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. Sf: me era forzoso lla1n ar ¿A q'uién? H~bía'seme olvidado el nolnbre. 1A bu.e na hora ! ~e senté' en un peldaño de la escalera para ordenar las ideas qut! bu!Han ,- y.se· atrot'llabah _en .mi cerebro. ·• Cávi.lé mucho, y · al fin bri lló en mi · memoria como un rayo de luz que todo lÓ esclarece, el nombre ·de Crispian Port~ondo, u n señ,¡r adinerado, prestamista al diez 'por ciento que gozaba de buena 'reputación entre la hi,q( lifi' de la' sociedad puertorriqueña. ¡ E:rispian,J.< ya lo sabeis: un hombre . go~do,, .de cabeza grande como queso m¡¡liorqufn, abdómen extra1>rdinario cou;io.l}a rriga (\e buey. y nariz grasien · ta y negruzca como trozo de morcilla. • Cuando'te,ng~is hambre, pordioseros del mundo ; cuando vuestros hijos, padres' infellces, os pidan con los o jos llenos de lágrimas el pan que n~ podeis, · darles por' que la miser_ia os consume; 0
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- 6-'.. .:" iH· recu rrid al caballero.Grlspi an Portno n'-. do, 'lºe no os d~ rá un Oc havo: ·Seg~ra· me nte' i}ero saldrei• tle su casa con .,] corazón henchi do de promesas y la ~i ente colmáda de ensu~l'\os. El os
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-D es ¡:)ués de aqu e l día e n que m is l •
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.Pe ro no le pidais protecc ión ni din ero, P"' que os had concebir ilu siopes. _
quP nn'se rea li zaran nunca _¿_lo enten-
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yo hubiera sab ido_esto un segu,ndo a ntes d ~ llnnrnr á la p~¡!rta de a:g i.\el C:1Se r ó n . ll O
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cas. las gé n ~ ij ex i one$ ·v,· sobre~tOd.0,..ía .. d ulced um bre del E xmo. Sr . . Marques , ,¡., Cn mpove·rde, ii lg uacil , s~c re.tari n, · ••
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-A h ! c11á nto m.e plac;, que hayaiñ vP.nido :f mi casa. Cr~a m e u st~¡l: g9· 7.0 m11cho cua ndo los pobres ,yienen. á
deis ! ¡n un ca !
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·coni:efaJ y ·alcalde · ad· honorem del 'ilus·t re Ayul) tamie nto. . 1 :' ..f E'n ton ces lo ignorc.ba, No sabía . · ·. ·que bajo elgaban del oso co n deco1~ad~. palpitaba un cor;;,,ón ll eno de va·.';. dida¡l y.sospech?s . ,
:i-fo rtnn ado; 'os tenderá .la ~ iest\a y le nireis exclam ar co u su g r~ n ybz de
mí ;. Q u.é d es~~ u ~ teE ? ·
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rec iLirá con un a so nri sa de mercader
óa r ítono:
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.. ilu siones se di siparon co mo el hu mo, ~· he r.efl exio 1lado largas horas y me_ he reic¡o ¡¡, ín_f ndibu la batiente. D écfa me : • --!.Así SQn los di oses á q uie nes ado· r..~1ás d~ rod illa~· 6 co n la frente en el polvo ? ¿ Qu é PC?der, q u~ atracc ión, .EJ ~é rh oral , qué ,í,.n.teligencia, qué vir-
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'·. tl\d tienen esos íd.o)os 'de ]fa rro para " .. q ue los hoin hres les rin ciaJJ· cu lto?¿ Es ;·,.- '- ' q11,e p i; p\ 1fi ado ,d e o ro eleva á los tu· : º'. 'qan tcs ñ"la categoría de div inidad ? -.: P.e ro i~ o . a·i v ai Uem o~ . ·, ' ·- ~· · <:Jt.mo dese.aba .,sahr' de d udas, · m1 .' .' vol.u.n'ra~:se im p u~o,' ex tendí !!I brazo .. ; f -aaiii.e! corélofr d ~ 'Iad m pa nilla . '
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y man ch;iba en aquel sa lcín . de antig ualla s inth ilcs. , Colgaban de la pa red p1adrus al óleo: un señor muy g r<i\'e, t.:olor de ti erra húmeda , ca lv;i d~ nw rti l, bn1i1 i -
. da como bola de bill ar, pa ti llas po r dt baj o de la barba )' cejas copiosas, dtja " do entrever clos ojudos azi:lcs y fulm ínt!os: parecía un co n tramae~tn:: ; un n seflora cuyos r asgos fi s io 111 '11n! ~os
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revelaban g ranileza de carácter y ele vació n de sentim ientos, y un a niña h t~
. tica, ,melancóli ca y de cabell os ru bios "" gue le cubría n el descarriami ento de !as es,p~J.fas: , ·Y o, cerca deJ có ntrñmaestre, no sa'H!a q~é'lia):e1~.Ac{uc;l)os ojos de color ,dé za firo me in sp irabán terror. Nó po· . ~ fa al~ja!iie de aÍH, .. pór . qú~ lá mirada .
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de. la . e~ fihge me seguía á todos lados, esptín'dome, queriendo escudriliar ;Jni+ ·ílJ1 :fohrlo de mi co razó n y descorrer · --~el-velo de mi· vida. Tan confuso )' turbado estaba, que · me figuré qne el contram aestre mé decía con 'voz de tormenta: .·. - ;, 13uscas monises? ¡ah tonto! Ig-:· noras qne Crispía n no dií su dinero á los vagabundos; que no pone su inAuencia al serv icio de los misérables qu e tienen hambre y s_ed de 'trabajo' T Vete de aquí, gra nd_1shn'o pelele,' y n.;
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morada con fingidas lamentac.iones. Volví el rostro há_cia la mujer _cuyo seno ostentaba el color de
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lnspiróme confi anza. aquella Venns púdica y la dije .valerosament~~o~ -ei pensamiento:
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Si he venid o 1.L interrumpir
ac:;Qsa.
'et .silencio de esta soledad donde ,·ivf·s la vida de los a nacoreta• y donde no estallan las nleg rías del mundo, es
vengas á turbar el si le ncio . de ·. esta
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· · bien, un padre que Lu sca Jrabajo .p ara :"; d'~r-dt; C<;mer.á su esposa y ,¡ sus l;ijos. ' Haée mucho tic.mpo que la ·suerte huye 1de' 1ní y q'ue la miseria me pers igue .Y
- Señora : no soy un vagabli~dó · ni un criminal. Soy 'un ho~_b're'. _dC~ :
me
ha~
aseguraClo, seOora, ·
: qÚe Crispían Portuondo y Lo pez, vu ~stro querid~ Cri spian, es un fi lán tropo, un hombre genetoso que prnc- · ti.ca el bien sin alarde y es , en fin, un b~1en cristiano sin osten\aci6n. ¡ Podr'á aligerar me de la carga de la miseria . ese comzifn de oro, esa alma. sublime? ' 'L a se¡i~ra ¡tel albo seno me miraba . fijan\ent~.' .-' : . -No pue~o osever~rte nada - creí .que me dedan.sus .-labios roj os como 1 .. las an¡apolas .:....:_ Q'uizá- Portuondo i~~ , - te.tced). cqp'.et m~ndarln i;n favor 'tu'yo; peró n,o ~~.bes fiii- en las pala~r~s 1
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INTENTIONAL SECOND EXPOSU.R.1;
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del E xce le ntísi mo, porc¡\1 e tiene la cabeza ,í p;íjaro , y es vo lubl e .. . . por antojo. ¿Verdad, Lulí1?. M in'1mt la tísica l:í ng-u jdamen te y su s la bios
prn1d er. lb::i á
110
.se rno vie rn n pa ra res ;,
se ntarm t" , cuando ~ e me pre -
sentó C ris pia n .co n
Tas pi e rn as
P.n fun
4
dadas en pnos 1.;(ragoiiell es de -d ri\ cru do y co n un as chanclas de piel di: cabro . l•: n la cabeza tra ía el ca ballero de ), g- ra n C ru z de Isabel I ~ Católica, un go rr o de P"ºª \' erd e tqn ramos y figur illas, como,esos jarrones de pórce lana c¡u e adorn an los ve ladores )' las rin co n e rrt~5.
· -
¡ Oh! ¡oh ! perdone usted mi.caeX)>11 sv abri endo los ojos desmesu rada mente y hac iendo reinbla r los cach(rnches con su voz de baríto no. - Perdónem e : he tardad o veinte minutos e1\ eng ullirm e un plato de langostas. Qué qufere Ús~ed , l ~s mue;
c h ~za ~
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• ~ias n~,~·1e ay udan; estoy viejo·y todo '.: )ci l\ago ,cori una calm a . . .• IJigame.. I~ jque le o.c urre; ¡qué espera de m1 , .......,, •. ··"· ie n ~qué pi:;cdo 'scrvirle? Saqrá usted ·' , q'li<; soy amigo de los pobres ; ~u.e 1~e · 'c<>mplazco e n ampara r al , desvalido y , .en.: co'nsolar á: lo.s que ll<) ran. Hable sted con fr~nqueza. :~entre regüeldo y teg'l eldo, ge' 1i°fje'~fo n es y palmaditas en mis hom t " .~ ·. C rispian habl6 lar_go y tendido de ~u- caridad , de la cruz <le Isabel la Ca'.'.~~lthli~¡¡. de su in Auencia, de·las sesiones · ),~ ·dél:Ay~n.tamie nto, de la amistad c¡ue ·.~·l e ~1 · Gobe rn ado r, al [ nte nde~ t~ , y <lemás ~e rsonas ilustres del p~ 1s. geó~s. '.'<1e ~· S. de tltul",5• lÍ, qu1e..11es . él . Pbr.tuondo; trataba c9mo a amigo· t~s ·<écháncjbles. el brazo po~ el cuello y" sac~~iéndo)es · por las solapas . d'e ... s us levitirs. · • ·. . 1 .;~·~.;L-Há.b4e. lla ble.," ¿qué desea, ~ué ·:·: aiipelá'~_~ó q'Ué ·puedo .serié útil? ...' •'•
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~:~ :... :·'"~~;f(,.,'1~~,-,·;~ ~:·7!:~:·~ ;:·:( :>~~:5~~~
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-14 pasó la t'empes;ad de p~la- ' .'.:' ''tt~· ~:Q~' y reglieldos, yo le conté· la histo- ,. AJ,,.'Ílll<r.Ít! ae mis Su frimientos -, pasados )' ~ _ .... .,.. pre,sentes, sin matilarÍa' de fra~eS c~mpanudas. N.o tenía para \JUé des . . ' lumbrarle co1i galas de retgrii='" "l a intensidad de n,¡ i dolo r bastaba :í con -' 111 o ver un ~. piedra . Cc>rrían las f;igri' ·
Ct~l~d~
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111a's· p<;>r 1ni scmlilante, donde, sin
Juda, se refl ejaba el torm ento de. mi · espiritu.-
Fu é una debili'cfad plantarme e'll med io de aq uella sala, · delante de aqu el presta mista, frío é i'ndi íerenté para todo lo qu e no fu era !!1 negocio ( y In usura. . · . Pero no pude vencer . y i-endif·· Jos ímpe tu s de mi co razón , ·y . el torrente de lo' se ntimie ntos detenidos se des- ·
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Uord<1i mu r murante
·y espu 111 <>so ._
¿Qu é era yo e~ resí1 men? Un des: dichado qu e no s.bla rodar un· bocoy e n' el mu elle, ·ni pod ía echa rs.i:-- sob,re •
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mi famil ia de los .ata- . · ,i,. "'m uerte. ·/ ~/... • ~ /T :.:__.1,, .~})116 es ve rdad, «aball ero, que -~e usted me sa lvad? .. . Por qu e esta situación e's insopnrtable ; po r c¡ue yo debo levan.tarme la tapa de los sesos _si us ted no me socorre . ... De. hi~ojos sobre. l:i alfo~h,a, es tre ché . las -p iernas de), !dolo, robusto y fuerte, de cu)•Os lauros espe raba .que • s.lliese la palabra sa lvadora. la que hn· ltía de hacer dichosos á los seres de mi corazófJ.
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Crispia n, arroll ado, co n un a hond a arruga que le_partía· la frentí;, me em. puja ba dic iendo : · -Cálmese; no llore. Verem·;,s de salva rl e. Co nseguirí• usted un ·destinill o. Ha y .un a plaza vaca nte en consumos. Déjeme obrar. Todo arreglado. V,íyase sin temo r. Yo le ayudaré. Soy compas ivo . ... por temperamento. Y en voz baja : .
-1 7-No lie obtenido la cruz por hu millaciones. serviles. Méritos y nada más. Feo me está el decirlo : he sacrifi cado en ben eficio. rl e los pobres mi capi tal y mi reposo. Di os pr>r eso me proteje. No debe usted llorar nunca . Juro qu e ~ u s hijos co1.nenín como hP-
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liogá balos. '_ E a, me. utge.isalir . Asun · tos graves . . H a~t . ~ lu~o .. señor . · -Daniel de Ul7,"1!e.apresuré á de cirle. ,;.,~ '. · · -¡Oh. oh! eft}écheme ia mano .. Sepa ljS ted que desde hoy le ap recio y le d,i§tin go. Me . sig~ i ó h a st~ la pu erl:l .• !l izo allí ce remo ni as y genuflex iones. ' -¡ Ahud Hasta otra! Prom eto salvarle. Ce rró la ,puerta de súb ito y la pal:¡bra sac ram ental, el cristo á quién se acude pa ra ~ n g ir ó' demostrar g ratitud, quedo cercenado de un go lpe: --'1Gra. _'_ .
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y me quedé solo e n el prim er esca-
Cer'te y no te nía ni siqu ie ra uc oc havo.
lón de In. escalera. N o hay pa ra q ué decir que la bajé ,[ br incos, pu es la aleg ría me reto zabn en el cue rpo. - S í, s(, - excla rnab~ yo mie n· tras med iri gfa corri e ndo á casa-Ese Crispian es un bu e n hombre. Obtendré el. empleo e n consumos y seremos felices. Gustavín, ya ·¡ro pe rece rás de hambre ni llorarós al ver los 11111 · ñecos de l ~s hij os de Sebastia n, el revendedo r d e provisio nes. T e co mpr¡iré el caballo que es ta en el escaparate de la tie nda de buj erías. Verás como ~ ecobras la. salud con alim e nto y juguetes. Pe ro no llores, no llores, po r que tu papá se moriría' de doJo r si vertie ras lágrimas tan tri stes como las que derramaron tu s ojos, la tarde que me pedi ste ca ra melos á la p uerta de la confi tería. l~ stuve · á punto d~ co mete r un crime n. Deseaba com pla-
Todavía rn c éspa nta la idea que sur g ió e n mi cerebro. No quiero pensar f e n tale~ cosos .-"Yo le ¡ay uda'ré"me' g rit6 Crisp ia11 ¿ Lo ºYfS, Gabri ela? . D i¡ja te de m urmu ra ' ones y no llenes la pocilga de ternos y báladros. S (. t"en d remos p/11ta ¡ Qu~· dichosos 1 ' Veio te y ci n co · p~sos al meli. i Corcho] is! sí esa suma
es un
tesJ rQ para Jos
d~nde Cae t se .muertos. i Veinte y cinco ~ ,;r.os 1 NM q ue co mo yo Oo ti enen
cQmere,m us quince, veinte,f
~odO ti ra~.
y el res ro al bau l (., á la"caj:¡. de ahorros
para cuan do se acerque fa ·hora de
morirn os. ¡ M orir11 os ·! ¡ Ca, ho.mbre ~ Si ahora em peza mos á vivif; ahora qu e 1
- pqdemos cqnta r co n un destinill o e nco11 su0mos. ]v.[i mujer vá ü. t:eventar de alegría, .y cJustavo abl'irá sus ºJ.O S • azules y alargará la man o p~ ra coger - el "caballito de madera que ~Ú<!(a ' al ,;_ .tra ~és 9le los cri stales de la t ie nda de
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barati jas. _. ·.Bien·, tod o ·m ~ r. cha bien
No he perdido el tiempo . . . . i Por: · tu ondo ! Ah! Portu o11d o es u~ g ran corazó n ! ·
C reo c¡ue lns .t-ranseuf\fes se det.e,· nían para mirarm e y re1irse
dd
júh,ilo
que resa ltaba en mi soliloquio, amenizado co n ¡;estos ridícu los; porqu e ú Ja ·
.'·
_-:·, el
juicio·. 'Pero el tuno' de [,ope¡ momentán ea mente el so\ de tml 'felicidad . J~iempre co·n la critica acerba! ¡Siempre con la satirilla manoseada y . pe·gada -~ cualquiera ocasió.n: .
~· anubló
verdad, yo t"s taba perf~ctamente r-i~lí'
culo el día que Portuo nd o me ofreció un e 1Tlpl e 9 e n consum os .
JuguetNrha
yo como un. rnu<:hacho ¡ Porqut ~ ¡ Ah! no censu rci s mi aleg ría,. hom bres juiciosos y g raves. Permitid al c¡ue tiene haml>r!! y sed de ,un empleo cualquiera, que el día de la victoria muestre Sil . aleg ría en el rostro r hable hasta por las suelas de los ·zapatos (si no se lo s ha comido), en plena .ca - · lle, entre la l;irba de pilluelos que Jan • zan al , loco duros mote,, y pi_e'd·~as
'
'<'
m:ls dur:Js aú n.
17 n dia tJ n 111emnrable creí perder - 1
. ,.
¿Ves aquel señor.graduado, Roja borla, blanco guante,
Que 11em1:11 c discrepa11tt:, Fué .eo. Salamanca aprpbado?
Pues con su borla, su grado, Cátedra, renta y dinero,
Es uu g ranrle majadero.
¡Siompre ' mo rda• y burlón! Ah! el guijotf.n ! 1. "L?J>'ez es casi un' liliputiense.; . C~· i.:• ra 111oftet11da, de n ·~~o . ma~ding_u~; ,_~C6mo · se.rela
'
.
•. 1 :
~-
-22...:...
pelo en caracoles semi - r~jos; oja i s'' -;' cha~latan es, lú~idos .YJe cd,lor '.vi- ·~· · no Jerez; cuerpo pequeñín, .rollizo y
<l<
··.,, ·.
duro comJ el tronco de, un m~ ngo._. : · . t ..je ratdo y priugoso; pantalones . sin . · . u11 ~ot6n siguiem y juanetes _a scn\a - : · dos á los ag•1jeros de los" borceguíes.·. -¿Ad6nde vas con esa e.a ra de.
homhre felíz? ~-grit6 ......:in~crpon ié odo =' ·· ":
;'·;
'¡
se para' no dejarme pa sa r.-D ~tente ¡•., y dime por qoé corres y te niuestras · ·' regocijado y íesti,·o. ' -Apártati;. Nb me vengas ahora . . con .chanzonetas y tiq•1is-miq;1is.- 'De · seo llegar- pronto á casa. · -No te irás sin que me digas pur'. . , q :é te baila de placer el . corairón. Y de ~n manotazó me clavó álsuelo(· . -Te lo esplicaré má's tardP ; ahora . ·' tengo prisa. Ya me ~ir:\~ , Goofó,r- '. ma~e ~on esto:-¡h '"Y. \'S un ex~len t ; . dh pora Da~·;t:1 -' d.- Luz !-:ConqilfM·" ·· éch ate á un lado, . _,, • ~ ,,_ :,_:' ~ -~~
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que . par.ecia· nti ' pooiéndoseme
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centavos '"· -. clel°muo-
INTENTIONAL SECOND EXPOSURE .(
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-24 -
'y i\ sus hij os que desfaller.en de .. h:1m· bre, pidP., roba, mata o in cé~di:i,. : yn ".. acabo de pedir lo que me -es iÓdispP.n . ' .:·, . sa b!e ... - A quién? Miróme fijamenle, redondeando la materia inmunda que había extraído d.e su nairz. -A Crispían. Portuondo. -iY q•' é le ha ~ pedido inibecil7 Sup.1ngo qu~ no 1.. habr i<s p~ d iao reco~endaci6ñ,
<linero,
influencia, .
oi ... -Presisa mente le he pedido esto último. -Pero, hombre: si Crispia n ~e ríe de lo• mcn e·sterqsos que le lloranº s~s lacerias. Si Portuondo es un cana.lla ·, t rajeado de persona decénl ~. ¿No{:¿ , . naces su historia? ¿No, hqs· bajado . com •• yo al pozo negro y nau •eabu11- · .. do de su vi?a?. L>l\l rón . hipóc rit~ , . fals<>, embustero, adu lador . ~añá~-· '• '
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mise rable, to :lo una piez.\. .\ "í. co mn
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lo oyes. Muy generoso, muy ag rada · ble: eloc uente, con elocuencia iihru 111a.dnra, pero en
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fo ndo veneno. dt::
vlbora. f: rca usted en la te rnura y bondad de e"" homb res ele levita y jipija pa . ¿ Pero ~u i é n fe aconsejó qu e fu eras á m olesrn. r :' c~e v~ nd a l o !
Te
hahrá prometido
cue nto c ntr~ C<lrcaj ada s
v e nt ll r a ..;
y
eruptos.
"in Te
h'abd clic:w1 co n re li ntin : ' •D e..;c uide usted , cue nte conmigo, yo le: sa lvaré" P o m pa~ de jab1~ n . copos de espum a, la misma t O rm ~il a para todos los im-
bt!c iles <] U t! se postran ante 1~sc p nr i~ t:l.n o . ¡ Valiente granuja! Tira eso,
hombrt:. E s un leprnso c¡ue no pucdt
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cog-er se ni con tena zas. ¡ Hruuuh . . Esc upil> co n asco y s~~ lim pió l:i hb·
ca co n la man g-a de su c haq ueta. -~lira U aniel -co nt inu ú poniéndose g rave- Y u te ciu ic ro mucho, y no pe nnit iré nu nca. <l.ll P. c;e btlrle n d e
:./'~ ·~~·
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- 27-
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No vuelvas al case rón de Por-
tu ondo porq ue t':ste no moverá un pi ~ e n bene fi cio tuyo. H e ~scudriña do su_s entrañas. Créeme, es un píca-
ro q ue se mofa del dolor ele Jos hom bres con la horr ible mu eca del desdé n Lopcz decía la ve rdad : me q u erí~ mu cho. E n el Coleg io. a mhos s ufri-
borde del sepulcro; de todo· lo _que se ntfa y ambicionaba, sin ocultar el más intimo detall e; holgándose en · !_vacia r los se ntim ie ntos d! su alma e n Ja mí a, q ue Jos en ce rraba para q ue no !\urg ie ra n :í la su pe rficie del mun do. Repetía me: - Yo no seré ni un pa ri a ni µn rey
bajo la bóved a del cie lo. Viviré libre é in de pe ndie nte co mo las aves, ll evando á cuestas la ca rga del i.nfortun io 6 de la fd icidad, pa ra que nin g ún Qu.ij otc leva nte diques á mi pensa mie nto ni me amorda ce la leng ua. ' Com o no cre ía e n la gloria , censura ba las aspiraciones , del hombre, perseguiJor in ca nsable de ese l'ayo de luna. 2- u ambició n consis tlH en examin ar los m<ÍS recó nditos pliegues del -::orazón huma no ; y . su verdáde ro placer estr ibaba e n dese nmascara r :í los capallas, ex ponié ndolos al desnudo e n la pico ta de la vergüenza. ,
mos con ve rdade ra m ansedumbre los años dP. recl usión á q ue nos co ndenaran nues tras familias; y au 11 q~1 e <le Ji . mi tada !n tel ige ncia, es tud iamos con· ar-
do r, obte nie ndo hie n pro nto e l títu lo de júi:cne.• aprovechadn8 • E n las horas de hu elga. te ndidos en el ja rd ín , cerca de l a lj ibe, ca mbiábamos im pres iones, 6 ~i en
leíamos las
noyelas qu e i'ntroclucía n cl a nde;tinamente e n el Colegio Jos estud ia ntes que ·gozaba n de lihe rtacl. A veces, Lopez, me refería las tra1·esuras de s u ni ñez; me hablaba del c:iri iio ele su mad re, tt11li da y, cas i al .¡'
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-28- · -E.n las· horas de desconsuelo · ~evi- :., vfame .con frases cariñ.osas y._ ·dul ~es . ; . pero cuando 'mi espíritu volab~ por1e l. ltorizonte dé los sueños, f:,ópez se bur- , !aba cruelmente. -;- Descienda uste<.I, joven ro1t1 ánti co- ~olí;; decirm e co n gra vedad, cóll].ica.--Mire usted qu e se· le · pueden derretí~ las a las Je lcaro soñador. D'isciend a· p.ronto al mun <l_o de la realidad. Me abu rren esas fantas mago rías doradas. Ven·ga usted á platica r sobre las miserias de la vida, y déjese de vo lar ¡\ reg ion es ·ignotas. Sea usted li,o mbre y no P.'1ia ro. No imite ~ , l os poetas que cuando tienen hambre y se"d, co men, péta los de . rosas y l.ieben gotas de rocío. Debe usted pütrirse co n_carn e y vino de Oporto . . Lo ·de--·· más es pura bubaua .. Y se .reía estre.pit0Same1¡te de mi c¡i ra de' jove~ compungido y. d~sil~sio:. n ~do . , .
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. .. Ní;guno .como el para · des~graviar . me, Su mano de hierro aplastaba al guapetón. cjue me ofendía:. f Nadie· como él para encararse con -:1 jesuita qu.e me hostigaba con P,'ÓÍ>lemas dificiles y obscuros. Ergu1ase como un .gigante, 6 se encaramaba en un banco, disctitiendo calurosamente; probando con lógica ciceroniana ·.que tal ensai1:i.miento era un abuso de autoridad, iina injusticia, .. _ Años después, marchamos por dis tintas sendas. Yo á luchar con la ~u"erte · él á reñir con los hombres. Muert~ ~u madre, la ··tullida de . su amor, agita ahora sus alas de .pájaro libre bébiendó e n el arroyo y .picando en l~s mesas de las .fondas las migajas que le po,nen· delante por un.o~. cuantos céntimos. Y. si sus amb1c1on7s Y placeres no. han ·sufrido alteración: ningu,np ' aJ em~render ~or la tierra ~I ~ 11 ¡aje de.· bohem10,.la ám1stad· y el ca(1-
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ño que· hl!cia ' mf· siente; los·r.conserva . intactos ea Ja urna: de Su. ahtÍa,, 'uíoS~. ·. frándomelos cuando pueae·y.~ ,sti•ºmo.do; · sfo que jainás·sorprenda yo .e rn é~ i·o· tendones contrarias á s.usr. 0f~ r l!ás',"· · oportunas y caballerosas .. Me q.uiere·· m u~ho, es verdad. ' -Poco estimas á Portuqndm Es· u"n buen hombre-le dije. ~Olr,sí; d:réem ~; . su amabi lidad me llena de espe:~a,;..,,;~: Me ayudad ¿quié n lo duda j, · · -Yo. -Te con vencerás más ta rde -No me -convencei;é nunca, Da· niel. E l caballero Crisp ían se ríe d~I dolor del próji mo. · -Veremos,. veremos. Y calle abajo partí á grandes· zan · cadas. Lt>pez había q~erido herirme · el corazón co n el · puñal · de fa dupa. · i Será posible-murmuré-qµe · Por1 .· tuondo me engañe villanamente' L.opez no dicr. verda d. E,¡a. ge·ra,~iÓn .
de esi: enano que todo lo vé . nt:gro al través de su pesimismo. ! G abriela,. mi esposa, estuvo contenta aquel día. Cqnstruimos castillos de naipes y fantaseamos largamente sobre el porvenir. -Uabriela dijo: Todo marchará bien con los veinte y ci nco duros. por que ret.luciremos nucstraS necesi ·
dades. Economía 1. economía! Ya ve ndrJ la época fe liz e n que poda mos di sipar una fo rtuna en banquetes y . holgo rios. Ahora, estrechez y orden para ir sopo rtando la ex istencia. Mi alegría espumaba como el·cham. pag ne. Hasta las flores, las gallinas y el gato que yo cuidaba con solici'tud fuerou acari ciados en aquella hora d~ in oce nte locur:a.
:-Ven, Gusta vln, ven ; tu papá quiere darte una buena noticia. . Cuando le tuve e n mis brazos y lo llené de, besos, le dije : Voy á re2"alarte el cab~llo de madera.
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,; ,<t -32-: i Qué dia.'tari,,esplendido y lu\iüno- . so! Yo h~bie~•íurádo qlttl lá feliéidacl iJleAiab (a rej uvenecido .. ~alpitába ·de '·. • ,;. )acer mi co razó n y me sen~(a valero :So e n prese ncia del por."enir· que se· oste ntaba· o;i llado de fl ores. •· i C:u :in g ratos son esos momeo tos 1;. ~ e n que todo lo que nos rode stá 'ba' · ' '~ ñado de lu1. ! Creemos qu e nos ·sonríen . \os !11ue·
blc:s, pérdidos de polvo en la ·11<>Íé,lad cie los ~rincones; que has'fa las · pare deS brillan como si estu vieran recie n pj ;; da~; .y que las Rores y .las ti"¡!u ras de la ~.ok)!a quecubre el lecho~ bai lan ·fre nétif.ame nte, movid as po r el ·resorte m~gico del júbilo. _ C9mo á la tempestad sucede la calma , 'mi 'e ntusiasmo ' fu é debi litá ndose y hundiéndome e n el reposo. , Reflexion é y me c~ n\l,en cí de que eran pre m ~ turos esos arranques de :deg rli\. M_ie ntra s no se me conc«"-
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empl?º• no.1. hab~a_" motivos . : par~ batir palma·s y soa¡1q:óñ palacios - de ,or_9. _q ue· á la me nor" c(;'~ lrarie<l,acj f ~l· más._l~v~. obst:l:cuio, s~ ~ isiparíin' r:~; repente, d(!J ándom e e n e l c uch itril tar\1 desnudo y . desa~parado, como lo es: ' _i .. ,t~bo , antt's y despues de forjarlos m1 ' . · fantasía. ; F:spe, _b a e n D ios que mis torme ntos cesarían bien p ronto, y aguardaba res ign.~?;o á qu e Cr isp ian ~')Fercediera con él cac"lu e para ver realizados _ mis ensueños. , ~ U na tarde me vestí de ~a1á> 1:on el a tavfo· de un pohre: le vitá es trec h\t~. rota; sombrero con ma nt fias ' y pan-. talones con rod illeras y arambe!es . Lustré los zapatos, cuyas suelas . se desprendían .de puro g astadas, y' me .alisé los cabellos co n un pe:lazo de peine que afortun adamente h al l é ~ de trás de un ba~I. ; · 1: F u(ifie derechito á casa \'.le mi._ p_ro-
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- 34tector. Lo encontré devorando -un a alla de habichuelas con •la glotonería de un perro. ~mblábanle las manos conio si temiese que álguien le ar._rebatara la presa, y miraba en torno suyo, recelosamente, como un l~bo, gruñendó á cada bocado é inclinando su frente sobre Ja vacija que sudab:¡ · pringue. -1 Oh 1 i oh! Daniel .. . sié ntese, acabaré pronto. Hum! hum ' Estoy · Jando fin y remate á esta •sopa de hahichuelas, muy sabrosa, créalo usted. Mi cocinen• tiene manos de angel. ' Verdad, Francisca t -Exhibió su cara de ídolo africano, una ve jancona con pañuelo de Madrás anudado (, ra cabeza . - ¡Cosa de 1tlé ' -contest6 - e nse · ñándome sus dientes blancos y de l .u na regularidad admirable. I;:stuvimos conversando Crispian y _y o. La hrrva no había caído aiín: pero
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-35estaba él seg\lro de que &al>rÍa ·pronto. Una miaja de p'áciencia y 1á vivir! El era muy activo cuando rleseaba com~lacer á una persona decente. ~Saldrá usted de apuros, Daniel. N·o se aflija. ¡ Paciencia, paciencia ! Y volvi6 á empujarltle hacia la • puerta que abrió pres uroso, como si deseara librarse de un importuno que le a burría . Salí del caseró n desalr.ntado y triste. Las dudas co menza ban á apoderarse. de mi ánimo. Portuondo-me dije¿es un embustero, un parla nchfn que no moverá un pi é en provecho mío? T~ I idea me hom:irizaba. Porque " á q hién recurriría enton ces? ¡ C6mo dejar en las ga rras. de . la mi seri¡l á mis hijos y :lmi esposa? Pero aún no e1'istlan fundados mo - · tivos par a entrega rm e 11 Ja desesper¡i · ción . Todavla Portuon do me colm aba de atenciones y me infundia ,ali~ntos'.
