Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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REVISTA · del INSTITUTO de CULTURA PUER TORRIQUENA ANTROPOLOGIA HISTORIA LITERATURA ARTES PLASTICAS TEAT RO MOSICA 'ARQUITECTURA

OCTUBRE-DICIEMBRE 1960

Sanjuan de Puerto Rico

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DEL INSTITUT 0 DE CULTURA P u· E R T 0 R R I Q U E N A JUNTA DE :DIREC,TORES Eugenio Fernandez Mendez - Presidente. t

Enrique Laguerre Teodoro Vidal

Arturo Morales Carrion Guillermo Silva

Salvador Tio

Enrique Campos del Toro

Di~ector Eit::cutivo -Ricardo E. Alegria Apartado 4.184 A:f<O III

SAN . JUAN DE PUERTO RICO NUM. 9

1960

OCTIJBRE-DICIEMBRE

SU MARIO

Ruben Dario y Puerto Rico par Luis Hernandez Aquino

1

El pancalismo de Luis Llorens Torr~s par Cesareo Rosa-Nieves .

5

Los corrales de pesca indigenas de Puerto Rico par Eugenio Fernandez Mendez •

9

Exposici6n de Lorenzo Hamar .

14

La obra pianfstica y la misi6n pedag6gica de Jose Enrique Pedreira par Amaury Veray •

17

Amor y dolor de vivir en la literatura de Puerto Rico par Maria Teresa Babin . . , La poesfa de Francisco-Ari:ivi-; .dos"pulsos .y .. una

misrlla- triyectcirla· Cr<!ado·ra ...:· ·

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. J?Or M_o~.elisa Lff!'1: '.JTe~e.z:M4~phi11f.ci.'·· . :· . .· . , Diinensi6ri. y 'Aquella voi.' (:poei:Ilas) : · por Obdulia Bauza . ·· Juan_.;\lejo Arizmendi, prim~r obi~po , qlleiiO (1803-14}. . . . . -.·.. .: .. ~ par Isabel Gutierrez del Arroyo .

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36


Itinerario de la segunda visita pastoral de Su Ilma. ei Dr, D. Juan Alejo de Arizmendi (1803-14) par Isabel Gutierrez del Arroyo .

40

Notas sabre el arte sacra en el pontificado del ilustrfsimo senor de Arizmendi (1803-1814) par Arturo V. Davila .

46

Documentos relacionados con el Obispo Arizmendi

52

Exposici6n conmemorativa de Obispo Arizmendi (1760-1960)

59

Resefias bibliograficas de 1959 •

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Los documentos que esta revista publica referentes al Obispo Arizmendi ban sido cedidos par la doctora Isabel Gutierrez del Arroyo, procedentes del material que ha reunido para la monografia en la que actualmente trabaja sabre el citado Obispo Arizmendi. Separata: Su Ilustrfsima D. Juan Alejo de Arizmendi (1760-1814), primer obispo puertorriquefio. Retrato al oleo par Jose Campeche. Iglesia Cate· dral de San Juan de Puerto Rico.

PUBLICACION DEL INSTITUTO DE CULTURA. PUERTORRIQUE"f'IA Director : Ricardo E. Alegr.la Orabado de la portada : Lorenzo Homar ; Ilustraciones de Carlos Marichal y Lorenzo Homar; Fotograffas de Conrad Eiger, Jorge Santana y Jorge Diana.

IMPRESO EN LOS TALLEnES DE ARTBS GRAFICAS "BDicIONES RVMBOS" RAMBLAS, 23 • BARCELONA (ESPAl'IA) .

Colaboradores


El mundo poetico de Federico Garcia Lorca (1954) y Fantasia Boricua (1956).

ARTURO V. DA.VILA ~naci6 eh Bayam6n, Puerto Rico. Bachiller en Artes de la Universidad de Puerto Rico, ha continuado sus estudios en la Universidad de Madrid, donde se especializa actualmen te en historia del arte bajo la direcci6n de Diego Angulo Ififguez y del Marques de Lozoya. Es autor de v.arios trabajos ineditos · sabre divetsas· . presonalidades 'y aspectos de la, historia de. Puerto R~co.

OBDULIO BAUZA nac10 en Lares. Curs6 estudios universitarios en Puerto Rico y en Estados Unidos, donde termin6 su carrera de abogado. Durante muchos afios fue miembro de la Camara de Representantes y en la actualidad es juez del Tribunal Superior, funci6n que comparte con las tareas agricolas en su finca de cafe en J ayuya. Desde joven escribi6 versos y colabor6 en las revistas del pals. Ha publicado las siguientes libros: Las hogueras de cal (1947), premiado par el Instituto de Literatunl; Puertorriquefia, La casa

EUGENIO FERNANDEZ MENDEZ naci6 en Cayey y realiz6 estudios superiores en las Universidades de Puerto Rico y Columbia. Es profesor de ..antropologfa en nuesQ:o primer.centro .docente y director de la Editorial Universitaria. Desde 1956 ocupa el cargo de Presidente de · la. Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriquefia. Ha editado Ia serie de cr6nicas hist6ricas de Puerto Rico· ·de la Antologfa de autores .puertorriquefios; publicac;i6n oficial del Estado Libre Asociado, y es autor de.las obras Filiaciort Y, sentido de una

MARIA TERiESA BABIN DE VICENTE. Ensayis ta, naci6 en Ponce. Doctora en Filosofia de la Universidad de Columbia (1951) y profesora de lengua espafiola en la Universidad de Nueva York. Ha publicado las obras Introducci6n a la literatura hispdnica, obra de texto para la ensefianza del espafiol en universidades de Estados Unidos (1949),

· solariega (1954), Las voces esperadas (1956), La cancion de los olivos (1958), que tambien mereci6 premio del Instituto de Literatura, y Bl libro de las

nubes (1959).

isla: Puerto Rico (1955), Salvador Bravo · y su, tiefnpO .(1956), Tras siglo. poerriario q958) y La identidad y la cultura.: critic~ y v~loraciqnes en· ·.to,rno .a Puerto Rico (1~59). . . : : '.'


!SABEL GUTIERREZ DEL ARROYO. Histori6grafa, naci6 en Bayam6n, Puerto Ri~o. Doctora en Filosofia y Letras del Colegio de Mexico (1950), donde sigui6 cursos bajo la direcci6n del doctor Silvio Zavala, durante algunos afios fue profesora en las Facultades de Estudios Generales :y Humanidades de la Universidad de Puerto Rico. Ocupa actualmente el cargo de investigadora de Historia del Instituto de Cultura Puertorriquefia, y como becaria de la Fundaci6n Guggenheim realiza al presente investigaciones en los archivos de Estados Unidos.

MONBLISA LINA PEREZ-MARCHAND naci6 en Ponce. Curs6 estudios en la Universidad de Puerto Rico ( donde hace afios desempefia una catedra de Filosoffa), y se especializ6 luego en la Universidad de Johns Hopkins (Baltimore), en el Colegio de Mexico y en las Universidades de Harvard ·y Pittsburg. En 1945 obtuvo el doctorado en Filosofia en la Universidad Nacional Aut6noma de Mexico. En el mismo afio fue publicada su tesis doctoral, titulada Dos etapas ideol6gicas del si-

glo xvn1 en Mexico a traves de los papeles de la Inquisicion.

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Luis HER..~DEZ AQUINO, poeta, perlo· dhita y escritor, naci6 en Lares. Maestro en Artes de la Universidad de Puerto Rico, en 1952 se recibi6 fn Madrid de doctor en fiilosoffa y letras. Director de las revistas lnsula, Bayoan y Jaycoa, y colaborador en numerosos peri6dicos, su labor literaria le ha merecido premios de diversas entidades culturales del pais. Ha publicado los poemarios Niebla lirica (1931); Agua· de remanso (1933), Poemas de la vida angustia breve (1939), lsfa para (1943),- Voz en el-tiempo (1952) y Memoria de Castilla (19".6).· .

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?' CEs.A.REo RosA-NlEVES naci6 en Cayey. En 1944 se recibi6 de doctor en filosofia y letras de la Universidad Auto· noma de Mexico. Poeta, ensayista, dra· maturgo y critico, ha publicado varias obras de poesfa y cultivado el teatro, proyectando en su producci6n dramatica temas de nuestra historia y nues· tro folklore. Entre sus obras en prosa y en verso figuran La poesfa en Puerto Rico: es·

tudio crftico-historico del verso puertorriqueiio (1943), Lci·Zdmpara del faro (1957), Tierra y lameiito y Siete cami· nos en · luna de sueiios (1958).


AMAuRY VERAY naci6 ·en Yauco. Bachiller en Artes de la · Universidad de Puerto .Rico, en :1946 ingres6 en' el ·c anservatorio · de Nu!'!va. Inglate~ra, donde se recibi6 de Bachiller en musi· ca, especializado en teoria y coinposicion. Becado par el Instituto de · Cultura Puertorriquefia, recientemente rea: liz6 estudios ava~ados de comjiosi7 don en la Academia de Santa Cecilia; en Roma. Es autor d~ ·e:anciones de arte y mistetios de ,Navidad y de las ballets El nifio de ·-Aguadilld ·y Ea En~ cantada, este ultimo presentado en el II Festival de Teatro del Instituto de Cultura. Ha realizado ademas investigaciones sabre la vida · y la obra de varios musieos puertorriquefios del pasado.

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Apuntes para nuestra Historia Literaria

Ruben Dario y Puerto Rico Por Lurs

Nentre el genial portavoz del modernismo literario, UNCA SB HAN RBVELADO, QUE SBPAMOS, LAS RBLACIONBS

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Ruben Dario, y los escritores puertorriqueiios. Mucha se ha escrito en otros paises acerca de las influencias del gran poeta nicaragiiense, puesto que estas fueron de caracter general, mas en America que en Espaiia. De las influencias de Ruben Dario y el modernismo se ha escrito muy poco en Puerto Rico. S6lo contamos con un brillante trabajo de Enrique A. Laguerre, sabre el modernismo, en el cual se discuten las figuras literarias del momenta de renovaci6n modernista en nuestro pafs. 1 Tuvo Ruben Dario en esta Isla amistades y corresponsales literarios. Figuraron, entre ellos, don Manuel Fernandez Juncos, Luis Llorens Torres, La Hija del Caribe (doiia Trina Padilla de Sanz) y otros. • A nuestro juicio, los corresponsales mas importantes de Dario fueron don Manuel Fernandez Juncos y el poeta Luis Llorens Torres. Cinco aiios antes de iniciarse Llorens Torres en la poesfa, con su primer libro de poemas Al pie de la Alhambra, escrito y publicado en Granada, Espaiia, en 1899, ya se habfan carteado Fernandez Juncos y el poeta de Nicaragua, hacia la primavera de 1894. En los aiios 1894 y 1895 Fernandez Juncos da noticias sabre Ruben Dario en SU peri6dico El Buscapie, en el cual aparece Ruben como colaborador literario. Y es interesante el hecho de que la correspondencia de Fernandez Juncos seiiala una visita de Ruben Dario, aunque solo «de paso», a la Isla de Puerto Rico. Es el prop0sito de este trabajo contribuir con datos epistolares ineditos, a la historia de nuestra literatura, especialmente en la parcela que corresponde al modernismo literario puertorriqueiio.

1. 1942, 2, dos,

Enrique A. Laguerre. La poesia modernista en Pi1erto Rico, tesis para el grado de Maestro en Aries, Universidad de P .. R. Antonio Oliver Belim\s, Bste otro Ruben Dario, Editorial Ae1961, Barcelona, Espafia.

HERNANDEZ AQUINO

1. Ferndndez Juncos y Ruben: c:Estuvo Ruben Dario en Puerto Rico? Esta es una incognita que no tenemos suficientemente aclarada. Fernandez Juncos, en una de sus cartas, dice haber vista a Ruben «de paso por esta ciudad», refiriendose a San Juan de Puerto Rico. Conocemos referencias periodi'.sticas de la epoca sabre Ruben Dario, pero no de la aludida visita. Consultado el historiador Lidia Cruz Monclova, nos ha informado personalmente que tiene conocimiento del viaje de Ruben, pero que «este se qued6 en la bahfa y no estuvo propiamente en la ciudad». • Pasamos a transcribir la carta en que Fernandez Juncos hace alusi6n a la visita. Esta fechada el 10 de marzo de 1894 :.

«Sr. D. Ruben Dario.-Buenos Aires.-Mi distinguido compaiiero y amigo: me sorprendi6 agradablemente su estimada carta, que lleg6 con extraordinario retraso, debido quizas a los escasos medias de comunicaci6n que aun existen entre ese pais y este. - Poco despues de haber tenido el gusto de verle, de paso por esta ciudad, le dirigi a Nicaragua dos tomos de la "Revista"," y varios libros, que probablemente se habran perdido. Tambien le escribi por el mismo correo que los 1levaba. - Celebro que haya usted fijado su residencia en esa gran ciudad y que encuentre en ella los estimulos y provecho que merecen su hermoso talento y su cultura exquisita. - Por este correo le dirijo un paquete con los cuatro Ultimas numeros de la "Revista" y todos los nilmeros del "Buscapie" • publicados en el aiio actual. Tambien va en otro paquete un ejemplar de estudios de costumbres puertorriqueiias • que se publico hace poco, y una satira. En cuanto tenga noti3. Conversaci6n con el historiador don Lidia Cruz Monclova, el 29 de diciembre de 1960. · 4. Se refiere a la Revista de Literatura, Cie11cias y Artes, fundada en 1877, y dirigida por Manuel Fernandez Juncos. 5. El Buscapie, perl6dico fundado en 1877 por Fernandez Juncos, quien lo dirigi6. 6. Se refiere a su obra Sdtira contra los vicios y malas costumbres achales, 1893.

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cia precisa de su domicilio o Apartado de correos le dirigire todos los siete tomos publicados hasta hoy de la revista, si le pudiesen servir de algo, asi como los libros mfos en las ediciones nuevas que vaya publicando, porque las primeras estan agotadas en unos, y en otros no es tan bien impresas ni bien corregidas. - Reproduzco con gran deleite cuanto hallo de Vd. en los peri6dicos americanos o europeos, pero por desgracia llega poco ahora. Hagame la merced de enviarme sus obras, y en cambio le mandare lo mejorcito que haya por aqui. - Tengo algunos amigos literarios en Buenos Aires, y envio mis peri6dicos a Calixto Oyuela, Casimiro .Prieto, Vega Belgrano y otros, estando en correspondencia frecuente con el buen amigo Adolfo Carranza. Si Vd. los trata me comp1aceria que los saludase en mi nombre, y si ve a Oyuela encarezcale el gusto que tendria yo en leer sus traducciones de Leopardi. - Tuve necesidad de suspender la "Revista" para reorganizar su publicaci6n con mas ampha esfera. Reaparecera en Junio y no necesito decirle cuanto se honraria con un trabajo nuevo de usted. Con toda sinceridad deseo la ocasi6n de serle util, y en espera de ello queda su admirador y devoto afectisimo. - M. Fernandez Juncos.» ' No aparece nueva correspondencia de Fernandez Juncos a Ruben Dario en el Seminario Archivo Ruben Dario de Madrid, hasta el afio 1911. No obstante, hacia una fecha indeterminada de 1894, evidentemente posterior a la de la carta anterior, publica Fernandez Juncos en El Buscapie, el suelto siguiente: «La Revista Americana que ha empezado a publicar en Buenos Aires el distinguido poeta nicaragiiense Ruben Dario, hace menci6n muy honrosa de nuestro Director (don Manuel Fernandez Juncos) a prop6sito de la tercera edici6n del libro Tipos y Caracteres Puertorriquenos». • El 11 de febrero de 1895 apareci6 en El Buscapie la gacetilla siguiente: «Un peri6dico de Alajuela, Costa Rica, llegado hoy, trae la noticia de haber fallecido en Buenos Aires el inspirado poeta y cultisimo literato Ruben Dario, muy querido amigo nuestro y colaborador de El Buscapie y la Revista Puertorriquena. Esperamos que no se confirme tan triste nueva». • Un mes mas tarde, el peri6dico La Democracia, insertaba la nota siguiente: «Ha sido desmentida la noticia de haber muerto en Buenos Aires el original poeta Ruben Dario. Las letras castellanas estan pues, de enhorabuena;, 10 Hay otra carta de Fernandez Juncos a Ruben Dario, que data de 1911, diecisiete afios despues de la primera. Si bubo algunas entre 1894 y 1911, y ailn posteriores, no hay rastros de ellas en el Seminario Archivo Ruben Dario de Madrid, donde hicimos esta investigaci6n. Tampoco sabemos si en los archivos epistolares de Fernandez Juncos y Llorens Torres existen las respuestas de Dario. La carta de 1911 de Fernandez Juncos es muy interesante. En ella remite, a pedido de Ruben, una descripci6n de las costumbres de Nochebuena en la Isla 7. Seminario Archivo Ruben Dario de Madrid, registro 1516. 8-9-10. Curiosidades Literarias, Lidio Cruz Monclova, en la publlcaci6n Folios, de la Biblioteca de Autores Puertorriqiieiios, abril de 1957, N.o I.

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de Puerto Rico, para un numero extraordinario de la Revista Mundial, que dirigia en Paris, el vate de Nicaragua. Tambien solicita Fernandez Juncos un aut6grafo del poeta para su hija Amparo Fernandez Nater. El texto de la carta es el que sigue a continuaci6n : «San Juan, Puerto Rico. - Septiembre 11 de 1911.- Sr. D. Ruben Dario - 4 Rue Heschel, Paris. - Mi distinguido amigo: Segiln me indica en su carta del 12 de Agosto, recibida en retraso, tengo el gusto de acompafiarle una descripci6n de las costumbres de "Nochebuena" en esta isla (ayer y hoy), para el numero extraordinario de "Mundial". -Esta enfermo, y fuera de la ciudad, Oller, el unico pintor y dibujante bueno que tenemos, y no hallo el modo de mandarle un dibujo original, como Vd. desea. A fal1a de el le acompafio unas ilustraciones del mismo asunto, hechas por Pepe Cuchi hace algunos afios, y acaso puedan servir de guia a algiln dibujo que hagan ahi.- Los tipos no estan mal, aunque algunos demasiado bien trajeados para ser campesinos. -Al margen de las cuartillas van sefialados los sitios de los cliches. - Si usted cree que vale algo eso, digale al Administrador quc me lo abone en suscripciones de "Mundial" y me la envie. San Francisco, 66 - San Juan - Puerto Rico. Mi hija Amparo desea obtener el aut6grafo de Vd. en una tarjeta postal. Su nombre es Amparo Fernandez Nater, y tiene mi misma direcci6n. - Celebro esta nueva ocasi6n para ofrecerme a sus 6rdenes atento amigo y admirador.-M. Fernandez Juncos. En paquete aparte certificat.lo "C.n las cuart1l1a; y el grabado, juntos con mis dos ultimos libros. - Puede extractar de esa nota biografica lo que guste. - Suyo.» 11 2. Tres cartas de Luis Llorens Torres: La correspondencia de Llorens Torres con Ruben Dario es de un gran interes. En una de sus cartas al poeta de America dice ser disdpulo de Ruben, «el mas adicto y firme», a pesar de que el poeta de Collores habia afirmado en la Revista de las Antillas, contestando a sus detractores y enemigos, que «no soy sectario de nadie, ni voy por ninguna senda trillada, ni sigo a ninguna de las actuales escuelas». Vale la pena seguir la cuesti6n cronol6gicamente. La primera carta de Llorens a Dario data de abril 30 de 1913. El texto es el siguiente:

«San Juan, P. R.-Abril 30, 1913.-Sr. Don Ruben Dario - Paris. Muy distinguido e ilustre com patrio ta: La muy humilde Revista de las Antillas, de que soy director, saluda por medio de estas lineas al insigne director de la muy excelente y elegante Revista Mundial. - Me permito rogarle el envio de su retrato y algiln trabajo inedito, en prosa o en verso, para publicarlos juntamente con un trabajo biografico que es toy preparando referente a Vd., el mas grande de los poetas castellanos. - Tengo el honor de poner a su disposici6n y 6rdenes la Revista de las Antillas, y ofreciendole el testimonio de mi mayor consideraci6n, me suscribo de usted muy afectisimo amigo y s. s. q. b. s. m. - Luis Llorens Torres.» 12 11. Seminario Archivo Rubt!.n Dario de Madrid, registro 1517. 12. Seminario Archivo Ruben Dario de Madrid, reglstro 1520.


Mientras tanto, Llorens Torres teorizaba sabre el pancalismo y el panedismo en su poesfa. Eran muchos sus detractores adocenados. A las criticas de estos, respondfa en la Revista de las Antillas. En Ia introducci6n de una serie de poemas titulados Visiones de mi musa, en las que exponfa Iiterariamente el pancalismo y el panedismo, explicaba estas teorfas poeticas y decia haber inventado ambos terminos, de etimoIogfa griega, para poder explicarse mejor. 18 Decia, entre otras cosas, Io siguiente: «Dos o tres afios hace que vengo publicando algunos de mis versos en las revistas de Puerto Rico y he tenido Ia desgracia o Ia suerte de ver sabre casi todos Ia implacable lluvia de chistes, satiras e ironfas de Ia aqui imperante mediocridad. Se me llama leader o jefe del modernismo en esta antilla; se me acusa de que so:v un sectario de Ruben Dario, y se me apostrofa de corruptor del buen gusto; destripador de Ia metrica, I que se yo! ... Lo cierto es que amigos :v detractores me han obligado a escribir un Iibro titulado Fisiologia .'V Psicologia del verso, 14 que vera Ia luz dentro de pocos meses. Cuantos lean este Iibro veran que no sov sectario de nadie, ni voy par ninguna senda trillada, ni sigo a ninguna de las actuales escuelas ... Acerca de Ia estetica o psicologfa del verso, Io mismo que de SU metrica 0 fisioJogfa, tengo ideas propias, exclusivamente mfas, que desarrollo ampliamente en el citado Iibro, y algunos de Ios cuales voy a bosquejar en este proemio. Muchos poetas modemos -Whitman, Dario y Lugones, entre Ios americanos-, aunque desconociendo o ignorando estas nociones, que soy el primero .en lanzar a la publicidad, han trazado, sin embargo, por instinto, s6Io par instinto g-enial las sendas de este panedismo metrico.» 15 En su pr6xima carta a Ruben Dario pide Llorens Torres una opini6n sabre sus versos. Indudablemente que, ante las ataques de sus detractores, quiere un espaldarazo del «mas grande poeta castellano», Llorens remite a Dano la Revista de . las Antillas, donde publica Visiones de mi musa, esperando, ansioso, una opini6n sabre estos versos donde aparecen en su maxima expresi6n el pancalismo y el -panedismo Ilorensianos. La carta esta fechada en agosto 6 de 1913. Sigue el texto de Ia misma : «Sr. D. Ruben Dano. - Paris. - Muy distinguido e ilustre compafiero: "La Revista de las Antillas" quiere honrarse contandole a usted en e} numero de SUS mas ilustres co}aboradores; a usted, el mas grande de Ios poetas Castellanos. Y estas Iineas, ademas de ser un mensaje de admiraci6n y simpatfa hada usted, tienen par obieto prononerle que nos envie mensualmente al2un trabajo suyo, en nrosa o verso, a su elecci6n y de las dimensiones que usted quiera enviarlo. EI precio de dicha colaboraci6n Io dejamos a Ia designaci6n de usted. - Ahora me tomo Ia Iibertad de suplicar al insigne compa13. Vcase Luis Hernandez Aquino, Movimientos literarios de! Siglo XX en Puerto Rico, 1951, y Luis Llorens .Torres, poeta de Puerto Rico, •El Mundo», San Juan, P. R., 20 de agosto de 1933, por Concha Melendez y Antonio S. Pedreira. 14. Este libro nunca fue publicado, 15. Revista de las Antillas. Junio de 1913, Aiio I, N.o 4.

fiero un favor que ruego tenga Ia bondad de perdonarme. En el nilmero de Junia que le envio par este mismo correo certificado, vera un trabajo mio titulado "Visiones de mi musa", acerca del cual le suplico que, aunque sea privadamente, me conceda el honor de darme s11 opinion. Me mueve a hacerle este ruego la circunstancia de que aqui en mi pais todos las Iiteratos y poetas me tienen abrumado a fuerza de satiras contra las pobres versos mios, y asi comprendera usted el afan con que deseo conocer Ia opini6n de un verdadero y gran poeta. No busco un elogio, sino su sincera y Ieal opinion. No dudo que usted tendra Ia amabilidad de complacerme. Y sera un gran favor que no sabre coma agradecerselo. - Deja a sus 6rdenes, coma le he dicho antes, la "Revista de las Antillas", y tengo un gran honor en ofrecerme de usted su gran admirador, amigo y compafiero, Luis Llorens Torres.» u Ruben Dano contest6 algunas de las cartas de Llorens, y mucho mas, public6 un articulo sabre el poeta de Collores en el diario La Nacion, de Buenos Aires, Argentina. Llorens Torres no recibi6 el mencionado artfculo y en una carta de marzo 18 de 1914, se Iamenta de ello, solidtandole una copia. Si Llorens lleg6 a recibir Ia copia aludida, no se sabe. No hay constancia de ello en Io que se ha escrito sabre Llorens Torres. Tampoco hay conocimiento de que nuestro gran poeta hiciera reproducir el articulo de Dario en Ia prensa del pais, de haberlo recibido. La carta de Llorens a Dario, fechada en San Juan de Puerto Rico, el 18 de marzo de 1914, dice del modo siguiente: «Sr. D. Ruben Dario. - Paris. - Mi querido amigo y maestro: No he tenido contestaci6n de usted a dos cartas que le escribf en noviembre y diciembre; pero necesito escribirle, porque en una de sus cartas me habl6 usted de un trabajo acerca de mis poesfas publicado par usted en "La Naci6n", de Buenos Aires. Como yo no le he pedido conseguir aqui lme harfa usted el favor de enviarmelo?, pues tengo un grandisimo interes en Ieerlo, ya que ello es una gloria para mi, tratandose de un tan alto poeta coma usted, a quien siempre he admirado y de quien me juzgo el discipulo mas adicto y firme. Le ruego lea el librito que ahora le envio, titulado "Sonetos Sinf6nicos". -A su recomendado Juan (falta un trozo del texto en el original) le escribi para que nos mandara cr6nicas de informaci6n europea, ahora que nuestra "Revista" ha reanudado definitivamente su nublicaci6n. - La empresa de la "Revista de las Antillas" esta conforme en pagarle a usted 150 francos par colaboraci6n, pero me dicen las directores econ6micos que par ahora no puede Ia empresa contratarla mensualmente, sino que un mes sf y otro no le enviaran lSOfrs. y al recibirlos usted enviara el articulo. Piense, maestro, ~no le convendra a usted enviarla mensualmente par 100 francos mensuales? Esta pregunta la hice a la Directiva (yo s6Io soy el director Iiterario) y me contestaron que sf, siempre que usted estuviese conforme ; todo esto es porque econ6micamen te nuestra empresa no esta todavfa en franca y amplia producci6n. - Escribi al senor 16. Seminario Archivo Ruben Dario de Madrid, registro 1521.

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Lesca, autorizandole para que publique en "Mundial" Ia Cancion de las Antillas, y (falta un trozo del texto) que yo renunciaba al pag (falta un trozo del texto) Ia empresa, pero suplicandole que me mantle las originales de las ilustraciones para reproducirla en Ia "Revista de las Antillas". -Le repito, maestro, que tengo grandisimo interes en que m mantle su articulo de "La Naci6n", pues coma aquf me atacan tanto, quiero consolarme con Io que usted haya escrito, que supongo alga bueno tendra que ha de saberme a gloria, aunque tambien traiga, coma es natural, Ia censura que de seguro le habra merecido. - Aguardo su contesta-

don. - Muy su admirador y amigo. - Luis Llorens Torres.Âť " Estas cartas suscitan muchas preguntas, que posiblemente tienen contestaci6n en las respuestas de Ruben Dario a sus corresponsales. No sabemos si don Manuel Fernandez Juncos y el poeta Llorens Torres dejaron, entre sus papeles, las cartas respuestas del gran poeta del modernismo. Esperamos que algun dia se publiquen las epistolarios de Fernandez Juncos y nuestro poeta nacional. Serian una notable contribuci6n a la historia de nuestras letras.

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17. Seminario Arcliivo Ruben Dario de Madrid, registro 1522.

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El pancalismo de Luis Llorens Torres POR Css.4.REO ROSA-NIEVES

I - Despuntar del Modernismo (1907 1921):

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N OTRO ENSAYO

HEMOS

DICHO QUE

BL MODBRNISMO

(decadentismo) puertorriqueiio, es una modalidad estil:fstica del movimiento rubendariano en la America Hispana. Fue una reacci6n estetica contra los postulados formales y frfgidos de los parnasianos en crepusculo. Surge en el pa:fs por influencia de los poetas hispanoamericanos: Ruben Dario (1867-1916), Leopoldo Lugones (1869-1938), Jose Santos Chocano (18671934), Julio Herrera Reissig (1875-1910) y Amado Nervo (1870-1919). A estas influencias, habria que aiiadir las afinidades derivativas de Espaiia, mediante las liras de: Juan Ram6n Jimenez, Manuel y Antonio Machado, Salvador Rueda, Francisco Villaespesa y Emilio Carrere; amen de la presencia visible de las lecturas norteamericanas de: Edgar Allan Poe y Walt Whitman. Los precursores del modernismo en la literatura puertorriqueiia, fueron: Jose de Diego (1866-1918), autor de Jovillos (Barcelona, 1916), libro de poemas premodernistas, publicados en Espaiia entre 1887 y 1890, en las revistas: Madrid Comico y La Semana Comica, a la luz de Ruben Dario, pr:fncipe de esta escuela poetica. Es en tomo a estos aiios finiseculares, cuando publica De Diego, en las revistas citadas de Espaiia, las poesias: Catalina, Puntadas, Juana, poemas de ritmos remozados, y que con preferencia, despues cultiva la renovada tecnica del modernismo rubendariano: el decasilabo compuesto (asclepiadeo ), el dodecasflabo de seguidilla, ademas del romance (el clasico octasflabo, el eneasilabo y el sincopado), romancillos y los sonetos versolibristas de la nueva usanza regeneracional; sextinas en alejandrinos, serventesios y quintillas dodecasilabicas, etc. Despues de Jose de Diego, le va en tumo cronologico, Luis Llorens Torres (1878-1944), autor de un libro autoral de discreto prestigio: Al pie de la Alhambra, publicado en Granada, Espaiia, en 1899. En este tomito poematico figuran las siguientes poesfas alumbradas por la nueva forma estil:fstica: Fragmento,

Soneto, y Adi6s. Todo esto es por creaci6n de poetas boricuas en Espaiia. Pero los primeros preludios del modernismo hispanoamericano en Puerto Rico, hasta donde hemos podido investigar, le corresponden, primeramente, a Aristides Moll, autor del libro: Mi Misa Rosa, de 1905, y a Jesus Maria Lago (1873-1929), autor de las poesias: La Princesa Ita-Lu (1904) y Melodia Blanca (1905), y tambien se deben a su peiiola los versos: El Canto de las Rosas, poema versolibrista de 1907, Cetro de Amor (1912), en donde el lfrida de Utuado usa el eneas:flabo como unidad mel6dica, y: La Flota de los Suefios, de 1912, primer poema que usa la unidad mel6dica tetrasilabica en el parnaso isleiio, adelantandose asf, en este aspecto tecnico, a Luis Llorens Torres y SU muy celebre: Cancion de las Antillas (1913). Algo de esta prioridad le corresponde al poeta Manuel Osvaldo Garcia, autor de: Canto a Espana, publicado en 1911, y montado en sextinas de catorce silabas metricas. El versolibrismo simbolista se afirma en nuestra poes:fa definitivamente con el precioso poema de enorme empeiio: La .Cancion de las Antillas (1913), de Luis Llorens Torres, aunque en el orden del tiempo, ya en 1910, el jfbaro de Collores, hab:fa escrito su poes:fa: Barcarolas (o Vision de la Barca), de antecedentes modernistas, y su: Rapsodia Criolla, publicada en el: Puerto Rico Ilustrado, del 14 de mayo de 1911, aiio II, numero 63. 1 Remos seleccionado el aiio de 1907, como punto de partida de este movimiento generacional, porque en torno a este aiio es cuando se abre fuertemente la lucha entre parnasianos e iniciadores del modernismo. • Esta moda estil:fstica llega mas o menos 1. Vc!ase: Revista de las Antillas. Aiio 1, junio de 1913, Nlim. 4; pllginas 85 a 95. 2. Vc!ase: Matos Bernier, Felix, Isla de Arte, San Juan, P. R., 1907. De este libro, especialmente los artfculos: Modernismo y Decadentismo, p6gs. 236 a 245, y Musa Moderna, p6gs. 246 a 263; y, adem6s: Canales, Nemesio, Paliques, Editorial Universitaria, Rio Piedras, P. R., 1952, pllgs. 61 a 69.

