REVISTA del INSTITUTO de CULTURA PUERTORRI QUENA ANTROPOLOGIA HISTORIA LITERATURA ARTES PLASTICAS TEATRO A-fOSICA ARQUITECTURA
ABRIL - JUNIO 1960
____ Sa_n lu(l.n de Puerto Rico
REVISTA DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUENA JUNTA DE DIRECTORES Eugenio Fern:lndez Mendez - Presidcnte Enrique Laguerre Teodoro Vidal
Arturo Morales Carri6n Guillermo Silva
Salvador Ti6
Enrique Campos de! Toro
Director Ejecutivo - Ricardo E. Alegria SAN JUAN DE PUERTO RICO A~O III
NUM. 7 ABRIL - JUNIO
SU MARIO
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Piig.
El hombre bilinglie (continuaci6n) por Samuel Gili Caya .
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San Juan en tres tiempos por Jose S. Alegria .
4
Oller, Cezanne y Pissarro por Osiris Delgado Mercado
8
Cuatro Sones por Tomas Blanco .
13
Veinte afios de Teatro Puertorriquefto
17
Aii.oranza y tiempo en la poesfa de Luis Llorens Torres por Palmira Cabrera de Ibarra .
19
Apuntes sobre la alimentaci6n en Puerto Rico durante el siglo XVII por Berta Cabanillas de Rodriguez .
24
Restauraci6n del Castillo de San J er6nimo .
27
La Virgen de Borinquen por Ram6n Emeterio Betances . .
29
Los inmigrantes del siglo xix. - Su contribuci6n a la formaci6n del pueblo puertorriquefio por Estela Cifre de Loubriel .
32
El Tercer Festival de Teatro Puertorriquefio por Francisco Arrivi
37
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El Hidalgo y la flecha. Cuento por Edwin Figueroa Berrios
45
Personalidad y cultura vistas por un antrop6logo por Eugenio Fernandez Mendez .
52
La escuela y la dinamica del cambio por Ismael Rodriguez Bou
54
Separata: Puntos Cubanos letra de Luis Llorens Torre$ musica de Hector Campos Parsi
C ol abo r adores
P UBLICACIO N DEL INSTJTUTO DE ClJLTlJRA P lJERTORRJQtJEf:!A
D lrcct~r: Ricard o E. Alegria G ra b ad o d e la port ada: Lorenzo Ho m ar; Ilustraclones d e Carlos Marichal y Lorenzo H omar; Fot ograflas de Conrad Elger , Jorge Santana y Jorge D iana.
l l'lPRBSO BN LOS TALLERBS DB ARTES....ORAFICAS • BDICIONBS RVb'IBO S t
RAMBLAS ,
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B ARCELONA
(asi>ANA)
JosE S. ALEGRIA, periodista y poeta, naci6 en :Oorado y curs6 estudios de De· recho en Ios Estados Unidos. Colabo· rador en Ios principales peri6dicos del pais, durante doce afios desempefi.6 Ia direcci6n de la revista «Puerto Rico Ilustrado». Ha sido miembro de la Camara de Representantes e intervenido activamente en nuestra vida politica y cultural. En la act1,1alidad preside el Instituto Puertorriquefio de Cultura Hispanica. Cultivador de Ia cr6nica y la estampa de sabor local, ha publicado, entre otros, Ios libros Cronicas frivolas (1938 ), Retablo de la aldea (1949), obra premiacla por el Instituto de Literatura Puertorriquefia; El alma de la aldea (1955), Cartas a Florinda (1958), tambien pre· miado por el Instituto de Literatura, y el poemario Rosas y flechas (1958).
ensayista, critico e historiador, naci6 en San Juan. Ha co· laborado en varias revistas del pais y clel extranjero y es autor de los libros: Prontuario historico de Puerto Rico (1955), obra premiada por el Instituto de Literatura Puertorriquefia; El prejuicio racial en Puerto Rico (1942) , Los Vates, La Dragontea (1950), Los aguinaldos del Infante (1954), Los cinco sentidos (1956) y Misere (1959). TOMAS BLANCO,
FRANCISCO ARRIVi. Dramaturgo, director de teatro y poeta, naci6 en San Juan. Becado par la Fundaci6n Rockefeller curs6 estudios de arte teat:i'al y radio en la Universidad de Columbia. Durante algunos aiios dirigi6 la Escuela del Aire, y desde 1953 es director ejecutivo de la radioemisora de la Secretaria de Instrucci6n Publica (WIPR-Radio ). En 1960 actu6 como director general del Tercer Festival de Teatro Puertorriqueiio, auspiciado par el Ins1ituto de Cultura. Es autor de las siguientes obras teatrales: Club de Solteros ( estrenada en 1940), El diablo se humaniza (1941), Alumbramiento (1945), Maria Soledad (1947), El caso del muerto en vida (1951), Bolero y plena (1957), Vejigantes (1958) y Sirena (1959 ). Ha publicado los poemarios Isla y nada (1958) y Frontera (1960 ).
BERTA CABANILLAS DE RODRIGUEZ naci6 en Mayagiiez, y realiz6 estudios superiores .en el Colegio Radford (Virginia), en la Universidad de Chicago, donde obtuvo el grado de Maestra en Artes (1935), y en la Universidad de Columbia (1954). Durante muchos aiios ha sido profesora de Economia domesti· ca en la Universidad de Puerto Rico. Ha publicado diversos trabajos sobre la cocina puertorriqueiia y el origen de los habitos alimenticios de nuestro pueblo.
PALMIRA CABRERA DE IBARRA naci6 en Vega Alta. Maestra en Artes de la Univer:;idad de Puerto Rico (1945), ha sido profesora de enseiianza primaria y secundaria, y en la Universidad de Puerto Rico dict6 catedras de matematicas y metodologia del espaiiol. Tambien desempeii6 varios cargos administrativos en nuestras escuelas· publicas y en la Asociaci6n de Maestros de Puerto Rico. En 1956 fue electa senadora por el distrito de Arecibo. La senora Cabrera de Ibarra ha colaborado en la preparaci6n de manuales y libros de texto escolares y publicado articulos y ensayos en revistas del pals. Para optar al grado de Maestra en Artes present6 la memoria titulada «Luis Llorens Torres ante el paisaje».
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ESTELA CIFRE DE LOUBRIEL naci6 en Sabana Grande. Bachiller en Artes de la Universidad de Puerto Rico (1944), en 1950 obtuvo de la Universidad de Columbia (Nueva York) el tftulo de Maestra en Artes, con especializaci6n en historia. Ocho aiios mas tarde se recibi6 de doctora en Filosoffa y Letras en la Universidad de Madrid. Actualmente esta adscrita a la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico. Es autora de la obra (en prensa) La inmigraci6n en Puerto Rico durante el siglo XIX.
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OSIRIS DELGADO MERCADO es director del Departamento de Bellas Artes y catedratico asociado de la misma disciplina en la Universidad de Puerto Rico. En 1954 recibi6 de la Universidad de Ma¡ drid el titulo de doctor en filosofia especializado en historia del arte. Ha publicado las siguientes trabajos: Luis
Paret y Alcazar, pintor espanol; Picasso ante su obra y , Proyecto para la conservaci6n del San Juan Antigua. Es presidente de la secci6n de Bellas Artes del Ateneo Puertorriquefio; secretario asesor de la Comisi6n de Monumentos Hist6ricos del Inst it u to de Cultura Puertorriquefia y director interino de! Museo de Antropologia, Historia y Arte de la Universidad de Puerto Rico.
EDWIN FIGUEROA BERRIOS naci6 en Guayama. En la Universidad de Puerto Rico obtuvo en 1948 el grado de Bachiller en Artes y en 1955 la Maestria en estudios hispanicos. Para optar a este grado present6 el trabajo titulado Estudio lingiiistico de la zana de Cayey. Ha obtenido varios premios en certamenes de cuentos del Ateneo Puertorriquefio. Actualmente esta adscrito a la Facultad de Estudios Hispanicos de la Universidad de Puerto Rico.
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EUGENIO FERNANDEZ MENDEZ nac10 en Cayey y realiz6 estudios superiores en las Universidades de Puerto Rico y Co. Iumbia. Es profesor de antropologia en nuestro primer centro docente y director de la Editorial Universitaria. Desde 1956 ocupa el cargo de Presidente de la Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriquefia. Ha editado la serie de cr6nicas hist6ricas de Puerto Rico de la Antologia de autores puertorriquefios, publicaci6n oficial del Estado Libre Asociado, y es autor de las obras Filiaci6n y sentido de una isla: Puerto Rico (1955), Salvador Bravo y su tiempo (1956), Tras siglo poemario (1958) y La identidad y la cultu-
ra: criticas y valoraciones en torno a Puerto Rico (1959).
SAMUEL GILi GAYA, profesor y lingiiista espafiol, ¡es autor de diversas ediciones criticas de autores clasicos, y de trabajos de investigaci6n y divulgaci6n lingiiistica y literaria. Sus obras principales son Curso superior de sintaxis
espanola, Tesoro lexicogrdfico (14921796 ), Elementos de fonetica general y Diccionario de sin6ninws, obras de que se ban hecho varias ediciones. El doctor Gili Gaya ha sido director de las cursos de verano del Departamento de espafiol del Colegio Middlebury, de Vermont (1930-1934 ), y profesor visitante de la Universidad de Puerto Rico (1929-1930 y 1958-1959). Tiene a su cargo Ia correcci6n permanente del diccionarjo Vax.
ISMAEL RODRIGUEZ Bou riaci6 en Orocovis y curs6 estudios superiores en las Universidades de Puerto Rico, Columbia y Tejas. En esta ultima se recibi6 de doctor en filosofia en 1944. Ha sido profesor de sicologia educativa en la Universidad de Puerto Rico y desde hace varios afios ocupa el cargo de Secretario permanente del Consejo Superior de Ensefianza. Como representante¡ y asesor tecnico de la UNESCO realiz6 misiones educativas en la India (1949) y en Hispanoamerica (1950 y 1951). Es autor de numerosos trabajos de investigaci6n y analisis de los problemas de la educaci6n en Puerto Rico.
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El hombre hiling·iie (continuaci6n) Por SAMUEL
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QUE LOS HOMBRES COMENZARON A FILOSOFAR, SB fijaron en el extrafio ajuste entre el pensamiento y las palabras aladas que lo transmiten y evocan. A fin de plantearnos con claridad los terminos actuales del problema que nos ocu_pa, sera bueno que tracemos en rapida visi6n panoramica el desarrollo hist6rico de la teoria del lenguaje, o mejor dicho, de las teorias y actitudes especulativas con que se ha tratado de explicar esa m aravilla humana de la expresi6n verbal. Para el antiguo Oriente la palabra esta dotada de una virtud magica: cada uno de los sonidos que forman un vocablo y cada uno de los vocablos que constituyen la frase, estan calcados en la esencia misma de las cosas, participan de su propia naturaleza y atributos; y asi las cosas, al oirse nombrar, comparecen obedientes a la evocaci6n del taumaturgo. A la voz de: i Abrete, sesamo !, se aparta la roca que oculta el tesoro deslumbrador de Ali Baba. La ciencia sacerdotal de la India es, sobre todo, un saber filol6gico que descubre el sentido misterioso de los viejos textos sansc.ritos. La Biblia nos dice que Dios puso a todos los seres nombn;s adecuados a su naturaleza, es decir, nombres esenciales. Mas tarde la soberbia condujo a los hombres a la confusion d e Babel; la lengua primera de origen divino se diversific6, y las lenguas resultantes no copservaron mas que reflejos destefiidos de consustancialidad con las cosas. La cabala se aplica a la busca afanosa de aquellos reflejos primitivos. Todos los pueblos evitan las palabras tabt't, que atraen males al ser pronunciadas. La creencia en el poder de la maldici6n y de la bendici6n para modificar los destinos huroanos, sigue viva ahora en las tradiciones populares de arios y semitas. El logos griego (verbum) significa a la vez palabra y raz6n, forma y contenido del pensamiento. Plat6n recibe influencias orientales a traves de la escuela pitag6rica; pero no estima la fuerza magica de la palabra coroo entidad sonora, sino la unidad inseparable del logos, armonia suprema del decir y el pensar. Esta armonia le conduce a creer que ha de existir entre uno y otro una relaci6n natural, es decir, una analogia o semejanza entre el sonido de la palabra y la cosa designada €SD'li
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por ella. Aduce como ejemplo el verbo griego reo ( correr) cuyo sonido de r aparece tambien en numerosos vocablos griegos que significan pasar, transcurrir, moverse; transportar, etc. Los fil6sofos y gramaticos que. asi pensaron fueron designados con el nombre de analogistas, en cuanto creian en una analogia entre palabras y cosas. Como un eco lejano de aquella doctrina, algunas gramaticas nuestras (la de la Academia Espanola entre otras), siguen llamando Analogia al estudio de las palabras aisladamente consideradas, que ahora designamos con el nombre mas expresivo de Morfologia. Contra el sentir de los analogistas, los anomalistas establecieron que la relaci6n que liga palabras y cosas no implica semejanza alguna, sino que es puramente convencional, arbitraria. Desarrollando la . 16gica de Arist6teles, Ia escolastica .medieval trabaja en torno a los valores racionales o intelectuaks del lenguaje. Surge entonces la famosa controversia de las universales, que consiste en determinar si las palabras se identifican o no con los conceptos de la mente. Cada palabra es un universo, dicen los nominalistas: si decimos caballo, azul, andar, utilizamos en cada caso un concepto que engloba a todos los caballos r eales y posibles, a todas las cosas azules, a todos los actos de andar que puedan percibirse o pensarse. Palabra y concepto se funden, pues, en unidad semejante al logos griego. A esta doctrina se· opone la tesis de que el concepto es una operaci6n mental independiente de la palabra que lo designa. La palabra no es mas que f Latus vocis, y el concepto puede existir y utilizarse sin necesidad de llevar pegada la etiqueta verbal con que el lenguaje lo bau tiza. De esti;t discusi6n sale fortalecida la teoria logicista del lenguaje, que habra de reinar sin replica hasta el psicologisroo del siglo xix. La Gramatica era un capitulo de la Dialectica: el termino, la proposici6n y la clausula, eran trasuntos de la idea, el juicio y el raciocinio, r espectivamente. Este racionalismo condujo en la Edad Moderna, sobre todo en el siglo XVIII, a los intentos frustri;tdos de fundar una Gramatica general, valid~ a priori para todos los idiomas; pero estos se resistian a dejarse aprisionar en tan estrechos casilleros 16gicos.
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La Lingi.iistica de! siglo XIX ensancha los materiales de observaci6n, estudia y clasifica lenguas, busca parentescos y, sabre todo, establece las !eyes de su evoluci6n hist6rica. El positivismo cientifico se infiltra en sus metodos y crea la Fonetica experimental, la DiaIectologia y el estudio riguroso de los textos. ParaleIamente Ia Psicologia hace ver que el lenguaje no es 16gico mas que en parte minima, coma la vida misma, de la cual es expresi6n. En lo que se refiere a las relaciones entre pensamiento y lenguaje, la Psicologia lingi.iistica se contentaba con situarlas en el terreno de las asociaciones psicol6gicas, sin ir mas lejos de esta idea general, exacta pero insuficiente todavia. Ya en los umbrales del siglo actual, la Fenomenologia da algunos pasos importantes hacia nuestro objetivo. Segun ella las palabras no significan cosas del mundo exterior, sino la representaci6n interna que tenemos de ellas. La mente humana trabaja sabre lo que los griegos llamaron fainomena, fen6menos o apariencias en nosotros de todo Io que existe en nuestro entorno. No interesa que nos ocupemos aqui de la validez objetiva de estas apariencias o fen6menos que nos dan noticia de! mundo circundante; la teoria de! . conocimiento queda fuera de los fines que este articulo se propane. Lo que ahora importa subrayar es que el significado de las palabras nos pertenece por entero, en cuanto interpretan Ia apariencia o forma con que la vida propia y ajena se nos presenta. Y claro es que toda interpretaci6n dcpende en gran parte del interprete, y estara inevitablemente tefiida por el color del cristal con que miramos al mundo y nos miramos a nosotros mismos. No es una simple metafora decir que ese cristal es el idioma que hablamos: las categorfas gramaticales que nuestra lengua tiene en uso, las escalas de valores que realza u oscurece, el repertorio de formulas de construcci6n preferidas, son el iristrumento con que captamos. la realidad fenomenica . De aqui resulta que cada lerigua no es s6lo un sistema de expresi6n, sino de pensamiento. Es el .conjunto, estructurado y autosuficiente, de las formas con que una comunidad lingiiistica interpreta la realidad. He aqui algunos ejemplos: Las Ienguas indoeuropeas clasifican los seres en masculinos, femeninos y neutros. Esta vision sexuada .d el mundo las lleva a establecer la categoria gramatical de genera, que con mas o menos incongruencias y simplificaciones penetra toda la estructura morfol6gica y sintactica del pensar aria. Se comprende, sin embargo, que tal clasificaci6n no era indispensable y podria ser muy bien sustituida por otra. Varias lenguas indigenas americanas dividen los seres en animados e inanimados. Otros agrupan en una clase los <;Hoses, los seres sobrenaturales y los varones; en la otra, mujeres, nifios, animales y objetos. En extensas zonas del Africa negra se distingue simplemente entre personas y no personas. Podria prescindirse tambien de toda clasificaci6n, o bien dividir los sustantivos en cuatro o cinco grupos, y de todo ello hay ejemplos en el catalogo de las Ienguas. Cualquier clasificaci6n procede siempre del criteria clasificador. Es bien sabido que las lenguas germanicas prefieren formar sustantivos y adjetivos por composici6n y prac-
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tican la derivaci6n con menos frecuencia que las neola· tinas. Compuestos como el aleman Apfelbaum o el ingles shoemaker, se expres·a n en espafiol con los derivados manzano y zapatero, respectivamente. El compuesto es indudab!emente mas claro que el derivado: clavetea la significaci6n con la presencia de los compo· nentes, responde a un afan de precisi6n. El derivado no define con tanta exactitud, la mayor parte de los sufijos (-ero, oso, esco, etc.) tiene mas de un significado; pero la derivaci6n es mas agil y graciosa. El compuesto define; el derivado alude a una participaci6n ' o semejanza en Ia naturaleza del primitivo. La lengua espafiola hered6 de! latin un modo subjuntivo, del cual se sirve cuando el hablante percibe incertidumbre o deseo en la acci6n verbal que .expresa. El ingles, al perder casi totalmente la categoria modal de! subjuntivo, desinteresa a los hablantes de aquel matiz diferenciador. Aqui, como en otros aspectos de lo humano, la funci6n crea el 6rgano y el 6rgano crea la funci6n. No hay que pensar por ello en que ninguna lengua seni superior ni inferior a otra: son · sencillamente distintas en estimar o desestimar ciertos valores. Consideraciones parecidas podriamos extraer de la abundancia con que el ingles emplea Ia voz pasiva con ser, frente a la preferencia hispana por la constmcci6n activa: una y otra son alga mas que una diferencia en las gramaticas respectivas; implican un modulo distinto en el pensamiento, o en lo que los fil61ogos alemanes Haman forma interior del lenguaje. Seria facil multiplicar Ios ejemplos comparativos; pero creemos que lo dicho es mas que suficiente para percatarse de! conflicto que, desde Ios puntos de vista psicol6gico y fenomenol6gico, se produce en el alma de! hombre bilingi.ie. Es una interferencia en las bases de! propio pensar. Nuestro siglo elabora su teoria filol6gica en torno a la funci6n social de! lenguaje. Cuando hablamos nos valemos de un sistema de signos (sefiales) socialmente aceptados dentro de una comunidad humana. El desarrollo de este punto de vista fue el hallazgo <lei fil61ogo suizo Laussure, cuya doctrina informa las investigaciones de las escuelas lingiiisticas de Praga y de Copenha· ·gue. No las expondremos, ni siquiera en resumen; nos limitaremos a extraer de ellas las conclusiones que puedan aclarar Ia dualidad expresiva del hombre bilingiie. Toda signo lingi.iistico se compone de un significante (conjunto de fonemas en un orden dado) y un significado (representaci6n, imagen, concepto). Mas alla de! significante estan todos los sonidos y sus combinaciones; mas alla del significado estan las cosas del mundo objetivo. Sin la estrecha unidad de un significante y un significado no hay signo lingliistico. Ahora bien: la relaci6n entre ambos e!ementos es convencional o, por emplear Ios terminos de Laussure, arbitraria o inmotivada, tal como querian los anomalistas griegos y alejandrinos: mesa, table, tisch y stol, apuntan al mismo objeto en diferentes lenguas, a pesar de su falta de .p arecido fonetico.. Nadie cometera Ia ingenuidad de pensar en. una especie de pacto social. El caracter convencional del lenguaje humano proviene de su naturaleza hereditaria. Seria ingenuo creer que la diferencia entre los idio-
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mas pertenece solo a las distintos signifkantes sonoros que se asocian a significados iguales para todos los hombres. En este caso, el diccionario resolveria sin residua todas las dudas . Pero resulta, segun vamos viendo en este articulo y en el anterior, que los significados, lejos de ser iguales, varian de unas lenguas a otras, por lo menos tan to coma las significantes. Es decir, · que cada lengua es un sistema de signos, y estos se componen siempre de significante+significado indisolublemente unidos y SOJO vaJidos en SU unidacl. Laussure enriquecio par otro !ado las conceptos basicos de la Lingilistica, al establecer la clistincion fecunda entre habla y lengua. El habla es todo acto de comunicacion verbal. La lenRua es el modelo o patron ideal a que el habla trata de ajustarse. La lengua es una abstraccion; la unica realidad viva es el habla, o mejor dicho, las habtas individuales. Con pocos ejemplos bastara para comprender el alcance de este pensamiento tan inocente a primera vista. Los laboratories de Fonetica experimental demuestran que nunca se pronuncia una palabra con absoluta identidad: cacla vez que decimos yerba pronunciamos las voca!es y las consonantes con pequefias diferencias articulatorias y de timbre, con intensidades v tonos variables en cada caso concrete. Y, sin embarg.o, nuestro interlocutor nos entiende siempre, porque en toda ocasi6n realizamos en nuestra habla la imagen acustica de la palabra yerba, ·que pertenece a la lengua. Las diferentes realizaciones han de ajustarse al patron idiomatico, so pena de no ser entendidas, o de producir risa o extrafieza en los oyentes. La norma social se imoone par encima de las variantes de realizacion. De igual manera, el significado yerba aparece con ima)!enes v conexiones mentales distintas cada vcz que la palabra se dice o se oye. Las variantes, infinitas en el habla, estan reguladas par el patr6n o modelo de la lengua. A las connotaciones de los vocablos que el diccionario trata de definir, hay que afiadir las · connotaciones posibles del habla. Sin necesidad de escribir . gramaticas ni diccioriarios, el sentir colectivo dicta la norma que nuestra comunidad parlante acepta coma buena, y rechaza coma disparatada la expresi6n que la contradice. Y esta regulaci6n social del habla se produce tanto entre academicos coma entre analfabetos. El nifio bilingile se encuentra con dos reguladores normativos simultaneos. Lo de menos es que su expresi6n confunda las dos lenguas y no penetre el sentido de ninguna. Lo grave es que su espiritu llegue en ese vaiven a perder la sensibilidad por la norma social que todo idioma impone; y decida, de modo consciente o inconsciente, hablar sin norma, sin disciplina interna, a lo que salga; porque el desaseo expresivo implica desaseo espiritual. No se trata aqui de la obsen1ancia de ciertas reglas que la gramatica y la escuela ensefian por via intelectual. Cuando corregimos a un nifio advirtiendole que no se dice asi este se· -impersonal alude al sentimiento informulado de la lengua propia, que esta implicito en toda habla concreta. Sin la gui;;i abstracta de este sentimiento, la actividad mental flotara a Ia deriva, y no habra preceptos gramaticales que puedan hacerle recobrar el rumba perdido.
A menudo se compara el lenguaje con el rfo de Heraclito, donde nunca podemos bafiarnos dos veces en la misma agua: el rio, siempre el mismo, es la lengua par cuyo cauce pasan las aguas constantemente renovadas del habla. Por esto todo acto de lenguaje, por humilde que sea, supone el arte de ajustar determinadas situaciones reales. -que nunca se repiten identicas- al modelo abstracto del idioma. Los artistas de, la palabra son por antonomasia los creadores de lengua, capaces de ir cambiando las cauces idiomaticos con el ejemplo de su habla. Pero todos, en escala modesta 0 egregia, practicamos el arte de la dicci6n basada en el sentimiento del propio idioma, que no tolera sin peligro las sacudidas traumaticas de un bilingilismo premature. Aun a riesgo de alargar desmesuradamente este ensayo, debemos afiadi'rle un tercer punto de vista elaborado por la Filologfa de nuestro tiempo. El lenguaje puede ser considerado en su diacronia o evoluci6n hist6rica, y en su sincronia, es ctecir, coma media de expresion para los hablantes coetaneos. En el piano sincr6nico, toda lengua es un sistema compacto y armonico, cuyas piezas encajan y estan trabadas entre sf de ta! manera, que cualquier alteraci6n de una de ellas repercute en la totalidad del sistema. No se trata, pues, de una aglomeraci6n inorganica de formas y estructuras, sino de un instrumento afinado, en que las notas falsas deben ser reajustadas para que no descompongan el conjunto; y la clave para el reajuste es el sentimiento de! idioma que todos 1Ievamos dentro. Si en la .clave se producen alteraciones de tal entidad que no puedan ser subsanadas con los recurses propios, todo el sistema sincr6nico estara en camino de derrumbarse. Es el momenta en que se habla una lengua nueva con palabras y frases supervivientes de Ia Iengua materna. No faltan entendii-Tiientps simplistas que confunden Ia evoluci6n con Ia degeneraci6n. Olvidan que la evoluci6n se produce .segun !eyes propias, que pueden in-· cluir prestamos y calcos en numero considerable. Pero la sensibilidad de los hablantes, con que se apoya el sistema de su lengua nativa, no puede ser prestada o transferida sin que Ia evoluci6n normal se interrumpa. Habra entonces truncamiento, discontinuidad, sustituci6n, que, tanto en Ia conciencia colectiva coma en la individual, son todo lo contrario de un proceso diacr6nico.
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San Juan en tres tiempos Por JOSE
LA MANANA
«Cordero de San Juan ... "Onda en vellones, plat a, luna, candor, melancolla ... jOh ciudad encantada que te impones entre una musical cristaleria !» JoSE SANTOS CHOCANO
BIBN DE MANANA LLEGAMOS A SAN JUAN, ESTA CIUDAD COS· tera que vive la magnificencia espectacular de los mares eternos. El paisaje se colora y alla, en la lejania, surgen suaves los verdes y el limpido azul del cielo. A lo largo de la avenida Mufi.oz Rivera, la playa que seduce el espiri tu con el panorama marina de .sus alas bravas que van a romperse contra los bastiones ·.pel Castillo de S~n Crist6bal, cargado de historia. Las bocas de los autobuses arrojan, de cuando en cuando, en la Plaza de Colon, .porciones de lava humana que luego corre por el cauce de las calles de San Francisco y La Fortaleza para arremansarse en las puertas de los establecimientos comerciales y las oficinas. · Muchachas de pies breves movidos . por la voluntad, que marchan hacia los colegios con los bucles recogidos con el lazo de cinta. Dependientas de atractivo rostro, j6venes, bellas, simpaticas, graciles. Los taquitos en la acera y el coraz6n en el pecho golpean sincronizados. Bellas empleadas que llevan a las oficinas la esencia de su juventud. Sus dedos prodigiosos recorren vertiginosamente sabre el teclado de la maquinilla de escribir y las palabras saltan al con.iuro magico para alinearse en lo alto de las carillas blancas del papel. Y entre el encuadrado de las patas de la diminuta mesa de trabajo, como en escaparate de exhibici6n, se cruzan sus piernas enfundadas en unas medias de nil6n. Las iglesias abren sus puertas y por las calles de San Francisco y de La Fortaleza se agiliza el ambiente de la ciudad. Ya en el coraz6n de la urbe admiramos su arquitectura donde se mira la huella de su pasado colonial glo4
s.