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Cuando Hegué á casa, oc ulté á. mi esposa ·la tristeza cju·e se -había- adu eñado de mi espíritu, y reí como ~i ya.. tuviese en las manos la hoja de papel que rrie l autorizaba para gastar 'todos los 111eses veinte y cin_co' duros . ..., Así pasaron los días . Yo persistiendo en acosar á Portuondo; él anegánd¿ me en s11 sonrisa Clandoro~a, ·siempre cortés y dispuesto :i ayudarme á salir de apuros, sin dejar por esto de empujarme hacia la pue rta co n su amabilidad de protector de los pohres. · Pero la venda cayó al fin de mi s . ojos. V í al desnudo, si n máscara, al hipócrita que se ·reía de mi liambre y de '!'is dolores! Me engañaba con el vellocino de un empleo, oculto ~i n ·du· da en las e ntrañas de la tierra. · Comenzaron á mortificarme s01s so nrisas y genuff~xio nes, y me . decidí.·.'-:.: á ro:nper lanzas con mj protector. · 1mposible tolerar sus embuste s.;
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· · ·· Á'r-rar¡c-arfa .. ve·raacÍ ~· ·su lengua, -•.:·~auii'qu·e tuvié.se. q·ue promover un ·~s'<· 'éáf1dalo. . · t .,·.' ~-~ e~contré.~n· la fábrica <¡u~ 3 la ·. sazo n -le absorb1a: Una mole· de ladr1}-~lo~·aguje;ead~por tod~>S lados. . , - ¡ l:Jn.cuarte'I para los •pobres !conio' gr;taba el muy hruto.'
Conempleita de .alas de giiarágiiao,sin ·chaq ueta, luciendo los tirantes .qu é'le · cruzatiari la hercú lea espalda, portuondo, arrimado á un ta.blón te_ndido'sol:>re_ dos bocoyes, re un ía en pi rámides el salnrjo de los obreros.· .. Most rábase receloso como el día r¡ue· Je vf devorando la .sopa de habi· . chuelas . / " Sus manos, :ig-itadas pbr•untemblor incesante, acariciaba n· las · monéd!!.s de ,• : pfu.la y.colire qu e iba s¡¡canclo po·co ,[ .- :'.fi~co c¡e ·los bolsíllos de su pantalón ,é¡~ dril c(uclo. · · .<.'' •Vcilv ióse a mí de r{!pentb, ·mal ·hu/
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rnorado: con un rencor sordo,
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como
si quisiera desenmascararse para ·de · cir la verdad monda y ·lironda., -Todo ha fracasado !-gruñó.,.,-no ha sido culpa mfa . . Presentóse.: un ahijado d<'I Gobernador General y se llevó la breva. En otra ocasió n estaré . dispuesto ~ . s erviros. -Vaya usted noram afa·l-le contesté y hui de aquel lugar, ilve rgonza . . do de haber rendido culto á un !dolo · de basura.
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Deshecho el casti llo de 11aipes, m1 mujer refinÓ sus ·in su ltos. Era yu un haragán, un idiota que no valla' una pa tata. No había logrado el émpleo por apatfa é indiferencia . ' ¡ Era esto razonable? ConvirtiÓse mi casa en una torre de Babel. Al cacareo de las gallinas, mezdáron se los gritos de los chicuelos y la charla de Gabriela, encolerizada por mi hu · mildad sil enciooa.
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~ .;::; -39.·~ Alf! si, Lope~ me lo dijo la . e en que recibf de frente la bofetada <!esengañó : ' .. 1 - Cri ~ pian es un cómico. "'lt ive pa- · ra si y '" burla de los sufrimientos del pobre con el egoismo de los bienaven· turados de la tierra. Y ahora me pregunto : t qué haré? La situación es' grave, el pelig ro me amenaza y es toy sólo, •in amparo, á• merced de l:L tempestad. In experto marino t cómo salva ré los esco llos { i .Dios justo! ven ~'' mi ayuda. Tengo un hijo que perece de hambr~, y yo no quiero que perezca . .... . Daniel arrojó la pluma, se e njugó una lágrima y ~poynndo · los codos en el muro de la azotea, quedóse inmóvil ante ,el g ran dioso espec tác ulo que ofrecían el cielo y el mar en una tarde llena d~ lu z y de aromas.
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I~ .óbscu.ra y ·destartalada Pu!: ~:.: pería que pb'rai¡uellos años hábí~ e n un ·~ /' c~ll ejón 'de fa Ciud'ad d" Oropéndola. : . Sábese ya, ,y n.o ha y para qué re·petirlo., que en virtud de . una a~tiv i· dad j ncailsable, .se una ·paciehcia in -· . , 'rñoJ:¡le :y «d'e una sobriedad anacor'éti.:. · ca, logra n esos pobres muchachos peninsulares, subir lÍ la cu'mbre de la sociedad, asp:raci6n que ·les des· lumb r.a que Jna .vez -¡:ealizada, · les transfo rma en personajes de cam¡>anil/a/; y hasta les hermosea, qu·e . es cuanto pu~de eKigirse á.la- voluble y píi;;tr~ :~ ... de
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n;1s
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fortuna.
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Mar~ial, es cierto, llegó-á -.0,ropén• ~\\('.~~
. dola con. las .·manos v~~Í~s·:··.péi-o "~có~,,1\'.~t}t
un buen caudal de abnegación. :In.:;? :{>.'
continenti, colgó de .u(l "~i!-lvo.
·s'u .¡~ajé\':,,
de palurdo, su spmbrero · de gra npes alas { co!ocó 'élet,rás de ~rt - boc&y.. e! ". J 1 par, de zapatos con enormes tachu ~l as. .· 'Dij 0 s·e para .si : . · '
-¡ Córcholis! trabajar hé pa.'~a ga · nar los dinero•. Y enroll ándose las mangas de la c ~ rttisa, sin vaci laciones 11 i pulcritudes, hundió sus manos en el barril de tocL no, revolviú hs patatas de los grail· des cestos, limpi ó de moscas el aceite y el melao, puso como una patena los cacharros que se rvían pa ra bautiza r el vino y el aguardiente, y hastn cortó á escobazos el monte dt telarañas que cubría las viguetas del techo. Algunos mojicones, aderezados con palabras indecentes , sufrió el g ranuj a las noches e n que el sueño le hacía ca· becear apoyado contra el escaparate· • Pe¡ o tales contratiempos y amarg urá's, eran recompesados con la media docena de napoleones que el principal Je .daba todos ·los meses, y que el hortera sepultaba en un calcetín, debajo de la ropa, ·en -el fondo del cajón que hada las ;veces de baul.
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As! fueron aumentándos{ los ahorros de Marcial, has ta q u¿ un día cogiú el sombr~ro y se <lespidiú de su amo para ir á es tablece rse en la calle de No ME 01.\'IDEs . . ¡Diablo de gañán! ' Trepando á duras penas por el escarpad o terreno de los negocios, con bu ena sue rte, mucha au<lac ia y una relativa ·honra· · dez, llegó Mar<:i al 1\ la cu mbre. Desde allí <livisó 'su pasado, reduc ido á las eras dd villorrio y al cubil del salvaje donde había su frido los más crreles tormentos. Ufan ábasc ah~ra · de ser todo un se ñor come rciante, y fo rzoso le era
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su stituir los arreos de g ue rra, co m.l'uestos de un a cami sa _de irl apda, un pantalón de coleta y unas babuchas de marroquí, por un flus decente .qu;e lla · mase la atención de los parroqmanos. ¡A la obra! . Así que dejó la pringue en el aguicl
- 45 cie Já batea; y cuand o toda sú perso. na suf rió un a repen tina metamórfosis. entregOse á ima. j?i nac iones \ doradas, f al sueñ o · del hombre soltero y rico que a nh ela tener una fa milia para vi. vi r contento y dicl:aso J su ca lor. Co mo de su ."ida pasada solam.e nte alg un as ideas quedaban a'dhc ridas á su me moria, s inti0 que tan dulc ~ pensa: mi ento invadía su ser
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seºense.ñorea-
ba de sus se ntidos, 11 0 dándple tregua ni co ncediéndole uri insian te . de reposo. Decidido á satisface r dese<¡ tan puro y casto; buscó por la ciudad á la muier qu e había de ser su com pañera · ins~parable;' ~1 angel del hogar, el ídolo del te mplo qu e él le v• ntal'Ía pa. rá su adoraCió n fervorosa, y hnll ó en el tug urio ae la mise.ria á la bella jo . ven Leo narda. • Di 6la .su mano, su corazón y sus riquez/s, y}ª joven, en cambio, supo
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..guar~ar incólume en la urna . su al: ·mala gratitud, que más tarde conv'irti6se en vernal florec imiento de amor/ Tuv~ Marcial dos hij os con ' 1a ·noble y discreta Leo natda : Pedro ,y, : Daniel , El primero nació un dfa deNavidad, y como si tr-ajese al mundo los encantos de aquella mañana lumi : nosa, llenó las habitac iones de gorje~s ·• y perfum'es. Marcial tiró la casa por la ventana como quien . dice,' la tarde qu e llevaron al nene .¡ la iglesia pa ra bautizarle . .Hubo gaudeamus, y á, la noche, una . veladii donde los poetu cós de Oro· péndola decantaron la herm9s~ra .d~ I ' gordiflón y el contento de los_ papás.'. No cabía-dentro de su largo levítón . de_casimir verde mont e,~ el activci,.j bonachón de Marcial: quién· se enp\n: traba en todas partes como el brÍlj() del cuento, para hal aga r y ser_v,ir· á J _créme de la población,. q ue ·:se · harta~ -
. / . ~4 i·' ·de ·dulces y se rela descaradam ~~~e ae la cabezota élel palurdo, y de la tilni ¡.der. de. Leo na r.d a, la que bu scaba los . ri_ncot~es ' m ás apartados, como si hu·
·)(era del bullicio y de la glotonería d" la -gen t_e '.de g u a nt~, y escote ...:, ' Pedro, sin <l uda ning un a, había nacido para rega lo de Marcial. '.De día, d ~· n oc he , á' toda.s horas le aca riciaba con la 'ª lamería ·empalagosa de los padres qu ~ ven e n el primer, hijo realizados sus anhelos. · Hubiéra dado Marci al su fortuna · adquiri da en ·veinte años de ;.fanes y s11dÓres, por ahorrar un a lág rim a{, aquel g9 rd ~ílón ._ .. 'Un año, 9r,ís tarde, nació Daniel la ' . ·noélie d'el -d():s de Noviembre. La tri,s- · teza y air1argura de ese día lacrimos'}. ' '· asam,brar¡>n el semblante del !.ecien :- nacido, tan endeble y enjuto, q~e Léonarda;se' aAig(¡t i:ua ndo lo estrech,aba . l_9ntra' ~u. : e~c~o. ' ·. : ,; ~· ;. . .
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7Z,~C~·,·: ~:.~,~ /
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'•!lo\1
' Rei: Así es el corazón de la madre. · !~ft'a su lástima, su ternura y sus cui -
' •./
dados para· el hijo enfermo qu e ño· p~ede explicar los dolores que le · ago:b1an. i Hermosa misión ! Noches et~rnas inclinada sobre la e.una, estudiando las inquietudes del a ngel que se queja en un su~ño largo y penoso J ; Qu e sorpresa· c-ua ndo por la mañana, al despuntar /~ aurora, abre ~ 1 enfermo los ojos y sonríe. No ha muertó, y los temores se disipan y el corazón rebos ~ de júbilo. Para Leonarda no ex istía el cielo con sus días claros y sus noches cua . . jadas de estrellas. -Su cielo era Danief. Los dolores del erif~rmjto la obligabau á_ permanecer de hinojos, en adol'a· ~16n,_ \!n éxtasis. Habíase consagrado a cuida rle con persistencia 1fan;ltica .i . nada de lo que ocurría en su derredor la dis traía de este.culto. , , :.
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Marcial decía qu e Daniel e~~ \·fé ii~anreca . Un rayo e.le sol ó un:t ~..o'ta de agua le ec.haban á per.der. - . -¡ Por dc;mde cojo á este barbian , 1Leonarda ?-Si es un cajón .de huesos. . Toma, toma; ~oy á queJ;ira,rle ! i Y cómo . be~rea , Dios San.to! Marcial huía de la h~bitación y al encontrarse en la sala con Pedro, .q4e se re vo l ~~b~ por la alf0mbra pcrdidp de baba Y. de ci10qi, g ritábale: -Pe1lruco, Ptedruco i-qué .haces ál1i I' Ve n regalo de tu papaíto; ven ·á. chrme un beso y un abrazo. CogíaJe del .suelo, echábale .boca . arriba sobre el sofá, "pelliscábale e.n los mus)os, en el cue!lo,- en las nalgas _;_y lul-go, de pi_é, l_iacíaie dar pi•uetas en el·aire, re,cihiéri.dole entre sus man()s pefudas 1,con el mismo int~ns~ placer qu_c;!.se_il;tíu én la fer.ia del ·lugar, cuan· do.l~nzab·a la pelo.ta por, encima de la to.rr:e.<;le~¡¡ íglesi~.
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-50Indudablemente Marcial querla á Daniel ;' acongojábale su quebraÓto.;. pero amab.1 con más -ardor á Pedro. ·E ste creda . robusto y ágil ¡ quebraba ':i.• .-· los objetos de cristal, rompla los mue'· 'liles y barbotaba frases pu·eriles.y gra· ',• . dosas, cuando se le quería ca'stigar .., . h f ·.'"i·:- ;·, 1: _.por sus tra\·tt.Súfas. · . ;~"., · ·'¡;)"' ·· ·~..; 1; Daniel, pPr el contrario, espigaba 1 . '~ .>'., S::~.: 4~r'::' "sfn fuerzas, c~mó · un debí! arl.Jolillo' ...... J •1' 2' . -: ;.~ Vivla entregado á una laxit•1d ener·· ·.Y ' ' vante. Casi'° nunca'estaLa cont~.nto, y ~ su sensibilidád, en tensió "- t<'.JOÍO, la cuerda de un 5e des: . hacía en llanto á• júi1J,iiilier ·disgusto por leve que foera ."':'f, ' ' . · ' Leonarda, que ' 'hai>ia-' sorprendidÓ bajo el disimulo de. Ma°ri:ial el ,¡¡somb~Ó que le causaba )~ ~g:oJr~ natura.leza'. de Pcdro,entern~alie'alóvér la quietud y dcHili<Jad \le' ' s!l'.Daniel amado,:.de · ... . aquella flor sin- perfume., · De 'esta suerte pasara~ ~º'! . dlas . ~
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violí~ .v&~ y
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-si.como doy· ca~aradas penetraron los ·": her¡nanitos en el jardín "de la adoléscencia. Flle necesario .mandar á Da1iij!l á un pueblo ,de la costa para que recobrara la salud. E l aire <le! mar, la vida libre á la sombra de los :í rboles, las corr.,rfas por val les y mont~ñas, '1a pesca e n barquichuelos co n jíbaros astutos, y. lai:potente·sav ia de ¡a ju ventud; ma tarÓn los dolores y las tristezas del · . mozo. . Un año después in g resaro n los jovenetes. en el CQl\'gio .de los Padres Je.su itas_.A llí, P.~4T.~:~t;ll dió, con per seve rancia, por qu.~ ,. -á_s práctico y menos iC:iea lista que Q;¡'niel, procuraba acábar cuanto antes .s us estu~ios, pa·
ra· lanza~se al o.ceano d.e las. operaciones mercanl;iles qqe le . fasc in abán, por que ;e,g'Ó n. decía:él á sus c~ndisclp~los, - •:esas . op,e~ac ion es pr'ó<loceq diner.o y da~ 1.;!lb',¡iY,el -mundo.~"
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INTENTIONAL SECOND EXPOSÜRE
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-53T ales as pirn ci"one's
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convirtié rdnsc
en espa ntosa reali dad. E n pocos me- ses ,di si ~ó I ~ fortun a de su padre. Ho,)!: . a bn a un a tienda de provisio nes, mu y adorn ada con a rmarios relucientes· y atestada d.e barril!\s de azucar, sacos de· arroz y ca jas de bacalao. Mañan2 desap.arecía y ~ nlrab a de nuevo en · otrn cl ase de operaciones. Compra y ve nta de ca¡;as, alg unas á m e no ~e s, contra la ley, res ultando al fi n qu e se las arrebataban con pérd ida tlel dine ro entregado. Empresas de coch ~s q ue producían.gastos su bidos; talleres de cerámica cuyas obn¡s de barro · veíanse amontonadas en los
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rinco'ne~,
sobre tab.leros tendidos cerc<i, del techo ?' ~as q ue nadie comp raba p9r 'teas é 1out1les. Ya el p réstamo al dos 6 al lrf's, s in ga rantía,' con uri sjmple d.o -
cu mento 6 papel . moj ado, que le rechar,aba n lo" Tribunales de Justicia · Las-juergas fon los n ") i g~!,e~,. p ar.~s i · · _:·~
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-54lortun a de Marcial había desapa rec ido como por obra de mágia, e ncog ióse de hombros con in~iferencia. Rn ló r~ cón~ito de su sé r perdonó / r. Pedro, · hacia el cu~I sentía ·ta nto ~a riñ o , que una grave en fermedad le te naió e n el lecho, al recibi r la notic ia de la mu erte, súbita é inesperada, dd cala verón . . U na vez fue ra de peligro, co mprendió que e ra menester trabaja r e n provecho de . sus padres, descon solados por la pé rdida del hij o que a ma ba n e ntrañableme nte. Con insiste ncia, bu scó donde ganar un salario . Después de grandes luchas obtuvo un empleo e n la Notaria d~ Jaime C ifre. Daniel se persuadió de que e ra feliz. Ya podía con tar con alg ún dine ro para ir adormeciendo' las necesidades más perentorias. . Levantábase muy te mprano, y luego de dar un paseo, en traba e n la oficina y se .sentaba junto a l escritorio col- .
-55 -
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mado de papeles. / Allí pe rma necía hasta las once, h o r ~ ed q ue regresaba al ta bu co. En esos instantes de reposo, refería á sus pa dres los inf identes ocu rri dos e n el h e~m a. 1 os que se a rra11caban los ri ño nes v se
templo de la legalidad, e ntre
escupi an po r cues~io n es de h ere~cias obscuras y de latrocin ios · esca nd alosos. Talt s relatos 110 am edren taban ~í Marcia l, porqu e co nocía las iniquida· des del mun do.
Lu c•go, por la
tarde,
así que se acica laba lo mejor pos ible. Danie l emp rendía el cami no de la pla-
ya, deslizá ndose á lo largo de la ca lle de "E l Espejo", muy oronda co n sus case~o n es cuya. te.c hun~ bre aguda, y fea, erguíase en el aire, ex hi bi c: 11d1J el color g ris de las plan chas de plomo y
el ocre obscuro. de las tejas de ha rro. Atraves\iba por e ntre g ra ndes re· des colg-adas'.al so l, y a l acerca rse ú.
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una .:as.ucha junto á la orilla d,el " mar lanza ba un silbido. Muy, ¡jron~o ve,ía;,; se aparecer en la puerta la fi g uca de· una joven pfüda, pero bd la y candprosa co mo una Vírgen de Campeche: E~a Blan ca- Rosa, la prometi</a de Daniel, la ~ 1re n a que le embelesaba co n su voz de con tralto. EUa. consti tu ia el ideal de aquel jqven mod~sto que había heredado de su m~d~e'. li n rico v enero de ternu ra.
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, Desde el día que la vió dela;1te de si, sonriéndole como una bue na amiga que le aguardaba para estrecharle cariñosamen te _l}'.,ma,no, Danie) voló _con el pe ~sa~íento á . regiones. ig no· tas, y•.aspir ó con- <!~li;ite la fraganci a de la.s fl ores que - )?rÓÍabar,i en torno suyo. Todo le parecía bello, hermoso, di -. yino. Porque el enamorado contem~ pla lo que I<; circuye, c_o~ jd~ · ojos de ~u alma .ébria de amor. ·
'· ); lata e n el e$pacio .una música in ·
• f:visi.ble qué le halag1> y le sumerge en , •. ueños plácidos. Los :írboles, las ca ,..,Sas, el sÓl y el cielo. adquieren para --~'él un:\ voz que ~ nto n a el hi mno de b felicidad y un rostro anim ado que le sonrfe. Las aves y las 1nariposas so n
.. hadas que le t rae n del país :'!el mi stef /.o, .la miel de la ven tura qu e liba con .!¡¡' ,lJ1orosa complacencia. . ~\;ii:. ~1 que ama cierra los qjos y vé el '· paraíso de su amor; duerme y eslil . P.n la glori a; anda y cree que•le emp ujan genios alados , impalpables co mo el aura, pero co mo ell a jugue.tones y susu rrantes.
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. Pa..aes7til~S,o~.la vida es un órg an o. mmenso que g?ner.· e ternamente; es un cielo sálpicado ae estrellas; es el · -'éxtasis.que: ~mbárga los sentidos y . que .r ~p_ele el 4olor· que ai:iba ra el esplr.1tu'Y, el tormento que tortu'•'! 1341 carries. '
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No les atemoriza el porvenir ni I:¡ .. muerte. Pasan las horas decla'mandci el poema de la dicha, y lo ruin y delei nable múdase para loo e1icantados en imperecedero y hermoso ideal. Por eso Daniel, e n el fondo de la pobreza á que le condenaran las locu~ ras de. Pedro, bajo la pesada cruz de .la vida,juzgábase completamente feli z. . fabíase concretado á cuidar de sus padres y á cantar las excelencias del amor á la set1ora de sus pensamientos. F.nlazados del brazo, ·paseaban por la orilla del mar que fos lamía los piés' :l la hora solemne en que Febo paree~ que baj a á la profundidad del oceano como el rey de los cuentos orientales: Repetíar.se las palabras de la tarde anterior, míen.tras "!!1 vientecillo jugaba . con los cal1ellqs y el traje de >'.B.l~¡ica Rosa, pe la doncella qu'e cerra!os ojos para oír. mejor las 'frases con q•ie Daniel la re¡¡-alaba y sé.d uela .
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J am'ás hab!aii\ruzado por el cerebro
~l joven · idea~ infandas que empañasen el honor de su nóvia. humedecfa él sus labios en una fuente idea l de pureza y ternura .. Blanca Rosa era una virgen que él adoraba de hinojos y la que le in(up'dfa respeto . Algunas veces ella le decía : -Quiero dar un paseo en bote. 1n - ,_ vitaré á Leonor para que nos acompañe. Sentadas las dos amigas en la popa y Da niel remand6 suavemente, el bote resbalaba por el cristal i·nmenso y se balanceaba en el rayo de luz que la luna extendfa sobre las ondas. Largo rato permanecfan mudos, adormecidos por el balanceo. Al fin . l.a. voz de Daniel 1 ~asl!,aba el encanto. -¿ Duermés, ~láncá Rosa' . -. ... - No. . . .., .. ~~· - Si fe he visto Ciar· cabezac\rs. · ~~>'( ~
f .;Antes de besarla
..
1
INTENTIONAL SECOND EXPOSURE
·-60-. Reíanse las dos muchachas .estrepi- · tosamen te, burláodose :' del' (~m ero que ponía cara de pi.loto' g ruñ ón. -Eh, mira ¿ves? .· señalaba Rosa hacia el horizonte. D estacábase allá, entré el 'Ocea· no y el cieio" la vela de un l:íajel, tan pequeñita; qu e semeja,ba el ala qe una ·paloma. -¿Adónde irá? l -&Bergantín 6 gciletat · -Creo qu e es ún' balandro. -'ÍCuá nto tiempo tárdad ~ ~ ll egar al punto donde s" di rige! Daniel contestaba lÍ tales pregun· tas y no >iempre la i. dejabll sati >lechas.
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- . Eso es me nt~ta; no 1o Creo.
- ¡Mejer! "' -¡Un balandro que .d ca rga~;i" bar ras de oro! _••. ¡ !ipmbre, ho.mJ>!~· ! En tonces Daniel se de'stei!iJilftba · de risa al ver lo sé ria que.' s'e quedaba
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. H~~i~J:á.D'J,:~>trrid~ los años, · bla nda ,y¿~1.:.,..~
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y''so§'i:g~,él¡lirl,ense c"orn o el :ig ua de un
h)a~a'ijti.i:l, 'si l.~ muerte de Blanca Ro'. leva ntado co mo un . qi_c¡,l'i::;~a~l!'j nterrump ir su c·~rso. . ;11;.11: P!tinto : ·~9mo Daniel leyó la ~arjefa q~e lt ·á a un ciaba ese fa.ta l su.c~so1 (i~sés¡fi;raao, loco, tal y co1110 es~aha en la': '.'§.~i na ,: c.o n ' blusa, s'ín · sombre ro y , &í n . c_ó~bata, corríd" hacia el bohío de' la~~jíir.: que ¡rn tr~men·a·o g'o lpe de la (ifr¡i,lidad que ria ·ar:reba ta:~l'e: · No se cur.S-'de' Ja· ca/.t;ajada. de . fo S:; ~ufone s que ·se IJUr1an. de todo lo qu e:'' .rel:i.a sa la. lí n.ea !l ~ lo. ,~atura l 1 y corrien-. ~e'. •l!,.n .sql ~ pens¡1¡p1,ento oc upaba su al ~. 'ella. Y · cor'ría;· .!arría s,io¡ dete · '· . ~ta.',go¡e re nd rdp ,d é ca.~sanc i o ',é-0 J¡l ;jiíeza, do nde !llanca Ro~"" · ,¡f~~fdaba)ia r~. ~~r'lé el ultimo adi§;S .e n .l).n ~.;ii¡i rail~: .tier1Ja , . $~~J,iiñe,
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algodón para ataviarse ·á cualq.111 hor a. _:_·: ' arcial ! ~balbuciaba la pobre . ·. ;~T,;., .;:jilad're, afligida de ver la .angustia pin- · ·• -~· tada en el semblante de Daniel. Pero Ma rcial e ra terco, y no ponía trabas á su lengua. . -M e nester es qúe baje~ al pozo Algunos obscuro de esas almas. de esos potentados, poetas ilustres ó doctores célebres, trnn ll egado á la puerta de mi casa llorosos, ~on fundid os por el crimen recien per-· petrado. No creas en la honra<lh, •· en la s in ceridad, ni en la hincha-d a fraseología de esos bribone8, g ala y orgullo de esta población que se cae á pedazos roicÍa por la lepra. Pura farsa ! Están dísfrazados con la máscara de la bondad, de la timidez y de la ma nsedumbre que no han conocido nunca ;' pero detrás de esos ·· ru$tros de 11a rtón, bonitos~ y: fnígile~1 ·.: .
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se ríen ,¡ carcajadas la hipocresía y la liviandad, la crápu la_y el egoísmo, el drime n y el odio. Huye, huye de esas . fieras con plumas de palomas. Cuandó les veas reir, ti embl a; cuandn les vea,s llorar, <lu da . Lo bello , lo puro y lo respetable, tru écase en SllS .ma nos en \o m:ls vi l y asqueroso. -¡M a rcia l, por Di os !-le decía Leo narda pell izcándole por de bajo de la mesa . El, h ~s ti gado por el re nco r que se despe rtaba e n su pecho co ntra los malandrines que hoy le desdeñaban,.y :l_los cu~le~ habfa ,prestado buenos servic ios · en la época IP.li z en ¡¡u.e los hombre s más orgullosos le re ndfa1i pleito -h?- , n\enag.e, no r_e paraba e n la dolorosa aetitud de Daniel. • .:.....¡ Cre_!!s que miento? Oye mc y te convencerás d e qu e lo que digo es tan ve(élad&o como la pa bbra de Dios. H¡iJlábame :un c\ia, sólo, en la tie nda, · ' ~ >
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brega ndo · con un barril de a_z úcar é ' infinidad de prov isiones, cua~d'? s¡: me prese n tó Augústo Pe rique te. el hvmbre im pecabl e. ·, E n voz baja y-··· de trás de un montó n de latas de má n. . teca , me co nfesó que había co metido un delito. A cuatro mi l pesos ascejidía el desfalco, Estaba perdido sin duda nin g una. S·i yo no ·1e salvaba ·s e le ~a nta r ia la tapa de los sesos. De ·rodi llas, soll oza ndo corno u na mujer_ wela me suplicó que le salvase: Y le sah-é. ¿ Cóm o? ponié ndole en las -ma . nos Jc11; cuatro mil duros, cantidad que 'me ha neg~do bonita!l'ente . C ierto di'! O a ni el no p ndo agua ntar 1nJ~ e l martilleo (,le esa~ hi stori as. ·re _ . pugnan tes, se leva ntó, y acerdndosé á Ma rci-111 le dijo co n dulzura: -Me hace usted mu cho da.ño · co n - -. · tales hi sto rie tas. · No me la~ cue~ te ;-. <?tra vez , por q~e me prod~cirfan ' bas- . "< ' · cas. Cá lmes~ y oJ"r i~e á ·los i,n g raws- ·· 0
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-67 -
.. que ho y le desp rec ia n .No ~·ab.e usted · ~~ el miedo qUe me in ~piran l ~s hombres - r¡ue a lardean de justos. Cogió ~u sombre ro y se marc\1 6 a 1 ' --f , Campo-Santo , adonde iba todas las . tardes á re zar sobre la se pultura ·d e Bla nca l<11sa. A su regreso, en co ntr6 en la sala á Gab rie la, una jove n d e oj os · negr os y de cabell os casta il os. Estimábala Marcial, por que e ra hij a d~ un <> migo s uyo q ~ e m~f'i ú encarg ándole velara por· el querido ser que ~ej a b a. solo la
en
ti erra.
_:. ¿Vien"s del Campo-Sa!lto, D a niel ? le pregl\ntó, poni ~ u dose l e delan te co n inocente coque.tería.
-Sí.
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,-Q~1i e res qu ~ ~te t_\L~mpañe, ffia ñ!lna? { . ' D á Rie l vacil ó. Aquell J\ loca iría :Í · · t·µ rb.ar' e l re poso de los mu e rtos.· ¡De· ··~·'\ria i;i~arierset - · · .. •. =' • : 1~ . ~ ·.
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' . ;..~ '::;·' ~·~68.. ~ Deseo colocar una flor pu1t~ra .de''Blanca Rosa: · --;Enfo'nées . . .
