena se propone ascender en breve . . . " Asi dice Monterde con su habitual enjuiciamiento certero. Pero Mexico, aunque como prolongacion de Espana, es para el poeta la ciudad amada y perfecta que lo impresiona realmente, no solo como escalera para ascender socialmente, sino como reducto de verdaderas bellezas que el admira tan sincera como floridamente. La "flor de ciudades" que es para el Mexico, es una flor con esencia ya americana y en esta fragancia nuestra que emana de todo el poema esta su

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merito principal para nuestro prop6sito de destacar lo americano. Balbuena es un producto cultural de America, aunque vestido con ropaje europeo, porque late en el como el poeta espafiol Quintana fue el primero en reconocer, un espiritu ya americano "semejante al Nuevo Mundo donde el autor vivia" ... Y este mundo ancho y soberbio "es un pais inmenso y dilatado, tan feroz como inculto, donde las espinas se hallan confundidas con las ÂŁlores, los tesoreos con la escasez, los pajaros y pantanos con los montes y selvas mas sublimes y frondosas" . . . un pais, afiadimos nosotros, donde se acumulan todas las grandezas de la tierra y donde se dan los mas fuertes y feroces contrastes. Entre estos contrastes '.Balbuena prefiri6 destacar el que mas honda huella habfa producido en SU espfritu de hombre cultivado y ambicioso de gloria: el de la ciudad, grandiosa y el pueblucho pequefio. Por via de su afan de gozar las excelencias de la corte, abandona con alegria las estrecheces materiales y espirituales del misero cortijo y, con mayor alegria todavia, canta su loa a la ciudad cuyas grandezas lo atraen como iman poderoso. Pero de paso, su poema nos descubre, adema.s de este contraste que es ya de por si muy americano, la grandeza de nuestra America, rica, bullente como las calles de la ciudad que describe fan barrocamente abigarradas "el patriarca cie la poesia americana", titulo con que tanto lo .honra Me-

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nendez y Pelayo y tanta justicia nos hace como entidad literaria al mismo tiempo. De su profunda admiraci6n por la ciudad de Mexico le brota, pues, a Balbuena su gran poema ameticano. El pobre poeta tuvo que morir lejos de su amada patria adoptiva suspirando siempre por volver a Mexico, a Tlaxcala. La muerte lo sorprendi6 aqui poco despues de haber visto saqueados su casa y su biblioteca durante el asedio de los holandeses a la Isla. :El, que tanto habia amado la armonia de las cosas bellas y la grandeza de las ciudades mas cultas, alentaria para siempre en el arte literario americano, como el gran cantor de la ciudad de Mexico, cumpliendose por lo menos su deseo, al cantar su gloria para la posteridad, "de celebrarla el mundo eternamente". Queda pues, Bernardo de Balbuena, consagrado como el primero de los grandes poetas americanos. Pero lo que a nosotros nos interesa destacar de un modo especial es su expresi6n americana, producto ya de una genuina sensibilidad poetica, hija feliz de un mundo nuevo que, tras las contiendas de la conquista guerrera y brutal se erguia, puiante y dinamico, sobre las ruinas y floreda a la cultura con nueva personalidad. Porque la trascendencia del poema Grandeza Mexicana es que, pintando espedficamente la mexicana grandeza, abarca un cuadrc> general mucho mas amplio: gracias al poder expresivo del artista, es un gran canto a la grandeza americana.


Lahra y Puerto Rico Por

RECORRIENDO LAS MONOTONAS PA.GINAS DE LOS DIA·

rios de Sesiones de las Cortes espafiolas se sorprende uno de ver con inusitada frecuencia el nombre de Rafael Marfa de Labra (1840-1918), hoy tan injustamente olvidado. Desde 1872 a 1899 represent<'> casi sin interrupcion algun distrito de las Antillas. Sabana Grande fue el primero y el que mas veces le llev6 al Parlamento, pero despues vinieron Santa Clara, Guanabacoa, la Habana, etc. En ocasiones era elegido por varios de ellos al mismo tiempo, bien para diputado o senador, viendose obligado a optar por un solo distrito y una sola representacion. Sin mas preambulos, cabe preguntarse <!POT que este hombre, bien acomodado, nacido en la Habana pero educado en Espafia y espafiol por los cuatro costados, tuvo la representacion antillana en unas treinta legislaturas y por mas de veinticinco afios? <!Por que, desde muy joven, se dedico con todas sus energias a la cuestion colonial? En realidad, se puede afirmar que fue de los pocos que en Espafia vieron claro y quisieron anticiparse a los dramaticos acontecimientos de fines del siglo XIX. Prim y Pi y Margall fueron otros. Este, por desgracia, no hizo nada desde el poder, pero Prim hubiera resuelto con toda probabilidad el problema antillano de no haber sido

JuAN CASTELLANO

cercenada su vida tan prematuramente. Segun sus biografos, era su proposito conceder la autonomia sin perdida de tiempo y llegar a la independencia despues. De ser cierto es to, N atalio Rivas tiene razon al decir que la desaparicion inesperada del conde de Reus "ha sido uno de los acontecimientos mas trascendentales de la Espafia contemporanea." 1 En su primer trabajo periodistico, "La justicia en nuestras colonias," publicado alla por 1860, antes de salir de la universidad, ya se percataba Labra de que el problema antillano no era solo una necesidad local, sino una cuestion trascendental para una nueva Espafia que estaba obligada a restaurar su prestigio en el circulo americano. Durante el resto de su vida fue probablemente anirriado del mismo pensamiento que abrigaron San Martin y Lopez Estrada: el de llegar a una Federacion hispanica, programa que intentaron tibiamente las Cortes de 1820-1823. Para ello era indispensable conceder a Cuba y Puerto Rico una autonomia que las capacitase para fijar su destino,_ pero aquella lleg6 tarde y -segun Labra- se malogro por oposicion del "coloso" del norte. Toda su politica americanista partia, pues, del supuesto que la reforma colonial no era un problema local, sino un problema total de la nacion espafiola, "una cuestion de suprema justicia." De ahi. la gradacion de sus esfuerzos: (19) en favor de la abolicion de la esclavitud -"una cuestion de conciencia"- (2°) en favor de la igualdad politica y juridica de antilla· nos y peninsulares -"una cuestion de dignidad humana" - y (3°) el establecimiento de un gobierno propio en las colonias -"una cuestion politica-." Como la Revolucion de septiembre no habia cumplido sus compromisos con las colonias, (alguien la ha llamado "la ultima revolucion burguesa" que ha tenido Espafia) , por haber caido en manos de elementos reaccionarios, 1.