s-


hasta 1921, afio en que empiezan a surgir las nuevas melodias postmodemistas, despues de la Primera Guerra Mundial (1918). La visita del poeta Jose Santos Chocano a Puerto Rico en 1913, reenciende un viejo tema nativista que habfa estado dormido en las liras islefias : la patria, y con ella el paisaje telurico. Chocano estimula el resurgimiento de este asunto artistico, le insufla nuevos brios, y comienza a cantarse el panorama tropical, Ia historia, el jibarismo (Luis Llorens Torres, Virgilio Davila, Jose de Jesus Esteves, Antonio Nicolas Blanco, Evaristo Ribera Chevremont, Vicente Rodriguez Rivera, y otros), y el deseo Iibertario, que con la aparici6n del Partido Uni6n de Puerto Rico (1904), Jose de Diego habfa orientado hacia Ia independencia. Mas adelante «el ilustre lisiado», vuelve a insistir sobre el nativismo, en el Pr6logo de su obra: Cantos de Rebeldta (Barcelona, 1916; pags .. 10 a 16). El sfmbolo principal de De Diego fue el pitirre, pequefio pajaro bravo y peleador. La poesia del bardo de Aguadilla estuvo comprometida con el ideal separatista de su tierra y su paisaje. Por eso declara en Ia exposici6n de su Arte Poetica: «Mas al mismo tiempo Ia orientaci6n unica y fija de mis ultimos versos, ya principiada en muchos de Pomarrosas (1904), fue en gran parte regida por el libre conocimiento y la tensa voIuntad encaminados al ideal que imanta y alumbra Ia visi6n de mis ojos y la determinaci6n de mi existencia. N~cido en un pais infausto, siervo, en peligro de muerte, debo a la conservaci6n de su vida y a Ia defensa de su libertad Ia sangre que es de su tierra y el alma que es de su cielo : si tengo · una lira, como si tuviera una espada o un martillo o un arado, lo que tengo suyo es, de mi patria es, y debo cantar como bl;mdiria el acero, golpearfa el yunque, abriria el surco, por ella y para ella que es mia y de quien soy yo en cuerpo y alma. La poesia no es cosa de futil adorno y vano recreo : ninguna ciencia, ningiln arte podran desIigarse de la universal cooperaci6n al bien humano, como nada en el orden fisico puede ausentarse del trabajo universal de la naturaleza. Puerto Rico sufri6 tambien la racha de aquella vanal Iiteratura (se refiere al arte por el arte de Ruben Dario y Ios suyos), y goza tambien ahora del renacimiento de su poesfa: viejos y j6venes liricos marchan a Ia cabeza del movimiento nacional como iban los antiguos bardos anglosajones ~ Ia vanguardia de los ejercitos: el perfume de nuestros bosques, el fulgor de nuestro cielo y nuestras llanuras, el rugir de nuestros tormentosos desgracia4os mares, el cantico melanc6Iico de nuestros jibaros, nuestra fe, nuestras tradiciones, nuestro dolor, nuestra esperanza, se desprenden de las liras en rafagas de vibrante espiritu. Entre esos poetas, yo, el Ultimo, lanzo mis Cantos de Rebeldia (1916), mis gritos de protes6

ta y de combate contra el tirano de mi patria a Ios vientos y al coraz6n del mundo.» 3 Nuestra aportaci6n a la boga modernista hispanoamericana, puede sintetizarse, dentro del aspecto de la tematica, de la siguiente manera: Ia jibaridad poetica (Luis Llorens Torres, Virgilio Davila, Lorenzo Coballes Gandia, el Padre Juan Rivera Viera, Cruz Ortiz Stella, Francisco P. Jimenez, etc.), la emoci6n colorista del paisaje islefio, con un fondo de tristeza violacea muy puertorriquefiista, visible en casi todos nuestros cantores; el tema de la Iibertad de la patria, capitaneado por Jose de Diego y la nota afroantillana de la poesfa negra, que comienza, en este periodo, con Luis Llorens Torres, Luis Felipe Dessus, y va a desembocar en el jitanjaforista neoparnasiano: Luis Pales Matos, y el bardo de clave popular: Fortunato Vizcarrondo. En Ia jurisdicci6n de Ja arquitectura del verso, en Puerto Rico se ensayaron casi todas las modalidades tecnicas usadas por Ruben Dario y los seguidores de su poesia. Ademas se ensay6 el hexametro Iatino, practicado aqui con bastante buen exito, por Arturo G6mez Costa. Y hubo un plausible intento de creaci6n inventiva por Luis Llorens Torres, de dos nuevos endecasilabos: uno con acento en tercera y septima silabas, y otro con acentos en quinta y octava. El primero habia sido presentado con anterior~dad a nuestro poeta, por Manuel Gonzalez Prada, y sin saberlo el bardo boricua. Todo lo demas que usa el 'modernismo insular, en cuanto a tecnica metrica se refiere, pertenece al poliverismo rubendariano, y cuya implantaci6n en Boriquen hemos explicado anteriormente.

tr - Pancalismo Lloreniano

(1913 a 1940):

Como reacci6n estetica, en contraposici6n al modernismo hispanoamericano, se perfilan en el ambiente Iiterario de Puerto Rico, una serie de ismos de gran interes para Ios estudios de nuestras letras. La primera protesta fue el pancalismo de Luis Llorens Torres, de 1913, y le sigui6 en su orden cronol6gico, el diepalismo, en 1921, insurgencia de los poeta<; Jose I. de Diego Padro y Luis Pales Matos. Con estos dos gestos poeticos, queda sellado el comiem:o en la isla de la Generaci6n Postmodernista de 1921. El diepaIismo estimula otros grupos liricos, que siguiendo el tiempo, surgiran por influencia, casi todos, de las escuelas de Ia poesia de vanguardia de Europa. En esta area de variaciones estilisticas o escuelas, el pafs se perfilara privilegiado, en cuanto a los muchos r6tulos de falanges poeticas que hacen su aparici6n durante estas decadas. Veamos los nombres que hemos podido estudiar, despues de los dos primeros a que hemos hecho referenda. Figura en primer termino el: Euforismo (1922), en donde actuan como liridas cardinales: Vicente Pales Matos y Tomas L. Bas3. En: Diego, Jose de, CQJ'ltos de Rebeldia, Casa Editorial Mauccl, Barcelona, Espana, 1916, pags. 10, 15 y 16.


tida; le siguen: el Girandulismo (1924), de Evaristo Rf. bera Chevremont; el Noismo (1925), capitaneado por los siguientes jovenes universitarios y laicos: Vicente Pales Matos, Vicente Geigel Polanco, Samuel R. Quinones, Emilio R. Delgado, Cesareo Rosa-Nieves, Jose Arnaldo Meyners, Pedro Juan Brull, Antonio Colorado Capella, y otros; el Egoprismismo (1925), de Antonio Coll y Vidal; el Afroantillanismo o poesia negroide (19251937), de Luis Pales Matos y Fortunato Vizcarrondo; el Atalavismo (1928), cuyos corifeos fueron principalmente: Graciany Miranda Archilla {la figura presidente), Alfredo Margenat, Fernando Gonzalez Alberty, Clemente Soto Velez, Luis Hernandez Aquino, Juan Calderon Escobar, Rene Golman, Pedro Carrasquillo, Samuel Lugo, Antonio Cruz y Nieves, etc.; el Superrealismo (1922-1956), de Joaquin Monteagudo Rodriguez; el Proletarismo (1918-1956), de Luis Muiioz Marin, Francisco P. Jimenez, Cesareo Rosa-Nieves; el Integralismo (1941), de Luis Hernandez Aquino Maria Mercedes Garriga, Samuel Lugo, Magda Lopez y Carmelina Vizcarrondo; el Cumarisotismo (1942·1955), de Julio Soto Ramos y Angel Fernandez Sanchez; el Transcendentalismo (1948), de Felix Franco Oppenheimer (como director estetico), Francisco Lluch Mora, Eugenio Rentas Lucas y Ramon Zapata Acosta; y el Ensueiiismo (1954), en su despertar terruiiista, en cuya matricula estan: Cesareo ·Rosa-Nieves (puntero del grupo), Eugenio Rentas Lucas, Jose Luis Martin y Felix Franco Oppenheimer. 4 Es pues, a Luis Llorens Torres a quien le toca la dificil tarea de comenzar el rompimiento en Puerto Rico, contra la estetica modernista. Por el aiio de 1913, el poeta juanadino, publico en la Revista de las Antillas (Aiio 1, NWn.. 4, junio de 1913, San Juan, P. R., pags. 81 a 84), un ensayo expositivo de sus nuevos principios esteticos, con el titulo de: :visiones de mi Musa, y a paginas seguidas, en el mismo nWn.ero de la revista mencionada (pags. 85 a 95), el poeta inserta una pequeiia antologia de los poemas de su modo poetico a seguir. Ellos son los titulos a continuacion: Visi6n de la Barca (el autor autoriza que este poema fue escrito en 1910. Todos los demas son de 1913), Visi6n del Tren, Vision de! Auto. Leti· tia y Margarita, Visi6n de la Playa, Vision de la Tarde, Visi6n de la Negra, Visi6n del Dolor, Vision de la Alcoba, Visi6n del Ritmo, Vision de la Naturaleza, Vision de Dios, Vision de lo Invisible, Vision del Porvenir. El poema la: Visi6n del 'Ritmo, encarna una ener· gica protesta contra las unidades. melodicas de Ruben Dario y el simbolismo galo. Los versos tierien una honda influencia de Walt Whitman, y aspiran a explicar el panedismo; y su Vision del Porvenir, es la continuacion ideologica del anterior poema, en donde el autor afirma su postulado pancalista. 5

4. Para el estudio de los programas liricos de estos ismos, vease: Rosa-Nieves, Cesareo, Aguinaldo Llrico de la Poes/a Puertorriqueila, Torno Ill, Prologo. Editorial Campos, San Juan, P. R., Talleres de Gredos, Madrid, Espaiia, 1957, 10 a 37. S. Por el aiio de 1911, dos poetas de America sintieron la necesidad imperativa de crear una renovaci6n estetica frente al estilo modernist& rubendariano. Estes portaliras fUeron: Enrique , Gonzalez Martinez (1871-1944), mexicano; autor de! libro: Los Senderos Ocultos

Para poder seguir adelante en este estudio somero sobre un angulo de la poesia de Luis Llorens Torres, urge aclarar dos vocablos especializados, que el usa como etiquetas a sus invenciones y propositos artisticos. El primero: Panedismo, es la parte que tiene que ver con el metro (pan: todo, y edus: verso), y donde el rompe subversivamente con el versolibrismo de Ruben Dario: la idea forjard la forma; y a SIJ. vez trata de instalar en su lira la polirritmia interior, sin sujecion de unidades mel6dicas. Y el segundo termino es el: Pancalismo (pan: todo, y Kalos: belleza). que responde a la estetica del arte puro. Ya en esta colindancia de la cuestion, Llorens Torres no hace otra cosa que continuar la trayectoria del simbolismo frances, de la tendencia del arte no comprometido: tiene deber nada mas que con la esencia de la belleza intrfnseca. Con lo que llegamos, segiln el bardo boriqueiio a «todo es hermosura» en la palabra orques· tada. El Panedismo pues, es posicion en don6le el ritmo de cada verso se subordina a cada manera de pensar. Nos ha dicho el autor: «que la polirritmia resulte de la diversidad de las ideas e imagenes y no del capricho del poeta. Y en cuanto a las palabras, la mas noble no sera ya la mas clasica 0 mas relamida 0 aristocratica, sino aquella que encarna la idea con mas sencillez, precision y energia. Que la elocuencia no consiste en el retorico plumaje vacio. La elo· cuencia esta en la fortaleza e intensidad del pensamiento.» En su poesia o Arte Poetica: Poetas Antillano·, nos dice Luis Llorens Torres en forma de leccion:

Bebed en. el grial de esta nueva poesia. No es la polirritmia de la prosa vacia, sino que cada idea se alza en su ala bravia y asi vuela con toda energia de su propia y adecuada melodia. Es ·la sola palabra precisa, que cdlida o frla, da todo su calor o toda su melancolia y encarna la muda elocuencia de su ideologl.l sin seda alguna de plumosa fantasta. Y es la rima martillando la armonia, co mo el guiro en una antillana sinfonta. Sostiene el lirida que en espaiiol hay solamente dos clases de versos : de dos y de tres silabas. Con la combinacion de ambas se pueden alcanzar todos los ritmos deseables. En este clima, el poeta renueva la vieja teoria de la musica interior,' expuesta por Bello, La Barra, Villa y Marroquin y Eduardo Benot. (1911). en donde se recoge su significativo soneto: Tuercele el cuello al cisne; y el otro poeta es: Manuel Gonzalez Prada (1848-1918), soldado y llrlda peruano, autor de! libro: Exoticas (Llma, 1911). El primero de estos vates, palpa la urgencia de una poematica de ideolog(a profUnda, y el segundo se da a la tarea de inventar nuevas estrofas y metros, entre otros, el endecas!labo de acentos en tercera y septima s!labas. A estos nobles intentos rebe\des, se incorpora el poeta Llorens Torres por el aiio de 1913, con sus Visiones de mi Musa, y en 1914, con su obra poeticn: Sonetos Sinfonicos.

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/Oh, yo escucho, cuando tocas a risa, un allegro que del cielo me avisa, y vislumbro, cuando el llanto te anega,

Esta posici6n rebelde de forma y fondo, en donde se dan la mano Pancalismo y Panedismo, en cordial promoci6n esnobista, la siguen despues, portaliras de la altura de Antonio Perez Pierret (autor de: Bronces, 1914), Gustavo Fort, Pedro Angel Cebollero y Jacinto Texidor y Alcala del Olmo. El libro mas representativo del movimiento lloreniano lo es: Sonetos Sinfcmicos

en los lagos de tus ojos en calma, las estelas de la nao de mi alma que en el cosmos de tu sangre navega.

(1914) ••

El poema que mejor podria dar una imagen cabal de este sesgo estetico en la isla, es el soneto iconoclasta: Bolivar, debido a la pluma del vate de Juana Diaz. Dice asi :

Politico, militar, heroe, orador y poeta. Y en todo, grande. Como las tierras libertadas por el. Por el, que no nacio hijo de patria alguna sino que muchas patrias nac1eron hijas de el. Tenia la valentia del que lleva una espada. Tenla la co•tesla del que lleva una flor. Y entrando en los salones arrojaba la espada. Y entrando en los combates arrojaba la flor.

Pancalismo mas Panedismo forman un solo movimiento estetico en la pluma de Luis Llorens Torres. Es una manera protestante de rebelarse contra las obsoletas modas del modernismo. Signo y pauta para iluminar las nuevas trochas de lo contemporaneo en las liras de Puerto Rico y de America. 7

III - Ultilogo: De todo este paliquear con relacion al postmodernismo de la poematica de Luis Llorens Torres, sacamos en diafanidad las siguientes afirmaciones finales :

Los picas del Ande no eran mas, a sus ojos, que signos admirativos de sus arrojos.

1.- que el poeta de Collores (de Juana Diaz), plantea en su Pancalismo - Panedismo, una lirica sincera, ruda, f-uerte, y en este prosaismo brutal, concuerda muchas veces con el verismo poetico de Rafael Arevalo Martinez. Proclama ademas, una posic:i6n de arte intrascendente, pero esto es ya una continuaci6n reverdecida del credo estetico del modernismo rubendariano;

Fue un soldado poeta. Un poeta soldado. Y cada pueblo libertado era una hazana del poeta y era un poema del soldado. Y fue crucificado. La poematica del Pancalismo, algunas veces, se hace casi hermana de la prosa lirica, con este estado de cosas del nuevo verso. Nos afirma Llorens Torres que:

2. - y que en la parte que el poeta boricua llama Panedismo, es una intenci6n de liberalizar la forma clasica del verso: que el ritm.:> particular del verso emerja de la diversidad de las ideas. Esta actitud estetica, concuerda muy de cerca, con el versiculismo de Walt Whitman, en donde cada verso queda aut6nomo en su melodfa respecto a los demas. Son pues los conceptos, los que unen las cuentas del collar lirico.

cTodo es verso en el lenguaje humano. Toda emisi6n de voz es emisi6n de versos. Lo que vulgarmente se llama prosa, es la mas alta y refinada combinaci6n metrica.• Combinando versos de dos y tres silabas, el poeta arquitectoniza el soneto: Germinal, que resulta con acentos clasicos en tercera y septima. Suena asf:

IV - Bibliografia de libros poemdticos del autor:

cQue me dicen desplegadas las nubes, esas nubes de tus tristes ojeras? cQue me dicen desquiciadas las curvas, esas curvas de tus nobles caderas? cQue me dicen tus mejillas tan pdlidas, tus dos cisnes ahuecando su encaje, tus nostalgias, tus volubles anhelos y el descuido maternal de tu traje?

1. Al Pie de la Alhambra (Granada, Espafia, 1899). 2.

Sonetos Sinfonicos (San Juan, P. R., 1914).

3. La Cancion de las Antillas y Otros Poemas (San Juan, P. R., 1929). 4. Voces de la Campana Mayor (San Juan, P. R., 1935).

6. La oposicl6n mi1s distinguida que en Puerto Rico tuvo el Pancalismo fue la critica de! poeta Jose! de Jesus Esteves. Dice •Una sola preocupaci6n tengo en relaci6n con la forma poc!tica: la de creer que de ella no puede separarse lo que llamo yo la unidad ritmica. Estimo que es el ritmo dentro de! metro lo que distingue esencialmente la poesia de la prosa, como es el complis dentro de! pentagrama lo que distingue la musica de! ruido. Esas extravaganclas gemelas de! Futurismo, de! Cubismo y dem;is colorines con los que se busca solamente Hamar la atenci6n, no me convencen•. En: Conferencias Dominicales,.12 de abril de 1914, Sen Juan, P. R., p;ig. 245.

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5. Alturas de America (San Juan, P. R., 1940 l,

7. Esto de que el pensamlento crea la armonia versistica, nos recuerda lo que escribi6 Ralph Waldo Emerson, en la ocasi6n que dijo: cl.a idea es la que debe crear el ritmo, y no el ritmo a la Idea, como en casi todos los poetas antiguos•.


Los corrales¡ de pesca indigenas de Puerto Rico Breves apuntes para su historia

Por EUGENIO FERNANDEZ MBNDEZ

INTRODUCCION USA LA ANTROPOLOGfA MODERNA PARA CLASIFlD OScarMBTODOS a los pueblos primitivos. El primero consiste en situarlo en una escala temporal-evolutiva, segiln una de tres grandes categorias econ6micas: primero, como pueblo cazador, recolector y pescador, forma mas simple de la actividad econ6mica de ios pueblos. A esta etapa se la denomina salvajismo (antigua edad de piedr:a o paleolitico) y s~ le asigna una duraci6n fluctuante que va desde 500,000 afios hasta hace 10,000 afios. Dondequiera que el hombre vivi6 hace mas de diez 0 doce mil afios, su estado o condici6n era casi la del salvaje moderno. Desconocia la agricultura y llevaba, por lo comun en pequefios grupos, una vida n6mada o semin6mada. En el segundo periodo principal, de la barbarie 0 epoca neolitica, los pueblos mas adelantados levantaron cosechas, hideron ceramica y llegaron a domesticar algunos animales con lo que se hizo posible la vida sedentaria. Esto se produjo simultaneamente, entre los afios 10,000 y 2,000 antes de Cristo, en el Cercano Oriente, en el valle del Rio Indo y en la cuenca del Huang Ho o Rio Amarillo de la China. La tercera o ultima etapa, la de los pueblos civilizados, tUVO SU comienzo c.on la invenci6n de la escritura y las matematicas, el uso de los metales, como el bronce y el hierro, el arado, la rueda y el comercio fluvial. Fueron los habitantes de Egipto y Mesopotamia los primeros en dar este paso adelante, inaugurando asi la revoluci6n demografica que constituy6 la vida en ciudades y que ha sido justamente bautizada Revoluci6n Urbana. Es en vista de la anterior clasificaci6n que podemos ubicar hoy, a un pueblo cualquiera, en la categoria de pueblo salvaje o cazador n6mada; pueblo barbaro o agricultor simple, morador de aldeas; y pueblo civilizado, es decir, morador de las grandes ciudades. La segunda clasificaci6n, aunque relacionada con la primera, depende de un criterio puramente espacial, la

localidad. Asi la segunda _gran distinci6n que establece la antropologia, es entre las culturas del Viejo y el Nuevo Mundo. Desde el momento en que Crist6bal Col6n puso sus ojos sobre los primeros indios americanos, las culturas de estos hombres de raza mongoloide y color cobrizo, han sido estudiadas y clasificadas con detallado esmero. Para formar un orden en el variadisimo caos de las culturas indigenas de America, los antrop6logos han seguido un criterio geografico y econ6mico y asi, dividen a los pueblos indigenas, desde el Artico a la Tierra del Fuego, en areas culturales, cuya base primordial se funda en el genero o tipo de vida econ6mica. En total, la etnologia -estudio comparado de las culturas actuales- reconoce un numero limitado de areas culturales en el Hemisferio Occidental. Las areas que se han delimitado corresponden, grosso modo a areas de alimentos o areas ecol6gicas (del salm6n, del bisonte, del caribu, del maiz, etc.) y reflejan asi una relaci6n basica entre la cultura material, es decir, entre los rasgos materiales y el habitat. Alfred Louis Kroeber, el gran sabio norteamericano ( como podra verse en el Mapa I) ha reducido a quince las principales areas culturales de Norte y Sur-America: 1. Artico. 2. Costa Noroeste. 3. California-Gran cuenca. 4. Meseta o entre montafias. 5. Mackenzie-Yukon (area de tundra o de! caribu. 6. Las praderas o llanos centrales, area tipica del bufalo o bisonte americano. 7. Zona boscosa de! noroeste. 8. Zona boscosa del sudeste. 9. Zona suroeste o area de los famosos indios Pueblos. 10. Mexico -y America Central o area de las civilizaciones Azteca y Maya. 11. Area colombiana o Chibcha. 12. Zona andina o de la civilizaci6n incaica. 13. Zona marginal del sur de pueblos cazadores y recolectores. 14. Zona de la mandioca o selva tropical y 15. Zona antillana. En una clasificaci6n mas reciente resultado de los estudios intensivos de los doctores Paul Kirchhoff y Julian Steward y de los nuevos datos reunidos por un equipo de investigadores en la preparaci6n del monumental Handbook 9


of South American Indians (6 volumenes) la zona antillana, colombiano-venezolana y centro-americana, al sur de la zona Maya, queda fundida en una gran zona que se denomina wna circumcaribe. Es a esta zona circumcaribe 0 area de pueblos agricultores semicivilizados que p:!rtenece la zona insular de los indios tainos de las Antillas Mayores, que encontraron los primeros pobladores espaiioles en Ia epoca de la conquista. En conjunto esta zona guarda un gran nilmero de afinidades con la zona amaz6nica de pueblos cultivadores de la mandioca; asi, el uso de la tipiti (cibucdn en taino) o manga prensora para extraer el jugo venenoso de la yuca, o todavia la mas conocida hamaca o cama colgadiza. La canoa, usada por estos indios con verdadera destreza, hizo posible contactos interinsulares y continentales que desarrollaron notablemente la cultura, alcanzando estos pueblos en ciertos aspectos de la organizaci6n social y religiosa, un nivel cultural que · se aproxima favorablemente al de los grandes pueblos civilizados de la America Media. Si bien para nosotros la pesca y la caza no son mas que simples deportes, no debemos pasar por alto el hecho de que durante la mayor parte de la vida de la humanidad, estas actividades, asi como la recolecci6n de bayas, semillas y raices, constituyeron medias importantes de sustento del hombre. Los indios tainos de las Antillas Mayores, aun cuando clasificados entre los pueblos agricultores de America, hicieron un aprovechamiento muy considerable de los recursos pesqueros de los mares y los rios insulares. Por las cr6nicas que nos dejaron los primeros colonizadores, asi como por investigaciones etnograficas modernas, es mucho lo . que sabemos de los metodos de pesca usados por los indios, y por su curiosidad, asi como por su significaci6n hist6rica, esto reviste cierto interes. Los ,datos principales que tenemos sobre las culturas indigenas antillanas provienen de cr6nicas, excavaciones arqueol6gicas y estudios etnol6gicos o comparados. Entre los cronistas mas importantes de las Antillas podemos mencionar a Hernando Colon, Pedro Martir de Anghiera, Bartolome de las Casas y Gonzalo Fernandez de Oviedo. Todos estan de acuerdo en seiialar

a los tainos de Puerto Rico y Santo Domingo, como pueblos de gran adelanto cultural. Hablando de esto nos dice el doctor Jesse W. Fewkes: «Esta cultura (de las Antillas) lleg6 a su mas alto desenvolvimiento en las dos islas de Puerto Rico y Santo Domingo». Fueron pues e'stas dos islas el centro de un culto religioso y de un orden. social y politico que recibi6 notable influcncia continental, probablemente de zonas como Veracruz, Yucatan, Costa Rica, Panama y Colombia, y que se caracteriz6 par la adoraci6n en templos de los dioses maximos, por la complejidad del sistema de clases y por el gran adelanto de la escultura ritual en piedra de los zemis o dioses de la fertilidad. Pero, pasemos ya a considerar lo que tiene para nosotros mayor importancia aqui, la naturaleza de los instrumentos y las practicas pesqueras de los indios tainos y . la distribuci6n geografica de algunos de esos rasgos.

lndustria pesquera Es bien conocido, por la insistencia de las cr6nicas, que los indios de Puerto Rico, levantaban con frectiencia sus aldeas cerca de las desembocaduras y las cursos de los rios, de cuyos productos se aprovechaban. El pueblo taino indio, no s6lo se ejercitaba en las industrias . pesqueras, sino que fabricaba corrales o viveros para conservar el pescado y tenerlo a SU disposici6n para las necesidades de la tribu. Estos viveros los hadan en las ensenadas .o bahias poco batidas del mar, o en las desembocaduras de los rios, usando para ello -coma todavia actualmente lo hacen nuestros pescadores- cafias hincadas en el fondo del ribazo. Estos corrales, tenian una longitud mayor que un tiro de piedra y alli depositaban miriadas de lizas, que utilizaban segiln sus necesidades. Tambien hacian estos . corrales o viveros para tortugas. El padre Las Casas relata · que vio uno en el Jardin de la Reina, en la cos ta meridional de Cuba, donde los indios habian depositado miles de quelonios que m!lntenian asi disponibles. Son los mismos corrales que conocemos de la costa oriental de los Estados Unidos, desde Virginia hasta Florida (Fig. 2) y en Centro-America, entre las pueblos

FIG. 2. - Corrales de pesca usados por los indios de la zona sureste de los Estados Unidos. (Segun De 10

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de Veragua o Panama, coma los Guaymi y otros de la familia Talamanca. Los tainos de Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico, posefan canoas, es decir; embarcaciones de un solo tronco que alcanzaban con frecuencia dimensiones mayores que las piraguas de los caribes (30 metros y 80 remeros). Todavia en la epoca de los descubrimientos, se dedicaban con tales bates a un extenso comercio a lo largo de las costas yendo de isla a isla y aun desde Cuba hasta Florida y Yucatan. La pesca maritima la practicaban preferentemente los tainos con redes barrederas y los caribes isleiios con anzuelos. En la costa sur de Cuba, Colon ya pudo observar un metodo de pesca que todavia hoy se practica, es decir, la pesca con ayuda de la remora. Sabre esto nos dice Hernando Col6n: «En uno de los corrales vieron '1os marineros que acompaiiaban al Almirante don Crist6bal Col6n en su segundo viaje, 1494) una canoa de pescadores indios, los cuales muy seguros y serenos, sin hacer movimiento alguno, esperaron la barca que iba hacia ellos ; y cuando la tuvieron cerca, le hicieron seiial de que se detuviese un poco mientras ellos terminaban de pescar. El modo coma pescaban les pareci6 a los nuestros tan nuevo y extraiio que accedieron a complacerles. Y era de esta manera: tenian atados con un hilo delgado, por la cola, algunos peces (chupadores) que nosotros llamamos reversos (echenis), que van contra los otros peces ... y fue una tortuga la que los nuestros vieron . sacar a aquellos pescadores, al cuello de la cual se habia adherido el pez». Pedro Martir narra la caza de tortugas y el ·manati con estas palabras : « Pescan con pez cazador muy semejante a una anguila grande (Fig. 4). Tienenle atado con un· cordel al casco de la nave. Cuando ven algun pez grande (manati) o tortuga, le dan cuerda; el sintiendose desatado embiste y atenaza la presa... los indfgenas Uaman a ese pez guaicano; los nuesti:os vuelto». Otros metodos de pescar con redes y anzuelos son informados por Hernando Col6n del Jardin de la Reina en Cuba, cuando nos dice, describiendo el contenido de la canoa de los indios: «lo demas eran sus redes, anzuelos, y calabazas que llevaban llenas de agua para beber». Los indios tafnos acostumbraban asar o acecinar pescados y otras carnes sabre parrillas piramiqales o rectangulares, de cuyo nombre en lengua tupi bukeng o bucan en taino, se deriva la palabra «bucanero». En el interior de las islas, se aplicaban metodos amaz6nicos de pesca, coma el de envenenar el agua, usando para ello la planta de barbasco, o cazar los pescados con puntas de flecha terminadas en . tres filos de hueso. Para pescar de noche usaban los indios tainos -metodo que ha perdurado hasta nuestros dias entre los pescadores-, tizones o teas ardiendo, unas veces del arbol goacanax o balsamo y otras veces de tabonuco. Sabre las teas de balsamo nos dice Oviedo: uvan los indios de noche a pescar con tizones de esta leiia, y en rajandole, huele bien, pero no a los indios: antes les aborrece su olor». Nunca habian guerras o diferencias entre los indios tainos -segll.n nos dice Oviedo-, sino por una de estas tres causas: sabre los terminos o jurisdicci6n de los cadazgos, o sobre las pesquerias, o ctiando de las

otras islas venian indios caribes flecheros a saltear. Y cuando estos extraiios venian o eran sentidoi;, por muy enemigos o distanciados que los principes o caciques de la isla estuviesen, «luego se juntaban y eran conformes y se ayudaban contra los que de fuera venian». Tambien tenfan los indios tainos gran cuidado de conocer los confines y limites de los refo.os, y este cuidado -dice Pedro Martir- «es comun a los nitainos», es decir, a los nobles, que asi los Haman; ude suerte que son cosm6grafos no ineptos de su patria; el vulgo no se cuidaba de otra cosa mas que de las sementeras y las cosechas». Cada regulo 0 cacique tenia ademas a SUS subditos repartidos: estos dedicados a la caza, aquellos a la pesca y los otros a la agricultura. Existia pues una divisi6n del trabajo y una industria pesquera de importancia entre los indios tainos, que usaban coma alimento no s61o la carne del carey y del manati -amen de otros mamfferos-, sino de numerosos peces, lizas, guabinas, dajaos, zojes; diajacas, anguilas, sabalos, sardinas y tiburones. Pescaban tambien langostas, jueyes y .numerosos cangrejos de agua duke coma bruquenas ·y jaibas. El pescado generalmente lo preparaban asado con hojas sabre brasas y adobado con aji y sal. En Puerto Rico, la geografia pesquera influy6 incluso sabre la distribuci6n poblacional, pues coma cuentan los cronistas: «Despues lleg6 [El Almirante] a una isla que llam6 de San Juan Bautista, y que los indios ded~ Boriquen. En un puerto de aquella --;cuenta Hernando Col6n- hacia el Occidente, fonde6 la Armada, y cogieron muchas variedades de peces, como · caballos, lenguados, Sardinas y sabalos; y vieron halcones y vides silvestres. Mas hada el Oriente, fueron algunos cristianos hasta cfertas casas bien fabricadas segll.n l"l manera de los indios, las cuales tenian la plaza y la salida hacia el mar, y la calle muy ancha con torres de caiias a los dos lados; y lo alto estaba tejido con bellisimas labores de verduras, coma se ven los jardines de Valencia. A lo Ultimo, pacia el mar, habia un miradero en el que podian estar diez o dace personas alto y bien labrado». A esto aiiade Oviedo: «De la parte que

FIG. 3. - Chiquero o corral usado para pescar en las orillas de! Rio Grande de Loiza. N6tese al fondo otro chiquero. (Flecha) 11


FIG. 5. - Los bejucos son usados para entretejer las cafias cimarronas. Las flechas indican la direcci6n alterna en que se hace el tejido esta isla tiene mirando al sur, es muy fertil de mantenimientos de mucho pan cazabi e mahiz e de todo lo demas que Ios indios tenian en Ia isla Espanola ;

y es de muy buenas pesquerias a causa de lo qual vivia en aquella parte de la isla el mayor senor de la ista, al qual obedescian otros muchos caciques». No sabemos de cierto, la suerte que corrieron Ios corrales indios durante Ios afios de la Conquista. Es muy probable que Ios espafioles aprendieran a construirlos y a aprovecharse de ellos como Ios indios, pues Ia practica de su fabticaci6n. sobrevivi6 ·has ta nuestros dias. Con fecha de 1719, 1732 y 1735, etc., aparecen en las Actas del Cabildo de San Juan peticiones para arrendar Ios pasajes y Ios corrales del rio Toa, de la Boca de Martin Pefia y de otros rios. Es muy probable que el derecho de arrendar Ios corrales de pesca, formara parte de Ios derechos de propios de Ia municipalidad de San Juan y fueran asi contratados desde el mismo afio que el Cabildo adquiri6 el poder de conceder mercedes de tierras, es decir, desde 1534. En el Acta 56 de 28 de febrero de 1735, se lee: «En este Cabildo se vio una representaci6n hecha por los moradores de Loysa, pidiendo por pasajero (i. e. conductor del pasaje) de la Boca a Agustin Maldonado y se les concedi6, revocando el nombramiento que estaba dado a Jazinto da Costa, con tal que el nuevamente electo pague los derechos a Ios propios (tesoro municipal) por raz6n del pasaje y del asiento del corral de pescar». Sobre igual asunto y en el pasado siglo, escribe don Joaquin Costa, en su clasica obra El Colectivismo agrario en Espana, Io que sigue: «En Puerto Rico posee la naci6n otro grupo grande de pesqueras explotadas asimismo por via de arrendamiento. En las bocas de ciertos rios y cafios de aquella isla venia de inmemorial aprovechandose la pesca por medio de corrales que los matriculados arrendaban, junto con el pasaje de Ios mismos rios, por un tanto alzado. Tales las bocas de Ios rios Loaisa, Cangrejos, Palo Seco, Palo Dorado, el Cabo de Martin Pefia, las lagunas de San Jose y Pifiones, Ios cafios de Tiburones y de Santiago, Mero, la Henka, Goma, etc. En 1832 dispuso el gobierno que el 12

arrendamiento de tales pesqueras se verificase en lo sucesivo por las Dependencias de Marina, en provecho exclusivo del Estado. Por consecuencia de un conflicto surgido entre un arrendatario y Ios pescadores de las matriculas colindantes, se abri6 una informaci6n, cuyo resultado fue que se confirmara el monopolio existente a favor de la naci6n. Segun el Reglamento y condiciones para el uso de los corrales de pesca establecidos en Ia isla de Puerto Rico fecha 17 de abril de 1876, el usufructo de estas · pesqueras ha de concederse en publica licitaci6n cada cuatro afios pagando el precio del remate por semestres anticipados», [Cfr. t. Memoria sabre la lndustri-1 y legislaci6n de pesca, 1874-79, Ed. Comision Central de Pesca, por don Francisco Garcia Sola, Madrid, 1880, paginas 225 sig.) En tiempos modernos la explotaci6n de los corrales de pesca que quedaban en Ia boca del Rio Grande de Loiza y otros, se hacia libremente; Ios habitantes de la colonia pesquera de «Las Virginias» en Loiza Aldea, han conservado esta practica. Quico Aguayo, pescador y veterano de Ia Segunda Guerra Mundial, que vive en «Las Virginias», informa que el «chiquero» y corral como instrumento de pesca viene siendo usado por su famiIia desde su nifiez y fueron sus padres quienes lo ensefiaron a pescar y a construirlos. Sus ·hermanos son tambien pescadores y constructores de uchiqueros». Esta familia de pescadores se ha dividido el rio y cada hermano tiene un sector donde levanta su chiquero. (Fig. 3.) La informaci6n, pues, respecto a la construcci6n moderna de Ios corrales. de pesca proviene de esta zona. La materia prima usada en la construcci6n de Ios corrales -ahora s6lo . quedan «chiqueros»- se encuentra en las cercanias de la colonia de pescadores de «Las Virginias». El bejuco blanco usado para amarrar y tejer Ia varaz6n del corral, la obtienen de los manglares cercanos, aunque Quico y sus hermanos la compran por brazas en la localidad. El precio es de tres brazas por un centavo. La cafia cimarrona usada como armazon basico del ~chiquero» es obtenida en Ia. orilla misma del rio. Para tejer usan el bejuco partido por Ia mitad, con lo cual lo hacen mas flexible e igualmente resistente. En el

FIG. 6. - Mostrando el corral con todas sus partes instaladas; parte A, la zanga; B, el zanguillo;· C, el zang6n; D, el chiquero; E, la estera de orilla


procedimiento de tejer las cafias y fabricar el chiquero se ocupan simultaneamente seis personas, cada una de las cuales teje los bejucos en direcci6n opuesta a su compafiero mas pr6ximo. (Fig 5.) Al sistema de tejido le dan el nombre de cadeneta. El corral o chiquero completo se lleva enrollado cuando se va a instalar en la orilla del rio y para sostenerlo se usan estacas de bambu. · Los chiqueros constan de cinco partes llamadas respectivamente la zanga, el zanguillo, el zang6n, el chiquero y la estera de orilla. (Fig. 6.) La zanga lleva las cafias mas altas y los bejucos y cafias que se le ponen van asi graduados de acuerdo con la profundidad del rio. El chiquero, una vez instalado, para lo cual se usan como sosten las estacas de bambu, tendra cuatro aberturas por donde entraran los peces (Fig. 7). El pez al pasar empuja la trampa que se cierra tras de el atrapandolo.