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~.!if .:.~~-~~
,Hizo .Daniel un mo; imient<¡J afi n~a:.';.. . tivo con .Ja cabeza . ·· No podi~ a!i9ga1:·:· ese puro deseo. · ¿Para qué? Una fl ó; f;:" !"ás' que adornaría Ja sepultura de' )a' i: a ma~a ausente. , ·;'. "." ·· Bien.pronto la muerta aunó aquellos ·;''. corazones. Cuando la confianza .le$-": ' p~rmitió hablarse con franq¡ie~a.. Da- : n1 cl · reprendió · á la jpve11. · Debía .!. modificar el caracter, dulcificándolo · .:. pwi que el mundo- la rindier~ e~Íi.ma -<.: ción. La ' alth-ez, eJ' ansia de bri) J ~' eJ' <: orgullo que era ·su m,ayof ·pecado, de· :_' ' bía arrojarlos mtiy lejos de sí. · .. e::
·~Dígote esto,'Ga!>riela-añadf~ ~¡n ;· ~~
ceramente--.porque te quí ~ r6 · mucho, ' No t.e ~xasperes. Ya ves,_soy fra 9co ,: · por que tu así me lo hds exigido'. ·. ~ '" , G~briela se .esf~rzaba , en dibnja.~· Üp ~ :'-~~ ~o nnsa:- cúmplac1ente: · Uaniel , teiila».
",<; :~;.\ ~¡:~;i~¡;.';2~~ ,¡
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-68-
.- .•, ~·. ·
- r:lzó n,
pero ¡ay! las
verd adeS
son
f siempre amargas. Des pués de un cot10 s il e ~ c i o.
Gabriela decíale : -Seré bu en a, Dani el; po r qu e tú
lu qui eres.
Y dejaba escap3t un susp iro. ~ H a. biasc enamorado del joven qu e tan duramente le ech:J.ba e n cara sus de-
fectos/ El reposo de q11 e di sfrutaba D ~ ni e l en aq udlos dias serenos, lo alteró la mu e rte ·de Leo nard..i. Fu é o tro maza. w q ue le asestó la fa talidad. Ahorn
c¡ uedaría Cc>n SU ¡ncJre baldado )' cieg~. . Una noche, Marcia l le ll amó y le dijo co n vo.z apagada :
S<:
-Yo me
m lH.· ro,
Daniel , pronto,
qni zá dentro de algu nas horas . . ..
Tu madre me ll ama desde la ete rnitlad y ·quih o complacerle . Ua niel lloraba como 'un niñ o, junto á Gabr,i da que daba a li ~ ntos' al anciano .
.-
-69- Usted no se morirá; pronto rec?brar;i' Ja salud . No piense e n cosas tristes. --Que no me muero? iVayá! Verás como no te eugaño....
Escucha,
hijo mio .... Daniel acercó el rostro :il de su pa· dre. Este murmuró· -Puesto c¡ue te q~edas sólo en' el mundo, cásate con Gab riela. Es una buena muchacha. -
-¡
! .-
Pero si no la amo.
-No importa.. . . T e ll1 ruego l - Cumpliré lo que usted me ordena .. Murió Marcial como mu eren lo11;Jc1'1 e ha n -practicado el bien sin bombos ni platil los en este valle de !:!grimas: pó1.Jre y olvidado de sus semejantes. Al ·pié de la .cruz que _el a mor filial leva nta ra so bre la fosa, no cayeron las lágrimas de los bribones á quienes el palurdo había librado de las o-a rras de ., la justicia.
... '
,1:
-70- -~ ~ PIO c;t r '<A.' . <::omo se lo prometier{' lj, Ma rcial. ~ el pundonoroso Dani el c · t?jo matri· • _ .§" monio con Gabriela de Tu ; ~~,g_ú.:_ _ ~<; "· sose domeña r la fierez a de su íl(J!i el.~ · 1 y después de una lucha bravía, alcanz.ó el triun'fo. Amó á s11 esposa y ·:Í ella e ntregúse todo e ntero . Trabaj aba con fé para c¡u e de nada ca rec iese, )' hasta de Jo m ás necesario se privaba
por ·adqu irirl a bagatelas que le gran y sumi sión . Durante la luna de miel, todo marchó perfectamente. lJiríase que eri elhog;;r de los cónyuge•, revolnttfaba el mirlo blanco de la felicid a::I. Pero como oi el placer ni el amo r son es t ~bl es eh es te mun do, la paz de q ue disfrutaba de Luz voló para sie mpre. Gabriela e mpezaba á mortificarle con exigencias y rencores, frutos de una educación desJStro•a y rle los malos ejemplos que viera e n la casa de su padre, un buen astu ria no. pero
jeasen ca riñ o
1
-7 1-
-72 -
d<!b il para impo ne r se á la concubin a que le abofe t1·aba á la más leve co n -
d1·jab~ tierno .
Q uiso D an ie l tr ¡\psfo r:n a r ,( Gab, ie-
la co n sa nos conse jos. ¡ Traba jo inú . ' 1
~'
Enftirecíab e l genio bonQadoso
de l hombre que Ja quería intiin amt! nt ~, y le hos tigaba pa ra que la maltra.
tase de pa labra s y ob ras. la apa ric ión e n e l mund o de Gu s tavo y Enr iq ue agrió el ca rac te r J e Gabr ie la, de tal modo, q ue se h izo de todo p unl o insoportable. Danie l no sabía que reso luc ión to nia r. A l tr avés -de su dis imulo y de su ca lma, vef·; isele anonadado. ho ndam e n te aílrgido. Lle gó un momento eu gue co ncibicí Ja. id ea d e a leja rse pa r;¡ siem p re de la mÜjer que le roía las en trañas.
1 1 trC1~
pla nes qu e le sacaran de aqud i11
trad icc ión.
til !
sin fue rzas pa ra cnmb in.:H
Pero
lu ego, al pens.; r e n los cios cacl;or ros, e n e l mu ndo )' en Marciá l que le había imp uesto ~ac ri f1 c i o tan enor me, caía e n un a dr m isi0 n do lo rosa r¡ ue le
- 1
. A causa de h e n fe rmeda1J 'l"c le el e xce s ivo t rabajo de_noc he: ;Í la luz de una lámpara. lhn1 el lu c despr,d ido de la l':o ta ría. Enr one•·" Gab ric la !:iC desbo rdó como u11 to rrente. S u lengua d est ruy ó la urna do nJ e e nce rraba Danid !:i llS ilusi ones. l. denos tó co n esris ltl c;cs p rop ias lle Jd.., ramt: ras q ue se arr.oja n á la c;n a pro~ u jera
1•
t::
se ·· re vue lv t n. Hodo po r e l suelo e l a 111nr d e l eo na rda y la
fa ngo en
r¡ ue
coruna .de pu reza co1 1 que· había bajc1 -
do á la sep u ltura. D e l loJo inmundo brotó la blasfemia contra ~ l a rc i al, el apóot ro fe, la carcajada de l desprecio_ G ab rie la estaba de me n te, al ex t re ""' de que ma nchó co n b baba el e la calu mni a la castidad de Bla n ca R9sa , "la chiq ui 11~ , que :,e re volcaba e n la are na co n un
b o r r~ch o sin no mbre.. ,
........
•/ ¡
.·
- 73Horrori zado, huy1í Da niel con la deses peración e n el a lm a. ('fo vol vería al estercolero, donde ola tanta's ruindades? · Sí, volvió fo rzosamente; por que Gustavo y Enr ique le llamaba n con palabras h alagü~ ñ as y le te ndían ' los brazos e n arranques de amornsa locu ra.
? ero st: tapió los, oídos y echó la llave á su boca. Dijé rase qu e la in se nsibilidad le ha bía tra nsform ado e n un a esta tu a. Gabriela pa ra herirl e, ll a mábale el zoquete, el tx:ibo. ¡Infeli z! E spfritu infe rior, no pudo nunca abarcar la g ra ndeza de alma de aquel J "sucristo si n mil agros•
•1
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. -75~
ellas lracfa las veces de .saloncito " otra de do rmitQ!"io y la .últi'!'a se rvía de· gabinete y de camaranchón do nde · , bostezaban los tras tos v i ~jos, los za pa · 1 tos inservjbles y la r 0 pa sucia. D esde aquella casa, paioma r ¡) za . q uiza mí , ·Jo qu e niás. te c uadre ; -desde aquella. garita semi oc ulta e n lo alto de una tu rre de pied ra, q11e tal sem e· janza te nía el case rón e mbadurn ado 11 l
de vt: rde musg-o,
panorama.
~ GON l ZA l3A
la ta rde-. Caíii cielo una S•!re nidad del icio '-()~ saque se exte ndía S<¡b re. Oru~' pé ndola . · · La casa do nde v1v1a Daniel e ra
~~dél
un a espec ie de palomar de tabl as inÓ~ til es l ev~ ntado sobre la azo tea de un
case ró n de mamposte ría¡\ un ·desván
infecto , do nde se refu g iaba l<i ¡nis e ri~. dividid o e n tres hab itaciones: · un a de
"
',
veíase;::
un
bonito
Al fre nte, el c11 a rte1 militar, de f~n dido gor pararayos en hilera, como rayitl\s cui dadosa me nte trazadas e n Ún plano de co "'r.de a ñil. Desapa · recfan "l¡¡s paredes del cuartel, baj o. las -g randes copas de los mangos. D e tr~s de ese edificio pi ntado de . azul celeste, hacia la lejanía, e nsan ; cháb;¡se el cielo · como un a turques·a calosa( matizado _e n parte dé nubes .rdja' COI) bordes de oro; dilumándose
...:·~.)·(t~ .,r,·
- 77 ~
- 76-
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l ~s q ue estaba n le jos de l sol ya rno· ribun do,e n un ho ri?.o nte pál!do y tris· te.
. Abaj o. el ma r, tra nq uil o •. con re fl e· JOS
de pl ata,
com o un
peri, enorm e .
lanzado sobre la arena. e ntre pa lma. res q ue ab ría n sus ·hojas e n Ja inm e ns idad . A · la de recha, el Asi lo de Sa n .'\ nd rés, recos tado cont ra el bosquecillo que le pres tapa• so mbra ; ,. las casas t ·n co nfus ión pinto resca , . at rope ll á n· dose has ta ll egar '" mue lle, é irgu ié ndose las de mayo r a ltu ra co mo para impone r e l (irde n e ntre las pequeñas que se: reunían :Í ICJs . J.>ies de las gip n fil~
·
A .'ª izq uierda, la ca ll e de Ne ptuno: pe rd ida de polvo, co n chozas s in reg ul a ri dad , pintadas de colo res a legres :o mo el t raje de un pa yaso; y e n e l ultimo ex tremo de d icha calle, las sepulturas de l ce menterio, st me~an.
tes á pa lo mas do rmidas en · u n lecho de color e•m eralda. N .in g ún ruído q ue turbase el sile n cio. Dijé rase q ue la ciBdad hab ía ca ido e n un leta rgo . L a noche fu é cu brie ndo !e nta me n. te· las ga las de la t a rde con un velo de som bras . Luego. y cua ndo la ciurl ad quedó co m plet a me nte á o bscu ras, pe rcibié· ronse vagos rumo res, algo así co. mo la res pir~c i ó n de la natura leza q ue do rmí a. E nto nces brota ro n e n e l a ire luce · citas rojas qu e brillaban como le ntejue las de oro. E ra que la ciu dad se alumbraba pa ra ver hacia do nde d iri g ía s us pa sos. D a niel medi rnba. Apo yado e n • el muro de la azo tea, no .se habla fijado e n la deco ración que acababa Je <le sapa rece r p~jo Ja., so mb;as.
I
'
...
__:78-
-79-
Como el águila que se pierde err el infinito, el alma de .Dani el voló hacia qt~as regiones, deja~do sob re la · de·rra el cuérpo inm ó" il é in s~osible ' ~
tisfacción, un quinqu é de vidrio con vendajes dé peri ódic~, prueba inequí vo~ de qu e era un inválido 5 quien injustamente no se le daba de baja . . A,l rededor de 1.. mesa, encaram ados en dos si ll as que se desc9yun ta ban al más leve mdvim iw to, inundados de lu z. parl oteaban dos niñ os ru : bios. El . mayor. cuya edad Irisaría
-. '
· rod a impres iOn ora amarga ora ·du lte.
Po r su menioria
'
habían crUzado
·ideas cand~ntes que le pr~dujeron do- . \ lores indefinible s. -¿Q ué haré?-h ubo de ~r,eg11ntar se horrori zado ante el pe lig ro que le
co n los diez años e r,a un
amena T.aba
Y de su ce rebro sólo surgieron ideas que le quemaron
las en tr a ñ·~s
y el cornzÓn. Había caviladó mucho y c.lespués
como esos
de tanta·s cavilaciq nes, ni siq'u iera Se . le ocurría un ~iediv para sal ir cic a pu -·
niñOs muertos que
nos
sor.ríen desde el ataud; á las puertas de la eternidad. Una dolencia cruel le consumía. Si se le contemplaba un co rto espacio de ti~mpo, no podf:¡ uno ménos dé pregynta rse: .¡p.or qué su.lre? Y es qu~ el dolor de . esos ángeles . tiene tina ,. poe~ía ita R mel~ncólica,
ros•en aqu el in sta.nte. Dentro del desvár., en la s:.la; veía- se claramente que disimulaba su cojera, un a mesit~ de p1cl,.i1c11 ennegre- - , cicla pór el uso . .Ostentaba con mal.encubierta ·Sa' 1
. -·.
cadáver e n
pié . . Macilentq e l rostro, fa frente nu . blada por una idea fija, poderosa, y los labios co ntraídos ·vio len tamente
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-80r¡ue co nmu eve hasta la últim a fibra de n~ es tro corazó n. Cuando ve nos sufrir á una criatu ra sin mancha, nos se ntimos embarga·
.,
1
f
dos por . nna pe na indefinible. La lágrima que d este ll a e n la J>Upi la de esos má rtires e n Aor, es la pág in a que nos cuen l a la historia de un
hermano:
,
~Rafael rom pió á• su muñeco la !abeza y me lo dió pa ra que jug¡; ra; pero s u mam J me lo quitó y ·me dijo que no rnlviera :i fastidia r 3 ]fa . fa el. - Y tú ¿q ué le co ntes tns tef- pre~ g untó le G ustavo frunci e ndo e l ceño . -Nad•: me salí ll_o ranrlo de su ca-
y me traje un ca rrito que en con tr é
a lma inoce•He clavada en una cruz .
sa,
Gustavo se ll a maba el en fe rm o. ¡'In fe li z! Su existe ncia pe n-l fa de "na tela de ar~ña en el ab ismo de la
e n el co rra l. .=_¿y de qui é n es e l ca rrito ?. -De Raíae.1. -H as hech o mal. Enriqu e. L~s niños no coge n lo q ue no les perte-
mu erte.
E nrique, e l
m ~s
peq ue ño, de ocho
años de edad, nunqu e en su
¡: !!
''
nas le cubría el pecho, y d ijo á su
ros tro
se adve rtían las huella • del hambre, demostraban su vivacidad y su risa fresca y sonor a, el co ntento privativo de la niñ ez . Luego de e nde reza rse como, un tribuno )' de gesri cular cómicamente, se
limpió la na ri z co n el j ub611.que a p e ·
nece .
- P ero si él me habla co~ i do a ntes d soldaito de plomo que l'º te nía gua rdado e n uu n caja de cartón. -Bueno: así y tod o ~ debe~ da rle el carrito.
-¿Por qué/ - P or que su m amft ¡:>ued e repren-
derlo. , Se quedó si len cioso un buen ra to.
.•
,.1
-82......:.83-
..
Luego, apoya11do los codos en la me'." sa y dirigiend9 •.\na mirada penetrante á Gustavo, 1 hizo esta pregunta: -¿Y á los niñoA que tienen ' mu-... chos juguetes y zapatos de charol, les· pega su 11\a má1 . ' • -¡Ya lo .creo! Si aométen una falta se les dá duro, como á t1 cuando no. quiere• obedecer. . Eu esto se encaramó el gatc. sobre la · mesa, y empezo' á - lrotar su cuerpo contra la ca ra de E~riqu e . Un g¡ito e8 el amigo leal \le los ·niños. Con ellos duerme, á todas' horas les halaga; se en rosca á su lado y g ruñe; maulla si les vé un pedazo de pan en la man o; corre detr~s de la. paja que le incita al juego, y se confo rma con la migaja q ue cae ~erio, pero bondadoso, no para mi e nte~ en ·los golpes que recibe ni e n las pala-_. bras que le injurian. Por eso Loriñlln era el amigo· 111separable de Gustavo y Enrique. Este,' con la volubilidad de · pensa-, . miento propia de los rapaces, murmuró: ·
. ~~arn.'L m e dijo :\Í10Ch t.! :
'/ }
"C ll .lllli•)
teng-a din ero te comp rar é un . ~1111 -
f
iieco grandP. co mo el de .Ra fael. -Y pap.l m<! ha nfre.: 1d11 r\: ¡:{..t. lar me un caballo d e maJ r: ra co n fn.: nn y banastas. ¡ - ¿Y por qu é no te lo reg"ala · ho y~ G.us ta\'O lti ~u un gc:!s to d oloro.;;u.
La id ea· qu e le nublaba l:t lre ntt: S lJ ser. El caba ll o e ra s11 s_u c: de colo r d e pesadilh.
oc upó
''º
'º'ª· '"
T ener e n las mano-.; el jug-uct<-:, ht: ahí ·9u í111i ca aspiració n.
-Po r qu e c'st;.i muy polJrc y carc · ce de di nero para comprarl o,-co11tcs . tó ve rd aderam ente aA igido.
S e ntóse Enrique sob re la mesa. ron las piernas en trel aza das como ¡fl.,. arabe s, emp ujó a l g ato <pi e escap<', de un brinco, y s<~ fijó en la m :inpo-;.l que giraba e n torn o de In 111 1.. _ --¿.'\. quién tl1 í)Lli er es. m l S • . l,dst.avo?- - le interío gó d c súl>1 t11, ·¿a p:1p1l a ó -:í mamita?
-A los dos. Guslavo e ra 1111 Í11•.><.;o lo.
Eso.; ni -
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ñ1lS
que sufr~ n hambre v sed, refle-~io -
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.na n á veces co mo los ::;aÍ>ios.
-Yo quiero más á nmmita. i?1r que cua ndo ten g ci hap1bre me lle ''. ª ~ ' coger guayabas debajo e.le un á rbol, , ·donde hay muchas /10jas. ¿A tí te }.!"listan las guayabas? -No: m.e hacen d;1ño. los gui neos?
-cX
. -S1.
Batió palmas y se ri ú mu cho cuan do ;\ la maripf'sa se le q1H:mar on ~as a las e n la lu z del quinqué · - Se murió ¿verdac1 Gusta,·o?i Y los niños se mu er en así,como l a!'1mariposas?
-Cuando Dios lo <]Uiere --¿Y los e nti erran ? - En e l ce menterio, do nde t'st:in aq 11 e lli-i s casi tas blancas?qu e papá 1~os·. t·nst:ñó la otra tarde. . -Yo me quiero morir, .. a1) aC:lii> E11"", 1 riq ue, aplaudiendo por .que Loriñan \,;'P rría d e trás d e ~11.a cu c'a rac ha. \ -¿Qu ieres morirte? . -Sí: por qu-, teng-o hambre·)' pa -.• pá no me dá de comer.' •· • ·• '·
..:..:.va t e dará1
· ,
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~ss-
. ...:..¿Cuándo? -.Ahora. --Ya no quiero 111orir11w. ·. ' Gabrida penetró en la ·sala con un plato d.e sopa. Dejóle sobre la mesi. · .La, acercóse á la pce rta y gri tó: -Oye ttí, haragán : ¿no ,.¡t::ne-; ~ comer? Y volvióse el la cocina. maldic ien do a l ho m bn• que od iaba. '
Sr.ntóse Daniel sin levantar los ojo.s-, aliCaido, como un hipocondriaco, Comía sin ga nas la sopa de ai..:eite· <¡u ~ su m11jer lt: a rroj ;: 1ra .como á un pe rro. Gus.tavo }" En riq11 e n-.iraba n codi . ciosa111C1ne d manjar. que hubi eran ellos devorado cri 11 11 abri r y cerrar ·le ojos. Al apa recer nuc::vame nte Gabrid.1 con dos escudi llas ele hoja dP. lata JI <: . nas hasta los bo rdes, Enrirp1e 1111 pu do co ntener su gor.o. -A nlí, mamá, á mí prime ro. Mienti:-as, se ha rtaba n <.:0 1110 dos hambro.1es, d1!cía n P.n tre dien te"':
.. -.. · /
-8¡-
-86- Rafd.el comió esta mailana ca r · ne y arroz. - Nosotros c c1m ~ mo s sopa. - Y !ruta s y dulces. -Por q\te el papá de Rafael es rit:o . - cY t-:1 de nosn tr0s? - l\111 y po br1~. - ¿V no tr Jbaj~1? -- S í. '• . - ¡Qut• ha d e tr abaja r' -in g~i't(il ( 1ab 1·1da co mo 1111:-i 111ri a.-Tu ' P,~i<!i;.:p . t-:~ un \'agab und o qu e e stá rrcb~t<SdO " snhrc mi p=l ra qu e le mant l" nga. ¿ l'o r que los espí ritus prrn: rs0s :>W •:omplacen e n m o rtifi ca r :l fas al . m as generosas y humil dt.:s? U a nie l ~ u a rd ó sil e ncio, seguro d e c¡ni: saldria al fin vi cto ri nsn. El sa bía á qué atenerst'. . , No exas pe rándola, qui zá vendría á · a f'': ha rse á s us pi t:!s, dc'>cil cnm' una ti\·t:ja. E n o tro ti e mpo, así q11 e P.á:saba t::I ci clón, de Lu z la meda en ·~hs bra . zos· r lt: J aba besos e n los ojos, en h
t
i ,·,
boc::1, .e11 los suaves co ntornos Jcl cue· llo. Si . e ra d e noche, . ;Í la hora de dor mir, qnitáhale el ve stido, hacíal~ 11p rod e t e sugetándplo co11 un par <11· h brquillas, r cu~d s i fu e ra una plum l la acostaba e n <'I lt~c ho y la cuhría a · morosame nte co n la s:'iba n;"t. M i1110 s a, como una chir¡ ui lla co 11\·ak ril' ll · t~. Gabr iela no ponía ob<tac ulos :i la fi neza d e. su mariJo; pe ro cu ando i i.; . te · se a lejaba, cont,:nto d e ha be rse 1-!rtt-'nje~do d cariñ o d e su muj e r e n una noch e tempestu osa. la .fúru.1. sonreía co n desdén , po rc¡ut est aba con· · ve ncida de qu e jam:b querría leal y si nce ra me nte á /an inútil a/ro1'1W ·
que El ro!'tro e ntre la s ma nos: la mira · lh~ll e na de piP.<lad. efe a mor y J e 111i seficordia: an c ha la fr e nte. hunJid a po r una a rruga pt:netrantt:: el ca bt" · ll o e n hueles sob n· los ho mb ros: la barba ltre nga. co1i h ilos pl a teado>. y la mansee umbrc ~ qu e re ve laUa la 4'1..' ti t ud deJO anid, ~ semej ába nl t: á C ri~tn e n la h 9 ra s opre ma P!l q11t: s 11 s v<.: r · 1
''
< .......,
'·
.~''
' -88dugos le coro ntrn
antr:s de -fa cruci-
fix ión. - Es ~ás viv iP.ndo de mis ahorros-
1
cn ntinu ó Ga brie la nmntacla e n cóle ra, a l ver · la humildad de su marido·
Pero mañana te comerás los de~ dos. Ya no me ql1eda n i 1.01 tra po. do lo he \·e ndiao para cebarte, pd.ra
·re.
i:n tn·te ne r t u g lotone ría. El m<!dall<i n de . oro , lo he e m ~eñad o en dos peso', )' ya .no tP. ngo 11n cuarto. ¿Q ué pi~n ... · Mírame "n mo t!stoy; mira como es tán esos mu - cl~achos, desnudos ·}' hamb ri e n ~s. \' dices q11e los ad:ir;,ts. _.,<] ll e me rp1ier~-: s "VH.:ho ! Creo yo en tu qu~rt:n n .a!, J?emas iadu sé yn qut! e r.cs un h1pocnta .. . ! .. :o.as tu? Por q :1t! no trabttj as?
"C nando la co'Íe ra sa le de madre
ra,. el amor y la virtud de D aniel, rello di: la ca lumni a ·
~Y o
era una
con el cuchi -
~11u/cr dt
<J.on~e todos á una
matrimonio. ¡Cuá n ·
to he perdiJo po r
tí! Ya no teng-o ni
una saya co n que ado rn arm e, ni pue -
do ir á paseo por q ue temo que la gente se aparte de mí, huyendo de la podre que me consume. A h! si yo hubi e ra sospec hado es to jamás te hu biera querido. E n m i casa hac ia yo lo que me .daba la ga na. Ni papá ni . ma má movieron íurn ca sus lab ios pa~ ra r eprenderme, por qu e ni á t-l los, con se r mis padres, les habria tolera do un a rep rensió n. Y ahora qui eres tli mata r.me á disgustos. y te ar rell anas delante de mí ·co mo si no te co nmo v ie ran mi s sufri mi entos . y las J;igri · mas d e esas criatt1r ts? Pero te ju ro que pronto acaba rá esta vitla. ,\k l aq.~a r é co n mi s <lo s hijos á cua! quie. r
ll• '. ti ene la l ~ n g- 1 ia pad r<:-," dice d n!~ fra n y es cierto . Gabri el a echó :i n1lar su cóJera ) bien pronto la hon. 1·1b1e ro n gra ndes tajos
- 89 quien todo el niundo quería,-p rosi · gu ió la sierpe con de n11 P.t.lo.-M ilita rr.s comercia ntes y hasta un señor ~boaado me reqc:ebraba 11. ofrecién ·
parte, á 1londc . 11 0 ll egue oi el eco de tu nombre.
m·i
tfisti,
á'
Co n <11 rostro ti znat.lo de hollín, ·flesJJ·
( ,1; •
.;
·-90peinado e l cabello, s11t ia la sayd y los ojos inyectados de sangre, parecía Gabr iela ' un a de esas ni g rom a ntas que nos
µintan los
cuentos
invcros:m i-
lcs.
/
-'Me iré de aqul.-clamo a hogada por e l ll a nto,-y me ll eva ré á Gustavo, pn r í]ll C la Sf-'ñ o ra Tontó n se hará car-
go de E nriq ue. E ll a le qui e re e ntrañab lt:mcnte y le ve., tí r á )' cal1.ar:i. Así me lo ha ofrecido. T r. q11cdarás solo, cc 11
tu pereza, comié ndote las
111l as.
- lhsta! bastal....: imploró·. - lj)anid con voz h e nchi da de s01lozoS. .· - No bast•, no; -gritóle Cabrif'la · in con tin e1úi,
pa ra proba r que tenía
t:xcele nte oido.-Si aú n no he comt:n · za r.lo!
¿N'o qui eres oí rm e? 1-ueir; mal oi r ás el resl1 me n de tu s
q11 e t t: pese
infami as. . Y se leva ntó de un sa lto, co mo una tig re sedie nta de sangre.
-No P"g ues:í papa --ex c:lam ó G11s ta\"O, la nzánd ose s"bre Danid ) estrec h;índol e co n rwrviosa aJ.:"itaci6 11 .
~
..
-91Entooces · e l pr.q11cño he ~ o~ál1'd lo, :" que "rebañ aba el fundo de la c~cud illa, t: mpezó á llora r estúpid a me nte. ¡ -Mamá, ma má, no mates á papi to, · no ·le mates! Gabricla lo arrastró hac ia la alcoba inm ediata, cuya pm:rr a cerró cn n
,,
t=S -
tré pito. Breve ¡.¡a:isa. La se 1i ora T o nt6n , un a vi eja del!{a · d11 cha cnmo 1111 pábilo, con traj e azul osc11ro y la meda :l a de la s hijas di: Ma ria. p,e, idi e nte de l cuello, apa rcci ,) en lá ~irrtifuli g rada de la escaJera. . __:_¿Q1ic pasa aquí' Es llll e;cá nda1o '·"que trasciende al público. Si no mo dilicais e l ca rac te r, Dios y la soc if" dad os volverá n la espalda. N ecesa rio es vi\'ir e n pa z y Cf'n dece ncia. J ~s u cristo asl .lo qui e re. Y pruebas de pt: · sim os cr istianos es tais dando con 1., v~da qu e ~n,~vais.
Miró en torno suyo y prc::g un c,·1 con lastidio'3 d ul cedumbre; -¿Y Gabricla? ¿y En riq 11 e? - Siúnt es1:! usted, señora · T o ntón
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-S i. selio ra. - cQllé? 1 - Sopa ele ace ite . ->:ad a is e n la mise ria: Dá !!rim a ver á es tos ángeles que se desmoro11011
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de puro fl acos. V e n acá G usta\' itn. Y así que le tuvo en tn: las-piernas. miróle tij amenre de Ja caUeza á los p1és E res ·un bacalao. CJUP.rnbín. ~ Tu s huesos µ11n z.an co mo a lfileres. ¿H:ts co mid o un poro de ca rn e?
-No - co n-testóle el filó sofo con las pu pilas inclinad as hacia el s ucio. --Pll es hacen mal, muy ma l. Tu padre te deja morir pauhi tinamc nte
-Es que papá no ha podido «a nar ·
hoy ni siqui era un robre. b~. U :i.n ittl vol vió la c ahr~z a para t: nju . g;1 rs-t ~ u:1a lftg ri ma
veo?
-Señora,- rcsp~ndió Daniel co n franqueza-Ja -hemos vend ido. -¿Y el ,·elador? ... Tam bién. - Y los cristales? -H an corrido igual suert.,. :._¡Virgen ele los Dolare~ ! este des: ván se escapa por un agu¡ero. Ha) que poner coto á tale~ despilfarros. -Se ñora, la necesidad . -No me habl e usted de nece· sidades. Es que usted se deja ir .· ·· ¡vamos! u ;~ed me enti ende. Volvió á sent:u se con las manos en
cru>. sobre el pecho, entre la' cuales brillalmn las cue ntas de un rosario. -¡Hola! señora Tontón, al fin s~ ha acor,d ado t¡ste~ de nosotros, r.xcla -
L
... _:-, .
º>"
-94-mÓ Gabricla sa li e ndo prec ipitadam e n te de la alcoba. -No pensaba visi taros esta noche; prro me obligó á subi r á este calabozo el escá nd alo qu e promoviais. _. H ablad me clarito: ¿ha pasado ya el ciclón? Aquí me ten e is, dispuesta á me l<:ros en pa1 , con tum aces
pecador ts.
Y la dió palmaditas en los cac hetf!s. Come nzó la cha rla. ' - ·\penas te ngo una hora de re po "i•..
El vica ri o no me df'ja respirar.
Puede decirse que vivu en la iglesh. Por la mañana, po r la ta rde y por b noch e es toy cntreg-ada al adorno d1~
lns a ltares, al cuidado ele los sa ntos. \/ ig-ilo al sac ri stá n para que no se h11r · lt! los cabos de v<:la; re tuerzo las o reji llas á los acólitos pa ra que no se be-
ba n el vin o ni se coman las
.·t
hostia s.