Natalio Rivas Santiago, (Madrid, 1953), p. 186.

Narraciones

contempordneas .

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nos dice Labra que fue necesario que "los pocos que desde aquf miramos con especial carifio las cosas de America, alzasemos la voz para refiir duras batallas con ese inocente patrioterismo."2 Por su par te, durante el primer periodo de Ia R evoluci6n trat6 de desper tar la opinion por medio de artfculos d e revistas, libros, hojas sueltas y exposiciones. U no de Ios libros, L a cuesti6n colonial (Madrid, 1869) , termina con Ia profeda de que Espafia "s6Io por Ia Iibertad puede asegurar su imperio . . . Y si por desgracia, este empefio no pudiese realizarse. . . sino a costa de la Libertad y del Derecho, nosotros aconsejamos que Espafia debe renunciar para siempre a sus colonias" (p. 118) . EI mulato cubano Juan Gualberto G6mez, "el negrito de Labra" (asi le Ilamaba todo Madrid), nos informa que su protector "apenas salido de la adoIescencia, dedic6se a Ia defensa de los intereses antiIlanos, consagrando su inteligencia superior y su actividad incansable a Ia causa de Ia abolici6n de la esclavitud, que ha tenido la fortuna de ver desaparecer de los dominios espafioles."3 Por otro lado, Pi y Margall dice que "perteneci6 al grupo de hombres que han consagrado a Ia libertad de los esclavos su coraz6n y su vida." 4 El propio Castelar - nada propicio al elogio- le reconoce el merito de haber sido alma del movimiento abolicionista. No es este lugar apropiado para ocuparse de su ardua y prolongada campafia en favor de la abolici6n. S6lo apuntamos los motivos que - segun nos dice- le impulsaron a esta labor: N acido en Cuba, de padres peninsulares, con familia y amigos en aquella isla, y formando parte del gtupo de privilegiados de la sociedad ultramarina, he creido desde muy temprana edad, que estaba estrechamente obligado a poner cuanto fuera y valiese en favor de la redenci6n de las Antillas. En tal sentido, la abolici6n de la esclavitud Ileg6 a ser para mf una verdadera obsesi6n.5 A consecuencia de su insistencia en la libertad del esclavo sufri6 agravios, insultos y hasta injurias por

parte de los defensores del statu quo: "se nos calumniaba, se nos suponfa c6mplices estupidos de las intrigas extranjeras y traidores vendidos al dinero de los protestantes, de los cuakeros 0 de los propagandistas, cuando no de los gobiernos de lnglaterra y de los Estados Unidos."6 En 1871 entr6 en la polftica activa como d iputado de lnfiesto, distrito al pie del Covadonga donde viven "muchos de mis mejores amigos," donde "radica una buena parte de mi modesta for tuna" y donde "yacen aun calientes las cenizas de m is inolvidables padres, mis unicos protectores."7 Aunque no crefa que la Monarqufa ofreciera perfecta compatibilidad con la democracia, acept6 esta forma de gobierno por estimar que Espafia era un pafs " todavfa no preparado para el ejercicio de ciertos derechos que la R epublica supone" y se coloc6 en la izquierda del partido radical, "manteniendo mi absoluta independencia," con cuyo jefe, Ruiz Zorrilla, intim6 a tal extremo que logr6 interesarle en la cuesti6n de Ultramar. Acept6, piles, a D. Amadeo pero declin6 sus honores como declin6 mas tarde Ios de la R epublica y los de Alfonso XllI.8 En 1873 vot6 la R epublica y republicano continu6 toda SU vida. Pero SU republicanismo era de caracter moderado y templado, enemigo de violencias. Profesaba "poca afici6n al procedimiento revolucionario" y no querfa pertenecer a partidos de revuelta y barricada, y mucho menos a una R epublica amparadora de separatismos y anarqufa. Es cierto que trabaj6 durante toda su vida por la union de los republicanos y hasta form6 parte de sus Directorios, pero se separo al fin de Fusion al declararse este partido "en favor de un procedimiento exclusivamente revolucionario" como unico medio de restaurar la Republica. Era, ante todo, un hombre de orden que respetaba los poderes constituidos, aun el de "la persona investida con la dignidad del rey de Espafia," y no es de ex trafiar que Alfonso XIII quisiera demostrar la gran estima en que le tenfa, enviando desde San Sebastian donde

Espana y America, 1812-1912 (Madrid, 1912), p . 178. Preparando la revolucion (La Habana, 1936) , vol. 2, p. 185. .

gando que la reforma colonial no se harla mientras la mayorla de las gentes permaneciera en la ignorancia de lo que se trataba, y que para su empresa propagandista le era necesario disfrutar de completa independencia. En La crisis colonial afiade: " Decline el positivo honor de ser alto funcionario de! Estado en 1872 y ministro en 1873. Esta actitud no fue efecto de la modestia; menos de la arrogancia. Se que la malicia ha querido interpretarlo de otro modo" (p. 5, 6) . De los ofrecimientos que afios despues le hizo la Monarqula restaurada, vease el Diario de Sesiones de 1918, cuando con motivo de su muerte el ministro de la Gobemaci6n, marques de Alhucemas, pronunci6 un discurso necrol6gico en el Senado, donde dijo: "a pesar de ser hombre de ideas republicanas muy firmes, dos veces tuvo el honor de que le fuera ofrecida una cartera [una de ellas la de Instrucci6n Publica] para servir a la Monarquia" (tomo I , 222) ¡

2. 3. 4.