Aun cuando hoy se construyan estos «chiqueros» usando materiales ajenos a la cultura indigena, como el bambu, el procedimiento conserva mucha de su primi~iva factura original. En epoca reciente, el Departamento de Agricultura ha prohibido la utilizaci6n de los corrales que se usaban de una a otra margen del rio. Esto ha creado un problema en el abasto de pescado de Loiza Aldea y ha puesto fin a una tradici6n de cuatrocientos afios. Otros instrumentos de pesca usados en Loiza Aldea, son las redes o mayas, entre los cuales sobresalen el chinchorro o gran maya de arrastre que tejen aqui con agujas de madera como lo hicieran los indios. Los pescadores y fa,bricantes de estas redes en Loiza Aldea suplen de estos instrumentos de pesca a casi todo el sector Norte de la isla, desde Loiza Aldea hasta Barceloneta. He aqui, pues, un clasico ej.emplo del gran poder de persistencia de ciertos rasgos utiles 0 funcionales de una ·cultura primitiva.

FIG. 7. - N6tese la abertura que esta sefialada con la flecha en la parte Hamada chiquero. Una abertura como esta se encuentra en cada una de las demas partes del corral

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Exposici6n_de Lorenzo Homar

EN

LA NOCHE DEL 18 DE NOVIEMBRE TUVO LUGAR 1EN EL Instituto de Cultura Puertorriquefia la apertura de la Exposici6n de pinturas, grabados y dibujos de Lorenzo Romar, uno de los mas destacados exponentes del grupo de pintores y grabadores j6venes que en los u.ltimos afios ban dado impulso vigoroso al arte puertorriquefio y proyecci6n al mismo fuera de nuestras fronteras. El catalogo agrup6 las obras bajo los rubros de pinturas, dibujos, grabados, ilustraciones, escenografta, proyectos, cartetes y portadas-tarjetas-sellos, clasificaci6n que, en general, ab<rca los diversos objetos a que ha aplicado Romar su arte, pero no da idea adecuada de la multitud de tecnicas empleadas, y de las cuafos la Exposici6n constituy6 una muestra, por decir asi, secundaria. Entre ellas enumeraremos el dibujo a tinta, la caseina, el gouache, el collage, el acrilato, el oleo sobre papel, el grabado (en madera y linoleo) y la serigrafiu. Estos tres ultimos medios ban sido los empleados con prcferencia por Romar, que en est~ Exposicion 1unto la mayor parte de sus creaciones del lustro 1955-1960, y la totalidad de su produccion en carteles de la ultima decada. Lorenzo Homar naci6 en Puerta de Tierra, extramuros de la antigua ciudad de San Juan, donde pas6 su nifiez. Se traslado muy joven a Nueva York, entrando como aprendiz de orfebre en la casa Cartier, en 1937. Ascendido al cargo de disefiador de joyas, ocupo este puesto hasta 1950, a la vez que estudiaba pintura y grabado en la Escuela del Museo de Broklyn, donde tuvo por maestros, entre otros, a Tamayo, Osher y Peterdi, frecuentaba los museos y galenas de la ciudad y se relacionaba con muchos pintores j6venes que despues adquiririan notoriedad. A su regreso a Puerto Rico, en 1950, entr6 a trabajar con la Secci6n de Arte de la Divisi6n de Educaci6n de la Comunidad, organismo adscrito a la Secretaria de Instrucci6n Publica, y en 1952 fue designado director de la misma. A partir de 1958 ha venido dirigiendo el Taller de Artes Graficas del Instituto de Cultura Puertorriquefia.

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,..


I

Oleo. Susan

Oleo. Taller Artes Grdficas, I. C. P.

Diseiio para vestuario Ballet Juan Bobo

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Lorenzo Hamar ha concurrido a todas las exposiciones de grupo celebradas en Puerto Rico en los ultimas diez afios, y a exposiciones celebradas en Estados Unidos, Suiza y Rolanda. En 1958 concurri6 a la Primera Bienal Interamericana de Pintura y Grabado celebrada en Mexico. En diversas ocasiones ha obtenido primeros premios y otras distinciones. Sus carteles han merecido la publicaci6n en la revista Anuario Internacional, que se edita en Suiza, y en la Exposici6n Internacional de Carteles, celebrada en Ontario en la primavera de 1960 -a la que concurrieron 44 paises - le fueron seleccionados 7 carteles para figurar en la misma, ocupando de esta forma

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Hamar el segundo puesto en el orden de aportaciones a la Exposici6n por indivirluos. Artista afincado en la realidad puertorriquefia y creyente firme en la misi6n social del arte, Hamar sostiene que ÂŤtodo arte genuino de un ' pueblo debe de estar basado en las tristezas y las alegrias de ese pueblo si es que quiere lograr una proyecci6n verdaderamente universal. El artista tiene, ademas, la obligaci6n de ayudar a salvar con su arte una sociedad donde el com~rcialismo y la deshumanizaci6n campean por sus respetos, ocasionando confusi6n de valores y mediocridad>>. R. B. L.


La ohra pianistica y la n1isi6n pedag6gica de Jose Enrique Pedreira POR AMAURY VERAY

L

A VIDA MUSICAL DE JOSE

ENRIQUE PEDREIRA ABARCA

desde el 1919, cuando da a conocer sus primeras composiciones : dos mazurcas para piano, hasta la Navidad de 1959, cuando muere en San Juan de Puerto Rico. Su carrera musical no fue vertiginosa ni precipitada; fue para esta juventud que crece, ej0mplo de tes6n y labores constantes. Naci6 en la capital el 2 de febrero de 1904. Pertenece, pues, a esa generaci6n brillante de Emilio S. Belaval, Carmelina Vizcarrondo, Augusto Rodriguez, Pepito Figueroa, Vicente Geigel Polanco, Antonio Oliver Frau, Jesus Maria Sanroma, Nilita Vient6s y tantos otros. Desde pequeii.o mostr6 Pedreira talento excepcional para la musica. Por eso sus padres, don Jose Maria Pedreira y doiia Rosa Kerham de Pedreira, no tardaron en matricularlo en la Academia de Piano de doiia Rosa y doiia Ana Sicard6, alla por el aiio 1911, cuando el niiio apenas tenfa siete afios. Baja la tutela de estas grandes maestras aprendi6 el joven Pedreira los rudimentos de musica, de solfeo y la primera disciplina pianistica que mas tarde iba a hacerlo famoso por toda la Isla. La formaci6n musical recibida en la acreditada academia bien pronto se hizo notar. En sus aiios adolescentes ya figuraba coma novel pianista de veladas y concursos que se llevaban a cabo en el San Juan de la primera Guerra Mundial. Ya para el 1919, coma hemos apuntado anteriormente, se da a conocer coma compositor, Justamente para esta misma epoca comienza a ganarse la vida acompaiiando conjuntos de baile o como repetidor de improvisadas compafiias artfsticas que a menudo subfan a escena en San Juan. En el aii.o 1923 termina sus estudios de Escuela Superior. Como careda de medias para proseguir estudios avanzados en el extranjero, se dedica de Ueno a tocar bailes, acompaiiar cantantes y un sinffn de tareas musicales que le permitian ahorrar dinero para proseguir estudios de musica. Asi lo recuerda don Arturo Fabbri, violinista italiano retirado, quien lleg6

a la Isla en el 1920, leyendo la partitura del Otelo, de Verdi, l'!n una representaci6n donde cantaba el papel estelar el gran tenor Antonio Paoli. Tambien para esta epoca empiezan a publicarse sus composiciones para piano en la revista ÂŤPoliedroÂť, que dirigia el poeta Luis Antonio Miranda. Estos son los aiios mas diffciles de la carrera musical de Jose Enrique Pedreira. Para esta epoca se somete a la tutela de aquella noble maestra, Elisa Tavarez, con quien se prepara para estudios superiores de piano en el extranjero. Por fin, en el afio de 1928 se traslada a Nueva York gracias a unos ahorros que habia acumulado y a una modesta ayuda econ6mica que le proporcionaba don Teodoro Aguilar. Alli se matricula en la escuela de Sigismund Stojowsky, antiguo disdpulo de Pederewsky, quien regentaba una afamada y compententfsima escuela de piano en la urbe neoyorquina. Bajo la direcci6n del gran musico y pedagogo polaco, Pe<lreira hace estudios superiores de piano, de solfeo y de armonfa. Testimonio del progreso que hada el feliz disdpulo son las cartas del Maestro Stojowsky a dor. Teodoro Aguilar, en las que habla de la diligencia y el aprovechamiento del joven Pedreira. Pronto se acaban sus ahorros y la escasa ayuda del senor Aguilar no es suficiente para cubrir sus gastos. Sin vacilaci6n se dedica a tocar en cafes nocturnos y a dar lecciones de piano a principiantes. Es precisamente asf, forzado por la necesidad econ6mica, cuando por primera vez ensaya la enseii.anza de piano, oficio al cual se dedicara plenamente al regresar a su tierra. Los cuatro afios de fuerte disciplina, bajo la sabia direcci6n del Maestro Stojowsky, redondean su personalidad artfstica, desarrollan su interes por la pedagogfa pianistica, influyen definitivamente en su gusto y estilo. En el 1932, una vez terminados sus estudios, regresa a Puerto Rico. Da una serie de conciertos por la Isla. Terminada esta gira artfstica, abre su primer estudio de piano en la calle Taft de Santurce. La tarea no

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fue facil. Siempre se duda de la preparaci6n que traen los musicos nuevos. Poco a poco se van venciendo todos los obstaculos. Entre sus primeros discipulos se destaca un puftado de j6venes talentosos que pronto hicieron honor a su devoto maestro. Y asi, Mirta Gutierrez del Arroyo, Iraida Bus6 y Maria de los Angeles Cadilla asisten al curso de perfeccionamien to tecnico. Moraima Sacarello, Pedro Lui:; Ramirez, Adina Pineiro, Italia y America Sciavicco Jose Raw Ramirez, Milagros Arrillaga, Marina Mariftelarena, Dolly Franceschi e Irma Isern se forman a plenitud en la nueva Academia de Jose Enrique Pedreira. La primera audicion celebrada en diciembre del 1932 fue un triunfo para el joven maestro y para sus discipulos. En esta primera audici6n se seftala con particular interes el talento excepcional de las niftas Adina Pifteiro, Moraima Sacarello y, sobre todo, de Irma Isern. El exito de esta primera audici6n hace que pronto . acudan discipulos de la Isla a estudiar con el joven maestro. lmplanto la escuela piamstica de Sigismund Stojowsky, que era a su vez la legada por Paderewsky. Desde un principio mostr6 Pedreira su predileccion por la literatura romantica del piano. Tambien por las obras de los nacionalistas espafioles como Albeniz y Granados. Este hecho es dato importantisimo en la evolucion artistica de .Jose Enrique Pedreira, porque veremos que a lo largo de todo su proceso creativo siempre escogio como rriodelo los grandes roinanti· cos y los nacionalistas espafioles. La nueva escuela de piano de la calle Taft crecia notablemente. El 9 de agosto de 1933 se casa con su novia de la adolescencia, la senorita Alicia Hutchinson. Alicia habia sido su discipula y juntos compartieron las responsabilidades de la ensefianza de piano en la Academia. Ella se encargaba de entrenar principiantes y el de los mas adelantados. La dificil tarea de la ensefianza jamas interrumpi6 su dedicaci6n a la composici6n musical. Muchas veces hacia sus apuntes entre clases o cuando faltaba algiln discipulo. Luego las desarrollaba por la n~che, cuando habia acabado sus faenas diarias. En la Navidad del 1935, el hogar de los esposos Pedreira-Hutchinson fue bendecido con el nacimiento de Quique, su hijo unigenito. Las nuevas responsabilidades de padre estimularon al musico, que se dio plenamente a la ensefianza y a la composici6n musical. Ademas de la enseiianza acompafiaba a muchos de los artistas que llegaban a la Isla. La mayoria de las veces hacia lecturas a primera vista de las partituras, ya que apenas sobraba tiempo para dedicarle mas estudio. Tal vez esta circunstancia desarrollo en Pedreira una facilidad sorprendente para el arte del acompafiamiento musical. Cada dia encontraba menos tiempo para componer, pero vencia este obstaculo con largas amanecidas sobre el piano. Muchas fueron las noches en que su joven esposa tenia que sacarlo del piano para que durmiera algo, ya que siempre el trabajo del proximo dia parecfa ser mayor que el del dia anterior. Muy pocos artistas puertorriquefios han tenido la capacidad para el" trabajo que tuvo siempre Jose Enrique Pedreira. Al parecer, sus fuerzas eran inagotables. Mucho tuvo 18

que luchar, no solo e nsu capacidad de maestro y compositor, sino con el medio aplastante e intngante que lo rodeaba. En el afio de 1934, el Ateneo Puertorriquefio le confiere el desaparecido premio Elzaburu por su «Canci6n Criolla». Para el afio de 1937, SU musica trasciende el ambito insular cuando Hilda Andino estrena sus «Cantos de Espafia» en un recital en Nueva York. En el 1940, obtiene el primer premio por una marcha en honor al Presidente Roosevelt. En el 1946, el Instituto Musical de Juilliard le premia SU danza uTus Caricias», dedicada a su esposa. Durante todo este tiempo realizaba una serie de giras artisticas acompafiando a Graciela Rivera, a Maria Esther Robles y a Henry Hutchinson por Santo Domingo y por Nueva York. En el 1958 el Instituto de Cultura Puertorriquefta le otorga el primer premio a su danza uSiempre» en el certamen de conmemoraci6n del centenario de Juari Morel Campos. . El piano fue siempre el instrumento predilecto de Jose Enrique Pedreira. Su obra, con raras excepciones, es obra pianistica. El piano era el medio mas eficaz para dar a conocer su arte, ya que en Puerto Rico siempre ha habido dificultad para llevar a cabo obra instrumental. La colaboracion de su cuftado Henry Hutchinson hace posible que Pedreira ensayara unas cuantas obras para violin, entre las que se des· tacan: «Poema», «Elegia India», «Souvenir», la Sonata para violin y piano, dedicada al propio Hutchinson, que dejara inconclusa. La llegada de Marta Montanez de Casals entusiasma notablemente a Jose Enrique Pedreira y pronto compone obras para violoncello y piano para que la joven artista las interpretara. Tambien compuso un gran nUmero de canciones de arte que dio a conocer primeramente la diva puertornquefia Graciela Rivera y que luego las han incorporado a su repertorio las cantantes Olga Iglesias y Maria Esther Robles. Ensayo el genero del Ballet cuando compuso el «Jardin de Piedra», con la cooperacion de la bailarina y core6grafa Lotty Tischer. La obra pianistica de Pedreira es vastisima. Remos encontrado catalogadas por el propio autor una gran variedad de ellas donde se destacan Seis Valses de Concierto, dos nocturnos, dos estudios de Concierto, el uCapricho Iberico», dos Sonatas para Piano, la Fantasia de Concierto, «Cantos de Espafia», Concierto para piano y orquesta, con la orquestaci6n de don Jesus Figueroa. Todas estas obras tienen un acusado lirismo romantico y una tendencia eminentemente conservadora en cuanto a estilo y envergadura arm6nica. Todas estan moldeadas dentro de la literatura pianistica de fin de siglo y encontramos en ellas el toque brillante y a la vez elegiaco de la escuela rusa, asi como el refinamiento propio del sabor frances. Jose Enrique Pedreira, en cierto modo, es la prolongacion del arte pianistico puertorriquefio creado por Jose Ignacio Quinton. Aunque Quinton se nos antoja preocupado por un sentido clasico de la forma musical, y Pedreira revela una forma purament(j esoterica y romantica. Quinton es, ademas, mas complejo en su sintaxis armonica. El lenguaje musical de Jose En-


rique Pedreira es mas claro, mas transparente y mas sencillo, como puede verse en «Estudio de Concierto», en «Vais en La Mayor» y en «Nocturno en Mi menor». La obra pianistica de Jose Enrique Pedreira abarca precisamente el perfodo que se extiende desde · la muerte de Quinton, acaecida en el 1925, basta los momentos de avanzada musical de la generaci6n presente, a partir del 1950. Quint6n busca su definicion estetica en el paisaje puramente tropical y, por consiguiente, el paisaje puertorriqueno, mientras que Jose Enrique Pedreira se remonta a la tradici6n espanola, como hicieron sus contemporaneos, el cubano Ernesto Lecuona y el mejicano Agustin Lara. De este elemento espafiol, toma como modelo principal a Albeniz y desborda en su musica ese sabor raps6dico que ban utilizado los compositores extranjeros cuando se inspiran en Espana. Testimonio de esto son su «Cantos de Espana», de 1937; «Fantasia Morisca», de 1936; «Ritmo Zapateado», de 1948, y «Capricbo lberico», de 1952. EJ;J. «Ritmo Zapateado», dedicado a Sanroma, encontramos un tema central que evoca el «Puerto», de Albeniz. Para Pedreira, lo espanol parece ser lo granadino. La obra de Jose Enrique Pedreira es bermosa por su frescura. No vemos en ella bondas preocupaciones tecnicas. Toda respira caracter de improvisaci6n. Su mas inmediata contemporanea es Monsita Ferrer. En Pedreira no encontramos el trabajado detalle que caracteriza la obra de Monsita. La musica de Pedreira es mas apasionada y mucbo mas libre en contenido poetico. Pedreira sigue la tradicion de los compositores insulares. Para el la danza es lo mas representativo de la puertorriquefiidad. La danza pedreiriana es eminentemente pianistica, como la de Tavarez, la de Quinton y la de Monsita Ferrer; legitimo testimonio de la aspiraci6n inconsciente de la estilizaci6n de nuestra danza que, iniciandose con Manuel G. Tavarez llega a su plenitud con Jose Ignacio Quinton. La danza de Pedreira es tradicionalista en cuanto a su forma. Su armonfa es conservadora, pero el vuelo romantico y la libertad de la frase le imprimen un sello personalfsimo. Viene algo tardia en su produccion musical. Siempre le temio por no caer en la imitaci6n de Campos en que ban caido tantos compositores puertorriquenos. Por eso su danza es un producto de madurez, seguridad y dominio del genero. Crea una danza para la mano izquierda, la cual gentilmente dedica a la gran Elisa Tavarez. Entre SUS danzas mas destacadas podemos citar, «Suplica», «Una Rosa», dedicada a su senora madre, joya· de la 1iteratura dandstica puertorriquena, «Tu Memoria», de tinte nermosamente elegiaco, la apasionada «Tus Caricias», «Alma», «Tristezas», «Quisqueya», «Mi Mar Caribe», «Arrullo», conmemoraci6n del vigesimoquinto aniversario de su boda, «Encanto», «Danza del Baquine», «Destello», «Siempre», «Sombras en la Distancia», «Marta», «Encantos de Marta», «Anoranzas», «Colibri», y mucbas mas. La producci6n pianistica de Jose Enrique Pedreira no estaria completa si no enumeramos sus dos sonatas para piano y su Concierto para Piano y Orquesta. Este ultimo, basta donde yo se, es t'.mico en

su especie en toda la producci6n musical puertorriquefia. En estas obras, de proporciones mas ambiciosas, lo encontramos preocupado por el concepto de forma' clasica; el cual soslaya gr:aciosamente al contemporizar con el ideal flexible de la forma-sonata de los romanticos del siglo XIX. Las sonatas estan cuidadosamente trabajadas, sin la ostentaci6n de otras obras suyas. Ambas tienen un profundo sentido de 16gica y de consecuencia. El esqueleto arm6nico sigue un molde tonal rfgido y austero, el cual no se pierde por incursiones cromaticas ni divagaciones modulativas de ninguna especie. El Concierto para Piano y Orquesta es su obra mas ambiciosa. Aqui se destaca sobremanera la voz lfrica del instrumento solista y la orquesta queda en un piano secundario, de sosten arm6nico del instrumento solista. Por su transparencia tonal y sus efectos dramatico-mel6dicos parece baber sido engendrado por los conciertos de SaintSaens y por el ilnico concierto de Paderewsky. A pesar del brio del primero y del Ultimo movimiento no lo encontramos tan apasionado como sus obras de malabarismo virtuosista.. Todo el discurso musical esta nftidamente expuesto y con raras excepciones es interrumpido por el impacto dramatico de clarobscuro tan caracterfstico de la obra pianfstica de Jose Enrique Pedreira. En segundo tiempo, con su duraci6n de aproximadamente ocbo minutos, es un magnffico ejemplo del lirismo pedreiriano. Es un verdadero interludio sereno que sirve de puente a los dos tiempos principales de la obra. En estas tres obras de mayor envergadura se nos muestra Pedreira como babil trabajador de las formas grandes de la musica. Lastima que el escaso tiempo que siempre tuvo para la creaci6n musical no le permitiera bacer mas incursiones en este genero de musica que sin duda alguna bada tiempo que comenzaba a madurar. La obra pianistica de Jose Enrique Pedreira es bien conocida en Puerto Rico y en el extranjero. Durante su vida de maestro bizo que sus disdpulos la difundieran. Al parecer, le complacia mas bacer divulgadores de su voz intima a sus estudiantes, que expresarla el mismo en sus propios conciertos. Recuerdo a la joven Marina Marinelarena, en nuestros afios de estudio en Boston, tocando los «Cantos de Espafia», de Pedreira, en los recitales de estudiantes. Pedreira sentia verdadera vocaci6n por la ensefianza y verdadero afecto filial por sus discfpulos. Los viejos cuadernos de musica de Irma Isern nos revelan la deoicaci6n de Pedreira a la ensenanza musical. En ellos bemos encontrado notas, apuntes y clarificaciones de detalles tecnicos que sin duda alguna aparecen mas dificiles en los libros de texto. Asimismo encontramos soluciones pianisticas que el babia descubierto con su experiencia y . que posiblemente no se encontraban en metodos de estudio de piano. A tal extremo llega su esmero, que los apuntes y advertencias para el estudio del Concierto en Re Menor, de Mozart, que llenan de por si un cuaderno. Compas por compas, esta minuc10samente analizado, desde el dedaje, la pedalizaci6n, la interpretaci6n, el fraseo, basta la dificultad tecnica. No dudo que el mismo esmero aparecera en los cuademos de otros de sus

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aventajados discipulos, los cuales no hemos tenido la oportunidad de estudiar. Jose Enrique Pedreira ocupa un lugar de preterencia entre los pedagogos musicales de Puerto Rico. En esta capacidad tuvo la virtud y la inteligencia de ensefiar a sus discipulos a tenor con la personalidad de cada cual. Supo explotar las facultades personales de ellos, asf como considerar las respectivas limitaciones. Por eso los discipulos de Jose Enrique Pedreira nunca han sido copias automaticas de su maestro. Cada uno de ellos ha mantenido siempre su propia personalidad. El tono brillante y grandilocuente con el cual generalmente tocan los graduados de su escuela, es el resultado de la insistencia en la tecnica de bravura de la escuela pianistica del siglo XIX. No debemos olvidar que Pedreira se forma al calor de Sigismund Stojowsky, que es parte de la tradici6n pedagogica establecida por Czerny, Mikuli, Liszt, Von Sauer, Tausing, Friedheim,. Busoni, Rossebthal, Leschetisky y finalmente Paderewsky. Pedreira entrena a sus discipulos en el repertorio romantico, preferiblemente el del romanticismo reaIista frances, como dijera Paul Henri Lang. En muy raras ocasiones Pedreira ensefia a Bach o a Mozart.

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Cuando se ve precisado de hacerlo, es ¡a modo de fortaleza y disciplina tecnica para los discipulos aventajados. Durante toda su carrera de pedagogo musical Pedreira va acumulando formulas para la solucion de problemas tecnicos del piano. Estas formulas las ensaya con sus discipulos en momentos oportunos. Experimenta con ellos y ve el exito de sus resultados. Todo este material lo recoje y lo clasifica y escribe un tratado de tecnica pianistica, que ha de ver la luz postumamente, pues en la actualidad esta en prensa en la casa editora Marks, de Nueva York. Su obra de pedagogo musical no termin6 con su muerte. Muchos de sus discipulos aventajados han seguido la vocaci6n del magisterio musical y ya se ve el florecimiento de su ensefianza en la generacion musical que se levanta. Mucho debe Puerto Rico a Jose Enrique Pedreira. Mucho debe Puerto Rico a sus verdaderos artista5 que luchan por expresarse en un medio tan aplastante y devastador; que, con legitimo orgullo, persisten en haber obra no empece se les postergue por el elemento extranjero que a prima facie siempre ciega los ne6fitos y a pesar del poco reconocimiento que en vida se les tributa.


Primera parte

Amor y dolor de vivir en la literatura de Puerto Rico Par MARfA TERESA BABIN

LEMA:

el examen llevan el pensamiento a citar ahora un acer-

cado juicio de Alfred North Whitehood:

; Vamos al reino de la Muerte por el camino del Amor! Advertencia preriminar

EL PROP6SITO QUE ME ANIMA A REDACTAR ESTE BREVE ENSA-

yo es penetrar el pensamiento fi!osofico que late en el trasfondo de la literatura de Puerto Rico. La lectura constante de las obras de las escritores de mi pais me ha incitado a formular una tesis que podria incitar la inteligencia de las criticos a explicar el fen6meno de la creaci6n poetica y de la creaci6n en prosa con una perspectiva mas vertical que la acostumbrada. Esto es, plantearse el problema de fondo y forma o de estilo y tema, no coma meros accidentes extemos y resultantes de circunstancias superficiales, sino coma la expresi6n de una profunda conciencia etica que tiene sus rakes en ese <dntento del espiritu humano de establecer una concepci6n racional del universo mediante la autorreflexi6n sabre sus propias funciones valorativas, te6ricas y practicas» que define claramente el quehacer filos6fico. No obstante, el hecho de que las escritores de Puerto Rico, con excepciones esporadicas, se hayan acercado a las disciplinas filos6ficas muy raramente, el examen de sus obras revela la presencia de una conciencia filos<Sfica cuyos postu1ados emanan de las rakes de su cultura. En el curso de esta exposici6n, sefialaremos la forma en que el artista literario de Puerto Rico transmite esa conciencia filos6fica y en que consiste lo que podemos Hamar la filosofia del escritor puertorriquefio. Los vocablos «amor y dolor de vivir» escogidos para el titulo, conllevan la carga emotiva del tema de este trabajo, carga emotiva que proviene del caudal de experiencias recogidas en la convivencia con la poesia, la prosa, el ensayo y el teatro de las autores de Puerto Rico y en la propia senda intelectual y creadora de quien escribe estas palabras. Las ideas suscitadas par

«The aim of philosophic understanding is the aim at piercing the blindness of activity in respect to its transcendent function», Toda amor conlleva dolor y todo dolor conlleva amor, pues en el animo de! hombre el sentimiento aflictivo de la pena esta indisofoblemente ligado a las misteriosas fuentes del amor. La maxima de Seneca, «el dolor es un injusto apreciador de las cosas» (est dolor injustus rerum estimator), tiene su contrapeso en la hermosa frase atribuida a San Agustin: «en lo necesario, unidad; en la duda, libertad; en todas las cosas, amor (in necessariis unitas, in dubiis liberas, in omnibus caritas.). A traves de las multiples variantes del tema del amor y el dolor de vivir en la literatura de Puerto Rico, invito al lector a situarse en el ambito de mis ideas durante un breve trecho, esperando que se apreste a enjuiciar mis observaciones desde la poesia, la novela, el cuento, el teatro y el ensayo de la rica y variada literatura de Puerto Rico. LEMA :

/ Vamos al reino de la Muerte por el camino del Amor! RUBBN DARIO Portico del Terna Amor y dolor de vivir: Tai es el sentir intimo latente con intermitencias de jubilo y de queja en el rico y variado repertorio literario de Puerto Rico en verso y prosa. Amor de vivir. Dolor de vivir. Dolor de amor, Amor doliente. La tonalidad esencial del tema se caracteriza par la temura, la caricia, la misericordia y la conformidad. En el aire aylelolero del lenguaje se deslien las ayes lastimeros, quebrandose en entonaciones agudas y bajas, esas sutiles gradaciones del habla puertorriquefia captadas par el escritor en la palabra muda

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con un calido sentido afectivo y pudoroso de clara filiacion borincana. Bullen en el trasfondo impalpable de la creacion lite-. raria de Puerto Rico, con persistente reclamo, las ondas soterradas de un «anhelo insatisfecho», y al transmutarse en poesfa, en cuento, en novela, comedia o tragedia, ensayo y estampa, tiende a manifestar un acendrado impulso de realizaci6n, convirtiendo magicamente aqueIlo que provoca :;-,ngustia y desasosiego en amorosa certidumbre de logro y de plenitud. Entremos por este sendero al portico del tema, repitiendo las bellas palabras inspiradoras de Max Scheler: «Las especies del amor se denuncian, pues, coma genuinas especies que pueden estar presentes en movimientos del animo, sin que este dado en imagen alguna el objeto a que se dirigen. Son genuinas cualidades de los actos mismos, quien, por ejemplo, no tiene patria ni terrufio. puede, empero, vivir ese movimiento espedficamente cualificado del amor del terrufio y de la patria, aun cuando no alcance a ning(m objeto y nor lo tanto se quede en anheTo insatisfecho. Tambien puede el movimiento del arnor del terrufio, por eiemnlo, brotar renentinamente lejos de el, sin que todavia se hava despertado ninguna «idea» o una «imagen» del terrufio. Vivimos aoui un poderoso impulso hacia alga lejano, un impulso de fndole peculiar, e irrumpe en nosotros una ternura por alga oue se alza ante nosotros bajo las cualidades de valor de lo «familiar», lo «Pa trio»; y podemos padecer largo tiemoo quiza bajo e~te anhelo no aquietado, sin saber que es por nuestro terrufio que suspiramos.» 1 No intentemos trasponer el portico, hasta reposar los ojos en el cielo encendido de luces y dilatar la pupila para captar hasta el fondo los numerosos parajes que nos aguardan. Las multiples galenas se suceden para dejarnos visitar paso a paso la poesia, el cuento, la estampa, el drama, la novela y el ensayo : los diversos modos en que el hombre expresa el amor y el dolor de vivir en la literatura puertorriquefia. Llevamos un cuaderno de apuntes, por la inveterada costumbre de dialogar en silencio, y despues del breve descanso reflexivo en el portico, darnos el primer paso para trasponer el umbra! con el ritornelo prendido en la imaginacion: Amor de vivir. Dolor de 1Jivir. Sintiendo la magia extrafia de la Ilamada, nos aventuramos a pensar en el por que, dispuestos a hallar la respuesta en las galerfas. Los ojos avidos se abren y se cierran, el libro incita a la meditacion, pasa veloz una sombra que aparenta un contrasentido, pero recobramos la conciencia a sabiendas de que lo pasajero no importa, y proseguimos adelante con la consigna justa: Amor de vivir. Dofor de vivir. Una carcajada estridente perturba con su eco resonante las galerfas. Parece intentar despistarnos, tratando de sugerir que eso mismo se advierte en la literatura de otras latitudes en muchos pueblos. Pero no retrocedemos ... Nuestro dolor de amor y nuestro amor doliente es otro cantar, es el «nuestro», el que late oculto en la entrafia del ser puertorriquefio y en el misterio de su destino ... Vuelve la carcajada impru1. Max Scheler, Esencia y Forma de la Simpatla, Losada, -Buenos Aires, 1942, p. 243.

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dente a torcer maliciosamente la busqueda de las fuentes misteriosas que nutren la fantasia ansiosa de dar con la clave de la esfinge. Seguimos alelados los indicios portico adentro. El eco de la carcajada desafiante se confunde con el eco de una voz Bena de sabiduria: «Life is the enjoyment of emotion, derived from the past ahd aimed at the future. It is the enjoyment of emotion which was then, which is nor, ahd which will be then. This vector character is the essence of such entertainment.» 2 1 La primera borinquefia galante se enreda con la segunda borinquefia patriotica de Lola y la tercera borinquefia del «jardfn florido de magico primor», afianzando en nuestro espfritu la protesta por el «himno sin palabras todavfa», recien acufiado en el devenir sin nombre de nuestra incertidumbre. Amor de vivir, dolor de vivir. . . El cuaderno se abre y el dialogo silencioso ha comenzado.

Primera Galeria: Amor a la Patria y dolor de vivir en la Patria. El amor a la patria y el dolor de vivir en la patria quiza sea la forma predilecta de expresar el amor en toda la Iiteratura puertorriquefia en prosa y verso. En el concepto de la patria se ailnan el paisaje de tierra, mar y cielo, con el anhelo insaciable de justicia y libertad. Penetra la entrafia del ser o no ser de todo un pueblo y se traduce en un trascendentalismo telurico, abarcador de las angustias nacionales y los suefios de bienandanzas redentoras hacia un futuro pleno. El amor a la patria adquiere en el escritor puertorriquefio un caracter de intimidad y de regodeo, carece de exaltacion y de gritos desaforados, manifestandose con una patina de melancolfa, pero iluminado potentemente por un destello de esperanzada fe. Como el Infante Arnaldos del romance espafiol, el puertorriquefio afina el ofdo para captar la voz del marinero que le tienta desde una piragua cercana presa en .el oleaje:

Alli 1wbl6 el infante Arnaldos, bien oireis lo que dird: -Por tu 11ida, el marinero, dtgasme ora ese cantar. Respondiole el marinero, tal respuesta le fue a dar: -Yo no digo mi canci6n sino a quien conmigo va. Marcha hacia la barca y, en ese breve trecho infinito, el puertorriquefio hace su poesfa callada, piensa su novela inedita, inventa la trama de un cuento de nunca acabar, o dramatiza la comedia tragica de su historia. Y a medida que piensa y suefia amorosamente la patria idealizada, tragando lagrimas y ahogando e{)toicamente sentimientos de impotencia, crea y recrea la imagen edenica de un Puerto Rico inexistente, pero completamente real para el que vaya adelante y aborde la piragua cercana presa en el oleaje. 2. Alfred North Whitehead,. Nature and Life. Vease Modes of Thought. Capricorn Books, New York, 1953, p. 229.


