Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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Homenaje a Enrique


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Festival Cultural

Instituto de Cultura Puertorriquena

7, 8 y 9 de julio de 2000 Barrio Ballaja, Viejo San Juan


, PRESENTACION

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I primer m1mero de Ia Revista del Instituto de Cultura Puertorriquefia sali6 en octubre del 1958. Se fund6, como apunta don Ricardo Alegria en Ia presentaci6n del primer m1mero, "para contribuir a/ enriquecimiento, conservaci6n y difusi6n de los valores culturales de Puerto Rico". Hoy, en los albores del siglo XXI la revista comienza una nueva etapa, reafirmandose en los prop6sitos que son raz6n de Ia existencia de nuestra lnstituci6n. La Revista del ICP simboliza el compromise de continuar colaborando en Ia creaci6n de una conciencia; valorizar lo propio y lo ajeno pero afincandonos en nuestro mundo contemporaneo. Este dialogo interrumpido se ha retomado al destacar la figura del escritor Enrique Laguerre, quien con tanto entusiasmo, devoci6n y humildad ha contribufdo a enriquecer y divulgar la cultura puertorriquefia. En su obra se fundamenta el ser puertorriquefio. Ciertamente intelectuales de Ia talla de Luis Zayas Micheli concurren en que "Enrique Laguerre es el novelista nuis destacado de Ia generaci6n del treinta y el mejor novelista puertorriquefio de todos los tiempos". Nuestra revista ha sido y seguin1 siendo el recurso de generaciones de investigadores y escritores que solo ha tornado en cuenta Ia calidad de Ia obra de sus colaboradores. Confiamos continuar con el mismo empefio que al principio de su publicaci6n y servir de instrumento para expresar lo que somos y c6mo somos.




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INTRODUCCION

nrique A. Laguerre, cuando sale de su anonimato en 1935 con la aparici6n de La llamarada, abre en el siglo veinte puertorriqueii.o Ia marcha hacia una fecunda producci6n noveHstica. La trayectoria que Zeno Gandfa recorre en los ultimos lustros del siglo XIX y primeros del siglo XX, se retoma desde perspectivas diferentes por el nuevo escritor desconocido. Laguerre ha sido desde aquellargo entonces, el mas constante novelista puertorriquefto, atento observador de Ia historia que vive. "Nadie puede confundirlo o dudar de su nacionalidad ~irfa Zayas Micheli- porque esta /e irradia desde e/ fonda del alma". Sus 15 novelas lo atestiguan. "Como Giinter Grass don Enrique ha dedicado su vida a darnos el reves de Ia historia de nuestro siglo" en opinion de Rosario Ferre. Y no solo contribuye a ello a traves de Ia narrativa, sino tambien con una extensa producci6n ensayfstica y periodfstica. Ademas, como miembro fundador de Ia primera Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriqueii.a en 1955, Laguerre ha contribufdo mas de medio siglo a Ia afrrmaci6n de Ia identidad cultural puertorriquefta. En Ia nueva etapa que hoy se abre para Ia Revista del lnstituto de Cultura Puertorriquefia, este numero quiere rendir un homenaje a Laguerre; reune en un volumen antol6gico algunos trabajos que tal vez resumen su obra. De este modo desea colaborar en la conservaci6n de la memoria hist6rica de nuestro pueblo.

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Dra. Marfa del Carmen Monserrat Gamiz Compiladora

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, AUTOBIOGRAFIA

Enrique Laguerre

aci en Ia frontera, entre dos epocas. Y naci y me erie en una zona rural del Municipio de Maca, bastante alejada del pueblo, aunque mas cercana a lsabela y Aguadilla. Sin embargo, Ia falta de eaminos afirmados y los poeos medias de transportaci6n alargaban las distancias, de tal modo, que vine aver un automovil y a visitar el pueblo cuando ya entraba en los nueve aiios. Es natural pensar que Ia influencia de Ia vieja epoca persistiera en nuestro modo de vida. Me retiero al aeontecimiento hist6rico de 1898 cuando las tropas norteamerieanas, en guerra contra Espana, invadieron nuestro pais y ya, en el mismo aiio de 1898, se apoderaran de el. Entonces de niiio, no lo comprendf; andando el tiempo comprendl que nose nos consulto para que ocurriese tal cambia de gobiemo: en rigor, fuimos un botfn de guerra. Remotamente recuerdo los comentarios de los mayores, aun despues de 1910, sobre Ia guerra de la revolucion en Cuba y el gobiemo de Lilis en Ia Republica Dominicana. Ya no se hablaba, sin embargo, de las "partidas sediciosas" que, en algunos lugares del pafs acosaban a los derrotados nacionales espaiioles, contra quienes hubo encono por los acontecimientos cereanos de los gobiernos de Laureano Sanz y Romualdo Palacios. Eso fue en el ultimo tercio del Siglo XIX. Y yo nacf en 1906. Fueron mis padres 1uan N. Laguerre Gonzalez y Atanasia Velez Vargas. Mi abuelo paterna, a quien, no conocf, par 1883 habia com prado Ia tinea en que viviarnos. De niiio me erie oyendo hablar de Ia Casa Vieja, cuyas ruinas me impresionaron mucho: paredes derruidas, ladrillos y piedras amontonadas, un viejo aljibe. Conocf los restos de Ia casa de mamposteria y madera cuando

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ya estaban cubiertos de vegetaci6n, que era abundante en aquellugar. Corrian historias y supersticiones del anterior dueiio, un senor con farna de mas6n, enemigo de Ia Santa Iglesia y, par tanto, aliado de Ia Cosa Mala. Contaban de fantasmas y apareeidos en Ia Casa Vieja, y los muchachos adminibamos a nuestro padre porque iba y venia por los tenebrosos lugares, de dla o de noehe, sin inmutarse. Alii hubo siempre un criadero de gallinas porque, aunque no era jugador eonsuetudinario, criaba famosos gallos de Iidia. Posela en otros tantos sitios de la tinea, tratando de proteger Ia casta de sus gallos, alguno de los cuales, cuando el "Saliva", fue famoso aun en pueblos distantes como Ponce. Mis hermanos- tres de elias hijos de otra madre y cuatro hermanos de padre y madre-y yo nos eriamos juntos, aunque los mayores, hermanos de padre, residlan en easa de Ia abuela paterna, casa que se encontraba al otro lado del camino vecinal. Era ella Ia viuda del comprador de Ia finca. Se llamaba Monserrate Gonzalez, Mama Manse, le decfamos, y se contaba que era descendiente eereano de indios porque lucia una "mata de pelo" que le llegaba a las rodillas y por sus rasgos faciales. Era bondadosa y nos regalaba dulces cada vez que Ia visitabamos. Nuestros padres vivian separados, por razones que jamas entendlamos, Ia madre con nosotros en la "Casita" -construcci6n de madera y zinc, montada sobre altas estaeas- y el padre en Ia trastienda. Ademas de dedicarse a las faenas agricolas, el sostenia una tienda de comestibles, a Ia que llamabamos "pulperia", en Ia que se despachaba a los trabajadores, que aumentaban en Ia epoca de Ia eosecha, fuera esta de caiia o de cafe.

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Casa lntemacional

N.Y. 1949

Durante afios, nosotros ya en Ia escuela, mi padre tuvo una buena tinea de cafe, situada en los montes a alguna distancia de Ia residencia habitual. La tinea del "Centro", como llamabamos a Ia finca de cafe, se nos aparecfa a los ojos infantiles, como un Iugar misterioso, en donde nuestro padre supervisaba durante Ia cosecha a las mujeres recogedoras del aromatico grano con quienes celebraba el "acabe", sin que se nos invitara. Ya adolescentes ibamos alii a ayudar en Ia recoleccion, a buscar frutos men ores y aver el ganado suelto all f.

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Todavia recuerdo vivamente Ia noche ilu¡ minada de luces amarillas de faroles, cuando se sacrificaba una ternera que se habfa herido at caer en un sumidero. Fue en esta region de los cafetales que comenzo mi carrera de maestro rural, pero, para ese tiempo, Ia finca se habfa vendido a un hermano de crianza de mi padre. En todo el barrioAceitunas-no habia una sola escuela en los mementos de nuestra nii'iez. No fue hasta el ai'io en que yo cursaba el sexto grado que se estableci6 Ia primera escuela en una vieja casa de Ia abuela paterna. En consecuencia, todos nosotros, mis siete hermanos y yo asistiamos a Ia escuela rural del Barrio Arenales de lsabela. En rigor, s6lo ibamos a Moca a pagar contribuciones, cosa que mi padre resentia, y, ya un poco mayores, solo fbamos a Isabela o Aguadilla a buscar viveres, a alguna fiesta patronal, a enterrar nuestros muertos, a las ceremonias de matrimonio y de bautizos. A mis hermanos de padre y madre y a mf nos bautizaron conjuntamente, en una ceremonia del cura que vino a Isabela, en Ia casa de Ia abuela paterna. Yo tendrfa cinco aiios, pero recuerdo, como en un suefio, cuando Ia menor, de escasamente un ai'io, resisti6 agarrar Ia vela.


Yo era el "del media", dos hermanos mayores que yo y otros dos menores. Eran ninas las dos mayores y nino y nina los dos menores. Todavfa recuerdo con emocion el dfa en que un pe6n, a quien tratabamos como si fuera de Ia familia, me condujo a Ia escuelita de Arenales. Dfa inolvidable. En et Barrio no habfa muchas oportunidades de diversion: alguna vez, en las cercanfas, las fiestas de San Juan o San Pedro, los velorios de Reyes, las Navidades. Generalmente se nos mantenfa alejados de esas diversiones, aun de Ia vieja carpa y sus payasos y "maromeros" cuando alguna vez en dos o tres anos levantaban sus humildes tiendas entre Ia "Casita" y Ia pulperfa. Desde Ia "Casita" veiamos las sombras de los concurrentes en las "paredes" de Ia tela. Era un circa pobre y casi nunca tenia proteccion contra las lluvias. Pero a nosotros nos atrafan los colorines del payaso Rodrigo, los astrakanes, los dhilogos del "negrito" y el gallego. Sabre todo, las maromas del maromero Cristobal. El ano se nos bacia mas largo cuando espenibamos ansiosamente esas ocasiones de posible diversion. Pero nuestro padre era rigido en extrema. Creo que muchos de esos sucesos se colaron en mi primera novela, La /lamarada, que escribf a los 25 ai'ios. Mi padrino, Leon Ramos-un senor que IIego a vivir mas de cien aiios y tenia fama de haber engendrado mas de cincuenta hijos- era quien trafa de vez en cuando el peri6dico y Ia Revista Puerto Rico 1/ustrado. Me prestaba Ia revista, que yo lefa de cabo a rabo. Ahi comence a pensar en Ia posibilidad de ser escritor algun dfa. Es casi increible como un escritor llena paginas y mas paginas de sus Iibras con los recuerdos de los sucesos y las personas de su infancia, que, con el tiempo, se envuelven en leyenda. Y eso que en nuestra casa floto siempre alga asi como un secreta de familia que nunca comprendf y que deseaba conocer y no conocer a un tiempo mismo. Siempre se cuchicheaban las pequeiias tragedias y los sinsabores. Pam decirlo con claridad, a veces no sabfamos a que atenernos. Quiza fue por eso que desde pequeno me senti inclinado a escribir "historias", fantasias que no mostraba a nadie. Casi puedo decir que asf llegue a escribir La /lamarada. Ya habia quemado -sf, quemado- tres novelas y Ia misma suerte habrfa corrido La 1/amarada, si noes par Ia intervenci6n de mi maestro universitario Antonio S. Pedreira. Creo que Pedreira es responsable de que haya yo escrito

tantas novelas. Quiza fueron un escape de aquellos secretos o misterios que envolvieron mi pequei'ia vida de Ia ninez. Andando el tiempo, Ia vocaci6n de escribir tomo otro rumba. Yo habfa comenzado a escribir La llamarada cuando aun ejercfa mis funciones de maestro rural en mi propio barrio. Muy pocos entendieron en mi casa por que me encerraba en mi pequeiia habitaci6n y permanecfa allf horas y horas. Crefase que perdia mi tiempo. Los sabados iba a Maca, Aguada o Aguadilla. Mi escuela pertenecfa al distrito escolar de Aguada-Moca. Pero Aguadilla, donde estudie desde el quinto grado al duodecimo, em el pueblo de mis amistades. Me hospede, muchas veces, en el pequeiio hotel donde se hosped6 Juan Antonio Borras, protagonista de La /lamarada, cuando, ya agr6nomo, llego a hacerse cargo de las colonias azucareras Palmares y Santa Rosa. En mi ultimo ai'io de Escuela Superior, habfa estado en San Juan, Ia capital del pals, por vez primera. Habia intentado hacerme teniente del ejercito en uno de los Citizen Military Training Camps. Todavfa no tenia convicciones politicas profundus. En el campamento habfa descubierto dos realidades: no nad para militar; confirme mis sentimientos nacionales. Recuerdese que Puerto Rico vi no a ser parte de Estados Unidos con motivo de una guerra entre esa nacion y Espana y no se nos dio a los puertorriqueiios Ia oportunidad de decidir voluntariamente si aceptabamos el cambia o no pero Ia verdad es que cuando en 1898 se arrio Ia bandera espanola en Puerto Rico 90% de su gente era iletrada y pobre. Ademas, nose olvide tam poco que ya habia despertado Ia conciencia nacional en Puerto Rico y que el siglo XIX fue una galerfa de gobernadores despoticos. Desde 1811, cuando Ramon Power nos represento en las Cortes de Cadiz, Espana, tres ideas polfticas estuvieron vigente en el pals: asimilismo, autonomfa, separatismo. Hasta el dfa de hoy. Las luchas entre los tres "ideates" politicos se habian recrudecido en el ultimo tercio del siglo XIX y sus lfderes mas destacados fueron el Conde de Santurce, conservador; Baldorioty de Castro, autonomista defensor del home-rule estilo de Canada; Ram6n Emeterio Betances, separatista. En 1887, cuando el despota General Palacios gobernaba Ia isla, Baldorioty estuvo preso en el Morro. Betances, desterrado, se convirti6 en judio errante de una causa que el habia llevado a Cuba y a Santo Domingo porque crefa en Ia Confederaci6n Antillana; su

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residencia estuvo en Paris, donde ejercia la medicina, pero viajaba constantemente a America en su faena conspiradora en favor de Ia independencia. En Cuba, despues de 1878 hubo relativa calma; fue despues de 1890 que volvi6 a prender el conflicto militar entre Cuba y Espana. Estados Unidos, que desde tiempos de Bolfvar, ambicionaba intervenir en las Antillas, estaba alerta para aprovechar la primera oportunidad. Aunque Santo Domingo era "libre" -es decir, disfrutaba de soberania propia, desde que logr6 desembarazarse de Haiti (1844) y del General Santana (1865), no obstante estuvo gobernado por despotas nativos durante mucho tiempo. En Ia Republica Dominicana fue que Eugenio Maria de Hostos -ciudadano de America y adalid de Ia independencia, como Betances- realiz6 su labor pedag6gica. Pues bien, ese ultimo tercio de Ia expresi6n artistica de Ia fuerza realista que obliga al autor a crear un personaje de los de "abajo", provoca una pluralidad semantica de caracter hist6rico, politico y popular siglo XIX, tan agitado en Cuba y Santo Domingo, tambien fue muy agitado en Puerto Rico, aunque no militarmente. Quiero decir, Ia agitaci6n politica fue muy intensa en Puerto Rico, y ese es el tema fundamental de mi cuarta novel a La resaca. Vemos, pues, que no puede decirse que los invasores norteamericanos fueran mal recibidos en Puerto Rico, pese a Ia guerra mexico-americana de 1846 y a las poco disimuladas ambiciones polfticas de Estados Unidos en las Antillas. Allie gar a Puerto Rico fue para quedarse y gobern6 militarmente Ia isla durante los tres primeros aiios; con Ia Ley Foraker se logra un gobierno civil. No habia calentado bien Ia silla de Ia gobernaci6n cuando ya anunciaba que Puerto Rico habria de abandonar el idioma espaiiol para aprender ingles. Como todos los escolares de aquellos tiempos, soy producto de una escuela absurda que pretendi6 ensenar contenido en ingles a ninos que habhibamos espaiiol. Recuerdo la serie Elson, el juramenta diario a Ia bandera multiestrellada, que no entendfamos. Los libros en espanol confeccionados por Manuel Fernandez Juncos, Virgilio Davila y Braulio Duefio, eran adaptaciones de libros del continente. Comenzaron a cantarse canciones norteamericanas: "Clementine", "Columbia", las de Foster. No es exagerado decir que, andando el tiempo, hube de reeducarme por medio de las lecturas. Aunque, la verdad, no seria justo pasar por alto Ia intensa tarea alfabetizadora de Ia nueva escuela.

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Me habfa graduado de octavo grado en Aguadilla (1920) y de Escuela Superior (1924). Con un cursillo de educaci6n que Carmen Gomez Tejera ofrecfa a los que asf lo desearan en el cuarto ano de Escue Ia Superior, me fui a ensei'iar a una escuela rural de mi barrio. El huracan de San Felipe (1928) Ia destruyo y un buen jibaro -Sotero Rodriguez- se fue a vivir a una cueva para que pudiesemos establecer Ia escuela en su casa. Sotero sabfa leer y escribir y habfa puesto nombres griegos a todos sus hijos. Con el fin de estar cerca de Ia Universidad, donde podria continuar mis estudios bacia el Diploma Normal, acepte trabajar de a yo en una institucion que comenz6 llamandose Boy's Charity School y ahora se llamaba Hogar Insular de Ninos. Su director, el educador Jose Gonzalez Ginorio, no me dio Ia oportunidad y allf permaneci solo seis meses ( 1932). De mis experiencias vitales en el Hogar Insular de Nifios sali6 buena parte de mi tercera novela ÂŁ/ 30 de febrero. En San Juan conoci gente del Ateneo, como Miguel Melendez Munoz, entonces su presidente y participe en concursos literarios. Se le dio un "accesit" a un cuento mfo. Ese mismo ai'io de 1932 escribf los primeros trabajos para El Mundo, el principal diario de Puerto Rico, fundado en 1919. Ni remotamente sospeche entonces que habria de ser su consecuente colaborador, de 1959 a 1987, para convertirme en testigo atento de los acontecimientos. Aunque durante todo ese tiempo he prestado atenci6n a los temas literarios -critica, biografia-, mas abundan en esos (mas de) 1,000 breves ensayos los temas sobre asuntos sociales, politica, economfa, planificaci6n, recursos naturales y ecologia, lingtiistica, historia y antropologia, educacion, cr6nicas de viaje, cr6nicas de espectaculos. Ya antes, desde 1952 a 1959, habfa desarrollado temas similares en el periodismo radial, a traves de Ia estacion gubernamental WIPR, en donde habfa trabajado de 1939 a 1941' aiio este ultimo en que entre a formar parte de Ia Facultad o Claustra de Ia Universidad de Puerto Rico, recinto de Rio Piedras. Esa amplia labor periodfstica, de 1952 a 1987, me incit6 a los estudios y Jecturas mas variados, dado mi inten!s en percatarme sensible e inteligentemente de los destinos ffsicos y espirituales de mi pals. Adviertase que eso comienza a realizarse en Ia decada de los cincuenta- justo en el aiio en que se estableci6 el Estado Libre Asociado- y, cuando publique una seleccion de esos trabajos (Pulso de


Puerto Rico, 1956), escribf las siguientes palabras en su pro logo: "Pasamos por 1111 momenta de transicion, pasamos por una crisis. Y crisis, dice el diccionario, es una 'mutacion' considerable que acaece en una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse e/ enfermo... En realidad, hay cosas que se han quedado a(l¡as y precisa recogerlas y /weer/as crece1: No somos un laboratorio de asimilaciones extraiias. Pese a/ silencio, se nota una pugna sorda en/a atmosfera... Hay, sobre todo, wws colltradicciones silllomaticas de crisis y transicion ... La exaltacion creadora del espfritu puertorriqueiio no niega nuestra culfllra occidental... "Fue mi amigo Francisco Arrivf quien sugirio Ia idea. Hablaba el de que Puerto Rico habfa montado 1m acto muy dramatico sobre Ia cuerda de sus propias iniciativas. Despues de cada sa/to mortal se le va dando mas altura a Ia cuerda, y e/ acto se convierte en tm riesgo progresivo. Por negligencia o por fanfarronerfa no se /e ha puesto Ia red de seguridad. ;.Hasta cuando durara el espectaculo? Hay espectadores avidos de sensaciones. Pero ya se nota, con crecieme ansiedad, Ia ausencia de Ia red... " Esa "red" es nuestra historia, nuestra geograffa, nuestra propia manera de ser y conducimos en el mundo de todos. Todavfa son valederas esas palabras. Desde entonces me dedique, en cuerpo y alma, a sefialar con orgullo todo cuanto nos enaltece y a dar jalertas! para preservar nuestros recursos naturales y a asegurar el progreso con Ia mejor planificaci6n posible. Aunque optimista, no puedo negar mi desencanto frente a tantos deslices burocniticos, tanta dependencia, tanto "planificar" como si Ia isla fuera un continente. No hay duda que en cinco de mis seis ultimas novelas -La ceiba en el tiesto, Cauce sin rfo, £/fuego y su aire, Los amos

benevolos e !nfiemos privados se recogen las ideas que puntualizaba en "Puntas de Partida" y "Hojas Libres". Podria relatar muchas anecdotas sabre Ia influencia que tanto "Puntas de Partida" -periodismo radial~ como "Hojas Libres" -periodismo escrito~ han ejercido en el animo de los funcionarios y del publico en general. La verdad es que muchos influyentes funcionarios hacen de sus despachos pequefios tronos de Jupiter; pero no importa, Ia historia sensata se encargani de juzgarlos y ojahi no sea demasiado tarde cuando eso ocurra. Siempre me he esforzado por ampliar mis conocimientos, y mientras mas he estudiado o leido menos creo saber. jEs tanto lo que hay que saber! Ser profesor de Humanidades, con especialidad, en literatura espanola, puertorriqueiia e hispanoamericana, no ha limitado mi natural avidez par conocer Ia cultura universal. He tornado cursos de cultura europea y norteamericana. El curso de literatura nortearnericana y el de literatura britanica estimularon mi deseo de conocer mas profundamente esas expresiones literarias y llegue a descubrir una notable

Mariachis con motivo de un hoi'TICnaje que se le rendfa a Dic:go Rivera y Siqueiros en una casa del Pedregal, San Angel, Ml!xico. (Ca.~a de Maria Asunsol)

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Primer viaje a Espaiia 1950

diferencia entre las dos literaturas: el tradicionalismo ingles que produce mentes imperialistas como Kipling y el espiritu de libertad que en Estados Unidos produce personalidades como Edgar Lee Masters o Synclair Lewis, Cliford Odets o Lilliam Hellman. Aparte de mis reservas en to que respecta a Ia politica de imperialismo econ6mico de Estados Unidos, admiro profundamente el espiritu liberal de sus escritores. No siempre los gobiernos responden a los postulados de libertad colectiva. Cuando quise realizar estudios doctorates, fui a Estados Unidos, a su Universidad Columbia, donde el gran hombre espaiiol Federico de Onis, habfa establecido el mejor Departamento de Estudios Hispanicos del Continente. Allf el propio don Federico, el Dr. Tomas Navarro, el Dr. Andres lduarte, entre otros, fueron mis maestros. Es deber reconocer que ningun otro pais del mundo abre sus puertas universitarias al conocimiento plurinacional como Estados Unidos. El viaje y Ia estadfa en Estados Unidos me llev6 a conocer de cerca Ia situaci6n de mis

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compatriotas en Ia gran ciudad, Nueva York. Esas experiencias me equiparon para poder escribir novelas como La ceiba en el tiesto, Cauce sin rio , El laberinto, Los amos benevolos e /nfiemos privado.'i. Despues he viajado por muchos otros pafses: Francia, Suiza, Inglaterra, Espana, ltalia, Islas Canarias, Mexico, Centroamerica, Panama, Venezuela, Guayana, Brasil, Argentina, Uruguay, Cuba, Republica Dominicana. Eso ocurri6 despues de 195l , luego de pasar un aiio en Columbia University, a donde he vuelto a tomar cursos en varias ocasiones. Cumplf con todos los requisites del doctorado, incluso el exarnen oral ante personalidades tan imponentes como De Onfs, Navarro Tomas, lduarte y otros. Con motivo de los sucesos provocados por el famoso caso Hiss-Chambers y Ia llamada cacerfa de brujas de entonces, en Columbia se exigi6 a los graduados de espaiiol que escribieran su tesis en ingles. Hasta ahf llegue yo, no porque no pudiera hacerlo, sino porque me pareci6 absurdo el dictamen. Sigo creyendo que quien se gradua de cultura hispanica debe escribir su tesis en espaiiol. l, Y que mas tesis que los libros que he escrito despues? Pulso de Puerto Rico, La ceiba en el tiesto, Ellaberinto, Cauce sin rio, El fuego y su aire, Los amos benevolos, Polos de Ia cultura iberoamericana ... La 1/amarada lleva ya 28 ediciones, 15 La resaca, 11 Cauce sin rfo y mas de tres ediciones Solar Montoya, E/30 defebrero , Los dedos de Ia mano. Mi tesis de maestria esta contenida en mi libro La poesfa modernista en Puerto Rico. Yo no podrfa escribir una sola pagina si no se d6nde estoy, que quiero, en que creo. Estoy en mi


pafs, Puerto Rico, mi Iugar de hombre esta ahf, y aprecio profundamente su expresion ffsica y su expresi6n espiritual, disparada esta ultima al universo. Creo, tam bien profundamente, que mi pais, que es una nacion en sf, tiene derecho a escoger su propio destino, sin Ia intervencion de Ia metr6poli. Aunque crea, en concordancia con los sucesos hist6ricos subsiguientes, que las ideas de Marx influyeron en las decisiones aun de entidades conservadoras, como las actitudes del catolicismo en las encfclicas papales de fines de siglo pasado, no creo en el marxismo dogmatico que hace que Ia Plaza Roja de Rusia se convierta en otra Plaza de San Pedro, aunque distintas en lo que concieme a sus respectivas actitudes dogmaticas. No creo en eso de "quien no esta conmigo esta en contra mfa", como se dice popularmente. Es costumbre entre esos grupos dogmaticos de izquierda o de derecha, pensar que solo ellos tienen Ia razon. A veces se juntan en manadas para desacreditar a aquellos que rechazan "uniformarse" ideol6gicamente, que no piensan como ellos; apelan al dicterio, al acoso, al desden, y aun al silencio, para crear vacfos en torno de las personas sei'ialadas como enemigos de su "causa". He dicho anteriormente que antes se proponfa el problema ontol6gico ser-o-no-ser; ahora se plantea el dilema de las temporalidades: estar-o-no-estar. Tengo mis ideas firmes sobre lo que es "raza". La tonica racial de nuestra America es el mestizaje. En los cfrculos de poder en Estados Unidos persiste Ia idea, solapada o no, del arianismo, herencia de los Gobineau, Stuckard, Chamberlain. Las relaciones polfticas que tiene Puerto Rico con Ia Metropoli ha llevado a mucha gente, aun mestiza, a aceptar ese criteria n6rdico, para el cual ni aun Ia gente mediteminea es "blanca". Claro esta, hay gente que confunde el "poder" con Ia "sabidurfa". Creo firmemente, asimismo, que hay una sola raza: Ia humana. Un asi<itico, un africano que tenga relaciones sexuales con "nordica" puede tener descendencia mestiza. Eso no ocurre con los animales irracionales, ni aun dentro de una misma especie. Un hipopotamo no puede cruzarse con un elefante, ni una abeja con una mosca, ni un ruisefior con un cuervo. Por tanto, s61o hay una raza de seres humanos, unos mas civilizados, otros menos civilizados todos aptos para civilizarse. 1.Vale Ia pena civilizarse a Ia manera de Jim Crow o Hitler? Para poder expresarme con confianza y tener seguridad conceptual, acepto el criteria del mestizaje como Ia tonica de nuestro continente. Despues de

todo, Ia antropologfa moderna - Boaz, Benedick, Teillard de Chard in- aceptan que el mestizaje ocurre desde las etapas mas primitivas del hombre. Los descubrimientos antropologicos -a traves de Ia arqueologfa- en Africa son reveladores. Piensese en el "hombre" de Kenia. No me quita el suefio el "arianismo" y mucho menos Ia "arianizaci6n" forzada de las muchedumbres mestizas. Del mismo modo que acepto mis antepasados yorubas o bantues, no se cual, aunque son una realidad en mi mestizaje, no puedo menos aceptar tambien mis antepasados canarios, franceses y castellanos. Esa actitud me da Ia "seguridad" psfquica que necesito para expresarme, sin que tenga que preocuparme Ia polemica de quien es negro o blanco y quien no lo es, con lo cual se pierde mucho tiempo y se llenan de manias raciales los libros. Escribo como ser humano radicado en Puerto Rico, en America, con proyecciones universales. j.Estamos? No. jSomos! No tengo que negar mi cultura natural hablo Ia lengua espanola, iberoamericana, hace cinco siglos-, para reconocer lo que biologicamente le debo a Africa, a Ia America indfgena. En Puerto Rico se ha dado Ia curiosa realidad de que es uno de los m1cleos mas africanos de Puerto Rico -Lofza Aldeael que mejor ha conservado el culto a Santiago, matizado, claro de cultos africanos. Despues del siglo XVII, de entre los mas distinguidos adelantados de Ia cultura puertorriquefia han sido mestizos: Campeche, Espada, Henriquez, Morel Campos, Tavarez, Baldorioty, Ramon Marin .. . Creo que fue mi madre -jibara fundamentalmente de ascendencia canaria- quien mas influy6 en mf, en lo que es mi etica personal, a pesar de que fue analfabeta basta que su hija mayor, hermana mayor mia, Nina, aprendio a leery escribi6 y le sirvio de maestra. Y mi madre fue mi primera maestra. Pienso en ella, en sus alegrfas y sus amarguras, cuando planifico una novela. Asf fue desde que presente una novela breve ( 1932) -EI hombre que se malogr6- en un Certamen del Ateneo y obtuvo segundo Iugar. Una breve nove Ia naturatista de Fernando Sierra Berdecfa -buen escritor, sorbido por Ia politica partidista- gano el primer Iugar. A pesar de haber ganado ese segundo Iugar jamas Ia publique por dos razones, quiza: era demasiado personal, y muy pronto comenzarfa yo a cambiar de opinion sobre lo que es una novela y cuales son mis compromises. Todos los escritores se comprometen, unos con Ia frivolidad y otros con las ideas sociales.

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Enrique Laguerre con su esposa y escritom Luz Virginia Romero. Foto: Conesfa coleccion Ora. Maria del Canncn Monscrr.~t

Creo que a nadie se le ocurre comparar a Anita Loos con Lillian Hellman o a Carin Tellado con Isabel Allende. Ni a Ia Sagan con Gunter Grass. <,Por que esa dedicaci6n a escribir en un pais en donde mucha gente influye por su disposici6n de poder o por sus dineros, por su presentismo o por su ignorancia de Ia historia del pais en que le toc6 nacer y vivir, escoge desdefiar el producto de la creaci6n puertorriquefia? (Porque hacen legion las personas diplomadas que en estos casas es alannantemente iletrada o snobista. Conozco maestras universitarias que "ensefian" espafiol y para elias no existe un poeta, un novelista o un ensayista puertorriqueiio). Pobre maestra. Y pobre pais, que pone Ia enseiianza al cuidado de ese tipo de persona. Bien. A mi no me importa que se me reconozcan o no se me reconozcan meritos, aqul o en el exterior. Sigo escribiendo. Me he impuesto esa tarea como un sagrado deber: ofrecer testimonio de que somas una nacionalidad, en beneficia de las generaciones que se levantan. Y no tenemos en el presente embajadas ni agregados culturales que dediquen algun tiempo a promover nuestras creaciones. Que se van a conocer fuera del pals. Me sucedi6 en Sao Paulo, Brasil. Cuando estuve alli de 1961-1962 se enter6 el c6nsul norteamericano de mi presencia allf y quiso que me prestara a decir una conferencia a sus amigos brasileiios. Le dije que si. Creia que habria de pedinne que hablara de un tema antillano - Hostos, Marti, Henriquez Urena-, si no de un tema rectamente puertorriqueiio y, para mi asombro me pidi6 que hablase de Hemingway. Entonces dije que no, no porque no apreciase - Ia

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conozco y Ia aprecio- Ia producci6n literaria de Hemingway, sino porque, le asegure, jse ha hablado tanto de Hemingway! Figurese, basta titulares de extrema a extrema de los peri6dicos provoc6, mas por su espfritu aventurero que por sus excelentes dotes de creador. Ademas, (,RO llev6 Hollywood sus novelas al cine? Digamos, Por quien doblan las

campanas, Muerte en e/ atardecer,Adios a las armas, El viejo y e/ mar. jPara que le voy a contar! El senor se sonri6 y me despidi6: "Anytime you want to see me" ... Arrivederci! <,Pueden ver to que les digo? Sin embargo, desde 1957 comenzamos a aparecer en algunas historias de la literatura iberoamericana: Anderson Imbert, Torres Rioseco, Luis Alberto Sanchez... Eso fue despues que se celebr6 el Congreso de Literatura Iberoamericana en el Caribe Hilton y ya habian aparecido el Diccionario de Josefina R. de Alvarez, y Ia Historia de F. Manrique Cabrera. Otros, como Zum Felde, siguieron hacienda caso omiso de nosotros. No hay duda de que nuestros libros necesitan promoci6n inteligente. El mejor libra no es el Best Seller, clara esta. Sin embargo, no me puedo quejar: mis Iibras han tenido salida. Por lo menos, me satisface contribuir a lograr nuestra propia identificaci6n, aunque no aspire a las glorias del reconocimiento extranjero. Por "reconocimiento" alguna gente entiende que los Iibras tengan venta fuera del pais. Siempre se elogia lo que se vende holgadamente aunque sus valores literarios sean escasos. AI "lector" -oficio para anticipar Ia reacci6n del publico- del teatro norteamericano no debe interesarle el valor artistico


de Ia pieza por montarse. jQue diria Shakespeare! En el momenta en que entre en Ia Universidad, solo se hablaba del origen europeo del jfbaro y se le llamaba majaderarnente "caballero en harapos" y a nadie le importaba un pepino angola su hambre, su anemia, su indefension. Me rebelo ante tales apreciaciones. Asf lo hice constar en mi primera novela, La llamarada. l,Porque no pensaren el como un mestizo americana y laborar por ofrecerle oportunidades de salud y de trabajo? En este particular, Ia campaiia politica de Muiioz Marin fue eficaz. Se Je desarraigo, sin embargo, al permitir una urbanizacion casi caotica. Se hacinaron los arrabales llevados por dentro en suntuosos multifamiliares y se patrocino Ia dependencia. La semi-industrializacion con capital extemo nos dio Ia sensacion de que podfamos conducimos como Ia gente del Continente y se acabo con Ia agricultura. Las migraciones fueron Ia nota relevante. Se atrajo el deli to. En este sentido, Ia decada de los cincuenta es muy significativa. Recogf esa vision en obras como La ceiba en el tiesto, Ellaberinto, Cauce sin rfo, ÂŁ1 fuego y Sll aire e lnfiernos privados. En esta ultima dramatizo Ia mutacion moral y social de un pueblo, en cuyas proximidades se ha levantado una base aerea. Pese a mi relativamente abundante produccion literaria, soy, ante todo, educador. Comence de maestro rural en 1924-25 y 62 aiios despues enseiio cursos de literatura brasileiia y antillana, por contrato, a los estudiantes de tarea graduada. Parece increfble: j62 afios de laboreo escolar! En el libra de la Ora. Marfa del Carmen Monserrat Enrique A. Laguerre y "Los amos benevolos" se encuentra Ia documentacion de toda esa tarea. He escrito alrededor de 1,300 artfculos y ensayos, 22 cuentos, II novelas, una obra de teatro, 92 reseiias, cartas, prologos, antologfas, obras en colaboracion, investigaciones lingiifsticas y educativas... Repito que en mis libros he querido calibrar Ia vida propia colectiva y sus proyecciones universales. No puedo anticipar que pensani Ia gente con mas perspectiva de tiempo e historia. Esta por verse. He cumplido con un deber que me impuse yo mismo y eso solo me da satisfacci6n. Aprecio los premios y homenajes que he recibido en vida, pero me mantienen reposado. La mayor virtud que puede tener un escritor y educador es ponerse humildemente al servicio de su pafs, arrogancias abolidas. Mis amigos, sin importar sus ideas religiosas o polfticas, me duran toda Ia vida. Si no hubiese

sido por mis buenos amigos, jamas se habrfa publicado La llamarada. Me case tardfamente con Beatriz Saavedra. Murio tres aiios despues. Me dejo una hija, Beatriz Marfa, en Ia actualidad madre de tres hijos, mis nietos. Dos de mis sobrinos, Marfa Lopez Laguerre y Hector Laguerre Ruiz, en parte estuvieron al calor de mi hagar y los quiero como si fuesen mis hijos. Mi segundo matrimonio, con Ia profesora Aurea Sanchez, tennino en divorcio, aunque sin rencores personales. Somas los amigos que fuimos cuando estudiabamos juntos en Ia Escuela Superior de Aguadilla. Creo que he conseguido el reposo deseado en el hagar fonnado con mi esposa Luz Virginia Romero; profesora de Humanidades en Ia Universidad, ha publicado dos libros y tiene genuina vocacion poetica. He dedicado mi novela Los amos benevolos a ella. Cualquier dirfa que no me canso. Sigo trabajando como si tuviera otra vida por delante. Quiza me desilusione un poco no haber podido realizar todos los sueiios que dan sentido _y profundidad a Ia vida. Pero no creo que sea tarde en ... todas las partes del mundo.

En: Comrapunto de So/edades, (San Juan: Puerto Rico, Editorial Cultural, 1999), p. 57-86 (21-IX-87).

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ENRIQUE lAGUERRE: ESCRITOR DE LA

, GESTA HEROICA , DE UNA NACION DE LAS ANTILLAS, PUERTO RICO Luz \ 'ir!!-inia

L

RomLTO G~trd~t

a heroica gesta de supervivencia de un pals torriquefta desde 1955, epoca en que se fund6, Junta como Puerto Rico es digna de Ia atenci6n de Directores de Ia Escuela de Artes Phisticas, Junta imernacional. La obra novelistica, en de Sindicos del Centro de Estudios Avanzados de ensayo, teatro y el periodismo de Enrique Puerto Rico y del Caribe y Ia Junta de Directores del A. Laguerre ha sido siempre enderezada a mantener Centro de Bellas Artes. vivo el espiritu nacional de Puerto Rico, sin descuidar Profesor durante 64 aiios, desde Ia escuela el manejo eficaz del lenguaje que proyecta en Ia primaria hasta los cursos graduados universitarios. variedad y riqueza de tecnicas literarias, en las Aun a los 93 aiios de edad, lucidamente continua imagenes novedosas que reflejan con eficacia Ia tesis cumpliendo con devocion Ia mision que se impuso desde que comenz6 a investigar que sustenta en el contexto de una excelente atmosfera poetica y a escribir hace 70 aiios. Conque prevalece en su obra de tinua escribiendo pard Ia prensa creaci6n que da motivo a sus y aun para Ia creaci6n literaria a La obra literaria de colegas-discfpulos y crfticos traves de una ventana electr6nica. este escritor traza Ia literarios del pals , a denoPide a Dios que le de vida para minarlo como el Maestro de Ia terminar su compromiso. trayectoria hist6rica no\•elistica puertorrique1ia. Sus novelas, cuentos, de Puerto Rico desde Labor que continua ensayos, teatro, articulos realizando a pesar del poco periodisticos, dan fe de nuestra el siglo XVIII hasta tiempo que dispone y su edad identidad de pueblo homogeneo, nuestros dfas. avanzada de 93 aiios. Pertenece monolingile y profundamente a Ia Junta de Directores del iberoamericano. Instituto de Cultura Puer-

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Escullura de Carmen Alvarez

En Ia novela de fondo hist6rico, (siglo XVIII), Proa fibre sobre mar gruesa, lo logra eficazmente poner en relieve Ia lucha de Puerto Rico por sobrevivir ante el ataque de ingleses, franceses y holandeses que habfan trafdo en conflicto europeo at Caribe. La obra literaria de este escritor traza Ia trayectoria hist6rica de Puerto Rico desde el Siglo XVIII hasta nuestros dfas. Ademas, su quehacer periodfstico de 45 afios, recoge Ia historia puertorriqueiia que se va haciendo dfa a dfa en mas de 2,000 artfculos y ensayos publicados. Viajero incansable, esforzandose para que se conozca a Puerto Rico; ha visitado muchos pafses: Hispanoamerica, Las Antillas, Estados Unidos, Europa, Brasil y otros. Ha preparado varios cursos sobre Ia creaci6n literaria de Hispanoamerica y Brasil, en particular Ia novela iberoamericana y Ia ex presion literaria de las Antillas espafiolas.

El caso de Puerto Rico es muy parecido at de Polonia o Finlandia, pafses que lograron sobrevivir pese a las ambiciones de sus poderosos vecinos. La her6ica gesta de supervivencia de un pais pequefio como Puerto Rico, excelentemente expresada por este escritor, es digna de Ia atenci6n intemacional. Los juicios crfticos nacionales e intemacionales lo ponen de manifiesto. Desde los juicios de Pedreira sobre La 1/amarada, aparecidos en Aclaraciones y Crftica, colaboraci6n suya en El Mundo, 1935, ha sido corriente inagotable Ia labor crftica que se ha venido realizando sobre Ia obra de Laguerre en Puerto Rico y fuera del pafs. Las fichas bibliognlficas sobre su obra ascienden a 604 aproximadamente; que junto a las fichas de Ia obra del propio autor, suman 2,1 82. Es, posiblemente, el escritor puertorriquefio con el acervo bibliognifico mas nutrido. Cabe tambien seiialar que su primera obra es ya un cl<isico puertorriquefio con treinta y cinco ediciones, y hasta ahora, es probablemente ellibro puertorriqueiio con mas ediciones. Entre los crfticos mas conocidos de Ia obra de Laguerre se hall an: Concha Melendez, Manrique Cabrera, Nilita Vient6s, Rene Marques, Josefina Rivera de Alvarez, Angelina Morfi, Luis Osvaldo Zayas Micheli, Jose Luis Dfaz Marquez, Estelle Irizarry, Marfa del Carmen Monserrat, Jose Emilio Gonzalez, Juan Martinez Capo, Jose Juan Beauchamp, entre otros. 15


Intelectuales continentales como Enrique Anderson lmbert, Arturo Torres Rioseco, Luis Alberto Sanchez, Fernando Alegria, Carlos Hamilton, entre otros, se han ocupado crfticamente de su obra literaria en sus respectivas historias de la literatura hispanoamericana. En Ia tercera edici6n de Los amos benevolos se incluye un haz de citas de algunas de las crfticas extranjeras que se han expresado en peri6dicos y revistas de sus respectivos pafses. Incluimos en este trabajo una muestra de citas crfticas heterogeneas sobre su obra.

"EI doble tema de Pedro Jose y el pueblo puertorriquefw en El fuego y su aire es un acierto literario. Porque es un acierto literario saber hallar Ia imagen o el sfmbolo donde c:onvergen lo concreto y Ia universal". La Prensa, Buenos Aires, Argentina.

"Enrique Laguerre: Romanziere solido e compatto. Terso, netto lo stilo. Amplia Ia descrizione vivace if dia/ogo, acuta Ia psicologfa.. . I sltoi romanzi son davvero "romanzi" .. ., cioe, "composizioni narrative" nel sensa e nel gusto classici (eficacia, penetrazione, rappresentazione) vicendaformale e espiritua/e". Amaldo Cherubini, profesor Universidad de Siena, Italia.

"EI fuego y su aire debe ser considerada como aporte de una nueva vision.. . de wz fenomeno que tiene su rafz e1i Ia propia realidad de America Latina." La Nacion, Buenos Aires, Argentina.

"La narracion (de Cauce sin rfo) es limpia... Ia prosa de Laguerre se ajusta a los ambientes que describe ..." Ya, Madrid, Espana.

"Creemos que Laguerre, si psicol6gicamente, par su manera de enfremarse literariamente a los hombres, se hal/a en Ia corriente de los grandes novelistas hispanoamericanos, ... par Ia tematica de su nove/a (La 1/amarada), tiene grandes afinidades con Upton Sine/airy John Don Passos, aunque por lzispanoamericano su nove/a va cada vez mas adentro de las zonas sencillas del hombre". F. Femindiz Alborg, El Dia, Montevideo, Uruguay.

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..Cauce sin rfo estci escrito" en ese castellano recio de estructura que se conserva en America, dotado en este caso de gran belleza literaria." Informaciones, Madrid, Espaiia.

~J.' "Enrique Laguerre nos ofrece una nove/a de situaciones dranuiticas, de razonamientos polfticos y conceptuales, de movimiento, de accion, (se refiere a Ellaberinto)". Wilfred 0. Cartey, Universidad de Columbia, Nueva York, Estados Unidos.

" .. .forceful description (in The Labyrinth) of the fear provoked by t':;_fironfist in action; a fear best Basdekis, La Voz, Nueva exemplified by the omnipresence of the "unseen infirmer". Demetrios , York, Estados Unidos.

" ... lo relevante (de El laberinto) es el estilo, Ia fluidez de los dicilogos y el relieve de los personajes, dibujados con trazos vigorosos, como los bocetos de carbOn de Miguel Angel". Diario de Ia Marina, La Habana, Cuba.

"Lectura amena deena nm,ela (de Bl laberinto) que nos s.uma problenui~merir::4ifrzi' . Jo.~,,_..•

Bueno, Inf'on-·~~~-~~ ,~·~lllifi\fl,.;!l~ (/,ag~rr, es un novelista con ntt~lllbM1111idtul~;.mlo". El Alcazar,

Acton's ".Daniel

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"Por las paginas de Los dedos de Ia mano desfila Ia vida provinciana de Puerto Rico, con Ia presencia de mtlltiples personajes Be encomradas ideas. Bien escrita nove/a". Novedades, Mexico.

"Enrique A. Laguerre sabe muy bien /o que quiere, y sabe darnos unos cuadros (en Los dedos de Ia mano) de ambiente muy minucioso logrado" . Ismael Diego Perez, ovedades, Mexico.

"En La resaca, !Pfi<t !Rjc~ cdMo el Yukiy1l, ttpU 81J (tJatiJ(.frtJ. {Ina concentracion e.fpt;cj{il ori,tmz"· --::'"-'..;~-=-~~~----~--r lisima ... " AlfdreJ lduaije, eti El Nacional, M&ico

'iwJif'!iftt

"Enrique LagJ~erre IS un e{cf;qar una superdtsarroUad,~ te1~tnfili ~af Ia observacion y mudlta·cwfofit.~Arf"mthec;fuol y lingufstica". .

Teresiriha P ~~l'f.J

Universidad de e!;ylora(lo, ~s

:JJru1!os.

"£n Enrique A. Laguerre hay un eiCritor }e raza, de vocaci6n. de 1•oz interior que le llama ltaaia el sub~j rcicio de escribir con drte y sinceridad" . ~.Republica, 'Bogota, Colombia. '

"En El fuego ..y su aite, E~ ~rre mueslrJJ tfm'Vigor; urudezay noble pasi6n, flarl:lma de P(dlblase..." Dlarlo Clarin, Buenos Aires,

Argentina.

---....--.......-----"En comparacion con las figuras de Baroja. el protagonista de Cauce sin rfo posee un interior,fondo drwndtic;a. WJ.lemblor ~Gonciencia humana que no se encuentra en el novelista vasco". Tomas Navarro Tomas, El Mundo, San Juan, Puerto Rico.

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"The author ofLa 1/amarada shows afreslmess and sincerity not often found in modern writers. I think you have a good writer there". Waldo Frank, University of Puerto Rico Campus Reporter, Rio Piedras, Puerto Rico.

Todo esto sucede a pesar de que Ia labor de divulgacion de las obras puertorriqueiias en el exterior se hace dificil, debido a que Puerto Rico no tiene representacion diplomatica, ni agregados culturales en embajada alguna. Pero desde 1957, cuando se celebro en Puerto Rico el Seminario del Institute de Literatura lberoamericana comenzo a aparecer informacion sobre escritores puertorriqueiios en las historias literarias del Continente. Precisa tambien no olvidar, Ia labor casi mftica de animadora cultural que realizo Nil ita Vientos Gaston, por espacio de varias decadas en el pafs y fuera de el, a traves de su revista Asomante, que luego paso a llamarse Sin Nombre. Otra figura que tambien se destaco por su dimimico patrocinio dellibro fue ellicenciado Manuel Garcia a traves de su editorial Biblioteca de Autores Puertorriqueiios. Precisa tambien seiialar que Ia asistencia de Laguerre a congresos internacionales, Estados Unidos, Rio de Janeiro, Madrid, Caracas, Mexico, Guayana, entre otros, ha servido de embajada cultural para ellibro puertorriqueiio. Algunas de Ia ponencias presentadas en esos congresos y seminaries se han publicado en revistas, memorias, y en su libra Polos de Ia cultura iberoamericana. Insistentemente, Laguerre ha llamado Ia atencion sobre este problema de vado por falta de agregados culturales en el extranjero, desde que comenzo a ejercer su cargo de director de Ia correspondiente Junta del Instituto de Cultura Puertorriqueiia. En esa capacidad ha mantenido esa posicion durante 44 aiios y, particularmente cuando desempeiio Ia presidencia de 1972 al 1976. Ha sugerido una y otra vez, que se Ilene el vacio a traves de misiones culturales y artisticas de todo tipo, pero desafortunadamente no se ha realizado cabalmente lo que tanto le ha preocupado.

A pesar de todos esos obstaculos, su obra ha logrado resalte en Ia crftica nacional y extranjera. Siempre que alguna editorial extranjera ha publicado alguna obra suya como sucedio en Madrid, Buenos Aires, Mexico, E.E.U.U., con las obras: Cauce sin rfo, El fuego y su aire, Los dedos de Ia mano, El laberinto, y Polos de Ia cultura iberoamericana, Ia crftica ha sido muy abundante y favorable. Y finalmente deseamos destacar que Ia critic a sabre Ia obra de este escritor puertorriquefio, ha trascendido los lfmites de Puerto Rico en Estados Unidos, Europa, Mexico, Hispanoamerica y Las Antill as.

Luz Virginia Romero La autora de este ensayo es Catednitica de Humanidades de Ia Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rfo Piedras, escritora de ensayos de critica literaria El aldeanismo en Ia poesfa de Luis Pales Matos y otros publicados en revistas, poesfas, cuentos publicados en revistas, novelas: Claudia, Universos y fantasmas. Y Ia tercera en preparaci6n Antologla: veinte poetas modernistas puertorriquefios.

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ose Rafaelle dijo a su padre aquel dfa: "Yo quiero ser abogado '. Acaso fue brizna -voluntad seca- en el torbellino de palabras de los tiempos eleccionarios. El padre opuso alguna resistencia: "Pero muchacho, si tu eres casi, casi tartamudo. A ti se te traban muchas palabras". Y Jose Rafaelle ataj61os reparos de este modo: "Es lode menbs". Con pecios de una vieja anecdota levant6 talanquera tras de Ia cual habia de parapetarse: En Ia Grecia antigua hubo un hombre tartajeante que quiso ser un gran orador. Se llenaba Ia boca de cascajitos y se iba a hablar ante el mar. Fue uno de los tribunos mas elocuentes de Ia antigiledad ...

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Enrique Laguerre


procurarle. Aburrido y cansado de esperar, los primeros bostezos le empujaban al hotelillo donde con grandes presunciones se hospedo desde un principia. Los domingos iba al campo a visitar a los suyos y los jibaros decfan: "Ahf va el licenciao". El dios soltaba su saludo de colmillos. Se acostumbro a enganar a los arnigos con Ia posibilidad de un "caso por transar". Y Ia verdad era que apenas podia sostenerse. Habfa quince abogados en un pueblo que se bastaba con cuatro. Una que otra escriturita no era suficiente. Acudia a su padre a pedirle ayuda "en lo que afirrnaba el pie". Vivio de esperanza casi siempre fallidas. Pero su verdadera tragedia empezo cuando, defendiendo a un perdonavidas callejero, se le trabaron unas cuantas palabras. Se le enredo Ia confianza en el bejuquero traidor de aquellas frases y vacilo .. . Viendo el padre que Jose Rafael no acababa de afirmar e/ pie, un dfa su voz hUmeda le descorrio el veto de Ia situacion crftica. Fue una sorpresa dolorosa para el mozo. [.No era rico el viejo? Pero las hipotecas envenenaron el suelo. Los huracanes, las contribuciones, los estudios del hijo, los gastos de enferrnedad y muerte de Ia madre, todo se habfa aunado en contra de Ia felicidad. Penso Jose Rafael rehacerse para hacer Ia heredad maltrecha. jSi pudiera triunfar! Pero luego volvio a ocurrirle, inesperadamente, lo del tartamudeo en plena corte, y ya empezo Ia idea de Ia derrota a desplumar las alas de gran suefio. Los moscardones del mal companerismo zumbaron sus maledicencias. En este estado de abatimiento se encontraba cuando recibio Ia noticia de Ia muerte de Pedro, el viejo peon de Ia casa. Cundieron en su memoria las remembranzas de una ninez buena y sencilla amparada por el inolvidable carifio de aquel Pedro oloroso a tierra nuestra. Y ansio Jose Rafael encontrarse bajo las alas tibias del viejo caseron. Se dirigio a casa bien temprano en Ia manana. Segun avanzaba el autom6vil, los arboles de Ia orilla venfan corriendo a su encuentro levantando sus ramas en saludo cordial. Los cerros distantes se ponfan en pinguinillas para bafiarse en azules. La brisa mananera se entretenfa sop lando motas blancas. Era lastima que Ia pena del muchacho malograse Ia alegria de aquel paisaje glorioso.

"Don Carlos hizo la promesa por el hijo, y entonces muri6 tranquilamente''

No sabfa el muchacho si era tal Ia leyenda, pero a el le importaba poco. Urgfale imponer su deseo. Y concluyo con este trascendental desaffo: "j Ia voluntad lo puede todo!" El amor del padre vino a fortalecer su brazo: "Esta bien, hijo". Dos meses despues abandonaba el amado caseron de campo y enfilaba sus impetus bacia Ia Universidad. Claro esta que en Ia Universidad no puso en practica el remedio del celebre orador ateniense. El padre le enviaba todo lo que pedia, y Jose Rafael llevo una vida fofa, de incursiones insustanciales en los libros, de baile, de "tennis". Entre sus preocupaciones, estas eran las mas apremiantes: ser popular entre las chicas guapas, vestidas a Ia moda, cuidarse el bigotito minusculo con puntitas agresivas, ser oficial del regimiento universitario para lucir vistoso uniforrne, ridiculizar a los "frescos" en Ia primera semana de clases... Nunca le interesaron las actividades de un grupito de estudiantes que habla de acercamientos, de cultura integral, de redescubrir a Puerto Rico... jcomo si el hecho de Col6n no valiese de nada! Y llego a detestar aquel modo de escribir, aquellos participios intrusos, aquellos sustantivos terrninados en "ad". Fue ya en el cuarto ano de su carrera que se interes6 forrnalmente en el estudio. Volvio al hogar con un diploma y unos cuantos planes. Su gente le recibio con fiestas, y los jfbaros le llamaron el licenciao, como si dijesen el dios. Pedro, el viejo peon, engancho todo su regocijo en una sonrisa y le ofrecio: -Chefto, ya pue ir contando con mi voto pa gobemador si quiere. El nuevo letrao establecio su oficina en la cabecera de distrito. Era un bufete pulcro, con su piso de losetas blancas y negras, con un enorrne escritorio de pesada madera en el "Privado", cuatro o cinco butacas de cojines en Ia sala de espera, exhibici6n de diplomas, un pintoresco exfoliador, un cuadro de Napoleon y otro de Bolivar... El, que muchas veces soii6 verse asediado de solicitudes, se pasaba las horas muertas sin que nadie llegara a

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Segun iba acercandose a Ia vieja casa, su amor le susurraba reproches en el espfritu. Y cuando se sinti6 apretado de cariiios sobre el balc6n floreci6 en promesas intimas. El padre y las hermanas no sabfan que palabra decirle. Ya para mediodfa sali6 el entierro de Pedro. lba el cuerpo del pe6n entre cuatro tablas cubiertas de tela negra, cuatro de las tablas de cedro macho que don Carlos tenia en los bajos del caser6n para cuando J/egara Ia hora. Carlos queria tablas de aca, hechas del coraz6n de nuestros arboles. Y era natural que Pedro hijo legftimo de nuestras montaiias quisiese ir entre cuatro tablas de serrin colorao. Casi sin poder con su carga de sol, jadeaba el dfa. En los primeros trechos del camino, los cafetales ofrecfan el olor blanco de sus flores para mitigar el desconsuelo de dos coronas marchitas sobre Ia caja. Antes de salir a Ia carretera, una nube abri6 sus alforjas dejando caer cristales, cristales. Oli6 a polvo mojado, a caminito triste ... Estuvo de vuelta a su lar cuando ya pardaba el sol. Se recluy6 nuevamente en Ia casita del antiguo peon de su casa. La mujer del difunto, -aquella mujer mansa y buena que endulz6 siempre los dfas de nii'io con sus solicitudes de segunda madre-, ya encanecida, miraba a Jose Rafael con ojos cegajosos. La cara con nudos de huraiies de Guille- hijo del muerto y compaiiero de aventuras infantiles- seguia prometiendole sus brotes de cariiios. En el batey el cantar del gallo manito le arrastraba Ia vida por pendientes de tristezas ... Hacia el sur, el monte le ponia sus espaldas a un mont6n de nubes oscuras. Empezaron a rodar algunos truenos por los afilados precipicios de los horizontes. Una hora despues, cay6 el aguacero jendiendo las obras. "San Alejo, alejalo, pa que no se gUelvan retoyitos las flores del cafe. San Alejo, jalejalo!" Era un ruido sordo como si las nubes quisiesen deshojar los arboles. El palo de pan y el grayumbo tocaban sus verdes tamboriles. No dur6 mucho el aguacero. El sol trajo diamantes temblorosos para las hojas. Los pajaros abrieron las alas y se les caian los cantares. Las palabras de Ia viuda conmovieron a Jose Rafael. Le reconstruian las escenas de los ultimos momentos del difunto, "que Dios tenga en Ia gloria". Cuando fue a morir resistiase a dejar Ia vida, tanteando con frases incoherentes Ia necesidad de ver regresar al ausente. Queria decirle que no olvidara a los suyos, que quedaban sin amparo. Don Carlos hizo Ia promesa por el hijo y entonces el muri6

tranquilamente, "pennaneciendo como si estuviera ido". Pensaba en los campos que tantas veces recorri6 acompaiiado del peon, y de todos los rincones salfa Ia misma voz de suplica: "Note vayas" De su alma sali6 esta decision: "No me ire" jPor fin habfa llegado nuevamente a rehacerse, a rehacer el patrimonio de sus mayores! Pero de subito rod6 por cuestas de inquietud. l,Que diria Ia gente de su fracaso como abogado? Quiso serenarse: "No me importa lo que opinen". Sin embargo, oia, ofa los gritos del orgullo rebelde. AI anochecer, las abejas del rosario zumbaron sobre el panal de Ia devoci6n. La casita se llen6 de vecinos que traian unas cuantas miradas de adhesion espiritual. Despues de tenninarse el rito y cuando ya los hombres y las comadres se habian ido con sus miradas y sus cuchicheos, salieron al batey Guille y Jose Rafael. La noche se alunaba en azules de mundos olvidados. Era un brillar fantastico sobre las hojas mojadas de los montes. Jose Rafael sentia que se volvia frio y fanuistico cual si estuviese hecho de agua lunada. Y como no sabfa explicar el jubilo, se sinti6 triste, con tristeza de vida que acaso pudiera ser y no es. Sus palabras rasparon Ia noche:

-Guille, i te acuerdas de cuando eramos niiios? -... iY jugabamos a pisar sombras en las noclres de luna? Guille pensaba lo mismo que el. La luna les mira tranquilamente con sus ojos de frias claridades. Siguieron recordando las incidencias de sus pasadas niiieces, cuando Ia alegria echaba a volar los gorriones de sus risas. Cogian flores azules como gotas de cielo, flores amarillas como alitas de sol, segufan a Pan con su flauta de amapolas. Soplaban vientos de regocijos que doblaban las yerbas. Y cuando mas secos estaban los campos, las nubes se ocupaban de Hover por ellos. Tan pronto como el dfa nacfa en paiiales de maiianitas rosadas, amarillas o violetas, los rapaces destrenzaban sus quereres a los campos. Por el camino venfan las vacas inflando con mugires sus cariiios maternales. La mano de Pedro hundfase en Ia ubres y de su lado no se separaban basta que no les dejaba el bigote de espumas. Eran amigos de todos. A veces iban de casita en casita llevando olores de yerbas y gozos de Dios no perdido en cielos distantes. Eran tenues hojitas de jubilo en jubilo grande que se vuelve huraiio cuando Ia vanidad suena sus cascabeles de bruja mala.

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Record6 Jose Rafael que Guille tenia fama de saber imitar a perfecci6n el cantar de algunos pajaros y le pidi6: -Guil/e, iC6mo cantaba Ia tortolita? Se olvidaban de Ia muerte de Pedro. Volvfan a ser niiios. Guille cant6 como Ia tortolita. Luego, subitamente cogido por Ia tristeza, rezong6: -Asf canto en el palo de maga antes de morir mi papa. Anduvieron. La luna brincaba de charco en charco siguiendoles los pasos. Un amor sin limites a Ia tierra les tendia Ia vida sobre todas las cosas. En el aliento de Ia noche son6 ellejano rasgueo de una guitarra que siempre hizo temblar los sentires de Jose Rafael sobre el filo meuilico de sus cuerdas. jCmintas veces, en noches de parrandas, se qued6 absorto contemplando aquellas cuerdas como hilos de luna! Y alia, sobre el cerro, Ia luz de Ia casa de don Ricardo, el padre de Marfa, Ia muchacha con voz de paloma. Su recuerdo invito a Jose Rafael a quedarse. Una vez le dio un no tembl6n en caida inminente por el barranco de un si. Pudiera ser... Por el camino rial pasaba un hombre cantando coplas que le adunnieron tantas veces por los parajes solitaries. Cuando Jose Rafael era niiio y estudiaba en el pueblo en muchas ocasiones hizo Ia travesia en carretas de bueyes. No las habia en casa porque los caminos eran estrechos, pero don Ricardo silas tenia. El se acostaba sobre un mont6n de sacos de henequen olorosos a uvas de cafe y el carretero cantaba. Segun iba Ia carreta, Ia canci6n tropezaba con las piedras del camino temblequeando como lucecita acariciada por el viento. Quedabase donnido con los cantares y con el ruido de bujes. Y ahora llegaba hasta ella copla con sus nieblas de otros dfas, con su Hover de ayeres. Llegaron las golondrinas que formaron con terrones hUmedos Ia cuevita del coraz6n. Cuando entr6 a su casa se vio rodeado por su padre y sus hennanas. El padre le hab16 con pesadumbre de Ia ida de Pedro. Fue un hombre leal, imprescindible en las faenas de Ia estancia. La voz

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del padre se hacfa triste como voz de viento errante. De su boca marchita salian en trope) los verbos en pasado como pajaros que emigran muy lejos para no volver. Se lamentaba el Viejo de c6mo desaparecian aquellas costumbres patriarcales, aquellos hombres del "lao de alia", aquella vida que hacia florecer Ia tierra ... Cuando Jose Rafael se retiraba aun vacilante, dijo: -Papa, creo que me quedo. El Viejo se le acerc6 y le dio un abrazo silencioso, perfumado de albahacas. Fue el abrazo de Ia tierra, estrecho, con vivo pal pitar de coraz6n y florecer de esperanzas. Poco despues murmur6: -Duerme tranquilo esta noche, porque maiiana quiero ofr ttt pala bra final. Recuerda que no me gusta imponerte nada. Aquella noche no consigui6 dormirse en seguida. Repas6 en Ia mente todas las incidencias del pasado. Le parecia oir voces burlonas gritandole los fracases de su carrera de abogado. Y su amor propio resistia aun, resistfa ... Ya estaba en pie cuando aun no habia salido el sol. Sali6 descalzo, como en los dias de chico, a pisar Ia frescura de las gramas. Le pareci6 oir Ia voz de Ia madre: "Pero muchacho, ;,que locuras son esas?" Estaba colmado de azules: azules de su niiiez, azules de sus suefios, azules de Ia montana. En un bucare un zorzal cantaba sus viejas canciones de alba. Venia picando en Ia fruta madura del coraz6n. Los cerros distantes seguian aguzando sus bocas para besar el cielo con los ojos cerrados, como dijo Juan Antonio. Por el camino venfan ya las vacas y detras de ella Guille con brotes de sonrisas en sus nudos. AI pasar junto a Jose Rafael se detuvo. -Buen dfa. iSabe de que me arrecuerdo? -Df. -Bueno, me arrecuerdo cuando esperabamos que el Viejo nos pusiera el bigote.- Y salpic6 a su amigo de sonrisas. Luego sigui6 a achicar las vacas de los estantes del rancho donde se guardaba el oro del maiz. El cafetal vecino llevaba los azahares para el casamiento de Ia primavera. Ya salia el sol. En medio de unas nubes habfa un charco de cielo aguabenditera en donde Dios mojaba el dedo para bendecir el dfa. Segun como Jose Rafael estaba, con los pies hundidos en Ia frescura de la yerba, era cual pajaro que quiere cantar tierra en cielo. El coraz6n se le


volvia pico de cantares profundos. Y luego fue agua, matorral, arbol en prim avera con gajitos, muchos gajitos de am or a Ia tierra ... Cuando se le acerc6 el padre y poniendole el brazo sobre los hombros le pregunt6:

-t:Que decidiste? No necesit6 pronunciar palabra, porque aquel lo comprendi6 todo. Sentfase arbol hambriento chupandose Ia tierra. Figunibase que las manos de Pedro eran rafces que desde el suelo caliente le sujetaban y le nutrfan.

Puerto Rico llustrudo, Sun Juan, Puerto Rico, 5 lie j1wio de 1937, XXVJI/,1421, pp. 4-5. 85-86.

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Don Enrique en su rcsidencia, 22 de enero de 2000.

DoN Rosario Ferre

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MAS ALLA DEL

I camino de Don Enrique Laguerre ha sido largo: comenz6 identificandose con Ia generaci6n del 30 y pertenece sin duda al grupo de escritores que nacieron entre 1895 y 1910, entre quienes se encontraban Tomas Blanco, Emilio S. Belaval, Alfredo Collado Martell y Antonio S. Pedreira. Tambien form6 parte de esa generaci6n fundamental en Ia historia de nuestras tetras, los

ENRIQUE:

NOBEL


de aparatos - sea el cable del telefono, el m6bil, o Ia pantalla del Internet - hablarle a Ia persona fisica resulta casi avergonzante. Ami me ha pasado esto con don Enrique. Lo he llamado muchas veces por telefono, cuando en realidad hubiese querido reunirrne con ely hablar de literatura. He escrito bastante sabre el, cuando en realidad me hubiese gustado discutir personalmente sus novelas, entrar a elias - a esos mundos que habitan mi mente gracias a su pluma: el verde y rumoroso de Solar Montoya; el ardiente de La /lamarada - tomada de su mana y escuchando sus novelistas latinoamericanos de Ia tierra, como explicaciones, y las interesantes referencias que haria Romulo Gallegos, Jose Eustasio Rivera y Ricardo sabre los muchos personajes que las habitan. Supongo Guiraldes. Pedreira fue el primero en seiialar Ia que esto nunca sucedeni, y que tendre que resignarme relacion entre La 1/amarada y este tipo de novela, y a guardarlas en mi mente como joyas que tanto en Ia llam6 herrnana de La voragine, de Doiia Barbara tanto, saco y contemplo a solas, intentando descifrar y de Don Segundo Somhra. sus misterios por mi cuenta. Sin embargo, quisiem hablar aqui del don Como maestro, profesion que comenzo a ejercer en su juventud, Laguerre ejercio dumnte 64 Enrique de carne y hueso, no de sus logros aiios, hasta su retiro en el 1988. Como periodista, intelectuales. En los casas como los de don Enrique, quehacer que ha ejercido a lo largo de su vida, publica cuyo talento su pais ha reconocido en vida, lo publico todos los martes en ÂŁ/ resulta de facil acMundo una pagina de ceso. Hoy existe Ia "Comentarios". Fundaci6n Enrique Con el paso de los afios uno aprende que, Estos en su totalidad Laguerre, cuyas facide las casas que nos van quedando, el van ya por los 46 y lidades se encuentran conocimiento y Ia amistad son algunas constituyen - quiza en Ia hermosa casa de las mas valiosas. Y don Enrique ha por estar escritos a los Moreau, entre Agua96 aiios por alguien dilla y Moca. Alii se sido, desde que lo escuche por primera que habita entre alberga su biblioteca. vez dar conferencias en Ia Clase de Ia tinieblas, lo que lo Hay docenas de liNovela Brasilefia, en Ia Universidad de fuerza a reflexionar bros, cientos de arPuerto Rico hace treinta afios, primero un sobre el mundo ya que ticulos literarios y periodisticos, mule resulta imposible excelente maestro, y segundo un chos de ellos remirarlo -Io mas vaverdadero amigo. Iioso de su labor pecientes a causa de Ia riodfstica. Como nonominaci6n al prevelista, publico La mia Nobel de Li1/amarada, su primer.~ novela, en 1935. Ha publicado teratura durante el aiio en curso ( 1999) -que Je fue hasta el presente catorce novelas, y Ia quinceava otorgado hace solo unos dias a! escritor aleman, Colltrapunto de soledades - , se encuentra a punta Gunter Grass. El Premio Nobel nose otorga porIa de salir publicada por Ia Fundacion Enrique obra de un individuo, sino por una vida entera Laguerre. Hace 64 aiios que escribe novelas, pero dedicada a una causa - cientifica, artfstica, de esta profesion no podra retirarse nunca. Las humanistica- que contribuye a mejomr el destino seguini escribiendo mientras tenga vida, por si Don de Ia humanidad. Aunque me consta que El tambor Quijote fue Don Quijote por ser un caballero andante de hojalata es una excelente nove Ia porque Ia he lefdo incansable, Don Enrique es Don Enrique porque es cuidadosamente, no conozco personalmente a Gunter un novelista incansable. Grass. Pero conozco muy bien a don Enrique. En esta ultima decada del siglo XX en que Con el paso de los aiios uno aprende que, de todo se despersonaliza, en que nos comunicamos con las casas que nos van quedando, el conocimiento y nuestros amigos y seres queridos casi siempre a traves Ia amistad son algunas de las mas valiosas. Y don

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Su obra es importante para nosotros, no solo por su valor literario y artistico, sino porque es el cristal por el cual se refleja la calidad transparente de su alma. En mi opinion, merecia tambien el Premio Nobel.

Enrique ha sido, desde que lo escucbe por primera vez dar conferencias en Ia Clase de Ia Novela Brasileiia, en Ia Universidad de Puerto Rico hace treinta aiios, primero un excelente maestro, y segundo un verdadero amigo. Recuerdo que, desde el primer dia que lo vi, me impresionaron sus manos, pequeiias y delicadas, que me hubiese gustado dibujar. Tambien me impresion6 su rostro, de p6mulos anchos y cetrino- color del campo, como hubiera dicho mi abuela - sobre los cuales reposaban unos anteojos gruesos como ojos de bubo, que lo miraban todo con expresi6n de asombro. Un buen maestro despierta en el estudiante una curiosidad autentica sobre los temas que toea, y don Enrique tenia esa cualidad. Nos asuzaba a pensar, nos inquietaba, develando poco a poco los matices de Ia obra de aquellos escritores- Graciliano Ramos, Machado de Assis, Guimaraes Rosa - como quien ofrece esas golosinas adictivas como los tostones de panapen o los zurullitos de maiz con las que, consumidas antes de almorzar, nos pimpamos Ia barriga y nos daiiamos sin remedio el apetito para lo que falta. Finalmente nos dabamos cuenta, luego de escucharlo hablar por cuarenta y cinco minutos sin parar, que aquel aperitivo era Ia cena. Siempre que iba a Ia clase de don Enrique y muchos aiios despues, cuando lo escuchaba hablar en Ia Junta de Directores del Instituto de Culturasalfa aprendiendo algo. Y no fue siempre de literatura. Aprendi que el que piensa bien de los demas desarma a su enemigo; y que cuando no lo desarma es porque no es solo enemigo suyo, sino tambien de Ia humanidad. Aprendi que el humor, en

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un coraz6n puro, es un arma casi invencible, que rinde al contrincante mas fiero. Que el respeto y el amor bacia nuestros familiares y nuestros iguales son actos de piedad, pero el respeto y el amor bacia los que tienen menos que nosotros y son mas desafortunados es un deber sagrado. Como Gunter Grass, don Enrique ha dedicado su vida a darnos el reves de Ia historia de nuestro siglo, su mirada a ido recorriendo los mas minimos acontecimientos de nuestro pueblo, y nos lo ha dejado todo recogido cuidadosamente en sus novelas. Los novelistas somos seres secundarios y lo sabemos; si fuesemos seres primarios, si detentaramos el poder y pudiesemos cambiar el curso de Ia historia, no podriamos dar testimonio de lo que de veras sucedi6, de lo que los poderosos trataron de ocultar a1 escribirla. Pero Ia humildad, aunque necesaria, no es suficiente. La obra novelistica de don Enrique no seria tan importante si su mirada fuese una mirada prejuiciada, aferrada a dogmas, egoista o temerosa. Su obra es importante para nosotros, no solo por su valor literario y artistico, sino porque es el cristal por el cual se refleja Ia calidad transparente de su alma. En mi opini6n, merecfa tambien el Premio Nobel.

Ponencia presentada por Ia autora como parte del cic/o de conferencias en torno a don Enrique lAguerre e/22 de octubre de 1999. en el sa/On de usos multiples de Ia Cooperativa de Seguros Multiples.

Rosario Ferre Naci6 en Ponce, Puerto Rico en 1938. Se educ6 en el Manhattanville College, en Ia Universidad de Puerto Rico donde comparti6 clases con Mario Vargas Llosa y complet6 sus estudios en la Universidad de Maryland. Comenz6 su carrera como editora en Ia publicaci6n Zona de Carga y Descarga, una importante revista dedicada a Ia nueva literatura puertorriquena. Ha sido profesora invitada en diferentes lugares como: Rotgers University y Johns Hopkins University. De 1977 a 1998 escribi6 una columna de crftica de arte en el peri6dico El Mundo. Algunos crfticos comentan que es nuestra mejor escritora.


E A. LAGUERRE EN LA NARRATIVA SUDAMERICANA

.Jose Quintana

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aguerre es un producto tfpico del medio en que se mueven los narradores y novelistas sudamericanos. Tanto por su ascendencia como por su nacimiento y vivencias personates. Es, como dina el autodidacta, un fen6meno que se ha ido haciendo a sf mismo, acuerpado por una trayectoria ag6nica del cada dfa, pasito a pasito, rehaciendo Ia intrahistoria de una peripecia personal, y, como el ave fenix, resucitando al cabo del tiempo el con su pueblo, encontrando sus origenes, sus profundas raices aut6ctonas, en silencio creciente bacia el hombre universal. Hoy, dada Ia amplitud de su producci6n y de Ia importancia de su aportaci6n a Ia narrativa puertorriquefia, solo queremos traer al presente su presentaci6n a nuestros lectores, al tiempo que una sucesi6n de imagenes del transcurso de su vida ejemplar: Enrique A. Laguerre ve Ia Juz por primera vez en Ia zona rural del Moca -entre Aguadilla e Isabela (Puerto Rico), donde estudia y logra su titulaci6n de maestro rural. Elige, para su magisterio, en 1924 (el nace en 1906) Ia zona montafiosa, 1a nistica y afanosa tierra del jfbaro1 a1 que Laguerre se siente unido indeleblemente; pero no ceja en su 1

Jibaro. -AsÂŁ llaman al campesino en Puerto Rico. Vid Isla Literaria.

lejanfa de Ia comunidad de tratar de seguir estudiando, de aspirar a ser mas para entregarle a su pueblo cultura y ejemplo. Su magisterio lo habia logrado mediante un curso de Pedagogfa en el ultimo afio de sus estudios de escuela secundaria, pero precisaba ser Bachiller, y, aprovechando los veranos, logra el Bachillerato el afio 1937. Sigue su trayectoria: trabaja de pueblo en pueblo, siempre de maestro, pero ya ejerce profesionalmente en secundaria, y en la Escuela del Aire estudi6 para hacerse con el grado de maestria, que consigue en 1941; a partir de entonces es ya profesor universitario. Ingresa en Ia Universidad de Puerto Rico, en Ia que permanece, con estancias de ampliaci6n de estudios en Nueva York (1949-1951, doctor.indose en Letras en Ia Universidad de Columbia): viaja a Francia, Espaiia, e lnglaterra; visita Cuba y Mexico, entre 1951 y 1952; trnbaja en Mexico; donde forma parte de un equipo para el proyecto educativo de Ia UNESCO, como codirector; marcha luego a su pals, pero regresa a Mexico, visita Centroamerica, Panama, Brasil, Argentina, Uruguay (1961-1962); viaja a Europa, conoce nuestras Islas, Espaiia e Italia; viaja varias veces a Estados Unidos; conoce Santo Domingo ( 1963), por donde viaja despues de Ia cafda del entonces terror de aquella isla: el nefasto presidente Trujillo.