Si la capa ti e ne 111ia picadura, á ·< iirci rla para que no se note d desperr~ cto. Si en la , estola cae una man · · ch;i, procuro q¡acerla desapa rcL-¡:¡i._ Est11y atenta :í 'Jos m ~s levts movi., , mie ntos del cura para que nada le fál- ·
-95te. L e cepillo la sotana, le lic rmoseo en los clias de g randes li esta s; sati, 1a · go s us caprichos; leo e n su me nte y le sirvo con amor. Vida trabajada, IG á briel a, pero alcanzaré la g loria. Dios ~• nu e no y mise ricordioso y e n se rvirl e no hay demérito a lgu no ¿ver -
dad? Co mo la se ñora T on to n lnbía heredado de su abue la un a facu ndi a asombrosa, marea ba con su fila tería ,
me nuda como las llovizna s de verano. ' -Supongo qu~ te habrás en te rado de lo oc ur.ritlo a ye r. · -No. Una inlamia, chica q ue pide á \'O ces cade na pé rpe tua. Fig-(irate que el escri ba no C ue rvo ¿le conoces? ha dejado e n la ca lle á Ma rgarita, la. - - . iej~ m . _ ! .... la._. coci ne ra d., ) cura d e Molondró n. Un robo á mano li;,,pia . U na _compra-venta simulada ' y luego .. . . ¡á ped ir : limosna! Es un tanall ote ese Cuervo; á quie n el dia l lo confu nd a. ~¡Cuervo! ¿p1;ro quién es Cuen ·o? ,, ;
~·
.-.
""
INTENTIONAL SECOND EXPOSURE
.. 1
- 96-intcrrogó Gahriela con veheme ntes deseos de conoce r al ca nall a. . -Un hombreci llo que suele ciscarse e n IC's pa ntalo nes ¡Puf! Cegato, cojn~ l o, barbudo y mocoso. St~. boca es una sentin a; por donde quie ra una fistola, un forúnculo. Cobarde ·como el ra tó n, pero astuto y sagaz. En su cabecita >i n un pelo, han •.inimado .l as pi llerías rr.ás ex trañas. Conversació n castiza y elegante, pero con hez da · ñosa como el vi no que fer me nta. H a •..J~bado mucho ¡mucho! y quie ra el de~ - ~o ni o que caiga e n la red de l<>s tri; ~•.'f.·•. bn nales. En ta n notable día .colgar.1 .;;.,, d~ seda y oro sus balcp.n es .F.1 p<'· ~ :•.'¡¡ ~ blach6n d e Oropén<lo)a, y ves~):j! sus _., .m1·jores trapos. . . , .,,.._ .,,:,..~ . , ¡Que sí! No te n as. A e3e pillas1 • ., :'. - • lrón hay que ata rle corto para qu e-;•º <:.'. • ~· •1 ' ··,despelleje á los estúpidos que s" e¡i ;i., • .~'i.:_ :· t regan á él. , ,, , .; .} • Enrique se acercó . llopindo a . su madre. H abíase caido He b-.-uces h.t·y endo de una cucarac_h a que se desli zaba por la pared.
,.
~97-
--A ll i . _. está . una cosá fea . T '.a ñ1J nil iz(1Jc Gabrida, dicié ndole que e l a nimdito no hacia da i10. , ¡ En tonce, la •;e ñora T ontón abrazó á E nriq1Íe .co·n frialdi!cl y se esforzó e n'. a P,arecf.r ~ a.lagiieña: • ' . . . ·:-;Este es ~r chiqpitlii que . i-a á h~.. rc'tlarinr. ~· S i, se ñor; cúanto poseo le perlenecerá . p esde hoy te adof>.~o por hijo. ¿_Sabes Enrique? ' Maña na "cndré .por ti. Comerás nceces y dul-. · ces y te regal ar~ mnl\ecos de Jos ·.rtu c n:u1c \'t- n las pierñas. Un .. Juanj,.~ La. nas! • .; :• · -;-C.:mó esi;!- g ritó Gabri"la ' ae J. 1iala n ~o· -á ' bah fo l. ·l.. -D ja le,~dé~lé, muchacha . Nues-.'.~ tro b . h ·aipigp se . trá nsform ará de h oy<'~ . ad<¡l~ n ~' ¿No es ci~rto,
• nid? ''.T~ ~ ...
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~: .,; l;:st<;; . ~ií\ hace r ·i:~so:de las r¡alabr~s i ro nica~ la.yiejec1lla, ;e puso .en p\é,;, y n p~i;g:;iflló: J. • , , : .: -. . , ~ ·. \:'• • -: .
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- ¿Cómo? -E nri q.ue se quedará conmigo; soy su padre. -¿Quién lo duda? P ero el hijo d e usted se morirá de hambre 'si cnJHinÍl a vivi<wdo en c.sta po,ci lga. ' Usted no trabaja .. . porque no qu ie re ó no puede. Y como no es posible vivir 'sin come r. r: nrique y Gu sta "º y Gahricla perc-ccrñn <le un día..:\ otro, si un alm a piado s:t no les socorr< :. - Pt~ ro Yo no pe rm itiré 1\unca -qu e
se nu: arre bate á· t~n hijo que adort>. -Oh, caba ll e ro, no soy una bcjro - · na. T enga ustc<I cuida'!o! Me agra da mucho Enrique )- deseo educar)P. ¿Por qué esas nposicio n e~~ Ju sto es qu e acceda usted á mi demanda. B ió~c co mo 'iC "'i•fa i: n:i leo na, y se dirigió á Gabricla: ___.J¿Y t l1, crees? • -Creo qu e ha dic ho ust<·d la \'crdad. Y desde lu ego le autnri'w parn que cuan to antes ··dispOnt[ll uste<l dt 111i E nrique. ' · '. ~¿ L a oye uste<)?. repuso Ja se ñora
Tontón con cnc11Uierta forocida<l. 111,;
at!lori'za para que me lll·vc :í ne En ·
rique . . H as ta mailana. pul'S ,
J)ió t\n · par de b•·sos a l ¡J~q1wñiu, Gu , tavo y se rnc:tminó á lfl puerta . -.- Ya lo sabe usted, Da.n ic/ilf1: 11H· ll P.\'aré á En ri q ue pa ra alimo:nta rJ. ·. Está e n pcli gTO s u ,·id:l. .¡/\dios! · Así q"c S<! hubo ma rchado la b~ata .
!acari ció los cabc llc,s blnndus tk
Gust avín es tamp6
11n
beso
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la
fr t: n ·
te de Dani el y Ir dijo con ' 'º'- Jébil · - S i m;\rn ita y Enrique te d1jan so lo, yo te cu id a ré; por que te qu ic(O _ más qu e a l caball ito de madera. lfaiiado en 14g-rimas.é:brin de júbilo, Da nic~ I f's trcch t't contra su pj•c ho á G ustavo.- bnlLucienrlo d11hura:
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patt · n1 ~l
-Grac ias. gTac ia·s. Y mienlrjls el paJrc y el hijo pe r mancdan aniot"osam c•in te abrazados, , all ;í en la cal.Je vocea·ba n los ve nd.edores de 11¡abí .Y resplandecía n las. lu ces ele los faroles como· tímid as y lá ngu iJas e~trefl a~.
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IV uy tt'mprano ~ch6se Daniel :\ la ca ll e para Vf!r si podía pesrtir una pese ta.
Llevaba las ma nos metid as
f! n l0s bolsillos del panta l<•n. leva ntado el ~ue ll o \le! gabá n y hnn · dido el somlirero hasta el cogote co mo ~ ¡ t ra ta ra de no ocu lta r á nadi e su 1ni · ' . seria y su angust ia. Caminaba despacio, _sin rumbo, con lo' ojos clavados c• n .el suelo, é incl inada la fre nte por el pe~o de las ideas. Penetró en el café . " La Corona. " Allí sentado ju,nto á u~a mesa, '!Stuvo mi:<litancfo c(lmo sa ldría ele ahogos.
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M11rmuró: - --Gabriela me exige que le lle ve !toy lo necesario pa ra el a lmuerzo. ¡Có r choli s! Esto sí que es g rave; porque, e n verdad, no te ngo ni un cobn, ni conozco persona bastante buena q)1e de. sec sacrificarse en provecho mio. Y el caso es que las horas pasa n, y que y~ me
re godeo como un har::igán, mi entras Enrique y Gustavo me a g u ard~i n para eng-ullirse )as go1Psínas
q11c forzosa mente debo lleva rles hoy, dentro de un a hora á lo sumo. !·rgll ióse con altane ría y añad ió re. st11~ lta ment1 ~:
-Vamos á n :r hacia dó nde e nd en-?o m is pa:;os.
or al!í-(clijosc co n
fri a ldad, _sc1i_alando la call e q11e esta ba .1 s11 1zc¡u1 er<la-) no encontra ré n a~ el~ .. absolu ta mente nte da: alg-unas ta. m1has pobres qu e oc:i ltan su hambrt: ·' bajo las apari e ncias de u.n boato que :10 pued e n sostcn f. r. Por a llf-(desi1: nando la cal le de l Sol q11•' cqlcbreal)a P.ºr .e ~trc varios cdi ficiu.s.) un bu,ti ca . n u 1d1ota, cuatro 6 seis fondu cho..; de ·
mala mu erte y alguno q ue otro cumér cia nte 'e n, ruin a, per o asegttrado, que estudia los 111e1(ios de reJucir á cenizas las provision es que c.olm an los P ues m ar -
eAcaparates d e su ti enda .
charé por aqul , Dicho y h ec h ~: tomó la ca ll ~ de la Aurora; una de las más concurr idas de
la ci udad de Ornpéndola.
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..
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Codeábanse, .corría n y se atrope· li aban los transeuntt:s <le ambos sexos
•
y de toci as edades. · Cada 11no de esos d"sC<' nocidos 11<'· \'a c1 P.ntro de sí t:en tena.rcs de pcnsa - . mi entas que se mut: v.e n. lu c han y ma· tan como los ambic iosos de Ja ti erra. T oµa mos ahora con un rostrf> des ag radabl e. tétri c0, y deci mos; "ese
pasa es un desd ichado." Co non:mos ya s u historia: ilus il1n mue rta, fort ~ na perd id a enel juc~« l
'J ll C
y (:ll los lupanares. amor de 11 0 día, gforia disipada como el humo, el ac1bar del d<:sengaño e n la boca y ¡;n, el alm a el vcne110 de la realidad . ºPe ro esa hiStoria tr iste nos int'e · 1
~
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4r.f ·ü,, ...
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-104 -
resa, nos sacude y ' has ta nos hacé. llorar. porqu e rio somos inse nsibles al dolor de los .hombre_s, 6 por qu e nos agr ?cl a saber que los demás gi me n y s túre n como nosotrc\s. Luego, a parece y huye y se e ntrerneT.cl a en e l 111onl ól( un semblante que irradia alegría. _ "Es un hombre feliz"-solemos cx~ lam a r. Pero no <l esect mos lee r en ese libro ab ie rto á n_uestros ojos, pc,r que-s upo nemos que los placeres le circ.u~1d a n, y ya se sabe que Ja age na fe;. l1 c_idad es la garra del leon que nos ha ce peda 1 os · En ese g-;_arÍ . hor migue ro, ¡cuii n/OS cor~z? 1~~s mditcrentes! ¡cuánta.; al - ·· m;is h1pocr1tas y ct1án tos crfmt;nes' )' maldad es .sin cas ti go . !
Dani e l, como tocl ns los cle, h.,reda do.,. de la fortuna, dctl1vosc":i co nt em - · pi a r ·á un a ancian a qu" apoy ;índ ose
.~ " . un pa lo de escoba. a~ ras traba p'u r
el
ctrtoyo el arn-, atos ti : dt· la vida. · ¡Una histori a tri ste en\' tt c.:.lvi t· n h.a-, ·
rapos!
. .
1.·
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.. .,..+if.;b~e m1lje•l;..._.lijo l'' con-t,inu6',l'¡:i oia•oha .' -Sín ; .dane cuenta i tic. di~. ettcamiftáse ' á • la , plaza · ad · merc;¡¡do, ,hermosísima ·ar.ma?.<)n de hie rr.o Jc-
14;o-.tacla--en ·u na cl e ·las-,eallcs m;is 'fpas d1.:'la .ciuqad. ·• · "•t""3 ·1de -ver 060)0 ..los campesinos p~c~abnn fos .fr-01os 1•a(s. · En el.!..g.rlln'1patio:· en toeno ;\la fuc11ic ,. la inultilud. IW.stigaba ;\. lo~ - ven<lecl9res oolj.una 10harla qtoe •aturdía. E l sol á lumbraba "<lqti el <¡enj•mto -de , verdu . ras . .. sobre sacos tendidos eo la .tie . rra, v.e.íanse tomat'e~ rojos e a porció- . •nes .Je ·tres en tres 'brillando comi> bolas-de .cdstal;· .hacecill<>.~ .de ·nabos e ntre 1hnjns ver<l.. s; mootonL-s de. g.a ndures ' como Piedrecitas · arrancadas ele ·las ·;joya>i de Íln rer salvaje; cú · '(nulos .de ñ.a'.!1es blancos '-paroci.dos á .r;ro1os; tle 4n_ l ~omb_nón .despedazado po~ las .fieras; <«>nos de ~llt'utlas, bi¡tata~ . Y. tallptes :con . ' pejoe •rubios; .leohugá$ cñn . ~<-.ta& -. 'de rDC(o, abn~n, cjOHe ''éº!llº 1:flore" ..de- r smenaMa• ·en c-~ na!itos ;~ondos¡ .,bJoqoe~ :de .pi,. i
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in ie ntps y .de ajíes; pirámidr!s -d_c na : ra njas amarill as ce rca de las hoj'!s ·de plátano preparadas para ' c1wolver pasteles. · Vefansc tambie n dise minados · por el suelo, e mpleitas de alas córtas se meja ntes á vasijas · d" ge ne racion'c s · bá rba ras; y ·arrojados contra la ·pared, raci mos d ~- gui neos rosa y dátiles · cn:il man os crispadas de colosos· E.n aquel rn aremagnnm voccaha.n ·
los c¡uinc¡11illeros s.us boratijas colo. cadas e n el horde de la fu e nte: ca l · c..cin es ,le algod6h, espe jillos con ma rcos de hojalata, coll ares d e vidrio tig-Hranclo pi ei.:l ra~ preciosas, nurseli nas de cnl ntc~ cli,·ersos amon to na ~ das e n derre do r de cestos rebosant ~s de copas, fo cntes, :ín foras y e~ ta tnillas ·de cristal. Los d11lce ros con n1e losa lrasealor,fa decantaba n h bondad de los m e re n ~ n es. bizcochos, ye mas, turrones, alfa 1iic¡11cs y ros · qnillas", .bien · ordenados e n hateas sustentadas . por catrecillos :id hoc. · Los billete ros ca ntaoa n lo• n í1111 ~ ro<
'" ..
co n · n~
ritmo•mdáncolico, ·y · ofrecían s us· bi lletes pre ndidos sobre ope cl a. ·.os ele htrle. ¡ El tufo de las l~nta s podridas, ha cinadas en los rinco nes, ale j6 d., · a!lí á Daniel. Pe ne tró lenta me nte e n til mtrcado de las ti endas con- lt.~ chumbre de zinc sosten ida por · 111 l' dit."'s arcos de hie rro. De m10 )' otro
lado e~po nían se los tenduchos lk, nos de bdtdl as de ce rv.,za, de fm s qu illoS' co n ré tulos chillones, de cajas dt: g-a rba nzos, de ba rriles d e azúc~1r,
.de ~ ~estos d e pata tas, de sacos de a rroz y ·de toda clase ele provisiones; pend ie ndo por doc¡uie r coll ares de cebollas y .de ajos. E n medio, e n · dos hile ras, Óxte ndíansé hasta .-4icz mostradores ennegrecidos por el uso y atestados de vecJuras bollos de pa n, botd las -de mabf y chucherías de . es . caso valor. -.Ali~ l os .árabes ..yendía u pc\lv.os. •de- voloufi1t1J. , de Cuba y d·c rosa <'n cajiJ,a s ·con fla•es doradas, botes de esenciao, peinillas, cri¡;tos d e hueso,. ~sia mp ns oon marcos de ter-
-~.
·.:: ;~ r""~ ,.... ,.
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.' ,:j; ·:-¡.;
.. '::'' - rn8ciop"io · rojo ." ·ú aznl; : lmto nad1111as ·de 1lo uhlet ·é11Ítit1inida'd ·de •joyas d e!•tbbre. -Ven ga, compra botones ' bonitos -decían ·!•los árabes á ele .Luz, mós- · . tra ndo S US !dientes 11egr1iZCOS )' • llUS ·rn~s pl:agadas .' de · 'Cruces y 11signos hecha.. en la ·piel. •ti'a r6se de .huz an taolos .pLrnstns · de morc.iJlas pasteles, ·z11rull0s <le• mafz, t<>rtas •de .c anbe:y baéula0<frilo. Lue go, ·Se detuvo •frente á las mesas ,ele pescados .que .b rillaba" cmno si e!it uvie:ien Ctlbiertos de pla nchitas·· de nl q ue l. Pe ndía n .de tinas perchas sar.tas de co-rcuvados. machetes, carites- ; y cazabes; y e n •gmpos prn~re!ICos vda nse l<>s obíll1 •s-de. e scamas •roja'; •E l ·pescador, •abria con · su •lwja cele ._ ñce ro el· ·v·i entre del ,nnimnl. 1le sacaba das .tripas }' pa:r.iiéndolo e n .. pedazos, los c clloca:ba e n :montoilts soure el·marmol.lleno d e Mil>Reas. ! 'ero ·n:Ula 1.m ás · nenn oso . q11e !las .ca¡:1><1s, eol-gM:las de g.árfi os . rl!to r oidos .yoagudos. <Los »tro ws· d e · vacas 'Y· de cerdo, inspiraba n .\.Daniel
-
1oq-
j11g'?sas •iele ns. Apnr'"cía ·ante é l nn magnifico ' es¡:iectñculo: ' <f.)bricla. ·G usta \lo ' yéEhriqne ·estaban junto :\ _una mesa atestada de g-uisos ·y fruta s. ! E l servia :1 •los chi imélos ·un a ' b11 e n;i racii6n 1tle todo, ·y á' 'los postres l"s daba ·d11lees é n ·almíbar con · r"j"' d1· c111P.so Gruye re. Pe ro•e n °lbs bolsillos no e nconen» el iluso ·ni •siqlriera nn oC havo para 1
· saciar sus deseos.
Sintio el dolo r inde finibl e de """
y
puño lada, a 1 ver q 11e hom b rcs m 11j" res e xhi bín n canas tos re plC'tos dP. m ¡:¡ n. ja res. En nn momen to ele delirio creyú qnc ·se •burlaba n de é l "1 qm:lhs serio rns Cll r.:tis con SL\S 'Crind;is ;:\ r c m cJl <]U<' ; · " qtrell ;is · señorlms que p:1'<'abnn s us st:mblanles risuc iios por "'1 tre la m11 I. litnu, ansiosa del alime nto re pa,ado r dt• ,las foerzas agotadas 'P.n la ·lucha contra la vicfa ; a<¡11ellos 'hombres que porfia ban sobre e l precio ele las pro visionr.s con la cicatería éle -los ·roño-sos; y ~qn c ll os pilletes q11 e · vocc:iban
. _,
•
1
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11 0 -
not1c1as espeluznantes estampadas "n pe riódicos mal impresos, para llamar la atención de los jlbaros y de la• coci neras.
Todo giraba y desapa recía dcla nie <le Daniel, inm óv il, si n voh111tacl 111 ali entos, en un rincOn , para que nin -
gu n animal le aplastase. Media hora después salió á la call e <lr. San Agustín donde el eslrne nclo subfa ele punto por la aglomeración de los tra nscuntes, merc ade res y va-
gos de e'os que pulu lan e n todas nartcs y qnc desvergonzacla me·nte se ad hie re n al prójimo como la hiedra ~ los muros viejos, Era aquella a ncha call e una Ba~. cl sin t" rrc ni edi ficio qu e la snstituye•e. Vibraban en el ai re los g ritos de los vendedores clt: mabí y prut indiano. Play eros con gorras azu les ó e ncm-. nadas, camisetas de algodó n y pantalones e nro llados hastd los muslos, inclin á ba nse rend idos por la carga de pescados ele todas clases y de variM colores que pendían ele cañ"s d~
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bambtís. Afnlalonrts ele ojos ivos ~ y tembladoras caderas hormig caban ~~ con el cofin sobre el hombro; j1 fEionU. 1"~ ~o n somhrtrúS anchos de falda y agudos de copa, caba lgaba n · e n roci 1ws escuá lidos, con ·g rand es banastas don -
de reposaba alg uno qlle otro lt·cho nci llo, al cual le había n amorda z.tcl<> con un bejuco para que no g- ruñ ese.
Por do quiera la palabra indecoro sa, el ultraje, la queja del lastima do, l.1 súpli ca del opreso e ntre dos espa ldas ele hérc ules, fijas, du ras é insensi · bles como dos bloques. -ºP escado" '"langostas"
11
cocos"
"dllic•'5" "bi lletes,"-he a h í los g ri tc.s discordantes qu e clestacab;i n sobre la vocerfa ele aquella muchedumbre parlachina y animosa. H 11yó Daniel ele la colmena, a tra vesó irl éalle ele Norzagaray y encaminósc derechamente hác ia la del Espejo, B.ecordó e ntonces que años a tr:ís, cuando podfa juzga rse real· nwntc feliz, hablase deslizado hasta la playa, mecido por la ilusió n enca n·
..
L
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ta¡lora que llé nnb:r todo s:1 sP.r: ·Div<irtíanle aobre manera el cór.r e r -de .. , , " ' .,, <.•los •coches y · las caras a legre• 1qúe .' exorn aba n los tranvlas. Las ·'c asas, ' los jardines, lo~ árbol es, \ <!I ·'Sol, .la gente, ·el mundo e ntero le h\iblaba de su felic idad y le enddzaba los labios co.n la miel de la ventura. Ahora .su · ihm ensa desgracia rev ivfa el 'l'Ccuerdo de aquellos añ0s de .oro, para 1qu e fuese. mayor el torm entu. .¿A .d6nde iba . é l? .¿Q ué estfiilla le g uiaba .e n aquel.oceano desconocido? ·Una idea salvadora le detuvo. En el ·mut!ll " .se le ciaría trabajo. M.:nester era Mroja r lejos ele sí la timid ez. Traha·jaría si n desca nso para alimentar á los ra.paces de su coraz6n.
Acababan de desca •gar ·los pebnPs sin núm ~ro de bu ltos, caj as ·y sacos de horon a. ·Febril agit;)cid n im peraba en el muelle . .E n t:I mar , L>a l ~n ceábanse los. vapores qu e .des pe · 1111
chan por sµs chim eneas celumn as . de
humo grfs, ,próximos á ein¡'mrndor" el viaje. . llotecillos con un· snlo remero
-113-· y.-dos ¡Q tres tli ristas senudos ~n la pop.a, iban y venían en contfcuo jugueteo sobre las .aguas. Daniel murmuró p·•ra sí: Nada de vacilaciones; forzoso es triunfar y triunfa.él -A u uh . __ . f auuh _•• _!- -gritaban los peones haciendo g irar la grua, .mostruo de hierro que colmaba los ancones de bar.riles de azúcar. Acercóse Dani.el á un hombre al · to, de bigote negro y de rostro cur · tido por el sol. Era el encargáílo de vigilar ,Jos efectos que iban dejando sobre el muelle los peones. ..,.:Quiero trabajar. El hombre de color de barro coci do •e sonrió. ¡Arrogante mozo que no tPnía fuerzas para leva ntar á pul · so ni un barrilillo de aceitun as! ~¿Quiere usted tr;ibajar? -Si. -Venga usted. Llevi'ile hácia .la derecha donde alg <>nos peones amontonaba¡t costa.les. de harina . .
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-P ned e Ud. empezar cuando g u ste. D a ni el se .qu itó el gii ~á n , remangose las mangas de la ca mi sa, tiró el sombre ro y 'e inclinó a mia.me nte pa ra que un atl eta le echase ) m· cos· tal sobre la <'spalda. Penosísimo fué para Da ni el 1traba·
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Refl rx ionó ,co mo otras veces 'lur. el porvenir · de a mbos ra pazuelos prcsenta rfase lléno de dificultades y sin ~abo res si él, como padre, no corría ~ e\·ita rlo. ¿De q ué modo? Lo ignoraba. Fué ta n viva su pesadum bre cua ndo pensó qu e na.da. absolu ta mente nada, podla hacer e n ben e ·
jn ta n supe. rior {t la resis te nc ia de s u
fi cio de elloJ, c¡u e sin vergüenza nin ·
cuer po. Llegó un in sta nte e n que se sintio desfa ll ece r debajo de aq 11el ·
gu na lloró como un a mujer delan te de los peo nes q ue le mira ba n co11
peso l' norm e.
asomb ro.
A ~ jin se decla ró inser vible. . Sc nrndo e n el borde del muelle, contemplaba c:I cauda l de vida y de fuerzas <]ll e los nP.grnzos mosfraba n en sns pec hos · de~n u dos y s u~1o rosos. ¿Po rqué Dios no I" había cl"du á él m t'1scu los de hierro para lucha r contrn la t: xiste ncia? ¿No e rn un in v:\ lidn e n la soc iedad? Dr.bí;i a rrojars<:
El rocío de lágrim as refrescó s11 s amarg uras y esclarec ió s u pe nsa · · mi e nto. Co ncibió otra idea que .le hizo te mbla r; pero se decidió vale rosa me nte.
Df jose:
- Pediré una limos na á mi s ami gos, á los q ue me \le bcn gratitud y afecto, ¿Qt1t: resultado obtu.vo? ¡Ah! no
a l agua pa ra q ue Ct"!sa ran sus dolo res.
pidais nunca _u na limosna á vuestros
Pe ro ¿y Gustavo? ¿y E nriqm:? .'\ h! ¿q ue sería de ellos; solos, e n la e mpinada c1¡esta del m u n do~ Preciso era
a migos de la infanc ia, porq ue os deja rá n con las ma¡los ex te ndidas. N o rec urrais á esos in g ra tos en la hora de las a,ng ustias. po r qu e ni siquie ra
vivir para velar por :esos ·rl ng-des.
" .. ··.
IL,
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11 6 -
se impondrán el sacrificio . de compa-. dcceros. En la prosperidad · son unos vampiros que os chup¡in la lortuna,1 el ho nor .Y la sang re; pero e n la ad. versidad son unos e ntes que os despretia n y se ocu lta n para no daros ni un cé ntimo. Convencido Daniel de que sus a migos le negaba n la limosna, buscó refugio e n la ig lesia. ' Un a lm a que sulre y vnelve los njos. á Di os, debe ser consolada por el qne sabe pre mia r á lo• mártires. d" la ti e rra. Un a lm a que se a rrodill a al pié de nn alta r, debe se r un~ida con el óleo de la mi •e ricordia de l cie lo. Daniel oró cn n fé. E n el crepú"culo que flota ba e n In ig-1.,sia, bajo la bóveda, resonab;i la voz pe rsuasiva d ~ I cura que explicaba á un e njarn · bre de chiquillos los preceptos d_el D ecálogo. Pe ro cua ndo la bandada de ruiseñores salió cantando del te mplo, D anicl hincó un a rodilla a nte el cura
'•.
-1 17-
que se ·había,sentado para oirl :~ -Padre, socórrame uste d. Y trémulo 'y. quejumbroso le s us qu eb ran tos, la pobreza de s , ...._ píritu. la timidez de su cora.zón. ~ ¡ Contole cómo había roda\lo por la pendi e ntl' del info rt un io sin que nadi" le hubi ese detenido. ~ r. lo d ijo todo e n su ma. No era una revelació n, era un ca nto. No era un simpl1: mortal el qtle
confesaba sus
¿· ·' ·
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tormen tos;
e ra. un gra n e!!ipíri tu que se desc ubría á los pié s ci d saccrJotc. E:ste re movió y escudriñó e l fondo de aquella alma y no puJu menos de admirarse, po r que jam.ís ha bla te ni do delante de si tarn aii a abnegació n ni tan profunda s111ce riclad. C uando ·liubo co 11cl11ido-la historia. llani cl alargó s u mono y d ijo a l ciJra:
-Socrórrame; SO(Orra á mis hijos que perecen de h a mbr~. De una bplsa de cuero sacó el cura un och avo, n.. rete nié ndole entre d índice y el'p\Jlga r cnmo si leva n-
-.,
...-
,, '·"'· L' ..~:..,
¡r,r--- - - - - ---;;-- - .... \..... .' - ·~
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' '··~ .-;,. ' ' \
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-11 8. tara !Va ~ ' ostia, e xclamó coil: tono so le mn·e: ~- o soy l'º' es nuestro Se ñor J e,..,gYsto qui e n te socorre.
, '·:·'
JJ!t•.o~~,,.. it"Daniel
.-.. -
tuvo qu e sonreir.se.
S;\lió
d e all í más triste que nun ca. En la calle, un pordi ose ro in1ploraba la caridad de la ge nte. D a ni ~ l le dió el ochavo que recibie ra e n d te rr.plo. Ya no te nía á qui e n llora r su des\'entura. Los hombres le a ba ndona ba n. Mie ntras caminaba sin rumbo, sur gícron en su me nte ideas quf!, á vo · cearlas e n el a rroyo, le hubiera n sin du dn llevado á la carcel. Pensaba: -¿No es un a g ra n inju sticia · qué·. los ricos coman y beba n como Lúc.n~; .. los, mientras los pobres se mue rerl'de:, ha mbre? ¿Porqué esos brutazos ~ut"t, pasean su nul.idad y sus ba rrigásf • bien rellenas de verduras, tie nen· dt: ·' recho á ser felic es e n lá ¡ie rra, y losque de todo carece n y ex hibe n su mi .
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- l lQ-
seria y sus ·~d raj os, solo ti e ne n derecho á la menta rse y á p udri·rsc e n -un este rcole ro? ¿Po rq ué los ladro nes de chi stera, los que han ama.ratio
'\ll fortun a c<¡n d sudo r y las lágr i· rb as de los .po bres; los q ue ha 1.1 ido re uuie ndo ~ n el fo nJ o rl e l b¡ihl con la sord id ez y pt: rsevl·r.an..: ia dt: un h ~ breo, ocha vo tras ochavo , pa ra más t11i-de e s :.: alar un pu es to c~ ntr c bs de ·
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g-idos de la sociedad, po rque- me preg·unto. han de poseer cocht:s, si rvie ntes, salo nes lujosa mente t~ xo rn ados, ri ca m e53. y tr aj es que se hu rlan del rigor de las es Lacion e~. l' ll ta nto que
los 01 endigos del mun Jo, los verl(o nzantt!S q i:t: nada t ienen y n 8.da f"_c; µc ra n, sucum be n de dolo r y de asco á la .v\•·la e n u11 rincón del hoga r si n foegu,. O en el zag-u.111 de u na de es:1s moradas do nde toJo es placer y ve ntura/ ¿Po rqué e n esta ciudad con · cup'_iscent e, ne urótica y qui jotesca, los pres tamistas hacen
1zeccsidatles,
...
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lus
pica pleitos f'stala u, lo• ta hures vi.ven como prin cipes; los acauda lados
. -' ,."l..'