En la poesfa y en la prosa de Puerto Rico se siente con acento inconfundible el dolor de vivir en una patria irredenta, cuya historia de siglos es una caden:a eslabonada con suefios dorados. Las caracteristicas femeninas de la topografia fisica se acoplan a la imagen igualmente femenina de la patria, como si el peso secular del coloniaje nimbara el concepto de patria con la ternura y la compasi6n de ul'yfadre», la criatura excepcional para todo ser humano porque le ha dado el ser en sus entrafias y le ha traido al mundo. Nadie osa lastimarla, y en cualquier poema, novela, cuento, ensayo o pieza de teatro, la vemos erguirse bellamente protegida por sus hijos contra las amenazas del tiempo y el espacio. Se castiga sin clemencia a quienes la ultrajan o la desprecian, y alrededor de su figura inmaculada se erigen las fortalezas inexpugnables del espfritu para rechazar la invasion de su dignidad y de su nobleza. Se le pi de al mar que la custodie y al cielo que la ilumine; se cultivan con esmero los solares y predios cambiantes de su heredad con los ojos y las manos; se la cuida y se la mima como si necesitara vigilancia constante para asegurar su eternidad. A los hermanos se les maltrata y se les veja cuando olvidan el deber hacia la «MadrePatria», y nadie osa pronunciar su nombre en vano, como el nombre santificado de Dios.

Segunda Galeria: Amor al Semejante y dolor de vivir en el Mundo. El amor al semejante y el dolor de vivir en el mundo es otra variante del tema que cunde por todos los recodos de la literatura puertorriquefia. La humanidad existe en el puertorriquefio como un concepto moral de hermandad. Para el escritor fraguado al calor de una herencia etnica en la cual confluyen las savias milenarias de las razas amalgamadas en el mundo antillano, el respeto por el hombre de carne y hueso y la exaltaci6n de la igualdad entre todos los seres humanos es una necesidad vital de afirmar su propio ser. La poesia y la prosa de Puerto Rico en todos los tiempos es un alegato en pro de la dignidad del hombre. Se desprecia al poderoso, se ensalzan las virtudes del desgraciado, se idealiza al jfbaro, y se desentrafian las miserias del hombre dominado por el poder o el vicio, mientras se caricaturiza al despota y se esgrimen las armas mas afiladas contra el prejuicio racial, econ6mico o religioso. En la novela y el cuento de los veinticinco afios recientes se ha logrado una cosecha de extraordinario valor etico bajo esta consigna. El huerfano, el bastardo, la prostituta, el explotador del pobre, el loco, el enfermo, el «nacionalista» encendido de pasi6n libertaria, el miserable que se alberga en la podredumbre del arrabal, el nifio del pantano y del manglar, son seres que pululan por el cuento, la novela y el teatro puertorriquefio, al igual que en el ensayo de ideas y en el ensayo lfrico, junto a los seres privilegiados de reciedumbre ffsica y espiritual que no Hegan a caer en las tinieblas. Esta trayectoria etica de gran fuerza ideol6gica reencarna en las ideas expuestas al margen de la critica literaria por nuestros ensayistas, y en todas las zonas del quehacer literario se manifiesta en las diversas

fases de la evoluci6n hist6rica. Tai vez esta concienda de amor al semejante tenga su primer arranque en la figura novelada de Alonso Ramirez, culminando en el presente en los protagonistas tan humanos de la novela de Laguerre, Rene Marques, Pedro Juan Soto y Cesar Andreu Iglesias. El teatro ha llegado a incorporar a su tematica la lucha angustiosa por desenmascarar la torpe ceguera del prejuicio racial y social, el anhelo de convivencia de sangres y la fraternal cordialidad entre humildes y poderosos, pudientes y miserables, analfabetos y cultos. La reiteraci6n de este anhelo igualitario y el intento creado.r por la unidad y la mas estrecha vinculaci6n de los lazos espirituales que hermanan a todos los hombres, no importa su estado mundanal, revela la honda certidumbre del puertorriquefio en la dignidad del ser. Mientras otras literaturas nacionales seiialan las diferencias entre unos y otros, el escritor de Puerto Rico insiste en acentuar las semejanzas. Me parece advertir en esta tendencia la rafz religiosa expresada en la danza de la muerte medieval:

Pues que asi es que a morir habemos de necesidad sin otro remedio, con pura conciencia todos trabajemos en servir a Dios sin otro comedio, ca el es prlncipe, fin e el medio por de si le place habremos folgura, aunque la muerte con danza muy dura nos meta en su corro en cualquier comedio. 3 Cualquier cuento o novela de nuestros prosistas, al igual que la poesfa lirica o dramatica, revela el suefio de inmortalidad y la fe en lo espiritual, pese a todas las amenazas destructivas que persiguen al hombre. Al atacar las incongruencias y las horribles pesadillas de la historia vital de su tiempo y de su gente, el escritor de Puerto Rico pone a salvo lo indestructible, lo que no puede morir y lo que no puede matarse. De ahi el profundo «optimismo» de la literatura puertorriquefia, optimismo que nace de la convicci6n moral de que todos los males tienen remedio, y que no hay nada en el complejo laberinto de la vida humana que el ser mismo no pueda superar con estoicismo y valor para enfrentarse a su destino. 4 3. Los vocablos •comedio» (sin interrupci6n, sin intermedio o espacio de tiempo); •principe• (principlo, comienzo, origen), que aparecen en esta estrofa, se CJ>plican para ayudar a su interpretaci6n en espaiiol moderno. El tema de la famosa Danza de la Muerte, poema an6nimo de! siglo xv, es comlln a varias literaturas de la cultura europea medieval. Podrfa aducirse que esta poesia, al igual que las Coplas de Jorge Manrique y otras obras clasicas espaiiolas, forman en el subsuelo de la creaci6n literaria de Puerto Rico un sedimento de gran significaci6n. 4. Nos acogemos a la delinici6n de optimismo y pesimismo que daµ don Ramon Menendez Pidal y don Samuel Gili Gaya en el Diccionario Vax, por coincidir las mismas con nuestro criteria personal sobre estos conceptos: Opti111is1110. Doctrina metaflsica que No consiste en negar la existencia de! ma!, si,no en afirmar que el mundo, tal como es, es el mejor de los mundos posibles, porque Dios, al crearlo, eligi6 entre las criaturas posibles las que mejor se acomodaban a sus Jines. Pesimismo. Doctrina metafisica segt1n la cual el mundo es irremisiblemente malo y, por consiguiente, todo en la naturaleza y en la vida de! hombre tiende a la producci6n y conservaci6n de! mal; sus conclusiones de orden moral son el suicidio o una vida rigurosamente ascetica y contemplativa para lograr la desaparici6n de la especie humana•.

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En la poes.ia y la prosa de Puerto Rico la vida triunfa sobre la muerte. La fortaleza y ·1a virilidad de un sol de fuego, de una flor silvestre, de un pitirre canoro, de una palma enhiesta, de una llamarada, de un toro bravo, de una lagrima silenciosa, de una sonrisa piadosa, y de una mano caritativa, afirman lo eterno en un mundo de apariencias desoladoras pasajeras. El heroe del cuento o la novela nunca perece aunque muera fisicamente, y hasta los derrotados caen sefialando en el gesto la voluntad inquebrantable de sostener el credo de su fe en la patria, en el alma y en el ideal. Todos los sacrificados y muertos en la galeria de personajes ficticios de las letras de Puerto Rico son inmortales, y tienen asegurado un lugar en la memoria de su realidad literaria por la belleza de su credo humanista y su alta ensofiaci6n ideol6gica. El poeta Luis Hernandez Aquino, en la bella p.ovela hist6rica La Muerte anduvo por el Guasio, nos deja inscrita en el alma la imagen de Mendo Garz6n, sabreviviente malherido de la invasi6n norteamericana de Puerto Rico el afio 1898, quien tiene por delante «el amor, el dulce amor que mueve estrellas en la noche», mientras lo cobija en las sombras «Un cielo donde hay tan s6lo una estrellita solitaria, que pugna por fulgurar en la tiniebla densa». Las alegrias y los sfmbolos mas frecuentes en la prosa y la poesia -sean animales o plantas- constituyen una preciosa amalgama de fauna y flora cuya encarnaci6n metaf6rica y dramatica aspira a destacar siempre el valor de los bienes espirituales sabre el valor transitorio de los bienes materiales, la supervivenda metafi'.sica y la reciedumbre del vencido, del perseguido y del miserable. Ejemplos de significado etico excepcional son los cuentos de Abelardo Diaz Alfaro y algunos libros de poesfa de Juan Antonio Corretjer, pues si Dfaz Alfaro se vale del animal para crear una mitologia heroica, Corretjer se nutre de la flora y de la simbologia indfgena tan llena de misterio telurico para hacer canciones rebosantes de una emocionante fe en lo eterno.

Tercera Galeria: Amor a Dios y dolor de vivir en Dios. . Una idea primaria de toda la expresi6n literaria del sentimiento religioso arraigado en la conciencia del escritor de Puerto Rico es el amor a Dios y el dolor de vivir en Dios. Hay una tendencia vertical de lamento hondo al decir el Credo, una piadosa manera de pedir perd6n y acatar el designio de los insondables misterios de Dios. De ahi surge la fey el j Ay, bendito !, esa expresi6n tan nuestra para invocar al Todopoderoso. No hay ateos en la literatura puertorriquefia. Los escritores que presumen de serlo se traicionan a si mismos en la palabra y en el gesto. Todos las prosistas y poetas de la Isla, en una forma u otra, revelan la fe y la creencia en el poder omnipotente de Dios. Aunque predomine el concepto superficial del temor de Dios, hay poetas cuya religiosidad esencial asciende a las cumbres mas altas y delicadas en tonalidades lfricas de extrafio misticismo y de tormenta amoroso. Remito al lector a la poesfa de Evaristo Ribera Chevremont, Manuel Joglar Cacho y Francisco Matos Paoli, porque los tres representan altamente el sentir religioso transmutado en voz lfrica de resonancias misticas.

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La invocaci6n de la Virgen Maria, de los santos, los arcangeles y los angeles, y el influjo estetico de las festividades de caracter religioso y folkl6rico, ocupan un lugar prominente en la tematica de las prosistas y poetas del pais. Las derivacianes populares del santoral cat6lico, las incursiones filas6ficas en el camino del alma, y las citas y glosas biblicas a las alegarias de procedencia religiasa podrfan cans ti tuir por si solas un tern a de extraordinario interes para ,cualquier estudiosa de este rico fichero en nuestras letras. Junto a este sugestivo fil6n critico, falta investigar las derivaciones hacia las ciencias del espiritismo, y las magnificas incursiones poeticas impregnadas de un panteismo cristiano, la magia telurica de la naturaleza, la personificaci6n y la animaci6n del reino animal y vegetal que tanto atrae al escritar de Puerto Rico. Pero lo mas curioso de tado ello es que el Dios de nuestra herencia cat61ica rige soberano en el subsuelo de nuestras letras tanto en el presente como en el pasado, no obstante las transformaciones externas de la vida social y la ingerencia en nuestra cultura de conceptos materialistas anticristianos que perturban la conciencia del escritor sin arrancarle la fe en el misterio de Dios. Si los santeros populares han creado imagenes policromadas de gran valor artfstico, la santeria creada con la palabra creadora del prosista y el poeta original no le va en zaga. Raro es el cuento o la novela puertorriquefia en la cual no se menciqne un santo, o en que algun personaje no invoque a Dios o a la Virgen y los santos. La superstici6n y la supercheria, derivaciones atavicas de lo religioso, en vez de aparecer condenadas y relegadas al olvido, resaltan coma sfmbolos de espiritualidad, inocencia y candorosa fe ciega. Hay cuentos de Rene Marques, de Arturo Parrilla y de otros prosistas de rango inspirados por estos sentimientos primarios cuyas sugestivas implicaciones para juzgar el pensamiento filos6fico en las letras puertorriquefias son imprescindibles. La figura del Cristo crucificado, la humanisima imagen de Jesus, y la amorosa maternidad de Maria con el Nifio, constituyen en el trasfondo de la religiosidad aparente en las obras puertorriquefias la apoteosis del amor a Dios y del dolor de vivir en Dios en la literatura de la Isla. Joglar Cacho dice estas versos en Soliloquios de Lazaro:

Y sangro gota a gota igual que el Nazareno. El pasa caminando hacia la Cruz. i Yo con la Cruz por todos los caminos !

Cuarta Galeria: Amor a Eros y el dolor de vivir estado amoroso

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El amor en su aspecto er6tico y el dolor de vivir en estado amoroso se manifiesta en una rica gama de expresiones sensuales y sublimes a traves de la poesfa y la prosa narrativa de Puerto Rico, aunque adquiera su maxima belleza en la zona fntima de la lfrica. Los poemas amorosos de los mejores poetas de la Isla tienen con frecuencia un parentesco evidente con la poesfa de los mfsticos espafioles del Siglo de Oro. Los atractivos sensoriales, el iman del sexo, la descripci6n del hombre


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Y de la mujer, la exaltaci6n apasionada y la sensualidad, se atenuan en nuestra lirica con el contrapeso idealista del embeleso, la caricia, el ensuefio y la nostalgia. Existe una gran semejanza entre los versos del enamorado al objeto de su amor y las sentimentales y acariciadoras letras de los boleros y las danzas puertorriquefias. Los compositores populares inspirados por sentimientos de amor, celos, desengafio, y todas las veleidades del estado amoroso se dan de la man<:? con el poeta en la galerfa del amor, tanto cuando le cantan a la patria como cuando le cantan al ser amado. Sobresalen por su encanto y su mensaje erotica, desde la voz mas sublime y delicada hasta la mas escuetamente humana y sencilla, varios libros de la lirica puertorriqueiia, como las poesias de Jose Gautier Benitez en el siglo XIX y los versos de Clara Lair en Arras de Cristal, los de Jose Antonio Davila en Motivos de Tristan, los de Juan Martinez Cap6 en Viaje, y la serie extraordinaria alrededor de Fili-Mele en la poesia de Luis Pales Matos. Pero no hay un solo poeta puertorriquefio que no le baya cantado al amor. El dolor de vivir en estado amoroso, el deleite de padecer el mal y sentir la herida, se apodera del poeta y del prosista, quienes se situan en la.6rbita de Venus como agarradero a la vida misma, tabla salvadora del alma y del espiritu. lNo lo dijo en visperas de su muerte el gran poeta ,Luis Pales Matos, transfigurado en el lindero de la vida por el amor que le detiehe en esta orilla mientras oye la Hamada inaplazable?

Emisario solicito que vienes cl!n oculto mensaje hasta mi puerta, se lo que te propanes y no me engafia tu misi6n secreta; me llaman desde alld, · pero el amor dormido aqui en la hierba es hello todavia y un jubilo de sol bafia la tierra. i Dejeme tu implacable poderio una hara, un minuto mds con ella ! Las grandes amantes de nuestra poesia insular, tales como Julia de Burgos y Clara Lair, le cantan al amado con el mismo impetu y la misma libertad avasalladora revelada por los hombres en la poesia amorosa a la mujer. Si la amada es para el poeta una criatura excepcional adomada con prendas superiores, el amado es un ser hermoso, un nifio-grande, un do-hombre, viril y potente, en quien la mujer siente consumarse su destino. Si la amada se asemeja mucho a Dulcinea, nunca deja de ser Aldonza en la lirica de Puerto Rico, del mismo modo que el amante idealizado recuerda a Don Quijote sin dejar de ser Don Juan y Sancho en los poemas de la mujer puertorriquefia. No obstante, lo mas revelador en la lirica de tema amoroso, actitud persistente desde la etapa romantica del siglo pasado hasta ahora, es el maridaje entre el amor humano y el amor patri6tico en la literatura de Puerto Rico. Esto no suele ocurrir en otros paises, donde se cultivan separadamente los temas de amor y patria, y basta se advierte la voluntad expresa de deslindar el sentimiento amoroso y desvincularlo de todas las adherencias ajenas a su recinto subjetivo. Para el escritor de Puerto Rico esto serfa imposible, ya que su

conciencia creadora esta forjada en el anhelo insatisfecho, ese impulso de indole peculiar explicado en la cita anterior de Max Scheler, cuya fuerza es de tal trascendencia que invade todos los caminos del amor. La tenacidad de esta trayectoria indica la unicidad existente entre hombre, mujer y patria en el sentir intimo arraigado en el creador. En los momentos de euforia y en los momentos de desaliento y amargura, el escritor recurre a la imagen y la metafora cuyas figuras y sugestiones dibujan unanimemente la raiz viva de su suefio de amor humano y de su ideal de patria. Un ejercicio deleitoso para el critico apasionado con el analisis estilistico seria ordenar y explicar las repetidas instancias a traves de la poesia y la prosa creadora, en que las mismas palabras de calidad adjetiva y las mismas imagenes aleg6ricas describen la pasi6n entre mujer y hombre y se aplican indistintamente al paisaje, a la evocaci6n de personas queridas y de lugares, y a expresar el anhelo de libertad para Puerto Rico. Abundan los ejemplos: en la prosa, recordamos Los Cinco Sentidos, de Tomas Blanco, y Fantasia Boricua, de Maria Teresa Babin, y en la novela y el cuento los enamorados ficticios inventados por el escritor estan siempre en lucha con los sentimientos de amor provocados por El o Ella y la madeja de sus preocupaciones por la patria. En muchos casos el protagonista -sea hombre o mujerencarna para el novelista y el cuentista el ideal de redenci6n y libertad para su patria, y en sus amores parece vivir y sofiar con los sentidos y el coraz6n, lo mismo que anhela para Puerto Rico. La poesia lirica ofrece mas ejemplos que ningun otro genera literario para apreciar la convivencia del amor humano y erotica con el amor patri6tico. Este vinculo tiene en el canto Distancias, de Juan Antonio Corretjer, un mensaje emocionante, pues, ademas de ser uno de los grandes poemas de amor y de libertad de la lirica contemporanea, fue escrito en la celda de una prisi6n, dato significativo y de enorme simbolismo. En la prosa creadora de Maria Teresa Babin hallamos la misma actitud, revelada en las estampas del libro evocador de su infancia: Fantasia Boricua. En uno de los «suefios de amor y muerte» de este libro se all.nan el amor humano y el amor a la patria en la voz imaginaria de la Isla de Puerto Rico: «No quiero mas cantos de tristeza y de afioranza. Quiero amor de cafiamo, fuerte como el hollejo en el abrazo, fecundo y glorioso. Aqui estoy tendida al sol en toda mi desnudez y tengo fe ansiosa y sedienta. AU.pa, mira el cielo sin nubes y mira mi tierra propicia. Siem bra sin miedo, siembra y riega la simiente, no la deja5 abandonada para que se seque de esperar tu mano. Desecha los mirajes y las consejas que se enredan como telarafias en el piso para hacerte vacilar y dudar de tu fuerza. No me contemples embelesado por mi belleza, t6mame en tus brazos y hazme tuya por el esfuerzo sin tregua; mira que a ti te toca despertarme. lRecuerdas entre tantas fantasias el cuento de la Bella Durmiente? Pues, esa es la que soy y le pertenezco a quien logre sacarme del suefio profundo. Y tambien soy Dulcinea a sabiendas, Aldonza desencantada, como en tu fabula.

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Crea en Don Quijote y el que no lo sea nada tiene que hacer a mi puerta». 5

bajo el claro de un lucero, te cante un canto de amor.

Las variantes del amor y del dolor de vivir en estado amoroso, abriendose coma un gran abanico cuyas varillas sefialan las caminos infinitos de la obra creadora, tienen recodos deleitosos inspirados en el hijo, el padre, el amigo, la madre y el hermano. Estas ramificaciones estan entrelazadas a las mitos de Eros, Narciso y Venus, predilectos del poeta, junta a la idea de pureza inmaculada de Marfa, la criatura sin mancha ni pecado del culto mariano, tan frecuente en la idealizaci6n de lo eterno femenino. Nuestro poeta Luis Llorens Torres lo dijo con suma sencillez y candor en uno de sus poemas mas conocidos:

Y en la apasionada voz de Clara Lair, la mujer dice altivamente su canci6n inmortal:

Amor, yo no era nada hasta que tu me hiciste. Mi cuerpo era la tierra, mi alma era el vacio .. . Amor, tu me sembraste y tu me estremeciste, por ti tengo el reldmpago, la ola y el rocio ...

Mujer de la tierra m{a Venus ya un tiempo Marla de la India Occidental. Vengo a cantar la poesia de tu gracia virginal. Mujer de came de flor, Dueiia del manso cordero. Digna de que un ruiseiior,

La galerfa del amor ostenta recintos serenos de apacible recato, pero tiene a la vera pagodas misteriosas, balcones abiertos a las golondrinas que siempre vuelven yendose, piedras y flares secas en el area de las recuerdos, surtidores de lagrimas dukes y amargas, temuras y embelesos, formando en la poesia y en la prosa de Puerto Rico el centro vital de la obra creadora que ha sido antes, sigue siendo hoy, y perfila las huellas hacia siempre. Alla en el fondo se ve y se aye la palmera simb6lica de La Borinqueiia; trocando en perfecta simetrfa ideal el suefio sofiado par el artista : el amor transmutado en el verso y en la prosa del hombre y de la mujer de Puerto Rico es el Cantar de las Cantares a la patria misma, inseparable de su esencia. &

5. Al citar esta parte de la obra Fantasia Boricua. Estampas de mi tierrra, publicada por Las Amc!ricas Pub. Co., Nueva York, en una primera edici6n repetida el afio 1956 y 1957, la cual ha reaparecido en 1960 en una segunda edici6n por la Editorial Bedia de Santander, Espafia, deseamos llamar la atenci6n hacia dos ensayos de Maria Teresa Babin sobre el mismo tema que nos ocupa: El Tema de Puerto 'Rico en la literatura del presente (Asomante, 2, 1935, pp. 6-17), y el titulado Amor y Patria en la poesla de Pales Matos (Asomante, 3, 1959, pp. 67-78).

6. Recordamos a prop6slto de esta compenetraci6n del amor y la patria en la literatura puertorriquelia las sigulentes palabras de! lil6sofo norteamericano de origen espafiol, George Santayana: «A man's feet must be planted in his country, but his eyes should survey the world•. •The subject matter of art is life, life as it actually is; but the function of art. is to make life better. The depth to which an artist may find current experience to be sunk in discord and confusion is not his special concern; his concern is, in some measure, to lift experience out.• •We must welcome the future, remembering that soon it will be past; and we must respect the past remembering that once It was all that was humanly possible•. Vc!ase George Santayana. Atoms of Thought. Philosophical Library, New York, 1950.

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La poesia de Francisco Arrivi; dos pulsos y una misma trayectoria creadora Por MONBLISA LINA PEREZ-MARCHAND

EN LA DEDICATORIA QUE NOS ESCRIBIERA FRANCISCO ARRIVf en Frontera, 1 su segunda obra poetica, se rubrica a sf mismo existencialista cristiano. La afirmaci6n acuci6 nuestra curiosidad por verificarlo, no precisamente porque entendamos que el serlo o no serlo venga en prestigio o en mengua de la calidad de su obra, sino porque levant6 en nosotros otras interrogantes. Entre otras, si la toma de consciencia filos6fica que en esta aseveraci6n sefiala, es anterior a la realizaci6n poetica, o si, por el contrario, gan6 esa c'onsciencia s6lo despues de terminar su obra, por ese fen6meno literario que Alfonso Reyes llam6 de «excitaci6n metaf6rica». Nos interes6 observar, asimismo, la evidente importancia que Arrivf le concede al hecho de que puede vincularla · con una filosoffa viva de nuestro momento presente, sumandose de este modo a lo que nos parece constituir una frecuente preocupaci6n entre numerosos escritores contemporaneos, la de establecer filiaciones noeticofilos6ficas para sus obras. En el presente trabajo nos ocuparemos de la primera cuesti6n. Con el fin de aclararla, decidimos estudiar los dos poemarios publicados por Arrivf hasta ahora: Isla · y Nada, 2 de 1958 y Frontera,• de 1960. A traves de estos descubrimos que, en efecto, nuestro poeta parte de_ la interpretaci6n de la existencia como obra personal, y que parece presumir -aunque no lo afirma en tantas palabras- el primado del ser particular en el que cada hombre se encuentra inmerso, sobre la realidad del ser en general, como lo hacen las filosoffas existencialistas. Asf se comprende que esta poesfa suya, que por su constante referenda a la natul. Francisco Arrivi: Frontera. San Juan de Puerto Rico. Ediciones R\!mbos. 1960. 2. Francisco Arrivi: Isla y nada. San Juan de Puerto Rico. Imprenta Soltero. 1958. 3. Cf. nota 1 supra.

raleza 4 pudiera dar de inmediato la impresi6n de que quiere iniciarnos en un dialogo con el mundo, lo que verdaderamente hace es darnos la intimidad de las moradas interiores del poeta. Se desarrolla, por lo tanto, como una especie de dialogo del poeta consigo mismo, por entender este que el pensamiento, aun considerado en un plano de universalidad, es siempre pensamiento de un sujeto. Asi se explica que, a medida que penetramos y trasegamos la poesfa de Arrivi en sucesivas lecturas, no nos quede duda de que el prop6sito de aquel dialogo no es solamente lograr la experiencia estetica. Es evidente en ella que le preocupa alcanzar una visi6n superior de su propio mundo psfquico, • asf como tambien del mundo en que vive. • Pero dejemos que sea el poeta mismo quien nos lo diga:

«He querido gritar, y con el grito, rescatar la consciencia de mi ser, develar para el marco de los ojos el cielo, el mar, el arbol, la montaiia, trasponer el silencio de la boca con el vuelo enfilado de la voz.» ' Como quiera que este poeta entiende que es en la vida del espfritu que convergen todos los valores del hombre, por eso se interesa tambien en intentar comprender la fuerza espiritual que puede yacer en su fondo. Francisco Arrivi no tiene un espfritu hermetico, por el contrario, es uno' de esos inquietos -homo irrequie4. No debe pasar inadvertido que la naturaleza a la cual se refiere es la de Puerto Rico. 5. Cf.: «En la mano de espumas que me entregas•, Isla y nada, ps. 15-17; «Miro mi sombra, escucho mi silencio•, Frontera, p. 51, etc. 6. Cf.: •Y confirmar, si crea tras el mundo ... •, Isla y nada, p. 54; dnmensa plenitud de Ia hermosura», Frontera, p. 13; clsla de ml pasl6n, te se gozar... •, Isla y nada, p. 35; etc. 7, Isla y nada, p. 52.

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tus, diria San Agustin-, para quienes cada cosa mentada constituye un reto para la interpretacion creadora. Ahora bien, como no es filosofo, sino poeta, lo que le interesa no es explicar lo que piensa sobre la realidad, sino manifestar, comunicar su modo de sentirla y comprenderla, para sentirse vitalmente instalado en ella. Arrivf podria sostener con Gabriel Marcel, que el hombre no estudia problemas filosoficos, sino que los vive concretamente, porque ellos constituyen la experiencia existendal del hombre. Entendemos que es por eso que la obra de Arrivi no se revela como un mero ejercicio de interpretacion intelectual o como un simple entretenimiento estetico individualista; aunque sf es bien expresiva de un estado de animo, de un modo personal de vivir la vida, y responde a una exigencia interior de claridades. Y en este respecto parece coincidir con Gaston Bachelard en la consideracion de que

inclusive de que es vida precaria al borde del abismo; o ventana de angustia; o:

«cuajo de sombra, lago creciente de silencin, ancha llanura de tiniebla, tiempo infinitamente lento y sordo, eternidad sin coraz6n, sin playa.» 11 Pero, lacaso acepta Arrivi estas como condiciones definitorias de la realidad total del hombre? Decididamente no, porque, si bien es cierto que en su poesia se reconoce que el hombre es todo eso, sin embargo, en ella no hay aceptacion de que sea solo eso. Por el contrario, nos ofrece la certidumbre de que el hombre es, ademas, voluntad de claridades, viva voluntad de «deshacer el cuchillo de tiniebla» 12 que le «entierra un vacio en las entrafias». 13 Y es movido por esta creencia -que siempre tiene en el fuerza de fe-, que el poeta exhorta a su corazon a defender su

la labor del poeta es activar ligeramente las imdgenes, para cerciorarse de que el espiritu humano actua en ellas humanamente, para cerciorarse de que son imdgenes que humanizan fuerzas del cosmos.• Asf, pues, Arrivi nos inicia en la vision del poeta como portavoz de experiencias personales intuitivas, las que comienza por autentificar particularmente, como podemos apreciar de inmediato en aquellos versos de

Islay Nada: · Ya te veo jardin de maravillas, por un doble cristal que te deforma: el fon do de la barea y la turbia ventana de mi angustia. •

.................... .sangre tibia, la cdlida germinaci6n de pulsos, la fragua de semillas, la contumaz germinaci6n de suenos. 14 Asi, ocurre que, aunque esta poesia revela un ser profundamente angustiado por la preocupacion de descifrar el puesto que corresponde en la realidad al hombre como individuo, sin embargo, no puede singularizarse como representativa de un individualismo de tipo pesimista-nihilista, segun serfa facil suponer tras de aquellas categorias negativas. Por el contrario, nos da la impresion de que lo que hace es predsamente rebelarse contra toda· vision estrechamente subjetiva-solipsista de la vida del hombre. Arri vi reconoce, desde luego, que por ser historica:

Sin embargo, a pesar de que esto es cierio en los dos poemarios, y de que ademas utiliza en ellos la nomenclatura que tfpicamente caracteriza las interpretaciones filosoficas existencialistas pesimistas : naufragio ,·

angustia; muerte,- nada,- soledad," ansiedad; muiion,· finito,- sombra,· etc., y muy a pesar de la recurrente aparicion de otros terminos que, como esos, usualmente cargan implicaciones negativas, estamos convencidos de que la poesia de Arrivi no cae dentro de la trayectoria existencialista -pesimista- fatalista y mucho menos de la nihilista. y aUn mas, nos parece claro que tampoco resulta adecuado designarle simplemente existencialista cristiano, segiln se clasifica el mismo, toda vez que bajo esta posicion filosofica es posible diferenciar por lo menos dos direcciones bien definidas : de una parte la pesimi~ta, como la de Jaspers; y de otra, la jubilosa, adonde cabria Gabriel Marcel. 10 Sf, cierto es que en la poesia de Arrivf hay la consciencia de que el hombre es tension entre dos fuerzas : isla y nada; o, como en Kierkegaard, la convicci6n de que es frontera entre dos mundos: finito e infinito; o 8. Gaston Bachelard. El aire y los suefws. Mexico. Fondo de Cultura Econ6mica. 1958. 9. Isla y nada, p. 14. 10. Y otros, como Pierre Rousselot, Hunter Guthrie, Martin Cyril D'Arcy.

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-Voz surgida del 'tiempo v del espacio voz por lo mismo pasajera,'" la vida humana es finita y condicionada. Pero ello no implica que entiende que el hombre deba renunciar a hacer por lo menos el esfuerzo por alcanzar su plena expresion. La alcanzara, segun este poeta, en la medida en que, al encarar sus variantes alternativas, acepte su condici6n de ser limitado y menesteroso, sf, pero no derrotado, sino de individuo imperterritamente decidido a defender SU posible racion de eternidad, aun frente a frente al misterio de misterios:

Y tu, mi coraz6n, ausencia entre lo ausente, vilo del tiempo y del espacio, lucha mortal por lo inmortal en estas firmes piedras de frente a los enigmas. 10 U. Frontaa, p. 34. Isla y nada, p. 55. Op. cit., loc. cit. Frontera, p. 48. Op. cit., p. 55. Op. cit., p. 37.

12. 13. 14. 15. 16.


A este poeta evidentemente no le avasalla ni le aplasta la contundencia de las avatares humanos, porque esta sostenido siempre par el empefio de no dejar- · se reducir al naufragio :

Subito he comprendido que en vida soy misterio tadicado, retenci6n de paisaje y suefzo humano, ansiosa voluntad con.tra el naufragio. 17 De esta suerte el hombre de Arrivf representa al espiritu sisifico que, aun cuando dolorido y maltrecho fragile «ansiedad sin esperanza», 18 lo hace «hundiendose rebelde». 1 • A diferencia de las existencialistas nihilistas, este hombre-poeta no se siente en el mundo coma Ianzado a un exilio de tinieblas. Su mundo ambiente, Ia naturaleza, no constituye un orbe absurdo ni indiferente al hombre, sino hermoso, y vinculado estrechamente a el par lazos de radical simpatfa; 20 inclusive, de posibles filiaciones. Veamos:

Estrella y coraz6n, gardenias palpitantes de la noche, traban raiz en yerta inmensidad. •1 Deslumbrado par Ia Iumfnica presencia de la naturaleza, el poeta se vuelca en ella con ingenuo candor, deseando hermamirsele:

Quisiera devenir con el cantar que motiva en la copa del bucayo la clara plenitud del ruisefzor. 22 0 sumarme a la savia trepadora que constela de flares purpurinas el torcido esqueleto de las ramas. 2 • Desgraciadamente, es en la naturaleza misma que el poeta se percata de la presencia del dolor, de la muerte, de Ia angustia y del desamparo humano. Y, «seca la miel de Ia inocencia», 24 su mundo se descompone en un «Vacio desconcierto». •• Es par eso que le ofmos decir, adolorido:

En marea atestada de naufragios solo agito mi sangre desvivida. 20 Y es tambien entonces, cuando observa Ia imperante aridez pregonera de muerte que invade las tierras del sur de su isla, que lo absurdo se imro<luce en su esJ:7l· ritu y, abatido, el poeta clama angustiado:

Este paisa;e que agoniza esteril intenta encarcelarme, 17. Isla y nada, p. 51. \8. Op. cit., p. 37.

en el umbral del tiempo con la muerte, intenta confirmarme el fluir de la vida hacia la nada, etc. • 1 intenta acreditarme el destino final del esqueleto. •• Y sube gradualmente el diapas6n de su angustia hasta vibrar en un grito desesperado que obedece, que hiela, que paraliza el coraz6n:

La eternidad del tiempo me desnuda la presencia del polvo, ceniza de las horas, trituraci6n de carnes y de rosas. 20 Anonadado, el poeta tiembla, porque -en traumatica experiencia- se ha descubierto de subito plantado frente a una barrera de miseria en esa misma naturaIeza que tanto admira y tanto ama. Se reconoce ahora sujeto a la amenaza de perderse entre el ser y la nada, e invadido por un ahogo existencial que cierra puertas, borra y destruye caminos y s6lo germina dolorosas y angustiantes encrucijadas:

Despojados de la intima metafora pez, ola, roca, palma, brisa, componen un vacio desconcierto sabre el fondo velado de mi angustia. •• lOue podria hacer para salvarse, este hombre que ya no encuentra apoyo, ni amparo en la naturaleza? lTendra alguna posible salida? Si alguna tiene, desde luego no podra ser de las que ofrecen las filosoffas existencialistas, pesimistas y nihilistas. Porque, aunque Arrivf asume, coma lo hacen Kierkegaard y Jaspers, y tambien los existencialistas, que en el mundo humano el hombre individual constituye la realidad verdaderamente accesible al hombre, tiene presente, sin embargo, que, para hacerse cargo de la totalidad de su propio ser personal, el hombre tiene que «trascender Ia soledad / que su tiempo mortal le definiera». n Asimismo, descubrimos que Arrivf tampoco podfa hacer suya la vision que ofrece el humanismo moralista de Albert Camus, ni siquiera en su aspecto mas evolucionado. •2 Porque, aunque es bien conocido que Camus espera que durante su vida el hombre siempre asuma una actitud creadora sisifica, no es menos cierto que se manifiesta pesimista respecto de las posibilidades del. destino del hombre. Nuestro poeta, sin embargo parece sostener una visi6n optimista con relaci6n a ambos respectos. Esto nos parece claro -aun cuando sea posible seiialar que su actitud no responde precisamente al hecho de que tenga absoluta certidumbre sabre las fines del destino ulterior del ser humano~, porque sabemos que, en su caso, por lo menos responde a una

19. Op. cit., p. 31.

20. Cf.: •Te miro espuma llicida en el aire ... o, Frontera, p. 64; «Piedra y rama, corriente sin destino ... o, Op. cit., p. 75. 21. Op. cit., p. 42. Cfs.: •Raiz con mi rafz, / el mango que aposenta los murcielagos•, etc., Op. cit., p. 37. 22. Isla y nada, p. 40. 23. Op. cit., p. cit. 24. Op. cit., p. 16. 25. Op. cit., p. 17. 26. Op. cit., p. 16.