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Su tesis verso sobre El modemismo en Puerto Rico ( 1941 )2 si bien alcanza predicamento de narrador con dos novelas: La 1/amarada y Solar Momoya. Aqui, entre Ia jungla azucarera, entre el canaveral y los rectili'neos tendidos del cafetal del jibaro, tiene su asiento su narrar, su casi tnigica concepcion de los pueblos sujetos a Ia explotacion foninea, hermanando Ia vivencia social de una serie de problemas comunes al pueblo que sufre, que trabaja de sol a sol, que trasuda Ia agonia de Ia sangre, tostada ante el verde infinito y Ia serpiente que se esconde entre el follaje. Es, casi Ia vida del pueblo, o de los lejanos pueblos puertorriqueiios. Podia Laguerre haberse parado, y meditado, en su rico filon vivencial de Ia vida del jibaro; seguir el cultivo del medio que le vio nacer, crecer y sufrir, haciendose hombre para servir a aquello mismo que le encendio, pero bullfan en su sangre todos y cada uno de los misterios del sacrificio, latfan en su sangre los momentos amargos y felices de su vida de estudiante. Y nace su tercer obra: El 30 de febrero por donde trasiegan los cuadros sinopticos del mundo estudiantil, esa seria picaresca, con frecuencia rizada de tragedia comica, premiosa unas, angustiosas otras, con Ia espera y Ia esperanza a cuestas, discurridas en las improvisadas casas de huespedes. En realidad sin desunion de Ia trama narrativo novelesca y sin esquivar lo circundante, esta el tambien en cada linea escrita, en cada cuadro diseiiado, impresos a nifagas sus trazos biognificos, en una prosa concisa y sin concesiones de escritor perseverante y medido. Y no importa que de vez en cuando al modo sudamericano, en La resaca, salte Ia chispa distorsionada de Ia disparada sintaxis, arrancada Ia presencia por un iman que conduce Ia imagen novelada del espacio frontal, a semejanza de un narrar en presencia, enjoyando Ia ausencia en el trasfondo de Ia vivencia campesina con Ia fertilidad ciudadana. Y esui aqui, evidentemente, Ia tramoya con visos grotescos del "Campus universitario, para no dudar de Ia veracidad presente del autor de Ia novela o de lo descriptivo en Ia accion: el propio Laguerre". Pero en este verismo de las situaciones conflictivas, y en Ia realidad de lo que pinta, tras su esfuerzo porocultar, quizas, sus propios sentimientos, se incrusta el concepto ideologico que mueve al 1

Laguerre, Enrique A. -La poesfa modernista en Puerto Rico, (San Juan: Editorial Coqui, 1969). lntroducci6n de Emilio M. Col6n.

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escritor Laguerre , lo que le dispara de esencialidad al impulso de ir quemando el propio fuego que sostiene dentro de si. Yen todo ello va su ardimiento, quedando Ia constancia del novelista que se perfila con el rasgo de Ia autoctonia, silenciosamente caminando; su grandeza, Ia movilidad anlmica que sugiere uno a uno sus impulsos, estan en Ia busqueda de Ia sencillez expresiva, rica en matizaciones de narrador vivencial. Y como el mismo dice en los inicios de La 1/amarada: "Quise quemar las naves" ... , presencia historica de Heman Cortes y cervantinas conjuntas; como si hubiera dicho" -de cuyo Iugar no quiero acordarme ...

"Enrique Laguerre c11la 11arrati\'a sudamerica11a" /, Hojas del lunes, Las Palmas, Ca11arias /, 4 de septiemhre de 1972,


ENRIQUE A. LAGUERRE EN LA NARRATIVA SUDAMERICANA

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Jose Quintana

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espues de El 30 de febrero, aparentemente, Laguerre se remonta a su contexto intrabist6rico primario; esta en realidad presentes en sus nove las La resaca y Los dedos de fa mano 1 un volver a los inicios, ahora mas fecundos de ese fermento aparentemente ideol6gico en que se incrusta, aparentemente, porque el bond6n bist6rico se enracima conjuntamente en Ia peripecia de Ia trama. Y sin duda, mas que La resaca que en Los dedos de Ia mano, surge el desarrollo de Jo social de una problematica situada, en su cuarta obra, a finales del siglo pasado, y en su quinta en el primer tercio de Ia centuria actual. Hasta abora bemos visto una serie de narrativas nove Iadas que nos ba presentado el medio en que ba vivido, crecido y vivencialmente arraigado Laguerre, no despojado del ambiente campesino ni desarraigado de Ia tragedia del jfbaro. La bistoria, basta Los dedos de Ia mano, y Ia intrahistoria, se han dado de bruces con el problema indigenista, por un ' Laguerre, A. Enrique. Los dedos de Ia rna no, (Mexico: Editorial Olimpo), 1951.

Jado, el ideol6gico atemperado, por otro, ese no olvidado sueiio colombino con Cervantes como guardhin. Ha ido de Ia mano del pasado, del pasado de su pueblo, de su tierra campesina, del afanarse del jfbaro, de Ia ag6nica lucba de una clase bumilde que se afana por emanciparse, por quitarse de encima Ia concha de una serie de capas sucesivas: sustrato indigenista, su perestrato bispanico y adstratos, fundamentalmente "yanqui". Allado, con trabaz6n meticulosa y bondamente sentida, los acontecimientos de su perfil biogntiico, sus experiencias de Ia clase social de Ia que procede, de sus vivencias de maestro rural, ascendiendo los escalones universitarios basta plasmar todo lo vivido en lo soiiado, graficamente expresado en una inquisitiva manera de novelar sin resabios. Pero Laguerre no se para en Ia forma expresiva ni en Ia concepci6n formalista de Ia lengua narrada; tampoco ecba porIa carga "social" consustancial en el¡ sino que perfila sus vfnculos, se entronca en otros influjos extraiios a el mismo y se empena en novelar con mas precision, ensonandonos con una sedante sencillez en tres de sus nuevas

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Laguerre esta a caballo de la novela, el idealismo narrativo y la concepcion profunda y discursiva de considerar todo lo objetivo como alcance y logro posible para los interpretes.

novelas: La c:eiba en e/ tiesto, £1/aberinto, • cauce sin rfo.3 Ya aquf, mas escritor, mas libre de su biografismo, se hermanan dos cosas esenciales at novelista logrado: alejamiento del trasfondo intrahist6rico y relajaci6n del mundo socioideo16gico que imprimen de fuerza fundamental a sus primeras obras. Es casi, ya desde La ceiba en el tiesto, un novelista mentalizado conceptual mente, y sin recurrir at marismo va logrando independencia expresiva, resultado fructffero de simbiosis novelada con Ia experiencia adquirida y Ia madurez lograda. "La resaca" tiene un mundo de fuerza enraizadamente tragica, ag6nica en su mismo narrar, mas en La ceiba en e/ tiesto adquiere su autor maestria en el manejo de Ia Jengua, se vislumbra un dedalo novedoso, una frescura de que antes carecfan algunos pasajes sorpresivos (no todos) de sus obras anteriores; surge ahora el ramalazo lfrico, el hond6n figurativo mito16gico - sin mitologfas-, Ia peripecia se vuelve, en cierto sentido, campo de Ia imaginerfa semantica, de contextos relampagueantes de dicci6n no estudiada , "se llena de metaforismo algun pasaje, y se va formando una prosa muy distinta, en lo que tiene de distinguida, de diferenciaci6n a su mundo anterior, aunque pesen el alma novelada el roce debilmente ideol6gico que tiene toda situaci6n de verismo. La realidad (aunque Antonio Machado dijera que "tambien Ia verdad se inventa") se novela, se suena, pero no se inventa. Y Laguerre, fiel a sf mismo, consciente de cada uno de sus sueiios, va jalonando el camino de realidades, de realismo universalizado en £/ Jaberinto. Laguerre esta a caballo de Ia novela, el idealismo narrativo y Ia concepcion profunda y

~ Idem., Ellaherinto. -Edilorial Departamenlo de lnslruccion Publica de Puerto Rico, I 968. 3 Idem., Cauce sin rfo. -(5 ediciones). Ediciones Rumbo, Barcelona, I968.

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discursiva de considerar todo Jo objetivo como alcance y logro posible para los interpretes. No le interesa ser creador para pedir cuenta a sus personajes creados, no los identifica con los suefios, ni los enfrenta a los contrastes filos6ficos de Ia vida. Para el cada personaje es vivido, consustancial, de ahora mismo. La ficci6n, si se hablara de ella, esta enmascarada en su arte de montar, en Ia trama sudorosa de Ia proliferaci6n de un pueblo an6nimo, Jejos, Iejfsimo de antecedentes Jegendarios. Tiene una marcada tendencia a Ia narrativa epica, que no es ni mas ni menos que Ia consistencia diaria de eludir los acontecimientos como sucesos trascendentes, pero ya liberados del oprobio y de Ia opresi6n, aunque en el fondo subsistan siempre aconteceres oniricos. La novela, para Laguerre, es el amplio teatro de Ia vida, no sfntesis de confesiones o dialogos; el se bifurca en direcci6n escenica, es cierto, pero elude Jo puramente teatral, no se arraiga tampoco en el mon6logo a Ia moda. Es artista consciente y espontaneo, analitico subjetivo cuando es vivencial.

"Enrique Laguerre en Ia narrati1•a sudamericano" 1/, Hojas Libres dellunes. Las Palmas, Canarias,/1, 18 de septiembre de 1972.


lAGUERRE, ENSAYISTA

Josefina Rivera de Alvarez

nrique A. Laguerre (n. 1906) colabora ya como ensayista por los aiios treinta y comienzos del cuarenta, cuando todavia sigue estudios superiores en Ia Universidad de Puerto Rico, en las revistas Ambito, Bniju/a, Ateneo Puertorriquetio, Horizomes,lsla. etc. Desde 1941 pasa a ejercer Ia docencia e n Estudios Hispanicos, tarea que aun sigue desempeiiando parcial mente al presente no empece haberse jubilado del servicio universitario. Su obra de ensayista realizada al margen de Ia catedra, vertida en infinidad de trabajos que han visto las principales publicaciones periodicas del pafs -entre estas, el diario ÂŁ/Mundo, en el cual publica semanalmente, desde hace varios aiios, Ia columna que titula Hojas fibres , de comentarios y analisis vinculados al momento hist6rico y cultural que vive Ia Isla en nuestros dias-, habra de quedar recogida en parte en dos libros: Pulso de Puerto Rico 1952-1954 (1956) y Polos de Ia cu/tura iberoamericana ( 1977). Dara a Ia estampa

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ademas este autor, tardfamente, su tesis de maestrfa en Estudios Hispanicos, La poesfa modemista en Puerto Rico ( 1969); escrita en su origen en 1941. Se hace portavoz Laguerre en tales volumenes; en general, de una profunda y sincera preocupacion ante el desenvolvimiento modemo de Ia cultura insular en sus faces varias de lo literario y lo artistico en su dimension de mayor latitud, lo educativo, lo social, lo polftico, etc. En varios de los trabajos que figuran en Pulso destaca el autor las ejecutorias de diversos puertorriquefios distinguidos de nuestro pasado y presente: el pintor del XVIII Jose Campeche y el muralista de tiempos actuales Rafael Rios Rey, el historiador Cruz Monclova, varios literatos del 30 y 45 (Marigloria Palma, De Diego Padro, Samuel Lugo, Julia de Burgos, Ester Feliciano Mendoza, Rene Marques), Ia magna labor en pro de Ia difusi6n del libro insular que despliega M. Garcia Cabrera con su Biblioteca de Autores Puertorriquefios, Ricardo E. Alegria y su extraordinaria obra en favor de Ia

Su obra de ensayista realizada al margen de la catedra, vertida en infinidad de trabajos que han visto las principales publicaciones peri6dicas del pais -entre estas, el diario El Mundo, en el cual publica semanalmente, desde hace varios afios, la columna que titula Hojas libres ...

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De su maestro Pedreira le vendni directamente a Laguerre, por herencia intelectual, el entusiasmo de autentica fibra puertorriquefia, libre de patrioterismo, contrapesado por una actitud de alerta extrainsularista abierta a las corrientes de pensamiento de alcances universales.

De su maestro Pedreira le vendra directamente a Laguerre, por herencia intelectual, el entusiasmo de autentica fibra puertorriquefia, libre de patrioterismo, contrapesado por una actitud de alerta extrainsularista abierta a las corrientes de pensamiento de alcances universales. Seguira tambien a Pedreira en Ia postura critica de manifestaci6n franca y valiente, despejada de prejuicios y de bastardas motivaciones personalistas. Tanto en sus comentarios en torno del acontecer literario islefio como a prop6sito de los demas aspectos de Ia vida espiritual y material del pais que Haman su atenci6n, revela dotes de aguda capacidad de observaci6n y justo y equilibrado juicio valorativo, respaldadas por un fondo de ideas de s6lidos entronques puertorriquefios, hispanicos y universales.

Literatrtra Puertorriquefla: Su proceso en e/ tiempo, (Madrid: Partenon, 1983),p. 335-336.

cultura puertorriquefia, y tambien Ia misi6n informativa y cultural de Ia prensa peri6dica, consideraciones sobre Ia lengua espanola en Puerto Rico, etc. En Polos, el elogio de los hombres y gestas de Puerto Rico -centrado en nombres de alta valia en el medio islefio de las Jetras modemas: Llorens Torres, Concha Melendez, Margot Arce, Manrique Cabrera, Geigel Polanco- se amplfa por rumbos de hispanidad antillana con un trabajo de apreciaci6n conjunta sabre nuestro Hostos y el cubano Martf, y asimismo otros ensayos sobre Ia cubana Gertrudis Gomez de Avellaneda, el dominicano P. Henriquez Urena, y tambien otros escritos de acercamiento a las letras del Brasil sobre Graciliano Ramos y E. da Cunha. De otra parte, el libro de Laguerre sobre Ia poesfa modemista en Puerto Rico ~n cuyas paginas entra igualmente Ia consideraci6n de los prosistas insulares de aquella escuela literaria-, valioso fruto de una intensa y detenida obra de investigaci6n, sigue siendo, no empece los casi treinta afios transcurridos entre su redacci6n y su salida de prensas, el estudio mas abarcador y completo que se ha escrito sobre el arte poetico de rafces rabendarianas en el pafs, casado aqui con Ia expresion de vitales aspiraciones del alma criolla. 34

Josetina Rivera de Alvarez (1923) Educadora y escritora nacida en Mayagiiez, Puerto Rico. Algunas de sus obras mlis importantes son: El diccionario

de Ia literatura puertorriqueiia, Historia de Ia literatura puertorriqueiia y Literatura Puertorriquefla: Su proceso en el tiempo. Estas obras son indispensables para todo estudioso de nuestrn literatura.


EL

FUEGO Y SU AIRE, ,

SINTESIS DEL NOVELAR DE

ENRIQUE lAGUERRE Luis 0:-.\'aldo Zayas Micheli

A

I buscar una cifra que encierre el compromiso de humanista y el concepto del novelar en Enrique A. Laguerre, nos inclinamos por Ia que acomodarnos en epigrafe. No porque la crearnos original-para Ortega y Gasset "e/ individuo no puede orientarse en el universo sino atraves de su raza porque va swnido en ella como Ia gota en Ia nube viajera 1 y Jean Paul

Sartre sostiene que "Ia universalidad del genero humano esta en el horizonte del grupo concreto e historico de los lectores" 2 , sino porque en nuestro 1 Jose Onega y Gasset, "Meditaciones del Quijote", Re1•ista de Occidente, (Madrid: Ediciones de Ia Universidad de Pueno

Rico. 1957), p. 129. 2 Jean Paul Swtre: i Que es Ia literatura?, (Buenos Aires: Editorial Losada, 1969) p . 94.

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novelista va entraiiablemente unida a su vida hist6rica y a su funci6n de escritor. Porque en Puerto Rico se mueve sobre ascuas y vive al rojo vivo la problematica sociocultural y politicoecon6mica que nos aqueja a todos los puertorriquefios es que hebe el caliz basta las heces para encontrar la intima comunion con su pueblo. Por estas palabras que pone en voz de Adalberto Linares, Ia conciencia ideol6gica de Ia novela que nos ocupa, podemos filtrar el nacionalismo y el socialismo que constituyen Ia esencia de Ia obra completa -lo mismo en el ensayo, en el cuento, en el teatro, en las antologfas, asf como en las novelas- del escritor puertorriquefio. En Laguerre se concentran Ia realidad y el anhelo de Puerto Rico. Novela Ia epopeya del coraz6n puertorriquefio. Su obra es sfntesis de Ia vida hist6rica cotectiva desde el despertar en Ia tom a de conciencia de pueblo en et siglo XIX. Enrique Laguerre es el novelista mas destacado de Ia generaci6n del treinta y el mejor novelista puertorriquefio de todos los tiempos. Sus nueve novelas se agrupan entre las dos fases de Ia transculturaci6n: La /lamarada, Solar Montoya, El

30 de febrero, La resaca y Los dedos de Ia mano, a Ia primera epoca, y La ceiba en el tiesto, Ellaberilllo, Cauce sin rfo y Elfuego y su aire, a su segunda fase. Las de Ia primera epoca pueden subagruparse, a su vez, en novetas de la historia pasada. La resaca y Los dedos de Ia mano, y las novelas de historia presente, que comprenden las primeras tres: La

1/amarada, Solar Montoya y El 30 de febrero . Las novetas de Ia primera fase de Ia transculturaci6n trasuntan un mundo de profunda y autentica puertorriqueiiidad. Reproducen Ia vida puertorriquefia en los distintos contornos que deterrninan su personalidad. Desfilan por elias las diversas tonalidades que repercuten en el ritmo vemaculo dentro del pentagrama universal. Ofrecen folclore, particularidades lingiii'sticas, leyendas, mitos, cuentos, supersticiones y creencias con que et puertorriquefio vuelca su intimidad. Pueblan al mundo compendiado Ia garna de tipos y caracteres portadores de los tintes forjadores de Ia nacionalidad. Laguerre coincide con los demas escritores de su generaci6n en Ia apasionada preocupaci6n por las estructuras sociopoliticas que aquejan al Puerto Rico de su epoca. En todas sus novelas muestra una genuina solidaridad con el obrero y denuncia con calor las injusticias cometidas contra el proletariado. Como el arma principal del primer perfodo transculturativo viene a ser Ia cai'ia con los

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"Soy universal por haber nacido en algun punto de esta tierra." monopolios ausentistas que tienen su sede en las centrales azucareras, se Ianza a Ia defensa del cafetal donde estan los hontanares de Ia cultura. En las ciudades censura los arrabales formados pore) pueblo que empieza a emigrar de las montai'ias en estos tiempos de transici6n. Permea sus narraciones con un gris pesimismo y toma una actitud de radical escepticismo. Dicho espfritu lo absorbe de diversas fuentes: Ia problematica colonial; el enfrentamiento a los principios aguillotinantes del capitalismo norteamericano; Ia depresi6n econ6mica y Ia angustia existencial derramada por el mundo. Ello lleva a Laguerre a presentar en sus novel as Ia problematica espiritual de canicter ecumenico traducida a Ia particular situaci6n nacional. Con La 1/amarada, Ia primera novela de Laguerre, aparecida en 1935 , se incorpora Ia novelfstica puertorriqueiia a Ia corriente hispanoamericana de Ia nove Ia de Ia tierra. Asf lo sefialan sus mejores crfticos del pafs: Antonio S. Pedreira3 y Concha Melendez4 • Hay que subrayar que no se circunscribe a lo vernaculo que a decir de Zum Felde 5 y Ciro Alegria6 caracteriza at genero hispanoamericano. Laguerre compendia Ia problematica hist6rica de los obreros puertorriquefios en Ia plantaci6n de cafia como situaci6n de Ia estructura psicol6gica del protagonista, Juan Antonio Borras, cuyo dilema espiritual consiste en "Ia Jucha entre el corazon y el cerebro", segun confesi6n de el mismo.

3 Antonio S. Pedreira, Pr6logo a La 1/amarada, en Obras Completas, I, de Enrique A. Laguerre, lnstituto de Cultura Puertorriquei'ia. San Juan de Puerto Rico, 1962, p. 22. • Concha Melendez, "Signos de lberoamerica", en Obras Complelas, I, lnstituto de Cullura Pucrtorriquei'ia. San Juan de Puerto Rico, 1970, p. 403. ' Alberto Zum Felde, lndice cr{tico de Ia li1era111ra hispanoamericana: La narralil'a, Editorial Guaranja, Mexico, 1959, p. 9. 6 Ciro Alegria, "Notas sobrc el personaje en Ia novela hispanoamericana", en Ia No1¡ela llispanoamericana, de Juan Loveluck, Editorial Universitaria. Chile, 1969, p. 125.


En una narraci6n autobiognifica de episodios yuxtapuestos ofrece Ia realidad del presente hist6rico y uno de los grandes conflictos universales de nuestro tiempo. La novela mantiene el equilibria entre lo psicol6gico y el tinglado de realidades nacionales. Solar Montoya ( 1940), otra novela de plantaci6n, es consustancialmente puertorriquei'ia. Compendia un retrato de Ia vida del pueblo en todos los matices que los tipos, caracteres, mitos, folclore, problematica moral Ia particularizaban dentro del contexto hispanico. Mas que Ia sucesi6n psicol6gica sobresale Ia vision en bloque de Ia realidad vital. Mas interesa el jibaro como personaje colectivo que Ia caracterizaci6n individual. A Ia postre Gonzalo Mora termina fundido en ese espiritu unico. Ahara bien, no pierde universalidad, puesto que el tiempo es el autentico personaje. La situaci6n en que se manifiesta el tiempo es el cafetal: su decadencia y con ella el avance transculturativo que va escalando Ia sierra

Es el diario de Sampedro, que uno de sus compaiieros lo publica luego de trasladarlo a Ia tercera persona y prologarlo. En distintas ocasiones simula dejarlo en Ia forma autobiografica. De suerte que se da Ia ahemancia entre Ia primera persona y Ia tercera al igual que en Solar Montoya. La resaca trasunta el ultimo tercio del siglo XIX en Ia historia de Puerto Rico. Noes, como puede pensarse, una novela hist6rica. El novelista elude personajes y episodios hist6ricos. S6lo alude a una serie de pequei'ios detalles que comprenden lo lingtiistico, lo social, lo politico y lo folcl6rico con lo que crea una autentica atmosfera decimon6nica. Par ella debemos llamarla intrahist6rica. Para completar el intrahistoricismo noventayochista, el novelista entrecruza imagenes pasadas con otras similares del presente. La novela se narra en Ia tercera persona omnisciente distribuida en cinco partes con capftulos

Las cuatro novelas que acomodamos en Ia segunda fase de la transculturaci6n comienzan con un mundo ambivalente entre la tierra y Ia ciudad basta que con El fuego y su aire se centraliza en lo urbana. desde el manantial de Ia puertomiquei'iidad y es depositaria de Ia etema huella indigena. Aunque Ia novela se apoya en Ia tercera persona, el au tor se oculta en diversas ocasiones para entregar el hilo de Ia narraci6n a distintos personajes, quienes cuentan leyendas en primera persona. Ademas, uno de los episodios se compone de cartas de tres de los personajes. De ese modo nos llega Ia realidad desde tres diferentes perspectivas. En El 30 de febrero abandona Laguerre los espacios teluricos para entrar a los urbanos. Entre el mundo de arrabal y de Ia universidad mueve Ia sucesi6n psico16gica de Te6filo Sampedro, cuya tragedia esta en no poder sobreponerse a su destino de jorobado, por lo que toma un canicter introvertido con el que se devela el mundo onlrico. La condici6n fisica del protagonista hace desatar una corriente humoristica que se intensifica segun se van encadenando los momentos de Ia narraci6n. En ella el autor se vale de Ia tecnica de Ia novela ya escrita.

titulados. Sigue de cerca el modelo del Quijote tanto en Ia estructura como en Ia caracterizaci6n del protagonista. En Los dedos de Ia mano continua el devenir hist6rico de Puerto Rico que comenzara en La resaca. Ahara trasunta las luchas socialistas desde sus inicios, con Santiago Iglesias Pantin, hasta 1920, en el socialismo que comienza a desviarse del autentico espiritu proletario al entrar en componendas con los partidos oficiales. Dentro de esta situaci6n desarrolla Ia estructura psicol6gica social. Continua Ia tecnica de episodios yuxtapuestos en tercera persona. Pero aparece el dominio en el manejo del monologo interior directo. Anteriormente, particularmente en La resaca, se habia valido del mon6logo interior indirecto. Estas cinco novelas de Ia primera epoca pendulan entre las tecnicas del siglo XIX y las del primer cuarto del siglo XX. Del decimonono conservan la intriga densa y el desarrollo del personaje a traves de Ia observaci6n en Ia realidad

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de modo que Ia caracterizaci6n sigue el proceso de Ia circunstancia al personaje. A este tipo de personaje pertenecen Gonzalo Mora, el de Solar Montoya, Dolorita Montojo, de La resaca y Lucrecia Madrigal, de Los dedos de Ia mono. Ahara bien, las cinco novelas son de intriga con dilatados espacios. De las tecnicas de los veinte tienen de Ortega el microcosmos como sfmbolo del macrocosmos y el personaje de "psico/ogfa imaginaria" . Aquf acomodamos a Bomis, de La llamarada, y Sam pedro, el de El 30 de febrero. A Ia permeabilidad de horizontes abiertos que pide Baroja se acoge La resaca. Todos los personajes padecen Ia escisi6n entre el mundo y el yo que senala Lukacs. Las cuatro novelas que acomodamos en Ia segunda fase de Ia transculturaci6n comienzan con un mundo ambivalente entre Ia tierra y Ia ciudad basta que con ÂŁ/fuego y su aire se centraliza en lo urbana. Se acoge a las nuevas tecnicas de Ia narraci6n, pero sin abandonar lo que el considera Ia medula del novelar: Ia caracterizaci6n. Laguerre es un novelista de personajes. En cuanto a Ia problematica trasuntada se mueve a Ia perspectiva mas abierta a lo continental y a lo universal, pero siempre desde el nucleo nacional. En esta fase mueve Ia problematica puertorriqueiia en dos nucleos: Puerto Rico y Nueva York. La ceiba en e/ tiesto, Ia primera en Ia fase, trasunta Ia angustia de Gustavo Vargas, el protagonista, por encontrar su identidad colectiva. La novela es una sfntesis expresionista de Ia problematica individual y colectiva cuya realidad se complica al extenderse a Nueva York. Laguerre se inicia aquf en Ia tecnica del flash back de estirpe proustiana.

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ConÂŁ/ /aberinto el novelista compendia por primera vez una problematica exterior: Ia dictadura trujillista en Santo Domingo. El protagonista es un puertorriqueiio radicado en Nueva York que se traslada a Ia republica de Santiago (Santo Domingo) atrafdo por un lucrative empleo que le ofrecen los embajadores del tirana. Porfirio Uribe, el beroe, es un personaje de prosapia kafkiana por Ia incomunicaci6n y por Ia humillaci6n que padece al verse envuelto en un proceso sin l6gica alguna. Ese mundo de ignominia y de silencio es el que trasunta en Ia dictadura en vez de Ia realidad objetiva de Ia estructura polftica. Uribe, al tamar conciencia del conflicto, abandona su actitud individualista y opta por morir en aras de Ia liberaci6n colectiva. En Cauce sin rfo tenemos a un Laguerre ya dueiio de Ia tecnica proustiana. La novel a consta de dos partes: Ia primera corresponde al tiempo perdido y Ia segunda al tiempo recobrado. La del tiempo perdido, es decir, el presente hist6rico con que se inicia, trasunta Ia problematica de un pueblo transmutado de una sociedad semiagrfcola a otra tecnocnitica. Centraliza Ia caracterizaci6n en Ia sociedad burguesa asimilada a los patrones norteamericanos que mira con desprecio todo rasgo de expresi6n puertorriqueiiista. AI heroe, VIctor Hugo Rodriguez Sandeau, lo cage en el momenta en que resiente Ia asfixia espiritual de Ia sociedad burguesa tecnocratica y mediante los constantes saltos al pasado comienza a rescatar gradualmente su identidad humana. La segunda parte, el tiempo recobrado, presenta con profunda vibraci6n lirica Ia vida en el campo en contacto con Ia tierra donde Victor recupera las fuerzas intimas. Cauce sin rio es Ia octava novel a de Laguerre. Con las ocho novelas completa Ia vision de Ia realidad telt1rica y el ciclo hist6rico de Ia formaci6n de la conciencia nacional puertorriquefia. Ello convierte las novelas laguerrianas en el retrato mas Integra de Puerto Rico. En las del primer grupo trasunta Ia realidad geosocial y geocultural, sirviendole de fonda las regiones noreste, centro y oriente de Ia isla: La 1/amarada, en las sabanas caneras del noroeste; Solar Montoya es el nucleo central de Ia sierra; El 30 de


febrero, Rio Piedras, ciudad ubicada en el naciente; La resaca, aunque es una biografia geognifica, el microcosmos es Yukiyu, una de las montaiias mas altas, ubicada en el este, y Los dedos de Ia mano tambien su centro geografico en el oriente. El segundo grupo se centraliza en el suroeste, aunque tiene contactos, a traves de Ellaberinto, con el centro sur. Esta preferencia por los paisajes del suroeste en el segundo ciclo consideramos que responde a Ia acucia de encontrar las venas intimas de los inalienables manantiales de Ia puertorriqueiiidad, cuya aguda crisis amenaza con disolvemos en Ia oceania de una cultura forcinea al espiritu. El sur y el oeste son vertebras de lo aut6ctono y surtidores de Ia mas radiante esperanza en el horizonte del anhelo puertorriqueiio: alii estuvo anclada Ia capital indigena con el asiento de Agiieybana; sirven de cuna a los mas preclaros caudillos y martires de Ia redenci6n patria Hostos, Betances, de Diego y Pedro Albizu Campos-; en Ponce, Ia ciudad principal del sur, fragua Ia mas trascendental fuerza del autonomismo en 1887, porlo que vino a llamarse meca de Ia autonomfa; Guayama y Juana Dfaz, ciudades del mediodia de Ia isla, sirven de cuna a dos egregios poetas del pais, Luis Pales Matos y Luis Llorens Torres, respectivamente; Ia inmensa mayoria de las tesis sobre el desembarco de Col6n presentan Ia banda sur como navegaci6n y el oeste como anclaje; de Ponce es Juan Morel Campos, el maestro padre de Ia danza puertorriqueiia... Para completar el intransferible retrato del sur de Puerto Rico, Je sirve de fondo a este un paisaje diferente al resto del pais. Por ello explicamos el que Laguerre, genuino treintista que no traiciona a su generaci6n, busque en sus tierras meridionales el paracaidas de Ia fe puertorriquefiista en estos tiempos en que aflora el sentimiento tnigico de Ia vida espiritual de Puerto Rico. La novedad estructural en estas novelas consiste en el manejo de las tecnicas proustianas, pero sin entrar a Ia densidad ca6tica del frances: y Ia profundizaci6n en el analisis introspectivo haciendo del personaje el centro de Ia narraci6n. Hay menos interes por los dilatados espacios que en el primer ciclo. Los saltos en el tiempo no obligan a! lector al proceso de organizaci6n, como sucede en Ia nueva novela, porque no deja que se oculte Ia linealidad en Ia sucesi6n psicol6gica. Tanto Gustavo Vargas como Victor Hugo se mueven desde el individualismo burgues hasta identificarse con Ia sociedad. Esta no Ia trasunta Laguerre con ese caracter compacta e intima de Ia actual novel a. Tampoco ha eliminado el maniqueismo que trae desde las novelas de Ia tierra.

"EI fuego y su aire" El fuego y su aire, Ia novena novela de Laguerre, aparece en 1970 publicada por Ia editorial Losada. La novela ha producido abundante critica favorable y entre los movimientos nacionalistas ha generado cierto aire de repudio porque el protagonista opta por irse a Santo Domingo a levan tar Ia revoluci6n en vez de hacerla en Puerto Rico: Juan Martinez Cap67 la considera el "mayor lagro artfstico y el nu:ls apasionado pronunciamiento" de Laguerre; Josemilio Gonzalez8 subraya, entre otras cosas, Ia bUsqueda de Ia identidad individual y colectiva y se interroga por que el protagonista no se queda "luchando en Puerto Rico, con el pueblo con quien tanto querfa identificarse"; Concha Melendez9 tambien recalca Ia busqueda de Ia identidad y Ia presentaci6n de Ia problematica puertorriqueiia "vista con amargura, ironia, desesperanza e implacable crftica social". De allende los mares valga seiialar que La Prensa de Buenos Aires del 25 de julio de 1971, considera El fuego y su aire un "acierto Jiterario" porque supo "hollar Ia imagen o el simbolo donde converge Jo concreto y lo universal". Del mismo Buenos Aires, Cuademos de juventud -aiio 3, numero 12, dice que El fuego y su aire "toea en lo vivo el drama de America". La Naci6n dell6 de septiembre de 1970, considera Ia novela como "una vision" de una problematica comun a America Latina. Con una figuraci6n panonimica de las nueve novelas podemos considerar Elfuego y su aire como sfntesis culminada del novelar de Enrique A. Laguerre. En ella convergen las ideas y las estructuras basicas de las anteriores en una aleaci6n simbi6tica que hace surgir una historia nueva por Ia asimilaci6n de las precedentes. Los distintos elementos que le dieron verticalidad a las situaciones antes trasuntadas se funden en El fuego y suaire con una nueva intensidad de pasiones y emociones y una problematica cuya crisis cala el fntimo tejido de Ia puertorriqueiiidad. Un Puerto Rico real y autentico en los treinta se transforma en una ficci6n mitica en

1

Juan Martfnez Cap6, "La escena literaria", en El Mundo, 18 de agosto de 1971, San Juan de Puerto Rico. 8 Josemilio GonZli1ez, Enrique A. Laguerre: El fuego y su aire, en Sin Nombre, I, num.4. San Juan de Puerto Rico, 1971, pp. 95-98. 9 Concha Melendez: Literatura de jiccion de Puerto Rico, op.

cit., pp.l87-195.

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nuestros tiempos. De esa preterita realidad venuicula que Laguerre vivi6 con intensidad en su Generaci6n del Treinta y Ia actual realidad transculturada surge el mundo de Ia novela. Por ello hace de Elfuego y suaire una nove Ia total. Es una narraci6n cuya historia comprende Ia realidad completa de Puerto Rico desde una particular atalaya que le proporciona los horizontes ecumenicos. Dicha realidad transcurre en cuatro niveles:

El protagonista de £/fuego y su aire, en su proceso de busqueda, se conmueve al pasar por las montafias donde estan los manantiales de Ia herencia indigena: Frente a los montes de Uroyoan por Maricao , escuc/u) a Adalberto decir que de esa sierra baja el Guaorabo, en cuyas aguas e/ indio Uroyoan a/togo a/ espmio/ Salcedo para convencerse de que los im•asores 110 eran i11mortales. El candoroso primitivismo del cacique monto guardia de tres dfas junto a/ dios de barro y comprobo Ia fa/sedad de Ia leyenda. El dios olfa ma/ 10 •

Realidad hist6rica Laguerre y toda su generaci6n heredan de los noventayochistas Ia sugesti6n del pasado. Emerge de los rfos de Ia historia pasada en busca de Ia continuidad que rompi6 el 98 puertorriquefio y para explicarse el presente. En su libro de ensayos, Pulso de Puerto Rico, propane Ia necesidad de rescatar Ia leyenda por ser esta levadura de Ia historia. Las cinco novelas de Ia primera fase vimos que pueden agruparse en novelas de Ia historia pasada y novelas de Ia historia presente.

Colecci6n An:hivo Gcnerai!CP, Foto: Jack Delano

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Estas son, precisarnente, las tierras de Solar Montoya y el episodio de Salcedo sirve de vertebra intima a Ia mitificaci6n de Ia historia que crea La resaca. Marfa Luisa Taveras de £/fuego y su aire, a! monologar su historia familiar se remonta a los tiempos del98: 10

Enrique A. Laguerre, £/fuego y s11 aire, S.A. (Buenos Aires: Editorial Losada, 1970) p. 126.


. .. Durallle el cambio de gobiemo, poco despw!s de 1898, mataron a don Jacinto Santamaria por el sur de Ia isla. Era en tiempos de las partidas sediciosas, gente fuera de ley que se dedicaba a Ia depredacion y a/ incendio. Condenaron a do.'i jfbaros a/ garrote, como responsables del asesinato. Andando el tiempo, una noche en 1111 baile, alguien pide Ia hora. Uno de los presentes saca un reloj y, mientras atiende a Ia conversacion de su vecino, deja por bre\'es segundos el re/oj colgando de Ia cadena 11 •••

De ese modo encuentra en su memoria que su esposo Lorenzo Taveras es descendiente del que mat6 al abuelo de ella. Las partidas sediciosas afectan Ia niiiez de Juan Antonio Borras y Gonzalo Moraprotagonistas de La 1/amarada y Solar Montoya respectivamente- y acelera Ia tragedia epica de Dolorita Montojo, el de La resaca. La resemida, tlnica obra teatral de Laguerre, se afinca en este mismo periodo de las partidas. Oscar Martfn, volviendo a Ia novel a que nos ocupa, parangona su habilidad para los negocios con Ia astucia de los conquistadores espaiioles. Ello lo lleva a repudiar su rafz indfgena. Nose pasa por alto que los asimilistas o americanizados reniegan de su puertorriqueiiidad en su desvelo por imitar a los nuevos colonizadores: Oscar miraba a/ jefe de Ia casa Taveras con mezcla de Jastima y de bur/a. En el siglo XVI debf ser adelantado que se apr0\'ech6 de Ia torpeza de los nativos para prosperar. En el siglo XX a~ln hay territorios inexplorados y nativos torpes 12 • Laguerre crea un contrapunto entre los periodos mas significativos de Ia historia puertorriqueiia y Ia vida fntima de sus personajes. Apn!ciese que Marfa Luisa Taveras se conecta con el 98, comienzos de Ia colonizaci6n norteamericana y Oscar Martfn con el siglo XVI. En ambos Ia historia brota de su mundo interior a traves del mon6logo. Quiere decir que ambos se identifican con los colonizadores. Reanuda, pues, Ia historia desde el espfritu colectivo por medio de Ia oscilaci6n de imagenes pasadas y presentes. En esos momentos del genesis de las dos colonizaciones se forja Ia idiosincrasia puertorriqueiia, cuyo trascendental fil6n fntimo lo determina, segtln atestigua Laguerre, en

todas las sucesiones psicol6gicas que compendia, el espfritu de fuga: un pueblo que huye de sus vemaculas rafces e inhibe cualquier confrontamiento con Ia problematica que lo aqueja.

Realidad exterior La realidad objetiva comprende Ia decada del cincuenta: entre Ia guerra de Corea y "el aiio 17 del descubrimiento de Puerto Rico", segun las palabras de Oscar Martfn para denominar el 1957. De acuerdo con los del Partido Popular Ia historia de Puerto Rico comienza con ellos en 1940. El periodo que compendia Ia novela representa Ia epoca en que el Estado Libre Asociado, en el primer Justro de su fundaci6n, se da a Ia tarea de sofocar todo vestigia de nacionalismo. Segun van ahogando el espfritu nacionalista va aumentando el anexionismo: Nose vefan campos de concentracion, es clara, pero sf altos mural/as de 11110 educacion de American firsts; nada-bueno-lmbo-antesde-1898; derecho-a-participar-del-surplus: mantengo; sellfimientos-nacionales-, no; realstate-, sf; americanos-, heroes-infalibles-vs.separatistas-villanos, etc. Hacfan legion los infawados coloncillos, quienes decfan !Jaber descubierto a Puerto Rico al/0 par 1940. zEran simpleficci6n e/ acontecimieflto del 19 de noviembre de 1493 y los cuatrocientos atios de la/01ja del ser puertorriquetio? ... 13 EI grado de transculturaci6n, at que ha Ilegado Ia isla en el periodo comprendido, nos lo da en todo su plasticismo el orgullo que siente Marfa Luisa por su esposo triunfante en Ia era industrial. Como en el cine de Holywood, poor-boygets-rich. Luego, boy-meets-girl. Mas adelante leonrota rio-elk; marido-de-lfder-cfvicas; rey-padre-dehija-princesa. i..,A que mas podfa aspirarse en una ciudad que usaba Ia preciosa laguna de San Jose como bacineta en donde vaciar el intestino gordo de sus arrabales? Como en el cine de Hollywood, a pesar de sus dedos aporretados, de su cara de antiguo jipato, de su andar de simio amaestrado. 14

Ibid., p. 168. 1/Jid., p. 185. 13 Ibid., p. 259. N Ibid., p. 169. II

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La polftica imprecisa y carga de equfvocos y retruecanos que forman el esqueleto de Ia asimilaci6n nos Ia describe, con el termino autentico, Linares a traves del mon6logo de Exp6sito: ... Se juega con los ideales y los sentimientos mas sagrados, en Jenguaje pomposo y oscuro territorio del Baciyelmo-, y las palabras mas corriellles se vuelven cabaUsticas o medias verdades; y se suprimen arrabales y crecen los arrabales; y aumenta Ia capacidad adquisitiva y aumenta el mlmero que vive de Ia caridad p1lblica; y secanta a Ia democracia y se reducen las oportunidades de seguridad para los residentes bona fide; y crece el desbalance exportaci6n-importaci6n. y se advierte un ambiente de sofocaci6n y de sinuosa o terrible histeria; y contimla el crecimiento monstruoso de las deudas y hasta nos comemos los propios temaculos como e/ cefal6podo llisterico de Hong¡Kong ..." Mas Ia problematica puertorriquena es mucho mas compleja al transponer las fronteras insulares y filtrarse en el ambito de Ia metr6poli colonizadora. Puerto Rico tiene alrededor de un cuarenta por ciento de su poblaci6n en el exilio norteamericano, particularmente en Nueva York. Allf los puertorriquei'ios padecen los vejamenes de una de las minorfas en el mosaico de culturas que forman a Estados Unidos, con el agravante del colonialismo. Tales Ia orientaci6n de Laguerre al desplegar Ia vida del puertorriquei'io en Nueva York en La ceiba en el tiesto, Ellaberinto y Elfuego y Sll aire. De esta ultima elegimos el pasaje en que Ia vision del protagonista emerge rematada con dos de los octosflabos que le sirven de pie al poema Nostalgia de Virgilio Davila. Me duele Ia impersonalidad del ambiente. Ia pobreza desorbitada y terrible de mis "compatriotas". Los viejos inmigrantes, abren Ia boca para hablar de los antiguos oros del sol. de embrujo de tmos aiios de mocedad sin blancas -o frfas- Navidades. Triste emigracion a ciegas. Borinquen es pura jlama y aquf me muero de Jrfo. Exp6siro saboreaba cada nombre de los pueblos de Ia isla, como dulce en palito. El azticar resultaba mas apetecible ante las actitudes insolidarias y neutras de estos adoradores de totems. Por momentos desesperaba hasta el borde de Ia Jocura. 16

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Con este mismo enfoque se acerca a Ia participaci6n de los puertorriqueiios en Ia guerra de Corea. Por ello devela Ia problematica desde el angulo de dos pueblos confrontados sin causa alguna: Todavfa sonaban en los oidos de Pedro Jose las ultimas palabras del "caudillo". -iPeleamos por Ia Patria Distante! -grito que habria sido conmovedor en cualquier otra circunstancia. Y el encendido cuchicheo de Ulises: -iQuien le paga? iQuien Jo manda? iDesde cudndo haec guerra Puerto Rico? .. Y Cuando Exposito analiza Ia problematica concluye con su particular tonica ambivalente: "Si peleo porIa Jibertad de Corea debo ser coreano".

Realidad interior Con Ia vivencia Intima del tiempo, Ia novel a en el siglo XX se aparta de Ia mera descripcion de Ia realidad extema, aspecto fundamental en el realismo decimononico, y se sumerge en el mundo interior con lo que logra una figuracion del hombre total a traves de Ia indagacion del tiempo vital y conflictivo del hombre de nuestro siglo. Ese desvelo por asir al hombre en su realidad completa es el anhelo caracterfstico de todo autentico novelista en nuestro tiempo. Proust desdeiia el realismo de extemidades por ser presentista y no ve las casas en Ia entrai'iable relaci6n del hombre y objeto en Ia integracion de los estadios temporales: ... De suerte que Ia literatura que se lim ita a "describir las cosas", a dar solamente una mfsera vision de lfneas y de superficies, es Ia que, llamandose realista, esta mas lejos de Ia realidad, Ia que mas nos empobrece y nos entristece, pues corta bruscamente toda comunicaci6n de nuestro yo presente con el pasado, cuyas casas conservaban Ia esencia, y el futuro, en el que nos incitan a gustarle de nuevo. 1s Emesto Sabato nos atestigua: " ... A Ia inversa de los escritores del sig/o pasado, que se proponfan fundamentalmente Ia descripcion objetiva del mundo externo, el novelista de hoy se "Ibid., p. 129-130. 16 Ibid., p. 30. 17 Ibid., p. 67. 11 Marcel Proust, "El tiempo recobrndo", en En busca del ticmpo perdido, (Madrid Alianza Editorial), 1969, pp. 233-234.


vuelve en un primer movimiellfo lzacia el misterio primordial de su propia existencia ( subjetivismo) yen un segundo movimiento lzacia Ia vision de Ia totalidad sujetoobjeto desde su conciencia (fenomenologfa)" .. . 19

y Mario Vargas Llosa subraya respecto a los libros de caballerias: " ... En El caballero Cifar, en el Amadfs de Gaztla Ia realidad rezine, generosamente, lo real objetivo y lo real imaginario en una indivisible totalidad en/a que convil•en, sin discriminacion y sin frollteras, hombres de carne y Jzueso y seres de Ia fantas(a y del sueno, personajes Jzistoricos y criaturas del mito, Ia razon y Ia sinrazon, lo posible y lo imposib/e. Es decir, Ia realidad que los hombres viven objetivamente (sus actos, sus pensamientos, sus pasiones), y Ia que viven subjetivamente, Ia que existe con independencia de ellos y Ia que es un exclusivo producto de sus creencias, sus pesadillas o su imaginacion. 20 Laguerre, desde su primera novela, sondea Ia memoria de sus personajes. Estos se enfrentan a sus respectivas situaciones con Ia conjugaci6n del tiempo anfmico y objetivo. Ello los convierte en seres que experimentan Ia finitud exterior y Ia infinitud en los recuerdos que atesoran todas las vivencias. Pero no es hasta El 30 de febrero cuando comienza a damos personajes en su dimension completa. Como son seres producto del medio, las vivencias intimas aparecen en funci6n de Ia situaci6n sociopolftica que los aguillotina. Los distintos flash back develan fragmentos de Ia biograffa personal para buscarle explicaci6n al conflicto presente. De Ia misma manera, en los mon6logos devuelven Ia realidad exterior cal ada con Ia realidad espiritual; con el inalienable calor del alma que Ia anima. Por ello tenemos en las novelas laguerrianas una sola realidad Ia objetiva sociopolftica o teh1rica cultural. Esa unica realidad nos llega enfocada por el lente objetivo y por el lente subjetivo. No se dan lucubraciones filos6ficas ni insondables destinos ontol6gicos. Son seres formados por Ia situaci6n historica con un fardo ideol6gico y una sensibilidad que las determinan los diversos diapasones de Ia sucesi6n temporal. Cuando Adalberto Linares, volviendo a nuestra nove Ia, rememora Ia postura de doiiaAmelia Ruiz de Monte Bello respecto a los amores de el con

su hija Elda, monologa en actitud comprensiva donde funde este momenta de su vida con su vision de Ia problematica politica de su patria: ... A veces se me figura que Adalberto Linares, profesor universitario y escritor, es apocrito. En verdad, no creo mucho en Ada/berto Linares, porque-habla-mas-quehace. Aunque, lo confteso, le tengo miedo a/ nacionalismo martir.. .21 El sol de Nueva York nos alumbra desde e) espiritu tropical del protagonista: La vida se le habfa instalado en los sueiios, pero discurrfa, como si fuese otra persona, entre los ruidos de Nueva York y hasta, talvez, tendr{a que ira defender Ia democracia en Corea. AI percibir Ia luz solar, miro a/ cielo. Este sol de engano, amaril/ito y recien salido de las nubes, carece de fuerza para calentar y 1/ena de ilusion a las madres,

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Emesto Sabato, El escritor y s11s fontasmas (Argentina S. A. Buenos Aires: Aguilar, 1967) p. 82. 20 Mario Vargas LLosa, Garda Marq11ez historia de 1m deicidio, (Barcelona: Barra! Editores, 1971), p. 177. n Enrique A. Laguerre, EIJ11ego y Sll aire. op. cit., p. 106.

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quienes sa/en con sus criaturas al parque, y sonr(en queriendo dejarse engafiar. Quisiera hacerme necesario a alguien. Lo estremeci6 Ia ansiedad. 22 Desde Ia intimidad del dominicano Ulises brota Ia problematica politica de Ia hermana Antilla acorralada tambien por el imperio: Pero temi6 hablar dormido. No tengo patria porque el Monstruo me Ia ha hurtado con Ia anuencia del Pafs-de-la-Libertad. Allf, en Ia entrada del Puerto de Nueva York, esta Ia Estatua. Pero, amigo m{o, cuentale IUS desventuras a Ia Estatua. Cuentaselas, vaya. Debo sobreponerme. Mi dilema es enfrentarme al Capitan y a su Estatua o enfrentarme a los tiburones y nadar hasta Ia Tierra-de-la-Libertad. 23 En un dialogo compuesto por un mon6logo interior y uno exterior, es decir, que Ulises le habla a su amigo Pedro Jose y este le contesta con un mon61ogo, el ultimo deja fluir su fntimo conflicto configurado por Ia inseguridad de su destine de puertorriqueiioen Nueva York y de hombre arrancado de su mundo cultural: -Yo deberfa estar en mi pafs. El miedo me tiene secuestrado en los puertos del Pacifico. --Deseas permanecer por aca, aunque no lo admitas. Andas huyendole a tu pafs. -Es curiosa que se diga eso: que huyo de mi pafs, si siempre de see vi vir allf. ---.4. ti te pasa a/go raro: quieres matar el cuerpo para eliminar Ia sombra. ;.Crees que no me di cuenta de tus imprudencias en el frente de guerra? Querfas culpar a

Recepci6n en La Fonalczn

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los chinos de tu suicidio. Pero se burla ron de ti porque apenas te toc6nunca una bala y no te dieron medal/as, como a mf, que casi me paralizaba e/ miedo. -Todo lo veo distante, como si me pasara Ia vida mirando por el /ado equivoco de los anteojos de larga vista. Entresuefio de mi pafs. En Nueva York, en mitad del nuis implacable frio, abrfase el punto luminoso de mi amor porIa tierra tropical, con su miaja de suefios. -La vida es uno de los acertijos cuya soluci6n es mejor ignorar. -Nada mas delicioso que vivir abiertamente. A veces te pasas horas y horas, con el hilo de Ia pesca en las aguas. Algtln dfa vas a caer.. ., 1.quien te encontrarfa en Ia inmensidad del Pacifico? -;.He conseguido pescarme? He oscilado entre el dogma y el descreimiento. 1.Me salvo Dios del suicidio de Corea? ;. Vigilaba Dios mis pasos? Nose. ADios se le engaiia con sufacilidad. ;.Por que permiti6 Ella matriz de sombras donde residf durante oclzo afios? La muerte aceclza all{ donde el a ire niegase al fuego. -Creo que debemos volver a Nueva York, a/ Caribe-propone Ulises. 24 El protagonista dialoga en su intimidad con Ruth, pero a! lector llega como realidad objetiva: -Mira, Pedro Jose, aun estas en el Limbo. -Tal parece, Ruth, quiza no doy contigo porque prefieres permanecer en ellnfierno. No vas a decirme que econtraste el Parafso. -;.Que haras, ahora? -Quiza ire a Puerto Rico, seguire e/ rastro de los blancos vetamenes por los azules mares. -Cuidado el regreso a Puerto Rico sea regreso a/ Limbo por Ia otra puerta. -Nunca quisiste bien a Puerto Rico, Ruth. -Ya hablaremos de ello en nuestro encuentro reaJ.15

~2 1bid., p. 33. n Ibid., p. JJ9. 24 1bid.,pp. 72,73. :u Ibid., p. 88.


Realidad simbolica Laguerre, al trasuntar Ia realidad, no se circunscribe a Ia descripci6n fria y desnuda de toda significaci6n trascendental que pone en boga Ia nouveau roman. Para el las palabras tienen resonancias intimas. Para ella pluma sigue siendo "lengua del alma" tal y como le subraya don Quijote al caballero del gaban verde. Por ello maneja Laguerre Ia poesia para el paisaje con Ia que logra impartir Ia intransferible emoci6n a Ia realidad. Con Ia metafora devela las intimas latencias; con el simbolo cala de contenido espiritual a las casas; cuando antropom6rfica hace que los objetos se integren a Ia sucesi6n hist6rica del hombre desde una autentica integraci6n en que el hombre define a Ia realidad y esta a el. Esta entrafiable identidad de hombre y mundo, que sin duda hereda de Ia generaci6n del 98 por aquello de encontrar en el paisaje el caracter del pueblo arranca desde el titulo. Los titulos laguerrianos resultan significativos puesto que son portadores del intrinseco contenido de sus novelas y a su vez son anforas depositarias del porque de su arte de novelar: La J/amarada no es un mero fuego en Ia plantaci6n de cafia, sino "Ia llamarada del odio" que genera el confrontamiento de patronos y obreros; Solar Montoya mas que una finca, es el manantial de Ia identidad cultural del puertorriquefio; El 30 de febrero mas que el humor pueril es el desengafio que sufre el estudiante al saber que no espigara el triunfo deseado; La resaca no es solo un retroceso, sino Ia sofocaci6n del espiritu nacional con lo que se hace factible Ia asimilaci6n; Los dedos de Ia mano encierra las distintas peripecias de Ia trepadora social; La ceiba en el tiesto significa Ia asfixia del espiritu en Ia actual civilizaci6n tecnocnitica y su secuela, cultura de masas; ÂŁ1/aberinto comprende al hombre abulico acorralado por las circunstancias; Cauce sin rio encarna Ia vida hueca y cosificada del hombre en Ia sociedad tecnocratica sin los profundos rios del espiritu. La significaci6n del titulo ÂŁ/fuego y su aire abarca dos etapas: Ia primera, de caracter cientffico, con su apoyo objetivo, lo explica el mismo protagonista, quien pone un vaso encima de Ia vela encendida con lo que prueba que "se necesitaba a/go nuis que pabilo y grasa para que Ia vela permaneciese encendida". Luego es Adalberto Linares quien le da el contenido espiritual: .. Laactualidad engendra Ia historia,sobre todo, cuando hay fuego interior y se resiste Ia sofocacion. 26

A partir de Ia trascendencia simb6lica del titulo siguen desgranandose otros simbolos que van ampliando Ia corriente espiritual de Ia novela. Todos ellos dirigen sus resplandores hacia las lacras de Ia problematica puertorriquefia. El fuego y su aire intensifica Ia critica de Cauce sin rfo a Ia civilizaci6n tecnocnitica de tipo norteamericano que apaga Ia flama intima de Ia puertorriquefiidad. Ambos tftulos, Cauce sin rfo y El fuego y su aire, apuntan a esa misma esfera interior: Ia asfixia de lomas entrafiable de un pueblo. El novelista maneja una serie de aspectos de Ia realidad exterior o de las experiencias intelectuales para develar lo inefable. El mito de los perros de Acte6n le sirve para presentar a Ia civilizaci6n devorando a sus progenitores: .. .La comodidad mala sin remedio. Es civilizacion de gente atrapada, de cazadores devorados por sus propios canes.27 El Cromagn6n representa al hombre que vive toda una vida encerrado, en este caso el protagonista, y de subito lo sacan a Ia civilizaci6n: .. .Hace quince mil afws que nosotros nos entendemos. Los cromaiiones nos co/amos en un mundo que nos pertenece.28 Antropomorfica Ia casa, y Ia convierte en un personaje mas aliado a los que abominan Ia transculturaci6n: .. La casa deberfa estar lamentando sus propios vacios, en los que casi se corporificaba Ja ausencia del calor lwmano. .. ;desventurados residentes mfos, que no aprendieron a amar! Condenada sentfase, sin duda, a no permitir que el peso de los cuerpos latientes hiciera sus muebles de museo.29 En Solar Montoya ya aparece el sfmbolo de Ia casa hecha personaje. Pero aqui es Ia antitesis de Ia deÂŁ/ fuego y su aire. Representa el hagar de Ia tradici6n; dadora de calor y epicentro de Ia inefable ex presion Intima de Ia humanidad: .. .La casa Je tendio una bienvenida enmilagrada de afectos y parecfa Jlorar de gozo, alabado sea Dios.30

2

~ Ibid., p.

92. Ibid., p. 98. 28 lbid., p. 16. ~9 1bid.,p. 171. 30 Enrique A. Laguerre, "Solar Monloya", en Obras completas, I, . {San Juan de Pueno Rico: lnslilulo de Cullura Puenorriqueiia, 1962) p. 398. 27

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ENRIQUE A. LAGUERRE

ricanizados y los puertorriqueiios hispanoamericanistas. Este maniqueismo con Ia psicologia central aleja a Laguerre del tipo de novela de realidad compacta y de vitalismo colectivo que se acostumbra hoy dia, particularmenre a partir de 1950. Ello no significa que no sea un gran novelista o que su obra no pueda paragonarse a Ia mejor novela universal, en especial hispanoamericana. A toda novela que tenga una vision trascendental y personal de Ia problematica vital universal anclada en los intimos manantiales nacionales, como lo es Ia de Laguerre, hay que considerarla buena. Sirvanos -solo por dar un ejemplo de vibrante actualidad- el novelista Heinrich Bohl, premio Nobel de este afio, cuya noveIa de contornos tradicionalistas contrasta profundamente con Ia actual novela experimental.

Pedro Jose Exposito

Este simbolo de Ia casa en Solar Montoya y en £/fuego y su aire encierra, en apretada sintesis historica, toda Ia problematica puertorriquei'ia en el proceso transculturativo. Por el cingulo ecumenico resume el conflicto de Ia metamorfosis que padece el hombre de nuestro tiempo abatido por el pragmatismo que entrafia Ia civilizacion tecnocnitica.

Los personajes Laguerre es autor de novelas psicologicas. Sigue a sus personajes a traves del an<ilisis introspectivo dejandolos manifestar en su ser y actuar. Siempre tenemos un protagonista y una rica gama de personajes secundarios debidamente caracterizados cuyas existencias amplian e intensifican el drama intimo del heroe. Todos ellos aparecen agrupados en dos posiciones antagonicas respecto a Ia atmosfera ideologica. Si en las novelas de Ia primera fase el choque surge generalmente de las ideas socialistas frente al capitalismo, en el segundo ciclo Ia problematica medular gira en tomo del confrontamiento entre asimilistas norteame-

4:6

En £/fuego y su aire, Pedro Jose Exposito, el protagonista, es un puertorriqueiio que llega a Nueva York a los ocho afios sin saber como ni por que. Vive durante doce ai'ios en un hospicio para retardados mentales: Comio desganadamente, como si ya no tuviese por que vivir. Extranos ecos resonaban en los recintos deshabitados. j£sta sensacion de resonancias imprecisas, de peregrinos lugares deshabitados! Porque nuis alld, en aquellos lugares que no podfa precisar, todo estaba desltabitado y vacfo. Y se me figura que a lid comienza aqu£. 31 En el hospicio, Ia primera palabra que pronuncia, luego de dos afios de mudez, es Puerto Rico. Compone unas Fantasias en sol tropical y su mejor amigo en el hospicio lo es el dominicano Ulises Pichardo. De sus primeros ocho aiios solo tiene una imagen en el subconsciente: . .. Y fos denueSIOS en VOZ de Varon y /as protesras 1/orosas en vozfemenina. Quizano estaba seguro- contrapunteaba el perro con sus /adridos. Y de repente, ella puso el grito en el suelo, con el mancharon de sangre... 32 •

31

Enrique A. Laguerre, £1 fuego y su aire, op. cit., p. 9.

n Ibid., pp. 29-30.


Pedro Jose, personaje que podemos matricularlo en Ia "estetica del misterio", segun Ia denominaci6n de Amor6s para estas psicologfas de Ia nueva novela, se Ianza por las calles de Nueva York con estas piezas del rompecabezas de su vida en busca de las que le faltan para poder armarse como hombre en el mundo. Lo mueve Ia bUsqueda de su integridad y no de su identidad como afirman Concha Melendez y Josemilio Gonzalez. Necesita encontrar el fragmento de Ia sucesi6n temporal de su vida historica que le falta. Por ultimo se entera que el genesis de su existencia esta en La Parguera. Va al Iugar, pero: Luego de tal situacion, ;,donde, como reunir mis restos para comenzar mi empresa de ser puertorriqueiio? Hago todo lo imaginable por incrustar mi pieza en el rompecabezas del grupo social, y tw acierto. Resulto siempre grande o chico, con una punta de nuis o una punta de menos. No se que saldra de este peremze desencuemro conmigo mismo.33 Termina escindido en Pedro Jose Exposito y Pedrito Cerame. Ante Ia incapacidad de Ia unidad fntima se va a Ia revoluci6n dominicana donde esta Ulises, con el unico que forma generacion.

Adalberto Linares Laguerre, en sus novelas de autentica raigambre nacional, acomoda un personaje que actua de conciencia ideologica. A su vez vienen a servir de maestro al protagonista: don Polo en La 1/amarada, don Lonso en Solar Montoya, don Cristo en La resaca ... Tal es Ia funci6n de Linares. Por ello mas que por Ia intensidad con que presenta Ia problematica social. El fuego y su aire se hermana al primer ciclo novelesco. La preocupacion de Linares no es el rechazo a Ia civilizaci6n, sino porque esta en Puerto Rico ha servido como antfdoto contra el espfritu nacional. La civilizacion de tipo norteamericano nos ha desviado el rumbo hist6rico y nos ha asimilado al espiritu n Ibid., p. 266.

Ibid., p. 92. Ibid., p. 90. 36 /bid., p. 133. J.&

35

anglosajon. Hoy el pueblo no sabe quien es, puesto que se ha alejado del manantial hispanico, nutridor del "fuego fntimo". Oigamos a Linares: -Bien. Pero Ia cosa no es tan simple. El proceso social y economico es Ia combustion que se Je provee a Puerto Rico, pero i.Y si falta el aire para que arda elfuego? Quiero decir, el fuego flllimo sin el cual no pueden sobrevivir los pueblos... Nose puede vivir en Ia sofocaci6n espiritual, no importa cuanto material combustible hay a. ;, no cree? 34 De ese modo el dilema colectivo de Puerto Rico y el conflicto sicologico de Exposito forman una misma problematica. A Ia postre Ia doble historia de Exposito y de Puerto Rico concluyen fundiendose en el mas punzante y desafiante pesimismo. El mismo Linares consolida el espfritu antillanista que impregna Ia novela. El proposito de Laguerre en esta ultima novela es consolidar el antillanismo que empezara en Ellaberinto y definir Ia vision hispanoamericana que trasunta en las cuatro novelas del presente ciclo. El antillanismo que propulsa Linares amplfa Ia orientacion de Exposito: -;,Que palabra rarafue Ia que dijo alii? -;,Indafrispano? -Eso. -Ah, sf. Yo creo en el indafrispanismo antiliano, como amfdoto que nos libre de los sentimientos de inferioridad. De Ia guerra del Paclfico salf dispuesto,freneticamente, a buscarme. 35 Y mas adelante ofrece Ia mision tnigica de los hispanoamericanos respecto al imperio: Santo Domingo, cada pafs de Ia America Latina, somos el andamio, que se construye temporalmente para poderlevantar monumento imperial. -A mf me gusta que 1/amen al pan, pan y al vino, vino. -Bien, Estados Unidos, imperio, solo tiene interes en su propio imperio, en Ia permanencia de su imperio. El andamio, nosotros, se construye temporalmente. Despues, se derriba en pedazos, para que se pudra. y los ingenuos solo elogian lo que ven: el monumento imperial. ;,Quit.?n se acuerda, entonces, del andamio? 36

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Los colonizados

Los personajes laguerrianos poseen las caracteristicas sustanciales de Ia psicologia del colonizado de acuerdo con Los condenados de Ia tierra, de Frantz Fanon, y el significative titulo Ren·ato del colonizado, de Albert Memmi: aceptacion de Ia colonizacion, "amnesia cultural", "amor por el colonizador", complejo de inferioridad, minimizaci6n de lo nacional, considerar chauvinistas a los concientizados, "bilingiiismo colonial" y "dislocacion interior"37• Esta ultima constituye Ia problematica interior de los protagonistas. Todos ellos son, en cierta medida rebeldes. Ante Ia imposibilidad de poder conjugar el ser con el actuar acaban rebehindose en desafio a las circunstancias y a Ia asimilaci6n. No significa que todos sean revolucionarios -solo Dolorita Montojo, el de La resaca, es un autentico revolucionario-, sino que son radicales y practican esa violencia sin violencia, valganos Ia paradoja, que le seiiala Aranguren al nuevo humanismo. El drama de estos, dijimos, se desata al encontrar el obstaculo de los que aun no se han conciencizado. Ello hace de Puerto Rico un pais en estado de guerra. Tal es Ia definicion dellibro Colindancias, de Manrique Cabrera: . .. Pero precisamente, infernos, agro boricua, las colindam:ias son esto muy concreto que especificamente hemos luchado, 1•ivido y ;,por que no? sufrido. De modo que nada de absrracciones en nuestro vocablo colindanc:ias38

Toda guerra es maniqueista, nos dice Sartre. Ello explica el maniqueismo laguerriano que sefiahiramos. Con el pone de relieve Ia problematica politico cultural de Puerto Rico cuya dimension ecumenica Ia atestiguan los soci61ogos de Ia colonizacion mencionados. En El fuego y su a ire se nos presenta Javier Aguirre, el vicegobemador y prominente figura de Ia Universidad, predicando el intemacionalismo:

37

Las que acomodamos entre comillas son fases lextuales de Albert Memmi, op. cit., pp. Ill, 126, 114, y 142, respectivwnenle. 38 Luis 0. Zayas Micheli, Francisco Manrique Cabrera y Ia generaci11n dellrcinta, op. cit. , p. 38. 39 Enrique A. Laguerre, £/fuego y su aire, op. cit., p . /09. .j(J Ibid. , p. 121.

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En recientes dias Javier Aguirre habia participado en un "simposio intemacional, en donde el ilustre jurista boricua (Ia informacion mezclaba Ia inclita palabra griega con el estropeado gentilicio regionalista) hizo atinadas proposiciones de convivencia intemacional", segun dijo uno de los peri6dicos.39 Precisamente, hacia 1953, a raiz del Estado Libre Asociado comienza el movimiento occidentalismo versus nacionalismo que empez6 eliminando el curso de litemtura puertorriquefia como requisito en Ia Universidad. De esta doctrina en el libro Puerto Rico y Occideme, de Ramon Mellado, Secretario de Instrucci6n en el actual gobierno asimilista de Ia isla. Este es el mensaje que trae Oscar Martin, para quien "patria y cultura son taparrabos" y conoce bien a Whitman mientras pide al puertorriquefio defensor de su cultura que se "eleve". .. .Decfa Martin ser portador de 1111 mensaje de Ia colonia puertorrique1ia de Nueva York para Ia colonia puertorrique1ia de Puerto Rico. Asi. sin mas. Quiza zm lapsus, que e/ periodico 110 se dig no corregir. Pedro Jose 110 podia e.\plicarse por que sent fa inevitable amipatfa por una persona a quie11 apenas conoc:io mientras 1•iajahan a bordo del Prometeo.~0 En Marfa Luisa Santamaria de Taveras, Ia burguesa colonizada que se hermana a Marina de Cauce sin rio y contmsta con Carmencho de Ia misma novel a y con dofia Ana de Solar Montoya, el novelista Ianza todo el fuego ironico embadurnado de un humor que une lo quevedesco con lo esperpentico: Frente a Aguirre y Oscar, Maria Luisa pareda un dfa de fiesta naciona/, las sonrisas, las monos, las miradas y las caderas colgdndole hacia afuera como vistosas banderas. Aparecfa tenerla edad emborel/ada, como los 1•iejos licores.. . En las circunstancias. sus palabras sonaron ridfculas. Sobre todo, a/ notar que medio se le cafa Ia bata a Ia mujer para descubrir sostenes de puntas agresivas, y carnes marchitas. Llevaba una masc:aril/a de cosmericos. Sin embargo, se notaban los residuos de su antigua belleza juvenil, bastante presemes para una mujer que habia cumplido los treima y nueve varias veces. ( P it!nsame-siempre-como-mesofiaste.) Terrible l'ergiienza le paralizaha


Ia \'aizmtad. iEra esta setiara, en realidad, Ia prapia madre de Lari? 41

Pluriperspectivismo Todas las novelas de Laguerre se componen de narraciones yuxtapuestas. Con El fuego y su a ire Ia yuxtaposicion adquiere Ia mas alta autonomfa al poseer cada una su tftulo y su protagonista. Ello hace que personajes secundarios a los efectos de Ia novel a completa en su particular narracion sean heroes. Algunos tftulos llevan ese sello particular que caracteriza a los tftulos Jaguerrianos: Velas sin pabi/o, cuyo protagonista lo es Ia psicologfa central de Ia novela; Un dfa para ver pasar los rfos, el personaje principal, Pedro Mejfas; Los perros de Acteon, el protagonista, Linares; La paloma mensajera, Ia protagonista, Lori Taveras, Traficames de parafsos artificiales, con Larry Taveras, hermano de Lori, como protagonista ... Ello no significa que no se enfoque a! protagonista central. Por el contrario, Ia serie de novelas explica Ia psicologfa central, en ocasiones directamente y otras veces a traves de las demas conciencias. La misma problematica puertorriquena, el protagonista colectivo, aparece refractada por los distintos personajes. Las visiones mas pesimistas brotan de un monologo interior de las tres conciencias a las que mas les duele Puerto Rico: Adalberto Linares se estremece ante su imagen de Ia nacionalidad en aras de extinguirse: Sus propias palabras lo hicieron estremecet: t:Esta Puerto Rico, en verdad, abocado a desaparecer? No se trata de catac/ismos geolOgicos, 110. Duele tada desaparici6n sin g/oria. 42 Exposito le aplica su condicion de ser fragmentado: ... Parece tambibz que hay muclw gellte sin terminar, como si los lmbiesen dejado a mitad 0 a lomas, en dos terceras partes.43 Y Lori Taveras se Jamenta de que Puerto Rico ha perdido Ia comunicacion y Ia convivencia: .. .Pero es que en Puerto Rico, todos -hombres de negocio, profesionales, politicos, todos~ se comen Ia paloma

~•

Ibid., pp. 163.253. p. 104. ~ 1 Ibid., p. 123. ~Ibid., p. 141. ~~Ibid.,

mensajera cuando les da Jzambre. Solo queremos satisfacer hombres jfsicas. iTiene Oscar que ser diferente ?44 La narracion de Ia novela discurre con Ia altemancia de Ia primera y tercera personas. A veces cambia el foco narrativo en oraciones ode parrafo en parrafo. En los saltos de perspectivas se aprecia Ia tendencia a dominar Ia tercera omnisciente. No pasemos por alto que de las ocho novelas precedentes, cinco-Solar Montoya, E/30 defebrero, La resaca, Los dedos de Ia mana y Ellaberinto~ se narran en tercera persona, con esporadicas altemancias a Ia primera, y tres -La /lamarada, La ceiba en e/ tiesto y Cauce sin rio- discurren en Ia primera persona. Con £/fuego y su aire se mezclan los dos focos narrativos preferidos por el autor. £/fuego y su aire absorbe, en Ia ficci6n yen Ia forma, las narraciones anteriores. Con Ia adhesion de nuevos materiales -como Ia guerra de Corea- y Ia culminacion de los precedentes se erige Ia nueva ficcion. Lo novedoso de Ia novela descansa en su caracter de asimilacion, 0 de "canibalizacion", para usar el termino, que porIa misma condicion le aplica Vargas Llosa a Cien atios de soledad. "£/fuego y su aire, s{lllesis del n01·elar de Enrique Laguerre", Atwles de Literatura Hispanoamericana, (Madrid: 1972) /, p. 252-280.

Luis Osvaldo Zayas Micheli Naci6 en Guayanilla, Puerto Rico el·16 de octubre de 1935. Se gradu6 de bachiller en Artes con concentraci6n en Espana) de Ia Pontificia Universidad Cat61ica de Ponce en 1960. Obtuvo su maestrfa en Artes con especialidad en Estudios Hisplhlicos en 1969 y obtiene un Doctorado de Ia Universidad Complutense de Madrid. Su tesis fue sabre los protagonistas en las novelas de Laguerre. Se le conoce como el Innovador dentro del amilisis puertorriqueiio de el metoda o mitocritica. Su ensayo de mayorrelevancia, segun algunos, El fuego y su aire; sfntesis del novelar de Enrique Laguerre. Muere en septiembre de 1994.

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ENRIQUE

A.

lAGUERRE, ,

,

MAXIMO NOVELISTA DE LA GENERACION

Josefina Rivera de Alvarez

E

n el cuadro de escritores puertorriquefios de Ia generaci6n del treinta, consagrados bajo el liderato intelectual y moral de Antonio S. Pereira al rescate de nuestra autentica personalidad de pueblo y a Ia reorientaci6n de Ia cultura insular por rumbos creadores que respondieran a Ia esencia y problematica colectivas del pals, correspondeni a Enrique A. Laguerre (n. l906) asumir Ia funci6n de sentar las bases de Ia modema novelistica isleiia, continuando, con mayor persistencia que ningun otro literato de nuestros tiempos, el cultivo de un genero que habia dado antes su obra mas nutrida y de mas alto valor en la serie de relatos que constituyen las Cr6nicas de un mundo enfermo, de Manuel Zeno Gandfa. Con Ia publicaci6n de La llamarada (1935) -que Pedreira proclamarfa como hermana puertorriqueiia de las tres grandes novelas americanas de Ia tierra: La voragine, Don Segundo Sombra y Dona Barbara-• dejara Ia novelfstica insular de ser mera proyecci6n de la europea tradicional para incorporarse en definitiva al relato de entronques teluricos que florece con vigor en Hispanoamerica durante el presente siglo. AI igual que lo hiciera antes Zeno Gandla, habra de enfocar Laguerre en Ia casi totalidad de las novelas que publica a partir de Ia que antes se cita, los problemas de nuestros campos, pueblos y ciudades y la historia

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de nuestra sociedad modema, pero ampliando su vision con un despliegue de mayor tecnica relatora. La llamarada (1935) y Solar Montoya ( 1941) ofrecen entre ambas el cuadro completo de las zonas agricolas del pals. En Ia primera se plantean los problemas econ6micos y sociales del caiiaveral, zona donde ejerce su dominio Ia central azucarera, cuales son: el latifundio, el absentismo, el monocultivo, Ia miseria del jfbaro cortador de cafia. Por su estructura Ia cataloga Concha Melendez como relato que "osci/a entre Ia nove/a de intriga densa,

siglo XIX, que aun tiene modernizados representantes como Dona Barbara, y Ia nove/a nueva desarrollada en cuadros con el acento sobre e/ ana/isis psico/Ogico de los personajes" .2 Solar Montoya presenta Ia vida en las decadentes haciendas de cafe del centro occidental de Ia Isla, con particular enfasis en Ia lucha del campesinado con los problemas del tiempo muerto, los huracanes que arrasan las plantaciones cafetaleras, los malos precios que alcanza el producto en los mercados y su consiguiente cadena de miserias.

Ver A.S. Pedreim La 1/amorada: gran nove/a puenorriqueiia-, Aclaraciones y crftica (Rfo Piedras, 1942), pp. 209-214. 2 Ver C. Melendez, Ell/amado de Ia montana. Apuntes sobn: Ia novela de Enrique A. Laguerre. Signos de lberoamerica, Mexico, D.F. 1936, pp. 119-124.