ALEGRiA
rioso. Todavia quedan muchas casas con sus balcones de ausubo, entresuelos, pesadas azoteas y empersianados corredores donde la leyenda se ensefiorea. La Plaza de Salvador Brau se ennoblece con la estatua del pr6cer y cuando se llega a las arcadas de! viejo Palacio Municipal hay que hacer un alto ante los humildes vendedores de flares para sentirse uno atraido por la naturaleza quer1endo alumbrar el espiritu, encarifiandolo con las cosas agradables que hacen la vida placentera y dichosa. Si vamos por San Jose hacia El Morro, recordamos con tristeza aquella calle de Beneficencia, convertida en estacionamiento de autom6viles milita-
res desde que la piqueta se abati6 sabre ese costado invalido de la calle. En las Caletas se ha asentado un pedazo del campo. La ciudad toda esta llena de febrilidad, de trafico y de apresuramiento. A lo largo de la calle de Tetuan se alinean los camiones de carga . .Los revendones desmenuzan en el aire su preg6n callejero. El viento se lleva la voz a traves de las calles, sabre las cabezas de los peatones. i El Mundo! i Mundooo ... ! i El Imparcial !... Como un pajaro con una ala en alto, el muchacho de la edici6n d.el diario con el preg6n, mas que en los labios, en las negras y gruesas letras de la primera plana. j Brillo! j Brillooo ... ! Los limpfabotas hacen su aparici6n en las calles y plazas provistos _de su ·caj6n. Manipulan con habilidad y presteza los erizados cepillos y hacen chillar el cuero a fuerza de frotar la franela . .Ante zaguanes, puertas de calle y antepechos se detienen los vendedores de frutas y vegetales. Sus carritos son una fiesta de colores; el mensaje aromoso del campo, la llamada milagrosa de la tierra campesina. Empujando su pesado carro, llega el coquero, ese buen samaritano de! tr6pico que, machete en mano, nos ofrece su anfora verde repleta de dulzura, de frescor. Por todas las calles suenan los pregones largos y nostalgicos. Son el anuncio vivo del radar de las estaciones. Los pregones cantan con su modestia la historia cotidiana de la urbe, sus gustos, sus costumbres, que insensiblemente y al traves del tiempo, van evolucionando. Son los que todavia se empinan para luchar con los vistosos y parpad.eantes letreros electricos que no tienen, coma ellos, un grito para cada epoca.
LA TARDE
«Lds ·cuatro de la tarde, y yo en la esquina de Gonzalez Padin, porque esta hara es la divinamente femenina de la romdntica San Juan ... » JosE DE JESUS ESTEVES
La tarde se adentra en la ciudad y recoge el latido del cielo. La hara fugaz, honda de dulzura, se desvanece coma un perfume. Quiero gozar del trajfn de la ciudad encantada, de este torbellino de las multitudes. Ya a esta hara los mirones forman filas casi militares, flanqueando las aceras de las calles de La Fortaleza y de San Francisco en el trozo comprendido entre Tanca y San Jose para gozar del espectaculo, de la belleza femenina que se renueva cada dia en rostros, en cueroos y en andares. Desfilan las mujeres de San Juan. Y porque se saben admiradas cuando pasan junta a tantos hombres que otean su morbidez incitadora, gravando la cadencia de su marcha, presienten que instituyen en ellas esas presuntas ilusiones que duran s6lo unos metros de camino mientras se fuga el perfume de sus cuerpos sabre la brisa.
El alma de vidrio de los escaparates parece flotar en la atm6sfera de la urbe. Ante esas vidrieras se detienen muchas mujeres para admirar joyas, trajes, zapatos, carteras, o un vestido de novia adherido a la carne helada de un maniqui de cera. El espectaculo es deslumbrador. Las aceras se llenan del taconeo callejeante de estas mujeres que con la plastica dinamica de sus piernas, compiten con la plastica estatica de las esculturas griegas. La came viva se esculpi6 a si misma. A los creadores de la mujer del celuloide deben estas mujeres el nuevo tipo de muchachas que salen de los cines con andares, gestos, peinados, maquillaje y vestidos influenciados en tal o cual estrella y preocupadas, mas que nada, en la silueta de su divino cuerpo. Porque ya del cine se copia todo. Hasta la manera de besar y de amar. El aire se arremolina en la esquina de «Gonzalez Padin» y toda esa juventud siente que una fuerza misteriosa le va pisando los talones. Muchas mujeres, despues de marearse y aturdirse en el trafago de la ciudad caminando de tienda en 5
tienda sin tener nada que comprar, entran a «La MaJlorquina», ese cafe muy de hoy y muy de ayer que ya cuenta mas de un siglo de existencia y en el que parece , que el tiempo se remans6. Todavia lucen en sus rincones acogedores las hermosas may6licas y en sus paredes Ios grandes espejos de aquella epoca romantica . que vivi6 nuestra ciudad cuando las muchachas hadan sonar el murmullo de las tafetas y los fru-fru de las crinolinas; brindaban sus estados emocionales Mamo, Rodriguez Cabrero, Perez Losada, Ferdinand Cestero, De · Diego, Cristobal Real... rimando .ve:sos so?re Ios n;a1:moles de las mesas; y Rafael Balse1ro heria la sens1b1lidad de Ios concurrentes con sus valses Ilenos de frescura y de inspiraci6n. Todas las mesas del que fue romantico cafe estan ocupadas. Hay muchos hombres . ~as que a, reuni:se con Ios demas, el hombre va a reumrse al cafe cons1go mismo. Frente pasa en su auto vocinglero una bella rnuchacha. El auto le brinda su blandura y riqueza de estuche, mientras pone su mano gracil en el volante, el pie diminuto en el acelerador y los ojos enceguecidos por los chorros de sol en la cinta de Ia calle. De «La Mallorquina» salen unas cuantas mujeres que van a parar a los almacenes de tejidos donde, admiradores de su belleza, los dependientes se curvan solicitos sabre los mostradores para elogiar la mercanda que Ies van mostrando; o se internan en un dep6sito de calzado en busca de! zapato que nunca han de encontrar. Autom6viles, taxis, y, mezclados con ellos, el auto grit6n y vocinglero, el papagayo de Ios transportes, al que le han ensefiado a chillar Ia propaganda y que pasa anunciando a traves de sus bocinas coma aquellos almonederos del pasado. En las aceras las billeteras y los billeteros le brindan al viandante los favores de Ia fortuna. Va muriendo Ia tarde. Ha terminado Ia jornada de trabajo de las dependientas y salen en trope! de los establecimientos comerciales para tomar el autobus que las deje cerca de sus hogares. La libertad de Ja calle las recibe coma a una bandada de aves canoras. Parlotean ... Rfo: n ... Son felices con esa envidiable felicidad de la gente que sabe gozar en toda su intensidad de los pocos momentos en que pueden darse el lujo de ser libres. Tambien coma los pajaros marchan a sus casas en grupos; enlazadas, tejiendo ilusiones. La tienda qued6 atras. Ellas son ahora muchachas que suefian y que, tomadas del brazo, van tejiendo y destejiendo comentarios en los cuales el amor es casi todo el argumento. Se advierte el guifio de! ne6n de los anuncios en lo alto. Por San Justo van ligeros Ios que se dirigen a la Marina para tornar las lanchas que Ilevan a Catano o las guaguas que hacen el recorrido por Ia avenida Fer- · nandez Juncos. San Justo es Ia usufructuaria del atardecer. Se ha muerto Ia tarde. El sol, coma la cabeza sangrante de! Bautista, se hunde en el horizonte enrojecido, y Salome trenza SU danza cubierta con el ultimo velo del crepusculo.
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U
NOCH B
(Quien no tente? Las vidrieras Siempre lwn sido tentadoras Con sus joyas y sus sedas. Aliadas de DON JUAN. Sus triunfos siempre superan A las triunfas la reja.
De
De «Rosas y Flechas» El crepusculo despierta de su media suefio . a todas las vidrieras de las calles y las alumbra con esplendores de fiesta para esa funci6n sin palabras Ilena de color, de Iuz, de magia y de suefio, y con personajes llenos de misteriosa inmovilidad. Parpadean las primeras luces. Alla arriba abren los ojos las primeras estrellas; y un poco mas abajo, las estrellas tontas, de mirada fija de los rascacielos y el ne6n y Ios bombillos eiectricos de colores que fulgen y parpadean en cientos de anuncios. La noche calmada y tibia se adentra en el puerto y el gran silencio de arriba se va juntando y fundiendo con el gran silencio de abajo. A Io .lejos, las aguas, cada vez mas oscuras, se van a acolchonar y a dormir entre Ios atigrados manglares de la bahia. Junta a Ios muelles las empinadas quillas tejen espumas y los· cascos negros, claveteados de luces, se balancean Ilevando el compas sofioliento de las ondas. Voces del mar, del viento y de las frondas. Por el Boulevard Del Valle es mas poetico el anochecer. De las aguas que brillan tornasoladas al recibir el chispazo ritmico del faro de El Morro, emerge un fresco salobre que pone en el alma el espasmo supremo de un temblor delicioso. Por las puertas de los bares de marineros y soldados comienza a afluir ese rfo mixto de Ia musica estridente, escandalosa, de las velloneras y las conver- · saciones. Mujeres de andar ondulante y mirada provocativa entran a tomar algo que sirve de pretexto para flirtea·r · con algun parroquiano que se encuentra alli por cas.ualidad o con alguno que de antemano se esperaba. La calle de La Luna. trasnochadora y nocturna que prefiere ceder, de muy buena gana, el rendimiento del dia capitalino, de punta a punta, a otras calles, deja oue en la noche se derrame por sus aceras la marejada de las muchedumbres. Miradas avidas masculinas, voces fuertes, risa y gritos de muieres, gesticulaciones, fisonomias y matices cosmopolitas. Ojos calidos de muchachas, pasos elasticos y como encendidos por la malla suave de la media. Por O'Donnell Ilegan hasta la Plaza de Col6n las muchachas humildes de las barriadas a pasear sus esperanzas y tejer sus suefios bajo la arboleda que se da siempre· generosa al prop6sito de floraci6n y de sombra. Ya tienen toda la luna metida en el alma. El verano lleva a los bancos las parejas de novios amartela-
dos que muy juntos haccn planes para el porvenir, mirandose en el fondo de los ojos y enlazadas las manos, diciendosc ternczas. Algunos muchachos, embobados, le oprimen tiernamcnte cl brazo a la novia, pencliente de sus ojos, de sus cabellos, de sus manos. Calle de La Fortaleza, Broadway boricua. Bajo la Juz nocturna es como hay que acercarse a ella. Todavia la piqueta, el foldismo , no ha herido el espiritu de la calle mas cordial y magnetica. de San Juan. Nuestros ediles no han intentado clarle nueva fisonomia, revestirla de modernidad. Se la h a pavimentaclo en una loable intenci6n de rectificar gibosidades, raspar caries, pulirla, ampliar sus aceras, oxigenarla. La cordialidad es mas ancha, ahora, aqui. Los hombres tienen mas perspectiva para estimarse; el ruiclo, para estirar los musculos; la luz, para recostarse blandamente en el cemento humedecido por las primeras lagrimas de la noche. En la Plaza de Balclorioty la animacla tertulia de criticos de ca teclra parlante. Tanen las campan as de Santa Ana y le contestan las campanas de! reloj de! Banco Popular, expresi6n exacta de! espiritu moderno que trata de enseiiorearse en la ciudad. Un edificio ascendente, futurista, pero toclayia un poco en blanco, nuevo, sin pa tina de tiempo. En vertigiI,10sa carrera, los muchachos que gri tan
es ta noche la edici6n fin a I de ÂŤEl MundoÂť de mafiana con el crimen de ayer... El aluml:>rado de los letreros y las marquesinas de los salones de cine enceguecen los ojos. La multitud hace fila en las taquillas. En San Juan no se conoce otra diversion o dis tracci6n que el cine. En el cine se ret'.men los enamorados, se divierte la juventud, mitigan su aburrimiento unos cuantos matrimonios, se distraen las personas de edad, copian gestos las jovencitas y hasta descansan de su fatiga diar ia, durmiendo, unos cuantos senores comerciantes o industriales que van arrastrados por sus imperiosas senoras. Asi es esta ciudacl en la noche. Calles de clistinta fisonom ia, he terogeneas, y caHejones tibios, acogedores, barridos por la misma sangre joven. El San Juan que todavia recorren unos cuantos sesentones, que almacenan en su alma el polvo del historial cal!ejero, y en los que seria hasta posible leer, fragmentariamente, paginas procelosas en las que figuran palabras viejas y nombres casi olvidados. El San Juan que en Ia noche callada todavia cree oir en el en.tee de San Francisco y San Justo, a Teresi ta Mangual tocar danzas de Campos, de Tavarez, de Mislan, de Callejero, de Rios Ovalle, de Dueno, o mira subir calle arriba, en direcci6n al viejo Teatro Municipal, al Maestro Andino con el violin debajo del brazo.
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Oller, Cezanne y Pissarro Per
«No nos quedan de la vida de las grandes maestros sino escasas referencias en las que pueda confiarse la historia. Es penoso ver tan mal satisfecho nuestro deseo natural de instruirnos sabre lo que fueron y la vida que llev ran. No nos basta el placer de disfrutar sus obras: deseariamos establecer relaciones personales con ellos ... ; nos agradaria, par lo menos, comprobar que eran hombres coma nosotros, en las aspectos vulgares de la existencia.» EUGENE DELACROIX.
1858, FRANCISCO OLLER, JOVEN DE VEINticinco afios de edad, previamente curtido en las rudimentos del arte en las aulas de la Academia San Fernando de Madrid durante un primer viaje a Europa, da comienzo a las extraordinarias paginas de una experiencia francesa que acariciara las linderos de un verdadero mundo de grandezas. Desde esta fecha se establece en Paris y frecuentara par tres afios el taller del maestro Thomas Couture, a cuya escuela tambien asiste Edouard Manet, que es un afio menor que el puertorriquefio. Durante este tiempo, segllri relata ·el periodista Antonio Cort6n en «La Tribuna», de Madrid, «ocurri6 el secuestro que le hizo victima un mercader de cuadros encerrandole durante un mes en una habitaci6n donde el artista recibia par un ventanillo el alimento cotidiano» para que pintara dos cuadros de genera. Y par falta de dinero oficia de vez en cuando coma sacristan de una iglesia y se suma al elenco de una compafiia de 6pera italiana en calidad de baritono, aprovechando asi el estudio de musica y canto que hizo de nifio cuando form6 parte del Coro de la Sociedad Filarm6nica de Puerto Rico. Par entonces, Paul Cezanne, aun apenas en sus diecinueve afios de edad, no conoce la Ciudad Luz; es un colegial de Aix-en-Provence que junta a Emile Zola que en 1858 tambien va par primera vez a Paris- ha hecho sus primeras incursiones poeticas y pict6ricas. Cezanne llegara a Paris tres afios mas tarde, en 1861, cuando Oller abandona el tutelaje artistico de Couture par el de Gustave Courbet.
YA DESDE EL ANO
OSIRIS DELGADO MERCADO
El de Aix se conformara con frecuentar la Academie Suisse, un instituto libre para la practica del desnudo, que tambien tiene entre sus mas asiduos clientes-artistas a nuestro bayamones. El derecho al uso de este «atelier», localizado en el Quai des Orfevres y abier.t o durante todo el dfa y parte de la noche, le cuesta a cada pinter tan s6lo diez francos al mes, si bien la labor realizada no queda vigilada ni corregida, lo que, por otra parte, tambien es un atractivo para las artistas del memento. Aqui en Suisse quedan vinculados Francisco Oller, Paul Cezanne, Antoine Guillemet y Armando Guillaumin. Por este tiempo Camille Pissarro no trabaja en el lugar, pero concurre de vez en cuando para cambiar impresiones, principalmente con sus amigos Oller y Guillaumin. Sera precisamente a traves de estos que Cezanne trabara relaci6n con Camille Pissarro, a quien debera el de Aix sus primeras lecciones trascendentales y un invalorable aliento que quedara reconocido en 1906, cuando al inscribirse en una exposici6n de Paris se identifique como «Cezanne, Paul, alumno de Pissarro». Por este tiempo, Cezanne, sumamente limitado en recurses econ6micos, ya que s6lo recibe de su padre, rico banquero de Aix, una pensi6n de 125 francos al mes,' y avido de apoyo moral, frecuenta el hospedaje de su amigo Oller en el poblado de St. Germain-en-Laye, distante veintiun kil6metros al Oeste de Paris, donde ira a pintar en compafiia del puertorriquefio. En el Cezanne de estos afios se ha reconocido la influenda de Courbet y no nos parece arriesgado afirmar que la tuvo en alguna medida a traves de Oller, pues no s6lo lo encontraremos trabajando junto a este todavia en 1865, sino que profesa una sincera admiraci6n par la obra del bayamones. Asi vemos coma en este afio, en una carta fechada el 15 de marzo, Paul Cezanne le dice a Pissarro: « Excuseme que no haya ido a verle, pero parto esta noche para St. Germain y no regresare hasta el sabado con Oller para llevar sus cuadros al S al6n. . Creo que ha hecho - segi'.tn me ha escrito- una batalla biblica, y el cuadro grande, como u sted sabe. El grande es muy belle, el otro no lo he visto ... Si quisiera verme... cuando v'uelva de lo de Oller tendre el gusto de
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FRANCISCO OLLER, autorretrato.
PAUL CEZANNE, autorretrato.
estrechar su mano.» En efecto, en esos dias Oller y Cezanne, hermanados, se preparan para someter sus respectivas obras a la consideraci6n de! jurado del Salon de Otoiio de 1865. A prop6sito de ello comenta Cezanne en la misma carta: "El sabado iremos· a la barraca de los Champs Elysees a llevar nues tras telas, que h aran enroj ecer a l Instituto de rabia y de desespe·raci6n.» Oller sera aceptado y Cezanne rechazaclo. E l estfmulo clel triunfo q uizas anima -a l puertorriqueiio a regresar a su patria, y Cezanne, avezado en fracasos dentro del circulo oficial, asu m e la actitud de significar tales «atropellos esteticos» coma triunfos morales del grupo revolucionario. Pero Oller segu ira siendo clel grupo de los «realistas», .de los revolucionarios, y aunque no tenemos n6ticia de ello, sospechamos que tambien tiene el estigma de! Salon des Re fuses de 1863 . E l aprecio de Cezanne por' el amigo no m engua, y asi lo vemos viviendo en la misma casa del «.padre de la pintura moderna», en la calle Beau treillis, en Paris, dias antes del primer adi6s de Oller a Francia. Apenas pasado un aflo de haberse ausentado el nuestro, ios amigos le recuerdan afectuosamente: Guillemet le expresa a Cezanne que seria una buena cosa si el (Oller) consiguiera trab a jo en un b arco mercante que ven ga directamente a Francia, idea esta que Cezanne se complace en repetir a Pissarro en una carta que dirige a este desde Aix, el 23 de octubre de 1866, afiacliendo: «Si usted nos escribe de nuevo, tenga la bondad de decirme c6mo escribirle ; esto es, las seiias que debo poner en la carta y el franqueo correcto p a r a evitarle innecesarios.». Apesadumbrado com enta Cezanne: «Me disgu sta sobrem a-' · n era que Oller no pueda regresar a .Paris, segun m e ha informado Guilleme t, pues se aburrira mucho en Puer·to Rico, mas sin colores a su alcance, lo que deb e ser muy penoso para un pintor.»