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INTENTIONAL SECOND EXPOSURE
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1 20-
aumen ta n su teso ro co n hipotecas es· canda losas, présta mos al qui nce y vei n te por cien tn· y n egoc iac i o ne~ que ar ruin a n á los ig n0 ra ntes, mi e ntras que los hombres h•rn rados de veras, los q ue pre dica n sin j ac tan c ia e l sociali s mo, los qur. ti e nen una J:igrim a para el dolo r, un consuelo para la tlesgracia, una son risa para e l e logio y un corazó n pa ra a ma r á todo lo que . d e tejas abajo s ien te, palpita y vive, sopor.tan sob re ~ u s hombros e l peso de los in lo rtunios? ¿Qué camino debe toma r e l que pide trabaj o y se lo niegan ;cl qu e a la rga su ma no pBra implo ra r una li1n osna y rec ibe e n vez de l och av<1 una injuria 6 un a mirada que le hie re? H e r moso es que e l ho mbre d e b ie n respe te las le yes sociales, que procu re no ma richa r su nombre con un a acci ó n indi g na, que legue á s us h ijos un tesoro de ho nra dez, que sea .. ~ n fin, un dechado de bondad y de vi rtud; pero ... . ¿y si ese hombre siente e n su estó mago los re to rtijones d1 ·l hambre, y en su 1ug-u ri o no h:iy act~ i-
- r~ t -
\J ;.i ra ~¡ c~r.d ¡J. n i ¡ n pu .· ~;:: 2. 1 r \:1. t: ll la o li:t, ni lill p:..:da zo :Je lJ.l!l 1~:1 ~ · ! c:aj6n de la nH::s:: .'· !1 :-. hi; r.; ·!v sL,.. c ntr Jfrns . l o~ <¡'.ll'. le :;.ca r ici:Jll r ¡,,_. f\ Jn co n tc rn u r.1 ( ~-. t ,'111
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11u tn.:11 , ¡>orc r.e ~-1 · pdsa n las h o r a~ ~lt r a:1do l!1· ;1.1ml1r L ) ios d ía.:. llen o:; J,. a ngust i: ! Y :t·1hio LI m~ r ;.i !os h ij11s d¿ lo~ mi!Jo;iJri 11s '!'. 1· !i : Ct:ll trajes d(' ScJa )° Zd!J.1li l S d ·· (·harn\ 1 ¿no <lehc· forzosame ! ~h.: cm~~e
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¡ir <· iH.i er el cJ m i iw 11ds L• rt11 pa r·i ;,ca ll&r la \·o:~ dt..: ~n; c1 1 n ci cn '... i ~. guc ¡,. !.!r ita: - «p11 estr• r¡u e \'it..TS tn ~.tu .iaul .• d:; fu;r :i s que: n r. ::e lll ~ H'\tCll ~i t·omp.:· sit~n ¿po rqué no ro lias U t1~ la111:1" a
1.1 cal le
\.'. '' il u n t ra buco? :\o hJy utrc • nwdi 11; robtu,·· ¡nrq nc mi s chi quit inl' . . tie ne n h amb re: )' cret'n qllt:• l k: rJ 1 ~ b "' m J. n os He nas d t \·i t .: al la ;;. 1
Se d t: lll\'11 a nte un a.r111 :1ri o , ;,J tr:i ,· ~z de n1 y t1.: 1Ti sta k s st: ,-cía la m w c1 <ld dept ndi e n tt q ue ;> [J11sa ba de l.. c·a nd ide'- del co m )'rat lor. l~ . 1.ni el J i r ic..·iú una m irada tc, n ·:\ h acia e l fo ndl • d;aq ue ll a t iC' nd a ciC' géne ros d o n rio
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tan tas cosas brillantes se le ofrecía n C omo un relámpago cruzó por sumen: t ~ tm pensamiento horrible, negro com? •u desgracia, é iba ya :\ romper el cristal del escaparate de un puñetazo cuando sintió que le tirabu n del gabá~ Al volver la cabeza vi ó tras de sí á un hom~recillo haraposo, un ping ajo de . la mi seria, que arrastraba el fa rdo de la vejez por el lodo de la calle , - Una limosna, señorito-balbn · ~ió. -Y sin esperar á que D a nid le u¡ te rrn~ ase, principió eJ· paralítico, el reptil de las calles, á relatar su historia. El ta mbieh ter.fa moccscs á quienes mantener, un ran cho s in techo, una. hermana que gemía sobre el jergón, ac_o~ada por enfermed ad crónica. y tem ble . . N o hnblaél gustado de los pl ace res del mundo; habla ll orado sienv pre ¡siempre! sin q ue el cielo ni loshom bres se. conqolie_ra n de sus amarguras. Da niel expenmeató un doler intenso e n· e l alma, Su desdicha, con ser ta n gra nde, no era supe rior á a~u ellu desdic h» Y al igual del r¡u ll naufr a.
-1 23 g a en tr e las olas, ~e nsió á ~ que! 1nade10 para no mor!r en el fondo d e ~ ua cJrcel. Re2.ccio n6; y ya más tran qu ilo pen só qu¡, aú n no había llegadn . la hora de que él, un hombre hon rado, se de jara dom e ~ a r de ta n m ~ l.1s ide~s. Forzoso e ra lucha r y lucha ría cont ra el destino. ¿ Pno cómo remediar las necesida Jes urge ntes, del momento? . . . N o podía torn ar :\ su casa con las nianos e n la faltr'iquera, sin un ochavo. Re-· cardó de pronto .... Si, un amig0 le libraría de cner en el infie rno de la dcseoperac iC:: n: L opcz. Lopez se pasaba los día. agazapado e n un apo,sento oculto en un a de las calles mns solitarias de la ciudad. Amaba e n silencio á Nin{, una mul ata esbcltn, <le ojos soiiadores, qee había Jürn do A su amante fide lidad abso luta . Cuando supo Lopez que Daniel es· taln á I~ puerta de su cuchitril, Je lla· mó ·despe a d~ntro cariñosamente: -Va mos, pe rdido,- entra. Nada de temo res ni de mel,icdres. \en,
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- 114que te esper¿. echado en un c:atre con la indolencia de un sultán. Niní abrn) la puerta y sonrie ndo dijo á Daniel: ' -Lope~ le Hama; está en su cuarto, P.ntre usted ~in miedo.
Y de•pués que bubo c.n traclo, prosiguió: ..-:venga usted conmigo ...••• Ah! <'s un holgazan ese hombre. M!rele, m(rele como se reg-odea ..... · - ¿Y qué caus?, quo móvil, qué ra t:lstrofe te lia dado un empujón hacia t!Ste cementerio de vivos?-expuso Lópet.~Explíca te.
Hizo una pirueta y qu •c 6 se ntado e n el borde de b cama. Nin( trajo una silla en la cu:tl se · se ntó Daniel. - Lentamente, com enzó á referir 10 oc urrido. Desarrolláronse las escenas en el m á~ profundo silencio. Lopez or ó á Daniel sin interrumpirle. Ni siquiera nna palabra que ahogase el p;e mi do de aqoel corazón e n cn·z. No se
ntrevió á apagar co n un a frase con soladora, el sollow de aqu ella alma dol o rid~.
Ninl gemia, de pié, recos tada contra' el quicio de la pue rta. -Aquí me tien es. dispuesto á todo, si no se te ocu rre un medio qu e · me salve. -¿Qué te parece?-preguntó Lopez ;í la mulata.-U na muj er .que le ar r~ ja del hoga r porque no le colm a de obs eq~im.; amigos qu e le desamparan y un cu ra qu e le dá una moneda de cobre. ¡Horrible sa r~•s n .:>! ¿Y e ta es la sociedad? . . .. ¿Y ,c • _on los hombres? .• : . ' .. E n tanto que se calzaba los zapatos, repetía: - Yo te lo dije, tonto: Grispian es un pillo COIJ\O la mayor parte de los potenNdos de Oropéndola. Al nbrochnrse la corbata se dirigió á Ninf: -Compra un poco .Je vin o y un pedaz~ <le bir.cochc: Daniel no ha almorzado aún.
-126-
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mulata corrió á cu mplir la orden de su amante. -Convéncete, querido: Dios es -i;ordo como una tapia y los hombres son unos .hipócritas-continuó Lope,.__ . · con nlardes de insensibilidad y de.q. crcimiento - Cuando exhibía yo al desnudo ¡\ l0s mercaderes del hono'r >' la vergüenza, me Han:abas c.'lengua de vlbora>, <escéptico> y cburlóo>. Caracolcs1 El mejor dla desenmascaro en los periód icos á esos ... . racimos
de horca. Daniel se ¡;uardó en un bolsillo el cedazo de bizcocho y apuró el vino
de un solo trago.
-¡En marc_ha! - exclamó Lopez ataviado ya de sus pobres arreos. Llevó á Daniel á una tienda de provisiones y le cargó de lo ~.ás in· dispe11sable para un esplé ndido al muerzo.
-¡Un banquete de Lúculo!-gritó desde la puerta á Daniel q11e partía corriendo á casa. ' - ¡Pobre ·mucha cho!
Y volv'óse al horttrJ. para dccirie : -Dentro de dos días seré agraciado con el premio gordo; entonces te pa · garé; carga por ah~ra esos reales erí el libro de las pérdidas. Muy orondo subió Daniel al desván. - A buenas horas te apareces-le gritó Gabriela con murcado enoj o. Alfe figuraba que te habf.ls rnu~rto , (. ou:i hablas delerminadu no volver m:ls i esta pocilga. Anda, .anda , pon esas vituallas sobre la mesa. Ape-. sar de tos pesares te has portado · hoy ..• , como u o heroe. Aquella tarde, E nrique estuvo muy jovial. Decla él con l,ranque1a: e-Yo quisiera morirme antes; pero ya no quiero morirme, porciue ,Pª pa trae pa nosotros mucha :om1pa. .l!;ste pequeño glotón del tamaño de una' bota, hubiérase pasado todo el d!a y parte de la noche engullendo dulces, frutas y es~u_dillas de sopa de aceite. No se moyfa de su pqesto las tardés e!l qu e las oll,as hu1~euban 0
-128 e n el fogón, para dar fin y remate á !ns migajas qu e se esparcía n sobre la mesa. Hurtábase el azúcar, bebíase el ace ite del randi l, trepnba á Jas rin . coneras para coger un trozo de pan 6 d~ queso; y, á'Veres, cuando el lmmbre le apr~tabo, roía el cabo ce vela, ó daba · un mordisco al jabón. Gustavo, por el con trario, no se 11'. 0· vi~ del petate donde estab:i tendido, oi palmoteó de go?o al v~r las vituallas, ni se co mió el pedazo de bizcocho qlie le diera su pudre, ui se . rió de los gesto;, y cont0rsiones del heliogábalo en miniatura. E94:aba de· caido, mudo, intensamen te p&lido, como un cadáver. :Sus ojos hab(an pe r d id•> ya el esmalte y la brillantez q ui: tienen los ojos de los niños felices. Un velo de triste?a le cubría el rostro y en •las comisuras t.!e su s labios veíase la sombra de un a sonrisa amarga. La flor no exhalaba ya perfum~. ¡Morfaabra s~da por Ja fie bre! -Dar.iel le dijo con ·voz cariñosa:
- . P orqué no has corrido á darme un beso ... ? Dime lo que sientes, hijo de mi corazón. Me desespero al do ntemplarte así, tan melancólico r tan pálido • 1.,e estrechó ardentísimameate á r.u pecho y continuó diciéndole: -Tu papá no quiere verte triste. ¡Si supieras lo qne sufro al pensa r en l" • padecimientos! Yo qu i•iera que en tu boca brillase una sonriMa de gozo. No llores bien mio. Cada lágri ma tuy a es un nuevo torm ento para.
mi alma , Ríe, como r(e tu papá. ¿Ves . . 1 VamosGustavfn, no pongas esa ca ra de pena y mírame con amor. ¡Imposible! No podo arrancar una sonrisa de gozo á Jos labios del (dolo. ,en fermo. Gabriela anunció desde la azotea: -La señora Tontón viene por Earique. Eo efecto, la vieja se presen tó .un instante después. -1Estais visibles?- pregunt ó con inoport\Jna bufonada.
-1 30 -1 31-Adelante!-·!e gritó Gabriela . - ,Donde está mi presunto heredero? -Mírele u s t~d. -¡En pelota __ J Cúbre.le el cuer· po con una cam isita; cál1.ale los zapa· . tos; en fin, aséale uo poco. Daniel se quedó inmovil. ' Pensó: :-Es verdad que la beata q"'crc robarme á Enriqu,._ Y yo careceré de ,voluntad, de energías para ovonerme al robo? · :JJ;nseguida expuso con arr~ganda: -Señora : usted no puede lievarse á esa criatura que es mi adoración . Sea usted complacir.nte alguna .vez. - Ja, ja, ja!_ .. Cab1llero está usted rematadamente loco ¡Vaya! ¡Si no mato á lo• niños ni les chupo la¡ san .g rr.' - Pero es que Enrique no quíore separarse de mi lado. -Repito que ~.0 tá usted loco. JJ:,,. rique no se acordará de su pad re dentro de una s eT11aoa. Créame, Da-
niel, los nmos son como los perros: lamen la mano qoe les acaricia y a rro. las migajas del festín l ~a -Pero eso es imposible, de todo ponto ;mposible~rugió Daniel mesándose los C'lbellos. Y o den uncia - ,. ré el rob.> á la justicia ; yo cometeré una barbaridad La señera Tontón, _si n cuidarse de tan tremendas amenazas, afió de la la mano á Enrique, á quien le hahí.i. vestido ya su madre; imprimió un beso en la cabellera de Gustavo y se marchó, uo sin antes decir á Daniel: -Bie n pror:to será su hijo mi heredere. Enrique no cesaba de g•itar:..-i Yo no quiero irme_ .. ; yo no quiero irme! Con la mayor indiferencia su madre le volvió la espalda . Pero Daniel, furioso, encaramado sobre el muro rle la azotea desde donde vela á la señora Tontón, gritaba de5aforndamente: - :i;:r.rique, Enriqi;e, ven, tu p"ad re te ll amo, tu padre que te adora.
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M as como la vi~ja no se detuviese, el carácter de Daniel se rebeló, de tal modo, que tuvo fuerzas para, escupir al cCJgote de la beata este insultó: -Señora Tontón: es usted una la drona.
V NT.L'l: E tanto la Ci udad de Oro;iéndola se divertía. · Noche-buena con sus aguinaldos,jácaras y bailes excitaba á los · indolentes, alentaba á los cobardes v ponía el júbilo y la vivacidad en los mds circunspectos y tardos. Viérase hacer gorgoritos á los vejetes enlazados á lo:; jóvenes c¡ue de· rrnchaban su alegría eu estrofas picarescas, en vocería atronadora, en piruetas y saltos no muy decorosos ni útiles, pe.ro que demostraban agilidad de músculos y reg-0qijo de espirito. Las guitarras y los tiples acordábanse delicios:\mente, cantando á duo y subiendo á lo rob inaccesible de la escala musioal, para descender en
-1 35-
-1 34- . cascada de notas y morir en un ¡ay! voluptuoso. No resonaban en esta reunión de instrumentos la s panderetas, las gaitas,las chirimías ni las bandurri as; pero era de oirse el repiqueteo del tam. bor siguiendo con regularidad el chis chis del marimba, rascado por la varilla de metal 6 de madera. Si de las flautas caía una floresteo cia de n:>tas, gorjeos y frases jocun das, de los trombones subían y ~ta .liaban en el aire roncas y desagradables carcajadas, como de cantor trasn{>chado, y triaos agudos 6 fuertes co mo si los echase á vola1· la carganta de un móostruo. Un trovador sin pizca de verglleoza, con el villero sobre los ojos, ·el cigarro adherido á la conmisura de la boca, la1 greñas en rebelión, siervos los párpados del aguardiente que ejercía de reyezuelo en el desvdn, en desorden las ropas; ron un botín y una chancla, pero gallardo, saleroso, ·festivo, balanceába!e 6 deteníase de
sú bito para no caer de bru c-:s, sin qu~ ni un solo instan te dejara de can tu · •rr¡ar la coplilla única, Ju que pudo aprender antes ~e tomar h borra chera: y snno la fl auta por casualidad; déome por su madre carne sancoc!td. En todas parl es veías e {; la gen te cc n g randes bultos, fra scos de c-ncu rtidos, botes de fiambres, platos de haltacas 6 pasteles de arroz, trozos de turrcnes de almendra, fuentes ron pavos recié n cocidos en el horno, ó lechon es en estaca, dorados al fu ego. Diiíase qu e las tiendas, los cafés, los hoteles y hasta los ventorrillos oc ultos en los..-i econ es de la ciudarl, se disput•b~n -e! triunfo en aquella clara y hermosa noche. Exhibía~se .
~o bre
los mo~ tradores, en armar 10s
ad !toe, en mesas redondas, colgando de las ,-ventanas, de los techos y de las' puertas , jam on~s, chorizos, quesos
"
- 136n\3llorquines y grullere, racimos de uvas y de man:llllnas, ca nasti ll as de fresas y botes de dulces ab rillantados. V inos franceses mostraban sus colores e n botelias cucas y fu lgu ra n \es. Licores rojos . azules y ele color de topacio, e n vasijas ca pri chosas: ya un a vieja zamborotucla con abd6men colosal: ya un marqu es con tricornio, ó una · mala imitación de los vasos antig uos. En fin, l" variedad de la ceriímica para cau tivar
e} eorazón,
re ndlr el deseo y saciar la sed de lo ag;adable. Nadie clo rmfa: w do ciudadano hn· ?íasc .c onvertido en un j uerguista 1mpe n111en te. La población se· des· pa rramaba, é invadía los •i tios públi cos, las ca ll ejas y hasta los rincones para can tar re ir y dive rtirse con I~ inocente alegría de esod niño• grandes q ue so n co mp leta me nte dichosos. Ninguu banco libre e n la pla;,a de Colón. La ola h uma na se estendía con raJlidez y l!asta los ba lcones y las ª'<ateas estaba n lle nos.
Venid, pas torcill os, venid á adt>rar a 1 re y de los cielos que ,ha nacido ya. Un rústico techo a brigo le dá. ¡Glor ia en las a lturas y e n la tierra pa1! En resú men : el aspecto que pre· se nta ba la ciudad de Oropéndola ~ ra el de una orgfa al aire libre; oo" especie d ~ bacanal sin tirsos ni antor-
chas, bnjo el régime n autoc ráti co de un Césa;r, q ue permitía al pueblo t:n a noc_he de júbilo, para qu e uo sintiese muy hondo la in¡uria de la bofetada. El Casi no ~bri'ó tambien sus salones r .. n un grao b::.ile de etiqu eta. No cabían los socios; y para no aplas · tarse, diseinináronse por llJs balco nes, ga lerías y piezas destinadas al billar y al juego de naipes. · Un hibil pioterhnbiera tra2ado allí un prlruorow cuadro de cost umbres . D e los arcos brillantes como el oro. colgaban cortina• de punto y 1·am os de Acres; y en el limpio cristal de los espejos se reproducían las parejas eu larncia.s por el vals. ¡Oh! ¡Qu é g ra · to es c-primir la mano y la cintura de la muj er amad~! ¡Cómo 'pnlpita el co razó n al oir la voz amoros:i y dul· ce de la deidad que se entrega á nos otros en esos instantes'. ¡Cómo no s estremece 5U aliento y qu é :ndccibl e placer ucs embarga, cuand© ento rn a dia 1..is ojos, incli na su fr ente y nos dice con tern urn: cEI himno del amor
es un gorjeo.> En esos momentos fugac.es somo todos los goce> Je la tieljra, nos sentimos más nobl es más l'"ros ,y mós grande&. Hu ye d~ nos· ou Gis el mal, y nos tran sform amos,co ·
mo por obra de mág ia, e n quernb ines de luz. ¡ Ráp id,1 transformación! D es· pués, cu ando cesa la música y la virge n se de.svaAece, Yol vcmos á ser tan cana llas y tan hipócritas corno an tes.
·~¿¡+,~· ~~ ~;;¿;d qu~· ;.,;~ ;.:i;;s? Íq~~ me complacerás en todo lo q ue yo desce? -preguntaba con amere ngado ace nto un jc vencito cu rsi á una niña
qMe fe.jaba s us ojos en el suelo y abría y cerraba presurosamente el. abanico que te nia f?n tre las manos. . - No ~é ... . quiztl .. .. pu ede s1 .• . . ~e.g- un . •..
qt;e
- Me desagradan mucho tus evasivas. Deseo que me hables cor. franqueza. -Yo? - Tú. -Pero qué quieres?
.
, - Quiero acabar de ui1a vwz. Tu padre se opone á nuestras relaciones amorosas, porque soy un pobre m'.lchacho . . Mas no te apu res, Elena; yo trabaj a ré para m:wtenerte y se. remos felices en el nido que noscons · truya el amor Lengua je tan . . . persuasivo n!) conmoví<'.! á Elena, porque le con tf>stó al instante : ··--Pues mira, no quiero desdbedeter á papil. -Entonces q"édate con él . Rompere mos las relaciones. Ya lo sabes; desde esta noche, como si no nos hubié<amos con ocido. - i Albr.rto!-~xcl a mé Elena anonadada por el trágico ademan del petrimetre Por mi madre te j11ro que si no accedes · á mis súpl icas termina ri n nuestros a mores.
-Pero . . . . • -No ha.y pero que valga. Decfdete. Alb.e rto se puso en pié, tiró de las puntas el.e sn chaqueta con lingida
'
calera, atµs 6se el bigotej o y se i:o r.tone6 r.o mo ~n gran pe rsonaje. -Siéntate- le dijo Elena con ta nIta dulzura que nuestro don fuan no tuvo m:ís remedio que complacerla. Vamos, no sé lo que q uieres; esplí· cate bien, pero bajito, para que no nos oigan .'l. rr.ep ida qu e Alberto le ap remia· ea con du.-as exigencias, la dama d" lo's oj os azules iba perdiendo el pudo r. -Pu es q11iero-expuso el sieteme· si no yé ndose resueltam e nte al asunto -que me des una p ru eba d e tu amor hacia mi. -No te he datlo va bastaotesT Si; pero la que ahora te exijo es la más acabada, la que me d emostrn rá que verdaderamente me._.___ :( - N o te e ntiem'o. -Verás: como la concurrencia es numerosa, ,;adie sospechará qu e te has e5capado. -iQu'é dicesT -Dj go que dentro de dos horas nos llevará un ca rruaje al cuarto de
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las Gaztambid11s, d onde perm anecerás ha5ta que un sacerdote nos eche la be ndició n. Más claro no canta un jilgue ro . .Resistió la doQcella , ll oró y estu> o á punto de des may arse¡ pero mujer al ¡¡,., se batió débilmwte y se rindi0 á los deseos de su don fu an. -¡Btien par de pichones!-munl'lll · r-0 el lili pu ti ease qu e dP.trás de una Lor tina había sorprendido los pian es de la pareja.-iUn rapto!-¡Pobre Ja· <into! Ya no dirás que tu Venus im púclicn es un querubín. 8e alej ó son riendo. Como el maldito de Lopez e ra im · pático, obsequioso, cortés y galante; como gastaba muchos lilétes e n su oon versa1ión; como no tenía pe!illos e n la leng ua para decir la verdad a l más e<nt>ingorotado y sobe rbio; como e ntre sus cireunsta ncias ·persoaaiesdescollaban cierto espíritu de ge nero. sidad y un a gracia indefinible, habla logrado el favor de las da mas. Aquel e nanilio vivarach o, lccua2,
que mostra.ba el cuello y los · pijños de su camisa desflecados ae rotos. y un gabán de color de ala de mosca, divertía á las muchachas con >'U gracej o y originales ocurrencias. , Aproximóse :l una joven cuy~ _s em· hiante ecloaba chr.pas y la dlJO e n voz baja: -Eres, Tula, un precioso bibelo t. Si tu\liera yo din ero, créeme, te conquistaría á l• nza y e~~nol o. . La niña ri óse á qu•Jada batiente. - Oh! mi Ccüa-excla111ó acercá n · clase á un" ru bia de ojos negros. ~ Si exhal3 ras peifume como el lirio ó el geranio, tu h e rmv~u ra no reco nocerí a
rival en el mun do. Eres un a dali a muy bonita ..• • pero muy so,sa. -- -G racias- contestó la vi rgen ha· cieAdo un mohín desdeñoso. Había espirado el vals. La última no ta veló el e ncanto del baile. · U oa algazara di sc reta sucedió á !a armo· nla de los instrumentos. Enlazados del brazo los danzantes se dispusie· r-011 á pa~ar e n torno de! sal ón, los
-145unos de trás d e los otros, a ba h·icá n tlose las damas pam e n volverse· e n on . ¡las de aire tibi o y e nju gá nd~se e l sudor los caballeretes gomt>sos'; ' s\idor q ue abla ndaba el c ue) lo de sus cami sas ~ l m iclonad as. • Por entre ;¡q úel h_orn11g ueo de falaas de col ;.-es, de e< ntas flo tan tes,. de escotés iri\pild lc~ 'i de pe nachos ' temblorosos 'ó l,eíanse los "mok ins, las lev itas y-n l~ no qu e o tro P<:ntalón color d.. plomo ·q ue rom pía_abiertamen te con la co rrección <fe la etique ta. A piñábase ba jo los a rcos, ú traves de la• corti<ias, la juventuci bulldo ra esa mu che~ um b re de horteras qu~ desde ~-s seis de ia maña na hasta las diez d e la noche, agua rda de pié t5as un mos trador al fogit1 vn ma rch>tnte; reclamo za la mero de la usura dfspues lo sie m p r~ ú deja r C3er un piropo en el 01 do avispado de )¡¡ jove n que re ti e~e entre sus dedos h punta de ln .teJa a_1scut1 da y regate.'\da; hum ilue por c1ón del ¡¡;ra n m undo que sue na ce>n e l d ia de f.ies ta pJ.a lanzarse e n bus-
~a de los placeres e ntreviatos d unan -
te seis dias de un a b¡wrim ie nto so rdo ' q ue no, por la se.ve'. · ridad '9el-am .' .-Nay.eg_nnd o por aq\Jel mar de ves· t1dos chutrig~rfscos, de colas abierta&. como la c e lelll ¡ia vos rea les, de ca. b e2ts ~~h¡ aH, de . moflos como torres , .de .$l¡s <;On bermellón, de cuerpos al de,s~i re y de columnas vertebcales tiesas ~Ó m o pa.los de escobo ; a~í repa rtieti dc su lu c· o~, allá estred1a ndo _ corpach ones de a migos, L opez se detuvo de pro nto, soo riente y coo exquisita in clin ació n de cabeza, fre nle á u na da ma de cabellos ~ri ~es, de tonos metálicos, hermosos ojos de odalisca y pród iga en col la res y bra2aletes de pied ras fa l~as. -Mi ser ora D crnier, cuan to g usto e n estrr cha'r su lind a ma no .. .. 1 La De rn ier, oculta ndo su bcquita de clavel rojo, fresen como un soPlaete, tras el aba nic o de pl umas, dió riendas á 1u na de esas risas fr ancas, per· ti naces, de merodeadora de m uel le,
f lmpuesto, q uie1as
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47-
das de halago. Desce nd (a Lopez del jard~n con rapidez, sin escrúpulos, y I part1a recto por el camino de la sáti· ra, de la broma picaresca, cuidando de esfu mar el concepto en " n crepús· ca lo de delicadeza cortesana. Pero de improvi ~o, sin trausición, como si se h ubiera despojado de su túnica de dios elocue nte, se plantó en la carretera v ulgar de la prosa . - Y qué t al? ¡Ha logrado ronsumar el neg ocio vuestro maride? Ei negocio de los p~ga rés y de las hi po-
Bacíaie cosquillas la cabeza dd bohe mio y sus mar,n:z·as velludas. Si, e ra uri bicho ra ro d chu sco de Lopcz, tun pequeñí n y abotagado dentro 'de su ·gabún color de ala de mosca, y la se; ñora Dernier no podía perma nec.er grave 'ni un solo mom.eoto ante aquel monstruo de pronunciada fealdad . Pero este 1ñonstruo sabía hablal'le al corazón . Nada de · ci rcu nloquios. de. reticencias, de ambigüedades r.i de misu~rio s. Fuése derechamente al grano, con sutileza, ala mbi can do . á te rciopelando la fra se. Pt1so e n jue go su talento para punzar e n lo más íntimo á la pecadora si n hace'rla dañ o e n la piel. ¡Ni un rasguño con sus ·gorras de ti g re! A veces remontábase el e nano {i la •1lta poesía , y all í, en er ja rd ín de las Musas, reccg la lan fl ore5 más ex trañas, más bella,s, pa.ra espa rcirlas á los piés de aquella coque· tona sin pudor que se chupaba los la. bias de gusto y movía de un lado á
tecas
..
La señ ora Dernier se encogió de homoros y esbozó una sonrisa de hielo. Phs ! no sabia ella nada de ta les negocios L e importaba n un grano de anfs los asuntos e n que se embrol laba su marido. No le cabian á ella en la mente los. núm e ro~ , ·esos ga rabatos
que pa recen geroglíficos inin te li¡;iblcs. Malgast~?ª 'el dinero que su «q,u eri . do .ba rbiau> 1 ~ traía á ;>t11>ados, y apena~ s1 se cuidaba de i'nqu;rir do nde estaba el fi 1ór1 de ~ quella mina ·in ·
· otro su cabeza ea rizo~¡, con un büi~
bén de barquichuelo mecido pcr 'on ·
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agotable. Mecíase en el encanto de su po9ieión des2hogada y no trataba oonca de sondar el abismo de las operacione• comerciales donde sudaba y se deshacía su cimblo de esposo, un buen hombre cuyo placer r.stribaba en rebuscar por los rincones de Barcelona, de Madrid y hasta de' Oriente, las prostitutas más hermosas para exh ibirlas como objetús éuriosos en las calles de su puebto, por entre la mul \itud que le coRtemplaba con tamaños ojos, alelada, atontada de tan enorme descaro, de una desvergüenza de tanto calibre, que toleraba pacientemente e• virtud de los millones que el muy tuno sabía acumular en g rande arcas d.,, hierro . . -Mi marido es un santo¡ ap~ nas repaPB en mis caprichos ... Es url esposo sui gdne,ris, dechado de honradez y generosidad. Y deda esto la señora Dernier sa ccdlendo artísticamente su casco de acero y dando un golpe c00 su aba· nico de plumas e a los muslos flacQs
de uno. señora emperifolladl , que junto á ella, permanecía enhiesta so· bri la silla, como una estatua de ye!IO en med\o de un salón de flor •s artificiales. Era la ~t!ñora Cron.miz una ruin a histórica, un antiguo modelo de belleza, la adorada siempreviva de un comerciante qu e no hacía mucho tiempo habíase presentado en suspen- . sión de pagos, v que resguardado ahora tras el escudo de Ja ley, cavi laba sobré el golpe de audacia que debía dar nu eva mente á sus acreedores, para enseguida, satisfecho y abito de. · ho nradez, marcharse á ti erra lej ana á gozar de Jos millones habi lmente ro· bados. Del asombro en que cayera Lopez al e.ir la descocada confesió n de la Dernier, sacóle un joven alto, delgaducho, color blanco, nariz gruesa, negros ojos y frente despejada. . Hector de P ádua era un excelente chtcQ que adoraba e n su madre á cuyos pies se pasaba hbras enteras de hinojos, en adoración fervien~e, y que prestaba
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so-:-
calor y vida al hogar donde batlan sus alas cinco an"geles de sin igual belleza para quienes vivía él sacrificando hasta los mas puros deseos de su alma . Muy chiquitín , descalzo y sin abrigo, habla buscado · refu gio en el hueco de una imprenta, y allí, con i'! I impulso de ·su voluntad, median te ;rna constancia inflexible, había esca lado un putsto de preferencia, transformándose repentinamente de raton cillo de cajetines en rcdactór de pe· riódico:>. Entonces pudo llevar el desahogo á su familia que sufría la escasrz y el desamparo sin quejas ni lágrimas, pero vigi!an te de su honra, atenta siempre al amor de un pres ti g io cuya lumbre le fortalecfa en la lucha contra la suerte, al parecer sin términa. · Aquel zagaletón inteligente en cu·· yos ojos brillaba el fnego de los elegí, dos;de elocuenci?. faci l y p.u ra como e l ag-ua de un manantial, refiri6 á Lopez como él, el iluso. el soñador, ha bla dado ya la última pince lada ú
~u
tomo de poesías titulad o <Haz
d~
Pt;,mas.» Y con en ton ación dram Jtica, en la embri;.guez de su ven tura, empezó .á recita'r versos limp!os, so noros y b~1 ·
ll antes co mo él cáliz de una igl esia . Eran pasionarias .de su corazón de ni· ño enfermo, efluvios de su ideal levan· cado y hermoso, cristalización de las esperanzas d~ su yida, en torn o de la cual no babia crecido nun ca el hure! de los a fort~nados ; estrell as de s 11 cielo s!empre azu l, que el contemplaba de noche, desde la ,-e utaua de su cuartucho d ~ poeta infe liz. Lope?. le ola, prestaba arenc1on, a~ercando su rostro al de <1quel ami · g o siuccro que en plen~ ?ail.e, bañ ado por la luz de las aranas, sin preo· cuparsP de los asn ns que rebuzn al..Htn
en e l "a.Ión , abría su alas para l anzar~e hacia los esp~c i os del ensueiio, a brillantados por mi riadas de soles de 1mcomparal1le hermosura. ¡Guapo soñador! . Cuando empe>6 ;í gemir la da'!lza y
' -1 53Lopez abandonó al poeta, un g rupo. . de pisaverdes le llamó á gritos. -Venga u st~d acá, Lopez; oiga nos usted. Háblenos con fra nqueza.-drjole uno de ellos, el que o•tentaba en el ojo! del smoking una rosa del tamaño de un peso fu erte. -Si, si, hable con frnr.qaeza,--re pitió el gr.u po. -¿De qué •e tratat -P'"eguotó L0pez abriendo las piern as como un ma<rino eo aha mar. - De la mujer de AW:lornoz. ¿Ne es cierto que amaba clandesti namente i ·un mozo de café? El crimen ka trascendido al publiro y ru eda hoy co mo bola de nieve por la ciudad. ¿Quien se a trev~rá á tlecir que esa mu jllr no es adúltera? Explicaron ceo detalles minuciosos los accidentes del adul terio. füita bao enterados de las cartas amorosas que Fe ha·bfan d'ki¡::iáo am bos crim inaks. E l más chiqui tí n, d qu e parecía un /nomo de L uzbel, a9eguraba ~Ul! Ita bía oi co dMrás de una p11erta el. tlolo-
c.¡uio de las t órtolas y el chasquido de un beso. Y el tal Albornoz era un im bécil qbe se permitía la inmoralidad de exhibir e n coche todos los domin gos á la .muy . . . .. . pulcra. -Tamaña desvergüenza es- qu e una mesalin a suba />.estos salo nes. y se codee con las personas decentes . Mírela, ali!, tar. re lamida con sus hombros desnud•JS y s ~ cabellera d'.' ú íO.