Francisco Pi y Margall, Historia de Espana en el Siglo XIX (Barcelona, 1902) , vol. 5, p. 43.

5.

La crisis colonial de Espana, 1868-1898 (Madrid, 1901), P• 4 y La reforma politica de. Ultramar (Madrid, 1901), p. 330. Joaquin Maria Sanromd (propagandista, catedratico, escritor, diputado de Puerto Rico) , (Madrid, 1896) , p. 25 y La abolicion y la Sociedad Abolicionista Espanola en 1873 (Madrid, 1874), p. 56. Carta que a varios electores del distrito de Infiesto dirige su ex-diputado a Cortes (1872), p. 18-19. Esta actitud de indiferencia a los altos cargos de gobiemo fue censurada por muchos, pero Labra la defendla ale-

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se hallaba, un delegado personal que as1st1era a sus funerales. Si Labra no abandon<'> antes la Republica como hicieron otros oportunistas (incluso el gran tribun,o Castelar) se debe, mas que por otra razon, tal vez al hecho de que encontr6 entre republicanos gente dispuesta a secundar su labor autonomista en el Parlamento. Ahora bien, <que piensa Labra de la isla de Puerto Rico, de sus constituyentes que le llevaron tantas veces a Ias Cortes espanolas y de los hombres que la pequena Antilla mand6 a Espana? En primer lugar, Puerto Rico y Cuba eran para el "los ultimos destellos del poder europeo y de la civilizacion del 'viejo mundo en la nueva e impaciente America; ... el punto de confluencia de las dos corrientes, sajona y latina, que ... se dividen las voluntades, la fuerza y las esperanzas."9 Eran asimismo el punto de apoyo que le quedaba a Espana para la reconquista espiritual de America, siempre que aquel pais demostrase capacidad para ser nacion directriz: Tenemos que influir en America por nuestras Antillas. . . Pero para que. . . podamos mantener nuestra representacion de Madre Patria y pueblo director, ... para que en America realicemos nuestra grandiosa mision en el porvenir, tenemos que realizar en las posesiones que nos quedan en ella, una politica grande, fecunda, de confianza y de reforma. la polftica de las grandes realidades contemporaneas.1° De Puerto Rico y de sus habitantes habla siempre Labra en terminos elogiosos. Con frecuencia expresa su agradecimiento a estos islenos por las simpatias que le mostraron a rafz de su primer discurso parlamentario del 10 de julio de 1871, tan mal recibido por la mayoria de los espanoles y que tantos sinsabores le ocasion6. De igual manera les agradece "la calurosa invitacion" a representar el distrito de Sabana Grande, invitacion que acept6 por estimar que esta representaci6n le capacitaba mejor que la de cualquier distrito peninsular "para la ruda campana emprendida." Alaba "la cultura, civismo y gran voluntad del pueblo puertorriqueno,"ll y SU espfritu democratico, mas pronunciado que el de Cuba, debido tal vez a que la esclavitud no tuvo allf tanto arraigo. Pero la caracteristica que mas ensalza es SU fidelidad a Espana y SU adhesion a la tradicion espanola, demostrada a lo largo de su historia: en los siglos XVI y XVII cuando se defendi6 sola contra ingleses y holandeses, o cuando

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11.

La autonomia colonial en Espana (Madrid, 1892), p.128. En este respecto es curioso observar que recientementc (The New York Times Magazine, agosto 16, 1959) Luis Mufioz Marin llama a este "punto de confluencia" de Labra "a valuable meeting place for people and ideas" (p. 40). Mi campana en las Cortes espano las de 1881 a 1883 (Madrid, 1885) , pags. 220-221. Estudios de Derecho Publico (Madrid, 1907), p. 422.

sali6 de su propio drculo a guerrear en Santo Domingo y combatir a los filibusteros; y a principios del siglo XIX, cuando la nacion espanola comenz6 a desmembrarse, la isla "manifest~ su proposito seguro y positivo de continuar de una manera invariable su union con la Madre Patria.'' 12 Este amor a Espana que observa en Puerto Rico, le hace exclamar en el Congreso: "No hay ninguna otra comarca en la cual la identificaci6n del espiritu peninsular con el espfritu insular sea tan profunda.'' 13 De esta adhesion a Espana vuelve a hablar anos mas tarde, en 1915, en ocasion en que andaba preocupado en allegar fondos para la construcci6n de un pante6n de doceanistas eminentes. Deda entonces con orgullo: "los primeros que se han asociado a mi empresa, con donativos en metalico, han sido el Centro Espanol de San Juan y la Camara legislativa de Diputados de aquella isla.'' 14 Segun el, esta devoci6n a lo que "se ha llamado corriente general espanola" ha contribuido a que el separatismo tuviera poca importancia y a que los sentimientos autonomistas no revistieran caracteres agresivos como en Cuba. Este afecto que sentia por la pequena Antilla le llev6 a declarar que la Isla tenia mas poblaci6n que Valencia, mas movimiento mercantil que ninguna provincia espanola, que superaba a cualquiera de ellas en "la viveza intelectual que suponen los drculos docentes y literarios de San Juan, Mayagiiez y Ponce," y que, con la excepcion de Barcelona, "no hay provincia espanola que tenga en el extranjero una representacion analoga a la de Puerto Rico.'' 15 En fin, todo su entusiasmo por la isla qued6 expresado con tipica oratoria decimononica en un discurso parlamentario: Esta isla es por su historia, por su poblacion, por su cultura . . . una colonia de la cual la patria espanola puede estar completamente sa¡ tisfecha. Aquella isla donde jamas se ha bajado la bandera de Espana, merced al valor y patriotismo de sus hijos; aquella isla que se ha gobernado sola. . . y de la que ha recibido la patria en los momentos mas criticos palabras de consuelo y esperanzas de obtener grandes vie¡ torias en los trances mas apurados; aquella isla que ha rechazado constantemente al extranjero, y que en 1873 realiz6 una de las obras mas grandes de este siglo: la transformaci6n del trabajo esclavo en trabajo libre, sin perturbacion de ninguna clase, y sin lastimar ningun derecho legitimo . . . 16 Tambien consideraba a Puerto Rico como excelente lugar de experimentacion de muchas reformas peligrosas cuyo exito habia demostrado al mundo que Mi campana en las Cortes, pags. 199-200. Mi campan.a en las Cortes, p. 200. La Politica Colonial y la R evolucion espanola de 1868 (Madrid, 1915) , p . 48 (nota) . 15 . La autonomia colonial, p. 51. 16. Mi campana en las Cortes, p. 7.