CAMILLE PISSARRO, fotografia
Pero en Puerto Rico h ay pornos de color e n abundancia; sin e mbargo, la pcna sera una rcali dacl en la ausencia: de los amigos, de los Cezanne, Pissarro, Guillemet, Monet, Degas, Renoir, Fantin-Latour, Guillaumfo y en la nostalgia de la vida que resume Zola en una carta al de Aix: «Race diez afios que hablamos de arte y litera tura. Remos vivido juntas -(rccuerdas?y muchas veces el a lba nos ha sorprendido discutiendo ailn, revolviendo el pasado, interrogando el presente, tra tando de encontrar la verdad ... » Tras nueve largos aiios, Oller volvera por segunda vez a Paris - 1874- aprovecha ndo e l viaje subvencionado por el Ayuntamiento de San Juan para que se trasladara a la Exposici6n Universal de Viena del afio 1873 con el obj eto de estudi ar «los adelantos del arte .de la pintura». E l mismo afto en que regresara a P uerto Rico luego de su primera es tada en Paris, 1865, llabia cornenzado a variar la orientaci6n artistica de Cezanne, abandonando la 6rbita de los «realistas» por la de los «impresionistas », ahora conocidos asi, aunque profundamente diferenciado de estos por SU espiritu independiente. Mas tarde dira el de Aix : «Quizas todos nos originamos en Pissarro; en e l 65 ya eliminaba el n egro, e l bituminoso, ia tierra de siena y las' acres.» Asf pues, Oller, alga desencaj ado por los cambios habidos, . seguramente buscara una · vez mas el calor de sus amigos, integrantes a hora d el Hamada grupo de B a tignolles. No tenemos noticias concretas sabre esta etapa de sus actividades en Francia - 1874-1878- pero es indudable que vuelve a altcrnaF con los antiguos camaradas. Por este tiempo conoce al doctor Gachet, que ha sido durante los ultimas afios un entusias ta de las reuniones de los Batignolles, y quien sumara cu adros d e Oller a su magnifica colecci6n de pintura moderna. E l puertorriquefio se relacion a con Gach et segu ramente a tra9
ves de Pissarro, que entonces vive en Pontoise, no muy distante de Auverse-Sur-Oise, donde aquel posee una gran casa solitaria. Oller debe pasar una· larga temporada en Pontoise, pintoresco pueblo al norte de Versalles, junto a Pissarro, quien desde que vive en este lugar no cesa de invitar a sus amigos a que vayan a _trabaj ar alli recalcandoles el beneficio que pueden sacar de! estudio de la Naturaleza. Ya un afio antes de la vuelta de! bayamones, Cezanne pinta largamente junto a Pissarro en este lugar, donde ha traido a su esposa e hijo, encontrandosc ahi tambien el viejo amigo Guillaumin. La casa del doctor Gachet, situada en una altura desde la que sc domina todo el panorama y en la que pasa _tres dias por semana con su esposa enferma (quince afios mas adelante, Vincent van Gogh, que estara al cuidado de Gachet, cometera suicidio en esta casa), se ve concurrida muy frecuentemente por Pissarro, Guillaumin y Cezanne, y seguramente ahora se suma Oller. Dos de los cuadros comprados al nuestro por el doctor Gachet habran de pasar, por legado, al Museo de! Louvre, y uno de ellos, El Estudiante, colga· ra en el pabellon de dicho museo conocido por Jeu de Paume, junto a los de sus amigos, como testigo mudo pero elocuente de la participaci6n de! boricua en aquellos dias de efervescencia artistica en Franda. Sabemos que en 1878, luego de cuatro afios, finaliza la segunda etapa de la experiencia francesa de Francisco Oller. Ahora lo encontraremos en Madrid, disfrutando de! favor de las altas esferas oficiales. Y regresar·a a .Puerto Rico en 1884. Pasaran otros once afios y Oller no podra abstraerse a la tentacion de un tercer viaje de Puerto Rico a Paris no empece sus sesenta y dos afios . Esta vez traera consigo lo quc considera su obra maestra, El Velorio, de! que ha enviado anticipadamente una fotografia a Pissarro, y con el que espera conquistar a la critica de Paris. Llegado a la Ciudad Luz, inmediatamente se encamina a Eragny, donde vuelvc a saludar a su viejo amigo a fines de marzo de 1895. Con ta! motivo Pissarro le comunica a su hijo Lucien el dia 23 de ese mes: " Fui intcrrumpido [de hacer las pruebas de tres. grabados a color] por la llegada de -no te imaginas- Francisco Oller, que vino ciesde Puerto Rico para lngresar una pintura muy. grandc, de un tamafio de mas de cuatro yardas, en la exhibici6n. j Debieras ver lo cambiado que es ta! Hace veinte afios que rio nos veiamos. El ha cambiado, ha envejecido en tod.o sentido, esta encogido, y me temo que su pintura tambien; miraba mis trabajos con perplejidad, los encontraba llenos de luz y aire. El hace pinturas con motivo anccd6tico, como el Negro Flagelado [conocido tambien como Un Boca abajo en una Hacienda de Puerto Ricol que ·esta en Tanguy. En la fotografia su pintura me parecia mucho mejor, pero me temo que es algo obvi-a.» En efecto, Oller ha regresado a Paris con un acendrado «Courbetismo» grandementc propiciado por los afanes sociol6gicos a quc le impulsa el ambicnte puertorriquefio. Sin embargo, frente a la contingencialidad y relativa dec_repitud que ahora ve en la obra de! bayamones, Pissarro sigue es timando sus juicios y se complace en
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referir a su hijo los comentarios que aquel hace de sus obras. Asi vemos como desde Eragny, en 28 de marzo de 1895, le dice a Lucien al referirse a su cuadro Lavanderas: « ... Oller las ha encontrado bellisimas .. . ». Pissarro habra de trasladarse por esos dias a Rouen, donde pintara junto al artista espaiiol Dario de Regoyos, pero en Paris esta Cezanne, junto a quien 01-ler ha hecho diligencias, ya tardias, para colocar El Ve/aria en el Salon oficial. No empcce el fracaso de esta gestion, nuestro pintor lograra exhibir publicarnente el cuadro, coincidiendo con la exposici6n de Paul Signac en los lndependientes, y estando a punto de inaugurarse una de Monet, que constara de sesenta cuadros de catedrales, y otra combinada de Cezanne y Pissarro, en Durand-Ruel. Tras Ia exhibicion de El Ve/aria, Oller "guardara su tela en el taller que tiene Cezanne en la «rue» Bonaparte. Las demostraciones de afecto que una y otra vez prodiga el de Aix al nuestro, no solarnente se circunscriben a facilitarle el uso de su «atelier», sino que le presta dinero y le salda deudas que contray e)~ la tienda de efectos de arte de! viejo Tanguy . (fere Tanguy, como se le conocia familiarmente, habia muerto el aiio anterior y a los pocos dias de fenecido se puso en publica subasta su colecci6n de pintura de la que for· maba parte Un Boca-Abaja .. ., obra es ta que probablemente habia dejado su autor en ese lugar durante su segundo viaje a Paris, quizas en pago de alguna com-· pra de materiales para pintar.) A fines de junio de 1895, Cezanne tienc proyec tado regresar a Aix, y Oller decide, con el entusiastico respaldo de aquel, acompanarle en su viaje. Con ta! motivo refiere Pissarro, en una carta di_rigida a Lucien, que los dos amigos hicieron una cita para la maiiana siguiente en el tren de P.L.M., en tercera, segun el compadre Cezanne. A la maiiana siguiente Oller, con los ojos muy abiertos, mira, en la plataforma, hacia todas partes; no aparece Cezanne. El tren parte ... j j nadie ! ! Oller termina por decii-se : ha partido... se decide y parte. Llega a Lyon y en el hotel le roban 500 francos que tenia en el portamonedas. No sabiendo como volverse, envia un telegrama a toda prisa a lo de Cezanne, este cstaba en su casa, a la que habia llegado j j en primera clase ! !.-.. » En fin, la vida toda de Cezanne esta salpicada de arrebatos y rarezas. Las mas de las veces sus extravaganclas parecen ser recursos siquicos para aliviar contrariedades, y en el caso especifico de Ia experiencia habida con Oller, debe ser el resultado de. Ia depresion que sufre por lo que considera un fracaso en su esfuerzo por hacerle un- retrato al escri tor Gustave Geffroy. Con ta! motivo, casi recien llegado a Aix, le escribe a Monet: «Tuve que abandonar el estudio · que habia emprendido en lo de Geffroy que, liberalmente, se puso a mi disposicion; es toy algo confundido ante el exiguo resultado obtenido, sobre todo despues de tantas sesiones, y d<f las aceleraciones y desfallecimientos . sucesivos.» Los ex abruptos de rencor, hastio o desden de Ce.zanne, · que regularmente responden a una urgencia de SOiedad por el mismo confesada, no son obice para que una vez superadas las crisis se normalicen rapidamen·
te sus sentimientos afectivos. Asi, veremos que tan solo un par de dias despues del incidente, Cezanne habra de darle al nuestro una cordial bienvenida. Luego de recibir una contestacion del hijo 'de Cezanne, a quicn Oller habia telcgrafiado desde Lyon, donde ·a quel le informa quc su padre esta en Aix, el bayamones se cncaminara inmcdiatamente hacia el Sur. Al llcgar. a la ciudad natal de Cezanne, le envia razon de su llegada, probablcmentc desde la casa de! doctor Aguiard, medico cubano amigo de juventud de Pissarro y Oller, y aficionado a, la pintura en sus ratos de ocio, que a la sazon esta en cse lugar. Y la contestacion no se dilata: «Si es asi, ven en seguida. Te espero. P. Cezanne.» Oller sera huesped de Cezanne en J as de Bouffan, nombre con que se conoce una propiedad que habia adquirido su padre, localizada aproximadamente dos kilometros al oeste de Aix-en-Provence, y donde el pro· venzal ha trabajado y trabajara con gran asiduidad en epocas distintas. Oller dcbe sentirse feliz durante las pocos dias que disfruta junta a Cezanne en este lugar, ya que, ademas de las muestras de afccto que le pro diga el ::imigo, el Jas es una magnifica finca que cubre quince hectareas rodeadas de muro, con una hermosa .casa dieciochesca desdc cuyos ventanalcs altos se domin::i un gran parquc compucsto principalmente por anejos cas tanos. Pero sera precisamente en Jas de Bouffan donde se suscitara el incidente que separara definitivamente a las a migos . A pesar de estar pintando juntas par algun tiempo, es obvio que Oller no siente ni comprende la idea «cezanniana» del arte coma un proceso organizador de la naturaleza mediante conceptos ordenadores, asi coma· tampoco el aspecto tecnico en que la preocupacion por el modelado queda reemplazada por la idea de la modulacion plastica de los valores . La escuela de Courbet, de la que Oller cs fiel discipulo, en su complacencia 'de entrega total a la materialidad de! objeto quc sirve de modelo, acabara por imposib.ilitar toda tregua de principios. Y si a todo ello sumamos la con sue tudinaria susceptibilidad de'I de Aix, facil es de imaginar la reaccion de estc cuando Oller, animado por la intima conviccion de la superioridad de su mundo estetico y por la confianza p ersonal que le inspira el amigo, se toma la libertad de sentar catedra con Cezanne como alumna . Por lo que este, no pudiendo soportar mas ta! situacion, cl 5 de julio de 1895 le escribe una nota a Oller, que entonces se encuentra en la casa de! doctor Aguiard en el propio Aix, en los siguientes terminos: «Senor: El tono autoritario que usted adopta descle hace algi'.m tiempo cuando se dirige a mi, y la forma un poco demasiado altiva que se ha permitido emplear conmigo , en el momenta de su partida, no son de las que me agradan. Estoy resuelto no r ecibirlo a ustccl en la casa de mi padre. Las lecciones que usted se permite darme habran producido asi todos sus frutos . De manera quc, adios. P. Cezanne.» Oll er, mortificado por lo que considera una segunda afrenta por partc de! amigo en termino de pocos dias, se apresta a contcstarle. A manera de desahogo le acusa de ser responsable par la perdida de dinero que sufriera en Lyon , y aludc a otros hechos que no quedan cla-
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ros ya que solo las conocemos a traves de la replica de Cezanne a los alcgatos de! bayamones. La carta de! provenzal, fechada cl 17 de julio de 1895, dice: «Senor: Su carta, un poco bufona, no me sorprende casi, pues, primeramente, para arreglar dcl todo sus cuentas usted no debiera haber olvidado ciertas cuentas que arregle yo en casa de Tanguy. Pasemos en silencio el ensayo que fracaso en la de Mme. Ch . En fin, no comprenclo casi, coma puedo ser responsable yo de la perdicla de di· nero. que usted dice haber experimentado durante su permanencia en Lyon . Usted puede tomar sµ tela en el atelier de la rue Bonaparte, desde ahora hasta el 15 de enero proximo. Le caneelo el anticipo de dinero que le hice y el resto. Deseo quc gracias a su cambio de aetitud pueda prolongar su estada en lo del doctor Aguiard. Adios . Paul Cezanne.» El puertorriquefio regresara a Paris durante las primeros dias de encro de 1896, no sin antes haberle eserito a Pissarro anticipandole alga de la experiencia sufrida. Le dice: «Mi querido amigo: M. Paul Cezanne es un canalla o un loco; me hizo la porqueria mas afrentosa que te puedes imaginar ... » Y seguramente aprovecha la ocasion para incluirle la primera nota avinagn:.da que recibiera de Cezanne, la cual, pasados las afios, sera encontrada entre las papeles personales de Pissarro. Dias mas tarde, a mediados de enero, Oller se encuentra en Paris con su viejo amigo y le relata detalladamente todo lo acontecido. Este lo referira a su vez a su esposa y a su hijo Lucien en cartas fechadas el 20 de enero, en Rauen. En la de! hijo reproduce palabras . de! bayamones ci tan do a Cezanne: « Pissarro es una vieja b estia, Monet un pillete ; no tienen nada en la barriga ... solo yo tengo temperamento, solo yo soy capaz de hacer . un rojo.» Y en la quc escribe a su esposa le dice: «Ayer vi a Oller que me ha hablado mucho acerca de Cezanne, quien estuvo, segun parece, fantastico. Estuvo aun pear que con Renoir; se Jlev6 a Oller a Aix, y lo plant6 alli en circunstancias extraordinarias. Te con tare este asunto; es excesivamente largo .. . » En cuanto a la experiencia sufrida por Renoir de que habla Pissarro, solo sabemos que siendo tambien muy allegado al provenzal, luego de hacer una visita a Aix para ver a su amigo en compafiia de! pintor Al· bert Andre, en el ultimo momenta vacila y finalmente renuncia a ir a su casa par temor, segun se lo explicara luego al propio Andre, de una reacci6n inesperada de parte de! artista. «Este pobre Cezanne esta furioso contra todos nosotros y tambien contra Monet que, en sintesis, fue muy bondadoso con el», dira Pissarro. Pero todas estas salidas contra las amigos no son en verdad par ellos, a quienes estima con sinceridad, sino una forma de arremeter contra si mismo. Alternar con ellos, dice, «me hace bien; me siento feliz de poder desbordarme»; sin embargo, antagoniza su deseo cuando confiesa que «La duda de parecer inferior a lo que se espera de una persona que se presume a la altura de cualquier situacion, es sin duda la excusa de mi obligacion de vivir apartado». El doctor Aguiard, que tambien ha regresado a Paris, le expresa a Pissarro su convencimiento de que Cezanne esta enfermo, y tiene raz6n en lo tocante a la
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diabetis que p adece y sus posibles repercusiones en el caracter de! pintor, pero no la tiene si por enfermedad tambien tenemos que entender toda referencia a las rebeldias o contradicciones propias de! ser de conciencia e intuici6n a norma lmcnte superior. Apenas el provenzal h abia cumpli do sus vefo tid6s afios de edad cuando ya Em ile Zola pudo advertir que: «Ante caracter ta!, frente a sus cambios de conducta ta n poco previsibles y tan carentes de raz6n , confieso que. enmudezco y que trago mi 16gica .» Y acusando una fina capacidad sicol6gica, afiade : « Nunca contrariare su fantasia, le dare, a lo sumo, consejos sumamente indirectos. .. Por prudencia debo adaptarme a su humor si no quiero que su amistad se desvan ezca.»
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Tampoco ·desea Oller perder el afecto de su amigo, pero tambien es artista de ideas, diriase, monoliticas; se enemista, pero seguira amando a la humanidad, a Cezanne, al arte: i es pintor ! Y regresa a Puerto Rico, una vez mas, ahora en el verano de 1896,"-cerrando el tercero y ultimo capitulo de su experiencia francesa con Ia ilusi6n que siempre hubo de animarle a cada vuelta al hogar: « j Puerto Rico ! La patria querida, con sus floridos campos llenos de luz y verdor, con su sol radiante y su cielo esplendoroso. La patria nunca olvidada y el recuerdo de mis primeros ensuefios requerian con requerimientos imperiosos mi exaltada mente de artista, y volvi rebosando entusiasmo y alentando consoladoras esperanzas.»
4-soYJeS I
UNICORNIO EN LA ISLA
Isla de Ia palmera y la guajana con cinto de bullentes arrccifes y corola de soles. Isla de amor y mar enamorndo. Baja el viento: las caballos azules con sus sueltas melenas ; y, con desnuda pie! c;le ascuas doradas, el torso de las dunas . . I sla de las coquis y las careyes con afrodisio cintur6n de espuma y diadema de estrellas. Isla de amor marina y mar emb elesado. Baja los p lenilunios: ¡ humedas brisas, magicas ensenadas, secretos matorrales ... Y el unicornio en la manigua alzado, lis to para la fuga, alerta y tenso.
San Juan Bautista del Boriquen Marejada de Santos y Difuntos. 1959
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II
REDO ND EL
Ahora, para aduefiarme del inefable air6n de tu atractivo no es necesario ya que el verbo atrape y desmenuce los dones de tus gracias, secretos y b ellezas ... Hubo una vez que el ritmo, el compas, la medida, ante tu imagen se me quedaban cortos. Por todos mis sentidos absorbia formas , escorzos, trasluces, movimientos ... Me faltaban palabras para decir quien eras. Pues para capturarte y decantarte me sobraban vehemencias y me escaseaba el tiempo y el acierto. Despues de aiios y aiios quizas solo meses, quizas diasde haber entrado en ti y de tenerte dentro, no es necesario ya que te describa - j ya ni siquiera importa que seas bella !para quererte mia, para tenerte mia, p ara que sigas siendo - tal cual eres, indescriptiblemas que nunca mia.
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E l Condado Noche de San S ilvestre.
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III I
\ QUERENCIA .
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... entonces, en aquella infinita oscilaci6n del pendulo en que yo te invente, estabas tal cual eras: arista de perfume, categ6rica entrafia, sonrisa en el umbra! de! pensamiento y clamoroso borbot6n de sangre. ... flor de ve.r dad, entonces, te lograste en tu forma -i honda ¡Y desnucla esencia ! ... porque nos encontramos cuanc;lo ai'.tn no estabas como siempre h as sido , cual ya no es tas y s in embargo aun' eres, en aquel infinito ir y venir del pendulo en que yo te invente y tu te descubriste ...
Baja el sig110 de Sagitario Frente a la Mar def Norte.
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IV
SENTIMIENTO DE OLOR
Tienes aqucl olor fugaz y fragil, candido, vago, tenue y aniiiado de! halito remoto de las flores que el estira-y-encoge de la fresca brisa t rae y lleva, dilu.ye y ensortija, por el sonoro y misterioso ambiente de la noche antillana.
Tienes el hieratico olor de las rcsinas y de las especias: erudito, pungente, evocativo aroma; el olor de los tibios aceites esenciales en las frondas de Ia selva virgen; el noble olor de las m aderas de! bosque calido y 'lluvibso; el de la savia ardorosa y balsamica de . los. arboles que crecen siempre verdes bajo el t6rrido sol.
Tie nes e l denso y entranado olor dcl arrecife, donde ron:ipe el marrullo; de la arena dorada, humeda y huidiza de las. playas, donde mueren las olas; de las vegetaciones submarinas ; de!, agua aerea de la espuma de! mar desmayada en las rocas y, luego, recogida, emposada en los pequeiios nidos de corales grisaceos en donde yace tremula, calenturienta, clueca, por pasi6n de los rubios fulgores tropicales. i Tuyo es todo el olor de! a'm or iritegro !
Isla de Puerto Rico par Pascua Florida .
. POEMAS DE
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TOMAS BLANCO
V einte aiios de Teatro Puertorriqueiio 17 DE ABRIL DE t 960 Y CON MOTIVO DEL TERCER FESTIVAL de Teatro Puertorriquefio, el Instituto de Cultura Puertorriquefia abri6 al publico la exposici6n V einte afi(f)s de teatro puertorriquefio ( 1940-1960 ). La misma present6 la trayectoria de la lucha escenica por una expresi6n propia a partir de la sociedad Areyto (1940), organizaci6n que amplia la labor escenica del Club Dramatico ¡del Casino de Puerto Rico y del Ateneo Puertorriquefio e inspira a la Sociedad General de Actores (1943), Tinglado Puertorriquefio (1945), Comedia Estudiantil Universitaria (1947) y Teatro Nuestro (1950) hasta influir su espiritu en instituciones de cara~ter permanente como el Teatro Experimental del Ateneo, el Teatro Universitario y el Instituto de Cultura Puertorriquefia, los cuales en 1959 patrocinan una actividad teatrnl sin precedentes. La exposici6n incluy6 libros, maquetas, bocetos, figurines, vestuarios, utileria, fotografias, mascaras, carteles, recursos publicitarios, articulos de critica y secciones
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escenogralicas referentes a las producciones -puertorriquefias originadas por dichas entidades y especialmente a los tres Festivales de Teatro Puertorriquefio que ha auspiciado el Instituto de Cultura Puertorriquefia. La ordenaci6n del material, por agrupaciones y en sucesi6n cronol6gica, demostr6 que el concepto de .un teatro puertorriquefio ha progresado notablemente tanto en el aspecto del libreto como en el de su realizaci6n. Prob6 que entre Areyto y el presente ha tornado cuerpo una nutrida generaci6n teatral consciente de su peculiar fisonomia, hecho atestiguado por tratadistas del teatro hispanoamericano como Enrique Anderson Imbert, Otto Oliveras y Willie Knapp Jones. El publico que concurri6 a la apertura de la exposici6n altern6 con los autores, actores, directores, esce~ n6grafos, maquillistas y luminotecnicos participantes en ei Tercer Festival de Teatro, huespedes especiales del Instituto de Cultura en la ocasi6n.
Boceto de Carlos M ~richal para L.~ HACIENDA DE Los CuATRO VIENTOS, drama de Emilio S. Belaval, presentado durante el Primer Fe"stival de Teatro Puertorriquefio.
.Arriba:Escenario de! Teatro de Munecos con decorado de Carlos Marichal
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20 UOS 0[ l[AlHO ~DnlORHIOUUO 1940-1960 3M Hllllll II Hllll
Panel central de la exposici6n VEINTB ANOS DE TEATRO PuERTORRIQUENO 1940· t 960.
Boceto· de .Lorenzo Homar para . el ballet LAs FIESTAS DE JuAN Boso, presentado dura nte el Segundo Festival d e Teatro Puertorriquefio por. Ballets de San Juan:
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Afioranza y tien1po en la poesia de Luis Llorens Torres Por PALMIRA CABRERA DE IBARRA
EN EL BARRIO CoLLOREs DE JUANA DfAz, EN EL ANO 1878, nace uno de 1os poetas mas criollos, mas jibaros y mas profundamente puertorriquefios de nuestro tiempo: Luis Llorens Torres. Entr6 en la vida y sali6 de ella envuelto en un cantar. Las decimas del cafetal y las coplas de los boyeros le musicalizaron la nifiez. El azul del cielo, el verde de los mantes y el rojo de las amapolas silvestres le llenaron de color fijandole una cromatica. Las mayas y el morivivi le hincaron los pies y las manos anunciandole el dolor del vivir. Pis6 la tierra en busca de nidos y frutas y esa tierra se le adentr6 en el alma con perfiles de etemidad. Los pajaros pusieron rumor de alas en su espiritu. En las mananas fue compafiero del sol naciente. En las tardes su imaginaci6n nifia se hizo deseo dorado como una puesta de sol. Cont6 las estrellas, vio aparecer luceros, sigui6 las fases de la lm~a y su alma se llen6 'de claridades. Sinti6 en su coraz6n el rumor rubio de las siemhras, dejando ritmo y luz por todas partes. Los cafetales daban al nifio las alas verdes de sus yemas, la sangre roja de sus uvas y el perfume de sus flares. Asi enmarcado en una n·a turaleza rica y generosa floreci6 la poesia y su coraz6n se asom6 al glorioso milagro de la vida. El poeta nifio hizo crecer con el la imagen vigorosa de la tierra. Mas tarde, el poeta adulto rimaria esa imagen de la tierra, con el amor, con la mujer, con la patria, en proyecci6n de arte fecundo. Un dia sali6 a vivir la vida nueva. Sabanas de luz se abrieron al paso de una jaquita baya. Por un sendero florecido de «mayas artopas de cundiamores», hizo entrada triunfal al placer, al dolor .y al deber. Un analisis ligero del poema Valle de Collores nos dara la clave emocional de la vida y la obra del ·poeta. Es un poema cargado de emoci6n, donde con exquisita dulzura nos transniite un sentimiento de paz unido a Ia naturaleza. Es una historia intima de alma adentro, un drama con tres personajes: el sendero, la jaca y el poeta. En primer piano desfila el paisaje. No es el paisaje en este caso fondo · decorativo, no; se trata de un paisaje animado por sentimientos tristes. Esta en simpatia con el poeta, comprende el dolor de su ida, por
eso le vemos triste, opaco, mustio. EI segundo personaje es la jaca. Esta se envuelve en una dejadez perezosa, como si no quisiera salir de Collores. La jaca presiente el mal futuro y alarga el viaje para alargar la felicidad del joven. «La jaca a su discreci6n iba a paso perezoso.» Hay un marcado dualismo en la primera parte del poema, de un lado el paisaje en fuga, paisaje que se escapa; de otro Iado la aspiraci6n del poeta a detener ese momenta. El tercer personaje es el hombre, enamorado del valle, y amarrado por Ia emoci6n del carifio a la familia. Hay en su relato una fina melancolia que nos acerca .a su sentir. En versos armoniosos saturados de una pena inefable le vemos marchar lentamente, dejando escapar su soledad en un diapason de dignidad interna: Cuando sali de Collores fue en una jaquita baya, por un sendero entre mayas arropds de cundiamores. Adi6s malezas y f lores de la barranca del rio y mis noches del bohio, y aquella apacible calma y las viejos de mi alma y las hemanitos mios. N6tese el uso frecuente del posesivo mio. Esto conUeva una gran carga emotiva. Son los viejos de mi alma y los (( hermanitos mios» lo que hace mas dura la separaci6n. El posesivo mio opera en la emoci6n del lector haciendole comprender la angustia del poeta al separarse de sus seres queridos. Hay un gran poder de emoci6n en los versos : Que pena la que senlia cuando hacia atrds yo miraba y una casa se alejaba y esa casa era la mia. 19
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La casa que se pierde en la distancia es su hogar, al que esta atado par las mas profundos afectos. En toda esta estrofa y la siguiente utiliza coma principal recurso estilistico el preterito imperfecto que evoca cuadros intuitivos y se dirige a la imaginaci6n. En la estrofa tercera aparece un intercambio de sentimientos entre el hombre y la naturaleza.
La campestre floraci6n era triste, opaca, mustia, y todo coma una an¡gustia, me apretaba el coraz6n.
Zumbaba el viento oloroso a madreselvas y a pinos y las ceibas del camino parecian sauces llorosos. Estas tres estrofas son coma el toque de alba y el toque de queda de la emoci6n. Recogen un estado de alma producido por la despedida y la separaci6n de los seres y sitios que mas significan para el joven poeta: la familia, la casa, el paisaje con su rio, sus barrancas, sus flares y su paz. Sus dos grandes amores, la familia y Ia patria estan simbolizadas en el Valle de Co-
llores. En la estrofa cuarta utiliza coma recurso poetico la enumeraci6n y nos coloca en un ambiente urbano de mobilidad,
la urbe, el teatro, el cafe, la plaza, el parque; la acera ... y en una novia hechicera halle el ramaje encendido, donde colgue el primer nido de mi primera quimera. Hay una transici6n en las sentimientos. Se fuga el dolor y aparece el poeta alegre, colgando su nido de amor en un ramaje encendido. Tenemos al poeta en un media urbano, disfrutando del placer y del amor. Fue esta otra gran caracteristica de Luis Llorens Torres, hombre enamorado de la vida y del amor, que con gracia jibara sabia aduefiarse de las reuniones y llegar con facilidad y caballerosa galanteria al sexo femenino. Sigue luego describiendo su lucha en pas de ideales y triunfos, y termina el poema con una evocaci6n de aquel Valle de Collores:
Ay, si estuviera en mis manos borrar mis triunfos mayores, y a mi bohio de Collores volver en la jaca baya par el sendero entre mayas arropds de cundiamores. CAMINOS Luis Llorens Torres fue abogado y politico. Como abogado llev6 casos en distintos ~itios de Puerto Rico.
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En las campafias politicas el orador camin6 par toda la Isla llevando mensajes patri6ticos en su voz clara y sencilla. Mientras el politico viajaba, el poeta se aduefiaba de la geografia para luego ponerle alas en sus versos. Recogi6 en anhelo poetico todas las regiones de Puerto Rico, con sus elementos, montafias, arboles, rios, frutas, flares y pajaros. De sus andanzas quedan los caminos como brechas que van al coraz6n. Un camino se define como tierra hollada par donde se transita, el camino sugiere movimiento. En la poesia de Llorens nos encontramos con un raro fen6meno, sus caminos anuncian reposo. Agarran y retienen en vez de despedir. Mas que caminos geograficos, son caminos del espiri tu don de el poeta se refugia en un anhelo de quietud. Al enfrentarse a los caminos asume una actitud de fineza espiritual puramente lirica. Se advierte un ritmo de suavidad insospechada en contraste con la sensualidad que predomina en la poesia terrigena del autor. En algunos de los poemas donde aparece el tema de las caminos flota un sentimiento alado con una ligera carga de melancolia. En esta concepci6n de! camino asoma el alma del poeta que ama entrafiablemente a SU tierra y Ve en SUS Caminos brechas de. luz que conducen al coraz6n de esa tierra. En el poema Caminos de Arecibo se mues tra tierno en la presentaci6n ¡de las senderos que conducen a Arecibo. En tono confidencial aprisiona detalles minimos al enumerarlos. Con marcada intenci6n expresiva da comienzo a cada verso con un diminutivo. Pone empefio en acercarnos a estos caminos con carifio ; de aqui el uso frecuente del diminutivo coma recurso estilistico. Lo usa coma carga afectiva y no coma diminutivo para sefialar pequefiez.
CAMINOS DE ARECIBO
Caminitos que bajan de Ciales Caminitos que bajan de Utuado Caminitos de curvas y cuestas Caminitos de a pie y de a cabal/a Caminitos hermanos del rio Caminitos vestidos de blanco Caminitos del ruisefzor y la reinita Caminitos del pitirre y el guaraguao Caminitos manatiefzos Caminitos camuyanos Caminitos de orillas de mangle Caminitos de suelo salados. Caminitos que van a Arecibo al Jardin Dorado de la hija del Caribe, a la ciudad de las cafzo$ y al Rio Grande, grande y hondo y largo y ancho. Caminitos del alma Caminitos del pecho y del costado Caminitos que anduvo El Caribe Caminitos que en suefzos yo ando. Caminitos hermanos del rio. Caminitos vestidos de â&#x20AC;˘blanco.
Hay intenci6n en hacer resaltar la limpieza de los caminos, por limpios son hermanos del rfo; notemos adema.s el USO muy adecuado del blanco, que trae COnsigo una serie de asociaciones. Blanco y no verde, blanco por lo trillado, blanco por lo limpio. Luego el verso septimo es tambien sugeridor. Caminita del ruiseiior y la reinita. El camino se anima, poblandose de musica, pero hemos de notar que es musica suave, del ruiseiior y la reinita. Pensemos en el canto de una reinita y asi la imagen auditiva nos ayudara a comprender mejor estos caminitos. Mas adelante afiade:
Caminos del alma Caminitos que anduvo El Caribe Caminitos que en sueiios yo ando. En el verso «Camiriitos del alma» esta la clave del poema. Son caminos que el poeta lleva en el coraz6n, son los que anduvo el Caribe y los que ahora el camina en sueiios. Los detalles fisicos de este paisaje son puro pretexto. Llorens somete estos detalles a un precedimiento imaginative y logra cumplir aquf la mas noble funci6n de la poesia: En el poema Retornelo, el camino personificado reza una letania en el rosario de las piedras:
La vieja letania del camino, rezada en el rosario de sus piedras y el ora pro nobis del que llega. El camino ve partir y ve llegar siempre rezando. Hay i:ma angustiada nota en el camino del recuerdo. En La Medianoche el camino aparece iluminado por luz lunar:
A la orilla del camino que en la sierra se encarama mi gallo duerme en la rama de un viejo laurel sabino. La ilota de paz, de silencio, la da el gallo dormido, este silencio se traslada al camino. El paisaje esta forzado por· una acumulaci6n de sugestiones de reposo, el gallo dormido, el viejo laurel sabino, la noche y el propio camino que se encarama en la sierra y muere alli dejando en el espiritu sensaci6n de repose. En Cafe Prieto el camino es una vereda campesina. En la. vereda hay una choza de donde sale un humito azul al reflejo del vaho del alba. Es una nota de paisaje joven con reflejos de amanecer que trae consigo asomos de paz campesina y quietud. El poema 30 HP vuelve a presentarnos un camino casi irreal que se pierde en el hodzonte, como si su principio estuviera en las estrellas. Lo compara con una espada:
Y el puiio de la espada sc encendia en el azur, en las clavos lwninicos de la Cruz del Sur. Luego hay una sensaci6n de escape, el «Camino se enrosca al paisaje» y el poeta con pesimismo exclama:
Y seguir viaje, rumiando en mi camino aquel tu pan y aquel tu vino. «La cola de la luna roz6 con la montaiia.» E1 camino en este poema tiene un sentido amplio, no esta limitado por contornos geograficos. Igual sentido tiene en los versos:
No hay revuelta de un solo camino, caminos del pueblo, caminos del campo en que presintiendo que tu volverias no te hay a esperado ... El titulo del poema Te anduve buscando sugiere movimiento y no obstante aparece el camino como sefial de reposo, el no va por los caminos, sino que en cada camino espera. El camino es un alto en su busqueda. Estan en su coraz6n estos caminos como heridas del recuerdo, unidos a su vida, por los que vuelve a vivir dias idos. Caminos sentidos. En la bruma de sus sueiios, como extrafio florecimiento aparecen los caminos que un dia el poeta vio unidos al paisaje de su tierra. El poeta fue por el mundo trillando caminos fisicos. En sus momentos de ensofiaci6n ve aquellos que con perfiles mas fuertes quedaron prendidos a su espiritu. TIEMPO Y PAISAJE La poesfa lirica vive en lo intemporal del alma humana en un tiempo sin tiempo, como decia el poeta espaiiol Pedro Salinas. El tiempo como personaje invisible se cierne sobre ella irrumpiendo de las profundidades del espiritu, como corriente que brota de la subconsciencia, ajena a la voluntad del autor. El tiempo ha preocupado a todos los hombres de todas las epocas. En el alba de nuestra literatura, con majes· tuosa serenidad, Manrique capt6 la fugacidad del tiempo con sensibilidad propia de la Edad Media.