1


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En el trasfondo de los problemas humanos y economicos que trae ante e) lector, describe Laguerre ademas Ia biograffa del cafetal, situada sobre el paisaje islefio y el ambiente costumbrista que le son particulares. 3 E/30 de febrero ( 1943), tercera novela de este autor, es obra de dimension psicologica en Ia cual se estudia Ia vida de Wl hombre interino. Te6filo Sampedro, humilde y adolorido puertorriquefio que aspira a realizar caras ambiciones en lucha con Ia sombra de un grave sentir de inferioridad. Sirven de fondo a Ia novela los escenarios por donde pasa dicho personaje: los arrabales de San Juan, un asilo de huerfanos y las casas de hospedaje en Rio Piedras donde viven universitarios pobres.4 Con La resaca ( 1949) emprendeni Laguerre Ia publicacion de un ciclo de novelas que habrfa de proseguir luego con Ia salida de Los dedos de Ia mano ( 1951 ), La ceiba en e/ tiesto ( 1956), Cause sin rfo ( 1962), ÂŁ/fuego y el aire (1970), Los amos benevolos ( 1976), por cuyos escenarios palpitan las circunstancias del desenvolvimiento global de Ia sociedad puertorriquefia desde el ultimo tercio de Ia pasada centuria hasta los tiempos actuales. Presenta La resaca Ia atmosfera de vida islefia en sus diversas facetas de lo social, lo politico, lo costumbrista, etcetera, durante las tres ultimas decadas del XIX, captando dentro de un simbolismo de grandes aciertos Ia angustia criolla resultante de una opresi6n colonial determinada por el poder omnimodo de los capitanes generales espafioles y de los "excelentfsimos senores" que componfan el nucleo politico dominante del conservadorismo peninsular establecido en Ia Isla. El personaje de Dolorito Montojo, encarnaci6n de las rebeldfas insulares, perecera en el final de Ia novela a manos de uno de los soldados que vienen a representaren el pafs Ia nueva soberanfa politica que se impone tras Ia guerra hispano-americana de 1898. El novelista logra como nunca antes Ia cabal caracterizacion de sus entes de ficci6n, especial el

del antes citado protagonista Dolorita, y tambien el del maestro espafiol de ideas liberales llamado de ordinaria Don Cristo.5 En Los dedos de Ia mano, pese a Ia intencion del autor de situar el interes maximo en el estudio psicologico del personaje de Lucrecia Madrigal, habra de resaltar por encima de todo Ia recreacion del ambiente historico islefio que sirve de fondo a Ia accion, comprendido entre los afios de 1910 a 1935, epoca cuando tienen efecto en Puerto Rico las luchas de organizacion obrera dirigidas al proposito de garantizar en el conjunto social los derechos del brazo proletario.6 La siguiente obra de este escritor, La ceiba en el tiesto marcara junto a Ia La resaca un punta cimero en el arte del novelar de Laguerre, logrando este en am bas narraciones sus mayores aciertos como relator hasta entonces, asf desde el punta de vista de Ia ex presion lingtifstica -de lfneas sobrias y concisas encarnar simbolicamente a toda una promocion de "prohombres" burgueses en el desarrollo del Puerto Rico contemponineo. Atropellador de sus propios paisanos, sale en cambia perdedor en sus relaciones con los norteamericanos-llamados peyorativamente "guliveres" en Ia novela-, comenzando con su propia esposa de segundas nupcias, Cecily Knight, quien le roba en combinaci6n con su socio Mr. Junk, y aun lo pone en vergtienza en su honor de var6n. Enredado con su "am a de Haves", Maritofia, ingenua y sufrida mujer-cuyo unico vicio es Ia gula-, a quien explota y maltrata-acaso simb61ica de Puerto Rico y su gente-, acabara por matarla en las circunstancias mas absurdas. Morira el mismo luego a manos de su protegido Lenny Chang, hijo neorriquefio de Maritofia, quien asf vengara Ia muerte de su madre. A Ia misma estirpe espiritual del tfo abuelo Andres pertenece German, hijo de Valencia, hombre desprendido y generoso, Ia antftesis de su padre, y quien como medico que es labora entre los pobres

3 Ver C. Melendez, Prologo a Solar Montoya (San Juan) 1941. pp.5-8; J. Rodriguez L6pez, Sobre Solar Montoya. - EJ Mundo, San Juan, 15 de febrero de 1942, pp.2,10; L. Hernandez Aquino Literatura puertorriquena, Solar Montoya. Novela, Enrique A. Laguerre, Ponce, 1912 I, mim. 5 pp. 12-10. ~ Ver F. Manrique Cabrera, Notas sobre Ia nove/a puertorriquefia de los ultimos 25 anos-Asomante, San Juan, 1955, XI, mim. I, pp.26-27. ~ VerA. Morfi, Enrique A. Laguerre y su obra La resaca, cumbre en su arte de novelar; San Juan, 1964; L.O. Zayas Micheli, -La estructura mftica de La resaca, Horizontes, Ponce, 1976, XIX, mimero38, pp.27-44. 6 Ver J.L. Gonzalez-Los Iibras. Laguerre, Enrique A., Los dedos de Ia mano, Asomante, San Juan, 1952, VIII, num.3, pp.93-94.

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de los arrabales. Se le presenta en Ia novela como una especie de conciencia ideol6gica que viene a representar el punto de equilibria entre el materialismo sin lfmites de Miguel Valencia y el idealismo puro del tfo Andres Salaneva. Quete Banderas, compafiero de German desde los tiempos de Ia guerra de Vietnam, aparece como paladin libertario de Ia puertorriquefiidad frente a Ia especie criolla de los que como Valencia rinden culto de necia admiraci6n a los "guliveres ". Se empefia particularmente Banderas en encontrar una mftica caverna de los Spirodicks, "monstruos con cuerpo lwmano y cabeza de sapo, 1/amados apatridas", otro elemento de evidente simbolismo que introduce el novelista en esta obra.7 Fuera del marco usual de geograffa y paisaje puertorriquefio con que dota Laguerre sus novelas, queda Ia obra titulada El laberinto ( 1959), cuya acci6n transcurre en el ambiente hispano de Ia urbe neoyorquina y mas adelante en el eli rna caracteristico de un pafs hispanoamericano que vive sometido a un regimen polftico de dictadura. Alejado de los aspectos naturales y urbanos de su tierra natal, el novelista se concentra en esta realizaci6n narrativa, como deja observado Concha Melendez, en Ia urdimbre de Ia trama yen Ia caracterizaci6n de los personajes.8 El arte de relator novelesco de Enrique A. Laguerre, desplegado en el tiempo a lo largo de casi cinco decenios, evoluciona en sus orientaciones de fondo y forma, desde las normas iniciales que lo facturan en una primera epoca-que alcanzara hasta Los dedos de Ia mano ( 1951) de acuerdo con los postulados generacionales de los afios treinta, hacia una segunda etapa ... que parte de La ceiba en e/ tiesto ( 1956)-, en Ia cual, sin renunciar el escritor a los principios fundamentales que rigen el hacer literario de su propia generaci6n, asimilara nuevas tendencias tecnicas y estilfsticas, y asimismo nuevas preocupaciones tematicas -que representan un traslado de enfoques desde Ia problematica del mundo rural a Ia de Ia vida en la zona urbana-, unas propias de los marcos temporales respectivos correspondientes a las dos generaciones que siguen a Ia suya, la del cuarenta y cinco y Ia del sesenta. La prosa novelfstica de este autor se hace eco de un progresivo empefio de sencillez expresiva, en cuyos rasgos se combinan el cuidado atento de Ia forma, si bien divorciado de indebidos prejuicios de conservadorismo academicista, con el espontaneo y dimimico decir de voluntad recreadora del lenguaje literario. El juvenil rebuscamiento de palabras que

le criticara Concha Melendez en su juicio sobre La llamarada 9 iradesapareciendo gradualmente, a traves de Ia trayectoria nove ladora del escritor para dar paso a un manejo dellexico revestido de justeza, seguridad y gracia, realzado en el empleo figurado de Ia imagen por un fino sentimiento lfrico, apreciable sobre todo en las descripciones del paisaje patrio. Dicho uso imaginfstico se produce dentro de lfneas de artfstica mesura, y se realiza con frecuencia, segun Ia ensayista citada, con elementos de Ia naturaleza y del ambiente puertorriquefios. 10

7

Ver J. Martinez Capo, Libros de Pueno Rico. Enrique A. Laguerre, Los amos benil'olos ... El Mundo, San Juan, 13 de marzode 1977, p.7 B; M. Sola Marquez, Puerto Rico entre amos y guayaclla: nol'elas de Enrique Laguerre, Luis Rafael Sanche:, Sin Nombre, San Juan, 1979. V. mlm. 2, pp.84-97; L.O. Zayas Micheli, Laguerre: Los amos bemJvolos, El Mundo, San Juan, 11 de septiembre de 1977, p. 13-C: L.V. Romero Garcfa, Ana/isis

estmctllral de Ia obra los amos benil•olos de Enrique A. Laguerre, Re\•ista del lnstiruto de Culwra Puertorriquefia, San Juan, 177, XX, mlm. 74, pp. 3-8. 8 Ver D. Bruschi, Ellaberinto de Laguerre. Trasciende escenario puenorriqueiio, El Mundo, (Suplemento Sabatino), San Juan, 2 de enero de 1960, p.7; J. E. Gonzalez, "Los libros, Laguerre Enrique A. Ellaherinto ..." Asomante, San Juan, 1960, XVI num. 4, pp. 70-76; C. Melendez, La gcneracion del treinta: cuento y novela, pp. 371-376. 9 Ver supra, nola 133. 10 Ver tambien otros anfculos y libros sobre Ia obra novelesca de Laguerre, a saber: C. Rosa-Nieves, N01·elista puertorriquefio. Enrique A. Laguerre Vt!lez, El Mundo, San Juan, 28 de abril de 1956, p. 14; reproducido en Prensa, San Juan, 1959, mim. 5, p. 9; D. Cruz Lopez, La /engua del jfbaro en las no1·elas de Enrique A. Laguerre, Educacion, San Juan, 1965, XV, mim. 15, pp. 6489; I. Sanchez Vilar, Los tftulos en Ia noveUstica Laguerriana, Re\•ista dellnstitwo de Cultura Puertorriquefia, San Juan, 1967, X, mim. 37, pp. 8-10; 1. 0. Zayas Micheli, Lo unil'ersal en Enrique A. Laguerre; estudio de conjunto de su obra, Rfo Piedras, 1974; J. J. Besuchump,/magen del puertorriquefio en Ia nove/a

(En Alejandro Tapia y Ri,•era, Manuel Zeno Gandfa y Enrique A. Laguerre). Rio Piedras, 1976; I. Diaz Marquez, La novela de Enrique A. Laguerre y sus vfnculos generaciones, Hori::ontes, Ponce, 1976, XIX, mim. 38, pp. 5-26; G. Macias de Carlayu,

Valor Urico del paisaje puertorriquefio en/as nove/as de Enrique Laguerre, Hori:ontes, Ponce, 1976, XIX, num. 38, pp. 45-62; E. Irizarry, Enrique A. Laguerre, Boston, 1982.

Literatllra Puertorriquefia: Su proceso en el tiempo, (Madrid: Editorial Parten6n, 1983, Primera Edicion), pp. 44/-446.

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EL

HOMBRE

,

CAIDO Enrique Laguerre

A

su regreso del pueblo, aturdido aun por las conminaciones de su acreedor, Rosendo Soto se detuvo en Ia cumbre de Ia lorna aledaiia de su "terrenito". Sufria a plenitud Ia amargura de sus pavidas derrotas. Su cabeza era un remolino de inquietudes que levantaba a los aires Ia hojarasca de las renunciaciones. "No hal/aha tierra donde pararse", y se sentfa desventurado como un proscripto. jAsf le persegufa Ia desgracia, pisandole los talones! No quisiera el recordar el dia que tuvo que dirigirse al mercado a vender su caballito leal para satisfacer unas contribuciones atrasadas. jAquel caballito noble y bueno que se bebia las mananas en sus relinchos, que se dormia cuando elle acariciaba el hocico, que le llevaba el "cafefto" al pueblo ... ! Todavfa recordaba Rosendo cuando, al volver el Ia espalda, despues de dejar el caballito al otro hombre, el animal volvi6 Ia cabeza para mirarle con sus ojos cegajosos, como para hacerle un reproche, como para estallar en llanto ...

Luego Je lleg6 el turno a Marquesa, Ia vaca mansa que parecia tener un coraz6n grande y altruista. Aquella vaca buena como bueno era el caballito leal; Ia vaca de andar ceremonioso y de mugir sofioliento y prolongado. Tambien tuvo que venderla, no sin antes haber rogado-hUmedos los ojos-al comprador que no Ia vendiese nunca para el matadero. "Siva a venderla-habfa dicho-, venga donde mf, que ya Dios pondra en mis manos el medio de sa/varia del puiial del jifero". Y alia, en aquel mundo de s6rdido mercantilismo, se qued6 Marquesa, cegajosos tambien los ojos, mansamente rumiando su melancolia. Rosendo, que no concebfa "su mundo" sin el mugido de Marquesa y sin el relincho de su caballo, sinti6 un vacfo tragico. Pens6 que su vida estaba vend ida a Ia desventura y que sus dfas reptaban sobre todos los malos caminos. Sintiendose prisionero de Ia gran desdicha, anduvo en puntillas en su casa intima para no despertar el guardian de gesto hosco y de actitud hostil. Aprendi6 a andar pegado a las



paredes de su prisi6n y a conocer a Ia gente por sus pasos, temeroso a cada momento de "cualquiera otra notic ia". Iba a enloquecer de engurrio y desesperanza. Enmagreci6 desastrosamente, pronunciandosele mucho el perigallo y se le podfan "contar las costillas", como el mismo decfa. Aguard6 febrilmente, Ia ansiedad prendida en gestos y aptitudes, "Ia raz6n colgando de un pelo", en los lindes de Ia locura sombrfa. Todo porque de un momento a otro, le darfan "Ia noticia". Y "Ia noticia" lleg6. Ayer no mas habfa venido un hombre del pueblo a urgirle para presentarse en Ia Corte. Durante su existencia honrada y laboriosa, era Ia primera vez que tal cosa sucedfa. Sinti6 todas sus fuerzas vi tales descentradas , y hubiera querido tener el anillo de Giges para ocultarse a los ojos del mundo, para ocultarse a los ojos de todos los hombres. Y cuando emprendi6la marcha hacia Ia poblaci6n, talle parecfa que el mundo daba vueltas y vueltas como un tiovivo. En Ia Corte de nada le valieron sus protestas de hombre honrado, deseoso de cumplir compromisos. Su acreedor -un picapleitos misantropo, expoliador contumaz-se mantuvo inflexible, sin conceder oportunidad alguna a Rosendo. Saltaba a los ojos Ia injusticia que con el se cometfa. No se tuvo en cuenta Ia depresi6n existente, las cosechas precarias, los malos tiempos ni los efectos causados porIa toea y fonnidable galopada de los ciclones ... Se vio precisado a admitir Ia amarga realidad: Ia entrega del "terreno" era cuesti6n de dfas. Regres6 al solar, contrito. De pie sobre Ia lorna contemplaba melanc61icamente el "mundo" que iba a perder. Rebelose. -jDe ahf no me sac:a nadie!-rezongo sordamente. iNi los hombres ni Ia maquinaria cm¡rupta de su ley! La ley: pudridero de complacencias para unos y de persecuciones para otros. jDe su "parafso chiquito" no lo sacarfa nadie! jAunque tuviera que aceptar Ia alianza del diablo! AI llegar a su casa, amolarfa el machete y el pufial y cargarfa Ia escopeta. Y luego, ja resistir! Todos los instintos de hombre de cavema-que su buen coraz6n habfa hipnotizado con Ia magia de su bondad durante tantos aiios-le despertaron de subito, amotimindoseles en el espfritu. El grito de guerra le sacudi6 violentamente carne y alma, y dese6 morir en defensa del "terrenito". El, que fue manso y bueno, ahora sentfa las aguas del espfritu enturbiadas y violentas. El afan de lucha, con sus reluctantes Impetus, le galopaba freneticarnente sobre su vida. i lba a opugnar con bravura

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salvaje! Serfa una fiera en acecho. Ya se le contrafan los musculos, dispuestos a obedecer el grito. Pero se detuvo . Habfa ofdo cantar un ruisenor en las ramas de una palma pr6cer. El suave trinar del pajaro le sobrecogi6 de amor hacia todo lo creado. Una sutilfsima melancolfa descendi6 a su coraz6n que quiso volar en circulo como las golondrinas cuando presienten Ia lluvia. Poco a poco se le fue disipando el gesto duro de momentos atnis, y el rostro adquiri6 un gesto conmovedor. A los ojos del campesino asom6 una ansiedad sin nombre; su vida se redujo a una temura indecible. Todo el paisaje, femenino y Mmedo, con su verde, se le volc6 en el espfritu . Experiment6 ansias de paz infinita.


Sus rebeldias cayeron vencidas, y el hombre se enmilagro de comprension. Cuando el pajaro echO a volar, Rosendo espio sus rumbos. AI perderlo de vista, se puso a contemplar , conmovido, "su mundo" de diez cuerdas, su "paraiso chiquito". En todo encontro nuevas revelaciones de amor, llamamientos agoniosos, anunciaciones inefables. Erguianse las palmas, ahiladas y esbeltas, mostrando Ia cabellera de las ramas y los senos de sus racimos. Algunos arboles achaparrados se recogian en su silencio yen su verde oscuro, callados y penitentes como almas con Juto. En el mohedal cercano tlorecian los bejucos y los robles. Mas alia, Jevantabanse los cerros rozados, en espera de Ia buena simiente. Luego se abria una pequei'ia canada, en donde estaba situado su hogar, una casita humilde y oscura. Rosendo echo a andar por un caminito fragoso que se perdia entre los brei'iales del mohedal. Anduvo lentamente; y Ia humedad de Ia matas Je mojo Ia ropa. Ya en lo alto de otro cerro, tendio Ia vista sobre Ia finquita de cafe. Veianse las dos abras arropadas por altos arboles de capa, moca, guaraguao ... Y los bucares, que ya empezaban a mostrar su aborrachada tloracion. Por dondequiera se ofa el regocijo volador de los pajaros. Bajo el hombre el terreno clivoso y abrupto, y fue a detenerse a orillas de uno de los cafetales que lucia Ia blancura de Ia ultima tlorecida de primavera. Percibfase el delicado perfume de los limoneros. Aqui se ponia el "terrenito" su corona nupcial. Rosendo penso en su niiiez discurrida entre correrfas y juegos, en constante comunion con Ia Naturaleza. jBastantes horas felices paso en esta abra, aguaitando los vuelos de las reinitas, los carpinteros, los chamorros, las lloroncitas!... Aqui logr6 coger un dfa una paloma serrana a Ia que enseii6 a posarse en su hombro. Rosendo siguio su camino hasta Ia otra abra, un vallencito hondo y oscuro, situado a Ia vera de una hermosa tala de frutos menores. jAqui sf que paso buenos tiempos! Horas de soledad contempladora junto al cantizal donde se iniciaba Ia "Cueva de los Indios". Aqui jugo con sus hermanos y converso largamente con su esposa cuando ambos eran jovenes. Aquf hicieron eco las voces juveniles, proclamadoras de amor. Aun le parecfa ofr el eco evocador, y los recuerdos vagabundos se le entraron en el alma, en trope!, como una lluvia fria. Las aiioranzas Je llevaron a vi vir a una existencia perdida

y profunda, de interrogaciones a las piedras, a las matas, a los arboles, a los bejucos ... jOh, el cantizal de Ia "Cueva de los Indios"! A Rosendo se le humedecieron los ojos en una ofrenda sentimental a Ia Naturaleza, en sus frondas yen sus troncos. Un poco mas alia, at otro lado del cantizal, corria el arroyuelo con sus aguas claras y rumorosas. Rosendo se sen to junto a Ia corriente que se deslizaba entre pedriscales, y se puso a observar al albo burbujeo. Aqui, en Ia soledad de este rinconcito pagano, se bai'io el, entre bejucos floridos y piedras amigas. Aquf habfa venido muchas veces, con sus dos hijos y sus nietos. ;Era este mundo de paz y bienaventuranza lo que iba a perder! Todo esto, alabado sea el Senor, iba a caer en manos rapaces y desconsideradas. Y ya no pudo contener elllanto; y lloro como un chiquillo desvalido y triste-llanto discreto que arrastraba, en su correr, los despojos de un cariiio inmenso que se rompia. Alii estuvo largo rato en espera de algo que no sabia. Y cuando oyo el cantar ominoso del juf, anunciador de desgracias, salio apresuradamente hacia Ia ladera, donde volvio a detenerse, antes de aventurarse a penetrar en su hogar. Sus ojos buscaron promesas maravillosas en Ia tremula florecita rubia y en Ia amapola que sangraba su belleza en el herbazal. En el pasto donde durante muchas noches apacento Marquesa, su gran amor beso el blanco semillero de duendes y los amarillos glomerulos del bejuco silvestre. jTodo, todo lo iba a perder! jTener que renunciar a Ia gloria de su "parafso chiquito"! jVerse forzado a abandonar Ia existencia mansa y tranquila de "su mundo"! Alejarse, alejarse; jemprender Ia fuga de sf mismo, hacia Ia intranquilidad, hacia Ia mise ria total! i Verse obligado a dejar su terrenito! Le anonadaba su desventura. Porque su amor estaba proyectado en cada brizna, en cada hoja, en cada cascajo. Era un amor hondo y fuerte que le convertfa en un Dios de su "mundo". jUn Dios de su mundo! Pero el Dios habia caido. Ninguno de los terrenos finitimos como el suyo. Hasta Ia primavera parecia rendirle el homenaje de su admiracion. La floracion vernal era mas copiosa que en ningun otro sitio. Ya andaban las abejas zumbadoras a caza del nectar que, convertido en rubia miel, habria de llenar los alveolos de los panales. Ya pasaban las mariposas cargaditas de polen. Y tam bien pasaban las sombras de su melancolia. Rosendo tuvo siempre un espiritu hervoroso en Ia lucha, indomito y agreste. Espigo sueiios que

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le prometieron ricas granazones, y cada dfa era un brote de nuevas esperanzas. Sembro, jcon que devocion sembraba! Espiaba el abrotonamiento de las plantas con jubilo sin nombre. Vivfa completamente feliz cuando bajo sabre Ia tierra furia del huracan. No se desanimo y continuo Ia lucha. Pero vino el otro huracan. Y el otro. Todo eso le llevo a hundirle en el leganal de las hipotecas. El esfuerzo por salvar su "parafso chiquito" resulto inutil, y el hombre se vio anegado en Ia aguacha inmunda de Ia anulacion de sus ideales. Escucho, pavido, el ruido del no sordo de todas las miserias. Con su vida verberada de infortunios realmente "no hallaba tierra donde pararse". Ahora que se sentfa imbele, ahora que le mordfa Ia derrota, vfctima de Ia inicua extorsion y vfctima de las infandas contrariedades de Ia suerte, el hombre le pedfa consuelos a cada ser y a cada cosa de "su mundo". Era una exoraci6n devota, de hombre vencido que ansfa paz. Deseaba paz, despues que estuvo a punto de lanzar Ia flecha aguda, cuando ya estaba tenso el arco de Ia fuerte emocion. Se sintio cobarde para afrontar tanta desventura y Ia idea del suicidio paso, como un fusilazo, por su mente. Contemp16 los "bejucos prietos" que se alargaban a orillas del proximo breiial como ofreciendose a apretarle el vivir en Ia muerte. jMorir! Solo entonces vendrfa el descanso. jSi yale

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parecfa llevar encima el peso de los siete pies de tierra! De subito penso en sus nietos,los pobrecitos, bordeando todos las nebulosas fronteras de un porvenir incierto. El padre de los nii'ios habfa muerto un ai'io atnis y el, buen abuelo, se hizo cargo de los huerfanos y de Ia joven madre, su propia hija. Por ellos trabajo con mas afan en su "terrenito", para ahara venirse a perder Ia pequei'ia heredad. ~Que le quedarfa a los rapaces? ~Que serfa de sus viditas indefensas y oscuras? Temfa acercarse a elias, porque se figuraba que iban a adivinarle sus pensamientos sombrfos. Sentfase sin sombra de paz donde albergar a los nietos, quienes a veces-al notarle retrafdo y cazurro cuando antes era expansive y cordial- le miraban azoraditos e interrogantes. Temfa tropezar con Ia mirada agonisiosa de su hija, esta mujer silenciosa que parecfa temerle al ruido de las palabras. jNo hubiera querido encontrarse ni con Ia hija ni con los nietos! Pero cayeron unas lloviznas. Tuvo que seguir adelante, hacia Ia casita. AI llegar al batey, las gallinas, avidas del oro del mafz, salieron en trope! a recibirle. El perro, que dorrnfa sabre el polvo tibio debajo de Ia casa, vino tambien a su encuentro, ladrando alegremente, moviendo Ia cola. Rosendo se dejo tragar por Ia boca oscura de Ia casita para tenderse, desmarrido y sin voluntad,


en Ia hamaca. Se vio cercado por los nietos, que ahora volvfan a mirarle con sus ojitos azorados e interrogantes. Despues de acariciarles las cabecitas y de echarles Ia bendicion, Rosendo cerro los ojos para no verles las caritas; y se sintio invadido por una extraiia soiiolencia. iSi al menos fuese "el sueiio largo de Ia muerte"! Ya le parecfa al triste que bordeaba "las orillas de donde no se vuelve". Su cuerpo, Jacerado de amarguras, estaba pesado, como si el alma quisiera abandonarle, Y el hombre cafdo oyo Ia voz misteriosa y perversa que Je cantaba el responso ritual de Ia fuga de anhelos. A pesar del cansancio que Je penetraba, trascendiendo los lfmites de Jo ffsico, adentrnndose a todos los rinconcitos latebrosos del espfritu, el hombre, dominado por un impulso de "vivir en el dolor", quiso "ver" nuevamente. Era ya un deseo enfermizo de sufrir Ia irreparable perdida. Levantose lentamente, abrio Ia ventana que se asomaba abarcando todo el "terrenito", y mir6 perezosamente. Continuaba cayendo el lloviznero frfo y habfa una penetrante desolacion en todo, como si Ia muerte viniese echando el preg6n de sus h1gubres anunciaciones a todos los vientos. Los arboles goteaban por las heridas abiertas en Ia fronda. Las aves, humedas y amorriiiadas, venfan en busca de refugio. En aquel momento corrfan unos pollitos tras Ia gallina, procunindose abrigo, y el Jastimero piar fue como un mensaje desolado para su coraz6n aterido. iPena desgarradora esta pena errante que se proyectaba en todos los seres yen todas las cosas! El cielo, plumbeo y solemne, querfa caerse en rafagas de sombra sobre el mundo apretado de soledad. La cintita roja de Ia vereda proyectaba estrangular el verde mojado del herbazal y de los breiiales y de las matitas buenas. Ya se retorcfa como una serpiente maligna. Luego se enredarfa al alma del hombre, y le apretarfa, hasta romper, hasta triturar. Alta, junto a Ia casita de Ia maquina desbrozadora, el ojo turbio de un charco, hincado por los largos alfileres de las lloviznas, miraba hacia arriba con intencion aviesa y misantropa. Las ranas refan en coro mientras Ia noche se volcaba en los valles. El hombre sintio que las profecfas ominosas iban cumpliendose: "su mundo" se enlutaba. No pudo permanecer por mas tiempo en Ia ventana, Ia que se cerro bruscamente, para dejarse caer de nuevo en Ia hamaca. Torno cerrar los ojos. Dormir, j"si pudiera dar un salto hasta Ia otra orilla"! Llevado y trafdo por todas las olas, se quedo dormido. Los niiios se sentaron alrededor de el, en

el piso, quedandose silenciosos, sin deseos de jugar, esperando que el -el hombre cafdo- despertase. Y como pasasen las horas y el yaciente no despertase, Ia mujer, que ya habfa puesto las viandas sobre Ia mesa, acerc6se a llamarle. Pero el no respondio, sumido como estaba en su sueiio de existencias. Fue entonces que ella recordo que el Viejo padecfa de ataques cardfacos desde dos o tres aiios atras. AI comprender Ia naturaleza del sueiio, Ianzo un grito de desamparo. Los rapaces hicieron coro, y el valle se llen6 de alaridos. Mientras afuera se hacfa cad a vez mas profunda Ia noche, empezaron a llegar los vecinos. Ya estaba Rosendo tendido en su camastro, con un gesto de amarga desventura inmovilizado en el rostro ...

El hombre cafdo, Puerto Rico 1/ustrado, San Juan Puerto Rico, 30 de mar:o de 1929. XX , 995 , p. 67.

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, PRO LOGO

,

A LA SEGUNDA EDICION DE LA LLAMARADA

Antonio S. Pedreira

L

a Biblioteca de Autores Puertorriqueiios, que con tanto celo y desmedido esfuerzo dirige en San Juan el Lie. don Manuel Garcia Cabrera, ha logrado arrebatar a Chile los honores de una segunda edici6n de La

llamarada.

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Cuando en Ia primera semana del mes de agosto de 1935 empez6 a circular Ia primera edici6n de esta novela, escribi en El Mundo dominical dell I de agosto una de mis Aclaraciones y crfticas en Ia cual me adelantaba, con asombro de muchos, a seiialar sus meritos. Pocos dias despues, y por mucho tiempo, empezaron a publicarse apreciaciones diversas, muchas de elias como encubierta reacci6n a mi entusiasmo, mas que como juicio imparcial y desapasionado en que pudieran sefialarse los aciertos y demeritos del nuevo novelista. Por muchas semanas pense que, sin quererlo, habia ocasionado a Ia novela de Laguerre el mas naco de los servicios. Pero Ia edici6n se fue vendiendo nipidamente; en los cursos de estudios de las Escuelas Superiores se incluy6 La 1/amarada como obra de lectura, y el Institute de Literatura Puertorriqueiia le otorg6 un premio en junio de 1936. Agotada Ia primera edici6n desde el pasado afio, el publico sigue buscando por todas partes ejemplares de esta novela. Pocas obras puertorriqueiias han logrado en nuestra prensa una discusi6n mas amplia y espontanea. Afirmaciones y negaciones demuestran claramente que Ia novela de Laguerre consigui6 interesar a nuestros intelectuales tanto como a nuestro publico lector. lgnoro si estos rotundas triunfos, ni trabajados ni buscados, han convencido a los negadores de Ia obra que teniamos raz6n al proclamarla "gran novela puertorriqueiia". "El autor de La 1/amarada, Enrique A. Laguerre-decfamos entonces - es un muchacho humilde que se nos ha venido encima desde el fondo municipal de Aguadilla. Lo municipal, sin embargo, no aparece en su obra, que sin titubeo alguno podemos proclamar como hermana puertorriqueiia de La voragine, de Doi'ia Barbara, de Don Segundo Sombra. Nada de atenuantes y medias tintas con lo que es nuestro y buena: La 1/amarada no puede ocultar ese aire de gran familia que Ia une-con diferentes vinculaciones-a esas tres grandes novelas americanas que hoy circulan por todo el mundo. Ha de empujarse esta para que tambien nos represente. Porque La 1/amarada es Ia mejor novela puertorriquefia escrita por un joven escritor puertorriqueiio, en Ia epoca contemporanea. iY cuidado ... ! Yo he venido exaltando desde hace tiempo Ia necesidad de hacer una literatura, un arte genuinamente nuestro, enraizado en nuestra vida, en

nuestro espiritu territorial. Me han reprochado que ataque las decimas jibaras tan chabacanas y ramplonas y otros temas pueriles que aqui se cultivan "sin consecuencia para el que los penetra". No, no. Ese no es el camino. El camino es este que tan gallardamente recorre Laguerre cuando se intema isla adentro, en Ia zona caiiera, y pinta maravillosa y artisticamente, sin acrimonia ni propaganda, Ia vida rota y aplastada del pobre trabajador puertorriqueiio. Este sf es el camino, estetico , el camino seguro para el arte. Que Ia ciencia, Ia sociologfa, Ia economfa recorran el suyo; pero no hagamos dramas, poemas, nove las, ensayos como si fueramos escribientes. No, no; un escritor no es un oficinista; un escritor es un artista. Y Laguerre de un solo salta, en su obra primera, ha salvado ese abismo que media entre un escribiente y un artista. Ha nacido hecho sin esos inconvenientes de los primeros Iibras de aprendizaje. Hecho de estilo, hecho de observaci6n, hecho de aguda penetraci6n para ver Ia vida con esa serenidad amorosa, con esa hondura psico16gica con que solo pueden verla los hombres que han lefdo mucho, que han meditado mucho, que han vivido mucho. La llamarada es Ia novela de una de nuestras mas graves enfermedades: Ia diabetes colectiva. El protagonista es el ambiente, Ia naturaleza, el campo cafiero, el "cfrculo de fuego" en que inexorablemente vive -ÂŁ,muere? -el trabajador de Ia cafia. Pero ese problema agrio, tremendo, de nuestro pueblo, esta recogido con gran finura lirica, con emoci6n de hombre de tetras, sin propaganda ni actitud polemica, atendiendo unicamente a Ia voz interior de una conciencia que se sabe antes que nada. Es como si el escritor hubiera visto por dentro el doloroso espectaculo del hijo de Ia gleba y olvidando teorias y estadfsticas hubiera recogido dentro de un marco de ilusionismo el cuadro patetico de Ia realidad. La llamarada es como una vasta sinfonia con un lema central: el dolor de Ia cafia y otros temas secundarios: vida y psicologia del campo, tradiciones, reflexiones diversas, introspecci6n e incidencias del protagonista contadas todas con gusto, con belleza, con un visible imperio sobre Ia lengua. Y a Ia larga, en La /lamarada no pasa nada; precisarnente porque pasa todo. No tiene un argumento (came de pelfcula), ni episodio unico; es como Ia vida, como Ia novela de nuestra epoca tejida finamente con los hilos cotidianos, vulgares, de nuestro vivir, en cuadros vigorosos del ambiente puertorriqueiio, a los cuales ha sabido dar valor de eternidad Ia joven rnaestrfa de Enrique Laguerre.

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Viven en este nuevo mundo puertorriqueiio seiialada entre La 1/amarada y las tres grandes una serie de hombres tan distintos, tan dispares, tan novelas hispanoamericanas, ya mencionadas. perfectamente recogidos de nuestro media, que este Dolidos de esa relacion, no solo negaron el "aire de seria el mayor merito de Ia obra si no tuviera otros, gran familia" que las une, sino que algun que otro imposibles de poner en segundo termino. Don Flor, cegato fue mas lejos para disputarle su indiscutible Balbina, Ventura Rondon, Chelores, Delmira, Pepiiia, sentido de novela puertorriqueiia. No vale Ia pena Jesus Cordero, don Oscar Mendoza llegan en buena refutar este ultimo absurdo. hora a au mentar nuestro censo poetico. A Ia inversa Una mujer de letras, Concha Melendez, de nuestro problema de poblacion-485 personas por escritora talentosa que es nuestra unica autoridad en milia cuadrada- se expresa el problema de nuestra literatura hispanoamericana, al ocuparse dellibro de poblacion artfstica-485 millas de paginas por Laguerre confirmo nuestro juicio: La estructura de personaje cuadrado-. Frente a nuestra super- La 1/amarada asci/a entre Ia nove/a de imringa poblacion real tenemos, pues , una pavorosa densa, siglo XIX. que azln tiene modernizados despoblacion literaria. Laguerre ha sabido insuflar represemames, como Dona Barbara, y Ia nove/a vida a sus recreaciones nueva, desarrollada en cuadros humanas. Tipos como don con el acento sabre el ana/isis LA LLAMARADA Flor son muy comunes en psico/Ogico de los personajes. 3la HdldcSn nuestro ambiente, y solo La 1/amarada tiende mas a Ia hacfa falta Ia mano de un segundo manera, aunque conartista para inmortalizarlo servo todavia 1111 lastre en las paginas de un libra. sentimental que Ia a/eja del Tenga en cuenta, efecto escu/torico -desmeamigo Laguerre, que Ia vida nuzamiento de zm paisaje en relieves que es Don Segundo del arte literario es una superacion constante, y un Sombra-. Yo no quiero /weer perfeccionamiento comparaciones imltiles. En inacabable. No perm ita que elias hay siempre una tacita el reconocimiento y el injusticia para las obras o los aplauso le interrumpan el individuos comparados. Aparte las sugestiones que se /ween proceso afanoso de llegar mas lejos. El camino que evidentes en e/ subrayado de un usted ha escogido no tiene contraste, Ia comparacion en/a crftica es origen de torpezas fin. Camfnelo despierto, con discreta indiferencia interpretativas. Laguerre para el elogio y con amable compasion para el asimi/6 algunos resortes tecnicos de las grandes ambiente en que vivimos. La mana que con tanta nove/as que acabo de mencionar. Pero los maneja destreza y sensibilidad nos ha dado nuestra novela con auronomia firme, ajusrando/os a Ia materia de Ia caiia puede darnos tam bien Ia no vela del cafetal. primera de donde saca sus motivos novelescos. Es Esperamos esperanzados. asf, con sefiorio muy personal, como La 1/amarada No se si luego tenga tiempo para insistir se incorpora a Ia corriellle novelfstica sobre el valor de La 1/amarada. Por si no se cumplen lzispanoamericana que se afirma en el ruralismo, en mis deseos de sacar a luz muchas cosas que se me e/ paisaje. Todos veran en ella ese a ire de familia. quedan por dentro, sirvan estas pequeiias lfneas para El paremesco es mas cercano COil La voragine. de presentar a nuestro publico lector un novelista Jose Eustasio Rivera, en Ia tecnica y en algunos complete: Enrique A. Laguerre, y una gran novela momentas dramaticos fad/mente discemibles. Tanto estas palabras como las nuestras van puertorriqueiia: La 1/amarada. Esto dijimos entonces y Ia peticion con que encaminadas a fijar una filiacion mas que establecer nos honra su autor para escribir estas lfneas nos una comparacion. No nos ocupamos de semejanzas depara Ia preciosa oportunidad de ratificar nuestro exteriores ni de establecer rangos; lo que nos interesa juicio. Lo que mas molesto a muchos de los que se seiialar es que La /lamarada nos vincula al nuevo ocuparon de Ia obra fue Ia hermandad por nosotros arte de hacer novel a hispanoamericana, y por lo tanto

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se hennana a las mas destacadas producciones de padre no tienen que parecerse para ser hermanos: les basta Ia identidad de su principio. esa corriente literaria. La arc ilia puertorriquefia-masa de los temas, Lejos de las ciudades los cuatro autores de su espfritu y sus modos-, es muy diferente a Ia de fecundaron matrices con plurales analogias dentro Venezuela, a Ia de Colombia, a Ia de Argentina. No de sus profundas divergencias. Con parecidos poseemos llanos anchurosos con inmensos potreros, instrumentos fueron a buscar en las canteras de sus ni selvas impenetrables con grandes fundos de tierras calientes Ia arcilla nacional de sus novelas. caucho, ni pampas dilatadas con vigorosos relieves Los preciosos contrastes que inmediatamente saltan de reses y domadores. Lo que en nuestra limitada a Ia vista no pueden ser un obstaculo para Ia filiaci6n geograffa insular corresponde a esos tres imperios familiar, pues hay un hilo invisible que las une, como naturales de Ia geografia continental es nuestra el que une dentro de una misma raza a un argentino industria cai'iera; pues si comparada con aquellas y a un colombiano; a un venezolano y a un extensiones bravfas, Ia nuestra resulta una escasa puertorriquefio, a pesar de sus irrebatibles diferencias parcel a domesticada, para nosotros, sin embargo, por nacionales. su proporci6n, por sus problemas y por su angustia El realismo de La 1/amarada no puede tiene una justa equivalencia y constituye lo mas desarrollarse a base de empresas ilimitadas sobre un cercano y correspondiente a aquellas. Regiones tan fondo primitive y salvaje, ajeno a nuestro ambiente. distantes y distintas , a La psicologia de los primera vista tienen que dar protagonistas se da en las cuatro novelas en cona los autores masas de pueEl realismo de La /lamarada no blo y de paisaje tambien sonancia con el medio que puede desarrollarse a base de distintos y distantes, aunlos engendra. Cada uno empresas ilimitadas sobre un que unos y otros perterespira su propia atnezcan a Ia misma zona m6sfera y se mueve en fondo primitivo y salvaje, ajeno a poetic a. una red de circunstancias nuestro ambiente. La psicologfa Como Ia explointransferibles. La pasi6n de los protagonistas se da en las taci6n del caucho en La andariega de don Secuatro novelas en consonancia voragine, nuestras plangundo, Ia voluntad de taciones de cafia envuelven afinnarse solo, lejos de con el medio que los engendra. una aguda preocupaci6n toda traba, de Santos econ6mica, mucho mayor y Luzardo, y Ia fiebre exasperante que Ia de Ia aventurera de Arturo vida agro-pecuaria descrita en Dmia Barbara y en Cova, tienen a favor las distancias de esas tierras Don Segundo Sombra. Lo que alia es una pujante inc6gnitas. En cambio, el caracter de Juan Antonio actividad industrial con todas las fluctuaciones a que Borras esta condenado a las limitaciones que imponen siempre obligan los negocios en grande escala, aca. a todo puertorriquefio el estrecho medio social, Ia es un angustioso problema de vida o muerte para reducida geografia, las apretadas condiciones nuestro pueblo. En estos escenarios el hombre tiene econ6micas y Ia influyente dependencia politica en que moverse con distinta estrategia, con variado que nos debatimos. Por donde quiera que se intente destino y diferente energfa. Es i16gico pretender que Ia fuga nos corta el paso a una subordinaci6n. Borras La 1/amarada nos presente Ia majestuosidad de es un caracter pendulario entre lo que el quisiera ser aquellas Jejanias ni el espiritu selvatico de sus y Jo que el medio le obliga a ser. De ahf sus titubeos, paisanajes. P6ngase a actuar a dona Barbara, a don sus flaquezas, sus contradicciones, que representan Segundo Sombra o a Arturo Cova en el agro un jir6n de nuestra conciencia colectiva. puertorriquefio y los vereis empequefiecerse. Por un desfiladero formado por decepciones P6ngase a Juan Antonio Borras en los llanos de y a/bricias-he dic/w /wee ya tiempo en mi libro Venezuela, en las selvas de Colombia o en las pampas lnsularismo- ha caminado hasta /afecha /ajuventud argentinas y lo vereis perderse. El hombre y el medio de nuestro tiempo. De un modo,/a cultura espaiiola tienen en cada obra Ia misma adecuaci6n que los hablando a/ sentimiento, y de otro, Ia norestilos: en esto radica el punto de partida para Ia teamericana, dirigiendose a/ pensamiento, nos clasificaci6n de estas novelas. Los hijos de un mismo obligan a volver Ia cabeza de wz /ado para otro y a

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rehabilitaci6n agricola. No se muestra optimista Laguerre ante Ia obra oficial de rehabilitacion sin el comun esfuerzo de los propios terratenientes. Sus conclusiones, expresadas en estilo de manifiesto por Gonzalo Mora proponen, "mover/a voluntad de los

otros; interesar a los dirigentes ejecutivos de Ia isla; impedir Ia compra,por terceros, defincas de cafe a ejecutarse; emprender Ia reforesracion, iniciar nuevas siembras e industrias, reconquistar /o perdido, rcsisrir, resistir, resistir". Mas no todo es conflicto social y amilisis psicologico en esta novela. Solar Montoya posee valores artisticos que Ia salvan de lo contingente, asegunindole, junto a La 1/amarada, persistencia segura. Si La 1/amarada conmueve por su dramatismo, Solar Montoya avanza con extrema lentitud. Defecto que se atenua si consideramos que Iento es el ritmo de los sucesos y del trabajo serranos. La naturaleza es aquf mas que antes, materia de primer termino; los hombres aparecen emanantes de Ia tierra, sembrados en ella como arboles. S61o Sergio Plata, el bandido romantico, suficiente el solo para llenar una novela, se mueve sin descanso obligado por Ia persecuci6n. Gonzalo Mora se desarraiga temporalmente, para afincarse por ultimo con razonado determinismo. Pajaros, insectos y plantas puertorriquenas, aparecen enlazados al folklore y a Ia superstici6n. El sol sale bailando todas las mananas; el mucaro "espepita cafe" y Guamanacon, el Senor de Ia Tierra, preside el nacimiento de los hombres desde Ia Silla de Guilarte. La biograffa del cafetal es el fondo donde se pintan paisajes y costumbres. El cultivo del cafe, Ia florecida de azahares, Ia recolecci6n, el"acabe" que cierra las cosechas, se acompanan con los cuentos del jinete de silueta desmesurada, del muchacho enredador convertido en perro, del otro jinete transformado en piedra. El fulgor ancestral de las candelarias, alumbra un instante el relata. Un criollismo mas intenso que en La 1/amarada, manejado por Laguerre con soltura, es valor tambien considerable. Criollismo en Ia fidelidad con que se transcribe el habla del jibaro, transida de malicia y sabidurfa rusticas, yen Ia lengua literaria del autor, quien to aprisiona en el simil frecuente: "Me lo decfa con aquella voz dura como nudo de juan caliente"; "Don Jacobo rio con risa

blanda, insfpidamente dulce como mota de guamci"; "El cie/o parecfa un guayo tapando fa luz del viento:

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los ag11jeritos temblaban". La superioridad esencial de esta novela sobre

La 1/amarada, es el estilo, que empieza a lograr Ia sencillez, se depura de rebuscamientos, guiado por las exigencias del buen gusto. Tiene ademas canicter sintetico abarcador de toda nuestra historia: lo indio, to espanol; Ia agitada epoca de las partidas sediciosas de comevacas y tiznados; Ia llegada de los americanos. El procedimiento esencial: Ia identificaci6n amorosa de don Alonso Montoya con Ia tierra, hasta dar Ia impresi6n, por momentos, de ser arbol o cascada; Ia fidelidad de ese hombre a m6dulos de vida pr6ximos a desaparecer, son resortes usados por Ricardo GUiraldes de manera que nadie ha de sobrepasar. Don Alonso es el alma de nuestras serranias y el simbolo de Ia tradici6n etica espanola. Su mujer, dona Ana, es resumen tambien de las virtudes femeninas espaiiolas ponderadas por Fray Luis en La pe1fecta casada. Se trabajaron estos dos personajes como vertientes de una misma aspiraci6n: caridad cristiana, dignidad y asimiento at pasado, a lo que en este pasado es substancial y puro. Laguerre sale con decoro del trance peligroso que Ia sugesti6n de GUiraldes le presenta. Quisieramos verle, no obstante, en sus obras futuras, libre de influencias desviadoras de las posibilidades de creaci6n original. Talento, juventud, firme vocaci6n, aseguran en el novelista esta victoria dificil.

'"Pr6logo a Solar Montoya" . Isla de Puerto Rico, 194/, p. 5-8. Alma Latina,/2 defebrero de 1944, XIV. 424-pp. 14; 34-3.

Concha Melendez Naci6 en Caguas, Puerto Rico en 1895 y falleci6 en San Juan en 1983. Recibi6 un doctorndo en 1932 de Ia Universidad Aut6noma de Mexico con la tesis La Nove/a lndianista en Hispanoamerica, Ia cual fue publicada en 1932. Fue una distinguida educadora y ensayista. A Jo largo de su cnrrera recibi6 numerosos premios y reconocimientos tales como: varios premios del Instituto de Literatura Puertorriquei\a, recibi6 Ia orden Andres BeUo, otorgada por el gobiemo venezolano y la Medalla Eugenio Marfa de Hostos. Recibi6 numerosos homenajes del Ateneo Puertorriquei'io; Academia Mexicana de la Lengua, de Ia Universidad de Puerto Rico y la Fundaci6n Puertorriquei\a de las Humanidades. Fue miembro de Ia Academia Puertorriquei'ia de Ia Lengua Espanola y de Ia Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico.


LA REsAcA Concha Melendez

ace catorce afios escribi un estudio de La 1/amarada, Ia primera novela de Laguerre. En ella sefiale realizaciones y presagios. Los presagios de ayer son los mismos de hoy: aun esperamos Ia novela en que Laguerre nos dara el fruto maduro de su arte, con Ia mano habil del conocedor de sus recursos. Mas ahora nos atenemos a su creacion La resaca. El asunto de esta novela es Puerto Rico en los afios que precedieron al cambio de soberanfa hasta los estragos del ciclon de San Ciriaco. El tema, Ia derrota de las ansias revolucionarias de los patriotas puertorriquefios en las "aguas muertas" de Ia indiferencia, el egoismo y Ia abulia. Asunto y tema llevaron a Laguerre al metodo panoramico con un centro de narracion bien definido; el personaje Jose Dolores Solares, simbolo de un alma puertorriquefia que entonces se rebela, vacila, pasa de conspirador a bandido bueno, asaltante de los ricos incondicionales para dar a los "descalzos". Fugitivo de Ia ley que deja libres a los malos y destruye a los buenos hundiendolos en el pozo de Ia carcel, Jose Dolores es "el hombre de Ia tierra" que no tiene tierra donde pararse. El titulo La resaca, es una definicion simbolica del tema: en Ia novela, el retroceso de Ia idea revolucionaria, Ia persecucion y captura de los rebeldes y Ia muerte del protagonista en el rfo subtemineo del neblinoso Yuquiyu, son Ia resaca desoladora que apenas atenua las profeticas palabras del autor al final de Ia novel a: "La fa/sa divinidad hade perecer, cuando as{ Jo queramos, en Ia corriente de nuestra vida." El narrador en Ia novela es el autor: su pun to de vista abarca Ia anchura del escenario que es toda Ia isla de Puerto Rico desatando sus distancias desde

H

el monte Yuquiyu de Ia leyenda india. En ese monte esta sembrada el alma de Jose Dolores Solares, indecisa, sin saber a veces lo que quiere, llena de neblinas como el monte simbolico. El metodo de autor omnisciente nos hace oir su voz desde afuera, explicando, condenando o justificando. Solo unas pocas escenas "se cuentan elias mismas" y el autor logra dramatizar Ia mente de algun personaje -Jose Dolores casi siempre- dejando sus impulsos y sentimientos convertirse en actores de Ia escena. Con mas frecuencia de lo que es prudente, el autor mismo nos informa. Asf de Dolorito sabemos desde el primer parrafo que "crece pendularmente entre dos pasiones contradictorias": elllamado de Ia tierra y el ansia de aventuras. Y desde los primeros capitulos se nos dice que Dolorito esta condenado "a pervivir fuera de Ia ley". La rivalidad entre las haciendas Monte Grande y La Mina ocupa demasiado espacio hasta formar una especie de novela dentro de Ia novela, como ocurre en casos analogos de elementos opuestos en Romulo Gallegos. En el tono y desarrollo de este subtema hay reminiscencias del novelista venezolano. Las hay tambien en Ia creacion de Juan Velao, especie de Cantaclaro puertorriqueno. La originalidad de Laguerre esta en llevarnos sobre el rastro del cantor sin que nunca nos encontremos con su persona, como no se encuentra nunca con el su amigo de Ia infancia, Jose Dolores. En relaci6n con el tema los personajes podrian agruparse en tres areas: a un lado los jibaros, los peones de las haciendas y los esclavos negros, explotados y miserables; en el medio, los conspiradores, el pequeiio grupo encabezado por don Pedro Quiroga; al otro extremo los incondicionales, los opresores, los espafioles crueles y cinicos como Nicolas Velazco, el guardia civil Gil Borges, y el advenedizo y perverso Balbino Pasamonte. En el centro, estableciendo el foco de narraci6n, Jose Dolores Solares. Solo una voz de espafiol se levanta para evangelizar: Ia de don Cristobal Amoros, el maestro de escuela, encarnacion de un sistema educativo raquftico. Pero don Cristo se malogra en caricatura: se le caracteriza con ingenuas repeticiones como Ia palabra osamenta y con abundantes citas biblicas que parecen recitarse como lecci6n aprendida de memoria. Y ni aun afiadiendo los sueiios de Ia republica de almas puras de Yuquiyu se consigue

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darnos tenninado el personaje que el au tor intent6 crear: Ia imagen critica severa y noble que indudablemente concibi6 el autor. Sandalio Cortijo y Lazaro Cuevas, creados a Ia manera de Ia picaresca espanola, destruyen Ia nota de ritual ex6tico del baquine con sus picardfas innecesarias. Aunque Ia novela abarca Ia vida de Jose Dolores desde los once aiios hasta su muerte, Ia sensacion del inevitable pasar del tiempo nos Ia dice el autor con las palabras repetidas: "Y dfas, meses y aiios". Y el rebuscamiento de palabras raras, interpretado en Ia primera novela como juvenil alarde, reaparece, aunque no tan insistentemente en La resaca. En Ia cuarta linea de Ia novela encontramos "yerbas rorantes" y a traves de ella un hombre son/lora, Lina exor6, los vendabales con eforos yen un viaje hay revezo de caballos. Felizmente son pocas estas palabras y es el autor, no sus personajes, quien las dice. La resaca tiene valores perdurables. Unos cuantos sfmbolos bien situados, contribuyen con las metaforas a crear una atmosfera adecuada a los tiempos y las almas que Laguerre presenta y el tono del autor cuando se refiere a Ia expresion natural de Ia tierra, no ha perdido el poetico acento -aunque atenuado aharaque en La 1/amarada es valor de primer tennino. El sfmbolo del pozo se inicia con una de las mejores escenas de Ia novela, escena del tipo que Lubbock llama pict6ricas, en que el autor nos hace ver con los ojos de Dolorita y sentir con su corazon. El nino, al colocar en el nido un pajaro cafdo en el borde de un pozo, resbala en Ia humedad y queda colgando de una mata: Es una agonfa. El ojo ciego del agua gime con los cascajos que le hieren el crista/ empanado. En los labios del rapaz brota el nombre de su madre: iLina! El eco sigue resonando en el interior del pozo. Los ojos suplicantes del muchacho se e/evan al cielo luminoso de Ia tarde. Le due/en los dedos, se aupa yes entonces que el asidero falla. Cuerpo y grito caen en las aguas muertas. Bracea en el agua hedionda a lwja podrida. Consigue apoyarse en una piedra y mira hacia arriba, hacia el cielo. Vttelve el nombre aflor de labios: iLina! Ante Ia conciencia de un cielo lejano y un lwyo estrecho que le cercaba apretandole las venas, ec/u)se a gritar. Sobre una piedra sobresaliente observo que a/go se movfa: era una culebra, una arrastra. Volvio a gritar confuerza. El ojo del cielo le infundio animos. Penso en las veces que Lina hab/0 con Ia Virgen; ahora el quer(a hablarle tambien. De Sltbito, sobre su cabeza, Ia voz de Carlos. iDolorito! Vio Ia cara de su hermano en el cfrculo azul.

He cortado Ia escena conservando su esencial sentido. Ami ver pudo abreviarse y hubiera ganado en intensidad. Es don Cristo, despues, quien explica el sfmbolo: "Hay vidas que pasan todo el tiempo dentro del pozo, ahogandose en las aguas muertas". El sfmbolo continua: En el Yuquiyu no hay aguas muertas. El pozo es Ia injusticia, el cerco cada vez mas estrecho que acosa Ia vida de Jose Dolores. El Yuquiyu es tambien un bello sfmbolo: sede de los dioses indios, testigo inalterable de nuestra historia. Un periodista dice en Ia novela: "Para mf, el Yuquiyzl es sfmbolo del espiritu nacional. El Yuquiyzl es el coraz6n pa/pitante de Ia Isla." La leyenda de Uroyoan, ahogando a Salcedo en el rio Guaorabo para descubrir si los espaiioles eran dioses, se vuelve simbolica en el pensar y en el acto de Jose Dolores al ahogar a Pasamonte sumergiendole Ia cabeza en el rio del Abra del Algarrobo. Las metaforas e imagenes aclaran el tema y definen los personajes. No podemos estudiarlas todas aquf; veamos solamente las que sugieren el destino del protagonista. Son estas casi todas metaforas de restricci6n de Ia libertad, de obstaculos y presion. AI vera su tfo Jose muerto "Ia vida se lefigura estrecha y pavorosa como vista desde lo hondo de un caiio". AI mirar alejarse a los que Bevan a enterrar a Lina "queda en e/ balc6n amarrado a/ cariiio de su madre". Dolorita se siente "como bestia amarrada" yen

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una excursi6n al Yuquiyu se detiene a mirar "un corpulento tronco estrangulado por las lianas". Le parece que e) arbol se asfixia, "que quiere gritar y no puede". A los dieciocho afios "el porvenir /e cerraba las puertas". Aspiraba a librarse de "una red invisible", sentfase "amarrado a los anos de Ia ninez". Cuando cree el terreno "limpio de redes" cae en un tremendal. La celda de Ia prisi6n es "un nuevo pozo", Ia existencia "se le pegaba a las paredes". Hubiera querido soltar "su enorme contrabando de corazon". Su vida se hunde en una

En suma, La resaca con su metoda panonimico y sus escenas pict6ricas o drarnaticas entre estas ultirnas es notable Ia defensa que hace Dolorita nino de Ia esclava negra arnenazada por el castigo del caporal- alcanza a crear una atmosfera y dar significado al asunto aclarando el tema con Ia ayuda de rnetaforas e imagenes expresivas. Esto deterrnina su valor como novela de interes para el crftico y para el lector desinteresado que Ia lea buscando Ia interpretacion de un momenta decisivo de nuestra historia.

cavema, en el cauce de un rio subtemineo del monte amado, el Yuquiyu de nieblas. Brumas, nieblas, cielos plomizos, cerraz6n, llovizneros, se acumulan en el paisaje con frecuencia, acentuando el indeciso vi vir de las almas; el presagio de desdichas llena el anochecer.

"La resaca de Enrique Laguerre, Figuracion en Puerto Rico y otros estudios", Asomante, San Juan, Puerto Rico, abril-junio 1950, VI, 2, p. 84-86.

LA RESENTIDA

--

.Jo..,l:fin:t R i\'L~ra dl: Ah¡arl:/

a unica obra de teatro que ha producido Enrique A. Laguerre (n. 1906), el drama en tres aetas La resentida, que sube a escena en 1944, tiene por marco de su acci6n el momento hist6rico que sigui6 en Puerto Rico al cambio de soberanfa en 1898, cuando las temibles partidas sediciosas, llamadas de los "tiznaos" y los "comevacas", sembraban el terror por los campos del pais, buscando tamar venganza, en los hacendados espaiioles y sus farnilias, de los acontecirnientos igualmente brutales que habfa desencadenado por "el afio terrible del 87" Ia persecuci6n del gobiemo del general Palacio contra los puertorriquefios de ideas polfticas autonomistas. El resentimiento que aquellos sucesos habfan dejado en el espfritu criollo hara eco en Ia obra de Laguerre en el personaje de Marta, de caracterizaci6n vigorosa, eje en tomo al cual se hace girar Ia urdimbre del argumento, quizas tocado de melodramatismo, pero

L

desenvuelto con mano habil, dentro de Ia mejor t6nica del teatro espaiiol convencional. El dialogo, de expresi6n suelta en Ia cual se reflejan con autenticidad rasgos del habla campesina de Ia Isla, y Ia ambientaci6n espacial, en Ia zona rnontafiosa del interior occidental donde se cultiva el cafe, contribuyen a perfilar el drama como factura literaTi a de tendencia criollista afin al espfritu de los afios treinta. Literatura Puertorriquefia: Su proceso en el tiempo, Primera Edicion, (Madrid: Editorial Partenon) pp. 467-468.

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ENRIQUE

A.

lAGUERRE LOS DEDOS DE LA MANO BIBLIOTECA DE AUTORES PUERTORRIQUENOS, MExiCO,

D . F.

1951

Jose Luis Gonz;'tlcz

F

ue en Nueva York, hace casi tres anos, donde Enrique A. Laguerre me hablo de lo que entonces era su mas reciente proyecto de novela: Los dedos de Ia mano. Novela "psicol6gica" me adelanto; y yo senti un ratoncito frio descenderme a lo largo de Ia espina dorsal. Siempre, cada vez que un escritor puertorriquefio me habla de "psicologia", se me pone Ia came de gallina. Imposible evitarlo, porque en este pals lo de "psicologia" en literatura se ha venido a hacer c6modo recurso para dar Ia espalda, guardando las formas, a Ia conflagraci6n que es nuestra vida colectiva. Los ejemplos abundan; Los dedos de Ia mano es solo el mas reciente. He ahi, por ejemplo, Caso del muerto en vida, Ia pieza de teatro de Francisco Arrivf, en Ia que uno de nuestros mas graves problemas sociales -el prejuicio racial- sirve solo de pretexto para presentar el caso, bien improbable por cierto, de un pobre diablo a quien se le quedan grandes los problemas de una vida bastante comun entre Ia pequefia burguesia puertorriquefia. En Los dedos de Ia mano, el trasfondopretexto- de Ia historia "psicologica" es nada menos que el nacimiento de Ia conciencia de clase del proletariado puertorriquefio y el surgimiento, auge y decadencia del Partido Socialista. A tal punto, que Ia abrumadora mayorfa de los lectores de Ia novela con quienes yo he podido conversar, inevitablemente pensaron al comienzo de Ia obra que ese y no otro habrfa de ser el tema -formidable para un novelista puertorriquefio- de Los dedos de Ia mano. jSi hasta Santiago Iglesias campea apost61icamente por las

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primeras paginas de Ia nove Ia! Pero bien pronto tiene el lector que desilusionarse. A Laguerre lo que le preocupa es el caso psicopatico de una mujer: Lucrecia Madrigal (ÂŁ,nose pudo encontrar un nombre menos cursi?) Y como a Ia mujer habfa que ponerla a volverse loca en alguna fecha real, el novelista escogi6 como te16n de fondo uno de los momentos mas cruciales de nuestra historia de pueblo. Y digo "escogio" con todas las implicaciones de acci6n deliberada, porque el autor no estaba obligado a hacer eso. Lucrecia Madrigal pudo haberse vuelto loca lo mismo cuando las huelgas tabacaleras de Ia decada del 20 que treinta afios antes o treinta anos despues. Entre el caso "psicol6gico" de Lucrecia Madrigal y Ia epoca en que acontece no hay relacion alguna. Lo que yo no Ie perdono a Enrique A. Laguerre no es tanto que haga novelas sobre pobres mujeres psicopaticas (aunque, como cuestion de gusto personal, tampoco se lo aplaudo) sino que para hacer eso agarre de pretexto escenico una etapa hist6rica sobre Ia que todavfa se le debe a nuestra clase obrera y a nuestro pueblo toda una gran novel a. Alguien me acaba de decir que lo que le sucede a Laguerre es que le falta talento de novelista y por eso los grandes temas que agarra al principio de una novela despues se le escapan de los dedos. Yo no estoy de acuerdo; yo creo que Laguerre es un buen novelista. De hecho, nuestro unico buen novelista del momento. No creo que se trate de falta de talento tanto como de falta de conciencia. Laguerre consider6 mas importante el caso de Ia pobre mujer psicopatica que el nacimiento del movimiento obrero


organizado en Puerto Rico. Y esa es la falta -Ia falta monumentalde Los dedos de Ia mano, que, por otra parte, es Ia mejor escrita y Ia mejor construida de todas las novelas de Laguerre. A pesar de que todavfa sus personajes "exoren" y otras casas por el estilo. Pero hay mas, para abundar en lo de Ia falta de conciencia social que yo le achaco a Laguerre. Nuestro novelista tiene un concepto bien poco realista de Ia lucha de clases. El villano de la novela, don Puro Pasamonte, capitalista y polftico reaccionario, se vuelve un dechado de virtudes y de dulzura humana tan pronto se arruina. La perdida de su fortuna realiza el mitagro de hacerlo amar y comprender a todos aquellos a quienes humill6 y explot6 y despreci6 toda Ia vida. Y Juan Soler, el fntegro dirigente socialista (quien es, ademas, hijo legftimo de don Puro) acepta Ia "conversion" de este con frases dignas del mas ovejuno predicador religioso: "Si entre los ricos y los poderosos hubiese gente humana en proporci6n con el mlmero de santos (queriendo decir santurrones) no habria ni Iantos odios ni tantas hombres". Asf que, de acuerdo con esta novel teoria social de Laguerre, todo lo que hace falta es una buena crisis economica que arruine a todos los capitalistas para hacemos entrar en Ia epoca de oro de Ia humanidad. Uistima, l,Verdad?, que por cada capitalista que se arruina durante una crisis economica se tenga que morir de hambre mites de trabajadores. Mucho me temo que esta contribucion ideologica de Enrique A. Laguerre a Ia causa del proletariado puertorriquefio ande malamente descaminada a estas alturas. Si el progreso tecnico en el oficio de escritor que evidencia Laguerre en Los dedos de Ia mano to hubiera aparejado con un progreso en su vision social de hombre puertorriquei'io de su tiempo, nos hubiera dado una gran novela, la primera de su genera en Puerto Rico. Yo no le estoy pidiendo a Enrique A. Laguerre que se meta a politico o soci61ogo. De Ia

misma manera que tampoco estoy dispuesto a reclamar para el diploma de psiquiatra por haber escrito Los dedos de Ia mano. Lo que sf le pido es que haga novelas de came y hueso con Ia carne y el hueso de nosotros los puertorriquefios. En otras palabras, para usar un termino ingenioso de su propio cosecho, que no nos defraude mas con vicenovelas bien escritas pero mal concebidas. Los dedos de Ia mono, Asomante. VIII , 3 (julio-sept., 1952) p. 93-94.

Jose Luis Gonzalez (1926- 1997) Cuentista, novelista, ensayista y periodista. Nacido en Santo Domingo, capital de la Republica Dominicana. Viene a Puerto Rico con su familia en 1930, tierra natal de su padre. Escribe varias resenas de libros puertorriqueiios en Ia Revista Asomante. Fundador de Ia Editorial Arrecife.

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LA CEIBA EN EL

TIESTO -

Nilita Vicnt{>s Gast6n

C

onfieso que esta es Ia tinica de las cinco novelas de Laguerre que conozco que he leido sin esfuerzo, de un tiron; la unica que me da Ia ilusi6n de la existencia de un mundo en que ellector se sumerge y acepta como posible. Tecnicamente me parece superior a toda su obra anterior. Ha conseguido, ademas, despojar su estilo de los vocablos rebuscados, del tono libresco, que actuaba como muralla para separamos de los personajes y del ambiente en que se movian. Logra ahora lo que intent6 en Los dedos de Ia mano, hacer una novela psicol6gica. La Ceiba en el tiesto es Ia autobiografia de una conciencia vacilante. Desde las primeras paginas Laguerre nos presenta, con gran habilidad, mediante certeros y precisos trazos, el caracter indeciso del protagonista. Es un ser pasivo, un ser por el que pasan las cosas. Como esta escrita en primera persona el mundo que va aver ellector esta limitado a lo que pueda captar esta conciencia vacilante. Solo vamos a percibir lo que el percibe, los acontecimientos nos llegan de modo indirecto, segun se reflejan en Ia conciencia del narrador. Y como Ia calidad de Ia vision depende de Ia calidad de espiritu del observador y a este observador le interesa mas que

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nada su persona , casi todo, con excepci6n de el y de otto personaje, Julio Antonio -que es lo que el qui ere y no puede ser-, lo vemos como en una pesadilla o en Ia penumbra, al modo que el ve el jefe del Partido en el primer capitulo. El protagonista lleva dos aiios en un partido revolucionario llamado La Conjuncion, que cualquier puertorriqueiio identificacon el Partido Nacionalista. Ha entrado en el no por voluntad propia, sino bajo Ia influencia de una mujer, con la que se casa y con Ia cual no vive por carecer de medios para sostenerla. Espera un hijo. Le duele su modo de ser. Es mestizo, hijo de un hombre morado y de una lavandera. Se ha criado "en lafrontera de dos mundos" y vacila entre ambos. Su modo de actuar frente a la realidad es escapando. "De chico casi siempre pude lzuir de

lo que no me gustaba" ... "parece que siempre busco asustado una escalera ". Como carece de convicciones no puede apasionarse por nada. Vive al margen de Ia vida, buceando por penetrar en ella, buscando un sentido a su quehacer. La novela comienza en el momento en que le avisan de una reunion para confiarle una encomienda peligrosa. Acude lleno de temor, se sabe incapaz de matar, ve su misi6n como un desatino y


falla. Julio Antonio, el compafiero testigo unico de su cobardia, le salva con su silencio. Huye, una vez mas, y comienza a peregrinar: vive malamente en Nueva York, recorre Europa y America en Ia marina mercante; "he visitado varios paises sin verlos porque solo me veia a mi mismo" -tiene que servir en el ejercito. Regresa a Ia patria y ejerce varios oficios: secretario de un personaje, periodista, hace campafia politica. Sufre una depresion nerviosa, se recluye en un sanatorio y termina casandose con su primer amor, viviendo en el pueblo en que naci6, Playa Rosada (simbolo de Ia paz y Ia conciliacion que anhela), dedicandose a Ia pesca. Vuelve, pues, at mundo de su infancia, del que no ha conseguido salir nunca. Pero Ia mayoria de estas peripecias nos parecen irreales. Unas veces por el propio modo de ser del protagonista "Mi vida era lo mismo que los cuentos que los locos relataban. Pareciame que el/os me Jzabian inventado, Wl impu/so ajeno me empujaba a una actuacion que no era Ia mia''. Otras veces porque el autor ha ensanchado de tal modo el mundo extemo en que se mueve el personaje que sobrepasa los limites del de Ia novela. Noes posible mostrar

en 150 paginas un escenario tan grande. Se ve obligado a mencionar de paso algunos episodios sin que sepamos como los vive esta conciencia, que huellas dejan en ella. Ejemplo, el de Ia guerra que despacha en dos o tres lineas. La obra tiene como trasfondo tres de los grandes temas de Ia novela puertorriquefia: el mestizaje, Ia emigracion puertorriquefia en Nueva York y el impacto que sobre nuestra conciencia ha dejado el movimiento nacionalista. Alude a otro gran tema: Ia reaccion del puertorriquefio a su experiencia como soldado del ejercito norteamericano. La novel a ganaria en intensidad si Laguerre hubiera limitado las aventuras del personaje. Se consigue mas en este tipo de novela concentrando en unas cuantas aventuras habilmente escogidas para revelar el canicter del protagonista, por su modo peculiar de reaccionar a elias, que tratando de abarcar un horizonte tan amplio. Dado el modo de ser del personaje a traves del cual vemos Ia accion y el vasto mundo en que el autor le cotoea, tenemos Ia sensaci6n de que se nos revela solo a medias. El final parece forzado, no esta de acuerdo con lo que conocemos de su intimidad. Yo diria que el protagonista es un

Arbol de Ceiba

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personaje ineducable, que Ia conciliacion con Ia realidad que Jogra al final es solo aparente, un breve descanso antes de emprender una nueva hufda. Julio Antonio es el mas autentico de los personajes de Ia novela, Ia mejor creacion de Laguerre, una figura real de dimensiones poeticas. Es lo unico que ve bien el protagonista. Porque es el arquetipo de lo que quisiera ser, el sfmbolo, en muchos momentos, de su conciencia. -"me sentfa atado a e/". Es un ser cuya actuacion es el reflejo de su genuino sentir, en que no hay diferencias ni contradicciones entre el decir y el hacer. Un ser lUcido dominado por una pasion heroica: "mi obligacion es contribuir a dar a nuestra historia un sentir epico" ... "estaba seguro de que podia 1/egar al extremo de perder Ia vida para poderla salvar". Posee conciencia individual y conciencia historica: "el triunjo, despues de todo, nose mide porIa forma en que uno termina, sino por Ia forma en que uno influye en los de mas". Su honda humanidad Je hace comprenderlo todo, basta Jo que es ajeno a su espfritu; Ia vacilacion y Ia cobardfa. Pierde una piema de Ia mordida de una barracuda (sfmbolo de como Jastima Ia fuerza irracional al hombre sin vencerlo) y continua luchando basta morir. Pero su muerte tiene sentido, mas que su vida. Se convierte en leyenda, queda inmortalizado en una copla.

pocos cultivadores. Yes que Ia novela es genero de madurez. El poeta puede crear su mundo pero el novelista ha de trabajar sobre uno ya existente. Su mision es recrearlo. Es el pintor de Ia sociedad de su tiempo, el que ve y salva, con su vision insobornable, lo que Ia caracteriza. Por eso aprendernos mas a traves de las paginas de Ia novela del modo de vivir y sentir de Ia gente de Ia epoca en que el au tor le toco en suerte vivir, que de Ia relacion de acontecimientos del historiador. Es por Ia narracion de Ia aventura individual que conseguimos Ia mejor vision de las normas y valores de determinada sociedad. Toda buena novela es, aunque el autor no este consciente de ello, una crftica a Ia sociedad de su tiempo. Una no\•cla de Laguerre, La ceiba en e/ tiesto, San Juan, 1956, EL Mundo, 21 de julio de 1956, p. 7.

Hombre sin miedo y sin tacha es Julio Antonio Cruzado: cuando se empefla en Ia luella atras no vuelve los pasos. Julio Antonio es un personaje romantico, provoca incontables sugerencias en el lector y roba el primer puesto al protagonista. Notemos que este, a pesar de su cobardfa, pone en una ocasion Ia vida en peligro para salvarle de Ia muerte. Y al hacerlo mas que pagar una deuda siente que salva su ideal, lo que no puede alcanzar pero cuyo valor reconoce. Hay en Ia novela un personaje magnifico no logrado del todo. Por las limitaciones del caracter de quien love, y porque Ia brevedad del relata impide al autor darle Ia plena vida que merece: Lorenzo. Es Ia vitalidad sin un proposito que Ia encauce, el amor at peligro por el peligro en sf. La Ceiba en el tiesto demuestra que el autor ha sabido aprovecharse de Ia crftica para imponer disciplina a su vocacion. Laguerre es, despues de Zeno Gandfa, el unico que ha cultivado con persistencia un genero que tiene en nuestro pais tan

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Nilita Vientos Gast6n Naci6 en San Sebastian, Puerto Rico en 1903. Vivi6 en Cuba y Estados Unidos basta 1923. Se gradu6 de abogada en Ia Universidad de Puerto Rico. Fue Ia primera mujer en servir como abogada en el Departamento de Justicia de Puerto Rico y tam bien Ia primera mujer en dirigir el Ateneo Puertorriqueiio. Fund6 y dirigi6 Ia revista Asomante, ai igual que Ia revista Sin Nombre. Fue miembro de Ia Academia Puertorriqueiia de Ia Lengua Espanola. Muri6 en San Juan, ellO de julio de 1989.