12. 13 . 14.

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Espana no era un pafs refractario al progreso: la abolicion de la esclavitud -sin que se interrumpiera el trabajo un solo dia- las reformas descentralizadoras del municipio y la provincia, el sufragio universal, etc.17 Claro que esta semi-autonomia que disfruto la Isla duro solo el tiempo que duro la Republica. Sin embargo, segun Labra, estos adelantos realizados en Puerto Rico evitaron que las republicas hispanoamericanas reconocieran la beligerancia de los insurrectos cubanos y contribuyeran a la pacificacion de Cuba. Y <que hizo Labra por Puerto Rico, isla que por ser "tan sufrida" la llamo "verdadera Iphigenia del mar de las Antillas?" 18 En 1869, antes de entrar en el Parlamento, el ministro de Ultramar, Manuel Becerra, quiso utilizar sus conocimientos en materia colonial y le invito a formar parte de una Junta de informacion creada con el objeto de estudiar un proyecto de Constitucion para la pequefia Antilla.10 Despues, mas o menos abiertamente, lucho por su autonomia. Ya en 1873 escribia a sus electores de Sabana Grande: "soy partidario de la autonomfa colonial. Lo he dicho cien veces, lo he escrito otras tantas, estoy dispuesto a repetirlo en cuantas ocasiones se quiera."20 Entiendase, sin ~mbargo, que como en un principio no todos los diputados reformistas deseaban la autonomfa, convino con ellos desde el primer dia "en sacrificar n{iestros exclusivismos ante la formula de la asimilaci6n, siempre que · esta se refiera, ante todo, al titulo I de la Constituci6n espafiola de 1869." Es decir, que acepto, como "formula de inteligencia," esta doctrina de la asimilacion, que "seduce por su sencillez" y "parece la mas igualitaria," no porque fuera de su gusto sino porque bien utilizada "puede servir de base, de un lado, para realizar en la Metropoli una viva propaganda en favor de su reforma" y, de otro, para que con el tiempo se pruebe la insuficiencia de tal sis tema. 21 Una de las luchas mas sostenidas por Labra en las Cortes fue la de obtener para la pequefia Antilla una ley electoral justa y equitativa, comparable al menos con la "ley de privilegio" otorgada a Cuba, que concedfa a esta isla un elector por cada 51 habi17 .

18. 19 .

20. 21.

60

Que Espana utilizaba el buen resultado de estas reformas para recuperar su prestigio en el mundo, nos lo confirma Labra cuando dice: "He tenido la satisfacci6n de ver en documentos de caracter diplomatico, redactados por el Gobierno espafiol, que se ofredan aquellos grandes exitos como una demostraci6n de nuestro esplritu progresivo" (La reforma colonial en las Antillas, p . 21) . La autonomia colonial, p. 66. Desgraciadamente, las Cortes se disolvieron sin que se discutiera el proyecto, del cual se ocupa Labra en La cuestion de Puerto Rico, donde inserta su propio "Proyecto de Bases." (V. La· Polltica Colonial, p . 35, nota.) A los electores de Sdbana Grande. (Memorandum sobre la campafia parlamentaria de 1872), p . 31. A los electores de Sdbana Grande, pags. 32, 33.