Y, pues vemos lo presente coma en un punto es ido y acabado, si juzgamos sabiamente · daremos lo no venido por pasado.
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Asi van los poetas enfrentandose el tiempo de acuerdo con la epoca y la sensibilidad del artista, unas veces con angustia otras con agonia, con sentido de tiempo «versus» vida. Muchas veces este tiempo vencedor es s6lo tema estetico. En la poesia de Llorens el tiempo sube como hiedra agarrado al paisaje. Diriase que ~l tiempo da impulse a su lirica, aunque las mas de las veces se esconde muy adentro del verso. Empezaremos analizando aquellos momentos en que tiempo y paisaje aparecen como elementos c6smicos entrelazados. En Cogedores de cafe nos da un cuadro en el cafetal donde el silencio empaiia las horas. En el primer verso habla de fa hora de las mariposas en el rosal. Cierra el poema con la hora de abejas en el panal.
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El tiempo tiene valor estetico, hay asociaci6n de alegria ligera con la mafiana y sensaci6n de deber cumplido en el atardecer. Las abejas son simbolo de trabajo. Luego hay una no ta esceptica:
La tarde se engulle de empeifos vanos. En Mi yunta de bueyes junta al paisaje que le sirve de fondo avanza el dia y a traves de las horas van 1os bueyes hacienda su trabajo. Al final «Se muere el :>ol en el ocaso». El tiempo es aqui medida cronol6g~ca carente de resonancia espiritual, pero que recoge 4na estampa campesina dentro del marco del sol que nace y el poniente. Utiliza con frecuencia amanecer, mediodia y noche como terminos anunciadores de tiempo. El amanecer tiene relieves particulares en las paisajes de Llorens Torres. Hay repercusi6n de alegria sana, de energia en marcha que impregna el verso dandole sensaci6n de vida nueva. AMANECER
Ya estd d lucero del alba cncimita del palmar coma horquilla de cristal en el mono de la palma. Hacia el vuela mi alma buscdndote en el vacio, si tambien, de tu bohio lo estuvieras tu mirando, ahora se estarian besando tu pensamiento y el mio. La sensaci6n de tiempo esta aqui en el primer verso. Ya, recoge el sentido de lo inmediato; el lucero del ~Iba es simbolo del amanecer y viene cargado de sugerencias. En el verso novena de la decima el adverbio de tiempo ahora tiene un valor potencial. En Mariyandas la voz del tiempo la da el gallo,
hiere la paz campesina la puiialada honda y fina del cantio de mi gallo. El poema Madrugada presenta la neblina alejandose bajo el alba, Ia neblina es coma una materializaci6n del tiempo, con ella se va Ia noche mientras vibra el clarin del alba que es el gallo. Como hemos sefialado antes, el amanecer ejerce influencia en el tono afectivo del alma del poeta. Los siguientes versos, tomados del poema Apuntes de viaje, son el mejor exponente de esta idea.
Es la hara matinal de gloria en la campifia tropical; el bello amanecer que sonrie con labios de mujer. Las verdes pupilas del bosque wnbrio guiiian bajo su lloro de rocio; y de la flora del talud sube im candor de juventud.
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La tarde tiene embrujo para Llorens Torres. Ese momenta que Amie! consideraba el mas hermoso pero a la vez mas doloroso porque ilumina las heridas y cicatrices de! coraz6n, pone suavidades y despierta anhelos en Llorens Torres. La tarde es para el la hara tibia, Ia hara de! coraz6n, la hara imprecisa, hara de pereza juvenil y a un tiempo hara de oraci6n. Va unido a la tarde su amor humano, su amor a la mujer. El tiempo se convierte en preocupaci6n vital en el poema Soledad. «En cada muro mi alma se hace hiedra.» Este verso tiene una sensaci6n de tiempo que se detiene, que se adhiere coma la hiedra. El alma de! poeta se niega a pasar y se agarra a las muros que es lo mas perdurable en el paisaje. En el verso Ailn oficia en el patio el tamar'indo; el adverbio aun lleva una carga, es un calder6n sabre la nota del tiempo.
Arbol en que ahora mi dolor ,5e trepa. Ahora equivale a presente, a tiempo actual, es refugio donde se concentra el · dolor del poeta. Tiene el tiempo sensaci6n ag6nica. i:Por que el dolor se sube al arbol? Ta! vez porque el arbol esta alli desde afios y simboliza prolongaci6n del tiempo, resistencia. Esta sensaci6n de tiempo que se estaciona aparece implicita en la estrofa seguncla de la Canci6n de las Antillas. La estrofa termina con estos versos: Viejas, viejas; presenciamos la epopeya de Colon . Sabre el paisaje galopa el tiempo clisimulanclo alegria, es tiempo que fluye par venas ocultas sin salir a la superficie, pero que el alma sabedora de vicla lo adivina en cada verso.
que ya me aleja de la infancia. i:Ouien sino el tiempo es el que va marcando distancias entre el poeta y su muchachez?
La que encendi6 el primer latido con que mi pecho estremed6se. En el primer latido esta implicita la idea de su primer encuentro con el tiempo. En la ultima estrofa del poema Andanza errante aparecen tiempo y paisaje uniclos a la vida del poeta.
Como yo, que hilando ensueiios, eche a andar par el camino que se iba de mi pueblo a traves de las andanzas y mal andanzas de:l tiempo lleg6 al fin a todas partes y a ninguna parte llega ... En las andanzas y malandanzas clel tiempo va corriendo el poeta. Si saliendonos del tema del paisaje buscamos la concepci6n que del tiempo tiene Llorens Torres, nos encontramos que es de las que aspira a un presente to-
ta!, absoluto,, no al presente ontol6gico, sino un presente en todo, presente en el pasado, en el futuro; un presente omnipresente. Para el: «el tiempo es todo uno, la unidad de Ia vida, la verdad, Ia mas cierta verdad de la conciencia». De aqui su necesidad de recordar, recordar es hacer presente el pasado, es volver a vivir.
La golondriita mansa del recuerdo se ha posado en mi tor re de poet a ... Viene de leis difuntas lejanias. Vuelta del pasado para hacerse presente. Esta misma sensaci6n ya Ia hemos advertido en el Valle de ColloreJ.
En mi humo de recuerdos recuerdo que al fin llegue. A veces lraspasa Io temporal y va a lo intemporal por el hilo de su imaginaci6n, buscando el principio de una vision real en lontananza. Y es que por un proceso subconsciente el poeta quiere aferrarse a Ia vida, a Ia vida del hoy, al presente que es la unica realidad de tiempo que eI juzga verdad.
El presente es la forma de tiempo que mas tangencias tiene con lo objetivo, es tal vez por esto que el poeta aspira a fundir el presente, futuro y pasado en un omnipresente. De acuerdo con Luis Llorens Torres « toda emisi6n de voz es emisi6n de versos». Su ultimo verso fue pues el que en los umbrales de la muerte escribi6 en un hospital de Nueva York, antes de ser traido a Puerto Rico para morir. Ya en Ios ultimas momentos pidi6 un pa" pel y con rasgos fuertes escribi6 Ia palabra terminando y luego SU firma. Terminando fue SU ultimo verso, palabra cargada de emoci6n, palabra sintesis. Palabra que prueba nuestra idea de que Llorens Torres fue un preocupado ante el tiempo. Terminando es palabra que expresa tiempo. (Que terminaba? He ahi el misterio, (seria el terminar de su vida o el terminar de su poesia? Si era su vida la que terminaba no termin6 sin antes volar el poeta por sabre su paisaje. La palabra terminando nos entreabre las puertas del misterio. Es verso donde palpita el tiempo como personaje invisible. Para nosotros, terminando deja resuelto el parentesis de tiempo que se abri6 «al encenderse el primer latido con que mi pecho se estremeci6».
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Apuntes sobre la alhnentaci6n en Puerto Rico dur~nte el sig·lo XVII Por
.E L DESEO DE CONOCER A FONDO LOS ORfGENES, ASf COMO LA
· formacion de nuestros habitos alimenticios desde los tiempos de la conquisfa, me ha estimulado a investigar en distintas fuentes de informacion y en an;:hivos y bibliotecas de Espana, para enfocar, desde el punto de vista historico, este interesante proceso en todos sus aspectos. (Que frutos y plantas alimenticias cultivaban los indios? c:Que comian Ios primeros pobladores y como pu'dieron arraigarse y subsistir en un medio completamente nuevo? (Como se adaptaron a Ios raros frutos que la t1erra les ofrecia, hasta entonces desconocidos por ellos? (Como fue enriqueciendose la agricultura indigena con las semillas y plantas que Colon trajo en su segundo viaje y las que mas tarde traian los colonizadores? Y tambien, c:como pasaban a las Antillas, ·a traves de distintas rutas, aquellas plantas alimenticias oriundas del continente centro y sudamericano? En carta del Rey a los oficiales de la Casa de la Contratacion Jes decia que debian enviar «en todos los navios que fuesen a dicha isla ' toda clase de plantas y vinas para que el Juez de Residencia y los oficiales las repartan entre Ios vecinos». 2 Los maestres y duenos de navios eran obligados por orden real a traer '«Cada uno en su navio una o dos tinas de las dichas plantas de olivares, perales e rosales e otros arboles».' El Rey Catolico tenia gran interes en el desarrollo agrfcola de la Colonia y ordeno el establecimento de una granja de experimentacion en las riberas del Toa, donde se cultivaban aquellas plantas y semillas traidas, no solamente de Espana y Canarias, sino de otras partes para aclimatarlas en la Isla. En esta minuciosa tarea hay que rebuscar y leer mu'cho, pero siempre encontramos, aimque muy dispersas ·en memorias, cedulas, informes, cartas, etc., valiosa in.formacion acerca del tema, y ademas, otros datos referentes a hechos del pasado de nuestra historia que no se deben pasar por alto y anoto aunque sea el to'pico y Ia signatura. 1. La, Espanola. 2. A. G. I., Indiferente General, leg. 420, lib. S. 3 .. A. G. I., Santo Domingo, leg. 868.
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BERTA CABANILLAS DE RODRIGUEZ
Uno de los documentos mas bonitos por SU estilo contenido que he encontrado es una carta de un obispo de Puerto Rico, Fray Juan Alonso de Solis, escrita a su sobrina en el ano 1636. Es un folio pequeno, papel fino, casi transparente, escrito por un lado y la mitad de! otro; su lectura fue un poco dificil, especialmente desde el principio hasta la mi tad del folio: solo un borron de tinta oculto una palabra que no pudimos descifrar, pero que no altera su claridad. Damas a continuacion la carta:
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«Carta del Seii.or Don Fray Juan Alonso de Solis : Obispo de Puerto Rico. »A mi Senora Dona Beatriz Ordonez de Castro. »Mi sobrina y mi Senora no quisiera agraviarla que V.M. me hace dejando secreto, la tiene con cuidado el saber como me fue en mi viaje y me va en esta tierra; la navegacion fue muy larga a causa de calmas y contrarios vientos que lo fue de Rodear algunas leguas, de aqui a espana ay mill y trescientas, pareceme Hegan en las que Recargamos a mill y quinientas lo mas de °Ia navegacion pase mal que estuve mui mareado pero llegue razonable; Mas la tierra ami y amis criados nos ha probado con un achaque queda a todos los que de nuevo entran en ella, que llaman chapetonada ya gracias a Dios estoi mejor, aqui como alla es aora las caniculares, no es tan grande el calor como el que hace en esa tierra pero pone mas (ilegible) y tiene menos reparos y sin remedio se ben mui caliente, aunque dicen que desde octubre adelante esta fresca la bevida, es . amenissima la tierra que siempre el campo y la misma ciudad estan hechas un albaaca, las frutas generalmente no son buenas y ay pocas de las de espana pero ay algunas incomparablemente mejores la Reyna de todas y de quantas crio la Naturaleza es la Pina llamase ansi por la hechura que en lo deinas no tiene que ver, ansi el mamon ·1 es excellente y muy sano ~omese con cuchara y es casi como manjar blanco, la vatata la ay en todo tiempo y son muchas y mas mejores qqe las de espana, el Platano de que 4.
Puede ser la fruta anon, cuya pulpa es blanca.
estan llenos los campos son buenos y assados ecelentes, tambien lo estan de naranjas, queno es creible cuales sen, quepasan algunas de toronja mui grandes y de lindo gusto con tanto zumo, queuna naranja agria seis i aun ocho de ella no tendran tanto, de carnes carece de algunas pero la vaca y ternera es muy buena atres maravedis la libra y una lengua de vaca seis maravedis, hacense lindos guisados los dukes son los mejores del Mundo, particularmente los de Almivar, y las frutas maravillosas pues no siendo buenas crudas en conserva son milagrosas, Cocos ay mucho y mui buenos, comenzamos a tener cacao que hasta aora no le avia conque presto padre. embiar chocolate, la jente es lucida y no me desagrada y conmigo se halla de manera ques locura decirlo, plega a Dios que dure, queyo lo procurare. Lo Eclesiastico es mucho mui noble y lucido y no es creible lo que hacen con migo y quan bien se hallan cosas, gran sobrina mia para tenerme gustoso, (aunque es corto) el obispado, pero con grandes premissas de que crecera antes de dos anos y gran pedazo, y sinodexara alla tantos que me hacen merced y tan cercanas prendas particularmente, Dona Maria, me tiene con estrano cuidado. Suplico a V.M. me avise de sus negocios. Juzgando que esta en Salamanca la escribo enpliego de suhermana. Si aun esta ay suplico a V.M. le envie esta entretanto que Recibe la mia y me avise si se ha concluido algun casamiento de mi Senora Dona Elvira o queay beso sus manos y suplico anuestro Senor guarde a V.M. los afios que deseo en Puerto Rico a 28 de Julio 1636 Fray Juan Alonso de Solis.» El tono cordial y benevolo sabre los moradores de la Isla, contrasta con lo que expresaba otro obispo, fray Damian Lopez de Haro, su sucesor, en otra carta escrita a don Juan Diez de la .Calle en 1644. • Primera se queja de los mantenimientos, del agua y de las incomodidades del barco en que venia a la Isla. Ya en la ciudad se lamenta de la escasez de came y del peor sustento que es la carne de carey, de los diezmos que le pagan en casabe y, «que la necesidad le ha ensenado a comerlo» por la falta de harina de trigo para hacer pan al que esta acostumbrado. Y dice mas adelan'.e: «algunas personas me han presentado terneras y carneros, con que lo hemos pasado bien a Dios gracias, que aunque pobremente la mesa es siempre de Obispo», es como decir, mesa abundante en ricos manjares a pesar de la pobreza de la Isla. Durante este tiempo la Isla atravesaba una epoca dificil; at'.tn se sentian los efectos del · ataque holandes. A esto se afiaden los huracanes y temblores de tierra, se habia ahogado mucho ganado, los ingenios estaban· arruinados, habia poco comercio y apenas si venian barcos de Espana con mantenimientos, el situado no llegaba con regularidad y muchos vecinos querian abandonar la Isla. A pesar de tantos infortunios se conseguian algunos comestibles, pero los diligentes feligreses buscaron por tres meses un lechoncillo para obsequiar al obispo y no pudieron conseguirlo, y disgustado Fray Damian dice que lo mejor que tiene la ciudad 5. B. N., Mss. 3.047. Hay una copia en B. H . de P. R. vol. IV, p. 81.
es un poco de aire, por lo cual se le atribuye el siguiente soneto:
Esta es, Seiiorn, una pequefia lslilla, falta de bastimentos y dineros, andan los ne·gros, como en casa en cueros, y hay mas gente en la carcel de Sevilla. aqui estdn los blasones cle Castilla en pocas casas, muchos cavalleros todos tratantes en xenxibre y cueros las mendozas, guzmanes y el padilla ; ay agua en Los algibes si ha llobido, Iglesia Cateclral, clerigos pocos, hermosas damas falta cle clonaire, la ambici6n · y la embidia aqili an nacido mucho calor y sombra de [os cocos, y es lo mejor de todo un poco de ayre. En cambio Fray Alonso encuentra la tierra amena:, muchas frutas mejores que las de Espana, llama a la pina la reina de las frutas y la llama pifia por el parecido que tiene con el fruto de! pino, no en tamano, mas bien por la forma. La batata y los platanos dice son excelentes, la carne buena, Jos dukes en almibar los mejores de! mundo y las frutas e·n conserva cree son «milagrosas». Ambos obispos coinciden en la excelencia de los dukes en almibar y como pintorescamente lo expresa Fray Damian: «hacen buenas conservas por que no Jes duele el azucar». Los dukes en almibar son una creaci6n puertorriquena, y a este respec.to, dos historiadores y naturalistas, el Padre Acosta en el siglo XVI y el Padre Cobo . en el siglo XVII, en sus excelentes obras • hacen menci6n especial de las conservas. El Padre Acosta ensalza el duke de naranjas que hacen en las islas, es de lo mejor que el ha vista; el Padre Cobo se admira y le parece increible la inmensa cantidad de dukes que se gastan en las Indias, Veamos los frutos que la tierra ofrecia para sustento de los pobladores; Los productos agricolas mas importantes y abundantes eran los platanos, la yuca, el maiz, batatas y otros tuberculos; las labranzas de platanos eran muy extensas, pues, ademas, los platanos y el maiz con la came, eran el plato fuerte de los esclavos. Los colonos usaban el platano en diversas formas: maduro y c~do lo comian como fruta y hacian vino; los verdes los comian asados, en guisos y potajes; el maiz tierno lo servian y con el grano tierno entero preparaban guisos y poleada.7 el plato que mas tarde se convirti6 en nuestra rica mazamorra o mundo nuevo otra aportaci6n al arte culinario puertorriqueno. ·. El arroz era plato secundario, pues aunque desde el siglo XVI se cultiv6 con exito, no ocupaba el sitio que tiene hoy en nuestra alimentaci6n, porque otros alimentos lo sustituian ventajosamente. El casabe era el pan de la tierra, ya que el trigo no se daba en nuestro calido suelo. La harina se traia de Espana y como 6. Acosta, Joseph de P., Historia Natural y Moral de las lndias. Cobo, Bernabe, P., Historia de! Nuevo Mundo. 7. Gacbas. Vease Die. Vox, ed. 1953.
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las barcos con mantenimientos se tardaban tanto o no venian par anos, el pan no se consumia diariamente. Cuando llegaba un barco con harina se repartia a las soldados y sacerdotes y si sobraba se vendia al pueblo. Entre las cames preferian la vaca y la temera para las ÂŤlindos guisadosÂť que menciona Fray Alonso; cuando escaseaba la carne, y esto era frecuente, pescaban el carey y la tortuga, y par necesidad las moradores de la Isla aprendieron a gustar su came. En la Isla bubo siempre abundancia de cerdos y eran tantos que a veces se alzaban. La carne la salaban para guardarla; y ya en este siglo, las amas de casa, mas practicas que sus abuelas, empezaron a usar la manteca de cerdo para sustituir en parte la escasez clel aceite que no les traia la 'flota. Ya se conocia el cochinillo asado, asi es que las primeros pobladores pudieron disfrutar de este delicioso plato coma alla en las aldeas extremefias o asturianas. Tambien cada poblador implant6 en estas nuevas tierras las platos de su cocina regional; las embutidos, butifarras, morcillas. Pero la longaniza es otra creaci6n para enriquecer la cocina puertorriquefia. Los colonos tenian tambien gallinas, palomas, gui-
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neas, cabros, pero no eran parte tan indispensable de su dieta, mas bien par escasez y par no darles la debida atenci6n. El pescado si era un a Ii men to indispensable de las conquistadores, y desde las primeros tiempos las flotas traian entre las bastimentos pescado seco para las pobladores ; pero a principios de este siglo no se consumia mucho, no par escasez y si par miedo a las corsarios, pues nadie se arriesgaba a salir mar afuera a pescar par temor de ser apresado par las enemigos de Espana que atacaban sus posesiones en las I ndias. No tenian las conquistadores ni cafe ni chocolate en sus comidas. El cacao se trajo en el ano 1636 y el cultivo del cafe comenz6 un siglo mas tarcle, cuando de la Martinica se llev6 a la Espanola y de esa isla pas6 a Puerto Rico en el afio 1736. Esta es a grandes rasgos la dieta de las pobladores de la Isla en el siglo xvn. Las dos cartas de las obispos que hemos comentado dan una idea de las comidas y las habitos alimenticios del pueblo, habitos que van alterandose y desarrollandose de acuerdo con las materias alimenticias al alcance de las pobladores.
Restauraci6n del Castillo de San Jeronimo
P raci6n del Castillo de San .Jeronimo, emprendidas
R6XIMAMENTE QUEDARAN CONCLUIDAS LAS OBRAS DE RESTAU-
hace varios meses por el Instituto de Cultura Puertorriqueiia. El Castillo, emplazado en el extremo este de la isleta de San Juan, sobre la laguna del Condado, ya habia sido objeto de reformas a fines del siglo XVIII, y tuvo parte importante en la qefensa de San Juan contra los ingleses en 1797. Desde esta posici6n y desde el vecino fuerte de San Antonio, las tropas bajo el mando del Capitan Teodomiro del Toro resistieron el ataque de las fuerzas invasoras del general Sir Ralph Abercromby, que atacaban desde tierra firme . El Castillo fue objeto de un bombardeo tan violento y prolongado que qued6 casi totalmente destruido. Reedificado en 1799, se encontraba de nuevo en estado ruinoso cuando en el aiio 1952 pas6 a ser propiedad del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. El Instituto de Cultura instalara en el Castillo un Museo de historia militar y naval que ilustrara la importancia de la plaza fuerte de Puerto Rico en la defensa del Imperio espaiiol en America. En el se expondran las diferentes armas usadas por los espaiioles desde el siglo XVI hasta ~I aiio 1898, y las utilizadas por los enemigos de Espana en sus ataques a Puerto Rico. Tambien se exhibiran pianos, grabados, uniformes, banderas, modelos de navios de guerra y otros objetos y docuni.entos relacionados con nuestra historia militar.
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La Virgen de Borinquen Por DOCTOR RAMON EMETERIO BETANCES
ENTONCES A UNA SALA EN DONDE VARIOS HOME NTRAMOS bres se encontraban reunidos sentados alrededor de una mesa larga. Apoyaban unos los codas sabre ella y escondian la frente y los ojos entre las manos y los dedos se crispaban entre los cabel!os; otros, mi- . randolos, sonreian con aire bur16n; otros volvian tambien la espalda a la mesa y murmuraban entre dientes, sin mover los labios, palabras incomprensibles. Inmediatamente uno de ellos sentado en el centro de la asamblea se levant6. Era verdaderamente la figura del Cristo con largos 'cabellos, y extendiendo sus manos con majestad dijo: -Esta es mi sangre: i Tomad y bebed ! -Este no es el mas curioso de todos -me dijo el doctor-: usted vera a su compatriota, y si usted le interroga habilmente el mismo le. contara SU historia. Yo era su amigo, pero en el presente no me reconoce; me trata al mismo tiempo con desden, creyendome incapaz de ayudarlo en sus proyectos. En una de las esquinas de la sala, sentado al extrema de un banco, se encontraba un hombre delgado, de estatura alta, triguefio y enjuto, cuyos ojos hundidos lanzaban tan pronto un resplandor siniestro coma revelaban la mas dolorosa melancolia. A veces el fin de su respiraci6n se confundia con un ligero suspiro desgarrador, y luego ponia atenci6n coma si escuchara una . voz extrafia. Con su mano izquierda, apretaba convulsivamente su brazo derecho por encima de la mufieca con tanta fuerza que a pesar de su tez bronceada, una marca blanca y roja se diStinguia muy pronto en la parte oprimida. Habia echado una mirada alrededor suyo, y luego fij6 su vista en el suelo. Encontrabase en esta posici6n cua¡n do nos acercamos a el. Levantarse de repente frente a mi, fijar su mirada en la mia e interrogarme fue cosa de un momenta. -i.Es usted egipcio? - No - le conteste-, pero, lo mismo que usted, soy extranjero. c'.Que desea usted? - j Pero seguramente usted debe venir de raza egipcia ! c'. Que tiene usted que ensefiarme? - Yengo de las Antillas.