27. Op. cit. p. 43. 28. Op. cit., p. cit. 29. Frontera, p. 48. 30. Isla y nada, p. 17. 31. Op. cit., p. 31. 32. Cf. cDel pesimismo nihilista al humanismo moralista de Albert Camus•. Monelisa Lina Perez-Marchand. Revista Asomante. San Juan de Puerto Rico. Vol. x., numero 4, 1959,

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bien manifiesta inclinaci6n a aceptar de modo jubiloso la posibilidad de que el hombre pueda alcanzar un destino trascendente. Veamos:

poeta expresa ya una actitud positiva de fe respecto de esa posibilidad, la cual puede entreverse, par ejemplo, en las siguientes versos:

Abre mi corazon, esta corola incierta de la nada, a la esperanza frdgil de aprisionar en lumbre y melodla, la invisible presencia, el inmanente canto , que resiste el abismo de la muerte. 33

. Leve ha sido la voz que me llamara desde la red de sombra que me apresa. Apenas suavidad de tenue espuma, flor de roble catda sobre el musgo o manso titilar de breve estrella.

De modo parad6jico -coma tambien ocurre a J aspers-, Arrivf descubre que es precisamente el confrontamiento con la precariedad de la vida natural y sus limitaciones, Jo que estimula al existente a iniciar el ejercicio de afirmaci6n existencial, y a ensayar el vuelo de liberaci6n anfmica desde las «Situaciones Jfmite» sabre las cuales se articuJa Ja vida humana. Lo cuaJ quiere decir que nuestro poeta reconoce tanto la condicionalidad hist6rica 34 de la vida del hombre, coma Ia condicionalidad anecd6tica de la obra de arte -Ia que no cree que pueda sustraerse de aquella-. Pero asf, coma entiende que su ser no esta «determinado» par las «situaciones Hmite», asimismo entiende que la obra poetica no debe quedar reducida a la condici6n de una mera realidad anecd6tica. · Como Jaspers tambien, Arrivf parece entender que, tanto Ia fuente originaria de vida de la naturaleza, coma la de la propia vida interior, esta fuera de ellas. Par eso intentara rebasarlas en un esfuerzo par Ilegar hasta aquella fuente -la realidad trascendente- en la cual presume que podra alcanzar la plenitud del ser liberado de la miseria circundante.

Bl ciego corazon t11Vi1Ja su es11eranza y desbroza los funebres reclamos. Ansia de eternidad rebelde enrime contra el paraje que $e torna en polvo . .. Pero nos parece claro, sin embargo, aue cabe sefi.alar una notable diferencia entre la actitud de Jasners v la de Arrivf ante el problema de la trascendencia. El fil6sofo aleman ·sostiene que, no importa cuan larga v ardua sea la lucha del hombre par alcanzarla, iamas lograra aprehenderla sino coma Hmite; coma horizonte fugitivo; fragmentariamente. Par eso el hombre estara siempre condenado a sufrir Ia eterna frustraci6n de naufragar ante las puertas mismas de aquella, teniendo que contentarse con hundirse una y otra vez en sf mismo, en su propio ser, para alcanzar la (mica expresi6n de Iibertad que cabe al hombre conocer: su voluntad de ser. Sin embargo, si de una parte es forzoso aceptar coma ya lo hicieramos- que Arrivf aun no parece tener absoluta certidumbre de que el hombre pueda alcanzar la reaJidad trascendente, par otra parte no es menos f0rzoso reconocer que -aunque implfcitamente- este 33. Frontera, p. 54.

34. Entre otros, vc!anse las siguientes versos: •sin efusiones para el breve tlempo, / el fugitlvo espaclo de las hombres•. Op. cit., p. 21. 35. Isla y nada, p, 44.

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Leve ha sido y fugaz me redimiera en espacio de amor fuera del tiempo. Amor, amor, nacido en la tiniebla, amor, amor, crecido por mi cuerpo amor, amor, lucero de mi sangre. 38 Arrivf asume que es en la fntima aprehensi6n de su vida interior que el hombre no s6lo se capacita para lograr la comuni6n con las demas seres humanos, sino tambien con el mundo exterior. Pero no hay duda de que, si para este poeta esto es posible, es precisamente porque entiende que la subjetividad individual esta iluminada por Ia presencia en ella de lo trascendente, que la sostiene, y sin cuya participaci6n la vida humana carecerla de sentido. Oigamosle:

Te dejo y ya me se vanidad de los tiempos, inerme carne vasajera, alta pasion de los gusanos. •• De todo Io cuaJ creemos poder desprender no solo que lo trascendente debe tener para Arrivf una dimensi6n metaffsica objetiva -que no tiene para Jaspers-, sino tambien su fe en que el hombre no necesariamente esta abocado al fracaso cuando se dispara hacia la persecuci6n de esa trascendencia y hacia la afirmaci6n en ella de su libertad personal. Porque, afianzar lo primero, para Arrivf, implica haber aureado a Ia consciencia de su propio ser y estar radicado ya en la rafz viva del Ser. Par otra parte, ser libre no quiere decir para el cumplir a plenitud o caprichosamente s6lo la propia voluntad de ser; no implica no estar sujeto en forma alguna a otra voluntad que la propia, sino hacer de ese riesgo maxima de la vida del hombre, el riesgo mfnimo, sujetandose s6lo a una voluntad superior, la trascendente; que le ata, desde Iuego, pero le ata con ese amor que el mismo llama «lucero de mi sangre». 38 Y es indiscutiblemente Ia nostalgia par este amor Io que en ocasiones mueve al poeta a ambicionar vivir Ia vida mas plenamente que en el puro plano empfrico; lo que le mueve a querer rebasar sus lfmites para:

trascendida la escoria de la carne por el ansia tenaz que la engendrara, •• . ............................................ germinar en limpia esfera de perenne aurora. •0 Ya no nos cabe duda de que Francisco Arrivf ansfa fervorosamente trascender «la dolida carcel del silenOp. cit., p, 59. Frontera, p. 21. Isla y nada, p. 59. Op. cit., p. 54. 40. Op. cit., lac. cit.

36. 37. 38. 39.


cio» 0 en que el espfritu del hombre se encuentra aprisionado. Esperanza que, aunque debil aUI1, no es por ello menos esperanza. Y nos parece que es precisamente la presencia de esta la que explica que, aunque la muerte y la nada son temas de su poetica y constituyen una sombra angustiante para el vate: -«muerte, muerte, fatidica presencia / has de larvar en todo encantamiento» 4 ~-, sin embargo, no responden siempre a una misma concepci6n metafisica, ni son los mas recurrentes. Por eso no se convierte su obra en poesfa de muerte o poesia nihilista. 0 Por supuesto, hay alzas y bajas en las actitudes alternadas de pesimismo o de jubilo existencial; de indecisi6n; de duda o de afirmaci6n vital en la obra de nuestro poeta. Pero, c:implica la presencia de estas que el poeta ha renunciado a su «hambre de infinito»? 44 Estimamos que no. Y, ademas, creemos que aquellas dudas tampoco constituyen expresiones contradictorias o desarticuladas de su obra. En todo caso, lo Unico que probarfan es que Arrivf no ha fraguado una filosofia a priori, para luego encarnarla en su poesfa. Su obra demuestra, por el contrario, que ha sido en el curso de un hacer poetico que fluye espontaneamente, respondiendo a una exigencia espiritual personal, que ha ido revelandosele al poeta una filosofia de la vida. El hecho de que aquel se reconozca a ratos «manantial encarcelado, / impedida · semilla de lo eterno I en angustia tenaz encapsulada»'" -sefialando con esto limitaciones propias de la naturaleza finita del ser humano-, en modo alguno implica que las reconoce coma condiciones absolutas, en el sentido de ser capaces de producir el bloqueo sicol6gico que impedirfa cualquier esfuerzo por superarlas. Como hemos vista, por el contrario, es precisamente la consciencia de los limites lo que provoca en el la actividad que le mueve a iniciar el vuelo de liberaci6n:

Un vaho de relumbres abruma par las venas, hostiga la ilusion del vuelo sin fronteras. 4 • Asi pues, la ocurrencia de alzas y bajas y el empleo de los terminos negativos mencionados en la obra de Arrivf, pueden entenderse coma expresivas del espontaneo forcejeo espiritual e intelectual sostenido por el hombre que, con el espiritu abierto a la rosa de los vientos, se esfuerza de modo infatigable por aprehender el sentido de la realidad, y por develar su propia idiosincrasia, para mejor poseerse. No hay que olvidar que bregamos con la obra de un poeta, no con un tratado de filosofia. El hombre 41. Fro11tera, p. 18. 42. Isla y nada, p. 14. 43. Como cuesti6n de curiosidad hicimos un pequeiio examen estadfstico de Ios temas y descubrimos que mientras el termino nzuerte aparece cinco veces en Isla y nada y once en Frontera, y el termlno nada se encuentra dace veces en Isla y nada y trece en Frontera, el termino silencio aparece en diecis1!is ocasiones en Isla y nada, y veintidos en Frontera. 44. Frontera, p. 45. 45. Isla y nada, p. 41. 46. ,•'rontera, p. 19.

poeta suele tener una naturaleza hipersensible, que reacciona a diferentes experiencias · y estimulos de acuerdo al reto que estos proponen a su sensibilidad artistica y a su espiritu creador. Este, coma es natural, por momentos puede estar en condiciones hiper o hipoestesicas, de ahi las alzas y bajas a las que hemos aludido. El hacer poetico de Arrivi, coma ha sido facil comprobar, no responde s61o al Hamada estetico; marca, asimismo, los jalones que en el proceso de la busqueda van perfilando la evoluci6n del poeta, y le van conduciendo a su propio centro. Movido por tal empefio, aquel ya no reparara en el intimo dolor y desconcierto que temporeramente pudiera producir en su propio ser, sostenido en todo momenta por el anhelo de lograr una mas cabal visi6n de la vida personal -la propia, y tambien la de los otros, los pr6jimos, porque comprende que el hombre individual no puede convertirse en Hombre, por sf solo:

Hare par desdoblarme en varias vidas limitadais conmigo a compartir un pedazo de tiempo que aprisiona en siete horas colmadas de rutina deseo$ mutilados de volar. 41 Como tambien hemos podido verificar anteriormente, no podrfa decirse que haya en la obra poetica de Arrivf descuido o indiferencia hacia lo que pueda haber tras de las realidades natural y siquica. Tambien habita en su poesia una insaciable ansia por develar el misterio del «silencio inmarcesible» ;48 por «descifrar la voz de la entrevista flor evanescente»; 49 preocupaci6n similar a aquella que moviera a Pedro Salinas a la «eterna ambici6n de asir lo inasidero». •0 lC6mo eii:plicar, sino asf, el hecho de que la poesia de Arrivf no deja en quien la lee el coraz6n contrito, y el agobio que produce una visi6n tenebrosa de la vida? · lC6mo explicar el que, a traves de todo el proceso de autentificaci6n de su experiencia poetica, ni en su naufragio vital, ni en su angustia existencial, ni siquiera en su temor y temblor ante la nada y la muerte, quede este poeta absorbido o aniquilado? Nos parece que, otra vez con Gabriel Marcel, Arrivi podrfa sostener:

Es preciso que haya -o ser{a · preciso que hubieraSer, que no se reduzca todo a un juego de apariencias sucesivas e inconsistentes -esta ultima palabra es esencial. Para repetir la frase de Shakespeare, es preciso que no se reduzca todo a una historia contada par un idiota. De ese ser, de ~a realidad aspiro dvidamente a participar en algun modo -y que quizd .esta exigencia es ya, en s£ misma, una participacion, por rudimentaria que sea». 01 47. Isla y nada, p. 23. 48. Op. cit., p. 11. 49. Frontera, p. 50. 50. Pedro Salinas: Presagios, Madrid. Indice, 1923, p. 17. 51. Gabriel Marcel: «Positions et approches concretes du mystere ontologique•. Publlcado con:'.> apendice a Le Monde Casse. Desclee de Bomver, 1933.

31


Evidentemente, nuestro poeta parece inclinarse ha· cia la posicion de las existencialistas cristianos pero coma vamos viendo, no hacia la de las pesi~istas'. porque no creemos que su vision de la vida y del destino humano tenga esa perspectiva mutilante. La suya se acerca mas a la de aquel grupo de pensadores cristia· nos: Pierre Rousselot, Martin Cyril D'Arcy, Hunter Guthrie, Gabriel Marcel, etc., que, aun cuando no sean sefialados coma existencialistas, 52 o no quieran serlo, 53 sin embargo, responden a lo que basicamente podriamos Hamar una vision existencialista cristiana-jubilosa. En terminos generales, estos escritores conciben al hombre no solo coma la frontera inmediata del gran «misterio que otorga vida», sino que «presienten» la presencia de este misterio en sus propias realidades personales par· ticulares y asumen la participacion de su propia reali· dad en la realidad del Ser. Entienden que es precisa· mente a traves de la aprehension y el conocimiento de la realidad de nuestro propio ser particular, que nos ponemos en comunion con el Ser universal. Es sin duda par esto que Arrivi, en todo momenta, aun en aquellos en que dolorosamente se percata de la miseria del hombre y de su desamparo existencial, lo percibe siempre coma «ra:iz de sombra y suefio». 54 Esto es, coma «funebre suelo de la came»; 55 u «orbe de an· gustia» ; 56 si, pe.r o tambien coma «viva raiz de la espe· ranza»; 01 en «pugna etema con lo inerte»; 58 coma «consciencia que resiste loca / helarse solitaria en el vacio»; 59 coma «lirio tenaz larvado en el silencio»; 60 porque, para Arrivi, la angustia constituye, mas bien que el callej6n sin salida de la vida humana, la ocasion para el despertar a la vida consciente. El poeta nos ha empujado ya en sus dos poemarios hasta aquella frontera en que el hombre, par una parte arde en deseos y se impacienta par descorrer el vela de la incognita del ·ser, y par otra, se estremece febril· mente con la sola consideraci6n de que pueda llegar de subito a la presencia de lo pre.sentido, y tiembla. Tiembla .. ., sin embargo, persiste «en descifrar la voz / de la entrevista flor evanescente», 61 porque, coma ya sefialaramos, presiente en si mismo el misterio de par· ticipacion y la participacion en el misterio:

i Cudnto sentir

que te desvives, manantial, en la dura tiniebla de la sangre I 62

52. Pierre Rousselot muri6 durante la primera guerra mundial, antes de que se pusiera en boga la nomenclatura existencialista de nuestros dfas. 53. Gabriel Marcel opone resistencia a dejarse llamar existencialista, por la identificaci6n que se ha hecho de las lilosofias existen· cialistas con la que solo representa una direcci6n espedlica de aquellas, la pesimista-nibilista. 54. irontera, p. 83. 55. Isla y nada, p. 47. 56. Frontera, p. 49. 57. Op. cit., p. 40. 58. Frontera, p. 27. 59. Isla y nada, p. 50. 60. Op. cit., p. 19. 61. Frontera, p. 50. 62. Op. cit., p. 77.

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Desde luego, cada poemario manifiesta un pulso poetico distinto. El de Isla y nada es expresivo de un animo mas persistentemente angustiado; el de Frontera es mas y mas optimista. Pero, (no son acaso de Isla y nada aquellos versos de jubilosa afirmaCion en las que el poeta nos dice : ,

De la esteril frontera de Ia nada he regresado fiel al misterio insurgente de la vida. El tiempo me sonrie. •• A nuestro mejor entender, las diferencias en las pulsos poeticos de la obra de Arrivi reflejan la «agonica» expresion de un hombre que, al bucear de un modo apasionado en las arcanos mas profundos de su espiritu, para conocerse y poseerse mejor, encuentra en ellos alegria, pero tambien dolor; turbios limos, pero tambien aguas cristalinas. Y es de todo punto significativo tomar en consideraci6n que en modo alguno estos poemarios nos entregan un espiritu irremisiblemente dividido o desgarrado -aunque a ratos nos permitan sentirle qolo· rido y maltrecho. Tras de esos dos pulsos hay una sola y unica trayectoria poetica creadora, porque basicamente se apoyan en una misma fuerza vital: el amor-esperanza. El amor, queen sus diversas formas, es viva fuerza .forjadora de la vision de vida cristiana y de toda cosmovisi6n profundamente religiosa. El amor que vincula al poeta a la naturaleza, su isla: «Todas las voces de mi isla / me trenzan hacia ti»; 04 el amor hacia la mujer -compafiera en quien «acalla la consciencia de naufragio», •• y a quien sabra decir:

Puedo esperar que fraguards del vientre con ,tu savia y. mi savia, ".v fuerza antigua, la piadosa sonrzsa de las tzempos, •• al proyectarse hacia el mafiana en la dulce promesa las hijos:

d~

Vocerio de nznos tempraneros revolotean par la nueva atm6sfera que brota de mi ser recien nacido. 61 El amor que lo dispara hacia el encuentro del «silen~ cio inmarcesible», 68 ese silencio que se insinua «sin labios, sin lira en la garganta, / con ausencia perfecta de la forma». 69 Y hemos llegado a lo que, a nuestro juicio, realmente desvela a Francisco Arrivi, que no es desterrar la angustia de la vida del hombre, ni burlar la muerte, ni cerrar las ojos a la nada; sino penetrar, penetrar profunda, aunque dolorosamente, el secreto del silencio. Ese silencio que pudiera ser presencia del misterio; ese misterio

63. 64. 65. 66. 67. 68. 69.

Isla Op. Op. Op. Op. Op. Op.

y nada, p. 53. cit., p. 11. cit., p. 61. cit., p. cit. cit., p. 52. cit., p. 11. cit., p. 12.


de presencia-ausente que el poeta quisiera abordar para «confirmar si tras el mundo, / como el velado cieno aflora lotos ... »; 70 esa trascendencia que otros Haman Dias. Porque, aunque Arrivi no le mienta por su nombre una sola vez, nos parece que Ia gestion creadora de este poeta no esta privada, sino gravida toda ella, de EI:

Y por eso es que Ios dos pulsos poeticos de Francisco Arrivi describen una misma trayectoria creadora teandrica:

Eres presentimiento: cristal de atmosfera y frescor de prado. Eres acercamiento: trino, ondular de rio, olor de acacia.

Susurro de silencio y voz de sombra, tu garganta propane por mi $Ueno la presencia velada por el tiempo 71

Eres entranamiento: ansia por deslindarte del silencio.

7 ;

Desde luego, aun resulta prematuro sefialar definitivamente una clara filiaci6n filos6fica para esta obra poetica, en pleno desarrollo, a pesar de que puede advertirse ya su aparente afinidad con la vision de vida existencialista cristiana-jubilosa, como ya antes indicaramos. Resulta prematuro, porque es natural que sea precisamente en este momenta en que Arrivi esta sobrecogido por Ia naturaleza extraordinaria de Io deseado y anticipado, que tiemble y titubee en trasponer francamente y sin reservas la frontera de Io conocido accesible hacia Io desconocido, aunque presentido. Tambien por eso es explicable que, ante Ia mera posibilidad de salvar la impresionante frontera del misterio de misterias, el poeta nos diga: «Al borde del abismo / soy viva soledad». 72 Tremenda, conmovedora confesi6n a traves de Ia cual Arrivi nos permite acercarnos hasta las margenes mismas de su espiritu, profundamente sacudido por la conmocion de una experiencia tan inefable, que le deja temporeramente sin verbo poetico comunicante. Y llegados aqui, se nos ocurre que, quiza mejor que con Ios pensadores ya sefialados, el pensamiento de Arrivf se ajustaria mas plenamente al del gran metaffsico £ranees Louis Lavelle, para quien

Con «el alma encendida por Ia espera», 76 Francisco Arrivi, el poeta que conoce Ia angustia que produce el temor de la muerte y de Ia nada, pero cuya poesia no se ha rendido ni a la angustia, ni a la muerte, ni a Ia nada, se ha detenido temporeramente ante la impresionante barrera del misterio de misterios, tras de Ia cual suefia raiz de eternidad:

la medida de todas las cosas es Dias y no el hombre, pero un Dias que se deja participar por el hombre, que no es solamente el Dias de los fil6$ofos, sino el Dias de las almas sencillas y vigorosas que saben que la verdad y el bien estdn por encima de ellas y que por esto no se niegan jamds a entregarse a aquell~ almas que les buscan con suficiente valor y humildad.

para repetir con el poeta:

Si, porque toda Ia obra de Arrivi se nos antoja como una especie de presentimiento, una bU.squeda y un reclamo continua de Dios como raiz del propio ser: Vuelo invisible, tu nombre deshabita de siPencio . el sordo y mudo espacia de mi anhelo. Tu nombre, ave sin tiempo de mi entrana. u

70. Op. cit., p. 54. 71. Frontera, p. 79. 72. Op. cit., p. 83.

73. Louis Lavelle: De L'Etre. Paris. 2e. edit., 1932, p. 35. 71. Frontera, p. 59.

Y subito me arrastra un ansia densa de fundir el cuerpo ' en la total distancia del espacio, y subito me tiene, · me tiene, me consuma y me desliga un temblor titil(l!tlte de los cielos. 11 Y, empi'.ijado hasta esta misma frontera tantalizadora de misterio y anhelada participacion hasta donde le ha traido el lirismo estoico de Francisco Arrivi, el Iector de JsJa y nada y de Frontera aguarda, impaciente, que el vate quiera conducirle a traves de un tercer volumen a:

Jmantarse a lejana presencia negada por la muerte; " ·

Ralz de sombra y sueno florezco en la frontera , que mana de las cumbres, y µlumbra los luceros; en'.rlo de silencio de5nudo el coraz6n, . fulgor del infinito imatl,ta mi temblor, 10 \

para asi saciar con el tambien su hambre de cielo inmarcesible, tomando la ruta «tendida al horizonte de Io eterno» •0 intuida por el poeta, quien ya sospecha que «el silencio es Ia piel de Dios». •1

75, 76. 77. 78. 79.

Op. Op. Op. Op. Op. 80. Op.

cit., cit., cit,, cit., cit., cit.,

p. 63. p, 72.

p. 32. p. 41.

p. 83. p. 69. 81. Hermoslsima frase del poeta repetida por este en conversaciones i:on Ia .autora de este artlculo.

33


Dimension Por

0BDULIO BAUZA.

i Que pequefio aquel rio !

'i Que minuscule Iago entrecortado

entre la sal y arena del desierto ! j

Que pequefia vertiente de montafia !

j

Cuan pequefio ese mar de Tiberiades !

j

Que grande fue tu luz y tu llamado

a la redonda de los cuatro vientos ! Apenas una voz. Unas palabras lanzadas por la flor de una esperanza. Una canci6n mecida por las nubes. La fe en el seno azul de los amados ... Y la montafia, el mar y las arenas . a tus pies como un viento encadenado.

"


I

I

11

I

I

I f

Aquella voz

1I

! Levadura de TI. Soy de TU carne una rama de olivo en la llanura mecida por el viento de la tarde. Quieto en mi soledad. Mi savia aguarda en pulsos de silencio. TU ternura. Una oraci6n se quiebra en mi

~emoria.

i Tan solo una palabra que dijeran

tus labios en el vuelo de las horas cuando pasaras por el lado mio !

Se que no me detuve a tu llamado. Y mis rios represados se escurrieron cerrando sus ocultos mananti~les. Levadura de TI. Hoy ya comprendo aquella voz que me llam6 a distancia. Y mi raiz mas honda en el desierto abreva en tus remansos de esperanza.

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Juan Alejo de Arizmendi, primer obispo puertorriqueiio (1803-14) POR ISABEL GUTIERREZ DEL ARROYO

SINTESIS BIOGRAFICA

E

L PRIMERO Y UNICO PUERTORRIQUENO QUE EN NUESTRA

ya plurisecular vida hist6rica ha ocupado en nuestra Isla la sede episcopal. 1 Su pontificado ha sido uno de los mas interesantes y dramaticos de nuestra historia eclesiastica. considerando, de una parte, sus poco momunes cualidades personales, y, de otra, el dificil momento en que le toc6 regir la di6cesis puertorriquefia. Coincidi6 precisamente su episcopado con la invasion napole6nica y guerra de la independencia en Espana, y en America, con la insur· gencia de las provincias hispanoamericanas, acontecimientos estos ·que provocarfan profunda conmoci6n en nuestra Isla. Nace don Juan Alejo de Arizmendi en San Juan el i7 de julio de 1760. Fueron sus padres don Miguel de Arizmendi, de procedencia vasca, y doiia Isabel Juana de la Torre, natural de la ciudad de San Juan. Eran tambien de naturaleza puertorriquefia su abuela y su bisabuela maternas, segiln ha dejado esclarecido don Enrique T. Blanco. Tanto su padre, don Miguel, como sus antecesores por la lfnea materna, ocuparon posiciones de· relieve en el medio civico y social capitalino del Ultimo tercio del siglo XVIII. Curs6 Arizmendi su bacbillerato en Filosoffa aqui en San Juan, en el Convento de Santo Tomas de Aquino de la orden de Predicadores. Terminados estos estudios, pas6 a fines de 1778 a Caracas, donde por cinco afios consecutivos sigui6 los cursos de jurispru:.J

1. Esta· exclusividad ces6 hace apenas unos meses cuando en julio de 1960 la Santa Sede design6 Obispo titular de Lares y auxiliar de la diocesis de Ponce, al sacerdote puertorriqueiio Luis Aponte Martinez. Coincidi6 este nombramiento con la celebraci6n de! bicentenarlo de! Obispo Arizmendi iniciada por el Instituto de Cultura Puertorriqueiia el pr6ximo pasado mes de Julio. Hasta 1898 los obispos de Puerto Rico -con la sola excepci6n de Arizmendi- habian sido espaiioles (algunos fueron hispanoamericanos) y en este si&Io habian sido siempre norteamericanos.

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f\

r.

dencia y sagrados canones en su Real y Pomificia Universidad. Ocupaba entonces la sede episcopal de Caracas don Mariano Marti, quien, como obispo de Puerto Rico, habfa administrado al nifio Arizmendi, en nuestra Catedral, el sacramento de la confirmaci6n el 28 de marzo de 1762. Correspondi6 tambien al obis· por Marti conferirle las cuatro 6rdenes menores y las mayores del subdiaconato y el diaconato. Estas ceremonias se celebr.aron en la Capilla del Palacio Episcopal de Caracas el 12 y 20 de diciembre de 1783. Cuentan sus bi6grafos que pas6 luego a Santo Domingo, posiblemente en 1784, recibiendose en esta ciudad de doctor en ambos derechos. Tambien en la ciudad primada de America -previa concesi6n de dimisorias hecha por el cabildo eclesiastico de San Juan el 1 de diciembre de 1784- recibi6 la ordenaci6n sacerdotal de manos del obispo don Felipe Jose de Trespalacios, quien habfa sido consagrado en aquella ciudad para servir la mitra de Puerto Rico. Juntos hicieron el viaje de regreso a nuestra isla y es de tradicional conocimiento -lo ban repetido sus bi6grafos- que naufragaron frente a las costas de Arecibo el 16 de julio de 1785. Debieron ser desde muy temprano cualidades ostensibles del joven presbftero Arizmendi, su clara conciencia apost6lica y su caracter austero. Parece corroborarlo la designaci6n que le hiciera el obispo Trespalacios, apenas regresado a la isla, para servir el delicado ministerio de confesor y capellan de las Madres Carmelitas. Contaba para esa fecha s6lo veintiseis afios de edad. Siete aiios mas tarde, en 1792, se le designa provisor y vicario general por el obispo don Francisco de la Cuerda y Garcia. Oficio de tan grave responsabilidad exigia, en primer termino, reconocida pericia en las disciplinas jurfdico-can6nicas ademas de exactitud, celo y energfa de caracter. Todas estas condiciones intelectuales y morales se pusieron de relieve durante su provisorato.


El desempeno de su oficio de provisor y vicario no estuvo, sin embargo, exento de tropiezos y de contrariedades. El cabildo eclesiastico, celoso siempre de lo que consideraba sus privativas e inamovibles prerrogativas, mal se avino con el rigor del joven provisor, resintiendo asimismo el caracter innovador de algunas de sus medidas. Serias desavenencias surgieron. Fue causa de friccion entre ambas autoridades el teson con que el provisor dio vigencia a los derechos del Tribunal eclesiastico y exigio el debido acatamiento a su jurisdiccion, cuyos limites demarc6 rigurosamente. Por ejemplo: el provisor Arizmendi exigio la intervenci6n del Tribunal eclesiastico en la imposicion de censos hecha por la Mesa Capitular; asimismo exigio que las comunicaciones de este organismo dirigidas al referido Tribunal eclesiastico se hiciesen con toda formalidad juridica y no simple y llanamente como habfan venido haciendose. Protesto tambien el cabildo catedralicio de que en las procesiones el provisor precediese con sus curiales al dean y al cabildo. Por su parte, el provisor sostenia su determinacion aduciendo que le correspondfa, primeramente, por raz6n del privativo y absoluto gobierno que tenfa el de las procesiones cuando salian estas publicamente por las calles y, en segundo lugar, por cuanto en ellas representaba, como vicario general, la autoridad del prelado. La legislacion canonica hoy vigente le da la raz6n a Arizmendi: el canon 370 concede derecho de precedencia al vicario general sobre todos los clerigos de la di6cesis, sin excluir las dignidades y can6nigos de la iglesia catedral. Conviene recordar que en los referidos conflictos conto siempre el provisor Arizmendi con el respaldo del obispo La Cuerda. Las desavenencias entre ei provisor Arizmendi y la corporacion catedralicia llegaron a tal punto, que este ultimo cuerpo decidi6 incoar proceso ·contra el provisor ante la Audiencia de Santo Domingo. Dicto este Tribunal un fallo favorable al cabildo, aconsejando, ademas al prelado que suspendiese al provisor, dicta· men este que fue mas tarde ratificado por el Consejo de Indias. Como en el entretanto hubiese el obispo La Cuerda renunciado la Mitra y variado, por tanto, las circunstancias, la decision judicial resulto academica. Pero con ello la paz tampoco se restablecio, ya que al renunciar, el obispo La Cuerda dej6 constituido al ex provisor en gobernador eclesiastico y vicario general, cargos que ejercio Arizmendi desde el 25 de marzo de 1795, fecha de la partida del obispo La Cuerda, hasta el 13 de octubre de dicho afio en que tomo posesion de la diocesis el dean doctor Nicolas Quinones, a nombre del nuevo obispo, don Juan Bautista d~ Zengotita. A partir de ese ano y hasta su presentaci6n por el rey Carlos IV para el obispado de Puerto Rico en marzo de 1803, pocas noticias se tienen del doctor De Arizmendi. Confesor de las Monjas Carmelitas, colector del Real Subsidio y comisionado por el obispo Zengotita desde 1801 para recaudar la contribuci6n de 3 por 100 impuesta sobre todas las rentas eclesiasticas para la ereccion del Colegio Seminario. Este nombramiento dio ocasion al prelado Zengotita para · hacer publico testimonio de la «plena confianza y satisfac-

c1on» que tenia en el presbitero, por su «prudencia, fidelidad, exactitud y celo». Resulta de sumo interes este testimonio porque habfa sido precisamente al prelado Zengotita a quien el Consejo de lndias considero oportuno prevenir -al ratificar el citado fallo de la Audiencia de Santo Domingo contra el proviimr Arizmendi- para que le sirviese de ejemplar en el gobierno de su nueva diocesis. Las virtudes que con tanto acierto senala el prelado Zengotita como propias de nuestro biografiado, se habfan hecho ya evidentes durante su provisorato pero habrian de cobrar todavia mayor relieve durante su prelacfa. Eran estos los meritos y antecedentes eclesi:isticos del doctor De Arizmendi cuando el 13 de marzo dt: 1803 lo presenta el rey Carlos IV para ocupar la sede episcopal de Puerto Rico. lAcaso un premio a la fidelidad de los puertorriquenos por su heroica defensa de la · isla durante el asedio ingles de 1797? Esta hip6tesis tan aceptable la adelant6 el bistoriador Cuesta Mendoza. Tambien crey6 el distinguido historiador que hubiesen influido en la elecci6n las recomendaciones del obispo-La Cuerda. lNo .tendrian acaso mas peso los informes rectificadores del obispo Zengotita? Su Ilma. el doctor De Arizmendi tom6 posesi6n de su diocesis, como obispo electo, el 27 de julio de 1803; sus hulas no se expidieron hasta el 26 de febrero de 1804. El 25 de marzo de ese mismo ano fue consagrado en Caracas por el obispo de dicha sede, don Francisco Ibarra. Tomada posesi6n de su di6cesis, enderezo inmediatamente sus esfuerzos a la solucion de problemas que reclamaban urgente atencion. No de otro modo se explica el Memorial que eleva a la Metr6poli pidiendo una mas equitativa distribuci6n de los diezmos; otro, reclamando la restituci6n a su destino original del Hospital de pobres erigido por el prelado Jimenez Perez en la octava decada del siglo XVIII y que habfa sido cedido corto tiempo despues para uso temporal de las fuerzas militares. Prosigui6 la empresa de la reedificacion en la Catedral iniciada con tanto celo por su predecesor el obispo Zengotita, realizandose durante la prelacia de Arizmendi importantes aspectos de dicha obra. Preocupado por los problemas de la falta de planteles educativos, inauguro, antes de cumplirse un ano de su consagraci6n, una catedra de. Latinidad. Con igual energfa encamin6 su esfuerzo a impulsar el proyecto del Seminario Conciliar y fue, junto con su sucesor el obispo Gutierrez de Cos, infatigable promotor y ejecutor de dicho establecimiento. El ambiente de tranquilidad imperante en la isla al iniciar Arizmendi las funciones de su pontificado se turb6 -como ya advertimos- a partir de 1808 con la ocurrencia en Espana de la invasion de su territorio, el cautiverio del rey y consiguiente guerra de la independencia. Contribuyo ai'.m mas a sacudir el ambiente insular el estallido de los movimientos insurgentes hispanoamericanos que surgen impulsados, en parte, por las favorables circunstancias peninsulares. Todos estos sucesos inyectaron vivificante energia civica al adormilado ambiente politico puertorriqueno, aunque, de otra parte, no dejaron de crear un clima de suspicacia y temor que se acentuo con la llegada a la isla, a mediados de 1809, del capitan general don Salvador Melendez 37