tantes, mientras Puerto Rico solo tenfa uno por cada 212. La vergilenza de tal sistema, que niega el sufragio a 52.000 de los 59.000 electores puertorriquefios, "hace posible -deda- que frente a Diputados de la Peninsula que estan aqui [en el Congreso] por 20 o 25.000 votos, 1este yo por s6lo 281" 22 Con mas vehemencia aun protesto contra "la escandalosa lista de candidatos cuneros, formada de peninsulares totalmente extrafios al problema ultramarino y quiza comprometidos en favor de las comarcas castellana, catalana o andaluza, rivales para cierto efecto, de Puerto Rico y Cuba." 2 3 No es de extrafiar que este hombre que tanto trabaj6 en favor de las Antillas, considerase una injuria ver a las colonias representadas "por personas que no han estado jamas en ellas, que no las conocen ni se han dedicado nunca a sus problemas, ni tienen otra relaci6n con sus electores que la recomendacion oficial." 24 En 1890 abord6 de nuevo la cuesti6n electoral en las Cortes (sesiones del 7 y 8 de julio) haciendo ver la injusticia de que Puerto Rico -donde no existfa elemento separatista ni problema negrosufriese las consecuencias de lo que pasaba en Cuba.25 Y en 1896 se levant6 en el Senado (30 de junio) para explicar que la reforma electoral de 1892 habfa sido injusta con el elector puertorriquefio, pues este pagaba diez pesos de contribuci6n directa al Estado por el derecho al voto, mientras al de Cuba s6lo se le exigian cinco. Tal discriminaci6n -deda- habia causado el retraimiento del partido y habia agraviado al elector de la isla, "poniendole en peores condiciones que el peninsular [en la Peninsula existia el sufragio universal desde 1890] y el cubano, dandole una ereLa autonom{a colonial, p. 160. La reforma electornl en las Antillas espaiiolas (Madrid, 1891)' P· XIV-xv. 24 . Mi campaiia en las Cortes espaiiolas, p . !xiv. En relaci6n con este problema del cunerismo parece fuera de duda que Puerto Rico estaba en peores condiciones que Cuba y dejaba atras a los distritos rurales de Galicia, pues de quince diputados que lo representaban, "ordinariamente las tres cuartas partes carecen de otra relaci6n con el lej ano pais que ... la recomendaci6n de! ministro de U ltramar al Gobernador de la isla," gente toda ella, ademas, sin influencia y renombre en la Peninsula, ·que "encuentran muy c6modas las representaciones de Ultramar que, ni cuestan dinero ni obligan siquiera a escribir a sus comitentes una docena de cartas al afio" (Mi campaiia en las Cortes, pags. lxii-lxiii) . 25 . Para La bra, la Restauraci6n habla causado un gran re· troceso en Puerto Rico: abrogando la Constituci6n de! 69, que garantizaba en su tltulo I "los derechos naturales e imprescriptibles de! hombre," anulando las franquicias municipales, restableciendo la previa censura, persiguiendo a los maestros, etc. A la interpelaci6n que hizo en el Congreso sobre el particular de conceder a la isla una reforma electoral mas amplia, contest6 Romero Robledo con duras palabras, ratificando su prop6sito de mantener alli la ley de 1878 que suprimla el sufragio universal. 22. 23.


dencial de espanol de tercera clase, que decorosamente no podia aceptar (ni acept6) un pais que habia practicado con exito el sufragio universal y significadose por su cultura y civismo. Ahora el Gobierno conserViidor paga su lealtad, negdndole las reformas del 95 porque no se ha sublevado." 26 En tal ocasi6n se lamentaba igualmente de que la ley de marzo de 1895, que rectificaba algo el regimen anterior, no se lleg6 a poner en efecto "ni en Cuba donde vive la insurrecci6n, ni en Puerto Rico donde reina la paz. . . y donde se han ensayado siempre las reformas mas atrevidas con el exito mas satisfactorio." 2 7 Que Labra tambien estaba informado de las necesidades materiales de la isla, nos lo demuestran las muchas veces que se ocup6 de asuntos econ6micos y comerciales. De los problemas, por ejemplo, de poblaci6n y de capital - tan importantes hoy como entonces- habl6 en el Congreso el 20 de julio de 1883. Respecto al primero, observa que sus 800.000 habitantes, por falta de comunicaci6n con el interior, "se agolpan al litoral, lo cual produce un gran desequilibrio econ6mico." En cuanto al segundo, reconoce que es de todo punto indispensable acudir al capital extranjero con el objeto de establecer nuevas "Centrales" que puedan competir con los azucares de otros paises, construir. el ferrocarril de circunvalaci6n de la isla, mejorar el reparto de aguas, etc. En el discurso aludido admite el fracaso de sus esfuerzos: Yo, en el drculo pequefio de mi acci6n, y obligado por tantas deferencias como he debido en mi vida, a esa querida y generosa isla de Puerto Rico, he hecho lo indecible para llevar alli capitales extranjeros, pero he encontrado dificultades inmensas. He trabajado; he recomendado; he rogado; en fin, sefiores, he suplicado para obtener esta ventaja en pro de aquel carifioso y honrado pais.2s Esas "dificultades inmensas" a que se referia eran la ley bancaria, que imponia interventores del Estado en toda inversion de capital extranjero, el expedienteo inacabable y la centralizaci6n de tales negocios en la ca.pita! del reino. "cC6mo ha de ir un ingles, por ejemplo - preguntaba- a llevar su capital para que se lo maneje una persona de distinta nacionalidad a la suya y extrafia a su voluntad y a la de sus asociados?" Con los hombres que Puerto Rico envi6 a Espafia, Labra nos da la impresi6n que mantuvo relaciones muy cordiales. A los "comisionados" en la Junta de Informaci6n (Acosta, Quinones y Ruiz Belvis) , "aquellos hombres justos y patriotas," Io's tuvo en alto aprecio por el valor demostrado al apartarse de los

27.

La Republica y las libertades de Ultramar (Madrid, 1897) , p. 238. La reforma colonial en las Antillas, pags. 22 (nota) y

28.

Mi campaila en las Cortes, P¡ 211.

26.

106.

informantes nombrados por el Gobierno espafiol y declarar que "antes de resolver sobre los decretos de los blancos era necesario proclamar el de los negros," o en otras palabras, decretar la abolici6n inmediata de la esclavitud an tes de entrar a discutir las reformas anunciadas en el decreto de convocatoria de 1865.2 0 Igual admiraci6n sentia por todos los fu ndadores del partido reformista y por los primeros diputados enviados a las Cortes espafiolas, "todos ellos de un localismo mucho menos acentuado que el de Cuba."3o Cuando el mismo, en la segunda legislatura de 1872, entr6 a formar parte de la delegaci6n borinquefia, se identific6 de tal manera con los venidos de Ultramar que, como ya se ha apuntado en otro lugar, renunci6 en consideracion a ellos, a levantar la bandera autonomista y, en su lugar, laborar por "la absoluta igualdad politica y civil de los espafioles de ambos lados del Atlantico." De este modo pudo afirmar que la actitud de todos aquellos diputados "lleg6 ... por lo energica, lo insistente y disciplinada a influir de un modo decisivo en la marcha de las cosas peninsulares." 31 De la manera de llevar a Puerto Rico todos los derechos de la Constituci6n del 69 nos habla por primera vez en el Memorandum a sus electores de Sabana Grande. Alli hada constar que no era partidario del "todo o nada," sino que convenia proceder lentamente, "logrando una libertad hoy, un derecho mafiana." En consecuencia, a sus compafieros de diputaci6n les recomendaba que procurasen primero, hacer su demanda en la Peninsula, "donde se desconoce de todo punto la verdad de la situaci6n en nuestras colonias" a causa de "la gran distancia, la falta de comunicaciones, la situaci6n de Cuba y la propaganda activa de los interesados en el statu quo" (p. 70) . De igual modo les aconsejaba que no dedicaran todos sus esfuerzos a la cuesti6n de Puerto Rico, sino que se interesaran en la politica general espafiola e ingresaran en algun partido politico peninsular a fin de

29. 30. 31.