- j Ah! -exclam6, adoptando un tono dulce y triste-, usted sin duda la ha conocido. -Quizas le dire que sf, si usted tiene la bondad de describirmela. -(.Describirsela? i Era un genio benefico !... Era una joven alegre, amable y tierna, bafiada toda de pudor y de amor ardiente, bella coma la estrella y candida coma la flor, pensativa y seria a veces. Querida por la infancia, amada por la vejez, poseia los goces de la inocencia y aconsejaba coma si fuera una persona sabia. En sus palabras se escapaban los tesoros de una bondad infinita y en sus profundas miradas deslumbrantes se revelaban las concepciones de una inteligencia muy grande. i:La reconoce usted? i:La ha vis to usted? -Era -le conteste yo con respeto- i la Razon pura y el Amor venerado ! -Si -dijo el pobre loco, profundamente afligido-, mientras que el... el era un soiiador triste y silencioso. El buscaba ardientemente, sin descanso, la felicidad para ella, pero la buscaba muy lejos de! pais donde el amor vio la luz y dese6 que la voluntad de su prometida se confundiera con la suya. El la llam6 y ella vino sonriente a unirse con el en los paises donde pesadas nieblas envuelven los resplandores infinitos, y antes que el hubiera cesado de llamarla Virgen de Borinquen, una noche, se encontraron juntas ... i Como en una tumba! Decia el loco estas palabras con una melancolia tan punzante que senti que mis ojos se llenaban de lagrimas. Volvi la cara. Hasta aqlii_habia hablado el, apretandose siempre el brazo derecho con la mano izquierda, como si la mano y el brazo hubiesen pertenecido a dos personas distintas. A las ultimas palabras, se separaron sin ningun estremecimiento. Despues el hombre exclam6: - j La he vista fria como el agua del rfo ! i Verde como las hojas de la orilla ! i Senti el suspiro de la . muerte ! i Perdi mi triste virgen adorada ! En este momenta levant6 al cielo su mano derecha. Vi al doctor palidecer, rnirando a SU ~migo, sin poder
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comprender que miedo le estremecia. De repente el loco .clav6 sus ojos sobre su mano, la vio libre, y sonriendo se golpe6 el lado del coraz6n y cay6 al suelo como si hubiese sido herido por un rayo. -El cree tener un pufi.al que le golpea irresistib lemente cada vez que lo suelta, dijome el doctor, cuya voz compasiva temblaba. Temo mucho de estos golpes sobre el pecho y preferiria que su mano derecha se atrofiara bajo el apret6n continue de su mano izquierda. Al momenta les devolvi6 su posici6n habitual. El loco, volviendo en si, se levant6 diciendo: - j Es vcrdad ! i Mi tarea no esta todavia terminada ! -Escuchad -dijo el doctor en voz baja-. Se qucd6 loco despues de csto. -Es verdacl -prasigui6 el loco dirigiendose a mi, asombrado sin duda por mi rastra criollo- . Si es verdad que usted es egipcio, usted comprendera esta historia de desolaci6n y de tinieblas y ustecl se dedicara como lo he hecho yo al estudio de las ciencias que revelan los mundos ulteriores. Una viej ecita con rastra de momia se habfa escurrido en la sala y vino a sentarsc frente al loco. En este memento solt6 ella una risilla de incredulidad diab6lica, pera call6se al instante bajo una mirada imperiosa lanzada por el criollo, y se qued6 inm6vil, clavada en su sitio, y sus pequefi.os ojos, despravistos de pestafi.as, fijos sobre el. -Me encontre -dijo el--, en una habitaci6n que media trece pies en todas sus dimensiones. Tenia trece muras sin salida y me encontraba encerrado alli por ese mismo genio malhechor, ciego y destructor, que con sus ojos habia matado a mi prametida y la llevaba adonde mi pensamiento no pudo penetrar. Hasta el nivel que podia alcanzar )a punta deJ mas largo Cabello de mi cabeza, era todo obscuridad prafunda, noche h'.t gubre e impenetrable; mas alla, era toda luz viva, r esplandeciente, luminosa. Me encontraba ciego en el fondo de mi prisi6n de noche, pera en la atm6sfera luminosa veia cernerse pajaras sombrios coma mi prisi6n, murcielagos y cuervos, mientras que sobre el techo blanco horrarasas tarantulas perseguian a las arafi.as negras, y culebras de ojos redondos, vidriosos, inm6viles, y a pesar de todo vivientes, atraian irresistiblemente hada ellas topos pesados y ciegos sobre los cuales se enrascaban. y dejaban colgar hacia mi sus infernales cabezas sibilantes. No veia ninguna de las partes de mi cuerpo, y si para llegar a la luz levantaba la mano, la obscuridad subia como una oleada, y cubria hasta la punta de mis dedos extendidos. Mis esfuerzos para traspasar este nivel fueron en vano; senti luego que la extension de mis dedos disminuia, y que se hundian en mi mano y esta desaparecia en mi brazo acortado. ¡cambiaba con horror mi vista de Ios objetos repugnantes que me era permitido observar y volvia mi pensamiento hacia mi mismo, y miraba dentra de mi. De repente me senti embargado por un estremecimiento irresistible, un frio sin Hmites se apoderaba de mi; mis cabellos se erizaban sobre mi cabeza y ondeaban como si estuvieran en agua jabonada ;¡ me senti ir hacia el fondo; y a medida que me hundia, el frio penetraba en mi cuerpo de mayor en mayor grado;
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lo sofoque cuando lleg6 al coraz6n. i Ah, que ansiedad ! Luego subi6 al cerebra, que se me hel6. Vi entonces al descubierto 'mi rostro huesudo; la b6veda de mi craneo se abri6 y volvi6 a cerrarse con un ruido estrepitoso, y el viento sopl6 espantosamente seguido del ruido de las hojas secas que son llevadas arrastrandose sobre ellas mismas. Sopl6 el viento hacia arriba y vi una infinidad de cuadrados de papel blanco irregularmente cortados, llevando cada uno una inscripci6n, revolotear en medio de Ios murcielagos y Ios cuervos espantosos. i Todas mis ideas se habian escapade de mi cerebra como Ios pajaros de sus nidos ! Cada una de ellas estaba inscrita sobre una de las hojas que volaban. Quede atontado ... Poco a poco todo volvia al silencio y las hojas se impregnaban de fuerte vapor que desprendia la obscuridad y volvian a caer al fondo de mi habitaci6n . Entonces me posey6 el vertigo. Desee recoger y reunir mis ideas. A medida que cada papel caia, corria sobre el, lo buscaba a tientas sobre el piso y si lo encontraba lo llevaba entre mis manos y el cledo rneclio hacia la luz. Deseaba leer en el p ensarniento. La atrn6sfera obscura podia rnuy bien envolver toclas las partes de mi cuerpo, el papel lo traspasaba y quedaba en la luz. Estaba a punto de apoderarme de nuevo de mi idea perdida, cuando un murcie!ago, al pasar, lanz6 un grito agudo, toc6 el papel con el ala y Jo hizo caer. Me dirigi a recogerlo, pero un cuervo .se lanz6 sobre el con un graznido tremendo y me lo arranc6 con su pico. Mientras que una ara.n a atada por un hilo imperceptible caia rapida como una piedra, y corria ligeramente sobre el suelo de tinieblas, y se llevaba el papel, y al ascender lo enredaba y lo estrujaba entre sus patas, mientras que una culebra, agarranclose al techo con los tres dardos de su lengua, quedaba suspensa y balanceaba su cuerpo y se retorcia en el aire; entonces lanzaba un latigazo tan terrible que el papel quedaba pegado a su cola, y cuando, a veces, tocaba mi mano, yo quedaba temblando de frio. Prasegui con ahfnco mi interminable tarea. Mi persistencia no clisminuia en nada Ia ira de mis enemigos. Sus rostros frios, impasibles, inmutables, comenzaran a impresionarmc. Mc sentia bafi.ado por frios sudores. Mi coraz6n latia con tan gran precipitaci6n que no p odia contar sus palpitaciones. Cai al suelo agotado. ÂťLa oscuridad y el clia se mezclaban y se confunclian; los pajaras y las culebras se tiraron vorazmente sobrc los insectos y los topos y los devoraban; clespues, echandose los unos sobre los otros, se destrozaban, y de sus heridas brataba tocla su sangre, y era de noche, y a medida que la sangre caia gota a gota se transformaba en vapor de obscuridad, y toclo desaparecia de mis ojos, y mis ideas quedaran en este caos. Despues, pasando la mano sobre mi vista, no clistingui nada mas que un pequefi.o punto luminoso y un cuerpo inm6vil, y me encontre al lado del cadaver sagrado de mi prometida y un cirio santo ardia a la cabecera de la Virgen de Borinquen. ,,y fue ella quien me habia libertado, y despues de mi liberaci6n, escondido su rostro divine bajo un velo de lagrimas, ella desapareci6 ... y yo ... yo i quede solo! j Solo para siempre ! Âť
Habia escuchado este relato con todo el interes que inspira una desgracia, muy profundamente sentida. El infortunio de la joven prometida pr6xima a gozar de tanto amor, y amando ell a misma con una devoci6n sublime ; la ernoci6n clel amante contando su suefio, la muerte de estas dos inteligencias, eran motivos bastante poderosos para emocionar a un coraz6n sensible. Vino a unirse a todo esto una escena que me dej6 en la mas profunda tristeza. -Y ahora -afiadi6 el loco con ansieclad- , (. tiene usted algo que ensefiarme? Este p uiial que usted ve en mi mano esta dispuesto a atacar. Yo la soltaria, pero tengo todavia que estudiar las ciencias desconocidas y tengo que encontrar el munclo que Ella habita. Si yo suelto esta mano, morire sin ver al Espiritu que busco, y por estudiar profundamente estas ciencias no puedo dejarla encadenada. Asi voy preguntanclo a to-
Ram 6n E mctcrio Betances, ap6stol de la independcncia puertorriqueila , naci6 en Caba Rojo en 1827. G raduado de la Escuela de Mcdiciaa de Paris, altern6 el ejercicio de su profesi6n con las actividades abolicionistas y separatistas. Desterrado de la J sin, en 1868 organiz6 desde cl exilio la fracasada Revoluci6n de l.ares. Vivi6 algun tiempo en Santo Domingo y Nueva Y ork, instalandose Juego definitivamente en Pa ris, donde ostent6 la representaci6n de la Junta re.volucionaria cubana. Falleci6 en Neuilly'sur-Mer cl 18 de septiembre de 1898. Sus restos fueron traslad ados a' Puerto Rico en 1920. Escritor y periodista , el doctor .Betances public6 trabajos cie11Uficos, politicos y Jiterarj9§, J.,a
dos los que pasan. (.Tien e usted alguna cosa que enseiiarme? i Echacl sobre mi toclo vuestro saber! ,,y se ha dicho - continu6 e l- que otros h ombres han descubierto mundos impenetrables y que se han comunicaclo con pocleres que tienen toda la vida Y toda la ciencia. i Asi mismo hare yo por ella !Âť --termin6 el amante con orgu'l lo. - j Es-cu-chad ! i Es-cu-chacl ! -murmur6 la viejecita, que se alejaba seiialando al criollo con el dedo-. i Ah! i Ah! i Ah! No a todo el mundo se le permite ir a Corin to. Los ojos clel joven se encendieron y fue presa de un temblor convulsivo y exclam6: - j Sibila de la clesesperaci6n, maldita seas! Y cay6 muerto de repente. Vino el Cristo a arroclillarse cerca de el y r ezando murmuraba: -Porque se han amado mucho.
Virge11 de Bori11qu.e11 , publicada origina lmenle en frances bajo cl titulo de Boriaquen (Paris, Im p. E. Thunot & Cie., 1859), es un cuento de caracter a utobiografico. Lo escribi6 Betances en el ma nicomio . de Charenton (Paris), donde prestaba sus servicios, al fi lo de la mcdianoche de! Viernes Santo de 1859 instantes tlcspues de haber vista expirar en sus brazos, victima del tifus, a su prometida Ma ria de! Carmen Henri, dias antes de! seiialado par:i la boda. La traducci6n al espaiiol que publicamos ha sido hecha por el profesor Miguel Angel Santana, Director del Departamento de F rances de la Universidad de Puerto Rico. (N . de/ E .)
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Los inn1igrantes del siglo XIX. - Su contrihuci6n a la formaci6n del pueblo puertorriqueiio Poi·
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A INMIGRACI6N A PUERTO RICO EN EL SIGLO XIX CONST!·
tuye un acontecimiento trascendental, por contribuir en forma relevante a la formacion del pueblo puertorriquefio actual. Podriamos decir, sin temor a equivocarnos, que es raro el puertorriqueiio de hoy que no debe su ascendencia al inmigrante que arriba a miestra isla en esa centuria. Son varios los factores que contribuyen a que esta reciente inmigraci6n haya jugado papel tan importante. Fue masiva: es en este siglo que llega el mayor numero de inmigrantes. Fue continua: la afluencia de inmigrantes no cesa en ningun aiio de la centuria. Fue vigorosa: la integraron personas j6venes y solteras, en su inmensa mayoria, condiciones que · propiciaban su arraigo y permanencia en el pais. LA DINAMICA INMIGRATORlA Al empezar el siglo XIX la isla de Puerto Rico contaba con una poblacion de 155,426 almas. Al finalizar la centuria esta cifra habfa aumentado a 953,243, o sea, la poblaci6n se sextuplic6 en el termino de cien afios. El aumento poblacional de este siglo contrasta con la atonfa pobla~ional caracteristic~ de Ios siglos anteriores. Este incremento demografico no puede en modo alguno atribuirse unicamente a Ia reproduccion biol& gica. La clave se encuentra en la dinamica inmigratoria del siglo XIX y en las consecuencias sociologicas de esa i nmigracion. La tabla a continuacion forma parte del estudio que sobre la inmigracion del siglo XIX realizaramos recientemente. El estudio se basa en una muestra de 13,219 inmigrantes. Decadas 1800-1810 1811-1820 1821-1830 1831-1840 1841-1850 1851-1860 1861-1810 1871-1880 1881-1890 1891-1900
Nilmero 847 1011 585 862 660 4339 1309 1956 1097 553
13,219
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Par ciento 6.4 7.7 4.4 6.5 5.0 32.9 9.8 14.8 8.3 4.2 100.0 %
ESTELA CIFRE DE LoUBRIEL
Seiialemos en primer lugar que de 1851 a 1880 se producen los mayores indices de jnmigraci6n. La Isla acoge en esas tres decadas a mas de Ia mitad de Ios inmigrantes del siglo XIX, para ser mas exactos, el 57.5 por ciento del total de los inmigrantes de la centuria Hegan en ese periodo. Es ·esta, pues, la etapa cimera de la inmigracion, en la que se forma mayormente la autentica personalidad del pueblo puertorriquefio de hoy. La inmigracion tiene su mayor auge en la decada de 1851 a 1860. Nada menos que un 32.9 por ciento de! total en el siglo Hegan en esos diez afios. Probablemente, en ninguna decada de su historia tuvo Puerto Rico igual o mayor afluencia inmigratoria que la que tuvo entonces. Engrosan el cupo inmigratorio de esta decada jorna!eros asiaticos y canarios que vienen a Henar los huecos producidos en las filas obreras por la epidemia del c61era. Pero el mayor numero de inmigrantes lo componen Jos militares, que arriban con motivo de la posible relncorporacion de Santo Domingo a la soberanfa espafiola. Forman parte de la masa inmigratoria muchos jovenes de edad militar interesados en evadir el servicio de las armas, fijando su residencia en Puerto Rico. Tambien Hegan bur6cratas destinados a ocupar plazas en agendas y dependencias gubernamentales. De 1861 a 1870 sigue el auge inmigratorio, pero sin alcanzar las cifras del decenio anterior, pues solo l!ega un 9.5 por ciento del total de los inmigrantes. La guerra de Marruecos y la Revolucion de Septiembre, quc pone fin al regimen de Isabel II, indudablemente amino· raron la emigracion de peninsulares hacia ultramar. De 1871 a 1880 la inmigracion muestra un aumento sobre la de 1861 a 1870. Alcanza el 14.8 por ciento del total. Las medidas tomadas por la Metropoli para espaiiolizar a Puerto Rico alcanzan su apogeo en estos aiios . La necesidad de consolidar los recursos militares en · Puerto Rico y Cuba, sin duda contribuyen a aumentar la inmigracion. El envio de guardias civiles y de maestros es una medida que satisfacia la necesidad de es· paiiolizar la Isla. El arribo de tropas, de acuerdo con las disposiciones promulgadas por el presidente de la Republica espaiiola el 14 de agosto de 1874, contribuye a asegurar para la Isla mejores defensas militares. Mas interesantes aun, desde el punto analitico, re· sultan las tres primeras decadas de! siglo. En la deca-
, cla de 1801 a 1810 el numero de imnigrantes es pequeiio, solo alcanza el 6.4 por ciento deJ total de la Centuria. Sin embargo, en estos afios se forjaran las bases del crecimiento demografico de Puerto Rico . Se destacan en este cupo inmigratorio los emigrados de Santo Domingo y los refugiados realistas franceses procedentes de la turbulenta Haiti. Tambien Hegan algunos reos enviados a cumplir condena en la Isla e innumerables militares asignados al Regimiento Fijo. En general son pocos y rarisimos los peninsulares que pasan a Puerto Rico directamente de la Madre Patria, a menos que sean funcionarios publicos que vienen a cumplir una funcion especifica. Esto se explica si tenemos en cuenta que la Guerra de la Independencia, que se libra en Espana contra la invasion francesa, absorbia casi todos los recursos humanos de la nacion. La segunda decada del siglo nos revela un numero de inmigrantes mayor que el de los primeros diez aiios; representa el 7.7 por ciento del total de inmigrantes de la centuria. Los que Hegan forman un grupo interesantisimo por su heterogeneidad y por los factores causales que motivan su arribo a la Isla. Pueden agruparse en tres categorias: militares peninsulares, emigrados politicos de America y extranjeros de todos los rincones del mundo. En estos aiios, coma consecuencia de la revolucion de las Colonias Hispanas;- comienza el influjo de emigrados politicos de Hispanoamerica y realistas espaiioles residentes en Tierra Firme. En este mismo decenio se promulga la Cedula del 10 de agosto de 1815, que abre ventajosamente la Isla a la inmig~aci6n extranjera. El decreto provoca la invasion pacifica de Puerto Rico por miles de extranjeros. Al afio de la promulgacion de la Cedula de Gracias cerca de 637 extranjeros se habian acogido a sus beneficios. Como en la decada anterior, los peninsulares que Hegan son pocos. La Guerra de la Independencia que se libra contra la invasion francesa y los trastornos que provoca la restauracion de Fernando VII no propician la emigracion peninsular, excepto la castrense. En la tercera decada -1821 a 1830- el por ciento de la inmigracion es s6lo del 4.4. La emigraci6n forzada de los realistas espaiioles y venezolanos que no aceptan el gobierno bolivariano, los militares derrotados en Tierra Firme, los cientos de facciosos peninsulares enviados al presidia insular por su inconformidad con los regimenes imperantes en Madrid, constituyen el aporte inmigratorio. Continuan Hegando extranjeros que se acogen a la Cedula de Gracias y algunos peninsulares, especialmente catalanes. En la cuarta decada -1831 a 1840- el por ciento de la inmigraci6n es de 6.5. Se destacan: extranjeros, facciosos carlistas enviados a cumplir condena en Puerto Rico, funcionarios. publicos especialmente relacionados con la carrera judicial y el elemento castrense que Hega tras la conjura del Regimiento de Granada de 1838. En la quinta decada -1841 a 1850- la inmigraci6n es de cinco por ciento. Los inmigrantes son mayormente soldados. Pero Hegan tambien, entre otros, algunos islefios de Canarias y facciosos peninsulares pertenecien tes al Partido Progresista.
Las ultimas decadas de! siglo xix se caracterizan por un descenso paulatino en la inmigraci6n. Aunque estos afios resultan interesantes desde el piano politico, no lo son por el influjo inmigratorio. En la decada de 1881 a 1890 el descenso en la inmigraci6n es notable y mas abrupto, pues s6lo Hega a un 8.3 por ciento del total. El descenso es aun mas agudo en los afios siguientes, pues de 1891 a 1898 baja a un 4.2 por ciento, cifra la mas baja de todo el siglo y comparable unicamente a la del decenio de 1821 a 1830. En estos ultimas veinte afios del siglo xrx continuan inmigrando jovenes de edad militar en busca de trabajo o que desean evadir el servicio de las armas. Arriban, ademas,, empleados publicos y militares.
PROCEDENCIA Veamos ahora de d6nde proceden estos inmigrantes que constituyen el grueso de nuestra inmediata ascendencia hist6rica. El estudio que hemos realizado nos convence de que la inmigraci6n en el ;iglo XIX es casi totalmente de origen hispano. La tabla a continuaci6n asi lo revela:
Numero Par ciento Total de inmigrantes identificados Total de inmigrantes espafioles ... Total de ¡emigrados de procedencia hispanica ............................. . Total de extranjeros ............. ... ..
13,219 11.653
100 88.2
437 1,129
3.3 8.5
Sumando a la cifra total de inmigrantes espafioles los emigrados naturales de la Am~rica Hispana, el total es de 91.5 por ciento, cifra que muestra palpablemente el origen hispanico de la poblaci6n puertorriquefia en su casi totalidad. Antes de adentrarnos en el estudio de la procedencia regional de los inmigrantes peninsulares consideremos la procedencia de los inmigrantes extranjeros. Hasta principios del siglo XIX Ia poblacion de estirpe no hispana era rara o casi inexistente en Puerto Rico. La afluencia de extranjeros tiene su mayor auge a partir de la promulgaci6n de la Cedula de Gracias del 10 de agosto de 1815. Al ocurrir la Guerra por la Independencia de la America Hispana, suceso que necesariamente cierra la tradicional ruta inmigratoria americana, el Rey Fernando VII en vista del marasmo econ6mico en que se desarroHa la vida en Puerto Rico, agudizado por la suspension del ÂŤSituadoÂť y por la avalancha de refugiados a quienes hay que atender, promulga la celebre Cedula de Gracias, antes mencionada, que permite, estimula y canaliza la emigraci6n extranj era hacia la Isla. La Cedula de Gracias nos demuestra claramente la preferencia de la Corona por la inmigraci6n de origen latino, preferencia motivada por raz6n de su catolicidad. Los franceses a pesar de que Francia hacia poco tiempo que habia combatido en el suelo espafiol, son los que se acogen en mayor numero a los beneficios de 33
(;
CENTRAL
14,9 °/o
A" 0
ISLAS BALEARES
J
II ISLAS CANARJAS
ESPANA Areas geograficas y la contribuci6n de cada una a la inmigraci6n a Puerto Rico en el siglo XIX
esta cedula. Siguen a los franceses los inmigrantes de las Islas del Car ibe, luego los italianos y los portugueses. Completan el grupo latino los corsos que continuan inmigrando durante toda la centuria. Son menos num erosos los inmigrantes de Hispano America, Luisiana , Malta y Cerdefia. El grupo anglosaj6n que se acoge a la Cedula de Gracias es reducido, pues solo representa el 13 por ciento del total de extranjeros. El mas numeroso es el grupo aleman con 3.2 por ciento; le siguen los americanos con 3 por ciento y los irlandeses con 2.6 por ciento. Inglaterra aporta el 2.2 por ciento del total de los inmigrantes extranjeros y Suiza, Escocia, Suecia, Austria, Rolanda, Dinamarca y Belgica totalizan en conjunto 2.7 por ciento. El grupo mong6lico tambien hace su aportaci6n, representado por chinos y filipinos, pero en numero reducido. De mayor importancia para el puertorriquefio actual es el estudio del origen del inmigrante espafiol, tanto penin.s ular coma islefio. La diversidad de regiones representadas en la gran corriente inmigratoria in34
corpora al pueblo puertorriquefio una heterogeneidad de personas que forman el nucleo basico del cual saldra, al correr de los afios, por el cumplimiento del «creced y multiplicaos », el Puerto Rico de hoy. No hay ninguna provincia espafiola sin rep res en taci6n en la mas a inmigran te: des de Alava, con el indice mas bajo de inmigraci6n, hasta Oviedo que envia el 4.3 por ciento del total. Segun la tabla y mapas que reproducimos, las diez provincias con mayor representaci6n proporcional en la inmigraci6n son en orden descendente : Oviedo, Barcelona, Gerona, Canarias, Baleares, Pontevedra, Corufia, Madrid, Santander y Cadiz (todas ellas con un a gran tradici6n emigratoria). · El caso catalan es realmente curioso, p orque muestra un intento de emigracion organizada al servicio de la industria y el comercio de! Condado de Barcelona. Raro es el catalan que sale a la ventura, todos llegan con destino a una ocupaci6n. El «seny» catalan se ponia de manifiesto. Tambien se distingue el caso de Madrid, pero por causas muy diversas. La primera y fundamental es el
acentuado caracter burocratico que tiene el Madrid del siglo XIX, que hace que muchos cortesanos y provinci'anos permanezcan en la capital en espera de una Jucrativa credencial para las Antillas. El estudio de la aportacion regional espafiola a la inmigracion a Puerto Rico arroja abundantes Juces sobre algunos problemas hasta hoy casi ignorados. Nos referimos, por ejemplo, a la intluencia biologica y cultural del inmigrante sobre sus descendientes. Para muchos ta! vez constituya una sorpresa saber que la intluencia mediterranea es masiva y predominante. El 30 por ciento de ·la inmigracion espafiola es de dicha procedencia. Esta intluencia mediterranea proviene de Catalufia, Valencia y las Islas Baleares. At'.m con sus diferencias etnicas y lingiiisticas estas tierras mediterraneas constituyen un bloque homogeneo capaz de hacer sentir su hegemonia. El segundo grupo inmigratorio mas numeroso es el de los cantabro-astures (Oviedo y Santander), region bien delimitada por la naturaleza. En este grupo etnico predominan los astures; los santanderinos, por tanto, estan en minoria. Unidos forman till conglomerado que representa el 16 por ciento del total inmigratorio espafiol de procedencia conocida. Los castellanos viejos y nuevos y Jos leoneses constituyen el 14.9 por ciento. Predominan los manchegos sobre los otros dos grupos. Los gallegos, buena materia prima para la exportacion, constituyen el 12 por ciento. Pontevedra encabeza la inmigracion galaica (4.4 % ), seguida de Corufia (4.0 % ), Lugo (2.0 %) y Orense (1.7 %). En quinto lugar figuran Ios andaluces. Las ocho provincias representan el 10.4 por ciento de la masa espafiola inmigrante. Por orden de importancia estan Cadiz, Ma laga, Granada, Sevilla, J aen, Cordoba, Almeria y Huelva. Los inmigran tes de las Islas Canarias cons ti tuyen el 5.6 por ciento. Los vasco-navarros no Hegan al cuatro por ciento, predominando -los vascos en proporcion abrumadora. Los aragoneses con tres por ciento, los extremefios con dos por ciento y Ios murcianos con 1.3 por ciento constituyen los grupos minoritarios de la inmigracion espafiola a Puerto Rico en el siglo XIX. El resultado de este analisis nos revela los siguientes datos : si hasta el siglo XVIII la inmigracion castellana y andaluza es la preponderante (segt'.m han afirmado otros), en la t'.1ltima centuria se reduce a un tercer y quinto puesto. El primero lo ocupa la inmigracion de! Mediterraneo oriental espafiol, Ia que marcara definitivamente - por ser mas r eciente- el modulo del puertorriquefio de hoy, sobre todo desde el punto de vis ta etnico y social. Tal vez sea esta inmigracion Ia que mas ha contribuido al desenvolvimiento economico de Puerto Rico y la que ha sostenido mejor la herencia hispana, pues al cesar la soberania espafiola y desaparecer la sociedad burocratica constituida principalmente por castellanos, es el grupo mediterraneo el que por la solidez de su economia pudo estar mejor arraigado en la Isla. Otro tanto podemos decir de los cantabro-astures, que constituyen, con el grupo mediterraneo levantino, otro pilar que sostiene la inmigracion espafiola. Son
estos . dos grupos, junto al tradicional castellano, los que constituyen la m edula de la inmigracion, sin olvidar, claro es ta, a los res tan tes grupos etnicos.
SOLTERIA Y JUVENTUD Un aspecto interesante de nuestro estudio es el referente a las edades y estado civil de los inmigrantes. La distribucion de las edades de aproximadamente 2408 inmigrantes es como sigue: Menores De 18 a De 25 a De 36 a De 46 a Ma yores
de 18 afios ............... ... afios ·· ·· ··················· · afios .... .................... afios ........................ afios ················· ·· ····· de 55 afios ·········· ········
25 35 45 55
188 1751 309 102 48 10
7.7 % 73.1 % 12.7 % 4.2 % 1.8 % .5%
El analisis de la muestra nos indica que mas de 4/5 partes de los inmigrantes eran personas jovenes, frisando en los 25 afios de edad, y que muy pocos (quiza un 6 °/o) habian rebasado la edad de 35 afios. De cada cinco inmigrantes cuatro tenian menos de 25 afios. El total de inmigrantes con es tado civil identificado, que nos sirviera de muestra, es 2452. De este total unos 1848, el 75 por ciento, eran solteros. Dicho de otra manera, de cada cuatro inmigrantes tres eran solteros. Salta a la vista el impacto que en el proceso formativo de! pueblo puertorriquefio actual tiene esta inmigracion, constituida en su mayor parte por personas jovenes y en estado de solteria, a quienes fu e foci! arraigar y asegurar su permanencia en el pais.
