LA EXPERIENCIA DEL MÁS EN PEDRO LEGARÍA. Trabajo realizado por las Hermanas Esclavas de Cristo Rey . Esperanza Ramírez. Pilar Osorio. Teresa Hoyos. Aura Patricia Patiño.
La experiencia del «MAS» en Pedro Legaria Armendàriz
“El día 24 de marzo de 1906 será para mi alma de recuerdos imborrables. Solo, pero con el corazón henchido de gozo, después de contemplar las lágrimas de cariño que mi ancianita madre vertía, salí camino de Murchante, mi querido pueblo, más querido que ningún otro. Forjaba planes por el camino, anhelaba con todo mi corazón trabajar mucho, mucho, mucho por llevar las almas al Corazón de Jesús, a la Sagrada Eucaristía, a la Inmaculada. Estas eran, aparte de otras, mis ilusiones más queridas. Gocé mucho en este camino, solito con mi Dios. ¡Cuánto quiero quererlo!”
Llegó a Murchante lleno de juventud y vigor, con gran cúmulo de energías, con celo desbordante, porque amaba intensamente a su Señor con quien pactó en su primera Misa entregarse de lleno a Su Causa. Aquella misma tarde dirá: "Me puse a confesar. ¡Qué alegría!".
Al día siguiente, día 25 de marzo de 1906: “Por la tarde me presenté al pueblo en el sermón. No había ejercido nunca el cargo parroquial y Dios me ha dado gran facilidad para todo. He estado con mucha paz, con mucha alegría, con mucho trabajo, y aunque alguna vez siento como que me canso, luego me estimulo a trabajar. Amo a las almas con delirio y mis puntos favoritos son el Divino Corazón y la Sagrada Eucaristía.”
Su única aspiración que resume toda una vida. Laboriosa en extremo, se cifra en estas palabras que constituyeron su lema: "Consumirme y agotarme en todo mi ser físico, intelectual y moral por la gloria de Dios y la salvación de las almas" Puso toda su persona al servicio de los intereses del ministerio sagrado con dedicación y consagración exclusiva y perfecto holocausto.
El P. Pedro, sacerdote íntegro, gigante del espíritu, vivió en la primera fila de toda avanzadilla del bien, lanzado a las grandes causas. “Se le veía un hombre cumplidor del deber hasta las cosas más pequeñas”. “Era un sacerdote ejemplar por su fe y por su rectitud, por su desprendimiento total, por su cercanía con el pueblo de Murchante y por su plena dedicación al ministerio”
Como sacerdote y párroco, fue celosísimo, abnegado y desinteresado cumplidor de todos sus deberes parroquiales. El P. Pedro había observado que sus mejores feligreses, sus cooperadores más celosos y constantes entre los hombres eran aquellos que habían hecho Ejercicios Espirituales en una casa que no reunía condiciones. Improvisada para ellos en el año 1913 en el pueblo de Cintruénigo (Navarra). El mismo daba estas tandas de Ejercicios, poniendo en ellas todo el ardor de su corazón apostólico.
Su corazón generoso a todos amaba, pero, a semejanza del Señor, tuvo también sus preferencias para con los necesitados. ¡Cuántos por él socorridos recuerdan todavía sus generosidades! Ninguno de cuantos a él acudieron dejó de recibir palabras de aliento y consuelo, ni tampoco el socorro para aliviar su pobreza. Le dolía en sus entrañas el sufrimiento de los pobres y, dócil a la inspiración del Espíritu, se entregó incondicionalmente a remediar sus males. Lo que tuviera lo daba y por donde pasaba iba dejando algo. Igual socorría a los pobres de la mendicidad, que a los más necesitados del pueblo. Él mismo vivía muy pobremente. En su casa su habitación rezumaba una gran austeridad. Comía muy pobremente, siempre cosas sencillas.
Por los años 1915 ya bullía en la mente de P. Pedro el pensamiento de organizar un Instituto que se dedicase por completo y cuyo fin específico fuese el apostolado de Ejercicios Espirituales en retiro. Celebró sus Bodas de Oro sacerdotales el día 27 de diciembre de 1952. El P. Pedro celebró la Santa Misa. Dio a besar las manos, escuchó la homilía del Obispo y cantó el Te Deum.
Dios, que había querido a su siervo apóstol y Fundador, quería también ceñirle la corona del dolor. A partir de esta fecha puede decirse con toda verdad que no tuvo día bueno. Abrigaba la esperanza de poder visitar a sus hijas de Ultramar para llevarles aliento y consuelo. La muerte inesperada y por sorpresa vino a desbaratar su plan, pero mensajera de Dios, vino a franquearle las puertas del Cielo.