LA

CEIBA

EN EL

TIES .Josl- Emilio Gonzjkz

espues de crear el cosmos, no debe haber cosa mas dificil que escribir una novel a. De ahi mi admiraci6n por Enrique, quien todavia en plena juventud es padre de seis novelas. El verba "escribir" implica el complejisimo proceso de producci6n: desde los esbozos iniciales, Ia delineaci6n de caracteres, una fabula, fondos y horizontes, hasta eso que Haman "mundo", algo casi imposible de definir pero que se dice debe tener una novela. Y todo bien sazonado, maduro, fundido magnlficamente por el arte. Esos son los elementos de donde hay que sacar-prestidigitaci6n ins61ita-el universo de Ia

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novela. Con ellos pelea fatigosamente el autor para gestar a ese hijo que, luego, rodara por ahi junto a Ia indiferencia de unos y frente a las simpatfas y enemistades de otros. Acaba de tocar a mi puerta La ceiba en e/ tiesto con Ia mirada aun nueva de luz, todavfa en e) jardfn de Ia inocencia. jUna novela mas en nuestra literatura con tan escaso repertorio de buenas obras de ese genero! Es hora de aplaudir. Porque estoy seguro de que La ceiba en e/ tiesto habra de figurar entre nuestras pocas buenas novelas. Por to pronto, se puede leer, lo cual en estos tiempos de tanto mamotreto farragoso, es ya una virtud. Y cuando digo leer, no me refiero a Ia facil lectura periodfstica, sino a Ia que es una viva

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experiencia de experiencias. Lectura acicateada por un texto bien escrito, espeso de sentidos, jugoso de problemas, cundido de pensadas observaciones. La ceiba en el tiesto es Ia novela mejorescrita por Laguerre, despues de La 1/amarada. Hay quienes creen que es su mejor novela escrita. Punta. A mi juicio, compite con ella La resaca. En Ia ceiba, una pluma, agilmente esgrimida traza paisajes de extraordinaria belleza. jPaisajes de nuestro Sur amado! Nada mas lejos de la inflacion retorica. Sobriedad. Sencillez. Fina linea que precisa los contomos. Es cierto que, en ocasiones, cae en el esquematismo; sentimos que el autor pudo habemos dicho mas. El Dr. Francisco Manrique Cabrera me ha seiialado Ia tecnica de construccion muy modema, que hace de La ceiba en e/ tiesto Ia mas avanzada de las novelas de Laguerre. El profesor Francisco Matos Paoli me ha sugerido concomitancias con los metodos de Pfo Baroja, especialmente en Ia utilizacion de un personaje aventurero como relator de hazaiias. Pero aquf quiero hacer hincapie en una buceadora conciencia estilfstica, en un doctor prurito de oficio, que trabaja a Ia obra desde adentro. Por lo cual yerra al extenderse hasta los extremos; es el caso del uso de ciertas palabras raras como coxcojilla, veril, ecuorea. (Defecto, por lo demas, ya visible en Ia primera edicion de La 1/amarada). Yo dirfa que se trata de una obra experimental, en que quiso acometer su tarea desde nuevas enfoques. jSigno de vitalidad creacional! Sin embargo, aunque La ceiba en el tiesto posee y desarrolla un estilo, todavfa no podemos hablar de "el estilo" individual, unico, de Laguerre. Serfa posible descubrir aquf los impulsos fundamentales de un estilo propio, a encontrar su integracion perfecta en el futuro. La lengua es un crista} donde se retracta la mirada que explora Ia realidad puertorriqueiia desde un angulo especial. Esa vista se convierte en paisaje por obra de la transmutacion artfstica. Podemos estar de acuerdo o no con esta version. Es Ia respuesta de un hombre que se atreve a verselas con nuestro presente y, por consiguiente, ejecuta un acto valeroso. Pero, a Ia vez, tenemos derecho a examinar esa respuesta, para ventilar sus meritos y fallas. Los ocho capftulos de Ia novela corresponden a lo que pudieramos Hamar momentos cardinales en la vida del protagonista. Hay una trayectoria completa bosquejada, desde el conflicto principal-renuencia al asesinato polftico-hasta Ia solucion- matrimonio, estabilidad, servicio social. Dentro de este cfrculo,

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Laguerre trata de encerrar el drama contemporaneo de Puerto Rico, montado sabre dramas individuates y de grupos. El intento resulta parcialmente fallido. Creo que erro Laguerre en seleccionar como protagonista a ser tan poco interesante como Gustavo Vargas. No es este una personalidad de perfiles vigorosos, sino un ente bidimensional, flojo de voluntad, paciente mas que agente sin vertebra y sin coherencia espiritual. Desde el punto de vista moral es un cobarde, un acomodaticio. A pesar de que la novela esta escrita en primera persona, el yo de Gustavo Vargas es el menos que se acusa. Menos que personaje es un espejo que recorre los caminos de nuestra sociedad a lo Stendhal. Pero lo que Laguerre necesitaba era nada menos que todo un hombre, en el sentido unamunesco, que nos diera su vision muy suya, aunque fuera limitada, de lo nuestro. Quizas el autor no fue justa con Gustavo Vargas. Quizas habfa en este algo grande y noble que no tuvo oportunidad de manifestarse en La ceiba en el tiesto. Por lo menos, eso es lo que insinua el profunda amor que Gustavo sentia por nuestra tierra y por Ia vida como energia primaria. Este kaleidoscopico individuo logra categorfa de existencia real cuando Laguerre nos descubre su vinculo original con el paisaje. Es su unico rasgo consistente. Desde el primer parrafo en que Gustavo anota su reaccion ante un campo crepuscular, "Yo me senti triste", hasta el ultimo en que al amanecer se asombra ante el "florecimiento del viejo roble, situado por gusto mfo, en el patio de nuestra casa". Gustavo afirma su solidaridad con nuestra naturaleza. La gente siente como pulso de vida como hontanar de perpetuos fruteceres. "Pongo Ia mano sobre mi coraz6n y el misterio de Ia creaci6n se me revela y siento que todo Jo creado late conmigo" (p. 130). Por ahf se columbra una de las calidades positivas de Ia novela: Ia magistral interpretacion de nuestros paisajes, consumada con insuperable destreza. Cuando Gustavo Vargas pone los ojos de su alma sabre los panoramas de su infancia, sentimos una autentica conmocion. He aqui dos ejemplos: Le dije a/ chofer que me dejara en e/ sitio de los H ucares. Enseguida percibf el aliento de mis campos: los intimas rumores de Ia ladera a Ia cafda de Ia tarde, los mugidos del toro enamorado, el viento entre las fronteras. Se me aligeraba Ia carga del cuerpo" (p. 66). "Repeche Ia cuesta hasta Ia cumbre y desde alii vi mi litoral: el mar, los arrecifes, las 'matas', Ia Isla


de los Conejos, el caserfo rojo y blanco y verde y amarillo. Y de los caminos azules y los vuelos de las garzas y las rijerillas (p. 67). AI Dr. Francisco Manrique Cabrera debo Ia observacion de que quizas por primera vez el paisaje del sur de Puerto Rico recibe primordial casi exclusiva atencion. Hay cierta correspondencia entre Ia aridez de aquellos parajes y el alma desertica de Gustavo: Desde aquf se alzaban los cerros costeros, sabre los que abrfan sus espadones los magueyes agresivos. Tambien pasamos horas de asueto en largas caminatas por entre los mangles, los cactos y las tunas: los rolones y las zarzas. Era una tierra casi hostil. Sabre un cie/o limpio y azul volaban en circuito los buitres (p. 77). Me pregunto si Ia estancia de Enrique Laguerre en Mexico no lo desperto al atractivo de estos paisajes petreos, grises, espinosos. Los que hayan leido Ia novela pensaran, tal vez que Julio Antonio Cruzado debio ser su heroe. Esta figura poderosa se alza en este medio canijo con vislumbres de epopeya. Creacion extraordinaria descubre el entronque que Laguerre tiene como genuino artista con Ia entraiia de lo popular. Detras de el se alzan las sombras de Cofresf, de Manolo el Leiiero, de Ramon Emeterio Betances. Por su franca generosidad, por su amplia tolerancia, por Ia magnanimidad de su espfritu. Julio Antonio Cruzado es un gigante que conjura en su ser las maravillosas posibilidades de proezas que tiene el puertorriqueiio. El pueblo lo siente en el corazon y por eso le enhebra Ia copla: "Hombre sin miedo y sin tacha es Julio Antonio Cruzado: cuando se empeiia en Ia lucha, atnis no vuelve los pasos". Copla que Gustavo Vargas escucho como un temblor de inmensidad. Pues al lado de Julio Antonio, Gustavo es un pigmeo, una sombra que repta entre las sombras. 0 quizas, otra vez, Gustavo que ardio en el amor a Ia tierra, no fue como Enrique A. Laguerre nos lo ha contado. Gustavo hace siempre constar su admiracion por Julio Antonio, por el hombre que quiso libertar a su tierra. Pero desde Julio Antonio hubiera sido posible escribir otra novela: no La ceiba en el tiesto. Gustavo Vargas: sentir de lo teh1rico. Julio Antonio Cruzado: voluntad de redencion colectiva de un pueblo. Y ahora, Juan Lorenzi, persona y personaje de empaque y empuje. Juan Lorenzi es Ia

afirmacion absoluta de Ia primada de lo individual frente al mundo. Es el clamor de Ia libertad pura. Caracter fascinante que no admite cortapisas. Para mi corporeiza el esencial sentimiento de aventura, sin el cual es imposible Ia salvacion del hombre o del grupo. Juan Lorenzi es una raiz nuestra porIa que llegan savias de creacion. Dueiio y senor de su propio destino -regidor de su alma-, es el polo opuesto de Gustavo Vargas, paja a Ia deriva de los acontecimientos. Juan Lorenzi: heroe de otra posible novela de Laguerre. Tiran tambien de las cuerdas del corazon los tipos populares, que parecen salir de un taller de santero. Tio Leoncio: "Nunca leo( quejarse, y mucho menos decir nada desagradab/e a los demds. Recientemente /e of proferir estas palabras que por lo precisas, me sorprendieron: "No temo morir. Vivo conforme. Mucha de lo que llamamos penasjamds sucedieron" (p. 35). Juan Pitirre: "No tenfa padre ni madre, nunca estuvo en Ia escuela ... Pasdbase dfas enteros por los vericuetos del breiia/, buscando meloncillos y rolones: arras veces cazaba o pescaba en los caiios, en Ia Isla de los Canejos o en Playa Rosada" (p. 34). El brujo Simon Cortijo, quien vive con un culebr6n al que llamaba el Compadre: "-Tid sucedi6 alguna vez como que las sendas se tian perdi6 y las casas familiares se tiafiguran extraiias. illO? A muchos nos pasa. Cuando las sendas de Ia vida se le turban a uno, hay que tener calma, imilltiende? No seas belitre que acabaras de salir de Ia noche y del espanto" (p. 39). Personajillos hay como Javier Aguirre que "soltaba unas oraciones interminables y pareda que le daban dolores y elltraba en Ia transfixion, segun se retorcfa en el asiento y hacia mover los ojos" (p. 90) o aquel "prohombrecito barbilampiiio, de ademanes desordenados, especia/izado, creo, en ciencias sociales, que hablaba de todo con gran desenfado y con poca conciencia de Ia semantica" (p. 91), que atraen nuestra atenci6n porque constituyen curiosos casos humanos, admirablemente caricaturizados por Laguerre. En cambia, las mujeres salen muy mal paradas. Puede hablarse basta de cierto misoginismo. Gustavo culpa a Clotilde de haberlo arrastrado a Ia Conjuncion Patri6tica y, en parte, at matrimonio (p. 9). En Nueva York guarda especial odio a las mujeres "de sombrerito negro" (pp. 42-43). Minnie, le es infiel al marido (p. 47). Hilda, una puertorriqueiia, a


quien conoce en el Norte, "dio claras seiiales de querer "salvarme" que es cuando Ia mujer se pone nuis peligrosa" (p. 50). Lo que priva con Ia mujer es Ia muda relaci6n biol6gica. A aquella se Ia critica constantemente (Veanse pp. 98-99). Amorios, nunca amor. El episodio con Elisa es de lomas endeble. Elisa no pasa de ser un nombre. (Para un personaje que amaba tanto Ia vida como Gustavo resulta contradictorio esa hostilidad a Ia mujer). Hay detalles de interes freudiano. El intento de novelar nuestro drama resulta parcialmente fallido tam bien porque lo que se supone sea el sfmbolo central, nunca se desenvuelve. Las referencias a La ceiba en el tiesto son escasas (pp. 49,52,79). Lo que se recalca es Ia incompatibilidad, el absurdo, de encarcelar un arbol tan vasto como Ia ceiba en un tiesto. Sugiere que el problema de Puerto Rico estriba en que pretenda coexistir aspiraciones desmesuradas en una realidad estrecha y mezquina. 0 Ia ceiba rompe a! tiesto 0 este estrangula a aquella. La ceiba seria tal vez Ia "romantica pasi6n heroica" de Julio Antonio Cruzado que pretende rebasar las lindes de un ambiente enteco y cerril. El titulo de Ia novela no guarda proporcion con Ia ceiba en el tiesto como sfmbolo cordial. En cambio, hay otros sfmbolos de maravillosa grandeza. Playa Rosada es Ia utopia de Ia naturaleza. La aiioranza edenica del hombre que sueiia hallar Ia felicidad en Ia restauraci6n al seno primitivo del cosmos. Playa Rosada es Ia nostalgia de Ia virginidad del esplritu. Pero no es Ia solucion a los problemas de los hombres. Su inocencia es estatica y por lo tanto, fuera del tiempo. La barracuda prisionera en el cercado, por obra de Juan Lorenzi, es un sfmbolo de sfmbolos. En primer Iugar es Ia tortura del espfritu absoluto de Ia libertad cuando se le recorta su imperio. Es, en segundo puesto, Ia fuerza elemental de Ia naturaleza sujeta a grillos arbitrarios. El hombre puede, caprichosamente, poner vallas a esa fuerza. Ese acto es, en su propia virtud, medida de su absoluta libenad. Aun mas: puede verse aquf el drama de las

aspiraciones contradictorias a Ia libertad absoluta, que se limitan reciprocamente. La barracuda es Juan Lorenzi estrellandose contra muros humanos y muriendo de hambre de Iibertad. Por ultimo, en este sfmbolo ~I mas grande de Ia novela-, se esboza el motivo de Ia venganza, que ya es una implfcita afirmaci6n de una ley de compensaciones en el mundo, por lo tanto, ingenuo croquis de una etica. El desbordamiento de Ia libertad absoluta termina por destruir el orden mismo que hace posible Ia libertad. Recuerda tambien a! episodio del le6n en Don Quijote de Ia Mancha. Juan Lorenzi enfurece a Ia barracuda para desafiarla despues a mortal combate. Asf conquista Ia mas titanica afirmaci6n de sf mismo, en el momento en que lo arriesga todo. El grandioso episodio de Ia barracuda es una de las cimas de Ia novela: solo comparable con Ia gesta de Julio Antonio Cruzado. Estoy seguro de que figurara entre las mejores paginas de nuestra literatura. La novela se mueve desde un plano realista, con intenci6n anaHtica, a uno imaginativo-poetico, y finalmente a una tercera region simbolista. Los "cuadros" que de nuestra sociedad se nos ofrecen constituyen movidas estampas donde Laguerre hace gala de sus perspicuos dones de espectador, de su acertada captaci6n del detalle, del humor, de Ia ironia hasta el sarcasmo. Con unos cuantos toques breves y firmes da vida a Ia tirante escena de Ia casa del jefe de Ia Convencion Patri6tica, caricaturiza burdamente el mundillo de Javier Aguirre y Compaiiia, entona y matiza Ia atormentada vida del puertorriqueiio en Nueva York. S6lo nuestra existencia rural recibe consideraci6n ecminime. Pero hay en cada instancia un grado de verdad que contribuye eficazmente a dar una impresion de conjunto. Si desde el punto de vista estilfstico, Ia novela aparece como un esfuerzo de concentraci6n, por Ia vertiente de Ia trama lo que vemos es una acci6n excesivamente dispersa, que sobrecarga a Ia obra con porrnenores descartables. (,Para que era necesario llevar a Gustavo Vargas a Ia Segunda Guerra Mundial, a Mexico, lnglaterra, Francia y Espana? Los juicios

El intento de novelar nuestro drama resulta parcialmente fallido tambien porque lo que se supone sea el simbolo central, nunca se desenvuelve.

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que enfile, sobre esos paises son muy superficiales, superfluos. La ceiba en e/ tiesto es una novela a cles. Pero no es nuestra tarea aqui trazar las correspondencias entre personajes de ficci6n y personas reales. Nos interesa aqui solo como obra de arte. Como tal se resiente cuando el autor quiere hacer con ella propaganda en favor de una determinada tendencia socio-polftica. Ami me luce La ceiba en el tiesto como Ia novela del Partido Popular. Muy bien esta Laguerre tenga sus particulares opiniones e ideas. Muy bien esui tambien que tales creencias se reflejan en su labor. Pero a veces cae en cierto martilleo sobre determinado punto de vista; pnictica discordante con Ia suprema norma estetica que debe regir su creaci6n. El reformismo social que Laguerre predica en La ceiba en e/ tiesto tiene sus meritos y sus deficiencias. Es excesivo, por ejemplo, sostener que "Ia mejor manera de mantenerse en paz consigo mismo y con los denuis es realizando alguna forma de beneficia social" (p.ll5). Aquino se reconoce problematica genuina al alma humana; los soci6logos serian los mejores psiquiatras. i Y los trabajadores sociales serian los seres mas equilibrados de este mundo! Sin embargo, es verdad que "los pequeflos aetas de solidaridad, anonimos, sinceros, repetidos, log ran a/iviar los con.flictos" (p. 128). La repetici6n de ideas, el recalcarlas por medio de bastardillas (aunque sea como mon6logo interior), nada prueba. El reformismo social tan necesario en una sociedad minada de injusticias no provee un enfoque abarcador de nuestra realidad colectiva. Es solo un costado del problema de Puerto Rico. Tenemos el deber de ser comprensivos hacia otros accesos. Por esta raz6n no se puede aceptar Ia prejuiciada pintura que se nos brinda de Ia Conjunci6n Patri6tica. Por eso, pese a Ia hostilidad del Gustavo Vargas de Laguerre hacia Julio Antonio Cruzado, este acaba por prevalecer. Sus palabras resultan profeticas: "EI triunfo, despues de todo, no se mide par Ia forma con que uno termina, sino porIa forma en que ww in.fluye en los denuis" (p. 134). La ceiba en e/ tiesto es una novela de tesis, con todas las dificultades caracteristicas de este tipo de obras. Ami en tender, es muy diffcil sacar de una idea una obra de arte. Tengo Ia impresi6n de que Enrique Laguerre quiso probar a/go y para hacerlo lleva a su protagonista de Ia mano. Las novelas de tesis pertenecen a Ia literatura moralizante. Se proponen ilustrar un principia, casi siempre de

naturaleza etica. Por lo mismo, sus autores suelen imponer una torsion violenta a personajes y sucesos para conformarlos a su objetivo edificante. Esto perjudica los intereses esteticos de Ia novela como tal. La novela que hay en La ceiba en el tiesto no cuaj6 como era de esperarse por que Ia preocupaci6n ideo16gica de su autor restringi6 en parte su desenvolvimiento artistico. Sin embargo, y es preciso insistir en ello: estamos ante una de las mejores nove las de Laguerre: probablemente una de las mejores de nuestra literatura. Sus valores inmarchitables son: una lengua viva, poetica, cargada de sentimientos y sentidos; un afan de renovaci6n estilistica, incorporaci6n de nuestros paisajes del sur con eficacia estetica; personajes que son personas como Julio Antonio Cruzado y Juan Lorenzi, tipos de calida raigambre popular, simbolos como el de Ia barracuda, plet6ricos de proyecciones, y agudas interpretaciones de momentos significativos en nuestra vida social. Laguerre hace aquf despliegue de sus magnfficas potencialidades. Concierta habilmente del sentimiento de lo real, el corte satirico, Ia sensibilidad poetica y el constructivismo imaginista. Todavfa le queda por escribir en opus magmm. Pero esto noes sefial de fracaso, sino puntero de esperanza, espuela de creaci6n. Con nuestros aplausos vaya nuestro aliento, nuestro estfmulo, y nuestra fe en una implacable superaci6n.

"La ceiba en e/tiesto" ,Asomante, XII, -4 (oct-die.; 1956) p. /05-110.

Jose Emilio Gonzalez Naci6 en New York, el 18 de febrero de 1918. Fue Catednitico del Departamento de Lenguas y Litemtura en Ia Universidad de Puerto Rico. Public6 varios Iibras: La poesfa Contemporanea de Puerto Rico y Cantico Mortal a Julia de Burgos, entre otros. Tambien public6 cienlos de ensayos y artfculos en revistas, peri6dicos locales e internacionales. Muri6 en el 1990.

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EL

LABER INTO

NOVELA DE ENRIQUE

A.

lAGUERRE

Vt?ra Maslow

P

ara aquellas personas interesadas en Ia vida cultural de Puerto Rico, el nombre de Enrique A. Laguerre no puede pasar inadvertido. En Ia Historia de Ia literatura puertorriqueiia, F. Manrique Cabrera dice que Laguerre es el mas notable novelista desde Ia decada de los treinta. En juicio acerca de Ellaberinto, Arturo Parrilla asegura que es esta Ia mejor novela del autor.

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Para el lector norteamericano, lo mas significativo de Laguerre es su condici6n de autor verdaderamente puertorriqueiio, nacido y criado en Ia Isla, que vive alii y enseiia en su universidad. Precisa reconocerle como un observador perspicaz de Ia vida puertorriquefia, lo mismo en el ambiente de su Isla que en el ambiente de Nueva York. Ha escrito varias novel as. La llamarada, escrita en 1935, es Ia primera.


Por su influencia de Ortega y Gasset, Sartre presentar "lo puertorriqueno" como un tejido de y el existencialismo en general, algunos fil6sofos-- complejidades. Ahi se juntan Jo obvio y lo particularmente Jose Gaos y Leopolda Zea de insospechado. Las pasiones humanas-ambici6n, Mejico- comenzaron a recalcar "lo mejicano", es enemistad, lealtad, amor, remordimiento-, guiadas decir, los signos afirmadores de Ia vida de ese pafs por los prejuicios de clase y por las actitudes morales en contraste con Ia particular conducta existencial y religiosas, segun las costumbres de Ia Isla, se del hombre europeo. Sin riesgo de equivocarme, repiten entre los emigrantes puertorriquefios en el puede decirque Laguerre escribe sus novelas guiado continente, (con Ia circunstancia agravante de un por el prop6sito de sorprender Ia mas recondita medio extrafio y a veces hostil). Estas complejidades puertorriquefias, que intimidad de "to puertorriqueno". En recientes dfas se ha hablado mucho del con tanta eficacia presenta el autor de Ellaberinto, "problema" de los puertorriquenos en Estados Unidos. se pone muy de manifiesto en los caracteres tan Seria conveniente que los ciudadanos de esta distintos entre si, de tres de los personajes: Alfredo democracia conocieran los puntas de vista Laza, Juan Lorenzi y Porfirio Uribe. puertorriquefios de un autorpuertorriqueno, en vez de Alfredo Laza, desterrado politico, es hijo de dejarse arrastrar solo por los juicios expuestos por Ia un obrero, y vive apasionadamente dedicado a gente de su propia cultura. En El/aberimo, al verse cumplir "su misi6n": combatir Ia opresi6n y Ia acusado de un cribarbarie. Le premen que no comeocupa Ia suerte de ti6, al joven grauna republica laPero "lo puertorriquefio" es un duado puertorriti noameri can a queno le parece aherrojada bajo Ia determinado modo de vida y no una que es delito ser tirania del Adalid formula mas, susceptible de prejuicios y puertorriquefio. Augusto. A Laza Aquellos no le importa su malas interpretaciones. Uno, de los que estan en dispropio bienestar meritos mayores de Laguerre consiste posicion de enjuiporque tiene Ia en poder presentar "lo puertorriquefio" ciar imparcialconvicci6n de que mente Ia realidad Ia vida propia se como un tejido de complejidades. de Ia vida puertocumple cabalmenrriquena, deben te en Ia vida de los tratar de conocer demas. En consecuencia, se vive este inquietante mundo puertorriqueiio de Ia ciudad de Nueva York, mejor cuando se procura Ia felicidad del pr6jimo, segun lo presenta Laguerre en El/aberinto. Ellector unico modo de no morir jamas. "zQue soy yo entre se encontrani ante unos hombres hostigados por el los mil/ones de seres oprimido:;? Soy una gota de hambre y Ia necesidad, metidos en miserables agua en el barril", dice, profundamente convencido. habi tac iones, frecuentemente desempleados, A Juan Lorenzi, hijo de un hombre rico, le impelidos algunos de ellos, circunstancialmente, a preocupa su libertad individual: por eso repudia las violar Ia ley y a vivir en Ia promiscuidad. En plena filiaciones politicas y tam bien el matrimonio. "Soy, juventud, pagan p6lizas de seguro de entierro para dice , due1io absoluto de mi propio destino". Por procurarse unos funerales dignos en suelo nativo para curiosas circunstancias, es amigo de Adalid Augusto, caso de muerte prematura. El lector conoceni a quien Laza llama el Monstruo. Desdena Lorenzi a tambien a los intelectuales puertorriquefios-artistas, aquellos que, luego de fracasar vergonzosamente en estudiantes, revolucionarios-, con sus preocupaciones su pais, salen al extranjero a manifestar sus frustradas por Ia libertad, por Ia politica del Caribe y por las ambiciones y sus adios personates. La anarquica donjuanerias. individualidad de este personaje lo lleva a las Pero "to puertorriquefio" es un determinado pnicticas del contrabando. Porfirio se siente vi vir en un laberinto. Hace modo de vida y no una formula mas, susceptible de prejuicios y malas interpretaciones. Uno, de los continuos esfuerzos por encontrar una salida. De meritos mayores de Laguerre consiste en poder muchacho habia conocido a Lorenzi y habia

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envidiado su posicion privilegiada y su suerte en el amor. Mientras trabajaba en una oficina de correos en N.Y., decidio Porfirio estudiar leyes, durante ocho largos afios, con Ia unica idea de volver a Puerto Rico, todo un respetable ciudadano, y "ser 1111 lEder del Partido de Ia Mayorfa, casarse, tener ni11os, ser un poco feli=". Mientras estudiaba, se ensordecio a las circunstancias sociales y polfticas. Y sacrific6 las comodidades y las pequei'ias diversiones. Querla escapar a toda costa dellaberinto de miserias e ingratos recuerdos. Crey6 que Ia salida estaba en adquirir una profesi6n. Espoleado por estas ansi as de bienestar econ6mico, acept6 trabajar en Ia Republica del Adalid Augusto. Vela el mundo desde sus propias pequefias ansiedades. No sospech6 Porfirio que se le ofrecia el empleo porque fue testigo involuntario del asesinato de uno de los enemigos del Adalid en Nueva York. Pronto se dio cuenta de que su profesi6n, que tantos sacrificios le cost6, no podrla sacarlo del laberinto. La vida en Republica resultaba insoportable; ahara, como nunca antes, se hallaba en el mas horroroso de los laberintos. Advierte que nadie se atreve a hablar con libertad y teme aun a las paredes. Solo se habla en voz alta cuando se elogia el gobierno de Adalid. El retrato de Augusto aparece en todas partes. Presencia arrestos colectivos y le llegan rumores de inesperados suicidios y de corrupci6n . Las intrigas le tienden redes. Se gana el aprecio de don Joaquin Valverde, un colaborador del Adalid, que, sin saberlo, ha ordenado Ia muerte de su propio hijo. Advierte Porfirio, asimismo, Ia incontenible ambicion de Luis Jaramillo, que aspira a lograr, una vez mas, Ia hegemonfa de su familia, mientras colabora servilmente con el Adalid. Para conseguir sus fines, no vacila en sacrificar a las mujeres que le aman. Y Pofirio se da cuenta de que fueron las rivalidades entre los Val verdes y los Jaramillos las que en realidad crearon el "Monstruo". Todavfa en mitad del laberinto, siente Porfirio que su salvacion vendni tan pronto como se disponga a luchar en contra del" Monstruo". Don Joaquin desea regenerarse, pero ya es muy tarde. Mas Jacinto Brache, colaborador del Adalid, sf consigue regenerarse, atormentado por Ia idea de Ia cobardfa moral. Muere en un intento de asesinar al Adalid. Muy significativo es el despertar moral de Uribe y de Lorenzi, impulsados porIa generosa idea

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de darse a "los demos". Se convence Juan Lorenzi de que el hombre no puede vivir solo para sf mismo , que el hombre noes, como afirma Thomas Merton, una isla. Da sus entusiasmos a Ia idea de "ca=ar e/ Monstruo", en un inefable impulso de lealtad hum ana. Porfirio "se convierte" dramaticamente. Sale del laberinto cuando se libra de sus propias limitaciones y se proyecta en los demas. Ya no ve el mundo desde su egofsmo. "AI hacerme abogado no me gradue de cobardfa", afirma. Y realiza el milagro de "sa/tar sobre Ia propia sombra ".en palabras de Laza. Se une a Ia "caza del monstruo". He ahf Ia salida dellaberinto. No importa Ia destrucci6n material de las fuerzas libertadoras. Ellos seguinin viviendo moral y espiritualmente. Muerto ya Alfredo Laza, en uno de sus bolsillos hallan un papel con estas palabras reveladoras: "A nosotros no Jtos mata nadie. Volveremos con los hombres que claman por Ia libertad".

"EJ laberinto, nove/a de Laguerre", El Mundo, 17 de noviembre de 1959, p. 12.

Vera Maslow Aunque naturalizada en Estados Unidos, Vera Maslow naci6 en Austria. Escribe en franc~. ingles y alenuin y habla varios idiomas, entre ellos el espai'iol, el ruso y el polaco. Es doctora en filosoffa de Ia Sorbonne y de Columbia. Colabora en revistas alemanas, francesas y americanas. Conocedora profunda de Ia filosoffa actual, ha participado en multitud de foros y congresos de esta especialidad. Se distingue por el conocimiento del teatro frances. Se ha interesado fecundamente, en Ia cultura del Caribe y de Mexico. Cultiva, con preferencia, el ensayo. En Ia actualidad esta en Londres y tiene relaciones con el International Book de esa ciudad, que recientemente escogi6 Ellaberinto como "libro del mes".


VISITA A LA CAPILLA ALFONSINA Y

"EL

FUEGO Y SU AIRE" -

Concha

unque no lo parece, lo que antecede es el proemio para el comentario de Ia novela de Enrique A. Laguerre El fuego y su aire (Buenos Aires, Losada, 1970). Laguerre presenta en ella Ia situacion puertorriqueiia que viene arrastrando las vicisitudes de su historia, Ia confusion de su circunstancia, su problematica cada vez mas compleja - incluyendo Ia de los emigrados a Nueva York~ vista con amargura, ironia, desesperanza e implacable critica social. El fuego encendido en el novelista hasta que su aire lo hizo llamarada en su primera novela, ha seguido ardiendo en una vocaci6n sostenida por el afan de perfeccionamiento. Explora durante anos su asunto y al aplicar los procedimientos tecnicos para crear Ia novela, descubre el lema que esas tecnicas revelaran al lector: el deterioro espiritual y egofsta, Ia distracci6n fatal en lo falso con su secuencia de vicio y muerte. La integraci6n de los materiales que conlleva el asunto se realiza ideando los personajes y situandolos en una trama que va desenvolviendose por medio de simbolos, repetici6n de recuerdos de sucesos determinantes en el destino de los personajes, alternancia del punto de vista del narrador en tercera persona con el del personaje que en silencio piensa y aclara su circunstancia. Esto ocurre sin transici6n en el avance de toda Ia novela.

A

Vkh~ndu.

El fuego y su aire parte del ritmo oscilante del momento hist6rico que vivimos que perturba "a una concienciajuvenil en crisis". Palabras son estas de La 1/amarada, Ia primera novela de Laguerre, escrita en 1935. Son palabras que parecen de hoy. El ritmo oscilante del momento historico no ha cambiado en 1970 enÂŁ/ fuego y suaire, sino que ha crecido en premura y gravedad de muerte. Los problemas sociales del caiiaveral, aparecen ahora sustituidos por actuates problemas politicos, deterioro moral en Ia opulenta vida urbana, vida de los emigrados en Nueva York, agonfa de vetustos prejuicios de clase; invasion de los parafsos artificiales, y sobre todo, peligro de Ia perdida de Ia identidad puertorriqueiia intensificada en el protagonista Pedro Jose. La simbolizaci6n de Pedro Jose como buscador de su identidad, sirve para que se revelen los otros personajes tambien como simbolos de sentimientos y actitudes diferentes, pero infructuosas en aquellos que rechazan Ia general enajenaci6n. En ella se mueven seres apagados, sin fuego ni aire ya, victimas del alejamiento de lo que debieron ser. Para llegar a In presentacion de mundo tan complejo, Laguerre trabaj6 en su modo de profundizar detnis de las apariencias, caracterizar, simbolizar y hacer de Ia palabra instrumento sin las viejas limitaciones que Ia distincion entre Jengua

Para llegar a Ia presentaci6n de mundo tan complejo, Laguerre trabaj6 en su modo de profundizar detras de las apariencias, caracterizar, simbolizar y hacer de Ia palabra instrumento sin las viejas limitaciones que Ia distinci6n entre lengua literaria y lengua comun levantaba con muros de artificio.

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literaria y lengua comun levantaba con muros de artificio. Estos procedimientos empiezan a acentuarse desde Ia novela La ceiba en e/ ticsto, y se van acercando en El /aberinto y Cauce sin rfo a Ia atmosfera de El fuego y su aire. Aquf se realiza Ia integracion de los diversos elementos en un todo con manifiesta de sentido. Esto se logra en primer Iugar y con intensa resonancia, desde el tftulo que hemos senalado como simbolo con otros dos que aparecen espaciados en el curso de Ia novela: el pulpo que se come sus propios tentaculos y Ia paloma mensajera que su dueno se come en medio de Ia selva. Laguerre ha usado ese recurso en Ia estructura de senti do de anteriores novelas: La cciba en e/ tiesto, La resaca, El laberinto. En ninguna otra de sus novelas como en ÂŁ/fuego y stt aire el recurrente tftulo simb6lico teje Ia estructura de sentido con mas intencionada hondura. Se insinua en el epfgrafe del capitulo primero: Velas sin pabi/o. En Ia narracion que empieza en tercera persona, se intercala el pensamiento del adolescente Pedro Jose formulado por sf mismo, sin transicion alguna, tecnica que persiste en esos dos movimientos: narradorpersonaje, en toda Ia novela. Un corto parrafo aclara Ia circunstancia: Pedro Jose va a cumplir veinte ailos; ha crecido desde los ocho en un hospicio de retardos mentales en Nueva York; se siente bien en este mundo, pero to saca de el el talento musical que descubre el Padre Fabiano y quiere desarrollar Ia escuela de musica que se decide a ayudarlo. No pudo decir como se encontro hambriento y helado a Ia entrada de Ia capilla del hospicio en Ia ciudad desconocida. Su primera palabra habfa sido Puerto Rico. Tardo dos anos en hablar; no pudo precisar los primeros ai'ios de su ninez, "cuadro abstracto en wws pocos rasgos figurativos" . Las velas sin pabilo de este primer capitulo son juego alusivo de Pedro Jose dentro del sfmbolo "fuego y su aire." El nino jugaba encendiendo los cabos de vela que le consegufa su amiguito dominicano Ulises Pichardo, intemo en el colegio cercano al Hospicio. El titulo de Ia novela enlaza en continuidad estructural Ia narracion entera. El proceso de Ia bUsqueda de identidad comienza cuando Antonon, el criado del Hospicio le dice al nino que es callado como una ostra. Surgio entonces en Pedro Jose, en vision imaginaria, el rompecabezas que compuso al fin: vehimenes sobre mar de tropico, paisaje de

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palmas, al que ai'iadi6 mas tarde una ventana abierta at sol. Ese cuadro se enciende y apaga repetidamente en Ia novela, sosteniendo tambien con otras recurrencias parecidas, el hilo estructural de los sucesos. La barracuda como sfmbolo en el problema de Ia libertad en La ceiba en cl tiesto, tiene intenciones afines a las del pulpo neur6tico que se come sus propios tentaculos en ÂŁ/fuego y su aire. Pero aquf el significado se expande, a "Ia viva imagen de Ia aclltal /ocura del hombre," quien, cuando le fall an las ambiciones, se vuelve contra sf mismo en peligrosa actitud suicida. En Ia crftica social, el mas reiterado sfmbolo es Ia paloma mensajera que se come su duefio en Ia selva, hundiendose en el tremedal de lo innoble, de Ia enajenacion materialista e inhumana. Aparece en boca de Lori, lajoven y rica heredera que se da cuenta del mezquino ambiente que Ia sofoca, que Ia hace sentir sola e insatisfecha en su hogar de artificio, lleno de objetos lujosos y vacios de significado espiritual. Se le ocurre al pensar en Oscar Martfn, el "emprendedor" joven con quien su madre quiere casar Ia. Lori lo rechaza porque ve en el "el tipo de hombre que cuando se pierde en Ia selva y le da hambre, no pone reparos en comerse Ia paloma mensajera". En este momenta, el autor, segun su constante tecnica en el punto de vista, intercala el pensamiento silencioso de Lori: "En Puerto Rico todos -hombres de negocios, profesionales, politicos, todos- se comenla paloma mensajera cuando les da hambre. Solo queremos satisfacer hambresffsicas". La paloma mensajera es, por tanto, el aletear de las hambres espirituales ahogadas por el afan de satisfacer las ffsicas. De esa fatal mutilaci6n, en el pensar de Lori, no estan exentos los sacerdotes que tambien cometfan el pecado imperdonable. El sfmbolo aparece desde aquf en otros pasajes de Ia novela. Es Ia misma Lori, enferma ya de muerte, quien lo repite. Lo recuerda el narrador cuando los amigos de Lori, Elda Astol y Adalberto Linares visitan a los padres de su amiga, quienes comentan atribulados el derrumbe de su mundo. El recuerdo es desolador: todos cometieron el pecado imperdonable y "perecieron atrapados en el labcrilllo de Ia selva". Entre el sacerdocio "con elfin de trabajar junto a los menesterosos de frcnte a los barones en cualquier parte del mundo" o "sumarse a cualquier grupo que tambibt en cualquier parte del mzmdo estuviera oponibzdose activamente a los desmanes


de los poderosos carteles.'' Pedro Jose decide el segundo camino. Desaparece despues de Ia pesquisa en La Parguera sobre su identidad obscura, uniendose a una invasion contra Ia dictadura dominicana. Asf penso vengar de algun modo tambien Ia muerte de su amigo mas constante desde los afios del Hospicio hasta el regreso a su isla, Ulises Pichardo. La novela tennina con estas palabras que rematan Ia estructura simbolica con acento final: "No se sabfa, no, si cayo en el alfaque o si lagro escapar a/ monte. t:Qm! importaba despues de todo? Habfa decidido desaftar Ia sofocacion; buscaba aires con que a\•ivar sufuego". l,Se van apagando todos los fuegos por falta de aire? l,Estan sueltos los perros de Acteon? t,No hay ya quienes cuiden y protejan su paloma mensajera? i,Es tarde en todas partes, como dijo a Lori Adalberto Linares, el profesor de sociologfa despierto a Io circundante, declanindose inenne en esta hora del mundo? l,Son las convulsiones del cristianismo de hoy, como dice Pedro Jose, lo que agrava el cerco de sombras apocalfpticas? Como maestra de una concepcion del cristianismo diferente a Ia que ensefiaron a Pedro Jose en el Hospicio, se que a Ia agonia a que alude ese comentario seguini una resurrecci6n. Hay extremos abultados de pesimismo en Elfuego y su aire: en Ia presentacion de las situaciones y algunas insistencias en elias que podrfan suprimirse sin que perdiera eficacia el planteamiento esencial de alerta hacia Io que no debemos soslayar. Una parte cada vez mayor de Ia humanidad sabe que es mucho mas que cuerpo fisico. Ha visto con los astronautas por television, a nuestro planeta desde Ia perspectiva de Ia luna. Ha visto desde ella un mundo, una humanidad, una sociedad. Esa perspectiva presagia el paso de Ia revolucion a un renovado concepto de evolucion. 1 Sobre todo esta tratando de expresar desde adentro Ia comprension y el am or que atraen comprension y amor. Hay un llamamiento perentorio dentro de nosotros a una transfonnacion que nos asentara en lo noble y lo justo. Esto es asf para todos. Sabemos que las annas son sfmbolos que atraen y justifican su uso. Y que las conversaciones de desarme entre los pueblos mas poderosamente annados de Ia tierra, son aires de paz que anuncian el crecimiento del fuego del amor universaL El mundo de Ia novela de Laguerre lleva consigo los perros deActeon, Ia destructiva actividad de sus propios errores. Esa actividad se deja sentir

El mundo de la novela de Laguerre lleva consigo los perros de Acte6n, la destructiva actividad de sus propios errores. en dondequiera que existe ese mundo en Ia tierra. Para vi vir en el universo de cuatro dimensiones que vislumbra Ia ciencia hoy, el hombre tendni que expresar facultades equivalentes a esa expansion de su conciencia. Es Teilhard de Chardin quien advierte que poner much a esperanza en un arden social alcanzado porIa extema violencia, es desistir de toda esperanza de Jlevar el espiritu de Ia Tierra a su destino. Pero afiade que Ia energia humana y Ia del Universo son expresion de un movimiento infalible e irresistible que lograni al fin el natural tennino de evoluci6n. Se ace rca una nueva edad "en que el mundo rompera sus cadenas y se entregara al poder de sus "intemas afinidades". Se que mi amigo desea un aire como ese para el fuego de las conciencias puertorriquefias. Y que su novel a es un rechazo de Jo contrario, creada en el clima donde se escribe hoy Ia novela hispanoamencana.

1 Butterworth

Eric. Unit ofAll Life. New York, Horperahd Row,

1969.

Obras Completas de Concha MelbJde:, Torno IV, ICP 1972, p.

615 . 621.

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EL SIGLO

,

XVIII

Y

MIGUEL HENRIQUEZ EN PROA LIBRE SOBRE MAR GRUESA

Marfa ckl Carmen Monserrat Gamiz

n el mes de noviembre de 1996 en el pueblo hermano de Isabela I comentaba Enrique A. Laguerre que ha sentido siempre preocupaci6n por mitificar Ia historia desde Ia primera vez que visit6 Francia. Dirfa afios antes en Polos de Ia culwra iberoamericana que Ia levadura de Ia historia en Ia narrativa puertorriqueiia " ...es sencillamellle Ia religion de Ia nacionalidad" .2 Y prosigue: " Es larga Ia lista de seres puertorriquelios y amillanos que se han lanzado a que nos sorprendamos de nosotros mismos en Ia illlimidad, que es manera eficaz deponer levadura a Ia historia viral en sus pormenores y haza11as" .3 En Proa libre sobre mar gruesa, Laguerre ha recogido uno de estos seres antillanos-caribefios, Miguel Henriquez4, Capitan de mar y guerra, un puertorriquefio bastante desconocido a quien actualize con rasgos destacados Salvador Brau en los at bores de nuestro siglo at afirmar que "alcanz6 nombradfa excepciona/" .s Y lamentaAngel Lopez Cantos, el autor de Ia monografia mas extensa del corso que " ... los britanicos reconocieron Ia importancia de sus correr{as -de Frances Drakepor lndias, mientras que los espafioles de uno y otro !ado del Atlcintico,lo gratificamos [a Henriquez] con e/ olvido,/a mas grande de todas las ingratitudes" .6 Nos encontramos, pues, ante una novela de tema historico; ficcion-novela donde el autor "leuda"

E

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y "crea" fabulas sobre el andamiaje de Ia historia. Nove Ia abierta, con muchas incognitas que se quedan en Ia mente del lector. Novela en que se confunden el mito y Ia historia sabiamente manejados, con conocimiento minucioso y exhaustivo de Ia primera y tecnicamente enfocada por tres perspectivas complementarias en los narradores Jose del Pozo vision del poder politico, militar hispano, clasista, cerrado-, Padre Geronimo -punto de vista eclesial, poder de una Iglesia que en Ia novela se presenta aliada al personaje y comprometida con el- y el mismo Miguel Henriquez -perspectiva del revolucionario pacifico pero comprometido, incipiente camino hacia Ia democracia, apertura de murallas, derribo de poderes absolutos, mestizaje de I Presentacion de Proa /ibre sobre mar gruesa. Club de Leones de lsabela. 20 de noviembre de 1996. 2 Enrique A. Laguerre. Polos de Ia cultura iberoamerica11a, (Boston: Florentia Publishers, Inc. 1977), p. 57. 3 Ibid., p. 63. 4 Optamos por Ia forma "Henriquez" frente a Ia sin hache "Enriquez" usada en los documentos de Ia epoca, por ser Ia que utilizan los historiadores y escritores puenorriqueiios y el mismo novelista. 5 Salvador Brau. Historia de Puerto Rico, (San Juan: Ediciones Pona Coeli, 1971). p. 141. 6 Angel LOpez Cantos . Miguel Henrfquez: Corsario boricua del sig/o XV/ll, (San Juan: Ediciones Pueno, 1994), p. 21. Se utilizar.i Ia sigla LC siempre que se cite esta obra.


pueblos, voluntad de destino-. Este personaje central, hist6rico, con tratamiento literario, es a su vez mito del personaje simb6lico, el nuevo hombre americana, caribeiio, antillano, puertorriquefio. "Nosotros hijos de conquistadores -habla el testigo Don Rodrigo Estremera de Soto, estanciero de Cangrejos- residimos en un mundo que ya comienza a no ser nuestro, y Henriquez es representativo de

ese mundo que se nos esta escapando."

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Para intentar separar historia y mito, recogere solo algunos aspectos de Ia presencia de Ia historia en Ia novela para distinguirlos de Ia ficci6n creada por el autor. El siglo xvm caribeiio es el momenta en que comienza el perfil de las nuevas nacionalidades mestizas que se fraguan en ese ir y venir incesante por el Caribe

de las ambiciones europeas. "Me toea vivir -dice Henriquez- en w1 siglo madrugado por tormentas de ambiciones y conflictos imperialistas."B AI trono de Espana -vacante por carecer de heredero Carlos U el ultimo Austria- accede el Duque de Anjou, nieto de Luis XIV, con el nombre de Felipe V Borb6n. Hay contienda en Europa entre Francia e Inglaterra ~uerra de Sucesi6n- El escenario caribeiio seni el testigo de las luchas de los poderes enemigos de Espana en las Indias Occidentales. "En e/ Caribe, mar abierto ... parece asomar WI monstruo de mil cabezas, las mil cabezas de las ambiciones desmedidas e insaciables de los europeos" 9 dir.i Miguel Henriquez. Terminada Ia Guerra de Sucesi6n en 1713 con Ia Paz de Utrech no se eliminan las contiendas. Sigue Ia disputa porIa hegemonia contra el poder

7 Proa lihre sohre mar gruesa (PL), p. 66. Los enfasis en los textos originates, son de Ia autora. 8 PLp. 243. 9 Ibid., p. 251.

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i'

Jose Ferrer Canales, Enrique Laguerre y Ia Dra. Maria del Cannen Monserral

monopolista hispanico a traves de Ia piraterfa de las naciones - Inglaterra, Holanda, Francia y Dinamarca- . Y los mismos gobiemos espaiioles en las islas caribeiias actuan en Ia doble vertiente de salvaguardar "legalmente" las ordenanzas que Ia Corona dicta desde Ia lejana "Madre Patria" en frase de Henrfquez!O y de sus gobiemos corruptos y las oligarqufas blancas que buscan Ia riqueza, el exclusivismo y los privilegios frente a las nuevas clases que se perfilan en Puerto Rico y en las otras islas. "El Caribe no dejo de ser centro de mercaderes, wws legales otros ilegales" .11 Confiesa Henriquez que los espafioles actuaban contra todos nosotros como discolos; distingue perfectamente entre ellos/ nosotros, expresi6n que es reveladora de los nuevos pueblos que van surgiendo en America.l2 La politica exterior de Felipe V respecto a America varia. Frances casado sucesivamente con dos italianas -Marfa Luisa de Saboya e Isabel Farnesio- e influido por las presiones de los cortesanos italianos, dirigi6 su interes hacia el Meditemineo -Napoles y Sicilia-. Solo de 1725 a 1729 hay un cambio hacia America. Este momento hist6rico favoreci6 las incursiones del corso Henriquez contra Inglaterra. Pero nuevamente el Meditemineo atrae Ia atenci6n de Espaiia y las alianzas con Inglaterra mantendran el equilibria politico. La relaci6n que ofrece el autor concuerda con Ia historia. Ese trasfondo presenta el entramado hist6rico real donde se mueve el Miguel Henriquez de Ia novela. Le dara ocasi6n al autor para situar personajes ficticios que se construyen dentro de Ia verosimilitud hist6rica. Yes notable que sea el mismo Henriquez en su "confesi6n-reflexi6n" el que mas datos concretos ofrezca a este teJon de fondo, y que el nombre de La Marejada recoja perfectamente ese bullir de tensiones, poderes y naciones en el Caribe

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a comienzos del siglo XVIII, como dice el corso "me toco nacer en e/ ojo de Ia marejada" ,13 El Miguel Henriquez de Ia historia es sanjuanero. El mismo confiesa "ser natural de est a ciudad" .14 Se desconoce Ia fecha exacta de nacimiento. Declara varias veces su edad, pero no hay coincidencia, y al aumentar sus aiios sus declaraciones de edad lo hacen mas joven. Hay una fecha que no obstante prevalece, 1674. Su madre fue -segun un testigo-- Graci ana Henriquez "de color mulata ate:ada" 15 "de color grifo, esclava de Doiia Leonor Enriquez, de quiell tom6 el ape/lido y ser hijo y su abue/a ulla negra de Angola". 16 Leonor Enriquez "una blanca libre" vivia en Ia calle de Ia Iglesia",17 Fue hijo bastardo. En 1716 un puertorriqueiio Francisco Allende, enemigo a Ia saz6n de Miguel Henriquez afirma que calla el nombre de su progenitor "por mi modestia y su estado".IS Los historiadores tienden a inclinarse que pudiera haber sido hijo de algun eclesiastico de alcumia. Lopez Cantos en su monograffa sobre Henriquez sugiere con reservas como posible padre de Henriquez, el nombre del can6nigo D. Juan de Rivafreche. Su hermano Jose, cuya partida de nacimiento se conserva, tuvo como padrino at contador real Luis de Salinas, oficial real, y tampoco consta en el acta el nombre de su padre. Salinas es un oficial de alto rango. Hay un dato hist6rico que puede interesar para inclinarse a un padre eclesiastico: en 1700 a Henriquez le decomisan "una mesa con Iibras en

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10 Ibid., p. 255. 11 Ibid., p. 252. 121bid. 13 PL., p. 243. 14 Declaracion de Miguel Enriquez. Pueno Rico, 24 de diciembre de 1700. Archivo General de lndias (AGI). Escribanfa de Camara, 140A]. Citado en LC., p. 21. 15 Decluraci6n de Valentin de Urquiza. Puerto Rico, 17 de abril de 1719, AGI. Santo Domingo, 568. 16 Peticion de descargos presentados par Francisco de Allende y Melendez en nombre de Nkohis Sustain. Pueno Rico, 30 de agosto de 1725. AGI. Escribania de Camara, 142A. 17 Censo poblacional de San Juan de 1673. Puerto Rico, 18 de febrero de 1674. AGI. Santo Domingo, 173. 18 LC, p. 25.


latin". 19 Le cambiaron una sentencia a ruego de personas de au toridad (1700). Y "alguien" le ayuda a pagar una multa. Tuvo que ser hijo de persona notable porque i,C6mo se interpreta si no que tuviera tan buenas influencias si era "pardo"? Segun consta en documentos de Ia epoca fue el menorde cuatro hermanos, todos "mulatos libres". Vive en una habitaci6n de Ia casa de Ana del Rincon en Ia calle San Cristobal y Ia Carniceria en casa de vecindad de San Juan. 20 Domina el arte de escribir y compone a los 26 anos cuando to acusan de contrabando.21 En los document as que se conservan escritos par el aparece una tetra clara, cursada y elegante, demostrando ser el resultado de un largo aprendizaje.22 A pesar de ser pardo23 se le ofreci6 Ia oportunidad de aprender varios oficios: zapatero, curtidor, calderero, "al menudeo" (mercader) y ademas se dedica al contrabando. Como libre, es tambien soldado. Es reveladora Ia opinion que tiene de el su Excelencia el Gobernador Danio Granados " ... que hablaba mal del capitan Miguel Enriquez diciendo que era 1111 pe"o, que mmca son buenos esos mulatos" 24 frente a Ia de su Ilustrisima el obispo Fernando de Valdivia cuando dice que " ... el capitan Miguel Enriquez en su nacimiemo es humilde pero en sus acciones

principe".

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Segun Ia historia Miguel no se cas6, pero hubo en su vida algunas mujeres de las que tuvo varios hijos. En 1722 se le incoa porque "antecedentemente ha estado mal amistado con otras mujeres de esta ciudad". 26 Esta parte de su vida personal no corresponde exactamente con Ia del personaje de ficci6n: Laguerre Ia hace nacer en Cangrejos, de Estebania -Banina-, hija de Fuad Bondo, berberisco esclavizado del Niger y que fue vendido a los ingleses de los que escap6, arrioo, a Ia Isla y en ella se unio a Banacoa, hija del Caribe de Ia islaAnegada, Yareibo. Baninaes cristiana y fie! devota de Ia parroquia de Cangrejos. Volvemos a Ia pregunta: <.Quien es el padre carnal de Miguel de Ia novela? En su segunda parte el Padre Geronimo elucubm sabre ello y lo transmite cuando revisa sus recuerdos. Son detalles relacionados con Ia procedencia de Miguel en Ia visita que junto con el Obispo hizo a Miguel Henriquez preso en El Morro. Hace notar " ...todo cuanto paso par mi meme desde Ia sonrisa misteriosa del seiior obispo" .27 Esa sonrisa misteriosa que Laguerre pone en el rostra del Obispo, nos lleva a una escena abierta para que el lector pueda interpretarla.

Despues de morir el Padre Geronimo su mentor y consejero, Henriquez se casa con Nathalie, danesa prima de J aserba, mujer instruida mas europea que antillana, que dirige Ia hacienda de Toa Bajaposiblemente El Plamaje de Ia historia relacionado con los Gonzalez Geigel de Ia familia de Tomas Blanco- cuando Henriquez retorna a! mar a! final de Ia novela. El personaje de ficci6n se crla en Cangrejos bajo Ia tutela de Fernando Henriquez y Solares y es amigo del hijo de este, Fernandito a quien salva Ia vida en una ocasi6n. Hace el au tor que aprenda tetras con el hijo del dueno y ambos tienen los mismos maestros. Ahl realiza sus primeras incursiones en el mary se ejercita en montara caballo. Posteriormente comprani junto con su amigo de origen danes Nemesio Jaserba- un caballo-el potro anaranjado, caballo de heroe mitificado- con el que venceni a un sobrino de Simon Contreras, uno de los enemigos que declaran contra Henriquez durante el proceso. Este hecho de las carreras de caballos en el Viejo SanJuan da motivo al autor para colocar el nacimento del hasta este momenta "invisible" personaje a los ojos capitalinos, en Ia sociedad sanjuanera. Ese va a ser el problema en Ia vida de Henriquez: que un "pardo" Iogre atraer Ia atenci6n hasta un primer plano, pueda echar abajo las barreras clasistas del "recinto amurallado", abatiendolas por el propio esfuerzo y Ia tenacidad. ((Casi se ha entretenido derribando mural/as -confiesa del Pozo-. Todo para beneficia personal, tal vez, aunque iCllidado amigos mios, par esas aberturas podran entrar ahora, algltll dia, 110 seen que momento,legiones de migueles... " .28 En las carreras de San Juan comienzan en Ia novela los

19 Embargo de bienes de MH. Puerto Rico 22 de octubre de 1700. AGI. Escribanfa de Camara, 126 B. 20 Cfr. LC, p. 26. 21 De Miguel Enriquez al exgobemador Francisco Dania Granados. Puerto Rico, 13 enero 1716 y I0 d iciembre 1718. AGI. Escribanfa de Camara, 142A. 22 LC p. 27. 23 Tomas Blanco en su Promuario historico de Puerto Rico, seiiala que a pesar de ser pardo desempeiio un importante papel a principios del siglo XVlll. Cfr. Promuario, p. 73. 24 Declaracion de Francisco Alvarez de Brito. Puerto Rico, I de mayo de 1725. Escribania de Camar.1, 142 A. 25 Del Obispo Fernando de Valdivia a Marcos Antonio de Ver.istegui, Puerto Rico 27 de enero de 1723. AGI. Santo Domingo, 570. 26 LC, p. 34. 27 PL p. 141. 28 PL., p. 30.

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motivos de envidias y rivalidades de los habitantes del Presidio Militar, obstaculos que Miguel sortea con dignidad y muchas veces con excesos de generosidad. La historia nos dice c6mo este muchacho sanjuanero -Henriquez- es un buen cristiano " ...pues ten fa los brazos abiertos a todos los pobres"29 sobre todo en epocas de tonnentas, huracanes o escasez de productos. Ayuda a Ia catedral y funda una capellania por el y por su madre, segun atestigua el obispo Fernando de Valdivia al Rey.JO Por otra parte lo presenta cortes, bien educado, de buenas maneras y buen comportarniento. Tiene finura de expresi6n, palabras cortesanas y agudeza de ideas.3 I Era esplendido y no tiene reparo en ofrecer fianzas,32 prestamos, despues sus barcos cuando era annador. Aunque se puede a Ia vez verificar que tenia Ia habilidad de llenar de regalos a Ia gente para ganarsela. Busca el favor y Ia amistad de los grandes: nobles, gobemadores y obispos. En un siglo de exclusivismos, en el que Ia clase preponderante desea a toda costa mantener sus privilegios, Miguel Henriquez nada contra corriente en Ia historia y en Ia novela. Por ello es notorio estudiar las intrigas que promueven sus enemigos para derribar a este mestizo; hablan de que mientras las personas de honor "los nobles de sangre" son los que defienden a San Juan de los ataques de enemigos, este pardo es contrabandista para enriquecerse. No hay duda de que el basto mulato, va cambiando poco a poco en Ia historia y se va asimilando a los estilos de Ia clase alta. "Es nuis inteligente de lo que anticipaba -habla del Pozo- puesto que en vez de /anzarse a las rebe/dfas sinfreno de los primitivos, ha aprendido a hacerse dueflo de nuestros propios recursos, para plantarse, muy dueiio de sf mismo, en el mundo de aca, nuestro legftimo numdo" .33 Y sus riquezas y exquisiteces lo demuestran. Habfa llegado a ser un hombre rico y Valdivia el obispo amigo lo atestigua ... "Habfa mas en ella [su casa] que en todas las casas de Puerto Rico, como asimismo en sus almacenes" 34 y eran tan amigos el y el obispo que "el primero estaba en casa de Enriquez las mas partes del dfa y ordinariamente todas las noches" .35 Laguerre novel a con el periodo de Ia vida de Enriquez en que esta prisionero en el Morro por orden del Gobemador Francisco Danio Granados, -en el segundo mandato de este- a Ia par que esta encerrado el tesorero del Gobemador anterior Alberto Bertodano, don Jose del Pozo y Honesto -todo menos honesto en el sentido literal de Ia palabra, pues

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segun la historia hace un tremendo desfalco en las areas de Ia Corona-. El Obispo que corresponde a ese momento es Fray Fernando de Valdivia, buen amigo de Henriquez, como tambien lo fuera Fray Pedro de Ia Concepcion Urtiaga, mexicano, quien muri6 en Ia tinea de Henriquez en Cangrejos y test6 en favor del corso. Este fue uno de los roces entre Gobemador y Obispo. Hay total verosimilitud en el hecho de que Miguel escribiera unas Memoriasque entrega al Obispo Valdivia en su visita al Morro dado el buen dominio de Ia lengua -oral y escritaque dice Ia historia tenia Henriquez. Laguerre utiliza una serie de personajes que acompanan al heroe principal: dentro del contexto hist6rico unos son reales, otros no, pero todos son verosimiles dentro de ese te16n de luchas pore! poder, del mestizaje de pueblos que se esta haciendo en Ia matriz del Mar Caribe. Hist6rico es Jose del Pozo y Honesto, de origen siciliano -bien encajado en el periodo de influencia italiana en Ia corte espanolaperc Laguerre aprovecha Ia circunstancia para subrayar que le gustaba el teatro como buen italiano. "DelPozo habfa sido consecuente aficionado del teatro, y dejoven se ejercit6 de actor" ,36 La historia sugiere que del Pozo paso desde Sicilia a Ia corte espanola por influencia de Isabel Famesio. Las riquezas de Henriquez se deben segun Ia noveIa a su extraordinaria habilidad para mantener el equilibria entre los tres poderes politico, militar y religiose. Es hecho hist6rico su generosidad en dar a los soldados su paga en epocas de escasez y en prestar graciosamente sus barcos para misiones miliares, civiles o religiosas. Hay verosimilitud en el hecho de que Henriquez trate de tener dos naves - ÂŁ/ Ha/c6n y ÂŁ1/mrepid apresado en La Parguera por sorpresa- para poder obtener licencia de corso. Es rigurosamente hist6rico el hecho que recoge Laguerre 29 LC., p. 53.

30Lc .• p. 49. 31 Cfr. LC., p. 53 s.) 32 Cfr. Aida R. Caro Costas. El Juicio de Residencia a los Gobernadores de Puerro Rico en e/ siglo XVIll. San Juan: lnstituto de Cultura Puertorriquena, 1978, p. 124, 189. 33 PL., p. 47. 34 Del Obispo Fernando de Valdivia a Marcos de Venistegui. Puerto Rico, 15 de diciembre de 1722. AGI. Santo Domingo, 570. 35 Del Capitan Francisco Valentin de Urquiza al presidente de Ia Audiencia de Santo Domingo. Puerto Rico, 10 de noviembre de 1720. AGI. Escribania de Camara 141 C y 1428. 36 PL., p. 26.


de Ia declaraci6n de Henriquez como Capitan y mar y guerra por Felipe V ( 1708 en Ia historia) y Ia concesi6n de Ia Medal/a de Su Real Efigie y el titulo de "don" ---es decir de caballero--. Cuando Ia mar gruesa caribefia balancea los navios con licencia de corso de Henriquez tanto en Ia historia como en Ia novela, hay total paralelismo. Fueron tantos los navfos que obtuvo como presa de los enemigos del Imperio y tantos los que hizo en sus propios astilleros, -se le reconoce el merito de ser el primer constructor de barcos en Puerto Rico37 - que es totalmente verosfmil el episodio del Halc6n reconstruido con ayuda del amigo danes, o de Ia goleta canadiense apresada en aguas del poniente isleiio. Se habla en alguna ocasi6n de II barcos -fragatas, balandras, corbetas o bergantines, sin contar canoas- que Henriquez posey6.38 Y pueden aiiadirse los que captura en los aiios de Ia Guerra de Sucesi6n: A los ingleses, 4 balandras, 1 bergantfn, I fragata; a los holandeses 9 balandras, a los daneses o vikingos de las Islas Virgenes 4 goletas y un bergantfn.39 Comenta su bi6grafo que "Gracias a sus naves las is/as antillanas espa~iolas durante Ia Guerra de Sucesion no cayeron en manos de ingleses y holandeses" .. . 40 El Puerto Rico que se presenta en Ia novela es el de un pueblo que se esta sedimentando como tal, que atisba las diferencias entre los "amurallados" y los libres, entre los de la banda de alla y los de Ia banda de aca: San Juan y Cangrejos son sfmbolos de lo que sueiia Henriquez: "Yo me encaminaba hacia un futuro destino que Ia fuerza de mi hambrienta voluntad me habia se1ialado" .41 "Decidf -afirma Miguel- que prefer{a esta vida de riesgos que me proponfan el viento y las corrientes, a las mural/as que se /evantaban elllre los seres humanos para distanciarlos en Ia proximidad" .42 «Hombre nuevo aunque busca acomodo en em mundo que /e pertenece ---el porvenir es de los pueblos americanos- aunque se /o ericen de lwstilidad" .43 Tras estas expresiones, Laguerre sugiere ya el sentido de independencia de los pueblos iberoamericanos que Ia mayorfa alcanzaria polfticamente en el siglo siguiente. Hasta en el modo de enfrentarse a lo religioso hay una diferencia entre el "alia" y el "aca": Miguel es " ...buen catolico -en boca del P. Ger6nimo-awzque tenga a/go diferente a los catolicos de Espa~ia"44, y que "en su nave capita/ina /leva wz mascaron loice1io en vez de un ldbaro". 45 Hay desprecio en los espaiioles por los que no nacieron alt.i. Se molesta del Pozo por Ia patente

de corso concedida par el Rey a Henriquez, los galardones concedidos "por recomendacion de zm ingenuo senor obispo, oriundo de Mexico, ni siquiera era espa~io/"46 refiriendose a Fray Pedro de la Concepcion Urtiaga. Lo llama ingenuo -no es espa.iiol- porque no se atreve a enfrentarse a lo que

37 LC., p. 169. 38 LC., p. 175. 39 LC., p. 173. Seria bueno recordar Ia diferencia entre estos barcos: BALANDRA:Embarcacion pequefia con cubierta y un solo palo. BERGANTiN : Buque de 2 palos con veins cuadradas o redondas. CORBETA: Buque de 3 palos con copas o vergas, mas pequeiia que Ia fragata. FRAGATA= Buque de 3 palos con copas o vergas en cada uno (una especie de plataforma semicircular desde donde se atisbaba al enemigo). GOLETA= Buque de 2 palos (6 3) con cangrejo (palataforma circular) encaramada en cada palo. PIRAGUA= Barco pequeiio movido a remo. 40Lc.• p. ts. 41 PL.,p. 214. 42 PL., p. 217. 43 PL.. p. 99. 44 PL.• p. 115. 45 PL., p. 98. 46 PL., p. 18.

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Cuando los capitalefios estan desesperados por la falta de comunicaci6n con la Metr6poli, sienten ansiedad por los asedios de los navies enemigos del imperio y les angustia la ausencia de barcos

representa Su Ilustrfsima. No entiende por que Ia Iglesia protege a Henriquez.47 El Padre Geronimo, personaje de ficcion nacido a Ia sombra de tantas figuras historicas de misioneros liberadores- tam poco es muy alabado de Ia elite exclusivista. Porque se ha ido a vi vir a Cangrejos, entre los pobres y como ellos, se ha entregado en cuerpo y alma a su tarea de qui tar las barreras que el mismo ha saltado con deliberada actitud de solidaridad. ";No! ;No quiero esclal'os!solfeaba- ;No quiero esc/a\'os!"48 En algun momenta el mismo obispo considera al sacerdote mas pagano que romano... porque rompe moldes. Es muy fina Ia crftica sutil de Laguerre a los convencionalismos religiosos. El novelista se convierte en historiador por Ia fidelidad con que reproduce ciertos detalles de ambientacion del siglo XVIII. Objetos decorativos, trajes, muebles, costumbres. Cuando habla de Ia adolescencia de Miguel en Cangrejos junto a Miguelito Henriquez. y de como adomaban el caballo de este a Ia usanza de Ia epoca con "\'istosos jaeces. tapafandas de tercipelo, bordado galoneado en oro. se le protegfa de las picadas de las mascas con mantillas, se le rodeaba el c:uello con una coJTea cubierta de cascabe/es de plata. Aun Ia gente mas pobre no se inhibfa de adornar sus monturas modestamente en ocasi6n de las fiestas de San Juan y Santiago"49 parece ha copiado los datos de Fray Inigo de Abbad y Lasierra.50 La carrera de caballos donde se revela el mestizo personaje en el cerrado coto capitalino, parece tomada de las descripciones de Ia epoca. Y el caballo legendario que le da Ia victoria, esta simplemente adornado de lazos como era Ia usanza. Cuando los capitaleiios estan desesperados porIa falta de comunicacion con Ia Metropoli, sienten ansiedad por los asedios de los navlos enemigos del imperio y Jes angustia Ia ausencia de barcos -son los tres efectos que considera el novelista que sedan

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en Ia Isla por Ia expulsion de los moriscos de Ia peninsula en el siglo anterior51 y que corresponden con Ia situacion historica del pals- no se oyen en San Juan los gritos de jVelas!, jVelas! como tan fielmente lo recoge Tapia en sus Memorias como tradicion ancestral.52 Miguel ayudara y asistir.i con sus naves corsas no solo a toda Ia isla sino tambien a San Juan. Nose cierra a nadie. Se rebela no obstante contra Ia polftica comercial de Ia Metropoli. ;,Que hubiera sucedido en Ia Isla si se hubieran seguido las estelas de libertad comercial que trazo Henriquez en el siglo XVIll? Tapia y Rivera53 critica Ia falta de vision de los Gobemadores Rafael Mendez Vi goy Juan de Ia Pezuela, que todavfa en pleno siglo XIX negaran a Ia Mala Reallnglesa desembarcar sus productos en San Juan. Provocan con ello que Saint Thomas se convierta en el centro comercial del Caribe. El Henriquez de Ia historia se retira a! Convento de Oominicos en San Juan y se pone bajo a resguardo de Ia Iglesia ante Ia voracidad gubemamental y el odio de sus envidiosos enemigos. Y allf muere en 1743. El Henriquez de Laguerre, terrnina decidido, con voluntad firrne, en el mar, enfilando Ia proa libre de su nave sobre Ia mar gruesa hacia un futuro de libertad.

47 PL., p. 71. 48 PL., p. 71. 49 PL. p. 154. 50 Fr.ty inigo Abbad y Lasierra. Historia geugrafica, c:i1•il y /lalllral de Ia Isla de San Jua11 Bautista de Puerto Rico. (Madrid 1788). 31 ed. San Juan: Ed. Universtaria, 1970, p. 190. Cfr. Angel L6pez Cantos. Fiestas y juegos de Puerto Rico en elsiglo XVIII. San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. 1990, p. 118. 51 PL., p. 255. 52 Alejandro Tapia y Rivera. Mis menwrios. Puerto Rico como lo encontrc y como lo deje. Rio PiedrJs: Ed. Edit, 1979, XiX, p. 47. 53 Cfr. Alejandro Tapia y Rivera. Mis memorias. IX.


La novela deja en el aire muchas preguntas. La ya planteada de £,quien fue en realidad el padre fisico de Miguel? £,Quienes atacan a Zuloaga y Contreras cuando salen del Morro y Ies roban Ia Relacion de cargos? £,Que sucedi6 con Yareibo? £,Que paso con Jaserba, Miguelito, con Ia Hacienda el Plantaje, con Nathalie? £,Sali6 Don Jose del Pozo y Honesto -"honesto"- de Ia carcel del Morro? He ahi el acierto, dejar abierto el camino a las elucubraciones o intuiciones lectoras. Y Ianzo Ia ultima pregunta i,Hubo reacci6n en San Juan ante el hecho de que Henriquez ordenara descarguen sus naves en Aguada? Esta si tiene respuesta en los documentos de Ia historia. Aida R. Caro y Costas recoge el dato. En el juicio de residencia del Gobernador don Jose Antonio de Mendizabal, "que habfa tenido "estreclza amistad y notoria parcialidad" con Miguel Henriquez armador de corsos y hombre de negocios"54 se le acusa al Gobernador "porfa/tar a/ procedimiento estab/ecido para cmwcer y sustanciar causas de arribada. Seg1in los heclws delatados es ocasion de 1/egar en arribada a/ puerto de Aguada Ia balandra Estrella, propiedad de Miguel Henriquez, Ia cual venfa de La Guaira, el Gobemador Mendizabal procedio por si solo a entender en el caso" 55 y provey6 de inmediato al arresto de Juan Casal6n (?) Maestre de Ia embarcaci6n y de los tripulantes. Se desentiende de Ia causa por diez meses sin dar sentencia. El Gobemador finalmente tuvo que pagar 50 pesos de multa.56 iMulta de cincuenta pesos para una acci6n que para el escritor vale todo el futuro destine de un pueblo en el gesto de Miguel Henriquez! Proa fibre sobre mar gruesa es paradigma de Ia historia real de las Antillas y de Puerto Rico en el siglo XVIII: los tres poderes en el Caribe religioso, politico y militar- se disputan intemamente Ia supremacia, mientras los enemigos exteriores -Inglaterra, Francia, Dinamarca y Holanda- debilitan el imperio espaiiol y se enriquecen a su costa. Un mundo cerrado hispano que se enfrenta a un mundo abierto. Yen medio, como simbolo privilegiado de Ia America nueva, un personaje que Jucha por Ia libertad, que rompe barreras, que se atreve a cambiar el rumbo de su nave

54 Aida R. Caro Costas. El Juicio de Residencia a los Gobernadores de Puerto Rico en el siglo XVIII. (San Juan: lnstituto de Cultur.1 Puertoniquciia, 1978), p. 144. 55(bid. 56(bid, p. 145.

"estrella". Laguerre simboliza mas alia de Ia historia pasada, Ia historia futura, su pensamiento, el futuro de su pueblo que sueiia enfile las naves a Ia Aguada contraviniendo las 6rdenes legales del poder establecido, y con ello, abra su Pals a Ia Iibertad.

Fuentes: Pice), Fernando. Historia Keneral de Puerto Rico. Rio Piedras: Ellie. Huracan,lnc. /986,271 p.{Henrique:, p./02]. _._._Puerto Ricv and the non Hispanic Caribbean: A study in the decline of Spanish exdusil'ism. Rfo Piedras: Ed. U. P.R., 3g ed., 1974, 160 p./Henrique:: p. 69. 73, 76]. Tapia y Ri1·era, Alejandro. Mis Memoria.r o Puerto Rico como lo encontrtJ y como lo dejo. Rfo Piedras: Ed. Edi/, 1979,150 p.

Maria del Carmen Monserrat Gamiz Naci6 en Zaragoza, Espana. Vive en Puerto Rico desde 1968 y a partir de su llegada se integr6 como educadom a Ia tarea cultural de nuestro pais. Licenciada y Doctom en Filosoffa y Letras en Ia Universidad Complutense de Madrid, escogi6 para su tesis un tema de literatura puertorriqueila: La personalidad del puertorriqueflo y los

aspectos educativos en Ia novelfstica contemporanea de Puerto Rico: Los vates de Tomas Blanco y Los amos benevo/os de Enrique A. Laguerre. Se le considem sabre todo educadora y formadom por su gran inquietud humanista y sus actividades espirituales y sociales al servicio nuestro pueblo, especialmente entre Ia juventud. Es Religiosa del Sagrado Coraz6n.

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EL MAR CARIBE Y EL NUEVO HOMBRE AMERICANO EN PROA LIBRE DE ENRIQUE

A.

LAGUERRE

Roberto Fernandez

Y el Mediterraneo y e/ Caribe nu.r>nnrn frente afreme, por primera vez historias. Dos espejos retrata Ia imagen de los ue.mvos1am el otro, Ia de los tiempos por Genmin Arciniegas

nrique A. Laguerre persistentemente ha novel ado Ia realidad existencial del pueblo puertorriqueiio en sus avatares politicos y culturales. Es por esa raz6n que Josefina Rivera de Alvarez ha calificado su narrativa como "los episodios nacionales" en tomo al acontecer hist6rico-social de Puerto Rico, pues en su novelfstica se describe Ia Isla desde las tres Ultimas decadas del siglo pasado hasta nuestros dfas.1 Con este nuevo relato,

E

Vista del ocaso en cl Fuene Snn Felipe del Morro, San Junn, Pueno Rico.

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Proa fibre sobre mar gruesa, Laguerre amplia Ia trayectoria hist6rica de su obra, remont:indose, ahora, al siglo XVIII, en especffico a los aiios de 1699, fecha decisiva en el ascenso al trono espaiiol de Ia dinastfa borb6nica, hecho que inicia Ia Guerra de Ia Sucesi6n Espanola, 2 basta el 1725, ano en que Miguel Henriquez decide desembarcar mercancfa en el puerto de Ia Aguada, desafio con el cual se opone a Ia autoridad real. La generaci6n Iiteraria de Laguerre estuvo muy preocupada por destacar Ia realidad ontol6gica puertorriquei'ia, motivo por el cual se fija e insiste en lo tehirico. De aqui que el planteamiento vivencial de los puertorriquenos gire en tomo a Ia tierra, que ha sido una constante en nuestra literatura insular, mientras el mar resulta el gran ausente o, si se quiere, con una timida presencia en nuestras letras insulares,3 como si no fuera parte del contomo geogr.ifico isleiio. Pero esta novela esta abierta al mar. Laguerre siempre pretendi6 escribir una obra que reivindicara nuestro mar, el mar Caribe que nos pertenece a todos los antillanos. Recuerdo mi encuentro personal con don Enrique hace mas de veinte afios. En aquella ocasi6n yo indagaba sobre ellegendario pirata puertorriquefio Roberto Cofresi. Me confes6 que habfa concebido escribir una nove Ia

sobre esta mftica figura , sin embargo, Ia comercializaci6n del apellido le cohibi6 emprender Ia tarea. De hecho, para superar este escollo pens6 llamarlo Roberto Caribe, pues este mar fue el escenario de sus hazafias. Ese deseo aflora, consciente o inconscientemente, en su novela La ceiba en e/ tiesto cuando Ia voz relatora declara: "Pase6/a mirada porIa lfnea ecu6rea del Caribe. No necesit6 decir mas: ;Mar Caribe , mar pirata, nuestro mar, el mar de Cofresf y de Miguel Henriquez .. .!" 4 Aquel sueno de tanto tiempo ha quedado plasmado, ahora, en Ia figura de Miguel Henriquez. Y este relato que acaba de publicarse podemos llamarlo Ia novela del mar Caribe.

El Caribe La epoca que recrea se caracteriza por Ia extrema pobreza existente en el Puerto Rico de aquel tiempo. Se cultivaba Ia tierra exclusivamente para el diario vivir y el comercio era casi inexistente, los vecinos recurrian al contrabando pam poder subsistir.5 Noes de extraiiarse, entonces, segun advierte Morales Carri6n, que el contrabando en Ia sociedad puertorriqueiia del XVIII fuera cada vez mayor y participaran en el mismo sacerdotes, regidores, soldados, alcaldes y basta algunos gobemadores.6 Tan

1 (Vicnc de In paginu llllterior) Josefina Rivera de Alvarez.

Historia de Ia literalllra puertorriquefia (Departamento de Instruccion Publica: San Juan, 1969) II, 72; Francisco Lluch Mora. " Palabras de presentaci6n de Enrique A. Laguerre en Aguadilla", Faro (Aguadilla, mayo de 198) 109· 12. 2 El ultimo rey espaiiol de los Austrias, Carlos II, el Hechizado, no tuvo sucesi6n en ninguno de sus dos matrimonies. A falta de herederos naturales, Francia, Alemania, Baviera y Portugal reclamaban el derecho a Ia corona espanola; pero ante el Consejo. Carlos II declar6 heredero universal a don Jose Fernando de Baviera. Sin embargo, su muerte repentina en el aiio 1699 suscito de nuevo el problema de Ia sucesion del trona espanol. Previendo una crisis, el rey, ya moribundo,testo a favor de Felipe de Anjou, quien reinani con el nombre de Felipe V. Esto desencaden6 Ia Guerra de Ia Sucesion Espanola que se extendio por mas de dace aiios. El Emperador de Alemania rechazo el testamento de Carlos II y concert6 una alianza con lnglaterra y Holanda. naciones cuyos intereses se veian mas amenazados con Ia union de Francia y Espana. Emilio Gonzalez Lopez. Historia de Ia civilizacion espanola (Las Americas Publishing Company: New York, 1966) 377-378, 398-405. J Nestor Rodriguez Escudero. EL mar en Ia literalllra puertorriquetia y otros ensayos (Rumbas: Barcelona, 1967) 23·68. • Enrique A. Laguerre. La ceiba en el tiesto (Editorial Cultural: Rio Piedras, 1972) 96 En ese tiempo se vendia un ron muy popular, marca Cofresi. Tanto se identific6 Ia bebida con el pirata, que Laguerre prefiri6 no escribir Ia nove Ia. Aun recuerdo Ia ultima ocasion en que converse con Jose Luis Gonzalez en Aguadilla. Me indic6 en esa ocasion, sus planes de escribir una novela sabre Miguel Henriquez, porque resultaba un personaje muy curioso para novelar. Figura muy controversial, este mulato hijo de esdava, se convirti6 en el hombre mas poderoso de su tiempo. Pero Jose Luis entendfa que aun le raltaba documentacion historica para iniciar el proyecto. Desconozco si to llevo a cabo, pero si queda patente su admiracion por este corsario puertorriqueiio en su controvertible libra, EL pals de cuatro pisos y otros ensayos (Huracan: Rio Piedras, 1980) 50. ' Fernando Miyares Gonzalez. Noticias particulares de Ia Isla y Plaza de San Juan Balltista de Puerto Rico (Universidad de Pueno Rico: Rio Piedras, 1954) 49, 61; Fray liiigo Abbad y Lasierra. Historia geogrcifica, civil y nalllral de Ia Isla de San Juan Bawista de Puerto Rico (Editorial Universitaria: Rio Piedras, I 979) 159-164; Alejandro O'Reilly. Memoria , en Eugenio Fernandez Mendez. Cr6nicas de Puerto Rico ( 1493· 1797) (Editorial del Departamento de Instrucci6n: San Juan, 1957) I, 241, 243; Arturo Mor.lles Carrion. Historia del pueblo de Puerto Rico (Desde sus orfgenes hasta el siglo XVIII) (Cordillera: Pueno Rico, 1980) 182- 188. 6 A. Morales Carrion. Historia, 190. Entre otros muchos ejemplos, el del Gobernador Matias de Abdias que se hada de Ia vista larga con el contr.1bando y usaba los guardacostas para su provecho personal, mas aun, mantenia conexiones clandestinas con daneses, franceses y holandeses. Luis M. Diaz. Historia de Puerto Rico desde sus orfgenes hasta el cese de Ia dominaci6n espatiola (Editorial Universitaria: Rio Piedras, 1995) 267-268.