CONTRIBUCION DE LAS PROVINCIAS ESPAN:OLAS A LA INMIGRACION EN PUERTO RICO EN EL SIGLO XIX Total de inmigrantes con procedencia conocida que viene de Espana ...... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .. 4387 Provincias cuya representacion es de mas de 10 % : Oviedo Barcelona
561 461
12.7 % 10 %
Provincias cuya representacion es de 5 a 9 °,(o: Gerona Canarias Baleares
373 245 237
8.5 % 5.6 % 5.3 %
Provincias cuya representacion es de 3 a 4.5 % : Pontevedra Corufia Madrid Santander Cadiz
194 179 145 138 135
4.4 o;,, 4.0 % 3.3 % 3.2 % 3.1 %
35
Provincias cuya representaci6n es de l a 2.4 % : Malaga Tarragon a Lugo Valencia Orense Granada Vizcaya Le6n Burgos Salamanca Navarra Caceres Zaragoza Teruel Ciudad Real Sevilla Murcia
72
2.0 % 2.0 % 2.0 % 1.7 % 1.7 % 1.6 %
65 65 63 60 56 54 54 54 53 51 44
1.4 % 1.4 % 1.4 % 1.3 % 1.2 % 1.2 % 1.2 % 1.2 % 1.1 % 1.1 % l.1 %
91 90 89 77 75
Provincias cuya representaci6n es menos de 1 % : Guipuzcoa Alicante Logrono Jaen
Badajoz C6rdoba Lerida Toledo Castell6n Avila Zamora Palencia Valladolid Soria Huesca Almeria Segovia Guadalajara Albacete Huelva Cuenca Alava
Latinos 74,2 °/0
CONTRIBUCION PROPORCIONAL DE LATINOS, ANGLOSAJONES Y OTROS
36
47 41 39 37 37 34 34 34 30 29 28 28 28 25 25 24 23 21 17 15 15
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El Tercer Festival de Teatro Puertorriqueiio Por FRANCISCO ARRIVf
PRIMER FESTIVAL DE TEATRO PUERTORRIQUENO (1958) ELpatrocinado par el Instituto de Cultura Puertorri1
. I
quefia, reconoce la labor continuada de cuatro escritores empefiados durante dos decadas en expresar las conflictos dramaticos de SU pueblo. Con el montaje de Encrucijada, La Hacienda de las Cuatro Vientos, Vejigantes y Los Soles Truncos, se rompe un trio eril.brujo que pareda congelar, tan pronto asomaban, las esfuerzos heroicos par plasmar en la escena la fisonomia y el ser puertorriquefios. Se establece claramente, con profusion de agentes creadores en las 6rdenes del libreto, la direcci6n, la actuaci6n, la escenografia, el ves tuario, la iluminaci6n, la publicidad y demas factor~s relacionados a la representaciOn escenica, el concepto de un teatro nacional. El Segundo Festival de Teatro Puertorriquefio (1959) 2 revierte a las raices de la actual generaci6n y expone las origenes de una conciencia escenica que ya se acusa par las dos Americas en peri6dicos, revistas e historias de ¡ la literatura hispanoamericana. Esta Noche Juega el .Taker (1938) , Mi Senoria (1940) y La Resentida (1944) apor.t:an visiones caracteristicas del hombre puertorriquefio y de su problematica hist6rica y ambiental. Resultan, con El Clamor de las Surcos y Tiempo Muerto, de Mendez Ballester, piezas tambien de la epoca, s6lidos puntos de apoyo en la busqueda, a la luz de las candile]as, de una mascara particular. El Tercer Festival de Teatro Puertorriquefio, celebrado entre el 21 de abril y el 29 de mayo de 1960, subraya, no ya la existencia .de ¡un teatro nacional activo en las fases del libreto, la direcci6n, la actuaci6n, la escenografia, la iluminaci6n, el vestuario y demas artes de las tablas, sino un firme pulso institucional consciente de la peculiar gesti6n dramatica. Lo atestigua la parti. cipaci6n del Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico, el Ateneo y Ballets de San Juan bajo el patrocinio del lnstituto de Cultura Puertorriquefia, I . Primer Festival de Teatro Puertorriquefio, "Revista de! Instituto de Cu ltura Puertorriquefia", num. 2, pag. 38. 2. Segundo Festival Puertorriquefio, " Revista de! Instituto de Cultura Puertorriquefia" , num. 4, pag. 10.
los cuales animan, junto con este, creaciones escemcas de Emilio S. Belaval, Rene Marques, Piri Fernandez, Gerard Paul Marin, Myrna Casas, Victoria Espinosa, Ramon Mendez Quinones, Amaury Veray, Hee.tor Campos Parsi y Jack Delano. Este gran concurso de organizaciones teatrales, orientadas por el proposito de plasmar una expresi6n propia, prestigia y enaltece como nunca una voluntad hasta ayer penumbrosa y dispersa. Culmina en el Tercer Festival de Teatro Puertorriquefio el fen6meno de caracterizaci6n colectiva que despunta en el Club Dramatico
A.Iida Moreda (Cecilia) y Victor Manuel Hernandez (Michelin) en una escena de UN NINO AZUL PARA ESA SOMBRA, _de Rene Marques. Direccion de Jose Lacomba. Escenografia de Carlos Marichal. de! Casino de Puerto Rico y el Ateneo y pugna luego en Areyto, la Sociedad General de Actores, Tinglado Puertorrique_n o, la Comedia Estudiantil Universitaria y Teatro Nuestro, hasta respirar aire libre en el Primer Festival de Teatrn Puertorriqueiio. Durante el proceso de organizacion, encomendado a Lillian Skerrett coma Coordinadora y al que escribe coma Director General, ya se presiente el gran interes que luego, a lo largo de treinta funciones, empujara numeroso publico a desbordarse sabre las cifras de asistencia de festivales anteriores. La prensa, la radio y la television propagan informaci6n continuamente' con brio y generosidad. No escatiman espacio, ni tiempo para el articulo exegetico, el reportaje ilustrado o la entrevista. Se han identificado con el espiritu de! festival y rinden por voluntad propia y con entusiasmo su servicio de comunicacion colectiva. Tanto se ha ganado en este aspecto a partir de! Primer Festival de Teatro . . El entusiasmo resulta no menos halagador en el orden del libreto, el mas problematico, ya que entrana elcvar la vida pue rtorriquena , tan invadida ¡par las potencias de! gigantesco sistema industrial norteamericano que todo lo absorbe y uniforma, a categoria estetica individualizada. No obstante, al 29 de mayo, fecha Ji. mite para radicar obras con destino al Tercer Festival, la oficina pertinente recibe diecisiete, el doble, aproximadamente, de las piezas sometidas para el Segundo Festival. Esta vez la Junta Asesora de Artes Teatrales no solo tendra gue considerar dramas y comedias, sino -que estudiara tambien una opera bufa¡ y una comedia musical, sugeridoras de nuevas posibilidades programaticas para la fiesta escenica anual cuando esta cuente con mayores asignaciones presupuestales. 38
El Departamento de Drama _d e la Universidad de Puerto Rico, el Ateneo y Ballets de San Juan, invitados a participar en cl Tercer Festival, responden con sinceros deseos de colaboracion. Todos se han planteado con anterioridad el deber ineludible de expresa r en la escena la vida de! pueblo que los suste nta . El Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico ha reaccionado en los ultimas anos a la estricta programacion de obras antologicas extranjeras e incluye obras de autores puertorriquenos entre sus producciones anuales. El Ateneo inicia en 1938 un movimiento teatral de expresion propia que ha sostenido has ta el presente. Ba- . llets de San Juan, cultivador en sus origenes de! baile clasico y las danzas espanolas, ha trascendido a la interpretacion de ritmos y motivos folkloricos puertorriquenos lo cual le gana participacion en el Segundo Festival cuando afirma con mayor relieve sus logros anteriores. El Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico, expansivo, se inscribe en el Tercer Festival con todas sus secciones: el Teatro Universitario, el Teat ru Rodante y la Comedieta Universitaria. Con el Teatro Universitario participara en las funciones profesionales a llevarse efecto en el Teatro Tapia . Con el Teatro Roclante circulara por ca\les y plazas ante el hombre que nunca visita las salas de representacion . Con la Comedieta Universitaria proyectara una expresion de teatro in fan ti!. Entusiasmo, voluntad de servicio y afan creador per-mi ten ¡ que el Director Ejecutivo de! Instituto de Cultura Puertorriquena, senor Ricardo E. Alegria, anuncie en detalle, hacia fines de febrero, el mas vasto y significativo festival escenico de caracter propio hasta entonces organizado en el pals . El Teatro Tapia se ocupara durante . seis semanas en lugar de cuatro, coma en anos anteriores, para darle paso a tres producciones de! lnstituto de Cultura Puertorriquena (Un Nino Azul para Esa Sombra, de Rene Marques, Cristal Rota en el Tiempo , de Myrna Casas, y En el Principia la Noche Era Serena, de Gerard Paul Marfn) una de! Teatro Experimental de! Ateneo (Cielo Caido, de Emilio' S. Belaval), una de! Teatro Universitario (De Tanto Caminar, de Piri Fernandez) y un programa coreografico de Ballets de San Juan \ 1) (Carnet de Baile, ritmos puertorriquenos de! siglo xix, coreografia de Gilda Navarra). (2) Urayodn - musica de Hector Campos Parsi inspirada en libreto d~ Ricardo E . Alegria, coreografia de Juan Anduze. (3) Suite de. Juventud - sonata de Jack Delano, coreografia de Arnold Taraborelli. ( 4) Cu an do las MuJeres - musica de Amaury Veray y libreto de Ricardo E. Alegria inspirados en Ia plena de! mismo nombre, coreografia de Ana Garcia). El Teatro Rodante representara en distintos puntos de! area metropolitana Un JilJaro y Una Jibara, cuad_ros de costumbres de Ramon Mendez Quinones y la Comedieta Universitaria montara Arey to Pesaroso en el Teatro de la Universidad, una pantomima en siluetas y con narraciones debidas a Victoria Espinosa. A logros como el de Ia plena participacion institucional en Ia afirmacion de un teatro puertorriqueiio, la promocion de nuevos escritores dramaticos, la extension de la escena al hombre de la calle y al nino, la duplicacion del numero de espectaculos, aporta el Tercer Fes-
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Piri Fernandez (Sor Carmen de la Soledad) rodeada de figuras infernales en el segundo acto de su drama DE TANTO CAMINAR. Direcci6n de Nilda Gonzalez. Escenografia de Rafael Cruz Emeric. tival una atrevida exposici6n de tecnicas y estilos vigentes en los centros escenicos mas avanzados. Prevalece en Un Nino Azul para Esa Som bra, De Tanto Caminar, Cristal Rota en el Tiempo, Cielo Caido, En el Principia la Noche Era Serena y Areyto Pes'aroso, una variada urgencia tomatica, una inquietud experimental; a punto y hora con el espfritu artistico mas adelantado de los tiempos. En Un Nino Azul para E sa Sombra, Rene Marques concentra en Michelin, nifio desgarrado entre las ideologias conflictivas de los padres, aristocratismo monetario norteamericanizante contra intelectualismo nacionalista, un destino tragico que se manifiesta al impulso de intenso simbolismo dramatico. La mente de Michelin, ya sea cuando este actua de aparente ·espectador (tan espectador como el publico que sigue su peripecia) o cuando proyecta en la escena su suefio y su angustia provocando con ello un cambio en el punto de vista de! espectador, resulta ser el gran personaje. El autor consigue agudizar la tension de la catastrofe inminente a traves, casualmente, del juego de perspectivas. De objetiva, pasamos poco a poco a· sentir la mentalidad del nifio como subjetiva. Esta desarticulaci6n de tiempo y espacio con prop6sito de desdoblar el tema desde «adentro» parangona con el mejor uso de! procedimiento.
Piri Fernandez, a traves del recurso de dobles . planos de acci6n sicol6gicas nos confronta en De Tanto Caminar a las dudas y vacilaciones de una monja res- . pecto a su vocaci6n. Las fluctuaciones entre uno y otro piano, el interno en tantos suefios o alucinaciones, el externo en tanta relaci6n social, permiten a la autora un despliegue, ora fantasmag6rico, ora real, de formas, colores y modos de conducta de extraordinaria variedad plastica, oral y mimica. Resulta notable el recurso de intensificaci6n dramatica que pone en juego la autora para desdoblarnos progresivamente la agonia espiritual que entrafia este acto sacramental moderno. En el primer acto . conocemos la interioridad sicol6gica de la monja a traves de un suefio proyectado fuera de! ambito de la celda. En el segundo, las imagenes irreales que desata la tortura emocional de Sor Carmen de la Soledad traspasan los limites de la celda, lo que significa esta vez una interpenetraci6n de pianos, y se confunden terrorificamente con el cuerpo terreno de la postulante. Myrna Casas, el apresarnos a modo de esfumatura el acontecer de unas mujeres de vida degradada, con- · vierte al tiempo en personaje principal de su primer intento dramatico. En Cristal Roto en el Tiempo, el pasado ancla . al presente con debilidades, incapacidades y
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Lus Odilea Font (Amelia) y Madeline Willemsen (Maria) en una escena de CRISTAL RoTO EN EL TIEMPO, drama de Myrna C<i.Sas. Direcci6n de Victoria Espinosa. Escenografia de Luis Maysonet. fijaciones mientras el futuro incremerita la frustraci6n. Presente, pasado y futuro resultan tres dimensiones de la futilidad y el dolor de existir cuando se tiene el coraz6n maldito pbr la impotencia de no poder redimir la caida del alma hacia la nada. Lo que ha de tomar cuerpo en la escena no son las vidas gravidas de las cuatro mujeres, sino las sombras de sus vidas entre nubes donde lo gris sucede a lo gris como en secuencia de opacos dias lluviosos. Proyecta, pues, la autora, un ejemplo de obra atmosferica en la cual el fluir de las horas acusa y disuelve las figuras dramaticas. Al imaginar Cielo Caido, Emilio S. Belaval transforma la anecdota de unas modelos mecanizadas por el trafago publicitario en simbolo generico de la lucha del hombre moderno por conservar su espiritualidad. El autor, maduro ya y en pleno florecer de su capacidad filos6fic3, envuelve esta acompasada tragedia de seres sin soporte metafisico en un halo de comprensi6n melanc6lica. No debe Hamar a engafio la apariencia universalista de esta alegoria proyectada en cierto sentido del mismo modo que el numen de Shakespeare se tradujo en La Tempestad. Tras el mundo de fantasia donde irrumpe un Adolph, llano e imperioso, se agostan mujeres ex6ticas esclavizadas a patrones comerciales de belleza, se trasluce Nueva York metaf6ricamente como cielo caido y Andrea titila con misteriosa luz esperanzadora, presentimos una honda angustia y una desafiante ilusi6n acusadora del sisma espiritual .d e Puerto Rico.
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Gerard Paul Marin experimenta abiertamente con su drama En el Principia la Noche Era Serena. Se arriesga a presentarnos un primer acto como emanaci6n del ·subconsciente de un suicida inrr.erso en el remolino de tres amores: el de la rriadre, la esposa y la amante. En el segundo cambia el punto de vista y nos retrotrae al piano de la relaci6n social. El tiempo del primer acto es el mismo del serundo, esto es, se vive identica secuenr::ia de sucesos. Ambos terminan con la muerte del protagonista. El procedimiento nos permite sentir el misterioso fen6meno de la existencia h.umana, desde no solo las perspectivas de varias mentes, sino de dos perspectivas de la misma duraci6n del tiempo. El autor se ha propuesto demostrar la infinitud vertical que encie.rra cada instante del acontecer horizontal de la vida. Victoria Espinosa proyecta su sentido de la pantomima y del cuadro escenico en Areyto Pesaroso. Se sirve de material folkl6rico, tornado de varias fuentes, para evocar en m6viles siluetas, episodios de un mundo indigena patinado por la leyenda. La sucesi6n de cuadros mfmicos, acompafiados de nar'raci6n, animados a veces por sonidos, canticos y recitaciones corales, reviven, ccimo en un trasfondo de conciencia, episodios de la extinci6n de los aruacos borinquefios por los conquista- . dores espafioles. El velado fluir de los sucesos, a tono con el es tilo impresionista de la representaci6n, intenta ser la condici6n mental misma de los espectadores en quienes el .pasado hist6rico, al influjo del tiempo, se ha convertido en ensuefio.
Jme Enrique Saldana (Adolph) y Josefina del Mar (Andrea), en una escena de CIELO CAfno, de Emilio S. Belaval. Direcci6n de Angel F. Rivera. Escenografia de Anto•· · nio Cataldo.
Carlos Rodil (el Doctor), Angelina Morfi (la Madre ), Raul Davila (el Hombre), Marta Romero (la Amante ), Gilda Galan (la Esposa) y Benjamin Morales (el Herma-
. no), en una escena de EN EL PRINCIPIO LA NOCHE ERA SERENA, de Gerald Paul Marin. Direcd6n de Andres Qui. iion_e s Vizcarrondo. Escenografia de Carlos Marichal.
Ballet CARNET DE BAILE. Coreografia de Gilda Navarra. Musica de Juan Morel Campos, Federico Ramos, Rafael Balseiro, Jose Ignacio Quinton y Julian Andino.
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Ballet URAYOAN. Coreografia de Juan Anduze, inspirada en musica de Hector Campos Parsi y libreto de Ricardo E. Alegria. Escenografia de Lorenzo Homar. El afan de renovac10n tecnica a la par con la afirmaci6n de una sensibilidad artistica de lo puertorrique110, palpita tambien en Ballets de San Juan. La Junta Asesora de Artes Teatrales le aprueba un programa coreografico estructurado en su primera parte, Carnet de Baile, sobre ritmos y danzas de 路 nuestro siglo xix, y en las tres restantes, sobre musica debida a Hector Campos Parsi, Jack Delano y Amaury Veray, compositores influidos por las escuelas contemporaneas de armonia y orquestaci6n. Gilda Navarra desarrolla en Carnet de Baile, inspirada en musica de los compositores Juan Morel Campos, Federico Ramos, Jose Ignacio Quinton, Rafael Balseiro y Julian Andino, una coreografia de ballet clasico de la cual surgen, a manera de medallones animados, esbozos de movimientos y actitudes de los -bailes rom anticos puertorriquefios: danzas, valses, mazurkas, seises. Las diferencias ritfmicas se sumergen y se armonLmn idealmente en una atm6sfera evocativa de salones galantes. En el ballet Uroyodn, coreografia de Juan Anduze sobre m1'.1sica de Hector Campos Par si y libre to de Ricardo E . Alegria, se revive, coma en Areyto Pesaroso, un significativo suceso de la colonizaci6n de Puerto
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Rico: la comprobacion por parte de路 los indios borinqueiios, al sumergir a Salcedo por tiempo indefinido en el rio Afiasco, de la condici6n mortal de los conquistadores. La acci6n coreografica se apoya sobre contrastes de ritmos indoamericanos con bailables espafioles. Las sucesivas .yuxtaposiciones sirven al efecto de expresar el conflic.to de culturas, resuelto al final en triunfo momentaneo de la aruaca. El ballet Suite de Juventud, coreografia de Arnold Taraborelli, inspirada en la Sonata para Viola y Piano de Jack. Delano, pone a prueba la posibilidad de traducir ritmos antillanos a movimiento artfstico abstracto. La sonata, de rico tejido arm6nico sobre motivos musicales mayormente de Puerto Rico y Cuba, permite un variado juego de estabilizadas actitudes. El desplaza; miento de formas resulta agil, gracioso, hasta c~o si se quiere, dentro de路 la aparente objetividad. El b allet Cuando las Mujeres, coreografia de Ana Garcia, musica de Amaury Veray y libretb de Ricardo E. Alegria, pone d e m anifiesto la habilida d , tanto del core6grafo, como del compositor , como del libretista, para recrear un gir6n de la vida puertorriquefia con su aire, su sabor, su dinamica. Amaury Veray reconvierte la plena Cuando las Mujeres en una路 sugesti6n
Ballet CUANDO LAS MUJERES, coreografia de Ana Garcia, musica de Amaury Veray, libreto de Ricardo E. Alegria, escenografia de Jose R. Alicea.
Presentaci6n en la Plaza de Sari Jose, por el Teatro Rodante, de UN JfBARO Y UNA JfBARA, cuadros de costum¡ bres de Ramon Mendez Quinones. Direcci6n de Nilda Gonzalez.
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ritmica q ue apoya con eficacia el baile joco-mimico dirigido por Ana Garcia. La plena surge una y otra vez a manera de enlace coral para r ecordarnos que las figuras se han desdoblado de la musica, fragua aligera de una sensibilidad puertorriqueiia que ha logrado persistir y recrearse. La Junta Asesora de Artes Teatrales, al seleccionar las obras que ha de montar el Instituto de Cultura Puertorriquefia y aprobar las escogidas por el Departamento de Drama de la Universidad ·de Puerto Rico, el Teatro Experimental del Ateneo y Ballets de San Juari, conviene en el caracter experimental, y por ende polemico, del Tercer Festival. Se deducira por lo expresado anteriormente que la fiesta anual ofrece esta vez un tipo de creaci6n escenica que se aleja definitivamente de la reaiista-social de la generaci6n del treinta y se adentra en un siquismo poetico apercibido de la naturaleza del tiempo y el poder de la ilusi6n. A la obra de argumento lineal, presentista, de observaci6n objetiva de ambiente, de prop6sito meliorista, ha sucedido en los ultimos veinte afios la obra de indagaci6n sicol6gica sujeta al desdoblamiento en planos, a la dislocaci6n de tiempo y espacio de .a cuerdo con el fluir de la conciencia, a la movilizaci6n de los ingredientes dramaticos al impulso de una voluntad liriea fundamental. A contornos depresivos de una sociedad clamante por reivindicaciones econ6micas se ha preferido, como gran fondo del drama, el panorama insondable del espiritu. Los directores, actores, escen6grafos, diseiiadores de vestuario e iluminadores que se hacen cargo de interpreta r las obras seleccionadas responden al mismo «elan» generacional de los autores por lo que asimilan rapidamente las determinantes artisticas mas hondas del festival y se lanzan gustosos a darles cuerpo y movimiento en escena. Conocedores de la nueva tecnica que acompaiia al nuevo arte ponen en juego conceptos recientes de distr ibuci6n de areas e iluminaci6n de las mismas, de orquestaci6n de figuras en armonia con el vestuario y las formas escenograficas, de proyecciones corp6reas y orales de acuerdo con el tempo y el ritmo, todo insuflado por la gran metafora poetica en que debe traducirse la representaci6n. El escenario del Teatro Tapia se transforma cada jue°'ves para darle paso a sucesivos esfuerzos de imaginaci6n dramatica. Al principio se resiste, es cierto, porque ha funcionado hasta el momento, con raras excepciones, para montajes en serie mas o menos de so-
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luci6n convencional, y esta vez se le agranda y achica, incluso se le trastorna, para someterlo al imperio de la creaci6n libre, experimental; pero termina por rendirse y adaptarse al empuje de una generaci6n q ue lucha p or actualizarse en el gran mundo de la estetica contemporanea sin desligarse de la sustancia de su ser historico, ta! como lograra la generaci6n de Luis Llorens Torres ante la influencia del modernismo rubendariano. Toda acci6n renovadora, sabemos de antaiio, engendra ventoleras de opinion, a veces torbellinos. Tal sucede en el Tercer Festival desde el primer estreno cuando ' se anuncia tormenta. Con el 1J..ltimo cierre de tel6n, a cargo de Ballets de San Juan, quienes experimentan en cada secuencia coreografica, las rafagas soplan violentas. A un desafio estetico ha sucedido otro. El publico, contrariado, perplejo o entusiasmado, no ha podido dejar de asistir. Su afluencia llega a rebasar la cifra de dieciseis mil espectadores. Las renovaciones, aun cuando no despiertan la sensibilidad de todos los afectados, por lo menos acucian un intcres generico', proyecci6n vital esta muy superior al amortiguamiento provocado por el agobio de las rutinas. No se entienda de ningun modo que las personas responsables del planeamiento de! festival han ·querido cortar amarras con el pasado. De hecho, han sido las mismas que estructuraron el Segundo Festival sobre las raices del actual florecimiento teatral puertorriqueiio; las que aprobaron, jun to a las modernidades musicales de Jack Delano, Hector Campos Parsi y Amaury Veray, la interpretacion de ritmos y bailables puertorriqueiios de! siglo XIX, y aceptaron el montaje, por el Teatro Rodante, de Un Jibaro y Una Jibara, piezas producto de! costutnbrismo· que refleja en. la segunda mitad de! siglo anterior nuestro especial semblante de pueblo. Comprendase, con la gratitud debida al clima de libertad que respira el festival, que se ha dado via franca a una nueva scnsibilidad, considerable en numero de personas y ejecutorias, para que exprese su nuevo mensa1e dramatico, y al efectuarlo, afine su capacidad. Estas renovaciones, junto a las resurrecciones de nuestro ayer artistico, ayudaran a .comprender, por involuci6n y contraste este hoy en el cual Puerto Rico, al tiempo que se universaliza para no anquilosarse, se resiste, para retener su raz6n interior, a oscuros intentos de mutilaci6n espiritual.
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El hidalgo y la flecha Por
EDWIN FIG UEROA
.. .e agora no m e quedo en La posada.
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A NOCHE ANTES DE LA PARTIDA HACIA BIMINI, LA P~QUENA
flota se detuvo en Ia Aguada para tomar los i'.1ltimos bastimentos. AI cuarto del alba Ievantarian las anclas, Ia Santa Maria de la Consolacion, Ia nao Santiago y la San Cristobal. Terminada Ia provision de agua y Iena Ios marineros y grumetes, Ia gente de mar y de tierra que forman Ia tripulaci6n se ha echado a sonar bajo el crujk de las entenas, entre Ios canamos y maderos de los desmedrados carabelones, suenos de gloria y aventura. S6Io el viejo capitan de Ia expedicion permanece junto a la borda de Ia primera nao. La espesa barba le avanza sobre el menton como Ia espuma de Ios marullos reventones. En su rostro surcado por las fatigas y los afios aun es perceptible el fulgor de Ios ojos Ievemente entristecidos. Una vez mas saldra a Ia mar en busca de la aventura, abierto su coraz6n a Ia rosa de Ios vientos. Noches antes, en Ia quietud de Caparra, finalizados los preparativos del viaje, en Ia soledad de las estancias de Ia casa solariega, las armas en reposo, rodeado de recuerdos familiares, el pensamiento y Ia mano voluntariosa sobre el papel, discurrian ... Jlustre e Muy Reverendisimo Senor: Yo e servido mucho en estas partes de las Indias, a la Corona Real, par mandado. del Rey Cat6lico, e fasta aqui an estado suspensos mis servycios, ansi acd en la contynuaci6n que yo habre de facer, coma alld de tener menwria dellos y facerme mercedes; par esto, tambien creo lo a causado el tiempo y trabaxos que an ocurrido, ansi a mi par haber enviudado y aberme quedado fijas e yo no las osar dexar n¡i desamparar fasta casarlas, y agora ya las e casado si a Dias plugo, pues alld bien se que no han faltado trabaxos y penas ...
Ahora que Ia isla es solo una sombra contemplada desde Ia nave, cuando el tiempo vivido en ella se hara recuerdo al pasar unas horas, los sentidos le depuran Ia imagen ultima de la tierra. Asi le va llegando el quiebro sonoro de sus coquies, Ia rasgadura luminosa de sus cocuyos y el sombrio rumor de los areytos guerrerros en la oscuridad de la sierra.
