La experiencia del Más en Pedro Legaría. Trabajo realizado por Pedro las Hermanas Esclavas de Cristo Rey . Esperanza Ramírez. Pilar Osorio. Teresa Hoyos. Aura Patricia Patiño.
Legaria
La experiencia del «MAS» en Pedro Legaria Armendàriz
Ante la realidad del mundo de hoy, y ante tantas personas que en su proceso de formación han perdido su razón de ser frente al mundo moderno y han llegado a replegarse sobre sí mismos, surge la necesidad de responder a este grito insaciable de auxilio, para ayudar a trasformar el corazón del hombre. Surge la experiencia espiritual del “Más” de Pedro Legaria Armendáriz
Desde su interior se plantea la necesidad de ayudar a construir un mundo mejor donde renazca cada dĂa la esperanza.
En el siglo XVI Ignacio de Loyola percibi貌 la gran necesidad de orientar al hombre hacia Dios. Y como medio eficaz recibi贸 el santo, gracias especiales que ense帽贸 durante toda su vida y de manera especial en la experiencia de Ejercicios Espirituales
En el siglo XX, Pedro Legaria un hombre enamorado y gran entusiasta de los Ejercicios Espirituales ignacianos estaba convencido de su virtualidad y eficacia.
Pedro Legaria bebi贸 de la espiritualidad ignaciana para luego hacer vida su obra llevada a la formaci贸n y carisma espec铆fico en la Iglesia, las Esclavas de Cristo Rey con sus casas de Ejercicios Espirituales, sus colegios, misiones y obras sociales.
Aquí radica la singularidad esencial del “más” de Pedro Legaria y el “magis” de Ignacio con respecto al mejoramiento continuo, a la calidad total, y a la excelencia en su punto de encarnación, la Iglesia; y en su objetivo final la mayor gloria de Dios y el mejor servicio a la humanidad.
Esta experiencia del más invita a no estar satisfechos con lo establecido, lo conocido, lo probado, lo ya existente. Sentirse constantemente impulsado a descubrir, redefinir y alcanzar el “magis”. Que para sus hijas las fronteras y límites no sean obstáculos o términos, sino nuevos desafíos que encarar, nuevas oportunidades, en efecto lo suyo es una santa audacia, una cierta agresividad apostólica típica de su modo de proceder.
EL PROPÓSITO ES…
Dar a conocer un rasgo de su espiritualidad al mundo de hoy, que impulse a la formación de hombres y mujeres renovados e impregnados de anhelos de superación, en la búsqueda de lo que “más” y “mejor” conduce a construir nueva humanidad.
Y también como un estímulo para nosotras las seguidoras de su proyecto de vida. Que al tomar de estas fuentes encontremos nueva luz para seguir a Jesucristo y desde El ser mujeres del “más” en el amor y en el Servicio
CONTEXTO HISTÓRICO EN EL QUE VIVIÓ PEDRO LEGARIA ARMENDÁRIZ
Para hablar de una pedagogía del “más” en Pedro Legaría es necesario ir a los principios porque estos condicionan la vida entera, es decir el contexto histórico de su época, su niñez, su familia, su vocación, su formación humana y espiritual que vienen a ser el germen de su aspiración por lograr la excelencia, es decir el “Más”.
MARCO HISTÓRICO DE UNA ÉPOCA (1878 - 1956) La pequeña historia de Pedro Legaria Armendáriz no era ajena a los acontecimientos de su tiempo. Su mentalidad estará marcada por el ambiente y por el cúmulo de acontecimientos que le tocó vivir.
Como en otra época cualquiera, era difícil ser cristiano hasta la médula, aunque resultara bastante más fácil profesar, como algunos españoles, una especie de catolicismo oficial. La fuerza del Espíritu se hizo entonces presente en la Iglesia alentando las fundaciones religiosas dedicadas a aliviar las miserias espirituales y materiales. Muchos Institutos religiosos colaboraron en el esfuerzo de la reconstrucción social y las mismas exigencias de su apostolado les llevaron a organizar su acción de forma urgente.
La Iglesia, libre de obstáculos, desplegó su apostolado en el mundo y en la cultura. La obra de Pedro Legaria Armendáriz supuso un aldabonazo en la conciencia española, intentando detectar, esclarecer y solucionar en la medida de sus fuerzas el problema religioso y social de los hombres de su tiempo.
La historia de su vida es la historia de su fe. Una fe probada y aquilatada en las difíciles etapas de una larga trayectoria. Su rica personalidad de sacerdote entregado totalmente al servicio de Dios sintió íntimamente cuán necesarios y fecundos eran los Ejercicios Espirituales, hechos en lugar retirado, según el método ignaciano, para la salvación de las almas y para restaurar el bienestar cristiano en la familia humana.
Llevar adelante sus proyectos le costarรก grandes trabajos, innumerables luchas y no pocos sufrimientos, junto con satisfacciones y el profundo gozo de saberse secundado por un grupo de jรณvenes que le ayudarรกn en su tarea.