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El Caribe representaba, en esa epoca, un autentico trasiego humano, un centro de convergencia de fuerzas militares, poderes econ6micos y luchas ideo16gicas. precaria era esta situaci6n econ6mica que el Mariscal 0 'Reilly afinna: " .. .los vasa/los de esta Isla son hoy los mas pobres que hay en America", y califica a Puerto Rico de "carga pe1petua y pesada al Real Erario". 7 El Caribe representaba, en esa epoca, un autentico trasiego humano, un centro de convergencia de fuerzas militares, poderes econ6micos y luchas ideol6gicas. En el coincidfan contrabandistas, m i sioneros m i Iitares, piratas, com ere i antes, filibusteros y aventureros de toda calana. Con raz6n Miguel Henriquez le confiesa en Ia nove Ia al Obispo: "EI Caribe estd infestado de piratas, bucaneros, interlopes, mercaderes ilegales, contrabandistas, enemigos nuestros todos..."H Los ingleses en las Antillas mayores y menores, los franceses en Haitf, los daneses y holandeses en algunas pequeiias islas, lograron una floreciente industria azucarera y un considerable emporia comercial. 9 Unos siete conflictos armados de envergadura y una serie de revueltas, tanto europeas como americanas, dejan una indeleble huella en Ia historia caribeiia, 10 puesto que en estos mares se zanjan disputas hegem6nicas del Viejo Continente. Lo advierte el propio Henriquez: "Me toc6vivir enwz siglo madrugado por tormentas de ambiciones y conflictos imperialistas." (243) En medio de este hervidero humano, rivalidades polfticas y trasiego comercial queda

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Puerto Rico, rodeado de murallas como cuartel, presidio y fortaleza para resistir los ataques de los enemigos. 11 Los habitantes viven encerrados en las murallas o protegidos de las costas, pues a Ia Corona le interesa que Ia Isla sea bastion militar impenetrable, aunque para ello sacrifique su bienestar econ6mico. Cuando el rey le escribe en el aiio 1645 al gobemador don Fernando de Ia RivaAgiiero, considera a Puerto Rico: "Frente y vanguardia de todas mis Islas occidenta/es y respecto de sus consecuencias Ia mds importante de elias y codiciada de los enemigos ... " 12 El personaje Remigio Zuloaga esta de acuerdo con Simon Contreras en considerar a San Juan una ciudad asediada: San Juan era una ciudad sitiada por los cuatro costados. Muchos aiios hacfa que estaba pnicticamente paralizada. Habfa mermado notoriamente Ia emigraci6n de los peninsulares hacia America. Y siempre en espera de los ataques del enemigo, por lo cual se habfa rodeado de murallas, terraplenes, baterfas, reductos, fuertes, fortines[ ... ] (44-45) El mismo personaje reconoce Ia relevancia estratt~gico-militar de Puerto Rico en Ia lucha de Espana en el Caribe contra otras potencias europeas, sobre todo contra ingleses y holandeses. Seiiala el escribano: "Estos [se refiere a/ desaffo de ingleses y daneses] disputaban, isla tras isla, el archipielago caribe a/ imperio espaliol, en cuyo triangulo defensivo-Cartagena, Campeclw, San Juan- esta isla desempeiiaba 1111 papel de tanta importancia" .(40) Espaiia carecfa de una flota lo suficientemente poderosa para vigilar y defender las costas caribeiias, por tal raz6n Ia Corona concedfa patentes de corso, es decir autorizaci6n para que civiles se armaran, con el prop6sito de atacar y apresar barcos de naciones enemigas en aguas territoriales. El corso nativo, denominado eufemfsticamente "guardacostas", desplaz6 a los corsarios vizcafnos responsables de esta vigilancia. La ley le permitfa: detener, registrar y examinar Ia carga de buques extranjeros sorprendidos fuera de ruta. 13

A. O'Reilly, Memoria, 248. • Enrique A. Laguerre. Proa fibre sabre mar gruesa (Alba: Barcelona, 1996) 166. En adelante citare por esta edicion en e1 texto. q A. Morales Carrion. Hisroria, 191-192. 10 L. Diaz Soler. Historia, 255. Laguerre seiiala: "Las Anti lias fueron vivos renejos del conflicto europeo - 1a lucha entre espunoles, ingleses, fr.mceses, holandeses y daneses-. Las tres grandes Anti lias -Cuba, Santo Domingo y Pueno Rico- sufrieron Ius consecuencius de ese contlicto." Polos de Ia cultura iberoamericmra (Fiorentina Publishers: Boston, 1977) 138. 11 A. Mor.lles Carrion. Historia, 183,192. 12 Ibid., 183. 13 L. Dfaz Soler. Hi.floria, 266.

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El nativo se ingeni6 una forma de subsistir: contrabandear productos y mercaderias entre las is las vecinas, lo cual constituia un delito, pues el comercio debfa realizarse solo por el puerto de San Juan y con detenninadas naciones amigas de Ia Corona espanola. Se populariz6 tanto esta pnictica ilfcita que el Obispo de Ia Isla, Fray Francisco de Padilla, muy preocupado por los gravamenes sociales, politicos y econ6micos que ello trae, confiesa que: " ...no hay en esta costa, ni aw1 entoda Ia isla, puerto o ensenada, que nolo sepan, porque residen en elias sin embarazo ni oposicion" .14 No paso inadvertida esta an6mala situaci6n al ojo sagaz del Mariscal O'Reilly, quien advirti6 sobre Ia necesidad de contrabandear que tenfan los habitantes de Puerto Rico para poder subsistir: " .. .este trato ilfcito que en las de mas partes de America es tan perjudicial a los intereses del Rey y del comercio de Espana, ha sido aquf {en Puerto Rico] (tti/. A el debe el Rey el aumento defrutos que hay en Ia Isla .. ." 15 Y detalla con minuciosidad los productos y las personas con quienes se efectua el contrabando: El trato ilicito se hace con los holandeses de Curacao y San Eustaquio; dinamarqueses, de Santo Thomas y Santa Cruz; ingleses de las islas inmediatas, y muchos de esta naci6n que hay avecindadas en las de Dinamarca. Los holandeses se llevan Ia mayor parte del tabaco, los ingleses el palo de mora y guayacan, los dinamarqueses los vfveres y el cafe, y todos, algunas reses vacunas y cuantas mulas pueden conseguir. 16 Hecho que sintetiza muy atinadamente esta realidad

el texto novelesco con las siguientes palabras: "[ ... ] el fiero escenario del Mar Caribe, en donde otras cuatro naciones europeas le disputan a Espaiia su manifiesta hegemonfa en el manejo de las riquezas americanas [... ]" (241) El siglo XVIll se distingue en Puerto Rico por Ia cantidad de gobemadores sometidos a1 proceso de residencia. 17 Los mismos encararon juicios por corrupci6n. Los pliegos acusatorios puntualizan diversos delitos, pero Ia mayoria apunta a1 comer-do ilicito. La voz narradom de Zuloaga lo advierte en Ia novel a: "Desde principios de siglo apenas habfa existido 1111 gobernador a quien nose le residenciara por comtpcion,negligencia, contrabando, violacion del exc:Iusivismo imperial, desafto a otros poderes paralelos. .. " (22) Aun el propio Henriquez saca a relucir que, al momento de su encarcelamiento, Ia Fortaleza estaba involucrada en actos de corrupci6n (204). El estado de Puerto Rico era ca6tico, pues a lo antes indicado, se debe ai'iadir Ia lucha existente entre los poderes politico, eclesiastico y militar. 18 En varios episodios del texto se alude a ese malestar, mediante Ia simbologia del "monstruo de tres cabezas". Asi entenderemos mejor las causas de las rencillas existentes entre el gobernador Francisco Dania y Granados y el Obispo don Fernando de Valdivia lo que ir6nicamente se expresa en el relata mediante los respectivos tftulos de: su Excelencia y su Ilustrisima. 19 El mal estriba, y de nuevo toma Ia palabra Zuloaga, en que: "cadafimcionario parecfa laborar solo en beneficia propio." (23)

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A. Morales Carrion. Historia, 188. El propio Fray liiigo Abbad destaca que el contrabando es parte del diario vivir en los habitantes de Puerto Rico y que quienes en realidad se benefician del mismo son los extr.mjeros. Advierte que Ia fonna de combatirlo es estimulando el intercambio comercial con Espana, ya que : "EI comercio de Puerto Rico con Espana, es ninguno, y el que tiene con las otras prov incias es tan limitado, que no merece memoria." Hisroria, 167-171. IS A. O'Reilly, Memoria, 241,243-244. 16 A. O'Reilly. Memoria. 258. El Mariscal es muy explicito en torno a Ia estr'dlegia mililar de Puerto Rico y u Ia urgencia de su desarrollo economico. Dice: "Ia importancia de Ia situacion de Ia isla de Puerto Rico, Ia bondad de su puerto, Ia fertilidad, ricos productos, y poblacion, las ventajas que debe producir a nuestro comercio el irreparable daiio que nos resultaria de poseerla los exrnnjeros, piden, me parece, Ia mas seria y mas pronta atencion del Rey y de sus Ministros [ ...1tambien de que en poco aiios puede mediante buenos reglamentos ser de alivio a su Ernrio, y una de las mejores joyas de su Corona." Memoria, 269. 17 Aida R. Caro Costns. ÂŁ/ juicio de residencia a los gobernadores de Puerro Rico en el siglo XVIII (lnstituto de Cultura Puertorriquei\a: San Juan de Puerto Rico, 1978) 17-40. 11 Desde los inicios del descubrimiento y Ia colonizacion de America. ex isle un estrecho vinculo entre Iglesia y Estado. Sin embargo, durante el siglo XVIII este ultimo mantiene una constante intervencion en los asuntos de Ia Iglesia, al punto de que algunos historiadores le han calificado de "abusiva". Esto es produclo del Despotismo Ilustrndo. Par.- el Padre Angel Valentin Fernandez: "EI siglo XVIII es Ia epoca de oro del regalismo espaiiol frente a las limitaciones que Ia Iglesia imponia aJ absolutismo regia." Y mas adelante aiiade este sacerdote historiador: "Los Borbones arribaron a Espana con ideas mas centralistas y absolutistas, propias del absolutismo ilustrndo, que las que usaban los Austrias." Angel Valentin Fernandez Garcia. D. Fe/ipe Jose de Trespalacios y Verdeja: Obispo de Puerto Rico. Erector del Obispado de Ia Habana y su primer Obispo (Datum: Aguadilla, 1993) 10-19. 19 Vease, entre otras. las paginas 82,99,1 14,124.

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Segun hemos podido apreciar, existe un gran contraste entre el Caribe espaiiol y el resto de las islas. Por esta actitud de puertas cerradas en los dominios espaiioles ocurren las "devastaciones" en Santo Domingo y Ia ulterior posesi6n francesa en Ia parte occidental de esa Isla. Tambien lo apreciamos en Cuba a traves del poema Espejo de paciencia de Silvestre de Balboa, una de las primeras obras de marcado criollismo en Ia literatura cubana. 20 El contrabando, el corso y el comercio conservan vinculos estrechos en Puerto Rico, y Miguel Henriquez, prototipo del criollo, supo aprovecharse de esta coyuntura para descollar. Sin que nos quede Ia mas minima duda, representa Ia figura puertorriqueiia mas preponderante del siglo xvm. 21 En este Caribe convulsionado, se convierte en el azote del comercio extranjero, at punto que considera suyo este pedazo de mar. Le confiesa a Jaserba: "El Caribe es nuestro, Nicasio[ .. .]" (233) y el Padre Geronimo refiere que su ahijado, el corsario mulato su: "consideraba el Mar Caribe como suyo". (111) En este escenario, Henriquez se juega Ia vida en defensa de los intereses de Espana y, gracias a el, las naciones europeas, principalmente Inglaterra y Holanda, cesan de arrebatarle otras posesiones caribeiias a Ia Corona espanola. 22 Lo reconoce nuestro heroe al declarar: "Yo me habia jugado Ia

vida en las aguas turbulentas del Caribe, infestadas de hambrientos depredadores de todos los confines del mundo". (194) Laguerre resalta con esta obra el preponderante papel que desempeiiaron las Antillas y el Caribe en el descubrimiento y Ia colonizaci6n de America. Ya lo habfa indicado en otros textos. Aqui se asentaron los primeros colonizadores del viejo continente y desde el siglo XVI representa un importante foco de intercambio cultural y biol6gico entre europeos, indfgenas y africanos, asimismo un centro de aclimataci6n de flora y fauna ex6ticas que Juego se transportaran a tierra firme. 23 Esta region se erigi6, por lo tanto, en laboratorio y escenario del inicio de Ia transculturaci6n americana. En cierta medida esta novela es un tributo a este "mare nostrum" y rompe Ia teoria de Ia insularidad nuestra, de que los puertorriqueiios no salian al mar por miedo a que "los cogiera el holandes". Precisamente en este Caribe ambicionado por los europeos, es donde se esta desarrollando el nuevo hombre americano del cual habla Miguel Henriquez: Les digo con sinceridad: meranse en el Caribe, mar abierto, y de todos sus lfmites, de todos sus encrespamientos y sombras, parece asomar wz monstruo de mil cabezas, las mil cabezas de las ambiciones desmedidas e insaciables de los europeos ... Se lzace dificil describir el momenta en que Ia nueva tierra comenzaba a sufrir los primeros dolores de parto bajo el vendaval de los egofsmos ajenos (251 ). Con Ia irrupci6n del criollo en el entorno caribeiio, destaca el novelista Ia idiosincrasia americana. En este sentido las palabras del corsario boricua sintetizan el cuadro geografico, humano y politico del Caribe.

Âť A principios del siglo XVIII, el Rey Felipe III orden6 evacuar y destruir Ins ciudades de Montecristi, Puerto Plata, Bayaja y Yaguano, al oeste de Santo Domingo, porque sus habitantes mantenfan "comercio illcito" con naciones extranjerns, principalmente holandeses. Hecho conocido en Ia historia dominicana como las "Devastaciones", asunto que contribuy6 a que Espaiia perdiera Ia parte occidental de Ia Isla. Mediante el Tratado de Ryswick, efectuado el aiio 1697, Ia Corona espanola toler6Ja ocupaci6n francesa de esta parte de Ia Isla, pero estos solapadamente siguieron tomando mas tierrns bacia el oriente dominicano y finalmente se constituy6 esta parte en una posesi6n francesa. Gracias at Tratado de Aranjuez de 1777 se fijaron las fronterns entre Ia parte francesa y Ia espanola. Para el poema cubano, vease mi ensayo Espejo de paciencia: Un testimonio de Ia Cuba del siglo XVIII", Metoda y Sentido (Aguadilla, agosto-diciembre 1984)39-52. 21 Angel L6pez Canto. Miguel Henriquez: Corsario boricua del siglo XVlll (Ediciones Puerto: San Juan, 1994) 17, 405. 21 Asevera L6pez Canto: "El mayor servicio que prest6 a Ia monarqufa fue que gracias a sus corsos durante Ia Guerra de Sucesi6n las Antillas Espafiolns no cayeron en manos de Inglaterra y Holanda." Miguel Henrfquez, 63-64, 134-142. Segun el destacado historiador Jacques Pirenne: "La guerra de Sucesi6n de Espana debfa ser una Jucha de mercaderes ingleses y holandeses para Ia conquista de mercados y colonias". Historia universal (Editorial Exito: Barcelona, 1961) III, 389. 23 E. Laguerre. Palos de Ia cu/tura, 46-47, 115.

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El nuevo hombre americano Laguerre ha novelado el personaje de Miguel Henriquez con el objetivo de destacar que ya en el siglo XVIII habia una forma peculiar de ser puertorriquefio. La producci6n literaria de Ia Generaci6n del Treinta insisti6, tambien el modemismo isleiio, que en el siglo XIX se podia hablar de una personalidad puertorriquefia y se vio en el jibaro Ia encarnaci6n de Ia misma. Esto ex plica el auge que cobran el campesino y Ia literatura teltirica en esta epoca. Tomas Blanco, una de las figuras descollantes de esta generaci6n, parte de las premisas de Ia Memoria de O'Reilly y Ia Historia de Fray Inigo para afirmar que desde fines del XVIII encontramos en el jibaro de entonces una forma de ser propia de Puerto Rico.24 Sabemos que una de las constantes en Ia narrativa laguerriana ha sido resaltar Ia identidad del

at presentarse al nuevo hombre americana. Singulariza el texto al puertorriquei'io y tam bien, con el, al antillano y Ia emergente generaci6n hispanoamericana. Asevera el vasco Zuloaga: "No sa/fa de mi asombro a/ considerar como un humilde antillano habfa podido sa/tar desde Ia servidumbre obligada de Ia ninez a capitan de mar y tierra, receptor de Ia medal/a de Ia Real Efigie." (p. 22) Y Jose del Pozo, aunque con otra 6ptica, reafirma: " ...de los manglares de San Mateo de Cangrejos, de las ventas del infierno, sale llll oscuro criol/o, hijo de Ia gran puta{. . .]" (p. 56) Observemos que son los espafioles quienes resaltan esta realidad onto16gica. El Miguel Henriquez novelado simboliza Ia sfntesis del encuentro racial y cultural antillano; es hijo de madre caribe y africana y de padre europeo.26 Por sus venas pues corre sangre india, negra y blanca, mezcla de los pueblos que originaron Ia estirpe

El Miguel Henriquez novelado simboliza la sintesis del encuentro racial y cultural antillano; es hijo de madre caribe y africana y de padre europeo. pueblo puertorriqueiio desde el siglo XIX a nuestros dfas. Con Proa fibre, el au tor IIeva esta misma afirmaci6n al primer cuarto del XVIII y presenta a Henriquez como paradigma de ello. En su rnanera de pensar, actuar y valorar, inclusive, hasta en Ia mentalidad religiosa, manifiesta su puertorriquei'iidad. Segun el texto, es uno de "aca", frente a los que son de "alhi". Pero Laguerre, con una visi6n mas amplia aun, aprovecha al corsario boricua para valorizar el ambito caribeiio y antillano. Asi reafirma el estrecho vinculo que hermana nuestra antillania. 25 Con Ia proyecci6n de Henriquez al escenario caribeiio el relato adquiere una trascendencia mas universal

antillana. Se erige en modelo del "indafrispanisrno" nuestro. En realidad, el Henriquez hist6rico es mestizo, hijo de rnulata y blanco,27 ahora bien, Laguerre quiere destacar en el nuestra triple herencia, por eso recurre at rnito de un abuelo caribe. En Ia novela quedan delimitadas muy bien los campos sociales donde cobran rnucha importancia Ia prosapia y el Iugar de nacimiento. Se puntualiza entre quienes han nacido "aqui" y los que son de "alhi". En Ia conversaci6n de los peninsulares, se insiste en que Henriquez no era espaiiol (38). Don Rodrigo Extremera de Soto, arruinado por Ia caida de Ia industria del azucar, se lamenta: "Nosotros,

2 •

Tomas Blanco. Prontuario historico de Puerto Rico (Biblioteca de Autores Puertoniquei'ios: Son Junn de Puerto Rico, 1943) 48-52; "Milo del Jfbaro", Rel•ista dellnstitwo de Cultura Puertorriqueiia (octubre-diciembre 1959) 5-10. ~ E. Laguerre. Polus de Ia cu/tura, 38-39. U> veanse las paginas 66, 69' 72, 125. 126, 141. 7 Z A. L6pez Cnnto. Miguel Henrique; , 22A 27, 105.

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hijos de conquistadores, residimos enun mundo que ya comienza a 110 ser nuestro, y Henriquez es representativo de ese mundo que se nos esta escapando." (66) Lo cual es confirmado por Zuloaga: "[ ...] decfa verdad [don Rodrigo] a/ afirmar que Ia actitud de Henriquez 110s ammciaba que este mundo de aca, ya se estaba perdiendo para nosotros." (67). El Padre Geronimo, a su vez, reconoce que este mulato antillano: "Es un hombre nuevo que busca acomodo en wz nmndo que Je pertenece aunque se lo ericen de lwstilidad. Su vida es una heroica pugna por imponerse, pese a las ojerizas, y no cesa de reclamar espacio en donde co/ocar su Iugar de hombre nuevo[. ..]" (98-99). El religioso muestra conciencia de que "estos hombres nuevos" conservan

social establecido ( 114). Se convierten, por lo tanto, en un tipo de aprisionamiento racial y clasista: [ ...]es una formidable barrera entre el Presidio Mi/itar y San Mateo de Cangrejos, entre ltll ser lmmano habitante intranwros, con privilegios especiales, y otro habitante de San Mateo de Cangrejos, con su carga de trabajo inmisericorde, su pobreza, su desnude:::[...] (29 ). Y cuando Henriquez le expresa al Obispo los planes de derribar murallas, "se referia no a las mura/las de San Juan, como Presidio Militar, sino a las invisibles pero 110 menos poderosas murallas o barreras que separaban ese enclave del resto de Ia isla." (163) Queda claro que Henriquez rechaza el trazar lfneas divisorias ( 107).

La descripci6n de San Juan como ciudad murada se contrapone al arrojo del corsario puertorriqueiio que no se arredra ante los enemigos de Espana y se aventura allende los mares. diferencias al compararsele con los europeos ( 117118), debido a que "pertenecen a una nueva estirpe Jmmana que ya se forja en America." (221) Y Henriquez, como nuevo hombre americano, desafia el sistema, actitud que detestan y no perdonan los europeos. Principalmente porque quiere derribar los murallones que hacen de San Juan un presidio militar: Estas gruesas mural/as que rodean Ia ciudad, desde San Cristobal a Ia bahfa, de San Cristobal a El Morro, de El Morro a La Fortaleza; estas murallas, digo, son mucho mas que las piedras que se usa ron para levantarlas, muclw mas que una defensa del Presidio Militar {...] (29). Advertimos en este fragmento que las murallas se erigen en "lfneas divisorias" (107), simbolo de Ia rigida estructura piramidal del sistema

En e) texto se le ve inconforme con Ia realidad social existente, pues vive inmerso en un regimen con unos "bien establecidos metodos para perpetrar injusticias" (262). "Un sistema que -en palabras del Padre Geronimo- degrada al hombre". (I 37) Sin embargo, el mulato reta dicha organizaci6n: ganando Ia carrera, su "primera incursion victoriosa en el recinto murado" (180), socorriendo a esclavos fugitivos o maltratados, venciendo a los enemigos de Espana, apresando bergantines repletos de mercaderias, enriqueciendose con el corso y el contrabando, ascendiendo en prestigio y honores... Supo aprovecharse, como indica Rodrigo Extremera, de "las tremendas debilidades lmmanas del sistema." (145)28 Henriquez se conmueve por los menos afortunados en dicho sistema. Se entiende, entonces,

~¡ Veanse, entre otras, las paginas 107, 143, 225, 242. Segun Lopez Canto, Ia sociedad puenorriqueiia en Ia epoca de Miguel Henriquez Ia componfan Ires clases sociales estrechamente vinculadas a Ia etnia de sus integrantes. Asfmismo, este historiador afinna que gran pane de las elites estaban resentidas por Ia constante ascension del mulato: "De pronto se encontraron (las clases altas] que un pardo, raza inferior, dominaba In economfa de Puerto Rico, tenfn en sus manos gran parte del poder politico y Ia propia Corona habfn depositado en el su confianza". Miguel Henrique:, 66.

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por que considera que los esclavos viven el verdadero infierno aquf en Ia tierra (258), por que singulariza al jfbaro puertorriquefio, ya que produce para quienes viven intramuros (175-176,275). No debe extrafiarnos esta insistencia del narrador en Ia relevancia del campesino. Vale recordar que su generacion se impuso como parte de su quehacer literario Ia reivindicacion social del jibaro puertorriquefio. Esta afinnacion de americanidad garantiza que cobre preponderancia en el texto narrativo, lo que Alejo Carpentier denomina los "contextos cabalmente latinoamericanos" .29 Por ejemplo, Ia minuciosidad con que se pintan las suculentas comidas y sabrosos postres de Benina, lo cual sobrepasa el mero folclorismo culinario y se convierte en un ardid para resaltar Jo autoctono nuestro. Asimismo percibimos una forma muy distinta de pensar, adorar a Dios, relacionarse con los demas, en fin, de vivir. Estas acciones constituyen los contextos singularizadores de una peculiar idiosincrasia americana. El Ultimo gesto de Henriquez relatado en Ia novela recae en Ia abierta oposicion al puerto unico que asfixiaba Ia vida economica insular. Con su accion no persigue beneficios personales, solo pretende el bienestar colectivo. Las palabras finales del texto subrayan Ia plena conciencia de americanidad en el personaje: "Realizaba 1m acto de arriesgada solidaridad, con el aliento de ww conciencia forjada en el transcurso de nuis de doce generaciones americanas" (277).

La descripcion de San Juan como ciudad murada se contrapone at arrojo del corsario puertorriquefio que no se arredra ante los enemigos de Espana y se aventura allende los mares. No es Ia clasica actitud de "jNos coge el holandes! El novelista plantea con esta situacion dos posiciones historiognificas antagonicas que tradicionalmente se han expresado sobre Ia Isla: Ia sostenida por Tomas Blanco que concibe a Puerto Rico como Plaza Fuerte, encerrada en sf, y Ia de apertura at mar, que defiende Arturo Morales Carrion. La disposici6n estructural de Ia novela perrnanece unida a Ia ideologfa que subyace en ella, porque cada una presenta distintas perspectivas sobre el ente de ficci6n principal y percibimos las antiteticas fonnas de pensar de los nacionales y los extranjeros. La misma se sintetiza y se recalca en los cinco fragmentos aparecidos a! principio del texto, los cuales, un lector distrafdo pudiera catalogar de irrelevantes. El autor formula una mitologizacion del personaje con las multiples voces del texto y Ia fusion de un contexto hist6rico, mitico y de ficci6n. Resulta muy acertado el hecho de que mientras los detractores del corsario y el Padre Geronimo mitifican at personaje (37 -38,39-40, 127), Henriquez reste meritos a los hechos y se human ice ( 181-182). Este corsario mulato, aunque tan puertorriquefio, encama las aspiraciones universales de justicia y libertad del ser humano. Vale afirmar, parafraseando los sefialamientos de Tapia sobre el pirata Cofresf, que el Miguel Henriquez literario legado por Enrique A. Laguerre reune Ia esencia de una figura paradigmatica que opaca al hombre historico.

Epitome Uno no solo admira Ia extensa produccion narrativa laguerriana, catorce titulos a su haber, y su preocupacion socio-cultural, sino su afan renovador en las tecnicas. jLastima que sus ultimas novelas no hayan alcanzado Ia debida atencion que merecen! Con esta nueva obra, Laguerre ha logrado uno de sus mejores textos, ha reivindicado nuestro Mar Caribe y ha acentuado Ia puertorriquefiidad y nuestra antillanfa.

9 Estos contextos, alega Carpentier, podfan contribuir a una definicion del hombre latinoamericano y son: contextos sociales, economicos, ct6nicos, politicos, burgueses, culinarios e ideol6gicos, emre otros. Alejo Carpentier. Tiemos y diferencias (ARCA: Montevideo) 24-36.

!

Primera presentacivn de Ia nove/a Proa fibre sobre mar gruesa en lsabc/a, Puerto Rico, 1993. Coauspiciado porIa Fundaci611 E11rique Laguerre.

Roberto Fernandez Naci6 en Cuba en 1939. Actualmente reside en Puerto Rico desde el aii.o 1961 en el pueblo de Moca. Es Catednitico del Departamento de Estudios Hispanicos del Recinto Universitario de Mayaguez. Entre sus publicaciones se encuentra: El Mito de Cofresf en Ia

narrativa anti/lana y Del refranero puertorriqueiio en el contexto l!ispanico y antil/ano. Ha colaborado con numerosos trabajos sabre literatura cubana, dominicana y puertorriqueiia publicados en revistas tanto de Puerto Rico como fuera de Ia Isla.

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CONTRAPUNTO DE

SOLEDADES Hector Lagucrrrc

a obra de Laguerre demuestra que es un escritor comprometido con su pueblo; ya que no solo escribe para el puertorriquefio, sino que escribe para Ia vida, fundamentado en el gran amor que siente por Ia humanidad. No se puede clasificar su obra como narrativa hist6rica, ya que el autor no pretende resaltar acontecimientos hist6ricos, sino describir Ia evoluci6n de la conciencia nacional puertorriquefia, enfrentandose a su realidad politica, social, cultural y economica, que en muchas ocasiones no ha sido Ia mejor. Segun Roberto Fernandez Valledor, uno de los criticos mas comprometidos con Ia obra de Laguerre, el autor logra este enfrentamiento de Ia conciencia puertorriqueiia, utilizando diversas tecnicas.

L

Enrique Laguerre en su bibiotlec:~.

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tenido que existir sometida a las exigencias de sus parientes y a Ia implacable rutina del sistema" (10 ). Alvaro, contrario a su amigo pensaba que Cristina Eugenia habfa perdido inutilmente Ia vida. Alvaro es el tfpico buf6n que se burlaba de todo y de todos. Cuando hablaba de Cristina Eugenia pensaba: Ha sido una tonta. Tonta dina yo. Jamas logr6 encontrarse a sf misma. Se traspapel6 en el laberinto de sus libros, sus ideates no pasan del abece de Ia moral convencional. Sobresali6 entregada a las exigencias rminarias del sistema establecido. Y ahora se entrega virgen a los gusani//os de Ia tierra. (9-10) Alberto, quien es el narrador de Ia historia, revela que a1 principio de su llegada al hospedaje, Alvaro En su producci6n quedan aparentaba haberse enamorado de Ia maplasmadas la idiosincrasia, las estra. Le atraia Ia alegrias, desilusiones, penas apariencia enigmatica de Ia mujer, su gran aspiraciones de nuestro pueblo. aplomo y su capacidad para controlar Laguerre, "a! ser tan sus verdaderas emopuertorriquefio, ha sabido ciones. Este caracter tal vez se debfa al plasmar las ansias universales origen de Cristina Eugenia, quien prodel ser humano" venia de un hogar muy humilde, aunque religiose y segun Alberto, "quiza fue por eso que prefiri6 permanecer soltera a realizar un mal matrimonio" (17). Cabe seiialar que sf hubo por lo menos dos hombres en Ia vida de Ia protagonista, pero con ninguno logr6 establecer una relaci6n s61ida. Durante Ia estancia de los j6venes en Ia casa de Cristina Eugenia, apareci6 el segundo pretendiente de Ia maestra, ya cuando esta se encontraba en el otoiio de su vida. Jorge Maria Arzuaga se convirti6 en Ia nueva ilusi6n de Ia profesora, transformando su vida con sus delicadezas, atenciones y regalos. Ademas de las orquideas que le obsequiaba cuando Ia visitaba, el regalo mas preciado que recibi6 Cristina Eugenia, fue Lucerillo, el perro faldero, que Ia acompaiiaria hasta su muerte. Arzuaga no le inspiraba confianza a Alvaro, pues descubri6 que nunca se habfa casado y que Ia unica vez que acompafi6 a una mujer fue a una prima y como este

Por eso recurre al mito, que es paradigma, de manera que el puertorriqueiio, desde dentro, desde un yo en Ia conciencia humana, se enfrente a determinadas circunstancias de su devenir existencial colectivo. (93) En su producci6n quedan plasmadas Ia idiosincrasia, las alegrias, desilusiones, penas y aspiraciones de nuestro pueblo. Laguerre, "a/ ser tan puertorriqueflo, ha sabido plasmar las ansias universa/es del ser humano" (94 ). Contrapunto de soledades, es Ia ultima novela escrita por Laguerre. Presenta Ia historia de Cristina Eugenia Fernandez, mujer que consagr6 su vida al magisterio y a luchar por el bienestar de sus estudiantes, y de Ia enseiianza en Puerto Rico. La intenci6n de Laguerre en esta novela es rendirle un homenaje p6stumo a este personaje, que no es producto de Ia imaginaci6n del autor, sino que esui inspirado en una heroina de Ia nivelaci6n social puertorriqueiia. Conocemos Ia historia de Cristina Eugenia, mediante Ia conversaci6n sostenida entre dos condiscipulos que se hospedaban en casa de Ia maestra mientras estudiaban. Alberto y Alvaro, se encontraron despues de muchos aiios en el Cementerio, mientras asistfan a las exequias de Ia distinguida profesora. Ambos personajes ejercen Ia funci6n de cronistas para dar a conocer a! lector las experiencias vividas porIa protagonista, utilizando un dialogo retrospectivo que les permite revivir sus experiencias estudiantiles en casa de Ia maestra. Cada uno de estos ex-pupilos de Cristina Eugenia, ve Ia vida ampar.indose en diferentes criterios, por lo tanto, Ia conversaci6n sobre Ia maestra se logra mediante el contrapunto de perspectivas de Alberto y Alvaro. Alberto es el hombre serio, compasivo, capaz de entender las razones que tuvo Cristina Eugenia para vivir como vivi6. Muestra una gran admiraci6n por esta extraordinaria mujer y varias veces expres6: "Lastima, si ldstima grande que esta mujer lmbiera

y

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nunca se decidi6 a casarse, termin6 siendo el padrino de Ia boda de esta. Alvaro no podfa entender las razones por las cuales Arzuaga se le acercaba a Cristina Eugenia, pues para el "Jorge Maria Arzuaga

podia ser Ia persona nuls seria del mzmdo, pero daba Ia impresion de estar ensayando pasos de comedia" (36).

Estando con Arzuaga, Cristina Eugenia recibe un mensaje que le anuncia Ia visita de una nieta del hombre con quien habfa estado a punto de casarse en su temprana juventud. Esa boda no se llev6 a cabo porque:

Su primogenirura y s11 condicion de mujer Ia seiialaron desde el principia para hacerse cargo de los menores. No 111vo tiempo para sf misma y los frutos de su asiduo trabajo pertenecieron a sus paricntcs. Ya maestro, residente azln en s11 a/dea.jue aplazando Ia boda una y otra ve=, hasta que el cansado de esperar, emigro (29-30 ). La aparici6n de esta nina, oblig6 a Cristina Eugenia a enfrentarse a los recuerdos de su juventud, pero siempre mantuvo su equilibrada personalidad. Sigui6 su relaci6n con Arzuaga, que aparentemente se iba fortaleciendo cada vez mas. Sin embargo, al comenzar el segundo verano de estudios para Alberto, cuando este regresa a casa de Ia maestra, se encuentra a Cristina Eugenia muy preocupada porque esta le habfa conseguido una perra para que su mascota satisficiera su necesidad de compaftfa y Ia perra lo rechazaba porque estaba comprometida con otro perro. Este acto de consideraci6n de Cristina Eugenia por evitarle Ia soledad a su perro, despert6 en Alberto un sentimiento de solidaridad y admiraci6n.

La pen¡ita /o reclzaza, e/ pobre. Es zm ser vivo que necesita satisfacer sus urgencias naturales, debo entender. Hasta ahora todo esfuerzo ha sido en vano, porque ella Jo reclzaza. (42) Para ese tiempo, Jorge Maria Arzuaga habfa conseguido empleo en otro Iugar y se habfa ido alejando de Cristina Eugenia. Mas tarde, esta enferma gravemente. Alberto fue a verla y Ia encontr6 con Lucerillo en su falda, el perro estaba enfermo de sarna y moria lentamente, y su unica compaftfa era Ia de su ama. Cristina no habl6 de sf misma y en ningun momento mencion6 a Jorge Maria. Pero al relatar el progresivo decaimiento de Lucerillo que comenz6 a percibirse desde el ultimo verano,

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Se 1/oraba a sf misma. Su soledad iba acompaiiada de otra soledad. En este momenta de su vida los dias, q11izas las horas estaban muy contadas para el animali/lo y ella Je sobrevivirfa traspape/ada sin remedio en Ia mesa revue/ra de su biblioteca. (45) Semanas mas tarde de este acontecimiento, Alberto y Alvaro fueron al cine. Allf estaba Jorge MariaArzuaga "acariciando amorosamellle el rostra de unjoven acompa;iante" (47). Alberto comprendi6 los motivos de Ia ruptura de Ia relaci6n entre Ia maestra y Arzuaga. Ai\os mas tarde, Cristina Eugenia muri6 sola entre sus libros.

Ya Cristina Eugenia se habfa integrado a sus naturales orfgenes y nada le due/e. Es acto de imltil comp/acencia imemar zaherir/a con los tristes temores de las conciencias vivas. (51) Es Ia muerte de Ia maestra Ia que lleva a Alberto a reflexionar sobre la importancia del amor, Ia necesidad de compaftfa y Ia solidaridad entre los seres humanos. Se da cuenta que el hombre moderno se compromete demasiado con las "pequeflas cosas

cotidianas y no perdemos Ia oporwuidad de autoengaiiamos y de tratar de ganarle Ia partido a los denuis" (51) . La novela termina cuando ambos amigos vuelven a pasar por el Cementerio y ven salir a Jorge Maria que habfa ido a llevarle una orqufdea a Cristina. Esta vez, Alvaro permaneci6 en respetuoso silencio. Definitivamente, Ia novela esta plagada de simbolismos que recogen Ia verdadera historia de Cristina Eugenia. Entre ellos estan el perro, Ia casa, Ia orqufdea, y Ia muerte. Si analizamos el titulo, el contrapunto de soledades se refiere a Ia soledad de Lucerillo al ser rechazado porIa perra que le busc6 Cristina Eugenia y a Ia propia soledad en que vivfa Cristina Eugenia. Ambos en sus respectivas circunstancias vivieron solos, sin el amor y Ia compaftfa de una pareja. Lucerillo al igual que su ama, habfa tenido Ia oportunidad de compartir con otro de su misma especie, y por circunstancias muy parecidas no lo habfan logrado: cada una de las partes tenfa sus respectivos intereses. Asi que se trata de dos soledades que se juntan en una misma soledad y a Ia vez se hacen compaftfa. Como seftala Fernandez Valledor "Ia

mascota mitiga Ia soledad que ella experimenta y a Ia vez comparte con el alma e1r un contrapzmto de


soledades". Cristina Eugenia, al igual que Ia mujer que inspira este personaje, representa a muchas mujeres latinoamericanas que siguiendo una costumbre Ia epoca, por ser primogenitas estaban designadas a cuidar de sus padres, hermanos y sobrinos. Si recibian algun ingreso economico, tenfan Ia obtigacion social y moral de mantener a sus parientes, olvidandose de sus propias necesidades. Tambien se refiere a Ia tecnica utilizada por Laguerre, para contar Ia historia desde las distintas perspectivas con que Ia percibfan Alberto y Alvaro. Estos distintos puntas de vista, se entretejen en Ia narracion pam dar a conocer Ia vida de Cristina. Otro sfmbolo importante es Ia casa. Como en otras novelas de Laguerre y segun sefiala Estelle Irizarry "las casas en Ia producci6n literaria laguerriana, se convierten en personajes". La casa de Cristina Eugenia a! igual que Ia casa que se presenta en La 1/amarada es un personaje muy importante. Esta es una casa de hospedaje que se convierte en un agente catalftico que provoca poner a flor de piel el comportamiento de sus inquilinos. Es en ese escenario que Ia protagonista vive sus ilusiones, desilusiones y enfrenta estoicamente su soledad. La casa de La 1/amarada, originalmente no era personaje de esta gran novela, pero surge como uno de ellos, cuando Ia Administracion Municipal de Moca Puerto Rico, Ia habilito y le cambia por decreta, el nombre real del edificio donde se desarrolla Ia trama de Ia novela, por el nombre novelesco de Palacete Moreau. Ademas de los sfmbolos ya mencionados, tenemos Ia orqufdea, y Ia muerte. La orqufdea es simbolo de fragilidad y al mismo tiempo de permanencia. En vida, Cristina Eugenia recibfa una orqufdea de parte de Arzuaga, carla vez que este Ia visitaba. Era simbolo de solidaridad, de su verdadera escencia. Cristina Eugenia, at igual que Ia orquidea era una mujer muy fnigil, sensible, que merecfa todo el cuidado del mundo, aunque aparentaba ser una mujer fuerte y despreocupada por compensar sus necesidades sentimentales. Es curiosa sefialar que en el cementerio, Ia unica flor que sobresale y permanece con vida entre las demas, es Ia orqufdea que le lleva Jorge Marfa. Cristina Eugenia habfa muerto, pero su escencia y sensibilidad vivirfan para siempre entre los que Ia conocieron. Ni Ia muerte de Ia maestra hani que sea olvidada por los que le sobreviven. La muerte en esta novela, nose presenta como el final de una vida, sino como liberacion de las pasiones del mundo y del dolor que estas

provocan. Cristina Eugenia no le temia a Ia muerte.

"i Que escribirfa Ia muerte si pudiera dejar memoria? iDirfa? Mi misi6n es nutrir Ia vida bajo e/ esplendor de los cie/os. Morimos para que la \•ida contimle" (51). Con Ia muerte termina Ia soledad y el vado en que vivio esta admirable mujer, que se entrego en cuerpo y alma a servir a los demas. Como vemos, don Enrique Laguerre, es uno de esos hombres en cuyo temperamento excepcional se equilibran el teson laborioso y el idealismo apasionado. El lector de Laguerre, descubre en el una imagen fie! y clara del humanista puro, en sus mejores gestos de concepcion y de expresion. Es el cronista que ahonda en lo recondito de las casas para encontrar allf Ia emocion excelsa. El poeta que dice su mensaje en prosa tersa, clara y precisa. Es el analista perspicaz que sabe condensar en un boceto biografico el significado de un hombre en Ia historia, a Ia luz del tiempo y de las circunstancias que le rodean. El ensayista que domina Ia tecnica del decir sugerente y que plasma en Ia pagina, el dificil conjunto de un intima panorama espiritual.

Ponencia presentada en Ia Feria lnternaciona/ del Libro Guadalajara. Mexico, 3 de diciembre de 1999.

Hector Laguerre Ruiz Naci6 un 31 de agosto de 1935 en el barrio Aceituna de Moca, Puerto Rico. Vivi6 sus primeros aiios en New York. Ha sido un defensor de Ia cultura puertorriquei'ia, tanto en Puerto Rico como en el extranjero. Profesor de Ia Universidad de Puerto Rico en Mayagtiez en el Departamento de Ingles. Ha sido profesor invitado en diferentes lugares como: Colegio Estatal de Montclair, en New Jersey yen Ia Secretarfa de Educaci6n en Venezuela. Desde 1997 es el Director Ejecutivo de la Biblioteca Enrique A. Laguerre, ubicada en una antigun edificaci6n Hamada Palacete de los Moreau. Tambien es asesor de Asuntos Socioculturnles en el Municipio de Maca.

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i Extrafio capricho del pueblo! Exige su historia de Ia mano del poeta, no de Ia del historiador. No quiere un tiel relato de los hechos secos, sino los hechos que, disuehos en poesia original, son causa de aquellos. Heinrich Heine

A lsmael Torres Otero y a Jose Muriente

Art is a way of seeing, and the artist's eye is jaundiced like another'; nevertheless it aims to contemplate reality. Avron Fleishman

a que resulta imposible e innecesario iniciar estas palabras con Ia consabida introduccion sobre Ia obra total de Enrique A. Laguerre, y sobre su importancia en nuestra literatura, perdonesenos Ia necesaria omision; baste decir, como lo hemos hecho siempre al explicar su obra, que Laguerre constituye Ia columna vertebral de Ia novelfstica puertorriquefia de este siglo que recien termin6. De Ia mano de Zeno Gandia toma el genero y lo conduce durante Ia decada del 30, durante Ia decada del 40, del 50, del 60, 70, 80, 90... y aquf estamos, disfrutando de Ia interpretacion especial que, desde el genero extenso, se puede hacer sobre nuestra problematica realidad.

Y

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Enrique Laguerre construye a lo largo de su vida un proyecto novelesco que, en forma consciente, tiene por tarea principal interpretar detalladamente nuestro siglo XX. Ese gran mural que tiene por modelo las series novelescas de Balzac, Zola, Perez Galdos, entre otros, y en Puerto Rico, Zeno Gandia, monta su deseo explicative sociologico sobre Ia nostalgia filos6fica totalizante de su antepasado epico

• A petici6n del amigo Enrique Laguerre publicamos estas paginas que constituyen una tercera parte de un trabajo que si el tiempo nos lo pennite publicaremos en su fonna completa mas adelante. Par esta raz6n encontranin algunos planteamientos que nose dilucidan en este tr.tbajo.


griego. Pero las culturas han cambiado y las rafces del ayer chisico no son el tronco del hoy de Ia modernidad y hasta de Ia postmodernidad. La aspiraci6n a Ia totalidad del genero epico, en este caso Ia novela, y dentro de ella, Ia aspiraci6n a Ia etemidad, solo alcanzada, por excepcion, dentro del mundo modemo, lleva a los novelistas de este tipo a intentar esa totalidad de forma cuantitativa y envolvente. Asf, el mayor de estos intentos se conocio durante el siglo pasado como La comedia humana en diferenciada coincidencia con el ultimo intent~ logrado -y pnicticamente el unico del mundo postchisico -: La divina comcdia. Ahora bien, Laguerre inicia su mural sobre el Puerto Rico del siglo XX con paso seguro y finne, nos presenta su primera novela, La 1/amarada, donde describe y analiza los problemas de Ia cafia, pasa igualmente a su segunda obra, Solar Montoya, donde hace lo mismo con el mundo del cafetal; de ahf, advirtiendo, con toda probabilidad, inconscientemente, que Ia modemidad le exige el tema urbano, escribe ÂŁ130 defebrero. Pero adentrarse por los caminos psicologizantes y existenciales de lo urbano sin las debidas bases sociologicas no es una de las posibilidades reales del autor y es entonces cuando percibimos su necesidad, no solo como individuo, sino tambien como integrante de su generacion, de Ia comprension historica de nuestros problemas. Y este paso de Ia vision realista presente a Ia vision historica, tambien realista, de nuestros problemas, y viceversa, debe entenderse tanto desde un punto de vista henneneutico como desde otro, basado en Ia concepcion historicista del siglo XIX. En terminos hermeneuticos podemos entenderlo de Ia manera en que Fleishman ve el problema: ...on the side of hermenelltics[... ] only a historian or novelist in a roughly similar position can understand the inner workings of a historicalf. ..]man. Arguments are typical ofthe widelyheld view that the men of the presellt look back to the men of the past not merely to understand them but to understand themselves. The past is relevant -magical word!- and tl1e speciallyfavored illlerpreter not only has access to it bur also gains access to himself; 1111derstanding what he alone can understand, he gains insight illlo his special qualities, which allow that understanding. Historical thought is seen here as moving from the presellt to the past in order to be reflected back to the present

with en/weed powers ofmeeting the problems of life. Some such reflective movement takes place in historical fiction; only the novelist with a coherelll conception of his own world can look back to a past age and see it as a coherent system. The historical novel like all historical writing, is engaged with- if it is not necessarily compromised by- the present. 1

Yen tl~nninos historicistas -sin necesidad de recurrir aun a Dilthey- su explicacion Ia encontramos en dicho concepto segun Jo entiende Friederich Meinecke y lo transfiere al campo literario Erich Auerbach, en su ya clasico libro, Mimesis. Esta especial importancia atribuida a Ia conciencia de una dinamica de Ia historia, a su heraclitana fluidez constante, requiere un continuo ir y venir diacronico o, como Auerbach dice, ''it is to be expected that those insights will also be transferred to the present" .1 Ademas, tambien el romanticismo, todavfa cercano a Laguerre a traves de nuestro extendido modemismo, provocaba esa necesidad hist6rica. Pero, no obstante esto Ultimo, el uso que hace de Ia historia noes simplemente el de una base sobre Ia cual erigir su edificio novelfstico o el de dotar de un trasfondo pintoresco al siglo XX. Laguerre hace Ia valiosa aportacion, en este particular, de presentar Ia historia como causalidad real y no como mero y vago origen de nuestro presente. De ahf que se retrotraiga a un pasado reciente desde el cual sea posible Ia explicacion, problema por problema, de los nuestros, a Ia altura de su generacion. 0 sea, que establece Ia necesaria conciencia historica de Ia colonia tradicional que Ie pennitira luego Ia comprension de Ia colonia "sui generis" del siglo XX, sobre el supuesto indiscutible de que existe una ininterrumpida continuidad organica entre pasado y presente. Para comprender mejor La resaca, obra que nos ocupara durante estas cuartillas, iremos continuamente de uno a otro de los dos ejes sobre los cuales se erige, ficcion e historia, a traves de las estructuras economicas, polfticas y sociales de las

1

Avrom Fleishman, The E11glish Historical N01¡el, Walter Scott to Virgi11ia Woolf, (Baltimore: Johns Hopkins Press, 1972), p. 13-14. ~ Eric Auerbach, Mimesis, (New Jersey: Princeton University Press, 1973), p. 444.

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cuales se ha generado, de Ia tension intema que se da en su misma concepcion del genero y de Ia indole del heroe que Ia mueve toda, de principia a fin del texto casi como si se tratara de una novela de personaje-, asf como a todo lo largo del pais que preocupada y amorosamente retrata. Todo rasgo formal sera seiialado en funcion del contenido como lo que propiamente es, forma del contenido y contenido de Ia forma. Ademas, recurriremos, sobre todo al principio de esta apreciacion, a Ia comparacion entre situaciones de paises que, guardando prudentes distancias, repito, muy prudentes distancias, se asemejan estructuralmente a Ia nuestra. Los pafses europeos que se constituyen en dirigentes del desarrollo civilizatorio (economico, politico, social, etc.) donde sedan los periodos con los cuales se intenta organizar Ia produccion cultural del resto de Europa, de America, y basta de algunos sectores de Africa y Asia son Francia, ltalia,lnglaterra y, en una forma algo lejana e interrnitente, Espana y Alemania. Su desarrollo cultural permite el uso de encasillados tales como Edad Media, Renacimiento, Barroco, Ilustracion, Romanticismo y otros, justamente en Ia ubicacion cronologica que los manuales de todo tipo han asentado. Pero lo cierto es que, si bien estos apartados nos ayudan a adentramos con buena orientacion aun en Ia selva cultural hispanoamericana, no pasan, sin embargo, de ser meros hitos de orientacion y no, de ninguna manera, firmes momentos historico-esteticos como resultan en Francia, por ejemplo, ya que Hispanoamerica, al menos basta el siglo XIX, e incluso durante el presente siglo, ha llevado un desarrollo civilizatorio mas retrasado y convulso, como era de esperarse, que Ia "Europa" esa que mentamos al pensar en Paris, Londres, Viena o Roma. Ahora bien, y a pesar de que lo que asentemos aquf no se de parejo en todos los sectores del "Nuevo Mundo", lo cierto es que constituye Ia medula de sentido, o de todo el siglo XIX, o de Ia parte final de el, conjuntamente con los comienzos del siglo XX; ese sentido general de nuestro siglo XIX es el de concentrar en sf los siglos XVIII y XIX de Ia Europa avanzada. Conviene que tengamos siempre en cuenta que Laguerre nos presenta el mas complejo de nuestros siglos pasados, desde luego, basta este momento. De ahf que, en muchos aspectos, Hispanoamerica empareje civilizatoria y culturalmente con Europa en los comienzos del siglo XX, mas o menos. Entonces sf, y gracias tanto a nuestro avance civilizatorio como a Ia tecnologfa, se

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puede hablar, por ejemplo, de surrealismo, mas o menos, en un mismo momento en ambos lugares. De manera que si, como es de aceptacion general, los principios ideologicos de Ia Ilustracion han constituido Ia orientacion seminal de Ia Revolucion Francesa, tanto este gerrnen como Ia influencia de Ia Guerra de lndependencia Norteamericana han venido a ocupar un Iugar homologo para Ia Hispanoamerica decimononica. Y el ansi a de independencia politica tiene su aparicion en el Puerto Rico del siglo XIX tambien, aun cuando sea mas tardfa y mas debil que en el resto del continente, debido a su desarrollo economico tambien tardio y debil, que Jlevo a Ia aparicion tambien tardfa de una burguesia tambil~n debil. Una economfa de estas condiciones crea una burguesfa de igual factura que es Ia que, a fines de aquel siglo, viene a chocar contra Ia espanola, produciendo asf el comienzo del enfrentamiento que debfa llevar a una guerra de independencia como suele ocurrir en este tipo de relacion a esta altura de su desarrollo. En La resaca, tanto don Pedro Quiroga como el protagonista, vivamente expresan esta situacion, pero las condiciones sociales de Ia epoca indican que ellos, en tanto que dirigentes, no han logrado expresar el sentir del pueblo del cual necesitan para una accion sediciosa efectiva. La idea de Georg Lukacs, en el sentido de que el pensamiento frances del siglo XVIII qui ere ... dcmostrar Ia necesidad de una total renovaci6n de Ia "irraciona/" sociedad feudal absolutista para derivar de las experiencias hist6ricas aquel/os principios co11 cuyo aw:ilio sc pueda crear una sociedad "raciona/", 1111 estado "racional" .3

Tambien se da en Ia Hispanoamerica del siglo XIX, y Laguerre Ia capta con sensible antena historica porque Ia misma se encontraba ya, aunque en forma tenue, en el Puerto Rico de fines del siglo XIX, puesto que Zeno Gandfa, en La chorea, ya proponfa un "estado racional" para Puerto Rico. De hecho, es precisamente sobre Ia base establecida por Zeno Gandfa y sus coetaneos que Ia generacion del30 Jogra elaborar una visi6n de mundo coherente. Esta, en parte, consiste en Ia aspiracion a establecer un "estado racional" compuesto por un "status" o estado politico 3

Georg Lukacs. La no1¡ela lristorica, (Mexico: Ediciones Era, 1966) p. 17.


digno, fundado sobre ideales democniticos, y Ia busqueda y comprension de nuestras raices, de un !ado, y del otro, una justicia social basada en Ia creacion y justa reparticion de Ia riqueza y el progreso tecnologico, social y espiritual del pafs. Los dos tenninos de esta aspiracion a un "estado racional", (a) el "status" politico y (b) Ia justicia social, estan en parte o en su totalidad en todos los miembros de Ia generacion del 30 y, ademas, son los que determinan las dos tendencias predominantes en esa generacion y los que establecen las reglas deljuego de todo nuestro siglo XX: dentro de estos tenninos, Ia busqueda de nuestras raices nos II eva a un claro concepto de nuestra identidad, y esta, unida a Ia aspiracion democnitica, nos lleva a Ia busqueda de un "status" politico estable, pennanente y digno. Del otro lado, Ia aspiracion a Ia justa reparticion de Ia riqueza, Ia consecucion de Ia felicidad y el progreso de todo tipo, nos lleva a aspirar a un regimen de justicia social y economica. Aunque nuestro interes no es organizar una detenida explicacion del cuadro politico del Puerto Rico de fines del siglo XIX y de todo el siglo XX, como Laguerre necesita explicar a Puerto Rico en esos dos momentos, uno en tenninos del otro y viceversa, Ia alusion a Ia estructura polftica resultante de esas coyunturas historicas, socioeconomicas, se torna inevitable. Los dos tenninos de Ia aspiracion de Ia generacion del 30-la justicia social y el status politico (en este caso, Ia concepcion de que el concepto de nacion tiene que ir unido al de estado politico)- se expresan a traves de los dos vehiculos dominantes de Ia politica mundial de fines del siglo XIX y de todo el siglo XX: el nacionalismo y el populismo. El primero, habfa triunfado hacfa mas de un siglo en Europa, salvo en casos complejos como el de Alemania, donde, por ejemplo, se daba el caso de que Ia misma no vefa su situacion nacional como resuelta pues crefa que para que asf fuese deberia lograr Ia constitucion de un solo estado politico que comprendiese todas las areas de su misma cultura, como lo son algunas partes de Polonia, otras de Checoeslovaquia, toda Austria, partes de Suiza y hasta el Benelux. El populismo, por su parte, tendfa a echar a un lado, o a suplantar al nacionalismo, y este, a su vez, reaccionaba con igual intencion. Claro esta, que dentro de estos parametros, encontramos toda una gama de situaciones que sedan en los diversos paises, respondiendo a las diferentes historias, a las con-

El populismo, por su parte, tendia a echar a un lado, o a suplantar al nacionalismo, y este, a su vez, reaccionaba con igual intenci6n.

diciones de los distintos populismos (democraticos o dictatoriales), etc. Asf, por ejemplo, se va desde Ia convivencia total en los Estados Unidos de Franklin D. Roosevelt, o, en un cuadro mas recogido, de Huey P. Long, hasta el caso extremo de Espana, donde los Nacionales y el Frente Popular intentaban Ia aniquilaci6n total el uno del otro, con el bien conocido nefasto resultado. En Puerto Rico Ia cosa qued6 en algun Iugar entre esos extremos. El populismo se sobrepone al nacionalismo y llega a actitudes de intransigencia que, aunque pacfficas, resultan en Ia tacita prohibici6n de palabras tales como "naci6n", "patria", y otras, por ejemplo, en los textos del Departamento de Instruccion todavfa en Ia decada del 50 de nuestro siglo. Sin embargo, Ia inteligente politica populista logra comprender el irresuelto problema nacionalista de Puerto Rico, entre otras cosas, y va atenuando su posicion hasta abrirle un espacio muy especffico dentro de Ia esfera populista al nacionalismo que, aunque no llega a lo politico en las decadas de los cuarenta, los cincuenta, los sesenta, los setenta y los ochenta, si alienta lo nacional en tanto que idea de identidad. Este es el nacionalimo cultural que cobra, si no fuerza, al menos prestigio dentro de los organismos politicos del populismo, conforme se debilita el sector populista tradicional por obra y gracia de su discurso vado a Ia altura del fin de siglo. Ahora bien, esta vision de mundo constituida en aspiraci6n principal de esta generacion, puede estar dentro de diversos sectores de dicha generaci6n en formas que varfan Ia importancia, Ia cantidad o Ia jerarqufa de sus elementos integrantes. De hecho, Ia variante que Iogra imponerse y que constituira Ia base del programa politico que ha dominado desde aquella decada hasta nuestros dias, pospuso el elemento de "status" politico en favor del de justicia social.

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provoca una desaz6n profunda en el personaje que contempla el pasar del tiempo en terminos personales, sin ver el necesario cambia en su entorno hist6rico: "Me he hecho a fa angustia del fluir del tiempo" . 5 Este estancamiento o presentaci6n de tiempo congelado, o como dice el mismo autor, "un mmiana que sera el mismo dia, el de hoy, el de ayer".6 Se quedaria en mero recurso tecnico si no fuera por el hecho innegable de que en cada novela de Laguerre sabre este tema, asistimos a una condena de Sfsifo, a un etemo retorno, pues tanto en La llamarada como en Solar Montoya se pone sabre el tablero, una vez mas, Ia lucha porIa justicia social para, una vez mas, quedar burlada en cuanto aspiraci6n populista. Esto, en lo que se refiere a uno de los terminos, en lo que se refiere al otro, a Ia aspiraci6n al establecimiento de un "status" politico, aparece alli tambien, pero como aspiraci6n abstracta y remota,

Por su parte, Laguerre es uno de los artistas privilegiados con ellogro de la expresi6n de la vision de mundo de gran parte de su ., generacton

Por su parte, Laguerre es uno de los artistas privilegiados con ellogro de Ia expresion de Ia vision de mundo de gran parte de su generaci6n, (de hecho, del sector mas amplio y que lagro imponerse en nuestro cuadro politico) en una de las formas mas completas posibles, hasta convertirla en Ia verdadera estructura englobante de su novel a y de toda su obra: Ia aspiraci6n al "estado racional". Pero, aunque en Laguerre no desaparece del todo el primer termino de Ia vision de mundo de su generacion, el "status" polftico, esta entreclara aparici6n se toma esporadica en sus obras, de suerte tal, que los sectores politicos contraries le ven como independentista, mientras que los sectores independentistas Je han tildado, cuando menos, a el de frialdad ideol6gica y a sus protagonistas de indecisos y derrotistas. Y esta parece ser Ia suerte de los novelistas historiadores, pues nada menos que al ilustre don Benito Perez Gald6s, en su tiempo, se le acusaba de lo mismo. Y frases como Ia de que su obra exhibfa cierta ambivalencia en su concepcion del patriotismo, ya en forma francamente dura, ya suavizadas con hiriente sarcasmo, le fueron dedicadas desde las mas diversas zonas del espafiolismo de aquella epoca:~ Y esta es Ia forma en Ia cual Ia justicia social, apoyada en las luchas politicas del pafs durante las decadas de los treinta y de los cuarenta, crece basta convertirse en tema central de toda Ia novelistic a del Laguerre de Ia primera epoca y ocupar Iugar nada despreciable en el resto de su obra. No obstante, este destino feliz de Ia justicia social, como aspiraci6n, noes el mismo de lajusticia social como consecucion, ni puede serlo debido al referente historico. De modo que el otro aspecto que nos ocupa en relaci6n con ella es el de si existe Ia posibilidad de conseguirla o no. Esto nos lleva directamente al tema del progreso, y este, a su vez, al del tiempo. En La resaca no se vislumbra Ia menor posibilidad de progreso debido al fen6meno colonial. Y esta situaci6n llevada al plano subjetivo

no

Mientras miraha extraviadamente a/ Yukiytl, varias veces monolog6 co11 Dolorito sobre una posible reptlblica de verdadera Vida en aquel apartado lugar. 1 Su reptlblic:a andaba perdida en/as nieblas del Yukiytt.H

subordinada al primero, nuestro prop6sito sera quitar a/ rico para el pohre, sobre todo a/ rico incondicional. Ya que rw se puede hac:er Ia revoluc:i6n, es preciso que hagamos a/go decente. 9

o mejor, pospuesta indefinidamente, como se desprende de Ia novela toda.

4

Vease Geoffrey Ribbans, History and Fictio11 in Ga/d6s's No1•elties, Nola 12, (Oxford: Clare1on Press, 1993), p. 41. 5 Enrique Laguerre, La resaca, (Puerto Rico: Editorial Cuhural, 1967), p. 105. 6 Ibid., p. 250. 7 Ibid., p.76. 8 Ibid., p. 80. 9 Ibid., p. 246.


comprometerse. Pero el no desmayo. En vista de los precarios resultados de su misiOn,Jose Dolores trataba de explicarse los motivos de Ia abulia colectiva. ;.Falta de conciencia popular? Acaso. 0 tal ve: Ia ignorancia, Ia miseria, lafalta de armas, Ia pequeiie: de Ia Isla. 10

De este estudio que es La resaca, y que viene a constituirse dentro de nuestras letras en una especie de tarea te6rica preliminar dirigida a Ia ulterior interpretacion de nuestra sociedad del siglo XX, se concluye que el independentismo es debil y se plantea con Ia fuerza escueta con que Betances lo hiciem unos cuarenta aiios antes, al decir que "los puertorriquefios no querian Ia independencia". Laguerre, en La resaca, lo plantea asf:

No se podia contar con los hacendados o los terratenientes. La gran masa de campesinos, los que tomaban cafe de guarapo y comian piche con bacalao, los que engaiiaban el hambre de los rorros con chupones de miel, los que vivian casi a Ia

En casi todas partes encontrolose Dolores una indiferencia rayana en el suicidio. Muy pocos estaban en disposicion de

ro

Ibid., p. 198.

lll


intemperie y se c:ubrian las cames con trapos, formaban legion. {...] Precisaba levamar los animos caidos, estinwlar Ia gesta heroica en conformidad con los planes de su exigua agrupacion. 11

Y Jose Luis Gonzalez, en su notable ensayo £/ pafs de los cuatro pisos, al respecto comenta atinadamente las palabras de Betances, en el sentido de que este bien sabfa que en su tiempo 1ma revolucion anticolonial que no comara con e/ apoyo de Ia clase dirigente nativa estaba condenada a/ fracaso. Y en Puerto Rico esa clase, efectivamente, "no querfa Ia independencia". Y no Ia querfa porque no podia querer/a, porque su debilidad como clase. determinada fundamenta/mellle·lo cual no quiere decir exclusivamente- por el escaso desarrollo de /asfuerzas productivas en Ia sociedad puertorriqueiia. no le permitfa ir mas a/lti de Ia aspiracion reformista que siempre Ia caracteriz6. El relativo desarrollo de esas fuerzas productivas, y por consiguiellte de Ia ideo/ogia de Ia clase hacendada y profesional criolla (lo que masse asemejaba entonces a una incipiente burguesia nacional) entre 1868 y 1887 fue lo que determin6 el transito del asimilismo a/ autonomismo en Ia actillld polftica de esa c/ase.12

De ahf, que Ia justicia social deba ser Ia altemativa privilegiada por el pais. Una posicion como esta re· sponde, o a Ia actitud que predomin6 en Ia generaci6n del30, o a Ia puesta en escena de dicha posicion desde Ia altura de Ia decada del40. 0 sea, que, en Ia gama de posiciones sobre el tema del "status" polftico de Puerto Rico que se le presenta al extenso elenco de pensadores, literatos y polfticos que compone el treintismo, y que constitufa un verdadero proceso de busqueda, tanto de nuestro pasado como de nuestro futuro camino, el predominante fue el que veia, como necesidad, Ia justicia social por sabre cualquier otro imperativo y el que cristaliza en Ia gesti6n polftica de los cuarenta. Este proceso es el que explica, en buena medida, Ia actitud dubitativa y vacilante de sus heroes, como corresponde a un novelista de tanto apego a Ia realidad como lo es Laguerre.

11 2

Ahora bien, si Ia Hispanoamerica del siglo XIX y comienzos del XX, como hemos dicho antes, realiza en un siglo, en forma concentrada, abrupta y zigzagueante, los procesos que duraron mas de dos siglos en Europa, no puede dejar de reflejar el proceso econ6mico·social, especialmente el del triunfo del capitalismo. Asf como en Ia Inglaterra del siglo XVIll vemos un proceso de transformaci6n econ6mica en el periodo durante el cual se crean las condiciones econ6mico·sociales de Ia Revoluci6n Industrial, de Ia misma manera vemos en algunos sectores de Hispanoamerica, especialmente en Puerto Rico, una situaci6n que podemos parangonar con Ia situacion inglesa, tal como Ia caracteriza Lukacs, al decir que ve en ella una cierta inconsciencia hist6rica salvada unicamente por Ia novelfstica inglesa: Esta inconsciencia sobre e/ a/cance del sentido historico, de hecho existente, sobre Ia posibilidad de generalizar Ia peculiaridad historica del presente inmediato instinth•amente observada con toda precision caracteriza Ia posicion de Ia gran nove/a social inglesa .. . 13

Y esta es una de las causas de Ia tendencia de nuestra novelfstica de fines del siglo XIX y comienzos del XX (representada en las obras de Zeno Gandia, en los sectores realistas de las de Matias Gonzalez Garcia y en las de Laguerre) a crear una novela fundamentalmente orientada a Ia critica social; y de ahf tam bien Ia superaci6n de esa "inconsciencia" de lo hist6rico, por parte de Laguerre, al percibirla y buscar, a mitad de su novelistica de critica social, una apoyatura hist6rica como indiscutiblemente acontece en La resaca. Y en concordancia con esta novelistica, el Puerto Rico que Laguerre estudia y presenta es tambien el de fines del siglo XIX, etapa claramente de una pre-guerra de independencia en el pais, debido a una serie de pequeiias coli~iones preparatorias imposibles de enumerar de modo taxativo. Por ejemplo, Ia crisis mundial e insular de Ia esclavitud con sus consecuencias (apertura a una economia

Ibid., p. 199. Jose Luis Gonzalez, El pals de cuarro pisos y otros cnsayos, (Puerto Rico: Ediciones Huracan, I981 ), p. 16. 13 Luckacs, op. cit., p. 18. II

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capitalista), Ia imposibilidad de Ia metr6poli de enfrentar el problema econ6mico de Ia colonia con sus consecuencias (llegada de grandes contingentes de extranjeros no espai'ioles), altibajos politicos en Ia misma Espana con sus consecuencias (gobemadores cada vez mas ineptos y desp6ticos), el desinteres, cada vez mayor, de Espana por Puerto Rico con sus consecuencias (promesas incumplidas), Ia crisis del sistema econ6mico espai'iol con sus consecuencias (crisis del sistema casi feudal nuestro, Ia miseria, el malestar de algunas clases sociales que provocan el Grito de Lares), Ia presencia cada vez mas amenazante del ejemplo que constitufan las guerras de independencia en toda America con sus consecuencias (mas represion y negaci6n de derechos, como el de una educacion superior mediante el establecimiento de una universidad), Ia presencia cada vez mas imponente de los Estados Unidos con sus tantas y tantas consecuencias. Estas y muchas otras colisiones preparaban a Puerto Rico para una guerra proxima, o de independencia, a secas, o de independencia estructurada por una revolucion econ6mica y social. Recuerdese que Mexico Ia vive tam bien a comienzos del siglo XX; y, por muchas y validas objeciones que se puedan oponer a esta observaci6n, que las hay de sobra, to cierto es que el polen estaba ya en el aire y aqui lo mas apremiante era Ia miseria, que siempre es cosa muy concreta y que no necesita de mucho estudio para ser comprendida, especialmente por quienes Ia padecen. Recuerdese tambien que es esta misma miseria Ia que se nos presenta como protagonista de nuestra mejor literatura de Ia epoca historiada por Laguerre y vivida por Zeno Gandfa y que es ella misma el referente de Ia ficci6n laguerriana de sus primeros escritos y de los voceros de Ia generaci6n del 30 y de Ia reforma econ6mica de los aiios cuarenta. Este cada vez mas apretado y cargante cuadro hist6rico confirma que ningun fen6meno social desestabilizante se da como resultado de un solo enfrentamiento entre las fuerzas en pugna en el seno de Ia sociedad. Por ello es por lo que observamos, en este momento, Ia idea de que toda oposici6n en el drama que hade resultar entre caracteres, refleja una contradicci6n social que ha de llevar o al violento choque tnigico de una revoluci6n o a una guerra. 0, al reves, si se quiere, en el sentido de que toda colision social que impulsa Ia creaci6n literaria montada en un fuerte conflicto, puede ser tragedia, puede ser comedia, o novela estructurada internamente por el

espfritu de Ia colision tragica, como resulta serlo en este caso. De hecho, el ya citado don Benito Perez Galdos presenta, a este respecto, un caso sumamente interesante en su novela La Fontana de oro. En ella, el notable maestro del realismo espai'iol, nos presenta dos finales altemos a su trama; uno, en el cual el heroe es emboscado y muere tragicamente, y el otro, que podemos catalogar como un tipico "final feliz", para concluir, luego de varios titubeos en diversas ediciones, que el lector deberfa ser quien escogiera el final que "mejor cuadre a su gusto y entendimiento". Laguerre, por su parte, juega a lo largo de toda su novela con una posible vida altema para su protagonista, Ia cual tambien auguraba una altemativa de felicidad final. Asf, desde su niiiez, Montojo, presenta una vocacion fuerte por el cultivo de Ia tierra, que se convertira a lo largo de toda su vida en tema de sus ensoiiaciones, de su pensar en musarafias, para llegar a casi realizarse en su ultima epoca, cuando se recrea en una nueva identidad -Jose Dolores Solares- y hasta en Ia posibilidad de un nuevo amor, esta vez mas realista que el de Rosario. Consciente de que todo estaba perdido, sin embargo, Jose Dolores se aferro a Ia idea de que deb{a volver a Ia tierra, a s11 pasion por el cultivo. La fatiga de Ia continua ft~ga le /legaba a los lwesos. ;,Serfa posible el regreso a Ia tierra? ;,Tendrfa fuer=as para tentar el parvenir? Ahara querfa probar el alumbrar su retorno con un fuego fawo. Sent{ase albarazado como un ado/escente. Esa era e/, en realidad, en aswltos de am01: Los muc:lws afios de fuga y de encierro se desvanedan Ia mismo que rma pesadilla a/ despertar. Se des/e{a Ia sensacion del tiempo. Tamo penso en que si se volviera rmllombre de bien y se dedicase a cultivar Ia tierra los becerrillos no reconocerfan en Jose Dolores a/ famoso Dolorita Montaja, que acab6 par creer probable el milagro. 14 L/eg6 hasta a interesarse en una vecinita, quien yo estaba en los lindes de Ia salter/a, y ltasta /ogr6 mantener serenidad a Ia vista de algz'in guardia. 1 ~

1

~

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Laguerre, op. cit., p. 336. Ibid .• p. 347.

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Es decir, que su posibilidad de un cambia de rumba en su vida es vista por el mismo autor como un "milagro" de todo punta improbable, y asimismo su posibilidad de alternar su vida no va mas alia de simple deseo abstracto, pues el compromiso del personaje con su gesta patri6tica, que le convierte en metafora de Ia suerte del separatismo, y el compromiso del autor con Ia vision tnigica que estructura su novela es, en una palabra, inflexible. La lwmogeneidad y dureza de Ia identidad cultural del puertorriqueiio fue capaz de asimilar sin dificultad alguna, por ejemplo, Ia inmigraci6n corsa, de tal manera que esta, ya a Ia segundo generaci6n, ni siquiera recordaba su idioma y que ha tardado cien alios en crear una agrupaci6n de identidad nostalgica de innegable modelo en las minorias norteamericanas, adenuis de los imereses econ6micos que posiblemente Ia impulsan. Esa poderosa homogeneidad popular, en buena medida debida a nuestros den mlos de soledad, porque nosotros s( los wvimos durame nuestro desertico e illlerminab/e siglo XVII, a/ cabo del cual y a fuerza de estar twsotros solos connosotros mismos, da cuenta de Ia reciedumbre de nuestra identidad cultural y, en este sentido, de Ia continuidad de nuestra historia y de Ia terquedad de nuestra lengua.

No obstante lo anterior, unas palabras del dramaturgo y poeta Friederich Hebble, sabre Alemania, sirven para pensar nuestra relaci6n con nuestra historia y aclararnos algunos extremos sabre este problema tan poco estudiado por nosotros. Decia Hebble que Es cierto que nosotros los alemanes no guardamos un vinculo con Ia llistoria de nuestro pueblo ... Pero ;.d6nde esta Ia causa? En que nuestra historia no tuvo resultados, en que no nos podemos considerar producto de su transcurso organico, como por ejemplo, los ingleses y losfranceses, en que aquello que sin duda debemos /lamar nuestro historia noes nuestra historia de Ia

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En Lukacs, p. 75. Fleishman, op. cit., p. 17.

vida, sino nuestra historia de Ia enfermedad, que hasta hoy todavia no ha provocado Ia crisis. 16

Si ciertamente Ia raz6n de ser de Ia obra de Zeno Gandfa, su diagn6stico y descripci6n de nuestro "mundo enfermo", no es mero recurso literario, pasajera moda o influencia de Ia escuela estetica naturalista, pues de asf serlo, por valiosa que fuera su obra en terminos estilfsticos, no tendrfa Ia profundidad ni Ia significaci6n que en ella reconocemos, Ia presencia de Ia obra de Laguerre en nuestra historia literaria constituye Ia continuidad de aquel analisis y su indiscutible confirmaci6n. Poresto es par lo que Laguerre no podia escribir otra novela hist6rica con el sentido que tiene esta para Ia literatura puertorriquefia y para su propia obra, ya que Ia parte de nuestra historia verdaderamente significativa para su generaci6n, y profundamente sentida por esta, es justamente Ia retratada en su obra. Para el, para Ia generaci6n del 30 y posiblemente para todo el siglo XX, Ia parte de nuestro pasado que tiene Ia mas profunda significaci6n, es precisamente esa: Ia ex presion de nuestra identidad cultural, el comienzo de disgusto ante Ia metr6poli, Ia abolici6n de Ia esclavitud, Ia busqueda de una independencia cultural -al igual que los demas paises hispanoamericanos, de diferente manera tam bien recien separados de Espaiia-, Ia cafda de un viejo imperio, Ia invasion norteamericana y, a fin de cuentas, el disloque social que todo esto trajo. As far as it is possible to speak of the social determination of literary phenomena, the rise ofthe historical novel may be described as the olltcome of the age of nationalism, industrialization, and revolwion: the age when the European peoples came to consciousness of and vigorously asserted their historical continuity and identity 17

Y el senti do de esta no vela hist6rica para nosotros es tambien el de Ia creaci6n de un documento de identidad cultural, equivalente a Ia novela nacional que el critico Jose Alcahi Galiano le recomendara, en su momenta, a Perez Gald6s, par el estilo de los roman nationaux de Erckmann-Chatrian en Francia y que constituyen los episodios nacionales del ilustre canano. Tal vez, para los puertorriquefios del futuro otro sea el momenta hist6rico de mayor significaci6n, pero para nosotros definitivamente lo son ese final


del siglo XIX ("It is no accident that the genre, which had a continuous possibility of emergence from epic tradition and from national chronicle, should have seen its birth in the Romantic era") 18 y los comienzos de este siglo XX, que continuan signando nuestra agonfa social y espiritual. Por otro lado, nos parece indudable Ia aplicabilidad a Puerto Rico de ciertos elementos de los seiialamientos de Hebble sobre Alemania, especfficamente lo relacionado con Ia necesidad de buscar una apoyatura historica -senti do ultimo de La resaca- y Ia continuidad de Ia obra de Zeno Gandfa en Ia de Laguerre, de manera profunda y subyacente, en lo patol6gico. En to que se refiere al primero de estos dos seiialamientos, el relacionado con Ia historia, creemos que nuestro problema no ha sido el de encontramos ajenos a ella, sino el de Ia necesidad de volvemos a ella en un momento espedfico para basar en ella una accion social deterrninada, que es el caso de Ia generacion del 30. No creo que adolezcamos de deficiencia historicista pues uno de los puntos fuertes de Puerto Rico, junto a Ia extraordinaria cohesion que nos da el idioma, es Ia homogeneidad que nuestro insularismo y nuestra pequeiiez nos han permitido desarrollar. No esta de mas aquf recordar que Inglaterra es tambien isla y que, por lo mismo, ha podido resistir muchas veces, tanto de forma consciente como inconsciente, Ia poderosa intluencia europea continental, Ia cual ha sido tan constante y profunda que en buena medida ha condicionado Ia identidad cultural de Ia Perfida Albion. En lo que se refiere al segundo seiialamiento, es decir, a Ia continuidad de Ia novelfstica de Zeno Gandfa en Ia de Laguerre, es necesario decir que no nos referimos en modo alguno a los seiialamientos corrientes en el sentido de aparentes y superficiales rasgos del uno en el otro. Sf creemos, sin embargo, que hay sfmbolos de Ia mas profunda importancia, como el del agua, por ejemplo, que Haman Ia atencion sobre dicha continuidad, tanto desde el area del lenguaje literario, como desde Ia concepcion mftica que en un plano profunda estructura Ia obra. Aunque veremos el tema mftico mas adelante, pues lo que ahora llama nuestra atencion es Ia Indole de Ia crftica social de los dos escritores, no podemos posponer Ia consideracion de las metaforas del agua, ya que las mismas resultan basicas en toda esta comparacion. El discurrir de Ia historia y las metaforas del agua no son temas extraiios el uno al otro y mucho menos durante el siglo XIX. Con el racionalismo

El discurrir de la historia y las metaforas del agua no son temas extrafios el uno al otro y mucho menos durante el siglo XIX dieciochesco y el desarrollo y creciente prestigio de las ciencias ffsicas y biologicas, Ia historia logr6 salir de su Jarga union desventajosa con Ia literatura. La observaci6n y el experimento de Ia concepcion empfrica cobran cuerpo en Ia vision de Leopold von Ranke, quien con su famosa frase "Wie es eigentlich gewesen", convierte Ia historia en ciencia y se propone un retrato historico parecido al de aquellas ilustraciones que dibujaba el sabio naturalista, modelo de todo estudioso de aquellos tiempos. Ahora Ia historia, gracias en buena medida a Ia tradici6n cientificista alemana, se convierte en Ia disciplina humanfstica predominante (algo parecido a lo que ocurre hoy con Ia teorfa literaria), estructurada por las ciencias naturales hasta en las metciforas con las cuales se concibe a sf misma: como arbol y como agua, aunque Ia primera tuvo menos aceptaci6n en el ambito literario decimon6nico, pues al decir de Thomas Hardy, "History is rather a stream than a tree" . El mismo "padre de Ia novela hist6rica moderna", Sir Walter Scott, como dice Avron Aeishman, "in the time-honored metaphor ofthe temporal river", seiiala que "like those who drift down the stream of a deep and smooth river, we are not aware of the progress we have made until we fix our eye on the now distant point from which we have been drifted." 19

La seiialada metafora seminal, con su disposicion diacr6nica, es Ia que organiza Ia vision social e historica de toda Ia novelfstica del siglo XIX y Ia explicaci6n inmediata del surgimiento de Ia novela hist6rica de ese siglo, en ese momento. La

11 19

lbid. lbid.