El viento terral que sopla de la costa le trae de nuevo a los labios el sabor de las frutas islenas: Las de pulpa carnosa, las de zumo agridulce, las de sabor acido y punzante. En el arrimo de las brisas mas leves le llega el olor de sus yerbas aromaticas, de sus flores sil¡ vestres y la frescura que a su piel dieron las corrientes de sus rios y quebradas. El cuerpo sobre el mar, el pensamiento en la tierra, el viejo capitan reconstruye su epopeya. Un dia ya Iejano llego a aquellas playas para fundar un pueblo cristiano. Pero antes de hacer emplazamiento un mar de levadia le lanzo el carabelon contra los arrecifes. Cuando logro desembarcar en las tierras del sur cl cacique Agueynaba, el viejo, lo llamo guaitiao, intercambio sus nombres, Io acompan6 en el bojeo de la isla, le mostr6 las bellezas de Ia flora y la fauna y le construy6 un conuco para su rey. Pero el otro Agueynaba, el joven, lo miro torvamente juntando en la mirada toda Ia sangre rebelde que llevaba dentro de si. Los viejos marineros murmuraron entonces conjeturas agoreras. Desde aquel dia la mar habia quedado atras como el zumbido de un inmenso caracol sobre Ia arena. Entregado a la empresa colonizadora, solo el blancor de las olas en alguna noche apacible de Caparra, abrio una brecha de nostalgia en la anchura de su horizonte: Santervas de Campos, cuna e infancia entre vinedos y trigales junto a las riberas del Valderaduey. Granada, la de los combates de moros. Palos de Moguer, puerta de la aventura hacia las islas del mar oceano. Las pinturas de imaginarios mapamundos apremiaban de anhelos el ojo aventurero. Y en la segunda quimera del Almirante hacia las islas de maravilla el joven hidalgo de las ultimas gestas de Ia Reconquista, se une a Ia empresa de fundar Espafias en Tierras de Indias. Y fue entonces aquel alejarse con la ilusion por norte por mares y cielos, pensando con temor suspenso, en las noches de calmas inacabables, si no ventarian sobre aquellas aguas vientos para volver a Espana. Hasta que Ia mar se hizo como un rio de veloces corrientes trayendo ramajes y algas frescas y maderos de esperanza. Y por los aires suavisimos llegaron las aves de Ia Espanola.
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Despues la encomienda cruel de las pacific.aciones; - provincia del Higi.iey, villa de Salvale6n, Puerto de Yuma. Y otra vez a la mar en busca de otra isla de la que daban nuevas los indios tafnos porque j era acogedora, rica y hermosa a maravilla aquella tierra de Buriquen ! Ahora la mar esta de nuevo bajo sus pies. Suefio de vfsperas y la isla entonces anhelada pr6xima a desaparecer entre las olas. Su mirada se extiende por el tiempo hasta los pantanos insalubres del primer asiento, por encima de las tierras enjutas, mas alla de las riberas del Toa donde empez6 a espigar la vida de aquel pueblo bajo las miradas de los dos Agi.ieynabas. Y ve c6mo se fue alzando la casa fort~leza con su terrado alto y espacioso, sus muros de tapierfa y techo de tejas, su ajimez, su pretil de piedra almenado y la barrera frente a la puerta. Y adentro los amplios aposentos donde le hicieron feliz su esposa y sus hijas: dofia Leonor, Juana, Maria e Isabel, y afios mas tarde el var6n. Y recuerda como en noches de asalto y de incendio, de recias lluvias y ciclones, su techo alberg6 al pueblo desamparado coma a una sola familia . Cuando falt6 el pan el mismo abri6 el surco convirtiendose en el primer agricultor de la comarca y reg6 las sementeras para ver frutecer su esfuerzo en las rubias panojas de! maiz, en la yuca para el blanco pan de cazabe, en la pifia carnosa y aromatica. y junto 'al arbol del tr6pico orden6 aclimatar el granado, el cerezo, los nogales y castafios mientras en las umbrosas espesuras, bajo las ceibas maternales la voz taina de los turjentes cuerpos de bronce y la castellana de grave acento toledano libraban el intimo combate de las razas. Por su expresi6n fatigada, ya borrosas las huellas de su temple disciplinado, la ilusi6n sube a ratos como soplo rec6ndito velandole el rostro. El hombre ensofiador crece por debajo de su figura tempranamente envejecida. La gloria y la ambici6n le devuelven el fulgor de la mirada. Piensa en las tierras virgenes, en los pueblos infieles que le esperan y al oir el estrepito de las armas el cuerpo erguido cobra la fuerza audaz de los afios mozos . En-._aquel instante el viejo capitan de mar y tierra siente la emoci6n de toda SU hazafia. Acaso ultimo ins3 nte frente a su isla. En el silbo salobre de la brisa le llegan las palabras del monarca como desde un suefio ... y conociendo el mucho amor que teneis a las cosas de
nuestro servicio, vos hemos mandado proveer del cargo de gobernador de la dicha isla ... palabras que eran un triunfo sobre el ambiente hostil de intrigas ante la corona, victima del regateo de las jurisdicciones; entre reveses y demoras, con la hacienda exhausta, la vida puesta siempre al filo de la muerte. Por ·su memoria cruza, como las nubes gigantonas de los tr6picos, toda la turbamulta de la epopeya. Miguel de Toro, Diego de Salazar, Luis de Afiasco, valientes, esforzados hacedores de la nueva nacionalidad, resistiendo entre la muerte y la desolaci6n de las comarcas indefensas cuando la codicia de los encomenderos . pervirti6 el ideal de los monarcas y provoc6 la conjuraci6n de los caciques. Entonces hubo que ir al encuentro de las heridas, de las emboscadas, de las fiebres y
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los incendios. Por las riberas ensangrentadas del Coayuco cundia el espanto. La guerra a los caribes trajo el incendio de Caparra, la ciudad amada. Nuevas refriegas se extendieron por las tierras ind6mitas de Yagtiecas hasta los sefiorios indomables de Urayoan. En las costas del Daguao se fraguaron nuevas sublevaciones y empezaron las entradas y cabalgadas en tierras de caciques. La muerte de Salcedo envalenton6 Ia raza aborigen y arreci6 el golpe de las macanas, el cstallido de los arcabuces, el ruido de ballestas y flechas en las interminables guasabaras. En visperas de los combates los areytos sagrados fermentaban desesperantes amenazas de muerte. Los bohiques aumentaron las ofrendas al cemi en noches de luna. Las hucstes de Mabodomoca volvieron al asalto de las comarcas y Guainia, Tavora y el Higiiey se convirtieron en suelos de ceniza. Y otra vez el nombrar y el cristianar para dar vida. Lomas de Santa Marta, San Francisco de Asis de la Aguada, Villa de San Blas de Illescas, pueblos y lugares que volvian a nacer de la voluntad de un pufiado de cristianos. Y entre el polvo y la sangre de los cami;nos, Ia sandalia f-ranciscana y el soplo biblico de la palabra sabre la tierra ind6mita atenuando la crueldad y la codicia de los suyos, encendiendo la fe de las indiadas. Ahora la sangre nueva duerme tranquila sabre la 50
tierra, SUefiO de pueblo joven, pero en SU animo mas intimo pesan los excesos de la fuerza. Las palabras acusadoras del misionero defensor de los indios le traen la imagen de los naborias, lentos, silenciosos, desperanzados, al resol de las aldeas de paja o en los rios a Ia busca de! oro codiciado. Con el animo sobrecogido las imagenes se le han ido atenuando lentamente en sus pupilas. El yiento noroeste silbara pronto en las drizas, en los obenques, en la cofa y se iran a Ia mar por otros rumbas la Consolaci6n, la Santiago y Ia San Cristobal, fragiles qirabelones por la mar imprevisible coma antes Ia Santa Maria, Ia Pinta y la Nifia. Rota el cerco de las intrigas pequefias, cumplida la misi6n de fundar un pueblo cristiano, dolido de sus propias flaquezas humanas pero sintiendo el habito providencial de su empresa, Ia mar le abre de nuevo sus caminos infinitos. A las primeras claridades de! alba las cubiertas se pueblan con el trajin de la partida. Los grumetes sueltan los pafios de las velas amafiadas durante la noche. Otros entesan las drizas mientras un viejo lobo de mar otea el horizonte desde la cofa para orientar los foques de la proa y tomar derrota. Por fin se sueltan las amarras y desde el tim6n de la primera nao el piloto lanza el grito.
--i Ruta de noroeste, cuarta del norte, ocho leguas de si:lgladura hasta que se ponga el sol! Las aves marinas revolotean sabre la fragil arboladura de las naos y una mano de viento suave comienza a henchir las velas. El viejo colonizador observa silencioso el movimiento de las embarcaciones mientras sc aleja sabre las aguas con el puii.ado de sus seguidores: el capitan de navio Juan Bono de Queja, el maestre Diego Berml'.tdez, y el piloto Anton de Alaminos, nuevos hacedores de la aventura, quienes le siguen en su empresa de fundar pueblos cristianos. En cada jornada de viento y espuma la isla va quedando atras en el recuerdo. Los bajeles van de asombro en asombro con sus enjambres de miradas abriendo el surco del agua. Por los bajos de Babueca, entre dias de bonanza y mares de leva con gran cerraz6n y lluvia. Mas alla de las lucayas por bancos y arrecifes o voltejeando isleos de tierras llanas y parejas, bajo millares de estrellas. Llegada a Guanahani entre tiempos contrarios. Tierra de papagayos y gentes desnudas y hospitalarias con el asombro ingenuo prendido a los ojos ante aquellos hombres venidos del cielo. Paso de las Bahamas entre furiosas corrientes mas veloces que el viento. Nueva ruta hacia Yucatan, Nombre de Dias y Cartagena. Hasta que la vispera d.:: la Ilegada un Iloviznero sin vicnto cae temprano en la tarde clejando una humedac! cl ~ agua c!ulce sabre los cuerpos salitrosos de los tripulantes y en la tablaz6n de las naves. El aire se ha hecho suave y sabroso al respirar. El viejo Capitan ha manc!ado tomar algunas de las velas y tener farol toda la noche. Recostado sabre un jerg6n en el castillo de papa oye pasar los pajaros hasta bien entrada la noche. Banc!adas de aves hacia las tierras calidas en un pasar continuo por el aire diafano. Siente entonces crecer en su animo un deseo impreciso. Tierras vfrgenes -le esperan pero sus fuerzas a ratos flaqueantes le hacen evocar la leyenda de las aguas milagrosas, la promesa de una renovac!a energia para adelantar una emprcsa de siglos. En su mente resplandece un rapido vislumbre. Isla de Bimini, isla grande, fresca de brisas, abundante de aguas, espesa de arboledas. El viejo capitan no sabe si el anhelo de aquellas tierras es un oculto deseo de reposo o una fuerza irresistible de su espiritu que, coma aguas milagrosas, le impulsan a la acci6n. De pronto ha sentido el ruido leve de algunas aves que, fatigadas en su vuelo, se han detenido en las maderas de la nao, breve momenta de fugaz reposo para luego desaparecer sabre la mar. Las ha contemplado en su rapida huida y se ha quedado dormido unos instantes. A la hara de tercia la isla de Bimini aparece ante el horizonte. Habia sido descubierta el dia de la Pascua Florida de Resurrecci6n en su viaje anterior por aquella ruta. El viejo capitan la recuerda. Tiene valles despejados entre arboledas y huertos. Tiene vegas montuosas que se vislumbran a lo lejos y cuentan que hay fuentes de maravilla que devuelven la lozanfa de los afios _mozos. Las naves se acercan. Sohre cubierta se hacen los l'.1ltimo::; preparativos para tomar lengua y posesi6n ofi-
cial de la tierra. La cruz de canteria sera levantada donde antes se enclav6 la de madera. Sabre las cabezas de los tripulantes ondean las enseii.as, los estandartes y las banderas de la Corona y la Iglesia. El viejo colonizador siente que su misi6n se acrece en cada momenta. Ya no le arredran las dificultades, no habra intrigas ni reveses. ¡Tiene potestades absolutas coma adelantado perpetuo de la Florida. Las capitulaciones no podran ser revocadas. La cristianizaci6n sera pacifica; los repartos de indios justicieros. Ya se han recogido las velas menores. Solamente el treo; la vela mayor y las bonetas impulsan la embarcaci6n hacia el surgidero. Los tripulantes miran anhelosos la grandeza de la tierra. Hay marinas en las jarcias, en la cofa, en la proa. Pero en la isla hay sangre seminole en la tribu de los indios tucumuas que esperan inm6viles tras las frondosas enramadas. Flechas enormes, aceradas y pulidas, hechas con espinas de peces, montadas en duras varillas de cafia, mas agudas y zumbantes que las labradas en las islas conocidas hasta entonces. Y hay unos ojos que buscan entre los hombres que empiezan a desembocar la figura mas prominente, la que tenga la apostura de un cacique y al entesar el enorme area llevandole detras de la oreja el gran brazo rojizo, impaciente, ha sentido juntarsele entre la firmeza de sus musculos, toda Ia sangre rebelde que lleva dentro de si.
Mientras tanto alla en la lejana Castilla los oficiales de Ia Corona terminan la lectura de una carta recibida aquel dia desde la isla de San Juan Bautista en las Indias del Mar Oceana... yo e acordado con esa pobreza que me quedaba, de servir a Su Magestad e yr a la Ysla Florida y sus comarcas, e poblar si podiere e descobrir todo lo que mas podiese; partiremos de aqui cinco o seis dias para alld, con tres navios y con la gente que podiese lie var; de lo que par alld se fyziese fare relaci6n a Su Magestad y a Vuestra Sefioria; y le suplico tenga memoria coma e servido e coma sirvo, y coma e gastado quanta e tenido par servir, e agora no me quedo en la posada. A Vuestra Sefioria suplico que par su mano reciba yo mercedes de su Majestad, para con que yo pueda servir, que de verdad no deseo que me las fagan para atesorar ni para pasar esta vida miserable, sino para servfr con ello e con mi persona e lo que tubiere a su Magestad, y poblar a aquella tierra que descubri y del fruto que de alli produciese sea Dias servido e su Magestad y esta yntensi6n de servir y para me ayudar, pedir mercedes a su Magestad, que si me obiese de rretraer con lo que tengo, mas bien tengo que a Dias merced. ...Guarde Nuestro Senor la Ilustre e rnuy reverendysima persona a Vuestra Sefiorfa, con. acrecen.tamiento de mucha prospericlad y mayor estado coma par Vuestra Sefioria es deseado. Desta Ysla ¡de Son Juan e Cibdad de Puerto Rico a diez dias de Hebrero de mil quynientos veinte y un. afzos. Criado y servidor de Vuestra Ilustrfsima y Reverendysima Sefioria.
Joan Ponce de Le6n.
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Personalidad y cultm¡a vistos por un antropologo Por
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A GRAN
PREGUNTA QUE HACE LA
ANTROPOLOGIA ES UNA
que ha preocupado a te6logos, fil6sofos y profetas: cOue es el hombre? Pero la ciencia del hombre -la antropologia moderna- se acerca a ella buscando conocer los hechos de la naturaleza original e hist6rica de esta, la mas versatil, la mas complicada y la mas inquieta de las criaturas vivientes. Desde las tierras trias del artico, hasta los mas inh6spitos desiertos, el hombre ha transformado su mundo, y al hacerlo se ha transformado a si mismo. Para entender al hombre, al hombre de Puerto Rico, entre otros, debemos estudiar sus maneras aprendidas de pensar, sentir y actuar, es decir, su cultura, o la contraparte activa de esta, su personalidad. La personalidad -los patrones de conduc" ta sicofisicos, manifiestos o encubiertos, que integran nuestro yo total, nuestro ser sicol6gico- no importa cuan rigurosamente se defina, no puede ser estudiada sin referirla al medio cultural en que se inserta. La cultura de una sociedad es el modo de vida comprendido en los habitos sociales del grupo, de los hombres que la integran. Todo hombre vive dentro de la trama de lo mio y de lo tuyo que la cultura instituye. Este es un hecho inescapable de la existencia humana. Para entender que hace al puertorriquefio, puertorriquefio; al japones, japones; al trances, trances, o al indio hopi, indio hopi; debemos estudiar c6mo llegaron a ser lo que son, es decir, la historia de su sociedad, y asimismo, las maneras tradicionales de pensar, sentir y actuar de los miembros de esa sociedad. Toda cultura constituye un plan maestro de las formas de conducta aprobadas y ¡desaprobadas por la soc:iedad. Formas de conducta que, en el caso del hombre, no estan fi]adas por el plasma germinal, es decir, por la herencia biol6gica, sino que todo individuo debe aprender de sus padres, parientes, amigos y demas miembros activos de su comunidad. La conducta humana es, por .excelencia, conducta aprendida. Nuestras maneras de pensar, nuestras esperanzas y temores, son producto de un medio social, de una culti.¾-a. Para entender la cultura, y por ende las maneras tradicionales de pensar, sentir y actuar de los individuos que son
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EUGENIO FERNANDEZ MENDEZ
sus portadores, debemos conocer las definiciones que la sociedad o la tradici6n hacen de cada especifica situaci6n social. Definiciones que pueden ser universales -es decir, esperadas de todos los miembros de! grupo- o que pueden constituir formas alternativas o formas especializadas de Ia conducta del hombre. Toda cultura, pues, supone en su Ienguaje, y el Ienguaje -vaiga aqui Ia aclaraci6n- es el medio simb6lico por excelencia de toda tradici6n social; una categorizaci6n de Ia experiencia, es decir, una definici6n del mundo .de la naturaleza y de las creaciones hist6ricas que nos rodean. Una parte importantisima de lo que somos, va dada en el lenguaje, que integra nuestra identidad espiritual, nuestra personalidad. Nuestros sentimientos, nuestras maneras de pensar, sentir y actuar, se forman en un medio cultural, que es siempre un medio lingiiistico, y somos, en buena medida, o nos poseemos, en buena medida, segun poseemos el Ienguaje que nos expresa. Por eso, la definic:i6n de una situaci6n vital elaborada por la cultura, refleja toda la constelaci6n de valores, sentimientos y actitudes de los sujetos que definen. La cultura, como la ve el antrop6logo, y para decirlo ahora de otro modo, es un mapa general de la conducta, una lista sistematica de las pautas de comportamiento aprobadas o desaprobadas socialmente. Por eso en los estudios de personalidad y cultura, la cuesti6n de la definici6n de la situaci6n, de cada situac:i6n social, que otorga prestigio u ocasiona vergilenza, es de gran importancia y significaci6n. Debemos entender, para entender al hombre, por que en una cultura particular, determinada forma de conducta es fuente de prestigio y orgullo o de descredito y oprobio. La conducta del hombre en todas las sociedades conoddas por la antropologia exhibe internamente, para los miembros deI grupo, gran numero de regularidades. La cultura prescribe detetminadas formas de conducta para los nifios, los adolescentes, los adultos y los viejos; prescribe asimismo modos de comportamiento para el hombre y la mujer, y para el rico y el pobre; para el nativo o el extrafio, etc., y el homhre que parti-
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cipa de la trama de las definiciones de una sociedacl, ajusta sus maneras de pensar, sentir y actuar de acuerdo con su cultura. No existe tampoco pueblo alguno en la tierra que no tenga cultura. La iclentidad del hombre, la imagen de sf mismo que cada ser humano se forja para relacionarse con su mundo, supone la existencia de una matriz cultural con la cual se ha identificado. Al afirmarse en ella, se sentira seguro y orientaclo. Su lugar en el mundo de los hombres y las cosas cobrara asi lucidez total. Pero el hombre es al mismo tiempo un ser historico, y la cultura de que forma parte, cambia en el tiempo, del mismo moclo que el hombre cambia en el tiempo y sigue siendo el mismo por un acto de su voluntad. La continuidacl de nuestro yo, de nuestra iclentidad personal, no esta por necesidad refiida con el cambio historico, siempre que el cambio historico no ponga en entredicho nuestra identidad y nuestra libertad, es decir, la capacidad de poseernos a nosotros mismos. Cuando tal cosa ocurre, se generan en el hombre gran numero de tensiones emocionales y cspirituales. Los soci6logos y antrop6logos que han estudiado sociedades
en disolucion, doncle la ctiltura se ha roto, encuentran que se apodera del hombre un sentimiento de inseguridad, que afecta con frecuencia la salud mental misma de la persona. A este sentimiento de desamparo y desvalimiento que entonces hace su aparicion, y se apodera del hombre, lo nombran los sociologos ÂŤanomie Âť. Una sociedad sin valores y sin valedores, es decir, sin cultura, es por eso inconcebible. Se puede abandonar una cultura, una cultura nacional, para adoptar otra, pero no se puede abandonar el sistema de lealtades que supone la existencia misma de una cultura, para quedarse en el vacio. Tai cosa seria el suicidio. Solo en situaciones coloniales, en el mundo moderno, se han planteado al hombre. problemas tales, como el repudio de su propia identidad cultural. Pero entonces se topa el individuo que asf ha renegado de los asideros de su ser, que su vida se torna marginal, y su existencia, la de un ser sin clara identidad, un escapado de sf mismo . Pocas veces alcanza el hombre la madurez espiritual que le permite aprobar de SUS actos el mismo. La libertad humana es la historia de unos pocos elegldos que tuvieron el valor de afirmarse en su gracia.
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La escuela y la dinamica del camhio Por ISMAEL RonR1GUEZ Bou
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NTRE LOS CONSTANTES MAS SEGUROS QUE TENEMOS NOSO-
tros por delante -dentro de! ambiente de inseguridad predominante en nuestra epoca- esta el continua cambio y su caracteristica sobresaliente: el acelerado paso y r itmo con que se produce. Es precisamente de algunos cambios y transformaciones que se vienen sucediendo en Puerto Rico de Jo que intereso presentar unas reflexiones. Como educaclores nos preocupa la clinamica del cambio y su relacion con Ia escuela y con Jos demas procesos educativos quc,:! se producen en una com uni dad. La caracteristica que dramaticamente distingue a la comunidad moderna es la rapidez extrema de su proceso de cambio. El cambio es un proceso natural en todo aquello que tiene vida. Tan natural es que generalmente lo experimentamos sin sentirlo. Hoy dia, s in embargo, no es ese el caso. Nos preocupan los cambios que estan ocurriendo. Ya no nos basta con vivirlos. Nos hemos detenido a estudiarlos para, si posible, clirigir su trayectoria. Es que el ritmo acelerado que los adelantos en tecnologia han imprimido al proceso de cambio los han hecho visibles de una manera tan palpable que no podemos escapar a la realidad de sus consecuencias. La rapidez con que los cambios ocurren nos roba tiempo para ajustarnos a sus resultados. Estos se entrelazan unos con otros de forma que la innovaci6n que introducimos hoy en tin area de nuestro vivir colectivo provoca mafiana otras en areas que no pensabamos tocar. Los mismos instrumentos tecnicos de que disponemos aumentan enormemente el ra· dio de efectividad de cualquier cambio. Parece como si practicamente ya no hubiera limites al alcance que las innovaciones puedan tener. Margaret Mead, distinguida antropologa norteamericana, comento una vez que «nadie vivira toda su vida en el mundo en que nacio, y nadie morira en el mundo en que trabaj6 en sus afios de maclurez». Siendo esta la realidad que palpamos nadie podra conformarse con Ia escasa instrucci6n que recibi6 en los cortos aiios de escolaridad de que disfruto y ni los que lograron titulos universitarios podran bregar satisfactoriamente con su ambiente y su profesi6n si cuentan solamente con el mero conocimiento adquirido hasta el momenta de 54
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su graduacion. La eclucaci6n tendra que ser continua a traves de toda la vida. Y los adelantos cientificos y tecnologicos no solo producen cambios revolucionarios en la manera en que los indivi~luos viven, se mueven, piensan y actuan, sino que sus escalas de valores estaran expuestas a continuos retos. Los cambios. romperan viejos moldes, destruiran habitos y costumbres y no pocas formas sociales e instituciones tradicionales. Muchos de estos cambios seran positivos. Otros seran negativos. Sus efectos positivos o negativos dependeran en gran medida de la eficacia, talento y prevision que despliegue el hombre al encararse a las nuevas situaciones. Par ello es inquietante la escasa y a veces inexistente preparaci6n con que evidentemente contamos para enfrentarnos a tales cambios y Ia poca planificacion social, especialmente planificacion preventiva, que estamos llevando a cabo para encararnos en forma razonable a tan violentas transformaciones. La escuela, como institucion social de primera magnitud, experimenta de forma muy clirecta los efectos . de Jos procesos · que se suceden a su alrededor. En estas circunstancias es facil advertir que para orientar adecuadamente su programa Ia escuela necesita considerar los efectos que produce el cambio acelerado sobre la comunidad y especialmente sabre la poblacion joven. Esta realidad nos lleva a fijarnos con particular empeiio en nuestra comunidad puertorriqueiia para precisar los cambios que en ella estan ocurriendo y la manera como estos se proyectan en nuestro sistema escolar. El siglo que estamos viviendo se inicio con cambios politicos fundamentales que han continuado desarrollandose en direccion a una mayor autonomia y participaci6n ciudadana. En las ultimas decadas se han hecho sentir, ademas, los resultados de la aplicacion efectiva de avances cientificos y tecnol6gicos. Nos sobran indices que ofrecen prueba de ello. La esperanza de vida al nacer que en el 1940 era en promedio de 46 afios se habia extendido a 68 afios para el 1957. Nuestro ingreso per capita se ha doblado en el Japso de unos cuantos afios. Ya el ingreso p er capita ha alcanzado $ 493 anuales, o sea, aproximadamente $ 2,400 por fa-
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milia. Desde la Segunda Guerra Mundial · has ta fecha reciente se ban construido en la Isla 22,191 unidades de vivienda publica y cerca de 50,000 viviendas privadas. En el 1958 habia 156,000 vehiculos de motor circulando por nuestras carreteras en contraste con Ios 26,000 de 1940. Nuestra poblaci6n se mueve con tinuamente de las areas rurales a las urbanas. La cmigraci6n neta anual al exterior, principalmente a los Estados Unidos, envolvia en promeclio a mas de 40,000 personas entre el 1953 y el 1958. La agricultura ha dejaclo de ser en aiios recientes la principal fuente de ingresos para muchas familias. La producci6n industrial ha ·venido a reforzar nuestra economia: se ban construido m as de 500 establecimientos manufactureros entie el 1947 y el 1959. Para ser mas especfficos, examinemos una de las t ransformaciones dramaticas que se ha ~xperimentado recientemente y que afecta nuestros conceptos geograficos, econ6micos, psicol6gicos y de relaciones de familia: me refiero a la transportad6n aerea. En los ultimas escasos diez aiios hemos vista acortado el viaje de Puerto Rico a Nueva York de doce a ocho horns, luego a cinco y ahora a tres. Desayunamos en San Juan, a lmorzamos en Nueva York y podemos dormir en Lonclres o Paris. Piensese en lo que esto significa en t erminos de movilidad poblacional, intercambio de ideas, impacto en Ia enseiianza de idiomas, costumbres, y hasta en Ios habitos de alimentaci6n, para m encionar s6lo algunos aspectos. Veinte afios atras los telefonos eran escasos y los existentes eran de manigueta. Hoy - aunque todavia es a veces una pesadilla- existe el telefono automatico. No habia telefono internacional. Hoy conseguimos una llamada a Estados Unidos con mayor rapidez que a Ponce. No es hasta diciembre de 1922 que se establece en Puerto Rico la primera estaci6n · de radio. Ahora hay radios por todas partes en los que pueden sintonizarse programas de m as de veinte estaciones. H ace pocos afios no habia programas de television, ni neveras, ni congeladores, ni cine sonoro y en colores. No habia autocines, ni maquinas de lavar platos y lavar y planch ar ropa. No h abia la iri'terminable variedad de alimentos refrigerados (congelados). Piensese en los cambios en costumbres y habitos de la vida familiar que se dislocan y transforman con Ia introducci6n de estos productos de la ciencia y la tecnologia, de Jos habitos de servicio, organizaci6n y manejo de! hogar que se introducen. y el efecto lo ~ienten mas quienes a otros modos estaban acostumbrados. Tomemos como marco de referenda la corta vida de un j oven de 21 aiios. En S U vida el h a tenido oportunidad de ver aparecer los trajes de bafio cefiidos y los «bikini», los «slacks», «shorts », «pedal pushers» y «m ahones». Todo ello con los correspondientes ei'ectos en los conceptos de propiedad, moral y buenas costumbres sociales. Ya no se sl.enta la familia completa a la mesa. El televisor impide la conversaci6n. E l «hamburger» y el «tastee freeze» tomados rapidamente en el puesto de la esquina sus tituyen con frecuencia la reunion familiar en torno a la comida preparada por una madre hacendosa y pulcrn o por una dama del servicio que era parte integrante de la familia . «Ya no
hay serv1c10 domestico» es el tema forzado de toda tertulia entre damas. En la vida de ese j oven casi ban desaparecido las chaperonas, y ha aparecido el cigarrillo, el «drink » y el «highball » en m an os de las mujeres con acelerada frecuencia. La mujer dice que «Se emancipa» y contribuye al sostenimiento del hogar. La delincuencia ha aumentado, el uso de drogas entra en el ambito del crimen organizado segun aumen ta el urbanismo y el contacto con los c·e ntros metropolitanos de Estados Unidos por efectos de Ia emigraci6n. En su corta vida de 21 afios ese joven ha vista c6mo un centavo - el maravilloso centavo que en mi nifiez comprab a el pan y mantequilla al recreo, el guinea, la piragua, el mampostial, el mango y las chinas- ya no compra nada. Ningun nifio pide un centavo ... Adultos acostumbrados de nifios a solicitar de sus padres un centavo o dos o tres, tienen que hacer ajustes psicologicos y cambios en sus costumbres econ6micas cuando sus hijos solicitan el media peso o el d6lar. Sencillos cambios, p ero con hondas implicaciones para las relaciones humanas. En la vida de ese joven el ha vista ocurrir el cambio en los gustos musicales -la danza, el vals, aun el bolero b an cedido el paso al «rock and roll», al m ambo, al cha-cha-cha ... Hace apenas una semana, mientras asistia a una fiestecita de cierre de curso escolar de unos nifios de escasos ocho afios de edad, presencie c6mo un grupo de ellos al pedirsele participacion espontanea rompieron, como impulsados, a bailar «rock and roll». He ahi la influencia del cine, la televisi6n, Ia radio, la radiola, el disco b arato, la proliferad6n de programas que se transmite.n desde clubs nocturnos y el flujo y reflujo de emigrantes. Creo que podria h acer interminable la ejemplarizaci6n de cambios palpados, gozados y sufridos por el joven de 21 afios. Estos son algunos de los cambios ocurridos en nues tra situaci6n social que p odemos precisar concretamente. Relacionados con ellos ocurren otros de importancia ·trascendente que no percibimos con tan ta facilidad. Muchos de estos son secuela directa de la industrializacion que algunos autores describen como « ... el ataque multifrontal contra Ia tradicion, un ataque que se caracteriza por las palabras "cambio" y " movimiento"». 1 La industrializaci6n trae el cambio, el movimiento, porque h ace al trab ajador dependiente del patrono, del estado del mercado; porque sustituye como factor determinante del rol ocupacional a la herencia familiar por las destrezas y los conocimientos del individuo. 2 Asi, los cambios que la industrializaci6n supone, ban invadido todas las areas de nuestro vivir cotidiano, de nuestras relaciones sociales. Hemos planificado conscientemente para algunas de estas transformaciones; otras ban resultado sin que proveyeramos expresamente para ellas. 3 I. Harold L. Wilensky and Charles N . Lebeaux, llldustrial Society and Social W elfare, New York: Russell Sage Foundation, 1958, p. 66. 2. I bid. 3. H . C . Barton, J r., "Effects of Rapid Industrialization on Commonwealth Income", mimeographed article (n. p.-nd.), p . l.