El hogar de Pedro y Teodora se fundaba en un autĂŠntico amor cristiano. De firmes y arraigadas convicciones religiosas, de vida sencilla y humilde. Ambos esposos eran personas ejemplares en cuanto a bondad, conducta social y familiar.
Seis años contaba Pedro, cuando el 17 de noviembre de 1885 fallecía su padre víctima del cólera. "Su padre murió pronto, dejando huérfanos a sus cuatro hijos" El espíritu reflexivo del niño se familiarizó bien temprano con la idea de la fragilidad de la vida y de su prolongación eterna. Lo cierto es que acontecimientos tan desmesurados para su corta edad quedaron reflejados en su rostro con el anuncio de una madurez temprana.
Fue la madre, aquella mujer de espíritu admirable, de cuerpo pequeño pero de alma gigante, la que supo forjar y modelar la personalidad cristiana de sus hijos, despertando en ellos grandes ideales evangélicos.
Ya desde niño aparecieron en él destacadas disposiciones intelectuales: entendimiento despierto, feliz memoria, facilidad de expresión, mucha tenacidad. De ingenio despierto y avispado, sentía una marcada afición a los libros.
Su madre virtuosa, trabajadora, preocupada por sus deberes maternales, les dio una educación profundamente cristiana, cultivó sus espíritus, despertó sentimientos de amor al bien y rectos principios de moral. Sembró en sus almas las raíces de la fe y modeló sus corazones en el deber, la obediencia y el respeto a los demás.
Su vida en el Seminario fue modelo de fervor y perseverancia. Destacó, Don Pedro, en la rectitud de intención. Se apreciaba en él aspiraciones de perfección. Le acompañaba en segundo lugar la entereza en mantenerse siempre en el cumplimiento de su deber, lo malo parecía aborrecerlo como por instinto.
En todas las cosas, por insignificantes que fuesen, obraba con suma diligencia. Era además activo, enérgico y decisivo. Si concebía en su mente algún proyecto, no se decidía, sin consultarlo antes con personas peritas en la materia y con Dios por medio de la oración”
En el Seminario apuntaban ya las características que van a constituir la esencia profunda de su espiritualidad: su devoción a la Virgen, a la Eucaristía, al Sagrado Corazón de Jesús, a San José y alta estima de la Compañía de Jesús.
*Los sentimientos que embargaban el alma de Pedro ante la ordenación Sacerdotal eran: *De una generosidad que no se forja ilusiones sino que dirige clarividente, como por instinto, a las cosas nobles. *De un corazón con llama de apóstol poseído de fervor, apóstol que arde, pues un fuego le abrasa. Ama y tiene aspiraciones inmensas. Quiere conquistar, su sed es ardiente, su alma insaciable. *Su vocación estaba consolidada y alcanzaba perfecta madurez con conciencia plena de la sublime misión que le esperaba.
. Pedro ve con alegría acercarse el día de su sacerdocio, siente íntimamente la presencia de Dios, afirmada y ahondada con una oleada de gracia sacramental. Nos dice él mismo en unos apuntes: "Me ordené de Subdiácono después de consultar mi vocación: Estoy satisfechísimo. Si naciera treinta veces, otras tantas sería sacerdote"
Adivinamos cómo se preparó Pedro a celebrar su primera Misa. Cuál fue su fervor en aquel acto sublime que tanto anheló y su entrega a Jesucristo total y absoluta. Todo estaba preparado para el gran día, aquel por el que Pedro tanto había suspirado y en el que tanto había soñado desde sus años de alumno del Hospitalillo de Niños Huérfanos.
Era ya sacerdote del Se帽or, es decir, Instrumento de Dios en la tierra para que, El se deje ver en los hombres, para mostrarles su amor, para distribuir su Palabra, su Pan y su Perd贸n. En sus Apuntes leemos:
"Mi coraz贸n ard铆a en deseos de dar gloria a Dios y ganar almas para el cielo"
Allí desde los primeros momentos dióse a conocer como verdadero apóstol, que deseaba ardientemente trabajar por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Distinguióse principalmente en el púlpito y en el confesionario, en aquél, como excelente orador sagrado, en éste, como eminente director de almas.
La relativa tranquilidad de la docencia en el Seminario permitĂa a P. Pedro dedicarse mĂĄs intensamente a la oraciĂłn y al estudio.
Los superiores lo destinaron a un campo más amplio de apostolado, la parroquia de Murchante, en la que se distinguió por su celo en la predicación, catequesis, vigilancia día y noche por las almas, asiduidad al confesionario sin escatimar sacrificio alguno. El P. Pedro aceptó con alegría el nuevo destino. El no se había hecho sacerdote para sí mismo, sino para los demás. Y por eso, estaba deseando sembrar y trabajar. Había llegado la hora.
Tenía por norma fija la ascética ignaciana, hacer todo como si fuera lo único que iba a hacer en la vida. Para P. Pedro, hasta lo más insignificante tenía valor y sentido de gran obra.