Po Utica colonial, p . 65 (nota) y La crisis colonial, p. 113. La reforma politica de Ultramar (Madrid, 1901), p. 73. Sin duda quiere aludir Labra aqui a la influencia de la delegaci6n puertorriquefia en el partido radical, al cual pertenedan la mayoria de los diputados reformistas, y muy particularmente a su participaci6n como leader en la Tertulia que celebr6 este partido antes de abrirse las Cortes (16 de enero de 1873) . Los reformistas pudieron convencer a Ruiz Zorrilla de la necesidad de hacer partkipe a Puerto Rico de todas las conquistas de la Revoluci6n septembrina, no s6lo por ser de justicia, sino por la fidelidad de puertorriquefios a la Madre Patria en momentos criticos y por la influencia que esto tendrfa en la terminaci6n de la guerra de Cuba (La reforma politica, p . 58) . Es generalmente admitido que el interes de! partido radical en la cuesti6n de Ultramar -"la mas tratada en Espafia aquellos dfas"- contribuy6 en mucho a su calda del poder, as! como a la abdicaci6n de llon Amadeo.

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l


poder hacer u so de la palabra en las Camaras, "don de no se habla cuando ni como se quiere.32 Cuando despues de "trabajar lo indecible" logro que los reformistas puertorriquefios aceptaran el credo autonomista, se dirigio a ambas delegaciones (de las que con mucha frecuenci a era portavoz en el Parlamento) y a ambos par tidos para solicitar su "adhesion calurosa y eficaz . .. ; y esto lo pido encarecidamente, y creo que con derecho, a mis amigos y correligionarios de Cuba y Puerto Rico." 33 Crefa, pues, que para alcanzar los objetivos que se propo¡ nfan era necesario unidad de pensamiento y de conducta, y una disciplina que refrenara la impaciencia de Ios unos y las vacilaciones y susceptibilidades de los otros. En ocasiones censuraba la tendencia de algunos a dirigir la politica colonial desde La Habana o San Juan, otras veces recomendaba a Ios impacientes y a Ios discolos calma y "andar despacio para no levantar sospechas." Ya los que "adoptaban protestas aparatosas y actitudes tragicas" Jes deda francamente que tal linea de conducta producirfa poco efecto por cuanto en la Peninsula se careda de medias para hacer intensa propaganda y formar la opinion, "que es nuestra principal garantfa. . . El verdadero enemigo que aqui tiene la grandeza de nuestra causa es la ignorancia y la indiferencia de ese elemento poderoso que constituye el alma de la opinion publica."34 Raras veces mostraba Labra disconformidad con las decisiones de los Directorios ae las Antillas. Sin embargo, en 1883 se quejaba de que no enviaran de alla gente de mas prestigio, capaz de informar directamente a los electores de lo que pasaba en Espana, hombres puertorriquefios, por ejemplo, del calibre de Brau, Corchado, Blanco, etc. que se acreditaran como se acreditaron los diputados de la epoca revolucionaria: "Por lo cual - deda- me atrevo a recomendar como un interes de primer orden para las elecciones que se aproximan, las preferentes candidaturas de Ios 32.

33.

34.

62

La mayor parte de los 15 diputados r eformistas que hablan ingresado en el partido radical votaron tambien la Republica en febrero de 1873. Despues, con gran sentimiento de Labra, los miembros de esta delegaci6n se apartaron de la politica peninsular, y esto a pesar de que los diputados conservadores estaban afiliados a uno u otro de los partidos monarquicos. S6lo el y Blanco permanecieron fieles al partido republicano. Los demas, o no compartfan las ideas republicanas o estaban mas interesados en sus propias aspiraciones creyendo que "la acci6n local" era de mas importancia. Mi campaiia en las Cortes, p. Klv. Claro que, a veces, habla alguno que otro diputado que no pedfa reformas pollticas; a uno de ellos que hablaba por primera vez en las Cortes de 1883 (sesi6n del 20 de julio) y decla que ~ Puerto Rico "le bastan los intereses materiales," alude Labra en su discurso del mismo dla cuando exclamaba: "Huyamos, sefiores, de la felicidad de! buey en el establo" (op. cit., p. 209). :Mi campana en las Cortes, p. lxxviii.