Lopez huyó del grupo, diciendo . para sí: -Oh vieja mu rmuración! ¡oh · bruja terrible! __¡cómo roes los za ncajos á la humanidad! .. Penetró en la sala de la bibli(lleca y se ¡iuso á leer los periódicos del dí&; pero como las columnas de . los tales voceros estaba n llen as de chismes, injurias y sa ndeces, que á él le aburrían sobre maaera acercóse á una mesita, al rededor de la cu al jugaban al burro los persona ges más influyen tes de la poblaci6n. · 1
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Portuondo, con tres cartas en la m no y temeroso de la pé rdida, voci feraba que su vida, su tra nqui lidad y su fortu na la< había consagrado siempre á los pobre•. . Para oírle bien , Lopez cogio una silla y. se ser.tó en ella á horcajadas. . -:- Si -se ñor, lo juro: yo he venerado desd e niño á los pordioseros que im · piaran la caridad de loil hombres . El enano iba á dirigir!e esta pre gwn ta : -¿Y Daaielf ¿qué has hP.cho de Daniel, miserable? Pero pidió la palabra el -ruiseflor de Oropé ndola, el casto Jacinto P o· ,·en tud. Todos g uardaron si lencio para o ir al vate de Jos campánulas
verdes. -¡ El debe r! ¡el deber!-repetía fi p od o los ojos en el techo del salón¡Ah! yo siempre ajusto los actos d e mi vida al mas puro debe r. ::>u eloc uencia man aba ri ca y abun. dosa. E mpeiiábase en de mcstrar que su vid a era un mu es trario de virtudes ;
q tie su cora1ón e ra un a rca de ge ne· rpsos senti mientos, y que su espíritu no se revolcaba en el fiemo de las roalas pasiones.
-El lwmórR no vive para si solo. Vive ig1talmente para el bien de los demás tanto como para el propio. Y mezcbndo pensamientos de S miles con ideas de otros autores q ue él leía á men~do , adornábase con fúl¡!;ida aureola, Fara que los circuns-· tantes le creyer>n un elegido de Dios. Lope:< se rda por dentro. Con o· cía hasta el último re pliegue de la con· ciencia d e aquel hombre que pretendía deslumbrarle con la elocuencia extraída ele un libro ageno. Poventud era un hipóc ri ta al igual de los estúpidos que Je cs:;uchaban ab•ortos. Enfurecióse Lopez al oir de los labios del embustero este sencill o pensamiento , de Smiles: La juente más
verdadera de gozo se encuentra en las sendas del deber. ,
-157¿Acaso había caminado Jacinto por tales sendas? Los reptiles se arras· tra n á obscuras, y él era un reptil de la sociedad. D e noche, IÍ la hora más recatada, velasele caminará tientas por · los ca· llejone" y llamar á las puertas de los lupanares. Dejaba la másoara en el umbral y se exponía al ' desnudo, tal cual era por dentro, un crapuloso in · decente, una miserable escoria. Allí, nÓ ie sonrojaba el pudor, ni la ver· gllenza'le quemaba el rostro, por que esos cal'mines no siP.ntan bien en Ja
cloac" del vicio. --¡Guay de tí, si yo te arranco el antifaz, ahora, delante de estos imbé· ciles! - murmuraba Lopez- Vieran · entonces que eres ¡oh bardo! un pozo de inmundicias.
-La honradez es la verdad y la verdad es la honradez . He aquí mi lema. En él fuudo inis acciones. A nadie miento, á nadie 1 eugaño, por que lo delusorio me aterra. Y tsa frase .la he gravado tambien en el co-
rn;.ón de mi hija. La <ligo á todas horas : -"Si en t" frente no brilla la virttld serás muy desgraciado ¡oh an· gel bello! No mientas á tu padre, ni á tus amigos, ni á la sociedad en que 'vives; por que la mentira, com'? u~a sierpe, se enroscar11. t:n tu conc1enc1a para atormentarte." · -Y claro está que E lenita no habrá apartado ·nu nca. sus ojos ni su_ pensamiento de ese precioso /emal interrogó Portuondo con simulado interés. - Mi hija es pura como un rayo de sol; es nn ave de oro que no ha man· chado sus alas en el cieno de las pa· siones. Vive en un cielo ideal, don· de se solaza con la música de los fo· geles. Creame ustéd, Portuondo; si alguna vez labios impuros han murmurado en· los oidos de E lena pala· bras de amor, ella ha cubieato ~u co · razón y su a·lma con el manto de .la castidad. Una sonrisa irónica ib.1min6 la cara de Lopez.
- 158- i Pobre Jacinto! - fe nsó.-· Tu ~J lena se fugará con su no,vio, esta noche, dentro de un par de horas. 1Bra · va poesía la de este baráp impecable! J.l<. mar ave de oro y rayo de sol, á nna casquivan a mariposuelal Callóse el bardo, bien r pesar suyo, y lanzó una pregunta don Hemeterio Bilis un hombrecillo cara de ratón, as· tuto v sagáz, q ue solía deci r muy q uedG' á Portu0ndo mienlras hablaba el ¡:ioeta: .:...¡Qué lata, por Dios, q ué lata/ ¡Cuando terminará el discurso de este majadero? Pues bien. la pregunta! del hombrecillo se redujo !l. esta fraáe: ·
- ¿ Qu ién me monta
i m il
R iérorise todos Jo3 · ºrl'entes y así . qu e hubo reinado el ¡silel)cio, habló el morali~ta Sa nchez Brega con una facundia sin retóri ¿a, tan va na co mo in sípida. 1 Pa ra este iluso, !a cuestión más ;\ rdua era e·I cum pl imiento estricto de la moral. "Si e! espíritu del h.om-
bre ••lcanza -una transparencfa de cristalfinísimo lia tr·i unlaáo an 111 t-ierra ." El fin qu e San chez Breg a p,ersegufa e tl! rn amente era la perfec . d6n absoluta. Fu era de el la no 1•tía más que locura y estupid ez. ¡Valiente RlósofÓ! . Pretendía ser rígido, severo é in Rexible con sigo mismo y con sus semejan tes, y resul · taba todo lo co11lrario: débil, negli ger.te y \•o luble . Con tono gangoso volvió á preg un . ta r el hombrecill o cara de ratón:
-¿ Qu iénes h.an sido los bm ros?·
- ~~ ] poeta y el moralista- contestó Po rtuondo sonandose la nariz en un paiiuclo de Madrás. Generalizóse la ¡:onversaci ón y por veredas y recodos, ll evóla Sanchez al terreno de la política. Retum bó el escándalo . 'rodo fué decla mar, ) ugir, arrn nca rse la piel y empolcarse con las inmu ndicias que brtoaban de s~s cbraioaes. Resalla · ban sobre aquella algarabía, la voz gruesa eje Portuo ndo y la risi ta pun -
•'
.,. -1 60za.dora y cortante de Bilis, que se revolvía como un moao al través de las espirales de humo que se escapaban de los ciga¡ros enceadic!ds. Aquellos hombres adin erados, burg ueses ignorantes los u~os, y nobles en conserva los otros, fun cionarou de ca tapulta, la nzá ndose las canalladas mds asquerosas, los dicterios mas soeces, toda esa fraseología de vitriolo que desfigura inutilirn al . u.dversafio. Sanchez Brega , que aspiróba á ser diputado, sacaba del arca de su me . moria los adjetivos más rimbombaates para hacerse oir de los incré du los y rehacios; prome tiendo á la patria venturas doradas,1 c\lando é l lograse escala r la cúspide. Un ciudadan u pacifico;' que mecía su ideal de concordia y progreso ea la penumbra de un rincón, apartado de la co med ia que se desaJ.o\l~ba ante sus narices, echóse ú re ir de les re· tru écaoos, de las interp!!l::iciones y de las sandeces de aquellos políticos de ·
e
-1 61 ......: ·
lac!iueto, J>esado• a rm ltostes qu e reven taba , de orgull o y de vani dad . • f -l!h, eh, no alterarse, co r. spicuos; esto es un escándalo de P P v doble U. , Calma y ¡ á callar !- gri tó Bili~, dirigiéndose á Portuondo, q uten, COJO como un pavo, trataba de convencer á 111.liberal empede rn ido de q~ e él,
Por uondo, era un soldado de la va ues decir, un noble que estaba á la cabem del progres y de Ja civilizaci6n. Y, de repe nte, e n el fondo de aqu e: tia alga.zara ca paz de poner m1e?o á las figuritas de yeso que •e rep u1a bao en los capi teles de las colu mnas que sosteoi:tn Jos a rcos del salón, c<>mo una bomba de dinamita, estalló In palabra ¡¡I NDEPENDENCIA!! T odos aquetlos v::.lentones, héroes de papel.de estraza, hicieron una contorsión inde•crilltible, mezc la de ~s panto y a ngustia; y sus ojos, abiertos desmesuradame nte, volviéronse hacia la escalera de mármol, creyendo ve r
¡(Ua di~.
-16 2 -
1
•
allí la si niestra y amenazado ra fi¡:-ura del Jefe de Pol ida . -Silencio, a mi go•, cuidado con l•1 s bromas!-eJCclamó Portuondo palido • de susto-Calma, calma; no juguemos con pólvo1.a, porqu e pudiér(\,mos vo· la r ·. . . i Dios sabe á donde! D espués que pasó la nube preñada de temo~es y recelos, Sanchez Brega, ·golpea ndo sobre e l mismo parche de la política, lanzó una bala rasa con tra Darío Belmcote, el peri od ista más humi lde v m ús talentoso e n treinta leguas á ·la redonda. · --Esfue rzos de co loso hice, para que el paladín defendiera valerosamente " ' partido li beral bajo cuya bandera militaba; pero como Belmocte carecía de fuerzas para wstener la lucha, el dia veinte de Noviembre del noventa y uno se entregó· al enemigo. Lope'z re ve ntó comu ·Un peta rdo . -Mientes! Ah, ~e ifero! Ah, pul· ero y hcnrado burgués! tu lengua hii manchado la honra de un mártir, de un ciudadan o que val!a m:ís que tú ...
-;63-
;;; , "" s:¿,
Oigan me ustedes, señores; c -.,..t.ln 6 stis palabras de oro; porqu R~HOTECf;. preciso borrar inmediatamente ma ncha-dijo Lopez sentándose otra ve1 á h0rcajadas e11 la silla.-Da río Belmonte vino á esta ci udad, ho á tP. nder la ma no para pedir una limosna. com o he dicho cierta persona malic iosamen1e; sino á vivir de F.us pro· pies recu rsos y d lucha r ppr la victoria del partido en que figuraba como . simpl e soldado.. Su espíritu batallador, sus decision es, su empujP.,cncoo ·
traron, como no podía menos de su· cede r, obstaculos invencibles, monta ñas qu~ leva ntaban los mismos que· tt:níar. el debe r de ab rirle fácil camino por dot.de llegase derecha.mente ·al término de sus aspiraciones.
¿Qué
oc urrió al fin? ¡Amarga verdad) Pues ocu rrió que :1 ese hombre hcnrndo, leal é inteligente le hundieron en la des¡¡rac ia , y no hubo un allna piadosa1que le a lcniara con fras es d e consuelo, antes bien. le davaron er,
las e ntrañas el hierro de ·la calumnia.
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Entre tanto, su mujer y sus hijos perecía n de hambre lejos de su ralor, s in qu e le fuera posible socorrerles por· carece r e n ab.qolu to de lo más i~ dispensable. Vida ta n penosa gastó las ~nc rgías del patad-tn, abatió sn a nimo y le tendió e n el lecho, donde murió e n la más negra s0ledad. ¿Qué dice usted á esto, señor moralistaf Sanchez Brega ,g-uardó •ilencio v hasta se rascó la barba, señal de que Lo pcz le había aplastado con su historia ·-jTonlerlas! ¡tonterías!-gn;ñó el hombrecil\o barajando los naipes y movi~n¡lo rápidament e las ventanillas ' de> ·~u , nariz, comli el ratón cuando hl\el.e el ,qu,e so que está en la ratonera. • ··•, Q.01:tip.~ el juego iutcrrumpido: . Portuondo no quería quedarse burro como ,í¡'ritaba estrepi tosame nte. Sus atltteres' se le rtfan e n las barbas
y basca !.ie miraban unos a otros cuan-
do el marques traía por los éabellos su d ildosa munifice ncia. P ero el que con más ahin co mal-
trataba á Portuondo era don Hcmete Bilis, que si n parar. mientes en las fanfarro nadas del marqu és, poníale di, oro y azul y se burlaba de los hom· bres co ndecorados. -Os dejo lmeves in •tantes-dijo e n alta voz el poeta, tirando la colilla y disponiendose á par tir; pero se quedó en pié detrá s de la mesa, como si fuera á pronuociur otro di scurso. - H ola! doctor, hola ), que? tarde lle: !!ª usted. Se le aguardaba para ju" gar al burro. . : ·: Jacinto alargó su ,m11no- por encima de 1a mesa al doctor Garcla, un Jov·e o que lucía esa uoche; ai)esar de la. etiqueta ri:zuros2, pantal on d.&t cásimi~ '. color de café con leche, ccr14 ra~r1 -. cano, como no le ll evaba •n'ogdn ele-" gante de Oropendola :a,• ". .
~ io
- Ale ltastian
tos ·enfermos.'
Apenas réposo un minuto.
Son muy
ex ig en tes . . . J uro :l usted, Poventud,
que si; poseyern yo algunos miles de pesos, mandaría noramala á esa hor da ele invalidos,de mojade ro• imbéci·
~1 6 6-
les, que no producen ·ning ún beneficio. - Muchos enférmos, eh?-pregun· tó el entrometido de Portuondo, sin mirar al doctor de los pantalones co. lo r de café" con leche. -¡ U n mill 6nl IJ:s ta anda luzada hi10 re ir á Por' tuondo. -- Exage ra usl ed -¡Y de l!ils más pobrP.s! - Ahf le d!ielel --Si no fu era por los negocios P AR · TICUL ARES, por LAS B USCAS, por los préstamos al diez por ciento, andar ía este médico demacrado y ha raposo por esas callM de O ios. -De Oropéndola-le" corrigió el hbmbrecilJo enseMndole los dientes. -U no hay entre todos mis enfPr-· m<>s· q ue me inspira, profunda lástima. Si, señores! es u n caso per dido. ¡Pobre criatura 1 · - Au nque preten dió afligi ree para . co nm over á los circun stant es, s u ros·
tro permaneció fria y duro co mo un a losa de mármol.
. --;-¡Caso perdido! acab 1 <le d~ c;j r usted. -,.Si, sdlor. ·- Pues yo creo-añadió Portu ondo f-c¡ue para los bue fios doctores los casos nunca son p er d idos. Así lo entiendo yo. Perdon.e. mi fra n ~u7za. El hombrecillo se rió de Cri Ep!Ú n. ···-Cuyo es el nombre de la criatu· ra?-ioterrogó le el poeta roo d sombrero en la mano .
- El de la crintur:i .••• no lo sé; pero sí el de su padre: Oaoi d de L uo . Como im pelido por un resorte el e na no se irg uió. -¡Bue nas oochesi-dijo y se ma r chó co rrien do. ' ' ·-¡, A dóode va ese? -ti casa de s u amigo D11 11iel-ex puso Cri •priá o con i_ndi fo re ~cia-un pob ~e Di ablo q ue, no tiene 01 :rn cénti mo
.
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y como' si se tratara del chi ste mas· ,refi nado, rieron todos, y hasta fe li.citaron 21 marqués.. . . . . • . • • • . . .. . ·
.. .. .. ... ... . J
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Echado en un rincón; rendido púr las pesadumbres; con· muchas y que· madoras lágrimas en ios ojos; sin vo· Juntad ni fu erzas para resistir el em · puj e de l ~s cne l)ligos invisibles que le retv.ba n á lucha intermiu a ble, con )¡\ frente h undida entre las man os , así enco ntró Lopez á Daniel. Ni su afecto, co11 ser tan hondo, ni el anhelo de saber lo qu e ocurrí.e ra en aq uel hoga r enn eg recido por la desg racia, impelieron á Lopez á so nda r, en tan crí ticos instantes, el dolor <le D aniel. Cruzóse de brazos y dejólc llc rar y lamentarse, bien seguro <'e que tal de~ ahogo refrescaría el corazón del infortun ado . En la calle estallaba la vocería de los d;chosos de un a noche; j11erguis ' tas aleg res; pregoneros de una felici · aad que se condensa e n lág rimas; tro vadcres impróvisados que ca ntau las bellezas de la princesita lle jazm í n, visi ón que ni aún se deja tocar la ñm bria de su túnica de nube ~ , blanca ca ·
-í69mo el ala del cis ne, )' q ue so11r!e de lej9s en el crepúsculo de un e~sueñ o olor de rosa. retrocediendo ij¡empre ]siempre! hasta desvanecerse en el alborear del día; soñadores 1mprrté rritos, ilusos temerarios que gorge&n en las sombras de la noche y decla man á la luz del sol contra su am~rg'\ y negra suerte. La ciudad entonaba • I himn o de las venturas. Su corazó n derrochaba pe;las ~e alegría bajo la bóveda . Je] cielo sembrád a dt: puntos di amantinos.
Por las ventanas de !as casa•, esca · pábanse el ruido de las fuente~, el choque de los cristales! el parloFeo de los chiquillos y la pl ática a m o ro~a de la tribu leliz que harta su hamb<e con el egoísmo de los bienaventurados del mundo. 1Hasta el olor de los manjares se introduc:a. en !a zahurda de Daniel para martmzarlo! . ~~I únicamente él no había pedido ll eva'r áJsu familia ni siquiera un pe·. daza de pRO. Le habla!' cerrado las
p uertas al exhibir su aspecto de mal htchor. · No habían querido escuchar sus quejas, la historia de unos seres devorados por el hambre. No hablá n intentado consol(_ir su espí ritu, heridn por las decepciones, y s_olo, en c. I _clédalc dc. I info rtunio, caminando á tientas, con los ojos llenos de ! ~grim a~, habfo. subido al desván para gf!mir junio al lecho del hijo exa nime. . ¡Contraste conmovedor! L a ciudad ca ntaba su dicha como nn paj3ro en la selva, y él, un hombre justo que tambié n tenía derecho á ser dici1os0, Jaezaba g ritos de dolor en las som bras de un hogar desmantelado ¡La noche buen::. dt: D:rniel! ¡Ah! Su pobre corazó n fué clavado en una cruz por los dolores más acerbo•, en aquell a noche de org!;,, bajo la bóve , da estrellada de un cielo claro, indi· fere n te y mudo. Morr.entos m;s tarde, alzó Daniel los ojos y se quedó contempland_o á su amigo, el cüal, con los braio• a biertos, lt: decía:
- 171 - No llort:s. Aquí u toy yo par&. m.itip:ar lupena. f Estrechó le Danie l á su pecho, ex· clamando: - 'Gustavín se mue re !· -¡ Qu é ha de morirse ! t Estás loco' Garcfa nos ha asegurado qu e pron to recobrará tu hijo la sa lud. Lopez mintió par~ cal mar la pena de Daniel. · - Ga rcía ha dicho eso .. ' -No hace media hora. - Pero si ese doctor no ha visto siqui~ ra al moribunJo ! '-¡Cómo! -Lo que oyes. , Y refirió la escena que se hab1a desa rrollado junto á la alcoba. - Yo no recetare nada, absduta meotP nada · ni enfermo si no me entrega usted en 'el ·~cto el impo rte de mi vi•Íta. L os médicos no somos alcu huetes, ni nos hemos quemado las pestañas para que zánganos como t,istcd nos ex: ploten. No peco de tonto. Sépalo: m ahora, ni dentro de un m,es vaya us-
•
-173tr.d á bus:arme para utilizar mis · ser virios, si aa tes no cuenta con el dine ro para pagllrmelos. Llame usted á !ns que tie nen la obligación , de asistir: los enferJDos insolventes; yo soy un médico librP, y uada me importan loR dolores de la humanidad. Estas y otras b >rba ridades había vomitado el galeno de lo• pantalones colo r de ca té con leche -¡Y no lo arTojaste por la azotea? -gritó Lopez enc9ndido en cólera. -¿Para qcé? Hubiera perpetra· do un crimen que no habría por cier · to mejorado mi situació~. A hora .. . --A hora precisa que vayamos en b•!s· ca de ntro médico más complaciente. -En marcha, pues. Dirigi éronse por !a calle '.le San Salvador á la de la Jl.urora, donde vivfa un médico jóven, de gran reputación en Oropéodola. Lobez no cesaba de maldecir á G3rcia, ;1 quien no se le estimaba en la poblaci ón por su orgullo y egoísmo Decía: .
-A muchos infelices deja morir por que no le agasajan con un mue· lble, una joya ó un animalejo cual· qui era. Llámanle el judio, porque su sed de oro no se vé nunca saciada. Por un doblón vende él su honor y su honra . Y, sin e mbargo, ¡es tan hermoso! ¡Qué sonri sa! ¡qué mirada tan melan cólica! ;qué cuerpo tan ga· !lardo! ¡Un pequeflo Luzbel con envoltura de ángel! DetúvosP de repente Lopez y t<;ña· ló con p} índice á una pareja de jóvc· nes rubios que cuch icheaba en el zaguán del Castno. -¡Es ~Jla! - ¿Qui én!
-¡Ella! Luego de un · breve rato de indecisión la pareja montó e n el coche que le aguardaba en la esquina. Cuando hubo partido el ca rr.uaje, dijo el enano á Danie l: -Esa joven que se esca;>a eon su a manie 'es Elena, el ave de oro, el rayo de sol, In hija de Jacinto Poven·
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t od( :el pb~t"a de las· campánulas ver(lés. -1 Dios Justo! Y ese li uen padre, tporqué no ha impedido el rapto ... ? -Y ¡cóm o impedirlo, si á estas horas arra ~ tra él su lujuria por el sue· lo de los lupaoaresl La turba de beodoa que invadía la calle, lai1 z,: una carcajada. -No te asombres-añadi ó e l liliputien se con irvn!a.-Oropéndola ha
pUlado una .mona.
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VI
N l<i alcoba rein aba el silen- cio. Como las so mb ras se ha blan a pod t rado hasta de los fn ás ocultos rin cones, las rendijas de las pue rtas y las j unturas de los setos por donde se filtraba'n lo5 rayo; del 3 0 ), brillaban cc>mo esos fil etes .dorados · que se cle> tacan sobre el terciopelo ele los ataudes el egantr.s. Afu ern, la ciud ad nadllha en un lago de lu1. L os árboles que rodeaban los edifi· cios y ,se enseñorea ban de los j ardines
~177-
y de los monte~ ce rcanos, sacudían , us copas en las cu•le• fulguraban las gotas de agua qne habían sembrado en ellas los tardío' aguaceros de Diciembre.. Hacia lo largo de la calle, pulul a ban los transeuntes, y en la lcja11 ia, sobre un fondo azul intensn, se recor· taban las tumbas del campo-santo. En el interior de la alcoba, la muer te exhibía su guadaña . Tend ido >O· sobre un catre y envuelto en ~na sá · ban_a mugrien ta, Gustavo sucumbía devorado por la fiebre . . La débil luz de un candil hada re· saltar la palidez del m@ribuado. A la cabecera del lecho, Daniel sollozaba y, de cua ndo en cuando, abría desmescradamente los oj os para e>tudiar lus inquietudes del enfermo. Nin{, sentada junto j un <! mesa, so · l,fa prcgu nt~ r ¡Í Daoiel: . -¿Qué tiene ? 'se que1a' '"bre los oj o~ ... ? · . A iolérvalos, ~.ce rcábase ~I mon .. bundo, le cubría co n la sábana, sin
molestar! ··, con solicit•1d de mujer cariñc..sa . ..; le apartaba de la fr<! nte las guedcj 1s finas y brillan tes como el qro. . Aquellas do• almas nobles que rían revivir con su ternura al pobre niñ o
que a¡i;itaba ya su; alitas para volnr al cielo. A veces, Daniel le abrazaba y le decía llorando estas 6 poreciilas frase.; -Ta padecimiento rae destro>::i el corazón y las entrañas. Quisiera mitigar tu dolor, aunque para lograrlo tuviera que arra ncarm e los cabellos. Diera gus toso mi vida por salvar la tu¡·a. ¿Qué haré yo si te muere'? Vagare romo un aut6mata por las calle< y lloraré sobre tu fosa, para que mi ll anro empape las llorecill•s que colocaré sobrP la tierra que te cubn¡. Mis dins serio años intermi nab lqf de tormento, N., te alejes de mí. }'J!elve á la vida y repíteme qu e me ~s . Iremos todas las tardes al mnelle para que tu espíritu abarque el panorama que ofrece n los har-
_:__;78ces y les botes meciénd ose e n la su perficie del mar, • ¡Era t u e nca nto! . Recuerdo q1:e me dijiste una tarde lleno de jú bdo:--"qu isie ra vi vir siempre eh uno de esos ~ nrquitos-"Te llevaré al cementerio pa ra r¡ue te a . cuestes. rnbre las losas cielos sepulrros y me drgas como antes: · ¡ "Qué bi en se está aquí, pap!Í !- " . . . No te mu e ras, . G ustavo. Quien• que mi alma se a bra ~e en el fu ego de t" inmensa ternura de niño; quiero saborea r en
tus labios la miel de la dicha; porf¡u e los hoinbres y el mundo y todos ' 10, seres á lor. cuales he a mado sincera· me nte, me da n á bebe r el acíba r d e b,· in,. ratitudes y la h; el de los dt· se ngañ0os. Estoy ;m io en la tier~a . y e sta so 1edcrd me 11>.unde terror.
Abre
los ojos; deseo leer e n ell as el poema de _amor <pe lia escrito para mí tu alma lumu~osa 1 tu alm a pura qu e h e~ vivido s iempre e namr radn de mis dolores NG . t e mu eras , Gtistavo,; tu padrr te lo implora de rod ilias. - ¡Valor! ¡valor! -murmuraba Ni-
ni-Sea usted fu e rte. Nada a lcanza· rá con afligirs~ . Si D ios lo quiere, <f-ustavu recobra!'á la salud . Estas palabl'as forta lecían á Daniel. Entretanto la señora Tontón daba 1lrdenes q ue G :ibriela cumplía si n va· ci!ar. Databa de.. mu chos a ños la a mistad de aquellas dos mujer!'s; y hie n cla ramente se veía q ue Gab rie.· · la ponía tod0 cui dado en obedece r á · la qu e le halagaba co n murmuracio· nes y g-e ·tos de viej.• bufona. ' , Diríase q ul' mayor ca riñ o profesa · · ba á la 'l'ooton, q.ue al pobre ser. que moría e n la cru z de los dolores más acerbos¡ mísera ca rne torturada sin
piedad dura nte d iez año•; ave con las ;"Llas rotas en
una selva s!o go rj eos;
víctim a del infortunio, q ue sin fuerzas para soporta rl o: habíase rendido co . mo un gladiador que S:! desang-ra e n la arena de la lu r. ha . · Q uiz á el arÍ1or de Gabriela ,e;taría oculto como brasa debajo de las cenizas; oerc ni \JO · destello de ese atnor, iluminaba uq uel rostro de 0
. ,
-1 80esfinge, velado por la insensibilidad. Unicamente se la humanizaba el sem blante, cuar:do la Sra. Tontón repetía que la sociedad era una cloaca inmunda ; qu e á las señoras más er.co· petadas y soberbias se las comlan los piojos; y que la qu e en aparienci& demostraba ser un modelo de virtud era .un sepulc ro blanqu eado. No; G.ibriela no amaba entrallabJe. mente sus hijos. Por es0 Gustavo, al sentir en la frente el beso de su madre, se estrem~cf'\ y experimentaba un dolor agudo, como si el halago fuera un hierro ca ndente que le martiri zase. Ni una lávima temblaba en los pá rpadcs d ~ Gabriela jun to al lecli.1 de muerte, en presencio de aquella criatura exánime, de aquel triste des· pojo. · Reduclase su obligado culto a CS · tampar un beso en la cabellera del paciente y á preguntarle si sentía alivio. ¡Amarga verdad! Lo que Ja exa 8 • peraba y enloquecía; lo que la alíuyentaba de la alcoba donde se morfa
a
-1 81el ángel, era la tern ura . el dolor que Daniel destilaba gnta á gota_ sobre el cuerpo inanimado de su !dolo. . Llegó uu in stante en que Gabrlela no pudo refrenar el rleseo de dar á conocer su pensamiento, y todo se le confesó á la benta: -iNo es vordad que Daniel abn· rre á Gustavo con esos alardes de amor. Como está juera áe sí, temo que e n un rap to de locura estran gu.le a mi hijo. La señora Tontón q ue gozaba con imbuir malas ide:u . á los inocentes que la rend ía n acatam iento¡ y r omo, por otra parte, odiaba á Daniel porque jamás la habla · lisonjeado, declaró que éste abu rrla al enferm o y has· ta podla matarle con tantos besod y lágrimas. . R epugnante fué la escena que ocurrió en la alcoba IÍ raiz de la declara· ción. de la beata. .ltesistióse Dar. iel , alega¡¡ Jo qu e carecla d ' fue rzas para separarse de su hijo en tan dolorosns momen tos.