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El obispo Arizmendi particip6 activamente como funcionario del Estado en el desempefio de las responsabilidades civiles a que el nuevo orden politico dio origen en Puerto Rico. Fue Arizmendi quien propuso Ia organizaci6n aquf de una Junta Provincial subalterna de la Junta Suprema de Sevilla, tal cual habfan sido establecidas en la peninsula y como las que luego se establecerian en las provincias hispanoamericanas y que desempefiarian tan trascendental papel en los movimientos de insurgencia. La proposici6n del prelado no prospero ya que no alcanzo la aprobacion del gobernador Montes. Muestra del prestigio que en el ambito dvico gozaba el prelado es el hecho de haber sido electo, por el Ayuntamiento de Aguada, candidato a diputado de Puerto Rico ante la Junta Central Gubernativa. En esta ocasi6n fueron electos por los cuatro Ayuntamientos restantes (Arecibo, San Juan, Coamo y San German), el doctor don Jose Ignacio Valdejulli, don Ramon Power, el doctor don Jose Gutierrez del Arroyo y el doctor don Jacinto Santana. Posteriormente, en la eleccion celebrada por el Ayuntamiento de San Juan para elegir diputado a Cortes, obtuvo el prelado Arizmendi cinco votos, correspondiendo a don Ramon Power, el candidato triunfante, siete votos. Estas iniciativas civiles dieron ocasion para hacer patente la preferencia del prelado por el nuevo regimen politico, asf como tambien para manifestar su clara conciencia puertorriquefia, expresada en ciertas ocasiones muy enfaticamente. Una de ellas fue con motivo de la visita que el 16 de agosto de 1809 hiciera don ' Ram6n Power al cabildo eclesiastico para agradecer las deferencias y el respaldo de que habfa sido objeto, tanto por parte del prelado como por la corporaci6n catedralicia. Fue en esa memorable ocasion cuando el prelado hizo la simbolica entrega de su anillo episcopal a Power, a la vez que le encareda «proteger y sostener los justos derechos de sus compatriotas». Todas estas manifestaciones de las ideas y sentimientos del prelado fueron interpretadas por el capitan general Melendez como fndice de deslealtad, haciendole, desde ese momento, blanco de su persecuci6n e intriga. Contribuy6 aun mas a aumentar la inquina del gobernante, la firmeza con que el prelado defendio la integridad de la jurisdicci6n eclesiastica, rechazando las intromisiones del poder civil. Caso ejemplar fue el de los seminaristas de Caracas, quienes, por venir provistos de dimisorias y de pasaportes expedidos por el gobierno revolucionario o por entidades afines a dicho regimen, consideraba el Capitan general Melendez que no debian ser ordenados. En contra del criterio .del gobernante, el prelado Arizmendi les confiri6 las 6rdenes sagradas. Con igual independencia de criterio procedio en el caso de los curas de Aguada y de Aguadilla, acusados por el capitan general de desleales a Espana. Practico el prelado la correspondiente investigaci6n, a base de la cual declaro sin fundamento la acusaci6n del gobernante. La relaci6n precedente ha puesto de manifiesto algunas de las virtudes que adornaron al hombre y que

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impnm1eron Un caracter de singular vigor a SU prelacfa: SU caracter energico y austero, SU celo apost61i· co, su rigor can6nico y su infatigable activida~. Remos visto como esta actividad no se orient6 solo a la acci6n sustantiva de su ministerio episcopal, sino, tambien, a aquellas otras responsabilidades que su condici6n de ciudadano y de funcionario del Estado le impusieron. Pero, sobre estas virtudes, o mas exactamente, como fuerza actuante de ellas, resplandeci6 otra virtud: la caridad. La tradici6n oral e indudables testimonios documentales nos ofrecen manifestaciones concretas de los sentimientos caritativos del prelado Arizmendi. Acostumbraba acudir a las puertas de su palacio para auxiliar personalmente a los pobres enfermos que allf llegaban implorando su socorro y a los cuales ordenaba se les alojara y asistiera hasta tanto sanaban. Refiere asimismo don Eduardo Neumann, que el prelado se contrariaba cuando sus familiares negaban la entrada al palacio a los mendigos, pues arglifa que era estorbarles la cobranza de lo que era suyo. El Hospitalillo de la Concepcion era tambien objeto de su caritativo celo, sosteniendolo casi totalmente de su propio peculio. Consta, ademas, c6mo en su visita pastoral a los pueblos, su dadiva generosa era gesto frecuente; trataba, en todo lo posible, de satisfacer las necesidades que su celo paternal advertia. Tambien la tradici6n nos refiere -y de ellos tenemos prueba coetaneac6mo el prelado empleaba sus ratos de ocio en tejer cest1llos que luego vendfa y cuyo producto destinaba al socorro de los pobres. La prueba de este hecho nos la ha legado su contemporaneo, el pintor Jose Campeche, quien ·al hacer el retrato del prelado nos lo presenta tejiendo un cestillo. En la galeria de retratos que sc conservan en el palacio arzobispal de San Juan, de los obispos de Puerto Rico, el unico a quien se representa aplicado a un humilde menester, fndice de su amoroso celo por sus ovejas, es al puertorriquefic.. doctor don Juan Alejo de Arizmendi. Salv6 asf Campeche para la posteridad la efigie del prelado vinculada a su virtud dominante: la caridad. · Los dos ultimos afios de la vida del obispo Arizmendi los dedic6, a pesar del estado tan quebrantado de su salud, a recorrer los pueblos de la isla en santa visita pastoral. Habiala comenzado en 1808, pero los graves acontecimientos politicos de aquel afio le obligaron a interrumpirla, no habiendola podido reanudar hasta el 8 de septiembre de 1812. A partir de esa fecha y hasta su muerte ocurrida dos afios mas tarde, el 12 de octubre de 1814, visit6 casi todos los pueblos de la isla con excepci6n de los del sector noroeste y norte hasta San Juan. Agravado de sus males y despues de haber terminado la visita de Mayagiiez, se retir6 a Hormigueros, pues era su voluntad que al morir se le diese sepultura en aquel santuario, por la particular devoci6n que habia siempre profesado a la Virgen de Monserrate. Sin embargo, SU medico y SUS familiares lograron convencerlo de la conveniencia de regresar a San Juan, donde tendria mejor asistencia facultativa; pero habiendole sobrevenido en el trayecto una crisis, se vio obligado a hacer mansi6n en Arecibo, donde muri6 el dfa 12 de octubre de 1814.


A solicitud del prelado, su vicario general y provisor, el doctor Jose Gutierrez del Arroyo, acudi6 a SU lado durante SU ultima enfermedad. Sabedor de que era la voluntad de Su Ilustrisima ser enterrado en el Santuario de la Virgen de Monserrate en Honnigueros, habilit6 un nicho en la ermita - hoy desaparecida de la misma advocaci6n en Arecibo, donde fue enterr!i· do, arreglandose la sepultura de tal modo que fuese facil exhumar sus restos y efectuar el traslado cuando se considerase oportuno. Hizo tambien el doctor Gu· tierrez del Arroyo representaciones ante el rey Fer· nando VII, rogando que se autorizase trasladar los restos mortales de Su Ilustrisima Arizmendi a su Ca· tedral para odviar, de este modo, cualquier impedimento que, seglin se habia rumoreado, pudiese in· terponer al efecto el capitan general Melendez. La autorizaci6n fue otorgada por Real Orden de 31 de marzo de 1915. Alglin tiempo despues - se desconoce la fecha -, a instancias y expensas del doctor Gutierrez del Arroyo, se hizo la traslaci6n de los restos a San Juan, colocandolos en la Capilla de San Ber· nardo, hoy baptisterio de nuestra Catedral. En la lapida que se116 entonces sus restos se inscribi6 un epitafio comprensivo del acr6stico del apellido Arizmendi y fiel compendio, ademas, de las virtudes del prelado. Decia asi:

Hie. Amabilis. Religiosus. Integer. Zelotipus. Misericors. Ernditus. Novator. Decoratus. Impigerque. Primus. Antistes. Patrius. Jacet. R. I. P. Esta losa con tan acertada inscripci6n fue sustituida en 1918 al ser nuevamente removidos los restos del prelado y trasladados a un nicho que se habilit6 en el muro del lado de la epistola del altar de San Juan Bautista en nuestra Catedral, precisamente en el punto donde se supone estuvo situado el sepulcro del primer obispo de Puerto Rico, don Alonso Manso. La lapida de marmol que ahora identifica SU Sepultura tiene la siguiente inscripci6n:

Requiei aeternae. Joanm Alexio Arizmendi. Qui Primus Antistes Patrius. A. D. MDCCLVII Na·

tus *. A. D. MDCCCIII Consecratus **. A. D. MDCCCXII]] Mortuus est. Altare Memoria~ Causa. Viri Portorricenses. Qui equites a Columbo Nominantur. Ponendum Curaverunt. Gulielmo A. Jones, 0. S. A. Undecimos Jam Annas Antis· tite. A. D. MCMXVIII.

BIBLIOGRAFIA BLANCO, ENRIQUE T. - «limo. Sr. Dr. D. Juan Alejo de Arizmendi y de la Torre, obispo de Puerto Rico», en Alma Latina, revista quincenal, San Juan de Puerto Rico, vol. V, num. 56, marzo de 1935. « Catalogo

biografico de los seftores obispos que han ocupado la sede de Puerto Rico desde su descubrimiento», en Boletin Eclesidstico de la Di6cesis de Puerto Rico, publicaci6n quincenal (San Juan de Puerto Rico, 1. diciembre de 1859), afto I, num. 23, paginas 273-275. 0

CRUZ MONCLOVA, Lmrn. - Historia de Puerto Rico (si· glo xix) Rfo Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1952, I, pp. 22-32. CUESTA MENDOZA, ANTONIO. - «La victoria del 1797 y el primer obispo nativo», en Puerto Rico Ilustrada. San Juan, Puerto Rico, 24 de mayo de 1947, pag. 11. PANIAGUA OLLER, ANGEL. - «Episcopologio portorricen· se ... », en Siliado Diocesano del Obispado de Puerto Rico ... del afio 1917, por el Ilmo. y Rdmo. Sr. Obispo Dr. D. Guillermo A. Jones, 0. S. A., Puerto Rico, Tip. Cantero, Fernandez y Co., 1917. NEUMANN GANDfA, EDUARDO. - Benefactores y Hombres Notables de Puerto Rico, Ponce, 1896, I, pag. 375. VALLE ATILES, FRANCISCO DEL. - «Dr. D. Juan Alejo de Arizmendi y de la Torre», en Borinquen. revista mensual (San Juan, Puerto Rico, octubre de 1909), vol I, num. IX, pag. 8.

* Error. Naci6 en 1760. ** Error. Pue en 1804.

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Itinerario de la segunda visita pastoral de Su Ilma. el Dr. D. Juan Alejo de Arizn1endi (1803-1814) POR ISABEL GUTIERREZ DEL ARROYO

C

UMPLIASE

JUSTAMENT1E UN

ANO

DE LA

CONSAGRACI6N

episcopal de Su Ilma. el Dr. D. Juan Alejo de Arizmendi celebrada en Caracas el 25 de marzo de 1804, cuando expedia en San Juan, el 21 de marzo de 1805, el edicto general de la visita. La premura con que pretendia curnplir esta funci6n esencial de su ministerio, independientemente de otras consideraciones, prueba una vez mas su impaciencia por resolver los problemas de la di6cesis tan pronto asumi6 el gobierno de ella 1• Ciertas circunstancias del ambiente puertorriquefio concurrian a sumar trascendencia a esta funci6n episcopal. Recuerdese el incremento poblacional de la segunda rnitad del dieciocho, creciente en el diecinueve y muy advertible en su primer decenio, que trajo el aumento consiguiente en el numero de poblaciones, la fundaci6n de nuevas parroquias y la construcci6n de iglesias, la Hamada «fabrica material» de las iglesias. A estos asuntos debia atender el Obispo; por el caracter de ellos su presencia era necesaria y constituia, ademas, un estimulo. Otra circunstancia puertorriquefia - por cierto, negativa - que contribuia a afiadirle trascendencia a la visita_ pastoral, era la pobreza misma de los medias de comunicaci6n. Los caminos eran asperos, insuficientes, intransitables en las estaciones lluviosas; las comunicaciones entre los pueblos en extrema lentas. De modo que las instrucciones y 6rdenes de la Curia Diocesana - como las del gobiemo en general - no llegaban con la puntualidad deseada, anulandose a veces por esta causa, su efectividad. La recordaci6n insistente y estimuladora era hasta cierto punto, imposible. Asi que la acci6n pastoral directa compensaba, en cierto modo, la entorpecedora acci6n de la deficiente vialidad. Sin embargo de estas circunstancias y de la pre1: Vease su biografia en este mismo numero.

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mura con que el Obispo Arizmendi abri6 la visita de la Di6cesis, al expedir, desde el 21 de marzo de 1805, el edicto general de su visita y comenzarla en la capital cuatro dias despues, su salida a los pueblos se retarda tres afios. c:Razones? Posiblemente compromisos insoslayables del gobiemo diocesano pusieran a prueba su paciencia. c:Acaso quebrantos en su salud? No seria improbable. Observese que ya en el mismo edicto de la visita (21 de marzo de 1805) advierte a sus parrocos que ejercera el ministerio de la predicaci6n si su salud lo perrnite. Creemos que su tardanza tambien ha de guardar alguna relaci6n con los temporales tropicales y destructivos huracanes que nos azotaron persistentemente, todos los veranos, desde el de 1804 hasta el de 1807 2• El Prelado sale a practicar la primera visita de los pueblos el 4 de enero de 1808. Ajenas causas le impiden en esta ocasi6n llevarla a su termino. Emprendela de nuevo en septiembre de 1812; tampoco en esta segunda ocasi6n podra concluirla pues la muerte le sorprende antes de llevarla a su fin.

ltinerario de la visita La jornada apost6lica del Obispo Arizmendi no estara libre de escollos. El primero, en cierta medida infranqueable, sera el de la casi total nulidad del sistema vial. Eran «tan sumamente asperos, montafiosos, estrechos, montUOSOS y peligrOSOS los mas de los Caminos y puentes de toda la Isla ... » que el Alcalde de 2. Nos visitaron dos tormentas tropicales en septiembre de 1804, un ufuerte huracruu el 11 de septiembre de 1805, una tormenta uplatanera• el mismo dla y mes de! afio siguiente y, en 1807, el furioso y destructivo hurael\n, el de movimiento de traslaci6n m:is lento que registra nuestra historia cicl6nica, ocurrido entre er 17 y el 19 de agosto de dicho afio. Cf., Luis A. Salivia, Historia de las Temporales de Puerto Rico (1508-1949), San Juan, P. R., Imp. La Milagrosa, 1950, p:iginas 106-136.


San Juan, D. Pedro Irizarry, completab'a dicha descriptiva enumeracion con es ta sugestiva frase : « •.. son mas · propios para pajaros que para . hombres ... ». Los mas de los llamados caminos no eran otra cosa que veredas enanchadas. Si llovia - lo que sabetnos ocurre cotidianamente en los meses de verano - los caminos se volvian intransitables y en extremo peligrosos. «La Isla necesita tanto de caminos y puentes ... » decia el Cabildo de San Juan al diputado D. Ramon Power en octubre de 1809. Ademas, los caminos resultaban mal trazados por falta de «sujetos inteligentes» en la materia. Por ejemplo, el camino de la Villa de Coamo a la Capital, segun testimonio de aquel Cabildo, se regulaba «a lo menos por veinte leguas, con malos ratos, y peores pasos de rios cuando se hallan crecidos ... » Si estuviera bien trazado seg(In la planta que proponia el mencionado cabildo, tendria «la mitad menos de longitud del antecedente». Con este trazado podria recibirse la correspondencia cada 24 .horas, o a lo sumo, cada 48 horas y no cadi( «seis u ocho ·dias y comunmente quince o veinte» como estaba entonces ocurriendo. Vemos, pues, las zozobras que suponia para fines del primer decenio del siglo pasado un viaje al interior de la Isla. Precisamente, en 1814, el Gobernador D. Salvador Melendez desistia de visitar los pueblos del interior por razon de la intransitabilidac;I. de los caminos. No es dificil adivinar el esfuerzo que se imponia el Obispo Arizmendi al salir en visita pastoral el 8 de septiembre de 1812, precisamente en momentos en que SU salud sufrfa graves quebrantos. Dos aiios mas tar-

de, exactamente el 2 de septiembre de 1814, en Hormigueros, sabiendo que su fin era inminente, que no llevaria a feliz termino su jornada episcopal, aludia a «las fatigas de nuestra visita... a las penosas agitaciones de las continuadas jornadas .. . » Sale por fin su Ilma. Arizmendi a efectuar la visita pastoral fuera de la Capital - segun ya advertimos el 4 de enero de 1808. En esta ocasion visita los pueblos de Trujillo, Loiza, Luquillo, Fajardo, Naguabo, Humacao, Las Piedras y Juncos. El Prelado incluye a Caguas en la relacion de los pueblos visitados; sin embargo, no la hizo en los libros parroquiales; en estos solamente aparecen los autos de la segunda visita hecha en 1812. A fines de marzo de 1808 regresa a su Ca tedral para celebrar las funciones de la Semana Santa y, una vez terminadas, proseguir la visita de los pueblos. No fue asi, sin embargo. Los acontecimientos ocurridos en Espaiia en aquel aiio y en los subsiguientes por razon de la invasion napoleonica, guerra de la independencia e instauracion del regimen constitucional con sus trascendentales repercusiones ·en nuestra Isla, lo impidieron. Su presencia en la Capital era imprescindible, viendose comprometido con insoslayables responsabilidades civiles. El periodo comprendido entre mediados de 1808 y septiembre de 1812 fue para el Prelado en extremo arduo y pr!'!iiado de problemas. Tenian elios su origen, aparte de los hechos ya mencionados, en la irrupcion de los movimientos de insurgencia en Hispanoamerica y a la coincidencia de haber tornado posesion del gobierno, desde mediados d~ 1809, el Capi41


tan General Melendez. Las rebeliones hispanoamericanas exacerbaron en este gobernante el despotismo y la suspicacia, haciendo blanco frecuente de ellas al Pastor puertorriquefio a quien tacho de infidente. Las relaciones entre ambas autoridades se volvieron cada vez mas dificiles, circunstancia que afecto adversamente la fragil salud dei Prelado. Por segunda vez emprende el Obispo Arizmendi la «Santa visita pastoral». Muchas y graves preocupaciones gravitan sobre el. Es notable f'l decaimiento de su salud pero sus responsabilidades episcopales de la visita son inaplazables. Debe cerciorarse del estado de sus ovejas, «esas ovejas que son todas las almas rediinidas con la sangre preciosa de Jesucristo ... » Sabemos que por el termino de seis meses antes de su salid~ - seg(m propia confesion - ha estado inactivo: «SU quebrantada salud no le ha permitido trabajo alguno». La frase con que se despide de sus familiares es San Juan tiene alcances profeticos: «Hasta el valle de Josafat» les dice. El Prelado parece presentir su fin no muy lejano; adivina que no habra de regresar a su Catedral. Pero si su salud es precaria, si carece de la fortaleza fisica necesaria para emprender las «agotadoras jornadas» por los «asperos caminos», por <dos peligrosos atrech9s y pasos de rios», en cambio, ahi estlin como fuerzas compensadoras, su celo pastoral, el amor por su rebafio, elevado, en oc,asiones, al grado de heroica caridad. Espiritus religiosos como el de nuestro Prela:do, de austeridad irreductible, de ascetismo vigilante, templados en la negacion de si mismos, no se arredran ante lo arduo de una empresa a la que, por ministerio divino, se ven en conciencia comprometidos. «Es del patron soberano de quien hemos recibido este encargo ... » nos dice. Abandona el Prelado su Palacio Episcopal el 7 de septiembre de 1812 con destino a Rio Piedras. No va solo; como es de suponer, lo acompafian sus familiares. Entre .su sequito figura su secretario de camara y visita, su asiduo colaborador, el presbitero puertorriquefio Dr. D. Lorenzo Cestero. Van tambien al· gunos religiosos; solo de uno conocemos el nombre, Fr. Rafael de la Concepcion, de la orden carmelitana·. Antes, le ha precedido un misionero capuchino, ilustre personaje, con notor~edad en nuestros . fastos literarios y bibliograficos, el fraile capuchino Fr. Manuel Maria de Sanlucar, predicador y autor de obras piadosas 3, Inicia el Obispo Arizmendi la visita de la parroquia de Nra. Sra. del Pilar y de San Juan Nepomuceno, de Rio Piedras, el 8 de septiembre de 1812. Desde ese dia hasta el 16 de septiembre inclusive, habra de administrar el Sacramento de la confirmacion. El "numero de confirmados en. dicha parroquia asciende a 676. · (Hasta que dia permanece el Prelado en Rio 3. Has ta hace pocos aiios se crey6 que el • Cuadernito de , varias especies de coplas muy devotas•, de SanhJ.car, publicado en Puerto Rico en 1812, era nuestro primer libro impreso. Rectific6 este error • don Emilio J. Pasarell en un documentado artlculo que vio la luz en Puerto Rico Ilustrado (San Juan, P. R., 27 de mayo de 1950), pp. 13 ss. bajo el titulo «El libro ma~ antiguo de Puerto Rico».

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Piedras? No lo sabemos; carecemos del itinerario exacto de su recorrido por la Isla. Solo aproximadamente hemos podido reconstruirlo gracias a los registros de confirmacion, pero de estos son pocos los que se conscrvan en los archivos parroquiales de nuestra Isla. Despues de Rio Piedras, la proxima parroquia que visita el Prelado es ·1a de Caguas. Esta alli el 19 de septiembre; en ese dia expide el decreto de las Cortes proclamando el Patronato de Santa Teresa de Jesus. La visita de Caguas se prolonga, posiblemente, hasta fines de octubre o dos primeros dias de noviembre. En ese plazo y durante los primeros cinco · dias de octubre, visita tambien la parroquia de San Miguel de Hato Grande (pueblo de San Lorenzo). Resiente el Pre-. lado el «reparable» «despojo» que se ha hecho al principe de la celestial milicia, el arcangel San Miguel, sus tituyendo en su lugar, «sin conocimiento nuestro, ni haber dado razon que motive semejante novedad ... » a San Lorenzo. Arguye que desde que se dieron los primeros pasos para separar este pueblo del de Caguas, fue con la invocaci6n de San Miguel. Atribuye este «antojo a voluntariedad» al cura auxiliar, Fr. Atanasio de Albalate, por lo cual se hace «reprensible su conducta». Tcrminada la visita de San Miguel de Hato Grande, regresa nuevamente a Caguas desde donde se traslada a Junco!; en los primeros dias de noviembre. La visita de Juncos· sera en extremo prolongada; ,se extiende hasta los primeros dias .de febrero de 1813, con excepcion, hasta donde sepamos, de tres dias - del 14 al 16 de noviembre - que los pasa en Las Piedras. En la parroquia de Juncos confirma casi diariamente durante el mes de noviembre, buena parte de diciembre, y algunos dias del mes de enero de 1813. Cumple · por ultima vez en Juncos, · esta sagrada funcion el 31 de enero. El total de confirmados asciende a 2.062 incluyendo los 1.221 de la primera visita hecha en 1808. La dilatada visita de Juncos - tres meses y dias .no es lo comun en el itinerario . del Prelado y contras ta con la relativa rapidez con que prosigue sus jornadas en los meses siguientes. Sus visitas varian en duracion y solo por excepcion - repetimos Hegan a ser tan prolongadas. El · caso se repite en Coamo, en Ponce y en San German. Las dilaciones del Prelado son, en cierto modo, facilmen te explicables. Naturalmente que los problemas y necesidades de cada parroquia variaban en proporcion a su importancia: a lo mas o menos nutrido de su poblacion y al grado de su dispersion, a la mayor extension de los campos de su jurisdicci6n y ermitas en ellos existentes, etc. Ademas, las vicarias, como las de Coamo y San German, por ejemplo, suponian mayor numero de asuntos para ser atendidos por el diocesano. El estado del tiempo tambien influia: necesariamente las salidas tenian que retardarse - no olvidemos la condici6n de los caminos - hasta tanto reinase buen tiempo y se · tuviese la certeza de que las crecientes de los rios no constituian peligro. Y si habian ocurrido temporales, como de hecho ocurren en los veranos de 1812, 1813 y 1814, las precauciones deberian redoblarse. La salud def Prelado siempre que-


brantada y su gradual decaimiento, habria tambien • de influir. Si sobrevenian crisis, si su debilidad aumentaba, i:no eran acaso imperativos los periodos de reposo recuperador? Repetimos que, a partir de Juncos, el Prelado seguira Ull ritmo mas rapido en la ejecucion de SUS visitas, por lo menos, hasta llegado el mes de julio de 1813. De Juncos pasa a Humacao donde debio permanecer los veinte primeros dias de febrero de 1813 para pasar luego a la parroquia de los Santos Angeles Custodios de Yabucoa. A este Ultimo pueblo probablemente llego antes del 27 de febrero. En ese dia tuvo la satisfaccion - nos cuenta - «de que en nuestra presencia se colocase la hermosa imagen de Ntra. Sra. [de Belen] pintada en un cuadro, con su vidriera y moldura de buen gusto, bajo de un baldaquin de madera lustrado, con embutidos, que Je sirven de adomo ... » A su rebafto de Yabucoa, regala 50 ps., para que revista, con plata, el asta que tiene de madera su cruz procesional. Debio permanecer en Yabucoa hasta mediados de marzo. Confirma alii a 1.414 individuos. Los pueblos de Maunabo y Patillas siguen luego en su itinerario; los visita tambien en dicho mes de marzo. ·El dia 17 firma los autos de visita en Maunabo, y en los dias 23, 24 y 25 hace la visita de los libros de ;<la parroquia de San Benito Abad y Santa Barbara de las Patillas». Gri:m alegria experimento alli nuestro Prelado y nos lo comunica: «Hemos visto con la mayor. complacencia esta parroquia construida adornada y alhajada de todo lo necesario a costa de . vuestros caudales, de vuestras fatigas, y mas que todo, de vuestra piedad y religion ... » En Patillas administra 1.981 confirmaciones. La proxima etapa de su jornada episcopal es Guayama. Ni un solo dato tenemos de la visita en este pueblo; en su archivo parroquial no se conservan lo5 libros de la epoca. El 5 de abril sale de Guayama con destino a la Vicaria de Coamo. En el trayecto se ve obligado a hacer un alto en el- sitio nombrado las «Salinas». Pero dejemos que su secretario, el doctor . don Lorenzo Cestero, nos refiera el hecho. «Habiendo S. S. Ilma. concluido la Santa Visita Pastoral ·del · pueblo de Guayama y dirigidose para esta Iglesia Parroquial de San Blas de la Villa de Coamo, hizo mansion en . el sitio nombrado las Salinas de esta jurisdiccion, donde habiendo encontrado una parte considerabl~ de vecinos que por su pobreza y falta de cabalgaduras no podian conducir sus nl.iios a la parroquia, · para recibir el sacramento de la · confir- . macion, resolvio darselos en la misma casa en que estaba alojado, poniendose al efecto un altar portatil con la .imagen de Jesucristo y cuatro luces ... » Confirmo en esta ocasion 141 niftos. El dia 6 de abril esta en la Viila de Coamo. Esta Vicaria le servira de centro de accion; desde ella saldra a .Practicar las visitas de Cayey y de Barranquitas, regresando nue· vamente a la Villa. Serios problemas tendra que resolver el Obispo Arizmendi en Coamo. Por ejemplo, ha visto por propia experiencia las distancias tan considerables que median desde el sitio de las Salinas, no menos que

del Aybonito ... » hasta el punto central de la parroquia en Coamo. Conoce «lo penoso de sus caminos, los peligros a que se expone el cura parroco para administrar los santos sacramentos ... » i:Y cual es la realidad espiritual que deriva de las penosas comunicaciones? «Hemos comprobado la desgracia de muchos que a pesar de la vigilancia, han fallecido sin recibir sacramento alguno, despues de haber vivido sin venir a ofr la Misa, la explicacion del Evangelio, ni cumplir con el precepto de la com union pascual... » Y acongojado exclama: «Son males que no podemos ver con indiferencia y que nos obligan, en fuerza de nuestro pastoral ministerio, a poner el remedio conveniente ... » El primero de julio de 1813 dispone que se establezca, en ambos sitios, en Salinas y en Aibonito, iglesias que sirvan de ayuda de parroquia. Reconoce «lo arduo de la empresa» por ser las circunstancias de toda la Isla i<tan criticas y miserables ... por la circulacion del papel moneda». Incluso, se moveran mezquinos intereses para impedirlo: «habra tambien sus contradicciones - nos dice - y algunos que por intereses particulares, se opondran al proyecto, tan santo como necesario y ventajoso... Pero habiendo confianza en la Divina Providencia todo podra obviarse, de modo que no vivan como iufieles, los que son verdaderamente cristianos ... » . De Coamo, como ya advertimos, el Prelado pasa a Cayey. El 29 de abril esta en esta parroquia de Ntra. Sra. de la Asuncion. Gran regodjo ha de experimentar a la vista del nuevo templo. Desde Cayey sale para el recien fundado pueblo de · Barranquitas el 10 de mayo y, el dia 20, esta ya · de regreso en Coamo. Contamos con las · estadisticas de los confirmados en Cayey, en total 2,.227; nada sabemos de los de Barranq ui tas; los de . Coamo ascienden a 1.752. La s·alida de Coaino se retarda, posiblemeiite, hasta el 3 de julio. ~n carta que dirige al Regidor de San · Juan, capitan don Jose · Romero, el propio Obispo nos da la razon de esta tardanza. Sus palabras nos permi ten siquiera un atisbo de su temperamento tierno y emotivo. Dicen asi: «Cuando se hallaba mi espiritu en la mayor consternacion en la Villa de Coamo viendo mi familia acometida de «tercianas», recibi el oficio de' v ... » El proximo 'pueblo en su itinerario es Juana Diaz. Ya el 4 de julio encontramos a nuestro pastor administrando alli la confirmacion; son por todos 1.983 los que la · reciben. Gran desconsuelo causa al Obispo Arizmendi el templo de Juana Diaz. Es lameritable su situacion «por su pequeftez, por su poca decencia, por la corrupcion que comienzan ya a manifestar las maderas poseidas del com':!jen, por la falta de orri.amentos ... . los altares sin adornos, las imagenes ridicwas, ;especialmente la del patrono San Ramon Nonato y la de Ntra. Sra. de la Concepcion y Candelaria ... » Todo revela la dejadez y ningun· cuidado que se tiene con la casa del Senor. Exhorta el Prelado a sus ovejas a que revivan sus primeros entusiasmos hasta poner el templo en el estado de perfeccion que corresponde. Y · con ·su caracteristica generosidad, les hace varias dadivas para ayudar a la adquisicion de imagenes y ornamentos. 0

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Ponce es el proximo punto en el recorrido pastoral. Destruido cl archivo parroquial de esta poblacion por un incendio, son muy pocas las noticfas que tenemos de la visita del Prelado. Por los documentos expedidos durante su mansion en esta ciudad, hemos descubierto que la visita de Ponce se extendio desde agosto hasta octubre. El 23 de julio estaba aun en Juana Diaz. 'En ese dia esta fechado el auto general de la visita. El 9 de agosto, estando en s·u «santa pastoral visita del pueblo de Ponce», expide una circular disponiendo los. servicios religiosos de difuntos que habran de celebrarse, en cada parroquia, por el descanso del alma del «digno ciudadano», don Ramon Po:wer. El ultimo documento expedido en Ponce lleva la fecha de 13 de octubre, pero posiblemente permanecio . en esta poblacion hasta fines de dicho mes, o primeros dias del siguiente. (Por que esta gran demora en Ponce? Sin descontar la posibilidad de una crisis en· su salud, no cabe duda que los dos tem1>0rales de aquel verano, el de Santa. Ana, el 26 de julio, y el de 21 de agosto, debieron ser, en buena parte, causantes de esta prolongada estancia. Desconocemos cuando sali6 de Ponce pero el dia 4 de noviembre el prelado esta en Peftuelas y el 22 hace la visita de· sus libros parroquiales. Yauco es el prox1mo pueblo en su jornada. jCuantos desconsuelos! jCuantas desazones le reserva esta visita! ·Como se contrista el P.relado ante la tibieza de los yaucanos, ante «SU talta de celo por el honor de Dios y de su Santa Casa». «Todo el contento con que vinimos a visitaros - les dice - se nos coi:ivirti6 en disgusto desde que vimos la suma indecencia de esta Iglesia, que no ha podido ocultarse, por mas que se ha procurado disimular algo con el blanqueo y otros remedios que se le han hecho ... » Radicales medidas toma S, Ilma. Arizmendi para poner en marcha la «fabrica» de la iglesia. La estadia del Prelado en Yauco se extiende desde fines de noviembre hasta mediados de diciembre. El dia 30 de aquel mes comienza a adrninistrar la confirmacion y continua ejerciendo esta sagrada funcion, diariarnente, hasta la vispera de su salida de este pueblo, es decir, hasta el 15 de diciembre. El total de confirmados asciende a 3.068. Presumimos que el Obispo Arizmendi sali6 de Yauco el 16 de diciembre. Su destino final sera la Vicaria de San German pero en el trayecto, es su intencion, hacer morada en Sabana Grande. Su iglesia - hasta ese afto ayuda de parroquia de San German - habra de erigirla en parroquia independiente. Llega a Sabana Grande el mismo dia 16 en la maftana, adende a todos los pormenores de ·ia visita y administra la confirmacion a 650 personas «entre adultos y parvulos». No puede cumplir su prop6slto de hacer mansion por algunos dias en este pueblo; «lo embarazo la poca comodidad ·de la habitacion que apenas prestaba el alojamiento para un par de personas, siendo por lo tanto forzoso seguir» hacia la Villc.. de San German. Pero como se percata de que son muchos los pobres que carec::n de cabalgaduras y que no pueden llegar hasta San German para ser 44

confirmados, vuelve de nuevo a Sabana Grande, el 9 de enero de 1814, «domingo infra-octavo de la Epifania». En ese dia confirma a 344 individuos ( que con los 697 del mes anterior, hacen un total de 1.046) regre5.ando la· misma tarde a Ja Vicaria de San German. La primera salida de Sabana Grande debi6 ocurrir el 17 de diciembre, pues al dia siguiente, inicia las confirmaciones en ·San German, y continua administrando el sacramento, diariamente, durante el resto del mes, todo el de enero y algunos dias del de febrero de 1814. La visita de San German, como la de Ponce en el verano de 1813- y la ya mencionada de Jl.}.Ilcos, es tambien de larga duracion. Indudablemente la salud del Prelado flaquea. Su cuerpo esta herido de muerte. Le ·restan apenas ocho meses de vida. Pero si el cuerpo sufre deterioro, en cambio, el espiritu esta fuerte; su voluntad pastoral, inquebrantable. Quedan ovejas a quienes anhela llevar la influencia santificadora de su visita, la gracia santificante del sacramento; quiere conocer por si mismo, las necesidades de las parroquias que ailn le faltan, tomar medidas que las remedieh, tenderles su generosa mano paternal, atraer al buen redil a las ovejas descarriadas. Pero a partir de San German, su visita progresara muy lentamente. Todavia, el 27 'de febrero, esta en la Villa. Confirma 22 fieles ese dfa, completando. un total de 5.452. A estos se agregaran 184 mas del mes de abril; probablemente sangermeftos que pasan a Hormigueros, donde se encuentra el Prelado en dicho mes. Suman por todo las confirmaciones de San German a 5.636. El Santuario de Hormigueros, entonces ayuda de parroquia de . la Vicaria de San Germlin, es la etapa siguiente en su itinerario. Debio llegar a ese pueblo el dia 28; al siguiente, 1 de marzo, esta confirmando. Confiere el sacramento durante buena parte del mes; las ultimas confirmaciones las administra el 26 de marzo; son 2.155 los confirmados. En Hormigueros su salud debio sufrir aguda crisis. Desde alli, t:scribe el 12 de abril a su Cabildo, manifestandole el estado quebrantado de su salud, momentaneamente aliviado; ruega, resignadamente, lo encomienden en sus oraciones para que el Senor conceda lo que sea mas conveniente al bien espiritual de la Diocesis. El Cabildo decide celebrar rogativas por la saluc\ de Su Ilustrisima. El temple heroico del Prelado no se abate. Triup.fa sobre su miseria fisica y emprende otra vez la agotadora jornada. Su anhelo irreductible es llevar a su termino la visita pastoral. El amor por su rebafto, amado en Dios y por Dios, le impele a proseguir. Es amor de perfecta caridad-. El Prelado asi lo ha manifestado en palabras que dirige a sus ovejas de Sabana · Grande : «Un Prelado que os ama con perfecta caridad». Aliviado un tanto, sale .de Hormigueros con destino a Cabo Rojo donde administra desde el dia 20 de abril hasta el dia 12 de mayo, 3.923 confirmaciones. Apenas permanece tres semanas en este pueblo. Es urgente que prosiga. Su vida sigue apagandose, pero su heroica caridad lo lleva d~ nuevo «a las penosas agitaciones de las continuadas jornadas ... »