h ombres m as caracterizados de los comites y centros directivos de Ios partidos de las dos Antillas." 85 Con el mismo objeto de informar debidamente a los electores, proponfa fueran en excursion a Espafia "sus prohombres" y se d ieran cuenta de "las inmensas dificultades con que la fa lta de infl uencia y de masa, a las veces, nos abruma." Tales hombres podrfan demostrar mientras estuvieran en la Peninsula que "las Antillas dan algo mas que azucar , tabaco y cafe, y que aquella es una sociedad culta, al nivel de la peninsular."36 Lo que mas le dolfa era la ingratitud de aquellos antillanos que llamaban libertades de lujo a las conseguidas durante el perfodo sagastino de 1885 a 1889. Era cierto que el partido liberal no habfa cumplido sus compromisos de llevar a las Antillas reformas sustanciales y Labra comprendfa de sabra que "para el que vive en el fondo de una aldea, la libertad de imprenta y la libertad de asociacion y de reunion son de escasa importancia comparadas con el alcalde que multa, el inspector que a'palea, el juez municipal que condena."3 7 N o obstante, el poco aprecio de lo logrado y las cartas pesimistas que recibia'. de Ultramar le causaron, a principios de 1890, gran desaliento. Pero a pesar del consejo sincero de amigos para que abandonara el apellido "autonomista," no cejo en su empefio, volvio a la brecha y en un discurso parlamentario, en julio de 1891, declaraba: "No hay mas solucion que la autonomfa. Hay una manera de evitarla, sosteniendo el statu quo, pero en el orden colonial el statu quo es la garantfa segura de la perdida de las colonias." 38 Y en la introduccion a uno de sus mejores libros, dirigida a sus electores de ambas islas, escribfa: "Escuchado o desatendido, yo no he de abandonar, mientras aliente, la causa de las libertades ultramarinas."39 Es indudable que Labra estuvo intimamente ligado al partido autonomista de Puerto Rico, quiza porque vio en el "mayor acentuacion democratica y mayor aproximacion a la polftica peninsular," 40 o porque SUS directiVOS le demostraron mas confianza. El unico momenta en que realmente se puso en duda 35.

Los diputados residentes en la Peninsula tenlan que re¡ currir a cartas particulares, suplicas y manifiestos, pro¡ cedimiento lento y defectuoso. Por esta raz6n - pensaba Labra- unicamente en casos en que por la distancia o por la falta de medios econ6micos no se pudieran enviar hombres de valla, deblan los partidos antillanos escogerlos en la Peninsula, pero - caucionaba- "de entre aquellos comprometidos a nuestra causa y que no nos falten." 36 . La reforma electoral, p. lxxi. 37. La autonomia colonial, p. 48. 38. La autonomia colonial, p. 136. 39 . La reforma electoral, p. cxlvii. 40. La Republica y las libertades, p. 186.


I

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la eficacia de su leadership foe en 1896, cuando una comision fue a Espafia a pactar y concertar una inteligencia con un partido monarquico mas influyente que el republicano. No ignoraba la razon que les asistia en desear librarse "de la marca perdurable de inferioridad con que les ha querido humillar el viejo regimen," pero le dolfa en lo mas hondo la escision del viejo partido. Con todo, esto no fue obice para que dejara de seguir interesandose en el destino de la pequefia Antilla, y cuando el Gobierno liberal se preparaba con toda urgencia a publicar los decretos de 1897, fue sin perdida de tiempo a entrevistarse con Sagasta para recomendarle que "la superior direccion de la polftica local ultramarina en el primer pedodo del nuevo regimen debe corresponder principal, ya que no cxclusivamente, a los elementos historicos del autonomis.mo."41 A Fernandez Juncos, en carta del 26 de diciembre de 1897, justamente al dia siguiente de darse los decretos de autonomia, le expresaba parecidos deseos: que las dos facciones del partido (los historicos y los fusionistas) se unieran para constituir el nuevo regimen y convocar la Asamblea insular, y que tal union revistiera un caracter estrictamente local para que en ella pudieran entrar, en absoluta igualdad, monarquicos, republicanos y socialistas. Tambien le apuntaba la necesidad de que los nuevos diputados a Cortes mostraran en el futuro mas sumision a los postulados del partido "y no se repita la latente indisciplina de las ultimas representaciones parlamentarias coloniales que me comprometieron a equilibrios y sorteos que no pienso repetir jamas."42 Para Presidente del nuevo Gobierno retomendaba se excluyera a los miembros de los dos Directorios y se escogiera "una persona no comprometida en las vivas luchas de estos ultimos dfas." En cambio, los dos Vicepresidentes podfan muy bien serlo Ids jefes de ambos grupos: Juncos y Mufioz Rivera. El resto del Gobierno debfa estar constituido, por igual, de personas de ambos bandos, aunque sin olvidar "que hay bastantes respetables personas que nunca fueron autonomistas." Terminaba afirmando que no querfa inmiscuirse en los asuntos locales: 43 "Los que en la localidad viven son los que tienen la mayor competencia. Por otra parte, seguia creyendo en "la superior competencia de los que aqui estamos para decir lo que aqui en la Peninsula se h a de realizar en provecho de las Antillas," pues tales personas "estan mas al tanto de corrientes, problemas,

41.

La politica colonial, p. 168.

42.

La reforma poIitica, p . 606.

43.

Esto debe ser cierto por cuanto en cier ta ocasi6n se le ofreci6 Ia jefatura de! partido y no la acept6 por creer que era imposible la direcci6n de fuerzas pollticas a gran distancia (La reforma electoral, pags. xxxii-xxxiii) .