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A! fin se co nformó con el part!t!er de la señora Tontón, y como un p erro loé arrastrado hast'l la escalera . Despertó a l oir e l ruido de la puerta que hablan cerrado con estrépito . -iDónde estoy1-ss pregu ntóiQ ué ha s ucedido' ¿Porqu é me han alejado de la alcoba d:>nde oraba por mi hijo ya moribundo? y como •Jn chicuelo á quien se le arrebata el juguete, se deshízo e n lág rimas. Sentóse en u11 pe ldaño de la esca lera· y perma neció inmóvi l, con la vista clavada en la pue•ta, obstácul o in ven . cible que se hab)a inte rpu esto entre é l y su hi jo; montaña giga ~tesca que IP. cerraba e l paso; vigil ante mudo que no le permitía acercarse á la alcoba donde espiraban s us ilu siones más bellas y sus más caros plac~ rcs. P~ro el amor, como oleaje impetuoso, bañó e l alma de Luz impe l!éndole á romper e l silencio. . -G ~ briel a, Gabriel-a, sé COl1)placiente; déjame abra za r por I:< últi~a
vez o.I cachorro de mis e ntrañas; Je quiero tanto, oue {JO puedes coucebi r lo que sufro en tste mome nto. Sé bueoa · .. . Y o no he cometid<> falta ningunti. para que me sepa re~ de mi hijó. ¿Se muere' pu es yo qu iero aspirúr su po ~ t re r aliento; rc:::?ger co_n ·
m is l ~ b ios sus últimas lágrimas, 01 r su voz an tes de qu e la mue rte le e mpuje hacia la eternidad ... v~n . abre· me la pue rta, Gabri ela, cspusa n:ira .. . Torlo lo que me has hecho s ufrir; to· da Ja hie l que me has hecho apura r, tndo te lo perdono si me dejas estn:char contra m i pecho á Gustavo . . i Nr nycs' ¿No te abland.an mis sú · plic<ts ... ? ¿Eres de p1edrn ~ uo tienes corazó n .... ' Ni el más leve ruido olase e n e l in te"ior de la casa. Daníe l bajó d~ p•1a till as la escalera resuelto á no v~lver a l desván hasta q.ue Gabriela 5e lo su plica ra de hin ojo~; pero no pudo da r d ~s paso~ e n la calle: Un amargo presentimie ntc le decía que no sé marchara de al!!.
Subió, pues, la escalera l' c~si <le rodillas volvió á rogar á Gabriel a, á Ni . ni y á la señora Tontón qlie le permi -tieran dar un solo bes'> al agonizante. -il'.:Stois sorda9?:-grit6 montado en ira-¡Os voy~ patear, malaM brujas! La beMti.~ humana rugi ó de s(1bit<• e11 el coraz<\n tle Da11iel. Cnal ola il)"lponente subió d odio t sus labios. y 110 y• súplicas y quejidos, si no in · jurias y blasfemias turbaron aquel silencio: iba á derribar la puerta de un pu n tapié. cuando aparec;ó ~iní, diciéndole: -Gustavo .le llama. Daniel cayó de rodil!ns junto al lecho del agonizante. Este le pregunt1:: - ¿Saliste á dar uo p•seo? -No, estaba ahí, en la escalera. ªl!Uardando á que me abriese la puerta un alma piadosa .. _ Porque tu madre no .quiere q ue ro te bese r.i que derrame sobre tu ci:erpo el roclo de mi ternura.
--185Gustavn hizo ·un ges to c.loloro•o y en voz boja, casi i'1lperce¡¡tible, murmuró: _ ! -~!~mita no te quiere.:. A quien ella quiere ___ . es á Sebast1~n . el pal · pero de la esqui nr.. Fu"eron estos sus últimas pah bra~. Espiró en los brazos de Da ~i e l que no podía sofocar bs lágrim as y los lamentos. Pero Ja voz de Nin{, persuasiva y
ale ntadora, prestóle. fu erzas para so breponerse á tartas pesarlumbres. -Res ígnese. j:I alm:\ de Gustavo h;i subido al cielo y na~a J.,graní' u•t,.11 con desesperarse aqul en la tierra. Pieose :ihora que para enterrar el ca · dúver de e>e niño tiene usted qm: buscor dinero. Niní decía la \'erdaJ. Er2 menes ter buscar dinero ¿pero dónde? l<ecortdó .de súbito q11e Re?,ino PP.riciuete adeudaba á la sucesión de Marcial de Luz cuatro mil pesos. La ca ntidád prestada sin documento pára echar, tierra al delitc>.
-186 -¡ Me he salvado! - exc lamó dándose un leva golpe en la fre nte. Ese hombre se r;i mi Providencia Y sin vacilaciones entró en la cosa • del a nti gu '• cajero de l Bancu. l~ ra Pe riq11ere un
a11 cia nu ri suc ll o
y afable. Si_n ga las de retó rica, le ex;il icó Daniel las ca usas que Je moviP.ran á prese ntars·e allí tan maladi cnle ves tido. -Mi pa•l re me cont ó hace a lg unos ali os-·prosigui ó Daniel co n ¡:ravedad -~¡u e_ había ¡iresta::lo á usted un gran se rv1c10. Tratábase de encub rir una .. dil apidación ú otra cosa ... , no es: toy Líen seg uro.. Lo cie rto es q oe m1 pad re n o vacdú en ser Vi r á us· ted ¿Recuerda el señor Pt riq~ e l e el mo ntante de In su ma? Cuatro mil pesus q ue aún no he rec ibido .... P ues J.>ie n, ca ballero: mi hijo acaba de !)lPrir y no trngo ni un a peseta para .~ nte rra r le . .:S ~a usted generoso Y soEP¿;~a.,i;ne, con veinte 6 treinta d~ ros. 1ds1gn16cante es la Cñ ntidnd,
-1 8}Usted · tan rico, tan benévolo, tan just.:> pu ede y debe sacrifica r esa sum a rn provech" del hijo de Marcial de Luz. Periquete dirigió una mira d:i en de rredor suyo como si temiera el asa lto de un ban a idn. Era suntuosa la sal a. Por doquier muebles de palo-santo, mesas atestadas de á nforas de cri stal, rin conera s co n bote" olorosos, corl inaje tupido, lúmparns de nikel y alfombras de varios colores. D e ollá, de la cocina, se escapaba un olo r agr.adable. Periquete, .haciendo _un poderoso esfuerzo sobre sí mismo, ll'lbló con elocu:.! ncia.
-No ne:¡-aré j amás que el com er· ciante de "Luz rué :;quella mañ a na mi bienhechor; pero los cuatro mil pesos se los devolví t:n mE's más tarde .• . . Co ns\a la devolución en mis li bros de • ueóta • , JI.llora bien: mi gra titud es tan grn nJe como profunda. D an 'cl abrió desmesurad aniP.nte los
.. -188oio~, espantado de aquella ¡;ran co·
chinada. Se levantó Periquete del sof&, c'on· rle estaba tendido, y nlladió dirigiéndo"e á la pu~rta: -No puedo dar á usted ni un ·ochavo por que soy pobre. Créu.me. Dar.i~I; nuisiera ser ahora millo· oario para mostrarme f{eneroso
Asi que hubo rerrado .la puerto , se. volvió hacia una jo\·en que tejla en un ángulo de la sala, y la dijo con misterio:
. -Ese hon:ibre tiene cam de ladrón . Daniel se apretó la cahPza ron ambas manos: su razón se extraviaba. P€riqu ete, el hombre á quien la rncie· d ad tenla por un dechado de virtudes, ¡era un cínico 6 un canalla de lo más refinado de OropéndolaT Cavilando sobre las desvergür.nzas búrnanas, emprendió el camino de sn dcsirán.
U na vez amiga le detuvo.
-~H a muerto Gusta1•0?-J., pre·
guntó Lopez con no fingido interés. j --Hace uaa hora. -Y tú .... t '-Yo . .•• busco dinero para ente· rrarlc.
Lopez concibió una idea feliz. -Vamos al bufete del abogado Ro· driguez. Este caba llero es un gran corazón. Daniel ·so nrióse de una manera in· definible. -Ese· no . engaña: obra . Socorre · con la mano derecha en tanto que su iz· qu icrda se <:.culta en cualqu ier parte. No hay doble• en su alma. Es un buen hombre te lo juro. Sígueme. Penetraron' en una "pieza ;;)bajada c:rn escaparates llene>s de libros; un velador, un sofá, dos sil lones y una c~ja de· hierro con adornos dorados. PPndían de las •paredes un reloj de cedro con péndulo de bronce, alma· naques de colores alegres, mapas de. .Europa\ g:u' fi o> re pl e to~ de tele~ra· mas en papel de color azul, cuadntos con marcos reluciente~; y detras de
.....
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' atestado de cscritura3 un escritorio libros de leyes, pleitos con cc rpe ta ~ j!rasosa• , y algun o que 011 o volémen d ~ ilu stre literato, encootr'ábase un joven de frente ancha, prominente, estatura de atleta y du lce sonrisa. Oyó Rodri¡;uez á Daniel sin interrumpirle. Lu~go, abrio la caj a, sacó del fondo de ella un rollo de duros y se lo enl'regó ú D ánicl,_ sonriendo, con naturalidad , c9mQ 1si. doj ara caer ·un oc havo en la pié;stra <le uiq•mi:ntligo. In undado de i/grl,"!ati• ' D;(niél besó · co n respe to la mano 41 ue Je sornn fa sin humillar!!', v cc rrió hacia su casa Ninf, casi coñtea ta, se echó un abri: go soh rc lo~ hnmbros y se dirigió presurosa á una de las mejores tie ndas d e la población. ~ · · H oras después atavió :f G ustavo co n túnica de laJl\il de ·>0;0; piisole en la ca beza una ,corona' de lita hare;; le tiñó las mejilla s. co n c'lrmío y le colocó sobre u~a ,m,es¡i rodelfcla de flore•. ¡Bella ct1at re! • Al verle so nreído · sereno, angelical, di ríase que' Sa~
!.l.alael se había escapado del t ~:n pl o para acoed .1•se en aquel lechCJ de ro<as. yu ranl" el velorio, l:i señora T on . tón, c¡u e se hartaba de cho~ol a te y ga ll eti:ls, enumero las tr avesura s
el e
En r'que y elogió las agudezas de su ingen io y la audacia de su caracter. - Es un balad rou zu elo de to mo y lomo; uu saltimba nqui s que todo lu tras tor na y rlesbarat. •. Por fort una. soy durilla de pélar. S i, s;, la co<a· marcha bien. eoto11 mi mus ; acritt d po r Íl\era· Y'ªl11 , ¡lor dentro. Si mé abla ndara, : ñ o'clrl ~ · re'rena r 'á ese sal vaje. , Los oj os de Nin{ s~ ag ra nd aban a l eusalzar las "r tes sobrena turales de de los mágicos y hec hiceros. En aquel sile ncio d e tumba, al resplandor de t¡na. vela , jun to a l cadáver de un niñ g con túni ca desl umbradora, las co ns~i.a~ el~ Nin{ ·l{es t{a n los arreos de la re:tf~~ ,:• · · Co n •Íqu""" de s{mifo1, clescribft1 la galalfu r rp.e hi11 bcsqu'es' do nde mo· raban bell!simas prince'slút; >'.. el nl or
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de los caballeros que sedu - í~n á a.que · llas deidades, hasta qu' u~ hechicero · los encantaba en medi'l de 'las frondas, cerca de la foente en cuya linfa canta . ban los gnomos. ' En \'irtud de Ja tu erza r~ prese nta. tiva , Daniel , co n los ojos fijos en el techo de la sala, pendiente• los bra zos vefa á Gustuvln á las puertns del ciei'o; rodeado de quP-rubines con tú nicas blancas y alit~s de oro, los ella· les ha lagah:ln a l r~cien llel!adp C'.10 frases amorosa~, mientras '.11l a pló ya-
. d~ de mú'sicos aéreos ¡iulsabnu liras co n ir.scru stacion es de esmeraldas y brillantes. !'. I volver en sí de aquel ensueño. y como si reanudase una conversación interru mpida, decautaba la bondad y ternura del hijo amado, sus dolores, su abnegación de mártir y sus aleg ria• tronchadas al .nacer . ." Con mano trémnla. · r,avab :i en la fosa del pasado, para dPseot~rrnr los rer.uerdos de aqueil a vida envuelta en ];\grimas y dolores y e.n cuyo ciel? no
había destellado nunca el sol de la fe . licidad. F,ontaba con perni~ten ci:t los dias, las horas y' los mir.~tos e11 que el alma del niño habla expel'iruentado la crueldacj del tormento; sus ánsias de vi. vir la vida del ave, de rnma ~ " ram a, de flor en flor; aquí comiendo el g ra· no esparcido por el suelo, allá mitig ando su sed en el agua de las fuentes;' su deseo jam:ís rea li?.ado de juga r con el caballitc de madera; su ama re-ura a l ver las lagrimas en los njos d,el padre ql,\e le cuidaba con ar dorosa devoción; sus gritos de angustia en la hora negra, terr ible, avoa'tl-
lladora como un a tempestad , cuando todos ¡(-einío.n de h·ambre en el silen cio d~I tugurio, sin luz, sin esperanza, solos ¡horriblemente sol"Os! en medio ele una población que derrochaba su fo rt•rna en las mesas del caté, sob re las mostradorl'5 de lris·tiendas ó en lós cent ros del ·placer y' la alegría, sin preoci:paase del sollozo de los que sufre ~ entre las sombras de la mise ria.
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Daniel ~¡npapaba su pincel en los colores mJs sombríos, complaciéndose .,._ e n re~oyer-el fondo de su s a ngustia s, ::y e9. ahondar sos heri?as abiertas por donde manaba la sangre y se le ·esca- ; pa.ba .Ientameote la .vida, ' · ·· Cuantlo profundizaba mucno, sentía . · dentro de su ser un malestar indcpi. ble y un deseo qe desahogar.su cJrl\· zóa. Entonces,:. abriendo toda:s la; válvulas, dejaba correr el llanto sin temor á que seie juzgase.débil y pu · silánime. Nin! lloraba tambien mien tras qu e Gabri ela. acurrucada e n un rincó n, dormía trar.quilamente. De la dcda, que como un a sicroe I<: mordfa en el pechu, Daniel nad a d ij o á Lop~z. q.uien , no obstauto su fra nqueza y su espíritu crítico. <lesd e· ñaba la s ~u,mura c i ones de la vieja. A veces callaba n tod •>S, oyéndose entonce~ el·vuelo dP. las esperanzas que se detenían un puqto sobr e la pareo, trnta ndo en seguida <le aproxi·
marse á la luz que, de largo en largo, .
~ hisporrotea ba Je,·emente· y te·nd1a
ena· raya negra y movible sobre la tú• o!ica del cadóv,er. '. ,. • Solo interru.mpla aquel silencio . eJ . ronquido de Gabriela, el barullo fugaz tle,. los trahs'euntes que desde '-la calle e r.viaban-á. lu. cripta del difonto su charla bull ~ nguera, y el pespunteo de una~ guitarra q'ue, . como su dueñc. , hdstez~ba en él for.db de la noche. A fuerá n·o se vela ni siquiera un detalle. T odo lo habla • borrado la . •ombra . Arboles, casas, pararrayos, mástile~, palmare s y horizo ntes se los habla tragado aquel mar de color de tinta. Por la puerta entraban presurosa s ;:iilra girar en torno de la luz, mariposu•las diminutas q ue sacudfan él ¡101vo de sus alas en los lábio's d el cad á· ver, yend'l ,¡ ino rir despu4!s en la lum· hre cuya atracción ardiente' ¡10 po,dían cdntra rrestar,
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Gustavo sonreía al jugueteo 'de los insectos' aladosi tan humifdes C<lmo
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.?I, quP. pronto ida á ab rasarse en el fu eJ?O divino. U nic~mente D ani el contemplaba ya con OJOS húmedos la 5Q nrisa dei á ngel, porque Ninf, la Tontón y hasta LC'pez calan en brazos del sueño vencidos poc el tardo caminar de Ja ~ ho ras. Al fin las estrellas que resplande · cían en el firmamento apagaron su brill o. El alba ras¡¡ó poco á poco el velo de la noche y más tarde la aurora, pura y esplendente, doró las cimas de los montes. Oro rt'ndola despertó bojo aquella cascada de lu7. Las palomas se dis· persaron por la ciudad y las aves can· taron en las ramas c!e los árboles. A las nue,•e, Lopez y DaniPI colo· caron el cadáver de Gustavín en un cochecillo azul que bajó lentamente hacia el cementerio. El sol doraba la lejanía, haciendo resalt&r el blanco perla del matadero, por cuya puerta sallan y entraban precipitadamente los mozos enrar.gados
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de llenar sus carritos de carnes fresca o, aún pai pitantes y tibias. Inmóviles pareclan los á rboles que se dibujaban en el turquf del cido; árboles copudos á cuya sombra dormitaba algun a que otra casita con tejas de color de san· gre La hierba alta flexible v ~r deab:i en ta llan~ra, srendo sacudida i intérv2los por las reses quo allí pas· taban ~ placer. Por 13 carretera qu e blar.queaba en zig-n•g, rodaban p~ ~ sadamente carr<;s enormes con pira· mides de barriles de azucar que dest l!aban gotas de miel por entre sus juntnras casi imperce ptibles. Un mu· chacho a rl'l!mico y enjuto de carnes, con villero ancho de alas y la garrocha al hombro, gustaba de la miel con la tranquilidad del qu e no ha de ser reprendido. A 1 desviarse el cochecill o nu l para · que no le atropellaran aquellos pesa· dos armatostes, u no de los ca·rreteros 'e rlesrubrió respetuosamente. Daniel sorprendi ú el sa lud0 y suspiró con tri steza.
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F1 e nte á la pueria de la ciudad áe los mu' rtos, el cochec illo dej ó su cR r· g~ y pa rtió á huen trote. Ll oroso}' de rodillas oró D aniel SO· bre la ~epu lt u ra do nd e q uedaban ~ n · terrn dns su (•oraz<l n, su pevsa miento y su" il usionrs. Largas horas pasil en aq uel lu gar ll eno de Rores v cie cru ces humildes. Cua ndo volv ió al des ván y miró e n de rredo r su ;·o, di j o co n h o n d~ nma r0
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~ura:
-,;Qué terrible será el desenlace de t!ste drnma! A Y E RON los mese!< en el . abismo del tie mpo, y en la sima negra é insac i~ble . q ue ll eva mos de ntro de nosotron mismos, céiyó la
últi"'a e s pe ran~a de Da n_iel, . Vi l jug uete de la fata lt dad! ca~ina ha por sendas tor·uosas, de¡a ndo en Ir,s breñales pedazos de S ll cx1sienc1a y de sus ilu siones. En¡ el d e sie r ~o que le rodeaba no tenía más qc e un anhellJ, una adora ción, un deber : rezar ~obre la "e.p u Ita ·
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ra del hijo ausente y es tampar un beso en la boca. del cachorro que le · había olvidado. Ya no soñaba co.n pl ace r~• futuros, hermosas leja nía.$, campos feraces, fantásticas cum hres con castillos aé reos, oi coa horizontes sin límites de áonde co lgab~n es talactitas de estrellas. Dudaba de la sin ceridad di' los hom· bres. y su fé, antes vívida, apagábase lenlameo te como una lámpara que se exting ue en la soledad de una alcoba. , ¡Pobre Daniel! Su sa lud iba debi litandose peco á poco. La tristeza de su alma; la palidez de' su semhlante; las arrugas de s u frente y las Cónas prematuras que le cubrí?n la cabern , ;:1cueaban un acabamiento con pies de
plomo, tardo, perc fi rme é inquebranta ble en su propósi to de a niquilar y reduci r ú cenizas aquel cuerpo- acribi liado de dolon;s, falto ya de fu erzas para resistir el empuje de las ca lami dades humanas. Como'"' salvaje ·ha bíase refugiacio.
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en la selva de su egoísmo, porque tambien l.>s que sufren tienen egoi.smo ' s,órdido al igual de los que saborlcan di néctar de la dicha ; y all í, reco nce ntrado á sola8 con ·su pasado y su pre· sente: maduraba una idea terrible, la idea de los espíritu s débi les, de los corazones que carecen de valor para saltar por en cima 1le cualquier obs tácu lo. _ No se le ocurría siquiera, abri r el li bro de los rP.cuerdos y vaciar en él su~ amarguras, para que con tal d.es·. ahogo brotaran flores de abnegaC1Ón y de piedad. Apen as habl aba con ~1adie; y cua~ do se le caza ba al d"scu1do, en medio del arroyo 6 á la puerta ·de una casa, respondía á las preguntas con . mo~o sílabos ó coa sonrisas que apenas_1luminaban su semblante. Lopez, á pesar de s u atolondramiento, quería de todas veras ar::an· car de aquel matismo, de a.quélla obcesión, al pobre Daniel y lo arra s t~a. ba hada e l cuchitril, donde con sohc1 -
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tud de herma no m:is bien que de a migo, trataba de cicatrizar las heri das que aún sa ngraba n e n d co razón del hué rfan o. Inútil empeño! Las raices "1el dolor habían ahondado mucho y nio¡(Ún esfu erzo bastaría á conmoverlas. Só lo Dios P.odía obrar un milagro, y Damel no implo ra ba la divina miseri· cordi a_. no por soberbia ni por torpe materi alismo, smo porque la idea te. rribl e se había a poderado" de su corazó.n y de s·u pe nsamiento. Si i.nútil es fu e ron las mañas de qu e se valiera Lopez para alej ar á Daniel d~ la boca del abismo icómo no habían de serlo tambien las qu e puso e n práctica el abogado Rodriguezf Todas las tardes iba éste e n bu sca do de Luz, hacia quien sentia nobl e afecto, y le llevaba á una quinta p 1·ec1osa, un palacete de ve rano que po seía e n las afueras de la ciudad . Co mo a ntiguo.s cama radas co¡;i311se del brazo y ba¡aba n por la declividad del te rreno hasta pe rderse entre
los árbol es fruct ífons, á cuya sc; mbra mecfanse los arbu stos de café, cuaja· Idos de bellotas berm ejas 6 de flores bla ncas como el yeso. Desde allf y por en tre los claros del follaje, vefa nse las chozas de los la briegos como nidos colgados de las palmas; y abajo, e n la lla nura, los ca· ñaveral<!s qu e se escondfa n á lo lejo> entre g rupos de colinas. Camin ando por túnel es de "hoj as, trémulas )' ba ll-uc ienles al se ntir las ca rici as del ai re y del sol, e ncontraba n de sú bito tem plos salva jes d e una pla· cidez indescript ible, rodeados de poe sía y de mi st~r i o co mo las leyendas de B6cque r. Natura rebosante de sa via, e n ti apogc"' dP. •u juventud, reíase de los pája ros y se miraba e n el crista l de los arr oyos, ·como una j oven enamo ra·
da de sus ojos lascivos )' de su hermo· sa cabellera . La rleidad ofrP.cía S Da niel •ll cuer· pu y u'n tál a11: 0 de jazmines d ~b aj o rle las fr ondas
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Pero Daniel, aburrido -de coutem-plar á aquella joven desnuda, enco·,.,gíase de hombros y fijaba su~ pupilas _ en e! azul d.e l cielo_ Ninl!Ún atractivo hallaba en el seno del bosque, y sólo s~ntía pasagero bienestar, cuando apuraba de un trago la c_o pa de leche, tibia y espumante, _ cer~ de la vaca_ de g~andes ubres que le moraba con o¡os tristes, melancólicos, de dios f'. pi s destronado. - De regreso de la quinta, cogi ta bundo, sil encibso. iba á casa de la sefio ra Tontón. -Qué tal? Y el cachorro?-la pre!{Untába desde el sofá donde se tendía negligentemente. Asido de una orej a traía la vejanc9na al glotón d., Enrique, á quien causnban miedo la s patillas de su pa-· drc. Oíasele gritar entonces. -No, no, me voy. n:e yoy! Daniel, emocionado, oprimíale contra su pec~o, besá~ale :on efusi ón y · lu eg n, soltandole, sin ánimos para pro -
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segui r la lucha, repetía co n ~ lasti -. _ · ·~·.::mera: -.f )' -Bien me lu dijo la señor .,_oil:tt. ·, tón: me has olvidado pronto Máil tarde se dirigía al Cementerio. Alli, sentado ec un sepulcro al pié del cual reposaba el hijo ausente, revivía las escenas amorosas de la ~poca feliz, cuando Gustavito balbucialh. su nombre entre sonrisa s ingénuas y besos de amor. Expandíase todo su ser en pres-.,n ~ cia del ídolo que Rotaba de repe nte sobre la sepult~ra para mirarle con sus ojos idealmente azules; y como s1 Ja vida animara la visión del sueño, Daniel le hablaba de sus cuitas, de sus aspiraciones ;,· de la pesada cru z que agotaba sus fuenas y Je rendía en Ja Calle de Ja Amargura. A. veces regresaba. muy tarde á su casa. Las ideas que bullían en sument.,· Je ahuyentaban el sueño. A las alt::rs hor;;s de la ncche en·contrábasele arrumbado en un rincón, sobre un banco de la plaza, sol o con su• pen-
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sa mie ntos y su desdic.ha. No habl a· · baco n nadie, meditando un plan pa · ra salir de ap uros; plan irrealizable qne bien tironto ern sustitui4o por otro de mayorP.s probabilidades de éxito. Así se deslizaba su vida, en una. constante zozobra.
Ve{qaJe en ocasiones sonreir y · murmurar palabras ininteligibles, en las noches de retreta, cuando se topa· ba con aquella turba de imbéciles qu e se 'enorgullecía de su encumbrada posici<:n en el mund0.
Cunocíala muy bien dP, Luz. SPnta· do en el extremo de nn banco, el sombrerc. sobre los ojos y los brazos e!I cru z sobre e l pecho; se contaba á sí propic> la historia de aquellos seño· ron es que lucí · n grc esas leo ntir.as y . uros de brillante. El señor Castelfido ¿quié n era .. . . 1 un car.al)a de Je · vitíl. Pobre al nacer, vendedor de paneil de Mallorca en su juventud, se le acusó de haber robado millares de pesos á unos labriegos vecino~ suyos . El c r 'm~ n esca nd;,lizó á la ju s ti ~ia ,
- 207quien cans~da al fi_n ~e andar á. tientas dejó 11b re al c:1minal. De improviso, aquel hombre sucio, descalzo é Í·ignorante, se transformó en un caballero decente que frecuentaba la soc1eda,d y se codeaba c;on la ~high-Jife de Oropéndola. ¿Quién se atrevería tÍ denunciarle comq autor del robo .•.. ? El maná habla caido del cielo y puño en boca. iA qué gritar y remover el fondo de tales podredumbres? Fortunato el de la levita color de chocolate y ' bacín de fieltro, era un estúpido, un patriota de doublet y un jud{o sin corazón. Habíase casado co n una muj er hermosa que abría Ja puerta de su dormitorio á tort;ros de paso y á jóvenes elegantes. 81, Fortunato era un burgués que negaba dos c~ntimos á sus peones y se gastaba cioc-i centavos en una copa de ' frambuesa. iY Gardenia, el barón del allañiquet ¡Ohl este mancebo requebraba de amores á niños inocentes y les retenía en fo penumbr:i. de las calles incitán-
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dales á los pla9eres de Venus; y lue go, cousumada la sodomfa, les obsequiaba con bastones de e mpuñadura de oro y corbr~as de colores alegres. Paseábase allí lo g ran ado, lo mirífi co, lo excelso, ¡oh! lo excelso de Oropé ndola, vetusto poblacbón que arrastraba por sus cun e tas e l lodo fil trado de aquellas sumidades al pare cer incorruptib le•. Codeábanse e11tre el bullicio, con la in quietud de hormigas . laboriosas ea un dia de abunda ncia, come.rcia ntes qu e pre p:i . raban sus quiebras con e l mayor sigi lo, riéndose ya del desenla ce que aso mbraría si n duda ningun a á sus protectores, víctimas de una g ra n torpeza ó de una confianza sin límites; soldados idiotas co n humos de caba ll eras andactes, muy orondos coa su s e normes espuelas y descomn oales chafarot es que resonaban en el pavi mento como las ca mpa nillas de un a. récua de mulas; muj eres derrochando ·fa tuid ad y haciendo estremecer e l pen>.cho clP. sus so mbreros á la moda
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c¡on movi n, ientos altivos;'_ d~ da mris · trágicas; cocottes de la cuspode : n ~u 'brie<1do su sensualidad con la tu n1ca inconsutit de un fal~ pudor ; et1pos.as vendidas por un ca pricho á la. conrn piscencia de un potentado amigo doscceto del esposo q ~e. á dos paso~ de allí se e ntr~ti ene e n demostrar u un señ~r de indiscutihle sabiduría q••e la cuadratura del círculo es un.a s.olemne bobada; señoritas dP. b1scu1tc con :idorn os de papel dorado y alas rotas dé angeles inoce ntes ; escaparates de vanidad y <ll"gullo que allá, e n el fondo del zaqu iza mí, se desa yun a n con un a. taza de guara po , comen ba calao con batata á las tres .de la tardt:, y SI' acuestan con.la ilusión de ceuar ji!li ,v.rellque; pero que sin e mbargo "i;l.eAa miseria que les roe, cubre<>, ~a m:eea ·con manteles y plaws. ~a c oo , ; todo,por llenar las aparienCI~, segú n ellas dicen. Pululaba n tamboen en aquel cuadrad o, :i la luz de l o~ !Groles, marrulleros hipóc ritas que hincan e l diente e n la honra . el hono r y la ior ·
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tun a del aliegado 6 del íntimo, y se conduelen de la desgracia de los pobres con esa palabrerfa que no se traduce jam:ís en dádiva generosa; jó . venes de un mañana en crepúsculo con este disfraz sui generis : cuell~ . á .lo Castelar, levita hasta los znncaJOS, pantalones como 1aragüelles d.e turco, báculo estilo inglés y z¡ipat1 co~ de charol; hombre¡ (¡7] del por yco ir, rellenos de paja, sin moralidad, talento ni vergüenza ¡ con más pústu las en el .a lma que tumores en el cuerpo; figuritas de almanaque satisiechas de su ignorancia y . ansiosas de rendir á esas damas de tas camelias que decantan la toilette 'de tales maricas y teman por agradables ator'des sus aullidos y rebuznos. Los ojos exper tos do Daniel sorprendinn las contorsiones disimuladas de aquellos rostros al travé" de las 'caretas que los encubrfa; el b~illo fugaz y matador de una miradu de sos l ~ yo, centella de odio prodµcida por el choque de dos frases contra-
pue•tas 6 p ~ r ~na sonri:ia ·cortadora como el filo de un puñal; la m;;.n se- . durnbre . del adulador que quiere lograr su objeto, . bien la hipoteca de una finca abandonada, bie n el préstamo de una. cantidad fabulosa para sa -· l>r de apuros; la mueca indes,c riptible del que súbitamente lo pierde todo y cae del nido de los sueños, aplastándose contra las piedras de una real i¡:lad inesperada; saludos y apreto~es de manos por mera fórmul a; ~arcap· das de falsete como chasquidos de l:ítigo; comisuras de bocas que impri -_ men al semblante un dejo de honda tristeza; frentes con multitud de arru · gas, marca imborrable de una vej~z r idícula que hace esfuerzos por re¡uvc.necerse con afrodisíacos y cosméticos.