Mayagilez es su proximo dlstino y etapa postrera de su jornada episcopal. En la parroquia de Nuestra Sefiora de la Candelaria ejercera por Ultima vez su sagrado ministerio. Llega a ella a mediados de mayo. Contra lo acostumbrado, no comienza en ·seguida a conferir el sacrament~ de la confirmaci6n. Tarda en hacerlo hasta el 10 de junio; alguna grave crisis ha debido impedirlo. En ese dia inicia las confirmaciories, con nueva interrupci6n hasta el dia 23, y des® entonces la administrara diariame~te has~a el 29. Son 1.580 las que en total confiere. Apenas le restan fuerzas al Prelado. No puede proseguir. Su jornada episcopal ha terminado. Parte de su rebafio - los del sector norte de la costa oeste, los de toda la parte norte hasta San Juan - no oiran su voz apost6lica ni recibiran de sus manos ungidas la gracia santificante del sacramento. Convencido de que su fin es inminente, pide que se le traslade a Hormigueros. Sufre intensamente en su · espfritu al no haber podido llevar a feliz termino la santa visita pastoral. Pero sµ resignaci6n a la voluntad divina es absoluta. Estos sentimientos inspiran el fragmento que sigue, tornado de SU ultima Carta pastoral, hermOSO documento de profunda unci6n religiosa, fechado en Hormigueros el 2 de septiembre de 1814:

« •. ,Hemos padecido· en nuestro espfritu todo el dolor y sep.timiento que nos inspira nuestro amor paternal y nue~tro ministerio pastoral. ... No ha querido el Sefior, o no ha convenido que completemos nuestra gloria, ni que presentemos en su trono de Justicia este merito que seria recomendable ... »

El Prelado teme que sus restos mortales no . puedan reposar en su Catedral. El Capitan General Melendez ha expresado su determinaci6n de no permitir sepultura alguna fuera del nuevo cementerio de Santa Maria Magdalena de Pazzis, recien bendecido en mayo. de aquel mismo afio. El Obispo, devoto ferviente de la Virgen de Monserrate, pide que se le sepulte en el Santuario bajo esta advocaci6n en Hormigueros. Los familiares del Prelado logran veneer su oposici6n a regresar a San Juan. Consideran que en la Capital obtendria mejor asistencia. Pero- en el trayecto, le sobreviene nueva crisis que le obliga a hacer mansion en Arecibo, donde muere temprano en la mafiana del 12 de octubre .de 1814; habiendo sido en· terrado, al dia siguiente, en la ermita de la Virgen de Monserrate existente entonces en aquel pueblo.

La antigua Ermita de la Montserrate en Arecibo

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N otas sohre el arte sacro en el pontificado del ilustrisin10 senor de Arizmendi (1803-1814) POR ARTURO

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L ULTIMO TERCIO

DIUL

SIGLO XVIII EN PUERTO RICO,

clave y raz6n de los comienzos del ' siguiente, tiene aun parcelas inexploradas de notable interes. Una de ellas, la del arte sacro, que conocido fragmen~ tariainente por la obra pict6rica de Campeche, debe mostrarnos un mundo mas amplio de formas y calidades esteticas, el mismo que fuera suplanfado de un siglo a esta pa~te por las creaciones adocenadas de la fabrica industrial. Un examen forzadamente incompleto de fuentes docume~tales' ha evidenciado la existencia de artistas y menestrales que enriquecen con la variedad de sus oficios y talleres la imagen de un viejo San Juan, mas cautivadora que la del consabido cliche decimon6nico. Los conventos de las tres religiones, Santo Domingo, El Carmen y San Francisco, ·las Ordenes Terceras, las Cofradias y los gremios, el cabildo secular, el Hospital de la Concepcion, las parroquias de la Isla y, sobre todo, la Iglesia Catedral, solemnizan con gran aparto las fiestas de los respectivos tit'ulares y santos de mayor devoci6n. Imagen habr:a -la del Senor San Jose en la iglesia de las Monjas- que cuente con su propio peculio para el pago de sastre y platero en su fiesta. Legados, fondos de fabrica y limosnas de los devotos permiten acudir con esplendidez a los gastos que implica el fino sentido de lo santuario al se1vicio del altar. Y en torno a ese mismo altar en que impera la trama barroca .de luz y de color, los talleres con sus maestros y las tiendas que tambien sirven al lujoso vestir diecioch7sco de la gente de la ~poca y a la notoria 1. Queremos agradecer en primer lugar al Sr. Arzobispo de San Juan, MoJ;1s. Jaime P. Davis, la franca acogida y la confianza con que nos distingui6 al autorizarnos para llevar a cabo la !area de investi- · gaci6n en el Archivo y Convento de )as MM. Carmelitas, asi como a las religiosas de dicha Comunidad. lgualmente. agradecemos .a. la senorita Isabel Gutierrez de! Arroyo los datos referentes a las v1S1tas de Trujillo y Juana Diaz y los documentos que aluden al platero Elias, que tan generosamente nos cediera, y su acertado consejo en algunos enfoques.

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V.

DAVILA

debilidad de los islenos por tejidos y arreos deslumbrantes. En medio de esta sociedad, que vive el dia entre sonar de campanas y mide la muerte a la antigua espanola, con amplio gesto y tranquila certeza, surge en los primeros anos del siglo XIX la figura del Ilustrisimo Sr. Don Juan Alejo de Arizmendi, llamado a regir en · lo espiritual la ciudad episcopal en que naciera y la isla toda de Puerto Rico. Puede decirse con seguridad que tambien preside el desarrollo del arte sacro y las artesanias en esos anos (1803-1814 ). Los artifices y menestrales que trabajan en San Juan durante su pontificado le sobreviven en su mayoria por muchos anos. Pero la intervenci6n -personal · o inmediatamente delegada- del Prelado en los encargos de varias de las piezas que estudiamos, junto a citros testimonios documentales, demuestra su interes e incluso sus criterios sobre la calidad y dignidad de aquellos. Por ello creemos proceder con verdadero rigor hist6rico al hablar de un matiz particular del arte religioso en su tiempo. Consideramos como. objeto primero del presente trabajo un sector de la pintura de Jose Campeche en los ultimos anos de SU Vida, que coinciden con los seis primeros de Arizmendi eri. la sede episcopal de San Juan. Nos referimos, por tanto, a aquellas obras en que se refleja la personal influencia del prelado en el tema iC01iografico, sean ejecutadas por el mismo pintor o por gente de su taller. Son varias las obras de Campeche a las que acompana u"n. letrero indicando las indulgencias que con·cede el obispo a los que rezaren ante la imagen respectiva algunas preces. Entre ellas, se distingue el precioso triptico de Nuestra Senora del Carmen, .de tan afiligranadas calidades en la tabla central. Esta fechado en el afio de 1809, ultimo de la vida del pintor. Merece atenci6n el hecho -ins61ito en sus pintu-


aun existian en junio de 1801 '. A ello podrian atribuirse .las aguas azules del manta, los rubios cabellos del Salvador y la claridad del fondo, de ordinario mas contrastado en Campeche. Es la ilnica pintura conocida de tema eucaristico que poseemos de su mano, pues el lienzo de Nuestra Senora de la Merced, con la custodia en el regazo, parece mas bien obra de taller. Por esta tabla y la pintura del Monumento de las Carmelitas, ejecutadas .en el afio 1808, cobro su autor la suma de 45 pesos4 • La devocion a las Animas, recomaridada insistentemente por los obispos en el siglo XVIII, nos explica la notable serie de pinturas de este tema que salieron de los pinceles y el taller de Campeche. Un texto de Arizmenµi, si bien posterior a la muerte del pintor, resulta, sin embargo, revelador del clima de piedad que determinaba su obra. En catorce de septiembre de 1812 encomienda el obispo a los Cofrades del Santisimo Sacramento de Rio Piedras la ereccion de la Cofradia de Animas en los terminos siguientes : " ... No habiendose establecido hasta ahora en esta Parroquia la Cofradia de las Benditas Animas del Pu~gatorio, tan priyilegiada como util, necesaria e in0

Salvador Eucaristico. Pintura de Jose Campeche (1808) para la Portezuela ~el Comulgatorio de las Carmelitas

ras del mismo tema- de encontrarse la luna bajo los pies de la Virgen, asi· como el cerco de estrellas en forno a su cabeza, lo que nos indica la asunci(m de dos formas iconograficas en una : la Inmaculada y el Carmen, ardid frecuente en el Barrqco. Los angeles de las portezuelas, en tan vivo contraste con la finura de ejecucion de la tabla aludida, emparentan, sin embargo, con un hallazgo singular. Se trata del Salvador Eucaristico que pintara Campeche para la puerta de la craticula2 de las Madres Carmelitas durante las obras que por orden del Ilmo. Sr. Arizmendi se realizaron en ella del 13 de octubre de 1808 · al 13 de agosto de 1808. Hay en esta pintura rasgos comunes a varias pinturas del mismo autor. Las vestiduras lo relacionan de cerca con la figlira de Jesus en la vision de la Porciuncula, hoy en el Palacio Arzobispal de San Juan. La expresion del rostro es muy parecida a la de San Alberto, del mismo Convento di! Carmelitas, que reproducimos en .estas paginas. Debio valerse nuestro pintor de alguna estampa de la ultima cena, quizas de alguno de los lienzos del Monumento que pinto Paret para la Catedral, donde 2. Craticula: pprtezuela que encubre el comulgatorio de las monjas ei:t conventos de clausura, protegida generalmente por una reja, a la que debe su nombre.

San Alberto de Sicilia. Jose Campeche, Convento de Madres Carmelitas. Santurce. Puerto Rico 3. « ... y se trasladen los seis lienzos de! Monumento a la capilla de San Bernardo y San Antonio•. Libro 8.o de acuerdos capitulares. Folio 8: acta del 15 de junlo de 1801. Boletin de Historia puertorriqueiia, vol. II, n.o 8, p. 244. · 4. Cuenta del gasto hecho en la obra de las MM. Monjas a que se dio principio el dia 13 de octubre de 1806. JO folioo. Archivo Diocesano. Caj6n: Cannelitas. ·

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Cristo de la Buena Muerte, esculpido en San Juan en 1812 por encargo del Obispo Arizmendi para la¡ Iglesia de las Carmelitas. El fondo en color detalle de la Cabeza


cientifico del fen6meno · encomienda al maestro la antiestetica tarea de copiar el monstruo. Constituye, por ultimo, una pieza · de indudable interes el retrato del mismo Obispo, ejecutado por Campeche, existente en la Catedral de San Juan. El Ilustrisimo Arizmendi en persona o alguno de sus intimos debi6 mediar en la disposici6n de sus elementos. Nos interesa de manera especial el asunto del fondo donde aparece, en un rompimiento de luz, la escena del bautismo de un infante. Un angelote, sentado sabre nubes, sostiene una mitra y un baculo, indudable alusi6n al retratado, cuyo significado concreto se nos oculta a menos que se trate de su vocaci6n a la plenitud del sacerdocio incoada en las fuentes bautismales. La es" tampa, de carte dieciochesco, que sirvi6 para esta escena, se utiliza integra en el lienzo alusivo al Sacramento de! Bautismo, obra probable de su hermano Miguel o de !:iilvestre AJ+dino, hoy en el Museo de la Universidad de Puerto Rico.

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Recibo de la talla del Cristo de la Buena Muerte. Archivo de las Carmelitas

teresante a todo fiel cristiano por el comun beneficio que de ella resulta a los vivas y a los difunto.s, acordamos su erecci6n y establecimiento que se sostendra por los mismos cofrades menores y hermanos mayores del Santisimo Sacramento ... »' Sabemos que en visperas de su muerte se preparaba Cainpeche a pintar SU ultimo lienzo: el cuadro de animas que le encargara el presbitero don Jose Casimiro Boria para la iglesia de Aguadjlla, cuyo aparejo dej6 terminado fiando la pintura del mismo a su hermano Miguel, segun consta en la clausula novena de tu testamento'. Un curioso encargo de! Obispo Arizmendi a Campe·che es el retrato del Niiio Pantaleon de Aviles de Lupa Alvarado. Traido a San Juan en 1808, lo confirma el prelado el 6 de abril y guiado. por el aprecio 5. quial. 6. chivo

Libro <;le la Cofradia del Santisimo Sacramento. Archivo ParroRio Piedras. Protocolo de regorio Sandoval. Aiio de 1809, folio 69 vuelto. Arde Protocolos, San Juan. ·

Relicario de los Martires de Cardena. Obra probable (c. 1808) del platero puertorriquefio Pedro Elias. Oratorio del Palacio Arzobispal

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EI aprecio de todo Jo que 'dice re!acion al culto, y en particular a las imagenes, aparece con claridad en ios autos de visita redactados por el Ilmo. Sr. de Arizmendi o por su secretario, don Lorenzo Cestero. Vieja cautela pastoral Ia de este hispanico desvelo . por Ia gravedad de la forma. Ya en las Constituciones Sinodales de 1645, vigentes hasta este siglo, el Obispo de Puerto Rico, don fray Damian Lopez de Haro, dedica un titulo al asunto. Un testimonio sumamente preciso y mas proximo a Arizmendi lo ~ncontramos en las Constituciones de! Concilio Provincial de Santa Fe de! Nuevo Reino de Granada (1774-1775). En el capitulo segundo se halla el siguiente parrafo: <<. •• Previenese a los parrocos y rectores de las iglesias, administradores o mayordomos de Cof.radias o lugares pios no manden pintar ni hacer a maestros imperitos imagenes sagradas para que se coloquen en las iglesias, con pretexto de que las hacen por menos precio que los peritos en el arte; bajo la pena de que siendo ridiculas, ineptas e indevotas se volveran a pintar y hacer de nuevo a sus expensas» 7• En total acuerdo con los criterios arriba expresad1t5 1 el Obispo recomienda en Jos. autos de visita de Trujillo (12 de enero de 1808), que (( ... en las imagenes que se coloquen en los altares se procure toda la decencia posible y conformidad con los prototipos que representan .... En Rio Piedras, en 1812, ordena consumir la imagen · del Sefior atado a la columna, y en Juana Diaz, en 23 de julio de 1813, hallandose tambien de visita pastoral, se queja de Jos ridiculos simulacros que representan al patrono San Ramon Nonato y a Nuestra Senora de la Concepcion y Candelaria. En esle seritido creemos contar con un testimonio definitivo. El hallazgo de la imagen del Cristo de la Buena Muerte y de los documentos referentes a esa talla en ,el convento de las Carmelitas, vienen a confirmar las afirmaciones anteriores. Se encuentra esta interesante escultura en el coro bajo de las Monjas. El recibo de su costo, expedido en 9 de mayo de 1812, especifica claramente que fue hecha la imagen por orden del Obispo y que toda la tarea de construccion, encarnacion y pintura la realizo el firmante, Jose Valentin Sanchez, de! que sabemos unicamente que en 1816 contitiua ·trabajando en San Juan y vive ailn en . 1824 con el grado de capitan de Caballeria'. Natural o no de Ia· Isla, aqui hay un imaginero -maestro escultor lo llamo el don Lorenzo Cestero- con taller en la ciudad y largo aprendizaje, capaz a ratos de a~iertos llenos de .espiritu coma lo atestigua esta obra. La espJendida cabeza delata la formacion andaluza del entallador, que ha sabido juntar en un mismo rostro el impacto de la muerte y la majestad de Dias sin abusar del elemento patetico. El reali~mo de escuela se manifiesta en detal!es tales coma las sefiales de ataduras en las mufiecas, brazos y tobillos, que recuerdan a su. vez la descripcion de los tormen7, Jose Manuel Goot: Historia Eclesiastica y Civil de Nueva Granada. Bogota, 1953. T. II, pp, 606-608. 8. Aparece como testigo en el testamento de Manuel Carbanas (1778-1824), sastre que cosla para las imagenes de los Santo~, otor.gado el 5 de mayo de 1824 en San Juan, Protocolo de Francisco de Acosta, aiio de 1824 y folios 243 y cc. Archivo de Protocolos. San Juan.

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tos de la Pasion, hecha por la Venerable Maria de Jesus de Agreda en el libro VI de la Mistica Ciudad' de Dias tan leida en el siglo XVIII. Los pliegues de! pafio de pureza han sido esculpidos en la misma madera, y no sustituidos por la facil materia de! trapo encolado, de uso frecuente por entonces. Es de lamentar que el tronco se aparte de la acertada · ejecucion que revelan a primera vista la cabeza y los brazos, defecto que no logra quebrar la nobleza de! conj unto. ' En torno a la imagen, de dimensiones mas que regularesi 1'65 x l '24 bulleq los operarios para la construccion de! altar. El maestro carpintero Felipe Laza l!eva el peso de la tarea. Le sigue el maestro Juan Antonio Robles, que pinta el guardapolvo y el pedestal. La imagen se coloca por fin sabre un fondo de tela morada, forrada de algodon encarnado y guarnecida con cinta verde, luciendo de! mismo genera mo" rado el vela deldntero. Dicho vela se descorria quedando la imagen manifiesta durante los oficios y en las grandes solemnidades. Era costumbre general e igualmente se custodiaban por aquellos afios el Crucifijo llamado de! Buen Viaje, en la Capilla de la Orden Tercera. de San Francisco y el Cristo de la Ermita de la Concepcion. En los extremos de calor de este clima era, ademas, de una sefial de reverencia, un media eficaz de proteger la encarnacion de! polvo y la luz excesiva. Esta escultura, ejecutada en un taller de San Juan por expreso encargo del Prelado y, probablemente, bajo la · vigilancia de su secretario, el presbitero don Lorenzo Cestero, viene a ser la concreci6n del piadoso senti.r; del primero y de los criterios ya suyos, ya de su epoca -vigentes en relacion con las sagradas imagenes. Cierra estas notas el nombre de un platero, natural de San Juan, Pedro Elias (e. 1756-1824), a quien encarga el Obispo el Relicario de los Martires de Cerdefia y recomienda a su paso por la Isla en visita pastoral. Hasta hoy permanecian en la sombra los nombres de! viaje del gremio de plateros de la ciudad, pero el hallazgo de documentacion sabre Elias, nos ha permitido identificar la pieza aludida coma obra suya. En acta · del Cabildo Eclesiastico de 17 de junio de 1808 se habla dei mismo coma el platero que sirve a la Iglesia Catedral y al que han de entregarse pa~a su limpieza aquellos objetos cuyo estado lo requieran urgentemente. Reclamaba por entonces Elias el pago de una lampara ejecutada el afio anterior, que apa recia colgada en la Capilla de San Pedro. No era tiempo, por tanto, de nuevos encargos. Pero las reliquias de los Martires .de Cerdefia permanedan aun en la misma cajita de madera en que las trajo el obispo, don fray Benito de Rivas, en 1664, y el nuevo prelado puertorriquefio debio dolerle el que no pudieran exponerse permanentemente a la publica veneracion de los fieles. . El afio anterior de 1805; 'dofia Maria de la Cruz P~ieto habia .dejado en su 1estamento la limosna de cien pesos para la reedificacion de la Catedral o bit:? para «custodiar las sagradas reliquias de los Santo~ que alli existen», informada, probablemente, por · el


Obispo, a quien confia en el mismo documento la tutela de sus hijas'. Parte de ello debi6 aplicarse a este fin, pues en el inventario de la Catedral del afio de 1808 se declara con referenda a las citadas reliquias lo siguiente:  .• . Estas existen en un relicario grande en forma de caja cuadrilonga de plata, con su pie y remate de dos palmas cruzadas, todo de plata. Este relicario lo mand6 hacer el Ilmo. Sr. D. Juan Alejo de Arizmendi, dignisimo .Obispo de esta Di6cesis, p_ara lo cual se desbarataron varias piezas de plata, al que se trasladaron de una arquita de madera pintada de encarnado10. En 1811 el relicario se encuentra ya en el altar de Nuestra Senora de Belen, "dentro de una urna de caoba con cristal entero, propiedad de don Jose Laureano Calderon. No comentamos las calidadcs de esta pieza, cuya sobriedad no precisa escolios. Midc 54 ems. del pie a lo alto de la cr.uz y la caja, 33 1/2 x 12 1/2 ems. Una cenefa de tipo <lenticular hecha a cincel, decora los hordes y el recuadro central posterior de la caja.

El pie recuerda los boceles, rebordes y secciones troncoc6nicas habituales en los candeleros de plata de la epoca~ Los servicios de Elfas en la Catedral fueron; sin duda, rendidos a conciencia ya que afios despues, en 1813, el Ilmo. Arizmendi al visitar la parroquia de Juana Dfaz recomiend,i que al ejecutarse el testamento de dofia Ines de Torres se encargue la hechura de la lampara de plata al Maestro Pedro Elias en la Capital. Terminamos aqui estos apuntes, conscientes de sus limitaciones puesto que qued6 por estudiar, entre otros temas, el de la arquitectura religiosa, del que nos consta existe documentaci6n, si no abundante, al menos sugeridora. Como otros aspectos dignos de consideraci6n, quedn este en espera de un tuturo estudio qtie esperamos realizar. El objeto que nos propusimos al redactar estas notas, quedara logrado si entre ellas se percibe, como los mimbres de la cesta inacabada de Arizmendi, la fibra cordial de aquel Obispo que supo ntedir "el ete1no valor de las cosas pequefias.

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9. Registro de Gregorio Sandoval. 13 de julio de 1805. Archivo de Prolocolos. San Juan. 10. Invenlario de las ornamentos, alhajas de plata y demas cosas perlenecientes a esta Santa Iglesia Catedral y sacristia mandado hacer par el Ilmo. Sr. Dr. D. Juan Alejo de Arizmendi, etc. Aiio de 1808. Museo de la Catedral de San Juan.

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Documentos relacionados con el Obispo Arizmendi

Acta de la reunion extraordinaria celebrada por el Cabildo Eclesidstico de San Juan el 16 de agost.o_ de 1809 11 c~n motivo de la visita que dispensara a dicha corporacion el diputado D. Ramon Power *. En la muy noble y leal ciudad de San Juan de Puerto Rico a los diez y seis dias del mes de agosto de mil ochocientos nueve: habiendo precedido aviso politico del Exceleritisimo Sr. Dn. Ramon Power, Diputado Vocal por esta Isla de la Suprerna Junta Central Gubernativa de los reinos de Espana e Indias, de que pasaba a las diez de la maiiana de este misrno dia a corresponder la visita a este Ilustrisimo y Venerable Cuerpo Capitular, se cito para ello a cabildo extraordinario mediante aviso que se dio al instante al Ilustrfsimo Sr. Obispo de esta Diocesis, Dr. D. Juan Alejo de Arizmendi, haciendosele presente con las urbanidades de estilo el fin a que se dirigia, por si Su Seiioria Ilustrisima tenia tambien por conveniente presidir este acto, a que habiendose convocado con muchisima prontitud, se juntaron en la Sala Capitular a las nueve y tres cuartos de la maiiana, el expresado Ilustrisimo Sr. Obispo, el Sr. Dean D. Juan Lorenzo de Matos, los · Sres. Canonigos . Dr. D. Juan de la Encarnacion de Andino, Decano, y Licenciado D. Nicolas Alonso Andrade, los Sres. Racioneros D. Tiburcio Gonzalez Esmurra y D. Jose Antonio Espeleta y no los Sres Arcediano D. Jose de Rivera, Chantre D. Esteban Gonzalez, y Canonigo D. Joaquin Urquizu, por estar gravemente enfermos, y habiendo presentadose a la hora de las diez el referido Sr. Excelentisimo, salieron dos diputados de! Ilustrisimo Cabildo a recibirle a las puertas respectivas de entrada, e introducirlo a la sala donde de uso y costumbre se celebran los cabildos en esta Santa Iglesia Catedral que estaba ostentosamente adornada .. . con la circunspeccion y gravedad correspon [dientes] de una persona destinada para representar [la parte] esencial e integrante que se ha declarado a esta Isla en la Regencia y Gobierno de la Monarquia Espa~ola, dandosele silla de brazos, con almohadon y tapete a la derecha y bajo del dosel que se conserva de costurnbre en el asiento del Ilustrisimo Sr. Obispo, proporcionandosele tambien los que correspondian a · los demas Sres. Proceres y Magnates que componian la noble comitiva que seguia a Su Excelencia, que despues de los saludos de estilo, propuso el objeto que le llevaba a cumplimentar a Su. Seiioria Ilustrisima Muy Venerable manifestando con las expresiones mas 1. Libro d~ Actas Capitulares (1808-1812), Archivo Diocesano, Catedral de S<in Juan Bautista, San Juan, P. R. • Fue en esta ocasi6n que el Obispo Arizmendi hizo la simb61ica entrega de su anillo pastoral a Power. El documtnto tiene . singular trascendencia hist6rica por ser testimonio de la primera manifestaci6n -hasta donde sepamos- de! despertar de nuestra conciencia nacional.

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significativas de afecto, los buenos deseos que le animaban para desempeiiar la comisioi;i, que habiendole decidido la suerte .le presentaba medios de acreditar su adhesion a este Ilustrisimo Cuerpo y toda• la Isla, y confiado en Dios y las fervorosas oraciones de todos los dignos Ministros que lo componen, desempeiiar el grave encargo que por un principio funesto que Hora la Nacion se le presentaba para hacer feliz a su Patria, sobre cuyos fundamentos, habiendo extendidose mas dicho Sr. Excelentisimo con toda la energia y erudicion que naturalmente posee, tomo entonces la voz que le cupo y debia el expresado Ilustrisimo Seiior Obispo, y contesto como presidente nato por si, y todo su Cuerpo Capitular y Clero con la melifluidad y elocuencia que es analoga a su dignidad y superior caracter, demostrandole la particular complacencia que sentia en su corazon de ver por boca de S. E. ratificadas las esperanzas que· se prometia todo el pueblo y la Isla entera para el desempeiio que la eleccion y la suerte habian dignamente reunido en su persona; que esta confianza le hacia tener la de que siempre consideraria en esta Isla las obligaciones de buen hijo, no menos que la de su regeneracion ~spiritual que habia merecido en esta misma Santa Iglesia, donde se habia jurado adscrito a la ley de Jesucristo, por cuya defensa, la del Rey y de su Patria, habia dicho Su Excelencia que se aprontaba a morir, le ofrecio por ello los socorros del Espiritu de Dios, en que ofrecia con su Cabildo y Clero emplear • sus oraciones, aiiadiendo la particular que tiene la Iglesia para que le conceda a S. E. todo el . acierto, felicidad y exito dichoso que corresponde SUS buenos deseos. Le encarecio tambien Su Sefioria Ilustrisima con aquel espiritu catolico, lleno de patriotismo, caridad y amor a su rebaiio que iiene acreditados, la necesidad en que estaba de corresponder fielmente a los sentimientos y esperanzas de la Isla, tomartdo sobre si la causa de todos ' para protegerla en ... dad de que (dijo S. S.) le parecia hacer .. . cuando hasta en aquel anillo que le adorna .. ., insignia de su desposorio con su Iglesia, consider[a]. .. no menos la masa comun del pueblo figurado en aquella piedra o topacio que ocupaba su centro, que las almas preciosas de sus amados diocesanos que particularmente se representaba en cada uno de los diamantes que adornaban su contorno; que para que mejor supiese conservar est_a memoria y sus obligaciones, queria desprenderse de el y ponerlo, como lo puso, en manos de Su Excelencia, a fin de que quedase para siempre vinculado con los lazos de la correspondencia y afirmase en si la resolucion de proteger y sostener los justos derecbos de sus compatriotas, asi como la tiene Su Sefioria Ilustrisima de morir entre sus ovejas, sin objeto a otra cosa alguna, que sobreviniendole, miraria como castigo cuando se le arrancaba de su suelo, y se le dispersaba del

a


Fragmento de! acta en que el Obispo doctor don Juan Alejo de Arizmendi hace la simbolica entrega de s.u anillo pastoral a don Ramon Power rebaiio que Dios, el Papa y el Rey le han asignado, y que mira con toda la predileccion de que es muy digno, por su docilidad, su lealtad, y demas virtudes politicas y morales. A este acto calificativo de la acendrada caridad que resplandece notoriamente en Su Seiioria Ilustrisima, correspondio Su Excelencia acreditando su gratitud y promt:!sas ratificadas con vivas y oporlunas expresiones que garantio evidentemente por las seiiales de ternura que brotaron a sus ojos, como prenda que retornaba de seguridad y compromeli mien to de! amor a su Patria y sus naturales. El Ilustrisimo y Venerable Cabildo que estaba de antemano poseido de los nobles sentimientos que resplandecen en el corazon. de S. E., habiendo ya convenido con Su Seiioria Ilustrisima en que atendiendo a la impresion que podia hacer en el pueblo el que se incorporase al Excelentisimo Sr. Vocal en este Ilustrisimo Cuerpo para que a mas de las ideas justas que tiene de subordinacion y obediencia a la Suprema Junta Central, acabase de conocer que es univoco el gobier-

no de los individuos que dignamente la componen para la Regencia de! Reino con el que goza Nuestro amado Soberano el Sr. dn. Fernando Septimo, se le declarase canonigo de esta Santa Iglesia, con silla de preeminencia en el Coro y Sala Capitular, con voz y voto en sus acuerdos, dandose cuenta a S. M. la Suprema Junta para que protegiendo las ideas que rigen a este ilustrisimo y Venerable Cuerpo, bajo la direccion de su dignisimo Prelado, se sirva conceder su aprobacion sin que se entienda que este hecho puede ser ejemplar, ni para interrumpir la pacifica posesion en que esta la ¡ Soberania de presentar para los beneficios y prebendas eclesiasticas, ni otra cosa mas que acreditar el [amor] con que mira aquella suprema autoridad [de la] Monarquia Espanola y el justo premio [que presen]ta a un digno y noble patricio, que const[ituido] en ella por efecto de la Real Benignidad y de la feliz suerte de Su Excelencia, se hace acreedor a los homenajes y distinciones que corresponden a su alta condecoracion. En consecuencia de lo cual, pres53


tada la anuencia correspondiente de todos y especialmente del Sr. Dean, se posesiono a S. E. conforme a lo acordado y se dispuso que la silla que ocupa haya de quedar para siempre destinada al mismo efecto, sin que pueda jamas poseerse por otro ningiln sujeto que el IIJismo Excele11tisimo Sr. Vocal, para dar cuenta a S. M. se mando compulsar por duplicado testimonio en foja de esta acta, y otro por separado para que se ponga con la debida urbanidad en manos de S. E., reservandose hacer la competente demostracion que de prueba sensible de la espontaneidad y complacencia de dicha incorporacion el domingo 20 del corrien: te, en la conformidad que bajo la superior direccion del Ilustrisimo Sr. Obispo ejecuten los senores Diputados, que seran al intento el senor licenciado canOnigo Dn. Nicolas Alonso Andrade y el senor racionero D. Tiburcio Gonzalez Esmurra, lo que se verificara a hora proporcionada, teniendo consideracion a que la manana debera emplearse en la funcion de Iglesia que con Misa, Sermon y Te Deum se acordo igualmente celebrar para tributar al Senor gracias y pedir por la felicidad y buen exito de S. E. en SUS santas y laudables intenciones, con que se concluyo este acto

celebrado con repiques de campanas, y se hizo oracion ante el altar mayor, lo que ejecutado se destino a los senores prebendados licenciado D. Nicolas Alonso Andrade, y racionero D. Tiburcio Gonzalez Esmurra, para que acompanasen al referido Excelentisimo Senor hasta su casa, y firmaron todos los dichos senores presentes con su Senoria Ilustrisima el Obispo mi Senor, de que doy fe 2 Firmaron: Juan, Obispo de Puerto Rico Juan Lorenzo de Matos Dr. Juan de la Encarnacion Andino Licenciado Nicolas Alonso Andrade Tiburcio Gonzalez Esmurra Jose Antonio Ezpeleta Ante mi: Jose Maria Policarpo Perez (Pro Secretario)

DOCUMENTO N.• I Recibo de! 1mporte de! Crucifijo esculpido para la Iglesia de las Carmelitas por encargo de! Senor Obispo Arizmendi. 9 de mayo de 1812. Archivo de las M. M. Carmelitas, Santurce. He recibido del Senor Pres6itero doctor don Lorenzo Cestero doscientos y cincuenta pesos por la construccion, encarnacion y pintura de! Crucifijo que de orden de Su Senoria Ilustrisima, he verificado y esta colocado en la Iglesia de las Reverendas Madres Carmelitas de esta ciudad. Y para que conste doy este en Puerto Rico a 9 de mayo de 1812. Jose Valentin Sanchez

(rubrica)

. 2. En consideraci6n al caracter de nuestra Revista, se ha modermzado Ia ortografla y la puntuaci6n. No se indica el desarrollo de las abreviaturas. La intercalaci6n de palabras en los espacios en blanco resultantes del deterioso . del documento, se indica por medio de corchetes. ¡

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DOCUMENTO N. 2. 0

Expediente del Santo Cristo de la Buena Muerte. Archivo de las M. M. Carmelitas. 2 folios. Cuenta y raz6n del costo hecho en la pintura y demas necesario para el adorno en parte del altar del Santo Cristo que se ha de colocar en la Iglesia de las M. M. Monjas. Pesos

Primeramente para diez varas de genero de algod6n encarnado que falt6 para el forro de la cortina del respaldo, comprado por mano de senor Jose F. Rodriguez a cuatro y medio reales vara . ¡

5

Item: Para diez y seis varas de cinta verde que guarnece dicha cortina, comprada por mano del Padre Ram6n Lopez a real la vara .