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El retrato transversal de la sociedad de fines del siglo XIX, de su aspecto socioecon6mico, mas bien, es la manera que Laguerre tiene de plantear el cuadro correspondiente al de Zeno Gandia, pero desde Ia retina populista. etemidad representada por Dante queda degradada a representaci6n de mero tiempo en Balzac. Y con este, toda Ia novelistica en serie de aquel siglo y parte del nuestro; tanto las novelas sobre una sociedad coetanea al autor y, por lo tanto, novelas realistas sociales, como las hist6ricas. De esta suerte, y mirando de cerca nuestra propia literatura, resulta obvio que una sociedad estancada en sus aspectos econ6mico, politico, social, en fin, una sociedad estancada en su totalidad, debe reflejar una historia detenida, un tiempo congelado. De ahf que Zeno Gandfa, firmemente ubicado sobre Ia metafora del agua corriente de Ia historia, titule su nove Ia con una significativa palabra: La charca, es decir, agua estancada, historia detenida, tiempo conge! ado. Pero Laguerre se enfrenta a otro momento, y ya esto es otra historia. El afio crucial del 1898 mueve abruptamente las aguas de Ia historia y nuestro autor lo dice tambien con una metafora relacionada con el agua: La resaca. Sobre Ia relaci6n de Ia obra de Laguerre con el naturalismo, permftasenos seiialar lo siguiente: los problemas que suscita dentro de Ia historiografia Ia cuesti6n del determinismo historico se amplifican en Ia ficcion hist6rica, por cuanto innumerables mecanismos textuales tienden a reforzar, desde Ia forma, este tipo de contenido. De hecho, uno de los ejes filosoficos centrales de La resaca es justamente esta tendencia al determinismo que Ia cruza toda, desde sus comienzos, en Ia escena del agua en el pozo, hasta su fin en Ia muerte de Montojo en el agua del hontanar. Pero esta tendencia naturalista que observamos en todo el primer Laguerre, es decir, desde La 1/amarada hasta La resaca, no Jogra daiiar su obra, pues como buen treintista, igual que Pedreira, sabe pasear por caminos mecanicistas y no sucumbir en ellos o, como diria Sir Isaiah Berlin, sabe no caer en Ia "historical inevitability" 20 y tambien, como dice Geoffrey Ribbans, que "The novelist's task is precisely to create the potentiality of choice within a historically closed silllation" .21

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Laguerre, sin Iugar a dudas, es el mejor representante de Ia novela de critica social de base populista que ha producido nuestra literatura. Y es desde este punto de vista, desde el cual podemos comprender su critica del siglo XIX, su jerarquizaci6n de ideales y su ir6nica y satfrica mirada detenida y detallada a toda nuestra sociedad, segun Ia va describiendo a lo largo del siglo XX. Como ya hemos sefialado, desde los inicios de su novelar habfa decidido dilucidar los principales problemas socioecon6micos de nuestro siglo XX e intufa Ia necesidad de una base hist6rica para los mismos. Aparentemente, en forma consciente o inconsciente, habfa decidido basarse en el retrato de Ia injusticia social rural decimononica magistralmente hecho por Zeno Gandfa, quien, a fin de cuentas, es uno de sus maestros. Sin embargo, (y esta parece ser Ia principal razon por Ia cualluego de iniciada su descripci6n del siglo XX se vuelve al pasado) nota que Ia base zenogandiana de su obra no concuerda como debiera con el cuadro que esta realizando y, ya iniciado el camino, decide que Zeno Gandfa, aunque bien Je ha servido como modelo, no le sirve como pasado, por eso mismo, porque no es el mismo pasado, aun cuando entre ambos hay an creado y recreado nuestra gran poesfa de Ia decadencia como consecuencia del tragico destino inexorable de una clase social. Si Zeno Gandfa, en La charca, hacia una critica de nuestra sociedad por el maltrato al que sometfa a nuestra clase campesina, lo hacfa desde arriba, desde Juan del Saito, desde el padre Esteban y desde el doctor Pintado. Eran ellos los que describfan esa situacion, casi como en un ensayo de Salvador Brau, y eran ellos los que opinaban sobre las posibilidades de Ia sociedad y del Estado ante el problema socio-econ6mico que enfrentaba el pafs.

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lsaiah Berlin, The Hedgehog a11d the fox, (Chicago: Ivan R. Dee, Publisher, 1993). 21 Ribbans, op.cit.


Abajo, abajo lo que mostraba Zeno Gandfa era estricta fabula: Ia relacion de un crimen unida a una historia de amor, ambas entretejidas entre Ia marana de fechorfas de Andujar y Galante. Se trataba, como vemos, al menos tecnicamente, de un cuadro sobre Ia clase baja explicado, desde afuera y desde arriba, por Ia clase alta. Y una vision de mundo asf, definitivarnente noes aceptable para Laguerre. Frente a esta vision brillante, pero aristocnitica y a veces hasta vitalista, Laguerre opone Ia suya, reformista y populista, propia de su generacion y que no tiende a resolver los problemas del campesinado desde "arriba", sino que presenta Ia lucha misma del propio campesino y, Ia (hasta ese momento) incapacidad de Ia clase intermedin, preparada academicamente, para realizar Ia reforma redentora, si se nos permite el uso del profetico titulo de Zeno Gandia. Aqui queda meridianamente claro el porque del fracaso de los protagonistas de sus primeras novelas; presentarlos triunfantes en su quehacer vital, habrfa sido traicionar los fundamentos ideologicos de todo su aparato artistico. El retrato transversal de Ia sociedad de fines del siglo XIX, de su aspecto socioeconomico, mas bien, es Ia manera que Laguerre tiene de plantear el cuadro correspondiente al de Zeno Gandia, pero desde Ia retina populista. Nosotros vemos al protagonista nino y a su padre. Este se nos aparece como una especie que no podia faltar en una novela de Laguerre, asf como en las de uno de sus mas admirados maestros, Romulo Gallegos. Y a ambos les llega de Ia novela naturalista hispanoamericana de comienzos del siglo XX y de Ia europea de fines del siglo XIX: el ultimo vastago de una familia decadente. Es decir, que vemos en primer plano, en el de Ia accion, un fenomeno economico del siglo XIX, mediante el cual una economia casi feudal iba destruyendo antiguas estirpes que quedaban en Ia inopia y que pasaban a ser especie de siervos: agregados, peones asalariados, etcetera. Nada mejor que Ia antigua frase para describirlos: venidos a menos. Con esto vemos to dicho, lo que ocurre arriba, en Ia superficie social, y lo no dicho, sus causas econom icas. Muy distinta es Ia tecnica de Laguerre y responde, como hemos dicho, a su punto de vista ideologico. Frente al aristocraticismo de Zeno Gandia encontramos el populismo de Laguerre. Este presenta las dos clases sociales de Ia epoca, pues Ia clase media practicamente no existfa, pero Laguerre no ve Ia clase campesina desde arriba, desde Ia clase

terrateniente, sino de modo muy diferente. Es desde Ia ubicacion social del protagonista desde Ia cual ve a las personas como don Nicolas Velazco, don Pedro Quiroga, etc. Y esto explica, con bastante claridad, Ia genealogia y el desclasamiento del protagonista ya que el mismo constituye un hfbrido en materia de clase social; exhibe el recuerdo de Ia clase social perdida pero se afirma en su clase social actual. Precisamente este protagonista, a pesar del desclasamiento de su padre -posible razon de Ia caracterizacion degradada que el autor hace de este personaje-, a pesar de que viene de Ia clase alta, y que por momentos tal parece como si el au tor fuera a afectar su caracterizacion con ello, este protagonista, repetimos, se mantiene en su clase campesina y se reafirrna en ella y en su antagonica condicion de puertorriquefio, cuantas veces se le presenta Ia oportunidad de rebasarla. Asi lo vemos, cuando el juez espanol, cunado de su tia Celestina, viene a ofrecerle ayuda Pasada casi una semana de encierro, una tarde se present6 en su cclda aquel inesperado personaje. -(.Jose Dolores Solares? -Sf, .'>eiior. -i,Hijo de don Andres Solares? -Sf, sefim¡, pero lo del don mmca se lo of. -Soy cufiado de una de tus tfas, doria Celestina Solares. (.Recuerdas a tus tfas? -No las recuerdo. -Tu padre te habra diclw que el tiene dos hermanas en Esparia. -Somas otra genre. Ya ve usted, no les debe agradar mi posicion. -De eso vengo a hablarte. Hace wws meses que llegue a ocupar WI puesto judicial en San Juan y me sorprendf al enterarme de tus correrfas fuera de ley. Mi cmiada me habfa encomendado que viese a susfamiliares en Puerto Rico. Supe que don Andres nwri6. En cuanro a ti... -Ya lo ve usted. -(. Por que te metiste en todo esto? -Perd6neme. pero ya no hay remedio. -£star en contra de Ia autoridad es delito grave, que debes pagar, pero he podido \'er que no se te puede acusar de asesino. Por tanto, flO se te podra condenar a Ia pena capital. Te 1/evaras wws cuantos mios en prision, eso sf; pero, (.flO crees tii que si te regeneras puedes salir a tiempo para vivir lwnradamente, como Dios

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manda, el resto de tus dfas? Lamento mucho que a un nieto de don Juan Solares le ocurra esto. -Serio mejor que investigara como vive mi hermano Carlos. Seg1in su modo de ver las cosas, ellta vivido honradamente. Pero apenas vive, porque no tiene con que vivir. En cuanto a lo de ser nieto de don Juan Solares, no me preocupa. Los puertorriqueiios somos vfctimas de 1111 Gobierno injusto y cruet.zz Y esta es la clase social mas baja a Ia cual puede acceder Laguerre para, desde ella, visualizar Ia situaci6n social que le interesa, ya que no puede aceptar conclusiones que no vengan de su propia clase o de una clase cercana a Ia suya y a Ia cual pueda asimilarse, bien sea por cercania de clase, por ideologia (Ia populista) o por ambas, que es lo mas probable. Y lo hace debido a Ia casi inexistencia de clase media a fines del siglo XIX, pues en sus primeras novelas sobre el siglo XX, segun esa clase iba apareciendo y creciendo, su protagonista va ascendiendo en clase social. Esto tal vez se deba a que Ia familia del protagonista cae desde Ia clase alta rural a Ia clase baja campesina, y nuestra sociologfa actualtodavia nos deja ver claramente que los desclasados de Ia clase alta rural, si descendian a Ia clase media de funcionarios, pequefios comerciantes, etc., tal vez por su preparaci6n escolar, recordaban sus supuestas grandezas familiares pasadas e intentaban todavfa adscribirse a Ia clase alta -jdelirios de grandeza!- en una sociedad que, en el pasado, no tuvo una verdadera aristocracia terrateniente como Ia tuvieron, por ejemplo, Mexico, Cuba, Argentina, Peru y tantos otros paises hispanamericanos, sino una endeble clase rural alta, mas o menos aristocratizante, como bien Ia defini6 Zeno Gandfa en su Juan del Saito. Y por ultimo, sobre el naturalismo en La resaca, permftasenos seiialar que el autor de una novela se encuentra con unos instrumentos que han sido precisados porIa escuela artfstica que le influye en su momento, y Ia influencia de esta escuela tuvo largos tentaculos que llegan a Laguerre desde Zola, directamente, y, como ya hemos seiialado, a traves de Zeno Gandfa, desde su pasado Iiterario puertorriquefio cercano, y por R6mulo Gallegos, su mayor influencia extema mas o menos coetanea. Ademas, el ambiente permeado de naturalismo que venia de nombres tales como Matias Gonzalez

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Garcia, Jose Elias Levis, Felix Matos Bernier, Rafael Martinez Alvarez y, t.por que no?, Luis Bonafoux, se incrementaba con plumas menores -Americo Arroyo Cordero- y aun con otros autores para quienes el naturalismo fue mero experimento momentaneo Evaristo Ribera Chevremont, Jose Coli y Vidal- o que se dedicaron a otros menesteres -Luis Munoz Marin-, los tres en el experimento interesante, aunque de poco valor estetico, de La madre haraposa. Todo esto contribufa a un ambiente literario naturalista mas denso y prolongado de to que se ha seiialado hasta hoy o lo que Ia historia literaria con sus requisitos organizativos ha permitido ver. Un autor en semejante situaci6n. tambien tendni que lidiar con una o varias escuelas de las que predominaron en Ia epoca en Ia cual ubica su acci6n. y Ia escuela artfstica que predomina en el momenta que estudia es, en buena medida, el primer naturalismo. Pero no necesariamente dos naturalismos hacen uno mas fuerte, tambien se pueden cancelar... y esto es mas o menos lo que ocurre. Fuera de los pocos elementos naturalistas que hemos seiialado y que constituyen, mas bien, elementos de contenido, esta escuela no afecta Ia concepcion artistica de los hechos, pues, de hacerlo, tendria Laguerre que haber dirigido su atenci6n mas a Ia clase alta que a Ia clase baja, ya que el naturalismo, y espedficamente el de esa epoca, regido por Edmond de Goncourt, apuntaba hacia Ia corrupci6n de las altas esferas sociales mas que a las consecuencias de Ia economia y Ia polltica en Ia clase baja, que es lo que hace Zeno Gandfa en La charca y que tam bien lo aleja de su ideal naturalista. Yes claro que Ia raz6n para que, tanto Zeno Gandfa como Laguerre, enfoquen sectores diferentes de los que el naturalismo habla privilegiado, esta en sus distintos referentes. Pues bien, de semejante cruce de clases unicamente puede salir un punto de vista equivalente a una especie de "clase media casi baja rural " bien conocida por el autor, ya que en su juventud se movi6 en ella, Jo que, como sabemos por La 1/amarada, aprovech6 bien. Pues es justamente en su caracterizaci6n de Montojo donde Ia contradicci6n populista que tiende a crear llderes carismaticos a Ia vez que abjura de los grandes hombres, tipo Carlyle, sustituyendolos con "el pueblo", asi, en abstracto, se ve claramente en operaci6n. Jose Dolores Solares

:u Laguerre, op. cit., pp. 306-307.


Soler o Dolorita Montojo o Jose Soler casi constituye el pueblo, casi se convierte en lfder carismatico y casi se erige en gran hombre legendario. Y el gran acierto de Laguerre es el acierto del casi, es decir, que no permite a su protagonista una plenitud en ninguno de esos rasgos, pues esto destruiria Ia verdad hist6rica de Ia novela. Asf, a traves de estos caminos populistas, nuestro autor llega a una novel a hist6rica que es, a Ia vez, homenaje at historicismo del siglo XIX y aprovechamiento de su tecnica para Ia caracterizaci6n de personajes. Y de vuelta a ese mundo europeo que hemos seiialado como culturalmente dirigido, especial mente, por Francia, Ia situacion alemana del siglo XVIII ofrece paralelismos con Ia de Hispanoamerica que, llama Ia atenci6n una vez mas, guardando muy cautelosas distancias, pueden resultar mas esclarecedoras que las que pudieramos establecer, por ejemplo, con Espana, ya que Ia naturaleza de Ia relaci6n entre esta e Hispanoamerica podria alterar Ia vision comparativa.23 Por otro lado, esta analogia, como ya hemos apuntado en otro Iugar, nose establece con Ia Hispanoamerica del siglo XVI11 estrictamente, y si con Ia amalgama de nuestro acontecer hist6rico durante Ia parte final del siglo XVIU y, sabre todo, en el siglo XIX. Si bien es cierto que en Francia y en otros paises europeos avanzados, Ia constituci6n de los estados nacionales y Ia revoluci6n burguesa fueron una y Ia misma cosa, en Alemania, a causa de las pequeiias cortes, y en Hispanoamerica, a causa de su situaci6n colonial y de su resquebrajamiento regionalista, aunque desde temprano bullia Ia revoluci6n burguesa, noes sino hasta bien entrada el siglo XIX cuando Ia primera, volviendo los ojos at pasado, logra construir su Estado nacional at igual que Hispanoamerica, aun cuando esta ultima los vuelva mas hacia un pasado reciente y ajeno por tratarse del de los Estados Unidos de Norteamerica.

Pues bien, de semejante cruce de clases unicamente puede salir un punto de vista equivalente a una especie de "clase media casi baja rural " bien conocida por el autor, ya que en su juventud se movi6 en ella...

En Ia Alemania del siglo XVIII se nota una extraordinaria contradicci6n entre una realidad econ6mica sumamente pobre y una ideologfa iluminista sumamente elevada, mas apropiada a pafses econ6micamente avanzados. En este sentido, el par,llelismo con Hispanoamerica se da claramente, aunque en Hispanoamericu Ia gran diferencia no se debe a los dos factores de Ia alemana sino a una pobreza aun mayor que Ia de Alemania. ~ Lukacs, op. cit., p. 20.

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Pero como en Puerto Rico no se logra el establecimiento del estado nacional independiente, segun ocurri6 en los demas sectores de Hispanoamerica, el patriotismo burgues revolucionario nose da sino basta pasada Ia primera mitad del siglo XIX y en los comienzos del siglo XX. Y es precisamente esta, Ia epoca que relacionamos con La resaca, pues su foco esta centrado entre los aiios 1860 y Ia primera dec ada del siglo XX, y el origen de su enfoque se da entre los aiios treinta, y el aiio de 1949, aiio en que finalmente se publica La resaca y que coincide con el momenta en que se incoa Ia situaci6n nacionalista que habria de estallar en 1950 y posteriormente dentro de esa misma decada. De Ia misma manera que Alemania volvia sus ojos a Ia histori a en busca de apoyo para establecer su unidad y su soberania, asi tambien Puerto Rico escudriiia sus raices hist6ricas convirtiendose esto en Ia raz6n de ser de Ia generaci6n que lo hace, Ia generaci6n del 30, y de Ia obra que de manera mas directa y artistica lo plasma: La resaca. Asf pues, esta constituye, mas que Ia historia misma, una experiencia vivida de Ia historia y encamada en su protagonista, pues consiste en crear una trama que surge precisamente de una crisis personal, Ia cual, a su vez, proviene de una crisis social, y que culmina en una situaci6n tnigica en ambos extremos. De ahf "el extraordinario fortalecimiento de Ia idea de que hay una lzistoria, de que esa historia es un ininterrumpido proceso de cambios, y, /ina/mente de que esta historia illlen•iene directamente en Ia vida del individuo" ,24

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que es lo que logra con excelencia Laguerre, al presentar a Jose Dolores, tanto como sujeto de Ia historia cuanto como objeto de Ia misma; no sin que simbolice tam bien Ia idea de Ia revoluci6n burguesa, pues este proviene de una clase privilegiada, ya decadente, y que no aspira a Ia recuperaci6n de sus privilegios, sino a una justicia social solo entendible en los terminos en que Ia burguesfa Ia plantea. Por eso no puede dejar de Iado Ia idea del "status'' polftico totalmente, pues Cuando una revo/ucion burguesa es 1/evada seriamente hasta elfin, forma parte esencial de ella el hecho de que Ia idea nacional se convierta en patrimonio de las grandes masas. Solo a consecuencias de Ia Revolucion y de las guerras napoleonicas 1/ego a ser el selllimiento nacional una vil•encia y posesio11 del campesinado, de los estratos inferiores de Ia pequefia burguesfa.-:3

Y precisamente por eso ausculta el sentir del pueblo en relaci6n a esa vivencia, para determinar Ia existencia del necesario apoyo de masas al movimiento. De ahf que Laguerre, en Ia novela, al ver que este concepto no tiene acogida en Ia masa del pueblo (Jose Dolores sf lo tenia porque habfa sido educado en el por don Cristobal, empujado a el por Ia situaci6n concreta dentro de Ia cual se encontraba y luchado por el) to deja planteado (este es el sentido del nacionalismo de aquella generacion), y en suspenso (esto fue to que hizo Ia generaci6n en su totalidad) y se vuelve casi total mente hacia el aspecto de justicia social, como su generacion lo hizo, con mayor fuerza desde un sector que obligado a pronunciarse de alguna manera sobre el "status" politico opt6 por declararse heredero del autonomismo decimon6nico aun dentro de otro sistema constitucional que, hasta el momento en que

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Ibid .• p. 22.


escribimos estos apuntes, no da mas seiiales que las de generar anticuerpos a semejante invasion. De modo que nada mas adecuado a Ia generacion del30 que una novela hist6rica en Ia cual el autor trate de acceder a las rafces de los problemas sociales de comienzos del siglo XX, ausculte las tendencias bacia Ia independencia, frente a frente con Ia justicia social, y presente un protagonista con conciencia de Ia historia y sentimiento nacional, ya que "La invocaci6n de independencia e idiosincrasia nacional se hal/a necesariamente ligada a una resurrecci6n de Ia historia naciona/, a los recuerdos del pasado" .26 En Francia, a comienzos del siglo XIX, y como reaccion del romanticismo legitimista contra Ia Revolucion, se aprovecha Ia oposicion a! capitalismo para iniciar una defensa solapada y retrograda del feudalismo. Se presenta a este ultimo como el idilio social de Ia Edad Media, "como el perfodo de Ia pacifica cooperaci6n de todas las clases, Ia epoca del crecimiemo organico de Ia cultura" .27 Una vision analoga a esta Ia encontramos en el Puerto Rico de Ia primera mitad del siglo XX, cuando, por oposicion a Ia presencia norteamericana en el pafs, ciertos sectores fundamentalmente conservadores comienzan a presentar en forma idnica nuestro pasado colonial con Espana. Asf, Albizu liego a presentar ese pasado colonial nuestro como un mundo paradisiaco o, en sus propias palabras, el mundo de "Ia vieja felicidad colectiva". Jose Luis Gonzalez ha visto, desde una perspectiva marxista, expuesta ya en Los derrotados de Cesar Andreu Iglesias, que facilmente detecta el conservadorismo nacionalista, que La situaci6n hist6rica que le toc6 vivir a Albizu no se caracterizo tan solo por escaso desarrollo de Ia clase dirigente criolla que el quiso movilizar en una lucha independentista. sino por a/go todavfa peor: por Ia expropiaci6n • Ia marginacion y el descalabro de esa clase

16

Ibid., p. 23. Ibid., p. 23-24. zs Jose Luis Gonzalez, op. cit., pp. 17-18.

27

a causa de Ia irrupcion del capitalismo imperialista ltorteamericano en Puerto Rico. Ese proceso lo ha explicado muy bien Angel Quintero Rivera en sus aspectos economico y polftico, dejando muy en clara que Ia impotencia de esa clase para enfrelltarse con un proyecto hist6rico progresista al imperialismo norteamericano en razon de su cada \'ez mayor debilidad economica, Ia llevo a abandonar suliberalismo decimon6nico para asumir el consen•adorismo que ha caracteri:ado su ideologfa en lo que \'a de este siglo. La idealizaci6n -vale decir Ia tergiversacion- del pasado llistorico ha sido 11110 de los rasgos tfpicos de esa ideologfa. PedroAlbiz11 Camposfue, sin duda alguna, el portavoz nuis coherente y consecuente de esa ideologfa conservadora. C onservadora en s11 contenido, pero, en el caso de Albizu, radical en su forma, porque Albizu dio voz especialmente a/ sector mas desesperado (el adjetivo, muy preciso, se lo debo a Juan Antonio Corretjer) de esa clase. Esa desesperaci6n hist6rica, explicable hasta el punta de que no tendrfa por que sorprender a nadie.jue Ia que obligo a Albi:u a tergiversar Ia verdad refiriendose al regimen espa1iol en Puerto Rico como "Ia vieja felicidad colectiva". 28

A nosotros nos parece que no existe tal abandono del liberalismo por parte de esa clase. Dicho sector pasa de un sistema autoritario, conservador y represivo, en Ia colonia con Espana, a un sistema mucho mas liberal que el que aquellos liberates puertorriquefios podfan soiiar bajo el regimen anterior, como lo atestigua lo ocurrido con nuestro obrerismo, porejemplo. De ahf que se afanen en otros campos, como el del mejoramiento economico, o el del mejoramiento del estatuto colonial pero no ya en una lucha de liberales contra conservadores. Por otro !ado, el error fundamental me parece que esta en considerar a los nacionalistas, en forma imprecisa, como una clase, y, ademas, en coincidencia con el am plio sector de Ia antigun clase dirigente criolla. Pero, sea como sea, lo cierto es que dicha apreciaci6n tergiversada calo en un sector de Ia Generacion del 30 porque, a fin de cuentas, procedfa de ella misma.

J2l


Laguerre, no obstante darse esta ideologfa precisamente en su generacion, Ia evita al presentar un pasado mas rechazable que el futuro que el protagonista de Ia novela intuye, y que Laguerre, desde su ubicacion cronologica dentro del siglo XX, ya conoce en el momento en que escribe esta novel a. Y de aquf precisamente emana uno de los aspectos mas llamativos y positivos de Ia novela: Ia calidad de su sentido historico. No tiene que asimilar el ser, el pensar y el hacer de aquel momento at de su generaci6n, tomando abstracta Ia historia. Laguerre logra representar exclusivamente Ia unicidad del acontecer pasado sin cuyo matiz todo pasado se toma presente. Ademas, no cae nuestro autor en una trampa muy exitosa con algunos de sus contemponineos, tal Ia de Ia vision "edenica" ya seiialada. Por su parte, Laguerre sigue, y muy de cerca, Ia posicion hostosiana de que en Puerto Rico "se viv(a bajo Ia providencia de Ia barbarie", o como lo presenta en su novela: Los partidos puertorriquenos iban ganando impulso, a despeclw de Ia oposic:ion gubemamemal y eclesiastica. Los incondicionales aceclwban Ia oporttmidad de dar eJ golpe de gracia. El despotismo del gobernador se hacia cada vez mas inflexible. Esta oposicion de fuerzas polfticas ¡ de un /ado Ia gubernamemal, de otro Iado el progresivo impulso politico isleiio -creo una situacion tirante que iba agravandose segtln pasaba el tiempo. En e/ momellfo que se desarrollaban los acomecimientos que se seiialan las dos fuerzas opositoras estaban alineandose para clwcar. En realidad,lasfuerzas del Gobierno tenian una organizaci{m de siglos; las que l'erdaderamente se organi:aban eran las aspiraciones puertorrique1ias, aspiraciones modestas, entlltimo extrema, porque Ia mayoria de los lfderes nath•os solo aspiraban a Ia liberacion del regimen sin rompimiellfo drastico con/a metropoli. Solo 1m grupo peque1i0 de lfderes isfe1ios-/os mas destacados, en el destierro- impu/saban Ia reptlblica. Pero, de todos modos, a/ Gobierno, y a los incondic:iona/es /es molestaba el alineamiemo de fuerzas autonomistas que iban progresando con vigor. He aqui por que Ia reaccion adoptabo medidas agresivas y opresoras

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y trataba, por todos los medias posibles, de ltacer aparecer a los autonomistas como elementos peligrosos para el sostenimiento del "statu quo". Se iniciaba una o/a de terror; estaba cercana Ia crisis. 29

Un no despreciable filon del sector independentista y del sector autonomista, una vez que se estabiliza el gobiemo norteamericano en Puerto Rico, temiendo que el poderfo de los Estados Unidos, especialmente su riqueza, llegasen a destruir Ia cultura puertorriquefia mediante !eyes, educacion y prestigio del poderoso, echO mano del caudal historico-cultural hispanico para oponerlo a! anglosajon, y asi contrarrestar to que visualizaba como una posible transculturacion con esta nueva defensa de nuestra identidad cultural. Como vemos, si nuestro au tor hubiese caido en Ia trampa del elogio a Ia colonia con Espana para defender su identidad cultural, no serfa nada extraiio ni reprobable. Pero Laguerre, para enfrentar el colonialismo, no busca contrafuertes en rafces indias, hispanas, africanas o corsas, cosa que le ha preocupado no poco y de lo cual da amplia cuenta su ensayfstica; en La resaca, su unica arma es Ia puertorriqueiiidad simbolizada en su protagonista. Por eso no tiene que alterar Ia histori a para fabricamos un bello coloniaje bajo Espana frente a un mal coloniaje bajo Estados Unidos. Y ya que hemos planteado Ia vocacion de Laguerre por Ia verdad historica, tal vez sea conveniente intentar dilucidar, en principio a! menos, el porque de esa vocacion. Dentro de Ia generacion del 30 habfa una pluralidad de sectores que no es pertinente analizar en este momenta, so pena de desviamos por no pocos caminos interesantes. Bastenos con seiialar que entre ciertos sectores del ya discutido binomio status polftico/justica social, algunos necesitaban desprestigiar al nuevo colonialismo con Ia mencionada comparacion de colonias poniendo en peligro una progresista plasmacion de Ia historia. Pero a los que participaban en terminos cosmovisuales de Ia justicia social del referido binomio, les interesaba una fidedigna fotografia de Ia epoca que registrase el creciente disgusto ante Ia vieja colonia, el naciente disgusto ante Ia nueva colonia y, sobre todo, con mayor prominencia que lo

~

Laguerre, op. cit., p. 233.


anterior: Ia justicia social como realidad mayor y como preocupacion mayorcada vez mas apremiante.

Apuntamientos sobre el genero Poco importa, pues, en Ia novela hist6rica Ia relaci6n de los grandes acontecimientos hist6ricos; se trata de resucitar poeticamente a los seres humanos que figuraron en esos acontecimientos. Lo importante es procurar Ia vivencia de los m6viles sociales e individuates por los que los hombres pensaron, sintieron y actuaron precisamente del modo en que ocurri6 en Ia realidad hist6rica. Y si bien a primera vista pueda parecer parad6jico, despues de un examen mas detenido es evidente que una de las !eyes de Ia plasmaci6n poetica consiste en que, para hacer patentes tales m6viles humanos y sociales de Ia actuacion, son mas apropiados los sucesos aparentemente insignificantes que los grandes dramas monumentales de Ia historia universal. Georg Lukacs

Ante el uso complejo y fructifero que el autor ha hecho del genera de novela historica y ante Ia duda expresada en este sentido par parte de ciertos sectores de Ia critica, creemos necesario dilucidar algunos de los puntas que consideramos principales en tomo a este problema. El inicial es el seiialamiento que se ha hecho en el sentido de que noes novela historica tradicional porque Ia historia esta alii como fondo y porque no aparecen en ella los personajes sobresalientes de nuestro pasado. El hecho de que lo unico que podemos encontrar alli, en este sentido, sea Ia presentacion de las partidas sediciosas, formando parte integrada de Ia accion, es alga que, si bien estajustificado-como veremos mas adelante' puede ser causa de una preocupaci6n mayor en tomo a Ia medula historica de su novela. Una obra que toma este rumba corre el riesgo de que los "hechos privados" de su accion queden totalmente divorciados de los "hechos publicos" -entiendase, los que concebimos corrientemente como hechos historicosy, por lo tanto, su caracter de novela historica sea totalmente abstracto. No obstante, Laguerre evita el daiio mediante el realismo y Ia estrecha union que establece entre Ia ruralfa puertorriqueiia decimononica y Ia caracterizacion de su protagonista. Es decir, los problemas de Ia vida historica son los que se reflejan en los problemas de Ia vida popular

que a su vez son los que configuran Ia psicologia del personaje centml de Ia novela. Pero el seiialamiento de Ia poca historicidad de Ia novela de Laguerre no debe preocupar mucho a nadie pues nuestro novelista no se encuentra solo en esa situacion. Asi, don Benito Perez Galdos, acusado de lo mismo aun en sus Episodios nacionales, ha encontrado en Geoffrey Ribbans al atinado critico que ha senalado que el sentido de novela hist6rica en ellos se encuentra precisamente en que .. .the fictional characters actively convey political attitudes or are intetwoven with political events: they are cotUrolled by the history, not the history by them. Gald6s, as I see it, is deeply concerned with the actual historical events he is describing or demostrating,for their own sake as well as, or more than, their implied relevance to the time ofwriting.30

A nuestro entender, Ia posicion de Laguerre de adoptar una forma de novela historica que se distancia de Ia forma central del genera, en Ia cualla cercania a Ia historia, propiamente hablando, se busca incluyendo importantes hechos hist6ricos, y que hace que algun sector de Ia crftica vea como poco historica La resaca, obedece a su intuicion de novelista que conoce los peligros del genera y Ia polemica que el mismo ha provocado. Robert Alter3 1, en su incisivo estudio del problema, Partial Magic, lo resume de Ia siguiente manera: The realist desire to register the minute oscillations and effects of historical change leads novelists away from the exploration offiction as artifice for a variety of reasons which I will try to make clearer as we go on. The imaginative involvement with history, in any case, is the main cause for an almost complete eclipse of the self-conscious novel during tile nineteelllh century

y Laguerre evita el "exceso de historia" o, como dirfa Spires, Ia "reportorial fiction", evitando el Ribbans, op. cit., p. 67. Robert Alter, Partial Magic, The IIOI'el as a self. Conscious Genre, (Berkeley: University of California Press, 1975), pp. 88-89. lO 31

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personaje hist6rico conocido y alejando del area focal de Ia novela los hechos historicos sobresalientes en todo lo posible. El hecho de que Laguerre se desentienda casi totalmente de estos hechos y de las grandes figuras de nuestra historia poniendo todo su interes en un miembro de Ia clase baja rural y en el mundo que se crea en tomo a el, es sin Iugar a dudas Ia mejor muestra de Ia ideologfa populista que pennea toda Ia novel a y casi toda Ia obra del autor. Laguerre parece decimos que mucha de Ia grandeza de los prohombres de nuestra hisroria, se esfuma en su cercania y que Ia verdadera grandeza es Ia de los seres no grandes, los que no sobresalieron en Ia historia, el hombre comun, el hombre del pueblo que "vaga en pos de un ideal", que busca una idea, que Ia tiene y lucha por ella ... en fin, se trata de acercarse a una epoca, desmitificarla

en La resaca, ocupando un primer plano en el enfoque del narrador, del Grito de Lares, de Ia abolicion de Ia esclavitud, de Ia peregrinaci6n de Hostos, de Ia lucha de Betances, del final tnigico de Ruiz Belvis, de Ia sufrida vida de Baldorioty, de Ia invasion norteamericana por Guanica y de tantas otras instancias de posibilidades impresionantes y de gran efecto para una trama de llamativo relumbre. Lo anterior nos hace pensar que el autor parece recoger en su protagonista el ser, el hacer y el sentir de un importante segmento de nuestra sociedad del siglo XIX y su rechazo, concordante con el populismo, del enaltecimiento y glorificaci6n de individuos. Aparentemente, esto Je lleva a pensarque el peso de un adecuado marco para estos hechos podria hundir Ia nave, de ahf que opte por un destino comun y corriente que se altern con unos detalles

Pero postmodemidades a un lado, tenemos que reconocer que en La resaca se evita el dato hist6rico. De hecho, los pocos que allf aparecen-porque, en verdad que el autor, abiertamente, se empefia en colocarlos en una borrosa lejanfa-convocan Ia totalidad hist6rica que engendra el momento evocado.

y presentar de man era casi pri v ada, casi insignificante, su esperanza-desesperanza sobre Puerto Rico. Ademas, describir los grandes sucesos de un momenta historico siempre entrana el peligro de esquematizar Ia historia, de tornar abstracto quiza lo unico que jamas debe serlo: Ia vida misma, Ia verdadera historia. De ahf que toda persona que se proponga como problema el genero de Ia novela historica, encuentre que mientras mas lejos del hecho grandioso y de Ia personalidad sobresaliente se coloque Ia acci6n, mejor posibilidad de lograr una obra de verdadero valor literario tendra el novelista. Scott y mas tarde Manzoni, fueron maestros en el arte de Ia evitacion de to grandioso y sobresaliente. Esta sabiduria, que pennite al autor considerar a los "individuals in their particularity and details for each of them the shades of character, tlze twists and turns of their motives, the phases of their deliberations.", probablemente inconsciente en un novelistajoven como Jo era entonces Laguerre, da cuenta de Ia ausencia

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algo llamativos inclinados bacia lo legendario, "rna non tropo"... Es decir, Ia microhistoria personal de Montojo, Ia peraci6n de un hombre dominado por el recuerdo amoroso de dos mujeres, donde el intento de cumplir una promesa a una de elias y Ia inconsciente busqueda de Ia otra, dejan ver el momenta hist6rico mejor que si hubiese intentado describirlo directamente. Existe, sin que quede duda alguna, lo que podemos Hamar el pudor de Ia novel a hist6rica, y ante el estamos: es decir, Ia sutileza de darnos Ia historia sin lanzarse a hacerlo abiertamente ... para eso est an los historiadores. Tambien es necesario tomar en cuenta que Laguerre escribe despues de los fuertes ataques de Ia estetica simbolista contra el realismo, el naturalismo, y todo lo que ellos vefan como contaminacion de Ia literatura pura por parte de agentes extranos como Ia historia, por ejemplo; especialmente Ia historia. La posicion de los puristas de Ia literatura, desde Henry James basta Percy Lubbock, pasando por el New Criticism, es otra fuerza operante en nuestro autor


que le orienta bacia una novela hist6rica lo menos hist6rica posible; he aquf otra causa de Ia ausencia de grandes hechos que, unida al rechazo populista de las grandes figuras, da como resultado lo que bien podrfamos Hamar Ia historia embozada. Nuestro autor parece enfrentarse a las alternativas "historia publica" frente a "historia privada" y haberse decidido por Ia privada. Pero consolemonos a! pensar que lo que ha sido criticado como negativo desde una vision moderna, puede presentar una cara totalmente distinta desde un punto de vista postmoderno. Asf, el cruce de fronteras genericas, Ia entremezcla de historia y ficci6n que constituye esta novela, tiene que lucir como algo totalmente positivo. No cabe Ia menor duda de que Ia "narrativizaci6n" de sucesos del pasado, hechos buscados y seleccionados, recordados y creados, organizados y reorganizados, en fin, textualizaciones sobre retextualizaciones, terrninan por constituir mas una construcci6n que un encuentro. En esta fiesta de vaguedades recordadas y recicladas se termina por problematizar Ia totalidad de Ia fabula en cuanto construcci6n, tanto a base de interpretaciones como de hechos, en una narrativa muy explicada que nos regala una intrahistoria o, mejor, una intrabiograffa que, a Ia vez que pone a nuestro alcance Ia agonfa y el destino de una vida sin importancia, en todo momenta, nos recuerda que bien puede tratarse de "a meditation on history" rather than a "conventional" historical novel"32 , cosa nada despreciable y siempre dentro del genera que nos importa. Por otro lado, no poco valor literario em ana de que los personajes y sucesos ficticios de La resaca esuin perfectamente empotrados en Ia total realidad hist6rica y dan Ia impresi6n de "crearla" y de ser, asimismo, creados por ella. Es decir, que Ia literariedad propia del texto surge de Ia perfecta y sutil armonfa entre historia grande e historia chica, oficial y domestica, heroica y comun... Pero, su selecci6n de un primer plano para Ia "historia privada", que tanto nos acerca a Ia biograffa, no Ia convierte en esto ultimo, mas alia de lo biognifico que toda novela, de muchas maneras, constituye. El protagonismo de Montojo no se hipertrofia, desvirtuando asf el cuadro de Ia realidad completa, que suele ser el mal casi inevitable del genera biognifico. Es decir, "historia privada"; eso mismo. No biograffa. Pero postmodernidades a un !ado, tenemos que reconocer que en La resaca se evita el dato hist6rico. De hecho, los pocos que allf aparecen-

porque, en verdad que el autor, abiertamente, se empefia en colocarlos en una borrosa lejaniaconvocan Ia totalidad hist6rica que engendra el momenta evocado. Ribbans ha encontrado Ia cita precisa en las siguientes palabras de Gald6s: ;_Por que hemos de \'er Ia Historia en los barbarosfusila:os de algunos mil/ares de hombres que se mueven como nuiquinas a impulsos de una ambicion superior, y no hemos de verla en las ideas y sellfimiellfos de ese jo\'en obscuro? Si en Ia Historia no lmbiera mas que batallas; si sus zlnicos actores fueran las personas celebres, ;cuan peque1ia serfa! Esui en el \'ivir Iento y casi siempre doloroso de Ia sociedad, en lo que /ween todos y en /o que hace cada uno. En ella nada es indigno de Ia narracion, asi como en Ia Naturaleza no es me1ws digno de estudio el olvidado insecto que Ia inconmensurable arquitectura de los numdos.33

Ahora bien, lo que Laguerre suele evitar, para ser mas precisos, es el dato hist6rico en su mayor concreci6n, especialmente, personajes hist6ricos reconocibles, y se nos da el cuadro general de ese pasado apoyado en sucesos genericos -el huraciin, las partidas de tiznados, el cambia de soberanfa, etc.. Nuestro autor parece descansar, mas en Ia verdad hist6rica que emana de personajes formados como resultado de los sucesos hist6ricos, que en estos hechos propiamente, mas en Ia plasmaci6n de un clima a base de sentimientos y sensibilidades, que en las figuras que acaparan los manuales de historia porque, como dice Auerbach, the meaning of events cannot be grasped in abstract and general forms of cognition and .... the material needed to 1111derstand it must not be sought exclusively in the upper strata of society and in major political events but also in art, economy, material and intellectual culture, in the depths of the workaday(sic) world and its men and women34

32 Citado de Charles V. Hamihon, p. 73 en Fleishman, op. cit., p. XI. 33 Ribbans, op. cit., p. 51. l-1 Auerbach, op. cit., p. 444.

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i 1 todos sus hechos son veraces o verosfmiles y crean un mundo virtual en todo su detalle y concrecion;

Todo esto, unido al continuo elemento reflexivo de este discurso, aleja lo hist6rico especffico para apoyarse mas en el elemento interpretativo, privilegiando lo epistemologico sobre lo ontologico en cada pagina de Ia novela, ya que "A novel can tell a truth otherwise hidden: fiction is a way of knowing." 35 y siempre con el logro de presentar unas verdades parciales en un lenguaje generico, inedito hasta el momento en que el autor lo construye y capaz de alcanzar los mas diffciles matices de Ia forma. Ningun genero literario, y menos uno ubicado dentro del movedizo y libre ambito novelesco, puede responder con exactitud y de manera total a formula generica precisa y exigente de clase alguna. El genero perfecto y puro no existe, ni, por otro lado, creemos que sea deseable. Y La resaca, por su parte, no constituye tal genero perfecto, aunque es justo sefialar que sf constituye un buen ejemplo, en lo que a genero se refiere, de novel a historica tradicional. Esta obra concuerda practicamente en todo con las mas exigentes poeticas del genero esbozadas en nuestra epoca, y las lfneas que siguen constituyen un cotejo de aquella contra estas.

6) es un ente hfbrido que se construye como un gran tejido de imaginacion y fantasia, de un momento hist6rico, preciso y perfectamente identificable; 7l concuerda con Ia descripcion comparativa entre historia y novela historica de R. G. Collingwood: Each of them makes it his business to construct a picture which is partly a narrative ofevents, partly a description ofsituations, exhibition ofmotives, analysis ofcharacters. Each aims at making his picwre a coherent whole, where every character and every situation is so bound up with the rest that this character in this situation cannot but act in this way, and we cannot imagine him as acting otherwise. The novel and the history must both oft/rem make sense; nothing is admissible in either except what is necessary, and the judge of this necessity is in both cases the imagination. 36 personaliza con fuerza Ia historia al no solo afiadirle pensamientos y sentimientos a los hechos hist6ricos , sino al basarse pnicticamente, sobre todo en esos aspectos existenciales de los seres creados y evocados de un pasado autentico; .,. l

I l La resaca crea Ia necesaria distancia estetica tanto con respecto del pasado como del presente, con Ia finalidad psicologica de enjuiciar los hechos sin las presiones que suele crear toda cercania;

1 }1

y, como dice Fleishman, In the historical novel, the generic properties of plot, character, setting, thought, and diction (in Scott, even song) operate on the materials of history to lend esthetic form to historical men's experienceY

2 • constituye en todo momento, una historia crftica y subjetiva que se enfrenta a los hechos hist6ricos con sensibilidad estetica y compromiso existencial, sin que merme su seriedad historica;

126

1 _ 1

reconstruye un mundo pasado de convincente valor vivencial, con sabia manipulacion artistica de datos historicos y otros provenientes de Ia fantasia del artista, con los cuales logra convocar, para el lector, y a traves de una simpatia imaginativa, el sentimiento de haber vivido aquella epoca;

Pero ademas, y como hemos dicho antes: "Laguerre /wee Ia aportaci6n, en este particular, de presentar Ia historia como causalidad real y no como mero y vago origen de nuestro preseme", y Jogra su novela hist6rica ejerciendo Ia cautela de quien sabe el peligro

'"') permite conocer el interior de unos seres de otro tiempo como verosimilmente debieron haber sido;

15

Aeishman, op. cit., p.x.

~ R.G. Collingwood, The Idea of History, (Oxford, 1966), pp.

245-246. Aeishman, op. cit., p. 8.

37


que entrafia todo cruce de literatura e historia. Es asi que Laguerre Jogra, como Jo vemos en esta revision de su obra, conseguir principios tan caros al genero, tales como I) Ia responsabilidad realista, 2) Ia vision amplia y 3) Ia simpatia imaginativa bacia los seres humanos que vivieron ese pasado38• Nuestro autor sabe "caminar por el fila de Ia navaja" a! presentar los hechos escogidos del pasado, sin convertirlos estrictamente en objeto de sus retlexiones sabre Ia historia, a Ia vez que sin rehuir una meditacion necesaria sabre esta y, con todo ella, llegar a Ia concrecion de Ia obra de arte. La vision positiva de Ia novel a hist6rica que tiene Herbert Butterfield nos sirve para explicamos el camino tornado por Laguerre at separase casi totalmente de Ia historia de datos y personalidades y concentrarse en Ia quintaesencia del genero. Segun Butterfield, el historiador will seek to make a generalisation, to find a formula; the novelist will seek a different sort of synthesis and will try to reconstruct a world, to particularise, to catch a glimpse of lmmannature.39

Y es justamente con Ia reconstruccion de un mundo pasado, tratando de someterse a las reglas creadas por los conocimientos que de el se tienen y tomando en cuenta que debieron ser de forma tal que puedan explicar las caracterfsticas de nuestra epoca, como percibimos de donde em ana el mayor valor historico de esta no vela. Asf, su au tor hace gala, a todo lo largo de ella, de lo que George Eliot llamaba "veracious imagination", es decir, Ia eliminacion y sustitucion de elementos de Ia historia por otros debidos a Ia imaginacion del autor y que, antes que desvirtuar Ia historia, Ia tornan mas aceptable y retlejan una interpretacion de ella.40 Una interpretacion de Ia historia de esta naturaleza no es ajena a Ia relacion entre literatura e historia, dentro del marco de Ia teoria literaria y de Ia filosofia de Ia historia. En el ambito de Ia primera, encontramos Ia observacion de Auerbach -y antes de Lukacs- en el sentido de que toda novela hist6rica tiene una relacion con el presente. Esta posicion puede que no tenga validez en terminos generales, 31

Ibid. p. XIII. Herbert Butterfield en Fleishman. op.cit., p. XV. 40 Ibid, p. 158. 41 Benedeno Croce, Esrerica, (Buenos Aires: Nueva Vision, 1969), pp. 107-116.

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sin embargo, en el caso que nos ocupa no puede ser mas atinada; de hecho, es precisamente el presente del autor el que provoca Ia incursion en el genero historico. Y dentro del segundo, encontramos Ia posicion de Benedetto Croce. Este, cuya cercanfa a nuestros artistas e intelectuales de fines del siglo XIX y comienzos del XX, se debe a su destacada presencia en el modemismo literario hispanoamericano, y que llega a Laguerre a tmves de nuestra dilatada expresion de dicha escuela, sostenia que Ia razon fundamental para conocer Ia historia es Ia verdadera comprension del presente. Esto da canicter interpretative del presente a Ia concepcion de Ia his tori a de Laguerre y

Croce sefiala con fuerza que la historia se debe en todo momenta al presente y que su verdadera funci6n es ayudamos a comprenderlo. Ia convierte en ruta doble de canicter epistemologico:u Croce sei'iala con fuerza que Ia historia se debe en todo momenta al presente y que su verdadera funcion es ayudamos a comprenderlo. Ademas, que constituye un incansable e imperceptible movimiento del individuo bacia la libertad. Como vemos, noes dificil percibir Ia relacion de estas dos ideas con Ia obra total de Laguerre y con el aspecto interior, especialmente de La resaca, pues esta constituye un movimiento del protagonista en busca de una soluci6n digna para su vida y para su pafs. Entiendase todo Jo anterior como Ia base del concepto de novela historica en Laguerre, como su indole interior, como Ia necesidad hist6rico-literaria para una vision poetica de Ia realidad que Ia generaci6n del 30 necesitaba. Ella testimonia Ia independencia de criteria del autor, quien no tuvo otro pun to de referenda literaria importante en aquel

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momento que no fuesen, Isla cerrera de Manuel Mendez Ballester y La hacienda de los cuatro vientos de Emilio S. Belaval. La primera, escrita hacia 1937, evoca los inicios de nuestra colonizacion (razon por Ia cual exige un enfoque diferente del necesario para La resaca) y anuncia Ia necesidad del respaldo historico necesario a Ia creacion poetica de Ia generacion del 30. La segunda, representada por primera vez en 1959, durante El Primer Festival de Teatro del Instituto de Cultura Puertorriquena, habfa sido compuesta unos diez anos antes, es decir, durante el mismo momento en que se escribfa Ia obra de Laguerre que nos ocupa. Nos parece que esto confirma Ia necesidad historica del autor que hemos mencionado, asf como Ia necesidad historica de Ia generacion que se percibe en Ia vision de Puerto Rico y del puertorriqueno contenida en el ensayo lnsu/arismo de Antonio S. Pedreira, en el Prollfuario historico de Puerto Rico de Tomas Blanco y en Ia obra total de Lidio Cruz Monclova. Un hecho importante en toda novela historica, y at cual Laguerre parece haber reconocido una gran importancia, es el de Ia eleccion del momento historico que ha de estudiar. La relacion organica entre pasado y presente obliga a dejar de lado Ia arbitrariedad en Ia seleccion y a buscar una epoca determinada relacionada con el presente que intenta aclarar. En este punto cualquier capricho puede disolver el arte en arbitrariedad. Laguerre ubica cronologicamente La resaca entre 1870 y Ia segunda decada del siglo XX, antes de que hubiese at gun escrito de caracter literario sobre ese momento de nuestra historia, lo cual le permite Ia plasmacion artfstica de una vision rica en objetividad epica. Esta cercanfa a Ia materia historica novelada en La resaca revela que no lleva a cabo Ia separacion entre historia Y presente que cierta Iiteratura historica banal suele hacer. De hecho, el protagonista llega en su vida a los comienzos de Ia del autor, sin que por ello se salga del concepto de novela historica de Anderson Imbert, ampliado por Seymour Menton, en Latin American New Historical Novel, al decir, "We call 'historical novels' those whose action occurs in a period previous to the author's" 42 Esto tambien proviene de Ia vocacion realista de su autor unida a Ia necesidad historica de su obra en un momento dado de su proceso, y le lleva por el mismo camino que llevo al creador moderno del genero, Scott; le conduce directamente al realismo historico, asf, sin escapismos enajenados, sin veleidades pintoresquistas. Y con esta firme vocacion de

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emulacion balzaquiana y de origen personal, generacional e historica se remonta como aquel a un pasado cercano que explique sus novelas del presente La mas profunda experiencia que vivi6 Balzac fue Ia necesidad historica del proceso de Ia historia, la necesidad historica del ser-precisamellte-asf del presellte. .. No se debe a/ a:ar que su primera nove/a historica de importancia no se remonta hacia el pasado mas alia de Ia gran Revolucion ... el lapso que va de 1789 a 1848. Solo vcasionalmellfe se remonta a tiempos anreriores. 43

Este impresionante cruce de sociologfa e historia le acerca mas a Ia interpretacion filosofica de Ia historia que a una historia-en-precario- dentro-de-la-ficcion, o como el mismo Balzac dijera hace mas de 150 anos, "peut-etre pouvais-je arriver a ecrire I' histoire oltbliee par tant d' historiens, ce/le des moeurs" y con ello le abre Ia puerta a Ia presentacion, ni mas ni menos, que a su referente completo, en una clara aspiracion totalizante del autor a una verdadera poetica cultural. Y, precisamente, cuando Laguerre identifica e intenta el genero historico, para el tan necesario, es cuando vemos otro de los valores de su novela: Ia capacidad de construir Ia historia y plasmarla con una profundidad debida a su vision realista; esto es lo que se llama hacer novela historica no romantica sino realista. Es, de manera esquematica, Ia misma f6rmula de Scott, tan elogiada por Pushkin y con las mismas caracterfsticas que Balzac ha descrito en Stendhal: es decir, Ia rica presentacion de detalles y circunstancias que envuelven los sucesos de Ia accion y el destaque del elemento dialogico en Ia novela. La necesidad historica de Laguerre se entiende en funcion del sentido que para cualquier estudioso de nuestra realidad tiene el siglo XIX; siglo de Ia mayor singularidad en todos sus aspectos, no por una serie de crisis, sino por Ia gran crisis total que el mismo constituye en todos los aspectos imaginables para Puerto Rico. Yes precisamente esta Ia base ideologica de su creacion de novela historica. Por otro lado, Ia posibilidad de hacer esa novela en este momento noes casualidad ni decision arbitraria e individual sino aprovechamiento de un momento 4

:

4

)

Menton, p.16. Lukacs, op. cit., p. 96.


hist6rico detenninado por parte de su voluntad y su necesidad literaria. Asi como un perfodo de relativa calma produjo en Ia Inglaterra del siglo XVIli este tipo de creaci6n novelesca, tambien en Puerto Rico, Ia relativa calma que se daba dentro de los puntos de referenda 1898-1903, en un extremo, y Ia decada de los treinta, en el otro, produce Ia novel a hist6rica que nos ocupa. Es decir, mas o menos entre el fin de Ia epoca historiada por nuestro autor (fin del gobiemo espai'iol, invasion norteamericana, petici6n plebiscitaria de Hostos y de los alcaldes de Puerto Rico, el Acta Foraker, el Bill Jones) y el comienzo de una nueva lucha, de canicter doble, como ya hemos visto. Los problemas, de vario canicter, que Laguerre encara al acometer su tarea son de indole muy distinta a los que enfrentan los novelistas europeos, no obstante estar uno y otros cultivando el mismo genero. De manera diferente a los europeos, quienes encuentran un extenso pasado que les pennite Ia constataci6n de su interpretacion historica en varias epocas pasadas, Laguerre encuentra una historia breve, casi concentrada en el siglo XIX y de una complej idad extraordinaria, que le presenta, en este sentido, mayor dificultad que la que encaran ante Ia historia europea sus colegas europeos. Pero, a pesar de esto, se decide por posiciones firmes que aunque puedan resultar poco simpaticas para ciertos sectores ideo16gicos, estan avaladas por Ia vision realista que siempre le ha caracterizado. Laguerre no embellece el pasado colonial espafiol con Ia vision edenica que ya hemos sefialado, y que el sector hispanizante del independentismo, correcta o incorrectamente, utiliz6 como

aparente necesario soporte de su posicion, sino que lo retrata utilizando Ia misma lente realista con Ia cual ya, de hecho, venfa captando en sus novelas sociales, Ia nueva sociedad de Ia nueva colonia, tal como esta era, sin necesidad de importar lentes inadecuados como los de Memmi y Fanon que nada tienen que ver con el resultado de esta tradicion hist6rica. Ahora bien, Ia influencia de escritores europeos de ciclos de novelas que retratan largos procesos y Ia influencia sociologista de Ia novela decimon6nica en Ia novel a de Laguerre, se convierte en ciclo de amilisis detail ado de momentos de mayor brevedad de su sociedad. No obstante, Ia vocaci6n de historia como comprensi6n inicial y explicaci6n ultima del esplendido fresco que despliega ante nosotros, le obliga a Ia busqueda del origen causal, que ya hemos sefialado, y que en su obra novelistica

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se llama La resaca. Y asf, a pesar de Ia cercanfa de Ia historia, si no nos da, en primer plano, un mundo digno de una versificada epopeya o, cuando menos, de un romance castellano, el cual, por otro lado, resultarfa anacr6nico, sf estructura ese mundo hist6rico, conocido y real, con aquellos rasgos. No nos da un mundo lejano y caballeresco sino que lo trasluce a troves del mundo que pinta con un claro procedimiento de desplazamiento. Asi, por el desfilan guardias civiles, militares, sacerdotes, picaros, mujeres de diversas clases, ricos agricultores, peones, capataces, esclavos, espaiioles, en fin, una extensa variedad de personajes de toda indole, que, en complejo y complete retrato de nuestro fin de siglo XIX, constituye Ia poesi'a de Ia plasmaci6n de un ambiente resucitado en sus mismos fundamentos poeticos reales. Todo cultivador de novela hist6rica encara el problema de hasta d6nde es posible reflejar una epoca hist6rica sin que penetre en ella el presente de su autor. Lo cierto es que resulta imposible evitar esta especie de contaminaci6n de presente ...y, si bien lo miramos, tambien resulta innecesaria semejante pureza. De hecho, a esos extremes Goethe decfa que esa modemidad que se colaba en Ia novela hist6rica Ia hada incluso mas comprensible y soportable. Sea esto asi o no, lo cierto es que resulta aceptable ese inevitable anacronismo. Y Laguerre ha encontrado en su novela el justo equilibria entre "fidelidad hist6rica" e"inevitable anacronismo". Es con esta sutileza como logra ubicamos dentro del dificil y verdadero arte de Ia novela hist6rica. Ademas, este anacronismo esta siempre justificado si es que le perrnite al autor realizar Ia insercion ideol6gica generacional que expresa a cabalidad su epoca. Sabre todo cuando dicha transformaci6n de caracter anacr6nico, en modo alguno afecta Ia sustancia hist6rica presentada, sino que Ia conserva a Ia vez que Ia explica, como claramente ha visto Hegel, al decir que La sustancia interna de /o representado permanece Ia misma, pero Ia conformacion desarrollada a/ representor y desplegar /o sustancial hace necesaria una transformacion para Ia expresion y Ia estructura de Ia sustancia)44

porque el sentido de Ia creaci6n del genero obedece a Ia vision de un pasado en tanto que pasado-de-estepresente, es decir, en tanto que historia de unos hechos

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que hay que enfrentar, cuyas rafces estan en ese pasado y sin cuya comprensi6n se nos imposibilita Ia captaci6n del presente. Esta es Ia especie de "prehistoria necesaria" que Lukacs ha visto con ojos hegelianos de Ia siguiente manera: La nueva elaboracion de los acontecimientos, de las costumbres, etc., del pasado consiste en este caso solo en el hecho de que el poeta /wee resaltar con e/ justo valor historico objetivo que posee para el producto del pasado- es decir, para el presente -aquel/as tendencias que ya hab(an sido vivas y efectivas en el pasado y que han 1/evado historicamente a Ia realidad del presente, pero sin que los coetdneos de esos acontecimientos hubiesen reconocido, desde fuego, su ulterior significaci6n.4'

Y es preciso ver en este juego sutil entre pasado y presente, entre "fidelidad hist6rica" e "inevitable anacronismo", Ia perspicacia de nuestro autor al plantear, como alga que ocurre en nuestro siglo XIX, una situaci6n social, politica y econ6mica que induce al puertorriqueno, desde ese mismo siglo a una valorizaci6n del problema del status polftico y de Ia justicia social, a separarlos, a posponer uno de ellosel del status- y a plantear Ia inminencia del otro. Laguerre toma ese proceso, lo simboliza en su protagonista y en su novela y lo convierte en Ia "prehistoria necesaria" de Ia ideologfa y de Ia acci6n de su generaci6n, segun esta lo instrumentara en los cuarenta y en las decadas subsiguientes. 0, para decirlo en pocas palabras, se trata nada mas y nada menos que de plasmar literariarnente la justificaci6n de toda Ia acci6n de Ia Generaci6n del 30. Otro de los principales problemas que debe ponderarse ante cualquier obra literaria, pero muy especialmente ante una novela hist6rica, por lo que esta tiene de observaci6n diacr6nica de una sociedad, es el punto de si en ella se percibe una concepcion progresista del ser humano y, por lo tanto, de esa sociedad y su historia o, si por el contrario, nos encontramos ante una concepcion esHitica del desarrollo humano y social. Sir Walter Scott, cuya obra, al menos desde un punto de vista estructuralfilos6fico, se ha convertido en nuestra piedra de toque en esta investigaci6n, refleja clararnente una defensa indiscutible del progreso. En cambio, Laguerre, en .u Lukacs, 4!

op. cit., p. 68.

Ibid., p. 69.


La resaca, a pesar de Ia vision progresista observada a lo largo de toda su obra, no presenta una defensa historica del progreso sino mas bien lo que aparenta ser una vision estatica de nuestra sociedad. Sin em~ bargo, semejante concepcion, lejos de constituir el descorazonado "lamento borincano", propio de Ia epoca, ante un determinado estado de cosas, se convierte en una denuncia directa de Ia injusticia social que cala mucho mas hondo que cualquier diatriba contra el colonialismo. Eso, en primer Iugar. En segundo Iugar, Ia vision laguerriana claramente articula que, si bien es cierto que Ia colonia de ayer fue injusta, no menos lo es Ia de hoy, y que sobrevendra algun tipo de lucha que terminara con ella ... o con nosotros. De manera que si el protagonista, a fines del siglo XIX, ve que "Ia historia se repite", y el autor lo sefiala desde su generacion, noes porque tanto Montojo como su creador no sean progresistas, lo cual seria Ia facil critica esperable, sino porque son realistas y, como todo buen realista, puede prever, con bastante acierto y sin necesidad de reclamar el vaticinio clasico, el desarrollo de Ia situacion real que bien conocen. Asf, el autor se da cuenta, desde 1939, de que lo ocurrido a fines del siglo XIX, Ia lucha de los puertorriquefios por unos derechos, una vez mas en aquel momenta, ocurre y ocurrini en el futuro, que para nosotros, aqui y ahora, esui ocurriendo a fines de este siglo XX. Hoy como ayer ... Es precisamente esta manera de ver las cosas, tan profunda, y esta manera de presentarlas, tan solapada,lo que ha hecho que La resaca, y Ia mayoria de las novelas de Laguerre, hayan alcanzado tanta popularidad y se hayan convertido en objeto de estudio, incluso fuera de Puerto Rico. Y es que podriamos decir que su mensaje casi, casi corre por Ia vfa subliminal. El Puerto Rico de fines del siglo XIX ve una serie de cambios abruptos, que venian desde los comienzos del siglo, ve una serie de altibajos de caracter economico y una serie de sucesos de caracter politico y constitucional (compontes, ano terrible, constitucionalismos) que le llevan a plantearse a lo largo de toda Ia centuria, por primera vez en su historia, Ia busqueda de cambios de rumba ~algunos de ellos bien explican el Grito de Lares~ y con esto, Ia aparicion de las tres altemativas, hoy ya historicas, en torno al problema del "status" polftico del pais: autonomismo, anexionismo y separatismo. Laguerre, reflejando Ia postura dominante de su generacion, se ubica en un "camino media" vista ya desde comienzos de nuestro siglo como el camino

del autonomismo. Para quedar ubicado en el, descarta totalmente el anexionismo, conociendo Ia separacion historica de Espana, sobrevenida cuarenta y dos afios antes y usando como problema central de su novela el clima que se iba creando contra el gobiemo colonial en Puerto Rico. El nacionalismo cultural del autor y de algunos de los otros miembros de su generacion hace que, dentro de Ia accion, Ia altemativa separatista tenga una mayor presencia pero, a fin de cuentas, Ia descarta tam bien en forma directa. Resulta interesante ver que Ia alternativa principal para el no se menciona en ningun momenta en Ia novela, posiblemente por Ia idea predominate en las decadas de los treinta y de los cuarenta de que un verdadero autonomismo no era una posibilidad real dentro del marco constitucional de los Estados Unidos. Tal vez sea por esto por lo que no intenta mostrar su posibilidad ni su conveniencia y transfiera Ia posicion centralista o "camino media" a los personajes, o mejor, a! protagonista, como veremos mas adelante. Los personajes de La resaca, en terminos generales, estan bien imbricados en el mural decimononico que elabora el autor y su tipificacion responde perfectamente a una novel a historica sobre el siglo XIX, puesto que todos estos hombres y mujeres que alii aparecen, constituyen representaciones de problemas y situaciones de aquel momenta. Estos personajes, creados en positiva contradiccion con un medio bien plasmado son, en ultima instancia, esencias vivas y humanas de vetas historico~sociales de los cruciales problemas de nuestro pafs, muchos de ellos prolongados y con gran vigencia en este otro fin de siglo. Por ella, los rasgos con los que que los traza, logran despertar en nosotros el interes humano y Ia sugerencia significativa efectiva tanto en Ia caracterizacion como en Ia accion y hasta en el ambiente de su novela. Un elemento interesante en La resaca y que parece venirle de los origenes mismos del genera, pues no otra cosa es Ia que ocurre en ÂŁ/ Quijote, consiste en encontrar en foco a un heroe condenado al fracaso desde el comienzo mismo de Ia novela. Esta vision negativa del protagonista y del grupo -a veces hasta ridfculo~que este encabeza, muestra una cierta ironia por parte del autor hacia sus personajes -tam bien en Ia linea cervantina ~que, ademas de crear una distancia entre ellos, se convierte casi en una leve y pnicticamente inadvertida den uncia del hecho heroico mismo. Laguerre, quien sin duda leyo buena cantidad de nove las historicas en su juventud, desde

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Ia novela hist6rica renacentista hasta Ia romcintica, sin dejar de lado los folletines obligados de aquella epoca, no puede haber pasado por alto una obra que se halla en Ia cumbre misma del genera modemo universal: La guerra y Ia paz. Esta novela, para quien estas cuartillas escribe, es Ia mejor novela hist6rica jamas escrita y Ia que, para Ia critica mundial, contiene los elementos mas modemos del genera. Pero, lo que no podia faltar: hay sectores de Ia critica que no Ia consideran nove Ia hist6rica por !quien sabe que detalle insignificante ausente! Pues bien, en Ia novela de Tolstoi , este presenta a los grandes personajes de Ia historia rusa como seres totalmente inefectivos en los movimientos hist6ricos, a Ia vez que situa el verdadero protagonismo hist6rico en las vidas privadas de personas insignificantes y hasta ajenas a los problemas especificos ante los cuales se encuentran ellos y Ia sociedad que les envuelve. Hasta el lector mas ingenuo nota, desde Ia primera parte de La resaca , que Montojo, virtualmente, no se da cuenta exacta del sentido que tiene su vida, de su destino. De que el suyo, es un destino mas sentido que comprendido, a pesar de que en el , hombre fundamentalmente sencillo, ha encarnado una tragedia tan grande, que emana de las situaciones corrientes que constituyen los rasgos econ6micos y sociales de Ia decadencia de Ia sociedad rural decimon6nica en Puerto Rico. Y es gracias a esta paradoja del arte laguerriano, a este sutil equilibria entre problema grande y heroe media, insignificante, que entendemos lo reacio del autor a presentar un tipo de protagonista llamativo y relumbrante, de grandes gestos y significativas palabras, apropiado al romanticismo y del gusto de ciertos sectores de Ia critica. A pesar de que Ia cercania de Ia epoca en que vive el protagonista y Ia ausencia de situaciones apropiadas para aetas heroicos, para los cuales mostr6 siempre vocaci6n, le impide al autor llevar a su protagonista mas alia del heroe legendario, es decir, construir un heroe epico. Porque ya que Laguerre esta obligado, por el tipo de novela en Ia que se ha embarcado, a construir un heroe que vaya, en este sentido, un poco mas alia de Ia textura que el protagonista de novelas modemas suele presentar, pues "for the historical novelist, if not always for

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tlze lzisrorian. tlze structure of a historical story must become a heroic (or anti-heroic) plot: the form ofan individual's career.46 Por eso,cualquier intento, por

un heroe falso y, entrambos, falsearian una historia demasiado conocida de todos, tanto por lo cercana cuanto por lo importante. En La resaca se da tambien el caso del heroe que confronta una realidad que resulta mucho mas fuerte que el y que su deseo 0 su motivaci6n para cambiarla. Asf, pone de manifiesto su debilidad frente a ella. Esto noes nada nuevo en Ia literatura universal y el caso de Manzoni serfa suficiente para avatar esta aserci6n y, con ella, contestar las provincianas criticas a los heroes de las novelas de Laguerre o, por lo menos, a Montojo. Pues heroes o protagonistas, como se prefiera, de estos tipos de novelas ya tan alejadas de Ia epica, combinan los hechos nimios de su cotidianidad con los grandiosos en los que participan, aunque sea marginalmente, envueltos ambos en Ia plasmaci6n artfstica de los conflictos humanos de sus vidas. Por ella, lo que estamos llamando heroes, no lo son sino lejanamente, en comparaci6n con los de Ia antigua epica o los de Ia mitologfa, por ejemplo; o sea, personajes que se enfrentaran a situaciones extraordinarias y no estar.in a Ia altura de elias sino ag6nicamente, ya que son simplemente seres humanos comunes y corrientes y nadie puede esperar de elias triunfos fantasiosos. Pero heroes legendarios en tomo a los cuales se pueda crear abigarrados mundos dignos de Ia balada, no resulta nada despreciable para un autor de novelas hist6ricas. Y asf procede nuestro autor, en hermosa y fertil contradicci6n con Ia realidad, a crear una leyenda que va transformando al protagonista ante los ojos ajenos como ante los propios, en un modelo que se va elevando aun cuando sea para crear nostalgia de el, ante su desesperaci6n y fracaso. Quiza, de todos los efectos que tiene Ia ubicaci6n cronol6gica de La resaca, el mas llamativo es el que se nos antoja Hamar el del desasosiego del heroe. Laguerre sima Ia mayoria de edad, Ia madurez, si se quiere, de Montojo, justamente en el ultimo momenta de Ia colonia espanola. Y su personaje parece ir y venir, buscar que hacer, intentar llegar a algo que, en ultima instancia, no se sabe que es, ni se llega a nada. Pero esta situaci6n de un "hombre de acci6n", que a fin de cuentas, no hace nada, no proviene de una paralisis espiritual de alcumia hamletiana ode un modelo barojiano mas cercano a1 Laguerre de aquel momenta. Noes subjetividad del individuo sino reflejo del entomo. Queremos decir:

parte del autor, de ir mas alia en este sentido, o sea, de llevar a Montojo al rango de Mroe epico, habria transformado Ia no vela en una epica falsa, en tomo a

.u. Fleishman, op. cit., p. 10.


Por otro lado, Laguerre crea su personaje extrayendo su materia prima de la contradicci6n entre este y la situaci6n critica esencial de su momento.

su marca es social, no psicol6gica. Laguerre va construyendo con gran maestria el monumento sin acci6n, el suceder sin sentido, de un momento en que Ia Metr6poli estaba a Ia defensiva y, a Ia vez, sin saber c6mo defenderse, en que las fuerzas puertorriqueiiistas eran pocas, estaban dispersas, incomunicadas y sin liderato efectivo en Puerto Rico. A Ia vez, se percibe, como rumor creciente que viene de Ia economia, el preludio hist6rico del cambio politico, como barrunto de huracan. Y todo esto, desde lejos, desde abajo... Sin grandiosas escenas panoramicas, sin esplendentes desfiles militares, sino con Ia desentendida sencillez con que to percibi6 Ia inmensa mayoria de los puertorriqueiios, casi, casi como si no estuviese ocurriendo nada. El "camino medio", como hemos dicho antes, es el que determina Ia indole del protagonista, su idiosincrasia, su ideologia, su conducta, su itinerario y destino, en fin, su vida y su muerte. En el caso de La resaca, su protagonista, Dolorita Montojo, cuyo nombre recuerda los simbolismos nominates de R6mulo Gallegos, al aludir al dolor de los montes, es decir, del pais, encama Ia gran crisis del final de nuestro siglo XIX. Crisis que se plasma, de manera virtual, en el protagonista por cuanto su educaci6n, su clase social, en fin, toda su persona, le convierte en neta expresi6n populista del discurso central del autor y de buena parte de su generaci6n. Y -una vez mas nos resulta inevitable la frase- este "lamento borincano" convertido en personaje, constituye lo que llamamos un "heroe medio". Vale Ia pena tambien recordar, en este momento, que Laguerre intenta, a lo largo de toda su noveHstica, colocar a sus protagonistas en ese camino intermedio pues, esta posici6n que mucho tiene de conciliatoria, intuida ya desde sus primeras novelas sobre el Puerto Rico del siglo XX y confirmada en este contrafuerte hist6rico que es La resaca, determina en gran medida Ia manera de ser de sus personajes, especialmente, Ia de sus protagonistas, es decir, su texturJ psico16gica y sociol6gica. Porque uno de los rasgos llamativos y verdaderamente

valiosos del sistema de crear personajes en esta novela consiste en caracterizarlos, no tinicamente desde lo psicol6gico, sino tambien, y sobre todo, desde un angulo sociol6gico e hist6rico objetivo. Es decir, que Laguerre va presentando toda Ia serie de situaciones de caracter personal, va descubriendo Ia situaci6n publica y las vicisitudes del pais, va exponiendo los diversos problemas que confronta el pueblo, y cuando siente que ha llevado al lector a una situaci6n de simpatia y comprensi6n por los seres humanos que viven esa crisis, pone a su protagonista a actuar dentro de ella de Ia manera esperada y aceptada de antemano por el receptor de su claro mensaje solidario. De esta manera plasma un heroe tan afln a Ia epoca hist6rica plasmada como a Ia nuestra y Jogra que " the relation of the representative hero to the society ofhis time is not one of statistically-determinable typicality but that of simbolic universality. " 47 Por otro lado, Laguerre crea su personaje extrayendo su materia prima de Ia contradicci6n entre este y Ia situaci6n critica esencial de su momento. Por eso, el protagonista de esta novela, no puede ser una figura importante de nuestra historia, ya que tiene que representar Ia plural realidad cotidiana de su epoca y no quedarse en estatica abstracci6n o en cumbre representativa. Ademas, su inexistencia hist6rica asi como su incapacidad para Ia gesta que se propone, parece inclinarle una vez mas al simbolo de Ia ausencia de dirigentes fuertes presentes en el Puerto Rico de fines de aquel siglo, ya que Hostos y Betances, las figuras que pudieron cumplir esta funci6n, estaban casi siempre fuera del pais. Por otro lado, y tocante a lo que hemos seiialado sobre Ia actitud moderada del "heroe medio", recordemos que Ia presencia verdaderamente poderosa y de presencia continua en el pais a fines del siglo pasado era Ia de Baldorioty, es decir, Ia del autonomismo. Y es justamente Ia fndole de este discurso el que rezuma

•T

Ibid., p. 11.