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(Que ha significado, por ejemplo, para tantas familias en busca de mejores condiciones de vida, la mudanza del barrio rural al arrabal urbano? (Que, el trasIado posterior a la urbanizaei6n publica con sus grandes mejoras y sus reglamentaciones? La nuestra ha sido tradicionalmente una familia extendida, no s6Io por lazos de consanguinidad, sino tambien por las re: laciones de compadrazgo y de vecindario. La efectividad de la influencia educativa y de control social que esta familia tradicional ejercia sobre sus miembros dependia en parte de la extensi6n y la fortaleza de estos lazos de parentesco familiar y social. En nuestras areas urbanas estos nexos se han debilitado. La misma urbanizaci6n publica, con sus reglamentos, puede haber contribuido a ello. A las· familias que se trasladan a estas urbanizaciones se les asigna a veces vivienda sin proveer la ubicaci6n simultanea en apartamientos contiguos de parientes y antiguos vecino's. Se les aleja de su trabajo. Explicitamente se les prohibe hospedar en Ia vivienda a parientes y amigos que no pertenecen al nucleo familiar. En esta forma se hace mas dificil sostener las relaciones de la· familia extendida; Recae entonces totalmente sabre el matrimonio la tarea de supervisi6n y cuidado de los menores sin encontrar como antes en parientes y vecinos apoyo y ayuda, sin encontrar en la vecindad controles para la conducta. Y a ve~es sin contar con tiempo suficiente para estar con los hijos y atenaer su salud fisica . y emocional. Presiones especiales pueden estar .tambien afectando a las familias que ·al comenzar ·a disfrutar de ingresos relativamente altos han venido a constituir fa creciente clase media de destacada importancia en el desenvolvimiento de la vida de! .pais; Estas familias han poblado las areas metropolitanas con las nuevas urbanizaciones «Suburbanas»." (Pueden o no resistir la corriente que las impulsa hacia el consumo conspicuo en el deseo de alcanzar . y sostener un nivel de vida que c~te a tono con la reciente afluencia econ6rnica? (No se .trata con trecuencia de adquirir un «status» social que el dinero, per se, no provee? (~6mo se modifican los patrones de vida de estas familias? (C6mo cambian sus valores? l Que tensiones .pesan sob re sus miembros, quienes a veces se sienten impelidos de esconder realidades penosas de su pasado inmediato que asocian con las clases de menos prestigio social? Los .cambios politicos y. econ6micos ocurridos en Puerto Rico han traido consigo una gran movilidad social que ha alterado nuestro sistema de estratificaci6n social. En torno de la estratificaci6n social comentaba yo en un discurso un estudio practicado por una agenda del gobierno en que se inquiria sabre el criteria que mas influencia tiene en la determinaci6n de la clase social en Puerto Rico, y de! cual. surgi6 claro que en este momenta ese factor lo constituye el dinero. Ya parece que no es la familia de rancia tradici6n la que determina la clase social, ya es Don Dinero. Este hecho, tiene el !ado bueno de que se da al traste con las castas par abolengo, pero puede acusar igualmente un rumba materialista que lleve a encauzar todo esfuerzo hacia la acumulaci6n de riqueza, porque el poseerla igua4.
Damos a este tennino el sentido que tiene en ingles.
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la todos los demas fac;tores, arrollando en el trafago de la lucha por amasar dinero cuanto valor espiritual, moral, etico y cultural se interponga al paso. No escapa al observador de los fen6menos sociol6gicos en Puerto Rico que buena parte de! auge de la escuela particular estriba en el afan de! nuevo rico por alcanzar prestigio y «status» social. El fomento de los sectores industriales de nuestra economia ha creado nuevos patrones de empleo y con ellos nuevos problemas. (C6mo reacciona, por ejemplo, el obrero agricola acostumbrado a trabajar al aire y al sol cuando se encuentra sometido al sistema controlado de! establecimiento manufacturero? (C6mo se afectan las relaciones entre el hombre y la mujer cuando esta deja de ser la persona que meramente cuida de! hogar para convertirse tambien en proveedora de ingreso familiar? Un numero creciente de familias debe enfrentarse al problema que supone el trabajo de la mujer fuera de la casa. El 67 por ciento de los empleos creados por el establecimiento de nuevas industrias en el pais ha venido a ser ocupado por mujeres. Crece la matricula de mujeres en las instituciones de eilsefianza superior. Aumenta el numero de mujeres que ingresa en las diversas profesiones y empleos diestros. La experiencia de otros paises comprueba que la emancipa~ ci6n de la mujer ademas de alterar las ·relacione·s familiares le ocasiona dificultades a la misma mujer. Estas dificultades necesariamente se reflejan en la crianza y en la educaci6n de los hijos. Sabre estos Ia· industrializaci6n coloca diversas presioiles. El cambio de una economia agraria a una industrial reduce el valor utilitario de los nifios. No pueden tra_. bajar de pequefios porque la especializaci6n ocupacional exige un grado relativamente alto de preparaci6n academica antes de que el individuc:i pueda. llegar a ser econ6micamente productivo. Esta p·reparaci6n resulta ser costosa. Se desea tambien con mayor empefio porque el progreso econ6mico eleva los niveles de aspiraci6n que el adulto tiene para si y para sus hijos. Ademas, si en las economias industriales lo·s nifios 'trabajaran vendrian a ser competidores de sus inayores. En lugar de afiadir al ingreso familiar proveyendo brazos extra para el cultivo de la finca, como o·curre en la agricultura, los nifios desplazarian entonces de sus em: pleas a los obreros adultos. Se considera que esta · realidad existente en las sociedades· industriales las lleva a reducir el tamafio de sus familias: 5 Es posible, ademas, que la merma en el valor econ6mico de Ios nifioS reduzca tambien su valor en otros 6rdenes. Puede ser que entonces se · tenga menos paciencia con sus inexperiencias, con las torpezas naturales a su desarrollo, con los problemas que su crianza ·supone. Los nifios ·pueden llegar a sentirse menos apreciados afectandose asi su sentido intimo de valia personal. Son todas estas consideraciones que debemos tomar en cuenta a medida que nuestra sociedad adquiera los patrones de vida industrial y se aleje de las formas de convivencia que las economias preeminentemente agricolas originan. EI cambio social extremadamente rapido tiende tambien a aumentar el conflicto entre los j6venes y los 5. Wilensky and Lebeaux, op. cit., p. 71.
adultos porque en e;;tas ·circunstai1cias el lnteJ:valci de tiempo entre las generaciones que ordinariamente constituye apenas un momento en la vida de un sistema ·social, adquiere significado hist6rico. Se crea el vacio entre una generaci6n y la anterior. La juventud se levanta en un ambiente social que es diferente al de sus padres; para aquellos los padres resultan anticuados; para estos, los hijos rebeldes. Los conflictos se suceden y los padres se ven muchas veces imposibilitados de ofrecer a sus hijos la orientaci6n que una juventud necesitada de direcci6n y apoyo urgentemente requiere. 0 Los cambios que hemos descrito operan con reveladora insistencia en la vida familiar. Se ha sefialado que cuando «surgen problemas econ6micos, politicos, sociales, morales, psfr:ol6gicos o filos6ficos que afectan la vida de Ios individuos, la familia registra los cambios como un bar6metro social». ,. Algunos soci6logos al considerar los tambios que estan afectando la familia moderna predicen con pesimismo el momento cercano de su desintegraci6n. Conside·r an como prueba evidente del deterioro familiar el divorcio, el abandono, la promiscuidad (recuerdese que todavia en Puerto Rico para el afio 1957 de 76,000 nacimientos cerca de 21,000 -el 27.45 por ciento- eran nifios ilegitimos que procedian mayormente de matrimonios consensuales), las experiencias sexuales previas al matrimonio, el antagonismo hacia la paternidad, la renuencia por el «familismo», indices todos que ofrecen prueba evidente del deterioro familiar. Arguyen que con este se ha iniciado' Ia decadencia de la civilizaci6n occidental. 8 Otros autores, sin embargo, sefialan que por el contrario Ios cambios que la faniilia moderna esta experimentando apuntan mas hacia SU reorganizaci6n que hacia SU desorganizaci6n. Piensan que estamos forjando una nueva unidad familiar cimentada en los lazos de afecto y lealtad qtie generan las asociaciones intimas de la familia de compafiia. 0 No obstante las apreciaciones divergentes que · se hacen respecto de la transformaci6n que se ha operado en Ia familia contemporanea, h ay acuerdo general en cuanto a que el grupo familiar tradicional esta siendo sustituido por un nucleo atomistico que ejerce control r educido sobre sus miembros. Se ha notado el aislamiento creciente de este nucleo. no solo de los lazos del vecindario y de la ·comuni dad residencial, sino tambien el debilitamiento de las relaciones de parentesco. En ·estas circunstancias se h ace dificil establecer con .seguridad Ia funci6n que relativa a la transmisi6n de valores sociales comi.mes y· al" ejerc':icio de control social, la familia desempefia. ' 0 La . misma unidad fami6. Kingsley Davis, "The Sociology of Parent-Youth Conflict", as quoted by William 0 . Stanley, et. al, in Social Foundations of Education, New York: The Dryden Press, Inc., 1956, p. 115. 7. Mabel A. Elliott and Frances E. Merrill, Social Disorganization, as quoted by William 0. Stanley, op. cit., p. 107. 8. Pitirim A. Sorokin, Tlze Crisis of Our Age, New York: E. P. Dutton and Co., 1941, Carle C. Zimmerman, Family and Cil'ilization, New York : Harper and Bros., 1947. 9. Ernest. W. Burgess and Harvey J. Locke, The Family, New York: American Book Co., 1953, p. 650, 10. Robert C. Angell, The Integration of American Society, as quoted by William· 0. Stanley, op. cit., p. 105. ·
liar se ve afectada por Ios confliCtos que tesultan de los conceptas diferentes que los c6nyuges y los padres y los hijos tienen de sus respectivos roles por efecta de la transici6n ·que estan viviendo. Ademas de estas cansideraciones generales en Puerto Rico debemos ponderar tambien al estudiar las cambios que · se han operado en nuestras familias fa posibilidad de que algunas esten siendo mas a:fectadas que otras par los factores que llevan a la desorganizaci6n familiar. · En otros paises se ha establecido, por ejemplo, que al iniciarse el proceso de industrializaci6n algunos de sus· efectos adversos como Ia movilidad poblacional, la inestabilidad· de los empleas, el creciente empleo de la mujer fuera de su hogar, los ajustes requeridos par el traslada de las areas · rurales a las ur-. ban as, se intensifican en · las clases mas deprimidas de la sociedad, con -Ios consiguientes resultados desorganizadores en la vida de estas familias. 11 La emigraci6n afecta particularmente a las familias de escasos recursos. Son ellas las que contribuyen mayor numero de emigrantes. Algunas . se ven .abandonadas por el proveedar; en atras los ajustes que la mudanza requiere proveen tensiones a las relaciones familiares, especialmente entre los padres y .los hijos. En cuanta a la emigraci6n deseamos observar que de no haber habido movimienta migrataria alguno, o a lo sumo de haber habido un movimiento migratorio ii:J.significante, como el registrado en decadas anteriores, nuestra poblaci6n, b ajo la influencia. exclusiva de los riesgos de moi:talidad y patrones de canducta reproductiva observados en ella durante esa decada, hubiera alcanzado para el 1.0 de abril de 1960 una cifra de alrededor de 2,950,000 hapitantes, en lugar de los 2,350,0QO empadro!lados por el censo de 196_0. r en vez de h aber aumentado salamente un 6. por ciento _habria aumenta,do un 33 por ciento; aumento este que. calificaria entre los mas rapidos registrados en la historia del desarrollo demo&rafico de los distintos paises del m"undo. ·· Pero hay aun mas cosas que decir sobre esta emigraci6n en masa d~ puertorriq~efios . que las estadisticas finales sabre distribuci6n por edad y sexo de Ia poblaci6n empadronada par er" censo de 1960 habran de revelar cuando sean dadas a conocer ·ofi.dalmente. Va~ mos a comentar brevemente sobre . dos de ellas, que a nuestro juicio merecen seria atenci6n. . . Primero: la emigraci6n esta causando serias . distorsiones en la distribuci6n por ·edad de nuestra poblaei6n. Elfo se debe a que los qtie emigran son en· su grali niayoria persbnas j6venes dentro de · 1as edades que consideramas de mayor productividad en toda fuerza obrera. Mas · aun, se ·obseri/a· siinultaneamente · cierta tendencia a la inmigraci6n de personas mayores de 50 afios y de nifios mli.y j6venes, tendencia esta ·que tiende ·a acentuar las distorsiones a que ·hem.as hetho referencia. Segundo: como consecuencia: de varios factores, · qui~ zas ·entre ellos Ia preponderancia de empleos femeninos entre los generados· por el program a de fomerito · econ6mico, se esta produciendo un desbalance peligroso entre los sexas en las edades productivas, que son pre11. Wilensky and Lebeaux, op cit., p. ·82-83.
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cisamente tambien las reproductivas, que merece ser estrechamente vigilado por las repercusiones sociales y morales que este fen6meno pueda eventualmente ocasionar si se deja progresar con indiferencia. En otras palabras, debemos ir pensando en la necesidad, o cuando menos conveniencia, de estimular en alguna forma razonable, cambios estructurales en nuestro movimiento migratorio favorables a un mejor desenvolvimiento de nuestra demografia. La frontera educativa de una generaci6n cualquiera esta siendo contlnuamente afectada por la frontera educativa de sus padres. Cuando el promedio de escolaridad de nuestros mayores es de dos o tres afios , necesariamente aquellos que son educados bajo ese palio sufren las limitaciones inherentes a una instruccion tan escasa. La experiencia educativa de los padres ejerce influencia en las motivaciones y en el nivel de aspiraciones de los hijos. Muchos nifios van a la escuela y la abandonan antes de tiempo porque les falta la adecuada inspiracion de los padres. Poco puede· hacer la escuela con los casos de nifios socialmente deformes a consecuencia de una serie de deficiencias en el hogar, o con nifios pobremente motivados en la vida, tambien como resultado de las limitaciones que sufre el hogar; o con nifios con una pobre escala de valores, que es todo cuanto sus hogares poseian, y por lo tanto, todo cuanto pudieron legarles. En este punto es oportuno resefiar que en un estudio sabre desercion escolar realizado conjuntamente por la Division de Investigaciones Pedagogicas de! Conse]o Superior de Ensefianza y el Departamento de Instruccion Publica de Puerto Rico encontramos que existian mas problemas en las relaciones de familia de los nifios desertores de la escuela que entre las de los no desertores. Los desertores vivian, en general, dentro de una estructura familiar menos adecuada que los estudiantes no desertores. Vivian mas hacinados, habia mas enfermedades incapacitantes entre SUS familias y mostraban una tendencia hacia la delincuencia. Estos hechos presentan un aspecto social con el que la escuela sola no puede bregar. El problema, aunque se palua mas directamente en la escuela, es asunto de ulanificaci6n social y economica. Es area en que las instituciones religiosas tienen tambien amplio margen de accion constructiva. Otro estudio realizado entre una maestra representativa de los maestros de Puerto Rico revelo que el 85.7 por ciento de estos sefialo «la falta de cooperaci6n de los padres» con la escuela entre los factores externos e internos que mas dafio estan hacienda a la escuela publica. Cuando se pregunto al grupo de maestros que tenian planes de abandonar la escuela (dos de cada tres tenian planes de abandonarla) sabre las razones que justificaban tal deseo, el 45 por ciento dijo «que los padres no cooperan». Hay necesiclad de explorar mas a fondo los motivantes de ese cambio de relaci6n entre el padre, la familia y la escuela publica. Este es aspecto de mayor manta para la direccion escolar y de concienzudo autoanalisis entre los padres que interesan un mejoramiento de la calidad de la ensefianza. 58
Es evidente que si la es·c uela es parte integrante de la comunidad ha de ser afectada, coma le sucede al individuo, por los cambios culturales, especialmente por aquellos que afectan las maneras como Ia gente se gana la vida. Esto porque la escuela es la instituci6n creacla por las sociedades complejas para ayudar al nifio y al adolescente a asumir los roles que deben desempefiar una vez a!cancen la madurez adulta. En epocas de cambio acelerado los propositos y los metodos de la educacion se convierten en materia de controversia. Es por esta razon que no debe extrafiarnos que en este nuestro momenta historico de cambios fundamentales, se manifiesten distintos puntos de vista, tanto entre el publico como entre los lideres educativos, coil relacion a los objetivos que la escuela puertorriquefia debe perseguir y los medias que d'e be emplear para alcanzarlos. La escuela publica tendra que convertirse en grado creciente en un instrumento mas eficaz en los procescis de adaptacion y reajuste a los cambios que se han producid9 en Puerto Rico y a los efectos sociales, culturales, economicos y politicos de esos cambios. Sefialamos, no obstante, que la mera adaptaci6n a la vida no suple la informacion; el conocimiento y Ia experiencia necesarios para crecer y desarrollarse con eficacia en la sociedad compleja que hoy existe. Hay que hacer decisiones a base de aplicacion de conocimientos, de crecimiento y fortalecimiento de habitos y actitudes que la simple adaptacion al media ambiente no puede proveer. Ese conocimiento, esas experiencias, esos habitos de pensar, razonar y actuat tiene que suplirlos Ia escuela en grado mayor mientras mas menguadas sean las facilidades y condiciones ambientales que existan en el hogar de donde procede el alurrinado. Hay necesidad de revision de metas, de valores, de procedimientos, de tecnicas. Por otro la:do, la escuela en Puerto Rico inevitablemente tiene que hacerse cargo de estimular y desarroJlar una serie de actitudes, habitos y normas de conducta que propendan al afianzamiento del ser puertorriquefio, si es que queremos lograr que las transformaciones construyan mas que Jo · que destruyen . Veamos algunas de estas actitudes: Debemos sentirnos orgullosos -no arrogantes- de las cosas buenas que poseemos. Hay que reconocer, si, las cliferencias· entre nuestra cultura, nuestros habitos, nuestras estructuras sociales y las de otros pueblos, pero no por ser diferentes creerlas y considerarlas inferiores y actuar coma si en verdad lo fuesen. Lo que si importa es que conscientemente nos· cuidemos de la actuacion motivacla por la urgencia de aceptar, sin cuestionar, ideas y practicas que consideramos superiores porque de afuera nos vienen. Nuestra educaci6n, nuestra acci6n politica, el impacto de Ia fuerza economica mas reciente nos arrastran a tomar como patron para emular -sin examen y poncleracion adecuados- las imagenes que nos forj amos de otras culturas. Nuestros libros, nuestra prensa, nuestra radio y television -incluso las gubernamentales, recrean continuamente ante nuestros ojos estas imagenes. Aun los estudios antropol6gicos que en el pais se ban realizado tienden a juzgar las caracteristicas de nuestras institu-
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ciones sodales de acuerdo con los patrones culturales de los que son producto sus autores. Todo ello independientemente de nuestra propia idiosincrasia, nuestra propia personalidacl, nuestra peculiar manera de hacer las cosas, nuestras limitadones geograficas y econ6micas y de nuestra forma de vivir y sentir la vida. Es derto que a veces damos sefiales de estar confundidos en lo que somos y en lo que queremos. De estas incertidumbres -caracteristicas de nuestros tiempos- todos somos, en alguna medida, responsables. Todas las agendas e institudones sodales tienen responsabilidad, ·no la escuela solamente, pero la escuela no esta exerita de responsabilidad. Hemos tenido unas imagenes ante nosotros que ni nos representan con propiedad ni representan genuinamente las culturas de d~nde nos vienen. Hada esas imagenes hemos encamina_d o los pasos. Hemos desarrollado una segunda naturaleza, una personalidad superimpuesta aun por nosotros mismos, por falta de integrad6n y armonia entre lo aut6ctono y lo extraiio. Nos advierte el profesor Richard Morse que el proceso de aculturad6n en Puerto Rico no debe tomarse «Como un cruce hibriclo de culturas hispanicas y norteamericanas puras» y afiade tambien que «ios puertorriqueiios estan peculiarmente empobreddos en los simbolos y mitos que conducen a la forinaci6n de una imagen nacional propia». '" En el proceso conducente al logro de armonia y seguridad no poclemos dejar que el mero movimiento busque su nivel y nos arrastre a unas soluciones. De ahi que la tarea de proveer una orientaci6n segura a nuestro sistema educativo en el momento de aculturaci6n y de cambios y transformaciones rapidas e inusitadas que estamos viviendo no es de fad! ejercicio. La realidad es que para ello no hemos ailn ganado suficiente comprensi6n de nuestros procesos de cambio. No hay acuerdo general en cuanto a lo que ellos significan. Asi adquiere primacia la necesidad de continuar el empefio de planificaci6n consciente de la educaci6n, de los rumbos culturales, de las formas sociales y de
gobierno tanto como de las formas y rumbos econ6micos . Que estos no destruyan aquellas 0 las pongan en riesgq irreparable. Nuestras orientaciones de las ultimas decadas se encaminaron a rescatar el poder politico de! poder econ6mico. Puede que estemos a tiempo de planificar la educaci6n y las orientaciones de las otras institudones y agendas sociales que tambien son educativas· para evitar que el nuevo poder econ6mico no solo conduzca al poder politico, sino para impedir que las transformaciones que genera ese poder econ6mico se conviertan en factor poderoso que afecte adversamente nuestra cultura, nuestras costumbres, nuestra vida familiar y aquellos valores y caracteristicas deseables que siempre se le han reconocido al pueblo de Puerto Rico. Que no se corra el riesgo de que tal proceso desintegrador lo !ogre el poder econ6mico, lo haga factible la fuerza del anuncio y las apetencias por cosas materiales, lo acelere la ambici6n y el ansia de comodidad, el acaparamiento de simbolos · de mejor «Status» social, y el disloque que existe frecuentemente entre las aspiraciones -tanto individuales como colectivas- y los recursos clisponibles para alcanzar tales metas. En sintesis, de aqui en aclelante deberian continuar al unisono el desarrollo econ6mico y el clesarrollo educativo y cultural y de ser posible adelantarse a las consecuencias culturales y sociales que puedan producir los desarrollos econ6micos. Lo expresado no excluye el adoptar otros rasgos culturales, habitos de conducta y modos de actuaci6n que realmente resulten ser superiores a los nuestros en diversos aspecto~ de! quehacer humano, ya que este proceso, en vez de apocar nuestra personalidad de pueblo haciendonos sentir inferiores, tenderia al enriquecimiento de la colectividad puertorriquefia. A todos nos toca reflexionar y actuar en formas que propendan a hacer menos duras y mas productivas en bienestar general las transformaciones y los cambios que concatenados unos con otros tan aceleradamente se operan en Puerto Rico.
12. · Richard Morse, "The Deceptive Transformation of Puerto Rico'', Paper delivered at the Conference on the Social Science in
Historical Study, held at the University of Michigan in May, 1959 (mimeographed), p. 4, 12 y 13.
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S.000 ejem. â&#x20AC;˘ Dep6sito Le11al B. 3343-1951) Printed in Spain