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Oh! Oh! Oh! .... ¡valiente sociedad la dorada, y pulcra sociedad de Oco· péndola! Si si, Daniel había sondeado el fond~ de aquella sociedad ppdriaá'9ue se perfumaba con agua de colon ia.,.,a·
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raq ue no trasctndiera el hedor de sus ll agas. Sabía que la honradez, lealtad, vir: utl y amor de que hacen alarde alg unas personas, soñ como las letras dC1radas que brillan en el forro de piel d~ un libro obsceno y repugnante. ¡Ah! ah!- murmuraba Daniel revolviéndose en el banco - Siento bascas, unas bascas terribles. Si pu diera,vomitaría sebce esa canalla toda la porquería de mi estómago. ¡Puf! Y Heno de asco y horror, alej~base d., aqu el estercolero para meditar eri tre la> sombras de su tabuco. Imposible desviarle de la senda que le trazar:i. el destino. Al desenlace final, al desarrollo· del drama partía derecho ain encontrar bbstáculo que se lo impidiera. De tanto discurrir, el cert!bro del márti r perdió el equilibrio. Empeñábaae á veces en coacervar ideas sin cohesión y en mezclar recuerdos antiguos con impresiones del momento. ¡Ahl ¿Cómo dndarlo? Acercába-
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se Daniel á la locura, á ese ab ism o in~ondable, en cuvo seno mueren los desheredados del° mundo.
.. Ü¿"ir~ -p~~~~;¿ '¡);~¡~l en d café j " La Corona" y pidió un vaso de agua. .Al rededor de una mesa, varios jó · va.os bebían y conversaban alegremente. El da11dy que ostentaba una rosa en el ojal de su levita, exclamó: -Me aburre la vida ; y si no exis· tiera mi madre á quien adoro, me habría levantado la tapa de los sesos. Carcajadas y apl ausos en las sillas de la oposici6•. . .. . -Mascarita, no te creo,-diJO el átomo de 's atán , el pequeñín que r9fa loll'talones .á la adúltera, la no· che del baile en el Casino. -Spl~·n ! spleen ! -mnrl)luró un g igante, un tonto que destrc1,aba la . . lengua de Byron. -Señores, es que el amigo Solón está enamorado platónicame'"!\e. de una hembra .
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--¿Pobre7-interrogó cierto pisa: verde atu iáodose los •ei nte ó treinta pelos rub(os desplegados en guerrilla debajo de su nariz. - Cincu enta mil fa ra ooes~v ulgo pesos fuertes. -Entonces Solón . . á ella ! -Qué me la traigan !-re.funfuñ ó 11n bebé lujurioso: -Buen potaj e .•.. ! Cincuenta mil durejos! -Una fortuna! - Te saludo respetuosa mente ¡oh joven efímero! ' Risas y murmullos. - Silencio!- g ritó la qctava parte de Satá n. • : 1 , , -Silencioooooo!-repitló e) . córo~·. Y el silencio imperó. ·· · · .;. ". -Conste, que- Solón está. 'eoam¡)~ rado plató-ni-ca-men-18 de esa virg en, pero ella . . .. . . -Lo ignora-afirm ó uno. -Eso es. ····Solóol Sulón ! v aún no hns ren· dido á esa Sul t~ n a . · •• . ' ¿Y para qué
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llevas esa rosa en el ojal de la lev ita; y esos ojos cargados de . ·- dulzcqa ; y esa galla rdía e n el cuerpo .... ? -La vírgen será m!a; os Jo juro por los cuatro dientes que me faltan dijo el dandy poniendose e n pié y alargando su mano. -Brav lsi mo! -Solón poseerá los cin cuenta mil fa raones. -1.'odo el Eg ipto! -Venga un abrazo! -Eh, mozo, trae una l>otell a de ron . Queremos brindar a la salud · de la vírl(Ú•., ,,:-r El mozo del ca(é dejó encima del 1 m ~rll!.?l una' botella de ron y algun as .cqpas, -Brindemos! -Brind"emos! Daniel penetró en lJl sala. , -Aquí está Daniel-exclamaron todos.
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- 'El notable orador ! ...;_Rotschlld! ·~· ~Jaimeüutrnin!
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-Jesucristo con gabá n y sombrero. · - Venga Daniel! -Que venga ! ' . A viva fu e ~za lo sentaron en cn a si lla. El m1 ,..erabl e dirigía miradas en torne su yo, como perro q ue se di spon ~
á defenderse. Estaba encog i. do, amilanado e ntre aquello• beodos capaces de hacerl e rodar por t íerra'. . -Que aos cuente Dan iel una histO· na l-voci fe ró el pequeñín . - La del guaba con bigotes. -O. la del cornudo encarltado. Daniel se encogió de hombros q uerían que les co ntara una histo~ na . -~cu_al? El no recordaba ni ngun a. - enores,- e.rpuso con humi l.de ace oto- pe rd ó nenm ~ si no les complazco No recuerdo en e!tos ins· tante.s leyendas de maridos durm ie nte ~ nr cuentos de ani males peludos. Mr cabe~ a nda mal. Apenas pued o retcne~ y do_meñar·un pensamiento E l o(y1do me ha agarrado y n·o.· quie: re soltarme. Otro día os complace· ré.
Quiso levantarse pero uno de ellos, Solón, le c'etuvo: -No p• nas ¡oh sa\iio Daniel! N o no.s deje• por pied11d. Mira que es.tamos al borde de ... . una turca . 8 6 bueno y ayúdanos á. salir victoriosos. DaniPl bosquej ó una sonrisa. -Déjame en paz: no acepto bro· mas hoy. - Q ue apure una copa de cañete! · -dijo el satdn en miniatura. -Sí, sí. que se emborrache! -Que brinque! -Que haga una pirueta! -Muchas gracias: • sois unos br<tmistas - gruñó Daniel tratantlo de marcharse. P ere como s.,Ión persis'tiera e n d<;: tenerle, abalaozóse á él como un ti· p~
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-Vivorez no, te conozc0. Sr hns. deshonrado á tu hermana y has aboresea do á tu madre, no pretenc!as·bur· !arte de mi. Sorda ira estalló en el grupo de
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jóvenes al ver á Solón entre las uñas de Daniel. • -¡Borracho! Este grito resonó en la sala. - Sois unos ·cobardes- ~ontestó Daniel sin temblar. Y mirando con altanería á sus ene. mi¡;¡os salio del café. En la esquina encon tró á Lopez. -¿A dónde vásf glgnoras lo que ocur.re? -Si -La beata ha herido ;i Enrique. Hace días que le atot·menta. ¿Sabes cilmo? le punza con alfileres, ó le hace ayunar doce h<;>raP. Estas mald~des me _las ha· cantado ~n amigo mi o que vive en uca habitación cooti· gua á la casa de la vieja. Vamos allá. · En efecto, encon traron á Enrique de rodillas sobre una mesa con los brazos e n cru:- y bañ~do e~ sangre. . A!togó Dauzel un grito y corrió hac1 a la pobre criatura. . -No llores, mi nene; se acabó e l te(
~ento Sí, si, te marcharás con tu padre. Y echd á correr con su hijo en bra· zos.
Gritaba la v\eja desalora¡:lamente. -Canalla, me las pagarás todas juntas . Has allanado mi casa y te ·has llevado á ese pícaro, que morirá en la drcel. Nos veremos, holgaz:ín, ¡mamal6n! -Cállese usted-vociferó Lopez frenético de cólern-6 le aplasto como á una cuca racha .
Dante\ 8e presentó con Enrique. en lo alto de la escalera. -Q~erida esposa, aq ul tienes á tu hijo- c!eclamó con entrecortado acP.uto-L'J ha he ido la señora Tontón, su protectora. . Exas¡:eróse Gabricla con el tono de ironía terrible que habfa empleado ' Daniel. -¿Cómo es eso? ~Q uieres promo· ver un escándalo' 1 -No grites, ni me insultes; poríju~· note lo ,permitiré ¡sabes ... ( LHó1a! ,.,
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so, Acércate y dime: 1.lias sido tú tao pura como yo . . . r lQué te dice la conciencia . ? Pálida·como un cadñver, la interpelada no contestó. -¡Indinas la frente? Si no tiene manchas muéstramela con altivez. -¿Te roen los celos? - balbució Gabriela. _ , celos ... ? que se yó; 110 me preguntes ; responde. Me has sido fiel ~ iempre, isiempre? ' No has empa· ñado ¡:unca el cristal de mi honra .. ! -¿ (_Jué dices? . · . :--Oy.e Ja revela~i6n de t~ h130 Gustavo en el momento :le P.spirar: -"Mamita te quiere: ó quién
- ·Antes cometeré una barbaridad - Estás loco! -Loco? puede que si; pero crerdo el loco no toleraré que se me dirijan pillahras duras . Estoy harto, Gabriela trató de marcharse pero su marido se lo impidif.. -Escúc\tame: hablaremos como dos amigos. Siéntate y no temas na· da. .Gozo ahora de un momento de lucidez. Mas como Gabriela permaneci~se i~móvil, cogióla por un brazo y .obli· góia imperiosamente á sentarse. -Oye: hace muchos años que me ahoga el dogal del esclavo; que Boy un pfria sin voluntad ni derechos. 1fa s mandado en. mi como una reí· na y yo he obedecido sin replicar. Me sometía voluntariamente á esa t:s.' clavitud porque te amaba. ,vas á negarme que te he adorado como á u.na virgen ... ? Si hubiera poseído riquP.zas, 111s habría puesto á tu$ pies; pobre como era, solo pude brindarte un corazón leal y un espíritu genero-
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ella quiere es á S ehastian, el j>u.l· peto de la esquin a". Nerviosa carcajada hjz9 callar á Daniel -¡Sehastian, el pulpero!-Me das lastima. hombre. Adúltera yo? ¡Vaya ceo el imbécil l Miró desdei\osamente á su marido y 1le gritó des'd e la alcoha:.
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-Todo ha muerto ' ·entre aosotiQ'lf. • ·' Voy á marcharme co ~ EnriqÚe de ,,, esta pocilga, para no volver á ellii- ' jamas. Dos horas despues, Gabriela cumplla su palabra.
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VIII
a niel sacudió el asombro . ., Penetró. e.n la alcoba, en la · cocin1!-, en los rincones¡ nadie! Los claveles, las rosas pá lidas, los pensamientos y las clavelli nas que se mbrara él con amor y que adornaban el muro de la ázotea, habían muerto por falta de cuidado. · Loriñan , el amigo de Gastavo y Enrique, para no perecer de h'iimbre, habíase refugiaao tal ·vez en alguna ' · casa <Je la vecindad. . SI; Daniel estaba ' solo, delante de sh conciencia, ií la ,cual hablé sin
miedo, con .energia, aprovechando los momflntos en que iluminaba su pasado y su presente la lu z de la razon . Apoyado contra la parP.d , debajc del cobertizo que guareda parte de la azotea, oy6sele exclamar: -¡Qué g rato es al espirito contur bado, al alma dolorida, exhumar aecu.,rdos de la infancia, cuando todo •. • ~ ' ."1i9nr!e y la vida es un gorjeo, un éx.ta.j sis una ilusión. H oy que cammo • •· · en~e tinieblas; que gusto el ·aclbar di! los dolbres¡ que lloro en el desierto á donde me ha empujado el mun·· do, huélgame recordar los plácido~ momentos, las horas agradables de m• . niñez.
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Recuerdo que mi rundre ·bu ~caba nu evos atractivos en el hoga r para. que mis labios esbo.aran una sonrisa de go•?· . , La tristeza. q•;e asombraba m1 se(ll: blante y la enfermedad que rola. ma organismo, eran ses m~s crueles verdugos. . · Y o la oc ultaba mis penas y mis lá· 1
¡¡ rima• para que el llan tó no empa · ña se el cri,1al de sus ojos. De noche arr od ill ~bame á los pié; de la ''irgen de mi adoración, y con las maneci tas juntas, en el silencio de la alceba, murmuraba atropell ada; mente la salve, y luego me dormía arrullndo po; la canción de todas las , noches, con la cual mi madre adorm ecla miºs su frimient os: Duerme amor mío · duerme y no llores, 9 ue tu madre se ha ido a buscar flo re:.;.
Más tard e, las alegrías estall aron en mi sér y ce rno un arbol lleno de• s•via, florecido en la estación de la primavera, pealumé el hog3r y fuí la admiraci.!n y el contento de la qu e · antes lloraba al mirar las tristezas del arbolillo a morosamente cuidado . . Mi alnia, eu un rapto de alborozo, C'flntó la g randeza óel amor puro y sincero -y se arrodilló ante la dicsa qi;e me so nreía co n dulzura.
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Amé como se ama una sola vez en la vida; y ese foego q ue no quema, me transformó de joven en ~guil a. Batí las alas de la voluntad y del deseo, y me remonté á la región de los ensueños de oro. P aredame que hasta el más míni mo grano de a rena cantaba en mi derredor, y que en el viaje por el mundo m1 baj el no serla arrollado nunca por las ola~, sal iendo victorioso de la muerte.
Cami naba por sendas orillada3 de flores, guiado por la fel icidacl ; y en es2 peregri nación sin términ<:>, la Jerusalen de mi amor brillaba ni través de ur. velo de luz. Cru pba como un . angel por cim a de los pantanos inmundos, de las miserias hu manas, y si para los hombres ten[a una sonrisa afectuosa, pa ra la injuria tenía una palabra de perdón. · En aquellos año• fugaces mi vida fué un poema, un himn•i, un rayo de au rora.
¡Oh mág icas ilusione3! ¡Oh rápidos
..N-~~,~~· .nub~; -~~t~id"a",~~· ~l ·c·i ~i·o·. Las aves huyeron de la tempestad que se aproxi maba, y Oropéndola cerril los párpados como si un profundo sueño lH venciese.
Daniel continuó de este modo: . -La mutación fué obra de un instante. ¡Caer de un cielo de luz á un obscuro lodazal! Sin emba rgo, no lancé una queja, no vertí una lág rima, no agi té c'?nvulsi.vamente los puños parn maldecir á Dios. Todavía la fé v la esperanza me prestaban fuerzas para el combate que debla "li brar con los hombres. ¡Los hombres! .¡Cómo ~~ budan de mi! ¡Cómo escupen a m1 rostro su desdén! · Hace muchos años que llevo á cuestas el armatoste ele pesadumbres, y
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ningún Cirin eo me aligera de la carga. Antes bien, los que se jac_tan de s~r huc:::nos y caritativos , arrojan sobrP. mis hombros di sgustos y pesares y se ríe n al verme trepar por 1.. roca del calvario, muerto de sed y exhaus· to de fuerz as. · No les odio por eso. Lo que sí me punzó en lo más ín · timo; lo que me destrozó fas entrañas, fu é la indiferencia con que me miraron el día que les pedí un poco de comoasión y un pedaz~ de pan para mis chiquitines. . En verdad qu e si hubiera pedido ~aco rro á una fie ra, tal vei. hllbie ra sido mas humana. Y es q ue 1 veces los i10mbres c•re· ce n de razón . En esos momentos en <¡ue só lo palrita en ellos la bestia, ·ca· paces serian de ahogar Mtre su• l)la· nos el la mento de un hij o, la qu eja de una espesa y el consejo de una ma . <l re. Nada más mo'nstru oso que el hombre atacado de la fiebre d!!l egois· mo, de la burla y de la i~c rednlidad .
Yo tuve la desgracia de acernarme ó ellos en el momento en que rugian de cólera y fuí aniquilado totalmente. N i au n en el templo encontré el refugio qu e anhelaba. Para sa c ia~ el hambre de toda uoa familia, un s•cer· dote me .d iÓ tina moneda de c0bre qu e eligió entre las de plala y oto que lle naban su bol sa. ¿E ra esto juste? ¿Como en tend ía la caridad ese ministro de D ios? Por for tuna ex '.sten e n el· mundo "l mas nobles que nos c•m suelan y •nos ayuda n á levanta r en las ¡.:randes ca idas. Lopez fu é mi providencia e n aque· llos días aciagos, y Guslavoto la miel que endulzó mis a marg uras . ¡Infeli z! Lo c¡ue Dios y los ho mbres uo bicie· ron Go n ser tan poderosos, lo his;iste tu, hijo de mi alma, con una frase de amor .
¡Y no obstante mis es fu erzos para qu e recobra1a s la. sal ud , te he perdido para siem pre !.. . . . . . ... ... . .. · . .. . . . . . . - . -, .. .
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Como catarata impetuos~ caía la lluvia anegando la ciudad. No se veían los árboles que circu~dában el cuartel, los pa.l mares, el mar 'n¡ las tumbas del campo~anto. Oroµéndola se estremecía bajo el sudario gris e n que la envolvieran el cielo y el agua.
-¡Voy á morir!-prosig uió Daniel con voz temblorosa. Voy á morir, porque ya no puedo soportar la existencia. Estoy solo e n el mundo. Mi ¡nuje r, mis hij;,s, el gato, las flcires, la humanidad toda me ha ·abandonado. Soy un ser despreciable sobre el haz de la tierra. Valgo ménos que un g usanillo, porque no soy útil para nada ni beceficio á nadie con mi inutilidad. N'.l me detengais! La idea temt!raria que había arraigado en mi cerebro, crece·ahora como el mar que todo lo atropella y sepulta en SU9 olas. ¡Para qué quiero vivir? Soy uri a ris· ta e n el aire, un pájaro sin nido, un alma sin fé ...• . ••••• . • . ... .. . .• . .
Brilló un relámpago, y el trueno retumbó en la bóveda celeste. -Perdó11~ m e, Dios mi o, si & las · puertas de la e ternidad rechazo. tu palnbra. Oigo tu voz que me dice: ' \ "Eres un .cobarde; v~cilas y dudas en el insta nte supremo en que tu alm a podrfa alca nza r la di vina g lorificación" ¡Ayf me pid!>s un momento de lucidtz que .pasaría como esos relámpagos luminosos qu e esclarece n la s sombras, pero no puedo ¡no puedo! Soy d e los que no •acan fuer?as.- de fl aq ueza,, H e sido siempre débil y mi voluntad no ha tri unfado nunca po rqu e no ha sabid o mostra rse fu erte. P e rdóname. En el minuto que me resta de vida mis ojos se vuelven á tí. Yo te admitd en el si lencio de mi ser. Apesa r de que no apriste los brazos para a mpararme el dla qu e me refu gié en 'tu iglesia, yo te adoro. .Est~ amor, esta adoración,cobiJa tambie n a los hombres. Ahora les beso co c el pensamiento, y á mis ~ n e migos les oa ño en d caudal ele ternura que se
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de•borda en l ág rim a~. lágrimas ;; rdientes que no qu iero, que no i: u ~do contener.
Dan iel enmudeció . Dijé rase q ue su alma, desde lo a lto del calvari o, oraba por ella y por Ja hn manidad. Transcu rri dos algunos moment0s 1
entró resueltame nte en la alcoba y se ahorcó, atando un pañuelo á uno de los travesaños de la ventaoa. iLú¡¡ubre escena desarro llada e n las som bras de un hogar apagado!
IX
RANDE , indescriptible fu é d espa nto de Gabriela al tornar su ca!a y encontrarse con el ca· ver de Daniel. · Quedóse sin habla un' buen espacio de t iempo, fijos los ojos en la imágen de la muerte, pálida la color é inmóvil como una estatua. Luego. cnaodo volvio en sí, comenzó á dar gritos y á Jam<'ntarse, de tal modo, que p,uso en movimiento al vecindario. Primeramente subió una vieja des-
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greñada y con mtichos jirones en el traje; enteróse de lo ocurrido en nn santiamén, y bajó á saltos la escalera para vocear Ja noticia. · Corriendo por las calles de Oropén· dola; introduciéndose en todos los oídos y aguijoneando. e l deseo de la "1Urmuraci6n, la deslenguada noticia detúvose para descansar y decir con la fanfarria de don Juan T enorio: Yo á los palacios subí y á las cabañas bájé.
De resultas de lo cual y por obra dP. la maledicencia :í los veinte mi· nutos habíase elevado á la categoría de notioió n. U nos, los mfa ver{dicos, ase,,ura· b:;n que Daniel se habla ahorcad~ por trampas y follerías, puesto que el tunante era muy dado á hacer ara nas y á no pagar las ,deudas. Otros, lo.s más sagaces, insisthn en que de Luz se babia suicidad0 por· que Ja loca de su mujer se la pegaba
con Valentln, el revendedor de baratijas. En resumen: las lenguas venenosas convirtieron en padrón de escándalo una vulgar desgr;.cia. Presto llegó á cor.ocimiento de la · Justicia lo ocurrido, y con u~ rollo de papeles, pluma y tintero, marchó presurosa á extender las diligencias
o/JOrtunas e• averig14ación de los lzechos, y á proceder al levanta miento del cadáver.
Tras el Ju ez, el escribano y el a~ guacil, penetraron tarhbien en la casa del muerto los curiosos, chicos y gran · des, no atreviéndoHe á invadir Ja alcoba pero si la sala. dor.:!e á los pocos minutos no podia volar una mosca, como q u:en dice. · Mientras el Juez recibía declaración il. Gabriel a, Enrique gozaba co n las vueltas y rodeos de una araña que perseg-ufa 11 cie rtí\ maripo0 a sin ánimo
para levantar el vuelo. Re\ase el barbián á.cada salto de la cazadora, y tan ruidosamente aplaudía, que Gabriela
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hubo de reprenderle con severidad. Ea . la sala movíase el pulpo, la multitud, que estrujaba entre sus tentáculos la honra de Daniel. Portuondo, que asiatía ' siempre á espectáculos tan serios, decía á media voz:
-Señores, conduüome de ese gran infortunio ! La vida de Daniel de Luz fué una .contínua zozobra, un perpétuo dolor. Oíd, oid .. . Lanzó un par de regüeldos hediondos y prosiguió con perfec ta riaturalidad: -U na tarde escuché la h istoria de ese hombre con ta da por él mismo . •.. Tremenda conmoción experimenté .. . ! O~as· de lagrimas bariaron mi rostro y m1 mano trémula dej>ositó en las suyas ocho diez napoleones. Aquella tarde, Daniel hartó á sus rapazuelos. Recostado contra la puerta de la al · coba, Lopcz sonreía irónicamente. -Confieso-exclamó el poeta de ' las campdnulas-que la vida de
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Daniel de Lu z fué un colosal infortn · nio; pero su muerte ha resultado cur · si, una tragedia espeluzna nte que me produce asco. Yo le hubiera admira do eu el Gólgota del dolor, h•Jmilde, paciente, perdonando á sus enemigos, alma de héroe en la adversidad, si"n desplantes dramáticos; Gn caracter en· cerrado en el más estricto deber; el de· her de sufrir en si lencio sin apelar á cobardías co mo el suicidio que es el más tonto de los recursos Pido, pues, para de Luz compasión que no admi- · ración. ¡Las almas va erosas llegan al límite del heroísmo ! . -¡Pobre) ¡pobre!-c!amaba una \'Íe· ja con acento triste. Y el coro repetía: -¡Pobre! ¡pobre! -No seais hipócritas-gritó doe H emeterio Bilis, [el hombrecillo de marras], sin poder contenerse-¿Por qué llamais pobre á ese afortunado' ¿Os habeis introducido aquí para in · 1sultar el cadáver de un bohemio, y no os dolisteis de sus quejas, cuando µe·
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dfa á voces lin pedai¡o de pan? ¿Ahora apelais á la aotigua fórmul a para q ue os crean blando ~ de corazón? ¡Canalla3 ! ¡canallas!, os arrancarl a la len g ua si no me condenaran á veinte años de presidio. Un borracho soltó un a C>\rcujada. Entonces el alguacil impu so silen cio ,
--El cadáver de vuestro esposodijo el Juez ¡{ Gabriela- será tras la da do al A silo de San A ndrés para q ue los médicos titulares practiquen
la autopsia.
Y se marchó segui do de sus ad-
j u ntos.
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Lil muched um bre suspiró ·profunda mente: ya podía e ntregarse al re-, gocijo con amplia libertad. - El deber!-injertó el poeta- Daniel de Lu z no supo j amás lo que era el deber. -¿Y tú?-le preguntó el hombre· cilio, lengua mordaz, espíritu de con· tr adicción y espad a de templado acero.
-Yo siempre fundo m i s accio· nes en el m ás acr isolado deber . -Y yo me vaoaglorío de ser el protector de los pobres. -A probarlo caballero Portuondo - expuso el hombrecillo ponié ndosele delaott:. -¿Eh? -¡A probarlo ! Sacó ele! bolsillo de su gaban un a c:i rtera y un lapiz y se d;spu so á escribir. -Dígame: ¿por cuánto S\: suscr ibe usted para enterrar el cadáver de
su proteg ido?
E l prestamista retrocedió con la boca abierta, pálido y tembloroso. -Bable, hombre filantrópico, es · trella de los náufragos de la vida, sér idealmente puro, casto, r.oble. Hable, P ortuoodo, y no se oculte detrás de la multitud . Parece que le ha pica do una abeja. Di ga usted. Cantidad redonda . · -Contribuyo con . ¡veinte y cin· co centavos!-estalló al fin Portuondo
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·como si le hubiesen quitado un enorme peso de encima. • -Y usted,-i nterrogó don Hemeterio al poeta. -Yo . . . . coin diezcltavos. Lopez no pudo contenerse y de un salto sP. plantó delante de IC!s hipó_cri tas: -Marchaos de _aquí, marchaos.pronto, s i no querets que os arroje á latigazos. Portuondo fu é el" primero que bajó la.escalera y tras él la multitud. Ni~ guno de aquellos idiotas fij ó sus oj¡¡s en el cadáver que dos hombres habían c0locado ya ea el ataud del Asilo . En la di~ig e ncia de a¡iptosia, ma . nifestaron los medico:! titulares que Daniel de Luz habla muerto á conse-
cadáver pe Daniel, <puesto q~ e el ta 1 caballerete palabras textuales] habfl\ alardeado t n vida de escepticismo é incredulidad, y no merP.cfa, por tanto. que se le abriera uaa fosa en el lugar consagrado por la religión para dar ·albergue á los que muP.reo adorando á nuestro señor Jesucristo.'' A tales razones y otras de grao pe so que adujo el Vicario, nada objel 6 el liliputiense. -Bueno, si no hay un lugarcito en el campo de los muertos cat6licos~ le enterraremos. _e n cualquier parte. Esto dijo Lopez ante un mocetón que acababa de abrir una fosa detrás del camposanto, e u el cementerio sin efigies donde dutrmen los que la iglesia católica ·deshereda. ¡Hermosa tarde- de verano, llena. de pe• fumes y gorjeos! Por cima de la tapia, veíanse los rosales y los ramilletes de campanillas azules rodeando las tumbas de los ricos, de los muertos ilustres, cu.~as cenizas no calienta el sol.
cuencia de asfixia por suspsnsj6n¡. en virtud de lo cual el Juzgado ordenó que se diera sepu ltura al difun to, Aquí fu é Troya! Opúsose abiertamente el Vicario á que se enterrara en el camposont~ el
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Negras crnces diseminadas por el suelo, abrían sus brazos para implorar la divi na misericordia. Inefabl<: dulzura bajaba del cielo, y de la tierra, de aquel lugar del reposo, ascecd(a el murmullo de los árboles saturado de la fragancia de las flores . · -¡Adiós, Daniel !-murmuró Lopez al arrojar la primera paletada de barro sobre el ataud de su amigo.-Voy á dejarte solo, lejos del muqdo, en este lugar sin al~grías, donde no se revuelven los hombres hienas. Vivirás tranquilo, porque naáie v.endrá á in. terrumpir tu suci\o. ¡Dichoso mil ve,¡:es lú! Yo, en cambio, quédome en la aren~ con los brazos desnudos, la mirada ~ltiva y los cabellos en desor den, dispuesto á envolver en mis redes á los enemigos que luchan por matarme. Pero descuida: no . les · te. mo; soy ÍU!;rte y astuto. Triunfaré sin duda ninguna. Tú ...... ¡ah! tú e r~ muy bueno, un panal de miel que se chupaban las moscas. Yo te lo repetía en el colegio cuando pos
tendíamos cerca del algibé, como dos camaradas: "La bondad es un cartel que dice á todo el mundo: robadme, pisoteadme, escupid.me, haced de .mí lo que mejor os plazca, que no me defenderé; mi corazón será siempre vuestro." Es torzoso. qt1e sustituyas este cartel por otro, que diga: "Cuidado transeunte, no te ace rque.~ á mf, porque tengo afiladas las uñas para desgarrarte el coraz~n .... '' Te reías de estas cosas y yo .•. . yo me compa· dec(a de tu candidez. Mis bufonadas hanse convertido en dolorosa reálidad. Los hombres te hao escupido y abo · feteado, y tú, seguramente, has muer· to perdonáhdoles. Descansó breves momentos y coutinuó después su faena. - Y qué lograste con se~ buenof Vamos, dilo. ¿Te colocaron en tre los hombres sabios y linajudos? El mocetón que también hartaba d.e barro el hoyo insaciable, miro á Lopez con ojos picarezcos y se echó á reir como un idiota.
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-Hoy que están de moda los car11cr'onoso serta que el mundo ~di · jera con sonrisa dP payaso: Oh! Da niel e ra uri un gran cara'Cter, una t-. r ~s.
g ran voluntad y u n gran coraz6n. Pero ¡ca! ni aún te conceden la gloria del martirio. Hubieras e!cuch01do como yo al ruisefl,or de Oropéndola, al padre de Elenita, el ave· de oro, y habrias reírl o ú quijada b•tiente. Dej6se deci r con m~cho énfasis que no . tuviste valor para llegar al limite del . heroismo; qu e apelaste al recurso de los tontos )' ¡qué se yo 'Cuantas cesas mós! Limpi 6se el pudor que 'perleaba en su frr.nte, ex te.ndió con el pié la tierra que cubría. la fosa, y dirigiendo una mirada imperial en derredor suyo, prosiguió: - H., terminado mi obra. ¡ Psh !, poco tienes que agradecerme. Te . dejo, pero mi corazón llorará siem · pre al buen amigo, al despreciado bohemio. Fuerza es que me aleje Voy á luchar con las fieras, con los
fauno s, con los eternos comedian ·· . t~s. co n la canalla de ;moking, con esa carne .sifil!tica 'oculta bajo un disfraz perfumado co n esencias de Rigaud. Tú ¡ohl tú qnedas en brazos de la madre naturaleza, en el gran la boratorio (como dicen los materialistas) y tu alma ... . Picóle un hormigón e n la mano y añadió con irónico acento: -Ni aún las hormigas quieren que hable yo ahora de tra nsformaéiorres. ¡Abnr! A gran des •aocadas fuése camino de la .C iudad. Detúvose en un cerro y desde allí se despidi ó otra vez de su amigo. -¡Adiós . . .... ! U na lágrima 1furtiva rodó por su semblante. Enj ugósela con el dorso de la man e, v dijo casi sereno: -A.· fu era cobardía~ de mujer. , . ! Oigo . e l rugido de las fieras . ¡Seamos fuer·1c . •• . ! ¡Al ci rco! Lani ó una carcajada que repitió e l eco y desapareció por entre los :Ir·
-<~.¡;;,... h '-' ~ -~ ·., ;.,·. " .... .
i ... .
_,_; : ·TH b. .o j).:1
\ =.
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·~ ~ ·-;:•bÓ~e.:>~e dig~~aban.aquel
espléndido
· paisaj e; mien,ras en las frondas en-
". :tonaba n :f~"-" pájnro s la canción del \ .;·'·..., crepúsculo' . ~ -~<~:·~·~ ~:~~ ; ll ¡' •
FIN
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