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La resaca, aun sin mencionar esa opci6n. Es

precisamente una especie de breve historia de c6mo Ia opci6n separatista fue debil y mostraba sefiales de continuar en ese sentido, a Ia vez que Ia opci6n anexionista no era ya real en ese momento. Como vemos, lo no dicho constituye Ia fuerza principal de este discurso que se construye a si mismo como una verdadera estetica del silencio. Si bien el sistema de caracterizaci6n que hemos apuntado en el anterior panigrafo y que tiende a dibujar las figuras un tanto de fuera hacia adentro, no lo debemos creer unico en Ia novela. Laguerre no se queda en una presentaci6n extema de hechos hist6ricos yuxtapuestos a los actos de unos personajes, sino que consigue el encuentro y union de unos momentos criticos en las vidas de unos seres

La expresi6n artistica de la fuerza realista que obliga al autor a crear un personaje de los de "abajo", provoca una pluralidad semantica de caracter hist6rico, politico y popular humanos reflejando Ia gran crisis hist6rica de su momento y teniendo como resultado esto: que los personajes emanen de unos hechos en un nivel de coherencia pocas veces visto en Ia novela hist6rica, o sea, psicologias que emergen de una sociologfa y una sociologia que, a su vez, emerge del conjunto de psicologias de Ia sociedad retratada en Ia novela, como hemos dicho antes. Y como esa sociedad es de caracter rural y retrata, especialmente, a seres ubicados en Ia capa social de una especie de clase media baja campesina, entonces podrfamos resumir Ia obra, al menos desde el punto de vista de su ambiente y atmosfera, en Ia frase que George Sand utiliz6 para caracterizar Ia obra de Walter Scott, cuando dijo que este habfa sido " el poeta del campesino, del paria, del artesano. " 4R

Se habra percatado el lector de que nos encontramos frente a Ia medula del principio de selecci6n que Laguerre utiliza para escoger y

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caracterizar a sus personajes, especialmente a su protagonista. No solamente Ia raz6n populista le lleva a seleccionar a un personaje que surge de "abajo", es decir, de una clase baja; tambien, y sobre todo, a esto, le lleva Ia necesidad de representaci6n de ruralfa y pobreza que debe tener su personaje hist6rico-ficticio, constituido en met:ifora del tiempo y del Iugar. Y como, por otra pane, Laguerre ni lo engrandece ni lo trivializa con insustanciales detalles de caracterizaci6n, Jogra que Ia intenci6n hist6rica y sociol6gica, representativa y metaf6rica, no perviena el contenido netamente humano del personaje. Asi, Laguerre traza sin desviaci6n alguna Ia vida de un campesino pobre y, en ella, Ia vida de un gran sector de Ia sociedad rural de aquella epoca. Este hombre se acepta a si mismo en terminos de su clase y rechaza toda posibilidad de ascenso en Ia escaJa social. Asf tambien, en Montojo encontramos a un personaje de clase baja pero de extracci6n de clase alta pero que tiene vocaci6n de clase baja. Extraordinaria manera de dejar un tanto de Iado Ia oposici6n entre las clases sociales, entre los de "abajo" y los de "arriba", para dar cabida a Ia oposici6n nacionalista entre los de "Ia banda de aca" frente a los de "Ia banda de alia", como se distinguia entre "peninsulares" e "hijos del pais" en el polarizado final de nuestro siglo XIX. Lo anterior, no nos deja Ia menor duda sobre su preferencia en Ia disputa, pues su nacionalismo cultural le lleva a estar del !ado del puertorriquefio, su populismo le lleva a estar dell ado de los de "abajo" y su capacidad de narrador le indica que en Ia oposici6n entre los de "arriba" y los de "abajo", es entre estos ultimos donde se pueden colocar actos ficticios heroicos, hayalos habido o no, pues se le puede crear una vida a un ser hist6ricamente desconocido, pero no a una figura hist6rica, so pena de alterar Ia realidad pasada. Como hemos visto, su inten to noes otro que el de crear con alguien en concreto una metafora que indique una tendencia en toda una clase social, por lo cual, lo que hace es descifrar ante nosotros un sentido hist6rico desde el concretismo unicamente posible al ane. Y si nos fijamos en Ia epoca hist6rica inglesa que en este momento nos sirve de paradigma, ese tipo de figura se dio en ellegendario Robin Hood. No creemos que Laguerre tuviese en mente, en forma consciente al menos, a este personaje, pero las andanzas, luchas y zozobras de Montojo nos lo

41

Lukacs, op. cit., p. 52.


recuerdan en todo momento. Ademas, Ia estructura del heroe perseguido e incomprendido por Ia sociedad, y precisamente por exhibir uno valores hipocritamente enarbolados por ella misma, es topico literario de origen tanto legendario como mitico. La expresion artistica de Ia fuerza realista que obliga al autor a crear un personaje de los de "abajo", provoca una pluralidad semanticade car.icter hist6rico, politico y popular, muy grata a Ia generacion del 30, pues nos dirige directamente a un tipo de heroismo humilde, sencillo. Ante Ia presentacion de Ia especificidad de Ia vida animica de estos personajes significativos, su descripcion psicol6gica pasa a un segundo Iugar, pues aunque se hall a allf, en todo caso lo que aporta es Ia constatacion de sus caracterizaciones. El objetivo artfstico-literario del autor ya ha sido conseguido: mostrar Ia calidad humana de unos personajes "historicamente" insignificantes pero, tambien "historicamente" seguros cuando se ubican en los instantes cruciales de las autenticas crisis historicas. Uno de los aspectos mas interesantes de Ia caracterizacion del protagonista, en el cual el autor elabora su canicter justiciero, no solo mediante Ia presentaci6n de su valor personal especifico sino como expresion artfstica en forma definida de un entorno historico-social muy preciso: el ambiente antiesclavista de Ia parte final del siglo XIX en Puerto Rico. Asi, cuando Montojo desaffa al mayordomo en el episodio de los azotes a Ia esclava, en los comienzos mismos de Ia novela, tenemos una muestra de su hombrfa de bien, de su valentfa. De inmediato, el autor , conscientemente, evah1a el hecho en terminos universales, mediante una interpretacion psicol6gica machista adelantada por otro personaje. La fidelidad historica de Laguerre, Ia que le lleva a presentar rasgos sociales privativos y unicos de un momenta de nuestro pasado, y en contradiccion con esos rasgos, a presentarnos personajes cuya psicologfa responde a aquella situacion moral, le lleva a no crear personajes unicos, excentricos, ya que estos, aun cuando hubiesen existido, no serfan desde nuestro punto de vista ni desde el de cualquier otro momento en Ia historia, representativos de esa epoca. El autor nos enfrenta a un personaje que desafia el estatuto esclavista porque las corrientes historicaseconomicas, sociales, polfticas y morales- de esa epoca propiciaban esa posicion, no porque este transfiriendo, anacronicamente, actitudes actuales al final de Ia pasada centuria. Y en este rechazo a

semejante "modemizacion" de actitudes psicologicas de los personajes, encontramos el elemento ultimo de Ia fidelidad historica razonablemente exigible a este genero narrative. Por otro lado, y al parecer inconscientemente, observamos que el autor ha escogido un hecho de nuestra historia que que es el que provoca Ia respuesta del protagonista: Ia ira que el esclavismo provocaba ya en amplios sectores de esa sociedad, el"motivo" de Ia paliza a Ia esclava, que viene desde Ia narracion de un suceso de esa naturaleza, y que aparentemente inspiro Ia conocida golpiza que Cervantes narra en El Quijote. Por otro lado, esos hechos, antes que alejarnos de una explicaci6n tambien psicologista del suceso, nos aproxima a ella. En Montojo no se opera un cambia de caracter psico16gico para reaccionar a esos hechos, sencillamente se trata de su manera de ser cotidiana ajustada a un hecho no cotidiano. De esta manera no dicha y tal vez inconsciente, el au tor nos habla de Ia reserva heroica del pueblo como algo natural que habra de aflorar ante Ia menor crisis historica para, rebasada esta, retornar a Ia normalidad. Es otra manera de decimos que si el protagonista no inicia una lucha por la independencia es porque no habfa las condiciones historico-polfticas y economicas que propiciasen ese fen6meno. Partiendo de lo anterior, y tomando en cuenta que Laguerre nos presenta el mas complejo de nuestros siglos pasados, justamente en su ultima parte, momenta critico si los ha habido en nuestra historia, creemos necesario cotejar contra el, el canicter de "heroe medio" del protagonista Montojo. En La resaca vemos Ia tension que se crea entre los sectores puertorriqueiiistas y los espaiiolistas, retratada en fonna concreta en el enfrentamiento entre las familias. Ademas, se adelanta Ia crisis entre Puerto Rico y los Estados Unidos. Pues bien, Ia funcion del "heroe medio" es Ia de sustituir en el papel protagonico a personajes inflexibles de uno u otro bando. Como vemos en Ia novel a, el protagonista anhela una republica como solucion al problema del status politico de Puerto Rico. Esta posicion resulta basta cierto punto radical para el pais en aquella epoca, por cuanto Ia burguesia requerida para reclamar los derechos constituidos por dicha opcion no tenia Ia madurez economica necesaria que Ia forzase a esa Jucha. La presencia de ese ideal -vocablo adecuado a Ia concepcion romantica de Ia politica, precisamente en Ia epoca en que recien se estrena Ia concepcion que aun prevalece del patriotismo nacionalista-,

13.5


repetimos, Ia presencia de ese ideal, tenia su genesis en Ia influencia externa, especialmente de Cuba y en Ia inyecci6n ideo16gica de algunos sectores avanzados que regresaban al pais de sus exilios o de sus estudios. Pues bien, Ia posici6n "media" aquf radica en Ia forma en que el protagonista concibe su ideal: to ve, desde el principia, en forma lejana y, si se quiere, abstracta. El caracter "media' del protagonista se nota basta en sus acciones supuestamente mas radicales y energicas, dirigidas a adelantar Ia lucha por lajusticia social. Las mismas, en todos los casas, resultan debiles, casi nulas ... A veces, su valor no logra rebasar el nivel simb6lico. Su voluntad de aniquilaci6n del enemigo, por otro lado, tam bien le inserta en Ia posici6n media ya que Ia misma no va mas alia del intento de iniciar una lucha y, al no encontrar to que hoy llamarfamos las condiciones 6ptimas para Ia sedici6n, marcharse alli' donde Ia hubiere, que fue precisamente lo que hist6ricamente ocurri6, si recordamos a figuras como el general Valero, el general Rius Rivera y los Iantos otros soldados de fila nuestros en Ia guerra cubana que siempre se simbolizan en Ia romantica figura del poeta-soldado Pachin Marin. Mucha mas adelante, 136

en sus siguientes novelas, el autor recurrira a Ia misma salida para su Mroe, como ocurre, por ejemplo, en ÂŁ/ fuego y su aire. Pero sin alejarnos tanto de Ia obra que nos ocupa, recordemos que en La resaca, Ia indole del protagonista, desde el punta de vista de su funci6n en esta noveta historica, es dual: por un lado, se trata de un ser desconocido, comun y comente, anonimo en Ia historia. Por el otro !ado, se convierte en un dirigente, pero en un dirigente menor, insignificante desde cualquier punto de vista, tanto en Ia historia -donde no exist6como en Ia ficci6n -donde el autor pudo haberle hecho un poco mas sobresaliente sin dai'iar su verosimilitud. Dado el hecho de que Laguerre ha optado por no incluir en Ia novela "personajes historicos universales", usando Ia terminologia hegeliana, es decir, que no ha presentado a los dirigentes hist6ricos de ese momenta -como hemos anotado antes-, y dado el hecho de que Laguerre presenta lo que Hegel llamaba "personajes conscrvadores", es decir, personajes cotidianos, no sobresalientes. Nuestro autor se ve obligado, so pena de no poder desarrollar su tema, a elevar un poco a su "personaje conservador" o "Mroe medio", bacia el "historico universal" y como, 16gicamente, esta meta se le hace imposible de alcanzar, nos quedamos con un heroe a medias, cuya gesta real sera personal. Recordemos que el enfrentamiento final del protagonista con su antagonista Balbina Pasamonte, esta tan permeado por hechos y sentimientos personalistas que, para poder verlo como lucha de caracter ideologico nos vemos precisados a forzar nuestra mirada, para pasar del !ado de ad, del realista, al lado de alia, al simb6lico. Solo asi podremos versus connotaciones patrioticas, solo asf podremos entenderlo como un aniquilamiento del enemigo politico. Yes preciso que se den esos contrafuertes personalistas para que at lector no le disguste ese acto de violencia, o, to que es igual, que el emisor interpreta que at receptor no


Busca el "camino medio" entre los extremos y se afana por mostrar poericamente Ia realidad hist6rica de este camino, basandose para el/o en Ia elaboracion /iteraria de las grandes crisis de Ia historia inglesa. Esta tendencia fundamental de su obra se manifiesta inmediatamente en su manera de inventor Ia fdbula y en el modo en que elige /afigura central. El "heroe" de las nove/as de Scott es siempre un gentleman ing/es del tipo medio. Posee genera/mente una cierta inteligencia prdctica, nunca extraordinaria, una ciertafirmeza moral y decencia que 1/ega en ocasiones a fa disposicion del autosacrificio, pero sin alcanzar jamds una pasion arrobadora ni tampoco una entusiasta dedicacion a una gran causa.51

le basta con Ia raz6n ideol6gica para aceptar dicha violencia. Como vemos, se trata simplemente de sabidurfa narrativa del autor, pues, ademas de suavizar Ia situaci6n de violencia, vemos tam bien que El destino justo de un heroe mediocre de esta especie, que no se decide apasionadameme por 1mo de los poderes en pugna en Ia gran crisis de su tiempo, sirve de excelente es/abon unificador en Ia composicion de Ia obra.49 Una vez mas se reafirma el amor en su heroe medio a fa vez que funde en ef a/ sentidor de las conmociones de Ia epoca con el poseedor de esta: dos funciones ante 1111 mismo fundamento ontoiOgico de los acontecimientos y, por lo tanto. fa simbiosis de Ia alttenticidad del pueblo y Ia posible conciencia hist6rica maxima de un personaje conftmciones de [(der.50

La concepci6n de un heroe de este tipo podrfa responder a Ia vision que parece tener el autor del puertorriqueiio o mejor aun, del puertorriqueiio progresista: alguien inclinado a Ia justicia social y a algo que no se precisa en Ia novela pero que esta ubicado a medio camino entre el anexionismo y esa lejana y difusa independencia con Ia que suei'ia Montojo. Con todo lo cual el protagonista pasa a ser sfmbolo tam bien de una realidad cuyo caracter principal es Ia continuidad, de un lado, y, del otro, el cambio de un caracter que resulta mas evolucionario que revolucionario y, por lo mismo, concuerda con Ia ideologia treintista que gest6 Ia "Revoluci6n Pacffica" de influencia norteamericana. Esta tendencia de Laguerre a Ia caracterizaci6n de sus figuras centrales como lo que hemos llamado antes, "heroes medics", que le ha traido crfticas negativas -a nuestro entender equivocadas-, Je trajo a Walter Scott los mas duros ataques por parte de criticos de Ia talla de Hip6lito Taine. Llegaron a tildarles de mediocre a el y a sus personajes, hasta tal punto, que de esos ataques surge Ia clasificaci6n de sus protagonistas: el heroe mediocre o mediano. Como en nuestra lengua se nos hace imposible descargar de su sentido peyorativo absoluto a estos terminos, como se ha podido hacer en ingles y en aleman, estamos utilizando el vocablo "medio" para esta caracterizaci6n. En este tipo de heroe, Scott, al decir de Lukacs,

Y esta descripci6n nos recuerda toda Ia gama de protagonistas de Laguerre, incluso su "heroico" Montojo quien ahora nos ocupa, que es el que mas pugna por zafarse de Ia descripci6n y acusaci6n a que hemos aludido y quien mayor complejidad exhibe, desde un punto de vista generico, mas que desde el psicol6gico o el biografico. Sobre lo anterior es necesario hacer Ia siguiente observaci6n. El elemento romantico en La resaca es poco, y, por lo general, es de contenido; es decir, que no tiene Ia suficiente anchura en su base como para realizar alteraciones de caracter cosmovisual en Ia obra. De ahf que no tenga Ia fuerza minima como para determinar Ia caracterizaci6n del protagonista pues, aunque se trata de un personaje que se mueve en tiempo y situaciones afines al romanticismo, es decir, de un personaje propiamente romantico, ya que se ubica en Ia segunda mitad del siglo XIX, memento en el cual todavfa era poderosa Ia presencia de dicha tendencia estetica, especialmente en America, no esta hecho de ese material, pues su concepci6n se ha dado desde una 6ptica realista. Considerese Ia fuerza que ha de tener Ia tendencia realista del autor para lograr una caracterizaci6n de esta naturaleza en un personaje que se nos presenta como un individuo fuera de Ia sociedad o, como el mismo au tor lo llama, "fuera de ley". Se trata nada menos que de Ia figura romantica

4'1

Laguerre, op.cit., p.9. p. 37.

~Ibid., '

1

Ibid., p. 32.

137


del "bandido", a lo Schiller, o del pirata, a lo Espronceda o a lo el Salvador Brau de La vuelta a/ hogar, que noes otra cosa que el excentrico Mroe romantico perc, en este case, vista con Ia lente realista. Ahara bien, no obstante esta renuncia, por parte del autor, al principia del efectismo caracterizador del romanticismo, no priva del canicter problematico a su protagonista, de tal suerte, que en el encontramos al tipico "heroe demoniaco" que cancela su excentricidad con Ia concepci6n hist6ricosocial y epica-objetiva que le inform a y que le permite representar los varies poderes hist6ricos que dominan Ia epoca. Y lo que ocurre es que nos presenta un momenta de nuestra historia donde el cambia socioecon6mico refleja las dos sociedades que se debaten en ese momenta en Puerto Rico: Ia antigua sociedad agraria, cuasi-feudal y Ia nueva sociedad de base mas burguesa, mas estructurada por el capitalismo, mas modema. Aeishman, bascindose en el clasico Essay on the History of Civil Society de Adam Ferguson, dice que The consequences of such a view of the individual and society are spelled out in Ferguson's historical paradigm: "rude nations" (which we would call "primitive" or "folk" societies) are organized on the close identification of individual and community, and this hold them together despite their lack offreedom, order, and peace. The growth of states into "polished and commercial nations" does away with the simple virtues of loyalty, patriotism,and bloodbrotherhood, along with the barbaric vices; [. ..]Finally, such a nation becomes weakened by a decline in the heroic fiber of the individuals who compose it, ...s2

Ademas, Ia prueba de que el autor juega continuamente con los elementos romanticos pero, a Ia postre, se decide por su visi6n realista de un personaje romantico se percibe facilmente tambien en el hecho de que el protagonista no ha sido concebido como un solitario instrumento de Ia historia, y [.par que no?, del destine, para ejecutar unos misteriosos designios de los cuales dependera Ia suerte del pais entero. El autor muestra una flexibilidad que le permite jugar con los elementos romanticos pero evita Ia concepci6n solitaria de su beroe, a Ia vez que refleja sus acciones como consecuencia directa de un pensamiento de dicho personaje, producto de una consulta continua de este 138

con Ia realidad que le informa psicol6gicamente. Y con Ia misma intenci6n y resultado, vemos al autor poner a su personaje a bordear lo romantico at hacerlo vagar en busca de una mujer idealizada, como tantos heroes romanticos, y a realizar una peregrinaci6n en cumplimiento de una lejana promesa hecha a otra mujer -en este caso, su madre-, como caballero medieval, tambien tan del gusto del romanticismo. Llegados a este punta en nuestra disquisici6n sabre lacaracterizaci6n de los personajes o, especialmente, sabre Ia del protagonista en esta obra basica de Laguerre, no podemos evitar establecer Ia relaci6n entre Ia caracterizaci6n del protagonista y Ia composici6n de Ia novel a. Su caracterizaci6n se da sabre una lucha entre dos voluntades, lealtades y acciones diversas, quiza basta opuestas, que naturalmente tiran bacia posiciones antag6nicas dentro del personaje. De un lado, este tiene el prop6sito de viajar bacia occidente, bacia Hormigueros, por lealtad bacia su madre ... Del otro lado, siente que debe realizar una gesta patri6tica y se mueve en diversas direcciones en busca del clima revolucionario adecuado y necesario. Por ultimo, luego de una vida entera de intentar cumplir con ambas voluntades, satisface la privada o familiar, llega a la conclusion de que no hay posibilidad de cumplir con Ia segunda de una manera efectiva, retoma a su Iugar de origen, acepta como voluntad publica Ia compuesta de arnbas en Balbina Pasamonte y cierra su vida en esa lucba. Esta dualidad interior del protagonista, gracias a Ia vinculaci6n profunda entre ambos extremes, es decir, entre Ia acci6n politica y su vida privada, am bas de caracter tnigico, da buena cuenta de Ia complejidad tanto de Ia acci6n como de su psicologia. Lo anterior nos hace volver sabre el tema del naturalismo que ya hemos vista en Ia relaci6n que tiene La resaca con los problemas hist6ricos sociales, econ6micos- y con el genera que le ha servido como veh1culo de expresi6n. Ya sabemos que, aunque Ia obra no es naturalista, contiene bastante de ese elemento como para que Ia podamos considerar algo asi como "companera de viaje" de aquella par parejos carninos recorridos con dicha corriente estetica. La evidente tendencia de Laguerre, durante su primera epoca, a una novela signada por Ia observaci6n del efecto del ambiente sabre los personajes, especialmente sobre sus protagonistas,

'

2

Aeishman, op. cit., pp. 43-44.


con algun indicia de influencia genetica en mas de una ocasi6n, nos inc tina a pensar en este sentido. Este gennen de novela de observaci6n supuestamente cientffica, es decir, de novela experimental que subyace en toda esta etapa de su escritura, refuerza su tendencia a un "heroe media", unido al empuje, en ese senti do, de su actitud populista. De ahf que en el encontremos Ia misma concepcion tolstoiana que con tanta claridad ha vista Isaiah Berlin: there is a natura/law whereby the lives of human beings no less than those of nature are determined; but that men, unable to face this inexorable process, seek to repre¡ sent it as a succession offree choices, to fix responsibility for what occurs upon per¡ sons endowed by them with heroic virtues or heroic vices, and called by them "great men" 53

Y esta tendencia a eliminar a los grandes hombres de Ia novel a hist6rica, o sea, a recortar, como dice Ribbans, "the heroism of his subject to a level of basic lwman survival" 54 que es Ia mejor descripci6n de Ia vida heroica de Montojo, va del brazo con Ia de eliminar los grandes hechos de Ia historia o "Such avoidance ofgreat events is analogous to the exclusion of eminent historicalfigures." ss

Dr. Jose Ramon de Ia Torre

n Ribbans, op. cit., pp. 34, 2, 27. ~ Ib i d.

'$ Ibid.

Naci6 en San Juan, Puerto Rico. Curs6 estudios de bachillerato y maestria en Ia Universidad de Puerto Rico. Recibi6 el grado de Doctor en Literatura en Ia Universidad Central de Madrid, Espana. Como profesor, ofreci6 cursos de bach ill erato y maestria en Ia Universidad de Puerto Rico y en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Ha sido colaborador en numerosas revistas de literatura tanto en Puerto Rico como en America Latina. Actualmente es Director Ejecutivo dellnstituto de Cultura Puertorriqueiia.

139



lli estaba ella, ante el. Ella, Ia mujer de sus sueiios imposibles. [.lmposibles? z.Por que habfan de ser sueiios imposibles? Sin duda alguna, ella pertenecia a una esfera social mas alta. Y despues de todo, aunque en el fondo eso fuese poca cosa, el comprendia que los estatutos de Ia sociedad son terribles. jLas cosas del mundo! t.Y por que bubo el de nacer asi, con sangre de otra raza en sus venas? No era que a el le mordiese el complejo de inferioridad, porque el era un hombre orgulloso y altivo, sino que comprendfa basta d6nde llegan las injusticias sociales. Estas injusticias que estrangulan Ia libertad.

A

, RENUNCIACION Enrique Laguerre


Sf, el estaba orgulloso de ser como era. En Ia escuela sobresalio siempre. Ademas, era poeta, y aunque casi nunca habfa publicado nada, escribfa sus versos a hurtadillas, en el alto silencio de Ia nocbe, cuando se ponfa a pensar en Matilde. Mas de una vez le escribio cartas tambien, unas cartas hencbidas de amor. t,Cartas para quien? ÂŁ,Para quien, sino para ella? Trazaba las ideas sobre Ia blancura virgen del papel, declarandole siempre su amor, dando a conocer Ia situacion sentimental suya; y despues que las escribfa, se pasaba horas enteras leyendolas y releyendolas, para luego romperlas, quemarlas o guardarlas en el cofrecillo de recuerdos. Y tal le parecia que las ideas, por lo calidas, por lo vehementes, llegarfan en su pensamiento basta ella adentrandose acaso en sus sueiios. Todavfa recordaba lo que le habfa escrito anoche. jTantas veces escribio lo mismo! "Nose lo que me pasa-le decia-. Cuando te veo quiero hablarte muchas cosas, y no te hablo nada. Soy torpe de palabra" Y afiadfa: "Yo no se si deben existir lfneas divisorias entre humanos. El caso es que yo respondo del mismo modo como me tratan: altivo con los altivos y sencillo con los sencillos. Soy igual que todos los hombres". Y escribio: "Tu has sido noble, leal y sencilla conmigo, tan noble, leal y sencilla que tu amistad es para mi el don mas preciado. No quiero ni siquiera pensar que pueda perderse. Por eso, si tu crees que al escribirte estas lfneas he abusado de tu amistad, dalas porno escritas, o piensa que lees un cuento mio. Luego me dinis: "Bonito cuento el tuyo". Y amigos como siempre. Yo se que los estatutos me sujetan a un plano social distinto. Lo se: no me hago de ilusiones. No quiero tapar el cielo con Ia mano. Pero no se basta donde pueda llegar Ia intervencion de Ia sociedad en los afectos noblemente bumanos ... " Y terminaba diciendole: "Si crees que lo he hecho mal, olvida. Y al recordar estas lineas, piensame "como un pretendiente que no llenaba mis requisitos, un buen amigo que nose hace de ilusiones". Lo escribio, sintio cierto consuelo, y Ia guardo en el cofrecillo. Una carta mas. jOh! El hubiera querido nacer en Ia esfera social de elJa o que ella hubiese nacido en Ia de el, para asi hacerle Ia ofrenda de su gran amor. Porque ... jCUanto Ia amaba el! Todo en ella le parecia unico; sus ojos, aquellos ojos grandes y negros a los que se asomaba un tembloroso sentir, su sonrisa breve; basta su gesto, aquel gesto de ella que Je cautivaba. E11a misma no se daba cuenta de su propia belleza. Pero el sabfa que Ia muchacha era bella. Sobre todo,

142

jaquella bondad de su alma, aquella sencillez suya, libre de todo afectamiento! Porque ella era, en verdad sencilla; una muchacha comprensiva que solo reconocfa Ia grandeza espiritual de los seres. Vivfa sin orgullos, hacienda caso omiso de su situacion social, sin fijarse en las diferencias triviales a que tanta importancia se da en este mundo cruel. El comprendfa que ese era el modo de sentir ella; sin embargo, porque Ia amaba demasiado, el se resistia a ponerla de frente a Ia sociedad, toda vez que ella le corre spondiese. Se daba cuenta el, el pobre, que su amor habia echado honda raigambre, tan honda, que para arrancarla tendria que sacudir todo su ser. Desde que Ia conoci6 el, aiios atras, sinti6 amor bacia ella, un afecto profunda, tenaz. Luego estuvieron distanciados algun tiempo, y al volverse a encontrar, el reanudo su muda adoracion bacia ella. Y su esperanza se mantenia viva. Una vez cuando el se sentia dispuesto a declararle su amor-temeroso, sin embargo, que al hacer tal declaracion perdiese ambas cosas, amor y amistad-, supo Ia noticia. El bermano de Matilde acababa de casarse con Ia hija de una de las familias mas encopetadas de Ia comarca. El lo vio todo perdido, y saco el pafiuelo para decir adios a su amor. Rebuia encontrase con ella. Ella, sencilla y buena, siguio procurando su amistad, y basta se sentia atrafda bacia el. Pero el no lo sabia: desesperose. Y cuando se encontraba ante ella, afectaba una camaraderia Ilana. Cada vez que sucedian estos encuentros, sostenfan largas conversaciones, conversaciones casi siempre triviales. Else preguntaba: "t,Que pensarfa ella de mi?'' Y ella se preguntaba: "t,Por que el no me dini nada?" Porque Matilde habria hallado Ia cosa mas natural del mundo que el le bubiese declarado su amor. Pero el no pensaba asf. El se decia: "Yo debo renunciar a su amor. Yo no tengo derecho a sacrificar su tranquilidad, poniendola de frente a todos los prejuicios sociales". Ella no sabia que el pensaba asi. Una vez, con reticencias, quiso darle a comprender su amargura, pero cuando ella se intereso y quiso saber, el callo, atajando sus sentimientos con estas palabras:

-Nada, nada. Y cada vez que traia el lema del amor, el rebufa tratarlo, temeroso de que se desbordase el inmenso cariiio que le llenaba el espfritu. Mejor era callar.


Hoy, esta tarde, se habian encontrado, lejos de las miradas perversas de los hombres. Era una tarde gloriosa. Los cerros distantes se veian azules como si sintiesen ansias de diluirse en Ia honda azulidad del cielo. Mas aca, el verde profundo, Ia arboleda. En las ramas de una palma real, una torcaz desgranaba el rosario de su melancolia. Hinchaba el pecho, el cantar. Y el sol, un sol rojizo ya, que daba cierto a ire fantastico a Ia N aturaleza. El se sentfa impresionado porIa melancolia de Ia bora. Tambien ella. Y ella dijo:

-Parece que /lora esa tortola. -Acaso habra perdido su nido. -0 su amor. Y ella le mir6 de frente, serena Ia mirada, reposada Ia actitud, con un inconfundible dejo de inquietud en el rostro. Elle quiso sostener Ia mirada, pero no pudo, y cambi6 los ojos a contemplar Ia t6rtola.

-;Que triste canta!- murmuro. -Triste. Como triste esta todo aquel que no consigue lo que desea. Es una nostalgia que nos lleva hasta los lindes de Ia locura sombria. A el quiso desbordarsele Ia confesi6n, Ia gran confesi6n de su vida, que se le asom6 a los ojos, inefable. Ella aguard6, tranquila, a medio sonreir. Pero el nada dijo. Se mordi6 los Iabios. Matilde suspir6, dejando caer las manos, como vencida por la desventura. Bruscamente interrumpi6 el el silencio erizado de espinas:

-Cuando yo era muchacho, me impresionaba tanto el cantar de Ia tortola, que casi me enfermaba. Ella hizo cierto gesto de extraiieza, un mohin de rendimiento, y pennaneci6 callada. Temblaban los dos, al mirarse de frente, y cuando se reanud6 la conversaci6n, habfa desaparecido la serenidad de antes. Las palabras salian tremulas, como hojas golpeadas por la lluvia. De subito ella interrog6:

-iQue crees tu del amor? -iTU me puedes creer? No tengo una idea precisa de lo que es el amor, ;es

a/go tan complejo! Quiso cambiar de conversacion, pero ella insisti6, contumaz:

-;Vaya si tendras una ideaformada de lo que es el amor! Como que eres tanpoeta. Entonces el se irgui6, y minindola tranquilamente, asf habl6 resuelto:

-EI amor es Ia vida, Matilde. Es tan hondo, que lo que se ha repetido tanto, cobra nuevo interes, como si tan vulgares palabras tuvieran una revelacion distinta para explicar de tan maravilloso. Es asomarse a Ia eternidad. Es volverse uno tan todo sentimiento. Que se ve a punto de diluirse en el ambiente de Ia Naturaleza. ;Y que ansias! Ser una rafaga de viento para acariciar el ser querido y hacer que las flores le brinden sus perfumes. Ser canci6n que llegue a/ espiritu de ella. "Ella" es Ia que 1/ena nuestro esp(ritu , nuestra vida, con sus suenos. ;El amor lo es todo! Claro, desde el angulo espiritual. Pero ... i Sabes? A veces, el cuerpo es obstaculo. c: Y sabes por que? Por estar uno sujeto a reglamentos, afalsedades. ;Si uno pudiera volverse, en cuerpo y alma, una rafaga viviente, una cancion, "un verso en espera de otro verso que le diese rima y Ia hiciese mas profunda", un avecita errante a caza de pepitas de agraz, con ansias deformar nido y de cantar en las tardes /ocas de nostalgias! ;Si uno pudiera ser todo eso! Alejarse de los convencionalismos instituidos por Ia Sociedad, por los humanos, de esos convencionalismos que nos aprietan como ratoneras; alejarse de tanta hipocresia, de tanta miseria. ;Oh! A veces me pongo a sonar con hadas y duendes, con las hadas y los duendes de los cuentos infantiles, y me due/e que eso sea leyenda, de que no haya

143


LA ,

ESCUELA

PUBLICA,

NIVELADORA SOCIAL

Enrique Laguerre

uchas veces me lo han preguntado aquf y en el exterior: ;,emil es, a su juicio, Ia mayor preocupaci6n del puertorriqueiio comun? Y yo, sin vacilar, siempre he respondido: Ia educaci6n, si, como sistema, como vehfculo de progreso, de mejoramiento social. Posiblemente, al puertorriqueiio comun no le preocupe Ia educaci6n como instrumento de cultura. No es probable encontrar en el esa disposici6n al examen provocado por una historia densa en acontecimientos y en afios-como sucede con un nutrido sector europeo. Menos hay una disposici6n at ocio sin preocupaciones de orden domestico o personal, como sucede entre muchas otras gentes, tan amigos de tejer y destejer detalles, tan propensos a provocar el asombro de sus congeneres y a hacer frases mas o menos sutiles. No, el puertorriqueiio comun posiblemente no tenga esa ansia de cultura ni guste de tejer y destejer detalles. El puertorriqueiio comun ha visto en Ia educaci6n formal y sistematizada una niveladora social, como los medievales veian en Ia muerte una niveladora del hombre. Pero por fortuna el puertorriqueiio comun desea nivelaci6n en vida y no en Ia muerte. Por eso nuestra escuela-con los defectos subsanables e insubsanables que pueda tener-es raigalmente democnitica y nos ha proporcionado nuestro mayor reposo colectivo.

M

146

Personalmente, le tengo un alto aprecio a nuestra escuela publica y seiialo, calurosamente, sus virtudes sobre sus defectos. Puede ser que en esta o aquella fase de su vida crea yo que le falte sentido de realidad puertorriqueiia o que se le haya dado mas atenci6n de Ia razonable a los transplantes; puede ser, digo, pero todavfa queda en nuestra escuela Ia mas bella de las realidades: su conducta democnitica, su incansable esfuerzo por asegurar Ia convivencia. Pocas escuelas pueden sentir esta satisfacci6n. La escuela publica, como niveladora social, es un ejemplo para todos los pueblos. A veces, qyendo hablar a algun europeo, tenf~ la impresi6n de que concebfa la cultura como un delicioso juego, a veces malabar, sin que le preocupe eso que tanto preocupa a nuestra escuela,la convivencia. Las jerarqufas y los valores funcionaban siempre en favor de un mismo grupo del que quedaban excluidos los mas. Y aqui, en America, no pocas veces hemos querido parangonar al producto de esa disposici6n jerarquizante con el producto de nuestra escuela niveladora. No es posible. Sin que le niegue a nuestra escuela su fecunda participaci6n en Ia formaci6n de hombres singulares, lo que mas admiro en ella es su seguro empeiio en llevar a todos una fundamental sensaci6n de igualdad humana. Y cada dfa se afirma mas tan sana disposici6n. Cuando el Secretario de Educaci6n,


preocupado por los detalles de Ia conducta social, pide a los maestros graduaciones sobrias y Ia supresi6n de actos que puedan crear sentimientos negatives, responde a Ia tradici6n de nuestra escuela publica. Para nuestra clase media Ia educaci6n se ha vuelto una necesidad casi tan indispensable como el respirar, como el alimentarse. Basta cruzar dos palabras con Ia gente para darse cuenta de ello. Hoy dia el ansia va arraigando en las muchedumbres. Conmueve ver como el obrero, Ia muchacha de servicio, el mozo del hotel, procura utilizar sus horas de descanso para mejorarse socialmente. Conozco infinidad de casos. Hasta las amas de casa estan sintiendose en Ia obligaci6n de prestar ayuda a sus empleadas. Ya se estan revisando los conceptos de pueblo y se le esta dando a Ia convivencia colectiva Ia importancia que debe tener. Los pueblos valen mas---o si no, deben valer mas-por su gente viva que por sus estatuas, sus pinturas o sus libros. La actitud de hoy dfa no es levantar un bello edificio sobre Ia fatiga y Ia sangre de seres humanos ignorados, sino de ensanchar las perspectivas vi tales de esos hombres, aunque Ia creaci6n de los hellos edificios venga mas tarde y que sea obra de unos seres humanos reivindicados. Mucha gente admira Ia imponente fortaleza de Ia Ferri ere en las montaiias de Haiti y se hacen lenguas de Ia energfa y Ia soberbia del rey haitiano de principios del siglo XIX, Henri Cristophe. jEs Ia novena maravilla del mundo! jQue portento de construcci6n! Cierto. Pero fue levantada sobre Ia sangre y Ia fatiga y Ia muerte de centenares

de hombres y eso es lo que resiente el hombre contemponineo. Y lo que sucedi6 con la Ferriere sucedi6 en otros sitios con famosos templos y castillos y piramides. Y los templos y castillos y pinimides son imponentes, pero Ia sensibilidad modema esta creyendo ya que mas imponente es el progreso colectivo de los hombres. Esta nueva actitud explica el avance musical de las campanas de alfabetizaci6n mucho mas prometedoras que Ia creaci6n artistica de las minorias, sobre todo si estas minorias solo buscan satisfacer los gustos de los grupos privilegiados. Llegara el dia en que se crea.ni, no para unos pocos, sino para todos. Ha comenzado una campafia de alfabetizaci6n colectiva en Puerto Rico con el fin de ir cumpliendo con los prop6sitos de nivelaci6n social y de poner en manos de las gentes los instrumentos indispensables para lograr aquellos prop6sitos. La alfabetizaci6n no es un fin, es un medio, y asf to comprenden plenamente los propulsores del plan. Excelente disposici6n de Ia Secretaria de Educaci6n, que debe tener el mas decidido y prcictico de los respaldos publicos. Y lo tendra porque es parte de nuestra tradici6n de pueblo. Basta echar una ojeada a nuestras expresiones pasadas para darse cuenta que Ia preocupaci6n mayor de nuestros hombres mas representatives fue Ia educaci6n. Se ve en las actuaciones de nuestro primer representante en las Cortes espaiiolas, don Ram6n Power, a principios del siglo XIX cuando formabamos conciencia de pueblo; en los hombres constitucionalistas de tiempos de Ia Revoluci6n de Riego, en Tadeo Rivera, en Fray Angel de Ia Concepcion Vazquez, en el Padre Rufo, en los escritores Manuel Alonso, Alejandro Tapia, Federico Degetau, Manuel Zeno Gandfa, Nemesio R. Canales; en nuestros hombres del69, en Hostos, en Jose Julian Acosta. Y no podemos olvidar Ia preclara figura de Rafael Cordero, ojos del pueblo, y voluntad y avanzada democnitica, sefialador de caminos en las practicas sociales posteriores de nuestra escuela. No se hara diffcil, pues poner en practica un proyecto de alfabetizaci6n en Puerto Rico.

Educacion, diciembre 1953, pp. 7-8. Fotom~~n~t6n

Caguas ' 98, Sebastiin Mnrchooi.

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Cedemos hoy nuestro columna a Enrique A. Laguerre. Pretende nuestro amigo nada menos que criticar a crfticos de su trabajo La realidad puertorriqueiia como base del curriculo publicado en esta misma columna el27 de noviembre pasado. Le aug!lramos un mal rato al amigo por meterse con personas que se empeiian en vivir en abstracciones. Buena suerte le deseamos, sin embargo, Pase Ud., Laguerre. Luis Uroyan

amas sospeche que mi inocente trabajo La realidad puertorriquefla como base del currfcu/o iba a provocar tantos y tan variados comentarios. Debo explicar de antemano que fue a petici6n del Comite de Curricula que escribi dicho trabajo y que yo no escogi el tema. Se me asign6. Afirmo categ6ricamente que basta ahora ninguna de las personas que se han manifestado en una u otra fonna me han convencido de que no debf de decir lo que dije. Para beneficia de mis lectores resumo, sucintamente, lo que dije: Creo en un Puerto Rico asomado a los cuatro puntos cardinales, aunque debemos empezar por conocernos a nosotros mismos; en este tratar de conocernos, hemos de evitar los extremos. - EI hombre es mas importante que Ia idea: Ia idea no respira, el hombre sf respira. Por apegarnos a Ia idea, muchas veces nos deshumanizamos. En nuestra aceptaci6n de muchas ideas no siempre median el proceso de adaptaci6n y el cuidadoso analisis. Nos hemos acostumbrado a aceptarlo todo desde arriba. En to que se refiere a Ia educaci6n, no tenemos "un claro sentido de practicabilidad. Bebemos de todas las marcas pedag6gicas": seguimos modas pedag6gicas. Apenas utilizamos convenientemente las buenas experiencias. Generalmente pretendemos que sea desde el exterior que nos hagan Ia diagnosis de nuestros males. - Ya es tiempo de que nosotros mismos hagamos un balance de nuestro sistema. De ese modo estariamos en condiciones de hacer las adaptaciones y las

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recreaciones con mas tino. -El curricula es para seres humanos en convivencia. No basta con que en el se retleje Ia realidad: precisa Ia superaci6n, Ia aspiraci6n, el impulso de cam bios fecundos alii donde se necesiten, sin menoscabo de nuestra personalidad puertorriqueii.a y sin constreii.idas limitaciones nacionalistas. - Antes de propulsar cambios en masa, es conveniente Ia experimentaci6n en pequefias comunidades. - Habnin de evitarse las proposiciones de pupitre. - La campafia llevada a cabo de 1937-40 por el lfder del partido en el poder nos da una sei'ial de lo que puede hacerse. -Dos de nuestros mas notables cam bios educativos, Ia segunda unidad y el 6-3-3, no estan rindiendo los beneficios que debieran. -No se ha penetrado convenientemente en las consecuencias de los cambios gubemamentales de 1940 bacia aca. -No conocemos convenientemente nuestra historia -El Consejo Superior de Ensefianza ha estado estudiando objetivamente una serie de aspectos parciales del sistema, pero no se les ha prestado Ia debida atenci6n, ni siquiera para objetarlos. -En general, salvo contados casos, los libros de textos no retlejan los adelantos pedag6gicos y mucho menos las realidades y aspiraciones puertorriqueii.as. -En vez de trabajar unidos bacia un mismo fin, los grupos pedag6gicos trabajan por separado.


ESTE ES MITURNO

EnriquL' Lagunn.:

Esas son, en resumen, algunas de las mas importantes ideas expuestas en La realidad puertorriquefia como base del currfculo. No son, en forma alguna, una actitud negativa frente a nuestra capacidad. AI contrario, informan una actitud de afirrnaci6n, de confianza en mis compaiieros de profesi6n y en mf mismo. Lo que pido es que hagamos nosotros lo que debemos sin que nos entreguemos al juego de las ideas. Debo llamar Ia atenci6n a este hecho concreto: hable en primera persona en plural. Yo mismo soy reflejo de las bondades y los errores del sistema. Yo no soy una isla pedag6gica, ni quiero serlo. Y sobre todo, en vez de dedicarrne a fabricar excusas banales para justificar los yerros, los expongo, mis propios yerros. Nunca me ha gustado el automimo, como parece gustarle a algunos de mis crfticos. Tambien de ben saber mis lectores que antes que "novelista"-asf me han llamado, y lo soy y he escrito novelas y cuentos y dramas de Ia realidad puertorriqueiia-y que antes que profesor universitario, fui un nino campesino; hijo de un agricultor, soy campesino; y fui maestro rural, director de segunda unidad, maestro de escuela superior, y no de los peores. Conozco por practica y porestudio casi todas las frases del magisterio insular. Tengo una opini6n muy alta del magisterio puertorriquei\o. Tengo Ia convicci6n de que de 1898 hacia aca, el sistema escolar ha rendido excelentes

servicios, y que en Ia actualidad los esta rindiendo, pero tambien creo que muchas cosas -entre elias el currfculo-pueden y deben mejorarse. Los doctores Mellado y Rodriguez Bou lo han expresado asf una y otra vez y Ia creaci6n del Comite de Currfculo en el Departamento es Ia mejor confirmaci6n de mi aserto. No estarfan los miembros del Comite revisando si nada hubiera que revisar y si todo fuera miel sobre hojuelas como ingenuarnente asegura mi distinguido amigo el senor Francisco Gaztambide, bascindose en una enumeraci6n de temas. Alguien me pregunt6 en Ia convenci6n de maestros de Ia Escue Ia Superior Central que creia yo del curso de Espaiiol para Escue las Superiores y le respond! que bien, pero no del todo bien, luego de unos ai'ios de servicio, y que Ia propia Srta. Gomez Tejera asf lo reconocfa cuando lo estaba revisando. Pedir que se revisen los cursos, los procedimientos, las actitudes, no quiere decir que todo esui malo. Es que pese a Ia inercia y a Ia actitud de nosotros, somos un pueblo con destino propio aunque el mundo siga caminando. Y cam ina, partiendo de un destino; es Ia realidad inicial. En nuestro caso es Puerto Rico. Esto, si no se oponen los que propulsan abstracciones de Ia realidad -jno me cuenten entre estos!-, aunque don Francisco Gaztambide haya entendido mal Ia intenci6n de Antonio J. Colorado. Entre los que han hecho crftica de La rea/idad puertorriquefia como base del currfcu/o estcin Ellmparcial, don Francisco Rodriguez L6pez

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y don Francisco Gaztambide. Don Antonio J. Colorado hizo unos comentarios sobre lo que el senor Rodriguez L6pez dijo y don Cayetano Coli y Cuchf coment6 lo que el senor Colorado dijo. He ofdo los mas diversos comentarios sobre La realidad puertorriquena como base del currfculo, unos favorables y otros desfavorables. Los favorables, los de los maestros que viven Ia realidad educativa y los desfavorables los de supervisores. Prueba que interes6. Tengo Ia impresi6n de que el trabajo gust6 a los maestros reunidos en Ia convenci6n de Ia Escuela Superior Central. Y tambien tengo Ia impresi6n de que no ha gustado a algunos lfderes de Ia educaci6n como los senores Rodriguez L6pez y Gaztambide. Para mf hubiera sido muy facil hacer una colecci6n de citas, para justificar "los saltos" pedag6gicos -como le hubiera gustado at senor Rodriguez L6pez-y una colecci6n de temas, que le hubiera encantado al seiior Gaztambide. Hubiera sido facil tambien hacer un elogio de todo y hasta me hubiera transportado al mejorde los mundos posibles, pero escogi el camino del autoexamen, el mas diffcil. El carino que profeso a una de mis mas admiradas maestras, Carmen G6mez Tejera, me hubiera llevado a pronunciar un jocundo canto de satisfacci6n. Pero comprendf que dona Carmen no me ocup6 para eso y no me lo hubiera agradecido. Yo me propuse sacudir las conciencias puertorriqueiias -incluyendo Ia mfa, claro esta-y creo que lo consegui, al menos en parte. Y digo "en parte" porque por lo menos hay quien objete y hay quien me aplauda, pero como miembro de un grupo de personas que esta tratando arduamente de seiialar objetivamente algunos de nuestros problemas educativos, me duele que los senores criticos no tomen el mismo empefio de critica cuando de trabajos del Consejo Superior de Ensenanza se trata. Precisamente, una realidad puertorriqueiia es que el actual gobiemo cre6 un cuerpo de estudio que se llama Consejo Superior de Ensenanza para el estudio de nuestros problemas de educaci6n y dicho Consejo ha estado publicando en los ultimos anos una serie de trabajos de investigaci6n -de puertorriqueiios, para puertorriqueiios, con metodos nuevas y adaptados otros-sin que ninguno de los senores criticos haya dicho nada. Asi por ejemplo, el senor Gaztambide no pre-enjuiciaria el metoda de preparar Iibras de textos sin conocer los resultados del estudio que se esta hacienda. No basta asimismo apuntar temas en Problemas de Ia comunidad; hay que desarrollarlos, hay que suplirles el material a los

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maestros y especialmente a los niiios. Un maestro del barrio Bucarabones se vera en grandes aprietos con el apunte de un tema en Problemas de Ia comunidad sin contar con el material de informaci6n necesario para el y sus alumnos. Por esto preguntabamos: l,Sabemos los maestros, en realidad, que es eso de integracion, concomitancia, con "claro sentido de practicabilidad"? Y no se entienda que Ia actual direccion educativa tiene Ia culpa de los posibles yerros; al contrario, pocas veces los directores del Departamento han estado tan genuinamente por los problemas de Ia educacion de nuestra Isla. Por eso criticamos constructivamente. Crftica no es censura. Sin embargo, noto, leyendo el trabajo del senor Rodriguez Lopez, un evidentisimo complejo de culpabilidad: Nada mas que voy a transcribir algunas de las ideas de su trabajo: "La realidad es que no bien hemos mascado una idea Ia soltamos para mascar otra" -claro, nose asimila. Lo dice el senor Rodriguez L6pez, despues de citarme mal, y dice eso en defensa de su actitud. "Las ttltimas ideas pedag6gicas son las que prevalecen". -Como si se tratara de faldas ballerinas. "En metodologfa hemos caminado a saltos". -Que conste, yo no fui quien dijo eso. "Querfamos los detalles de esa realidad como Ia ve Wl novelista de Ia talla de Laguerre." Si de novelistas se trata, ahf estan mis novelas; pero los detalles de esta realidad debiera conocerlos el senor Rodriguez Lopez porque creo que es puertorriqueiio y ha vivido siempre en Puerto Rico y lo que es mas, ha sido un dirigente educativo por largos afios. "La realidad puertorriquena no es otra cosa que el conjunto de areas de vida de que nos hablo profesionalmente el senor Jose Joaquin Rivera." - j Y eso es integraci6n!, (,DOes eso? jComo si se tratara de un tablero de ajedrez! "Le pedfamos a/go que no sabemos: detalles de vida puertorriquena capaces de mover las emranas del alma puertorriquena". -l,Para que seiialar eso que el senor Rodriguez Lopez llama detalles -v. gr., las cooperativas-si lo que se pretende es "mover las entranas del alma puertorriquena"? Si lo que deseaban los senores Rodriguez Lopez y Gaztarnbide era una lista de temas puertorriquenos ante un grupo de personas nacidas y criadas en Puerto Rico mejor hubiera sido dejar el papel en blanco. Empece mi trabajo diciendo que basta echar "una simple ojeada a los cursos vigentes en Puerto Rico" para comprender "que Ia escuela nuestra no da el debido enfasis a/ conocimielllo del ambiellte


puertorriqueiio". Ahora agrego: "Extienda esa las medicinas y el padre y Ia madre ven pasar el ojeada a los libros de texto". Y he dicho eso porque tiempo-malo para ellos-sin que puedan hacer creo en Ia buena fe de los actuates directores del nada. He ahf un problema de tiempo. Despues de Departamento y porque creo a pie juntillas en los todo, problema humano, Colorado. Como venin Uds. en esa cuesti6n de tiempo postulados de justicia social, que si no creyera en y espacio para eso no hay abstracciones de clase ellos, me negaria a mf mismo. La educaci6n no es otra cosa que el saberse alguna. Creo que no Ia habfa pedido aquellos que adaptar a un ambiente -veneer las dificultades de ese pensaron en Ia legislaci6n de justicia social. Y debe ambiente-y luchar por superar las condiciones haberla para aquellos que proponen construir un ambientales, asomado uno al mundo. Hay que partir curricula a base de Ia realidad puertorriquefia. 1.Ven de ese ambiente, de esa realidad, de esta deterrninada ustedes? No es cuesti6n de enumerar temas ni de forrnaci6n hist6rica. De lo contrario, se estaria uno "mascar las ideas" -palabras de don Francisco en Bahia. Y francamente, no concibo un curricula Rodriguez Lopez-para el que bien se ha mascado para los babianos. Sf, para los puertorriquenos que una idea, so/tar/a para mascar otra". (Otra vez don vivimos nuestro ambiente, nuestra vida, nuestra Francisco Rodriguez Lopez). forrnaci6n hist6rica. Mi amigo Colorado dice, sin embargo, que Mi amigo Colorado estaba de humor cuando "el escrito de Laguerre contiene una serie de escribi6 sus comentarios. (Diario de Puerto Rico, 3 indicaciones y sugerencias que creemos muy zitiles y de diciembre de 1948.) Especula filos6ficamente acertadas; pero tratamos de referirnos zlnicamente sobre Ia reaaquf a su tesis lidad, y libreme central: poDios de pensar ner el currfEmpece mi trabajo diciendo que basta echar en realidades culo a tono "una simple ojeada a los cursos vigentes en filos6ficas, tracon Ia reahindose del culidad". Puerto Rico" para comprender "que Ia rrfculo. Se preComo se escuela nuestra no da el debido enfasis al gunta Colorado: ve, a Colo"iQuieren usrado le preoconocimiento del ambiente puertorriquefio". tedes a/go mas cupa el conreal que e/ tiemcepto de reapo o el espacio? lidad desde Sin embargo, no un punto de son nada." Luego, quiere arrepentirse por haberse vista filos6metido en filosoffas. jArrepientase, sf senor fico porque al parecer no le interesan, perColorado! Porque, alabado sea Dios, y que pensar manentemente, las indicaciones y sugerencias" que en realidades abstractas en relaci6n con la vida de creemos muy t1tiles y acertadas". lndicaciones y Puerto Rico. Piense Colorado en estos problemas de sugerencias" que don Francisco y don Francisco no espacio y comprendeni a que realidad me referfa yo: parecen ver por lado alguno, pese a sus excelentes Un bohfo de cinco varas por cuatro, en una sola pieza, intenciones y buena vista pedag6gica. en donde desviven un matrimonio con siete hijos, La misi6n fundamental de la educaci6n es, entre los cuales hay una nina -Ia mayor-moza. (El repetimos, mejorar Ia realidad. 0 las esencias de Ia espacio es responsable aquf del problema social de realidad, otra cosa de mas densidad que los meros Ia promiscuidad). Piense Colorado que alguno de los temas que sugieren don Francisco y don Francisco. miembros de esa familia adquiere tuberculosis. -He No me canso de repetir Ia agradable experiencia que aquf otro problema social, de salud, por causa del tuve una vez, hace afios, por los campos de Corozal. espacio. Y como ese, muchos otros problemas. Por En una Segunda Unidad de Corozal trabajaba de ejemplo, una de las razones que movi6 a Ia maestra visitante-trabajadora social-la senora industrializaci6n en Puerto Rico fue Ia falta de Bou. Fui con ella a visitar su proyecto de espacio. mejoramiento de hogares. Me quede sorprendido de Ahora bien. En ese pequefio Iugar cae un la admirable labor de limpieza, orden e higiene nifio gravemente enfermo y no llega ni el medico, mental que se desarrollaba en los humildes hogares

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campesinos -aspiraciones en proceso de concrecion, sobre una realidad de pobreza y estrechez. La voluntad y Ia devocion profesional de Ia senora Bou habfa hecho casi un milagro. He aquf un fecundo ejemplo de lo que hacfa Ia Segunda Unidad. Dijo don Jaime Benitez, Rector de Ia Universidad: "/ believe that it is far more importallf to give to tire whole educational system a sense and purpose in terms of the realities and potencialities of our life" . (Education and Democracy in Puerto Rico, Address delivered at the 61" Annual Convention of the Middle States Association of Colleges, etc. held at Atlantic City, N.J., Nov. 291h, 1947). Eso creo yo tambien, y eso es mucho mas importante y basta mas importante que Ia lista de temas de los senores Rodriguez y Gaztambide. Me hablaba una vez un amigo supervisor de una visita suya a una escuela de Ia altura y me decfa que, a pesar de lo buena que era Ia maestra y a pesar de Ia belleza de Ia clase ofrecida, los alumnos no gozaron debidamente Ia clase porque~n su caritas se le conocfa -sufrian de hambre cronica. He aquf un detalle de realidad que deben comprender los senores, Gaztambide y Rodriguez. Es cieno que los problemas educativos son complicados, como dice Colorado, pero no los compliquemos mas con nuestra actitud enmarafiadamente compleja. Hay mas complicacion en nuestra actitud que en los mismos problemas. Ya ven Jo que sucede: se trata de hacer una abstracci6n de Ia realidad. De ahi pane Ia confusi6n de algunos de mis criticos. Don Cayetano Coli y Cuchf va mas Jejos en eso de tratar de definir Ia realidad. Nos habla de Ia realidad real y de Ia realidad metafisica. No pense en esos extremes, y menos que Jo hiciera un excelente escritor como Coli y Cuchi, de quien sospecho que debe creer en las ideas de adelanto social. Podran existir Ia realidad real y Ia metaffsica, pero yo no hable de esas distinciones. Es como pretender que fachista venga de facha. Vean ustedes una realidad que debe mejorarse: los departamentos del gobiemo publican multitud de folletos, avisos y cartas, algunos de ellos muy por sobre el entendimiento de los lectores. Ello implica perdida de esfuerzo y de dinero. Bien, el Consejo Superior estudio Ia situacion e hizo sus recomendaciones. Muchos de los folletos anteriormente defectuosos han sido mejorados grandemente. He ahf un detalle de realidad educativa de vasta imponancia. De paso, el especialista Dr. Lorge tuvo elogios para esta labor educativa.

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Todos los que piensen en distintas clases de realidades al tratar un asunto tan llano como Ia realidad puertorriquei'ia, estan buscandole cinco pies al gato. Pues bien, viendo a mi amigo Colorado a veces pienso que a lo mejor Ia realidad es metaffsica; viendome a mf pienso, que Ia realidad es real. Y a lo mejor no se debe a que yo coma-jrealidad! -menos que Colorado. Ni mi excelente amigo Colorado ni don Cayetano son concepciones metaffsicas ni estan pintados en Ia pared. Viven -como yo, como don Francisco Rodriguez Lopez. Yo no pongo en duda el que en los cursos de estudio haya muchos temas sobre Puerto Rico y sus realidades. Los hay, especialmente en lo que concieme a los problemas de Ia comunidad, pero mis palabras textuales hablan de que Ia escuela nuestra no da el debido enfasis al conocimiento del ambiente puertorriquei'io. No niego Ia presencia de temas puertorriqueiios en esos cursos. Sin embargo, en historia, preguntele a un estudiante sobre Polk y le respondera: preguntele sobre Tapia y no le responderci. Lo mismo falta en literatura y en otras disciplinas. Ahora bien, Ia escuela ha ido mejorando sin reposo de 1898 hacia aca: ahora mismo se observa un incansable espiritu de revision. Quise aprovechar Ia oportunidad para espolear hacia una mayor compenetracion de nuestras realidades y potencialidades. Se que hay preocupaci6n por ofr puntos de vista. Lo comprueba el interes de mis criticos. Aplaudo sin reservas Ia actitud progresista, donde quiera que Ia haya entre los Jfderes educativos de Puerto Rico. Sigo creyendo no obstante, que, en terminos generales hace falta un proceso de adaptacion mas razonable; menos ir y venir, sin rumbo fijo, de un metodo a otro, de un salto a otro como dice don Francisco; mas penetracion en Ia bUsqueda y estudio de nuestros problemas. Yo no estoy solo en esa peticion: distinguidos educadores nuestros piensan como yo y de ello tienen constancia los senores Gaztambide y Rodriguez Lopez. Aja. No quiero olvidarme: yo tambien soy parte de ese sistema; en esta apreciacion mfa hay bastante de autoanatisis. Por el amor de Dios, no juguemos a las palabras, ni nos automimemos , a! enfocar un problema tan transcedente como este.

Diario de Puerto Rico, 11 de diciembre de 1948, pp. 6. 12. 16.


HOJAS Ll BRES IDENTIDAD PUERTORRIQUENA

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on motivo de las opiniones de Ia antrop61oga norteamericana Margaret Mead (*) sobre Puerto Rico, alguno de sus crfticos se han preguntado: i,Se refiere Margaret Mead particularmente a Puerto Rico o a una Isla cualquiera? i,Trata ella el caso de los puertorriqueiios en general o de los neorricanos en particular? A mi no me cabe Ia menor duda de que ella se refiere a Puerto Rico en particular, aunque es posible que se halle muy influida por lo que conoce mejor: los neorricanos. Afirma Margaret Mead que "todas las culturas isleiias tienen muy desarrollado el sentido de Ia identidad" -una isla es diferente a otra isla- pero enseguida comienza a presentar el caso particular de Puerto Rico:

pueblo dependiente o explotado, no hemos podido desarrollar Ia identidad que todas las culturas verdaderamente isleiias desarrollan. Yo puedo estar de acuerdo o no estar de acuerdo con los puntas de vista de Mead, aunque sea probable que se nos este juzgando a traves de Ia conducta de los neorricanos. En rigor, el choque de una cultura (casi iletrada) campesina o de una subcultura arrabalera con Ia vida industrial de Ia gran ciudad solo dejara fragmentos de lo que pudiera llamarse cultura integral puertorriqueiia. Se ha hablado de lo bien que se han adaptado los cubanos recien emigrados a Estados Unidos, sin

I .Los puertorriqueiios somos inmigrantes en nuestra propia isla. 2 .No tenemos cultura campesina muy desarrollada. 3 .Hay un gran movimiento migratorio entre Puerto Rico y Estados Unidos. 4. Los puertorriqueiios sufrimos de tenaz sensaci6n de dependencia. 5. No hemos decidido que pesa mas sobre nosotros, si Ia vergiienza por Ia dependencia o Ia ira por Ia explotaci6n. (Esto se saca del contexte de las aseveraciones). Porque somos producto de una colonizaci6n reciente en Ia historia y Ia poblaci6n campesina no tiene profundas rakes culturales; porque Ia pobreza nos ha dictado una situaci6n de nomadismo entre Ia isla y el continente y nos acosa el fantasma de Ia dependencia; porque no hemos decidido si somas un 153


analizar su procedencia social y educativa. No son solo profesionales muchos de ellos, sino que Ia mayorfa es posible que se sienta mas europea que cubana. Mejor, quieren sentirse europeos antes que cubanos .. . Y no se olvide que Cuba absorbi6 buena parte de Ia ultima gran emigraci6n espanola hacia America. La conducta social de los migrantes urbanos cubanos se puede ajustar a Ia vida estadounidense: sus profesionales y hombres de empresa pueden adaptarse mejor que los migrantes puertorriqueiios a esos nuevos ambientes. Los puertorriqueiios, es harto sabido, son en su mayorfa campesinos y jomaleros que van a parar at Iugar menos indicado de Estados Unidos. El puertorriquefio que va a Santo Domingo o Venezuela es diferente: en general, es mas agresivo y tiene iniciativa propia. Tiene mayor educaci6n. Se acerca mas al tipo de migrante cubano. La literatura de los treintas hacia aca ha recogido, con bastante acierto, el choque del puertorriqueiio con el ambiente de Nueva York. No se pueden desechar frivolamente ni con prejuicios nacionalistas las opiniones de Margaret Mead, entre las cuales hay ostensibles aciertos. Tampoco se le puede acusar de mala voluntad: al contrario, adviertese en su actitud un buen caudal de simpatia y comprensi6n. Claro, tampoco se pueden pasar por alto sus probables y, por momentos, tarnbien patentes desaciertos. Tampoco se han de descartar ciertas posibles contradicciones. Naturalmente , no hablo yo como antrop6logo -que no soy-, sino, como puertorriqueno que se ha practicado como tal desde que comenz6 a educarse en una zona carnpesina del interior del pais. Luego he lefdo y ponderado nuestra historia colectiva, en los libros y en las expresiones vitales de mis compatriotas; sus tradiciones, mitos y leyendas, a traves de Ia busqueda de sus ra1ces de triple penetraci6n; en las diversas matizaciones de sus zonas geograficas. He seguido atentamente Ia trayectoria del movimiento migratorio, de una zona de cultivo a otra, del campo al pueblo, de Ia aldea a Ia ciudad de Puerto Rico a Estados Unidos; a Santo Domingo, a Venezuela. En mi familia materna hubo correcostas que traian historias de sus andanzas ; otros parientes emigraron a Hawaii, a Arizona; un hermano fue marino y aun conservo un manuscrito suyo donde relata sus experiencias. 154

Casi todos regresaron, pero desde muy nino estuve escuchando larnentaciones por Ia persona que tuvo que emigrar. De los de Hawaii no se supo mas: se disolvieron en recuerdos cada vez mas imprecisos ...

II

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n Puerto Rico se desarrollaron dos posiciones contradictorias en lo que respecta a las comunicaciones de esta isla con el exterior. A Ia idea de insularismo -jnos coge el holandes!- de Pedreira se opusieron las ideas de plaza fuerte de Tomas Blanco y Ia de costas abiertas al contrabando de Morales Carrion. No debe olvidarse que el San Juan oficial vino a darse cuenta de que el resto de Ia isla existia, despues del ataque ingles a Puerto Rico en 1797. Ademas, no se necesita mucha penetraci6n observadora para darse cuenta de Ia ins61ita variedad de comunidades -con ciertas caracteristicas casi privativas- que hay en un territorio de apenas 9,000 kil6metros cuadrados. Esto fue mas notorio hasta los treintas. Varios arnigos y yo acostumbrabamos viajar de pueblo en pueblo en un territorio fisico de -sin duda- mas de 9,000 kil6metros cuadrados, por Ia abundancia de colinas y el serpentear de las carreteras. Visitamos todos los pueblos y casi todas las comunidades rurales . Algunas veces nos acompafiaron visitantes amigos extranjeros: norteamericanos, chilenos, costarricenses, mexicanos, guatemaltecos, venezolanos, brasileiios, espafioles ... Estos continuos viajes por ellitoral y el interior de Ia isla los ultimos aiios de Ia decada treintista hasta Ia de los cincuentas. El Puerto Rico asomado a las Antillas Men ores diferia sin duda del Puerto Rico occidental. La influencia del cafetal en el centro-oeste establecia diferencias frente al litoral influido por los cafiaverales. Y no era igualla zona costanera sur a Ia zona costanera norte.


El marcado tradicionalismo cordillerista se nos aparecia mas hermetico que el costanero. En algun rincon costanero-Vacfa Talega, Torrecillas, las Medianias de Loiza- parecia haberse detenido el siglo diecinueve, en las costumbres, Ia conducta y Ia sencillez de Ia gente. lr a las fiestas de Santiago era visitar otra epoca, casi otra pequei'ia isla, bajo Ia sombra de los cocoteros, al rumor de Ia olas. Recuerdo cuan aguda impresion causo en el animo de visitantes como el profesor Emesto Decal y -mas tarde- Vargas Llosa, el espectaculo de las bombas, a media noche, bajo las ramas con hordes plateados de luna. Tambien habia alga distintivo en el Barrio Tetuan de Utuado, en el Fronton de Ciales, en las salinas de Cabo Rojo, en Barranquitas ... Caminabamos por el litoral, subiamos y bajabamos cuestas y nos convenciamos de que aun el territorio fisico rebasaba los 9,000 kilometros cuadrados, sin contar el "territorio" que se extendia espiritu adentro ... Ese Puerto Rico, mas intima que visible a primera vista, fue apareciendo en mis narraciones. La exposicion es muy variada de La llamarada a ÂŁ/ fuego y su aire. Cuando salio La ceiba en el tiesto"rolones", cactus, vegetacion espinosa, hucares barbados- se me acuso de haber trasladado parte del paisaje de Mexico a Puerto Rico. (Ai'ios atras habia estado yo en Mexico.) Tanto se nos habia hablado de Ia verde exuberancia de "tierra adentro", que muy pocos escritores habian fijado su atencion en el "insolito" rincon de Ia isla. Mas tarde reitere Ia impresion en Cauce sin rfo y en ÂŁ/fuego y su aire, y ya todo se hizo mas patente a los ojos que antes no lo quisieron ver. Sin embargo, mis viajes a varias de las demas islas antillanas y a otros paises de nuestra misma tradicion, me convencieron de que hay ciertos rasgos que nos distinguen colectivamente: ese particular modo de tentar participacion en una tertulia, de "medir" con Ia vista; los giros de Ia conversaci6n ... Por ciertos giros de Ia sintaxis, por expresiones semanticas y foneticas, reconoci a mis compatriotas en Madrid, en Roma o en Sao Paulo; por el peculiar alborozo en un tren a media noche, de Genova a Aorencia, reconoci a distancia, al grupo de viajantes puertorriquei'ios. Es decir, alta, fuera de Puerto Rico, pude distinguir con facilidad los rasgos en comun de mis

compatriotas, pese a los variados distintivos de las localidades. Sabre todo, que no importaba Ia afiliacion partidista en Ia Isla para que alia, en el exterior, todos exhibiesemos sentimientos nacionalistas. Creo exagerado afirmar que los puertorriquefios seamos inmigrantes en nuestra propia tierra porque Ia colonizacion espanola comenzara hace s6lo cerca de cinco siglos. Quinientos anos son muchas generaciones, y si a esto se agrega Ia presencia, desde entonces, de los africanos, sobre todo una poblacion indfgena desde siglos precristianos, Ia exageracion resulta mayor.

III

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osotros fuimos uno de los laboratories originates de Ia occidentalizacion - granjas, hatos y fincas para el cultivo de nuevas plantas y nuevas animates domesticos; transplante humano-, en una isla pequei'ia, con poca comunicacion exterior, y quizas para asegurar que Ia simbiosis y Ia transculturacion ofrecieron particulares oportunidades para el desarrollo de una futura identidad, resultado de las identificaciones, los cruces y hasta de los choques. Las condiciones de Ia isla -no me refiero a San Juan presidio militar, sino al pais rural y aldeano-se prestaban mas al encuentro que at rechazo racial, como lo atestiguan las varias referencias a Ia situaci6n demognifica. Sin duda predomino Ia superior cultura, pero no se pueden minimizar las aportaciones indigenas y africanas. Parte de los rasgos culturales de estos ultimos, se fueron disolviendo en Ia cultura predominante sin dejar de ser; mas bien aparecen modificados, aqui en Puerto Rico mas que en Cuba o Santo Domingo. Y, al reves, Ia cultura espanola tambien se sintio influida por las otras dos culturas. Es sorprendente observar estas situaciones culturales en las fiestas de Lofza Aldea. Una vez fui espectador entusiasta de una celebracion similar entre ciertos

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indfgenas en Mexico. Da Ia coincidencia que esas tradiciones se mantuvieron en los sitios mas aislados. J ustamente en ese sector de Loiza aun se llama buren -palabra indfgena-al fogon. Alguna gente mal avisada asegura que desaparecieron los indfgenas; que visiten Ia zona del centro oeste de Ia isla y venin que no. Pero los grupos "puramente" indfgenas o africanos son menos visibles en Puerto Rico que en Cuba o Santo Domingo. No debe olvidarse que, en general, Ia tonica de Ia America ibera fue el mestizaje. En este particular, no se nos debe juzgar con criterios sociologicos o antropol6gicos norteamericanos o europeos. La obra de lsabelo Zenon -Narciso descubre Sll trasero-sin duda tiene muchos meritos, pero vale mas como vehiculo de expurgaci6n o catarsis que como modelo de enfoque sociologico. Estamos mas cerca del Brasil criollo que de la America hispana criolla. Se nota hasta en las comidas. Una cosa es Ia realidad politica y Ia otra Ia realidad cultural que se asienta en Ia penetracion y el entretejido de tres culturas raciales. Desde el punto de vista de Ia historia y de Ia conducta colectiva, nos somos inmigrantes en nuestra propia tierra: somos sfntesis de lo que heredamos de igneris, tafnos, espaiioles y africanos, en un territorio limitado que invito a Ia convivencia interracial y al mestizaje. Esto no niega los prejuicios ni los rechazos interraciales; los hubo y los hay. Como los hay en contra de judfos y catolicos en el sur de Estados Unidos. Pero, sin duda, Ia realidad de Ia convivencia se coloca sabre Ia disposicion de rechazo. Y es esta realidad abierta entre los puertorriqueiios. Tan indiscutible como Ia dependencia economica, mas fuerte esta que nuestra voluntad de no mendigar. El concepto de familia se extiende tanto hasta abarcar a veces a personas que no lo son por Ia sangre. Quizas es ahara que se esta cambiando Ia tradicional fisonomfa campesina de Puerto Rico con el avance urbanizador. Pero, en el fonda, lo mejor nuestro sigue siendo campesino, pese al aspecto extemo de nuestra gente. Tantas generaciones de desarrollo, en isla aislada, nos dio fisonomia fi'sica y espiritual. Reconozco a mis compatriotas aun en otros pafses hispanoamericanos, por sus gestos, ademanes y actitudes, por su manera de hablar y proyectarse. Tales signos definidores se cuajaron en el ambiente rural de nuestra isla, enajenada de Ia capital, en el transcurso de casi cinco siglos.

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Cierto que el movimiento migratorio entre Ia isla y Estados Unidos desfigura un tanto, no se puede negar, pero ahl seguimos. Somos, en general, malos migrantes y nos duele Ia ausencia a traves de las generaciones. Irlanda es "isla", segun e) concepto de Ia Mead, y es probable que los irlandeses sean mejores migrantes que nosotros. Creo que Margaret Mead tiene raz6n cuando aborda el asunto de Ia dependencia, Ia cual tiene, sin duda, aspecto de subcultura. La resentimos, pero nos solazamos en utilizarla para provecho diario. A veces llegamos al cinismo: coger por lo que nos quitan. l,No se marshalizo a Ia Europa de Ia posguerra? Por extraiia raz6n, aquf no se recalca nuestra condicion de plaza fuerte, en estos tiempos de bombas atomicas y peligro. Nos abruma Ia dependencia colonial. Sin embargo, ;,noes el "milagro" japom!s en parte obra de unos Estados Unidos recelosos de Rusia? Entre nosotros puede mas el impulso de Ia dependencia que el impulso a Ia ira, por Ia explotacion. En este momenta de expurgaci6n quizas encontraremos en Ia palabras de Mead mayores motivos para querer afirmar Ia identidad. (*Bill Thompson-Margaret Mead on Problems of Puerto Rican Cultural Identity- Puerto Rico, Revista lnteramericana de Ia Universidad /nteramericana, Vol. V. Num. 1, 1975).

CARMEN GOMEZ TEJERA

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1 muchacho era un campesino silencioso, terco y algo de marr6n. Decidio que no le gustaba su maestra de primer aiio. Negabase a responder si se le hacla alguna pregunta y contestaba los examenes indiferentemente. Desde un principia hubo, pues, un agudo conflicto entre maestra y discipulo. El era demasiado rural y ella demasiado urbana. Un dfa el padre del muchacho recibio una carta: "Si su hijo nose pone


al dfa va afracasar en los estudios". El padre decidio que su hijo debfa darse de baja. En aquellos dfas- mes de mayo- Ia principal quiso ver como se expresaban los alumnos de su Escuela Superior. Hizo que escribieran una composicion acerca de las madres. Y una semana despues se presento en el salon para decir: -Hay una composicion de uno de ustedes que ha sido una agradable sorpresa para mf. Me siento orgullosa del autor. Paseo unos ojos iluminados de jubilo por Ia sala, sin detenerlos en algun alumno en particular. Casi temblaba de satisfaccion, como los arboles que se Henan de alas y can tares cuando despunta Ia aurora. La vio fuerte y segura de sf misma. Asf era siempre. Ella empezo a Jeer el trabajo. AI muchacho campesino por poco le da un vahido. Cierto que el corazon queria salirsele del pecho, pero era en el estomago donde parecia sentir toda Ia conmocion. Se avergonzaba de que fuese en el estomago, porque siempre oyo decir que las emociones eran del corazon. Realmente estaba avergonzado. En las canciones y en las poesias se hablaba del corazon. Jamas del estomago. t.Seria porque Ia palabra resultaba mas facil para Ia rima? Quiza el maestro de ciencia no mentia: el corazon es una triste viscera. jAquf sf que no hay rima posible.! ÂŁ,Que resultaria de Ia poesfa de Ruben Dario si se sustituyese corazon por vfscera? Mientras Ia principal Jefa, los alumnos se miraban unos a otros; el muchacho campesino tenfan Ia cabeza baja. Habfa un gran silencio en Ia sala. t.Por que Ia principal no menciono el nombre del autor desde un principia? Hasta Ia maestra estaba algo nerviosa. Ya lefda Ia com posicion, Ia principal hizo una pausa. Despues, con voz tierna, dijo: -Adivinen de quien es. Sonaron algunos nombres. No no, esos no. Entonces Ia principal camino lentamente hasta el asiento del muchacho campesino y exclamo: -He aquf el autor. Sono un aplauso. La propia maestra fue Ia primera en felicitarlo. A el se le saltaron las li.igrimas. Casi le dolia el estomago ...

Se convirtio en uno de los mejores estudiantes de Ia escuela. La principal fue su maestra en el cuarto afio de espafiol. "Con ella aprendio a apreciar las obras literarias. Tambienfue su maestra de pedagogfa. Porque e/ se hizo maestro. En Ia escue/a rural se hizo escritor". Su primer libro resulto un exito. La primera fiesta de reconocimiento se celebro en Ia casa de Ia bondadosa maestra. Y luego de ese libro, vinieron otros libros. Ella, que vivio una vida tan rica en creacion, modestamente decfa: "Me alegra que mis discipulos hagan lo que yo no pude hacer. Eso le trae a una una gran satisfaccion". En Ia Universidad cumplio ella su medio siglo de servicios educativos, siempre en pie, sin aparentes fatigas. Si alguien elogiaba tal apostolado de dedicacion magisterial y de deber, respond!a: "Nada extraordinario, ÂŁ,que otra cosa tenia que hacer? Tal aseguraba quien tuvo por norma excederse en el cumplimiento de su deber. El antiguo muchacho campesino, hoy maestro y escritor, estaba entre los centenares de discipulos que le rindieron homenaje de carifio y admiracion a Ia maestra, e131 de mayo de 1959 en el Teatro Tapia. Por voz de Ia esposa del Gobernador, el Pueblo de Puerto Rico se inclinaba ante ella. Dijo dona Ines Marfa de Munoz Marfn: "Carmen Gomez Tejera, maestra de maestros, esta fiesta es para hacer reconocimiento de su i/ustre obra de educadora. Contamos siempre con sus lticidas ense1ianzas y orientaciones. Hoy, como mmca, necesitamos de usted. Necesitamos de los maestros que, como usted, se han consagrado a/ cumplimiemo del deber". Benito Cerezo Vazquez, recic:~n jubilado el tambien, hablo con emocion de lo que para el signific6 siempre Carmen Gomez Tejera como maestra, compafiera y amiga. Luego de escucharse Ia palabra reposada de Carmen Gomez Tejera, dijome una amiga: "Oyendola lzablar se me quitaron algunas de mis fatigas. Me siento con cinimos." Con inefable sencillez recibio Carmen Gomez Tejera el homenaje del Pueblo de Puerto Rico. No habl6 de sf misma. Mas bien hablo de Ia necesidad de continuar Ia obra. Dijo el antiguo muchacho campesino. "Hablaba, y parecfa temblar como esos arboles que se llenan de alas y cantares a/ despuntar Ia aurora". Para una maestra asi no hay crepusculos ... El Mundo, 12 de jrmio de 1959, p. 7.