2

Reales

It. : Para seda comprada por el mismo. conducto

5

4

It.: Para dos cordeles de algodOn para el velo comprados por mano de Juan Ignacio .

1

It.: Para las varillas de dicho velo segun el recibo del maestro Pina que se acompafia

3

It. : Para cinco . . . . . . . . . . . . . . . de albayalde que pidi6 el Maestro Pintor Juan Antonio Robles comprado por mano de dicho Rodriguez en casa de Manuel Franco a tres reales .

1

7

It. : Para goma que pidi6 el maestro pintor cuatro reales .

4

It. : Para el demas costo y trabajo de dicho pintor: doce reales que le satisfice por mi mano

12

It.: Para el pe6n ...... ...... Antonio de Rivera que trabaj6 dos dias con el pintor a cuatro reales cada dfa, satisfecho igualmente por mi mano

1

It.: Para cuatro ojetes de fierro que se hicieron por mano del Maestro Felipe Laza .

6

It.: Para una cerradurita que pidi6 el Ma estro escultor para el Sagrario, y se compr6 por mano del mismo Maestro Felipe Laza .

6

Suma Total

Maravedises

29

6

6

Puerto Rico, 18 de marzo de 1812

D. Lorenza Cestero (rubrica)

55

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' Circular expedida por el Vicario de la Villa de Aguada, el Padre Pedro Josef Madiedo, a los parrocos de la jurisdicci6n de su Vicaria, informandoles de la muerte de! Obispo Arizmendi. La misma ilustra el metodo de comunicaci6n propio de la epoca con los entorpecimientos que le eran anejos

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EDICTO ANUNCIANDO LA MISION DEL PADRE FRAY MANUEL M.• DE SANLOCAR 1 «Nos Dr. D. Juan Alejo de Arizmendi, por la gracia de Dios, y de la Santa Sede Apostolica Obispo de Puerto Rico, del Consejo de S. M.. .. A todos los Parrocos, y demas feligreses de nuestra amada Diocesis: Salud en el Sefior. Ya sabeis que Nos hallamos cumpliendo una de las prindpalisimas obligaciones de nuestro pastoral ministerio, cual es de visitar las ovejas que son todas las almas redimidas con la sangre preciosa de J esucristo, Patron Soberano, de quien hemos recibido este encargo, y can el auxilio de su gracia, vamos reconociendo las que lo son verdaderas de su rebafio, pues apenas oyen nuestra voz, apenas perciben nuestra palabra, cuando ya vienen aceleradas, gustosas y sumisas a recibir el pan saludable de la doctrina del Patron Divino, que es la que les anunciamos, unas veces por Nos mismo y otras por medio de la mision, que al efecto hace el Padre Fray Manuel de Sanlucar 1, reli1. Fr. Manuel M.a de Sanlucar (1781-1815), fraile capuchino, alAmerica. Homeanz6 fama como predicador mi•ionando en Espana bre docto en ciencias religiosas, dej6 una obra copiosa en que descuella su tratado titulado Nuevo Maria/. En Puerto Rico predic6 la misi6n preparatoria de la visita pastoral de! Obispo Arizmendi y public6 en 1812 su •Cuadernito de varias especies de coplas muy devotas ... ., considerado, hasta hace poco, el primo;r libro impreso en Puerto Rico.

gioso capuchino. Este hemos dispuesto se adelante y vaya preparando vuestras almas con la predicacion que os hara por espacio de ocho dias, a fin de que a nuestra llegada a cada pueblo, os ·encontremos ya dispuestos y preparados, para recibir el demas pasto espiritual de los santos sacramentos de Penitencia, Eucaristia, y Confirmacion, los que aun no la hayan recibido. En es ta virtud os rogamos y pedimos en el nombre del Sefior, le oigais con atencion, os aprovecheis de la doctrina que os · predicare que es muy clara, sana y saludable, concediendoos, como os concedemos por cada sermon que oyereis, cuarenta dias de indulgencia y una plenaria a todos los que confesando y comulgando, oyeren toda la Mision, o por lo menos cuatro sermones. Y para que llegue a noticia de todos, mandamos se publique por los respectivos curas parrocos, el primer dia festivo, este nuestro edicto. Dado en nuestra Santa Pastoral visita de este pueblo de Nuestra Senora de la Concepcion de Juncos, a nueve de Noviembre de 1812. - Juan, Obispo de Puerto Rico. - Por mandado de Su Seiioria Ilustrisima, el Obispo mi sefior, - Dr. D. Lorenzo Cestero. Secretario'.

y

CIRCULAR EXPEDIDA"A LA MUERTE DE D. RAMON POWER POR EL OBISPO ARIZMENDI El clia diez de junio ·wtimo, fallecio en Cadiz el 1>efior don Ramon Power, Diputado en Cortes por esta Isla. Exige la humanidad, la politica, y mas que todo los principios de religion el que se hagan todos los sufragios posibles por el alma de tan digno ciudadano, y compatriota, que con tanto honor y constancia ha trabajado por el bien de la Nacion y de esta Provincia a quien debio toda su confianza. En este concepto se cantara en todas las parroquias de esta

2. Libra de Resultas de Visitas, p. 2, Archivo Parroquial, San German. Puerto Rico.

diocesis el Nocturno de Difuntos con Misa y responso, precediendo el doble de campanas, cuyos clamores principiaran la tarde antes, para que sirva de aviso al pueblo, circulandose esta nuestra disposicion para que se ejecute. Dada en nuestra Santa Pastoral Visita del pueblo de Ponce a 9 de Agosto de 1813. Juan, Obispo de Puerto Rico• y 2• 1. Libra de Resultas de Visitas, p. 6, Archivo Parroquial, San German, Puerto Rico. 2. Se ha modemizado la ortograffa y la puntuaci6n.

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Puerto Rico y Junia 14 de 1814

Senor Ylustrisimo: Mi amo y Senor: El infeliz Campanero, va i morir de hambre y desnudez, por que ha llegado est1J ha tal estado que el arrelde de carne es un peso, un guebo, medio real, y a veces tres, dos reales; la libra de arroz que es el socorro de los inf el ices a dos reales, a dos y medio, y temporadas de a tres. Mi sueldo se reduce a doce papeletas, y de ellas doy una a Castor, me quedan once. Esto estti en tales terminos que un peso fuerte vale tres papeletas y he oido un rum rum que vale veinte y ocho reales el peso. Dicen tambien que esto se va a componer breve, pero del modo que va, si Su Ylustrisima no mete la mano al pobre Campanero, el muere. Si Su Y.lustrisima se dignare hacerme alguna limosna Dios se lo pagarri en la otra vida, porque en esta yo nada puedo· Senor, entre tanto ruego a Nuestro Senor guarda la vida de Su Ylustrisima muchos afios. DIEGO CAMPANBRO'

1. En atencion al cllnkter del documento se ha mantenido la ortografla, pero se- ha· alterad<;> la puntuaci6n para facilitar su interpretaci6n.

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Exposicion conmemorativa de Obispo Arizmendi (1760-1960)

II CENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL Obispo Arizmendi, el Instituto de Cultura Puertorriquefia prescnt6 una cxposici6n conmemorativa en la quc se expusieron documentos de importancia tales como el acta de bautismo del ilustre Prelado, actas del cabildo Eclesiastico de su tiempo, decretos, cartas pastorales y autos de visitas de las parroquias de notable interes. lgualmente se expusieron docu(--, ON OCASION llEL

..A

mentos, pinturas y grabados de personas y asuntos relacionados de cerca con el Obispo puertorriquefio 0 evocadores de SU epoca. Las Madres Carmelitas enviaron algunos objetos liturgicos de plata que us6 el Preiado mientras fue su capellan, y documentos de su archivo. El MU.seo de la Catedral cedi6 temporalmente la escribania que regalara el Obispo en 1803 a su Cabildo, expuesta junto a los objetos ya mencionados y el Archivo Diocesano aport6 varios libros y documentos de sus fondos. Un rriapa de la Isla con el trazado del itinerario de Arizmendi en sus dos visitas pastorales, ~onstitu­ y6 una curiosa e interesante aportaci6n al conjunto de la exposici6n, preparada bajo la direcci6n de la Dra. Isabel Gutierrez del Arroyo con la colaboraci6n del Taller de Artes Graficas del Instituto. Las fotografias que aparecen en estas paginas muestran algunos objetos y secciones de la misma.

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Ac:et re e hisopo, usado por el Obispo Arizmendi en el Convento de las Monjas Carmelitas de San Juan

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Reseiias hihliograficas de 1959

MURGA SANZ, Vicente: Juan Ponce de Leon, fundador · puertorriquefio. 385 pp. Ediciones de la Universidad de Puerto Rico. 1959. Obra que estudia los origenes puertorriquefios. Se aclaran o rectifican en ella Ios problemas que se relacionan con la vida del fundador de la sociedad puertorriquefia: Juan Ponce de Leon. Entre los temas del libro figuran el de la familia de Juan Ponce de Leon, la rebelion de los indios y la lucha contra los caribes. La obra contiene abundantes notas, una aclaracion sobre el escudo de armas de la Isla de San Juan, documentos ineditos, referencias bibliograficas y una buena coleccion de ilustraciones. MELENDEZ Muriioz, Miguel: Cuentos de la Carretera Central. 166 pp. San Juan, Editorial Campos, 1959. Cuarta edicion del libro de cuentos de epigrafe, publicado por primera vez en 1941. El autor nos ofrece· trazos de nuestro pasado, tomando como punto de partida de SUS cuentos, la Carretera Central, la mas importante via de comunicacion y obra primera del progreso insular, creada por los espaiioles en Puerto Rico. Los personajes de estos cuentos se inspiran en su mayoria en tipos extravagantes que deambularon por la Carretera Central a fines del siglo pasado y principios del presente. RosA-NLEvEs, Cesareo: Los nisperos del alba madu· raron. 114 pp. San Juan. Editorial Campos, 1959. Versiculario ensuefiista subtitula el autor esta obra donde recoge su ultima produccion, que responde a las corrientes del llamado «ensueiiismo», actitud po& tica de la cual es creador y portavoz. BLANCO, Antonio · Nicolas: Antologia (Seleccion y pr6logo de Luis Hernandez Aquino). 70 pp. San Juan, Ediciones Ateneo Puertorriqueiio, 1959. El prologuista presenta la poesia de Antonio Nicolas Blanco en las diversas etapas del poeta modernista, concurriendo con los criticos, en que es una poesfa de tono menor. En la seleccion se recogen poemas de El jardin de Pierrot (1914). Y muy sencillo (1919). Alas perdidas (1928). asi como otras poesias no recogidas en libros, anteriormente. ARRIVt, Francisco: Vejigantes. 471 pp. Santurce, Edi· torial Cultural, 1959. Drama en tres actos, en el que el autor incorpora a su ya abundante tematica teatral, el problema del prejuicio radal en Puerto Rico.

LAGO, Jesus Maria: Antologia (Seleccion y prologo de Angel Luis Morales). 108 pp. San Juan, Ediciones del Atenco Puertorriquefio, 1959. Figuran sesenta poemas en esta antologia, cuyo prologo es un estudio de la poesia de Lago, el cual segun Angel Luis Morales, «plasmo, con el admirable milagro de la expresion, el sentir y la fantasia, sus versos». FELICIANO MENDOZA, Ester: Coqui. 68 pp. Editorial Campos, San Juan, 1959. Segunda edici6n de esta obra, publicada originalmente por el Departamento de Instrucci6n de Puerto Rico. Consta de una serie de poemas y cuentos destinados a los niiios, escritos con sencillez y fino sentido estetico. FERNANDEZ MENDEZ, Eugenio : La identidad y la cultura. 164 pp. San Juan, Ediciones Cerni, 1959. Valiosa colecci6n de ensayos, articulos, discursos y revistas de libros, relacionados con la cultura puerto· rriquefia. El autor, con estilo desenvuelto, reflexiona filos6ficamente sobre problemas de nuestra sociedad actual, algunos de los cuales ve a la luz de las circunstancias antropol6gicas. RODRIGUEZ EscuDERo, Nestor A.: Cuentos del mar y otras pdginas. 188 pp. San Juan, Imprenta Venezuela, 1959. Como continuacion de su libro anterior: Jaycoa, cuentos y leyendas, dice el autor que es este, su nuevo libro, que lleva pr6logo del novelista Enrique A. Laguerre. Seiiala el prologuista que el autor «descubre con ternura y hace resaltar con emocionada simpatia la conducta de tipos y personajes, y se empefia en leudar la buena masa de 1a historia patria con evocadoras leyendas». · Drnz DE ANDINO, Juan: Voces de la fardndula. 317 pp. Barcelona, Ediciones Rumbos, 1959. Articulos de variada indole e interes, en que el autor hace critica literaria, gramatical y de asuntos diversos. En una nota preliminar declara Diez de Andino: «en estos trabajos he manifestado mi sincero entender respecto de problemas politicos, econ6micos y sociales, sin prejuicios ni pasiones». LU.iCH MORA, Francisco: Momento de la alegria. 97 pp. Yauco, Ediciones Yaurinquen. 61

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Poesias escritas entre 1955-1956. La obra se divide en cinco partes: Patria, Motivos Clasicos, Siete Canciones en tono menor, Madre y Esposa. Se destacan los temas patri6ticos. Lleva el libro un glosario de voces indigenas utilizadas en muchos de los poemas. SANTIAGO MONTANEZ, Eduardo: Oleaje. 56 pp. San Juan, Editorial Campos, 1959. Primeros versos del autor, quien recoge treinta y cinco poemas, algunos de bastante brevedad. El ti· tulo del libro responde al del primer poema. ZENO, Francisco M.: Historia de la Capital de Puerto Rico. Tomos I (498 pp.) y II (240 pp.). San Juan, Servicio de Compra y Suministro, Division de Imprenta, 1959. El primer tomo de esta historia de la ciudad capital de la Isla, lleva un pr6logo del historiador norteamericano Roscoe R. Hill. Se estudian en ella desde los origenes de la dudad, su traslado, su personalidad, instituciones, asaltos por corsarios y piratas, hasta las tipicas caracteristicas del periodo hispanico. En el segundo tomo se estudian la plaza militar, iglesias, conventos, casa consistorial, hospitales y otros monumentos. Ambos tomos llevan indices onomasticos, toponfmicos y numerosas ilustraciones. BEU.VAL, Emilio S.: La vida. 160 pp. Madrid, Ediciones Areyto. 1959. Obra teatral en tres actos y en prosa, que el autor subtitula Tragicomedia de la vida util. Se plantea en ella el problt.ma del desplazamiento del hombre por la maquina y el predominio de la estructura sobre la vida, con el terrible corolario de la soledad que produce una existencia abstracta. DE JEslls CASTRO, Tomas: Esbozn~ III. 176 pp. San Juan, Editorial Campos, 1959. Coino en obras anteriores del mismo tftulo, sigue el autor el tratamiento de temas diversos, en su mayoria literarios: autores, libros, actitudes. Con su estilo satirico y caustico, asume ~e Jesus Castro una postura polemica. JOGLAR CACHO, M.: Por los caminos del dia. 26 pp. San Juan, Ateneo Puertorriqueiio. Poema premiado en el Festival de Navidad de 1958, patrocinado por el Ateneo Puertorriqueiio. El laudo del Jurado destac6 el fino simbolismo poetico y la unidad ductil del poema. DfAZ MONTERO, Anibal : Pedruquito y sus amigos. 204 paginas. San Juan, Editorial Club de la Prensa, 1959. Esta es una segunda edici6n ilustrada, que recoge treinta y tres historietas para niiios, dichas con sencillez y desbordante fantasia. MORALES OTERO, Pablo: Vivir soiiando. 145 pp. San Juan, Biblioteca de Autores Puertorriqueiios, 1959. El tema de esta obra son los narc6ticos como serio problema de la sociedad moderna v en especial en Puerto Rico. Urge el autor entendimiento del problema para fines de realizar esfuerzos preventivos y curativos tendientes a controlar el mal. Los diez capitulos de que se compone la obra estan avalados por profusa bibliografia. PEREZ PIERRET, Antonio. Antologia (Selecci6n y pr6logo de Felix Franco Oppenheimer). 60 pp. · San Juan, Ediciones Ateneo Puertorriqueiio, 1959. Los poemas de esta antologia son del libro Bronces y de· revistas y peri6dicos, para integrar la mejor producci6n antol6gica de Perez Pierret, calificado por el crftico Manuel Martinez Plee, como «poeta vigoroso, 62

sentimental, obsesionado por el espectaculo del universal devenir». GUEVARA CASTANEIRA, Josefina : Del Yunque a los Andes. 223 pp. San Juan, Editorial Club de la Prensa, 1959. Con pr6logo del novelista Enrique A. Laguerre, recoge la autora en estas paginas veinticuatro ensayos literarios sobre obras y autores puertorriquefios y latinoamericanos. La critica es de impresiones y experencias personales de la autora. Y segun dice Laguerre: «Se nos aparece destinada a coadyuvar a la importante empresa de acercamiento y comprensi6n iberoamericana». Soro, Pedro Juan: Usmail. 346 pp. San Juan, Club del Libro de Puerto Rico, 1959. Novela de tema actual, basada en la ocupaci6n de la Isla de Vieques por las fuerzas navales norteamericanas. El autor, con lenguaje que se torna crudo muchas veces, va creando sus personajes con una compleja sicologia, responsiva a las presiones . dramaticas del ambiente y mundo exterior que les rodean. MELENDEZ Muiiioz, Miguel: Cuentos del Cedro. 182 pp. San Juan, Editorial Campos, 1959. Sexta edici6n de uno de los libros mas populares del autor. En esta. 6bra costumbrista el autor descubre el paisaje, la luz, los bosques, en fin, el escenario en que viven los personajes de los cuentos que siguen a la primera parte de la obra. En el pr6logo, el Dr. Manuel Zeno Gandia, analiza · el ambiente de los cuentos de Melendez Munoz, y alaba el libro como «obra de arte, de sensibilidad, de patriotismo». MARQUES, Rene: Pesimismo literario y optimismo politico. 74 pp. Mexico, Sobretiro de Cuadernos Americanos, 1959. Ensayo premiado por el Ateneo Puertorriqueiio, en el cual el autor discute la coexistencia actual en Puerto Rico, de las actitudes que dan titulo al ensayo. Parte el autor de los aiios 30 para hacer su interpretacion. Asimismo seiiala las decadas del 1940 y 1950 como de logro v esperanza y optimismo. Concluye que la expresion literaria pesimista no es una fuerza destructora en la sociedad y que el escritor pesimista puede ser un optimista, viniendo a ser su optimismo lo que le mueve a una expresi6n literaria pesimista. PAGAN, Bolfvar: Historia de los partidos politicos puer· torriqueiios. San Juan, Editorial Campos, 1959. Mas de medio siglo de historia de los partidos politicos insulares, desfila por las oaginas de estos dos volumenes ilustrados. Bolivar Pagan inicia la relaci6n con el final de los partidos que se originaron al implantarse el regimen auton6mico espaiiol y a traves de la lectura se percibe el drama profundo a que se ha enfrentado el pueblo puertorriqueiio en los aiios que siguieron (1898-1956) hasta el presente. L6PEZ DE VICTORIA y. FERNANDEZ, Magda: Tu, hombre, 59 pp. Barcelona, Ediciones Rumbos, 1959. Contiene este libro de poemas dos secciones : El Hombre Dlos y Hacia la Justa Dimension del Hombre, en cuya poesia canta la autora al hombre contemporaneo, en forma dramatica. MARQUES, Rene: Citentos puertorriquenos de hoy. 288 pp. Club del Libro de Puerto Rico, San · Juan, 1959. Figuran en este libro antol6gico, cuentos de Abelardo Diaz Alfaro, Jose Luis Gonzalez, Rene Marques, Pedro Juan Soto, Edwin Figueroa, Jose Luis Vivas,


Emilio Diaz Valcarcel y Salvador de Jesus. La obra lleva un prologo de Rene Marques, quien analiza el cuento puertorriqueii.o de la promocion del aii.o 1940, concluyendo que la produccion cuentistica de Puerto Rico, puede competir, y compite dignamente, con las buenas expresiones del genero en cualquier literatura del mundo occidental. DE DIEGO PADR6, Jose Isaac: Escaparate iluminado. 299 pp. Barcelona, Ediciones Rumbos, 1959. De Diego Padro subtitula su libro de poemas Autobiografia poetica, porque el mismo esta constituido de los mejores versos de su larga produccion, iniciada en el aii.o 1917. Los poemas que componen el libro son selecciones antologicas de libros publicados por el autor hasta 1956. BAUZA, Obdulio: El libro de las nubes. 108 pp. Barcelona, Ediciones Rumbos, 1959. Aiiade el poeta Obdulio Bauza este nuevo libro a su bibliografia poetica, que comprende Las hogueras de cal (1947), La casa solariega (1954 ). Las voces esperadas (1956) y La cancion de los olivos (1958). Al· gunos de los treinta y nueve poemas de que se compone el libro llevan ilustraciones. MARTiN, · Jose Luis: Meditaciones puertorriquenas. 75 pp. San Juan, Talleres de Artes Graficas del Departamento de Instruccion Publica, 1959. Mas de sintesis que de analisis, reconoce el autor que hay en esta obra, que es una incursion por la intrahistoria sicologica del alma colectiva puertorriqueii.a. La misma esta precedida de una nota del Gobernador de Puerto Rico, don Luis Mufi.oz Marin. Los titulos de los capftulos dan una idea del contenido del libro: La vertebra nacional; La autoctonia

india; La aportacion espanola; Africa en America; Los cuatro caminos; La inyeccion norteamericana; Sobre esa frivolidad; El dinamismo espiritual,· La formula magica y Panamericanismo y Occidentalidad. MARQUES, Rene: Teatro: Los soles truncos; Un nino

azul para esa sombra; La muerte no entrara en palacio. 304 pp. Mexico, Ediciones Arrecife, 1959. Estas tres obras, segun la critica, seii.alan la madurez del joven dramaturgo Rene Marques .. Son obras que evidencian la maestria en el manejo de los recursos dramaticos, la intensidad tragica y la propension del autor al tema avasallante de la libertad. MELENDEZ MUNOZ, Miguel: Lecturas puertorriquenas. 156 pp. San Juan, Editorial Campos, 1959. En esta cuarta edicion de su obra, explica Melendez Mufi.oz como esbozo, en la primera edicion de 1919, algunos problemas complejos en la vida puertorriqueii.a, insolubles en aquella epoca. Explica en el pr6logo aludido como se ban superado muchos de aquellos problemas. De ahi que diga Que lo demas en esta obra «es una perspectiva historica». FLORES, Angel: Historia y antologia del · cuento y la novela en Hispanoamerica. 894 lJU. Nueva York, Las Americas Publishing Co., 1959. · El autor, investigador literario v profesor de Literatura, recoge en este libro selecciones antologicas ·que a su juicio habran de perdurar en la historia de la expresion artistica literaria de Sur America. I.:as selecciones se dividen por .epocas v .generaciones: I, las generaciones de 1823-18.44 v 1845-1879; II, la generacion del 1880 al 1909; III, las generaciones de 1910-1939-1940. Hay en total unas sesenta y dos selecciones con biografias y bibliografias sobre los au tores.

TEATRO PUERTORRIQU.EN:o: Los soles truncos, Rene Marques; Encrucijada, Manuel Mendez Ballester; La Hacienda de los cuatro vientos, Emilio S. Belaval; Vejigantes, Francisco Arrivi. 460 pp. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueii.a. Estas obras fueron las presentadas por el Festival de Teatro del Instituto de Cultura Puertorriqueiia, celebrado en 1958. En notas preliminares se hace un recuento del quehacer teatral puertorriqueiio desde los aii.os treinta hasta la culminaci6n del festival. Se expresa tambien que el Instituto espera continuar la practica publicitaria de las obras a medida que se lleven a cabo los festivales anuales del teatro puertorriqueii.o. G1R6N DE SEGURA, Socorro: A la sombra de la Ceiba. 95 pp. Burgos, Imprenta Aldecoa, 1959. Conjunto de poemas de diversos temas, algunos de los cuales son dedicados a Ponce, cuna de la autora. GAUDIER, Martin: Genealogias, biografias e historia de Mayaguez de ayer y hoy. 493 pp. San Germa'.n, Im· prenta «El Aguila», 1959. Obra variada, en que aparecen las genealogias y biografias de Hustres mayagiiezanos, a la vez que se presentan episodios de la historia del Mayagiiez del pasado y del actual. Muchas de las oaginas llevan fotografias de la ciudad y retratos de los personajes incluidos. · GER.ENA BRAS, Gaspar: Aljibe. 110 pp. Editorial Club de la Prensa, San Juan, 1959.• Poemas de amor, de la naturaleza y del recuetdo son estos, que su autor divide en tres momentos: E.poca de Lares, 1932-1936; E.poca de Utuado, 1936-1946, y Versos de la Costa Azul, 1947-1957. La obra lleva unas notas preliminares del autor. CRUZ MONCLOVA, Lidio: Luis Munoz Rivera, diez anos de su vida politica. .707 pp. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueii.a, 1959. Se divulgan en esta obra los diez primeros aiios de lucha dramatica en el campo politico, del pr6cer puertorriqueiio Luis Mufi.oz Rivera. Se deja constancia en estas paginas de. la denonada labor que sostuvo Mufi.oz Rivera como periodista, poeta y patriota, durante la epoca espaii.ola, y c6mo lucho tesoneramente para conseguir la autonomia politica de su pais. La obra lleva una nota preliminar del escritor Eugenio Fernandez Mendez. MARQUES, Rene: La vispera del hombre. 268 pp. San Juan, Club del Libro de Puerto Rico, 1959. Novela sobre la vida de un adolescente precoz en lucha con el ambiente y sus circunstancias, por ser libre, hasta lograrlo como hombre que mirara al porvenir con seguridad y libertad Los simbolos poeticos, la hondura sicol6gica y la descripcion del paisaje puertorriqueii.o, son notas dominantes en esta obra. LAGUERRE, Enrique Arturo: El laberinto. 282 pp. Nueva York, Americas Publishing Co., 1959. Ultima novela de Enrique A. Laguerre, publicada en espaiiol e ingles simultaneamente. Es como un mosaico de intrigas, cuyo desarrollo se inicia entre puertorriqueiios en Nueva York, trasladandose la acci6n de algunos de sus personajes a una region del Caribe, donde a~quirira caracter tragico, al proponerse derrocar al tirano «Adalid Augusto», sin lograrlo. Sobresalen en la obra, que se considera por la critica la mejor del autor, los estudios sicol6gicos de los perso·najes.

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CANCEL NEGR6N, Ramon: Antologia de la joven poesia universitaria de Puerto Rico. 192 pp. San Juan, Editorial Campos, 1959. A pesar del titulo, solamente recoge esta antologia poemas de un grupo de jovenes de la Universidad de Puerto Rico, quienes se dedican a escribir versos. La seleccion estuvo a cargo de Cancel Negron, con la colaboracion de Manuel Pareja Flaman. Se aiiaden notas critico-biograficas de los poetas incluidos. ROSARIO, Ruben del: La lengua de Puerto Rico. 31 pp. San Juan, Biblioteca de Autores Puertorriqueiios, 1959. Da a la estampa la Biblioteca de Autores Puertorriqueiios, esta tercera edicion revisada, de un grupo de breves ensayos sobre el espaiiol insular. El autor ha estudiado y esclarecido multiples aspectos de la lengua de Puerto Rico, tales como errores en su interpretaci6n y la influencia del ingles sobre la misma. VIDAL ARMSTRONG, Mariano: Estampas, tradiciones y leyendas de Ponce. 195 pp. Burgos, Imprenta Aldecoa, 1959. Desde hace aiios Vidal Armstrong comenzo a publicar en el peri6dico El Dia, de Ponce, y en El Mundo, de San Juan, muchas de las estampas, leyendas .Y tradiciones que recoge ahora en este volumen. VANDO, Francisco: Homenaje a la memoria del pr6cer Luis Munoz Rivera. 120 pp. San Juan, 1959. El autor fija en esta obra los recuerdos de su asociacion con don Luis Muiioz Rivera desde la primera epoca de La Democracia, cuando conocio al pr6cer puertorriqueiio. ··CAMPOS PARSI, Hector: Cuatro cantos de Navidad. 14 pp. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueiia, 1959. Representan estos cuatro cantos navideiios vivos ejemplos de la tematica tradicional en la creaci6n musical puertorriqueiia, enriquecida con nuevas formas. Figuran en la coleccion los textos siguientes: Si me dan pasteles y Villancicos, sobre motivos tradicionales, Dime, ves tu la estrella, y En un humilde pajar, textos originales del propio compositor. BALSEIRO, Jose A.: Visperas de sombra y otros poemas. 78 pp. Mexico, Ediciones de Andrea, 1959. Dedica la Coleccion «Los Presentes» este volumen al poeta puertorriquefio Jose A. Balseiro, en edicion limitada. Contiene el cuaderno tres partes: Visperas de

sombra, Intermezzo - Canciones de nifiez y Este tiem. po nuestro. Figuran en la obra tres poemas inolvidables: Muerte e inmortalidad de Federico (a Garcia Lorca), Holocausto de Ana Frank y Epistola a Walt Disney. vALLEGO, Laura: Celajes, 38 pp. Ateneo Puertorriqueiio, San Juan, 1959. Esta colecci6n de poemas de la autora de Presencia fue escrito entre los afios 1951-1953. Lleva un prologo del profesor Mariano Feliciano Fabre, quien dice de la obra «que es el retrato espiritual de la Isla, dibujado con los detalles objetivos que ofrece la realidad y, al misma tiempo, con la pasi6n honda y luminosa de la mirada poetica». ORAMA PADILLA, Carlos: Surcos y estrellas. 114 pp. Editorial Club de la Prensa, San Juan, 1959. Primer libro de versos de Orama Padilla, prologado por el extinto poeta Jose Antonio Davila. Los poemas aparecen agrupados en las siguientes secciones: Mi

sentir y el de ellos; Eros me habla, v Dramatis personae. 64

LLORENS, Washington: Los grandes amores de Luis Llorens Torres. 47 pp. Editorial Campos, San Juan, 1959. · El conferenciante y escritor Washington Llorens da a la estampa esta conferencia, en que discute a Luis Llorens Torres, cantor y hombre, refiriendose es· pecialmente al poeta enamorado de la tierra y de la patria, sus dos grandes temas. JIMENEZ LuGo, Angel: Apuntes y pinchazos. 100 pp. Editorial Campos, San Juan, 1959. Los versos satfricos y festivos que publicara el autor en su · columna Comentando las noticias, publicada diariamente en el diario El lmparcial, aoarecen recogidos en este libro. Cada poema, aue Jimenez Lugo titula pinchazo, lleva un apunte explicativo de . la situaci6n que lo creara, de ahf el titulo del libro. Un prologo de Washington Llorens sirve de introduccion a la obra. MARIA L6PEZ OE REUS (Martha Lomar): La canci6n de la hara. 116 pp. Editorial Club de la Prensa, San Juan, 1959. Dice Jorge Mafiach, quien orologa este libro, que: «Lo esencial es que esta poesia llega. No se queda en espectaculo de palabras ni en mero hallazgo de la inteligencia o el oido». El libro recoge poemas del 1936 y de Por aqui pasa un hombre, posteriores. Consta de cuatro partes o secciones, a saber: Cantos de

carro y huellas, Cantata en tono mayor, De profundis y Medallones.

JIMENiEZ MALARET, Rene: Pandemonium. 110 pp. Editorial Club de la Prensa, San Juan, 1959. A tono con el tftulo, el autor recoge en esta obra articulos, ensayos, cuentos y reseiias de libros,. que fueron publicados en diversos periodicos y revistas de Puerto Rico. Se destaca entre todos un juicio titulado Sabre .la Literatura Puertorriquefia. PANAGUA PICAZO, Antonio: El presente y el futuro de la realidad econ6mica puertorriquefia. 108 pp. Editorial Betances, San Juan, 1959. Interesante estudio, dado en visi6n panoramica, del complejo proceso economico de la· isla de Puerto Rico. Hace el autor una interpretaci6n personal del fenomeno politico v economico de nuestra isla, partiendo de la decada de los afios treinta. Piantea Paniagua Picazo, entre otros problemas, el de la demografia puertorriqueiia, las circunstancias agricolas, la industrializacion, la balanza de pagos y el mas importante, el de la soberania politica. LLORENS, Washington: Catorce pecados de humor y una vida descabellada. 168 pp. Editorial Club de la Prensa, San Juan, 1959. Con el titulo de epigrafe, el escritor Washington Llorens da a la estampa quince cuentos en que se destaca la nota humoristica, muy poco cultivada en la cuentfstica puertorriqueiia. Los cuentos de este autor ban sido enjuiciados por la critica, especialmente el escritor Jose A. Romeu, quien, ponderando la excelencia del lenguaje en el autor, dice que «los recursos idiomaticos de Llorens, tienen mucho que ver con el deleite que nos producen sus cuentos». N. CARRERAS, Carlos: El ruisefior extraviado, Impren· ta Baldrich, San Juan, 1959. Podria decirse de este libro que es obra p6stuma del poeta Carlos N. Carreras, fallecido antes de que el conjunto de poemas que lo integran vieran la luz publica en forma de volumen. ~sta, como la anterior poesia de Carreras, aparecida en el volumen La sortija de agua, marca la trayectoria del poeta por los nuevos caminos de la poesia contemporanea. L. H. A.



.. :

Offset RVMBOS Ramblas, ~J Barcelona. Printed in Spain.

Su 'Jlustrisima D. Juan Alejo de Ariznm1di (1760-1814), primer obispo puerlorriqueno. Retrato al oteo por Josi Campecbe. 'Jgtesia Catedral de San Juan de Puerto :R.ic:o


5.000 ejem. - Dep6sito Legal B. 3343-1959 Printed in Spain


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