elementos y datos imposibles de estimar a dos m il leguas de distancia."44 I Cual no seria su sorpresa cuando llegaron a sus oidos rumores de q ue en vez de "la amplia conciliaci6n" por el recomendada, el Gobierno de la Metropoli "habia entregado la direccion politica y administrativa insular a un Gobierno. . . formado exclusivamente de hombres del partido peninsular liberal 0 fusionista"f45 En SU ultimo discurso en el Parlamento como representante de las Antillas (6 de septiembre de 1898) pedia datos oficiales que explicasen lo que habia sucedido en Puerto Rico, convenciendose al fin de que el partido autonomista hist6rico habia perdido tanta influencia que, a la hora de la invasion del general Miles, "no habia un solo alcalde de tradici6n autonomista en la isla." La guerra hispanoamericana y el fracaso de la politica espafiola, que Labra atribuye en mucho al "abandono de Europa," le dejaron el alma llena de amargura, "dispersos sus amigos, fracasada buena par; te de una campafia que ocup6 los mejores dias de su vida y .. . maltrecha, por consecuencia del general desastre, su modesta fortuna." 46 Fue entonces cuando el, que habia sido uno de los mas fervorosos defensores de los Estados U nidos, se vuelve contra este pais y le acusa de arrogarse el derecho de intervenci6n: "Me apen6 aquella guerra, tanto mas cuanto que yo he sido y soy aqui, en Espafia, uno de los mas frecuentes propagandistas de la Independencia, la Constituci6n y la obra de los Estados Unidos."47 Al ministro de Estado le preguntaba en el Congreso: "~Con que derecho se presentan los Estados Unidos a decir que vienen a defender la libertad?" (loc. cit.). Para el, la intervencion americana habia sido una "violenta agresion" motivada por dos razones primordiales: "el expansionismo americano" y el excelente resultado que auguraba la establecida autonomia. Al tratado de Paris lo llamaba "monstruosidad internacional" que prohibia a los espafioles nacidos en America el derecho "a conservar su nacionalidad originaria, por mas que ellos hubieran puesto en Espafia sus amores y sus esperanzas, v sin su voto fueron arrancados a la Patria comun."48 Es evidente que no s6lo la perdida de las colonias habia impresionado a Labra sino el estado a que quedaban reducidas: " ... Jhoy Puerto Rico no es Estado ni territorio. Y sus derechos de ciudadania . . . no

44. 45. 46.

La reforma politica, p. 601. Po Utica colonial, p. 179. La orientacion internacional de Espana (Madrid, 1910),

47 . 48.

Politica colonial, p. 178 (nota) Est11'1h1s de DeTPcho publico, p. 162, Politica colonial, p. 165 y Las relaciones de Espana con las R epublicas hispanoam ericanas, 3• ed. (Madrid, 1910) , P¡ 126.

P¡ 9.

63


aparecen consagrados."49 Es decir, creia sinceramente que el Gobierno establecido .en Ia isla por Ios norteamericanos era "de caracter centralizador, ni remotamente comparable a las reformas autonomistas espafiolas. . . Realmente es un pafs conquistado. 1Que vergiienza y que injusticia!"5o Si bien Espafia habia perdido en Puerto R ico una de las mejores bases para Ia intimidad hispanoamericana, le quedaba a Labra el consuelo, de que esa intimidad aun era factible y que el principal aglutinante habia de ser en el futuro "la tendencia amenazadora y absorbente del expan: sionismo de Norteamerica."51 En conclusion: este hombre bondadoso y de finas maneras, que siempre guard<'> caballeresco respeto a las personas y aun cierta consideracion a las instituciones enemigas, merece que Espana y las Antillas le recuerden y honren su memoria. Desde luego, no se le puede negar admiracion por su perseverancia y devocion a causas nobles. A ellas dedico su inteligencia, su entusiasmo, sus esfuerzos, una buena parte de su fortuna y una voluntad inquebrantable en un periodo historico en que la cuestion colonial no era comprendida por Ia mayoria de los espafioles. Verdaderamente sorprende aquella vida intensa y polifacetica en la que hay que destacar lo redo de Ia labor y Ia firmeza de la esperanza. Ademas de su bufete - uno de Ios mas frecuentados por espafioles y antillanos-, de SU catedra en Ia Institucion Libre de Ensenanza - de Ia que fue rector y consejero por muchos anos- y de sus frecuentes intervenciones en el Parlamento, solicitaba constantemente Ia opinion publica por medio de conferencias, folletos, Iibros y diarios. En todas ocasiones dio ejemplo de luchador infatigable y de politico tenaz que acomete con honradez las empresas en q~e interviene, destacandose entre ellas Ia abolicion de Ia esclavitud, Ia autonomia para las colonias y Ia educacion y ensenanza en Espana. 49. 50. 51.

64

Politica colonial, p. 165. Estudios de Derecho publico, p. 52 (nota). Estudios de Derecho publico, p. 176.

No se le puede acusar de liberal romintico como a muchos de sus contemporaneos. Sabia que Ia teoria no bastaba y se dio a Ia Iucha con teson, sin claudicaciones ni desmayos, en medio de grandes dificultades. Le tildaron de filibustero, de antiespanol, de estar vendido al oro extranjero y de fomentar el separatismo en las colonias; pero el, imperterrito y Valiente, sufri6 Ia amenaza, Ia calumnia, Ia impopularidad y aun la perdida de su clientela sin abandonar su mision de senalar las Iacras de Ia colonizacion espanola. En Espana combati6 Ia idea corriente de que Ia cuestion colonial era un problema de politica interior y de que Cuba y Puerto R ico eran exclusiva propiedad de Ios espanoles de la Peninsula. Con la misma franqueza trato de hacer ver a Ios antillanos el error de reducir sus protestas a las Antillas y con~ siderar el problema como un interes exclusivo de las colonias: "No basta profesar la doctrina autonomista - Ies deda- hay que meditar sobre . Ia manera de Ilevarla a Ia practica." Para Labra autonomia significaba "toda la descentralizaci6n compatible con Ia unidad del Estado y con Ia integridad de la Patria," y estaba convencido de que a no haber intervenido los Estados Unidos, Ia implantacion del nuevo regimen autonomico no solo hubiera puesto fin a la guerra de Cuba sino que,. con el tiempo, ambas islas habrian Iogrado un status parecido a lo que hoy se llama Commonwealth o Estado Libre Asociado a la Patria espanola. Por Io que a la pequena Antilla concierne, Labra parece haber visto en ella lo que advierte todo espafiol llegado de fuera : su gran respeto a su pasado hist6rico y cÂľItural. Bien orgulloso estaria hoy de ver que despues de sesenta anos de bilingiiismo, Puerto Rico "al cual - dice- tanta devocion y tantos favores debo desde los primeros dias de mi carrera polfiica," aun conserva la hegemonia del idioma espanol y pugna por sobrevivir y no dejar morir su Iengua y .sus tradiciones. Duke University Durham, North Carolina.



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