Dios le colmó todos sus deseos. Entregó su alma con toda paz en manos de Aquél por el que únicamente había vivido. Eran las doce y media de la noche del sábado día 30 de septiembre de 1956. Fue la Virgen quien quiso recibir aquella alma grande, que con tanta fidelidad había servido a Cristo Rbuscando en todos los instantes de su vida, con temple ignaciano, la mayor Gloria de Dios. La posesión de Dios era ya su recompensa eterna. El día 1, a las nueve y media de la mañana se celebró el funeral oficiado por su primo Don Basilio Armendáriz.
El P. Pedro Legaria tenía Carta de Hermandad y había pronunciado, en la hora la muerte, los Votos religiosos de la Compañía de Jesús, por eso los Padres Jesuitas del Colegio San Francisco Javier de Tudela trasladaron a su iglesia el cadáver, donde celebraron otro funeral.
El Padre Pedro es un creyente consecuente con su fe y con sus convicciones. “El quiso que los otros se sintieran más humanos, más dignos, más hijos de Dios, más cerca del Corazón de Jesús que es todo Amor”.
Para él la perfección consiste: En la contemplación de Dios, verdadera sabiduría (sapientia) en contraposición a la ciencia (scientia), que consiste en el conocimiento de las cosas creadas.
San Benito. La Inclusión explícita y estructural del apostolado en la teología de la perfección cristiana no era todavía un hecho La vida contemplativa aparece más centrada en la vida comunitaria que en la búsqueda personal del individuo deseoso de unirse a Dios y de contemplarlo.
Santo Tomás de Aquino Para él la perfección cristiana es:
Esencialmente la perfección del amor y no la perfección del conocimiento; el conocimiento, aún el más alto, que no se ordene al amor, no es constitutivo de la perfección cristiana que consiste esencialmente en la adhesión de la voluntad al designio de Dios.
Al hacer énfasis en su pensamiento teológico de tan gran santo es necesario entrar a sus sentimientos, y a su corazón para entender algo de él. El P. Pedro es muy consecuente en su vida y eminentemente práctico. Su fe se expresa en su acción, su amor por el Corazón de Jesús tiene una correspondencia inmediata. Siente en sí mismo la dinámica del misterio trinitario y de la Encarnación del Verbo del Padre. Su amor se manifiesta en las obras. Obras son amores.
Su amor por el Corazón de Jesús tiene una correspondencia inmediata. Siente en sí mismo la dinámica del misterio trinitario y de la Encarnación del Verbo del Padre. Entre esas dos personas, el Corazón de Jesús y el P. Pedro, se da “el flujo y el reflujo del amor Trinitario”. Porque el Corazón de Jesús lo ama con el mismo Amor con que Él es amado por el Padre. Y, aunque tal vez él ni se lo imagine que esto puede sucederle a un pobre cura de pueblo, el Padre Pedro ama al Corazón de Jesús con el mismo amor que el Corazón de Jesús ama al Padre.
Expresa en su acción, su amor por el Corazón de Jesús. Tiene una correspondencia inmediata. Siente en sí mismo la dinámica del misterio trinitario y de la Encarnación del Verbo del Padre. Su amor se manifiesta en las obras. Obras son amores. Pedro Legaria
EL MAS EN EL AMOR TRINITARIO
•Congregación de las Esclavas de Cristo Rey una expresión de la Trinidad de Dios sobre la tierra. •El servicio de la unidad se encuentra se encuentra en la misión y el apostolado del P. Pedro Legaria que se deja seducir por el corazón de Cristo..
•Estas son su palabras: “Quiero consumir todas mis fuerzas en su amor, el Dios que se nos da nos capacita para amar como Dios ama.
El plan de Dios es crear al hombre a su imagen y semejanza. “Consumirse de caridad” es el modo de ser y de actuar del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El P. Pedro Legaria se queda anonado al contemplar como Dios se consume de caridad por él, criatura insignificante. “Consumirse”: vaciarse, desaparecer, anonadarse, es la actitud de humildad de quien reconoce que todo lo ha recibido gratuitamente de Dios.
• El P. Pedro se sintió amado así y al mismo tiempo sentía dentro de sí que el Espíritu le empujaba a amar de esta misma forma: con el mismo Corazón de Jesús. • La bondad, la ternura y la misericordia de Dios Padre, que ha experimentado en su propia vida, le da una sensibilidad espiritual muy fina que pone de manifiesto su celo apostólico: en una lucha clara contra el pecado y, por otra, en una “dulzura, suavidad y paciencia alegre” con los pecadores. • “¡Hijas mías en Jesús, sed santas, consumiros hasta el último aliento de vuestra vida por la gloria de Dios, arda vuestro corazón en celo por la salvación de las almas! ¡Esto es todo! ¡Esto es todo! ¡Lo demás, ilusión y mentira.”
Esto es transcrito en las cartas que envía a las Esclavas de Cristo Rey, en los que les presenta el estilo de vida que ellas deberán vivir para llegar a la santidad que Dios las llama. En sus palabras se encuentran los rasgos peculiares de su personalidad espiritual y el proyecto de vida para sus hijas, carisma espiritual y la misión a cumplir.