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multiplicado fantasticamente. Ya no se puede vivir en el Monte Luquillo. --Quiza podras persuadir a Ia gente del Capitolio, si es que decides ir alii, que asignen dinero para acometer Ia desratizaci6n. --l,Desratizaci6n, dice usted? --Eso. --ÂŁ,Desratizaci6n en Ia Era de Mickey Mouse, de Jerry y del Raton Aerodimimico? ÂŁ,Que razones tendria que aducir para persuadirles a eliminar las ratas del Monte Luquillo? Es muy dificil, amigo. En este Pais se considera a Mickey Mouse mas real que a las ratas que nos aniquilan en el Monte Luquillo. --l,Permitimos que las ratas se queden con el Monte Luquillo, quieres decir? --Pero no son s61o las ratas ... --l,Hay otros enemigos de las cotorrras? --Las boas nativas. Se han aliado con las ratas. Ah, y tambien el zorzal pardo, que ha invadido Ia zona por millares --l,Quieres decir que el zorzal anda aliado con las ratas y las boas para acabar con ustedes? --Ni mas ni menos. Y como sino fuera poco, tambien Ia mangosta. Ni Ia mangosta ni el zorzal existfan en Ia epoca paradisiaca . Tambien son inmigrantes. --Caray, que les ha ido mal. .. --Ya no hay cirbol donde pararse en el Monte Luquillo.Tendre que ir al Capitolio. Yo tambien puedo ser elocuente y aprovechanne de Ia confusi6n. La pobre cotorra no sabia que rumbo tomar. --Hazlo antes de que sobrevenga Ia extinci6n. --Somos ya muy pocas en lo que fue un Et dodo nada puede argiiir ya. paraiso antaiio-me dijo.-t.Paraiso de antaiio? --l. Y que es el dodo? --El Monte de Luquillo. En realidad las --El dodoes (mejordicho, fue) un pajaro que cotorras apenas Uegamos a medio centenar. He tenido se extingui6. Estremece cuando se oye decir: "estas Ia tentaci6n de inne a refugiar en el Capitolio. mas muerto que el dodo". Seria triste que en Puerto Sospecho que debo sentirme bien alii. Rico tuvieramos que decir: "Estas mas muerto que --t.Por que en el Capitolio? lacotorra". --Me gusta conversar como todas las --Siento calofrio de s6lo escucharlo. Ahora, cotorras. Ya apenas tengo con quien conversar en el no se anden ustedes los seres humanos puerMonte Luquillo. En el Capitolio quien sabe podre torriquei'ios sin cuidarse. Estoy advirtiendo aires de por lo menos escuchar conversar. Adem as, iel susto extinci6n en mas de una fase de Ia vida puertorriquei'ia. La vida humana, quiero decir. que le hacen pasar a una! Imaginese,las ratas ... --t.Ratas? --Te desquitas conmigo. --Acaban con nuestros polluelos. No --No. Digame, l,que siembran ustedes? podemos poner los huevos en las nubes, l. ve usted? Antes, en tiempos paradisiacos, las cotorras --No, no veo. No veo los huevos en las encontnibamos maiz y gandules en todas partes. nubes. Ahora, todo viene en poles. t.Han pensado en una --En epocas verdaderamente paradisiacas no crisis, sin agricultura? Cuando venia volando, por existian tales ratas. Vinieron despues. Y se han poco me quema el fogonazo del concreto sembrado

, FABULA

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donde antes habia extensas fincas de vegetates. --Ahara es a mf a quien le da calofrio. Con Ia siembra de concreto se nos van las playas. Dicen que soy romantico inveterado. Noes asi. Creo en el progreso, aunque no como enfennedad. --Que me dice usted. Ya a punta de extinguinne veo los signos dondequiera. £,NO se da usted cuenta de que el hombre puertorriqueii.o corre el riesgo de extinguirse, como nos pasa a nosotros ahara? Anden ustedes con cuidado. Se lo digo porque lo aprecio. Pero ya Ia cotorra tenia que irse y alz6 el vuelo. La vi dirigirse al Capitolio. Decidi que no debfan tomarse a broma sus palabras. He aquf por que las incluyo en estas hojas libres El Mundo, 19 de abri/ de 1969, p. 8-a.

Ml

PRIMERA

MAESTRA

M

i madre, campesina con vena poetica y con parentesco «isleii.o» muy cercano, deda estar «envuelta en nubes de candela» cuando pasaba por momentos de perturbaci6n. A tono con Ia lecci6n aprendida en Ia escuela, un anochecer trataba yo de explicarle por que «pardaba el dia» y dije: «Suponiendo que yo sea el sol y X Ia Tierra ... », pero ella me interrumpi6 enseguida para observar: «Hijo tu eres demasiado trigueiio para soh». Por vez primera advert( cabalmente que el sol es rubio, por amarillo, y en Ia maii.ana del dfa siguiente extendf Ia mirada por los campos enrubiados por Ia luz solar y vi las frondas moverse al soplo de vientos verdes ... Poeta de nacencia, mi madre fue, ciertamente, mi primera maestra en el arte de Ia expresi6n. Admiraba yo sus recursos para hacerse en tender, transfonnando es en aes, ues en oes; fes en es, es en fes y uniendo ellenguaje mfmico al hablado, con Ia mas absoluta seriedad.

Cuando se proponfa extremar Ia condici6n de «estrafalario», digamos, soltaba Ia ristra de aes y Ia hacfa «astrafalario»». Solazabase en Ia enunciaci6n de esa ristra de aes cuando hablaba de cataplasma o plasta para zaherir a un holgazan. Y si vela que rehufamos el trabajo, £,que hacen arrallanaos ahf?, inquiria. AI responder con se en vez de sf trafa barruntos de mal genio y de ironia, aviso que percibiamos enseguida. Por lo general, su intento de desden se manifestaba con vocales cerradas. Irse chin, chin, chin era irse en derrota o tratando de no hacerse notar. «Para mf no valen esos aires seii.oriles»», solfa decir. Este intencionado juego de abrir y cerrar vocales, segun fuera el caso, ode alargar las silabas o repetir palabras, para crear distancias, en tiempo y espacio, eran parte de su particular estilo. Mi maestra de primeras letras (luego de que ella aprendiese a leer y escribir con mi hennana mayor) cierta vez me hacfa deletrear una palabra para que luego Ia leyese, y como viese que yo no salia del atolladero, grit6 ialza, pajuato! y creyendo yo que eso era lo que alii leia grite ialza, pajuato! y aun hoy dfa prefiero pajuato a pazguato. No es extrafio de que, en mitad de una peroraci6n universitaria, Ia fuerza afectiva saque a luz aquellas primeras Jecciones de estilo. En mementos de afectividad, apenas puedo prescindir de expresiones como aguacero padre, amafiarse, cachorro (obstinado), votoa, plantaje, dfceres,jumito, aljilo, arranc6 y me dej6 solo, manila (cobarde), marchante (peine), reparista, pajuncia (alimento malo), pajara (mujer coqueta), paisaje (ensalada de hojas verdes), mas viejo que el mundo, regueretear, jundici6n (aguacero fuerte). A duras penas digo farmacia; prefiero botica. Todas me llegan empapadas de recuerdo y de espiritu. Reconocfa a las personas porIa pinta; y el cerdo venia a ser su tenn6metro, puesto que cuando el sol se ponia ajogapuercos, ya sabiamos que serfan mas o menos las diez de Ia manana. Eran, sin embargo, sus figuras las que me impresionaban: alfileres de Ia lluvia, risa de yacolante, llanto de t6rtola, cantares tembluzcos de los carretos, cielo cerrado, tiempos oscuros ... El escritor en embri6n apreci6 profundamente las rudimentarias lecciones de lenguaje iba (y va aun) el alma de una persona querida. A veces no puedo evitar Ia compulsion de soltar una de esas expresiones, ante alguna persona

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«culta» y lo mas probable es que Ia 11eve a otras personas (mire usted los disparates que dice «todo un escritor>> ); pero muy pocos estan enterados de que en esos «disparates» vive mi primera maestra de estilo. Jamas he conseguido expresarme si antes no he podido posesionarme del alma de Ia palabra para ajustarla a determinado «momento». En ese «momento» bien puede palpitar Ia etemidad. El Mundo, 29 de n01•iemhre de 1974, p. 7-a.

CREER ES CREAR

C

reer es crear, Y "c:rear es existir", dice Paul Tillich, el gran filosofo cristiano aleman. Agrega: "Seres 1111 concepto dinomico": es, en realidad, el poder de ser y este "poder se manifiesta solo en el acto c:reativo, de tal manera, que el que no crea no exisre porque no ejerce el poder de ser". Siente Tillich desden por "Ia autosuficiencia y Ia foci/ satisfaccion del burgues". Crear no quiere decir, necesariamente, hacer cosas. Confesaba Porfirio Uribe: "iCuonto me due/e haber confundido e/ espiritu con e/ sistema digestivo!" Alfredo Laza lo sacudio siempre con aquella pregunta: "t:Mttere quien influye en los demos?" Para afirmar el "poder de ser"-palabras de Tillich-precisa crear generosamente, es decir, crear para los demas. La conciencia de "poder de ser" ahonda Ia vida, le da amplitud. El desden que siente Tillich por Ia "autosujiciencia y /a foci/ satisfaccion del burgues" tiene ampliajustificacion. Desdefia, pues, T!llich a! hombre que "confunde su espfritu con el sistema digestivo": a quien se pasa todo el dia deseando, insaciablemente, unos cuantos objetos. jNo basta hacer y amontonar cosas! Bienvenidos los medios de ganarse el sustento diario: fabricas, hoteles, progreso material, En particular, si vienen para todos los seres y no para unos pocos, si se ha pensado hondamente que Ia vida humana es dualidad: cuerpo y espiritu. Parece pueril que haya que decir esto.

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En el pasado, un pufiado de hombres creia constituir el pafs; eran dueiios de las riquezas ode las ideas. Hoy dfa cada ser humano empieza a tener conciencia de Ia posicion que ocupa o debe ocupar en Ia sociedad universal. Por eso se encabritan las rebeldfas en todos los rincones del viejo mundo colonial. Pero min las queda un recurso a los viejos senores: hacer Ia mayor cantidad y varied ad de cosas con que conquistar Ia voluntad de los rebeldes. jCuidado no nos cambiemos "pelo a pelo" por los objetos! jMucho cuidado con las cuentas coloradas! No se puede desdeiiar el pasado porque no habia entonces lo que hay hoy. No debeni uno entregarse a las sensiblerfas de tiempos preteritos; tampoco rendirse a Ia idea de que lo unico que tiene meritos son los objetos que amontonamos en Ia conciencia. Proposito indispensable de Ia educaci6n contemponinea ha de ser llevar a las personas a saber prescindir de los objetos inutiles y a buscarse los medios de adquirir aquellos que sean provechosos. Probablemente abundan los supermercados de objetos inutiles y probablemente hayamos hecho una religion del mercantilismo. El grito del doctor Jose Padfn resuena en nuestra historia: "jPersonas sobre cosas!" AI parecer, solo nos "llena el ojo" un presente repleto de objetos. Y pensamos en el pasado como una oquedad, lo que nos lleva a creer que nada fuimos entonces. Si mala es Ia sensiblerfa provocada por Ia evocaci6n, malo tambien es que el pasado nos parezca un vacio. Un vacfo noes principio de creacion para quien noes Dios. No basta poder adquirir objetos. No basta levantar fabricas, hoteles, multifamiliares, carreteras, escuelas, puentes. Precisa educar en el mejor uso de las obras y de los objetos: que Ia gente aprenda a apreciar fecundamente cuanto pueda tener. Es admirable que se de a Ia gente Ia oportunidad de ganar dinero y tambien admirable que Ia gente aprenda a sacar el mejor provecho a ese dinero. No basta construir un multifamiliar para volcar en el los arrabales. Es sumamente chocante que haya quien se gane miles de dolares solo por hacer creer a los demas que nada vale tanto como amontonar cosas. Llega a hipnotizarse con Ia idea de que las sustancias vitales son simples zarandajas. Dese a los objetos su justo valor, no se sobrepongan a Ia propia vida. Precisa creer en algo verdaderamente vital. Nose olvide, creer es crear. Y crear es existir. El Mundo, 29 de enero de 1960 p. 7.


MUCHA TIENDA

H

ay que reconocerlo: nos han enseiiado muy bien a amolar el filo de presente. Es Io que hacemos, dfa a dfa, en in fatigable faena. En todas las manifestaciones de nuestra vida individual y colectiva se refleja tal situaci6n. El otro dfa un compatriota amigo me decfa con orgullo: "Ffjate en e/ sl..yline de San Juan". Impresiona, es verdad, Ia "creaci6n" de un skyline en ocho a diez aiios. Recuerdo haber sido yo - en Pumos de Partida yen Hojas Libres- qui en insisti6 para que se hiciera crecer verticalmente a San Juan. El crecimiento horizontal, decfa, "roba" tierras indispensables a Ia producci6n (t,se ha enterado de que ya viene mas gente a Puerto Rico que Ia que sale?); en rigor, no me explico por que no se ha limitado Ia construcci6n de urbanizaciones desparramadas. La Zona Metropolitana es todo un laberinto. Se necesita el hilo de Ariadna para poderse orientar en algunos sectores. Siempre habra malas calles, malos servicios de limpieza, de luz, de agua, de transportaci6n, de escuelas, etc. Las calles de Ia Zona Metropolitana, aun acabadas de construir, son una vergi.ienza de deterioro y de suciedad. Se han construido quiza para que luzcan el dfa en que se corta Ia cinta simb61ica. Eso, sin considerar el abandono de las viejas calles de San Juan, Santurce, Rfo Piedras, Hato Rey. Crece San Juan como crecia el mangle: sobre caiios y Iagunas de imprevisi6n. Las "lfneas" de Ia electricidad, los tubos de diametro precario apenas pueden dar paso a Ia proliferada demanda de Iuz y de agua; los servicios de limpieza no pueden ya con tanta area, maxime cuando no se procura, por medios educativos, Ia colaboraci6n ciudadana. La transportaci6n es, llanamente, un enorme problema. t,C6mo no podni serlo en una ciudad que ha crecido casi sin gobiemo cientffico? En recientes dias nos ha informado ElMundo que los compradores de autom6viles tienen una deuda de treintiocho millones de d6lares en los bancos del pais. En nueve meses se compraron 37,000 vehfculos nuevos t,Progreso? t,Economfa saludable? No; nos dedicamos a amolar el filo del presente. Tal vez nos

preparamos para degollar las mas caras expresiones de nuestra intimidad. Por las calles de los repartos-propiedad de los bancos-los vehfculos de los bancos provocan una situaci6n laberfntica. En terminos generales, carecemos de fundamentos s6lidos para tal locura econ6mica. Nadie se mira en el espejo de una tradici6n de pobreza extrema; nadie considera los riesgos que puedan sobrevenir. Nos posee Ia locura de "comprar", puedase o nose pueda: bastanos que nos "vendan" cosas a plazos. Y si precisa vender el alma se vende el alma. Como decfa Manf, "mucha tie11da y poca alma". Hasta d6nde podemos llegar con esa situaci6n, no sabemos. Sf, es verdad, impresiona el skyline de San Juan. Pero quiza Ia verticalidad es mas alta de Io que debiera ser, sobre todo si se trata de construcciones de hormig6n armado en zona de terremotos y de huracanes. Llama Ia atenci6n el que muchos de esos edificios se construyan, en buena parte, de cristal. De ocurrir un fuene huradn,las vigorosas ventoladas llevaran millares de cuchillas por los aires y esto acrecentara los riesgos. t,Se pens6 seriamente en esas posibilidades cuando se levantaron tales edificios? l.0 solo queremos entretenernos amolando el filo del presente? No deben impresionar, sin analisis alguno, el skyline, las amplias avenidas que se abren, Ia proliferaci6n horizontal de repartos, los treinta y ocho millones de deuda a los bancos para adquirir autom6viles ... t,Es eso lo unico que se deja a las generaciones por venir? En dos palabras, repito, todo eso es "mucha tienda". Mas, t,que caudal de alma humanamente puertorriqueiia deja esta generaci6n nuestra como herencia para el Puerto Rico de manana? ÂŁ1 Mundo, 25 de mayo de 1964, p. 22.

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, PLANIFICACION DESORBITADA i me preguntaran si deseo volver a las realidades economicas de antes de los 40, naturalmente dirfa que no. ÂŁ,Quiere eso decir que las realidades economicas actuates tienen mi aprobacion? He aqui una situacion algo compleja. He vivido en Puerto Rico y puedo hablar. Antes de los 40 se realizaron cultivos, cuyo producto estaba orientado hacia Ia exportacion, ademas habfa intenso cultivo individual de Ia tierra. En terminos generales, el campesino producia to que se iba a comer: los frutos menores. Sf habfa extrema pobreza en Ia muchedumbre campesina y aldeana. Existia un gran desempleo. E 1 cultivo del cafe prevalecio hasta final del siglo XIX. Se montaba sobre una economia muy fragil. Luego de Ia invasion norteamericana, se intensificaron los cultivos del tabaco y Ia caiia, mayormente con capital ausentista. Ninguno de esos dos cultivos estimulaba el ÂŤconucoÂť, siembra individual de frutos menores, que sf se estimulaba en el cafetal. Ademas, tanto el canaveral como el tabaco se asentaba sobre un desmonte despiadado. Comparese los cerros de Ia region de Comerfo, Naranjito, Barranquitas, etc. con los cerros del sector oeste de Ia Isla. El cafetal, contrario al tabaco y a Ia cafia, protegio el bosque y, en consecuencia, los manantiales, el nacimiento de los rios. Antes, los rios mas caudalosos se hallaban en Ia mitad oriental de Ia Isla. En Ia actualidad hay mas abundancia de agua en el oeste. Entre Guilarte, Torrecilla y el Monte del Estado, en esa zona boscosa y de abundante lluvia, nacen casi todos los rios de Puerto Rico. Esta siempre Mmedo ese triangulo de naturaleza viva, donde se encuentra Ia mayor riqueza, tanto fluvial como pluvial. Quiere esto decir que, mientras el canaveral y el tabacal secaban manantiales, el cafetal los protegia. A esto conviene agregar que fue el tabacal Ia siembra que comenzo el uso de toxicos en gran Fo1omar.116n Caguas '98, Albeno L6pez.

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escala, en contra del gusano. Todo lo cual fue en perjuicio de Ia vida animal: pajaros, mariposas, cucubanos, abejas. Recientemente, se ha hecho aun mas visible el uso de contaminadores en los proyectos agrfcolas de empresas extranjeras en el sur de Ia Isla. El dafio que se hace a pajaros, insectos, ranas, etc. debe ser aun mayor. Eso no sucedi6 cuando Ia agricultura estaba mas individualizada. Mientras visitaba Ia isla de Tenerife, en las Canarias, observe el caracter de jardfn que entonces ten fa aquella isla. La agricultura no era solo individualmente, sino que habfa una gran diversidad de cultivos. Con el benephicito del Gobiemo, en Puerto Rico nos hemos empefiado en poner en pnictica metodos agrfcolas continentales, a punto tal que estamos exterminando los mensajeros de vida, portadores de polinizaci6n, que tanto abundaban en nuestro reducido territorio. Cuando era nino, por donde quiera habfa bandadas de gorriones, reinitas, mariposas, abejas, y Ia Isla era un jardfn. Habfa una gran vivienda de flares y frutas silvestres que ya apenas se ven. Si no hay portadores polinizantes no hay vida vegetal. Matar los portadores de vida es reducir nuestras propias posibilidades de vida. Seremos una isla bajo una gran sabana de concreto y tendremos que importar todo. t.Para que pensar en el jardfn que vela Gautier? Noes propio pensar en que se detenga el progreso, no. Puede haber progreso y vida de jardfn en esta preciosa isla. Parece que nos hemos vuelto locos pensandonos un continente. Recuerdo Ia presencia de las golondrinas en los alambres del telefono. Piensan en la mucha poesfa que ha generado Ia presencia de estos pajaros migrantes. Tienen un hennoso nombre en casi todos los idiomas: golondrina, en espanol; andorinha en portugues; rondonela en italiano; hirondelle en frances. Es pajaro inspirador. Ya apenas oye usted aquellos pajaros an unci adores de temporada: pitirres, clerigos, bien-te-veo... Tambien van desapareciendo las aves acmiticas de tierra adentro, en los rfos y charcas: martinetes, carrus, pulillas ... i. Y para que mencionar las aves de mar...? En Ia bah fa de San Juan habfa muchos nidos de alcatraces. El corte de mangles y Ia contaminaci6n con petr61eo han sido un azote para ellos. Hay interes en conservar esos ani males cuando ya se hace diffcil. La Isla sigue transfonnandose en una masa de cemento, no solo en los lugares publicos, sino tambien en los patios interiores de los hogares. El utilitarismo barato va sustituyendo la expresion natural. Precisa derribar arboles para que el patio no se Ilene de hojas. Hay que sembrar concreto para que Ia tierra no se ahogue. Claro, las hojas cafdas no son progreso, el concreto sf lo es. En algun momento de Ia vida futura pararemos sobre una tierra sofocada. Entonces no habra rfos ni manantiales, sino un desierto ideado por los seres humanos. Pereceran las plantulas que suefian despertar con Ia humedad. No, NO DESEO QUE se repita Ia pobreza de antes de los 40, tampoco me parece propia esta transitoriedad econ6mica del presente. Precisa ira la bUsqueda de un equilibria vital por el que no seamos vfctima de una planificaci6n desorbitada. El Mundo, San Juan Puerto Rico, 7 de diciembre de /999 , p. 42.

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LA CAfDA DE LA

ROCA Enrique Laguerre

F

UERTE y solitaria, ergufase Ia imponente roca, junto al valle, en el regazo de Ia montana bravfa. Miraba de frente a Ia aurora, y su recio perfil evocaba a un dios de fiera inmovilidad. Era el firme busto de un extraiio dios levantado por invisibles adoradores de Ia Naturaleza. Fingfa un duro gesto en los rasgos irregulares del supuesto rostro: una frente arrugada, unos labios contraidos y no se que tristeza de siglos tenfan sus ojos. Nada, nada conmovfa Ia imponente inmovilidad de aquel dios fiero y sombrio. Caian los rayos, Ia lluvia entonaba sobre ella una canci6n absurda y la tormenta feroz tronaba sobre Ia erguida frente, dura como el granito. Ni aun las conmociones sfsmicas lograron derribarle. Nada, nada le bacia caer. jC6mo parecia burlarse de la furia de los ~~--~~~ elementos! Se acobardaban los rayos, hufa Ia lluvia, tomabanse mansas como caricias las salvajes rafagas de los vientos tempestuosos, no se repetfan las


violentas sacudidas de Ia Tierra; y Ia fuerte roca segufa en su sitio earn al Oriente. Y Ia aurora sentfa por aquel dios inm6vil una divina admiraci6n: le envolvfa en una rosada aureola, todas las mananas, cuando los pajaros prorrumpfan en cantares. Y he aquf que en el valle vivfa una tribu de hombres inquietos y amantes de Ia guerra. Los cuales tomaron a Ia altiva figura como sfmbolo de feroz resistencia. Y levantaron un altar a sus pies para adorarle rendidamente. La roca parecfa reirse de aquellas extravagancias. Quien sabe si los seres invisibles de Ia Naturaleza sentfanse celosos de Ia adoraci6n rendida de los hombres. Y decfa Ia gente que se ofa un profundfsimo rumor en el seno de Ia roca, como rumor de rio que hierve. Todos los atardeceres congregabanse los habitantes del valle a escuchar aquel sordo rumor. Y llegaron romeros de distantes lugares, ansiosos de Iiberaci6n espiritual, y se postraron ante Ia imponente majestad de Ia roca bravfa. Y aconteci6 que un anochecer milagroso uno de los adoradores sorprendi6 un chorro de agua que salfa de Ia roca, fino como un hilo tembloroso. Y cundi6 Ia noticia. i,Lioraba Ia roca? Los hombres acudieron a celebrar ritos que demostraban su honda pesadumbre por el sufrimiento del dios. Creyeron heber higrimas de su dios al heber el agua cristalina que por cierto era salada como las higrimas. Creyeron que aquella era agua salvadora. Nuevamente acudieron millares de romeros esta vez en busca del brevaje salvador. Nadie advertfa las profundas pesadumbres que velaban los ojos del dios por los cuales filtraba tambien agua, pero tan sutil el chorrillo que apenas sf se notaba. Pas6 el tiempo. No solo se habfa agrandado el primer chorro, sino que se abrieron otras brechas. El agua fue socavando, poco a poco el altivo dios de Ia montana bravfa. Y se contaba que hubo curaciones maravillosas. Y aconteci6 que tantas fueron las brechas por las que saltaban chorros, que Ia roca fingi6 un dios mitol6gico de muchos ojos. Y una noche, mientras los habitantes de Ia tribu dormfan, cay6 Ia dura roca socavada por Ia impetuosa corriente. Los primeros en acudir al sitio del desastre, al ver a su idolo cafdo yen su Iugar una bullidora fuente, pusieron Ia voz en grito. Todos se postraron a aplacar las iras de un dios desconocido, mas potente que su dios. Padecieron una indecible pena al vera su dios cafdo, sfmbolo que era de brava resistencia. Entonces, un ser intuitivo sorprendi61a tristeza de siglos que velaba

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los ojos del idolo. Lafuente palpitante del coraz6n de Ia roca pudo mas que Ia furia de los elementos. Y desde entonces, hubo romerfas de sacrificios para ir a adorar a! triste dios cafdo, el cual mir6 de frente a Ia aurora. Tormironse mansos como ovejas los inquietos moradores del valle. El viento tuvo para ellos tristes rumores y Ia lluvia fue llanto, cual si los invisibles genios de Ia Naturaleza padecieran una amarga pena. Las yedras tejieron un sudario sobre Ia roca vencida, simbolo que fue de feroz inmovilidad, de brava resistencia. Y se hizo la paz. Aguadilla, P.R.

La cafda de Ia roca fue publicado en

Pueno Rico Ilustrado. San Juan, Pueno Rico, 30 de marzo de 1929, (XX 995) p. 67.



CONVERSATORIO

CON

ENRIQUE LAGUERRE

-

Azuccna Hcrn<1nclcz Reves •

1

I

or segundo aflo consecutivo, don Enrique Laguerre ha sido nominado como candidato a/ Premio Nobel de Literatura, y una vez mas, recibio el endoso incondicional de intelectuales, politicos y religiosos del Pais, as{ como el entusiasta respaldo de w1 pueblo que lo admira y lo reconoce como su novelista nacional. Y es que este hombre de gesto afable, pala bra fcicil, juicios certeros y coherentes, cautiva a todos con su plcitica inteligellte, discreta y pausada. No hay dudas de que don Enrique domina el arte de Ia conversacion y siempre nos sorprende con su memoria prodigiosa, capaz de atesorar un extraordinario caudal de sabidur{a, por lo cual, dialogar con el es siempre una experiencia amena y elltraflable. Pero tambien nos impresiona el ser humano, el hombre fntegro, vertical y sencillo con zm alto concepto de Ia amistad. Si wviesemos que caracterizar a/ narrador en pocos rasgos, destacariamos su espfritu solidario, su compromiso social y Ia sinceridad de sus planteamientos. Laguerre ha demostrado ser un agudo observador de las circunstancias puertorriqueiias y Ia mejor evidencia de e/lo son sus quince nove/as: sfntesis del devenir historico-polftico patrio desde el siglo XVIII , cuando encontramos Ia genesis de Ia conciencia nacional, hastafinales del siglo XX. En elias ha plasmado sus experiencias vitales primarias, vicarias, colectivas y universales- para

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transformarlas en materia narrativa. Ha cultivado, ademas de Ia nove/a, todos los generos literarios: el articulo periodfstic:o, el ensayo, Ia critica investigativa, el teatro , Ia poesfa y el cuelllo. El novelista, que posee un arraigado sentido de antillanfa, ha logrado trascender Ia insularidad para proyectarse como el mas universal de nuestros escritores.

Usted se inicio como escritor a principios del siglo XX y, aun hoy, en los albores del siglo XXI, continua escribiendo. l Que ha significado para usted su trayectoria creadora durante este largo transcurso temporal? ;.Que significa para usted ser escritor en el Puerto Rico de hoy? He sido afortunado por haber vivido tanto; vi vir casi un siglo, es en cierta medida, una fortuna, sobre todo, para una persona que se impuso una mision cuando comenzo a escribir, Ia mision de ir al encuentro fntimo de nuestra historia, cosa que se habla abandonado bastante en mi pals. Creo que he tratado de cumplir al maximo con esta mision que me impuse desde que escribf las primeras Hneas en Ia revista Puerto Rico 1/ustrado, en Ia decada de los veinte, y con mas intensidad aun, desde que escribf La 1/amarada.


Entrar a un nuevo siglo significa para ml dejar un siglo atnis con mi proposito cumplido. No me arrepiento de lo que he hecho y precisamente en estos dlas lo he expresado en uno de los trabajos que escribl para mi colaboracion en el periodico El Mundo, que titu!e Los dos Puerto Rico del siglo XX, en este articulo diferencio el Puerto Rico que llega hasta 1940 del Puerto Rico que parte de 1940 hasta el afio 2000 y lo hago, no a traves de los hitos, sino de expresiones, de gestos, de ademanes, de actitudes de dos personajes muy distintos: A1dorso Santora! y su nieta Zuleika. El nombre del primero, lo tomaron sus padres de los almanaques, de Ia consabida frase samara/ a/ dorso, y el personaje de Aldorso nos da una idea de como era Ia vida y Ia cultura de estos campesinos nuestros; en cambio, su nieta Zuleika, cuyo nombre proviene de un novelon escuchado por su madre, vive en un modemo condominia yes madre adolescente soltera, de modo que con esos pequeiios detalles,aparentemente intrascendentes, estoy tratando de destacar como era Puerto Rico antes y despues de los aiios cuarenta, con esos cambios acelerados que hubo a partir de de esa decada, sin que existiera un reposo planificador que nos preparara para ello. Considero que Munoz hizo una gran labor de cambio social, pero muy de prisa. Quizas Ia po-

breza extrema que habia lo forzo a apresurar unos cambios que nos hicieron mas daiio que bien, como esa horrorosa dependencia economica que ha matado el espfritu creador y emprendedor del puertorriqueiio. ... Esa es, en resumen, mi posicion con respecto al siglo que pas6, y, sf, sl siento Ia satisfaccion de haber cumplido Ia mision que me impuse desde que sali del trasfondo rural, como decla Pedreira, hasta que me incorpore a Ia vida universitaria.

Usted es un escritor de Ia Generacion del Treinta, en Ia cual el tema de Ia identidad nacional cobro much a importancia, y siempre ha afirmado que ÂŤescribe para identificarse y para identificarnos como puertorriqueiiosÂť. ;,Considera que hoy en dia Ia definicion de Ia identidad nacional es un problema aun vigente? Nosotros tenemos un problema del que no podemos prescindir y es el problema de un nacionalismo legftimo porque contamos con quinientos afios de cultura occidental y comenzamos a ser un pueblo con personalidad propia en el siglo XVIII, pero ya teniamos unos fundamentos desde dos siglos antes, pues fuimos uno de los primeros pueblos

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fundados en America; viviamos en Ia pobreza extrema porque nos faltaron recursos para vivir mas o menos decentemente. En el siglo XVlll, cuando se desarrolla Proa fibre sobre mar gruesa, habia cuarenta mil habitantes en toda Ia Isla y dos mil en San Juan. Tan tarde como el aiio 1765, teniamos solamente setenta mil habitantes, segun consta en las Memorias de 0' Reilly. Es sumamente curioso que, en poco mas de un siglo, cuando llegan los norteamericanos,la poblaci6n haya aumentado a casi un millon de habitantes. Siempre he tratado de explicar esa cuesti6n, y se explica en el sentido de que los espai'ioles hicieron una recolonizaci6n en las Antillas durante el sigo XIX, epoca en Ia que llegaron a Cuba y Puerto Rico gran cantidad de gallegos, asturianos, vascos, catalanes... El unico pais antillano donde no sucede esto es en Santo Domingo, ya que se independiz6 desde 1844, mientras que Cuba nose independiza hasta principios del siglo XX y Puerto Rico no se ha independizado, no tiene soberania aun. De modo que en Ia segunda mitad del siglo XIX, se forj6 un puertorriqueiio practicamente nuevo, que al juntarse con los puertorriqueiios que ya habitaban e1 pais, da Iugar al puertorriquefio de hoy. Sf, creo que el problema de Ia identidad nacional es un problema vigente debido al conflicto entre lo nacional y lo econ6mico. Nosotros fuimos intervenidos en el 1898, pero desde mucho antes de invadimos, ya Estados Unidos miraba a Cuba -desde 1850- y a Ia Republica Dominicana -desde 1860-, de modo que el interes norteamericano por las Antill as data desde mediados del sig1o XIX. AI llegar los norteamericanos a Puerto Rico, pensaron que el pais estaba poco poblado, pero no era asl, y no pudieron dominar la politica domestica de una isla con tantos habitantes. Creo que no se puede ir a los extremos y afinnar que Estados Unidos trajo ni bien ni mal a Puerto Rico; trajo bien en el sentido que trajo Ia colonizacion universal, por ejemplo, mientras que trajo mal, en el sentido que crey6 que Ia cultura y el idioma espaiiol podian sustituirse de un aiio para otro, sin pensar que habfa cuatrocientos aiios de hispanolingiiismo y de tradici6n cultural hispanica. Esas tradiciones, ese hispanolingiiismo, ese arraigo a Ia tierra, ese aislarnos en un pals tan pequeiio como el nuestro, hizo que crearamos un nacionalismo muy fuerte, pero los americanos con sus proposiciones de un liberalismo capitalista nos llenaron de infulas, de tal fonna que nos cre6 ese conflicto que algunos han llamado «Ia esquizofrenia puertorriqueiia» y es que

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no sabemos a que atenemos, si ser espafiolistas o aceptar las proposiciones capitalistas de Norteamerica. Pero yo creo que si echamos a un Iado la cuestion economica, tenemos una identidad redondamente definida, sf, muy definida, ya que yo conozco a un puertorriqueiio en cualquier Iugar del mundo, por su fonna peculiar de ser y de hablar y lo puedo distinguir, sin ninguna dificultad, de un cubano, de un dominicano o de cualquier otro hispanoamericano.

Don Enrique, usted ha aseverado que Ia literatura ha salvado Ia historia de Puerto Rico, ya que -como ha sefialado- el pueblo puertorriquefio suele ser «Un desmemoriado de Ia historia». En su larga trayectoria narrativa usted leuda Ia intrahistoria insular. ;.Se siente satisfecho de haber contribuido con ello al rescate de nuestro pasado? Somos un pueblo con un profundo concepto nacionalista, pero un poco confuso de Ia cultura nuestra. No me di cuenta de esta situacion hasta que no salf de Ia Isla. Como en Puerto Rico existe ese conflicto entre lo nacional y lo econ6mico -que ya seiiale- no solemos tener un concepto muy claro del pals. Cuando visite Francia note que es el pais mas nacionalista del mundo, pues ninguna otra naci6n le da tanta importancia a los hechos hist6ricos, hasta el punto de poner una tarja en un banco porque Napoleon se sent6 ahf, o hacer del sitio donde esta enterrado Bonaparte, un templo de adoracion o culto napoleonico. Paris se cree el ombligo del mundo y los franceses han leudado su historia de tal fonna que han hecho casi un prop6sito nacional de unas palabras de Shakespeare, que hasta ya consideran suyas: «Somos hechos de Ia misma materia de los suefios». Francia ha vivido de sueiios y cree en ello, en vivir de fantasias, en vivir su historia con levadura. Si existe una historia con levadura, esa es Ia francesa. Creo que a nosotros los antillanos, nos hace falta esa levadura. He leido una historia de Santo Domingo en Ia que se presenta una batalla nacional como si fuera Ia de Waterloo, jclaro, ese es el colma! Pero definitivamente creo que si nuestros paises desean tener profundidad hist6rica, tenemos que leudarala. La historia nose profundiza celebrando el Dfa de Mwioz Rivera, el Dfa de Hostos, o cualquier fecha relevante; se profundiza viviendola en Ia intimidad, se profundiza cuando uno esta dispuesto


a leudar su historia. Si uno no Ia vive en su intimidad, no tiene motivaciones ni materia para poderla leudar. Por ejemplo, cuando hago un gesto, en ese gesto esta mi historia, porque es diferente al gesto de un mexicano, de un argentino ... lgual sucede con los giros que se emplean al hablar. Alleudar Ia historia debemos buscar, no cientificamente sino con profundo afecto, lo que es unico, sin embargo, debemos tener un claro concepto de lo que es unico y diferente. En este sentido, Ia Generacion del Cuarenta y Cinco es superior a Ia Generacion del Treinta, porque esta ultima tuvo un concepto antropologicoliterario del puertorriqueiio. En lnsularismo, Pedreira idealiza al campesino y creo que en eso fallo, y se lo dije cuando aun vi via. Considero que quienes comienzan una busqueda cientifica y antropologica del ser puertorriqueiio son Ricardo Alegria y Eugenio Fernandez Mendez, en lo aiios cuarenta. Ellos emplean una vfa cientifica, que acompaiiada de una via afectiva nos darla Ia verdadera imagen del puertorriqueiio. Entiendo que es muy importante que uno tenga conciencia plena de su identidad y de su historia. Si hay un pais que admiro, es Mexico, porque acept6, sin reparos, que es un pals mestizo y ha sabido leudar su historia patria y conjugar de forma admirable sus variadas etnias: zapoteca, azteca, maya ... para lograr un nacionalismo muy bien orquestado. Siempre he considerado que hay una sola raza: Ia del ser humano, que se puede mestizar en mayor o menor grado, y hay que empezar por reconocer esta verdad, si uno quiere buscar Ia identificacion real de un pais y de su gente y eso, ademas de leudar nuestra historia, es lo que he tratado de hacer en mi obra.

Don Enrique, usted se intereso en las literaturas norteamericana y britanica motivado por Muna Lee, Ia esposa de Munoz Marin, quien fue una de sus maestras mas admiradas. Como surgi6 su interes por Ia literatura brasileiia, ya que Ia dio a conocer a traves de los cursos que usted instituyo en Ia Universidad de Puerto Rico. ;,Que persiguio cultural y pedagogicamente con ello? Desde que comence a enseiiar en Ia Universidad, siempre sostuve que Brasil era parte de lberoamerica; no olvidemos que Portugal fue un estado soberano y de creacion literaria antes que

Castilla, pues el dialecto galaico-portugues tuvo Ia primicia lirica peninsular. Entiendo que Brasil es indispensable para que nosotros tengamos una concepcion clara de lo que es lberoamerica. Aun Ia misma Concha Melendez exclufa a Brasil, cuando empleaba el termino lberoamerica, pues solo pensaba en los palses hispanicos. Si Ia peninsula Iberica incluye a Espana y Portugal, lo mas logico es que al hablar de Ia cultura iberoamericana, incluyamos Ia America hispana y Ia portuguesa. Todo esto me motiv6 a ir a Brasil con el proposito de preparar un curso de Literatura Brasileiia, yo conocia a algunos autores como Machado de Assis, Castro Alves, Graciliano Ramos... Permanecf seis meses en el pals, y el Prefeito de Siio Paulo, puso ami disposicion una comoda oficina con aire acondicionado y una secretaria que me ayudo a preparar una bibliografia para el curso. Aunque yo lela portugues, no lo hablaba, to aprendf a hablar en Brasil, ya que es mas dificil hablarlo que leerlo, porque es un idioma muy nasal. Siempre lei mucho sobre Brasil porque me parecia un pafs fascinante por sus peculiaridades: tuvo un imperio con Don Pedro II en el siglo XVIII, cosa que no sucedi6 con ningun otro pafs americano, luego se convirti6 en Republica. El cambio de capital a Brasilia, esa capital artificial y, sobre todo, los maravillosos cuentos del Matto Grosso ... Todo ello creo en mi un gran interes por Brasil y Ia cultura brasileiia.

Usted fue uno de los pioneros en enseiiar un curso de Literatura Puertorriqueiia. ;, Que significo y que significa para usted, enseiiar esta materia? Cuando comence a enseiiar el curso de Literatura Puertorriqueiia, muchos, como Arturo Morales Carrion, se reian. Decian: ÂŤMira a este, enseiiando esas novelitas y perdiendo el tiempo)). Pero es que Ia literatura de un pals no tiene que ensenarse por sus valores literarios si no los tiene, se enseiia por su valor social. Una novela como Estercolero de Jose Elias Levis, tiene gran valor social porque presenta Ia vida miserable de un arrabal en Cuba, no se por que Ia ubica en Cuba, como si en Puerto Rico no hubiese arrabales. Otras novelas como La c:harca y Garduiia, tienen no solo valor social, sino tambien indiscutible valor literario. Lo mismo que las obras de Alejandro Tapia, como por ejemplo, Postumo el transmigrado, en Ia que se

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conjugan humor y espiritismo, -rasgos que nos caracterizan- y La cuarterona, que plantea el problema del prejuicio racial. Otro libro que considero muy representative nuestro y que nadie le ha hecho mucho caso es Cuentos y leyendas del cafetal de Antonio Oliver Frau, este como El Quijote es un libro surcado de caminos. AI preparar este curso le di un valor socio-hist6rico a las obras que no tuviesen gran valor literario y, siempre, partiendo del criterio de Ia presencia de Puerto Rico y del espiritu nacional puertorriqueiio en las obras seleccionadas. No me arrepiento de haber contribuido con este curso al conocimiento y valoraci6n de nuestras letras.

Sin dudas, usted es un adelantado en el planteamiento del tema ecologico -el mismo ya se observa desde La 1/amarada-, lo cual es sorprendente en una epoca en que nadie se preocupaba por los problemas ambientales. ;.A que se debio este temprano despertar de su conciencia ecologica? Es curiosa, pero es posible que todo ello se deba a un peon, Pedro Perez, quien trabajaba para mi familia, quien era, ademas, un maestro natural y espontaneo. Pedro acostumbraba a madrugar para ordeiiar las vacas, echar Ia lena, buscar las viandas, en fin para realizar todas las tareas domesticas. Yo salia tam bien de madrugada a mudar el ganado, que estaba amarrado, y a recoger los mangos, a oir Ia manana, el canto de los pajaros madrugadores y a percibir el aroma de las flares, a disfrutar del frescor del orvallo -el rocio matutino-. Pedro me lo iba explicando todo, pacientemente, con su risa franca, su gran sentido del humor y aquella espontanea frescura, profundamente cordial. Era un tipo fuerte con un gran bigote que recordaba a Stalin, en lo fisico, no en lo politico, como el personaje Manuel Cabanas de La llamarada . Pedro fue como un hermano mayor que me enseiio a amar Ia tierra en esa dimension de tiempo vivido, maiianero, pero tambien en los atardeceres, cuando se mudaban por ultima vez las reses, se buscaban los nidos de las gallinas realengas y se sorprendian los panales de abejas silvestres. Pedro me llev6 a amar profundamente Ia expresion natural de Puerto Rico. Andando el tiempo, surgio mi preocupaci6n del porque no se conserva todo eso. l,Por que tenemos que destruir nuestro ambiente, si ese es nuestro habitat natural, nuestra geografia?

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Sucede como en las escuelas del pais, que le ha dado Ia espalda a Ia historia nuestra, porque dice ya Ia conocemos; precisamente por eso hay que conocerla mas. Lo que hay que enseiiar mas profundamente es lo que ya se sabe a medias. Como puedes ver te estoy hablando de un maestro que no sabfa leer ni escribir, pero sf tenfa una compenetracion tan grande con Ia naturaleza y el ambiente en el cual vi via, que era como el mismo pajaro maiianero, tenia Ia frescura del orvallo y esa espontaneidad que solo posee lo natural. Pero los seres humanos hemos ido hacienda cada vez mas artificiosa Ia vida... Tengo estas preocupaciones desde que Pedro era mi compaiiero de charlas, hace ya mucho tiempo, cuando yo tenia trece o catorce aiios. Cuando comence a escribir, no podia eludir un tema que tanto me preocupaba. En el semanario Puerto Rico 1/ustrado publique una columnaAtisbos sentimentales, que trataba de temas de Ia naturaleza. Luego empece a cambiar el estilo y mi primera noveIa El hombre que se malogr6, era una narraci6n naturalista, agria y fuerte. Esta novela recibi6 un Accesit del Ateneo, pero nunca Ia publique, porque no estaba del todo satisfecho con ella. Por alguna parte de mi biblioteca debe andar el manuscrito, pero ya ilegible. Lo que sf te puedo asegurar es que Ia preocupacion por conservar nuestro ambiente es algo que tengo siempre muy presente, por lo que el tema ecol6gico es una constante en mis novelas, ensayos y articulos periodisticos, pues a traves de toda mi obra he denunciado como se esta comprometiendo Ia estabilidad ecol6gica del pais y eso es algo que nunca puede ser negociable y de lo que todos los puertorriqueiios tenemos que estar conscientes.

Desde el aiio 1960, fecha en Ia cual se publico el drama La resentida - previamente representado en Ia Universidad de Puerto Rico en el aiio 1944- no ha publicado otra obra teatral, pues min permanece inedita El secuestro de San Valentin. ;,No se sintio satisfecho con esta incursion dramatica? Ademas de El secuestro de San Valentin, tengo otra obra sin publicar, La remmcia de Mary Sullivan, Ia cual se iba a montar, pero result6 muy extensa, aunque tiene tres actos, yo le recorte como veinte paginas, pero aun asf era irrepresentable. Esta obra tiene un tema que nadie ha tratado aquf, pues


trata de lajoven puertorriqueiia que emigra a Nueva York y se casa con un europeo y surge un problema que han sufrido infinidad de muchachas en situaciones similares, pues se crea un nuevo m.1cleo familiar que es europeo o norteamericano, pero no puertorriqueiio, pues hasta los nombres de los hijos son extranjeros. Tengo varias primas que han vivido experiencias similares, y se da el caso, por ejemplo, de una persona con nombre polaco que come arroz con polio y asf se descubren sus rafces puertorriqueiias, pues en algun momento aflorara Ia nostalgia del terruiio, ya que el puertorriquefio es malisimo emigrante, pues sale del pais, pero siempre quiere regresar, cosa que no sucede con el europeo. El regreso a Ia patria de Mary Sullivan es un momento muy dramatico en Ia obra.

;,Por que no Ia ha publicado? No lo he hecho porque el teatro es arte representativo, tiene que contar con Ia colaboracion de un buen director e indefectiblemente se requiere Ia participacion del publico, de un escen6grafo, de un director de sonido, en fin como tu bien dices, es un trabajo de equipo, destinada a Ia representaci6n escenica mas que a Ia lectura. Ya se sabe que si una obra mediocre cae en manos de un director genial, puede convertirse en un exito de taquilla y viceversa, si una buena obra esta mal dirigida, puede convertirse en un fracaso. Mira lo que pas6 con The Mouse Trap de Agatha Christie, esta obra se estuvo representando en Londes por treinta y dos aiios, rompiendo todos los records de representaciones. Definitivamente el mejor colaborador del dramaturgo es el director. Recuerdo tam bien una obra de Arthur Miller, The Death of the Salesman, que tuve Ia suerte de ver representada en Broadway, que fue un exito despampanante, y ello a pesar de que trataron de desanimar a Miller con el titulo, por Ia connotaci6n negativa de Ia palabra muerte, como si los norteamericanos no muriesen nunca... Esta es una obra muy dramatica, pero claro,los norteamericanos son expertos en efectos de luces y sonidos, pues el teatro de Estados Unidos es una especie de matrimonio entre el cine y el teatro. El teatro espaiiol, en cambio, es puramente teatro. Como considero que una obra dramatica se crea fundamentalmente para representarse, no para leerse, y por to complicado que resulta Ia representaci6n escenica de una obra teatral, solo he

publicado La resentida y los otros dramas aun permanecen ineditos.

Su obra tiene unas constantes estrechamente vinculadas con Puerto Rico, una de estas constantes es el mestizaje; de hecho, usted acuiio el termino indajrispa11o. ;,Por que su insistencia? La antropologfa arqueol6gica contemponinea ha comprobado, en forma definitiva, por los hallazgos encontrados en Kenia, Tanganica y Etiopia, que el principio, el origen del mundo estuvo en Africa. Recuerda que en el Museo de Antropologia Modema de Nueva York, hay una reproducci6n de «Ia Eva», a quien se le ha llamado Lucy, que es una mujercita de unos cuatro pies y medio de altura que vivi6 hace unos tres millones de ai'ios, y Ia encontraron en el nordeste del continente africano. Por to tanto, se ha comprobado que el tronco del ser humano esta en Africa. Esos seres primitivos fueron emigrando luego a Asia y Europa, hasta cambiar paulatinamemte su fisonomia por medio del ambiente y constituirse en to que se ha dado a llamar raza humana y te repito, Ia antropologia arqueol6gica ha probado esto de modo fehaciente. En segundo Iugar, luego que ocurri6 to anterior, vinieron los grandes mestizajes pues los mongoles invadieron a Europa, cuando ya el ser humano estaba civilizado. Observa que muchos alemanes tienen rasgos mong61icos; en Espana el mestizaje es una realidad innegable, mas aun por ser un pais fronterizo y como dice Gilberto Freyre: «Los pafses fronterizos todo el mundo los pisa». El mestizaje se da tambien en Rusia, pais que tiene mucha relaci6n con Asia, y en ltalia, ya que el Mar Mediterraneo contribuye a ello. En America, naturalmente, tambien ha habido mestizaje con Ia presencia del conquistador, el indigena y el negro. No s6lo en America Latina, sino que en Estados Unidos hay una extensa poblaci6n mestiza que no se ha identificado, pero que tiene mas de cincuenta millones de componentes. Con esto quiero decir que el mestizaje noes exclusivo de America, sino que es una realidad mundial. Por ejemplo, en el siglo XVI, Ia princesa Carolina, peneneciente a Ia casa real de Inglaterra, era una mestiza, hija de aleman y de una mulata de Islas Vfrgenes. Si uno Ia mira bien, le encuentra cierto parecido con Isabel II, Ia actual soberana de los

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ingleses. La casa real de Suecia fue fundada por un lugarteniente de Napoleon Bonaparte, que era mestizo y Bethoven, el musico genial, no era aleman puro, sino que tenia una mezcla de sangre alemana y asiatica. Como veras, Ia mayor parte de las grandes figuras, porno mencionar las menores, son mestizas. Los seres humanos se cruzan unas razas con otras, sin ninguna dificultad, en consecuencia, cuando viene Ia servidumbre obligada a America, el amo tiene infinidad de hijos con las esclavas. Se afirma que a finales del siglo XIX, America estaba totalmente mestizada, incluyendo a Argentina, que luego se ha llenado de alemanes, italianos y belgas. Esta realidad del mestizaje debe reconocerse, porque es nuestra, eso somos y si uno se estima a si mismo tiene que aceptarse como lo que es. Como decfa don Federico de On is: ÂŤAmerica tiene una gran pob/acion blancuzca o pietruzca o induzcaÂť. La America Latina es mestiza y debemos aceptarlo porque es una verdad antropologica y me he situado en sostener ese pun to de vista porque tengo res pal do cientffico para ello. Antropologos como Boas, Benedik y Teillard de Chardin, afirman que el mestizaje ocurre desde las etapas mas primitivas del ser humano. El brasileiio Gilberto Freyre seiiala, por otra parte, que las Antillas tienen mayor parecido con Brasil que el resto de America., entre otras cosas, por su poblacion mestiza. Por lo tanto, Ia gran masa de los paises americanos es mestiza, no somos blancos, ni indios, ni negros, somos mestizos. Y uno debe, cuando escribe, identificar sus conceptos de lo que uno es, identificar sus origenes, sus rakes; si uno no hace eso, lo que escribe esta escrito fraudulentamente y yo no quiero escribir fraudulentamente. ;,Cual considera usted que es Ia virtud colectiva mas sobresaliente del pueblo puertorriqueiio? ;, Y emil, su mayor defecto colectivo?

por ello considero que Ia mayor virtud colectiva es el concepto de gran familia que tiene nuestro pueblo. El gran defecto que tenemos es esa inestabilidad emocional en lo que respecta a Ia decision de lo que somos. Munoz hizo campaiia politica para erradicar el absentismo economico de Ia Isla, incluso utilizo La /Jamarada para hacer promocion en contra del absentismo y Ia publico por episodios en el periodico La Democracia. Pero andando el tiempo, entrego a Puerto Rico al peor de los absentismos. Actualmente las empresas que poseen mas poder economico en Ia Isla, no son puertorriqueiias y no solo son norteamericanas, sino que tam bien son cubanas, dominicanas, incluso, hasta israelitas. Es decir, todas las grandes empresas son extranjeras y eso no seria tan terrible, si no fuera porque dichas empresas envfan diariamente sus ganancias a instituciones bancarias norteamericanas y ese dinero no circula aquf en Ia Isla. En cosecuencia alrededor de veinte millones de dolares se van anualmente del pals en esa forma. Sin contar que Ia mayor parte de los comercios no son de necesidades reales y esenciales, sino de necesidades creadas y superfluas. No soy economista, pero me preocupo, porque los economistas se hacen los sordos y no dicen nada. Todo esto ha contribuido a Ia inestabilidad emocional de que te hable al principia. Nosotros estamos viviendo Ia vida un poco transeunte como pueblo, porque desgraciadamente hemos esquivado el tema del estatus en una forma incalificable. Noes Estados Unidos quien tiene que resolvernos los problemas, somos nosotros; pero como resolverlos si hay tanto divisionismo ... Entiendo que si se llegara a un acuerdo en cuanto al procedimiento a emplearse serfa un buen principio para llegar a un concenso. Tan pronto se llegue a un concenso, como en el caso de Vieques, se llega a un supuesto acuerdo con Washington. Por tanto, creo que si se resolviera el problema del estatus, alcanzariamos Ia estabilidad emocional que hoy nos falta.

La gran virtud del pueblo puertorriqueiio que creo ahora se ha debilitado un poco- es ese concepto de gran familia que tenemos. Eso sale a relucir cuando uno esta fuera de Puerto Rico; cuando me he encontrado con un puertorriquei'io en el extranjero, enseguida se identifica conmigo yes mas nacionalista que yo. La confusion de que hable antes, entre lo econ6mico y lo nacional, se da aquf en el pais, pero desaparece cuando se sale a! extranjero,

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Usted no es partidario del ÂŤarte por el arte)), ya que ha reiterado que toda manifestacion artistica exige compromiso. ;.Que entiende exactamente por compromiso de un escritor? La palabra compromise se asocia siempre con lo social, pero el compromiso puede ser, incluso, para satisfacer un gusto elitista o para lograr


comodidad espiritual. Cuando hablo de compromiso, me refiero a cualquier compromiso, ya sea positivo o negativo, desde mi punto de vista. Creo que mi compromiso es de caracter social y descarto ese compromiso frivolo del «arte por el arte». No creo en eso que una vez afirmaba Nydia Caro de «canto por can tar». Cuando uno actua en Ia vida, debe tener una intencion, debe tener un intencionalidad fecunda. Creo en el compromiso social si existe un problema, ya que el mismo no se puede ignorar, ni evadir, hay que denunciarlo con Ia intencion de resolverlo. Si bien no se puede confundir un problema con una situacion social; cuando digo problema, es algo negativo que sucede en una situacion social, algo a lo que no se le haya dado solucion. Eso es Io que me propongo, buscar los problemas existentes que aun no han solucionado en unas circunstancias sociales. Cuando escribo, to hago con Ia intencion de que Ia gente conozca mejor su historia, de que Ia pobreza extrema se eli mine, de que no destruyamos el balance ecologico, de que no haya fantasia inutil. Y que conste, creo en Ia fantasia, pues creo que Ia realidad mas real que tiene el hombre es su fantasia, porque ningun otro ser de sobre Ia Tierra tiene Ia capacidad para Ia fantasia, salvo el ser humano. Lo que no comparto es Ia fantasia inutil. Por ejemplo, El Quijote plantea infinidad de problemas humanos a traves de Ia fantasia y lo hace de una forma muy atrayente.

Contrapunto de soledades tiene una mujer protagonista, Cristina Eugenia Fermindez, y esto noes muy com tin en sus novelas... Si bien es cierto que con Lucrecia Madrigal logr6 una caracterizaci6n de gran fuerza y Alexia y Sora se imponen en Por bocas de caracoles, suelen ser los caracteres masculinos los de mas garra en su obra. ;.Le resulta mas dificilla caracterizaci6n femenina que Ia masculina? AI hombre latinoamericano lo han educado con Ia idea de que el prevalece sobre Ia mujer en el sentido social y en todo sentido. Sin embargo, me ha llamado Ia atencion que hoy dia en las oficinas de Gobiemo, por ejemplo, casi no hay hombres, hay un matriarcado total; en nuestra television abundan las muchachas y, a veces, solo tienen belleza fisica. En Puerto Rico, indiscutiblemente, ha habido mujeres inteligentisimas y de algunas de elias se ha abusado mucho en el pasado.

Quizas por Ia forma en que nos han educado, Ia mujer es para mi mas dificil de caracterizar, tam bien porque actua de forma muy diferente cuando esta dominada a Ia forma que actua cuando es ella Ia que domina. La mujer cuando domina suele ser mas imperiosa aun que el mismo hombre. Para el personaje de Lucrecia Madrigal me inspire en una mujer que conoci personalmente; puedo decirte que he conocido a cada uno de los caracteres femeninos de mis novelas. El hombre me resulta mas facil de caracterizar porque he tenido mas dialogos con ellos; generalmente los dialogos con las mujeres han sido interesados. Por otra parte, las mujeres son mas propensas a los tradicionalismos y a ser mas reservadas que los hombres, en cambia el hombre es mas abierto y explicito. Algunos de mis personaje femeninos proceden de las vias sentimentales como Delmira y Pepifia. A Delmira Ia encontre en Moca, hace poco tiempo, a pesar de que debi6 haber muerto, segun La 1/amarada. He seguido Ia trayectoria de muchas de mis criaturas de ficci6n, muchas veces Ia vida del personaje ha coincidido con lo que he anticipado en mis novelas, y otras no. Definitivamente, para mi es mas facil ir en busca de las experiencias vitales masculinas que de las femeninas y es que me resulta dificil dialogar con una mujer sobre sus experiencias vi tales. Y esa es Ia base de Ia caracterizacion, las experiencias vi tales en sus cuatro dimensiones: primarias, vicarias, colectivas y universales. Las primarias, o personales, se sostienen por las ideas de las personas y hay algunas personas que son tan constrefiidas que nunca salen de las experiencias vitales personates y eso delimita el concepto caracterizador.

En Contrapunto de soledades se denuncian los abusos sociales y familiares que se cometian a principios de siglo con Ia mujer, sobre todo, con las hijas primogenitas, quienes debian sacrificar sus vidas en aras del bienestar familiar. Es, sin dudas, una obra de reivindicacion social. ;,Como considera que ha evolucionado el papel de Ia mujer en nuestra sociedad? La mujer, desde los afios veinte, cuando consigui6 el derecho al voto, basta el presente, ha progresado mucho, pero aun asi, tiene grandes limitaciones todavla. Y el hecho de que Ia hija primogenita se use para el sosten de Ia familia, como sucede en Contraprmto de soledades, no ha

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desaparecido del todo. Creo, ademas, que el espacio que esta ganando Ia mujer le ha hecho perder el equilibria, porque Ia esta comprometiendo con el mismo sistema que el hombre. La mujer esta apta para cualquier puesto, pero Ia comprometen con el mismo sistema de corrupci6n, como vimos en el caso del Instituto del Sida. Si Ia mujer va a caer en el mismo sistema de corrupci6n, mal gobiemo y mal servicio que ha cafdo el hombre, pues tendremos un mal aliado. La mujer como maestra es mas paciente que el hombre, aunque he objetado que sean las mujeres, maestras de niiios varones de siete a doce aiios, porque en esas edades es mas conveniente un maestro con el que los niiios puedan identificarse. Tan pronto Ia mujer comenz6 a invadir lo que tradicionalmente se ha considerado terreno masculino como: Ia policia, el ejercito, Ia ingenierfa, Ia arquitectura, Ia carpinteria... entonces fue que el hombre empez6 a protestar, porque se sinti6 amenazado. Actualmente mas del cincuenta y cinco por ciento de los estudiantes universitarios son mujeres. Tambien abundan las mujeres entre el personal docente y administrativo de nuestras universidades y contamos con varios colegios dirigidos eficientemente por rectoras. Sin Iugar a dudas, Ia mujer esta ocupando el espacio que le corresponde.

Con motivo de su nominacion al Premio Nobel de Literatura, el pueblo se desbordo en tributarle multiples homenajes cargados de admiracion y cariiio; se que ese fue para usted el mejor de los premios, pero tiene que haber sido un aiio agotador. iHa pensado que con motivo de Ia nueva nominacion al Nobel, le espera otro aiio similar? ;,Esta preparado para ello? En realidad no estoy preparado y, ademas, no espero que sea como el aiio pasado el cual fue terrible desde el punta de vista ffsico , pero extraordinario desde el punto de vista de Ia complacencia espiritual y moral. Lo que me sucedi6 fue que me excedf tratando de corresponder a tanta demostraci6n de afecto y carifio y sufri un severo agotamiento to que provoc6 que me tuvieran que hospitalizar por varios dfas. Donde quiera que iba, Ia gente me reconocfa y venia a tributarme multiples muestras de cordialidad, admiraci6n y respeto. Lo poco que he hecho lo he hecho pensando colectivamente no

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individualmente y Ia gente lo ha comprendido, y lo que es mas importante aun, Ia gente lo ha apreciado y se solidariza conmigo. Me conmueve el entusiasmo y el respaldo uminime que me ha brindado el pueblo ante mi esfuerzo por afirmar lo puertorriqueiio y rescatar Ia historia patria.

La tecnologia ha logrado un includable papel protag6nico en los tiempos presentes. ;,Cmil es su opinion sobre una sociedad cada dia mas computadorizada y mas dependiente de los avances tecnologicos? El hombre esta comet iendo un error gravfsimo tratando de construir un mundo artificial que podrfa acabar con el mundo natural. Parece que el ser humano se canso del mundo natural y ya fue a Ia Luna y ahora quiere ir a Marte y a otros planetas. Yo soy muy aficionado a las sandfas y el otro dfa comf una que no tenfa el sabor, el color, ni Ia textura de esta fruta, por no tener, no tenfa ni semillas. Esa fruta sucedanea, alterada, coloreada artificialmente, nada mas que para darle comodidad comercial a los seres humanos, me parece a mf un error tragico. Yo no vivire para ver los efectos negativos de esa manfa que tiene mucha gente de destruir lo natural para sustituirlo por lo artificial , pero las j6venes generaciones si los venin. Llegani el momenta en que el mundo tendra una carga tan grande de material phistico, que no sabra que hacer con ella. Piensa que el plastico necesita mas de cinco mil aiios para podrirse , para degradarse, asf que se afectani Ia capa de ozono que nos protege y sin esa capa protectora no podemos vivir. Tu pensaras que un literato hablando de todo esto transmite una preocupaci6n, pues sf, me preocupa porque yo vine a Ia Tierra a vivir temporalmente, pero tengo nietos y me inquieta Ia suerte y el destino de ellos y creo que debo estar consciente de lo que esta pasando en el mundo. Considero que es un disparate que el Gobiemo de Puerto Rico haya gastado cien millones de d6lares en computadoras, es un disparate por dos razones: Ia primera es porque se le da oportunidad a los pillos para romper los candados y robarse las computadoras y Ia segunda porque Ia computadora es un riesgo enorme para Ia salud por las radiaciones que emite. Conocf a una hermosa muchacha que qued6 casi ciega por el uso frecuente de Ia computadora. Yo siempre escribo a mano porque


creo que asl Ia savia baja directamente desde el cerebro, a traves del brazo, hasta el papel. Pienso que Ia tecnologfa es buena hasta tanto sirva efizcamente al ser humano, tan pronto esa tecnologla quiera imponerse al hombre y ser mas que el, podria convertirse en algo muy peligroso para Ia vida del ser humano. La ciencia que conduce a Ia fabricaci6n de Ia bomba atomica es mala; Ia que conduce a Ia fabricacion de un automovil, para Ia transportaci6n humana es buena. La tecnologfa es buena, siempre y cuando no rebase su funci6n como servidora del ser humano.

zCmiles considera que son los cinco libros puertorriqueiios mas importantes del siglo XX? Es una seleccion muy diffcil, porque son muchos los libros significativos del siglo XX, y muchas las revistas tambien. Considero que un libro como La charca de Zeno Gandfa, que aunque se publico a fines del siglo XIX, en el 1895, se dio a conocer a principios del siglo XX, es una obra que ha influido mucho en nuestros narradores. Creo que Ia Revista de las Amillas, fundada por Llorens el aiio 1913 y considerando sus catorce numeros como una unidad ideol6gica, tuvo un papel fundamental en nuestro desarrollo cultural como organo expresivo de poetas y prosistas del Modemismo. De hecho, sugerf en el Institute de Cultura que se hiciera una edicion facsfmil de dicha revista. Otra publicacion muy importante fue fndice, creada por Pedreira, Quinones, Collado Martell y Geigel Polanco, el aiio de 1929, aunque fue una revista modesta, influyo mucho y cambi6 nuestra vida, ya que tuvo como meta el analisis y definicion del puertorriqueiio. Un libro es importante por los cambios que provoca en Ia cultura de un pafs, y creo que Ia Revisra de las Antillas provoc6 un cambio despues de trauma del 98 , por su parte, fndice puso el espaiiolismo como Ianza en defensa de lo puertorriqueiio frente a lo norteamericano.. En el 1956 se publica un libro muy importante, el Diccionario de literatura puertorriquetia de Josefina Rivera de Alvarez, que es un estudio compendiado sobre las obras y autores puertorriquefios, que incluye, ademas, una valoracion crftica. Es este un libro imprescindible para el estudio de nuestras tetras. Por ultimo, considero que Ia totalidad de Ia obra de Manuel Alvarez Nazario, vista en conjunto como una unidad de estudios lingiiisticos,

es una obra de consulta obligada e indispensable como ex presion de nuestra cultura en el siglo XX. Josefina Rivera de Alvarez, sin dudas, fue una adelantada en su campo, pues su obra sento Ia pauta y se publico antes que Ia Historia de Ia /iteratura puertorriqueiia de Manrique Cabrera, por ello no inclui esta ultima obra. De modo que esas cinco unidades son las que yo creo mas importantes y representativas del siglo que acaba de finalizar.

Es usted, sin dudas, un antillano universal. zQue significado tienen para usted las Antillas y los antillanos? Como he reiterado en mis clases,las Anti lias tienen en comun que en elias se erigio ellaboratorio para formar Ia America; por Io tanto, el Caribe es Ia matriz de Ia americanidad y del hombre americano. En las Antillas fue donde se experiment6 con toda Ia botanica y Ia zoologfa que se trajo de Europa, de Asia y de las islas del Pacifico, se convirtieron estas islas en el Area de Noe de Ia America. Mucho antes de que llegaran los espafioles, habfa una estrecha relaci6n entre las tres islas hermanas - Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico debido a Ia intermigraci6n existente entre elias. Pensemos que Hatuey era dominicano y, sin embargo, es cubano y Guarionex era puertorriqueno y, sin embargo, es dominicano. Esta interrelaci6n entre las islas antillanas ha existido y existini siempre. De modo que las Antill as tienen esa funci6n hist6rica que no solo los antillanos, sino todaAmerica debe tener muy presente. Don Federico de Onfs me decfa que yo deberfa de reescribir Ia historia de America, y entiendo que si hubiese tenido tiempo, lo habrfa hecho. Soy antillano y me siento orgulloso de serlo; ten go afici6n por todo lo antillano y siempre me ha parecido que se ha cometido una tremenda injusticia con Cuba, cuando no se ha reconocido que el Neoclasicismo y el Romanticismo cubanos son los mejores de toda America. Mi gran orgullo como antillano y puertorriqueiio es sentirme cubano con escritores que han marcado pautas como Ia Avellaneda, Saco y Marti o sentirme dominicano con Henriquez Urena y Duarte. Son las Antillas los unicos pafses de America que han producido maestros continentales como Hostos, Martf y Henriquez Ureiia. Para mf es muy importante que un antillano tenga Ia vision y Ia aspiraci6n unitaria de proceder cultural. Lo lamentable es que

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no se hubiese logrado en el pasado un entendimiento para que las Antillas fueran un solo pais, una sola naci6n, para que asf se cumpliera el sueiio de Hostos y Marti de crear una confederaci6n antillana.

Usted ha realizado critica literaria, tanto en el salon de clases como en valiosos ensayos, entre ellos, recuerdo De Rita Baiana a Teresa Batista y otro sobre La charca, que sirvio de prologo a una edicion de esta novela. Es mas, usted se formo con Ia critica exigente de Pedreira, Concha Melendez, Andres lduarte y Federico de Onis. ;,Que me puede decir sobre Ia critica literaria actual en Puerto Rico? Primero que nada, hay que diferenciar entre Ia critica investigativa y Ia critica de prensa. Si bien, hay una critica de prensa que, al mismo tiempo que se puede llarnar critica, es tarnbien de promoci6n. Esa crftica de prensa ha tenido un representante notable en todas las generaciones, basta el presente. Por ejemplo, el Modemismo tuvo Ia figura de Miguel Guerra Mondragon, un critico muy bueno, educado en Inglaterra, con un punto de vista muy universal y uno de los grandes colaboradores de Ia Revista de las Ami/las, Ia que tuvo tanta influencia durante los primeros veinte aiios del siglo pasado. En Ia Generaci6n del Treinta, tenemos a Margot Arce y Concha Melendez quienes fueron extraordinarias criticas investigativas. Sin dudas, Ia figura mas representativa de esta epoca fue Antonio Pedreira, quien cultiv6 tanto Ia critica investigativa como Ia de prensa. La principal obra critica el Ia hace no en indice, sino en el peri6dico El Mundo, desde Ia columna Aclaraciones y crfticas. Pedreira se convierte en una especie de gunl de Ia critica y sus opiniones al juzgar las obras no siempre fueron favorables, por ello se hizo de muchos enemigos y se cre6 basta una leyenda de ser un imperterrito que no cedia en sus apreciaciones negativas y en su censura a Ia literatura puertorriqueiia. Pero cuando apareci6 La 1/amarada se des bordo en elogios, y eso caus6 animosidad en otras personas. Creo que Pedreira realiz6 una extraordinaria labor de animaci6n de nuestra cultura, lo que quizas no hicieron los otros escritores del Treinta, por ello es que singularizo su figura. La Generaci6n de Cuarenta y Cinco aprovecha Ia herencia del Treinta y Ia supera, ya que es un momento de floraci6n de todas las artes. Es

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una epoca en Ia que se desarrolla el ensayo, Ia poesfa y se escribe el mejor cuento que se ha escrito en Puerto Rico. En esta Generaci6n surge una figura representativa de Ia critica, Juan Martinez Capo, que no estaba tan bien equipado intelectualmente como Guerra Mondragon o Pedreira, pero era muy estudioso y un lector incansable y realiz6 una excelente labor como critico de prensa. Recientemente escribf para el peri6dico El Mundo, un trabajo titulado Vuelos de ave de corral, donde expongo mi punto de vista sobre Ia critica. Creo que no importa que Ia critica sea positiva o negativa, lo importante es que sea objetiva y bien intencionada y que, ademas, Ia haga una persona que este bien equipada intelectualmente. En este sentido Martinez Capo era un maestro, pues tenia Ia virtud de ser objetivo y aun cuando tenia que decir algo negativo de un libro lo hacfa con buena intenci6n. La prensa nos ofrece un espacio para expresar criterios promotores de un libro y esto implica una gran responsabilidad, por lo que ese espacio debe aprovecharse para impulsar Ia buena lectura y nose debe desperdiciar. Este es un aspecto de Ia critica de prensa muy importante para mi . Si bien, aunque Ia critica sea promotora, no debe nunca caer en uno de los dos extremos: negativismo malintencionado, por un lado, o complacencia bobalicona, por otro. Muchas veces, Ia critica actual del pais es extremista y pasa de Ia fobia a Ia filia.

;,Quienes considera usted que han sentado pautas en el mester-critico puertorriqueiio? La critica investigativa siempre ha estado muy bien representada. Los criticos investigativos tambien sientan pautas, pues sustentan unas normas para el analisis de las obras, muchas de las cuales pueden aplicarse a Ia crftica de prensa. Se han destacado: en este tipo de critica: Pedreira, Concha Melendez, MargotArce, Alvarez Nazario, Ruben del Rosario, Josefina Rivera de Alvarez, Jose Luis Vega, entre otros. Todos ellos han realizado unos trabajos serios, rigurosos y bien documentados en el campo de Ia critica investigativa. Bueno, ya he destacado las figuras que han hecho critica de prensa continuada. Porque muchas personas estan bien equipadas intelectualmente para hacer critica, como Maria del Carmen Monserrate, Estelle Irizarry, Luis Zayas Micheli, Roberto


Fernandez Valledor y tu, pero han hecho crftica esporadica, no continuada, con Ia ventaja de que ustedes son universitarios y nunca escriben sin haber investigado previamente. Hay una figura, Ruben Rios Avila, que pudo convertirse en el critico representative de su generaci6n, pues el tiene Ia capacidad para hacer un excelente trabajo critico continuidado. Para escribir critica de prensa hay que tener mucha voluntad y perseverancia, pues uno no puede cortar la serie. Por ejemplo, yo ten go siempre tres articulos de reserva, de modo que si un dia de Ia semana no puedo enviar alga, pues ya hay una reserva y no me tengo que preocupar si surgiera algun inconveniente. Considero que en Ia actualidad no existe en Puerto Rico, una figura que se distinga por realizar una critica continuada objetiva e imparcial. Algunos criticos estan enajenados de Ia realidad puertorriquei'ia y pierden de vista que estamos forjando una conciencia nacional. Y no estoy pensando desde el punto de vista regionalista, por el contrario, estoy pensando que ese regionalismo nuestro debe hacer acrobacias y meterse en el mundo universal sin que reviente Ia cuerda que lo une a Ia realidad puertorriquefia, ya que to universal tiene sus rai'ces en lo nacional.

Considero que ha sido un privilegio el haber tenido Ia oportunidad de entrevistar, una vez mas, a don Enrique A. Laguerre, ya que resulta muy estimulante sostener una conversacion distendida con el, pues se descubre enseguida que el narrador disfruta del arte de comunicar- arte que esta en franco proceso de extincion- cuando responde todas las preguntas sin prisa, coil genuino entusiasmo y Ia sinceridad que lo caracteriza en todas las tareas que emprende. Ademas, siempre enriquece sus respuestas con oportunos ejemplos y atinados comentarios que lefacilitan Ia labor a/ entrevistador. Dialogar cone/ escritor y amigo es siempre zm reto, pues por encima de las vivencias afectivas compartidas , esta nuestro hondo respeto y admiracion ante el maestro defirmes convicciones y autentica vocacion, asf como ante el intelectua/ comprometido con Ia afirmacion ontologica de Ia identidad nacional. Sin traicionar los postulados de Ia Generacion del Treinta, a Ia que pertenece, don Enrique lza sabido siempre evolucionar en

consonancia con los cambios ocurridos en e/ acontecer insular, tratando de adecuar sus planteamientos y soluciones a los problemas vigentes. Este hombre dinamico y visionario, enemigo de posturas extremas y retrogadas es, sin dudas, una figura cimera y atemporal del panorama culwral puertorriqueiio.

Entrevista realizada e/9 de febrero de 2000 en el Palacete de los Moreau en Maca, Puerto Rico.

Azucena Hemudez Reyes Naci6 en Santa Clara, Cuba. Catednitica del Departamento de Espaiiol de Ia Universidad de Puerto Rico, Cotegio Universitario de Aguadilla, desde et afto 1972. Posee una Maestrla en Artcs, con concentraci6n en Estudios Hispanicos, de Ia Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagiiez. Gurs6 estudios postgraduados en Ia Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rfo Piedras. Ha dictado multiples conferencias en diferentes universidades e instituciones del Pars y ha publicado numerosos artfculos en prestigiosas revistas acad~micas y literarias de Ia Isla. Se ha especiulizado en el estudio de Ia literatura puertorriquena y, sobre todo, es una estudiosa de Ia obra laguerreana ~fue discfpula del escritor en varios cursos doctoralcs-. Ha escrito diversos trabajos sabre Ia obra de Laguerre, ha prcsentado las ultimas cinco novelas del autor y to ha entrevistado en varias ocasiones.

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Tiempos arras, en este momenta de los mlos cuando en los altos cielos enjambran las estrellas

y los lwndos misterios intentan revelarse, en/a amplia soledad de las horas sin tiempo, ofanse campanas: talOn-tan, talOn-tan ... ojos entreabiertos, dejabamos Ia coma; saUamos contentos gorrio1wndo alegrfas; las calles eran rios de gozos compartidos bajo los altos cie/os enjambrados de estrellas. Brisa madrugadora prometia 1/oviznas; fuego, Ia luna /lena hi/aha sus argentos. Pajaro alucinado gorgeaba sus hinmos anticipando e/ alba; milagro de Ia luz ... Eso fue en los a/bores de mi generacion cuando a/ salir de coso 1111 "Dios-los-acompaiie" materna, estremecido de vitales urgencias, prendfase en e/ pecho dandonos compaflia por las calles revueltas en camimo a los templos. Ayer respondfamos a/ clamor de campanas bajo cielos profundos enjambrados de estrellas.. . Esta noche se escucha una sola campana en Ia amplia soledad de las horas perdidas; el cielo encapotado desdibuja el contorno del pueblo silencioso; no fluyen ya los rfos del gozo c:allejero; de las comisas cuelgan losfantasmas del miedo; Ia vo: de Ia campana traspasa Ia conciencia y /lora porIa luz a pagoda en los cielos, en el temor callado de hombres y de mujeres, de niilos y animales. El talOn-tan-talOn resucita nostalgias e illfentan revivir los gozos compartidos, los hinmos gorgeados, e/ "Dios-los-acompaiie", el enjambre de luces, el go:o en las calles. Tiempos au¡as, jque tiempos!, cuando en los altos cielos signaban las estrel/as con los lwndos enigmas de las horas sin tiempo, se ofan las campanas... Hoy noche, una campana, una sola campana quiso ponerles luces a las oscuras cal/es del pueblo atormentado. Bajo el cie/o plomizo, con retampagos lentos, losfuegos apagados.


Agradecimientos: Peri6dico El Mundo Revista Caras Peri6dico El Nuevo Dla Fundaci6n Enrique Laguerre Dra. Luz Virginia Romero Archivo General de Puerto Rico Biblioteca General de Puerto Rico Colecci6n Puertorriqueiia - UPR Seminario de Estudios Hispanicos Federico de Onfs

Impreso en Puerto Rico Advanced Graphic Printing



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